65
1 Paolo Risso MARÍA TARTAGLINO Eucaristía con Jesús Crucificado Traducido por Padre Pascual Pontelandolfo, osj

María tartaglino

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Un libro sobre la Vida de esta santa mujer que e por su experiencia en la Eucaristía con Jesús Crucificado

Citation preview

Page 1: María tartaglino

1

Paolo Risso

MARÍA TARTAGLINOEucaristía con Jesús Crucificado

Traducido porPadre Pascual Pontelandolfo, osj

Page 2: María tartaglino

2 3

INTRODUCCIÓN

Jesús y su Iglesia cada día nos llaman a una meta alta, avivir según este ideal, el de la santidad. La santidad, don yempeño para todos. Todos llamados a vivir en los másdiversos estados y circunstancias, de manera extraordinaria lavida de cada día.

Este breve escrito nos regala el perfil de una mujer, MaríaJosefina Tartaglino, que puede ser considerada, con tododerecho, un ejemplo luminoso y concreto de vida sencilla,humilde y escondida, vivida de manera extraordinaria, con todoel amor posible.

Huérfana a tierna edad, conoce desde pequeña molestias ysufrimientos y se cría en una familia que la adopta y, en lasencillez y en la pobreza, le ayuda a confiar en Dios y abrirse asu bondad.

De adolescente, con viva inteligencia y gran sensibilidad,es recibida en el Instituto Santa Clara de Asti, donde crece díaa día en el amor a Jesús y en la entrega al prójimo.

“Alrededor de los veinte años, siempre en aquel Instituto,ingresa a las “Hijas de Santa Ana”, una “Familia deVírgenes” que viven en comunidad, con una regla que no obligacon los votos, en espíritu de humildad, caridad y obediencia. Sinhábito religioso, ni velo para distinguirla de las demás mujeres,pero con “el velo sobre el corazón”, para siempre sólo de Jesús”.

El sufrimiento, físico y moral, y las penas atroces “delespíritu”, a veces hasta el límite de lo soportable, la acompañansiempre más, hasta su santa muerte. Son la señal de unaparticular predilección de Dios para esta sencilla mujer. Dios

PRESENTACIÓN

Hace un año tuve la inmensa satisfacción de orar ante latumba de San José Marello y conocer de cerca los frutos de sumensaje en tantas obras de apostolado en el árbol josefino.

En estas líneas presento el trabajo que con ilusión hatraducido el P. Pascual Pontelandolfo, que recoge labiografía y mensaje de la Sierva de Dios María Tartaglino, quiengracias a la dirección de los Oblatos de San José vivió elmensaje de la cruz con esperanza y alcanzar las bendicionesdel cielo para hermanos que vivían la aflicción y anhelaban lapaz y el perdón.

Al leer esta obra se recordará la importancia de lafamilia, y cuando ésta por la tragedia sufre, la Iglesia consolicitud amorosa cuida de los huérfanos y no faltan manosfraternas que acompañen a los necesitados.

Leyendo la vida de María Tartaglino se siente la paz y elanhelo de amar a Jesús con la valentía de los santos.

Deseo que esta obra inspire la oración de muchosjóvenes para que no teman el seguimiento a Jesús, ytengan un corazón generoso aunque a veces hayaincomprensiones y hasta difamaciones. La cruz que amó conpasión María Tartaglino sea nuestro camino al cielo haciendoobras de bien a favor de los huérfanos, presos y ancianos.

Con especial estima.Lima, 23 de octubre de 2007

Page 3: María tartaglino

4 5

la visita con dones extraordinarios que ella esconde a todos, enla humildad y en el más hondo ocultamiento.

Así, es llamada a configurarse siempre más con JesúsCrucificado, con Jesús Eucaristía, para gloria de Dios Padre;para ser víctima con Jesús por la salvación de los pecadores,por la santificación de los sacerdotes, por la paz en el mundo.Hostia con Jesús y custodia de Jesús para los hermanos, siempresuave y amable con todos, luminoso faro de amor para Dios ypara los hermanos en una vida toda escondida y aparentementeinsignificante.

Recorriendo las ágiles páginas de este perfil, esbozado conapasionada y amorosa sensibilidad de creyente por el profesorPaolo Risso, uno se siente testigo lleno de estupor por lasmaravillas que Dios obra en una persona, cuando ésta se dejaplasmar por el Artista Divino. Se siente llevado a respirar elaire puro y limpio de las alturas. Al acercarnos con corazónagradecido a la verdadera fuerza que salva al mundo: el amorde un Dios que se hace hombre y se ofrece por nosotros y, sicreemos y nos entregamos totalmente a Él, nos hace ser,extraordinario signo y presencia, de este amor, en nuestra vidadiaria. Como fue María Josefina.

P. Mario Zani, OSJ

CAPÍTULO I: SUS DÍAS

Page 4: María tartaglino

6 7

Pequeña huérfana

Su padre, Juan Tartaglino, nacido en 1854 en Viglianode Asti, tuvo tres esposas. La primera Clara Gianotti ledio dos hijas, Rosina y Luigia y falleció el 25 de setiem-bre de 1886.

Era tosco e incrédulo, pero se casó pronto con OlimpiaLafalli, muy buena y piadosa. Residían en Asti. El 17 deSetiembre de 1887, fiesta de los Estigmas de san Francis-co de Asís, según el calendario entonces vigente, les na-ció una niña que fue bautizada al día siguiente en la Igle-sia parroquial de san Pedro con el nombre de MaríaMichelina.

Al crecer esta niña, no le gustó el segundo nombre ylo cambió con (Giuseppina) Josefina. En sus escritos se fir-mará María Josefina o simplemente María G. Nosotros lallamaremos tan sólo María.

En su nacimiento, sin lugar a dudas, los diarios nohablaron de ella, ni escribirán nunca su vida en la historiaoficial, aquella hecha por los “grandes”. Pero MaríaTartaglino tendrá un lugar humilde y grande en la Iglesiadel Señor: el lugar de los pequeños llamados a una granmisión por medio de la sabiduría de la cruz.

En sus “Notas del alma” cuando tendrá que escribirde sí misma dirá “nosotras éramos tres hermanas, la másalta tenía cinco años y yo era la última; tenía 22 meses,cuando mi pobre madre murió”.

Mamá Olimpia a los 23 años estaba ya muy enferma ysabía que pronto tenía que morir. “Le asustaba el pensar

Page 5: María tartaglino

8 9

de dejarme tan pequeña y quizá en manos de quién caeríay cómo me criarían”.

Confió su enorme dolor a su mejor amiga, TeresaValsania, la cual le aseguró: “Ten ánimo Olimpia, muereen paz y confía en el buen Dios, yo me haré responsablede tu niñita, la llevaré a mi casa, no le faltará nada, ytampoco le faltará una buena educación cristiana, comolo harías tú. ¿Estás contenta?”

Algunos días después, el 7 de Julio de 1889 murió enel hospital de Asti, dejando su pequeñita a su amiga Te-resa y prometiéndole rezar por ella desde el Paraíso.

Desde aquel día la vida de María será marcada por eldolor: una pequeña huérfana tendrá que abrirse sola sucamino en medio del mundo. Pero no estará sola, al con-trario será una preciosa compañera para muchos.

Teresa la recogió en su casa donde estaban su ancia-na madre y dos tíos suyos, y se convirtió en su segundamadre. Al comienzo la dejó periódicamente con el pa-dre, el cual pronto encontró una tercera mujer, esta vezdura y sin fe como él.

Un día, Teresa encontró a la pequeña María sucia ymal alimentada, estaba en la puerta de la casa. Entoncesla llevó consigo para siempre, como había prometido a labuena Olimpia. En la casa Valsania, aunque humilde ymodesta, no le faltará nada.

Casi un año después, en el verano de 1890 la pequeñatuvo una hemorragia en un ojo. En el hospital de Astidonde quedó largo tiempo internada, por el diagnóstico yla terapia equivocada, perdió la visión de un ojo.

No guardará rencor contra los médicos, porque, escri-birá: “Es Jesús que lo ha permitido para el bien de mi alma;de otra manera qué habría sido de mí”.

Primeros pasos

Vuelve del hospital a su casa, sin visión en el ojo iz-quierdo, pero ahora ha aprendido a caminar. A los dosaños y medio caminaba todavía mal, pero durante el tiem-po en el hospital, asistida día y noche por la buena Tere-sa, daría los primeros pasos seguros y, a pesar del sufri-miento, había ganado seguridad y voluntad de vivir.

En casa Valsania, María encuentra tanta bondad y pa-ciencia con ella, inclusive de parte de la anciana abuela,con la cual puede permitirse también el desahogo de suscaprichos de la edad, al punto que puede decir: “Yo era ladesesperación de todos”. Pero era solamente una niña depocos años.

“Mamá” Teresa ha continuado como mamá Olimpiaa enseñarle a rezar, mirando al Crucifijo de la casa ma-ñana y tarde, y también durante el día. También la acos-tumbra muy pronto al trabajo.

“Antes que nada me enseñó a hacer pantuflas y me-dias para mí; y para animarme al trabajo me compra-ba algodón perla de varios colores; y yo que no queríatrabajar escondía los “palos para tejer” para que a fal-ta de éstos no me obligara a trabajar. Sin embargo, ellanunca daba campo a mi flojera, y para no cansarmecon el mismo trabajo, un día me enseñaba a hacer cal-cetines, otro a coser y sobre todo a hacer los vestidosde mi muñeca”.

Page 6: María tartaglino

10 11

La pequeña María, a pesar que fue siempre de frágilsalud, crecía serena y alegre, con tantas ganas de vivir yde jugar, de aprender y de conocer la vida. Quiere ir ajugar con las otras niñas, pero “mamá” Teresa lo permi-tía pocas veces y siempre bajo su vigilante mirada. Pre-fiere tenerla cerca, consigo y protegerla siempre de todopeligro.

Algunas veces ella se escapa y va a jugar a casa de susamiguitas, y se hace la que no escucha cuando la llamana casa.

Es pequeña aún y ya descubre el bonito mundo que larodea: las casas y caminos del barrio San Carlos de Astidonde habita; las praderas, las huertas cultivadas y rega-das, y poco mas allá, la ciudad de Asti con sus templos, elsantuario de la Virgen del Portón, Santa Catalina, la Ca-tedral. La mamá la lleva consigo y en el camino reza…Reza en el templo, donde cada domingo va a Misa y tam-bién entre semana. La mamá le ha enseñado que sobre elaltar está Jesús, vivo y verdadero en la Hostia blanca, queescucha y ayuda en el camino de la vida.

Empieza a ser un encanto para la pequeña María….

En navidad de 1889, a sus cortos dos años, ella habíatenido “un sueño” que ella misma cuenta así: “He visto alNiño Jesús, a María y a José. La Madre Celestial estaba ala derecha con el niño Jesús en brazos, San José estaba a laizquierda. Yo estaba allí y los contemplaba, pero sobretodo contemplaba al Niño Jesús y me moría por el deseode jugar con Él. Sentía el deseo de acercarme pero no meatrevía... La Madre Celestial me hizo una seña con sucabeza para acercarme… acercó los piececitos de Jesúsa mis labios y yo lo besé y lo volví a besar. El Niño

Jesús me sonreía y estaba contento de mí. Luego, tododesapareció”.

La pequeña contó el “sueño” a la mamá: “desde en-tonces el sueño de Jesús se ha quedado impreso y siem-pre me he sentido deseosa de amarlo, pero no le he ama-do ni soy capaz de amarlo ahora”.

Los primeros pasos de su vida, María los hace con Él,con Jesús. Su vida será -siempre más intensamente- “de ados”: Jesús y ella.

Encuentro con Jesús

En casa, considerando que es una pequeña huerfanitay que en sus pocos años ya ha sufrido mucho, María estratada con mucho cariño y paciencia. Le gusta sacar aescondidas azúcar de la despensa y comérsela sola. Legustan los dulces que encuentra o le dan, y deja el pan,que Teresa encuentra escondido bajo la cama. ¿Quién loha puesto aquí? -le pregunta-. Ella contesta: “los rato-nes”. Pero los que tienen dos piernas como tú, precisa lamamá, la que le recuerda: “no seas mala botando las co-sas y diciendo mentiras -y agrega- así, pequeña, no ofen-derás a Jesús… A las niñas que dicen mentiras, las man-da Jesús al purgatorio y después de siete años las mandacon un dedo de fuego a buscar el pan botado”.

María entiende cuál es el camino recto. Teresa ama alos pobres y en su casa, para nada rica, siempre hay algopara ofrecer al que pide algo para vivir. Esto le enseña aMaría, mandando a ella misma a llevar ayuda a los po-bres. Más aún, recibe en casa a los pobres a almorzar y loshace sentar al lado de María, la cual a pesar de su repug-

Page 7: María tartaglino

12 13

nancia por los andrajos de éstos, casi nunca limpios, seadapta, por amor a Jesús y aprende a conocer su dolor y arecibirlos.

Ella es una niña simpática que se hace querer por susencillez y su candor. Un día una señora que vive en laPlaza Alfieri, la manda a comprar “gianduiotti” que sonchocolates exquisitos, pero Marietta piensa que se trata delos familiares de la famosa máscara piamontesa “Gianduia”.

Entra a la tienda y no encuentra ninguna cosa que separezca a la máscara Gianduia, por lo tanto luego de ha-ber mirado sale de la tienda, seguida del dueño que corredetrás ella pensando que se ha robado algo. Pero descu-bre que es una niña de inefable candor y la hace volver acasa con los dulces de chocolate. Así, en otra ocasión,todos reirán buenamente cuando alguien que quería bur-larse de ella la envía a comprar “dos centavos de cara gol-peada” (en piamontés quiere decir “muso pesto”). El far-macéutico le hace esperar un poco gozando la burla, des-pués la sirve un poco de licor de menta.

Así crece María sin malicia, en un ambiente en que serespira bondad, amor y sobre todo fe. Asti, a fines delsiglo XVIII está marcado por la fe vivida de excelentes sa-cerdotes entre los cuales se destaca Monseñor José Marello(después Santo Obispo de Acqui), ya fundador de losOblatos de San José y del Instituto de “Santa Clara”, alservicio de los pequeños, de los pobres y de los huérfanos.

Después de su muerte, acaecida el 30 de mayo de 1895,Asti conserva el recuerdo perfumado de sus virtudes, quecontinúan en la obra, en la predicación y en la presenciade sus Oblatos: el Padre Medico, el Padre Cortona… desingular piedad y popularidad.

Así, se conserva viva todavía la presencia del canóni-co Cerutti, entonces guía del Marello y padre de tantosjóvenes de la Obra Pía Michelerio. En la Catedral se dis-tingue, como un líder del Clero, el Canónigo José Gam-ba, el párroco del Catecismo y de la Juventud, crecido enla escuela del Marello. Las Iglesias son atendidas porbuenos párrocos y sacerdotes: numerosas son las Misascelebradas cada día y participadas par tanta gente bue-na, y por la tarde, sobre todo en los días de fiesta se ofre-cen las lecciones de Catecismo, el Rosario, el canto de lasVísperas, la bendición Eucarística.

No todos los astenses son santos, pero hay una at-mósfera de fe que María Tartaglino hace suya mientrascrece. Ella, al lado de la mamá adoptiva ha aprendido arezar, empezando con las oraciones del buen cristiano.

Ahora ya crecida en años, acompañada de la buenaTeresa, particularmente los domingos, va a la Misa porla mañana y por la tarde al catecismo, al rosario y la ben-dición eucarística.

María ve la vida como oración y como continúa ofren-da al Señor. Hasta los cantos populares que aprende, lesirven para recordar y conservar los buenos propósitos dela vida cristiana. En casa, apenas puede, es ella quien guíael rezo de rosario, atrayendo a rezar a los vecinos conten-tos de verla y escucharla. Con la mamá Teresa rezan has-ta caminando en la calle.

A los seis años María va al colegio, donde semuestra inteligente y capaz, con vivacidad y conganas de salir bien, pero también de reír y hacer reír alas compañeras.

Page 8: María tartaglino

14 15

Cuando la mamá va a pedir noticias de ella a la maes-tra, ésta le contesta que no puede quejarse de una alumnaque tiene 10, ¡la máxima nota en conducta!

María adquiere una buena cultura elemental de pri-maria, concreta y práctica, que le sirve para enfrentarse yresolver las dificultades de cada día con sabiduría y sen-tido común. Estos años son una larga preparación a suprimer encuentro con Jesús en la comunión eucarística.

Un bonito día

A fines del ochocientos los niños se preparan para re-cibir la eucaristía por primera vez, no antes de los 12 ó 13años. Será el Santo Pontífice Pío X, quien abrirá el sagra-rio a los niños de más tierna edad. Ya desde el tiempo dePapa León XIII crece y se difunde el culto a Jesús Eucaris-tía con la frecuente adoración a Él en la iglesia, la prácticade las “Cuarenta Horas” ya a nivel nacional y a nivel in-ternacional, con los Congresos Eucarísticos, el último delos cuales fue en Turín en septiembre de 1894 con la parti-cipación de decenas de Obispos y miles de fieles.

Mamá Teresa prepara a María que tiene cerca de sieteaños, para confesarse frecuentemente, cada vez que ellalo hace. Juntas van donde el canónico José Gamba, Párro-co de la catedral, después vicario general, luego Obispo deBiella, Novara, y a continuación Cardenal Arzobispo deTurín.

María tiene como su primer guía espiritual al Canóni-go Gamba, hombre de Dios de mucho celo y prudencia,que comprende y aprecia la delicadeza de esta niña que seabre a él como a Jesús mismo, con sencillez e inocencia.

Llega el año 1900 y es un gran Año Santo: el jubileo queintroduce al siglo XX. El Papa León XIII con su carta“Annun Sacrum” consagra el mundo al Corazón de Je-sús, una fuente de redención, salvación y vida para el gé-nero humano. Con la Encíclica “Tametsi futura” presen-ta a la humanidad a Jesús como único camino, única ver-dad y única vida: sólo uniéndose a Él, único Salvador, cadahombre encuentra el sentido verdadero de la existencia,del dolor y de la muerte, la salvación en este mundo y enel más allá.

También en Asti esta profunda orientacióncristocéntrica llena el pensamiento, la predicación y todala pastoral de los sacerdotes con clara resonancia en lasalmas. También María siente este benéfico influjo y sujuventud se orienta siempre más a Jesucristo, tomándolocomo su centro.

Este fue el año de sus grandes “encuentros” con Je-sús: un domingo por la mañana, en la primavera de 1900,en la parroquia de San Martín, María a los trece años, seacerca por primera vez a recibir a Jesús en la Primera Co-munión, después de una larga preparación con la frecuen-cia al catecismo y un fuerte empeño de vida cristiana.

Ese mismo día, en la tarde recibe la Confirmación enla Catedral, de manos del Obispo Jacinto Arcangeli. Aho-ra vivirá sólo para Jesús, como escribirá: “Cuando ya ha-bía recibido la Primera Santa Comunión, mamá Teresame hacía recibirla con frecuencia. Cuando ya estábamosen casa, me hacía santificar ese día: no se decían palabrasinútiles, no se permitía ninguna broma; nos quedábamosretiradas, mientras la mamá estaba ocupada en la cocina,a mi me hacía leer el agradecimiento calmadamente y fuer-te para que ella también pudiera acompañarme; hasta el

Page 9: María tartaglino

16 17

mediodía siempre agradecimiento, y del mediodía hastala mañana siguiente, preparación. Esta regla la tengo hastahoy”.

¡Verdaderamente un día grande y bello! Inolvidableel día de la Primera Comunión y Confirmación, Jesústoma siempre posesión de ella y la prepara a grandescosas. Suya para siempre. Por medio de ella hará pasartantas gracias a muchos hermanos; inicio de una singu-lar intimidad y maravillosa misión.

Un noble señor

Algunos meses antes de su Primera Comunión al co-mienzo del otoño de 1899, un día, María -que habita enel cruce de la calle Grassi con la actual Vía al Santuario,al lado del río Bórbore- fue mandada por “mamá” Tere-sa a una buena familia de hortelanos para recoger víveres.

Realmente la mamá no quería mandarla sola, pero nopudo evitarlo y además ¿qué peligro habría a las diez dela mañana? La jovencita va, pero pasando al río Bórbore,de improviso sale un fulano que la arrastra en medio deuna maleza y cerca del torrente.

Le ofrece dinero y dulces, para que acepte sus in-fames deseos. María se niega gritando que eso es pe-cado y ofende a Dios. Él la amenaza de echarla al ríoy la arrastra cerca al río y hace el ademán de tirarladentro.

Pero, María se queda enredada en una mata y el mal-vado, preso del miedo, se escapa. En ese momento, aMaría todavía llena de miedo, se le aparece “un noble

señor con bella barba y un aspecto venerable”. Ladesenreda de las espinas, le acaricia paternalmente y leenjuga las lágrimas, la coge de la mano y la acompañahacia su casa.

En el camino le habla con cariño y le recomienda de-fender siempre su virginidad, rezar cada día, ir al cate-cismo, a la Misa y a las Vísperas. Sin preguntarle dóndevive la lleva hasta la puerta de su casa.

María llama a mamá Teresa y le cuenta todo, pero el“noble señor” ha desaparecido y ya no está. Teresa en sufe sencilla y fuerte piensa que ha sido San José, custodiode vírgenes, que ella siempre ha invocado, que ha venidoa ayudar a la joven en peligro. Habrá otra ocasión en elcual el “noble señor” se presentará otra vez.

En los meses que siguen, llenos de alegría por la pri-mera Comunión y la Confirmación de María, mamá Te-resa cae enferma e intuye que no sanará: es tuberculosis,de la cual muchos enfermaban aún por estos años. ¿Cómopodrá cuidar todavía a María?

Un día de inicio de otoño de 1900 mamá Teresa Lla-ma a María y le dice: “Mi querida, con todo el dolor demi corazón debo dejarte y no malograr la poca salud quetienes. ¿Quieres ir a casa con tu papá? María se echa enlos brazos de la buena Teresa y llorando le ruega tenerlasiempre consigo, que será siempre buena, que no quierevolver donde su papá y su madrastra. Teresa contesta queya no puede tenerla consigo para no contagiarla con suenfermedad, y que sin embargo no quiere dejarla “en lasmanos de la madrastra sin religión y sin corazón”, y le haceuna propuesta: “No hay otro camino por mientras, sino ir aalgún “retiro” (internado): ¿Te gustaría?” “Oh sí,

Page 10: María tartaglino

18 19

contesta, con mucho gusto, me uniría a tantas niñas bue-nas, pero yo soy tan mala, y no me aceptarán, de seguro”.

Mamá Teresa le dicta entonces una carta para Monse-ñor José Gamba, por entonces Vicario General de la Dió-cesis, pidiéndole que se preocupara de “colocar aMaría en algún retiro”. Aquél mismo día María lleva lacarta, y la deja a la mamá del Vicario.

El día siguiente Monseñor Gamba hace llamar a MamáTeresa y a María y les comunica que la niña sería acepta-da en el instituto de La Consolata en Asti. Pero María,con lágrimas contesta que prefiere el retiro de Santa Cla-ra fundado por Monseñor Marello, bajo el cuidado desus oblatos de San José. Mons. Gamba se siente algo dis-gustado y contesta: “Lo conversaré”. Algunos días des-pués el mismo Vicario general de la Diócesis va a la casade María para comunicarle que había sido aceptada enSan Clara y que se presente inmediatamente al rector, elPadre Cortona.

En “Santa Clara”

Al ingresar al Instituto de los Oblatos de San José, afines de setiembre de 1900, mamá Teresa y María, de treceaños, encuentran primero al Padre Juan Médico, santo sa-cerdote, que desde joven había sido de los primeros enseguir a Monseñor Marello.

El Padre Juan pregunta si es María Tartaglino la quehabía pedido y si de veras el mismo Vicario de la Dióce-sis se había interesado por María. Contestan que sí. ElPadre Juan les explica que en verdad no había lugar, peroque un “noble señor” se había presentado a pedir que

aceptasen a la joven María. Mamá Teresa, que no habíahablado con nadie, sino sólo con Monseñor Gamba, acer-ca de su proyecto, piensa que el “noble señor” era el mis-mo San José que había salvado a la niña de aquel fulano alborde del río.

Monseñor Marello, después de fundar en elMichelerio, su Instituto de los Oblatos de San José, el 14de marzo de 1878, había llevado su obra en 1884 al anti-guo monasterio de Santa Clara. Allí había aceptado, bajola guía de las Hermanas de Nuestra Señora de la Piedad,además de ancianos y enfermos crónicos, también niñashuérfanas o que necesitaban ayuda para su educación.

Con aquellas ya adultas que no querían volver almundo, ni hacerse hermanas religiosas, había fundadola familia de las “Hijas de Santa Ana” animándolas a lahumildad, caridad y obediencia con la esperanza de pro-veer a la casa de los Oblatos y colaborar en su apostola-do. Aquel mismo día mamá Teresa con María fueron ahablar con la Madre Superiora, la cual después de escu-char la historia de María, le dice con mucha bondad: “Qué-dese no más”. Después las dos van donde el Padre Cortonael cual les habla del “noble hombre” que ha venido a pe-dir aceptar pronto a María. Es grande el asombro de to-dos, de Monseñor Gamba, del Padre Cortona, de la supe-riora, pero Mamá Teresa está cada vez más convencidaque se trata de San José.

Un mes después de aquel primer encuentro, el 23 deoctubre de 1900 María Tartaglino, a los trece años de edad,entra en el Instituto de Santa Clara. Allí pasará su vidaentera con el único proyecto de hacerse santa y colaborara la salvación de las almas, haciéndose una sola cosa conJesús. Ese día las nuevas compañeras de vida, más o me-

Page 11: María tartaglino

20 21

nos de su misma edad, van a su encuentro para festejarla.La superiora le manda a jugar con las niñas más peque-ñas, pero ella pide poder trabajar de inmediato, haciéndo-se útil e indicando lo que ella ya sabe hacer.

Parece imposible creerlo. María es puesta con las quetrabajan para la “gente de afuera”. En suma ya se ganala vida trabajando con sus manos.

Un tiempo difícil

En los primeros tiempos de su estadía en Santa Clara,la joven María se siente muy bien, así escribirá en susrecuerdos: “al comienzo las cosas caminaban de maravi-lla; ninguna podía pelear o murmurar. Se llamaban laatención mutuamente y yo escuchaba que decían: ¿Ya norecuerdas lo que dijo el Padre Juan Médico antes que lle-gase esta nueva chica? ¡Ay de aquella que le hubieseescandalizado! Sería severamente castigada”.

Pero, la paz y la serenidad terminan pronto. Las com-pañeras de María son más jóvenes y les gustan las trave-suras. Cuando pasa algo, según el clima de severidad deaquel tiempo, viene el castigo para todas, a menos que elculpable se manifieste.

Una vez una de ellas, viendo la bondad e ingenui-dad de María, le pide aceptar la culpa de algo que hapasado, ya que por la protección del Padre Médico nosería castigada.

María acepta pensando hacer una obra buena. Des-de aquel día según el sistema de aquel tiempo, los casti-gos caen sobre ella, hasta quitarle parte de la comida,

del sueño y hasta golpes, mientras ella es totalmenteinocente.

Lamentablemente la hermana encargada de vigilar yeducar a las niñas al bien es demasiado autoritaria yprepotente y gobierna imponiendo el miedo (posterior-mente fue despedida del Instituto).

María pasa un periodo muy difícil en su vida, ofrecetodo al Señor en expiación de sus pecados y los de losotros, para la conversión de los alejados de Dios.

¿Qué pecado tiene ella con su vida tan inocente? Peroella se siente triste y amargada, pierde el deseo de rezary trabajar, los días se hacen insoportables, que nunca ter-minan. Con todo, reza, ofrece, se confiesa regularmentecon el Padre Juan, que es un pequeño santo, recibe la co-munión frecuentemente con fe y amor a Jesús que paraella es el único amigo y su único sostén.

Jesús ya la une a su pasión. Es el primer sabor de loque en el futuro será su vida; callar, adorar, sufrir, ofre-cer, inmolarse en silencio por la Iglesia, por las almas,por los sacerdotes.

Cuando los Superiores del Instituto Santa Claradescubren las injusticias de la Hermana asistente conMaría y la comunidad que le fue confiada, es sustituidacon otra “asistente”. El clima cambia de inmediato: yaun en la austeridad de vida, reina ahora la caridad, en lacual las almas se lanzan hacia Dios.

“Poco a poco, confía María, con tantos buenos ejem-plos que tiene delante de los ojos y de escuchar tantas co-sas bellas, tantos bellos ejemplos de santos y más que todo

Page 12: María tartaglino

22 23

al no tener tanta disciplina, yo retomé nuevo vigor y mesentí toda cambiada: más paciente, más trabajadora y másdeseosa de hacer oración“.

Parece realmente que después de tanta noche, ha re-tornado otra vez el sol: en realidad ahora es Jesús , sol dela vida que la atrae a sí con la dulzura de su amor y laprepara, quizás sin que ella se dé cuenta, a otra subidamás áspera hacia la cumbre.

¡Muy Bien, María!

Sacamos de sus recuerdos autobiográficos: “Sentía ungran deseo de oración: yo habría hecho continuamenteoración, día y noche, y más oraba, más sentía deseo deorar”. “Durante el día el silencio era mi único consuelo,me sentía bien así”.

Ya porque el silencio le permite hacer oración y estarunida al Señor: “Mis trabajos trataba de hacerlos única-mente por Jesús, Maria y José. Los tenía siempre fijos enmi pensamiento y hacía todo en su divina presencia”.

En suma, vive en intimidad con Jesús, en un coloquioíntimo con Él. Se hace ayudar por su ángel custodio enlas tareas del amor siempre más puro, que está haciendo:“Hablaba yo con mi ángel Custodio, imaginaba yo verlocon los ojos de la fe. Me encomendaba a él que me avisarasi viese que ofendía a mi Jesús. Mandaba a mi angelitocon mis encargos al Paraíso”.

Está verdaderamente enamorada de Jesús: lo contemplacrucificado, en la eucaristía, se siente amada por Él y cadavez es una experiencia nueva, y quiere amarlo siempre más.

Por Él empieza a hacer “locuras” de Penitencia, diceella, “por sus pecados”. Lleva el cilicio sobre su cuerpo,con cuidado para que nadie se dé cuenta. De noche cuan-do nadie la ve, se levanta, también en invierno y rezalargamente de rodillas en el piso. Con sencillez y gozoreconoce: “Todo aquello que le pedía a Jesús me lo con-cedía”. “Si deseaba una cosa imposible, yo estaba segurade conseguirlo. Sentía una fe viva y estaba segura deque “Jesús no me negaba nada, aun cuando yo era tanpecadora”.

Hace mucha oración y penitencia por las almas delpurgatorio, hasta hacer un pacto con ellas: “quería que elPurgatorio se vaciara y me encomendaba que si habíaalguna alma que necesitase de mis pobres oraciones, queviniese donde mí sin ningún reparo, que yo estaré siem-pre lista para liberarla, y que me despertase inclusivedurante la noche”.

Hay almas que de veras toman en serio estas pala-bras y ella reconocerá que: “he tenido tanto miedo, queno se puede decir”. Hacer penitencia y sufrir con Jesús,tiene para ella una atracción particular y se comprometea ser fiel en los comunes deberes de la jornada, tambiénaquellos que más le cuestan, el trabajo, la vida comunita-ria, la obediencia. “Cuando iba a la lavandería trataba dehacer lo mejor posible con la intención de lavar las almasde los pecadores en la sangre de Jesús”.

En invierno, cuando el agua es helada y ninguna estádispuesta a lavar, va María, rompe el hielo con sus manosy lava la ropa sumergiendo las manos más de lo necesarioen el agua helada: “Por amor a Jesús y en sufragio porlas almas del purgatorio”.

Page 13: María tartaglino

24 25

Se dedica a hacer limpieza con un cuidado absoluto,así que la hermana encargada se queda admirando, satis-fecha y llena de ternura, pensando que la chica no se dacuenta que la está mirando. Un día la encargada conmo-vida al verla le dice: “Bien, María, me siento muy con-tenta de ti”.

Le hace una pregunta: “¿Por qué estás tan cerradacon tu asistente? Ábreme el corazón y no tengas duda,sé que tienes un secreto. Confía en mí y te sentirás con-tenta”.

María, sí que tiene “secretos” de intimidad con Je-sús, que ella guarda para sí misma y para Él. La asis-tente entonces la invita durante el recreo a pasearse conella y le dice tantas cosas bellas de Jesús que la enamo-ran, “pero los secretos no lo ha podido saber ni ella, nilas personas más adultas que estaban cerca para hacer-me hablar”.

No tiene todavía 18 años, pero María ha entrado verda-deramente en el mundo de Dios, y ella tiene un solo deseo:“La oración que siempre le hacía a Jesús era ésta: queme hiciera buena y santa según su Corazón Divino, quequería satisfacerlo sólo a Él y a ningún otro, pero demanera que ninguno jamás conociera que yo me hacíabuena y ni siquiera me diera cuenta yo misma. Yo que-ría que lo supiese sólo Jesús, y a todos los demás se lodiera a conocer en el Paraíso”.

Este será el único deseo de su vida, cuando los donesde Dios descenderán como una cascada en su alma: vivirsólo para Él en el silencio, en el escondimiento. Descono-cida para el mundo, conocida sólo por Él.

Recordando este tiempo de su existencia escribirá: “Hepasado años bellos, tan felices que no se puede expli-car. Jesús era toda mi alegría”.

Dos veces adiós

El 4 de agosto de 1903 había sido elegido el Papa Pío X. Éltiene un admirable proyecto de santidad y de conquista delmundo al divino Redentor: “Instaurare omnia in Christo”(Instaurar todo en Cristo). María Tartaglino, en su existenciano hará otra que realizar el proyecto de este Santo Pontífice.

Pío X será el Papa del catecismo para los niños y losadultos, presentado en una manera sencilla y clara, conpreguntas y respuestas, de modo que también los máshumildes pudieran conocer con seguridad la verdad quesalva del error y del pecado, que lleva a la perdición eterna.María Tartaglino en su sencillez será la mujer de la ins-trucción-formación clara y segura, de la doctrina lumino-sa en su palabra y en sus escritos.

Pío X será el Papa de la Santa Misa celebrada santa-mente por los sacerdotes y participada por los fieles, yde la Comunión frecuente, también diaria, recibida san-tamente. María desde su primera Comunión vivirá portoda la vida de Jesús Eucaristía.

Hay una sintonía singular entre ella y Pío X y los san-tos Pontífices de su tiempo, entre ella y los santos. Conla luz y la fuerza de los santos, nuevamente a su jovenedad, tiene experiencia del dolor.

El domingo 18 de junio de 1905, fiesta de la SantísimaTrinidad, a la una de la tarde está en el patio de la casa

Page 14: María tartaglino

26 27

durante el recreo con sus compañeras y las asistentes, deimproviso le invade una profunda melancolía que debealejarse de las otras y quedarse a solas detrás de una co-lumna del pórtico de la casa.

Algunas le preguntan si se siente mal, con su negati-va le insisten que vuelva con ella al juego. No se animapor ese día a volver con ellas. Parece un capricho, perodurante la noche sueña a mamá Teresa que le dice: “Ma-ría, te he visitado porque estoy segura que por medio deti tendré la liberación del purgatorio por medio de tusoraciones. Las espero de ti y de nadie más. Estoy muer-ta y estoy en el purgatorio”.

María no cree, pero la mamá insiste: “No llores pormi muerte, reza y sigue siendo buena que yo velaré porti y verás que hago por ti más desde el cielo que en latierra. ¿Estás contenta? ”.

A la mañana siguiente, después de la Misa, la herma-na asistente llama a María y le dice: “Tengo algo que de-cirte, pero no sé como hacerlo”. María rompe en lágri-mas: “Ha fallecido mamá Teresa”. ¿Cómo lo sabes? Ma-ría le cuenta el “sueño”, que ha sido en realidad una vi-sión. Después, con la asistente, se puso de rodillas parahacer oración por la difunta. En los días siguientes todopasaría como se le había dicho en la visión.

Tres años después, a inicio de 1908, cuando ella tienecasi 21 años, le avisan que su papá ha sido internado muygrave en el hospital de Asti. Quisiera hacerle una visita,también para acercarlo a la fe, él que estaba lejos de Dios,de los sacramentos y de la Iglesia. No sabe cómo hacerlo.Decide escribirle, pero sobre todo envolverlo y ayudar-lo con insistentes oraciones.

Aquel hombre estaba furioso con la hija, porque ha-bía preferido vivir en un internado que estar con él; peroleyendo la carta siempre más sincera, empieza aconmoverse y llorar. Sabiéndolo María va a visitarlo alhospital. Él está contento pero la esposa bota a Maríamalamente: “Yo y tu papá no necesitamos sermones, ¡vetede aquí!”.

María sale, pero antes se acerca a las hermanas paraencomendarles al papá, que hagan todo lo posible parahacerlo confesar antes de morir. Ellas le contestan que esde un carácter difícil, que ya lo han intentado, pero él noquería. María contesta: “Papá no morirá sin sacramen-tos. Dejo esto a Jesús y Jesús lo hará todo”.

Vuelta a casa aumenta oraciones y mortificacionespara ganar su alma para el Señor. Regresa al hospital avisitarlo y esta vez la madrastra no está. María habla deJesús: “El Hijo de Dios ha muerto por ti, ha expiado tuspecados sobre la cruz, te ama con amor infinito y aho-ra te quiere con Él en el paraíso. ¿Cómo puedes re-chazarlo? ¿Cómo puedes condenarte por toda la eter-nidad?”

Aquel hombre rudo e incrédulo es sacudido en su in-terior y llora. “Yo, dirá María, le hablé largamente y ledije tantas cosas. Él no decía nada. Sólo dijo que volvie-ra otra vez, cuando no estaba su esposa. Entonces vien-do que le gustaba, lo hice cada día”.

El milagro de la conversión se realiza. “Le dice su pa-dre, después de varios días, ¡mi buena y querida María!He cumplido tus deseos, me he confesado y comulgado.¿Estás contenta? Ahora, yo también estoy contento y teagradezco de corazón”.

Page 15: María tartaglino

28 29

Las hermanas del hospital preguntadas por María con-firman que realmente es así. “Qué bueno es Jesús”, comenta.Es Él que ha entrado en el corazón con un dardo de amor.

Juan Tartaglino muere en paz con Dios el 30 de abrilde 1908: la hija le ha abierto el paraíso.

Después del adiós a la mamá verdadera, apenas co-nocida, María ha dado el adiós en pocos años a mamáTeresa y al papá. Es un hasta luego en el cielo para losdos. Convertirá también a la madrastra, antes de quemuera, el 4 de noviembre de 1916. Ahora esta verda-deramente sola en el mundo con una gran misión.

Sólo de Jesús

Ahora María tiene 20 años y debe decidir su futuro yescoger su estado de vida. Podría quedarse en el mundo,casarse, formar una familia propia. O consagrarse a Dioscon los votos en una congregación religiosa, por ejemplo,las Hermanas Hijas de Nuestra Señora de la Piedad oagregarse a las “Hijas de Santa Ana”.

En su tiempo, éstas eran una “Familia de Vírgenes”,que vivían en comunidad, como ya hemos visto y conuna regla que no obliga con votos, en espíritu de humil-dad, caridad y obediencia. Monseñor Marello había ins-tituido esta obra junto a su congregación de los Oblatosde San José para atender a las necesidades de su apos-tolado: escondidas y laboriosas, orando y trabajando.

Al comienzo del siglo XX las Hijas de Santa Ana en elInstituto de Santa Clara viven todavía en el fervor de losinicios, el que les dejó su Padre Obispo. María Tartaglino

se agrega a ellas continuando a vivir “La vida escondidacon Cristo en Dios”, en un singular ofrecimiento de amore irradiación de luz para las almas.

Como ha sido desde su nacimiento, por una elecciónde predilección de parte de Dios, así será toda su vida:sin hábito religioso ni velo para distinguirla de las otrasmujeres, pero con el “velo sobre el corazón” para siempresólo de Jesús.

Ya desde niña, es ella misma que lo confiesa, se levan-ta de noche y pasaba la noche orando de rodillas en elpiso, para la salvación de las almas. “Ahora, cada vezmás claramente, se dedica a su misión: Jesús Redentorla asocia cada día más a su pasión, en sacrificio de ado-ración al Padre, en expiación de los pecados, por la re-dención de la humanidad, por la santidad de los sacer-dotes, y para que ninguna alma caiga en el infierno ytodos sean salvados en el Paraíso”.

Todo lo que pasará en su vida, que será narrado ha-ciendo conocer el “Secreto del Rey”; es el fruto admirablede esta extraordinaria elección divina.

Como hemos visto, Dios empieza siempre con cosaspequeñas y va preparando el alma elegida por Él a pene-trar en su Corazón divino y cumplir cosas grandes queasombran y fascinan a quien se le acerca. A los 15 añosMaría en el Instituto de Santa Clara es ya una pequeñaeducadora de las más pequeñas. Le entregan cuatro ocinco para cuidar: y ella que ha sido huérfana y conoce elsufrimiento, las llena de su amor más que una madre. Ve enellas el Niño Jesús y las trata con delicadeza en el cuerpo y enel espíritu. Cuida que tengan el vestido más bello y una cintaen el cabello. Las acerca a Jesús y las enamora de Él.

Page 16: María tartaglino

30 31

Trabaja tanto, María nunca está ociosa. El regla-mento es austero, exige que se trabaje, si se quiere co-mer. En silencio, en el cuarto de trabajo, María, juntocon las otras, cose, zurce y cumple muy bien con el tra-bajo a ella confiado. En los momentos de recreo usapalabras suaves y amables con las compañeras: dulce yamable pero reservada, capaz siempre del buen humor,con su corazón alegre interiormente porque su alma estállena de Cristo.

Su voz en el canto, los humildes cantos religiosos,son su programa de vida, es un singular acto de amor asu Dios. La alegría no falta, ni disminuye aun cuandoel alimento es pobre. Todo es un ofrecimiento de amorjunto al Crucificado y María siente en su humildad quesu vida es singularmente fecunda. El proyecto de Diosse desarrolla en ella.

El clima en que vive es intensamente espiritual,eucarístico y mariano. En los primeros diez años delsiglo XX el Santo Pontífice Pío X defiende la verdad delCredo Católico de los errores del modernismo que in-terpreta de un modo nuevo y vacía el Catolicismo: “Alcentro como en toda la Tradición Católica, debe res-plandecer siempre Jesús Redentor, con su Cruz y suEucaristía, presencia real y representación de su sa-crificio”.

Pío X difunde la verdad en medio del pueblo cristia-no con su catecismo sencillo y claro, hecho en pregun-tas y respuestas exactas aptas propiamente para distin-guir la verdad del error. Y llama a los católicos a empe-zar desde niños a acercarse con la mayor disposición ala comunión frecuente y también diaria, preparada porla confesión y empeñada en una intensa vida cristiana.

María, en el instituto Santa Clara, es una de aquellasalmas que responde en modo total a la llamada del SantoPontífice. Tiene su confesor y guía espiritual en el PadreJuan Médico, uno de los primeros seguidores de Monse-ñor Marello entre los Oblatos de San José, y santo sacer-dote. Cada día participa en la Misa con la comunión. Esmuy fiel a la adoración cotidiana y al rosario a la Virgen.

Jesús le habla al corazón y la une cada vez más a suDivino corazón, como su “esposa”.

Es el tiempo de la “bella época”, en que la sociedadaristocrática y burguesa se divierte en salones y “nochesde baile”; los poderosos de Europa preparan en el odioideológico y la voluntad de superación mutua la primeragran tragedia del siglo XX: la primera guerra mundial.

María vive aparentemente fuera de la historia de los“grandes” como “retirada” en un humilde instituto deuna ciudad de provincia como la de Asti. Pero no seolvide que también Asti en aquellos años vive, gracias asus Obispos, primero Mons. Arcangeli y después de 1909Mons. Sandri, y sus mejores sacerdotes, un clima intensode fe y vida cristiana muy profunda.

Con todo, también María, exactamente en aquellosaños es protagonista de la historia, según las noticias quelos creyentes bien saben: “No son los políticos sino lossantos los que hacen la historia”.

En la vida de cada día.

Nos detenemos a observar a María en su vida de cadadía. Dice el Padre Ermanno Capettini, OSJ en 1950 ha-

Page 17: María tartaglino

32 33

blando de ella: “María sobresalía entre las Hijas de SantaAna por su inteligencia, desenvoltura, y elegancia en eltrato. Los superiores la escogían para tareas y cargos deconfianza hacia afuera, que la obligaban frecuentementesalir de casa. Conocía todos los ambientes, conocía perso-nas de importancia social, y siempre y con todos se mos-traba con edificante dignidad. Humilde y sincera, dejabaen todos los que se acercaban una agradable impresión desencillez, serenidad y rectitud“.

María limitaba el tiempo y la palabra al justo necesa-rio, y de ninguna manera aceptaba regalos personales. Silas circunstancias lo aconsejaban, no rechazaba una oferta,pero no guardaba nada para sí, y todo lo entregaba a lasuperiora o lo repartía con los pobres o con las iglesias. Sudesinterés admiraba a todos los que eran sus superiores.

Se apuraba en cumplir sus tareas asignadas, para usarel tiempo que ahorraba en hacer obras buenas, visitando alos necesitados, a los enfermos y encarcelados. Entre losenfermos privilegiaba a los tuberculosos del hospital. “Sipodía, escribe ella misma, entre una tarea y otra iba cadadía, tanto que la religiosa encargada a veces me llamaba laatención y amenazaba con informar a los superiores de SantaClara, porque tenía miedo que me contagiase: mientras erajustamente lo que yo deseaba“.

De esta confidencia de la misma María, entonces apa-rece que ella sirve a los pobres, enfermos y a los que su-fren no sólo por solidaridad con ellos, sino porque ve enellos a Jesús, y por su ardiente deseo de configurarse aJesús Crucificado.

Sigue escribiendo el Padre Capettini: “Hubo un tiem-po en que visitaba las cárceles a lo menos una vez por

semana, sin importarle el fastidio para conseguir el permi-so, las largas esperas y la sospechas de que fuera parientede algún preso. La portera era piadosa y por medio de ella,María distribuía rosarios, libros de devociones e imágenessagradas. Particularmente era su propósito hacer volver alcamino correcto a una joven mujer, condenada por delitoscontra la maternidad y hechos de escándalo”.

“El Señor, dirá María, me concedía hacer algo bueno.Recuerdo una mujer la cual no quería saber nada deconfesarse. Visitándola con frecuencia, haciéndole favo-res, sin mostrar dificultades de acercarme a ella, aquellamujer decidió confesarse y tuvo una muerte cristiana”.En este momento queremos mirar a María. En Santa Cla-ra, donde los Oblatos de San José, imitando a su fundadorMonseñor Marello crecen y se lanzan al trabajo de apos-tolado en el mundo hasta llegar a las primeras tierras demisión; en este mismo Instituto donde hay tantos sufri-mientos humanos en la caridad de Cristo, está escondida,laboriosa y orante María Tartaglino que se ofrece por ellos.

En el centro de Asti, Corso Afieri, cerca del hospital,cerca de las cárceles de Vía Testa, a la vista de la gentehumilde y de los señores, pasa este ángel en carne, reco-rriendo las cuentas del rosario y diciendo las palabras deJesús, que ilumina y trae la redención.

Nostalgia de Casa

A María más que todo le gusta estar “en su casa” queahora es el Instituto Santa Clara en una vida retirada yescondida para servir al Señor. La mayor parte del tiem-po de su existencia la pasa allí, tejiendo día a día su histo-ria de amor a Jesús.

Page 18: María tartaglino

34 35

En sus “memorias” escritas en 1919, narra: “He esta-do algunos años en la casas filiales, algo más de un añohe estado en una casa donde había sólo muchachos. Perono estaba contenta, porque estaba sola (la única laica) conlas hermanas. Por mi parte hacía lo posible para obedecery rezar mucho a Jesús y cumplir exactamente en cuantopodía con mis deberes. En cuanto a los muchachos quehabía, puedo decir que no he hablado nunca con ningu-no, aun cuando necesitábamos pedir ayuda por algún tra-bajo pesado; pero yo nunca he permitido: “o sólo ellos osola yo”, solos nunca, para no dar ocasión de hablar. Tam-poco he conocido a ninguno de ellos, y me siento muycontenta”.

La “Casa Filial” de que habla María, donde había sólomuchachos era el Michelerio, un orfanato de muchachosdirigidos por los Oblatos de San José, donde había esta-do por un año y algunos meses. Allí estaba para ayudara las hermanas, las Hijas de Nuestra Señora de la Piedad,presentes en Santa Clara; en particular ayudaba a la her-mana cocinera. María estaba contenta porque tenía mu-cha paciencia para soportar el carácter difícil y volublede aquélla en lo que se refiere a los alimentos.

Con la misma hermana le gustaba levantarse cada díaa las cinco para ir a la Misa en la catedral, iniciando asísu largo día de trabajo, santificado por la oración. Perodurante aquel tiempo siente gran nostalgia de Santa Clara,tanto que cuando tiene que salir por algún encargo en laciudad, hace un largo camino por Asti para no pasar delan-te de lo que considera su “nido”. Cada vez que tiene que irpara confesarse con el Padre Juan Medico, llora tiernas lágri-mas. El Padre Médico, usa de su autoridad para hacerlavolver. La otra casa “Filial” es el castillo de Frinco que Mon-señor Marello había comprado para sus Oblatos de San José.

En Frinco María se quedó un año: fue provisionalmen-te para ayudar a las hermanas con ocasión de los EjerciciosEspirituales de los alumnos del seminario, y se quedó más delo pensado ayudando a la hermana allí presente, al hermanolego y al hortelano que trabajaba en la viña de la casa. En elverano estaban los alumnos de los Padres Oblatos.

María se sentía bastante contenta orando y trabajan-do como siempre. Aún a lo lejos, en las colinas deMonferrato, sentía nostalgia de Santa Clara. Pero serámucho más feliz cuando pueda volver para retomar lavida en comunidad. Sin embargo, su vida nunca fue en“común” y ahora se va manifestando más singular, ex-traordinaria diríamos, a pesar de todo el esfuerzo que haceMaría para estar escondida, pidiendo continuamente alSeñor: “no me exponga en público”. Retoma la vida decomunidad en Santa Clara, como lo hemos narrado. Po-demos decir, aparentemente, de ella: “Omnia comuna, sednon communiter” (todo es común pero no en modo co-mún), pero pronto, muy pronto a pesar de su tenazescondimiento, se manifiestan hechos extraordinarios:penitencias, gracias de oración y de intimidad con Dios,éxtasis, coloquios con ”el más allá”.

Es Jesús, el que la une más íntimamente consigo y lehace recorrer su mismo camino de redención, un caminode amor y de llanto que se cumple en la cruz para la salva-ción del mundo y para la gloria de Dios.

Será un verdadero “Via Crucis” similar al de Jesús;para María Tartaglino “Vía Crucis” de lágrimas y de san-gre, como en el calvario. Pero, será también el cielo que seabre en su “tierra de exilio”, en su cuartito, donde Maríagozará de maravillosos coloquios con Jesús, con la Virgen,con los santos, sus amigos y con el Ángel Custodio.

Page 19: María tartaglino

36 37

Al comienzo quizás no comprende a fondo lo que leestá pasando, como cuando confiesa “quedarse dormidaen la Iglesia”, mientras las otras rezan. En realidad, ella em-pezaba a vivir éxtasis de amor con su Dios. Necesitaba unguía sabio e iluminado que la acompañase en su ascenso.

En Santa Clara ha encontrado al Padre Médico, elcual, desde adolescente también ha gozado de graciasparticulares de parte de Dios y, en su sencillez, sabecomprender a las almas. Goza de fama de santo y es elguía de consagrados, de sacerdotes y también de hu-mildes fieles.

Este será “tu Padre”

Mientras la primera guerra mundial está terminandoMaría continúa orando y ofreciendo por los humildes ypor los poderosos, por la paz en el mundo en el nombre deCristo, por la conversión de los pecadores, de repente seenferma gravemente: un derrame de sangre que se repitevarias veces. Recibe la Extremaunción y se prepara parala muerte.

Pero no muere. Sufre… sufrirá toda la vida, su vidaserá un único gran sufrimiento: porque a quienes Diosllama a una especial misión, Dios los configura en unmodo siempre más doloroso a su Hijo crucificado;corredentores con el único Redentor, por medio del úni-co instrumento que es la Cruz. Es el privilegio de todaslas almas víctimas, también de María Tartaglino, llama-da a ser “víctima con Cristo”.

En un camino tan arduo, es necesario un guía para lle-gar a la cumbre, a la total configuración con Cristo y, en Él,

a la gloria. Es Cristo que convierte a Saulo en el caminoa Damasco, pero manda a Ananías que lo inserte en lavida de la Iglesia; Saulo se hace Pablo, el apóstol de losgentiles.

Es Cristo que fascinó a Don Bosco, pero le pone en elcamino a José Cafasso que le indica el camino a seguir.Muchos son los ejemplos. “Es la ley constante que usaDios en sus contactos con las almas”. Muy pocas veces sepuede decir como Teresa de Lisieux, “que sólo el Señor fuesu guía” (“Dominus solus dux eius fuit” Dt 32,12).

Dios guía la vida de cada persona, pero normalmen-te se sirve de otra persona que Él prepara y manda. Diosentonces necesita de un “Ananías”. Dios suscita maravi-llosos “Ananías” en su Iglesia. También a María Tartaglinole ha hecho encontrar un humilde y grande “Ananías”.

Durante su niñez su confesor había sido Monseñor JoséGamba (1858-1929), entonces canónico y párroco de laCatedral, luego Vicario General de la Diócesis, prontoObispo de Novara, futuro Cardenal Arzobispo de Turín,como se ha señalado antes. En Santa Clara, el Padre JuanMédico había sido el confesor de María. Pero un día -año1914- el Padre Médico la llama y le dice: “Te buscaré unbuen confesor, fuera de casa”. María no está conforme,pero el Padre Medico la conduce al Padre Plácido Botti,entonces vice-párroco en Santa Catalina, presentándolocomo “un buen sacerdote, que él bien conoce, de buenespíritu y de mucha doctrina”.

María no quiere aceptar, pero por obediencia, acom-pañada por una hermana va a Santa Catalina, donde elPadre Plácido ya previamente avisado estaba esperandoal lado de su confesionario. La hermana le indica a Ma-

Page 20: María tartaglino

38 39

ría, pero ésta exclama: “Yo no me confesaré con aquel sa-cerdote”. La hermana casi la arrastra al confesionario.

Cuando el Padre Plácido empieza con la bendición,ella se siente interiormente toda cambiada, mientras unavoz interior le dice: “Éste es tu confesor y no lo dejarásnunca más”.

Siente en su corazón tanta paz y se abre con gran con-fianza a él.

En el segundo encuentro, hace su confesión generalpor escrito y así lo hará por un largo tiempo. Pronto elPadre Plácido, en su humildad, encontrará dificultad endirigir a un alma tan particular y quisiera no hacerlo más.Pero su dirección espiritual a María durará hasta el últi-mo día.

María se siente segura y serena. Tiene un padre yun maestro que comprende lo que pasa entre ella y Dios.No le permite el mínimo defecto, y la empeña en unacontinúa purificación, en una subida de “sexto grado”.Escribe su biógrafo, el Padre Ángel Rainero: “desde ahoraempieza para ella una vida nueva, en la cual no faltaráncontrariedades, luchas, sufrimientos, tentaciones del de-monio; más bien serán fuertes y tremendas, pero habrá siem-pre un guía seguro, o mejor una doble guía, que la indicaráel camino a seguir: la guía interior del Señor, y aquella ex-terna del Padre Confesor: una completará la otra. Maríapodrá correr velozmente con seguridad en el camino de laperfección y de la unión con Dios”.

Ella misma escribirá a su Padre: “Oh, entonces cómome he sentido aliviada. En el corazón me parecía sentiruna voz que me decía: “Éste será tu padre. Ábrele total-

mente a él tu corazón”. Saliendo del confesionario me sentítoda cambiada y animada. Padre, es Jesús que me lo hadado y es Jesús que me lo ha conservado hasta ahora. EsJesús que aún debe conservármelo. Sí, no quiero pensarmás en eso: le toca a Jesús. La causa es de Jesús y basta”.

Dones extraordinarios

También cuando el Padre Plácido Botti será enviadocomo Párroco de Rocca d´Arazzo de Asti, continuará sien-do el padre espiritual de María, la cual recurrirá a él porcarta, mostrándole su alma; y él, de paso por Asti escu-chará su confesión. Pronto, aunque muy joven, pero ricode doctrina y de luz, se da cuenta que María es un almatotalmente especial, rica de dones fuera de lo común porparte de Dios, llamada a una particular misión. María noquiere ni busca estos dones frecuentemente dolorosos.

El Padre Botti declarará: “María ya desde su niñez tuvodones extraordinarios, que aceptaba como no queriéndo-los y sintiéndose indigna; los que tenía rigurosamente es-condidos a todos, en cierto sentido inclusive a sí misma,no queriéndolos, no cuidándolos, en parte ni siquiera co-nociéndolos; que de mala gana manifestaba a su padreespiritual, y quería y rezaba para que nadie más, ni siquie-ra después de su muerte, los pudiera conocer. El hecho delSanto Crucifijo (del cual hablaremos a su tiempo), es loque la ha puesto a tanta luz: antes era conocida sólo comouna buena hija”.

En la escuela del Padre Botti, María tiene un solo de-seo, el de hacerse santa, realmente santa, en la humildad,en el ocultamiento, en medio de los sufrimientos y humi-llaciones de cada día, en el trabajo cotidiano. No busca

Page 21: María tartaglino

40 41

otra cosa. Después de haber encontrando “al Padre de sualma”, ella le escribe: “Las primeras semanas estaba muycontenta, porque conocía todos mis pecados, pero me pa-recía muy riguroso, ya que por tantas cosas que otros de-cían, no era nada. Usted me gritaba y no me perdonabanada. Tenía mucho miedo de no poderme enmendar, meparecía imposible: era siempre la misma cosa, como lo soytambién ahora. Todas las veces que debía presentarme austed me sentía animada (a hacerlo), pero por el miedome sentía empujada para alejarme, porque sabía que erasiempre la misma. Sin embargo, sentía una gran necesi-dad de acercarme y, al mismo tiempo una gran vergüen-za porque yo siempre era la misma”.

Después de un tiempo, sin embargo reconoce: “ahorano lo encuentro tan riguroso; ha sido sólo en las primerassemanas, que estaba tan abatida porque no tomaba lascosas en serio; pero después lo he encontrado siempre muyindulgente. Mis pecados son enormes y necesitaría queme pusiese un poco de freno, que no tuviese en cuenta miamor propio, mi soberbia, ni mi orgullo”.

No busca otra cosa sino hacerse santa, en el caminomás escondido, en la senda más ordinaria. Pero es el mis-mo Señor que quiere enriquecerla con dones más grandesy hacerla pasar por un camino de elección: la participa-ción más alta y más intensa de la cruz de Cristo para laredención del mundo.

María, se dirige a su confesor y le dice que sus “peca-dos son grandes”. Sin duda el Padre Botti no le ha creí-do literalmente esta confesión, calculando que a un almapura, como ella, en la luz de Dios en la cual estaba su-mergiéndose cada vez más, también las faltas más pe-queñas y hasta las imperfecciones, como alguna palabra

de más, cualquier impaciencia aunque involuntaria, de-bían parecerle grandes faltas.

Pero, hay algo más. Cuando María escribe que se sien-te “inmersa en el pecado”, en realidad se trata de los pe-cados del mundo que ella debe “corredimir” con el Cruci-ficado, los siente como suyos, como cargados sobre susespaldas, hasta sufrir vergüenza y pena, y querer expiarpor ellos ante la justicia de Dios.

Llega sobre ella “la noche oscura” con la cual el Señorla está purificando para unirla totalmente a Él, en undesposorio de amor, como sucedió con santa Catalina deSiena, santa Teresa de Ávila, santa Margarita MaríaAlacoque o, en nuestros tiempos actuales, con la beataAlejandrina da Costa.

Su vida se llena de oración ya no vocal o meditativa,sino de una intensa unión con Dios, hasta hacerse unasola con Él. Su vida se llena de sufrimientos, que Diospermite o le manda, y de penitencias que espantarían alcomún de los mortales, las que la configuran con Jesúscrucificado. Dios la enriquece también con éxtasis en loscuales le comunica una experiencia superior de Él, de suHijo, de la vida divina en el Espíritu Santo: un sumergirsey envolverse de luz y de amor divino.

María escribe, confiándose al Padre: “Si caía en eldesaliento, cuidaba de levantarme inmediatamente confuerza y pedía perdón a Jesús por mi soberbia… Y tratabade pisar esta fea soberbia, me esforzaba por rezar mucho,aun cuando no sentía muchas ganas. Pero rápidamenteme regresó el deseo de rezar y con gran fuerza, y sentíatanta dulzura y tanto gozo que no se puede expresar. Másrezaba y más me animaba a rezar: me sentía siempre

Page 22: María tartaglino

42 43

unida a Jesús ya sea en la oración, como también al co-mer, caminando, en el recreo, hablando entre una pala-bra y otra podía rezar; en todo, también en el sueño, mesentía unida a Jesús. Parece una cosa increíble; y contodo yo así me sentía”.

Los estigmas de Jesús

Al terminar la primera guerra mundial, en Versalleslos poderosos de la tierra organizan un nuevo orden mun-dial: han desaparecido los grandes imperios que durabandesde siglos, el imperio Otomano, el imperio de los Zaresen Rusia y el Austro-Húngaro de los Ausburgo. En Rusia,desde 1917 con la revolución de octubre se ha consolida-do el poder de los comunistas, que mantendrá la opresiónde los “sin-Dios” y en violenta persecución al cristianismolos pueblos del Este de Europa por varios decenios, condaño inmenso para las almas. El fin de los Ausburgo enlos planes de la masonería y del comunismo debía marcarel fin del catolicismo o por lo menos relegarlo al máximo,al interior de las conciencias.

Sobre las ruinas de Alemania y de Austria pocos añosdespués se afirmó el Nazismo, la ideología del super-hom-bre y de la raza, para destruir junto con el comunismo ladignidad del hombre y consecuentemente la idea de Dios.En su conjunto un gran plan, una conjura enorme y terri-ble contra la primacía y la realeza de Cristo.

El Papa Pío XI, elevado al Pontificado el 10 de febrerode 1922, respondía con su programa: “Pax Christi inRegno Christi” (La Paz de Cristo en el Reino de Cristo), yen 1925 en la conclusión del Año Santo con la EncíclicaQuas Primas (11.12.1925) hace un llamado con toda su

autoridad a las almas y a los pueblos a unirse bajo la dulcerealeza espiritual, eucarística y social de Jesús.

María Tartaglino vive el vértice de su existencia to-talmente consagrada al Señor, en este tiempo difícil, enel que estallará el inhumano holocausto de la segundaguerra mundial, en un choque de ideologías, de nacio-nes, de continentes, en un conflicto nunca antes vista entoda la historia. No sólo esto. Se proyectará en la secula-rización y en la negación de Dios, en la confusión entreverdad y error también entre los hombres de Iglesia, enla segunda mitad del siglo XX: una espantosa crisis de fe.Crisis de fe sobre la cual brilla como única esperanza laseguridad infalible de Cristo a Pedro: “sobre ti fundarémi Iglesia… y las fuerzas de infierno no podrán contraella” (Mt 16,18). Es la promesa de María Santísima enFátima: “Mi Corazón inmaculado triunfará”.

María no aparece en las páginas de los periódicos,mucho menos en la historia oficial, entre los hombres ymujeres que sobresalen. Sin embargo, en ese tiempo, enel silencio de su vida escondida, toda ofrecida y donada,es protagonista, en primer plano, de una historia más be-lla: aquella que construye y edifica la humanidad a ima-gen de Cristo y la conduce al encuentro con Dios.

Lo ha sido siempre, y será aún más empezando aquelaño 1925, marcado por la realeza de Cristo.

Había nacido María el 17 de Septiembre de 1887, en eldía en que la Iglesia conmemora los estigmas de San Fran-cisco de Asís, los mismos estigmas de Jesús, que hicierontotalmente al “seráfico en ardor” conforme también en sucuerpo al divino Crucificado. La fecha hace pensar paraMaría en un signo de predestinación: ella estaba llamada,

Page 23: María tartaglino

44 45

también físicamente, a ser asociada al Redentor, en todoslos dolores de su pasión.

El 31 de diciembre de 1925, vísperas del 1º de enero de1926, se manifestaron visiblemente en Ella los estigmas delSeñor. Así es como ella misma lo cuenta al “Padre” de sualma, en una página bellísima, digna de comparación aaquéllas que nos han dejado en la vida de san Franciscode Asís, de santa Verónica Giuliani, de san Pío dePietrelcina.

“El último día del año estaba en la capilla haciendo laHora Santa con las demás. Sufría mucho: no me acuerdoel motivo de mi sufrimiento; recuerdo solamente que mehe sentido desmayar. Tuvieron que acompañarme afue-ra... Apenas vuelta a la capilla, dos minutos después, medesmayé aun más fuerte. Las hermanas me llevaron alcuarto y han hecho cuanto pudieron para reanimarmedel desmayo. Después las he mandado a sus camas, di-ciendo que ya me había pasado, porque tenía miedo quese dieran cuenta de algo. De hecho, mientras estaba en lacama, me desmayé y vi intelectualmente, ubicado en micorazón, algo como un gran escudo donde estaba escul-pido el nombre de Jesús, era tan nítido, Padre, y así res-plandeciente, que es imposible explicar. Me sentí fuera demí por el gozo, porque llevaba en mí un nuevo memorialde amor… y sentía realmente que llevaba en mi corazónun tesoro invalorable… lo sentí claramente, con total se-guridad”.

Es Jesús mismo que le “ha marcado” de un modo par-ticular, también físico, en su corazón.

María sigue narrando al Padre : “Cuando llegó la fies-ta del Santísimo Nombre de Jesús (2 de enero de 1926)

me adormecí nuevamente, como antes y me perdí, y mesentí acercándome a mi Esposo Celestial. Otra vez mevi marcada en el corazón con aquel precioso escudo;y mientras lo contemplaba fui invitada por mi dulceAmor a dirigir a Él la mirada y lo vi adornado en elcorazón con mi nombre escrito; y me hizo entenderque esa correspondencia de afecto la determinaba elamor”.

En realidad, las cosas han sido así, como lo contará aun sacerdote de su confianza: “Era el 31 de diciembre de1925, día jueves (antes del primer viernes del mes). Por latarde, entre las 23 a 24 horas, hice la Hora Santa con otraspersonas en la capilla de las mujeres; hacia las 23:30 sedesmayó, pero el suyo no era un verdadero desmayo, sinoun éxtasis. Fue llevada al cuarto vecino y poco despuéspasado el desmayo, volvió a la capilla para cumplir laHora Santa. Fue entonces que se le abrió el costado enla dirección del corazón y le salió sangre. La aberturadel costado, con la emisión de sangre, se repitió el 2 deenero de 1926, fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, alas 6:30 más o menos, después de la Santa Comunión”.

Después de la llaga del costado, María recibió los estig-mas en las manos y en los pies. Las heridas se repitentodos los viernes, son más evidentes los primeros viernesdel mes, el Viernes Santo, en la fiesta del Sagrado Cora-zón, del Nombre de Jesús, de la Preciosísima Sangre, de laExaltación de la Cruz, y de la Inmaculada, el 8 de diciem-bre. Son muy dolorosas y sangrantes y en manera visiblele durarán cerca de seis años de 1926 a 1932.

Para María son un verdadero tormento y no hace otracosa que pedirle al Señor y a la Virgen Santísima le hagandesaparecer esos “signos” que tanto le fastidian y que tra-

Page 24: María tartaglino

46 47

taba de esconder usando todo medio posible, para que nin-guno, ni siquiera los más allegados se dieran cuenta, y veancuánto y a qué precio es amada de su “Esposo de sangre”.

Lo cuentan pocos pero seguros testigos oculares, cuán-to ella hubo sufrido por los estigmas de Jesús impresos ensu carne. María tendrá también sobre su cabeza las se-ñales de la coronación de espinas, y sobre el hombro iz-quierdo una gran llaga, semejante a aquella que tuvo Je-sús por el peso de la cruz en el camino del Calvario.

Conocen de los estigmas solamente el confesor y suamiga espiritual sor Elisa; luego, cerca de ocho años des-pués, los Padres Oblatos: Mario Martino y Luis Mori y laSra. María Mortera, madre de dos misioneros Oblatosque vive con ella en Santa Clara. Ahora está verdadera-mente llamada a colaborar, en primera persona con elCrucificado, para la redención del mundo.

Narra su biógrafo, el Padre Capettini: “Aunque can-sada, María, en aquellos días privilegiados, desarrolla-ba sus actividades normales (como ya hemos narradoantes). Usaba guantes (mitones) y si tenía que salir poralguna tarea, trataba de caminar normalmente, con pa-sos algo lentos. A veces sintiéndose cansada se sentabaen las gradas de las escaleras; si era sorprendida men-cionaba tener cualquier malestar general. Conservan-do siempre inalterable su temperamento vivaz y alegre,comportándose con educada soltura en cualquier am-biente, logró ocultar los dones sobrenaturales que reci-bía. El milagro más maravilloso de su vida fue quelos prodigios de los cuales era protagonista, no atra-jesen sobre ella la atención pública”. Parecía sola-mente una buena chica rodeada de un “gran silencio”.

Como San Francisco de Asís

El corazón de María Tartaglino fue traspasado de unallama de fuego como carbón ardiente. Así cuenta el he-cho ella misma, en la carta del 8 de diciembre de 1928 a supadre espiritual el Padre Plácido Botti.

“…La noche del jueves para viernes en la Hora San-ta sentí un gran deseo de morir y sentimientos tan fuer-tes que me parecía estar loca, me parecía estar perdida,no sé como decir… me parecía que mi pobre alma erasacada, me sentía fuera de mí y en el sueño (la Tartaglino,por su gran humildad, llamaba sueños a las visiones, loséxtasis que tenía) soñé ver un Ángel distinto de los otros,en lugar de dos alas tenía seis (si esto no es engaño deldemonio); este ángel se arrojó sobre mí, sus alas erantan resplandecientes; pero este Ángel estaba crucifica-do, porque estaba en una cruz como Jesús, dos de esasalas me cubrieron totalmente, dos eran elevadas para vo-lar y dos estaban elevadas sobre la cabeza. Yo no sé cómoexplicar porque es la primera vez que veo un ángel así,con seis alas. Mientras estaba observando este crucifica-do, vi salir del Sagrado Costado un rayo de luz con llamasde fuego y una de ellas como carbón ardiendo me hirió elcorazón; el dolor de la herida era tan vivo, tan penetranteque no pude permanecer sin gritar, el corazón latía tanfuertemente que yo no podía más; pero al mismo tiempome inundaba una suavidad tan grande en el alma que nopodía desear que pasase. Si no es engaño del demonio, meparecía ver también a la Madre Celestial a un lado delCrucificado y a san Juan del otro lado; me parecía que losdos se han acercado a mí y me pusieron sobre la cabezauna corona de agudas espinas. Yo me quedé encantadapor este favor y la Madre Celestial me dijo: Hija Mía, tuEsposo e Hijo mío quiere que tú, por las espinas, por la

Page 25: María tartaglino

48 49

cruz, por las penas te haga rica de grandes méritos. Ape-nas salí de mi sueño no podía más por el fuego que sufríaen una parte del corazón y tuve que mojar toda la nochepaños en agua fresca y los ponía sobre el corazón paraenfriarlo…”.

Un Crucifijo para la Redención

En el año Santo de 1933, convocado por el Santo Pa-dre Pío XI, María Tartaglino, es comprometida por elSeñor en un hecho extraordinario. Un Crucifijo, de mo-destas dimensiones (52 cm), que ella tiene en su cuartitosobre el reclinatorio en el cual acostumbraba pasar horasde oración y de adoración, el viernes 11 de agosto de1933, cerca de las 13 horas, y después más tarde por va-rias veces, mientras María está en oración, emitía san-gre viva: la sangre sale lentamente, particularmente delcostado, el cual de simple señal roja, se abre como carneviva, mientras Jesús le dice: “Mira hija, a qué me han re-ducido los pecados de los hombres, mi pasión es perfec-tamente repetida”.

La efusión de la sangre se repite el siguiente 27 de se-tiembre, a distintas horas. A la efusión de sangre estánpresentes numerosos testigos, dignos de fe: sacerdotes,religiosos, laicos. El hecho es considerado muy impor-tante, como intervención de la misericordia de Dios; y elObispo de Asti, Monseñor Humberto Rossi constituyeun Tribunal Eclesiástico Diocesano para examinar lo queha sucedido. Son interrogados en total 17 testigos, delos cuales siete sacerdotes, seis religiosas, la mamá dedos sacerdotes misioneros OSJ, dos amigas de laTartaglino, y la Tartaglino misma. Todos los testimo-nios son dados bajo juramento.

Para abreviar, vamos al resultado del Tribunal Ecle-siástico Diocesano. El Crucifijo, examinado por dos es-pecialistas en radiografía y radioscopia, resultó que notenía ningún agujero que del interior se comunicase alexterior. Fue examinada la sangre del Crucifijo en el Ins-tituto de medicina legal de la Universidad de Turín: setrata de sangre humana, verdadera sangre humana. Eldocumento lleva la firma del profesor Giorgio Canuto yLuigi Trossarelli y Juan Parato.

Al proceso querido por Monseñor Rossi fueron in-vitados dos canónicos como miembros del Tribunal: elCanónigo Goría y el Canónigo Gamba. Ninguno de losdos quería aceptar, seguros de que se trataba de una ilu-sión o de un truco. Sin embargo, luego de escuchar a lostestigos, cambiaron de opinión y admitieron con seguri-dad que no se trataba ni de una ilusión ni de un truco.

El tribunal terminó con la sentencia del Obispo: “…laverdad absoluta de los hechos es probada por los múlti-ples e incontrovertibles testimonios, recogidos bajo jura-mento con la más escrupulosa atención de dos procesos:Uno hecho por el Reverendo Superior de los Oblatos deSan José, bajo mi preciso encargo, y el otro en forma jurí-dica en la Curia Episcopal. Querer negar el valor de lostestimonios, sería como negar la luz del sol, por lo cual esevidente el juicio de la sobrenaturalidad del hecho y del mila-gro… Repito que el milagro es al mismo tiempo una gran glo-ria y una gran misericordia para la Congregación de los Oblatosde San José, para la ciudad y para la Diócesis de Asti“.

El 9 de marzo de 1934 el Obispo en persona entronizósolemnemente el Crucifijo Prodigioso en el Santuario deSan José, con la participación de cerca de diez mil perso-nas exhortando con ardor a huir del pecado que repite la

Page 26: María tartaglino

50 51

pasión del Señor, y a hacer obras de reparación con unavida verdaderamente cristiana.

El gran sufrimiento

Desde aquel tiempo, María Tartaglino está realmenteaterrorizada por la fama que su crucifijo le ha dado. Qui-siera desaparecer del mundo para que nadie se le puedaacercar. No pide otra cosa a su Señor que no sea estarrodeada del silencio y convertirse cada día más en víctimacon Él.

Las “alabanzas” que le dan, ella los da a Jesús paraque sólo Él triunfe y reine en las almas y en la sociedad.Pero pronto llega la hora de la “Crucifixión”. El 4 de mayode 1934, Monseñor Rossi comunica a la Diócesis que laSuprema Congregación del Santo Oficio ha reservado a síel examen y el juicio definitivo sobre el prodigio. Despuésllegó de Roma un encargado del Santo Oficio que quita elCrucifijo del Santuario de San José y lo lleva al Vaticano“para mayores exámenes”.

Monseñor Rossi, los Oblatos de San José y MaríaTartaglino aceptan en obediencia la dolorosa decisión,pero nada puede cambiar el acontecimiento.

Continúan creyendo en la verdad del Crucifijo de Astisantos sacerdotes como el Padre Pío de Pietralcina, Pa-dre Luigi Orione, hoy proclamados santos; y los que hanconocido los hechos sin deformación piensan que el Se-ñor Jesús en este “signo” maravilloso ha querido mani-festar su amor y su sed de reparación y de santidad, sused de la conversión de las almas a Él.

Pero “contra la Tartaglino (y también contra los Oblatosde San José), escribía su biógrafo el Padre Angelo Rainero,se desencadena una campaña de difamación y de humi-llación: ella, únicamente dedicada al amor de Dios y a lasalvación de las almas, no reaccionó de ninguna otra ma-nera sino soportando las injurias dirigidas a ella y con lareparación de aquellas dirigidas contra su Esposo crucifi-cado, al cual se había dado totalmente”.

Es el martirio que le aflige durante diez años, los últi-mos de su vida, hasta que le llegue la muerte. Pero Jesúsviene a consolarla con dones extraordinarios en el silencio,de su alma, en el cual guarda todo como en una celdasecretísima, revelando todo lo que sabemos solamente porobediencia a su director espiritual.

“Víctima del Amor misericordioso, continúa expian-do las culpas de los pecadores, aplacando la justicia di-vina y ayudando a Jesús en la salvación de las almas”.

Los Oblatos de San José confían, seguros que el Señorhará resplandecer la verdad referente al Crucifijo prodi-gioso y a Maria Tartaglino. El Papa actual, Benedicto XVIha exhortado a volver a exponer el Crucifijo en lugarespúblicos. ¡Qué gracia tan grande si el Crucifijo prodigio-so, así declarado por el Obispo Monseñor HumbertoRossi y nunca desautorizado por autoridad eclesiásticaalguna, retornase para ser venerado en el Santuario deSan José! Esperaremos con confianza…

Page 27: María tartaglino

52 53

Consolaciones de Dios

En este áspero sufrimiento por la gloria de Dios y porla salvación de las almas, Dios no la deja sola, más bienla hace experimentar de cuando en cuando gozos inefa-bles. Realmente, el cielo de Dios se abre en su cuartito,que se ha hecho como lugar de encuentro alrededor deella, de su Esposo divino Jesús, de la Virgen, de los Ánge-les y de los santos.

Ella misma, por orden de sus superiores, declara bajojuramento, como cuando escribe al Superior Mayor, Pa-dre Mario Martino: “La noche del 4 al 5 de abril de 1934,a pesar de haber reposado, en la mañana me sentía cansa-da, sin fuerza, con tanto sueño que no podía mantener losojos abiertos y luchaba conmigo misma si debía recibir lacomunión o no… En ese momento entró la hermana queme pregunto si recibiría la Comunión. Yo le dije que no yme dormí profundamente. De improviso me sentí llamarpor mi nombre y una voz me dijo: “Despiértate, que vie-ne Jesús”; me desperté y con gran sorpresa mía, sin som-bra de duda, vi tres personas: dos estaban vestidas de blan-co, tenían en mano una antorcha prendida, como dos ci-rios pascuales. Me llamó la atención el sacerdote que esta-ba en medio y lo reconocí de inmediato, era nuestro PadreFundador, Monseñor José Marello. Eran los tresrefulgentes de belleza y esplendor; Monseñor Marello es-taba vestido como Obispo, tenía en su mano un copón yacompañado por los dos personajes se acercó a mí y le-vantando la santa Hostia me dijo en algunas palabras enlatín que entendí claramente su significado: “recibe a Je-sús tu alimento, tu fuerza, tu seguridad, tu luz, tu sol, tudescanso, tu consuelo”. Después dijo las acostumbradasoraciones y me dio la comunión. Dio la bendición y tododesapareció”.

Es Dios mismo que quiere que nunca sea privada de suHijo Jesús, Pan de vida eterna, y la provee cuando no pue-de comulgar por causas ajenas a ella que se lo impiden;sin embargo, aclara la misma María, no cuando la hubie-ra dejado voluntariamente por falsos miedos.

Así, con inmenso gozo de su corazón, el 8 de diciem-bre de 1933 solemnidad de la Inmaculada, ella había re-cibido a Jesús Eucarístico por las manos de la Virgen.

El 10 de abril de 1936 (Viernes Santo) es el apóstolSan Pedro quien le lleva la comunión. El 27 de marzo de1937 (Sábado Santo), el 6 de agosto de 1937 (primer vier-nes del mes y Transfiguración del Señor), el 16 de abril de1938 (Sábado Santo), es su Ángel Custodio de aparienciabellísima quien le lleva la comunión. Pero el día más be-llo para ella fue el 11 de Abril de 1936, Sábado Santo,¡cuando vino Jesús mismo a traerle la comunión en suCuerpo y en su Sangre!

Sin duda, la vida para María Tartaglino es una verda-dera lucha por Jesús, siempre con más sacrificio y holo-causto de dolor y sangre por Él y con Él. Pero es cierto queel cielo mismo la apoya con gracias particulares que la ha-cen luminosa y fuerte. Con Jesús, María, no tiene miedo anada, ni a la muerte, porque le llevará a su visión beatífica.

Vida como holocausto con Jesús: Esto lo vive ella enmodo intensísimo cuando participa habitualmente de laSanta Misa celebrada cada día por el Rector Mayor MarioMartino en la capilla de las Hijas de Santa Ana; el cualanota el 24 de agosto de 1937: “Esta mañana en la comu-nión, María Tartaglino, era toda alegría y gozo. Ense-guida me di cuenta que algo estaba pasando, que veía algoespecial. Al preguntarle, después de la Misa me dijo que

Page 28: María tartaglino

54 55

veía a Jesús muy bello, amable y gracioso, pero su sonrisaaunque dulce era triste. Veía una gran cantidad de Ánge-les que volaban alegres alrededor del Copón y de la perso-na que escribe. María concluye: ¡Oh, si los sacerdotes vie-ran cuantos Ángeles están en su alrededor cuando dicenla Misa, qué bien la dirían!“.

“En la elevación de la Hostia Santa y del Cáliz, Maríavio muchas almas del purgatorio que iban al cielo, perono las conocía. Desde el cáliz se difundía la sangre divi-na y se unía a aquellas almas. Algunas de ellas eran sola-mente aliviadas, pero no liberadas”.

En la tarde de aquél mismo día, María agrega algo más,hablándole al Rector: “Esta mañana, Jesús suplicaba amory reparación por las profanaciones que se hacen a esteSacramento de amor. En la Santa Misa le vi rodeadopor grandes escuadrones de Ángeles, que alrededor delaltar formaban una corona y con dulces cantos asistíancon amor y temblor; usted Padre, ofrecía al Altísimo laVíctima divina. Vi también varias almas del purgatoriofelices y contentas volar al cielo”.

En verdad Dios ha confirmado a esta su escogida cria-tura, cuanto la teología católica siempre ha enseñado, queen la liturgia, como canta el prefacio, nos unimos a los án-geles y santos que en el cielo y en la tierra, alrededor delaltar de la divina presencia y del sacrificio, adoran y cantansin fin el himno de alabanza y gloria a Dios Santísimo y alHijo suyo Jesús que hace presente otra vez su Inmolación.

El 4 de septiembre de 1938, le escribe también al PadreMartino: “Esta mañana al momento de la consagración,además de los Ángeles que me acompañaban desde el ini-cio de la Santa Misa, María vio aparecer alrededor del

Sagrario 20 ángeles, 10 a la derecha y 10 a la izquierdaque quedaron hasta el final de mi comunión. Los otros sequedaron hasta que terminó la Misa, incluyendo la bendi-ción dada con la Custodia. María, concluía como otrasveces: ¡Oh si los sacerdotes pudieran ver estas cosas québien celebrarían la santa Misa!“

Pero el cielo que se hace conocer a su mirada no la alejade los problemas de la tierra, más bien la empeña en ofre-cerse aun más a Dios para que la tierra se abra más al Cielo.

Amor y reparación

En estos años María Tartaglino adquiere una compren-sión siempre más clara del mundo de su tiempo. Por susescritos sabemos que ella comprende cómo se desenvuelvela historia; en el fondo, es un camino de las almas haciaJesucristo o también en rechazo de Él, con el infierno queestalla ya sobre la tierra en la medida en que los hombresse alejan del Crucificado.

Por eso ella vive cada vez más para llevar las almas aJesús, para pedir la conversión de los pecadores hacia unavida cristiana y a la santidad, para reparar los pecados dela humanidad. Ella intuye que por segunda vez, en susiglo, la humanidad se encamina a otra guerra que tendrámillones de muertos, que está en camino la más grandeapostasía de Dios que la historia haya conocido con el laicis-mo de toda clase, el comunismo, el ateismo, la filosofíade la nada.

María es llamada, en sus últimos años, a participarsiempre más en la Cruz y el sacrificio del divino Crucifica-

Page 29: María tartaglino

56 57

do: sufre, ofrece, repara, merece la conversión de tantasalmas, que sólo Dios sabe. Su vida es una continuidad desufrimiento y de éxtasis en una intimidad más estrechacon Dios.

Quizás, sin quererlo, María resume su vida, lo querealiza en sus últimos años, en una carta a sor Elisa, la ami-ga de su alma. Es vida de amor, de reparación, de entregatotal a Cristo Crucificado, en una respuesta de amor abso-luto a su sangre, que ha tocado y visto salir de sus llagas.

“Consolemos, escribe, al afligido Corazón de Jesús.Debe ahora, mi querida hermana, hacer esfuerzo parasubir con más decisión a la cumbre del calvario, que suEsposo le está preparando para ser verdadera victimade reparación por tantos hermanos nuestros pecadores,particularmente por algunos de sus ministros; los queconvirtiéndose en grandes apóstoles conseguirán la con-versión de tantas pobres almas y para que la navecillade la Iglesia, sacudida por las borrascosas olas, triunfejunto con su venerado piloto”.

Está totalmente envuelta por el ardor de promover lasantificación de sacerdotes y de todos los consagrados:éstos más que nunca deben ser santos, para santificar elmundo. “¡Cuántas ingratitudes, cuántas infidelidades,cuantas frialdades en el servicio de Dios de parte de lasalmas consagradas a Él! Jesús se queja mucho y pideque recemos mucho por estas almas. Jesús busca denosotros amor; un amor verdadero busca Jesús”.

Le atormenta saber de profanaciones y sacrilegios con-tra Jesús Eucaristía: “Oremos a Jesús para que suscite enlas comunidades religiosas tantos serafines eucarísticospara reparar tantas ofensas que Jesús recibe en el Santí-

simo Sacramento. ¡Oh, pobre Jesús! , cuántas almas quelo hieren y de esas heridas sale sangre viva. Cuántas deesas comuniones. ¡Oh, que no haya tantas!”

Ella es clara en su empeño, presentándolo a otros:“Consolemos a Jesús con nuestras reparaciones yexpiraciones, y tratemos de conseguir la conversión detantos pecadores. Hermana mía muy querida, el espo-so está muy dolorido y busca alivio de su alma en suesposa. Consolemos a Jesús, consolemos a Jesús. Laindignación de la divina justicia está cerca para estallarcon sus castigos: oremos para alejarlos o por lo menossuavizarlos”.

Voces del purgatorio

Sólo Dios sabe cuántas almas María Tartaglino ha de-vuelto a Él de una vida de pecado, y que por medio de sussacrificios han llegado a la salvación eterna. Desde el másallá, del purgatorio, muchas almas de un modo sensible sedirigen a ella para pedir sufragios. Podríamos hablar bas-tante de estos encuentros. Bastarán algunos hechos. Enuna carta a su director espiritual, el Padre Plácido Botti, eldía 20 de enero de 1929 María le había escrito: “Esta ma-ñana en la Santa Comunión se me presentó una compa-ñera mía, fallecida pocas semanas antes, la cual en el mo-mento de la muerte dejaba con dudas sobre la salvaciónde su alma por muchos motivos… pero como la vi tanblanca y roja, le pregunté: ¿Dime, Adelaida, estás ya en elParaíso o estás por entrar? Oh no, no, me dijo suspiran-do: debes saber que a las justas estoy salvada y esto lodebo a ti, a tus sufrimientos por mí. Jesús lo ha aceptado yme ha salvado. Ahora debes rezar para que yo pueda serliberada de estas llamas que tanto me atormentan; el tor-

Page 30: María tartaglino

58 59

mento más grande está en la lengua que es carcomida con-tinuamente de sapos. Oh, mi mente, ¡si supiera el horribletormento que tengo por los frecuentes juicios temerarios!¡Oh qué tremenda y rigurosa es la justicia de Dios en esto!No puedo decirte más, porque te espantarías. Reza, rezapor mí. Todo desapareció”.

María explica al Padre quién había sido esta Adelaida.“Cuando estaba todavía en vida, no quería verme, in-ventaba muchas cosas para hacerme sufrir, calumnias,bromas, apodos jamás oídos; me sacaba la lengua pasan-do cerca de mí, me daba las espaldas, escupía en el suelodiciendo que daba asco, luego lo pisaba con sus pies di-ciendo que me tenía como esputo, tenía de mí tanto asco,como el esputo… Tenía dentro de sí una rabia y unoscelos que la carcomían continuamente. Era inútil pedirleperdón, que se enloquecía más todavía. ¿Sabe, Padre, quéhacía yo? Nada; sólo esto: como yo sufría mucho y noquería disculparme, ofrecía a Jesús mis sufrimientos parala salvación de aquella alma que yo no quería absoluta-mente que se perdiera. De verdad unos quince días antesque muriera, yo estaba cerca de ella y la colmaba de genti-lezas; ella conmovida se puso a llorar, me abrazó y medijo: “¡Oh, María, cuánto te he hecho sufrir!... perdóna-me”. Yo no le di lugar a hablar, le dije que estuviera tran-quila, que no me acordaba más; que más bien me perdo-nara a mí que le habré dado motivo; luego cambié el temay le hablé de Jesús, pero ella me cortó la palabra y meconfesó ciertas cosas que me había hecho y que yo siem-pre ignoré, y me prometió que si se recuperaba quería cam-biar su vida conmigo, que no me daría nunca más el míni-mo disgusto y que si moría quería dejarme un recuerdo,pero que no tenía otra cosa que un velo para la cabeza,que lo tomara yo y no otras personas porque sabía que yorezaba por ella. En efecto, antes de morir dijo a la herma-

na que me lo diese. Pobrecilla, no quería que la dejara,pero como yo tampoco estaba muy bien, la Superiora, portemor a que yo estuviese levantada de la cama, me cambióde cama y me puso en otro cuarto hasta que ella muriese”.

En uno de sus numerosos éxtasis registrados por elPadre Mario Martino, el 3 de noviembre de 1936 Maríadice: “queridas almas (del Purgatorio)… a ustedes nolas vemos aunque están entre nosotros y podemos so-correrlas. Yo ruego por la conversión de los pecadores,porque, miren, ustedes ya están salvadas. Y, por esoruego más por los pecadores que están en peligro deperdición. Ustedes ya están seguras. Pero, empezaré otravez a ofrecer sufragios. Siempre he sido devota de lasalmas del purgatorio, siempre, también cuando era niña!¡Cuántas veces, también cuando era niña, he pasadode rodillas noches enteras para enviarlas al Paraíso!.Después, he conocido a los pobres pecadores, y he pen-sado más en ellos, ¡pero nunca las he olvidado, oh, que-ridas almas! Y desde niña he hecho el acto heróico decaridad”.

Así había sido: el acto heróico es el ofrecimiento de to-das sus oraciones, acciones y sufrimientos, en unión con elsacrificio de Jesús, con nuestros méritos y los suyos, parael bien de las almas del Purgatorio; María había cumplidodesde niña este “acto” y lo había repetido frecuentemen-te, naturalmente sin olvidar las otras grandes intencionesde sus ofrecimientos, como hemos dicho y seguiremos re-latando.

En el mismo éxtasis, ella ruega: “Queridas almas, ven-gan a socorrer nuestra casa (el Instituto de Santa Clara,en el cual ella se hospeda) e inspiren alguna buena perso-na que pueda ayudarlas. Miren, yo no les negaré nada,

Page 31: María tartaglino

60 61

pero ustedes inspiren otros bienhechores que les ayuden yden un poco de consuelo a los superiores, a mi Rector, elcuál ha enviado ya tantas almas al Paraíso”.

Comentando lo que le ha explicado María, el PadreMario Martino escribe: “Ha preguntado a algún alma queconocía, si ha visto alguna vez el Paraíso: ella contestaque no y dijo que este es su gran tormento, el no verlo,sobre todo el no ver a Dios. Al encontrarse en medio desus seres queridos sufriendo y a ver que ellos gozan sinpensar a ellas, es un gran tormento. Dijeron tambiénque las penas del Purgatorio son inexpresables e incon-cebibles y que no podemos ni siquiera imaginar. Las al-mas le dijeron también que las casas están llenas de muer-tos y los vivos hacen fiestas. Agregaban: si vieran nuestraspenas, aunque tuvieren un corazón de piedra, tendrían com-pasión y nos ayudarían”.

Palabras sencillas, grandes y terribles: contienen todala doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio, como por ejem-plo, explica santa Catalina de Génova (1447 - 1510) en suadmirable “Tratado”.

El 5 de noviembre 1937 -conviene recordar que esta-mos en la octava de la conmemoración de los difuntos-,otra vez cuenta el Padre Martino: “Esta mañana en la santacomunión, María veía en la Hostia al Niño Jesús, todo ale-gre y bello, de pie… todo esplendoroso… Después, vioseis almas del purgatorio… uno era fraile capuchino, elotro era también religioso, pero no conocía de qué ordenera; parecía constituido en autoridad. Todos se quejabancon disgusto y dolor, especialmente el fraile capuchino ydecía que el purgatorio de los religiosos es muy terribley atroz y proporcionado a los grados de autoridad teni-dos en la vida. Le recomendó rezar mucho por el Santo

Padre, haciéndole tres veces la misma recomendación…dicho Fraile se encuentra más años en el purgatorio.

Había también dos hermanas en horrible condición,de apariencia fea y sufriente: parecía que tenían la caracon lepra o una enfermedad semejante. Hablaban de lasterribles penas reservadas para las indisciplinas y no ob-servancia religiosa. Todos pedían ayuda con suspiros ymiradas, con señas hechas con las manos.

María les contestaba: “Yo, en lo poco que puedo harésufragio por todos, sufriré, haré oración… Pero ustedesno sean mal agradecidas, rueguen por mí, por la casa (San-ta Clara) y por la causa del Crucificado”. Ellas contestaronque no serían malagradecidas y ella les recordaría a ellas“.

Lucha contra Satanás

Así es la vida de María, desde sus primeros años: elmás allá que se abre en su vida y ella está en continuo“coloquio” con él. Realmente la vida, es como testimoniode la comunión de los Santos. La vida como ejército deJesucristo, para contestar a la llamada de Dios a la santi-dad, para llevar a los pecadores a la conversión, para abre-viar las penas del purgatorio a quien se encuentra ya “enestado de salvación”, para romper el dominio de Satanássobre las almas. Contra ella, tan activa por el Reino deDios, el demonio se lanza furioso, como en la vida de lossantos Habiéndose ofrecido como víctima por los pecado-res, por la gloria del Dios y el triunfo del Reino de Jesús enlas naciones, está en la mira del demonio que no puedesoportar que ella le vaya robando las almas. El diablo, conel permiso de Dios, como sucede en la vida de los santos,hace todo lo posible para desanimarla, para hacerla per-

Page 32: María tartaglino

62 63

der la fe y la confianza en Dios, empujándola a la blasfe-mia, a la desesperación, al suicidio, atormentándola demuchas maneras.

María frecuentemente ve a Satanás bajo la apariencia deun hombre grande, de animales feos y feroces, de serpientesy hasta bajo la apariencia de su padre espiritual, o de unángel de luz o de un joven hermoso. Es difícil imaginar cuántotiene que sufrir ella o luchar a causa del demonio.

Bastan algunos ejemplos. El 28 de agosto de 1935 elPadre Mario Martino la encuentra sentada con un crucifi-jo en la mano derecha, en postura de defensa, como quienlucha con alguien, temblando y llena de espanto. Escu-cha sus palabras contra Satanás: “me das asco” -le escu-pe… y le dice: “haz lo tuyo no me das miedo”. Después,levantando el crucifijo: “¡Detente! no quiero que golpeesa mi Jesús, mira que mi corazón lo he entregado a Él,¡tengo los signos de la pasión dentro de mí! ¡Mira bienlo que haces!”

Demuestra una singular fuerza y autoridad a pesar desu debilidad física: “¡Si me matas, no me importa! Anda,avanza, lánzate sobre mi corazón: ¡Desvergonzado! Simuero mártir de tu furor, voy directo al Paraíso y tú estásallí quemándote, ¡quémate! ¡Yo no tengo miedo, tú si tie-nes miedo a mi Jesús!“

No olvida el sentido de su proyecto, la misma razón desu vida inmolada: “Quiero quitarte todas las almas, nodejarte ni siquiera una, tampoco la de allá… ¡Qué feoeres, ignorante! ¡Tienes miedo! Espera que te pongo elrosario al cuello“.

El diablo le contesta que Dios ya la ha maldecido, queJesús es un tirano... María le tira su rosario. Otras vecesen luchas semejantes a ésta María levanta el crucifijo: “Heaquí la cruz del Señor, ¡huyan los enemigos!, Ha venci-do el león de la tribu de Judá, ¡aleluya, aleluya, aleluya!La Cruz te da miedo ¿verdad? pues bien, mírala, míra-la”. Nada da más miedo a Satanás como el crucifijo, quele ha quitado el dominio sobre la humanidad con su sacri-ficio. Nada teme más que a la Virgen -y su Rosario- que alcomienzo le ha aplastado la cabeza y sigue haciéndolo enla historia hasta el fin del mundo.

Viene, Jesús a consolarla a ayudarla, y María lo recibecon fiesta: “¡Oh Jesús, tú me alabas, tú eres demasiadobueno! Quisiera comprender el valor del sufrimiento, eir al encuentro del dolor y del sufrimiento, abrazarlos yestrecharlos junto a mi pecho. ¡Salva a los pecadores,conviértelos! Sí, buen Jesús, con tu misericordia y contu preciosísima Sangre. ¡Convierte a los pecadores, nolo dejes caer en ese abismo infernal, ni lo dejes irse a laperdición! ¡Sálvalos!”

No es cosa de un día, sino de numerosos días su exis-tencia marcados por la lucha y el dolor de la continuainmolación. Así, María toma parte en la lucha que desdeel comienzo de la historia humana existe entre el demonioy el hombre criatura de Dios y continuará hasta el fin delmundo con la aplastante victoria definitiva de Cristo, Hijode Dios y de María Santísima.

Un episodio -verdadero combate-, sucede durante eléxtasis que tiene en la Hora Santa, de las 23 a 24 de lanoche del jueves, otro durante la noche, algunos relacio-nados con la Santa Misa y la Comunión. Una vez más

Page 33: María tartaglino

64 65

María terminó con un estupendo himno a Cristo, vence-dor del pecado, de Satanás, del dolor y de la muerte.

A la luz de Cristo Redentor y Juez, María anticipa yprofetiza sobre la humanidad, los castigos de Dios, la gue-rra no tan lejana, más aún, cada vez más cercana. En laprimavera de 1935 ve a la Virgen dolorosa que llora porlos castigos inminentes.

María tiene una particular certeza de lo que siente ensí misma y lo trasmite a los otros: “El camino de la santi-dad es el del calvario, es decir, el del sufrimiento”.

La guerra es inminente: acciones perversas de dicta-dores locos como Hitler y Stalin, fruto de ideologías per-versas que niegan la verdad, que niegan a Dios. La muer-te de Dios provoca la muerte del hombre. También es cas-tigo de Dios al pecado de los hombres y también al de susconsagrados.

La misma visión de la historia y del mundo la hantenido por estos años algunos siervos de Dios: la pequeñaSor Consolata Betrone (1903-1946), monja capuchina deMoncalieri, Alejandrina da Costa (1904-1955) cooperadorasalesiana portuguesa, y el gran Padre Pío de Pietralcina(1887-1868), el capuchino del Gargano, estigmatizado aimagen de Jesús crucificado.

“Id a María”

Este Padre Pío hablando de su tiempo decía: “A qué puntohemos llegado en estos tiempos: que el bien tenemos quelimitarlo, aislarlo, circunscribirlo; ¡el mal, al contrario se debepropagarlo! ¡Mientras tenemos a las puertas la guerra!”

María Tartaglino conoce muy bien y de cerca al Pa-dre Pío; lo estima mucho y lo venera grandemente y tieneen él una gran confianza y esta confianza es mutua. Entreellos, por un singular privilegio de Dios, misteriosamentese comunican y se entienden; ella varias veces dice quesiente su misterioso perfume. Los dos llevan en su cuerpoy aun más, en el alma los estigmas de la pasión de Cristo,y viven para su gloria.

En la noche del 8 de abril de 1939, entre el Viernes yel Sábado Santo, el Padre Pío se traslada en bilocación alcuartito de María en el Instituto de Santa Clara de Asti.María, unos días después, le narra al Padre Mori: “Hacialas tres de la mañana me encontré cerca del convento deSan Juan Rotondo y el Padre Pío se me ha acercado todosonriente y quieto y llamándome varias veces con el dul-ce nombre de “Hija”. Después de un cuarto de hora deinterrupción, he visto comparecer al Padre Pío cerca demi cama, a la derecha y se entretuvo conmigo hasta las6:30. Dicen que P. Pío es serio y tosco; al contrarioconmigo ha sido muy bueno y suave: será serio con lasalmas bellas, pero con los pobres pecadores como yoes toda bondad y mansedumbre”.

El Padre Pío la consuela, la anima, le da la bendiciónpara ella y para el Padre Martino. María se quedó muycontenta y reserva para sí lo que el Padre Pío le ha dicho.

De igual manera entre noviembre y diciembre de 1940,el Padre Pío vuelve a bilocarse para conversar con María,para consolarla y darle fuerza para llevar a buen fin lamisión de cooperar a la redención del mundo con JesúsCrucificado.

Page 34: María tartaglino

66 67

Vendrá dos veces más durante la estadía de María enRocchetta Tanaro en casa de Américo, entre el 5 de mayoy el 13 de Julio de 1944 cuando todo estará cercano paracumplirse en el ofrecimiento final.

¿Todo esto es verdad o una piadosa ilusión de un almaparticularmente piadosa? El 1º de junio de 1939, el PadreMario Martino, encontrándose en San Juan Rotondo conlos padres capuchinos, preguntó al Padre Pío sobre labilocación del anterior 8 de abril que le ha contado María.“Al comienzo -es el Padre Martino quien lo narra- el PadrePío por un sentido de modestia, trata de evitar la respuesta;después presionado por mí que le suplicaba en nombre deDios y para su gloria, que me diera una respuesta categóri-ca para mi tranquilidad, contestó que efectivamente habíaestado allá con la Tartaglino en ese tiempo”.

Lo mismo confirma el Padre Pío al Padre Martino el 4de junio de 1942, en relación al encuentro a fines de 1940.En esta ocasión el Padre Pío muestra tener con MaríaTartaglino no sólo estima, confianza y benevolencia, sinotambién veneración.

Es así que el 5 de Junio de 1940, a la Señora MargaritaDemichelis de Turín que le interpela sobre algunas cues-tiones, el Padre Pío contesta: “Ustedes cuando quierensaber algo ¡vayan a vuestra María! ¡Vayan a vuestraMaría! ¡Vayan a vuestra María! Lo que vuestra Maríales dirá, yo lo confirmo. ¿Han entendido?”.

Mientras tanto, al 1º de setiembre de 1939, las tropasde Hitler entran en Polonia y empieza la Segunda GuerraMundial. Italia entra en el abismo que la llevará a la rui-na, el 10 de junio de 1940. Es una tragedia inhumana,jamás vista en la historia del mundo.

María conoce la guerra, las trágicas noticias llegande todas partes. Obligada a guardar cama por la en-fermedad que golpea su cuerpo, se configura en el su-frimiento cada vez más al Crucificado. No tiene mie-do a la muerte, y desea más bien el encuentro definiti-vo con su esposo Jesús. Él mismo, Jesús, la prepara alencuentro.

En un éxtasis del 18 de setiembre de 1937, mientras lellevaban la comunión a su pequeño cuarto, había visto aJesús más resplandeciente que nunca, acercarse a ella yacariciarla. Con singular amabilidad y ternura dirá: “Noshemos saludado como de costumbre: nos hemos besa-do… Pronto dejo esta tierra. Volaré a la Patria. Allácantaré victoria. Voy a cantar las alabanzas del Señor”.

Encuentro con el Esposo

En los últimos meses de 1942, en Asti se sienten muyfuertemente los efectos terribles de la guerra: las cons-tantes alarmas por el paso de los aviones que se dedicana los bombardeos en lugares como Turín y Alessandria.También en Asti se siente, con terror, la caída de las bom-bas y los disparos de la artillería antiaérea. No faltan,aunque son raras, las incursiones aéreas sobre la ciudadde Asti.

María Josefina Tartaglino, ya desde hace años debili-tada por tantas enfermedades, se encuentra muy frágil yextremamente sensible, sobre todo por la miocarditis, porentonces incurable. Las acciones de guerra de este terri-ble tiempo tienen una tristísima repercusión sobre Ma-ría, aunque ella sepa animar a los otros.

Page 35: María tartaglino

68 69

Durante las alarmas nocturnas, las hermanas y hués-pedes del Instituto de Santa Clara se esconden a menudoen el cuartito de María: ella levanta su crucifijo y dice estaspalabras: “Ecce crucem domini, fugate partes adversae”.Si hay algún sacerdote presente, lo invita a hacer este ges-to de bendición. María infunde seguridad y paz.

Entre altas y bajas pasan los años 1942, todo el 1943 yparte de 1944. Para María son años de agudísimos dolo-res casi continuos: sufrimientos físicos y morales, fuertesdolores de dientes, dolores de cabeza, interrumpidamentepor meses y meses, siendo más intensos por la noche. Enel verano de 1943 se entera de los terribles bombardeos aRoma, que ven al Santo Padre Pío XII, presente en mediode las ruinas y los heridos, con la sotana blanca mancha-da de sangre. Y ve, en su espíritu, la caída del fascismo el25 de Julio, el armisticio con los aliados el 3 de setiembre yla caída de todo el 8 de setiembre.

Sabe que se prepara un gran cambio para Italia, paraEuropa, como también para todo el mundo. Ella sufreofreciendo todo para el triunfo del Reino de Jesús, en lasalmas y en la sociedad, en Italia y en la humanidad ente-ra. Sobre todo, para María es tiempo de ofrecimiento, tiem-po de amor. Está cerca la hora de su holocausto con Jesús.En la primavera de 1944, mientras nazis y fascistas de unlado y los partisanos (gerrilleros) del otro luchan no sóloen los montes, sino también en las campiñas y la ciudad,los sufrimientos de María aumentan: en marzo tiene gripecon fiebre altísima. En mayo, los bombardeos se intensifi-can sobre Alesandria y se teme también por Asti. Paraayudarla en su salud, María es hospedada con la familiaAmérico en Rocchetta Tanaro, por algunas semanas. Allímejora algo, y después empeora tanto que deben adminis-trarle la Unción de los enfermos.

A mediados de Julio de 1944 María es devuelta a Asti,a su cuartito, donde hay mayor asistencia y atencionesmédicas más seguras. Allí empieza, para ella, el últimoperiodo de su vida: 50 días para prepararse, con los últi-mos detalles, al encuentro con el Esposo, con una lámparamás ardiente y luminosa que nunca.

1º de Setiembre de 1944

A la miocarditis, a la nefritis, al muy fuerte dolor decabeza, a otros males que con frecuencia había sufrido,los que bien podrían haberle causado ya la muerte, se agre-ga una llaga al decúbito que corroe las espaldas hasta loshuesos. Las curaciones son muy dolorosas. María, comoJesús sobre la Cruz gime y llora. Quien la ve y la escuchase siente desgarrado.

A quien está cerca le dice que está contenta de sufrir ypide que recen para que tenga las fuerzas para aceptar conamor el sufrimiento que viene de las manos de Dios. Apesar de su estado de salud, es siempre amable con todos,sacerdotes, hermanas, el doctor que la asiste, personas ami-gas y buenas que la apoyan y asisten con caridad fraternadía y noche. Están convencidos de ayudar a una santa, queen vida y después de la muerte, intercede por ellos.

La segunda mitad de julio y todo agosto pasa así:una larga y dolorosa agonía. Cada día le llevan la Co-munión hasta el 30 de agosto. El 31 le llevan a JesúsEucaristía como Viático para la vida eterna; pero nopuede recibirlo porque está casi adormilada e incons-ciente. Cuando le hablan parece que escucha, pero yano habla. Todos comprenden que su última hora está

Page 36: María tartaglino

70 71

cerca. Sólo Dios sabe cuántas almas habrá salvado de lacondena eterna.

Primero de Septiembre de 1944. Es la fiesta de MaríaSantísima, Puerta del Cielo, patrona de la ciudad y de ladiócesis de Asti, venerada en su santuario, donde Maríaha ido tantas veces a rezarle desde que era una niña. Estambién el primer viernes del mes, dedicado al corazónde Jesús, el único amor de toda su vida.

Durante todo el día no da señal de conocimiento. Larespiración es regular, pero apenas perceptible. Está cer-ca un sacerdote que la asiste y algunas hermanas, sugi-riéndole breves invocaciones pensando que ella las harásuyas en su corazón.

A las 20:10 horas sin dificultad, serena y con el rostrobello y luminoso, María Josefina Tartaglino va a las bo-das eternas con Jesús, su Esposo y Señor. Tiene 57 años:todos vividos para Él, en intimidad de amor. Su cuerpolavado y perfumado es revestido con un hábito blancode seda; su cabeza está adornada con flores como con-viene a una esposa el día de sus nupcias. Tiene una apa-riencia bella, serena, sin señal alguna de dolor.

Expuesta en su cuartito, el día siguiente, primer sába-do del mes, es una continua procesión de amigos y devo-tos, venidos más que para pedir por su alma, vienen paraencomendarse a su intercesión; mientras aumenta sufama de santidad, más que en vida.

A las 16:00 horas del domingo 3 de septiembre de 1944,después de sencillas y solemnes exequias en el santuariode San José, junto al Instituto, María es sepultada en elcementerio de Asti, en el pabellón 9, nicho 17.

En su lápida de mármol blanco se encuentra, el cruci-fijo y su foto, con el epígrafe que ella misma había escrito,muchos años antes:

“A la sombra de esta cruz esperanla resurrección a la vida los restosmortales de María Tartaglino”.

N.17/9/1887 M. 1/9/1944.

Posteriormente fue cambiado lo escrito “Debajo de laCruz”.

Su misión de salvar las almas de la muerte eterna yde conseguir de Dios la santificación de los sacerdotes, enla tierra ha sido cumplida. Ahora continuará en el cielocomo transparencia de Cristo y valiosa intercesora paralos hermanos y hermanas todavía en camino hacia la pa-tria celestial.

Intercesora en el Cielo

Desde el Paraíso, María Tartaglino, inmersa en la ca-ridad divina de Cristo, continúa amando e intercedien-do por gracias y favores para aquellos que recurren asu intercesión. Casi inmediatamente después de sumuerte ha comenzado a “hacerse sentir”. Entre lasnumerosas gracias atribuidas a su intercesión, reporta-mos algunas, testimoniadas bajo juramento por aque-llos que han sido protagonistas.

Page 37: María tartaglino

72 73

“El mal desaparece”

La señora Elvira Angelini, de Alessandria, durante1945 sufría de terribles y frecuentes dolores al vientre. Sesometió a numerosos exámenes, pero nunca pudo obtenerde los médicos un diagnóstico seguro. Se creía que se tra-taba de un tumor.

A fines de octubre de 1945 Elvira fue invitada por unaamiga a encomendarse a Maria Tartaglino. Lo hizo inme-diatamente y con fe. El mal del vientre desapareció comopor encanto y ella comenzó a comer con buen apetito. Confecha 1º de febrero de 1946, Elvira escribe que está “muyagradecida a la querida María”.

Sanado de un tumor

En setiembre de 1944 Enrique Gay de San Damián deAsti fue atacado por una fuerte hemorragia nasal. El mé-dico del pueblo, el doctor Vicente Caramagna, diagnosti-ca un pólipo en la nariz y aconseja una operación. Al díasiguiente Enrico es sometido a la intervención quirúrgica;pero la operación debe ser suspendida por las continuashemorragias y el enfermo es trasladado a su casa en muymalas condiciones. Una semana más tarde es llevado alHospital de Asti, donde es atendido por el Profesor RenatoBortolotti, otorrinolaringólogo. Según el médico se tratade un angioma, benigno. Al día siguiente sería operado,pero también esta vez se suspendió por sobrevenirle unahemorragia grave.

Una radiografía posterior revela que se trata de un tu-mor maligno en la zona del ojo derecho, tumor confirma-do por el examen histológico como “melano-sarcoma”. Los

médicos hacen comprender que el mal es gravísimo e in-curable.

La hermana de Enrique, sor Anneta Gay, Hija deMaría Auxiliadora, muy cercana a la Posta Médica, con-fía su hermano a la intercesión de María Tartaglino, quehace pocos días partió al encuentro con Dios y pone sufoto bajo la almohada del enfermo, pidiendo su curación.

La hemorragia se detiene inmediatamente, y se puedeproceder a medicarlo… después de pocos días de interna-miento. Enrique se restablece y puede retornar sano a sucasa. Lo declara bajo juramento Sor Anetta, dos años des-pués, el 10 de diciembre de 1946.

“Es un muerto resucitado”

Al inicio de julio de 1946, la señora Luisa Molettone,de Verzetti de Alessandria, es aquejada por un continuovómito que parece ser causado por un tumor interno des-hecho. Internada en el hospital, se descubren tumores dis-persos en el vientre con oclusión del intestino.

Luisa es ya anciana, tiene 69 años, y está debilitadapor un fuerte decaimiento físico, por lo que se consideracercano su fin. Su marido y su hijo deciden trasladarla ala Clínica Salus para un enérgico tratamiento, esperandoasí salvarla.

Pero los médicos de la clínica, lo ven, sacuden la cabe-za, haciendo comprender que no hay nada que hacer. Depronto, mientras está rodeada por los suyos, aparece comomuerta en sus brazos. Los médicos inician toda cura posi-ble, aun comprobando la presencia de varios tumores en

Page 38: María tartaglino

74 75

su organismo. Luisa, a pesar de las atenciones, empeora acada hora: pierde el conocimiento, los ojos de color cristali-no y ausencia del pulso. En un momento de lucidez recibelos sacramentos. Definitivamente se está muriendo.

Se decide llevarla a su casa para cerrar sus ojos en sulecho. En la ambulancia que la transporta a su casa, lacuñada sor Germanina Verzetti se acuerda de MaríaTartaglino y la invoca una sola vez: “Oh María, salva aesta señora, por caridad, hazlo por su marido, por cari-dad, por él que está desesperado!”

Son las 11, noche oscura, del 11 de Julio de 1946. Re-unidos en la casa, el marido y el hijo preparan la mortajapara vestirla después de la muerte ya inminente. Pero, alas cinco de la mañana, el marido tocándole los pies, ex-clama: “¡Está caliente!” A las siete, cuando llega el médi-co, el doctor Juan Parodi, para darle alguna ayuda, Luisaha recuperado su color natural, demuestra que conoce atodos y, a la vista de todos, mejora a cada hora que pasa.

Después de ocho días, se puede decir que está sana. Eldoctor Parodi, a cuantos hablan de Luisa Molettone, lesdeclara: “Les aseguro que es un muerto resucitado”. Lacuñada, sor Germanina, el 12 de diciembre de 1946 jura:“¡Se ha salvado por un milagro de María JosefinaTartaglino!”.

Han transcurrido más de sesenta años. Estamos segu-ros que María nunca ha estado inactiva en el Cielo. Convie-ne que ahora redescubramos su figura, sus ejemplos; quepongamos en la práctica la invitación de san Pío de Pietralcina:“Vayan a María”. También ahora experimentaremos su in-tercesión: para alcanzar una buena vida y para hacernossantos. Sobre sus huellas. Las huellas de Jesús Crucificado.

Librado de la horca

El sacerdote Sordo José Francisco, OSJ, bajo juramentoatestigua cuanto sigue: “El 10, 11 y 12 de octubre de1944 en Casteltesino hubo un rigurosísimo rastrillaje porparte de los alemanes (S.S. y C.P.T. este último cuerpo dePolicía Trentina). Yo era capellán de los partisanos (Ba-tallón Gherlenda) y estaba destacado con mi batallón so-bre la montaña de Casteltesino, mi pueblo natal.

El 9 de octubre descendía de la montaña con dospartisanos para tomar parte en el voto solemne que mipueblo había hecho a la Virgen Santísima, para que lo sal-vara de la ruina de la guerra. Hacia las 9 de la noche supeque estaban sobreviniendo los alemanes para efectuar unrastrillaje. Yo entonces les aconseje a los dos partisanosmencionados y a otros que estaban en el pueblo, de alejar-se inmediatamente, y así lo hicieron; yo preferí quedarmetodavía.

La mañana del 10 hice tiempo para decir Misa en elhospital; ya saliendo me di cuenta que el pueblo ya estabaocupado por los alemanes.

Cabe subrayar que los alemanes, al segundo día de sullegada, ya habían arrestado a mis paisanos el Padre Sor-do Antonio y el Padre Sordo Narciso, así como alArchipreste local Padre Cristofolini Silvio (que lo libera-ron algunos días después); mientras que yo pude darvueltas por el pueblo abiertamente sin ser arrestado.Aquellos, habían ido ya al Archipreste a preguntarle siconocía al Padre Sordo José Francisco, con la intención dearrestarme; pero como él dijo que no lo conocía, ellos setranquilizaron, sin interrogar a ninguno más. Era sufi-ciente que interrogara cualquiera, aunque sea un niño para

Page 39: María tartaglino

76 77

que fuese inmediata y claramente señalado, con el lugarexacto donde habitaba. Supimos con certeza que los ale-manes no sólo querían arrestarme, sino ahorcarme en lapuerta de la Iglesia, como lo aseguró el Archiprestre en sudeclaración, que fue depositada en las oficinas partisanasde Trento.

Los alemanes fueron inclusive a la casa parroquial parahacer preguntas, allí los acompañé yo mismo, sin que ellosme preguntasen mi nombre, ni documentos, que los teníaconmigo y con los cuales habría quedado evidente mi iden-tidad. Además, cuando fueron ellos a registrar un arma-rio donde yo tenía depositada la maleta, dentro de la cualhabía fotografías que me mostraban con la divisa y juntoa otros partisanos, no sólo no pretendieron abrirla, ni anteun intento mío inconsciente de abrirla, no pensando en elpeligro que significaban esas fotografías; ellos sin embar-go me dispensaron.

La mañana del 11 regresé a la montaña; pero iba re-cordando que había dejado las mencionadas fotografíasen la maleta, me invadió un gran temor que hubiese unsegundo rastrillaje y que los alemanes la revisaran y meidentificasen; por eso en la noche del mismo día regrese alpueblo, eludiendo la rigurosa vigilancia alemana, pudecoger y destruir las fotografías, y luego en la misma nocheregresar a la montaña sin ser descubierto.

Y sucede que, mientras yo me encontraba en las men-cionadas circunstancias de gran peligro y tenía muchomiedo, siempre me encomendaba a María Tartaglino paraque me protegiera. Y se debe decir que me protegió efi-cazmente, si se consideran los diferentes detalles de miestadía entre los alemanes y no haber sido reconocido, queno me hayan pedido mi nombre, ni mis documentos; que

no me hayan pedido abrir mi maleta, no haber pregunta-do a nadie más fuera del Archipreste, y de haber podidoevitar caer en sus manos en la ida o retorno de la monta-ña. Y esto se ve más claro si se considera que todos losotros sacerdotes fueron arrestados, mientras que a mí, di-rectamente buscado, me dejaron libre.

Mi Archipreste y el clero local estaban tan convenci-dos de una intervención sobrenatural en este hecho, quedecían y repetían que, humanamente hablando, yo nohabría podido salvarme y, por lo tanto, era evidente unaintervención sobrenatural.

Cerca del 20 de noviembre de 1944 había venido a Asti,y el 25 me acerqué al sepulcro de María Tartaglino a rezarespecialmente por mi hermano, que ya se lo habían llevadolos alemanes, y recé largamente, por él y también por mí.

Temiendo que me buscaran y encontraran aun es-tando lejos de mi pueblo y aun en la Casa Madre deAsti, pensé que sería bueno refugiarme en Suiza y el 26partí, esta vez pasando por Armeno. Junto a Miasino,encontré una patrulla de fascistas que hacían ronda,me pararon y me pidieron mis documentos. Yo sentíun gran temor, porque con los documentos que me hu-bieran encontrado tendrían información perjudicial paramí y para muchos partisanos, de los cuales en mi bolsi-llo tenía dos listas. Los fascistas no pretendieron losdocumentos, pero me llevaron a Pisogno, pueblecitovecino, donde estaba el comando. Aquí, me pidieronlos documentos. Con habilidad, arrojando los periódi-cos, yo logré comerme una lista y casi la otra; interroga-do, creyeron lo que les afirmé que eran direcciones demis amigos. En cuanto a las otras cartas las leyeronrápidamente sin descubrir el peligro. El comandante,

Page 40: María tartaglino

78 79

luego, concluyó: “Los documentos están en regla, perosu rostro no es convincente“. Luego me preguntaron sitenía personas conocidas, y yo le dije el nombre de nues-tro cohermano de Armeno, el Padre Pedro Magnone, elcual fue llamado y como resultado de sus buenas rela-ciones, me dejaron en paz para seguir mi viaje a Suiza.Y aunque en el largo recorrido hecho en bicicleta habíapasado por muchos controles de alemanes y fascistas yestuve expuesto a muchos peligros, pude llegar a la fron-tera y pasarla sin ser descubierto, y sin paradas ni pro-blemas, aun pasando inadvertido al lado de los cuarte-les fascistas de la frontera.

Quiero todavía anotar algo que tiene que ver con mihermano Tranquilo. El, habiendo sido llamado a trabajarcon la Tot, dos veces (después de la primera había huido) yaún habiendo para él peligros de problemas y de represa-lias porque era hermano de un capellán de los partisanos,rebuscado y apresado; y destinado a ser ahorcado, aun asífue dejado en paz, permaneciendo siempre como buscado.

En nuestra casa paterna no hubo ningún registro niallanamientos, mientras en las otras casas del pueblo hubomuchos y severos, con decomiso de varias cosas. Mi her-mano en mención estaba tan seguro que nuestra casa ha-bría sido preservada, porque en ella estaba la imagen,recuerdo de la Tartaglino, que solía repetir: “¡Mientrasesté la Tartaglino, allá dentro no entra nadie!”. Y así fue.Y esto es más de subrayar por cuanto los alemanes te-nían un detallado y preciso plano del pueblo, donde seseñalaba las casas de los partisanos, entre las cuales esta-ba nuestra casa, explícitamente indicada con nombre.

Asti 23/8/46Padre Francesco Sordo

CAPÍTULO II: ¿QUIÉN ES MARÍATARTAGLINO?

Page 41: María tartaglino

80 81

«Chino», el periquito

En abril de 1936, un lorito australiano, llamado “Chi-no”, escapó de los Jardines Vaticanos y fue a posarse en laventana de un clérigo del Colegio de la Propagación de laFe. Este Clérigo lo cogió y se lo dió al Padre Praglia, de losOblatos de San José, el cuál lo llevó a la casa de los mismosOblatos, sus cohermanos en via Urbana, en Roma. Allí, selo entregaron al Padre Mario Martino, Superior Generalde los Oblatos de San José, que lo llevó a Asti, el 25 deoctubre de 1936 y, al atardecer de aquél día, lo regaló aMaría Tartaglino, para distraerla un poco de sus dolores yde su soledad. Con “Chino”, el Padre Martino le llevótambién, una canarita, regalo de una señora de Roma.María se quedó muy contenta y con los dos pajarillos, es-pecialmente con “Chino”, creó una conmovedora amis-tad. Algún tiempo después, tuvo como regalo otros tresloritos, para tener en su cuarto, pero “Chino” era su pre-dilecto.

Desde el inicio, María le decía, “Chino, ven aquí: yorezo y digo el rosario, y tu alaba al Señor cantando”.Obedientísimo, Chino se acercaba al borde de la jaula ycantaba hasta que María hubiese terminado su Rosario.

Los loritos ensuciaban las jaulas laterales, que lesdebía servir de nido. Por mucho tiempo María mismalas limpiaba, pero una vez en tono de reproche les dijo:“Ustedes ensucian y después me toca limpiar a mí,pobre enferma”.

“Chino” comprendió el discurso y a partir de enton-ces se puso a limpiar la jaula con su pico, haciendo caerla basura hasta los bordes y luego los arrojaba afuera.Así las rejillas del fondo de la jaula, se ensuciaban en el

fondo. María, pidió a Chino que lo limpiase: él inmedia-tamente se puso allí con el pico abierto, agarrándose cadavez y haciendo correr arriba y abajo el pico dejándolalimpia.

Era una maravilla este espectáculo: el Superior Gene-ral, Padre Martino lo vio muchas veces al igual que lashermanas que frecuentaban el cuartito de María. María,a veces, lo llamaba: entonces Chino se agarraba con lasuñas de las patitas a las rejas, y la miraba con cierto airede inteligencia, como si esperara sus ordenes. Era el mástranquilo del “equipo”, sin embargo el más hablador: aca-riciaba con su pico a los otros y si uno se mostraba triste oenfermo, se acercaba y lo acariciaba con el pico, como siquisiera hacer de papá.

María solía decirle: “Si te portas bien, cuando muerate llevaré conmigo vivo al paraíso y te daré como regalo aSan Pedro”.

Chino murió el 28 de octubre de 1938 y fue embalsa-mado. Todavía hoy se conserva entre los recuerdos deMaría.

Serena y alegre

Hemos narrado este episodio, sacándolo de los escritosdel Padre Mario Martino sobre María Tartaglino, quienconoció a fondo su vida en las manifestaciones comunes yen las extraordinarias: basta esta pequeña y simpática his-toria para revelar cómo María ha sido una mujer equili-brada y de temperamento sereno y alegre, así como eradesde su infancia, a pesar de la pobreza y la orfandad quehabía sufrido.

Page 42: María tartaglino

82 83

Serena y alegre había permanecido también en mediode los sufrimientos y dolores que llenaron toda su existen-cia, en medio de los éxtasis y singulares dones místicoscon los cuáles la había enriquecido el Señor.

Este equilibrio y esta alegría que irradiaba su persona,los constataron las hermanas, los sacerdotes y todos losfieles laicos que tuvieron la fortuna de acercársele, losmédicos que la trataron, y también los que indagaron ensu vida, en sus obras y escritos, con la autoridad de laIglesia.

El 29 de enero de 1938, el Padre Mario Martino, conpleno conocimiento de causa y bajo juramento, conscientede la responsabilidad que asumía, escribe sobre ella: “Nopuedo hacer menos que reconocer y declarar que MaríaTartaglino no es alucinada ni engañada, y lo que suce-de en ella no es por efecto de la histeria o sugestión niengaño de la naturaleza ni obra del demonio, sino obrade Dios omnipotente, el cuál “infirma mundi eligit utconfundat fortia”(Dios elige a los débiles para confundir alos poderosos de este mundo), y del cuál se ha dicho:“Abscondisti haec a sapientibus et prudentibus et revelastiea parvulis”(Te escondiste a los sabios y prudentes y Terevelastes a los pequeños). Reafirmándose más en esto,continúa el mismo Padre Martino, que María Tartaglinono camina sobre una senda falsa, está el hecho que elladesde su juventud ha recorrido y recorre aún hoy cons-tantemente el camino marcado por Jesús crucificado, esdecir, el del calvario y de la cruz: con la cruz no hayengaño”.

El buen Rector Mayor de los Oblatos de San José de

Asti muestra una total seguridad y no teme afirmar cuan-do María estaba todavía viva: “Son aun más numerosos

los casos en los cuales he constatado que ella ha leído lossecretos de mi corazón y de otros corazones y ha predichocosas que plenamente después se han cumplido; por loque considero sin duda que ella tenía el don de la penetra-ción de los corazones y de la profecía. Muchas personasdespués me han asegurado haber obtenido, por sus ora-ciones, gracias especiales”. Y traza un noble perfil: “Nadahe encontrado en ella de inconveniente, de frívolo, nique no esté perfectamente en concordancia con los dog-mas y la doctrina católica, pero también con las normasmás sanas y precisas de la ascética y del recto vivir, queno sean de las personas santas”.

Aunque simple y poco versada en las cosas del mun-do, siempre la he encontrado sensata y clara en sus razo-namientos, especialmente en las cosas de Dios y de lasalmas, y también elevada y sublime en las cosas sobrena-turales y místicas.

“La he conocido con una pureza angelical, de unasuma rectitud, de una paciencia heroica, inclinada aldeseo y al amor de los sufrimientos, de una caridad fer-viente hacia el prójimo, caridad que la ha llevado siem-pre a perdonar generosamente inclusive torcidos y atro-ces maltratos, con un sublime y perfecto amor a Dios;de una profunda humildad, un espíritu de penitencia ymortificación hacia las almas del purgatorio, con el ofre-cerse víctima de expiación por los pecados del mundo yde modo especial por la santificación del clero; con igualcompasión ofrecía muchos sufragios por las almas del pur-gatorio; de una tiernísima devoción a la pasión de Je-sús, hacia la Santísima Virgen; un sincero acatamientoa la Iglesia Católica y al Papa, un sensibilísimo reconoci-miento hacia quien le ha hecho un pequeño beneficio ofavor”.

Page 43: María tartaglino

84 85

Sobre todo el Padre Mario Martino testimonia con gustola verdad sobre María: “Lo he encontrado siempre enemi-ga e incapaz de simulaciones, fingimientos o subterfugios,recta en su obrar, sincera, siempre coherente, sin contra-dicciones. No puedo ni siquiera imaginar la sospechaque ella sea capaz de trucos o de engaños bajo cual-quier forma, aun si fuera solamente por broma o diver-sión. Conociendo bien su estado de éxtasis doloroso, nun-ca he podido atribuirlo a histeria, neurastenia o a enfer-medades semejantes; totalmente distintas eran las carac-terísticas y manifestaciones; así pues, fuera de los estadosde éxtasis, nunca he encontrado en ella síntomas de losmencionados fenómenos enfermizos (…).

De ella siempre he recibido sabiduría y consejos opor-tunos, también en las cosas más graves y difíciles, esto enmuchos casos; y nunca me he arrepentido de haberla se-guido, al contrario, siempre he estado satisfecho y he cons-tatado que me había indicado el camino correcto, por loque la tengo como particularmente iluminada por Dios. Ylo mismo he conocido por muchas otras personas”.

Sus Obras

Que sea verdad lo afirmado bajo juramento y “subgravata conscientia” por el entonces Rector Mayor de losJosefinos de Asti, puede ser probado por muchísimas “se-ñales”. Lo hará, quién más competente que el que escribela singular vida y cargada de celestiales dones de MaríaTartaglino, en todas sus manifestaciones, siempre some-tiéndose al juicio de la Iglesia.

En el presente perfil que hemos buscado de escribirsobre ella, para testimoniar la verdad y el valor de María

bastan sus obras, su estilo de vida, los escritos que nos hadejado; tanto que su primer biógrafo, el Padre AngeloRainero, osj, ha podido definirla: “una de las más humil-des y más grandes místicas de nuestro tiempo”. Todoesto lo podemos resumir en una breve síntesis que bastarápara explicar su grandeza.

- Se ofreció como víctima por la Iglesia, especialmen-te por los sacerdotes y por la Congregación de los Oblatosde San José.

- Se impuso duras penitencias por la conversión de lospecadores: cilicio con puntas de metal, etc. Ha sufridomuchísimo, física y moralmente, por las enfermedades,calumnias, malos tratos, persecuciones, soportando todocon gran resignación, amor a la cruz, y orando por susperseguidores.

- Ha sido favorecida por parte del Señor con grandesdones: altísima contemplación, unión mística con Él: las“bodas espirituales”, que son el más alto grado de la mís-tica. Escrutar los corazones… Ha recibido del Señor eldon de los estigmas, controlado por la Hermana encar-gada, el Padre espiritual, Padre Plácido Botti, sacerdotemuy severo, exigente e íntegro.

Pero de ella, hay todavía otra realidad que admira y de-pone todo a su favor, y esto cualquiera lo puede constatar.

María Tartaglino había frecuentado pocos años de laescuela primaria, aprendiendo a leer y escribir y otras po-cas nociones básicas de la vida. Su instrucción religiosa,cuando había entrado a Santa Clara y había empezado aser favorecida con dones singulares, se limitaba al catecis-mo aprendido de “Mamá” Teresa en su familia de adop-ción, en la escuela y en la parroquia.

Page 44: María tartaglino

86 87

Sin embargo ha escrito obras maravillosas, de extraor-dinaria elevación teológica y mística, de segura doctrina yde singular belleza. Aquí las mencionamos:

“Tratado sobre la unión mística”, del alma con Dios:ilustra el “matrimonio espiritual”, el punto más alto de launión del alma con su Señor.

“Tratado sobre el corazón de Jesús”, estupenda porsu claridad, doctrina y espiritualidad. Ha sido publicadocon el titulo “Los símbolos que circundan el Corazón deJesús” (T.S.G., Asti, 1983), con el Imprimatur del Obispodiocesano de Asti, Monseñor Franco Sibilla (1980-1989), queinvocaba a María, todos los días por su Diócesis.

“El mes de Junio”, dedicado al Sagrado Corazón deJesús, con una meditación para cada día del mes.

“Pequeño tratado de vida interior”.“Cómo evitar el Purgatorio”.“Poesías”.“La Autobiografía”, escrita por obediencia a su direc-

tor espiritual.

En fin, conviene recordar sus cartas: cerca de 150 a sorElisa Piacentino, a quien ella consideraba hermana e hijaespiritual, cartas que dejan admirados por la belleza, doc-trina, sencillez y fervor.

Otras 445 cartas al Padre Espiritual, el Padre PlácidoBotti, las cuáles son una mina sin fin de vida unida aCristo crucificado, de muy ardiente amor a Él y por lasalvación de las almas, por la santificación de los sacerdo-tes, por las almas del Purgatorio; expresiones de alta expe-riencia ascética y mística y de sublime doctrina.

Quien lee sus escritos y reflexiona sobre ellos, si no lohace con prejuicios, puede verificar personalmente queMaría aparece no sólo digna de respeto y admiración,sino extraordinaria, un verdadero don de Dios a la Con-gregación de los Oblatos de San José, a la Diócesis deAsti y a la Iglesia, por cuyas intenciones ella trabajó, su-frió, rezó y se ofreció como víctima al Señor.

Jesús Eucaristía es todo

Queremos hacerles conocer, los escritos de MaríaTartaglino, alguien a su tiempo lo hará con competencia yla necesaria profundidad, pero aquí podemos limitarnos adar una mirada, escogiendo de las cartas a su padre espi-ritual. El Padre Botti, a fines de mayo de 1926, tal vez enpreparación a la fiesta del Corpus Christi, conociéndolacomo alma eucarística, le había pedido “escribir sobreJesús Eucaristía”.

Ella, aunque sintiéndose “una pobre ignorante”, “lamás pequeña de todas las hormigas”, o más aún “pobrehormiga enferma y sin cabeza”, le respondió con doscartas, el primero y el seis de junio de 1926, que contienena nuestro criterio todo lo más sublime que se pueda decirsobre Jesús Redentor, que continúa su presencia real y susacrificio en la Santísima Eucaristía.

Bastarían estas dos cartas para decir quién es MaríaTartaglino: su doctrina, que es la de Cristo y de su Iglesia;su estilo de vida, que es el de los santos; su extraordinariarelación con Jesús, que es una verdadera historia de amoresponsal con Él. Una criatura que tiene apenas escasosestudios de primaria no puede elevarse sola a este vértice

Page 45: María tartaglino

88 89

sin que el mismo Señor haya derramado en su alma su luzy su amor.

Citamos rápidamente estas cartas: María, diremos, estomista, inicia con la definición tomada del catecismo: “LaEucaristía es el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre,del alma y de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,bajo las apariencias del pan y del vino. Y, por lo tanto,la posesión verdadera, real y sustancial de su Cuerpo, desu Sangre, de su Alma y de su Divinidad, esto es, de Jesúsen su totalidad. Es la perpetuidad del sacrificio del cal-vario continuado y representado sobre todos los altares,en la inmolación mística de Jesucristo”.

María devela la riqueza sin límites que la definicióncontiene: “La Eucaristía es el don soberano de su amor.Sí, Jesús nos da todo aquello que tiene y todo aquelloque es. En la Eucaristía, Jesús entrega en plenitud to-das las riquezas de su amor hacia los hombres; es elúltimo termino de su poder y de su bondad; Él se encar-na en las manos de todos los sacerdotes, como cuando seencarnó en el seno de nuestra querida Madrecita celes-tial siempre virgen; y mediante la comunión se encarnaen el alma y en el cuerpo de cada uno a quienes se entre-ga. Creo no equivocarme, porque lo ha dicho Él mismo:Aquél que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive en Mí yyo vivo en él. Jesús no puede dar más que darse a símismo; así el amor eucarístico de Jesús por las almas,bien estudiado y bien conocido, nos da casi espanto. Elcristiano que medita continuamente el misterio de la SantaEucaristía es movido como san Pablo frente a la cruz:Charitas Christi urget nos (El amor de Cristo nos urge)”.

María está sobre todo impactada, como buena católicaque es, por el sacrificio de Jesús, en su vida y sobre todo en su

calvario, que viene representado en la Santa Misa, desde suocultamiento, en el cual Jesús revive una vez más su pasión.

“Por eso basta dar una mirada a los sacrificios quela Eucaristía le costó a Jesús: sacrificio de su cuerpo, elcual recién resucitado, triunfante y glorioso, empieza suesclavitud bajo el velo del Sacramento, privado así de sulibertad, de la vida, de sus sentidos; ligados por la inmovi-lidad de las especies eucarísticas, de modo que mediantela Eucaristía nuestro amable Jesús se convierte en unpreso perpetuo del hombre hasta fin del mundo. Sacrifi-cio de la gloria de su cuerpo: con un milagro permanente,Jesús vela perpetuamente su cuerpo glorioso, y este cuer-po adorable es aún más humillado, más reducido a nadaen la Eucaristía, que no lo fue en la encarnación ni en lapasión. Entonces, al menos, había la dignidad visible delhombre, había la potencia de la palabra, la gracia del amor;sin embargo aquí todo esta velado, todo está escondido yno se ve sino la “nube” sacramental, que nos quita la vistade tantas maravillas”.

Con una mirada penetrante como la de los mejoresteólogos, María sintetiza qué es en sí y para ella la Eucaris-tía: “La Eucaristía no es sólo el fin de la encarnación y dela Pasión del salvador: Ella es su continuación. Bajo laforma del sacramento, Jesús continúa la pobreza de sunacimiento, la obediencia de Nazaret, la humildad de suvida, las humillaciones de su pasión, su condición de víc-tima en la cruz. Sólo la gloria de la resurrección, el triun-fo de su ascensión no se aprecian sobre el altar del amor”.

Entonces, María Tartaglino, en pocas líneas, ha dichotanto sobre la Eucaristía: Presencia Real y Sacrificio deCristo, compendio de todas las verdades, de los misteriosy regla de la fe católica, criterio y norma de toda doctrina,

Page 46: María tartaglino

90 91

usando las experiencias más altas de los teólogos de la Eu-caristía como Monseñor Piolanti y el Padre Zoffoli, el PapaPío XII y el mismo Benedicto XVI. Realmente, la Eucaris-tía, Jesús-Eucaristía es TODO.

Amor traicionado, Amor amado

Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre, inmolado enla cruz y resucitado, no puede darnos más que a Él mis-mo, en la Eucaristía: toda su presencia y su realidad, todosu sacrificio, todo su amor infinito y eterno, su verdad queno fenece, y permanece el juicio supremo sobre el mundoy sobre la historia.

Delante de tal don, el hombre debe contestar con amory adoración como a Dios mismo. Al contrario, MaríaTartaglino se siente golpeada y sacudida por el rechazode los hombres ante el don supremo que es la Eucaristía.En la misma carta del 1 de junio del 1926, ya citada, ellaescribe: “En la Eucaristía Jesús se presenta indefenso antelos insultos y ultrajes de los malos, y el número de los ver-dugos es muy grande. Su bondad es despreciada y los quela conocen no quieren reconocerla más. Esta bondad esdesconocida por un gran número de malos cristianos. Susantidad es ensuciada por tantas profanaciones y sacrile-gios de sus hijos y de sus mejores amigos. La indiferenciade los cristianos lo deja, lo abandona en su sagrario,rechaza su gracia, no valora y desprecia el Santo Sacri-ficio del Altar y la comunión con El. La gran maldad delos hombres ha llegado aun más allá, hasta negar supresencia en la Hostia adorable, y hasta se me escalofríael cuerpo al decirlo, me horroriza, ponerla bajo los pies…y echarla a los animales inmundos; y venderla a la mal-dad del sucio demonio”.

Esta es una página de particular lucidez, que le vienedel mismo Señor para quien vive como María en un retirode señoritas, casi fuera del mundo.

Ella conoce y denuncia la negación de la presenciareal de Jesús en la Eucaristía. La falta de fe hacia Él, losabusos, las profanaciones, los sacrilegios que hacen con-tra Él, en el santísimo de todos los sacramentos, de parteno sólo de los herejes, de los apostatas, también de susamigos, de los que por vocación son llamados a ser susmás íntimos amigos.

Se estremece María ante el Amor traicionado y poreso ofrece su vida en reparación; pero es el amor sin lími-tes de Jesús que la arrebata sin medida. “Viendo tantaingratitud de parte de los hombre -continúa la mismacarta- que veía ya desde entonces estas cosas, Jesús seturbó, dudó un momento antes de instituir la Eucaristía:¡Oh, cuántos motivos en contra! La más fuerte de todasera sin duda esta ingratitud. ¡Qué honor para su gloríael quedarse solo entre los suyos como un extranjero y undesconocido, viéndose obligado a huir, y pedir hospitali-dad a los paganos! ¡Qué triste historia es esta de la ingra-titud de los hombres, del exilio de la Divina Eucaristía! Elhombre no tiene vida sino para los sentidos; es un hombreno sé si decirlo, sin caridad, animal terrestre, sensual: heaquí, la última forma de herejía y de impiedad. Bueno,ante este hecho tan triste y desmoralizante, ¿qué cosa haráel corazón dulcísimo de Jesús? (…)

Su amor triunfará sobre todos. “No, ¡no! -exclama Je-sús- no se diga nunca que el hombre pueda ofendermemás de lo que yo pueda amarlo: lo amaré aunque Él no loquiera, lo amaré a pesar de su ingratitud y sus delitos;esperaré su visita. Yo soy su Rey, le ofreceré Yo en primer

Page 47: María tartaglino

92 93

lugar mi corazón… Yo su Señor, Yo su Salvador, me en-tregaré todo a él. Yo su Dios me daré todo a Él con el finde que él se done todo a mí, y que yo pueda darle con micorazón, con mi amor, todos los tesoros de mi bondad,toda la magnificencia de mi gloria; que yo reine en él, yque él reine por medio mío. Aun si hubiera pocos corazo-nes fieles, un alma sola devota y que me reconoce yoestaré contento de todos mis sacrificios: para ellos insti-tuiré la Eucaristía: así a lo menos reinaré soberano sobreun corazón de hombre“.

Luego, Jesús previó que, a pesar de todo, sería amadopor corazones ardientes. Que su amor divino no solamentehabría sido traicionado sino también amado, hasta la lo-cura del martirio, de las vírgenes, de los apóstoles, de lossantos, la misma locura. “La locura de la cruz” le habríasido intercambiada, de tal modo que Él habría sido en elmundo el más amado de los hijos de los hombres. Nopuede hacer sino una elección: “Y entonces -concluyeMaría- Jesús instituyó el adorable sacramento de su in-mensa caridad. Su amor triunfa sobre su mismo amor,ya que este sacramento no es sólo el acto supremo detodos sus actos de amor, es el fin de todos sus actos deamor y el fin de todos los misterios de su vida. De he-cho para llegar a la Eucaristía Jesús ha muerto en laCruz, con el fin de dar a todos los sacerdotes una vícti-ma de sacrificio y a todos nosotros la carne de esta vícti-ma divina, para hacernos partícipes de la virtud y meritode su oblación”.

Nos detenemos para contemplar a Jesús, y delante deesta página de una pobre iletrada, llena de encanto y deasombro, nos preguntamos: “¿De dónde viene esta doctri-na altísima?“ Ciertamente no de ella, sino de la inspira-ción de su Señor y Esposo.

El Reino de Jesús

María Tartaglino no se detiene allí. En la carta del 6de Junio de 1926 al Padre Botti se pregunta: “¿Cuál es lafinalidad de Jesucristo al instituir la Eucaristía? La finali-dad es ésta: conseguir el amor supremo del hombre, seramado por todos nosotros, poseer nuestro corazón y ser elprincipio de nuestra vida.

Lo dice Él mismo: “Quien me come a mí, tendrá demí la vida” (Jn 6,57). Vivir, para cualquier persona eshacerle homenaje de la propia libertad, del trabajo y de lagloria de sus propias obras. El que se comunica debevivir de Jesús, porque Jesús le alimenta. “Yo -diceJesús- les alimento”: entonces trabajen para mí, trabajensantamente para mí, vuestro Pan de vida, Pan de VidaEterna; trabajen para mí con amor, porque yo los alimen-to de mi amor sustancial. Como es el árbol, así el fruto…

Ya que Jesús se digna venir y habitar en vosotros enla Santa Comunión, así todo en nosotros debe honrarlo,serle sumiso y rendir homenaje. Ya que la Santa Co-munión es la extensión de la Encarnación del Hijo deDios en el hombre. Jesús debe absolutamente vivir yreinar en cada uno de los que comulgan. Por medio dela Santa Comunión Jesús quiere conquistar el corazóndel hombre”.

Es este el reino de Jesús en cada hombre que lo acepta,el hombre que gracias a Él, no se posee a sí mismo sino esposesión de Jesús en una unión siempre más intensa: “SiJesús nos da primero su corazón, es para tener derecho depedirnos el nuestro… y ya que por su naturaleza el amorpide la comunión de bienes, la unión de la vida, la fusiónde los sentimientos, así el alma que ama a Jesús como

Page 48: María tartaglino

94 95

Jesús lo ama, tenderá con todas sus fuerzas a la uniónde vida con Él. (…) La Eucaristía es el reino de Jesús enlos fieles”.

María lo explicó así en una manera precisa y conmo-vedora: “En Belén, Jesús es amigo del pobre; en Nazarethes hermano del obrero; durante sus predicaciones es elmédico, el pastor, el doctor de las almas; en la Cruz esnuestro salvador. En la Eucaristía es nuestro Rey y rei-na personalmente de todo lugar, sobre los hombres y lasociedad. (...) Por la Eucaristía Jesús reinará sobre todohombre. Su verdad será la luz de su espíritu; su divina leyserá la regla invariable e inflexible de su voluntad; su amorla noble pasión de su corazón; su mortificación la virtudde su cuerpo; su gloria eucarística será el fin de toda lavida de quién comulga”.

Jesús edifica su reino en las almas y en la sociedad: esreino espiritual, que tiene sus raíces ante todo en el espíritudel hombre; social, que debe extenderse a toda realidad,porque todo ha sido pensado en Él; y es reino eucarístico encuanto es la Eucaristía que lo dilata y lo hace crecer. Maríaexpone de manera admirable esta doctrina: “¡Qué felizreino es el reino eucarístico de Jesús! Verdaderamentees el reino del Paraíso en el alma que posee al Diosde los ángeles y de los santos. Es el Dios de la paz queviene a quedarse en nuestra alma curada de la tremen-da fiebre de las pasiones y del pecado; es el Dios quetriunfa y viene a tomar posesión de su imperio y a de-fender y custodiar su conquista; es el Dios de la granbondad que necesita de una alma para entregarse a ellay hacer una sociedad de amor; es el salvador tiernoque no teniendo más paciencia para esperar la eter-nidad para hacer beatos los hijos de su cruz, anticipael día de su gloria para venir a empezar el cielo por

medio de la comunión eucarística, que es su cielo deamor con la tierra”.

La soledad del hombre, el desierto de la sociedadabandonada a sí misma, son vencidos y superados por lapresencia de Jesús Eucaristía.

“El alma que no reconoce o no quiere reconocer a Diosen la Eucaristía, es exactamente como un huerfanito, queestá solo en el mundo. El alma en medio de los bienes, delos placeres, de la gloria de este feo mundo, pero sin Euca-ristía es infeliz. Es como un pobre náufrago en una islaabandonada. Por el contrario, el cristiano verdadero conla Santa Eucaristía se siente bien en todo lugar. ¡Él tie-ne a Jesús! No hay cárcel ni exilio para un alma queestá con Jesús. El verdadero cristiano no tiene miedosino a una sola cosa, el de perder a Jesús; perder la San-ta Comunión”.

Desde el tabernáculo, desde la pequeña hostia blanca,la mirada de María, se extiende a la sociedad entera, vistaa la Luz de la Eucaristía: “Por la Eucaristía Jesucristo esel Rey de la sociedad. Jesús ha venido no sólo parasalvar al hombre, sino para fundar una sociedad cristia-na, elegirse un pueblo más fiel que el pueblo hebreo,un pueblo hecho de todos los hijos de Dios esparcidossobre toda la tierra; Jesús será el único Soberano, go-bernará a todos los pueblos, recibirá honores divinos yhomenajes espléndidos”.

María entonces ve, a la luz de la Eucaristía, el creci-miento del reino espiritual, social y eucarístico de Jesús.Ella sabe que ella es con Él, apóstol y constructora de esteReino, sobre todo ofreciéndose como víctima. Concluye:“Jesús me exhorta a la Penitencia. Frecuentemente me

Page 49: María tartaglino

96 97

parece -si no es una ilusión- ver el Tabernáculo abiertoy de allí salir un sol resplandeciente, y en medio de estesol veo a Jesús Redentor que me dice: Querida mía, túeres mi víctima reparadora y acuérdate del mundo, delas naciones... de la pobre Juventud”.

Seré tu custodia Eucarística

Podríamos hablar mucho. Pero de propósito hemosquerido escoger un tema breve, porque es difícil avanzarmás y penetrar en este océano de luz y de amor, que lavida de María Tartaglino abre completamente a nuestramirada. Después de haber narrado los puntos principa-les de su vida y haber reflexionado sobre algunas pági-nas que nos ha dejado, queríamos decir como conclusiónquién ha sido María, quién es hoy María para quien loencuentra.

Ella misma dice quién es. Más aún, Jesús mismo la haconducido a decir quién es, quién será mañana en la Igle-sia. Un día (3 de junio de1929) Jesús le dijo: “Yo soy lafigura de la sustancia de mi Padre en mi divinidad y túserás la figura de mi sustancia en mi humanidad”.

Es una gran declaración, que necesita semejanza, casiuna igualdad entre Jesús y María Tartaglino. Ya que Je-sús por su humanidad se ha hecho “hombre de dolores”,el “Crucificado”, así María ha sido llamada a hacerseuna copia viva del hombre de los Dolores, hasta ser ellamisma “Crucificada”. Sintió en su cuerpo todos los do-lores del Crucificado, los mismos de su pasión y muerte,desde la flagelación y coronación de espinas, a los estig-mas en las manos, los pies y el costado, a los dolores encada parte de su cuerpo. Y sufrió en el alma penas terri-

bles en el espíritu, abandonos, calumnias, desolaciones ytinieblas espirituales, tentaciones y vejaciones del demo-nio hasta la desesperación.

María fue semejante al Crucificado, sobre todo en laintención por la que el Hijo de Dios se hizo hombre y seinmoló en la Cruz: para salvar a los hombres del infiernoy así glorificar al Padre. Jesús crucificado, fue, víctima delos pecadores para la gloria del Padre. Así fue tambiénpara María: se ofreció voluntariamente como víctima parala conversión y salvación de los pecadores y así, hizo conJesús crucificado un único sacrificio en unión íntima y con-tinúa con Él.

Así María (el 8 de junio de 1929) pudo contestar a suEsposo de Sangre: “Y, cuando sea tu voluntad, oh Jesús,que yo te haga conocer y amar, entonces seré la custo-dia que te llevaré “expuesto” a los ojos de todos en lafe: en mí te reflejarás”.

He aquí, la misión de María hoy: Totalmente configu-rada a Cristo, a Cristo Crucificado, como los santos, re-flejándolo, haciéndole ver , mostrando su rostro, su ofre-cimiento, su sacrificio salvífico, a los ojos de todos loshermanos. Ser Custodia de Cristo, que lo muestra, enforma visible, a quien lo busca y hasta puede hacerle vera quien le rechaza.

Entonces quien se encuentra con esta humilde mujer,semejante, por el dolor y el amor, al divino Redentor, veaen ella a Jesús Crucificado, lo reciba en su vida, lo acoja ensu existencia, lo siga cargando su propia Cruz y ofrecien-do con Él el mismo sacrificio, y camine libre del pecado ydel infierno hasta la vida eterna.

Page 50: María tartaglino

98 99

BIBLIOGRAFÍA

- Angelo Rainero, Maria Giuseppina di Gesù, Tip.Madonna dei Poveri, Milano, 1978.

- Ermanno Capettini, Biografia di Maria Tartaglino,Inedito.

- P. Mario Martino, Scritti e Testimonianze su MariaTartaglino, Inediti.

- Maria Tartaglino, Scritti, Inediti.

* Todos los libros inéditos están custodiados por el PadreAlberto Chilovi, osj en la Parroquia Madonna dellaMoretta ( Alba, Cuneo - Italia).

María Josefina Tartaglino,“imagen de Jesús en su humanidad”,“custodia de Jesús para los hermanos”,con la misma misión de Jesús en medio del mundo:“Yo por ellos me sacrifico” (Jn 17,19),“Yo para eso he venido, para que tengan vida y la

tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Page 51: María tartaglino

100 101

FOTOGRAFÍAS

ÍNDICECAPÍTULO I: SUS DÍASPequeña huérfana ........................................................................... 7Primeros pasos ................................................................................ 9Encuentro con Jesús ...................................................................... 11Un bonito día ................................................................................. 14Un noble señor ............................................................................... 16En «Santa Clara» ........................................................................... 18Un tiempo difícil ............................................................................ 20¡Muy bien, María! .......................................................................... 22Dos veces adiós ............................................................................. 25Sólo de Jesús ................................................................................... 28En la vida de cada día .................................................................. 31Nostalgia de casa .......................................................................... 33Este será «tu Padre» ...................................................................... 36Dones extraordinarios .................................................................. 39Los estigmas de Jesús ................................................................... 42Como San Francisco de Asís ....................................................... 47Un crucifijo para la Redención ................................................... 48El gran sufrimiento ....................................................................... 50Consolaciones de Dios ................................................................. 52Amor y reparación ........................................................................ 56Voces del purgatorio ..................................................................... 57Lucha contra Satanás ................................................................... 61«Id a María» ................................................................................... 64Encuentro con el Esposo .............................................................. 671º de setiembre de 1944 ................................................................. 69Intercesora en el cielo .................................................................... 71«El mal desaparece» ..................................................................... 72Sanado de un tumor ..................................................................... 72«Es un muerto resucitado» .......................................................... 73Librado de la horca ....................................................................... 75

CAPÍTULO II: ¿QUIÉN ES MARÍA TARTAGLINO?«Chino», el periquito .................................................................... 80Serena y alegre ............................................................................... 81Sus obras ........................................................................................ 84Jesús Eucaristía es todo ................................................................ 87Amor traicionado, amor amado .................................................. 90El Reino de Jesús ........................................................................... 93Seré tu custodia Eucarística ......................................................... 96

Page 52: María tartaglino

102 103I

María Tartaglino delante de la Inmaculada.

Page 53: María tartaglino

104 105II III

Cuerda nudosa (cilicio) empapada de sangre.María Tartaglino en su habitación.

Page 54: María tartaglino

106 107IV V

La sangre que salió de la herida de su costado,tomó la forma de corazón y de cruz.

Faja que María Tartaglino ponía sobre las cadenas para nomanchar de sangre sus vestidos (se han contado 84 manchas).

Page 55: María tartaglino

108 109VI VII

Gorra con 14 manchas de sangre emanada de su cabeza.(María Tartaglino tuvo la «Coronación de Espinas» como Jesús)

Gasa impregnada de sangre de la herida del costado deMaría Tartaglino. Viernes Santo de 1929.

El punto más marcado en la parte inferior, parece sangre depocos días, está bien conservada. La parte blanca, en forma

de cruz, parece una cruz en el mismo corazón.

Page 56: María tartaglino

110 111VIII IX

Cadenas con puntas con las cuales se ceñía la cintura y los brazos... para hacer penitencia.«Preciosa Sangre...»

Page 57: María tartaglino

112 113X XI

El niño «no siempre ha estado dormido...» ha hablado conMaría Tartaglino; las tres estatuas permanecieron sobre su

reclinatorio por mucho tiempo.Crucifijo usado por María Tartaglino en sus éxtasis

y en sus luchas contra el demonio.

Page 58: María tartaglino

114 115XII XIII

Reclinatorio en el que María Tartaglino pasó muchas horasen oración.

María Tartaglino vio moverse esta estatua el 15 y 17de Noviembre de 1935.

Page 59: María tartaglino

116 117XIV XV

«Chino», el loro.

Confesionario de la Iglesia Santa Catalina de Asti-ubicado a la izquierda de quien entra por la puerta principal-

donde confesaba el Padre Plácido Botti, Vicepárroco.

Page 60: María tartaglino

118 119XVI XVII

Padre Mario Martino, OSJ.Padre Plácido Botti, Padre espiritual de María Tartaglino,

Vicario parroquial de Rocca de Arazzo.

Page 61: María tartaglino

120 121XVIII XIX

Padre Pío de Pietrelcina.María Tartaglino.

Page 62: María tartaglino

122 123XX XXI

San José Marello, Fundador de los Oblatos de San José.Hna. Elisa Piacentino, amiga íntima de María Tartaglino.

Page 63: María tartaglino

124 125XXII XXIII

María Tartaglino en su lecho de muerte,vestida como una novia.Mons. Humberto Rossi, Obispo de Asti.

Page 64: María tartaglino

126 127XXIV

Tumba donde María Tartaglino fue sepultada en elcementerio de Asti.

Page 65: María tartaglino

128