Los albores de la botánica marina española' de Francisco Javier Dosil Mancilla

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LOS ALBORES DE LA BOTNICA MARINA ESPAOLA (1814-1939)FRANCISCO JAVIER DOSIL MANCILLA

LOS ALBORES DE LA BOTNICA MARINA ESPAOLA (1814-1939)

FRANCISCO JAVIER DOSIL MANCILLA

LOS ALBORES DE LA BOTNICA MARINA ESPAOLA (1814-1939)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTFICAS MADRID, 2007

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MINISTERIO DE EDUCACIN Y CIENCIA

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTFICAS

CSIC Francisco Javier Dosil Mancilla NIPO: 653-06-140-3 ISBN: 978-84-00-08518-6 Depsito legal: M. Fotocomposicin e impresin: Grficas/85, S.A. 28031 Madrid Impreso en Espaa - Printed in Spain

NDICEINTRODUCCIN ....................................................................................... Captulo I. PERSPECTIVA HISTRICA ................................................... 1.- Recorrido histrico por la Ficologa ................................................. 2.- El inicio de la Ficologa marina en Espaa....................................... Captulo II. LAS ALGAS MARINAS EN LOS CATLOGOS FLORSTICOS REGIONALES .................................................................. 1.- Decadencia y reactivacin de la Botnica espaola.......................... 2.- Los inventarios regionales de la flora marina ................................... 3.- La contribucin de un naturalista: Vctor Lpez Seoane ................. 4.- Recopilaciones de los inventarios florsticos regionales................... Captulo III. LOS PRIMEROS PASOS PARA UNA FLORA MARINA ESPAOLA ................................................................................................. 1.- Introduccin ...................................................................................... 2.- Romualdo Gonzlez Fragoso y la flora marina de Cdiz ................. 3.- La flora marina de Baleares. La aportacin de Juan Joaqun Rodrguez Femenas................................................................................... 3.1.- La pasin por las algas marinas de un empresario menorqun. 3.2.- Dos proyectos ficolgicos frustrados. ...................................... 4.- El estudio de la flora marina del norte peninsular. La aportacin de Blas Lzaro Ibiza .............................................................................. 4.1.- La formacin ficolgica de Lzaro Ibiza ................................. 4.2.- La catalogacin de la flora marina del norte peninsular .......... 4.3.- El herbario de algas marinas de Lzaro Ibiza .......................... 4.4- La modernizacin de la Botnica espaola............................... 5.- El primer proyecto de flora marina espaola.................................... Captulo IV. LAS ALGAS MARINAS SE PRESENTAN EN SOCIEDAD 1.- La fijacin de un vocabulario ficolgico .......................................... 1.1.- La terminologa botnica a lo largo del siglo XVIII ................ 1.2.- La elaboracin de un vocabulario ficolgico espaol .............. 2.- La divulgacin de la Ficologa marina en Espaa ............................ 2.1.- La popularizacin de los bosques marinos............................... 2.3.- La Ficologa en los manuales de Botnica............................... 2.4.- Las algas marinas en los discursos pblicos y conferencias .... 1 7 7 15 27 27 31 35 44 49 49 52 65 65 80 84 84 94 97 110 115 121 121 121 134 134 144 149

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LOS ALBORES DE LA BOTNICA MARINA ESPAOLA 151 151 154 158 167 172 184 197 197 199 199 202 210 219 219 224 230 246 246 250 253 269 269 271 279 284 292 292 294

Captulo V. LA FICOLOGA EN LAS INSTITUCIONES CIENTFICAS 1.- Los ficlogos espaoles y la Junta para Ampliacin de Estudios e Investigaciones Cientficas................................................................ 2.- La diversificacin de los estudios botnicos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales y el Real Jardn Botnico. .................................. 3.- La Estacin de Biologa marina de Santander y el estudio de la flora marina....................................................................................... 4.- Los cursos de Biologa marina del Museo Nacional de Ciencias Naturales................................................................................................ 5.- Los cursos de Ficologa marina de la Estacin de Marn (Pontevedra). ................................................................................................... 6.- Contribucin a la Ficologa del Instituto Espaol de Oceanografa . Captulo VI. EL ESTUDIO DE LA FLORA Y VEGETACIN MARINAS EN ESPAA ENTRE 1900 Y 1939 ............................................................ 1.- Introduccin ...................................................................................... 2.- La aportacin de Fermn Bescansa a la flora marina del noroeste peninsular.......................................................................................... 2.1.- Apuntes biogrficos.................................................................. 2.2.- Formacin ficolgica de Bescansa ........................................... 2.3.- Contribucin de Bescansa al conocimiento de la flora marina del noroeste peninsular............................................................. 3.- Los estudios de Faustino Miranda de la flora marina del noroeste peninsular.......................................................................................... 3.1.- Una vida dedicada a la Botnica .............................................. 3.2.- Etapa de formacin ficolgica.................................................. 3.3.- Contribucin ficolgica de Miranda ........................................ 4.- La flora marina del Mediterrneo. Las contribuciones de Luis Belln .................................................................................................... 4.1.- El movimiento excursionista y la flora marina del Mediterrneo ........................................................................................... 4.2.- Luis Belln, un oceangrafo apasionado por las algas ........... 4.3.- La aportacin de Belln a la flora marina del Mediterrneo ... Captulo VII. LAS ALGAS MARINAS COMO RECURSO NATURAL .. 1.- Introduccin ...................................................................................... 2.- Uso tradicional de las algas marinas en Espaa ............................... 3.- Investigaciones aplicadas a la obtencin de yodo de las algas marinas ..................................................................................................... 4.- Las investigaciones del Instituto Espaol de Oceanografa: el estudio del cido algnico de las algas marinas....................................... 5.- La industrializacin de las algas marinas en Espaa ........................ 5.1.- Introduccin ............................................................................. 5.2.- Explotacin de algas S.A., una industria pionera en Espaa en la utilizacin de las algas marinas .....................................

NDICE CONCLUSIONES ....................................................................................... NDICE DE SIGLAS................................................................................... LISTA DE TXONES CITADOS EN EL TEXTO .................................... CRONOLOGA .......................................................................................... BIBLIOGRAFA ........................................................................................ NDICE ONOMSTICO Y TAXONMICO ............................................

IX 317 333 335 341 349 385

INTRODUCCINLa Historia de la Ciencia es una disciplina en ciernes en nuestro pas. Su presencia resulta an discreta en los espacios acadmicos y los debates que suscitan sus propuestas pocas veces trascienden los restringidos crculos de especialistas. Sin embargo, pocos factores definen tan bien un perodo histrico como la Ciencia. Los logros sociales, las posibilidades de desarrollo, la estructura social, las manifestaciones religiosas, la higiene y la salud, las actividades ldicas no pueden entenderse sin tomar en cuenta las ideas cientficas y los alcances tecnolgicos. Del mismo modo, la cultura cientfica de un momento histrico es expresin fiel de los temores, prioridades y esperanzas de su sociedad. El oficio del historiador de la Ciencia no consiste, por lo tanto, en ofrecer meras descripciones de las teoras cientficas y de las vidas de los cientficos, ni en relatar la sucesin de descubrimientos, como si estos trazasen un camino lineal, guiado por criterios exclusivamente lgicos, que abandona la barbarie para elevarse inexorablemente hacia las cimas del Progreso y la Razn. Por el contrario, el desafo del historiador de la Ciencia estriba en articular una explicacin de un proceso histrico tomando en consideracin, como elemento esencial, el papel que desempea en el mismo, como freno y motor de cambios, el conocimiento cientfico y los avances tecnolgicos. No soy el ms indicado para valorar en qu medida este libro se ajusta a esta idea de la Historia de la Ciencia. Su elaboracin fue un proceso largo y, como suele ocurrir, sus objetivos no se perfilaron hasta tener bastante avanzada la investigacin. Hay un propsito, sin embargo, que mantuve de principio a fin: el objeto de estudio no iban a ser las algas marinas, ni siquiera la Ficologa, sino el ser humano. Tom conciencia de esto al leer un hermoso texto sobre Simn de Rojas Clemente escrito por Javier Cremades; todava hoy, diez aos despus de su lectura, guardo en mi mente la imagen de este naturalista disfrazado de moro, guardando en su saco, en el amanecer del siglo XIX, especmenes de algas de la costa gaditana, que luego extendera con delicadeza sobre los pliegos para examinarlos minuciosamente, con la tenue luz de un candil. Quiz pens, cuando esto haca una poca de especial rudeza, que mientras quedaran personas que se entregaran a estudiar la enigmtica belleza del medio natural, el mundo sera un poco mejor. Otra reflexin que me absorbi desde el principio fue que el ser humano observa la realidad en funcin de las ideas que abriga en la mente; en el caso de las algas, durante siglos los naturalistas vieron en ellas las estructuras propias de las plantas con flores; por ejemplo, interpretaban como estambres las colonias

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filiformes de briozoos que habitaban sobre ellas, y como frutos las vesculas aerferas. En definitiva, lo ms precioso que podemos descubrir con la Historia es al ser humano, y con la Historia de la Botnica no cabe una excepcin. Este libro es el resultado de una investigacin que realic durante varios aos en el Laboratorio de Algas marinas de la Universidad de A Corua, bajo el estmulo de Javier Cremades Ugarte, y que present como tesis doctoral. La investigacin estuvo en parte motivada por el inters que entonces manifestaron varios ficlogos de elaborar una flora marina espaola. Un proyecto de esta envergadura slo poda emprenderse con el trabajo conjunto de los profesionales que han dedicado parte de su vida a estudiar in situ la riqueza florstica de nuestro litoral; pero requera tambin una revisin crtica de las aportaciones que realizaron los naturalistas de otras pocas. Nos pareci que esta mirada al pasado no deba limitarse a la recopilacin exhaustiva de citas corolgicas; era necesario afrontarla con el nimo de comprender las actividades ficolgicas en su contexto histrico, identificando los obstculos, los retos y los esfuerzos de los naturalistas que nos precedieron en el intento de conocer la flora marina espaola. Espero que este libro ayude a mis colegas botnicos a profundizar en el pasado y en el presente de su disciplina, y a encontrar algunas claves para afrontar con xito los desafos del futuro. El estudio abarca un perodo de ms de cien aos; formalmente sus cotas vienen marcadas por dos hechos histricos de gran trascendencia: la Guerra de Independencia y la Guerra Civil, que delimitan un extenso perodo que con frecuencia se conoce como Edad Contempornea. La Botnica marina (en especial la parte que estudia las macroalgas bentnicas1) nos sirve de hilo conductor para conocer las inquietudes intelectuales de nuestros naturalistas durante estos aos, las prioridades sociales, las limitaciones del lxico cientfico espaol, la popularizacin del saber, los diversos modelos de investigacin y las expectativas econmicas y sociales que se generaron en torno a la explotacin de los recursos naturales marinos. La trayectoria no es lineal: presenta discontinuidades y saltos, retrocesos, semillas que germinan tarde, caminos que se bifurcan y callejones sin salida; a menudo se ve atravesada por otras trayectorias de naturalistas extranjeros que terminan por configurar un intrincado panorama que esperamos haber colaborado a dilucidar en las pginas siguientes. Aunque es la primera vez que se plantea un estudio sistemtico de la Historia de la Ficologa espaola en este perodo, nuestro trabajo es deudor de las aportaciones de muchos autores. La tesis doctoral de Alberto Gomis, Las Ciencias Naturales en Espaa en el siglo XIX (1833-1874), nos ha ofrecido elementos muy valiosos para contextualizar la primera parte de nuestro estudio, referida al siglo XIX. Para comprender el panorama de las Ciencias Naturales en las ltimas1 Las macroalgas bentnicas no forman propiamente un grupo, en un sentido taxonmico, pero por la metodologa particular que se emplea en su anlisis, su estudio constituye una disciplina bien definida y con su propio campo de investigacin, independiente del estudio del fitoplancton o de las algas continentales. En ingls se les conoce como seaweeds (el trmino algae se refiere sin distincin a todas las algas).

INTRODUCCIN

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dcadas de ese siglo y primeras del XX, sobre todo los aspectos relacionados con la institucionalizacin de la Biologa marina, nos result particularmente til la obra Los primeros pasos de la ecologa en Espaa, de Santos Casado. A estos trabajos generales habra que aadir muchos otros, tantos que resulta imposible citar todos en esta introduccin, pero que el lector encontrar oportunamente registrados en los diferentes captulos. No quisiera dejar de mencionar la deuda que este trabajo tiene con dos investigadores, Javier Cremades y Antonio Gonzlez Bueno, sin ninguna duda los mejores conocedores de la Historia de la Ficologa espaola. Cremades ha revisado taxonmicamente, durante muchos aos, las principales colecciones histricas de algas marinas espaolas; sus artculos constituyen las referencias ms valiosas para adentrarse en el quehacer ficolgico de los botnicos de la Escuela de Cavanilles. Gonzlez Bueno, por su parte, lleva muchos aos ocupndose de la Historia de la Botnica espaola, y ha dedicado artculos y libros a la Historia de la Ficologa del siglo XVIII y XIX, y a algunos de sus principales protagonistas, como Cavanilles, Clemente, Cabrera y Lzaro Ibiza. Ambos investigadores me han enriquecido constantemente con sus observaciones y sugerencias, y han guiado mis investigaciones y la redaccin de este libro de principio a fin. Esta investigacin se sustenta, como es habitual, en documentos inditos de archivos e informacin bibliogrfica. Adems, para los episodios ms recientes, hemos podido contar con el testimonio directo de algunos cientficos y de sus familiares, que con generoso esfuerzo volcaron sus recuerdos para aclararme dudas, relatarme historias y ancdotas, y en definitiva para recrear con viveza la ciencia espaola de principios de siglo. Muchos ya han fallecido; nuestro modesto homenaje no puede ser otro que integrar sus voces a nuestro discurso narrativo, dejando constancia de nuestro ms sincero agradecimiento. En este sentido tengo una deuda especial con Julia Miranda, Antonia Bardn, Eugenio Morales Agacino, Luis Freire y Manuel Lpez Gmez; tambin con Mara Roldn, que asisti como alumna de Miranda a la Estacin martima de Pontevedra y que el destino me llev a encontrarla en Mxico, a donde lleg como exiliada. Los familiares de Fermn Bescansa me ofrecieron informacin muy valiosa sobre este ficlogo, y los de Pedro Marfany y Antonio Mohno, sobre la industria de explotacin de algas que se instal en A Corua en 1935. Hallamos otra fuente de gran inters para nuestra investigacin en las colecciones de algas marinas. Las hemos empleado como documentos histricos, muy tiles para obtener datos de las fechas y localidades de las herborizaciones, caractersticas de los ejemplares recolectados, calidad de las identificaciones, etc. En no pocas ocasiones hemos procedido a la revisin taxonmica de los ejemplares, cuando esto poda ofrecernos informacin sobre la actividad ficolgica de su autor. Nos resultaron particularmente provechosos el Herbario de Blas Lzaro Ibiza, depositado en la Facultad de Farmacia, y el Herbario del Real Jardn Botnico de Madrid. El primero constituye la coleccin histrica ms representativa de la Ficologa espaola de finales del siglo XIX, tanto por su extensin (cerca de mil

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ejemplares) como, sobre todo, porque integra pliegos de numerosos botnicos de la poca, principalmente de Blas Lzaro Ibiza (medio millar de ejemplares recolectados entre 1880 y 1914, en el norte de la Pennsula), Romualdo Gonzlez Fragoso (casi cuarenta ejemplares de Cdiz recolectados entre 1882 y 1884) y Juan Joaqun Rodrguez Femenas (veinte ejemplares recolectados en Menorca entre 1875 y 1889). El segundo conserva valiosos especmenes de los botnicos de la Escuela de Cavanilles y de numerosos naturalistas de los siglos XIX y XX, muy en especial de B. Lzaro Ibiza (unos doscientos ejemplares recolectados entre 1887 y 1891 en el norte de Espaa), J.J. Rodrguez Femenas (otros tantos ejemplares de Menorca y Barcelona recolectados entre 1866 y 1889) y R. Gonzlez Fragoso (unos sesenta ejemplares de Cdiz, sin fecha). Tambin hemos estudiado colecciones de algas marinas preparadas por Vctor Lpez Seoane (unos trescientos ejemplares recolectados en las costas gallegas entre 1856 y 1895), Rodrguez Femenas (una pequea coleccin de un centenar de ejemplares recolectados en Barcelona y Menorca, entre 1877 y 1890, pues su principal herbario, depositado en el Ateneo de Mahn, ya ha sido estudiado con detalle por Juan Antonio Seoane Camba), Odn de Buen (unos cien ejemplares de Baleares recolectados en 1907, 1909 y 1913), su hijo Fernando (centenar y medio de ejemplares de Melilla, recolectados en 1908 y 1909), Fermn Bescansa (ms de mil ejemplares de las costas gallegas, recolectados entre 1905 y 1950) y Faustino Miranda (unos trescientos ejemplares del norte de la Pennsula Ibrica). Como norma hemos empleado los nombres actualizados de los txones, salvo cuando pudieran dar pie a confusiones (tales casos se indican en el texto). Por un criterio de claridad expositiva, al mencionar las especies omitimos su autor o autores; estos pueden consultarse en una lista aparte, al final del trabajo. Para hacer referencia a ejemplares concretos de algas depositados en el Herbario de Farmacia de la Universidad Complutense y en el Real Jardn Botnico de Madrid, empleamos, respectivamente, las voces MAF y MA, aceptadas oficialmente [cf. HOLMGREN et al., 1990], seguidas de un guin y del nmero asociado al pliego en la catalogacin vigente. Quisiera por ltimo expresar mi agradecimiento a las muchas personas que han hecho posible este libro. Con Javier Cremades tengo una deuda especial: su apoyo ha sido constante y las huellas de su influencia no pueden ser ms profundas. Antonio Gonzlez Bueno me ha ofrecido consejos de inestimable valor y siempre ha estado disponible para discutir los avances. Ignacio Brbara Criado y Xos Antonio Fraga Vzquez leyeron y mejoraron diversas partes del trabajo. Agradecer tambin la atenta disposicin para resolver cualquier tipo de duda que siempre me han mostrado Miguel ngel Puig-Samper, Alberto Gomis Blanco, Toms Gallardo Garca y Ral Rodrguez Nozal. A Francisco Puerto Sarmiento debo agradecerle su clida acogida en el grupo de investigacin de Historia de la Farmacia de la Universidad Complutense. Los profesores Juan Antonio Seoane Camba, Amelia Gmez Garreta y Mara Antonia Ribera Sigun, y el director del Institut Menorqu dEstudis de Mahn, Josep M. Vidal Hernndez, me facilitaron la consulta de documentos inditos de

INTRODUCCIN

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J.J. Rodrguez Femenas, y Juan Manuel Salinas Morrondo, investigador del Instituto Espaol de Oceanografa, puso a mi disposicin diversas colecciones de algas marinas. Con Francisco Conde Poyales pude comentar la labor cientfica de su admirado Luis Belln. Las bsquedas y consultas de documentos y pliegos de herbario en los archivos e instituciones han resultado particularmente productivas y agradables gracias a la eficacia de sus profesionales. Jos Pizarro puso todas las facilidades para que pudiera estudiar a fondo el Herbario de Lzaro Ibiza de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense. En el Real Jardn Botnico cont con la valiosa orientacin de Francisco Pando, en el herbario, y de Pilar de San Po Aladrs, en el archivo. El personal del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de la Residencia de Estudiantes siempre ha atendido de la mejor manera mis consultas, y en el Instituto Jos Cornide el trabajo result particularmente agradable por la simpata de su bibliotecaria, Mara Jess Garea. No menos importante result el apoyo que recib de compaeros y amigos, muy en especial de Jos Luis Nieto, Javier Gonzlez Pernas, M Carmen Lpez Rodrguez, Csar Peteiro y Silvia Calvo. Termin la redaccin del libro en el Instituto de Investigaciones Histricas de la Universidad Michoacana, gracias a la generosa atencin de su director Gerardo Snchez Daz. En la revisin final del texto debo agradecer la inestimable ayuda de Alejandra Ramos Garca. Finalmente, en todos estos aos he recibido el apoyo y el estmulo de mis padres, Francisco y Gloria, y de Mara Jess Fuentes Silveira. A ellos les reitero mi ms profundo agradecimiento.

CAPTULO I PERSPECTIVA HISTRICA1.- RECORRIDO HISTRICO POR LA FICOLOGA Los pueblos costeros que desarrollaron su cultura y su economa de cara al mar establecieron tempranamente estrechos vnculos con el mundo de las algas. Las referencias ms antiguas conocidas datan de la China clsica [PORTEFIELD, 1922] y numerosos pueblos, como los mapuches en Chile, incorporaron plantas marinas a su rica simbologa mitolgica [GUNCKEL, 1955]. Sin embargo, hasta finales del siglo XVIII, las algas apenas merecieron la atencin de los botnicos y en general se consideraron indistintamente con los hongos y lquenes en un grupo de plantas confusas. As, el botnico renacentista F. von Zalusian las inclua, con los hongos, lquenes y musgos, en el grupo de plantas Ruda et confusa (Methodi herbariae libri tres, 1592) y el botnico suizo Gaspar Bauhin (1550-1624), precursor de Linn en el desarrollo de la nomenclatura binaria, incorpor dentro de las algas a los Muscus, Fucus, Conferva y Equisetum (=Chara) (Prodromus theatri botanici, 1620) [SOUTH & WHITTICK, 1987]. Contrasta este escaso conocimiento de las criptgamas con el importante avance que se llev a cabo desde el Renacimiento en el estudio de las plantas con flores [GONZLEZ BUENO, 1998a]. Este desigual desarrollo puede deberse a la mayor dificultad de los estudios criptogmicos, pues implican la comprensin de ciclos vitales complejos cuya observacin exige el empleo de instrumental ptico adecuado y a menudo de tcnicas de cultivo. Resulta curioso que siendo las criptgamas plantas dominantes en hbitats tan extensos como el marino, pudieran pasar prcticamente desapercibidas durante tanto siglos al ojo del cientfico. Podramos hablar, en esta dilatada etapa inicial de la Botnica, de un paradigma fanerogmico, en el que los botnicos dirigen su atencin al estudio de las plantas con flores, y para las criptgamas buscan, en el mejor de los casos, analogas morfolgicas con stas. Un ejemplo clsico de este tipo de estudios comparativos es la brillante descripcin del alga marina Fucus realizada en 1711 por Renato Antonio Ferchault Raumur (1683-1757), uno de los primeros criptogamistas y clebre por la invencin del termmetro que lleva su nombre. Al observar los dos tipos de aperturas externas del talo, las criptas pilferas y los conceptculos, los identific con las flores masculinas y las femeninas, respectivamente. De modo similar, interpret los oogonios que encontr en los conceptculos como las semillas de las fanergamas [DAVY DE VIRVILLE, 1954:89-91; MORTON, 1981:245].

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A pesar de las observaciones de Raumur, la mayor parte de los botnicos continuaron negando la existencia de la sexualidad en las algas, como Samuel Gottlieb Gmelin (1745-1774), quien todava en 1768 proclamaba que las algas se reproducan exclusivamente por partenognesis (Historia Fucorum, 1768). En este contexto cabe encuadrar la polmica sobre la sexualidad de las criptgamas protagonizada por los alemanes Hedwig y Gaertner. Johann Hedwig (1730-1799) estudi el ciclo biolgico de los brifitos y propuso la primera clasificacin de los musgos basada en afinidades naturales; en sus estudios subyace la idea de que los mtodos de reproduccin de fanergamas y criptgamas son similares y se encuentran siempre ligados a procesos sexuales. Por su parte, Joseph Gaertner (1732-1791) centr sus investigaciones en la clasificacin de frutos y semillas; mostr que las semillas (semina) de las criptgamas carecan de un embrin complejo y organizado como el de las fanergamas y, en consecuencia, concluy que las criptgamas carecen de rganos sexuales y por este motivo no pueden producir semillas [MORTON, 1981]. Para valorar la escasa atencin que recibieron las plantas criptgamas hasta principios del siglo XIX, basta contemplar el discreto lugar que merecieron en los primeros sistemas de clasificacin, que culminan en 1735 con el sistema sexual de Carl von Linn (1707-1778). Linn dedica 23 clases a la organizacin de las fanergamas, mientras que todas las criptgamas, con su gran diversidad de formas, quedan relegadas a una ltima clase la XXIV que el autor propuso a modo de cajn de sastre [LINNEO, 1735]. Incluye dentro de las Algae las actuales hepticas, antoceros, lquenes, esponjas y algas, estas ltimas representadas por los gneros Chara, Tremella, Fucus, Ulva, Conferva y Byssus [LINN, 1753]. Varias dcadas ms tarde, el sistema de clasificacin natural propuesto por Antoine Laurent de Jussieu (1748-1836) continuaba reconociendo slo unos pocos gneros de algas, que distribua en dos grupos de acotiledneas: Bisas (integradas por los gneros Byssus, Conferva y Tremella) y Fucas (con los gneros Ulva y Fucus) [JUSSIEU, 1789]. Para comprender las dificultades que presentaba el estudio de las algas (y en general de las criptgamas), resultan elocuentes las siguientes palabras del botnico francs Antoine Gouan (1733-1821), principal introductor de las teoras de Linn en Francia:Criptogamia. Es preciso confesar que esta clase es la ms compleja de todas y que ha sido el obstculo de todos los botnicos, a causa de la estructura singular de las plantas que la componen. Pero lo que detiene el avance y, por consiguiente, hace ms difcil el conocimiento de los gneros, es el aspecto o porte de estas plantas, tan diferente del resto de los vegetales (habitus), pues presenta una organizacin ms sencilla que impide designar los rdenes y los gneros por medio de caracteres fciles de elegir: a excepcin de los helechos, que los autores han llamado dorsferos y capilares, es casi imposible caracterizarla con notas que no sean equvocas [GOUAN, 1787:59].

Dada la dificultad que implica el estudio de las criptgamas, el autor recomienda recurrir al mtodo del carcter habitual (es decir, la intuicin o fuerza de la costumbre), sugerido ya por Linn:

PERSPECTIVA HISTRICA

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[...] el carcter habitual ser de mucha ayuda a los principiantes; en cuanto apenas hayan visto dos o tres helechos, dos o tres algas, tendrn el conocimiento habitual ex facie de cada uno de los rdenes, que de este modo se les irn haciendo familiares1 [GOUAN, 1787:59-60].

Estas limitaciones en los sistemas de clasificacin no impidieron que las catalogaciones de los seres vivos, que experimentaron un notable desarrollo durante el Siglo de las Luces, incluyesen tambin algas. Tal ocurri con la Flora Anglica (1762) del boticario William Hudson (1730-1793) , primera flora britnica en emplear la nomenclatura binomial de Linn, que incluye un listado de algas que fue ampliado tres dcadas despus por los naturalistas Samuel Goodenough (17431827) y Thomas Jenkinson Woodward (1745-1820), en su Observations on the Brithish Fuci (1797). Por estas mismas fechas se inici la publicacin de la Flora Danica, obra enciclopdica que contiene una parte dedicada a las algas que fue preparada por el naturalista Otto Friedrich Mller (1730-1784) [OEDER et al., 1761-1883], y de la Flora Scotica (1778) del ingls John Lightfoot (1735-1788), que tambin incluye plantas marinas. En sntesis, el siglo XVIII se cierra con unos cuantos catlogos florsticos regionales que en ocasiones incluyen algunas especies de algas; stas continun organizadas en unos pocos gneros, como Fucus, Conferva, Ulva y Corallina, y su biologa contina siendo un completo misterio. El primero en demostrar la sexualidad de las algas fue el botnico suizo Jean Pierre Etienne Vaucher (1763-1841), cuyo nombre qued inmortalizado por el gnero Vaucheria que le dedic A.P. de Candolle, en 1805, en honor a sus trabajos con este taxon. Vaucher era ministro evanglico y compagin su labor de profesor de Historia eclesistica en la Academia de Ginebra (de la cual fue rector en 1818) con la Botnica, ocupndose en sus investigaciones de la organizacin de las criptgamas. Con apenas 27 aos public su gran obra Histoire des conferves d`eau douce (1803), donde describi por primera vez los rganos reproductores de las ectospermas (las actuales Vaucheria). Con estos estudios, Vaucher abri el camino al reconocimiento de las algas como grupo autnomo. En los aos siguientes se sucedieron diversos trabajos de primordial importancia, entre los que hay que destacar los realizados por Stackhouse y Lamouroux. A menudo se considera al botnico ingls John Stackhouse (1742-1819) como el transformador de la Ficologa en disciplina cientfica, por haber sido el primero que estudi la germinacin del cigoto en Fucus y en describir el proceso de fertilizacin [STACKHOUSE, 1801]. Como resultado de sus estudios reconoci por primera vez la heterogeneidad del gnero Fucus (del gr. phykos= alga), propuesto por Linn, disgregndolo en otros gneros tan familiares en nuestros das como Chondrus, Chorda, Bifurcaria, Ascophyllum, Gigartina, etc. [STACKHOUSE, 1809]. Esto supuso el disparo de salida del desfile de gneros y sistemas de clasificacin que, con el tiempo, ira configurando el actual panorama ficolgico.

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Ambos fragmentos estn traducidos del francs por el autor, J.D.

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Los trabajos de Stackhouse fueron continuados por el botnico francs Jean Vincent Flix Lamouroux (1779-1825), a quien debemos las primeras grandes divisiones en Ficologa. Su padre (Claude) y su hermano (Jean Pierre Pthion) tambin destacaron por sus estudios botnicos. Con slo 17 aos, Jean Vincent era profesor de la Escuela Central de Agen, su ciudad natal. En 1807 se traslad a Pars para estudiar Medicina. Fue profesor de Historia Natural de la Academia de Caen y posteriormente en la Facultad de Ciencias (1809-1812). En su obra Essai sur les genres de la famille des Thalassiophytes non articules (1813), expuso una clasificacin que en esencia supone el reconocimiento de los tres grandes grupos de algas: las pardas, las verdes y las rojas [LEROY, 1973]. Adems delimit un gran nmero de gneros que, a pesar de los esfuerzos de Stackhouse, todava se encontraban integrados en el gnero Fucus, como Laurencia, Laminaria, Desmarestia, Asperococcus, etc. El sistema de clasificacin de Lamouroux y la creciente acumulacin de datos florsticos hicieron posible el surgimiento de los primeros grandes tratados de Ficologa, varios de los cuales se debieron a la pluma del gran ficlogo sueco Carl Adolf Agardh (1785-1859), profesor de Botnica y Economa en la Universidad de Lund (1807-1835); fue tambin prroco protestante en el convento de San Pedro (1816) y obispo de Carlstadt (1834). Escribi numerosas disertaciones sobre botnica, economa, matemticas y teologa; tuvo tiempo tambin para realizar revolucionarias investigaciones ficolgicas que dieron nueva forma al sistema de las algas. Expuso sus propuestas en varios tratados, algunos tan clebres como Species algarum (1820-1828) o Systema algarum (1824). Su hijo Jacob Georg Agardh (1813-1901) continu por la misma senda y propuso una clasificacin de las algas marinas basada en la estructura morfolgica y anatmica. Su monumental obra Species, genera et ordines algarum (1848-1901), que recoge este nuevo sistema, constituye un clsico de la Botnica. Al igual que su padre fue profesor en la Universidad de Lund (1847-1879) y adems dirigi su Jardn Botnico. Mientras tanto, en Alemania, el alglogo Friedrich Traugott Ktzing (18071893) compaginaba sus tareas de profesor en Nordhausen (1835-1883) con la elaboracin de preciosos tratados de Ficologa, como Phycologia generalis (1843), Species algarum (1849) o los diecinueve volmenes del Tabula phycologicae (1846-1857). Los minuciosos dibujos de sus observaciones, que a menudo incluyen cortes transversales y longitudinales, siguen despertando la admiracin de los botnicos y en algunos aspectos no han sido superados. En este rpido recorrido histrico por la Ficologa no puede faltar el botnico irlands William Henry Harvey (1811-1866). Fue profesor en Dubln (1856) y recorri numerosos pases en viajes cientficos. Autor prolfico, debemos destacar dos ttulos de su produccin, por el impacto que tuvieron en la Ficologa: Phycologia britannica (1846-1851) y A manual of the British marine algae (1847). Son obras mucho ms modestas en amplitud, rea de estudio, nmero de especies, etc. que las anteriores de Agardh (padre e hijo) o Ktzing, pero que resultan muy prcticas para introducirse en el estudio de las algas, pues incluyen detalladas descripciones de las especies, lminas en color con excelentes dibujos y agudas ob-

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servaciones sobre txones comunes de las costas britnicas. Fueron los libros de Ficologa ms empleados por los botnicos espaoles hasta bien entrado el siglo XX, pues adems tenan la ventaja de incluir muchas especies frecuentes en las costas septentrionales de la Pennsula Ibrica. Otros botnicos que enriquecieron notablemente el conocimiento de las algas durante la primera mitad del siglo XIX fueron Robert Kaye Greville (1794-1866), a quien debemos los gneros Polysiphonia, Nitophyllum, Microcladia, Gracilaria, Myrionema, etc., y Hans Christian Lyngbye (1782-1837), que dio nombre a gneros tan ricos en especies como Ceramium y Callithamnion. A mediados del siglo XIX, Thuret y Bornet descubrieron los ciclos vitales en las algas rojas, lo cual supondra una autntica revolucin de la Ficologa. Con anterioridad, el ya mencionado Stackhouse, en 1801, y al ao siguiente Dawson Turner (1775-1858) haban observado que las esporas (ellos se referan a semillas) se podan producir bien en grupos de cuatro, bien en masas indefinidas. Recurrieron a diversos trminos para referirse a estas ltimas (como cpsula) hasta que Ktzing propuso el trmino cistocarpo (gr. cisto= vescula, quiste, carpo= fruto) para referirse a las masas de esporas y a la envoltura [KTZING, 1843:100]. Este trmino fue adoptado poco despus por J.G. Agardh, quien adems introdujo algunos detalles sobre su interpretacin [AGARDH, 1844]. En cualquier caso, la mayor parte de los ficlogos identificaron errneamente ambos tipos de esporas (las actuales tetrsporas y carpsporas) con las clulas femeninas; sin embargo, en los ensayos practicados en el laboratorio, las supuestas esporas femeninas germinaban sin necesidad de que previamente fueran mezcladas con clulas masculinas, lo que era contradictorio con su supuesto carcter gamtico. Las investigaciones llevadas a cabo posteriormente por los botnicos franceses Thuret y Bornet permitieron reconocer las autnticas clulas femeninas y, en consecuencia, comprender el intrincado proceso de fecundacin de las Florideas. Gustave Thuret (1817-1875) fue durante un tiempo agregado en la embajada francesa en Constantinopla, en donde hizo algunas excursiones botnicas. En 1844 volvi a Francia y colabor en el Musum National dHistoire Naturelle con el botnico belga Joseph Decaisne (1807-1882), de quien haba sido alumno y amigo. En 1852 se sum a las investigaciones que Thuret estaba llevando a cabo con algas marinas y hongos, un joven botnico y mdico, Jean Baptiste Edouard Bornet (1828-1911), con el que continu investigando hasta su muerte. Juntos llevaron a cabo uno de los descubrimientos ms fascinantes de la Botnica: los ciclos vitales de las algas pardas y rojas [DOSIL MANCILLA, 1999b, 2001]. Para ello fue decisiva una observacin previa llevada a cabo por Karl Wilhelm von Ngeli (1817-1891); este botnico suizo haba observado la presencia en ciertas algas rojas de clulas con un largo pelo en su pice, que denomin tricforo (la actual tricgina), cuya formacin preceda al desarrollo del cistocarpo. Poco despus, Thuret y Bornet emprendieron diversas investigaciones que les permitieron identificar esta clula especial con el rgano femenino de las Florideas, y el cistocarpo como el resultado de la fecundacin gamtica; en otras palabras, les permiti reconocer por primera vez la estructura y disposicin de los ga-

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metocistes masculinos y femeninos, y de este modo descifrar el proceso de fertilizacin de las Florideas. Por estas observaciones sabemos que el cistocarpo no es una clula femenina, sino el resultado de la fecundacin gamtica. Adems, distinguieron dentro del aparato reproductor femenino (procarpo) la clula carpgena y el tricogino. La mayor parte de los resultados fueron publicados en 1867, en un trabajo ya clsico en la Ficologa que lleva el ttulo Recherches sur la fcondation des Florides [BORNET & THURET, 1867]. Una dcada despus publicaron un nuevo trabajo, bajo el ttulo tudes Phycologiques (1878), en el que resumen la mayor parte de sus estudios y descubrimientos en torno a la reproduccin y fecundacin de las algas [BORNET & THURET, 1878]. Como aprecio a la labor de su compaero, Thuret le dedic el gnero Bornetia y la Linnean Society de Londres otorg a Bornet en 1891 la gran medalla de oro. El conocimiento del desarrollo del cistocarpo fue ampliado posteriormente por el alglogo alemn Friedrich Schmitz (1850-1895), profesor de Botnica en Bonn (1878-1884) y Greifwald (1884-1895), y colaborador del botnico A. de Bary. Schmitz observ por primera vez que la envoltura del cistocarpo es producida por la planta femenina, mientras que las esporas son resultado de la fecundacin. Adems, seal que el cigoto puede desarrollarse directamente en la masa de esporas, o indirectamente a travs de un complejo proceso que supone la fusin de clulas y que implica la participacin de una clula auxiliar, una clula ooblstica (clula de conexin), un filamento ooblstico (filamento de conexin) y el tejido vegetativo del gametfito femenino [SCHMITZ, 1883]; en un estudio posterior denomin a estos filamentos gonimoblasto [SCHMITZ, 1892]. Por estas mismas fechas, J. G. Agardh ampla la descripcin morfolgica del cistocarpo al observar una parte interior (ncleo) y otra exterior (pericarpo) y distingue, por la diferente pigmentacin de las clulas, entre pericarpo externo y pericarpo interno. Seala que cuando el pericarpo est ausente, como en los casos de Ceramium y Halymenia, el cistocarpo slo est formando por un ncleo [AGARDH, 1880:168-290]. Las siguientes aportaciones al conocimiento de la sexualidad se deben al alglogo alemn Friedrich Oltmanns (1860-1945), alumno de Strasburger (en Jena) y Goebel (en Rostock), y profesor de Botnica y Farmacologa en Freiberg. Oltmanns demostr que cuando la fecundacin se realiza mediante clulas auxiliares, no se produce una fusin, como haba sealado Schmitz, sino tan slo una transferencia de ncleos. Fue ms all al sugerir, mediante una interpretacin morfolgica, que el cistocarpo constituye en realidad una generacin asexuada independiente, que se desarrollaba como parsito sobre el gametfito. Sin embargo, se equivoc al sealar que el cistocarpo era absolutamente independiente del talo que lo produce [OLTMANNS, 1898]. Al parecer, la doctrina de Oltmanns fue totalmente ignorada durante muchos aos [SMITH, 1955]. En 1914, el ficlogo francs Charles Janet (1849-1932) sustituy el trmino cistocarpo (con este significado) por el ms adecuado de carposporfito. Tras esta cascada de descubrimientos que abarcan ms de medio siglo, se comprendan por primera vez los ciclos vitales, lo que supuso no slo el avance

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Fig. 1: Gustave Adolphe Thuret (1817-1875)

Fig. 2: Jean-Baptiste E. Bornet (1828-1911)

ms relevante en el conocimiento de la biologa de las algas, sino tambin una revolucin en la Biologa, pues tuvo una implicacin importante para entender la evolucin de las plantas superiores y proporcion la llave para establecer las relaciones fundamentales entre los diversos grupos del reino vegetal [MORTON, 1981]. Paralelamente se llevaron a cabo otras aportaciones taxonmicas relevantes. As, Schmitz propuso por primera vez la separacin de las algas rojas en dos grandes grupos: las Bangiales, y un grupo integrado por las Nemalionales, Criptonemiales, Gigartinales y Rodimeniales [LEROY, 1973], que posteriormente el botnico dans Kolderup Ronsenvinge (1858-1939) denomin Florideas [ROSENVINGE, 1909]. El conocimiento de la flora marina del globo trascurri paralelamente al desarrollo de la taxonoma y en gran medida potenciado por estos ltimos descubrimientos. En NEWTON (1931:451-452) puede consultarse una enumeracin bastante extensa de los principales botnicos marinos. A las floras mejor conocidas de Dinamarca, Escocia y Gran Bretaa, se sumaron la sueca (en 1810-1812) y la escandinava (en 1817), elaboradas por C.A. Agardh; Antonio Bertoloni (1775-1869) realiz importantes contribuciones a la flora marina italiana (1819); los hermanos Hippolyte Marie Crouan (1802-1871) y Pierre Louis Crouan (1798-1871), farmacuticos de Brest, elaboraron la Florule du Finistre (1867); el alglogo austraco Ferdinand Hauck (1845-1889) e Isaac Newton (1840-1906) estudiaron la flora criptogmica portuguesa, ocupndose el primero de las algas (1888); Kolderup Rosenvinge confeccion la flora marina groenlndica (1893, 1894, 1898...), etc. Esta proliferacin de estudios provoc una desorbitado aumento de descripciones de nuevos gneros y especies que permiti el desarrollo de la sistemtica moderna. Sin embargo, para que esto fuese posible era preciso previamente una

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minuciosa labor de recopilacin crtica, de la que se ocup con denuedo Giovanni Batista de Toni (1864-1924). Este ficlogo italiano trabaj 35 aos en su monumental obra Sylloge algarum omnium hucusque cognitarum (1894-1924), en la que recopil la mayor parte de las especies de algas descubiertas hasta entonces, reconociendo las sinonimias y clarificando la taxonoma. Con esta obra se abre una nueva etapa para la Ficologa. Sus trabajos fueron continuados por su hijo Giusseppe de Toni. En las ltimas dcadas del siglo XVIII se inici la catalogacin de la flora marina de las costas alejadas de Occidente, en general de la mano de ficlogos europeos. Un precursor de estos estudios fue el botnico y explorador francs Pehr Forsskl (1732-1763), discpulo de C. Linn, que form parte de la expedicin danesa a Egipto y Arabia realizada entre 1761 y 1763; public los resultados de sus observaciones en diversas obras, algunas tan relevantes como Flora aegytiaco-arabica (1775) e Icones rerum naturalium (1776). Tres dcadas despus, el botnico francs Peter K. Anker Schousboe (1766-1832) era enviado por el Jardn Botnico de Copenhagen a un viaje de herborizacin por Espaa y Marruecos (1791-1793) y por Espaa y Portugal (1797-1798). Pas sus ltimos treinta aos en Marruecos, como cnsul, recolectando numerosas algas marinas que posteriormente fueron determinadas por Bornet y publicadas con el ttulo Les algues de P.K.A. Schousboe rcoltes au Maroc et dans la Mditerane (1892). Sin duda las contribuciones ms relevantes al conocimiento de la flora marina extica se deben al botnico y mdico francs Jean Pierre Franois Camille Montagne (1784-1866). Hurfano y sin recursos, se alist a los catorce aos en la marina militar y llev a cabo numerosas campaas en Egipto, donde desarroll su aficin a la Historia Natural. A su regreso a Francia estudi Medicina e ingres en el cuerpo de Sanidad militar. Hecho prisionero despus de la derrota y cada de J. Murat, aprovech su estancia en Alemania para perfeccionar sus servicios en el ejrcito, pero no tard en pedir licencia (1832) para dedicarse por completo a la Botnica. Su herbario, de ms de 15.000 especmenes, se encuentra en el Musum National dHistoire Naturelle de Pars. Montagne fue probablemente el botnico ms solicitado para determinar las criptgamas que recolectaron los diversos exploradores y cientficos por todo el mundo. Determin las criptgamas recolectadas por Alexander von Humboldt y Aim Bonpland en Amrica y las herborizadas por Ramn de la Sagra en la isla de Cuba; tambin se le deben dos volmenes de la Flore du Chile de Claudio Gay. Sus obras recogen criptgamas de los lugares ms insospechados, adems de Francia: Argelia (1838, colector M. Roussel), Islas Canarias, Patagonia y Bolivia (1839, col. Alcide dOrbigne), Brasil (1839, 1856, cols. A. de Saint-Hilaire y M. Weddell), Cuba (1842, col. Ramn de la Sagra), Antrtida (1842, col. Dumond dUrville), Pennsula ndica (1842, col. Cl. Perrottet), Yemen (1850, col. Arnaud y Vaysire), Pennsula Ibrica (1853, col. Barker Webb), Guyana francesa (1855, col. Leprieur) y Cabo Verde (1866, col. Carl A. Bolle).

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El estudio de la flora marina australiana lo inician William Jackson Hooker (1785-1865) y del mencionado W.H. Harvey, que en 1853 se quedaron fascinados ante su riqueza florstica [H ARVEY & H OOKER , 1858-1863]. La amplan posteriormente otros muchos alglogos: F. Mueller, D. Curdie, S. Hannaford y Henry Tisdall. Por su parte, J.G. Agardh consigue ejemplares de algas australianas por los envos que le facilita el reverendo B. Wilson [DUCKER, 1983]. En 1889, A.A. Wilson estudia las algas del archipilago indio y algo despus las costas sudafricanas (1894-1895) [KOSTER & JUTTING, 1942]. Tampoco podemos dejar de mencionar la aportacin de la ficloga Anna Antoinette Weber-van Bosse (1852-1942), quien tuvo como mentor al insigne botnico H. de Vries, en Amsterdam; posteriormente se incorpor a la expedicin Siboga, recorriendo el oeste de la India (en 1888-1889 y en 1899-1900) y ms tarde el sur de frica (1894-1895), realizando interesantes estudios de la flora marina de estos pases, que quedaron reflejados en trabajos ya clsicos, como The Corallinaceae of the Siboga-Expedition (1904), en el que cont con la colaboracin de M. Foslie, Liste des algues du Siboga (1913-1928), etc. Tambin en Latinoamrica se llevaron a cabo los primeros estudios de algas, algunos de los cuales ya han sido sealados. Hasta inicios del siglo XX constituyen la etapa exploratoria, por tratarse de expediciones protagonizadas por europeos, atrados por la flora extica del Nuevo Mundo [SANTELICES, 1988]. Los resultados de las investigaciones se publicaron normalmente en los grandes tratados de Ficologa, como los de Ktzing y J.G. Agardh. En el caso de Chile, por ejemplo, pas que ha dedicado a las algas una especial atencin, las investigaciones parecen haberse iniciado en 1769 por el naturalista francs Philibert Commerson (1727-1773) y el explorador Louis Antoine Bougainville (17291811), a travs de la expedicin Le Boudeuse et LEtoile, que entre 1766 y 1769 dio la vuelta al mundo. Posteriormente le siguieron diversas recolecciones de otras expediciones, si bien las contribuciones ms relevantes proceden de los trabajos ya mencionados de Montagne, publicados entre 1835 y 1856 [SANTELICES, 1988]. La evolucin histrica de las algas de Per fue similar, en los aspectos generales [HOWE, 1914]. Los pliegos recolectados se conservan por lo general en herbarios europeos. 2.- EL INICIO DE LA FICOLOGA MARINA EN ESPAA Mientras se llevaban a cabo en diversos pases europeos los primeros descubrimientos que iran configurando la Ficologa como disciplina cientfica, en Espaa se iniciaba tmidamente la catalogacin de la flora marina de su litoral. Las primeras citas de algas de las que tenemos noticia se encuentran en la Flora espaola (1762-1764), obra en seis tomos elaborada por Jos Quer (1695-1764) (los tomos 5 y 6 fueron publicados por C. Gmez Ortega en 1784) [cf. PASCUAL, 1970]. El trabajo de Quer recibi duras crticas por parte de los botnicos, por las frecuentes confusiones y por seguir el sistema de Tournefort cuando el de Linn era ya ampliamente aceptado por la comunidad botnica; su aportacin se limita a

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una mera lista alfabtica de plantas con escaso valor instructivo2. Entre las plantas se encuentran 18 algas, recolectadas por el mismo Quer en las costas de Galicia en su viaje de 1761, que organiza en dos gneros: Fucus y Corallina. En una desafortunada nota aade que quiz se ha prestado a las algas mayor atencin de la que merecen, pues los Botnicos enumeran en sus obras excesivo nmero de estas plantas [QUER, 1784, tomo 5:135]. Posteriormente, Colmeiro compil estas citas y las transcribi segn la nomenclatura binomial [COLMEIRO, 1867]. Tambin el botnico alavs Javier de Arzaga incluy tres especies de algas marinas comunes en el listado de las plantas recogidas durante su viaje de herborizacin por el norte peninsular, realizado entre junio y septiembre de 1785; los resultados de la expedicin no se dieron a conocer hasta 1914, en que fueron publicados por Federico Gredilla y Gauna, director del Real Jardn Botnico de Madrid [GREDILLA Y GAUNA, 1914:128, 423]. Por estas mismas fechas, el mdico de San Sebastin Vicente Lardizbal realiz una serie de ensayos que le llevaron a sostener que el sargazo constitua un eficaz remedio contra el temible escorbuto, mediante su simple inclusin en la dieta de los navegantes [LARDIZAVAL, 1772]. Varios aos despus, Hiplito Ruiz, durante su expedicin al Per, recolect un ejemplar de sargazo [=Fucus natans3] flotando en el ocano que le permiti realizar una descripcin detallada de la especie, que public con el ttulo Botanici primarii, de vera fuci natantis fructificatione (1798); el desconocimiento en la poca de la biologa particular de las criptgamas le llev a identificar los numerosos epfitos que presentaba el ejemplar con los rganos masculinos y femeninos debido al parecido de los epfitos (briozoos) con las anteras y pistilos de las fanergamas y a los aerocistes con las semillas (Figs. 3 y 4). Adems, seala que las propiedades antiescorbticas mencionadas por Lardizbal ya haban sido sealadas doscientos aos antes por el mdico y cirujano Cristbal Acosta, en su Tractado de las drogas y medicionas de las Indias Orientales (1578); este ltimo comentario motiv una inmediata respuesta de Lardizbal [LARDIZAVAL, 1798]. Poco despus, el dibujante madrileo Jos Guo Snchez recolectaba en A Corua diversos ejemplares de algas marinas que figuran entre los ms antiguos que se conservan en Espaa4. Constituyen una decena de ejemplares, pertenecientes a

2 A decir verdad, esta obra no correspondi bastante ni lo que debia esperarse de un botnico tan diestro y celoso, ni la poca en que se public. La botnica descriptiva estaba entonces demasiado adelantada para que pueda disimularse Quer su falta de mtodo botnico, habiendo adoptado el alfabtico, tanta difusin en las cosas menos interesante y tanta intil declamacin, principalmente cuando critica Linneo; adems describe Quer, y algunas veces dibuja, las plantas ms comunes, confundiendo acaso con ellas especies muy diferentes, y no siempre es fcil reconocer cul sea la planta que aplic el nombre de Tournefort [COLMEIRO, 1858:72]. 3 El nombre Fucus natans designaba en su origen a las diversas especies pelgicas de sargazos que habitan en el Ocano Atlntico [SILVA et al., 1996:929]. 4 Debemos a SOTOS SERRANO (1982:77-83) los escasos datos biogrficos que se conocen de Jos Guo. En 1789 fue contratado como dibujante y disector para formar parte del viaje cientfico organizado por Malaspina. No lleg a completar la expedicin, pues fue sustituido al llegar a Lima por Fran-

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Figs. 3 y 4: Portada de Botanici primarii, de vera fuci natantis fructficatione (1798) de Hiplito Ruiz, y dibujo de sargazo que acompaa, en dicha obra, a la descripcin de la especie.

txones comunes en las costas del norte peninsular, tales como Chondrus crispus [MA-1563], Callophyllis laciniata [MA-4214], Heterosiphonia plumosa [MA4215], Mastocarpus stellatus [MA-4216], Plocamium cartilagineum [MA-4220], Gelidium sesquipedale [MA-4217], etc. Aunque no presentan fecha, es posible que fueran recolectados en 1796, cuando Guo se encontraba en la ciudad herculina, acompaando al botnico aragons Baltasar Manuel Boldo (1766-1799), dispuestos a partir hacia la isla de Cuba en el viaje de exploracin del conde de Mopox, demorado a causa de un fuerte temporal [DOSIL MANCILLA, 2002]. Los pliegos fueron posteriormente revisados por Simn de Rojas Clemente y anotados por Miguel Colmeiro en su recopilacin de citas de plantas [COLMEIRO, 1867]. Adems, en el archivo del Real Jardn Botnico se conservan ocho lminas, de 28 x 23 cm, con un total de 28 dibujos de algas marinas realizados por Guo, con el nombre de cada especie anotado al pie de las mismas (Fig. 5). Los txones representados en estas hermosas ilustraciones son comunes en las costas peninsulares y, en general, coinciden con las especies de los ejemplares recolectados por Guo

cisco Lindo. En 1794 present sin xito su solicitud de ingreso en el Real Jardn Botnico como dibujante, [cf. Solicitud de Guo para ingresar en el Real Jardn Botnico. ARJB, leg. 7,1,3]. Dos aos despus se integr como dibujante a la expedicin cientfica del conde de Mopox a Cuba, en la que particip Baltasar M. Boldo como botnico principal. Sobre la exploracin cientfica del conde de Mopox (o Real Comisin de Guantnamo), adems de las citas sealadas en el texto Cf. GOMIS (1991), PUIGSAMPER & MALDONADO (1990) y SOTOS SERRANO (1984).

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en A Corua5. Tambin en el herbario del Jardn Botnico madrileo se conservan unos pocos ejemplares de algas sin preparar herborizados por Baltasar M. Boldo en Tenerife; aunque tampoco presentan fecha, parecen provenir del transcurso de la mencionada expedicin cientfica pues, obligados por los fuertes temporales, hicieron escala en Tenerife por espacio de trece das, durante los cuales aprovecharon para llevar a cabo diferentes investigaciones y recolectar muestras de vegetales y minerales [GOMIS BLANCO & PELAYO LPEZ, 1999].

Fig. 5: Lmina con dibujos de algas marinas, probablemente realizados por Guo en el seno de la expedicin del conde Mopox a Cuba. Fuente: ARJB.

Pasando por alto estas primeras referencias, ms bien anecdticas, podemos afirmar que los estudios algolgicos (y en general los criptogmicos) se introdujeron en Espaa a travs de la Escuela Botnica de Antonio Jos Cavanilles (1745-1804). Con el magisterio de este abate valenciano, la Botnica espaola alcanz uno de sus momentos de mayor esplendor. La formacin botnica de Cavanilles tuvo lugar en Pars, con el apoyo entre otros del reconocido botnico Antoine-Laurent Jussieu (1748-1836), padre del sistema natural de clasificacin de las plantas. En 1789 regres a Espaa, consagrado ya como botnico, y recibi el encargo oficial de estudiar la flora espaola. Realiz una serie de viajes por la Pennsula en los que recogi abundante material, al que uni plantas procedentes de expediciones botnicas espaolas en Amrica. Como resultado de sus viajes public diversas obras, entre las que cabe destacar Icones et descriptiones planta-

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ARJB, leg. I,6,1-9.

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rum, quaeaut sponte in Hispania crescut, aut in hortis hospitantur (1791-1801), seis volmenes bien documentados de Botnica descriptiva [LPEZ PIERO, 1988:199-202]; particip adems en la fundacin y direccin de los Anales de Historia Natural (1799), que ms tarde pasaran a llamarse Anales de Ciencias Naturales [FERNNDEZ PREZ, 1993]. Como dato curioso, en los Icones et descriptiones plantarum Cavanilles aporta probablemente el primer dibujo en Espaa de una observacin microscpica de un alga, que realiz sobre un ejemplar del fefito Padina pavonica (Fig. 6). Conviene recordar que fue precisamente Cavanilles quien, poco antes de realizar este dibujo y por su inters en aplicar los estudios microscpicos a la Botnica, haba introducido en Espaa los dos primeros microscopios, que adquiri en Pars para el Real Jardn Botnico [TERRADA, 1969]. La falta de experiencia hizo que interpretara errneamente buena parte de sus primeras observaciones; no fue as con el alga: en su sencillo dibujo aparecen ampliadas las estructuras reproductoras, que en esta especie se disponen formando bandas concntricas.

Fig. 6: Dibujo de un ejemplar de Padina pavonica, con un detalle microscpico de las estructuras reproductoras, que en esta especie se disponen formando bandas concntricas, realizado por Jos Cavanilles (Icones et descriptiones plantarum...).

En 1801, Cavanilles se puso al frente de la Botnica espaola al asumir la direccin del Jardn Botnico de Madrid. Se inicia una etapa de florecimiento de esta institucin. En los tres aos siguientes fallecera en 1804, Cavanilles continu con sus descripciones botnicas y, lo que ms nos interesa, introdujo el estudio de las criptgamas en Espaa, mediante la docencia y la divulgacin de las teoras vigentes en Europa [GONZLEZ BUENO, 1988a]. Nada ms asumir la direccin, el abate valenciano se rode de un grupo de discpulos entusiastas J. Demetrio Rodrguez, Mariano La Gasca y Simn de Rojas Clemente y Rubio, que haban llegado al Real Jardn Botnico con el propsito de asistir a las clases de Botnica del curso 1800-1801. Al finalizarlo, Clemente permaneci en Madrid como sustituto en las ctedras en el Seminario de Nobles; La Gasca y Rodrguez se mantuvieron al lado de Cavanilles como alumnos pensionados en el Jardn. Adems, Clemente y La Gasca continuaron sus trabajos con la flora es-

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paola como objetivo primordial e interesados en la realizacin de una Ceres espaola6. Durante los aos 1801 y 1802, los trabajos de Cavanilles se centraron en los estudios de los mecanismos de reproduccin de helechos y musgos7. Este inters por las plantas sin flores se extendi tambin a sus alumnos, que en 1802 se propusieron publicar en las pginas de los Anales de Historia Natural una serie de artculos que llevaran como ttulo Introduccin a la Criptogamia en Espaa; aun cuando la serie qued incompleta, esta iniciativa constituye un autntico hito en la Botnica espaola8. Vale la pena reproducir un fragmento en el que explican el proyecto:Desde que Tournefort dio a la Botnica un aspecto cientfico, y mucho mas desde que Linneo evidenci la existencia y uso de los rganos sexuales, se cultiv esta ciencia con tanto ardor, y furon tantos los que se esmeraron en promoverla, que excedi las dems ciencias en perfeccion, en descubrimientos y en obras tan costosas como tiles. Durmi algun tanto nuestra Espaa, como dixo Linneo, porque reynaban ciertas preocupaciones poco favorables al estudio de los vegetales, y porque no exstia aun aquella libre comunicacin de luces que se esparcan por el norte de la Europa. Conoci muy puesto nuestro gobierno la utilidad de esta ciencia, y empez a fomentarla con establecimientos, ctedras y costosas expediciones, cuyos preciosos frutos conocen ya y aprecian los Botnicos de Europa (...). Esta impulsion general, y la que supo darnos nuestro Profesor en las lecciones del ao de 1801 excit en nosotros deseos de ocuparnos en este estudio; y escogimos con preferencia las plantas Criptgamas de nuestro suelo, por ser ellas las que hasta ahora se han mirado con poco aprecio, llevndose la atencin de nuestros botnicos las raras y preciosas de flores visibles [LAGASCA et al, 1802:136].

El viaje de Clemente por Europa para visitar gabinetes de Historia Natural y establecer contactos con especialistas (1802), y los interesantes hallazgos botni-

6 En CASASECA (1976) puede consultarse una exposicin de la vida de Mariano La Gasca (17761839). Dicho autor describe el encuentro de La Gasca y Clemente, en el Real Jardn Botnico, y subraya la influencia botnica del primero en el segundo, pues le comunic las ideas que la naturaleza le haba inspirado, le regal las plantas duplicadas de su herbario, acompandole en varias excursiones que hicieron juntos por los alrededores de Madrid, y le transmiti el inters por las Gramneas y Criptgamas [CASASECA, 1976:193]. La actuacin poltica de La Gasca ha sido analizada por BELLOT RODRGUEZ (1976). 7 Cavanilles asumi una interpretacin mixta de la sexualidad propuesta por los botnicos ingleses y franceses. Siguiendo a Hedwig, acept la existencia de flores en musgos; tom las teoras de J.B. Buillard para los hongos, que defienden la presencia de un fluido espermtico capaz de fecundar clandestinamente unos grmenes encerrados en sacos para dar como resultado autnticas semillas. En cuanto a los helechos se aproxim a lo expuesto por Gaertner. Con estas preferencias, opt por un sistema propio, basado en el propuesto por J.E. Smith para clasificar los helechos; los musgos los ordena siguiendo a O. Swarth; en cuanto a los hongos, acept la adaptacin de Buillard propuesta por Ventenat, a quien tambin sigui en la clasificacin de las algas, admitiendo entre stas las hepticas y lquenes, como haba sugerido Lamarck [GONZLEZ BUENO, 1988a]. 8 La Introduccin la Criptogamia de Espaa se reduce finalmente al tratamiento de los helechos y musgos, pero tenan intencin de incluir las algas. Prueba de ello es que, cuando sealan los autores que seguirn en la obra, citan a Ventenat para las algas.

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cos de La Gasca en el norte de Espaa (1803), reafirmaron el inters de estos naturalistas por los estudios criptogmicos; prosiguieron con sus herborizaciones y actualizaron las teoras botnicas de su maestro [GONZLEZ BUENO, 1988a]. Tras la muerte de Cavanilles en 1804, se hizo cargo de la direccin del Real Jardn Francisco Antonio Zea (1766-1822), un novogranadino discpulo de Jos Celestino Mutis, que dio un vuelco a los intereses de esta institucin al reorientar los trabajos hacia la agricultura y el comercio de las plantas, en perjuicio de los estudios descriptivos y taxonmicos que haba impulsado su antecesor en el cargo [GONZLEZ BUENO, 2002; SOTO ARANGO, 1995]. A partir de entonces, los botnicos del Jardn debieron tambin dar prioridad a las investigaciones de carcter aplicado. Con los botnicos de la Escuela de Cavanilles se llevaron a cabo los primeros estudios ficolgicos en Espaa: del norte por Mariano La Gasca y especialmente del sur por Simn de Rojas Clemente. En efecto, en 1803, La Gasca emprendi un viaje por Asturias para estudiar las producciones vegetales de la Pennsula9; aunque el hallazgo del liquen islndico (Cetraria islandica), eficaz remedio antitusivo, fue el suceso ms denotado de estas excursiones, llev a cabo intensas recolecciones de plantas, entre ellas algas marinas [GONZLEZ BUENO, 1988a; JOSA LLORCA, 1992; PREZ DE CASTRO, 1971]. Estos ejemplares de algas se conservan en el Real Jardn Botnico; su preparacin sobre los pliegos es muy descuidada, sealan la localidad pero por lo general no estn datados. Adems, en el archivo del Real Jardn se guarda una carta que La Gasca dirigi a Clemente, con datos ficolgicos correspondientes a las localidades costeras de Gijn, Cands, Avils y Concha de Artedo; an tratndose de una simple carta, el bilogo Luis Belln no duda en considerarla el primer trabajo que trata de las criptgamas marinas del Norte de Espaa [BELLN, 1939:16]. Si el estudio de las criptgamas fue objeto de inters general de la Escuela de Cavanilles, las algas marinas recibieron una atencin especial por parte de Simn de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827), cuya actividad marca, de nuevo con palabras de Luis Belln, una poca de esplendor efmero en el estudio de nuestras algas [BELLN, 1930:6]. Oriundo de Titaguas (Valencia), lleg a Madrid en 1800, a la edad de 23 aos, integrndose al curso de Botnica impartido por Gmez Ortega en el Real Jardn Botnico. El viaje por Europa que realiz dos aos ms tarde, consultando herbarios y adquiriendo instrumentos para la expedicin cientfica que pretenda realizar con el aventurero cataln Domingo Bada y Leblich (ms conocido como Al Bey) por el continente africano, le permiti recopilar numerosa bibliografa, asistir a clases, revisar diversas colecciones de criptgamas y ponerse en contacto con destacados criptogamistas europeos. A su regreso se afinc en Andaluca, donde inici recolecciones de algas marinas; adems, entabl amistad con Julin Heredia, farmacutico del Puerto de Santa Mara,

9 La Comisin estaba protagonizada por La Gasca, a quien se le asign la mitad septentrional de la Pennsula, y su compaero Rodrguez, que se ocup de la meridional.

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Juan Flores y, muy especialmente, Antonio Cabrera, que le facilitaron algas de diversas localidades gaditanas10. A este grupo se incorpor el bvaro Flix Haenseler que, interesado tambin por las plantas marinas, ayud a Clemente en sus estudios y envi numerosos ejemplares de algas malagueas al gran ficlogo sueco Carl Adolf Agardh, algunas con eptetos clementinos [CASARES LPEZ, 1932; CONDE POYALES, 1992; CREMADES UGARTE, 1995b]. Tambin La Gasca, exiliado en Inglaterra por motivos polticos, se mantuvo en contacto con Cabrera y Clemente, remitindoles los resultados de sus observaciones y material recolectado en su viaje de herborizacin por Asturias [GONZLEZ BUENO, 1996]. De este modo, se fragu en Andaluca un interesante grupo de trabajo preocupado por el estudio de la Ficologa, al margen de la Botnica oficial espaola, ocupada durante este perodo en temas agrcolas, de mayor demanda social. Las recolecciones de Clemente se extienden hasta 1818, aunque debe interrumpirlas en diversas ocasiones por compromisos que lo mantuvieron alejado de la costa y por la Guerra de Independencia. Durante los perodos de dedicacin a las algas, en especial entre 1803 y 1805, muestre las costas andaluzas, sobre todo las malagueas, y envi ejemplares de algas a ficlogos extranjeros, algunos tan reconocidos como el ingls D. Turner o el sueco C.A. Agardh. Este ltimo, que nuestro botnico conoci por medio de Cabrera, incluy las especies de algas aportadas por Clemente en su libro Species algarum [AGARDH, 1820-1828]. Clemente slo realiz una publicacin con sus trabajos ficolgicos: una lista de ms de cuarenta especies y variedades, incluida al final de su Ensayo sobre las variedades de la vid comn [CLEMENTE, 1807:308-322]. Como ha sealado SEOANE-CAMBA (1963), constituye el primer trabajo de reconocido valor sobre las algas realizado por un botnico espaol. Por otra parte, el herbario de Clemente contiene ms de mil pliegos de algas, la mayora depositados en el Real Jardn Botnico de Madrid. Su estudio ha aportado numerosos tipos y combinaciones nuevas para la Ficologa [cf. CREMADES UGARTE, 1990, 1993; CREMADES & PREZ-CIRERA, 1990a, 1990b, 1990c]. En lo que respecta a Antonio Cabrera (1763-1827), tanto su actividad ficolgica como en general su biografa nos resultan menos conocidas11. Corresponsal del Real Jardn desde principios de 1807, se sinti interesado por el estudio de la Historia Natural y lleg a adquirir buenos conocimientos algolgicos. La estancia de Clemente en Cdiz, a donde acudi para aclimatar un rebao de alpacas mestizas y llamas, permiti que ambos naturalistas trabajaran juntos en el estudio de la

10 Luis Belln seala la existencia en el archivo del Real Jardn Botnico de un catlogo de Julin Heredia titulado Plantas cogidas en las inmediaciones del Puerto de Santa Mara, en principios del siglo actual, resumido por Miguel Colmeiro [BELLN URIARTE, 1930:23]. 11 En una carta que A. Cabrera dirigi a M. La Gasca (sin fecha), comenta algunos datos de su vida: Cuando muchacho estudi algo de Medicina. Todas las ciencias naturales me han agradado siempre. Ense filosofa 15 aos. Vine al estado eclesistico tarde. Despues de mi sacerdocio tube [sic] encargo continuo en hospitales, y enfermos [...]. ARJB, leg. I,56,3,24. Madrid. Cf. tambin los trabajos de PREZ FERNNDEZ (1901) y PARDO (1925).

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flora marina gaditana durante los aos 1809 y 1810 [GONZLEZ BUENO, 1988a, 1996]. Adems del inters de sus propias observaciones y del herbario que elabor de algas marinas, que ha sido revisado por CREMADES UGARTE (1995a), Cabrera fue decisivo en la difusin de la obra de Clemente, por medio de las cartas que envi al gran ficlogo sueco C.A. Agardh12.

Figs. 7 y 8: Simn de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827), uno de los primeros ficlogos espaoles. A la derecha, ejemplar de Gracilaria multipartita [=Fucus multipartitus] recolectado y preparado por Clemente.

En cuanto a las principales obras consultadas por estos ficlogos para llevar a cabo sus investigaciones, BELLN URIARTE (1939) seala Nereis britannica (1801) de John Stackhouse y A synopsis British Fuci (1802) de Dawson Turner, que figuraban entre las obras ficolgicas ms relevantes de la poca. Ms sagazmente, Belln advierte que los estudios de Clemente no se limitan a la determinacin de los ejemplares, sino que aportan observaciones sobre el reparto geogrfico de las algas, adelantndose en varios aos a Wahlenberg y a C.-M. DOrbigne, que suelen considerarse pioneros en este tipo de estudios. Sin duda Clemente fue un cultivador avant la lettre de la Geobotnica: a principios de siglo realiz un estudio sobre la variacin altitudinal de los lquenes a lo largo de la Sierra de Nevada, haciendo referencia explcita a la labor de Humboldt, antes de que

12 Los resultados de las investigaciones de A. Cabrera publicados por C.A. Agardh aparecen listados en DE TONI (1889-1924). Figuran tambin aportaciones de Cabrera y Clemente en TURNER (18081819). Por otra parte, BELLN URIARTE (1930:23) seala la existencia de un catlogo de Cabrera titulado Plantas cogidas en la provincia de Cdiz (antes de 1827), resumido por Colmeiro.

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ste hubiese publicado su Ensayo sobre la Geografa de las plantas (1807) [CAMARASA, 1989:95]; probablemente Clemente pudo consultar el manuscrito de esta obra, considerada fundacional de la Geobotnica, a travs de una copia enviada al Real Jardn Botnico (quiz por un discpulo de C. Mutis). El trabajo de Clemente permaneci indito hasta que en 1863 fue publicado por Miguel Colmeiro [CLEMENTE, 1863]. Esta nueva perspectiva fitogeogrfica no falt en sus observaciones ficolgicas, como pone de manifiesto la siguiente nota que precede a la lista de las algas del Ensayo sobre las variedades de la vid comn...; a pesar de su extensin, no nos resistimos a transcribirla, pues constituye uno de los primeros textos ficolgicos publicado en Espaa:He resuelto reunir en una sola lista todas las Algas marinas que observ en el Reyno de Sevilla tanto arraigadas como arrojadas a la playa, por haberse reconocido ltimamente que esta distincion, lejos de ser tan importante como antes crea, pudiera inducir a algunos o confirmarlos en el error de que estas producciones son transportadas frecuentemente por las olas a grandes distancias de sus criaderos. Fndanse los que hacen dicha suposicin en el hecho de hallarse casi siempre algunas Algas raras entre las que dejan amontanadas sobre la playa los recios temporales. Pero no est demostrado que el mar las traiga de muy lejos, antes bien, parece mucho ms probable que las arranca de las rocas inmediatas. En efecto; tengo observado que la vegetacin de las plantas marinas est circunscrita a determinadas alturas, todava con ms precisin que la de terrestres. Cuando las aguas del Golfo gaditano se retiran hasta un cuarto de legua en las grandes mareas de los solsticios y equinocios, quedan descubiertos los criaderos de varias especies que jams se han visto a menor profundidad, sin que se halle entre ellas un individuo de los Fucos anfibios, pygmeo, y otros que slo pueden vivir cerca de la superficie de las aguas. He reunido ya bastantes datos para formar la escala de la vegetacin marina, y espero completarla por lo que toca a Andaluca. Ahora que se ocupan muchos observadores en calcular con exactitud el descenso de la marea en varios puntos del globo, sera fcil formar de una vez la geografa vegetal del mar, que sin duda es infinitamente ms sencilla que la terrestre, no slo por ser mucho menor el nmero de objetos, sino principalmente porque es muy estrecha la zona de altura que pueblan; pues apenas puede dudarse que este elemento no se extiende la vida y la reproduccin a mayor profundidad que aquella donde alcanza todava los rayos del sol, padre universal de la creacin orgnica [CLEMENTE, 1807:308].

Como ha sealado CREMADES UGARTE (1995b), estas lneas apuntan a Clemente como uno de los primeros botnicos que repararon en las comunidades de algas bentnicas marinas y su zonacin altitutidinal. En 1808, la actividad cientfica espaola sufri el impacto desolador de la Guerra de Independencia (1808-1814) y un colapso con el reinado de Fernando VII (1814-1833), que inicia lo que se ha llamado el perodo de la catstrofe de la ciencia espaola [LPEZ PIERO, 1968:677]. La llegada de las tropas francesas supuso la desaparicin o el deterioro de muchos jardines botnicos, que haban sido fundamentales para el desarrollo de la Botnica. En el Real Jardn de Madrid, tras la invasin napolenica se destituy a Zea y se propuso a La Gasca como director, pero ste escap a Salamanca y se alist como mdico en el ejrcito nacional [JOSA LLORCA, 1992]. En 1810, tras la ocupacin de Andaluca por los

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franceses, Clemente decidi abandonar sus exploraciones por las sierras andaluzas y regresar a Madrid para revisar sus apuntes y colecciones. En la capital pas dos aos de difcil situacin econmica y en 1812 se retir a su pueblo natal, donde escribi la Historia civil, natural y eclesistica de Titaguas. Con estos acontecimientos se inicia un dilatado perodo especialmente complicado para la investigacin cientfica en Espaa.

CAPTULO II LAS ALGAS MARINAS EN LOS CATLOGOS FLORSTICOS REGIONALESO patria ma! Lanza un grito semejante al de 1808. Llama al derredor de ti tus hijos instruidos, y cierra para siempre la boca de los que todava te quieren pintar impotente ignorante. Quin ser tan atrevido que ose decir, yo conozco todos los espaoles capaces de ensear las ciencias? Quien ha visitado las moradas de los sabios modestos que tiene esta nacin magnnima? Quien ha examinado detenidamente la juventud espaola y ha calculado lo mucho de que es capaz? Los innumerables y esquisitos libros que entraron en Espaa del extranjero, y los publicados en la misma nacion, habran servido unicamente para adornar los estantes? Y quienes son los que sin haber meditado suficientemente sobre estas y otras muchas cuestiones se atreven fallar que en la Espaa no habr profesores para establecer el nuevo plan de estudios? Seguramente que no conocen la nacin, no corre sangre espaola por sus venas. [...] Sed constantes, y cerrareis para siempre la boca de los que, como nuestros supuestos regeneradores, parecen complacerse en llamarnos ignorantes. Mariano La Gasca1

1.- DECADENCIA Y REACTIVACIN DE LA BOTNICA ESPAOLA La Guerra de Independencia (1808-1814) y el posterior reinado de Fernando VII (1814-1833) tuvieron efectos desastrosos para el pas ruina econmica, prdida del rango internacional y una profunda crisis en las estructuras [LPEZ PIERO, 1992] que marcarn la impronta de la vida poltica y social durante la mayor parte del siglo XIX. Durante los aos posteriores a la contienda se suceden la inestabilidad poltica y las continuas crisis de gobierno: la sublevacin de Riego, el trienio liberal, el regreso al poder de Fernando VII, las guerras carlistas... La situacin no comienza a mejorar hasta mediados de siglo, inmersos ya en el reinado de Isabel II [SNCHEZ RON, 1999:48]. El historiador Pierre Vilar describe con desenfado este panorama con las siguientes palabras: Pintoresca o fastidiosa, segn el tono que se adopte, la historia poltica del siglo XIX espaol no es sino un encadenamiento de intrigas, comedias y dramas [VILAR , 1980:85].

1

LAGASCA (1821:16, 23).

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Para la ciencia espaola estos acontecimientos abortaron los esfuerzos de renovacin cientfica que se haban llevado a cabo durante el siglo anterior. Muchos cientficos murieron o tuvieron que exiliarse al extranjero, desaparecieron casi todas las instituciones cientficas y se bloque el intercambio de informacin con el resto de Europa. Esto trunc la formacin de muchos cientficos jvenes, cuyas trayectorias habran resultado prometedoras en un contexto ms favorable. Tan slo algunas instituciones cientficas y un reducido nmero de autores dieciochescos consigui continuar con dignidad la tradicin ilustrada y servir de puente con el siguiente perodo, a pesar de la ausencia del espritu que los haba impulsado y protegido [LPEZ PIERO, 1968]. Estos acontecimientos provocaron la disolucin de la Escuela Botnica que se haba creado en torno a Cavanilles y se paralizaron los proyectos cientficos impulsados hasta unos aos antes. Finalizada la Guerra de Independencia, La Gasca regres a Madrid y se hizo cargo de la direccin y docencia del Real Jardn Botnico; al ao siguiente lo hizo Clemente, quien asumi el puesto de bibliotecario. De este modo, se reagruparon provisionalmente en Madrid los dos destacados botnicos y retomaron sus actividades, aunque dada la precaria situacin econmica del pas, las dirigieron a estudios de inters agrcola, en particular a la elaboracin de la Ceres Hispanicae [FERNNDEZ & GOMIS, 1990; GONZLEZ BUENO, 1988a]. Los estudios taxonmicos quedaron totalmente relegados y con ellos el estudio de las algas. Durante el fugaz Trienio Liberal (1820-1823) se facilitaron ligeramente las relaciones con el extranjero. La posterior cada de este gobierno oblig a La Gasca, con otros muchos cientficos e intelectuales, a refugiarse en Londres, truncando su actividad cientfica en Espaa. En el exilio, La Gasca mantuvo numerosos contactos con instituciones cientficas: el Jardn de Chelsea, la Linnean Society, etc. y tradujo al castellano la obra Thorie lementaire de la botanique, de A.P. de Candolle [JOSA LLORCA, 1992]. Adems, a travs de su correspondencia ayud a Clemente a reunir materiales para completar la Ceres Hispanicae, trabajo que qued inacabado por la muerte del botnico valenciano en 1827 [FERNNDEZ & GOMIS, 1990]. En este contexto, se comprende la decadencia de la prctica de las ciencias que tiene lugar durante el primer cuarto de siglo en Espaa. Las circunstancias mejoraron considerablemente durante el reinado liberal de Isabel II (1834-1868), que inaugura la etapa intermedia de la ciencia espaola [LPEZ PIERO, 1992:16], que estuvo marcada por cierta apertura hacia Europa: las publicaciones extranjeras se difundieron con mayor facilidad y algunos cientficos tuvieron la oportunidad de traspasar la frontera espaola para consolidar su formacin en Europa. Por otra parte, diversos exiliados retornaron al pas, importando los conocimientos y las tcnicas que haban aprendido durante sus aos de destierro; de este modo se favoreci un gradual acercamiento a las corrientes que se discutan y se aceptaban en las comunidades cientficas europeas. Adems, durante esta etapa intermedia se crearon en Espaa nuevas instituciones, como la Sociedad Antropolgica Espaola, el Instituto Geolgico y Minero, el Instituto

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Gegrafo y Catastral, etc., y, por un Real Decreto fechado el 25 de febrero de 1847 y firmado por Isabel II, se estableci la Real Academia de Ciencias Exactas, Fsicas y Naturales sustituy a la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, creada trece aos antes, cuyo propsito principal consisti en agrupar a los investigadores y que acogera hasta 1936 gran parte de los mejores cientficos residentes en Madrid [GOMIS BLANCO, 1984, 1989]. Se observa tambin una modernizacin de los planes de estudio: el Plan Pidal de 1845 permiti el doctorado en Ciencias y reorganiz los Institutos de Secundaria, y la Ley Moyano de 1857 implant una Facultad de Ciencias, en la que se contemplaba una Seccin de ciencias Naturales (hasta entonces los estudios de ciencias estuvieron relegados a la Facultad de Medicina y a una seccin de la Facultad de Filosofa) [PESET & PESET, 1992]. Con la Revolucin de 1868 se inici un sexenio de liberacin de la presin ideolgica a la que se haba llegado durante la parte final del reinado de Isabel II. Muchas cuestiones, como las teoras evolucionistas, fueron por primera vez discutidas abiertamente en Espaa. En la Botnica oficial, el cambio de rgimen favoreci la sustitucin en la direccin del Jardn Botnico de Madrid del naturalistas Mariano de la Paz Graells (1809-1898), fiel al gobierno isabelino, por Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901), de tendencia liberal [JOSA LLORCA, 1992]. Colmeiro fue la gran promesa del renacer de la Botnica espaola; promesa frustrada, habr que decir. Sus comienzos son alentadores: se forma con un Mariano La Gasca sexagenario, intenta tomar contacto con el extranjero e inicia algunos trabajos botnicos. Por otra parte, es consciente del deterioro de la Botnica espaola y analiza sus causas mediante minuciosos estudios histricos [FERNNDEZ PREZ, 1984]. Concentra en su poder los puestos oficiales ms importantes de la Botnica: ctedras en la Junta de Comercio de Barcelona (1842-1845), en la Universidad de Sevilla (de Historia Natural, 1847-1857) y en la Universidad Central (de Fitografa y de Organografa y Fisiologa Vegetal, 1857-1900), es rector de esta ltima y miembro de numerosas sociedades cientficas [FRAGA VZQUEZ, 1993d]. Hay que subrayar tambin el importante papel que desempe en la creacin y desarrollo de la Sociedad Espaola de Historia Natural (1871), de la que fue su primer presidente. Sin embargo, sus mejores obras se limitaron a recopilaciones, laboriosas pero acrticas, de citas de plantas de otros botnicos, en un momento en que la Botnica se haca sobre todo en el campo. El botnico Carlos Pau lleg a escribir que todas las obras del Sr. Colmeiro no valen lo que cuesta el papel en que se han escrito [PAU, 1891]. Ms all del exabrupto, tiene razn Pau en que su labor fue muy limitada. Los botnicos que, como Jos Pardo, Francisco Loscos, Jos Mara Prez Lara o el mismo Carlos Pau, realizaban sus estudios sin ningn tipo de apoyo y muchas veces con dificultades econmicas, la ineficacia de este pomposo representante oficial de la Botnica resultaba cuando menos desconcertante [FERNNDEZ PREZ, 1984; GONZLEZ BUENO, 1984]. A pesar del fracaso de la Botnica oficial encarnada en Colmeiro, el liberalismo acadmico del Sexenio y la tranquilidad poltica e institucional de la Restauracin propiciaron la aparicin de numerosas instituciones cientficas extraofi-

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Fig. 1: Retrato del botnico Miguel Colmeiro Penido (1816-1901), principal representante de la Botnica oficial espaola en la segunda mitad del siglo XIX.

ciales, entre las que cabe destacar la Real Sociedad Espaola de Historia Natural (1871) y la Sociedad Linneana Matritense (1878). La primera congreg a los cientficos ms destacados, quienes desde las pginas de sus Anales dieron un importante impulso a la investigacin naturalstica en Espaa [GOMIS BLANCO, 1996, 1998]. La segunda surgi por iniciativa de Blas Lzaro Ibiza y de Toms Andrs y Tubilla, con la idea de formar un herbario de la flora espaola y publicar las notas novedosas [GONZLEZ BUENO, 1982b, 1987]. Estas instituciones ofrecieron una alternativa renovadora al anquilosado academicismo universitario y tuvieron una considerable influencia en la elevacin de la actividad cientfica durante el ltimo cuarto del siglo XIX. A pesar de esta cierta reactivacin de la vida cientfica, las universidades no asumieron a lo largo del siglo XIX el protagonismo investigador esperado. Los estudios botnicos se mantuvieron en gran medida por la labor de algunos naturalistas aficionados, que se dedicaron, con mayor o menor acierto, a la catalogacin de la flora de las distintas regiones2, y de algunos botnicos extranjeros que llegaron a la Pennsula Ibrica atrados por la riqueza de su vegetacin [FERNNDEZ PREZ, 1984; GOMIS BLANCO, 1997]. Cul era la situacin de la Criptogamia? Nos hemos referido a la paralizacin de las investigaciones criptogmicas que2 Como muestra, en apenas cuatro aos (1858-1862), el Colegio Farmacutico recibi nada menos que 54 catlogos, procedente de 58 autores, con objeto de formar la flora farmacutica espaola, pero con unas exigencias metodolgicas muy cuestionables: [...] nos parecen de baja calidad cientfica, utilizan sistemas de ordenacin desfasados para el momento de su redaccin y carecen de referencias a las obras consultadas o a los criterios seguidos para su elaboracin; pretender elaborar con ellos una Flora Farmacutica Espaola era mera utopa [GONZLEZ BUENO, 1986:327].

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tuvo lugar tras la Guerra de Independencia, como consecuencia de la fuerte demanda social de los estudios aplicados a la agricultura. En los aos sucesivos se mantendr bsicamente esta perspectiva, de tal modo que la investigacin criptogmica se refugia en botnicos que no tenan esta ciencia como fuente de ingresos y que, en definitiva, estaban menos comprometidos con el desarrollo de la economa nacional [GONZLEZ BUENO, 1988a]. Ahora bien, para realizar estudios criptogmicos, y en particular algolgicos, resulta imprescindible cierta experiencia en la realizacin de preparaciones, una bibliografa actualizada y un material ptico costoso, difcilmente asequibles para los investigadores particulares. Para complicar ms la situacin recordemos que, en esos momentos, se estaba llevando a cabo un espectacular desarrollo de la Ficologa, que culmina en el ltimo cuarto de siglo con el descubrimiento de los ciclos vitales de las algas por los franceses Gustave Thuret y Edouard Bornet. La comprensin de los ciclos vitales trae consigo un nuevo paradigma ficolgico, y tuvo importantes implicaciones en la biologa, en la taxonoma y tambin en la lexicografa botnica, marcando, en definitiva, el inicio de la Ficologa como disciplina cientfica. En esta situacin resultaba particularmente complejo desarrollar la investigacin algolgica sin disponer de un apoyo institucional que facilitase el acceso a las teoras vigentes y la adquisicin de material cientfico adecuado, como herbarios, microscopios o bibliografa. Por el contrario, como ya hemos sealado, durante el dilatado perodo que abarca desde la disolucin de la Escuela de Cavanilles hasta bien entrado el ltimo cuarto del siglo XIX, los estudios ficolgicos quedaron en manos de naturalistas aficionados. En general se trataron de savants locales, con curiosidad por la Historia Natural de sus respectivas regiones, que pudieron estudiar gracias a la independencia econmica que conseguan por medios distintos a su actividad cientfica, obteniendo ms obstculos que apoyos de las instituciones. 2.- LOS INVENTARIOS REGIONALES DE LA FLORA MARINA Durante las mayor parte del siglo XIX, las algas marinas recibieron escasa atencin de los naturalistas; las contribuciones se limitaron a unas pocas citas de especies incluidas en algunos catlogos generales de flora y fauna regional. Para hacer un seguimiento de estas modestas aportaciones, resulta til la obra de Colmeiro, Enumeracin de las Criptgamas de Espaa y Portugal, publicada en 1867, y la edicin ampliada (incluy las fanergamas) que sali a a la luz veintids aos despus con el ttulo Enumeracin y revisin de las plantas de la Pennsula hipano-lusitana e Islas Baleares (las algas aparecen en el tomo 5, publicado en 1889). La valoracin de estas citas de algas nos muestra que la flora marina de las regiones meridionales, que con tanto empeo haban estudiado Clemente y Cabrera en los primeros aos del siglo, apenas mereci la atencin de los naturalistas posteriores, que concentraron sus recolecciones en Baleares y en Galicia. Fuera de estas dos regiones tan slo conocemos un breve listado de algas de las costas malagueas y otro de las gaditanas, elaborados, respectivamente, por el farmacutico

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Pablo Prolongo Garca (1806-1885) se incluy en la