7
Macbeth: una obra de la nocturnidad Tomás Pérez Macbeth: una obra de la nocturnidad Macbeth se sirve de la noche para connotar todo lo que trae ella consigo. El frío, la oscuridad, las tinieblas, el miedo, la intranquilidad del silencio y, por sobretodo, la atmósfera rapaz y amarga producida por los crímenes injustos y la sangre derramada. Es así que resulta incompatible imaginarse las sombrías escenas de Macbeth en un ambiente luminoso puesto que es una obra nocturna en su totalidad. En este sentido, podría decirse que cualquier lector siente la mano oscura de la muerte que se cierne sobre su cabeza, tras el correr de las hojas. La tragedia de Macbeth se inicia en un espacio desierto asediado por truenos y relámpagos –elementos adjuntos por antonomasia a la oscuridad – y tres brujas de apariencia sombría y oscura. Desde el comienzo, las hablas inciertas de estas hermanas fatídicas, su lenguaje híper- poético y lo paradójico –“Lo hermoso es feo, y lo feo es hermoso” (Shakespeare, 1623: 5) – de su mensaje pueden ser asociados con la oscuridad desordenada y amoral del conflicto en el que Macbeth se hundirá. El estado de sublimidad emocional que introducen las imágenes de la noche y el horror son una muestra del poder sobrehumano de Macbeth en la esfera macrocósmica, de la que luego se hablará. La concepción estética de lo sublime produce un efecto distante y desconocido que no puede ser dominado pero que, sin embargo, no es feo. Incluye las dos ideas que amenazan la autoconservación: el dolor y el 1

Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Citation preview

Page 1: Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Macbeth: una obra de la nocturnidad Tomás Pérez

Macbeth: una obra de la nocturnidad

Macbeth se sirve de la noche para connotar todo lo que trae ella consigo. El frío,

la oscuridad, las tinieblas, el miedo, la intranquilidad del silencio y, por sobretodo, la

atmósfera rapaz y amarga producida por los crímenes injustos y la sangre derramada. Es

así que resulta incompatible imaginarse las sombrías escenas de Macbeth en un

ambiente luminoso puesto que es una obra nocturna en su totalidad. En este sentido,

podría decirse que cualquier lector siente la mano oscura de la muerte que se cierne

sobre su cabeza, tras el correr de las hojas.

La tragedia de Macbeth se inicia en un espacio desierto asediado por truenos y

relámpagos –elementos adjuntos por antonomasia a la oscuridad – y tres brujas de

apariencia sombría y oscura. Desde el comienzo, las hablas inciertas de estas hermanas

fatídicas, su lenguaje híper-poético y lo paradójico –“Lo hermoso es feo, y lo feo es

hermoso” (Shakespeare, 1623: 5) – de su mensaje pueden ser asociados con la oscuridad

desordenada y amoral del conflicto en el que Macbeth se hundirá.

El estado de sublimidad emocional que introducen las imágenes de la noche y el

horror son una muestra del poder sobrehumano de Macbeth en la esfera macrocósmica,

de la que luego se hablará. La concepción estética de lo sublime produce un efecto

distante y desconocido que no puede ser dominado pero que, sin embargo, no es feo.

Incluye las dos ideas que amenazan la autoconservación: el dolor y el peligro, que

refieren al terror como fenómeno psicológico frente a la presencia de objetos terribles,

como la nocturnidad. Por ejemplo, en el solemne preludio pronunciado por Macbeth al

momento del crimen, del asesinato de Duncan, la ansiedad es dolorosa y el apetito por

prevenir lo ya consumado en el lector genera un efecto de realidad y cercanía sobre éste:

“¡He aquí la hora en que, sobre la mitad del mundo, la Naturaleza parece amortecida y

los malos sueños dejan caer sus sombras! (…) ¡Tú, tierra sólida y firme, apaga mis

pasos, cualquiera que sea su camino (…) y no disipen el horror silencioso exigido por la

hora!” (1623: 18). De hecho, la búsqueda de Macbeth tiene mucho de sublime. Más

adelante, cuando implora que la noche se acomode a sus deseos, expresa: “¡Ven, noche

ojeadora!… Venda los tiernos ojos del lastimero día, y con tu sangrienta e invisible

mano desgarra y reduce a jirones ese último vínculo que sostiene mi palidez!” (1623:

29). De este modo, es la muerte, la magia y la perdición lo que mueven a Macbeth por

1

Page 2: Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Macbeth: una obra de la nocturnidad Tomás Pérez

la noche, es decir, que la noche es aquel lugar de crimen que le permite acceder a un

mundo vil y proscrito. A su vez, los crímenes quedan ocultos en esta misma noche.

La visión del puñal, el asesinato de Duncan, el asesinato de Banquo y el

sonambulismo de Lady Macbeth son todas escenas que suceden en la noche más

profunda. La negrura de la noche es para Macbeth un estado de miedo y por qué no de

horror. Sin embargo, el pensar asesino y traidor entra en su mente con suma facilidad y

naturalidad puesto que parece tener cierta curiosidad por explorar los artilugios que las

sombras pueden otorgarle. De este modo, lo que él siente se convierte en el espíritu de

la obra. La nocturnidad de la obra da carácter estético y emocional al mundo Macbeth.

La oscuridad racional de la mala hora de Escocia, – fruto de Macbeth – es la que induce

al actuar insensato de todos los personajes. Incluso Malcolm y Macduff se ven

obligados a ver más allá de lo que pueden por la sola razón sobre el final de la obra, al

momento de acabar con Macbeth.

Los sonidos y las imágenes se combinan para dar con una atmósfera terrorífica:

el conjuro de las brujas, “¡No cese, no cese el trabajo, aunque pese! / ¡Que hierva el

caldero y la mezcla se espese!” (1623: 38); la campana que suena mientras Duncan

muere, los gritos de Duncan; “¡Voy; está hecho; la campana me invita!” (1623: 18); los

gritos de las mujeres cuando Lady Macbeth muere, “Son gritos de mujeres, buen señor”

(1623: 54); el búho, “Es el búho que chilla, fatídico centinela que da las siniestras

buenas noches” (1623: 16); los golpes a la puerta, “¡Llaman a la puerta del Sur!” (1623:

20), los caballos salvajes que se comían unos a otros, “¡Y los caballos de Duncan –cosa

muy extraña, pero cierta– (…) cocean y luchan con el freno, como si quisieran negarle

la obediencia al hombre!” (1623: 24). La visión medieval y renacentista del mundo vio

una relación entre el orden en la tierra, el microcosmos, y el orden en la mayor escala

del universo, macrocosmos. De este modo, las escenas mencionadas anteriormente

tienen su sobrevenir en tempestades, terremotos, la presencia de la oscuridad al

mediodía, y así sucesivamente como reflejos de la rotura del orden natural que Macbeth

ha provocado en su propio mundo microcósmico. Ya sea a través de los personajes

secundarios que describen cambios en el clima o por el comportamiento anormal de

Macbeth y Lady Macbeth, la obra logra hacer uso de esta visión holística y enriquecerse

a partir de la extrapolación de ambientes. En este sentido, por ejemplo, a partir de un

acto personal criminal de la esfera humana se afecta la vida social de Escocia puesto

que el Rey es a quien se asesinó, y dicho acto trastorna la esfera cósmica-natural

provocando una larga y desmedida noche: “¡La noche ha sido terrible! Donde

2

Page 3: Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Macbeth: una obra de la nocturnidad Tomás Pérez

dormíamos, el viento ha derribado nuestras chimeneas; y dicen que se han oído

lamentos en el aire, extraños gritos de muerte (…)” (1623: 21).

El ambiente se ve perjurado a medida que el poder de la oscuridad se inmiscuye

en él, estimulando la existencia de un caos natural. En otras palabras, la noche es un

vacío cosmológico del cual Dios está exiliado, es decir, que la supuesta luminosidad del

mundo existente previa a la llegada de Macbeth al poder, de la cual la obra no otorga

ningún veredicto, se vio oscurecida por la omnipresencia de las tinieblas. Ahora bien,

cabe preguntarse si fue alguna vez de día en la Escocia previa a Macbeth, si hubo Dios

alguno que se haya fugado y si existe o no la posibilidad del retorno de la bondad y el

orden tras su caída. En Macbeth (1971) de Roman Polanski, sobre el final se sugiere la

imposibilidad de un reordenamiento cosmológico a partir de la repetición de la historia

con Donalbain. Así, él seguirá los pasos de Macbeth y tratará de asesinar al rey

Malcolm, del mismo modo que Macbeth lo hizo con Duncan, sugiriendo que el ciclo de

la violencia no tiene fin, y tampoco la noche. En este sentido, aunque el mundo Macbeth

pueda haber terminado, los extremos a los que ha llevado la política y el perdurar de la

noche –aspectos que se encuentran entrelazados– se encuentran lejos de propiciar un

efecto de alivio a la obra.

El contraste binario entre la luz y la oscuridad sugerido por la imaginería es la

generalidad de la antítesis entre lo bueno y lo malo, lo demoníaco y lo angelical, lo

infernal y lo divino, etc. Ahora bien, habría que considerar si la luz tiene espacio, por

más insignificante que sea, dentro de la obra puesto que, como ya había expresado

Borges, la negrura domina la obra. Cuando Duncan anuncia a su sucesor, su hijo,

expresa: “Este honor no irá solo, sino acompañado, y, como las estrellas, títulos de

nobleza brillarán sobre cuantos los tengan merecidos.” (1623: 11). Aquí, la luz entra en

relación con la armonía del mundo y con el correspondiente orden correcto del linaje.

Posteriormente, entre otras de las escasas alusiones al día se encuentra el momento en

que se hace pública la muerte de Duncan pero, de todos modos, el carácter turbio de la

noticia esfuma toda posibilidad de serenidad. En cambio, la oscuridad es aquel caos que

resulta de una cadena rota del orden. En respuesta al mencionado anuncio del Príncipe

de Cumberland como el sucesor al trono de Escocia, Macbeth menciona “¡Estrellas,

apáguense vuestros fulgores!... ¡Qué no alumbre vuestra luz mis negros y terribles

deseos!” (1623: 11). De este modo, su aspiración homicida, asesinar al rey Duncan, se

hace patente al decir “negros y terribles deseos”. Su voluntad se encuentra así en las

más oscuras áreas de su alma. En otro momento, cuando Ross y el anciano conversan y

3

Page 4: Macbeth Es Una Obra Nocturna en Su Totalidad

Macbeth: una obra de la nocturnidad Tomás Pérez

la noche ha usurpado el día, el primero menciona: “¿Es que reina la noche, o siente

vergüenza el día, que las tinieblas cubren la cara de la difunta tierra, que un vivo

resplandor debía acariciar?” (1623: 24) destacando el predominio anormal de la noche

sobre ellos el día después del asesinato como un fenómeno que los controla

absolutamente. En consecuencia, el tiempo domina la obra y a sus personajes y la

nocturnidad es devorante.

El sueño, como acción humana expresamente dedicada a la noche, se mantiene

apegado a los terribles aconteceres de la noche. Macbeth está condenado al insomnio, al

tormento de su conciencia y al oír de voces malignas: “Me pareció oír una voz que

gritaba «¡No dormirás más!... ¡Macbeth ha asesinado el sueño!» (…) ¡El sueño, muerte

de la vida de cada día, baño reparador del duro trabajo (…)” (1623: 19). De esta forma,

Macbeth se encuentra excluido de toda posibilidad de hacer descansar su mente y

cuerpo, entorpeciendo su actuar. Considerando al dormir como una necesidad básica

para la vida, tanto Macbeth como Lady Macbeth no vivirán más en paz a lo largo de la

obra. Los dos asesinan a hombres durmiendo; por lo tanto, la culpa y el remordimiento

nunca le devuelven el placer del descansar nuevamente. La noche se vuelve vertiginosa

y los personajes se mantienen en constante alerta, terminando por perecer

indefectiblemente sobre el final de la obra.

En suma, Macbeth hace llamado a la magia negra, la brujería y el mal con el uso

de un ambiente lúgubre y tétrico. La penumbra, sin duda, envuelve y caracteriza tanto a

la atmósfera como a la oscuridad moral de los personajes. En un presente donde la

imaginería de la oscuridad y sus connotaciones son un cliché, Shakespeare le recuerda

al lector moderno lo significativa, poderosa e innovadora que puede resultar la noche.

Bibliografía Shakespeare, William. La tragedia de Macbeth (1623). [en línea], consultado el

26/11/12. Dirección URL: http://www.biblioteca.org.ar/libros/132743.pdf

4