Los Profetas de Israel y su mensaje. 1era Parte

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  • 7/29/2019 Los Profetas de Israel y su mensaje. 1era Parte.

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    Jos L. Sicre sj

    LOS PROFETAS DEISRAEL

    Y SU MENSAJE

    1 Parte

    QUE ES UN PROFETA?

    Contenido:

    Prlogo1. Qu es un profeta?2. Breve nota sobre la inspiracin proftica3. Los falsos profetas

    a) Criterios internosb) Criterios externos

    4. Los medios de comunicacin de los profetas1) La palabra

    a) Gneros tomados de la sabidura tribal y familiarb) Gneros tomados del cultoc) Gneros tomados del mbito judiciald) Gneros estrictamente profticos

    5. Los medios de comunicacin de los profetas2) Las acciones simblicas

    a) Se trata de acciones reales o de ficcin literaria?b)Accin simblica y magia

    6. Las narraciones sobre profetas7. Los libros profticos: su formacin8. Breve historia del movimiento proftico

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    PROLOGOLos libros profticos constituyen uno de los bloques ms importantes del Antiguo

    Testamento. Para la Iglesia primitiva fueron de sumo inters. En nuestro tiempo, los profetasestn de moda. Nada de esto debe extraarnos, porque los profetas ejercieron un influjo decisivoen la religin israel.

    Pero estos libros tan interesantes resultan tambin de los ms difciles para un lectormoderno. Ante todo, porque los profetas se expresan a menudo en lenguaje potico, y todossabemos que la poesa es ms densa que la prosa, menos atractiva para gran nmero de personas.Por otra parte, el mensaje de los profetas hace referencias continuas a las circunstanciashistricas, polticas, econmicas, culturales y religiosas de su tiempo. Numerosas alusiones,evidentes para sus contemporneos, resultan enigmticas para el hombre actual.

    Cuando se dan charlas o conferencias sobre los profetas es fcil superar estas barreras. hepodido experimentarlo en los ambientes ms distintos, desde el estrictamente universitario deEspaa hasta el ms sencillo de los campesinos y obreros salvadoreos.

    Despus de esas charlas, ocurra con frecuencias que personas interesadas en conocer ms afondo a los profetas me preguntaban qu textos deban leer, o por qu libro empezaban. Nuncaconsegua dar una respuesta satisfactoria, porque enseguida me venan a la mente el cmulo dedificultades que encontraran al ponerse en contacto directo con el texto. Por otra parte, losnumerosos estudios tcnicos, o de poner en contacto con sus ideas ms que con sus palabras. Alfinal, el lector quiz sepa lo que pensaba Isaas o Ams sobre un punto concreto, pero es probableque no haya ledo ni uno slo de sus poemas.

    Surgi de este modo la conviccin de que convena hacer una antologa de los principalestextos profticos, pero agrupndolos por temas, para que el mensaje resultase ms claro y laexposicin ms pedaggica. Este proyecto lo fui relegando, en parte por el deseo de escribir unaobra seria y extensa sobre la justicia social en los profetas, que titul Con los pobres de la tierra.Una vez publicada, y cuando ocupaciones de tipo burocrtico me impiden dedicarme a estudiosdemasiado tcnicos, cre llegado el momento de abordar este antiguo proyecto.

    La seleccin de los textos se orienta en torno a los dos grandes polos del mensaje proftico:la denuncia y el anuncio. Me baso para ello en el relato de la vocacin de Jeremas, al que Diosllama para arrancar y arrasar, edificar y plantar!. Estas imgenes, tomadas del mundo de laagricultura (arrancar, plantar) y de la construccin (arrasar, edificar), expresan muy bien el dobleaspecto de la predicacin proftica y son de suma actualidad. A muchas personas slo les atrae laprimera tctica: se inclinan por la crtica dura, radical, cerrada casi a la esperanza. Otras, quizcon ingenuo optimismo, slo piensan en una labor constructiva, edificante!, como si la crticafuese un elemento pernicioso para la Iglesia. La vocacin de Jeremas nos indica que ambasactitudes son necesarias en los planes de Dios. Y el mensaje proftico, tomado en su conjunto,sigue esta doble pauta.

    La extensin de los comentarios es algo que me preocupaba. No deban ser muy amplios,porque lo importante es el contacto directo con el texto. Pero tampoco tan breves que dejasen allector en la misma oscuridad del comienzo. La lnea adoptada supone algo intermedio. Ms quedetenerme en el comentario, he procurado situar el texto dentro de la problemticacorrespondiente y de la poca en que surge. Esto lo ilumina suficientemente, al menos comopunto de partida. En los dos volmenes sobre Profetas, que L. Alonso Schkel y yo publicamos

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    hace pocos aos en Ediciones Cristiandad, puede encontrar el lector un comentario ms amplio acada pasaje. Aqu he recogido algunos de esos materiales, pero casi todo es nuevo.

    Al tratarse de un libro de divulgacin he suprimido sistemticamente todo tipo de notasfilolgicas y de discusiones tcnicas. El especialista sabe que este procedimiento es peligroso;

    puede provocar en el lector la impresin de que las cosas son sencillas. Pero conviene correr esteriesgo. Los textos profticos, como cualquier produccin artstica, se pueden entender a distintosniveles. A veces he comparado este fenmeno con los niveles de comprensin de una sinfona ode una pelcula. Amadeus!, de Milos Forman, ha sido un xito reciente, que atrajo a grancantidad de pblico. En principio, supongo que todos los espectadores la entendieron. Pero elconocedor de la msica de Mozart, que identifica inmediatamente un pasaje de Don Giovanni!, oadvierte hacia el final el paso reiterado del Requiem! a La flauta mgica!, capta sugerencias ymatices que pasan desapercibidos a la mayora de los espectadores. Igual ocurre con los textosprofticos. El especialista notar que quedan muchas cosas sin comentar. Pero no escribo paraellos, sino para ese gran pblico que desea conocer algo la personalidad y el mensaje de losprofetas. Si este libro les anima a un contacto ms profundo con los textos y sus autores, habr

    cumplido su misin.Es normal que una antologa literaria vaya precedida de un estudio sobre el autor o losautores recopilados. Tambin en este caso me pareci necesario incluir una introduccin sobre elfenmeno proftico y los principales problemas que plantea al hombre de hoy. Quiz extrae aalguno la relativa amplitud con que he tratado los gneros literarios, en comparacin con elnmero de pginas dedicadas a otras cuestiones. el motivo es sencillo. Los otros puntos seencuentran fcilmente desarrollados en cualquier introduccin a la Biblia. sin embargo, losvalores literarios quedan con frecuencia en la penumbra. Y es una lstima, porque muchos de losprofetas son autnticos genios de la literatura universal. Los datos que aporto no significan unestudio estilstico serio, pero espero que despierten en el lector una mayor sensibilidad hacia laforma externa del mensaje proftico.

    PRIMERA PARTE

    Los problemas planteados por los profetas y los libros profticos a la ciencia bblica hansido objeto de numerosos estudios, que reflejan el inters y la complejidad de dichas cuestiones.Muchas de ellas preocupan tambin al cristiano sin especial formacin teolgica. Otras lodesbordan, y tratarlas aqu slo contribuira a aumentar esa dosis de aburrimiento que, comoescriba Kierkegaard, fue invadiendo el mundo desde el momento de la creacin. Limitar, pues,estas pginas introductorias a plantear y responder de forma muy sencillas las preguntas que conms frecuencia me han surgido al hablar de estos temas.

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    1. Qu es un profeta?

    Para la mayora de la gente, el profeta es un hombre que predice! el futuro, una especie deadivino. Esta concepcin tan difundida tiene dos fundamentos: uno, errneo, de tipo etimolgico;otro, parcialmente justificado, de carcter histrico. Prescindo del primero para no cansar allector con cuestiones filolgicas. En cuanto al segundo, no cabe duda de que ciertos relatosbblicos presentan al profeta como un hombre capacitado para conocer cosas ocultas y adivinar elfuturo: Samuel puede encontrar las asnas que se le han perdido al padre de Sal (1 Sam 9, 6-7.20); Ajas, ya ciego, sabe que la mujer que acude a visitarlo disfrazada es la esposa del reyJerobon, y predice el futuro de su hijo enfermo (1 Re 14, 1-16); Elas presiente la pronta muertede Ocozas (2 Re 1, 16-17); Eliseo sabe que su criado, Guejaz, ha aceptado ocultamente dinerodel ministro sirio Naamn (2 Re 5, 20-27), sabe dnde est el campamento arameo (2 Re 6, 8s),que el rey ha decidido matarlo (2 Re 6, 30s), etc. Incluso en tiempos del Nuevo Testamento

    segua en vigor esta idea, como lo demuestra el dilogo entre Jess y la samaritana; cuando l ledice que ha tenido cinco maridos, y que el actual no es el suyo, la mujer reaccionaespontneamente: Seor, veo que eres un profeta!. Y en la novela de Jos y Asenet, escritaprobablemente en el siglo I, se dice: Lev advirti el propsito de Simen, pues era profeta yvea con anterioridad todo lo que iba a suceder! (23, 8); cf. Apcrifos del Antiguo Testamento III(Ed. Cristiandad, Madrid 1982) 189-238, cita en p. 231.

    Esta mentalidad se encuentra tambin difundida en ambientes cultos. El autor delEclesistico escribe a propsito de Isaas: Con espritu poderoso previ el futuro y consol a losafligidos de Sin; anunci el futuro hasta el final y los secretos antes de que sucediesen! (48, 24-25). Y el gran historiador judo del siglo I, Flavio Josefo, hablando de Juan Hircano dice queposey las tres cosas que hacen ms felices: la realeza, el sacerdocio y la profeca. Este ltimodon lo explica del modo siguiente: Efectivamente, la divinidad tena tanta familiaridad con lque no ignoraba ninguna de las cosas futuras; incluso previ y profetiz que sus dos hijosmayores permaneceran al frente del gobierno! (Guerra juda, 1, 2, 8).

    Se trata, pues, de una concepcin muy divulgada, con cierto fundamento, pero que debemossuperar. Los ejemplos citados de Samuel, Ajas, Elas, Eliseo, nos sitan en la primera poca delprofetismo israel, anterior al siglo VIII a.C. Leyendo los libros de Ams, Isaas, Oseas, Jeremas,etc., advertimos que el profeta no es un adivino, sino un hombre llamado por Dios para transmitirsu palabra, para orientar a sus contemporneos e indicarles el camino recto. A finales del siglo VIa.C., Zacaras sintetizaba la predicacin de sus predecesores con esta exigencia: Convertos devuestra mala conducta y de vuestras malas acciones! (1,4). Esta exhortacin a convertirse vaacompaada con frecuencia de referencias al futuro, prediciendo el castigo o prometiendo lasalvacin. En determinados momentos, los profetas son conscientes de revelar cosas ocultas. Perosu misin principal es iluminar el presente, con todos sus problemas concretos: injusticiassociales, poltica interior y exterior, corrupcin religiosa, desesperanza y excepticismo.

    En el Antiguo Testamento aparecen como profetas personajes muy distintos. Esto ha sidoobjeto de diversos estudios sobre la sociologa del movimiento proftico!. Pero, en lneasgenerales, los rasgos ms llamativos de la personalidad proftica me parecen los siguientes:

    a) El profeta es un hombre inspirado, en el sentido ms estricto de la palabra. Nadie enIsrael tuvo una conciencia tan clara de que era Dios quien le hablaba y de ser portavoz del Seorcomo el profeta. Y esta inspiracin le viene de un contacto personal con l, que comienza en el

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    momento de la vocacin. Por eso, cuando habla o escribe, el profeta no acude a archivos ydocumentos, como los historiadores; tampoco se basa generalmente en la experiencia humanageneral, como los sabios de Israel. Su nico punto de apoyo, su fuerza y su debilidad, es lapalabra que el Seor le comunica personalmente, cuando quiere, sin que l pueda negarse a

    proclamarla. Palabra que a veces se asemeja al rugido del len, como indica Ams (1, 2), y enocasiones es gozo y alegra ntima! (Jer 15, 16). Palabra con frecuencia imprevista e inmediata,pero que en momentos cruciales se retrasa (Jer 42, 1-7). Palabra dura y exigente en muchos casos,pero que se convierte en un fuego ardiente e incontenible encerrado en los huesos!, que espreciso seguir proclamando (Jer 20,9). Palabra de la que muchos desearan huir, como Jons,pero que termina imponindose y triunfando. Este primer rasgo resulta desconcertante a muchaspersonas. Por eso volver sobre l ms tarde, cuando terminemos este breve esbozo del profeta.

    b) El profeta es un hombre pblico. Su deber de transmitir la palabra de Dios lo pone encontacto con los dems. No puede retirarse a un lugar sosegado de estudio o reflexin, nireducirse al limitado espacio del templo. Su lugar es la calle y la plaza pblica, el sitio donde la

    gente se rene, donde el mensaje es ms necesario y la problemtica ms acuciante. El profeta sehalla en contacto directo con el mundo que lo rodea: conoce las maquinaciones de los polticos,las intenciones del rey, el descontento de los campesinos pobres, el lujo de los poderosos, ladespreocupacin de muchos sacerdotes. Ningn sector le resulta indiferente, porque nada esindiferente para Dios.

    c) El profeta es un hombre amenazado. En ocasiones slo le ocurrir lo que dice Dios aEzequiel: Acuden a ti en tropel y mi pueblo se sienta delante de ti; escuchan tus palabras, perono las practican (...). Eres para ellos coplero de amoros, de bonita voz y buen taedor. Escuchantus palabras, pero no las practican! (Ez 33,30-33). Es la amenaza del fracaso apostlico, degastarse en una actitud que no encuentra respuesta en los oyentes. Pero esto es lo ms suave quepuede ocurrirle. A veces se enfrentan a situaciones ms duras. A Oseas lo tachan de loco! ynecio!; a Jeremas de traidor a la patria. Y se llega incluso a la persecucin, la crcel y la muerte.Elas debe huir del rey en muchas ocasiones; Miqueas ben Yiml termina en la crcel; Ams esexpulsado del Reino Norte; Jeremas pasa en prisin varios meses de su vida; igual le ocurre aJanan. Zacaras es apedreado en los atrios del templo (2 Cro 24, 17-22); Uras es acuchillado ytirado a la fosa comn (Jer 26, 20-23). Esta persecucin no es slo de los reyes y de lospoderosos; tambin intervienen en ella los sacerdotes y los falsos profetas. E incluso el pueblo sevuelve contra ellos, los crtica, desprecia y persigue. En el destino de los profetas quedaprefigurado el de Jess de Nazaret.

    Silenciaramos un detalle importante, si no dijsemos que la amenaza le viene tambin deDios. Le cambia la orientacin de su vida, lo arranca de su actividad normal, como le ocurre aAms (7, 14s) o a Eliseo (1 Re 19, 19-21); le encomienda a veces un mensaje muy duro, casiinhumano, teniendo en cuenta la edad o las circunstancias en que se encuentra.

    Aclarar este punto con dos ejemplos muy distintos. El primero, tomado de las tradicionessobre Samuel, quiz tenga un fondo ms legendario que histrico, pero ayuda a hacerse una ideade las tremendas exigencias de Dios:

    "El nio Samuel oficiaba ante el Seor con El. La palabra del Seor era rara en aqueltiempo y no abundaban las visiones. Un da El estaba acostado en su habitacin. Sus ojosempezaban a apagarse y no poda ver. An no se haba apagado la lmpara de Dios, y Samuel

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    estaba acostado en el santuario del Seor, donde estaba el arca de Dios. El Seor llam:-Samuel, Samuel!Y ste respondi:-Aqu estoy!

    Fue corriendo a donde estaba El y le dijo:-Aqu estoy, vengo porque me has llamado.El respondi:-No te he llamado, vuelve a acostarteSamuel fue a acostarse, y el Seor lo llam otra vez. Samuel se levant, fue a donde estaba

    El, y le dijo:-Aqu estoy, vengo porque me has llamado.El respondi:-No te he llamado, hijo; vuelve a acostarte.(Samuel no conoca todava al Seor; an no se le haba revelado la palabra del Seor).El Seor volvi a llamar por tercera vez. Samuel fue a donde estaba El, y le dijo:

    -Aqu estoy, vengo porque me has llamado.El comprendi entonces que era el Seor quien llamaba al nio, y le dijo:-Anda, acustate. Y si te llama alguien, dices: Habla, Seor, que tu siervo escucha!.Samuel fue y se acost en su sitio. El Seor se present y lo llam como antes:-Samuel, Samuel!Samuel respondi:-Habla, Seor que tu siervo escucha" (1 Sam 3,1-10).

    Este es el relato de la vocacin de Samuel, conocido quiz por la mayora de los lectores.Pero se olvida con frecuencia lo que sigue:

    El Seor le dijo:-Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a los que la oigan les retumbarn los odos.

    Aquel da ejecutar contra El y su familia todo lo que he anunciado sin que falte nada.Comuncale que condeno a su familia definitivamente, porque l saba que sus hijos maldecan aDios y no les reprendi. Por eso juro a la familia de El que jams se expiar su pecado, ni consacrificios ni con ofrendas" (1 Sam 3, 11-14).

    Muchos autores ponen en duda la historicidad del relato y de la comunicacin de Dios aSamuel nio. Pero este detalle es secundario para nosotros. Nos interesa el concepto que reflejaeste texto sobre la misin del profeta. Samuel es un nio, educado desde pequeo con elsacerdote El, que lo trata como un padre. Sin embargo, recibe de Dios el encargo ms duro:transmitirle su propia condena y la de sus hijos. Con razn aade el autor que, a la maanasiguiente, Samuel no se atreva a contarle a El la visin! (v. 16), y si lo hace es forzado por elmismo El.

    El segundo ejemplo est tomado de Ezequiel. Dios le anuncia un acontecimientosumamente doloroso: la muerte de su esposa. Pero, incluso entonces, no podr dejarse dominarpor la pena ni cumplir los ritos fnebres habituales. La existencia del profeta est en todomomento al servicio de Dios, y tambin este hecho ser punto de partida para transmitir sumensaje:

    "Me vino esta palabra del Seor:

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    Hijo de Adn, voy a arrebatarte repentinamenteel encanto de tus ojos;no llores ni hagas duelo ni derrames lgrimas;lamntate en silencio como un muerto,

    sin hacer duelo;late el turbante y clzate las sandalias;no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.Por la maana yo hablaba a la gente,por la tarde se muri mi mujery a la maana siguiente hice lo que se me haba mandado.Entonces me dijo la gente:Quieres explicarnos qu nos anuncialo que ests haciendo?Les respond: Me vino esta palabra del Seor:Dile a la casa de Israel: Esto dice el Seor:

    Mira, voy a profanar mi santuario,vuestro soberbio baluarte,el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas.Los hijos e hijas que dejasteis caern a espada.Entonces haris lo que yo he hecho:no os embozaris la cara ni comeris el pan del duelo;seguiris con el turbante en la cabezay las sandalias en los pies,no lloraris ni haris duelo;os consumiris por vuestra culpay os lamentaris unos con otros.Ezequiel os servir de seal:haris lo mismo que l ha hecho" (Ez 24, 15-24).

    Estos ejemplos, que podran multiplicarse, bastan para demostrar que la existencia delprofeta no slo est amenazada por sus contemporneos, sino tambin por el mismo Dios. No esextrao que alguno de ellos, como Jeremas, llegar a rebelarse en ciertos momentos contra estacoaccin (Jer 20, 7-9.14-20), si bien se trat de crisis pasajeras.

    d) Por ltimo, conviene recordar que la profeca es un carisma. Como tal, rompe todas lasbarreras. La barrera del sexo, porque en Israel existen profetisas, como Dbora (Jue 4) o Hulda (2Re 22). La barrera de la cultura, porque no hacen falta estudios especiales para transmitir lapalabra del Seor. La barrera de las clases, porque personas vinculadas a la corte, como Isaas,pequeos propietarios, como Ams, o simples campesinos, como Miqueas, pueden ser llamadospor Dios. Las barreras religiosas, porque no es preciso ser sacerdote para ser profeta; ms an,podemos afirmar que gran nmero de profetas eran seglares. La barrera de la edad, porque Diosencomienda su palabra lo mismo a adultos que a jvenes.

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    2. Breve nota sobre la inspiracin proftica

    En el esbozo anterior hemos puesto como primer rasgo el hecho de la inspiracin. Es algoque judos y cristianos aplicamos a todos los autores bblicos, pero que en los profetas adquiere

    especial relieve. As dice el Seor!, esto me comunic el Seor!, esto me hizo ver el Seor!,orculo del Seor!, son frmulas que se repiten hasta la saciedad en este bloque de libros. Muchagente se pregunta cmo debemos entender estas afirmaciones. No pretendo resolver en pocaslneas un problema tan complejo. Quien desee profundizar en el tema puede leer la densa obra deL. Alonso Schoekel, La Palabra Inspirada (publicada recientemente en 3. ed. por EdicionesCristiandad), o el excelente artculo de Karl Rahner, Inspiracin, en Conceptos fundamentales dela Teologa II (Ed. Cristiandad 1979) 781-790. Por mi parte, me limito a sugerencias muysencillas que puedan esclarecer la cuestin.

    Como punto de partida es til referirse a un campo ms conocido para nosotros y al queaplicamos frecuentemente el concepto de inspiracin!: La creacin artstica. En ella, lainspiracin aparece como un hecho real, constatable e indiscutible, pero difcil de definir y

    precisar. Una poesa, una obra de teatro, una sinfona o una escultura estn inspiradas!. Pero, enqu consiste esa inspiracin! de su autor? En lneas generales podramos decir que en la fusinperfecta de la tcnica propia de un artista con el espritu que lo alienta. De estos dos elementos, elms importante es el segundo, el espritu. La tcnica, fundamental en el arte, no lo es todo;incluso puede provocar una obra tan fra que, a pesar de ser perfecta, nos deje la sensacin de noestar inspirada!. La obra de arte se produce cuando el artista tiene algo que decir! y sabedecirlo!.

    El ejemplo del arte nos lleva a dos conclusiones: 1) el concepto de inspiracin es casiimposible de definir; 2) una obra puede estar inspirada! aunque los recursos tcnicos del artistasean deficientes o elementales. El villancico Noche de Dios! es de las composiciones msinspiradas, aunque sus recursos armnicos son extremadamente simples.

    Aplicando estos criterios al terreno bblico, lo primero que debemos tener presente es que lainspiracin de un texto no depende de su mayor o menor tcnica literaria, sino de que el autorest alentado por un espritu! y tenga algo que decir. En el enfoque tradicional de la inspiracinbblica, este problema est resuelto de antemano, porque el espritu! que alienta al autor es elEspritu de Dios y lo que debe transmitir es palabra de Dios!.

    Sin embargo, esta interpretacin, con todo lo que tiene de exacta, corre el peligro deresultar simplista, concediendo a todos los autores el mismo nivel de inspiracin y dando elmismo valor a afirmaciones de contenido muy distinto. De esta forma, terminamos siendoinjustos con la palabra de Dios, incluso la ridiculizamos. El proverbio: Ms vale vivir en elrincn de la azotea que dentro de la casa con mujer pendenciera! est perfectamente formulado,pero no es preciso recurrir a una especial revelacin divina para su autor. De igual modo, nopodemos equiparar la inspiracin del autor del libro de Job, o del Deuteronomio, con la del autorque redacta el segundo libro de los Macabeos, limitndose a resumir los cinco libros de Jasn deCirene.

    La teora oficial sobre la inspiracin olvida que muchos autores bblicos nunca reivindicaneste don. Este hecho es palpable en los historiadores! y en los sabios!. El eplogo delEclesiasts, escrito por un discpulo, presenta la obra de su maestro de manera muy sencilla, sinrecurrir a especial comunicacin de Dios: El Predicador, adems de ser un sabio, ense alpueblo lo que l saba. Estudi, invent y formul muchos proverbios; el Predicador procur unestilo atractivo y escribi la verdad con acierto! (Ecl 12, 9-10). Y el traductor griego del libro delEclesistico se expresa de forma parecida: Mi abuelo Jess, despus de dedicarse intensamente a

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    leer la ley y los profetas y los restantes libros paternos, y de adquirir un buen dominio de ellos, sededic a componer por su cuenta algo en la lnea de la sabidura e instruccin, para que losdeseosos de aprender, familiarizndose tambin con ello, pudieran adelantar en una vida segn laley! (Prlogo, letra c).

    Con ms modestia an se expresa el autor del segundo libro de los Macabeos: Jasn deCirene dej escrita en cinco libros la historia de Judas Macabeo y sus hermanos (...). Nosotrosvamos a intentar resumirlo en un solo volumen... procurando ofrecer entretenimiento a los que secontentan con una simple lectura, facilitar a los estudiosos el trabajo de retener datos de memoriay ser tiles a los lectores en general. Para quienes hemos emprendido la penosa tarea de hacereste resumen no ha sido un trabajo fcil, sino de sudores y vigilias, como no es fcil el trabajo delque organiza un banquete, que tiene que atender al gusto de los dems! (2, 23-27).

    Es justo que ms tarde se reivindicase para estos autores una especial inspiracin de Dios?La Iglesia as lo ha decidido, pero los telogos estn obligados a repensar estos datos y formularnuestra fe tomndose en serio no slo al hombre de hoy, sino tambin, y sobre todo, al mismoDios.

    Con los profetas no ocurre lo mismo que con historiadores y sabios. Ya hemos indicado lacerteza e insistencia con que afirman transmitir la palabra de Dios. Sugieren una comunicacindirecta, casi fsica, entre ellos y el Seor. Esto desconcierta al hombre moderno. Pero, si evitamosel literalismo, sus frmulas expresan una verdad profunda, bastante comprensible. Pensemos enlas personas que podemos considerar profetas de nuestro tiempo: Martn Luter King, OscarRomero, etc. Estos hombres estaban convencidos de que comunicaban la voluntad de Dios, deque decan lo que Dios quera en ese momento histrico. Por eso no podan echarse atrs, aunqueles costase la vida. Si hubisemos podido preguntarles: Es que Dios le ha hablado esta noche?Se le ha revelado en visin?, tendran que responder: Efectivamente, Dios me ha hablado; no ensueos ni visiones, pero s de forma indiscutible, a travs de los acontecimientos, de las personasque me rodean, del sufrimiento y la angustia de los hombres. Y esta palabra externa se convierteluego en palabra interior, encerrada en los huesos!, como dira Jeremas, que no se puedecontener.

    El hombre corriente puede poner en duda la validez de este convencimiento del profeta. Loatribuir a sus propios deseos y fantasas; el profeta sabe que no es as. Y acta de acuerdo conesa certeza.

    Naturalmente, cabe una pregunta posterior: No puede equivocarse el profeta? No puede,a pesar de su buena voluntad, transmitir como palabra de Dios lo que slo es palabra suya?Evidentemente, s. De esta forma surge el problema de los falsos profetas, a los que dedicaremosel siguiente apartado.

    3. Los falsos profetas

    Dentro del Antiguo Testamento se distinguen dos grupos: el de los profetas de divinidadesextranjeras (como Baal) y el de los que pretenden hablar en nombre de Yav. Al primero loencontramos especialmente en tiempos de Elas (1 Re 18). Para la historia del profetismo carecende importancia, a no ser por el influjo pernicioso que pudieron ejercer sobre el pueblo. Ms grave

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    es el caso del segundo grupo, porque fundamentan sus falsas promesas en una pretendidarevelacin del Dios verdadero.

    Segn Bright, los falsos profetas surgen con motivo de la persecucin de la reina Jezabel,durante el siglo IX a. C. En estos momentos difciles, no todos consiguieron resistir a la prueba y

    se pasaron al bando del rey. Los encontramos en 1 Re 22 enfrentados a Miqueas ben Yiml. Y deellos nos hablan Oseas (6, 5), Isaas (28,7), Miqueas (3,5.11), Jeremas (23, 9-40; 27-29),Ezequiel (13, 2s; 14, 9).

    Edmon Jacob indica cuatro causas de la proliferacin de los falsos profetas:- el peso sociolgico de la monarqua, que atrae en torno a ella personas dispuestas a

    defender sus intereses;- la importancia concedida a la tradicin, que los convierte en papagayos, repetidores de

    ideas antiguas, sin prestar atencin a Dios ni a los acontecimientos;- el deseo de agradar al pueblo y de no enfrentarse a l;- el deseo de triunfar y asegurarse una forma de vida.En el Deuteronomio, la pena asignada a los falsos profetas es la muerte (13,1-6). Sin

    embargo, si prescindimos de la matanza ordenada por Elas en el monte Carmelo contra losprofetas de Baal (1 Re 18,19s), y de la realizada por Jeh, con carcter ms poltico que religioso(2 Re 9-10), el Antiguo Testamento no conoce ms casos de aplicacin de esta ley. Sonprecisamente los profetas verdaderos los que mueren (Zacaras, Miqueas, Juan Bautista, Jess).

    El problema ms grave que plantean los falsos profetas no es el de su origen o el de laevolucin del movimiento, sino el de los criterios que ayudan a distinguirlos de los verdaderos.

    Es un tema de inters histrico y teolgico que preocup a muchos autores, especialmente aJeremas. Pero es tambin de gran actualidad, ya que en la Iglesia conviven opiniones muydiversas y muchos cristianos no saben a qu atenerse.

    a) Criterios internos

    R. Chave indica nueve: inmoralidad (adulterio, borracheras, venalidad, mentira), impiedad,magia, sueos engaosos, optimismo, profesionalismo, xtasis, deseos de querer profetizar, nocumplimiento de sus profecas. Resultan demasiados criterios, y tomados uno a uno no pruebansuficientemente. Por ejemplo, en qu consiste el optimismo? Se puede decir que los profetasverdaderos sean pesimistas? Qu es moral e inmoral? Por otra parte, resulta difcil encontrartodos estos defectos en una misma persona. Por eso, otros autores se han fijado en criteriosdistintos:

    El modo de revelacin: el verdadero profeta excluye los mtodos adivinatorios, incluyendolos sueos, las suertes, etc. Pero no resulta claro, porque los verdaderos profetas pueden tenersueos y los sacerdotes echan las suertes. Adems, hay falsos profetas que no usanprocedimientos adivinatorios, como Ananas (ver Jer 28).

    La conciencia de haber sido enviado, de estar investido de una autoridad divina. Es muysubjetivo. Tambin los falsos profetas pueden tenerla.

    El criterio moral. Es muy relativo. Oseas se casa con una prostituta; Jeremas miente a losministros del rey (38, 24-27). Pero debemos reconocer que los verdaderos profetas tienen unaconducta moral y una predicacin que falta en los otros.

    El espritu. Segn Mowinckel, los profetas de Jud anteriores al destierro se muestranreticentes con respecto al espritu; lo importante para ellos es el poder, la fuerza, el juicio. Estecriterio es falso. Tambin en Jud se habla de la importancia del espritu antes del destierro (Miq

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    3, 8) y Ezequiel lo reivindica con frecuencia (3,12-14; 8,3; 43,5). Por otra parte, este criterio nosirve para el Reino Norte, donde se estima grandemente el espritu como don de Dios.

    Orculo de condenacin-orculo de salvacin. Los primeros seran tpicos de losverdaderos profetas, los segundos de los falsos. Tampoco es cierto. Los verdaderos profetas

    hablan de la salvacin. Sus discpulos as lo entendieron y acentuaron al redactar los libros.Cumplimiento-incumplimiento de las profecas. Dt 18,22 lo pone como criteriofundamental. Pero este criterio no se sigui estrictamente en Israel, porque es muy difcil. Cmose cumplieron las promesas del Deuteroisaas sobre la vuelta del destierro? O las de Jeremassobre la destruccin total? O las de Habacuc, pocos aos antes de la destruccin de Jerusaln?No parece conveniente utilizar este criterio como el fundamental; entre otras cosas, porque slosirve a posteriori, no en el momento de la discusin. Por consiguiente, los criterios internos noaportan una claridad total al problema.

    b) Criterios externos

    Ramlot aduce los siguientes:- Criterio comunitario. El pueblo de Dios (en este caso Israel, y luego la Iglesia) ha

    canonizado a unos y rechazado a otros.- Criterio de las contrariedades, el sufrimiento y la muerte. Para Jeremas, por ejemplo,

    la nica profeca autntica es la que constituye una carga impuesta desde fuera, algo que no sebusca, sino que Dios impone. Esto lleva a encontrar oposicin por todas partes, persecucin,crcel, insultos, muerte.

    - Criterio de intercesin. Segn Jer 27, 18 y Ez 13, 5, es un criterio distintivo. Elverdadero profeta intercede por el pueblo ante Dios, pidiendo su perdn, mientras el falso profetase despreocupa de ello, quiz porque no tiene conciencia del pecado del pueblo.

    De estos tres criterios aducidos por Ramlot, los dos primeros son a posteriori. Slo eltercero, la intercesin, se puede valorar en el momento histrico. Pero la intercesin se da muchasveces a solas entre el profeta y Dios, con lo cual deja de servir de criterio perceptible por la gente.Adems, la intercesin falta en muchos profetas.

    Con respecto al Antiguo Testamento, no existe problemas para nosotros, porque la Iglesianos indica qu profetas son los verdaderos. Las dudas surgen cuando pensamos en figurascontemporneas. El Sermn de la Montaa nos ofrece un criterio mucho ms clarificador de loque puede parecer a primera vista: Cuidado con los falsos profetas, sos que se os acercan conpiel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceris. A ver, secosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos, As, los rboles sanos dan frutos buenos; losrboles daados dan frutos malos. Un rbol sano no puede dar frutos malos, ni un rbol daadodar frutos buenos, y todo rbol que no da fruto bueno se corta y se echa al fuego. Total, que porsus frutos los conoceris! (Mt 7,15-20)

    Lo ms interesante de este texto es que recomienda una actitud de vigilancia y de espera. Yninguna de estas cosas resulta agradable. Preferimos emitir un juicio rpido, apasionado a veces,en favor o en contra del personaje. Es el camino ms seguro para equivocarse. Dar tiempo altiempo y analizar los frutos producidos por ese mensaje es la nica actitud segura. Por otra parte,esos frutos se deben considerar a la luz del evangelio. Por muy desagradable que nos resulte unapersona o el contenido de sus palabras, si nos animan a mantenernos fieles al espritu de Jess, yesa enseanza la corrobora con su vida, estamos obligados a considerarlo un verdadero profeta.Al contrario, por agradable que nos resulte una persona, por mucho que sintonicemos con ella, si

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    nos aleja del camino del evangelio, ser un lobo rapaz!, disfrazado con piel de oveja!.Con esto llegamos a un tema que slo puedo insinuar aqu. El desconcierto de muchos

    cristianos ante la diversidad de opiniones que escuchan slo se explica a causa de su perezaintelectual, que les impide buscar la luz en el evangelio. Quieren recetas rpidas, decisiones

    terminantes, sin esforzarse por tener criterios propios fundamentados en la persona y el mensajedel nico que es el camino, la verdad y la vida!.

    4. Los medios de comunicacin de los profetas

    1) La palabra

    El medio ms habitual entre los profetas para transmitir el mensaje de Dios es,naturalmente, la palabra. Muchos podran pensar que ese mensaje lo comunican mediante undiscurso o un sermn, que son los gneros ms habituales entre los oradores de nuestro tiempo. Aveces lo hacen, pero generalmente emplean una gran variedad de gneros literarios, tomados delos mbitos ms distintos. A continuacin indicar diferentes ejemplos, para que el lector se hagauna idea de la riqueza y vitalidad de la predicacin proftica.

    a) Gneros tomados de la sabidura tribal y familiar.

    Desde antiguo, la familia, el clan, la tribu, han empleado los recursos ms diversos parainculcar un recto comportamiento, hacer reflexionar sobre la realidad que rodea a nios y adultos:exhortacin, interrogacin, parbola, alegora, enigmas, bendiciones y maldiciones,comparaciones. De todos ellos encontramos ejemplos en los profetas. Comenzaremos con una delas parbolas ms famosas, la dirigida por Natn a David tras el adulterio con Bersab y elasesinato de su esposo, Uras. Natn no aborda el caso directamente, le tiende al rey una trampa:

    "Entr Natn ante el rey y le dijo:Haba dos hombres en un pueblo: uno rico y otro pobre. El rico tena muchos rebaos de

    ovejas y bueyes; el pobre slo tena una corderilla que haba comprado; la iba criando, y ellacreca con l y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo:era como una hija. Lleg una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey,para invitar a su husped, cogi la cordera del pobre y convid a su husped.

    David se puso furioso contra aquel hombre, y dijo a Natn:Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte! No quiso respetar lo del otro, pues

    pagar cuatro veces el valor de la cordera.Entonces Natn dijo a David:Ese hombre eres t!" (2 Sam 12, 1-7).En otro caso, el profeta Ezequiel quiere denunciar al rey de Jud porque, despus de

    prometer fidelidad al rey de Babilonia, viola el juramento y busca la ayuda de Egipto. Para llevara cabo su denuncia recurre a una alegora:

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    "El guila gigante, de gigantescas alas,de gran envergadura, el plumaje tupido,de color abigarrado, vol al Lbano;cogi el cogollo del cedro,

    arranc su pimpollo cimeroy se lo llev a un pas de mercaderes,plantndolo en una ciudad de traficantes.

    Despus cogi simiente de la tierray la ech en terreno sembrado.La sembr riberea, junto a aguas abundantes,para que germinara y se hicieravid aparrada, achaparrada,para que orientara hacia ella sus sarmientos,y le sometiera las races.

    Y se hizo vid,y ech pmpanos y se puso frondosa.Vino despus otra guila gigante,de gigantescas alas y de espeso plumaje,y entonces nuestra vid,aunque estaba plantada en buen terreno,junto a aguas abundantes,sesg sus races hacia ellay orient hacia ella sus sarmientos, para recibir ms riegoque en el bancal donde estaba plantada,y as echar ramas y dar frutoy hacerse vid esplndida.Esto dice el Seor: Se lograr?, o la desceparny se malograr su frutoy se marchitarn sus renuevos?"(Ez 17, 1-9); el texto contina explicando la alegora).

    Al mbito sapiencial corresponde tambin la bendicin y maldicin, como stas queencontramos en Jer 17, 5-8:

    As dice el Seor:"Maldito quien confa en un hombre y busca apoyo en la carne,apartando su corazn del Seor!Ser cardo estepario que no llegar a ver la lluvia,habitar un desierto abrasado, tierra salobre e inhspita.Bendito quien confa en el Seor y busca en l su apoyo!Ser un rbol plantado junto al agua,arraigado junto a la corriente; cuando llegue el bochorno,no temer, su follaje seguir verde,en ao de sequa no se asusta, no deja de dar fruto."

    El pasaje anterior une la bendicin-maldicin con las comparaciones, otro gnerofrecuentemente entre los sabios. Jer 17, 11 constituye un ejemplo ms:

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    "Perdiz que empolla huevos que no pusoes quien amasa riquezas injustas:a la mitad de la vida lo abandonan,y l termina hecho un necio."

    La pregunta es una forma de hacer reflexionar y de inculcar una conclusin inevitable. Eslo que ocurre en Am 3,3-6, donde el profeta prepara paso a paso la cuestin final:

    "Caminan juntos dos que no se han citado?Ruge el len en la espesura sin tener presa?Grita el cachorro en la guarida sin haber cazado?Cae el pjaro al suelo si no hay una trampa?Salta la trampa del suelo sin haber atrapado?Suena la trompeta en la ciudadsin que el vecindario se alarme?Sucede una desgracia en la ciudad

    que no la mande el Seor?"

    b) Gneros tomados del culto

    Podemos clasificar en este apartado himnos, oraciones, instrucciones y, quiz, los orculosde salvacin.

    En Ams tropezamos con un caso curioso; a lo largo del libro encontramos en diversosmomentos lo que parecen fragmentos de un himno al poder de Dios:

    "El form las montaas, cre el viento,descubre al hombre sus pensamientos,hizo la aurora y el crepsculoy camina sobre el dorso de la tierra:se llama Seor, Dios de los ejrcitos (4,13).Cre las Plyades y Orin,convierte las sombras en aurora,el da en noche oscura;lanza la destruccin contra la fortaleza,y la destruccin alcanza a la plaza fuerte (5, 8-9).El Seor de los ejrcitos,que al tocar la tierra la zarandea,en un flujo y reflujo como el del Nilo,y hacen duelo sus habitantes;que construye en el cielo su escalinatay cimenta su bveda sobre la tierra;que convoca las aguas del mary las derrama sobre la superficie de la tierra;se llama el Seor" (9, 5-6).

    Es posible que este himno (que plantea numerosos problemas de traduccin einterpretacin, de los que prescindo) no fuese compuesto por Ams, sino tomado por l ydistribuido a lo largo del libro, en momentos claves, para subrayar la omnipotencia divina. En

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    Isaas s encontramos un himno de primera mano, compuesto por el profeta o por el redactor dellibro:

    "Te doy gracias, Seor,porque estabas airado contra m,

    pero ha cesado tu ira y me has consolado.El es mi Dios y salvador: confiar y no temer,porque mi fuerza y mi poder es el Seor,l fue mi salvacin.Y sacaris agua con gozode las fuentes de la salvacin.Aquel da diris:Dad gracias al Seor, invocad su nombre,contad a los pueblos sus hazaas,proclamad que su nombre es excelso.Taed para el Seor, que hizo proezas,

    anunciadlas a toda la tierra;gritad jubilosos, habitantes de Sin:Qu grande es en medio de tiel Santo de Israel!" (Is 12).

    La instruccin (tor) es un gnero tpico del culto. Lo emplea el sacerdote cuando respondea alguno de los problemas concretos que le plantean. Los profetas tambin usan el gnero, aunquepuede ocurrir, como en el caso de Ams, que sea con intenciones distintas, en plan irnico:

    "Marchad a Betel a pecar, en Guilgal pecad de firme:ofreced por la maana vuestros sacrificiosy a tercer da vuestros diezmos;ofreced zimos, pronunciad la accin de gracias,anunciad dones voluntarios,que eso es lo que os gusta, israelitas-orculo del Seor-" (Am 4, 4-5).

    De un sacerdote del antiguo Israel cabe esperar una exaltacin del culto, la invitacin afrecuentar los grandes santuarios, cumpliendo todos los ritos prescritos o aconsejados. Amsindica que todo eso responde slo al capricho de los hombres ( eso es lo que os gusta,israelitas!), no a la voluntad de Dios. La lleva a cabo, y despus de firmar el contrato ora alSeor, pidindole al final la explicacin de este misterio:

    "Ay, mi Seor! T hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con brazo extendido, nadaes imposible para ti. T eres leal por mil generaciones, pero castigas el pecado de los padres enlos hijos que les suceden. Dios grande y esforzado, cuyo nombre es Seor de los ejrcitos.Grande en ideas, poderoso en acciones, cuyos ojos estn abiertos sobre los pasos de los hombres,para pagar a cada uno su conducta, lo que merecen sus acciones. T hiciste signos y prodigios enEgipto un da como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado fama que dura hastahoy. Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y portentos, con mano fuerte y brazoextendido, y con gran terror. Les diste esta tierra, que habas jurado a sus padres darles, tierra quemana leche y miel, y entraron a poseerla. Pero ellos no te obedecieron, no procedieron segn tuley, no hicieron lo que les habas mandado hacer; por eso les enviaste todas estas desgracias.Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad est entregada en manos de

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    los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estsviendo. Y t, Seor, me dices: 'Cmprate el campo con dinero, ante testigos', mientras la ciudadcae en manos de los caldeos" (Jer 32,16-25).

    La respuesta a esta oracin viene poco despus, cuando Dios comunica al profeta que la

    compra del campo contiene un mensaje de esperanza: a pesar de las circunstancias actuales, secomprarn campos en esta tierra, de la que deca: 'Est desolada, sin hombres ni ganados, y caeen manos de los caldeos'! (32, 43).

    Ms discutible es que el orculo de salvacin pertenezca al mbito del culto. Quiz sucontexto primitivo fuese el de la guerra, cuando un sacerdote o profeta anunciaba la victoria ennombre de Dios y animaba no tener miedo. Este gnero es muy utilizado por Deuteroisaas, delque entresaco un ejemplo:

    "T, Israel, siervo mo; Jacob, mi elegido;estirpe de Abrahn, mi amigo.T, a quien cog de los confines del orbe,

    a quien llam de sus extremos,a quien dije: T eres mi siervo,te he elegido y no te he rechazado!.No temas, que yo estoy contigo;no te angusties, que yo soy tu Dios:te fortalezco, te auxilio,te sostengo con mi diestra victoriosa.Mira, se avergonzarn derrotadoslos que se enardecen contra ti;sern aniquilados y perecernlos que pleitean contra ti;los buscars sin encontrarlosa los que pelean contra ti;sern aniquilados, dejarn de existirlos que guerrean contra ti.Por que yo, el Seor, tu Dios,te agarro de la diestra,y te digo: No temas, yo mismo te auxilio!.No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel,yo mismo te auxilio -orculo del Seor-,tu redentor es el Santo de Israel.Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado:trillars los montes y los triturars,hars paja de las colinas;los aventars, y el viento los arrebatar,el vendaval los dispersar;y t te alegrars con el Seor,te gloriars del Santo de Israel" (Is 41, 8-16).

    c) Gneros tomados del mbito judicial

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    A veces se emplea el discurso acusatorio, la requisitoria, la formulacin casustica, oalgunos elementos de estos gneros para insertarlos en un contexto ms amplio. Por ejemplo, eldiscurso de Ez 22,1-16:

    "Y t, hijo de Adn, juzga,

    juzga a la ciudad sanguinaria,denuncindole todas sus abominaciones,diciendo: Esto dice el Seor:Ciudad que derrama sangre dentro de s,acelerando su trmino,y que se ha contaminado fabricndose dolos (...).Mira, prncipes de Israel hay en tique actan a su arbitrio hasta derramar sangre.Al padre y a la madre desprecian en ti,al forastero lo oprimen en ti,al hurfano y a la viuda los explotan en ti (...).

    Hay en ti gente que calumnia hasta derramar sangre (...).En ti se practica el soborno hasta derramar sangre."Son las acusaciones tpicas de un fiscal en un proceso.

    En este contexto se sita tambin lo que llama Schulz declaracin jurdico-sacral!, esencialen Ezequiel: la enumeracin de una serie de comportamientos justos termina con la declaracinde que esa persona merece vivir (en contra del discurso acusatorio, que implica, al menos enciertos casos, la condena a muerte):

    "El hombre que es justo,que observa el derecho y la justicia,que no come en los montesy no levanta sus ojos a los dolosde la casa de Israel;que no profana a la mujer de su prjimoni se llega a la mujer en su regla;que no explota a nadie,devuelve la prenda empeada,no roba,da su pan al hambriento y viste al desnudo;que no presta con usura ni acumula intereses;que aparta su mano de la iniquidady juzga imparcialmente los delitos,que camina segn mis preceptosy guarda mis mandamientos, cumplindolos fielmente,ese hombre es justo. Vivir -orculo del Seor-" (Ez 18, 5-9).Este mismo espritu jurdico, tan acentuado en algunos textos de Ezequiel, es el que le lleva

    a una serie de formulaciones casusticas. El texto que acabamos de citar contina:"Si ste engendra un hijo criminal y homicida,que quebranta algunas de estas prohibicioneso no cumple todos estos mandatos (...)morir ciertamentey ser responsable de sus crmenes.

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    Y si ste engendra un hijo,que a pesar de haber vistolos pecados de su padre no los imita ()ese hombre no morir por la culpa de su padre."

    Entre los gneros tomados del mbito judicial uno de los que ms ha interesado a loscomentaristas es el de la requisitoria proftica. En pginas posteriores incluiremos Miq 6, 1-8,ejemplo tpico de este gnero.

    d) Gneros tomados de la vida diaria

    Incluyo en este apartado una serie de cantos que surgen en las ms diversas situaciones dela vida: el amor, el trabajo, la muerte, etc. La famosa cancin de la via! de Isaas es presentadapor el profeta como una cancin de amor:

    "Voy a cantar en nombre de mi amigo

    un canto de amor a su via:Mi amigo tena una via en frtil collado.La entrecav, la descant y plant buenas cepas;construy en medio una atalaya y cav un lagar.Y esper que diese uvas, pero dio agrazones.Pues ahora, habitantes de Jerusaln,hombres de Jud,por favor, sed jueces entre m y mi via.Qu ms caba hacer por mi viaque yo no lo haya hecho?Por qu, esperando que diera uvas, dio agrazones?Pues ahora os dir a vosotroslo que voy a hacer con mi via:quitar su valla para que sirva de pasto,derruir su cerca para que la pisoteen.La dejar arrasada:no la podarn ni la escardarn,crecern zarzas y cardos;prohibir a las nubes que lluevan sobre ella.La via del Seor de los ejrcitoses la casa de Israel,son los hombres de Jud su plantel preferido.Esper de ellos derecho,y ah tenis: asesinatos;esper justicia, y ah tenis: lamentos" (Is 5, 1-7).Ezequiel nos ofrece un ejemplo de cancin de trabajo! domstico, realizado por un ama de

    casa, que le servir para aplicarla al futuro de Jerusaln:Pon la olla, ponla, echa en ella agua;echa en ella tajadas,las mejores tajadas, pernil y espaldilla;llnala de huesos escogidos.Coge lo mejor del rebao;

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    luego apila debajo la lea,cuece las tajadas en la ollay hierve los huesos ()

    Ay, ciudad sanguinaria!Yo mismo agrando la pira,arrimo ms lea, enciendo la hoguera,consumo la carne, saco el caldoy los huesos se queman" (Ez 24,3-5.9-10).

    En otra ocasin encontramos un canto a la espada!:

    "Espada, espada afilada y adems bruida!Afilada para degollar, bruida para fulgurar.

    La llevaron a bruir antes de empuarla;ya est afilada la espada, ya est bruidapara ponerla en manos del sicario.()Que se duplique la espada, que se triplique;la espada de los acribillados,la espada grande acribilla,que los tiene acorralados ()Da estocadas a diestra y tajos a siniestra;donde tu hoja sea requerida" (Ez 21,13-21).Entre estos cantos que surgen en distintos momentos de la vida, el ms importante y

    frecuente es la elega, entonada con motivo de la muerte de un ser querido, que los profetasutilizan para presentar la trgica situacin de su pueblo en el presente o en el futuro. La msantigua y concisa la encontramos en Ams:

    "Cay para no levantarse la doncella de Israel,est arrojada en el suelo y nadie la levanta.Pues as dice el Seor a la casa de Israel:La ciudad de donde partieron mil se quedar con cien;de donde partieron cien, se quedar con diez" (Am 5,2-3).Elementos elegacos y alegricos se unen en este otro texto de Ezequiel para describir la

    situacin de los ltimos reyes judos:

    "Entona esta elega por los prncipes de Israel:Qu leona tu madre en medio de leones!Tumbada entre leoncillos amamantaba a sus cachorros.Cri a uno de sus cachorros, que se hizo leoncilloy aprendi a desgarrar la presa, devorando hombres.Reclutaron gente contra l, lo atraparon en la fosa,y con ganchos se lo llevaron a la tierra de Egipto.Y viendo desvanecida y burlada su esperanza,tom otro de sus cachorros y lo hizo leoncillo.Merodeaba entre los leones hecho ya un leoncillo;haca estragos en los palacios y arrasaba las ciudadelas;

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    tena el pas y sus moradores amedrentados con sus rugidos.Cargaron contra l los pueblos y lo atraparon en la fosa.Con clera y con ganchos lo llevaron al rey de Babilonia;enjaulado se lo llevaron para que no volviera a orse su rugido

    en las montaas de Israel" (Ez 19,1-9).Muy relacionados con el mbito vital de la elega se encuentran los ayes!. Ay! ay!, es

    uno de los gritos entonados por las plaideras cuando acompaan el cortejo fnebre. Los profetasutilizan este gnero para indicar que determinadas personas (ms bien grupos) se encuentran a laspuertas de la muerte por sus pecados:

    "Ay de los que aaden casas a casasy juntan campos con campos,hasta no dejar sitio,y vivir ellos solos en medio del pas!Lo ha jurado el Seor de los ejrcitos:

    Sus muchas casas sern arrasadas,sus palacios magnficos quedarn deshabitados,diez yugadas de via darn slo un tonel,una carga de simiente dar una canasta (Is 5,7-10).

    Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal,que tienen las tinieblas por luzy la luz por tinieblas,que tienen lo amargo por dulcey lo dulce por amargo! (Is 5,20).

    Ay del que acumula bien ajeno,por cunto tiempo?y amontona objetos empeados!De pronto se alzarn tus acreedores,despertarn y, sacudindote bien, te desvalijarn;porque saqueaste a tantas naciones,los dems pueblos te saquearn;por tus asesinatos y violenciasen pases, ciudades y poblaciones" (Hab 2, 7-8).

    e) Gneros estrictamente profticos

    Dos casos merecen especial atencin: el orculo de condena dirigido a un individuo y elorculo de condena contra una colectividad. Ambos constan de diversos elementos, pero sonesenciales la denuncia del pecado y el anuncio del castigo. En las tradiciones de Elasencontramos ejemplos significativos. Cuando el rey Ajab se ha apoderado de la via de Nabottras su asesinato, el profeta le sale al paso para interpretarlo:

    "Has asesinado y encima robas? Por eso, as dice el Seor: En el mismo sitio donde losperros han lamido la sangre de Nabot, tambin a ti los perros te lamern la sangre" (1 Re21,17ss).

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    En otra ocasin, el rey Ocozas, enfermo, enva a consultar a un dios pagano. Elasinterviene de nuevo:

    "Es que no hay rey en Israel para que mandes a consultar a Belceb? Por eso, as dice elSeor: No te levantars de la cama donde te has acostado. Morirs sin remedio" (2 Re 1,3-4).

    Esta formulacin tan sucinta la encontramos tambin en Ams cuando se enfrenta con elsumo sacerdote de Betel, Amasas:"Escucha la palabra del Seor. T dices: "No profetices". Pues, bien, as dice el Seor: Tu

    mujer ser deshonrada, tus hijos e hijas caern a espada; tu tierra ser repartida a cordel, tmorirs en tierra pagana" (Am 7, 16-17).

    En estos tres casos, aunque las situaciones son muy distintas, se emplea siempre la mismaestructura. Denuncia (asesinar y robar!, consultar a Belceb!, prohibir profetizar!) y anunciodel castigo (que es siempre la pena de muerte), precedido por la llamada frmula del mensajero!(as dice el Seor!).

    Como indica Wextermann, nos encontramos en un ambiente de juicio, con una falta, unjuez y una sentencia. La falta denunciada consiste en la transgresin del antiguo derecho divino.

    El juez es siempre el mismo Dios, guardin del derecho, que puede actuar incluso contra el rey,su vasallo. La sentencia es en los tres casos la pena de muerte. Pero el mensajero (Elas o Ams)no posee poder ejecutivo y el efecto de la sentencia queda en suspenso (al contrario de lo queocurre en la maldicin mgica, que se supone de efecto inmediato); tendr lugar ms tarde, dentrode un plazo relativamente breve.

    De lo anterior no debemos deducir que el profeta, al condenar a un individuo, se atengasiempre a este mismo esquema, sin poder modificarlo. A veces recurre a metforas paradesarrollar el anuncio del castigo, como hace Isaas en su orculo contra el mayordomo depalacio, Sobna:

    "As dice el Seor de los ejrcitos:Anda, ve a ese mayordomo de palacio, a Sobna,que se labra en lo alto un sepulcroy excava en la piedra una morada:Qu tienes aqu, a quin tienes aqu,que te labras aqu un sepulcro?Mira: el Seor te aferrar con fuerzay te arrojar con violencia,te har dar vueltas y vueltas como un aro,sobre la llanura dilatada.All morirs, all pararn tu carroza de gala,baldn de la corte de tu seor" (Is 22, 15-18).El orculo de condenacin individual es breve, directo, se pronuncia en presencia del

    interesado, que escucha la sentencia. El orculo de condenacin colectiva se dirige a todo elpueblo, a un grupo o a las naciones extranjeras y aparece como un desarrollo del anterior, con unhorizonte ms amplio.

    La acusacin abarca una multitud o una serie de faltas. Generalmente consta de dosmiembros: el primero denuncia de forma general, el segundo ataca un pecado concreto. Porejemplo:

    "A Damasco, por tres delitosy por cuatro, no le perdonar.Porque trill a Galaadcon trillos de hierro (Am 1,3).

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    A Gaza, por tres delitosy por cuatro, no le perdonar.Porque hicieron prisioneros en masa

    y los vendieron a Edom" (Am 1,6).El anuncio del castigo tambin tiene dos partes: intervencin de Dios y consecuencias:"Romper los cerrojos de Damascoy aniquilar a los jefes de Valdelitoy al que lleva cetro en Casa Delicias,y el pueblo sirio ir desterrado a Quir" (Am 1,5).El orculo individual es vivo, inmediato; el colectivo se vuelve ms literario y, con ello,

    ms libre y extenso. La creatividad del profeta le induce a introducir cambios en la estructurafundamental. Por ejemplo, no es raro que invierta el orden de los elementos, situando el anunciode castigo antes de la acusacin, o las consecuencias antes de la intervencin de Dios. Estamisma creatividad hace que el profeta ample a veces el esquema primitivo, hasta el punto de que

    en Jeremas y Ezequiel resulta casi irreconocible.En tan pocas pginas no se puede describir la riqueza del lenguaje proftico. Por otra parte,nos hemos limitado a los gneros que emplean, sin descender a otros detalles estilsticos quizms importantes, pero que habra que analizar caso por caso. Un lector con sensibilidad literariahabr advertido en lo anterior numerosos detalles de inters y encontrar otros muchos en laspginas que siguen.

    5. Los medios de comunicacin:

    2) Las acciones simblicas

    Para transmitir su mensaje, los profetas no se limitan a la palabra. A veces la acompaan degestos y acciones para darle ms fuerza. Partamos de un ejemplo concreto.

    "Un da sali Jerobon de Jerusaln y el profeta Ajas de Sil, envuelto en un manto nuevo,se lo encontr en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajas agarr su manto nuevo,lo rasg en doce trozos y dijo a Jerobon: Cgete diez trozos, porque as dice el Seor, Dios deIsrael: Voy a arrancarle el reino a Salomn y voy a darte a ti diez tribus" (1 Re 11,29-31).

    Para qu destrozar un manto nuevo? O descuartizar una pareja de bueyes (1 Sam 11,6-7)?O tirar unas flechas por la ventana (2 Re 13, 14-19), cargar con un yugo al cuello (Jer 27, 1-3.12), o dibujar una ciudad en un ladrillo (Ez 4, 1-3)? Para una mentalidad prctica, la accinsimblica parece una prdida absurda de tiempo, energas y dinero. Podra haberse transmitido elmismo mensaje sin necesidad de ese despilfarro.

    Sin embargo, no es as. Las palabras seran las mismas. Pero la fuerza expresiva, lacapacidad de atraer la atencin del oyente, es mucho mayor en la accin simblica. Visualizanalgo que las palabras slo pueden enunciar con frialdad. Se meten por los ojos!.

    Quiz por ello los profetas emplearon a veces este tipo de acciones, aunque tenemos laimpresin de que estuvieron bastante condicionados por el gusto de la poca. Por ejemplo, entre

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    los profetas del siglo VIII es difcil encontrarlas, mientras son frecuentes en Jeremas y Ezequiel,profetas de finales del siglo VII y comienzos del VI. Esto demuestra que la importancia de lasacciones simblicas es relativa; juegan un papel secundario dentro del modo de expresarse de losprofetas. A pesar de todo merece la pena conocerlas ms de cerca.

    En la mayora de los relatos sobre acciones simblicas podemos encontrar, segn Fohrer,seis elementos:La orden de ejecutarla; viene siempre de Dios y este mandato, introducido por la frmula

    del mensajero (as dice el Seor!), es para el profeta un elemento decisivo, que exige obediencia.El relato puede ser muy variado; en ms de la mitad de los casos no se cuenta la ejecucin

    de la accin simblica, se da por supuesta.La interpretacin se da mediante palabras que desvelan el sentido de lo realizado; este

    elemento es esencial, para evitar interpretaciones errneas.Los testigos oculares. Si exceptuamos ciertos casos de Jeremas y Ezequiel, aparecen

    mencionados con mucha frecuencia; cuando faltan es por buenas razones, como en la mudez deEzequiel, que slo tiene sentido para el profeta.

    El compromiso de Dios a ejecutar lo simbolizado.El nexo entre la accin simblica y lo simbolizado.No siempre se dan todos los elementos. Pero esto es secundario. Lo importante es conocer

    algunos ejemplos concretos.El Seor me dijo: Vete a comprar una jarra de loza; acompaado de algunos concejales y

    sacerdotes, sal hacia al valle de Ben Hinnn, adonde la Puerta de los Cascotes, y proclama all loque te dir. Rompe la jarra en presencia de tus acompaantes y diles: As dice el Seor de losejrcitos: Del mismo modo romper yo a este pueblo y a esta ciudad; como se rompe un cacharrode loza y no se puede recomponer (Jer 19, 1-2.10-11).

    Se trata de un caso interesante, en el que todos los elementos quedan incluidos dentro de laorden de Dios; en ella se habla de la presencia de testigos, se interpreta el sentido de la accin, elSeor se compromete a cumplir lo simbolizado y existe relacin entre la accin simblica y elfuturo anunciado (romper la jarra, romper a la ciudad). Slo falta el relato de la realizacin, queel profeta considera innecesario.

    A continuacin nos fijaremos en una cadena de acciones simblicas realizadas porEzequiel, todas ellas relacionadas entre s, y que encuentran un final sorprendente en lainterpretacin. El texto, que ha sufrido numerosos aadidos y comentarios, lo reduzco a suprobable formulacin primitiva:

    "Y t, hijo de Adn, coge un adobe,pntelo delante y graba en l una ciudad,ponle cerco, construye torresde asalto contra ella,y haz un terrapln contra ella;pon tropas contra ellay emplaza arietes a su alrededor (4,1-2).

    Y t, coge trigo y cebada,alubias y lentejas, mijo y escanda;chalo todo en una vasijay con ello hazte de comer.Comers tasado tu alimento:una racin diaria de ocho onzas (=250 gramos),

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    a una hora fija la comers.Bebers el agua medida:la sexta parte de una cantarilla,a una hora fija la bebers (4,9-11).

    Y t, hijo de Adn, coge una cuchilla afilada,coge una navaja barberay psatela por la cabeza y por la barba.Despus coge una balanza y haz porciones.Un tercio lo quemars en la lumbreen medio de la ciudadun tercio lo sacudirs con la espada,un tercio lo esparcirs al viento (5,1-2).

    Dirs a la casa de Israel:

    Esto dice el Seor:Se trata de Jerusaln:la puse en el centro de los pueblos,rodeada de pases,y se rebel contra mis leyes y mandatospecando ms que otros pueblos,ms que los pases vecinos.Por eso, as dice el Seor:Aqu estoy contra ti para hacer justicia en tia la vista de todos los pueblos.Por tus abominacioneshar en ti cosas que jams hiceni volver a hacer.Te har escombros a la vista de los que pasen.Sers escarnio y afrenta para los pueblos vecinos,cuando haga en ti justicia con castigos terribles.Yo, el Seor, lo he dicho" (5,5-6.8-9.14-15).

    Hay que colocarse en la situacin que presupone el libro. Ezequiel se encuentra deportadoen Babilonia, junto con otros paisanos judos. Estos esperan que su trgica situacin pase prontoy puedan volver a la tierra prometida. Lo inimaginable es que Jerusaln pueda sufrir una nuevadesgracia. En este ambiente, Ezequiel comienza su accin cogiendo un ladrillo y grabando en lel escueto plano de una ciudad, que luego asedia con torres, terraplenes y tropas. Como un nioque juega con sus ejrcitos de plstico. Los espectadores saben que no se trata de un juego denios. Y piensan que esa ciudad sitiada debe ser su mortal enemiga, Babilonia. El profeta no dicenada. Sigue con una nueva accin relacionada con el asedio: el hambre. Y aade una tercera, quesugiere las terribles consecuencias de la cada de la ciudad: un tercio de la poblacin muere en elincendio, un tercio muere a espada, un tercio se dispersa huyendo. Los paisanos han comprendidola relacin entre las distintas acciones. Pero seguro que las han interpretado mal, depositando enellas falsas esperanzas. Por eso es imprescindible la interpretacin, que evita los malentendidos:Se trata de Jerusaln!. Las palabras siguientes no se detienen en explicar el sentido de lasacciones, obvio para los espectadores, sino en justificar la actitud de Dios con la capital.

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    En los pasajes anteriores predomina el elemento visual. A veces, el relato de la accinsimblica adquiere un tinte ms literario u oratorio, con claro predominio de la palabra. Es lo queocurre en este otro texto de Ez 21, 24-27:

    "Y t, hijo de Adn, traza dos rutas para la espada del rey de Babilonia; las dos arrancarn

    del mismo pas. Pon una seal en el arranque de cada ruta para la espada: 'A Rabat de losamonitas; a Jud, que tiene en Jerusaln su plaza fuerte'. Ha hecho alto el rey de Babilonia en labifurcacin de la calzada, donde se dividen las dos rutas, para consultar el vaticinio: baraja lasflechas, pregunta a los dolos, inspecciona el hgado. Ya tiene en su mano derecha el vaticinio: AJerusaln! A prorrumpir en alaridos y lanzar gritos de algazara, a emplazar arietes contra laspuertas, a hacer un terrapln y construir torres de asalto!"

    De nuevo juega el profeta con el elemento sorpresa. El rey de Babilonia est a punto decomenzar su campaa anual. Y se le trazan dos posibilidades: contra los amonitas, contra losjudos. Los espectadores esperan lo primero. En este momento, la accin simblica se convierteen descripcin literaria, con tensin creciente. El lector contiene el aliento cuando el rey hacealto en la bifurcacin de la calzada!. Es preciso leer el texto despacio, dando tiempo a la

    imaginacin para ver cmo se barajan las flechas, se consulta a los dolos, se inspecciona elhgado de un animal muerto. Hasta que, finalmente, se obtiene la respuesta, contraria a los deseosdel espectador: A Jerusaln!! Magnfico ejemplo de la libertad con que emplean los profetas lasestructuras literarias habituales.

    En los ejemplos citados, se emplean elementos externos para simbolizar algo: un adobe,alimentos de diverso tipo, un cinturn de lino. Hay casos en que la misma persona del profeta seconvierte en objeto central de la accin. Es lo que le ocurre a Isaas en el relato del captulo 20.Para entenderlo conviene cambiar el orden de los versos, restituyendo su orden cronolgico.Todo comienza con un mandato impensable de Dios: -Anda, destate el sayal de la cintura,qutate las sandalias de los pies. El lo hizo y anduvo desnudo y descalzo!.

    Es difcil imaginar a un personaje como Isaas, tan sobrio y casi hiertico, paseando de estaforma por Jerusaln durante meses y meses. Qu quiere expresar con ello? La respuesta tienelugar mucho ms tarde:

    El ao en que el general enviado por Sargn, rey de Asiria, lleg a Azoto, la atac y laconquist. Entonces el Seor habl por Isaas, hijo de Ams:

    Como mi siervo Isaas ha caminado desnudo y descalzo durante tres aos, como signo ypresagio contra Egipto y Cus [= Etiopa], as el rey de Asiria conducir a los cautivos de Egipto ya los deportados de Cus, jvenes y viejos, descalzos y desnudos. Sentirn miedo y vergenza porCus, su confianza, y por Egipto, su orgullo. Y aquel da los habitantes de esta costa dirn: Ahtenis a los que eran nuestra confianza, a los que acudamos en busca de auxilio para que noslibraran del rey de Asiria; pues nosotros, cmo nos salvaremos?

    Nos encontramos en el ao 715 a.C. cuando Isaas comienza su accin simblica. Desde el734, Jud est pagando tributo a Asiria. Polticos y pueblo desean liberarse de ese yugo. Cuentancon la ayuda de egipcios y etopes para levantarse contra sus dominadores. Pero Isaas desconfade ellos y adopta la costumbre de marchar por Jerusaln desnudo y descalzo, igual que losprisioneros de guerra. El sentido queda claro dos aos ms tarde, 713, cuando las tropas asiriasconquistan Azoto, demostrando con ello su superioridad. La rebelin es un locura, como haestado sugiriendo Isaas desde el comienzo.

    Otras veces es la forma de vida del profeta, o ciertas actitudes concretas, las que seconvierten en smbolo de un trgico futuro. Es lo que ocurre en la triple orden que recibeJeremas de Dios (16, 1-9):

    Me vino la palabra del Seor:

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    -No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque as dice el Seor a los hijos ehijas nacidos en este lugar, a las madres que los parieron, a los padres que los engendraron enesta tierra: Morirn de muerte cruel, ni sern llorados ni sepultados (...).

    As dice el Seor:

    -No entres en casa donde haya luto,no vayas al duelo, no les des el psame,porque retiro de este pueblo -orculo del Seor-mi paz, misericordia y compasin.Morirn en esta tierra grandes y pequeos,no sern sepultados ni llorados,ni por ellos se harn incisioneso se raparn el pelo;no asistirn al banquete fnebrepara darle el psame por el difunto,ni les darn la copa del consuelo

    por su padre o su madre.No entres en la casadonde se celebra un banquetepara comer y beber con los comensales;porque as dice el Seor de los ejrcitos,Dios de Israel:Yo har cesar en este lugar,en vuestros das, ante vosotros,la voz alegre, la voz gozosa,la voz del novio, la voz de la novia.Para completar estas ideas sobre las acciones simblicas nos fijaremos en dos cuestiones:

    a) Se trata de acciones reales o de ficcin literaria?

    Algunos autores consideran de inters secundario esta pregunta. A principios de sigloescriba Tobac: Sea real o ficticia la accin simblica, el resultado desde el punto de vista de laenseanza es sensiblemente el mismo, y no perdemos mucho al no poder determinar siempre conexactitud su carcter!. Van den Born tambin subraya que para el fin esencial simbolizar lo queDios har no es imprescindible que se ejecute la accin. Es suficiente contarla!. Sin embargo,otros comentaristas consideran muy probable que fuesen llevadas a cabo. Segn Fohrer, noexisten motivos vlidos para dudar de la historicidad de los relatos y ofrece en favor de ella lossiguientes argumentos:

    - el mandato divino es tan serio que se supone que el profeta lo cumplir; aunque en ms dela mitad de los casos no se cuente la ejecucin de la orden, esto no prueba que se trate deficciones literarias;

    - el hecho de que los espectadores exijan a Ezequiel una interpretacin de sus accionesdemuestra que stas son reales.

    - los relatos ofrecen pormenores de la vida diaria;- la accin simblica debe ser un signo para el pueblo, y esto requiere que sean llevadas a

    cabo;- muchas acciones se realizan en circunstancias histricas concretas y muy importantes.

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    Estoy bsicamente de acuerdo con Fohrer, pero no tendra inconveniente en admitir quealgunas de ellas son mera creacin literaria.

    b) Accin simblica y magia

    Para algunos comentaristas, como Van de Born, las acciones simblicas de los profetas sonlos ltimos vestigios de las prcticas mgicas. Fohrer lo niega por los siguientes motivos:

    - El origen de la accin simblica es una orden de Dios y no el deseo del profeta ni lavoluntad de otros hombres. Es raro que falte este mandato.

    - La interpretacin que da el profeta demuestra que la accin simblica no se asemeja a lamagia, que opera por su propia fuerza. Ordinariamente, la accin mgica carece de interpretacin.

    - La garanta divina de que ejecutar lo simbolizado la diferencia an ms de la magia,donde nunca estamos seguros del resultado. En la accin simblica, el elemento mgico quedadominado, porque es el poder de Dios el que opera en la realidad humana.

    - Los profetas no deseaban las calamidades simbolizadas; en los magos ocurre lo contrario.- La magia procede generalmente con un ritual complicado, del que no encontramos huellaen los profetas.

    - La accin mgica pretende modificar el curso del destino. La simblica, por el contrario,revelar los planes de Dios; no intenta modificarlos, sino que el hombre se someta a ellos.

    Entre la magia y el profetismo bblico existe todo el abismo que separa la voluntad o eldeseo del hombre de la voluntad de Dios, a menudo incondicional. La religin bblica constituyeprobablemente la confrontacin ms decisiva con la magia que conoci la Antigedad.Representa la oposicin decidida a las recetas humanas para evadirse de la gracia divina,protectora y creadora de un mundo nuevo! (Ramlot).

    * * *Nuestro conocimiento de los profetas de Israel se basa en dos clases de documentos: los

    relatos contenidos en los libros de Samuel, Reyes y Crnicas y los llamados libros profticos. Losproblemas que plantean son muy distintos y conviene conocerlos aunque sea de forma somera.

    6. Las narraciones sobre profetas

    Nos ponen en contacto con numerosos personajes (reales o ficticios) de inters para losprimeros siglos del profetismo y con otros posteriores que no dejaron obra escrita. Son lossiguientes:

    Samuel (1 Sam 1-3; 7-13; 15-16; 28,3-5).Gad (1 Sam 22,5; 2 Sam 24).Natn (2 Sam 7; 12; 1 Re 1,11-48).Ajas de Sil (1 Re 11, 29-39; 14,1-8).Samayas (1 Re 12,21-24; 2 Cr 12,5-8).Un profeta annimo (1 Re 13).

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    Jeh, hijo de Janan (1 Re 16,1-4; 2 Cro 19,1-3).Un profeta annimo (1 Re 20,13-28).Uno de la comunidad de profetas (1 Re 20, 35-43).Miqueas ben Yiml (1 Re 22).

    Elas (1 Re 17-19; 21; 2 Re 1)Eliseo (2 Re 2; 3,4-27; 4,1-8,15; 9,1-10; 13,14-21).Julda (2 Re 22,13-20).Azaras, hijo de Oded (2 Cro 15,1-8).Janan (2 Cro 16,7-10)Yajziel (2 Cro 20, 13-17)Azaras, hijo de Yehoyad (2 Cro 24,17-22)Un profeta annimo (2 Cro 25,5-10).Otro profeta annimo (2 Cro 25,5-10).Otro profeta annimo (2 Cro 25,14-16).Oded (2 Cro 28,9-13).

    Una lectura rpida de estos textos bastara para advertir grandes diferencias entre ellos. Aveces se trata de notas brevsimas; en otros se cuentan simples ancdotas; algunos presentan loshechos con sentido dramtico y profundidad religiosa. Cada vez existe menos unanimidad en laforma de clasificarlos. Pero, sin entrar en profundidades, al lector puede ayudarle la divisin entres grupos propuesta por Jepsen:

    a) Un primer bloque de textos presenta a estos profetas a la luz de la historia, destacando suinters por la poltica exterior o interior; el profeta aparece como un hombre que aconseja al rey ole reprende, interviene en la guerra, fomenta la subida al trono de un personaje, etc. Por ejemplo,cuando el profeta Gad aconseja a David que abandone el refugio del desierto y se asiente enterritorio de Jud (1 Sam 22,5), Natn condena a David por su adulterio y asesinato (2 Sam 12) yms tarde interviene de manera decisiva en la subida al trono de Salomn (1 Re 1,15-48); ocuando Eliseo interviene de forma indirecta en la uncin de Jeh como rey (2 Re 9).

    b) El segundo abarca leyendas profticas, embellecidas por la tradicin oral y, en ciertoscasos, inventadas por ella. En este segundo grupo tiene ms importancia el ideal del profeta quela realidad histrica. Aunque algunos de estos textos se fijan en intervenciones polticas de losprofetas, su inters se centra en el aspecto humano, especialmente en sus numerosos milagros. Estpico de muchos de estos relatos subrayar el poder proftico de adivinacin. Es convenienteadvertir que estos relatos no siempre contienen datos histricos para evitar interpretacioneserrneas. En su libro Por qu no soy cristiano? aduce Bertrand Russel la siguiente tradicinproftica:

    Subi Eliseo desde Jeric a Betel, y segn suba por el camino salieron del poblado unoschiquillos, que se burlaban de l:

    Sube, calvo! Sube, calvo!Eliseo se volvi, se les qued mirando y los maldijo invocando al Seor. Entonces salieron

    de la espesura dos osas que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos nios (2 Re 2,23-24).Si se interpreta el relato al pie de la letra, como un hecho histrico, es para escandalizar a

    cualquiera y decidir, como Russel, no creer en ese Dios. Pero lo que tenemos ante nosotros es unasimple leyenda que intenta inculcar respeto a la persona del profeta y subrayar el poder de supalabra. Desde luego, la leyenda es bastante desafortunada; corresponde a una concepcin

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    religiosa muy primitiva, nada semejante a la cristiana. Y tambin es de tremenda ingenuidad.Porque dos osas podrn matar a cuatro o cinco nios; los restantes habran huido inmediatamente.Quien invent la historia entenda muy poco de osas y mucho menos de nios. Y lo que es peor,tampoco conoca bien a Eliseo, ese personaje tan preocupado por la gente pobre y sencilla, a los

    que alimenta, cuida y protege. Habra sido incapaz de maldecir a unos nios porque se burlasende l. Este ejemplo nos demuestra que las tradiciones de este grupo debemos leerlas con ciertasreservas desde el punto de vista histrico y no escandalizarnos ni entusiasmarnos demasiado conellas.

    c) El tercer grupo est formado por discursos de profetas, que sintetizan en pocas palabrassu mensaje; quiz porque estos hombres slo tuvieron una o dos intervenciones, quiz porque nose conserv nada ms de ellos. Pero tambin es posible que tales discursos fuesen creados por loshistoriadores posteriores, para ir dando una visin teolgica de los acontecimientos o parajustificar en nombre de Dios determinados hechos posteriores. Un ejemplo tpico lo encontramosen 1 Sam 2,27-36:

    "Un profeta se present a El y le dijo:As dice el Seor: Yo me revel a la familia de tu padre cuando eran todava esclavos delFaran en Egipto. Entre todas las tribus de Israel me lo eleg para que fuera sacerdote, subiera ami altar, quemara mi incienso y llevara el efod en mi presencia, y conced a la familia de tu padreparticipar en las oblaciones de los israelitas. Por qu habis tratado con desprecio mi altar y lasofrendas que mand hacer en mi templo? Por qu tienes ms respeto a tus hijos que a m,cebndolos con las primicias de mi pueblo, Israel, ante mis ojos?

    Por eso, orculo del Seor, Dios de Israel, aunque yo te promet que tu familia y la familiade tu padre estaran siempre en mi presencia, ahora, orculo del Seor, no ser as. Porque yohonro a los que me honran y sern humillados los que me desprecian. Mira, llegar un da en quearrancar tus brotes y los de la familia de tu padre, y nadie llegar a viejo en tu familia. Mirarscon envidia todo el bien que voy a hacer; nadie llegar a viejo en tu familia. Y si dejo a alguno delos tuyos que sirva a mi altar, se le consumirn los ojos y se ir acabando; pero la mayor parte detu familia morir a espada de hombres. Ser una seal para ti lo que les va a pasar a tus dos hijos,Jofn y Fines: los dos morirn el mismo da.

    Yo me nombrar un sacerdote fiel, que har lo que yo quiero y deseo; le dar una familiaestable y vivir siempre en presencia de mi ungido. Y los que sobrevivan de tu familia vendrn aprosternarse ante l para mendigar algn dinero y una hogaza de pan, rogndole: 'Por favor, dameun empleo cualquiera como sacerdote para poder comer un pedazo de pan'."

    En principio podramos pensar que se trata de un discurso histrico pronunciado por unprofeta desconocido. Nadie debe extraarse de que alguien se levante en nombre de Dios contralos pecados de la familia del sumo sacerdote El. Pero al final del discurso encontramos un datosorprendente: se anuncia que la dinasta sacerdotal de El ser sustituida por otra que vivirsiempre en presencia de mi ungido!. Ya que el ungido es el rey, se habla de una familiasacerdotal al servicio de los monarcas. Pero en tiempos de El no existe monarqua ni se piensatodava en ella. Se trata, pues, de un discurso creado posteriormente, cuando ya se saba que lafamilia de El haba pasado a segundo plano, siendo sustituida en importancia por la de Sadoc.Esto ocurri muchos aos ms tarde, cuando Salomn desterr al sacerdote Abiatar, descendientede El, por haberse puesto en contra de su nombramiento como rey. El autor de la Historiadeuteronomista (que abarca los libros de Josu, Jueces, Samuel y Reyes) ha creado la figura deeste profeta annimo y le ha puesto un discurso en la boca para anticipar los acontecimientos yjustificarlos como voluntad de Dios.

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    Este ejemplo no debe provocar en el lector una sospecha absoluta con respecto a todos losdiscursos de profetas pertenecientes a este bloque (1 Sam 2,27-36; 13,10-14; 15; 1 Re 11,29-39;14,1-16; 16,1-4, etc.), pero s precaverle para valorarles rectamente.

    Los grupos de textos que hemos considerado en este apartado son muy importantes para

    conocer la historia del profetismo en sus orgenes y primeros siglos de existencia. Pero laaportacin capital de los profetas se nos ha transmitido en los libros que analizaremos acontinuacin.

    7. Los libros profticos: su formacin

    La Biblia hebrea incluye en este bloque los libros de Isaas, Jeremas, Ezequiel y los Doce(Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas, Nahn, Habacuc, Sofonas, Ageo, Zacaras,Malaquas). La traduccin griega de los Setenta (LXX) realiza algunos cambios de orden dentrode los Doce (Oseas, Ams, Miqueas, Joel, Abdas, Jons, etc.), y los sita antes de Isaas. Porotra parte, despus de Jeremas introduce Baruc, Lamentaciones y la Carta de Jeremas (=captulo 6 de Baruc en muchas ediciones actuales). Estos aadidos resultan comprensibles: Barucfue secretario de Jeremas; las Lamentaciones las atribuyen los LXX a este gran profeta. No esraro que ambas obras fuesen situadas despus de su libro. En realidad, el libro de Baruc no loescribi el discpulo de Jeremas, y las Lamentaciones no son suyas. Pero estos detalles no seconocan en siglos pasados.

    Por ltimo, nuestras ediciones acostumbran incluir entre los libros profticos a Daniel,aunque los judos lo colocan entre los otros escritos! (Ketubim). La decisin actual pareceacertada ya que Daniel es, al menos en parte, el representante ms genuino de la literaturaapocalptica, hija espiritual de la profeca.

    El principal problema que plantea esta serie de libros es el de su formacin. La cuestin estan complicada que podramos dedicar muchas pginas a un solo libro. Nos contentaremos conunas ideas generales.

    Nosotros estamos acostumbrados a atribuir una obra literaria a un solo autor, sobre todo, sial principio nos da su nombre, como ocurre en los libros profticos. Pero en este caso no es ciertoque todo el libro proceda de la misma persona. Podemos comenzar recordando el ejemplo mssencillo: Abdas. Este profeta no escribi un libro ni un folleto; una sola pgina con veintinversos resume toda su predicacin. Sera normal atribuirle estas pocas lneas sin excepcin. Noobstante, los comentaristas coinciden en que los versos 19-20, escritos en prosa, fueron aadidosposteriormente; el estilo y la temtica los diferencian de lo anterior. Quin insert estaspalabras? No lo sabemos. Quiz un lector que vivi varios siglos despus de Abdas.

    Si el mensaje ms breve de toda la Biblia plantea problemas insolubles, los 66 captulos deIsaas, 52 de Jeremas o 48 de Ezequiel son capaces de desesperar al ms paciente. Hay querenunciar por principio a comprenderlo todo. Limitndonos a ideas generales y, simplificandomucho, podemos indicar las siguientes etapas en la formacin de los libros profticos:

    a) La obra original del profeta. Normalmente, lo primero sera la palabra hablada,pronunciada directamente ante el pblico, a la que seguira su consignacin por escrito. A veces,

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    entre la proclamacin del mensaje y su redaccin pudieron transcurrir incluso varios aos, comosugiere el captulo 36 de Jeremas. Este relato es el ms sugerente sobre los primeros pasos en laformacin de un libro proftico. Tras situarnos en el ao 605 a.C. (el ao cuarto de Joaqun, hijode Josas, rey de Jud!), nos dice que el profeta recibi la siguiente orden del Seor:

    "Coge un rollo y escribe en l todas las palabras que te he dicho sobre Jud y Jerusaln ysobre todas las naciones, desde el da en que comenc a hablarte, siendo rey Josas, hasta hoy.(...).

    Entonces Jeremas llam a Baruc, hijo de Neras, para que escribiese en el rollo, al dictadode Jeremas, todas las palabras que el Seor le haba dicho" (36,1-4).

    A un hombre actual puede extraarle que se deje pasar tanto tiempo entre la predicacin yla redaccin escrita. Si Jeremas recibi la vocacin el ao 627 a.C., como parece lo msprobable, resulta curioso que slo reciba orden de escribir el contenido esencial de su mensajeveintids aos ms tarde. Pero la mentalidad de la poca era distinta. Recordemos que, siglos mstarde, Jess no dejar una sola palabra escrita. Volviendo a Jeremas, el volumen dictado a Baruccorre un destino fatal. Tras ser ledo en presencia de todo el pueblo, luego ante los dignatarios,

    termina tirado al fuego por el rey Joaqun. Pero Dios no se da por vencido y ordena al profeta:Toma otro rollo y escribe en l todas las palabras que haba en el primer rollo, quemado porJoaqun! (v. 28). El captulo termina con este interesante dato:

    "Jeremas tom otro rollo y se lo entreg a Baruc, hijo de Neras, el escribano, para queescribiese en l, a su dictado, todas las palabras del libro quemado por Joaqun, rey de Jud. Y seaadieron otras muchas palabras semejantes" (v. 32).

    Entre el primer volumen y el segundo existe ya una diferencia. El segundo es ms extenso.Contiene el ncleo bsico del futuro libro de Jeremas. Los comentaristas han hecho numerososintentos para saber cules de los captulos actuales se encontraban en aquel volumen primitivo.No existe acuerdo entre ellos, y carece de sentido perderse en hiptesis. Lo importante es advertirque el libro de Jeremas se remonta a una actividad personal del profeta.

    Algo parecido debi de ocurrir con Isaas, Ams, Oseas, etc. Es probable que la palabrahablada diese lugar a una serie de hojas sueltas, que ms tarde se agrupaban formando pequeascolecciones: el Memorial sobre la guerra siroefraimita! (Is 6,1-8,14), el Librito de laconsolacin! (Jer 30-32), los orculos A la casa real de Jud! (Jer 30-32), los orculos A la casareal de Jud! (Jer 21,11-23,6), A los falsos profetas! (Jer 23,9-32), Sobre la sequa! (Jer 14), etc.

    Hasta ahora nos hemos fijado en la palabra proftica que fue consignada por escritodespus de ser pronunciada oralmente. No podemos olvidar que en ciertos casos el proceso esinverso: primero se escribe el texto, luego se proclama. En este apartado adquieren especialrelieve los relatos de vocacin (Jer 1,4-10; Ez 1,3), las llamadas Confesiones de Jeremas!, losrelatos de acciones simblicas no realizadas (ya hemos contado con esta posibilidad).

    Y dentro de esta misma lnea podramos llegar a admitir que algunos profetas ms quepredicadores fueron escritores. Este caso se ha presentado con especial agudeza a propsito de loscaptulos 40-55 de Isaas (Deuteroisaas!); muchos comentaristas creen que su autor fue un granpoeta que redact su obra por escrito, comunicndola oralmente slo en un segundo momento.Tambin el gran ciclo de las visiones! de Zacaras parece ms obra literaria que redaccinposterior de una palabra hablada.

    b) La obra de los discpulos y seguidores del profeta.. Con lo anterior no quedaronterminados, ni de lejos, los actuales libros profticos. Les faltaba mucho camino por recorrer. Elsiguiente paso lo dar un grupo muy complejo que, a falta de mejor trmino, calific dediscpulos y seguidores. Utiliz una expresin bastante ambigua para no inducir a error al lector.

  • 7/29/2019 Los Profetas de Israel y su mensaje. 1era Parte.

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    Nosotros estamos acostumbrados a una relacin muy directa entre el maestro y el discpulo.Decimos, por ejemplo, que Julin Maras es discpulo de Ortega y Gasset. Pero nadie dira queGarca Morente fue discpulo de Kant, por mucho que estimase y conociese la obra de estefilsofo. En nuestra mentalidad, para que alguien sea discpulo es preciso que haya existido un

    contacto fsico, directo, unos aos de compaa y aprendizaje.Esta relacin directa entre maestro y discpulos se dio tambin en algunos de los profetas.Isaas nos habla de ellos. Pero, en la redaccin de los libros, intervendr no slo este tipo dediscpulos, sino tambin personas muy alejadas temporalmente del profeta, aunque dentro de suesfera espiritual. Como si Unamuno hubiese podido refundir y completar la obra de Kierkegaard.Un ejemplo que puede parecer absurdo, pero que ilumina nuestro caso.

    Discpulos y seguidores contribuyeron especialmente en tres direcciones: 1) redactandotextos biogrficos sobre el maestro; 2) reelaborando alguno