22
Los niños agresivos tienden hacia el psicoticismo, muestran despreocupación por los demás, gusto por burlarse de otros, una alta extraversión, temperamento expansivo e impulsivo, e inclinación por las situaciones de riesgo. Su autoestima, contrariamente a lo que tradicionalmente se piensa, se sitúa dentro de márgenes aceptables; aunque se tendría que ahondar en este sentido ya que se describen dos tipos de agresores: los instrumentales, que buscan demostrar su dominio y no manifiestan emociones negativas y los reactivos que responden hostilmente a cualquier indicio de amenaza. Posiblemente el segundo grupo tenga una autovaloración más negativa. Numerosos estudios identifican el temperamento como moderador de las interacciones del niño con sus cuidadores. Siguiendo la explicación que nos aporta el modelo biopsicosocial, la secuencia podría ser la siguiente: niños con un carácter activo, intenso, irritable, tienen más probabilidad de reaccionar de forma conductualmente inapropiada o exagerada ante cualquier pequeña dificultad. Estos niños, debido a su conducta explosiva, tienden a crear estrés en su relación con la madre. Esto puede hacer que estas madres tiendan a evitar el contacto con su hijo “difícil” y a percibir la conducta del niño como problemática; esto implicaría una interacción madre/hijo defectuosa, que puede ser el inicio del desarrollo de ciclos coercitivos que llevan a la instauración de conductas agresivas (Maccoby y Jacklin, 1980; Sanson, Oberklaid, Pedlow y Prior, 1991; Patterson, Dishion y Reid, 1992). En esta secuencia no sólo el temperamento estaría implicado, sino también una falta de recursos familiares para responder adecuadamente a las dificultades de interacción del niño y unas circunstancias ambientales estresantes (Sanson, Smart, Prior y Oberklaid, 1993).

Los Niños Agresivos

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Agresividad

Citation preview

Page 1: Los Niños Agresivos

Los niños agresivos tienden hacia el psicoticismo, muestran despreocupación por los demás, gusto por burlarse de otros, una alta extraversión, temperamento expansivo e impulsivo, e inclinación por las situaciones de riesgo. Su autoestima, contrariamente a lo que tradicionalmente se piensa, se sitúa dentro de márgenes aceptables; aunque se tendría que ahondar en este sentido ya que se describen dos tipos de agresores: los instrumentales, que

buscan demostrar su dominio y no manifiestan emociones negativas y los reactivos que responden hostilmente a

cualquier indicio de amenaza. Posiblemente el segundo grupo tenga una autovaloración más negativa.

Numerosos estudios identifican el temperamento como moderador de las interacciones del niño con sus

cuidadores. Siguiendo la explicación que nos aporta el modelo biopsicosocial, la secuencia podría ser la siguiente:

niños con un carácter activo, intenso, irritable, tienen más probabilidad de reaccionar de forma conductualmente

inapropiada o exagerada ante cualquier pequeña dificultad. Estos niños, debido a su conducta explosiva, tienden a

crear estrés en su relación con la madre. Esto puede hacer que estas madres tiendan a evitar el contacto con su

hijo “difícil” y a percibir la conducta del niño como problemática; esto implicaría una interacción madre/hijo

defectuosa, que puede ser el inicio del desarrollo de ciclos coercitivos que llevan a la instauración de conductas

agresivas (Maccoby y Jacklin, 1980; Sanson, Oberklaid, Pedlow y Prior, 1991; Patterson, Dishion y Reid, 1992).

En esta secuencia no sólo el temperamento estaría implicado, sino también una falta de recursos familiares para

responder adecuadamente a las dificultades de interacción del niño y unas circunstancias ambientales estresantes

(Sanson, Smart, Prior y Oberklaid, 1993).

Diversos autores describen a los niños que se ven inmersos en situaciones coercitivas como sujetos que no han

aprendido las habilidades sociales necesarias para relacionarse con los demás; no se les ha enseñado a ser

disciplinados en la consecución de objetivos; ni han aprendido a aceptar la crítica.

Page 2: Los Niños Agresivos

Los niños agresivos tienden a atribuir más intenciones hostiles a sus semejantes cuando la situación de

provocación es ambigua. Las madres de estos niños agresivos también tienden a realizar más atribuciones de

hostilidad a las conductas de sus hijos; atribuyen la mala conducta del niño a rasgos de personalidad negativos,

responsabilizan más al niño por su conducta, se sienten más heridas por esas malas conductas y utilizan una

disciplina más dura para intentar evitarlas. En varios estudios aparece una correlación positiva entre la

agresividad infantil y la tendencia de las madres a realizar atribuciones hostiles a la conducta de sus hijos. El

sesgo en la percepción y procesamiento de la información se cree que puede ser transmitido de padres a hijos

(Dix y Lochman, 1990; Pettit, Dodge y Brown, 1988).

Psicopatología familiar

Se ha relacionado la sintomatología depresiva y la hostilidad materna con conductas agresivas en escolares. La

depresión materna predice problemas externalizantes en preescolares y multiplica por seis el riesgo de trastorno

de conducta en el niño. Estos síntomas depresivos pueden estar presentes en las primeras etapas de la vida del

niño y condicionar el establecimiento de un apego desorganizado (Campbell, 1991; Lyons-Ruth, Alpern y

Repacholi, 1993; Jané, Araneda, Valero y Domènech, 1999).

La falta de implicación de la madre en su relación con su hijo no parece guardar relación con las conductas

agresivas de los niños. Sí se da una fuerte relación entre la agresividad infantil y los problemas psicosociales

maternos (Lyons-Ruth, 1996).

- hostilidad y competitividad: Uno de los más estudiados predictores de adaptación infantil en trabajos sobre

Page 3: Los Niños Agresivos

familias ha sido el conflicto marital. Se ha visto que cuando esta hostilidad se expresa abiertamente e implica al

niño, éste muestra claros signos de ansiedad, incluso en edades muy tempranas (Cumming y Daves, 1994). Pero,

cuando esta situación no envuelve al niño, el impacto no es tan negativo. El estrés marital no es un fenómeno

unidireccional, determinados aspectos del matrimonio inciden diferencialmente en el ajuste del niño; así como el

niño también incide en el matrimonio.

- implicación diferencial entre padres: El distanciamiento, o la exclusión, de uno de los padres en la interacción

con el niño puede ser experimentado por éste como un vacío en la familia, impulsando al niño hacia sentimientos

de inseguridad, ansiedad, tristeza, etc... llevándole al desarrollo de sintomatología internalizante.

- armonía familiar: Ésta actuaría como factor protector, aumentando el sentimiento de seguridad, ayudando a una

mejor adaptación del niño y al desarrollo de conductas prosociales.

Otro aspecto a considerar en este contexto multifactorial es el “coparenting” encubierto: cómo promueve el padre

y la madre por separado la cohesión familiar cuando el otro cónyuge no está, qué imagen de éste le dan al niño,

si lo descalifican, aprueban, etc.. (McHale y Rasmussen, 1998). Los resultados del estudio de McHale apoyan la

hipótesis de que altos niveles de Hostilidad-Competitividad y bajos de Armonía familiar se asocian a puntuaciones

elevadas de agresividad en edad escolar. Por otro lado, los niños menos problemáticos eran aquellos que tenían

un padre que promovía la cohesión familiar y una madre poco crítica con la postura de su compañero.

Otro dato que aporta el estudio de McHale es la observación de que las mujeres que provienen de ambientes

familiares estresantes tienden a ser más críticas con su pareja delante de sus hijos. También coincide que las

Page 4: Los Niños Agresivos

familias que muestran altos índices de hostilidad-competitividad durante la infancia del niño, son las que en el

periodo preescolar tienen madres más críticas con sus maridos. Ambos índices por separado (criticismo materno y

hostilidad-competitividad) aparecen como buenos predictores de conducta agresiva en edades preescolares.

EVOLUCIÓN DE LA AGRESIVIDAD

La agresividad natural de los niños, es decir, la que se considera adaptativa, aumenta con la edad y va variando

desde la forma física e instrumental hacia el tipo verbal y hostil. Va cambiando la forma, el objeto y la finalidad de

la agresividad: de los 4 a 7 años ésta se manifiesta en forma de enojo, celos y envidia, y por lo general se orienta

hacia los padres, teniendo como finalidad dar salida al conflicto amor-odio que genera la internalización de las

normas morales. Entre los 6 hasta los 14 años aparecen otras formas de agresividad y el objeto de las agresiones

se amplía de los padres a los hermanos e incluso hacia el propio sujeto; la finalidad en este periodo es competir y

ganar (Cerezo, 1997).

En cuanto a la agresividad desadaptada, la que se sale de esta línea evolutiva, alrededor de la mitad de los niños

calificados como agresivos continúan siendo agresivos en edades más maduras. Estos niños agresivos

persistentes suelen ser los que tuvieron un inicio precoz, muestran un gran abanico de sintomatología hostil tanto

en casa como en la escuela, tienen problemas de hiperactividad y desarrollan conductas antisociales encubiertas,

tales como robar o mentir, durante los primeros años escolares (Lyons-Ruth, 1996).

La idea de que la agresividad, una vez establecida, tiende a perdurar, puede llevar a pensar que esta conducta es

intratable y no tiene solución, pero lo cierto es que entre el 25 y el 50% de niños con un inicio temprano de

Page 5: Los Niños Agresivos

comportamiento agresivo, reducen su agresividad (Hinshaw, Lahey y Hart, 1993).

La que podríamos llamar agresividad transitoria y la duradera no se han de considerar dos categorías diferentes

de conducta, lo más acertado es pensar que los niños que sólo presentan conductas agresivas durante una etapa

de su vida están expuestos a menos factores de riesgo, o estos son cualitativamente menos significativos, en

comparación con los agresivos persistentes (Prior, Smart, Nursey, Sanson y Oberklaid, 1991).

Patterson y Bank (1989) dividen a los adolescentes con problemas de conducta en dos grupos: los de inicio

temprano y los de inicio tardío.

El modelo explicativo para los sujetos agresivos precoces consta de dos pasos:

- Paso 1: interacción coercitiva entre padre-hijo caracterizada por reprimendas y disciplina inconsistente, irritable

y explosiva, lo que lleva al niño a adquirir un comportamiento agresivo

- Paso 2: esta agresividad da lugar a un rechazo por parte de los otros, fracaso escolar y humor depresivo.

Este proceso es seguido por actos delictivos, adherencia a grupos de riesgo y abuso de sustancias, así como por

fracasos laborales.

Para comenzar este apartado, he querido destacar que Olweus define

este comportamiento a través de tres criterios:

a. Es un tipo de conducta agresiva dirigida a hacer daño.

b. Repetida en el tiempo.

c. Se produce en el seno de una relación interpersonal caracterizada

por un desequilibrio de poder.

Los estudios realizados sobre la violencia en la escuela, a la que se ha

denominado con el término ingles “bullying”, derivado de “bull” -matón-,

reflejan que ésta se produce con una frecuencia bastante superior a la que

cabría esperar. Parece que a lo largo de su vida escolar todos los alumnos

Page 6: Los Niños Agresivos

podrían verse dañados por este problema, como observadores pasivos, como

víctimas, o como agresores.

Como sucede con cualquier otra forma de violencia, la intimidación y

victimización que se produce en la escuela puede dañar a todas las personas

que conviven en ella. En la víctima produce miedo y rechazo al contexto en que

se sufre esa violencia, con pérdida de confianza en sí mismo y en los demás;

ello acarrea casi siempre problemas de rendimiento académico, baja

autoestima, angustia, etc.

En el agresor aumentan los problemas que le llevaron a abusar de su

fuerza, porque disminuye su capacidad para la empatía, principal motor de la

competencia socioemocional, reforzándose un estilo violento de interacción que

representa un grave problema para su propio desarrollo al obstaculizarse el

establecimiento de relaciones positivas con el entorno que le rodea.

Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente

a la víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta

por estas conductas de bloqueo.

Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o

comunicar con otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son

indicadores que apuntan un intento por parte de otros de quebrar la red social

de apoyos del niño.

Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima

para hacerle llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el

grupo de iguales, como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido, llorica,

etc. El hacer llorar al niño desencadena socialmente en su entorno un

fenómeno de estigmatización secundaria conocido como mecanismo de chivo

expiatorio. De todas las modalidades de acoso escolar es la más difícil de

combatir en la medida que es una actuación muy frecuentemente invisible y

Page 7: Los Niños Agresivos

que no deja huella. El propio niño no identifica más que el hecho de que nadie

le habla o de que nadie quiere estar con él o de que los demás le excluyen

sistemáticamente de los juegos

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones

de hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, falta de

respeto y desconsideración por la dignidad del niño. El desprecio, el odio, la

ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la manifestación

gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de esta escala.

El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los

que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo

poder social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por

los demás que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las

coacciones implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas

sexuales no deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o

sobre sus hermanos.

Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la

participación al niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con las

que el grupo que acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo, tratarlo

como si no existiera, aislarlo, impedir su expresión, impedir su participación en

juegos, se produce el vacío social en su entorno.

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar,

amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción

intimidatoria. Con ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus

indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico

intimidatorio, acoso a la salida del centro escolar.

Prevención de la Violencia en la Escuela y la Familia

a) Objetivos del programa:

Page 8: Los Niños Agresivos

El objetivo general es crear una base de conocimientos sobre

estrategias diseñadas para la prevención y tratamiento de diferentes formas de

violencia familiar y escolar desde la perspectiva del niño. Estas estrategias

presuponen la participación ciudadana y una cooperación democrática en la

implementación de proyectos pilotos locales preparados durante el programa e

iniciados por los participantes.

Contribuir a la creación de estrategias destinadas a identificar,

disminuir y prevenir las expresiones de violencia tanto en la escuela como en la

familia.

Crear un espacio de encuentro que posibilite diferentes formas de

intercambio (creación de redes regionales, nacionales, etc).

Aprovechando los conocimientos sobre la experiencia sueca en el

trabajo preventivo, así como el desarrollo en Suecia del pensamiento legislativo

en el área del niño, la mujer y la familia, los participantes podrán reflexionar

sobre sus propias prácticas de trabajo y elaborar estrategias de prevención

adaptadas a sus condiciones particulares de trabajo.

Introducir y fortalecer la perspectiva del niño y la perspectiva de género

en el trabajo profesional, en la familia y en la escuela en los métodos prácticas

de prevención de la violencia familiar y escolar.

A partir de esas bases los participantes elaborarán y formularán

proyectos pilotos concretos en sus propios países, proyectos a realizar dentro

de sus áreas particulares de trabajo, supervisados por los profesionales

responsables del programa.

En un encuentro regional posterior se discutirán estos proyectos, su

viabilidad como estrategias de prevención de la violencia familiar y escolar. En

este mismo encuentro se evaluarán los conocimientos adquiridos sobre

métodos y estrategias de trabajo durante todo el programa.

Page 9: Los Niños Agresivos

b) Estrategias para la prevención de violencia

Estimular los factores "protectores”: Algunos de los factores protectores que

pueden contrarrestar el impacto negativo de los factores de riesgo asociados

con la violencia son:

• Características individuales: Cociente intelectual alto, temperamento

flexible y adaptable, personalidad llevadera, disfrutar de las interacciones

sociales. Teniendo factores de riesgo similares, las niñas son mucho

menos propensas a tornarse violentas que los varones.

• Vínculos personales ("bonding"): Las relaciones fuertes y positivas con

familiares, maestros u otros adultos pueden lograr que los jóvenes

sientan que alguien tiene interés y se preocupa por ellos.

• Adultos con creencias saludables y estándares claros: Los adultos

pueden servir de modelo y demostrarle al joven que es posible tener

éxito en la vida sin recurrir a la violencia.

• Intervenciones al nivel individual:

Acercarse a los estudiantes y mostrar un interés positivo en

ellos.

Proveer acceso a tutores o mentores en la escuela o en los

negocios, organizaciones de servicio, universidades o iglesias

locales.

Ofrecer empleo a tiempo parcial u oportunidades de trabajo

voluntario.

Estimular a los estudiantes a participar en actividades

recreativas para jóvenes auspiciadas por la escuela o la

comunidad, o en esfuerzos colaborados contra la violencia

juvenil.

Estrategias de la escuela: Para crear un ambiente escolar seguro es

Page 10: Los Niños Agresivos

necesario que se demuestre respeto, comunicación y responsabilidad

mutua hacia los que nos rodean día a día. Un ambiente escolar positivo

les brinda a los jóvenes herramientas necesarias para manejar los

conflictos en formas no violentas.

Las siguientes son algunas maneras de facilitar la creación de este tipo

de ambiente:

Programas de consejería y para el manejo del coraje.

Programas de mediación y resolución de conflictos.

Un sistema confidencial que le permita a los jóvenes alertar

al personal escolar sobre sus preocupaciones con relación a

sus compañeros. Es importante recalcar la diferencia entre

ser un "soplón" y proteger su seguridad.

Intervenciones de alcohol y drogas para los jóvenes y sus

familias.

Enlaces con las agencias que le sirven a jóvenes y con las

agencias policíacas en la comunidad.

Horario escolar extendido para actividades recreativas

organizadas, cuido de niños, etc.

Clases sobre las destrezas de cómo ser buenos padres.

Centros de crisis localizados en la escuela con personal

profesional que pueda trabajar con los jóvenes violentos. El

centro también puede ser utilizado como un lugar para

calmarse o "enfriarse".

Un equipo de crisis que incluya maestros, administradores y

otro personal escolar.

Ofrecerle a todo el personal escolar adiestramientos sobre el

manejo de jóvenes violentos.

Page 11: Los Niños Agresivos

Vigilancia por guardias y personal escolar.

Padres que trabajen como guardianes o asistentes de

maestros.

Según Fernández García (1998) existen diversos tipos de actos

violentos:

• los actos disruptivos en el aula, que aunque no se consideran

violentos por la sociedad, son causa de resentimiento, desajuste

curricular, del profesorado y del alumno y cultivo de una escalada

de conflictos.

• abusos verbales o psicológicos entre alumnos, entre profesoresalumnos

y entre alumnos-profesores.

• el vandalismo o destrozo y los robos, que serían violencia en el

sentido de que no va dirigida hacia una persona, sino hacia objetos

dentro de la institución

• el absentismo o falta de asistencia de los alumnos a clase con

regularidad

Por último, decir que para tratar la violencia escolar no basta con

proporcionar información, ya que habría que tener en cuenta que la violencia,

además de un componente cognitivo tiene otros aspectos de distinta

naturaleza. Según Díaz-Aguado (1996), los componentes de la violencia son:

a) El componente cognitivo hace referencia a las deficiencias cognitivas

que impiden comprender los problemas sociales y que conducen a

conceptualizarlos de forma absolutista y dicotómica (en términos de

blanco o negro), graves dificultades para inferir adecuadamente

cuáles son las causas que originan los problemas, la tendencia a

extraer conclusiones excesivamente generales a partir de

informaciones parciales, etc.

Page 12: Los Niños Agresivos

b) el componente afectivo o evaluativo, se refiere al aumento en el

riesgo de manifestar violencia cuando ésta se asocia a valores o

personas con las que el sujeto se identifica; en este caso, las

actitudes que se observan en los agentes de socialización

(compañeros, padres y profesores).

c) el componente conductual, ya que la violencia suele producirse por

la falta de habilidades que permitan resolver los conflictos sociales;

las experiencias específicas que se han vivido en la solución a los

conflictos sociales son las que más influyen en este componente.

La violencia escolar es problema interpersonal, que surge en la relación

de unos individuos con otros. Ésta, como todos los problemas de

comportamiento, es posible abordarla mediante estrategias preventivas o bien

mediante estrategias de intervención en el problema, cuando éste ya ha

aparecido.

Esto no quiere decir que los profesores sólo puedan actuar sobre la

violencia antes de que aparezcan situaciones conflictivas, ya que cuando

hablamos de prevención, tenemos que diferenciar tres niveles (Caplan, 1964):

a) prevención primaria, en la que se intenta reducir la incidencia de

nuevos problemas en una comunidad antes de que ocurran,

cambiando las condiciones que los producen.

b) prevención secundaria, en la que se trata de reducir la duración y

gravedad de un número significativo de los problemas que

ocurren mediante su tratamiento precoz (antes de que se hagan

más graves) e identificando a grupos de alto riesgo.

c) prevención terciaria, en la que se trata de reducir los daños

ocasionados por los trastornos existentes, y que se acerca ya

mucho a la intervención. La escuela es un contexto idóneo para

Page 13: Los Niños Agresivos

trabajar la prevención de la violencia fundamentalmente en sus

dos primeros niveles y creemos que debe asumir este papel.

1. Intervención precoz:

Cuanto más temprana mucho mejor, debe ser continua en el tiempo,

debemos lograr ambientes saludables. La mejor etapa para empezar es desde

Agresividad y Violencia en la Escuela

Mirian García Ramos Página 47

la educación infantil, estableciendo estrategias preventivas, fomentando los

valores, normas y conductas sociales.

Los mediadores prioritarios en el proceso son: el profesorado, las

familias y la comunidad educativa.

2. Desde una metodología holística:

Las connotaciones de este modelo son asumir el desarrollo del ser

humano desde un enfoque global, integrando al alumno en el contexto social y

estudiando las condiciones medioambientales que le rodean.

Desde esta metodología la prevención y la intervención en el sistema

educativo deben dirigirse no sólo a la institución educativa, sino también al

ámbito familiar y sociocultural.

3. Crear un clima positivo:

Promoviendo la participación, la comunicación interpersonal, la

asunción de responsabilidades y el aprendizaje cooperativo a través de

técnicas y estrategias como: debates, fiestas, teatros, juegos

cooperativos, trabajos por proyectos, talleres, rincones, campeonatos

deportivos, etc.

Organizando un ambiente de trabajo de forma coherente con las

técnicas y estrategias propuestos anteriormente, distintas formas de:

distribuir el tiempo, organizar el espacio, agrupar a los alumnos, etc.

Page 14: Los Niños Agresivos

Orientando a los chicos y chicas hacia la autogestión y la autodisciplina:

elaborando contratos de trabajo, distribución compartida de

responsabilidades, establecimiento de normas y principios de

convivencia.

Mantener determinadas actitudes dependiendo de la víctima.

En general, podríamos decir que para prevenir la violencia escolar,

debemos tratar de crear un buen clima social en el centro, así como tratar de

proporcionar herramientas adecuadas para ir sustituyendo la agresividad como

estrategia de resolución de conflictos que como hemos visto es frecuente y útil

en los primeros años, cuando aún no se dispone de otros recursos.

El primer paso para prevenir la violencia es reconocer que en el ámbito

escolar aparecen numerosas situaciones de conflicto, en las que se dan

perspectivas e intereses contrapuestos, y admitir que hay diversas maneras

de enfrentarse a ellos, no todas igualmente deseables. Por tanto, se hace

necesario trabajar las habilidades personales que contribuyen a adoptar

estrategias adecuadas para resolver los conflictos, como la negociación y la

cooperación, o búsqueda de soluciones que beneficien a ambas partes, en

lugar de otras menos deseables, como competición, huida y acatamiento

incondicional que satisface al adversario.

El trabajo cooperativo es una metodología, una forma de organizar el

trabajo se los alumnos en clase que puede llevarse a la práctica en cualquier

área y que es coherente con la filosofía de la resolución de conflictos. Con el

trabajo cooperativo se pretende vincular a los alumnos entre sí de manera que

cada uno de ellos sienta que sus logros benefician también a sus compañeros,

que son colaboradores para conseguir la meta que se persigue y no

competidores. Martín García (1997) señala que son varias las investigaciones

que concluyen que éste método organizativo es más eficaz que las formas

Page 15: Los Niños Agresivos

tradicionales de enseñanza-aprendizaje. Además, de esta forma estamos

utilizando el potencial de los compañeros para la prevención de la violencia.

De hecho, es en la relación con los compañeros en la que se aprende un

importante principio social que difícilmente se aprende en otros contextos: la

estrecha reciprocidad que caracteriza a la mayoría de las relaciones sociales,

condición que permite aprender a negociar (Díaz-Aguado, 1996). El trabajo

cooperativo es precisamente un enfoque de la enseñanza basado en la

influencia de la interacción social; en general, los alumnos están

acostumbrados a recibir ayuda de los adultos y pocas veces tienen la

oportunidad de comprobar su propia eficacia ayudando a otra persona,

mejorando con ello su autoestima.

La cooperación, además de utilizarse como metodología en el trabajo de

clase, también puede emplearse para la resolución de conflictos escolares.

Puig Rovira (1997), propone aplicar un conjunto de estrategias conductuales

para resolver de forma cooperativa la infinidad de pequeños problemas que

pueden surgir en las aulas escolares. Según el autor, se deben admitir, acoger

y comentar cada uno de estos pequeños problemas, orientándolos de forma

positiva y tratándolos á partir de las apreciaciones y puntos de vista de los

alumnos.

Además de estos procedimientos, que se pueden utilizar en cualquier

área y tema, también es conveniente el tratamiento explícito de determinadas

cuestiones con los alumnos y alumnas, estableciendo áreas de trabajo como

las habilidades sociales, la resolución de conflictos como contenido en sí o la

creación de normas disciplinarias.

Estrategias de intervención:

En ocasiones, a pesar de poner en funcionamiento estrategias de

prevención de la violencia escolar, habrá alumnos que presenten problemas

Page 16: Los Niños Agresivos

que no puedan ser abordados desde la escuela y necesiten una atención

individualizada por parte de un psicoterapeuta. Además, la estrategia de

intervención depende del tipo de problema concreto que presente el alumno

(disrupción en el aula, conducta antisocial, abuso de compañeros, etc.).

En estos casos es importante la colaboración del psicoterapeuta con

los profesores y la familia del niño, ya que muchos de los procedimientos y

estrategias deberán llevarse a cabo por estos últimos aunque bajo la

supervisión del primero. Éste seleccionará el procedimiento a seguir, después

de evaluar al niño, realizará un seguimiento y finalmente evaluará los

resultados.

Existen diversos procedimientos, entre los que podemos encontrar

(Serrano Pintado, 1996):

a) Procedimientos de control de antecedentes, que implican la

manipulación de los estímulos ambientales que felicitan la

conducta violenta, así como aquellos que felicitan las conductas

alternativas.

b) Procedimientos de control de consecuencias, que implica la

manipulación de las consecuencias a través de la extinción, el

castigo o el reforzamiento de conductas alternativa.

c) Procedimientos de entrenamiento en habilidades sociales, cuando

la causa del comportamiento violento es un déficit en habilidades

sociales.

d) Procedimientos de mediación verbal, a través de los que se

enseña a utilizar el lenguaje antes de actuar.

Procedimientos para superar las deficiencias de codificación e

interpretación de la información.

f) Procedimientos para controlar el nivel de activación, que tratan

Page 17: Los Niños Agresivos

de enseñar a contrarrestar la excitación y la tensión de las

situaciones conflictivas a través de técnicas de relajación.

g) Procedimientos de autorregulación, con los que se ayuda a

controlar sus acciones.

Muchas veces se emplea más de un procedimiento a la vez para

producir el cambio deseado, ya que debemos tener en cuenta que tratar la

conducta violenta no implica simplemente su eliminación, sino también

fortalecer comportamientos alternativos.