Los siglos oscuros en la historia de Málaga (siglos IV-VII)

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    LOS SIGLOS OSCUROS EN LA HISTORIA DE MLAGA(SIGLOS IV-VII)*

    Raael Puertas ricas ()

    RESUMEN: En este trabajo se hace un breve repaso a la situacin en las tierras malacitanas entre los siglos IV yVII, ejemplicndolo en las ciudades de Lacipo, la orticacin de Mollina, las termas de orreblanca del Sol y labaslica paleocristiana de Vega del Mar.

    PALABRAS CLAVE: Antigedad arda, erritorios malacitanos, Lacipo, ermas de orreblanca del Sol, Baslicapaleocristiana de Vega del Mar.

    THE DARK CENTURIES IN THE HISTORY OF MALAGA 4th7th C.

    ABSTRACT: Tis article oers a quick overview on the situation o the Malacitan territories between the 4thand the 7th Centuries, with the specication o the enclaves o the town o Lacipo, the ortication o Mollina, thethermal baths o orreblanca del Sol and the Vega del Mar Paleochristian Basilica.

    KEY WORDS: ardo-Antiquity, Malacitan erritories, Termal Baths o orreblanca del Sol, Paleochristian Ba-silica o Vega del Mar.

    1. MLAGA: EL FIN DEL MUNDO ANTIGUO Y LA OCUPACIN VISIGODA

    Durante el siglo IV las tierras de Mlaga, que no ormaban unidad poltica alguna, refejan sim-plemente los acontecimientos histricos del bajo imperio. La ausencia de echas que refejen hechossignicativos en esta zona, no puede ocultar la importancia de dos enmenos:

    1. Recuperacin econmica, tanto en la costa como en el interior de Mlaga, como han refejadomuy bien diversas excavaciones arqueolgicas realizadas en estos ltimos aos. La prdida de

    importancia de algunos sectores de las ciudades, sin duda evidente, no puede ormularse, sinembargo, en trminos catastrcos.

    2. Diusin del cristianismo en esta poca, cuya constatacin en los siglos anteriores es prctica-mente imposible, al menos desde un punto de vista arqueolgico.

    Durante el siglo V las tierras de Mlaga ueron escenario de la llegada de los vndalos en el 411y de sus luchas con los visigodos de Walia por controlar la zona. Estas luchas debieron lgicamentede perturbar la vida social y econmica, pero refejan a su vez la denitiva implantacin del podervisigodo. La construccin de la baslica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcntara,

    * Original enJbega, 63 (1989), pp. 9-20.

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    Marbella) de clara tradicin romana, indica has-ta qu punto sobrevivi e impact la cultura his-

    pano-romana a los nuevos ocupantes.En el siglo VI, el acontecimiento histrico

    ms importante es la ocupacin bizantina de losterritorios malagueos. Concretamente, a par-tir del 552, el ejrcito enviado por el emperador Justiniano en apoyo de Atanagildo y en con-tra de Agila, estableci una demarcacin entrela desembocadura del Guadalete y Cartagena,cuya capital pudo ser Malaca. Los diversos in-tentos de la monarqua visigoda por recuperar

    esta provincia, culminaron en el reinado de Si-sebuto, que entre los aos 613 y 615 recuperdenitivamente el territorio, que se integr en elreino hispano-visigodo.

    Diversas menciones conciliares nos testi-monian la asistencia de obispos de Mlaga a losconcilios visigodos, como prueba de la pujanzade una Iglesia cada vez ms poderosa en las tie-rras de Mlaga. Otro dato importante es la acu-acin de trientes de oro, acuados en Mala-

    ca en el reinado de Sisenando (631-636). Muypocos datos ms tenemos de la ocupacin visi-

    goda, que solo podr conocerse mejor cuandouna adecuada sistematizacin de las necrpolis

    visigodas y un mayor nmero de excavaciones, permita ampliar nuestros conocimientos y co-nectarlos con las teoras actuales sobre las causasde la decadencia del reino visigodo.

    2. LA COSTA Y LOS TERRITORIOSDEL INTERIOR A FINALES DELMUNDO ANTIGUO

    anto en el bajo imperio como en la poca

    visigoda, la situacin de los territorios malague-os tiene como principal caracterstica la sepa-racin y dierencias entre los asentamientos dela costa y los del interior, lo que generar a su vezdierencias en la actividad econmica.

    Como ejemplo de esta dualidad interior-costa, podemos reerirnos al caso de las ciudades.Concretamente, en Acinipo (Ronda) y Lacipo(Casares), que tenan acrpolis altoimperialesdonde se ubicaban los edicios pblicos, asisti-

    mos a la construccin de murallas que acentan(y quizs marcan) el carcter deensivo de las co-

    Baslica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcntara, Marbella)

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    3. EVOLUCIN Y RUINA DE UNACIUDAD ROMANA: EL EJEMPLO DELACIPO (CASARES)

    Esta ciudad romana ocupa una importanteposicin estratgica en el valle Guadiaro-Genal,debi ser su momento ms importante; al me-

    nos, desde un punto de vista constructivo, pue-de situarse en el siglo I d. C., persistiendo comociudad hasta nales del siglo IV, aunque surien-do diversas vicisitudes. El refejo de ellas puedeverse en el sector de las excavaciones que se estu-di en 1975. El Nivel III, se puede echar a me-diados del siglo I d. C., aproximadamente. A lcorresponden los hallazgos importantes de po-ca romana, ya sean las estructuras arquitectni-cas o los hallazgos materiales. Existen, sin em-

    bargo, toda una serie de pequeas modicacio-nes en los edicios del interior de la acrpolis,

    tas topogrcas ms altas de estas ciudades. Noconstatamos, por el contrario, que se construyan

    nuevos edicios pblicos en estas acrpolis. Sehacen pequeas modicaciones en los antiguos,lo que indica un cierto grado de decadencia de laactividad arquitectnica en algunos sectores delas ciudades. Sin embargo, no podemos probarclaramente que esta decadencia se extendiera entrminos econmicos absolutos a otras zonasurbanas que debieron seguir ocupadas.

    En las ciudades de la costa, como Malaca(Mlaga) o Cilniana (San Pedro de Alcntara,

    Marbella), los puntos urbansticos ms impor-tantes debieron de seguir su actividad sin surirningn desplazamiento, ni siquiera sectorial.Podramos hablar en todo caso de un enme-no de retraccin de los ncleos urbanos. En elcaso de la baslica paleocristiana de Vega delMar, su constitucin hacia el ao 500 indicapor su calidad arquitectnica no solo el desa-rrollo del cristianismo, sino la evidente pros-peridad econmica de un emplazamiento, que

    ir perdurando hasta el nal de la ocupacinvisigoda.

    En cuanto a las villae romanas, tambinexiste una evidente dualidad entre las del inte-rior y las de la costa. Las primeras, presentan unevidente carcter de explotaciones agrarias, muyprsperas durante el siglo IV y probablementeen pocas posteriores. Los terrenos circundan-tes estaban dedicados al cultivo de la vid, olivo y cereales, con una presencia abundante, aun-

    que no exclusiva, de cermicas comunes, buenosejemplos de ello seran la villa romana de Crta-ma o el quadriburgium de Mollina. En la costaexiste una larga serie de villae, que no podemosenumerar detalladamente, como las de orrox,orreblanca de Sol en Fuengirola, Ro Verde enMarbella o la de San Luis de Sabinilllas. Son edi-caciones de carcter lujoso, con ricos mosaicos,e importante presencia de sigillatas nortearica-nas. Su prosperidad podra explicarse por las re-

    cuentes relaciones comerciales, especialmentecon Arica.

    Vista de las excavaciones arqueolgicas de Lacipo. Al

    fondo, Sierra Crestellina

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    dad, por tanto, a la destruccin de la ciudad, secoloc una necrpolis. Como tambin se ha di-

    cho, las tumbas rompen para su colocacin losmuros de las construcciones y taponan cuantoencuentran por delante. Sus caractersticas sonlas siguientes:

    a) Como cubierta se utilizan tres o cuatro gran-des losas que se adaptan en lneas generales ala caja de tumba. Han sido labradas para esten, pero sin preocupacin por una labra per-ectamente escuadrada. Algunas de ellas apa-

    recen partidas en dos o tres pedazos e inclina-das hacia el interior de la tumba, con mues-tras de racturas violentas realizadas cuandoel saqueo, pues se nota su colocacin ms des-cuidada de lo que sera en un principio.

    b) La caja tiene orma trapezoidal y est orma-da por lajas colocadas en posicin vertical.Entre laja y laja se han colocado para ser-vir de unin pequeas piedras, tierra y cal.Dentro se encuentran los esqueletos, en mal

    estado de conservacin; les altan piezas yse encuentran siempre con seales de haber

    que pueden seguirse en el plano de las excava-ciones. Sin embargo, es mucho ms importante

    la construccin de un nuevo sector de murallas,precisamente en este sector de la ciudad orien-tado hacia el mar, como deensa para probablesataques que venan de la costa y no del interior.A alta de mejores comprobaciones arqueolgi-cas, podemos globalmente situar tanto las reor-mas como las nuevas construcciones de murallaen la segunda mitad del siglo III o comienzosdel IV. Ello indicara la perduracin del empla-zamiento de la ciudad y un cierto desplazamien-

    to de la actividad econmica hacia otras zonas,cumpliendo entonces la acrpolis de Lacipo unpapel eminentemente deensivo. Otra etapa his-trica de esta ciudad echable en el siglo IV, se-ra la del Nivel II, que correspondera al nivel dedestruccin de las edicaciones romanas. Apa-rece gran cantidad de sillares revueltos, proce-dentes de los dos tipos de muros que sealamosen el plano, con mucha mayor cantidad de te-jas y cermica romana y ragmentos pequesi-

    mos de carbn. En general, el color de la tierraes grisceo. Sobre este estrato y con posteriori-

    Tumba de la necrpolis visigoda de la ciudad de Lacipo

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    que constituy una segunda etapa constructivacorrespondiente al perodo que estamos anali-zando aqu. La planta de orticacin puede tra-zarse con bastante abilidad. Aunque haya pe-queas dierencias en las dimensiones (que nosdeberan hacer hablar de un rectngulo) las atri-

    buimos a pequeos allos de muy poca impor-tancia en la construccin. Por ello preerimosseguir hablando de un cuadrado con una torrecada uno de sus vrtices; torres que en su tiemposerian casi iguales, aunque moderadamente se leshayan arrancado los sillares, especialmente susesquinas, y producido por tanto, una variacinarticial en sus dimensiones. Solamente en unode sus lados presenta la planta algunos proble-mas, pues el lienzo de la muralla se interrumpe

    para dar paso a lo que hemos denominado unempedrado o especie de plataorma construidapor una compacta capa de gruesas piedras y cal,de planta rectangular. Aqu situamos nosotros laentrada al recinto sin que podamos precisar conexactitud si se trata de una especie de pavimentoreorzado o servira como base de una gran cons-truccin, quizs en orma de torre, en la que seabriera una gran puerta de acceso al recinto.

    No sabemos con exactitud si el lienzo de la

    muralla continuaba al otro lado del empedrado y ue destruido modernamente, sin que ni si-

    sido movidas de su posicin primitiva. Sepuede deducir, sin embargo, que ueron en-

    terrados en decbito supino con los brazos alo largo del cuerpo y adosados a las caderas.El crneo suele encontrarse lateralizado ha-cia la izquierda y apoyado sobre la clavculade este lado.

    La capa de tierra de encima del esqueletoy la que lo envuelve tiene un color negruzco yest muy apelmazado, con algn componentegrasiento que a nuestro juicio servira para la

    conservacin del cadver. Generalmente conlos esqueletos no aparecen ms que pequeosragmentos de cermica, en algn caso, restosmnimos de madera. Por debajo de los esquele-tos aparece una na capa de mortero y a vecesragmentos de tgula, aunque nunca aparezcaun solo ejemplar completo.

    Es evidente que los hallazgos de esta necr- polis visigtica han sido escasos, debido al sa-queo actual. El ajuar de las tumbas debi de ser

    ms rico, con ms jarritas y objetos metlicos, enparalelo al sector visigtico de la necrpolis dela baslica de Vega del Mar, que luego estudiare-mos detenidamente.

    4. AGRICULTURA YFORTIFICACIN EN LA

    ANTIGEDAD TARDA: EL CASODE MOLLINA

    Durante las excavaciones arqueolgicas deMollina aparecieron diversas construccionesque nos revelan bastante bien, a travs de susdos etapas constructivas, los cambios econmi-cos y sociales que se operaron en el campo, enlos ltimos siglos de la Espaa Romana. Apare-cieron en Mollina en el nivel ms bajo los restosde unas estancias cuadrangulares que ormaranparte de una villa dedicada a la explotacin agr-cola de esta rtil zona.

    Especialmente importante result el ha-llazgo de una pequea orticacin ms tarda,

    Aspecto exterior de la fortificacin de Mollina

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    mentalmente por la cermica comn romana,con un conjunto importante que detallaremosen los captulos siguientes; puede comparar-se provechosamente con el de Lacipo. A ello seunen los escasos hallazgos de terra sigillata gli-ca o hispnica, que nos induciran a constatar lautilizacin del recinto en los siglos I y II d. C. escierto que los hallazgos numismticos nos pro-

    porcionan en si mismos echas mas antiguas; anuestro juicio indican una circulacin moneta-ria prolongada, que se acercara al cambio de era.Nos encontramos ante una zona ya romanizada,con pocas huellas, por no decir escassimas, depoblamiento anterior a las echas propuestas.

    En cuanto a la cronologa de la segunda eta-pa, al haber desaparecido el estrato arqueolgi-co correspondiente es dicil precisar una echaconcreta. Nosotros pensamos en la segunda mi-

    tad del siglo III, pues tras las invasiones variasde la Btica los ncleos centrales de poblacin

    quiera hayan quedado hayan quedado huellasde cimentacin, o bien el muro alargado del in-terior, bastante ms estrecho, servia de cierre enesta zona, existiendo por tanto, un retranqueode la orticacin. En el interior, unos muros cu-yas anchuras oscilan entre 0,50 a 0,60 m correnparalelos a los lienzos amurallados, a una distan-cia media de 3,50 m. El conjunto se articulara

    en torno a un gran patio central. Una conside-racin de recinto militar, aunque susceptible dealbergar una pequea guarnicin, de capacidadoperativa limitada por el hipottico exiguo n-mero, o bien para servir de albergue deensivo alos habitantes de las cercanas.

    5. CRONOLOGA Y FUNCIN DE LAFORTIFICACIN DE MOLLINA

    Para la primera etapa constructiva podemosaducir el horizonte cultural constituido unda-

    Baslica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcntara, Marbella)

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    estudio de otros casos, debidos especialmente aGoodchild, se tiende a considerar que estos em-plazamientos seran granjas orticadas ms queorticaciones en sentido estricto. Si en nuestrocaso no podemos llevar tan lejos las conclusio-nes, podramos concluir que los aadidos poste-riores, que serviran posiblemente de almacenes,tienden a abonar estas consideraciones. Adems,dichos aadidos posteriores no estaran muy le-janos en el tiempo de la construccin de las es-

    tructuras principales.No pueden sealarse paralelos tan peque-os para este tipo de construccin en Francia oen Alemania, apareciendo ms bien en el nortede rica, Siria y Palestina. Se les aplica pree-rentemente la denominacin de quadriburgiummejor que la de castellum. Segn estos paralelostipolgicos la datacin tendera a situarse a nesdel siglo III, como seria el caso de Mollina, o enotros casos, en el siglo IV.

    Este quadriburgium puede enmarcarse muybien dentro de la recopilacin de plantas reali-

    o de las explotaciones agrcolas debieron desentir la necesidad de orticarse en plan deen-sivo. Dicho de otro modo, no pensaramos, almenos en trminos absolutos, en una ortalezaexclusivamente militar; por su tamao tendrapoca capacidad operativa para la ocupacin delterritorio. Este tipo de ortaleza cuadrada, contorres en sus esquinas, es poco conocido en laPennsula Ibrica, aunque tenga ya una largatradicin y copiosa literatura en otros pases; se

    trata, en principio, de paralelos exclusivamentetipolgicos.Reiteramos nalmente la dierencia cons-

    tructiva y cronolgica entre las estancias de laexplotacin agrcola y de la orticacin. Ambasetapas tienen, sin embargo, un actor comn,qu es la hora de extraer unas conclusiones glo-bales? Es seguro que nos encontramos ante unaorticacin pequea, pero de ello no se dedu-ce necesariamente que el modo de explotacin

    agrcola de la zona, al menos en sus lneas gene-rales, hubiera cambiado radicalmente. Gracias al

    Vista general de las excavaciones arqueolgicas de Mollina

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    ten, sin que podamos decir con seguridad si elprograma arquitectnico era ms amplio y otros

    recintos se han destruido. Por otra parte, es biensabido que estas termas pequeas ni entonces,ni ahora pudieron compararse con las grandestermas pblicas.

    En cuanto a la cronologa, si bien los hallaz-gos de terra sigillata itlica y glica evidencianuna ocupacin y asentamiento del lugar en el si-glo I, nosotros nos inclinaramos a llevar al sigloII, quiz a su primera mitad, la construccin dela zona termal. Ello ira adems de acuerdo con

    la evolucin que suponen los dos octgonos si-mtricos, propios de un trazado avanzando nosolo en la tcnica sino tambin en el tiempo.

    Respecto a los paralelos, mencionaremosaqu la utilizacin de las estructuras octogo-nales en Las Bvedas, edicacin romana deMarbella. Se trata de una estructura octogonalradiada, de cronologa todava incierta (s. II?), perteneciente quiz a unas termas. En el casode Fuengirola se trata de octgonos simtricos,

    perteneciente a una estructura ms simple. Lacomparacin revela en todo caso la existenciade mdulos y de trazados evolucionados a par-tir del siglo II.

    En la segunda etapa hay que destacar lareutilizacin de las estancias termales, aunqueun cambio total de uncin, propio de pocatarda. As, por ejemplo, uno de los octgonos seve partido por un muro para convertirlo en dosalbercas o piletas desiguales. No sabemos si esta

    reutilizacin se produjo cuando la villa estabaya abandonada. La transormacin de las habi-taciones en albercas sera mucho ms cil (y suutilizacin ms cmoda) si se tiene en cuenta ladisposicin regular de las mismas, como podradarse en una actora de salazones pequea. Elresto de la albercas parece articularse en torno aun canalillo, del que quedan escasos restos; ten-dra como nalidad la distribucin de agua portodo el recinto. Su mala calidad constructiva

    permite suponer una rpida destruccin en casode abandono. La utilizacin de sillares en los

    zada por J. Lander, y ms exactamente en unade sus variantes. La primera tiene, adems de las

    torres en los vrtices, otra torre en medio de loslienzos amurallados y una o dos ms pequeasal lado de la entrada. As sern los ejemplos deIrgenhausen, Schaan y Muhattet el Haj, Deirel Kha, Dionysias y Bourada. Nuestra orti-cacin se enmarcara en una variante ms sim- ple; Gornea (ca. 294-303), asrbshir (306 d.C. y asr el Hallabat 213) se deniran, entreotras caractersticas, por las cuatro torres en lasesquinas.

    6. ANTIGEDAD TARDA YOCUPACIN VISIGODA EN LASTERMAS DE TORREBLANCA DELSOL EN FUENGIROLA

    Las diversas etapas cronolgicas de esta zonaejemplican con claridad la perduracin de loslugares de asentamiento y sus diversos cambiosde uncin. En la primera etapa, de cronologa

    alto imperial, nos encontramos, por tanto, anteunas pequeas ternas, indudablemente priva-das. Esto quiere decir, desde un punto de vistaarquitectnico, en primer lugar una capacidadreducida, correspondiente sin duda a las nece-sidades de los propietarios de una villa prxima(no ha podido excavarse), que sera una residen-cia seorial de carcter suburbano, situada en lacercana delMunicipium Suelitanum localizadocon acierto en las proximidades del castillo de

    Fuengirola. Estas termas privadas tienen un pro-grama simple y a la vez evolucionado, tanto des-de un punto de vista tcnico como uncional.Disponan, como hemos dicho, de un bao deagua caliente o caldarium, de un bao de aguatibia o tepidariumy de una piscina de agua ra o

    figidarium. El uego se producira en un horno,por combustin de lea o de carbn vegetal. Elagua vendra desde el manantial al depsito ele-vador y desde all se distribuira desde el manan-

    tial al aljibe y a otros recintos de las termas. Portanto, las partes elementales de unas termas exis-

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    muros divisorios de los recintos, que no puedendenirse con absoluta exactitud, permite insis-tir en el reaprovechamiento de los materiales deunas construcciones de calidad prximas, comopodran ser las de la cercana villa. Nosotros pen-samos que todas estas albercas ormaban una in-

    dustria artesanal, la que vendra trabajando des-de mediados del III hasta nes del siglo IV. He-mos incluido en esta segunda etapa el gran alji-be o depsito de agua puesto que sabemos conclaridad la utilidad del agua en establecimientosde este tipo. Se presupone un considerable gastode agua, por lo que un reaprovechamiento pudoser muy til. El muro con sillares que cierra lazona con las albercas delimita un recinto muyespecco y cerrado, que no parece estar en con-

    tacto con el aljibe. Dicho de otro modo, el recin-to de la actora debi de ser mucho ms que el

    que aparece en el plano; no hay comprobacinarqueolgica suciente de que se extendiera portoda la plataorma actual donde se han realizadolas excavaciones arqueolgicas.

    En cualquier caso, hay que resaltar este carc-ter, que ya hemos sealado, de actora pequea,

    para el comercio en todo caso con un rea redu-cida, como corresponde a una industria artesa-nal, lo que no quiere decir necesariamente altade prosperidad econmica cualitativa. Dicho deotro modo, la planta conservada no correspon-de en absoluto con los trazados de las grandesactoras altoimperiales, pero sus propietarios,quiz habitantes de la prxima villa, eectuabancompras de cermicas importadas como las si-gillatas, especialmente la D., lo que nos da tam-

    bin un indicio cronolgico seguro. El mismosentido tendran los hallazgos de lucernas paleo-

    Planta de las termas romanas de Torreblanca del Sol (Fuengirola)

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    ciones, podra llevarse tambin a la primera mi-tad del mencionado siglo, en lo que conciernea la etapa claramente visigtica. Casi lo mismopodra decirse para esta necrpolis de la zona deorreblanca, que slo ha dejado hablar al rag-mento de inscripcin. El ragmento de inscrip-cin que comentamos es muy pobre, pero no ca-

    rece de inters. No parece probable que se tratede una inscripcin uneraria (Fig. 2,22). Por laderecha se conserva el borde de la inscripcin, ypor tanto en esas zonas no habra ms texto. Loque queda puede leerse de la siguiente orma:

    (------)(---) N (---)(--Ch) risti (---?) tal vez Xristi(---)ium SS (---?) Sanctorum?

    4(---)RS XV A(---?)(------?)

    cristinas, que aaden adems el dato de cristiani-zacin de esta pequea parte de la cultura mate-rial, aunque no podamos ir mucho ms all.

    Finalmente las tumbas sealadas en el planonos testimonian la existencia de una necrpolisimportante en poca visigoda; la osa se encuen-tra labrada en la roca y estara completada con

    ladrillos y argamasa, materiales casi totalmentedesaparecidos. Por tanto, los huecos actualmen-te existentes tienen un valor solamente orienta-tivo. En cualquier caso, cuando se ubic la ne-crpolis en esta zona la actora se encontraraya en desuso. Dado su psimo estado de conser-vacin y la casi total ausencia de hallazgos, es di-cil echarla con precisin. Puede relacionarescon la prxima necrpolis de la baslica de Vegadel Mar (San Pedro de Alcntara, Marbella) que

    se viene echando tradicionalmente en la segun-da mitad del VI, pero que segn nuestras excava-

    Planta de las termas romanas de Torreblanca del Sol (Fuengirola)

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    pnicos y nortearicanos; sacrista; baptisteriocompuesto de dos habitaciones, una de ellas conla primitiva piscina bautismal de tipo rectangu-lar y el vestbulo general de acceso al recinto. Enresumen, una planta basilical, cuya orma primi-

    tiva ya ue refejada por primera vez, como se hadicho, en el esquema simplicado de Hauschild,al que nada puede aadirse ms que la certezade que la necrpolis proporciona una echa msantigua que la propuesta tradicionalmente. Portanto, si se acepta la relacin necrpolis-baslicay la primera puede llevarse a tiempos anteriores,con el mismo puede proponerse una datacin entorno al 500 para la construccin de la baslica.

    Posiblemente a medidos del VI se haran

    algunas reormas, que no modicaran unda-mentalmente los aspectos constructivos delconjunto. As se construira en el baptisterio lapiscina cruciorme con la pequea piscina ado-sada. Se cerrara uno de los vanos de acceso alrecinto G y al probable recinto H. En elbside oriental se introduciran modicaciones,levantndose o recticndose, construyndoseel murete que marca el desnivel con la nave cen-tral. En l parecen destacarse dos sectores para

    fanquear los escalones, que quiz soportaronalgunas columnas y en cualquier caso indepen-

    La restitucin de 1.2 es bastante segura. En1.3 cabra muy bien martyrium sanctorum, aun-

    que no se explicara entonces la lnea de abrevia-turas encima de IVM. No est claro si el trazoondulado que cruza el segundo palo de la V esoriginal o se trata de una herida de la lpida. En1.4 parece que tenemos el nal de un nombrede mes, como Septembres, Octobres, etc. En estecaso sera poco recuente la posicin del nume-ral del mes, que seguramente es (dcima quinta)y que ms bien correspondera a una echa se-gn la era, que no tiene nada que ver despus del

    nombre del mes.Esta es posiblemente la interpretacin ms

    conveniente a base de los escasos restos con-servados. Se tratara quizs de un calendarium,parangonable a los ejemplos citados por Vives,como el ICERV, 333 ss. o, tal vez mejor, a unconjunto de reliquias en relacin con la unda-cin de una baslica, ICERV 301 ss.

    De todas ormas hay que contar con unaiglesia en el sitio. La inscripcin puede echarse

    en el siglo VI y correspondera, por tanto, a laetapa de la necrpolis visigtica, tercera y lti-ma de la ocupacin de la plataorma en la que sedesarrollaron excavaciones.

    7. SIGNIFICADO DE LABASLICA PALEOCRISTIANADE VEGA DEL MAR

    Una explicacin uncional y litrgica de la

    baslica requiere como premisa indispensableaclarar sus ases constructivas, puesto que hansido dos. A continuacin explicaremos la un-cin de los diversos recintos y/o conjuntos derecintos para realizar despus un anlisis delconjunto orgnico del edicio. En cuanto a laase constructiva, que echamos hacia el 500, esla ms importante, pues a ella corresponde la ma-yor parte de la obra conservada. Es decir, el tra-zado es tpicamente paleocristiano y consta de

    tres naves, mayor la central que las laterales; dosbsides contrapuestos, con claros paralelos his-

    Vista general de las excavaciones arqueolgicas de

    Torreblanca del Sol

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    de Casa Herrera y el occidental de El Germo.Ejemplos de bsides independientes, como el

    oriental de Vega del Mar, son el occidental deCasa Herrera en su ase I, el occidental de orrede Palma en sus ases I y III, as como el orientalde El Germo. En cualquier caso, podemos con-cluir que el bside ms importante sera el occi-dental, dedicado desde un principio a santuariodel altar. Su importancia vendra subrayada porel arco triunal que saldra de los arranques delos muros que todava pueden observarse.

    Los recintos C y D, sacrista y bap-

    tisterio, separados por el muro, son bastante pa-recidos. Aunque con uncin distinta, muestranuna evidente simetra espacial. En cambio el re-cinto E, ms alargado, muestra una dieren-cia algo ms acusada, pero sin poder compararsecon los dems recintos. Se trata de una estanciaintermedia entre el recinto F y el baptisterio,sin comunicacin directa con las naves y los b-sides. rataremos ms adelante del baptisterio ysus piscinas. Respecto a las zonas F y G es

    evidente su paralelismo, pero tambin sus die-rencias, incluso aunque pensemos en la posibleexistencia de un recinto H a continuacindel G.

    La entrada actual, situada en el muro nme-ro 9, debi de ser tambin uno de los primitivosaccesos a todo el conjunto, as como la entradade los pies abierta en el nmero 2. Las dos entra-das a la nave lateral y en denitiva al recinto cen-tral, resaltan posiblemente la importancia del

    espacio cultural. La entrada oriental abierta enlos pies es tambin un acceso exterior. El recintoF, con sus cinco vanos, es por tanto el quelos posee en mayor nmero de todo el conjunto,lo que congura por tanto su carcter de vest-bulo general para todo el conjunto. En cuantoal baptisterio y sus tres piscinas, tanto la basli-ca de Vega del Mar como la orre de Palma de-muestran con claridad que una de las estanciaslaterales contiguas al bside han servido en los

    casos sealados de baptisterio, utilizndose des-de el principio para ese n. Como ha sealado

    dizaron este bside, que se convertira quiz enuna capilla uneraria o de culto de reliquias.

    Pasaremos a continuacin a analizar ms des-pacio los diversos recintos de la baslica y su pa-pel dentro del organismo basilical, comenzandopor las naves. En cuanto a los bsides es unda-mental resaltar que el A u occidental se en-cuentra integrado en los esquemas rectangularesdel edicio, mientras que el B sobresale dedichos esquemas. odava son ms signicativasotras dierencias, como la de nivel respecto a lanave central, muy exigua en el A, ms deni-

    toria y relevante en el B, con un murete re-alzado, que marca y salva la dierencia de altura.Finalmente la dierencia supercial de ms deldoble entre ambos bsides debe ser apreciada ensu justo valor. La hiptesis de Prez de Barradasde un iconostasio a la entrada del bside Bno puede ser comprobada en la actualidad, porlo que es mejor no tenerla en cuenta. Es dicilexplicar desde un punto de vista uncional cmodos bsides opuestos han podido usarse simult-

    neamente. La explicacin uneraria y martirialson casi idnticas, pero no han podido compro-barse en nuestra baslica. Como mnimo habrde convenirse en que, al menos desde un punto vista arquitectnico, los bsides sealan o re-claman la convergencia de los eles hacia ellos,aunque slo sea para indicar el comienzo de unaprocesin. Por el contrario, la modicacin delbside oriental en la segunda poca permite atis-bar la cuestin con algo ms de claridad. Puede

    deducirse que el cierre de dicho espacio absidialy la limitacin de su acceso a una escalera relati-vamente estrecha indica su conversin en capillao en otro santuario del altar.

    Respecto a la situacin de los bsides en elesquema arquitectnico de la baslica y de sus paralelos sealaremos ahora algunas semejan-zas. As, el bside occidental incluido dentro delrectngulo encuentra su paralelo en un bsideoriental de la baslica de orre de Palma. Par-

    cialmente construidos dentro de un rectngu-lo se encuentran el bside oriental de la baslica

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    litrgicos, como el del clero que, saliendo de la

    sacrista, ira al baptisterio y posiblemente vol-vera al altar situado en el bside occidental. Loscatecmenos pasaran desde el vestbulo F alrecinto E, donde se iniciara el rito, de allaccederan al D con la piscina bautismal yluego al espacio central.

    Gracias a la recopilacin de Hauschild po-demos encontrar cilmente paralelos tantopara la primitiva piscina rectangular como parala cruciorme. La primera puede relacionarse

    con las de Milreu Estoi (Algarve, Portugal), a-rragona (baslica de la necrpolis), Bobal (Se-

    Ulbert, a nuestro juicio con acierto, el desarro-

    llo del rito bautismal requerira probablementems de una habitacin, puesto que en el recintoD quedaba poco espacio para el desarrollode la liturgia para varios catecmenos. As puedecomprenderse mejor el destino del recinto E,que ms que una sala para la preparacin espiri-tual de los catecmenos servira para la inicia-cin del rito bautismal, que seguira luego en elrecinto D y podra continuar eventualmen-te por el resto de la baslica, asistiendo incluso a

    la celebracin de la eucarista. Se puede as des-cribir, como ha hecho Ulbert, varios itinerarios

    Planta general de la baslica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcntara, Marbella)

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    una explicacin uneraria o martirial, debemosconcluir que nos encontramos ante la existencia

    de un tipo arquitectnico determinado, que res-ponde a necesidades o a modas muy concretas,cuya ltima explicacin no estamos todava encondiciones de proporcionar.

    8. LA BASLICA DE VEGA DEL MAR YSU CONTEXTO HISTRICO

    Los hallazgos espordicos realizados en losterrenos situados inmediatamente al levante de

    Las Bvedas testimonian la existencia de un n-cleo urbano de cierta importancia en ese sector.al vez estuvo emplazada all la antigua Cilniana,que distaba 45 millas de Mlaga segn elItinera-rio de Antonino, distancia equivalente a 66, 5 kmy algo menor a la que actualmente separa a la ca-pital de San Pedro de Alcntara por la carreteranacional 340. La exgesis de esos hallazgos y, enparticular, la presencia de ragmentos desigillatasudglica, permite remontar la existencia de ese

    ncleo al menos hasta la primera mitad del sigloI. Y es indudable que, con los altibajos motiva-dos por los cambios sociales y econmicos que sesuceden a lo largo del imperio, se mantuvo hastanales de los tiempos antiguos y perdurara du-rante los tres primeros siglos medievales.

    Prez de Barradas cree que la supuesta Cil-niana qued arrasada por una ola gigante levan-tada por el sesmo que devast el rea mediterr-nea en el ao 365. Los que sobrevivieron a la ca-

    tstroe la reconstruyeron en el curso del ltimotercio del siglo IV y sera en ese perodo cuandoerigieron la baslica, utilizando prousamentecomo materiales de construccin los restos delos edicios abatidos por la sacudida telrica. Eltemplo debi de tener dos bsides desde el pri-mer momento, pues no se aprecian indicios deque el contrabside se agregara en tiempos pos-teriores, como ocurriera en la baslica norteari-cana en Orleansville.

    Muy pronto se comenzaran a emplazar se-pulturas en torno a la iglesia, especialmente en

    rs, Lrida), Villa Fortunatus (Fraga, Huesca),La Cocosa (Badajoz), Valdecebadar en Oliven-

    za (Badajoz), Alcontar (Cceres), San Pedro deMrida (Badajoz) y Casa Herrera (Badajoz). Encuanto a las piscinas cruciormes, otros paralelosseran los de Idanha-Velha (Beira-Baixo, Portu-gal), Son Peret (Mallorca), El Germo (Crdo-ba), orre de Palma (Alto Alentejo, Portugal),Guijo (Crdoba), Burguillos (Badajoz) y Sa Ca-rrotja (Mallorca).

    Nos queda nalmente por sealar que nues-tra baslica no es un tipo arquitectnico excep-

    cional dentro de la Pennsula Ibrica y el nortede Arica, aunque aqu insistiremos ms en losparalelos hispnicos. Existe, pues, en la Penn-sula un grupo bien conocido y bastante homo-gneo compuesto por la baslica de Casa He-rrera (Badajoz), El Germo (Crdoba), orre dePalma (Monorte, Portugal), un aula con doblebside perteneciente a la villa romana de Bruel(Jan) y otra en La Cocosa (Badajoz), tambinsin nalidad litrgica. La baslica paleocristiana

    de Vega del Mar se enmarca, pues, dentro de estecontexto tipolgico, que tiene en comn un es-pacio central dividido en tres naves y los bsidescontrapuestos al nal del eje longitudinal y laspuertas de entrada en el eje transversal. Su estu-dio de conjunto desde un punto de vista arqui-tectnico y litrgico ha sido realizado por TiloUlbert, por lo que no repetiremos aqu su argu-mentacin. El grupo del norte de rica ha sidoinvestigado satisactoriamente por Nol Duval.

    Mientras en los casos aricanos aportados pordicho autor el bside oriental parece ser una adi-cin posterior, en los espaoles los bsides pa-recen ser simultneos, como ocurre en Vega delMar, donde, sin embargo, no se ha conservadoel altar del bside occidental in situ. La identi-cacin de las estancias laterales como sacrista ybaptisterio nos parece muy adecuada. Como enel caso de nuestra baslica no se puede demostrarque el bside oriental responda a un cambio en

    la orientacin del culto, sino todo lo contrario, y tampoco hay datos que permitan atestiguar

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    puntos del norte de rica, Sicilia y Roma, enun trabajo publicado recientemente. En lo queno estamos de acuerdo es en la cronologa que

    propone para la ereccin de la baslica. Si loseectos del terremoto del 365 ueron tan cala-mitosos en la ribera de la costa malaguea comoalgunos creen, es preciso admitir que la supuestaCilniana tardara bastantes aos en recuperarseteniendo en cuenta las graves perturbacionespolticas y econmicas que aectaron al imperioen las dcadas nales del siglo IV. Y tampoco a-voreceran su resurgimiento los movimientos detropas y masas brbaras registrados en las reas

    ms meridionales de la Btica en el curso del pri-mer tercio de la centuria siguiente, movimientosde los que tenemos datos concretos reeridos almbito norgibraltareo. Sealemos que desde laplaya de San Pedro de Alcntara a la embocadu-ra del Estrecho hay poco ms de medio centenarde kilmetros.

    Por los tesorillos con monedas de la segun-da mitad del siglo IV descubiertos en aria yen Sabinillas, tenemos noticia indirecta de pro-

    bables confictos blicos que aconsejaron a susposeedores la ocultacin de ese numario y cabe

    el rente norte. La numerada como 147, cons-truida con tgulas, sera un modelo tpico delos tiempos del bajo imperio y tambin cabe

    etiquetar como tardorromana a la sepultura 69,atendiendo a las caractersticas de una lucernaaparecida en ella, de la que no se orece repre-sentacin grca. Suponemos que las gentes quehabitaron aquella poblacin en el curso del bajoimperio utilizaron como necrpolis los terrenossituados junto a la margen izquierda del Arroyodel Chopo. A ese camposanto pertenecan lasdos tumbas que recientemente han aparecidoen la lnea costera de Vega del Mar. Con la llega-

    da del cristianismo, proseguiran all los enterra-mientos aunque se eectuaran de acuerdo con elritual de la nueva religin.

    Aceptamos, por tanto, la hiptesis de Prezde Barradas acerca de la continuidad de un pe-queo burgo junto a la raya costera de San Pedrode Alcntara en tiempos antiguos y en los pri-meros siglos medievales y admitimos tambinsu posible devastacin como consecuencia delmaremoto del 365. Gineston incluye a Cilnia-

    na entre las posibles vctimas de aquel sesmo,cuyos estragos han sido sealados en diversos

    Piscinas bautismales de la baslica de Vega del Mar

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    concurso que le proporcionaron tropas bizanti-nas consigui batir a su rival, pero para recom-

    pensar a sus aliados tuvo que cederles buenaparte de sus territorios, entre los que se incluanlas tierras malagueas. La ocupacin bizantinadebi de repercutir avorablemente en la econo-ma de la comarca de la Costa del Sol. Adems,llegaron importantsimos estmulos culturalesque se dejaron sentir en todo el mbito hispanoy dejaran una prounda huella en la sociedad vi-sigoda, que iba a perdurar hasta la llegada de losrabes.

    Mediando el siglo VI y, posiblemente, en losprimeros tiempos de la ocupacin bizantina, labaslica de Vega del Mar experiment algunasreormas, siendo las ms notorias la adicin dela picina cruciorme, el cierre del bside orien-tal y la edicacin del recinto meridional. alesmejoras habra que atribuirlas a la conjuncin dediversos actores de ndole social y religiosa, ascomo a una notable pujanza econmica, basada,en buena parte, en el aprovechamiento de los re-

    cursos martimos que en todo tiempo debieronconstituir la principal uente de recursos de loshabitantes de aquel paraje, superando a los quepudieran lograr con la prctica de la agricultura.Prez de Barradas habla de graves daos suridospor la baslica en los siglos V y VI, siendo los msimportantes los que produjo el hundimiento dela nave derecha que ue reconstruida de maneratosca, con unos pilares que no eran simtricoscon los de la izquierda. Entre las posibles causas

    de esas destrucciones cita un terremoto acaeci-do en el ao 526, de caractersticas semejantes aldel 365. estimonio de esta calamidad sera unacapa de arena perceptible en el ondo de algunassepulturas. En nuestras excavaciones no hemosdetectado ningn estrato arenoso en los enterra-mientos explorados.

    Con la expulsin de los bizantinos no des-aparecera la impronta que su arte haba dejadoen la cultura visigoda y, en lo que concierne al

    sector martimo malagueo, se mantuvieron im-portantes vnculos econmicos con el Imperio de

    destacar que de la segunda de las poblaciones ci-tadas a Vega del Mar hay unos 25 km en lnea

    recta. Aparte de las probables repercusiones quetuvieron en el rea geogrca que es objeto denuestra atencin el rustado intento de Walia, enel ao 417, de llevar un cuerpo expedicionario ala orilla sur del Estrecho de Gibraltar, o la cam-paa emprendida por este mismo monarca paraacabar con los vndalos y alanos establecidos enla Btica. Segn el testimonio de Sidonio Apoli-nar la batalla decisiva que supuso un descalabropara las dos etnias citadas se libr a la sombra del

    Pen de Gibraltar. Y supuso, sin duda, una du-rsima experiencia para la poblacin asentada enVega del Mar la llegada al extremo meridionalde la Pennsula Ibrica de las masas de vndalosque al mando de Geiserico cruzaron el Estrechoy aguas aledaas, para caer sobre los territoriosde la Mauritania ingitana.

    En los tiempos que siguieron no tenemosnoticia de acontecimientos que pudieran teneruna proyeccin negativa para el rea costasole-

    a. Y hasta es muy posible que las circunstanciasueran propicias para un reenlazamiento econ-mico de las gentes que la poblaban. Como in-dica Hayes hay motivos para creer que el Estre-cho de Gibraltar sirvi de camino a un intensotrco martimo que enlazaba, entre otros, loscentros productores de cermica del septentrinaricano con los mercados de la achada atln-tica europea. Naturalmente este trco tendrapuntos de escala en la ribera norte del Mar de

    Alborn contribuyendo con ello a proporcio-narles ventajas econmicas. El incremento delnivel de vida propiciara mejoras de toda clase alas gentes de Vega del Mar y en torno al ao 500creemos que decidieron construir un lugar deculto de magnitudes relativamente importantespara un pequeo ncleo urbano. Y ue entoncescuando erigieron la baslica, cuyos vestigios hanllegado hasta nosotros. En su planta original yacontara con dos bsides.

    En el ao 351 Atanagildo se alz contraAgila y solicit la ayuda de Justiniano. Con el

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    La presencia de monedas de la segunda mi-tad del siglo IV en diversos enterramientos no

    permite establecer conclusiones cronolgicasconcretas, pero es muy posible que se utilizaran aguisa de amuletos o por razones que ignoramos, pero en pocas muy posteriores a sus echas deemisin, segn evidencia el desgaste que se apre-cia en casi todas ellas. ampoco consideramosque haya una dierencia cronolgica evidente en-tre los enterramientos practicados en el interiorde la baslica y los eectuados en el exterior de lamisma. al vez se trate de distinciones sociales y

    las personas de mayor relieve tendran el privile-gio de ser sepultados en el recinto del templo.

    Oriente sirviendo, probablemente, de escala paralas embarcaciones bizantinas que mantenan en-

    lace con las bases estratgicas que se mantenanen la ribera aricana del Estrecho de Gibraltar yque no se perdieron hasta la llegada de los rabesal extremo occidental del Mediterrneo.

    En lo que respecta a la necrpolis de Vegadel Mar repetimos nuestra opinin de que cons-titua un apndice de la que comenzara en tiem-pos paganos para continuar luego como un cam-posanto cristiano, sin que hayamos podido pre-cisar indicio alguno que permita deslindar los

    enterramientos eectuados bajo rmulas arria-nas o catlicas.

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