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Mapa de Colombia - hermanitasdejesus.org · Después de varios meses viajando a través del mundo, visitando los rincones ... En ese momento, después de 15 años de vida, la Fdad

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Mapa de Colombia – Ubicación de las ciudades citadas en la Memoria

Índice

1. Introducción ………………………………………………………...…………… 1

2. Las “entrañas” donde se gesta el proyecto “Colombia”……………………….… 2

3. Corazones que se lanzan al camino……………………………………………… 2

4. Un proyecto que se concreta……………………………………………………... 4

5. La “gran comunidad” dura muy poco………………………………………….… 6

6. Una nueva etapa comienza…………………………………………………….… 10

7. Otra vez un cambio de casa…………………………………………………...… 14

8. Momentos de mucho dolor……………………………………………………… 16

9. El puerto de Buenaventura………………………………………………………. 20

10. ¡Dos fraternidades, dos mundos distintos! …………..………………………… 22

11. El cierre de Buenaventura……………………………………………………… 24

12. Recuerdos desordenados que aparecen………………………………………… 25

13. El momento del cierre se va acercando………………………………………… 26

Anexos

1. En los principios de la Fraternidad en Colombia……………………………….. 29

2. Experiencia en Cali……………………………………………………………… 44

3. Testimonios de antiguas hermanitas …………………………………………… 47

4. Hta. Elena va a visitar Colombia (2.009)……………………………...………… 48

1. Introducción

Queridas hermanitas y amigos: Pasaron los años, pero recordamos como un tesoro lo vivido allí.

Lo queremos compartir con ustedes deseando fuertemente que la Fraternidad pueda estar presente de nuevo en este querido país que para varias fue su “primer amor”.

Eso es lo que pudimos recoger a partir de cartas, diarios y recuerdos personales.

(Perdón por los olvidos y errores)

Htas Elena y Rolanda de Jesús.

1

2. Las “entrañas” donde se gesta el proyecto “Colombia”…

La Fraternidad de Hermanitas de Jesús nace el 8 de Septiembre de 1939. En

un principio, la Fraternidad está exclusivamente consagrada a los pueblos del Islam.

Sin embargo, en julio de 1946, después de un retiro en “La Sainte Baume”, Hta

Magdalena adquiere la certeza de que la Fraternidad debía extenderse al mundo

entero y llegar a ser “universal”. Nace entonces la primera fraternidad obrera en Aix-

en-Provence (Francia).

A mediados del año 1952, Hta. Magdalena realiza su primer viaje a América

Latina. En ese momento se fundan las primeras fraternidades en el continente. Como

no hay suficiente cantidad de hermanitas para las fundaciones proyectadas, quedan

una o dos hermanitas en cada país con la misión de fundar una fraternidad en el

momento en que las postulantes se acerquen. Estas nuevas inserciones parecen

responder a una “espera”, al deseo de personas de Iglesia muy comprometidas con la

vida, las luchas y los sueños de los pobres…

Sin embargo, es a mediados del año 1953 cuando Hta. Magdalena y Hta.

Jeanne comienzan su viaje “Por el mundo entero”. Después de un largo periplo por el

continente africano, las infatigables viajeras llegan a América del Sur. Son los

pueblos originarios los que más “ocupan” el corazón de Hta. Magdalena…

3. Corazones que se lanzan al camino…

Del 9 al 16 de enero de 1954, las Hermanitas Magdalena, Jeanne y Matilde

pasan por Colombia. Sor Amelia, de las Hermanitas de la Caridad, será para ellas

“un ángel en la ruta”, poniendo su camioneta a disposición de las Hermanitas de

Jesús y acompañándolas a todas partes para servirles de intérprete.

El 10 de enero, las Hermanitas se encuentran con el Nuncio. La hermanita

Magdalena le explica su gran deseo de ir a vivir con los Indios de la frontera

venezolana (los Motilones). Para desanimarlas, la gente les decía que éstos eran “los

2

más feroces de América del Sur”. El Nuncio no se muestra favorable a este tipo de

inserción, pero, sin embargo, apoya una fundación en Colombia.

Hta Magdalena abre ante esta autoridad religiosa su corazón apasionado1

…Y, como el nuncio me dice que no son más que un puñado, yo le recuerdo

que el Señor alabó al Buen Pastor que abandonaba 99 ovejas para correr

detrás de la oveja descarriada.

El 14 de enero, visitan al Obispo de Valledupar, quien las acoge con

entusiasmo. Hta Magdalena le expresa también a él su deseo2:

Yo los busco desde que sé que entre Colombia y Venezuela hay una

población completamente aislada, tipo Pigmeos, y sobre todo desde que

escuché decir que no había nada que hacer con ellos, salvo masacrarlos.

Pienso en la oveja del Buen Pastor y le digo que tengo una herida en el

corazón pensando en ellos, a quienes se quiere „matar‟ mientras que

nosotras quisiéramos „amar‟…

Entonces hablan con los Padres capuchinos y hacen el proyecto de instalarse

primero a mitad de camino, entre Codazzi y la montaña de los Motilones, para

avanzar poco a poco…

Después de varios meses viajando a través del mundo, visitando los rincones

más alejados y abandonados, Hta Magdalena regresa al Tubet (la Casa Madre de la

Fraternidad). En ese momento, después de 15 años de vida, la Fdad se encuentra en

expansión. Al momento del primer capítulo general (septiembre de 1954) hay 351

hermanitas distribuidas en 113 fraternidades en el mundo entero.

Todas estas jóvenes se acercan a la fraternidad deseosas de ir hacia los más

pobres y abandonados “esos seres a los que nadie iría”, acogiendo con entusiasmo la

invitación que hace la hta Magdalena en el “Boletín Verde”3: buscar en el mapa del

mundo un rincón lejano, un puñado de seres que no atraen a nadie… para decirles

que Jesús los ama. Con tal de llegar hasta ellos, las hermanitas están dispuestas a los

mayores sacrificios: cansancios, largos viajes, alejamiento de la propia familia, la

1 Conf. “D‟un bout du monde à l‟autre”, pag. 325.

2 Conf. "D‟un bout du monde à l‟autre”, pag. 325-326

3 Conf. Boletín Verde, pag 13

3

cultura, la lengua… Hermanita Nicole-Marcelle recuerda esos momentos de audacia

y generosidad:

Cuando ingresé a la fraternidad, en enero de 1956, yo tenía 20 años y

nunca había salido lejos. Más o menos a las 3 semanas de haber entrado

estuve en uno de esos llamados de hta Magdeleine. Todas sentaditas en el

suelo, éramos más de 100 en ese momento… Asombrada, yo veía la

disponibilidad de unas y otras para partir donde hiciera falta… ¡Era algo

emocionante! Ella decía que nos fuéramos como burbujas de jabón,

ligeritas. Me llamó especialmente la atención cuando ella habló que en la

frontera de Colombia con Venezuela existía un grupo, una etnia de

Motilones. Creo que casi textualmente, me puedo acordar de su

presentación: “Ellos han sufrido muchas agresiones en su historia y ahora

se han vuelto agresivos. Los que se atreven a entrar donde ellos sin su

acuerdo ¡no regresan vivos! así que tendremos que acercarnos poco apoco,

tomar contacto con ellos con mucho amor hasta llegar al lugar donde viven.

Ellos necesitan y merecen que se los ame.” Al escuchar esto, me avisó mi

corazón (con un brinco) que algo así era lo que yo buscaba y esperaba sin

saberlo. Y en cuestión de segundos, muy segura, levanté la mano. En

realidad, yo no ubicaba para nada donde estaba Colombia, pero eso no me

parecía tan importante como el ir a dar mi vida “allá”…

Finalmente, este proyecto con los Motilones no se puede realizar por falta de

hermanitas. Sin embargo, el Señor va mostrando otros caminos que conducirían a

hacer a las hermanitas huéspedes de este pueblo latinoamericano…

4. Un proyecto que se concreta...

En 1955 se funda la primera comunidad en Bogotá. La primera en llegar a

Bogotá es Claude-Josèphe (Claudia), joven profesa4. Hermanita Mathilde, consejera

del continente, la acompaña unos días y la deja en la Casa Madre de las Hermanas de

Cristo Sacerdote. Se quedará sola unos meses hasta que llegue Marie-Danièle.

En este momento consiguen una casa en un barrio del sur de Bogotá. Todas

las casas son iguales, parecidas a un vagón de tren: con techo bajo, una pieza grande

4 Después cambiará su nombre por el de Claudia-Michèle

4

dividida en 3 por paredes a media altura, abriendo sobre un patio con la cocina bajo

el alero. En el patio se construye una pieza para la capilla. ¡En abril llega el Nuncio a

celebrar la primera misa!

En marzo de 1956, Nicole-Marcelle se une al grupo…

Llegando al puerto de Cartagena, recuerdo que me agarró un gran pánico al

ver todo tan diferente… y no tenía prisa para bajar del barco, aun habiendo

visto a Claudia esperando abajo junto con Elisa, gran amiga de los principios.

Fue el primer choque cultural en tierras americanas: el ambiente, la música,

la gente distinta, todo lo desconocido. Pero esa impresión, la de sentirme

extranjera, pronto se cambió en confianza, al experimentar después tanta

acogida, ¡tanta vida!

Ya son 3 hermanitas. Marie-Danièle había empezado a trabajar en fábrica,

pero cae enferma y necesita un tiempo de descanso. Las Hermanas de Cristo

Sacerdote la acogen en la casa que tienen en tierra fría en San Pedro. Por esta razón,

a menudo quedan sólo 2 hermanitas en la casa. Nicole hace limpieza en casa de

familia y Claudia da algunos cursos de francés a la hija del director de la fábrica.

Finalmente, Marie-Danièle tiene que regresar a Francia y Nicole la reemplaza en la

fábrica. Trabaja 9 horas por día.

Las casas del barrio están reservadas a familias pobres, con por lo menos 6

hijos. Los contactos se hacen poco a poco. Exteriormente la gente se familiariza,

pero es difícil penetrar en los hogares.

Un padre jesuita chileno, el Padre Hurtado, llega para ayudar al párroco y

su comprensión reconforta a las hermanitas, pues hasta ese momento el clero

colombiano no las entendía y estaban “aisladas espiritualmente”. Conocen otros

jesuitas chilenos que las ponen en contacto con la JOC. Este movimiento había sido

prohibido y comienza a resurgir en la parroquia. Gracias a estos encuentros l las

hermanitas pueden tener su primera noche de adoración. Los Jocistas permanecen

junto a ellas toda la noche. Varias jóvenes también las acompañan. Lucila, una joven

colombiana, pide entrar en la fraternidad. Empieza el postulantado en el curso del

año, pero no persevera.

En el curso del año 1957 llega Hélène-Mireille (Elena):

5

Después de un mes de haber entrado a la fraternidad, Hta Hélène-Marthe y

yo vamos a Roma para poder conocer a la hermanita Madeleine y me uno

al grupito que trabaja en la construcción de la futura fraternidad en Tre

Fontane. Durante el almuerzo del domingo, la Hta Magdeleine me propone

ir a Colombia, lo que acepto asombrada de tanta confianza. Paso varios

días en familia y me encuentro en Génova con Marie-Odette (postulante) y

Bernadette- Céline (novicia) para tomar el barco. La Hta Mathilde nos

acompaña al barco. Son 19 días de viaje. En Cartagena (puerto

colombiano) me impresiona ver a los niños nadando alrededor del barco,

esperando moneditas. Me conmueve mucho ver el tipo de trabajo que tienen

que hacer para sobrevivir. Al día siguiente tomo el avión para Bogotá,

donde me esperan las hermanitas Claudia y Nicole. La fraternidad está en

un barrio obrero, los niños están felices de conocer a la nueva hermanita,

pero un poco decepcionados porque no pueden conversar con ella.

Voy a trabajar unos meses en una casa particular al otro extremo de la

cuidad y descubro otra realidad: barrios acomodados. La Hta Jeanne-Sara

viene a pasar un mes con nosotras y nos comunica su espontaneidad y

alegría.

Nicole hace su noviciado en Bogotá y el 21 de noviembre es la alegría de su

profesión en presencia del Nuncio, Mons. Bertoli. El es un gran amigo, feliz de ir de

visita a la fraternidad de improviso, trayendo siempre consigo “algún extra”, como

queso o buen café.

5. La “gran comunidad” dura muy poco…

En 1958 se busca un lugar para el noviciado en Chiquinquira, lugar nacional

de devoción a la Virgen, pero no resulta. Entonces Elena empieza el noviciado,

acompañada por Claudia, en la misma fraternidad donde viven. Cuando Claudia tiene

que volver a Francia para un tiempo de formación, es Nicole, en ese momento joven

profesa, quien se hace cargo del Noviciado. Elena nos cuenta sus recuerdos de esta

“mudanza”.

Dos vecinas jóvenes, Leonor y Berta, manifiestan el deseo de entrar a la

fraternidad. En este momento, Hermanita Matilde nos pide hacer una gira

en Medellín, ciudad más industrial, para ver la posibilidad de empezar una

6

fraternidad obrera y que esté a la vez más lejos de la familia de estas dos

jóvenes. Entonces, con el dolor de dejar a nuestros vecinos, pero con

esperanza, partimos para Medellín un poco antes de Navidad. Nos

alojamos en casa de las Siervas de Cristo Sacerdote, las mismas que nos

habían acogido con los brazos abiertos en Bogotá. Pero claro, tenemos

ganas de tener lo antes posible nuestra fraternidad. Visitamos varios

barrios populares y nos decidimos por el barrio Castilla, en un cerro a la

salida de la cuidad. Encontramos una casa muy modesta con 3

habitaciones pequeñas, sin agua y sin baño. El dueño vive al lado y nos

promete instalarlo todo en pocos días. De Bogotá, hemos traído lo mínimo,

las hermanas y algunos amigos nos dan parte de lo necesario. Nos hace

falta una litera de 3 pisos, ya que la casa es chica. La conseguimos en un

cuartel de militares. Aún si al principio, el capitán se extraña del pedido,

después nos la prestan ¡por 50 años! El arzobispo Mons Tulio Botero

Salazar se muestra muy abierto y comprensivo, se encariña mucho con la

fraternidad y nos visita con bastante frecuencia. Temíamos que no nos

permitiera tener la capilla en este lugar. El mira todo y, sonriente, nos dice:

“Jesús nació en un pesebre, estará feliz aquí.

Por supuesto, encontrar un trabajo que les permita subsistir es algo que les

urge… Entonces comienza la búsqueda de trabajo y las distintas experiencias. Elena

nos introduce en esta “aventura”:

Estamos apuradas para encontrar un trabajo para mí. ¿A dónde dirigirnos?

Caminamos por la ciudad… Un matrimonio nos pregunta amablemente si

somos religiosas. Les explicamos lo que somos y lo que buscamos. Se

interesan y dicen que en el Seguro Social quizás podríamos encontrar

trabajo. Les cuesta aceptar que sea para la limpieza. No obstante, 2 días

más tarde nos ofrecen este trabajo de aseo. Luego me entero de que este

señor es el presidente de este centro. Guardo un recuerdo maravilloso de

estos meses de trabajo entre las compañeras, muy abiertas y muy

extrañadas a la vez… ¡una religiosa haciendo aseo! Tenemos derecho a una

pequeña pausa de un cuarto de hora en un rincón bastante oscuro, pero es

la alegría de reencontrarse y compartir lo que cada una vive. Ellas me

hacen muchas preguntas sobre nuestra vida de hermanita. Algunas nos

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invitan a su casa. Tuve que dejar este trabajo para prepararme para mi

profesión, el 25 de marzo del 1959.

Las experiencias de trabajo se suceden y, con ella, los encuentros y relaciones

se van tejiendo y multiplicando…

Más adelante encuentro un trabajo en

un lugar “menos espectacular” (En el seguro

hacía la limpieza en la farmacia y al saber que

una monja trabajaba allí todos querían verla).

En la pequeña fábrica hacen cordones,

elásticos… Somos unos 20 obreros con un

salario muy bajo. Yo hago la limpieza entre las

máquinas. En un momento determinado se unen

para pedir un salario más justo. Resultado: dos

días después, un aviso sobre la puerta dice que se cerraba la fábrica, no pudiendo

responder al pedido.

Gracias a una amiga me aceptan en una gran fábrica de confección de vestidos de

hombres: EVERFIT, un taller inmenso con unas 100 personas. Hace un calor

agobiante a partir de las 10 a.m., ya que además de las máquinas de coser hay

enormes maquinas para planchar que sueltan mucho vapor y calor. Al lado estamos

unas 12 mujeres, sentadas sobre sillas bajas, haciendo las terminaciones a mano,

con el vestido encima de las rodillas. Es como tener una frazada con el calor de

Medellín ¡qué maravilla! Nunca he transpirado tanto.

Berta María, la primera hermanita colombiana, llega a principios del año

1959. En vista de la llegada de Leonor y de Rolande-Brigitte (Rolanda), las

hermanitas cambian de casa. Es necesario

que la nueva casa sea un poco más amplia,

para alojar a las cinco hermanitas. Elena,

una de las protagonistas de este nuevo

traslado, nos cuenta cómo ha sido:

Un poco antes de la venida de

Jeanne-Sara cambiamos de casa de

nuevo, vamos a las “Casas de

Nazaret”, un conjunto de 30 casas

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donde viven señoras viudas con sus hijos. Sus esposos han muerto, a

consecuencia de la violencia que ha cobrado muchas víctimas

(especialmente en el Tolima) Ellas son muy valientes luchando para educar

a sus hijos. El obispo quisiera que vivamos allí en una casa un poco más

amplia, para tener una capilla donde los vecinos pudieran venir a rezar.

Siempre me impresionó ver a las vecinas pasar delante de la capilla, y

como hay una ventana amplia, ellas se paran a rezar un momento.

Elena continúa su relato y nos refiere las amistades concretas que se van

construyendo en este rincón de América Latina…

Logramos lindas amistades. ¡Descubrimos tanta fuerza y fe en estas

mujeres! Tantos rostros desfilan en la mente… Recuerdo sus gestos de

cariño, dando de lo poco que tienen, como la viuda del Evangelio. Es doña

Josefina, con tres pequeñitos, que se la rebusca para hacer un caldito para

Jeanne-Sara porque la ve tan delgadita. Es doña Ana que con su primer

sueldo compra 2 sillas pequeñas (su sueño para recibir visitas) y luego

suplica a las hermanitas de aceptar una de ellas porque se da cuenta que le

gusta a una de nosotras ¡y no hay caso de rehusarla!

Por fin, en abril de 1959 llega Rolanda como postulante. Ella misma nos

cuenta cómo han sido sus primeros pasos en Colombia:

A los pocos días de haber entrado a la fraternidad en el Tubet (fines de

octubre del 58), la Hta Mathilde me encuentra barriendo la escalera roja

que iba a la Casa Madre. Ella me pregunta si no quisiera ir a Colombia

porque iba a empezar un “equipo volante” en Medellín, ciudad muy

industrial. (Yo había pedido una fraternidad obrera). La idea me gustó,

pero no ubicaba con precisión donde quedaba ese país. La Hta Mathilde me

enseña el mapa. Enseguida escribo a mamá que se había quedado sola.

Mujer de fe, ella me contesta inmediatamente que no pensaba que me iba a

ir tan pronto, ni tan lejos, pero que ella no se oponía.

Leonor llega de Bogotá casi al mismo tiempo. ¡Qué alegría para las

hermanitas de recibir también la visita de hermanita Jeanne en una fraternidad de

“cinco”! También pasa por allí el Padre Voillaume. Pero esta fraternidad “tan

poblada” dura poco: Rolanda se enferma de hepatitis y necesita un buen tiempo de

descanso en tierra “fría”. En agosto, Nicole y Berta-María viajan a Francia. Nicole

9

necesita un tiempo de formación para ser maestra de novicias y Berta-María va para

conocer mejor la fraternidad y la Hta Magdeleine.

Leonor encuentra trabajo en una fábrica de textiles: Indulana. Pero poco

después se decide que Leonor vaya a Chile para iniciar su noviciado mientras que

Rolanda se queda en Medellín para el suyo. Jeanne-Sara viene de Chile para

acompañarla. Entonces quedan tres hermanitas nuevamente.

El 25 de diciembre del 1959, Rolanda empieza el noviciado. La Misa es

presidida por Mons. Urrea un obispo que quiere mucho a la fraternidad. Es Elena

quien nos relata una hermosa experiencia como “muestra” de lo vivido en este

noviciado al estilo de la fraternidad. Son los acontecimientos y los vínculos los que

forman a las novicias y las ayudan crecer como hermanitas de Jesús y de su pueblo:

Todo este año estamos las tres, Jeanne-Sara, Rolanda y yo. Trabajo como

obrera en la fábrica Everfit. Rolanda aprende a plantar clavos, a construir

una casa para una vecina que echaron de las Casas de Nazaret. En este

lugar había normas muy estrictas: las mujeres no podían recibir hombres.

Estas casas pertenecían a las hnas vicentinas. Eran casas que se

arrendaban barato a “las viudas de la violencia”. Esta señora no cumplió

las normas y la expulsaron. La Hta. Jeanne-Sara decide armar una casa

bajo un puente para ella. Allí construimos dos piezas. El

hno Juan Saphor nos ayudó a finalizar el techo.

Rolanda hace profesión el 21 de enero de 1961. La

celebración se realiza antes de la fecha habitual (25 de marzo)

porque esperan a su maestra de novicia en Chile para

acompañar otro noviciado. Jeanne-Sara toma el barco en

Buenaventura y Rolanda la acompaña hasta allá.

En ese momento las hermanitas conocen a Mons.

Valencia, obispo muy sencillo y cercano al pueblo. El expresa

su deseo de tener una fraternidad en su diócesis.

6. Una nueva etapa comienza…

Entonces comienza una nueva etapa… Silvia llega de Chile por unos meses.

Luego llegan Monique-Françoise y Anne-Armelle (esta última desde Perú)... La

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formación se profundiza en la vida cotidiana, acompañando a la gente al policlínico

para ser atendida… La vida cotidiana con sus relaciones de trabajo, de vecindad y de

amistad es para las hermanitas camino de oración y formación5

Rolanda nos relata de manera bien concreta las implicancias de esta opción

formativa en el proceso vivido después de su profesión religiosa…

Busco trabajo. En Fabricato, gran fábrica de textiles, (6.000 obreros). El

patrón, muy católico, vacila mucho en emplear una religiosa (sabe de la

prohibición de los sacerdotes–obreros). Finalmente acepta. Al principio,

trabajo en la cafetería de la fábrica donde vienen diariamente a almorzar

obreros y empleados (unos 2.000). Las compañeras son chicas que vienen

del interior y viven en el patronato que

dirigen las Hermanas Dominicas de Tours.

Después de un año, me mandan al

edificio que la fábrica tiene en pleno

centro, donde están todas las oficinas. Me

tocaba atender un piso como cadete,

limpieza y servir los tinticos a los

empleados. Ahí me costó no poder tener

muchas relaciones con las compañeras (cada una se manejaba en su piso).

Ahí estaré 2 años, luego pedí el pase a la fábrica misma, donde trabajaré en

la sección terminación (de 1964 a 1966). En esa sección llegan todas las

piezas para revisar y clasificar. Para eso tuve que seguir un curso con otros

compañeros, lo que me permitió recorrer toda la fábrica, desde la llegada

de las bolsas de algodón pasando por telares, tintorería…etc. Fue muy

linda relación con los/as compañeros/as ¡que dura hasta hoy con uno de

ellos!”

También Elena continúa su “formación” en el trabajo, asistida por la red de

vínculos que allí se va tejiendo. Trabaja en Everfit hasta su partida para el año de

estudios y preparación a los votos perpetuos, en 1962. Es durante este año que las

hermanitas conocen al Padre Federico Carrasquilla, recién llegado de Roma después

de su ordenación sacerdotal. El acompaña a otro sacerdote del seminario para la

renovación de votos de Leonor y es muy discreto en ese primer encuentro. Pero a los

5 Conf. Constituciones de la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús, art. 65.

11

3 días toca a la puerta, pidiendo rezar y compartir con las hermanitas. Es el principio

de una larga y profunda amistad. Cada sábado llega a la fraternidad para compartir

las riquezas del Concilio. Es un aporte muy valioso y lleno de esperanza que se

mantiene hasta hoy día.

Entre 1963 y 1964 varias jóvenes entran: Carmen-Emilia, compañera de

trabajo de Rolanda en Fabricato; Mary; Victoria-Eugenia que hará su postulantado en

el Perú… Por diferentes motivos, todas ellas dejan la fraternidad al poco tiempo.

En estos momentos, la fraternidad está

constituida por Anne-Armelle, Monique-

Francoise, Maria-Leonor y Rolanda. Leonor, que

había regresado de Chile, toma el trabajo en la

fábrica donde estuvo Elena. Rolanda sigue en

Fabricato. En esta época las hermanitas tienen la

grata visita del padre Voillaume.

En enero de 1965, después de los votos perpetuos, Elena regresa a Colombia

y Anne-Armelle parte inmediatamente. Poco después, se pide a Maria-Leonor de

dejar la fraternidad. Son momentos muy dolorosos para todas. En la fraternidad

quedan entonces Elena y Rolanda. Rolanda nos invita a entrar en la vida de la

fraternidad durante el año 1966:

Antes que vaya para los estudios y el noviciado profeso, hta Mathilde nos

invita a dar a conocer la Fraternidad en varias ciudades del país con las

proyecciones que teníamos. Así lo hicimos durante 2 meses. Pasamos por

Cali, Palmira, Manizales… hasta llegar a Buenaventura. Allí el Obispo,

Mons. Valencia, pensando que veníamos para fundar, ¡había dejado la

llave de una casa para nosotras! Despertamos simpatía, entusiasmo, ¡pero

no hubo seguimiento! Terminamos en Bogotá donde tomé el avión para

Francia pasando por la isla de Guadalupe (vuelo inaugural gratuito).

Recuerdo 2 momentos que marcaron este viaje: la bajada peligrosísima con

Elena desde el Señor de la Peña y mi casi envenenamiento en la isla de

Guadalupe (Recomendación: no comer fruta desconocida)

Después de la partida de Rolanda, Elena queda sola en Bogotá, esperando a

María-Paz que se anunciaba por esos días. A su llegada son los “imprevistos” los que

le salen al encuentro de inmediato:

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... Ella aparece un buen día, sin avisar, en la casa de

las Siervas de Cristo Sacerdote, donde estoy

hospedada. Llegó tan relajada y sonriente que me hizo

pensar que venía de otra fraternidad más cercana…

pero ¿de donde?

Tímidamente, le pregunto: “¿Usted es María Paz?”

Ella se pone a reír y nos abrazamos con mucha

alegría. Esa misma noche, la señora vecina que

cuidaba la casa en Medellín, nos avisa que, con las

fuertes lluvias, el agua entró en la casa y que

teníamos que llegar lo antes posible.

Viajamos temprano, al día siguiente ¡con gran preocupación!

Efectivamente, el aspecto de la casa era muy poco acogedor porque recién

habían asfaltado la calle con un nivel más alto que la entrada de la casa.

Por este motivo, el agua negra del asfalto entró en la casa dejando pintadas

de negro las paredes de las casas. Con la ayuda de unas vecinas, habían

tratado de salvar unos libros, pero de todas maneras era desolador el

cuadro. ¡Qué triste acogida para María Paz que llegaba a América Latina

por primera vez!

Y, como es época de lluvias, la inundación se repite varias veces. Elena

continúa la descripción de las “aventuras” vividas durante ese periodo:

Una vez tuve que ponerme a destapar el alcantarillado que estaba tapado.

Sin duda fue allí que pesqué una infección, porque a los pocos días tuve una

fiebre muy alta y detectaron una tifoidea. Estuve unos días en el hospital y

luego las hermanas del Sagrado Corazón nos acogieron a las dos porque

los médicos no querían que volviera a casa. Para María Paz fue un tiempo

de mucha preocupación, por mi salud especialmente. Afortunadamente era

una mujer fuerte.

Alojando en la casa de las Hnas del Sagrado Corazón, María-Paz encuentra

trabajo en una tienda donde venden telas. Ella se queda un tiempo con las hermanas,

mientras Elena parte hacia otra comunidad de las hermanas, en Manizales, donde el

clima favorece su recuperación. Después de dos meses, ambas regresan a la

fraternidad, lo que es motivo de alegría tanto para ellas como para los vecinos.

13

7. Otra vez un cambio de casa…

Al poco tiempo, en vistas al regreso de Berta-María a la fraternidad y a causa

de su dificultad para caminar, Mathilde

escribe para pedir a las hermanitas que

busquen otra casa con mayores posibilidades

de acceso. La fraternidad, por ese entonces,

estaba bastante alejada de los buses y ubicada

en un terreno con una gran pendiente. Elena

nos relata lo vivido en esos momentos:

Anduve bastante buscando en los

alrededores, pero sin resultado.

Finalmente, nos enteramos que se iba a

construir un barrio popular al lado del

nuestro. La construcción estaba a cargo

del Instituto del Crédito territorial. Aceptaron nuestro pedido. Para

rebajar el precio se pedía a los futuros dueños de venir a trabajar:

aplanando el terreno, cavando las cepas de las casas… Fue una linda

ocasión de ir conociéndonos con los futuros vecinos. Es así como María-

Paz y yo íbamos fielmente cada sábado, renunciando a la charla que

teníamos regularmente con el Padre Federico ese día. Entonces él no

encontró mejor solución que de venir con 2 ó 3 de los estudiantes para

colaborar en los trabajos.

Al sortearse los sitios, la fraternidad queda en una

esquina con una linda vista sobre el valle. El nombre del

nuevo barrio: Juan del Corral. Por supuesto, para las

hermanitas es difícil separarse de las antiguas vecinas, aún

cuando la proximidad de ambos barrios posibilita en gran

medida las visitas. Una vez realizada la mudanza, las

hermanitas empiezan a arreglar la casa, a la espera del

regreso de Rolanda, Berta-María y Monique-Francoise.

Recién llegada de sus votos perpetuos, Rolanda nos

cuenta lo vivido en este deseado retorno a la fraternidad

de Colombia:

14

En enero del 68 después de los votos y del año de teología, regreso a

Medellín, pero ¡pasando por Argentina y Perú! Viajo en barco con Thérèse-

Christiane y Yolanda-Cristina hasta Buenos Aires. Me quedo 2 meses en

Villa Jardín, esperando el avión militar que me lleva a Lima y ahí de nuevo

2 meses en Arequipa hasta llegar por fin a Medellín en mayo.

Por ese entonces son cinco

hermanitas en la fraternidad: Elena, María

Paz, Monique-Francoise, Berta-María y

Rolanda… ¡Todo un acontecimiento!

En agosto de ese año, hay un gran

evento a nivel eclesial: el Papa Pablo VI

llega a Bogotá para la reunión de todos

los Obispos de América latina que tendría

lugar en Medellín. Todas se dirigen hacia

Bogotá con María Elena (consejera

general) y Nora (regional del Perú). Es un momento de mucha esperanza, de

renovación profunda de la iglesia, con una opción muy clara a favor de los pobres.

La muchedumbre es inmensa para acoger al Papa. Las hermanitas tienen la suerte de

poder saludarlo rápidamente al bajar del helicóptero que lo lleva para el encuentro

con los campesinos.

La reunión de los Obispos tiene lugar en el Seminario mayor de Medellín. Un

día, gracias a la complicidad de Federico, pueden participar de una celebración. Por

otra parte, los domingos, los obispos aprovechan para ir a las parroquias. A Don

Helder Cámara se le pide una reunión con un grupo de estudiantes y trabajadores

cristianos. En ese momento, él insiste mucho en la necesidad de hablar a los obispos

con sinceridad, pues muchas veces, ellos desconocen la situación real del pueblo.

Don Helder les hace saber que desea ir almorzar a la fraternidad con algunos

sacerdotes y amigos. Las hermanitas quedan impactadas por su sencillez, su atención

a los demás, su capacidad de escucha y su humildad. ¡Un verdadero discípulo de

Jesús! En ese momento, también las visita Monseñor Proaño, de Ecuador.

En septiembre, llega una carta de Roma modificando bastante el panorama de

la fraternidad. Se le pide a Rolanda de ir a Chile para reabrir la fraternidad de La

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Victoria, cerrada por problemas de salud de Thérèse-Christiane. A Monique-

Francoise se le pide ir al Perú.

Las 2 viajan por carretera hasta Lima. Es un viaje de ocho días, pasando por

Ecuador. Rolanda sigue hasta Santiago, quedándose unos días en Maipú con Anne-

Armelle, Odile-Marthe, Monique-Louise y Thérèse-Christiane. Con esta última

reabren la fraternidad de La Victoria. Poco después, Rolanda es nombrada regional

de Argentina y Chile.

En ese momento se pide a Berta-María de dejar la fraternidad. De nuevo

quedan 2 hermanitas en Medellín: Elena y María-Paz. Berta-María regresa a Bogotá,

donde vive su familia. Son momentos muy duros para

todas. María-Paz trabaja en Fabricato.

En 1969 se le pide a Rolanda de asumir también

como regional Colombia y Perú, ya que Nora deja la

fraternidad. En abril ella regresa unos días a Medellín

desde Lima (¡le toca pasar 3 días en el aeropuerto

esperando que el avión militar esté en condiciones!). De

nuevo, en septiembre Rolanda va a visitarlas después de

haber ido con las hermanitas de Arequipa buscando una

fraternidad más cerca de Lima.

En abril de 1970, la hta Annie, nueva responsable general, pasa dos días con

Elena y María-Paz. Poco después llegan otras dos hermanitas: Claudia-Michèle y

Marysa-Marguerite, mientras María Paz se va a Europa para el tiempo de los

estudios y los votos perpetuos. Marysa toma el lugar de María-Paz en Fabricato

(sección recuperación)

A fines de 1970, la fraternidad general le pide a Rolanda, que habitualmente

vive en Medellín, de ir a Lima, al cerro san Cosme, para asumir la responsabilidad de

la fraternidad. Viaja por tierra y pasa el último día del año en Guayaquil (Ecuador).

8. Momentos de mucho dolor…

En 1971 Perú y Colombia forman una sola región. Entonces se pide a

Rolanda de ir a Medellín para ayudar a cerrar la fraternidad por un tiempo, con el fin

de reunirse y conocerse más. ¡Costará mucho esta partida! Las htas viajan por tierra

16

hasta Lima. Llegan en pleno invierno a Lima, a una casa muy húmeda, recién

refaccionada… y con el gran dolor de haber dejado Medellín.

Momentos difíciles, disgustos, criticas… La fraternidad está cuestionada, aún

por los amigos. Las hermanitas se reúnen todas en Hualhuas con Alfredo Pastor,

hermano de Nora, y se escribe a la hermanita Annie una carta con los deseos e

inquietudes que las habitan. En algunas hermanitas se siente un deseo de estar más

cerca de la gente (intento de cosecha de algodón). También en Hualhuas las

hermanitas desean una vida más abierta y comprometida… Se percibe un cierto

cuestionamiento también a todo lo que llega de la Fraternidad General. La carta no es

bien recibida y es más bien percibida como una crítica.

En 1972 tienen en Lima la visita de hta Mariam-Nour, consejera general, que

desea encontrarlas y ver de cerca la situación. En este momento se decide que

Thérèse-Francoise y Claudia-Michèle regresen a Francia. En cuanto a Elena, va a

descansar un tiempo en Hualhuas y luego parte a Tre Fontane, donde encuentra a la

hermanita Magdeleine y trata de explicarle el sentir de las hermanitas.

Después de sus votos perpetuos, hermanita María-Paz regresa a Colombia

junto con Marisa y, con mucha alegría,

vuelven a abrir la fraternidad de Medellín.

A fines de diciembre Maria-Clelia llega al

Perú y Elena regresa a Medellín.

En 1973 Hta Mariam-Nour vuelve

y reúne a todas las regionales del

continente Allí se decide que María-

Clelia asuma la responsabilidad de la

fraternidad del Perú y Rolanda la de

Colombia.

De regreso a Colombia, se ve la posibilidad de

“un equipo volante” en Bogotá con Elena y Consuelo,

postulante.

Las hermanitas vuelven a tomar contacto con

Bogotá después de 15 años de ausencia. La ciudad ha

crecido mucho, sobre todo en el sur donde surgieron

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inmensos barrios muy pobres. Es el mismo fenómeno que se encuentra en todo el

mundo: gente del campo que llega de todas partes del país esperando mejorar sus

condiciones de vida y se amontonan en ranchos miserables (a menudo muy lejos del

centro) viviendo con salarios de miseria. En Bogotá (situada a unos 2800 m de

altura) el frio aumenta las dificultades para vivir, aun si el clima es más sano que en

tierra caliente. Las hermanitas deciden establecerse en un barrio enclavado en una

colina y sin duda por eso llamado: “Resurrección”. Es una mezcla curiosa de vida

campestre y de barrio popular, pues al lado de casas donde se juntan muchas

familias, hay algunos terrenos cultivados y otros donde pastan ovejas. Y al lado de

gente apurada para ir a su trabajo, se cruza una mujer con el huso u otra que hace

idas y vueltas para transportar la leche con su burrito bastante recalcitrante.

Las hermanitas alquilan dos piezas que dan sobre la calle principal, la única

asfaltada en ese momento. ¡Alegría de tener al Señor en la capillita! El Padre

Garabito, el párroco, es un hombre de Dios, preocupado de llevar la Buena Noticia,

siempre disponible, de buen humor, respetuoso de cada uno, deseoso de despertar el

espíritu de amistad. Durante la primera misa en la parroquia donde las hermanitas

están presentes, él explica al grupito de vecinos el sentido de esta presencia: es Jesús

de Nazaret que quiere estar en medio de ellos, presencia de amistad, de trabajo…

Los contactos se hacen rápidamente, simplemente. Las hermanitas trabajan

como las vecinas, en casa de familia en barrios más acomodados. Hay jóvenes que se

acercan…

Pero, al poco tiempo piden a Rolanda de dejar Colombia para ir un tiempo a

descansar. Entonces el 1º de septiembre, Rolanda viaja con Marisa que regresa a

Europa. Elena y Consuelo se van en gira hacía el Norte del país para dar a conocer la

espiritualidad y el mensaje del hermano Carlos. Entran en contacto con grupos de

reflexión existentes, a fin de compartir e intercambiar. Se percibe un impulso nuevo

en estos cristianos que desean profundizar su fe a partir del Evangelio. Las

hermanitas perciben mucho interés por el mensaje del Hermano Carlos.

En Medellín se quedan María-Clelia, que asume también como regional de

Colombia, María-Paz y María-Isabel, venida del Perú.

Al regreso de la gira, se encuentran 5 hermanitas y muchas veces 6, pues

Cecilia, que piensa entrar en la fraternidad, llega a menudo. Consuelo encuentra

trabajo en una pequeña fábrica, no muy lejos de la fraternidad, María-Paz sigue en

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la limpieza donde trabajaba Marisa y Elena encuentra algunas horas de limpieza para

cubrir los gastos.

Para el 1º de diciembre las hermanitas tienen la alegría de la visita de la

hermanita María-Antonia y, con Federico, hacen un día de retiro centrado en la

Eucaristía y el misterio de Nazaret

A principios del año 1974, María-Clelia y

María-Isabel regresan al Perú a la espera de la Hta

Annie que visita las fraternidades regionales del

continente. Por la ocasión, Elena va a Lima con las

2 postulantes, Consuelo y Cecilia, que acaba de

entrar. María Paz no se puede liberar del trabajo.

La reflexión de las hermanitas es muy profunda, actual y comprometida:

¿Cuál sería la respuesta de Jesús hoy en un continente que comparte un sufrimiento

y un deseo común de liberación y en el cual el Señor ha plantado la Fraternidad?

¿Que es lo que Jesús quisiera que digamos al mundo hoy, por medio de nuestra vida,

en esta situación social y política, tratando de ser testigos de su Evangelio? A través

los intercambios, las hermanitas sienten fuertemente que no hay respuesta ya hecha y

que la fraternidad está entre sus propias manos… Y cada hermanita, en las manos de

Dios…

Consuelo se va para Brasil, para su noviciado y Cecilia se queda en Lima para

el postulantado. En Medellín se encuentran de nuevo dos hermanitas: Elena y María-

Paz. Lo que marca sobre todo este tiempo la vida de la fraternidad son los contactos

con religiosas y otras personas que llegan a compartir la oración. Varias siguen

cursos en el Instituto del CELAM. Es bueno poder intercambiar, respondiendo

plenamente los unos y los otros a los diversos llamados del Espíritu Santo

Sin embargo, este tiempo ha sido marcado también por una cierta inquietud:

en esta fraternidad de Medellín, la única en Colombia, ¡las hermanitas sienten que ya

no están en medio de los más pobres! Las hermanitas se dejan interpelar, piden

consejo y finalmente, en el año 1975 deciden buscar en otra parte.

19

9. El puerto de Buenaventura…

Buenaventura es un puerto sobre la costa del Pacífico

y siempre nos atrajo En varias ocasiones las hermanitas

habían ido y les había impactado la pobreza en que vivía la

población: 250.000 habitantes. El 90% son morenos

(descendientes de los africanos que vinieron como esclavos

siglos atrás). La temperatura tropical, casi siempre supera los

30º y además con 99º de humedad… Por lo general, las casas

son de madera, construidas sobre pilotes (con la marea alta

el agua viene debajo de las casa y se encarga de hacer la

limpieza).

Buenaventura es una ciudad pobre, pobre de toda clase de pobreza Sin

embargo, 50% del movimiento portuario pasa por allí. Entran millones y millones

que se van a otra parte y allí queda la miseria.

La diócesis había vivido un golpe grande cuando en el

año 1972 Mons Gerardo Valencia, el obispo, murió en un

accidente de avión. ¿Habría sido provocado? Siempre quedó

la duda. Conmovió profundamente a toda la población que él

supo amar, valorar, buscando la promoción humana y cristiana

del pueblo, sin temor a denunciar los abusos cometidos hacía

los pobres. Hacía muchos años que él deseaba una fraternidad

en su diócesis… y las hermanitas creen que se aproxima el

momento de realizar su sueño.

El nuevo Obispo, sabiendo el deseo de

la fraternidad, va a visitar a las hermanitas en

Medellín para conocerlas y renovar la

invitación. María-Clelia y Elena van entonces

a Buenaventura y el Obispo las lleva en su

jeep a recorrer varios barrios. Al día siguiente

van más discretamente, a pie, a otro barrio y

encuentran una casa de madera, desocupada.

Hablan con los dueños que viven al lado,

dispuestos a hacer los arreglos necesarios.

20

Todo estará listo un mes más tarde, el tiempo necesario para despedirse de los

vecinos de Medellín.

Algunos entienden bien el deseo de ir a otros lugares más abandonados, pero

eso no impide que tanto a unos como a otros les cueste mucho la separación.

Yvana-Franca (Juanita), recién llegada de Europa, y Elena se van primero con

una amiga (Pilar) y su hija Bruna que pone su jeep a disposición para la mudanza.

María-Clelia y María-Paz se quedan un tiempo más, ordenando las cosas,

“filosofando”: ¿cómo hacer para guardar solo lo necesario?

Desde el comienzo, las hermanitas se sienten muy a gusto con este pueblo tan

abierto y sencillo. Rápidamente van conociendo varios vecinos.

Las paredes de la casa son de tablas

delgadas, mal ajustadas. ¡Los primeros días las

hermanitas descubren entre las tablas unos

lindos ojos negros! Son los niños que quieren

ver lo que hacen las hermanitas. En el patio de

atrás, muchas cosas se hacen en común: el

lavado de los platos, de la ropa, preparar el

pescado mientras se charla con la vecina, todo

eso va creando lazos.

A menudo, se paga a los camiones para que vengan a dejar la basura que

recogen en la ciudad para descargar ahí. Cuando

sube la marea, el agua llega casi al nivel de la puerta

y varias calles se transforman en ríos.

Los padres Javerianos ayudan a las

hermanitas a conocer, a valorar y a comprender a los

vecinos. También por parte de las religiosas (son 5

congregaciones) y del obispo se sienten muy

acogidas.

Lo que les llama mucho la atención es la alegría y el ánimo de la gente a

pesar del trabajo duro y de las condiciones de vida. Ellos tienen como el arte de

sobrepasarse. Todo el día se escucha música aunque la calle donde está la fraternidad

es menos bulliciosa.

21

10. ¡Dos fraternidades, dos mundos distintos!

En septiembre Yolanda, una chica de Cali, entra a la Fraternidad. La

acompañan su abuela y unos amigos. María-Paz encuentra un trabajo de limpieza en

una escuela y Juanita en una pesquera de camarones. Poco después entra Ángela que

viene de Medellín y Cecilia regresa de su noviciado en Brasil. Consuelo que había

ido también allá, decide dejar la fraternidad.

Delante de tantas entradas de jóvenes, se plantea entonces la necesidad de

otra fraternidad. Se elige Bogotá.

Bogotá, capital de Colombia, es una gran ciudad. Situada entre las montañas,

a 2800 m de altura. Con construcciones modernas, y también con muchas barriadas

muy pobres al sur. Con un clima frío, lo que marca el temperamento de la gente: más

bien reservada. Tres años atrás, las hermanitas habían ido en “equipo volante” y

vuelven a ese mismo barrio, felices de estar de nuevo en la parroquia del padre

Garabito, sacerdote tan querido por todos.

Encuentran, no muy lejos de donde habían estado la primera vez, dos piezas

que dan sobre un pequeño patio. Elena se ingenia para arreglarlas de la mejor manera

posible. Elena empieza allí con Juana-Beatriz, recién llegada de España, pero al poco

tiempo esta última tendrá que regresar. Entonces llega Ángela-María a reemplazarla,

después de su toma de cruz en Buenaventura. Luego llegará Yolanda también.

Estas 2 fraternidades en Colombia hacen percibir a las hermanitas los

contrastes o las diversidades que pueden existir en un solo país: Bogotá, la gran

capital con su aspecto de riqueza, el ruido del tráfico… y por otra parte, la gran

cantidad de “gamines” que viven en la calle por grupitos de 5, 10 o más, comiendo lo

que encuentran y ¡durmiendo donde pueden!

Y Buenaventura, otro mundo: puerto importante sobre el Pacifico, 90% de

morenos, música todo el día, un sol que quema, calor húmedo y ¡gente siempre

alegre!

Yolanda encuentra trabajo en casa de familia para lavar y planchar. Ángela-

María trabaja en un supermercado, envolviendo carne. Después de 7 meses tiene que

retirarse a causa de un reumatismo que la hace sufrir mucho. A partir de ese

momento comienza a ayudar a veces a una vecina que hace escobas y las va a

vender. También hace rosarios que tratamos de vender. En este año 1976 las

22

hermanitas se mantienen “estables”. Aún si no es el ideal estar una sola profesa y 2

postulantes.

Esta inserción en la capital regala a la fraternidad numerosas visitas de todo

tipo: miembros de la Fraternidad de paso, religiosas que quieren conocer, jóvenes

también que están en búsqueda de un cristianismo más comprometido. ¿Cómo estar

disponible a todos los que llegan, guardando la preferencia por los vecinos más

cercanos?

Pero va empezar otra etapa, ya que Ángela-María y Yolanda se van al

noviciado.

En febrero de 1977 entran 2 jóvenes de Medellín: Mercedes va a

Buenaventura y Aurita a Bogotá.

En Buenaventura se encuentran

María Paz (hasta su intervención quirúrgica

en Cali), Cecilia y Juanita,. Esta última

parte después para Bogotá.

En este lugar, donde hay muy poca

industria, es difícil encontrar trabajo. Es

más difícil aún para las hermanitas, porque

se piensa que no es digno para una religiosa

que tenga un trabajo obrero, ¡mucho menos

que agarre la escoba! Cecilia no puede

conseguir más que reemplazos. Mercedes tiene más suerte porque recién entrada no

lleva el hábito y puede tomar el trabajo de Juanita en Copescol. Pero esta situación

no dura mucho, porque se ve que la fraternidad no es su camino. A fines del año deja

la fraternidad. También Aurita descubre que ésta no es su vocación.

El 21 de noviembre es la primera profesión de Cecilia. Toda su familia la

acompaña, también el Padre Federico que preside la ceremonia. El vuelve luego

para el 1º de diciembre y pasamos 3 días en la ermita reflexionando sobre la vida del

hermano Carlos.

Se decide hacer el noviciado en Hualhuas (Perú) con María-Clelia, la

regional, que asumirá la responsabilidad de este noviciado interamericano. Las

23

,

novicias son: Mari-Carmen del Salvador, Cándida de Brasil, Ana-Tere de Costa rica,

Ángela y Yolanda de Colombia, Teresa de México.

En 1978, durante el encuentro con María Carolina, consejera general, se ve

que sería bueno que María-Paz viaje a Europa y que Cecilia vaya al Perú a fin de

compartir la vida del noviciado, lo que ayudaría a reforzar los lazos. María-Paz

había pedido un tiempo de renovación.

11. El cierre de Buenaventura

A causa de estas partidas, se decide cerrar provisoriamente la fraternidad de

Buenaventura. Al momento de cerrar, llega Elena de Bogotá para acompañar a

María-Paz los últimos días. En ese momento se le descubre un tumor que es

necesario operar de urgencia. Gracias al Seguro social al cual tiene derecho, se logra

que la atiendan en Cali bastante rápidamente y, justo el día fijado para su viaje la

operan. Ocho días después de la operación, Elena regresa a Bogotá donde Juanita se

había quedado sola. María-Paz, ya bastante recuperada, pasa un tiempo en Bogotá

antes de viajar a España.

Juanita empieza a trabajar en la Clínica San Rafael, dirigida por los Hermanos

de San Juan de Dios. Allí reciben niños hasta15 años, de medio pobre. A la

hermanita le corresponde limpiar los 3 grandes dormitorios y no le faltan las

ocasiones de demostrarles algo de cariño a los niños que tanto lo necesitan, en estos

momentos lejos de sus familias. Elena sigue trabajando en casa de familia 2 veces

por semana.

La fraternidad de Bogotá, la única en la capital, es lugar de paso y de

encuentros para mucha gente, tanto para los familiares de las hermanitas, como para

los miembros de la familia del Hermano Carlos.

El 1º de diciembre los reúne a todos alrededor

del recuerdo del Hermano Carlos. Ricardo,

hermanito de Jesús colombiano, y varios

sacerdotes de la Unión comparten este día con

las hermanitas.

En cuanto a la situación del país, se

siente un gran descontento. El costo de la vida

24

ha subido muchísimo y los salarios permanecen sin modificaciones. De ahí surgen

huelgas declaradas ilegales por el gobierno. Varias universidades también se

manifiestan, pero enseguida son invadidas por los militares. La inseguridad crece. Se

han cometido muchos raptos en el curso de los meses previos y las familias

acomodadas huyen al extranjero o se refugian en barrios residenciales muy

custodiados. El miedo crece.

En el periodo de la campaña electoral: ¡a ver quién promete mejor! Las

primeras votaciones revelan la toma de conciencia de la gente: más de 65% de

abstención. Sin hablar de todos aquellos que votan “a cambio de mercadería”.

Al final de ese año se reabre Buenaventura con 3

novicias: Ángela María, Cándida, Mari Carmen. Las

acompañan María Clelia (responsable del noviciado) y

Cecilia. Nicole-Marcelle llega para dar una mano, pero

tiene que regresar enseguida a México, donde uno de sus

primos sacerdotes se está muriendo.

Yolanda se va a Roma para conocer a la hermanita

Magdeleine, como lo deseaba, y hace sus votos en Cali,

aprovechando el paso de la hermanita Annie. Están

presentes Elena, Cristina, Maricarmen, Lucette, Juanita,

Angela, Yolanda.Llegan a la región Claude-Lucie

(Lucette) y Dominique-Christine (Cristina). En ese

momento, Cecilia decide salir de la fraternidad.

12. Recuerdos desordenados que aparecen…

Resulta difícil compartir acerca de lo acontecido en el período comprendido

entre los años 1979-1982 ya que no hay al respecto datos muy precisos. Se han

podido recoger algunos acontecimientos aislados, sin fechas muy precisas:

Ángela se retira de la fraternidad al principio del año 1979.

Mari-Carmen vuelve al Salvador con la esperanza de fundar en su tierra.

María-Clelia la acompaña un tiempo.

Cristina vuelve a Francia después de 2 años de presencia en el país.

25

A finales del año 1980, en Buenaventura se ve la necesidad de cambiar de

casa. Hay dos motivos que fundamentan esta decisión: la casa se estaba

hundiendo sin posibilidad de arreglo y el ruido del entorno era demasiado. Se

busca en la misma cuadra para poder mantener los lazos con los vecinos. En esa

otra casa, mucho más pobre y mucho más abierta a todos, la relación con los

vecinos se hace más confiada y espontánea. Esa amistad vivida día a día hace a las

hermanitas cada vez más vulnerables a los sufrimientos. Sobre todo a una

situación que allí es tremenda: el hambre... Pero también está muy presente el

sentido del compartir. Allí están María-Clelia, Yolanda y Ana-Tere

Al regreso de María-Paz al continente, después de los votos perpetuos, se le

pide ir al Perú

Por falta de hermanitas hay que cerrar en varias oportunidades las

fraternidades, tanto de Bogotá como de Buenaventura.

En 1981 María Clelia se va para el capítulo. Vuelve bastante agotada y

necesita tomar un tiempo de descanso en su familia.

Ana Tere regresa a Costa Rica.

De repente, se cruza otra opción en el camino de Yolanda y ella decide dejar

la fraternidad.

13. El momento del cierre se va acercando…

En 1982 llega Ana Julia, argentina. Juanita regresa de los votos perpetuos y se

reabre Buenaventura. Las 2 fraternidades están conformadas de la siguiente manera:

En Buenaventura: Juanita , Lazarina, Lucette

En Bogotá: Elena, Ana-Julia (joven profesa) y Luz-Marina (postulante).

Durante esta época se cuestionan algunos puntos en la manera de vivir la

vocación. Todo ello sin poner en duda el carisma de la fraternidad:

- el deseo de hacer los estudios sin apartarse del lugar de inserción

- la posibilidad de que cada una pueda hacer el noviciado en su país

26

- las hermanitas perciben que el hábito, por más sencillo que fuera, en este

continente tan tradicionalmente religioso, las coloca en un plano de

superioridad que dificulta “ser una más·

Concretamente, Luz marina se queda en Bogotá para el 1º año de noviciado,

pero se le pide hacer el 2º año en Brasil, lo que significa para ella dejar el trabajo en

la limpieza en un hospital al que está muy apegada. Finalmente decide salir de la

fraternidad.

En cuanto a Ana Julia, ella no cree conveniente ir a Chile para hacer los

estudios, afirmando que los podría hacer en el lugar. Ella propone, durante el curso

de este tiempo de estudios, acompañar al Padre Hugo, Carmelita y gran amigo, en

sus giras misioneras por el campo.

En 1984, durante un encuentro con Jeanne-Loique que está de visita, se

decide que Elena vaya a ver a su familia y tome un tiempo de renovación en el

Nord-Este del Brasil. Lazarina deja entonces Buenaventura para acompañar a las

hermanitas en Bogotá

En todo este tiempo, no faltan las dificultades. Cuando regresa Elena, en

mayo 1985, ya se había visto que era necesario cerrar por un tiempo las fraternidades

de Colombia

Jeanne-Loique pide una reunión en Perú con el “pequeño resto”. Es decir:

Juanita, Lucette y Elena. Lazarina no quiere ir, pidiendo quedarse un año sola en la

región de Buenaventura. Ana-Julia deja la fraternidad y se queda en Bogotá

acompañando al Padre Hugo en la formación de grupos cristianos en el campo.

Juanita y Elena regresan a Colombia para despedirse y guardar algunas cosas

en casa de unas hermanas amigas… Lucette y Juanita se quedan un tiempo en el

Perú. Elena se va para Chile, a Copiapó.

Son momentos muy, muy duros. Mucha gente queda desconcertada y triste

por la decisión que se toma y ¡nosotras también!

27

Este fracaso aparente

lo vivimos con

mucho dolor,

es cierto…

Pero el grano que muere da mucho fruto.

28

ANEXOS

1. En los principios de la Fraternidad en Colombia.

Recuerdos de Nicole- Marcelle

Recordar la historia es como volverla a vivir: son 54 años atrás (precio de las

canas), pero es como si fuera ayer. Muchos momentos, anécdotas, están presentes

todavía, porque Colombia fue mi primer amor, el lugar de mis primeros pasos en la

Fraternidad.

Nos situamos en 1956, tiempo de las fundaciones a toda velocidad, después

de que Hermanita Magdalena dio su vuelta al mundo, para en cada lugar, encontrar el

grupo, o la minoría de personas que nos permitieran plantar en medio de ellas nuestra

tienda. Podían ser gitanos/as, obreras/os, campesinas/os, indígenas, o algún otro

pueblo marginalizado. Cuando hermanita Magdalena se encontraba en el Tubet reunía

a las Hermanitas presentes. Eran momentos de formación, para dar noticias de lo que

vivían otras fraternidades en el mundo, y para los „llamados‟, donde cada una podía

expresar sus deseos de ir al país o inserción que ella iba nombrando, según las

necesidades.

Cuando ingresé a la Fraternidad, en enero de 1956, yo tenía 20 años, y nunca

había salido lejos. Más o menos a las 3 semanas de haber entrado estuve en uno de

esos “llamados”, de Hermanita Magdeleine. Todas sentaditas en el suelo, éramos más

de 100 en ese momento. Asombrada, yo veía la disponibilidad de unas y otras, para

partir donde hiciera falta. ¡Era algo muy emocionante! Ella decía que nos fuéramos

como burbujas de jabón, ligeritas. Me llamó especialmente la atención cuando ella

habló que en la frontera de Colombia con Venezuela, existía un grupo, una etnia de

Motilones. Y creo que. casi textualmente, me puedo acordar de su presentación:

“Ellos han sufrido muchas agresiones en su historia, y ahora se han vuelto agresores.

Los que se atreven a entrar donde ellos sin su acuerdo, ¡no regresan vivos! Así que

tendremos que acercarnos poco a poco, tomar contacto con ellos, con mucho amor,

hasta llegar en el lugar donde viven. Ellos necesitan y merecen que se les ame.”

Al escuchar esto, me avisó mi corazón (¡con un brinco!) que algo así era lo

que yo buscaba y esperaba sin saberlo. Y en cuestión de segundos, muy segura,

levanté la mano. En realidad, yo no ubicaba para nada donde estaba Colombia, pero

eso no me parecía tan importante como el ir a dar mi vida „allá‟.

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Al final de la reunión, Hermanita Jeanne junto con Hermanita Magdeleine,

me dijeron que fuera unos 3 días para despedirme de mi familia, lo que hice en

seguida, mientras Hermanita Matilde buscaba el barco, avisaba a las Hermanitas etc.

Despedirme de una familia tan numerosísima era una hazaña, y a la hora final, al ver

mis lágrimas, mi mama me dio ánimo: «Hija, tú has visto que el Señor te llama,

adelante, ¡rezamos por ti!» ¡Cómo fortalecen, para siempre, esas palabras llenas de

fe!

Así fue como me acompañó Hermanita Matilde a Cannes para el embarque,

no sin antes dejarme unas golosinas para “cuando pasara malos ratos”. El buque era

grandísimo, con más de 1000 pasajeros; la mayoría de ellos, hombres italianos,

emigraban a Venezuela. Ahora veo que era algo aventurado viajar sola, tan jovencita,

durante un mes, sabiendo sólo el francés, sin entender todavía como era la vida

religiosa. Pero si, llevaba mi “hábito”, heredado de hermanita Marie-Laurence,

bastante más alta que yo. Las Hermanitas costureras de El Tubet, de emergencia,

habían cosido para mí lo necesario, lo “reglamentario”. Todo eso me lo llevaron al

barco, a última hora. Durante el viaje no faltaron los momentos de todo, como el no

encontrar el comedor (por el idioma) y ¡otras aventuras! Muchas veces he pensado en

la confianza que nos daba la Fraternidad general, a todas las que vivimos más o menos

esas mismas circunstancias, todo lo veíamos normal. Era confianza y a la vez mucha

fe en El que nos enviaba ¡!

Llegando al puerto de Cartagena, recuerdo que me agarró un gran pánico, al

ver todo tan diferente, y no tenía prisa para bajar del barco, aun habiendo visto a

Claudia (Claude-Joséphe) esperando abajo junto con Elisa, gran amiga de los

principios. Fue el primer choque cultural en tierras americanas: el ambiente, la música,

la gente distinta, todo lo desconocido. Pero esa impresión, la de sentirme tan

extranjera, pronto se cambio en confianza, al experimentar después tanta acogida,

¡tanta vida!

La fraternidad de Bogotá que yo encontré estaba en la zona de Quiroga, no

me acuerdo el nombre exacto del barrio. Se tomaba un bus de „la Picota‟ para llegar.

Las Hermanitas eran: Claude-Josèphe, vasca francesa, y Marie-Danièle, francesa.

Claudia había quedado casi un año sola, acogida con mucho cariño y apoyo por

Madre Angélica y su Congregación de Cristo Sacerdote, en su gran convento, situado

en el barrio de Las Cruces. Esas hermanas, tan hermanas, nos siguieron apoyando en

30

todas las etapas. Eran muy abiertas, y además ¡entendían muy bien la misión de la

Fraternidad! Madre Angélica fue siempre como una madre para nosotras.

Claudia acababa de renovar sus votos. Ella tenía 22 o 23 años y trabajaba en

casas, para la limpieza. A la llegada de Marie-Danièle, habían buscado una casita en

aquel barrio para vivir en fraternidad. Marie-Danièle innovaba cosas de barro para

vender. Ella era muy artista, y sus trabajos –creaciones tenían éxito. Estaba previsto

que con ella iría yo con los Motilones.

A pesar de no saber español todavía, el señor Kovacs, industrial alemán, me

dio trabajo en su fábrica “Charms”. Yo empacaba „chupetas‟ (paletas dulces). Fue

donde aprendí el idioma, con la ayuda de las compañeras de trabajo.

Al poco tiempo, Marie-Danièle entró en crisis de vocación, y regresó a

Francia, donde salió de la Fraternidad. Me dolió mucho esa primera experiencia de una

hermanita que dejaba la fraternidad, y al mismo tiempo, yo veía que con la precariedad

de nuestra situación, el proyecto „Motilones‟ caía al agua. Teníamos entonces la

esperanza de que otras hermanitas llegaran, pero no sucedió. Había que esperar

mejores tiempos.

En la fábrica pasé mi postulantado, aprendiendo a convivir y a comunicar en

español con personas diferentes; dentro de las amistades más fieles fuera del barrio,

recuerdo a Elisa, a Leticia (del Foyer de Charité). Elisa se empeñaba en consentirnos,

nos invitaba a comer; con ella conocimos los maravillosos licuados de lulo y otras

frutas sabrosas. Había también toda una gama de visitas de la „alta sociedad „, que

llegaban a ver a esas religiosas tan raras que trabajaban fuera del convento y rezaban

en una capilla chiquita en medio de vecinos, y que además no dejaban que las

nombraran „su reverencia‟ o „su caridad „como era costumbre llamar a los sacerdotes y

religiosos. Por cierto que en aquel entonces, la iglesia era sumamente conservadora a

todo nivel, exceptuando al Nuncio, Mgr Bertoli, un hombre muy abierto para todos. El

nos tenía mucho cariño y como un papá, nos visitaba con frecuencia, de incognito,

gozando cuando nos traía un buen queso, ¡haciéndolo rodar sobre la mesa!

Entre las familias vecinas, con quienes teníamos mucha amistad, había una

muchacha de unos 14 o 15 años: Berta. A ella le gustaba mucho rezar con nosotras, y

durante el día hacia visitas a la capilla. Me impresionaba su comprensión de nuestra

vocación, su interiorización de las cosas, su capacidad de concentración. Más tarde,

entró a la Fraternidad. Era muy joven, pero por su madurez se hizo una excepción.

31

Pronto fue a Europa, para su formación, me acuerdo que se encontraba a gusto con la

hermanita Elishua, de su misma edad. Después de varios años por allá, se entristeció,

se enfermó, y tuvo que salir de la fraternidad y regresar a Colombia. Esto fue muy

triste para todas las que la conocíamos

Camilo Torres, sacerdote muy conocido, también nos visitaba mucho.

Cuando empezó a ir a la fraternidad, él regresaba de Lovaina donde había sido enviado

por la diócesis para estudiar Durante varios años conoció allá a los Hermanos y se

había encariñado tanto con la espiritualidad que estuvo a punto de entrar con ellos. El

traía una formación y unas ideas totalmente diferentes al resto de la iglesia bogotana.

Cuando no lograba entrar en ciertos detalles y costumbres, como por ejemplo ponerse

siempre la capa y el sombrero-teja para salir (¡atuendo obligado para los sacerdotes!)

lo discriminaban bastante. Pero él, con humor, no le daba importancia y buscaba lo

esencial. En el seminario, donde lo habían puesto para la formación, trataba de

impulsar otro aire, pero pronto se le pidió dejar ese trabajo. Después, dio clases en la

universidad católica, pero tampoco era del agrado del señor cardenal, ni del conjunto

de la iglesia. A mi parecer, él era un gran visionario, pero vivió una soledad muy

grande; los diálogos no estaban de moda en esa época y en ese conjunto tan piramidal.

Llegaba muchas veces a la casa, cansado de tanto rechazo, para platicar, compartir,

desahogarse .Cada vez, celebraba en nuestra capilla, con mucho fervor, acercando a

los niños alrededor del altar (eso era antes del concilio). Sus innovaciones eran

siempre para incluir a las personas. ¡Para nosotras también fue formador!

Con ocasión de mi entrada al noviciado, él celebro primero, adelantándose a

la hora convenida con el Nuncio: en ese tiempo no había concelebraciones. Cuando

llegó Mgr Bertoli, Camilo estaba muy concentrado en la oración, y todo nuncio que

era, le acerco las vinajeras y otras cositas como si fuera él el monaguillo. Esto nos

marcó como un testimonio evangélico de estos dos hombres, tan sencillos y

misteriosamente cómplices. Ese es el Camilo que conocimos: generoso, espiritual,

con el corazón lleno de sueños bellos para una sociedad más humana, para una iglesia

más cercana. Tuve la suerte de ser acompañada por él, en el retiro para entrar al

noviciado. Mi primer retiro, ¡lleno de riquezas y de fervor! A él no le dejaron

alternativas y estaba demasiado solo. Cuando nos enteramos de que se había integrado

a la guerrilla, donde murió poco después, ya no estábamos allí y lo sentimos hondo

.Me extendí un poco en este capítulo, porque su aporte, su amistad nos marcaron

bastante; él nos ayudo a ponernos en la realidad. La guerrilla colombiana, una de las

32

primeras del continente, estaba desde entonces de lleno, y en todas las bocas y

preocupaciones de la gente; esto nos habla de cómo estaba ya la situación social, y de

como la iglesia estaba aliada con el poder.

Volviendo a mi vivencia en la fraternidad, mi primer año de adaptación no

fue del todo fácil. Aunque me sentía contenta, descubriendo mundo, vida y vocación,

con frecuencia me venía el „guayabo‟ pensando en mi familia y en el entorno donde

había crecido. Al mismo tiempo había que adaptarse al país, al clima, al idioma, y

sobre todo a la vida religiosa que apenas empezaba a descubrir. Todos me decían: se

necesita un año para adaptarse. ¡Esto resulto cierto! Al final de 1956, habiendo perdido

20 kilos, me mandaron a Barranquilla para reponerme, cerca del mar. Dio buen

resultado y siguió la vida.

Para mí, la razón primera para ir a Colombia había sido el proyecto de ir con

los Motilones; me costó la renuncia, y al mismo tiempo me lanzó más a fondo para

buscar el centro de lo que yo quería vivir. ¡Qué lindo era ese descubrimiento, ese

entusiasmo por la persona de Jesús de Nazaret! Descubrirlo así, tan pobre, tan humano

y cercano era muy nuevo para mí, para nosotras. Puedo decir que esa visión de Dios

me cambió la vida, como que me abría anchuras e incluso le iba dando sentido a todo

lo que había vivido antes (familia, trabajos, carencias, etc.) En comunidad,

retomábamos el Boletín Verde que nos había apasionado, y queríamos vivir todo eso;

nos impregnábamos de sus páginas de fuego, de ese espíritu “revolucionario”. Como

serian de entusiastas las cartas que yo escribía a mi familia para que mis papas se

alegraran tanto: ”estamos orgullosos de lo que ustedes viven en la fraternidad”. Y mi

tío, oblato misionero en el gran norte de Canadá, sin haber oído hablar ni del Hno.

Carlos me escribía: “no conozco tu congregación, pero con tu vida de oración y de

amistad entre la gente más pobre, estoy seguro que vas a ser más misionera que los

misioneros “ ¡Cómo me ayudaron y me sostuvieron todos esos apoyos!

En ese tiempo, no hablábamos como ahora de misión. Hablábamos mucho de

pobreza, de trabajo, de oración, de contactos, de amistad con los vecinos y otros, de

amor y unidad entre nosotras etc. El Hermano Carlos y Hermanita Magdeleine, nos

lanzaban a “imitar a Jesús de Nazaret en su vida oculta”. Nuestra espiritualidad se iba

haciendo, trabajando, unificando, en el día a día. Íbamos dando cuerpo a nuestro

Carisma con nuestras propias experiencias. Nos alimentábamos con el boletín verde,

con las cartas frecuentes de Hermanita Magdeleine, con el libro “En el corazón de las

masas„, y algunos libros de espiritualidad bíblica o vidas de santos recomendados por

33

la fraternidad. Eso era principalmente nuestra formación permanente, que volvíamos a

rumiar y revisar todo el tiempo; nos llenaba mucho, junto con los evangelios que

Hermanita Magdeleine nos recomendaba leer ¡hasta saberlos de memoria!

Así pasé mi noviciado, trabajando en una casa, y reuniéndonos con Claudia,

en las noches. Estando sólo dos, en un gran país, nos apoyábamos, ¡pero sentíamos a

veces mucha soledad! Hermanita Matilde era regional para todo el continente, y si

bien nos iba, teníamos su visita cada año, así que teníamos que inventar nuestras

respuestas concretas, ante las diversas situaciones. Realmente, ¡Dios nos fortalecía y

había confianza de parte de la fraternidad general!

Terminado mi noviciado, me pidieron ir a Chiquinquira, en vista de preparar

el camino para un noviciado continental. Con mucho miedo salí del nido, para

embarcarme sola, en el tren donde me fue a dejar Claudia. Llorábamos las dos, por la

separación, y éramos tan jóvenes para emprender algo que era difícil. Sin embargo,

con la ayuda de Dios que socorre a los pequeños, pude conseguir casa, trabajo,

contactos. Pero a última hora se deshizo el proyecto y pareció mejor que el noviciado

fuera en Perú. Tiempos de fundación, tiempos de locura, de espontaneidad, de

búsquedas que nos formaban para no ser demasiado „instaladas‟, sino dispuestas a los

imprevistos ¡que no faltaban!

En aquel momento, llegó Elena (Helène Mireille) para hacer su segundo año

de noviciado. Fue cuando Claudia tuvo que ir a Europa; Recuerdo que fue dura la

separación, y al tomar el relevo, yo sudaba la gota gorda, cada día cuando tenía que

hacer „la reunión‟ de formación a mi hermana. La costumbre, y obligación era hablar

10 minutos con un tema preparado, y después leer algo. ¡Eso me intimidaba

muchísimo! era para mí una especie de tortura porque no me sentía nada preparada

para eso. Yo misma necesitaba tanto de que me orientaran, para orar, para discernir

etc. En ese tiempo sentía también muchísimo la necesidad de alguna formación

humana, (esto ni se nombraba); yo deseaba platicar con alguien, ¿pero con quien? No

existía el Internet y la correspondencia era lenta. Yo no sabía qué hacer con los

sentimientos diversos que hervían por dentro: complejos, enamoramientos, desajustes

míos, necesidad de discernir en la vida comunitaria, y por otra parte teniendo la

responsabilidad de ayudar a la formación de mi compañera. ¡Así caminábamos, Dios

es grande!

34

Ahora veo que con todo y la soledad que sentíamos, era un buen aprendizaje

para creer en la Roca que nos había atraído. A mí me ayudó a fiarme de su llamado, a

afianzarme en él; y algunos momentos luminosos en la experiencia de Dios se volvían

referencia en las noches de la duda, se volvían seguridad de que esa historia era de Él

y con El. Era como vivir la alegría de la fe, de la confianza, del abandono, sin

analizarlo demasiado, pero conscientes de una cierta responsabilidad para abrir

caminos.

Como lo mencione arriba, había entrado Berta en la fraternidad, y fue a

Europa. Después entro Leonor, hizo su noviciado en Chile (?) Cuando estaban lejos

nuestras hermanitas colombianas, deseábamos con todo nuestro ser, tener hermanitas

del país, pero ni una ni otra se quedaron en la Fraternidad. Nos habían dicho que en

la región de Antioquia, tendríamos muchas vocaciones: Hermanita Matilde nos dio luz

verde para irnos las dos, por un tiempo, para sembrar en aquellas tierras. Mons. Botero

obispo de Medellín, nos acogió de lo más lindo, no se asustó de nuestra juventud, ni de

ver que una de las dos era novicia todavía, y nos dio campo libre para quedar en su

diócesis, buscar casa, trabajo etc. . Se mostró de lo más abierto y cariñoso. El día de la

profesión de Elena, ella inmediatamente después, ¡recibió la primera renovación de

mis votos! Todas estas andanzas eran un poco atrevidas, ¡nada era imposible!

Después Rolanda, postulante llego a Medellín, y tuvimos la alegría de ser tres;

vivimos momentos lindos, y tuvimos bastantes amistades con los vecinos, pero ¡nada

de “vocaciones”!

Hermanita Jeanne nos vino a visitar, en 1959, le pedí adelantar los estudios

de teología, por la necesidad que sentía de formarme y me fui ¡sin saber que era para

no volver! Al salir yo decía: nunca voy a querer otro país, tanto como Colombia! Es

verdad que ese primer amor me aportó mucho: la base de mi vida religiosa y tantas

amistades, todos mis primeros descubrimientos y entusiasmos, los que nos marcan de

por vida… y le estoy muy agradecida!

Entrego pues este eslabón, este pedacito que me corresponde, en la historia

que tejimos entre todas las que hemos vivido en esa linda tierra de Colombia, parte de

la Fraternidad en el continente, Me siento agradecida con Dios, y con la Fraternidad,

por el impulso y la confianza. Gracias también a mis papas y familia, a Claudia, Elena,

Rolanda, Berta, Camilo y tanta gente amiga que me permitieron vivir esa etapa

importante del principio. ¡Con cariño para las nuevas generaciones!

35

Recuerdos de Rolande-Brigitte (Rolanda)

Por mi parte, cuando entré a la fraternidad a fines de octubre del 58, había

pedido una fraternidad obrera. A los pocos días de haber entrado en el Tubet, la

hermanita Matilde, que me encuentra barriendo la escalera roja que iba a la Casa

Madre, me pregunta si no quisiera ir a Colombia, porque iba a empezar un “equipo

volante”. La idea me gustó, ¡pero no ubicaba con precisión donde quedaba el país!

La hermanita Mathilde me lo muestra en el mapa. Enseguida se lo escribo a mamá

que se había quedado sola. Mujer de fe, ella me contestó inmediatamente que no

pensaba que me iba a ir tan pronto y tan lejos, pero que no se oponía.

Tomo la cruz en la Montée d´Avignon y empiezo con esa celebración mi

postulantado el 1º de diciembre del 58 y con un grupo de postulantes vamos después

de Navidad a Tre Fontane para conocer a la hermanita Magdeleine. Le “baraquement

blanc” (una de las primeras construcciones en Tre Fontane), sirve de capilla,

comedor y sala de reunión. En ese momento están reunidas las “sub regionales” y

con Anne-Armelle se organiza nuestro viaje a América del Sur. Nos encontramos en

marzo en Lourdes para seguir “a dedo” hasta Barcelona donde alojamos en la casa de

unas chicas de Jesús-Caritas y nos embarcamos el lunes de Pascua.

Anne-Armelle que sigue hasta Lima me deja en Cartagena en casa de las

Hermanitas de la Asunción y por primera vez tomo un avión hasta Medellín donde

me esperaba Nicole-Marcelle. Las hermanitas Nicole-Marcelle y Hélène-Mireille

acababan de alquilar una casa después de vivir en un ranchito en condiciones muy

precarias. También habían llegado Bertha-María y Leonor; éramos 5 en esta casa sin

terminar. En ese momento pasó la hermanita Jeanne. Se quedó 24 horas,

¡recomendándole a Elena de hacer los arreglos necesarios en el baño que parecía sin

terminar! También pasó el Padre Voillaume.

Empiezo a trabajar en la casa de unos amigos en Envigado, Álvaro y

Carolina. No sabía hablar, pero me parece que me costó más los meses siguientes

que al llegar. La hermanita Mathilde, Consejera del continente estaba con nosotras

cuando me tuvieron que hospitalizar por hepatitis: 15 días en el hospital y 2 meses en

“tierra fría”, en la casa de las Hermanas de Cristo Sacerdote para descansar, comer

bien y no caminar…!

36

El 15 de agosto, las hermanitas me vienen a ver y Nicole-Marcelle con

Bertha-María vienen a despedirse porque las 2 se van a Tre Fontane.

De regreso a la fraternidad, empiezo a trabajar en casa de familia. Somos 3

hermanitas: Elena (Hélène-Mireille), Leonor y yo. Leonor se va a Chile para el

noviciado y Jeanne-Sara viene a Medellín para acompañarme. Durante mi retiro en

La Ceja, Elena tiene que ir a Bogotá para entregar la casa que pertenecía al Crédito

Territorial; con la ayuda de unas chicas vacía la casa y amontona las cosas en un

cuarto bien oscuro de la Casa Madre de las hermanas.

Entretanto, nos mudamos a las casas de Nazaret. Pertenecían a las Hermanas

Vicentinas que las alquilaban por poco a señoras que quedaban viudas, fruto de la

violencia que reinaba en algunas regiones, en especial en el Tolima. En esa época no

se podía viajar por carretera de Medellín a Bogotá, era demasiado peligroso. ¡Se

escuchaba hablar de “Tirofijo “, joven revolucionario!

Las Hermanas nos dieron 2 casas; la mitad de una era la capilla. Las señoras

tenían que someterse a ciertas reglas, por ejemplo, no podían recibir hombres.

También les daban algo de mercadería por mes.

Empiezo el noviciado el 25 de diciembre del 1959. Elena trabaja en una

fábrica de confección Everfit. ¡Más de una vez estamos solicitadas para acompañar

uno u otro al policlínico! También conmovida por la situación de una vecina muy

amiga, Josefina que tenía que irse de la casa, Jeanne-Sara se lanza a construirle un

rancho bajo un puente. ¡Ahí aprendí a clavar!

Hago mis primeros votos el 21 de enero del 61, pues Jeanne-Sara tiene que

irse a Chile o Brasil (no me acuerdo). La acompaño hasta Buenaventura donde toma

el barco. La despedida me costó lágrimas. Conocimos al Obispo, Monseñor

.Valencia, ¡tan sencillo y tan cercano al pueblo!

Al regreso, otra etapa: todo nuevo…Pasa Silvia de Chile por unos meses;

llegan Monique-Francoise, Anne-Armelle… Busco trabajo; finalmente me aceptan

en Fabricato, gran fábrica de textiles (6.000 obreros). Los patronos muy católicos,

sabiendo de la prohibición de los sacerdotes –obreros vacilaban en tomarme.

En 61 trabajo en la cafetería de la fábrica. Empleados y obreros (unos 2000)

vienen a almorzar. Mis compañeras son chicas que vienen del interior y viven en el

patronato que dirigen las hermanas Dominicas de Tours.

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En 62 me mandaron al edificio que la fábrica tiene en pleno centro donde

están todas las oficinas. Me tocaba atender un piso como cadete, limpieza y servir

los “tintitos”. Me costó ahí no poder tener muchas relaciones con mis compañeras

(cada uno se manejaba en su piso) y pedí ir a la fábrica.

De 64 a 66, estuve trabajando en la sección Terminación donde llegan todas

las piezas para revisar y clasificar. Para eso tuve que seguir un curso con otros

compañeros, lo que me permitió recorrer toda la fábrica, desde la llegada de las

bolsas de algodón pasando por telares, tintorería…etc. Muy linda relación con los/as

compañeros/as, ¡que dura hasta hoy, con uno de ellos!

El último año 1965-1966, nos quedamos las 2, Hélène-Mireille e yo. Dos

meses antes de irme para los votos perpetuos, cerramos la casa y nos fuimos para dar

a conocer la Fraternidad en Cali, Palmira, Manizales y llegamos hasta Buenaventura

donde el Obispo, pensando que veníamos a fundar había dejado la llave de una casa

para nosotras. Elena me acompaña hasta Bogotá que no conocía.

Anécdotas: la bajada peligrosa desde el Señor de la Peña y mi casi

envenenamiento en la ísla Guadalupe.

A los 2 días llega María Paz que quedará en la fraternidad con Elena.

Cambian de casa a un barrio que se va construyendo: Juan del Corral.

Año 1968

Enero: después de los votos y del año de teología, regreso a Medellín, ¡pero

pasando por Argentina y Perú! Viajo en barco con Thérèse-Christiane y Yolanda-

Cristina hasta Buenos Aires. Me quedo 2 meses en Villa Jardín, esperando el avión

militar que me lleva a Lima y ahí de nuevo 2 meses de espera en Arequipa hasta

llegar por fin a Medellín en mayo. .Habiendo regresado al país Bertha-María, nos

encontramos 5 hermanitas: Bertha-María, Hélène-Mireille, Monique-Francoise,

María Paz y yo.

En agosto, gran acontecimiento continental: el papa Pablo VI viene a Bogotá,

para la gran reunión de todos los obispos en Medellín. Vamos todas a Bogotá con

María-Elena, consejera general y Nora, que es peruana, regional.

De regreso a Medellín: llega una carta de Roma en la que me piden ir a Chile

para reabrir La Victoria, cerrada por problemas de salud de Teresita, y a Monique-

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Françoise le piden ir al Perú. Así que las 2 viajamos en ómnibus hasta Lima

¡pasando por Ecuador!

Me quedo unos días en la fraternidad de Maipú con Anne-Armelle, Odile-

Marthe, Monique-Louise… y reabrimos La Victoria. Con Teresita ¡nos pusimos a

hacer un mueble para la cocina!

Al final de una charla de Arturo Paoli en Santiago, me entero que me

nombraron regional de Argentina y Chile. ¡Gran, gran sorpresa para mí y creo que

para todas! ¡8 días sin dormir! Me siento sobrepasada, extrañada de que me pidan

este servicio. Lo que me ayudó a vivirlo fue la confianza de las hermanitas. Pero

también sentí algo así como un trato diferente de parte de la gente.

De la Fraternidad General me daban las indicaciones, por intermedio de

Maria-Elena que era consejera general.

Año 1969

Enero: acompaño a la hermanitas gitanas a Yumbell (Silvia, Paulina, Odile-

Isabelle…) Vamos en camioneta con los hermanos Javier y Jerry.

12 de febrero: regreso a la Argentina, a Villa Jardín. Tenemos que encontrar

una casa en la Capital que sirva de fraternidad regional, ya que Buenos-Aires es un

lugar de muchos pasos de hermanitas. Con Chantal (Colette-Chantal), con el diario

Clarín en la mano, nos pusimos a buscar y descubrimos un departamento sencillo en

la calle Juan de Garay, en el barrio de Constitución. Estábamos en los trámites

cuando me piden asumir también las fraternidades de Perú y Colombia, ya que Nora

deja la Fraternidad.

Regreso entonces a Medellín (avión militar: me tocó esta vez pasar 3 días en

el aeropuerto esperando que el avión esté en condiciones ¡!) en estos días también me

entero de la muerte de mamá. Fue un momento muy duro. Luego paso por el Perú

donde las hermanitas desean tener una fraternidad no tan alejada como la de

Arequipa…En este momento buscamos con Rose-Elisabeth y Anne-Fernande, pero

sin resultado.

De nuevo a Buenos Aires para la mudanza en mayo a Juan de Garay con la

ayuda de Blanquita, una amiga. Salimos muy de madrugada de Villa Jardín con

María-Amalia y Yolanda-Cristina.

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21 de julio: primer viaje a la luna… Una vecina nos invitó a verlo en la TV,

en su casa. Fue impactante.

En agosto paso por Maipú, Chile, donde varias hermanitas renuevan sus

votos. Sigo luego a Perú donde continuamos la búsqueda del lugar para la

fraternidad. Vamos para la Cordillera del centro, a la feria de Huancayo y

descubrimos Hualhuas, pueblo de tejedores que de entrada nos encantó. Dejo a las

hermanitas que se quedaron unos días más: Cada una escribe a la hermanita Jeanne,

pensando que a lo mejor no sería aceptado este pueblo de Hualhuas por la lejanía (9

horas de bus). Por mi parte me fui a ver a las hermanitas en Medellín y al volver por

Lima ya encontramos la respuesta afirmativa de la hermanita Jeanne. Sin perder

tiempo, al día siguiente viajamos con Monique-Françoise en busca de una casa. A los

2 días encontramos algo en el pueblo. Avisamos a Rose-Elisabeth que estaba en

Arequipa que vamos ya para hacer la mudanza: 15 años de presencia… se carga un

camión. Las hermanitas se despiden de los vecinos, de las hermanas del Sagrado

Corazón, muy amigas… y la cita es en Hualhuas 3 días después. Cuando llegamos y

que ya habían descargado el camión bajo una lluvia torrencial, nos enteramos que el

dueño no quiere más alquilarnos su casa. ¡Momentos de emoción! Finalmente todo

se arregla. Y con alegría nos instalamos.

Diciembre 69: gran encuentro en el cerro San Cosme: Pasa Chantal que se va

a Méjico y regresan por barco al continente 4 hermanitas: Maria-Isabel de nuevo en

su tierra, Ana-Jimena que va para Chile y María-Carolina y Monique-Denise para

Argentina.

Vuelvo a Buenos Aires y voy 2 días a visitar a 2 jóvenes interesadas por la

Fraternidad:: Mercedes y René-Isabel, ¡nos encontramos en un bar!

Año 1970

Enero: sesión de regionales en Roma. Me encuentro en Atenas con Clara-

Choko (vuelo inaugural). Cuando me encuentro con la hermanita Magdeleine, ella

me dice: “T‟as une bien trop grande región” (“Tienes una región demasiado

grande”). Entonces, María-Carolina asume la responsabilidad de Argentina y Chile y

me quedo con la región de Colombia y Perú. Paso por el sur para despedirme y me

quedo a vivir en Lima.

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Abril: Visita de la hermanita Annie, recién nombrada responsable general.

Viene de Medellín donde pasó 2 días con las hermanitas.

Tremendo terremoto en la zona de Huaraz, la ciudad de Yungay

desaparece…Cuando voy por allá para ver si hacía falta ayuda, era ya muy tarde.

A Colombia llegan Claudia-Michèle y Marisa-Marguerite que hacen

fraternidad con Hélène-Mireille.

Creo que Marie-Paz se fue para los estudios. Marisa retoma el trabajo en

Fabricato (sección recuperación)

Fines del 70: la fraternidad general me pide que vaya a Lima al Cerro San

Cosme para asumir la responsabilidad de la fraternidad. Viajo por tierra y paso el

último día del año en Guayaquil (Ecuador) con muchos cohetes.

Año 1971

En el Cerro se encuentran Thérèse-Francoise y Marie-Odette. Ella había

conseguido en el centro un lugar para su artesanía. Me piden buscar una casa en el

centro que pueda servir de fraternidad regional. Releyendo las cartas de la hermanita

Magdeleine y su deseo de que esté cerca de San Martin de Porres y Santa Rosa de

Lima, recorro el centro. Finalmente los Padres Dominicos nos ofrecen una casa, muy

cerca de Santa Rosa que está en malas condiciones, pero ellos se encargan de todos

los arreglos.

Empezamos ahí con María-Camila, Marie-Odette que tendrá su taller en la

pieza de entrada de la casa.

Ya que formamos una sola región, Colombia y Perú, me piden cerrar

Medellín por un tiempo y que las hermanitas de Colombia vengan a vivir en el Perú.

Viajo entonces a Medellín a comunicar esta propuesta ¡que les costó bastante

aceptar! Finalmente viajamos por tierra las 4: Elena, Claudia-Michèle, Marisa-

Marguerite y yo. Llegamos a Lima en pleno invierno, a una casa muy húmeda, recién

refaccionada…y con el dolor de haber dejado Medellín. Momentos muy difíciles,

disgustos, críticas…La fraternidad está cuestionada, aún por los amigos. En algunas

hermanitas, deseo de estar más cerca de la gente (intento de cosecha de algodón),

cuestionamiento también en Hualhuas deseando una vida más abierta y más

comprometida…un cierto rechazo a lo que venía de la fraternidad, la amistad de

Marie-Odette con Emilia muy cuestionada por algunas hermanitas. Nos reunimos en

41

Hualhuas con Alfredo Pastor, el hermano de Nora. Con el deseo de mucha

transparencia y verdad, escribimos una carta a la hermanita Annie, que hablaba de

“autonomía”, palabra que cayó muy mal.

Año 1972

Visita de Mariam-Nour…Thérèse-Francoise viaja a Francia. Se van también

Hélène-Mireille y Claudia-Michèle.

Regresa María-Paz y con Marisa reabren la fraternidad de Medellín.

En Chile se reúnen las hermanitas de Argentina y Chile en Osorno y me

invitan para que pueda encontrar a María-Elena. Al pasar por Bogotá me quedo dos

días en la casa de las hermanas de Cristo Sacerdote que, entrando en el espíritu de

Medellín, quieren deshacerse de su casa Madre y nos piden que retiremos las cosas

guardadas desde 1959. ¡Fue un enorme trabajo!

Fines de diciembre llega María-Clelia a Lima.

Año 1973

De nuevo viene Mariam-Nour y reúne a todas las regionales del continente.

Marie-Odette, cuestionada por varias hermanitas, decide dejar la fraternidad.

María-Clelia toma la responsabilidad de la región del Perú y en 2 días hago

los trámites para entrar a Colombia. Viajo con Margarita que no conocía Medellín.

De regreso a Medellín, decidimos ir como “equipo volante” a Bogotá con

Elena y Consuelo, postulante. Conseguimos alquilar en el Barrio Resurrección, al sur

de Bogotá, con el Padre Garabito de párroco. Pero al poco tiempo me invitan a tomar

un tiempo de respiro y descanso y el 1º de septiembre viajo con Marisa-Marguerite

hasta Luxemburgo y luego a Tre Fontane. María-Clelia al mismo tiempo que la del

Perú, asume también la región de Colombia.

Hay algunas cosas que me gustaría hacer notar: En primer lugar, la gran

amistad con el padre Federico Carrasquilla, que vino por primera vez a la fraternidad

un 8 de septiembre de 1962, como “monaguillo” para la renovación de votos de

Leonor. Él ha sido para nosotras una gran ayuda y después de casi 50 años seguimos

manteniendo una relación muy fraterna.

42

También recordar que varias de las compañeras de trabajo que venían los

jueves a casa para hacer la noche de adoración entraron en el grupo Jesús–Caritas

como consagradas laicas.

No faltaron jóvenes que se acercaron a la Fraternidad, algunas entraron pero

se quedaron solamente un tiempo: además de Berta-Maria y Leonor, Carmen-Emilia,

compañera de Fabricato, Mari Bonilla, Victoria, Consuelo, Cecilia, Blanca…

Colombia es un país que quise y quiero mucho. Me acogió en mis primeros

pasos en la Fraternidad. Con nuestros vecinitos aprendí el castellano. Me queda el

recuerdo del pueblo antioqueño, tan acogedor, abierto y alegre.

En mi aporte no hablé de la situación que se vivía en esos tiempos en el país

y en la iglesia. Fueron momentos de grandes cambios. Un hecho de suma

importancia fue la Conferencia de los Obispos Latinoamericanos en el año 1968 en

Medellín. Esta Asamblea, junto con la teología de la Liberación naciente, tuvo su

influencia en la vida de las fraternidades.

Mis recuerdos llegan hasta el año 1973. Otras completarán…

Me alegra haber podido revivir en el recuerdo estos primeros años de mi vida

en América Latina.

Recuerdos de Jacqueline-Isabel:

Mi paso por Colombia, octubre 1980 – marzo 1982.

Vengo a colocar una piedrita más al mosaico de la historia de la fraternidad

en Colombia: pasé allá año y medio. ¡Tiempo bendito para mí, lo recuerdo

nombrándolo el “regalo colombiano”!

Yo llegaba en un estado un poco caótico, después de un tiempo difícil. Las

hermanitas de Bogotá (barrio de la Resurrección, al sur de la ciudad) me acogieron

con mucho cariño. Eran: Elena (Helene Mireille), Carmencita (salvadoreña). Cristina

(Dominique-Christine) y Luz-Marina (postulante colombiana). En Buenaventura,

donde tuve la suerte de ir varias veces, estaban: María-Clelia, Lucía (Claude-Lucie),

Lazzarina, Yolanda (colombiana) y Ana-Tere (postulante de Costa Rica). Por lo

menos así estaban cuando yo llegué, pero de hecho hubo varios intercambios de

hermanitas entre las dos fraternidades: al final, por ejemplo María-Clelia (que en ese

tiempo era regional de Perú-Colombia) se encontraba en Bogotá y Elena en

Buenaventura.

43

Espero que no sea demasiado tarde para decir a esas hermanitas cómo me

sentí a gusto en esa fraternidad bogotana. Gracias a Elena encontré rápidamente un

trabajo en un hotel del Centro donde empecé un provechoso aprendizaje de

recamarera con los consejos de doña Sofía y Conchita, mis compañeras: “Ya ve

Jacqueline, me decía Conchita, haciéndolo así el baño le va a quedar ¡DIVINO!”

Hacía poco tiempo que Mons. Romero había sido asesinado. Todo un sector

de la Iglesia colombiana manifestaba con fervor su solidaridad con Centroamérica,

en especial con El Salvador: “Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá”. ¡Cuántas

veces hemos recorrido las calles de Bogotá gritando ésta y otras consignas! Los

jesuitas tenían a su cargo el Centro del “CINEP” que daba orientación, fuerza y

ánimo a los y las cristianas comprometidas. Pero recuerdo que la jerarquía en su

conjunto tenía una línea dura, conservadora. El arzobispo sólo hablaba de autoridad

(¡la suya!) y conocemos a varios sacerdotes que vivían esa situación con profundo

dolor, a veces sin otra opción que la de dejar el sacerdocio para no traicionar a los

pobres… El padre Hugo, carmelita originario de U.S.A. venía cada martes a celebrar

la Eucaristía en nuestra capillita; después cenábamos juntos, era un momento de

compartir hondo, sobre todo acerca de lo que estaba sucediendo en el país.

A principios de 1982 regresé a México con el corazón lleno de

agradecimiento por lo que me tocó vivir y recibir en Colombia, con cada una de las

hermanitas, especialmente Elena y María-Clelia, con los y las vecinas que recuerdo

todavía por su nombre, los niños y las niñas del barrio, mis compañeras de trabajo,

etc. Me dolió despedirme y me daba cuenta de que para las hermanitas era difícil

seguir así sin poder sentirse ni apoyadas ni “contenidas” por la Iglesia local. Me

costó mucho dejar a María-Clelia, sin sospechar que no nos volveríamos a ver…

Volví pues a mi región impactada y confortada por la fe, el valor y la

“resistencia” de ese pueblo del cual recibí un tesoro. ¡Gracias a Dios y a la

Fraternidad por el “regalo colombiano” que se me concedió en la mitad de mis años!

2. Experiencia en Cali

A mediados del 92 empezaron a vivir juntas Ana Sofia (52 años), Fabiola (38

años) y Yolima (18 años) en Bogotá, en el mismo barrio donde estuvieron las

hermanitas y donde sigue viviendo Ana-Julia. Allí entró Norma. Se llaman

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“Fraternidad misionera de Jesús”, desean vivir Nazaret en el espíritu del Hermano

Carlos.

En 1993 se trasladan a Cali, a un barrio muy pobre.

Victoriñha y Giusepina-Donata acompañan de muy cerca el proceso de este

grupito, muy cercano a la Fraternidad. Delante de su deseo de pertenecer a la

Fraternidad, se le propone a cada una de ir por separado a conocer la vida de la

fraternidad en distintas regiones.

Después de esta experiencia, sólo Norma decidió entrar en la fraternidad,

mientras las demás siguen con su proyecto.

Recuerdos de Norma

Mientras leía con mucha atención y cariño el aporte de la hermanita Rolanda

al histórico de la fraternidad de Colombia, me llamó la atención que al final ella

escribió “Mis recuerdos llegan hasta el año 1973. Otras completarán…” También

leí que en ese año de 1973, durante el encuentro de región del continente en Lima,

Perú, las hermanitas decidieron ir a vivir a Bogotá en el barrio de la Resurrección…

Yo nací ese mismo año del 73 en el barrio las Lomas, un barrio contiguo al barrio de

la Resurrección.

Me da mucha ternura leer el nombre del padre Garabito, hombre de Dios,

quien es recordado por su manera tierna y cercana de hacer presente la iglesia a los

pobres. Yo de él tengo un vago recuerdo de verle en ocasiones con su sotana negra a

pie o en su Volkswagen verde, sonriendo y saludando a toda la gente fuera de iglesia

o no (como era mi caso).

Es verdad que durante el bum de la fraternidad en mi país, muchas jóvenes se

interesaban por el estilo tan original de la fraternidad; una de estas jóvenes fue Ana

Sofía Salcedo. Fue ella quien muchos años después me mostró o mejor me contagió

la manera sencilla de seguir a Jesús desde las huellas del Hno. Carlos… Pero Ana

Sofía siempre ha necesitado un compromiso más “explicito” a nivel político y social

con los pobres…

¿Cómo entrelazar tres historias que aparentemente nunca se dieron al mismo

tiempo? historias como es la de la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús en

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Colombia, la búsqueda vocacional de Ana Sofía y, muchos años después, mi propio

camino hacia la Fraternidad de las Hermanitas a través de Ana Sofía y su grupo….

Pero el Señor teje la Historia a su manera y a su ritmo…

Retomo el tramo de esta historia cuando en el año 1992, muchos años

después del cierre definitivo de la Fraternidad en Colombia, por las llamadas

“casualidades de la vida” un amigo me presentó a Ana Sofía que vivía con su grupo

desde hacía algunas semanas en mi barrio de las Lomas. Por aquellos tiempos yo

tenía una gran búsqueda personal (bautismo...) y con Ana Sofía coincidíamos en

varios puntos, no sólo religiosos o humanos, de tal manera que decidí dejar mi

familia y mi ciudad para aventurarme a seguir a Jesús como ella lo entendía a partir

del Hno. Carlos.

Y fue en Cali, en el Distrito de Agua Blanca, en un contexto de pobreza y

violencia, donde a través de “Sofi” tuve mi primer acercamiento “imaginario” de lo

que podría ser la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús. Ella nos contaba cómo en

varias ocasiones ella fue a ver a las hermanitas a Medellín y todo lo que le despertaba

de deseos de seguirles de esa manera tan sencilla y atípica de la vida religiosa en

nuestro país tan “conservador” y clerical como ha sido Colombia.

Así pues nosotras: Ana Sofía, Fabiola, Yolima y yo, hicimos nuestra propia

experiencia de querer consagrarnos al Dios de Jesús desde una vida sencilla y radical

como lo amerita un buen seguidor del Hno. Carlos. No quiero ahondar mucho en

esto, tan sólo quiero resaltar que la manera respetuosa y de aprendiz con la que

aprendí a desear estar en medio de la gente más marginada de mi país, fue recibida

de otras, otras que entraron como eslabón de una cadena en la que la Fraternidad

tuvo mucha influencia y que “gracias a Dios” yo recibí.

No puedo dejar pasar por alto que a finales del año 1993 con Ana Sofía

decidimos hacer los primeros contactos con la Fraternidad de las Hermanitas de

Jesús, y que a partir de entonces el horizonte se amplió para nosotras. En el proceso

que se desató en ese momento, tuvimos la visita de las consejeras del continente

Donata y Victoriña…y se dio toda una dinámica de movimiento con las

consecuencias propias del mismo, hasta que en el año 1997, por invitación de la

Fraternidad, fui a conocer la fraternidad en Argentina desde donde entré oficialmente

a la congregación.

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Mis otras compañeras de camino: Ana Sofía, Fabiola y Yolima, también

fueron a conocer la fraternidad en otros países, decidieron regresar y continuar su

camino de seguimiento de Jesús, desde su vocación, en medio de los desplazados por

la violencia en Colombia.

Tendría que retomar nombres de personas significativas que estuvieron más

directamente ligadas a la Fraternidad en mi país: Hortensia amiga muy querida de las

hermanitas en Medellín; Federico C., fiel hermano de camino, o también recordar el

regalo de haber estado en Buenaventura con Helène-Mireille visitando los amigos de

las hermanitas y recorriendo las calles que una vez estuvieron pisadas por otras

hermanitas venidas de distintas partes del mundo… Juanita, Lazarina, María-Clelia,

etc… Unas gracias a Dios y a cada una por el trecho de historia construida con este

pueblo, y al final seguimos haciendo Historia donde el Señor con sus circunstancias

lo requiera….

3. Testimonios de antiguas hermanitas

Recuerdos de Ángela Toro: (mayo 1997)

“Nunca antes como ahora viví tan de verdad, tan mío, lo que un día fui a

buscar a la casa de ustedes en el pedregal (Medellín). Me siento tan plenamente en

mi vocación, cada vez más feliz de haber encontrado el hermano Carlos y cada paso

dado con él en el seguimiento de Jesús, que no termino de agradecer al Señor por

todo, y en El todo, y en este Todo estás vos, Elena como está María-Clelia y tantos

detalles que me fueron formando y que hoy dan frutos. Este año, que ya se han ido

equilibrando los cambios en mí, recupero espacios comunitarios, como la

Fraternidad. El grupo con Hortensia, Hernán y Olga, Juanita, Yolanda y otra, Olga,

mi vecina, se vuelve a reunir cada 3 semanas y se reconstruye fuertemente la

fraternidad entre todos. Recuperando este espacio más vivido y fraternal. Y así otras

cosas…

Nos ayudaban mucho el padre Federico, el padre Hugo, el Padre Garabito.

Siempre hubo muchos amigos que visitaban y aprendieron a amar y a vivir la

espiritualidad del hermano Carlos. De diferentes comunidades religiosas y sacerdotes

buscaban en las hermanitas un acercamiento a la inserción entre los más pobres.

Éramos presencia de barrio, con buenas amistades de vecinos y compañeros. Pero en

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la fraternidad, en esta época, había tantas personas conflictivas y problemáticas, tanta

gente venida casi al mismo tiempo de otras fraternidades y países. María-Clelia,

agotada y sola en antigüedad Elena, todo eso no ayudó a estabilidad y claridad,

pienso yo. Todo empeoró cuando ya María-Clelia tuvo que abandonar. Sin embargo,

las hermanitas dieron mucha vida, fueron el apoyo de los hermanos. Han dejado

semillas imperecederas y han dado mucho fruto de otras maneras. A mi

particularmente, la Fraternidad en sí y cada hermanita en particular, y el señor en

estos 4 años que pasé (1976-79) me dieron lo mejor de lo mejor. A mí no me llego

sino todo lo bueno. Tal vez por eso de ahí fue que pudo surgir la Fraternidad Secular

y hoy en ella estamos entre ellas Juanita, Yola, Hortensia y yo.”

Recuerdos de Yolanda (15-1-97)

“Salúdame a todas las hermanitas. Diles que las quiero siempre y a veces rezo

por todas y le pido al Señor que no se lo atraviese un Luis en el camino o mejor que

no sean tan “bobas” como yo.

(Luis fue su esposo, dejó ella la fraternidad enceguecida, pero pronto se

separó de él). Elena, reza por nosotros que vivamos amando y perdonando,

demostrando con nuestra vida que es posible que el bien triunfe. Solo la simplicidad,

la humildad, ser pequeñas y transparentes como el agua nos permite vivir con alegría

sin resentimientos y dolor”

4. Hta. Elena va a visitar Colombia (2.009)

¡Qué lindos testimonios, verdad!

Estos testimonios me confirman en lo que pude palpar cuando volví a

Colombia en el año 2.009 celebrando los 50 años de mis primeros votos en Medellín.

Pude estar en las 3 ciudades donde tuvimos Fraternidades: Bogotá, Medellín y

Buenaventura. En todos estos lugares pude encontrar amigos que recuerdan con

mucho cariño y emoción lo que la Fraternidad les entregó a través de una amistad

gratuita y el deseo de vivir siguiendo las huellas de Jesús de Nazaret. En Medellín,

especialmente hay 2 grupos de fraternidad laica. Se reúnen periódicamente para

revisar lo que están viviendo a la luz del Evangelio y del testimonio del Hermano

Carlos.

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También están los Hermanitos de Jesús Jorge y Rigoberto en Ibagué y,

discretamente, pero con convicción dan su testimonio por su vida entregada. Estuve

unos días con ellos y pude palpar cómo están aceptados y queridos por sus vecinos

cuando celebraron de manera sencilla el cumpleaños de Rigoberto. Imposible no

mencionar al padre Federico Carrasquilla que fue nuestro apoyo y consejero durante

tantos años y también Ricardo Londoño, antiguo Hermanito de Jesús y ahora

sacerdote del Prado, pero guardó en el corazón el deseo de seguir a Jesús de Nazaret

en medio del pueblo de Buenaventura.

La situación política de Colombia es muy triste. Muchos campesinos se ven

obligados de cultivar la coca para alimentar a su familia…Los grupos de guerrilla y

los paramilitares se encargan de eliminar a los que no los apoyan… Los ricos se

encargan de mostrar un país hermoso y rico. Falta ir a ver las condiciones en las

cuales viven los pobres.

Estoy lejos. Puedo equivocarme, pero siento y deseo que la Fraternidad pueda

estar nuevamente en medio de los más pobres, reanimando su fe y su esperanza en

Aquel que vino a traer la Buena Noticia a los pobres. Ahora recuerdo una frase de

Monseñor Gerardo Valencia, el primer Obispo de Buenaventura, muerto en un

“accidente aéreo” en 1972:

“¿Por qué, Señor, nuestros gobiernos títeres se arman hasta los dientes como

si estuvieran amenazados por tierra, mar y aire? ¡Mientras tanto el pueblo gime

porque muere de hambre y no puede quejarse en alta voz!”

Pido al Espíritu de Amor y de Verdad nos ayude a descubrir lo que espera de

nosotras frente a tantos sufrimientos e injusticias….

Talcahuano, noviembre 2011

Elena y Rolanda

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“Dios me tomó de la mano y, ciegamente,

lo seguí…”

Hta. Magdalena de Jesús.

“Hermanitas de Jesús” www.hermanitasdejesus.org