Luís Morillas Castilla XLI Pregón Semana Santa

LuísMorillas Castilla

XLI Pregónde la

Semana Santade Ayamonte

2008

XLIPREGÓN DE LA SEMANA SANTA

DE

AYAMONTE

9 DE MARZO DE 2008TEATRO CARDENIO

Pronunciado por

LUÍS MORILLAS CASTILLA

Edita: Agrupación de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la Ciudad de Ayamonte.

Fotografías: Delars.

Imprime: Artes Gráficas Bonanza, S.L.

Dep. Legal: H-34-2002

Luís MoriLLas CastiLLa �

Luís MoriLLas CastiLLa

Fue un 25 de Enero del año 1963 cuando este onu-bense llegó al mundo.

Su niñez y adolescencia transcurre entre Huelva y Bar-celona, donde además se forma como administrativo, pre-parando oposiciones para ocupar un puesto en la banca, algo que nunca ocurre porque de forma casual la radio se cruzó en su camino y de pronto descubre su auténtica vocación, siendo muy joven cuando comienza a hacer sus primeros trabajos en ella. Aun no tenía 18 años cuando su voz suena por primera vez en las ondas, concretamente en Radio Popular de Huelva, al poco se le oye en Radio Anda-lucía y solo unos años más tarde, en 1984 es contratado por Antena 3 Costa de la Luz, con emisora en Ayamonte.

Desde entonces, esta ha sido su casa, ya que aquí ha desarrollado su vida adulta, trayéndose a toda su familia de Huelva y creando la suya propia.

Comparte su vida con una chiclanera a la que también ha convertido en ayamontina, y una de sus más grandes satisfacciones es saber que la hija que ambos tienen, es na-cida en Ayamonte.

� Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte

Periodista de radio, televisión y prensa escrita, editor de publicaciones de carácter turístico, actor de doblaje, pre-sentador de multitud de actos, un hombre que se mueve cómodamente en la comunicación pero que sin embargo la ha dejado aparcada desde hace algunos años, para iniciar su aventura como empresario, en la que lleva casi siete años.

Una persona que cree firmemente que solo es posible llegar a Dios a través de sus semejantes y que difícilmente puedes conseguir la felicidad, si no estas dispuesto a poner de tu parte para que quienes te rodean también puedan alcanzarla.


PRESENTACIÓN

DEL PREGONERO

POR

JOSÉ MANUEL DE LA ROSA SANTOS

MEDIODÍA DEL DOMINGO DE “SEÑAS”

� Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte


“DeL fráter

y De La Cáritas”

10 Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte

Luís MoriLLas CastiLLa 11

“El problema de nuestra época consiste en quesus hombres no quieren ser útiles sino importantes”

Winston L. S. Churchil

“La muerte te deja callado para siempre…así que, si tienes algo que decir, dilo”

“Mientras lo conducían, echaron manode un cierto Simón de Cirene que volvía del campo

y le cargaron la cruz para que la llevasedetrás de Jesús.” (Lucas, 23: 26)



saludos

Reverendo Padre, Párroco de la de las Angustias;

Sr. Alcalde-Presidente y Corporación Municipal del Ilustrísimo Ayuntamiento de la Muy Noble y Leal Ciudad de Ayamonte;

Sr. Presidente y miembros de la Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa de Ayamonte, que hoy nos convoca;

Sres. Hermanos Mayores y Presidentes de las Herman-dades y Cofradías de Penitencia y Gloria de Nuestra Ciu-dad;

Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades;

Ayamontinos y ayamontinas;

Presentes y ausentes;

Estimado amigo Luís;

Con la venia.

Recién entrado marzo y siendo aún invierno, susurran ya perfumes de las flores primaverales, de las lacrimales yemas que lloran nuestras cepas, brisas vitales, que como una gigantesca explosión, inundan nuestras plazas, nues-tros patios y nuestros campos. Aires de la brisa ribereña que nos traen tenues caricias de mar salobre y aromas de tomillo y romero.


Tan solo queda una semana para que se abra la puer-ta de la fe, como la versión ayamontina de la apertura de las Puertas que custodia San Pedro. Una semana en la que la luz que inspiró a Sorolla clarea ante nosotros como lo hacía un año atrás, con color túnica de hábito de promesa nazarena al anochecer. Una semana para que sea el pópulo quien recoja el testigo de las juntas de gobierno y se hagan costaleros, nazarenos, floristas, acólitos, músicos, promesas, penitentes. Atrás han quedado días de lucha y trabajo para que todo esté dispuesto.

Debo confesarles una cosa: me ha sido muy difícil el decidirme a aceptar la propuesta de estar hoy aquí ante Us-tedes en este atril como presentador del pregonero oficial de la Semana Santa de 2008, pues desde hace varios años no acudo, un día como hoy, a la cita que nuestra querida Agrupación de Cofradías nos propone cada Domingo de Señas.

Discúlpenme mi atrevimiento, por tanto, pero, como comprenderán, hoy es distinto. Hoy no podía faltar. Hoy no tenía excusa para decir que no. Pues, cuando es un amigo quién me lo pide, debo olvidar mis preferencias, y aceptar la propuesta, como si fuera yo mismo quien la hace.

Amigo Luís, hágase en mí, tu palabra… y aquí estoy.

Yo, tan solo aspiro únicamente a ceñir mi interven-ción a la exacta definición del papel que debe desempeñar un presentador, deseando publicar y hacer notorio en voz alta cosas o noticias ignoradas o poco conocidas del pre-gonero para que lleguen a conocimiento de todos sobre él. Con una salvedad, y por mutuo acuerdo, os voy a hablar de la Semana Santa que Luís y yo hemos vivido muchos años y que se extiende durante estos ocho mágicos días: la Semana Santa de calle.

Luís MoriLLas CastiLLa 1�

Las calles de ayamonte en semana santa

Ya se ha producido la estampa típica que antecede al día de hoy. Ya se han encalado las fachadas de las casas.

Es en estos días cuando la vida explota en un tiem-po al que los poetas llaman primavera y nosotros, a ese tiempo, empezamos a llamarlo Semana Santa, siendo aún invierno. Donde nos reunimos en una esquina llamada De la Peña, donde “La Peña” dejo se estar hace mucho tiempo. Donde cada cosa tiene su propio idioma: manigueta, costal, trabajadera, levantá, capirote, matraca.

Olerá a incienso en las calles. El tiempo irá avanzan-do. Unas cofradías irán haciendo su recorrido penitencial e iremos encontrando nazarenos que van hacia sus Templos. Recorreremos la Ciudad, sus callejones -tantas veces solita-rios- llenándolos de vida. Iremos de una parte a otra, sin descansar, buscando la cercanía de Cristo y de Su Bendita Madre. Habrá quien pase por calles que no haya pisado en todo el año. A veces no nos detendremos ni con el amigo... bastará una mirada para denotar el cansancio lleno de vi-vencia, y para entender que cada uno va a ver una cofradía por distinto sitio.

En estos días, en estas acciones simbólicas, espacios públicos y privados se confunden. Las familias salen de sus casas tomando las calles, a las imágenes se les canta desde

1� Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte

los balcones de las casas, y las casas son tomadas por las gentes de la calle que buscan el lugar más apropiado para ver las procesiones. Las calles se convierten así, en una pro-longación de las casas.

Es esta semana en la que cada calle de Ayamonte es como una arteria de Jerusalén, como un afluente del Jor-dán, como un depósito del lago Tiberíades, como un risco del Tabor o una prolongación de Emaús. Cada libro de Re-glas es como un apéndice del Evangelio; y el Evangelio se explica en cada paso de Misterio, en cada Crucificado, en cada Dolorosa.

Pero, hace unas horas, cuando aún dormía nuestra Je-rusalén, Simón, el Cirineo, no ha salido como cada mañana a cocer cal. A golpe de horqueta, ha sido fiel testigo de la mañana santa del Domingo de Pasión, que solo nosotros sabemos vivir como se vive en esta parte del mundo.


el amigo

Y como si de un embarazo se tratase, hace nueve me-ses, fui testigo del comienzo de la gestación del pregón que hoy Luís va a parir en este Teatro.

Les confieso que juego con ventaja, pues yo he tenido la suerte de leer su pregón, pero él no ha leído esta presen-tación y les puedo asegurar que proclamar desde aquí lo que es sabido por todos y en todas partes: que la Semana Santa ayamontina es una de las más sinceras, sentidas y pe-culiares de Andalucía, o pretender ahora elaborar una me-ditación teológica sobre los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo no entra dentro de sus intenciones. Ambas facetas del pregón ya han sido abordadas repetida-mente por ilustres predecesores en el ejercicio de esa fun-ción y se han utilizado argumentos de peso para publicar el interés de nuestros desfiles o razonamientos profundos y devotos para acompañar con pensamientos religiosos tanta belleza hecha arte.

¿Qué les puedo decir de él que no conozcan? ¿Qué les puedo decir de una persona que durante mucho tiempo, cada día, ha entrado en la casa de cada uno de nosotros a través de la radio o la televisión? Probablemente poco, pero voy a intentarlo.

Os advierto que no quiero ser frívolo, ni que os imagi-néis que me he vuelto loco, pero cuando me pongo a pen-


sar y repasar la vida de mi amigo, se me vienen a la mente ciertas coincidencias que os paso a relatar.

Su madre, Dolores (D.E.P.), tuvo que sacar adelante ella sola a sus cuatro hijos aceptando los designios del Altí-simo. Su padre, Jerónimo (D.E.P.), se unió a ella por amor y aceptó ser el padre de esos cuatro chiquillos. Y entre los dos, con amor, los cuidaron y los educaron.

Desde entonces, el amor, es nexo de unión, cordón umbilical del que se nutre el niño para hacerse hombre: el amor ha sido su faro, su guía.

Y robándole las palabras al que cantara al amor como solo él supo (me refiero, inequívocamente a San Pedro en su Primera Carta a los Corintios), sigo contándoles dichas analogías.

Mi amigo no tiene don de lenguas, pues la enseñanza recibida, entre otras, en la Ciudad de los Niños de Huelva no incluía idioma extraño que no fuera la férrea disciplina y la enseñanza de la doctrina de la fe, propios de un colegio religioso. Así, con ese amor, sus palabras nunca han sona-do como campana que tañe y ha sido capaz de, más que presentarnos, transmitirnos el contenido de revistas como la de las Angustias o la oficial que edita la Agrupación de Cofradías e incluso emocionarnos en algún acto de Primera Levantá.

Mi amigo no sabe todos los misterios que rigen este mundo ni es capaz de mover montes, ni tiene el don de la profecía, pero por el amor a lo suyo, desde hace poco mas de un año, y, quizás por designio de la Providencia, ha vuelto a formar parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Sagrada Lanzada de la que fue secretario recién llegado a Ayamonte.


Mi amigo no sacrifica su cuerpo en duras penitencias, pero por amor, aporta su granito de arena a entidades que hacen una gran e importante labor social en la Ciudad y fuera de ella.

Mi amigo es paciente, pues le llegó el amor, el carnal, bien entrados los años y dejó semilla, Andrea, que ahora tiene tan solo tres añitos y pico, a la que le ha enseñado a decir, por ejemplo, ¡Viva la Virgen del Rocío! o a cantar el Salve madre, no en vano, mi amigo ha sido miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad del Rocío.

Mi amigo es comprensivo, pues es capaz de soportar-me cada día, si no en el trabajo, en la Hermandad o cuando salimos a tomarnos unas cañas por los bares e incluso me designó su presentador.

Mi amigo no es celoso, no aparenta, no se infla, pues, les confieso una cosa, le costó algún tiempo aceptar ser hoy el protagonista de este día, pues para él, el Pregón de la Se-mana Mayor, marca a quién lo pronuncia para toda la vida. Y como digo en una de las citas que abre mi presentación, en la edición impresa, Luís no quiere ser importante gracias a la Semana Santa, quiere serle útil a la Semana Santa.

Mi amigo fue niño, y creció con el amor de sus pa-dres.

Mi amigo se hizo hombre, y dejó las cosas de niño, pero cundió en él el ejemplo del amor.

Ahora, que ya casi han pasados los nueve meses des-de que Nicolás le hiciera la primera llamada, es el momento que yo deje de hablar de mi amigo y empecemos a oír la Semana Santa interior del pregonero.


Que nuestras madres del Buen Fin y Esperanza del Mar, te ayuden en la tarea.

D. Luís Morillas Castilla, Pregonero, tiene Usted la pa-labra.


epílogo

Dice el refrán que si la vida no te da hijos, te da so-brinos.

A mí no me ha dado hijos, pero si sobrinos y herma-nos.

Sobrina natural, Ana, y sobrinas postizas, Andrea y Eloísa.

Hermanos naturales, dos, Inma y Juan Carlos. Mis pa-dres, Caty y Pepe.

Pero igual de grande que tener hermanos es llegar a sentir como hermano a alguien que no lo es. Esto me suce-de con los padres de mis sobrinas postizas. Uno de ellos es Luís, mi otro hermano.

José Manuel de la rosa santos

Presentador del Pregonerode la semana santa de 2008

24 de junio de 2007, festividad de san Juan Bautista

Última revisión: 16 de noviembre de 2007,hoy mi abuela, aureliana isabel, debería haber

cumplido 99 años. Nos dejó el pasado 1 de junio.



PREGÓN



iNtroDuCCióN

No sé porque, pero el 19 siempre ha sido un nú-mero que me ha perseguido a lo largo de mi vida,

marcando episodios agradables, que uno puede por tanto recordar.

Voy a compartir con ustedes uno de esos episodios, ya que precisamente fue un día 19, cuando José Nicolás, nues-tro aún Presidente de Agrupación de Cofradías, y un servi-dor, nos sentamos en la Plaza de la Laguna, con el fin de comunicarme aquella noticia, que yo ya intuía, y que hoy me ha traído hasta este atril. Era 19 de Junio, la Primavera de 2007 ya nos estaba diciendo adiós y el Verano llamaba a las puertas para entrar con todo su calor.

Les confesaré algo, algo que el propio Nicolás, no sa-brá hasta ahora, junto con ustedes, mientras él me hablaba, yo pensaba y me decía, no voy a hacerlo, no seré el Prego-nero de la Semana Santa de Ayamonte.

Saben por qué decía eso, pues sencillamente porque la idea de verme ante todos ustedes para pregonar nuestra Semana Mayor me asustaba, y si quieren que les diga la verdad, me sigue asustando.


Admiro profundamente a cuantas personas han teni-do la responsabilidad y el honor que hoy yo asumo, y solo espero estar a la altura de hacer un trabajo digno, sumando así, mi pequeño granito de arena y contribución, a esa que todos consideramos la Semana más grande que vive esta Ciudad.

Ustedes, muchos de los que estáis hay sentados, con quien en alguna que otra ocasión abre compartido alguna u otra cosa, poniendo en marcha de ese modo aquello que llamamos relaciones sociales, permitiendo que nos conoz-camos y aprendamos a estimarnos, cogernos cariño y va-lorarnos, han sido probablemente el motivo principal que finalmente me hizo decidirme a dar el paso, porque créan-me, aquí, en vuestra compañía, compartiendo este impor-tante momento de mi vida con todos, me siento cómodo, me siento como cuando llegas a casa después de una larga jornada y te esperan los tuyos para comentar como ha ido el día.

Siempre, desde pequeño, he oído decir que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y que a sus ojos, todos so-mos iguales, de modo que con su venía, permítanme que les dé la bienvenida. Gracias a todos y cada uno por estar aquí.

Quiero que sepan, que me siento realmente orgulloso de haber sido designado como Pregonero de la Semana Santa de Ayamonte, ya que este hecho supone para mí, un paso más en mi bautizo como Ayamontino.

No basta con sentirse de un lugar, es mucho más im-portante que aquellos con los que convives, sientan de verdad que formas parte de su tierra... de sus cosas, y hoy, ustedes, me han hecho ese gran honor.


Este pregón, es de Ayamonte, de su Semana Santa, en definitiva, de todos y cada uno de ustedes.

Pero si me dejan y naturalmente con el permiso de todos y cada uno de ustedes, deseo dedicar este pregón a mi compañera, Lourdes, que sabe entenderme y compartir mi vida, siendo tan importante para mí, como cualquiera de mis cinco sentidos, sin alguno de los cuales, no podría sentir en su plenitud, todo aquello que me rodea.

A mi hija Andrea, por quien no hace falta que diga que daría la vida, como cualquier buen padre lo haría por sus hijos.

Y a mi madre, Dolores, a mi padre Jerónimo y a mi hermano José Antonio, ellos ya nos dejaron, pero les ase-guro que hoy están aquí, igual que lo están cada día de mi vida, porque no hay un solo día que pase, que no me acuerde de ellos.

Hay muchas más personas, a las que me gustaría de-dicarle este pregón, pero si empiezo a nombrarlas este pró-logo se convertiría en algo demasiado extenso, en cualquier caso, ellos saben bien quienes son y seguro que así lo sien-ten.



En muchas casas de Ayamonte, a primeras horas de la mañana, corazones inquietantes se despiertan

con la ilusión de saber que hoy por fin, después de muchos días de impaciencia, estarán acompañando a su Señor de la Mulita.

Vamos niños, daos prisa, tenemos que ser puntuales y estar en el templo a la hora que se nos ha dicho, que en esto de la salida de los pasos, si que sabemos ser puntua-les.

Ajena a todo lo que sucede en torno a una mañana de Domingo de Ramos, en la que se vivirá un año más ese episodio de la vida de Jesucristo, cuando Triunfante hace su entrada en Jerusalén, una madre esta a punto de dar a luz.

El milagro de la vida, va a producirse de nuevo, y na-cerá un nuevo ser que formará parte de la gran familia de la humanidad, y ese nuevo ser, no es ni más ni menos, que aquel que consiguió entre otros miles, fecundar el óvulo que finalmente le hizo el más grande de cuantos regalos uno pueda recibir, la propia vida.

DoMiNGo De raMos La MuLita

y Jesús, entró triunfante en Jerusalén


Estoy convencido, que cada uno de nosotros, estamos aquí por alguna razón, nuestra propia concepción, el de-sarrollo del embarazo, todo ese dolor, sacrificio y esfuerzo de una madre a la hora del parto... no cabe duda, si hemos nacido, Dios no estará tranquilo hasta que hayamos encon-trado nuestro camino.

El Señor entró triunfante en Jerusalén, él sabia desde su condición de humano cual era el guión de su vida desde que se hizo carne, cuales serían sus sufrimientos, sus an-gustias y sus agonías, y por supuesto, cual era su destino.

Dios puso a su hijo sobre la faz de la tierra como a un hombre más, y él vivió y compartió, como un hombre más, haciendo honor de ese modo, al regalo de la vida que un día le fue concedido.

Nosotros, que también entramos triunfantes en nues-tro particular Jerusalén de nuestra particular vida, que no sabemos nada sobre el guión que nos toca seguir, y mucho menos sobre cual será nuestro destino, hemos de esfor-zarnos día a día, por sentirnos realmente merecedores del regalo que se nos dio.


Cada decisión que tomamos, cada acción que lleva-mos a cabo, cada momento de nuestra vida, es una página más en el diario de nuestra memoria, que al final de nuestro camino, nos tocará recordar, siendo entonces cuando sere-mos juzgados.

No tendría sentido alguno, ver al Señor de la Mulita bajo el cielo ayamontino en la mañana del Domingo de Ramos, si en ese momento que compartimos a su paso, no pensamos en lo que hizo y simplemente nos limitamos a contemplar una bella y bonita estampa.

Más de dos mil años después de su existencia, se-guimos recordando a este hombre, no podemos aspirar a tanto, pero tal vez, sea suficiente que cuando dejemos este mundo, podamos hacerlo de la misma forma en la que llegamos, Triunfantes, limpios e inocentes, porque solo de ese modo, habrá merecido la pena vivir, porque solo de ese modo, estaremos a su lado y le conoceremos.



Es muy pronto, demasiado pronto, pero en la tar-de del Domingo de Ramos, ya vemos a Jesucristo

Crucificado.

El primer día de nuestra Semana Mayor en Ayamonte, es un día de emociones y sentimientos contradictorios.

La mañana esta llena de luz, ilusión y triunfo, sin em-bargo, la tarde se vuelve más amarga, un cristo de amor ya ha sido crucificado.

Tal vez tiene que ser así, porque el Amor es sacrifi-cio, o acaso, alguna vez no se han sentido crucificados por Amor.

Él, murió en la Cruz por Amor, y hoy, el mundo, por Amor vive y por Amor muere.

No hay nada más grande que el Amor...

Amar es lo más hermoso que puede ocurrirnos jamás, por eso, estoy convencido que el Cristo del Amor camina

DoMiNGo De raMos Cristo DeL aMor

un Cristo de amor, ya ha sido Crucificado


por Ayamonte, no con la fuerza del puñado de hombres que lo llevan en sus hombros, pero si con el Amor que ha-bita en sus corazones, y no estoy hablando solo del Amor que puedan tener por la imagen que llevan arriba, hablo del Amor que sienten por sus madres, por sus hijos, por sus esposas, sus amigos, por aquellos con quienes comparten sus vidas día a día, el Amor, en definitiva, por sus semejan-tes.

Él nos dijo, “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, que sencillo mensaje, pero que difícil se nos hace cumplirlo.

Cristo del Amor, perdónanos, perdónanos por no sa-ber seguir tu ejemplo y te suplicamos que nos ayudes, ayú-danos a Amarnos, ayúdanos a desterrar todo aquello que levanta barreras de odio, marginación e intolerancia.

Duele tanto Señor, cuando lo que buscas es Amor y solo encuentras rechazo.

Duele tanto Señor, cuando solo tienes Amor para dar y no encuentras a nadie que desee recibirlo.


Duele tanto Señor, duele tanto no sentir Amor.

En la tarde del próximo Domingo de Ramos, cuando estés procesionando por las calles de Ayamonte, quiero pe-dirte perdón anticipado, porque no estaré pensando en ti, estaré pensando en toda la gente a la que amo, y te aseguro que es tanta, que no se si mi corazón y mi mente darán ca-bida a todos... Y sabes porque Cristo del Amor...

Porque es imposible sentir odio cuando tu estas tan cerca.

Porque al verte en tu cruz, muriendo por Amor, como puedo yo ni nadie, sentir otra cosa que no sea Amor.

Porque solo tú, Cristo del Amor, das sentido y pones orden al caos en el que estamos convirtiendo el Mundo donde vivimos.

Por eso, Cristo del Amor, una vez más te pido... Ayú-danos a Amar, señor, ayúdanos.



Estarán todos de acuerdo conmigo, si digo que lo más preciado que podamos tener, o desear, es la

Salud.

La buena gente, esa buena gente de verdad, es tan buena que siempre pide Salud para todos, acordándose po-cas veces de pedir Salud para ellos mismos.

Y es así, como cada noche de Domingo de Ramos, el manto de Nuestra Señora de la Salud, se prolonga más allá del suave terciopelo, para continuar en un paño muy espe-cial, un paño tejido de sentimientos de mucha buena gente, que lo único que desea es Salud para los suyos.

Salud, salud para esos cientos de almas, que cada día libran una batalla contra alguna enfermedad que consume sus vidas, da igual el nombre que tengan, cáncer, alceimer, sida...

Salud, salud para esos desechos humanos que sin sa-ber como ni porque, ahora viven un infierno, llamando a su demonio Drogas.

DoMiNGo De raMos La VirGeN De La saLuD

Cuando el amor, se transforma en salud


Salud, salud para el marido, para la madre, para el cabeza de familia, para el único que cada mes puede meter algo de dinero en casa y así llevar a los suyos hacia ade-lante.

Salud, salud para los muchos que aguardan impacien-tes y desesperados, que por fin llegue ese donante que les proporcione un riñón, un corazón, un hígado...

Y que difícil tiene que ser, pensar y saber que en muchos casos, la Salud de unos, supone muerte y tragedia para otros.

En una habitación de cualquier hospital del mundo, unos padres lloran la perdida de su hijo en accidente de tráfico...

A pocos metros de allí, en otra habitación, no se cabe de alegría ni de dar gracias a Dios, porque ya llegó el cora-zón que salvará la vida de otro hijo.

Las dos madres de esos dos hijos, tienen motivos de alegría y motivos de tristeza.


La del hijo que donó su corazón para que otro se-mejante suyo viviera, no podrá jamás ahogar la tristeza de su perdida, de su ausencia, pero es feliz porque en cierto modo, es como si hubiese parido otro hijo.

La madre del hijo que recibió el corazón, no puede sentirse más feliz, su hijo vive, le ha puesto la mano en el pecho y siente sus latidos, y es en ese mismo momento cuando siente tristeza, ambos, madre e hijo, van tras Ntra. Señora de la Salud, ambos, madre e hijo, se miran, lloran, ríen, comparten sentimientos y se hablan en silencio, mien-tras recuerdan a ese muchacho que de la mano de Ella, la Virgen de la Salud, pasea por el cielo de Ayamonte, ese mu-chacho que los observa con alegría y con tristeza, la alegría que nace de la bondad y la tristeza de la ausencia.

Y la Virgen dice, Amaos, demostraros afecto y cariño, que no existe mejor remedio contra todo mal, que dar y recibir Amor, porque el Amor, es Salud.



Tal vez, no se hayan percatado de ello, pero todos y cada uno de nosotros, somos cautivos de nues-

tros actos.

Ha esta circunstancia, la solemos llamar, ser responsa-bles y consecuentes, en principio con los demás, con aque-llos que nos rodean y han confiado en nosotros, pero por supuesto, también se trata de sentirnos bien con nuestra propia forma de caminar en la vida.

Jesús fue Cautivo por defender una idea, por predicar una forma de vida bajo el manto misericordioso de un sólo Dios.

Muchos hombres y mujeres después de Él, también han sido Cautivos por alzar su voz más allá de lo estable-cido, revelándose contra injusticias y contra todos aquellos que usando las armas del poder, persiguen, humillan, do-blegan y matan a sus semejantes.

LuNes saNto JesÚs CautiVo

Jesús fué Cautivo por defender una idea


Podríamos decir que Jesús fue uno de los primeros

revolucionarios que conoció este mundo, sí... un revolu-

cionario que cambió el rumbo de la humanidad y que con

su cautiverio, nos enseñó que cuando se cree firmemente

en unas ideas, cuando la Fe es tan inmensa y fuerte que

se convierte en nuestro mejor aliado, se pueden conseguir

cosas.

Jesús... un solo hombre.

Cuantas veces en nuestra vida, hemos tomado el ca-

mino fácil abandonando la lucha y dejándonos llevar por

la corriente social o por aquello que de algún modo se nos

ha impuesto.

Día a día, vemos muchas cosas que no nos gustan, y

pensamos... que puedo hacer yo solo para evitarlo, como

una sola persona puede influir o reaccionar ante tantas mi-

serias, para intentar arrojar algo de luz a tan fría sombra.

Nos sentimos impotentes y fracasados, incluso antes

de hacer un solo gesto, y es entonces cuando nos converti-

mos en cautivos, prisioneros del tiempo que nos ha tocado

vivir, un tiempo en el que muy pocos, deciden que rumbo

ha de seguir la humanidad.


Es posible, que digo posible, es del todo cierto que

difícilmente seriamos capaces de cambiar todo lo que odia-

mos y despreciamos en este mundo, pero no es menos

cierto, que no tenemos por que sentirnos cautivos de esa

realidad cotidiana que tejemos día a día.

Realmente, es incluso mucho más fácil de lo que pen-samos, conseguir que la sociedad cercana que compartimos todos, sea mucho más corazón y mucho menos insensible.

Señor, quiero sentirme Cautivo, pero cautivo de Amor por los míos, Cautivo por el compromiso de ayudar a me-jorar el entorno que nos rodea, cautivo por sentirme útil, cautivo por sentir que necesito a todos y a la vez sentir también que todos me necesitan.

Señor, cautivo de tu ejemplo, de tu credo, de tu Fe, de tu Amor.



Por mucho que lo pensemos, por muchas razones que busquemos y por muchos argumentos que

escuchemos, no habrá nada ni nadie en este mundo que nos convenza, que cuando se nos marcha un ser querido para siempre, ha sido una Buena Muerte.

Solo el Cristo de la Buena Muerte, puede ayudarnos a entender este amargo trance, este difícil momento de nues-tras vidas, al que todos hemos de llegar.

De todas las tragedias a las que nos hemos de en-frentar durante el transcurso de la vida, es precisamente la muerte, la que nos provoca el más duro e insoportable sen-timiento de vacío, que jamás pueda tener un ser humano.

Cuando se marchan nuestros abuelos, nos queda el consuelo de llenar su ausencia con cientos de recuerdos, de ese modo, siempre estarán vivos, tal vez esa, si pueda ser una buena muerte.

LuNes saNto Cristo De La BueNa Muerte

sólo su Buena Muerte, puede ayudarnosa entender tan amargo trance


Pero... que ocurre cuando se marchan nuestros hijos, haciéndolo cuando aún no hemos tenido tiempo de acu-mular vivencias y recuerdos.

Jesús, ahora convertido ya en Cristo de la Buena Muer-te, compartió y vivió tan intensamente con cuantos se acer-caron a él, que consiguió hacer imborrables cada uno de sus pasos, cada una de sus acciones, sus mensajes, su idea de como debemos ser y comportarnos ante Dios y ante la propia humanidad.

Su recuerdo, ha sido heredado de generación en ge-neración hasta llegar a nuestros días y hoy, aquí estamos, hablando de él y de como Ayamonte se prepara para recor-dar en sus calles su pasión, muerte y resurrección.

Nos cuesta mucho, cada vez más, buscar momentos para compartir con los nuestros, de tal modo que cada vez son menos los recuerdos en común que tenemos con nues-tros hijos, nuestros padres, hermanos, amigos...


Algún día nos tocará marcharnos de este mundo para siempre, y a los que se van, se les recordará por como vi-vieron y por la clase de personas que consiguieron llegar a ser.

A los que seguimos aquí, siempre nos quedarán todos esos momentos que han llenado nuestras vidas de alegrías y tristezas, compartidos con los que marcharon, haciéndo-nos más llevadera la ausencia.

Vivir es morir, pero morir, también es vivir.

El Cristo de la Buena Muerte vivió, murió y resuci-tó...

Y resucita constantemente en cada uno de nosotros, cada vez que lo recordamos en nuestras oraciones, cada vez que acudimos a él solicitándole ayuda, cada vez que pensamos en él porque lo necesitamos, cada Lunes Santo, cuando crucificado, nos dice que en nosotros está saber si la suya, fue realmente, una Buena Muerte.



Es noche de Lunes Santo, la Merced, con su carac-terística y singular cuesta, una vez recuperado el

protagonismo que siempre tuvo en un día como éste, ya ha visto pasar bajo su dintel al Cautivo y a la Buena Muerte.

A pocos metros, una voz manda y una cuadrilla de costaleros obedece, esa voz será el sentido de la vista para cada uno de los hombres que sobre sí, llevarán a la Virgen del Rosario en esta procesión.

Y como si fuesen las cuentas de un rosario, una a una, el rachear de zapatillas van rezando su Fe.

Y la voz suena, “a esta es”... y seguimos rezando el rosario.

Porque como si de un rosario se tratase, un grupo de hombres y mujeres han decidido dedicar su tiempo y cariño a su hermandad... es la Junta de Gobierno.

Y en ese grupo de personas, como ocurre con un ro-sario, cada cuenta, cuenta...

LuNes saNto La VirGeN DeL rosario

Porque todos somos como cuentas de un rosario

�0 Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte

El rezo del rosario estaría incompleto si por faltar al-guna cuenta, no cantásemos un “Dios té Salve María”.

Los que han estado alguna vez, o lo están en este mo-mento, inmersos en el que hacer diario del trabajo de una Junta de Gobierno de alguna Hermandad, saben perfecta-mente lo importante que es contar con todas y cada una de las cuentas de un rosario, para que finalmente, María pueda sentirse feliz y satisfecha por nuestros rezos, sabien-do que sus hijos, han sido todos capaces de entenderse, no dejando que la más mínima fisura, pueda hacer daño a ese rosario.

Una Hermandad, es como un rosario, esta llena de cuentas de las que no se puede prescindir, porque de lo contrario, difícilmente podría llamarse Hermandad.

No tenemos porque esconder el hecho tan simple y tan humano, de los revuelos, situaciones incómodas, en-frentamientos de opinión por tener ideas distintas, que en muchas ocasiones, se nos presentan en nuestros particula-res rosarios.

Luís MoriLLas CastiLLa �1

A bien decir, cuando esto ocurre, demuestra que las hermandades están vivas, que existe interés e inquietud por aquello en lo que creemos, habiendo decidido ser una par-te más de ello, pero sin olvidar nunca, que la Virgen del Rosario esta en cada momento con nosotros, y no podemos defraudarla.

Los costaleros junto al capataz pasean a su señora, la Junta de Gobierno trabajo para que el gran día de la proce-sión todo estuviese perfecto, los nazarenos arriman la llama de su ilusión transformada en cirio, el gentío arropa el des-file con su presencia en las calles, todos, todos como cuen-tas de un rosario, cuentan en esta excepcional historia.

Por eso, hermanos y hermandades, seamos un rosa-rio, un rosario unido, un rosario fuerte e indestructible del que podamos sentirnos orgullosos, un rosario, del que Ma-ría Santísima del Rosario, pueda presumir cada noche de Lunes Santo.



Por qué llamarla Sagrada, si su única misión fue la

de hacer daño.

Cómo puede ser Sagrado algo que nos hiere, algo que

nos hace sangrar, quitándonos con ello la vida.

El Cristo de las Aguas, Nuestro Señor, hizo Sagrada

aquella Lanza que Longinos hundió en su costado.

El odio, el desprecio, la envidia, la sin razón, se cla-

varon sobre su cuerpo, respondiendo éste con sangre y

agua.

Probablemente, todos hemos sido heridos en nuestro

costado alguna vez, o igual demasiadas veces.

Traiciones, engaños, mentiras, hipocresía, maldad,

odios, desprecios, envidias... estas son las Sagradas Lanza-

das con las que vivimos día a día, aunque, con una notable

diferencia.

Martes saNto saGraDa LaNZaDa

Cristo de las aguas, aquí nos tienes,para sufrir contigo tu sagrada Lanzada


Longinos, clavo su Lanza mirando a la cara de un

hombre crucificado, sin duda indefenso e incapaz de res-

ponder más que como lo hizo, con sangre y agua.

Hoy, por el contrario, una Lanza cobarde, una lanza

empuñada por miserables sentimientos, se atreve escon-

dida entre sombras, a herirnos con la única intención de

hacernos todo el daño que sea posible.

Pero... no vamos a derrumbarnos por eso, no pode-

mos dejarnos abatir ante tan indeseable acción.

Él, nuestro Cristo de las Aguas, derramó sus últimas

gotas de sangre sobre la punta de aquella Lanza, sufriendo

un dolor indescriptible, y aún así, su mensaje era demasia-

do importante para acabar de ese modo, de manera que

la verdad se hizo fuerte, venciendo finalmente la resurrec-

ción.

No importa de donde vengan, ni quien las empuñe,

por mucho que intenten hacernos sangrar, la verdad estará

siempre por encima de cualquier dolor.

Luís MoriLLas CastiLLa ��

Siempre, siempre tendremos cerca un San Juan Bau-

tista, una María Magdalena y por supuesto, una Madre, ca-

paces de ver en nosotros el Ser que somos, capaces de ver

en nuestros ojos, el claro brillo de la verdad.

El misterio de la Sagrada Lanzada, ese episodio de

la pasión, muerte y resurrección de Cristo que se renueva

cada noche de martes santo en Ayamonte, nos recuerda,

que no existe maldad invencible, que nuestros enemigos,

no lo son tanto cuando es fuerte nuestra Fe, y que cuan-

do quienes te quieren te arropan con su Amor, el dolor se

transforma en una caricia pasajera e inapreciable.

Cristo de las Aguas, aquí nos tienes, dispuestos a sufrir

contigo tu Sagrada Lanzada.

�� Pregón ofiCiaL de La seMana santa de ayaMonte


La vida, no tiene sentido sin Esperanza, porque la

propia vida es en sí misma Esperanza.

La Esperanza, se concibe, se engendra, se pare...

Con Amor, ilusión y Esperanza, se busca el fruto del

vientre, esperando la llegada de una criatura que nos llena-

rá de felicidad.

He ahí la vida, la Esperanza hecha carne.

Y el hijo de Dios, se hizo carne para traer Esperanza a

este mundo, igual que cada uno de nuestros hijos, abre los

ojos a la vida para inundar de Esperanza nuestro camino.

Sentir Esperanza, tener Esperanza... difícilmente po-

dremos tener este inmenso sentimiento, si nos falta la Fe.

Tener Fe, creer en la humanidad, creer en nosotros

y en cuantos amamos y respetamos... ello, nos llevará sin

duda a tener Esperanza.

Martes saNto La VirGeN De La esPeraNZa DeL Mar

La esperanza se concibe, se engendra, se pare…


Ya lo sé... sé que muchas veces resulta duro mirar

hacia adelante y ver con Esperanza las cosas, pero aún así,

hemos de esforzarnos para conseguirlo.

Ella, mirarla a Ella, La Virgen de la Esperanza, ahí esta,

tras de su hijo crucificado, viéndole sufrir en su inmensa

agonía, y sin embargo, a pesar de esta dura y cruel realidad,

su carita no deja de irradiar Esperanza.

No sabemos que vamos a encontrarnos en el camino,

que a cada uno nos haya tocado recorrer en esta vida, pero

si nos cruzamos con alguien a quien se le borro de su cara

la Esperanza, es necesario que le ayudemos a recuperarla.

Cómo podernos llamarnos Cristianos, cómo podemos

sentirnos hermanos, como podemos mirar a nuestra Virgen

de la Esperanza, si luego somos incapaces de tender una

mano a quien por la razón que sea, la vida le ha dejado sin

Esperanza.


Hay muchos motivos, por los que en muchas ocasio-

nes, perdemos la Esperanza, sintiendo en ese momento,

que nada ni nadie, podrá devolvernos la ilusión y las ganas

de vivir.

Es precisamente ahí, donde se nos necesita, es preci-

samente en ese instante, donde debemos sentirnos instru-

mentos de Nuestra Virgen de la Esperanza, convirtiéndonos

en ese puente que logre sacar del abismo y las sombras a

quienes lo creen todo perdido.

Nunca esta nada del todo perdido, siempre que nunca

perdamos del todo la Esperanza.

Ella no lo hizo... Ella creyó, Ella lloró, sí... lloró lá-

grimas de Esperanza y al tercer día, Ella, junto a su hijo,

también resucitó.



De todo aquello cuanto recordamos, de un modo

significativo y especialmente intenso, a lo largo

de nuestra Semana Santa, es la Pasión, lo que más tiempo

nos ocupa.

Pasión, Pasión de Cristo, prólogo de muerte y sin em-

bargo, camino hacia la vida eterna.

A Jesús de la Pasión, podríamos decir que se le ve ca-

minar por las calles Ayamontinas, cada noche de miércoles

santo, y esto ocurre así, porque con Pasión, su cuadrilla de

costaleros, lo sienten sobre sus hombros.

Me imagino a Jesús entonces, caminando entre las

multitudes que lo aclamaban y lo seguían, escuchando el

mensaje de Fe que con Pasión y Amor predicaba, no solo

con su palabra, también con sus obras, con su comporta-

miento y con sus acciones.

MiÉrCoLes saNto PasióN

Pasión de Cristo, prólogo de muertey camino hacia la vida eterna


A Jesús de la Pasión, tan solo podemos imaginárnoslo

a través de su legado y su herencia histórica, contada con

el pasar de los años.

Nuestra propia vida, la que compartimos como hom-

bres y mujeres mortales, no será nunca una vida plena, si no

vivimos con Pasión la llamada de nuestros sentimientos.

Sólo cuando existe Pasión en las cosas que hacemos

o decimos, conseguimos aquellos propósitos que nos plan-

teamos.

Si hace un momento imaginaba a Jesús de la Pasión

caminando entre multitudes que lo aclamaban... Hoy, en

nuestro día a día, no solo podemos imaginar, también po-

demos ver y seguir a gente cuya Pasión y entrega por lo

suyos, han dejado huellas imborrables.

Y así, con la venía de todos ustedes y el permiso de

Dios, quiero a través del recuerdo, resucitar en este Pre-

gón…

A Manolo Cabeza y Feliciana Ferrer, quienes ya cami-

nan en un cielo de Palmas y cuando llega el Domingo de

Ramos, miran con Pasión desde allá arriba, el triunfo del

Amor, derramando Salud para todos.


A Calixto Pérez Martín, Cautivo para siempre del Lu-

nes Santo, reposo de una Buena Muerte y una cuenta más

del Rosario inmenso e infinito de Dios.

A Rafael Aguilera Silveira, ahora la luna es su paleta y

las estrellas sus pinceles… Si ustedes miran al cielo en las

noches de martes santo, le verán pintando con pasión y

esperanza, el misterio de la Sagrada Lanzada.

A Jesús Castellano, José González Feria, Manuel Feu

Marchena y Bella Pérez Feu, sin cuya pasión, probablemen-

te hoy la Paz, no pasearía por las calles de Ayamonte.

A Antonio Concepción Reboura, su oración en el

Huerto fue como una semilla que ha crecido en sus hijos,

nietos y biznietos, estando vivo en cada uno de ellos.

A Manuel García Jiménez, una vida con Padre Jesús y

una eternidad para compartir con pasión, un sonido único

en la madruga ayamontina, a golpe de orqueta.

A Miguel Martín Navarro y Calixto Pérez Martín, cu-

yas almas descienden de los cielos cada noche de viernes

santo, para velar a su yacente y dar consuelo a su Mayor

Dolor.


A Manuel Pérez Bautista y José Fernández Gómez,

quienes jamás dejaron sola, a su Soledad.

Al maestro Don José Tristán Martín, recientemente

desaparecido y muy unido por los vínculos de la música al

Resucitado y la Victoria, y quien sin duda resucitará en ese

domingo que cierra nuestra Semana Mayor, con cada una

de las notas que hará sonar la Banda de Música Maestro

Tejera, que durante tantos años dirigió.

A Francisco Domínguez Rodríguez, Paco el tallista, a

quien Dios llamó el pasado mes de noviembre a su lado,

pero cuyas inigualables manos, podremos ver pasear por

nuestras calles a través de su obra.

A Antonio León Ortega, quien nos ha mostrado tantos

rostros de Jesucristo, siendo precisamente Pasión, junto al

Cristo de la Lanzada, las obras de las que siempre manifestó

sentirse más orgulloso y satisfecho.


Todas ellas son personas que con pasión, vivieron un

intenso sentimiento cofrade.

Personas que como Pasión, también dejaron huellas

imborrables, convirtiéndose en testigos de su Fe, dejándo-

nos un importante legado, que ahora nos toca a nosotros

continuar y preservar, porque algún día, llegarán nuestros

hijos a reclamar su herencia…

Y cuando llegue ese momento, Jesús de la Pasión,

estará esperándonos.



Señora, Mi Señora de la Paz...

Cuando me puse a pensar que decirte, como prego-

narte, solo se me ocurrió una cosa... Pedir Perdón.

Pedirte perdón, a ti, Mi Señora de la Paz, en nombre

de toda la humanidad.

Pedirte perdón Señora, porque desde la creación, ja-

más el hombre, te ha dejado reinar sobre toda la faz de la

Tierra.

Cada día, nos despertamos con la sangre derramada

de inocentes.

Cada día, tenemos que oír como niños, mujeres, gente

indefensa, es humillada, maltratada y denigrada, hasta el

punto de perder su dignidad como personas.

MiÉrCoLes saNto La VirGeN De La PaZ

se recoge lo que se siembre, en tal caso,por qué no sembrar Paz…


Mi Señora de la Paz, entiendo que existen grandes

y complicados conflictos en el Mundo, que solo la buena

Fe y Voluntad de nuestros gobernantes podrían resolver,

por ello, desde esta tribuna, yo te pido que les ayudes a

encontrar la razón, y te lo pediré cada día de mi vida, y te

lo pediré especialmente, cuando este miércoles santo, nos

bendigas con tu Paz.

Pero... Mi Señora de la Paz, también tu y yo sabemos,

que para que encontremos la Paz, la Paz del Alma, la Paz

de Espíritu, primero tendremos que arreglar nuestros pro-

pios asuntos.

Debemos aprender a vencer enemigos como el orgu-

llo, que tantas veces nos impide hacer algo tan digno como

pedir perdón.

Es necesario que nos hagamos aliados de la tolerancia,

porque solo de ese modo, ganaremos la batalla a la intran-

sigencia y podremos ondear la bandera de la solidaridad.

Se recoge lo que se siembra, en tal caso, por qué no

sembrar Paz.


El mundo del mañana, depende de hombres y muje-

res que hoy son nuestros hijos.

Nosotros, hombres y mujeres de hoy, somos la más

clara referencia, el mayor reflejo de comportamiento sobre

el que se miran nuestros hijos.

Mi Señora de la Paz, por qué tiene que ser una uto-

pía, pensar en un mundo en el que tu manto, nos cubra a

todos.

Mi Señora de la Paz, por qué no podemos creer que

los hombres y mujeres del mañana, conozcan tu verdad y

aprendan a vivir en armonía.

Mi Señora de la Paz, por qué tiene que ser tan difícil,

pensar que nuestros hijos, si permitirán que reines sobre

todos y cada uno de los pueblos de este Mundo.



No son pocas las veces, que necesitamos retirar-nos a nuestra propia intimidad, sin más compa-

ñía que la de nosotros mismos, a fin de dedicar un tiempo para la oración.

Para muchos, seguro que la oración es una necesidad más en la vida.

La oración... alimento del alma que nos hace sentirnos bien con Dios, pero sobre todo, bien con nosotros mis-mos.

El Jueves Santo, Ayamonte es el escenario de uno de los misterios vividos en el transcurso de la Pasión de Cristo, ese momento en el que Jesús decide ir al Huerto de Gese-mani, porque necesita más que nunca estar a solas con su padre.

El misterio de la Oración en el Huerto, al que en esta ciudad, rebautizamos con el nombre de “El Angelito”, moti-vado por la figura del Ángel que acompaña a Jesús en esta escena.

JueVes saNto oraCióN eN eL Huerto

La oración… alimento del almaque nos hace sentir bien con Dios


Me enseñaron desde pequeñito, que a lo largo de nuestra vida siempre nos acompaña un Ángel, ese al que llamamos “el Ángel de la Guarda”.

Sinceramente, creo que durante nuestra vida, son mu-chos los Ángeles que nos acompañan, aunque son Ángeles difíciles de identificar, ya que estos no suelen llevar alas, a éstos ángeles a los que ahora me refiero, los solemos llamar amigos.

Cuando llega uno de esos momentos, en los que ne-cesitamos apartarnos del resto de la gente, para encontrar-nos con la Oración, seguro que siempre habrá un amigo cerca con el que podremos contar.

Desgraciadamente, la palabra amigo ha perdido mu-cho de su sentido en los tiempos que corren.

Este hecho es más que suficiente para invitarnos a todos a la Oración, una Oración que nos sumerja en una reflexión sobre el significado de la amistad.


Jesús, en su Oración en el Huerto, conocedor de su propio destino, pensó en su amigo y apóstol Judas.

Amistad, traición, muerte y perdón.

Jesús, que vivió como hombre al igual que cada uno de nosotros, perdonó porque el se sentía amigo, estando su amor por encima de cualquier traición.

Judas, enloquecido por su acción, solo consiguió ali-viar su sufrimiento sesgando su vida, porque a pesar de su traición y por encima de ella, Judas no perdió su sentido de la amistad, aunque cuando quiso darse cuenta de ello, ya era demasiado tarde.

No somos perfectos... a veces hacemos daño sin que-rerlo, a veces se nos olvida el verdadero valor de la amistad, lo mucho que significan en nuestra vida nuestros amigos... es entonces, cuando debemos encontrarnos con Jesús en Gesemani, y hacer nuestra propia Oración en el Huerto.



No tenemos que mirar muy lejos, para encontrar

al Caído.

A veces, basta con mirar hacia uno mismo.

El verdadero sacrificio, no es el hecho de caer, si no

más bien, el valor de levantarse.

Hasta tres veces cayo, y tres veces se levantó Nuestro

Señor Jesucristo.

Por encima del castigo y la tortura.

Por encima de su cuerpo débil y ensangrentado.

Por encima de la burla y la ofensa.

Por encima de esa pesada cruz sobre la que iba a

morir.

JueVes saNto eL CaíDo

el verdadero sacrificio, no es caer,más bien está en el valor de levantarse


Jesús, tres veces cayo y tres veces se levantó, para

seguir caminando hacia su destino.

Para quienes viven en la Fe de Cristo, no existe caída

lo suficientemente grande, de la que no pueda levantarse,

porque ellos, cuentan con su fuerza, la fuerza de su Fe.

Cómo explicar si no, la manera en la que cada día,

miles de familias que rozan el umbral de la pobreza, se le-

vantan y luchan para dar de comer a los suyos.

Cómo explicar si no, las ganas de vivir de tanta y tanta

gente, a las que la vida les privo del habla, o de la vista, o

de poder andar y correr.

Cómo explicar si no, el día a día de unos padres, a los

que una cruel tragedia les arrebato la vida de su hijo.


Podremos caer no tres, si no mil veces, y mil veces

nos levantaremos siempre que nos apoyemos en la fuerza

de nuestra Fe, porque por encima de lo muy dura que sea

nuestra caída, nunca nos fallará el valor que Él nos enseñó,

el valor que Él nos dejó, un valor que no le abandonó, in-

cluso sabiendo que cada vez que se levantaba, más cerca

estaba de su crucifixión, más cerca estaba de su muerte.

Cada Jueves Santo, cuando te veo salir del Salvador,

cargado con tu pesada cruz, que no es otra más que la

nuestra propia, ruego y rezo para que jamás nos abandone

la fuerza de la Fe, porque solo con ella, conseguiremos

levantarnos de cada caída, y así... llegar al final de nuestro

camino, el final de un camino que como en el tuyo, tam-

bién se teñirá de muerte, muerte de vida eterna.



La más cruel y amarga realidad, de todas cuantas un

ser humano pueda experimentar, es la perdida de

un ser querido, de un ser amado.

La Amargura, La Virgen de la Amargura, no solo sufrió

la crueldad de la muerte de su hijo... Ella compartió su pa-

sión, su calvario, las heridas de su cuerpo, sus humillacio-

nes, hasta el peso de su Cruz.

Perdemos demasiado tiempo en buscar la felicidad en

las cosas materiales, y no nos damos cuenta de la mucha

felicidad que tenemos a nuestro alrededor, simplemente

disfrutando del Amor de los nuestros.

Grande será siempre la Amargura, de ver como se nos

marcha para siempre aquella persona a la que tanto ama-

mos y tanto necesitamos, pero mucho más grande será esa

Amargura, cuando mirando hacia atrás, nos demos cuenta

de todo el tiempo que dejamos de compartir con ella.

JueVes saNto La VirGeN De La aMarGura

La amargura de la Muerte,ante el consuelo de los recuerdos


Nos levantamos cada mañana, dispuestos a buscar el

camino de una vida mejor que ofrecer a nuestra gente, de-

jando que se nos vayan así los días, las semanas, los meses

y los años, viviendo en ocasiones una amarga realidad que

sobre todo, nos priva del Amor y el Cariño de nuestras fa-

milias.

Nuestra constante preocupación por mejorar la vida

que nos ha tocado, nos impide ver la realidad, tal vez no

tan amarga, que existe a nuestro al rededor, no sabiendo

disfrutar de ella.

Esta sociedad que hoy conocemos se está equivocan-

do, está torciendo su camino, cuando cree que será más

feliz si consigue mayor éxito social o profesional, elevando

su estatus de vida, por encima del afecto, el cariño, el amor

o la amistad.

No dejemos que un día nos sorprenda la amarga tris-

teza, de ver cómo la vida que llevamos, se sostiene solo

sobre valores materiales.


No conozco ningún relato de la vida de Jesucristo en

el que le falte el calor de su madre, el Amor de su padre

o el apoyo de sus apóstoles, a los que bien podría llamar

hermanos.

Triste y cruel fue la Amargura de la madre, que tras su

hijo caído, lloró su dura tragedia, pero al mismo tiempo,

dulce y consolado llanto el de María, acunado por el Amor

de su hijo y bendecido por el Dios Padre.

Ella, la Virgen de la Amargura, nos enseñó que no

será difícil soportar la Amargura de la ausencia, cuando

vivimos ofreciendo amor y entendiendo que lo importante

son las personas, muy por encima de las cosas.



Es curioso como a veces el destino, nos coloca en

el lugar más idóneo o acertado.

Tras más de dos décadas, miro hacia atrás y veo a un

joven recién llegado a esta ciudad, cuyo primer barrio fue

“La Villa”.

Ese joven, no olvidará jamás el techo que le dio cobijo

durante sus primeros meses de estancia aquí, porque junto

a la puerta de entrada de esa casa, sobre una fachada blanca

de cal inmaculada, un mosaico de Padre Jesús, cuidaba su

sueño y protegía su despertar, al menos, así lo sentía yo.

La gente del barrio alto, cuando se refieren a esta ima-

gen, lo hacen llamándole “El Viejo”.

El Amor, el cariño y la ternura que se esconden tras

este modo de dirigirnos a Padre Jesús, me recuerdan mucho

al Amor, el cariño y la ternura que tenemos hacia nuestros

abuelos.

VierNes saNto - MaDruGá PaDre JesÚs De La ViLLa

Padre Jesús de la Villa… el Viejo


La primera Madrugá de viernes santo que viví en Aya-

monte, pude ver, sentir y compartir, la más grande demos-

tración de Amor y Fe, de todo un pueblo, hacia su Padre

Jesús de la Villa, quedándome con una estampa, una ima-

gen que se grabó en mi retina y que jamás se borrará de

mi mente por mucho tiempo que pase, entre otras cosas,

porque esa imagen, suele renovarse año tras año.

Esa imagen es la calle de la Amargura, y un caudaloso

río de almas bajando por ella a ritmo del sonido de las or-

quetas, hasta desembocar en Galdames.

Padre Jesús de la Villa, el viejo.

Hoy, con tu venia, y porque como Tú, también ellos

se han ganado el que sean llamados viejos y abuelos, un

recuerdo para cuantos el paso de los años, lleno su rostro

de sabias arrugas.

Un recuerdo para aquellos que caminaron junto a ti

tantas y tantas madrugadas, y hoy se sienten felices simple-

mente cuando alguien les cuenta como pasaste la noche

hasta llegar el amanecer.


Un recuerdo para esos abuelos de los que tan pocas

veces nos acordamos, y tanto nos dieron mientras crecía-

mos.

Un recuerdo, Padre Jesús de la Villa, en tu madrugada

de viernes santo, que nos ponga sobre el camino del verda-

dero Amor hacía Ti, el Amor que tu sientes que te hacemos

llegar, cuando lo damos y entregamos a quienes realmente

tienen necesidad de el.

Cada madrugada de viernes santo, se quedará en un

simple folklore, si no sentimos cada golpe de orqueta como

una llamada sobre nuestras conciencias, no quedándonos

pasivos, esperando a ver que pueden hacer los demás por

nosotros, si no preguntándonos más bien, que puede nece-

sitar de nosotros la sociedad en la que nos ha tocado vivir.



Si hacemos todos un ejercicio de memoria, retro-

trayéndonos a nuestra infancia, podremos ver con

claridad y porque así lo vivimos, el modo en el que cada

vez que sentíamos algún mal, acudíamos al regazo de nues-

tra madre.

Quien mejor si no, que nuestra propia madre, para

pedir Socorro.

Su sola caricia, un tierno beso, un cálido abrazo, el

simple sonido de su voz dándonos consuelo, bastaban para

sentirnos curados de nuestros males y calmados de cual-

quier dolor.

La madruga en Ayamonte, se llena de niños y niñas

grandes.

Niños y niñas que buscan el consuelo de la madre.

VierNes saNto - MaDruGá La VirGeN DeL soCorro

y quién mejor sino, que nuestra propia Madre,para pedir socorro


Hombres y mujeres, en cuyos rostros se adivina una

cándida mirada, traducida en grito de Socorro.

Socorro para aquel que en medio de la muchedum-

bre, se siente solo.

Socorro para el que no puede escuchar, por que solo

desea ser escuchado.

Socorro para el que todo lo tiene, y sin embargo es el

mayor de los pobres.

Socorro para quien sufrió tanto, que ha dejado de

creer y ya no es capaz de Amar.

Socorro para el que no sabe otra verdad, más que la

suya propia.

Ninguna madre verá a sus hijos como hombres y mu-

jeres adultos, ellos siempre serán sus pequeños, a los que

es necesario cuidar y proteger.


Y la Virgen del Socorro estará siempre ahí, devolvién-

donos la mirada, abriéndonos sus brazos y esperando nues-

tras manos.

Por delante, un largo camino que compartir, alguna

que otra pegaita, orquetas, rezos, saetas y un amanecer por

llegar.

Es el guión de una larga e intensa madrugada, como

larga e intensa puede llegar a ser nuestra vida, y tú, mi

Virgen del Socorro, siempre estarás cerca para acudir en

nuestro auxilio, porque por encima de nuestros errores, sé

que nunca nos darás la espalda, y como buena madre que

eres, sabrás ayudarnos a encontrar en todo momento el

buen camino, puesto que nunca es demasiado tarde, cuan-

do realmente tenemos el deseo, de seguir el camino, que

nos enseñó tu hijo.



Qué sentido puede tener nada de todo aquello

que hacemos en nuestra vida, si tras nuestra

huella, no va a venir nadie con la intención de recoger

nuestro testigo.

Es más fácil morir, cuando sabes que aquellos en los

que creíste, jamás traicionarán tu confianza.

Resulta especialmente revelador, el momento en el

que Jesucristo, ya sin vida, es bajado de la Cruz.

Ante tal desolación, ante tanta crueldad, ante tanto

horror, los que le aman, toman su cuerpo y en medio de

tal escenario de dolor, limpian sus heridas y lo cubren con

una sábana.

El misterio del descendimiento de cruz, se repite cada

día de nuestras vidas.

VierNes saNto DesCeNDiMieNto De CruZ y yaCeNte

Hay dos formas de morir, morir para viviro morir para siempre en el olvido


Jesucristo, fue llevado al santo sepulcro, donde se

veló su cuerpo yacente, llorando el vacío de su ausencia,

llorando su muerte.

Cuando se marchan para siempre aquellos seres a los

que amamos, cuando nos toque a todos y cada uno dejar

este mundo, detrás quedará siempre una huella de dolor.

Y que curiosa contradicción es la que provoca la

muerte, que tanto más me habla de amor, cuanto mayor es

el dolor que se siente.

Señor, al verte Yacente, sufren mi alma y mi corazón

al pensar en las miradas que jamás volveré a ver, las pala-

bras de cariño que nunca más podré oír.

Pienso Señor, en la ternura de mi madre, la protección

de mi padre y la inocencia de mi hermano, pienso en ellos,

y los hecho tanto de menos...

Pero también me siento feliz Señor, porque los veo e

imagino compartiendo el reino infinito de tu gloria.


Y puedo decirte, señor, que de ellos recogí el testigo

de tus mejores valores.

Y sabes bien, señor, que ruego, rezo y te pido cada

día, para que me ayudes a saber llevarlo con la dignidad

que merece tu nombre, para que un día, cuando me llames

a tu lado, este testigo sea la mejor herencia que pueda dejar

a quienes lloren mi ausencia.

Hay dos formas de morir, y el destino ha querido que

Ayamonte dos veces se vista de luto en la noche de viernes

santo.

Morir para vivir, o morir para siempre en el olvido.

Dos veces has muerto en Ayamonte, señor, y dos ve-

ces has vuelto a la vida, porque el testigo de tus valores

y enseñanzas, de generación en generación, sigue eterna-

mente vivo.



El dolor de los hijos, encuentra siempre su refugio

en el corazón de las madres.

Porque solo una madre, sabe de verdad, cuanto, como

y porque sufre su hijo.

Dios, en su infinita sabiduría, quiso que María tomase

una especial relevancia, en todas y cada una de las escenas

que su hijo, Jesús, seguiría hasta el momento de su muer-

te.

Y tras su muerte, el Mayor Dolor.

María, Madre de Dios, Nuestra Señora del Mayor Do-

lor, al ver tu rostro roto de tanto sufrimiento y tus ojos lle-

nos de lágrimas ahogándote de pena, veo en ti a tantas y

tantas madres...

VierNes saNto La VirGeN DeL Mayor DoLor

el dolor de los hijos, encuentra siempre su refugioen el corazón de las madres


Veo a una Madre cuyo mayor dolor, es vivir la tragedia

de su hijo, apagándose día a día, víctima de las drogas, sin

poder hacer nada por salvarlo, más que pedirte por él.

Veo a una Madre que sacrifico sus sentimientos, por

dar a su hijo una vida mejor, entregándoselo a otra familia.

Veo a una Madre cuyo mayor dolor, es tener que ven-

der su cuerpo, antes que dejar a sus hijos sin comida o

abrigo.

Veo a una Madre que se acerca a ti, Nuestra Señora

del Mayor Dolor, y con tantas lágrimas y dolor en su rostro,

como tu llevas en el tuyo, te habla de madre a madre, su-

plicándote que ayudes a su hijo a salir del mal camino, un

oscuro e incierto camino que lo ha llevado a la cárcel.

Y veo a una Madre sentada en un banco de la Lagu-

na, junto a la inmaculada concepción, mirando con ternura

como juega su pequeño, al tiempo que en silencio te reza y

te pide mi Señora del Mayor Dolor, que le ayudes a crecer

alejado de todo mal.


Dios pensó en ti, María, para que soportando el ma-

yor dolor, también nos dieras tu mayor consuelo y tu mayor

protección.

Y este pueblo, mi Señora del Mayor Dolor, Maria-

no por sus cuatro costados, sabe bien aliviar tus lágrimas,

cuando la noche del Viernes Santo, llora contigo la muerte

de tu hijo.

Mi Señora del Mayor Dolor, permíteme que en este

pregón te robe un poco de tu protagonismo, para dárselo a

todas y cada una de las madres de este mundo, pidiendo tu

bendición para ellas y rogándote que las ayudes a llevar su

mayor dolor, con la fuerza y la Fe, que tu caminaste junto

a tu hijo.



Son las 10 de la noche. Las puertas del Templo de

San Francisco se abren un viernes santo más, para

que se repitan de nuevo escenas e imágenes, que a pesar

de las muchas veces que hayamos visto, siempre tenemos la

sensación de que todo está ocurriendo por primera vez.

En la calle, la gente se agolpa hasta rodear por com-

pleto los aledaños de San Francisco.

Entre la muchedumbre, hay una persona que no apar-

ta su mirada del interior del templo, contemplando al fondo

la imagen de su Cristo de la Vera Cruz.

Es cierto, muy cierto eso que suele decirse, de que no

hay una Semana Santa igual a otra.

Después de muchos años, esta persona vuelve a ver a

su Vera Cruz cruzar el dintel de las puertas de San Francis-

co, para ser recibido por el cielo en noche de Ayamonte.

VierNes saNto VeraCruZ y yaCeNte

y de nuevo… La muerte… de nuevo, Cristo yacente


Durante muchas noches de viernes santo, esta perso-

na, solo ha podido sentir la salida de su Vera Cruz, a través

de sus oídos, su piel y su corazón, y sin embargo, hoy, que

puede por fin verle, se encuentra envuelto en una triste

nostalgia.

Esta persona, tiene el nombre de todos aquellos que

han pasado muchas Semanas Santa, bajo una trabajadera.

Es... El costalero. Una expresión de Fe que se traduce

en sacrificio, esfuerzo, y devoción por la imagen que llevan

sobre sus hombros.

Muchas son las razones que pueden llevar a una per-

sona, a meterse bajo un paso, pero una vez ahí dentro,

todas las causas se vuelven una sola.

El Cristo de la Vera Cruz, sabe bien que no esta solo

en ese difícil y último trance, en el que su vida se apagará,

cruzando así la frontera que lo convierta en el ser que hoy

todos conocemos, abandonando para siempre su condición

de mortal.


Y de nuevo... La muerte... de nuevo, Cristo Yacente.

Resulta curioso y singular, como dos veces en Aya-

monte se vive la muerte de Cristo, representada en esta

tierra de fronteras.

Aún así, nunca será fácil decir el último adiós a aque-

llos que queremos y amamos, a pesar incluso de su ejem-

plo.

Nos negamos a admitir tal dolor, a soportar la cruel

ausencia, a mirar cara a cara a la muerte, aunque su esen-

cia, no sea más que cruzar la frontera que nos llevará a su

lado, a la vida eterna.

Me pregunto si tener miedo a la muerte, es tener mie-

do a entrar en tu reino.

Tal vez, nos quede aún mucho por aprender, enten-

der y comprender el auténtico sentido de tus enseñanzas...

el auténtico camino de la Fe.



Una Soledad, que jamás se ha sentido sola.

Una Madre, cuyo llanto no camina solo en las noches

de viernes santo, porque este pueblo no va a permitirlo.

Desde que se la ve salir, cruzando con delicado celo

cada uno de los arcos de su casa en Ayamonte, conteniendo

la respiración y envueltos en tantos sentimientos, que casi

nos ahogan en un puño de emociones que finalmente aca-

ba en lágrimas, ésta Ciudad, ésta bendita y Mariana Ciudad,

no la dejará sola… Y cuando regrese y todo haya terminado

un año más, su gente, aún seguirá junto a ella.

Cuantas veces como Ella, sin pedirlo, sin quererlo, sin

merecerlo, nos hemos sentido prisioneros de esa sensación

cruel y fría que provoca el abandono, el olvido, la indife-

rencia.

VierNes saNto La VirGeN De La soLeDaD

una Madre, cuyo llanto no está soloen las noches de viernes santo ayamontino


La soledad, cuando se desea, es como el alimento del

alma, como un soplo de aire fresco que inunda nuestro

espíritu dándonos la capacidad de ver las cosas desde la

calma y con la sabiduría que da la experiencia de nuestros

años.

Y es así, como año tras año, nos acercamos a ti, Virgen

de la Soledad, para contarte sobre nuestras cosas, confián-

dote todos nuestros temores y pidiéndote que nos protejas

bajo tu inmenso manto.

Y es así, como año tras año, hemos aprendido no solo

a que nos escuches, sino también a saber oírte.

Oírte, Virgen de la Soledad, a través de aquellas voces

de cuantos se sienten solos y necesitan una palabra de con-

suelo, una palabra de cariño y apoyo.

Oírte, Virgen de la Soledad, a través de quienes han

sentido el desprecio y rechazo de nuestra sociedad, senci-

llamente porque abandonaron el camino correcto, nuestro

camino, dejándolos solos en el abismo de su propia des-

trucción.


Oírte, Virgen de la Soledad, cuando lloras por tu hijo

yacente, y con cada una de tus lágrimas nos dices, honrad

con vuestros actos y acciones, el sacrificio de su muerte.

No podemos ahogarnos en un mundo en el que cuan-

to mayor sea la sociedad donde vivimos, mayor es el grado

de soledad que sentimos.

Saber escuchar, aprender a oír, intentar conocer y en-

tender a aquellos que forman parte de nuestro día a día…

esto nos ayudará a sentirnos menos solos.

Solo así, la Virgen de la Soledad, sentirá de verdad

que Ayamonte camina junto a Ella, en esa difícil noche de

Viernes Santo.



Durante mucho tiempo, la Semana Santa Ayamon-

tina, terminaba contándonos el más trágico de

todos los episodios vividos por Nuestro Señor Jesucristo…

su muerte.

Un afortunado y buen día, un grupo de jóvenes co-

frades, a los que desde entonces ya les han salido algunas

canas, decidieron completar la mayor de todas las historias

que jamás haya conocido hombre alguno, y trabajaron para

que también Ayamonte, pueda recrear en sus calles, La Re-

surrección.

Con una angustiosa mirada, inquieta y expectante,

Nuestra Patrona abre los ojos hacia el Domingo de Palmas,

observando como pasan fugaces los días, hasta el Domingo

de Resurrección.

Todo termina, donde todo empieza… Polvo eres y en

polvo te convertirás…

DoMiNGo De resurreCCióN eL resuCitaDo

La resurrección de la Vida, está en la propia vida


Es la vida misma… cuando caemos en la cuenta, han

pasado demasiadas cosas, ha pasado demasiado tiempo.

La resurrección de la vida, esta en la propia vida.

Pensar que nada de lo que ocurra o suceda sea insus-

tancial, o carente de sentido.

Saber que cada momento que transcurre, no es un

tiempo perdido.

La pasión y muerte de Jesucristo fue plena, intensa,

gloriosa, sabia, cautivadora y tan tremendamente impor-

tante para la comunidad cristiana, que aún hoy sigue viva

en nosotros, convirtiéndonos en elementos de su propaga-

ción…

Nosotros somos la Resurrección de Cristo, Jesucristo

sigue vivo porque esta en todos aquellos que creemos en

El, en todos aquellos que tenemos Fe.

Nuestro amor hacia los demás.


Nuestro compromiso con la sociedad en la que vivi-

mos.

Nuestra integridad moral.

Nuestros valores como seres humanos.

Domingo de Resurrección, un día demasiado hermo-

so para que nadie venga a empañarlo…

Un día que nos recuerda, que la muerte no es el final

del camino, que con la muerte, sencillamente emprende-

mos otro camino.

Sin temor se llega a la muerte, cuando el camino que

recorrimos hasta ella, se ha sembrado con el ejemplo que

El nos dejó, porque en El, está la vida eterna, porque el es

sin duda alguna, nuestra Resurrección.



Con la fuerza que da la ilusión de encontrarnos

con un camino nuevo, un camino vigoroso de

salud, en el que vayamos juntos y unidos como cuentas de

un rosario, un camino lleno de esperanza, blanco de paz,

un camino que alivie nuestra amargura y en el que siempre

exista una mano tendida de socorro, un camino que mitigue

nuestro mayor dolor y que acompañe nuestra soledad…

Con esa fuerza y con esa ilusión, la Victoria, La Virgen

de la Victoria, camina tras su hijo resucitado.

Y es en este domingo de resurrección, cuando tras

una semana intensa de pasión y muerte, debemos pregun-

tarnos si realmente hemos merecido la dicha de compartir

el camino de la Victoria.

DoMiNGo De resurreCCióN La VirGeN De La ViCtoria

Con esa fuerza y con esa ilusión, La Victoria,camina tras su Hijo resucitado


Hace unos meses, durante la celebración del L Ani-

versario de la bendición del Cristo de la Lanzada, mi cristo,

en una noche de vigilia preparatoria para el vía Crucis que

se pudo vivir en la barriada de Punta del Moral, se escucho

decir…

“Indícame tus caminos Señor, enséñame tus sendas.

Que en mi vida se abran caminos de Paz y bien, caminos

de justicia y libertad”.

Esa es la esencia de su mensaje, Paz, bien, justicia y

libertad…

Un mensaje que debe ondear como bandera victorio-

sa, tanto si se es cristiano como si no, por encima de cual-

quier religión, credo, doctrina o pensamiento.

Paz, bien, justicia y libertad.

Si cada domingo de resurrección de nuestras vidas,

queremos compartir junto a ella, junto a La Victoria, junto a

María, la fuerza y la ilusión de su camino, hemos de luchar

para que el mensaje del hijo de Dios, este presente en cada

uno de nuestros actos, convirtiéndonos de ese modo en un

vivo ejemplo de Fe.


Señor, Ayamonte te rinde el mayor de sus cultos du-

rante su Semana Santa, una semana que nos ayuda a refor-

zar y renovar el espíritu de tu mensaje.

Todo nuestro trabajo, el esfuerzo y sacrificio que te

dedicamos para que las calles de esta ciudad se transfor-

men en el escenario de tu vida, no tendría sentido alguno,

no nos llevaría a ningún sitio, si por encima de todo ello, no

existiera un profundo sentimiento de Fe y Amor hacia Ti.

Pero no nos equivoquemos, si realmente queremos

estar cerca de Dios, de su hijo Jesucristo y de María, ten-

dremos que buscarlo entre aquellos que nos necesitan, en-

tre aquellos que se perdieron y necesitan ser encontrados,

aquellos que son nuestros semejantes, porque a su imagen

y semejanza fuimos hechos.

Será así, y solo así, cuando la Virgen de la Victoria,

sienta el Amor de este pueblo, compartiendo junto a Ella, la

resurrección de su hijo, ganándonos para siempre, la vida

eterna.



ePíLoGo

He terminado mi Pregón.

Aunque realmente, este pregón, no estará del todo acabado, hasta que cada uno de ustedes haya escrito su propia página.

Meditar sobre todo lo que hemos compartido.

Reflexionar sobre lo que se ha dicho.

Tal y como yo lo veo y tal como yo lo siento, el me-jor modo de agradecer las cosas buenas que te ocurren, es compartirlas con la gente con la que día a día convives, es por eso, que la dicha y felicidad que siento por ser prego-nero de la Semana Santa de Ayamonte, quiero compartirla con ustedes.

Este pregón, que no es más que mi humilde aporta-ción al sentir cofrade ayamontino, deja una página en blan-co, para que ustedes lo terminen.

A partir de ahora, ustedes tienen la palabra.

Muchas Gracias.



títulos CapítulosPregón semana santa

2008

Introducción

Pregón Semana Santa Ayamonte 2008Luís Morillas Castilla ....................................................25

Domingo de Ramos – La Mulita

Y Jesús, entró Triunfante en Jerusalén .........................29

Domingo de Ramos – Cristo del Amor

Un Cristo de Amor, ya ha sido Crucificado ..................33

Domingo de Ramos – La Virgen de la Salud

Cuando el Amor, se transforma en Salud ....................37

Lunes Santo – Jesús Cautivo

Jesús fue Cautivo por defender una idea .....................41

Lunes Santo – Cristo de la Buena Muerte

Solo su Buena Muerte, puede ayudarnosa entender tan amargo trance .....................................45


Lunes Santo – La Virgen del Rosario

Porque todos somos como cuentas de un Rosario ........49

Martes Santo – Sagrada Lanzada

Cristo de las Aguas, aquí nos tienes,para sufrir contigo tu Sagrada Lanzada .....................53

Martes Santo – La Virgen de la Esperanza del Mar

La Esperanza se concibe, se engendra, se pare… ........57

Miércoles Santo – Pasión

Pasión de Cristo, prólogo de muertey camino hacia la vida eterna .....................................61

Miércoles Santo – La Virgen de la Paz

Se recoge lo que se siembre, en tal caso,por qué no sembrar Paz… ..........................................67

Jueves Santo – Oración en el Huerto

La oración… alimento del almaque nos hace sentir bien con Dios ................................71

Jueves Santo – El Caído

El verdadero sacrificio, no es caer,más bien esta en el valor de levantarse ........................75

Jueves Santo – La Virgen de la Amargura

La Amargura de la Muerte,ante el consuelo de los recuerdos .................................79

Viernes Santo – Madruga – Padre Jesús de la Villa

Padre Jesús de la Villa… El Viejo. ................................83


Viernes Santo – Madruga – La Virgen del Socorro

Y quién mejor si no, que nuestra propia Madre,para pedir Socorro .......................................................87

Viernes Santo – Descendimiento de Cruz y Yacente

Hay dos formas de morir, morir para vivir,o morir para siempre en el olvido ................................91

Viernes Santo – La Virgen del Mayor Dolor

El dolor de los hijos, encuentra siempresu refugio en el corazón de las madres ........................95

Viernes Santo – Veracruz y Yacente

Y de nuevo… La muerte…de nuevo, Cristo Yacente ..............................................99

Viernes Santo – La Virgen de La Soledad

Una Madre, cuyo llanto no está soloen las noches de viernes santo ayamontino ...............103

Domingo de Resurrección – El Resucitado

La Resurrección de la Vida,está en la propia vida ................................................107

Domingo de Resurrección – La Virgen de la Victoria

Con esa fuerza y con esa ilusión, La Victoria,camina tras de su hijo resucitado ..............................111

Epílogo ...........................................................................115





Muy Noble y Leal Ciudad de Ayamonte

Agrupación de Cofradías y Hermandadesde la Semana Santa

Documents

Luís Morillas Castilla XLI Pregón Semana Santa