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Relata la cosmovisión que debería tener un ser humano para estar en equilibrio perso nal, emocional, mental y social; incorporando un sencillo procedimiento para eli minar creencias heredadas que limitan al ser humano. Para la milenaria cultura tolteca (México) la "realidad" que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta. Desde el momento mismo de nace r, interpretamos la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el mundo adul to lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que "está bien" y lo q ue "está mal", e incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la fami lia, en clase, en el trabajo). A este proceso el escritor mexicano de origen tol teca Miguel Ruiz lo denomina domesticación. "La domesticación es tan poderosa que, e n un determinado momento de nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domesti que. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamo s tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal autodome sticado" (1), comenta Ruiz. En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez y a la víctima. El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada perso na que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentim os, nos culpabilizamos, nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cada v ez que el recuerdo nos pasa factura. Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida. El miedo y las autoexigencias son los peores enemigos de nuestro pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación nos formamos una im agen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino marcado a seguir. "El problema es que como no somos perfectos nos rechazamos a nosotros mismos. Y el g rado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las personas adultas para r omper nuestra integridad", según M.R. Si el libro de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica, nu estro "sentido común") no cumple sus objetivos, que en su base fundamental consist iría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente éste no f unciona. Y como no funciona hay que cambiarlo. Y ello lo hacemos revisando nuest ros acuerdos (nuestra interpretación incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y sustituyéndolos por otros. Para lograr entenderse a sí mismo y entender a los demás, para lograr ser felices si n ninguna influencia externa, entender que todo lo que necesitamos para lograrlo está dentro de nosotros mismos. Se debe, en primer lugar, entender que todos los humanos tienen un complejo sistema de creencias (cosmovisión) o paradigma, adquiri do por influencia social, familiar, educacional, y que con frecuencia dichas cre encias adquiridas los perturban mental y emocionalmente, creando infelicidad; en segundo lugar, aprender que se puede modificar el sistema de creencias para con seguir el anhelado equilibrio interior que lleva a la felicidad. Para lograrlo, La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos: "Sé impecable con tus palabras". Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia blanca empezando por ti. "No te tomes nada personalmente". Respecto a la opinión ajena, para bien o par a mal, mejor no depender de ella. Ésa es otra película. "No hagas suposiciones". Nunca nada que pasa fuera es personal. Pero en cual quier caso, no saques conclusiones precipitadamente. "Haz siempre lo maximo que puedas". Verdaderamente, para triunfar en el cump limiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. De mo do que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza otra vez desde el principio.

Los 4 Acuerdos

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Page 1: Los 4 Acuerdos

Relata la cosmovisión que debería tener un ser humano para estar en equilibrio personal, emocional, mental y social; incorporando un sencillo procedimiento para eliminar creencias heredadas que limitan al ser humano.

Para la milenaria cultura tolteca (México) la "realidad" que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta. Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que "está bien" y lo que "está mal", e incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en clase, en el trabajo). A este proceso el escritor mexicano de origen tolteca Miguel Ruiz lo denomina domesticación. "La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal autodomesticado" (1), comenta Ruiz. En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez y a la víctima.

El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos, nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cada vez que el recuerdo nos pasa factura.

Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.

El miedo y las autoexigencias son los peores enemigos de nuestro pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación nos formamos una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino marcado a seguir. "El problema es que como no somos perfectos nos rechazamos a nosotros mismos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las personas adultas para romper nuestra integridad", según M.R.

Si el libro de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica, nuestro "sentido común") no cumple sus objetivos, que en su base fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente éste no funciona. Y como no funciona hay que cambiarlo. Y ello lo hacemos revisando nuestros acuerdos (nuestra interpretación incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y sustituyéndolos por otros.

Para lograr entenderse a sí mismo y entender a los demás, para lograr ser felices sin ninguna influencia externa, entender que todo lo que necesitamos para lograrlo está dentro de nosotros mismos. Se debe, en primer lugar, entender que todos los humanos tienen un complejo sistema de creencias (cosmovisión) o paradigma, adquirido por influencia social, familiar, educacional, y que con frecuencia dichas creencias adquiridas los perturban mental y emocionalmente, creando infelicidad; en segundo lugar, aprender que se puede modificar el sistema de creencias para conseguir el anhelado equilibrio interior que lleva a la felicidad. Para lograrlo, La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:

"Sé impecable con tus palabras". Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia blanca empezando por ti. "No te tomes nada personalmente". Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella. Ésa es otra película. "No hagas suposiciones". Nunca nada que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, no saques conclusiones precipitadamente. "Haz siempre lo maximo que puedas". Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza otra vez desde el principio.

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Romper viejos acuerdos.

Basados en las creencias y los dogmas que vamos adquiriendo a lo largo de nuestras vidas, es posible a base de recapitulación, no sólo de los efectos de nuestras emociones negativas igualmente las emociones positivas desbordadas deben ser eliminadas de nuestro sistema de creencias; dejar el ego y comenzar a ser cada vez más nosotros mismos. Ello nos puede conducir a un camino más sensato, libre y dictado por el corazón. «No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así túo exiges. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento».1 2La disciplina del guerrero.Controlar tu propio comportamiento. Haciendo reflexión sobre el estado mental como una enfermedad; el perdón es la única forma de sanar; porque sentimos tanto amor por nosotros mismos que podemos dejar marchar el resentimiento y declarar «¡Ya basta! No volveré a ser el gran Juez que actúa contra mí mismo. No volveré a maltratarme o agredirme. No volveré a ser la víctima».2