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Marciano Vidal T M JM oral social

Marciano Vidal, Moral de Actitudes III. Moral Social

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Marciano Vidal

T

JM

M

oral social

Volmenes que integran la obra:

MARCIANO VIDAL

MORAL DE ACTITUDES

I. II. III.

MORAL FUNDAMENTAL ETICA DE LA PERSONA MORAL SOCIAL

MORAL DE ACTITUDESTOMO TERCERO

MORAL SOCIAL

EDITORIAL

Covarrubias, 19. MADRID-10

Primera edicin: noviembre 1979 Segunda edicin: febrero 1980

presentacin

El presente volumen completa la obra que, en tres tomos, pretende ofrecer una iniciacin actual a la Etica teolgica bajo el lema de Moral de actitudes. A la Moral fundamental (tomo I) sigui la primera parte de la moral concreta, la Etica de la persona (tomo II). Ahora ofrezco al pblico la Moral social (tomo III), que constituye la segunda parte de la moral concreta. La orientacin, tanto metodolgica como temtica, de esta Moral social tiene idnticas caractersticas a las manifestadas en los anteriores tomos de la obra general. De este modo he querido reafirmar la unidad del conjunto. A ello contribuir el ndice temtico de toda la obra, incluido al final de este ltimo volumen. Sin embargo, el autor no quiere dejar de sealar que ha puesto un inters particular en la preparacin de este tomo dedicado a la Moral social. Estoy convencido tanto de la importancia objetiva del tema como de la necesidad de renovar profundamente los esquemas y las actitudes que configuran el ethos social del hombre y del creyente.Con licencia eclesistica I.S.B.N.: 84-284-0553-0 (Obra completa) I.S.B.N.: 84-284-0317-1 (Tomo III) - 1979 Depsito legal: M. 37.625-1979 Llpal, S. A. Avda. Pedro Diez, 3. Madrid-19 -1979

Al poner punto final a la obra surge espontneamente el agradecimiento hacia cuantos me han ayudado. Son muchos, y cada uno lo ha hecho desde la peculiaridad con que el cario suele gratificar. De un modo particular agradezco: a Ernestina Albiana el haber pasado a mquina el manuscrito; a Tony Mifsud la ayuda en la confeccin del ndice temtico, y a Basilio Caballero, director de la Editorial Perpetuo Socorro, el inters y el trabajo en la edicin del libro.

contenidoIntroduccin: La pregunta tica sobre la sociedad. Primera parte M O R A L SOCIAL 1. 2. FUNDAMENTAL

introduccinla p r e g u n t a t i c a s o b r e la s o c i e d a d

Aproximacin histrica: Herencia histrica de la moral social cristiana. Aproximacin sistemtica: Perspectivas t e o l g i c o - m o r a l e s para actual de la tica social cristiana. el planteamiento

3.

T e m t i c a y b i b l i o g r a f a d e la m o r a l s o c i a l . Segunda parte M O R A L SOCIAL CONCRETA

En esta introduccin se pretende proporcionar un encuadre adecuado a la ulterior reflexin moral sobre la problemtica social. Entendemos este encuadre desde dos intereses: uno proveniente de la realidad; otro de la metodologa teolgico-moral. En efecto, la tica social precisa ser encuadrada dentro del conjunto de las realidades sociales y dentro del campo metodolgico de la reflexin teolgico-moral. A los dos intereses mencionados corresponden los dos apartados en que se dividen estas reflexiones introductorias. En el primero se tratar de examinar el s e n t i d o y f u n c i n d e la r e f l e x i n m o r a l en relacin con las realidades sociales; en el segundo se expondrn los p r e s u p u e s t o s m e t o d o l g i c o s sobre los que se asienta la tica social expuesta en esta obra. I SENTIDO Y FUNCIN DE LA PREGUNTA MORAL SOBRE LA SOCIEDAD ACTUAL En el prtico de la tica social conviene clarificar el sentido y la funcin que se le ha de asignar a la reflexin moral. Para ello nada mejor que exponer el contenido y la finalidad de la pregunta moral sobre la sociedad actual. La pregunta moral sobre la sociedad, adems de la funcin notica, tiene una fuerza transformadora. La palabra tica comporta una verdad empeativa. Cuestionar moralmente a la sociedad es comprometerse en su transformacin. El sentido y la funcin de la pregunta moral en relacin con la problemtica social se pondrn de manifiesto al clarificar los tres puntos siguientes: 1) en qu sentido la sociedad actual es refractaria o permeable a la pregunta moral; 2) cul es el contenido de la pregunta moral sobre las realidades sociales; 3) qu tipo de incidencia se debe asignar al cuestionamiento moral en relacin con la problemtica social.

4.

Derechos humanos y tica cristiana: Historia, significado tico y panormica de los derechos h u m a n o s fundamentales. Economa y tica cristiana: Herencia histrica y proyecto econmica. actual sobre la tica

5.

6.

Cultura y tica cristiana: Fenmeno cultural. Educacin. C o m u n i c a c i n social. Arte, o c i o y calidad de vida. Poltica y tica cristiana: Vertientes bblica, sociolgica, histrica, sistemtica e internacional de la tica poltica. C o n f l i c t i v i d a d , v i o l e n c i a y c a m b i o s o c i a l e s a n t e la tica cristiana.

7.

8.

C o n c l u s i n : Conversin a la justicia social y c o n s t r u c c i n del Reino de Dios.

8 1.

INTRODUCCIN MORAL DE ACTITUDES III. MORAL SOCIAL

9

LA SOCIEDAD ACTUAL: REFRACTARIA O PERMEABLE A LA PREGUNTA MORAL?

Al tratar de establecer una confrontacin entre sociedad y tica es necesario examinar la posibilidad de situar la pregunta moral dentro de la sociedad actual. Es sta refractaria al cuestionamiento moral? Es, por el contrario, permeable al discernimiento tico?

a)

El falso camino de la pattica moral

En todas las pocas, preferentemente en las de transicin, se han emitido juicios globales sobre la sociedad en general. Desde los predicadores morales de la poca grecorromana (1) hasta los fustigadores de la inmoralidad contempornea (2), pasando por las lamentaciones emitidas en pulpitos, sermonarios y dems medios expresivos de la conciencia moral religiosa y civil (3), existe una cadena ininterrumpida de valoraciones, la mayor parte de las veces negativas y hasta catrastrofales, sobre la sociedad humana de los respectivos momentos histricos. En la actualidad no faltan voces que, desde uno u otro ngulo de visin (religioso o civil; privado o pblico) y con unos u otros intereses, expresan valoraciones sobre la situacin moral de la sociedad. Hablan del nivel tico de la humanidad, de la salud moral de la sociedad, etc. Los diagnsticos se mueven, de ordinario, dentro del gnero de la pattica moral y las medidas teraputicas se limitan, tambin de ordinario, a exhortaciones generales y abstractas sin incidencia efectiva en la realidad del problema moral. Hay quienes afirman la existencia de una involucin moral y comparan nuestra poca con la decadencia grecorromana (4). (1) R. SCHNACKENBURG, El testimonio moral del Nuevo Testamento (Madrid, 1965), 241-249. (2) Como muestra de los muchos testimonios que podan ser citados, cfr. C. SALICRU, Pentpolis? Estudio acerca de algunas fases de la inmoralidad social contempornea, sus causas y remedios, edic. 2.a aumentada (Barcelona, 1930). (3) Ver, a modo de ejemplo, el estudio de J. CARO BAROJA, Las formas complejas de la vida religiosa. Religin, sociedad y carcter en la Espaa de los siglos XVI y XVII (Madrid, 1978). (4) En vez de una evolucin moral estamos asistiendo a una involucin moral. Hay algo de parecido entre esta poca y la decadencia grecorromana (A. HORTELANO, Visin sinttica del mundo de la moral: Renovacin de la Teologa Moral, Madrid, 1967, 41).

En otro lugar de esta obra hemos expuesto la poca fiabilidad objetiva y la abundante sobrecarga ideolgica de estas valoraciones morales de la sociedad en general (5). Ortega y Gasset denot la debilidad de estas apreciaciones diciendo que se suelen limitar a dos aspectos de la tica, los pecados contra la propiedad privada y contra la sexualidad, y que de ese modo favorecen la concepcin de una moral visigtica (6). La tica social no debe colocarse en el camino de la pattica moral para entrar por l en el estudio moral de la sociedad. La pregunta moral tendr funcionalidad si abandona las apreciaciones globales, que por fuerza son simplificadoras, ideolgicas y manipulantes, y se sita en el ncleo estructural de las realidades sociales. La sociedad actual no tolera una aproximacin tica desde los prejuicios y los estereotipos de la pattica moral. Moralistas y educadores tienen que enfrentarse con el corazn tico de la sociedad y no con sus apariencias.

b)

El camino verdadero de la estimativa moral

Si la pattica moral no es el mtodo adecuado para entrar en el discernimiento tico de la sociedad, el camino verdadero ha de basarse en el anlisis profundo de la estructura social. Es difcil describir con un solo adjetivo la configuracin estructural de la sociedad actual. Son mltiples los rasgos socio-culturales que configuran la vida de la humanidad en el momento presente. Sin embargo, no cabe duda que nuestra sociedad est proyectada y se expande dentro de una civilizacin dominada por la ley del consumo. La industrializacin de anteayer, el urbanismo y la masticacin de ayer y el tecnicismo de hoy abocan necesariamente a una nueva forma de civilizacin. Nace as la sociedad de consumo, en la que tenemos que realizar el proyecto insobornable de nuestro propio existir cristiano. (5) M. VIDAL, Moral de actitudes. I. Moral Fundamental, edic. 4.a (Madrid, 1977). 14-18. (6) J. ORTEGA Y GASSET, La moral visigtica: Obras completas, X (Madrid, 1969), 56-58. Por moral pblica solemos entender el conjunto de prohibiciones referentes al ejercicio de la sexualidad. Cuando ms, extendemos el significado a la defensa del derecho de propiedad. De esta manera, la inmoralidad pblica parece quedar reducida a la lujuria y al robo (p. 57).

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MORAL DE ACTITUDES III. MORAL SOCIAL

INTRODUCCIN.

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Esta configuracin estructural de la sociedad actual es refractaria a la pregunta moral? En la sociedad actual existen factores estructurales que la hacen refractaria al cuestionamiento tico. Se puede decir que la sociedad de consumo provoca cierto grado de amoralidad. Entre los mecanismos por los cuales la sociedad de consumo lleva a cabo su funcin amoralizadora se pueden destacar los siguientes. la creacin de un nuevo tipo de hombre: el hombre-masa; la desintegracin de las relaciones humanas; la funcin manipuladora de la palabra; la degradacin del amor y de la sexualidad; la violencia como forma de relacin interhumana; el empobrecimiento del espritu humano (7).

2. NIVELES DE CONTENIDO EN LA PREGUNTA MORAL Si es cierto que la sociedad actual admite la interpelacin tica, tambin es cierto que la pregunta moral tiene que saber distinguir diversos niveles de significado en el cuestionamiento. Estos niveles significativos de la pregunta moral corresponden a los aspectos sociales que precisan la valoracin tica. Pueden ser reducidos a los tres siguientes:

a)

Las costumbres (nivel sociolgico)

Aunque es evidente que los mecanismos de nuestra sociedad de masas originan zonas humanas de amoralidad, sin embargo, tambin hemos de reconocer que la configuracin socio-cultural de la poca presente favorece el recto planteamiento de la pregunta moral. La sociedad actual ofrece notables oportunidades para configurar una estimativa moral adaptada a las nuevas situaciones de la historia humana. Pensemos en los siguientes factores socio-culturales que propician la pregunta moral: bsqueda de fines y de significados. La sociedad actual se siente agostada por la preponderancia de la razn instrumental y busca el horizonte de los fines y de los significados; este horizonte marca el comienzo del reino de la tica; la necesidad de utopas globales. Frente a la ambigedad de las estrategias y ante la multiplicidad de las alternativas globales, aqullas constituyen el ncleo originador de la tica; el valor inalienable del hombre: de todo hombre y de todo grupo humano. Ninguna poca histrica ha sido tan sensible como la nuestra ante el valor inalienable del hombre; esta sensibilidad es el corazn de la estimativa moral. Podemos, pues, afirmar que la sociedad actual no es refractaria a la pregunta moral. Por el contrario, ofrece notables aperturas para recibir la confrontacin tica, con tal de que sta se realice adecuadamente. (7) Ver el desarrollo de los puntos enunciados en: VIDAL, l.c. 20-26.

La moral de una sociedad tiene su manifestacin primera y ms aparente en las costumbres (mores). El conjunto de costumbres morales aceptadas por un grupo constituyen el thos de esa comunidad humana. La pregunta moral tiene que tener en cuenta este nivel sociolgico de la realidad tica. Y ello en un doble sentido: Como punto de partida. Cualquier reflexin moral sobre la vida social ha de partir de los datos de la realidad. Una pregunta moral que se sita ms all de todo anlisis emprico de la realidad est abocada a la esterilidad. Son muchos los mtodos que se pueden adoptar para captar y expresar la situacin real de las costumbres morales de la sociedad. Destacamos los siguientes: encuestas y estadsticas, que expresan de un modo cuantificado la realidad moral; estudios de antropologa cultural con incidencia en temas de comportamiento moral; estudios sobre la psicologa de la moralidad de los diversos grupos humanos (pinsese en la importancia de los estudios psicolgicos en relacin con la tica tributaria); estudios de crtica social, que ponen de manifiesto el trasfondo ideolgico de diferentes costumbres morales; exposiciones interdisciplinares cuyo cometido es disear, en la medida de lo posible, el perfil tico de una sociedad determinada. El conocimiento de las costumbres morales de la sociedad es un punto de partida imprescindible para todo cuestionamiento serio sobre la moralidad social.

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Como punto de llegada. La pregunta moral sobre la sociedad tiene por cometido transformar las costumbres. Esta funcin no ha de ser entendida en el sentido de una exhortacin ms o menos persuasiva, o de una amonestacin ms o menos apocalptica. Ya hemos dicho que la pattica moral no es el camino de acceso a la valoracin tica de la sociedad. La transformacin de las costumbres (mores) que busca la pregunta moral se sita en los siguientes aspectos de la vida social: en los esquemas de valores, que justifican la vida social; en las pautas de comportamiento, que estructuran las manifestaciones sociales; en el conjunto de aspiraciones, que orientan los cambios sociales. Si la pregunta moral logra incidir sobre los aspectos sealados, las costumbres de la sociedad adquieren un perfil tico definido. Esto no indica que dejen de existir inmoralidades o comportamientos contrarios a las normas ticas. La existencia del mal moral es algo inevitable. Pero s podemos ir transformando ticamente el universo de las costumbres de una sociedad determinada.

desmitificadora en relacin con el orden jurdico. Funcin que se concreta en diversos aspectos, de los que vamos a sealar algunos. En primer lugar es necesario impedir que el orden jurdico se1 arrogue el derecho de ser la nica instancia tica de la sociedad. Esta afirmacin tiene dos caras: por una parte, la moral no debe confiar excesivamente en la proteccin jurdica para inducir los valores ticos dentro de las realidades sociales; por otra, la ley positiva no ha de buscar amparo y justificacin en los sistemas morales prevalentes. Desmitificar el orden jurdico supone revisar profundamente el concepto de moralidad pblica. No se puede entender la moralidad pblica reduciendo la moralidad a algunos aspectos (sexo, drogas, robos, etc.), y basando el carcter de pblica en el orden meramente jurdico. El orden jurdico, por otra parte, tampoco ha de ser entendido como garante de la moral. Caminamos hacia un tipo de sociedad que en comparacin con otras formas histricas aparece como una sociedad permisiva. Esta permisividad supone, en trminos generales, un planteamiento ms coherente en el que no se confunde lo lcito jurdico con lo bueno moral. Funcin crtica. La distincin de la moral frente al orden jurdico no debe conducir a un desentendimiento de aqulla ante la configuracin jurdica de la sociedad. Por el contrario, al quedar liberada de excesivas vinculaciones jurdicas la pregunta moral est en disposicin de realizar una adecuada funcin crtica frente al orden jurdico. Hay un aspecto en el que la pregunta moral cristiana tiene que ejercer su funcin crtica de un modo directo y continuo. Nos referimos a la dimensin de proteccin de los dbiles, que es inherente a todo sistema jurdico que se precie de ser autntico.

b)

Lo lcito (nivel jurdico)

El orden jurdico es un factor importante en la configuracin de la sociedad actual. La vida social siente sobre ella la fuerza de la ley: como proteccin, como regulacin, como constriccin, como amenaza penalizadora, etc. Del orden jurdico brota la conciencia y la realidad de lo lcito (y de lo ilcito). La pregunta moral sobre la sociedad se encuentra necesariamente con el nivel de lo lcito-ilicito. Las sociedades occidentales sienten una especial predileccin por el orden jurdico y hasta suelen proyectar el deseo de una comprensin exclusivamente jurdica de la vida. En qu sentido tiene que contar el nivel jurdico de la sociedad dentro de la pregunta moral? (8). Creemos que con relacin al orden jurdico la pregunta moral tiene dos funciones precisas: desmitificar la ley positiva y cuestionar permanentemente todo orden jurdico. Funcin desmitificadora. La tica ejerce una funcin (8) Droit, Moeurs, Morale: Le Supplment n. 115 (1975), 381-468; Ph. DELHAYE, Le legal n'est pas le moral: Esprit et Vie 87 (1977), 74-75^

c)

Lo justo (nivel tico)

La pregunta moral alcanza su mximo nivel de penetracin cuando se inserta en la trama social en que acaece lo justo (y lo injusto). El nivel tico de la realidad social corresponde a la configuracin humanizadora o deshumanizadora de la sociedad. La historia humana no se rige por leyes autnomas; depende, en gran medida, de las libres y responsables decisiones de los hombres. Toda sociedad puede ser juzgada por el grado creciente o decreciente dentro del proceso de humanizacin. Esta considera-

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cin es la valoracin ms profunda de la realidad histrica, ya que la interpela en su sentido ltimo. No hace falta subrayar que la pregunta moral debe situarse, ante todo, en este nivel ms profundo de la configuracin social. Desde l cobran sentido los dos niveles anteriormente sealados.

Sin embargo, esta verdad no debe llevarnos a la conclusin de quitar todo espacio al thos cristiano. El cristiano tiene que huir hoy de la doble tentacin de la retirada al ghetto y del colonialismo imperialista mediante la proclamacin de su beligerancia tica (10). Con estas dos formas de incidencia, la testimonial y la beligerante, es como tendr funcionalidad efectiva la pregunta moral del cristiano en la sociedad actual. Y de esta suerte queda justificado el sentido y funcin de la tica social en relacin con la problemtica social.

3.

LA INCIDENCIA EFECTIVA DE LA PREGUNTA MORAL SOBRE LA SOCIEDAD

Despus de haber expuesto la posibilidad y el contenido de la pregunta moral en relacin con la sociedad actual tratamos ahora de describir el tipo de incidencia efectiva que se le ha de asignar. Qu debe conseguir el cuestionamiento moral de la sociedad actual? La pregunta tica del cristiano en relacin con la sociedad actual tiende a conseguir dos funciones que, aunque diversas, se complementan mutuamente. Nos referimos a estas dos formas de incidencia: a) Incidencia testimonial: El cristiano, al preguntarse sobre el sentido moral de la sociedad, pretende realizar su coherencia tica dentro de la situacin social. Esto implica la necesidad de autoclarificarse y de vivir el proyecto humano con lucidez evanglica. La tica social del cristiano supone, ante todo, la decisin de confrontar de un modo permanente la propia coherencia con el entorno social. Al hacer la pregunta moral sobre la sociedad el cristiano se interroga sobre su autenticidad de vida. Esta es la incidencia testimonial que tiene todo cuestionamiento tico sobre la sociedad. b) Incidencia beligerante: La pregunta moral del cristiano tiene un segundo modo de incidencia sobre la realidad social. Es la incidencia beligerante. El cristiano no slo tiene que vivir coherentemente en la sociedad, sino que tambin tiene que proyectar la opcin evanglica sobre las realidades. Es cierto que del Evangelio no se deduce un proyecto especfico de realizacin intramundana que pueda ser y denominarse cristiano. Como dice Girardi, no hay ninguna especificidad cristiana en la revolucin ni en lo que concierne a los anlisis, ni al proyecto, ni a la eleccin de medios y estrategias, ni a las motivaciones de fondo; esto implica la negacin de toda clase de "tercer camino" (9). (9) J. GIRARDI, Novedad cristiana y novedad del mundo: Identidad cristiana (Estella, 1976), 161.

II PRESUPUESTOS METODOLGICOS DE LA PRESENTE MORAL SOCIAL La pregunta moral acerca de la sociedad actual es el objeto de este tercer tomo con el que se completa la sntesis teolgico-moral iniciada bajo el lema Moral de actitudes. Sobre los presupuestos metodolgicos de la presente Moral social poco tenemos que aadir a lo que se ha dicho al comienzo de los dos volmenes anteriores (Moral Fundamental y Etica de la Persona). El presente volumen pretende situarse dentro de las mismas coordenadas metodolgicas de los precedentes. Es obligada, sin embargo, una breve referencia al contenido y a su divisin.

1.

CONTENIDO DE LA MORAL SOCIAL

La moral social se inserta dentro de los cuadros de la llamada Moral concreta (tambin se la denomina especial y sectorial). La moral concreta es la parte de la sntesis teolgico-moral en la que se someten a reflexin los problemas concretos y diversificados del compromiso tico de los cristianos. Se contrapone a la Moral fundamental en la que se estudia la fundamentacin de la eticidad cristiana y las categoras generales del obrar moral. (10) Cfr. M. VIDAL, Modelos de una tica cristiana (Madrid, 1977), 28-33.

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INTRODUCCIN

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Sobre la organizacin del campo de la Moral concreta ya hemos reflexionado en otros lugares de esta obra (11). Como solucin pragmtica consideramos acertada la divisin que se ha introducido en algunas Facultades de Teologa: organizar los problemas ticos en dos grandes grupos, los que giran en torno a la categora de Persona y los que se integran en relacin con la categora de Sociedad. Esta opcin da lugar a dos grandes partes de la moral concreta: Etica de la Persona y Moral social. Ya advertimos, en el momento oportuno (12), que esta divisin no supone distinguir los problemas morales en cuestiones individuales y en asuntos sociales. Toda realidad tica tiene la doble vertiente de lo personal y lo social. La divisin viene indicada, en ltima instancia, por razones pragmticas y no de diferenciacin objetiva. As, pues, la Moral social tiene por cometido reflexionar sobre las opciones ticas concretas que hacen su aparicin dentro del horizonte de la sociedad. De este modo daremos respuesta al interrogante con que terminaba la Etica de la Persona; la exigencia de un ms all del personalismo tico (13) encontrar acogida en el presente volumen dedicado a la Moral social. No hace falta advertir que se trata de una parte muy importante dentro de la sntesis teolgico-moral. Al comienzo de su tratado De Justitia et Jure adverta Lugo: tractatus hic primum locum obtinet inter omnes materias morales (14). Con parecidas apreciaciones sobre la importancia, la necesidad y la dificultad de este tratado suelen comenzar los moralistas el estudio de la moral social (15).

Primera parte: M o r a l social f u n d a m e n t a l . En esta parte pretendemos reflexionar sobre los fundamentos tericos de la moral social; lo haremos desde una doble perspectiva: histrica y sistemtica. Segunda parte: M o r a l social c o n c r e t a . En esta parte se analizarn los problemas morales que suscita el compromiso social del cristiano; organizaremos los problemas en torno a una serie de ejes axiolgicos en los que se integra la realidad social.

2.

DIVISIN DE LA MORAL SOCIAL

Segn divisin adoptada ya en el estudio de la Etica de la Persona, exponemos en dos partes el contenido de este volumen: (11) Moral de actitudes. I. Moral fundamental, edic. 4.a (Madrid, 1977), 544-550; II. Etica de la persona, edic. 4.a (Madrid, 1979), 14-16. (12) Moral de actitudes. II. Etica de la Persona, edic. 4.a (Madrid, 1979), 16. (13) Ibd., 548-550. (14) LUGO, De Justitia et Jure, intr.: Disputationes scholasticae et morales (Pars, 1793), V, 541. (15) B.H. MERKELBACH, Summa Theologiae Moralis; edic. 2.a, II (Pars, 1935), 143, 153; M. ZALBA, Theologiae Moralis compendium (Madrid, 1958), I, 903.2 Moral social

primera parte

moral social fundamental

1. 2.

Aproximacin histrica. Aproximacin sistemtica.

3. Temtica y bibliografa.

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1aproximacin histricaherencia histrica de la moral social cristiana

En esta primera parte de la moral social se pretende fundamentar el sentido y la funcin del thos social de los cristianos. Antes de entrar en el estudio inmediato de los problemas concretos es conveniente someter a reflexin crtica las bases del compromiso tico-social en general. Para lograr esta finalidad se adoptan dos procedimientos complementarios: uno, de carcter histrico-valorativo; otro, de carcter sistemtico-constructivo. En el primer momento se someten a revisin los modelos histricos con que la teologa moral ha expresado el compromiso social cristiano; en el segundo, se propone un modelo tico-teolgico suficientemente crtico para formular la tica social cristiana. Estos dos temas se completan con la presentacin del avance temtico y bibliogrfico de la moral social concreta. Estos son los contenidos de los tres captulos que integran la primera parte de este tomo:

1. 2. 3.

Aproximacin histrica: la herencia histrica de la Moral social cristiana. Aproximacin sistemtica: perspectivas teolgico-morales para el planteamiento actual de la tica social cristiana. Temtica y bibliografa de la moral social.

Para fundamentar en la actualidad la Moral social cristiana es conveniente partir de la herencia transmitida por la reflexin teolgico-moral de pocas anteriores. De este modo los planteamientos presentes adquieren su autntico relieve, al ser situados dentro del dinamismo histrico. En este captulo no se intenta hacer una historia pormenorizada de la Moral social cristiana. nicamente se pretende recordar los puntos ms sobresalientes dentro de la evolucin del pensamiento moral cristiano en relacin con los problemas sociales. Por otra parte, no nos interesa directamente recordar los contenidos histricos de la Moral social cristiana. Nuestra preocupacin se centra segn corresponde a los intereses de esta parte dedicada a la Fundamentacin de la Moral social en la captacin de los modelos teolgicos-morales que dan sentido y cohesin a los diversos planteamientos histricos de la Moral social cristiana. La historia de la Moral social cristiana se inicia con las perspectivas que ofrece la Sagrada Escritura sobre las realidades sociales. Contina a travs de las exhortaciones del cristianismo primitivo y de la patrstica. Ya en la etapa de la reflexin teolgica estricta se destacan tres modelos o sistemas de formulacin teolgico-moral: el primero gira en torno a la categora tica de Justicia; el segundo se concentra en las exigencias morales del Declogo; y el tercero se organiza dentro de las coordenadas filosfico-teolgicas de la Doctrina social de la Iglesia. En la etapa ms reciente de la reflexin tico-teolgica han surgido intentos de aggiornamento en el campo de la moral social. Dejando para el captulo siguiente la presentacin de las perspectivas bblicas sobre el ethos social cristiano y omitiendo el estudio del modelo parentico por razones objetivas y de brevedad, concentramos la atencin en el desarrollo y valoracin de los tres

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APROXIMACIN HISTRICA

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modelos teolgicos-morales apuntados, aadiendo al final unas anotaciones sobre los intentos de renovacin en la etapa ms reciente. Los cuatro puntos sealados constituyen otros tantos apartados en que se divide este breve captulo: I. La tica social en los cuadros formales de la Justicia (La tica social en la Edad Media y en el renacimiento tomista de los siglos xvi-xvn). La tica social en el esquema del Declogo (Decadencia de la moral social en la poca casustica: siglos xvu-xx). El modelo tico-teolgico de la Doctrina social de la Iglesia (siglos x i x - x x ) . Intentos de renovacin en la etapa ms reciente.

II.

Son las etapas de la primera escolstica (sntesis medievales) y de la segunda escolstica (tratados tico-jurdicos del Renacimiento tomista). Aunque en los dems perodos tambin se utiliza la categora tica de la Justicia, sin embargo es en la primera y segunda escolstica cuando este concepto sirve de ncleo organizador del tratado. Exponemos en apartados distintos cada uno de los dos perodos. Una vez expuestos por separado, hacemos algunas anotaciones valorativas en relacin con los dos. 1. EDAD MEDIA: EL TRATADO DE JUSTITIA DE SANTO TOMAS (Suma Teolgica. 11-11, qq. 57-122)

III. IV.

I LA ETICA SOCIAL EN LOS CUADROS FORMALES DE LA JUSTICIA (La tica social en la Edad Media y en el Renacimiento tomista de los siglos xvi-xvii) G. AMBROSETTI, Introduzione al trattato sulla giustizia. San Tommaso ela filosofa del diritto oggi (Roma, 1974), 1-20. B. DIFERNAN, El concepto de derecho y justicia en los clsicos espaoles del siglo XV/(EI Escorial, 1957). P.D. DOGNIN, La notion thomiste dejustice face aux exigences modernes. Revue Sciences Phil. et Thol. 45 (1961), 601-640. H. LODUCHOWSKI, Die Lehre von der iustitia bei Ulrich von Strassburg und ihre Beziehungen zu Albert dem Grossen und Thomas von Aquin. Trierer Theol. Zeitsch. 75 (1966), 42-48. O. LOTTIN, Le concept de justice chez les thologiens du Moyen Age avant l'introduction d'Aristote. Revue Thomiste 44 (1938), 511-521. D. MONGILLO, La struttura del De iustitia. Summa Theologiae 11-11, qq. 57-122. Angelicum 48 (1971), 355377. M. OBERTI, L'etica sociale in Ambrogio di Milano. Ricostruzione delle fonti ambrosiane nel De iustitia di S. Tommaso (11-11, q. 57-122) (Turn, 1970). En el siguiente captulo recogemos el importante contenido moral que abarca la categora tica de Justicia. Aqu lo nico que se pretende es recordar una de las formas que adopt la moral social al servirse de la virtud de la Justicia como del concepto bsico para organizar la sntesis de los contenidos tico-sociales. En la historia de la Moral se destacan dos momentos privilegiados en el uso de la virtud de la Justicia para organizar la tica social.

Dentro de las sntesis teolgico-morales de la Edad Media escogemos como prototpica la de Santo Toms, no slo por su vala intrnseca, sino tambin por la influencia que ha tenido en la historia de la Moral a travs de la obra de sus muchos comentaristas. Es necesario reconocer el puesto importante que ocupa Santo Toms en la historia de la reflexin tico-filosfica sobre la Justicia. Aunque no se le considerase ms que como comentador de Aristteles, lo cierto es que hay comentadores y comentadores: unos, los de la mera glosa servil y por completo estril, y otros, en cambio, que van ms all del texto comentado, por lo menos en cuanto a tornar explcitas las virtualidades implcitas de aqul. En el peor de los casos, sta sera aqu la posicin de Santo Toms con respecto a Aristteles; y esto solo bastara para que nos detuviramos lo que fuere necesario en su filosofa de la justicia (1). La obra de Santo Toms no se reduce a ser un comentario de Aristteles, sino que aporta elementos de notable originalidad. Sobre todo, es el primero en construir un tratado de Justitia y en insertarlo dentro de la sntesis teolgica. Adems, la visin tomasiana de la Justicia constituye la concepcin vivida por la cristiandad europea, desde que sta empieza a cobrar conciencia de s misma, hasta el Renacimiento (2). a) La Justicia dentro de una Etica concreta de Virtudes Santo Toms encuadra el tratado sobre la Justicia dentro de una Etica concreta de Virtudes. En la sntesis de la Suma Teolgica, la (1) A. GMEZ ROBLEDO, Meditacin sobre la Justicia (Mxico, 1963), 96. (2) Ibd., 124.

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APROXIMACIN HISTRICA

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moral tomasiana se divide en dos grandes bloques: la moral general ( l - l l ) y la moral concreta ( l l - l l ) . El segundo bloque, la moral concreta, se organiza en torno a la categora de virtud. La reduccin de todo el contenido de la moral concreta al esquema de virtudes es explcita en la Suma Teolgica: Despus de considerar en general las virtudes y los vicios, con lo dems que atae a la moral, se debe ahora tratar cada cosa de stas en especial, pues en moral las consideraciones universales son menos tiles, por ser las acciones particulares... As, pues, reducida toda la materia moral al tratado de las virtudes, todas ellas han de resumirse en siete: las tres teologales, que ocupan el primer lugar en el estudio, y las cuatro cardinales, de que se tratar despus... Y as nada del orden moral se habr omitido (3). Segn este esquema, la Justicia se integra dentro de un corpus morale sistematizado mediante el concepto de virtud. En otro lugar de esta obra se ha expuesto el significado y la valoracin del esquema de virtudes para formular la moral concreta; a l remitimos (4).

b) La Justicia en' el conjunto de las Virtudes Cardinales Una vez colocado el tratado de Justicia dentro de una tica concreta de Virtudes, conviene precisar con mayor exactitud el puesto de la Justicia dentro del conjunto virtuoso. Este es el encuadre ms preciso: La J u s t i c i a pertenece a las virtudes morales ( l - l l , q. 58). La virtud humana es un hbito que perfecciona al hombre para obrar bien. Pero en el hombre hay dos principios de acciones humanas: la inteligencia o razn y el apetito, que son los dos nicos principios de movimiento en el hombre, como afirma el filsofo. Es, por tanto, necesario que toda virtud humana perfeccione uno de estos dos principios. Si una virtud da al entendimiento especulativo o prctico la perfeccin requerida para realizar un acto humano bueno, ser virtud intelectual; si da perfeccin al apetito, ser virtud (3) ll-ll, prlogo. (4) Moral de Actitudes. I. Moral Fundamental (Madrid, 1977), edic. 4.a, 545-547.

moral. Por consiguiente, toda virtud humana es o intelectual o moral (5). La J u s t i c i a pertenece a las virtudes cardinales ( l - l l , q. 61). Santo Toms se inserta en la tradicin filosfico-teolgica (6) que unifica las virtudes morales en torno a cuatro goznes (virtudes cardinales o principales). Razona del siguiente modo la divisin cuatripartita: El nmero de ciertas cosas puede establecerse partiendo de sus principios formales o de los sujetos en que se encuentran; y por cualquiera de los dos caminos concluimos que las virtudes cardinales son cuatro. Porque el principio formal de la virtud que nos ocupa es el bien de la razn. Bien que puede considerarse de dos maneras. Primera, en cuanto que consiste en la consideracin misma de la razn, y as tenemos la virtud principal llamada 'prudencia'. Segunda, en cuanto que la razn impone su orden en alguna cosa, ya en materia de operaciones y as tenemos la 'justicia', ya en materia de pasiones; y en este caso es necesario que haya dos virtudes. Pues para imponer el orden de la razn en las pasiones es preciso considerar su oposicin a la razn. Esta oposicin puede ser doble: cuando la pasin empuja a algo contrario a la razn entonces hay que reprimir la pasin, de donde viene el nombre de templanza' o cuando la pasin se aparta de lo que la razn dictamina, v. gr.: por el temor del peligro y del trabajo, en cuyo caso hay que estar firme en lo que dicta la razn para no retroceder, y de ah recibe el nombre de 'fortaleza'. De igual modo, partiendo de los sujetos resulta el mismo nmero, ya que son cuatro los sujetos de la virtud que nos ocupa, a saber, el racional por esencia, que perfecciona la prudencia', y el racional por participacin, que se divide en tres: la voluntad, sujeto de la 'justicia'; el apetito concupiscible, sujeto de la 'templanza', y el irascible, sujeto de la 'fortaleza' (7). La Justicia es la principal entre las virtudes morales ( l - l l , q. 66, a. 4; l l - l l , q. 58, a. 12). Aunque Santo Toms, llevado de su opcin intelectualista, seala que la prudencia, que perfecciona a la razn, excede en bondad a las otras virtudes morales (8), sin embargo no deja de afirmar en concreto la preeminencia de la Justicia en el orden moral. Una virtud se dice ser mayor absoluta(5) l-ll, q. 58, a. 3. (6) Ver los datos de esta tradicin en: T. URDNOZ, Tratado de los Hbitos y Virtudes: Suma Teolgica V (Madrid, 1954), 288-298. (7) l-ll, q. 61, a. 2. (8) l-ll, q. 66, a. 1.

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mente segn que reluce en ella un mayor bien de la razn. En este sentido, la justicia es la ms excelente de todas las virtudes, por el hecho de ser la ms prxima a la razn; esto es evidente por el sujeto, pues tiene ella su sede en la voluntad, y la voluntad es el apetito racional, como se dijo; por el objeto o materia, pues la justicia se ocupa de las operaciones por las cuales el hombre se ordena, no slo en s mismo, sino tambin por orden a los dems (9). Los tres encuadres que acabamos de recordar demuestran la importancia que Santo Toms asigna a la Justicia dentro de su esquema moral. La Justicia es para l el vrtice del mundo tico.

c)

El tratado De Justitia: fuentes y contenido

El tratado De Justitia es el ms amplio ( l l - l l , qq. 57-122) de los siete tratados de virtudes que integran la moral concreta de la Suma Teolgica de Santo Toms. Fuentes del tratado. Nadie duda en reconocer que el tratado tomasiano sobre la Justicia tiene tres clases de fuentes, la aristotlicaja bblico-patrstica y la del derecho romano. Por lo que respecta a la influencia aristottica, un tomista anota: la principal fuente del tratado aquiniano De justitia ha sido Aristteles... El Aquinate ha seguido muy de cerca el libro V de la Etica en la estructuracin y en las ideas principales de su tratado. Las doctrinas del derecho y sus divisiones, de la justicia en general, su naturaleza y especies de la misma, los principios y las formas de la injusticia reconocen en el breve libro del Estagirita la principal fuente de inspiracin. Y no slo la parte general del tratado, sino toda la continuacin y desarrollo del mismo a travs de las diversas especies de injusticias, contrarias a la conmutativa, siguen el esquema general aristotlico de divisin de la materia de la justicia, que el Santo toma y reproduce de aquel libro (q. 6 1 , a. 3) (10). No hace falta insistir en que Santo Toms utiliza tambin las fuentes especficamente cristianas. Son abundantes las referencias bblicas, sobre todo del Antiguo Testamento. Lo mismo hay que decir de los textos patrsticos, sobre todo de San Agustn, de San Ambrosio y de San Gregorio. Como constatacin de estas afirmacio(9) l-ll, q. 66, a. 4. (10) T. URDANOZ, Tratado de la Justicia: Suma Teolgica VIII (Madrid, 1956), 162.

nes se recuerda que de enseanzas directas de la Escritura y de los Padres parece derivarse el grupo de cuestiones 72-77, sobre los pecados de injusticia en palabras, que no tienen precedentes en Aristteles ni en los juristas, y que el Aquinate, con gran sentido teolgico y originalidad, las ha creado (11). La canonstica medieval tampoco est ausente en el tratado tomasiano sobre la Justicia, sobre todo en las cuestiones de moral prctica relacionada con el campo profesional de jueces, abogados, testigos, reos y fiscales (qq. 67-71). La influencia del Derecho romano es patente en la obra de Santo Toms (12). En relacin al tema concreto de la Justicia hay que recordar que entre Aristteles y Santo Toms se ha interpuesto nada menos que el Derecho romano, que se conoca tan bien en la Italia del siglo XIII (13). Por eso Santo Toms conoce los textos de los jurisconsultos romanos y hace uso bastante frecuente de ellos, tanto en referencias textuales como en citas implcitas y mediatas (14). C o n t e n i d o del tratado. El tema de la Justicia queda sistematizado en la sntesis tomasiana en torno a tres ncleos de inters: determinacin y estudio del objeto de la Justicia, es decir, del d e r e c h o ; anlisis de la nocin, constitutivos y divisin de la Justicia en cuanto virtud; exposicin del c o n t e n i d o concreto de las exigencias morales de la Justicia. El estudio del derecho, en cuanto objeto de la Justicia, es breve (le dedica una cuestin: q. 57) pero enjundioso. En esta cuestin est el origen de los extensos tratados de los comentaristas sobre la relacin entre justicia y derecho, sobre las diversas nociones de derecho, y sobre sus importantes divisiones (derecho natural, derecho de gentes, derecho positivo). Algunos comentaristas llegan a yuxtaponer el tratado general de la Ley. El anlisis tomasiano de la Justicia en cuanto virtud depende fundamentalmente de Aristteles, aunque la definicin la recoge de los juristas romanos. Nocin, elementos integrantes y divisin de la Justicia son aspectos de la teora tica ms influyente en la tradicin moral cristiana. Recordemos nicamente la definicin que da Santo Toms de Justicia: Si alguno quisiera reducir la definicin de la (11) Ibd., 163. (12) M. AUBERT, Le droit romain dans les oeuvres de S. Thomas (Pars, 1955).(13) GMEZ ROBLEDO, O . C , 97.

(14) URDANOZ, Tratado de la Justicia: l.c, 163.

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justicia a su debida forma, podra decir que la justicia es el hbito segn el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada cual su derecho (15) En esta definicin, la ms perfecta que se ha dado de la justicia dentro de esta orientacin filosfica, se ha fundido armoniosamente lo mejor de la concepcin aristotlica la disposicin habitual, firme y constante de la voluntad, y de la concepcin romana el derecho, como objeto preciso de la justicia, y Santo Toms ha aadido an, de cuenta propia, la traduccin inmediata del hbito en acto, al decir que por el hbito de la justicia se da a cada uno su derecho (16) Por lo que respecta al c o n t e n i d o de las exigencias concretas de la Justicia, Santo Toms sigue dependiendo de Aristteles Sin embargo, no falta algn tomista que pretende ver en el tratado de Justicia de Santo Toms el esquema del Declogo (17) Para este autor, que da importancia especial a la q 122, concretamente las cuestiones 62-101 sobre las partes subjetivas y potenciales constituyen un comentario sistemtico de los preceptos del Declogo (18)

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RENACIMIENTO TOMISTA LOS TRATADOS DE JUSTITIA ET JURE DE LOS SIGLOS XVI-XVII

a) El gnero moral De Justita et Jure La tica social cristiana de los siglos XVI-XVII es formulada dentro de un gnero moral nuevo los tratados De Justita et Jure (19) (15) ll-ll, q 58, a 1(16) GMEZ ROBLEDO, O . C , 114

Estos tratados constituyen una integracin de estudios interdisciplinarmente orientados. De un modo concreto, los integran cuatro disciplinas con sus respectivos mtodos y contenidos la filosofa moral, ciencias jurdicas; teologa, y derecho cannico (20). Los tratados De Justita et Jure son el primer intento, e intento logrado para aquella poca, de hacer una moral con metodologa de interdisciphnaridad. Dentro de la sntesis tomista de las virtudes hubo una virtud que atrajo de un modo particular el inters de los telogos y comentaristas de Santo Toms, la virtud de la Justicia En torno a ella organizaron un bloque temtico de tal importancia que se independiz del conjunto de la sntesis teolgico-moral Grandes juristas y moralistas volcaron sobre l lo mejor de su genio y talento Naci as un gnero moral que puede ser considerado como el lugar teolgico de encuentro entre la fe y las realidades sociales, es, en cierto sentido, el anticipo de la Constitucin pastoral Gaudium et Spes del Vaticano II (21) En cuanto tratado autnomo e independizado de la sntesis teolgico-moral, el clsico De Justita et Jure asumi como tarea el estudio de los problemas socio-poltico-jurdico-econmicos Las categoras de Derecho y de Justicia fueron las aglutinadoras de toda la problemtica moral de la sociedad Para el planteamiento y la solucin de los problemas tico-sociales los moralistas se sirvieron de la descripcin socio-econmica de la sociedad (hubo tratadistas que acertaron y otros que no conocieron por dnde caminaba la evolucin de la sociedad moderna europea), de los conocimientos jurdicos (legislacin socio-poltica), y de los criterios morales

(17) D MONGILLO, La struttura del De iustitia. Summa Theologiae ll-ll, qq. 57-122. Angelicum 48 (1971), 355-377 (18) Ibd., 369 (19) Sobre el ttulo de estos tratados, anota URDANOZ, O.C, 160-161 Los telogos clsicos que han hecho de este tratado objeto especial de sus grandes comentarios han popularizado el ttulo compuesto De iustitia et ture, o como inscribe el suyo, con ms lgica, BEZ De ure et iustitia. En realidad, la designacin obedece a una tradicin multisecular Son los jurisconsultos romanos, dice Bez, los que han inscrito al frente del libro de las dos compilaciones del Derecho civil el ttulo De iustitia et iure. Y el mismo Derecho de Graciano llevaba intitulada al frente de las cuatro primeras distinciones la designacin De iure et iuris differentia. Es, pues, un ttulo consagrado por la tradicin de juristas y canonistas, que pas de ah a los comentarios de los telogos Algunos incorporaron bajo la designacin de iure una exposicin de la ley que, como objetivo, completaba el estudio de

ste Y todos tomaron de ello motivo para extenderse en amplios anlisis sobre el derecho en sus muchos aspectos, sobre el dominio y sus formas, etc , que constituyen el magnfico legado y contribucin de nuestros juristas-telogos a la escuela del derecho (20) Ver la respuesta, que en el sentido indicado en el texto, da BEZ, De iure et iustitia decisiones, prl, a la pregunta sobre a qu ciencia o facultad compete el estudio de la justicia y el derecho La postura de Saln y Molina, expuesta en los proemios a sus sendos tratados De Justita et Jure, es todava ms interdisciplinano que la de Bez, contra el que polemizan (21) L VEREECKE, Aggiornamento: tarea histrica de la Iglesia: Estudios sobre historia de la Moral (Madrid, 1969), 115-160

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b) Obras y moralistas principales Sin pretender hacer un elenco de todos los tratados relacionados con el tema de la moral social, recordamos las obras y los moralistas ms importantes Anotemos, en primer lugar, que la teologa moral del siglo xvi sufre un desplazamiento local para seguir la geografa de los centros de decisin econmica Espaa y Portugal encontraron en los profesores de Salamanca y de Coimbra observadores atentos y tericos perspicaces de la vida econmica Los Pases Bajos encontraron en Lessio un moralista de negocios que no cede en nada a los telogos de Espaa (22) En el siglo xvi, la teologa moral es espaola, ya que el Siglo de Oro es tambin el siglo de oro de la teologa espaola (23) En segundo lugar, conviene tener en cuenta que, a pesar de nacer todos de la misma matriz tomista (24), cada uno de los tratados posee matices peculiares Adems de la diversidad proveniente de la familia religiosa de origen (hay dominicos, jesutas, agustinos, etc ) y de la personalidad de cada autor, existe una diferencia que es preciso recordar para captar correctamente el pensamiento moral de los autores se advierten matices distintos entre los autores que escriben en la primera mitad del siglo xvi y los que lo hacen en la segunda mitad, la evolucin de la economa (reflejada en la crisis producida en la segunda mitad del siglo xvi) tiene su reflejo entre los moralistas (25) Teniendo en cuenta la diferencia cronolgica y la consiguiente diferencia de matices temticos se pueden organizar dos series de moralistas Primera serie Vitoria, Soto, Azpilcueta, Mercado Segunda serie (finales del siglo xvi) Bez, Saln, Luis Lpez, Molina He aqu los autores y las obras ms importantes F DE VITORIA, Comentarios inditos a la secunda secundae de Santo Toms Tomos 2-4 De lustitia (Salamanca, 1934) Ed V Beltrn de Heredia D DE SOTO, De lustitia et lure Libn decem (Salamanca, 1559), Releccin De Dominio (Granada, 1964) M DE (22) L VEREECKE, Introduccin a la historia de la teologa moral moderna Estudios sobre historia de la Moral (Madrid, 1969), 96 (23) Ibd., 77, 81(24) URDNOZ, O . C , 170

AZPILCUETA, Comentario resolutorio de cambios Introduccin y texto crtico por A Ullastres, J M Prez Prendes y L Perea (Madrid, 1965) T DE MERCADO, Suma de Tratados y Contratos Edicin y estudio introductorio de R Sierra Bravo (Madrid, 1975), primera edicin en Salamanca, 1569 D BAEZ, De lure et lustitia decisiones (Salamanca, 1594) B SALN, Commentanum m disputationes de lustitia et lure 2 vol (Valencia, 1591 -1598) L MOLINA, De lustitia et lure (Maguncia, 1603) Traduccin castellana Los seis libros de la Justicia y el Derecho (Madrid, 1941 -44) Traduccin, estudio preliminar y notas de M Fraga Iribarne L LESSIO, De lustitia et lure coetensque Virtutibus Cardmalibus (Lovaina, 1605) J DE LUGO, De lustitia et lure (Lyon, 1642, Venecia, 1751)

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ANOTACIONES CRITICO-VALORATIVAS

No se puede dejar de reconocer la vala del tratado de Santo Toms sobre la Justicia Sin embargo, tampoco sera justo dejar de sealar sus limitaciones Escuetamente enumeradas, stas son las principales limitaciones: Excesivo formalismo parecen preocuparle ms las cuestiones formales que los problemas reales Preponderancia de la justicia conmutativa aunque Santo Toms reconoce la divisin formal de la Justicia en legal, distributiva y conmutativa ( l l - l l , q 58, a 7, q 61), de hecho la moral concreta se orienta de modo prevalente por los cauces de la conmutativa Poca incidencia en la vida real es reconocida por los tomistas la tendencia de Santo Toms a abreviar las cuestiones prcticas de la tica social (26) Por otra parte, la vida socio-econmica apenas si cobra relieve ni es reflejada en la tica social de Santo Toms Por razones metodolgicas preferimos desarrollar estas anotaciones crtico-valorativas no en este captulo sino en el dedicado a la moral econmica (27) Por lo que respecta a los tratados De Justitia et Jure, no hace falta que repitamos aqu los encomios que objetivamente merecen Quizs en ninguna otra poca haya alcanzado cotas tan elevadas la(26) URDNOZ, O . C , 166-167

(25) Francisco de Vitoria y Domingo Soto en un perodo de expansin econmica estimarn lcitas prcticas comerciales que Domingo Bez y Bartolom Saln condenarn en una coyuntura desfavorable (VEREECKE, Introduccin .. o c , 77)

(27) Remitimos al captulo 5 , I, 2 de este tomo

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reflexin teolgico-moral como en los tratados filosfico-teolgicojurdico-morales de los siglos XVI-XVII. Sin embargo, no podemos dejar de consignar algunas anotaciones crticas: 1 a ) Continan las limitaciones sealadas en el tratado de Santo Toms: excesivo formalismo y preponderancia de hecho de la justicia conmutativa. Con respecto a este ltimo punto es necesario reconocer que entre los tomistas siempre se defendi la prioridad axiolgica de la distributiva frente a la conmutativa (28), aunque en el planteamiento y solucin de los problemas sociales, sobre todo econmicos, predomin la consideracin de la conmutativa. Por otra parte, es interesante constatar el deslizamiento hacia la conmutativa segn el correr de los aos: de la afirmacin de Soto de que la distributiva praestantior est quam commutativa (29) se llega a la de Lugo de que cum justitia commutativa sit magis stricte justitia, de illa nobis principaliter in hoc opere agendum est (30). 2 a ) Los tratados De Justitia et Jure dan por justo el orden social existente. El predominio del derecho positivo en el anlisis de los problemas morales les llev a no cuestionar radicalmente el orden social existente. A pesar de esta afirmacin nos parece exagerada la crtica que algunos hacen a la Escuela espaola, queriendo descubrir una postura polticamente reaccionaria de los integrantes de la Escuela frente a problemas tales como la esclavitud o la libertad religiosa y de pensamiento. Y no slo que nos lo parezca hoy desde la perspectiva del ltimo cuarto del siglo veinte, sino que tambin en su propio contexto sociohistrico significaron una actitud regresiva en cuanto que propugnaron una defensa descarada' (entre otras cosas) de los intereses econmicos de la Iglesia Catlica, del Derecho comn de Castilla y del absolutismo de los Austrias (31). 3 a ) Tendencia a reducir la tica social, sobre todo la econmica, a una moral del intercambio. Se comprueba esta afirmacin constatando la importancia otorgada al contrato y, dentro de los contratos, al contrato concreto de compra-venta. Por las razones metodolgicas apuntadas preferimos dejar para

ms adelante, al exponer la historia de la moral econmica, el desarrollo de las anteriores anotaciones crticas (32). Como conclusin, creemos que la tica social cristiana no debe ser formulada en la actualidad siguiendo la estructura del De Justitia tomasiano ni del De Justitia et Jure del Renacimiento tomista. La Justicia es, segn veremos, una categora tica de grandes posibilidades en el presente; sin embargo, la Justicia en cuanto virtud aristotlico-escolstica, no puede seguir organizando todo el tratado de la tica social cristiana.

II LA ETICA SOCIAL EN EL ESQUEMA DEL DECLOGO (Decadencia de la moral social en la poca casustica)

Con la aparicin de las Instituciones Morales, la moral social fue encajada dentro de los cuadros del Declogo. Al modelo teolgicp-moral, basado en la Justicia, sucede otro, concretado en las exigencias morales del Declogo. Por tratarse de un gnero moral suficientemente expuesto en esta obra (33), nos limitamos a sealar dos series de anotaciones: unas para describir el tratamiento que recibe la tica social dentro de las Instituciones Morales; otras para someter a valoracin dicho tratamiento.

1.

TRATAMIENTO DE LA ETICA SOCIAL EN LAS INSTITUCIONES MORALES

(28)

URDANOZ, O . C ,

335.

(29) De Justitia et Jure, libro III, q. 6, a. 1. (30) Disputationes scholasticae et morales, Tract. De Justitia et Jure, d. 2, intr.: V (Pars, 1893), 577. (31) M. ATIENZA, Derechos naturales o derechos humanos: un problema semntico: Poltica y Derechos humanos (Valencia, 1976), 23.

Santo Toms ya haba insinuado la posibilidad de convertir el contenido de la Justicia en el contenido del Declogo y viceversa: Los preceptos del Declogo son los primeros preceptos de la ley a los que la razn natural asiente al punto como a principios eviden(32) Remitimos al captulo 5., I, 3 de este tomo. (33) Ver, por ejemplo: Moral de Actitudes. I. Moral Fundamental, edic. 4.a (Madrid, 1977), 34-44.3 Moral social

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tsimos. Ahora bien, donde ms claramente aparece la razn de dbito, que se requiere para el precepto, es en la justicia, que nos relaciona con otros. En efecto, cuando se trata de lo que atae a uno personalmente parece a primera vista que el hombre es seor de s mismo y libre de hacer lo que ms le plazca, pero en lo que atae a otros es evidente que el hombre est obligado a darles lo que les es debido. Y por lo mismo fue conveniente que los preceptos del Declogo se dieran sobre la justicia. As los tres primeros preceptan sobre los actos de religin, que es la parte ms excelente de la justicia; el cuarto sobre el acto de piedad, segunda parte de la justicia, y los otros seis se refieren a los actos de justicia comn, que regula el trato entre iguales (34). Las Instituciones Morales realizan esa conversin, insinuada por Santo Toms, del modelo teolgico-moral de la Justicia en el del Declogo. Nace as la llamada Moral de Mandamientos frente a la Moral de Virtudes. El tratamiento que los casuistas dan al tema de la tica social puede ser caracterizado con los siguientes rasgos: el contenido se encuentra disperso en la exposicin de varios preceptos del Declogo: IV, V, Vil, VIII, X (35); de entre ellos sobresalen dos preceptos como aglutinadores de los contenidos tico-sociales: V y V i l , y, tratando de matizar ms, es el Vil el que lleva la palma. De tal modo que al modelo tico de la moral social casuista se le puede dar el nombre De Sptimo Praecepto. la preponderancia del Vil precepto (36) en la organizacin de los contenidos de la tica social da a sta una tonalidad marcadamente contractualista y un acento conmutativo de dominio-restitucin. De hecho puede constatarse que en autores tan representativos como Azor, Billuart y los Salmanticenses, el contenido del sptimo precepto se reduce a tres temas: dominio, restitucin, contratos;

San Alfonso aade a stos el tema del hurto (37); la f o r m a del tratamiento de los temas es la tpica en la moral casustica: a) marcado tono individualista; b) preocupacin por buscar la tranquilidad de conciencia ms que la transformacin de la realidad (tema de la restitucin); c) orientacin hacia la praxis penitencial postridentina (importancia de la declaracin); d) encuadre dentro del horizonte del mnimo obligatorio. No es el momento de exponer cmo la moral casuista desarrolla los contenidos concretos de la tica social. En los captulos de la segunda parte de este tomo, en que se abordan los temas de la moral social concreta, se encontrarn los datos pertinentes. 2. ANOTACIONES CRITICO-VALORATIVAS Las deficiencias de la moral casustica en general son tan reconocidas que no hace'falta volver sobre ellas. En referencia directa al tema de la tica social baste con recordar los siguientes aspectos negativos: La moral casuista hereda y profundiza los defectos de la tica social anterior: a) preponderancia de la justicia conmutativa, en torno a la cual se organizan las exigencias tico-sociales (38); b) partir del orden social existente, sin someterlo a anlisis moral, para exponer desde esa opcin conservadora los derechos y deberes sociales. La tica social de las Instituciones Morales sufri un proceso de privatizacin: fue sometida a los cuadros del individualismo moral y de esta suerte perdi la fuerza de transformacin social. La unin estrecha entre moral y derecho se tradujo en la juridizacin de la tica social: tanto la argumentacin como los contenidos sufrieron la distorsin de la reduccin jurdica, limitando as su capacidad crtica. Estas limitaciones, que sern desarrolladas ms abajo en el contexto de la tica econmica (39), hacen que el modelo casustico no sea vlido para formular la tica social cristiana en el momento actual. (37) Ver la confirmacin bibliogrfica y el desarrollo de las afirmaciones ms abajo: en el captulo 5., I, 4 de este tomo.(38) URDANOZ, O . C . 335.

(34) 11-11, q. 122, a. 1. (35) Algunos autores solamente introducen en la virtud de la justicia los preceptos V, Vil, VIII y X (M. ZALBA, Theologiae Moralis compendium I (Madrid, 1958), 848). Sin embargo, en la exposicin del IV precepto bastantes moralistas introducen los temas de la autoridad civil, etc. (36) Esta preponderancia puede advertirse, por ejemplo, en San Alfonso cuando coloca al comienzo del tratado del sptimo precepto el tractatus praeambulus De Justitia et Jure (Theologia Moralis II (Roma, 1907), 4-26).

(39) Ver ms abajo en el captulo 5., I, 4.

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III EL MODELO ETICO-TEOLOGICO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (siglos xix-xx)

Aproximacin inicial (nocin, bibliografa, etc ) De formatione sociali futun sacerdotis Seminanum 4 (1978), nmero monogrfico J L GUTIRREZ, Doctrina social de la Iglesia Conceptos fundamentales en la Doctrina Social de la Iglesia (Madrid, 1971), I, 507-518 M WEBER, Doctrina Social de la Iglesia Qu es Teologa? (Salamanca, 1969), 297-322 Colecciones, comentarios, sntesis de la Doctrina Social de la Iglesia: Ver bibliografa al respecto en el captulo 3 de este tomo Diversas aproximaciones valorativas A BERNA, Doctrina social catlica en los tiempos nuevos (Madrid, 1970) M CAPELO, La doctrina social de la Iglesia como fuente de inspiracin de las decisiones de poltica econmica Revista de Estudios Sociales, n 7 (1973), 101-124 J M DIEZ ALEGRIA, La lectura del magisterio en materia social a la luz del desarrollo histrico Teologa frente a la sociedad histrica (Barcelona, 1972), 231 -275, Problemas actuales de la doctrina social cristiana o c , 277-311 G ERMECKE, Die Aktualitat der katholischen Sozallehre heute Ordnung im sozalen Wandel (Berln, 1976), Wiederaufleben der katholische Sozallehre'' Neue Ordnung 31 (1977), 380-391 A GAETE, El pensamiento social de la Iglesia como pensamiento crtico y creador Mensaje 26 (1977), 707-715 R A IANNARONE, SI pu ancora parlare di una dottnna sociale cattolica? Sapienza 27 (1974), 159-175 J JOBLIN, Presente y futuro de la doctrina social de la Iglesia Razn y Fe 185 (1972), 351 -360, Nuevas orientaciones en la enseanza social de la Iglesia Revista de Estudios Sociales nn 10-11 (1974), 41-52 J LEPELEY, Doctrina social de la Iglesia Objeciones y respuestas teolgicas Tierra Nueva n 25 (1978), 44-62 J LIERS, Die Grenzen normativer Aussagen m der Kathohschen Sozallehre Munch Theol Zeitsch 28 (1977), 1-26 J M OSES, La doctrina social de la Iglesia a la luz de la teologa actual de la salvacin (Madrid, 1974) E RECIO, Algunas causas de la esterilidad de la doctrina social de la Iglesia Revista de Fomento Social 98 (1970), 121123 J SCHASCHING, Condicionamientos y dinmica de la doctrina

social catlica Tierra Nueva n 15 (1975), 30-40 E SCHILLEBEECKX, El magisterio y el mundo poltico Concilium n 36 (1968), 404427 B SORGE, E superato il concetto tradizionale di dottnna sociale della Chiesa? Civilt Cattolica 119 (1968), 423-436 A F UTZ, Ojeada sobre la evolucin de la doctrina social de la Iglesia Tierra Nueva n 22 (1977), 5-19 VARIOS, Valoracin actual de la doctrina social de la Iglesia (Madrid, 1972) R VEKEMANS, Propuestas epistemolgicas de la doctrina social de la Iglesia Tierra Nueva n 24 (1978), 52-74 O VON NELL-BREUNING, Wie sozal ist die Kirche? Leistung und Versagen der kathohschen Sozallehre (Dusseldorf, 1973), Die gessellschaftspolitische Aufgabe der kathohschen Sozallehre Sozalpolitik (Colonia, 1974), 391-414, Sendung der Kirche m die Welt Stimmen der Zeit 195 (1977), 17-32 La Sagrada Escritura es el punto de arranque de la tica social cristiana Pero entre el testimonio bblico y el momento presente existe una larga historia de intervenciones de la Iglesia sobre las cuestiones sociales Bajo la expresin intervenciones de la Iglesia puede ser comprendida una amplia gama de manifestaciones del pensar cristiano sobre los problemas sociales desde las doctrinas de los Santos Padres hasta las intervenciones de los Pontfices en forma de encclicas, pasando por las predicaciones de los pastores y las reflexiones de los moralistas Esta multiplicidad de formas se diversifica todava ms segn las diversas situaciones geogrficas y nacionales Los Santos Padres dedicaron importante espacio e inters en sus predicaciones a las cuestiones relacionadas con lo social Por otra parte, los perodos florecientes de la teologa en general siempre fueron tambin cumbres del desarrollo de la doctrina social cristiana Nada tiene, pues, de extrao que Toms de Aquino (+ 1274) intentase tratar de forma sistemtica muchas cuestiones de tipo social Pero quienes manifiestan un particular inters por tales temas son los extraordinarios predicadores y confesores del Quatrocento italiano y, entre ellos, sobre todo, Bernardino de Siena (+ 1444) y Antonmo de Florencia (+ 1459), quien, en su Summa theologica evidencia una sorprendente familiaridad con costumbres comerciales de su tiempo Ms tarde son los grandes telogos del Siglo de Oro espaol quienes aportan una contribucin inestimable a la formacin de la doctrina social cristiana Francisco de Vitoria (+ 1546), que cre la base del moderno derecho internacional, Luis Molina (+ 1600), Francisco Surez (+ 1617) y el cardenal Juan de Lugo (+ 1660), estos hombres respondieron de manera competente a

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todos los problemas de tipo econmico, social y poltico que se planteaban en su tiempo. Cuando a fines del siglo xix, en circunstancias totalmente distintas a las del medievo, Len XIII dirigi la atencin de la suprema autoridad magisterial sobre los temas de carcter social, fue la gran tradicin de los siglos xin y xvi la que le ofreci el punto de arranque para un desarrollo de la doctrina social cristiana adecuado a las circunstancias de la nueva poca (40). No es ste el lugar adecuado para abordar la exposicin y la valoracin de todas las intervenciones del pensar cristiano en sus mltiples y diversificadas manifestaciones. Nos ceimos a examinar el hecho de la llamada Doctrina social de la Iglesia en cuanto modelo teolgico-moral para formular la tica social cristiana. Reducimos este examen a dos aproximaciones: una, descriptiva, y otra, valorativa. 1. a) EL HECHO TEOLOGICO-ECLESIAL DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Primera aproximacin: del nombre a la realidad Entendemos por Doctrina social de la Iglesia el conjunto o corpus de enseanzas que posee la Iglesia sobre los problemas de orden social. Desde el punto de vista cronolgico, se delimita este hecho desde la intervencin de Len XIII con la encclica Rerum Novarum (1891) hasta nuestros das. Esto no quiere decir que no encontremos antes de esa fecha enseanzas de la Iglesia sobre cuestiones sociales. 1) No hay uniformidad en la denominacin o nombre que se da al cuerpo de doctrina social de la Iglesia (41). Len XIII habla de doctrinas sacadas del Evangelio por la Iglesia, y de filosofa cristiana; Po XI habla de filosofa social y de doctrina en materia social y econmica; Po XII hace uso explcito de las expresiones doctrina social de la Iglesia o doctrina social catlica; Juan XXIII tambin habla de doctrina social. Como veremos ms adelante, esta expresin causa problemas en la actualidad. El adjetivo social, cuando se emplea en la expresin doctrina social de la Iglesia, ha tenido inflexiones diversas en su significado: en algunas etapas tuvo una relacin muy importante con el orden (40) W. WEBER, Doctrina social de la Iglesia: Qu es Teologa? (Salamanca, 1969), 301. (41) Cfr. J. Y. CALVEZ-J. PERRIN, Iglesia y sociedad econmica (Bilbao, 1965), 17-21; J. L. GUTIRREZ, Doctrina social de la Iglesia: Conceptos fundamentales en la Doctrina Social de la Iglesia I (Madrid, 1971), 507-518.

econmico, pero despus se ha ido extendiendo hasta englobar todo lo que se refiere a las relaciones entre los hombres dentro de la sociedad (42). El contenido de la doctrina social de la Iglesia se ha extendido a medida que se perciba ms y ms la amplitud y las dimensiones de la 'cuestin social', a la que se esforzaba por dar una respuesta desde Len XIII. Este desarrollo de la problemtica y del objeto analizado est, pues, en estrecha relacin con el desarrollo histrico de las 'relaciones sociales' en la sociedad econmica moderna y con el de la reflexin contempornea, cada vez ms atenta al complejo de los datos, a las mltiples dimensiones de la realidad econmico-social y a la amplitud del objeto (43). 2) Qu elementos integran ese corpus de doctrina social de la Iglesia? Se puede entender de diversa manera segn se incluyan mayor o menor nmero de intervenciones de la Iglesia (tanto en su aspecto formal como en su dimensin concreta). As, pueden considerarse como doctrina social de la Iglesia: las intervenciones de los Sumos Pontfices en las llamadas encclicas sociales. Este es el ncleo ms fundamental; las intervenciones de los Papas en otras formas de magisterio menos cualificadas desde el punto dogmtico, como son discursos, cartas a semanas sociales, alocuciones, etc; las intervenciones de los obispos en conferencias episcopales, en intervenciones particulares, etc.; las sntesis que los telogos han hecho a partir de los datos anteriores, teniendo en cuenta, adems, los principios cristianos deducidos de la ley natural y de la enseanza de la Sagrada Escritura. 3) Por otra parte hay que precisar quines son los responsables de esta doctrina social de la Iglesia. Se destacan dos sujetos principales: el Papa para la Iglesia universal; los obispos para las Iglesias locales: cuando individual o colectivamente (conferencias episcopales nacionales o regionales) manifiestan su opinin con respecto a cuestiones fundamentales o concretas de la vida social. Junto a esos responsables cualificados se sitan tambin muchos doctos varones, as eclesisticos como seglares, que bajo la direccin y el magisterio de la Iglesia se han consagrado con todo(42) CALVEZ-PERRIN, o . c , 21-25.

(43) Ibd., 25.

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empeo al estudio de la ciencia social y econmica, conforme a las exigencias de nuestro tiempo, impulsados sobre todo por el anhelo de que la doctrina inalterada y absolutamente inalterable de la Iglesia saliera eficazmente al paso de las nuevas necesidades (44). Esta ltima forma es la doctrina social de la Iglesia en cuanto disciplina teolgica autnoma. Es de fecha reciente; hasta finales del siglo xix constitua un apartado especial de la teologa moral. Se puede definir como la sntesis uniforme de todos los conocimientos posibles de la economa salvfica cristiana sobre las estructuras de la presente sociedad humana en su conjunto y en sus esferas particulares, como norma de la tarea ordenadora que brota del hombre intrnsecamente social siempre y en el flujo de la historia (45). La doctrina social de la Iglesia en cuanto disciplina teolgica viene a coincidir con lo que hoy da se entiende por tica social cristiana. b) Segunda aproximacin: el contenido nuclear

Trento, pocos sucesos han tenido tanta importancia para la Iglesia (47). Po XI: Quadragesimo anno (1931). Po XI es el verdadero sucesor de Len XIII, cuya iniciativa tendi a prolongar en los nuevos tiempos mediante la encclica del cuadragsimo aniversario. Po XII tiene una enseanza social muy numerosa en intervenciones. Es de destacar el Mensaje de Pentecosts de 1941 para conmemorar el cincuenta aniversario de la Rerum Novarum. Juan XXIII: Mater et Magistra (1961), para conmemorar el 70 aniversario de la RN; Pacem in terris (1963). Pablo VI: Populorum progressio (1967); carta apostlica Octogsima adveniens (1971). Concilio Vaticano II: Constitucin pastoral Gaudium et Spes (1965).

Aunque la llamada Doctrina social de la Iglesia abarca, segn acabamos de sealar, horizontes ms amplios que los circunscritos por las encclicas sociales de los Papas, sin embargo son estos documentos (junto con los del Concilio Vaticano II) los que constituyen el contenido nuclear. De ah que sea necesario tenerlos muy en cuenta para describir el modelo teolgico-moral de la doctrina social de la Iglesia. 1) Los principales documentos sociales de los Papas y del Concilio Vaticano II son sobradamente conocidos: Len XIII: Rerum novarum (1891). El 15 de mayo de 1891 aparece cada da ms como una de las grandes fechas de la historia de la Iglesia (46). Cuatro Pontfices sucesores insistieron en conmemorar ese gran aniversario: Po XI, en 1931, con la encclica QA; Po XII, en 1941, con el discurso de Pentecosts; Juan XXIII, en 1961, con la M M ; Pablo VI, en 1971, con la OA. La promulgacin de la encclica RN, el 15 de mayo de 1891, marca una fecha no slo en la historia de los trabajadores, a quienes estaba consagrada, sino, adems, en la de la Iglesia y de la humanidad entera. Puede decirse sin exageracin que, despus del Concilio de (44) Quadragesimo anno, n. 19: Ocho grandes mensajes (Madrid, 1971), 69.(45) GUNDLACH en: WEBER, l.c, 302.

2) Para captar el contenido de los documentos sociales de los Papas y del Vaticano II es necesario colocar esta enseanza en su contexto histrico e ideolgico: En primer lugar, se requiere tener un conocimiento de los movimientos tanto de signo cristiano como no cristiano que estn en relacin con las diversas intervenciones de los Papas. Por ejemplo, la encclica RN hay que interpretarla dentro del contexto de los movimientos sociales, cristianos y no cristianos, del siglo xix. La enseanza social de los Papas no puede ser entendida si no se tiene en cuenta la situacin concreta de los problemas a los que trataba de iluminar desde el cristianismo. Este conocimiento es imprescindible para hacer una autntica hermenutica del magisterio social de la Iglesia. Vase sobre esto: C. VAN GESTEL, La doctrina social de la Iglesia (Barcelona, 1959), 15-120 (Desarrollo de la doctrina social catlica desde el siglo XIX). J. Y. CALVEZ-J. PERRIN, Iglesia y sociedad econmica (Bilbao, 1965), 109-147 (Principales documentos pontificios), J. M. DIEZ-ALEGRIA, La lettura del Magisterio Pontificio in materia sociale alia luce del suo sviluppo storico: Magisterio e Morale (Bolonia, 1970), 211-255. (47) C. VAN GESTEL, La doctrina social de la Iglesia (Barcelona, 1959), 89.

(46) P. BIG, Doctrina social de la Iglesia (Barcelona, 1959), 89.

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3) Aunque se pueda hablar de una sntesis de la doctrina social de los Papas, conviene sin embargo tener en cuenta el carcter parcial e histrico de cada documento, lo mismo que el carcter evolutivo de los temas en el conjunto de los documentos. Solamente as tiene sentido formular una sntesis del magisterio social de los Papas. Dicha sntesis se realiza a travs de los siguientes procedimientos: constatacin de los contenidos de cada uno de los documentos; captacin de los puntos esenciales y convergentes de todo el conjunto del magisterio social (48); sistematizacin de todo el contenido dentro de una sntesis organizada (49). En los captulos de moral social concreta (poltica, econmica, cultural, etc.), tendremos ocasin de exponer y valorar los contenidos del magisterio social eclesistico. Ello nos exime de recoger aqu la sntesis doctrinal de los documentos sociales del magisterio. Tomamos nota, sin embargo, de la apretada sntesis que hizo el Snodo de los Obispos de 1971: Los principios fundamentales por los que ha obrado el influjo del evangelio en la vida social contempornea se encuentran en el conjunto sistemtico de la doctrina que ha sido propuesta gradual y oportunamente desde la encclica nerum novarum hasta la carta apostlica Octogsima adveniens. Con la constitucin Gaudium et Spes del Vaticano II, la Iglesia ha entendido mejor que antes cul es su puesto en el mundo actual, en el cual el cristiano, practicando la justicia, trabaja por su propia salvacin. La Pacem in tenis nos dio la verdadera carta de los derechos del hombre. En la Mater et magistra comienza a ocupar el primer lugar la justicia internacional, la cual se expresa en la Populorum progressio ms minuciosamente, en forma de un verdadero y propio tratado sobre el derecho al desarrollo, y en la Octogsima adveniens pasa a ser una sntesis de las orientaciones relativas a la accin poltica (50). c) Tercera aproximacin: el significado teolgico-eclesial La doctrina social de la Iglesia tiene un significado de carcter (48) Ver la exposicin que hace WEBER, l.c, 309-315. (49) Remitimos a los estudios sistematizados de Derecho social de la Iglesia citados en la Bibliografa del captulo 3. de este tomo. (50) SNODO DE LOS OBISPOS 1971, Documentos (Salamanca, 1972), 73-74.

teolgico y eclesial. De un modo sinttico, se puede expresar ese significado del siguiente modo: La DSI ( = D o c t r i n a S o c i a l de la Iglesia): a c o n t e c i m i e n t o eclesial. La DSI no es slo, ni principalmente, una formulacin de contenidos morales. Es fundamentalmente un acontecimiento eclesial y un acontecimiento de primera magnitud en los dos ltimos siglos de la Iglesia. En ese acontecimiento se manifiesta y se edifica un modelo determinado de Iglesia: Iglesia propensa a identificarse con la jerarqua, y ms concretamente con el Papado; Iglesia cuya fuerza reside en la influencia moral, proclamando los valores de la dignidad humana; Iglesia defensora de los derechos de los dbiles, pero al mismo tiempo legitimadora de un determinado orden social. La DSI: menester teolgico-moral. La DSI se enmarca dentro del menester teolgico. Aunque, en cuanto accin magisterial, pertenece al ministerio pastoral, sin embargo en su estructura tiene la configuracin del saber teolgico-moral (51): es una reflexin teolgica: conjugacin de evidencias de la fe y evidencias de los saberes humanos; dentro del marco de la moral: los contenidos pertenecen al universo de los valores; y, ms concretamente, en el mbito de la moral social. La DSI: opcin por un modelo teolgico-moral. La DSI se sirve de la tradicin teolgico-moral; no supone una ruptura total con la reflexin moral anterior. Sin embargo, en conjunto, constituye un modelo teolgico-moral especfico. Junto a los gneros morales De Justitia et Jure y De Sptimo Praecepto hay que situar tambin el que corresponde a la DSI. La DSI: implicaciones ms all del modelo teolgicomoral. La DSI, adems de modelo teolgico-moral, es un acontecimiento eclesial. Considerada desde este segundo aspecto, la DSI tiene una sobrecarga de significados eclesiales: sobrecarga magisterial: en ella se pone de manifiesto la dimensin magisterial de la jerarqua; (51) F. BELDA, Principios metodolgicos para la investigacin de la doctrina teolgico-social: Valoracin actual de la doctrina social de la Iglesia (Madrid, 1972), 109-113.

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sobrecarga de identificacin de los catlicos: la DSI ejerce la funcin de agrupar las fuerzas sociales de los catlicos; sobrecarga de justificacin/rechazo de opciones sociales globales (capitalismo, socialismo, etc.). 2. a) ANOTACIONES CRITICO-VALORATIVAS Elementos positivos

crtica de la Repblica Federal Alemana (53). Es precisamente en la teologa alemana donde se advierte una revitalizacin de la DSI (54). b) Crisis de la DSI: su significado y su nstrumentalizacin

El acontecimiento teolgico-eclesial de la Doctrina social de la Iglesia es un oasis o zona verde en el desierto de la teologa moral casuista y neoescolstica. La DSI es la continuadora de los tratados clsicos De Justitia et Jure. Es tambin el antecedente inmediato de la constitucin pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. No se puede escatimar elogios a lo que ha sido y a lo que ha supuesto el acontecimiento teolgico-eclesial de la DSI. A travs de ella los catlicos (la base y la jerarqua) han vivido su compromiso radical de servicio a la humanidad. El significado de la DSI se enlaza estrechamente con el significado global de la Iglesia en los siglos xix y xx. Por lo que respecta al significado teolgico, es necesario constatar las notables virtualidades metodolgico-temticas de la DSI. En la DSI se advierte el intento serio de una reflexin teolgica interdisciplinar: la teologa se siente cuestionada por la realidad y asume en su reflexin la racionalidad que aportan los saberes humanos (la ciencia y la tcnica). Los contenidos de la DSI no son abstractos ni atemporales, sino que inciden en la problematicidad de la realidad histrico-concreta. La DSI ha supuesto para la tradicin teolgico-moral una gran aportacin de estudios que integran la rica herencia del pensamiento teolgico-moral cristiano. Si hemos dicho que los tratados De Justitia et Jure alcanzaron cotas quiz no superadas en la historia de la moral cristiana, hay que aadir ahora que existen estudios en torno al tema de la DSI que no desmerecen de aqullos. Se destacan, sobre todo, las obras del rea lingstica alemana (52). La influencia de la DSI se ha manifestado en el apoyo a la construccin de estructuras sociales democrticas. Pinsese en el papel que ha desempeado en la reconstruccin espiritual y demo(52) Ver la bibliografa que encabeza este apartado II y la que se recoge en el captulo 3. de este tomo.

Hablando en trminos generales, se constata una profunda crisis en la DSI. La bibliografa consignada al comienzo de este apartado lo pone de manifiesto. Ms que repetir las descripciones que se han hecho nos interesa anotar el significado y la nstrumentalizacin de la crisis en cuestin. El significado de la crisis se extiende ms all del marco de la reflexin teolgico-moral. En la DSI resuenan otras crisis de gran amplitud y no menor profundidad: el impacto de la secularizacin sobre la comprensin y la vivencia del cristianismo se advierte de un modo privilegiado en el terreno de la DSI, que aparece como una intervencin religiosa sobre cuestiones profanas. la crisis de la especificidad cristiana encuentra en la DSI un lugar de verificacin: no se ve que la Revelacin y la Iglesia puedan aportar nada original, nada especficamente cristiano, a una vida social que puede y debe organizarse por sus propios principios, sin necesidad de esperar nada de motivaciones religiosas o revelaciones exteriores (55). la crisis del modelo de Iglesia (jerrquica, centralizadora, etctera) tambin repercute en la DSI, ya que sta ha brotado de ese modelo eclesial. la crisis teolgica ha cuestionado las bases metodolgicas de la DSI: la distincin de planos (lo humano, lo cristiano), el uso ingenuo de la Biblia, la interpretacin

(53) Durante la fase de la reconstruccin alemana (de 1945 a los aos sesenta), la explcita consideracin del derecho natural y la correspondiente doctrina social catlica, con su concepcin del orden, fueron punto de partida decisivo para impregnar de valores cristianos la conciencia social. Recordemos ciertas frmulas de la constitucin de la Repblica Federal Alemana. Las mismas corrientes liberales y socialdemcratas intentaron poner de relieve su compatibilidad con el pensamiento social cristiano (R. WEILER, Doctrina social catlica y lucha de clases: Concilium n. 125 (1977), 210). (54) Cfr. Ibid., 210-212. (55) A. BERNA, Doctrina social catlica en los tiempos nuevos (Madrid, 1970), 6.

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espiritualista de la cristologa, la orientacin de una eclesiologa superada (56) Teniendo en cuenta la amplitud de significados que se dan cita en la crisis de la DSI no ha de extraarnos que est sometida a una nstrumentalizacin. La mayor parte de las discusiones sobre la vigencia de la DSI son discusiones instrumentalizadas sirven para defender o atacar opciones eclesiales y teolgicas dispares Es constatadle la unin entre defensa de la DSI y ataque de las posturas eclesiales y teolgicas de vanguardia (57) Para otros, en cambio, atacar la DSI tiene el significado y la finalidad de defender posturas progresistas Creemos que sera conveniente no mistificar la cuestin de la vigencia de la DSI con otros problemas eclesiales y teolgicos Aunque somos conscientes de la implicacin real que tienen todos los problemas de la Iglesia y de la teologa, juzgamos necesario su deslindamiento a la hora de su estudio especfico En coherencia con la afirmacin anterior, preferimos dejar para el captulo siguiente las cuestiones metodolgicas implicadas en la DSI funcin del cristianismo y de la Iglesia en los problemas sociales, especificidad cristiana de la tica social, autonoma secular de lo social y dimensin tica, coherencia del discurso teolgicomoral en el mbito de lo social La solucin que aportaremos tratar de superar las ambigedades existentes en los planteamientos eclesiales y teolgicos de la DSI c) DSI' modelo teolgico-moral superado

Tratando de hacer un elenco de objeciones al sistema teolgico-moral de la DSI, las agrupamos en tres series objeciones teolgico-formales, objeciones ticas, objeciones tcticas 1) Objeciones teolgico-formales El ser una enseanza casi exclusivamente pontificia (como alternativa se pide la intervencin de todo el Pueblo de Dios, y sobre todo de los seglares) El aparecer como una doctrina ms (y una doctrina de carcter dogmtico, autoritario, cerrado y de soluciones dadas) El trmino doctrina ha sido contestado ltimamente (59) De hecho, el Concilio Vaticano II evit la expresin, excepto en el nmero 76 de la Gaudium et Spes (cfr tambin el n 10 de la Lumen Gentium) (60) 2) Objeciones ticas Debilidad de la argumentacin tica, con respecto al uso de las fuentes especficamente cristianas (61) y en relacin con los datos de las ciencias positivas (62) La teologa moderna se manifiesta crtica con relacin al modo como se argumenta en la doctrina social de la Iglesia, con respecto a la forma de fundamentarla en la Palabra de Dios y en la argumentacin racional sobre la que se basa, con respecto a la manera como pretende justificarse en cuanto norma vinculante social-cnstiana (63) Sospecha de carga ideolgica en general (64) y ms concretamente al situarse en el plano idealista (esfera superestructura!), individualista (esfera moralizante) y pacifista (respetando siempre el orden establecido) (65) (59) F GUERRERO, Planteamiento actual de la crisis de la doctrina social de la Iglesia. Valoracin actual de la doctrina social de la Iglesia (Madrid, 1972), 9-12 (60) J Y CALVEZ, La vida econmico-social: La Iglesia en el mundo de hoy II (Madrid, 1970), 634-636, R Tucci, La vida de la comunidad poltica I c , 670, nota 37(61) GUERRERO, l.c, 13-32

Sin caer en el juego de intereses instrumentahzados, se puede afirmar que el modelo teolgico-moral de la DSI es un modelo superado para la comprensin actual de la tica social cristiana La teologa moral actual cada vez se estructura de un modo ms diferente de como se ha configurado la doctrina social de la Iglesia (58) Son muchas las razones que apoyan la afirmacin de que el modelo teolgico-moral de la DSI ha sido superado en cuanto tal (56) Ver estas objeciones recogidas en J LEPELEY, Doctrina social de la Iglesia. Objeciones y respuestas teolgicas: Tierra Nueva n 25 (1978), 44-62 (57) Tal nos parece la postura de CEDIAL y de la revista Tierra Nueva (Bogot) (58) T GOFFI, Etica en una inculturacin marxista (Santander, 1978), 35

(62) BERNA, O.C , E RECIO, La doctrina social de la Iglesia y las ciencias sociales positivas: Valoracin actual de la doctrina social de la Iglesia (Madrid, 1972), 128-143(63) GOFFI, o . c , 35

(64) J MATTHES, La doctrina social de la Iglesia como sistema de conocimiento- Prctica de la teologa poltica (Salamanca, 1978) 1 21 -139 (65) G GIMNEZ, De la doctrina social de la iglesia a la tica de liberacin. Panorama de la Teologa latinoamericana II (Salamanca, 1975), 47-49

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Formulacin de una tica: ahistrica; espiritualista; ms preocupada por la ortodoxia que por la ortopraxis; incapaz de asumir el dinamismo acelerado de la sociedad. En cuanto a los contenidos se le objeta a la DSI, entre otras cosas, el que no se percat del carcter estructural del capitalismo (actitud moralizante), del carcter global de la economa (actitud economicista), de la realidad sociolgica de clase social (actitud naturalista) y del significado de la lucha social (actitud de una caridad apagada). 3) Objeciones tcticas: En este apartado es donde se ha insistido de un modo especial; se le reprocha a la DSI: Colocarse en la opcin capitalista, aunque condene la ideologa liberal y aunque trate de introducir correcciones en el sistema. Colocarse en la lnea conservadora, manifestando un afn excesivo por defender el orden establecido. Adoptar posturas reformistas, sin abrirse a la perspectiva de cambios estructurales y cualitativos. Cierta ingenuidad en los planteamientos y en las soluciones y una notable ineficacia en la transformacin de la realidad (66). Determinado afn por defender los intereses de la Iglesia. Aunque las objeciones anotadas precisaran bastantes matices, sin embargo los rasgos de verdad que contienen inducen a considerar como superado el modelo teolgico-moral en que se apoya la DSI. No queremos hablar de muerte de la Doctrina social de la Iglesia por juzgar que esta expresin va cargada de connotaciones extrateolgicas; pero tampoco queremos interpretar la crisis de la DSI como una etapa siguiente a su perodo clsico (67). Afirmamos que la DSI, en cuanto modelo teolgico-moral, no es adecuado para formular la tica social cristiana. Esto no indica que muchos de sus elementos pueden seguir teniendo validez, con tal de que sean colocados dentro de un(66) BERNA, O . C ; BELDA, l.c, 114-115.

edificio nuevo. Como afirma Girardi, hay exigencias cristianas que se han expresado histricamente en un sentido contrarrevolucionario, pero al ser asumidas actualmente en un nuevo contexto pueden representar un enriquecimiento del combate revolucionario (68). Por lo dems, el significado profundo de la doctrina social de la Iglesia puede, y debe, ser recuperado, resitundola dentro del nuevo horizonte teolgico de la liberacin. Eso es lo que hizo la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Puebla, 1979), que introdujo el tema de la DSI dentro de la reflexin sobre la evangelizacin liberadora (Documento de Puebla, nn. 472-479). Interpreta el significado histrico y teolgico de la DSI como el aporte de la Iglesia a la liberacin y promocin humana (n. 472), y le asigna como finali