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FRANKENSTEIN O EL PROMETEO DESENCADENADO MARIO ALBERTO DOMINGUEZ TORRES UNIVERDIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y LITERATURA BOGOTA D.C. 2005

MARIO ALBERTO DOMINGUEZ TORRES - Uniandes

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FRANKENSTEIN O EL PROMETEO DESENCADENADO

MARIO ALBERTO DOMINGUEZ TORRES

UNIVERDIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y LITERATURA BOGOTA D.C.

2005

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FRANKENSTEIN O EL PROMETEO DESENCADENADO

MARIO ALBERTO DOMINGUEZ TORRES

Monografía para optar el título de LITERATO

Directora Giselle von der Walde

UNIVERDIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y LITERATURA BOGOTA D.C.

2005

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A los penates,

nos veremos en el exilio

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El rabí lo miraba con ternura

y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)

pude engendrar este penoso hijo y la inacción deje que es la cordura?

¿Por qué di en agregar a la infinita

serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana madeja que en lo eterno se devana

di otra causo otro efecto y otra quita?

En la hora de angustia y de luz vaga

en su Golem los ojos detenía.

¿Quién nos dirá la cosas que sentía

Dios al mirar a su rabino en Praga?

El Golem , Jorge Luis Borges

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Tabla de Contenidos

INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................6

CAPÍTULO 1. ESTRUCTURA Y RECURSOS DE UNIDAD EN FRANKENSTEIN O EL MODERNO

PROMETEO............................................................................................................................. 11

1.1 ESTRUCTURA DE FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO ........................................................ 12 1.2 RECURSOS DE ESTRUCTURA Y UNIDAD.................................................................................... 17

1.2.1 La promesa................................................................................................................ 18 1.2.2 Los elementos del mito prometeico: Soberbia, castigo, fuego............................................... 20

a. Soberbia.................................................................................................................................................................................20 b. Castigo...................................................................................................................................................................................21 c. Fuego......................................................................................................................................................................................22

1.2.3 Los personajes............................................................................................................ 23 a. El opuesto absoluto..............................................................................................................................................................23 b. El contraste...........................................................................................................................................................................25 c. El desdoblamiento...............................................................................................................................................................26

CAPÍTULO 2. LA SOBERBIA................................................................................................... 28

2.1 EL ORDEN EN FRANKENSTEIN O EL PROMETEO MODERNO ............................................................. 28 2.1.1 Orden natural............................................................................................................. 29 2.1.2 Orden divino.............................................................................................................. 34 2.1.3 Orden social............................................................................................................... 37

2.2 LA SOBERBIA DE FRANKENSTEIN........................................................................................... 39

CAPÍTULO 3. EL CASTIGO..................................................................................................... 44

3.1 LA ENFERMEDAD ............................................................................................................... 45 3.2 LA SOLEDAD ..................................................................................................................... 55

CAPÍTULO 4. EL CARÁCTER TRÁGICO DE VÍCTOR FRANKENSTEIN.................................. 60

CONSIDERACIONES FINALES. FRANKENSTEIN O EL PROMETEO DESENCADENADO....... 72

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................... 77

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6

Introducción

Los propósitos que me motivan a hacer una monografía sobre Frankenstein

o el moderno Prometeo de Mary Shelley parten de mi ingenuidad e ignorancia

como lector, y de mi experiencia de lectura del texto. Estos propósitos tienen que

ver con dos cosas: la primera con el título de la obra, pues su desconocimiento me

impidió una comprensión más profunda de la novela; la segunda, con la visión que

tenía de Frankenstein hasta antes de leer su historia, la cual se asociaba con la

imagen que la opinión popular tiene de este personaje.

Es común creer que el título del libro se reduce simplemente a

Frankenstein. Tal error es propagado por aquellas ediciones que sólo colocan el

nombre del protagonista y omiten, grosso error, lo que identifica a Frankenstein

con el Prometeo Moderno. Al hacer esto, dichas ediciones cercenan la lectura de

la novela. La primera vez que leí la obra, ésta llevaba por título Frankenstein, por

lo cual nunca asocie a Víctor con Prometeo y sólo hasta que conocí el mito

prometeico me percaté de una aparente relación entre ambos personajes; relación

que existe desde el título mismo. Por eso, el principal propósito de esta

monografía de grado es más que todo personal: permitirme la lectura que una

mala traducción me impidió hacer de Frankenstein o el moderno Prometeo.

Por otro lado, es pertinente decir que aunque Víctor Frankenstein es uno de

los grandes personajes literarios que goza de reconocimiento por el común de la

gente, como lo son Edipo, Don Quijote y Sancho, Hamlet, el Conde Drácula, Dr.

Jekyll y Mr. Hyde o el mismo Gandalf, es el que peor reconocimiento ha tenido a lo

largo de la tradición literaria. Todos creen conocer la historia de Víctor

Frankenstein; no obstante, el imaginario popular se ha enfocado más que todo en

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el Monstruo, tanto así que Frankenstein tiende a evocar no al desafortunado genio

del joven Víctor, sino a su horrenda Criatura. Es decir, se ha dado una confusión

de protagonistas y una inversión de papeles entre él y su Criatura, a tal punto que

ésta última lo desplazó del centro de la acción y se apoderó de su nombre.

El cine y la televisión han ayudado a esta inversión de papeles y han

contribuido a la tosquedad y vulgarización de los protagonistas de la novela. De

esta manera se ve en el doctor Frankenstein a un científico perturbado y loco que

juega con la vida y no al personaje que sufre las consecuencias de sus acciones y

pierde lo que más ama: su familia. Por su parte, hacen de la historia de la Criatura

un reducto de episodios terroríficos dignos de pesadilla y algunos sólo se quedan

en la fealdad del Engendro sin explorar su campo más humano y la pesadumbre

que le produce cometer los asesinatos que realiza. Así mismo, Robert Walton sale

del panorama de la narración aparentemente porque no contribuye en nada a la

trama.

Es en parte por el cine y la televisión que la tradición popular no le ha dado

a Víctor Frankenstein la dimensión que tiene y se merece. Influenciado por estos

medios, yo asociaba el nombre de Frankenstein con el del Monstruo y nunca

reparé en la existencia del creador que existía detrás de ésta creación. A través de

mis lecturas de la novela estas conjeturas se desvanecieron y afloró en mí un

sentimiento de compasión frente a ese ser que está condenado a padecer la

venganza de su propio hijo. Por lo tanto, el segundo propósito de esta monografía

es redimir a Víctor Frankenstein como el personaje trágico que es y ver que éste

no es el científico desquiciado que el común ha querido ver en él, sino un ser que

se debate entre sus pasiones y preocupaciones, un individuo que lo pierde todo y

se sume en la soledad por la arrogancia de querer suplantar a Dios y a la

naturaleza en su papel de creadores.

Para cumplir con mis propósitos, esta monografía surge del análisis del

título de la novela, pues el nombre que Shelley otorga a la obra sugiere una

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relación directa con el mito prometeico y deja en claro su intención de vincular la

narración con la cultura griega por medio de la alusión a uno de sus más grandes

arquetipos: Prometeo. Pero no sólo a través del título se insinúa la relación entre

Frankenstein y la imagen mítica del titán, sino también el carácter moderno de

éste. En concordancia con lo anterior, en el presente trabajo interesa examinar en

qué medida Víctor Frankenstein encarna tanto a Prometeo, como al Prometeo

moderno.

No obstante, es pertinente comentar un problema que surge al hacer una

analogía entre el mito prometeico y la novela de Mary Shelley. Las versiones de

este mito son infinitas; dentro de las que se distinguen claramente dos. Una en la

que Prometeo es el modelador de la raza humana, de la cual son representantes

Esopo, Fedro e Higinio; y otra en la que el dios no le da vida al hombre, pero en la

que sí es el directo responsable de su condición actual a causa del robo del fuego;

de esta corriente son participes Hesíodo y Esquilo. Quizás lo más lógico sería usar

la primera vertiente por ser la más afín a Frankenstein, puesto que Víctor con su

arte también da forma a un individuo. Sin embargo, el emplear dicha versión

conlleva un problema: lo que los hace semejantes no es más que el hecho de ser

los creadores de una nueva raza; bajo esta perspectiva la analogía entre ambos

personajes se agota prontamente.

Lo que propongo para resolver esta situación no es concentrarse tanto en

las acciones del titán, es decir la modelación del hombre a partir del barro o el

robo del fuego, como en las consecuencias que estos actos traen. En la primera

de las versiones referidas Prometeo no rompe el orden por modelar al hombre,

como sí pasa con Víctor Frankenstein al dar vida a la Criatura. Por lo cual lo más

conveniente sería emplear la forma en que Hesíodo y Esquilo ven al titán, pues

bajo esta mirada la soberbia del dios es lo que causa el desequilibrio del orden. Al

robar el fuego para favorecer a la humanidad, Prometeo es castigado y también

los hombres. Algo semejante ocurre con Víctor Frankenstein.

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El presente trabajo está dividido en cuatro capítulos. En el primero se

examina la estructura de la novela y cómo ésta se inserta dentro del mito

prometeico. De este análisis surgen los recursos de unidad que Shelley emplea

para constituir su trama y los elementos míticos que están presentes a lo largo de

la novela: la soberbia y el castigo, los cuales se examinan en los capítulos

segundo y tercero, respectivamente. En el cuarto capítulo se relacionan estas dos

características como los elementos míticos que emparentan a Frankenstein con

Prometeo y le dan el carácter trágico al personaje. Hecho esto, en las

consideraciones finales se pasa a reflexionar qué es lo que permite a Víctor

Frankenstein ser visto como un moderno Prometeo.

Todas las referencias a Frankenstein o el moderno Prometeo se basan en

la edición del texto de 1831. La novela fue originalmente publicada en 1818,

reimpresa en 1823 sin ningún cambio y en 1831 apareció por primera vez bajo el

nombre de su autora, Mary Shelley, en una serie llamada ‘Standard Novels’. se El

texto del 31 presenta cambios considerables y algunas revisiones significativas

con respecto a las publicadas anteriormente; así mismo, contiene una introducción

realizada por Mary en la que explica los hechos que circundaron el surgimiento de

la novela, es decir, cómo a partir de una competencia con Percy Bysshe Shelley,

Lord Byron y John Polidori surgió la iniciativa de escribir una historia de fantasmas

y cómo se gestó Frankenstein a partir del sueño que una noche tuvo, en el que,

como ella dice: I saw –with shut eyes, but acute mental vision– I saw the pale student of unhallowed arts kneeling reside the thing he had put together. I saw the

hideous phantasm of a man stretched out, on the working of some powerful

engine, show signs of life and stir with an uneasy, half-vital motion (Author’s

Introduction XXIV-XXV). A partir de entonces es la versión más conocida por ser la

que mayor divulgación ha tenido. Dado que es la historia final, es decir, la que ha

quedado establecida o la que Shelley quiere que se tome como definitiva, es la

que se utiliza para este trabajo.

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Para las citas de la novela se especifica, en primer lugar, el número del

capítulo, de la carta o de la entrada del diario y a continuación se señala la página

con respecto a la edición de Signet Classic. Por otro lado, las traducciones hechas

a la bibliografía secundaria son propias.

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Capítulo 1. Estructura y recursos de unidad en Frankenstein o el moderno Prometeo

Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley es quizá la primera

novela de Ciencia Ficción. Así lo ha querido ver Ursula Le Guin, quien considera a

Mary Shelley como la primera escritora del género (Le Guin, 80). Otros autores

opinan de forma diferente. Adam Roberts piensa que es una narración fantástica

que establece un diálogo constante con el Paraíso Perdido de Milton (Roberts, 3 y

57-59); por su parte, H. P. Lovecraft la ubica en un periodo que él denomina ‘el

ocaso de la novela gótica’ y la llama uno de los clásicos del horror de todos los

tiempos (Lovecraft, 36). No obstante, sin importar que sea una novela gótica,

fantástica o fundadora de la ciencia ficción, es una obra que, como la buena

literatura, bebe de otros relatos para crear su ficción. El Paraíso Perdido de Milton,

El Viejo Marino de Coleridge y Werther de Goethe son algunos de ellos. Aparte de

estos textos sobresale el mito prometeico por ser el que guía la trama de la novela

y la estructura.

En este sentido, el propósito central de este capítulo es analizar cómo el

mito de Prometeo permea la trama de la novela. Para esto lo mejor es empezar

por el estudio de la estructura y visualizar cómo de ésta se desprenden una serie

de juegos de verosimilitud que Shelley le plantea al lector y un abanico de posibles

mecanismos que utiliza para darle unidad a su novela. Este análisis deja ver las

similitudes o analogías que hay entre Frankenstein y el mito prometeico y permite

extraer los elementos fundamentales y constitutivos que comparten dichos textos:

la soberbia y el castigo.

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1.1 Estructura de Frankenstein o el Moderno Prometeo

Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley se teje en torno al

relato del viaje de Robert Walton por el Polo Norte, quien a falta de un interlocutor

confía sus pensamientos al papel, en donde se encuentra una sucesión de

confidencias y de secretos. La novela está construida por capas; a medida que se

lee se descubren nuevas historias, de ahí que se estructure con tres narraciones

que están enmarcadas: Robert Walton, Víctor Frankenstein y la Criatura. Cada

relato es narrado en primera persona, cada narrador posee su individualidad y lo

que cuenta permite diferenciarlo de los otros; son tres confesiones. Por medio de

ellas se conocen las metas de Walton, los propósitos y la desdicha de

Frankenstein y las aspiraciones o anhelos de la Criatura. Dichas confesiones se

evidencian a través de tres recursos literarios: la epístola, el diario y la

autobiografía. Los dos primeros recursos son utilizados por Walton, el primero

para mantener una correspondencia con su hermana1 y el segundo para tener una

bitácora de viaje; la autobiografía, por su parte, la emplean Frankenstein y la

Criatura para dar a conocer sus vidas.

La estructura propuesta por Shelley es la de historias embebidas en

historias: las cartas contienen el diario de Walton en donde se encuentra el relato

de Víctor, quien a su vez cede la palabra a la Criatura. La primera narración, la de

Walton, empieza por las cartas que le envía a Mrs. Saville, su hermana: son cuatro

cartas que enmarcan el diario. La Criatura y Frankenstein aparecen en la cuarta

carta y a partir de ésta se cambia al diario que cobija los 24 capítulos de la novela

donde están las autobiografías de Víctor y el Engendro. Del capítulo 1 al 10

Frankenstein relata su vida; en el 10 aparece el Monstruo y del 11 al 16 cuenta su

historia, que a su vez contiene la descripción de los De Lacey (capítulo 14); del 17

al 24 Víctor retoma la voz narrativa. Una vez acabada la narración de Frankenstein

se vuelve al diario de Walton que, además de contener y encerrar los relatos 1 Las cartas también son empleadas en la narración de Frankenstein, no obstante, no se usan para estructurar la novela, como si sucede con las de Walton que le dan un recuadro a su diario, sino para informar a Víctor de la situación de su familia y l lamarlo al orden.

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mencionados, finaliza la novela. El diagrama que Peter Brooks sugiere en su texto

What is a Monster (According to Frankenstein) para la estructura de Frankenstein

es el siguiente:

Esta forma de estructurar la novela permite que cada narrador tenga una

voz definida, puesto que cuenta con un espacio propio para relatar su historia. No

obstante, ello no implica que las diferentes narraciones apunten a mostrar el

mundo interno y psicológico de cada uno de los protagonistas. Sin duda se

conocen sus rasgos principales y cada marco narrativo acentúa su personalidad;

aun así, la forma como está estructurada la novela tiende a anular sus voces, pues

al leer la obra en conjunto los tres narradores se pierden, porque ya no importa

qué los caracteriza sino la totalidad de la historia. Tanto los personajes como las

situaciones se matizan por los discursos de los otros narradores. Por eso Walton,

Frankenstein y la Criatura revalúan una primera versión de lo acontecido tras

conocer los otros relatos. El lector debe hacer lo mismo con cada una de las

narraciones, pues de lo contrario sólo vería una cara de la historia que se cuenta.

Ver la misma historia desde distintos puntos de vista permite ver las

diferentes facetas de los personajes e impide tomar como cierto lo que cada

narrador refiere. Bajo esta perspectiva las categorías de lo bueno o lo malo, lo

bello o lo monstruoso se ponen en duda: fair is foul and foul is fair (Macbeth I, 1).

Robert Walton ve a Víctor Frankenstein con tal admiración que se compadece de

su sufrimiento; habla de él como si se tratase de un personaje formidable y esta

sería la visión que el lector tendría de Víctor si él mismo no relatara su historia o el

Monstruo no contara el sentimiento de odio y venganza que le produce su creador.

Lo dicho por Walton tiene su contrapeso en las palabras de Víctor y de la Criatura.

Robert Walton

Víctor Frankenstein

La Criatura (Los De Lacey)

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Por su parte, Víctor presenta a la Criatura como al asesino que le arrebata a

su familia. Esta perspectiva se disipa en el lector al conocer la narración de la

Criatura. Ante esta nueva versión de lo acontecido se descubre a un individuo que

dista de ser un monstruo y se revela su dimensión humana. Así mismo, quienes

escuchan al Monstruo deben enfrentarse a la contradicción entre lo verbal y lo

visual, pues están frente a un ser deforme y horroroso que habla con elocuencia:

la Criatura, lejos de comunicarse con balbuceos, gruñidos o gestos, habla y

razona con gran elegancia, lógica y persuasión (Brooks, 83). El terror de

Frankenstein o de Walton en las conversaciones que sostienen con la Criatura

cambia dramáticamente tras sus disquisiciones; el terror al monstruo persiste, pero

es considerablemente diferente (Malamud, 44). La habilidad con la que habla el

Engendro, esa aura mágica con que se expresa, hace que quienes lo escuchen

sobrepongan a su imagen física un estado de tranquilidad que mitiga su fealdad;

su oratoria cambia su aspecto, pues hace que se piense en él, ya no como un

monstruo, sino como en un ser capaz de expresar bondad y amor.

En este sentido, la forma en la que Frankenstein se dirige a su oponente

tiene por fin reducirlo a una única perspectiva; lo propio hace el Monstruo con su

creador. Es por eso que se hace imperioso revaluar la historia que ellos refieren

del otro. La manera de actuar de cada uno lo convierte en el ser despreciable que

su contendor piensa que es. Víctor considera que el monstruo es la Criatura por

haberle arrebatado a sus seres queridos, mientras que para éste último lo es su

creador, por ser un dios insensato que lo convirtió en un miserable. Lo que ante

los ojos de uno es bello, ante los ojos del otro es feo. De ahí que no se pueda

tomar como cierta la forma en que cada narrador percibe los acontecimientos que

se relatan.

Al margen de los tres grandes relatos (voces mayores) se producen

narraciones paralelas que pueden ser vistas como voces menores. Claro ejemplo

de ello es la intervención de los De Lacey. Quien refiere su historia es la Criatura,

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pero se debe suponer que ésta alguna vez fue contada por alguno de ellos y que

el Engendro la transmite a Víctor tras haberla escuchado. Así mismo, el doctor

Frankenstein es testigo de la confesión de Justine, quien sólo aparece para ser

incriminada por el asesinato de William, y la transfiere a Walton. Estas cortas

narraciones y las cartas escritas por Alphonse Frankenstein y Elizabeth a Víctor

demuestran que la voz narrativa les ha sido prestada.

Este tipo de estructura, en relación con la trama de la novela, produce un

efecto de aterramiento. Es así como se va de lo normal a lo cruel; en el centro de

la historia se encuentra la monstruosidad de los actos del Engendro: el asesinato

de William, de Clerval y de Elizabeth, y el juicio y ejecución de Justine. De ahí que

el relato pase de lo cotidiano al pavor; es decir, a medida que se descubren las

capas se va encontrando un fondo aún más horripilante que el anterior. Así

mismo, los marcos narrativos señalan la exclusión del lector de la historia, pues

quien lee está ausente: en primer lugar Mrs. Saville, en segundo lugar el lector.

Esto tiene un doble propósito: a la vez que excluye al lector del riesgo que

representa escuchar a los narradores, lo aleja del horror que contiene cada

narración y del posible peligro que tanto la Criatura como la inquietud de

Frankenstein representan (Newman, 184).

En la novela el discurso es precedido por la escritura; salvo en el caso de

las cartas de Robert Walton, las narraciones orales están enmarcadas por lo

escrito. Lo que el lector lee son las transcripciones de las autobiografías de

Frankenstein y del Monstruo. Robert cumple las tareas de compilador al fijar la

historia en el papel: I have resolved every night, when I am not imperatively occupied by my duties, to record, as nearly as possib le in his own words, what he

has related during the day. If I should be engaged, I will at least make notes (Diary,

august 13th 19–, 15). Por su parte, Víctor hace el papel de editor:

Frankenstein discovered that I made notes concerning his history: he asked to see them, and then himself corrected and augmented them in many places; but principally in giving the life and spirit to the conversations he held with his enemy. "Since you have preserved my narration," said he, "I would

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not that a mutilated one should go down to posterity (Diary, August 26th, 17–, 186).

Frankenstein decide revisar los escritos que realiza Robert con el propósito de

hacer la narración escrita lo más semejante posible a como ésta fue vivida, para

que con ello no se tergiverse la veracidad de los acontecimientos. De esta manera

Walton actúa como mediador entre los diferentes narradores y el lector; al hacer

esto, inhibe la comunicación directa entre ellos y nosotros.

Desde el mismo momento en que cada personaje pronuncia su historia,

ésta queda establecida y no cambia a través de las narraciones siguientes o de

quien la vuelve a contar. Esta forma de estructurar la novela –la de transmitir el

relato de narrador en narrador– hace que se dude de la veracidad de las historias,

pues éstas se conocen de segunda e incluso tercera mano. Lo cual va en contra

de la autenticidad de la narración, puesto que el lector debe suponer que quien

vuelve a relatar la historia no interviene en la narración, es decir que no cambia,

agrega o quita algo de lo que su predecesor contó. El lector está obligado a creer

que Walton cuenta palabra a palabra las cosas tal cual las dijeron la Criatura y

Frankenstein; debe asumir que se repite la historia como si él mismo la escuchara

directamente de quien la contó y no de quien la escribió. Quien lee la novela está

obligado a actuar conforme a ello.

Lo que pide Shelley a sus lectores es un doble acto de fe. De una parte,

creer, como los narradores, que los relatos que cuentan no han sido modificados.

De otra parte, confiar que la trama de la novela no es una invención del propio

Walton, causada quizá por su soledad y sus deseos de compartir una amistad con

alguien digno de él. Por esto, la narración de Walton o bien es la más auténtica o

bien la más fabulosa; todo lo que se deriva de lo que cuenta no puede ser

garantizado más que por su testimonio, él ha visto a la Criatura, se ha entrevistado

con ella, por eso le cree al doctor Frankenstein; los lectores, por su parte, no

escuchan directamente a Víctor o al Monstruo sino que leen la narración de

Walton, de ahí que no tengan nada que pruebe su veracidad. Por eso el segundo

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acto de fe radica en que el lector le crea a Walton que la historia que cuenta es

fidedigna.

1.2 Recursos de estructura y unidad

La trama de la novela no es lineal, los narradores apelan a flash back para

dar a conocer sus historias. De esta forma se crean expectativas en el lector que

ayudan a tejer las diferentes narraciones y permiten pasar de un relato al otro. Así,

lo que en un marco narrativo se consolida como un enigma, en el otro se resuelve;

cada relato agrega nuevos elementos a la trama. Las narraciones se ligan por la

presencia de varios enigmas, entre ellos: ¿quién mató al hermano de

Frankenstein?, ¿cómo llegó el relicario a manos de Justine?, ¿qué sucederá con

Walton?, ¿en la lucha entre el creador y lo creado, quién ganará?, ¿cómo se

fabricó al Engendro?, ¿Víctor creará el otro monstruo?, y de hacerlo ¿qué pasará?

De igual forma, en la novela se desarrollan diversos temas que le dan

unidad a la historia. Ejemplo de ello es la venganza. La Criatura hace justicia con

sus propias manos con la intención de hacer pagar a su creador por su impiedad;

por su parte Víctor, tras ver morir uno a uno sus seres queridos por las represalias

del Monstruo, se ensaña contra su hijo para limpiar la tierra de todo mal que de

éste pueda provenir, por ello emprende su persecución. Otro tema es lo familiar.

Entre más quiere la Criatura hacerse presente en la vida de los De Lacey,

Frankenstein más se separa de su familia para dedicarse a sus estudios; lo cual

es contrastante. La familia actúa como el centro al que quiere llegar la Criatura y

como la cura a la enfermedad que surge en Víctor por contemplar la infamia de la

Criatura; sólo cuando están cerca de la familia pueden estar tranquilos.

Aun así, la venganza o lo familiar no son los únicos temas que dan unidad a

la obra, son sólo dos de entre muchos que se escapan a este trabajo, entre ellos

lo humano, el lenguaje, la ciencia, el conocimiento, el viaje a lo desconocido, la

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educación de Walton, Frankenstein y la Criatura, la lucha entre centro y periferia

que se desprende de lo familiar o la amenaza que da pie a la venganza. Aparte de

los temas mencionados, sobresalen tres recursos específicos que Shelley utiliza

para darle a su novela unidad y estructura: la promesa; los elementos del mito de

Prometeo (soberbia, castigo, fuego) y los distintos tipos de relaciones que surgen

entre los personajes.

1.2.1 La promesa

Este recurso es uno de los motivos que se repite a través de la novela y se

presenta bajo dos formas: la promesa rota y la promesa mantenida. A lo largo de

las narraciones hay diversos tipos de promesas, como las personales (la del

propio Walton consigo mismo de volver de sus viajes con gloria y fama, la del

Monstruo de vengarse de su creador, o el juramento de Frankenstein de destruir

su creación), o las que hacen los personajes a los demás (la de Walton a sus

marineros, las implícitas de Víctor a su familia y Clerval, el matrimonio con

Elizabeth, el convenio de Safie y su padre, el pacto del padre de Safie con los De

Lacey…). Entre todas estas promesas se distinguen dos porque ayudan a la

unidad de la trama y a la armazón de la novela: la de Frankenstein a la Criatura y

la de Walton a Víctor. El Engendro logra un acuerdo con su padre para que éste le

construya una mujer a su imagen y semejanza; por su parte, Víctor compromete a

Walton para que éste continué la labor que él no pudo terminar: matar al

monstruo. Es por medio de estas promesas como se entrelazan los tres relatos.

Éstas son importantes y sobresalen porque son el producto de cada autobiografía

y dictaminan el curso de las acciones venideras.

Es interesante ver cómo estas dos promesas surgen a raíz del diálogo entre

narradores. Cada relato evidencia la persuasión y la capacidad de expresión de

quienes hablan. Una de las cosas que emparenta a Víctor con su creación es la

manera como se expresan, pues al hablar seducen y sus interlocutores ceden

ante sus palabras: Víctor queda sujeto a la oratoria de la Criatura mientras que

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Walton se rinde ante la argumentación de Frankenstein; la intención del locutor es

atar a quien lo escucha directamente a una promesa. Es por eso que el lenguaje

adquiere connotaciones peligrosas, pues quien lo usa con maestría puede

subyugar a quien lo escucha directamente y éste último corre el riesgo de ceder

ante las imposiciones del primero si pone atención a sus palabras.

La palabra dicha con arte es la que lleva a los personajes a ceder ante las

peticiones del narrador. El peligro de la elocuencia del monstruo, el peligro contra el cual Frankenstein advierte a Walton, es precisamente su habilidad para atar al

oyente a una promesa y para hacer que el efecto de su propia elocuencia dure

más que su habilidad para hablar, tiempo durante el cual se está determinado por

su voz2. De manera semejante actúa Frankenstein con Walton. Creador y Criatura

usan el lenguaje de forma retórica y por medio de él seducen y llevan a hacer

cosas terribles a sus interlocutores; sus voces tienen un halo de imposición. La

autoridad con la que habla Víctor inspira respeto en quienes lo escuchan; a su

vez, la locuacidad del Engendro subyuga a Frankenstein y a Walton.

Los cuadros narrativos conllevan una doble lógica. Por un lado le dan un

límite a cada narración, por otro, incitan a la violación de sus límites (Newman,

179). La cual se da precisamente por medio de estas dos promesas. La relación

entre la narración y la seducción determina el vínculo entre las partes de la novela

(Newman, 177); es decir, los actos que no pudieron o lograron hacer los

narradores se extienden a sus interlocutores. La promesa permite al narrador de

cada cuadro proyectarse en el otro marco narrativo. Una vez Frankenstein se

compromete con la Criatura, el relato se centra en ver si el doctor fabrica un nuevo

espécimen, y las consecuencias que pueden traer el construirlo o no; cuando

Walton acepta continuar la persecución de Víctor y matar a la criatura, lo que resta

de la novela se enfoca en contemplar si cumple o no con su palabra.

2 The danger of the Monster’s eloquence, the danger that Frankenstein warns Walton against, is precisely its abil ity to bind his l istener to a promise, and so to make the effects of this eloquence outlast the duration of its own utterance, the time during which it is given voice (Newman, 178).

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1.2.2 Los elementos del mito prometeico: Soberbia, castigo, fuego

La novela permite una lectura a partir del mito prometeico en relación con

los temas de la soberbia, el castigo y el Fuego. El mito narra la caída del hombre a

causa de las acciones de Prometeo, quien en un acto de soberbia robó el fuego al

Olimpo para entregárselo a los hombres. El Japetónida, preocupado por la suerte

de la raza humana, que había sido abandonada a los avatares del destino,

transgredió el orden impuesto cuando pretendió ser superior a Zeus. Con este

proceder rompió el orden cósmico establecido. Como consecuencia, el Crónida se

ensañó con los hombres y los castigó al darles la primera mujer, Pandora; así

mismo, encadenó al titán a un peñasco por haber querido ocupar el lugar que no

le correspondía: el del dios supremo.

Mary Shelley emplea estos elementos míticos para contar la historia de

Víctor Frankenstein, quien en un acto arrogante usurpa los poderes de la

naturaleza y de Dios para engendrar a su creación. En la novela, Víctor juega a

ser dios (soberbia) y transforma el fuego en la chispa eléctrica para dar vida a un

ser informe. No obstante, una vez nace el Engendro, Víctor falla en su papel de

creador por rechazar a su hijo; su insolencia lo convierte en una deidad desdeñosa

que castiga al producto de su ingenio. Como consecuencia de su desmesura y de

haber roto el orden establecido debe ser castigado y pagar con su propio

sufrimiento y el de su familia la osadía de querer ser más de lo que su condición

como humano le permite.

a. Soberbia

El doctor Víctor Frankenstein desea conocer y dominar los límites del

universo, quiere develar los secretos de la naturaleza y en su afán de ser Dios

pretende crear una raza nueva que lo bendiga y lo nombre su padre; su deseo de

ser igual o superior a Dios lo acerca a la imagen de Prometeo. Víctor desafía el

orden establecido y compite con éste al engendrar la Criatura; su arrogancia llega

a tal punto que logra dar vida a la materia inerte y como producto de su inquietud

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engendra un ser que amenaza con romper el orden del mundo que la novela

quiere representar.

La historia de Frankenstein tiene eco en la de Walton. Éste también

sobrepasa los límites al explorar el Polo Norte con los propósitos de hallar una ruta

que comunique a Europa con América. Robert Walton no quiere regresar a

Inglaterra con una derrota en sus manos, por eso se extralimita y arriesga las

vidas de quienes lo acompañan en su travesía por el Ártico; lo que lo motiva a

embarcarse en esta empresa es su interés por adquirir reconocimiento y fama; de

las decisiones que tome depende su futuro: él puede llevar a sus marineros a la

gloria o a la muerte. Las intenciones de Walton y las metas de Frankenstein

revelan que el conocimiento y los descubrimientos son un camino tortuoso y de

sacrificio, y que para lograr los cometidos propuestos es preciso renunciar a lo que

más se quiere: la familia.

b. Castigo

Las actitudes de Víctor reprueban y castigan a la Criatura; la fealdad de

éste lo condena a padecer, desde su mismo nacimiento, el rechazo de su padre

por el pecado de haber nacido. No obstante, él no pidió ser creado. La invención

del Engendro es un acto de trasgresión, por lo cual, cuando Frankenstein suplanta

a Dios se ve abocado a su propia destrucción. La soberbia conduce a Víctor a la

muerte; su vida se altera después de engendrar a la Criatura en la medida en que

ésta se torna en amenaza para su mundo y su familia. El Monstruo es a la vez

causa y consecuente, representa para Víctor el peligro generado por la ambición y

la curiosidad científica, y es el encargado de castigar su soberbia. La venganza del

hijo para con su padre es la manera en la que éste paga el precio de su

desmesura (develar los misterios de la naturaleza).

Frankenstein está encadenado a las amenazas de su creación; a su vez, la

felicidad de la Criatura depende del cumplimiento de la promesa de su dios. Por

eso la novela plantea diversos juegos de poder en donde se da una

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transformación de los papeles que cada uno cumple: las relaciones entre el

creador y lo creado se invierten, lo que debería estar sometido a los influjos del

primero se subvierte por la rebeldía del segundo. La novela muestra la lucha entre

la Criatura y Víctor; una pelea en la que el inventor busca aniquilar la invención

que se le ha salido de las manos; una pugna del hijo con el padre por la

arrogancia de éste. Es así como Víctor se convierte en el esclavo de su propio

invento.

Frankenstein y el Monstruo quieren imponer sus propios intereses: la

Criatura quiere ser reconocida, por eso fuerza a su padre a que le fabrique una

compañera. En contraposición a esto, Víctor no cede a las peticiones de su hijo y

obra por el bien de la humanidad al no satisfacer sus requerimientos. Es por eso

que el creador y su creación están enfrascados en un duelo constante en el que

uno quiere superponerse al otro; la intención es hacer pagar al contrincante por las

acciones viles que comete. No obstante, en este juego de poderes, en esta batalla

nadie gana; al contrario, todos pierden. En Frankenstein no existe un castigo

directo a la humanidad, sino a la individualidad de Víctor y del Engendro. El

primero sufre las causas de su desmesura por medio de la aniquilación de su

familia. El segundo debe soportar el rechazo de la humanidad a causa de su

fealdad.

c. Fuego

El fuego está presente en cuatro momentos importantes de la novela: en la

creación del monstruo, en la supervivencia del engendro, en el incendio de la

cabaña de los De Lacey y en el suicidio de la Criatura. Su descubrimiento es el

pilar de la civilización, o al menos así lo hace ver el mito. Prometeo hizo descender

el sol hasta la tierra y se lo regaló a los hombres para que sobrevivieran. En el

mito, el fuego permite a los hombres tener un camino diferente al de los dioses;

además, es el encargado de despertarlos del letargo en el que se encontraban.

Algo similar ocurre con el Engendro. El fuego lo convierte en lo que es; gracias a

su hallazgo descubre el mundo que habita, le permite sobrevivir a las inclemencias

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del tiempo y acelera su proceso de conocimiento del mundo, pues en torno a éste

se generan sus primeras reflexiones. La domesticación del fuego es lo que permite

a la Criatura surgir, pues una vez encuentra la manera de encenderlo descubre en

él una herramienta útil para su sustento y su cobijo.

En la novela el fuego tiene un carácter ambivalente. Por un lado, asume

connotaciones técnicas al ser domeñado por el hombre y convertido en la chispa

eléctrica que hace que el Engendro cobre vida. Por el otro, conlleva un halo ritual

al retornar a su esencia de llama incandescente y devorar a la Criatura en la pila

funeraria que él mismo construye para su inmolación. En consecuencia, lo que en

un comienzo era un elemento de la naturaleza y que por el conocimiento del

hombre fue transformado en artificio (chispa eléctrica), retoma su carácter natural

(llama) al consumir a la Criatura, que es un hijo de la ciencia y el conocimiento

humano.

1.2.3 Los personajes

Aún hay un tercer recurso que ayuda a constituir la trama y la estructura del

relato: la manera en que se relacionan los personajes, la cual guarda cierta

correspondencia con el mito prometeico. Sin pretender decir que Mary Shelley

toma del Prometeo encadenado de Esquilo la relación entre los personajes para

estructurar su relato, al menos si hay una aparente analogía en la forma como

interactúan los personajes de la tragedia y los de la novela. En la tragedia se

manifiestan tres tipos de correspondencias que permiten emparentar a los

personajes: el opuesto absoluto entre protagonista y antagonista, el contraste

entre caracteres y el desdoblamiento de un personaje. Estos tipos de relaciones

están presentes en Frankenstein.

a. El opuesto absoluto

Prometeo es el adversario de Zeus y actúa con las intenciones de favorecer

a los hombres; el titán es anterior al tiempo de éste, quien se ha establecido en el

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poder tras luchar con los titanes y derrocar a su padre Cronos. En la tragedia de

Esquilo, el Crónida, aunque no aparece en escena, está representado al principio

por la Violencia y la Fuerza, y por Hermes al final; es contra su orden, contra su

tiranía y contra sus imposiciones contra los que se rebela y se enfrenta el

Japetónida. En la tragedia e incluso en el mito, el titán es el protagonista, el

personaje principal de la acción. Contrario a él está el dios supremo como el

antagonista que se opone a las acciones del primero.

En la novela Víctor es el opuesto absoluto a la Criatura o viceversa. Ambos

caracteres se oponen entre sí y proponen una lucha de poderes. Mientras uno

pelea por el reconocimiento de su creador al imponer su voluntad con actos

siniestros, el otro combate a su creación por su fealdad y su comportamiento

sanguinario. Víctor encarna tanto al tirano que está dispuesto a doblegar a su

enemigo a través del castigo, como al dios que asume todas las culpas de su

soberbia y emprende la cacería del Monstruo con la intención de que éste no

cause más daños o perjuicios a la humanidad. Por su parte, la Criatura se torna en

el martirio de Frankenstein, en el instrumento que lo lleva de la dicha a la

desdicha, en el espejo en el que se reflejan los errores de su padre.

Una vez la Criatura reconoce la miseria a la que ha sido sometido (su

fealdad y su soledad) por las faltas de su creador, se vuelve contra su padre para

saldar cuentas y exigirle los derechos que como hijo suyo tiene. Al ver que

Frankenstein no cumple con su promesa, asume el rol de verdugo para vengarse

de su propio dios, no con las intenciones de matarlo sino de ponerlo en la

situación en la que él mismo se encuentra: la soledad. Es en este momento

cuando Frankenstein, quien al principio de la novela era un personaje dichoso

porque gozaba de la compañía de su padre y sus amigos, es sancionado con el

castigo que le profiere la Criatura y se transforma en un ser desdichado que lo

pierde todo a causa de su soberbia.

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b. El contraste

En la tragedia, Hefesto y el coro de Oceánides contrastan con el carácter de

Prometeo, lo cual no quiere decir que estén en su contra, sino que su forma de

proceder es diferente a la de éste, pues se caracterizan por estar del lado del titán.

Es diciente que el dios del fuego (Hefesto) se apiada del Japetónida a pesar de

ser uno de los que debería estar más ofuscado, pues éste fue quien le robó y

arrebató su arte; no obstante, él está obligado a realizar los mandatos de su

padre: encadenar a Prometeo. Al final de la obra de teatro de Esquilo, el titán es

precipitado al Tártaro por los designios de Zeus a causa de no querer revelarle el

secreto3 y aunque el coro está en contra de la desmesura (la del Crónida y la del

Japetónida) en un gesto de empatía no desampara al titán y al final de la tragedia

se hunde con él.

En la novela, el papel de los personajes que contrastan con Víctor está

representado por sus seres queridos. Ellos son los encargados de llamarlo al

orden, los que van a estar pendientes de él en sus, cada vez más frecuentes,

momentos de crisis y enfermedad, los que lo van a asistir en los momentos de

debilidad. Aunque ellos no saben de sus estudios ni sus investigaciones, siempre

lo quieren y lo aman y están completamente de su lado, a tal punto que mueren a

causa de sus actos. Precisamente sus caracteres contrastan con el de Víctor por

la forma en que asumen la vida: Frankenstein abandona su familia para crear a la

Criatura, en tanto que aquellos ven que en la compañía de sus seres queridos

está el sustento para sus vidas.

Los seres queridos de Frankenstein están sometidos a las decisiones que

éste toma a lo largo de la novela; sus vidas, aunque ni se lo imaginen, dependen

del cumplimiento de la promesa que Víctor le ha hecho a su hijo. Estos personajes

3 Sobre Zeus pesa un terrible designio: el de ser asesinado por uno de sus hijos; ya él mató a su padre Cronos, quien hizo lo propio con su progenitor, Urano. Prometeo sabe de cuál de las uniones del Crónida con alguna diosa nacerá el varón que se levante contra éste y le arrebate su trono. Este es el secreto que el titán no le quiere revelar al dios y es por eso que está en el Cáucaso encadenado a un peñasco.

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corren a socorrer a Frankenstein tras cada crisis sin importar que en ello puedan

perder la vida o dejen de lado sus intereses para velar por los de él. Por ayudar a

Víctor y socorrerlo en su enfermedad es que Clerval muere a manos del Monstruo

en Irlanda. Por su parte Elizabeth, que desde pequeña lo ha amado, pierde su vida

porque Frankenstein nunca la protegió de la amenaza que representaba la

Criatura. Es por querer a Víctor y por desear lo mejor para él que su familia se

convierte en el blanco de los ataques de la Criatura.

c. El desdoblamiento

En la obra de teatro de Esquilo aparece un personaje particular: Io, quien

comparte un destino trágico semejante al de Prometeo. Ella es el juguete de Zeus

y la víctima de los planes rencorosos de Hera. Junto con el titán comparten la

tiranía de la que son objeto por parte del Crónida. De alguna forma Io semeja al

Japetónida y podría ser el desdoblamiento de este personaje, si se considera que

es a causa de Zeus que sufren. Ambos tiene un castigo lacerante: a Io la

acompaña un tábano que la mortifica diariamente; Prometeo, por su parte, está

encadenado a un peñasco y todos los días un águila se alimenta con su hígado, el

cual le vuelve a crecer tanto como el ave rapaz ha comido.

En la novela esta relación es mucho más fuerte: Frankenstein se desdobla

en Walton, quien de forma parecida sigue sus pasos. Comparten el hecho de

transgredir los límites y poner en peligro la existencia de quienes los rodean;

desplazan a su familia del centro para colocar allí un templo al conocimiento y a

los descubrimientos; en el afán de reconocimiento se extralimitan y arriesgan sus

vidas con tal de lograr sus cometidos. Walton es la historia que se repite, es el eco

de la narración de Frankenstein; al igual que éste, es soberbio y se aleja de su

familia para alcanzar reconocimiento, gloria y fama.

Como se vio, Frankenstein presenta una estructura particular: tres

narraciones enmarcadas, que lejos de ser narraciones independientes están

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ligadas por una serie de recursos de unidad que Shelley emplea para estructurar

su novela: la promesa, los elementos míticos y los personajes. Es por eso que no

se puede pensar en relatos autónomos e independientes, pues la estructura

narrativa y cada una de las narraciones están íntimamente ligadas por la trama: el

relato no sólo guía el desarrollo de la novela sino que también la estructura. Hasta

el momento se ha visto que Frankenstein y el mito prometeico comparten una

serie de afinidades, en especial en lo que respecta a la soberbia y el castigo. Por

eso es importante darle un espacio a cada uno de estos elementos míticos para

ver cómo hacen de Víctor un nuevo Prometeo.

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Capítulo 2. La soberbia

El querer ir más allá de los límites implica que hay unas fronteras

demarcadas, fronteras que Víctor pretende romper con la creación de la Criatura.

Por eso, en el presente capítulo, importa indagar sobre la concepción de orden

que subyace en la novela. Para lograr esto es necesario hacer un examen de los

diferentes tipos de órdenes que Víctor desafía con sus deseos arrogantes de

descubrir los enigmas de la vida y la muerte, y después, con base en ello,

examinar cómo falla en sus propósitos, esto es, los errores que genera su

soberbia.

2.1 El orden en Frankenstein o el Prometeo moderno

Con sus objetivos planteados, Frankenstein quiere reemplazar el orden

divino, el orden natural y por último el orden social4. Llevar a cabo la desmesura

de sus propósitos significa extralimitarse por el hecho de tomar los papeles que

como ser humano no le competen y, por sobre todas las cosas, competir con la

obra y sabiduría de Dios y de la naturaleza. Por tal razón, para ver en qué reside

la soberbia del doctor Víctor Frankenstein, es pertinente analizar en qué consisten

estos tipos de órdenes y ver de qué forma los rompe.

4 De ahora en adelante cuando la palabra orden se presente sola se debe entender como la sumatoria de los órdenes: natural, divino y social. De lo contrario se específica a que tipo de orden se hace referencia.

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2.1.1 Orden natural

Víctor desafía a la naturaleza al querer develar sus secretos y enigmas; por

eso su soberbia, en este tipo de orden natural, radica en crear una nueva especie

a partir de la ciencia. Llevar a cabo sus intenciones presupone cuatro

componentes: primero que todo, jugar con la vida; en segunda instancia, creer que

puede igualar la sabiduría de la naturaleza al armar un individuo por medio de la

combinación de partes muertas; en tercer lugar, suplantar a la mujer en el acto de

procreación; y finalmente, proponer un nuevo tipo de evolución que depende del

ser humano y de los avances que éste logre en el campo científico-técnico.

Desde pequeño Víctor muestra una inclinación por el conocimiento

científico. La curiosidad por la vida y la inquietud por los límites son lo que le

permite a Frankenstein hacer sus primeras reflexiones y enfocarse, no tanto en la

belleza del paisaje, como en las leyes naturales y físicas que lo componen:

While my companion [Elizabeth] contemplated with a serious and satisfied spirit the magnificent appearances of things, I delighted in investigating their causes. The world was to me a secret which I desired to divine. Curiosity, earnest research to learn the hidden laws of nature, gladness akin to rapture, as they were unfolded to me, are among the earliest sensations I can remember (II, 22).

En tanto que Elizabeth se deja seducir por la hermosura del panorama que

contempla, Frankenstein lo que busca son sus causas y sus secretos: It was the

secrets of heaven and earth that I desired to learn; and whether it was the outward

substance of things, or the inner spirit of nature and the mysterious soul of man that occupied me, still my inquiries were directed to the metaphysical, or, in its

highest sense, the physical secrets of the world (II, 23). Víctor quiere conocer las

leyes del universo, entenderlas y aprehenderlas.

Frankenstein es un individuo curioso que no está conforme con la

comprensión que tiene de las cosas, pues siempre quiere saber más. Una vez

viaja a Ingolstadt, la tierra del conocimiento, se aviva su interés por aprender los

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secretos de la naturaleza. Tras escuchar una conferencia sobre los adelantos de

la ciencia, sus estudios se enfocan en descubrir los misterios de la creación:

Chord after chord was sounded, and soon my mind was filled with one thought, one conception, one purpose. So much has been done, exclaimed the soul of Frankenstein–more, far more, will I achieve: treading in the steps already marked, I will pioneer a new way, explore unknown powers, and unfold to the world the deepest mysteries of creation (III, 33).

Sus intenciones son ir más lejos de lo que sus predecesores han llegado, retar

más a la naturaleza al querer descifrar sus enigmas. Ahora, sus anhelos no son

simplemente conocer sino dominar lo que ha aprendido; sus ansias de explorar los

orígenes de la vida son infinitas. En la universidad logra desarrollar su potencial

cognoscitivo y, una vez se instruye en ciencias como la física, la química y la

anatomía, se dedica a la creación de su Criatura.

Víctor está empecinado en que sus estudios alcancen los grandes

enunciados de la alquimia: la piedra filosofal y el elixir de la vida. En general le

inquietan los principios de la vida y quiere penetrar los misterios insondables de la

naturaleza, de ahí que sus estudios se enfoquen en buscar la forma de romper

ciertas limitantes que el ser humano posee: Life and death appeared to me ideal

bounds, which I should first break through, and pour a torrent of light into our dark world (IV, 38). La vida y la muerte se erigen como la primera frontera que debe

destruir para alcanzar sus fines:

Under the guidance of my new preceptors, I entered with the greatest diligence into the search of the philosopher's stone and the elixir of life; but the latter soon obtained my undivided attention. Wealth was an inferior object; but what glory would attend the discovery, if I could banish disease from the human frame, and render man invulnerable to any but a violent death! (II, 25-26).

Sus deseos de dar vida simplemente son un peldaño en la escalera que lo lleva a

erigirse como un nuevo dios, son un primer paso para la satisfacción de sus

anhelos; lo que realmente quiere Frankenstein, su ambición, es erradicar la

muerte, hacer al hombre invulnerable frente a cualquier tipo de muerte menos la

violenta y de esta manera alcanzar una especie de inmortalidad.

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William Blake en su libro El matrimonio entre el cielo y el infierno afirma que

el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría. Pareciera que Víctor

escucha sus palabras. Logra dar vida a la Criatura al conquistar los enigmas que

la naturaleza ha puesto para que el hombre no devele sus secretos; se extralimita

a tal punto que pone en riesgo su vida para alcanzar el conocimiento; para

conseguir sus cometidos arriesga todo sin importar los peligros que esto conlleve:

El riesgo de calamidad se convierte en la medida de todo esfuerzo y una gran catástrofe es preferible a un pequeño éxito. Visto desde esta perspectiva, la catastrófica abominación representada por la criatura de Frankenstein no es prueba de sus faltas de creador, sino, todo lo contrario, una muestra de su potencial grandeza5.

Cuando Víctor se excede logra la sabiduría necesaria para animar la materia

inerte. Al hacer esto, se coloca al mismo nivel de la naturaleza, pues al igual que

ella logra dar vida y si se lo propone puede animar cualquier cosa que desee. La

encarnación de su poder está representada en su creación: Frankenstein no solo

logró crear un organismo autómata, es decir un ente que se mueve por sí mismo,

sino también un ser autónomo, a saber, un individuo que se rige o se regula a sí

mismo.

El ser antinatural que crea en su laboratorio es una trasgresión a los límites

de la vida y la muerte. El Monstruo no es propiamente un cadáver reanimado sino

un collage de restos mortuorios. Víctor profanó tumbas con el fin de encontrar el

material para su obra; en la elaboración de su engendro utilizó organismos en

descomposición para formar un cuerpo que por medio de la energía de los rayos

cobrara vida. Sin embargo, por más que la Criatura sea cien por ciento hecha de

partes naturales es una invención artificiosa. Aunque sus partes constituyentes

sean humanas, esto no lo hace participe del orden cósmico; todo lo contrario, es

un ser hecho de retazos muertos que han cobrado vida, es el único en su género,

el único que ha superado el frío de la muerte y es por eso que no encuentra un

5 The risk of calamity becomes the measure of all endeavor, and a great catastrophe is preferable to a small success. Viewed in this way the catastrophic abomination represented by Frankenstein’s creature is not proof of its creator’s folly, but an inverse indication of his potential greatness (Kiely, 67).

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lugar en el orden natural. El Engendro no proviene propiamente de la naturaleza

sino de la mente de un hombre y la forma en que cobró vida fue a través de la

ciencia. Su nacimiento, si se ha de llamar así, es espurio.

La invención de la Criatura es también un crimen contra la mujer, pues a la

par de usurpar los poderes de Dios y la naturaleza, hace lo propio con los de ella.

El Monstruo carece de una madre, por eso Víctor, con la invención del Engendro,

pretende eliminar a la mujer del acto de procreación; con su invento osa

reemplazar la reproducción natural por la artificial. Lo que da vida a la Criatura no

es la vida misma, sino el fulgor de la llama, el impulso eléctrico; de esta manera el

hombre ya no necesitaría nacer sino ser encendido. Por eso, el doctor Víctor

Frankenstein inhibe la relación entre madre e hijo, puesto que ya no se engendra

ni se procrea, sino, todo lo contrario, se inventa o se crea.

El extender los límites de la vida, el crear una nueva raza a partir de

cuerpos en descomposición y el reemplazar a la mujer del acto de procreación

implica proponer un nuevo tipo de evolución. La arrogancia de Víctor separa al

hombre de la naturaleza puesto que sus actos conllevan una nueva forma de

desarrollo, no ya el que es producto del curso natural de las cosas, sino la que la

propia especie se procura; ya no es un proceso orgánico sino uno artificial. Víctor

plantea un nuevo camino para el ser humano a partir del conocimiento; por medio

de éste es como el hombre progresa; es decir, la naturalaza ya no evoluciona por

sí misma, sino que el individuo busca los medios necesarios para evolucionar por

sí mismo. Bajo esta perspectiva el desarrollo humano no requiere de la naturaleza

y pasa a depender por completo de los avances científicos.

El mismo Frankenstein advierte sobre esto. Si la Criatura es hija de la

ciencia, entonces significa que depende por completo de los adelantos que se den

en la materia; Víctor es consciente de los esfuerzos que implica la realización de

su tarea, sabe que no es algo fácil de hacer, que requiere tiempo, que conlleva

reveses e incluso que va a ser imperfecta:

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I prepared myself for a multitude of reverses; my operations might be incessantly baffled, and at last my work be imperfect: yet, when I considered the improvement which every day takes place in science and mechanics, I was encouraged to hope my present attempts would at least lay the foundations of future success. Nor could I consider the magnitude and complexity of my plan as any argument of its impracticability. It was with these feelings that I began the creation of a human being (IV, 38).

Frankenstein plantea una idea de evolución en donde a la par que la ciencia se

desarrolle, mejoren los mecanismos para dar vida. Es por eso que cuando se

dispone a fabricar una segunda creación, lo primero que hace es investigar un

medio que le facilite su trabajo: I remembered also the necessity imposed upon me of either journeying to England, or entering into a long correspondence with those

philosophers of that country, whose knowledge and discoveries were of

indispensable use to me in my present undertaking (XVIII, 131). En el tiempo que

ha transcurrido entre la creación de la primera Criatura y la segunda, ha habido un

adelanto científico y se han dado una serie de avances que pueden ayudar a

Víctor en la tarea que le ha impuesto el Monstruo. Por ende, si el conocimiento

avanza día a día esto supone que el desarrollo de esta nueva raza también

evoluciona; si hay un progreso constante en el campo de las ciencias, entonces

esto significa que los medios o las tecnologías que se utilizaron para fabricar y dar

vida a la Criatura, mejoran al ritmo que el conocimiento progrese. De ahí que se

pueda considerar a la Criatura como una especie que está en su primera etapa

evolutiva.

Así mismo, si el perfeccionamiento de la manera en que fue concebida la

Criatura depende del desarrollo de las ciencias, entonces es posible que su

aspecto físico también. Bajo esta perspectiva la Criatura es tan sólo un borrador,

un esquema, una primera versión de algo inacabado que con el tiempo puede

mejorar. La hediondez de la Criatura se da por ser el resultado de la

experimentación científica. Por lo tanto, si en el campo de las ciencias se

producen adelantos, es posible que, con los avances que ésta pueda tener a

través del tiempo, su aspecto corporal mejore; de ahí que su fealdad física

también dependa de la evolución del conocimiento científico.

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La forma como Víctor atenta contra el orden natural es distanciar al hombre

del curso normal de la vida, pues al proponer una evolución en donde éste sea el

encargado de su propio progreso cambia la relación entre el individuo y su

entorno. Si el ser humano tiene las capacidades para continuar el camino evolutivo

por sus propios medios, esto implica que no necesita de la naturaleza para seguir

adelante. Prueba de ello es que la Criatura no es el resultado de la reproducción

de dos seres, sino de la experimentación científica; no nace de una mujer, sino en

una mesa de disección. Al hacer esto, el doctor Víctor Frankenstein procrea a un

individuo que no hace parte del universo, puesto que este nuevo organismo no

comparte ninguna característica biológica con ningún otro ser de la naturaleza.

2.1.2 Orden divino

La mayor expresión de la soberbia de Frankenstein radica en querer ser

Dios y manipular la vida a su antojo. Víctor desafía al Creador al engendrar una

nueva raza, puesto que se siente capaz de igualar su obra al dar vida a la materia

inerte. Además, cuando Frankenstein emprende la fabricación de un hombre o por

lo menos algo que se le parece, no sólo pretende alcanzar la sabiduría de Dios,

sino también competir con Él en un terreno estético.

Cuando Víctor descifra los enigmas de la vida y la muerte surge una nueva

pregunta: ¿a qué le va a otorgar vida?, o, si se quiere, ¿en la creación de qué

organismo va a emplear su tiempo y sus descubrimientos? Tiene que tomar una

decisión: crear un ser vivo, un organismo menor cualquiera que éste sea, o un ser

a su imagen y semejanza. El ánimo de Frankenstein está demasiado exaltado

para pensar que no es capaz con la construcción de un nuevo hombre; él no duda

de sí mismo, de sus capacidades adquiridas; se siente pleno al tomar la decisión: I

doubted at first whether I should attempt the creation of a being like myself, or one

of simpler organisation; but my imagination was too much exalted by my first success to permit me to doubt of my ability to give life to an animal as complex and

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wonderful as man (IV, 38); su esperanza es que alguien lo bendiga como su

padre:

A new species would bless me as its creator and source; many happy and excellent natures would owe their being to me. No father could claim the gratitude of his child so completely as I should deserve theirs. Pursuing these reflections, I thought, that if I could bestow animation upon lifeless matter, I might in process of time (although I now found it impossible) renew life where death had apparently devoted the body to corruption (IV, 38-39).

Víctor quiere regocijarse en su obra, desea convertirse en el creador de un ser que

demuestre su conocimiento, que de prueba de los logros que ha alcanzado en el

ámbito científico y que le permita seguir en la investigación de cómo librar a los

mortales de la muerte.

Sin embargo, aunque Frankenstein logró dar vida, su conocimiento no le

alcanzó para crear a un ser físicamente hermoso. Uno de los atributos de Dios es

crear seres bellos, es decir organismos que guardan una armonía con el universo.

No así en Frankenstein que, aunque logró sus cometidos, construyó un hombre

deforme, se apasionó tanto en sus investigaciones que no fue consciente de la

apariencia monstruosa de su Criatura sino hasta que ésta cobró vida. Ello lleva a

pensar que el propio Frankenstein, que vive en un mundo bello, o bien no tiene

sensibilidad estética o está muy lejos de ser artista. De lo contrario, ¿por qué si

pretendía hacer a un ser a su imagen y semejanza no lo dotó con algo de

belleza?, ¿por qué no siguió algún patrón artístico?, ¿por qué darle una apariencia

monstruosa que lo llevaría a su condenación?

Frankenstein habla de su obra como el más excelso artista, como el más

grande entre los grandes por proveer a un cuerpo carente de alma el fulgor de la

llama con el que enciende su existencia. No obstante, al contemplar su vida desde

las postrimerías del camino, admite ser el artífice de una creación con un aspecto

desagradable:

How can I describe my emotions at this catastrophe, or how delineate the wretch whom with such infinite pains and care I had endeavoured to form? His limbs were in proportion, and I had selected his features as beautiful.

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Beautiful! –Great God! His yellow skin scarcely covered the work of muscles and arteries beneath; his hair was of a lustrous black, and flowing; his teeth of a pearly whiteness; but these luxuriances only formed a more horrid contrast with his watery eyes, that seemed almost of the same colour as the dun white sockets in which they were set, his shrivelled complexion and straight black lips (V, 42).

El creador de esta nueva especie reconoce que lo que creía hacer con cierta

proporción no es más que el resultado de noches de insomnio en las que la

emoción que le causaba su tarea veló sus entendimiento y no le permitió ver la

inmundicia con la que fabricaba su Engendro, y, además, que el fruto de su trabajo

no es el del artesano que modela con precisión y cuidado la materia, sino la de un

doctor que une, pega y cose músculos, arterías, huesos y órganos con el

propósito de que funcionen y no de que tengan un aspecto agradable o se vean

bien. Lo que en un principio fue su obra cumbre se convierte ante él, y ante todo

aquel que la vea, en la más fea y repulsiva de las creaciones.

Víctor está exhausto y palidece frente al surgimiento de la Criatura. Al abrir

los ojos el Engendro, Frankenstein pasa de tener el entusiasmo del artífice al

miedo de quien se estremece con un hecho horrendo. Tras ver que su hijo lo

observa con sus ‘pesados ojos amarillos’ (dull yellow eyes), corre como si fuese un

niño que se sorprende en una noche oscura al creer ver un espanto o una

aparición. La desproporción del Monstruo le hace huir y rechazarlo:

Oh! no mortal could support the horror of that countenance. A mummy again endued with animation could not be so hideous as that wretch. I had gazed on him while unfinished; he was ugly then; but when those muscles and joints were rendered capable of motion, it became a thing such as even Dante could not have conceived (V, 43).

Desde el mismo momento en que su invención despierta, el velo se escurre de sus

ojos y percibe la fealdad de ésta. El dios todo poderoso dador de vida no es capaz

de aceptar la inmundicia de su obra; su arte es tan nauseabundo que no existe en

el mundo ningún patrón de fealdad con el cual comparar a su creación, de ahí la

alusión que se hace a Dante.

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El Monstruo mismo reconoce su propia fealdad: I cherished hope, it is true;

but it vanished when I beheld my person reflected in water, or my shadow in the moonshine, even as that frail image and that inconstant shade (XV, 111). Por lo

tanto, Víctor carece de patrones artísticos, tanto así que su propia creación le

reprocha su falta de estética: ¡Accursed creator! Why did you form a monster so hideous that even you turned from me in disgust? God, in pity, made man beautiful

and alluring, after his own image; but my form is a filthy type of yours, more horrid

even from the very resemblance (XV, 110-111). Aunque Víctor quiere suplantar el

rol de Dios, en su imperfección como humano solo puede concebir algo menos

que él mismo, de ahí que la Criatura posea una fealdad innombrable; quienes lo

ven quedan atónitos, y sólo son capaces de asustarse pero no de describir o

expresar con palabras la deformidad del ser que les ha causado miedo.

2.1.3 Orden social

De la arrogancia de Frankenstein por suplantar al orden divino y natural se

desprende su imposibilidad para crear un orden social; su soberbia se fundamenta

en creer que por ser capaz de dar vida también tiene la facultad para generar un

sistema en el que la Criatura pueda vivir. No obstante, Víctor crea a un individuo

exento de todo orden, que amenaza con destruir el reino del hombre por el

rechazo del cual es víctima. Aun así, el desprecio de la sociedad a la Criatura no

se da propiamente porque ésta sea la única en su especie, sino por su fealdad.

El Monstruo es consciente de su soledad en el universo: I am an

unfortunate and deserted creature; I look around, and I have no relation or friend

upon earth. These amiable people to whom I go have never seen me, and know little of me. I am full of fears; for if I fail there, I am an outcast in the world for ever.'

(XV, 113). Él sabe que no hace parte del mundo, por no ser de la misma

naturaleza del hombre ni compartir su aspecto físico, pues se descubre a sí mismo

como alguien diferente, como alguien que está por fuera de las leyes de la

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naturaleza, como una violación del orden social (Brooks, 88): I was not even of the

same nature as man (XIII, 101).

Frankenstein en su papel de dios nunca ejerció su dominio sobre la

Criatura, no la gobernó, todo lo contrario, la abandonó a los avatares del destino.

Debido a esto, la Criatura tuvo que surgir por sí misma en un mundo hostil. Los

primeros acercamientos del Engendro a la sociedad son fallidos, él quiere ser

aceptado por los hombres, pero no es bien recibido por su aspecto físico. Debido a

esto, el único camino que le queda es que alguien igual a él lo acepte. Al descubrir

que cada ser tiene su complemento él desea el suyo propio: Shall each man,"

cried he, "find a wife for his bosom, and each beast have his mate, and I be alone?

(XX, 146). El Monstruo sabe, por ser el espectador del amor que se profesan los

De Lacey, que la felicidad está en compartir su existencia con otro, por eso, una

vez comprende que la soledad es su destino, busca a Víctor para enfrentarse a él

y exigirle cuentas: "You must create a female for me, with whom I can live in the interchange of those sympathies necessary for my being. This you alone can do;

and I demand it of you as a right which you must not refuse to concede." (XVII,

124).

El reclamo de la Criatura a su creador es por haberla abandonado, por

dejarla desprotegida, por no ser el padre que velara por su realización como

individuo. El Monstruo, al descubrir que Víctor es el artífice de su existencia, se

siente en el derecho, como hijo suyo, de exigirle la creación de una compañera.

Puesto que Frankenstein es su dios, su directo creador, entonces es necesario

que éste supla las necesidades que como mortal tiene. El equilibrio del mundo

está en tener una pareja para relacionarse, en contar con alguien de la misma

condición con quien compartir. Los deseos de la Criatura son tener una familia. Al

no poder generar la compasión de alguien decide obligar a su creador para que le

fabrique una compañera que lo haga sentirse parte de algo.

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El reclamo de la Criatura a su creador es implacable. Le reprocha el hecho

de no compartir ningún rasgo con ser alguno de la naturaleza, de sentirse solo y

desgraciado, pues no tiene nada que lo ate a este mundo:

Like Adam, I was apparently united by no link to any other being in existence; but his state was far different from mine in every other respect. He had come forth from the hands of God a perfect creature, happy and prosperous, guarded by the especial care of his Creator; he was allowed to converse with, and acquire knowledge from, beings of a superior nature: but I was wretched, helpless, and alone. Many times I considered Satan as the fitter emblem of my condition; for often, like him, when I viewed the bliss of my protectors, the bitter gall of envy rose within me (XV, 110).

Toda especie de la creación tiene su ser que lo complementa. La Criatura, por el

contrario, está sola y requiere de una creación aparte –su propia Eva– para

equilibrar su mundo: I am alone, and miserable; man will not associate with me; but one as deformed and horrib le as myself would not deny herself to me. My

companion must be of the same species, and have the same defects. This being

you must create (XVI, 123). Lo que el Monstruo pretende con esta imposición es

empezar a generarse su propio sistema, su propio ‘orden’, uno en el que él tenga

cabida; su propósito es crearse un espacio en el universo.

2.2 La soberbia de Frankenstein

Frankenstein es capaz de dar vida; sus estudios le han permitido descifrar

el misterio de la creación. No obstante, Víctor asume que puede actuar como Dios

y como la naturaleza y por ello quebranta el orden. Su propósito es engendrar una

nueva especie y el hacer esto es llevar a cabo un acto divino (Lewis, 280). Pero,

por más que Frankenstein sea capaz de dar vida no se percata de las

responsabilidades que como creador tiene, por eso falla, por un lado en el aspecto

de su creación, y por el otro, en que no supo ser el padre de su hijo, pues no le

brindó nada con lo que éste pudiera sobrevivir, ni mucho menos lo hizo parte de

un sistema en el que pudiera compartir su vida con alguien.

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La fealdad del Monstruo es prueba suficiente de que Víctor Frankenstein no

puede competir con Dios en el ámbito artístico, puesto que carece de patrones

estéticos que le permitan dotar a su hijo con una apariencia armoniosa o bella.

Mary Shelley advierte en el prólogo a la novela que: frightful must it be, for

supremely frightful would be the effect of any human endeavour to mock the stupendous mechanism of the Creator of the world. His success would terrify the

artist; he would rush away from his odious handiwork, horror-stricken (Author’s

Introduction, xxv). El entendimiento que el hombre tiene de los propósitos o la

armonía con los que Dios construyó su obra es limitado, de ahí que en sus

intentos de imitar la creación de Dios lo único que pueda producir sea algo

horroroso. Por eso, aunque Víctor fue hábil para descifrar los mecanismos con los

cuales dar vida a su creación, no pudo comprender el arte con que Dios creó al

hombre.

El aspecto de la Criatura revela la ignorancia que Víctor posee de la belleza

de la obra de Dios. Se concentró tanto en develar los mecanismos internos de la

naturaleza que no se percató que el ser que creaba también debía tener un

aspecto externo y que de esa apariencia dependería el futuro y la felicidad de su

hijo. Dios es artista, por eso su arte conlleva un componente estético. No así en

Víctor Frankenstein, quien no posee la belleza y emplea como referente al hombre

para crear a su criatura. La creación de Víctor es una imitación de la obra del

Creador, y por ser una imitación, una copia no fidedigna del original, no alcanza el

estatus de algo bello o armonioso. Es por esto que Víctor está muy lejos de

alcanzar los patrones artísticos con que Dios hizo al hombre.

Pero Víctor no sólo fracasó como artista, también lo hizo como padre, o

bien porque no supo cómo ser la guía de su hijo o bien porque no le importó.

Frankenstein hizo un ser con capacidades mayores a las de un ser humano, pero

lo abandonó por el terror que le representó robar los atributos de la naturaleza y

de Dios; lo dejó suelto a su devenir y no lo proveyó de ninguna herramienta para

que sobreviviera. Víctor es el directo responsable del sufrimiento de su hijo: But it

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was all a dream; no Eve soothed my sorrows, nor shared my thoughts; I was

alone. I remembered Adam's supplication to his Creator. But where was mine? He had abandoned me: and, in the b itterness of my heart, I cursed him (XV, 111-112).

Por eso el error de Frankenstein como creador no reside en su conocimiento sino

en la ignorancia de no saber cómo proteger o hacer feliz a su Criatura, o lo que es

peor, de no proveer a su hijo un mundo para habitar, un sustento con el cual

subsistir o alguien con quien vivir.

La impiedad de Víctor con la Criatura es enorme. El negarle reconocimiento

o amor a su creación lo convierte en una deidad indolente. Se rehúsa a darle un

nombre y termina por llamarlo ‘daemon’, ‘monster’, ‘creature’, ‘wretch’, ‘fiend’, o

‘ogre’. El negarle un nombre es desproveerlo de individualidad y no reconocerlo

como lo que es: su hijo. De no ser por la indiferencia de Frankenstein, la Criatura

lo hubiera adorado como si se tratase de una divinidad y de esta manera Víctor

hubiera logrado uno de sus principales propósitos; la forma en que éste se dirige a

su creador da cuenta de ello6. Aún hay más, Frankenstein no entregó al Engendro

una compañera que sustentara su existencia. Dios en el paraíso se percató de la

soledad de Adán y por eso le dio la mujer. Por su parte, Víctor no reparó en las

responsabilidades que conllevan ser creador y abandonó a su criatura; no le

entregó a alguien que mitigara su soledad. Si bien Frankenstein empezó las

labores necesarias para la construcción de la novia del Monstruo, percibe su

nuevo error y destruye todo lo que hasta el momento había hecho.

El Engendro no hace parte de ningún orden, es el nuevo Adán que está

desprovisto del Edén. Por el hecho de ser rechazada por el orden natural, divino y

social, es que a la Criatura se le llama monstruo. Pero, ¿a qué se le denomina

monstruo? Sólo a una creación exenta de todos los parámetros formales y

estéticos de la humanidad, a un invento que no guarda proporciones con el

hombre, a ese ser que no tiene ninguna correspondencia con nadie, a una imagen 6 El monstruo al dirigirse a Frankenstein uti l iza una forma arcaica de la segunda persona del pronombre personal (thou en lugar de you) que actualmente se util iza para dirigirse a Dios cuando se ora.

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aún no terminada de una nueva raza y a un individuo que no tiene cabida en la

sociedad: un monstruo es aquello que no puede ser ub icado dentro de ningún esquema taxonómico que ha sido creado por la mente humana para entender y

para ordenar la naturaleza7. La creación de Víctor no encaja dentro de un

esquema natural, es decir un esquema taxonómico, por no ser una Criatura nacida

de la misma naturaleza, sino una invención, un artificio generado a partir del

conocimiento humano.

La concepción de la Criatura es un ataque al orden del mundo: sus intentos

[de Frankenstein] por cambiar los límites naturales de la vida solo pueden

conducirlo al caos. Como mortal, el no puede hacer lo que Dios hace. Puede crear

vida, pero no crear orden. Cuando el hombre transgrede su lugar natural solo puede cuasar desorden8. Frankenstein fue capaz de dar vida a la materia inerte,

pero no se percató de que todo ser de la naturaleza hace parte de un orden.

Aunque Víctor engendró a un ser que demuestra el poder de su conocimiento, no

fue capaz de reproducir todo un sistema en el que esta nueva especie pudiera

subsistir. Crear cualquier ser vivo es una afrenta contra Dios y la naturaleza, pero

pretender hacer a un ser humano, el último ser de la creación y a quién Dios le

regalo su obra, es un despropósito porque es algo que sólo le compete a Él. Dios

creó un mundo para que el hombre viviera, Frankenstein no hizo lo propio; por eso

es que la Criatura está obligado a vagar por un mundo hostil y sólo genera

desorden, pues no tiene cabida en el reino natural y mucho menos en el reino de

los hombres.

En definitiva, la soberbia de Frankenstein radica en fabricar a un ser vivo,

en suplantar a la naturaleza y a Dios en sus papeles de creador y en creer que es

capaz, con su limitado conocimiento, de construir un nuevo orden social. La

7 A monster is that which cannot be placed in any of taxonomic schemes divised by the human mind to understand and to order nature (Brooks, 100) 8 His attempts to change life’s natural boundaries can only lead to chaos. As a mortal, he cannot do what God does. He can create life, but he cannot create order. Man stepping out of his natural place can only cause disorder (Granovetter).

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soberbia de Víctor no es entendida entonces como el hecho de crear a un ser

más, sino el hecho de que este no participe de un lugar dentro del orden por no

hacer parte de un sistema, ni tener un lugar en el universo o una misión o utilidad

para la sociedad: con respecto a la criatura, lo que más nos duele no es su

sufrimiento, sino su total ausencia de justificación (Luri, 186), pues, ¿cuál es su

función?, ¿cuál es su rol?

La Criatura es el resultado del conocimiento insuficiente de Frankenstein.

Víctor, con la conquista de la razón sobre las leyes naturales y divinas engendró a

un ser que aunque puede expresarse, tener sentimientos, ayudar a los demás y

regodearse en la belleza de la naturaleza, no deja de ser una burda copia de un

ser humano. Víctor Frankenstein, motivado por la prodigiosa fuerza del deseo de

conocer, venció las leyes de la naturaleza con las intenciones de satisfacer su sed

de comprensión de los enigmas con los cuáles él mismo fue hecho (Vacquin). Él

piensa que con el limitado conocimiento que tiene sobre la naturaleza puede imitar

su obra, que a partir de la razón es capaz de igualar a Dios en su sabiduría y que

con lo poco que sabe sobre los misterios del universo tiene las facultades para

generar orden. De ahí su soberbia y los errores que comete.

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Capítulo 3. El Castigo

How dare you sport thus with l ife? (X, 81)

En este capítulo corresponde hacer un examen del castigo y ver cómo éste

surge por la ruptura del orden y por la soberbia de Frankenstein. Para esto es

importante tener en cuenta que en un principio Víctor rechaza a la Criatura y la

condena a la soledad y que es a causa de éste comportamiento que el Engendro

se rebela contra él. Al existir en Frankenstein una idea de compensación, según la

cual toda acción trae su reacción, el alzarse en contra del orden va a producir

funestas consecuencias tanto para el creador como para su creación:

Frankenstein se encarga de castigar al Monstruo, quien a su vez se erige en el

medio para castigar a su dios.

Con la invención del Engendro se rompe el orden y para que éste sea

restaurado es necesario sancionar al Monstruo. El primer castigo a la Criatura es

el rechazo de la sociedad. Pero no siendo esto suficiente, es necesaria una

segunda pena: la indiferencia del creador; éste lo desconoce a tal punto que no le

da un nombre y lo priva de un espacio para vivir; no sólo lo hizo feo, también le

negó una oportunidad para ser feliz al destruir la compañera que mitigaría su

soledad. A su vez, para que el orden retorne al estado en que se encontraba antes

de la creación del Engendro, es necesario un tercer castigo, si se puede

considerar como tal el que la Criatura se inflinge a sí misma. Una vez muerto su

creador, queda rotundamente sola. Consciente de que ya no hay nada que la ate a

este mundo, nadie que la acepte y que el único ser capaz de darle vida a una

compañera que sopesara su soledad ha perecido, el Monstruo opta por quitarse la

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vida. Por lo tanto, su autodestrucción es la única forma posible para que el orden

se restablezca. Si con su nacimiento quebrantó algunas leyes, entonces con su

muerte pagaría sus faltas y se restituiría el orden; este es el precio por su

existencia.

Por su parte, el creador de esta existencia fallida tiene que pagar el precio

de su osadía. Si el Engendro tuvo que sufrir los castigos descritos para restituir el

orden, entonces los martirios que el creador debe padecer tienen que ser aún más

implacables, pues la Criatura no habría nacido de no ser por su insolencia o el

Monstruo no se hubiera gestado si el padre no lo hubiera desconocido. Es por esto

que el mundo de Víctor Frankenstein es destruido por sus deseos soberbios de

suplantar a Dios y a la naturaleza y su sufrimiento es una más de las formas de

restituir el orden. En la novela, Frankenstein es sancionado con dos tipos de

castigos: directamente, pues cae enfermo una vez la Criatura despierta; e

indirectamente con la soledad, debido a que su familia es aniquilada.

3.1 La enfermedad

La enfermedad que Víctor padece surge a raíz del nacimiento de la Criatura

y de los comportamientos de ésta. De las diversas crisis que Víctor sufre, la

primera se da por descubrir la fealdad del Engendro, las otras son el producto de

conocer, uno a uno, los asesinatos de su creación. El malestar físico y mental de

Frankenstein se gesta después del descubrimiento de las acciones monstruosas

de la Criatura. Aun así, tras cada recaída Víctor se recupera para ser presa de los

ataques cada vez más siniestros de su creación, hasta que al final sucumbe en la

persecución de ésta por el Polo Norte.

En Frankenstein o el moderno Prometeo existe una serie de viajes que van

del centro a la periferia, de la vida a la muerte, de lo luminoso a lo oscuro, de lo

cálido a lo frío, de la armonía al desequilibrio, del orden al caos. Estos viajes se

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advierten a través de los relatos de los tres protagonistas y dejan ver que la familia

es el centro de la novela y la que dictamina el comportamiento de los personajes y

su manera de relacionarse con el mundo. Los tres narradores precisan su

importancia: las cartas de Walton tienen un destinatario, su hermana, que es lo

único que lo induce a regresar de su viaje; Víctor, por su parte, ve que en la

compañía de su padre y sus amigos ha pasado los momentos más felices de su

vida; la Criatura, a su vez, no deja de implorar o de soñar con ser parte de los De

Lacey. Estar lejos de la familia, perder ese centro, es lo que va a suscitar el

castigo, la crisis, la enfermedad, la soledad, la muerte.

En la novela hay una pugna constante entre el centro y la periferia. A

medida que se desarrolla la acción se pasa de Ginebra, donde nace Víctor

Frankenstein, al Polo Norte, donde muere. En este viaje hay varias estaciones: en

primera instancia Ingolstadt, lugar en el que Víctor realiza sus estudios y crea a la

Criatura; la segunda locación es Orkneys, sitio donde va a realizar la creación de

la compañera de la Criatura; de allí se pasa a Irlanda que es donde es asesinado

Clerval; finalmente está el Polo Norte, territorio en el que Víctor pretende dar

muerte al Monstruo y en el que comienza la narración de la novela. Las dos

primeras salidas tienen un retorno a Ginebra; es decir, Víctor regresa al seno de

su hogar para después volver a salir aún más lejos que en el viaje anterior; la

tercera salida es definitiva y no tiene retorno, porque Frankenstein muere en la

cacería de su verdugo. En cada estación surge un nuevo episodio de la

enfermedad.

Tanto el surgimiento de la enfermedad como cada una de las recaídas que

sufre se gestan a partir de las tres salidas que Víctor realiza de Ginebra. Es

diciente que en las tres ocasiones en las que Víctor sucumbe ante los hechos que

presencia, aparece un familiar o un amigo para sobrellevar junto con él el

sufrimiento que padece. Víctor hubiera perecido de no ser por la intervención,

ayuda y amor de Clerval y de su padre. Aun en el sitio más apartado de la tierra

encuentra alguien que se compadece de él y lo cuida: Robert Walton lo recoge en

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un estado moribundo y vela por su salud. La intención de los que acompañan a

Víctor en la enfermedad es hacerlo regresar a Ginebra, sitio en el que encuentra

cierta tranquilidad, pues allí es donde vive su familia.

En la novela de Mary Shelley el conocimiento acarrea consecuencias

nefastas para la salud. Sin importar las consecuencias que pueda traer el

extralimitarse, Frankenstein se embarca en la creación de su criatura, se hace

prisionero de sus investigaciones al punto que éstas le privan de las demás cosas

–ante todo de su familia–. Su trabajo se asemeja no al de una persona que se

regodea en su obra, sino al de un esclavo que lamenta su condición:

But my enthusiasm was checked by my anxiety, and I appeared rather like one doomed by slavery to toil in the mines, or any other unwholesome trade, than an artist occupied by his favourite employment. Every night I was oppressed by a slow fever, and I became nervous to a most painful degree; the fall of a leaf startled me, and I shunned my fellow-creatures as if I had been guilty of a crime. Sometimes I grew alarmed at the wreck I perceived that I had become; the energy of my purpose alone sustained me: my labours would soon end, and I believed that exercise and amusement would then drive away incipient disease; and I promised myself both of these when my creation should be complete (IV, 40-41).

Antes del nacimiento del Engendro hay indicios de enfermedad, pues se advierte

en su rostro signos de fiebre, a causa del trabajo que le ha costado fabricar a la

Criatura. Estos síntomas estallan el día en que ésta abre los ojos y son el producto

de apartarse de la sociedad, pues la realización de sus propósitos le toman todo el

tiempo y le privan de poder gozar del mundo. Víctor es consciente de esto y por

eso se promete un descanso después de meses de arduo trabajo.

Frankenstein se ha empecinado tanto en alcanzar sus metas, que el

conocimiento mismo lo ciega y una vez nace su Criatura empieza a descubrir la

verdadera dimensión de sus propósitos y a darse cuenta de lo que ha perdido por

sus estudios e investigaciones. Hay un contraste entre la energía con la que

trabaja en su creación y otra con la que recibe al resultado de su trabajo:

For this I had deprived myself of rest and health. I had desired it with an ardour that far exceeded moderation; but now that I had finished, the beauty

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of the dream vanished, and breathless horror and disgust filled my heart. Unable to endure the aspect of the being I had created, I rushed out of the room, and continued a long time traversing my bedchamber, unable to compose my mind to sleep. At length lassitude succeeded to the tumult I had before endured; and I threw myself on the bed in my clothes, endeavouring to seek a few moments of forgetfulness. But it was in vain: I slept, indeed, but I was disturbed by the wildest dreams (V, 42-43).

A partir del momento en el que el Engendro abre los ojos no va a existir un solo

segundo de paz y tranquilidad para Frankenstein, quizá solo instantes esporádicos

que son irrumpidos por funestas noticias y por nuevas crisis. Incluso en sueños

paga el precio de su osadía, pues en este estado surgen pesadillas que lo hacen

recordar día a día la desmesura de sus propósitos: my dreams presented a

thousand objects that scared me. Towards morning I was possessed by a kind of

nightmare; I felt the fiend's grasp in my neck, and could not free myself from it; groans and cries rung in my ears (XXI, 161).

La enfermedad es una somatización del sufrimiento que le causa el pensar

en la fealdad de la Criatura y de sus actos (tanto los suyos como los de su

creación). Su rostro deja ver a un ser miserable que ha sido consumido por sus

preocupaciones. Su apariencia después de todo el trabajo que le ha tomado

fabricar al Engendro es deplorable: "I did not before remark how very ill you appear –dice Clerval–; so thin and pale; you look as if you had been watching for several

nights" (V, 45). Tras su encierro en el laboratorio, adquiere la imagen que el

común ha querido ver en él, la del científico loco:

I felt my flesh tingle with excess of sensitiveness, and my pulse beat rapidly. I was unable to remain for a single instant in the same place; I jumped over the chairs, clapped my hands, and laughed aloud. Clerval at first attributed my unusual spirits to joy on his arrival; but when he observed me more attentively he saw a wildness in my eyes for which he could not account; and my loud, unrestrained, heartless laughter, frightened and astonished him. "My dear Victor," cried he, "what, for God's sake, is the matter? Do not laugh in that manner. How ill you are! What is the cause of all this?" "Do not ask me," cried I, putting my hands before my eyes, for I thought I saw the dreaded spectre glide into the room; "he can tell. –Oh, save me! Save me!" I imagined that the monster seized me; I struggled furiously, and fell down in a fit (V, 46).

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Su risa es macabra y despierta temor en Clerval. De aquel muchacho que le

interesaban los orígenes de la vida es poco lo que queda, tan sólo una sombra,

una vaga ilusión de un hombre que lo pierde todo a causa de su propia soberbia.

Sus estudios lo han consumido y la locura ha alcanzado su entendimiento. Ahora

es el delirio y la impaciencia lo que guía sus pasos.

Como fruto de la enfermedad surge el miedo que se apodera de Víctor y

que se manifiesta al momento de tomar cualquier decisión. Desde el nacimiento

de la Criatura, Frankenstein comienza a obrar con temor; no puede estar tranquilo,

pues dejó suelto a un monstruo que amenaza con extinguir su mundo; de ahí la

alusión que hace al Viejo marino de Coleridge: "Like one who, on a lonely road,/

Doth walk in fear and dread,/ And, having once turned round, walks on,/ And turns no more his head;/ Because he knows a frightful fiend/ Doth close behind him

tread." (V, 44). Víctor está solo en este camino, sabe que hay una constante

amenaza sobre él y sobre su familia, y sufre al no poder evitar hacerle daño a

través del Monstruo a aquellos a quienes ama.

Una vez empieza a notarse una mejoría en su salud y en su estado de

ánimo por los cuidados que Clerval le provee, Víctor se percata de que aquello

que había sido su pasión y a lo cual había dedicado su vida (las ciencias y en

especial la química) se convierte en algo repugnante que le recuerda las noches

pasadas:

Ever since the fatal night, the end of my labours, and the beginning of my misfortunes, I had conceived a violent antipathy even to the name of natural philosophy. When I was otherwise quite restored to health, the sight of a chemical instrument would renew all the agony of my nervous symptoms. He had also changed my apartment; for he perceived that I had acquired a dislike for the room which had previously been my laboratory (VI, 51-52).

Ahora le resulta odiosa la actividad a la que se había dedicado y en la que se hizo

grande y logró el reconocimiento de la comunidad científica de Ingolstadt;

aborrece y detesta los propósitos y preceptos que habían guiado su vida. Por eso

Clerval tiene que limpiar la habitación para que los recuerdos que le producen a

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Frankenstein las herramientas de su laboratorio no lo perturben. Es más, Víctor

evita los temas referentes a sus estudios porque estos lo mortifican.

Con el nacimiento de la Criatura Víctor cae enfermo, en parte por el

esfuerzo que ha requerido su construcción, pero ante todo, por contemplar la

inmundicia de su arte. Gracias a los cuidados de Clerval Víctor recupera su salud

y el ánimo de vivir. Una vez recobra las fuerzas, Frankenstein viaja junto con su

amigo por los alrededores de Ingolstadt, lo cual le permite reencontrarse con la

naturaleza:

We passed a fortnight in these perambulations: my health and spirits had long been restored, and they gained additional strength from the salubrious air I breathed, the natural incidents of our progress, and the conversation of my friend. Study had before secluded me from the intercourse of my fellow-creatures, and rendered me unsocial; but Clerval called forth the better feelings of my heart; he again taught me to love the aspect of nature, and the cheerful faces of children. Excellent friend! how sincerely did you love me, and endeavour to elevate my mind until it was on a level with your own! A selfish pursuit had cramped and narrowed me, until your gentleness and affection warmed and opened my senses; I became the same happy creature who, a few years ago, loved and beloved by all, had no sorrow or care. When happy, inanimate nature had the power of bestowing on me the most delightful sensations. A serene sky and verdant fields filled me with ecstasy. The present season was indeed divine; the flowers of spring bloomed in the hedges, while those of summer were already in bud. I was undisturbed by thoughts which during the preceding year had pressed upon me, notwithstanding my endeavours to throw them off, with an invincible burden (VI, 54).

Víctor reconoce que su búsqueda incesante lo convirtió en un misántropo y que,

curiosamente, ya no le importan las causas de la naturaleza, sino regodearse en el

panorama que lo rodea. No obstante, este espacio de tranquilidad en donde

repentinamente ha olvidado la existencia de su hijo es roto por las noticias del

fallecimiento de William. A causa de este acontecimiento Frankenstein se ve

forzado a regresar inmediatamente a Ginebra.

La enfermedad adquiere nuevas dimensiones cuando Frankenstein se

compromete a fabricar la compañera de la Criatura, pues sus miedos y sus

temores se agudizan por el tormento de pensar en las represalias que su hijo

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pueda llegar a tomar. Víctor está obligado a cumplir con su palabra porque de ella

depende la vida de su familia; por eso es que está atado a su creación: for an instant I dared to shake off my chains, and look around me with a free and lofty

spirit; but the iron had eaten into my flesh, and I sank again, trembling and

hopeless, into my miserable self (XIX, 139). Frankenstein es prisionero de sus

palabras y se convierte en el esclavo de su propia invención, porque no tiene la

libertad de elegir entre la opción que ésta le da y su propia voluntad de acción.

El cumplimiento de la promesa es otro padecimiento que debe soportar,

pues tiene que abandonar a su familia, dedicarse otra vez a tan repugnante tarea

y recordar paso a paso la creación del primer monstruo: I now also began to

collect the materials necessary for my new creation, and this was to me like the torture of single drops of water continually falling on the head (XIX, 138). Es

diciente la oposición entre el entusiasmo con el que Frankenstein construye a la

Criatura y la manera como emprende la tarea de satisfacer sus imposiciones:

During my first experiment, a kind of enthusiastic frenzy had blinded me to the horror of my employment; my mind was intently fixed on the consummation of my labour, and my eyes were shut to the horror of my proceedings. But now I went to it in cold blood, and my heart often sickened at the work of my hands (XIX, 143).

Víctor ve como una tortura la tarea a la que está sometido: In this manner I

distributed my occupations when I first arrived; but, as I proceeded in my labour, it

became every day more horrib le and irksome to me (XIX, 142). Con el paso del

tiempo su trabajo se hace cada vez más tedioso. Durante esta larga travesía que

emprende para construir a la compañera de la Criatura sufre la pena de pensar en

las posibles catástrofes que se pueden venir sobre su familia; la inseguridad de no

saber con certeza qué es lo que puede hacer el Monstruo se traduce en la

angustia de contemplar la muerte de un ser más de su familia. Con la salida de

Frankenstein del hogar sus seres queridos quedan a la merced de los ataque del

Monstruo.

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Aún con la amenaza que pende sobre Víctor y los suyos, no cumple con su

palabra, lo que hace que la Criatura se levante contra él y asesine a Clerval. El

conocimiento de este crimen hace palidecer a Frankenstein y surge un nuevo

episodio de la enfermedad en la que sobreviene el delirio. Todo cobra sentido en

este estado cruel en el que el sopor lo abate y en el que tiene sueños pesados en

los que se reconoce como el gestor de su propio mal:

A fever succeeded to this. I lay for two months on the point of death: my ravings, as I afterwards heard, were frightful; I called myself the murderer of William, of Justine, and of Clerval. Sometimes I entreated my attendants to assist me in the destruction of the fiend by whom I was tormented; and at others I felt the fingers of the monster already grasping my neck, and screamed aloud with agony and terror (XXI, 155).

La fiebre que lo tiene al filo de la muerte es el producto de las malas noches que

pasa. Las pesadillas son el espacio en el que asume su responsabilidad en los

crímenes de Clerval, William y Justine. Víctor habla del Monstruo sin importar

quién lo escuche y en su lecho de convaleciente siente el yugo que le impone la

creación de su hijo. Estos estados de inconciencia lo llevan a reflexionar sobre su

vida y a admitir que él es el culpable de todo lo acontecido, de su caída, de su

propia destrucción: Clerval, my friend and dearest companion, had fallen a victim

to me and the monster of my creation (XXI, 161).

Aunque en varios momentos Frankenstein se hace responsable de sus

actos y admite ser el culpable de la muerte de los suyos, esto no implica que

quienes escuchan sus confesiones le crean9. Por eso Víctor ha mantenido en

secreto todo lo que respecta a la invención de la Criatura, pues en principio sabe

que no le van a creer y, ante todo, teme que lo tomen por un loco:

I avoided explanation, and maintained a continual silence concerning the wretch I had created. I had a persuasion that I should be supposed mad; and this in itself would for ever have chained my tongue. But, besides, I could not bring myself to disclose a secret which would fill my hearer with consternation, and make fear and unnatural horror the inmates of his breast (XII, 164).

9 Su padre Alphonse Frankenstein, la policía y por último Robert Walton.

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Víctor tiene que cargar solo con el peso de su creación, pues debe callar todo lo

que sabe sobre ésta y en consecuencia soportar ver morir a Justine: A thousand times rather would I have confessed myself guilty of the crime ascribed to Justine;

but I was absent when it was committed, and such a declaration would have been

considered as the ravings of a madman, and would not have exculpated her who suffered through me (VIII, 64). Esta situación le genera a Víctor una lucha solitaria

e interna por tomar una decisión: revelar o no su secreto.

En Irlanda, después de la crisis producto del asesinato de Clerval, Víctor le

revela a su padre Alphonse Frankenstein que él es el verdadero asesino de su

amigo, quien aterrado por tales palabras duda de la atrocidad de la confesión:

"Alas! my father," said I, "how little do you know me. Human beings, their feelings and passions, would indeed be degraded if such a wretch as I felt pride. Justine, poor unhappy Justine, was as innocent as I, and she suffered the same charge; she died for it; and I am the cause of this–I murdered her. William, Justine, and Henry –they all died by my hands." (XXII, 163).

Después de tal revelación Alphonse se preocupa aún más por el estado mental de

su hijo: the conclusion of this speech convinced my father that my ideas were

deranged, and he instantly changed the subject of our conversation and

endeavoured to alter the course of my thoughts (XXII, 164). Ese secreto que

guarda en su interior –el de ser el directo responsable de la muerte de su familia–

le genera un conflicto interno: by the utmost selfviolence, I curbed the imperious

voice of wretchedness, which sometimes desired to declare itself to the whole world; and my manners were calmer and more composed than they had ever been

since my journey to the sea of ice (XXII, 164). Cuando ya lo ha perdido todo, Víctor

cuenta el secreto de la existencia del Monstruo a la policía; no obstante, ésta no

cree en su relato por pensar que se trata de una historia fantasiosa.

Cuando Víctor recapacita sobre sus responsabilidades como creador y que

es él quien debe matar al monstruo para vengar las muertes de sus familiares,

determina cazar al Monstruo, pero en está persecución infructuosa por el Polo

Norte vuelve a caer enfermo. Esta crisis es definitiva, pues no tiene un regreso a

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Ginebra y lo precipita a la muerte. En este último episodio de su vida Frankenstein

encuentra en Robert Walton a alguien con quien compartir sus últimos días, y

decide relatarle su experiencia por ver en éste el mismo tipo de enfermedad que él

padece (la soberbia): "Unhappy man! Do you share my madness? Have you drank

also of the intoxicating draught? Hear me--let me reveal my tale, and you will dash the cup from your lips!" (Diary, august 13th 17–, 13). Pese a esto, no se sabe con

certeza si a lo largo de la narración de Frankenstein Walton toma como verdadera

su historia:

His tale is connected, and told with an appearance of the simplest truth; yet I own to you that the letters of Felix and Safie, which he showed me, and the apparition of the monster seen from our ship, brought to me a greater conviction of the truth of his narrative than his asseverations, however earnest and connected. Such a monster has then really existence! I cannot doubt it; yet I am lost in surprise and admiration (Diary, August 26th, 17–, 186).

Es por eso que Víctor está condenado a que nadie le crea, el único que lo hace es

Walton, pero sólo porque la aparición del Monstruo corrobora su historia.

Víctor debe expiar sus culpas. Lo enferma el simple hecho de pensar en lo

que hizo o en lo que debe hacer, por eso quiere alejarse de esa noche de

noviembre en la que la Criatura contempló el mundo y la forma de lograrlo es

regresar a su familia. El encuentro con los suyos le restituye la tranquilidad

perdida, pues le hace olvidar por momentos la espeluznante tarea que llevó

acabo: I grasped his hand, and in a moment forgot my horror and misfortune; I felt suddenly, and for the first time during many months, calm and serene joy (V, 44).

Sólo el cuidado de sus amigos, es lo que devuelve a Víctor a la vida: but I was in

reality very ill; and surely nothing but the unbounded and unremitting attentions of my friend could have restored me to life (V, 46). Frankenstein no está solo,

siempre hay alguien que lo acompaña en su sufrimiento, alguien que se apiada de

él y que busca la forma de que no sucumba ante un episodio más de su

enfermedad. Pero muerta su familia lo único que queda por hacer es morir en la

cacería del Monstruo.

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3.2 La soledad

La enfermedad sólo es un martirio menor en comparación con la soledad. El

otro castigo que se cierne sobre Frankenstein es un castigo indirecto, pues con el

asesinato y la perdida de sus seres queridos también sufre él. Víctor sacrifica su

vida y la de los que ama en su búsqueda de poder y conocimiento y por eso se

convierte en la amenaza para su mundo, en el demonio que por tratar de ser Dios

conduce a la muerte a su familia.

Víctor emprende el viaje de su vida al salir de su hogar con rumbo a

Ingolstadt y no es consciente que éste es el lugar que marcará su caída, pues allí

procreará al fruto de todos sus males. Ingolstadt es cambiar de ambiente y cultura,

como le dice Alphonse a su hijo, pero también significa desplazar a la familia del

centro y substituirla por el conocimiento. Por más que Frankenstein ame a

Elizabeth, a su padre y a su amigo Clerval, nunca éstos van a tener una influencia

sobre él una vez éste se embarca en la empresa de su creación. Aunque las

cartas de Alphonse Frankenstein y Elizabeth procuran acercar a Víctor a ellos y a

Ginebra, él está enfocado en sus estudios y sólo les presta atención cuando las

noticias que llevan son malas.

Frankenstein no puede desprenderse de su invención puesto que tienen

caminos paralelos y un destino común: en principio la soledad y al final la muerte.

La Criatura comprende que su camino es el del solitario, pues no hay esperanza

alguna de compartir su existencia con alguien. Una vez es castigado con una

soledad inminente, el Monstruo arremete contra su creador, no con la intención de

matarlo ni destruirlo, sino con los propósitos de que éste comparta junto con él su

soledad; sus intenciones son las de quitarle lo que él no pudo tener, una familia: "It

is well. I go; but remember, I shall be with you on your wedding-night" (XX, 147). El

castigo que el hijo le provee a su padre es dejarlo vivir, pues es de ésta forma

como Frankenstein contempla lo espeluznante de la venganza del Monstruo. Las

acciones del Engendro están dirigidas a quienes Víctor ama, pues sólo con la

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muerte de los seres queridos de Frankenstein puede saciar su sed de venganza.

Ocurrido esto, la Criatura le quita a Víctor lo único que lo ata a este mundo.

Tras el asesinato de William, la Criatura exclama: "I gazed on my victim,

and my heart swelled with exultation and hellish triumph: clapping my hands, I exclaimed, `I, too, can create desolation; my enemy is not invulnerable; this death

will carry despair to him, and a thousand other miseries shall torment and destroy

him.' (XVI, 122). El Engendro quiere hacer de Frankenstein un ser miserable y

reducirlo a la condición en la que él se encuentra; su verdadero propósito es llenar

de tormentos la vida de su creador. Sin embargo, la rebelión que emprende en

contra de su padre no es innoble en sí misma, es de lo más humano pues implora

a su dios piedad y clemencia para con él. La novela no narra otra cosa que la demanda de una mirada comprensiva (ya que no de aceptación) por parte de una

criatura inocente hacia un creador tan defraudado como esquivo (Luri, 185). La

Criatura no es capaz de comprender cómo si Víctor le dio la vida, éste no es capaz

de hacerlo feliz. Lo triste es que en su búsqueda de reconocimiento, el Engendro

siempre que pretende acercarse a la humanidad termina cometiendo actos cada

vez más infames y salvajes que tiñen sus manos de sangre.

Cuando Víctor cae enfermo tras conocer la muerte de su amigo Clerval se

maldice: but I was doomed to live (XXI, 155). Cuando despierta de esta crisis dice:

"I believe I am; but if it be all true, if indeed I did not dream, I am sorry that I am still alive to feel this misery and horror." (XXI, 156). El espanto de corroborar que lo

que ha vivido no es un sueño sino la dura realidad que se ha empecinado contra él

lo hace darse cuenta del error de su proyecto. De aquí en adelante Frankenstein

deberá soportar la angustia de pensar que todavía su sufrimiento no ha terminado

y que aún quedan seres que pueden sufrir por su culpa.

Víctor es desterrado del ‘paraíso’ (familia) por su soberbia, no propiamente

porque la familia no lo haga parte de sí –todo lo contrario, tanto su padre como

Clerval quieren hacerlo retornar al hogar–, sino porque una vez quebrantado el

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orden, la destrucción se cierne sobre ella. Es decir, el hogar en el que vivió su

infancia se torna estéril, pues sus seres queridos son asesinados por los actos

impíos de su creación. Frankenstein es expulsado del paraíso a causa de los

crímenes de la Criatura; por eso es que termina solo y muere lejos de toda

civilización, en un lugar apartado: el Polo Norte. Su destino es sufrir, padecer la

muerte de quienes ama: "Alas! yes, my father," replied I; "some destiny of the most

horrib le kind hangs over me, and I must live to fulfil it, or surely I should have died

on the coffin of Henry." (XXI, 159).

Víctor reniega de su condición como hombre. Su suplicio es vivir: My life, as

it passed thus, was indeed hateful to me, and it was during sleep alone that I could

taste joy. O b lessed sleep! (XXIV, 181). El perder sus seres queridos lo hace

pensar en el suicidio como una forma de acallar la voz interior que de forma

constante le hace recordar la monstruosidad de sus actos:

I was often tempted, when all was at peace around me, and I the only unquiet thing that wandered restless in a scene so beautiful and heavenly if I except some bat, or the frogs, whose harsh and interrupted croaking was heard only when I approached the shore–often, I say, I was tempted to plunge into the silent lake, that the waters might close over me and my calamities for ever. But I was restrained, when I thought of the heroic and suffering Elizabeth, whom I tenderly loved, and whose existence was bound up in mine. I thought also of my father and surviving brother: should I by my base desertion leave them exposed and unprotected to the malice of the fiend whom I had let loose among them? (IX, 73).

Víctor lamenta su existencia porque con ella trajo dolor y tristeza a sus seres

queridos. Lo que le impide levantar la mano en su propia contra es la necesidad

de venganza; de reducir al Monstruo a cenizas; de hacerle pagar con su sangre

todos los crímenes que ha cometido. Frankenstein es consciente que con la

muerte de su hijo cesarán sus martirios e impedirá futuros padecimientos para la

especie humana.

La Criatura sabe que su soledad surge a raíz de ser el nuevo Adán, el único

en su especie. El rechazo del que es objeto lo convierte en el monstruo que todos

creen que es. Su rebeldía es motivada por la incapacidad de explicar su dolor,

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sufrimiento y soledad; es un paria, pues no dispone de un espacio donde pueda

vivir sin temor a ser humillado por su fealdad. Su refugio debe ser un lugar donde

no haya ningún signo de huellas humanas: el Polo Norte. La situación en la que

queda Frankenstein tras todas las penas sufridas es parecida a la de su creación:

semejante a él, está solo, no tiene nadie con quien compartir su existencia y no

existe un lugar en el mundo en donde pueda esconderse de la vergüenza que le

causa ser el destructor de su propia estirpe.

Víctor es el padre de la Criatura y está condenado a la muerte por no saber

cómo ejercer sus tareas como dios o, más bien, por no ejercerlas; se atrevió a

jugar de esta manera con la vida y no vio que con ello podía perder lo único que

realmente tenía: su familia; fue un dios irresponsable por no reparar en las

consecuencias que sus actos podrían traer. Atentó contra el orden al proveer de

una existencia a la Criatura sin tener un plan para ésta y al forzar a incluir este

nuevo ser dentro del cosmos. Debido a esto Víctor forjó su propia destrucción.

Frankenstein es el ser más miserable del universo, pues con sus actos fue el

responsable de la muerte de su familia, de su soledad y de la soledad del

Monstruo.

El principal problema de Frankenstein a lo largo de la novela es su falta de

acción. Sólo la muerte de la Criatura puede poner fin a los asesinatos que ésta

comete; no obstante, Víctor actúa cuando ya es demasiado tarde; más le valdría

haber muerto que soportar la pérdida de sus seres queridos: Great God! why did I

not then expire! Why am I here to relate the destruction of the best hope and the

purest creature of earth? (XXIII, 173). Si bien Frankenstein al final de la novela

acepta sus crímenes, a lo largo de la narración le ha faltado resolución para

enfrentarse a su hijo. Una posible salida para la situación apremiante de

Frankenstein habría sido el diálogo con su familia o con Elizabeth. No obstante, él

desea afrontar su vida sólo; su arrogancia es tal que cree que no hay nadie que lo

pueda socorrer, no es capaz de ver que los que han muerto hasta el momento

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tenían la intención de ayudarlo. Aunque amó a su familia siempre puso por delante

sus propios intereses.

La soledad de Víctor es ahora compartida con la del Engendro, quien a lo

largo de la novela nunca gozó de la compañía de alguien. Ambos, Creador y

Criatura, se ven destruidos por el eco de su soledad. El Monstruo nunca tuvo

nada, no obstante, luchó en un mundo extraño y hostil para escapar de la tortura

de la soledad, se esforzó para que alguien lo reconociera, aun así, fracasó en sus

intentos. Por su parte Frankenstein, quien gozó de los privilegios de tener unos

familiares que lo amaban y lo reconocían, lo perdió todo por su arrogancia. La

muerte de Elizabeth no sólo marca su fin en el sentido que pierde a sus seres

queridos, sino también en que le impide a él mismo fundar un hogar: A fiend had snatched from me every hope of future happiness: no creature had ever been so

miserable as I was; so frightful an event is single in the history of man (XXIII, 175).

Con la muerte de Elizabeth, el Engendro pone a Víctor en su misma condición, es

decir, la de ser un desgraciado que no tiene con quien compartir su existencia, ni

un motivo por el cual ser feliz. La soberbia es lo que precipita a Frankenstein a la

muerte.

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Capítulo 4. El carácter trágico de Víctor Frankenstein

Reconocimiento, como el propio nombre lo indica, comporta un cambio de la ignorancia al saber

(Aristóteles, Poética 1452a)

Hasta el momento se ha visto a la soberbia y el castigo como los elementos

que guían la trama de la novela y emparentan a Víctor con el titán. No obstante,

aunque Frankenstein es sancionado por su arrogancia, esto no lo hace ser del

todo un nuevo Prometeo; tan sólo lo acerca a una imagen de éste. Lo que hace de

Víctor un nuevo Prometeo es su carácter trágico10, el cual guarda considerables

similitudes con el del Japetónida, quien en sus deseos de ayudar al hombre lo que

realmente hizo fue traerle penurias; de forma semejante actúa Frankenstein, pues

con la invención de la Criatura, lejos de hacer el bien, lo que trae es males para él

y su familia.

Aristóteles advierte en su Poética que un personaje trágico es aquel que

siendo bueno comete un error descomunal que lo lleva de la dicha a la desdicha:

10 Los contemporáneos de Mary Shelley vieron un potencial trágico en su novela. El argumento de ésta rápidamente hizo carrera en las tablas. Su trama fue adaptada por varios dramaturgos, entre ellos Richard Brinsley Peak con su obra Presumtion, or, the fate of Frankenstein (1823) que reaparecería en una nueva versión bajo el título Frankenstein, or, the danger of presumption. Este mismo año se presentó en escena una versión corta de la historia: Frankenstein, or, the demon of Switzerland escrita por H.M. Milner. En 1824 apareció una parodia que lleva por nombre: Frank in steam, or, the modern promise to pay. Otra adaptación del l ibro apareció en Londres hacia finales del siglo; en 1887 se presentó un musical de Richard Butler y Henry Chance Newton: Frankenstein of the vampire’s victime. Con la entrada del nuevo siglo y la invención del cinematógrafo Frankenstein cobraría fama y difusión al ser adaptada para el cine, y tendría una gran carrera en el celuloide al convertirse en “película de horror”.

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Es precisamente, entonces, que el argumento bien logrado sea simple antes que, como algunos pretenden, doble, y que no represente un cambio de la desdicha a la felicidad sino, por el contrario, de la felicidad a la desdicha, no a causa de la perversidad sino de cierto enorme error propio de quien es como se ha dicho o es justo más bien que injusto (Aristóteles, Poética 1453a).

Angel J. Capelletti, traductor y crítico de Aristóteles, comenta que el personaje trágico ideal no es el hombre enteramente virtuoso ni el gran criminal. También es

sus opciones estéticas Aristóteles suscribe el justo medio. Desde una perspectiva

ética escoge personajes que representan a la mayoría, aun cuando en un punto de vista social los quiere ilustres y de noble estirpe (Aristóteles, nota 192, Pág.

75). García Gual añade a esto que el héroe trágico llega al conocimiento de sus

acciones sólo por medio de la experiencia dolorosa (páthei máthos) (García Gual,

141). Con respecto a la novela, Víctor Frankenstein es hombre común, un

individuo que no es virtuoso por excelencia ni malo al extremo, que es noble y que

comete un gran error que lo lleva a la desgracia: Víctor obra con la intención de

favorecer a la sociedad y a sí mismo, pero se equivoca al construir a una Criatura

con capacidades asombrosas que se convierte en el verdugo de su familia. La

forma en que Víctor adquiere conciencia de sus actos es a través de una

experiencia dolorosa, la pérdida de los suyos.

Víctor Frankenstein deja ver la dualidad de la naturaleza humana, pues sus

deseos de conquistar el conocimiento traen ruina y desastres para aquellos a

quienes ama, y pasa de ser el más afortunado de los seres al más miserable.

Walton sin conocer la historia de Frankenstein se refiere a él como un hombre que

tiene dos facetas: Such a man has a double existence: he may suffer misery, and

be overwhelmed by disappointments; yet when he has retired into himself, he will be like a celestial spirit that has a halo around him, within whose circle no grief or

folly ventures (Letter 4, August 13th 17–, 13). Estas facetas de Víctor contribuyen a

su carácter trágico, puesto que se ve a un personaje que tras lograr sus cometidos

falla en el momento de proteger a sus seres queridos y velar por los intereses de

su hijo.

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El gran momento de efervescencia para el doctor Víctor Frankenstein es el

alumbramiento del Engendro, pues es el instante en que rompe todos los límites,

el minuto de gloria y desdicha, y el punto a partir del cual su vida da un vuelco

total. La creación de la Criatura es el principal error de Víctor, pero no el único.

Una vez cobra vida el Engendro hay una sucesión de errores que Frankenstein

comete, entre ellos el más grave es el desconocer a su hijo, pues esto

desencadena la cólera del Monstruo y pone en riesgo su existencia y la de su

familia.

Víctor, obligado por el fallecimiento de William, regresa al hogar 6 años

después de haber partido. Al arribar a Ginebra sus puertas están cerradas y se ve

forzado a dormir en una villa cercana: Secheron; una vez allí decide visitar el lugar

en donde murió su hermano. En la tempestad de la noche, iluminado por la luz de

los rayos, distingue la nauseabunda silueta de su creación. Hasta el momento no

había pensado en quién pudiera ser el asesino, pero al contemplar a su hijo no le

queda la menor duda de que éste es el responsable de tal atrocidad:

What did he there? Could he be (I shuddered at the conception) the murderer of my brother? No sooner did that idea cross my imagination, than I became convinced of its truth He was the murderer! (…) I could not doubt it. The mere presence of the idea was an irresistible proof of the fact (VII, 59-60).

Tras contemplar a la Criatura, comienza en Víctor un proceso de reconocimiento

que lo lleva de la ignorancia al saber, pues con la aparición del Monstruo cobra

sentido el homicidio de su hermano.

Con el asesinato de William y el posterior juicio de Justine, Víctor empieza a

perder lo que lo hace ser humano: sus vínculos fraternales. Así mismo, comienza

a reconocer sus errores y a tener miedo por lo que el futuro le depara: Two years

had now nearly elapsed since the night on which he first received life; and was this

his first crime? Alas! I had turned loose into the world a depraved wretch, whose delight was in carnage and misery; had he not murdered my brother? (VII, 60). Ese

miedo se acrecienta cuando se concientiza de la amenaza que representa para la

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humanidad la existencia del Monstruo y que su hermano o Justine no serán las

únicas víctimas de sus crímenes.

Tras su entrevista con el Monstruo, Víctor asume las obligaciones que como

creador tiene con él: His tale, and the feelings he now expressed, proved him to be a creature of fine sensations; and did I not as his maker owe him all the portion of

happiness that it was in my power to bestow? (XVII, 125). La aceptación del

Engendro es un paso más que da para adquirir conciencia de lo que representa la

existencia de su hijo, pues Frankenstein se reconoce como el dios de su Criatura,

no porque antes no hubiera creído que lo era, sino porque recapacita en sus

deberes como creador y accede a las peticiones del Monstruo.

Pero al negarle la paternidad a su hijo, Víctor dejó suelto un monstruo que

amenaza con destruir el orden de la novela: I had unchained an enemy among

them [los hombres], whose joy it was to shed their b lood and to revel in their groans. How they would, each and all, abhor me, and hunt me from the world, did

they know my unhallowed acts and the crimes which had their source in me! (XXII,

163). Aunque la Criatura solo ha actuado en contra de su creador, Víctor teme que

el castigo del cual es víctima se pueda extender a toda la humanidad y el

Monstruo se enfoque en hacer daño, ya no a su familia, sino a la sociedad.

Por eso, Frankenstein reconsidera cumplir con su promesa, puesto que

reflexiona sobre el efecto que podría tener una segunda creación, no sólo en él,

sino en la humanidad; pues a la larga, ésta es la que se vería perjudicada por las

acciones violentas de la Criatura y de su novia: I shuddered to think that future ages might curse me as their pest, whose selfishness had not hesitated to buy its

own peace at the price, perhaps, of the existence of the whole human race (XX,

145). Hasta el momento Frankenstein había procedido en favor del Monstruo por

el temor que le representaba pensar en las represalias que éste podía tener si no

cumplía con su palabra. Pero al pensar que no sólo puede sufrir él sino también

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los hombres, recapacita sobre sus planes y detiene a tiempo las posibles

consecuencias que conllevaría darle al Monstruo una compañera.

Víctor piensa que de fabricar una novia para el Engendro el mal se podría

extender a la sociedad. Por eso, el momento más grande de lucidez a lo largo de

la novela es cuando Frankenstein decide destruir su segunda creación:

The idea of renewing my labours did not for one instant occur to me; the threat I had heard weighed on my thoughts, but I did not reflect that a voluntary act of mine could avert it. I had resolved in my own mind, that to create another like the fiend I had first made would be an act of the basest and most atrocious selfishness; and I banished from my mind every thought that could lead to a different conclusion (XX, 149).

El doctor Frankenstein cae en cuenta que de cumplir con su palabra empezaría un

orden especial para su Criatura en donde ésta pudiera compartir con un ser

semejante su vida. Aterrado por dicho pensamiento decide destruir lo que hasta el

momento había hecho. Esta determinación presupone aceptar sus actos y

acarrear las consecuencias de estos. En este punto de la historia, Víctor acepta

que lo que tiene que hacer es enfrentarse a su hijo para darle muerte.

Sin embargo, Víctor comete un error más: creer que él es el centro de los

ataques de la Criatura. Como resultado de sus decisiones, Clerval y Elizabeth

mueren por las manos sanguinarias del Monstruo. En este nuevo episodio de

soberbia, Frankenstein no es capaz de comprender que la Criatura no quiere

destruirlo a él sino a su familia; el Monstruo le ha dicho que nunca levantará las

manos contra su creador: I will not be tempted to set myself in opposition to thee. I

am thy creature, and I will be even mild and docile to my natural lord and king, if

thou wilt also perform thy part, the which thou owest me (X, 81). El error reside en

pensar que él es la directa víctima de las amenazas del Engendro:

This letter revived in my memory what I had before forgotten, the threat of the fiend– "I will be with you on your wedding-night!" Such was my sentence, and on that night would the daemon employ every art to destroy me, and tear me from the glimpse of happiness which promised partly to console my sufferings. On that night he had determined to consummate his crimes by my death. Well, be it so; a deadly struggle would then assuredly

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take place, in which if he were victorious I should be at peace, and his power over me be at an end. If he were vanquished I should be a free man (XXII, 166).

Víctor piensa que con el hecho de enfrentarse al Monstruo soluciona el problema

que había creado. No obstante, desestima y subvalora el poder, el conocimiento y

la sabiduría de la Criatura y por eso falla de nuevo.

El asesinato de Elizabeth es una equivocación más dentro de la cadena de

errores de Frankenstein, quien piensa que es a él es a quien van a asesinar, no a

su esposa. De pequeño Víctor se había comprometido consigo mismo a cuidar de

aquella a quien creyó que era un regalo de su madre:

My mother had said playfully–"I have a pretty present for my Victor–to-morrow he shall have it." And when, on the morrow, she presented Elizabeth to me as her promised gift, I, with childish seriousness, interpreted her words literally, and looked upon Elizabeth as mine–mine to protect, love, and cherish. All praises bestowed on her, I received as made to a possession of my own. (I, 21)

Contrario a su promesa, abandonó a Elizabeth. En la noche de bodas la dejó sola,

sola frente al Monstruo que le quitaría el aliento de su alma, mientras que él

esperaba a su hijo para enfrentarse en una lucha que pusiera fin al sufrimiento de

ambos por medio de la muerte de uno de los dos.

Frankenstein desconoce las verdaderas intenciones de su hijo. Él piensa

que lo mejor es enfrentarse a su Criatura en una lucha a muerte. Una vez más, por

pretender obrar bien hizo el mal, lo que le cuesta la muerte de su esposa:

Great God! if for one instant I had thought what might be the hellish intention of my fiendish adversary, I would rather have banished myself for ever from my native country, and wandered a friendless outcast over the earth, than have consented to this miserable marriage. But, as if possessed of magic powers, the monster had blinded me to his real intentions; and when I thought that I had prepared only my own death, I hastened that of a far dearer victim (XXII, 169).

Con el asesinato de Elizabeth, el monstruo destruye los deseos de Frankenstein

justo como este ha destruido los suyos. Una y otra vez se maldice: Why did I not die? More miserable than man ever was before, why did I not sink into

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forgetfulness and rest? (XXI, 155). Aunque es tarde para remediar todo el mal

hecho, se da cuenta de lo que su soberbia ha causado. A pesar del dolor

ocasionado por la muerte de Clerval, la muerte de su esposa marca la diferencia,

puesto que este es el momento en el que Víctor sabe para siempre quién es y qué

debe hacer: matar al monstruo.

Frankenstein emprende la caza del asesino de su esposa, ahora es el

creador el que debe saldar cuentas. Hasta el momento la Criatura había hostigado

a Víctor para vengar su sufrimiento, a partir de entonces es Frankenstein quien

persigue a su creación para matarla. Quien empieza cazado termina cazando.

Víctor, al igual que el Monstruo profiere su amenaza:

"By the sacred earth on which I kneel, by the shades that wander near me, by the deep and eternal grief that I feel, I swear; and by thee, O Night, and the spirits that preside over thee, to pursue the daemon who caused this misery until he or I shall perish in mortal conflict. For this purpose I will preserve my life: to execute this dear revenge will I again behold the sun and tread the green herbage of earth, which otherwise should vanish from my eyes for ever. And I call on you, spirits of the dead; and on you, wandering ministers of vengeance, to aid and conduct me in my work. Let the cursed and hellish monster drink deep of agony; let him feel the despair that now torments me." (XXIV, 180).

Esta invocación a los espíritus y a la noche sólo tiene por fin arremeter contra el

demonio. El único motivo que lo incita a vivir es la destrucción de su creación.

Cuando Frankenstein asume todas sus responsabilidades como creador y admite

sus errores, emprende el viaje que lo lleva a la muerte con el único propósito de

que nadie más sufra por el resentimiento del Monstruo. La acción final de

perseguirlo tiene un fin claro: no poseerlo, ni dominarlo, sino aniquilarlo.

Frankenstein deja ver la soledad a la que se somete un individuo por sus

deseos arrogantes de querer ir más allá de lo que su condición como hombre le

permite. Cuando Víctor sale del hogar para dedicarse a sus estudios y a la

posterior invención de la Criatura empieza un proceso de deshumanización en el

personaje. Una vez cobra vida su creación, a la par del proceso de pérdida de

humanidad comienza otro, uno de reconocimiento en el que descubre las

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consecuencias de la creación de la Criatura. Las circunstancias que lo rodean lo

obligan a ver la consecuencia de sus actos. La angustia de saber que

indirectamente él es el asesino de William, de Justine, de Clerval, de Elizabeth y

de su padre lo hace aceptar la soledad en la que se encuentra y por eso toma,

demasiado tarde, la decisión de enfrentarse a su creación.

El más explicito tema ‘moral’ de la novela –expresado por el autor con

genuina convicción– es que el hombre se descubre y se realiza a través de otros y se destruye a sí mismo solo11. Por eso, en la novela se va de un personaje que lo

tiene todo a un ser que por su soberbia termina arruinado; de un individuo que

goza de la amistad de sus semejantes, a un hombre que termina su vida de forma

miserable y solitaria en una embarcación en el Polo Norte. Víctor Frankenstein es

un personaje dichoso que cae en desgracia por sus deseos arrogantes de

suplantar a Dios y a la naturaleza en su papel de creadores. Cometer este colosal

error es lo que lleva de la dicha a la desdicha y por ende le da el carácter trágico.

Víctor cuando crea la Criatura desconoce por completo los resultados de su

invento. Con el asesinato de William descubre que detrás de éste crimen están las

manos impías de la Criatura y empieza a obrar en el personaje un proceso de

reconocimiento: "I cannot describe to you the agony that these reflections inflicted

upon me: I tried to dispel them, but sorrow only increased with knowledge. Oh, that

I had for ever remained in my native wood, nor known nor felt beyond the sensations of hunger, thirst, and heat! (XIII, 101). Al Víctor Frankenstein seguir los

pasos de Prometeo (soberbia, ruptura de un orden y castigo) empieza a adquirir

un halo trágico, más cuando al obrar con la convicción de creer estar haciendo el

bien, termina actuando para su detrimento.

El arduo camino que Frankenstein recorre desde la creación del Engendro

hasta su muerte, lo lleva del desconocimiento de su responsabilidad en los

11 The most explicit “moral” theme of the novel –expressed by the author with genuine conviction– is that man discovers and fulfi l ls himself through others and destroys himself alone (Kiely, 80).

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crímenes de sus seres queridos al reconocimiento de su culpa en la pérdida de su

familia; sólo hasta el final de este recorrido admite que el directo culpable de su

desgracia es él mismo:

El reconocimiento o anagnorisis que ocurre al final de la trama trágica no reside simplemente en el conocimiento que tiene el héroe de lo que ha sucedido (…) sino el reconocimiento de la forma de vida que el héroe ha creado para sí mismo, con la implícita comparación con la vida potencial increada a la que ha renunciado (Frye, 279).

Víctor Frankenstein acepta las consecuencias de su soberbia y sus faltas como

creador, ve con una mirada retrospectiva su vida y admite sus errores; acepta que

en ellos reside su condición actual y que por ellos renunció a su familia y a

disfrutar del matrimonio con Elizabeth y por ende de la felicidad.

En la embarcación de Walton y tras tener un poco de calma después de

esta cacería infructuosa del monstruo, recapacita lo que ha sido su vida y la

evalúa. Esta es su reflexión final:

During these last days I have been occupied in examining my past conduct; nor do I find it blamable. In a fit of enthusiastic madness I created a rational creature, and was bound towards him, to assure, as far as was in my power, his happiness and well-being. This was my duty; but there was another still paramount to that. My duties towards the beings of my own species had greater claims to my attention, because they included a greater proportion of happiness or misery. Urged by this view, I refused, and I did right in refusing, to create a companion for the first creature. He showed unparalleled malignity and selfishness, in evil: he destroyed my friends; he devoted to destruction beings who possessed exquisite sensations, happiness, and wisdom; nor do I know where this thirst for vengeance may end. Miserable himself, that he may render no other wretched he ought to die. The task of his destruction was mine, but I have failed. When actuated by selfish and vicious motives I asked you to undertake my unfinished work; and I renew this request now when I am only induced by reason and virtue (Diary, September 12th, 193).

Aunque Víctor es el más miserable de los hombres nunca lamenta haber

empleado su vida en el conocimiento y no se arrepiente de haber creado a la

Criatura, por más que ella fue la que lo condujo a la desgracia. Reconoce que le

debía amor a su hijo, pero que antes que éste estaban los hombres, pues tenía el

compromiso con ellos de no desatar un monstruo que se ensañara con la raza

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humana y de esta manera la aniquilara. Es en las postrimerías de su vida, cuando

tiene la lucidez para admitir sus errores y sus responsabilidades, no solo con su

hijo sino también con su sociedad, por eso le pide a Walton que destruya el

Monstruo que creó, porque sólo de esta manera se puede restaurar el orden.

La tragedia de Víctor Frankenstein consiste en su imposibilidad, como

personaje, de cambiar el curso de las acciones venideras, es decir, la tragedia

radica en la inevitab ilidad de las consecuencias de su acto, no en su significado moral como acto (Frye, 59). Víctor pudo haber detenido su sufrimiento si le hubiera

cumplido la promesa al Engendro, no obstante, consciente que esto sólo sería

aumentar el problema por las posibles consecuencias que dicha acción podría

traer, decide faltar a su palabra. Frankenstein tuvo en sus manos la oportunidad

de apaciguar la cólera de su hijo, aun así, sabe que esto sólo sería un atenuante

de sus problemas mas no la solución definitiva. Víctor, al final de sus días, admite

que por la forma como obró, o bien al crear la Criatura o bien al desconocerla,

debía pagar el precio de tal desmesura: my fate is nearly fulfilled. I wait but for one

event, and then I shall repose in peace (…) nothing can alter my destiny (Diary,

August 19th, 17–, 15). Frankenstein reconoce que nada en este mundo puede

impedir que sufra, que es inevitable que esto ocurra y que, una vez creó a la

Criatura, nada pudo hacer para cambiar su destino.

La tragedia de Frankenstein no se deriva de su prometeico exceso sino de su propio error moral, su fracaso para amar; él aborreció a su criatura, se tornó

aterrorizado [en contra de él] y huyo de sus responsabilidades12. La carencia de

amor y sus codiciados ideales hacen de Víctor un dios opresor que rechaza a su

propio hijo:

Es claro que al final de la novela Frankenstein está representado como un Prometeo radicalmente dividido que es incapaz, incluso en su lecho de muerte, de reconciliar el conflicto inútil del hombre entre su naturaleza emocional y su aspiración intelectual, está igualmente implícito que su

12 Frankenstein’s tragedy stems not from his Promethean excess but from his own moral error, his failure to love; he abhorred his creature, became terrified, and fled his responsibil ities (Bloom, 5).

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verdadero fracaso se deriva de la pobreza de su imaginación y de lo inadecuado de su amor13.

En un principio los deseos intelectuales de Frankenstein guían su vida, pero al

percatarse de la desmesura de sus actos, sus intereses cambian a favor de su

familia. Aun así, la incapacidad de amar a la Criatura lo hace sufrir.

Por eso, en Frankenstein o el moderno Prometeo lo que empieza con

matices altruistas puede tomar dimensiones espeluznantes. Víctor se puede

comparar con Prometeo en su deseo de apoderarse de los secretos del cielo y la

tierra, y de pretender, con sus actos, crear un nuevo tipo de orden; como el titán

sufre por el fruto de sus acciones; nadie sufre tanto como él. Prometeo es visto

como el ser que contribuye al desarrollo de la raza humana (benefactor), pero

también como el dios que les trae a los hombres perjuicios y males. Frankenstein,

por el contrario, sólo puede tener la última faceta del titán, pues por más que sus

intenciones fueron las de favorecer a los hombres, la invención de la Criatura no le

representó ningún beneficio al hombre sino, todo lo contrario, destrucción.

Frankenstein es el ser que sin proponéroslo falla, el desgraciado que ha sido

arruinado por su propia creación.

Si bien los propósitos que movieron tanto a Prometeo como a Frankenstein

son buenos, los resultados de sus actos son nefastos para quienes son amados

por ellos (hombres, familia). No obstante, las consecuencias de las acciones de

uno y otro son diferentes, al menos para el imaginario que se construye en torno a

ellos. El titán es bondadoso, Víctor, por el contrario, no lo es. Prometeo aparece

como el bienhechor de la humanidad, debido a que con el robo del fuego es el

promotor de toda civilización. Aunque Víctor Frankenstein quiere actuar en pro de

los hombres, lo único que se deriva de la creación del Engendro es una

inestabilidad en el reino de éstos, que puede llegar a causar su destrucción.

13 It is clear that at the end of the novel Frankenstein is portrayed as a radically divided Prometheus who is unable, even on his deathbed, to reconcile man’s hopeless conflict between his emotional nature and his intellectual aspiration, it is equally implicit that his true failure stems from the poverty of his imagination and from the inadequacy of his love (Walling, 63).

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Prometeo liberó a los hombres de los designios divinos, Frankenstein no logró

nada.

Los intereses de Víctor son personales, los del titán universales. Aunque

Esquilo y Hesíodo dan una imagen completamente diferente del titán14, ambos se

centran en el robo del fuego como el motivo que desata la ira de Zeus. Lo que

impulsa a Prometeo a engañar al dios y a sufrir en carne propia lo lacerante de su

poder es su amor por los hombres, lo que lo convierte en un filántropo, incluso en

un altruista. Contrario a éste amor está Víctor, quien desea alcanzar el

conocimiento por encima de todas las cosas. Su propósito no es proteger a los

hombres de los arrebatos de un dios sempiterno, como lo hizo el Japetónida, sino

un interés personal de nombrarse rey de una nueva raza. Frankenstein reconoce

que sus objetivos personales lo convirtieron en un misántropo: study had before

secluded me from the intercourse of my fellow-creatures, and rendered me

unsocial (VI, 54).

14 Hesíodo es claro al enfatizar que por culpa de la arrogancia del titán el hombre debe sufrir arduos trabajos para sostenerse: pero Zeus, irritado en su corazón, lo ocultó [el ‘medio de vida’ por el cual el hombre no tendría que trabajar más que un día para conseguir el sustento de todo un año] porque el astuto Prometeo lo hizo objeto de burlas. Por ello maquinó penosos males para los hombres y ocultó el fuego (Trabajos y días, 48-50). Por su parte, Esquilo tiene una posición más alentadora en torno al Japetónida; a él le interesa tratar en su tragedia la rebeldía de éste y ver cómo a partir del robo del fuego el hombre es quien es: sabe que el Hombre ha conocido todas las artes a través de Prometeo (Prometeo encadenado, 646-647).

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Consideraciones finales. Frankenstein o el Prometeo desencadenado

El saber que tremendo es cuando no reporta beneficio al que sabe

Edipo Rey, Sófocles

A lo largo de este trabajo se ha insistido en que la soberbia, el castigo y el

carácter trágico son las características que permiten ver a Víctor Frankenstein

como un nuevo Prometeo. No obstante, aún falta examinar qué hace a Víctor un

Prometeo moderno. Por eso, estas consideraciones finales se centran en ver qué

es lo que acerca a Frankenstein a la imagen del moderno Prometeo y cómo Mary

Shelley a partir del uso que hace del mito prometeico para estructurar la novela y

guiar la trama de la historia, crea el mito moderno de Víctor Frankenstein.

En Frankenstein, el sueño de la razón produce monstruos. Los sueños de

Víctor se elevaron hasta los cielos para alcanzar la altura de lo sublime o lo divino;

lo descomunal de su fracaso es que el saber no representó nada bueno para él.

La Criatura tras conocer su origen expresa: “increase of knowledge only

discovered to me more clearly what a wreathed outcast I was” (Cap. XV, 111).

Estas palabras bien podrían aplicarse a Frankenstein, pues su inquietud por

conocer la vida lo destruyó; el conocimiento sólo le trajo desgracias:

En el mismo título, Frankenstein o el moderno Prometeo, ya se nos sugiere que Mary quiere enseñarnos el rostro de un moderno Prometeo que si bien es capaz de infundir vida en la materia inerte, es incapaz de prever las consecuencias funestas que acarrean sus buenas intenciones (Luri, 184).

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El ideal del protagonista era asombroso, pero la cruda realidad de sus hazañas

revelan el vasto error que cometió. Por eso la novela presenta a Víctor

Frankenstein como el ‘Moderno Prometeo’ que es condenado a sufrir la culpa de

sus actos y el aislamiento de su familia por lo grandeza de sus aspiraciones

(Walling, 59).

Contrario a sus pensamientos, Frankenstein privilegió el conocimiento y

abandonó todo para lograr sus objetivos sin importar que ello conllevara hacerse

esclavo de sus pasiones:

A human being in perfection ought always to preserve a calm and peaceful mind, and never to allow passion or a transitory desire to disturb his tranquillity. I do not think that the pursuit of knowledge is an exception to this rule. If the study to which you apply yourself has a tendency to weaken your affections, and to destroy your taste for those simple pleasures in which no alloy can possibly mix, then that study is certainly unlawful, that is to say, not befitting the human mind. If this rule were always observed; if no man allowed any pursuit whatsoever to interfere with the tranquillity of his domestic affections, Greece had not been enslaved; Caesar would have spared his country; America would have been discovered more gradually; and the empires of Mexico and Peru had not been destroyed (IV, 40).

Víctor Frankenstein contradijo la premisa que él mismo se impuso. Sus estudios

no sólo le inhibieron el disfrute de la vida y acabaron con sus placeres, sino

también destruyeron a su familia. Por eso sus intereses académicos y su

curiosidad científica dejan ver la falta de amor y el egocentrismo del doctor Víctor

Frankenstein.

Al querer develar los secretos de la naturaleza y de Dios se da una

transformación en el uso que Shelley hace de Prometeo, pues ya no es el dios

alfarero que moldea el barro, ahora es el científico que da vida a partir de la

sumatoria de partes muertas; no es el artesano o el artista, sino el inventor. El

titán, en la versión de Esquilo y de Hesíodo, con su forma de proceder separó a la

especie humana de los dioses, lo propio hizo Frankenstein con la naturaleza. Si el

Japetónida les había dado a los hombres un camino independiente al de los

dioses, Víctor, con la invención de la Criatura, lo que hace es darle a la especie

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humana un camino independiente de la naturaleza. Entonces, si Prometeo apartó

a los hombres de los dioses al robar el fuego, ahora Frankenstein los distancia de

la naturaleza por proponer un nuevo tipo de evolución que depende por completo

de las ciencias y los avances y logros que se den en este campo. Crear al hombre

artificial es, en parte, lo que hace de Víctor Frankenstein un Prometeo Moderno.

Shelley hace uso del arquetipo de Prometeo con el pleno conocimiento de

su potencial para la equivocación y se sirve de éste para representar las

preocupaciones y las angustias del hombre moderno y su soledad en el universo.

Frankenstein se encuadra, por derecho propio, dentro del mito de Prometeo como

una de sus innumerables variantes a través de las cuales la historia del titán crece

y se expande. Frankenstein tiene la capacidad para contar una historia que, al

tiempo que está profundamente enraizada en las condiciones de su época, es

capaz de trascender y de hacer creer que, con ella, se apela a algo que sigue

pareciéndonos eternamente humano (Burdiel, 11): el ser que sin proponérselo falla

y como fruto de su error pierde lo que más quiere, en este caso su familia.

La tarea de este nuevo Prometeo, de este Prometeo moderno que

representa Víctor Frankenstein es sobrepasar los límites de cualquier tipo: el

moral, el estético, el divino, el natural, el social… En Frankenstein se advierte que

la forma de empleo de las ciencias no sólo puede llegar a ser inútil, sino también

peligrosa. No obstante, es bueno decir que la novela nunca demoniza la ciencia,

pues Mary Shelley no asume una posición moralizante en torno a ella, sino que

apunta más a ver el problema del comportamiento humano frente a su propio

conocimiento y sus creaciones. Por eso, el error no radica en la ciencia o en el

conocimiento, sino en la manera en la que el hombre los utiliza y los fines para los

cuales los emplea.

Por eso, al darle este giro a Prometeo, para convertirlo en Víctor

Frankenstein, Mary Shelley generó el mito moderno del doctor Frankenstein, pues

hizo de Prometeo, no al filántropo que salvó a los hombres de la extinción o el

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modelador de la especie humana, sino al científico que jugó con los límites. Al

hacer esto revaloró el mito prometeico para darle un carácter moderno. Le Guin

afirma que la ciencia ficción es la mitología del mundo moderno15 puesto que se

convierte en el semillero de nuevas imágenes. Para Le Guin los personajes

producto de la ciencia ficción se convierten en personajes mitológicos en la

medida en que representen caracteres universales. Por eso Víctor no sólo es una

propagación del eco que Prometeo ha tenido a lo largo de la historia, sino también

es un punto de partida para las artes, pues se convirtió en uno de los personajes

insignia que la ciencia ficción explota.

En el mismo sentido, Le Guin dice que la primera escritora de ciencia ficción

en hacer uso del material mítico (mito prometeico) y de un arquetipo (Prometeo)

es precisamente Mary Shelley: el artista que trabaje desde el centro de su propio

ser encontrará imágenes arquetípicas y las liberara en su propia conciencia. El

primer artista de ciencia ficción en hacer esto fue Mary Shelley. Ella dejó suelto al monstruo de Frankenstein16. Sería bueno agregar a lo que dice Le Guin que

Shelley no simplemente dejó libre al Monstruo sino también desató a su creador,

al Doctor Víctor Frankenstein, pues él se convirtió en el paradigma del genio

excéntrico, del científico a quien su creación se le sale del control y se vuelve en

contra de su creador, en la figura de las posibles catástrofes que la ciencia, mal

empleada, puede causar.

Por eso, se suele llamar frankensteiniano o propio de Frankenstein al

individuo que supera los límites y que se excede con los fines de alcanzar sus

propósitos desmesurados, al personaje que contrario a sus intenciones falla

porque el producto de su ingenio se torna en contra de él o de la humanidad, al

sujeto que desafía el orden con las pretensiones de imponer el suyo y ocupar el

puesto que como ser humano no le corresponde. Cada vez que aparece un 15 Science Fiction is the mythology of the modern world (Le Guin, 73). 16 The artist who works from the center of his own being will find archetypical images and release them into consciousness. The first science fiction writer to do so was Mary Shelley. She let Frankenstein’s monster loose (Le Guin, 80).

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descubrimiento que es capaz de asombrar a la mente humana, –en el doble

sentido que la palabra misma sugiere, es decir lo que causa admiración y a la vez

temor–, o aún en situaciones en las que el ser humano es consciente que se están

trasgrediendo las fronteras, se invoca el nombre del nefasto doctor Víctor

Frankenstein para convocar una voz de alarma con respecto a las posibles

catástrofes que dichos sucesos pueden generar. Es por eso que Mary Shelley, con

su novela, desencadenó al Prometeo moderno.

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