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María de Nazaret, hermana y amiga, mujer privilegiada, y sin embargo una de nosotras; camina junto a nosotras en la donación al amor para que podamos, también nosotras, dar a luz la Promesa de tu Hijo. María, Madre de Jesús, colaboradora dinámica de la joven Iglesia en camino; tú, que compartes el Espíritu de Dios, guíanos como mujeres que dan vida. Haz que podamos edificar sobre el dinamismo y la fidelidad de las grandes mujeres FMM que nos han precedido, a través de nuestros esfuerzos para que germine la Buena Noticia. Mujer hemorroisa, que fuiste descubierta en medio de los marginados que buscaban la curación; ayúdanos a acoger a los que, tímidamente, se acercan a nosotras con esperanza (Mc 5,25- 34; Lc 8,43-48; Mt 9,20-22). Mujer ungida, que rompiste las barreras de la tradición y entraste, con plena libertad, en el espacio acogedor de la presencia de Jesús; inspira nuestro trabajo para que se establezcan nuevas maneras de relación en el Reino (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13; Lc 6,36- 50). Mujer encorvada que, desde la limitación de tu cuerpo frágil, escuchaste y vigilaste; recuérdanos las posibilidades escondidas que superan nuestras limitaciones personales (Lc 13,10-17). Mujer que, en medio de la muchedumbre, te atreviste a ser diferente y a gritar la verdad; danos valor para hablar con claridad ante cualquier contradicción (Lc 11,27-28). Mujer del pozo que buscaste incansablemente el agua de la vida; impúlsanos para que, incluso cuando estemos cansadas, busquemos la luz en lo profundo de nuestros propios pozos (Jn 4,1-42). Magdalena, hermana nuestra, liberada de tus demonios te entregaste totalmente a Jesús como a un amigo muy amado; quédate con nosotras cuando luchamos para liberarnos de esos “demonios” que limitan nuestra vibrante proclamación de la Palabra. María, madre de Juan Marcos, líder increíble de la Iglesia, abierta a la confianza; enséñanos a vivir en tal confianza que lleguemos hasta el punto de correr riesgos (Hch 12,11-17). Hijas anónimas de Felipe, comprometidas totalmente en vuestro ministerio profético; mantenednos alertas a los signos de los tiempos en la sencillez de la vida ordinaria. (Hch 21,8-14). Mujeres de Pentecostés, que habéis recibido, con María, el Espíritu; dadnos la fuerza de proclamar la gloria de Dios a todos los pueblos. (Hch 1,12-14; 2,1-18). Mujeres de la Iglesia Primitiva, dinámicas y audaces, desde la diversidad de vuestros dones, edad y posición social... (Hechos y Cartas de san Pablo) caminad con nosotras para que acojamos la llamada del Espíritu que nos invita a reavivar nuestro carisma y nuestros dones, y a avanzar con valentía durante nuestro Capítulo General.

María de Nazareth

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Mujer hemorroisa, que fuiste descubierta en medio de los marginados que buscaban la curación; ayúdanos a acoger a los que, tímidamente, se acercan a nosotras con esperanza (Mc 5,25- 34; Lc 8,43-48; Mt 9,20-22). Mujeres de Pentecostés, que habéis recibido, con María, el Espíritu; dadnos la fuerza de proclamar la gloria de Dios a todos los pueblos. (Hch 1,12-14; 2,1-18).

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Page 1: María de Nazareth

María de Nazaret, hermana y amiga, mujer privilegiada, y sin embargo una de nosotras; camina junto a nosotras en la donación al amor para que podamos, también nosotras, dar a luz la Promesa de tu Hijo.

María, Madre de Jesús, colaboradora dinámica de la joven Iglesia en camino; tú, que compartes el Espíritu de Dios, guíanos como mujeres que dan vida. Haz que podamos edificar sobre el dinamismo y la fidelidad de las grandes mujeres FMM que nos han precedido, a través de nuestros esfuerzos para que germine la Buena Noticia.

Mujer hemorroisa, que fuiste descubierta en medio de los marginados que buscaban la curación; ayúdanos a acoger a los que, tímidamente, se acercan a nosotras con esperanza (Mc 5,25-34; Lc 8,43-48; Mt 9,20-22).

Mujer ungida, que rompiste las barreras de la tradición y entraste, con plena libertad, en el espacio acogedor de la presencia de Jesús; inspira nuestro trabajo para que se establezcan nuevas maneras de relación en el Reino (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13; Lc 6,36-50).

Mujer encorvada que, desde la limitación de tu cuerpo frágil, escuchaste y vigilaste; recuérdanos las posibilidades escondidas que superan nuestras limitaciones personales (Lc 13,10-17).

Mujer que, en medio de la muchedumbre, te atreviste a ser diferente y a gritar la verdad; danos valor para hablar con claridad ante cualquier contradicción (Lc 11,27-28).

Mujer del pozo que buscaste incansablemente el agua de la vida; impúlsanos para que, incluso cuando estemos cansadas, busquemos la luz en lo profundo de nuestros propios pozos (Jn 4,1-42).

Magdalena, hermana nuestra, liberada de tus demonios te entregaste totalmente a Jesús como a un amigo muy amado; quédate con nosotras cuando luchamos para liberarnos de esos “demonios” que limitan nuestra vibrante proclamación de la Palabra.

María, madre de Juan Marcos, líder increíble de la Iglesia, abierta a la confianza; enséñanos a vivir en tal confianza que lleguemos hasta el punto de correr riesgos (Hch 12,11-17).

Hijas anónimas de Felipe, comprometidas totalmente en vuestro ministerio profético; mantenednos alertas a los signos de los tiempos en la sencillez de la vida ordinaria. (Hch 21,8-14).

Mujeres de Pentecostés, que habéis recibido, con María, el Espíritu; dadnos la fuerza de proclamar la gloria de Dios a todos los pueblos. (Hch 1,12-14; 2,1-18).

Mujeres de la Iglesia Primitiva, dinámicas y audaces, desde la diversidad de vuestros dones, edad y posición social... (Hechos y Cartas de san Pablo) caminad con nosotras para que acojamos la llamada del Espíritu que nos invita a reavivar nuestro carisma y nuestros dones, y a avanzar con valentía durante nuestro Capítulo General.

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