Libro Horacio Serpa

HACIENDO PAÍS

HACIENDO PAÍSUna Experiencia de Gobierno

Horacio Serpa Uribe

© Horacio Serpa Uribe

© GrUpo editorial ibáñez Carrera 69 Bis Nº 36-20 Sur Teléfonos: 2300731 - 2386035 Librería: Calle 12 B Nº 7-12. L. 1 Tels.: 2835194 - 2847524 Bogotá, D.C. - Colombia http://webmail.grupoeditorialibanez.com

Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro por cualquier proceso repro-gráfico o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset o mimeógrafo.

Ley 23 de 1982

ISBN: 978-958-749-185-2

Diagramación electrónica: Santiago Moreno Gómez

® 2012.

“El gran gobernante pasa inadvertido para el pueblo. A este le sucede el que es amado y elogiado por el pueblo. Después, el que es temido. Y, finalmente, el que es despre-

ciado”.

laozi, 630 a.c.

Tomado de Joseph S. Nye Jr. “Las cualidades del líder”

dedicatoria, recUerdoS y aGradecimientoS

Con Rosita dedicamos este Libro a nuestro hijo Horacio José y a todos los jóvenes colombianos que trabajan por el País y por el pueblo desde la política, con criterio democrático,

compromiso social, transparencia, seriedad, responsabilidad y altruismo.

Rosita me acompañó y animó durante el trabajo. A Andrés y Sandrita con Sebastián y Nicolás, a Rositica como la llamaba mamá Rosita, los recordé cuando hacía memoria de episodios

y aspectos que aquí menciono.

Al doctor Humberto Tobón le agradezco la dedicación e importante colaboración brindadas durante

la elaboración del Libro.

Afecto y gratitud a las amigas y amigos que me acompañaron durante el ejercicio del mandato gubernamental.

Recuerdo grato para el Senador Hugo Serrano Gómez, amigo, brillante Congresista y compañero de inolvidables luchas.

A mi Partido, “que no hay mayor honra que sentirse libre ni más grande orgullo que ser liberal”.

PrólOGOUN ESTADISTA EN El GOBIErNO

DE SANTANDEr

A mediados de los sesentas un entusiasta joven santandereano, recién graduado con honores de la facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico, comenzó su carrera pública en Tona, un pueblo de su departamento, ejerciendo como juez promiscuo municipal. El 31 de diciembre de 2007, más de cuarenta años después, volvió a Tona, más precisamente al páramo de Berlín que hace parte de este municipio, y desde allí juró servir como gobernador de Santander para el periodo 2008-2011.

En medio de esos dos eventos, ubicados en el mismo lugar geográfico, hay una vida llena de realizaciones y de aportes no sólo a su departamento sino a Colombia, la vida de un estadista que pudo ser Presidente de Colombia y que, ante el llamado de sus coterráneos, fue el más fiel y eficiente servidor de los intereses y el bienestar de los santandereanos.

Entre aquel juez promiscuo municipal y el admirable gobernador hay una trayectoria de servicio público que incluye cargos tan diversos como importantes: varios más en la rama judicial, alcalde y concejal de Barrancabermeja, diputado a la Asamblea de Santander, secretario de Educación de Santander, representante a la Cámara, senador de la República, Procurador General de la Nación, ministro de Gobierno y ministro del Interior, copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente y embajador ante la Organización de Estados Americanos.

Hay que sumar a esta hoja de servicios su destacada participación, en tres ocasiones, como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Liberal, en una de las cuales llegó a ganar incluso la primera vuelta. El doctor Serpa, así como se dijo en su momento de

12 Horacio Serpa Uribe

Álvaro Gómez Hurtado –en la otra orilla de la política colombiana–, es uno de esos contados estadistas que, sin haber ejercido la Presidencia, inspira el mismo respeto de quien lo ha hecho.

Cuando llegó a mis manos este libro, en el que Horacio Serpa hace un recuento –en un lenguaje llano y coloquial que hace muy amena la lectura– de su experiencia como gobernador de Santander, uno de los departamentos con mayor peso económico, turístico y de capital humano del país, me gustó la idea de presentarlo, principalmente por tres razones.

La primera de ellas es Santander, un departamento con el que el doctor Serpa y yo compartimos vínculos de larga data. Si podemos estar orgullosos de nuestros ancestros y de su sangre que corre por nuestras venas, lo estoy yo de mis orígenes santandereanos, lo estoy yo de la heroína socorrana Antonia Santos y de sus hermanos –uno de ellos mi tatarabuelo– que conformaron, en los tiempos de la independencia, una valiente insurgencia patriota para combatir a los realistas, que fue decisiva para lograr el triunfo en la Batalla de Boyacá.

No puedo olvidar tampoco que mi predecesor y tío-abuelo, el presidente Eduardo Santos, antes de ocupar la primera magistratura del país fue, a mucha honra, gobernador de Santander.

Horacio Serpa se proclama en su libro como un “santandereano de punta a punta” y, sin duda, lo es. Aun cuando desempeñó altas posiciones en la vida nacional, nunca se desvinculó de su departamento, de sus problemas y necesidades, de sus gentes, y siempre trabajó por su bienestar, un trabajo que llevó a su máximo nivel en su periodo como gobernador.

Santander es tierra de gente recia, franca, honesta y trabajadora, y no es fortuito, por eso, que ocupe un lugar tan destacado en la vida nacional.

La segunda razón que me motivó a escribir este prólogo es mi conocimiento personal del doctor Serpa, con quien hemos compartido, en un clima de cordialidad aunque no siempre defendiendo las mismas causas, diversos momentos del acontecer político del país.

13próloGo

Militamos ambos por muchos años –él aún lo hace con indiscutible orgullo– en el Partido Liberal, y trabajamos juntos bajo el Gobierno del presidente César Gaviria –él, que venía de la Asamblea Constituyente, como jefe del equipo negociador del Gobierno con la llamada Coordinadora Guerrillera, y yo como el primer ministro de Comercio Exterior del país–.

Dos décadas después volveríamos a trabajar en llave, en una forma por demás armónica, durante los casi 17 meses en que coincidió su posición como gobernador de Santander con la mía como Presidente. Siempre encontré en Horacio Serpa un interlocutor amable, pero firme y decidido a la hora de procurar lo mejor para su departamento. Admiré su labor, su capacidad de trabajo y el liderazgo que ejercía entre los demás gobernadores, y creo que, juntos, logramos importantes avances para Santander.

Nadie puede desconocer el espíritu liberal y democrático de Horacio Serpa, su integridad y su inteligencia, su capacidad dialéctica y de ejecución, ni mucho menos su talante conciliador que, pese a su “garra santandereana”, lo caracteriza como un hombre sensible y tolerante, alejado de los sectarismos.

El tercer motivo que impulsa estas palabras de presentación es la coincidencia que encuentro entre la obra –sin duda destacable– que adelantó el doctor Serpa en Santander y esos principios del Buen Gobierno –eficiencia, eficacia, transparencia y rendición de cuentas– que siempre he defendido y que ahora procuro hacer realidad en el Gobierno nacional.

El gobernador Serpa fundó sus acciones en tres pilares: seriedad, responsabilidad y transparencia, y también fue insistente en la tarea de rendir cuentas a su comunidad. Basado en esos pilares realizó un gobierno digno de encomio, que le valió la designación como “el mejor gobernador de Colombia” que entrega cada 4 años Colombia Líder.

Hoy Santander puede mostrar indicativos tan positivos como los de ser el departamento con el PIB per cápita más alto del país, con


los menores indicadores de pobreza y también de desempleo, y con amplio desarrollo en temas como educación, salud o infraestructura vial. En suma: es un departamento con un nivel de calidad de vida muy superior a muchos otros del país.

En estos buenos frutos –y así queda patente este libro– está la impronta de la gestión de un hombre serio y de gran corazón que no ha sido Presidente, pero sí hizo país desde Santander: Horacio Serpa.

JUAN MANUEl SANTOSpreSidente de la república de colombia

CONTENIDO

Prólogo ................................................................................ 11PRESENTACIÓN .............................................................. 21

Capítulo 1lA CAMPAÑA POlÍTICA

Soy Santandereano de Punta a Punta .................................. 26Candidato a la Gobernación ............................................... 27Sobre la Coalición Política .................................................. 31Rememorando a los Mayores .............................................. 32El Santandereanismo ........................................................... 34Los Principios Rectores ...................................................... 35La Propuesta Programática ................................................. 36

Capítulo 2El TrIUNFO EN lAS ElECCIONES

Y lAS PrIMErAS DE CAMBIO

Armando el Rompecabezas ................................................. 42Los Contratos de Última Hora ........................................... 44El Ejercicio del Empalme .................................................... 47La Burocracia Departamental ............................................ 49Respeto y Trabajo Conjunto con los Alcaldes .................... 50


La Realidad Fiscal, Financiera y Administrativa ............... 52Un Primer Sobresalto ......................................................... 57Los Pensionados, otro Sobresalto ....................................... 58El Plan de Desarrollo .......................................................... 60La Constituyente Social ..................................................... 62¿Sólo Planear? .................................................................... 63

Capítulo 3lOS rESUlTADOS OBTENIDOSEN lA GESTIóN DE GOBIErNO

El Crecimiento de la Economía .......................................... 68Liderazgo en los Objetivos de Desarrollo del Milenio ........ 72Ganándole Espacio a la Pobreza ......................................... 73Generando Empleo .............................................................. 80Más Acceso a la Salud ....................................................... 82Educación para Todos ......................................................... 84Ofreciendo Espacios de Cultura y Deporte ........................ 88Vivienda Digna ................................................................... 91Promoviendo un Campo más Fuerte .................................. 93Protegiendo el Medio Ambiente ........................................... 99Avances en Equidad de Género .......................................... 106Plan Departamental de Vías ............................................... 108No Todo fue Color de Rosa ................................................ 113Otros Temas de Interés ....................................................... 118 nUeStro eSloGan: “deSde Santander HacemoS paíS” ...... 118 la comUnicación con loS ciUdadanoS .............................. 119 no a Un nUevo departamento .......................................... 124

17Contenido

rindiendo cUentaS .......................................................... 125 planear eS SUStancial para loS GobiernoS .................... 126 laS alianzaS facilitan la GeStión del Gobierno ............ 127

Capítulo 4lIDErANDO BATAllAS

La Ley de Regalías ............................................................. 130Electrificadora de Santander .............................................. 134Plan Departamental de Agua ............................................. 137

Capítulo 5TEMAS SENSIBlES

El Invierno que Azotó a Santander ..................................... 142La Seguridad Como una de las Prioridades ....................... 148Atención a Desplazados ...................................................... 152El Proceso de Recentralización .......................................... 153El Futuro de los Departamentos .......................................... 156El Financiamiento de los Departamentos ............................ 157

Capítulo 6rEFlEXIONES DE UN EXGOBErNADOr

SOBrE lA TArEA ADMINISTrATIVA

La Complejidad de ser Gobernador ................................... 160Los Riesgos de un Gobernador .......................................... 162Los Sobresaltos Judiciales, Disciplinarios y Fiscales ......... 163


Mantener la Confianza ........................................................ 165Buscar una Buena Asistencia Técnica ............................... 166Acceder a la Cooperación .................................................. 167La Importancia de las Políticas Públicas ............................ 170Gestionar la Información Pública ...................................... 171Licitaciones Transparentes ................................................. 172Cumplir con la Palabra Empeñada ..................................... 175Defender la Autonomía Regional ....................................... 176La Relevancia de los Valores .............................................. 177Aporte al Liderazgo de Santander ...................................... 181El Mejor Gobernador de Colombia .................................... 183

Capítulo 7¿ADIóS A lA POlÍTICA?

Siempre en la Política ......................................................... 186La Sucesión en la Gobernación de Santander ..................... 191Perder en Política............................ ................................... 193¿Y el Poder para qué? .......................................................... 195Fidelidad a un Ideario ......................................................... 197La Crisis de los Partidos ...................................................... 199Los Partidos de Izquierda .................................................. 206Las Consultas o las Imposiciones ...................................... 208La Modernización del Sistema Electoral ........................... 210No a la Monarquía Política ................................................. 211Se Debe Consolidar la Democracia .................................... 212Los Ciudadanos y la Participación ..................................... 215

19Contenido

Derrota a la Corrupción ..................................................... 216El Horror de la Parapolítica ................................................ 217La Unidad Nacional ........................................................... 219Los Primeros Pasos Hacia la Paz ........................................ 220

Capítulo 8El lEGADO PArA SANTANDEr

El Legado para Santander ................................................. 223

UN PENSAMIENTO FINAL ............................................ 237

21La Campaña poLítiCa

PrESENTACIóN

Durante el último año de mandato en la Gobernación de Santander recibí varias sugerencias en el sentido de que me propusiera escribir los aspectos más sobresalientes de mi labor como gobernante, para que de ellos quedaran constancias que permitieran conservar una memoria de primera mano sobre la gestión y al mismo tiempo sirvieran para análisis de las personas vinculadas al servicio público, especialmente al de aquellas que por primera vez se asoman a esta actividad y no conocen muchos de los asuntos que les será imperioso tratar en el ejercicio de sus funciones.

Me pareció interesante hacerlo, porque he pertenecido durante casi toda mi vida a la actividad política y algo he aprendido –no todo aún– de la función pública, que es difícil, enredada a veces y de muy variadas y variables formas. De pronto lo que he vivido en estos menesteres le sirve a alguien como experiencia, me dije, de manera especial en lo relativo a la forma como asumí la responsabilidad de gobernar a los santandereanos.

Esa es básicamente la idea de este Libro, que no tiene ninguna pretensión de sabiduría ni de erudición. Tampoco la de sentar cátedra sobre ningún aspecto. Menos la de crear polémicas, censurar, agredir o molestar a alguien, o ser incómodo de cualquier manera.

Tampoco pretendo ponerme como ejemplo de buen gobierno ni dedicarme a dar consejos a los nuevos administradores públicos. Mucho menos que a nadie, al funcionario que me reemplazó, quien recibió un mandato ciudadano que respeto y coadyuvo. Lejos de mí pensar siquiera en perturbar las tareas del nuevo gobernante. No es cortés, ni procedente, ni debe tener buen recibo, pretender seguir gobernando


después de entregar el cargo. Es muy desagradable el papel de los que piensan que después de ellos, “el diluvio”. A los que tal hacen se les dice que sufren “complejo de Adán”.

Mis funciones como Gobernador terminaron el 31 de diciembre de 2011 y a la entrega del poder no le he hecho ni un solo día de duelo. Más de 40 años de experiencia me han enseñado que la función pública siempre es circunstancial y temporal. Hoy se está y mañana no. Como debe ser en una democracia.

Pero me parece una buena gracia dejar sentado que en un gobierno no todo es color de rosas. Hay problemas, angustias, sinsabores, ingratitudes, frustraciones, afanes, incomprensiones y en ocasiones ganas de “tirar la toalla”. Pero también hay momentos agradables, emociones, alegrías, retos formidables, oportunidades de servir a la comunidad y satisfacciones que compensan con creces los malos ratos.

Comencé mi tarea de servidor público desde lo político muy joven. Apenas acababa de cumplir 26 años cuando asumí como Alcalde de Barrancabermeja, y para entonces ya había desempeñado seis diferentes cargos en la Rama Jurisdiccional. Más de cuarenta años después, luego de muchas idas y venidas, de gratas y algunas amargas experiencias, luché electoralmente el cargo de gobernador y lo logré. Puede ser esta de mandatario seccional, mi última gestión oficial. Habiendo ejercido la profesión de Abogado como independiente e incursionado en el sector privado, mi trasegar en la vida me indica que no hay nada más importante, ni más edificante, ni que imponga más carácter y exija mayor responsabilidad, que la función pública. Cómo negarme, entonces, a escribir algo con buen sentido sobre esta experiencia.

Se me entenderá y excusará, eso sí, que hable bien de mi gobierno. Creo sinceramente que las cosas se hicieron correctamente y en los análisis respectivos espero haber sido objetivo, aunque es de esperarse que cuando se habla en primera persona existe la tendencia a hacerlo más por el lado del elogio y la aprobación que por el de las observaciones. Para compensar cualquier desequilibrio o exageración

23preSentación

aseguro que he recibido y seguiré recibiendo las críticas con respeto y capacidad de análisis. Entre otras cosas, porque entiendo perfectamente que en un sistema auténticamente democrático, en el ejercicio de la política surgen amigos y contradictores y que entre estos por lo general impera el ánimo de no aceptar nunca ninguna cosa buena del opositor. Así pasa en esta difícil pero atractiva actividad de la política. Recuerdo con cariño al expresidente Turbay cuando decía: “no hagan enemigos, porque todos ejercen con vigor”.

Mi veteranía me ha enseñado a escuchar y a aguantar. También a contradecir y a replicar. A proponer, a corregir y a cambiar de rumbo frente a una equivocación o a una acción inoportuna. También a disculparme y a olvidar. A estas vivencias me referí muchas veces cuando charlaba con mi Gabinete. Siempre noté que les gustaban las anécdotas y especialmente sus enseñanzas, que procuraba resumir brevemente. Por eso a lo largo de las siguientes notas consignaré en pequeñas frases algunas de esas lecciones, que ojalá sirvan para algo. Las relaciono con el mejor interés.

Una de ellas, como para empezar, es que nunca debe hacerse una introducción larga a ningún tema, porque los interlocutores dejan de prestarle atención al asunto de fondo.

Muchas gracias si le echan una ojeada a estos escritos. Si se atreven a leerlos, miles de gracias.

Horacio Serpa Uribe

Capítulo 1lA CAMPAÑA POlÍTICA


SOY SANTANDErEANO DE PUNTA A PUNTA

Nací en Bucaramanga el 4 de enero de 1943 en el hospital público San Juan de Dios. Mi padre nació al otro lado de la calle en ese mismo Parque Romero. Mamá era de Zapatoca. Mis abuelos y bisabuelos también fueron santandereanos, los paternos de Girón y los maternos de Zapatoca. De niño viví con la familia en Matanza, Lebrija y Girón. La familia regresó a Bucaramanga, donde estudié los tres primeros años de primaria en el Colegio del Divino Niño que en esa época quedaba en el parque Antonia Santos y luego en el Colegio Cristo Rey del barrio Comuneros, donde pasé el resto de mi infancia y parte de la juventud. El bachillerato lo cursé en el glorioso Colegio Santander.

Vivo contento de haber nacido en Bucaramanga, donde siempre ha residido toda mi familia, ciudad en la que tengo grandes amigos y de la que conservo gratos recuerdos.

Después de estudiar Derecho en la Universidad del Atlántico de Barranquilla, de lo cual vivo agradecido y feliz, regresé a Santander y fui Juez de Tona, Investigador Criminal de Santander con sede en Bucaramanga, Juez de San Vicente de Chucurí y Juez Municipal, Penal del Circuito y Superior en Barrancabermeja, de donde pasé a ser su Alcalde Municipal, designado por el entonces Gobernador de Santander doctor Alfonso Gómez Gómez.

En Barrancabermeja con Rosita y nuestros hijos formamos un hogar y en esta ciudad tan singular, tan especial, con su gente que es buena y sana de la cabeza a los pies, con mis ideas sociales, emprendí, mediante grandes esfuerzos, una lucha política que me llevó a ocupar las más importantes responsabilidades públicas que la democracia permite a un ciudadano.

Viviendo en Barrancabermeja desde 1968 hasta 1996 me desempeñé como Alcalde Municipal, Secretario de Educación de Santander, Representante a la Cámara, Senador de la República, Procurador General de la Nación, Ministro de Gobierno del presidente Virgilio Barco Vargas, Consejero Presidencial para la Paz del presidente César Gaviria Trujillo y Ministro de Gobierno y Ministro del Interior del presidente Ernesto


Samper Pizano. Este podría ser un caso único de arraigo provincial, porque normalmente cuando alguien asume responsabilidades en Bogotá, allí se afinca y no regresa a su terruño.

Barrancabermeja me acogió con generosidad. Con Rosita nos casamos en el Puerto Petrolero en el año de 1972. Todos en la casa nos sentimos muy orgullosos de nuestra querida Barrancabermeja, donde nacieron Sandrita, Rosita y Horacio José. De allí nos fuimos a vivir a Bogotá en 1996, cuando mis responsabilidades políticas me llevaron a ser tres veces candidato a la Presidencia de la República, en nombre del Partido Liberal.

En toda esta época no me pasó por la cabeza ser Gobernador de Santander, aun cuando nunca fui indiferente con la causa santandereana ni con la suerte de mi Partido en el Departamento. Sencillamente ya tenía un espacio en la Capital y desde allí me correspondía desarrollar mis deberes en la política, que se habían extendido a todo el País. Era un dirigente nacional y no debía disputar oportunidades a otras personas que las merecían más que yo en el territorio. Además, desde Bogotá siempre atendí oportunamente y con solvencia los requerimientos de mis paisanos.

CANDIDATO A lA GOBErNACIóN

Después de mi tercera candidatura presidencial, que era mi tercera derrota consecutiva luego de haber triunfado en la primera vuelta en 1998, algunos amigos empezaron a mencionarme como candidato a la Gobernación de Santander. Lo hicieron unos desde el Partido Liberal, otros a través de importantes medios de comunicación y también en apreciados sectores empresariales. Siempre fui reticente y con sinceridad expresé que no me parecía conveniente. Sobre esta propuesta supieron en mi casa y los hijos se manifestaron adversamente, porque “ejercer la Gobernación exige vivir en Bucaramanga, lejos de la familia”, argumentaron. A Rosita sí le sonó la idea y dijo, con la claridad a que nos tiene acostumbrados, que “su papá es el que sabe de política y todos debemos acatar sus opiniones”. ¡Así, por las buenas!


En Santander continuó la insistencia, pero seguía sin parecerme apropiado. El asunto se volvió de dominio público y cada quien opinaba distinto. Muchos amigos me advirtieron que una derrota sería el final sin gloria de mi carrera política. Y yo recordaba el caso de mi amigo Jaime Paz Zamora, expresidente de Bolivia, quien hace algunos años, con el deseo de servir a su pueblo y continuar en la política, se lanzó a conquistar la Prefectura de Tarija, su Departamento, y fue derrotado. El caso me daba vueltas en la cabeza permanentemente.

Pasado algún tiempo, terminé conversando con importantes dirigentes políticos del Partido Conservador, quienes me ofrecieron su apoyo, lo mismo que el Director en Santander de Cambio Radical. También hablaron conmigo dirigentes del Partido de la U, en donde había opiniones en pro y en contra, y tuve entrevistas con jefes del Polo, en el que se tramitaba un proyecto electoral, pero existían evidentes simpatías ante la posibilidad de mi candidatura. Amigos congresistas que se habían retirado del liberalismo me ofrecieron regresar al Partido para respaldarme. Como en el poema de Zalamea, crecía la audiencia.

Para entonces ya me sonaba el tema, especialmente porque había quedado claro que nadie en el Partido Liberal aspiraba a ser candidato a la Gobernación. La realidad era que en los diferentes círculos sociales, políticos, administrativos, gremiales y comunitarios se daba por descontado el triunfo del doctor Didier Tavera, quien había cumplido elogiada labor en el gobierno departamental, tenía el respaldo del Gobernador, conocía muy bien el departamento, contaba con la votación de Convergencia Ciudadana y de otros sectores políticos y gozaba de buena simpatía ciudadana. Yo lo conocía bastante porque había militado en el liberalismo y apoyado mi primera candidatura presidencial. Me consideraba su amigo.

La decisión final de aspirar a la Gobernación surgió cuando el Partido Liberal, por intermedio de su Presidente territorial, el Senador Hugo Serrano Gómez, me dijo: “Cada vez que usted ha necesitado de nuestro apoyo lo ha tenido, pero ahora que le pedimos colaboración nos trata de sacar el cuerpo, lo que no nos parece justo”. Ya no hubo marcha atrás.


Me reuní con quienes venían promocionando la idea de mi candidatura y les comuniqué que estaba dispuesto a encabezar este gran esfuerzo de salir elegido. Fui perfectamente claro al indicarles que el éxito de la campaña redundaba no sólo en la construcción de un gran acuerdo político a través de una coalición de partidos, sino también en el respaldo que pudiéramos lograr entre los sectores empresariales, académicos y sociales.

Era consciente de que durante la campaña debía enfrentar una gran dificultad, y era que el Partido Liberal, al que pertenezco, estaba en la oposición a nivel nacional y yo venía de ser derrotado dos veces por el doctor Álvaro Uribe Vélez en la lucha por la Presidencia de la República; mientras que los partidos Cambio Radical, la U y Conservador, que harían parte de la eventual coalición departamental en Santander en torno a mi nombre, hacían parte del gobierno central.

La situación tomaba, además, unos ribetes interesantes, porque para entonces había invitado al Polo Democrático a participar de la coalición en Santander. En definitiva, éramos dos partidos de oposición a nivel nacional y tres partidos gobiernistas los que intentábamos juntarnos localmente para ganar la Gobernación. El problema no radicaba en convencer a los dirigentes, quienes eran plenamente conocedores de los riesgos que implicaba esta realidad política, sino lograr que los electores pudieran entender tal dicotomía y respaldaran el propósito de construir un consenso para encontrarle una salida a la crisis social y económica del Departamento.

La tarea no fue fácil. Promovimos muchos diálogos y avanzamos en un trabajo de filigrana, convenciendo a la gente de que una cosa era la realidad nacional y otra la situación que se vivía en Santander.

Al final la coalición se concretó en torno a tres pilares: seriedad, responsabilidad y transparencia, que fueron los principios que marcaron la estructura del Programa de Gobierno.

Logrado el Acuerdo Político, empecé a hablar con voceros gremiales, académicos, estudiantes, empresarios y con mucha gente en general. Con todos ellos fuimos construyendo una propuesta de


gobierno que estuviera en sintonía con los requerimientos territoriales y fuera compatible con las políticas nacionales.

En esa campaña electoral visité, obviamente, los municipios más emblemáticos del liberalismo, pero también tuve la ocasión de llegar a pueblos conservadores como Matanza, Charta, California, La Belleza y Guadalupe, entre otros, a donde nunca había ido y conversé con la gente, que mostró un ánimo generalizado de buscar buenas alternativas de desarrollo y expresó la esperanza de que desde el gobierno los escuchara y los representara.

Ya de lleno en la campaña e imbuido en la construcción de la propuesta política, comprendí que tenía lagunas en el conocimiento del entramado administrativo y financiero de los gobiernos locales, por lo cual me debí aplicar en la comprensión del mandamiento jurídico para los departamentos con el objeto de no incurrir, por ignorancia, en alguna falla que pudiera poner en entredicho la transparencia del gobierno en caso de salir elegido. Debo confesar que yo estaba ducho en el conocimiento de las competencias nacionales y sólo en la campaña tuve clara la complejidad de la realidad territorial.

Luego de haber pasado por esta experiencia, pienso que es sustancial que un aspirante a Gobernador no sólo tenga la habilidad política para conseguir los votos, sino que esté bien enterado de la telaraña jurídico-administrativa que representan las interrelaciones del gobierno territorial con la administración central y con los alcaldes, y el cuidado que se debe tener en la formulación y ejecución del Plan de Desarrollo y del Presupuesto, que en ocasiones son un verdadero galimatías, que pone a prueba la habilidad del mandatario.

La tarea de construir la propuesta de gobierno fue apasionante. Me tocó concentrarme en mirar la realidad del territorio, estudiar cada situación con los expertos locales, tratar de encontrar explicaciones lógicas y pensar en soluciones posibles. Lo que empecé a descubrir fue una situación absolutamente trágica: la pobreza extrema campeaba por decenas de municipios, los mismos que no tenían infraestructura de servicios públicos y que se conectaban por unos caminos intransitables y penosos.


Recorriendo cada municipio de Santander en plena campaña electoral, comprendí que uno era el departamento que reflejaban las estadísticas en las presentaciones técnicas, donde la realidad era maravillosa, y otro aquel donde se palpaba la pobreza y la desesperanza de la gente que no había sido tocada por la inversión pública y que estaba invisibilizada por los promedios estadísticos.

Yo sabía de las generalidades de Santander, pero en los últimos años no había profundizado en sus graves problemas. Me enteraba de la realidad global de mi departamento por las estadísticas oficiales y en conversaciones con los dirigentes regionales, pero no había vivido durante largo tiempo la pobreza de la gente en muchas zonas, sus necesidades de atención en salud y educación, sus conflictos cotidianos, sus pocas posibilidades de encontrar una luz de esperanza, o las amenazas que los perseguían por efecto de la violencia armada.

SOBrE lA COAlICIóN POlÍTICA

Las coaliciones políticas deben servir para materializar un propósito específico. En el caso de Santander, para ganar las elecciones, promover una idea de gobierno y enderezar el rumbo moral de la región. Pero bajo ninguna circunstancia estos acuerdos deben terminar en el desdibujamiento de los partidos.

En la campaña fui reiterativo en la necesidad de que los conservadores fortalecieran mucho más a su partido, y que los del Polo siguieran siendo el bastión de la oposición. Lo propio comenté de Cambio y la U y prediqué para mis correligionarios. Soy un convencido de la necesidad de tener partidos políticos fuertes que hagan política seria, responsable, eficaz, como lo reclama la gente.

Nuestra pretensión y creo que la conseguimos, fue la de que nos juntáramos políticamente para defender un bien superior: los intereses de Santander. Y que los beneficios que se pudieran alcanzar con esta acción cobijaran a todos los ciudadanos.

La experiencia de la campaña política también me enseñó que no es fácil aunar voluntades. Yo lo logré para los efectos de mi elección y en la gestión de gobierno, pero no fui capaz de alcanzarlo como


un cambio general de actitud. En el campo eminentemente político, mantuve inalteradas las excelentes relaciones con todos los sectores partidistas que me respaldaron en las elecciones, quienes sumaron esfuerzos para viabilizar las políticas del gobierno. Su respaldo fue desde el principio hasta el fin de la acción gubernamental.

También fue posible juntar propósitos gremiales y académicos para acciones muy puntuales, que se lograron concluir con mucho éxito. Pero asegurar que ese espíritu de acción cooperativa fuera más allá del gobierno, no fue dable, dado que la gente tiene diferentes y renovadas expectativas y va acomodando sus criterios a las nuevas circunstancias.

La conclusión es que se pueden emprender proyectos conjuntamente hasta cuando se cumple el cometido acordado. Posteriormente, todo se desamarra y es necesario formular otra iniciativa, nueva o complementaria, para que los esfuerzos se vuelvan a reunir.

rEMEMOrANDO A lOS MAYOrES

En mi discurso político le recordaba a la gente con la que me reunía, que los hombres y las mujeres que fueron fundando pueblos y le dieron vida a Santander, se distinguieron por las luchas que emprendieron en defensa de la libertad, porque su patria fuera digna, para que cada quien recibiera el mínimo decoroso de bienestar y buscando que la vida tuviera el agregado de unos valores intelectuales y éticos que garantizaran un adecuado comportamiento y una grata convivencia.

Les decía que nuestros mayores fueron francos, trabajadores y valientes. Para ellos el comentario dicho, la palabra empeñada, la propuesta planteada y la promesa adquirida, tenían el extraordinario valor de su cumplimiento absoluto. “Palabra de santandereano”, se decía en todas partes.

La gente escuchaba con atención mi prédica sobre esos santandereanos a quienes las dificultades del entorno geográfico los volvieron adustos, esforzados e introvertidos; que fueron ejemplo de responsabilidad y de coraje cuando se les convocó para defender la libertad o para rescatar los derechos ciudadanos mancillados


por la tiranía. Rudos en ocasiones y distantes de los conciliábulos, fueron prácticos buscando soluciones, más amigos de la acción que del parlamento, resueltos a resolver los problemas sin explicaciones innecesarias ni eufemismos. Eran personas tiernas, altruistas en sentimientos, guardianes de la familia, exigentes en el cumplimiento del deber y paradigmáticos en pulcritud.

Ser santandereano, les decía, es sinónimo de respeto a los demás, de gallardía y de honorabilidad. El santandereano ha sido discreto en el vivir, austero en el gasto, alejado del boato y del derroche. Cuando ha hecho fortuna no ha sido por golpes de suerte, ni conseguida al azar, ni consecuencia de las maquinaciones o de las argucias, sino fruto del trabajo y del ahorro.

Y es que de los santandereanos no se puede predicar que hayan sido tramposos o avivatos. Al expresidente Alfonso López Michelsen le escuché en más de una ocasión decir, en público y en privado, que cuando necesitaba a una persona honrada que cuidara correctamente los bienes públicos, o cuando requería de alguien para encomendarle su patrimonio y el de su familia, nunca vacilaba en buscar a una o a un santandereano.

En esencia, mi mensaje para los electores era que los nuestros de antes fueron emprendedores, imaginativos, esforzados, hasta ganar la lucha contra la selva indómita, contra las plagas y las epidemias, contra lo estéril del suelo andino y lo escarpado de las montañas, contra las inundaciones y la selva ardiente en el Magdalena Medio. Ellos hicieron el milagro de crear empresas y marcar la pauta nacional en lo referente al desarrollo industrial.

También les hablé del papel protagónico de los santandereanos en la vida de Colombia, dado que muchos dirigentes de estas tierras pusieron la tónica en las definiciones políticas del país. Santander fue notable protagonista de lo público y muchos de sus hombres y mujeres orientaron con noble empeño los destinos nacionales.

Yo hacía una invocación a los grandes de ayer para que los santandereanos de hoy recordáramos las virtudes de nuestros ancestros y


tuviéramos en cuenta que las nuevas realidades del mundo, los prodigiosos adelantos tecnológicos que con asombro y satisfacción estamos viviendo y aprovechando, el pragmatismo que absorbe a la política y las veleidades de tantos descompuestos comportamientos, no pueden superar, relegar ni tampoco hacer olvidar los principios éticos, los valores y las sanas actitudes que han marcado la cultura de Santander.

El SANTANDErEANISMO

Yo he estimulado la santandereanidad. Durante la campaña y en el ejercicio del gobierno no escatimé ningún espacio para hacerles caer en cuenta a los nuevos ciudadanos que Santander fue líder en el conjunto del país y que tuvo importantes figuras que gobernaron local y nacionalmente. Siempre fui claro en que mucho de ese protagonismo se perdió y que era necesaria una acción conjunta para recuperar el liderazgo.

Mi discurso político ha estado dirigido a que Santander debe ocupar nuevamente la primera línea de la figuración nacional, no por las masacres ni por los actos de corrupción, sino por la transparencia y el desarrollo.

Como ayer, los santandereanos debemos dar muestras de coraje y valentía. Pero ya no peleando con los machetes y los fusiles en contra de las dictaduras y los gobiernos totalitarios, sino dándoles batalla a la pobreza y a las iniquidades. Esta es la guerra que debemos librar y que tenemos que ganar.

Adicionalmente, hay un aspecto que trabajamos durante el gobierno que fue altamente estimulante y que sin duda dará excelentes frutos: recuperar los valores superiores del santandereanismo, que se resumen en la honradez, el trabajo y la libertad.

Mi teoría es que los mejores hombres y mujeres de hoy y del futuro no son ni serán los que más tengan, sino los que más sepan. No son ni serán los que más maten, sino los que más respeten la vida, los derechos humanos y los atributos ciudadanos. No son ni serán los que procedan individualmente, sino los que entiendan y practiquen la conveniencia de compartir, asociarse y buscar en el ánimo cooperativo la pauta para el crecimiento económico y el mejoramiento social.


Ser honorable, ser respetuoso de los demás, manejar con pulcritud los bienes del Estado, acceder a lo público con el propósito de engrandecer, ser ejemplo de austeridad, dar cuenta de las gestiones encomendadas, respetar y acatar la crítica cuando se está al frente de una responsabilidad oficial, es ser contemporáneo y moderno. Es estar a la altura de lo que realmente vale en el hombre y en la sociedad.

lOS PrINCIPIOS rECTOrES

En la campaña política lo reiteré y en el ejercicio del gobierno lo cumplí. El gobernante debe respetar y amparar los derechos de las personas y de las familias. Esta fue norma orientadora de mi gestión. En ello no claudiqué. Además, el gobierno que encabecé en Santander hizo énfasis en el manejo pulquérrimo y eficaz de los recursos, así como en la consolidación del Departamento como un territorio de ciudadanos libres y responsables.

Expresamos en el debate electoral nuestra preocupación por los desposeídos, por los desplazados, por los proyectos de vivienda de interés social y por ofertar servicios esenciales para los más pobres. En el ejercicio del gobierno estos temas fueron prioritarios, porque el desarrollo debe ser integral para crear una sociedad próspera, ya que sólo en la medida en que acabemos con la pobreza, seremos capaces de garantizar la perdurabilidad de un sistema social equitativo y en continuo crecimiento.

Es obligación prioritaria del Estado proteger los atributos esenciales de los desvalidos, sin que esto mengüe la propiedad privada y los derechos adquiridos, los que, sin embargo, no son un privilegio sino una fuente de responsabilidades sociales. Esta fue otra de las reglas que seguí a lo largo de mi gobierno. A su respeto y acatamiento tampoco renuncié nunca. Lo mismo que al interés por lograr la consolidación del Departamento como una tierra altruista, sana y convivente, en la que quien la pisara se sintiera auténticamente santandereano, según lo consignaba nuestra Constitución Federal cuando funcionó el Estado Soberano de Santander.

Dentro de esos principios rectores, insistí en la necesidad de rendir periódicamente cuentas públicas de la gestión con base en un


soporte técnico y moral, a partir del manejo pulcro de los recursos, el acatamiento de los más estrictos principios de la administración, la consolidación de una cultura organizacional en torno de la eficacia y la orientación gerencial del desarrollo departamental.

La rendición de cuentas aplicó un modelo revolucionario: se presentaron los productos de la labor oficial en encuentros provinciales, donde la comunidad pudo manifestar libremente su opinión. Este fue un ejercicio que permitió validar resultados y corregir, en ocasiones, la ruta de trabajo al igual que redimensionar los alcances de las tareas que nos habíamos propuesto. Escuchar a la gente siempre es una buena decisión.

Los funcionarios del gobierno de Santander asumimos el manejo de los recursos públicos con la mayor efectividad posible en beneficio del bien común. Fuimos transparentes y nuestras actuaciones se desenvolvieron de frente a los ciudadanos.

lA PrOPUESTA PrOGrAMÁTICA

La construcción del Programa de Gobierno fue un esfuerzo colectivo. Había un equipo de expertos discutiendo cada uno de los temas centrales y proponiendo alternativas enmarcadas en una instrucción que yo había dado, en el sentido de que las propuestas debían ser realistas, tener una fuente de financiación y ser compatibles con el Plan Nacional de Desarrollo.

Mi planteamiento de campaña fue el de que el gobierno de Santander debía orientarse hacia una organización eficiente, con capacidades para armonizar los objetivos del desarrollo, tendientes al crecimiento de la productividad y la competitividad de la producción regional, con el fin de mejorar la calidad de vida de los santandereanos y construir un entorno de paz y convivencia.

Así mismo, dije que era necesario poner especial énfasis en la restauración y conservación de la base natural, con el fin de alcanzar un desarrollo sostenible para Santander, que podría ser un filón trascendental para el futuro en términos de competitividad internacional.


La propuesta también se concentró en brindarles nuevas oportunidades a los santandereanos y en ser capaces de transformar esas oportunidades en concordia ciudadana y en prosperidad sostenida, que deberían desembocar en la construcción de una región más justa.

Otra apuesta del discurso era lograr tener un Departamento moderno, insertado en la globalización y más comprometido con las realidades socioeconómicas y ambientales del país, para empezar a vencer el tradicional enclaustramiento que ha caracterizado a los santandereanos.

Prometimos embarcarnos en la consolidación de una organización pública diligente, transparente y eficaz, sin enredos politiqueros, tolerante a la crítica y a la fiscalización.

En el marco de la propuesta programática, destacamos la localización geográfica del Departamento, la cual genera condiciones y flujos económicos entre el centro del país y la costa Caribe, y entre Antioquia, el Pacífico y Venezuela. Esta posición privilegiada permite ofrecer ventajas económicas y geopolíticas que bien aprovechadas nos pueden poner en el centro de importantes emprendimientos económicos.

Reconocimos en el Programa de Gobierno que Santander tenía un sector agropecuario fortalecido por el mejoramiento del orden público. También hicimos evidente que la oferta de servicios se estaba dinamizando exitosamente y que la agroindustria había recobrado vigor, especialmente por la avicultura y la producción de alimentos. En tanto, el transporte, la orfebrería y las manufacturas del cuero y los textiles asomaban como sectores a los que era necesario respaldar para que siguieran creciendo.

Nos expresamos favorablemente sobre el resurgir de la minería, especialmente en carbón y oro, siempre y cuando fueran sustentables ambiental y socialmente. Mostramos interés por respaldar los proyectos de generación de energía eléctrica y de bioenergía.

Así mismo, hicimos referencia a la necesidad de que el sistema educativo contara con una infraestructura adecuada y con tecnologías para la formación en el trabajo. Le apostamos a dotar los


establecimientos educativos de instrumentos que les permitiera a los estudiantes de las distintas provincias acercarse al conocimiento, tener acceso a la información y poder aportar, con sus investigaciones, al mejoramiento de la realidad productiva del Departamento.

Nos llamó la atención, y así lo exaltamos en nuestro Programa de Gobierno, la manera como se había consolidado un núcleo de emprendedores en diferentes áreas de la economía, que no sólo estaban innovando, sino también creando riqueza y generando empleo, con lo cual las posibilidades económicas de Santander se hacían más positivas. En ese sentido, nuestra promesa fue seguir respaldando estos esfuerzos, en una acción conjunta con el sector privado y con entidades académicas especializadas.

Manifestamos en la campaña electoral que Santander tenía grandes potencialidades y que era un departamento destacado en el escenario nacional. Pero dejamos en claro que también enfrentaba iniquidades regionales y poblacionales que se debían atender, para evitar que las estadísticas siguieran ocultando la dimensión de gravísimos problemas sociales que se traducían en pobreza, miseria, desempleo y marginalidad.

Como candidato, anoté que mi preocupación central, además de la inversión social, era mejorar la infraestructura carreteable de Santander, una de las peores del país en ese momento. También me comprometí a luchar contra la deficiente calidad y cobertura de los servicios de salud; a buscar mejores opciones para la prestación de servicios públicos domiciliarios; a ampliar la oferta de agua potable a más municipios, que estaban consumiendo un líquido insalubre; y a disminuir el déficit de vivienda, a través de programas de construcción y mejoramiento.

La expectativa de la campaña era que una vez ganáramos las elecciones, empezaríamos a trabajar en la elaboración del Plan de Desarrollo y que el pilar de este sería el Programa de Gobierno, en atención, no sólo al voto programático, sino a la necesidad de que existiera coherencia y confianza entre el discurso político y la acción gubernamental.


Sabíamos, por ejemplo, que la restricción presupuestal era definitiva para poder embarcarnos en grandes proyectos de inversión social y de modernización de la infraestructura, y en ese sentido empezamos a mirar alternativas para saldar la deuda pública y liberar recursos que nos facilitaran actuar con mayor holgura.

En esencia, el Programa de Gobierno se construyó responsablemente y los electores votaron por una propuesta ajustada a la realidad, sin falsas promesas y con el compromiso de que gobernaríamos con responsabilidad, seriedad y transparencia.

41El Triunfo En las ElEccionEs y las PrimEras dE cambio

Capítulo 2El TrIUNFO EN lAS ElECCIONES

Y lAS PrIMErAS DE CAMBIO


ArMANDO El rOMPECABEZAS

Una vez los santandereanos me dieron el respaldo mayoritario en las urnas y ganamos las elecciones, empezó la tarea de conformar un Equipo de Gobierno de buena calidad. Para ello fue necesario tomar decisiones políticas bajo reglas de juego muy claras: nombraría en el gabinete miembros de los Partidos políticos que tuvieran representación en el Congreso y les daría cabida a personas provenientes de los sectores empresariales y gremiales. Un verdadero rompecabezas.

En el caso de la representación política, fue una decisión muy dura, dado que algunas organizaciones partidistas que me acompañaron en el proceso electoral no tenían posiciones en el Congreso y se quedaron por fuera del gabinete, pero igual, por fortuna, siguieron trabajando en la formulación de las políticas públicas y en la discusión de los temas esenciales para el desarrollo regional.

La otra determinación fue la de que se haría la escogencia de las personas que me acompañarían en el gobierno, de una lista de profesionales que los partidos postularan o de gente que yo conocía e insinuaba.

Además, dejé en claro que algunas posiciones serían ocupadas por profesionales de altísimas calidades, que podían tener o no militancia política o respaldo gremial. Tales personas eran necesarias por su formación técnica, la cual era vital en esos momentos en que se necesitaba aplicar un plan de choque para darle a Santander el rumbo apropiado. Dos de esas posiciones fueron Planeación y Jurídica.

Así mismo, expresé mi interés en tener como Secretario de Gobierno a una persona liberal, amiga mía, con carácter y con una amplia experiencia administrativa, capaz de sacar adelante el Sistema del Interior en Santander, el cual yo había creado a nivel nacional, pero que se había quedado embolatado a nivel regional. Ese nombre no lo consulté con mi Partido.

En el caso de la Secretaría de Hacienda primó para mí un criterio más técnico que político. Les dije a los miembros de la coalición que


era necesario contar con un profesional experto en temas financieros y que me acercara en la relación con los gremios. Escogí para ese cargo a quien venía desempeñándose como Directora de la Asociación Nacional de Industriales –ANDI– en Bucaramanga. En esa misma dirección nombré como Secretario de Agricultura al Director de la Cámara de Comercio de Barrancabermeja.

En esta fase de evaluaciones posgubernamentales, me han preguntado qué habría pasado si los partidos políticos me imponen los candidatos. La respuesta es obvia: eso hubiera conllevado a crear unas trincheras grupistas en cada Secretaría, donde cada colectividad política mandaría y los esfuerzos para construir una plataforma gubernamental que alcanzara el desarrollo regional habrían fracasado.

Por esta razón, desde el principio les manifesté a los líderes de los Partidos y a los funcionarios nombrados, con respeto pero con decisión, que la única persona que recibió los votos de los santandereanos fue el Gobernador y que por lo tanto yo era el responsable de la representación política y de la dirección gubernamental. Reconocí sin ambages, eso sí, que ellos fueron factor esencial en el triunfo y siempre les dispensé el trato amable, respetuoso y agradecido que merecían. Solo que toda la responsabilidad del gobierno caería sobre mis hombros. Lo entendieron.

En mi condición de jefe político traté con gran cordialidad y afecto a los políticos de las distintas orientaciones ideológicas, pero nunca me dejé imponer condiciones. Les dije a los dirigentes que gobernaría con los Partidos, pero no solamente con ellos. Además, fui enfático en que los verdaderos intereses eran los de Santander. Ellos y yo hablamos al respecto con franqueza y amistad y eso nos permitió un saludable entendimiento. Debo decir que los dirigentes políticos también fueron siempre respetuosos, cordiales y buenos colaboradores en favor de los intereses de los santandereanos.

Gracias a esta manera de conformar el gabinete y de concebir las relaciones con los Partidos y Movimientos, fue posible mantener un


equipo de gobierno muy estable durante los cuatro años. No tuve que soportar crisis políticas ni interinidades en la cúpula gubernamental.

El caso de la negociación política con el Polo ayuda a ilustrar la forma cómo se conformó el gabinete. Ellos tenían un candidato a la Gobernación que renunció a su aspiración y decidieron adherir a nuestra campaña. La negociación de su ingreso se refería a que acogeríamos algunas propuestas que ellos venían defendiendo, especialmente aquellas relacionadas con el trabajo directo ante las comunidades.

Luego de ganar las elecciones, me manifestaron su interés en tener una representación política en una Secretaría de carácter social. Acordamos que pasarían una lista con los nombres de las personas que ellos consideraban que los podrían representar. Presentaron catorce nombres, entre ellos quien había sido su candidato inicial a la Gobernación, persona a la cual escogí y asumió la Secretaría de Desarrollo, con quien acordamos trabajar en la conformación de una Constituyente Social, que fue esencial en la discusión del Plan de Desarrollo y en una primera fase de evaluación de avances de la gestión gubernamental.

La conformación del gabinete no fue tarea que emprendiera al final del proceso electoral. Por el contrario, cuando estaba haciendo la campaña iba fijándome en personas que me acompañaban en las discusiones temáticas y fui haciendo mi lista. Tan pronto fui elegido, ya contaba con algunos candidatos, lo cual me permitió tener en el mes de noviembre organizado el gabinete, e ir acercando los nombres que me gustaban con los intereses de los partidos, para que realmente estuvieran y se sintieran representados.

Procuré que en el gabinete hubiese una alta representación femenina y gente joven, que facilitara la creación de nuevos liderazgos políticos, para superar una falla que siempre advertí en Santander: la falta de una generación de recambio para reemplazar a quienes ya estábamos cumpliendo los ciclos.

Otro aspecto en que fui cuidadoso, fue en tener un gabinete de personas con carácter. No constituí un equipo de amanuenses. Los


Consejos de Gobierno eran movidos, con análisis profundos y con discusiones que dejaban traslucir contradicciones, discrepancias y emulaciones políticas, que yo estimulaba, pero me cuidaba de que ellas no fueran a poner en peligro el interés del Departamento ni el cumplimiento del Plan de Desarrollo.

lOS CONTrATOS DE ÚlTIMA HOrA

Luego de las elecciones, el gobierno anterior dispuso modificaciones en la planta de personal y suscribió un buen número de contratos de obras y de prestación de servicios. Algunos amigos me informaron sobre el particular y me sugirieron que me pronunciara públicamente denunciando la inconveniencia de estas actuaciones, dado que yo ya había sido elegido nuevo gobernador. Pensé sobre la situación y recordé que cuando terminábamos el gobierno del presidente Barco examinamos si nos era dable, ética y legalmente realizar actividades de gobierno luego de haber sido elegido el doctor César Gaviria. Concluimos que nuestro mandato terminaba el 7 de Agosto y podíamos perfectamente aprovechar, en el mejor sentido de la palabra, las últimas semanas de gobierno para concluir nuestro período lo mejor que pudiéramos. Hasta un acuerdo de paz con el Ejército Popular de Liberación –EPL– suscribimos en los últimos quince días de Gobierno.

La decisión que tomé fue no hacer aspaviento con el tema, respetar la decisión del Gobernador en ejercicio y llevar a la Asamblea, en su momento, un proyecto para incorporar los gastos de esa contratación en el presupuesto de 2008. Así se hizo, sin traumatismos, dado que cada contrato tenía asignado el valor correspondiente, como es ahora obligatorio.

A propósito de este tema, en los últimos días de mi gobierno expresé públicamente que lo mejor era no mover la nómina ni hacer contratación. Así lo dije varias veces a mis colaboradores, poniendo énfasis en que el gobierno prácticamente terminaba el día en que el pueblo eligiera a mi sucesor. Esto se cumplió, con excepción de las obligaciones derivadas de la Comisión de Servicio Civil sobre carrera administrativa. Se prorrogaron por corto tiempo algunos contratos de


servicios temporales, lo que fue conversado con el equipo de empalme del nuevo gobierno, para evitar la suspensión de actividades.

En cuanto a contratos de obras se siguieron suscribiendo, pues ellos correspondían a procesos que venían en trámite desde varios meses atrás, incluso años, relacionados con licitaciones y requerimientos especiales de servicios, todos los cuales, sin excepción, tuvieron su trámite legal y la asignación presupuestal correspondiente. Entre esta contratación figuró, en buena parte, la que se hizo por la emergencia del invierno, cumpliendo instrucciones del gobierno nacional y con su propio presupuesto, totalmente manejado por ellos. También lo relativo al Plan Departamental de Aguas, que por fortuna y con una cuantiosa inversión propia pudo operar en 2011, según lo conoce la opinión pública. Así como el necesario y urgente Plan de Construcción y Mejoramiento de hospitales y centros de salud que se realizó íntegramente con las Alcaldías y las direcciones de los hospitales, porque no había forma de ejecutarse por la Secretaría de Salud, que no tiene infraestructura administrativa, financiera ni ingenieril capaz de asumir la ejecución de un proyecto tan grande y valioso como el que realizamos. La excepción fue la construcción de la Unidad Materno Infantil para Floridablanca, que asumió la Secretaría de Infraestructura, pues por su gran tamaño y alto valor estimé que debía realizarse directamente por el Departamento. El propósito de modernización en materia de salud se financió con cargo a regalías de la vigencia 2011 e implicó elaboración de proyectos, que cuando superaban el valor de $500 millones debían contar con el examen y aprobación del Ministerio de Salud, un ejemplo del agobiante centralismo que hace la tarea pública territorial dispendiosa y excesivamente demorada.

Es recomendable, por supuesto, que en las últimas semanas de gobierno no se hagan contrataciones, pero mis experiencias me indican que es prácticamente imposible, no sólo por la dinámica del gobierno y las necesidades que van surgiendo, sino porque se dejan muchos asuntos y propósitos para el final de la jornada. Desde luego, nunca es bueno dejar las cosas para última hora.


Lo importante, considero, es que en la fase final del mandato no se inventen proyectos ni surjan propósitos de esos que son “traídos de los cabellos”, ni se entre en una feria de “contratitis” que tenga como propósito “quemar” los recursos que a esa hora están libres y pueden quedar a disposición del gobernante entrante. En este aspecto no vacilé en dejar para que se utilizaran, por el nuevo gobierno, importantes cifras que no consideré apropiado utilizar a la hora de nona.

En materia de obras públicas se debe tener en cuenta que el tiempo pasa muy rápido y por ello desde el principio de la gestión, sin dilaciones, deben hacerse los estudios, diseños y proyectos y conseguirse los recursos o planearse apropiadamente la financiación, para iniciar pronto la ejecución, so pena que no se terminen en el respectivo mandato. Es que son muchos los retardos y dilaciones por los análisis jurídicos, los procesos de contratación, las dificultades con los contratistas, los reclamos de los beneficiarios, las recomendaciones de las veedurías, las intervenciones de los Entes de control, etc., y casi nunca se puede cumplir el cronograma previsto. No dejar para mañana lo que se puede hacer hoy ha sido siempre un sabio adagio popular.

El EJErCICIO DEl EMPAlME

Ya con la credencial de Gobernador en el bolsillo, empezamos el proceso de empalme con el gobierno en ejercicio. Esta tarea la debimos hacer mucho mejor, a pesar de que quisimos ponerle la mayor seriedad y responsabilidad. Nombré para este propósito un equipo al que vinculamos personas del sector empresarial y académico, así como a profesionales con experiencia administrativa. Dentro de este colectivo estaban algunos de quienes yo pensaba podrían ser Secretarios del Despacho. Sin embargo, los resultados quedaron truncos.

Primero, porque mucha de la gente que inscribí para el empalme aceptó de muy buenas maneras, pero no tenía tiempo para dedicarse a este fin. Segundo, porque con el gobierno saliente no tuvimos una buena comunicación y no pudimos hacer una transición con todos los elementos sobre la mesa. Fallamos de lado y lado. Por ejemplo,


entregaron sólo la información que ellos consideraron pertinente y no tuvimos la inquietud de solicitar la que estimábamos necesaria.

En este caso, creo que debimos poner una mayor atención y pedir asistencia técnica especializada para lograr que el empalme fuera lo más eficiente posible y que no se dejara de tener información esencial, hecho que luego nos costó muchos dolores de cabeza en el ejercicio del gobierno.

Sólo hasta ahora en el País se le está poniendo el cuidado que merece la tarea de empalme entre el gobierno que sale y el que entra, para evitar traumatismos, especialmente en la parte financiera y técnica.

La experiencia que viví me permite recomendarles a los nuevos gobernantes que exijan unos informes muy completos sobre la marcha de cada sector. Tener en la mano la ejecución real del presupuesto. Saber con exactitud la magnitud de la deuda pública. Revisar los proyectos que están en ejecución o los que se adjudicaron al final del gobierno saliente. Lo principal es tener claridad sobre el estado de las cosas. Tomarse todo el tiempo necesario y hacer uso de las normas legales que hablan sobre los empalmes.

Realmente la transición de gobierno es una situación muy seria que amerita mucha responsabilidad, tanto de quien llega como de quienes se van. Por esa razón, el empalme lo debe dirigir personalmente el nuevo Mandatario, ojalá acompañado por la mayor parte de quienes integrarán el gabinete.

Durante el empalme con el gobierno que me sucedió impartí precisas instrucciones para que en este proceso obráramos con respeto y cordialidad y entregáramos informaciones completas y veraces. Todos los documentos e informaciones solicitadas se dieron a conocer oportunamente. Las observaciones que nos hicieron las recibimos con atención y procuramos responderlas con diligencia. Entendimos que son elementos de juicio requeridos para el buen gobierno y el mejor futuro de Santander. Como les dije a mis inmediatos colaboradores: “Lo hicimos bien y se los agradezco en nombre de Santander; pero ojalá a nuestros sucesores les vaya mejor, porque así nuestro querido departamento va a lograr el adelanto y la grandeza que merece”.


lA BUrOCrACIA DEPArTAMENTAl

Recuerdo que Luis Carlos Galán hizo una gran defensa de la Carrera Administrativa en el Senado de la República y yo hice lo propio en la Cámara de Representantes. Tenía el convencimiento de que era necesario crear una burocracia institucionalizada, que pudiera responder técnicamente por las obligaciones del Estado y que no estuviera al vaivén de los acontecimientos políticos, porque esto conducía necesariamente a la ineficiencia.

Consolidar una carrera administrativa era poner el país en la modernidad de los asuntos públicos. Naciones como Francia y Estados Unidos son promotoras de la estabilidad de los empleados públicos que cumplen funciones técnicas y administrativas y no tienen una relación directa con las responsabilidades políticas.

Al llegar al gobierno de Santander encontramos que, fuera de los Secretarios de Despacho y sus conductores, sólo era posible nombrar a 39 personas. El resto de funcionarios estaban en la Carrera Administrativa, lo que les daba estabilidad e independencia. En general esta burocracia está bien formada académicamente, pero son personas muy mal remuneradas y complementan sus ingresos con trabajos externos, especialmente en la academia. El clima organizacional demostró que la mayoría de estas personas carecía de motivación.

Sin embargo, tuvimos un sector de la llamada Planta de Personal que hizo evidente su compromiso con el gobierno y trabajó todos los días para mover el aparato estatal, el cual funciona con dificultad, no sólo porque en algunos es evidente la flojera en el cumplimiento del deber, sino porque los trámites son engorrosos, lentos y casi que diseñados para que ningún proyecto se pueda ejecutar o terminar a tiempo.

Debo reconocer que uno llega a estos cargos públicos con muchos deseos de trabajar y ejecutar en el menor tiempo posible proyectos que son esenciales para el bienestar de la gente y para el desarrollo del territorio, pero no es capaz, dado que las cosas en la administración pública son excesivamente lentas y muy regladas, pues las normas y los procedimientos se han elaborado pensando en


que los funcionarios son pícaros y sobre ellos, de entrada, existe la presunción de culpabilidad.

Este tema del funcionamiento administrativo del Estado, me lleva también a referirme a lo que se ha dado en llamar de manera peyorativa la “nómina paralela”, que está compuesta por un grupo de contratistas que le prestan servicios al gobierno, los cuales reciben honorarios en cambio de salario y deben pagar su salud y su pensión íntegramente, contrario a lo que pasa con los de nómina, a quienes el gobierno les aporta el 75% del valor de la cotización por salud y pensiones. Estos empleados temporales no tienen derecho a cesantías, vacaciones ni bienestar familiar; a muchos se les descuenta el IVA y a casi todos se les hace retención en la fuente.

Dicho de una manera categórica, gran parte del funcionamiento del Estado depende de esos contratistas, quienes infortunadamente son maltratados por la legislación tributaria y por las normas laborales.

En el caso de Santander no existía ninguna posibilidad de cumplir con los fines del Estado ni con los compromisos del Plan de Desarrollo, si no era con el concurso de los temporales, como también se les llama. ¿Cómo ejecutar un Plan de casi medio billón de pesos en infraestructura vial si la Secretaría respectiva sólo tenía cuatro ingenieros y un economista? Ellos no eran capaces de proyectar ni de sacar a licitación 23 vías y 14 puentes sin la ayuda de un equipo de contratistas.

rESPETO Y TrABAJO CONJUNTO CON lOS AlCAlDES

Después de las elecciones de gobernación mi situación política no era muy holgada al interior del Departamento. El liberalismo había elegido 12 alcaldes y en total la coalición tenía 25 de los 87 mandatarios locales. O sea, había 62 alcaldes pertenecientes a Partidos que no me respaldaron y en ese sentido era necesario crear lazos de confianza. Una de las primeras afirmaciones que yo les hice, fue la de que iba a gobernar con ellos y no por encima de ellos. Que las decisiones de inversión territorial serían concertadas. Que yo era más municipalista que departamentalista, como quedó plasmado en la Constitución Nacional.


Con estos mandatarios locales hubo buenas relaciones. Cada uno de ellos tuvo la ocasión de manifestarse frente al presupuesto departamental. Por todo esto es que no se presentaron las tradicionales gazaperas entre Gobernador y Alcaldes.

Por ejemplo, con el Alcalde de Barrancabermeja fui claro en afirmar que sería una tontería lanzar un plan de emulaciones en la inversión entre el departamento y el municipio, cuando lo esencial era juntar recursos y esfuerzos para que las cosas salieran bien, sin que el Alcalde o el Gobernador vieran resentidas sus competencias y sus niveles de liderazgo. Así lo aceptó el burgomaestre y el resultado fue un trabajo conjunto y respetuoso, donde los ganadores fueron los ciudadanos.

Algo similar ocurrió con los cuatro Alcaldes del Área Metropolitana, quienes tradicionalmente no consentían la injerencia de la Gobernación. Eran normales los enfrentamientos entre los mandatarios de Bucaramanga, Girón, Floridablanca y Piedecuesta con el Gobernador. Sin embargo, cuando me posesioné les dije con amistad y claridad que yo era el Gobernador de todo Santander, pero que respetaría las autonomías y las competencias locales. Los insté a ponernos de acuerdo en los temas trascendentales y les recordé que yo era un político que tenía el mayor interés en acertar en el ejercicio del gobierno, haciendo las cosas bien, defendiendo la transparencia y produciendo resultados.

También los tranquilicé en el sentido de que no les estaría restando protagonismo político ni cauda electoral, porque ambas cosas yo ya las tenía y porque no había llegado a la Gobernación a organizar grupos políticos personales. Que mi único propósito era aportarle al desarrollo de Santander y que una forma de hacerlo era a través de una gestión concertada con los Alcaldes. Con ellos se lograron unos acuerdos trascendentales en términos de inversión pública, facilitando que muchos proyectos se cofinanciaran y vieran la luz.

Al final, logramos, de un lado, vencer las vanidades políticas que se viven en las ciudades grandes; de otro lado, creamos una imagen distinta para el Gobernador en su interrelación con los municipios


pequeños. En ambas circunstancias, se impusieron acuerdos de cooperación y respeto mutuo.

Me siento orgulloso de haber logrado confianza y amistad con la inmensa mayoría de las alcaldesas y alcaldes con quienes interactué en mis labores de gobierno, salvo dos o tres excepciones. En todos los Municipios, sin excepción, mi administración hizo inversión y dejó profunda huella.

Cuento como anécdota lo siguiente. Escribo este capítulo del Libro una mañana de domingo luego de haber pasado la noche del sábado en vela porque Nicolás, quien con su hermanito Sebastián pasaban el fin de semana con Rosita y conmigo en Bucaramanga, sufrió un complicado acceso de tos por el que lo llevamos muy preocupados a la Clínica. Nos atendió un Médico joven, cordial, muy profesional, por cuyas atenciones nuestro nieto se recuperó rápidamente. Al despedirnos nos dijo: “Estuve la semana pasada en Guapotá, donde hice el rural, y todo el mundo le guarda amistad y gratitud por las obras de su gobierno, que nadie nunca se imaginó: la pavimentación de la carretera, el nuevo hospital que se está construyendo y el puente de San Ignacio, prometido por todos hace más de 20 años”. Desde luego esas palabras tan espontáneas nos alegraron mucho. El Médico se refirió a obras definidas, totalmente financiadas y puestas en ejecución durante mi gobierno, mediante gestiones de amigos congresistas, el Alcalde elegido por un Partido que no formó parte de la coalición de gobierno y los concejales de todas las denominaciones políticas. En la lucha por el bienestar de la población, todos concurrieron. Y así fue en los diferentes municipios, incluidos aquellos pocos con cuyos alcaldes no hubo buen entendimiento.

lA rEAlIDAD FISCAl, FINANCIErA Y ADMINISTrATIVA

Cuando iniciamos nuestra gestión en 2008, Santander estaba intervenido fiscalmente, desde tres o cuatro administraciones atrás, en aquella época en la que en todo el País fue drásticamente obligatorio ajustar el funcionamiento administrativo, laboral,


fiscal y presupuestal de las entidades territoriales. Dicha situación financiera no permitía mayores inversiones porque los recursos había que utilizarlos para pagar las deudas, ni tampoco posibilitaba hacer empréstitos. Por eso tomamos la decisión en la Gobernación de pagar anticipadamente la deuda pública y liquidar el plan de ajuste. Recibimos una deuda muy alta. Durante el primer año de gobierno empezamos a pagar más allá de los compromisos adquiridos, incluyendo intereses, gracias a un programa de ahorro y a un plan de austeridad absoluta; y en el primer semestre de 2009 cancelamos todas las obligaciones pendientes. $122.094 millones giró la Gobernación para liquidar el Plan de Ajuste Fiscal y Financiero que desde hacía varios años tenía el Departamento con la Nación y con diferentes entidades bancarias.

Esto fue posible no solo por nuestra voluntad política, sino gracias a los mayores ingresos obtenidos en 2008 por concepto de las regalías petroleras, en momentos en que el precio del barril del crudo superaba los 120 dólares.

Los ingresos del gobierno departamental se comportaron adecuadamente, gracias a un plan de fiscalización que luchó contra el contrabando de licor, el cual incluyó la caducidad del contrato de concesión a la empresa que manejaba los licores de Santander, la que había dejado de pagar $1.600 millones del impuesto al consumo.

También fue posible incrementar los ingresos debido a que se habilitó la página web para la liquidación del impuesto sobre vehículos automotores, permitiendo el pago desde cualquier parte del país. Esta modernización tecnológica que impulsamos, también incluyó la operación de un botón PSE para el pago de los diferentes impuestos departamentales.

Para nosotros fue claro que facilitarles el pago a los contribuyentes era un atractivo para que ellos cancelaran sus obligaciones. Además, otorgamos descuentos para quienes se pusieran al día con los impuestos atrasados de vehículos e incentivamos la matrícula de automotores en el departamento.


Nuestra urgencia de recaudar impuestos nos llevó a trabajar en un plan de recuperación de cartera, aplicando el cobro coactivo de las obligaciones exigibles en favor del Departamento.

La tarea f inanciera también la complementamos con la actualización del Estatuto Tributario de Santander, que fortaleció los procesos judiciales contra contribuyentes morosos y aseguró agilidad en los administrativos de la Secretaría de Hacienda.

En este tema debo resaltar la importancia del contrato que desde la administración anterior tenía el Departamento con la firma “Sistemas y Computadores”, lo que ayuda a un recaudo eficiente, oportuno y eficaz de varios de los impuestos y contribuciones que debe recibir el fisco departamental.

Otro hecho de especial importancia en el fortalecimiento de nuestras finanzas, fue el aumento de la participación accionaria en la Empresa Electrificadora de Santander (ESSA), debido a una negociación que no implicó invertir recursos del Departamento, sino únicamente gestión ante el gobierno nacional y ante la Empresa ganadora de la puja por la compra de las acciones de propiedad de los Ministerios de Hacienda y Minas y Energía. La mayor presencia accionaria nos reportó durante la gestión alrededor de $27.000 millones en utilidades.

Esta decisión sobre la Electrif icadora se ha prestado a controversias, pienso que por deficiente información. Me resisto a creer que haya interesados de mala fe en tergiversar la exitosa gestión que se cumplió para proteger y aumentar los intereses y derechos de Santander en la ESSA.

Aun cuando más adelante volveré sobre el tema, avanzo en algunas reflexiones.

La Electrificadora nunca fue de propiedad del Departamento, que solo tenía menos del 14% del valor de las acciones. Más del 80% eran de propiedad de la Nación, representada por el Gobierno Nacional presidido por el doctor Álvaro Uribe Vélez, quien cuando me posesioné ya había dispuesto la venta de esas acciones al mejor postor, público o privado, nacional o extranjero. El gobierno


seccional también había determinado la venta de sus acciones. Me opuse rotundamente. Hice numerosas diligencias y bien asesorado por empresarios santandereanos y por expertos, con la solidaridad de otros gobernadores que tenían el mismo problema, se logró, primero, quedarnos con nuestras acciones; segundo, que el gobierno nacional vendiera a una Empresa Pública; tercero, aumentar nuestra participación accionaria en casi un noventa por ciento; y, cuarto, que los dineros que el gobierno nacional recibió por la venta de sus derechos accionarios se invirtieran en territorio santandereano. Fue una gestión impecable y exitosa de la que me siento orgulloso.

Pasar de tener menos del 14% de una empresa avaluada en $300.000 millones, a poseer el 22.5% de una empresa avaluada en $700.000 millones, representa una ganancia real superior a $100.000 millones. ¡Ni más, ni menos! Sin invertir nada, ni poner en riesgo un solo peso del erario departamental.

Ahí está la Electrificadora prestando apropiado servicio, con un socio de naturaleza pública que es EPM, con un capital santandereano mayor al de antes y recibiendo utilidades como nunca. El Plan de Negocios de la ESSA indica que en el futuro estas utilidades aumentarán notablemente.

Vale la pena reiterar, por su importancia, que luego de cancelar la deuda pública a entidades financieras y a instituciones nacionales, en junio de 2009 se liquidó el Plan de Ajuste Fiscal y Financiero que estuvo vigente durante más de diez años.

Hago una acotación pertinente. Frecuentemente se habla de las deudas contraídas por las Entidades territoriales en sentido de crítica, como si ello no formara parte de la correcta administración. Prestar plata en buenas condiciones sin lesionar la situación fiscal de la Institución y para ejecutar obras de beneficio ciudadano, es muy conveniente.

Generalmente nunca se tienen los recursos a la mano para hacer las obras de mayor trascendencia y envergadura, porque los ingresos se reciben gradualmente, mes a mes, año por año. Ir guardando “de a poquitos” para acumular una considerable suma de dinero con la


cual se pueda construir una importante carretera o el gran hospital o un moderno colegio, es inapropiado y tal vez nunca se pueda lograr. Menos si se trata de ejecutar planes de notable proyección social. Dadas las afugias presupuestales de los Departamentos y Municipios, nunca quedará dinero para ahorrar. Además, ningún gobernante va a constituir un fondo de esta naturaleza para que sea su sucesor el que haga la inversión. De eso no se da en la viña del Señor. El buen gobierno muchas veces impone la necesidad del crédito.

En el Departamento se utilizaban mes a mes importantes sumas del presupuesto para pagar la deuda pública. Santander estaba condenado a postergar indefinidamente la construcción de obras vitales. Por eso dispusimos pagar esa deuda y abrir posibilidades de financiación. Lo hicimos y luego gestionamos créditos en muy buenas condiciones, para pagar a largo plazo, sin afectar el futuro fiscal y sin ni siquiera copar las posibilidades de empréstitos, lo que está regulado y controlado celosamente por el Ministerio de Hacienda.

El aumento de la deuda pública del Departamento durante mi gobierno fue pequeño en relación con la que existía cuando me posesioné como Gobernador. Con la diferencia de que pudimos hacer gran inversión sin que se lesionaran los intereses económicos de la Entidad con un agregado: pagamos adicionalmente cantidad apreciable de la deuda acumulada a cargo del Departamento por sentencias, indemnizaciones, pensiones, cesantías y obligaciones laborales atrasadas, como enseguida lo comentaré.

Alguien dijo: “cambiaron deuda por deuda”, lo que es verdad. Pero para los santandereanos fue un gran negocio porque pudimos hacer un importante Plan Departamental de Vías, sin antecedentes. A eso exclusivamente se dedicó el crédito contratado con la banca local, mediante la intermediación de Findeter, todo lo cual fue de amplio conocimiento público, autorizado por la División de Ajuste Fiscal –DAF– del Ministerio de Hacienda y que tuvo el expreso apoyo del presidente Uribe, lo cual agradecí amplia y sinceramente de manera personal y en nombre del pueblo santandereano.


UN PrIMEr SOBrESAlTO

El primer sobresalto que vivimos en el gobierno fue el embargo de las cuentas del Departamento de parte de la Caja Nacional de Previsión Social, por una deuda cercana a los $30.000 millones, de la que nunca conocimos durante el proceso de empalme. Una situación muy incómoda, no solo porque ocurrió cuatro días después de haberme posesionado, sino porque la promovió una entidad del Estado. Y para ser sincero, me pareció en ese momento que dicha actitud sobrepasaba lo judicial y me hizo pensar que estaban tratando de meterle palos a la rueda de mi gestión. “Bonito regalo de cumpleaños”.

Posteriormente todo se aclaró. El gobierno que me antecedió fue notificado de la demanda cuando estaba entregando, sin tiempo ya para actuar, y la Entidad demandante, mañosamente como lo denuncié ante el propio Presidente y sus Ministros, tramitó los embargos en los últimos días del año, sin que la vieja ni la nueva administración territorial pudiéramos hacer algo. Para mi tranquilidad me cercioré de que todo fue decisión de Cajanal. Se despejó de esta manera cualquier duda de una actuación malintencionada por parte del gobierno central contra un opositor político.

Este hecho con la Caja nos hizo prender las alarmas y sentarnos a investigar cuál era la verdad jurídica que rodeaba al Departamento. Nos encontramos con muchas demandas relacionadas con reclamos de los contratistas; funcionarios que pedían su restitución por considerar que habían sido mal despedidos de sus cargos; mandamientos judiciales que se habían incumplido y sentencias que ordenaban pago de indemnizaciones y reintegros, por hechos y situaciones ocurridas a lo largo de muchos años.

Arreglar este primer problema fue una prioridad, porque no era posible pensar responsablemente en la ejecución de un Presupuesto ni en la elaboración del Plan de Desarrollo, sin saber a ciencia cierta qué obligaciones se debían pagar.


lOS PENSIONADOS, OTrO SOBrESAlTO

Uno de los dolores de cabeza más grandes que debimos enfrentar al inicio del gobierno fue recibir 1.500 jubilados del Sistema de Salud con cargo a las finanzas del Departamento. La situación se originó en el último año del gobierno que me antecedió, que liquidó diez hospitales y aceptó asumir a partir de 2008, o sea, cuando empezamos nuestra gestión, el pago de las mesadas a las personas que estaban jubiladas en esos centros asistenciales.

Al Departamento, de un momento a otro, le tocó empezar a responder por el sueldo, las prestaciones legales y demás obligaciones de 5.800 pensionados. Es un problema muy grande porque el solo pago de las pensiones supera el 55% de los ingresos corrientes de libre destinación, máximo valor permitido por la ley 617 de 1993 para atender los gastos de funcionamiento. Esta situación fue la razón principal por la cual, con base en las evaluaciones fiscales de 2007, nos fuera preciso catalogar al Departamento en segunda categoría en manejo fiscal. Al cabo de un año recuperamos la primera categoría aplicando algunos recursos de regalías en el porcentaje de inversiones prioritarias contempladas en el Plan de Desarrollo, lo cual fue reconocido como válido por la Contraloría General de la República, institución designada por la ley para hacer esta clase de evaluaciones. No obstante, el Ministerio de Hacienda no reconoció nunca dicha aplicación y por ello el Departamento no fue bien escalafonado el último año en materia de manejo fiscal.

Sin embargo, hacia el mes de junio de 2012 la Contraloría General de la Nación hizo la evaluación del porcentaje de los ingresos corrientes de libre destinación invertidos durante 2011 en funcionamiento, con aplicación de la mencionada ley se determinó en el 47%, muy por debajo del permitido. Por eso a Santander seguirán catalogándolo en Primera Categoría.

Debo decir, eso sí, que para mi Gobierno fue muy importante contar siempre con la oportuna y eficaz colaboración de la Dirección General de Apoyo Fiscal del Ministerio de Hacienda, desde donde se nos


brindó asesoría para el buen manejo de estas materias tan complicadas. En ocasiones sus reparos y sugerencias son exigentes, pero por mi experiencia recomiendo a los gobernantes y sus colaboradores que presten mucha atención a las observaciones y orientaciones de los funcionarios de la DAF.

Digo con la mayor franqueza que muchos aciertos los logramos atendiendo las recomendaciones de esta dependencia. Algunas de las equivocaciones que cometimos fueron por no pararle bolas. Recuerdo con afecto y gratitud a su Directora y a sus funcionarios.

Precisamente, aceptando sus orientaciones creamos un Fondo Autónomo para el pago de pensiones que se viene incrementando año a año, lo que constituye el principio de la solución definitiva a tan delicada dificultad.

Mientras el tema de los jubilados creció dramáticamente en las obligaciones del Departamento, la nómina de funcionarios activos no pasó de 380 personas en el sector central, incluidos 61 de libre nombramiento, entre ellos los Secretarios de Despacho y un grupo de conductores, como ya lo anoté. Esto fue francamente crítico en términos de eficiencia administrativa.

La situación con los pensionados es compleja. Subsistieron durante nuestro gobierno las presiones de otras entidades públicas para que la Gobernación siguiera recibiendo sus jubilados, lo cual no aceptamos, salvo un par de excepciones absolutamente inevitables. Pero si el problema se deja salir de madre nuevamente, sólo habrá recursos para pagarles a ellos y muy pocas posibilidades de ampliar la inversión social.

Las deudas pensionales son altas y las reclamaciones crecen constantemente. El problema para el gobierno departamental radicaba en que no le cobraba a otras entidades públicas las cuotas pensionales, pero sí le era obligante pagar todas las reclamaciones que le hacían, como la que presentó a última hora la Alcaldía de Bucaramanga, incluyendo deudas de hasta cincuenta años de antigüedad.


Nosotros negociamos lo que más pudimos. Tratamos de ponernos al día con la Caja Nacional de Previsión Social y bajamos sustancialmente las obligaciones. Con el municipio de Bucaramanga se hizo un compromiso de pago y se le abonaron $3.000 millones, previos reparos que presentamos por cobro excesivo de intereses e injustificada aplicación de costas del juicio y honorarios profesionales, cuando lo que se hizo fue una acción por Jurisdicción Coactiva, que es de tipo administrativo. Pero el problema de esta clase de obligaciones, en términos generales, está vigente.

De otro lado, debido a procesos de reestructuración administrativa de la Gobernación y de la Contraloría Departamental y a la liquidación de hospitales, realizadas en pasados gobiernos, se instauraron demandas contra el Departamento por cerca de $400.000 millones. Para enfrentar esta situación creamos un Fondo de Contingencias que se reglamentó y alcanzamos a utilizar con buenos resultados, el cual dejamos provisionado con más de $14.000 millones para atender las demandas que puedan fallarse en contra de la administración. Por ahora no es suficiente porque hay cobros, demandas y sentencias en abundancia. Pero es un paso importante en el camino de la solución, a la que toca agregar una acción más definida en materia de defensa judicial, como ya empezó a hacerlo el gobierno nacional al crear una estructura administrativa que se ocupa de estos menesteres.

El PlAN DE DESArrOllO

Ya en el ejercicio del gobierno empezamos la construcción del Plan de Desarrollo. La primera gran dificultad a la que nos enfrentamos fue la falta de información sectorial, lo que nos demoró mucho tiempo para tener una línea de base sobre los distintos temas, poder definir las metas y hacer una distribución adecuada de los recursos para el Plan Plurianual de Inversiones.

Debimos hacer un esfuerzo gigantesco para obtener la información, la cual nos permitió concentrarnos en los elementos sustanciales del Plan de Desarrollo que, tal como lo conté, tuvo como punto de partida el Programa de Gobierno, cuya pauta central era que sólo nos comprometíamos con aquellos temas que seríamos capaces de cumplir.


En esencia, los compromisos electorales siempre estuvieron amarrados a las restricciones presupuestales. Por eso nadie puede expresar decepción o denunciar incumplimiento de nuestra parte, porque todo lo que dijimos que íbamos a hacer, lo hicimos. Y muchas cosas que nunca se expresaron en la campaña también se pudieron ejecutar, pero luego de una penosa jornada de saneamiento fiscal. Otros aspectos importantes que eran necesarios, no los abordamos, porque desde el comienzo fuimos conscientes de que no había cómo financiarlos.

Estructuramos un borrador del Plan de Desarrollo cuya guía era recuperar la confianza pública, dignificar la política y hacer un Gobierno decente, honorable y trasparente.

El Plan para los años 2008-2011 lo denominamos “Santander Incluyente” y allí reconocimos la importancia de la localización geoestratégica del departamento; identificamos las ventajas económicas y geopolíticas para convertir a Santander en un centro de desarrollo económico, social, científico y político; propusimos el rescate de los valores morales y culturales de su gente; anunciamos nuestro apoyo a los procesos de participación y decisión ciudadana; y le dimos toda la importancia a la equidad de género y la convivencia civilizada, pacífica y democrática.

Dijimos en el Plan que los principios rectores de nuestra gestión se relacionarían con un gobierno con dignidad y respeto por los ciudadanos; con rendición de cuentas a la ciudadanía; promotor de los derechos humanos; aliado de los sectores privados, académicos y la comunidad internacional; competitivo en los mercados; y abierto a la fiscalización y el control político.

Con este documento borrador, salimos a discutirlo con los empresarios y el sector privado. Tuvimos largas jornadas de trabajo con académicos. Recibimos el apoyo de entidades nacionales y organismos de cooperación internacional que ayudaron a mejorar la información y a redimensionar las metas propuestas. Y luego, nos lanzamos a hablar y concertar con las comunidades a través de la Constituyente Social.


lA CONSTITUYENTE SOCIAl

Esta nace de nuestro programa de gobierno como liberales, pero también, como ya lo dije, fue una idea del Polo Democrático. Cuando acordamos la adhesión de los polistas a la gran coalición política, vimos que un punto de encuentro entre las partes era el trabajo directo con la comunidad. Una vez elegido, le encargué al representante del Polo en el gabinete que liderara el proceso de la Constituyente para discutir el Plan de Desarrollo.

Íbamos a las provincias, convocábamos a la gente y se hacía la elección para escoger a los representantes regionales a la Constituyente. Cada Provincia tenía un número predeterminado de delegados de acuerdo con la cantidad de habitantes.

Una vez escogidos todos los constituyentes, instalamos el proceso en El Socorro, dado que queríamos enviar un mensaje muy claro de nuestro interés por celebrar el Bicentenario y hacer evidente el papel de los santandereanos en la Independencia de Colombia. En ese certamen presentamos el primer avance del Plan de Desarrollo.

La idea de convocar la Constituyente Social Comunera para hablar sobre el Plan de Desarrollo fue una experiencia muy gratificante, porque convocó gran cantidad de personas en los municipios alrededor de definir las prioridades de acción e inversión por parte del nuevo gobierno departamental.

La logística de todo este proceso fue muy complicada, así como fue difícil ponernos de acuerdo en que la discusión no era sobre los pequeños conflictos locales, sino sobre el sueño de construir un departamento más competitivo, incluyente y desarrollado.

Al final, el resultado fue un Plan de Desarrollo participativo, que se convirtió en uno de los grandes logros de mi gobierno, porque no fue sólo escuchar a los ciudadanos, sino también despertar su interés por intervenir y participar.

El Plan de Desarrollo de Santander se estructuró sobre cinco ejes: • Administración pública al alcance de todos;


• Competitividad para el crecimiento económico con desarrollo social;

• Santander humano al servicio de la gente; • Agua, patrimonio natural y ambiente sano; • Santander se conoce, informa y comunica. El Plan tuvo veintiocho líneas estratégicas y ciento veintiséis

programas. El Plan que elaboramos fue premiado por Planeación Nacional,

Colombia Líder, Fonade y Agencias de Cooperación Internacional como USAID, PNUD y GTZ, como El Mejor de Colombia, debido a que incluyó de manera coherente el programa de gobierno, estableció políticas, programas y proyectos mensurables y planteó un esquema de financiación plurianual en concordancia con la realidad fiscal del Departamento. En esencia, se atendieron todos los mandamientos legales y presupuestales y su valor se calculó en $2,7 billones de inversión, para los cuatro años de gestión.

La distribución de los recursos dentro del Plan de Desarrollo mostró los énfasis del gobierno. El 76% se orientó hacia el eje temático “Santander humano al servicio de la gente” ($2,1 billones). El mensaje que enviamos fue categórico: queremos mejorar la calidad de vida de las personas y no escatimaremos esfuerzo en alcanzar el propósito.

El otro eje importante fue el de la Competitividad con el 16% de participación en el Plan Plurianual de Inversiones ($0,4 billones), dado que siempre entendimos que un mejor futuro del departamento sólo es posible si se tiene la infraestructura necesaria para generar confianza entre los inversionistas y acelerar la inserción en la economía internacional. Para el tema ambiental se definió una participación del 7% ($0,2 billones), buscando proteger el recurso hídrico, ampliar la cobertura boscosa y tener bajo buen recaudo la diversidad biológica del departamento.

¿SólO PlANEAr?

Al autoevaluarme en esta experiencia de gobierno, uno de los temas que retuvo mi atención fue tratar de entender por qué la administración


pública se paraliza durante casi seis meses en razón de la elaboración, la discusión y la aprobación del nuevo Plan de Desarrollo.

Y la conclusión es que hay un efecto sicológico en los funcionarios e incluso entre la sociedad, que espera cambios sustanciales y acepta que la inversión quede estática, como si fuera a ocurrir el comienzo de un nuevo mundo.

Todos hemos caído en esta trampa, que afecta gravemente el funcionamiento del Estado. Porque para ser realistas, el Plan de Desarrollo no entra en vigencia plenamente una vez lo apruebe la Asamblea o el Concejo en los meses de junio o julio, sino al año siguiente.

De ahí que sea tan importante el proceso de empalme, porque es en este período donde se pueden tomar decisiones sobre la continuidad de las inversiones, las que pueden ir operando paralelamente con la discusión y aprobación del Plan de Desarrollo en los temas que sean esenciales para el territorio y que están insertos en el presupuesto aprobado por la Asamblea o el Concejo desde el año anterior.

Pero hubo un tema preocupante, por lo menos en nuestro caso, y es que una vez aprobado el Plan de Desarrollo no había ninguna posibilidad de empezar a ejecutarlo, porque no se tenían los proyectos formulados y viabilizados. Esto fue una verdadera tragedia, que desembocó en un atraso sustancial de la inversión. Los encargados de formular los proyectos son funcionarios de carrera, sabían cuáles eran nuestras propuestas en el Programa de Gobierno, y tenían claro que este documento obligatoriamente haría parte integral del Plan de Desarrollo, pero no hubo forma de hacer la tarea de manera oportuna. La Gobernación no cuenta con Oficinas de Proyectos. Ese fue un tremendo dolor de cabeza que buscamos remediar contratando con la UIS, con el Acueducto de Bucaramanga y haciendo Concursos de Méritos con la Empresa privada, no obstante lo cual sufrimos enormes demoras en la ejecución de obras públicas.

En varias de mis anteriores experiencias públicas se tuvieron buenas ideas y proyectos, pero siempre faltó el dinero para ejecutarlos. Ahora teníamos los recursos, pero no contábamos con estudios ni diseños. Por


consiguiente, no se hacían las obras o su ejecución se demoraba mucho, mientras la plata seguía en los bancos. Una verdadera fatalidad.

Durante la campaña plantee la urgencia de construir unas vías, las inscribí en el programa de gobierno y se discutieron en las mesas temáticas del Plan de Desarrollo. Hicimos las gestiones necesarias para buscar recursos de crédito y espacio en la inversión del Ministerio del Transporte, con la seguridad de que los proyectos estaban, según lo habían afirmado técnicos de la Gobernación, Alcaldes y dirigentes cívicos y comunitarios.

Cuando ya teníamos aprobado por la Asamblea el Plan de Desarrollo, sabíamos cuáles eran las vías, contábamos con el dinero y estábamos deseosos de empezar a mostrar resultados en obras públicas, nos dicen que los proyectos no existían. Que lo único que había eran unos levantamientos topográficos de hacía 10 años y algunos dibujos sin ningún tipo de detalle técnico. ¡Qué decepción! Esta es una situación que muy seguramente se repite en todo el país y que merece una atención prioritaria por parte del gobernante, para poder agilizar la ejecución presupuestal y darles soluciones a los problemas.

Una posibilidad es que los gobiernos territoriales tengan oficinas de proyectos bien montadas, con expertos, que no sólo vayan caminando al ritmo de las propuestas políticas, sino que también se arriesguen a plantear propuestas técnicamente bien concebidas, para que cuando el Gobernador o el Alcalde digan que quieren desarrollar una obra, ellos ya la tengan calculada y diseñada y sólo falte iniciar el proceso contractual.

Muchas veces en más importante tener los estudios, que la plata. Esta se consigue si están los proyectos técnica y financieramente definidos. Se puede tener el recurso listo en el Banco, y nunca habrá obra porque no hay proyecto, o está deficientemente elaborado. Hay que instruir sobre este tema a la comunidad, que en ocasiones confunde lo que se denomina proyecto con la solicitud que se hace al gobierno para que atienda una necesidad real y justificada. Tener proyectos bien diseñados es un requerimiento indispensable para el buen gobierno.

67Los ResuLtados obtenidos en La Gestión de GobieRno

Capítulo 3lOS rESUlTADOS OBTENIDOS EN lA GESTIóN DE GOBIErNO


El CrECIMIENTO DE lA ECONOMÍA

La economía de Santander en 2011 fue la cuarta del país. Es líder indiscutible en la refinación de petróleo, producción avícola y orfebrería. Tiene una dinámica financiera muy apreciable y una industria manufacturera que gana espacios en el mercado nacional. El transporte se ha modernizado, las comunicaciones siguen su ascenso y la construcción está imparable.

Bogotá marca la pauta en la economía colombiana, seguida por Antioquia y Valle. Luego viene Santander, gracias a la inversión de capitales nacionales y extranjeros, que ampliaron la producción, aumentaron la productividad y fortalecieron el empleo.

La economía santandereana tiene un fuerte sustento en las microempresas y las empresas familiares. El 94% de los establecimientos matriculados en las Cámaras de Comercio del Departamento tienen estas características. Este tipo de emprendimientos es el que se encarga de la mayor parte de la producción y el que demanda más fuerza laboral.

aCuerdos por la Competitividad. En Santander existe un Plan Regional de Competitividad que fue construido colectivamente. Los esfuerzos de los gremios, los empresarios, las universidades, las cámaras de comercio, los gobiernos municipales y la administración departamental se articularon para sacar adelante grandes proyectos. Un caso paradigmático se presentó con el turismo. En los últimos años se construyó y se puso en marcha el Parque Nacional del Chicamocha; se impulsó la construcción y funcionamiento del teleférico entre el Parque Nacional del Chicamocha y la Mesa de los Santos, donde se construyó también una gran Plazuela y se pavimentó la carretera de acceso; se está construyendo el parque acuático El Lago; y se comenzó la construcción del Centro de Ferias, Eventos y Espectáculos de Barrancabermeja.

A esto se sumó, por ejemplo, la promoción de proyectos de investigación en temas de biodiversidad y biocomercio; la financiación de maestrías para la formación de investigadores; el mejoramiento de


la infraestructura del Parque Interactivo de Ciencia y Tecnología de Bucaramanga; y la implementación de un modelo denominado Parque de la Creatividad.

En la agricultura, que hace parte del Plan de Competitividad, insertamos desde la Gobernación 24.000 nuevas hectáreas en sectores como palma, caucho, cacao, tabaco y frutales (aguacate, mandarina, guanábana, limón y guayaba). No menos de 12.000 productores recibieron asistencia técnica a través de las distintas cadenas productivas. Alrededor de 2.000 familias tienen ya el título de los baldíos que ocupaban. Creamos espacios para la comercialización y el posicionamiento de los productos agropecuarios en ferias comerciales, ruedas de negocios y giras técnicas a nivel nacional e internacional.

Aceptamos participar en 22 alianzas productivas con el sector privado, y de paso les facilitamos a pequeños y medianos productores de 25 municipios el acceso a créditos con el respaldo del Fondo Departamental de Garantías.

al resCate del seCtor agropeCuario. En medio de estas buenas noticias de la economía, el sector agropecuario evidencia una pérdida de importancia en la formación de la riqueza departamental. En los años setentas y ochentas, la agricultura, la ganadería y la avicultura se erigían como puntales del Producto Interno Bruto de Santander. Cuando se hablaba de este Departamento se tenía que hacer referencia necesariamente al potencial productivo del campo. Sin embargo, en 2011 apenas si aportaba anualmente el 7,5% a la economía territorial.

La industria manufacturera, los servicios, el comercio y la construcción han tomado la delantera, dejando rezagado al sector agropecuario, el cual requiere nuevos impulsos, porque en la medida en que él sea fuerte se aminorará la pobreza, se contendrán los procesos migratorios, se incentivará la creación de industrias alrededor de la producción de alimentos y se generarán más empleos, dado que la mayor parte de la producción agrícola, avícola y pecuaria es intensiva en mano de obra, lo que no ocurre con otros sectores que son muy importantes en la formación del PIB.


Un aporte a la construcción de la paz, a la disminución de la pobreza y a la mejor distribución del ingreso, es lograr que la economía agropecuaria de Santander consolide no sólo la producción de tabaco, cacao y palma, sino que también reverdezcan los cultivos de café y de alimentos, y que se le siga dando importancia a la avicultura, que mantiene altos niveles de producción y comercialización de huevos y carne y ha abierto nuevos mercados internacionales.

La prioridad en la planeación de la producción del campo es trabajar con base en las nuevas realidades del mercado, especialmente cuando empiezan a entrar en vigencia los Tratados de Libre Comercio con países y bloques de naciones que tienen un sector agropecuario fuerte y muy subsidiado, lo que les permite comercializar internacionalmente a bajos precios y representan un riesgo para varios subsectores nacionales, entre ellos el avícola.

otros seCtores de la eConomía. Para la economía santandereana también es importante la explotación de oro y carbón, porque ocupa una cantidad apreciable de mano de obra, mucha de ella relacionada con minería legal y acompañada de todos los requerimientos técnicos y de seguridad.

Claro que en cuanto al oro, está de por medio el interés cívico y ambiental de proteger el Páramo de Santurbán, un compromiso inclaudicable de los santandereanos. Otra parte de las explotaciones la hace la pequeña minería, la cual necesita más acompañamiento institucional para entrar en la formalidad, ofrecer mejores perspectivas de vida a los habitantes de las zonas mineras y evitar que sus acciones sigan produciendo daños ambientales irreversibles y poniendo en serio riesgo la vida de los trabajadores.

De otro lado, las explotaciones petroleras de Santander ya no ocupan el lugar de privilegio que en alguna ocasión ostentó en Colombia. No obstante, el proceso de recuperación secundaria que se adelanta por Ecopetrol y Oxy en el corregimiento de El Centro, en Barrancabermeja, en el antiguo Campo Infantas, ha sido exitoso, lo que junto a nuevas explotaciones volvió a poner a


nuestro Departamento en la lista de productores medianamente importantes. En lo que sí marca la pauta Santander es en el proceso de refinación, lo cual genera una irrigación de recursos que contribuye a fortalecer las inversiones y a aumentar la demanda de bienes y servicios.

Una debilidad de la economía santandereana es la poca representatividad del comercio internacional, agravada por los problemas diplomáticos que se vivieron entre Colombia y Venezuela y que a pesar de haber sido superados por la decisión de los presidentes Santos y Chávez, no recobraron la intensidad de años pasados. Los mercados naturales de exportación de los productos de este Departamento siempre fueron los Estados venezolanos, pero esto ya no ocurre y los efectos sobre nuestra economía han sido dañinos.

Pensar en ampliar las fronteras de la comercialización y aprovechar ventajas competitivas que puedan ofrecer los Tratados de Libre Comercio son acciones inaplazables para dinamizar la economía regional y obligar a que se mejoren los niveles de productividad para poder competir con precios; aprovechar la nueva infraestructura vial para tener más agilidad en los despachos; y respaldar la investigación científica para mejorar la calidad. Aquí hay propósitos muy importantes que se pueden concretar si se fortalece la alianza que respaldamos entre el gobierno departamental, la academia, los gremios y los empresarios.

La economía de Santander hay que entenderla por la concentración geográfica de actividades. Los sectores que se muestran más dinámicos y que más aportan a la formación de capital en el Departamento están asentados en los municipios que conforman el área metropolitana: Bucaramanga, Piedecuesta, Floridablanca y Girón. En estas cuatro localidades está el grueso de la industria, el comercio, la construcción y los servicios. El otro polo de desarrollo está ubicado en Barrancabermeja con los hidrocarburos; mientras que los esfuerzos agrícolas y pecuarios se esparcen por el resto de los municipios que tienen altos niveles de ruralidad.


lIDErAZGO EN lOS OBJETIVOS DE DESArrOllO DEl MIlENIO

Desde el comienzo del gobierno dijimos que una de las prioridades del quehacer administrativo de la Gobernación de Santander, era ponerse a la vanguardia del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en Colombia y lo logramos. El premio que me otorgó Colombia Líder como el Mejor Gobernador en el periodo 2008-2011, en buena medida se debe al cumplimiento de los ODM.

Santander presentó en 2011 los índices de pobreza y miseria más bajos del país a nivel departamental, de acuerdo con las mediciones realizadas por el gobierno nacional. Disminuimos la desnutrición en niños menores de un año. Se incrementó la cobertura en agua potable y saneamiento básico. Hubo un aumento significativo de las áreas naturales protegidas. Adicionalmente, en el campo de la salud, se tuvieron coberturas útiles en la vacunación de triple viral y DPT por encima del 95%.

En esta misma dirección, el comportamiento de la mortalidad en niños menores de uno a cinco años mostró resultados favorables durante nuestro gobierno y se superaron, incluso, las metas propuestas para el país. Los indicadores de salud también dejaron ver una baja en la mortalidad materna y una atención institucional del parto casi universal. Se logró, así mismo, que no se presentara en los últimos años un sólo caso de muerte por malaria.

Las políticas en educación ayudaron a disminuir la tasa de analfabetismo en la población entre 15 y 24 años. También se abrieron nuevos espacios de participación para las mujeres, que ahora tienen una política pública adoptada por la Gobernación.

La construcción y mejoramiento de viviendas, gracias a una política departamental que fue asistida técnicamente por el PNUD, es otro de los aspectos que resaltan y que ayudaron a mejorar los indicadores de calidad del hábitat.

La salud sexual y reproductiva, que hace parte de la política pública de salud, fue notablemente valiosa, cuyos resultados fueron mostrados


por Naciones Unidas como buenas prácticas en eventos mundiales. Por ejemplo, nosotros participamos en Japón en el encuentro orbital sobre avances de los ODM en los países en desarrollo y fuimos el ejemplo número uno entre las Entidades Territoriales de América Latina. Un éxito enorme a nivel continental.

Hay algunos indicadores de los Objetivos del Milenio en los cuales se debe hacer mayores esfuerzos. Se requiere acelerar el incremento de las coberturas en educación básica y evitar la deserción en educación media. Se deben seguir fortaleciendo los controles prenatales en los municipios más pobres, facilitándoles a las mujeres embarazadas que viven en zonas rurales el acceso a los servicios de salud. Aún falta controlar plenamente la mortalidad de las mujeres por cáncer de cuello uterino. Hay que profundizar los programas de educación y sensibilización para salirle al paso al aumento de los embarazos en adolescentes.

GANÁNDOlE ESPACIO A lA POBrEZA

Colombia debería tener como propósito esencial y aglutinante la lucha para derrotar la pobreza y dignificar la vida de millones de personas. Esto no se ha logrado plenamente en el país, a pesar de que el gobierno nacional diseñó desde hace años mecanismos para atender las necesidades de los más pobres. Muchos de esos esfuerzos han tenido poco éxito y otros han quedado reducidos al asistencialismo.

La pobreza tampoco se ha podido derrotar porque hay sectores desfavorecidos que muestran un conformismo extremo, casi sumiso, con su deplorable situación. Se esperaría que esas capas empobrecidas y marginadas reclamaran con mayor vigor una atención adecuada para obtener ingresos, acceder a los servicios públicos, contar con una vivienda digna y ofrecerles a sus hijos un futuro más promisorio.

El gran propósito nacional contra la pobreza debe superar el concepto paternalista de que las capas pobres sólo requieren un subsidio o un mercado. En realidad deberían tener acceso al desarrollo económico por la vía de una formación para el trabajo y el respaldo a iniciativas de emprendimiento.


Los programas de lucha contra la pobreza deben ser más eficientes en términos operativos y no depender tanto de la paquidermia burocrática, llena de dilaciones, trabas, falta de objetividad y carente, en muchas ocasiones, de planeación.

Las políticas contra la pobreza y la miseria deben arrojar mejores resultados y avanzar a una mayor velocidad, porque hay millones de personas viviendo en condiciones infrahumanas, situación que nos debería avergonzar como nación.

Para evitar que la pobreza siga campeando es indispensable pensar en un cambio estructural del Modelo de Desarrollo, donde se privilegie una mejor distribución de la riqueza, con lo cual se disminuiría la desigualdad, un tema en el cual Colombia presenta atrasos notorios a nivel mundial, y se contribuiría a restarle espacios a la acción de los grupos por fuera de la ley, porque es evidente que en los sectores abandonados hay un caldo de cultivo para el inconformismo y la violencia.

Lo ideal sería que una porción importante del 6% del PIB que ha estado orientado a la guerra, pueda ir a mejorar la inversión social con el fin de generar empleo de calidad, educar más y mejor y darle nuevas oportunidades a las familias más pobres. Una sociedad bien atendida y una comunidad con vida decorosa, no apoya la subversión ni las manifestaciones violentas.

Por eso y para eso es tan importante avanzar con fuerza y decisión en el logro de la Paz.

santander, el menos pobre. Me alegra sobremanera que Santander sea el departamento que presentó la menor tasa de incidencia de pobreza en Colombia en 2010. El gobierno nacional a través del DANE y Planeación ha realizado estas mediciones y eso nos llena de satisfacción, especialmente cuando se concluye que nosotros, con el 21,45%, ya cumplimos con la meta nacional de los Objetivos de Desarrollo del Milenio –ODM– en materia de pobreza, que fue fijada en el 28,5% para 2015.

Cuando entré al gobierno encontré que el nivel de pobreza estaba por encima del 35%. En 2008 terminamos con el 30,8%, en 2009


seguimos bajando hasta el 27,3% y la última medición fue en 2010 con el 21,45%.

En la pobreza extrema, nosotros también fuimos los que presentamos los indicadores más bajos de Colombia y los que más rápidamente progresamos año tras año. Cuando recibimos el gobierno el indicador estaba por encima del 11%. En 2008 lo llevamos al 9,7%, en 2009 al 8% y en 2010 al 4,72%. En este frente también cumplimos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuya meta nacional en miseria es del 8,8% para 2015.

Yo no quiero decir que estos excelentes resultados sean obra únicamente de mi gobierno, pero sí pusimos varios granos de arena para lograrlos.

El primero tuvo que ver con la seguridad, lo cual permitió a los inversionistas producir con mayor tranquilidad. Esto se complementó con el mejoramiento de muchas infraestructuras viales, que han facilitado el comercio; se propició el ingreso de nuevos capitales productivos que irrigan recursos por la vía del salario y el gasto; respaldamos programas de comercialización internacional de productos santandereanos; y aumentamos el nivel de empleo por la ejecución de proyectos financiados con recursos públicos regionales y nacionales.

En esencia, gestionamos el desarrollo, como era nuestro deber constitucional, pero también le inyectamos nuevos recursos a la economía con la ejecución del presupuesto público.

La diferencia a nuestro favor en el tema de los indicadores de la pobreza frente al promedio nacional es de 15,7 puntos porcentuales. Mientras que en el tema de la miseria, Santander está 7,58 puntos porcentuales mejor que la media del país.

Si bien estos datos asombran al país y se ponen como ejemplo en el escenario internacional cada vez que se habla de avances contra la pobreza, yo no me dejé obnubilar, porque seguimos teniendo bolsones de miseria en muchos municipios de Santander, los que han sido ocultados por los acumulados estadísticos y jalonados hacia arriba por los buenos indicadores sociales de la Zona Metropolitana y Barrancabermeja.


Los cuadros estadísticos no muestran la dolorosa realidad de territorios apartados, donde hombres y mujeres, especialmente campesinos, han sido condenados a vivir en condiciones deplorables. Nuestro trabajo desde la Gobernación fue buscar que ellos tuvieran alternativas y esperanzas y que su pobreza no fuera una condena intergeneracional.

Asisto con regularidad a los foros donde se habla de la pobreza. Y la gente me aplaude por la buena gestión en este tema. Incluso Colombia Líder, una notable Organización de la Sociedad Civil que reúne varias de las más importantes empresas del país, Organizaciones no Gubernamentales e Instituciones de Cooperación Internacional, junto con el Gobierno Nacional y su programa “Juntos”, me premiaron como el Gobernador que mejor gestionó la lucha contra la pobreza. Pero en esos eventos he dejado en claro que efectivamente fuimos exitosos, pero no del todo, porque todavía tenemos a muchos miles de nuestros conciudadanos viviendo en condiciones que atentan contra la dignidad humana.

Puse de mi parte para ayudar a combatir la pobreza. Para mí es un compromiso de vida. Y creo que los resultados fueron positivos, como lo acabo de relacionar, pero no puedo estar conforme con que en Santander sigan existiendo casi 80.000 personas que aguantan hambre varios días de la semana. Me duele también que a pesar de todos los esfuerzos realizados por administraciones pasadas, los que ejecutó la Gobernación que orienté y los que ha hecho durante la última década el gobierno nacional, sigamos teniendo 350.000 santandereanos con muchas de sus necesidades básicas sin resolver, especialmente en lo relacionado con sus ingresos, con la alimentación que ingieren y con la calidad de la vivienda donde residen.

El gran esfuerzo que debemos hacer los colombianos es tratar de vencer la pobreza a una mayor velocidad de como lo hemos hecho en la última década. Es una tarea titánica, pero posible. Ya lo lograron países como Brasil y Chile. Nosotros también podemos, si alcanzamos la paz, mejoramos la distribución de la riqueza, ejecutamos mejor la inversión pública y controlamos la acción de los corruptos.


los muniCipios del milenio. Esta iniciativa de focalizar prioritariamente acciones del gobierno para vencer la pobreza y la miseria, resultó muy interesante, porque fue una apuesta provocadora planteada por el proyecto de los Objetivos del Milenio del PNUD.

Acordamos involucrar en esta estrategia 16 municipios de Santander, escogidos prioritariamente por sus niveles de pobreza y marginalidad. Hacia ellos volcamos una acción conjunta desde diferentes instancias del gobierno en materia de salud, educación, vivienda y saneamiento básico, para intervenir las causas que no les permitían a sus habitantes tener un mejor nivel de vida.

Se compraron ambulancia y equipos, se contrató personal médico y paramédico, se nombraron profesores, se mejoraron centros de salud y escuelas, se habilitaron vías, se construyeron y mejoraron viviendas y pozos sépticos, se financiaron nuevos acueductos y alcantarillados, en fin, se hizo un trabajo mancomunado que evidentemente ayudó a mejorar el bienestar de las familias, cuyos primeros impactos ya se conocieron y se podrán continuar midiendo en el futuro cercano.

Yo estoy agradecido con el acompañamiento técnico de Naciones Unidas, porque gracias a ella atendimos con prontitud y eficiencia unos requerimientos urgentes en un número importante de municipios.

Además de los recursos del gobierno departamental, en varios de estos municipios también hizo presencia el proyecto “Juntos” (ahora “Unidos”) del Gobierno Nacional, que buscó con el cumplimiento de logros básicos, contribuir a que la gente venciera las trampas de la pobreza.

Con el tema de Juntos se presentó una discusión muy profunda en el Gobierno Departamental, debido a que esta estrategia estaba ingresando a los territorios sin concertar con las autoridades locales, lo cual afectaba la gobernabilidad. Una vez aclaramos con la Presidencia de la República este aspecto y acordamos trabajar unificadamente, la instrucción fue adentrarnos a fondo para sacarle el mejor provecho posible al programa, que tiene aspectos muy interesantes, los cuales vistos en su conjunto pueden ayudar a disminuir la pobreza


y a brindarles opciones a las personas. Lo que pedimos fue que la intervención fuera completa y que no se quedara en la aplicación de “pañitos de agua tibia”.

Me impresionó lo que es capaz de desatar para el progreso de una persona la solución de un pequeño obstáculo, como el de tener resuelta su situación militar y contar con la Libreta respectiva. Eso le abre posibilidades de empleo formal, mejoramiento de su estatus social e ingresos más estables para su familia. Otro de los logros en los que se debe seguir insistiendo es en la legalización de la propiedad de las viviendas que son poseídas en terrenos públicos. Ser propietarios para los estratos más pobres se había convertido en una misión imposible por las trabas administrativas y los costos derivados de las tasas, los impuestos y los gastos notariales. Las facilidades que se brindaron en la acción conjunta de “Unidos” y la Gobernación para que la familia pudiera tener una Escritura y un Registro de Instrumentos Públicos, les cambió la vida.

Como estos, son muchos los casos relacionados con los distintos logros de la estrategia presidencial de lucha contra la pobreza, a los que les di la importancia que se merecían y fui un gran defensor de los propósitos que se perseguían, aunque planteé mis críticas cuando ello fue necesario.

Combatiendo la desnutriCión. Una de las consecuencias más dramáticas de la pobreza es la desnutrición de los niños. Recientes estudios revelados por Profamilia, afirman que en Santander hubo avances en el último lustro al lograr que los niños menores de cinco años aumentaran su peso, y que el nivel de desnutrición para este rango de edad bajara al 3,4%, igual que el promedio nacional.

Pero el gran logro, según los estudios, es que Santander tiene una desnutrición crónica en menores de cinco años del 8,6%, mientras que el promedio de Colombia es del 13,2%. Esto quiere decir que cada vez tenemos menos niños con retrasos en la talla para su edad.

La forma como logramos estos buenos resultados, fue con la adopción del programa de alimentación nutricional (PAN), que cobijó prioritariamente a la población menor de cinco años.


Triplicamos el tiempo de lactancia materna de 0,7 a 2,2 meses, acudiendo a la estrategia Instituciones Integrales Amigas de la Madre y la Infancia, con lo que favorecimos no sólo una mejor nutrición, sino el vínculo afectivo entre el niño y su progenitora. La tarea la complementamos con la entrega de antiparasitarios y micronutrientes a niños y niñas menores de cinco años y gestantes.

Les brindamos la oportunidad a 10.000 familias campesinas de aumentar el consumo de nutrientes accediendo a un proyecto de autoabastecimiento alimentario, que permitió disminuir sus niveles de desnutrición y mejorar el ingreso familiar.

Además, nos preocupamos porque las mujeres gestantes pudieran contar con complementos alimenticios que garantizaran que sus hijos no fueran a nacer con bajo peso, tema en el cual también reportamos resultados muy positivos. Tanto el bajo peso al nacer como la desnutrición, son factores que influyen en el desempeño futuro de los niños y pueden ser elementos que pongan en riesgo su vida.

enfrentando la pobreza multidimensional. La pobreza evidentemente no depende sólo del ingreso, aunque esta es una variable esencialísima. En ella inciden muchos otros elementos que se relacionan con la salud, la vivienda, la educación, la equidad, el medio ambiente y los servicios públicos. Por esta razón, avanzamos durante el gobierno en intervenciones sectoriales, que sumadas ayudaron a disminuir la incidencia de la pobreza y la miseria.

Por ejemplo, aplicamos el modelo pedagógico “Yo Sí Puedo” para disminuir los índices de analfabetismo entre la población adulta, con el concurso de profesores cubanos y expertos colombianos. También trabajamos al respecto con la metodología Cafam. A esto le agregamos el fortalecimiento de la educación rural, afianzando la formación para el trabajo con proyectos productivos pertinentes.

Celebramos con satisfacción la erradicación del analfabetismo en Santander, habiendo cometido el error estratégico de no darle la publicidad que merecía tan extraordinaria meta.


Y con la participación de la Iglesia Católica, por medio de sus Obispos y Sacerdotes, con financiación departamental, propiciamos la formación de bachilleres en todos los sectores rurales. Fueron muy entusiastas y motivantes los actos de graduación de centenares de campesinas y campesinos mayores que no pudieron educarse a temprana edad.

Garantizamos el acceso de las familias pobres a un servicio de salud oportuno y de calidad, dotando la red hospitalaria con equipos biomédicos y ambulancias.

Trabajamos en la aprobación de políticas públicas en discapacidad, equidad de género, vivienda, salud y grupos étnicos, con lo cual fue posible focalizar y ejecutar la inversión.

Fue gratificante haber integrado la terna de finalistas como “Gobernador Incluyente”, en el concurso realizado por Colombia Lìder y la Fundación Saldarriaga Concha, en el cual se escogió al Gobernador de Boyacá como ganador, lo cual me causó mucha alegría.

Respaldamos los esfuerzos de los pequeños y medianos productores rurales para que generaran ingresos y empleo. Así mismo, apoyamos a la mujer rural con proyectos de seguridad alimentaria. También gestionamos la titularidad de las tierras para pequeños y medianos productores rurales. Hicimos un gran esfuerzo para mejorar las vías secundarias y terciarias y muchas calles urbanas. Acompañamos en Santander la Red de Protección Social para la Superación de la Pobreza Extrema.

GENErANDO EMPlEO

La condición natural de los santandereanos es que somos emprendedores. Y esa es la razón para que nuestros niveles de desempleo sean bajos (alrededor del 9%). La gente monta su fábrica de zapatos o de dulces, tiene su taller de orfebrería o de muebles, utiliza espacios de su casa para un restaurante o para una tienda. Los habitantes de esta tierra no son dados a salir con una hoja de vida bajo el brazo a buscar trabajo, sino que se las ingenian para obtener ingresos.


Esto es lo que pone a Santander con una tasa de ocupación cercana al 61%, la segunda más alta del país. Los ocupados en el departamento llegan a 980.000 personas, con una tendencia creciente en la última década, de acuerdo con las estadísticas del DANE.

Todas estas circunstancias relacionadas con el emprendimiento de los santandereanos y la generación de entradas económicas por iniciativa propia, nos pone también en un lugar privilegiado en cuanto al ingreso per cápita a nivel nacional. Salvo el caso atípico de Casanare, en los dos últimos años ocupamos el primer lugar en el País, superando a Bogotá.

La Gobernación asumió un papel protagónico para generar empleo con el impulso de proyectos productivos y la inversión pública. Por ejemplo, con la multimillonaria inversión en obras de infraestructura vial y de servicios públicos se generaron alrededor de 80.000 empleos directos de mediana duración, privilegiando especialmente a los habitantes de las regiones donde se efectuaba la intervención gubernamental, evitando la trashumancia laboral. La construcción de la Hidroeléctrica del Rio Sogamoso, la Planta de Hidrotratamiento en la Refinería de Barrancabermeja y sus planes de modernización y la construcción de la Ruta del Sol, han sido, entre varios más, fuente notable de demanda de mano de obra y de ingresos para los santandereanos.

Con la inversión en proyectos de construcción de casas de interés social y el mejoramiento de viviendas, donde se requiere trabajo intensivo, se generaron 31.000 empleos directos. Gracias al apoyo al desarrollo de proyectos productivos agropecuarios y ambientales se garantizaron 21.000 empleos rurales.

También trabajamos en la implementación de un Modelo Integral de Desarrollo Empresarial Sostenible –MIDES–, que articuló proponentes, proveedores y operadores de proyectos para impulsar pequeñas unidades productivas entre poblaciones vulnerables. Los beneficiados fueron alrededor de 1.700 personas y las inversiones superaron los $5.000 millones, recursos asignados por convocatoria pública, donde una de las variables más importantes se relacionaba con la generación de empleos durante el desarrollo del proyecto.


Proporcionamos las condiciones para garantizar la sostenibilidad de 4.000 empleos rurales en la provincia de Vélez durante los cuatro años de mi gobierno, a través del fortalecimiento de las cadenas productivas del turismo rural y de la dulcería basadas en la guayaba y la panela.

Otro aporte dado por el gobierno santandereano para buscar que más gente estuviera ocupada y contara con opciones de un empleo, se concretó en un Plan de Formalización dirigido a 400 empresarios.

MÁS ACCESO A lA SAlUD

La salud en Colombia está en cuidados intensivos. Millones de compatriotas se encuentran desprotegidos o sometidos a un sistema que colapsó por ineficiencia o corrupción de las empresas prestadoras del servicio, el accionar de los carteles de la salud, la mala administración y la crisis económica.

En muchos municipios donde operan los grupos armados ilegales, especialmente paramilitares, los hospitales de la red pública han sido sometidos al desangre de sus recursos. Los dineros han ido a parar a las arcas de esas organizaciones criminales para aumentar su capacidad de daño, o sencillamente para enriquecer a sus comandantes.

Todo esto se ha presentado con la complicidad de algunas autoridades locales o departamentales, que han hecho pactos para protegerse o para conseguir votos, sin importarles lo que ocurre con la salud de las poblaciones y el enorme perjuicio causado a las familias más necesitadas. El saqueo a los recursos de la salud ha provocado igual o mayor proporción de muertes que el mismo conflicto armado interno.

La salud es un tema esencial para los gobiernos territoriales, pero el sistema estructuralmente es manejado desde Bogotá por el Ministerio, lo cual hace que la región no tenga casi ningún tipo de gobernabilidad sobre tales asuntos. A pesar de esta restricción de carácter legal y administrativa, la gente, debido a su desconocimiento, le pide a la Gobernación atención oportuna en los hospitales, más cobertura, mejores medicamentos y servicios no incluidos en el Plan Obligatorio.


Nosotros entendimos desde un principio que nuestra tarea principal era el mejoramiento de la red pública hospitalaria y ahí nos concentramos. También nos impusimos el compromiso de organizar la atención primaria en salud y lo logramos con éxito. Nos ocupamos de programas en favor de las maternas y la vacunación con tal nivel de eficiencia, que recibimos reconocimientos nacionales e internacionales.

Disminuimos la desnutrición entre los niños y adolescentes; bajamos la mortalidad infantil en menores de cinco años; y se fue controlando el índice de mortalidad materna, gracias a una política pública en la que contamos con asesoría internacional y fue una experiencia exitosa, como lo comenté antes, pero lo reitero por su importancia y sus excelentes resultados.

Las autoridades nacionales reconocieron que logramos alcanzar coberturas útiles en vacunación en menores de cinco años, y que hicimos grandes esfuerzos para adquirir biológicos contra el neumococo y el rotavirus, con lo cual contribuimos a evitar la mortalidad por enfermedades diarreicas y respiratorias.

El balance lo complementamos con el fortalecimiento de atención primaria en salud, dado que conformamos equipos provinciales interdisciplinarios integrados cada uno por profesionales en medicina, enfermería, trabajo social, nutrición, salud oral y técnicos en salud ambiental. A esto se agrega que alentamos el trabajo extramural de promoción y prevención con auxiliares de enfermería.

Fue importante también el fortalecimiento de la red de prestación de servicios, dotando a los municipios de ambulancias, equipos biomédicos y remodelando la infraestructura hospitalaria en 60 de los 87 municipios.

Un tema que requirió nuestra atención fue la gestión ante el Ministerio de la Protección Social y el Fosyga para encontrarle soluciones al déficit presupuestal de los hospitales y al pago de las deudas contraidas por las empresas prestadoras de salud.

Otra responsabilidad en la que debimos trabajar fue en enfrentar con determinación el reto de la salud sexual y reproductiva. En este sentido,


pusimos en marcha un programa educativo para la sexualidad y la construcción de ciudadanía, que vinculó a las Instituciones Educativas. En una acción conjunta entre las Secretarías de Salud y Educación se vinculó a los estudiantes a temas sobre los derechos sexuales, la igualdad de género y la sexualidad responsable. Esta iniciativa fue generosamente reconocida por el Ministerio de Educación y el Fondo de Población de Naciones Unidas.

También desarrollamos el programa de Promoción de Derechos y Redes Constructoras de Paz en 77 municipios e implementamos el modelo de servicios amigables para jóvenes y adolescentes en 64 hospitales, capacitando a los funcionarios de salud y atendiendo a casi 200.000 muchachos del régimen subsidiado.

Otros dos temas de salud que arrojaron resultados muy positivos fueron, de una parte, la ampliación de los controles prenatales con lo cual se mejoró la atención del parto y, por la otra, la reducción de la mortalidad por cáncer de cuello uterino en los 87 municipios del Departamento, debido a una detección temprana de la enfermedad.

Aunque podemos dar un parte de éxito en nuestras tareas en salud y asegurar que hicimos más de lo que nos correspondía legalmente, me preocupa que el 10% de los santandereanos no tengan ningún tipo de afiliación y, por lo tanto, estén en condiciones de inferioridad frente al resto de personas que sí tienen un derecho de acceder directamente y sin tantos obstáculos al servicio médico.

Falta mucho por atender en salud, que es un derecho de cada una de las personas, desde la gestación hasta la muerte. El sistema que nos rige es incompleto, injusto, demorado, discriminatorio e ineficiente. Hay vacíos, atropellos, innecesarias intermediaciones y mucha corrupción. El País tiene que “darse la pela” por un nuevo Sistema Nacional de Salud, que sea màs ético y equitativo. Nadie resiste más reformitas ni pañitos de agua tibia.

EDUCACIóN PArA TODOS

Cada vez se hace más difícil mantener a los estudiantes de los grados 10 y 11 en el sistema educativo, especialmente en los municipios más


apartados y con mayor nivel de ruralidad. Existe la tendencia entre estos jóvenes a desertar, porque las condiciones económicas de sus familias los obligan a trabajar. Además, los incentivos para continuar sus estudios son muy pocos, porque la realidad muestra que en esas localidades es improbable la movilidad social con un diploma de bachiller.

Los que quieren seguir estudiando y tienen la expectativa de ingresar a la educación superior, se trasladan hacia municipios más grandes en los que se accede a una formación de mejor calidad, y eso es lo que genera un proceso migratorio que a veces sólo involucra al estudiante y en otras ocasiones a toda la familia.

Desde la Gobernación hicimos esfuerzos para que la cobertura en el ciclo de educación media siguiera ascendiendo y la deserción continuara bajando. El resultado que obtuvimos fue un avance muy lento, pues pasamos de una cobertura del 75% al 78% en los cuatro años, que de todas maneras fue una situación mejor frente a lo que ocurrió en la mayor parte de los Departamentos, donde el mencionado indicador se deterioró. Este avance fue posible gracias a un esfuerzo conjunto con las instituciones de educación superior y el Servicio Nacional de Aprendizaje, ofertando programas atractivos para los jóvenes y facilitando el camino para que ellos, una vez terminaran el bachillerato, pudieran continuar sus estudios en el mismo municipio.

Una de esas innovaciones en la oferta se relacionó con la educación media rural, en la que se involucraron alrededor de 90 centros educativos ubicados en veredas apartadas, gracias a lo cual se abrieron los grados 10 y 11.

Para los jóvenes también lanzamos el proyecto de Inglés y Virtualidad, que mejoró sus competencias comunicacionales en una segunda lengua, utilizando la formación en línea y aprovechando al máximo las tecnologías de información. Para esto debimos hacer un gran esfuerzo económico con recursos propios, dado que no nos permitieron el uso de dineros provenientes de regalías.

Combinamos todas las formas posibles para que los estudiantes permanecieran en los colegios. Acondicionamos mejores ambientes


para el aprendizaje, dotando las aulas de computadores, laboratorios de física, química y ciencias naturales. Se ampliaron las bibliotecas y se construyeron aulas para el desarrollo de competencias laborales y tecnológicas. Se entregaron a los estudiantes útiles escolares y se les ofreció transporte gratuito y refrigerios.

El Ministerio de Educación Nacional informó que nuestras tasas brutas de cobertura en la educación básica fueron universales, o sea, que la oferta cobijó a todos quienes estaban en edad de estudiar. El propósito que esbozamos sin descanso durante los cuatro años de gobierno, fue que ningún niño se debía quedar por fuera de las aulas.

A este respecto tuvimos un encontrón fuerte con algunos funcionarios del Ministerio de Educación, porque insistían en que sólo podría haber maestro donde se tuvieran como mínimo cinco niños para educar. Con la Secretaria de Educación insistimos en que habría maestro en donde hubiese así fuera solo un niño, y lo cumplimos. En Zapatoca, por ejemplo, nos hicieron un emocionante elogio público porque sostuvimos escuela y maestra en un apartado lugar rural donde únicamente había un niño estudiante.

Sin embargo, estas altas tasas brutas departamentales ocultan la realidad de pequeños municipios santandereanos, donde la cobertura neta en educación básica es baja, debido a la deserción o la inexistencia de oferta institucional de ciertos cursos; problemas de acceso de los estudiantes a las instalaciones de escuelas y colegios; y familias que no son capaces de garantizar que sus hijos continúen en la educación, a pesar de los programas de gratuidad.

En nuestro gobierno también aumentamos la cobertura en transición. La recibimos en 60,6% y la entregamos en 69,5%. Los esfuerzos en este sentido deben continuar, buscando incrementar el número de años de educación preescolar ofertados por el Estado. Esto ayudaría a cerrar la brecha existente entre los sistemas público y privado, pues mientras en aquel se brinda la posibilidad de un solo año, en este por lo menos se ofrecen tres años, con lo cual las oportunidades de los primeros de mejorar la calidad de su formación es ostensiblemente menor que la de los segundos.


La educación es un vehículo sólido para superar la pobreza y ascender socialmente, en la medida en que los conocimientos que se transmitan sean de buena calidad. Basados en esta premisa lanzamos un Plan de Calidad Educativa que fue premiado por el Ministerio de Educación y que se tradujo en transformación de procesos escolares; mayor compromiso y responsabilidad de los docentes; dotación y apropiación de las tecnologías de la información y las comunicaciones; y mayor dedicación de los estudiantes en el cumplimiento de sus labores.

La distinción de ser los primeros en calidad educativa pública en Colombia, que entregó personalmente el presidente Uribe a la Secretaria de Educación y las constantes y públicas referencias a este respecto del Ministerio de Educación, indican que en este aspecto siempre transitamos por el camino correcto.

Arriba mencionaba el programa de formación en inglés como un aporte a la calidad de la educación santandereana. Capacitamos a 283 profesores, de los cuales la mitad obtuvo certificaciones de alta calidad para el manejo de aulas virtuales. Se vincularon 26.000 estudiantes de 20 municipios pertenecientes a 103 instituciones educativas, de los que 11.000 aproximadamente obtuvieron el mayor nivel. Cada participante en este proceso tuvo acceso a tecnologías avanzadas en el aprendizaje del inglés. Se estimuló y financió al mejor docente de cada municipio para que realizara una pasantía en Weston - La Florida en Estados Unidos, para fortalecer su didáctica.

Con Rosita y nuestro equipo de gobierno siempre estuvimos orgullosos de este programa que adelantamos con la Universidad Pública Abierta y a Distancia –UNAD– sede de La Florida en Estados Unidos, institución pública con la que quedamos inmensamente agradecidos, especialmente por el compromiso demostrado por el Rector en Colombia, la Directora de la sede internacional y todos los funcionarios que con devoción participaron en tan extraordinario programa, cuyos alcances sociales son inéditos.

eduCaCión superior. Desde la Gobernación ayudamos a las Universidades e Instituciones Públicas de Educación Superior, para


que mejoraran su competitividad y le aportaran más elementos de desarrollo a la región. En este sentido, trabajamos de la mano con la Universidad Industrial de Santander, el Instituto Universitario de la Paz y las Unidades Tecnológicas de Santander. Las inversiones que realizamos superaron los $ 55.000 millones.

A la UIS el gobierno departamental que presidí le duplicó los aportes que tradicionalmente le venía haciendo, para que impulsara el Parque Tecnológico de Guatiguará; igualara mediante subsidios el valor de las matrículas de los estudiantes de las sedes regionales con las que pagan los estudiantes de Bucaramanga; y mejorara las instalaciones en Barrancabermeja, Socorro, Barbosa y Málaga.

También hicimos inversiones para mejorar la infraestructura de Unipaz y atender sus dificultades económicas y administrativas más apremiantes.

OFrECIENDO ESPACIOS DE CUlTUrA Y DEPOrTE

Debo confesar que inicialmente no le puse toda la atención necesaria al tema deportivo y me confundieron las expectativas de la gente sobre el asunto cultural. Sin embargo, con el devenir del gobierno, se fueron ajustando estos dos temas, especialmente en lo relacionado con el deporte y la recreación, en el que ejecutamos el programa Santander en Movimiento, considerado un modelo nacional en procesos de actividad física y que fue avalado por Coldeportes, el cual congregó la participación de más de medio millón de personas en los dos años finales de la administración.

Impulsamos también el programa Santander Extremo, donde se articularon el turismo, el deporte y el esparcimiento. Fue un éxito sin antecedentes en el país. Además, se respaldó la participación del departamento en los Juegos Nacionales Intercolegiados, luego de unas jornadas municipales y departamentales de clasificación, donde tomaron parte alrededor de cien mil estudiantes.

A nivel de deporte asociado, se les brindó respaldo total a 34 ligas convencionales y 3 paralímpicas. Se cosechó gran cantidad de medallas por parte de los deportistas santandereanos en trece modalidades,


como parte de su preparación para los Juegos Nacionales. Incluso, en disciplinas como judo y pesas clasificaron representantes a los Juegos Olímpicos de Londres.

Se apropiaron y ejecutaron los recursos para la construcción del Patinódromo del Socorro y el Centro Cultural y Deportivo de Simacota. Se adecuó el Coliseo Cubierto de Barrancabermeja y se reconstruyó el complejo acuático de la unidad deportiva Alfonso López de Bucaramanga, ciudad en la cual también se intervino el Coliseo de baloncesto “Vicente Díaz”. En Floridablanca se financió la construcción de un Centro Cultural y Deportivo. En Aratoca, Sucre, Chima y otros municipios se construyeron coliseos deportivos y en Sabana de Torres, Puerto Parra, Albania, San Gil, Cimitarra y Landázuri se apropiaron sumas importantes para terminar o mejorar escenarios. Docenas de canchas se hicieron con recursos de la Gobernación.

Se remodeló la emblemática cancha Marte de Bucaramanga, con gramilla sintética e iluminación, lo que mereció el aplauso de la juventud y los hinchas del futbol. Los cronistas deportivos elogiaron sin excepción esta magnífica obra.

En compañía de la Alcaldía de Bucaramanga se construyó y puso en funcionamiento el moderno Coliseo Bicentenario, que se inauguró para el Campeonato Mundial de Microfútbol en el que Colombia quedó campeón.

Se comenzó la construcción del nuevo Estadio de futbol de Barrancabermeja, con una apropiación de $33.000 millones de la Gobernación y el compromiso municipal de aportar $10.000 millones.

A todo esto se le sumaron $9.000 millones en la remodelación y adecuación de otros 23 escenarios deportivos, sin contar los que se construyeron o mejoraron en los establecimientos educativos de todo el departamento.

La intervención en los temas de deporte y recreación llevó a que se triplicara el presupuesto tradicional que manejó Indersantander, incorporando nuevos procedimientos administrativos y financieros para las ligas deportivas, mejorando la infraestructura existente y


poniendo al servicio de los deportistas muchos adelantos científicos y tecnológicos.

En el campo Cultural, el gran evento fue la organización y celebración del Bicentenario de la Independencia. Se le rindió de esta manera tributo a los Comuneros, recordando el papel trascendental de Santander en las jornadas libertarias de la patria.

Hubo una gran contribución, desde el gobierno departamental, a la realización de eventos culturales tradicionales relacionados con festivales musicales tan importantes como los de Piano, Tiple y Canción Inédita; o aquellos de teatro y literatura, de extraordinaria calidad y gran acogida ciudadana. Incluso, se fue más allá y se impulsaron las escuelas de formación para niños y jóvenes, con el fin de dar un salto cualitativo en las artes y las expresiones culturales del departamento.

En todos los municipios de Santander se patrocinaron festivales artísticos, presentaciones culturales y actividades de esparcimiento alrededor de la música, el baile y el folklor y se financiaron concursos, exposiciones y encuentros de artistas, escritores, gestores culturales, maestros y promotores que hicieron gala de ingenio y creatividad.

Acontecimiento especial fue el concurso de las Becas Bicentenario, como forma de estimular la creatividad de las artes, el cine, la literatura, la poesía, el teatro y diversas formas de expresión cultural en Santander. Fue tan notable su éxito que la ciudadanía solicitó que se instituyera de manera permanente, lo que se hizo por medio de una Ordenanza que aprobó la Asamblea a instancia del gobierno departamental. El segundo concurso se cumplió en 2011.

También fue novedosa la creación de los Patrimonios Vivientes, un reconocimiento a las expresiones artísticas, culturales y artesanales que identifican tradiciones y labores que representan auténticamente el sentir de la raza. Se premiaron en vida a cantantes, bailarines, declamadores, cocineras, tiplistas, pintores, juglares y personajes que son motivo de admiración y aplauso en las diferentes comunidades santandereanas y se han erigido como auténticos patrimonios de la santandereanidad.


Tomando el sentido de esta modalidad, me fue grato condecorar con el máximo reconocimiento santandereano al entonces Gobernador de Nariño, Antonio Navarro Wolf, como Patrimonio Viviente de Convivencia Nacional.

Cultivar el cuerpo y el espíritu es muy importante para los niños y los jóvenes, quienes luego de tener en sus manos una guitarra o un balón, seguramente nunca portarán un arma. El deporte y la cultura son una contribución a la paz del país y a la formación de gente más libre, más apta y más responsable.

VIVIENDA DIGNA

Uno de los temas que más preocupación despertó en el gobierno departamental fue el de la vivienda. El déficit habitacional es crítico y la esperanza de superarlo está lejana, debido esencialmente a la falta de recursos económicos.

En Santander se requieren 60.000 viviendas nuevas, que podrían tener un costo de $2,4 billones. El déficit de viviendas por problemas de calidad supera las 100.000 unidades y la solución definitiva podría requerir inversiones por $1,3 billones. Estas son cifras impensables para el gobierno departamental.

En las ciudades y los centros poblados el déficit tiene que ver esencialmente con cantidades, mientras que en las zonas rurales resalta la mala calidad de las viviendas.

Nuestra intervención frente al tema de la vivienda quedó consignada en la política pública que la Gobernación construyó con el respaldo técnico del PNUD. En ella planteamos la necesidad de habilitar suelo urbano, dado que uno de los obstáculos principales para que no se estuvieran ofertando alternativas de vivienda social o prioritaria era la escasez y los altos costos de la tierra.

Con esta perspectiva aprobamos trabajar en el Macroproyecto “Pienta”, cuyo nombre es un homenaje a los valientes santandereanos que el 4 de Agosto de 1819 impidieron que las tropas españolas provenientes del Socorro llegaran a Boyacá para reforzar los batallones


contra los cuales luchaban los patriotas al mando de Bolívar y Santander. Fue una cruenta batalla que se libró a orillas del rio “Pienta” en Charalá, gracias a la cual nuestros próceres pudieron triunfar el 7 de Agosto en el Puente de Boyacá.

Los terrenos están ubicados en Piedecuesta, donde se podrán construir alrededor de 39.000 viviendas en los próximos diez años, con lo que se disminuirá en cerca de un 40% el déficit actual de la zona metropolitana. De todas estas viviendas, cerca de 19.000 serán para las poblaciones más pobres y desplazadas.

Este macroproyecto fue aprobado sobre un terreno de 350 hectáreas y está en capacidad de albergar 160.000 personas. Se tuvo en cuenta en los diseños, financiados por la Corporación Andina de Fomento –CAF–, que el urbanismo contara con parques recreacionales, colegios, hospital, zona comercial, protección de recursos hídricos y espacios ambientales.

Cuando entregué el mandato ya se había avanzado bastante en todos los aspectos preliminares que son esenciales para la ejecución de la Ciudadela. Los propietarios de más de 120 hectáreas habían dispuesto vincular sus terrenos a la ejecución de tan importante complejo habitacional y con los otros se continuaba la negociación. El Gobierno Nacional acogió el proyecto y lo incluyó en sus planes de vivienda. Para entonces el Ministerio respectivo había anunciado la apropiación de $12.000 millones para subsidiar las primeras 1.000 viviendas de interés social y con la presentación de los documentos y estudios requeridos se adelantaban los trámites para la adopción técnica del macroproyecto.

Aprovechando una de las conversaciones que tuve con el gobernador electo, Richard Aguilar, me atreví a sugerirle que continuara con empeño este propósito, sin duda el más importante, necesario y de más alta dimensión social del Departamento, en el que su administración encontrará grandes satisfacciones y el mayor aplauso y reconocimiento de todos los santandereanos.

Además de este macroproyecto, se plantearon soluciones relacionadas con el apoyo a iniciativas de construcción de viviendas


que emprenden las alcaldías y las organizaciones populares. También trabajamos en un modelo de mejoramiento de las casas rurales, integrado el saneamiento básico y aplicando los conceptos de vivienda saludable, para tratar de eliminar las fuentes de reproducción de enfermedades transmitidas por vectores.

En materia de mejoramiento de viviendas, ejecutamos una operación conjunta con las alcaldías municipales y las familias ocupantes del predio, gracias a lo que pudimos cuadruplicar la meta señalada en el Plan de Desarrollo.

Nuestras gestiones en materia habitacional siempre estuvieron acompañadas por el esfuerzo municipal y en ocasiones por recursos del entonces Ministerio de Vivienda, Ambiente y Desarrollo Territorial, buscando hacer los cierres financieros. En la parte técnica se firmaron convenios de cooperación con las cajas de compensación familiar, que ayudaron a viabilizar los proyectos y a asignar mejor los subsidios. La tarea también tuvo que ver con programas de reubicación y reasentamientos en diferentes municipios.

Sin embargo, gran parte de los esfuerzos que realizamos se vieron afectados por la ola invernal, que destruyó 1.541 casas y averió 5.086 más entre los años 2010 y 2011. La lluvia actuó en contra de nuestros buenos resultados en esta materia. Será necesario darle un nuevo impulso a la política pública de vivienda, y junto con el gobierno nacional definir nuevos proyectos y asignarle más recursos para que se puedan concretar los cierres financieros y la gente que perdió sus habitaciones las recupere.

Magnífica noticia fue el anuncio del presidente Santos sobre la construcción de cien mil viviendas para entregar sin costo alguno a los pobres más pobres del país, de las cuales, sin duda, un número considerable será adjudicado en Santander.

PrOMOVIENDO UN CAMPO MÁS FUErTE

Ha dicho el Informe Nacional de Desarrollo Humano que Colombia1 es más rural de lo que se ha creído tradicionalmente, y que la mayor

1 Documento elaborado por PNUD Colombia en 2011.


parte de los municipios del país tienen unas relaciones esencialmente agrarias. Y a pesar de esta realidad, el campo está abandonado. Una razón para que esto ocurra es que allí se ha librado una guerra tenaz desde hace medio siglo, creando condiciones poco propicias para la inversión privada y pública, y dejando amplios sectores sin la posibilidad de acceder a los servicios públicos y sociales y sin vías de comunicación adecuadas.

Como consecuencia de la violencia y la creciente pobreza, se ha entronizado en la economía agraria el concepto de microfundio, o sea, una extensión de tierra muy pequeña que no ofrece las condiciones mínimas básicas para ser productiva. Amplias regiones del país están afectadas por este fenómeno, que es un indicador de pobreza rural y que además pone sobre la mesa una realidad aterradora: la concentración de la propiedad de la tierra. Dicho de manera más directa, los ricos aumentan el número de hectáreas en su poder y los pobres quedan cada vez más arrinconados geográficamente. Los estudiosos de este problema afirman que el microfundio es en buena medida consecuencia del latifundio, verdad de Perogrullo.

A mí me queda claro que la estructura de la propiedad de la tierra es el origen de parte de la violencia en Colombia, porque nunca fuimos capaces de hacer una reforma agraria sostenible, debido a los grandes intereses económicos que siempre se opusieron. A esto se agrega la expansión territorial de los guerrilleros, paramilitares y empresarios, quienes fueron llevando a grandes masas campesinas a los sitios más alejados y abandonados, lo que les impide salir de la pobreza.

Las políticas públicas nacionales han ido enfrentando el abandono del campo de manera muy parcial y la mayoría de los recursos económicos que se destinan para atender este sector están orientados sustancialmente hacia los empresarios rurales. El presupuesto para programas de asistencia técnica y fortalecimiento de la producción de los pequeños campesinos es muy reducido. Son muy pocos los proyectos que han desembocado exitosamente en el bienestar de las familias campesinas. La mayoría de iniciativas se anuncian de forma


rimbombante pero sus resultados son tan pobres como la población a la que pretenden atender.

Los campesinos con quienes tuve la ocasión de reunirme constantemente siendo Gobernador de Santander, reclamaban del Estado mayores subsidios focalizados, más acceso al crédito, políticas de comercialización y asistencia técnica especializada. Ellos agradecían los programas asistencialistas, pero pedían un espacio en la economía del país con modelos distintos al de Agro Ingreso Seguro, que representó una frustración enorme, pues demostró la ausencia de una política justa y bien planificada.

Ante un panorama tan poco halagador, los jóvenes campesinos emigran hacia los centros urbanos buscando nuevos espacios para mejorar sus condiciones de vida. Ellos llegan a las ciudades con el sueño de estudiar, trabajar y acceder a la oferta de modernidad, pero la dura realidad es que casi nunca lo alcanzan plenamente y terminan atrapados por la pobreza urbana. Con su salida, dejan las actividades productivas del sector primario en manos de personas que no tienen el conocimiento ni el deseo ni los arrestos físicos para generar innovaciones o nuevos emprendimientos, en caso de que estos fueran promocionados.

Las inversiones privadas que se realizan en modernización e industrialización de los cultivos y la ganadería en los territorios rurales, en general, estas iniciativas no son intensivas en requerimientos de mano de obra, lo cual conduce a lo que ya sabemos: el desempleo en el campo es muy superior al de las zonas urbanas.

La experiencia también me indica que un factor determinante para el abandono rural, es que los campesinos representan una fuerza electoral cada vez menor y, por lo tanto, este segmento poblacional no despierta tanto interés entre quienes definen la inversión del Estado, ya que en términos pragmáticos, infortunadamente, es preferible priorizar los recursos en las concentraciones urbanas que ofrecen mejores réditos políticos. Así, con toda su carga de injusticia, es la real politik.

La naturaleza tampoco ha sido benigna con las poblaciones rurales. Los efectos destructores de los episodios ambientales extremos que


vienen azotando cíclicamente al país, han afectado principalmente a las familias campesinas, acabando con sus cultivos y animales, y dañando sus viviendas, además de la pérdida de muchas vidas humanas. Es una situación dramática que no encuentra soluciones plenas y oportunas en la inversión del Estado.

A toda esta lamentable situación del campo, se unen ahora los inevitables Tratados Comerciales, que no sólo atraparán a los pequeños campesinos y a los trabajadores agrarios en la más absoluta pobreza, sino que también perjudicará a algunos inversionistas, quienes no tendrán capacidad de competir con los productos subsidiados procedentes de Estados Unidos y Europa, y requerirán la ayuda directa del Estado para no desaparecer.

Desde las gobernaciones y alcaldías se ejecutan proyectos y se tratan de adelantar programas en favor del campo, pero la dimensión de sus problemas es tan grande y la estrechez financiera de los territorios es tan crítica, que no se alcanzan a mover significativamente los indicadores de pobreza y productividad. Y eso es frustrante. Por ejemplo, en mi gobierno quintuplicamos el presupuesto para el sector agropecuario en Santander, llegando a cifras que nunca se habían visto en el Departamento, superiores a $40.000 millones de inversión, y de todas maneras no se notó.

Estos cometidos territoriales requieren el acompañamiento del gobierno nacional, porque la crisis rural es posible superarla siempre y cuando exista una política de Estado de largo plazo, con presupuestos adecuados para recuperar la productividad de las tierras, mejorar las infraestructuras y contener la migración de la mano de obra más joven y preparada. Si esto sucede, Colombia podrá autoabastecerse de alimentos y enfrentar con relativo éxito los Tratados de Libre Comercio que se han firmado con muchos países del mundo.

Un primer paso para dinamizar el campo bien puede ser la aplicación de la Ley de Tierras, que pretende recuperar los bienes y entregárselos a sus verdaderos propietarios, quienes habían sido despojados de ellos. El gobierno del presidente Santos se atrevió a


dar un paso histórico y revolucionario en la tenencia de la tierra en Colombia con la expedición de la Ley, pero no es una tarea fácil, dado que hay sectores que aspiran a que este proceso fracase y se mantenga el statu quo en amplias regiones del país azotadas por la violencia. Por ello es esencial rodear de completa solidaridad al Presidente.

Si se respeta la propiedad de la tierra, podría haber más inversión en el campo, subsidios mejor aplicados, oferta más amplia y oportuna de servicios sociales y públicos, organizaciones campesinas fuertes y disminución de los hechos de violencia. El campo sería competitivo y la gente que vive allí lo haría en condiciones de bienestar.

Revisando nuestra experiencia de gobierno en Santander, lo primero es destacar que este Departamento tiene una gran importancia a nivel nacional en materia agropecuaria; sin embargo, este renglón ocupa una posición secundaria frente a la industria, el comercio, los servicios, el transporte, la construcción y la minería en la formación de la riqueza local.

La producción en el campo santandereano es generadora de empleo especialmente en los sectores avícola, tabacalero, palmicultor y cacaotero. Pero con preocupación advertimos que la actividad cafetera viene disminuyendo su producción y su importancia en la economía departamental, con efectos gravísimos para miles de familias que siempre han derivado su sustento de este grano.

Nuestro gobierno fue consciente desde un principio que debíamos ofertar programas y proyectos para mejorar la producción de los campesinos y tratar de aumentar su bienestar. En ese sentido promovimos entre las familias del campo la ejecución de modelos semiintensivos de producción de ganado; manufactura de cigarrillos puros; apoyo a cadenas productivas de fique; construcción de invernaderos con riego; y, funcionamiento de unidades piscícolas. También aportamos para cofinanciar distritos de riego con el Ministerio de Agricultura.

Con las familias rurales avanzamos en proyectos para garantizar su seguridad alimentaria y fomentamos, paralelamente, cultivos de


tardío rendimiento como caucho natural, palma de aceite, cacao y frutales, así como asistencia a la producción pecuaria, mejoramiento genético y renovación de praderas.

En cacao ayudamos considerablemente, especialmente para renovación. Y se terminó la construcción, en una acción conjunta con el SENA, de una planta piloto para la transformación de cacao fino y producción de chocolatería, con el fin de enseñar modernas formas de agregar valor a este fruto, del cual Santander sigue siendo el primer productor nacional. Los cacaoteros sufren constantemente los altibajos del precio, que pone a la agroindustria en dificultades, por lo cual es de buen recibo que el gobierno que me sucedió esté apoyando prioritariamente este sector.

Además de la gestión directa con los campesinos, también respaldamos proyectos industriales como la capitalización de Ferticol para poner a funcionar la planta de amoniaco. Aportamos dinero al Fondo Agropecuario de Garantías para apalancar los créditos ante el sector financiero. Ayudamos en la legalización y titulación de cerca de 1.400 terrenos baldíos. Dimos todo el respaldo que estuvo a nuestro alcance para apoyar la comercialización agropecuaria a través de ferias, misiones comerciales y empresariales y ruedas de negocios.

En Santander, por fortuna, hay un sector agropecuario industrializado y fuerte. Sin embargo, la mayoría de los campesinos tienen una producción de sobrevivencia y su calidad de vida es bastante precaria. Todos los estudios, especialmente los que se hacen sobre ruralidad, muestran que las familias del campo tienen los peores indicadores de calidad de vida y las menores opciones de alcanzar un desarrollo humano pleno.

Nuestro accionar desde la Gobernación se orientó a tratar de que los campesinos no salieran de sus territorios, que los que se habían ido regresaran allí y fortalecieran su trabajo de provisión de alimentos y aprovecharan las potencialidades del campo.

Los esfuerzos que hicimos, adicionales al respaldo de sus actividades productivas, tuvieron que ver con la ampliación de las


coberturas en educación y salud para los campesinos; se mejoró la infraestructura de vías para que la gente pudiera llegar a las cabeceras municipales; y se aplicaron planes de seguridad, que evitaron que siguieran presentándose desplazamientos y masacres de las familias que viven en el campo. Hicimos lo que estaba a nuestro alcance por fortalecer la economía y la convivencia campesina.

Sin embargo, debo reconocer que los dirigentes colombianos fracasamos frente a la sociedad rural. Hemos permitido que millones de familias se sigan sumiendo en la miseria y la desesperanza, sin que se adopten verdaderas políticas de redención. Todo lo que hemos hecho son paños de agua tibia para una situación que exige una intervención de fondo. Este contacto con la realidad de los campesinos santandereanos fortaleció mi teoría de que no será posible construir la paz de Colombia si permanece una cuarta parte de compatriotas viviendo en condiciones infrahumanas en las zonas rurales.

PrOTEGIENDO El MEDIO AMBIENTE

En el ejercicio de la política es importante enviar mensajes simbólicos, que en ocasiones son más contundentes que las proclamas, de los cuales la gente se apropia e influyen definitivamente en su comportamiento.

En la campaña electoral yo hablé de que era necesario promover el desarrollo sostenible y para que los ciudadanos supieran que estaba hablando en serio, me posesioné como Gobernador en un Corregimiento que queda en el Páramo de Berlín, el cual forma parte del gran complejo denominado Páramo de Santurbán, sitio aquel que tiene varias características: colinda con el departamento de Norte de Santander, sobre el que había dicho que era esencial para formar una gran alianza regional; al frente pasa la carretera que une Bucaramanga con Cúcuta, uno de los grandes propósitos programáticos de la campaña; desde el lugar se divisa todo el departamento de Santander, lo que indicaba nuestro interés de gobernar para todas las personas y todas las regiones; y forma parte del municipio de Tona, donde hice mi judicatura y con el que tengo una relación de cuarenta y cinco


años de lealtad y de solidaridad. El mensaje, además, se refería a la descentralización y a la inclusión.

Lo más simpático de esto fue que debí librar una batalla jurídica para que me dejaran posesionar en un lugar distinto a la capital del Departamento. Me decían que no era posible, pero nadie me daba una explicación legal. Insistí en que me podía posesionar en cualquier sitio de Santander ante una autoridad competente, porque yo era el Gobernador de todo el territorio y no de un pedacito. Al final tomé juramento en el mencionado Corregimiento de Berlín y quedó claro que tenía un compromiso con el medio ambiente.

Es oportuno recordar que durante la Asamblea Nacional Constituyente discutimos con gran ahínco sobre la necesidad de proteger los recursos naturales y promover el desarrollo sustentable. En este sentido, la Constitución que se promulgó en 1991 es bastante ecológica. Con base en estos mandamientos, durante la campaña para la Gobernación asumí el compromiso de evitar que se afectaran los ecosistemas y anuncié que buscaría que el Departamento pudiera contar con una red institucional y social que ayudara en la defensa de la naturaleza.

Mi experiencia y mi teoría es que sí es posible que convivan los activos naturales con el desarrollo económico. Porque si esto no se logra, puede ocurrir que se produzca una acción depredadora que afecte sustancialmente la oferta hídrica y la cobertura boscosa; o que no sea posible ejecutar ninguna actividad productiva. Ambas situaciones son preocupantes y desencadenarían en un atraso mayúsculo del territorio.

Dijimos en el debate electoral y lo cumplimos en el gobierno, que si llegara a existir un conflicto en el cual una iniciativa productiva afectaba los recursos naturales y no había ninguna posibilidad de solución, entonces adoptaríamos el in dubio pro ambiente, sin que nos temblara la mano.

Santander es un departamento rico en materia ambiental. Tiene gran cantidad de bosques y mucha agua. Su diversidad biológica es reconocida nacionalmente. Esto significó que debimos emprender una acción contundente en defensa de los activos naturales.


el Caso de la greystar. La Greystar es una empresa minera que venía trabajando en Santander desde antes del año 2000. Su intención era explotar el oro que se encuentra en los municipios de Vetas y California. Desde hace 150 años se sabe que allí está este mineral.

La Compañía minera obtuvo licencias entregadas por el gobierno o compradas a otros propietarios, con el fin de hacer las explotaciones auríferas. Una vez fui elegido Gobernador, directivos de la Greystar me invitaron a conocer el proyecto. Visité la zona y advertí las dificultades que tendrían debido a que las explotaciones se iban a realizar en pleno páramo. Y en efecto, poco después se levantó una polvareda por la posibilidad de que se autorizara la explotación de oro en un páramo ubicado a 3.700 metros de altura sobre el nivel medio del mar.

Las críticas iniciales se basaron en que se utilizaría mercurio y cianuro en la extracción del oro, lo que contaminaría las fuentes de agua, afectando la zona metropolitana que abastecen sus acueductos de este líquido. Luego las críticas se complementaron con el hecho de que la Greystar no había presentado un plan de manejo ambiental apropiado. Posteriormente, los cuestionamientos se dirigieron a un asunto mucho más profundo: que no es dable legalmente adelantar explotaciones mineras en los páramos y en áreas protegidas.

En medio de esta discusión reiteré mi posición, en el sentido de que defendía el desarrollo sostenible, o sea, la coexistencia entre la protección ambiental y el crecimiento de la economía, pero si surgían conflictos que pudieran afectar el equilibrio ambiental, prefería una visión protectora antes que una razón económica.

La Gobernación asistió a la audiencia pública convocada por el Ministerio del Medio Ambiente para dilucidar si era conveniente o no otorgar a la Greystar el permiso para la explotación minera y nos opusimos. Mis argumentos no fueron esencialmente técnicos, porque estos se pueden caer con otra argumentación técnica más sólida, sino planteamientos legales y constitucionales. Dije que no era posible otorgar una licencia para explotar oro en un sitio ambientalmente estratégico que podía afectar el derecho colectivo del acceso al agua.


Además alegué que existe una norma superior en el sentido de que no se puede permitir la contaminación de los activos ambientales, pues prevalece el derecho a un entorno natural sano. Al final, la Greystar terminó retirando su solicitud de licencia.

Para garantizar que en el futuro no se presentaran intervenciones mineras ni explotaciones contaminantes en Santurbán, se acordó entre los departamentos de Santander y Norte de Santander trabajar en la declaratoria de este sitio como área protegida. Los de Norte ya lo hicieron y le dieron vida a un parque natural. Por su lado, la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga se comprometió con la formulación de un plan de manejo ambiental del Páramo de Berlín y el estudio para declararlo también como parque natural.

Luego de este conflicto ambiental que se presentó en Santurbán, la Greystar se liquidó y dio origen a una nueva empresa denominada “Eco-oro”, con nuevos socios y otros directivos. Ella anunció que insistirá en presentar otro proyecto para hacer la explotación de forma subterránea y no a cielo abierto, y que no intervendrá la zona de páramo. No obstante, se han vuelto a prender las alarmas de la comunidad, porque los temas de fondo son evitar la contaminación del agua y defender un santuario ambiental.

Pero una cosa es cierta: en el Páramo está el oro y su valor se ha multiplicado por cuatro en los mercados internacionales. De ahí el inmenso interés de arrancarle a la tierra este metal. Distintas empresas formales, organizaciones ilegales o mineros clandestinos buscarán la forma de sacarlo y de negociarlo, lo que obliga a serios, profundos y objetivos análisis. Como en el dicho, toca abrir el ojo.

Proteger la naturaleza no es contra nadie sino a favor de la gente y de la vida. Por eso la lucha por Santurbán no fue contra Greystar ni será contra ninguna otra empresa minera; es por el bienestar de la gente, que debe gozar de un ambiente sano y tener garantizado el acceso a agua pura.

las autoridades ambientales. En Santander funcionan tres Corporaciones Autónomas: la de la Meseta de Bucaramanga, la CAR


y Cormagdalena. Las dos primeras son autoridades ambientales a nivel departamental. La otra tiene la fundamental misión de lograr la recuperación integral del Rio Magdalena. La coexistencia de estas tres Entidades ofrece muchas inquietudes.

El problema que surge no es la congestión administrativa, en un mismo territorio, de entidades tomando decisiones sobre la protección de los recursos naturales, sino el divorcio existente entre ellas, los gobiernos municipales y el gobierno departamental. Si bien el Gobernador tiene asiento en las Corporaciones y preside el Consejo Directivo, su nivel de incidencia en las decisiones es mínimo. Lo mismo pasa con los Municipios. El verdadero poder, por disposición de la ley, reside en la Dirección.

El Consejo Directivo conoce los temas gruesos de política ambiental en el territorio, pero la autoridad de cómo se hace la ejecución está en la Dirección de la Corporación Autónoma y en muchas ocasiones no se logran tender los puentes necesarios para que las propuestas de solución a los problemas ambientales definidos en el Plan de Desarrollo del Departamento puedan tener la necesaria complementariedad con los planes de acción de las CAR.

Frente a este divorcio hay que involucrar más a otros actores regionales en las decisiones de las Corporaciones Autónomas. Los municipios, por ejemplo, deben tener una mayor participación en la definición de la inversión para su territorio.

Los gobernadores deberían ser más protagonistas en las CAR, para lograr, por ejemplo, juntar esfuerzos técnicos y financieros y no atomizar la inversión, especialmente en momentos en los que los efectos dañinos del extenso invierno no se han podido superar y cuando surge la amenaza de una sequía por la presencia del ”fenómeno del Niño”.

No digo lo anterior porque haya tenido problemas o diferencias con los directores de la CDMB o la CAS. Al contrario, las relaciones fueron fluidas y muy cordiales y siempre tuve la oportunidad de conversar directamente a propósito de situaciones que debían manejarse por fuera de la competencia del Consejo Directivo. Tanto la Directora


de la CDMB como el Director de la CAS tuvieron en cuenta mis apreciaciones en distintas oportunidades y en otras consultaron la opinión del gobierno departamental sobre asuntos de su competencia. Pero en diferentes ocasiones escuché a algunos colegas mencionar las contradicciones y dificultades que les tocaba afrontar en sus jurisdicciones sobre el mencionado aspecto. Sería muy importante que los Gobernadores tuvieran más capacidad de intervenir en asuntos relativos al medio ambiente, en el territorio que gobiernan.

Debo decir que cuando a nivel nacional, a propósito del invierno, se dio el debate sobre las Corporaciones Regionales, a las que se desconceptuó con saña, expresé públicamente que en Santander tanto CDMB como CAS estaban bien dirigidas, funcionaban técnicamente y cumplían satisfactoriamente sus deberes.

Expongo, para que algún día se considere, la siguiente opinión: Cormagdalena también debe ser autoridad ambiental en la zona de su jurisdicción.

una legislaCión ambiental inequitativa. Un aspecto de la legislación ambiental que a mí me llama la atención es la falta de equidad que surge al momento de declarar la existencia de una zona protegida para los propietarios de las tierras, dado que ellos siguen teniendo la titularidad del predio, pero no pueden ejercer libremente su explotación, además de que se les obliga tributariamente a pagar impuestos por un terreno improductivo.

El cuidado del medio ambiente es esencial, pero la legislación se debe adecuar para evitar que se atropellen los derechos de las personas. Una salida es que el Estado compre los terrenos del área protegida y se dedique a hacerle un plan de manejo para cuidar los ecosistemas. La otra, que se regulen las actividades productivas que se puedan desarrollar dentro de un parque natural, para que sean compatibles con la naturaleza.

Pero hay un aspecto que casi nunca se tiene en cuenta y cuyo impacto social es muy grande: ¿qué hacer con las familias que viven en las zonas declaradas como áreas protegidas? La mayor parte de esa gente


desciende de familias que históricamente han ocupado los terrenos y es por lo menos injusto que de un día para otro se les diga que no pueden seguir produciendo, aunque pueden seguir viviendo allí.

El caso del municipio de Vetas es sintomático. La legislación dice que no pueden existir asentamientos humanos a más de 3.000 msnm. Pero resulta que el casco urbano está a 3.300 msnm. Ese sitio está poblado desde hace trescientos años. Las familias explotan el oro artesanalmente y desarrollan la agricultura y la ganadería. ¿Cuál es la solución para ellos?

En el Corregimiento de Berlín, donde me posesioné, la gente se dedica al cultivo de la cebolla desde hace 150 años, y resulta que unos funcionarios imprudentes de la Corporación, les notificaron que no podían seguir desarrollando sus cultivos. Los ciudadanos, que no conocen al dedillo la legislación ambiental, me armaron como Gobernador un gran problema por esta determinación y me trataron de traidor, cuando no tenía nada que ver con el tema. Pero ellos se sintieron agredidos.

Como atrás lo dejé sentado y lo dije docenas de veces durante mi mandato, he defendido la tesis de que cuando hay conflictos entre el medio ambiente y el desarrollo, la decisión es proteger el medio ambiente. ¿Pero qué hacemos cuando la contradicción es entre el medio ambiente y el hombre? Los más puristas dirán que se saque a las personas. Pero resulta que el Estado Social de Derecho está construido sobre la base de la protección de la vida, la integridad y los derechos de las personas.

Nuestra Constitución es ambientalista. Y eso hay que seguir defendiéndolo, tal como lo hice en la Constituyente, pero es necesario hacer unos desarrollos legislativos lógicos, que no solo cuiden el medio ambiente, sino que protejan los derechos adquiridos de las personas.

Me llama también la atención que la legislación colombiana permita que una persona o una empresa puedan tramitar un título minero en cualquier región del País, y que este se otorgue por encima del derecho a la propiedad privada. Es otro de los atropellos legales que el País debe entrar


a corregir. Por este boquete legal, grandes empresas multinacionales que llegan al paramo de Santurbán, están comprando pequeñas parcelas y títulos mineros. El caso de Greystar es paradigmático: tenía un proyecto de explotación minera sobre cuarenta hectáreas, pero terminó siendo propietaria de más de mil hectáreas.

AVANCES EN EQUIDAD DE GÉNErO

Durante nuestra gestión logramos concertar la atención de las organizaciones de mujeres del Departamento y fuimos capaces de construir una política pública de género, a la que una Ordenanza, presentada a la Asamblea por mi gobierno, le asignó un presupuesto propio proveniente del 2% de los ingresos corrientes de libre destinación, un caso único en el país, por el cual se logró que los buenos propósitos se convirtieran en una realidad tangible.

El interés del gobierno departamental fue abrir desde el comienzo espacios para que las mujeres pudieran participar y tomar decisiones. Y esto fue posible en el Consejo de Gobierno, el Consejo Consultivo de Mujeres, el Consejo de Política Social, la Mesa Departamental de Género, la Constituyente Social Comunera y el Consejo de Juventud.

He defendido la participación de la mujer en el ámbito público y cuando tuve la oportunidad de ejercer como Gobernador nombré a 13 mujeres en los cargos directivos de la administración departamental, con lo cual ellas representaban el 52% del gabinete central.

También actuamos sobre otro tema de esencial importancia: la participación política de la mujer. En los Objetivos de Desarrollo del Milenio se propende con especial énfasis porque la mujer ocupe puestos de comando y tenga opciones reales en los cargos de elección popular. Esto último sólo es posible si la mujer participa y si su propuesta tiene respaldo electoral. Por eso conformamos la Escuela de Formación Política “Antonia Santos”, a la que asistieron 500 mujeres de las provincias del Departamento y de ellas el 10% se inscribieron en los comicios electorales de 2011. Más allá de los resultados, este fue un gran avance.


Falta mucho para lograr que la mujer tenga la incidencia que le corresponde en la política, especialmente la que se define por medio de elecciones: mujer Presidente, Gobernadora, Alcaldesa, Senadora, Representante a la Cámara, Concejala y Diputada. Es una lástima. Hay que insistir, especialmente con los Partidos, para que las definiciones que existen a nivel legal o estatutario se vuelvan viables y reales.

Otras acciones en las que nos comprometimos en favor de las mujeres, fue respaldando el fortalecimiento comercial de empresas con titularidad femenina, en lo que trabajamos de la mano con Colempresarias y la Embajada de Estados Unidos. Además, incentivamos la creación del programa de televisión “Lente de Género, la otra mirada”, en donde se analizaban los temas de importancia social, económica y política para las mujeres.

En el marco de nuestra actuación logramos disminuir los casos de violencia intrafamiliar en 2%, acudiendo a un mejor monitoreo de los hechos, a la facilitación de canales para la denuncia y a una más oportuna reacción de las instituciones del Estado. Acogimos la estrategia nacional “Haz Paz” para prevenir y atender la violencia intrafamiliar, transmitiendo valores y principios de convivencia.

Promovimos los derechos de las mujeres a una vida libre de violencias e incentivamos las instancias de investigación para que estos casos tuvieran una rápida resolución jurídica.

Es vergonzoso reconocerlo, pero en Santander la violencia contra la mujer es alta. De los casos de violencia en el interior de las familias, el 80% son contra las mujeres. En varios Consejos de Seguridad estudiamos la denuncia de las organizaciones femeninas por la enorme cantidad de agresiones, muchas veces con resultados mortales, ocasionadas por esposos, novios, amantes, familiares y amigos. Para contrarrestar la situación planeamos actividades dirigidas a crear un ambiente cultural que propiciara el respeto que merece la mujer y la erradicación de toda forma de violencia que las discrimine y afecte.

Es claro que abusar de la mujer, acosarla en las diferentes formas, agredirla, es una actitud desconsiderada y cobarde que nada


favorable dice del carácter masculino ni de la hombría. Al contrario, los santandereanos tenemos que quitarnos de encima ese estigma del machismo. Para lograrlo hay que cambiar actitudes y comportamientos. En estos aspectos nada llega por inercia.

PlAN DEPArTAMENTAl DE VÍAS

El gobierno del presidente Uribe venía gestionando en el año 2006 un préstamo del BID para modernizar la red vial y permitir que los departamentos pudieran acceder a los recursos. Esta opción fracasó.

Sin embargo, durante una reunión de gobernadores le propusimos al gobierno nacional que tramitáramos internamente los recursos a través de créditos que aprobara Findeter, el cual podría servir de banco de segundo piso. Al cabo de unos meses de estudio, así se hizo, lo que permitió que Santander pidiera un préstamo de $200.000 millones, con tasa compensada.

El trámite no fue ni fácil ni corto. Pero contamos con la acogida de Findeter y la constante ayuda del presidente Uribe. Primero nos aprobaron un crédito por $100.000 millones y un año después los otros $100.000 millones. Al terminar el gobierno requerimos $10.000 millones más para dejar completamente financiados los proyectos en ejecución, incluidos los adicionales que fueron necesarios. Debo resaltar la diligencia y confianza que nos brindaron desde la banca privada y el compromiso de los funcionarios de las secretarías de Infraestructura, Hacienda y Planeación en la estructuración de la solicitud de préstamo y en el diseño de los proyectos.

Con los recursos del préstamo asegurados, se puso en marcha el Plan Vial Departamental de largo plazo, que se proyectó en cinco etapas, cada una por un valor de $100.000 millones. En nuestro período avanzamos en las dos primeras etapas, que incluyeron 20 proyectos relacionados con la pavimentación de 200 kilómetros. Pero dimos un paso adicional: invertimos por fuera de este Plan $278.000 millones provenientes de recursos propios para desarrollar 16 proyectos viales más.


Santander era uno de los territorios de Colombia con peor infraestructura vial. Por eso me propuse sacar adelante este Plan, que se ocupó, además, por la integración con otros modos de transporte (férreo y fluvial) y aportó recursos tanto para la construcción del Portal del Norte del Sistema Integrado de Transporte Masivo de Bucaramanga y su Área Metropolitana, como para la conexión vial del puente “Guillermo Gaviria” con la troncal del Magdalena, que tiene impactos positivos a nivel nacional y en lo regional sobre los habitantes de Barrancabermeja, Yondó, San Vicente, Puerto Parra, Cimitarra y El Carmen de Chucurí.

En los cuatro años logramos una inversión sin antecedentes en materia vial al interior de Santander. Ella ascendió en total a $488.000 millones, privilegiando las vías secundarias y terciarias y gestionando con el Ministerio del Transporte la inversión en las carreteras nacionales que pasan por nuestro territorio, incluido el gran proyecto de la Ruta del Sol, que permitirá activar zonas turísticas y áreas de producción.

El viejo sueño de muchos santandereanos de tener vías en buen estado empezó a cumplirse y multiplicamos por siete los esfuerzos anteriores en esta materia. Sin embargo, no todo fue color de rosa.

Durante los años 2010 y 2011 ocurrió un hecho extraordinario: la temporada invernal, que hizo que muchas vías resultaran afectadas por movimientos en sus bancas o por deslizamientos de tierra y avalanchas. Santander fue uno de los departamentos que más sufrió en esta materia. Adoptamos un plan de choque para recuperar esas carreteras con una inversión propiasuperior a $50.000 millones y recursos por $35.000 millones procedentes de Colombia Humanitaria. Además, intervinimos 214 sectores de vías terciarias con cemento rígido, para evitar que la comunicación interveredal se viera interrumpida.

la modernizaCión vial de santander. Lo que viene en materia vial para Santander es de la más grande importancia.

Está la anhelada doble calzada Bucaramanga-Cúcuta, que empezó a construirse con los recursos que el Gobierno Nacional recibió por la


venta de sus acciones en la Electrificadora de Santander. Recientemente tuvo una nueva apropiación y el interés nacional es terminarla, máxime cuando se sigue construyendo en el sentido Cúcuta-Bucaramanga. El Ministerio del Transporte está actualizando los estudios de la vía por el alto del Escorial, no obstante lo cual considero que los santandereanos deberíamos seguir aportándole a la conclusión de la vía por el trazado actual. “Mas vale un pájaro en mano, que ver un ciento volando”.

También figura el mejoramiento y ampliación del corredor Zipaquirá-Bucaramanga, que presentó algunos inconvenientes transitorios en el paso “Teherán”.

La doble calzada Bucaramanga-Barrancabermeja, que ya tiene avances hasta Lebrija y necesariamente debe terminar en el Puerto Petrolero. Isagen realiza los trabajos para reemplazar el tramo que cubrirán las aguas de la represa del Río Sogamoso, incluidos dos túneles, pero el gobierno nacional debe cumplir el compromiso de construir la variante por fuera del coluvión que existe de La Renta hacia el Puente La Paz, el cual ofrece graves y continuos riesgos.

Además se tendrá la doble calzada de la Ruta del Sol, que en Santander tiene una extensión de 227 kilómetros, y se encuentra en construcción.

Se agrega la pavimentación de la carretera Málaga - Los Curos, compromiso anunciado, asumido y reiterado por el Presidente de la República. Es un gran logro, para el cual trabajé directa y personalmente ante él y su Ministro de Transporte, con la oportuna y eficaz presencia de los Alcaldes. Cuando se hizo el anuncio de esta obra hubo críticas soterradas sobre mi gestión, con el argumento de que esa inversión impediría otras más importantes y necesarias para el desarrollo económico de Santander. En García Rovira dijeron que era la proverbial envidia santandereana. No lo entendí así, aun cuando el comentario me produjo cierta molestia, por aquello de criticar sin informarse bien. Al Presidente Santos le hablé de esta necesidad desde cuando estaba en la campaña Presidencial y siempre le dije que la inversión de $250.000 millones que se requería tendría que ser


adicional a todas las demás que necesitaba la lamentable situación vial del Departamento. Eso quedó aclarado, por fortuna. El compromiso se mantuvo sin afectar ninguno otro de los proyectos.

Está el mejoramiento y pavimentación de la transversal del Carare entre Barbosa y Cimitarra y la de la Central del Norte en García Rovira entre La Palmera y Presidente, las dos en ejecución.

La Gran Vía Yuma en el Magdalena Medio, que ya mencioné, está financiada entre Ecopetrol, Alcaldía de Barrancabermeja, Gobernación de Santander e Invías, que comunicará, en 30 kilómetros de doble calzada, la Ruta del Sol con el Puente Guillermo Gaviria sobre el Rio Magdalena entre Barrancabermeja y Yondó. Es una obra de enorme trascendencia nacional.

Al finalizar mi período todas estas obras viales ya estaban en ejecución y con apropiada financiación, salvo la Gran Via Yuma, que no se había comenzado pero tiene la financiación, los diseños completos y cuenta con licencia ambiental.

Los valores de las vías mencionadas son altísimos, de varios billones de pesos. No estamos hablando de promesas o de posibilidades, sino de realidades latentes.

Todas estas obras de infraestructura vial no se pueden considerar como un éxito sólo gracias a mis gestiones como gobernante. Sería atrevido decirlo. Para alcanzar estos niveles de inversión que sacarán del atolladero a Santander en cuanto a infraestructura carreteable, fue precisa la intervención de muchos actores: Congresistas, alcaldes, diputados, concejales, voceros gremiales, entidades como la Cámara de Comercio y la Sociedad de Ingenieros, empresas como Ecopetrol e Isagen y medios de comunicación, quienes dentro de sus deberes y posibilidades, actuaron con notorio interés santandereano.

Eso sí, con mi equipo de gobierno estuve al frente de estas gestiones, por fortuna, como lo acabo de manifestar, muy bien acompañado. Consigno que en mis diálogos con los presidentes Uribe y Santos hablé fundamentalmente de recursos para nuestras vías, lo que tuvo una apropiada respuesta de ellos, secundada por los ministros Gallego y Cardona.


Faltan definiciones sobre la vía a la costa Caribe por el Playón y concretar la construcción de la carretera entre Café Madrid y Sabana de Torres, para acceder en pleno Magdalena Medio a la Ruta del Sol.

Llamo la atención de que es necesario seguir insistiendo en las variantes de Socorro y San Gil. Además, está por concluir la Concesión Comuneros y hay que prestarle gran atención a la continuidad inmediata en lo relacionado con mejoramiento y conservación de la carretera, para que no ocurra lo que lamentablemente viene sucediendo en la vía de Barrancabermeja a Bucaramanga, la que por falta de mantenimiento se ha venido destruyendo. Sobre el particular hay nuevos anuncios del Ministerio de Transporte, que ojalá se cumplan.

No puedo terminar el tema de las vías sin pensar en el Rio Magdalena y su recuperación. Es la gran obra que tiene pendiente el país. Miro con satisfacción que el presidente Santos se refiere al tema con frecuencia y compromiso.

Con alegría me enteré que una multinacional suiza comenzará en breve actividades de transporte masivo de carga, para llevar por el río carbón de alto poder térmico extraído en Boyacá y los santanderes, el cual se embarcará en un Puerto que van a construir en Barrancabermeja. Ya están en Colombia las barcazas, que fueron construidas con diseños especiales para navegar en el Magdalena, lo mismo que los tractocamiones que transportarán el material desde las minas hasta el sitio de embarque. Son buenas noticias, porque ello indica que habrá desarrollo y empleo y que el Magdalena va a entrar en una etapa eficaz de recuperación. Ello entraña también tranquilidad, seguridad y paz.

Ojalá que Cormagdalena sea la gran articuladora de todos estos propósitos, como lo concibió la Asamblea Nacional Constituyente.

Cuando entré como Gobernador, el departamento de Santander enfrentaba un subdesarrollo vial sin precedentes, que lo ponía lejos de la posibilidad de mejorar sus indicadores de competitividad. Hoy estoy tranquilo porque cumplimos con una de las grandes promesas de campaña: modernizar las carreteras.


Santander será la bisagra vial entre el Lago de Maracaibo y el Océano Pacífico y el punto de comunicación multimodal entre el centro y el norte de Colombia, que podrá ofertar río, carreteras, muelle y aeropuerto en Barrancabermeja, a lo que tarde ó temprano se sumará la comunicación férrea nacional y el Tren del Carare.

NO TODO FUE COlOr DE rOSA

La gente reconoce que tuvimos mucho éxito en nuestra gestión. Los avances que mostramos en este capítulo fueron sustanciales. Sin embargo, en medio de todas esas buenas noticias, también enfrentamos problemas y cosechamos frustraciones. Muy pocas personas de la comunidad santandereana conocen los detalles de algunos de estos fracasos o demoras. Es oportuno darlos a conocer, porque eso ayuda a entender la complejidad de ejercer funciones gubernamentales, donde quien actúa como Gobernador o Alcalde se enfrenta a restricciones políticas, económicas, legales, ambientales e institucionales, que le impiden ejecutar algunas de sus iniciativas, así estas tengan implícitas las mejores buenas intenciones y estén sustentadas en razones técnicas.

un hospital universitario de verdad. Uno de los hechos que más recuerdo fue la imposibilidad de entregarle la administración del Hospital Universitario de Bucaramanga a la Universidad Industrial de Santander, que fue una de mis propuestas en la campaña electoral. En ese momento habíamos analizado esta posibilidad con expertos en salud y considerábamos que era una decisión inaplazable que beneficiaría considerablemente a las dos entidades, pero esencialmente, aseguraría un servicio de calidad para los pacientes.

Una vez me posesioné, empecé los trámites para lograr este acuerdo. Sin embargo, no fue posible. La razón más fuerte es que el gobierno nacional no aceptó la propuesta, dado que la instrucción que se había impartido por parte del entonces presidente Uribe, como él mismo me lo expresó, era que la empresa privada se hiciera cargo de la administración de los hospitales públicos.

El Viceministro de Salud hizo pública la decisión de que el gobierno central no apoyaba nuestra propuesta. En la junta directiva


del Hospital y en un sector del Consejo Superior de la Universidad siempre hubo prevenciones y reservas, aunque en muchas ocasiones traté de convencerlos.

La posición de algunos miembros de estas juntas también se sustentó en que los estudios realizados por la Universidad nunca fueron lo suficientemente contundentes en recomendar esta decisión. A esto se agrega que en oportunidades las condiciones exigidas por la UIS eran incumplibles para la Gobernación, porque entrañaban una altísima inversión, fuera de toda posibilidad razonable.

La iniciativa que habíamos defendido en campaña y que impulsamos con fervor desde el gobierno, también tuvo frenos en la Asamblea, cuyos miembros mayoritariamente fueron reacios en contemplar esta posibilidad. En tanto que directivos sindicales la miraban con escepticismo e incluso con desconfianza. Los sectores empresariales, organizaciones de usuarios y medios de comunicación, no tuvieron manifestaciones de apoyo.

La mayor parte del respaldo provino del cuerpo médico, que dio la lucha tanto en la junta del Hospital como en el Consejo Superior de la Universidad, pero nunca fue una expresión mayoritaria. Los estudiantes de la Facultad de Medicina estaban jugados en favor del logro de este objetivo y lo dijeron de diferentes maneras y en distintas ocasiones, pero no tuvieron el beneplácito de las directivas universitarias.

Al final, la propuesta “murió por inanición”. ¡Lástima! Sigo convencido de que el servicio del Hospital a los usuarios mejoraría muchísimo si algún día se toma esta decisión. Además, estoy seguro de que la UIS perdió una preciosa oportunidad, dado que requiere del Hospital para mejorar el funcionamiento de sus programas de ciencias de la salud. Las universidades privadas son un ejemplo a seguir en este aspecto.

unas obras demoradas. Me frustró bastante el que, a pesar de los esfuerzos realizados, no se hubiera comenzado durante mi gobierno la construcción de la Gran Vía Yuma, en el Magdalena Medio, la cual quedó con estudios y diseños completos, licencia ambiental y financiación. Esta


es una obra extraordinaria que marcará el progreso de toda la región y será de enorme utilidad para la empresa petrolera.

Tampoco comenzó la pavimentación de la carretera Málaga-Los Curos, la cual gestionamos hasta el cansancio ante el presidente Santos, quien sin duda cumplirá su palabra y sacará adelante este compromiso, que hará justicia con la Provincia de García Rovira, la más abandonada de Santander.

Aportamos desde la Gobernación el dinero necesario para completar el porcentaje regional requerido para la construcción del Portal del Norte de Metrolínea, en el barrio Kennedy de Bucaramanga. La obra no la pudimos ver concluida durante nuestro mandato.

Hubiese sido feliz presenciando como Gobernador el inicio de la obra del Estadio de Fútbol de Barrancabermeja. El proyecto quedó aprobado, financiado y adjudicado, con la participación de la Alcaldía. Muchos trabajamos en él, pero quiero resaltar como afectuoso y agradecido homenaje a su memoria, la generosa, útil y oportuna cooperación brindada por el doctor Carlos Alberto Larios, desde su condición de Curador Urbano de Barrancabermeja.

Otra frustración fue lo ocurrido con el Patinódromo del Socorro. Esta obra fue confiada a la administración municipal. Fueron innumerables las dificultades presentadas a raíz del invierno, lo que obligó a un aporte adicional de la Gobernación, el cual se hizo oportunamente. Por eso sigo sin entender por qué la Alcaldía no pudo concluir esta obra. Ojalá no se convierta en un elefante blanco.

Lástima que aún no se terminen los trabajos de recuperación total de la planta física del Hospital Regional de Barrancabermeja. Ya concluyeron algunas secciones y la obra sigue en ejecución, cabalmente financiada. Antes de concluir mi período como Gobernador, tal como les consta a la comunidad, y en especial a los periodistas del puerto petrolero, me preocupé por conseguir los recursos que se solicitaron y por asignarlos debida y oportunamente. Por eso me extraña que se esté rumorando que se necesita más dinero. No creo que esto sea posible. Con la moderna dotación de equipos que se le hizo y con la


nueva infraestructura física, será uno de los mejores establecimientos hospitalarios del oriente colombiano. Cuando me posesioné, era el peor de Santander.

Otra gran obra que hubiera querido ver por lo menos en sus inicios, es el Centro Materno Infantil de Floridablanca. Quedó con proyecto listo y aprobado, lote para su construcción y los cuantiosos recursos requeridos debidamente apropiados y registrados. La obra fue licitada y adjudicada.

También me golpeó mucho que no se hubiese terminado en Floridablanca el Centro Cultural y Deportivo del barrio La Cumbre. Una obra muy merecida para esa comunidad. La Gobernación apropió los recursos necesarios para la construcción que está a cargo del Municipio, que aportó el lote de terreno. El Alcalde actual me aseguró que su gobierno haría lo necesario para que la obra se termine.

Más de un centenar de obras importantes quedaron en ejecución en Santander. Con seguridad el gobierno actual vigilará los trabajos y propenderá por su culminación.

el invierno aCtuó en Contra nuestra. Durante el gobierno sufrí mucho por las víctimas que ocasionó el invierno. Casi medio centenar de personas fallecieron. Recuerdo las muertes en la vía de Rionegro a El Playón, entre ellas la del Policía que perdió su vida tratando infructuosamente de salvar a una señora. Otro caso muy lamentable fue el de la familia que quedó sepultada bajo un derrumbe ocurrido en el municipio de Florián. Fueron doce personas las que murieron entre niños, jóvenes y abuelos, a cuyo sepelio múltiple asistí en compañía del Comandante de la Policía Santander.

El hecho más dramático ocurrió en la carretera al municipio de Tona, en cuya pavimentación realicé grandes esfuerzos técnicos y económicos. Una montaña cayó sobre un bus, aplastándolo y ocasionando varias víctimas mortales. Sobrevivieron unas jóvenes que quedaron sepultadas al interior del vehículo y se comunicaban por un teléfono celular pidiendo auxilio. Se hicieron muchos esfuerzos para salvarlas, pero fueron en vano. Murieron en medio de la más dolorosa


frustración. Ese día me sentí muy infeliz y comprendí lo impotentes e insignificantes que somos los humanos frente a la fuerza de la naturaleza. El presidente Santos acompañó al pueblo santandereano en el funeral de las víctimas.

El invierno causó enormes daños a las carreteras que estábamos construyendo, lo que encareció y demoró la culminación total de los proyectos, e impidió que dejara terminadas las obras viales que contratamos. Lo que sí hicimos fue hacer las apropiaciones respectivas para desarrollar las tareas adicionales y recuperar los espacios que se perdieron por deslizamientos y avalanchas. Varios meses después de concluir mi período se empezaron a entregar obras como la que conduce del Aeropuerto al Retén en Barrancabermeja y de Suaita a San José de Suaita.

Otros proyectos que comenzaron, han requerido nuevos aportes, lo que está en manos del nuevo gobierno, que con seguridad se preocupará por concluirlos, como lo merece la población.

Cuando no se puede, no se puede. Me pongo colorado de la pena cada vez que me acuerdo del compromiso que adquirí con la Sociedad de Mejoras Públicas de Bucaramanga, para financiar, a un costo mínimo, la construcción del techo del Centro de Eventos que funciona en el Parque que lleva su nombre. Fue imposible encontrar una fórmula jurídica que permitiera el desembolso de los recursos. No obstante los mil análisis y consultas que se hicieron, no se pudo girar el aporte que cada año me preocupé de apropiar en el presupuesto. No me quiero dejar ver de ninguno de los consagrados líderes cívicos de Bucaramanga, a quienes nunca me cansaré de ofrecer disculpas por las molestias que les causamos, pero cuando la ley no lo permite, así las intenciones sean loables, no se puede.

En este mismo sentido, me causó enorme frustración no haber podido colaborar con el aporte de $ 1.000 millones de pesos para la construcción del nuevo Centro de Convenciones en Girón, anexo a Cenfer, que lidera la Cámara de Comercio de Bucaramanga.

También intenté hacer más por los habitantes de la ladera del Rio Magdalena, especialmente en esa enorme extensión del municipio de


Puerto Wilches, la zona más pobre de Santander. Destinamos muchos recursos, pero no fueron suficientes. Las soluciones definitivas son costosísimas. Hicimos lo que más pudimos, pero esas comunidades siguen viviendo en la mayor pobreza.

una alianza que no fruCtifiCó. Me dolió mucho que no se hubiera podido sacar adelante la pavimentación de la carretera que conduce de Duitama a Charalá y San Gil. Una obra regional que luego de varios intentos fue adjudicada en concesión por la Gobernación de Boyacá. Se vivieron muchos tropiezos, especialmente a raíz de que los estudios determinaron que los recaudos por peajes no eran suficientes para costear las elevadas inversiones de las obras. Era necesario apropiarle recursos oficiales a estos trabajos a título de contingencias, pero no había disponibilidad en los Departamentos y por eso conjuntamente Boyacá y Santander acudimos al gobierno nacional, el que se comprometió a aportar una suma conveniente en 2012 con cargo a los recursos de regalías para obras de desarrollo regional, según se determinó en reuniones que se hicieron en Paipa y en Cúcuta y se ratificó en Bucaramanga.

Sobre el tema de las contingencias hubo necesidad de hacer aclaraciones, especialmente en lo relacionado con aportes de Santander que nunca fueron convenidos ni previstos, por lo que de común acuerdo se acudió al Ministerio de Hacienda en solicitud de información y asistencia técnico-jurídica.

Aunque la Gobernación de Boyacá siempre tuvo el mejor interés por la realización de la obra, al igual que nosotros, finalmente declaró la terminación del contrato de concesión, sobre lo cual nunca fui consultado ni recibí informaciones previas. Supe de la decisión por una comunicación oficial enviada por la Gobernación de Boyacá. Esta es una obra que tendrá que ejecutarse más temprano que tarde.

OTrOS TEMAS DE INTErÉS

nuestro eslogan: “desde santander haCemos país”

Nosotros planteamos la propuesta política de que queríamos vencer el enclaustramiento y vincularnos con el país, pues era necesario y oportuno mirar más allá de nuestro territorio.


Les recordaba permanentemente a los ciudadanos que Santander debía luchar por recuperar el liderazgo que le fue inmanente durante muchos años. Le decía a la gente que Eduardo Santos, Florentino González y Aquileo Parra, para sólo mencionar tres nombres, habían sido gobernadores del departamento y se elevaron a la categoría de figuras históricas de Colombia. Mencionaba cómo el tolimense Murillo Toro, cuando quiso redimensionarse nacionalmente, logró hacerse designar como Gobernador de Santander.

Cuando decíamos que en “Santander hacemos país”, era porque nosotros estábamos convencidos que teníamos muchas cosas qué aportarle a Colombia desde el punto de vista social, en la contribución de la búsqueda de la paz y el mejoramiento de los indicadores de crecimiento económico.

Abrir el departamento fue permitir que llegaran nuevos inversionistas, que pudiéramos interlocutar con suficiencia en los escenarios de la política colombiana y atraer miles de personas que de seguro quedaron fascinadas con nuestras potencialidades turísticas.

Creo que el papel lo cumplimos. Durante los cuatro años de gobierno que presidí, Santander tuvo un nuevo aire ante la faz del país. Y en el resto de Colombia pudieron apreciar muchas cosas gratas y edificantes de Santander y de su gente, buenos ejemplos en seguridad, magníficos resultados económicos, acciones para imitar en superación de pobreza, esfuerzos notables en materia de salud y un territorio apropiado para ser integrador de las diferentes regiones colombianas por medio de múltiples y eficientes servicios de conectividad.

la ComuniCaCión Con los Ciudadanos

Tuve éxito en la comunicación con los ciudadanos, porque estuve cerca de ellos, los escuché en sus preocupaciones, los hice partícipes de los proyectos y les rendí cuentas de la gestión de manera periódica. Obviamente esta no fue una tarea fácil, pero el esfuerzo había que hacerlo.

Además del contacto personal en reuniones, foros y visitas a barrios y municipios, aproveché las oportunidades que brindan las nuevas


tecnologías de la comunicación. Devolvía llamadas desde mi teléfono celular, cuyo número es el mismo desde hace 18 años. Contestaba los mensajes que me enviaban a mi correo electrónico, que también es el mismo desde hace doce años. Es una costumbre que sigo manteniendo y que le demuestra a la gente que uno es respetuoso, atento y considerado. Lo peor que le puede pasar a un político y especialmente cuando es funcionario público, es esconderse y eludir la comunicación con sus seguidores y gobernados. También participé como Gobernador en las redes sociales y me mantengo muy activo en ellas.

La comunicación es esencial. Dicen los que saben que un buen gobierno es producto de una buena comunicación, y por tal razón mis relaciones con los medios masivos siempre fueron cercanas, pero respetando que ejercieran su función de retroalimentarse y de promover la crítica. Nunca abusé de ellos y sin excepción mantuve vínculos armónicos y de gran respeto con las y los periodistas santandereanos y nacionales. Esto ha sido tónica inalterable durante mi larga vida política.

Es más. Recibí las observaciones y los comentarios de muchos periodistas con tranquilidad. En oportunidades, en las que a algunos se les fue la mano en la crítica, haciéndome objeto de equivocados o injustos señalamientos, preferí callarme y esperar que los hechos dieran razón a mis actuaciones. Solo en unos pocos casos manifiestamente inequitativos o mañosamente tergiversados hice aclaraciones cordiales o comedidas réplicas.

Así he obrado después de mi gobierno. Impasible he recibido los comentarios que desde algunos medios de comunicación se hacen sobre mi gestión, no siempre objetivas, no siempre apropiadas, muchas veces producto de malas o insuficientes informaciones. No he replicado y ni siquiera aclarado. Parto de la base de que son de buena fe y corresponden al derecho de examinar con lupa la gestión pública. Aun cuando con más desprecio que sorpresa he conocido que algunas personas de actitud respetuosa y comedida durante todo el tiempo de mi gestión, se han vuelto innecesariamente hostiles, cuando no desobligantes y hasta irrespetuosas, luego del cambio de gobierno.


Se comenta públicamente que lo hacen para congraciarse con los nuevos tiempos, en actitud arribista que ha recibido el desprecio de Tirios y Troyanos. Es lógico: Quien no es sincero con unos, no lo será tampoco con los demás. Es la enfermedad incurable del arribismo, tan frecuente en política.

imagen y aCeptaCión. En este ejercicio del gobierno pude comprobar lo importantes que son los resultados de las encuestas de opinión, porque ayudan a construir gobernabilidad, a modificar esquemas, a ajustar los programas, a cubrir vacíos, a darse cuenta de muchas cosas que no se advierten directamente desde el interior del gobierno. Así como preocupan e inducen a la acción y a los cambios cuando son adversos, estimulan y sirven para consolidar programas cuando ofrecen buenos resultados de la gestión administrativa.

En el período de gobierno que me correspondió, la aceptación de la administración y una opinión favorable al gobernante marcharon de la mano con los esfuerzos que hacíamos para cumplir adecuadamente el Plan de Desarrollo. Como ocurre generalmente, la gente es siempre más benigna con el funcionario que con su gobierno. En mi caso la favorabilidad fue siempre muy alta, por encima del 70% y a veces con cifras mayores que indicaron el aprecio con el que me trataron los santandereanos, aunque nunca con los altísimos números que se registraban en Barranquilla, Atlántico y Antioquia, lo que me causaba admiración y respeto por sus mandatarios. Recuerdo la alegría que me produjo una encuesta del Centro Nacional de Consultoría en Barrancabermeja, con el 88% de imagen positiva.

Com u n iCa r est r at égiCa m en t e. Tener una est rategia comunicacional es imperativo. Los gobiernos y los gobernantes deben estar sintonizados con la comunidad. Es un deber informar lo que se hace, entre otras cosas para que la gente sepa en qué se invierte el presupuesto oficial. Pero, además, a la Administración Pública le interesa estar en contacto con el pueblo que se gobierna, lo que se puede hacer muy bien a través de los medios de comunicación y las redes sociales, transmitiendo mensajes y acreditando la función pública.


Comunicar hoy es un asunto científico que se investiga y se planifica. Que requiere creatividad, ingenio y audacia publicitaria. Exige agudas estrategias para llevar el mensaje hasta el ciudadano y compromete una especial formación profesional.

No hay campaña política ni gestión gubernamental que sean exitosas sin estrategia de comunicación, formación de imagen y plan de medios. A estas alturas ello es verdad de Perogrullo. Todos los gobiernos de todo el mundo hacen lo propio: realizan investigaciones de opinión con apoyo de especialistas; convocan focUS GroUp; realizan encuestas; cuentan con oficinas de prensa; se preocupan porque se conozcan sus políticas; rinden cuentas ante la ciudadanía utilizando a los medios informativos; contratan asesorías de imagen y desarrollan programas de comunicación ilustrados por expertos en la materia. Todo esto forma parte de los contenidos de un buen gobierno.

Decían antes: lo que no se anuncia no se vende. Hoy dicen: lo que no se comunica, no existe.

Durante la campaña electoral tuve una buena asesoría en materia de estrategia política y de comunicaciones. Ya en el gobierno contratamos a la misma Empresa para que nos asesorara. Este es un trabajo profesional, específico, que impone lealtad y confidencialidad. Es esencial que haya afinidades y concordancia entre el político o el gobernante con el asesor, el creativo o el estratega. Es un trabajo de largo aliento y mucha constancia, donde no debe existir espacio para la improvisación. Hacer lo contrario es un absurdo, porque se pierde la continuidad de un modelo que busca unos resultados plenamente identificados durante largas jornadas de trabajo.

En la Gobernación de Santander, por ejemplo, tuvimos un procedimiento comunicacional exitosísimo: La Viajera. Se trataba de un vehículo atendido por profesionales en comunicación que recorría todo el departamento y al tiempo que servía para constatar frente a la comunidad las obras que se estaban realizando e informar sobre ellas de manera muy innovadora y creativa, era una oportunidad magnífica


para que la gente expusiera las necesidades de su comunidad, replicara a las autoridades cuando era preciso, denunciara los abusos, exaltara lo bueno y se comunicaran con todo el Departamento. Esto se hizo, desde luego, con base en un plan y el monitoreo de los expertos encargados de la estrategia. Fue un éxito enorme que sirvió para superar la dificultad que teníamos inicialmente para comunicar bien la obra de gobierno.

A muchos críticos constantes de nuestra actividad no les gustó esta estrategia, dizque porque era un servicio innecesario y costoso. Pero en realidad no hubo excesos, tal como fue siempre el talante y la obligación de mi gobierno.

mostrando lo mejor de la región. Debo resaltar que la Gobernación participó junto con otras entidades públicas e importantes empresas regionales en la cofinanciación de la publicación de un libro promovido por la revista Semana sobre las bellezas paisajísticas, los recursos naturales, la organización social, el liderazgo empresarial, las potencialidades económicas, las posibilidades de desarrollo, las realidades de crecimiento, la oferta de empleo, los adelantos educativos, los personajes de la región y todo lo bueno de Santander y Norte de Santander. Una publicación bellísima, impactante y muy útil, sin antecedentes en la comarca, que llegó a todo el País junto con la famosa Revista.

Me siento muy satisfecho de esta publicación, que dio a conocer nuestras fortalezas, ventajas estratégicas y bondades, lo que redunda en inversión, turismo, acreditación, conocimiento y muchos otros beneficios adicionales. Valió la pena. Por nuestras tierras estuvieron equipos de investigadores, periodistas, analistas, escritores, fotógrafos y creativos, quienes trabajaron muy profesionalmente para entregar un producto que enorgullece a Santander.

Hicimos desde la Gobernación una inversión de $500 millones para esta publicación, que tuvo un costo superior a los $2.300 millones, que fueron sufragados por una serie de entidades públicas y empresas privadas que creen que Santander no puede seguir refugiada en un caparazón y que debe mostrar todo su potencial ante el país y el


mundo y que la mejor forma de hacerlo es aprovechando los medios de comunicación más importantes.

no a un nuevo departamento

Siendo, como soy, íntegramente santandereano, viviendo en Barrancabermeja y conociendo al gran Río y su entorno geográfico y poblacional, luché durante mucho tiempo por la creación de la Corporación de Desarrollo del Magdalena Medio. Nunca fue posible lograrlo a pesar de que la iniciativa la llevé varias veces al Congreso de la República. Pero, el que persevera alcanza: en la Asamblea Nacional Constituyente creamos la Corporación para el Desarrollo del Rio Magdalena.

En lo que sí no he estado de acuerdo es con la propuesta de crear un nuevo departamento en la región del Magdalena Medio. Este es un movimiento que surge cíclicamente.

Meses después de haber asumido la Gobernación, apareció un grupo en Barrancabermeja promoviendo la idea del nuevo departamento. Entonces me fui para allá y le puse la cara al problema. Los convencí que sus posibilidades de progreso están en Santander y que Barranca es importante, entre muchas otras cosas, porque es y seguirá siendo la cabeza del Magdalena Medio.

A los dirigentes del movimiento separatista se les dijo con toda claridad que más temprano que tarde se consolidará una zona con grandes potencialidades, sin que se deba romper la unidad de los departamentos. Y en efecto, gana espacio la creación de la Región del Magdalena Medio, la cual será posible a partir de la nueva ley de Ordenamiento Territorial, que es un primer paso en la dirección de lo que se pretendió desde la Constituyente, lo que no quiere decir que los amigos de la regionalización estemos contentos con la nueva legislación, que no colma todas las expectativas. Propósito impostergable es expedir una Ley que de verdad ordene el territorio y haga posible unas Regiones autónomas, activas, integradoras, ejecutoras, financiadas con recursos del gobierno nacional y con capacidades para promover el desarrollo.


Durante la Asamblea Constituyente propuse crear las Regiones del Urabá y Magdalena Medio, integradas por territorios específicos de varios departamentos, sin que estos se tuvieran que escindir, con el fin de estructurar un modelo de desarrollo territorial. No tuve éxito entonces, pues se determinó que las Regiones debían componerse por Departamentos, al estilo de la Región Caribe. Sin embargo, mi propuesta de ese entonces empieza a tener amigos.

Dedicamos una parte de nuestros esfuerzos en la Gobernación a unir los “dos santanderes” que conviven al interior del Departamento: uno que es Andino y otro ubicado en el valle del Magdalena. Cada cual tiene distintas maneras de ver y enfrentar la realidad, son idiosincrasias diferentes y cada uno con reticencias ancestrales entre sí. Mi actuación fue promover un eje de desarrollo entre Bucaramanga y Barrancabermeja, las capitales de estas zonas. Ambos alcaldes entendieron la importancia de trabajar unidos. Se lograron disipar los miedos y ahora están circulando con mayor efectividad las inversiones privadas y los acuerdos entre las administraciones públicas. Sin duda un éxito notable, que debe continuar fortaleciéndose.

rindiendo Cuentas

Un manejo pulcro de los recursos, el acatamiento de los más estrictos principios de la administración pública, la consolidación de una cultura organizacional en torno de la eficacia y la orientación gerencial del desarrollo departamental, fueron el soporte técnico y moral para rendirles cuentas periódicamente a los ciudadanos sobre el cumplimiento de los objetivos trazados.

Los funcionarios del gobierno de Santander asumimos el manejo de los recursos públicos con la mayor efectividad posible en beneficio del bien común. Sin duda fuimos transparentes y nuestras actuaciones siempre se desenvolvieron de frente a los ciudadanos.

En Santander no había ocurrido que un Gobernador viajara hasta las provincias para rendir cuentas. Tanto, que en los primeros ejercicios la gente asistía con cierta desconfianza, pues se decía que esta era una manera de “hacer política desde el gobierno”. Pero cuando los


ciudadanos empezaron a participar, a proponer, a objetar y a pedir explicaciones, y nosotros respondíamos y atendíamos muchas de sus observaciones y se corregían algunos proyectos, entonces la vinculación fue notable. Todos ganamos en este proceso: nosotros desde el gobierno en conocer mejor a Santander; los municipios porque tenían la ocasión de demandar soluciones; los ciudadanos, porque denunciaban inequidades o equivocaciones y podían ejercer ampliamente sus derechos. En esencia, se creó un buen clima de gobernabilidad.

planear es sustanCial para los gobiernos

Algunos gobernantes son solamente amantes de la acción. Desestiman la planificación. Consideran que planear es una pérdida de tiempo. Les gusta correr riesgos y en muchas ocasiones quedan atrapados en un laberinto sin salida, porque no disponen de una guía de acción que les permita saber cuál es el punto de partida y cuáles alternativas existen para alcanzar la meta.

Luego de esta experiencia mía como Gobernador, quedo más que convencido de que planificar es la esencia del éxito en la gestión gubernamental. No me imagino librando una jornada administrativa de cuatro años sin un Plan de Desarrollo bien formulado desde lo técnico, lo jurídico y lo financiero.

Hubiera sido una batalla perdida tratar de ejecutar el Plan Vial de Santander sin proyectos bien formulados. Fue gracias a la planeación que logramos entender que podíamos dar grandes saltos en materia de vivienda y salud.

En nuestro gobierno participamos activamente en los análisis de prospectiva con miras al año 2019 e hicimos un ejercicio sobre productividad y competitividad al año 2030, para lo que contamos con la participación de la Universidad Industrial de Santander, a la cual confiamos la dirección de este programa.

Pero no basta con planear, si no se tiene la disciplina para seguir el camino acordado. Las rutas deben ser respetadas y los cambios que se hagan deben ser muy bien analizados con el fin de no perder el objetivo central. En nuestro caso, fuimos muy exigentes en tratar de


llegar a la meta por el camino previamente escogido y los resultados alcanzados hablan por sí solos.

las alianzas faCilitan la gestión del gobierno

Al principio de nuestra gestión no fue fácil una sintonía con el gobierno nacional, pues aun cuando me apoyaron sectores oficialistas, mi partido estaba en la oposición. Pero reconozco que el presidente Uribe fue gentil y dio instrucciones a su gabinete para que facilitara las cosas con Santander. Como entre los Ministros había amigos personales, la situación se remedió convenientemente.

Se construyeron con la administración central alianzas muy productivas, que se materializaron en inversiones en vías nacionales, principalmente, como ya lo anoté; en la aprobación de créditos por medio de Findeter; en la promoción de los intereses regionales; y en el proceso de venta por parte del gobierno nacional de sus acciones en la Electrificadora.

También fue muy importante para mi gobierno la colaboración brindada por organismos internacionales como PNUD, que fue determinante en la formulación y ejecución de las políticas de vivienda y salud y en los temas de transparencia, regalías y rendición de cuentas. También estuvimos cerca con la CAF y USAID. Mantuve relación con algunas Embajadas. Sin el apoyo de todos estos organismos no hubiera logrado muchas de las cosas buenas que conseguimos para el departamento.

129Liderando BataLLas

Capítulo 4lIDErANDO BATAllAS


lA lEY DE rEGAlÍAS

El gobierno nacional anunció que estaba promoviendo un nuevo Sistema de distribución de regalías. Obviamente esta noticia para nosotros despertó el mayor interés y preocupación, porque las regalías representaban el 17.4% de nuestras rentas y eran una fuente importante para alcanzar las mejores coberturas en salud, educación y agua potable, además de poder financiar algunos de los proyectos prioritarios del Plan de Desarrollo, que en el caso de mi gobierno fueron los relacionados con la Red Vial Departamental.

Santander produce sólo el seis por ciento del petróleo del país. Ya no es el gran productor de antes y por esa misma razón sus regalías no son tan cuantiosas, pero sí son sustanciales en la estructura rentística territorial. En 2008 recibimos $180.000 millones gracias al buen comportamiento de los precios internacionales del crudo, pero esa cifra fue disminuyendo paulatinamente en los años siguientes y volvió a recuperarse en 2011. La importancia del Departamento en hidrocarburos radica ahora en la Refinería, pero esta no le genera ingresos a la Gobernación, aun cuando sí al municipio de Barrancabermeja, como resultado de una gran lucha política y legislativa que libramos hace ya muchos años, cuando Ecopetrol, como empresa estatal, estaba exenta del pago de impuestos.

La primera noticia que recibimos fue la de que el gobierno le iba a quitar esos recursos a los departamentos y municipios productores de petróleo y de minerales, lo cual sonaba bien para los territorios que no eran productores y no recibían regalías directas.

Asumí la tarea de defender las regalías para Santander y obviamente para los territorios productores, a pesar de que esto era muy impopular para la mayoría del país, especialmente cuando se venían destapando “ollas podridas” por el manejo irregular de tales recursos en varias regiones colombianas.

El debate que yo planteé fue sobre las regalías de acuerdo con el mandato constitucional y los promotores de la reforma hábilmente lo llevaron al campo de la transparencia en la gestión pública, donde


quienes no estábamos de acuerdo con el proyecto del gobierno aparecíamos como protectores de los corruptos.

Luego de mucha insistencia y de infinidad de foros, la lucha que ayudé a librar en el Congreso frente a la nueva ley de regalías, permitió que se hicieran algunas modificaciones. Una de ellas fue el reconocimiento de que las regalías son propiedad de las Entidades Territoriales.

Estuvimos de acuerdo con que los dineros de las regalías se distribuyeran con un criterio de equidad territorial y le sirvieran en general al país. Tampoco pusimos objeción para que una parte de los recursos se destinara a ayudar a solucionar los problemas pensionales, y a promocionar y a financiar la Ciencia y la Tecnología.

Me opuse, eso sí, a la teoría del ahorro esgrimida por el gobierno central, según la cual como había recursos en abundancia debíamos guardar parte de ellos para gastar cuando empezaran a escasear. El argumento de las vacas gordas y las vacas flacas no me convenció, porque no le podemos pedir a la gente de nuestras regiones que sigan esperando soluciones, mientras la pobreza y el desempleo campean y cuando la infraestructura es insuficiente para mejorar el nivel de vida de las personas y la competitividad territorial. La plata se necesita ya, para recuperar de una vez al país. Como uno de mis compañeros de lucha lo repitió en el Congreso: ¿De cuándo acá los colombianos, con tantas necesidades y pobreza, vivimos en la época de las vacas gordas?

También logramos que los departamentos y municipios productores de petróleo y carbón tuvieran un ingreso diferencial, ciertamente insuficiente, para poder paliar las necesidades que surgen cuando entra en operación una explotación minera, que en ocasiones es una verdadera maldición para el desarrollo de los territorios.

En efecto, desde cuando se hacen los trabajos de sísmica comienzan las dif icultades para los habitantes de la zona. Desconocidos la visitan, hacen exámenes, perforaciones, producen explosiones subterráneas, sacan muestras, vehículos van y vienen, comienzan las especulaciones sobre el destino de la tierra, varía su precio y desde entonces surge la intranquilidad.


Cuando llegan las perforaciones y la extracción del crudo, la situación se complica al máximo. Ya no es una visita técnica, sino una invasión. Afluencia de empresarios, técnicos, trabajadores, construcción de campamentos, maquinaria, vehículos, ruidos y el establecimiento de una nueva cultura para los habitantes, que ven cómo se transforma su región, sin explicaciones y sin ninguna clase de participación.

Enseguida viene algo peor, lo que atrae la nueva riqueza: los negociantes, las cantinas y el juego; la prostitución, los atracadores, los guerrilleros y los paramilitares; los aventureros y toda clase de especímenes inconvenientes que rompen la armonía social y afectan la vida de los moradores.

El ecosistema se destruye. Por más que existan nuevas técnicas y se tenga noción seria del desarrollo sostenible, se acaban los bosques, se contaminan las quebradas, se lesionan la fauna y la flora y se modifica el paisaje.

Nacen nuevos asentamientos humanos. Debe llegar la fuerza pública, toca hacer Inspección de Policía, nombrar maestros en la escuela que requerirá ampliarse, hay que construir acueducto y alcantarillado, instalar nuevas líneas eléctricas, modificar el plan de ordenamiento, hacer otras vías y cumplir una enorme cantidad de obligaciones públicas que corren por cuenta de la Alcaldía y la Gobernación.

La plata de las regalías para estos territorios productores llega varios años después de que se inician las explotaciones. Estas regalías son una compensación o una indemnización para tanto efecto negativo. Pero como el petróleo no dura toda la vida, cualquier día se marchan todos los que llegaron, sin despedirse siquiera. Queda “el hueco” y en el contorno un enorme vacío saturado de desesperanza y de miseria.

El nuevo Sistema Nacional de Regalías implica que un departamento como Santander verá disminuir paulatinamente sus recursos desde el año 2012, cuando se va a recibir una porción muy inferior a los dineros que se obtuvieron en 2011. Y la disminución no será más drástica en los años venideros, sino medianamente gradual, porque logramos demostrarle al gobierno que los Departamentos tenían obligaciones


crediticias basadas en las regalías. Por ejemplo, nosotros tomamos el crédito de Findeter para construir carreteras con amortizaciones basadas esencialmente en regalías, al igual que la financiación de trabajos en Metrolínea de Bucaramanga en Ciudad Norte. Pero este reconocimiento tampoco fue suficiente, es apenas un “contentillo”.

En el nuevo marco legal de las regalías se creó el Fondo de Desarrollo Regional, que permitirá que las iniciativas territoriales comunes se puedan gestionar a través de él, con lo cual los departamentos, en teoría, podrían liberar recursos provenientes de los ingresos corrientes para atender otro tipo de necesidades locales. Pero en la forma como se va a decidir, las Entidades Territoriales perderán la autonomía que se predica en la Constitución Nacional, e inclusive en las determinaciones que se tomarán para la aplicación de las regalías directas.

Luego de terminar mi período y de entrar en vigencia la ley, hay un explicable y gran revuelo regional por la fórmula para distribuir los recursos. Quienes impugnamos la reforma advertimos en el Congreso que le pusieran cuidado al tema. Les dijimos a los Departamentos que la norma era confusa y que su aplicación sería traumática. En general no tuvimos eco ni solidaridad plena, y las consecuencias ya están a la vista, además de existir una gran incertidumbre jurídica, por lo que las demandas llegarán en cascada.

La Ley de Regalías aprobada por el Congreso resultó ser todo un galimatías. Quiera Dios que se pueda aplicar y sus efectos no sean tan devastadores y desestimulantes para las zonas productoras, como supongo. Por lo que estoy viendo, no pasará mucho tiempo antes de que se presente la necesidad de nuevas modificaciones, pues ante el enredo, la ausencia de estudios sobre la situación que viven muchas regiones, la falta de equidad en la concepción de las nuevas normas, la caída de los precios del petróleo y la desilusión de los Municipios y Departamentos no productores, a los que se les endulzó el oído con una mermelada que nunca va a alcanzar para toda la tostada y a donde llegue la untada no será en las cantidades prometidas, se producirán muchas denuncias, reclamos e inconformidades que obligarán la apertura del tema a nuevos análisis.


Eso, si antes la Corte Constitucional no falla la inexequibilidad de la Reforma, ya que en el trámite del Acto Legislativo se cometieron fallas que fueron oportunamente detectadas y denunciadas. Hay otros argumentos en discusión, entre ellos que lo aprobado choca ostensiblemente contra el esencial criterio descentralizador de la Carta. Hay que estar pendientes. ¡Se perdió la primera batalla, pero la lucha continúa!

ElECTrIFICADOrA DE SANTANDEr

No tuvimos en su momento el buen cuidado de explicar a la opinión pública la clase de operación cumplida por el gobierno nacional para vender las acciones de su propiedad en la ESSA, ni sus positivos efectos para el Departamento. Siguió primando la idea de que la Electrificadora era de los santandereanos y se formó la impresión de que en el gobierno seccional habíamos vendido la Empresa, lo que sin ser cierto fue muy bien explotado por la oposición. Para más molestias, se explotó inadecuadamente el hecho de que los compradores llegaran de Antioquia, como si no fueran nuestros compatriotas. No se quiso reconocer, además, que EPM, los nuevos dueños de las acciones de la Nación, son una Empresa Pública. Y tampoco, el significativo y notable incremento de las acciones de Santander, por un valor muy alto, enteramente gratis.

Así es en el ambiente de lo público, como tantas veces les dije a mis compañeros de gabinete: “En política las cosas no son como son, sino como parece que son”.

Aun cuando en un capítulo anterior ya me referí al tema, por su importancia lo comento ahora de nuevo, con mayor amplitud.

En el Departamento funciona la Empresa Electrificadora de Santander. Se creía por parte de los ciudadanos que esta empresa era de propiedad de la Gobernación. La realidad era que la administración sólo poseía el 14,4% de las acciones, Bucaramanga y otros pequeños accionistas tenían el 2%, y el resto (83,6%) era de la Nación.

Durante la campaña electoral nos enteramos que el gobierno nacional quería vender su participación en las Electrificadoras


regionales y argumentaba que los dineros provenientes de esa negociación se invertirían en proyectos de competitividad regional. La Administración que me antecedió en Santander había dado su visto bueno y logró que la Asamblea aprobara la enajenación de las acciones del Departamento.

En la campaña electoral yo había dicho que si era elegido Gobernador me opondría a esta venta y especialmente a que la electrificadora pasara a manos del sector privado.

Una vez me posesioné, el gobierno nacional anunció la apertura de la subasta pública de cinco Electrificadoras, entre ellas la de Santander. Ante esto, reiteré que me oponía a ese proceso y que como representante legal del Departamento no firmaría ningún documento. Se armó un “tierrero”, porque ya había autorización de la Asamblea y documentos firmados por el Gobernador anterior aceptando las condiciones para la venta.

Cuando yo dije que me quitaba del negocio, el Superintendente Financiero me llamó para que lo facilitara y no me metiera en un lío por hacer fracasar la subasta pública. En ese momento ya se había hecho el evalúo de la Empresa y el precio era de $300.000 millones, sobre el cual no estaba de acuerdo y afirmé que la empresa valía por lo menos el doble.

En medio de ese tire y afloje que se armó, tomé la decisión de llamar al Presidente, porque él era quien en definitiva daba la orden. Le hablé de la autonomía de las Entidades Territoriales y de los derechos de las regiones. Le dije que como nuevo representante legal del Departamento no estaba de acuerdo con esa venta, porque lesionaba nuestros intereses.

Pensaba sinceramente que el presidente Uribe iba a dar la pelea e impondría su voluntad en la venta de la electrificadora en las condiciones que se habían planteado inicialmente, dado que el Ministro de Minas y el Superintendente me habían dicho que él estaba jugado completamente con el tema. Pero yo iba a luchar a fondo porque estaba convencido de la bondad de la posición que defendía. Sin


embargo, su expresión fue que “estamos en un régimen en el que deben respetarse los derechos de los demás y si el departamento de Santander, que es el dueño de un porcentaje de las acciones, no quiere venderlas, nosotros no debemos obligarlos”. Me sorprendió y lo agradecí profundamente.

El Presidente llamó a su gente y los alineó en el sentido de no vender la participación accionaria de Santander. Esto generó que otros Departamentos también se atrevieran a cuestionar la venta de sus Electrificadoras. Todo eso conllevó a que la subasta pública no se realizara.

Luego de estos acontecimientos, me reuní con los parlamentarios santandereanos y acordamos proponerle al Presidente que nosotros comprábamos la Electrificadora, dado que entre las entidades oficiales sí puede haber venta directa. La pregunta obvia que él hizo fue: ¿y cómo me la van a pagar? Y la respuesta que le dimos fue que una vez autorizara vendérnosla, le diríamos cómo le pagaríamos. La verdad es que no teníamos ni un peso y nos enfrentábamos a siete multinacionales que ya le habían dicho al gobierno nacional que estaban interesadas en comprar.

Nombré un comité de empresarios para que me asesoraran y busqué la colaboración de expertos. Finalmente, hablando con el gobierno central, surgió la idea de que se le vendería la Electrificadora de Santander a una Entidad Pública. Eso hacía que hubiese cuatro Empresas Públicas Nacionales con asiento en Medellín, Cali, Bogotá e Ibagué con posibilidades de comprar.

Nosotros nos reunimos con estos potenciales compradores y les dijimos que Santander cobraría una prima de éxito por la venta de la electrificadora, que internamente fijamos en el 10% del valor de las acciones vendidas por el Gobierno Nacional. En efecto, una vez EPM ganó la puja, en una importante reunión que se celebró en la Casa de Santander en Bogotá con la plana mayor de esa empresa, se aceptó nuestra solicitud económica, por facilitar el negocio. Nosotros no quisimos recibir el dinero, sino que negociamos que dicha prima nos la pagaran en acciones de la Electrificadora y así se hizo. Entonces


pasamos de tener una participación de 14,4% de una empresa valorada en $300.000 millones a 22,5% de una empresa que valía $700.000 millones. Todo esto lo logramos sin poner un solo peso.

Con los dineros que EPM le pagó al gobierno nacional por la compra de la Electrificadora, el compromiso era invertirlos en la carretera Bucaramanga-Cúcuta. Eso tuvo muchos enredos de tipo legal. Pensé entonces que los santandereanos nunca volverían a creer en la posibilidad de tener una doble calzada que uniera las dos ciudades y sería un nuevo factor de frustración. Sin embargo, la Nación empezó a cumplir luego de todos los tropiezos y sacó una licitación por $350.000 millones para esta vía.

Conclusión: Santander hizo un extraordinario negocio. Ahí está la Empresa; Santander no vendió nada de nada; hoy el Departamento es más propietario que antes; hoy recibe más utilidades que antes; la infraestructura se ha modernizado; el servicio es mejor y los nuevos socios son estatales. Todo esto, pura gestión, sin arriesgar ni invertir un solo peso.

PlAN DEPArTAMENTAl DE AGUA

El gobierno nacional nos entusiasmó con el Plan Departamental de Agua, diciendo que tendría plata suficiente para cofinanciar las inversiones regionales. La propuesta sonaba bastante interesante, porque se hablaba de articular el Sistema General de Participaciones, los recursos de regalías, presupuestos de las entidades territoriales, dineros de las empresas prestadoras de servicios públicos, aportes de las Corporaciones Autónomas Regionales y la Nación.

Se nos dijo que el Gobierno Central apropiaría 1,7 billones de pesos, para comenzar. ¡Imagínense! Sin embargo, para el caso de Santander el aporte del gobierno nacional apenas llegó a $27.000 millones, mientras que nosotros comprometimos $400.000 millones del gobierno departamental y $200.000 millones de los municipios.

A pesar de su bajísima participación, el gobierno nacional se abrogó el derecho de incidir en las decisiones de inversión territorial y,


además, quedó con capacidad de vetar proyectos. Esta fue una situación muy incómoda, porque cercenó la autonomía regional y centralizó en Bogotá todas las decisiones.

Lo que se había hablado inicialmente era que las Gobernaciones se convertirían en las instancias coordinadoras de los Planes Departamentales de Agua y que habría una estrecha relación con el entonces Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Sin embargo, con el correr del tiempo las reglas fueron cambiando y el gobierno nacional se apropió de este instrumento, sin poner el dinero con el que inicialmente había ilusionado a los Departamentos y Municipios.

Las decisiones que se tomaban en el Comité de Aguas tenían que estar aprobadas tanto por el Ministerio como por la Gobernación, a pesar de que territorialmente poníamos más del 95% de los recursos, lo que generó gran incomodidad entre los representantes de los Municipios, quienes amenazaron con retirarse de este Plan.

Y es que lograr convencer a los Municipios de que hicieran parte del Plan Departamental de Aguas no fue fácil. Muchos Concejos negaron esa posibilidad. Entre ellos siempre se suscitó la desconfianza sobre el manejo centralizado de las inversiones locales y la intervención directa del Ministerio. Gracias al lobby que hicimos, entraron 63 alcaldías a esta iniciativa.

Cuando se hicieron mucho más evidentes los problemas de financiación, la falta de claridad del gobierno nacional sobre sus aportes, las trabas administrativas y las demoras en la aprobación de los proyectos, los Municipios insistieron en que querían retirarse. Seis de ellos lo hicieron. Los otros se mantuvieron firmes, pero sufrieron retrasos importantes en sus inversiones locales.

Los proyectos ya estructurados debían ser examinados en Bogotá, previa presentación a la denominada Ventanilla Única. La “Ventanilla Siniestra” la denominábamos en las conversaciones con los Alcaldes. Como de manera constante en Bogotá se ponían trabas técnicas a los proyectos, sacamos 27 a concurso de méritos con el requisito de que debían quedar listos para la aprobación del Ministerio, y otros tantos


fueron revisados y reestructurados previamente por el Acueducto de Bucaramanga, con el que firmamos un Acuerdo de Asistencia Técnica para garantizar la pertinencia de las solicitudes. Pero ni esto valió. Los documentos eran devueltos y las iniciativas rechazadas.

Nuestro propósito era agilizar la inversión, pero el de la burocracia central era frenar cualquier iniciativa. Por esto el Plan Departamental de Aguas se convirtió en un obstáculo para nuestra gestión en materia de agua potable. Nunca calculé los problemas en que nos íbamos a meter por la falta de decisión de las autoridades nacionales.

Fue precisamente sobre este tema que tuve una discrepancia con el presidente Uribe, porque nos sentimos engañados y perdimos tiempo valioso para desarrollar muchos trabajos esenciales en los Municipios. A esto se agrega que estuvimos planificando las inversiones de largo plazo sobre la base de las vigencias futuras y cuando íbamos a empezar a utilizarlas la Contraloría Nacional se opuso. Finalmente no fue posible contar con esos dineros.

Recuerdo que en Santander aprobamos acudir a las vigencias futuras para la construcción de soluciones definitivas de acueductos en muchos municipios. La teoría que defendí para lograr que ellas se aprobaran, fue la de que no se podían seguir construyendo acueductos a pedacitos, a medida que iban entrando los recursos, año por año. Les dije a los técnicos que calculáramos cuáles serían los ingresos locales y territoriales en los próximos quince años y los pignoráramos para hacer una inversión definitiva ya, porque esta era la determinación más responsable: técnica, financiera y socialmente. El gobierno nacional estimuló esta postura. Sin embargo, como lo acabo de expresar, esos recursos nunca los pudimos utilizar debido a las demoras en los trámites centralizados con relación a la aprobación de los proyectos, a la decisión de la Contraloría y a las indicaciones que finalmente impartió el propio Gobierno. ¡A Dios gracias!, porque nos hubiéramos metido en un tremendo lío.

Al final y después de muchas luchas, las dificultades con el Ministerio en materia de trámites se superaron con la llegada del


nuevo gobierno nacional, el cual facilitó los procesos, fruto del buen sentido social de la Ministra y el hecho de que a esas dependencias llegara un Viceministro de nuestra tierra.

Principalmente con recursos propios, el poco aporte nacional y en algunos casos presupuesto comprometido por las alcaldías, se diseñaron, licitaron y adjudicaron 37 proyectos, 29 de acueductos y 8 de alcantarillado, por valor de $70.000 millones. Fue una carrera contra el reloj durante 2011, pero lo pudimos hacer con la buena diligencia de la Secretaría de Infraestructura y su componente de Aguas.

Por fuera del Plan, y utilizando esencialmente recursos de regalías, se invirtieron adicionalmente $90.000 millones en muchas obras de acueducto y alcantarillado en distintas municipalidades de Santander, recuperando de esta manera el tiempo perdido en los primeros años por la falta de claridad de la iniciativa liderada por el gobierno nacional.

Bucaramanga no entró en el Plan Departamental de Aguas, como tampoco lo hizo Barrancabermeja. Una vez hechos los análisis técnicos, jurídicos y financieros, ambos Municipios estimaron que no era conveniente su participación, dado que tenían que hacer aportes muy cuantiosos y debían comprometer vigencias futuras. A pesar de esto, la Gobernación le aportó a Bucaramanga $10.000 millones para que pudiera hacer el cierre financiero para el embalse que estaba construyendo; mientras que a Barrancabermeja se le giraron $18.000 millones para dos obras importantes de agua y alcantarillado.

Desde la Gobernación de Santander promovimos inversiones en los acueductos locales para que todos los municipios ofertaran agua potable, pues comprobamos que muchas de las enfermedades que atendían los servicios locales de salud se debían a que la gente estaba consumiendo agua contaminada. Los avances que tuvimos en esta materia fueron importantes, pero no suficientes, lo que obliga a redoblar esfuerzos desde los territorios y a priorizar la inversión en este campo.

141Temas sensibles

Capítulo 5TEMAS SENSIBlES


El INVIErNO QUE AZOTó A SANTANDEr

La infraestructura carreteable del departamento se destruyó por efectos de la larga temporada de lluvias en 2010 y 2011. Los derrumbes fueron muy grandes y continuos y eso hizo que se perdieran muchas calzadas, varias de las cuales no se pudieron reparar antes de finalizar mi gobierno. Se afectaron vías esenciales como las que conducen de Bucaramanga a Playón, Cúcuta, Barrancabermeja y Málaga. Carreteras secundarias e infinidad de conexiones interveredales quedaron inservibles.

Santander estuvo aislado de Bogotá en dos ocasiones, lo cual generó impactos económicos muy grandes para el comercio y la industria del centro del país, que produce con materias primas importadas y que comercian con Venezuela o deben enviar sus productos por los puertos del Caribe.

Emprendimos ante el gobierno nacional el trámite para la asignación de recursos de emergencia para superar la crisis. Presentamos proyectos para conseguir el dinero que permitiera modificar estructuralmente algunos tramos carreteables, dado que la intervención no era sólo repavimentar, sino corregir y reforzar las bases y taludes. La recuperación tuvo un buen suceso en casi todas las vías, con excepción de la que conduce a la Costa, que siguió presentando problemas de transitabilidad, por lo que, con los empresarios, los gremios y la Sociedad de Ingenieros, le pedimos al gobierno nacional que realizara los estudios técnicos para abrir una carretera alterna desde Café Madrid en Bucaramanga hasta el municipio de Sabana de Torres, de la cual ya hablé.

En medio de esta emergencia, fue que el propio presidente Santos se comprometió a pavimentar la vía de Málaga a Los Curos, con un costo actual de $300.000 millones, con sus respectivas obras de arte, para que se convierta en una solución definitiva de comunicación.

Por la intensidad de las lluvias algunas obras del Plan Vial de Santander se dañaron y se requirió negociar con los propios contratistas las reparaciones del caso, según lo autorizaron las disposiciones nacionales sobre invierno. También se les encomendó la reconstrucción

143Temas sensibles

de carreteras cercanas a sus frentes de trabajo, seriamente afectadas por derrumbes y avalanchas. Para esto apropiamos de nuestro presupuesto una suma superior a $50.000 millones y declaramos algunas urgencias manifiestas para agilizar las soluciones, cuando no fue posible contar con empresarios que tuvieran personal y maquinaria aledaños a los sitios donde tocaba hacer intervenciones inmediatas. Además, ayudamos a reparar vías terciarias con recursos de la Gobernación, y utilizamos para ello la maquinaria que se había comprado para 30 municipios, gracias a aportes directos de la Gobernación y a préstamos concedidos por Idesan, con excelentes tasas y plazos.

En la aplicación de soluciones a las consecuencias del invierno contamos con la ayuda de importantes sectores cívicos y empresariales, como la Asociación de Ingenieros, Cámara de Comercio y Universidades. También buscamos apoyo en empresas como Isagén y en firmas de construcción que facilitaron sus equipos y trabajadores.

los impaCtos soCiales del invierno. Los efectos del invierno fueron catastróficos para la sociedad santandereana. Lo más grave que sucedió durante la primera temporada de lluvias entre 2010 y 2011 fue la muerte de 47 personas. Otras 7 fallecieron en la segunda temporada invernal de 2011. Hubo casos dramáticos como uno en Florián donde de una misma familia murieron diez personas por una avalancha y sólo se salvaron el papá y un hijo. Algo verdaderamente terrible.

Los daños a las vías y las viviendas se presentaron especialmente en las zonas de ladera debido a los derrumbes, mientras que en la parte plana, correspondiente al Magdalena Medio, las inundaciones arrasaron los cultivos de los campesinos, ahogaron el ganado y arruinaron económicamente a muchos hogares.

Las viviendas que quedaron averiadas o destruidas por el invierno en los municipios de Santander superaron las 6.000 unidades. También se afectaron 55.000 hectáreas de tierra cultivadas. Frente a esta situación, que superó cualquier posibilidad de que la Gobernación pudiera asumir la responsabilidad de buscar una solución definitiva para las familias que vieron afectadas sus viviendas y su producción, nos pusimos en la tarea


de tocar las puertas del gobierno nacional. Fue así como acudimos al Banco Agrario para que ayudara en el refinanciamiento de créditos que tenían contraídos los campesinos y pudieran acceder a nuevos recursos para reactivar su actividad productiva.

Sin embargo, nos encontramos con la siguiente situación. Los campesinos afirmaban que si ellos debían $50 millones y la solución que se les planteaba era que les refinanciaban esa deuda y les prestaban otros $50 millones para retomar sus actividades, obviamente su situación empeoraba porque tendrían que pagar $100 millones y lo más seguro era que no serían capaces de cumplir, dado que sus activos estaban destruidos y los semovientes ahogados o vendidos a precios muy bajos.

Los campesinos, con razón, propusieron que el Estado les condonara totalmente la deuda inicial y que les volviera a prestar para reactivar sus proyectos. Entendimos perfectamente su posición. Hicimos el trámite respectivo, pero el resultado fue negativo. Esta opción no se contempló por parte del gobierno nacional ni por las entidades de crédito. Entonces lo que empezó a ocurrir fue que los campesinos salieron de sus parcelas para las zonas urbanas, llevando a cuestas la deuda con el banco y tratando de empezar una nueva vida en las ciudades.

En el tema de la reconstrucción o recuperación de las viviendas rurales las dificultades fueron enormes, porque a las autoridades nacionales les fue difícil poner en marcha mecanismos que les permitieran a las familias campesinas ocupar plenamente sus casas, tal como ocurrió con el programa de reparaciones, que por ser de pequeñas cuantías para aplicar en viviendas dispersas, se hizo inoperante, al igual que sucedió con los nuevos asentamientos formales que se ofrecieron, para los cuales no hubo desembolsos oportunos y ni siquiera proyectos en muchos casos. Desde el Departamento también tuvimos muchos problemas para cumplir adecuadamente nuestra parte, porque la Gobernación no manejaba directamente los programas y cuando se trataba de conseguir un operador, muy pocas empresas se mostraban interesadas por razón de los altos costos, baja utilidad y trámites engorrosos. Así las cosas, muchas familias

145Temas sensibles

que perdieron sus viviendas, tanto en las áreas urbanas como en las rurales, no tuvieron solución real inmediata por parte del Ministerio, a pesar de que nosotros ofrecimos contribuir económicamente para el cierre financiero de la construcción o reparación de las habitaciones. Algunos de los programas terminaron operando, a veces a medias y sin satisfacción plena por parte de los damnificados.

Finalmente, me enteré con alegría que un buen número de las casas gratuitas ofrecidas por el gobierno nacional a las familias más pobres, estarán destinadas a quienes perdieron su vivienda por el invierno. Ojalá sea así.

los efeCtos polítiCos del invierno. Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance por buscar las mejores soluciones a los problemas derivados del invierno. Pero evidentemente ellas no son mágicas y no todas se pueden lograr en el corto plazo, lo que obviamente tiene implicaciones en la imagen del gobierno territorial e impactos políticos.

Un ejemplo nos ayuda a entender la situación a la que se enfrenta un gobernante territorial: El invierno ocasiona un gran deslizamiento, este daña unas casas, el gobierno le busca albergue a la gente, entrega frazadas, comida y productos de aseo. Las familias afectadas, residentes en una zona de alto riesgo, le piden al gobierno que les reconstruya la vivienda. La Gobernación les plantea que debe reubicarlos porque no puede legalmente invertir en ese sitio. Ellas no aceptan y se arma un gran lío.

También ocurre que las familias afectadas viven en un sitio en el cual se puede hacer la inversión de reconstruir la casa, la Gobernación pone su parte y queda a la espera que el gobierno nacional aporte el subsidio, pero los trámites engorrosos no permiten agilizar el proceso.

En ambos casos los damnificados siempre señalarán a la autoridad más cercana como la responsable, sin detenerse a escuchar argumentos y sin analizar razones jurídicas, operativas o financieras.

Pero más allá de estos inconvenientes sobre la imagen del gobernante y los efectos políticos que trae, no poder atender con la prontitud


requerida todos los eventos que se desencadenan con un fenómeno natural de las dimensiones del que nos tocó afrontar en Santander, es doloroso, perturbador y frustrante. Nosotros fuimos uno de los departamentos más afectados por el invierno, pero por fortuna nos hemos sabido sobreponer con rapidez en medio de todo tipo de dificultades.

Las torrenciales lluvias golpearon con mucha mayor fuerza a las familias pobres, que vieron cómo se dañaban sus viviendas, sus cultivos y sus vías. Una situación que desde la Gobernación tratamos de solucionar, pero los costos eran inalcanzables. Esto fue lo más sobrecogedor y angustiante que tuve que vivir durante los cuatro años de gobierno.

la ayuda del gobierno naCional. Es justo reconocer que el gobierno nacional fue determinante en la solución de los problemas básicos derivados de la tragedia invernal. Lo hizo con mucha diligencia en la ayuda humanitaria, especialmente en la distribución de comida, menaje, productos de aseo, colchonetas y frazadas. También en lo relacionado con la adecuación de albergues y la entrega de subsidios de arrendamiento.

En vías se notó la ayuda del gobierno central, aun cuando uno quería mucha más presencia y más recursos. En la reparación de las carreteras nacionales invirtió directamente y se pudo sortear la emergencia, pero quedaron faltando soluciones estructurales que valen muchísima plata, las cuales se podrían financiar por medio del Fondo de Adaptación.

El gobierno central les ayudó a los Municipios directamente con obras de hasta $250 millones, aunque quedaron faltando inversiones para la canalización de ríos y quebradas en las localidades, y así evitar estragos similares a los que se vivieron en la temporada de lluvias que comenzó en 2010. En vías departamentales y algunas municipales, la Gobernación recibió el encargo de dirigir la inversión de 28 proyectos pequeños y medianos, cuyo presupuesto fue manejado directamente por el Gobierno Nacional. Sobre ellos se trabajó intensamente, cumpliendo con rigor las instrucciones impartidas por Colombia Humanitaria. Algunas de estas obras fueron adicionadas con recursos propios del Departamento, porque las cifras enviadas desde Bogotá no fueron suficientes.

147Temas sensibles

En los temas de educación y agricultura no fue tan evidente ni tan eficaz la presencia de la administración central.

Pero, en todo caso, sin la preocupación, presencia, participación y cooperación del Gobierno del presidente Santos, la tragedia invernal hubiera sido de mayores proporciones y la recuperación casi imposible. Siempre se espera más, siempre se echará de menos una inversión necesaria aquí y otra allá, siempre se dirá que esto no operó o que aquello hubiera podido hacerse mejor, pero lo cierto, lo que toca resaltar y agradecer, es que el propio Mandatario y su equipo ministerial, Colombia Humanitaria, la División de Prevención de Desastres y el Fondo de Adaptación, estuvieron presentes en la emergencia, atendieron nuestras peticiones y reclamos, señalaron caminos y ayudaron a Santander en tan delicada situación. Personalmente quedé agradecido, al igual que la mayoría de habitantes del departamento.

Además, ¿qué hubiera sido del Departamento y de mi gobierno, sin la presencia decidida y eficaz del Ejército y de la Policía?

La empresa privada, los gremios de la producción, las asociaciones de profesionales, la Cruz Roja, Defensa Civil, Bomberos, Procuraduría y Contraloría que ayudaron a orientar y vigilar las labores de atención y salvamento; las universidades con la UIS a la cabeza, alcaldesas y alcaldes, comités locales y departamental de emergencias; mi gabinete, funcionarios especializados de las secretarías y el personal de la Gobernación destinado a atender la tragedia, todos ellos tienen mi aprecio y la gratitud del pueblo santandereano.

Si en esas semanas dramáticas molesté demasiado a los funcionarios del gobierno nacional, a los Alcaldes o a mi propia gente; si en oportunidades fui exigente en extremo o con demasiada vehemencia reclamé más acción, más soluciones, más trabajo; si llegué a ser desconsiderado, reclamando más de lo que se podía dar, a las personas a las que se asignaron responsabilidades en la tragedia; encarezco que me disculpen. El momento era azaroso y exigía comportamientos extraordinarios, empezando por el Gobernador, quien tenía en sus manos la responsabilidad de orientar, de coordinar y de mantener el


ánimo de todos en alto, de atender y de lograr debida atención a los problemas, en fin, de sostener a toda la gente en acción.

una situaCión poCo envidiable. Santander es mitad montaña y mitad llanura. Con el invierno descubrimos que nuestras montañas son arenosas porque su formación geológica no supera el millón de años. Cuando les cae demasiada agua empiezan a desleírse y a desprenderse, causando los estragos a los que asistimos en la mayor parte de los municipios de Santander.

En la zona plana, o sea, en el Magdalena Medio, el rio Magdalena llega rápidamente a su tope y se desborda cuando los aguaceros son fuertes. A esto se suma que los ríos que bajan por las montañas vienen muy sedimentados y también se salen de sus cauces.

Lo cierto es que en Santander nunca había caído tanta agua y eso condujo a que tuviéramos a medio departamento inundado y a medio departamento derrumbado. La tragedia fue enorme. Pero hubo acción, compromiso y liderazgo. Santander no se dejó avasallar por la adversidad, pudo salir adelante y se lució por su capacidad de reacción.

lA SEGUrIDAD COMO UNA DE lAS PrIOrIDADES

Siempre he sido partidario de una solución política del conflicto, pero nunca opositor a que el Estado utilice su fuerza legítima para combatir a las organizaciones que están por fuera del orden institucional.

Durante el mandato del presidente Belisario Betancur lideré al interior del Partido Liberal la decisión de que no se le podía hacer oposición al gobierno en los temas de paz y esta postura resultó triunfante, con algunas fuertes reticencias. Incluso, acepté ser parte de la Comisión de Paz, a pesar de las críticas de algunos miembros de mi Partido.

También participé en los diálogos con el M-19 para lograr su desmovilización, la entrega de armas y el ingreso a la vida civil y política. Además firmé como Ministro de Gobierno del presidente Barco, junto con Rafael Pardo, quien era Asesor Presidencial para

149Temas sensibles

la Paz, los primeros acuerdos con el Ejército Popular de Liberación, Quintín Lame y Patria Libre.

En la campaña para la Presidencia en 1998 enarbolé una propuesta de paz que incluía lograr acuerdos con las guerrillas. Triunfé en la primera vuelta. Sin embargo, apareció el candidato conservador Andrés Pastrana diez días antes de la segunda vuelta y dijo: “yo si voy a hacer la paz con la guerrilla”; mostró la famosa foto de Manuel Marulanda, “tirofijo”, con reloj de la campaña pastranista en la muñeca, asegurando que tenía un pacto en ese sentido con las FARC y con eso me ganó.

En 2002 el candidato Álvaro Uribe planteó un discurso basado en la confrontación armada y no en el diálogo, el cual estaba bastante aporreado políticamente luego del fracaso de las negociaciones del gobierno Pastrana con las FARC. Mi propuesta era “no a la guerra total”, la cual salió derrotada electoralmente.

Para 2006, la percepción de los éxitos alcanzados por Uribe con su programa de Seguridad Democrática y la aprobación de la reelección presidencial, le permitieron un triunfo muy holgado. En ese momento no conocíamos todos los horrores que se estaban cometiendo, como los seguimientos e interceptación de comunicaciones a opositores políticos, los llamados “falsos positivos” y las relaciones de agentes del Estado y políticos con los paramilitares. Mis denuncias a la Fiscalía en abril de 2002 sobre este particular resultaron ser un pálido reflejo de lo que ocultamente estaba ocurriendo. Tampoco se conocían a ciencia cierta las “movidas” que hicieron posible la aprobación de la reelección.

Pasado todo esto, llegué a la campaña política en Santander, un departamento que venía avanzando bastante en temas de seguridad. Sin embargo, y a riesgo de perder las elecciones, yo dije públicamente que no era muy partidario de la política de la Seguridad Democrática y di las explicaciones pertinentes. Aclaré, eso sí, que si era elegido Gobernador tenía que reconocer que quien manejaba el tema del orden público y de la seguridad era el Presidente y que la Constitución dice que para estos efectos el Gobernador es un agente del gobierno nacional. Y así me gustara o no la estrategia del presidente Uribe, yo debía obedecer a la Constitución.


Esto fue motivo de mucha controversia en Santander, porque entonces volvieron a cargar mis enemigos políticos en el sentido de decir que Serpa era de izquierda y amigo de la guerrilla. Sólo que esta vez no tuvieron éxito en sus proclamas.

Una vez elegido, hablé con el presidente Uribe y me puse a disposición. Le dije que yo cumpliría con las decisiones del gobierno nacional en materia de seguridad, pero que impulsaría proyectos muy sólidos en derechos humanos.

O sea, Santander sería un departamento donde procuraríamos mucha seguridad con el Ejército y con la Policía bajo la orientación del Presidente de la República, y a la vez un territorio en el que no se permitirían las violaciones a los derechos humanos, pues en este tema yo dije que sería inflexible.

Lo primero que hicimos fue reconstituir el Comité de Derechos Humanos en Santander y elaboramos una política oficial. Los participantes fueron elegidos por las organizaciones no gubernamentales. Me senté con los Comandantes de la Policía y el Ejército y les ofrecí toda mi solidaridad, pero les advertí que en el tema de los derechos humanos yo iba a ser obsesivo. Ellos me acogieron, pues tenían claro que yo sabía de estas materias y que las había puesto en operación cuando fui Ministro de Gobierno, Ministro del Interior y Procurador General.

Estos temas de la seguridad también los hablé con los alcaldes. Acordé con ellos que me darían periódicamente informes de orden público y yo conversaría con los Comandantes para buscar las soluciones. Ese flujo de información permitió una acción más rápida y eficiente en la lucha contra la delincuencia.

Logramos éxitos muy evidentes en el tema de erradicación de los cultivos ilícitos, los cuales están prácticamente acabados en el departamento. Quedaron algunas zonas con sembrados en el sur y en regiones colindantes con Cesar y Norte de Santander. No más de 150 hectáreas, cuando veníamos de 2.000. Mi compromiso con el entonces Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, fue la de lograr declarar a

151Temas sensibles

Santander territorio libre de coca. No se pudo cumplir al ciento por ciento, pero estuvimos muy cerca.

La principal herramienta que utilizamos en materia de seguridad fue la aplicación de una política preventiva, en la que convocamos a los diferentes actores civiles, políticos, militares, sociales, económicos y sindicales para resolver los conflictos mediante la vía del diálogo y los acuerdos civilizados. El liderazgo del Gobernador fue capaz de juntar las voluntades en torno a este propósito.

Una herramienta valiosísima en la tarea de luchar contra la delincuencia fue el Observatorio del Delito, gestionado desde la Policía Nacional y que permitió fortalecer los procesos de seguridad y tranquilidad ciudadana. Otro instrumento del cual echamos mano, fue el del Consejo de Seguridad, donde se analizaron en forma permanente los temas que podrían afectar la convivencia y la tranquilidad en los territorios. En torno a este escenario, se consiguieron recursos para las Fuerzas Armadas y de Policía, fortaleciendo el Fondo de Seguridad y el Comité de Orden Público. Al final del período avanzamos en la construcción del Plan Integral Departamental de Seguridad y Convivencia.

El balance final de mi gobierno en materia de seguridad fue el de que nunca volvieron a ocurrir tomas guerrilleras a los municipios; no se presentaron asaltos a la Policía ni al Ejército; tampoco se sufrieron masacres; y no hubo atentados terroristas. Ocurrieron tres secuestros, dos de los cuales se solucionaron el mismo día con la libertad de los plagiados y un tercero, contra trabajadores en el Magdalena Medio que fueron mantenidos en cautiverio por delincuentes que vinieron del Sur de Bolívar, lo que se resolvió incruentamente en menos de 30 días y sin pago de rescate. Hubo fechorías y actos de la delincuencia común, homicidios ocasionales y casos de sangre motivados por intolerancia, asaltos callejeros y conductas pasionales, pero no operaron bandas criminales organizadas, ni grupos paramilitares, ni agrupaciones guerrilleras.

Los indicadores de violencia nos pusieron en la condición de ser el Departamento más seguro del país, de acuerdo con los reconocimientos


hechos por los Ministerios de Defensa e Interior y de Justicia. Esto aconteció en un departamento que llegó a ser la meca de la violencia en Colombia. Recuerdo las cifras tan preocupantes en las épocas en que yo participaba como Ministro en los Consejos de Seguridad.

Aclaro que durante la administración que me antecedió se habían alcanzado importantes avances en la materia y reconozco que el gobierno del presidente Uribe produjo notables y positivos cambios en seguridad en el país, que tuvieron un fiel reflejo en Santander. Pero lo de los cuatro años de mi gobierno en materia de seguridad, tranquilidad y convivencia, fue sobresaliente. Ejército y Policía obraron con preocupación, diligencia, responsabilidad y eficacia. Sin excepción, los comandantes, oficiales, suboficiales, soldados y policías, mostraron una conducta ejemplar. El DAS puso su parte. Y existió eficiente coordinación con Fiscalía y Procuraduría.

ATENCIóN A DESPlAZADOS

Durante el gobierno di instrucciones muy precisas para que se desarrollara una atención integral a la población en estado de desplazamiento. No nos quedamos en el discurso, sino que pasamos a la acción. En el campo de la vivienda les adjudicamos a desplazados 584 subsidios por un valor de $2.226 millones y se aprobaron 17 proyectos productivos que beneficiaron a 647 familias por una suma de $2.117 millones.

Implementamos el Plan Integral Único, que facilitó la intervención y el acompañamiento a treinta municipios donde se encontraba población desplazada en Santander. En estos sitios también se actualizaron los informes de riesgos. Fuimos, además, muy exitosos con la implementación del programa de justicia alternativa relacionada con la conciliación en equidad, para lo cual tuvimos el acompañamiento de la Universidad Nacional.

Brindamos apoyo a los Comités Técnicos Regionales en el Área Metropolitana y en Barrancabermeja, para atender los casos de restitución de bienes e identificar víctimas y predios despojados como consecuencia del conflicto armado.

153Temas sensibles

Fuimos atentos en el cumplimiento de las órdenes impartidas por la Honorable Corte Constitucional sobre la atención a los desplazados y coordinamos diferentes programas y acciones con las políticas del Gobierno Nacional. La intervención de la Corte en este tema ha sido clave para que las entidades territoriales actúen con mayor diligencia y oportunidad en favor de esta población.

El PrOCESO DE rECENTrAlIZACIóN

El centralismo en Colombia es exageradamente alto. No se ha logrado romper el cordón umbilical con el gobierno nacional a pesar de los esfuerzos constitucionales y legales por fortalecer la descentralización. Contrario a lo que se podría pensar, el centro ha retomado temas que durante años de ardua lucha muchos colombianos habíamos logrado arrebatarle para entregárselo a los departamentos y municipios.

Durante la vigencia de la Constitución de 1886 Colombia se caracterizó por ser un país centralista. Un centralismo administrativo que apabulló a las regiones y un centralismo político que impidió una democracia viva y participativa.

Tuve la oportunidad de trabajar con el gobierno nacional en las épocas del centralismo político, antes de la Constitución de 1991. Fui Ministro de Gobierno. Mi despacho tenía el manejo de los Gobernadores y los Alcaldes. Interveníamos hasta en la conformación de sus gabinetes y en buena medida los recursos se controlaban desde Bogotá. Era algo realmente asfixiante, porque se le castraba a la región la posibilidad de pensar en su propio desarrollo y formar sus propios dirigentes.

La inestabilidad política de los mandatarios locales y regionales; el manejo de la burocracia al vaivén de los acontecimientos políticos; la planeación dictada desde los escritorios bogotanos; y un presupuesto centralizado, fue lo que caracterizó al país durante casi todo el siglo XX, y esa fue una de las razones para que los ciudadanos empezaran a pensar en la necesidad de modificar la Constitución y darse, por la vía constituyente, un ordenamiento territorial más descentralizado.


Luego de promulgada la Constitución, yo volví a ser Ministro de Gobierno y promoví un cambio sustancial para convertirlo en el Ministerio del Interior, con el fin de tener unas relaciones más armónicas con municipios y departamentos y servir de garante y de puente entre los territorios y el gobierno nacional.

Sin embargo, por alguna causa, que es necesario investigar con mayor profundidad, el discurso descentralista fue perdiendo fuerza, con la misma velocidad que el gobierno nacional fue recobrando lo que había entregado. El centralismo se volvió a posicionar en Colombia.

Desde hace algunos años, mucho antes de ser Gobernador de Santander, ya había advertido sobre el proceso de recentralización que se estaba apoderando del país. Y una vez asumí como mandatario departamental, me encontré nuevamente en las épocas aquellas donde no se movía una hoja si no se soplaba desde Bogotá.

Me tocó dar una batalla muy fuerte con el tema de las regalías y el Sistema General de Participaciones, porque los funcionarios del gobierno nacional estaban convencidos de que esa era una dádiva para los territorios, cuando en realidad estos son recursos que les pertenecen a los departamentos y municipios por mandato de la Constitución, pero que a punta de decretos abiertamente ilegales le han tratado de quitar su naturaleza, utilizando como manto distractor una confusión jurídica que beneficia el centralismo y potencia el poder de una burocracia que mira con poco respeto hacia las regiones.

Tuve que librar peleas con funcionarios de Planeación Nacional, para quienes, por ejemplo, la inversión de recursos de regalías en educación superior que quería realizar mi gobierno en la Universidad de la Paz en Barrancabermeja, en cuya creación tuve la oportunidad de intervenir junto con otros paisanos hace más de 20 años, no era prioritaria. Es una situación embarazosa para un Gobernador o un Alcalde, que se siente impotente ante el poder de un burócrata que se inventa la interpretación de una norma e impide que se ejecuten proyectos territoriales básicos que están en el Plan de Desarrollo y cuyos efectos positivos son evidentes.

155Temas sensibles

La recentralización que se está dando es de tales dimensiones, que cuando recién empezamos nuestros períodos en 2008, se estaba tramitando una ley en el Congreso para destituir por vía administrativa desde el gobierno nacional a aquellos gobernadores, que en consideración de Planeación y el Ministerio de Hacienda, estuvieran manejando mal las regalías. Frente a esto, yo expresé que era una aberración y un abuso de autoridad tratar de destituir a un Gobernador elegido por voto popular con una resolución. Al final la iniciativa no pasó.

También me pronuncié contra la práctica ilegal de quitarles a los territorios el manejo de los recursos de las regalías mediante la decisión de un funcionario, sin que mediara una investigación por parte de las autoridades de control o fiscalización. La argumentación del gobierno frente a este tema siempre fue muy débil y poco convincente.

Lo que más me aterró en la discusión de la Reforma de Regalías fue la pasividad de muchos de los gobernadores y alcaldes y de la dirigencia regional, que no salieron a defender sus derechos y sus recursos. Cuando a un departamento o municipio le transfieren regalías directas, es porque se le está compensado el daño que causa la explotación de un recurso natural, como ya lo dije. Estos dineros son muy importantes para invertir en salud, educación, saneamiento básico y financiar proyectos prioritarios locales.

Al igual que lo acontecido con las regalías pasó, en períodos anteriores, con el Sistema General de Participaciones, donde el gobierno nacional retomó su manejo y les quitó autonomía a las regiones, ante la mirada impávida de los dirigentes territoriales.

Hay que volver a propugnar por entidades territoriales más independientes y con mayor autonomía presupuestal. Se deben retomar los mandamientos constitucionales en materia de transferencias, permitir mayor independencia tributaria, desconcentrar competencias en temas como medio ambiente, facilitar definiciones locales en salud y educación para ganar en eficacia y oportunidad. Debe existir una verdadera integración en los territorios de las agencias nacionales con los gobiernos departamentales y municipales.


En esencia se deben repensar los Departamentos y avanzar hacia la conformación de Regiones.

Recuerdo el artículo primero de nuestra Constitución Política: “Colombia es un Estado social de derecho organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto a la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.

Recalco: “…. Con autonomía de sus entidades territoriales…”.

En la lucha que nos toca seguir librando para que no se pierdan definitivamente los avances alcanzados en la Constituyente, recomiendo hablar de entidades territoriales autónomas. Es el lenguaje de la Carta.

El FUTUrO DE lOS DEPArTAMENTOS

Durante la Constituyente de 1991 la decisión que se iba a tomar era eliminar las Gobernaciones. Había un cierto consenso en el sentido de que esta figura debería cambiarse por una oficina gestora de planificación del desarrollo regional, con funciones muy específicas en algunas materias. Incluso, se debatió la desaparición de los Departamentos como unidades político-administrativas. Sin embargo, al final estas ideas no calaron.

Hoy se está pensando más en el desarrollo regional. El ordenamiento territorial está tendiendo hacia allí. Se han creado fondos públicos para impulsar proyectos regionales. A medida que se vaya avanzando en este tema y se consoliden algunas iniciativas, los Departamentos van a ser menos útiles, perderán funciones y las Gobernaciones se debilitarán completamente.

Obviamente este no va a ser un tema fácil. Hay un arraigo cultural que peleará porque el departamento no desaparezca, pero la realidad es inexorable: su importancia es cada vez menor. En cambio, la vida municipal se está fortaleciendo, gana en autonomía en el manejo de la salud y la educación, y tienen más opciones de financiamiento fiscal.

157Temas sensibles

El FINANCIAMIENTO DE lOS DEPArTAMENTOS

Sobre el financiamiento de las Gobernaciones hubo gran preocupación durante el cuatrienio. Propusimos un nuevo régimen fiscal y de salud. Se presentaron un par de proyectos al Congreso relacionados con la creación de nuevas rentas o la cesión de algunas otras por parte del gobierno nacional. Pero nada se logró.

Sin embargo, algunos creen que hay un respiro para muchos Departamentos por las modificaciones al Sistema Nacional de Regalías. Claro, que en detrimento de otros, que perderán ingresos. Ya se comentó lo que ocurre al respecto y es de esperarse que se imponga la necesidad de reformar lo reformado.

Lo cierto es que se debe buscar una nueva alternativa de financiación territorial, que reemplace el perverso sistema de sostener los departamentos con cargo al juego, el trago y el tabaco. Me parece equivocado e indigno que buscando ingresos para hacer obras o prestar servicios, el Gobernador tenga que salir a decirle a los ciudadanos que se emborrachen, se intoxiquen con humo o pierdan el patrimonio de su familia en los juegos de suerte y azar.

Por eso mi gobierno, luego del fracaso de la Concesión que existía cuando me posesioné, no tuvo ningún interés en volver a fabricar licores. La idea de restablecer el aguardiente Superior no la consideré apropiada y no obstante los análisis que se hicieron para contratar la elaboración de la fórmula santandereana en alguna de las varias licoreras oficiales que existen en el país, no me pareció que fuera lo correcto, especialmente cuando había tantas cosas más importantes por hacer para alcanzar el mejoramiento social, económico y cultural del pueblo santandereano.

159Reflexiones de un exgobeRnadoR sobRe la TaRea adminisTRaTiva

Capítulo 6rEFlEXIONES DE UN EXGOBErNADOr

SOBrE lA TArEA ADMINISTrATIVA


lA COMPlEJIDAD DE SEr GOBErNADOr

Cuando acepté la postulación para Gobernador de Santander y una vez gané las elecciones, algunos comentaristas y muchos dirigentes políticos afirmaron que la Gobernación era un puesto de consolación para Serpa y que me habían bajado de las alturas nacionales para enviarme a los círculos políticos locales. Digamos que ellos apenas tenían parte de razón, porque evidentemente mi campo de acción gubernamental sería regional y no nacional. Pero se equivocaron en lo de un premio de consolación, porque esta es una posición de gran importancia y ganarla no fue fácil.

Otra equivocación de los críticos fue la de que desde la Gobernación mi voz se circunscribiría a un territorio. Y no. Tuve la ocasión de mantener una gran visibilidad nacional, luego de liderar muchos procesos regionales, que también resultaron de importancia para otros departamentos, y porque mi experiencia ayudó a dar luces sobre ciertos aspectos que se discutían en el país. O sea, que esa especie de destierro que me vaticinaban nunca llegó y, por el contrario, pude tener una nueva trinchera para pronunciarme.

Regresar a la región fue muy importante para adentrarme en la planeación territorial y en el conocimiento de las dificultades de las gentes que viven en las diferentes provincias. Me sirvió mucho volver a ver de cerca los problemas, porque uno en las alturas del poder termina examinando sólo cifras, estadísticas y encuestas. Por allá arriba, la pobreza es un porcentaje; mientras en los municipios, en las veredas y en los barrios, la pobreza es gente que tiene hambre, que no tiene empleo y que no puede mandar sus hijos a la escuela. La violencia en lo regional es sangre, llanto, entierros y desgracia familiar. Esto fue una gran lección.

Ser Gobernador es una tarea gratificante, porque se puede incidir de manera directa en los problemas y al mismo tiempo ir monitoreando el avance de las soluciones. Pero también tiene sus complejidades, porque casi todo lo que ocurre en el departamento termina pasando por el escritorio del mandatario, entre otras razones, porque en general la gente desconoce cuáles son las funciones de ese cargo.


Al Gobernador le piden el mejoramiento de la vía veredal, la construcción de un aula para la escuela, el arreglo del hospital, agua potable y alcantarillado, estadio, palacio municipal, casa de la cultura, parques, el puente, arreglo de las carreteras o un empleo. Son muchas cosas a la vez, varias de las cuales son de competencia de los alcaldes. Y uno no puede despachar a la gente sin darle una salida a su problema. Por eso es que con frecuencia terminaba uno incidiendo, más de lo que debiera, en la vida municipal.

En ese cargo lo urgente marcha en detrimento de lo importante. Y lo importante, que parece no estar en la cabeza de muchos, se relaciona con coordinar el orden público y la seguridad ciudadana; fortalecer la gobernabilidad con asistencia municipal; promover la planeación y el desarrollo regional; impulsar un modelo educativo de calidad; respaldar el crecimiento económico; y crear condiciones para un mejor comportamiento cívico.

Otro problema que enfrentan los gobernadores para desarrollar una mejor gestión, es que todo está centralizado. Bogotá ordena, dispone, distribuye, asigna y señala. La descentralización ya no existe, según lo examinamos atrás.

Esta experiencia de haber sido Gobernador me enriqueció mucho, me dio conocimiento y sensibilidad frente a los temas, y me permitió tomar mejores decisiones. A mí me hubiera servido mucho en mis luchas por la Presidencia haber sido Gobernador. Saltarse ese eslabón lo deja a uno bastante maltrecho, especialmente cuando se encuentra con un candidato como Álvaro Uribe que había hecho el curso completo de ser alcalde y gobernador, lo cual se reflejaba en su discurso y en la sintonía con la gente.

Recuerdo que cuando estábamos en la competencia con Uribe en las elecciones del 2002, él siempre se refería a sus actuaciones como Gobernador de Antioquia. Y para mis adentros decía, “este tipo la está embarrando”, porque había leído muchos cuestionamientos sobre su mandato territorial. Y mire lo pifiado que estaba. La gente se identificaba rápidamente con su lenguaje, entendía que él sí era capaz


de solucionarle sus problemas porque tenía la experiencia de haber sido Gobernador y de presentar resultados.

El caso de Estados Unidos es paradigmático. Los gobernadores inscriben sus nombres para la nominación de sus partidos a la Presidencia de la República, teniendo todo el bagaje para tomar mejores decisiones en favor de las gentes que viven en los territorios.

lOS rIESGOS DE UN GOBErNADOr

Ser Gobernador implica riesgos. Por ejemplo, equivocarse en la toma de una decisión, cometer errores en la interpretación de la ley o hacer contratación pública y que luego el contratista incumpla con su deber. Se puede pecar fácilmente de buena fe y las consecuencias pueden ser catastróficas en la vida personal, profesional y política. Pero también están los riesgos de no ser exitoso en la tarea que se desarrolla, o no caer bien entre los gobernados.

A esto hay que agregarle que se mueven muchos intereses políticos y económicos alrededor de un gobernante local. Una situación bastante molesta, porque en ella intervienen en ocasiones amigos que pretenden que el mandatario los nombre o les adjudique contratos saltándose las normas preestablecidas. Alguna razón tuvo el que dijo que “la política es el arte de defenderse de los amigos”.

También es corriente en el ejercicio del gobierno que aparezcan los lobistas, quienes gestionan contratos para ganar una comisión. Es una actividad corriente que debiera estar formalizada, pero que se vuelve inconveniente, dañina e ilegal cuando aparecen los ofrecimientos, las dádivas, los regalos y las comisiones. Este no fue mi caso, porque nadie se atrevió a hacerme propuestas indecentes o a ejercer presiones indebidas. Les hubiera ido mal, lo confieso.

En aras de prevenir la corrupción, de evitar que ocurran las presiones y de salirle al paso a los latrocinios, se expidieron unas reglas que hacen casi impracticable la función pública, porque entraban, enredan y demoran las gestiones. El propósito legal es loable, pero las herramientas son inadecuadas. Hacer un salón en una escuela es


una tarea titánica y casi que imposible frente a la telaraña normativa. Y, además, la obra sale carísima, por la cantidad de sobrecostos inconvenientes, engorrosos, indeseables y gravosos, como es el caso de las estampillas territoriales.

lOS SOBrESAlTOS JUDICIAlES, DISCIPlINArIOS Y FISCAlES

El sector público en sus distintas instancias sufre el ataque permanente de los corruptos. Vivimos de escándalo en escándalo. Ocurren en todas partes y a toda hora y aun cuando mucho se habla de la corrupción en la provincia, los peores casos, los más cuantiosos, los que más daños han causado, los que el país reprueba con indignación, ocurren en la capital de la República. Nunca hubo tantos latrocinios en el nivel nacional como en los últimos años. Es una vergüenza.

Por esas reprobables situaciones la legislación anticorrupción ha sido cada vez más drástica. Han surgido importantes veedurías cívicas y organizaciones no gubernamentales que vigilan y denuncian. Los medios de comunicación hacen periodismo investigativo y ejercen fiscalización sobre la contratación y los comportamientos oficiales. Las Instituciones de control, judiciales, fiscales y disciplinarias, son cada vez más celosas y más exigentes con el actuar público.

Eso está muy bien. Hay que vigilar, controlar, realizar actividades de control político desde las Corporaciones Públicas, pedir explicaciones a los funcionarios, exigir rendición de cuentas, actuar en defensa del patrimonio público, que es sagrado. Y cuando se ha cometido el atropello, cuando se burlan las normas para buscar ganancias particulares, cuando se amañan las licitaciones o prosperan las dádivas, las comisiones, las “mordidas”, los “serruchos”, hay que actuar drásticamente. Lo deben hacer la Fiscalía y los Jueces, la Procuraduría y las Contralorías, con sanciones ejemplarizantes.

Sin embargo, en oportunidades se exagera la acción del control institucional, se radicaliza el celo ciudadano hasta el punto de volverlo subjetivo, se improvisa la denuncia y por el interés de la chiva se desvirtúa a veces la importante función fiscalizadora de la prensa.


Pero hay algo más grave: hay quienes manipulan el poder mediático y la acción institucional para hacer revanchismo, lo cual es reprobable. Ocurre frecuentemente que por odio político, por venganza o para desprestigiar o descalificar al adversario, se acude a las entidades fiscalizadoras o a la prensa, con denuncias temerarias que muchas veces quedan en nada, pero producen escándalo y desprestigio social y político.

Hoy en el sector público existe una especie de pánico hacia la acción de vigilancia y control de lo que se denomina “las ías”. Es decir, Fiscalía, Contraloría y Procuraduría. Especialmente porque tenemos una enorme legislación en materia de contratación, con normas muchas veces contradictorias, en medio de la inseguridad jurídica que ofrecen los fallos en distintos sentidos dictados por diferentes autoridades, lo que genera confusión y grandes prevenciones. Como nadie quiere ir a la cárcel ni ser destituido ni ser objeto de sanciones fiscales que afecten el patrimonio personal de los funcionarios, son muchas las decisiones que no se toman y bastantes las inversiones que nunca se hacen.

En mi caso personal, salvo la investigación que afronté ante la Fiscalía por supuesto encubrimiento en el caso de las denuncias por financiación ilegal de la campaña presidencial de 1994, cuando no era funcionario público, de la cual fui exento de culpabilidad, nunca fui objeto de ninguna clase de reproche o de sanción por parte de las autoridades, en razón de las funciones públicas que desempeñé durante varias décadas. Ni tampoco por actuaciones de mi vida privada. Es que ni siquiera fui llamado a indagatorias o a descargos. Con una trayectoria superior a 40 años de vida profesional totalmente limpia, llegué a ejercer el cargo de Gobernador.

Pues bien. Durante mi desempeño en la Gobernación tuve que afrontar 55 denuncias ante la Procuraduría. La inmensa mayoría ya fueron resueltas favorablemente. Al momento de escribir este libro sigo pendiente de algunas sobre las cuales rindo informes y doy explicaciones, lo que hago con acatamiento y responsabilidad, como es mi deber. También cursan algunas investigaciones en la Contraloría


y en la Fiscalía por la firma de contratos de inversión pública, debido a denuncias instauradas especialmente por ciudadanos residentes en Barrancabermeja, donde promoví grandes proyectos, quienes cuestionan la efectividad y la transparencia de las adjudicaciones. No hay cuña que más apriete que la del mismo palo. ¡Qué desilusión! Pero estoy tranquilo, porque todo está en regla y se hizo de acuerdo con la ley. Con mis colaboradores en el ejercicio del gobierno, estamos listos a responder ante la Autoridad, que tiene todo el derecho a investigar.

MANTENEr lA CONFIANZA

Un interrogante que me hacen muy seguido es cómo logré mantener la confianza y el respeto de los políticos durante los cuatro años. Y la respuesta comienza por algo que parece obvio, pero que no es fácil materializar: hablar claro y con la verdad. Desde el comienzo de la conformación de la coalición política expresé que mi compromiso esencial era que yo ganaría la Gobernación y que eso les permitiría a los distintos grupos sobrevivir políticamente, dado que si se perdía esta posición, ellos quedarían totalmente barridos en el departamento. Era la impresión que ellos mismos tenían.

Lo otro, es que como en buena parte la coalición que me respaldó era uribista, me impuse el compromiso de no hacerle oposición desde el gobierno departamental al entonces presidente Uribe Vélez y que buscaría, por el contrario, tener unas buenas relaciones con él para beneficiar la inversión en Santander.

Además, les dije que no armaría candidaturas al Congreso, lo que tranquilizó a los jefes políticos regionales, dado que este es un tema crucial para ellos y agregué que la mejor manera de ayudarles en su propósito político, era presentar un buen balance de gobierno.

Y, finalmente, les dejé en claro que yo no iba a buscar un candidato marioneta para que me reemplazara en la Gobernación, dado que no necesitaría una persona amiga e incondicional para que me cuidara la espalda. Esto les permitiría armar sus propias candidaturas o mantener la misma coalición.


De otro lado, defendí como un tema esencialísimo el de la convivencia en medio de la discrepancia política. Fui respetuoso con los miembros de la oposición en la Asamblea y en el Congreso. Yo los insté a que trabajáramos en favor de los intereses del Departamento. Les dije que si ellos tenían una idea buena no solamente se la apoyaría, sino que buscaría el respaldo de los Parlamentarios y de los Diputados de la coalición. Además, sin excepción, les brindé un trato amable, amistoso, de respeto, reconociendo su importancia y jerarquía, como debía ser.

BUSCAr UNA BUENA ASISTENCIA TÉCNICA

Los políticos creemos que nos las sabemos todas, porque tenemos la capacidad de razonar rápidamente y ofrecer una respuesta en el instante que se requiere sobre los asuntos más diversos. Con la experiencia somos capaces de hablar de la macroeconomía colombiana, de la “enfermedad holandesa” y de las consecuencias de una guerra en el Lejano Oriente. Pero esto dista mucho de ser un mar de sabiduría. La política es una especialización en asuntos generales, que debe tener una asistencia de expertos para profundizar en aquellos temas que son cruciales.

En mi largo trasegar he conocido políticos poco estudiosos y sin disciplina, cuya característica es que no escuchan para no tener que confrontar las ideas y se convierten en profesionales de la improvisación. Esta clase de personas normalmente duran poco en el ejercicio de la política, especialmente en la actualidad, donde se pueden identificar con mayor facilidad los errores de un dirigente, difundirlos a toda prisa y hacer que la gente les retire su confianza.

Antes la política era más histriónica. Predominaba la oratoria. Las relaciones entre el político y la gente se basaban en el contacto. La conceptualización sobre los temas era más general y la ejecución de los propósitos materiales del desarrollo era anárquica. Esa fue una etapa que me tocó vivir intensamente.

Pero también estoy viviendo una fase donde amplios sectores de la sociedad exigen disciplina, estudio y pragmatismo. Hay menos gente dispuesta a la retórica y más inclinada hacia los resultados. Muy


pocos se sorprenden con un discurso grandilocuente si este no tiene un sustento sólido. A la gente le gusta sentir que lo que decimos los políticos tiene carne y no solo adobo.

Sin embargo, a pesar de esta evidencia, muchos políticos siguen confiando únicamente en su “olfato”, y si este estuviera bien desarrollado deberían percibir que hay olores de cambio y que muy seguramente su tiempo está contado si no cambian de actitud.

Los alcaldes y gobernadores están inmersos en un mar de responsabilidades y en un océano de normatividades. Y quien no sepa navegar con una buena brújula, o sea, con un buen conocimiento, se ahogará en el intento. Por esto, los gobernantes requieren de asesoría pertinente y especializada, porque las decisiones se deben tomar con base en buena y oportuna información, la cual debe dejar ver un panorama mucho más claro, en el que sea posible revisar los antecedentes, evaluar las posibles consecuencias, tener a la mano datos, contrastar las cifras, estimar las incidencias, calcular las tendencias y prever las consecuencias.

Tener éxito en el cumplimiento de la tarea gubernamental en los territorios no es fácil, debido esencialmente a las restricciones presupuestales para responder por una gran cantidad de obligaciones legales y administrativas que se han ido descentralizando, para lo cual no se han ampliado las transferencias de recursos ni se han creado nuevas fuentes de financiación. Frente a un panorama como estos, es sustancial que los equipos de gobierno sean muy recursivos para lograr asistencia técnica, crear alianzas público-privadas, gestionar recursos económicos, acercar a las universidades y motivar la cooperación internacional.

ACCEDEr A lA COOPErACIóN

En el gobierno de Santander tuvimos, entre muchas otras, dos experiencias con la cooperación internacional brindadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–, que quiero destacar, dado que fueron sustanciales para identificar procesos, redimensionar metas y descubrir que hay caminos distintos y más eficaces para llegar a un objetivo.


La primera experiencia se relacionó con la formulación de una política de salud, en la que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Gobernación, convocamos a todos los actores científicos, académicos y administrativos del sector, llevamos al territorio a expertos internacionales y mostramos experiencias nacionales. Luego de que todos conociéramos muy bien el entorno, de analizar los indicadores y de saber cuáles eran las capacidades y los recursos disponibles a nivel local, formulamos la política sobre tres ejes: salud sexual, promoción de la salud infantil y actividad física. Este ejercicio facilitó el accionar de la Secretaría de Salud, se direccionó mejor el presupuesto y se ajustaron las metas. Además, dado el nivel de participación interinstitucional, los proyectos relacionados con esta Política tuvieron dolientes que se convirtieron en promotores permanentes para lograr las metas y en vigilantes celosos de que los propósitos se cumplieran a cabalidad, especialmente aquellos de llevar inversión a municipios olvidados, donde rara vez el gobierno departamental había hecho presencia.

La otra política fue la de vivienda, que describí atrás. Nuestra meta en el Plan de Desarrollo era intervenir alrededor de 4.000 unidades habitacionales, dada la estrechez financiera del departamento y el modelo de aplicación de subsidios que queríamos adoptar. Sin embargo, expertos nacionales del PNUD, varios de los cuales habían orientado la política de vivienda en Colombia, nos ayudaron a redimensionar nuestro propósito, mostrándonos caminos alternativos para ampliar y financiar las nuevas metas. Constructores privados, Cajas de Compensación Familiar, autoridades ambientales, instituciones de planificación, universidades, organizaciones populares de vivienda y funcionarios del gobierno nacional y de los gobiernos departamentales y municipales acordamos que la meta se debía cuadruplicar y que era necesario repensar la estructura de financiamiento, debido a las dificultades para poder acceder a los subsidios nacionales. De esta manera, al final del gobierno intervinimos alrededor de 17.000 unidades habitacionales, se dejó planteado un mecanismo de cofinanciación para el mejoramiento


de viviendas y quedó a nivel fiduciario un macroproyecto de vivienda metropolitano, que habilitó tierra para construir 39.000 casas o apartamentos en los próximos años.

La cooperación internacional es vista tradicionalmente como una caja que aporta dineros para financiar proyectos. Y esto obviamente es muy importante en medio de las dificultades fiscales que viven casi todos los territorios colombianos. Sin embargo, en muchas oportunidades, más allá del dinero, lo esencial es contar con un consejo oportuno y con un direccionamiento técnico eficaz, que permiten que la gestión de gobierno tenga mayores impactos en un menor tiempo.

También existe la cooperación horizontal, que facilita acceder a buenas prácticas territoriales de gobierno que merecen ser conocidas y adaptadas. Muchas veces dije a mi Equipo de Gobierno: “No nos pongamos a inventar lo que ya está inventado; averigüemos, preguntemos, comparemos, que así ahorramos tiempo y plata y nos evitaremos muchas equivocaciones”.

Es muy pertinente promover el intercambio de experiencias entre departamentos y municipios, porque se genera un flujo de información constante y pertinente que facilita la gestión administrativa y acelera la toma de decisiones. Para que esto sea posible, se requiere un proceso de rastreo permanente de esos buenos resultados a nivel nacional, ojalá teniendo el acompañamiento de organismos de cooperación internacional que promuevan el desarrollo y el fortalecimiento de capacidades locales.

La aplicación de un modelo como este necesita de un gobernante local dispuesto a concertar las soluciones, a seguir un libreto de acción, a aportar oportunamente los recursos y a movilizar las capacidades territoriales. Y, esencialmente, a entender que en estos procesos participan muchos actores, por lo que el poder de un Alcalde o de un Gobernador no es omnímodo y, por lo tanto, muchas de sus decisiones deben ser consultadas.


lA IMPOrTANCIA DE lAS POlÍTICAS PÚBlICAS

Una vez se aprueba el Plan de Desarrollo es necesario iniciar su ejecución. Y aquí se encuentra el gobernante con una pregunta muy inquietante: ¿Por dónde empiezo? Y la razón de la inquietud es válida, debido a que no siempre hay una ruta de acción preconcebida.

La solución para esta encrucijada es haber trabajado previamente en la formulación de políticas públicas. Una tarea que se debe ir ejecutando paralelamente con el trámite del Plan de Desarrollo. O sea, no es necesario que el Plan esté aprobado para empezar a pensar en la forma como se debe hacer su ejecución, dado que hay temas centrales que necesariamente van a quedar en este documento y que son vitales en términos de inversión social y de construcción de infraestructuras.

La política pública sirve para definir cuál es el camino más apropiado para llegar a la meta propuesta en el Plan de Desarrollo. Es un instrumento de la mayor importancia, que debe ser elaborado de manera concertada con los actores pertinentes. Esto facilita el diseño de los proyectos, motiva el interés social por su ejecución, hay solidaridades interinstitucionales en su consolidación y mejores percepciones de transparencia y planeación entre la comunidad.

Cuando se tiene una política pública es posible saber con mayor precisión cuántos recursos se necesitan, cuáles son las fuentes de financiación, ajustar el cronograma de trabajo, distribuir funciones y responsabilidades, y hacer un seguimiento más estricto al cumplimiento de las metas intermedias.

Lo ideal es que estas políticas públicas puedan tener una vigencia superior al período de gobierno, porque su grado de maduración y consolidación requiere mucho tiempo. Por esto es aconsejable que las mismas sean aprobadas en el Consejo de Política Social y posteriormente elevadas a nivel de Acuerdo u Ordenanza, según sea el caso.

Con una política pública en la mano se puede hacer una mejor gestión ante los organismos nacionales en búsqueda de cofinanciación, pues el documento que se presenta demuestra que hubo un proceso previo de planeación. Es un instrumento de negociación muy poderoso,


porque no es fácil controvertirlo, debido a que su origen no surge de una decisión unilateral, sino de una discusión amplia y participativa.

Elaborar políticas públicas es trabajar pensando en resultados de mediano y largo plazo, lo que conlleva a que el promotor de la idea no sea necesariamente el que la ponga en marcha, pero sí el que abre el camino. En el caso de la política de vivienda de Santander, yo no inauguré la construcción de ninguna casa en el Macroproyecto Pienta, pero sí promoví la habilitación de tierra para que otros gobernadores y alcaldes puedan desarrollar allí, junto con los constructores, grandes urbanizaciones. Tomé una determinación en términos de planeación que superó mi período de gobierno. Fue un acto de responsabilidad política y administrativa, porque si esto no se hace, los municipios de la Zona Metropolitana se hubieran quedado sin posibilidades de crecer urbanísticamente de manera ordenada y corrían el riesgo de que se ampliaran las zonas ilegalmente habitadas.

GESTIONAr lA INFOrMACIóN PÚBlICA

Cuando iniciamos el ejercicio del gobierno nos encontramos con un departamento que no tenía proyectos y que tampoco tenía información. Este fue uno de los grandes inconvenientes al que nos enfrentamos para poder construir el Plan de Desarrollo y formular políticas públicas. A partir de esta crítica experiencia que nos tocó vivir, trabajamos en crear un sistema que permitiera que la información fuera la adecuada y pudiera fluir libremente, lo que nos ayudó a tomar decisiones en tiempo real.

Por ejemplo, el convenio que teníamos suscrito con el Observatorio de Salud Pública, nos permitía saber en qué andaba el sistema de salud de Santander. Al interior de la Gobernación se montó un sistema maestro con la información financiera y sectorial que se podía consultar en línea. Se construyó un documento sobre el avance en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y fue posible monitorearlos periódicamente. Logramos concluir el inventario de educación, que nos ayudó a saber cuántas escuelas, alumnos y maestros teníamos, lo que georreferenciamos para decidir sobre las matrículas, las inversiones y los traslados de educadores.


El interés por la información también influyó en un mejor conocimiento de la infraestructura, las finanzas y los indicadores sociales de los municipios, debido a un trabajo minucioso que se realizó junto con el gobierno nacional sobre los Planes de Ordenamiento Territorial.

Con orgullo debo decir que registramos grandes avances en el manejo de información, aunque el tiempo no fue suficiente para cubrir todas las áreas en las que teníamos interés.

lICITACIONES TrANSPArENTES

Mientras en gran parte del país se ahondaban las críticas por los procesos de contratación y se hablaba de carruseles ilícitos, en Santander no tuvimos esa clase de problemas, pues nos concentramos en cumplir con parámetros estrictos de transparencia, que fueron más allá de los pactos que firmamos con la ciudadanía y con la Vicepresidencia de la República.

Una de las acciones que pusimos en marcha fue la aplicación de un sistema de adjudicación de contratos, que se denominó Transforma. Esta herramienta se concibió al interior de la Gobernación de Santander con el objetivo de ofrecer garantías a proponentes, funcionarios públicos y comunidad en general sobre los procesos de selección y adjudicación de contratos.

El modelo funcionaba así: Se utilizaban dos sobres. En el primero de ellos se ponía lo relacionado con los aspectos técnicos, financieros y jurídicos de las propuestas, los cuales se evaluaban y se determinaba quiénes cumplían con los requisitos básicos. Con los que pasaban este filtro, se hacía la evaluación económica y se escogían tres, una por el precio más bajo, la otra por quien obtuviera el valor más bajo por un promedio aritmético y la tercera por el valor más bajo de un cálculo geométrico.

La adjudicación se hacía con base en un informe que entrega todos los días la Superintendencia Financiera sobre el valor del dólar. Se tomaba el valor que regiría para el día siguiente a la fecha en que se escogían los tres proponentes finales. Al del valor más


bajo le poníamos un número que iba de 00 a 32. Al del promedio aritmético se le asignaban los números de 33 a 66. Y al del promedio geométrico un número en el rango de 67 a 99. A las cinco de la tarde se realizaba una audiencia pública y se adjudicaba el contrato de acuerdo con los centavos del precio del dólar. Allí se informaba por parte de un funcionario de la Gobernación, según los datos oficiales que recibía, todo lo cual es de conocimiento público, que el valor del dólar al día siguiente sería de $2.189,25, por ejemplo. Entonces ganaba el proponente del precio más bajo, porque la cifra de los 25 centavos estaba en su rango. Si hubiera sido $2.189,75, el ganador sería el proponente del valor del promedio geométrico, porque la cifra de los 75 centavos estaba en su rango. Los participantes aceptaron la fórmula y no hubo líos ni escándalos.

Es bueno aclarar que cuando publicábamos la convocatoria, dábamos a conocer el precio oficial, y se descalificaban las propuestas cuyo valor fuera inferior en un porcentaje determinado a ese precio, para evitar precios artificialmente bajos que pusieran en riesgo la ejecución de la obra.

Esta metodología que adoptamos en Santander, la está experimentando Ecopetrol y también la acogió el Ministerio del Transporte.

La principal innovación que brindó este método fue la incorporación de una variable externa, no manipulable por ninguno de los actores participantes o interesados en el proceso: la tasa representativa del mercado cambiario del dólar.

Con este método se adjudicaron más de $450.000 millones en contratos por parte de la Secretaria de Transporte e Infraestructura. Y el mismo método se implementó y aplicó en las otras Secretarías.

Para hacer confiables los procesos de contratación, vincular a la comunidad en la observación de los mismos, informar oportunamente a la ciudadanía y propiciar claridad sobre el manejo del presupuesto público, no sólo se suscribieron, como ya lo anoté, Pactos de Transparencia con la ciudadanía, como lo hice en la campaña electoral,


sino con la Vicepresidencia de la República y en Santander con la Fundación Participar, fiel vigilante de la moralidad en las instancias gubernamentales del Departamento. Personalmente estuve muy al tanto de que todos en el gobierno cumpliéramos esos compromisos, en los que en muchos aspectos fuimos más allá de lo acordado.

Ya hablé de la rendición general de cuentas en las regiones. También rendimos cuentas por temas. Para hacerlo con propiedad y lograr la vinculación de sectores ciudadanos no comprometidos políticamente con el gobierno, buscamos asesoría en sectores especializados que nos permitieron garantizar independencia y éxito.

Más allá de las exigencias legales y reglamentarias, informamos de todo el manejo presupuestal a la comunidad. Todos los que quisieran podían informarse por la página web de la Gobernación de nuestras licitaciones y de los Convenios con los municipios y otras entidades públicas. Y de cada contrato suscrito y de cada convenio, se informó detalladamente a la gente. Es más, permanentemente estuvo a disposición de los medios de comunicación, de las entidades de control y fiscalización, del empresariado, de las organizaciones sociales, de todo el mundo, la relación de la contratación. Además, mi instrucción constante a los colaboradores fue la de que por desempeñar funciones públicas, no había ni acciones ni documentos vedados para nadie, de manera que todas nuestras actuaciones fueron de dominio público y los archivos, como todos los datos de la tarea oficial que desempeñamos, estuvieron siempre, sin limitaciones, a disposición de la observación social. ¡Todo y de todo estuvo a la vista de todos!

Me enorgullece recordar que mi gobierno recibió por parte de la Corporación Transparencia, Capítulo de Colombia, un importante reconocimiento: Primer puesto en el Índice de Transparencia Departamental a nivel nacional, única medición de esta característica que se hizo durante el anterior cuatrienio.

Debo decir que en el informe respectivo de este índice se hizo la advertencia de la necesidad de seguir trabajando en el mejoramiento de la transparencia en el sector público: ninguna entidad territorial del país está aún definitivamente libre del peligro de la corrupción.


CUMPlIr CON lA PAlABrA EMPEÑADA

Durante la campaña electoral le expresé al equipo temático que en el Programa de Gobierno sólo se debían plantear compromisos que se pudieran cumplir y para ello fue necesario revisar sus costos, las posibilidades de tener espacio en el nuevo presupuesto, establecer que tuvieran relación con las competencias territoriales y que fueran estratégicos en términos de desarrollo.

Fui consciente desde un principio de la difícil situación financiera de Santander y por eso nunca quise crear muchas expectativas sobre lo que se podría esperar de mi gobierno en materia de obras. Actué responsablemente e incluso navegué en contra de la tendencia secular según la cual es necesario prometer más de lo posible como la única forma de convencer a los electores y ganar su voto.

Creo que en política es necesario decir la verdad y poner todas las cartas sobre la mesa. Eso es lo más responsable. Si se pierde, se hace con dignidad, y si se gana, se tendrá mucha tranquilidad en el ejercicio del gobierno y se contará con el espacio suficiente para poder maniobrar y tratar de superar las expectativas que uno mismo se trazó.

Cuando la gente siente que el candidato mintió o que se exageró con sus promesas, siempre hay una sanción política, y como yo sé que eso siempre ocurre, he preferido en mi vida pública andar diciendo la verdad y comprometiéndome hasta donde es posible cumplir. El Programa de Gobierno en la campaña para Gobernador de Santander fue una muestra fehaciente de ello.

Una vez en el ejercicio del gobierno, como atrás lo recalqué, tradujimos la propuesta política en un Plan de Desarrollo austero, financiado y ajustado a los mandamientos legales. Y eso fue lo que premiaron Planeación Nacional y otros organismos nacionales e internacionales, que destacaron el hecho de que fuimos capaces de elaborar un documento guía para la gestión, con metas mensurables y con fuentes fiscales plenamente identificadas.

La ejecución del Plan de Desarrollo se pudo hacer con tranquilidad. Se tomaron decisiones de inversión sin la presión de unas comunidades que se sintieran engañadas o defraudadas.


Cuando se pudo pagar la deuda y se tuvieron nuevos recursos provenientes del crédito o de mayores ingresos tributarios, se aceleró la inversión y se superaron las metas inicialmente trazadas. Pero lo realmente responsable es planificar con lo que se tiene disponible y no con lo que se sueña que se podría conseguir en el futuro.

Con este tipo de actuaciones, que nos permitieron hacer las cosas bien, no solamente avanzamos en la construcción de confianza entre el gobierno y los ciudadanos, sino que contribuimos a un valor muy importante que siempre se le ha reconocido a los santandereanos: el cumplimiento de su palabra.

Palabra de santandereano significa que no se requiere firmar una letra de cambio ni un pagaré para cumplir con el compromiso pactado. Darle valor a la palabra empeñada significa recobrar la confianza social entre los ciudadanos, y en el caso concreto de la administración pública, fortalecer la gobernabilidad.

DEFENDEr lA AUTONOMÍA rEGIONAl

Es necesario procurar que el Estado central les garantice a las regiones su derecho a ser más autónomas en el manejo de sus recursos y tener suficiente independencia y reconocimiento político.

Además, se debe reclamar enfáticamente que sean los organismos de control y fiscalización los que tomen las decisiones legales sobre la correcta aplicación de los recursos, y no siga ocurriendo que un funcionario ministerial sea el que imponga sanciones e interprete a su antojo el espíritu de la ley.

Colombia no puede continuar asistiendo a un modelo de democracia donde todo se decide en el nivel central, lesionando la autonomía local, la cual debe funcionar sobre la base de unos Departamentos y Municipios capaces de tomar sus propias decisiones, sin un protectorado tan asfixiante como el que vemos hoy.

Reitero con énfasis la necesidad de seguir luchando por la autonomía de las Entidades Territoriales.


lA rElEVANCIA DE lOS VAlOrES

Los santandereanos tenemos una gran capacidad de trabajar, de entregarnos a una causa, de jugarnos la cabeza por unos principios. Pero todo esto se destruye, por ejemplo, con el machismo, cuando el hombre maltrata a la mujer e irrespeta a sus hijos. Me impuse como tarea ayudar para que esta clase de actitudes se pudieran cambiar con el objeto de poder tener una sociedad más tranquila. Por eso, durante los cuatro años fui a los colegios a hablar con los estudiantes sobre los valores que debemos cultivar como sociedad y como individuos.

En mis charlas con ellos les dije que la guerra y la violencia no son los caminos que se deben escoger para solucionar los problemas de la sociedad. Que hay vías alternas, como el diálogo, que permite que la gente pueda llegar a acuerdos, sin que existan muertos o heridos. Es el poder de la palabra y la argumentación lo que debe primar. Les contaba que cuando recibí mi primer sueldo de abogado lo usé para comprar un revólver, dizque para cuidarme. Para eso están las autoridades, en las que debemos confiar. Hoy el sueldo de un joven profesional es para comprar un computador o para seguir educándose. La realidad va cambiando y hay que ponerse a tono con un nuevo discurso en favor de la tolerancia, la convivencia y la institucionalidad.

Muchísimas veces repetí durante mi ejercicio gubernamental: lo fundamental es la convivencia, lo fundamental es la transparencia, lo fundamental es la gobernabilidad, lo fundamental son los valores.

En una de esas oportunidades en las que charlaba con jóvenes, uno de ellos, muy perspicaz y próximo a recibirse como bachiller, me replicó diciéndome que yo hacía un discurso moralista cuando lo que los jóvenes necesitaban era tener la oportunidad de ir a la Universidad y contar con unas leyes que los protegieran de la violencia, en la que no querían intervenir, y así poder alcanzar sus ambiciones intelectuales, profesionales, artísticas y deportivas, al lado de su familia, en una sociedad más justa, menos agresiva y con mayor libertad. Fue una brillante intervención aplaudida por sus compañeros.


Cuando todos me miraban pensando que me sentía regañado, aproveché la ocasión para decirles a los muchachos que los colombianos ya teníamos a disposición esas reglas y que lo que nos faltaba era convencer a todos para que se pusieran en ejecución. Con emoción les dije: todo lo que el estudiante reclama, ya está ordenado en esa norma superior que es la Constitución Nacional. La sorpresa de la muchachada fue enorme, lo que me permitió hacerles un comentario amplio sobre la Constitución de 1991, que un corto tiempo después cumplió 20 años de su expedición.

Durante 2011 se hicieron innumerables celebraciones del cumpleaños constitucional. Para los Constituyentes del 91 fue emocionante saber que la Obra, en cuya elaboración intervinimos, se mantiene vigente y su filosofía social, democrática e incluyente no ha sido modificada a pesar de las innumerables reformas, muchas de ellas innecesarias y otras inconvenientes, introducidas por el Congreso Nacional.

Recién expedida la Constitución fue objeto de bastantes críticas, especialmente por el llamado País Político, el que por inexplicable indiferencia no se vinculó en forma amplia y comprometida con el desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente. Fue un error histórico que han tratado de corregir cambiando muchas de las estructuras constitucionales, bajo el señalamiento de estar equivocadas. Otros cambios se han introducido con el criterio errado de buscar las soluciones para todo modificando, sin tasa ni medida, las normas de la Carta. Recordemos lo que pasó con el intento fallido de hacer una Reforma a la Justicia, lo cual produjo una tormenta cívica, mediática y política. Una gran lección que ojalá aprendan los gobiernos y las Cámaras Legislativas.

Afortunadamente no ha sido dable transformar el talante de la Constitución, su altruista dimensión humana, el compromiso de sus normas con la igualdad, el notable alcance de su espíritu en busca de la paz, de la justicia y de la equidad.

A la Constitución del 91 se le diagnosticaron pocos años de vida. Acaba de pasar de 21 y seguramente se mantendrá vigente hasta cuando,


de verdad, surja un compromiso social que le garantice estabilidad política y jurídica al país, paz para todos y una vida decorosa y digna para la población, momento en el cual seguramente será necesario pensar en la expedición de un nuevo Estatuto Mayor, acorde con esa situación esperada que tenemos la obligación de volverla realidad.

Mientras tanto debemos mantenernos como nación y ser gobernados al tenor de lo que indica la Carta vigente. Pero es preciso que todos propugnemos por su integral reconocimiento y ejecución. Por fortuna, la Honorable Corte Constitucional vigila que se aplique completa y correctamente, de lo que debiéramos ser más cuidadosos los colombianos, tan olvidadizos a veces de estas materias.

Es necesario que se conozca más la Constitución, que los ciudadanos se apropien de su contenido, que lo hagan valer ante la sociedad y que apelen a la autoridad cuando lo vean vulnerado. Con motivo de los 20 años de la Carta, fue notable la importancia que le dieron en distintos nivel de la vida nacional, especialmente en la academia, el Congreso y las distintas instancias del gobierno. En muchos lugares del país estuve dictando conferencias y participando en foros sobre temas constitucionales. El gobierno nacional realizó un emocionante acto en el que los señores presidentes de la República, del Congreso Nacional y de la Honorable Corte Constitucional, en representación de las tres ramas del poder público, ratificaron ante el País el acatamiento a la Constitución.

En Santander hicimos eco del onomástico. Bajo el liderazgo de la Academia de Historia que presidía el Académico Miguel José Pinilla Gutiérrez, con la coordinación del historiador Sergio Rangel Consuegra y el patrocinio de la Gobernación, visitamos todas las Provincias, en las que se realizaron actos públicos de alto contenido popular para exaltar la Constitución, estimular en los ciudadanos el empoderamiento de sus prescripciones y ratificar el sentimiento de la población por la democracia y la convivencia.

Es evidente que una materia pendiente es la de hacer pedagogía constitucional. Es decir, enseñar masivamente su contenido, lo que


es un deber de las autoridades. Pero especialmente es un asunto del mayor interés de los propios ciudadanos.

No me canso de leer y de elogiar el Preámbulo de la Constitución, en el que se hace un sabio resumen de su valioso contenido:

“El Pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana, sanciona y promulga la siguiente Constitución Política de Colombia”.

Valiosa e insuperable introducción, que debiéramos aprender de memoria todas y todos los colombianos. También es obligante empaparse de todo su contenido o, al menos, de sus Principios Fundamentales consagrados en sus primeros diez artículos, que me entusiasma resumir en lo primordial de la siguiente manera:

Colombia es un Estado Social de derecho organizado como República democrática, participativa y pluralista fundada en el respeto de la dignidad humana y en la prevalencia del interés general.

El Estado tiene el fin esencial de servir a todos, facilitarles la participación en las decisiones que los afecten y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación, defender la independencia y asegurar la convivencia pacífica y un orden justo.

La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, que la puede ejercer participando directamente o por medio de representantes.


El Estado reconoce, sin discriminación, los derechos de las personas que son inalienables y ampara a la familia. También reconoce y protege la diversidad étnica y cultural, siendo su obligación y el de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.

Nunca se han expresado tan edificantes conceptos en tan pocos renglones.

Las voces que por esta época se escuchan demandando una nueva Constituyente no son más que intentos politiqueros de buscar que se establezca la reelección presidencial indefinida. Hay que estar muy atentos para que esa intentona no prospere.

APOrTE Al lIDErAZGO DE SANTANDEr

El liderazgo de Santander depende, por el momento, del que puedan ir construyendo individualmente las personas, hasta tanto el Departamento logre tomar una dinámica autónoma que le permita posicionarse en un lugar de privilegio ante el país, por sus potencialidades económicas, por sus aportes científicos, por su preeminencia académica, y por el comportamiento social y cultural de sus miembros.

Por ejemplo, en el caso de Antioquia, que es un departamento líder en el escenario nacional, para muchos aspectos esenciales poco importa quiénes sean el Gobernador, los Alcaldes o los voceros ciudadanos, porque existen unos elementos que objetivamente están por encima de los individualismos o personalismos: una industria poderosa, mercados financieros muy grandes, desarrollos científicos en la salud, educación de primer nivel, un comercio exterior dinámico y una actitud decidida de toda su gente en favor de su territorio y de la antioqueñidad, por los que se “rompen el cuero” cada vez que hay necesidad de resaltarlos, de defenderlos y de hacer valer los intereses regionales.

Para ser sinceros, un departamento como Santander, teniendo tanta gente buena y valiosa, requiere más personas, más dirigentes y más líderes, que ayuden a jalonar su nombre y a mejorar su


reputación, que no es mala ni mucho menos, pero puede ser mucho mejor. Es lo que merecen nuestra historia, nuestro presente y nuestros habitantes. Es lo que definitivamente nos va a permitir construir un futuro realmente edificante.

¡Claro que se puede! Pero sólo será alcanzable si hay un esfuerzo mancomunado desde diferentes órdenes sociales. Los santandereanos tenemos inteligencia y mucha capacidad en la política, el empresariado, la academia, el deporte, la gestión comunitaria, el emprendimiento y la investigación. Hay madera para potenciar el Departamento. Debemos iniciar la tarea, quizás, por lo más simple, por el conocimiento de nuestros símbolos. En Santander la gente canta su himno con fervor y sentimiento, pero la mayoría desconoce su bandera y su escudo. Lo elemental es que cada habitante se apropie de estos elementos, que constituyen la identidad cultural, para que sean lo suficientemente apreciados. Es una tarea de aprendizaje cívico que se debe dar en todos los municipios. Por allí es por donde se comienza la construcción de la santandereanidad.

Este Departamento también debe pensar en que será mucho más importante en el escenario nacional el día en que empiece a jugar en las grandes ligas de la política. Se necesitan más jóvenes, bastantes mujeres y muchos líderes sociales comprometidos con la política, debatiendo al interior de los Partidos, actuando en las Corporaciones Públicas y demostrando capacidad y compromiso en los cargos del Estado. La ciudadanía debe participar en las elecciones con fervor, transparencia y convencimiento partidista. Cuando se contabilice un millón de votos en las elecciones, Santander será mirado de manera distinta. Tendrá una mayor presencia en las decisiones del país y será posible entonces asegurar más rápidamente la concreción de propósitos comunes. Cuando esto ocurra otro gallo va a cantar en el gallinero.

En el caso particular de mi gobierno, me preocupé, como lo hizo mi equipo de trabajo, por lograr que Santander tuviera una mejor figuración en el escenario político y administrativo del país. Nos salimos de la rutina y propusimos nuevos temas para que el


departamento recuperara el liderazgo positivo que había perdido. A Santander lo pusimos de cara al país en tema centrales como regalías, planeación, transparencia, salud, educación, deporte, gestión fiscal y protección de los recursos naturales. Parodiando nuestro eslogan: desde Santander hicimos país.

El MEJOr GOBErNADOr DE COlOMBIA

Colombia Líder otorga cada cuatro años el premio al Mejor Gobernador de Colombia. En esta oportunidad yo fui el depositario de ese reconocimiento. Los encargados de promoverlo fueron la revista Semana, Asobancaria, Fundación Restrepo Barco, Fedesarrollo, PNUD, Fundación Saldarriaga Concha, Fescol, RCN Radio y RCN Televisión, con el apoyo de Asocajas y Bavaria. Un grupo muy importante y representativo del sector privado, las organizaciones sociales y la cooperación internacional.

El jurado estuvo integrado por los exministros Carlos Caballero Argáez y Martha Lucía Ramírez, el exdirector del DANE César Caballero, Jorge Iván González Director del Centro de Estudios Económicos de la Universidad Nacional, y Olga Lucía Acosta Directora para Colombia de la CEPAL.

Nadie trabaja en el gobierno para ganarse un premio, sino para ser útil cumpliendo con el deber, dando buen ejemplo en lo público y en lo privado, haciendo los mayores esfuerzos por corresponder la confianza recibida de los gobernados, manejando con pulcritud los recursos económicos y aplicándolos adecuadamente.

A ello me dediqué con atención, asistido por Rosita, quien con suma consagración estuvo brindando especial cuidado a los niños y personas de la tercera edad de Santander, animándome siempre y acompañándome en gestiones y recorridos por la bella geografía santandereana.

Un magnífico equipo me colaboró en la gestión. A los miembros del gabinete, asesores, empleados de la Gobernación y a la Asamblea Departamental, se deben en alto grado los resultados obtenidos.


No fue fácil, pero entre todos salimos adelante. Hay satisfacción. Al hacer el balance, digo sin falsa modestia, que hay unos resultados medibles en inversión y obras, junto a actitudes, definiciones y comportamientos que identificaron el buen gobernar.

Muchos pensarán: “cada Chuchero pondera sus agujas”. Es verdad. Pero la ocasión es apropiada para elogiar el hecho de gobernar, la actividad más edificante de todas, pues está directamente relacionada con la gente, con su situación, con su destino. Ninguna otra, por importante que sea, brinda la oportunidad de propiciar bienestar, superar conflictos, crear condiciones para el desarrollo, construir realidades de vida y luchar por los objetivos de la sociedad y el Estado.

¡Santander tiene presente y futuro! Los santandereanos son incansables trabajadores que ahora se asocian para ejecutar grandes proyectos. Su juventud es estudiosa, responsable y de ingenio. Está bien representada en la política, lo empresarial y lo social. Tiene seguridad y alto crecimiento económico, su PIB per cápita es el mejor del país, cuenta con buenas cifras en empleo y bajas en pobreza, hay inversión, es primero en educación, hay minería, volvió el petróleo, se impone la agroindustria y en su territorio se ejecutan tres de los proyectos más grandes de Colombia: Ampliación y modernización de la Refinería de Ecopetrol en Barrancabermeja; la construcción de la hidroeléctrica del Rio Sogamoso y la Ruta del Sol.

Me siento feliz de haber puesto “mi granito de arena” para la ocurrencia de algunos de estos éxitos. Mis sanas observaciones sobre el futuro de Santander en la dirección de posicionarlo mejor en el concierto nacional, en nada desmerecen su edificante presente.

En cuanto a los reconocimientos, como dijo Jorge Luis Borges, “No hay que creer en los premios, pero hay que ganárselos todos”.

185¿Adiós A lA PolíticA?

Capítulo 7¿ADIóS A lA POlÍTICA?


SIEMPrE EN lA POlÍTICA

La gestión que cumplí con mi Equipo de gobierno y tantos otros colaboradores en Santander, mejoró mi presencia profesional y personal a nivel nacional. Como se dice en el sabio lenguaje popular, me reencauchó políticamente. Tuve la oportunidad de mostrarme en otra dimensión: coordinando acciones, ejecutando presupuesto, liderando trabajos, haciendo propuestas, discutiendo sobre desarrollo, participando en labores conjuntas con el gobierno nacional, relacionándome con otros departamentos y gobernadores, ayudándoles a los municipios, trabajando codo a codo con empresarios, estando más cerca de la Acción Comunal, las Juntas Administradoras, los trabajadores y los Sindicatos, haciendo labor social y asumiendo actitudes cívicas. Visité universidades, viajé a diferentes ciudades y regiones, participé en foros, recibí premios y reconocimientos. En general todo fue muy grato. La gente lo vio y lo sintió.

¿Cómo me doy cuenta del reencauche? Con cada persona que hablo, conocida o no, siempre tiene una palabra amable para conmigo. Me reconoce la gestión. Me felicita. Me pregunta ¿ahora qué va a hacer, en qué va a continuar trabajando? Cientos de veces me han preguntado si voy a volver a lanzarme como candidato a la Presidencia de la República. Y en una buena medida me estimulan diciéndome “si se resuelve, cuente conmigo y mi familia”. Es muy grato. Eso indica que muchos piensan que sigo siendo útil, que me mantengo en una etapa productiva, que debo continuar en la brega, lo cual es reconfortante para cualquier político, que necesariamente se desgasta después de tantas vueltas y revueltas.

Le entregué a Santander cuatro de mis más importantes años y por eso estoy satisfecho. Realmente de los más importantes, porque fueron de los últimos años de mi vida. Me explico con claridad: si uno tiene treinta años y dedica cuatro a alguna labor, puede no ser mucho. Pero si uno tiene más de 60, el camino que queda por recorrer es relativamente corto. Son los años que mejor se quieren aprovechar, los que generalmente se utilizan para brindarlos con explicable egoísmo a


los seres más queridos, los que se invierten en el logro de satisfacciones personales y familiares. Después de todo, queda poco tiempo. Es lo máximo que se puede dar.

Creo que le cumplí a mi departamento porque contesté presente cuando me llamaron, porque trabajé con consagración y porque no fui tacaño con mi saldo de vida. Así de cierto y así de simple.

Al terminar mi período como Gobernador de Santander, no obstante el éxito de la gestión y las frases de estímulo de mucha gente, comencé a pensar que no debía volver a poner mi nombre a consideración de los electores.

Renunciar a una aspiración legítima por la cual luché ardorosamente en tres oportunidades, habiéndome preparado tan responsablemente para ejercer la Presidencia de la República, sabiéndome útil, no es nada fácil. Pero lo analicé detenidamente y lo hablé con Rosita y nuestros hijos. Es un parecer tranquilo, consciente, sin presiones. Recuerdo la noche de las elecciones presidenciales de 2002, cuando desilusionado, anuncié bajo el impulso de una emoción, equivocadamente desde luego, que no volvería a ser candidato a la Presidencia. Pero terminé siendo candidato en 2006, por circunstancias especiales que muchas veces he comentado. ¡Bastante que me lo cobraron!

No volver a ser candidato me produce nostalgia. Esta sensación la viví durante la temporada en que fui Gobernador. Me tocaron dos contiendas electorales, en las que les brindé garantías a los participantes y fui imparcial, como era mi deber, lo que no quiere decir que no tuviese interés político en juego o hubiere sido indiferente a la suerte de mis amigos, a la de mi partido y a la de las colectividades socias en el gobierno. Veía el movimiento de las campañas y percibía la adrenalina de los aspirantes y ciertamente en mi memoria se apretujaban los recuerdos de 40 años en los que estuve en la arena electoral.

Fui elegido muchas veces en Concejos de Santander y en un par de casos fuera de mi Departamento. También gané curul en tres ocasiones para la Cámara de Representantes y en dos para el Senado de la República. Tuve la mayor votación liberal para la Asamblea Nacional


Constituyente, triunfé en la primera vuelta presidencial en 1998 y en la segunda perdí sacando la más alta votación de mi Partido en toda su historia. Luego perdí otras dos elecciones a la Presidencia de la República. Posteriormente gané ampliamente la Consulta Popular que a nivel nacional realizó el Partido Liberal en 2006 y obtuve el triunfo, con una votación récord que no ha sido superada, en la elección a la Gobernación de Santander en 2007. Pienso que ha sido suficiente. Cumplí un ciclo político largo, duro, a mi juicio edificante en medio de tantos sobresaltos, y ahora hay que darles paso a las nuevas generaciones.

Las contiendas futuras las deben enfrentar los jóvenes y en mi Colectividad los nuevos políticos liberales, quienes ya tienen las riendas del Partido. Ellos asumieron la responsabilidad de remozar el liberalismo, no sólo con su presencia juvenil sino con la construcción de una plataforma ideológicamente sólida, que se adapte a las circunstancias de la actualidad, pero que no sea una veleta que se mueva al vaivén de las conveniencias e intereses personales.

Con Rosita y la familia estamos muy orgullosos de que Horacio José haya asumido de manera personal, con independencia, la enorme responsabilidad de ejercer la actividad política. Su primera incursión, la elección como Concejal de Bogotá, le fue propicia. De la forma como actúe dependerá su futuro, que en política siempre es incierto. Muy felices nos sentimos cuando la noche del 25 de Mayo leímos el siguiente trino de la doctora Angélica Lozano, exalcaldesa de Chapinero y concejala del Partido Progresistas en Bogotá, escrito durante la sesión del Cabildo, mientras nuestro hijo intervenía: “Habla ahora un bacán pilo. La figura de los delfines es odiosa, pero aquí he conocido uno fabuloso, Horacio José Serpa”.

En la recta final de mi período como Gobernador se realizó la Convención Nacional del Partido Liberal. Me sorprendió mucho saber que el expresidente Samper, con quien mantengo la amistad de siempre pero con el que nunca hablé de esa perspectiva, me hubiera propuesto para la jefatura única del liberalismo, porque yo nunca aspiré a esa dignidad, a pesar de que algunos me llamaron a


proponérmelo. A todos les dije que no estaba interesado. Ya tenía previstas otras cosas para cuando terminara este encargo democrático. Fui tres veces Director del Partido y presté mis servicios cada vez que me lo requirieron. Ahora hay otras personas con ganas de hacer sus aportes y eso lo respaldo plenamente.

Sigo militando en el liberalismo, desde luego, y seguiré haciendo política desde allí.

Por cierto que a raíz de que hice público mi desinterés por volver a aparecer en los tarjetones electorales, corrió la especie de que me retiraría de la actividad política. Eso jamás. Seguiré siendo útil a mi Partido y al País. Tengo mucho por hacer. Dedicaré gran parte de mi tiempo a fortalecer las propuestas ideológicas, a debatir en la academia y a opinar en los medios de comunicación.

Estaré al servicio del Partido y de la política, lo que significa servirle al País, participando en los Think Tank, como por ejemplo desde la Presidencia de la Sociedad Económica de Amigos del País, que tiene el potencial de hacer presencia nacional y de ser, dentro de su independencia, un brazo ideológico de primera línea de las ideas progresistas. En organizaciones como esta, se encuentran académicos, políticos y analistas del mejor nivel profesional, con la capacidad de estudiar los problemas más trascendentales de la economía, la política, la sociedad, las relaciones internacionales, los derechos humanos y la convivencia, dispuestos a presentar para la discusión pública sus visiones y a ayudarles a los dirigentes y gobernantes en general, y en el caso particular de la SEAP a los liberales, a encontrar las mejores tesis y propuestas.

Luego de estar cuatro años alejado del trabajo político electoral y de mirar las elecciones desde la barrera, comprendí que un elemento sustantivo en la crisis de los partidos, en especial del Liberal, es la ausencia de un debate ideológico permanente. Los partidos no pueden ser entes inmóviles, sino sujetos dinámicos, que asuman posiciones frente a la realidad del país e interpreten los intereses ciudadanos.

Para la política lo importante es la posición que asuma la Colectividad y no el pensamiento o la actitud de un individuo del Partido, por muy


importante que él sea. Por esta razón, ahora que no soy un competidor electoral de nadie, creo que tendré escenario para hacer aportes con el fin de que el liberalismo fortalezca su discurso, defendiendo, obviamente, sus postulados históricos pero con base en la modernidad.

Si bien el tema académico es trascendental, también lo es ocuparse de difundir las tesis políticas. Las herramientas tecnológicas actuales permiten coberturas impensables en la época de batallador electoral o de Jefe de mi Partido. Los dispositivos móviles y el crecimiento inusitado de las computadoras personales con acceso a internet, facebook, twitter, yoU tUbe o wHatSapp, facilitan que la discusión se pueda masificar, que el debate sea más democrático, que se creen redes sociales con intereses específicos y que la información esté al alcance de la mano.

En este sentido lidero una publicación virtual que examine a fondo el tema político, utilizando para ello un formato dinámico, entretenido, objetivo, independiente y profundo, que atrape a los jóvenes en la búsqueda de respuestas a sus necesidades de entender la realidad del país, pero que también sea un espacio de encuentro entre los políticos, académicos y ciudadanos de todas las vertientes ideológicas, interesados en los temas que les son comunes.

Esta idea de la publicación me venía dando vueltas en la cabeza desde hace algún tiempo, debido a que uno de los acontecimientos políticos que más me ha fascinado es la protesta iniciada desde los espacios virtuales, que luego desembocó en las grandes manifestaciones públicas, que derrocaron dictaduras y crearon nuevas realidades en regiones del mundo que parecía que estuviesen destinadas a vivir en la opresión por parte de regímenes tiránicos. Pero lo más apasionante, es que el discurso a través de las redes electrónicas de comunicación es directo, se expande a velocidades supersónicas, crea una masa crítica y luego una reacción en cadena que rompe las barreras nacionales y se vuelve un referente para otros países y otras culturas.

Se pasó de un megáfono y de los volantes, a un mensaje masivo en twitter. Ya no se requiere una reunión, una llamada telefónica o un boletín


de prensa, sino un mensaje en las redes sociales para crear solidaridades en torno a una idea. Una realidad como esta no solamente es apasionante, sino que despierta muchas inquietudes sobre las posibilidades de mantener la fidelidad a unos principios, pues estos también entran en crisis a la misma velocidad como se expanden otras ideologías.

Pero no son solamente las ideas las que entran en crisis, sino también los liderazgos, que están empezando a cambiar y que ya no se concentran en los más elocuentes, inteligentes o hábiles negociadores, sino que están ingresando otros que son capaces de canalizar las energías de las comunidades virtuales y en pocos instantes son figuras con miles y millones de seguidores, tal como se observó en Libia o en Chile, para sólo poner dos ejemplos.

Como la tecnología es una realidad que rompió con todos los paradigmas preestablecidos y como los espacios virtuales están reemplazando las ágoras, los partidos políticos tienen al frente suyo unos retos monumentales para seguir manteniendo influencia social y liderazgo, poniendo en marcha nuevas formas de comunicación y de interlocución.

En compañía de gratos amigos presentamos para el análisis y el servicio de los colombianos, la Revista Virtual “olapolítica.com”, sobre la que trabajamos con mucha seriedad por varios meses para ponerla en funcionamiento.

lA SUCESIóN EN lA GOBErNACIóN DE SANTANDEr

Una de las preguntas que más me hacen las personas del común, los empresarios y los periodistas, es ¿por qué el liberalismo, contando con el apoyo de otras fuerzas políticas, perdió la Gobernación de Santander? Y les parece más increíble que esto haya ocurrido a pesar de que yo fuera elevado a la condición de Mejor Gobernador de Colombia. La respuesta no es fácil.

Todo hacía pensar que el doctor Luis Fernando Cote, liberal y candidato de una importante coalición, obtendría el favor electoral. Pero en política lo único cierto es lo que ya pasó.


Entiendo que una de las dificultades para el candidato Cote Peña fueron los recursos económicos, que ahora, lamentablemente, son determinantes en el asunto electoral. También se le presentaron contradicciones y emulaciones internas en las candidaturas para Alcaldes, lo cual generó fisuras en el liberalismo de las provincias. Le pasaron muchas cuentas de cobro al candidato por supuestas discrepancias del pasado. Los inconformes con mi gobierno se aglutinaron en la otra campaña, en tanto algunos de los aliados “patinaron” y se impuso el transfuguismo. Y a esto se le agrega que el partido PIN es fuerte en Santander y los Aguilar tienen una buena cauda electoral.

Además, algunos sectores utilizaron con saña el argumento mentiroso de que yo era el responsable de la destitución del exgobernador Aguilar por parte de la Procuraduría y de la detención ordenada por la Fiscalía. Planteamientos absurdos que en plena campaña electoral mucha gente creyó. Todavía no salgo del asombro, pues racionalmente es imposible que alguien con mediana capacidad de análisis pueda considerar que algo semejante pudo ocurrir, lo que se opone a mi manera de ser y a la respetabilidad del Ministerio Público y de la Administración de Justicia. Por eso dije, “no es una acusación contra mí, sino un grave irrespeto para las Instituciones que gozan del mayor reconocimiento en el País”.

Recientemente me enteré, porque algunos implicados lo expresaron a los medios de comunicación, que también me echan la culpa de otras determinaciones judiciales a las que califican como persecución política. Como decía López Michelsen: “Vivir para ver”. Y yo pensando ingenuamente que en algún momento se iría a reconocer la actitud considerada, prudente y cordial que asumí cada vez que se presentaron esos casos judiciales, en los que aparecieron involucrados reconocidos actores de la política santandereana, no propiamente amigos míos ni de mi Partido ni de mi gobierno.

Volviendo al tema, el candidato liberal sacó 320.000 votos, que son bastantes, pero el doctor Richard Aguilar le tomó mucha ventaja. Lo paradójico del caso es que el liberalismo fue el partido victorioso


en esas elecciones, con 210.000 votos, más del doble de lo que sacó cualquiera de las otras colectividades. Pero eso es clavo pasado. Ahora hay una nueva realidad gubernamental y mi posición ha sido y sigue siendo la de que todos los santandereanos apoyemos la gestión del Gobernador electo, para que le vaya bien al Departamento. Además, tiene todo el derecho de demostrar su inteligencia, sus conocimientos y su capacidad, aprovechando esta valiosa oportunidad que le brindaron la política y la generosidad de las mayorías electorales de Santander.

PErDEr EN POlÍTICA

Cuando se ejerce la actividad política siempre está latente la posibilidad de la derrota. Fui durante muchos años un candidato triunfador, porque siempre gané todas las campañas que lideré, desde cuando fui elegido Concejal suplente en Barrancabermeja, incluida la primera vuelta presidencial en 1998, compitiendo con los doctores Andrés Pastrana Arango, Nohemí Sanín y Lucho Garzón. La primera vez que perdí una elección fue en la segunda vuelta de este debate, cuando ganó el doctor Pastrana por tres puntos porcentuales. Mi primera impresión frente al resultado fue de sorpresa, dado que las encuestas y todo tipo de sondeos me daban como favorito. Sin embargo, no me amargué, ni me frustré, ni me descorazoné. Como le digo a mis amigos, el que se cansa pierde y el que se aflige se afloja. En realidad saqué bastantes votos en la primera vuelta (3,6 millones), los que aumentaron significativamente en la segunda vuelta (5,6 millones), pero no fueron suficientes. Así pasa en política.

En esas elecciones tuve una cerrada oposición de notables sectores del país, que promovieron hondas malquerencias. En el momento de la derrota, pensé que en cuatro años vendría la revancha. Sin embargo, en estas circunstancias salen a flote el lentejismo, el arribismo y las divisiones entre los copartidarios, especialmente a nivel de los dirigentes. Habiendo perdido con tanto decoro en el año 98, muchos no resistieron la propuesta de Oposición Patriótica que formulé y se fueron para donde el doctor Pastrana. Ocurrió ello de manera especial en la


bancada liberal del Congreso Nacional, en la que éramos mayoría. Fue un error histórico que le produjo al Partido graves consecuencias.

En el año 2002 el resultado sí me golpeó bastante. No porque Uribe hubiese sacado más votos que yo, sino porque no hubo segunda vuelta. Nunca pensé que en la primera vuelta presidencial nadie fuera a lograr más del 50% de los votos. Competían también Nohemí Sanín y Lucho Garzón. Era casi imposible y en el momento en el que se dio el resultado no me lo podía explicar. Fue muy desilusionante, pues si bien las encuestas otorgaban al doctor Uribe Vélez el primer puesto en la intención de voto, la segunda vuelta estaba cantada y yo esperaba en ella una gran votación. Después se han sabido tantas cosas que es mejor no pensar mucho en ello, por el momento al menos, hasta que el tiempo y los acontecimientos permitan tener un panorama mucho más despejado sobre qué fue lo que ocurrió en esas elecciones.

En 2006 no tenía el propósito de ser candidato. No obstante, terminé enredado en la Consulta Liberal, que por fortuna gané ampliamente. Era consciente, eso sí, del resultado que se venía, compitiendo con un candidato que ejercía la Presidencia de la República. Pero me tocó ir a las urnas, en las peores condiciones políticas, económicas y electorales. Fue un sacrificio personal, a sabiendas, porque el Partido, a fin de cuentas, debía estar en la contienda para no desaparecer. Ojalá mis conciudadanos recuerden que al aceptar la derrota dije, parafraseando a Unamuno: Venció, pero no convenció. Muchos me criticaron y me trataron de mal perdedor. El País ya sabe lo que pasó después. Algún día me darán la razón.

Las tres derrotas en la lucha por la Presidencia de la República no me frustraron. Fue una experiencia muy enriquecedora desde el punto de vista personal y político. Primero, porque una persona de origen humilde, sin recursos económicos ni antecedentes políticos familiares y procedente de la provincia lejana, difícilmente habría podido llegar a esas alturas sino fuera por los espacios y las oportunidades que ofrece el sistema democrático; y segundo, porque pude discutir y transmitir unas ideas de avanzada que pretendían favorecer a toda la sociedad


colombiana, las cuales defendí con total compromiso a nombre del Partido Liberal.

Evaluando lo ocurrido durante los últimos catorce años, creo sinceramente que si las ideas que presenté y defendí con ahínco desde el liberalismo se hubieran puesto en práctica, el País no habría caído en el desajuste institucional y social que vivimos.

¿Y El PODEr PArA QUÉ?

En una charla con amigos alguien me preguntó qué sentía yo ahora que no tenía poder. El interrogante, que surgió a partir de mis comentarios en el sentido de que no tenía en mente una nueva candidatura presidencial, me pareció interesante porque evidenciaba la creencia de que hay una relación indisoluble entre ostentar una dignidad, ejercer un cargo o tener una credencial como miembro de un cuerpo colegiado, y el poder político. Y eso no es cierto. Los ejemplos pululan. Hay congresistas elegidos con muchos votos, pero que no tienen ocasión de palpar el poder. Incluso, hay gobernantes que desempeñan un cargo pero no tienen poder. En cambio, hay personas y organizaciones que carecen de títulos políticos o de credencial y tienen altos niveles de influjo en el ejercicio de lo público.

Les comenté a los contertulios algunos ejemplos de poder real, sin que para ejercerlo los actores hubieran tenido que ser designados o elegidos. Mencioné a las Organizaciones No Gubernamentales, que acumulan una gran influencia en el aparato estatal y no requieren tener una credencial política. Otro caso es el de los medios de comunicación, que no participan en las elecciones, pero que encarnan un poder real.

El poder, les dije, no radica en dictar decretos ni en hacer nombramientos, sino en ser escuchado; en que los argumentos que uno plantea sean analizados o replicados; en que las tesis que se exponen sean tenidas en cuenta al momento en que se toman las decisiones; en convertirse en un referente del gobierno, de los medios de comunicación, de los círculos empresariales y de las organizaciones sociales. En esencia, hay poder político cuando se tienen oportunidad


y espacio para opinar, proponer o controvertir; cuando hay gente a la que le interesa conocer esa manifestación, replicar o apoyar la propuesta; cuando se la estudia en los círculos de pensamiento; cuando se convierte en la solución esperada. Lo hay también cuando ese parecer se convierte en fórmula alternativa al criterio que busca imponer quien ejerce la tarea pública.

Le recordé a mi amigo que yo había renunciado en 1990 a una curul en el Senado para aspirar a la Constituyente y nunca más quise regresar al Congreso, y que sin haber tenido credencial, durante los últimos 22 años he estado en la cresta de la opinión pública, con éxitos y fracasos políticos, pero con poder real de orientar discusiones, de replicar, de proponer y de influir en las decisiones.

Ese poder que he tenido lo he puesto al servicio de Colombia para fortalecer la democracia; para ayudar a superar esta ominosa página de constante depredación de los derechos humanos; para lograr que algún día podamos vivir en tranquilidad y paz; y para hacer eficaz la lucha contra la desigualdad.

Todos estos aspectos siempre los tuve en mente en las diferentes responsabilidades que me entregó el país. En varios gobiernos, tal como lo dije atrás, promoví la firma de pactos de paz con organizaciones subversivas. En el Congreso fui un referente en materia de democracia y convivencia. Creo haber sido el primer colombiano en denunciar formalmente en el Congreso, siendo Representante a la Cámara, con Ministros a bordo, un falso positivo, relacionado con el asesinato de un joven campesino llamado Josías Landazábal, de San Vicente de Chucurí. Como Procurador General, por ejemplo, me concentré en promover los Derechos Humanos, tema que ahondé siendo Ministro del Interior.

En el gobierno del Presidente Samper fui el creador del Sistema del Interior, para acentuar la democracia, la participación y la inclusión. Utilicé mi poder para promover la renovación y la modernización del Estado. Como Constituyente defendí el Estado Social de Derecho y ayudé a crear instancias muy efectivas para luchar contra la pobreza y la marginalidad.


Soy consciente del poder que ejercí durante 45 años en las tres ramas del poder público, 25 de ellos desde “el curubito”. Pero a pesar de estar en esas alturas, siempre puse un freno para que esa importancia no se me subiera a la cabeza y traté de mantener los pies en la tierra.

Siempre he obrado con discreción e incluso con cierta timidez. He tratado que mi liderazgo político y mi importancia en los cargos públicos no me alejen del contacto con la gente. Por ejemplo, siendo Representante, Senador, Comisionado de Paz, Procurador o Ministro, residiendo con la familia en Barrancabermeja, participaba durante la semana de los más trascendentes hechos nacionales, pero los días viernes o sábados, sin excepción, llegaba al Puerto Petrolero para estar con Rosita y los hijos, con mis amistades y con mis compañeros, gozando la vida simple pero grata de la provincia.

Recuerdo con nostalgia, entre las cosas sencillas que nos hacían felices, que teníamos un equipo de rodillones y en horas de la noche jugábamos baloncesto en algún barrio de la Ciudad o en la cancha de la Electrificadora y que a cada rato nos íbamos con Rosita, muchas veces con los niños, a comer sancocho de pescado a orillas del rio Magdalena o en alguno de los asentamientos populares del Puerto. Fueron muchos años en los que el hombre con poder legislativo o gubernamental se confundía en el marco de la amistad con su gente de siempre, sin que nunca dejara de ser ni el compañero ni el estadista. Para mí la mejor forma de ejercer el poder es que no se haga notar de manera extravagante.

FIDElIDAD A UN IDEArIO

La experiencia me ha enseñado que para poder perdurar en la política es necesario ser una persona honrada, cumplir con la palabra empeñada en el discurso electoral, defender racionalmente unos postulados con los que exista auténtico compromiso de alma y mostrar fidelidad a un ideario y a un mismo Partido. Sólo de esta manera es posible convertirse en un interlocutor válido y ganar credibilidad y respeto. Por ello, en este momento de quiebre en la política colombiana, es oportuno que los gobernantes y políticos


se erijan, por su comportamiento, en ejemplos de pulcritud. Es la recomendación más sentida que hago a mis copartidarios ahora que se lucha por reivindicar la causa liberal.

Soy un político de tiempo completo (no un político profesional sino un profesional de la política, como decía Gaitán) y no mezclo la política con negocios particulares, ni he usado un solo peso del erario público para mi provecho personal. Siempre ejecuté los dineros oficiales puestos bajo mi responsabilidad con total transparencia y consagración, como debe ser, por lo cual no se debería recibir ningún aplauso ni merecimiento, pero en esta época de cambalache, en la que poco importan los valores espirituales y éticos, es un comportamiento valioso. Tampoco separé mi comportamiento personal hasta aislarlo de la gestión pública, considerando que uno tiene que ser igualmente pulcro, delicado y leal allí y aquí, y apliqué estrictamente aquello de que los hombres públicos no tienen vida privada.

Además, algo de lo que igualmente me siento orgulloso, es el ser coherente políticamente y en erigirme como un escudero de las ideas liberales. He defendido con ahínco el ideario de mi partido, sin llegar a ser intransigente o sectario. Tengo la convicción de que el pensamiento liberal es de un contenido social de gran calado y que muchas de las conquistas de las grandes masas sociales de Colombia se han logrado por una intervención directa de nuestro Partido, bien desde la tribuna reivindicativa o desde los espacios de poder que hemos tenido los liberales en distintas oportunidades a lo largo de los últimos 150 años de vida republicana.

Esa defensa partidista que todos me reconocen, se ha hecho dentro de los cánones de la decencia y la tolerancia. Por esto mismo es que yo he logrado a lo largo de mi vida ser un buen interlocutor con los jefes de otros partidos políticos y los voceros de distintas ideologías. Pruebas de ello se dieron durante la presidencia tripartita de la Asamblea Nacional Constituyente, donde mantuve relaciones fluidas con el jefe conservador Álvaro Gómez Hurtado y con el líder de la izquierda Antonio Navarro Wolff, experiencia en la que sumé


la satisfacción, por solicitud del doctor Augusto Ramírez Ocampo, de representar los intereses del sector del conservatismo social en la Mesa Directiva de la Gran Asamblea. También lo demostré como negociador con los grupos guerrilleros, habiendo dirigido algunos de los procesos que mejores resultados le han dado al país en términos de desmovilización de grupos armados y reinserción a la vida política. Y, además de ello, dejé constancia como Gobernador de Santander, donde no sólo fui respaldado por una gran variedad de partidos y movimientos, sino que mantuve una actitud de diálogo y concertación con quienes estaban en la oposición.

Mi talante político se basa en agotar el diálogo, que es el arma más poderosa para alcanzar la paz, tanto entre los Estados como entre los grupos en conflicto al interior de un país, sin querer significar que no se use la fuerza legítima para defender el orden y la institucionalidad democrática.

lA CrISIS DE lOS PArTIDOS

Los partidos políticos están enfrentando una crisis generalizada a nivel mundial. Las causas se relacionan con sus equivocaciones, su ineficacia y la corrupción. Los partidos no han logrado satisfacer las expectativas económicas y sociales de los ciudadanos, y han empezado a tener una fuerte competencia en el liderazgo social entre las ONG y los medios de comunicación, que han leído mejor y más oportunamente los acontecimientos que inciden en la vida comunitaria.

El interrogante es si estamos asistiendo al ocaso de los partidos políticos. Y la respuesta es ambivalente. De un lado, es verdad, porque la crisis es evidente y los resultados electorales así lo demuestran, ya que han surgido movimientos ciudadanos que han derrotado, en ocasiones, las maquinarias de las organizaciones políticas. De otro lado, no es cierto, porque a pesar de las derrotas políticas coyunturales, los partidos no han sido remplazados. Dos casos nos ayudan a entender el tema. En Estados Unidos, donde la crisis económica y social ha llegado a ser de dimensiones catastróficas, han sido los partidos Demócrata y Republicano los que siguen con el poder e imponen su


característico modelo de desarrollo como solución a los problemas nacionales. En Venezuela, la lucha es entre partidos, uno el oficial y otros en la oposición, que buscan asirse a la Presidencia para decidir sobre los asuntos del Estado.

Si miramos el caso colombiano, los partidos tradicionales, Liberal y Conservador, se han visto escindidos en otros partidos que, sin embargo, no han dado los resultados pregonados y esperados frente a la realidad del país. Pero debe reconocerse que en todas las situaciones la presencia de la institucionalidad política es evidente, a pesar de la cantidad abismal de políticos purgando cárcel por la comisión de delitos, lo cual difícilmente tiene parangón en el mundo moderno.

La crisis de los partidos colombianos explica en gran medida la crisis nacional. Por esta circunstancia, la propia sociedad colombiana ha conspirado contra los Partidos pensando que si los acaba, las cosas mejorarán. Esto es un absurdo, porque una cosa es que hayamos fallado los dirigentes políticos y otra cosa es que prescindamos de la institucionalidad política representada en las colectividades. Es como pretender acabar con el sistema empresarial porque haya empresarios corruptos o tramposos. Lo que se necesita es una buena política, con buenos partidos y buenos políticos.

En el caso particular del Partido Liberal, es claro que sufrió el desgaste de muchos años de gobierno, al no haber respondido adecuadamente a las demandas sociales de una comunidad cada vez más marginada y pobre, en una época difícil en la que se empotró la subversión y apareció el narcotráfico.

En 1978 se notó que el Partido empezaba a perder respaldo, pues la victoria del doctor Turbay, uno de los grandes, fue por pocos votos. Cuatro años después vino la derrota del doctor López, el líder liberal más emblemático. Hubo un resurgir con la elección consecutiva de liberales en el poder: Barco, Gaviria y Samper, cada uno con aportes esenciales a la paz, la apertura económica y el desarrollo social, respectivamente.

Sin embargo, después de 12 años en el poder, debido al desgaste natural que se sufre gobernando, al ser imposible satisfacer todas las


expectativas y atender todos los requerimientos, a las dificultades de gobernabilidad que se presentaron a partir de 1994, a una gran división interna por la felonía de unos pocos y la falta de compromiso y de coherencia de otros y a que torticeramente se le presentó como abanderado de la corrupción y de la politiquería, el liberalismo tuvo 12 años de “exilio” gubernamental.

Como se dice en el lenguaje político, le tocó atravesar el desierto, sin cantimplora.

En ese período durante el cual el liberalismo no asumió ninguna responsabilidad de Estado, se presentó la tremenda crisis económica del 99; la corrupción aumentó exponencialmente; creció la desigualdad a niveles increíbles; fueron evidentes las violaciones a los derechos humanos; la actividad guerrillera fue más agresiva; el narcotráfico llegó al máximo auge; el país fue aislado internacionalmente; aparecieron los paramilitares con todo su horror; la parapolítica fue una moda en varias regiones del país; los falsos positivos nos avergonzaron mundialmente; surgió la recentralización; la Constitución fue docenas de veces reformada; se aprobó la reelección presidencial; la politiquería se volvió pan de cada día; y el sistema democrático sufrió grave desmedro.

Como el Partido Liberal no tuvo responsabilidad en semejante desgreño, ahora la gente empieza a mirarlo nuevamente con simpatía. Y la respuesta que la colectividad roja está dando me parece adecuada. Se están renovando los cuadros con políticos jóvenes, educados y sin ningún tipo de señalamientos contra la ética. El liberalismo está quedando, por fortuna, en manos de una generación que despierta gran confianza.

¡El liberalismo vuelve a tener vocación de poder! Se argumenta con frecuencia la posibilidad de que lo exprese a través de un pleno respaldo al presidente Santos, si pretende su reelección en 2014, dado que está obrando correctamente y viene defendiendo principios liberales muy arraigados como la lucha en favor de los más pobres, la reparación de las víctimas, el acceso de los campesinos a la propiedad de la tierra, la defensa de los derechos humanos y el logro de la convivencia y la


paz. Es lo que se escucha en muchos círculos liberales. Yo mismo he estado reflexionando sobre el particular.

El presidente Santos es liberal por tradición, por formación y por ideología. Está en otro partido, pero es un gobernante con talante liberal, que le abrió las puertas de su gobierno a nuestra Colectividad y a ello se le ha correspondido con respeto, cooperación y solidaridad. Estas manifestaciones de confianza, por supuesto, le sirven al Partido después de 12 años de estar en la orfandad.

A estas alturas no se sabe qué va a pasar, entre otras cosas porque el doctor Santos congeló el debate sobre la reelección hasta 2013, no obstante lo cual el expresidente Uribe ya se erigió como Jefe de la Oposición y sus más conspicuos amigos manifiestan sin reato alguno, en ocasiones en términos desobligantes, que se opondrán “con alma, vida y corazón” a que su antiguo camarada pueda ser elegido de nuevo Presidente de Colombia. En un homenaje de desagravio al doctor Fernando Londoño, que ya se conoce como la Convención de El Nogal, el expresidente Uribe fue terminante al respecto, proponiendo un movimiento político de “puro centro democrático” para sacar al doctor Santos del gobierno, actitud coincidente con la iniciativa de algunos connotados uribistas de convocar a una Asamblea Constituyente, que buscaría la aprobación de otro articulito que permita la reelección indefinida y el regreso del doctor Uribe Vélez a la Jefatura del Estado. Que Dios nos coja confesados.

En dicho escenario cobraría gran importancia la participación del liberalismo si el doctor Santos resuelve ir de nuevo a la lucha electoral, lo que se hará más probable si continúa siendo fuerte e intolerante la oposición uribista. En este caso, el Partido Liberal tendría que presentar sólidos argumentos para abandonar sus compromisos con la no reelección.

Vistas así las cosas, se abriría la oportunidad para que en 2018 un militante directo del Partido tenga la oportunidad de disputar la Presidencia. Esa no es una fecha lejana y las probabilidades serían muy altas.


Si el doctor Santos resuelve no ir nuevamente a elecciones o el Partido mantiene su rechazo a la reelección, tendría la obligación de presentarse con candidato propio al escenario electoral. El ejemplo conservador de “pasar de agache” en las contiendas presidenciales para beneficiarse de las canonjías burocráticas no es un destino decoroso para los liberales.

En cualquier escenario que se presente, el Partido Liberal debiera estar diligente y combativo, actuando con decisión y autoridad política, participando en el debate público. La organización, pero especialmente sus dirigentes, deben recordar la exhortación de López Pumarejo y Gabriel Turbay en 1930, después de más de 40 años de doloroso exilio gubernamental: los liberales debemos prepararnos para asumir el poder.

¿Cómo lograrlo? Especialmente con una triada: Trabajo, Seriedad y Transparencia. Los liberales debemos mostrar que somos coherentes con nuestra ideología; remozarla, pero fortaleciendo nuestros preceptos de democracia e igualdad. Es nuestro deber sintonizarnos con los nuevos modelos de gobierno en el marco de la filosofía Socialdemócrata y utilizar cada oportunidad y espacio de poder en la administración nacional, en los gobiernos territoriales, en las corporaciones públicas y en el Congreso, para demostrar que somos pulcros, eficaces y buenos ejecutores.

En esta nueva etapa de modernización liberal hay que propugnar por el entendimiento interno y la unidad. Es necesario que los expresidentes liberales obren conjuntamente. Que unan sus inteligencias y sus liderazgos para hacerse escuchar como una sola voz. Eso evitaría más divisiones. Si los expresidentes no se ponen de acuerdo, perderán la oportunidad histórica de ayudar eficazmente a que crezca y mejore el Partido y se recupere de la mala racha.

También hay que fortalecer la comunicación partidista con la gente, comprender el papel de las ONG, casarnos con unos propósitos específicos y no abandonarlos hasta alcanzar las metas propuestas. Lo del proyecto sobre víctimas de la violencia fue un buen ejemplo. Lo


de restitución de tierras me parece verdaderamente transformador, porque es una forma de decir desde la democracia que la revolución no es sinónimo de violencia, sino darle a cada quien lo que realmente le pertenece y en justicia necesita.

El liberalismo debe seguir insistiendo en recuperar su primacía en varias regiones colombianas, como la Costa Caribe, que cayó en las redes perversas del paramilitarismo. En el Tolima los últimos resultados en materia de elegir liberales en cargos de responsabilidad gubernamental fueron notables. Santander es un ejemplo de la manera como el liberalismo ha vuelto a resurgir: en el año 2010 eligió cuatro Senadores y tres Representantes. En las elecciones locales de 2011 logró una mayoría enorme de 210.000 votos, más del doble que cualquier otro Partido, eligió seis diputados, veinte alcaldes, entre ellos el de Bucaramanga, donde se obtuvieron siete escaños en el Concejo. Santander, no obstante que su candidato no logró la victoria a la Gobernación, como ya lo expliqué, es la primera fuerza liberal de Colombia. Antioquia, región líder por excelencia, lo superó en votos liberales con una cifra de 280.000 electores, pero debe tenerse en cuenta que este Departamento tiene 6,5 millones de habitantes y Santander sólo 2,2 millones de personas.

El Partido Liberal tiene el reto de reconquistar a Bogotá, donde el liberalismo es hoy una enorme minoría. La Capital fue liberal con Gaitán, con Lleras Restrepo y con Galán. Una explicación para este fenómeno es que los liberales nos dedicamos más a la provincia y descuidamos a una ciudad cuyos electores son muy exigentes. Además, porque el Partido no supo sintonizarse con los nuevos rumbos de las mayorías populares, que en su proceso de urbanización reclaman atención a temas como servicios públicos, movilidad, seguridad y empleo. En este momento, en el que hay un recambio generacional de liderazgo en el liberalismo, es sustancial tener una plataforma política para los bogotanos, cuyas reclamaciones sociales son urgentes de atender.

El liberalismo tiene una oportunidad de oro para reposicionarse en el ámbito político nacional, especialmente cuando otras fuerzas


electorales, sin duda con sobresalientes figuras políticas, tratan de mantenerse al amparo del poder gubernamental, pero sin una ideología definida, con programas y propuestas coyunturales y con un futuro bastante incierto debido a que su dirigencia parlamentaria y regional expresa permanente añoranza liberal.

A los auténticos Partidos Políticos lo que más los une en las victorias o en las derrotas, son las ideas. Ellas les dan permanencia. Por esta razón, las agrupaciones que sólo giran alrededor de un liderazgo personal, generalmente son fuerzas coyunturales agrupadas o seducidas a la luz del poder público y del momento político que interpreta el caudillo. Nunca han tenido larga vida. En mi criterio, no hay que creer mucho en esa clase de colectivos.

Hablando en concreto, los Partidos PIN, AFROVIDES, MIO y grupos similares, gozan de poca credibilidad política y su militancia en buena parte es de ocasión, aun cuando es preciso reconocer que en algunos territorios, como Valle y Santander, los antiguos convergentes tienen una base social más estable.

En torno al Partido de la U y a Cambio Radical, tienen la oportunidad de cohesionarse como verdaderos partidos, porque poseen buenos líderes, cuentan con mucha representación en las Corporaciones Públicas, desempeñan altos cargos de gobierno y tienen una numerosa fuerza electoral. Pero aún no han podido consolidar algo muy importante: filosofía política. Además, con frecuencia se observan en su interior contradicciones e incoherencias, cuando no disputas de poder bastante enconadas. El Partido de la U en este momento ofrece una situación bastante extraña, que nadie imagina cómo se va a superar: al mismo tiempo alberga en su seno al Gobierno y a la Oposición.

El Polo, por su parte, sufre grandes y conocidas dificultades que ojalá no lo lleven a la extinción y se pueda mantener como una fuerza política nacional desde la izquierda democrática. Los Verdes fueron capaces de generar enormes expectativas y tienen dirigentes que pueden superan las gazaperas internas y volverse una causa coherente y perdurable.


Acepto que las anteriores personales y respetuosas consideraciones sobre algunos Partidos, pueden ser parcializadas dada mi condición de militante del Partido Liberal y por consiguiente de persona interesada en su especial figuración y predominio.

En todo caso, frente al momento político, especialmente en lo relacionado con la actitud de las fuerzas políticas de extrema derecha, que hacen esfuerzos por aglutinarse, combatir al gobierno del presidente Santos, propiciar la expedición de una nueva Constitución Política favoreciendo comportamientos represivos con la excusa de mantener la seguridad y regresar al poder con el doctor Uribe o alguno de sus más cercanos amigos, el Partido Liberal, a mi juicio, tiene unas obligaciones que cumplir: hacer fila al lado del gobierno, apoyar al Presidente Santos en su lucha contra todas las expresiones ilegales y en la búsqueda de la equidad social y participar en la formación de un frente pluralista que defienda la democracia y busque conservar los valores esenciales contenidos en la Constitución Nacional.

lOS PArTIDOS DE IZQUIErDA

La izquierda tiene espacios en la democracia colombiana, aunque en ocasiones ha sido perseguida despiadadamente como ocurrió con la Unión Patriótica, que fue diezmada por la acción criminal del narcoparamilitarismo. El Polo Democrático es una fuerza actuante en la política nacional. El Partido Comunista, el MOIR y otras expresiones contestatarias y de oposición han sido voces importantes durante más de cincuenta años en Colombia. No han tenido mayores éxitos electorales, con excepción de los triunfos logrados durante los últimos tres períodos en la alcaldía de Bogotá.

Ocurre que la guerrilla ha sido un factor perturbador para el desarrollo de las fuerzas de izquierda. Cuando uno dice que la guerrilla ha impedido el crecimiento de la izquierda democrática, lo tratan de reaccionario. Pero es verdad que la lucha guerrillera ha afectado el crecimiento de las expresiones políticas socialistas dentro del sistema democrático. Adicionalmente, entre más violenta y destructora es la actuación de las fuerzas revolucionarias alzadas en armas contra


el Estado, más crecen la derecha, el autoritarismo y el sectarismo conservadurista. A esto hay que agregarle que la guerrilla no tiene interés en que se fortalezcan los movimientos izquierdistas que no comparten la lucha armada.

Hay sectores de la izquierda que defienden “todas las formas de lucha”; otros insisten apropiadamente en hacer la controversia sólo desde la democracia. Lo primero es inconveniente y contradictorio, pues ha permitido que un sector de la derecha aproveche cualquier ocasión para indicar que todo aquel que piensa distinto al establecimiento gubernamental es un enemigo y un aliado de la subversión y del terrorismo. Lo segundo genera un alto grado de molestia en los sectores subversivos. Esto quiere decir que la izquierda políticamente considerada recibe palo de un lado y palo del otro lado, y así nadie avanza.

Para muchos colombianos la izquierda es sinónimo de violencia. Nada más erróneo, pero esa es la realidad que existe en la percepción de gran parte de los ciudadanos.

Colombia debería dar un paso importante en el respeto por el disenso político y en la protección de la oposición. Para el país sería muy benéfico tener partidos de izquierda fuertes haciendo sus planteamientos y siendo una opción de poder, tal como ocurre en todas las democracias modernas del mundo.

Pero más allá de la apertura democrática y política hacia la izquierda, es indispensable que los líderes de estas colectividades abandonen sus agudas contradicciones y sectarismos, construyan un discurso más integrador y no cometan los mismos errores que pusieron en crisis a los partidos tradicionales. De alguna manera es lo que está pasando.

Quede claro, eso sí, que para ser de izquierda no hay que llevar el rótulo en la frente. De muchacho compartí el ideario del Movimiento Revolucionario Liberal de López Michelsen. Después, durante muchos años fui director en Santander del Frente de Izquierda Liberal Auténtico –FILA–, cuyo eslogan era “En marcha al Socialismo”. Integrado al


Partido Liberal, formé parte de una tendencia progresista denominada Poder Popular orientada por Ernesto Samper, sin menoscabo de ninguna idea ni propuesta. Fue el doctor Carlos Lleras Restrepo quien definió al Partido Liberal como “una agrupación de matices de izquierda”. Por eso el liberalismo es Socialdemócrata. Y tiene que ser una colectividad progresista, moderna e innovadora; sintonizada con las nuevas realidades políticas, económicas y sociales; capaz de resolver la problemática comunitaria; seguir enarbolando las banderas de la solidaridad, la democracia y la equidad; y perfilándose como una expresión de profundo compromiso social, empeñada en asegurar la convivencia y en superar la desigualdad. Sus retos contemporáneos deben incluir el avance tecnológico, el desarrollo sostenible, la calidad educativa, el urbanismo, los servicios públicos, la seguridad, el internacionalismo y el crecimiento económico con equidad.

lAS CONSUlTAS O lAS IMPOSICIONES

El Partido Liberal hizo “Operación Avispa” durante la época del cociente electoral, en la que se armaban muchas listas para tratar de conquistar la mayoría de curules en las Corporaciones Públicas. Luego se institucionalizó el sistema del voto preferente, que ha generado enormes peleas al interior de cada partido político.

La lista con voto preferente, me parece un mejor modelo que el del cociente electoral, pero de ninguna manera el óptimo. En realidad, lo ideal son las listas cerradas, con lo cual se desestimularía el canibalismo partidista. Para llegar a esto debe adelantarse un proceso interno, que bien puede ser una consulta con la participación de militantes y adherentes, lo que exige un sistema de información actualizado sobre las personas que pertenecen al Partido.

El mencionado modelo de consultas internas es sustancial para definir, por ejemplo, el candidato presidencial, tal como se ha hecho en los últimos años en el Partido Liberal. Este mecanismo facilita una discusión amplia de las propuestas políticas, permite que los aspirantes se den a conocer en el escenario nacional, crea una competencia necesaria para definir liderazgos e incentiva la participación de la militancia


partidista. Lo grave es que se corre el riesgo de crear fisuras internas que pueden, como evidentemente ha ocurrido, que los perdedores no acepten los resultados, se agudicen las divisiones entre las facciones y se produzcan catástrofes electorales. Pero estos riesgos hay que asumirlos en aras de la modernización política y la democratización.

Claro que lo que hasta ahora hemos denominado y realizado como consultas internas, han sido en realidad consultas populares abiertas auspiciadas por los partidos políticos, debido a la inexistencia de registros confiables sobre la militancia. El argumento para permitir que haya una participación ciudadana abierta en este tipo de decisiones, es que así es posible conquistar votos adicionales entre ciudadanos indecisos o que no tienen una filiación política. Pero también queda latente el riesgo de que otro partido pueda interferir inadecuadamente en los asuntos internos de una agrupación, debilitando o fortaleciendo alguna candidatura. O que el participante, cuyo candidato no gana, como no tiene ningún compromiso de partido, decida apoyar otra aspiración o abstenerse en las elecciones propiamente dichas.

Otra opción que tienen los partidos políticos para definir sus listas de candidatos se relaciona con las Convenciones o Congresos. Pero esta fórmula cada vez tiene menos aceptación. Esas reuniones ampliadas de los dirigentes políticos sí son muy importantes para los temas operativos y sentar las bases de los principios ideológicos, tal como lo hicimos en la Convención del año 2000, cuando yo ejercía la dirección del Partido, que derivó en la denominada Constituyente Liberal, donde propusimos unos estatutos y luego los sometimos a la aprobación de una consulta popular que obtuvo tres millones de votos.

Uno de los desafíos más interesantes que afronta el liberalismo es tratar de conformar listas cerradas para las elecciones, un tema que propuse hace más de un década, que fue discutido al interior del Partido y que pudo convertirse en un mandamiento legal a través de una reforma política durante el gobierno del presidente Pastrana, pero que se frustró por situaciones coyunturales generadas en la discusión interpartidista.


lA MODErNIZACIóN DEl SISTEMA ElECTOrAl

Hay que modernizar el sistema electoral. Los resultados de las elecciones en el país han sido puestos en duda en muchas ocasiones. Las demandas por presunto fraude pululan. Hay desconfianza creciente. En el pasado se hablaba de que las papeletas que imprimían los propios partidos políticos y que se depositaban en las urnas facilitaban las trampas y que las presiones contra los electores eran implacables, al punto de que se les cambiaba el voto antes de depositarlo en la urna. Las papeletas le dieron paso a los tarjetones, los cuales han sido falsificados o sometidos a un carrusel vergonzoso a cambio de dinero. Hoy el fraude se relaciona, además, con el cambio de registros, la inseguridad en el traslado de los datos y la posibilidad de que haya manipulación en la programación de los computadores donde se hace el conteo, hechos que han sido denunciados y en oportunidades comprobados por parte de las autoridades electorales. Recordemos no más lo que ocurrió recientemente en el Departamento del Valle del Cauca en la elección atípica de Gobernador. Todavía hay quienes me insisten en que investigue a fondo los resultados electorales para presidencia en el Departamento de Antioquia en 1998.

Es indispensable que se tomen todos los correctivos posibles, bajo la premisa de que la democracia de representación funciona si hay confianza electoral. Una forma de hacerlo es implantando el voto electrónico e introduciendo la participación virtual.

Las elecciones también ganarán en legitimidad y en confianza si la Organización Electoral es absolutamente independiente; si existe un compromiso real de los partidos y los políticos por jugar limpio en los procesos eleccionarios; y si la comunidad se preocupa por preservar su transparencia y su dignidad al momento de votar, sin dejarse corromper. Hay que volver a pensar en la creación de la rama electoral del Poder Público.

El fraude electoral se suma a otros tipos de abusos y delitos como la parapolítica, la compra de conciencias, el transfuguismo, las mentiras, los engaños y la corrupción. Todas estas anomalías son un cáncer que


hizo metástasis en la medula de la sociedad colombiana. La primera y más fuerte consecuencia de estas aberraciones es una alta abstención. Por esto es necesario hacer un esfuerzo para que haya una mayor presencia ciudadana en las urnas. Una forma de lograrlo, además de mejorar los niveles de confianza en los resultados electorales y extirpar todos los males que atacan nuestra democracia, es que se instaure el voto obligatorio, sin que eso implique castigos legales a quienes no sufraguen. Se debería trabajar con una tabla de estímulos y sanciones administrativas, como por ejemplo no permitir que el abstencionista acceda a cargos públicos u obtenga subsidios estatales durante el período para el cual no participó electoralmente. Hay muchos ejemplos ya probados con éxito en otros países.

Recuerdo que en la Asamblea Nacional Constituyente apoyé el voto obligatorio como lo proponía el M-19. Lo contradictorio del caso, como cada rato ocurre en política, fue que ellos a última hora votaron en contra.

NO A lA MONArQUÍA POlÍTICA

La democracia debe funcionar como un régimen donde tengan asiento los partidos; en el que haya alternancia política en el poder y equilibrio entre las distintas ramas; donde la oposición sea respetada y tenga derechos; en el que se faciliten las coaliciones; en donde los ciudadanos se puedan organizar y participar efectivamente en la toma de decisiones; y que exista la oportunidad para nuevos liderazgos que renueven los cuadros políticos.

Por estas razones, para la democracia colombiana es perturbador que algunos sectores sigan pensando en consolidar una “monarquía política”, entendida como la perpetuación de un gobernante bajo la consideración de que su popularidad e importancia lo hacen indispensable y lo ubican por encima de las instituciones democráticas. Frente a estos evidentes peligros es que la reelección presidencial es muy inconveniente. De esto dan razón distintas regiones de Latinoamérica, entre ellas, infortunadamente, Colombia, donde se hace realidad la máxima que repito con énfasis: nunca segundas partes fueron buenas.


Los colombianos debemos entender la dimensión de los peligros que se ciernen con la posibilidad de la instauración de un régimen autocrático y absolutista, por lo que no podemos olvidar aquella frase de que el poder absoluto, corrompe absolutamente. Ya se vivió de alguna manera y podría repetirse entre nosotros.

SE DEBE CONSOlIDAr lA DEMOCrACIA

Con el nuevo ordenamiento constitucional de 1991 fue posible eliminar el Estado de Sitio y se reglamentaron apropiadamente los Estados de Excepción. Ya no hay Consejos de Guerra para los civiles. El Consejo de Ministros no puede ordenar el arresto de los opositores. Hay un gran respeto por la libertad de prensa.

También se presentó un quiebre esencial en el sistema político y lo volvió mucho más democrático e incluyente. Se superó, por ejemplo, el absolutismo presidencialista; se logró la independencia de la justicia; y se acentuó la descentralización política en lo relacionado con la elección de los mandatarios. Se han obtenido avances en materia de Derechos Humanos y de igualdad. La Tutela ha enderezado muchos entuertos y propiciado espacios de respeto a los derechos individuales.

La Constitución Política de 1991 fue un avance muy grande para el sistema democrático. Sin embargo, ella es atacada de manera implacable y permanente por quienes ya no pueden imponer autónomamente sus criterios e intereses individuales. Estas personas no se han quedado únicamente en la protesta o el lamento, sino que han actuado por la vía de la “reformitis” para lograr sus propósitos. Es vergonzoso que se esté desarticulando la Constitución con constantes reformas a través del Congreso.

Los enemigos de la Constitución aborrecen que esta sea garantista y establezca que el fin primero y último del Estado son el hombre y la sociedad. Ellos no ven con buenos ojos los fallos de la Corte Constitucional, que han protegido los derechos de las personas y han frenado los intentos por convertir a Colombia en un régimen político absolutista.


Los adelantos legales para desarrollar la Constitución han sido importantes, pero aún faltan muchos temas. Por ejemplo, en la Constituyente pensábamos que le había llegado el momento al concepto socialdemócrata del Estado de Bienestar, pero se nos vino encima, casi que de inmediato, el neoliberalismo, lo cual obstaculizó en gran medida la lucha contra la pobreza y se ampliaron las brechas sociales.

Otro tema que no ha logrado el desarrollo debido, es el de la descentralización, sobre el cual deseo reiterar algunas situaciones. Los primeros años que siguieron a 1991 se avanzó bastante y el país recibió la descentralización con interés. Pero hubo un frenazo grande. El poder central no se sintió a gusto girando recursos a las regiones y por ello impuso el criterio de que los ingresos corrientes eran suyos y por lo tanto procedió a recortarlos y reglamentarlos, de tal manera que las alcaldías y gobernaciones sólo fueran ejecutoras de sus órdenes. A partir de ahí el gobierno central lo maneja todo.

El gobierno nacional encontró que al apoderarse de los recursos económicos que les pertenecen a las regiones, tiene la posibilidad de someter a los alcaldes y gobernadores y evitar que se produzca una verdadera descentralización política, con lo cual se viola el principio de la autonomía local. Es indignante saber que algunos funcionarios del sector central sólo aprueban proyectos y giran recursos en la medida en que los mandatarios locales acojan los designios que se dictan desde Bogotá. Pero lo más preocupante, es que la gente de las regiones ya no se preocupa por el tema de la descentralización ni por defender sus propios recursos fiscales y prefieren hacer fila para pedirle favores al Presidente de turno y a sus ministros.

Por su notable importancia vuelvo y digo que un aspecto que también falta desarrollar constitucionalmente de manera apropiada es el ordenamiento territorial, lo cual no se ha producido en mi concepto, entre varias, por dos razones. La primera es el temor del poder central a perder el control de los territorios mediante la cesión de competencias y recursos. La segunda razón es que los congresistas se han mostrado cautelosos de darles más poder a los gobiernos seccionales, pues creen


que de esta manera evitan competencias futuras por la supremacía en la política local. Los proyectos que ha presentado el gobierno nacional sobre ordenamiento territorial casi siempre han fracasado en su trámite en el Congreso, sus alcances son muy limitados y se concentran esencialmente en los mínimos, sin atreverse a desarrollar el mandamiento constitucional sobre la promoción e instauración de las regiones. La nueva Ley no significó un verdadero avance y poco falta para que se convierta en otra frustración.

Existe mucho miedo en el Estado central al concepto regional, a pesar de que la teoría del desarrollo habla reiteradamente de que Colombia es un país de regiones, pero no ha habido condiciones legales, económicas y políticas para instaurarlas y ponerlas a marchar, y eso que no se hablado de crearlas como una nueva entidad territorial con plenos poderes y absoluta autonomía, con Mandatarios totalmente independientes y Asambleas territoriales, para acabar los Departamentos, tal como se planteó en algunas discusiones que se dieron durante la Asamblea Nacional Constituyente.

Ya hablamos del tema de los Departamentos y ahora solo quiero precisar que eliminar los departamentos es muy difícil, dado el nivel de arraigo que la gente tiene con ellos. Los cundinamarqueses quieren seguir siendo cundinamarqueses y los santandereanos quieren seguir de santandereanos, y así en todas partes. Pero lo que sí es viable es reglamentarlos, asignándoles competencias específicas para que sean verdaderos promotores del desarrollo; permitiéndoles coordinar las acciones municipales sin afectar la independencia local; y facilitándoles representar auténticamente a la Nación en el territorio, lo que implicaría coordinar las actividades de las agencias e institutos nacionales que operan a nivel departamental, como muchas veces se ha predicado sin que nunca se haya llevado a cabo efectivamente.

Hay muchos temas que merecen la pena discutirse y aprobarse en el marco del actual mandato constitucional, con el fin de que Colombia sea un Estado moderno, con capacidad institucional para ser competitivo y para brindarle a la gente nuevas oportunidades de ascenso social y de bienestar.


lOS CIUDADANOS Y lA PArTICIPACIóN

En la Constitución de 1991 se diseñó una democracia basada en la participación y la inclusión. El país tiene un esquema sobresaliente de democracia participativa en las cláusulas legales: plebiscito, referendo, iniciativa popular, cabildo abierto y revocatoria del mandato. Pero en la práctica no funcionan adecuadamente, debido a que las normas reglamentarias imponen demasiados requisitos y les quitan efectividad.

Por ejemplo, en el caso de las revocatorias del mandato a alcaldes y gobernadores se han presentado intentos en distintas regiones del país, pero no ha habido ningún hecho exitoso. Sólo se ha aprobado una ley por iniciativa popular. Los referendos han sido muy mediáticos (cadena perpetua para violadores de niños y derecho al mínimo vital de agua) pero no han pasado los filtros legales.

El gran esfuerzo por crear un marco legal para la participación ciudadana, que en su momento fue catalogado como un avance sustancial de la democracia nacional, se ha perdido en los vericuetos de los incisos y los parágrafos. Este es el momento de volver a pensar en modificaciones legales para darle vía libre a todos los mecanismos que surgen de la soberanía popular a objeto de que sean funcionales y fáciles de aplicar. Para que esto sea posible hay que empezar por cambiar las consideraciones y los prejuicios de los funcionarios públicos en torno a lo que significa la participación para el fortalecimiento de la democracia.

Se acaba de expedir una nueva ley sobre participación ciudadana que ojalá colme las expectativas.

El discurso oficial debe dejar de pregonar unas cosas y hacer otras completamente diferentes en torno a la participación de los ciudadanos. Si se pretende ser coherente, se podría empezar por fortalecer los consejos de planeación, para que su escenario de acción no se supedite únicamente a dar un visto bueno a los Planes de Desarrollo, sino para que acompañen las políticas públicas locales. Además, se debe insistir en los presupuestos participativos, para que la comunidad pueda indicar


y en muchos casos definir dónde aplicar los recursos públicos. Y como un hecho esencial, se requiere que los distintos sectores ciudadanos se capaciten y tomen conciencia de su importancia en el devenir de las instituciones democráticas.

DErrOTA A lA COrrUPCIóN

Soy partidario de que quien se dedique a la política y al servicio público no debe ni puede tener negocios particulares, pues desde el punto de vista ético son dos actividades incompatibles. Cuando ellas se juntan se corre el riesgo de que la corrupción aparezca.

Los funcionarios al servicio del Estado deben tener como premisa sustancial que sus responsabilidades se deben atender con la mayor eficacia y pulcritud, poniéndole freno al extendido concepto de que el servicio público es para llenarse los bolsillos, acudiendo a comportamientos corrompidos.

Si no se tienen valores cívicos y morales acendrados, la gente cae fácilmente presa de las redes corruptas. Ser honrado, quién lo dijera, es una actitud incomprendida en muchos sectores de la sociedad. Por ejemplo, se ha vuelto una norma que quien apoye una candidatura tiene una especie de derecho adquirido para recibir favores especiales, algunos de ellos incorrectos o ilegales.

Lo más sorprendente es que los temas de promoción de la ética política no despiertan gran interés en el país. Es muy poca la audiencia entre empresarios, gremios, políticos y académicos. Hay un criterio muy laxo sobre el comportamiento público, pues se ha llegado a aplaudir más la audacia que la virtud, más la trapisonda que la coherencia o la lealtad. Se ha impuesto, torticeramente, el siguiente comentario: con tal de que hagan algo, no importa que roben. Un verdadero absurdo. Cada vez que la justicia actúa, los implicados aluden que es persecución política y hay sectores que compran y defienden esa teoría.

A los colombianos debería importarnos mucho saber de dónde sacan sus riquezas las personas de la política, para no tener que repetir en coro el dicho popular mejicano: Político pobre, pobre político.


La corrupción se ha extendido a muchos escenarios de la vida nacional y se hace especialmente evidente en la contratación oficial, donde las “mordidas” tienen un buen recibo como si fueran parte de la estructura misma del proceso contractual. Es un horror. Y los ejemplos están a la vista, desde pequeños municipios hasta en las altas esferas del país.

Frente a la corrupción reinante, se ha evidenciado una acción contundente de los organismos de control y de las autoridades judiciales para tratar de identificar los hechos, sancionar o condenar a los responsables y recuperar la confianza de los ciudadanos con respecto a la transparencia con que se deben manejar los recursos públicos. La Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría y la Corte Suprema, entre otros organismos, han actuado de manera drástica contra quienes asaltan el erario.

Hay que seguir haciéndolo con la más absoluta imparcialidad, aplicando en cada caso el debido proceso, garantizando el derecho a la defensa y ofreciendo los más altos niveles de ecuanimidad. La Justicia es el último bastión de confianza que queda en el país, en medio de tan grave desbarajuste institucional, y son sus propios miembros los encargados de mantenerlo, para que llegue el mejoramiento de los demás poderes públicos.

El otro día participé en un Foro Internacional en el que comenté las dificultades que sufríamos en la política colombiana y lo mal que nos encontrábamos con un aparato legislativo del que por lo menos setenta de sus miembros estaban detenidos en la cárcel. Un académico griego me replicó: “Lo que usted comenta dice bastante mal del sistema legislativo de su país, pero dice muy bien del sistema judicial”.

Es de lamentar que con ocasión de la malograda Reforma Constitucional. la Administración de Justicia hubiera resultado afectada ante la opinión pública, que la ha tenido como imbatible bastión de pulcritud y soporte esencial de los valores democráticos.

El HOrrOr DE lA PArAPOlÍTICA

El paramilitarismo surgió por la desconfianza institucional de algunos sectores económicos, sociales, políticos y de la Fuerza pública,


quienes creyeron que de manera privada sería posible hacerle frente y derrotar la subversión. Hubo un momento en el cual amplios sectores ciudadanos pusieron en duda la capacidad del Estado para aniquilar la guerrilla. Estuvo presente la opinión equivocada de que el régimen de Derechos Humanos y la Constitución garantista del 91 impedían el actuar “eficaz” de los organismos represivos del Estado.

Cuando estos grupos privados de justicia empezaron a hacer su aparición, dije que el remedio resultaría peor que la enfermedad, y hubo oídos sordos a este llamado de atención. Ante la arremetida de los guerrilleros, mucha gente prefirió apoyar a las organizaciones paramilitares, volteó la cara y se tapó los oídos para no enterarse de los horrores que sin duda se iban a desencadenar.

En varias regiones colombianas el paramilitarismo derrotó militarmente a la guerrilla. Ya como amos y señores del territorio y sin una fuerza a la cual enfrentar con su aparato de guerra, se dieron a la tarea de golpear nuevamente a la guerrilla en otro frente: el negocio del narcotráfico, cuyas ganancias eran muy altas, dado que había una red mafiosa dispuesta a pagar por el cuidado de los cultivos, el funcionamiento de los laboratorios y el despeje de las rutas nacionales para llegar hasta los puertos de despacho. Los paramilitares pronto pasaron de adelantar una cruel lucha contrainsurgente ilegal a convertirse en un eslabón muy importante del negocio de las drogas ilícitas.

Pero sus ansias de poder político y de acumulación de riqueza se desbordaron, al encontrar que en el sector público se movían ingentes cantidades de dinero para la contratación. Y fueron por ellas. Para obtener el dinero público era indispensable la ayuda de los políticos y no tuvieron mayores problemas en cooptar a muchos de ellos, presionándolos con las armas y a algunos comprándolos con plata contante y sonante. Otros se sometieron complacidos a cambio del apoyo electoral que podrían recibir de comunidades agobiadas y controladas por los paramilitares. Por una u otra causa, paras y políticos terminaron siendo socios y se embarcaron en una apuesta gigantesca: apoderarse del Estado y refundar la patria.


Las autoridades judiciales han actuado en defensa de la ley y la institucionalidad. Una porción muy alta de paramilitares y parapolíticos están en las cárceles de Colombia y Estados Unidos. Sin embargo, en varios casos la alianza entre ambos sigue siendo poderosa e incluso tienen intacta su influencia en varios departamentos, lo que quedó comprobado en las últimas elecciones para Congreso (2010) y autoridades locales (2011). Desde las cárceles se hicieron las campañas, se fortalecieron los partidos políticos de garaje que habían sido creados a comienzos del siglo, se movieron los recursos y ganaron muchas posiciones.

Lo que falta es seguir descubriendo las relaciones de la política y el paramilitarismo en varias regiones del país. Porque a pesar de la cantidad de personas capturadas y condenadas por parapolítica, no están todas las que son. Y un paso adicional y necesario es encontrar desde el aparato judicial las relaciones entre estas organizaciones criminales y los capitales privados. Aquí está una clave para entender esa connivencia criminal que por poco se toma completamente el Estado.

lA UNIDAD NACIONAl

En una democracia lo apropiado es que existan partidos políticos en la oposición, vigilando, haciendo control, fiscalizando y constituyéndose en opción inmediata de poder. Y que el Estado haga respetar sus derechos.

El Partido Liberal cumplió esa tarea durante el mandato del doctor Pastrana desde la Oposición Patriótica y a lo largo de los ocho años del gobierno del presidente Álvaro Uribe. Sus posiciones fueron valerosas en momentos en los cuales el país transitaba institucionalmente terrenos pedregosos y estaba seriamente amenazada la democracia, ya que el denominado Uribismo, que es una fuerza importante que tiene todo el derecho a participar de la vida nacional, pretendió ser la única brújula política.

Una vez se cayó, por decisión de la Corte Constitucional, el intento de reelegir por segunda ocasión al presidente Uribe, y asumió el poder


el doctor Juan Manuel Santos, las perspectivas democráticas para el país cambiaron y las aguas están volviendo a sus cauces normales. Sin embargo, fue tanto el daño que produjo la aprobación de la reelección presidencial a la institucionalidad del país, y fue tan grave la polarización de los colombianos, que el nuevo Jefe del Estado lanzó una propuesta de Unidad Nacional para lograr la reconciliación, fortalecer las Instituciones y permitir el equilibrio de los distintos poderes.

Ante un llamado de estas características, el Partido Liberal se sumó a dicho esfuerzo y ha venido jugando un papel muy importante en la ejecución de algunas de sus ideas fundamentales sobre el desarrollo social, las cuales han contado con el total respaldo del presidente Santos. Ya de eso se habló antes.

Es posible que no todos los partidos que hacen parte de la Unidad Nacional se mantengan allí durante largo tiempo, debido a las coyunturas políticas futuras, pero lo importante es que este acuerdo multipartidista fue un alivio muy grande para el País.

Falta ver lo que pase ahora, después de la Convención política de El Nogal. El renacimiento de una fuerza política de pura derecha para tomarse el poder gubernamental en 2014 despierta, quien lo duda, muchas expectativas.

lOS PrIMErOS PASOS HACIA lA PAZ

Cuando escribo estas últimas páginas del libro, los colombianos recibimos la grata información del presidente Juan Manuel Santos en el sentido de que durante varios meses se hicieron conversaciones exploratorias con las FARC y se firmó un primer documento, en el cual el gobierno y la guerrilla se comprometen a iniciar conversaciones formales para poner fin al conflicto armado.

Recibí la noticia con alegría. No podemos resignarnos a vivir siempre bajo los rigores y las tristezas de la guerra. El hecho de que se hubiere fracasado en anteriores experiencias, no daba lugar a sentirnos condenados a no volver a intentar la solución política del conflicto. No es justo, además, que se le siguiera imponiendo al País la obligación de mantener la confrontación, sin posibilidad de explorar caminos diferentes.


Han transcurrido 10 dolorosos años desde que se rompieron los diálogos con las FARC en El Caguán, durante el gobierno del presidente Pastrana. En este lapso de tiempo la guerrilla fue minada políticamente y en el campo militar ha sufrido enormes reveses que han debilitado su fortaleza de antes, pero no han sido derrotadas.

En la última década el mundo cambió y el País ha vivido una gran transformación. Los retos de la economía y los paradigmas sociales requieren de exista estabilidad, confianza y una mejor distribución de la riqueza para ser exitosos, competitivos, y más equitativos. La sociedad colombiana comprende mejor hoy lo que significa el conflicto en pérdida de vidas, costos económicos, destrucción de la infraestructura, obstáculos para la inversión, atrasos en la prestación de servicios educativos y de salud y eternización de la pobreza. Colombia tiene gente joven que ninguna responsabilidad le cabe con el pasado y que aspira a vivir en paz. Hay más conciencia de que la confrontación nos afecta a todos y requiere el concurso del conjunto de la comunidad para superarla, a un costo que vale la pena sufragar.

Escuché al presidente Cristiani de El Salvador decir, cuando firmaba la paz con los jefes de la guerrilla en el Castillo de Chapultepec en Ciudad de Méjico, que “la paz es un acto de valor”.

Desde ya debemos reconocerle ese valor al presidente Santos. No era fácil dar el paso hacia las negociaciones. Hay entre los ciudadanos reticencias y desconfianzas explicables. Y en el campo político existen unas fuerzas minoritarias, pero poderosas, que se oponen a todo lo que no sean sus propios caprichos y designios. El Presidente Santos se atrevió a avanzar en un proceso que evitará cometer los errores del pasado, que se desarrollará en el exterior, que tendrá limitaciones en el tiempo, que estará cubierto por la discreción y que buscará las mejores actitudes para, por fin, terminar esta guerra atroz.

El Presidente y su gobierno han manifestado la más sincera voluntad de avanzar con dedicación en la búsqueda de la paz. Es de esperarse que las FARC tengan el mismo comportamiento y que el ELN se sume a este gran propósito nacional.


El gobierno y el proceso han recibido notable apoyo del Congreso, los Partidos, las iglesias, los empresarios y la mayoría de la comunidad, así como el respaldo de los gobiernos extranjeros y de las organizaciones internacionales.

La Fuerza Pública es un eje fundamental para el logro de la reconciliación. Sus miembros sufren los embates de la guerra y pierden la vida en cumplimiento de su honrosa misión de brindar seguridad a los colombianos. Apoyan la paz porque saben que es un bien apreciado que permitirá la equidad y el desarrollo, de la cual serán insobornables guardianes

Es importante el apoyo general de la gente. La ciudadanía, frente a este acontecimiento trascendental, tiene el deber de romper su indiferencia y apoyar al gobierno y al país en este esfuerzo colosal por la paz. La comunidad debe ser optimista y confiar en el Presidente de la República, quien está convencido de su necesidad y de los instrumentos de negociación. Como el mismo doctor Santos lo dijo, no podemos desistir a las primeras dificultades, que pueden ser muchas, pero que no van a impedir, en esta ocasión, que los colombianos podamos gozar una vida tranquila, segura y en convivencia.

El departamento de Santander ha sufrido los embates de las guerras fratricidas, que inundaron de sangre sus montañas y llanuras. Sus más sobresalientes hijos murieron en los campos de batalla y el desamparo y la ruina campearon a lo largo de décadas durante el siglo XIX, como consecuencia de las atroces conflagraciones. Las violencias del siglo XX asolaron sus campos, causaron desplazamientos, produjeron rencores y sólo dejaron lágrimas y arrepentimientos. La violencia guerrillera y paramilitar afectaron en grado sumo la vida santandereana. Por eso ahora Santander ansía vivir en paz, con una democracia fuerte, con mejores posibilidades de progreso y en lucha decidida contra la desigualdad.

El Plan de Paz del Presidente Santos cuenta, no lo dudo, con el decidido apoyo del pueblo santandereano.

223El lEgado para SantandEr

Capítulo 8El lEGADO PArA SANTANDEr


Mis principales legados como Gobernador para Santander no fueron las obras públicas, haciendo la aclaración de que nunca antes en el Departamento se hizo tanta inversión en este campo.

Por ejemplo, en los quince años anteriores a mi gobierno se pavimentaron 32 kilómetros de vías departamentales con recursos propios, mientras que en mi gestión concluimos 260 kilómetros.

En las últimas dos décadas no se pudo hacer mucho por el mejoramiento de la infraestructura hospitalaria, mientras nosotros intervinimos en 63 hospitales, dotándolos y modernizando su planta física.

La inversión en el mejoramiento de la infraestructura de acueducto, sin el uso total de los recursos del Plan Departamental de Agua inicialmente proyectado, como ya lo expliqué, es histórica.

Ocurrió lo mismo en educación, tanto en la parte programática y de calidad como en construcción de infraestructura, obras que al finalizar mi mandato quedaron construidas, o financiadas y contratadas.

Y así muchas obras y realizaciones materiales que no es necesario volver a mencionar.

Ello fue muy importante, sin duda. Sobresaliente. Y me siento orgulloso de haber podido contribuir al desarrollo del Departamento y al mejoramiento del nivel de vida de mis paisanos. No fue obra exclusivamente mía, lo repito, sino con la ayuda de amigos y eficientes colaboradores. Pero, al fin y al cabo, administrar un presupuesto y aplicarlo adecuadamente, contando con asesorías competentes y funcionarios comprometidos, no es cosa del otro mundo.

Mi legado especial, lo que justificó mi presencia cuatro años en Santander como Gobernador, está en el hecho de que ejercí un gobierno decente y sin escándalos personales ni oficiales. Logré que la gestión administrativa estuviera resguardada de pugnas y con ello preservé la gobernabilidad. Desperté la confianza de los Alcaldes y de la clase política en la institución del Gobernador, que sirvió de puente de entendimiento para ejecutar proyectos subregionales y para buscar soluciones conjuntas a problemas que involucraban a más de un municipio.


Mi legado en favor del Departamento radica también en que promoví los mejores valores de los santandereanos y en que el territorio volvió a tener importancia en el escenario nacional, lo que generó nuevas oportunidades de desarrollo económico y confianza de los inversionistas para llegar hasta estas tierras con el fin de aportar a su crecimiento.

Mi legado significa que sí es posible gobernar con transparencia, sin abusos ni latrocinios. El gran reto de la administración pública es ejercerla sin afectar el patrimonio público. Respetándolo e invirtiéndolo completamente, sin que en su ejecución haya que pagar peajes, ni reconocer comisiones, ni aceptar tajadas, ni permitir mordidas, ni recibir regalos. Pero no sólo esto. También gastándolo bien, con apropiado sentido social donde se requiere; buscando en cada oportunidad brindar el mayor cúmulo de satisfacciones comunitarias, creando convenientes condiciones para el crecimiento económico y asegurando la protección de la naturaleza. Si se mejora la calidad de vida de la gente, se estimula el desarrollo económico con equidad y se respeta el medio ambiente, es posible atender en alta medida las responsabilidades de lo público.

A lo largo del gobierno quedó establecido que la seguridad comunitaria entraña el respeto a los derechos humanos y la creación de condiciones para la convivencia. No es aceptable, que so pretexto de acorralar a la delincuencia y evitar o impedir sus criminales acciones violentas, se ejecuten, por parte de agentes del Estado, actos ilegales y comportamientos que lesionen el interés social o individual, como masacres, detenciones arbitrarias, allanamientos extrajudiciales, interceptaciones telefónicas no autorizadas por la autoridad, desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones fuera de combate ni actividades parecidas, que como los casos de “falsos positivos” fueron bochornosos asesinatos con los que se ocasionaron graves daños a la comunidad, a miles de familias y al pulcro sentido de la democracia. No es cierto que el fin justifique los medios, así se busque acabar con el delito y la subversión, como se ha querido imponer malévolamente en el país.


En Santander pudimos mantener los mejores niveles de seguridad, respetando los derechos humanos y brindando las garantías de ley a los ciudadanos y a sus organizaciones democráticas.

También en nuestro Departamento se hizo evidente que no solo hay que combatir el crimen y a los delincuentes, e impedir la ejecución de atropellos y delitos, sino que es preciso crear condiciones para la convivencia, es decir, procurarle a los asociados la posibilidad de que gocen las bondades de la democracia. Un buen nivel de vida significa la satisfacción oportuna de las necesidades básicas en cuanto a que se puede vivir con alimentación, techo, salud, educación e ingreso, pero también que sea dable tener una religión y participar de sus ritos, ser miembro de una colectividad política y ejercer a plenitud los derechos políticos, asociarse, caminar libremente por calles y carreteras, tener libertad de pensamiento y de expresión, no ser perseguido por razones ideológicas o confesionales, ejercer plenamente el derecho a informar y a ser bien informado; en fin, poder aprovechar a plenitud el contenido de nuestra Constitución, para que no sea letra muerta sino consagración de derechos y garantías de rigurosa ejecución y cumplimiento. Cumplir lo que decía Gaitán: “El pueblo no quiere la igualdad retórica ante la ley, sino la igualdad real ante la vida”.

Un legado esencial fue la demostración de que sí es posible garantizarle a la oposición los derechos de denuncia, de réplica, de propuesta y el uso absoluto de su derecho a ejercer la actividad política y electoral sin obstáculos ni hostilidades.

En este sentido, el caso de mis relaciones con la Asamblea Departamental, sirve de ejemplo. La costumbre generalizada de los gobiernos es la de cooptar las corporaciones públicas territoriales y volverlas un instrumento más de su acción de gobierno. Este es sin duda un gran error, porque si bien facilita la tarea ejecutiva, ello se logra a costa del prestigio de la política y el deterioro del sistema democrático. Durante mi gobierno, la Asamblea, como se hace en las más respetables democracias, pudo actuar sin interferencias ni imposiciones, ejerció plenamente su derecho a expedir Ordenanzas


según sus propios criterios y cumplió con la mayor libertad el derecho a la crítica y al control político. A mis copartidarios y a los integrantes de lo que se llamó “la coalición de gobierno” les pedí expresamente que fiscalizaran a la Administración y ejercieran control político, lo que califiqué, según mis convicciones, como una forma adecuada y eficaz de cumplir con el mandato popular y, al mismo tiempo, la manera más efectiva de contribuir al buen suceso gubernamental. La oposición me mereció todo el respeto y contó con garantías plenas para ejercer su actividad. No hay una auténtica democracia si la oposición no puede ejercer sus derechos con la mayor amplitud.

Por cierto que en buena medida el caso bochornoso de la Reforma Judicial, que por fortuna los mismos Congresistas enterraron, ocurrió porque se han ido borrando las diferencias entre los poderes públicos. No respetar la separación e independencia entre las Ramas del Poder Público es un grave error que le produce enorme desgaste a la democracia.

Sin duda, sentamos un precedente muy importante para los santandereanos y para el país, al darle sentido práctico al significado de lo que es la Democracia. Dado que hemos visto que el ciudadano común le ha perdido el aprecio o ha olvidado los lineamientos que le permiten vivir en un medio social y político que le garantiza la libertad, gracias a la cual puede disentir del gobernante; apoyar las acciones oficiales o construir alternativas para contrastarlas y remplazarlas; y emprender iniciativas privadas, sobre las que en todo caso prima el interés general.

Ese menosprecio por lo que significa la Democracia se debe esencialmente a que mucha gente no conoce la historia ni comprende su dimensión como sistema político, entre otras cosas porque la cátedra de educación cívica en escuelas y colegios se eliminó. Esto fue lo que me motivó a mantener una especie de Cátedra sobre valores cívicos y democráticos, que desempeñé cada vez que tuve la oportunidad de visitar colegios, dictar conferencias, hacer intervenciones públicas y hablar a través de los medios de comunicación. Tengo la certeza de haber puesto algo más que un


grano de arena en la tarea de sensibilizar a las personas sobre lo importante que es preservar la democracia en Colombia.

Muchas veces expliqué que democracia no es unanimismo. En mis charlas decía que en este sistema político no todos tenemos que pensar ni actuar de igual manera. Tampoco obliga estar de acuerdo con todo lo que hace o manda el gobernante. La democracia permite el disenso. En una democracia se puede discutir, replicar, objetar y contradecir en la medida en que se haga dentro de los parámetros legales y que todos aceptemos los métodos, las fórmulas o los procedimientos para dilucidar la contradicción y encontrar pacíficamente la solución a la diferencia. Por ejemplo, en el campo judicial se cuenta con la tutela, los arbitramentos o la conciliación. Es lo que se llama la solución pacífica de los conflictos. Soy un amigo decidido del diálogo constructivo como manera de superar las diferencias. Ello fue característico de mi gobierno, y de esa manera atendimos problemas laborales, de transporte, educativos y comunitarios, que sin la fórmula del diálogo hubieran podido pasar a mayores. Esta estrategia de hablar y hablar hasta concertar una solución, es un método que recomiendo a los gobernantes, sin que ello implique debilidad ni permisividad.

En público y en privado dije que en mi gobierno se podía reclamar y protestar, siempre y cuando no se causaran daños ni se afectara el derecho de los demás. También expresé que nunca iría a criminalizar una repulsa cívica ni un movimiento contestatario de la sociedad civil, en la medida en que se adelantara con respeto a la autoridad, a los bienes públicos y privados y sin violencia. Muchas veces se protestó, se reclamó, se hicieron manifestaciones y marchas, algunas de ellas contra el propio gobierno departamental, sin que hubiese necesidad de utilizar la fuerza del orden. En ocasiones la Policía cumplió su papel de acompañar estos eventos para evitar infiltrados y provocaciones.

En oportunidades nos amenazaron con bloquear carreteras para presionar una acción de gobierno. Mi respuesta cordial siempre fue la misma: “Así no les paro bolas, por dos razones: una, afectan los derechos de los demás ciudadanos que necesitan movilizarse


o transportar mercancías, con lo que se les causa un daño enorme; la otra, es que si atiendo las peticiones por las que se ejecuta una acción de esa naturaleza, a todas luces inapropiada, mañana me hacen treinta paros iguales y resulta que uno como gobernante puede aguantar uno o dos eventos, pero con treinta tumban a cualquiera”. La gente se reía, pensaba, suspendían el paro y arreglábamos, como se dice, por las buenas.

Son formas de gobernar. La gente me creía, porque sabía que si del diálogo salía un compromiso, lo cumpliría al ciento por ciento.

Cuando conocía con antelación de que se produciría un paro o una movilización, buscaba que los Secretarios de despacho hicieran un primer acercamiento con los organizadores buscando un acuerdo; y yo me reservaba para una especie de segunda instancia si no se lograba la solución. Tanto con el Plan A como con el B, siempre hallábamos un entendimiento.

Esta forma de ser da resultados y evita traumatismos. Muchas veces ni siquiera la prensa se enteraba. Sin que ello aparezca en libros de administración ni esté señalado por normas o reglamentos, el gobernante muchas veces tiene que actuar de bombero, tranquilizando a las comunidades y quitándole presión al enardecimiento público, porque una de sus obligaciones es mantener la armonía social.

Sin excepción, cada vez que al frente de la Gobernación se instalaban las personas para protestar por una actuación gubernamental o para hacer demandas, personalmente salí, solo, a atenderlos. Fui respetado y escuchado. Incluso, en una oportunidad me permitieron el micrófono para dar unas explicaciones y al fin de mi intervención no solo me aplaudieron sino que lanzaron “vivas” al Gobernador. Cuando mis colaboradores me preguntaban cómo lo hacía, les respondía: “Más vale el diablo por viejo, que por diablo”.

Esta forma de ser, que nunca impidió que fuera enérgico las veces que fue necesario, es una manera de interpretar el buen gobierno y constituye un legado que con enorme satisfacción dejo en lo que corresponde a la actuación democrática y al respeto por los derechos


ciudadanos. Dicen que “el estilo hace al hombre” y yo agregaría que muchas veces el hombre y sus actitudes identifican a un gobierno.

Algo que le dio identidad a mi manera de gobernar fue el trato dispensado a los Partidos y a los actores políticos. Todos tuvieron acceso a mi despacho, no hubo discriminaciones ni revanchismos. Obviamente se presentaron contradicciones, pero esto no estimuló pugnas ni marginamiento de la oposición ni persecuciones y mucho menos un mal aprovechamiento del poder. Lejos estuvo de mí convertir el ejercicio público en una inconveniente reyerta de mal gusto en la que solo existiera un espacio para los conmilitones. La política merece respeto, lo mismo que quienes la ejercen.

La equivocada costumbre de aprovechar el gobierno para engordar la nómina de manera innecesaria o crear una feria de contratación inapropiada para ganarse el querer político y ciudadano, no se practicó en mi gobierno. No se impusieron gamonalatos, no hubo favorecimientos y no se ejerció el nepotismo.

Reiteré durante el gobierno que el político no puede tener vida privada y que su comportamiento debe estar abierto al escrutinio público Para él no es dable ser un gobernante correcto y eficiente, pero un ciudadano con una vida particular desordenada, que sea mal ejemplo para la comunidad gobernada. También dije que el político en ejercicio y con aspiraciones electorales no puede tener más ocupación que la de atender sus deberes oficiales y de ninguna manera ha de dedicarse a los negocios particulares. ¡En estos dos temas prediqué y practiqué!

Incluso convinimos con Rosita tener poca vida social. Así lo hicimos y se pudo aprovechar mucho más y mucho mejor el tiempo para trabajar. Obramos siempre con compromiso y consagración. Una vez tuve la debilidad de aceptar un homenaje a raíz de un premio nacional que le otorgaron a la Gobernación por ser la primera en la lucha contra la pobreza en Colombia, lo que coincidió con una de las encuestas que la firma Cifras y Conceptos hace a los líderes colombianos, en la que me reconocieron como el Gobernador más


sobresaliente del País, y esa noche, precisamente, hubo una tormenta tremenda por los lados de Rionegro y El Playón, con avalanchas que destruyeron la vía que lleva a San Alberto y de allí a la Costa Caribe, con víctimas fatales y enormes perjuicios causados. Pues ocurrió que se me criticó públicamente dizque por pasármela de homenaje en homenaje no cuidaba debidamente los intereses de los santandereanos. Era el primero y fue el último evento de este tipo al que asistí. Nunca más me dejé tentar. Claro que la crítica fue injusta, despiadada y absolutamente innecesaria. Sarna con gusto no pica, me dijo Rosita muchas veces.

Nuestro aporte personal estuvo presente. Todos saben que después de 30 años de servicio al Estado –ahora llevo como 40– me pensioné por el Fondo del Congreso. También se conoce que nadie puede recibir más de una asignación oficial. Como mi pensión es superior al sueldo del Gobernador, que por cierto es muy pequeño como lo son las asignaciones de los Secretarios y en general de los funcionarios departamentales, lo que yo recibía como salario me lo descontaban de mi ingreso pensional. Quiere ello decir que mi trabajo al servicio del Departamento estuvo exento de cualquier interés pecuniario o salarial. Además, nunca en los cuatro años de ejercicio como Gobernador cobré viáticos por mis desplazamientos a otras ciudades en misión oficial. Nunca quise atender ninguna de las invitaciones a congresos o reuniones Internacionales de esas que son tan frecuentes en la administración pública y cuando fueron indispensables le pedí a algún integrante de mi Equipo que asistiera en nombre del Departamento. Las dos veces que fui a Washington a hacer gestiones oficiales, pagué personalmente los pasajes y tampoco hice uso de viáticos. Nunca acepté invitaciones ni regalos de los contratistas de la Gobernación. Y renuncié a favor de un Ancianato el millón de pesos que se reconoce a los miembros de la Junta Directiva de la ESSA por cada sesión.

En lo administrativo se obró con mucha austeridad. Solo se gastó en lo que fue enteramente necesario. Incluso, faltando casi dos años de gestión, mucho antes de que se supiera quienes aspirarían a sucederme,


dije que sería un buen gesto con el nuevo gobernante mejorar las condiciones de trabajo en el Despacho, para lo cual se ordenó hacer una modernización de su infraestructura, con el objeto de ser utilizado a partir del cambio de gobierno. Lo mismo se hizo con el vehículo del Gobernador, que se adquirió de buena marca y se le mandó a poner un apropiado blindaje, para que lo estrenara mi sucesor.

Estas formas de ser y de actuar son un patrimonio que con gusto entregué a la consideración de mis conciudadanos.

En mi gobierno quedó claro que para lograr mejores resultados era imperioso tener buenas y cercanas relaciones con sectores diferentes a los políticos y gubernamentales. Lo practiqué exitosamente. Con el sector empresarial y gremial, con las religiones, con organizaciones sociales y comunitarias. Esto fue importantísimo. El gobernante no sabe todo, ni cuenta con todos los instrumentos que le permitan una sobresaliente labor, ni tiene la manera eficaz de conocer, con los elementos de juicio que le proporcione su propio gobierno, qué hacer, cómo invertir bien, de qué manera poner a rendir el presupuesto y en dónde encontrar ayudas para incrementarlo. Saber escuchar y compartir le facilita al gobierno su gestión y le permite a la comunidad ganar bienestar.

Un gobernante nunca alcanzará cabalmente sus objetivos si no existen unas buenas relaciones con la Fuerza Pública. Desde el gobierno tuvimos la más alta consideración por el Ejército y la Policía. No es que siempre hubiésemos estado de acuerdo, nó, siempre nos respetamos, cada quien obrando en el espacio asignado por la ley, buscando los mejores consensos sobre temas esenciales para la seguridad, el orden público, la convivencia y el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos.

Muy grata fue esta experiencia, en la que pude evaluar el profesionalismo de nuestros militares y policías, su alto grado de entrega a la causa nacional y al criterio ciudadano, y lo sacrificado y valioso de su trabajo. No en vano son los que ponen, de verdad, la cara y exponen la propia vida. Pero, además de defender nuestra soberanía y propiciar la seguridad, fue elocuente su ayuda humanitaria,


atendiendo desastres, socorriendo a la comunidad en momentos críticos, organizando eventos cívicos, estimulando las actividades deportivas y realizando tareas educativas.

En cuanto a legados se refiere, el de la seguridad, la tranquilidad y la convivencia, es uno de los que más me hace sentir orgulloso. Esto no fue el producto de una acción individual del Gobernador sino la concurrencia de muchas voluntades y acciones que no solo durante mi cuatrienio se hicieron presentes. Es una herencia extraordinaria que debe incrementarse para que se haga más sólido el patrimonio de los santandereanos.

También dejé el legado del respeto al medio ambiente como compromiso esencial del gobierno. Fue una orientación impartida en el momento mismo de la posesión, desde Berlín, en pleno Páramo de Santurbán, que se cumplió a lo largo de los cuatro años de gestión. No fue una tarea fácil, pues no existe aún plena conciencia individual y social de proteger los activos naturales para el presente y para el futuro. Además, porque hay muchos intereses económicos de por medio. Ya sabemos, por el dicho, que “poderoso señor es Don Dinero”.

Y algo que es vital, el compromiso con la educación. Lo he sostenido miles de veces a lo largo de mi vida política y ya quedó consignado en este Libro, pero es esencial insistir hasta cuando se convierta en un propósito nacional. No hay nada más importante para crear climas de convivencia, producir equidad, lograr crecimiento económico, salir del subdesarrollo, superar la corrupción, terminar con la violencia y con el crimen, que la educación. Esto es, ni más ni menos, lo que necesitamos en nuestro país. Fue el punto número uno de mi compromiso gubernamental con Santander y tengo la seguridad de que en la cabeza de mis paisanos quedó grabada esta consigna: antes que nada, formar; primero que todo, educar.

La mayoría de estos legados, ninguno de los referidos comportamientos, tampoco los ejemplos aquí consignados, aparecen en las cifras fiscales ni se pueden calcular presupuestalmente. Tampoco se pesan en kilos, ni se miden en kilómetros, ni se dimensionan en


metros cuadrados. Son actitudes, definiciones de gobierno, maneras de pensar y de actuar que corresponden a compromisos ideológicos, a principios éticos, a formación humanista, a concepciones de vida, a la idea que se tenga del Estado y a los criterios que se defiendan sobre la sociedad.

Muchas veces hemos hablado de la necesidad de la Planeación y de lo importante que es seguir línea a línea los objetivos trazados como forma adecuada de lograr el éxito en la gestión pública. El hombre en general, pero específicamente el ser público, debe contar con una formación cultural, histórica, política y económica, que lo habilite para ordenar un presupuesto o gestionar unos resultados administrativos, sin necesidad de ser un experto o un científico en una determinada materia. Los hombres y las mujeres que se dedican a la gestión pública y logran tener éxito es porque han desarrollado un talante que les permite ir más allá de la coyuntura y del simple análisis pragmático, con lo cual tienen una mejor visión del entorno social, disciernen con base en antecedentes históricos y se apoyan en la dimensión ética, ofertando así soluciones duraderas y efectivas a la sociedad.

Desconfío de los políticos que solo ven el hoy y el ahora. También de los gobernantes a los que únicamente llama la atención lo episódico, lo que “toca ya para que no se crezca el enano”. Son los que actúan según el resultado de la última encuesta, los que viven pendientes del aplauso de la galería, los que suturan a las volandas para detener la hemorragia sin previamente hacer el diagnóstico completo de la enfermedad ni prescribir los procedimientos y las medicinas que restablezcan la salud y garanticen un largo y sano vivir. Sé, claro, que si no se detiene inmediatamente la hemorragia muere el paciente por shock hipobolémico. Pero solo hacer la sutura es correr el riesgo de sanar parcialmente al enfermo, sin curar las secuelas.

Viví intensamente un caso que me causó mucha impresión cuando ejercí funciones en el Ministerio del Interior: el paro de miles de indígenas en el Cauca pidiendo atención a sus necesidades básicas y el cumplimiento de promesas incumplidas. La carretera Panamericana fue


ocupada para presionar la atención de las autoridades. Con Gobernador y Alcaldes respondimos a su reclamo de diálogo personal y fuimos a conversar al lugar donde se desarrollaba la protesta. Nos informamos previamente de sus requerimientos más inmediatos y llevábamos algunas propuestas de solución. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando con énfasis y mucho convencimiento e indignación nos dijeron: “lo que exigimos es que nos cumplan las promesas incumplidas durante mucho tiempo”. Y nos sacaron a relucir por lo menos 10 acuerdos de soluciones pactados por los sucesivos gobiernos en los últimos 25 años. Ninguno se había cumplido. Nos vimos en aprietos para que aceptaran suscribir un nuevo acuerdo que incluía casi todas las promesas insatisfechas. Recuerdo que durante los siguientes meses hicimos seguimiento a lo pactado en una mesa de trabajo que constituí con participación de casi todos los Ministros del Gabinete. Como siempre pasa, porque el poder público es temporal, me retiré del cargo. No sé a ciencia cierta el destino que tuvo esa especie de modernas “capitulaciones”, pero mucho me temo que no han sido debidamente atendidas pues en los últimos años han ocurrido otros reclamos semejantes y la prensa habla del incumplimiento de los Acuerdos de “María Piendamó”. De verdad lo lamento. Pero es lo que pasa cuando solo se detiene la hemorragia, es decir, cuando lo que importó de momento fue resolver el paro y dar vía por la Panamericana. Ojalá que la situación que sufre este Departamento, asumida a fondo por el actual gobierno nacional, le traiga satisfacciones sociales y equilibrio a esa región mártir de la violencia y el abandono.

Con esa experiencia, durante mi gobierno en Santander me preocupé directamente de que todos los compromisos asumidos por mí, grandes o pequeños, se cumplieran debida y oportunamente, porque gobernar es mucho más que atender el momento. Gobernar es mucho más que administrar.

237Un Pensamiento Final

UN PENSAMIENTO FINAl


Para Rosita y para mí fue muy grata la experiencia de haber vivido los anteriores cuatro años en Bucaramanga. Nos trataron muy bien y comprobamos que los bumangueses y en general los santandereanos son unas personas muy amables, correctas y acogedoras.

En lo político a veces sentí la nostalgia de no estar en Bogotá discutiendo los grandes temas, participando en debates sobre proyectos nacionales, liderando campañas o levantando la voz en el Congreso defendiendo una idea. Pero la realidad era que estaba en Concepción, Simacota, Florián, Páramo, Matanza o Puerto Wilches, ayudando a resolver un problema de la escuela, el nombramiento de profesores, el mejoramiento del acueducto o buscando que agilizaran la viabilidad de un proyecto de obra para poder hacer una inversión pública. Experimenté que estas actividades en las regiones, al lado del pueblo, sintiendo de verdad como es la vida, son tanto o más edificantes que las que se cumplen en las alturas del poder.

Yo quise ser Presidente de la República y presenté tres veces mi nombre a discusión de los colombianos, consiguiendo en una de esas oportunidades la votación más alta que un liberal haya obtenido en toda la historia del Partido, que ya lleva más de 160 años de existencia. Pero fui derrotado, tal vez porque no pude demostrar de manera categórica mi preparación, mis capacidades y mi experiencia para asumir delicados cometidos de gobierno; o también pudo ser que se presentaran circunstancias externas a la política democrática, inmanejables, vaya uno a saber.

Accedí a ser candidato a la Gobernación de mi departamento por el pedido de unas fuerzas políticas y sociales que consideraron que yo podía ser útil en la tarea de ayudar a sacar esta región del atolladero, para ponerla a andar por el camino correcto. Lo asumí como una oportunidad y como un reto enorme que exigía la mayor dedicación.

Haber sido Gobernador fue una responsabilidad muy alta que acepté con todo el conocimiento de que estaba frente a un Departamento con serios problemas de inviabilidad. Muchas entidades, gobiernos y personas han trabajado a lo largo de los años para encontrar las


soluciones apropiadas; otras lo hicieron conmigo en los cuatro años que acaban de pasar. En lo propio, los resultados me dejaron más que contento, no sólo por la satisfacción personal de que casi unánimemente los sectores más destacados del país reconocen que fui, entre tantos buenos, el mandatario departamental más destacado de Colombia, sino porque cumplí a cabalidad con el cometido de buscarle a Santander una nueva oportunidad de ser protagonista de cosas importantes ante la faz del país y encontrar la forma de superar la crisis de credibilidad, desarrollo y equilibrio social en que estaba atascado. Que los resultados fueran más que aceptables lo dicen los análisis y las cifras.

Terminé mi período como Gobernador complacido de haber cumplido con el deber, habiendo podido demostrar que sí es posible obtener resultados de calidad cuando uno se compromete a trabajar a fondo.

Como ya lo manifesté, tengo la convicción de que mi paso por la Gobernación fue también positivo en cuanto a imagen política personal se refiere. No sólo por los precedentes electorales que se obtuvieron en mi departamento, sino porque comprobé que en un cargo tan complejo, las cosas se pueden hacer a pesar de las dificultades. Muchas veces recordé a mis colaboradores una célebre frase de Séneca que siempre llevo en la cabeza, para estimularlos en el logro de los objetivos propuestos: “No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos. Es porque no nos atrevemos que son difíciles”.

También me fue dable dejar sentado que la construcción de alianzas es esencial para alcanzar triunfos y éxitos.

Noto que la confianza nacional en torno a mi nombre mejoró notablemente. De todos los sectores sociales, económicos e incluso políticos, me invitan a hablar sobre la experiencia como Gobernador, para que cuente el modelo de transparencia que aplicamos, para que asesore a otras instancias sobre temas de descentralización territorial, para que lidere luchas en favor de los departamentos, en fin, siento que hay un beneplácito por mi tarea y la del Equipo de Gobierno que me acompañó.

Los reconocimientos que me han hecho en diferentes instancias del gobierno nacional, la cooperación internacional, las organizaciones no


gubernamentales, los medios de comunicación, las encuestas públicas y la empresa privada, los agradezco enormemente, porque me permiten afirmar que un político no es sólo discursos, sino también acción, y con esta actuación mía creo que contribuí a dignificar la política.

Dejé el poder gubernamental contento y agradecido. Muchas personas me ayudaron y las recordaré toda la vida.

Le hago un homenaje de reconocimiento y de amor a Rosita, por su compañía, por sus observaciones y comentarios, por la permanente preocupación que tuvo porque todo saliera bien. Con sus amigas de Nifesan, que fueron ejemplo de entrega y solidaridad, hicieron una gran labor por niños y ancianos. No lo mencioné ex profeso en las anteriores notas porque no fue una actividad oficial. Pero fue un valor agregado que le dio amabilidad, alegría y especial dimensión social al gobierno. Rosita le cumplió bien a los santandereanos, sin abandonar sus obligaciones de mamá y de abuela. Un gran ejemplo que me daba fortaleza y me estimulaba a cumplir con esmero y dedicación mis deberes públicos.

Me causó beneplácito y gracia la frase del señor presidente Santos en la reunión que con la asistencia de los principales estamentos políticos, gubernamentales, empresariales y sociales del oriente colombiano se celebró en el Centro Cultural de Bucaramanga para hacer un análisis prospectivo de la región, en diciembre de 2011. “La próxima vez que me pregunten qué opino de Serpa, voy a contestar: es un verriondo muy verraco”.

He sido Juez, Alcalde, Congresista, Procurador, Embajador y Ministro, entre otras labores públicas. En todas estas responsabilidades tuve un papel destacado. No obstante, la gente me seguía mirando como un político que hablaba en la plaza y hacía debates en las corporaciones públicas y en los medios de comunicación, pero que no tenía realizaciones propias ni ejecuciones materiales de trascendencia. Ahora con los buenos resultados alcanzados en la Gobernación, esa calificación ha variado y hay mayor credibilidad en mi nombre.

Sin embargo, tomo con enorme tranquilidad y modestia todas estas manifestaciones de afecto y de aplauso. Hace rato dejé atrás la soberbia,


las ambiciones materiales y las vanidades. Sé, eso sí, que descansar es morir, como lo dije en una columna de opinión que le cayó en gracia a mucha gente, según me lo manifestaron por montones.

Por eso ahora, cuando abuso de la paciencia y la generosidad de los santandereanos y de los amigos para molestarlos con estas reflexiones de exgobernador, deseo participarles mi propósito de seguir sirviendo al País y a los colombianos desde la política, sin ambiciones electorales, sin sectarismos, con mis ideas socialdemócratas, inspirado en el bien común, hasta cuando Dios y las circunstancias lo permitan.

Notas

Notas

Esta obra se terminó de imprimirel día 3 de diciembre de 2012

en los Talleres Gráficos deGrUpo editorial ibañez

Carrera 69 Bis No. 36-20 SurTeléfono: 2300731 - 2386035

Bogotá, D.C. - Colombia

Documents

Libro Horacio Serpa