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Parroquia “Nuestra Señora de Itatí” Andreani 302 - Resistencia MANUAL PARA MINISTROS LAICOS Celebración de la Palabra de Dios Exposición Eucarística

Manual Ministros Extraordinarios de la Eucaristia

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Page 1: Manual Ministros Extraordinarios de la Eucaristia

Parroquia “Nuestra Señora de Itatí”Andreani 302 - Resistencia

MANUAL PARA MINISTROS LAICOS

Celebración de la Palabra de Dios Exposición Eucarística Comunión de los enfermos

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CELEBRACIÓN DOMINICAL EN AUSENCIA DEL SACERDOTE

Lleve un vestido adecuado. No debe usar la silla del sacerdote, se ha de pre-parar otra fuera del presbiterio. El altar, que es la mesa del sacrificio y del convite pascual, será usado solamente para poner en él la Eucaristía antes de la comunión.

COSAS A PREPARAR

1. Corporal cerrado al centro del altar, con el purificador al costado derecho del mismo según la ubicación del ministro.

2. 2 velas encendidas como para la Misa

3. El sagrario con el cofrecito de la llave a un costado y el vaso con agua también a un costado; 2 velas encendidas si no está en el presbiterio.

4. El ritual en el atril de la sede; también el leccionario si de allí se va a leer; micrófono

5. En el ambón el leccionario, si no se lee del ritual o desde la sede; micró-fono

6. En la credencia la vinajera con agua para las purificaciones; el cáliz para purificar el copón; el vaso con agua del sagrario, si se prefiere usarlo en el al-tar; la bandeja para la comunión, que en principio nunca debe omitirse (si por excepción no se consigue asistente para el ministro, la credencia se ubicará cerca del altar)

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RITO DE CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOSEN AUSENCIA DEL SACERDOTE

Se tendrá en cuenta lo siguiente antes del inicio de la celebración:a) Preparación de las “cosas necesarias” según la lista anteriorb) Preparación del ministro laico (en adelante=el ministro): oración per-sonal, lavado de manos…

c) Ingreso en el presbiterio con genuflexión o reverencia según incluya o no el sagrario, sin beso al altar…

Ritos iniciales

Una vez congregados los fieles y dispuesto todo lo necesario, el ministro, santiguándose, invoca a Dios y luego saluda a los presentes.

Invocación a Dios y saludo al pueblo congregado

En el nombre + del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

R) Amén

El ministro laico saluda a los presentes con estas palabras o con otras similares:

Hermanos, bendigan al Señor, que en su bondad nos invita a la mesa del Cuerpo de Cristo.

Todos responden: R) Bendito seas por siempre Señor

Acto penitencial

Después se hace el acto penitencial. El ministro invita a la penitencia a los que van a comulgar, diciendo:

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Hermanos, reconozcamos nuestros pecados a fin de prepararnos debidamente para participar de esta sagrada celebración. Y se hace una breve pausa de silencio. Después todos hacen simultáneamente la confesión: Yo confieso, ante Dios todopoderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión:

Golpeándose tres veces el pecho, dicen:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a Santa Maria, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos, y a ustedes, hermanos, que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor.El ministro concluye:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la Vida eterna.Todos responden: R) Amén.Aún si es celebración dominical no se dice el Gloria en esta parte.

Liturgia de la Palabra

Lecturas y cantos interleccionales

A continuación sigue la celebración de la Palabra de Dios, que se realiza del mismo modo que en la Misa.

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El ministro laico, para el Evangelio, sin saludar ni persignarse ni besar el li-bro, simplemente anuncia: Escuchen, hermanos, el Santo Evangelio según N.

Puesto que la homilía está reservada al sacerdote o al diácono, el ministro laico debe leer una homilía hecha por un sacerdote o diácono.

Se dice el Credo si es celebración dominical.

Oración de los fieles

A continuación sigue la oración de los fieles que puede hacerse según el esquema siguiente u otro oportuno.

MinistroAmados hermanos: todos unidos, los que nos alimentamos con el mismo pan bajado del cielo, imploremos a Cristo nuestro Señor. A cada intención respondamos: Señor, escucha nuestra súplica.

Lector o ministro: 1. Por los sacerdotes y fieles, para que, ofreciendo a Jesús la Victima sin mancha en el sacrificio de la Eucaristía, se ofrezcan también a sí mismos, oremos:

2. Por todos los hijos de la Iglesia, para que participemos frecuentemente en el santo sacrificio de la Misa, y recibamos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, con hambre y sed de perfección cristiana, oremos: 3. Por la Iglesia, sus pastores y sus fieles, para que cada día comprendan mejor el infinito tesoro del Cuerpo y Sangre de Jesús, a ella entregado para redención del mundo, oremos:

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4. Por los que ahora vamos a comulgar, para que por esta santa comunión nos identifiquemos más con Cristo y aprendamos a amar más a nuestros hermanos, oremos:

Oración conclusiva [con las manos juntas si el ministro es laico]Señor, que no dejas de alimentar a tu Iglesia con el Misterio del Cuerpo y la Sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo, concédenos encontrar siempre nuestra alegría en la abundancia de tus dones. Por Jesucristo nuestro Señor.

R) Amén

Sagrada ComuniónConcluida la Oración de los Fieles, el ministro, ubicado ante el altar, sobre el mismo extiende con cuidado el corporal, colocando a su derecha el purificador y la bandeja para la comunión, si no tiene ministro que la sostenga. Luego se acerca al Sagrario, lo abre, hace genuflexión, toma el copón con el Cuerpo del Señor, lo traslada reverentemente con ambas manos a la altura de su pecho, no de la cintura, lo asienta sobre el altar, lo descubre colocando tapa y conopeo a la derecha del corporal, no sobre él y hace genuflexión. A continuación, se arrodilla de manera de quedar mirando la Eucaristía en la misma dirección que los demás fieles. Y se dice o canta el Gloria, un salmo (el 99, 112, 117, 135, 147 o el 150) o la plegaria siguiente:

Bendito sea DiosBendito sea su santo NombreBendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombreBendito sea el Nombre de JesúsBendito sea su sacratísimo CorazónBendita sea su preciosísima SangreBendito sea Jesús en el santísimo Sacramento del altarBendito sea el Espíritu Santo ConsoladorBendita sea la excelsa Madre de Dios, María SantísimaBendita sea su santa e inmaculada ConcepciónBendita sea su gloriosa AsunciónBendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre

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Bendito sea San José, su castísimo EsposoBendito sea Dios en sus Ángeles y sus Santos

Después introduce la oración dominical, con las manos juntas ante el pecho, con estas palabras: Reconociendo que no sólo nos llamamos sino que verdaderamente somos hijos de Dios gracias al santo bautismo, oremos como el Señor nos enseñó.Y todos simultáneamente dicen, conservando el ministro laico las manos juntas:

Padre nuestro... terminando con Amén.

Después, opcionalmente, invita a los fieles con estas palabras: Hermanos, dénse fraternalmente la paz.Y todos, se manifiestan mutuamente la paz y la caridad. Luego el ministro hace genuflexión, toma la hostia con la derecha y el copón por su nudo con la izquierda y elevándola un poco sobre el copón y éste un poco por arriba de sus ojos, dice dirigiéndose a los que van a comulgar:

Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Felices los invitados al banquete celestial.Los que han de comulgar dicen: R) Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Si el ministro también comulga, deja el copón sobre el corporal y, tomando una hostia en sus manos y mirándola, dice en voz baja:

El Cuerpo de Cristo me proteja para la Vida eterna. Y con toda reverencia, inclinándose un poco sobre el corporal, hace la comunión con el Cuerpo de Cristo.

Después toma en la mano izquierda el copón, una hostia sobre el mismo con la derecha, y llevándolos reverentemente a la altura del pecho, no de la

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cintura, se acerca a los que van a comulgar y elevando un poco la hostia ante cada uno de ellos, y mostrándosela, dice:El Cuerpo de Cristo.El que comulga responde: R) Amén.

Mientras se distribuye la comunión puede entonarse un cántico eucarístico según las circunstancias.

Una vez concluida la distribución de la comunión, el ministro, si han quedado hostias en el copón, deposita en el mismo, asentado sobre el corporal, los fragmentos que eventualmente hayan quedado en la bandeja y también se purifica los dedos sea sobre el copón con el manutergio, sea en el vaso con agua que queda ante el sagrario. Hace genuflexión ante el copón, lo tapa, lo cubre con el conopeo, y con ambas manos a la altura del pecho lo traslada hasta el sagrario. Allí lo deposita, hace genuflexión y lo cierra. Si en cambio no han quedado hostias, lo deposita sobre el corporal, purifica sobre él sus dedos con el purificador [salvo que desee purificarlos a continuación con agua], lo purifica con agua [igual que sus dedos si antes no lo hizo], haciendo la ablución sobre un cáliz, del que luego la bebe; luego seca ambos vasos sagrados y, junto con el corporal y el purificador, los deja o hace dejar sobre la credencia.

Después, según sea oportuno, se puede guardar un sagrado silencio por unos momentos o entonar un salmo o cántico de alabanza.

Luego el ministro reza la oración conclusiva:

Oración postcomunión

Oremos. Señor, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, concédenos venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que podamos experimentar siempre en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y

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reinas por los siglos de los siglos. R) Amén

A continuación se darán los avisos.

Rito de conclusión

Saludo y bendición

El ministro laico, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:

Que nos bendiga y nos custodie el Señor omnipotente y misericordioso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Y todos responden: R) Amén.

Despedida

41. Finalmente el ministro, dice:

Pueden ir en paz.Y todos responden: R) Demos gracias a Dios.

Entonces el ministro, después de hacer la debida genuflexión o reverencia, se-gún el sagrario esté o no en el presbiterio, se retira.

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RITUAL DE LA EXPOSICIÓN EUCARÍSTICA EN AUSENCIA DEL SACERDOTE

COSAS A PREPARAR

1. En el altar sin crucifijo: corporal plegado al medio; custodia de cos-tado, cubierta con el velo, a la izquierda del mismo, dejando espacio para poder desplegarlo; [sobre un corporal amplio desplegado, trono al medio si se va a usar, con otro corporal plegado sobre el mismo]; purificador a la derecha del mismo, también dejando el espacio nece-sario para su despliegue

2. En el altar o cerca de él: al menos 4 ó 6 o más cirios [siempre en nú-mero par] encendidos [y 2 candelabros vacíos si se quiere asentar en ellos los cirios llevados en el traslado del Santísimo cuando la reser-va está fuera del presbiterio]; en su caso, flores

3. En el sagrario de la reserva: su llave; 2 cirios encendidos [que pue-dan trasladarse hasta el presbiterio, si la reserva está fuera de él]; va-sito con agua y purificador; en su caso, flores.

4. En el ambón: leccionario; oración de los fieles u otras preces o lec-turas que se vayan a encomendar a lectores; micrófono.

5. Ritual; micrófono ante el reclinatorio del ministro.

6. En su lugar en la iglesia: atril, micrófono, cantoral, para el cantor o coro; textos que se vayan a encomendar a lectores y que se prefiera leer desde este atril en lugar del ambón

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La exposición mayor o solemne con la custodia u ostensorio

[El ministro se prepara en silencio con la oración personal y lavado de manos]. Reunido el pueblo, mientras se entona un canto eucarístico, el ministro , llega al presbiterio, saluda al altar con genuflexión o reverencia según haya o no sagrario y si hay sagrario se arrodilla en oración durante uno o dos minutos. Si el Sacramento no está reservado en el altar donde se hace la exposición, el ministro, después de saludar de igual modo el altar, se dirige hasta el sagrario y ora de rodillas allí brevemente. Terminada la oración, se ponen de pie, el ministro abre el sagrario, hace genuflexión, retira el Santísimo, cierra el sagrario, y va al altar precedido por algún otro fiel con 2 cirios encendidos, los que allí dejan apagados sobre la credencia o encendidos en los candelabros de la exposición, según sea el caso.

Ya ante el altar y de modo que la celebración sea mirando la Eucaristía en la misma dirección que los demás fieles, el ministro con ambas manos asienta la custodia sobre el corporal y adora el Sacramento por el frente de la custodia con genuflexión. Lo mismo hace si va a colocarla sobre el trono. En estos traslados, la custodia se toma con la derecha por el nudo y con la izquierda por el pie.

La custodia debe ponerse sobre la mesa del altar cubierta con al menos un mantel y corporal. Si la exposición se prolonga por un lapso mayor de tiempo, puede usarse un trono con otro corporal, colocado en lugar eminente.

Hecha la exposición, el ministro permanece de rodillas en oración. Después, si la adoración se prolonga por largo tiempo, puede retirarse.

La adoraciónDurante la exposición deben disponerse las oraciones, los cantos y las lecturas de la Sagrada Escritura de modo de fomentar en los fieles una mayor estima del Misterio Eucarístico.

Si la adoración se hace antes o después de la Misa usar las oraciones del Apéndice al final de este manual (p. 16 en adelante).

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Es útil guardar un sagrado silencio en los momentos oportunos.

En este momento se puede rezar el Rosario. O hacer novenas en honor de los Santos, etc., mientras estén debidamente aprobadas.

Hacia el final de la adoración recitar:Bendito sea DiosBendito sea su santo NombreBendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombreBendito sea el Nombre de JesúsBendito sea su sacratísimo CorazónBendita sea su preciosísima SangreBendito sea Jesús en el santísimo Sacramento del altarBendito sea el Espíritu Santo ConsoladorBendita sea la excelsa Madre de Dios, María SantísimaBendita sea su santa e inmaculada ConcepciónBendita sea su gloriosa AsunciónBendito sea el Nombre de María, Virgen y MadreBendito sea San José, su castísimo EsposoBendito sea Dios en sus Ángeles y sus Santos

Al final de la adoración se acerca al altar, si ya no estaban ante él, hace genuflexión y luego se arrodilla, e inmediatamente se entona un canto eucarístico. La reserva

El ministro hace genuflexión y yendo por su derecha hacia el sagrario, reserva en él el Sacramento, haciendo la genuflexión antes de cerrarlo, mientras el pueblo, según las circunstancias, canta alguna aclamación. Vuelve al altar, pliega los corporales, y volviéndose por su derecha, saluda al altar como al inicio y por último se retira.

La exposición menor con el copón Esta exposición se distingue de la anterior por las siguientes diferencias rituales:

a) las velas exigidas son al menos 2 como mínimo.

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b) el incienso no es obligatorio.c) el velo o conopeo del copón, aunque ya no es obligatorio, puede

laudablemente conservarse.

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COMUNIÓN DE LOS ENFERMOS

SaludoLlegado donde el enfermo, el ministro saluda cordialmente a éste y a los presentes.

Luego, coloca la Eucaristía sobre la mesa, lo adora junto con los presentes:

Ministro: Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.Todos: Sea por siempre bendito y alabado.

Acto penitencialEl ministro dice:Siempre ofendemos a Dios y necesitamos su perdón; recordemos ahora nuestras faltas y manifestemos nuestro arrepentimiento.

Después de una breve pausa de silencio, continúa:Tú, que nos conseguiste la salvación por medio de tu Misterio Pascual. Señor, ten piedad de nosotros.R. Señor, ten piedad de nosotros.

Tú, que no cesas de renovar las maravillas de tu Pasión. Cristo, ten piedad de nosotros.R. Cristo, ten piedad de nosotros.

Tú, que por la recepción de tu Cuerpo nos haces partícipes del Sacrificio Pascual. Señor, ten piedad.R. Señor, ten piedad de nosotros.

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Dios todo poderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén

Liturgia de la PalabraSegún, las circunstancias puede leer un texto de la Sagrada Escritura. Puede ser el Evangelio del día o algunos versículos del los capítulos 6, 14 o 15 del Evangelio según San Juan.

Liturgia de la comuniónMinistro: Ahora, hermanos, oremos juntos a Dios, nuestro Padre, con la oración que nuestro Señor Jesucristo nos enseñó: Padre nuestro…

Luego, el ministro muestra el santísimo Sacramento, diciendo:Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Felices los invitados al banquete celestial.

El enfermo y los presentes dicen:Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Acercándose el ministro al enfermo y teniendo la hostia un tanto levantada, dice:El Cuerpo de Cristo.

El enfermo responde: Amén.

Si es oportuno se hace un momento de silencio.

Luego el ministro reza la oración conclusiva:

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Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Te suplicamos con viva fe, que el Santísimo Cuerpo de tu Hijo Jesucristo que nuestro/a hermano/a ha recibido, le sirvan para bien de su alma y de su cuerpo, y como remedio para alcanzar la Vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.

Después, el ministro laico se persigna, diciendo:Que nos bendiga y nos custodie el Señor omnipotente y misericordioso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.R. Amén.

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APÉNDICE1. ORACIONES PARA LA ADORACIÓN ANTES DE LA MISA

(Para letra grande ir al Misal, págs.1235-1237)

¡Oh mi piadoso Señor Jesucristo! Yo pecador, sin presumir de mis méritos, sino confiando en tu bondad y misericordia, temo y vacilo al acercarme a la mesa de tu dulcísimo convite, pues tengo el cuerpo y el alma manchados por muchos pecados, y no he guardado con prudencia mis pensamientos y mi lengua.

Por eso, oh Dios bondadoso, oh tremenda Majestad, yo, que soy un miserable lleno de angustias, acudo a ti, fuente de misericordia; a ti voy para que me sanes, bajo tu protección me pongo, y confío tener como salvador a quien no me atrevería a mirar como juez.

A ti, Señor, muestro mis heridas y presento mis flaquezas. Sé que mis pecados son muchos y grandes, y me causan temor, mas espero en tu infinita misericordia.

Oh Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre, clavado en la cruz por los hombres: mírame con tus ojos misericordiosos, oye a quien en ti espera; Tú que eres fuente inagotable de perdón, ten piedad de mis miserias y pecados.

Salve, víctima de salvación inmolada por mí y por todos los hombres en el patíbulo de la cruz. Salve, noble y preciosa sangre, que sales de las llagas de mi Señor Jesucristo crucificado y lavas los pecados de todo el mundo.

Acuérdate, Señor, de esta criatura tuya, redimida por tu sangre. Me arrepiento de haber pecado y deseo enmendar mis errores.

Aleja de mí, Padre clementísimo, todas mis iniquidades y pecados, para que, limpio de alma y cuerpo, sea digno de saborear al Santo de los santos.

Concédeme que esta santa comunión de tu cuerpo y de tu sangre, que indigno me atrevo a recibir, sea el perdón de mis pecados, la perfecta purificación de mis delitos, aleje mis malos pensamientos y regenere mis buenos afectos; conceda eficacia salvadora a las obras que a ti te agradan; y, finalmente, sea la firmísima defensa de mi cuerpo y de mi alma contra las asechanzas de mis enemigos. Amén.

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Canto o pausa de silencio

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de tu Hijo unigénito, mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.

Ruego, pues, a tu infinita bondad y misericordia, tengas por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento.

¡Oh benignísimo Dios!, concédeme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.

¡Oh piadosísimo Padre!, otórgame que a este Hijo unigénito tuyo, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra.

El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto o pausa de silencio

Oh Madre de piedad y de misericordia, Santísima Virgen María. Yo, miserable e indigno pecador, en ti confío con todo mi corazón y afecto; y acudo a tu piedad, para que, así como estuviste junto a tu dulcísimo Hijo pendiente de la cruz, también estés junto a mí, miserable pecador, y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa Iglesia vamos a participar de aquel divino sacrificio, para que, ayudados con tu gracia, ofrezcamos una hostia digna y aceptable en la presencia de la suma y única Trinidad. Amén.

Canto o pausa de silencio

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Bendito sea Dios… (Ir a página nº 12)

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2. ORACIONES PARA LA ADORACIÓN DESPUÉS DE LA MISA(Para letra grande ir al Misal, págs.1238-1242)

Gracias te doy, Señor, Padre Santo, omnipotente y eterno Dios, porque te has dignado saciarme a mí, pecador e indigno siervo tuyo, sin mérito alguno, sino por tu sola misericordia, con la participación del sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Te suplico que esta sagrada comunión no sea para mí motivo de castigo, sino que me auxilie para conseguir el perdón. Sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos los vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, aumento de caridad, de paciencia, humildad, obediencia y de todas las virtudes. Sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y verdadero Dios, y sello feliz de mi dichosa muerte.

Te ruego que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

Canto o pausa de silencio

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

Canto a pausa de silencio

Toma Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo lo que soy, todo lo que poseo. Tú me lo diste; a tí, Señor, lo torno. Todo es Tuyo. Dispón de mí según Tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me baste.

Canto o pausa de silencio

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Aquí me tienes amado y buen Jesús, postrado ante tu presencia, Te ruego y suplico, con todo el fervor de mi alma, que Te dignes grabar en mi corazón, vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero arrepentimiento de mis pecados y firme propósito de enmienda.

Mientras tanto, yo considero dentro de mi alma y contemplo tus cinco llagas con gran afecto y dolor, teniendo presente lo que en tu boca, buen Jesús, ponía el Profeta David: “Han abierto mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos”.

Canto o pausa de silencio

Creo en Ti, Señor, pero ayúdame a creer con más firmeza; espero en Ti, pero ayúdame a esperar con más confianza; te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más ardientemente; estoy arrepentido, pero ayúdame a tener mayor dolor.

Te adoro, Señor, porque eres mi Creador y te anhelo porque eres mi último fin; te alabo porque no te cansas de hacerme el bien y me refugio en Ti, porque eres mí protector.

Que tu sabiduría, Señor, me dirija y tu justicia me reprima; que tu misericordia me consuele y tu poder me defienda.

Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, para que se dirijan a, Ti; te ofrezco mis palabras, para que hablen de Ti; te ofrezco mis obras, para que todo lo haga por Ti; te ofrezco mis penas, para qué las sufra por Ti.

Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo precisamente porque lo quieres Tú, quiero como lo quieras Tú, y durante todo el tiempo que lo quieras Tú.

Te pido, Señor, que ilumines mi entendimiento, que inflames mi voluntad,que purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Ayúdame a apartarme de mis pasadas iniquidades, a rechazar las tentaciones futuras, a vencer mis inclinaciones al mal y a cultivar las virtudes necesarias.

Concédeme, Dios de bondad, amor a Ti, odio a mí, celo por el prójimodesprecio a lo mundano.

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Dame tu gracia para ser obediente con mis superiores, ser comprensivo con mis inferiores, saber aconsejar a mis amigos y perdonar con mis enemigos.

Que venza la sensualidad con la mortificación, con generosidad la avaricia,con bondad la ira, con fervor la tibieza.

Que sepa tener, Señor prudencia al aconsejar, valor frente a los peligros, paciencia en las dificultades, humildad en la prosperidad.

Concédeme, Señor, atención al orar, sobriedad al comer, responsabilidad en mi trabajo y firmeza en mis propósitos.

Ayúdame a conservar la pureza de alma, a ser modesto en mis actitudes, ejemplar en mis conversaciones y a llevar una vida ordenada.

Concédeme tu ayuda para dominar mis instintos, para fomentar en mí tu vida de gracia, para cumplir tus mandamientos y obtener la salvación.

Enséñame, Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno, la grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida y la eternidad de la futura.

Concédeme una buena preparación para la muerte y un santo temor al juicio,para librarme del infierno y alcanzar el paraíso.Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Canto o pausa de silencio

Oh María, Virgen y Madre Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente en tus brazos.

Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, con amor y humildad te lo presento y te lo ofrezco, para que lo abraces, lo ames con tu corazón y lo ofrezcas a la Santísima Trinidad en culto supremo de adoración, por tu honor y por tu gloria, y por mis necesidades y por las de todo el mundo.

Te ruego, piadosísima Madre, que me alcances el perdón de mis pecados y gracia abundante para servirte, desde ahora, con mayor fidelidad; y por último, la gracia de la perseverancia final, para que pueda alabarle contigo

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por los siglos de los siglos. Amén.Canto o pausa de silencio

Bendito sea Dios… (Ir a página nº 12)

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