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LOS IMPULSORES Francisco de Sales Los impulsores podrían definirse como los mandatos que nos hacen reaccionar, inconscientemente, y que dirigen nuestra manera de vivir. Se llaman así porque “impulsan”, aunque impulsan a realizar conductas inadecuadas. Existen definidos cinco tipos básicos de estos mensajes parentales, que son los que nos hacen cumplir, de uno u otro modo, el guión de vida (ver capítulo plan de vida – guión de vida). SÉ PERFECTO SÉ FUERTE DATE PRISA COMPLACE INTÉNTALO (pero no lo consigas…) Aunque estas cinco “recomendaciones” o “instrucciones” parentales son aparentemente aconsejables, y producen “caricias” -según el concepto de caricias en el Análisis Transaccional-, en realidad son perjudiciales. Cada uno de estos impulsores nos encamina a actuar de un modo que no es el escogido por nosotros mismos, por eso son mandatos. Son ajenos, ya que vienen de fuera, pero los hacemos nuestros sin comprobar si estamos de acuerdo con ellos. Molestan, porque son ajenos y no coinciden con las propias leyes, reglas o forma de ser. No hay que eliminarlos como norma: hay que revisarlos y ser conscientes de que se hacen las cosas por voluntad propia y no inconscientemente. Si estamos de acuerdo con algo de lo que nos propone, lo mantenemos; si nos damos cuenta de que ese “algo” lo sentimos como ajeno o

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Los impulsores podrían definirse como los mandatos que nos hacen reaccionar, inconscientemente, y que dirigen nuestra manera de vivir. Se llaman así porque “impulsan”, aunque impulsan a realizar conductas inadecuadas. Existen definidos cinco tipos básicos de estos mensajes parentales, que son los que nos hacen cumplir, de uno u otro modo, el guión de vida (ver capítulo plan de vida – guión de vida). SÉ PERFECTO SÉ FUERTE DATE PRISA COMPLACE INTÉNTALO (pero no lo consigas…) Aunque estas cinco “recomendaciones” o “instrucciones” parentales son aparentemente aconsejables, y producen “caricias” -según el concepto de caricias en el Análisis Transaccional-, en realidad son perjudiciales. Cada uno de estos impulsores nos encamina a actuar de un modo que no es el escogido por nosotros mismos, por eso son mandatos. Son ajenos, ya que vienen de fuera, pero los hacemos nuestros sin comprobar si estamos de acuerdo con ellos. Molestan, porque son ajenos y no coinciden con las propias leyes, reglas o forma de ser. No hay que eliminarlos como norma: hay que revisarlos y ser conscientes de que se hacen las cosas por voluntad propia y no inconscientemente. Si estamos de acuerdo con algo de lo que nos propone, lo mantenemos; si nos damos cuenta de que ese “algo” lo sentimos como ajeno o

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impuesto, nos deshacemos de él. Si la misma cosa la hacemos por libre voluntad en vez de por “mandato”, deja de ser impulsor. ¿Cómo? La manera de solucionar el conflicto que crean es permitirse mostrar el sentimiento real. No hay que tener miedo a mostrar la vulnerabilidad. También dejan de ejercer su efecto cuando uno se muestra y procede desde el Niño Libre. Es imprescindible conocerlos y darse cuenta de cuándo estamos actuando influenciados por ellos, para dejarlos y ser y decidir por nosotros mismos y con nuestro deseo y según nuestra voluntad. Es muy probable que todos tengamos, en mayor o menos medida, de todos ellos. Estas son las características básicas de cada uno de ellos. Comprueba si te ves representado por ellos. En cada uno de ellos aparecen unas ideas de cómo serían los permisores (son contramandatos para salir de los mandatos). Repitiéndolos en voz alta, con contundencia y convicción, se puede doblegar al mandato. También aparece OBSERVA. Son unas ideas que, si las identificas como tuyas o muy habituales en ti, quiere decir que ese impulsor te marca mucho. SÉ PERFECTO En la infancia fueron muy exigentes con la perfección, le criticaban o castigaban si no la conseguía.

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También se da algunos casos en los que vienen de un ambiente de pobreza, o por la ineducación, y como oposición a lo que se tenía. Es un poco maniático. Respeta las buenas costumbres. Quiere ser el mejor. Utiliza bien la lógica y la dialéctica. Busca la perfección. Se siente imprescindible. Da más información de la que se le pide. Ocultan los sentimientos. Si hace algo, tiene que ser perfecto. Pierde demasiado tiempo en conseguir la perfección sin pararse a pensar que quizás no merezca la pena tanto esfuerzo. Le cuesta desinhibirse. Se cree un salvador. Busca la admiración de los demás, pero lo que encuentra es que le ridiculizan, o se alejan porque no soportan tanta exigencia. Se queda solo. Generalmente, no muestra pena, ni rabia, ni miedo. Puede ser irónico. PERMISORES: “Está bien que sea yo mismo”. OBSERVA: Cuando me equivoco me siento muy mal. Espero a tenerlo todo bajo control antes de actuar. Mis cosas suelen estar muy bien ordenadas. Cuido mucho los detalles. Cuido mucho mi aspecto personal. Me molesta mucho que los demás no hagan las cosas como yo creo que se debe SÉ FUERTE

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En la infancia le dicen que los niños no lloran, que es una miedica, que no sabe defenderse, que tiene que ser valiente, que los cobardes no llegan a ninguna parte, que el mundo es de los fuertes… Se reprime mostrar su debilidad. Es poco demostrativo de y poco afectivo. Le cuesta trabajo la intimidad y el abandono en confianza. Oculta sus necesidades y muchos sentimientos. No sabe ni quiere pedir ayuda. Se mantiene distante. Tiene necesidad de que los demás le necesiten. Quiere salvar a los demás. Necesita demostrar su seguridad, aunque no la tiene. Quiere ser el mejor. Tiene tendencia a problemas con el aparato digestivo. Buscar conseguir el respeto de los demás, pero lo que consigue es que los demás le tengan miedo, y al final se queda sólo. (Piensa: “si me tienen miedo, me tendrán respeto”) Su expresión facial es fría, dura, inexpresiva. No muestra ni miedo; lo cambia por rabia. PERMISORES: “Está bien que sea más abierto”. “Está bien que cuide de mis necesidades”. “Está bien que muestre mis debilidades”. OBSERVA: Me cuesta lamentarme aunque realmente me apetece. Me suelo callar mis sentimientos. Me cuesta pedir ayuda. Soy duro/a y poco amable. Me disgusta la gente que se emociona con facilidad. Procuro que nadie se preocupe por mí. DATE PRISA

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Este impulsor provoca la ansiedad. Es impaciente, inquieto. Habla rápido. Camina deprisa. Es frecuente que esté siempre justificándose. Le cuesta escuchar. Tamborilea con los dedos, mueve nerviosamente las piernas. El nivel de ansiedad es alto y latente. Busca mostrar su esfuerzo, pero lo que encuentra es la desaprobación y que le riñen. No siente pena. Tiene miedo a qué pensarán los demás de él. PERMISORES: ”Está bien que me tome mi tiempo”. OBSERVA: Suelo llegar tarde a los sitios. Suelo ir deprisa a todas partes. Me molesta mucho tener que esperar. Me angustio cuando no llego a tiempo a los sitios. Me gustaría tener más tiempo para hacer cosas. Con frecuencia no paro en todo el día y al final no he hecho casi nada. COMPLACE En la infancia le dicen que hay que sacrificarse por los demás, que los demás siempre esperan de uno… le hacen que asocie “hacer algo por los demás” con recibir una recompensa; necesita recibir de los demás el cariño y las caricias que le cuesta trabajo darse a sí mismo; pone en manos de los demás la posibilidad de recibir satisfacciones. El mandato es que tiene que ayudar y agradar a todo el mundo, y se siente responsable de que así sea. Se pueden aprovechar de él. Llega a ser pesado, por excesivamente atento.

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Oculta sus necesidades. Necesita caer bien a los demás. Prefiere inventar justificaciones antes que decir que NO. Tiende a bajar la cabeza. Se dice: “no eres lo suficientemente complaciente con los demás”. No siente pena: lo cambia por una falsa alegría. La rabia la cambia por autocompasión. PERMISORES: “Está bien que me respete”. “Está bien que me preste atención”. “Está bien que piense en mí y en mis intereses”. OBSERVA: Suelo sonreír mucho para agradar. Me gusta hacer lo que los demás me piden Ayudo a los demás aunque ello me perjudique. Muchas veces me callo lo que pienso. Me siento mal cuando no caigo bien a alguien. Sufro cuando alguien no se deja ayudar por mí.

INTÉNTALO (Pero no lo consigas) En la infancia constantemente le hacen ver que todo lo hace mal. Antes de cualquier intento ya le dicen que no va a poder conseguirlo. A veces este impulsor se produce porque le dan tareas que no puede realizar, por ser exageradas para su edad o capacidades. Le reprochaban continuamente: no vales para nada, eres torpe, eres un inútil, todo lo haces mal, deja que lo haga yo… Tiene miedo a conseguir las cosas, porque cree que desobedece a las figuras emocionales educacionales.

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No se expresa con facilidad. Es indeciso. Se esfuerza mucho pero no siempre consiguen los resultados que pretenden. Manipula a los demás para que tomen las decisiones por él. No se responsabiliza de su vida. No sabe terminar las frases, da por supuesto que los demás le entienden. (Suele poner estas coletillas: “este…”, “bueno…”, ”¿no?”). Busca demostrar su valía, pero sólo consigue la compasión de los demás. Es una víctima. PERMISORES: “Está bien que consiga cosas”. “Está bien que termine las cosas que empiezo”. “Está bien que consiga mis propósitos”. OBSERVA: Me cuesta expresar con claridad lo que quiero decir. Suelo dejar cosas para otro momento. He empezado muchas cosas en mi vida y termino pocas. Me esfuerzo para que los demás entiendan lo que digo. Me atrae mucho iniciar cualquier actividad. Tengo varios libros empezados y sin terminar de leerlos. RESUMIENDO

Considero que este es uno de los capítulos básicos. Es realmente

importante que descubras cómo te afectan los impulsores, que te des

cuenta de cuántas veces no eres tú, y de cómo “actúas” según el

guión que te escribieron y no por propia voluntad. Familiarízate con

ellos. Al principio, si te cuesta trabajo verlos en ti, juega a

descubrirlos en los demás, que quizás te cueste menos trabajo y te

servirá de entrenamiento para luego encontrar los tuyos.

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