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Loic Wacquant Carceles de la Miseria Sociología

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Loic Wacquant Carceles de la Miseria Sociología Antropología Economía Pobreza Universidad Etnografia Urbana Ciudad

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  • Loc Wacquant,Las crceles de la miseria Ed. Manantial, Buenos Aires, 2000.

    Este libro de Loc Wacquant que reseamos,traducido a trece idiomas, constituye una snte-sis de otros varios estudios suyos, publicados enforma de artculos desde hace una dcada. Wac-quant, investigador universitario en EstadosUnidos, nos conduce de lleno a la convergenciagenerada en las sociedades avanzadas entre uncreciente sistema penal y una tendencia genera-lizada de lo que l nomina desregulacin delespacio pblico.

    Con datos sustentados adems en al menosotros cuarenta estudios de caso de varios pases,este autor revela el proceso de constitucin deun modelo prolijo de Estado penal para la ges-tin judicial y carcelaria de la pobreza, que seerige al mismo tiempo junto a una ciudadanaconsistente en la promocin del trabajo asala-riado precario (a lo fast food), con futuro incier-to, modalidad interina, plazas temporales, ymal pago, donde la empresa flexible capitali-za -en cierto modo deliberadamente- la condi-cin de inseguridad que ayuda a reforzar. Porello no se trata de un tema de administracincarcelaria sino mejor de un estudio de los com-ponentes de una compleja poltica penalizadora

    que ha sustituido los intentos por instaurar unEstado social en los pases avanzados.

    En efecto, este autor desarrolla su anlisiscon informacin que revela la convergencia y elreforzamiento de estos dos hechos. Por una par-te, desde la vertiente de una poltica de penali-zacin, el autor analiza la estructuracin de unaparato que impulsa una gestin punitiva de lainseguridad laboral y de las condiciones de pre-cariedad de nuevo tipo. Esto se apoya en doctri-nas, primero, que provienen de la aplicacin delos principios de la economa de mercado a losproblemas sociales y, segundo, que mantienenla argumentacin que la delincuencia y las vio-lencias provienen de una excesiva generosidadde las polticas sociales, pues suponen que ellaspervierten el deseo de trabajar, recompensan lainactividad del individuo e inducen a la degene-racin moral de las clases subalternas.

    Y por otra parte, desde la vertiente ampliade la precariedad laboral, Wacquant encuentraque existe un traslape de la poltica penitencia-ria y determinados segmentos sociales, especial-mente jvenes adultos en situacin de esperaentre la escolaridad y el trabajo; sectores conmnima escolaridad y confrontados a empleosinseguros.

    La presin penal coincide, as, sobre seg-mentos de poblacin marginada del mercadolaboral, entre los que se hallan poblacin joven,inmigrantes de diversa condicin y, en muchospases, bajo una clara connotacin racialista ydesproporcionalidad etnonacional (es notable,por ejemplo, el ndice de encarcelamiento enEuropa de mujeres afroantillanas).

    Segn las investigaciones recopiladas porWacquant, las probabilidades de sufrir una de-tencin son reforzadas por el hecho de carecerde trabajo seguro. Adems, un condenado sinempleo es apresado con una mayor frecuencia,a lo cual se aade la poca probabilidad futura deinsercin profesional del detenido o detenida,situacin que incrementa tambin la duracinefectiva del encarcelamiento. En muchas de lassociedades analizadas, casi la mitad de deteni-dos tuvo solo educacin primaria, y otro tantocareca de cualquier trabajo en el perodo previoal encarcelamiento.

    Por ello el encarcelamiento y las ms sofisti-cadas formas de panoptismo social que se estninstaurando, lejos de resolver, ratifican la preca-

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    reseas

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    riedad social y laboral a la que se hallan expues-tos reiteradamente determinados grupos y capassociales de las sociedades avanzadas. Aunque losndices de poblacin encarcelada pueden afectarlas tasas de desocupacin laboral, al desaparecerde las estadsticas una importante reserva de so-licitantes de empleo, en el largo plazo el sistemapenal ratifica la imposibilidad que los ex-prisio-neros puedan acceder a un trabajo, pues aun lospuestos no-calificados se hallan ya atestados. Deesta manera, los estudios sugieren de manerabastante argumentada que no se tratara de en-cierros por seguridad a secas sino que tendranun efecto de encarcelamiento de diferencia-cin, buscando sustraer determinados sectorespoblacionales del cuerpo societal.

    La convergencia, y el refuerzo mutuo de es-tas dos vertientes, constituye el mbito que lle-va al autor a expresar que se trata de una polti-ca de penalizacin de la precariedad social o,ms directamente, la consolidacin de crcelespara la miseria. De ese modo, los dirigentes po-lticos que promocionan el achicamiento delEstado en materia econmica y social son quie-nes impulsan a la vez el fortalecimiento de unEstado de corte punitivo. Y de ese modo tam-bin, los sujetos de encarcelamiento coinciden,como se manifest, con segmentos de la pobla-cin en donde se vierten polticas tniconacio-nales y segmentos donde cada vez en mayorproporcin se han anulado las condiciones departicipacin en el mercado laboral y profesio-nal, ex ante, ex post al encarcelamiento.

    Con esto, no se trata nicamente -expresaWacquant- de que el encarcelamiento es en smismo una mquina de pauperizacin para lospenados, sus familias y sus sectores de origen,sino que el sistema punitivo se constituye en unmedio crimingeno, pues desata a la vez todauna serie de categorizaciones y clasificacionessociales que perennizan la inseguridad social.As, los temas de seguridad, hilvanados por unaespecie de consensus securitario, aluden a unainseguridad en trminos de violencia fsica y

    por el contrario trivializan los temas de insegu-ridad social y econmica, y ms an banalizanel progreso en el campo de los derechos socialesy econmicos.

    Finalmente, en esta dinmica ha confluidouna serie de organismos para-pblicos, una ga-ma de agentes e instituciones, todos vinculadosen distintos niveles a la administracin policialy que establecen verdaderos soportes discursivossobre el tema de seguridad. Pero fundamental-mente alrededor del sistema penitenciario, se haestructurado una economa penal con al menosdos resultados: en primer lugar, la subcontrata-cin lucrativa de un conjunto de los ms diver-sos servicios privados para el creciente sistemapenal, dentro de una desregulacin de la admi-nistracin penitenciaria bajo el lema: fin almonopilo pblico de los servicios carcelarios,lo cual ha llegado a implicar el incremento enproporcin geomtrica de crceles privadas envarios pases, desatando incluso proyectos defomento de los territorios adyacentes a lospuestos carcelarios debido a la cadena de servi-cios que despliega la atencin penitenciaria. Y,en segundo lugar, la contratacin de los mismoscontingentes internos de las prisiones en diver-sos sectores comerciales.

    Tal como lo detalla este estudio, y a guisa deconclusin, se puede recordar que durante losaos 1980 el presupuesto de la administracincarcelaria fue el tem que vivi el salto ms gran-de en el gasto pblico de algunos pases; y, v.g. ennorteamrica, al iniciar los aos 1990, el sistemacarcelario competa en volumen de empleo conuna de las ms grandes industrias automotrices.Con similar efecto, en 1997 una exposicin sobreel tema convoc a unas 650 empresas que oferta-ron productos y servicios para cubrir los ms di-versos requerimientos de este mundo penitencia-rio: desde mobiliario sofisticado y utensilios, has-ta edificaciones y sistemas informticos.

    Por todo esto, las doctrinas de ToleranciaCero (o cmo vigilar una sociedad libre) y lasconsultoras sobre seguridad, junto a las exi-gencias de un mayor liderazgo en temas de se-guridad, son tpicos que tienen aqu variospuntos suspensivos.

    Juan Fernando Regalado.

    1 Similares conclusiones sugiere la investigacin dirigidapor Pierre Bourdieu, 2000, La miseria del mundo, Ed.Akal, Madrid.