Libia, ¿de la era verde a la democracia? - Noemí S. Rabbia

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    LIBIA, DE LA ERA VERDE A LA DEMOCRACIA?*

    por Noem S. Rabbia**

    I. Consideraciones preliminares

    Desde los atentados del World Trade Center a la fecha, el siglo XXIno ha cesado de depararnos sorpresas, dando como resultado un mundo enpermanente movimiento. Es as que, cuando se crea superado el shock eco-nmico y social producido por la ltima crisis financiera internacional quetuvo como epicentro a los faros democrticos del mundo occidental, laprimavera rabetuvo lugar de forma tan inesperada como intempestiva,marcando cambios profundos en la regin, as como efectos macro-sistmicos

    contundentes1

    . La misma se inici a fines del 2010 con la ola de protestas encontra del rgimen tunecino de Zine el-Abidine Ben Al, despus de ms dedos dcadas de su permanencia en el poder. Posteriormente, tuvo unefectodominque impact sobre las autocracias de mayor data en el norte africanoy parte de Medio Oriente. De este modo, el caso de Tnez se constituy enel comienzo de una larga serie de sucesos que reconfiguraran la escena pol-tica regional rabe y magreb con desenlaces similares, pese a la especificidadde cada uno de los escenarios nacionales que abarc.

    * El presente trabajo es parte de una investigacin ms amplia, que se encuentra endesarrollo en el marco del Programa de Poltica Exterior para Amrica Latina y frica, enla Universidad Nacional de Rosario.

    ** Licenciada en Relaciones Internacionales e Investigadora del Programa de Poltica Ex-terior para Amrica Latina y frica, en la Universidad Nacional de Rosario. Investigado-ra del Centro de Estudios Polticos Internacionales de la Fundacin para la IntegracinFederal, Rosario, Argentina. E-mail: [email protected].

    1 Recomendamos observar una interesante lnea de tiempo interactiva disponible en:

    www.guardian.co.uk/world/interactive/2011/mar/22/middle-east-protest-interactive-timeline.

    POSTData18, N1,Abril/2013, ISSN 1515-209X, (pgs. 103-121)

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    Este proceso origin la desestabilizacin del antiguo orden autocrticopredominante en Medio Oriente y el Magreb, el cual paradjicamentepor dcadas haba sido sostenido por los mismos pases occidentales que ms

    adelante quisieron poner fin a la autocracia libia bajo argumentos humanita-rios. De all se desprende la primera gran pregunta sobre esta situacin:desaparecern definitivamente las tendencias autocrticas de la regin paradar lugar a una ola democrtica? Ha marcado la denominada primaverarabe2 el comienzo de una era democrtica en la regin?

    En el caso de Libia, la desaparicin de Gaddafi de la escena polticalocal, regional e internacional signific el comienzo de una nueva etapa hist-rica en el pas e incluso la regin para algunos, pero tambin un alivio

    para aquellos gobernantes y grupos de poder con intereses puntuales all ycuya accin externa result funcional para desviar la atencin de las dificulta-des domsticas que las principales economas europeas sorteaban y afrontanan hoy. En el contexto de las revueltas rabes, Libia fue el claro reflejo decmo jugaron los intereses extraregionales en torno al destino de una de lasregiones del mundo considerada el foco de perturbacin ms relevante, dadasu importancia estratgica3 as como la concentracin de recursos que reviste.

    La intervencin en los asuntos en este pas en particular se realiz en

    medio de fuertes cuestionamientos domsticos a los principales gobiernosoccidentales Estados Unidos, Francia, Gran Bretaa e Italia debido a sumala gestin de los efectos de la crisis financiera internacional iniciada en elao 2007. De este modo, el mundo rabe y su primavera social emergieroncomo una oportunidad de redireccionar dichas crticas internas y capitalizarinternamente los xitos en materia de poltica exterior, al menos en losplanes (Lechini y Rabbia 2013).

    2

    Existe un enconado debate en torno al trmino primavera rabe. Existen acadmicosque consideran al mismo como un elemento impuesto mediticamente, el cual carecede asidero en la realidad debido a que se intenta equiparar los sucesos rabes con lasprimaveras europeas de la dcada del ochenta, posteriores a la cada del muro deBerln. No obstante, en el presente trabajo se utilizar el trmino para sealar el conjun-to de revueltas desde diciembre de 2010 a la fecha, en los pases del norte africano yMedio Oriente, el cual marc el florecer no de la democracia en la regin sino de unasociedad civil subyugada por dcadas al poder de las autocracias prevalecientes.

    3 Como plantea Raimundo Delaunoy, por su ubicacin geogrfica, el Magreb aparececomo una zona geopoltica de alta importancia y, por lo mismo, se convierte en un rea

    estratgica. No slo se constituye como un punto de encuentro entre los estados que lointegran, sino tambin entre las diversas culturas, razas y religiones colindantes.

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    Sin embargo, pasados los hechos ms resonantes de la primavera ra-be, han quedado abiertos intensos debates no slo acerca del futuro polticode pases como Tnez, Egipto y Libia, sino tambin sobre el rol ejercido

    durante el proceso de cambio de rgimen por parte de los pases occidentalesy la tendencia del mundo acadmico y poltico occidental a asumir que larespuesta final a los males del mundo rabe se basa en la democracia.

    Desde el estallido de las revueltas en el mundo rabe ha predominadoun discurso tendiente a afirmar el nacimiento de la era democrtica en laregin. No obstante, el futuro poltico de estos pases resulta por estos dasno slo incierto sino tambin ms complejo de lo que comnmente se asu-me. Por otra parte, continan siendo polmicos los argumentos de las po-

    tencias occidentales para la intervencin en la situacin libia en particular ysu crudo inters en el futuro de las autocracias de la regin. Con la interven-cin en Libia y los argumentos esgrimidos, incluso a pesar de la propialegalidad internacional, el juego poltico internacional en el curso de la pri-mavera rabe dio lugar a una versin de s quiz igual de realista pero menosdescarada que la del orden de Posguerra Fra4.

    A lo largo de este trabajo nos proponemos analizar una serie de ele-mentos que nos permitan tomar los ltimos hechos acontecidos en Libia, e

    intentar elaborar proyecciones e interpretaciones acerca de su futuro polti-co. En primer lugar, analizaremos los alcances de la denominada primaverarabe, sus particularidades, as como su carcter y el impacto que tuvo en laescena internacional. Asimismo, evaluaremos los argumentos esgrimidos paraintervenir en Libia, para as profundizar la relacin de estos hechos con el

    4 En palabras de Prez Llana (1992), en el llamado orden viejo internacional el princi-pio de la no-intervencin muchas veces se viol, pero quien lo hizo al menos fue

    condenado moralmente por la opinin pblica internacional. Con la emergencia delllamado nuevo orden internacional en un contexto de Posguerra Fra y signado por laintervencin internacional liderada por Estados Unidos en la primera Guerra del GolfoPrsico, el principio de la no-intervencin comenz a ser erosionado de cara a la apari-cin del denominado deber de injerencia, concretamente en relacin a la aplicacin,defensa y vigencia de los derechos humanos. Uno de los principales problemas que haenfrentado este principio ha sido la influencia determinante que los pases ms podero-sos oponen en numerosos organismos internacionales que poseen en sus manos lacapacidad decisoria de las lneas de accin intervencionistas. Asimismo, la legalidadinternacional tambin ha sido victima de manipulaciones interpretativas, destinadas a

    ajustar la normativa internacional vigente a los intereses geoestratgicos de las potenciasinterventoras.

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    concepto de colonialidad del saber/poder5 (Morasso 2011). Finalmente,haremos una aproximacin a los debates democrticos en torno al mundorabe, los cuales han cobrado mayor fuerza desde los eventos de la primavera

    rabe, principalmente en los crculos acadmicos occidentales. Para avanzaren esta meta nos remitiremos de una serie de conceptos de diversa extrac-cin: en primer lugar, lo que se denomina la falacia del factor nico,esdecir, la necesidad de entender procesos como ste por medio de una multi-plicidad de factores intervinientes que de este modo y en forma conjuntapueden explicar la primavera rabe y el rol jugado directa y/o indirectamen-te por la crisis. En segundo lugar, las nociones de colonialidad del saber/poder que predominan errneamente en numerosos estudios acerca de las

    realidades africanas y ha sido funcional a la imposicin de soluciones demo-crticas, por un lado, y evidencia el uso de lamoralpolitiken funcin de larealpolitik, tal como ha sido el caso de la intervencin en Libia, por otro.

    II. El mundo rabe-islmico como foco perturbador

    Seguramente Mohamed Bouazizi no saba que con su decisin de

    prenderse fuego frente a la municipalidad de Sidi Bouzid, estaba dandoinicio a uno de los grandes cambios de las ltimas dcadas, comparable porsu profundidad, y por sus consecuencias todava abiertas, a la cada del murode Berln o los atentados del 11 de septiembre de 2001 (AAVV 2012: 9).Un hecho simple, local, pero de consecuencias macro-sistmicas inimagina-bles hasta ese momento. El proceso de revueltas que se inici en Tnez tuvoun gran potencial expansivo con efectos no slo inesperados para los autcra-tas de la regin, sino tambin para sus hasta ese momento sostenedores

    y socios6

    . Signific un cambio de orden que comenz en Tnez, con elrechazo popular a la continuidad del linaje de Ben Al y se extendi rpida-

    5 La colonialidad del saber consiste en lo que Quijano denomina una colonizacin delimaginario de los dominados, es decir, la dominacin a lo largo del tiempo sobre losmodos de conocer, de producir conocimientos, de producir perspectivas, imgenes ysistemas de imgenes, smbolos y modos de significacin y que ha derivado en laaplicacin de los mismos patrones de anlisis para escenarios tan dismiles como eleuropeo y el africano, por ejemplo. La imposicin de estos esquemas terminan siendo

    funcionales a las lgicas de dominacin mundiales de los pases poderosos.6 Nos referimos no slo a Europa Occidental y Estados Unidos sino tambin a Rusia.

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    mente hacia Argelia, Marruecos, Siria, Bahrein y finalmente Libia, siendolos casos de mayor gravedad los de Tnez, Egipto y Libia, con el fin de lasautarquas y la sucesin de escenas de violencia con posterioridad a la cada

    de sus respectivos gobiernos.Sus elementos y causalidades son dismiles de los movimientos revo-

    lucionarios precedentes en la regin; se trata de la primera revolucin laica,espontnea y popular de la regin, ajena a reivindicaciones religiosas, msall del rol que algunas agrupaciones poltico-religiosas como los Herma-nos Musulmanes en Egipto terminaron jugando. La primavera rabe haconjugado elementos tanto preexistentes como novedosos, en el contexto deun escenario hper observado debido a su alto valor geoestratgico por su

    posicin geogrfica as como por su posesin de vastas riquezas energticas7.La primera gran particularidad que podemos mencionar fue lavertiginosidad con que se desarrollaron los acontecimientos y se potenciaronlos niveles de protesta. En este sentido el rol cumplido por las redes socialesreemplazando el protagonismo antes ocupado slo por los mass mediafue fundamental no slo en la convocatoria de las manifestaciones sino tam-bin en la conjugacin de ideas ms all de las fronteras nacionales8. A dife-rencia de las revoluciones de antao, las revoluciones en el mundo rabe han

    hecho sus reivindicaciones en las calles gracias a la red. El desarrollo tecnol-gico ha actuado as como acelerador natural de los procesos revolucionariosoriginados en el seno del mundo rabe y sus tradicionales sociedades.

    El segundo elemento peculiar ha sido la variedad de actoresinvolucrados en los acontecimientos, ms all de actores tradicionales comopartidos polticos, organizaciones religiosas, grupos de inters y grupos deoposicin poltica en general. Desde sus inicios los acontecimientos hanaglutinado las voces ms diversas: jvenes profesionales, facciones militares

    disidentes sobre todo en el caso libio, la sociedad civil en general, tribuso clanes, a los cuales adems se sumaron los actores tradicionales que, encasos como el de Egipto, terminaron jugando un rol secundario debido a lasescasas libertades polticas que gozaron por mucho tiempo y la consecuente

    7 Tan slo Argelia, Libia, Egipto, Siria, Irak, Arabia Saudita, los Emiratos rabes, Kuwaite Irn concentran ms del 30% de la produccin total mundial de crudo.

    8 El uso masivo de internet aceler el llamado efecto contagio, permitiendo no slomovilizar a las sociedades a travs de su articulacin y coordinacin por estos medios,

    sino tambin acercando las experiencias de otros pases a las realidades locales que le hanimpreso su propia impronta.

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    inexperiencia heredada de esta situacin. Debido a ello, en la mayora de loscasos se organizaron manifestaciones espontneas de protestas pero sin laexistencia de liderazgos definidos como fuera el de Nasser en Egipto desde

    1956 o el del propio Gaddafi en sus comienzos, al inicio de la RevolucinVerde en 1969.

    Como consecuencia de este segundo elemento, emerge la diversidadde los reclamos,el tercer elemento a considerar. sta puso de manifiesto laexistencia de desacuerdos variados subyacentes a las estructuras de poder deestos regmenes de larga data, que en los casos particulares de Egipto, Libiay Tnez acumularon tensiones suficientes como para posicionar el cambiototal de rgimen como un aspecto no negociable de la transformacin del

    pas. Esto es lo que Ignacio Ramonet describe no como una crisis, sino unhaz de crisis, una suma de crisis relacionadas ntimamente de manera tal quecausas y efectos se entrecruzan y retroalimentan de forma permanente(AA.VV. 2012: 178).

    En cuarto lugar, es importante destacar que la primavera rabe dainicio en un contexto de crisis econmica y financiera internacional. Lacrisis econmica mundial, con sus secuelas de desempleo, reversin de lasconquistas sociales, escasez y caresta de alimentos para vastos sectores popu-

    lares tambin ha afectado al mundo rabe, contribuyendo a detonar proce-sos de protesta social (AA.VV. 2012: 134). La participacin de dicha crisisen la primavera se relaciona con lo que Santiago Rico Alba denomina losefectos antropolgicos (no slo econmicos) de la globalizacin y un mode-lo capitalista en crisis desde hace al menos 5 aos (AA.VV. 2012). Los quedicen que las revoluciones rabes son consecuencia de las nuevas tecnologastienen razn. Los que dicen que son consecuencia de la exclusin econmicay social tambin la tienen. Es necesario enunciar la relacin explosiva entre

    exclusin corporal e inclusin tecnolgica para comprender lo que est pa-sando. En la ltima dcada, como sabemos, los precios de los alimentos nohan dejado de aumenta en todo el mundo; segn la FAO, entre 2000 y 2010la inflacin ha sido de un 105% en trminos nominales y un 70.20% entrminos reales, con un 184% para el aceite un 116% para el azcar, un110% para los productos lcteos y un 60% para la carne (AA.VV. 2012: 60).

    Paralelamente a este aumento del precio de los alimentos, los preciostecnolgicos no han dejado de bajar. Como consecuencia de esto, en el mun-

    do regido por los patrones del capitalismo, la capacidad de construir o po-seer materialmente se ha vuelto relativamente ms pequea que la posibili-

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    dad de imaginar y hacer tecnolgicamente, es decir, a travs de las redessociales. Las nuevas tecnologas, y sobre todo los telfonos mviles, han

    jugado un papel decisivo en la construccin de la oposicin exclusin/inclu-

    sin de la que surge la dolorida espontaneidad revolucionaria (AAVV 2012:59). De ello se desprende que la globalizacin tuvo la doble virtud de lo queBernard Cassen (2012) denomina la neutralizacin del espacio y el tiem-po, es decir, la interaccin permanente entre lo local y lo mundial por unlado, y el live, la inmediatez que las nuevas herramientas de comunicacintornan irreversible.

    En adicin, debemos mencionar que los regmenes autocrticos de laregin por dcadas dependieron a lo largo de su existencia del bienestar de

    sus economas generalmente centralmente planificadas lo cual les diosu principal base de poder y les permiti extraer o dirigir recursos con liber-tad (Gideon 1998: 161). Si consideramos entonces que tanto la polticacomo la economa contienen dos elementos importantes y vitales que jueganel rol del espritu y del alma dentro de la estructura de cualquier sistema ysin los cuales no podra subsistir, estos son: la legitimidad y la efica-cia9 (Monaem Ellafi 2006: 1) y que esta eficacia econmica10 fue suprincipal fuente de legitimidad durante dcadas, se deduce que la

    profundizacin de los problemas econmicos, el aumento del uso de lasnuevas tecnologas o el deseo de acceder a ellas y la consecuente restriccinpor partes de estos estados desembocaron en el aceleramiento del procesode prdida de legitimidad y estabilidad de estas autocracias.

    En resumidas cuentas, dichos regmenes gozaron de legitimidad en lamedida que fueron estables y pudieron cumplir sus funciones esenciales,como la defensa, el orden social y el desarrollo econmico, incluso a costa delsacrificio de libertades individuales. Gran parte de estos pases adoptaron la

    forma de un Estado policial,cuyos gobiernos ejercan represivamente un9 Cuando estos dos elementos arrojaron como balance la incapacidad por parte de estos

    gobiernos para absorber las tensiones provenientes de la sociedad civil, realizar ajustes,satisfacer necesidades y dar respuestas a demandas puntuales, su desestabilizacin yposterior cada fue la respuesta a su incapacidad para controlar los elevados ndices depobreza, la desigualdad, la distribucin inequitativa de la renta y los altos niveles dedesocupacin, entre otras tensiones internas. Lase un artculo interesante al respecto:Monaem Ellafi, Abdel. Libia: La inflacin poltica... entre emitir legitimidad y pro-ducir eficacia, disponible en www.webislam.com.

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    En gran medida asegurada no por una administracin eficiente de recursos sino msbien por la disposicin excedentaria de stos.

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    control poltico, econmico y social mediante un ejercicio arbitrario del po-der de polica, el cual termin criminalizando las disidencias.

    La prdida de eficacia se sum al descontento generalizado en materia

    socio poltica, dando comienzo a una ola de cimbronazos polticos que res-pondieron no slo a causalidades internas sino tambin se desencadenaronen funcin de la intervencin directa o indirecta de las potencias mun-diales que resguardaban intereses estratgicos y econmicos puntuales en lospases afectados, los cuales encontraron en el mundo rabe un foco perturba-dor paradjicamente no deseado y oportuno a la vez.

    III. Argumentos e intereses en torno a la intervencin en Libia

    La particular situacin de Libia en el marco de la primavera rabe y lacada de Muammar al Gaddafi reflejaron en el marco de una crisis regio-nal ms amplia el salto de las conjeturas acadmicas occidentales predo-minantes a su materializacin en intereses estratgicos, incluso en formasque trascendieron la legalidad internacional. La creencia de la necesidad depensar el mundo rabe en clave democrtica fue uno de los principales argu-

    mentos/justificativos post intervencionistas.La intervencin en Libia se realiz bajo la Resolucin 1973 del Con-sejo de Seguridad de las Naciones Unidas para proteger civiles, hacerlesllegar ayuda humanitaria y asegurar la paz y la seguridad internacional.Pero ms all de los argumentos expresos, los intereses estratgicos extra-regionales fundamentalmente de Europa occidental as como los im-pactos de la crisis en sus panoramas internos fueron centrales en la toma deinters de estos actores en la situacin de los pases de la primavera y espe-

    cialmente el caso libio.El caso libio fue un ejemplo de cursos de accin pertenecientes aespectros intermsticos, es decir, donde necesidades domsticas se conjugancon cuestiones de alcance externo y terminan determinando la conductaexterna de los estados. Mientras que Estados Unidos11 opt por un papelsecundario, buscando ceder el mando y protagonismo de las operaciones a

    11 Pese al bajo perfil jugado en los sucesos, Estados Unidos sigui de cerca la evolucin delos hechos, sobre todo por su preocupacin en relacin a los integrismos islmicos. Por

    mucho tiempo estas autocracias fueron sostenidas por los pases occidentales pues eranfuncionales a sus objetivos de seguridad regional, tal son los casos de Bahrein y Egipto.

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    sus aliados y la OTAN, Francia, Gran Bretaa e Italia tuvieron incentivosms importantes para tomar parte en este asunto12.

    La violenta respuesta del gobierno libio a las revueltas en el seno del pas

    dieron al entonces presidente francs una oportunidad internacional de cara asus aspiraciones electorales del ao 2012. Nicols Sarkozy estuvo influido porla necesidad de incrementar su popularidad y de proyectar el poder francs enla regin mediterrnea, luego del escaso xito de la Unin Mediterrnea, unainiciativa personal de Sarkozy. Francia haba quedado muy descolocada trassu respuesta inicial a las rebeliones en Tnez y Egipto. El Presidente francspretendi distanciarse de algunas iniciativas de su ex Ministra de AsuntosExteriores, Michele Alliot-Marie13, quien habra llegado a ofrecer el apoyo de

    las fuerzas de seguridad francesas para reprimir los actos de la oposicin enTnez, pocos das antes de que el Presidente Ben Ali abandonara el poder.Sarkozy, influido por la necesidad de mejorar su popularidad, (personaliz) engran medida todas las iniciativas relacionadas con la situacin libia. Ha sido unejemplo de ello la sorpresa que mostr su entonces recin estrenado Ministrode Exteriores, el veterano Alain Jupp, cuando se enter, mientras participabade un Consejo de la UE, de las declaraciones del Presidente galo en el quereconoca al Consejo Nacional de Transicin libio como interlocutor legtimo

    () Francia al parecer (buscaba) afirmar su papel de lder europeo en polticaexterior y de seguridad, en contraposicin con el papel de poder econmicoque (estaba) ejerciendo Alemania (Sorroza 2011: 2).

    Gran Bretaa por su parte trabaj en funcin de que se aprobara laResolucin de la ONU que funcion como paraguas legal para poder parti-

    12 Histricamente estos tres pases han mantenido un vnculo ya sea de cooperacineconmica o de confrontacin con Libia, en el cual han primado casi siempre los

    aspectos econmicos y financieros. Italia en particular, incluso durante el perodo deGuerra Fra y de mayor desinsercin libia debido a su vinculacin con agentes deterrorismo internacional, sostuvo vnculos crecientes predominados por las cuestioneseconmicas y financieras. No obstante, debido a la cercana y la ubicacin estratgicalibia, la historia del pas magreb se encuentra en profunda conexin con el desarrollo delos acontecimientos sociales, econmicos y polticos europeos; primero como colonia,luego como protectorado y finalmente como Estado independiente dentro de su esferade influencia, al ser considerada puerta de acceso al continente africano y europeo.

    13 La llamada dama de hierro de Nicols Sarkozy inicialmente ofreci ayuda armamentsticae incluso de inteligencia a los gobiernos autoritarios de Tnez y Egipto. Tras la cada de

    estos y la trascendencia de su relacin cercana con el autcrata tunecino Ben Al,present su renuncia en febrero del ao 2011 tras slo 3 meses de gestin.

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    cipar de la intervencin y salvar las crticas en un contexto intra europeo derecesin econmica y reajustes y recortes presupuestarios en materia dedefensa en que malos antecedentes como Afganistn e Irak estaban a la

    orden del da. La preocupacin poltica britnica se concentr mucho msen Egipto; a Libia por el contrario, le toc la urgencia intervencionista devista a la ganancia econmica en la era post conflicto. Incluso en plena guerracivil, el gobierno britnico ofreci ayuda militar a las fuerzas rebeldes y elConsejo Nacional de Transicin a cambio de jugosos contratos en el sectorpetrolero, los cuales no se haban alcanzado durante los ltimos aos bajo elmando del clan Gaddafi14.

    Al comienzo del conflicto Italia sostuvo un discurso ambiguo hasta

    que se sonde la tendencia de sus socios y se perfilaron las probabilidades dexito de la cruzada contra el lder libio y su ex cercano socio. Estas doscuestiones fueron tenidas en cuenta en funcin de los intereses econmicositalianos en Libia, los de ms larga data entre los pases europeos. Pese alPacto de Amistad (Repblica de Italia 2008) entre ambos pases suscriptoen 2008, el cual inclua un apartado sobre cooperacin en materia de defen-sa y el establecimiento de mecanismos de cooperacin y consulta en forosinternacionales, Italia finalmente se preocup no slo de no quedar fuera de

    los negocios post conflicto, sino tambin de brindar todo el apoyo necesariopara asegurar el xito rebelde una vez rota la alianza con Gaddafi. La actituditaliana respondi en forma primordial a la prima de intereses tradicionalesde realpolitik, la cual ha sido un continuum en su poltica hacia Libia desde suexistencia como colonia. En consecuencia, a este objetivo respondi el doblerasero de las declaraciones oficiales italianas y los continuos vaivenes entre ladefensa al gobierno jamahir, el silencio y tender puentes con los rebeldeslibios.

    Las vastas reservas petroleras libias y la desesperada bsqueda de dis-tracciones a un contexto interno de crisis econmica constituyeron un pre-cio razonable para los estados europeos, as como para los intereses privadosde igual origen, para asumir el riesgo de ingresar al conflicto y buscar acualquier precio el triunfo de la contra revolucin libia. Ms all de protegera los civiles, los pases europeos con el beneplcito permisivo norteamericanoactuaron en pos de un cambio de rgimen como parte de lo que ellos han

    14

    Lase al respecto el interesante informe sobre las perspectivas del mercado libio, redac-tado en septiembre de 2011 por Kilian Blz, disponible en www.mondaq.com.

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    dado en llamar una ola democrtica que se inici en el mundo rabe y quepodra llevar estabilidad a la regin, con un aire renovado que satisfaga elinconformismo y el hasto de las sociedades civiles de estos pases.

    IV. Una primavera democrtica en Libia?

    La causa de la intervencin humanitaria claramente se ha convertidoen una cruzada moral para los liberales intelectuales, quienes parecen enamo-rados con la idea de la violencia justa () Estas intervenciones han absorbidovastas cantidades de recursos que podran haber sido mejor usados, para pro-

    psitos ms genuinamente humanitarios mientras que ha aumentado el sufri-miento en los pases que han sido objetivo de ellas (Berube y Gibbs 2012: 2).El problema de este tipo de intervenciones es que no slo generan distraccio-nes acerca de los asuntos relevantes y urgentes de las realidades domsticas sinoque adems son justificadas con criterios difusos, enmarcados en una polticade doble estndar. Consecuentemente, empeoran las situaciones humanitariasy poltico sociales internas de los pases que son objeto de la intervencin,deterioran an ms la legalidad internacional y profundizan las asimetras de

    poder mundial ya existentes mediante la imposicin de una ley del ms fuer-te en las cuestiones que podran considerarse de pertinencia mundial, comoes el caso de la violacin de los derechos humanos.

    La intervencin en Libia (humanitaria, pro democracia o como se ladesee denominar) conjug una compleja trama de cuestiones que en ltimainstancia deriv en la afirmacin generalizada de que el mundo rabe sehaba alzado en reclamo de democracia. No obstante, debemos preguntar-nos si la democracia puede actuar como justificativo del derecho de interven-

    cin. Es la inestabilidad poltico social interna de un pas suficiente parainvocar el deber de injerencia? Es posible la democracia en Libia despus dela era verde? Qu pasar con las virtudes del sistema jamahir?15

    15 Libia es un pas cuyo pueblo alcanz en los ltimos aos uno de los niveles de vida msaltos de frica, como resultado del plan de gobierno de Muammar al Gaddafi. A travsde la gestin de las riquezas naturales benefici a los estratos ms pobres de la sociedada la vez que se gan numerosos enemigos. Entre sus aciertos, el gobierno jamahir elev

    el papel de la mujer en la sociedad y les abri el camino a las universidades junto a loslibios de menores ingresos. Tambin supo aprovechar que Libia posee el segundo

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    En lneas generales, la democracia es una forma de organizacin enque la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros; dichavoluntad colectiva se materializa, al menos en teora, en la eleccin de repre-

    sentantes del pueblo. Pero Libia posee una realidad poltica distinta de otrospases, ya que su composicin es eminentemente clnica: est compuestapor al menos 150 clanes diferentes16. Este dato no hace ms que renovar lapregunta de hacia dnde se dirige Libia. Ms all de la inexperiencia polti-ca, se deber refundar un sistema poltico por completo si se pretendenderribar todas las estructuras propias del gobierno jamahir, las cuales hanorganizado la vida poltica del pas desde 1977.

    La democracia como cifra y compendio de la modernidad podra una

    vez ms acarrear como resultado el forzamiento de estructuras polticas paralas cuales Libia, dadas sus particularidades culturales, tnicas e histricases decir, sus condiciones estructurales quiz no est preparada. Circulaprofusamente en el debate poltico actual, la idea de que la democracia esten pleno curso de afirmacin en todo el mundo. Esa idea se refiere al hechode que la mayora de los gobiernos actuales en el mundo son resultados deelecciones. El voto, en consecuencia, es asumido como la exclusiva institu-

    acufero del mundo situado entre las fronteras de Sudn y El Chad, bajo las arenasdel desierto para construir un canal que lleva el agua hasta la costa del Mar Medite-rrneo, en la zona de Bengasi, transformando su enorme litoral en una franja verde decerca de 200 kilmetros donde se ubican las ciudades libias, desde la frontera conTnez hasta la frontera con Egipto. Utiliz el petrleo como herramienta de negocia-cin internacional y los beneficios de su explotacin para la promocin de inversinexterna directa en los sectores no petroleros del pas, como el turismo y el sector agrcola;destin miles de millones de petrodlares para incrementar el poder africano y asistir asus vecinos ms pobres, lo cual le vali el apodo de Rey de Reyes en el continente.

    Entre sus excesos, se cuentan la falta de libertades polticas, la represin, persecucin ymuerte de los enemigos del rgimen y el enfrentamiento con sectores de las fuerzasarmadas, la clase media libia y algunos clanes del pas, debido a la concentracin depoder en sus manos, como lder de la Revolucin. Tambin cuentan la corrupcin, laentrega del control de sectores claves de poder a las tribus aliadas a su gobierno, susexcentricidades y la de su familia y el apoyo a las empresas internacionales destinadas aposicionar al pas como lder de la regin y el continente africano con un discursoantioccidental, que sin embargo suaviz post 11S.

    16 Incluso a pesar del cese al fuego del mes de marzo, da tras da se repiten los enfrentamientosentre diferentes tribus, especialmente en el sur del pas. Estos enfrentamientos estn

    enraizados por un lado en los importantes recursos de sus respectivas regiones y por lalucha del poder regional por otro.

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    cin definitoria de la democracia () Con toda la vital importancia quetiene, sin la presencia de condiciones democrticas en las relaciones socialesbsicas, el voto no slo puede ser objeto de fraude, manipulado, escamotea-

    do (Quijano 2000: 17).Al respecto, especialistas como Dirk Vandewalle (2012) son extrema-

    damente optimistas respecto de la situacin poltica actual de Libia y vis-lumbran muy buenos augurios en los incipientes logros alcanzados reciente-mente en el pas del norte africano: las elecciones de julio, la eleccin de unPrimer Ministro y la conformacin y aprobacin de su gabinete. No obstan-te, esto sigue sin dar respuesta al interrogante acerca de qu pasar con lasvirtudes del sistema jamahir y cmo se articular un gobierno democrtico

    y canalizar a travs de l las mltiples demandas y realidades producto de laparticular conformacin idiosincrsica libia.La prima de esta idea de que el mundo entero debe leerse en clave

    democrtica no slo es peligrosa, sino tambin poco novedosa. Como plan-tea Quijano (2000) en su anlisis de la colonialidad del saber/poder estatendencia se gest desde el siglo XV y ha sido el reflejo de un patrn depoder mundial vigente desde la poca colonial hasta nuestros das. Es para-djico que incluso en el marco de la crisis financiera y econmicainternacio-

    nal, que ha puesto de manifiesto las consecuencias propias de la prdida dedominio de los gobiernos nacionales sobre sus propias reas sensibles, comola economa por ejemplo, y pese a la creciente inestabilidad en el seno de lasprincipales democracias occidentales, se sigue sosteniendo la necesidad de unalectura democrtica de las realidades africanas y ahora del mundo rabe enparticular. No hablamos de que exista una ausencia de alternativas tericasa la idea y teorizacin de la democracia occidental, sino ms bien advertimossobre la necesidad de debatir y confrontar las tendencias neoliberales no como

    una teora econmica sino como el discurso hegemnico de un modelocivilizatorio, como una sntesis de supuestos y valores bsicos de la sociedadliberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, elconocimiento, el progreso y la buena vida (Lander 1993).

    La idea democrtica centrada en la imagen del Estadonacin mo-derna perteneciente a la corriente eurocentrista se basa en la homogeneizacincomo elemento bsico en trminos de experiencias histricas comunes. Hoyms que nunca Libia es una sociedad que se encuentra fracturada y cuyas

    instituciones nacionales, incluso la militar, se hayan fragmentadas por divi-siones de parentesco y regionales. En consecuencia, Libia carece de sistema

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    poltico, alianzas, una red de asociaciones econmicas u organizaciones na-cionales de cualquier tipo (Anderson 2011: 6).

    Tal como seala Berman (2013) existe una errnea tendencia a consi-

    derar estas nuevas democracias (o nuevos gobiernos no autocrticos si sequiere) como pizarras en blanco, ignorndose la profunda incumbencia desus propias dinmicas internas, las cuales han sido heredadas ms que elegi-das de los regmenes anteriores. En segundo lugar, tambin suele conside-rarse que luego del fin de las reglas autocrticas, la tendencia ser el caminosin retorno hacia la paz. Por el contrario, los acontecimientos posteriores, talcomo lo muestra el caso libio, tienden a generar situaciones totalmente con-trarias, propias de la necesidad de reorganizacin de los procesos polticos,

    sociales, culturales e incluso econmicos del pas que muchas veces conllevanrecurrentes hechos de violencia.Los gobiernos post autocrticos en consecuencia, deben no slo cum-

    plir con la tarea de gobierno sino que muchas veces absorben por la propiacomplejidad en que tienen lugar los pecados de las autocracias anteceso-ras. Un claro ejemplo de ello son las rivalidades tribales en el seno de lasociedad libia y las profundas divisiones multicausales que all se observan.Es por ello que podemos afirmar que resulta apresurado pensar que la demo-cracia libia (en su concepcin occidental) ha comenzado un camino directo

    al xito, debido entre otros temas a la ausencia de una identidad nacionalque permita asumir que ser fcil y rpido alcanzar toda meta de gobierno.

    Cualquier sistema que se conciba para este particular pas, deber partirdesde una base de ceroEstado, de la inexistencia de instituciones del Estado,porque en el gobierno jamahir Gaddafi mismo encarnaba el Estado y la Justi-cia. La democracia liberal, as como cualquier forma de gobierno elegida enforma libre, requiere ms que la mera formalidad del cambio de gobierno, esdecir, requiere un cambio profundo en todas las esferas de la sociedad que

    resguardan los patrones negativos propios de los gobiernos precedentes. En elcaso de Libia nos referimos a la falta de cohesin social y gubernamental, lafalta de confianza en las instituciones y la carencia de capacidades de la socie-dad en general para encauzar sus necesidades y opiniones a travs de estosnuevos canales de comunicacin entre sociedad y Estado.

    La seguridad ser el otro tema de relevancia: con la desaparicinfsica del lder de la Revolucin, miles de armas han quedado esparcidaspor el territorio libio, en manos de personas tan disimiles entre s como sus

    propias ideas. Es un escenario dominado por decenas de milicias que seniegan al desarme y an tien el espacio libio de muertes y enfrentamientos

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    armados17. Uno de los hechos ms trascendentes tuvo lugar en el mes deseptiembre de 2012, cuando el Embajador norteamericano en Libia,Christopher Stevens quien haba adems actuado como representante

    durante la guerra civil ante el Consejo de Transicin fue muerto en elconsulado de Estados Unidos en la ciudad de Bengasi durante un asaltoarmado de milicianos islamistas radicales. Ms an, el canciller francs LaurentFabius manifest entonces a las autoridades libias que la democracia no po-dr existir sin seguridad, prometiendo ayudar a restaurar el control estatal.

    Por otra parte, el nuevo gobierno deber enfrentarse a un pas con divisio-nes internas y regionalismos muy marcados (la histrica divisin entre el Fezzan,Cirenaica y la Tripolitania). Cmo se canalizarn las expectativas de los ms de

    150 clanes y/o tribus que predominan en la idiosincrasia libia? Cmo se legiti-ma un gobierno cuando disputa su poder con las lealtades regionales y sus usosy costumbres? Ser el parlamentarismola frmula ms idnea de integrar todoslos colectivos sociales del territorio libio? Sabemos que los diferentes tipos degobierno no slo representan una forma de organizacin de las instituciones ysus reglas; tambin suelen ser un reflejo de la conformacin del Estado, ya queel Estado como tal es la condicin especial de un cierto grupo de relacionesentre hombres (Sirvent Gutirrez 2008). Si el Estado como hecho social es laintegracin de una poblacin, en un mbito territorial determinado podemos

    afirmar entonces que el primer gran desafo del nuevo gobierno libio ser lo-grar esta integracin para asegurar la continuidad de su propia existencia.

    Dejar atrs ms de cuatro dcadas de autocracia no ser tarea simple,aunque la posesin de vastos recursos energticos resultar una herramientamuy til para la concrecin de nuevas metas nacionales, en tanto y en cuantolos recursos nacionales no sean dilapidados en manos de socios extranacionalesy actores con vocacin energvora. En este sentido, la educacin en general ycivil en particular, sern aspectos claves para recomponer el tejido social nece-

    sario para la superacin de los resabios de la era verde en Libia.Por otra parte, el futuro poltico libio deber encontrar su propiafrmula nacional y africana en materia poltica, ya que la imposicin deesquemas que le son ajenos culturalmente es una prctica bastamente aplica-da y fallida en muchas naciones del continente africano. Esperemos que unavez ms, no se vea repetida la historia.

    17 Los abusos de derechos humanos por los cuales se derroc a Gaddafi continanvigentes, cientos de prisioneros de guerra continan detenidos en centros de detencin

    ilegales, donde son maltratados, torturados e incluso condenados a muerteextrajudicialmente.

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    Resumen

    La primavera rabeha sido analizada desdediversos abordajes, muchos de los cuales co-inciden en afirmar sus diferencias con los

    procesos revolucionarios precedentes en laregin. Por otra parte, existen elementosnovedosos que caracterizan esta eclosinpoltica regional, dentro de los cuales pue-

    den destacarse los impactos directos e in-directos de la ltima crisis econmica yfinanciera internacional que determinaron

    en forma contundente las lneas de accinde las potencias occidentales frente a la pri-mavera rabey el caso de Libia en particu-lar.

    Palabras clave

    primavera rabe - crisis financiera internacional - nuevas tecnologas intervencin - Libia

    Abstract

    The Arab Spring has been analyzed fromdifferent approaches, many of whichidentify their differences with previousrevolutionary processes in the region.

    Moreover, there are new elements thatcharacterize this regional political blooming,

    for instance the impacts direct andindirect of the latest internationalfinancial and economic crisis, thatdetermined the political behavior of Western

    powers regarding Arab Spring and the caseof Libya in particular.

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    Keywords

    Arab Spring - global financial crisis - new technologies intervention - Libya

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