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Lunes 1 de julio Esther EVANGELIO Mateo 8, 18-22 18 Al ver Jesús que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la otra orilla. 19 Se le acercó un letrado y le dijo: -Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le respondió: -Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. 21 Otro, ya discípulo, le dijo: -Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre. 22 Jesús le replicó: -Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos. COMENTARIOS I v. 18: Al ver Jesús que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la otra orilla. Jesús quiere evitar la popularidad de masa. "La otra orilla" correspondía a regiones paganas de Galilea. La expulsión de los demonios con su palabra (v. 16) preparaba lo que va a suceder en territorio pagano. Jesús se dispone a salir de los límites de Israel. v. 19: Se le acercó un letrado y le dijo: -Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. «Un letrado», cuya doctrina ha desacreditado Jesús con su discurso en el monte (cf. 7,29). El letrado reconoce en Jesús un maestro superior a sí mismo y se ofrece a seguirlo sin condiciones. v. 20: Jesús le respondió: -Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Aparece por primera vez en Mateo la expresión «el Hijo del hombre». No articulada («hijo de hombre») significa «hombre», individuo de la especie humana; el doble artículo «el Hijo del hombre» indica unicidad y excelencia: es «el Hombre» acabado, el modelo de hombre, por poseer en plenitud el Espíritu de Dios (3,16). El Hombre (= el Mesías) tiene una misión que cumplir, cuya urgencia no le permite descanso. El letrado supone que el camino de Jesús tiene un el momento de su muerte, va a ser una pura entrega, sin instalación ni descanso. Tal es el camino «del Hombre». El discípulo ha de participar en esta misión del maestro. v. 21: Otro, ya discípulo, le dijo: -Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre. 22 Jesús le replicó: -Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos. Se le acerca después un discípulo que quiere cumplir con los deberes de piedad para con el padre difunto, poniéndolos por encima de la urgencia de la tarea. Jesús lo disuade. La urgencia de la misión es tan grande, que no deja tiempo ni para los deberes más elementales. Sin embargo, tomado literalmente, el dicho de Jesús es tan brutal, que hay que pensar en un sentido teológico. «El padre» representa la tradición, el modelo al que hay que ajustarse. De hecho, «abandonar al padre» (4,22) significa independizarse de la tradición transmitida por él. Jesús no tiene padre hu- mano y el discípulo ha de renunciar al propio. «Enterrar al padre» índica la veneración, el respeto y estima por el pasado que representa. La orden de Jesús puede significar que el discípulo, que ya lo sigue, tiene que desentenderse de ese pasado, romper su dependencia de tradiciones humanas (cf. 23,9). «Los muertos» mencionados en primer lugar son los que

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Lunes 1 de julio Esther EVANGELIO Mateo 8, 18-22

18Al ver Jesús que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la otra orilla. 19Se le acercó un letrado y le dijo:

-Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20Jesús le respondió: -Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hombre no tiene dónde

reclinar la cabeza. 21Otro, ya discípulo, le dijo: -Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre. 22Jesús le replicó: -Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.

COMENTARIOS I

v. 18: Al ver Jesús que una multitud lo rodeaba dio orden de salir para la otra orilla.

Jesús quiere evitar la popularidad de masa. "La otra orilla" correspondía a regiones paganas de Galilea. La expulsión de los demonios con su palabra (v. 16) preparaba lo que va a suceder en territorio pagano. Jesús se dispone a salir de los límites de Israel.

v. 19: Se le acercó un letrado y le dijo: -Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. «Un letrado», cuya doctrina ha desacreditado Jesús con su discurso en el monte (cf. 7,29). El letrado reconoce en Jesús un maestro superior a sí mismo y se ofrece a seguirlo sin condiciones.

v. 20: Jesús le respondió: -Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.

Aparece por primera vez en Mateo la expresión «el Hijo del hombre». No articulada («hijo de hombre») significa «hombre», individuo de la especie humana; el doble artículo «el Hijo del hombre» indica unicidad y excelencia: es «el Hombre» acabado, el modelo de hombre, por poseer en plenitud el Espíritu de Dios (3,16). El Hombre (= el Mesías) tiene una misión que cumplir, cuya urgencia no le permite descanso. El letrado supone que el camino de Jesús tiene un

el momento de su muerte, va a ser una pura entrega, sin instalación ni descanso. Tal es el camino «del Hombre». El discípulo ha de participar en esta misión del maestro.

v. 21: Otro, ya discípulo, le dijo: -Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre. 22Jesús le replicó: -Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Se le acerca después un discípulo que quiere cumplir con los deberes de piedad para con el padre difunto, poniéndolos por encima de la urgencia de la tarea. Jesús lo disuade. La urgencia de la misión es tan grande, que no deja tiempo ni para los deberes más elementales. Sin embargo, tomado literalmente, el dicho de Jesús es tan brutal, que hay que pensar en un sentido teológico. «El padre» representa la tradición, el modelo al que hay que ajustarse. De hecho, «abandonar al padre» (4,22) significa independizarse de la tradición transmitida por él. Jesús no tiene padre hu-mano y el discípulo ha de renunciar al propio. «Enterrar al padre» índica la veneración, el respeto y estima por el pasado que representa. La orden de Jesús puede significar que el discípulo, que ya lo sigue, tiene que desentenderse de ese pasado, romper su dependencia de tradiciones humanas (cf. 23,9). «Los muertos» mencionados en primer lugar son los que

profesan esas tradiciones; «sus muertos» son figura de las tradiciones mismas. El mundo de la tradición es un mundo de muerte. La tradición muerta engendra muertos. El discípulo mostraba, por tanto, no haber roto definitivamente con su pasado, considerarlo aún como un valor positivo.

La mención del padre pone este episodio en relación con la llamada de Eliseo, que pidió permiso a Elías para despedirse de su padre (1 Re 19,20). La diferencia está en que en el AT la tradición (el padre) estaba viva, mientras que para Jesús está muerta. La escena remite, pues, a la llamada de Simón y Andrés (4,19); la invitación que hace Jesús a seguirlo ofrece al mismo tiempo la comunicación del Espíritu.

II

En un mundo construido con los ladrillos del egoísmo humano, se prespaso, innumerables dificultades para hacer realidad el seguimiento de Jesús en la propia vida. A menudo aparecerá la conveniencia de descender a pactos y compromisos, la tentación, en nombre de un pretendido “realismo”, de disminuir la radicalidad de las exigencias que encierra la llamada. Por ello, en estos breves versículos, la palabra poderosa de Jesús recuerda la necesidad de las rupturas necesarias para un auténtico seguimiento.

Estos dos breves relatos tienen como elemento común la referencia “seguir” a Jesús. Ambos y el relato de la tempestad calmada, que viene a continuación, comienzan con el verbo, arriba mencionado, y señalan con una inusitada urgencia la necesidad que tienen los discípulos y

Se trata de un movimiento local, pero detrás de él se apunta a un cambio más profundo en

el estilo de la vida de todo aquel que, en su vida, quiere actuar el seguimiento. Este nuevo estilo de vida implica la aceptación de las duras exigencias que comporta. Los

personajes que se dirigen a Jesús son anónimos, sólo se menciona su condición: un escriba, en el primer caso, uno de los discípulos en el segundo. Más allá de ese anonimato aparecen las condiciones que se deben cumplir para responder a la llamada, válidas para todo el que emprenda el seguimiento de Jesús.

La decisión tomada por el escriba recibe de Jesús una respuesta que pone de manifiesto la condición del hijo del hombre, carente de hogar y de lugar de descanso en el marco de una sociedad egoísta e inmisericorde. El discípulo, por su parte, quiere actuar primeramente los deberes sociales que la sociedad le impone respecto a su padre difunto. A él, Jesús le recuerda que es necesario posponer todo otro deber para poder responder a la invitación. Esta se convierte, por tanto, en la motivación fundamental de la existencia.

En uno y otro caso se afirma el carácter absoluto del discipulado que expone a un “extrañamiento” de las condiciones en las que los hombres desarrollan su vida. Hogar y familia pasan a segundo plano ante la urgencia que implica el ir detrás de Jesús, de compartir su vida, totalmente dedicada a la actuación de la voluntad divina.

También ésta es el marco desde el cual, el discípulo de Jesús debe juzgar el valor de cada de sus acciones y debe ser consciente que ese marco determina la mayor o menor bondad de cada una de ellas.

Los compromisos y pactos hechos con la intención de hacer más llevadero el seguimiento son, en definitiva, renuncia a éste. Todo llamamiento a seguir a Jestotal que debe ser conscientemente asumida por cada integrante de la comunidad cristiana que, de esa forma, se convierte en extranjero viviendo en su propia patria y es erradicado de sus propios intereses.

Con ello deberá contar al asumir la decisión del seguimiento y ese es el único horizonte en que puede desarrollarse y llegar a plenitud toda vocación cristiana.

Martes 2 de julio Martiniano EVANGELIO Mt 8, 23-27

23Subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron. 24De pronto se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él

25Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole: -¡Sálvanos, Señor, que perecemos! 26E1 les dijo: -¿Por qué sois cobardes? ¡Qué poca fe! Entonces se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma.

27Aquellos hombres se preguntaban admirados: -¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

COMENTARIOS I

vv. 23-24: Subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron. 24De pronto se levantó un

temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Los discípulos siguen a Jesús, aceptando el itinerario hacia los paganos. Mt utiliza un

término extraño para designar el temporal: «seismo», que se aplica a los terremotos (cf. 24,7; 27,54; 28,2). Insinúa así el sentido particular de la tempestad. La presencia de la barca que lleva a Jesús y a los discípulos produce el «terremoto»; es como si en el mar temblara la tierra. La barca y sus ocupantes están en peligro.

El termino «seismo/terremoto», que no se aplica al mar, señala la oposición al viaje de Jesús y los discípulos; simboliza la resistencia del paganismo a la misión.

v.25: Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole: -¡Sálvanos, Señor, que perecemos!

Mateo no ha señalado que Jesús se echara a dormir. Sin embargo, los discípulos lo encuentran dormido. El sueño de Jesús, que simboliza su ausencia, indica solamente que los discípulos no son conscientes de su presencia hasta el momento del peligro.

vv. 26-27: E1 les dijo: -¿Por qué sois cobardes? ¡Qué poca fe! Entonces se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. 27Aquellos hombres se preguntaban admirados: -¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

El miedo de los discípulos ante la resistencia del paganismo muestra su falta de fe. Jesús se dirige a ellos antes que a la tempestad, cuya causa eran «los vientos» y el mar. Se admiran «los hombres», término contrapuesto a «el Hijo del hombre / el Homno poseen el Espíritu y, en la estrechez de su experiencia, no pueden comprender al Hombre-Dios. Su pregunta es una puerta para la fe.

La perícopa presenta numerosos paralelos con la siguiente, donde Jesús libera a los endemoniados gadarenos. Estos salen a su encuentro como si esperasen su llegada, quieren impedir su acción y le suplican que no los atormente.

Todo esto supone que la tierra de los gadarenos sabía ya quién llegaba y para qué. Nótese, además, el paralelo entre «los vientos» (v. 26) y los «demonios» que expulsará Jesús (v. 31). Estos datos confirman que la tempestad que se opone a la ida de Jesús a Gadara representa la resistencia y oposición del paganismo a recibir el mensaje de Jesús. Son «los demonios» del

s pagano los que provocan la tempestad para impedirlo. En este enfoque se explica también el

pánico de los discípulos, que han seguido a Jesús en la misión (v. 23). Esta les parece superior a sus fuerzas. Ante la hostilidad del paganismo, la comunidad de Jesús (la barca) parece que va a ser destruida. La presencia de Jesús, sin embargo, aunque aparentemente inactivo («dormir» puede significar el tiempo después de su muerte (cf. 9,24), basta para asegurar la persistencia de la comunidad. La acción de calmar los vientos y el mar está, por tanto, en paralelo, con la expulsión de los demonios en el episodio que sigue. Los discípulos no comprenden aún la calidad del Hombre-Dios.

II

Las dificultades y peligros que amenazan a toda vida cristiana suscitan sentimientos de desconfianza en los integrantes de la comunidad que pueden ver peligrar la propia existencia. Se hace necesario, por tanto, recrear a cada instante el sentimiento de confianza, capaz de triunfar sobre las amenazas del mal mediante la fe en la persona de Jesús.

El texto dirige la atención hacia una barca a la que sube Jesús y, en su seguimiento, también los discípulos, cumpliendo lo afirmado en el v.18 que “dio orden de pasar a la orilla de enfrente”. De dicha barca se dice que corre el riesgo de las olas” como consecuencia de un gran temporal o “terremoto” que se produce en el mar.

Se trata entonces de una oposición que encuentran los discípulos en su viaje hacia el país pagano, situado en la orilla de enfrente del lago y, por tanto, el “sismo” mencionado quiere significar las resistencias que encontrarán Jesús y sus discípulos en su anuncio misionero en país pagano. Jesús, a pesar del peligro duerme y su sueño es expresión de una confianza a toda prueba que se subraya en contraposición a la actitud de los discípulos. Estos se acercan a El y lo despiertan con sus gritos angustiados: “Auxilio, Señor, que nos hundimos” (v. 25).

La reacción de Jesús es, primeramente, un reproche a la actitud de los discípulos. No tienen el coraje para afrontar las dificultades, son “hombres de poca fe”(cobardes). En orden a suplir esa deficiencia se coloca la acción subsiguiente de Jesús, que tiene las características de un exorcismo como aparece del empleo del verbo “dar ordenpuede ser considerada como demoníaca ya que busca la destrucción de la comunidad salvífica.

En estas circunstancias, la comunidad debe ahondar su comunión con Jesús que se presenta como aparentemente inactivo, “duerme” pero, sin embargo, puede vencer las amenazas que ponen en peligro la existencia de la “barca” en que viajan Jesús y sus discípulos.

“Vientos” y “lago”, a pesar de su fuerza inconmensurable, están sometidos al “Señor” y a sus acciones. Estas llevan a los miembros comunitarios a la pregunta sobre el significado de Jesús que les posibilita un crecimiento en la fe. Dicho crecimiento es el único medio que da capacidad para triunfar sobre las dificultades y oposiciones que se encuentra en el camino.

El descubrimiento de la naturaleza de Jesús se convierte así en adquisición del coraje necesario para enfrentar el riesgo y las amenazas que asechan a la actuación de la comunidad en un medio hostil.

Las mismas dificultades, a primera vista insuperables, se presentan también hoy en una realidad en que el mensaje de Jesús encuentra la fuerte oposición de un mundo en que los valores anticristianos del neoliberalismo amenazan a cada paso la existencia comunitaria. El demonio de la búsqueda desenfrenada de posesión suscita un viento y un oleaje que amenazan hacer desaparecer la “barca de Jesús y sus discípulos. Sin embargo, la presencia de Jesús, aunque aparentemente inactivo, es suficientemente potente para mantener vivo el proyecto de Jesús en quienes lo siguen.

Miércoles 3 de julio Tomás EVANGELIO Juan 20, 24-29

24Pero Tomás, es decir, Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25Los otros discípulos le decían:

-Hemos visto al Señor en persona. Pero él les dijo: -Como no vea en sus manos la señal de los clavos y, además, no meta mi dedo en la señal

de los clavos y meta mi mano en su costado, no creo. 26Ocho días después estaban de nuevo dentro de casa sus discípulos y Tomás con ellos.

Llegó Jesús estando las puertas atrancadas, se hizo presente en el centro y dijo: -Paz con vosotros. 27Luego dijo a Tomás: -Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas

28Reaccionó Tomás diciendo: -¡Señor mío y Dios mío! 29Le dijo Jesús: -¿Has tenido que verme en persona para acabar de creer? Dichosos los que, sin haber

visto, llegan a creer.

COMENTARIOS I

vv. 24-29: Mellizo (24), cf. 11,16: parecido con Jesús por su prontitud para acompañarlo

en la muerte. Los Doce, en Jn, la comunidad cristiana en cuanto heredera de las promesas de Israel (6,70); esta cifra no designa a la comunidad después de la muerte-resurrección de Jesús, cuando las promesas se han cumplido (cf. 21,2: siete nombres, comunidad universal). Tomás no había entendido el sentido de la muerte de Jesús (14,5); la concebía como un final, no como un encuentro con el Padre. Separado de la comunidad (no estaba con ellos), no ha participado de la experiencia común, no ha recibido el Espíritu ni la misión. Es uno de los Doce, con referencia al pasado.

La frase de los discípulos (Hemos visto al Señor, cf. 20,18) formula experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad muestra por sí sola que Jesús no es una figura del pasado,

tivo entre los suyos. Tomás no acepta el testimonio. No admite que el que ellos han visto sea el mismo que ¿1 había conocido. Exige una prueba individual y extraordinaria.

Ocho días después (26): el día permanente de la nueva creación es «primero» por su novedad y «octavo» (número que simboliza el mundo futuro) por su plenitud. En él va surgiendo el mundo definitivo. Dentro, en la esfera de Jesús, la tierra prometida. Las puertas atrancadas ya no indican temor; trazan la frontera entre la comunidad y el mundo, al que Jesús no se manifiesta (14,22s). Llegó, lit. «llega»; ya no se trata de fundar la comunidad (20,19: “llegó”), sino de la presencia habitual de Jesús con los suyos. Jesús se hace presente a la comunidad, no a Tomás en particular. Jn menciona solamente el saludo (Paz con vosotros), que en el episodio anterior abría cada una de las partes. No siendo ya éste el primer encuentro, el saludo remite al segundo saludo

anterior (20,21): cada vez que Jesús se hace presente (alusión a la eucaristía), rede los suyos comunicándoles su Espíritu.

Luego (27) divide la escena; ahora va a tratarse de Tomás. Unido al grupo encontrará solución a su problema. Jesús, demostrándole su amor, toma la iniciativa y lo invita a tocarlo. La

(dedo, manos, mano, meter, costado) subraya la continuidad entre el pasado y el presente de Jesús: la resurrección no lo despoja de su condición humana anterior ni

rior: es la condición humana llevada a su cumbre y asume toda su historia precedente. Ésta no ha sido solamente una etapa preliminar; ella ha realizado el estado definitivo.

Respuesta (28) tan extrema como la incredulidad anterior. El Señor es el que se ha puesto al servicio de los suyos hasta la muerte (13,5.14); es así como en

reconoce esa condición. Tomás ve en Jesús el acabamiento del proyecto divino sobre el hombre y lo toma por modelo (mío).

Después del prólogo (1,18: «Hijo único, Dios«) es la primera vez que Jesús es llamado simplemente Dios (cf. 1,34.49, etc.: «el Hijo de Dios«; 3,16.18, etc.: «el Hijo único de Dios«). Con su muerte en la cruz ha dado remate a la obra del que lo envió (4,34): realizar en el Hombre el amor total y gratuito propio del Padre (17,1). Se ha cumplido el proyecto creador: «un Dios era el proyecto« (1,1). Tomás descubre la identificación de Jesús con el Padre (14,9.20). Es el Dios cercano, accesible al hombre (mío).

La experiencia de Tomás no es modelo (29). Jesús se la concede para evitar que se pierda (17,12; 18,9): a él no se le encuentra sino en la nueva realidad de amor que existe en la comunidad. La experiencia de ese amor (sin haber visto) es la que lleva a la fe en Jesús vivo (llegan a creer).

Síntesis: La fe de la comunidad reconoce en Jesús al Hombre-Dios; tal es la formulación de su experiencia. Toda generación cristiana puede participar de ella por la comunicación del

II

El evangelista pone de relieve la continuidad existente entre el Jesús resucitado que toma la iniciativa de revelarse a quien quiere y el Jesús terreno que había elegido a los discípulos que él quiso. Se trata de la misma persona, pero transfigurada por la realidad de la resurrección. Los

han reconocido cuando les ha mostrado las señales de la pasión, las manos y el costado. Sin embargo parece que el reconocimiento no resulta fácil. Tomás, que no estaba con ellos, quiere pruebas y pone condiciones para creer: quiere comprobarlo con sus propios ojos.

Tomás no sólo experimenta esas dificultades para aceptar la resurrección, sino que además, ofrece resistencias, pues no acepta el testimonio de los discípulos, y exige pruebas. Y éstas van en escala: “ver la señal de los clavos”, “meter el dedo la mano en el costado”. A Tomás no le bastan las palabras de los otros discípulos. Es necesario la aparición de Jesús, que se presente en medio de ellos y pronuncie el saludo judío, que es su saludo pascual. Llama la atención la actitud de Jesús resucitado que ofrece a Tomás las pruebas que éste había exigido y lo que es más importante, le invita a creer. La respuesta del discípulo es realmente emotiva: su confesión personal está cargada de afecto: “Señor mío y Dios mío”. En ella manifiesta no sólo su fe en la resurrección de Jesús, sino también en su divinidad. Y con ello nos enseña que la consecuencia última de la resurrección del Mesías es el reconocimiento de su

Jueves 4 de julio Eliana EVANGELIO Mateo 9, 1-8

9 1Subió a una barca, cruzó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad. 2En esto, intentaban acercarle un paralítico echado en un catre. Viendo la fe que tenían,

-¡Animo, hijo! Se te perdonan tus pecados. 3Entonces algunos letrados se dijeron: -Éste blasfema. 4Jesús, consciente de lo que pensaban les dijo: 5-¿Por que pensáis mal? A ver, ¿que es mas fácil decir: «se te perdonan tus pecados» o

decir «levántate y echa a andar»? 6Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados... -le dijo entonces al paralítico:

-Levántate, carga con tu catre y vete a tu casa 7El hombre se levanto y se marcho a su casa. 8Al ver esto, las multitudes quedaron sobrecogidas y alababan a Dios, que ha dado a los

hombres tal autoridad.

COMENTARIOS I

v. 1: Subió a una barca, cruzó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad. Dos veces han aparecido ya paralíticos en este evangelio (4,24; 8,6). Ahora va a explicar

Mateo la causa de la parálisis y el poder de Jesús para curarla. El «paralítico», el hombre incapaz de toda actividad, es el muerto en vida. Curar a un paralítico es dar al hombre la posibilidad de caminar, de elegir su vida, de ejercer su actividad.

v. 2: En esto, intentaban acercarle un paralítico echado en un catre. Viendo la fe que tenían, Jesús dijo al paralítico:

-¡Animo, hijo! Se te perdonan tus pecados. Son varios los que presentan el paralítico a Jesús, y Jesús «ve» su fe. Sin embargo, se

dirige sólo al paralítico para anunciarle que sus pecados están cancelados. «Los pecados» en Mateo significan el pasado pecador del hombre, antes de su encuentro con Jesús. La fe en Jesús, que es la adhesión a él y a su mensaje, cancela el pasado pecador del hombre, le da una nueva oportunidad de vida; significa un nuevo comienzo.

Existe en el texto una aparente incoherencia: mientras Jesús «ve la fe de ellos», dirige sus palabras únicamente al paralítico. Dado que la fe es la que obtiene la libesignifica que la figura del paralítico incluye las de sus portadores; representa así a los hombres en su condición de muerte y en su deseo de salvación. Los portadores expresan el anhelo por encontrar salvación en Jesús; el paralítico, la situación concreta de los hombres. Jesús lo exhorta a confiar («Animo») y lo llama «hijo», término que se aplica a los israelitas (15,26). Jesús considera a este hombre como miembro de Israel.

vv. 3-5: Entonces algunos letrados se dijeron: -Éste blasfema.4Jesús, consciente de lo que pensaban les dijo: 5-¿Por que pensáis mal? A ver, ¿que es mas fácil decir: «se te perdonan tus pecados» o decir «levántate y echa a andar»? 6Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados...

Aparecen los letrados hostiles a Jesús, cuya enseñanza se apoya en la tradición. Sin expresarlo en voz alta, juzgan que Jesús blasfema, es decir, que insulta a Dios atribuyéndose una función divina. Jesús intuye lo que piensan y los desafía proponiendo la curación del paralítico como prueba de su autoridad para perdonar pecados. El sujeto que posee la autoridad es «el Hombre» (cf. 8,20), el Hijo de Dios (3,16s), que es el «Dios entre nosotros» (1,23). La doctrina sobre la trascendencia de Dios había excavado tal abismo entre él y los hombres, que resultaba imposible para los letrados admitir que el Hombre pudiese tener condición divina. La autoridad de Jesús es universal, se ejerce «en la tierra», lugar de habitación de la humanidad.

vv. 5b-8: le dijo entonces al paralítico: -Levántate, carga con tu catre y vete a tu casa. 7El hombre se levanto y se marcho a su casa. 8Al ver esto, las multitudes quedaron sobrecogidas y alababan a Dios, que ha dado a los hombres tal autoridad.

Con sola su palabra cura al paralítico. La curación significa el paso de la muerte a la vida («levántate», verbo aplicado a la resurrección en 27,63.64; 28,6.7). El hombre, muerto por sus pecados, no solamente es liberado de ellos, sino que empieza a vivir. La fuerza del argumento propuesto por Jesús («para que veáis») está en esto: la vida y libertad que él comunica al hombre (hecho constatable) prueban que éste ya no depende de su pasado (cancelar los pecados), sino que es dueño de lo que antes lo tenía atado (carga con tu camilla).

Los circunstantes son «multitudes» determinadas, alusión a las que lo siguieron después del discurso en la montaña (8,1). Su reacción es de temor y, al mismo tiempo, de alegría. Alaban a Dios por haber concedido tal autoridad «a los hombres». Esta última expresión, en paralelo con

Hijo del hombre», muestra que «el Hijo del hombre» es una condición que puede extenderse a otros. De hecho, como aparecerá más tarde, el destino del «Hijo del hombre» será el de sus dis-cípulos (16,24s); su autoridad será comunicada a los suyos (18,18).

II

Luego de su incursión por Gadara, país pagano del otro lado del lago, Jesús regresa a su “ciudad” (9, 1), término que indica primeramente Cafarnaún pero también engloba a todo Israel. Y las oposiciones y resistencias a la actuación de Jesús suscitadas presentes en su propia patria. La primera de ellas surgirá a propósito de la curación de un

El v. 2 presenta a un enfermo que, llevado por otras personas, se acerca a Jesús.

Portadores y paralítico son considerados como una unidad como se refleja en una cierta incoherencia de la construcción: Jesús “ve” la fe de los portadores, pero se dirige sólo al paralítico para anunciarle el perdón de los pecados. Por tanto, todos ellos representan la humanidad en búsqueda de salvación. En las palabras de Jesús se revela la causa de la parálisis ligada al pecado, al pasado pecador del hombre que ha hecho de él un muerto en vida, un ser incapaz de toda acción. Por ello Jesús se dirige a él pidiéndole confianza: “ánimo” y anunciándole el perdón de sus pecados. El acercamiento a Jesús con fe ofrece al hombre esclavizado por el pecado una nueva posibilidad de existencia.

Enfermo y portadores representan, por tanto, la doble condición de los hombres sometidos a la parálisis y en búsqueda de salvación a la que Jesús responde con una Palabra poderosa.

Pero esta situación es el punto de partida que desencadena una controversia entre Jesús y sus adversarios, los “letrados”. Estos piensan en su interior que la afirmación de Jesús constituye una blasfemia (v. 3). Aunque, sin manifestarlo, consideran que Jesús se arroga una prerrogativa que corresponde sólo a Dios. Y Jesús, que conoce el interior de los corazones, sale al encuentro

La curación de la parálisis es presentada entonces como prueba de la autenticidad de la

prerrogativa de Jesús que los escribas discuten. Este poder está ligado al Hijo del Hombre, Dios

con nosotros, en quien Dios se ha acercado a la humanidad. El Dios lejano de la mente de los escribas debe ceder su lugar al Dios cercano que cura al paralítico. Este pasa así de la muerte a la vida como se indica por el uso de uno de los verbos típicos de la resurrección: “levántate”.

En esta curación de la parálisis del enfermo se puede constatar visiblemente que el hombre es liberado de su pasado pecador que había encadenado su vida y adquiere la plena libertad de actuación. Por ello puede ponerse en pie (“resucitar”) y reiniciar una vida plena en

El versículo conclusivo (v. 8) señala la admiración de la multitud. Pero el punto que

desencadena esa admiración es el poder que Dios ha concedido a “los hombres”. Con ello se produce una extensión de la prerrogativa concedida a Jesús que alcanza, de esa forma a los miembros de su comunidad. La autoridad de Dios en Jesús podrá ser ejercida por los discípulos de éste, por los integrantes de la comunidad de sus seguidores. Viernes 5 de julio Berta EVANGELIO Mateo 9, 9-13

9Cuando se marchó Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

-Sígueme. Se levantó y lo siguió. 10Sucedió que estando él reclinado a la mesa en la casa acudió un buen grupo de

recaudadores y descreídos y se reclinaron con él y sus discípulos. 11Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos:

-¿Por qué razón come vuestro maestro con los recaudadores y descreídos? 12Jesús lo oyó y dijo: -No sienten necesidad de médico los que son fuertes, sino los que se encuentran mal. 13Id

mejor a aprender lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6): porque no he venido a invitar justos, sino pecadores.

COMENTARIOS I

vv. 9-10: Cuando se marchó Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado Mateo,

sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -Sígueme. Se levantó y lo siguió. El episodio simbólico del paralítico, en el que se ofrece la sal

distinción, se concreta en la llamada de Mateo, el recaudador. Su profesión, por su reconocida de la gente, lo asimilaba a «los pecadores» o «des

excluía de la comunidad de Israel. Mateo está «sentado», instalado en su oficio (el mostrador de los impuestos). Jesús lo invita con una palabra: «Sígueme». Mateo «se levanta», y sigue a JesEl seguimiento es la expresión práctica de la fe / adhesión. Según lo dicho por Jesús al paralítico (9,2), su pasado pecador queda borrado. De hecho, Mateo abandona su profesión (se levan

v. 10: Sucedió que estando él reclinado a la mesa en la casa acudió un buen grupo de

recaudadores y descreídos y se reclinaron con él y sus discípulos.

La solemnidad de la fórmula inicial (lit. «y sucedió que estando él reclinado a la mesa en la frase a Jesús mejor que a Mateo. Por otra parte, esta casa (en griego,

designa varias veces la de Jesús y sus discípulos (9,28; 13,1.36; 17,25). Puede ser, como en Marcos, símbolo de la comunidad de Jesús. En la casa se encuentran reclinados a la mesa -postura propia de los hombres libres- Jesús y sus discípulos, pero llegan muchos recaudadores y pecadores y se reclinan con ellos. La comida-banquete es figura del reino de Dios (cf. 8,11). La

mada de Mateo ha abierto a «los pecadores» o impíos la puerta del reino de Dios, actualizado en el banquete mesiánico. La «llegada» de los «recaudadores y pecadores» para estar a la mesa con

en el acto de perfecta amistad y comunión, indica que también ellos han tuyen un nuevo grupo de discípulos. Su fe / adhesión ha

cancelado su pasado, son hombres que van a comenzar una nueva vida. No es condición para el reino la buena conducta en el pasado ni la observancia de la Ley judía. Basta la adhesión a Jesús. Nótese que el término «pecadores / descreídos» no designaba sólo a los judíos irreligiosos, que hacían caso omiso de las prescripciones de la Ley, sino también a los paganos. La escena abre, pues, el futuro horizonte misionero de la comunidad.

vv. 11-13: Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: -¿Por qué razón come vuestro maestro con los recaudadores y descreídos? 12Jesús lo oyó y dijo: -No sienten necesidad de médico los que son fuertes, sino los que se encuentran mal. 13Id mejor a aprender lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6): porque no he venido a invitar justos, sino pecadores.

Oposición de los fariseos, los que profesaban la observancia estricta de la Ley se guardaban escrupulosamente del trato y del contacto con las personas impuras (pecadores). Se dirigen a los discípulos y les piden explicaciones sobre la conducta de su maestro. Responde Jesús mismo con una frase proverbial sobre los que necesitan de médico y denuncia la falta de conocimiento de la Escritura que muestran los fariseos, que no comprenden el texto de Os 6,6 (cf. Mt 12,7). Dios requiere el amor al hombre antes que su propio culto (cf. 5,23-24). Esto invierte las categorías de los fariseos, que cifraban su fidelidad a Dios en el cumplimiento exacto de todas las prescripciones de la Ley, pero condenaban severamente a los que no las cumplían (cf. 7,l ss). La frase final de Jesús tiene un sentido irónico. «Los justos», que no van a ser llamados por él, son los que creen que no necesitan salvación. El verbo «llamar / invitar» ha sido usado por Mateo para designar el llamamiento de Santiago y Juan, que no pertenecían a la

escreídos». «Pecadores», por tanto, tiene un sentido amplio. Son aquellos que no están conformes con la situación en que viven, que desean una salvación. «Los justos», por oposición, son los que están satisfechos de sí mismos y no quieren salir del estado en que viven.

II

Las frecuentes controversias que nos relatan los evangelios nacen de un único sentimiento que se concreta en dos tipos de actitud en la actividad de Jesús, conforme a los sujetos a quienes se dirija. En primer lugar, ellas se originan en la defensa de grupos o personas a quienes se niega la totalidad de los derechos ofrecidos a los demás integrantes del pueblo; en segundo lugar, son un llamado a la conversión de aquellos que pueden ser considerados como la

derechos. De esa doble actitud participan también las controversias de Cafarnaún (Mt 9) que

quieren hacer manifiesto el auténtico rostro de Dios. De allí que podamos definir a toda controversia y, particularmente a éstas, como una reivindicación de la verdadera imagen divina oscurecida por la doctrina y práctica de la dirigencia farisea.

En Mateo 9, 9-13 esta intención está explícitamente señalada a partir de la cita de Oseas donde la voluntad divina aparece ligada a la misericordia y no a los actos cultuales de los sacrificios.

Se pone así de manifiesto la preferencia del Dios de Jesús por todos aquellos que aparecen desfavorecidos en la estructura religiosa de la época: publicanos y pecadores. La cercanía a ellos, el compartir la comida y la vida con los mismos, es la finalidad que se pretende. La necesidad humana es la circunstancia determinante de la iniciativa divina como se expresa en la comparación con el ámbito sanitario del v.12: “no necesitan médico los sanos, sino los

Por ello, junto a la llamada de israelitas más o menos piadosos, dirige una invitación de

seguimiento al publicano Mateo y le da la posibilidad de integrar su vida al designio salvífico dejando su historia pasada de codicia y de pecado.

Pero junto a Mateo, Jesús incorpora en su comunidad salvífica a un grupo de recaudadores de impuestos y de descreídos con el fin de señalar la universalidad de la voluntad divina de salvación. La existencia de los excluidos en la institución religiosa y en toda institución

paz de determinar la mayor o menor adecuación de cada una de esas instituciones con el querer divino.

De allí surge también la condena de Jesús a la dirigencia de toda institución humana que margina, condena que debe entenderse como un llamado de conversión para superar la marginación todavía existente en las relaciones comunitarias.

Dicha condena es también un acto de la misericordia divina que quiere que las discriminaciones creadas por el egoísmo humano y muchas veces atribuidas al querer divino, se transformen en acogida del que ha equivocado su camino pero a quien Dios desea recuperar.

La controversia condena el corazón endurecido de los fariseos que critican la comida de Jesús con publicanos y pecadores, pero es también un acto de misericordia para con ellos porque busca recrear en su interior el corazón vulnerable de Dios frente a toda miseria humana.

Por ello, la auténtica relación religiosa sólo podrá realizarse si ellos son capaces de modelar su corazón conforme a esa preferencia de Dios por los excluidos de dentro y de fuera del pueblo. Sábado 6 de julio María Goretti EVANGELIO Mt 9, 14-17

14Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle: -Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan? 15Jesús les contestó: -¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el

día en que les arrebaten al novio y entonces ayunarán. 16Nadie echa una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado, porque el remiendo tira del manto y deja un roto peor. 17Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque, si no, revientan los odres: el vino se derrama y los odres se echan a perder; no, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.

COMENTARIOS I

v. 14: Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle: -Nosotros y los

fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan? Juan Bautista está ya en la cárcel (4,12). Según la presentación que ha hecho Mt, Juan no

ha pretendido hacer discípulos ni fundar escuela; su papel era de mero precursor (3,11). Aparecen ahora, sin embargo, «los discípulos de Juan», que mantienen su adhe»Discípulos» son los que siguen la doctrina de un maestro; éstos han conferido a Juan ese papel.

tos quieren perpetuar su figura y doctrina, absolutizándolas, contradiciendo a su carácter de precursor. De hecho, no llaman a Jesús «Maestro».

La práctica religiosa de los discípulos de Juan se ha asimilado a la de los fariseos. El papel renovador de Juan y su oposición a los fariseos, a quienes calificó de «camada de víboras» (3,7), han sido olvidados por sus discípulos. Estos han integrado a Juan en el antiguo sistema. Reprochan a Jesús no atenerse a la tradición ascética de los grupos observantes de Israel. Consideran indiscutible que para formar a los discípulos hay que imponerles una severa disciplina.

v. 15: Jesús les contestó: -¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que les arrebaten al novio y entonces ayunarán.

La respuesta de Jesús enfoca la cuestión desde un punto de vista completamente distinto. Compara su convivencia con los discípulos a un banquete de bodas, donde él representa al novio / esposo. Los discípulos son «los amigos del Esposo» (lit.: «los hijos del tálamo o de la sala del banquete», modismo semítico para designar a los amigos íntimos del novio, que se ocupaban de todo lo necesario para la celebración de la boda y de animar la fiesta).

La denominación «el Esposo» enlaza con las palabras de Juan Bautista «yo no merezco ni quitarle las sandalias» (3,11). «El Esposo» o marido era designación de Dios en el AT dentro del simbolismo de la alianza como unión nupcial entre Dios y el pueblo (Os 2). Como lo indicaba ya

esa función; nueva transferencia de una función divina a Jesús, «el Dios entre nosotros» (1,23). La imagen del Esposo supone el cambio de alianza (cf. Jr 31,31-34). Características de ésta son la amistad, la intimidad, la alegría y la libertad. «Los amigos del Esposo» no están sujetos a una disciplina; su actividad se ejerce en la libertad, guiada por el amor al amigo. Ésta es la relación del hombre con Dios en la nueva alianza: el alegre servicio guiado por la adhesión a Jesús, que es amistad con él. Sienincompatible con la presencia de Jesús. Llegarán días, sin embarjustificado, cuando los discípulos se vean privados de la presencia del amigo («el día en que les arrebaten al novio»).

vv. 16-17: Nadie echa una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado, porque el remiendo tira del manto y deja un roto peor. 17Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque, si no, revientan los odres: el vino se derrama y los odres se echan a perder; no, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.

La pregunta de los discípulos de Juan mostraba su extrañeza y escándalo porque Jesús no imponía a sus discípulos la disciplina ascética tradicional. Jesús les explica ahora la razón usando dos comparaciones, la de la pieza de paño nuevo en un vestido viejo y la de los odres y el vino. Lo viejo y lo nuevo son incompatibles; todo compromiso lleva al fracaso y a la ruina de ambos. Con su presencia comienza una época de novedad radical.

Esta perícopa está íntimamente ligada a las anteriores y constituye el centro de esta sección. Jesús llama al reino de Dios a «los pecadores», término que incluye a los paganos en su significado y en la futura realización del reino. Jesús afirma que en la co

-Esposo) no se va a imponer a sus discípulos la praxis religiosa judía. Las antiguas instituciones y prácticas, que pertenecen a la tradición cultural de un pueblo, no pueden

adaptarse en absoluto a la universalidad de la comunidad mesiánica. Lo mismo que para entrar en el reino la única condición es la adhesión a Jesús, así lo es también para pertenecer a él. Jesús libera a los futuros discípulos procedentes del paganismo de toda dependencia de la cultura judía. El antiguo Israel ha pasado, y sus instituciones con él.

Es de notar que Jesús considera el ayuno no como una práctica religiosa, sino como expresión personal de tristeza. Es un hecho lo que puede llevar a los discípulos a ayunar: la ausencia del Esposo, que tendrá lugar en su pasión y muerte. Una vez resucitado, su presencia será continua (28,20). El ayuno no tiene relación con Dios: como las lágrimas, es una expresión de la tristeza, que el hombre practicará cuando tenga motivo para ello.

Los fariseos y discípulos del Bautista continúan sus ayunos porque no han reconocido en Jesús al Esposo-Mesías. Su ayuno es señal de su rechazo de Jesús.

II

La sección a la que pertenece este pasaje se abre con una serie de tres episodios a la que pertenecen la curación de un para -8), la llamada a Mateo (9, 9) y la comida con los pecadores (9, 9-13). Dicho capítulo concluye también con tres episodios: la salvación de dos personajes femeninos (9, 18-26), la curación de dos ciegos (9, 27-31) y la de un mudo (9, 32-34). Entre ambos trípticos se coloca un texto sobre la novedad cristiana y sobre su incompatibilidad con las instituciones religiosas judías que constituye la enseñanza central de 9, 2-34 y desde el cual se deben interpretar los restantes textos.

El pasaje se articula en dos momentos: en el primero encontramos una controversia entre Jesús y los discípulos del Bautista a propósito de la observancia del ayuno; en el segundo se opone lo nuevo a lo antiguo a partir de dos comparaciones tomadas de la forma de coser un vestido y de la conservación del vino.

La inconciliable convivencia de lo nuevo y lo antiguo en estos dos órdenes esclarece la irreductibilidad entre la práctica de Jesús y la práctica de los fariseos y bautistas. Esta última permanece en el ámbito del pasado israelita que, por su particularismo, no puede adaptarse al ámbito universal de la salvación proclamada por Jesús para su comunidad.

Esta nueva realidad nace de la presencia del Esposo en el banquete nupcial. La imagen de las bodas había sido usada en el Antiguo Testamento para expresar la relación de Dios con su pueblo. Ahora se aplica a Jesús que con su llegada ha dado inicio al banquete mesiánico.

La nueva realidad, la presencia del Dios con nosotros entre la comunidad de los discípulos de Jesús, prohíbe el sentimiento de tristeza expresado por el ayuno. Los discípulos de Juan no han comprendido el sentido de la venida de Jesús y, por lo mismo no han comprendido su carácter de precursor del Mesías. Por lo mismo insisten en la práctica del ayuno considerando que siguen vigentes las disciplinas de la Antigua Alianza. De esa forma, ellos mismos se colocan en la misma categoría que los discípulos de los fariseos.

La presencia del Esposo en las bodas mesiánicas exige, por el contrario, una nueva actitud que sólo puede ser expresada adecuadamente por el sentimiento de alegría que lleva a tomar parte activa en el banquete.

La disciplina preparatoria de la Ley antigua debe ceder su lugar al servicio alegre en libertad fruto de esta intervención decisiva de Dios en la historia humana.

El reconocimiento de la presencia divina en Jesús Esposo ha cambiado el sentido de la vida de los discípulos galileos de Jesús. De la tristeza de la preparación expresada por medio del

Todo discípulo de Jesús a lo largo de la historia deberá hacer la misma experiencia y, por

ende, no hay espacio en su existencia para la tristeza. Los “amigos del novio” deben ser capaces de expresar la alegre intimidad con Jesús en la fiesta que significa el compartir del Reino.

Domingo 7 de julio Fermín

DECIMO CUARTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Primera lectura: Zacarías 9, 9-10 Salmo responsorial: 144, 1-2. 8-11. 13-14

Segunda lectura: Romanos 8, 9. 11-13 EVANGELIO Mateo 11, 25-30

25En aquella ocasión exclamó Jesús: -Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, has escondido estas cosas a los

sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; 26sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.

27Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro,. 29Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontrareis vuestro respiro, 30pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

COMENTARIOS I

DEMASIADO COMPLICADO

Me da la impresión de que con la Religión pasa como con el circo. Hay en ella una especie de juego de trapecio, de triple salto mortal donde lo que vale es “el más difícil todavía”. Lo sencillo, lo ordinario no tiene mérito, no parece tener valor.

En tiempos de Jesús no bastaba con cumplir los Diez Mandamientos. Para ser un buen

judío había que observar 613 preceptos, de los que 365 eran prohibiciones -una por cada día del año- y 248 mandamientos positivos -tantos cuantas partes integraban el cuerpo humano según la medicina vigente.

No era fácil ser una persona como Dios manda. Sólo quien tenía cultura y tiempo para

estudiar leyes y “escrutar las Escrituras" podía conseguirlo. La religión, que debía ser para todos, era patrimonio de abogados, teólogos y laicos cultos y pudientes (doctores de la ley, escribas, fariseos y saduceos). El pueblo sencillo, dado lo complicado del sistema, se distanciaba cada vez más de Dios. No sabía de leyes, ni entendía de teología ni de derecho canónico. No tenía tiempo ni medios para dedicarse a ello. La Biblia, enciclopedia del saber religioso, estaba escrita en hebreo, lengua culta y muerta, ininteligible para el pueblo que hablaba arameo y, por lo demás, en su gran mayoría no sabía leer. Como en los tiempos de la

Por si esto fuera poco, los abogados (doctores de la ley) habían desarrollado una

ingente casuística, rayana en lo ridículo y absurdo, en torno a cada uno de los 613 preceptos, dando lugar a una jurisprudencia de cinco mil mandamientos aproximadamente.

Demasiados mandamientos. Demasiados preceptos. Excesivas leyes y reglas. Todo

demasiado complicado. También hoy. Los mandamientos de la Ley de Dios y los de la Iglesia; normas para el

ayuno, la abstinencia y la penitencia cuaresmal. Decretos de la Santa Sede, de las Sagradas Congregaciones romanas, de las Conferencias Episcopales... Cuántos hijos hay que tener, cómo hay que vivir, cómo hay que vestir (no olvidemos los gloriosos tiempos en los que la moral y la decencia se medían por los centímetros de mangas y escote), qué hay que hacer en cada momento... Todo ha estado -y sigue estando- regulado, legislado, codificado.

El pueblo, ante esta barahúnda de leyes, hoy -como ayer- ha terminado por no

entender. Cansado y agobiado por el peso de una Religión para élites se ha separado de la Iglesia. No entiende la teología escrita en clave para iniciados, ni le sirve. Eso sí, soporta sobre las espaldas de su conciencia esos fardos leguleyos que le han colocado los eclesiásticos. Como los judíos, también los cristianos lo hemos complicado todo.

Lo de Jesús de Nazaret era más sencillo. Un día reunió a la gente y le dijo: "Venid a mí

todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Fue una convocatoria revolucionaría, dirigida contra el sistema religioso y teológico de su tiempo -y de hoy-.

El yugo de la Religión-Ley era insoportable. Jesús lo alivió simplificándolo. Los 613

mandamientos y la innumerable casuística creada en torno a cada uno de ellos quedaron reducidos a uno: "Amaos como Yo os he amado". Así de fácil. Lo suficientemente difícil

Adiós a la Religión como sistema del "más difícil todavía", patrimonio de los menos. No

hace falta ser ni culto, ni sabio, ni teólogo para ser buen cristiano. Basta con amar como Jesús. Lo que sucede es que de amor entienden sólo los sencillos. Quienes no lo son, saben de leyes. "Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla...

II

FE Y CIENCIA A lo largo de la historia han sido muchos los conflictos entre los dogmas religiosos y la

ciencia, y en muchos casos el transcurso del tiempo parece que ha ido dando la razón a los son muchos los científicos que se confiesan ateos o agnósticos. ¿Será

incompatible la inteligencia humana y la fe en Jesús de Nazaret? ¿Es eso lo que quiere decir el evangelio de este domingo?

SABIOS Y ENTENDIDOS

La oración de Jesús a que se refiere el evangelio de hoy: «Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla», hay que entenderla a la luz de una advertencia que hace Dios a su pueblo por medio del profeta Isaías: «Dice el Señor: Ya que este pueblo se me acerca con la boca y me glorifica con los labios, mientras su corazón está lejos de mí, y su culto a mí es precepto humano y rutina, yo seguiré realizando prodigios maravillosos: la sabiduría de sus sabios y se eclipsará la prudencia de sus prudentes» (Is 29,13-14; véase también Mt 15,8-9).

Dios se había dado a conocer a su pueblo por medio de su actuación liberadora, al sacarlo de la esclavitud de Egipto; en el Sinaí les dio unas normas que cumplir, que en sus primeras formulaciones estaban siempre basadas en los acontecimientos que dieron origen al pueblo de Israel (~x 20,2; Dt 5,6.20-25). La relación del hombre con Dios debía estar siempre basada en esta experiencia liberadora, de tal forma que, como repiten una y otra vez los profetas, es imposible relacionarse con Dios si no se practica la justicia para con el prójimo

-18; 58,1-12). Pero, según se deduce de las palabras de Isaías que hemos citado antes, algunos sabios

y entendidos habían hecho creer al pueblo que lo que Dios quería es que los hombres estuvie-ran pendientes de él, que rezaran mucho, que frecuentaran mucho el templo. Así habían conseguido que los mandamientos que Dios había dado a los israelitas para que, poniéndolos en práctica, consiguieran evitar que entre ellos se pudieran reproducir relaciones de esclavitud y opresión semejantes a las que sufrieron en Egipto, quedaran sustituidos por preceptos humanos, y que la práctica religiosa se redujera a pura rutina. Esos son los sabios y entendidos, que no comprenden el mensaje de Jesús. Los que utilizan su sabiduría y su ciencia para vaciar de contenido liberador la relación de Dios con su pueblo.

RENDIDOS Y ABRUMADOS

En contraposición a ellos, dice Jesús, la gente sencilla sí que puede entender su mensaje. Ellos, rendidos y abrumados por la injusticia de los que se aprovechan de las doctrinas de sabios y entendidos y por la imagen que los mismos presentan de Dios -un tirano cruel dispuesto a castigar sin piedad las equivocaciones más insignificantes o, lo que es peor, celoso de la felicidad de sus criaturas, que se irrita por todo lo que da un poco de alegría a la vida de los pobres-, sienten en Jesús la presencia del Dios de Israel, amigo y liberador de esclavos, al que no le agradan las prácticas religiosas que no estén basaprisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo...» (Is 58,6-7). A Jesús se le da en el evangelio de Mateo el nombre de «Dios con nosotros» (1,23), que ya se usa en el profeta Isaías con un claro sentido liberador (Is 7,14); Jesús ha recibido del Padre

llevar a su culminación su obra salvadora y liberadora: «Mi Padre me lo ha entregado todo... » Eso sólo lo entiende la gente sencilla. Porque, además, Jesús es, él mismo, sencillo y humilde, solidario con los pequeños y los humillados. Los sabios y enten-didos, los que se creen tales, los que usan su ciencia para cargar lardos pesados en las espaldas de los hombres (Mt 23,4), jamás entenderán -no les interesa- el mensaje de Jesús, jamás aceptarán el Dios cuyo ser nos da a conocer plenamente Jesús: «Al Hijel Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Por otro lado, el proyecto de Jesús tiene sus exigencias; pero éstas no son un yugo insoportable que esclavice al hombre, sino un compromiso que debe ser libremente aceptado y que, al mismo tiempo, es liberador: «Acercaos a mi todos los que estáis rendidos y abrumados,

gad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontraréis vuestro respiro, pues mi yugo e

No es la ciencia, la inteligencia humana, lo que es incompatible con el mensaje de Jesús; es la utilización de estas facultades para engañar y oprimir a los sencillos lo que incapacita a los hombres para conocer a un Dios que, además de liberador, quiere ser Padre.

No es la fe enemiga del saber; lo es de la sabiduría que se utiliza para engañar, dominar, humillar, adormecer, infantilizar...; para explotar a los pobres. Lo es la sabiduría que se opone no a la necedad, sino a la sencillez; porque eso no es conocimiento, sino soberbia; no es ciencia, sino malas artes, incompatibles con el que, en un obrero, quiso ser Dios con nosotros.

I

v.25: En aquella ocasión exclamó Jesús: -Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; 26sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.

La expresión introductoria «por aquel entonces» enlaza de algún modo esta perícopa con la anterior. Después de la recriminación a las ciudades que no responden aparece la respuesta favorable de la gente sencilla. Por contraste con la invectiva anterior, en esta perícopa Jesús alaba al Padre por lo que está sucediendo. Aparece el Padre como el Señor del universo.

Jesús bendice al Padre por una decisión: los intelectuales no van a entender esas cosas; los sencillos, sí. «Esas cosas» puede referirse a «las obras» del Mesías (11,2.19). La revelación de que habla Jesús respecto a los sencillos tiene un pareconocer en Jesús al Mesías, después de los episodios de los panes (16,17). Se trata, pues, de comprender el sentido de las obras de Jesús, de ver en ellas la actividad del Mesías. La

berse hecho de manera deslumbradora y autoritaria. Sin embargo, el Padre ha querido hacerla depender de la disposición del hombre. Es la limpieza de corazón, la ausencia de todo interés torcido, la que permite discernir en las obras que realiza Jesús la mano de Dios.

Precisamente, la denominación «los sabios y entendidos» alude a Is 29,14. En el texto profético, Dios recrimina al pueblo su hipocresía en la relación con él: lo honra con los labios, pero su corazón está lejos (cf. Mt 15,8s). A eso se debe que fracase la sabiduría de los sabios y se eclipse el entender de los entendidos. En el trasfondo del dicho de Jesús se encuentra, por tanto, esta realidad: los sabios y entendidos no captan el sentido de las obras de Jesús porque su insinceridad inutiliza su ciencia, impidiéndoles aceptar las conclusiones a las que su saber debería llevarlos. Los «sencillos» no tienen ese obstáculo y pueden entender lo que Dios les revela. El hecho de que Dios «oculta» ese saber no se debe a su designio, sino al obstáculo humano; se atribuye a Dios lo que es culpa del hombre. De hecho, la realidad de Jesús está patente a todos, viene para ser conocido de todos. El pasaje está en relación con el aserto de Jesús en 9,13: «No he venido a llamar justos, sino pecadores.» El «jullamada por estar conforme con la situación en que vive. No es culpa de Jesús, sino del hombre. El que se tiene por «justo», sin reconocer su necesidad de salvación, se cierra a la llamada de

ido», cuyo corazón está lejos de Dios, está cerrado a la re-velación del Padre (25s).

v. 27: Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

La frase de Jesús «mi Padre me lo ha entregado todo» está en relación con la designación «Dios entre nosotros»: Jesús es la presencia de Dios en la tierra. También con la escena del bautismo, donde el Espíritu baja sobre Jesús y el Padre lo declara Hijo suyo. La posesión de la autoridad divina fue afirmada por Jesús en el episodio del paralítico (9,6). La relación íntima entre Jesús y el Padre la establece la comunidad de Espíritu. Por eso nadie puede conocer al Padre, sino aquel a quien el Hijo comunique el Espíritu, que establecerá una relación con el Padre semejante a la suya. Es decir, el conocimiento de Dios de que se glorían los sabios y entendidos, que se adquiriría a través del estudio de la Ley, no es verdadero conocimiento. Este consiste en conocerlo como Padre,

De ahí que invite a todos los que están cansados y agobiados por la enseñanza de esos sabios y entendidos. El se presenta como maestro, pero no como los letrados, dominando al discípulo; él no es violento, sino humilde, en contraposición al orgullo de los maestros de Israel. Su enseñanza es el descanso, después de la fatiga del pasado (11,28s).

Jesús invita a aceptar su yugo, imagen de las exigencias que se derivan de su mensaje; su yugo es llevadero, no como el de la Ley propuesta por los letrados, y su carga es ligera (cf. 23,4).

Estudiar la Ley debía servir para acercarse a Dios; Jesús invita a acercarse a él directamente; su persona es el medio (la Ley) y el término (Dios). Invita a romper con otros maestros y a aceptar su enseñanza. El legalismo judío era abrumador, una moral sin alegría. Jesús propone, en cambio, el servicio en la alegría de la amistad (9,15). Propone sus exigencias prometiendo la felicidad (bienaventuranzas).

IV

Los textos esclarecen la naturaleza del Reinado de Dios determinando las personas que son sus principales beneficiarios. La compasión de Yahveh se realiza mediante el sostenimiento de todos los que caen y el enderezamiento de todos los encorvados (cf. Sal 144, 14).

Por ello la invitación de Dios se dirige a los agobiados y cansados (Mt 11, 28), a todos aquellos que, en las presentes condiciones del mundo, no han tenido la oportunidad de encontrar en la vida un espacio digno.

La decisión concreta del Padre en su revelación suscita el agradecimiento gozoso de Jesús. Los beneficiarios de esa decisión no son los orgullosos maestros del saber que ocupan un lugar privilegiado de la estructura social existente en las ciudades de Betsaida, Corazaín, y Cafarnaún mencionadas en el texto precedente ni cualquier otro tipo de sabios y entendidos.

Por el contrario las obras de Jesús, reveladoras de Dios han encontrado adecuada comprensión en la gente sencilla. Las obras de Jesús manifiestan así el verdadero rostro de Dios. La fuerza del conquistador (Alejandro Magno en el horizonte de Zac 9, 9-10) no puede expresar adecuadamente la voluntad divina de realizar la salvación por medio de un Mesías que viene para los pobres y que es El mismo pobre (“humilde y montado en un asno”), capaz de destruir la prepotencia de carros y caballos y el arco del combate.

De esta inesperada intervención salvífica, los sabios y entendidos no pueden captar el sentido porque usan su ciencia como instrumento de dominación. Colocándola al servicio de los propios intereses, no pueden sacar las conclusiones a las que el saber debiera conducirlos y, por tanto, fracasa la sabiduría de tales sabios y se oscurece el entender de esos peritos. La ciencia que hubiera debido servirles de ayuda, por la falta de sinceridad, se ha convertido en obstáculo a la

La limpieza de corazón, ausente en esos intelectuales, está por el contrario presente en la

vida de los sencillos. Ellos están disponibles para aceptar al “Señor de cielo y tierra” porque están abiertos a aceptar toda acción divina sin manipularla en favor de sus propios intereses.

El orgulloso y confiado en sus propias fuerzas no puede entender las obras de Dios ligadas al “Hijo”. Es solamente a partir de la obediencia filial, en el reconocimiento de que no todo está permitido, que se puede tener acceso al corazón de Dios. Los que se sienten autosuficientes a causa de sus bienes, cultura o poder se cierran a la revelación de Dios que, aunque universal, exige una comprensión y una “simpatía” que sólo puede surgir de una vida de apertura al querer de Dios.

Solamente gracias a la presencia del Espíritu es posible descubrir el rostro de Dios en esa gozosa constatación de los efectos producido por el Espíritu en la

vida cristiano, señalada en Rm 8, 11, hace posible una existencia realizada en el ámbito de la

La íntima unión entre el Padre y el Hijo, la presencia de Dios en la actuació“Dios con nosotros” sólo puede ser reconocida gracias a la presencia del Espíritu en la vida. El conocimiento de Dios no es una tarea intelectual que brota de un esfuerzo de estudio o de la adquisición del conocimiento de la Ley de la que se glorían los sabios y entendidos. Por el contrario, dicho conocimiento es fruto de una experiencia filial nacida en la sintonía de la propia

De allí nace una invitación para todos aquellos que en su cansancio y abatimiento experimentan sus carencias. La enseñanza manipuladora de los sabios ha producido en ellos ese sentimiento de impotencia. A ellos se dirige Jesús para invitarlos a acercarse a El y encontrar el descanso superador de las fatigas experimentadas.

La ley propuesta por los sabios y entendidos era una carga sumamente onerosa para el pueblo. El legalismo fariseo había convertido la relación con Dios en un conjunto de preceptos que difícilmente podían ser cumplidos. Por el contrario, Jesús, sin disminuir las exigencias, propone un acercamiento gozoso a Dios a través de una vida semejante a la suya. En el reconocimiento filial de la actuación divina, en el alegre servicio que surge del reconocimiento de su actuación en el mundo y en la historia, se puede descubrir la acción reveladora de Dios. Esta no es, por tanto, obra del conocimiento y del esfuerzo que nacen del orgullo autosuficiente de la propia ciencia, aunque esta reciba el calificativo de ciencia religiosa. El descubrimiento de Dios es aceptación gozosa de su presencia entre los hombres por medio de la acción salvadora. Solamente quienes se abren a esa presencia en una actitud amorosa de acogida pueden descubrir el rostro verdadero de Dios que es Padre y nos llama a la comunión de vida en su familia por

nos capacita para ella comunicándonos su Espíritu. Para la revisión de vida Dice Jesús: “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les

aliviaré”. ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales, mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?

Para la reunión de grupo “Te alabo, Padre, porque has revelado estas cosas a la gente sencilla…” La frase podría

entenderse como la afirmación de que Dios ha hecho “revelaciones especiales” a los pobres y sencillos… Pero, ¿cuáles son “estas cosas” a las que se refiere Jesús?

Orientación de la respuesta: El contenido de esa “revelación” no son afirmaciones doctrinales, “verdades reveladas”… sino “las cosas del Reino”. El Padre ha revelado “las cosas del Reino” a la gente sencilla, a los pobres… Jesús no está hablando quizá de ningún “milagro”, de ninguna “revelación positiva”, sino de un hecho fácilmente comprobable: dada la naturaleza del Reino de Dios, sólo lo ven con claridad (sólo entiendetienen corazón de pobre, los que no dejan que el egoísmo les sofoque la transparencia de su mirada…

“Porque has revelado estas cosas…”. La palabra de Jesús puede ser ocasión para revisar El concepto de revelación dominante en muchos sectores del

pueblo cristiano, todavía es, normalmente, un concepto de revelación cuasi-mágica: una revelación que viene de fuera, de lo alto, extrínseca, como una especie de milagro sobre natural, cuyo contenido viene como un paquete ya hecho y preparado, ajeno a toda participación o implicación de los sujetos que “reciben” esa revelación. Este concepto está superado y hay qua abandonarlo. ¿Cuál sería el concepto renovado de revelación? Sugerimos un libro de lectura: Andrés TORRES QUEIRUGA, La revelación de Dios en la realización del hombre, Ediciones cristiandad, Madrid 1987.

Para la oración de los fieles Por la Iglesia, para que sume su esfuerzo al de tantos hombres y mujeres de buena

voluntad que luchan por conseguir la esperanza, la alegría, la paz y el gozo de quienes se saben en manos de Dios padre. Oremos.

Por todos los que viven su fe como una obligación que cumplir, para que se encuentren con el Jesús vivo que libera de toda atadura y agobio, incluso de los de la ley. Oremos.

Por todo son los que no tienen paz en sus vidas, en sus relaciones con los demás, en su relación con Dios; para que encuentren la paz que Jesús trae para todos. Oremos.

Por todos los gobernantes, para que sus palabras y promesas de servicio a la comunidad y al bien común se traduzcan en hechos reales. Oremos.

Por los pobres, los sencillos, los pequeños… para que tengan parte esencial en la construcción del nuevo mundo, justo y fraterno, que todos anhelamos. Oremos.

Por todos nosotros, para que encontremos en Jesús la paz y la alegría que él nos trae de parte del Padre, y que nos libera de nuestras fatigas. Oremos.

Oración comunitaria Te bendecimos, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido grandes

prudentes’, pero se las has revelado a los sencillos; y te pedimos que también a nosotros nos des un corazón de pobre, un amor a la Causa de los pobres, y el desprendimiento necesario para no dejarnos atar por los intereses egoístas, de forma que siempre sepamos captar el sentido de “estas cosas” que revelas a los sencillos. Lunes 8 de julio Eugenio EVANGELIO Mateo 9, 18-26

18Mientras Jesús les hablaba de esto se presentó un personaje que se puso a suplicarle diciendo:

-Mi hija acaba de morir; pero ven tú, aplícale tu mano y vivirá. 19Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 20En esto una mujer que sufría de flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por

detrás y le tocó el borde del manto, 21pensando: «Con sólo tocarle el manto, me sa 22Jesús se volvió, y al verla le dijo: -¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado. Y desde aquel momento quedó curada la mujer. 23Jesús llegó a casa del personaje y al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: 24-¡Fuera, que la muchacha no ha muerto, está durmiendo! Ellos se reían de él. 25Cuando echaron a la gente, entró Jesús, cogió a la muchacha de la

26La noticia del hecho se divulgó por toda aquella comarca.

COMENTARIOS I

vv. 18-19: Mientras Jesús les hablaba de esto se presentó un personaje que se puso a

suplicarle diciendo: -Mi hija acaba de morir; pero ven tú, aplícale tu mano y vivirá. 19Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.

La fórmula inicial «mientras Jesús les hablaba» indica la unión temática entre esta perícopa y la anterior. El personaje o jefe que llega manifiesta una fe en la acción de Jesús comparable a la del centurión (8,5-13). La situación es semejante, pero su caso es más grave: la

hija acaba de morir. Jesús no responde palabra, simplemente se levanta y lo sigue con sus discípulos.

vv. 20-21: En esto una mujer que sufría de flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, 21pensando: «Con sólo tocarle el manto, me

Una mujer enferma se mezcla al grupo de discípulos que sigue a Jesús. Padece una

enfermedad (flujos de sangre) que la hace impura. La Ley le prohibía terminantemente tocar a cualquier persona, para no comunicar su impureza. El número «doce», aplicado a los años de su enfermedad, es una clara alusión a Israel. La mujer enferma representa al pueblo, cuya única posibilidad de curación se encuentra en renunciar a la Ley que le impide el conCon su doctrina y acción universalista, por su contacto con los «pecad -13), Jesús se ha salido de la ortodoxia de Israel. Técnicamente, Jesús sería el «impuro», pero, realmente, el «impuro», es decir, el que no tiene acceso a Dios, pre

sión y mostrarle su confianza renunciando al exclu-sivismo y separación que le impone la Ley.

La fe de la mujer es comparable a la del jefe; su certeza de curación es total. En ambos casos, Israel ve que su única salvación está en Jesús. El vestido equivacurado con su contacto al leproso (8,3) y a la suegra de Pedro (8,15). La unión de estas dos figuras muestra de nuevo que la enfermedad de esta mujer es, como en 8,15, el nacionalismo ex-clusivista y éste es el que causa su impureza (8,3).

v. 22: Jesús se volvió, y al verla le dijo: -¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado. Y desde aquel momento quedó curada la mujer.

Jesús se dirige a ella como antes al paralítico (22; cf. 9,2), figura de todo hombre: « ó «hijo», a ésta la llama «hija». Israel reconoce su situación de

pecado. La frase «tu fe te ha salvado/curado» incluye la liberación afirmada por Jesús para el

El término «hija», que se aplica figuradamente al pueblo personificado en su capital (Zac 2,11 LXX; 9,9), pone a esta mujer en relación con «la hija» del jefe. Ambas son figuras de Israel; la primera describe la causa de su mal, su exclusivismo; la segunda, simboliza que ese mal lleva al pueblo a la ruina definitiva, a la muerte. El «padre / jefe» ha sido incapaz de mantenerla en vida. Para Jesús, sin embargo, esa muerte no es necesariamente definitiva. Utiliza para designar a la hija el término «muchacha» o «mo korasion), que designa a la jovencita apta ya para el matrimonio. Con esa denominación Jesús la hace pasar de la situación dependiente (18: «mi hija») a la de independencia (24.25: «muchacha»). En su nueva condición puede volver a la vida por el contacto con Jesús. Ahí está la única esperanza para Israel; se requiere el acercamiento de Israel a Jesús (mujer con flujos), renunciando a su sometimiento a la Ley, que le impide hacerlo.

vv. 23-26:Jesús llegó a casa del personaje y al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: 24-¡Fuera, que la muchacha no ha muerto, está durmiendo! Ellos se reían de él. 25Cuando echaron a la gente, entró Jesús, cogió a la muchacha de la mano y ella se levantó. 26La noticia del hecho se divulgó por toda aquella comarca.

Hay una multitud que se ríe de la esperanza que abre Jesús. Israel vuelve a la vida como futura esposa («muchacha»). Jesús es «el esposo» (9,15) a quien está destinada y que le ofrece su

II

El encabezamiento que sirve de marco al pasaje suministra la perspectiva en que debe ser interpretado. Jesús ha estado hablando de la caducidad de las instituciones de Israel y, por consiguiente, de la incompatibilidad entre las mismas y su mensaje. Ligado a esa ocasión con un “Mientras Jesús les hablaba” se presenta un doble relato que afecta a dos israelitas: un

archisinagogo o jefe de sinagoga e, interrumpiendo la historia referida a este personaje, la curación de una mujer con flujo de sangre en la que mención de los años de los padecimientos:

Israel, frecuentemente aludido en la Escritura por ese número. Este episodio, colocado en el medio del relato (vv. 20-22) está centrado en el tema de la

impureza. El tipo de enfermedad coloca a la mujer en esa categoría de la religiosidad judía de la y, por tanto, cae bajo la legislación que le impide poder tocar a un semejante para no

transmitir dicha impureza. Sin embargo, a pesar de esa prohibición se mezcla al cortejo de los discípulos y toca el

borde del manto de Jesús. A través del contacto con el manto establece el contacto con la persona que lo endosa. La acción convierte a Jesús en un “impuro” según las categorías de la Ley y, sin embargo, el autor señala que la única forma de superar la impureza se da en ese contacto. Se constata, por tanto, la paradoja que quien realmente es impuro es el pueblo, representado en la mujer. Y su sanación sólo puede efectuarse en el acercamiento a Jesús que, con sus acciones de comunión con los pecadores puede ser considerado como uno de ellos.

Quien según la categorización religiosa farisea no tiene acceso a Dios, es en realidad el único que puede aportar la salvación. La superación de las prescripciones de la Ley en el acercamiento y la adhesión a Jesús por la fe es el único medio de obtener la gracia salvífica de Dios.

El mismo sentido reviste el episodio en que se inserta el anterior. Primeramente (vv. 18-19) se relata el recurso a Jesús por parte de un jefe de sinagoga, el motivo de ese recurso y la marcha de Jesús y sus discípulos tras el personaje. La situacdesesperada: su hija acaba de morir. Sin embargo, el personaje tiene, como la hemorroísa la certeza de la eficacia del recurso a Jesús. También él es consciente que la única posibilidad para Israel reside en la fe y en la adhesión a Jesús.

La muerta, lo mismo que la enferma, es una “hija” (vv. 18 y 22) que como en Zacarías 2,11 y otras profecías es también el título del pueblo. En el primer caso se señala que el pueblo ha sido conducido a la muerte, su práctica adolece de la imposibilidad de mantenerse en vida.

Jesús afirma que esa muerte no es definitiva y se dirige a ella con el término “muchacha”, término que indica la capacidad para el matrimonio que conecta con la escena anterior (v.15) en

la cercanía a Este puede recuperar la vida. Los presentes se ríen de esta pretensión de Jesús, pero el contacto con Jesús devuelve la vida a la muchacha.

Sólo la adhesión a Jesús, que conlleva la superación del exclusivismo de las instituciones se presenta como posibilidad de vida. Esto vale tanto para lo que está muerto como para lo que está enfermo según aparece en los dos hechos relatados. Y esta adhesión, único camino para la salvación de Israel, se presenta también hoy como único camino para la humanidad. Martes 9 de julio Verónica Juliani EVANGELIO Mateo 9, 32-38

32Mientras salían los ciegos, le presentaron a un endemoniado mudo. 33Echó al demonio y el mudo habló. La multitud decía admirada:

-Jamás se ha visto cosa semejante en Israel. 34-En cambio, los fariseos decían: -Echa a los demonios con poder del jefe de los demonios. 35Recorría Jesús todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos,

proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad.

36Viendo a las multitudes, se conmovió, porque andaban maltrechas y derrengadas como ovejas sin pastor.

37Entonces dijo a sus discípulos: -La mies es abundante y los braceros pocos; por eso, 38rogad al dueño que mande

braceros a su mies.

COMENTARIOS I

vv. 32-33a: Mientras salían los ciegos, le presentaron a un endemoniado mudo. 33Echó al

demonio y el mudo habló. Estrecha conexión de esta perícopa con la anterior y, a través de ella, con el episodio de

la mujer y la hija del jefe. Sigue el contexto de la liberación de Israel de la muerte. El término griego kôphos significa sordo, mudo y sordomudo; aquí se subraya la mudez. Este hombre es incapaz de comunicación. Su enfermedad no es física, sino causada por un demonio.

En el episodio de los gadarenos (8,28-9,1), único en que se ha descrito la liberación de endemoniados, el demonio equivalía al espíritu de violencia. Aquí, «estar endemoniado» significa cerrarse a la comunicación. Nuevo símbolo de Israel, que se cierra en sí mismo. La

el sordomudo (cf. 11,5), como la de los ciegos, alude a Is 35,5, texto profético que anuncia el éxodo definitivo, la vuelta de los rescatados por el Señor (Is 35,10). Como la causa de la ceguera era la concepción del Mesías como Hijo de David, la mudez se debe a la mentalidad exclusivista, consecuencia del nacionalismo que implica esa concepción del Mesías.

Para el éxodo definitivo, en el que Jesús, el «Dios entre nosotros» (1,23), toma el puesto atribuido a Yahvé en el AT, se requiere, por tanto, renunciar al nacionalismo exclusivista. Israel tiene que abrirse a la humanidad. Pero esta exigencia de Jesús a Israel vale igualmente para cualquier otro pueblo.

v. 33a-34: -En cambio, los fariseos decían: -Echa a los demonios con poder del jefe de los demonios.

Dos son las reacciones al hecho. La primera, de las multitudes, que han sido testigos de la enseñanza de Jesús (7,28) y han alabado a Dios por la autoridad que comunica a los hombres (9,8) para liberar de los pecados. Su admiración se expresa reconociendo que las acciones de Jesús no tienen precedente en Israel. No están lejos de la fe. Los fariseos, en cambio, defensores fanáticos de la superioridad y exclusivismo de Israel, afirman que la liberaprocede de Dios, sino que su acción y su designio destruyen el plan de Dios.

v. 35: Recorría Jesús todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad.

En paralelo con 4,23, comienza aquí una nueva sección del evangelio (9,38-11,1), constituida sobre todo por la instrucción a los Doce para la misión. 9,35-38 constituye la introducción a la misión y al discurso y describe la lastimosa situación de Israel a los ojos de

Se abre con un sumario de la actividad de Jesús (35), que describe su labor incansable (cf.

4,23). En las sinagogas enseña, es decir, expone su mensaje apoyándose en la Escritura; fuera de las sinagogas proclama la buena noticia de la cercanía del reinado de Dios (4,17); además, cura a todos los enfermos, como señal de la plena salvación que el reino ofrece al hombre.

v. 36:Viendo a las multitudes, se conmovió, porque andaban maltrechas y derrengadas como ovejas sin pastor.

«Las multitudes están como ovejas sin pastor». La frase alude a Nm 27,17, donde Moisés nombra a Josué precisamente para que el pueblo no se disperse. Nadie se ocupa de este pueblo que se encuentra en situación desesperada.

v: 37: Entonces dijo a sus discípulos: -La mies es abundante y los braceros pocos... Ante este espectáculo, Jesús expone la situación a sus discípulos. Usa un término (gr.

therismos) que significa «mies» y «siega». Se usa en 13,30.39, aplicado a la separación final entre buenos y malvados, y «la siega» se atribuye a los ángeles. «Los braceros» u obreros de que habla Jesús ejercen, pues, en la historia la misma actividad que «los ángeles» harán en el momento final. Se ve ahora el sentido de «los ángeles» que servían a Jesús, es decir, colaboraban con él, en la escena del desierto: eran figura de los que colaboran en su misión. La alusión indica que comienza el tiempo escatológico, la etapa final de la historia, inaugurada con la presencia de Jesús y la cercanía del reinado de Dios.

v. 38: por eso, rogad al dueño que mande braceros a su mies. La petición se dirige al dueño de la mies, el Padre. Jesús no pide al Padre que envíe

segadores, pero recomienda a los discípulos que lo hagan. Es una manera de prepararlos a la misión que sigue. La petición les hará tomar conciencia de la necesidad y los dispondrresponder a la llamada de Jesús.

II

El texto comprende dos escenas perfectamente delimitadas: en la primera (vv. 32-34) se relata la última de una larga serie de gestos con autoridad; en la segunda (vv. 35-38) se señala el fin de toda la sección de Mateo sobre la autoridad en palabras y acciones de Jesús (4, 23-9, 38), reproduciendo y explicitando el comienzo de 4, 23.

La primera escena presenta la actitud de Jesús frente a un endemoniado mudo. Se señala la naturaleza de la enfermedad y el término empleado incluye también la sordera. En este caso, sin embargo, se subraya la mudez que hace al hombre incapaz de la comunicación con sus semejantes. La causa también es señalada: no se trata de un defecto físico sino que tiene su raíz

io. Jesús actúa sobre esta última y el mudo restablece la comunicación con las restantes

personas. Como en la curación de los ciegos que se ha relatado precedentemente esta expulsión del demonio señala que en Jesús se ha realizado la venida definitiva de Dios prometida para los tiempos mesiánicos.

Ante esta irrupción se producen dos tipos de reacciones: la admiración de la multitud que reconoce su carácter único y la mala fe de los fariseos que le atribuyen un origen demoníaco.

Y la distinta reacción que separa a la gente de la dirigencia religiosa de Israel suministra el escenario para la segunda sección del relato.

Esta tiene como enseñanza central la compasión de Jesús por la multitud carente de dirigencia por el motivo mencionado. La “autoridad” de Jesús no es un poder de decisión frío sino que expresa la vulnerabilidad de Dios ante la miseria humana. Jesús continúa la actitud de Dios que le ha llevado a hacer de Israel su pueblo. El también “ve” las carencias de una multitud y acude a su grito lacerante.

La expresión del orden pastoril “ovejas sin pastor” con que se describen estas necesidades se transforma en otra de tipo agrícola: la mies pronta para la cosecha que necesita trabajadores para la recolección. El discípulo debe sentirse implicado en esta necesidad y, por consiguiente, debe dirigir su petición al dueño del sembrado para que de respuesta adecuada a esa urgencia.

La actitud fundamental de la práctica de Jesús sólo puede expresarse adecuadamente en términos de compasión. La compasión le ha llevado a pronunciar el sermón de la montaña y la compasión le ha conducido a realizar gestos poderosos de milagros, exorcismos y llamadas. A dicha compasión debe asignarse la curación del endemoniado mudo y, más allá de ese episodio,

nducción que experimenta el pueblo. La dirigencia farisea, no puede comprender la autoridad de Jesús y, por consiguiente, no puede responder a las expectativas de la gente.

Ante esta situación, los discípulos deberán colocar como eje de su preocupación esa actitud compasiva de su Maestro. De esa forma, se comienza a colocar el fundamento de toda misión eclesial, centrada no en el progreso y éxito de la institución eclesial sino en la preocupación por las dolencias y enfermedades que puedan encontrarse en toda persona , indiferentemente si hacen parte o no de ella. Miércoles 10 de julio Amelia EVANGELIO Mateo 10, 1-7

10 1Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad.

2Los nombres de los doce apóstoles son éstos: en primer lugar, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago Zebedeo y su hermano Juan; 3Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador, Santiago Alfeo y Tadeo, 4Simón el fanático y Judas Iscariote el mismo que lo entregó.

5A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: -No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; 6mejor es que

vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. 7Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios.

COMENTARIOS I

v. 1: Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos

para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad. Mateo no describe la institución de los Doce. Su puesto lo ocupan las bienaventuranzas,

donde establece el estatuto de la nueva alianza y, por tanto, funda el nuevo Israel. «Sus doce dis-cípulos», nombrados por primera vez, son, por tanto, la figura representativa del Israel mesiánico. El número doce alude a la plenitud escatológica de Israel. En su estadio final, el pueblo elegido comprende tanto a israelitas como a «pecadores» e incluirá también a los paganos.

Para la misión, los hace participar de su autoridad sobre «los espíritus inmundos». Es la primera vez que aparece en Mt esta expresión, aunque se ha mencionado a los «espíritus» que Jesús expulsaba en 8,16. Se repetirá en 12,43.45. El texto de 8,16 prueba que estos espíritus

Jesús capacita a los discípulos para vencer la resistencia al mensaje opuesta por las

ideologías que dominan al hombre. Según la construcción del texto, parece que los espíritus inmundos están también en relación con las enfermedades. Esto mostraría que estas enfermedades son efecto de la adhesión a ideologías contrarias al plan de Dios.

v. 2: Los nombres de los doce apóstoles son éstos: en primer lugar, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago Zebedeo y su hermano Juan; 3Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador, Santiago Alfeo y Tadeo, 4Simón el fanático y Judas Iscariote el mismo que lo entregó.

Los doce discípulos son llamados ahora los doce apóstoles o enviados (sólo aquí en Mt). Esto significa que la misión es propia de todo discípulo de Jesús, y que todo el Israel mesiánico

scadores de hombres», anunciada a Simón y Andrés en 4,19. El Israel mesiánico se concreta en doce nombres, entre los cuales, como primero, destaca

Simón, al que llamaban Piedra / Pedro. De nuevo aparece esta cláusula (cf. 4,18) que menciona el sobrenombre de Simón, sin que se explique su origen. Pedro y los tres siguientes se mencionan en el mismo orden de 4,18-22, explicitando también el parentesco que los une.

Sigue un grupo de siete, de los cuales el único conocido es Mateo el recaudador (9,9). La inclusión de este «pecador» en la lista de los doce anuncia la integración de los paganos en el Israel mesiánico; para Mt, la comunidad cristiana universal es la plenitud de Israel. Los demás de este grupo de siete no han sido nombrados antes ni lo serán despuéRepresentan el pueblo anónimo que da su adhesión a Jesús. El último de los siete se llama, como Pedro, Simón, y está caracterizado por el calificativo «el fanático» o «zelota», por pertenecer,

nacionalistas exaltados. El último de la lista es Judas Iscariote, el traidor. Su figura volverá a aparecer en el relato de la pasión (26,14.25.47; 27,3).

vv. 5-7: A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: -No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; 6mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. 7Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios.

Jesús envía a los «Doce», es decir, al Israel mesiánico que representa a todos sus discípulos, dándoles instrucciones para la misión. Por el momento, limita ésta a Israel, que se encuentra en situación lastimosa (cf. 9,36; 15,24; Ez 34). No ha llegado aún la hora de la misión universal (26,13; 28,19). La proclamación de los Doce tiene el mismo contenido(4,17), pero sin la exhortación a la enmienda. Dan escuetamente la buena noticia. Su proclamación va acompañada de toda clase de señales. El sigde las realizadas por Jesús. El ha resucitado a la hija del jefe (9,18-26), ha limpiado a un leproso (8,2-4), ha curado enfermos (8,16; 9,35), ha expulsado demonios (9,32s). El significado es liberar a los habitantes de Galilea de las doctrinas que los tienen postrados y privados de vida. Estas obras se realizan con «las ovejas descarriadas de Israel»; son, por tanto, una expresión de la ayuda que el discípulo debe prestar (5,7).

II

Entre el relato sobre el llamado de Doce discípulos a los que Jesús confiere poderes (v. 1) y el comienzo de las instrucciones que deberán realizar en su misión (vv. 5-7), el texto nos presenta la lista de nombres de los discípulos (vv. 2-4).

Dicha presentación repite en su inicio el número de los discípulos llamados y esta insistencia tiene como finalidad subrayar el significado asume este acontecimiento en la constitución del nuevo Israel. El Doce, repetidamente señalado, quiere indicar que la lista de nombres que le sigue representa a todo el Israel mesiánico.

Por única vez en Mateo, los discípulos son llamados enviados o apóstoles. Se asigna a todos ellos la misma tarea que se había prometido en 4, 19 a la pareja de hermanos que encabeza la lista: Simón llamado Pedro y su hermano Andrés estaban destinados a convertirse en pescadores de hombres. Con ello se señala el sentido delhermanos mencionados también en 4, 20. Siguen luego siete nombres en cuyo centro se sitúa el publicano Mateo cuya vocación se ha relatado en Mt 9, 9-13. Antes de él se mencionan a Felipe, Bartolomé y Tomás y luego de él a Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo. La lista se concluye con el nombre de Judas Iscariote “el que entregó” a Jesús.

La diversidad de la extracción de los llamados ya está indicando una cierta superación de los prejuicios sociales y religiosos. Un publicano aparece junto a israelitas, más o menos fieles. Y junto a la superación de los límites se muestra el poder que se les asigna para realizar su tarea.

Este se define (v. 1) como una lucha contra las potencias malignas de la existencia humana: espíritus inmundos y enfermedades. La misión consta, por tanto, como componente esencial, de la capacidad de enfrentarse con los males que afectan a los seres humanos.

Este universalismo parece restringirse radicalmente en los vv. 5-6. La misión debe realizarse dentro de los límites del pueblo sufriente de Israel y por ello se prohíbe a los discípulos el dirigirse por el camino de los paganos y a ciudad de los samaritanos.

Sin embargo, estas limitaciones temporales serán superadas al final del evangelio de Mateo donde los discípulos son enviados a todas las naciones (Mt 28, 16-20).

Se trata por tanto de una concesión temporal y pedagógica a aquellos que todavía en la comunidad cristiana no comprendían el carácter universal del mensaje de Jesús.

La finalidad de éste, sin embargo, está suficientemente explicitado. El origen de los integrantes debe buscarse en diversos grupos, algunos alejados de la ortodoxia religiosa judía. Pero, sobre todo, el sentido de la misión no nace de las necesidades del de los discen singular o en conjunto. Dicho sentido hay que buscarlo en las necesidades de la multitud oprimida por la presencia del mal en su existencia.

El anuncio del Reino, aunque temporalmente circunscrito al país judío, posee una sal y se extiende a todo lugar en que se pueda constatar esa presencia del mal

entre los hombres. Jueves 11 de julio Benito EVANGELIO Mateo 10, 7-15

7Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, 8curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde.

9No os procuréis oro, plata ni calderilla para llevarlo en la faja; 10ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, que el bracero merece su sustento.

11Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí que se lo merezca y quedaos en su casa hasta que os vayáis.

12A1 entrar en una casa, saludad. 13Si la casa se lo merece, que la paz que le deseáis se pose sobre ella; si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros.

14Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. 15Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.

COMENTARIOS I

vv. 7-8: Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, 8curad enfermos,

resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde. Jesús añade ahora un aviso: la idea de lucro ha de estar ausente de esta actividad. Se hace,

por tanto, con «limpieza de corazón» (5,8), sin segundas intenciones. vv. 9-10: No os procuréis oro, plata ni calderilla para llevarlo en la faja; 10ni tampoco

alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, que el bracero merece su sus-tento.

La opción por la pobreza que ha hecho el discípulo (5,3) ha de ser bien visible. No deben llevar dinero alguno, tampoco provisiones (alforja), ni dos túnicas o sandalias, como la gente acomodada. La prohibición de llevar bastón simboliza la renuncia a toda violencia, incluso en defensa propia (cf. 5,39). El desprendimiento absoluto del discípulo se funda en su confianza de que no faltará el sustento. Jesús los exhorta a la confianza que había de tener el discípulo en el Padre del cielo (6,25-34). La misión es un trabajo por el que se busca que reine la justicia del Padre (6,33); éste se ocupará de lo demás.

vv.11: Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí que se lo merezca y quedaos en su casa hasta que os vayáis. 12A1 entrar en una casa, saludad. 13Si la casa se lo me-rece, que la paz que le deseáis se pose sobre ella; si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros. 14Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. 15Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.

«Se merece» recibir al enviado quien está abierto al mensaje del reino, es decir, los que no se conforman con la situación existente. Los Doce enviados son mensajeros de paz (cf. 5,9) y trabajar por ella es su labor. Esto se refleja en su saludo. Hay, sin embargo, quienes rechazan este mensaje. En tal caso los enviados deben desentenderse de ellos con un gesto simbólico, usado al

s anuncia un juicio que será más severo para los que no acogen el anuncio del reino, que para las ciudades paganas proverbialmente malditas.

II

El discurso de Mt 10, llamado discurso misionero, se coloca en la perspectiva del día del juicio lo mismo que las acciones de Jesús que siguen inmediatamente en los capítulos 11 y 12.

Dicho juicio incluye por una parte el ofrecimiento por parte de Jesús y sus enviados de la paz escatológica, fruto de la venida del Reino de Dios, y por otra, el rechazo de ese ofrecimiento.

La tarea de los apóstoles es la misma de Jesús: la proclamación de que “el Reinado de Dios esta cerca”(v. 7) que debe ser acompañada de idénticos signos a los actuados por el mismo Jesús. Se señalan tres de ellos en la primera parte del v. 8: triunfo sobre la enfermedad, sobre la muerte y sobre la impureza de la lepra.

Luego de estas indicaciones siguen dos exhortaciones: la primera tiene como objetivo la determinación del estilo de la misión (vv. 8b-10), en segundo lugar se instruye sobre el comportamiento que se debe asumir frente a las reacciones ante el mensaje por parte de los oyentes (vv. 11-15).

El estilo de la misión está determinado por un desprendimiento absoluto derivado de la confianza en Dios de parte de los enviados. En una sociedad que conoce el negocio bancario y sumas millonarias (parábola de los talentos), los enviados deben inaugurar un nuevo comportamiento centrado en la gratuidad. El Reino ofrecido como gracia, exige también, para poder ser manifestado adecuadamente, un ofrecimiento gratuito.

Frente a las formas de comportamiento adoptadas en los traslados de intercambio comercial, se prescribe, para este viaje de anuncio del Reino, el no llevar dinero ni provisiones y una forma de comportamiento que no debe imitar el estilo de los viajes de la gente acomodada que cargan dos túnicas o sandalias. Hasta el bastón para la defensa personal en el camino les está prohibido. Los apoyos del enviado no están en las riquezas ni el poder humano sino en la

ciadores del Reino deben depositar una confianza absoluta. Luego el discurso pasa a señalar a quienes debe dirigirse el Mensaje y las actitudes a

asumir frente a las diversas reacciones que dicho mensaje produce en los oyentes. El anuncio debe transmitirse a aquellos que se “lo merecen”, a los que son dignos de esta

paz definitiva del Reino. Por consiguiente debe alcanzar a los que no se conforman con la paz imperial existente, con la situación existente y están en búsqueda de otra realidad. Se define a los

Doce como portadores de la paz de Dios y de su Reino que las sociedades humanas están lejos de ofrecer.

La posibilidad de transmisión de esta nueva realidad depende de la libertad humana, de la acogida que los hombres hacen al mensaje de Jesús. La aceptación o el rechazo por parte de los oyentes determina las distintas actitudes que los enviados deberán adoptar frente a la casa o la ciudad a las que se dirijan.

El rechazo por parte de los habitantes hace que los enviados deban romper la comunicación, la ruptura del diálogo con los que así se comportan, por medio de un gesto simbólico que se utilizaba al abandonar tierra pagana.

A los adversarios de los valores de Dios y de su Reino, Jesús anuncia un juicio más severo que el que tuvo lugar respecto a las ciudades pecadoras, Sodoma y Gomorra, del relato bíblico de Abraham y Lot.

El mensaje del Reino incluye, por tanto, contradicciones y rechazos. Hay que estar preparado para ellos. Las componendas no están permitidas a los mensajeros del Reino de Dios. Viernes 12 de julio Filomena – Juan Gualberto EVANGELIO Mateo 10, 16-23

16 Mirad que yo os mando como ovejas entre lobos: por tanto, sed cautos como serpientes e ingenuos como palomas. 17Pero tened cuidado con la gente, porque os llevarán a Ios tribunales, os azotarán en sus sinagogas 18y os conducirán ante gobernadores y reyes por mi causa, como prueba contra ellos y contra los paganos.

19Cuando os entreguen no os preocupéis por lo que vais a decir o por cómo lo diréis, pues lo que tenéis que decir se os in 20porque no seréis vosotros los que habléis, será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por vuestro medio.

21Un hermano entregará a su hermano a la muerte, y un padre a su hijo; se levantarán en el juicio hijos contra padres y los harán morir, 22y seréis odiados de todos por razón de mi persona; pero aquel que resista hasta el final, ése se salvará.

23Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, porque os aseguro que no habréis acabado con las ciudades de Israel antes que vuelva el Hombre.

COMENTARIOS

I

v. 16: Mirad que yo os mando como ovejas entre lobos: por tanto, sed cautos como

serpientes e ingenuos como palomas. . La situación de los discípulos en medio de la sociedad será como la de hombres inermes

ante enemigos despiadados. Así como la perícopa anterior trataba de la actitud de los discípulos y su trabajo por la paz (cf. 5,3.7-10), en ésta se describe la persecución de que van a ser objeto (5,10). El programa de las bienaventuranzas se verifica en la vida del discípulo. La actitud de éstos ante la sociedad hostil es, por una parte, de prudencia y cautela, sin meterse en la boca del lobo; por otra, de ingenuidad y sencillez, sin ser intrigantes ni retorcidos (16). Jesús desarrolla el aspecto de la cautela: no fiarse de cualquiera, porque hay muchos dispuestos a traicionarlos y entregarlos a los tribunales. Es un aviso equivalente al dado en 7,6. No tienen por qué manifestar

a cualquiera el contenido del mensaje que llevan. La sociedad no tolera ese mensaje, que pone en cuestión sus mismos cimientos.

vv. 17-20: Pero tened cuidado con la gente, porque os llevarán a Ios tribunales, os azotarán en sus sinagogas 18y os conducirán ante gobernadores y reyes por mi causa, como prueba contra ellos y contra los paganos. 19Cuando os entreguen no os preocupéis por lo que vais a decir o por cómo lo diréis, pues lo que tenéis que decir se os inspirará en aquel momento; 20porque no seréis vosotros los que habléis, será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por vuestro medio.

De ahí la acción de los tribunales, lo mismo judíos que paganos, que será la prueba de su injusticia. En esta circunstancia difícil no deben preocuparse de lo que van a declarar ante el tribunal, pues tendrán una ayuda particular del Padre por medio del Eanunciado en la bienaventuranza sobre la persecución (5,10); el rey de los perseguidos es el

vv.21-22: Un hermano entregará a su hermano a la muerte, y un padre a su hijo; se

en el juicio hijos contra padres y los harán morir, 22y seréis odiados de todos por razón de mi persona; pero aquel que resista hasta el final, ése se salvará.

El mensaje causará divisiones tremendas en la misma familia. Unos delatarán a otros, y ue sean condenados a muerte. La sociedad no soportará a los discípulos. La salvación está

en mantenerse firmes hasta el final. Para el discípulo, esta clase de muerte no es un fracaso, sino

v. 23: Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, porque os aseguro que no habréis acabado con las ciudades de Israel antes que vuelva el Hijo del hombre.

Si se encuentran perseguidos en una ciudad, deben huir a otra. No faltarán ciudades antes de «la llegada del Hijo del Hombre».

II

El trabajo por la paz encontrará siempre la oposición de una sociedad autosatisfecha en su falsa paz y que se resiste a las transformaciones que exige aquella tarea.

De ahí la condición de los enviados en medio de la sociedad humana del tiempo de Jesús y del evangelista y también en toda sociedad estructurada a partir del egoísmo humano. El discípulo frente a esas sociedades se sitúa como oveja frente a lobos. Su condición será siempre la de presentarse sin armas, indefenso frente a quienes han hecho del uso de la fuerza su única razón. Esta indefensión es condición inherente a la condición del discípulo de Jesús.

En una situación así descripta, el discípulo deberá asumir la cautela necesaria para enfrentar la vida en medio de este mundo hostil y deberá revestirse de una confianza a toda prueba en la asistencia de Dios a su actuación.

Lo primero que se requiere es la sencillez de comportamiento unida a la prudencia. Para esta enseñanza se toman como referencia las actitudes respectivas típicas de palomas y serpientes. Estas son las condiciones con que deberán salir al paso de las dificultades originadas por la delación y la denuncia que los obligarán a comparecer ante el poder civil y el poder religioso.

Frente al poder imperial romano, las comunidades de Mateo conocen la persecución de los paganos, en cuyo tribunales deben presentarse frecuentemente. También conocen los castigos sinagogales que la dirigencia farisea inflige a los que se separan de su interpretación religiosa. Sin embargo este conjunto de dificultades sirve para la difusión del mensaje. Es una ocasión para el anuncio de los valores evangélicos ante las autoridades y ante todos los hombres.

Esa comprensión de la persecución como oportunidad de difusión del mensaje debe estar s discípulos de una confianza inquebrantable en Dios, que es la fuente del

mensaje y que está comprometido en su difusión. Esta confianza inquebrantable les ayudará a

superar toda angustia y todo cálculo humano de defensa ya que el mismo Dios comunicará su fuerza para poder demostrar la injusticia de los adversarios.

El rechazo social a los valores proclamados por los mensajeros, causará divisiones en el círculo más íntimo de éstos. La división afectará el ámbito de la propia familia que compartirá el rechazo de la sociedad y hará causa común con ésta recurriendo a la delación y causando la muerte de los enviados.

El odio será la reacción más común que encontrarán los discípulos de Jesús porque su mensaje no deja indiferente a nadie. Este contexto de decisióel ámbito en que se desarrolla siempre la tarea evangélica.

Ante esta situación se hace un último llamado de atención que, es a la vez, una palabra de seguridad y consuelo: el que perseverare hasta el fin se salvará. Lapueden triunfar sobre el Mensaje evangélico y sobre todos aquellos que se han comprometido

Los valores evangélicos siempre suscitan oposición en el ámbito que se proclaman. Sus

mensajeros no pueden retroceder ante esas oposiciones ni entrar en compromisos para suavizar su contenido. La prudencia, pero también, el coraje y la confianza absoluta en la obra encomendada deben ser propias de los seguidores de Jesús. Sábado 13 de julio Enrique – Teresa de los Andes EVANGELIO Mateo 10, 24-33

24Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo. 25Ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!

26Conque no les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse; 27lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.

28Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.

29¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre. 30Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados. 31Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos. 32En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo, 33pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo.

COMENTARIOS I

v.v. 24-25: Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo. 25Ya le

basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!

Esta llegada se refiere sin duda a la destrucción de Jerusalén, cuando terminará el plazo para la proclamación del mensaje a Israel como pueblo.

El destino del discípulo es el mismo de su maestro. Si éste ha sido rechazado por los círculos fariseos como enemigo del orden querido por Dios (agente del demonio), lo mismo y más sucederá con ellos (24s) La sociedad se defenderá del mensaje de Jesús con toda clase de insultos y calumnias (cf. 5,11).

vv. 26-28: Conque no les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse; 27lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.28Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.

Instrucción sobre el temor, que desarrolla la última bienaventuranza (5,10). Ante la amenaza que supone la sociedad, no hay que amedrentarse. El mensaje no puede ocultarse, y proclamarlo es la labor de los discípulos. No les recomienda Jesús que se enfrenten con los perseguidores, pero si que no cesen por ningún motivo de propagar el mensaje. Lo que un tiempo ha estado escondido, tiene que llegar a saberse en todas partes. No hay motivo para vivir en el miedo, pues los hombres pueden suprimir la vida física (el cuerpo), pero no la persona = el yo vivo, consciente y libre). Jesús vuelve a insistir en que la muerte no es una derrota (28; cf. 10,22). En caso de que hubiese que temer a alguien, ese temor estaría justificado sólo respecto a Dios Creador, el único que podría destruir al hombre.

vv. 29-31: ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre. 30Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados. 31Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos.

Pero para los discípulos Dios es Padre (5,9) y Jesús exhorta a la confianza en él; nada de lo que sucede se le esconde, ni siquiera las cosas más mínimas, como la muerte de los pajarillos. Su amor abraza la creación entera. De la vida de los que trabajan con Jesús, la solicitud de su amor («vuestro Padre») hace que no se les escape nada (cabellos); por eso, la confianza en él ha de ser total. Explica Jesús qué significa «tener a Dios por Rey» en medio de la persecución (5,10).

v.v. 32-33: En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo, 33pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo. Concluye la exhortación.

De la postura que tome el discípulo ante los hombres depende su suerte final. El que, sin miedo, se pronuncia por Jesús es quien resiste hasta el fin y corona su vida con éxito (se salva). Quien se acobarda y niega a Jesús, está abocado a la ruina, acaba en el fracaso. Mt presenta la

n términos de una declaración de Jesús ante el Padre. La fidelidad del discípulo a Jesús en la persecución (5,10.11) es la que lo salva a través de la muerte.

II

Señalar la identificación de Jesús con sus apóstoles constituye la finalidad principal del pasaje evangélico. Dicha identificación sirve para anunciar las dificultades que los enviados encontrarán en la realización de su tarea (vv. 24-25) y sirve también para alentar la confianza con que deben estar emprenderla (vv. 26-33).

El rechazo al mensaje de Jesús por parte de la sociedad de la época se transfiere inevitablemente a los que son de su circulo: discípulos, servidores. La dirigencia religiosa ha considerado a Jesús como una amenaza al orden querido por Dios y, por consiguiente, como presencia diabólica en la historia de los hombres. Esto explica el calificativo de Belcebú que le endilgaron sus adversarios.

Frente al mensaje de Jesús la sociedad egoísta se defiende apelando al insulto y a la calumnia. Y este hecho constatable en la vida de Jesús se prolonga en la vida de sus mensajeros

que deberán estar preparados a asumir una condición de vida marcada por las injurias y las falsedades humanas.

Las dificultades nacidas de allí, hacen que el mensajero deba revestirse de coraje para no echarse atrás frente a las oposiciones. Y sólo puede encontrar ese coraje en la identificación con Jesús y con el Padre, comprometidos a fondo con la tarea del anuncio.

Dirigiendo la atención hacia el Padre, providente y cercano a la misión comunitaria, el enviado encuentra una palabra que lo conforta y le da fuerzas para enfrentar los peligros y riesgos que se alzarán a su paso.

El enviado sabe de la preocupación del Padre por las realidades mínimas de su creación. Lo que los hombres consideran de valor ínfimo como las aves son objeto de su cuidado y atención. Y esto que sucede en el ámbito de la naturaleza, encuentra mayor validez en el ámbito de la historia de salvación señalada a lo largo del tiempo por la presencia divina que exhorta a superar el temor gracias a sus oráculos que frecuentemente comienzan con el “No teman” (vv. 26.28).

El verdadero temor para el discípulo consiste sólo en la separación del Padre. Alejarse de la fuente de la Vida es el único fracaso real que amenaza la vida del discípulo-servidor.

Los restantes temores deben ser desechados ya que no pueden extinguir la Vida, difundida a través de un mensaje que vence la resistencia de los que pretenden encubrirlo y mantenerlo en secreto.

De allí surge una opción para todo aquel que ha recibido el encargo de transmitir la Buena Noticia. La valiente proclamación que mantiene la comunión con Jesús y, por medio de El, con el Padre y que lleva la vida hasta su realización plena, o la cobardía de la negación de

La identificación con Jesús, origen de la misión del Apóstol, es también la fuente de su

confianza en la realización de su tarea. Ella se convierte de esa forma, en el único elemento verdaderamente importante que se debe tener cuidado de guardar y conservar para mantener el ámbito de comunión en que la vida puede realizarse y llegar a su plenitud.

Domingo 14 de julio Francisco Solano – Camilo de Lelis

DECIMO QUINTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Primera lectura: Isaías 55, 10-11 Salmo responsorial: 64, 10-14

Segunda lectura: Romanos 8, 18-23 EVANGELIO Mateo 13, 1-23

13 1Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. 2Se congregaron alrededor de él grandes multitudes; él entonces se subió a una barca

y se quedó sentado allí; toda la multitud se quedó en la playa. 3Les habló de muchas cosas en parábolas:

-Salió el sembrador a sembrar. 4Al sembrar, unos granos cayeron junto al camino; vinieron los pájaros y se los comieron. 5Otros cayeron en terreno rocoso, donde apenas tenían tierra; como la tierra no era profunda, brotaron en seguida; 6pero en cuanto salió el sol se abrasaron y, por falta de raíz, se secaron. 7Otros cayeron entre zarzas; las zarzas crecieron y los ahogaron. 8Otros cayeron en tierra buena y fueron dando fruto: unos, ciento; otros, sesenta; otros treinta. 9¡Quien tenga oídos, que escuche!

10Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: -¿Por qué razón les habías en parábolas? 11El les contestó: -A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reinado de Dios; a ellos, en

cambio, no se les han dado; 12y al que produce se le dará hasta que le sobre, mientras al que no produce se le quitará hasta lo que ha recibido. 13Por esa razón les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. 14Se cumple en ellos la profecía de Isaías:

Por mucho que oigáis no entenderéis, por mucho que veáis no percibiréis:

15Porque está embotada la mente de este pueblo; son duros de oído, han cerrado los ojos

para no ver con los ojos ni oír con los oídos ni entender con la mente

ni convertirse para que yo los cure (Is 6,9-10). 16¡Dichosos, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen! 17Pues

os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron, y oír lo que oís vosotros, y no lo oyeron.

18Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador: 19Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se lleva lo sembrado en su corazón: eso es

20«El que recibió la semilla en terreno rocoso» es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría; 21pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla. 22«El que recibió la semilla entre zarzas» es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seducción de la riqueza lo ahogan y se queda estéril. 23«El que recibió la semilla en tierra buena» es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

COMENTARIOS

I

UNA PARABOLA PARA TIEMPOS DE CRISIS La parábola es como un juego entre el narrador y el oyente, entre el autor y el lector.

En cuanto tal es abierta y puede ser comprendida por todos. Pero no es un juego inocente. Se produce necesariamente en un contexto vital, y esto le confiere un carácter crítico y subversivo. Hay una especie de juego sordo entre el narrador y el oyente en el que cada uno se sitúa en su propia vida y circunstancias, sintiéndose constantemente aludido. El que oye la parábola se siente interpelado, no puede permanecer indiferente, se adhiere a ella o la rechaza, pues la parábola toca las fibras más íntimas de su ser.

Una vez oída, la parábola necesita ser explicada. El oyente, al entrar en el mundo de la

ficción narrativa, se introduce en una nueva comprensión de sí mismo, de su vida, de sus circunstancias y de su mundo habitual, y arroja nueva luz sobre su yo. Si el que narra una parábola ha tenido que realizar una transposición entre el mundo real y el de la ficción literaria

-"el Reino de los cielos se parece a un sembrador"- quien la oye tiene que hacer realidad la ficción y vivir de acuerdo con lo narrado.

Veamos como ejemplo la parábola del sembrador. Jesús la pronuncia cuando su vida

pública de predicador itinerante está a mitad de camino y ha comenzado un período de crisis. Tras los éxitos y triunfos iniciales, se le han ido poniendo las cosas difíciles. Los jefes

religiosos le han declarado la guerra; los fariseos lo consideran un aliado de Satanás y "planean el modo de acabar con él". El pueblo está a la espectativa sin darle plenamente su adhesión. Incluso ha tenido serios problemas con su familia y sus paisanos: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Un puñado insignificante de discípulos permanece a su lado, sin entender del todo las cosas de su Maestro.

Casi toda la semilla de Evangelio, sembrada por Jesús, ha caído en terreno baldío.

¿Todo ha sido un fracaso? Sus enemigos se ríen, la gente se decepciona. con la parábola. Cuatro de los seis versículos que tiene describen el fracaso re~ de la semilla. En todos los casos hay un rasgo común: un elemento destructor que impide o aniquila la germinación incipiente: los pájaros, el sol, las pisembrado acepta la semilla. En esta, los resultados superan lo inesperado: cada grano produce cien, sesenta o treinta. Un fruto de ilusión.

La parábola se convierte así en un canto a la esperanza: no nos venc

resistencia al Evangelio. El fracaso aparente del cristiano-sembrador entra en el programa. Más aún, es semilla fecundidad. Sentir y sufrir la resistencia, la contrariedad y la oposición se

y fecundidad. Como el sembrador, el Reino de Dios no se instaurará en el mundo sino a través de

numerosos e impresionantes fracasos. Esto es lo que ni los fariseos ni las turbas- ni siquiera nosotros, cristianos del siglo veinte- podemos comprender. Nos gustaría el éxito, el triunfo arrollador y casi categórico del Evangelio en medio de nuestro mundo. Nos duele y nos desmoraliza demasiado la resistencia y la oposición. Nos cansamos, nos desilusionamos.

También Jesús pasó por ahí. Y aquel día, en lugar de tirar la toalla, se puso a soñar y

contó la parábola del sembrador, que siembra cosecha de fecundidad con semilla de esperanza. Una parábola para tiempos de crisis.

II PREPARAR LA TIERRA

La palabra de Dios, y en concreto el mensaje de Jesús, no echa raíces en cualquier sitio. Como una semilla cualquiera, necesita que la tierra en la que cae esté preparada para recibirla. Si no es así. la semilla se perderá y la tierra quedará infecunda.

EL PORQUE DE LAS PARABOLAS

Al terminar Jesús de exponer la parábola del sembrador, sus discípulos le preguntan por qué razón utiliza este medio para dirigirse a la gente. Las parábolas no exponen el mensaje directamente, sino mediante comparaciones, y es necesario interpretarlas; los mismos discípulos se ven en la necesidad de pedir a Jesús que les explique algunas parábolas. ¿ Por

El mensaje de Jesús es, en el sentido más serio del término, revolucionario: va dirigido

a sustituir un modo de vida por otro nuevo; es la propuesta que Dios hace a los hombres: atreveos a vivir como hijos míos, atreveos a vivir como hermanos. Es un mensaje de alegría y de liberación, una invitación a la más profunda reconciliación del hombre consigo mismo, con sus semejantes y con Dios, que se ofrece a ser Padre por encima de razas y de tradiciones religiosas (Jesús se pone a predicar en el mar, zona de frontera con los paganos).

Pero para que este nuevo modo de vivir sea posible, los hombres deben liberarse primero de todos aquellos sistemas sociales, políticos o religiosos que no les permiten percibir

cuando ven ni oír cuando escuchan. Porque el mensaje que Jesús proclama no se puede aceptar si no hay unas condiciones mínimas de libertad y de autonomía personal.

Los oyentes de Jesús están dominados por la ideología que defiende un nacionalismo exclusivista que siguen defendiendo la mayoría de los grupos que tienen influencia en la mentalidad del pueblo; algunos de estos oyentes quizá estarían dispuestos a aceptar un Dios Padre... de Israel; pero jamás acep onsiderarse hermanos de los paganos.

Esta es la razón por la que Jesús habla en parábolas: al presentar por primera vez el mo, no quiere espantarlos; quiere despertar el interés de sus

oyentes para que, intentando interpretar el sentido de las parábolas, empiecen a pensar por sí mismos, primer paso para romper las cadenas de la ideología que los esclaviza; entonces

convertirse, comprender y aceptar el mensaje de Jesús «Por esta razón les hablo en ran sin ver y escuchan sin oír ni entender».

LAS DIVERSAS CLASES DE TIERRA

Las distintas clases de tierra no representan a diversas categorías de hombres; la tierra del hombre es siempre buena; el problema es cómo la prepara cada cual para recibir la semilla.

Tiene su tierra como «el camino» quien sigue ambicionando el poder, quien sigue pensando que los hombres sólo son iguales en teoría, quien no ha rechazado todavía la idea de que es posible convertir este mundo en un mundo de hermanos desde una estructura de poder. «El Malo», el mismo que en el desierto intentó desviar a Jesús del camino que el Padre le había trazado para la realización de su misión (Mt 4,1-11), se encargará de hacer que desaparezca todo trazo de la semilla que se intentó sembrar en aquel hombre.

«El terreno rocoso». Cuando a una persona se le ofrece la posibilidad de cambiar, se suscita en ella una lucha entre el esfuerzo que tiene que realizar para que se produzca el cambio y la comodidad que supone el quedarse en donde se está. Elhemos dicho, es un proyecto de cambio radical; ante él hay quien tiene una primera reacción de alegría, de interés por las nuevas perspectivas que se le abren; pero, al final, asusta demasiado el cambio, vence la comodidad, falla la constancia, y la planta, apenas nacida, se pierde.

«Las zarzas» son la injusticia de la riqueza, practicada o padecida. «El agobio de esta vida» es la preocupación de quien, víctima de un injusto reparto de los bienes de la tierra, no tiene la supervivencia asegurada y no sabe que la manera más cierta de asegurarla no es la obsesión por la comida, la bebida y el vestido, sino el trabajo para que reine la justicia de Dios (Mt 6,25-33); «la seducción de la riqueza» es la idolatría de quien ha hecho su dios al dinero (Mt 6,24).

Y «la tierra buena»... es la libertad del hombre que escucha y puede elegir; y su generosidad, que lo lleva a aceptar y a hacer propio el proyecto que Jesús presenta en las bienaventuranzas, y su esfuerzo y su trabajo para que se realicen las condiciones que hagan posible para todos los hombres la realización de la promesa de Jesús: «Seréis dichosos» (Mt 5,1-12).

III

vv. 1-9. Mt sitúa el discurso de las parábolas el mismo día de los sucesos anteriores; quiere, por tanto, enlazarlo con ellos. De hecho, la mención del reinado de Dios que sufre violencia se halla en 11,12, y el tema central de las parábolas será precisamente el reinado de Dios. Puede decirse, por tanto, que el discurso (13,1-52) y la escena de Nazaret (13,53-58) terminan la sección.

«La casa» de la que sale Jesús representa el círculo de sus discípulos de la escena anterior (cf. 13,36). Su salida está en relación con la del sembrador (3b). Sale a la orilla del mar, que es la frontera entre Israel y los pueblos paganos, el lugar donde había llamado a los primeros discípulos (4,18). La subida a la barca para enseñar («se quedó sentado», cf. 5,1) es paralela a la de Mc 4,1. La enseñanza comienza directamente con las parábolas (en Mc 4,12 hay dos comienzos de enseñanza). La parábola del sembrador o de los cuatro terrenos presenta mínimas diferencias de redacción con la de Mc 4,3-9.

v. 10. Aparte con los discípulos. La pregunta de éstos es explícita (cf. Mc 4,10). No

ven la razón de que Jesús hable en parábolas a la multitud. Piensan, por tanto, que el mensaje es directamente accesible a todos.

v. 11. La razón de la diferencia entre los discípulos y la gente es que aquéllos han

recibido un conocimiento que no se ha dado a los otros. «Se os ha dado indeterminación que supone como agente a Dios o, mejor a Jesús mismo que ejerce en la tierra las funciones divinas (cf. 1,23, 9,6). La palabra «secreto/misterio» usada en el AT a partir de Daniel denotaba una realidad de los tiempos finales (escatológico mesiánica) que Dios solo puede revelar (Dn 2,27-30.47), la de un reino eterno. No es que Jesús discrimine entre discípulos y gente sino que la distinta situación de unos y otros con relación a el hace que el conocimiento y la experiencia del reinado de Dios sean diferentes en ambos los discípulos, que han seguido a Jesús tienen la clave para interpretar su enseñanza y actividad en las que se manifiestan los secretos del reinado de Dios, es decir, el modo como el reinado se instaura. supresión del exclusivismo israelita llamada de todos los pueblos al reinado de Dios, reino basado en opciones contrarias a la doctrina del Mesías triunfador sentido del hombre sobre la Ley. Las multitudes siguen aferradas a su espíritu nacionalista según la tradición de los letrados aunque escuchan a Jesús presencian su actividad y la admiran no acaban de darle su adhesión, por ello no entienden. El mensaje no puede entenderse por la mera exposición; para captarlo hay que romper con la ideología oficial del judaísmo. La gente es impotente para hacerlo. La doctrina propuesta por la institución los aprisiona hasta tal punto que neutraliza y anula el impacto que

v. 12. Dicho proverbial: ante el mensaje, hay quienes lo asimilan y producen los frutos

correspondientes; ésos recibirán con creces. «Se les dará» está en paralelo con el anterior «se os ha dado». Quien responde irá teniendo un conocimiento cada vez más profundo que le permitirá una praxis más semejante a la de Jesús. Los que no responden, como son los de fuera, aunque han escuchado la enseñanza de Jesús y han presenciado su actividad, perderán incluso eso que han recibido. En la explicación que sigue aclara Jesús que es «el Malo» o «Satanás», el poder y su ideología (cf. 4,8-10), encarnado para la gente que lo escucha en la institución judía, quien arrebata el mensaje recibido, impidiendo su posible asimilación.

En cuanto a la traducción de este pasaje, hay que tener en cuenta que el verbo «tener» («al que tiene se le dará») es la forma estática y resultativa de varios verbos dinámicos:

nar», «negociar», «comprar», «coger», «recibir». En este caso, por su relación con la parábola anterior, el dicho se refiere a la fecundidad expresada en v. 8, la del grano que cae en tierra buena o, equivalentemente, a la correspondencia a la invitación hecha en las bienaventuranzas. Los que no han dado el paso ni hecho la opción, alienados por la ideología que profesan, no producen y perderán el mensaje recibido.

vv. 13-15. Jesús manifiesta la razón de su enseñanza en parábolas. Responde a un

hecho: que las multitudes no perciben ni comprenden. Jesús no las fuerza. Hasta ahora se ha expresado y ha actuado claramente, pero la gente no ha entendido; falta así la base para con-tinuar la exposición del mensaje en toda su amplitud y radicalidad. Lo propone por eso en

forma velada; las parábolas deben estimularlos a pensar por si mismos, a ver si de este modo llegan a cuestionarse los principios ideológicos que les impiden entender. Se repiten las circunstancias del tiempo del Isaías: el pueblo está cerrado al mensaje.

vv. 16-17. También los discípulos ven y oyen, y deben saber apreciar el privilegio que

supone escuchar y ver actuar a Jesús. Lo que ellos ven y oyen fue el anhelo de los profetas y de los justos. Estas dos categorías integran el verdadero pueblo de Dios. «Los justos» son los que aceptaron la enseñanza de los profetas y compartieron su expectación.

Aunque Jesús dice que los discípulos ven y oyen, no afirma que perciban y entiendan. ambién a ellos a veces hable en parábolas. La condición para que Jesús pueda

hablar claro es la adhesión a él y a su programa. Cuando les explica las parábolas, por propia iniciativa (13,18-23.49-50) o a petición de los discípulos (13,3643), es señal de que no las han entendido, pero, al mismo tiempo, de que son capaces de aceptar el mensaje que contienen. Otras veces, en cambio, no se las explica: esto indica que aún existe en ellos algún obstáculo -algún aspecto de la ideología del judaísmo que los in -tenida en ellas.

v. 18. Sin reproche alguno, Jesús explica a los suyos la parábola del sembrador. Lo que

siembra el sembrador es el mensaje del reino contenido en las bienaventuranzas, en particular en la primera y la última: la opción que hace entrar en el reino y la situación de persecución que la fidelidad a esa opción comporta. Constituye el núcleo de «los secretos del reino».

v. 19. Mt pone cada caso en singular (Mc en plural) y, como Mc, describe cuatro

actitudes posibles en el mismo hombre. No sólo hay que oír, hay también que entender. Si no se entiende, es decir, si no se toma el mensaje por norma de conducta personal, «el Malo», el tentador, lo arrebata. Son las tentaciones análogas a las de Jesús en el desierto, en particular la de gloria y poder, las que quitan el mensaje, que no deja huella en el hombre. Por otra parte,

n su doctrina del Mesías poderoso, encarna a Satanás. Es, pues, la ideología del poder la que anula el mensaje. Este se siembra «en el corazón», es decir, en el interior del hombre; es allí donde ha de realizarse la deciquita antes de que ésta se realice. La expresión «junto al camino» reaparece en 20,30, referida a los dos ciegos que aclaman a Jesús como «Hijo de David», es decir, como Mesías según las

vv. 20-21. Caso del hombre superficial que, aunque haga la opción, no se mantiene fiel

a ella; corresponde al que edificó su casa sobre arena. vv. 22-23. Las preocupaciones de esta vida y la seducción de las riquezas están

-34; también ellas hacen ser infiel a la opción inicial (5,3; cf. 19,23-25). El último caso, el de la tierra buena, corresponde al que fundó su casa sobre roca. Se observa el fuerte sentido del verbo «entender»: significa «abrazar, hacer suyo, tomar por

La parábola y su explicación exponen, por tanto, las posibles actitudes con que un

hombre puede presentarse ante el mensaje. Son un aviso de Jesús. No da él por descontado el éxito; éste depende del hombre mismo. El reinado de Dios no va a implantarse sin la colaboración humana; no va a ser impuesto desde arriba ni de modo repentino; necesita ser acogido por el hombre y producir en él el fruto correspondiente. El mensaje no es aceptable sin más para todos: hace faltar estar libre, en primer lugar, de la estima y ambición del poder (19). En segundo lugar, necesita que el hombre lo haga suyo, de modo que sea inseparable de él pase lo que pase (20s). En tercer lugar, el hombre tiene que desprenderse de todo agobio por

la subsistencia y del deseo de comodidad (22). Jesús indica, por tanto, las diversas causas del fracaso del mensaje, que pueden coexistir en el mismo individuo.

IV

Los textos del presente domingo insisten en la felicidad que produce en el ser humano la aceptación de Jesús y de su proyecto. La carta de Pablo describe los efectos que se esperan de la acción divina en la creación. Esta “salvación en esperanza” que experimentamos en medio de los sufrimientos del presente nos llena de alegría en la contemplación de la acción salvadora de Dios. Dicha acción salvadora es patente en su cuidado y trabajo en vista a la producción del alimento natural: el Dios agricultor (Sal 64, 10-14) y en la fecundidad de la Palabra de Dios que, a semejanza de la lluvia y de la nieve, hace fructificar la realidad creada y que nunca es ineficaz.

En el mismo ámbito agrícola se desarrollan las imágenes del texto evangélico que centran la atención en Jesús, sembrador escatológico de Dios, capaz de dar plenitud a la vida de sus seguidores.

Podemos distinguir en la articulación del pasaje cuatro momentos. En el primero (vv. 1-3a) se describen el escenario y las circunstancias de la enseñanza de Jesús que sale al encuentro de la multitud para dirigirle la palabra. Sigue inmediatamente el inicio de un discurso que comprende tres elementos: la parábola del sembrador (3b-9), un diálogo con los discípulos respecto a la enseñanza en parábolas (vv. 10-17) y la explicación de la parábola a los discípulos (vv. 18-23). De estos tres elementos, sólo el primero es de lectura obligada en la liturgia, pero se hace necesario comprenderlo desde el diálogo de Jesús y sus discípulos que le suministra el marco en que puede ser entendido adecuadamente.

La ambientación y la parábola están íntimamente asociadas: ambas consignan una “salida” gracias a la cual se identifican Jesús y el sembrador de la comparación. Junto a esta identificación, asume especial relevancia la posición que asume Jesús en la enseñanza. Por primera vez Mateo usa el verbo “sentarse”, propio del Apocalipsis, referido a Jesús. Por otra parte, al final del discurso parabólico un sinónimo de este verbo servirá para describir la acción de los ángeles al fin del mundo. Ya desde el comienzo, esta sección central (13, 1-16. 20) constituida como las restantes por discurso y acciones, nos coloca frente al Juicio de Dios presente en la actuación de Jesús.

Junto a la inminencia del juicio se ofrece como carácter distintivo de estos capítulos una urgente invitación a “comprender” o “entender” su significado. Este verbo se repetirá a lo largo

culmina con la proclamación de la fe de Pedro y la constitución de la Iglesia/Asamblea edificada sobre la fe en Jesús del discípulo.

Mateo señala cuatro categorías de terrenos en que se realiza la acción del sembrador/Jesús. Se presentan sucesivamente los situados junto al camino, los terrenos rocosos, los dominados por las espinas y la tierra buena. En la explicación de la parábola (vv. 18-23) se precisa qué tipo de oyentes se refleja en cada caso: los que se dejan arrebatar el mensaje por el Maligno, los que son inconstantes y no tienen raíces, los que sucumben ante agobios y seducciones, los que escuchan el mensaje y lo comprenden.

semilla, Mateo coloca el acento sobre la distinción que existe entre las tres primeras y la última. La línea divisoria entre el fracaso de aquellas y la plena fructificación de ésta reside en la posición tomada respecto a Jesús. El “entender” los secretos del Reino debe comprenderse como efecto de la manifestación que sólo Dios puede realizar como se deduce de Dn 2, 27-30. 47. Esta manifestación es única y atañe al final de los tiempos ya que anuncia el Reinado eterno de Dios (Dn 2, 44).

Los secretos o el misterio del Reino divide a los oyentes en dos categorías. Para los extraños, la parábola se presenta como una clave imposible de comprender. En ellos está presente el endurecimiento de corazón de la profecía de Isaías (Mt 13, 14-15; cf Is 6, 9-10).

Por el contrario, para los discípulos la comunión de vida con Jesús les da acceso a la comprensión definitiva de los últimos tiempos. Sobre ellos se pronuncia una nueva bienaventuranza: sus ojos y oídos les sirven para establecer una comunicación definitiva con el Misterio de Dios.

Esta cualidad concedida al discípulo no se define solamente frente a sus contemporáneos. Se compara también con la ardiente expectativa de los profetas y justos que vivieron en el pasado. Respecto a ellos la gracia concedida al discípulo ha sido superior. Este vive en la plenitud de la realización, aquellos en la oscuridad de la promesa de la que es cumplimiento la

La adhesión a Jesús se convierte así en realización de la nueva humanidad, capaz de

entender plenamente el proyecto de Dios en Jesús. Esta adhesión es puro don que Dios concede a la comunidad de seguidores, a los “humildes y sencillos” (11, 25), a la verdadera familia de Jesús (12, 49-50). Gracias a ellos toda la realidad puede ser transformada y el plan divino encuentra una adecuada comprensión.

Para la revisión de vida Dios ha sembrado su palabra en mi vida. ¿Cómo la he acogido yo? ¿Se ha secado

o ha fructificado? ¿Cuánto, cómo? Para la reunión de grupo Somos una generación que entiende la Biblia, por primera vez en la historia, de forma

muy diferente a como la han mirado y leído todas las generaciones anteriores de cristianos. Hagamos un elenco de cuáles podrían ser estas diferencias. Comentarlas despues una a una.

“La Biblia no es la palabra de Dios” sino que “la biblia es palabradistinción. (Hay muchas otras palabras de Dios; la biblia puede ser, a lo más nosotros- la palabra de Dios por antononmasia.

La palabra de Dios es viva y eficaz… Sugerir cuáles pueden ser amores equivocados hacia la palabra de Dios: una lista de posibles fundamentalismos bíblicos…

Dice san Pablo que “la creación entera gime con dolores de parto…”. Se trata de un mensaje distinto de aquél del génesis, que pone a toda la naturaleza a los pies del ser humano, para que sea dominada y explotada enteramente a su servicio. Se ha acusado a la Biblia y a la tradición cristiana de tener una visión excesivamente antropocéntrica de la naturaleza… Una nueva actitud sería la de comprender que el ser humano no puede explotar la naturalez pensando en el propio interés, sino que tiene también la responsabilidad de “cuidar” la tierra, ser no el dueño de la naturaleza sino el hermano mayor de todos los seres, que asume su responsabilidad de cuidar a los hermanos menores.

Aparte de la aplicación fácil de la parábola del sembrador, subsiste el problema de esas alusiones que Jesús parece desvelar: no se explica, para que algunos no entiendan… Comentar en el grupo qué puede significar eso…

Para la oración de los fieles Por toda la Iglesia, para que su palabra sea veraz y eficaz como lo es la Palabra del Padre.

Oremos. Por todos aquellos que desprestigian sus palabras con sus hechos, para que recapaciten y

hagan que su vida sea coherente con lo que anuncian y prometen. Oremos. Por todos los que tienen la misión de predicar el Evangelio, para que anuncien una fe

viva, liberadora, salvífica y transformadora de personas y sociedades. Oremos.

Por todas las personas que trabajan para dar a luz un mundo nuevo y mejor, para que continúen en la lucha sin desfallecer. Oremos.

Por todos los que sufren por cualquier causa, para que la Palabra de Dios siembre en ellos la paz y la esperanza. Oremos.

Por todos nosotros, para que tengamos cada día más abiertos el oído y el corazón a la palabra de Dios. Oremos.

Oración comunitaria Señor, que la luz de tu Palabra sea siempre guía en nuestra vida; y que tu amor

germine en nosotros para que así podamos dar frutos de vida entre nuestros hermanos, de modo que todos alcancen la libertad, el gozo y la paz. Por Jesucristo.

Oh Dios cuya palabra inunda al ser humano, a todos los seres humanos, y a toda la creación, atrayendo hacia adentro y hacia arriba la flecha de la evolución de los seres, hacia ti, misterio inefable… Queremos expresarte nuestro deseo de participar en esa marcha ascendente e interiorizante de todos los seres hacia ti, ayudados por esa palabra tuya que podemos descubrir omnipresente en toda la realidad. Tú que vives y alientas e inspiras, desde siempre, por los siglos de los siglos. Lunes 15 de julio Buenaventura EVANGELIO Mateo 10,34-11,1

34No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a sembrar paz, sino espadas; 35porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con la suegra; 36así que los enemigos de uno serán los de su casa (Miq 7,6).

37E1 que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí.

39E1 que ponga al seguro su vida, la perderá, y el que pierda su vida por causa mía, la

40E1 que os recibe a vosotros, me recibe a mi, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado. 41E1 que recibe a un profeta en calidad de profeta tendrá recompensa de profeta: el que recibe a un justo en calidad de justo, tendrá recompensa de justo; 42y cualquiera que le dé a beber aunque sea un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por su calidad de discípulo, no se quedará sin recompensa, os lo aseguro.

COMENTARIOS I

vv 34-36: No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a sembrar

paz, sino espadas; 35porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con la suegra; 36así que los enemigos de uno serán los de su casa (Miq 7,6).

Jesús disipa un malentendido (cf. 5,17). La paz que él trae (cf. 5,9) se basa sobre la opción contra la riqueza, el prestigio y el poder (5,3) y establece la justicia entre los hombres (5,6). Es una paz por la que hay que trabajar (5,9), pero cuya propuesta suscita una tremenda

oposición (5,10.11). El efecto de su misión se indica con el texto de Miq 7,6. El profeta describe la corrupción de la sociedad (Miq 7,1-7): las insidias, el soborno, la ambición de los poderosos. Estas son las razones de la división que produce el mensaje. Este no se propone en un mundo que lo desee, sino en una sociedad que niega la paz en todas sus acciones (16: «lobos»).

vv. 37-39: E1 que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que

quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí.

39E1 que ponga al seguro su vida, la perderá, y el que pierda su vida por causa mía, la o.

En este ambiente de división, la primera lealtad ha de ser para Jesús; no puede uno renunciar a ella por fidelidad a vínculos familiares. Lo mismo pasa respecto a la sociedad: quien desafía sus principios será considerado como un criminal digno de muerte. Hay que aceptar también esa eventualidad.

Enuncia Jesús el principio general con una paradoja basada en la oposición encontrar-perder. Hallar, encontrar = apropiarse, hacer suya. «Encontrar» significa reservarse, tener para sí.

ner un apego a su persona que lo lleve a reservarse su vida, debe saber darla. El que se desentiende de la necesidad del mundo y busca su comodidad o seguridad, ése se pierde. El que se arriesga, ése se encuentra. Son nuevas formulaciones de la salva (22.32) y del peligro de perderse por el miedo (26.28.33).

vv. 40-42: E1 que os recibe a vosotros, me recibe a mi, y el que me recibe a mí recibe al

que me ha enviado. 41E1 que recibe a un profeta en calidad de profeta tendrá recompensa de profeta: el que recibe a un justo en calidad de justo, tendrá recompensa de justo; 42y cualquiera que le dé a beber aunque sea un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por su calidad de discípulo, no se quedará sin recompensa, os lo aseguro.

La fidelidad de los discípulos los hace ser portadores, para el que los acoge, de la presencia de Jesús y del Padre (40). La bendición que obtiene el que los acoge está en proporción con la clase de acogida que les haga. Acoger significa compartir lo que se tiene con la persona a quien se acoge; es la generosidad la que da valor a la persona (6,22s). Jesús se remite al AT; el dicho «quien recibe a un profeta en calidad de profeta tendrá recompensa de profeta» se refiere a los ejemplos de Elías y Eliseo narrados en 1 Re 17,9-24 y 2 Re 4,8-37. «La recompensa de profeta» consiste en el beneficio que se puede recibir de un profeta; paralelamente, «la recompensa de justo». En cambio, la que se recibe por acoger a un discípulo no es una «recompensa de discípulo», sino la expresada al principio, la presencia de Jesús y del Padre con la persona que acoge.

La última afirmación de Jesús presenta una aparente incongruencia por el paso de la tercera persona a la segunda, que debería estar incluida en ella: «Quien da de beber a uno de estos pequeños... en calidad de discípulo.. os lo aseguro.» Lo normal sería que dijese «a uno de vosotros, que sois pequeños», pues ellos son los doce discípulos de Jesús (10,1; 11,1). Con esto indica Mt que los discípulos no son realmente doce ni se limitan

goría es más numerosa y que Jesús habla de toda época. Los doce mencionados por sus nombres representan a la entera comunidad de Jesús, pero no la agotan. Lo característico del discípulo es ser «un pequeño», uno que no pretende la grandeza mundana se-gún el contenido de la primera bienaventuranza (5,3).

Dar un vaso de agua fresca, en el clima caliente y seco de Palestina, era una muestra de verdadera hospitalidad.

v.11,1: Cuando terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús se marchó de

allí, para enseñar y predicar por aquellos pueblos.

Cierra Mt el discurso de Jesús con un epílogo semejante al que cerraba el discurso en el monte (7,28). Vuelve a mencionar a «los doce discípulos», con lo que clausura la sección comenzada en 10,1. La misión de los Doce no impide que Jesús continúe su actividad (enseñanza

II

Mt 11, 1 señala una conclusión semejante a la que se encuentra en 7, 28. A partir de allí, ienza a realizarse en el horizonte de un rechazo al contenido de su

mensaje tal como se ha señalado en este segundo discurso de Jesús en el evangelio de Mateo, llamado discurso misionero.

Este horizonte de rechazo social hace que la primera advertencia que leemos esté referida a la necesidad de no engañarse sobre la naturaleza de la misión. Aunque precedentemente se ha hablado de anuncio de paz, la tarea no será considerada ante los ojos de los dirigentes de la sociedad como un factor de paz sino de conflicto.

La cita de Miq 7, 6 reproducida en Mt 10, 35-36 señala la causa de esta catalogación. El profeta describía la corrupción social existente en la sociedad. Ante esa corrupción el enviado de Dios no puede quedar indiferente y debe reaccionar con una palabra que condena el desorden existente y que, por lo mismo, es factor de la división incluso en la familia, es decir en el círculo

De allí la necesidad de una opción que coloque la adhesión a Jesús por encima de

cualquier otra adhesión. No solamente los lazos familiares pasan a segundo plano sino también los intereses personales propios deben ceder el primer lugar a la fidelidad a Jesús y a su mensaje.

La preocupación por la propia vida puede llevar a traicionar el mensaque depende la realización plena de la vida de mensajero. Esta búsqueda de seguridad y comodidad para la propia existencia conduce inevitablemente a la ruina de ésta. Por el contrario, la aceptación del riesgo por la causa de Jesús y de s

Luego de haber recordado nuevamente la necesidad de enfrentamiento decidido y valiente con el egoísmo en que se fundamenta la sociedad, Jesús pasa a señalar la creación de nuevos lazos solidarios que ocupan el puesto de los anteriormente existentes.

La comunión de Jesús con su Padre se hace comunión de Jesús con sus enviados y de éstos con aquellos que los acogen. Esta cadena se construye en torno a la fidelidad al mensaje e

Recibir a un profeta o a un justo en su condición de tal significativa comprometerse con

el proyecto de Jesús. Esta acogida se concreta y crece aún más en los actos de verdadera hospitalidad respecto a los discípulos de Jesús. “Dar un vaso de agua fresca” en el clima cálido y seco de la Palestina debe asignarse a este auténtico sentido de hospitalidad que engloba no solamente a los Doce sino a todos los discípulos de Jesús a lo largo de la historia. Estos son definidos como “pequeños” en la valoración corriente de una sociedad cuyo motor es el poder y prestigio.

A diferencia de la recompensa de un profeta y de un justo que se refiere a la recompensa que estos personajes están en grado de brindar, la recompensa de dimismo Dios y Jesús la realiza con su presencia en la vida de aquellos que adoptan frente a ellos una actitud generosa y solidaria.

La renuncia a los lazos del egoísmo humano implica el dolor de las rupturas y del social pero, al mismo tiempo, produce una nueva red en que están implicados el

Padre del cielo, Jesús, sus enviados y todo aquel que está dispuesto a ofrecer hospitalidad generosa a los que se han comprometido con el proyecto de Jesús.

Martes 16 de julio Carmen EVANGELIO Mateo 11, 20-24

20Se puso entonces a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todas sus potentes obras, por no haberse enmendado.

21-¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho las potentes obras que en vosotras, hace tiempo que habrían mostrado su arrepentimiento con sayal y ceniza. 22Pero os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. 23y tú, Cafarnaún, ¿piensas encumbrarte hasta el cielo? Bajarás al abismo (Is 14,13-15); porque si en Sodoma se hubieran hecho las potentes obras que se han hecho en ti, habría durado hasta hoy. 24Pero os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.

COMENTARIOS I

20Se puso entonces a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todas sus potentes obras, por no haberse enmendado. 21-¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho las potentes obras que en vosotras, hace tiempo que

o su arrepentimiento con sayal y ceniza. 22Pero os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

La palabra "entonces" enlaza esta invectiva de Jesús con la escena anterior. Jesús se dirige a las ciudades cercanas para reprocharles su indiferencia al mensaje que han oído. "Las ciudades" son sedes de escuelas rabínicas y centros de cultura religiosa. Su indiferencia está en relación con la descrita antes bajo la imagen de los niños que no hacen caso a sus compañeros (11,16s). Ambos datos indican que la invectiva a las ciudades mira, sobre todo, a los círculos intelectuales que van a mencionarse a continuación (11,25).

La enmienda fue la exigencia expresada por él ante la cercanía del reinado de Dios (4,17). A pesar de los hechos que acreditan la cercanía del reinado, esas ciudades no han cambiado de

significa cesar de practicar la injusticia y comenzar una vida justa. Debe cambiar la calidad de las relaciones humanas; pero nada ha cambiado en esas ciudades. No han dado el paso preliminar para el reinado de Dios (20). No han hecho caso de los hechos objetivos (20-21: egenonto) que han podido presenciar, fruto de la actividad de Jesús.

Corozaín estaba a unos 3 km. al norte de Cafarnaún; Betsaida, a unos 10 km., en la desembocadura del Jordán. La comparación que hace Jesús acusa a estas ciudades de ser más rebeldes a Dios que las ciudades paganas del Norte, bien conocidas. Isaías había predicho la ruina de Tiro y Sidón. Usando la imagen del «día del juicio», afirma Jesús que el destino de las ciudades paganas será más llevadero que el de las judías (21-22). «El sayal y la ceniza» eran símbolos de arrepentimiento.

vv. 23-24: y tú, Cafarnaún, ¿piensas encumbrarte hasta el cielo? Bajarás al abismo (Is 14,13-15); porque si en Sodoma se hubieran hecho las potentes obras que se han hecho en ti, habría durado hasta hoy. 24Pero os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.

El caso de Cafarnaún, ciudad donde Jesús se había instalado (4,13), es aún más grave. No sólo es más rebelde que los paganos; Jesús la considera peor que Sodoma, prototipo de ciudad maldita (cf. 10,15), por haber ignorado la nueva realidad que en ella se ha manifestado (23-24).

Para describir su ruina usa Jesús unos versículos de la sátira de Isaías por la caída de Nabucodonosor. Éste es precipitado del vértice de la gloria al vértice de la miseria (Is 14, 13.15). Se deduce de esta perícopa que Mt ve en Galilea una resistencia encarnizada al mensaje de Jesús. La buena noticia encontrará más eco en los países paganos.

Las acciones de Jesús narradas por el evangelista (8,2-9,28) tenían que ver, sobre todo, con la apertura a los paganos y con la curación del nacionalismo exclusivista de Israel. Estas ciudades, situadas en la orilla del lago o cerca de ella, con tráfico comercial y población mezclada, habrían debido aceptar la universalidad de la salvación. Sin embargo, siguen en su mentalidad anterior. Renunciar a la propia superioridad y al exclusivismo es parte de la enmienda.

II

La elegía fúnebre por la muerte de una persona fue transferida, ya en el Antiguo Testamento, al ámbito de lamentaciones por un grupo o un pueblo que se considera que ha cesado de vivir. Los “ayes” bíblicos afectan a toda una sociedad o a franjas extensas de sus miembros por haber desaprovechado oportunidades ofrecidas por el Dios de la vida.

En este caso Jesús se dirige a tres ciudades ubicadas junto al lago de Tiberíades: Corazaín, Betsaida y Cafarnaún por haberse cerrado al ll

En aquella época dichas ciudades eran sedes de escuelas rabínicas y, por consiguiente,

orgullosas de su condición de centros de cultura religiosa. El “ay” fúnebre de Jesús se dirige intelectuales de dichas ciudades.

Los “ayes” dirigidos a Corozaín y Betsaida nacen de la comparación de su actitud con una posible actitud de Tiro y de Sidón. Estas últimas eran consideradas como identificadas con el

s que sobre ellas ofrece el Antiguo Testamento. Sin embargo, a pesar de esa identificación, Tiro y Sidón son menos culpables que las

ciudades israelitas ya que en ellas no se han realizado señales semejantes a las que Jesús ha ñales hubieran abierto a sus habitantes a la conversión y por ello el

juicio que les espera será más benigno que el que espera a las ciudades del lago. La culpabilidad de Cafarnaún es aún mayor que la de Corozaín y Betsaida.. Ella participa

del orgullo tiránico del rey de Babilonia, destruido por Dios (v. 23b; cf. Is 14, 13-15). El orgullo de la ciudad la ha cerrado a la aceptación de los signos de Jesús y la ha hecho

más culpable que la ciudad donde no se encontraba ningún justo: Sodoma. Ante las señales operadas por Jesús en Cafarnaún, aquella ciudad hubiera reaccionado positivamente y hubiera

La consecuencia es la misma que para sus vecinas, un tratamiento más severo que el

reservado en el día del Juicio para los paganos y pecadores. En el horizonte del “día del Juicio” la única actitud racional y coherente para conservar la

vida es la de un auténtico cambio radical. Este significa un abandono de las prácticas de la injusticia y la adopción en su comportamiento de las normas exigidas por la justicia del Reino.

A esta práctica de la justicia está ligada la posibilidad de la participación en ese Reino de Dios predicado por Jesús con obras y palabras poderosas. El enceguecimiento, el endurecimiento

ra inevitablemente el camino a esa feliz posibilidad. El ¡ay! se convierte en la constatación que el profeta Jesús hace de la condición de las ciudades pecadoras. El día del Juicio que se anuncia no hará más que ratificar esa presencia de la muerte que en

El comportamiento adoptado frente a las obras de Jesús, el Enviado del Padre, pone de manifiesto ya en el presente, la pertenencia al ámbito de la vida o de la muerte de un grupo humano y de cada uno de sus integrantes. Los ayes sobre las ciudades del lago son un invitación a la conversión para cada persona y organización social.

Miércoles 17 de julio Alejo EVANGELIO Mateo 11, 25-27

25En aquella ocasión exclamó Jesús: -Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, has escondido estas cosas a los

sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; 26sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.

27Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

COMENTARIOS I

v. 25: En aquella ocasión exclamó Jesús: -Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,

porque, has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; 26sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.

La expresión introductoria «por aquel entonces» enlaza de algún modo esta perícopa con la anterior. Después de la recriminación a las ciudades que no responden aparece la respuesta favorable de la gente sencilla. Por contraste con la invectiva anterior, en esta perícopa Jesús alaba al Padre por lo que está sucediendo. Aparece el Padre como el Señor del universo.

Jesús bendice al Padre por una decisión: los intelectuales no van a entender esas cosas; sas cosas» puede referirse a «las obras» del Mesías (11,2.19). La revelación

de que habla Jesús respecto a los sencillos tiene un paralelo en la que recibe Simón Pedro para reconocer en Jesús al Mesías, después de los episodios de los panes (16,17). Se trata, pues, de comprender el sentido de las obras de Jesús, de ver en ellas la actividad del Mesías. La revelación del Mesías podía haberse hecho de manera deslumbradora y autoritaria. Sin embargo, el Padre ha querido hacerla depender de la disposición del hombre. Es la limpieza de corazón, la ausencia de todo interés torcido, la que permite discernir en las obras que realiza Jesús la mano de Dios.

Precisamente, la denominación «los sabios y entendidos» alude a Is 29,14. En el texto al pueblo su hipocresía en la relación con él: lo honra con los labios,

pero su corazón está lejos (cf. Mt 15,8s). A eso se debe que fracase la sabieclipse el entender de los entendidos. En el trasfondo del dicho de Jesús se encuentra, por tanto, esta realidad: los sabios y entendidos no captan el sentido de las obras de Jesús porque su insinceridad inutiliza su ciencia, impidiéndoles aceptar las conclusiones a las que su saber debería llevarlos. Los «sencillos» no tienen ese obstáculo y pueden entender lo que Dios les revela. El hecho de que Dios «oculta» ese saber no se debe a su designio, sino al obstáculo humano; se atribuye a Dios lo que es culpa del hombre. De hecho, la realidad de Jesús está patente a todos, viene para ser conocido de todos. El pasaje está en relación con el aserto de Jesús en 9,13: «No he venido a llamar justos, sino pecadores.» El «justo» es el que se cierra a la llamada por estar conforme con la situación en que vive. No es culpa de Jesús, sino del hombre. El que se tiene por «justo», sin reconocer su necesidad de salvación, se cierra a la llamada de

Jesús. Lo mismo el «sabio y entendido», cuyo corazón está lejos de Dios, está cerrado a la re-velación del Padre (25s).

v. 27: Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

La frase de Jesús «mi Padre me lo ha entregado todo» está en relación con la designación «Dios entre nosotros»: Jesús es la presencia de Dios en la tierra. También con la escena del bautismo, donde el Espíritu baja sobre Jesús y el Padre lo declara Hijo suyo. La posesión de la autoridad divina fue afirmada por Jesús en el episodio del paralítico (9,6). La relación íntima

la establece la comunidad de Espíritu. Por eso nadie puede conocer al Padre, sino aquel a quien el Hijo comunique el Espíritu, que establecerá una relación con el Padre semejante a la suya. Es decir, el conocimiento de Dios de que se glorían los sabios y entendidos, que se adquiriría a través del estudio de la Ley, no es verdadero conocimiento. Este consiste en conocerlo como Padre, experimentando su amor, y sólo se consigue esta experiencia por la comunicación que hace Jesús del Espíritu que recibió. De ahí que invite a todos los que están cansados y agobiados por la enseñanza de esos sabios y entendidos. El se presenta como maestro, pero no como los letrados, dominando al discípulo; él no es violento, sino humilde, en contraposición al orgullo de los maestros de Israel. Su enseñanza es el descanso, después de la fatiga del pasado (11,28s).

II

El pasaje evangélico describe dos tipos de actitudes asumidas por el Padre de Jesús, Señor del cielo y de la tierra: encubrimiento a los sabios y entendidos pola gente sencilla por la otra.

Para determinar el sentido del texto puede ayudarnos el precedente pasaje de los ayes contra las ciudades del lago con los que el pasaje se une gracias a un “por aquel entonces”.

Jesús había dirigido su condena a tres ciudades que eran sede de escuelas rabínicas y, por consiguiente centros de cultura religiosa. Esto las llenaba de autosuficiencia y orgullo que les impedía descubrir las acciones divinas que se realizaban por medio de las obras de Jesús. Los sabios y entendidos son, por tanto, todos aquellos que con su actitud irresponsable no son capaces de aceptar las intervenciones de Dios en la historia. Este encubrimiento de Dios revela su culpabilidad. Dios, presentado como Señor de cielo y tierra, continúa su obra creadora en la historia. El conocimiento religioso, que debería ser un instrumento de acceso a esa continuación de la obra creadora, se convierte por su orgullosa autosuficiencia en obstáculo para una relación

s personas. De esa forma, por su culpa, Dios se encubre a ellas ya que su soberbia les impide aceptar

la manifestación divina. Por ello el designio del Padre encuentra su realización en otros sujetos, que pueden ser calificados como “gente sencilla”.

La ausencia de tortuosidad y la mirada sincera sobre la realidad les capacita para aceptar “estas cosas”. Con esta expresión se quiere indicar las obras mesiánicas de Jesús de las que habla el entero capítulo con ocasión de la pregunta de los enviados de Juan.

Dichas obras en su aparente simplicidad ponen en cuestión los intereses de todos aquellos que las consideran como amenaza a sus propios intereses. Por el contrario, encuentran la adecuada acogida en todos aquellos que ven en ellas realizados sus anhelos.

Esta forma concreta de realización salvífica hace brotar el agradecimiento de labios de Jesús. Repetidamente refiere al Padre la condición “bendito”, aceptando el designio salvador en obediencia filial.

Frente a los poderosos y autosuficientes que consideran que todo les está permitido, Jesús descubre la gozosa apertura a nuevos horizontes que se abre a la humanidad por la participación íntima en los secretos divinos. La profunda comunión de Dios en Jesús, el Dios con nosotros, se

o a todos aquellos que son capaces de aceptar este modo de actuación divina.

La revelación divina, por tanto, no se inscribe en el cúmulo de conocimientos que somos capaces de atesorar a lo largo de nuestra vida. Ella sólo puede existir si somos capaces de participar del modo de actuar de Jesús, en un amor limpio y desinteresado que no cuida de los propios intereses sino que pone por encima de todo los intereses del Padre.

El agradecimiento de Jesús por esta forma de actuar de ese Padre que es también Señor del cielo y de la tierra sólo puede transferirse a aquellos que estén dispuestos a seguir el camino de Jesús y adherirse en obediencia filial al querer de Dios. Jueves 18 de julio Arnulfo EVANGELIO Mateo 11, 28-30

28Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro,. 29Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontrareis vuestro respiro, 30pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

COMENTARIOS I

Jesús invita a aceptar su yugo, imagen de las exigencias que se derivan de su mensaje; su

yugo es llevadero, no como el de la Ley propuesta por los letrados, y su carga es ligera (cf. 23,4). Estudiar la Ley debía servir para acercarse a Dios; Jesús invita a acercarse a él directamente; su persona es el medio (la Ley) y el término (Dios). Invita a romper con otros maestros y a aceptar su enseñanza. El legalismo judío era abrumador, una moral sin alegría. Jesús propone, en cambio, el servicio en la alegría de la amistad (9,15). Propone sus exigencias prometiendo la felicidad (bienaventuranzas).

II

Con la imagen del yugo (v. 29) se indica la relación que todo ser humano se ve obligado a aceptar. Puede tratarse de la sumisión al imperio dominante como en Jr 28 pero también puede emplearse para indicar la sumisión del pueblo a Dios. En este último caso (Jr 2, 20; 5, 5; Os 10, 11), el alejamiento del querer divino se concibe como una ruptura de lazos y del yugo que une al pueblo con su Señor.

Por ello el término fue utilizado ya en el Antiguo Testamento (Eclo 6, 24-30; 51, 26-27) para expresar el sentido de la Ley por la cual el pueblo se mantiene en la fidelidad y en la obediencia a su Padre y Creador.

Por consiguiente, la función de la Ley consistía en la liberación de los ídolos que ón religiosa auténtica. La Ley era, por tanto, el medio privilegiado para

significar la elección divina respecto a Israel. Sin embargo, esta función liberadora de la Ley se oscurece cuando se desplaza de este

marco de la elección. El fariseísmo entiende la Ley como una serie de observancias que sirven

para agravar la pesada carga que debe soportar la gente sencilla. A ésta, calificada como el conjunto de los que están rendidos y abatidos, se dirige la invitación de Jesús.

Dicha invitación consta de dos partes: en primer lugar se trata de entablar una nueva forma de relación religiosa, abandonando las pesadas prescripciones de la Ley del fariseísmo y de sus interpretaciones. El cumplimiento de la Ley se realiza por medio del acercamiento a Jesús y a su proyecto. Sólo de ese modo se puede entrar en el ámbito de la comunión divina, en la vida familiar del Padre y el Hijo. El “acérquense a mí” (v. 28) y “carguen con mi yugo y aprendan de mí” (v. 29) es un llamado a participar de la intimidad divina.

La segunda parte se dirige a colocar el fundamento que justifica la aceptación de esa invitación. El fruto de este recurso a Jesús es respiro para todos los rendidos y abrumados a consecuencia de las onerosas prescripciones de la observancia religiosa farisea.

Los “sabios y entendidos” (Mt 11, 25) han convertido su enseñanza en instrumento de dominación sobre la gente sencilla. Frente a ellos, Jesús se presenta proponiendo una enseñanza con efectos diametralmente opuestos. Se trata de un maestro que, a diferencia de los letrados, no quiere dominar a sus discípulos. Su característica fundamental es la sencillez y humildad en contraposición a la orgullosa autosuficiencia de los otros maestros. Por ello su enseñanza es descanso para quienes han sido fatigados por una enseñanza dominadora.

Las exigencias propuestas por Jesús son un yugo llevadero y una carga ligera. Acercándose a El que es el resumen y la interpretación de la Ley, el hombre se transfiere al espacio sagrado de la intimidad de la vida divina. La moral sin alegría del fariseísmo se convierte en gozoso servicio producido por la amistad divina. Las exigencias sólo se comprenden desde la felicidad del seguimiento de Jesús tal como se proponen en las bienaventuranzas (cf Mt 5, 1-11). Viernes 19 de julio Arsenio – Natacha EVANGELIO Mateo 12, 1-8

12 1En aquella ocasión, un sábado echó Jesús a andar por lo sembrado; los discípulos sintieron hambre y empezaron a arrancar espigas y a comer. 2Los fariseos, al verlo, le dijeron:

-Mira, tus discípulos están haciendo lo que no esta permitido en día de precepto. 3E1 les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre? 4Entró

en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes. 5y ¿no habéis leído en la Ley que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el templo sin incurrir en culpa? 6Pues os digo que hay algo más que el templo aquí.

7Si comprendierais lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6) no condenaríais a los que no tienen culpa. 8Porque el Hombre es señor del precepto.

COMENTARIOS I

v. 1: En aquella ocasión, un sábado echó Jesús a andar por lo sembrado; los discípulos

sintieron hambre y empezaron a arrancar espigas y a comer.

Jesús marcha por los sembrados Los discípulos son mencionados sólo a continuación El itinerario de Jesús es el de los suyos. Al contrario que Mc y Lc, Mt señala que los discípulos sienten hambre. El cambio se debe a estar situada la narración en un contexto diferente. En Mc 2 23 y Le 6 1 sigue a la perícopa del esposo, donde Jesús ha expuesto el principio que invalida toda la institución judía. No hacía falta poner otra motivación para la libertad que muestran los discípulos. Mt, en cambio, al situar esta narración en contexto diferente, necesitaba expresar un

vv. 2-4: Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo lo que no

esta permitido en día de precepto. 3E1 les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre? 4Entró en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes.

«Arrancar espigas» estaba permitido por Dt 23,26 para proteger los derechos de los pobres. Los fariseos, sin embargo, consideraban el arrancar espigas como equivalente a la recolección, trabajo prohibido en sábado (cf. Ex 34,21). Señalan el hecho a Jesús, esperando que

la conducta de los discípulos. Se dirigen a él sin ninguna fórmula de cortesía o respeto. Jesús, en vez de corregir a los discípulos, defiende su conducta. A la manera de la controversia rabínica, comienza su respuesta con la frase: «¿No habéis leído?» Cita a continuación un episodio bien conocido de la historia de David (1 Sm 21,1ss), quien, ante la necesidad propia y la de sus hombres, se permitió contravenir a lo expresamente prescrito en la Ley (Lv 24,9).

«Panes de la ofrenda», cf. Ex 25,30; 40,4; Lv 24,5s; 1 Sm 21,1; 1 Re 7,48; 2 Cr 4,19. La argumentación de Jesús se basa hasta este momento en que la necesidad del hombre es razón suficiente para ignorar ocasionalmente un precepto de la Ley. Con esta comparación pone la obligación del sábado, que para los rabinos era la máxima, a la altura de un precepto ritual secundario.

v. 5: y ¿no habéis leído en la Ley que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el

templo sin incurrir en culpa? Jesús añade otro argumento («¿No habéis leído?»), ahora a partir de la Ley, es decir, de

los libros de Moisés. En la frase distingue entre el día de sábado y el precepto del descanso. No sólo el hombre puede eximirse de la obligación en caso de necesidad; la Ley misma relativiza el precepto del descanso. De hecho, el trabajo en el templo era mayor en los días festivos que en los días ordinarios, pues aumentaba el número de ofrendas (Nm 28,9s).

La obligación del culto a Dios prevalece sobre la del descanso. La ley del descanso -y, en consecuencia, la Ley entera- no es un absoluto.

vv. 6-8: Pues os digo que hay algo más que el templo aquí. 7Si comprendierais lo que

significa «misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6) no condenaríais a los que no tienen culpa. 8Porque el Hombre es señor del precepto.

Conclusión del argumento anterior. Si el templo exime de la obligación del descanso, hay plo, Jesús mismo. Reprochando a los fariseos no saber

interpretar la Escritura («si comprendierais»), confirma lo dicho con una cita de Oseas (6,6): es Dios mismo quien relativiza la obligación del culto, anteponiendo al mismo el servicio al

cordia» (en greigo, éleos) significa el amor que se traduce en ayuda (cf. 5,7). «Sacrificio», las prescripciones cultuales en general y las del sábado en particular. En consecuencia, la censura hecha por los fariseos carece de fundamento. Opone Jesús la ayuda al hombre a la piedad orgullosa y despectiva de los fariseos, empeñados en condenar.

Da Jesús la razón última: el Hombre es señor del precepto y, por lo tanto, de la Ley, que, según los fariseos, se compendia en ese precepto. El trabajo en el templo era una excepción a la Ley del descanso, que no por eso perdía su validez. Pero «el Hombre» no tiene por qué invocar

excepciones. «Señor» significa superior al precepto y libre de él. «El Hombre» es designación de Jesús, pero no exclusiva, sino extensiva. Designa al que posee el Espíritu de Dios (3,16) y podrá aplicarse en su medida a todos aquellos que de Jesús lo reciban. Mt, por tanto, explica polos discípulos son inocentes, porque participan de la libertad y del señorío de Jesús mismo.

El que practica la misericordia, es decir, la ayuda a los hombres, está por encima del culto, que, a su vez, tiene la precedencia sobre el precepto del descanso. Es él quien realiza el designio de Dios, no los que subordinan el bien del hombre a los preceptos legales.

II

El pasaje evangélico forma parte con el episodio siguiente (12, 9-14) de una unidad centrada en torno al problema de la “práctica” del sábado. En el v.2 se consigna la crítica de los fariseos: “tus discípulos están haciendo lo que no está permitido en sábado” y en la respuesta del v.12 hay un eco a esta frase en la boca de Jesús: “está permitido hacer bien en sábado”.

La acción de arrancar espigas realizada por los discípulos se relata, por tanto con el fin del esclarecimiento de este problema que ocupaba un puesto esencial en la piedad judía de la

Las formulaciones del precepto sabático estaban consignados en los decálogos de Ex 20 y

Dt 5. En ambos hay una referencia a la historia salvífica: en el primero a la creación, en el

La crítica de los fariseos saca al precepto de esos contextos y lo encierra en una estrecha de ambos y de otros pasajes de la Escritura. El “arrancar

espigas” era una forma consignada en Dt 23, 26 para dejar firme la protección del derecho de los pobres . Los fariseos, desde su óptica entienden la acción como un acto de recolección, prohibido en Ex 34, 21 y esperan que Jesús corrija a sus discípulos en este punto.

Jesús, con el recurso a la historia salvífica, responde en dos etapas. En la primera (vv. 3-4) se refiere de modo general a una acción realizada por David y sus compañeros que refleja una actitud frente a la Ley de Dios. En la segunda concreta este principio a la ley del reposo sabático (v. 5) recordando la obligación de la actuación sacerdotal en ese día. De ambas, extrae finalmente (vv. 6-8) una conclusión con la que justifica la práctica de sus discípulos y desenmascara el error de sus adversarios.

Jesús se remite a 1 Sm 21 donde se relata que, ante la necesidad propia y de sus hombres, el rey israelita se permitió transgredir la legislación de Lv 24,9 referentes al “pan de obsequio” que es “porción perpetua para Aarón”. Por consiguiente la necesidad del hombre está por encima de los preceptos y el sábado debe considerarse como uno de ellos.

Seguidamente, Jesús dirige su atención y la de sus oyentes a lo que sucede con el co en la vida de los sacerdotes. Estos ven aumentarse su tarea en los días de

descanso en que se multiplicaban las ofrendas. Por tanto, la obligación del culto obliga a una tarea mayor de los sacerdotes por encima del precepto.

En las conclusión de este razonamiento, Jesús señala que si el culto está por encima del precepto sabático, por encima de aquel existe otra realidad: Jesús mismo y las necesidades del hombre. Jesús es superior al templo, la actitud frente a los semejantes (misericordia) es superior a los sacrificios. La condena de los fariseos se origina en el desconocimiento de este principio fundamental de la Palabra divina consignado en Os 6,12.

Con ello se llega al punto culminante de la enseñanza de esta controversia: el precepto puede ser entendido adecuadamente en el marco del culto tributado a Dios y éste

sólo puede brotar auténticamente en el ámbito de la misericordia y desde el sentimiento de ayuda al semejante.

Este ámbito de misericordia crea un sentimiento de libertad y señorío sobre el culto y sobre todos los preceptos. De esa forma Jesús nos remite al núcleo fundamental desde donde debe brotar y ser valorada toda acción humana. Sábado 20 de julio Elías EVANGELIO Mateo 12, 14-21

14Al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con él. 15Jesús se enteró y se marchó de allí. Lo siguieron muchos y él los curó a todos,

16mandándoles que no lo descubrieran. 17Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:

18Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien he puesto mi favor. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. 19No altercará, no gritará, no voceará por las calles. 20La caña cascada no la quebrará hasta que haga triunfar el derecho. 21É1 será la esperanza de las naciones (Is 42,1-4).

COMENTARIOS I

vv. 14-16. Enterado del propósito de sus adversarios, Jesús se retira. Muchos lo siguen.

La curación de éstos está en paralelo con la del hombre del episodio anterior y tiene su mismo significado. De hecho, cambia la localización, pero Mt no señala el cambio de día. Sigue, por tanto, la actividad en sábado. Jesús libera a los hombres del yugo de la Ley. Presta ayuda a todo

este pasaje, todo hombre necesita ayuda (cf. 5,7; 12,7). Les prohibe hacer pública su

actividad. vv. 17-21. Mt ve en esta actitud de Jesús el cumplimiento de un texto de Isaías (42,1-4)

que trata de la figura del Servidor de Dios. No utiliza el texto griego (LXX) ni traduce exactamente el hebreo. Adapta el texto del profeta a su propia teología. El término griego «chico», significa lo mismo «hijo» que «siervo». El paralelo de las escenas del bautismo (3,16s) y la transfiguración (17,5) hacen prevalecer el sentido de «hijo». El Padre lo presenta al mundo («Mirad»). «El elegido» es también titulo mesiánico de Jesús (cf. Lc 9,35; 23,35). «Mi amado», «mi predilecto» corresponden a las designaciones dadas por la voz del cielo en el bautismo (3,17: «a quien yo quiero, mi predilecto»). «Mi amado» es prácticamente sinónimo de «hijo único» (cf. Gn 22,2). El Espíritu de Dios, en perspectiva de AT, es Dios mismo en cuanto fuente de vida y energía. Se comunica al hombre paya capacitarlo en vista de una determiEl paso de tiempos pasados (v. 18a, en castellano, . presente intemporal) a futuro (1 8b-21) muestra dos tiempos: el de la elección de Jesús y el de su investidura para la misión. También en

la escena del bautismo llega Jesús al Jordán dispuesto a hacer su compromiso hasta la muerte y, por tanto, consciente de su misión mesiánica. Es al salir del agua cuando recibe la investidura.

La misión para la que lo capacita y a la que lo impulsa el Espíritu es anunciar el derecho a las naciones. La obra salvadora del Mesías no se circunscribe al pueblo de Israel.

v. 18. Relacionando este dicho con las curaciones narradas antes, que son el

cumplimiento de este texto profético, aparece que «el derecho» o nueva norma de justicia resume el principio de Jesús: la ayuda al hombre está por encima de la Ley. La relativización o abolición de la Ley mosaica va a permitir a las naciones aceptar el mensaje de Jesús. El mensaje de libertad en él contenido es el nuevo «derecho» o norma que puede encontrar eco en el mundo entero.

v. 19. El Mesías no será un agitador ni un líder de masas. Así justifica Mt con la

Escritura la actitud de Jesús, su retirada y la prohibición de divulgar su actividad (12,15s). Busca en cambio a los que necesitan su ayuda (cf. 5,7; 8,17; 9,12s.36; 11,5s.28).

vv. 20-21. Su empresa no se realizará, pues, con las armas o con la fuerza, sino con un

nuevo estilo, el del Espíritu: suavidad y mansedumbre (cf. 11,29) con lo débil y vacilante. Lo que está para extinguirse no acabará de apagarlo. La justicia no se implanta arrollando lo débil. Su ayuda consiste en curar, enderezar, hacer revivir. Este es el modo como el derecho predicado por él a las naciones penetrará y llegará a la victoria. Este derecho es designio de Dios; Dios no quiere al hombre para sí, sino para la humanidad (12,7); el derecho que Jesús propugna coincide con las relaciones ideales entre los hombres. La aspiración universal por una sociedad justa encontrará su fundada esperanza en este Mesías.

Mt describe en este pasaje su idea del Mesías. Es aquel que, gracias a la abolición de la Ley mosaica, que paraliza al hombre y crea el obstáculo entre Israel y los demás pueblos, llega a establecer una humanidad justa. Esto se hace por la fuerza del Espíritu que en él habita y actúa. Mt responde aquí a la tercera ten rto. No será el Mesías un ambicioso que busca el litigio y usando la fuerza se disputa con otros el poder ni que pretenda apoyarse en la popularidad con las masas (19); su labor será paciente y buscará promover el bien de los débiles, sin perder nunca la esperanza (20). Su camino será el del amor desinteresado que cura y ayuda al hombre. La descripción de Mt, respuesta a la tercera tentación, previene a los discípulos sobre cómo han de promover también ellos el reinado de Dios (cf. 6,10.13).

II

La hostilidad de los fariseos (v. 14) es el punto terminal del relato referido a la actividad de Jesús durante el sábado en una sinagoga. Ante dicha hostilidad, Jesús cambia su espacio pero, curando a “todos” (v. 15), prolonga en beneficio de los muchos que “lo

Esta actitud se revela como el cumplimiento del proyecto “luz de las naciones”

manifestado por el Isaías del exilio en los “Cantos del Servidor de Yahveh”. Aquí la cita se toma

La larga cita comienza con la presentación de modo semejante a las escenas del bautismo (3, 16) y de la transfiguración (17, 5). Se designa al personaje como un siervo/hijo según el doble

en el griego. Con ello se expresa la filiación de Jesús que actúa en obediencia plena a la voluntad divina. Esta obediencia filial de Jesús han hecho de éste, ya en el pasado, el hijo único de Dios (cf Gn 22, 2) como se muestra por el uso de los tiempos verbales. Pero esta elección que ya ha tenido efecto se hará en el porvenir investidura para una misión que no puede ser otra que la transmisión de la fuerza (“espíritu”) divina para realizar la tarea.

El espacio de actuación que se le asigna es de dimensiones universales. Por dos veces son mencionadas “las naciones”. Su actuación no puede limitarse a los límites geográficos de Israel sino que llega a los confines de la tierra. Para ello se requiere la superación de los límites estrechos de la Ley mosaica y la colocación de su actividad en el marco de la realización del “derecho” y de la “esperanza” universales. Esta identificación del derecho con las aspiraciones universales de una sociedad justa se realizan en la proclamación de este Mesías servidor. Su tarea será la de ayudar, socorrer y hacer revivir a todos aquellos en que la vida se encuentra amenazada y esa actuación responde a los más íntimos deseos del corazón de todo hombre.

En los vv. 19 y 20 se describe la nueva metodología propuesta para el Servidor y plenamente realizada en Jesús. El camino del derecho parece estar íntimamente ligado a la posesión de los medios coercitivos para implantarlo. Y sin embargo, esos medios constituyen, como se hace patente a lo largo de la historia humana, una fuente de nuevas injusticias y opresiones.

Por ello el Servidor señala un nuevo camino que se debe recorrer para llegar al fin propuesto. Los medios utilizados por el Servidor de Isaías y el Jesús de Mateo no pueden ser los

masas. Su empresa necesita el estilo del Espíritu que hace renuncia consciente del uso de la fuerza y de las armas. Su principal preocupación se dirige entonces a lo débil (“caña cascada”) y a lo vacilante (“pabilo humeante”). La justicia proclamada atiende fundamentalmente a la presencia de la debilidad en la humanidad y la coloca como centro de su preocupación en la realización de la nueva sociedad que se quiere inaugurar.

El Mesías descrito de este modo renuncia a la opción zelota de la tercera tentación (cf Mt 4, 8-11) y concreta sus anhelos de justicia con los medios que el Espíritu le señala. Estos tienen como centro de preocupación la ayuda desinteresada al hombre, presente en toda la vida de

Desde esta descripción de la actuación mesiánica el texto hace un llamado a los

seguidores de Jesús. Estos deben adoptar en su vida el mismo estilo. Dicho estilo es la piedra fundamental sobre la que se construye toda vida cristiana auténtica.

Domingo 21 de julio Lorenzo de Brindisi

DECIMO SEXTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Primera lectura: Sabiduría 12, 13. 16-19 Salmo responsorial: 85, 3-6. 9-10. 15-16

Segunda lectura: Romanos 8, 26-27 EVANGELIO Mateo 13, 24-43

24Les propuso otra parábola: -Se parece el reino de Dios á un hombre que sembró semilla buena en su campo;

25mientras todos dormían llegó su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se mar 26Cuando brotaron los tallos y se formó la espiga apareció también la cizaña. 27Los

obreros fueron a decirle al propietario: -Señor, ¿no sembraste en tu campo semilla buena? ¿Cómo resulta entonces que sale 28É1 les declaró: -Es obra de un enemigo. Los obreros le preguntaron:

-¿Quieres que vayamos a escardaría? 29Respondió él: -No, por si acaso al escardar la cizaña arrancáis con ella el trigo. 30Dejadlos crecer

juntos hasta la siega. Al tiempo de la siega diré a los segadores: Entresacad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, almacenadlo en mi granero.

31Les propuso otra parábola: -Se parece el reino de Dios al grano de mostaza que un hombre sembró en s~ campo;

32siendo la más pequeña de las semillas, cuando crece sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

33Les dijo otra parábola: -Se parece el reino de Dios a la levadura que metió una mujer en medio quintal de

harina todo acabo por fermentar. 34Todo eso se lo expuso Jesús a las multitudes en para bolas; sin parábolas no les

35para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré mis labios para decir parábolas, proclamaré cosas escondidas desde que empezó el mundo (Sal 78,2). 36Luego dejó a la multitud y se fue a la casa. Los discípulos se le acercaron a pedirle:

-Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. 37Él les contestó: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los secuaces del Malo; 39el enemigo que la siembra es el diablo, la cosecha es el fin de esta edad; los segadores, los ángeles. 40Lo mismo que la cizaña se entresaca y se quema, sucederá al fin de esta edad: 41el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, escardarán de su reino todos los escándalos y a los que cometen la iniquidad 42y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. Quien tenga oídos, que escuche.

COMENTARIOS I

DE LO PEQUEÑO Y DE LO GRANDE

La vida está llena de pequeñeces. Lo de cada día es insignificante, intrascendente, difícilmente fotografiable y publicable. Se confunde con la monotonía, lo gris, lo improductivo, lo despreciable. No es noticia.

La noticia se reserva a los hechos extraordinarios, a todo lo que está fuera de lo ordinario y, en cierto modo, desordena desencajando la vida. La atención de los medios de comunicación en sus primeras páginas está centrada fundamentalmente en los grandes acontecimientos, los logros o quiebras de la vida e historia de individuos o grupos. Cuando prestan atención a lo cotidiano, lo hacen dándole carácter de extraordinariedad ineludible.

A pesar de todo eso, habría que llegar a descubrir la grandeza de lo cotidiano; debería haber cada semana un telediario para amas de casa o padres de familia, para estudiantes o trabajadores, para ciudadanos sin relevancia, a los que se les propusiera en la pantalla la utopía de descubrir y aceptar la grandeza de su vida oculta, la transcendencia de su intrascendencia, la riqueza de su pobreza o de su austeridad. Tal vez habría menos frustraciones y decrecería el numero de neuróticos.

Porque si examinamos en profundidad nuestro ser de humanos, debemos reconocer, paradójicamente, que casi todas las cosas grandes, que nos hacen vivir y soñar, son pequeñas.

Un apretón de manos, una sonrisa, la amistad, el amor o el encuentro con los otros son la plataforma del más grande de los sueños: la felicidad, aspiración común que se consigue a base de cosas pequeñas, aparentemente intrascendentes. Sólo quien está atento a esas insignificancias, puede comenzar una andadura de dioses. El camino de la grandeza humana pasa inexorablemente por la experiencia profunda de lo cotidiano.

Lo verdaderamente grande no es lo espectacular confundimos grandeza con espectáculo- como si la vida fuera ejercicio circense. Lo mas grande es la vida misma, con su mosaico de minucias, vivida minuto a minuto, con intensidad y en profundidad. Con esta dimensión y desde esta óptica, las cosas pequeñas se llenan de valor, se autotrascienden, se magnifican...

Jesús amaba lo cotidiano y lo pequeño: las flores, los pájaros, la amistad, la comida, los niños, los pequeños e insignificantes de este mundo. El creía en la fecundidad de lo pequeño. Y cuando quiso hablarnos de Dios y de su Reino decía: "El reino de los cielos -lo más grande- se parece a un grano de mostaza -semilla pequeña e insignificante- que un hombre sembró en su campo". Esa ínfima semilla, con el tiempo, llega a ser un arbusto que alcanza hasta cuatro metros de altura, ofreciendo cobijo a las aves del cielo. "El reino de los cielos -añadía- se parece a un puñado de levadura" que se pierde en la masa y hace que el pan resulte esponjoso y comestible.

El reino de los cielos es algo insignificante en sus inicios, pero fecundo. Con nuestra manía de grandeza, la palabra "reino" nos sugiere coronas, espadas, dominio, poderío, riqueza y honores; "los cielos" son lo inalcanzable, lo inasible, la terminal, pero nunca el comienzo o trayecto de la vida. Hemos hecho del Reino de los cielos algo dificilmente descubrible o encontrable. O está más allá y no lo alcanzamos, o si está más acá, no lo vemos. Y Jesús diría: ni más acá ni más allá; el Reino de los cielos está dentro de vosotros y comienza cuando se vive la vida en profundidad, hacia adentro, desde abajo y con los de abajo, vuelto a los demás. Empieza aquí abajo con lo intrascendente, con una sonrisa, un apretón de manos, un encuentro, la amistad, la solidaridad o el amor, con la vida misma y su monotonía cotidiana.

II

NI INTOLERANCIA, NI TRIUNFALISMO, NI INDIFERENCIA

Ni intolerancia ni triunfalismo; indiferencia ante los problemas del mundo, tampoco. El trabajo oculto de la levadura que va haciendo fermentar a toda la masa: el compromiso firme y sereno de colaborar en el nacimiento de una nueva humanidad.

LA PARABOLA DE LA CIZAÑA

La comunidad cristiana no va a estar fuera del mundo; los problemas, las contradicciones, las servidumbres de la sociedad humana le afectarán, porque será parte de ella. Por eso no se podrá evitar que las malas hierbas, sembradas por quienes siguen oponiéndose a un mundo de hermanos, aparezcan en la parcela en la que se intenta dar el fruto propio de quienes han optado por el reino de Dios.

La mala hierba acompañará durante mucho tiempo al buen trigo; y si se intenta arrancar por las bravas a aquélla, se pondrá en peligro también éste. Primero porque, durante todo el período de su crecimiento, el trigo y la cizaña pueden confunque la hierba es definitivamente mala si, cuando llega la hora de la madurez, se agosta sin dar fruto. Y en segundo lugar, porque no nos corresponde a nosotros decidir qué se debe hacer con la hierba mala.

Con esta parábola Jesús previene a sus discípulos para que eviten un excesivo celo, para que no tengan demasiada prisa en condenar a «los malos», para que no pretendan

convertirse en jueces de sus semejantes. Lamentablemente, no todos los que se llamen cristianos serán seremos- coherentes y fieles a nuestros compromisos. Será necesaria una labor de discernimiento; a veces no habrá más remedio que denunciar o poner fin a determinados comportamientos claramente contrarios al evangelio. Pero sin mandar a nadie a la hoguera, sin negar a nadie su oportunidad. Porque, además, la hierba de la que aquí se trata, el ser humano, puede cambiar, dejar de ser hierba mala y convertirse en buena.

EL GRANO DE MOSTAZA

Tampoco está justificado el triunfalismo. El ideal de la comunidad cristiana es ser una gran familia, cuanto más grande mejor; pero nunca un imperio.

Jesús contradice con esta parábola las esperanzas triunfalistas de sus paisanos, de sus propios discípulos; ellos esperaban que se cumpliera tal cual la profecía de Ezequiel (17, 22-24), que anuncia que Israel, a quien compara con un cedro frondoso plantado en un monte encumbrado y señero, volverá a ser una nación fuerte y poderosa, que dominará sobre todas

No. El reino de Dios, tal y como Jesús lo presenta, ni será una prolongación de Israel

(nace de una semilla nueva, no de un esqueje del viejo árbol) ni sufre delirios de grandeza; le bastará con ser un árbol grande, más ancho que alto (sólo más alto que las hortalizas), para poder acoger a cuantos, procedentes de cualquier lugar, busquen la hospitalidad de su sombra. Esa es la grandeza que quiere Jesús para el grupo de sus seguidores: una inagotable capacidad de acogida para poder ser el lugar de encuentro de todos los hombres que busquen compañía, comprensión, amor, solidaridad...

LA LEVADURA

Todo lo anterior no significa que la comunidad cristiana, la Iglesia, renuncie a intervenir en la marcha de la historia humana. Esa es la misión de la Iglesia: intervenir en la marcha de la historia, empujando para que esa historia marche en la dirección que señala el proyecto de Dios. Pero no de cualquier forma.

Lo que Jesús crea no es un movimiento político (quede esto claro: ni una democracia cristiana, ni un socialismo cristiano, ni mucho menos un fascismo cristiano). Pero, repitá-moslo, eso no significa que los problemas, las necesidades, los sufrimientos, las angustias y las justas esperanzas de los hombres y de los pueblos deban quedar fuera del interés y de la actividad de los cristianos.

El problema es el método. Por un lado, el evangelio no se puede imponer por la fuerza; y, por otro lado, el mensaje de Jesús no se puede reducir a una opción política más. La comu-nidad cristiana debe influir en la transformación de la sociedad humana con su vida: viviendo en medio de la sociedad humana y mostrando que es posible una manera alternativa de vivir, de tal modo que quienes, en contacto con la comunidad o con alguno de sus miembros, vayan conociendo este estilo de vida se convenzan de que esa manera de vivir es lo que realmente interesa a los hombres; y, poco a poco, pero constantemente, vaya aumentando el número de quienes adoptan el modelo de vida y de convivencia que propone Jesús.

Cuestión aparte es el compromiso político de cada uno de los cristianos, o las mediaciones sociopolíticas que puede necesitar el creyente para hacer eficaz su compromiso cristiano con la justicia. En esta cuestión no entramos -no la prejuzgamos, por tanto- en este comentario.

III

vv. 24-30. Terminado el aparte con sus discípulos, vuelve Jesús a dirigirse a las multitudes (cf. 13,34). El término con que Mt introduce esta parábola y

gr. paretheken) se encuentra en Ex 19,7 y Dt 4,44, donde Moisés propone al pueblo la Ley que lo obliga. Se trata, pues, de principios fundamentales para el reinado de Dios.

Mt omite la parábola de la «tierra automática» de Mc 4,26-29 y la sustituye por la del trigo y la cizaña. Al decir «otra parábola» la pone en conexión con la del sembrador. Pero así como ésta no trataba directamente del reino, sino de las actitudes del hombre ante el mensaje del

mbio, trata directamente del reinado de Dios. La presencia de malas hierbas en un campo es cosa normal. El rasgo peculiar de la

parábola es que se atribuya a un enemigo, también sembrador, que actúa clandestinamente mían»). La cizaña tiene fuertes raíces, entrelazadas con las del trigo, y, al

arrancarla, podría arrancarse él trigo al mismo tiempo; Es imposible eliminar lo malo sin daño de lo bueno. En el reino hay que tolerar la presencia de lo bueno y lo malo, como Dios la tolera én su creación (5,45), respetando la libertad de los hombres. Hasta la cosecha hay que tener paciencia y dejar que crezcan juntas. La cizaña se manifiesta cuando el trigo da fruto (cf. 3,8.10; 7,17-19; 12,33; 21,43). correspondencias entre 3,12 y 13,30: uso del verbo «quemar» (katakaiô) y de «granero» (apothêkê). Jesús corrige, pues, la visión del judaísmo, formulada por Juan Bautista, de un juicio inmediato y definitivo. Este no se verificará en la época histórica del reinó. Los obreros, en cambio, pretenden que el juicio se realice inmediatamente.

vv. 31-32: Les propuso otra parábola: -Se parece el reino de Dios al grano de mostaza que un hombre sembró en su campo; 32siendo la más pequeña de las semillas, cuando crece sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

Segunda parábola preceptiva que corresponde a Mc 4,30-32. Comparada con la profecía de Ez 17,23, a la que se enlaza por la mención de los pájaros, muestra su sentido polémico: El reinado de Dios no será un gran cedro que domina a todos los árboles del bosque, sino un modesto arbolito que sube por encima de las legumbres de un huerto. No procederá de lo ya existente (cogollo del cedro, Ez 17,22); es una planta nueva. Para ponderar la pequeñez de algo se comparaba con el grano de mostaza. Contraste entre la pequeñez de la semilla y el árbol que resulta. A este modesto árbol confluirán los pueblos paganos (los pájaros).

Jesús se opone así frontalmente a la esperanza de grandeza y de dominio universal propia del mesianismo nacionalista. Israel no dominará a las demás naciones ni el reinado de Dios tendrá en la historia la figura de un gran imperio. Por eso habla en parábolas, porque la multitud,

vv.33: Les dijo otra parábola: -Se parece el reino de Dios a la levadura que metió una

mujer en medio quintal de harina todo acabo por fermentar. «Medio quintal»: lit. «tres sata». El saton era una medida de unos 14 kilos; en total, unos

42 kilos de harina, cantidad enorme para un pellizco de levadura. En la traducción se ha buscado un equivalente aproximado que dé la sensación de gran cantidad. «Tres medidas», sin indicar de algún modo su gran capacidad, no expresaría la oposición que establece el texto, paralela a la del grano de mostaza con el árbol que resulta.

Eficacia de la levadura en la masa. Todo acabará por realizarse. La pequeñez del grano de mostaza y la levadura y su efecto desproporcionado coinciden con lo expresado en 5,17s. Todo se realizará a partir de los mandamientos mínimos. La levadura no se confunde con la masa, pero actúa sobre ella. Esta parábola completa la del grano de mostaza. No solamente hay hombres que acuden al reino, sino que la presencia de éste influye en toda la humanidad, hasta llevarla a su madurez. La mujer «mete» (lit. «ocultó») la levadura en la masa; el reinado de Dios actúa desde dentro de la humanidad misma, desde lo más profundo de ella. Así como la parábola anterior se fijaba sobre todo en su aspecto externo y visible, ésta considera su acción invisible, a la que no se puede poner límite y que no puede constatarse hasta el final. Reoptimismo de la parábola de la semilla y la tierra de Mc 4,26-29, pero a nivel global.

vv. 34-35: Todo eso se lo expuso Jesús a las multitudes en para bolas; sin parábolas no

35para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré mis labios para decir parábolas, proclamaré cosas escondidas desde que empezó el mundo (Sal 78,2).. En el hecho de que Jesús hable en parábolas a las multitudes ve Mt el cumplimiento de

Sal 78,2; para él, todo el AT tiene valor profético (cf. 5,17; 11,13). La mención de las parábolas y de las multitudes cierra ]a inclusión abierta en 13,3. La razón de este hecho es la aducida antes por Jesús mismo: las multitudes están incapacitadas para recibir el mensaje claramente, debido a la ideología mesiánica nacionalista que espera la restauración gloriosa del reino de Israel.

"Las cosas escondidas" corresponden al secreto del reino (13,10). Nunca se había dado una revelación semejante del reinado de Dios.

Estas parábolas revelan un concepto de Dios muy diferente del que aparece en el AT. No es el Dios triunfador, sino el Dios humilde; dentro de la historia su obra no es esplendorosa, sino modesta (mostaza); no se hace sin obstáculos, sino entre ellos (cizaña). El amor es al mismo tiempo fuerte y débil. Termina aquí la instrucción a las multitudes.

v. 36: Luego dejó a la multitud y se fue a la casa. Los discípulos se le acercaron a pedirle: -Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.

. Vuelta a la casa de donde había salido (13,1), es decir, a la soledad con el grupo de discípulos. Éstos no han comprendido la parábola de la cizaña. La explicación muestra el interés

tico que esta parábola tiene para Mt. v. 37: Él les contestó: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre... «El Hijo del hombre» es el que siembra, y el campo es el mundo: el mensaje

accesible a la humanidad entera no es el del Mesías judío, sino el del Hijo del hombre. El mensaje contiene así lo que es el Hijo Hombre según el proyecto creador, tanto en su dimensión individual (hijo de Dios) como social (el reinado de Dios).

Jesús no explica la parábola paso por paso, se limita a dar las claves de lectura. «El Hijo del hombre»: sembrar no era función de la figura humana de Dn 7,13 ni de «el

Hijo del hombre» del Libro de Henoc, ni siquiera del Mesías según la idea transmitida. Al emplear Jesús esta expresión la vacía de toda posible alusión a un personaje determinado, mostrando que no la utiliza como título.

vv. 38-40: el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los secuaces del Malo; 39el enemigo que la siembra es el diablo, la cosecha es el fin de esta edad; los segadores, los ángeles. 40Lo mismo que la cizaña se entresaca y se quema, sucederá al fin de esta edad...

Es curioso que la buena semilla no sea el mensaje, sino «los ciudadaexpresión había aparecido en 8,12, pero aquí no se refiere a los israelitas, sino a los que han hecho suyo el mensaje de Jesús. Son los que cumplen el programa anunciado en las bienaventuranzas (5,3-10), código del reino. Frente a éstos, que trabajan por la paz (5,9) y colaboran en la obra de salvación, aparecen otros, sus antagonistas, «los secuaces del Malo», es decir, los que siguen el programa opuesto, sintetizado en las tentaciones de Jesús: los partidarios del poder, el prestigio y la riqueza. De hecho, el que hace surgir en el mundo la oposición al programa de Jesús es «el diablo», encarnación del poder en todas sus manifestaciones. La victoria del reinado de Dios no es, pues, inmediata; encuentra un constante antagonismo (cf. 5,10). Éste no es un mal que existía ya antes, sino nuevo, subsiguiente a la siembra hecha por el Hijo del hombre. No puede identificarse, por tanto, con los sistemas existentes, sino con las desviaciones que aparecen bajo el nombre cristiano. El pasaje está en relación con el de los «falsos profetas» (7,15-20); son los árboles que dan frutos malos (7,17s). La contradicción dentro de la comunidad cristiana existirá siempre mientras dure su etapa histórica, y no hay que

lucionarla antes de tiempo. La separación se hace en la etapa post-histórica inaugurada por «el fin de esta edad», que es al mismo tiempo su culminación (cf. 24,3; 28,20).

“El fin de esta edad” no ha de confundirse simplemente con «el fin del mundo». Tiene un aspecto individual, que coincide con la muerte física, y otro social, el fin de la historia (cf. 28,20). Con imágenes tradicionales (envío de los ángeles, destrucción de los inicuos) se describe la suerte de «los secuaces del Malo». Mt precisa quiénes son éstos: «los escpor la ambición de poder (el uso del abstracto alude con más claridad a 18,6-9), que hacen fallar a otros en la fe, y «los que cometen la iniquidad». Este último apelativo está aplicado por Mt a

-23). La cizaña representa, pues, 1) a los que se arrogan un rango, despreciando a los demás (ambición de poder, tercera tentación), y 2) a los que usan de los dones para utilidad o prestigio propio y no para el bien de los otros (primera y segunda tentación).

v. 41: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, escardarán de su reino todos los escándalos y a los que cometen la iniquidad...

En este pasaje se menciona por primera vez «el reino del Hijo del hombre». Según 9,6, la autoridad compete al Hijo del hombre en la tierra. El reinado del Hijo del hombre es una manera de designar la fase histórica del reinado de Dios (cf. 16,28; 25,34: «el rey»).

v. 42: y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «El horno de fuego» es imagen de la escatología judaica, equivalente a la de la gehenna

(5,22: «el quemadero»). «El llanto y el rechinar de dientes» es la suerte destinada al Israel infiel (cf. 8,12; además, 13,50; 22,13; 24,51; 25,30). La fase post-histórica del reino se llama «el reinado del Padre» (cf. 26,29).

v. 43: Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre.brillarán» es una frase que alude a Dn 12,3; Eclo 50,7. «Los justos» equivalen a «los ciudadanos

lla). No son ya «los justos» del AT (cf. 1,19; 13,17; 23,29), sino los que han practicado una fidelidad bien superior a la de los letrados y fariseos (5,20), por atenerse a las bienaventuranzas promulgadas por Jesús.

«El reino del Padre de los justos»: éstos son, por tanto, los llamados «hijos de Dios», los que han trabajado por la paz (5,9). Se delimita se modo el significado de «los secuaces del Malo»; son los que se han opuesto al desarrollo y felicidad del hombre por pretender poder o por desentenderse del prójimo.

v. 43b: Quien tenga oídos, que escuche... Jesús añade este aviso, mostrando la importancia de la explicación dada. Esta es una

advertencia a los suyos. En realidad, cualquier discípulo puede convertirse en cizaña: basta que lo», al ansia de poder y prestigio en la comunidad. La suerte que le

IV

Los textos de esta liturgia dominical esclarecen el modo en que se ejerce la soberanía o Reinado de Dios y la manera en que El conduce la historia de los hombres. El libro de la Sabiduría pone de relieve la incomparable manera con que Dios conduce los destinos del universo y del pueblo elegido, combinando en su forma de actuar la justicia de sus decretos con su misericordia. El orante del salmo, consciente de ello, apela a esta última cualidad divina poder realizar su vida en el marco de la amistad divina; y la carta a los Romanos describe el auxilio que opera el Espíritu en la vida de los creyentes y que posibilita la imposibilidad humana de cumplir la Ley.

El mismo horizonte temático se nos presenta en el largo pasaje evangélico que incluye al menos cuatro relatos: la parábola de la cizaña (Mt 13, 24-30), de lectura obligada, y los textos que la continúan: las parábolas crecimiento del grano de mostaza (vv. 31-32) y de la levadura (v.

33), el cumplimiento de la revelación (vv. 34-35) y la explicación de la parábola de la cizaña (vv. 36-43).

Las tres primeras parábolas exhortan a dejar crecer el Reino de Dios en la propia vida. El unto que vienen los pájaros a anidar” y “todo acabó por fermentar”

con que cada una de ellas termina dirige nuestra atención a contemplar el punto terminal de la acción de Dios en el mundo y en la historia humana. Dicho acabamiento se ha realizado en Jesús en quien se cumplen las palabras del Salmo entendidas como revelación profética y del que depende la suerte final de los hombres (vv. 41-43).

Al inicio de este largo pasaje se amplía de nuevo el círculo de oyentes. Se trata de una ente aunque este dato sólo se consigna al final de las tres parábolas

(v.34). Frente a ese auditorio, Jesús, lo mismo que Moisés en Ex 19, 7 y Dt 4, 4, “propone” una Ley para toda la gente que lo escucha. Se trata, por tanto, de algo que obliga a todos, es decir, de los principios esenciales que afectan constitutivamente al Reino de Dios. Para ello, omitiendo la parábola de la semilla que crece “automáticamente” relatada en este lugar por Marcos, retoma la imagen de la siembra para poner de relieve que siempre se debe tener en cuenta la actuación de fuerzas que se oponen al designio salvador de Dios.

Frente a frente se presentan el propietario del campo y su enemigo. A éste debe asignarse la presencia de las malas hierbas en el terreno que había sido reservado para la buena semilla. En todo campo se dan normalmente la presencia de estos dos tipos de vegetales pero lo característico en la parábola reside en que las malas hierbas son fruto de un enemigo, también sembrador, que actúa clandestinamente durante el sueño del propietario y de sus servidores:

Ante este hecho del que el dueño del campo tiene conciencia y sobre el cual hace

partícipe de esa conciencia a sus servidores surgen dos actitudes contrapuestas. Los obreros pretenden arrancar la mala semilla. El propietario revela la irracionalidad de tal actitud y exige de ellos la espera del momento final de la cosecha.

Para ello hace ver la naturaleza de la cizaña que está dotada de potentes raíces que se del trigo. La acción contra la primera puede convertirse en daño para el

segundo. En la historia humana, maldad y bondad se encuentran entremezcladas y no es posible eliminar aquella sin causar daño a ésta. Es necesario una tolerancia a toda prueba tal como aparece en la actitud divina que deja crecer simultáneamente la justicia e injusticia respetando la libertad humana.

Antes de la cosecha es necesario que los servidores asuman la misma actitud de paciencia

naturaleza de cada uno. Retomando las imágenes del Bautista en 3,12 que indicaban el Juicio definitivo y la doble suerte de los hombres en él por medio del recurso al verbo “quemar” y la

somete a una profunda revisión, postergando su realización. Los obreros, como el Bautista, son movidos por la impaciencia y esperan que el Juicio de

Dios se realice de modo inmediato en su propio devenir histórico. Jesús retrasa ese s adelante.

Con ello se muestra en Jesús la continuación de la forma de actuar de Dios que había presentado el libro de la Sabiduría. Su actitud se deriva de una confianza a toda prueba de la obra divina en el corazón de aquellos que han sido capaces de abde la ayuda de Dios del Sal 85, 16-17 encuentra en ellos una respuesta adecuada gracias a la presencia del Espíritu en sus vidas.

Para la revisión de vida El Reino de Dios se nos presenta en el evangelio como una comunidad de trigo y

de cizaña, de justos y pecadores; o mejor aún: como una comunidad de personas a la vez justas y pecadoras. ¿Admito que yo pertenezco a la humanidad, y a la Iglesia, con mis obras buenas y

malas, con mis pecados y virtudes? ¿Sé tener paciencia conmigo mismo y con los demás, como

Para la reunión de grupo Dios tiene el poder supremo, pero no lo usa sino para el bien del ser humano; la parcela

de poder que yo pueda tener en mi vida, grande o pequeña, ¿para quvíctimas inocentes del poder injusto conozco? ¿Qué puedo hacer por ellas?

La humanidad va tras la vida, la felicidad, la libertad; pero el egoísmo del ser humano frustra muchos de los esfuerzos para conseguirlas. ¿Confío yo en el Espdel egoísmo para poder alcanzar realmente esa plenitud de vida a la que todos aspiramos?

El fundamentalismo religioso, que también se da dentro de la Iglesia, es un continuo contratiempo para la cosecha, es la cizaña que crece en medio del trigo. ¿De dónde sale la cizaña? ¿Tengo paciencia para dejarla crecer y esperanza para confiar en la conversión de la

Para la oración de los fieles Por todo el Pueblo de Dios, para que sea testigo vivo y eficaz de la presencia de Dios en

medio del mundo. Roguemos al Señor. Por todas las personas de buena voluntad que, desde cualquier credo o ideología, trabajan

por el progreso del mundo, para que el Padre aliente y sostenga sus esfuerzos. Roguemos... Por los evangelizadores, que quieren ser levadura en medio del mundo, para que

aumenten en cantidad y en calidad. Roguemos... Por todos los que tienen poder y autoridad de cualquier tipo, para que los utilicen en bien

de sus subordinados y no en provecho propio. Roguemos... Por las Iglesias perseguidas por su fidelidad al Evangelio, para que encuentren pronto

situaciones de libertad y respeto. Roguemos... Por todos y cada uno de nosotros, para que seamos se embajadores de buena semilla y

tolerantes con todos. Roguemos... Oración comunitaria Dios, Padre nuestro, que vienes hasta nosotros en Jesús de Nazaret, en su palabra

y en sus obras; queremos darte las gracias por esa presencia tuya en medio de nosotros, y que ella nos ayude a profundizar en nuestra vida cristiana para que así tengamos una fe cabal que nos haga vivir conforme a lo que creemos. Por Jesucristo. Lunes 22 de julio María Magdalena EVANGELIO Juan 20, 1-2. 11-18

20 1El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas fue cro y vio la losa quitada. 2Fue entonces corriendo a ver a Simón

Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo: -Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.

***

11Maria se había quedado junto al sepulcro, fuera, llorando. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro 12y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados uno a la cabecera y otro a los pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús.

13Le preguntaron ellos: -Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: -Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. 14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Jesús le preguntó: -Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ellá, pensando que era el hortelano, le dice: -Señor; si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré. 16Le dice Jesús: -María. Volviéndose ella, le dijo en su lengua: -Rabbuni (que equivale a "Maestro"). 17Le dijo Jesús: -Suéltame, que aún no he subido con el Padre para quedarme. En cambio, ve a decirles a

mis hermanos: “Subo a mi Padre, que es vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios". 18María fue anunciando a los discípulos: -He visto al Señor en persona, y me ha dicho esto y esto.

COMENTARIOS I

v. 20,1 El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas, fue

María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada. Terminada la creación del Hombre (19,30) y preparada la verdadera Pascua (19,31-42),

comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. No señala el evangelista intervalo de días entre la muerte-sepultura de Jesús y la llegada del día primero; subraya así que uno y otro hecho son inseparables. “El último día”, que alboreó en la cruz, viene presentado ahora como “el primer día”, que inaugura la nueva época de la humanidad.

Por la mañana temprano indica un momento en que ya hay luz (18,28), dato difícil de conciliar con el que sigue: todavía en tinieblas. Como en este evangelio “la tiniebla” significa una ideología contraria a la verdad de la vida (1,5; 3,19; 6,17; 12,35), esto quiere decir que María va al sepulcro poseída por la falsa concepción de la muerte y no se da cuenta de que el nuevo día ha comenzado ya. Es clara la alusión al Cantar (3,1: “Por la noche, buscaba al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré”). María es figura de la comunidad-esposa.

Ella cree que la muerte ha triunfado. Va únicamente a visitar el sepulcro, sin llevar nada. La comunidad ha olvidado la recomendación de Jesús en Betania: guardar aquel perfume, que lo honraba como dador de vida, para el día de su sepultura (12,7). Pero la fe en la vida, simbolizada allí por el perfume, está ausente de María y de los discípulos que aparecerán a continuación. Buscan al dador de vida como

Al llegar, vio la losa quitada del sepulcro. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva (cf. 11,38s.41); pero la vida de Jesús no se ha interrumpido, su historia no se ha cerrado.

v. 2 Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo: «Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han

La reacción de María es de alarma. Avisa a los dos discípulos por separado. Como lo

uerte ha provocado la dispersión de los suyos (16,32). En vez de anunciarles el dato objetivo, que la losa estaba quitada, María les propone su

propia interpretación del hecho: Lo que era señal de vida (el sepulcro abierto) no lo ve como tal. Llama a Jesús "el Señor", pero para ella es un Señor impotente, que está a merced de lo que quieran hacer con él. El plural no sabemos indica la desorientación de la comunidad.

Ésta se siente perdida sin Jesús. Hay una actitud de búsqueda, permuerto. Él era su fuerza y su punto de referencia; al creerlo reducido a la impotencia, la comunidad queda ella misma sin ánimos y sin norte.

vv. 11-13 María se había quedado junto al sepulcro, fuera, llorando. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús. 3Le preguntaron ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Se han llevado a mi Señor y no sé

Jesús había anunciado a los suyos la tristeza por su muerbrevedad de la prueba y la alegría que les produciría su vuelta (16,16-23a). María, en cambio, llora sin esperanza (cf. 11,33); ha olvidado las palabras de Jesús. No se separa del sepulcro, donde ya no puede encontrarlo.

Sin interrumpir su llanto, se asoma al interior del sepulcro. En los extremos del lecho ve dos ángeles o mensajeros de Dios; son los testigos de la resurrección y están dispuestos a anunciarla. Van vestidos de blanco, color de la gloria divina; su presencia es un anuncio de vida. Están sentados: su testimonio del sepulcro vacío es el término de su misión. Colocados a un lado y a otro, como los querubines del arca de la alianza (Éx 25,18), custodian el lugar donde ha brillado la gloria de Dios.

El vestido de los ángeles indica que no hay razón para el llanto. Siendo mensajeros, si ella les preguntara (cf. Cant 3,2s: "¿Habéis visto al amor de mi alma"?) le darían la información que poseen. Pero no es María la que les pregunta, sino ellos a María («Mujer, ¿por qué lloras?»).

La llaman Mujer, apelativo usado por Jesús con su madre (2,4 y 19,6), la esposa fiel de Dios en la antigua alianza, y con la samaritana (4,21), la esposa infiel. Los ángeles ven en María a la esposa de la nueva alianza, que busca desolada al esposo, pensando haberlo perdido. María, de hecho, llama a Jesús como mujer al marido, según el uso de entonces.

La respuesta de María delata su estado de ánimo. Es el sepulcro por primera vez (20,2): sigue pensando que todo ha terminado con la muerte.

vv. 14-15a Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era

15Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?» Mientras siga mirando al sepulcro, lugar de muerte, María no encontrará a Jesús. En

cuanto se vuelve, lo ve de pie, como corresponde a una persona viva, pero la idea de la muerte la domina y no lo reconoce. Habría reconocido a un Jesús yacente, pero no lo reconoce vivo.

La pregunta de Jesús repite en primer lugar la de los ángeles; como ellos, insinúa a María que no hay motivo para llorar. Añade prenderlo (18,4.7), y espera la misma respuesta que aquéllos dieron entonces: "A Jesús el Nazoreo". Quiere darse a conocer. Pero María no pronuncia su nombre.

v. 15b Ella, pensando que era el hortelano, le dice: «Señor, si te lo has llevado tú, dime

dónde lo has puesto y yo me lo llevaré».

Al no reconocer a Jesús, su presencia en el huerto le hace pensar que sea el hortelano. Con esta palabra reintroduce el evangelista la idea del huerto-jardín (19,41), volviendo al lenguaje del Cantar. Se prepara el encuentro de la esposa (Mujer) con el esposo (3,29). María no se da cuenta aún, pero ya está presente la primera pareja del mundo nuevo, el comienzo de la nueva humanidad.

Jesús, como los ángeles, la ha llamado “mujer” (esposa); ella, expresando sin saberlo la realidad de Jesús, lo llama “Señor” (esposo, marido).

Sin embargo, obsesionada con su idea, piensa que si Jesús no está en el sepulcro se debe a No sabe que, al dar su vida libremente, Jesús tenía en

su mano recobrarla (10,18). Cree también María que la presencia de Jesús está vinculada a un lugar preciso (dime dónde lo has puesto), donde ella podría encontrarlo. Quiere asegurarse la cercanía a Jesús, aunque sea muerto (y yo me lo llevaré).

vv. 16-17a Le dice Jesús: «María». Volviéndose ella, le dijo en su lengua: «Rabbuni»

(que equivale a “Maestro”). Le dijo Jesús: «Suéltame, que aún no he subido con el Padre para

Jesús la llama por su nombre y ella reconoce su voz (10,3; cf. Cant 5,2). Se vuelve del o, que es el pasado. Al esposo responde la esposa (cf. Jr 33,11: "Se

oirán la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia"; Jn 3,29): se establece

Rabbuni, “Señor mío”, era tratamiento dado a los maestros, como lo hace notar el evangelista; pero lo usaba también la mujer para dirigirse al marido. Se combinan así los dos aspectos de la escena. Como término del lenguaje conyugal, Rabbuni expresa la relación de amor y fidelidad que une la comunidad a Jesús. Como tratamiento para el maestro, indica que ese amor se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento, de práctica de un amor como el suyo (1,16; cf. 13,34: Igual que yo os he amado).

alma; lo agarraré y ya no lo soltaré”). A ese gesto responde Jesús al decir a María: Da la razón (aún no he subido al Padre para quedarme). No es aún el momento de la subida definitiva de Jesús al Padre (para quedarme) ni de la fiesta nupcial.

Con este detalle de la narración, el evangelista llama a la realidad a las comunidades cristianas. Aún no se encuentran en el estadio final. No pueden centrarse en la unión gozosa con

. Hay que continuar la de Jesús, realizando las obras del que lo envió (9,4) y mostrando hasta el fin el amor de Dios al ser humano.

v. 17b «En cambio, ve a decirles a mis hermanos: “Subo a mi Padre, que es vuestro

Padre, mi Dios y vuestro Dios”». Jesús interrumpe el deseo de unión definitiva para enviar a María con un mensaje para los

discípulos, a los que por primera vez llama “sus hermanos”: amor fraterno, comunidad de iguales.

Antes de la definitiva hay otra subida de Jesús al Padre (Subo a mi Padre), que dará comienzo a la nueva historia. Después volverá con los discípulos (14,18), estará presente con los suyos y seguirá “llegando” a la comunidad. Cuando deje de “llegar” será el momento de la subida definitiva, a la que se incorporará la nueva humanidad, formada a lo largo de la historia y representada aquí en su primicia por María Magdalena. Será la entrada del reino de Dios en su estadio final; la creación habrá quedado plenamente realizada.

La mención del Padre de Jesús como Padre de los discípulos responde a la promesa de 14,2-3: “En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos, etc.”. Jesús sube ahora para dar a los suyos la condición de hijos de Dios (mis hermanos), mediante la infusión de su Espíritu (14,16s).

Esta experiencia les hará conocer a Dios como Padre (17,3); será su primera experiencia verdadera de Dios. No van a llamar Padre al que ya creen conocer como Dios, sino al contrario: llamarán Dios al que experimentan pro primera vez como Padre. No reconocerán a otro Dios más que al que ha manifestado en la cruz de Jesús su amor gratuito y generoso por el hombre, comunicándole su propia vida. Es el único Dios verdadero (17,3).

v. 18 María fue anunciando a los discípulos: «He visto al Señor en persona, y me ha

Por boca de su representante, la comunidad recibe noticia de la resurrección de Jesús.

María, que lo ha visto, se convierte en mensajera. Su anuncio parte de la experiencia personal de Jesús y del mensaje que él le comunica. Con este mensaje va a comenzar la nueva comunidad de hermanos, cuyo centro será Jesús.

II

La memoria de María Magdalena está asociada indisolublemente a la de la resurrección de Jesús, pues ella fue, como leemos hoy en el evangelio de Juan, y como testimonian los otros evangelistas, la que primero llevó a los discípulos la gran noticia del hallazgo de la tumba vacía donde había sido colocado el cuerpo sin vida del Señor. En épocas distintas de la historia de la Iglesia se ha manifestado fuertemente la admiración por esta mujer, que de pecadora se hizo penitente y santa y que, confundida con otras mujeres que aparecen en los evangelios, manifestó al Señor un amor rendido y tierno, capaz de expresarse en gestos atrevidos que escandalizaron a sus contemporáneos y que nos inspiran a nosotros.

La primera lectura tomada del Cantar de los Cantares nos habla, precisamente, de ese amor desvelado, que en medio de la noche busca por la ciudad al objeto de su anhelo, que pregunta a los centinelas sin encontrar respuesta y que, finalmente, sin ayuda de nadie porque el amor se le hace encontradizo y se le entrega como un don, descansa en el amado. El libro del Cantar de los Cantares es un libro hermoso e inquietante. Escrito en versos apasionados lleno de imágenes y de metáforas audaces, cuenta los amoríos de dos jóvenes que se pierden, se encuentran, vuelven a perderse hasta que al fin, se abrazan definitivamente. Los judíos piadosos tuvieron sus reparos en aceptar este poema amoroso entre sus libros sagrados, terminaron haciéndolo cuando lo interpretaron como una metáfora del amor de Dios por su pueblo, como también lo hicieron los primeros cristianos, que lo aplicaron al misterio de amor de Cristo por la Iglesia. A lo largo de los siglos los místicos lo han convertido en una mina de sus anhelos en busca del amor absoluto, que sólo encuentra reposo al abismarse en Dios. Hoy, la liturgia le presta sus palabras a santa María Magdalena, que lloró al amor de su alma al pie de la tumba vacía, y que lo encontró resucitado, vestido de hortelano, entre las frondas del jardín.

El evangelio, tomado de san Juan, nos presenta a la santa junto al sepulcro de Jesús. Sólo encuentra dos ángeles que le preguntan por qué llora, lo mismo que un hombre a quien ella toma por el guardián del huerto. A todos les responde que lloraestá, donde lo han colocado. Ella está dispuesta a buscarlo hasta el fin. Sólo la voz de Jesús le revela el misterio de la tumba vacía: su Señor ha resucitado, la llama por su nombre y le encarga

los discípulos su ascensión hacia el Padre. La pecadora penitente se convierte en mensajera, misionera de la resurrección, apóstol de los apóstoles.

¿Estamos muy seguros de haber encontrado a Jesús en nuestras vidas? ¿No nos hará falta y de la ternura con que lo amó y buscó la Magdalena hasta encontrarlo?

¿No estará oculto, vestido de hortelano, de pobre trabajador, de persona sencilla, muy cerca de nosotros, sin que le hallamos reconocido? Si le reconociéramos en nuestros hermanos, sercapaces de convertirnos en mensajeros de su victoria sobre el pecado y la muerte, sobre el dolor, la ausencia y las lágrimas. Seríamos sus entusiastas mensajeros.

Martes 23 de julio Brigida EVANGELIO Mateo 12, 46-50

46Todavía estaba Jesús hablando a las multitudes cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. 47Uno se lo avisó:

-Oye, tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo. 48Pero él contestó al que le avisaba: -¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: -Aquí están mi madre y mis hermanos. 50Porque cualquiera que lleva a efecto el

designio de mi Padre del cielo, ése es hermano mío y hermana y madre.

COMENTARIOS I

vv. 46-50. «La madre y los hermanos». Se incluía entre los «hermanos» a los parientes

próximos en línea colateral (primos hermanos, segundos, etc.). En esta perícopa, donde los familiares de Jesús no son mencionados por sus nombres, «la madre» representa a Israel en cuanto origen de Jesús; «los hermanos», al mismo Israel en cuanto miembros del mismo pueblo. Israel se queda «fuera», en vez de acercarse a Jesús. Este rompe su vinculación a su pueblo. Su nueva familia está abierta a la humanidad entera; la única condición es llevar a efecto el designio de «su» Padre del cielo, que se concreta en la adhesión a Jesús mismo (cf. la correspondencia entre 3,17: «Tú eres mi Hijo», pronunciado por la voz del cielo, y «el designio de mi padre del

ado por Jesús con su bautismo y para el cual el Padre lo ca-pacita con el Espíritu, consiste en que el hombre se comprometa hasta el final en la obra salvadora. Todo aquel que se asocie a este compromiso de Jesús queda unido con él por los

rechos de amor e intimidad: se constituye así la nueva familia, el nuevo pueblo universal.

La escena ha estado preparada por las reiteradas alusiones a la respuesta de los paganos y a la infidelidad de Israel (8,10-12; 11, 20-24). La sección comenzó con las dudas de Juan Bautista (11,3), con la constatación de la violencia contra el reinado de Dios (11,12), la incredulidad sistemática de grupos dirigentes (11,16-19) y de las ciudades galileas (11,20-24), la ceguera de los sabios y entendidos (11,25-30), la oposición de los legalistas, que pretenden matar a Jesús (12,1-14), la calumnia de ser agente de Satanás (12,24), la invectiva de Jesús contra los fariseos (12,25-37), la petición de la señal (12,38-42) y el aviso a las multitudes (12,43-45). Los dirigentes de Israel combaten a Jesús, las multitudes no se pronuncian abiercorren peligro de volver a su situación anterior, pero empeorada hasta el máximo. No hay mucho porvenir en Israel para Jesús y su mensaje. De ahí la declaración de Jesús, quien se desvincula del pueblo elegido y lo pone en la misma condición que cualquier otro pueblo. El designio de Dios ha sido expresado en las bienaventuranzas. Es la opción allí expuesta la que constituye el nuevo pueblo.

Jesús tiene ya una familia, sus discípulos, abierta a todo hombre, judío o pagano, que tome la decisión de seguirlo.

II

Las discusiones de Jesús de Mt 11-12 han puesto de relieve la profundidad del cuestionamiento que produce el Reino de Dios en todo hombre. El rechazo del Reino por parte de los fariseos se ha hecho en presencia de la multitud. A ella mencionada discretamente en esos capítulos (11, 7; 12, 15. 23. 46), Jesús se dirige ahora para invitarlas al discipulado y al seguimiento.

este último término se designa una realidad amplia que puede englobar la pertenencia a la misma familia, pero también el parentesco entre los miembros de un clan o de una tribu. Más importante que la determinación del grado de lazos familiares, adquiere relevancia la indicación del texto el lugar donde están situados (“fuera”) y desde el que pretenden hablar con Jesús.

Ante el aviso de su presencia Jesús pone de relieve la ruptura que el Reino de los cielos introduce en las relaciones humanas en general y de parentela en particular. Primeramente (v. 48b) pregunta sobre los sujetos con quienes lo ligan lazos familiares. Estos no son los que se hallan “fuera” sino los que se encuentran con El, a los que puede señaldiscípulos” (v. 49). Frente a la familia de sangre se presenta la verdadera familia. De esta forma Jesús señala que el vínculo de sangre derivado de la pertenencia a un mismo hogar, clan o pueblo

l que surge del discipulado y del seguimiento. Este nuevo vínculo es circunscrito y definido en el v. 50. Se realiza en torno al Padre del

cielo que es capaz de crear un nuevo tipo de unidad familiar. Esta nueva unidad surge de la participación en el mismo querer del Padre, en la asimilación del propio designio al designio divino.

Para pertenecer a la familia de Jesús es necesario colocar como centro de las preocupaciones de la vida la voluntad del Padre. Se trata por tanto, de la constitución de una nueva familia universal que trasciende los lazos de sangre y parentela. Y dicha comunidad universal de hermanos, hermanas, madre, le ha sido dada a Jesús por el Padre del cielo.

Este es el lazo familiar que debe predominar en la existencia del discípulo y en cada una de las personas de la multitud a la que se hace una invitación para incorporarse a esta nueva familia. La nueva familia de Jesús se realiza en todos aquellos que colocan por encima de todo el beneplácito del Padre, realizado en Jesús y en su mensaje.

Reconocer a Jesús, el Servidor que implanta el derecho para todos y responde a las esperanzas de todo hombre (12, 18.21), posibilita formar parte de la comunidad de pequeños que constituye la verdadera familia de Jesús y poder descubrir de esta forma el verdadero rostro de Dios escondido humildemente en la historia de los hombres.

La invitación dirigida trasciende la presencia histórica de Jesús y se dirige a todo hombre a lo largo del tiempo. El Señor, el Dios con nosotros, sigue dirigiéndola a todo aqudispuesto a compartir su suerte y , de esa forma, entrar en la comunión divina y asumir gozosamente sus exigencias. Miércoles 24 de julio Cristina EVANGELIO Mateo 13, 1-9

13 1Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar.

2Se congregaron alrededor de él grandes multitudes; él entonces se subió a una barca y se quedó sentado allí; toda la multitud se quedó en la playa. 3Les habló de muchas cosas en parábolas:

-Salió el sembrador a sembrar. 4Al sembrar, unos granos cayeron junto al camino; vinieron los pájaros y se los comieron. 5Otros cayeron en terreno rocoso, donde apenas tenían tierra; como la tierra no era profunda, brotaron en seguida; 6pero en cuanto salió el sol se abrasaron y, por falta de raíz, se secaron. 7Otros cayeron entre zarzas; las zarzas crecieron y los ahogaron. 8Otros cayeron en tierra buena y fueron dando fruto: unos, ciento; otros, sesenta; otros treinta. 9¡Quien tenga oídos, que escuche!

COMENTARIOS I

vv. 1-9. Mt sitúa el discurso de las parábolas el mismo cesos anteriores;

quiere, por tanto, enlazarlo con ellos. De hecho, la mención del reinado de Dios que sufre violencia se halla en 11,12, y el tema central de las parábolas será precisamente el reinado de Dios. Puede decirse, por tanto, que el discurso (13,1-52) y la escena de Nazaret (13,53-58) terminan la sección.

«La casa» de la que sale Jesús representa el círculo de sus discípulos de la escena anterior (cf. 13,36). Su salida está en relación con la del sembrador (3b). Sale a la orilla del mar, que es la frontera entre Israel y los pueblos paganos, el lugar donde había llamado a los primeros discípulos (4,18). La subida a la barca para enseñar («se quedó sentado», cf. 5,1) es paralela a la de Mc 4,1. La enseñanza comienza directamente cohay dos comienzos de enseñanza). La parábola del sembrador o de los cuatro terrenos presenta mínimas diferencias de redacción con la de Mc 4,3-9.

II

Se puede articular el pasaje según los personajes a quien se asignan las palabras. Al principio se trata de un relato del evangelista (vv. 1-3a), a continuación de la transmisión de las palabras pronunciadas por Jesús (vv. 3b-9).

El relato sirve de introducción a la parábola del sembrador, que sigue a continuación, todo el discurso parabólico (Mt 13, 1-53). En la parábola apocalíptica del final de

-49-50) se retomarán numerosos elementos de aquella introducción: “mar”, “playa”, “el

Este clima del discurso hace comprensible la extraña actitud de sentarse mientras la gente se queda de pie. Como en las imágenes apocalípticas de Dan 7, 16, Ap 7, 9-12 y otros pasajes se trata de escenas referidas al Juicio. Este carácter de revelación hace también comprensible el

Nos encontramos ante una revelación en el marco definitivo del fin de los tiempos. Se

trata de un discurso marcadamente escatológico cuya finalidad principal consiste en colocar ante la necesidad urgente del discernimiento del hombre respecto al Reino de los cielos.

Esta urgencia en la decisión es retomada al final de la parábola del sembrador. Las palabras del v.9: “Quien tenga oídos, que escuche” tienen el sentido de una exhortación a asumir

uerte matiz escatológico, a semejanza de la conclusión de las cartas a las iglesias en Ap. 2, 1-3-22. Aquí cada individuo es colocado ante una decisión. Se prolongan así las exhortaciones proféticas y, sobre todo, la oración hebraica diaria de Dt 6, 4:

La “salida” de Jesús de casa debe interpretarse como “salida” del sembrador a su tarea. Ante ella, se es invitado a recibir la palabra del Reino y hacerla fructificar en su vida. Se trata de aferrarse a la palabra “con toda el alma, con todas las fuerzas” para que pueda producir su fruto.

Junto a esa invitación, la parábola presenta los riesgos de no tomar en debida cuenta el significado de la aparición de Jesús en la historia humana. De la disposición de cada hombre puede depender el fracaso de las semillas. Si los terrenos de acogida no están suficientemente preparados el crecimiento es obstaculizado y frenado, impidiendo la fructificación. Los tres primeros casos son ejemplo de está trágica posibilidad que se presenta a la existencia humana.

Con este fin, Jesús nos habla de un terreno que se ha endurecido por el paso de hombres y animales en camino, de un rincón demasiado rocoso que impide el enraizamiento, de la amenaza que presenta la presencia de las espinas que sofocan el crecimiento.

Frente a Jesús, mensajero último de Dios, el hombre se ve obligado a tomar una decisión. La multitud, a la que Jesús habla, debe tomarla lo mismo que los discípulos.

Es imposible permanecer indiferente ante la presencia del sembrador de Dios. De la respuesta adoptada frente a El depende la vida del hombre y la suerte destinada a cada individuo.

Lo mismo que los contemporáneos de Jesús, cada uno deberá optar y de la elección tomada depende la esterilidad o la fecundidad de la propia existencia. Jueves 25 de julio Santiago el Mayor EVANGELIO Mateo 20, 20-28

20Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle homenaje y pedirle algo. 21El le preguntó:

-¿Qué deseas? Contestó ella: -Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a

tu izquierda. 22Pero Jesús replicó: -No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo? Le contestaron: -Sí lo somos. 23É1 les dijo: -Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano

concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado. 24Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. 25Jesús los reunió y les dijo: -Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su

autoridad. 26No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro 27y el que quiera ser primero sea siervo vuestro. 28Igual que el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

COMENTARIOS I

vv. 20-21: Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para

rendirle homenaje y pedirle algo. 21El le preguntó: -¿Qué deseas? Contestó ella: -Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Aunque es la madre quien se acerca a Jesús, la petición es de los Zebedeos mismos (22: «no sabéis lo que pedís»). Esto muestra que el deseo de preeminencia expresado en lales viene por herencia, es propio de la tradición del judaísmo.

«Cuando tú reines / seas rey»: sentido activo de basileia, «ser rey», «ejercer la realeza» (cf. 3,2). A pesar de las repetidas predicciones de Jesús, los discípulos no pierden la esperanza de verlo como monarca davídico en Jerusalén. La primera predicción ocaPedro (16,21ss) y el correspondiente aviso de Jesús (16,24-28). Después de la segunda vuelve a retoñar la ambición (18,1) y Jesús les da otra lección (18,2-10). A la tercera predicción sigue la petición descarada de preeminencia (20,21). Los dos discípulos siguen interpretando la subida de Jesús a Jerusalén como un acontecimiento triunfal y quieren ser asociados al ejercicio del poder, ocupando los primeros puestos en el reino. Se ve el distinto sentido que tiene la subida a Jerusalén para Jesús y para los discípulos: para él es subir a la gloria (cf. 26,64) a través de su muerte por los hombres (26,28); para ellos, subir hacia la gloria humana.

vv. 22-23: Pero Jesús replicó: -No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago

que voy a pasar yo? Le contestaron: -Sí lo somos. 23É1 les dijo: -Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.

La respuesta de Jesús a los dos hermanos hace ver que éstos no habían comprendido el sentido de su realeza ni, por tanto, de su mesianismo. La manera de estar asociados a ella es participar de su pasión y muerte.

«Pasar el trago», lit. «beber la copa», locución semítica figurativa (cf. Is 51,17; Lam 4,21) que, como la castellana, denota una prueba dolorosa. Conceptualmente, bastaría traducir «pasar la prueba», pero la frase idiomática «pasar un trago» es más fiel, por inspirarse en la misma metáfora de «beber».

La copa o trago volverá a aparecer en Getsemaní, donde Jesús experimentará gran dificultad en aceptar la prueba (26,39). Esta copa será la que ofrezca a los suyos en la cena

uz, a través de su pasión y muerte, y ellos deben asociarse a su suerte; se manifiesta el sentido extensivo de la expresión «el Hombre»/«el Hijo del hombre» (17,22; 20,18).

Los dos discípulos están dispuestos a todo con tal de conseguir el poder, como los antiguos israelitas daban la vida por conquistar la tierra prometida. Jesús, en cambio, va a hablarles de dar la vida como servicio (20,28), y esto ellos no lo aceptarán (cf. 26,40s.43).

Jesús les asegura que pasarán por su misma prueba, según el compromiso que todo discípulo hace al seguirlo (16,24). Sin embargo, ocupar los primeros puestos no depende de él, sino del Padre. No es que éste tenga a algunos predestinados para ello, la razón es otra. Seguir a Jesús significa para el discípulo avanzar en la corecibiendo el Espíritu que lo va convirtiendo en hijo. Solamente el Padre puede apreciar el punto en que se encuentra cada uno en esta relación bilateral con él; por eso los puestos están preparados para aquellos que él sólo conoce.

v. 24: Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.

Fuerte reacción de los otros diez. La mención de dos (v. 21) y diez (v. 24) recuerda el cisma de Israel (1 Re 12). El deseo de poder causa división en el Israel mesiánico, como la había cansado en el antiguo Israel.

vv. 25-28: Jesús los reunió y les dijo: -Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y

que los grandes les imponen su autoridad. 26No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro 27y el que quiera ser primero sea siervo vuestro. 28Igual que el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

Instrucción de Jesús. La alusión a los jefes de las naciones puede aludir a la petición hecha por Israel de «un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones» (1 Sm 8,5). Tal es la concepción mesiánica de los discípulos. Por eso Jesús los previene contra ella. El dominio y la opresión que ejercen los jefes y grandes del mundo están desterradas de la comunidad mesiánica. La grandeza o la primacía no son consecuencia del dominio, sino del servicio (cf. 18,4). Jesús va a demostrar su realeza dando su vida para liberar a los hombres; aquel cuyo servicio se parece más al de Jesús es el que está más cerca de ese rey y ocupa el primer puesto en su comunidad. El mismo se pone por modelo. La realización de «el Hombre» no se verifica porque someta a otros y sea servido por ellos, sino porque él mismo sirve dando su vida en ese servicio. Vuelve a aparecer la segunda condición del seguimiento: «cargar con la cruz» (16,24). El fruto de este servicio y muerte es liberador para la humanidad.

II

El texto evangélico de la fiesta de Santiago, el hijo de Zebedeo, nos obliga a dirigir nuestra atención a la consideración de la primacía en la comunidad eclesial. Precedentemente en el evangelio, Santiago había sido colocado ocupando los primeros lugares. Junto a su hermano

n la recepción de la llamada y en el seguimiento -22) y el mismo orden se reproduce en la lista de los Doce (10, 2-4).

Este pasado es entendido por él y su hermano como fuente de privilegio como se refleja en la petición que la madre de ellos dirige a Jesús, petición en la que ellos concuerdan como aparece en la respuesta de Jesús que la atribuye a una voluntad común: “No saben lo que piden”.

Esa búsqueda de preeminencia de la que participan madre e hijos los lleva a buscar los nrosos en el Reino que Jesús que va a inaugurar: “Dispón que cuando tú reines

estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (v. 21b). En su respuesta, Jesús comienza por señalar la incomprensión y ceguera fundamental

propia de ese intento. Y comienza a deshacer ese malentendido con una pregunta sobre la disponibilidad a aceptar la “copa” de la Pasión (cf Mt 26, 39) y del sufrimiento” que deberá él mismo padecer.

La respuesta afirmativa refleja que los hermanos están dispuestos a cualquier prueba en vistas a la obtención de la preeminencia. Y ante esa respuesta Jesús les asegura que pasarán por la misma prueba, que es la suerte normal de los discípulos de Jesús (cf Mt 10, 22), pero afirma

Padre quien es el único que puede discernir el grado de asimilación a Jesús, presente en cada discípulo.

Madre e hijos, por consiguiente, no han conseguido el objetivo anhelado. Y al descubrir su pretensión suscitan la reacción de los otros Diez que comparten los mismos deseos de preeminencia. Esta ha sido, por tanto, el camino más directo para llegar a la división comunitaria y ha introducido un elemento disgregador en el Israel mesiánico.

Jesús debe entonces precisar el sentido de su misión y de la misión de la comunidad tomando como punto de referencia la forma en que el poder es comúnmente ejercido en el entorno comunitario.

En ese entorno, el poder se concibe como fuente de privilegios y de satisfacción de intereses personales. Los “jefes” y los “grandes” se aprovechan de los demás. Y luego de esa constatación Jesús propone del auténtico modo de ejercer la autoridad en el interior de la comunidad. “Ustedes”, es decir los pequeños que siguen a Jesús, no deben dejarse contagiar por lo que puede observarse en el comportamiento de los dirigentes de la estructura social. La búsqueda de preeminencia no debe dirigirse a la obtención de honores sino a la asimilación de la práctica de Jesús. Este ha demostrado su voluntad de servicio y este servicio le llevará hasta la entrega de la propia vida. La misma actitud debe ser asumida por el discípulo que intente alcanzar la preeminencia. Asumir la forma de siervo y de esclavo es la única forma de subir en esta nueva escala social.

Santiago apóstol es entonces el prototipo de todo hombre que debe dejar los intereses propios y los de su madre y abrirse a la invitación de Jesús para conformar su suerte con la suerte

Viernes 26 de julio Joaquín – Ana EVANGELIO Mateo 13, 18-23

18Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador: 19Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se lleva lo sembrado en su corazón: eso es

20«El que recibió la semilla en terreno rocoso» es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría; 21pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla. 22«El que recibió la semilla entre zarzas» es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seduriqueza lo ahogan y se queda estéril. 23«El que recibió la semilla en tierra buena» es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

COMENTARIOS I

v. 18: Escuchad ahora vosotros la parábola del sembrador... Sin reproche alguno (cf. Mc 4,13), Jesús explica a los su

Lo que siembra el sembrador es el mensaje del reino contenido en las bienaventuranzas, en particular en la primera y la última: la opción que hace entrar en el reino (5,3) y la situación de persecución que la fidelidad a esa opción comporta (5,10). Constituye el núcleo de «los secretos

v. 19: Siempre que uno escucha el mensaje del Reino y no lo entiende, viene el Malo y se

lleva lo sembrado en su corazón: eso es «lo sembrado junto al camino». Mt pone cada caso en singular (Mc en plural) y, como Mc, describe cuatro actitudes

posibles en el mismo hombre. No sólo hay que oír, hay también que entender (cf. 13,14). Si no se entiende, es decir, si no se toma el mensaje por norma de conducta personal, «el Malo», el tentador (cf. 6,13), lo arrebata. Son las tentaciones análogas a las de Jesús en el desierto, en particular la de gloria y poder, las que quitan el mensaje, que no deja huella en el hombre. Por otra parte, «malos» son los fariseos (12,34) y los letrados y fariseos que piden a Jesús una señal

(12,39). Como se ha visto, es la institución judía la que, con su doctrina del Mesías poderoso, encarna a Satanás (cf. 12,23). Es, pues, la ideología del poder la que anula el mensaje. Este se siembra «en el corazón», es decir, en el interior del hombre; es allí donde ha de realizarse la decisión. Pero el tentador lo quita antes de que ésta se realice. La expresiónreaparece en 20,30, referida a los dos ciegos que aclaman a Jesús como «Hijo de David», es decir, como Mesías según las categorías del judaísmo.

vv. 20-21: «El que recibió la semilla en terreno rocoso» es ese que escucha el mensaje y lo acepta en seguida con alegría; 21pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, falla.

Caso del hombre superficial que, aunque haga la opción, no se mantiene fiel a ella (5,10); corresponde al que edificó su casa sobre arena (7,26s; cf. 26,31).

vv. 22-23: «El que recibió la semilla entre zarzas» es ese que escucha el mensaje, pero el agobio de esta vida y la seducción de la riqueza lo ahogan y se queda estéril. 23«El que recibió la semilla en tierra buena» es ese que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

Las preocupaciones de esta vida y la seducción de las riquezas están explicadas por Jesús en 6,25-34; también ellas hacen ser infiel a la opción inicial (5,3; cf. 19,23-25). El último caso, el de la tierra buena, corresponde al que fundó su casa sobre roca (7,24s). Se observa el fuerte sentido del verbo «entender»: significa «abrazar, hacer suyo, tomar por norma de la propia vi

La parábola y su explicación exponen, por tanto, las posibles actitudes con que un hombre puede presentarse ante el mensaje. Son un aviso de Jesús. No da él por descontado el éxito; éste depende del hombre mismo. El reinado de Dios no va a implantarse sin la colaboración humana; no va a ser impuesto desde arriba ni de modo repentino; necesita ser acogido por el hombre y producir en él el fruto correspondiente. El mensaje no es aceptable sin más para todos: hace faltar estar libre, en primer lugar, de la estima y ambición del poder. En segundo lugar, necesita que el hombre lo haga suyo, de modo que sea inseparable de él pase lo que pase. En tercer lugar, el hombre tiene que desprenderse de todo agobio por la subsistencia y del deseo de comodidad. Jesús indica, por tanto, las diversas causas del fracaso del mensaje, que pueden coexistir en el mismo individuo.

II

La explicación restringe el círculo de oyentes que han escuchado la parábola del sembrador. No se trata en ella de una enseñanza para la multitud sino de una aclaración para el grupo de discípulos. Sin embargo, la actitud exigida es la misma y por ello, las palabras de Jesús en el v.18: “Escuchen ahora ustedes la parábola” retoman la conclusión de lo que había dicho

Junto a esta modificación del auditorio se produce una profundización del sentido

propuesto públicamente. Por dos veces (vv. 19 y 23), el verbo escuchar/obedecer utilizado en aquella ocasión se acompaña en esta enseñanza priva

Situando esta comprensión al comienzo y final del nuevo pasaje se la coloca como punto fundamental desde donde se puede juzgar toda actitud humana que se asuma ante la presencia de Jesús. Dicha comprensión separa la auténtica reacción del discípulo de las restantes reacciones. Gracias a ella, cada individuo da su respuesta personal, única y decisiva como aparece con el uso de los singulares “el que...” (vv. 19. 20. 22. 23) con el que se transforman los plurales de los vv. 4. 5. 7. 8.

A todos los hombres y mujeres se da la oportunidad de oír la Palabra pero las tres primeras categorías de terreno descriptas se cierran a su comprensión. Gradualmente se describen los obstáculos que impiden a la Palabra la consecución de sus objetivos. En la primera es el “Malo” que arranca la semilla del corazón del hombre. La propuesta del Reino ha llegado al

momento decisivo en la actuación de Jesús pero requiere la aceptación libre del hombre. El terreno endurecido es el segundo obstáculo al crecimiento: su dureza vuelve al hombre oportunista e inestable, incapacitado para resistir la “dificultad” y la “persecución. Ante estas realidades de los tiempos últimos que la comunidad del evangelista experimenta a diario los que han recibido alegremente la Palabra pueden echarse atrás y abandonarla. Finalmente, el último impedimento es debido al “agobio de la vida” y a la “seducción de la riqueza”. Colocando los intereses propios por encima de los intereses de Dios se produce el sofocamiento de la Palabra.

Por el contrario, la última categoría de oyentes es la que produce frutos. Ya precedentemente había consignado el evangelista esta expresión refiriéndola a árboles (3, 10; 7, 17-19; 12, 33) o a los hombres (3, 8). Este resultado está ligado indisolublemente a la comprensión de Jesús y de su proyecto, y es la característica esencial del verdadero discípulo de

Gracias a la mención de la “tierra buena” los discípulos son invitados a compartir la

suerte de Jesús. La mención de los fracasos precedentes advierte a los mismos la incompatibilidad de los compromisos con las actitudes egoístas que impiden la realización del Reinado de Dios en la historia de los hombres.

La llamada a la audición/obediencia unida al “entendimiento” de la persona y acciones de e de manifiesto las diversas reacciones de cada corazón. También hoy el Enviado

escatológico de Dios obliga a los hombres a tomar una decisión. De ella depende la propia

Sábado 27 de julio Celestino EVANGELIO Mateo 13, 24-30

24Les propuso otra parábola: -Se parece el reino de Dios á un hombre que sembró semilla buena en su campo;

25mientras todos dormían llegó su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se mar 26Cuando brotaron los tallos y se formó la espiga apareció también la cizaña. 27Los

obreros fueron a decirle al propietario: -Señor, ¿no sembraste en tu campo semilla buena? ¿Cómo resulta entonces que sale 28É1 les declaró: -Es obra de un enemigo. Los obreros le preguntaron: -¿Quieres que vayamos a escardaría? 29Respondió él: -No, por si acaso al escardar la cizaña arrancáis con ella el trigo. 30Dejadlos crecer

juntos hasta la siega. Al tiempo de la siega diré a los segadores: Entresacad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, almacenadlo en mi granero.

COMENTARIOS I

vv. 24-30. Terminado el aparte con sus discípulos, vuelve Jesús a dirigirse a las

multitudes (cf. 13,34). El término con que Mt introduce esta parábola y la siguiente («propuso», gr. paretheken) se encuentra en Ex 19,7 y Dt 4,44, donde Moisés propone al pueblo la Ley que lo obliga. Se trata, pues, de principios fundamentales para el reinado de Dios.

Mt omite la parábola de la «tierra automática» de Mc 4,26-29 y la sustituye por la del trigo y la cizaña. Al decir «otra parábola» la pone en conexión con la del sembrador. Pero así como ésta no trataba directamente del reino, sino de las actitudes del hombre ante el mensaje del

rectamente del reinado de Dios. La presencia de malas hierbas en un campo es cosa normal. El rasgo peculiar de la

parábola es que se atribuya a un enemigo, también sembrador, que actúa clandestinamente mían»). La cizaña tiene fuertes raíces, entrelazadas con las del trigo, y, al

arrancarla, podría arrancarse él trigo al mismo tiempo; Es imposible eliminar lo malo sin daño de lo bueno. En el reino hay que tolerar la presencia de lo bueno y lo malo, como Dios la tolera én su creación (5,45), respetando la libertad de los hombres. Hasta la cosecha hay que tener paciencia y dejar que crezcan juntas. La cizaña se manifiesta cuando el trigo da fruto (cf. 3,8.10; 7,17-19; 12,33; 21,43). correspondencias entre 3,12 y 13,30: uso del verbo «quemar»

rrige, pues, la visión del judaísmo, formulada por Juan Bautista, de un juicio inmediato y definitivo. Este no se verificará en la época histórica del reinó. Los obreros, en cambio, pretenden que el juicio se realice inmediatamente.

II

Luego de explicar la parábola del sembrador en privado a los discípulos, Jesús vuelve a dirigirse a la gente. El cambio de auditorio no se consigna pero está supuesto conforme a lo que se lee en el v. 34.

El carácter de la enseñanza es obligatorio tal como se deduce de la forma verbal: “propuso”. Dicho verbo es el empleado en la traducción griega de la Biblia en Ex 19, 7 y Dt 4, 4 donde Moisés presenta al pueblo la Ley divina. Se trata, por tanto, de elementos que se consideran fundamentales para el desarrollo del Reinado de Dios.

La parábola opone primeramente la conducta del dueño de un campo a la actitud de su enemigo (vv. 24-28a), luego se pasa a diferenciarla de las intenciones que tienen sus servidores (28b-30).

En la primera parte se trata de explicar el porqué de la presencia simultánea en el campo de lo bueno y lo malo. Omitiendo que se trata de una condición normal de todo sembrado, el pasaje se detiene en explicar la presencia de la cizaña como obra de un enemigo del dueño del campo.

Dicha explicación aparece primeramente en la boca de Jesús (v. 25), luego en las palabras del dueño del campo que esclarece a sus servidores sobre la presencia de ese factor negativo en su posesión. Frente al sembrador de trigo y de toda buena semilla, se debe contar con la presencia de otro sembrador a quien se deben atribuir los elementos negativos de la existencia. Este último actúa subrepticiamente aprovechando el descanso del dueño de casa y de sus servidores: “mientras todos dormían”. Ante la pregunta sobre la existencia del mal en un mundo entendido como creación de Dios los criados se preguntan sobre el origen de la cizaña y el dueño del campo tiene cuidado de hacer tomar conciencia de donde procede: “Es obra de un enemigo”.

Este es el marco que encuadra la contraposición entre el Señor y sus servidores. Estos, como el Bautista, quieren anticipar el juicio de Dios que separe lo bueno de lo malo, lo justo de

lo injusto, el crecimiento de los pecadores en medio de sus fieles. Por el contrario, el Señor retoma las imágenes de “quemar” y de “granero” (cf Mt 3, 12) y las sitúa como propias del tiempo de la “siega”. En el tiempo previo, por el bien de la buena semilla, no es conveniente arrancar la mala hierba.

Se nos dirige una lección de paciencia porque no estamos capacitados para distinguir entre ambos tipos de semillas, pero se resalta igualmente la confianza inquebrantable del dueño del campo en las posibilidades de lo que ha sembrado. Este no puede sucumbir nunca a la potencia del mal por más amenazante que pueda parecer.

La evocación del Juicio de Dios sirve para superar la preocupación de los servidores, las preguntas angustiosas sobre la existencia del mal y, al mismo tiempo, se revelan capaces de crear un ámbito de tranquila certeza en la acción del dueño del campo y en las fueactúan en las semillas sembradas.

La potencia inconmensurable del mal, actuante en la propia realidad histórica, no puede hacer vacilar la confianza en la fuerza incomparablemente superior de Dios y en su voluntad salvífica para todos los hombres.

Domingo 28 de julio Inocencio

DECIMO SEPTIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Primera lectura: 1 Reyes 3, 5. 7-12 Salmo responsorial: 118, 57. 72. 76-77. 127-128

Segunda lectura: Romanos 8, 28-30 EVANGELIO Mateo 13, 44-52

44Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo

45Se parece también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas; 46al encontrar una perla de gran valor fue a vender todo lo que tenía y la compró.

47Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: 48cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, reúnen los buenos en cestos y tiran los malos. 49Lo mismo sucederá al fin de esta edad: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos 50y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

51-¿Habéis entendido todo esto? Contestaron ellos: -Sí. 52Él les dijo:

-De modo que todo letrado instruido en el reino de Dios se parece al dueño de casa que saca de su arcón cosas nuevas y antiguas.

COMENTARIOS I

NADAR Y GUARDAR LA ROPA

El refranero encierra una sabiduría de siglos. Un simple refrán como "nadar y guardar la ropa" sirve para dibujar un modo muy habitual de comportamiento poco humano. Cinco palabras. Así de breve, pero qué profundo.

Nadar es sostenerse flotando en un líquido, moverse en el agua o sumergirse en ella sin tocar fondo. El agua representa la inseguridad, lo inestable y movedizo. Para nadar y flotar es conveniente no tener ataduras ni peso añadido al del propio cuerpo. Hay que despojarse de ropa y abandonar la orilla firme, adentrándose en esa masa líquida que envuelve y amenaza. Nadar significa arriesgarse.

Guardar la ropa representa el polo opuesto: la seguridad. Guardar es sinónimo de custodiar, vigilar, conservar en seguro, no arriesgar, retener. La ropa es el símbolo de nuestra imagen exterior, de nuestra posición o situación en l

Nadar y guardar la ropa son los dos extremos de una situación vital: inseguridad, desnudez y riesgo frente a seguridad, vestido, tranquilidad. Este refrán une lo imposible en la práctica. Cada día, por desgracia, es mayor el número dGente que pasa por la vida, interviniendo con astucia para beneficiarse del provecho que pueda producir cada ocasión, sin arriesgarse. Gente de poco fiar, que tira la piedra y esconde la mano.

Freud decía que la vida humana se debate entre dos polos: seguridad y libertad. A más seguridad, menos libertad; a más libertad, menos seguridad. El hombre se mide por su praxis de libertad, por su capacidad de riesgo. Es más quien más arriesga; quien no arriesga, no gana, dice el proverbio.

Y así está el mundo. Por no perder la seguridad, por salvar las apariencias, pocos se adentran de verdad en el agua del riesgo y de la libertad, de la claridad y de la transparencia. Los empresarios no invierten, dedicados a guardar la ropa-capital. Los políticos se han acostumbrado a decir "sí, pero..." La Iglesia, al menos un sector de ella, se ha tirado para el centro, si no para la derecha, para arriba más que para abajo. Mientras tanto, el pueblo,

solo, se ahoga con el peso que todos le echamos encima.

Poco humana y menos cristiana es esta actitud tan corriente. Jesús de Nazaret no quería a su lado gente que practicase este refrán. En su reino no caben actitudes medias, ni personas no definidas. Es reino de riesgo, libertad y verdad. Para entrar en él hay que quedarse desnudos, pobres -sin ropa ni seguridad- hay que ser transparentes y cristalinos, tirarse al agua de la vida, mojarse, romper amarras.

"El Reino de Dios -decía Jesús- se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de Dios se parece a un comerciante de perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra".

Jesús exige al cristiano una renuncia radical: venderlo todo, romper amarras, arriesgarse, definirse para entrar en el Reino de Dios, un Reino donde está prohibido "nadar y guardar la ropa".

II

¿RENUNCIAR? ¿A CAMBIO DE QUE? La vida cristiana se ha presentado muchas veces como un constante ejercicio de renuncia:

renunciar al dinero, renunciar a los placeres de la vida, renunciar a las comodidades, renunciar a la ambición, renunciar, renunciar, renunciar... Pero ¿para qué?, ¿a c

CAMINO DE PERFECCION

Sin que esto suponga que criticamos a aquellos que buscan sinceramente la perfección, hay que afirmar que el cristianismo no debe confundirse con lo que se llama un camino de per-fección, un método para llegar a ser santos. El objetivo de Jesús no era enseñar al hombre a ser más santo, a ser más perfecto; el suyo no era un proyecto dirigido únicamente al individuo, sino orientado a la transformación de la manera de vivir de toda la humanidad.

Cuando Jesús presenta las bienaventuranzas, que constituyen el núcleo de su programa, no dice a quienes le escuchan que serán más santos si hacen todo aquello, sino que serán felices.

Es la felicidad de los hombres, de todos los hombres y de cada uno de ellos en particular, lo que preocupa a Jesús, porque ésa es la principal preocupación del Padre.

Por eso no se puede considerar la perfección como un ideal propiamente cristiano. Éste era el ideal de los fariseos y lo fue también de ciertas escuelas filosóficas de la antigüedad (los estoicos, por ejemplo). El ideal cristiano es la felicidad. Y, en consecuencia, la felicidad es la razón por la que un cristiano actúa: un cristiano se comporta cristianamente porque tal comportamiento es causa de alegría para él y para sus semejantes. O, si se quiere formular la cuestión de otra manera: debe juzgarse que una acción es buena si produce felicidad en quien la realiza y contribuye a la felicidad de los demás.

UN TESORO, UNA PERLA

Ésta es la idea central de las dos primeras parábolas que se leen este domingo: el reino de Dios es como un tesoro escondido, como una perla de incalculable valor. Si alguien en-cuentra el tesoro o la perla y descubre el valor tan inmenso que tienen, hace todo lo necesario para conseguirlos. Reunirá todo el dinero que pueda, aunque tenga que vender todas sus posesiones, todo lo que tiene, y correrá a comprar la perla o el campo donde sabe que está escondido el tesoro.

La parábola no necesita demasiadas explicaciones. Jesús ha dicho desde el principio que hay ciertas cosas que son incompatibles con el evangelio; y resulta que esas cosas son las que más se valoran entre la mayor parte de los hombres: el poder, la riqueza, los honores... ¿Por qué hay que renunciar a todo eso? ¿Para qué? ¿Es que la renuncia tiene valmisma? Estas preguntas quedan respondidas con las parábolas que comentamos.

En primer lugar, el proyecto de Jesús, el reino de Dios, es un tesoro para el hombre, el mayor tesoro. Vivir de acuerdo con el evangelio vale más, tiene más valor que cualquier otro modo de vida. Más que todo el dinero del mundo, más que todos los honores, más que todo el poder.

Y, en segundo lugar, la elección debe llenar de alegría a quien la realiza. El dolor que pudiera causar la renuncia a algo que se ha querido hasta ese momento debe quedar anulado por la felicidad que produce lo que se ha elegido: «Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo aquel».

LO QUE DE VERDAD IMPORTA

No quiere esto decir que no cueste ningún esfuerzo renunciar a todo lo que es incompatible con el evangelio. Lo que quiere decir es que la razón por la que se hace tal esfuerzo no es otra que la seguridad de que el resultado final será una felicidad mucho mayor. Y no sólo en la otra vida: ya, desde ahora, desde el momento en que se descubre el valor de lo que se ha elegido.

En conclusión: lo realmente importante no es la renuncia, sino la elección; lo que realmente nos hace mejores no es lo que dejamos, sino lo que elegimos. Y la elección es consecuencia no tanto de que queremos ser mejores, más santos, más perfectos, sino más bien de que hemos descubierto que adoptando el modelo de vida que propone el evangelio, siendo cris-

tianos, podremos tener y ofrecer a los demás, de la manera más excelente, la experiencia del amor compartido, que es la felicidad.

III

vv. 44-46: Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo

45Se parece también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas; 46al

encontrar una perla de gran valor fue a vender todo lo que tenía y la compró. . Las parábolas del tesoro y de la perla contienen una misma enseñanza: que el

compromiso total que exige el reino no se hace por un esfuerzo de voluntad, sino llevados por la alegría de haber descubierto un valor insospechado e incomparable. La renuncia a todo lo que se posee no es, por tanto, un acto ascético, sino espontáneo. El mensaje y la experiencia del reino relativizan todo valor hasta entonces conocido. Ambas parábolas se inspiran en el lenguaje sapiencial (cf. Prov 2,4; 3,14s; 8,18s; Job 28,18; Is 33,6).

El reinado de Dios está escondido en el mensaje y la actividad de Jesús; en ellos anuncia su cercanía; quien los comprende entrega a ese mensaje su entera existencia, porque descubre en él el tesoro que puede enriquecer toda su vida.

Estas dos parábolas proponen de nuevo la opción por la pobreza expresada en 5,3, como lo muestra ]a frase repetida «va a vender todo lo que tiene» (vv. 44.46; cf. 19,21); el tesoro y la perla son la experiencia del amor de Dios (5,3: «ésos tienen a Dios por rey»; cf. 6,20; 19,21), que causa una profunda alegría.

vv. 47-48: Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: 48cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, reúnen los buenos en cestos y tiran los malos.

La última parábola lleva también su explicación. El contenido coincide con la del trigo y la cizaña. La oposición de «buenos» y «malos» corresponde a la de los árboles buenos y malos de 7,15-19 (cf. 12,33); los malos son los falsos profetas, los lobos con piel de oveja, los que siguen a Jesús sólo en la apariencia, pero persiguen objetivos inconfesables.

En la explicación son llamados «los malos/malvados», siempre en rela vv. 49-50: Lo mismo sucederá al fin de esta edad: saldrán los ángeles, separarán a los

malos de los buenos 50y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

El destino de los malos es también el fuego destructor (50; cf. 13,42). La frustración

La parábola propone a los discípulos la suerte final, para orientarlos en la decisión pre-sente. Los únicos que llegan a la vida son los que producen fruto.

vv. 51-52: -¿Habéis entendido todo esto? Contestaron ellos: -Sí. 52Él les dijo: -De modo que todo letrado instruido en el reino de Dios se parece al dueño de casa que saca de su arcón cosas nuevas y antiguas.

Termina la instrucción a los discípulos en privado. Vuelve el tema del «entender» que ha dado el tono de todo el capítulo (13,13.14.15.19.23.51). Recibido el conocimiento, han de

Mt establece una oposición entre los «letrados» cristianos y los de Israel. Estos tenían

detrás una inmensa tradición interpretativa que pretendía no salirse de los límites de lo antiguo. El letrado que ha comprendido el secreto del reino ya no depende de su antigua tradición, sino que en él «lo nuevo» tiene el primer lugar; «lo antiguo» está subordinado a lo nuevo. No se basa

en primer lugar en lo que han dicho o hecho Moisés o los Profetas, sino que comienza con el mensaje de Jesús. Este es la clave de lectura de todo el AT.

El modelo de este letrado es el mismo evangelista.

IV

Los textos litúrgicos del presente domingo pueden ser catalogados bajo un cdenominador: enseñanza sobre la necesidad de la ayuda divina en vistas a un buen discernimiento y los frutos que éste comporta.

En la primera lectura, Salomón ante la aparición divina, solicita el don de la escucha y del discernir entre el bien y el mal y obtiene la aprobación divina por ese pedido y la concesión de

En el salmo se confiesa que la fuente de este don está radicada en Dios, quien se lo

concede al que sabe valorarlo. Y en la carta a los Romanos se constata con admirado gozo la comunicación hecha por

Dios en Cristo a los que “El ha llamado”. Aceptar el don y valorarlo de medida adecuada son también el centro de las

preocupaciones del texto evangélico, apelando a las tres últimas parábolas de Jesús del discurso de Mt 13 y a su conclusión (vv. 51-52).

Las dos primeras parábolas [texto opcional más breve] invitan a una valoración adecuada de las diversas ofertas que se hacen a lo largo de la vida. En ellas el Reino se compara a un tesoro escondido y a una perla de gran precio. La persona que ha comprendido su valor está dispuesto ha renunciar a todo con el fin de adquirir esa perla o ese tesoro. Vale la pena vender todo para comprar ese máximo bien para la propia vida. Igualmente la existencia de una perla induce al comerciante de este ramo a venderlo todo para lograrla. De esa forma, renuncia incluso a su oficio, a fin de convertirse en poseedor de ese preciado bien.

Ambas parábolas tienen en común la acción emprendida por el hombre y por el comerciante: se trata de “vender todo” lo que se tiene, para “comprar” el bien deseado.

En una sociedad que conoce la actividad febril del comercio, se invita a descubrir el valor único del Reino de Dios, superior a toda otra realidad. Esta insistencia subraya que la respuesta

La valoración propuesta nos pone ante un interrogante decisivo: ¿hasta qué punto

estimamos la propuesta recibida por las palabras y la persona de Jesús? Sólo si somos capaces de entender que el Reino pide todo de nosotros, podremos hacerle un espacio adecuado en nuestra vida.

Ese compromiso debe ser total y debe perdurar a lo largo de toda la vida hasta el discernimiento definitivo. Por ello, el Reinado de Dios puede ser comparado también a una red arrojada al mar. Extrañamente, con ella no sólo se recogen peces, sino “cosas de todo tipo”, hasta el momento en que se “llena”. Esta última expresión significa más exactamente “se cumple”. El término es el mismo que indica el evangelista para el cumplimiento de las profecías en Cristo. Con Cristo nos encontramos en el “fin del mundo”, y se repiten aquí algunos términos de la ambientación del discurso de las parábolas: “mar”, “orilla”, “gente que se sienta”…

Por tercera vez en este capítulo, luego del sembrador y de la cizade la parábola. Después de enseñar que “al fin del mundo” los ángeles separarán a los malos de los buenos, Jesús se detiene en detallar la suerte reservada a “los malos”. Esta no puede ser otra

la vanidad en que se ha desarrollado su vida. Por ello su destino es el fuego que destruye la banalidad y la ligereza. Esta atención al fracaso es una advertencia a todo discípulo en vistas a enfrentar con responsabilidad el momento presente. De

de el futuro de la persona humana, que puede ser malbaratado por una vida vacía de sentido.

De esta forma Dios nos coloca ante el juicio definitivo operante por medio de la actuación de Jesús. Gracias a ella se descubre la maldad o bondad de cada acto humano. La naturaleza de esta actuación justifica las exigencias que se requieren. Es necesario venderlo todo y mantenerse en este compromiso a lo largo del tiempo que se nos concede.

La conclusión de todo el discurso se hace mediante una pregunta seguida de una breve comparación. Los discípulos en su respuesta son conscientes de haber entendido el significado de Jesús en su propia vida. Han recibido el don del “entendimiento” de todas estas cosas, de las parábolas de Jesús y, más aún, de Jesús mismo, que hablde ellos el desempeño de un oficio: letrado de la comunidad. Éste permanece siempre discípulo de Jesús y, a diferencia de los letrados israelitas encerrados en lo antiguo, deberán compartir

os demás las riquezas antiguas, pero también las nuevas, que dan

Convertirse en discípulo es, entonces, asumir una tarea, la misma tarea de Cristo. El letrado es el experto en la Escritura. Gracias al magisterio de Cristo ese letrado puede renovar todas sus concepciones y llevarlas a su verdad plena.

Para la revisión de vida Somos muchos los bautizados, pero ¿somos muchos los cristianos, los que vivimos de

acuerdo con nuestra fe, los que vivimos convencidos de que el Reino de Dios es el mayor tesoro de nuestra vida? Y yo ¿qué soy: bautizado o discípulo de Jesús?

¿He descubierto verdaderamente el Reino de Dios en mi vida? ¿Siento mi vida llena de gozo y alegría por ese hallazgo? ¿Soy capaz de venderlo todo por ese tesoro, por esa perla?

Para la reunión de grupo: Aunque las dos primeras parábolas están construidas sobre el esquema de vender y

comprar, su mensaje central es, precisamente, que en la vida hay cosas que pueden valer mucho más que todo eso que se compra y se vende… El dinero solo no hace la felicidad. Para un rey sabio (Salomón) es más importante el don de saber gobernar que las riquezas… Y para todo ser humano hay algo que es “más importante que todo lo demás”… ¿Será ése el sentido de estas dos

¿Qué es eso que es más importante que todo lo demás? ¿La gracia de Dios? ¿El perdón de

Dios? ¿La pertenencia a la Iglesia? ¿Cristo? La tercera parábola está construida sobre el esquema “esta vida/la otra”. A este respecto:

CIRES, en 1991, publicó en España una encuesta según la cual, en la católica España, “4 de cada 10 españoles no creen ni en la resurrección ni el infierno”. En ese mismo país, la revista Misión Abierta publicaba otra encuesta en la que descubría que “en la resurrección no cree el 48% de los ciudadanos españoles. Pero, en cambio, hemos dado un viraje hacia Oriente porque un 25% acepta la reencarnación”. En este contexto, ¿cómo repetir la parábola hoy para que sea significativa para todos? ¿Podemos en la reunión de grupo (sin autocensuras doctrinales) arriesgar una reinterpretación?

Para la oración de los fieles: Por la Iglesia, para que no sea sólo una asociación de bautizados sino el rostro visible en

el mundo del amor de Dios Padre. Roguemos al Señor. Por todas las personas, para que tengamos la sabiduría y el discernimiento suficientes

para distinguir el bien de las gentes y trabajemos por él. Roguemos... Por todos los que trabajan por el Reino de Dios, Reino de justicia, de amor y de paz, para

que vean recompensados sus trabajos con un mundo mejor. Roguemos... Por quienes no tienen otro reino que sus propios intereses y egoísmos, para que se haga la

luz en sus vidas y cambien de metas. Roguemos...

Por todos los que tienen la oportunidad de conocer el Evangelio, para que lo descubran como el mayor y mejor tesoro por el que merece la pena darlo todo a cambio. Roguemos...

Por todos nosotros, para que el Señor nos conceda aquellos dones con los que mejor podamos servir a los hermanos.

Oración comunitaria: Dios, Padre nuestro, concédenos sabiduría para descubrir el significado y la

importancia del Reino que tu Hijo anunció e inauguró entre nosotros; que lo acojamos en nuestra existencia como el tesoro más precioso, y que dediquemos a él toda nuestra vida. Por Jesucristo. Lunes 29 de julio Marta EVANGELIO Juan 11, 19-27

19y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por el

hermano. 20Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada

en la casa). 21Dijo Marta a Jesús: - Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano; 22pero, incluso ahora, sé

que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le dijo: - Tu hermano resucitará. 24Respondió Marta: - Ya sé que resucitará en la resurrección del último día. 25Le dijo Jesús: - Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión, aunque muera vivirá,

26pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto? 27Ella le contestó: - Sí, Señor; yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que

venir al mundo.

COMENTARIOS I

vv. 19-20 y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por

el hermano. A1 enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada en la casa).

El nombre de Betania, como se ha visto, designa figuradamente la comunidad de Jesús (11,1) y el lugar se ha situado hasta ahora más allá del Jordán, fuera de los límites de Israel (1,28; 10,40). Esta otra Betania, sin embargo, está muy cerca de Jerusalén; existe, pues, una comunidad de discípulos, personificada en los tres hermanos, que vive aún dentro de la frontera de Israel. La doble localización de Betania simboliza así dos estados en las comunidades cristianas: el de aquellos que han creído saliendohabiendo dado la adhesión a Jesús y siendo, por tanto, discípulos, aún no han roto con su pasado

y modo de pensar judíos. De ahí nacen las falsas concepciones sobre la muerte y la resurrección y sobre la obra del Mesías.

Los judíos que han acudido a Betania pertenecen a la institución eneembargo, dan muestras de amistad a esta comunidad de discípulos; no han visto en ellos una ruptura semejante a la de su Maestro.

Jesús está llegando, Marta tiene que salir a su encuentro. María, que no se entera de que Jesús llega, sigue en la casa donde se expresa la solidaridad con la muerte. Allí no entra Jesús. María está sentada: la muerte de su hermano, que para ella ha significado el término de su vida, la reduce a la inactividad. La idea de la muerte como final paraliza a la comunidad y la hace permanecer en el ambiente del dolor, mezclada con los que no tienen fe en Jesús.

vv. 21-24 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi

hermano; pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último

La frase de Marta muestra su pena e insinúa un reproche; podía haberse evitado el dolor

de la muerte. Piensa que Jesús debería haber venido a Betania para impedir la muerte de su hermano; cree que esta muerte ha interrumpido la vida de Lázaro. Esperaba una curación, sin darse cuenta de que la vida que Jesús les ha comunicado ha curado ya el mal radical del hombre: su esclavitud a la muerte.

Marta sabe dos cosas, ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo. En primer lugar, ve en Jesús un mediador infalible ante Dios (sé que todo lo que le pidas a Dios, etc.). No comprende que Jesús y el Padre son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10,32.37). Espera una intervención milagrosa de Jesús, como la del profeta Eliseo, que había resucitado a un muerto (2Re 4,18-37).

Jesús responde a Marta restituyéndole la esperanza: la muerte de su hermano no es definitiva. Contra lo que ella habría deseado, no le dice "yo resucitaré a tu hermano", sino simplemente tu hermano resucitará. No atribuye la resurrección a una nueva acción suya personal, pues la resurrección no es más que la persistencia de la vida definitiva comunicada con el Espíritu.

Marta interpreta las palabras de Jesús según la creencia farisea y popular. Éste es, sin duda, el consuelo que le han ofrecido los que han ido a visitarla. Es la segunda cosa que sabe Marta (ya sé), pero tampoco en ella llega a la calidad de fe propia de un discípulo. Sus palabras delatan una decepción; ha oído lo mismo muchas veces. Esperaba que Jesús pidiera a Dios que resucitara a su hermano, pero ve que no va a hacerlo y cree que la consuela con la frase que dicen todos. Para ella, como para los judíos, el último día está lejos. No comprende la novedad

vv. 25-27 Le dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión,

aunque muera vivirá, pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el

Jesús no viene a prolongar la vida física que el hombre posee, suprimiendo o retrasando

indefinidamente la muerte; no es un médico ni un taumaturgo; viene a comunicar la vida que él mismo posee y de la que dispone (5,26). Esa vida es su mismo Espíritu, la presencia suya y del Padre en el que lo acepta y se atiene a su mensaje; y esa vida despoja a la muerte de su carácter

En la frase de Jesús (yo soy la resurrección y la vida) el primer término depende del

segundo: él es la resurrección por ser la vida (14,6). La vida que él comunica, al encontrarse con la muerte, la supera; a esto se llama resurrección. El evangelista usa un lenguaje de su época,

Marta se había imaginado una resurrección lejana. Jesús, en cambio, se identifica él mismo con la resurrección, que ya no está relegada a un futuro, porque él, que es la vida, está presente.

Para que la realidad de vida invencible que es Jesús llegue al hombre, se requiere la adhesión a él, que incluye la aceptación de su vida y muerte como norma de la propia vida (6,53s). A esta adhesión responde él con el don del Espíritu, nuevo nacimiento a una vida nueva y perenne (3,3s; cf. 5,24), que la muerte no interrumpe; esa vida continúa por sí misma.

Inmediatamente después expone Jesús el principio (todo el que) que funda la afirmación anterior: para el que le da su adhesión, la muerte física no tiene realidad de muerte. Esta segunda formulación precisa y, de algún modo, corrige la primera: la muerte, de hecho, no existe. Ésta es

(¿Crees esto?). No bastan para ser discípulo las antiguas creencias judías.

Marta responde con la perfecta profesión de fe cristiana (20,31); para ella, Jesús no es ya el Profeta (6,14), sino el Mesías, el Ungido, el Consagrado por Dios con el Espíritu, el Hijo de Dios, la presencia del Padre entre los hombres.

II

La memoria litúrgica de Santa Marta, la hermana de Lázaro y María, data del siglo XIII, cuando los franciscanos, custodios de los santos lugares de tierra santa, la introdujeron en el calendario de la iglesia, tal vez impresionados por las ruinas de la basílica cristiana que se levantaba sobre el supuesto lugar de residencia de esta familia de hermanos amigos de Jesús.

La primera lectura, un pasaje conocido de la 1ª carta de Juan, nos habla del motivo que hace admirable a santa Marta, y en general a todos los santos y santas: el amor. Como dice la lectura, no porque ellos hayan amado a Dios, sino porque Dios los amó primero y los redimió por la sangre de su Hijo. “El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”. En el caso de santa Marta hay que tomar la frase al pie de la letra. Los evangelios apuntan a que se trataba de amigos de Jesús, que lo hospedaban en su casa, con quienes el Maestro se entretenía en amables conversaciones (Lc 10, 38-42; Jn 11, 1-44), en fin, que lo conocían y lo amaban, porque amor y conocimiento entrañable, simpatía de unos por otros, comprensión y benevolencia, todo va de la mano. Esta santa amistad, que tal vez comenzó con un gesto de hospitalidad de Lázaro y sus hermanas a favor del Maestro y de sus discípulos, le mereció a santa Marta y a su familia la dicha y la gloria de contemplar el rostro humano de Dios, la imagen de su gloria (cf Col 1, 15). Es cierto: a Dios nadie lo ha visto nunca, sólo el amor nos lo hace cercano, nos introduce en su vida y, al parecer, amor había en la casa de Betania, sentimientos de hospitalidad, capacidad de servicio. En el amor y en la entrega generosa del servicio mutuo, se hacía presente Dios en medio de esta familia singular. No es inverosímil pensar que Lázaro y sus hermanas Marta y María, hayan sido miembros de una primitiva comunidad cristiana de Betania que se reuniría en su casa. Y que hayan dado testimonio de su amistad con Jesús, del amor entrañable con el que

. Tradiciones legendarias hablan de desplazamientos forzosos e, incluso, de martirio.

El evangelio, tomado del capítulo 11 de san Juan, dedicado a la resurrección de Lázaro, nos presenta el momento en que Marta encuentra a Jesús que, con sus discípulos, se acerca a la aldea en donde hace poco había muerto su amigo. El gesto de Marta parece concordar con su temperamento impulsivo, dado a la actividad, mientras que el de María su hermana, más tranquilo y contemplativo la retiene en el lugar del duelo, rodeada de judíos amigos que les dan el pésame. El diálogo entre Jesús y Marta esta centrado en la idea de la resurrección de los muertos. No era una idea corriente en el mundo anterior al cristianismo. Muchos judíos la consideraban contraria a las más antiguas y veneradas tradiciones, entre ellos los saduceos, aristócratas ricos, satisfechos de los bienes de fortuna y de su posición destacada dentro de la

sociedad judía. En cambio los fariseos, y en general los más piadosos del pueblo, consideraban que Dios la había prometido a los justos, antes del juicio final, para poder darles el premio merecido por sus obras, pues no había recibido durante su vida terrena sino sufrimientos y humillaciones. Entre los paganos la idea de resurrección escatológica de los muertos era impensable dada su manera de concebir al ser humano no era más que una chispa divina, el alma, prisionera en una cárcel destinada a la corrupción: el cuerpo. Esto en el mejor de los casos, porque para muchos paganos la muerte era el inicio de un sueño donde ni se sufría ni se gozaba, sino que se era como una sobra inanimada.

Marta se le queja a Jesús de no haberse hecho presente más a tiempo: habría evitado la muerte de su hermano. Expresa también una esperanza: ella sabe qule será concedido. Jesús la consuela afirmando simplemente que Lázaro resucitará. Marta replica que eso lo sabe ella, que resucitará al final de los tiempos. Y esta especie de terquedad que expresa Marta, que no se resigna a la desaparición de su hermano, le arranca a Jesús las palabras sublimes que hoy son nuestra firme esperanza y nuestro consuelo: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que esta vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Ante tamaña revelación Marta se plega: Prorrumpe en una confesión de fe que aún hoy, veinte siglos después, expresa perfectamente la fe de la Iglesia: “Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. Martes 30 de julio Pedro Crisólogo EVANGELIO Mateo 13, 36-43

36Luego dejó a la multitud y se fue a la casa. Los discípulos se le acercaron a pedirle: -Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. 37Él les contestó: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los secuaces del Malo; 39el enemigo que la siembra es el diablo, la cosecha es el fin de esta edad; los segadores, los ángeles. 40Lo mismo que la cizaña se entresaca y se quema, sucederá al fin de esta edad: 41el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, escardarán de su reino todos los escándalos y a los que cometen la iniquidad 42y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. Quien tenga oídos, que escuche.

COMENTARIOS I

v. 36: Luego dejó a la multitud y se fue a la casa. Los discípulos se le acercaron a

pedirle: -Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. . Vuelta a la casa de donde había salido (13,1), es decir, a la soledad con el grupo de

discípulos. Éstos no han comprendido la parábola de la cizaña. La explicación muestra el interés

v. 37: Él les contestó: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre...

«El Hijo del hombre» es el que siembra, y el campo es el mundo: el mensaje evangélico accesible a la humanidad entera no es el del Mesías judío, sino el del Hijo del hombre. El mensaje contiene así lo que es el Hijo Hombre según el proyecto creador, tanto en su dimensión individual (hijo de Dios) como social (el reinado de Dios).

Jesús no explica la parábola paso por paso, se limita a dar las claves de lectura. «El Hijo del hombre»: sembrar no era función de la figura humana de Dn 7,13 ni de «el

Hijo del hombre» del Libro de Henoc, ni siquiera del Mesías según la idea transmitida. Al sión la vacía de toda posible alusión a un personaje determinado,

mostrando que no la utiliza como título. vv. 38-40: el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la

cizaña son los secuaces del Malo; 39el enemigo que la siembra es el diablo, la cosecha es el fin de esta edad; los segadores, los ángeles. 40Lo mismo que la cizaña se entresaca y se quema, sucederá al fin de esta edad...

Es curioso que la buena semilla no sea el mensaje, sino «los ciudadanos del reino». Esta expresión había aparecido en 8,12, pero aquí no se refiere a los israelitas, sino a los que han hecho suyo el mensaje de Jesús. Son los que cumplen el programa anunciado en las bienaventuranzas (5,3-10), código del reino. Frente a éstos, que trabajan por la paz (5,9) y colaboran en la obra de salvación, aparecen otros, sus antagonistas, «ldecir, los que siguen el programa opuesto, sintetizado en las tentaciones de Jesús: los partidarios del poder, el prestigio y la riqueza. De hecho, el que hace surgir en el mundo la oposición al programa de Jesús es «el diablo», encarnación del poder en todas sus manifestaciones. La victoria del reinado de Dios no es, pues, inmediata; encuentra un constante antagonismo (cf. 5,10). Éste no es un mal que existía ya antes, sino nuevo, subsiguiente a la siembra hecha por el Hijo del hombre. No puede identificarse, por tanto, con los sistemas existentes, sino con las desviaciones que aparecen bajo el nombre cristiano. El pasaje está en relación con el de los

-20); son los árboles que dan frutos malos (7,17s). Ldentro de la comunidad cristiana existirá siempre mientras dure su etapa histórica, y no hay que

lucionarla antes de tiempo. La separación se hace en la etapa poshistórica inaugurada por «el fin de esta edad», que es al mis

“El fin de esta edad” no ha de confundirse simplemente con «el fin del mundo». Tiene un aspecto individual, que coincide con la muerte física, y otro social, el fin de la historia (cf.

cionales (envío de los ángeles, destrucción de los inicuos) se describe la suerte de «los secuaces del Malo». Mt precisa quiénes son éstos: «los escándalos», producidos por la ambición de poder (el uso del abstracto alude con más claridad a 18,6-9), que hacen fallar a otros en la fe, y «los que cometen la iniquidad». Este último apelativo está aplicado por Mt a

-23). La cizaña representa, pues, 1) a los que se arrogan un rango, despreciando a los demás (ambición de poder, tercera tentación), y 2) a los que usan de los dones para utilidad o prestigio propio y no para el bien de los otros (primera y segunda tentación).

v. 41: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, escardarán de su reino todos los ten la iniquidad...

En este pasaje se menciona por primera vez «el reino del Hijo del hombre». Según 9,6, la autoridad compete al Hijo del hombre en la tierra. El reinado del Hijo del hombre es una manera de designar la fase histórica del reinado de Dios (cf. 16,28; 25,34: «el rey»).

v. 42: y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. «El horno de fuego» es imagen de la escatología judaica, equivalente a la de la gehenna

(5,22: «el quemadero»). «El llanto y el rechinar de dientes» es la suerte destinada al Israel infiel (cf. 8,12; además, 13,50; 22,13; 24,51; 25,30). La fase post-histórica del reino se llama «el reinado del Padre» (cf. 26,29).

v. 43: Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. s justos brillarán» es una frase que alude a Dn 12,3; Eclo 50,7. «Los justos» equivalen a «los ciudadanos

del reino» (= la buena semilla). No son ya «los justos» del AT (cf. 1,19; 13,17; 23,29), sino los que han practicado una fidelidad bien superior a la de los letrados y fariseos (5,20), por atenerse a las bienaventuranzas promulgadas por Jesús.

«El reino del Padre de los justos»: éstos son, por tanto, los llaque han trabajado por la paz (5,9). Se delimita se modo el significado de «los secuaces del Malo»; son los que se han opuesto al desarrollo y felicidad del hombre por pretender poder o por

v. 43b: Quien tenga oídos, que escuche... Jesús añade este aviso, mostrando la importancia de la explicación dada. Esta es una

advertencia a los suyos. En realidad, cualquier discípulo puede convertirse en cizaña: basta que ceda a la instigación del «diablo», al ansia de poder y prestigio en la comunidad. La suerte que le

II

Podemos articular el presente relato evangélico en dos partes: la más extensa está constituida por la explicación de la parábola de la cizaña en el campo (vv 37-43) a la que preceden las circunstancias (v. 36) y la ocasión que la provoca.

Las circunstancias separan este pasaje del precedente. Jesús vuelve a la “casa” habiendo concluido la enseñanza a la multitud en la orilla del mar. Su auditorio se restringe a los discípulos que se acercan a pedir a Jesús una explicación sobre la parábola de la cizaña. En adelante Jesús parece dirigirse a todo hombre pero sólo a través del grupo de discípulos.

En la explicación hay un silencio significativo respecto a la enseñanza parabólica propuesta. Los servidores no son mencionados y el motivo de esta omisión es debida a dos razones fundamentales.

La primera motivación tiene su origen en que Jesús se dirige a un auditorio constituido por los discípulos que son quienes desempeñan el papel de los siervos en la parábola precedente. Pero, simultáneamente, se fundamenta el silencio paciente que debe adoptarse frente al mal deja su lugar a otra enseñanza más importante: la certeza del triunfo del bien sobre el mal y de la condena a la que estarán sujetos todos “los que

(v. 41). Con esa finalidad, Jesús comienza explicando el significado de cada uno de los términos

que se han mencionado en la parábola: “el que siembra la buena semilla...”, “el campo”, “la buena semilla”, “la cizaña”, el enemigo”, “la cosecha”, “los segado -39). Cada uno de ellos tiene su correspondencia en la realidad anunciada que se describe con un estilo apocalíptico construido con ayuda de Sof 1,3 y Dan 12,3.

De esa forma se describe la diversa suerte que toca a los “hijos” o ciudadanos del Reino y a los hijos o seguidores del Maligno.

Para estos últimos el futuro se describe en término de quema y de horno encendido. De esta forma se destruirán las amenazas a la salvación: “escándalos”. Por el contrario, la suerte destinada para el justo es semejante a la claridad del sol que ilumina el día.

El Reino de Dios ya está activamente presente en el mundo, pero su manifestación definitiva como Reino del Padre para los justos sólo sucederá “al fin de esta edad”. De este modo

cada cristiano a tomar en serio la propia vocación ya que todo lo que no esté de acuerdo con el Reino será descartado en ese momento del futuro.

La intervención de Jesús desenmascara los escándalos y la iniquidad. Y el discípulo es conducido nuevamente delante de su Señor. De esta forma el Reino ya está presente y la auténtica problemática para todo hombre consiste en actuar como “hijo del Reino” o como “hijo

Hoy también cada cristiano se encuentra enfrentado con dicha problemática, la misma que desafiaba a los contemporáneos de Jesús. De esta decisión presente depende su realización plenamente humana. De allí la necesidad de tomar en cuenta seriamente las palabras conclusivas de la parábola: “Quien tenga oídos, que escuche”. Miércoles 31 de julio Ignacio de Loyola EVANGELIO Mateo 13, 44-45

44Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo

45Se parece también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas;

COMENTARIOS I

vv. 44-45: Se parece el reino de Dios a un tesoro escondido en el campo; si un hombre lo

encuentra, lo vuelve a esconder, y de la alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo aquél.

45Se parece también el reino de Dios a un comerciante que buscaba perlas finas; Las parábolas del tesoro y de la perla contienen una misma enseñanza: que el

compromiso total que exige el reino no se hace por un esfuerzo de voluntad, sino llevados por la alegría de haber descubierto un valor insospechado e incomparable. La renuncia a todo lo que se posee no es, por tanto, un acto ascético, sino espontáneo. El mensaje y la experiencia del reino relativizan todo valor hasta entonces conocido. Ambas parábolas se inspiran en el lenguaje sapiencial (cf. Prov 2,4; 3,14s; 8,18s; Job 28,18; Is 33,6).

El reinado de Dios está escondido en el mensaje y la actividad de Jesús; en ellos anuncia su cercanía; quien los comprende entrega a ese mensaje su entera existencia, porque descubre en él el tesoro que puede enriquecer toda su vida.

Estas dos parábolas proponen de nuevo la opción por la pobreza expresada en 5,3, como lo muestra ]a frase repetida «va a vender todo lo que tiene» (vv. 44.46; cf. 19,21); el tesoro y la perla son la experiencia del amor de Dios (5,3: «ésos tienen a Dios por rey»; cf. 6,20; 19,21), que

II

Repetidamente el evangelio de Mateo refleja la realidad comercial del entorno social. Frecuentemente se mencionan los verbos, aquí empleados, de “comprar” (14, 15; 21, 12; 25, 9. 10; 27, 7) y “vender” (10, 29; 19, 21; 21, 12bis. 25, 9). Los hombres estaban insertos en esta realidad comercial en la que se movían las mínimas cosas de la vida cotidiana: alimento (pan o pajarillos), aceite; y a la que se conectaban también actividades más importantes como el culto, adquisición de campos, grandes cantidades de dinero (parábola de los talentos), banqueros

Las parábolas del tesoro escondido y de la perla se sitúan en este horizonte de intenso intercambio comercial. Utilizando el mismo universo de representación de la sociedad comercial la pone en cuestión señalando un valor superior a lo que era considerado bien en dicha sociedad.

Los personajes son respectivamente un “hombre” (vv. 44) y un “comerciante” (vv. 45-46). Ambos descubren un bien extraordinario: un tesoro en un campo, en el primer caso, una perla, en el segundo.

Este descubrimiento cambia la vida de ambos y los lleva a la misma decisión: “vender todo lo que tienen” y “comprar” el objeto “que han encontrado”. Dicho objeto se presenta en la existencia relativizando cualquier otro acto de posesión. Para el hombre de la primera parábola representa una fuente de alegría por haber encontrado un valor insospechado e incomparable, para el “comerciante” significa el abandono de su profesión porque con la adquisición de la perla debe interrumpir la cadena de su actividad.

“Hombre” y “comerciante” se deciden por aquello que, ante la propuesta de Jesús en 19, 21, el joven rico no tiene el coraje de realizar. Con ello llegan a la “madurez” (perfección humana), inalcanzable para quienes no se sienten con el suficiente ánimo de desprenderse de sus posesiones.

Sólo el Reino de los cielos, descubierto como el supremo valor de la existencia, coloca al hombre en la posibilidad de descubrir el sentido de los restantes bienes que se poseen. La posesión, de esta forma, se presenta como algo relativo. Podrá ser más o menos importante para la satisfacción de las necesidades humanas, pero deberá ser siempre confrontada con el bien supremo que es el Reino.

De esta forma, las parábolas del tesoro escondido y de la perla conectan con la primera bienaventuranza, la de los que eligen ser pobres. El descubrimiento no es debido al esfuerzo humano sino al descubrimiento de Jesús, entendido como proyecto que lleva a plenitud la propia existencia. De allí la alegría que embarga al hombre de la primera parábola, y también la posibilidad de transformación, pronta y sin lamentaciones, que saca de una forma de vida ligada al círculo comercial y que integra al comerciante en otro ámbito de preocupaciones.

Ante Jesús, presencia del Reinado de Dios en el mundo, los oyentes de la parábola de aquel tiempo son invitados a hacer experiencia de la profunda alegría que brota del encuentro con el Enviado de Dios y este mismo mensaje pone en cuestión a las sociedades comerciales de todas las épocas que, colocando, el “precio” como único sentido de la existencia, no pueden descubrir los verdaderos valores que llevan a la plenitud humana.