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HISTORIA DE AMÉRICA LATINA DE LA UNIVERSIDAD SIGLO 21
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Módulo 1
Unidad 2
Lectura 2
Materia: Historia Social Latinoamericana
Profesor: Lic. Florencia Palacios
Historia Social Latinoamericana – Prof. Florencia Palacios | 2
2.1 Los mercados de trabajo y la 2.1 Los mercados de trabajo y la 2.1 Los mercados de trabajo y la 2.1 Los mercados de trabajo y la
inmigración. Ideologías del inmigración. Ideologías del inmigración. Ideologías del inmigración. Ideologías del
movimiento obrero.movimiento obrero.movimiento obrero.movimiento obrero.
A partir del proceso de formación de los Estados Latinoamericanos
modernos, con la gestión de las elites políticas de fomentar el desarrollo del
modelo económico “hacia afuera”, es que fue necesario promover el ingreso
de nuevos pobladores. Los territorios nacionales en ese momento se
encontraban prácticamente vacíos por sus propias extensiones o porque
muchos de los habitantes en edad laboral habían perecido durante las
guerras de independencia.
De este modo, es que mediante el lema “Gobernar es poblar”, como diría el
pensador argentino Juan Bautista Alberdi y ante la creencia generalizada de
que la población nativa era supuestamente inferior para realizar las nuevas
tareas relacionadas al modelo Agroexportador, es que el Estado se embarcó
en la tarea de promover la inmigración, principalmente europea, para
cubrir los nuevos puestos de trabajo relacionados a la producción primaria,
explotación de tierras, desarrollo de obras de infraestructura e industria
incipiente.
Añadido a las dudas racistas, había un sentimiento generalizado de su propia
inferioridad. Hasta la Primera Guerra Mundial, las elites latinoamericanas se
solían describir como poco más que imitadoras de la cultura europea.
Muchas dudaban de que sus países pudieran siquiera lograr una civilización
característica. En los países tropicales, las preocupaciones acerca del
determinismo racial se reforzaban con dudas sobre su clima, del que los
teóricos europeos decían constantemente que nunca sustentaría una
civilización superior. Así pues, el determinismo medioambiental reforzaba el
racial y su combinación parecía descalificar a las tierras tropicales como
escenario en el que pudiera realizarse el sueño liberal. (Skidmore &Smith,
1996).
En cuanto a la nacionalidad de las personas que comenzaron a llegar a los
países latinoamericanos, en su mayoría eran europeos, como se mencionó
en líneas anteriores, que escapaban de las permanentes hambrunas y del
servicio militar. La idea primaria era cooptar a los europeos del norte, con
la esperanza de que importaran también su cultura y sus hábitos de
confianza y capacidad emprendedora, típicos del ideal liberal y puritano. En
contraposición a esto, lo que se logró fue que la gran mayoría de
inmigrantes provinieran desde Italia, España, Portugal, Rusia, entre otros,
que venían en busca de trabajo y mejores condiciones de vida, publicitadas
muchas veces en los afiches distribuidos en Europa. En resumidas cuentas
“a hacerse la América” en busca de nuevas oportunidades.
Algunos videos relacionados a la Inmigración:
http://www.dailymotion.com/video/x7nqx6_la-gran-inmigracion-parte-1_news
http://www.dailymotion.com/video/x7nnnu_la-gran-inmigracion-parte-2_news
Historia Social Latinoamericana – Prof. Florencia Palacios | 3
El incremento de la población tuvo como consecuencia una mayor
urbanización de las principales ciudades portuarias o a las que llegaba el
ferrocarril.
“En 1900 Buenos Aires se había establecido como ‘el París de Sudamérica’ y
era una ciudad grande y cosmopolita con unos 750.000 habitantes. En total,
casi un cuarto de la población argentina vivía en las ciudades con más de
20.000 habitantes al terminar el siglo; lo mismo ocurría en Cuba. Cerca del
20 por 100 de la población chilena residía en asentamientos similares,
mientras que las cifras correspondientes a Brasil y México (el último con una
población indígena sustancial) bajaban al 10 por 100. En Centroamérica las
cifras también se hallaban por debajo del 10 por 100 y en Perú caía al 6 por
100. El hecho generalizado es que la expansión de las economías de
exportación-importación ocasionó la urbanización de la sociedad
latinoamericana. (Skidmore &Smith, 1996)
Para las elites esto era signo de modernización y capitalismo, no obstante,
más allá de que los inmigrantes se insertaban en el mercado de trabajo y la
demanda de bienes y servicios se incrementaba, la conglomeración urbana
conllevaba también un empeoramiento de las condiciones de vida en las
ciudades, por el hacinamiento – muchas veces familias enteras vivían
dentro de una misma habitación -, la precariedad de las viviendas y la
tendencia a las enfermedades endémicas.
Asimismo, los recién llegados traían del Viejo Continente nuevas ideas y
demandas. De 1914 a 1927 se contempló el surgimiento de la movilización
obrera, fue el punto más alto de la influencia anarquista, anarcosindicalista
y sindicalista, cuando las capitales de toda nación importante de América
Latina se vieron torpedeadas por huelgas generales, en pos de la obtención
de mejores condiciones de trabajo y de vida. En la mayoría de los casos eran
reprimidos, lo que los llevó a continuar de manera clandestina para debatir
sus pensamientos; sin embargo, instauraron la conciencia social del
proletario/asalariado, que siempre fue origen de desorden social e
inestabilidad.
Probablemente debido al origen nacional o étnico, las clases trabajadoras no
consiguieron mucho poder político a comienzos del siglo XX. Los
inmigrantes de Argentina y Brasil no tenían derecho a votar si no habían
conseguido la naturalización, por lo que los políticos podían permitirse no
tenerlos en cuenta. En México, los trabajadores de origen campesino tenían
pocas posibilidades de influir en la dictadura de Porfirio Díaz. Y en Cuba, por
supuesto, la historia de la esclavitud había dejado su doloroso legado
(Skidmore &Smith, 1996).
Historia Social Latinoamericana – Prof. Florencia Palacios | 4
2.2 El movimiento obrero 2.2 El movimiento obrero 2.2 El movimiento obrero 2.2 El movimiento obrero
latinoamericano a comienzos del siglo latinoamericano a comienzos del siglo latinoamericano a comienzos del siglo latinoamericano a comienzos del siglo
XX.XX.XX.XX.
2.2.1 Urbanización e inmigración. El 2.2.1 Urbanización e inmigración. El 2.2.1 Urbanización e inmigración. El 2.2.1 Urbanización e inmigración. El
ascenso de las clases medias. ascenso de las clases medias. ascenso de las clases medias. ascenso de las clases medias.
Los efectos sociales y políticos1
Como históricamente ha sucedido, los cambios económicos potencian los
cambios políticos y sociales, y América Latina no es la excepción. El
crecimiento acelerado de la economía de los países con el mayor sector de
exportación llevó a transformaciones sociales interesantes de analizar.
En base a la categorización de Skidmore & Smith:
La primera de todas y la más valiosa fue la modernización de la elite de clase
alta. Debido a estos nuevos incentivos económicos, los latifundistas y
propietarios dejaron de contentarse con realizar operaciones de subsistencia
en sus haciendas; en su lugar, buscaron oportunidades y maximizaron los
beneficios, lo cual condujo al surgimiento de un espíritu empresarial que
marcó un cambio significativo en la apariencia y conducta de los grupos de
elite. Los ganaderos de Argentina, los cultivadores de café de Brasil, los
plantadores de azúcar de Cuba y México, todos buscaban eficiencia y éxito
comercial. Ya no eran una elite semifeudal que vivía parcialmente encerrada,
sino que se convirtieron en empresarios decididos. (Skidmore &Smith, 1996)
Los comerciantes y profesionales surgieron como nueva fuerza de trabajo,
fomentando el desarrollo del sector comercial y de servicios, ellos serían los
integrantes activos de la posterior “clase media”.
Los comerciantes cumplieron una función esencial en esta transformación, al
igual que en la etapa colonial, pero ahora muchos eran extranjeros y
vincularon las economías latinoamericanas con los mercados ultramarinos,
en particular con Europa. También se contempló una evolución entre los
profesionales, abogados y demás representantes de los grupos extranjeros y
nacionales en sus transacciones comerciales. Los abogados siempre habían
sido importantes, pero durante la fase de exportación-importación
asumieron nuevas funciones cruciales al ayudar a determinar el marco
institucional de la nueva era. (Skidmore &Smith, 1996)
1 Abarca los puntos 2.2.1 y 2.3 del Programa.
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2.3 Análisis de casos particulares: Brasil, 2.3 Análisis de casos particulares: Brasil, 2.3 Análisis de casos particulares: Brasil, 2.3 Análisis de casos particulares: Brasil,
Argentina, Perú: La crisis del Régimen Argentina, Perú: La crisis del Régimen Argentina, Perú: La crisis del Régimen Argentina, Perú: La crisis del Régimen
Oligárquico. Las reformOligárquico. Las reformOligárquico. Las reformOligárquico. Las reformas electorales.as electorales.as electorales.as electorales.
Como se mencionaba anteriormente, el cambio político no estuvo exento de
transformaciones en este período. Las elites latinoamericanas –
especialmente los terratenientes – comenzaron a interesarse por la política
nacional, en la búsqueda de un poder que no poseían, se fueron adentrando
cada vez más en los nuevos partidos y definiendo lo que luego conformarían
los pilares fundamentales de los mismos. La era del caudillo tradicional
estaba llegando a su ocaso.
La construcción de un único poder político central constituye un efectivo
pasaje de una situación de soberanía múltiple a una de monopolización del
poder, especialmente en dos de las capacidades fundamentales del Estado
moderno, las de monopolizar la violencia legítima y la percepción tributaria.
Ese proceso que culmina en el pacto de dominación oligárquica se desarrolla
pari passu y entramado con el avance de la inserción de las economías
latinoamericanas en el sistema capitalista mundial. En todo caso, hay un rico
y complejo proceso de dialécticas internas y externas que redefine la
totalidad de las relaciones entre clases a escalas nacionales o de las
sociedades latinoamericanas e internacional. El pacto oligárquico resuelve el
problema en el interior de ellas, convirtiendo a algunas clases (en proceso de
reestructuración) en dominantes, mientras en el plano de las relaciones entre
clases dominantes europeo–occidentales y norteamericana y clases
dominantes latinoamericanas, éstas son, en rigor, dominantes dependientes.
(Ansaldi, 1991)
De acuerdo a Skidmore,
… su búsqueda de autoridad política a finales del siglo XIX tomó dos formas
básicas. En una versión, los terratenientes y otras elites económicas tomaron
el control del gobierno de forma directa, como en Argentina y Chile. Querían
construir regímenes fuertes y selectivos, por lo habitual con apoyo militar, y
solían proclamar su legitimidad mediante la adhesión a unas constituciones
que se parecían mucho a los modelos europeos y estadounidense. En
Argentina y Chile hubo una tenue competencia entre partidos que tendían, al
menos en esta fase inicial, a representar facciones rivales de la aristocracia.
Pero había mucho acuerdo acerca de los temas políticos básicos y escasa
oposición seria a la cordura de perseguir el crecimiento económico mediante
la exportación. La rivalidad era restringida y la votación solía ser una farsa.
Se podría pensar en tales regímenes como expresiones de la “democracia
oligárquica”.
El segundo modelo de poder radicaba en el surgimiento de dictadores
fuertes, generalmente militares, que bregaban por mantener la ley y el orden;
en este caso, al beneficio final se lo llevaban los terratenientes, “Porfirio Díaz
en México, que tomó el poder en 1876, es el ejemplo más notable, pero el
modelo también apareció en Venezuela, Perú y otros países. En contraste con
la democracia oligárquica, donde las elites ejercían el poder político directo,
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aquí se trataba de la aplicación indirecta de su autoridad mediante dictadores
que no solían provenir de los estratos más altos de la sociedad (Skidmore
&Smith, 1996).
En cualquier caso, lo importante era la estabilidad y el control social. Se
suprimieron los grupos disidentes y se contuvo la lucha por el poder dentro
de círculos restringidos. Sin duda, una de las metas básicas de estos
regímenes era centralizar el poder, si era necesario quitándoselo a los
caudillos regionales, y crear estados-nación poderosos y dominantes. No era
fácil lograrlo debido a la fragmentación residual de la sociedad y a su misma
estructura, pero se hicieron progresos en los países más grandes. En
Argentina, por ejemplo, triunfó el centralismo con el establecimiento de la
ciudad de Buenos Aires como distrito federal en 1880 (al igual que
Washington DC está bajo jurisdicción directa del gobierno federal en Estados
Unidos). En México, la política efectiva y a menudo despiadada de Porfirio
Díaz llevó al aumento del poder nacional a expensas de las plazas fuertes
locales y, en Brasil, el gobierno imperial de Dom Pedro II avanzó de forma
significativa hacia el establecimiento de un estado-nación efectivo (pero
también provocó un retroceso regional que contribuyó al derrocamiento del
imperio en 1889). (Skidmore &Smith, 1996)
La intención de los centralistas era promover un mayor desarrollo económico
mediante el crecimiento de las líneas de exportación-importación. La
estabilidad política se consideraba algo esencial para atraer la inversión
extranjera que, a su vez, estimularía el crecimiento económico. Y cuando
llegaba la inversión, ayudaba a fortalecer las fuerzas de la ley y el orden. Los
ferrocarriles son un ejemplo: los inversores extranjeros se resistían a colocar
sus fondos en un país amenazado por el desorden político; pero una vez que
se construían los ferrocarriles, como en el caso de México, se convertían en
instrumentos importantes para consolidar la autoridad central, ya que
podían usarse (y lo fueron) para despachar tropas federales a sofocar
levantamientos en casi cualquier parte de la nación. (Skidmore &Smith,
1996)
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2.3.1 2.3.1 2.3.1 2.3.1 –––– La crisis del Régimen La crisis del Régimen La crisis del Régimen La crisis del Régimen
oligárquico. Las Reformas Electoralesoligárquico. Las Reformas Electoralesoligárquico. Las Reformas Electoralesoligárquico. Las Reformas Electorales
A partir de todos estos cambios sociales y políticos, las elites de varios
países llevaron adelante una reforma política que posibilitó a los miembros
y representantes de los sectores medios acercarse al poder. El objetivo era
obtener la lealtad de los sectores medios para fortalecer la estructura de
control y poder de la elite. En base a esto, y siguiendo el análisis de
Skidmore & Smith, se puede afirmar que el inicio del siglo XX fue un
período de reforma política en algunos de los países mayores: en Argentina,
una ley electoral (Ley Sáenz Peña) de 1912 abrió el sufragio a los ciudadanos
masculinos y permitió al partido de la clase media, el Partido Radical,
conseguir la presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1916. En Chile, los
cambios comenzaron en realidad a partir de 1890 y supusieron la
imposición del gobierno parlamentario sobre el sistema presidencialista
anterior. En Brasil, la caída de la monarquía en 1889 inauguró un período
de política electoral limitada. Cuba, tras conseguir la independencia de
España en 1898 (y, como muchos dirían, cederla después a Estados
Unidos), siguió siendo un caso especial. E incluso para México, donde
estalló una revolución a gran escala en 1910, es válida la generalización: el
objetivo original del movimiento revolucionario no era transformar la
sociedad mexicana, sino solamente conseguir el acceso al sistema político
de los segmentos excluidos de la clase media (Skidmore &Smith, 1996)”. Los movimientos reformistas produjeron a menudo una “democracia
cooptada”, en la que la participación efectiva se extendía de la clase alta a la
media y seguía excluyendo a la más baja. Tales transformaciones solían
reflejar los intentos de las elites socioeconómicas gobernantes por cooptar a
los sectores medios en apoyo del sistema, aunque a veces tuvieron
consecuencias imprevistas, como en el caso de México, donde los
acontecimientos trascendieron hasta ocasionar una revolución completa. Los
objetivos de la mayoría fueron limitados. (Skidmore &Smith, 1996)
Un efecto colateral significativo fue la creación de un cuadro de políticos
profesionales en varios países. Los partidos políticos crearon carreras para
los hombres (las mujeres latinoamericanas ni siquiera tuvieron voto hasta
1929) que pudieran dedicar toda su vida adulta a conseguir el poder político.
Muy a menudo solían representar los intereses de la aristocracia reinante,
pero además formaban un grupo social separado e identificable. Como
actores prominentes de la escena política civil, también se convirtieron en
blancos del desdén y la ira del estamento militar. (Skidmore &Smith, 1996)
En la mayoría de los países latinoamericanos, esta fórmula reformista
funcionó bastante bien, al menos para las elites. La demanda europea de
materias primas durante la Primera Guerra Mundial y varios años después
condujo a una prosperidad continuada y sostenida. El modelo de
crecimiento basado en “desarrollo hacia afuera” arrojaba muchos beneficios
para la integración de América Latina en el sistema capitalista global de
intercambio. Las adaptaciones de las elites políticas a esta situación
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parecían asegurar la hegemonía a largo plazo dentro de la vida política
nacional.
En realidad, pronto se descubrió que el liberalismo –tanto político como
económico– tenía deficiencias. Su fracaso ilustra el fenómeno tan conocido
en toda la América Latina contemporánea: el préstamo cultural
desafortunado o “alineación”, según lo han descrito los nacionalistas de
tiempos recientes. Al copiar las instituciones legales y las frases filosóficas
del liberalismo clásico, los latinoamericanos descubrieron que su realidad
no se prestaba a la simple aplicación del dogma. No supieron entender que,
en su origen, el liberalismo europeo fue la ideología de una clase social en
alza, cuyo poder económico emergente le proporcionó los medios para
llevarla a la práctica. (Skidmore &Smith, 1996)
¿Significa esto algo más que América Latina carecía de una clase media
importante? Sólo en parte. Resulta fundamental el hecho de que había
seguido siendo una economía agraria cuyo sector exportador se
correspondía, en la mayoría de los países, con un enorme sector de
subsistencia. El liberalismo tuvo fortuna sólo porque, desde 1850, un
pequeño pero creciente sector de la sociedad pensó que éste consideraba diferentes sus intereses de los propios de los sectores tradicionales.
(Skidmore &Smith, 1996)
Las incipientes clases medias, profesionales –abogados, médicos, militares
de carrera, funcionarios civiles y comerciantes– constituían según
Skidmore & Smith “un interés urbano”. Absorbieron con rapidez las ideas
liberales imperantes en Europa, pero sin obtener el peso económico que
poseían sus pares de Francia e Inglaterra.
Así, aunque no hubieran considerado que sus intereses económicos eran
antagónicos de los del sector agrario tradicional, se hubiera hallado en una
posición débil. Pero a menudo no fue así. Sus vidas solían estar ligadas al
sector agrario aunque vivieran en las ciudades. Los ingresos de sus clientes,
usuarios y patronos dependían en gran medida de la agricultura comercial. A
su vez, la prosperidad de esta agricultura dependía del comercio exterior.
(Skidmore & Smith, 1996)
En este punto, el liberalismo económico ponía en un callejón sin salida a los
liberales latinoamericanos. Como creían en sus principios abstractos y se
daban buena cuenta de su patente debilidad frente a sus principales
acreedores y socios de intercambio –Estados Unidos e Inglaterra–, no
podían pensar en un camino que pasara por soluciones económicas no
liberales. Además, lo último les habría resultado caro en sus personas a corto plazo. Por ejemplo, los aranceles proteccionistas para la industria sin duda
habrían cargado a los consumidores urbanos con bienes más caros y de peor
calidad. La protección también habría hecho peligrar los beneficios de los
comerciantes dedicados a la exportación-importación, que eran un poderoso
grupo de presión. Así pues, los liberales fueron renuentes a apoyar la
industrialización, que por sí sola podría haber aumentado su número lo
suficiente como para otorgarles el poder político, que quizá habría hecho
posible la realización de los ideales políticos liberales. (Skidmore &Smith,
1996)
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El liberalismo económico y el político se sesgaban de otro modo más. Las
ideas no liberales en economía tales como los aranceles proteccionistas y los
controles sobre las inversiones extranjeras a menudo se asociaban en la
práctica con ideas políticas antiliberales. Así, la conexión se estableció con
facilidad: la desviación de los principios económicos liberales significaba un
gobierno autoritario, por lo que se la tenía en poco aprecio. (Skidmore
&Smith, 1996)
Un argumento más utilizado contra los que abogaban por la heterodoxia
económica (es decir, por medidas no liberales) era difícil de rebatir desde la
política. Ante cualquier propuesta de apoyo gubernamental a la industria
nacional, sus oponentes lanzaban la acusación, a menudo con buenos
resultados, de que un pequeño grupo de inversores egoístas querían
beneficiarse e expensas del público. Además, los empresarios locales casi
siempre carecían de fondos y experiencia. Como en el resto del mundo en
vías de desarrollo, se enfrentaban a la competencia formidable de los bienes
importados desde las economías industrializadas. Sin protección ni subsidios
tenían pocas esperanzas. (Skidmore &Smith, 1996)
A los liberales latinoamericanos también los debilitaba otra razón. Se trataba
de su incertidumbre acerca de una premisa subyacente en el liberalismo: la fe
en la racionalidad y el carácter emprendedor de los individuos del país. En
Brasil, por ejemplo, los políticos se habían pasado años justificando la
esclavitud sobre la base de que era un mal necesario para su economía
tropical agraria. Sólo podían hacer ese trabajo los esclavos africanos. Ahora
el argumento volvía para perseguir a los liberales. El legado de la esclavitud
era una fuerza laboral que quedaba muy lejos del mundo racional concebido
por Bentham y Mill. (Skidmore &Smith, 1996)
El acontecimiento que transformó esta atmósfera fue el derrumbamiento
espectacular de la economía capitalista mundial en 1929 y 1930, que será
motivo de análisis en el módulo siguiente.
1. Relacione la inmigración con la aparición de las clases trabajadoras.
2. Enumere las principales coincidencias y contradicciones entre el liberalismo económico y el liberalismo político.
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Bibliografía Lectura 2
Ansaldi, W. (1991) FRIVOLA Y CASQUIVANA, MANO DE HIERRO EN GUANTE DE SEDA: Una propuesta para conceptualizar el término oligarquía en América Latina. Buenos Aires. http://www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal
Beyhaut Gustavo y Helene, (1986) América latina de la independencia a la segunda guerra mundial, Historia Universal Siglo XXI, Vol. 23, México, Siglo Veintiuno Editores.
Del Pozo, J. (2002) Historia de América Latina 1825-2001, Santiago de Chile, Editorial LOM.
Hall Michael y Spalding Hobart: Las clases trabajadoras urbanas y los primeros movimientos obreros de América Latina, 1880-1930, en Leslie Bethell (ed.) Historia de América Latina.
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Sidicaro, R. (1999) LAS RAÍCES DEL PRESENTE, IDEAS Y ANCLAJES POLÍTICOS EN EL SIGLO XX. Fundación OSDE, Buenos Aires.
Skidmore T.; Smith P., ‘’La transformación contemporánea de América Latina 1880-1990’’ en Historia Contemporánea de América Latina, Barcelona, Critica, 1999.
Skidmore T.; Smith P., ‘’ Los cimientos coloniales -1492-década de 1880’’ en Historia Contemporánea de América Latina, Barcelona, Critica, 1999.
www.uesiglo21.edu.ar