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 MÁRTIRES DEL INCONSCIENTE Las palabras impuestas Vanina Muraro Introducción Es conocida por nosotros la tesis lacaniana de que el psicótico posee una relación diferente con el lenguaje. A veces esta afirmación ha tomado la connotación de un déficit para la psicosis que podemos resumir en expresiones tales como: “no tiene con qué responder”, o la fórmula más clásica que reza que: “la falta de un significante lleva a poner en tela de juicio el conjunto del significante”. (LACAN, 1955-56, 289). En otras ocasiones, por el contrario, esta tesis especialmente en referencia a Joyce- ha tomado la connotación de un plus. Algunas expresiones que reflejan este matiz son las que insisten en destacar la genialidad o libertad del loco. Tanto la primera vertiente como la segunda, se encuentran presentes y se combinan a lo largo de toda la obra de Lacan. Tomemos, por ejemplo, una cita temprana en la obra de Lacan que podemos ubicar en la clase XV, titulada “Acerca de los significantes primordiales y la falta de uno”, incluida en El Seminario 3. Las Psicosis: “Pues bien, el psicótico tiene respecto a ustedes la desventaja, pero también el privilegio , de haberse colocado en relación al significante un poquitito trastocado, atravesado” (LACAN, 1955-56, 458). Exploraremos en este breve artículo cómo se evidencia ese trastrocamiento y cuáles son las ventajas y privilegios que el mismo comporta con respecto a la opción neurótica. El testimonio psicótico Nuestra clínica nos enseña que el psicótico se inclina a dar testimonio. Testimonia de esos fenómenos de los cuales es sede, habla de lo que padece aunque no siempre nos quede claro si nos habla a nosotros. En ese decir no todas sus palabras

Mártires Del Inconsciente

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  • MRTIRES DEL INCONSCIENTE

    Las palabras impuestas Vanina Muraro

    Introduccin

    Es conocida por nosotros la tesis lacaniana de que el

    psictico posee una relacin diferente con el lenguaje.

    A veces esta afirmacin ha tomado la connotacin de un

    dficit para la psicosis que podemos resumir en expresiones

    tales como: no tiene con qu responder, o la frmula ms

    clsica que reza que: la falta de un significante lleva a poner en

    tela de juicio el conjunto del significante. (LACAN, 1955-56,

    289).

    En otras ocasiones, por el contrario, esta tesis

    especialmente en referencia a Joyce- ha tomado la connotacin

    de un plus. Algunas expresiones que reflejan este matiz son las

    que insisten en destacar la genialidad o libertad del loco. Tanto

    la primera vertiente como la segunda, se encuentran presentes

    y se combinan a lo largo de toda la obra de Lacan.

    Tomemos, por ejemplo, una cita temprana en la obra de

    Lacan que podemos ubicar en la clase XV, titulada Acerca de

    los significantes primordiales y la falta de uno, incluida en El

    Seminario 3. Las Psicosis: Pues bien, el psictico tiene respecto

    a ustedes la desventaja, pero tambin el privilegio, de haberse

    colocado en relacin al significante un poquitito trastocado,

    atravesado (LACAN, 1955-56, 458).

    Exploraremos en este breve artculo cmo se

    evidencia ese trastrocamiento y cules son las ventajas y

    privilegios que el mismo comporta con respecto a la opcin

    neurtica. El testimonio psictico

    Nuestra clnica nos ensea que el psictico se inclina a dar

    testimonio. Testimonia de esos fenmenos de los cuales es

    sede, habla de lo que padece aunque no siempre nos quede

    claro si nos habla a nosotros. En ese decir no todas sus palabras

  • poseen igual peso; algunas de ellas se distinguen de las dems

    por poseer un peso particular que Lacan asemeja al de una

    plomada.

    Esa particularidad no le fue ajena tampoco a Freud. Como

    lector atento de las Memorias de Schreber, Freud haba

    reparado en la distincin entre los trminos del propio

    magistrado y aquellos que, como ste seala con precisin, le

    han sido dictados por las Voces. Estos ltimos le haban sido

    trasmitidos en lo que el magistrado llama lengua primitiva,

    ese alemn arcaico pero tan permeable a la expresividad y rico

    en eufemismos.

    Son tambin numerosas las referencias a los conocimientos

    del Dios schreberiano acerca de las lenguas de todos los pueblos

    que se tornan comprensibles gracias a la conexin qu ste

    mantiene con los nervios de los muertos. Es decir, que la

    conexin entre el Otro y el lenguaje compone una parte esencial

    de este testimonio.

    Una de las particularidades de esa lengua hablada por Dios,

    escribe Schreber, es que subvierte el significado habitual de

    muchos de sus vocablos: por ejemplo, recompensa con el

    significado directamente inverso de castigo; veneno por

    alimento; zumo por veneno; impo por piadoso, etctera

    (SCHREBER, 1903, 64).

    Pero examinemos en detalle un breve ejemplo de estos

    trminos incrustados por las voces:

    La totalidad del orden csmico se manifiesta as como una

    construccin maravillosa, expresa Schreber y en una llamada a

    pie de pgina nos explica lo siguiente: Otra vez una expresin no

    inventada por m. Yo haba hablado naturalmente, en el lenguaje

    de los pensamientos o de los nervios, que ms adelante se

    mencionar de nuevo- de una organizacin maravillosa, tras lo cual

    se me inspir desde fuera la expresin construccin maravillosa

    (SCHREBER, 1903, 71).

    Consideramos entonces que la expresin propuesta por las

    voces construccin maravillosa- podra para el lector

  • descuidado ser equivalente, quizs sustituir, a la ideada por

    Schreber organizacin maravillosa- pero, sin embargo,

    ambas son radicalmente diferentes. No acontece el

    deslizamiento por semejanza entre ambas; deslizamiento al que

    la metonimia del lenguaje nos ha acostumbrado. Es decir, la

    cercana semntica no nos autoriza a realizar ninguna operacin

    de sustitucin ya que se trata de un texto dictado, del cual

    Schreber es tan slo su comunicador, su amanuense. Es

    entonces una experiencia de la sincrona del significante.

    La existencia sincrnica del significante est caracterizada

    suficientemente en el hablar delirante por una modificacin que ya

    seal aqu, a saber que algunos de sus elementos se aslan, se

    hacen ms pesados, adquieren un valor, una fuerza de inercia

    particular, se cargan de significacin, de una significacin a secas

    (LACAN, 1955-56, 84).

    Estamos frente a un texto de carcter sagrado, no slo por

    sus resonancias divinas sino porque cada coma guarda una

    razn de ser y la modificacin ms nimia sera hertica y

    tendenciosa. Ser como a un texto sagrado, escrito en una

    lengua extraa, como se acercar Freud a las Memorias. Es

    gracias a este acercamiento que trminos tales como

    almicidio, nervios de Dios o pjaros del cielo cobran alguna

    significacin. Lacan dir al respecto que Freud muestra: la

    genialidad del lingista que ve aparecer varias veces en un texto

    el mismo signo, parte de la idea de que debe querer decir algo,

    y logra restablecer el uso de todos los signos de esa lengua

    (LACAN, 1955-56, 21).

    Como seala Lacan, el lenguaje del delirante que posee un

    sabor particular y a menudo extraordinario. Se trata de un:

    Lenguaje en que ciertas palabras cobran un nfasis especial,

    una densidad que se manifiesta a veces en la forma misma del

    significante, dndole ese carcter francamente neolgico tan

    impactante en las producciones de la paranoia (LACAN, 1955-

    56, 51).

    Pero qu nos indica la intromisin de ese lenguaje sacro en

    el volumen elaborado por nuestro enfermo de los nervios?

  • Quizs, la insistencia en la importancia de esta problemtica y

    las modificaciones que sufre la lengua de los vivos y por ende

    del propio Schreber que se ve corregido y precisado por las

    voces- indican que el lenguaje humano resulta insuficiente para

    dar cuenta de las cuestiones de lo real.

    Una comprensin total no puedo, ya desde el comienzo,

    darla por descontado, pues se trata de aqu en parte de cosas

    que de ninguna manera consienten ser expresadas en lenguaje

    humano, por cuanto trascienden las posibilidades humanas de

    concebirlas (SCHREBER, 1903, 53).

    Ser necesario internarse en su testimonio como lingista

    avocado no a un texto sino a un jeroglfico compuesto

    por grafas sonoras. Palabras que no deslizan, pero si la

    particularidad de la palabra es su movilidad en la red del

    lenguaje, tanto en el eje diacrnico como en el sincrnico por

    qu insistimos en llamar palabras a esos trminos insustituibles,

    cargados de una densidad nica? Y a qu se debe este peso de

    plomada?

    Lacan dir que este decir tan particular se encuentra cargado

    de una densidad atribuible a una erotizacin ante la cual no slo

    el oyente es extranjero, resulta extranjero tambin quien lo

    pronuncia el discurso.

    Por ello, no slo nosotros no sabemos su significacin,

    tampoco el sujeto a qu remite el significante neolgico, razn

    por la cual debemos cuidarnos de comprender al loco o de

    intentar compartir su lengua. Nuevamente Lacan nos alienta a

    desconfiar de la comunicacin y de la comprensin,

    significantes de gran pregnancia en su poca debido a que mal

    podramos comprender ese decir que el propio sujeto articula

    como una marioneta parlante.

    Lacan lleva al extremo esta afirmacin y se pregunta: quin

    habla? Para concluir que en tanto hay alucinacin es la

    realidad la que habla. Dir ms adelante que el sujeto se limita

    a ser sede de una pajarera de fenmenos (LACAN, 1955-56,

    115).

  • En el otro extremo de este parloteo, hallamos otra

    manifestacin del decir psictico que es precisamente su

    silencio, ese silencio tan particular que precede al

    desencadenamiento. Precede a la manifestacin ruidosa del

    delirio o a las alucinaciones y que ha orientado a la psiquiatra,

    tempranamente, en torno al carcter reparatorio del delirio. En

    numerosas ocasiones la pre-psicosis se caracteriza como una

    suspensin de toda posibilidad de palabra. Lacan le da a esta

    suspensin el nombre de perplejidad, perodo de confusin

    pnica. Dir en El Seminario 3 que:

    el proceso de la represin propiamente dicha consiste en un

    desasimiento de la libido de personas y cosas- antes amadas. Se

    cumple mudo; no recibimos noticia alguna de l, nos vemos

    precisados a inferirlo de los procesos subsiguientes. Lo que se nos

    hace notar ruidoso es el proceso de restablecimiento, que deshace

    la represin y reconduce la libido a las personas por ella

    abandonadas (LACAN, 1955-56, 66).

    Tenemos como ejemplo de ello la alucinacin del dedo

    cortado del Hombre de los Lobos. Momento de suspensin

    extrema en el que el nio, a pesar de la cercana de su aa, no

    puede pronunciar palabra alguna luego de la visin de su dedo

    cercenado. Vivencia que grafica la incompatibilidad de lo real y

    el significante.

    Volvamos, entonces a la continuacin de la cita con que

    dimos inicio a este trabajo; luego de sealar esa posicin

    trastocada con respecto al significante, Lacan dice:

    A partir del momento en que es conminado a ponerse de acuerdo

    con sus significantes, es necesario que haga un considerable

    esfuerzo de retrospeccin, que culmina, Dios mo, en cosas

    extremadamente descocadas, que constituyen lo que se llama el

    desarrollo de una psicosis (LACAN, 1955-56, 458).

    Se trata, entonces de la emergencia de una significacin

    enorme que parece una nadera en la medida en la que no se

    la puede vincular a nada, ya que nunca entr en el sistema de

  • simbolizacin- pero que, en determinadas condiciones puede

    amenazar todo el edificio (LACAN, 1955-56, 124).

    La opcin neurtica

    La opcin neurtica parece vacunada frente a estos

    sobresaltos. Pronto a explicar cualquier suceso, el sujeto

    neurtico no se deja sorprender muy habitualmente. Intentar,

    ms bien, controlar cualquier duplicidad que el lenguaje acarree.

    Como ejemplo de ello encontramos un sntoma pasajero narrado

    por el Hombre de las Ratas que Freud trascribiera en Anexo.

    Apuntes originales sobre el caso de neurosis obsesiva. Frente a

    un equvoco surgido entre l y su amada en el que crey

    entender una palabra dolorosa cuando la intensin de ella era

    preservarlo, el paciente se hace repetir por ella todo una y otra

    vez. Intenta eliminar la dimensin del malentendido.

    Compulsin a comprender: se constrea a comprender con

    exactitud cada slaba que le decan, como si con ello se le escapara

    algn tesoro. Entonces preguntaba siempre: Qu has dicho?, y

    cuando se lo repetan hallaba siempre que la primera vez haba

    sonado de otro modo (FREUD, 1909, 239).

    Como vemos, la estrategia fracasa, las frases no suenan

    iguales la segunda vez que la primera, algo se transforma en la

    repeticin del dicho. Es que aunque intuitivamente, -a diferencia

    de Schreber- Paul advierte cierta vida propia de la palabra.

    Lacan se pregunta al respecto en El Seminario 23. El

    sinthome: Cmo es que todos nosotros no percibimos que las

    palabras de las que dependemos nos son, de alguna manera,

    impuestas? (LACAN, 1975-76, 93).

    Para responderse un prrafo despus:

    En este aspecto, lo que llamamos un enfermo llega a veces ms

    lejos que lo que llamamos un hombre de buena salud. Se trata ms

    bien de saber por qu un hombre normal, llamado normal, no

    percibe que la palabra es un parsito, que la palabra es un

    revestimiento, que la palabra es la forma de cncer que aqueja al

    ser humano. Cmo hay quienes llegan a sentirlo? (LACAN, 1975-

    6, 93).

  • Lo que parece diferenciar ahora la neurosis de la psicosis es

    el mecanismo ya que de acuerdo a lo que postula Freud, en la

    neurosis encontramos la huida como respuesta, un no querer

    saber nada de la realidad, mientras que en las psicosis, la

    respuesta es la desmentida y el consiguiente intento de

    sustitucin de la realidad. De all que el delirio tenga una funcin

    reparatoria: En la psicosis el segundo presenta el carcter de

    reparacin. Intenta compensar la prdida de realidad, no a

    expensas de una limitacin del ello sino por medio de la

    creacin de una realidad nueva (FREUD, 1924, 195).

    Podemos concluir, que si bien al emplear la expresin de

    mrtires del inconsciente Lacan se refiere a la paranoia, este

    recorrido nos muestra que todos somos mrtires del lenguaje.

    Un lenguaje que viene del Otro y nos traumatiza desde antes de

    nuestro nacimiento.

    Sin embargo, slo algunos aquellos a los cuales

    denominamos enfermos- llegan a percibirlo y a elaborar la

    creacin de una realidad nueva, que precisar,

    ineludiblemente, de la manipulacin del lenguaje como

    elemento fundador. se es quiz el privilegio de las psicosis.

    Vanina Muraro

    Bibliografa

    -Freud, S. (1911-1913). Sobre un caso de paranoia descrito

    autobiogrficamente (casoSchreber).En Obras Completas, Vol. XII.

    Buenos Aires: Amorrortu, 1992.

    -Freud, S. (1909). Anexo. Apuntes originales sobre el caso de

    neurosis obsesiva. En Obras Completas, Vol. X. Buenos Aires:

    Amorrortu, 1992.

    -Freud, S. (1924). La prdida de realidad en la neurosis y en la

    psicosis. En Obras Completas, Vol. XIX. Buenos Aires: Amorrortu,

    1992.

  • -Lacan, J. (1955-1956). El Seminario 3. Las Psicosis. Paids:

    Buenos Aires, 2007.

    -Lacan, J. (1975-1976). El Seminario 23. El sinthome. Paids:

    Buenos Aires, 2006.

    -Schreber, D. P. (1903). Memorias de un enfermo de los

    nervios. Madrid: Sexto piso, 2012.

    Vanina Muraro es psicoanalista, miembro de la Escuela de los Foros del

    Campo Lacaniano, Coordinadora del FARP y enseante del Colegio Clnico

    del Ro de La Plata. Adems es docente en la Facultad de Psicologa de la

    UBA en materias de grado y post grado. Autora de varios artculos.