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Los niños tontos

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Page 1: Los niños tontos
Page 2: Los niños tontos

Los niños tontos es un libro que cuenta con veintiún historias brevescuyosprotagonistassonniñostontosrepletosdeinocencia.Talvezseantontos precisamente porque creen que pueden ser inocentes en estemundo, antesde ser apisonadospor la edadadulta, la educaciónoelpesodelacultura.

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AnaMaríaMatute

LosniñostontosePubr1.0

Titivillus11.02.16

Page 4: Los niños tontos

Títulooriginal:LosniñostontosAnaMaríaMatute,1956

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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Laniñafea

La niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba elcabellopartidoendosmechones,trenzadosacadaladodelacara.Todoslosdíasiba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y lamanzana brillante de lamerienda.Pero lasniñasde laescuela ledecían:«Niña fea»;yno ledaban lamano,nisequeríanponerasulado,nienlaruedanienlacomba:«Túvete,niñafea». La niña fea se comía su manzana, mirándolas desde lejos, desde lasacacias,juntoalosrosalessilvestres,lasabejasdeoro,lashormigasmalignasylatierracalientedesol.Allínadieledecía:«Vete».Undía,latierraledijo:«Tútienesmicolor».A laniña lepusieron floresdeespinoen lacabeza, floresdetrapoydepapelrizadoenlaboca,cintasazulesymoradasenlasmuñecas.Eramuytarde,ytodosdijeron:«Québonitaes».Peroellasefueasucolorcaliente,alaromaescondido,aldulceesconditedondesejuegaconlassombrasalargadasdelosárboles,floresnonacidasysemillasdegirasol.

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Elniñoqueeraamigodeldemonio

Todoelmundo,enelcolegio,enlacasa,enlacalle,ledecíacosascruelesyfeas del demonio, y él le vio en el infierno de su libro de doctrina, lleno defuego, con cuernos y rabo ardiendo, con cara triste y solitaria, sentado en lacaldera.«Pobredemonio—pensó—,escomolosjudíos,quetodoelmundolesechadesutierra».Y,desdeentonces,todaslasnochesdecía:«Guapo,hermoso,amigomío»al demonio.Lamadre, que leoyó, se santiguóy encendió la luz:«Ah, niño tonto, ¿tú no sabes quién es el demonio?». «Sí—dijo él—, sí: eldemonio tientaa losmalos,a loscrueles.Peroyo,comosoyamigosuyo,serébuenosiempre,ymedejaráirtranquiloalcielo».

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Polvodecarbón

Laniñadelacarboneríateníapolvonegroenlafrente,enlasmanosydentrode la boca. Sacaba la lengua al trozo de espejo que colgó en el pestillo de laventana,semirabaelpaladar,yleparecíaunacapillitaahumada.Laniñadelacarboneríaabríaelgrifoquesiempre tintineaba,aunqueestuvieracerrado,conunaperlitatenue.Elaguasalíafuerte,comochascadaenmilcristalescontralapila de piedra. La niña de la carbonería abría el grifo del agua los días queentrabaelsol,paraqueelaguabrillara,paraqueelaguasetriplicaseenlapiedrayenel trocitode espejo.Unanoche, laniñade la carboneríadespertóporqueoyóalalunarozandolaventana.Saltóprecipitadamentedelcolchónyfuealapila,dondeamenudosereflejaban lascarasnegrasde loscarboneros.Todoelcieloytodalatierraestabanllenos,embadurnadosdelpolvonegroquesefiltrapordebajodelaspuertas,porlosresquiciosdelasventanas,mataalospájarosyentraenlasbocastontasqueseabrencomocapillitasahumadas.Laniñadelacarboneríamiróalalunacongranenvidia.«Siyopudierameterlasmanosenlaluna—pensó—.Siyopudiera lavarmelacaracon la luna,y losdientes,y losojos». La niña abrió el grifo, y, a medida que el agua subía, la luna bajaba,bajaba, hasta chapuzarse dentro. Entonces la niña la imitó. Estrechamenteabrazadaalaluna,lamadrugadavioalaniñaenelfondodelatina.

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Elnegritodelosojosazules

Unanochenacióunniño.Supieronqueera tontoporqueno llorabayestabanegrocomoelcielo.Lo

dejaronenuncesto,yelgatolelamíalacara.Pero,luego,tuvoenvidiaylesacólosojos.Losojoseranazuloscuro,conmuchascintasencarnadas.Nisiquieraentonceslloróelniño,ytodosloolvidaron.

Elniñocrecíapocoapoco,dentrodelcesto,yelgato,queleodiaba,lehacíadaño.Masélnosedefendía,porqueeraciego.

Un día llegó a él un viento muy dulce. Se levantó, y con los brazosextendidosylasmanosabiertas,comoabanicos,salióporlaventana.

Fuera,elsolardía.Elniñotontoavanzóporentreunahileradeárboles,queolíanaverdemojadoydejabansombraoscuraenelsuelo.Alentrarenella,elniñosequedóquieto,comosibebieramúsica.Ysupoquelehacíanfalta,muchafalta,susdosojosazules.

—Eran azules—dijo el niño negro—. Azules, como chocar de jarros, elsilbidodel tren,el frío.¿Dóndeestaránmisojosazules?¿Quiénmedevolverámisojosazules?

Perotampocolloró,ysesentóenelsuelo.Aesperar,aesperar.Sonaron el tambor y la pandereta, los cascabeles, el frufrú de las faldas

amarillasyelsuaverastreodelospiesdescalzos.Llegarondosgitanas,conunosogrande.Pobreosogrande,conlapielagujereada.Lasgitanasvieronalniñotontoynegro.Levieronquieto,lasmanosenlasrodillas,lascuencasdelosojosrojasyfrescas,ynolecreyeronvivo.Peroeloso,almirarsucaranegra,dejódebailar.Ysepusoagemiryllorarporél.

Lasgitanashostigaronalanimal:lepegaron,ylemaldijeronsuspalabrasdecuchillo.Hastaque sintieronenel espinazounalientodebrujasy sealejaron,con pies de culebra. Ataron una cuerda al cuello del oso y se lo llevaron arastras,llenasdepolvo.

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Cayerontodaslashojasdelosárboles,y,enlugardelasombra,bañóalniñotontoelcolorrojoydorado.Lostroncossehicieronnegrosymuyhermosos.Elsol corría carretera adelante cuando apareció, a lo lejos, un perro color canelaquenoteníadueño.Elniñosintiósuspasoscercaycreyóoírqueledabavueltasalacola,comounmolino.Pensóqueestabacontento.

—Dime,perrosinamo,¿vistemisdosojosazules?Elperropuso laspatas en sushombrosy lamió su cabezadeuvasnegras.

Luego,llorólargamente,muylargamente.Susladridosseibandetrásdelsol,yaescondidoenelpaísdelasmontañas.

Cuandovolvió eldía, el niñodejóde respirar.Elperro, tendidoa suspiestoda lanoche,derramódos lágrimas.Tintinearon,comopequeñascampanillas.Acostumbradoaandarenlatierra,conlasuñashizounhondoagujeroqueolíaalluviayagusanitospartidos,amariquitasrojaspunteadasdenegro.Escondióalniñodentro.Bienescondido,paraquenadie,nilosocultosríos,nilosgnomos,nilasferoceshormigas,leencontraran.

Llegó el tiempo de los aguaceros y del aroma tibio, y florecieron dosmiosotisgemelosenlatierrarojadelniñotontoynegro.

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Elañoquenollegó

Elniñodebíacumplirunaño.Salióalapuertaymiróelbordedelascosas,donde se puso una luz de color distinto a todo. «Voy a cumplir un año, estanoche, a las diez», dijo. La luz se hizo más viva, extendiéndose, llenando lacortezadelcielo.Elniñotendiólosbrazosyempezóaandar,torpemente.Tenía,sujeto a cada pie, un saquito de arena dorada. Oyó el grito estridente de losvencejosSubían,comounasalpicaduradetinta,haciaaquellaluzhermosa.«Voyacumplirunaño,estanoche,alasdiez».Peroelgritodelosvencejosagujereólacortezadeluz,elcolorqueeradistintoatodaslascosas,yaquelaño,nuevo,verde,tembloroso,huyó.Escapóporaquelagujero,ynosepudocumplir.

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Elincendio

Elniño cogió los lápices color naranja, el lápiz largo amarillo y aquel porunapuntaazulylaotrarojo.Fueconellosalaesquina,ysetendióenelsuelo.Laesquinaerablanca,aveceslamitadnegra,lamitadverde.Eralaesquinadelacasa,ytodoslossábadoslaencalaban.Elniñoteníalosojosirritadosdetantoblanco, de tanto sol cortando sumirada con filos de cuchillo. Los lápices delniñoerannaranja,rojo,amarilloyazul.Elniñoprendiófuegoalaesquinaconsus colores. Sus lápices—sobre todo aquel de color amarillo, tan largo— seprendierondelospostigosylascontraventanas,verdes,ytodocrujía,brillaba,setrenzaba.Sedesmigósobresucabeza,enunahermosalluviadeceniza,queleabrasó.

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Elhijodelalavandera

Alhijodelalavanderaletirabanpiedraslosniñosdeladministradorporqueiba siemprecargadoconunbalde llenode ropa,detrásde lagordaqueera sumadre, camino de los lavaderos. Los niños del administrador silbaban cuandopasaba,ysereíanmuchoviendosuspiernas,queparecíandosestaquitassecas,deesasquesepartenconelcalor,dandounchasquido.Alniñodelalavanderadabanganasdeabrirlelacabezapelada,comounmelón-cepillo,apedradas;lacabezaalargadaygris,concosturones,lacabezaidiota,quedabatantarabia.Alniñodelalavanderaundíalebañósumadreenelbarreño,ylepusojabónenlacabeza rapada, cabeza-sandía, cabeza-pedrusco, cabeza-cabezón-cabezota, quehabíaquepartírseladeunavez.Ylagordalediounbesoenlamondalirondacabezorra,yallídondeelbeso,apedradalimpialesacaronsangreloshijosdeladministrador,esperándoleescondidos,detrásdelaszarzamorasflorecidas.

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Elárbol

Todoslosdías,cuandovolvíadelcolegio,elniñoquesoñabamirabaaquellagran ventana del palacio. Dentro de la ventana había un árbol. El niño no lopodía comprender, y ni siquiera en sueños podía explicárselo. Alguna vez ledecíaasumadre:«Enesepalacio,dentrodelahabitación,alotroladodelcristaldelaventana,tienenunárbol».Lamadrelemirabaconojosseriosyfijos.Depronto,parecíaqueteníamiedo,yleponíalamanoenlacabeza:«Noimporta,niño»,ledecía.Peroelrecuerdodelárbolperseguíaalniñofueradesussueños.«Vielárbolayerporlamañanayayerporlatarde,dentrodelahabitación.Losdeesepalaciotienenunárbolenelcentrodelasala.Yolohevisto.Eselárbolgemelodelqueviveenlaacera,dentrodesucuadritodetierra,entreelcemento.Sí,madre,eselárbolgemelo,lesviayerhacersemuecasconlasramas».Comono podía ya pensar en otra cosa, hasta sus sueños le abandonaron. Cuandollegaronlosdíassinmañana,sintarde,ninoche,cuandolamanodelamadresequedabamucho rato en su frente, para frenar supensamiento, el niñobuscabaafanosamenteenelsuelodesucuartitoydebajode lacama:«Talvezelárbolme vaya buscando por debajo de la tierra, y vaya empujando la tierra, y meencuentre».Elmiedodelamadrelellegabaalniñoalagargantaysusdientescastañeteaban.«Noimporta,niño».

Porfin,undía,vinolanoche.Entróenelcuartoyselollevótodo.«Madre,quéárboltangrande»,dijoelniño,perdidoentresusramas.Peronisiquieraoíayalavozquerepetía:«Noimportaniño,noimporta».

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Elniñoqueencontróunviolínenelgranero

Entreloshijosdelgranjerohabíaunodelargoscabellosdorados,curvándosecomovirutasdemadera.Nadieleoyóhablarnunca,peroteníalavozhermosa,que no decía ninguna palabra, y, sin embargo, se doblaba como un junco, setensaba como la cuerda de un arco, caía como una piedra, a veces; y otrasparecíaelululardelvientoporelbordedelamontaña.

AesteniñolellamabanZum-Zum.Nadiesabíaporqué,como,quizá,ni lamismagranjera—siempreatareadadeunladoparaotro,siempreconlasmanosocupadas—sabíacuándollegóelmuchachoalmundo.Zum-Zumnohacíacasodenadie.Si le llamaban losniños, sealejaba,y losniñospensabanquecreciódemasiado para unirse a sus juegos. Si los hermanos mayores le requerían,tambiénZum-Zumsealejaba,ytodospensabanqueaúnerademasiadopequeñoparaeltrabajo.Aveces,entresusquehaceres,lagranjeralevantabalacabezayleveíapasar,comoelrumordeunahoja.Sefijabaensuspiessinzuecos,ysedecía: «Cubriré esos pies heridos. Debo cubrirlos, para que no los corte laescarcha,ni losenlodela lluvia,ni losmuerdanlaspiedras».PeroluegoZum-Zumsealejaba,yellaolvidaba,entre tantosmuchachos,acuáldebíacomprarzuecos.Siseponíaacontarlosconlosdedos,lascuentassalíanmalalllegaraZum-Zum:¿entrequiénesnació?,¿entrePedroyJuan?,¿entrePabloyJosé?Ylagranjeraempezabadenuevosuscuentas,hastaquellegabaelolordelhorno,ycorríaprecipitadamentealacocina.

Una tarde,Zum-Zumsubió al granero.Fuerahabía llovido, perodentro sepaseabaelsol.Albordedelaventanaviogotitasdeagua,quebrillabanycaían,con un tintineo que le llenó de tristeza. Había también una jaula de hierro, ydentrouncuervo,atrapadoporlosmuchachosmayores.Elcuervonegroempezóasaltar,muyagitado,alverle.Enunaesquinadormíaelperro,quelevantóunaoreja.

—¡Yaestáaquí!—chillóelcuervo,desesperado—.¡Yaestáaquí,paramirar

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yescuchar!—Nacióuna tarde comoésta—dijo el perro, en cuyo lomohabíamuchos

pelosblancos.Zum-Zummiróenderredorconsusclarosyhondosojos,yluegoempezóa

buscaralgo.Sabíaquedebíabuscaralgo.Habíamazorcasdemaízymanzanas,peroélbuscabaenlosrinconesoscuros.Alfinloencontró.Y,apesardequesucorazónsellenabadeunagranmelancolía,lotomóensusmanos.Eraunviejoviolín,llenodepolvo,conlascuerdasrotas.

—De nada sirve el violín, si no tiene voz —dijo el cuervo, saltando ygolpeándoseconlosbarrotes.

Zum-Zumsesentóparaanudarlascuerdas,queseretorcíanhurañamente.—No te hagas daño, niño—dijo el perro—. El violín perdió su voz hace

unos años, y tú apareciste en la granja, pobreniño tonto.Lo recuerdo, porquesoyviejoymilomoestácubiertodepelosblancos.

Elcuervoestabaenfadadísimo:—¿Paraquésirve?Esgrandepara jugar,espequeñoparael trabajo.Como

persona,nosirveparagrancosa.Elperrobostezó,selamiótristementelaspatasymiróhaciaZum-Zum,con

ojosllenosdefatalidad.Zum-Zumarreglólascuerdasdelviolín,ybajólaescalera.Elperrolesiguió.Abajo,enelpatio,estabanreunidostodoslosmuchachosymuchachasdela

granja.AlveraZum-Zumlasmuchachasdijeron:—¡Canta,niñotonto!Canta,quequeremosescucharte.PeroZum-Zumnoabrió los labios,deprontocerrados, comounapequeña

concharosadaydura.Dioelviolínalhermanomayor,yesperó.Mirabaconojoscomopozoshondosymuyclaros.Elhermanomayordijo:

—Nomemires,niñotonto.Tusojosmehacendaño.Sentían tal deseo de oír música que, con pelos de la cola del caballo, el

hermanomayorhizounarco.Tambiénelcaballoclavóenélsusojos,negrosyredondos.Yeransuplicantescomolosdelniñoycomolosdelperro.Parecíandecir:«¡Oh,sinohicieraseso!Peroespreciso,esfatal,quelohagas».

El hermano se fue de aquellos ojos, y empezó a tocar el violín. Salió unamúsicaaguda,unamúsicaterrible.Alhermanomayorleparecióqueelviolínsellenabadevida,quecantabaporsupropiogusto.

—¡EslavozdeZum-Zum,delpobreniñotonto!—dijeronlasmuchachas.Todosmiraronalniñotonto.Estabaenelcentrodelpatio,consuspequeños

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labios durosy rosados, totalmente cerrados.El niño levantó los brazosy cadaunodesusdedosbrillababajoelpálidosol.Luegosecurvó,sedoblóderodillasycayóalsuelo.

Corrieron todos a él, rodeándole. Le cogieron. Le tocaron la cara, loscabellosdecolordepaja,labocacerrada,lospiesylasmanos,blandos.

En la ventana del granero, el cuervo, dentro de su jaula, aleteabafuriosamente.Perounarisaroncaleagitaba.

—¡Oh!—dijerontodos,condesilusión—.¡Sinoeraunniño!¡Sisóloeraunmuñeco!

Yloabandonaron.Elperrolocogióentrelosdientesyselollevó,lejosdelamúsicaydeltontobailedelagranja.

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Elescaparatedelapastelería

Elniñopequeño,delospiesdescalzosysucios,soñabatodaslasnochesqueentraba dentro del escaparate. Tras el cristal había tartas demanzana, guindasrojasysalsadecaramelo,quebrillaba.Aquelniñopequeñoibasiempreseguidodeunperrodescolorido,delgado.Unperrodeperfil.

Unanoche, elniño se levantóconojos extrañamente abiertos.Losojosdeaquel niño estabanbarnizadosde almíbar, y suboca teníadientecillos agudos,ansiosos. Llegó al escaparate y apoyó la frente en el cristal, que estaba frío.Sintiógrandesolaciónenlaspalmasdelasmanos.Todoestabaapagado,ynadaveía.Peroaquelniñosonámbulovolvióasuchozaconlasredondaspupilas,decolordemielyazúcartostado,muyabiertas.

El sol llegó, grande, y el niño lo vio entrar. No podía cerrar los ojos ysuspiraba. En aquel momento una señora caritativa asomó la cabeza por lapuerta.Traíauncazollenodegarbanzosquelehabíansobrado.

—Yo no tengo hambre. Yo no tengo hambre—dijo el niño. Y la señoracaritativa, escandalizada, se fue a contarlo a todo el mundo. «Yo no tengohambre»,repitióelniño,interminablemente.

Elflacoperrillosemarchódeallí,conelcorazónoprimido.Volvió,trayendoenlabocauntrozodeescarcha,quebrillabaalsolcomoungrancaramelo.Elniñolochupódurantetodalamañana,sinquesefundieraensubocafría,contodalanostalgia.

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Elotroniño

Aquel niño era unniñodistinto.No semetía en el río, hasta la cintura, nibuscaba nidos, ni robaba la fruta del hombre rico y feo. Era un niño que noamabanimartirizabaalosperros,nilosllevabadecazaconunfusildemadera.Eraunniñodistinto,quenoperdíaelcinturón,nirompíaloszapatos,nillevabacicatrices en las rodillas, ni semanchaba los dedos de tintamorada. Era otroniño,sinsueñosdecaballos,sinmiedodelanoche,sincuriosidad,sinpreguntas.Eraotroniño,otro,quenadievionunca,queaparecióenlaescueladelaseñoritaLeocadia, sentado en el últimopupitre, con su juboncillo de terciopelomalva,bordadoenplata.Unniñoquetodolomirabaconotramirada,quenodecíanadaporquetodoloteníadicho.YcuandolaseñoritaLeocadialeviolosdosdedosdelamanoderechaunidos,sinpodersedespegar,cayóderodillas,llorando,ydijo:«¡Aydemí,aydemí!¡Elniñodelaltarestabatristeyhavenidoamiescuela!».

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Laniñaquenoestabaenningunaparte

Dentro del armario olía a alcanfor, a flores aplastadas, como ceniza enlaminillas. A ropa blanca y fría de invierno. Dentro del armario una cajaguardabazapatitosrojos,conborla,deunaniña.Allado,entrepapeldesedaynaftalina,estabalamuñeca,grandota,conmofletesabultadosyduros,quenosepodíanbesar.Enlosojosredondos,fijos,devidrioazul,sereflejabalalámpara,eltecho,latapadelacajay,enotrotiempo,lascopasdelosárbolesdelparque.Lamuñeca,loszapatos,erandelaniña.Peroenaquellahabitaciónnoselaveía.Noestabaenelespejo,sobrelacómoda.Nienlacaraamarillayarrugada,quese miraba la lengua y se ponía bigudíes en la cabeza. La niña de aquellahabitaciónnohabíamuerto,masnoestabaenningunaparte.

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Eltiovivo

Elniñoquenoteníaperrasgordasmerodeabaporlaferiaconlasmanosenlosbolsillos,buscandoporelsuelo.Elniñoquenoteníaperrasgordasnoqueríamirar al tiro al blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballosamarillos,encarnadosyverdes,ensartadosenbarrasdeoro.Elniñoquenoteníaperrasgordas,cuandomirabaconelrabillodelojo,decía:«Esoesunatonteríaque no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas, y no lleva a ningunaparte». Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda dehojalata;lamejorchapadelamejorbotelladecervezaquevieranunca.Lachapabrillaba tantoque el niño la cogióy se fue corriendo al tiovivo, para comprartodas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, ensilencioyquieto,subióenuncaballodeoro,queteníagrandesalas.Yeltiovivoempezóadarvueltas,vueltas,ylamúsicasepusoadargritosporentrelagente,comoélnovionunca.Peroaqueltiovivoeratangrande,tangrande,quenuncaterminabasuvuelta,ylosrostrosdelaferia,ylostolditos,ylalluvia,sealejarondeél.«Quéhermosoesnoiraningunaparte»,pensóelniño,quenuncaestuvotanalegre.Cuandoelsolsecólatierramojadayelhombrelevantólalona,todoelmundohuyó,gritando.Yningúnniñoquisovolveramontarenaqueltiovivo.

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Elniñoquenosabíajugar

Habíaunniñoquenosabíajugar.Lamadrelemirabadesdelaventanairyvenirporloscaminillosdetierra,conlasmanosquietas,comocaídasalosdoslados del cuerpo. Al niño, los juguetes de colores chillones, la pelota, tanredonda, y los camiones, con sus ruedecillas, no le gustaban. Losmiraba, lostocaba,yluegoseibaaljardín,alatierrasintecho,consusmanitas,pálidasynomuylimpias,pendientesjuntoalcuerpocomodosextrañascampanillasmudas.Lamadremirabainquietaalniño,queibayveníaconunasombraentrelosojos.«Sialniñolegustarajugaryonotendríafríomirándoleiryvenir».Peroelpadredecía, con alegría: «No sabe jugar, no es un niño corriente. Es un niño quepiensa».

Un día la madre se abrigó y siguió al niño, bajo la lluvia, escondiéndoseentrelosárboles.Cuandoelniñollegóalbordedelestanque,seagachó,buscógrillitos,gusanos,críasderanaylombrices.Ibametiéndolosenunacaja.Luego,sesentóenelsuelo,yunoaunolossacaba.Consusuñitassucias,casinegras,hacíaunleveruidito,¡crac!,ylessegabalacabeza.

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Elcorderitopascual

Alhijodelropavejeroleregalaronuncorderitopascual,parajugarconél.Elhijodelropavejeroeraunniñomuygordo,quenoteníaamigos.Losniñosdelalbañil,losdelcontable,losdelzapatero,sereíandesubarriga,desusmofletes,desurepapada;ylellamabangorrino,barrildecerveza,puercodeSanMartín.Elcorderopascual,encambio,erablancoydulce,ylepusieronunlazoverdealcuello.Elhijogordodelusurero,ropavejero,compraventa,salíaapasearjuntoalatapiasoleada,enbuscadelashierbecillasdelsolar,llevandotrassíasuamigocorderillo, que tenía una mirada como no vio nunca a nadie el hijo delropavejero.Llegaronlosdíasdelasgolondrinas,delosnidoseneltejado,delahierbecilla tierna, de los niños que venían a dejarse el abrigo a la tienda delropavejero.Deniñosque,alquitarseelabrigo,sequedabanmuyestrechos,muydelgados, en sus chalecos de punto, con las mangas cortas, con las muñecasdesnudas.Deniñosqueseibanluegoalaplaza,juntoalcapazodelamadre,conlosdosdurosdelacompra,llorandounpocoporquenohabíallegadoelsoldeltodo. Llegaron los días con niños de la mano, medio a rastras, con niñosdespojados,deojosredondos,conniñosdedosduros,desietepesetas,de«estonovalenada».Los abriguitosy lospantalonesde lana se amontonaban en lasestanterías,juntoalanaftalina,juntoalaspalabrasde«estonovalenada»,«estotiene unamancha», «esto está roto». El niño gordo del ropavejero besaba lasorejillasdelcorderopascual,delamigoquenolellamabacerdo,cebón,barrildecerveza.YeldíadePascua, cuandoel niñodel ropavejero se sentó a lamesallenadecuchillosydesolsobreelmantel,viodeprontolosdientesdepapá,losgrandesyblancosdientesdepapá-ropavejero,papá-compra-venta-no-vale-nada-prestamista-siete-pesetas-está-roto.Yelniñogordosaltóde la silla, corrióa lacocinaconelcorazónenlabocayvio,sobreunamesa,despellejada,lacabezadesuamigo.Mirándole,porúltimavez,conaquellamiradaquenovionuncaennadie.

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Elniñodelcazador

Elniñodelcazadoribatodoslosdíasalamontaña,detrásdesupadre,conelzurrónyelpan.Alanochevolvían,concinturonesdepalomasyliebres,conlaspiernassalpicadasdegotitasrojas,que,pocoapoco,sevolvíannegras.Elniñodel cazador esperaba en el chozo de ramas, oía los tiros y los contaba en vozbaja.Alanoche,tropezandoconlaspiedras,sentíalospicosdelaspalomas,delasperdicesylascodornices,delostordos,martilleandosusrodillas.Elniñodelcazadorsoñabahastaelalbaencaceríasconescopetasyconperros.Unanochede gran luna, el niño del cazador robó la escopeta y se fue en busca de losárboles,caminoarriba.Elniñocazótodaslasestrellasdelanoche,lasalondrasblancas, las liebres azules, las palomas verdes, las hojas doradas y el vientopuntiagudo.Cazóelmiedo,elfrío,laoscuridad.Cuandolebajaron,enlaaurora,lamadrevioqueelrocíodelamadrugada,vueltorojocomovino,salpicabalasrodillasblancasdeltontoniñocazador.

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Lasedyelniño

Elniñoqueteníasedibatodaslastardes,consupanysuchocolate,hastalafuentecitaredondadelsurtidor.Alrededordelafuentelatierraolíahúmeda,conhuellasdepájaro.Elniñoqueteníasedabríalabocasobreelsurtidoryelaguale cosquilleaba el paladar. Le borraba el chocolate, el pan, y la hora de lamerienda.

Una tarde, el niño que tenía sed no encontró agua. Empezó a buscar yrebuscarenelcañooxidadodelafuente,quelemirabaconsuúnicoojociego,muytriste.Entorno,latierraestabaseca,comoelpaladardelniño,ylospájarospiabandandosaltos,llenosdeirritación.

—¿Quésehizodelsurtidor?—preguntóelniño,conojosseveros.—Se lo llevaron los hombres —dijo el pájaro gris, el más áspero—. Lo

condujeronaotrolado,ynunca,nuncavolverá.Elniñoqueteníasedfuetodaslastardesconsupaladarseco,llenodepolvo,

amirarelojovacíodelafuente.Pocoapoco,elniñopalidecía.Nobebíaagua.«Esteniñotontosemorirádesed»,decíanloshombres,lasmujeres.Losperrosle miraban con ojos llenos de antigüedad y ladraban largamente: «Este niñotontosemorirádesed».Encambio,lospájarosnoparecíantenermotivoalgunode tristeza. Todas las tardes le rodeaban, nerviosos, con ojos redondos ybrillantesdealegríasalvaje.

El niño se volvió ceniza. Sólo era un montoncito de sed. El viento loesparció,lejos.¡Quiénsabeadóndelollevaría!

Después, llegaron los hombres y arrancaron el pilón de la fuente. Lospájaros,comounpresagio,seescondieronenlasramasdelosárboles.

Al día siguiente, el agua brotó del suelo, furiosa, en surtidor muy alto.Ocultos entre las ramas y las hojas, los pájarosmovían a uno y otro lado susnegras pupilas.Oyeron la voz del niño tonto.Decía, con grande, con dulce ysolemneseveridad:

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—¿Quién se llevó el pilón de la fuente, la boca sedienta y vacía de mifuente?

Nadie pudo acallar su voz.El gran surtidor bajó al suelo, alargándose, sinquenadiepudieradetenerlo.Lavozdelniñotontoqueteníasedbajaba,bajabatodas las tardes, todos losdías.Abríasepaso,entreárbolesyniñosquecomenpanychocolate, a las seisymedia; a travésde la reseca tierra, comoungranpaladar,hastaelocéano.

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Elniñoalqueselemurióelamigo

Unamañanaselevantóyfueabuscaralamigo,alotroladodelavalla.Peroelamigonoestaba,y,cuandovolvió,ledijolamadre:«Elamigosemurió.Niño,nopiensesmásenélybuscaotrosparajugar».Elniñosesentóenelquiciodelapuerta, con la cara entre lasmanos y los codos en las rodillas. «Él volverá»,pensó.Porquenopodíaserqueallíestuviesenlascanicas,elcamiónylapistoladehojalata,yelrelojaquelqueyanoandaba,yelamigonovinieseabuscarlos.Vinolanoche,conunaestrellamuygrande,yelniñonoqueríaentraracenar.«Entra,niño,quellegaelfrío»,dijolamadre.Pero,enlugardeentrar,elniñoselevantódel quicio y se fue enbusca del amigo, con las canicas, el camión, lapistoladehojalatayelrelojquenoandaba.Alllegaralacerca,lavozdelamigonolellamó,nileoyóenelárbol,nienelpozo.Pasóbuscándoletodalanoche.Yfueunalarganochecasiblanca,quele llenódepolvoel trajey loszapatos.Cuando llegóel sol,elniño,que teníasueñoysed,estiró losbrazos,ypensó:«Quétontosypequeñossonesosjuguetes.Yeserelojquenoanda,nosirveparanada».Lotirótodoalpozo,yvolvióalacasa,conmuchahambre.Lamadreleabrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto hacrecido».Ylecompróuntrajedehombre,porqueelquellevabaleveníamuycorto.

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Eljorobado

Elniñodelguiñolestabasiempremuytriste.Supadreteníamuchasvoces,muchos porrazos, muchos gritos distintos, pero el niño estaba triste, con sujorobaacuestas,porquesupadreloescondíadentrodelalonayletraíajuguetesycomidacara, en lugardeponerleunacapa roja concascabeles encimade lacorcova,ysacarloalabocadelteatrito,conunaestaca,paraquedijera:«¡Toma,Cristobita,toma,toma!»,yquetodosseriesenmuchoviéndole.

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Elniñodeloshornos

Alniñoquehacíahornosconbarroypiedras le trajeronunhermanocomounconejillodespellejado.Además,lloraba.

Elniñoquehacíahornosviolasespaldasdetodos.Laespaldadelpadre.Elpadreseinclinabasobreelnuevoyledecíaternezas.Elniñodeloshornosquisotocar losojosdelhermano, tanciegosybrillantes.Peroelpadre lepegóen lamanoextendida.

Alanoche,cuandotodosdormían,elniñoselevantóconunaideafija.Fuealrincónoscurodelahuerta,cogióramillassecasylashacinóensuhornitodebarroypiedras.Luegofuea laalcoba,vioelbrazodelamadrelargoyquietosobre la sábana.Sacóde allí al hermanoy se lo llevó, en silencio.Prendió suhornitoqueridoymetiódentroalconejodespellejado.

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Mar

Pobreniño.Teníalasorejasmuygrandes,y,cuandoseponíadeespaldasalaventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino elhombrequecuraba,detrásdesusgafas.«Elmar—dijo—;elmar,elmar».Todoel mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muygrande. El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracolagrandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritabanmuy lejos, con unlargoeco.Creíaqueelmareraaltoyverde.

Perocuandollegóalmarsequedóparado.Supiel,¡quéextrañaeraallí!—Madre—dijo,porquesentíavergüenza—,quieroverhastadóndemellega

elmar.Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la

cerveza,cosquilleándole,frío,lapuntadelospies.—¡Voyaverhastadóndemellegaelmar!—Yanduvo,anduvo,anduvo.El

mar,¡quécosarara!,crecía,sevolvíaazul,violeta.Lellegóalasrodillas.Luego,alacintura,alpecho,aloslabios,alosojos.Entonces,leentróenlasorejaselecolargo,lasvocesquellamanlejos.Yenlosojos,todoelcolor.¡Ah,sí,porfin,elmareraverdad!Eraunagrande, inmensacaracola.Elmar,verdaderamente,eraaltoyverde.

Perolosdelaorillanoentendíannadadenada.Encima,seponíanalloraragritos,ydecían:«¡Quédesgracia!¡Señor,quégrandesgracia!».

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ANAMARÍAMATUTEnacióenBarcelona(España),el26dejuliode1925,yfallecióenlamismaciudadel25dejuniode2014.Fueunanovelistaespañola,miembro de la Real Academia Española (sillón «k»), y la tercera mujer querecibeelPremioCervantes (2010).Esconsideradapormuchoscomo lamejornovelistadelaposguerraespañola.

Aloscincoaños,trashaberestadoapuntodemorirporunainfecciónderiñón,escribió su primer relato, ilustrado por ella misma. Durante toda su niñez yadolescenciaseguiráescribiendoy,alavez,ilustrandoellamismasusrelatos,yestacapacidaddeilustradoralamantendrádurantetodasuvida.

AlosochoañosvolvióapadecerotraenfermedadgraveylaenviaronaviviraMansilla de la Sierra (Logroño) con sus abuelos. Se educó en un colegioreligiosoenMadridycon17añosescribió suprimeranovela,Pequeño teatropor laque IgnacioAgustí, directorde la editorialDestinoenaquellos años, leofrecióuncontratode3000pesetasqueellaaceptó.Sinembargo,laobranosepublicóhastaochoañosdespués.

Se dio a conocer en la escena literaria española con Los Abel, una novelainspirada en los hijos deAdányEva, en la cual reflejó la atmósfera españolainmediatamente posterior a la contienda civil desde el punto de vista de la

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percepcióninfantil.Esteenfoquesemantuvoconstantealolargodesuprimeraproducciónnovelísticayfuecomúnaotrosrepresentantesdesugeneración, lallamadageneracióndelos«niñosasombrados».Enfoqueque,confrecuencia,hallevadoaconsiderarestosescritoscomoliteraturaparaniños,loqueenrealidadnoson(aunque,porsupuesto,tambiénlosniñospuedenleerlos).

Las novelas deAnaMaríaMatute no están exentas de compromiso social, sibienes ciertoqueno se adscribenexplícitamente aninguna ideologíapolítica.Partiendo de la visión realista imperante en la literatura de su tiempo, logródesarrollarunestilopersonalqueseadentróen lo imaginativo,yconfiguróunmundolíricoysensorial,emocionalydelicado.Suobraresultaasíserunararacombinacióndedenunciasocialydemensajepoéticoymágico,ambientadaconfrecuencia en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de laposguerra.

La autora ha cultivado también el relato corto en títulos como El tiempo,HistoriasdelaArtámilaoAlgunosmuchachos.Igualmente,acomienzosdelossesenta,editódoslibrosdecorteautobiográfico:AlamitaddelcaminoyElrío.En estas páginas evoca sus experiencias de la niñez en el ambiente rural ybucólicodeMansilladelaSierra.

Devueltaalaproducciónnovelística,AnaMaríaMatuteseaventuróaescribirlatrilogíaLosmercaderes,integradaporPrimeramemoria,LossoldadosllorandenocheyLatrampa,quegozarondeungranéxitoensuépoca.DespuésllegaríalapublicacióndeLatorrevigía,dondenarra lahistoriadeunadolescentequedebe iniciarse en las artes de la caballería. Aunque sigue la línea de lasanteriores, seda en ellaun cambiohistóricode ambientaciónhacia el períodomedieval,rasgoqueseconvirtióeneluniversodesusúltimasobras,publicadastrasundilatadoperíododesilencioliterario:OlvidadoReyGudúyAranmanoth.

Asimismo, a lo largo de su carrera editorial han visto la luz bastantes de suscuentosdeópticainfantil,muchosdeellosrecopiladosbajolostítulosLosniñostontos,Caballitoloco,Tresyunsueño,SólounpiedescalzoyPaulina.