Los 4 Elementos Alejandro Lodi

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  • 8/18/2019 Los 4 Elementos Alejandro Lodi

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    VideosPosteado por: alejandrolodi | 28 junio, 2010Tipos psicológicos junguianos y elementos en astrologíaAlejandro Lodi

    (Año 2003)

    Existe cierto acuerdo respecto a que la clasificación por elementos resulta básica en lainterpretación de una carta natal. Incluso, con diferencia de matices, no hay demasiada discusiónen considerar a los cuatro elementos cómo modos de apreciar la realidad, de percibir el mundo,de evaluar la experiencia vital. Y que sean cuatro y no otra cantidad, antes que arbitrario, parececorresponderse con otras clasificaciones de la totalidad dentro de la tradición de Occidente: loscuatro humores temperamentales (sanguíneo, colérico, melancólico y flemático), los cuatroestados de la materia (sólido, líquido, gaseoso e ígneo), los cuatro reinos de la naturaleza(mineral, vegetal, animal y humano), los cuatro planos de la realidad (físico, mental, astral yetérico), los cuatro niveles del ser (corporal, mental, emocional y espiritual), etc.Desde esteacuerdo, el análisis por elementos permitiría, entonces, percibir un tono básico estructural de lapersonalidad, una modalidad preferencial del individuo para vincularse con el mundo. El hábito de

    la práctica cotidiana de la astrología tiende a cuantificar la información que brinda una carta natalrespecto a la disposición por elementos, con diversos criterios de puntaje según la categoría delos planetas (luminares, personales, sociales) y excluyendo, en general, a los transpersonales.Esta forma de considerar el balance de elementos concluye en una caracterización de la personaa partir del énfasis -por presencia- o el déficit -por ausencia- de uno o dos de ellos. Así, porejemplo, encontraremos definidas personalidades Tierra-Aire, Tierra-Fuego, o simplemente Tierrao Agua, o con carencia de Aire o de Fuego, etc. Es posible también que esta temprana hipótesispor elementos termine siendo descuidada a medida que la complejidad del análisis vaprogresando, de modo que deje de estar presente en la consideración del analista.

    Ahora bien, ¿podría apreciarse con mayor profundidad la información que nos brinda el mandala

    de una carta natal considerando el balance de elementos? ¿Resultaría significativo a la prácticaastrológica? Algunos astrólogos de lo que podemos reconocer como línea de “psicológica” (LizGrenee, Richard Idemon) han intentado, con algunas variantes, una síntesis entre lo que latradición refiere sobre la clasificación de personalidades por elementos y lo que Jung establececomo tipos psicológicos. Otros han descartado esta analogía enfáticamente (Robert Hand). Másallá de los incontrastables argumentos de cada posición (en general, basados en la experienciapersonal de cada astrólogo) y teniendo presente que cada una de ellas está sostenida ensupuestos perceptivos inconscientes antes que en verdades objetivas, la consideración de loselementos que propone este trabajo parte de tres premisas:

    1.- La validez de asociar la tipología por elementos de la astrología con la de tipos psicológicos junguianos y lo enriquecedor que tal asociación resulta para el análisis de una carta natal y su

    destino. No obstante, el interés no está centrado en intentar demostrar esta correspondencia, sinoen valerse de aquello que Jung establece, de su particular modo de vincular estas tipologíaspsicológicas entre sí (cuatro tipos psicológicos derivados de cuatro funciones perceptivas de laconciencia) y de subrayar su incidencia en la organización psicológica de la persona.

    2.- Tal como Jung nos lo recuerda, más allá del énfasis particular de nuestra disposición personal,las cuatro funciones psíquicas con las que apreciamos la realidad -los cuatro elementos- estánsiempre presentes en la estructura global, y tienden a vincularse entre sí de modo complementarioo antagónico. Este intento de integración sugiere que, partiendo de una disposición específica quese mantendrá como tono estructural a lo largo de la vida, nuestro modo de percibir la realidadopera en un proceso dinámico de balanceo y búsqueda de equilibrio.

    3.- Los antagonismos entre distintos modos de percepción de la realidad -que, en principio,tienden a excluirse y negarse mutuamente- se traducen en distancias internas que el desarrolloevolutivo de la conciencia pugna por reparar. Y este es un proceso que, de manera inconsciente,

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    opera preferentemente en el campo vincular y en acontecimientos de destino. Desde este puntode vista, cada individuo establece una identificación consciente centrada en una o dos de estasfunciones de percepción básicas, manteniéndose sus antagónicas como modalidades noconscientes.

    En definitiva, aceptar la analogía de los elementos en astrología con los tipos psicológicos de Jungy considerar sus criterios de relación entre las funciones de la conciencia como claves en laorganización psíquica de un individuo, nos obliga a que el balance de elementos aplicado alestudio de una carta natal no pueda reducirse a una clasificación cuantitativa y estática, y a queseamos capaces de una ponderación cualitativa. Antes que una fatal definición del carácter de unapersona o la sanción de un estigma inalterable, el balance de elementos cualitativo nos permitetransparentar un proceso de desarrollo en la percepción de la realidad que habrá de revelarse demanera dinámica a lo largo de la vida del individuo.

    Como siempre, profundizar en astrología haciéndonos sensibles a cualidades vibratorias, sutiles yenergéticas, nos lleva a percibirla con criterios de arte antes que con los concluyentes y lógicoscriterios de ciencia. Tratemos, entonces, de avanzar en esta sensibilización sin resignarracionalidad.

     Los elementos en astrología: complementariedades, afinidades y antagonismos

    ¿Cómo ha definido la astrología a los cuatro modos de percepción simbolizados por los cuatroelementos?

    El elemento Tierra se asocia al mundo concreto, material. Tiene que ver con la percepción a travésde los sentidos del cuerpo. El plano físico, la sustancia orgánica. Lo sólido, lo que tiene peso,gravedad. Lo constituido, el orden objetivo, la ley de la realidad.

    Se corresponde con la función que Jung llama sensación.

    El elemento Fuego se asocia al mundo de la vitalidad, de la energía. Tiene que ver con lapercepción a través del sentido de captación global, sintética, trascendente. El plano etérico, lairradiación vital, el espíritu. Lo que se eleva, el impulso de búsqueda, la verdad esencial. Lo queserá, lo por venir, la ley del deseo y la voluntad.

    Se corresponde con la función que Jung llama intuición.

    El elemento Aire se asocia al mundo mental, ideal. Tiene que ver con la percepción a través delpensamiento y el intelecto. El plano mental, la capacidad de asociar, vincular, conceptualizar. Loabstracto, lo que es capaz de objetivar la realidad en un orden ideal de justas proporciones. Lasmúltiples y variadas posibilidades de articulación de la realidad.

    Se corresponde con la función que Jung denomina pensamiento.

    El elemento Agua se asocia al mundo sentimental, emocional. Tiene que ver con la percepción através de la sensibilidad, el sentimiento. El plano astral, el contacto empático y resonante con eluniverso. Lo sensible, lo que es capaz de percibir necesidades y proteger lo frágil. Lo que nosvuelve subjetivos nos conecta con la profunda interioridad humana. Lo que fue, el pasado, lamemoria afectiva.

    Se corresponde con la función que Jung denomina sentimiento.

    En términos de complementariedades, parece evidente que el Fuego y el Aire comparten unacualidad de manifestación y actividad, tanto como la Tierra y el Agua de absorción y receptividad.

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    Esto lleva a que podamos definir a estos pares como complementarios, tal como se ve reflejadoen el zodíaco, dado que los signos de Fuego y Aire expresan el pulso activo, (en despliegue omanifestación) y los de Tierra y Agua el pulso receptivo (en repliegue o reabsorción). En el planohumano, Fuego y Aire simbolizan la expresión de la naturaleza masculina (o yang), el pulso deexteriorización, mientras que Tierra y Agua, la femenina (yin), el pulso de interiorización.

    Ahora, en búsqueda de afinidades, también podemos distinguir que entre Fuego-Agua y Tierra-Aire existe una semejanza de pares. El par Fuego-Agua representa un modo subjetivo de abordarla realidad, porque prevalece una adaptación del mundo exterior a lo que la captación intuitiva ola percepción sensible definen como verdadero y necesario. Por su parte, el par Tierra-Airereconoce la realidad en modos objetivos, puesto que las circunstancias individuales, internas ysubjetivas tienen que adaptarse a lo que está determinado como la realidad (objetiva-racional) delmundo.

    Pero, de este análisis también se desprende que los pares Fuego-Tierra y Aire-Agua no coincidencon ninguna de las categorías que consideramos, de modo que podríamos deducir que resultanpares de elementos cualitativamente opuestos.

    En correspondencia con esta caracterización, Jung habla de funciones antagónicas, funciones queno pueden expresarse juntas, ya que representan modos incompatibles de percibir la realidadpara la conciencia. Y sostiene que pensar (Aire) es antagónico a sentir (Agua) y que percibirsensorialmente (Tierra) es antagónico a intuir (Fuego).

    Las funciones de la percepción y su dinámica psíquica

    Pero Jung propone algo más. Afirma que, en el inicio de su desarrollo, una persona se identificacon una o a lo sumo dos funciones perceptivas y que éstas no pueden ser antagónicas entre sí.Es decir, si se identifica con el modo de percibir sensorial (Tierra) no puede al mismo tiempoidentificarse con el modo intuitivo (Fuego). A estas funciones conscientes las llama superioresporque son las que el individuo expresa y desarrolla con más frecuencia desde su voluntad.

    A las funciones restantes las denomina inferiores porque quedan fuera de la conciencia y puedenexpresarse independientemente de la voluntad del individuo. Actúan como sombra y permanecenpoco desarrolladas.

    No obstante, antes quedar estáticamente determinadas, estas funciones están en proceso deintegración, de modo que las relaciones que establecen entre sí forman parte de un procesodinámico. Eso hace que, en su desarrollo, la conciencia pueda acortar las distancias entre lasfunciones que se viven como antagónicas, sin negar el tono particular con el que se haidentificado.

    Visto así, integrar los elementos desde la conciencia supone lograr una percepción más plena dela realidad, oscilando ante cada nueva situación hasta expresar una tonalidad peculiar (o estilo),sin que eso suponga detenerse o polarizarse en alguna de ellas. Del mismo modo, cuanta más

    vigencia tenga para la conciencia una función (o elemento) como único modo de entrar encontacto con el mundo, más alejada se encontrará de la integración.

     El balance cualitativo de elementos. Una organización del cuadro en la práctica astrológica

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     Siguiendo la lógica propuesta por Jung para las funciones perceptivas, los elementos de unacarta natal podrían organizarse bajo cierta disposición estructural y mantener entre ellos unarelación dinámica. Es decir, el balance de elementos no sólo permitiría caracterizar rasgosgenerales de la personalidad, sino que también dejaría sugerida una evolución según el desarrollode la conciencia.

    De acuerdo con un patrón evolutivo que presupone un despliegue cada vez más incluyente,podemos considerar que la conciencia comienza por identificarse con fragmentos de la totalidaddel ser, para luego ir reconociendo contenidos más vastos, expandiéndose hacia la mayorintegración posible. Aplicando este patrón al análisis de los elementos de una carta natal,podemos suponer que dentro de nuestras primeras identificaciones habremos rescatado unelemento que tendrá mayor valor para la conciencia y eso dejará a los otros tres en planosdiferentes, detrás de escena.

    Esto es lo que intenta mostrar el siguiente cuadro, en el que no sólo se considera el elemento queprevalece en la identificación consciente (elemento principal), sino también cómo quedanorganizados los restantes y cuáles podrían ser las características de sus manifestaciones.

    La hipótesis principal es que la conciencia, en los primeros años de vida, tiende a adoptar unamirada del mundo y de la realidad que privilegia una de las cuatro cualidades elementales. Alelemento que ocupa el centro de la organización psíquica lo llamaremos principal.

    Por lógica, de acuerdo con Jung, el elemento antagónico al principal resulta el más distante parala conciencia, ya que tienden a polarizarse. Así, lo reconoceremos como elemento distante.

    Ahora bien, hay un segundo elemento que para la conciencia no resulta dominante y no

    representa la mirada preferencial desde la cual la persona reconoce el mundo, sino que se colocacomo auxiliar de aquella que sí lo es, sirviendo de apoyo. Así considerado, llamaremos a esteelemento secundario.

    Su antagónico, es un elemento que, aunque la persona lo reconozca, sabe que lo expresa enforma deficitaria. Puede crear una imagen que aparente la manifestación de ese elemento, peroserá percibida por los demás como un exceso, una exageración que delata el esfuerzo por exhibiraquello de lo que se siente carente. Por eso a este segundo elemento menos consciente lollamaremos aparente.

    Sin embargo, a lo largo de la vida la conciencia va incorporando, comprendiendo e incluyendodimensiones cada vez más profundas del ser. En este sentido, si permanecemos en la mismaidentificación, provocamos la cristalización del proceso y terminamos por generar separatividad yexclusión. Al contrario, en la medida en que nos volvemos conscientes de este viaje -desde elfragmento hacia la totalidad- advertimos que la vida fluye creativamente y percibimos integracióndonde antes había separación.

    En nuestro balance cualitativo, esta creatividad y dinamismo del viaje de la conciencia semanifiesta a través de una progresiva des-identificación del elemento principal que, comoconsecuencia, lleva a que los restantes modifiquen su expresión y respondan a un movimientoincluyente e integrador. La dinámica de estas alteraciones responde a cierta lógica interna, de

    acuerdo a los antagonismos y las complementariedades entre elementos que hemos considerado.El proceso evoluciona acercando las distancias entre pares en conflicto (“principal” con “distante” y“secundario” con “aparente”). A esto se refiere la afirmación de que el balance cualitativo tiene encuenta la relación dinámica entre los elementos.

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    Pero dentro de la práctica astrológica, ¿cómo calificar la información sobre elementos que aportauna carta natal? ¿Qué criterio podemos aplicar para organizar este cuadro? Al respecto, y sólo amodo de orientación, podemos considerar algunos puntos:

    1) El punto de partida será el tradicional método basado en la cantidad y calidad de planetas encada elemento.En este sentido, cualitativamente tendrán mayor incidencia:

    Los luminares (Sol y Luna).El Ascendente y su planeta regente.Los planetas personales (Mercurio, Venus y Marte).Los planetas sociales (Júpiter y Saturno).Respecto a los planetas transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón), consideraremos que nootorgan rasgos individuales trascendentes, por su prolongada permanencia en cada signo.2) Cada uno de los elementos ocupará una de las posiciones del cuadro (principal, distante,secundario, aparente) respetando la lógica de antagonismos ya enunciada. Esto implica que ennuestra hipótesis incluimos a los cuatro elementos, y no sólo a aquél que resulte dominante parala conciencia. Así, el balance cualitativo deja explícito el beneficio de no caer en una interpretación

    fragmentaria (“soy Fuego-Aire…”), pudiendo mantener, entonces, el registro de la totalidad y tenerpresentes, aunque alguna de ellas predomine, las cuatro modalidades perceptivas en laorganización psíquica del individuo (“si me identifico en el Fuego dejo distante a la Tierra, si meauxilio en el Aire puedo aparentar Agua”).

    3) Un par antagónico ocupará la posición de par dominante y el otro de par auxiliar. Desde elanálisis tradicional se supondría, por ejemplo, que una carta con Tierra y Fuego o con Aire y Aguacomo elementos más destacados, da lugar a una personalidad que combina a ambos sin conflictoalguno. En cambio, nuestro criterio cualitativo nos exige considerarlos, en principio, en unarelación antagónica (es decir, uno de ellos como “principal” y el otro “distante” de la conciencia). Yeste es uno de los principales aportes del balance cualitativo, ya que da cuenta de una

    contradicción que puede percibirse habitualmente en la práctica astrológica: la dificultad paraidentificarse simultáneamente con la Tierra y el Fuego, o con el Aire y el Agua.

    4) El cuadro comienza a organizarse desde el par dominante. El énfasis de un elemento estáindicando una alta probabilidad de que ocupe la posición principal, quedando su antagónico en laposición distante (aún estando presente y con mayor seguridad si está ausente). Por la mismarazón, la ausencia de un elemento marca la tendencia a la posición distante, facilitando que suantagónico se ubique como principal (aún no siendo el más presente y con mayor seguridad sicuenta con algún planeta).

    5) El par siguiente se ubica como par auxiliar, de acuerdo con el criterio tradicional (de menor valornumérico). Se trata del par de elementos antagónicos que cuenta con menor cantidad de planetas.

    Representará un juego de energías de menor polarización y que están subordinadas al pardominante.

    6) Cuando el balance es equilibrado en proporciones y cantidades, o cuando en el par dominanteel elemento del Sol sea antagónico al de la Luna, las posiciones del cuadro están sujetas a lasimpresiones del marco familiar en los primeros años de vida. La conciencia parece seguir unpatrón dinámico que parte siempre desde alguna forma de polarización. En estos casos, lasprimeras identificaciones en la vida de la persona (el impacto y los condicionamientos en laconciencia del complejo lunar de la carta natal) definirá la organización del balance de elementos,y tal incidencia puede verse reflejada en una sobredimensión del elemento en el que se ubique laLuna (ya seas como “principal” o como “distante”).

    7) Cuando los elementos ausentes son dos y forman entre sí uno de los pares antagónicos, el juego de conciencia y destino se concentra en el par presente, y lo hace de un modo masivo yexcluyente. La identificación (y los momentos en que ésta se revierte) suele tener mayor

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    contundencia, y la persona expresa de un modo muy nítido -y, a veces, de grosera polarización- latensión que provocan esos impulsos antagónicos. Al mismo tiempo, tales impulsos dan la clave deun destino de alto dinamismo y potencial creatividad, en la medida en que se vaya produciendo lasíntesis.

    8) La distribución de elementos que quede conformada sólo es una hipótesis de las primerasidentificaciones de la persona, un supuesto acerca de cuál puede ser la percepción de la realidady de sí mismo, instalada en la niñez. Y esto quiere decir que a lo largo de su vida podrá haberotras. La identificación por elementos no es un indicador fijo y estático. No conservamos -por lomenos no necesariamente- la misma mirada sobre el mundo durante toda nuestra vida, sino queesta apreciación de la realidad evoluciona y se modifica, respetando antagonismos ycomplementariedades, de acuerdo al desarrollo y expansión de la conciencia.

    9) El movimiento de estas identificaciones a lo largo de la vida puede llevar a acercar lasdistancias antagónicas entre elementos. En el proceso del viaje de la conciencia, a través de losciclos planetarios, se va haciendo posible la integración de elementos. Así, una persona quecomienza su vida identificada con el Fuego, podrá luego -como respuesta a alguna de sus crisis-acercar la distancia con su antagónico, la Tierra. Este movimiento reflejará lo que ya definimos

    como la evolución de la conciencia integrando tendencias polares. Recordemos que mantener lasdistancias extremas entre polos, suele ser la forma que adoptan nuestras primerasidentificaciones, exagerando tanto los rasgos dominantes (conscientes) como los sombríos (no-conscientes).

    10) Las crisis de edad genéricas resultan propicias para dinamizar el juego de relaciones entreelementos. Las crisis se presentan cíclicamente y son estos momentos de cambios y ajustesintegradores, los que ofrecen la oportunidad de introducir variantes en nuestra mirada de nosotrosmismos y el mundo. Por lo tanto, también resultan adecuados para reorganizar nuestrasidentificaciones en general, y las de los elementos en particular. Quizás las más agudas (y que,por eso mismo, mejor ilustren nuestra propuesta) sean las asociadas con los 14, 28, 42, 56, 70 y

    84 años. Es probable que esas edades evidencien insatisfacciones profundas, desacuerdosinternos respecto a cómo vincularse con la realidad, que exigen una definición consciente y activaen una u otra dirección. Por lo tanto, serán éstos los momentos apropiados para confirmardeliberadamente una mirada -que otorgará coherencia, aún cuando se corra el riesgo de unanueva fijación- o para permitir un punto de observación distinto, hasta ahí intuido peroinexpresado, a favor de lo creativo.

    Un acompañamiento adecuado de estas crisis, favoreciendo una mejor integración, siempreestará indicado por un acortamiento de las distancias polares (integración). En cambio, eldesaprovechamiento de estas oportunidades críticas quedará señalado por el refuerzo de la formaconocida (cristalización), o bien por una inversión extrema de las posiciones que no hace otracosa que seguir manteniendo las distancias, sólo que en la dirección contraria (conversión).

    Más allá de estas consideraciones técnicas generales, es necesario tomar en cuenta que elmétodo propuesto se basa en ponderar cualidades y afinidades, teniendo siempre presente latotalidad. Esto nos permite reconocer juegos de identificación más sutiles y evitarfragmentaciones. Aplicando el balance cualitativo siempre estaremos considerando los cuatroelementos en una particular forma de relación.

     No obstante, como se basa en la percepción de calidades antes que en una estricta puntuaciónde cantidades, el balance cualitativo de elementos puede parecer impreciso y confuso a quien noesté acostumbrado a él. Así, mientras que el tradicional análisis de cantidades resulta preciso peroun tanto rígido y poco revelador, la mirada cualitativa parece más profunda pero algo laberíntica.

    Antes que volcarnos a favor de uno u otro método, percibamos que se trata de una paradojapropia de la relación Aire-Agua: la precisión racional y las mediciones cuantificables obligan arecortar y fragmentar en exceso la captación de la totalidad, mientras que los registros másglobales y la sensibilidad a sutilezas cualitativas parecen conducir a la indefinición confusa.

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    Por eso, la mejor recomendación para adquirir convicción en el balance cualitativo de elementoses sostener durante un tiempo prudencial el ejercicio de su aplicación en la práctica astrológica,tolerando su aparente vaguedad al comienzo, para luego corroborar su lógica y percibir susbeneficios. En definitiva, se trata de la posibilidad de incorporar una mirada complementaria, queenriquezca la tradicional forma de considerar los elementos en la interpretación astrológica.

     Biblografía

     Greene, Liz. Relaciones humanas. Urano, 1987, Barcelona.

    Hand, Robert. Los símbolos del horóscopo. Urano, 1993, Barcelona.

    Idemon, Richard. El hilo mágico. Urano, 1998, Barcelona.

    Jung, Carl G. Tipos Psicológicos. Sudamericana, 1985, Buenos Aires.

    Steinbrun, H., González, I., Lodi, A. La carta natal como guía en el desarrollo de la conciencia.

    Kier, 2004, Buenos Aires.