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Los Límites de la Alabanza Apóstol Sergio G. Enríquez O. Estudio para Pastores Guatemala, 17 de octubre del Año De La Revelación www.ebenezer.org.gt 1 Al hablar de límites, muchos pueden pensar que si Dios no tiene límites, nosotros tampoco deberíamos tenerlos, sin embargo estos son necesarios pues si bien es cierto que Él es un creador ilimitado, estableció límites para su creación los cuales fueron dejados escritos en la Biblia para respetarlos (Proverbios 22:28). Al hablar específicamente de los límites de Judá (como figura de la alabanza), vemos en la escritura que tenía ciento doce ciudades en sus fronteras, las cuales representan situaciones que la alabanza no debe traspasar, pero tampoco debe dejar que ingresen al pueblo de Dios. Sabemos que Judá era el guerrero más poderoso que tenía Israel, eran los que subían primero a la batalla para proteger esas fronteras, como lo hace el ejército de cualquier país en la actualidad. Esto nos hace pensar que si el enemigo quería destruir a Israel, primero debía atacar a Judá, lo que traducido a nuestros tiempos significa que el enemigo se enfocará en atacar para inhabilitar o corromper a la alabanza, y así destruir al pueblo de Dios. Oseas 4:15 (BDN) Si tú, Israel, te prostituyes, que no peque Judá. No vayáis a Gilgal, no subáis a Bet-Aven, ni juréis. «¡Vive el Señor!». Israel estaba formada por diez tribus que se habían prostituido, pero este verso deja ver que Dios no quería que Judá también cayera, con lo cual podemos notar la importancia de Judá, pues ellos eran los guerreros que debían defender al demás pueblo. En la segunda parte del verso, Dios le dice a Judá que no debía subir a Gilgal ni a Bet-aven, es decir que le estableció límites. Gilgal quiere decir círculo o rueda, lo que nos habla de la repetición, del peligro de caer en la tradición. Sabemos que hemos vivido cosas hermosas en el evangelio pero debemos avanzar, pues la revelación es como la luz de la aurora, que va de aumento en aumento. Esto es preocupante pues no podemos quedarnos en la tradición de que los integrantes del departamento de danza sean los únicos que dancen o llegar al punto de que la alabanza sea tan profesional que dejemos de darle la gloria a Dios, para alabar la alabanza. Bet-aven, la otra ciudad a la que Dios dijo que Judá no debía subir, significa, casa de vanidad o idolatría; esto nos llama a la reflexión pues no podemos permitir que lo material que el grupo de alabanza logre adquirir (instrumentos, equipo de audio, etc.) se convierta en vanidad, pues es más importante lo que hay dentro del corazón de aquellos que alaban, que los instrumentos que usan. Al observar un mapa de Judá, vemos que su límite oriental y occidental estaba marcado por sal, pues al Mar Muerto (oriente) se le conocía como Mar Salado, y el Mar Mediterráneo (occidente), también es salado (Josué 15:12). Con esto debemos recordar que las ofrendas debían sazonarse con sal, la cual es figura de la santidad. Otra característica de la sal es que retiene líquidos, lo que nos habla de que la alabanza debe estar llena de palabra pues no se trata solo de cantar. La sal no solamente da sabor, sino que también preserva de la corrupción. Al sur estaba el reino de Edom (Josué 15:1). Los edomitas eran descendiente de Esaú, del cual la Biblia dice que era profano porque prefirió lo material a la bendición espiritual de la primogenitura (Hebreos 12:16). Judá debe batallar entonces contra los profanos, de tal forma que no podemos permitir que nuestros músicos o cantores, vendan su don a cambio de riquezas materiales; como lo

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Los Límites de la Alabanza Apóstol Sergio G. Enríquez O. Estudio para Pastores Guatemala, 17 de octubre del Año De La Revelación

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Al hablar de límites, muchos pueden pensar que si Dios no tiene límites, nosotros tampoco deberíamos tenerlos, sin embargo estos son necesarios pues si bien es cierto que Él es un creador ilimitado, estableció límites para su creación los cuales fueron dejados escritos en la Biblia para respetarlos (Proverbios 22:28). Al hablar específicamente de los límites de Judá (como figura de la alabanza), vemos en la escritura que tenía ciento doce ciudades en sus fronteras, las cuales representan situaciones que la alabanza no debe traspasar, pero tampoco debe dejar que ingresen al pueblo de Dios. Sabemos que Judá era el guerrero más poderoso que tenía Israel, eran los que subían primero a la batalla para proteger esas fronteras, como lo hace el ejército de cualquier país en la actualidad. Esto nos hace pensar que si el enemigo quería destruir a Israel, primero debía atacar a Judá, lo que traducido a nuestros tiempos significa que el enemigo se enfocará en atacar para inhabilitar o corromper a la alabanza, y así destruir al pueblo de Dios. Oseas 4:15 (BDN) Si tú, Israel, te prostituyes, que no peque Judá. No vayáis a Gilgal, no subáis a Bet-Aven, ni juréis. «¡Vive el Señor!». Israel estaba formada por diez tribus que se habían prostituido, pero este verso deja ver que Dios no quería que Judá también cayera, con lo cual podemos notar la importancia de Judá, pues ellos eran los guerreros que debían defender al demás pueblo. En la segunda parte del verso, Dios le dice a Judá que no debía subir a Gilgal ni a Bet-aven, es decir que le estableció límites. Gilgal quiere decir círculo o rueda, lo que nos habla de la repetición, del peligro de caer en la tradición. Sabemos que hemos vivido cosas hermosas en el evangelio pero debemos avanzar, pues la revelación es como la luz de la aurora, que va de aumento en aumento. Esto es preocupante pues no podemos quedarnos en la tradición de que los integrantes del departamento de danza sean los únicos que dancen o llegar al punto de que la alabanza sea tan profesional que dejemos de darle la gloria a Dios, para alabar la alabanza. Bet-aven, la otra ciudad a la que Dios dijo que Judá no debía subir, significa, casa de vanidad o idolatría; esto nos llama a la reflexión pues no podemos permitir que lo material que el grupo de alabanza logre adquirir (instrumentos, equipo de audio, etc.) se convierta en vanidad, pues es más importante lo que hay dentro del corazón de aquellos que alaban, que los instrumentos que usan. Al observar un mapa de Judá, vemos que su límite oriental y occidental estaba marcado por sal, pues al Mar Muerto (oriente) se le conocía como Mar Salado, y el Mar Mediterráneo (occidente), también es salado (Josué 15:12). Con esto debemos recordar que las ofrendas debían sazonarse con sal, la cual es figura de la santidad. Otra característica de la sal es que retiene líquidos, lo que nos habla de que la alabanza debe estar llena de palabra pues no se trata solo de cantar. La sal no solamente da sabor, sino que también preserva de la corrupción. Al sur estaba el reino de Edom (Josué 15:1). Los edomitas eran descendiente de Esaú, del cual la Biblia dice que era profano porque prefirió lo material a la bendición espiritual de la primogenitura (Hebreos 12:16). Judá debe batallar entonces contra los profanos, de tal forma que no podemos permitir que nuestros músicos o cantores, vendan su don a cambio de riquezas materiales; como lo

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han hecho muchos cantantes que ahora son famosos, aunque comenzaron cantando dentro de una congregación. Es necesario que ministremos a los miembros de nuestro grupo de alabanza, sin atacarlos, sino enseñarles con la palabra para que el dinero y la fama no sean su meta, sabiendo que si el Señor los llama a tiempo completo, Él los sostendrá. Si Dios ha establecido límites para Judá, debemos respetarlos, pues esto protegerá también a todo el pueblo de que estas contaminaciones entren en nuestras congregaciones.