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Introducción El objetivo de la asignatura es dar una visión global de las principales partes y procesos que intervienen en el sistema digestivo así como estudiar sus principales funciones, como base para poder entender los conceptos fundamentales que se analizarán en posteriores asignaturas, sin entrar para nada en un estudio más profundo y exhaustivo del sistema digestivo puesto que no es el objetivo de este curso. En este capítulo se darán unas pautas sobre las transformaciones que sufre el alimento desde su masticación en la boca hasta su llegada al intestino delgado, sin entrar en detalles referentes al proceso de absorción intestinal. Se verá como se suceden una serie de hechos fisiológicos encadenados y perfectamente coordinados, cuyo objetivo final es la degradación del alimento en pequeños fragmentos para, de esta forma, ser asimilados con eficacia por el organismo. Para comprender mejor los mecanismos fisiológicos que ocurren en nuestro cuerpo, es conveniente, en primer lugar, efectuar una breve introducción a los órganos y estructuras implicados en este fascinante proceso. Capítulo 1 .- Anatomía Visión General del Contenido del Capítulo El sistema digestivo consta de las siguientes partes: boca, faringe, esófago, estómago e intestino En el estómago se forma el quimo y se regula su paso hacia el intestino delgado. El intestino delgado se realiza el 90% de la digestión y absorción. Se divide en tres partes: duodeno, yeyuno e íleon. El intestino grueso comienza con la válvula íleocecal y termina en el ano. Además se divide en ciego, colon, recto y ano OBJETIVOS

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Introducción

El objetivo de la asignatura es dar una visión global de las principales partes y procesos que intervienen en el sistema digestivo así como estudiar sus principales funciones, como base para poder entender los conceptos fundamentales que se analizarán en posteriores asignaturas, sin entrar para nada en un estudio más profundo y exhaustivo del sistema digestivo puesto que no es el objetivo de este curso.

En este capítulo se darán unas pautas sobre las transformaciones que sufre el alimento desde su masticación en la boca hasta su llegada al intestino delgado, sin entrar en detalles referentes al proceso de absorción intestinal.

Se verá como se suceden una serie de hechos fisiológicos encadenados y perfectamente coordinados, cuyo objetivo final es la degradación del alimento en pequeños fragmentos para, de esta forma, ser asimilados con eficacia por el organismo.

Para comprender mejor los mecanismos fisiológicos que ocurren en nuestro cuerpo, es conveniente, en primer lugar, efectuar una breve introducción a los órganos y estructuras implicados en este fascinante proceso.

Capítulo 1 .- Anatomía

Visión General del Contenido del Capítulo

El sistema digestivo consta de las siguientes partes: boca, faringe, esófago, estómago e intestino

En el estómago se forma el quimo y se regula su paso hacia el intestino delgado.

El intestino delgado se realiza el 90% de la digestión y absorción. Se divide en tres partes: duodeno, yeyuno e íleon.

El intestino grueso comienza con la válvula íleocecal y termina en el ano. Además se divide en ciego, colon, recto y ano

OBJETIVOS

- Tener una visión global de las distintas partes del organismo que forman el sistema digestivo.

- Analizar la estructura y la composición de cada una de las partes así como conocer las principales funciones que desempeñan en el organismo humano

El sistema digestivo forma parte de uno de los nueve sistemas en que se divide el organismo humano. Un sistema se define como un conjunto de órganos que trabajan conjuntamente para una misma función.

El sistema digestivo es un conducto muscular, recubierto por una mucosa, que se extiende desde los labios hasta el orificio anal y que muestra a diferentes niveles una serie de estructuras accesorias: dentales, glandulares y musculares; adaptadas para la ingestión, masticación, transporte, digestión y absorción de alimentos y, también, para la eliminación de los residuos no absorbidos.

El sistema digestivo se divide en las siguientes partes: boca, faringe, esófago, estómago e intestino. También existen otros órganos fundamentales íntimamente relacionados con este sistema como el hígado y el páncreas.

Figura 1.1: En el cuerpo humano se distinguen nueve sistemas y uno de ellos es el digestivo.

Glandulas salivales y faringe: produccion de saliva

Vesicula biliar e higado: produccion de sales biliares

Estomago: mezclado, almacen y produccion de acidos gastricos

Pancreas: produccion de jugos digestivos

Intestino delgado (duodeno yeyuno ileon) : digestion y absorcion

Colon: concentracion de los productos de desecho

Recto: almacenaje.

1.1 Anatomía de la cavidad oral 

La cavidad oral está dividida en una zona externa y pequeña denominada vestíbulo y en otra interna, más grande, llamada cavidad bucal.

La cavidad bucal está constituida por los pómulos, el paladar, la úvula, la lengua, los labios y los dientes. Además, para realizar su movimiento, la boca dispone del maxilar inferior y del maxilar superior; el primero es móvil y está articulado por el hueso temporal, mientras que el maxilar superior es estático y forma parte del cráneo.

La cavidad bucal está constituida por los pómulos, el paladar, la úvula, la lengua, los labios y los dientes.

Partes de la cavidad bucal.

Los pómulos son estructuras musculosas que ayudan a que la comida se mantenga entre los dientes durante el proceso de masticación. Su capa submucosa contiene numerosas fibras elásticas que permiten que se hinchen las mejillas, por ejemplo, al soplar, y que no nos mordamos los pómulos al masticar.

El paladar separa la cavidad bucofaríngea de la nasofaríngea y se caracteriza por estar constituido por dos partes: paladar duro y paladar blando.

El paladar duro configura la parte anterior del "techo" de la boca y está constituido por el hueso maxilar y palatino, que están revestidos por una membrana mucosa.

El paladar blando constituye la parte posterior y, a diferencia del paladar duro, no está constituido por una base ósea, sino por una disposición fibromuscular.

Del borde libre del paladar blando cuelga la úvula o campanilla. En realidad, la úvula no es más que una pequeña masa de tejido muscular y conjuntivo recubierta de mucosa.

Al contrario de lo que se cree, no tiene ninguna relación con la emisión de los sonidos.

Ejerce una función importante en la deglución de los alimentos ya que al tragar, la úvula se proyecta hacia arriba y atrás, tapando, de esta manera, las vías nasales y, evitando que entre alimento en éstas.

La lengua es un órgano de carácter muscular recubierto por una membrana de tipo mucoso que adquiere un mayor grosor en su parte superior ya que es aquí donde se localizan las miles de papilas gustativas de que consta. Sus movimientos, coordinados con los de las mejillas y los maxilares, permiten mezclar la comida con la saliva para facilitar la ingesta alimenticia.

Los labios permiten abrir y cerrar la boca. El frenillo forma parte de los labios y es un pliegue de la mucosa labial que une cada labio por su parte interna con la encía que le corresponde.

Los dientes son formaciones duras que se hallan en el maxilar superior e inferior y que intervienen en el proceso de masticación.

1.1.1 La dentición

 

El organismo humano ha desarrollado una dentición especializada. Esto significa que los dientes ejercen funciones distintas según su localización. De esta manera, los incisivos son los encargados de cortar el alimento, los caninos de desgarrarlo, los premolares de partirlo y los molares de machacarlo.

El organismo humano ha desarrollado una dentición especializada, con lo que los dientes ejercen funciones distintas según su localización.

Los primeros dientes de los que se dispone empiezan a salir aproximadamente a los seis meses de vida y son lo que se denominan dientes de leche. Esta dentadura provisional consta de un total de veinte piezas distribuidas de la siguiente manera:

- Ocho incisivos.

- Cuatro caninos.

- Ocho molares.

Esta estructura dental es importante ya que sirve de guía de la dentadura definitiva, por lo que los niños deben aprender a cuidarla.

Disposicion de los dientes en una persona adulta.

Aproximadamente a los seis años empezarán a caer las piezas dentarias para dejar paso a los dientes definitivos.

La disposición de los dientes de una persona adulta viene reflejada en la figura 1.5 y consta de treinta y dos piezas, dieciséis en el maxilar superior y las otras dieciséis en el inferior. La distribución en ambos maxilares es la misma y consta de:

- Cuatro incisivos: dos centrales y dos laterales. Cuando se quiere cortar un trozo de lechuga con los dientes lo hacemos inconscientemente con los incisivos. Esto se debe a que poseen una morfología especialmente adaptada para cortar el alimento.

- Dos caninos: como se ha comentado, su especialidad es desgarrar el alimento. Por esta razón, los grandes depredadores como el león o el tigre tienen unos caninos mucho más desarrollados que el resto de los animales.

- Cuatro premolares: tanto éstos como los molares, gracias a su superficie especialmente plana, se encargan de aplastar el alimento. Los premolares se encargan más de desmenuzar y los molares de machacar. Sus predecesores son los molares de leche.

- Seis molares: solamente están presentes en la dentadura de un adulto y, por tanto, no tienen ningún predecesor de leche. Dos de estas muelas son las muelas del juicio, las cuales es posible que no surjan nunca.

Aunque los dientes están especializados según su situación en la dentadura, la composición de éstos es siempre la misma:

- Esmalte: está formado en un 97% por minerales (cristales de hidroxiapatita), por lo que constituye la sustancia más dura del organismo, el otro 3% consta de materia orgánica. El esmalte se encuentra cubriendo la corona y, su color, contrariamente a lo que se pueda pensar, es translúcido.

- Dentina: situada por debajo del esmalte, proporciona tonalidad a la corona. Su composición es mineral en un 70%, siendo el principal constituyente el fosfato cálcico. A medida que se desarrolla el diente, la dentina crece, por lo que al hacer un corte transversal a un diente se pueden apreciar líneas de crecimiento. La dentina es especialmente sensible al tacto y a los cambios de temperatura. Por esta razón, cuanto más dañado esté el esmalte más fácil será padecer problemas de sensibilidad dental.

- Cemento: se localiza recubriendo las raíces de las piezas dentarias. Su composición es similar a la del hueso, y posee unas fibras colágenas -de Sharpey-, que permiten la unión de cada pieza dentaria a la encía.

- Pulpa: se encuentra en la parte más interior del diente. La pulpa está recubierta de odontoblastos, los cuales están relacionados con la respuesta del diente frente a las agresiones. A través del orificio apical, los nervios y los vasos linfáticos y sanguíneos penetran en la pulpa.

Igualmente cada pieza dentaria se puede dividir en tres partes:

- La corona: está cubierta de esmalte y constituye la parte visible de la pieza dentaria.

- El cuello del diente: sirve de conexión entre la corona y la raíz.

- La raíz: tiene la función de anclar el diente en la encía. Las raíces de los caninos se caracterizan por ser especialmente largas.

1.2 Anatomía de la faringe y el esófago 

La faringe forma parte de dos sistemas bien distintos: el digestivo y el respiratorio. Para que no interfieran uno con otro, el sistema digestivo posee mecanismos que inhiben la respiración en el momento de deglución y, así, evitar el ahogo. De esta manera, se impide que el bolo alimenticio pase a la tráquea. Estos mecanismos se explicarán en detalle en el tema de fisiología digestiva.

La faringe forma parte de dos sistemas bien distintos: el digestivo y el respiratorio. Se sitúa justo detrás de las fosas nasales, de la cavidad oral y de la laringe. La faringe es un tubo que mide unos 13 cm de largo y se va estrechando de arriba a abajo, siendo más ancha en la parte superior (3,5 cm) que en la inferior (1,5 cm). El tejido que forma la faringe es muscular, pero a la vez también es fibroso, para evitar las posibles lesiones que puede ocasionar el paso de los alimentos.

Figura 1.7: Sección sagital a través de la nariz, boca, faringe y laringe.

La faringe se sitúa justo detrás de las fosas nasales, de la cavidad oral y de la laringe. De manera que se puede dividir la faringe en su porción nasal, oral y laríngea.

La porción nasal de la faringe (rinofaringe) se encuentra por detrás de la nariz y por encima del nivel del paladar blando.

La porción oral de la faringe (orofaringe) comprende desde el paladar blando hasta el borde superior de la epiglotis. Desemboca hacia delante en la cavidad bucal a través del istmo orofaríngeo, el cual comunica la porción oral y nasal de la faringe y contacta con la porción faríngea de la lengua.

La porción laríngea de la faringe (larinofaringe) se extiende desde el borde craneal de la epiglotis hasta el borde caudal del cartílago cricoides, donde se continua con el esófago.

El esófago une la faringe con el estómago siguiendo la curvatura de la columna vertebral y, atravesando el diafragma. La longitud del esófago es de unos 30 cm y está formado por músculo esquelético en la parte superior y músculo liso en el resto del tubo. El músculo cricofaríngeo cierra el esófago por la parte superior y solamente se abre en el momento de la deglución para dejar paso al bolo alimenticio.

El esófago une la faringe con el estómago, siguiendo la curvatura de la columna vertebral y, atravesando el diafragma

En la parte inferior del esófago, existe una zona de uno a dos centímetros que funciona como un esfínter, aunque anatómicamente no está bien localizada, y que se denomina esfínter esofágico inferior. La función de dicho esfínter es permitir el paso del alimento al estómago y, al mismo tiempo,

evitar el reflujo del contenido gástrico al esófago. Además, para evitar el reflujo, el esófago forma un ángulo agudo en su entrada a la cavidad gástrica.

Aun así, el contenido del estómago puede pasar al esófago en forma de vómito. Éste es un proceso bastante complejo aunque básicamente es de naturaleza refleja. Se caracteriza por una contracción muy intensa de la musculatura abdominal, permaneciendo el diafragma contraído; ello se traduce en un aumento de la presión gastroesofágica que provoca la expulsión del contenido gástrico al exterior.

1.3 Anatomía del estómago 

El estómago es un órgano voluminoso, situado en la parte izquierda del cuerpo humano, que tiene una capacidad de aproximadamente 2,5 litros.

En el estómago se forma el quimo (masa semilíquida constituida por la mezcla de los alimentos con los jugos gástricos) y se regula su paso hacia el duodeno, donde se realiza la digestión y absorción de nutrientes.

El estómago se puede dividir en tres partes:

- El fundus o región cardíaca: está formado por la parte superior del estómago, es decir, la más cercana al corazón. También se conoce como "cámara de aire", debido a que contiene aire en su interior cuando el individuo se encuentra en posición erecta.

- El cuerpo gástrico: es la parte central y también la más amplia del estómago.

- Antro o región pilórica: es la porción final o inferior del estómago.

El estómago se divide en tres partes: fundus o región cardíaca, cuerpo gástrico y antro o región pilórica

Figura 1.9: Partes en las que se divide el estómago.

En la mucosa estomacal hay unos 35 millones de pequeñas glándulas que segregan entre 2 y 3 litros de jugo gástrico al día. Cuando el estómago está lleno, la secreción se acelera. Las emociones fuertes pueden alterar la cantidad y la composición química del jugo gástrico.

La forma del estómago varía según la persona. Aunque es difícil abarcar a toda la población, diversos estudios demuestran que, de manera general, una persona gruesa tiene un estómago en "forma de media luna", es decir, corto e inclinado horizontalmente mientras que las personas delgadas, tienen el estómago "en forma de jota", es decir, alargado e inclinado verticalmente.

El estómago está curvado de derecha a izquierda, y su estructura se compone de dos curvaturas:

- La curvatura menor: se encuentra en la parte derecha del estómago.

- La curvatura mayor: delimita la superficie izquierda de la cavidad gástrica. En la gran curvatura del estómago cuelga una manta de grasa denominada epiplón cuya función es detener determinadas infecciones, desplazándose al foco infeccioso.

El estómago posee dos esfínteres que regulan la entrada y la salida del alimento: el cardias y el píloro. El cardias comunica el estómago con el esófago, relajándose cuando el bolo alimenticio pasa del esófago al estómago.

El píloro regula el paso del contenido gástrico del estómago al duodeno.

1.4 Anatomía del hígado, la vesícula biliar y el páncreas 

El hígado es el órgano más grande de nuestro organismo y pesa aproximadamente 1,5 kg en un individuo adulto. Se sitúa en la zona derecha superior del abdomen, sirviéndole de protección la caja torácica; no obstante, su situación dependerá de los órganos de su entorno y de la postura.

Entre la gran cantidad de funciones que realiza, cabe destacar que interviene en el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas. Además, también forma y secreta bilis, la cual interviene en el proceso digestivo y que, a través de un sistema de conductos, es llevada hasta la luz del duodeno.

El hígado interviene en el metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas; también juega un papel importante en la formación de bilis.

Figura 1.10: Anatomía del hígado, de la vesícula biliar y del páncreas.

FUNCIONES DEL HÍGADO

Metabolismo de proteínas: síntesis, formación de urea, interconversión de aminoácidos.

Metabolismo de carbohidratos: almacenamiento y movilización de glucógeno.

Metabolismo de grasas: síntesis de lípidos y lipoproteínas. Exportación de lípidos.

Formación de bilis.

Detoxicación y conjugación de hormonas esteroides y sustancias extravias (xenobióticos).

Inactivación de hormonas polipeptídicas.

Almacenamiento de vitaminas.

Figura 1.11: Anatomía del hígado y de la vesícula biliar.

Desde un punto de vista anatómico, el hígado se puede dividir en los lóbulos derecho e izquierdo, los cuales están separados por el denominado ligamento falciforme. Mientras que en los niños ambos lóbulos son aproximadamente de igual tamaño, en el individuo adulto el lóbulo derecho es mucho mayor que el izquierdo.

Se caracteriza por estar formado por una masa continua de células divididas en forma incompleta por separación de tejido conectivo, en cuyas subdivisiones de los conductos biliares y de los vasos hepáticos se encuentran numerosas conexiones. El parénquima hepático está compuesto de células epiteliales dispuestas en láminas que se interconectan formando una estructura tridimensional. La unidad funcional más pequeña es el acino, que es un conjunto de células que rodean un conducto y pequeñas ramas terminales de la vena porta y de la arteria hepática, además, sirve para diferenciar las distintas zonas dentro del hígado. Así, tenemos que la zona 1, es el área de tejido hepático que rodea directamente al conducto biliar y ramas terminales de la vena porta y arteria hepática; la zona 3, es el parénquima más alejado a estas estructuras y, la zona 2 es el tejido hepático ubicado entre las dos zonas anteriores.

Además, funciona en relación estrecha con el sistema circulatorio y el resto de órganos debido a la multiplicidad de funciones desempeñadas por sus células (ver figura siguiente).

Figura 1.12: Hígado y sus relaciones anatómicas con el aparato circulatorio.Fuente: Bondi, 2003

Su carácter endocrino y exocrino tiene un papel importante en la regulación de la composición de la sangre, ya que actúa como un filtro metabólicamente activo para lo que cuenta con estructuras macro y microscópicas perfectamente adaptadas a:

- La captación de los sustratos desde el intestino para su almacenamiento, metabolismo y distribución a la sangre y bilis.

- La biotransformación de sustancias polutas, metabolitos endógenos y medicinas.

- Participa en la coagulación sanguínea.

Los hepatocitos constituyen el 60% de las células del hígado y presentan heterogeneidad estructural que se manifiesta en su diversidad funcional. Tienen un rol importante en el metabolismo de los nutrientes por lo tanto el balance de nitrógeno y energía, factores determinantes para la función e integridad estructural del organismo.

La vesícula biliar se sitúa por debajo del hígado. Su capacidad es de unos 40 ml y su función es el almacenamiento y la concentración de bilis para su posterior secreción.

Para una mejor comprensión anatómica, la vesícula biliar se divide en su parte proximal que se denomina cuello, una parte intermedia que se conoce como cuerpo y, otra parte distal que se llama fondo de la vesícula biliar.

La bilis, una vez formada en los canalículos biliares, es recogida por una red de conductos intrahepáticos hasta desembocar en el árbol biliar extrahepático, que consta de los conductos hepáticos que se unen con el conducto cístico proveniente de la vesícula biliar, formando el conducto biliar común o colédoco. Este conducto, junto con el pancreático, desemboca en el duodeno, donde llega la bilis.

Figura 1.13: Descripción anatómica de la vesícula y vía biliar.Fuente: Bondi, 2.003

El páncreas está alojado profundamente en la cavidad abdominal (entre el estómago y el dudodeno). Se trata de un órgano alargado, en el adulto mide de 12 a 20 cm, y su peso oscila entre 70 a 120 g. El conducto pancreático o de Wirsung lo atraviesa en toda su longitud.

Figura 1.14: Páncreas: relación anatómica con órganos abdominales y división anatómica.Fuente: Bondi. 2003

El páncreas es una glándula mixta con una parte endocrina (islotes de Langerhans), que secretan hormonas a sangre (glucagón e insulina, entre otras) y una parte exocrina (acinos pancreáticos), que

es la encargada de formar el jugo pancreático; una mezcla de electrólitos y enzimas hidrolíticas, secretadas al intestino, y que tienen gran importancia en la digestión.

El páncreas se sitúa entre el estómago y el duodeno, y su función es la de segregar hormonas que regulan el metabolismo de la glucosa, además de enzimas digestivas

que se vierten al duodeno.

El glucagón y la insulina intervienen en el metabolismo de los hidratos de carbono: la alteración en la secreción de insulina da lugar a la aparición de una enfermedad crónica, la diabetes mellitus.

Al llegar a la pared del duodeno, el colédoco junto con el conducto pancreático se unen para formar la ampolla de Vater, que desemboca en el duodeno. La ampolla de Vater posee un esfínter denominado esfínter de Oddi.

Entre comidas, la vesícula biliar va acumulando bilis y el esfínter de Oddi permanece cerrado, impidiendo la entrada de bilis al duodeno. La vesícula va almacenando y concentrando bilis por microabsorción de electrólitos y agua en la mucosa vesicular.

Tras la ingestión de una comida, en especial si es rica en grasas, la vesícula se contrae y el esfínter de Oddi se relaja, permitiendo el vertido de la bilis al duodeno. Al mismo tiempo, el páncreas también aporta (alrededor de 2 litros diarios) el jugo pancreático en el duodeno.

El jugo pancreático es alcalino por la presencia de altas concentraciones en bicarbonato, de forma que proporciona un medio adecuado para la acción enzimática y neutraliza la acidez del quimo, la cual dañaría la mucosa duodenal.

Figura 1.15: Anatomía del páncreas.

Figura 1.16: Páncreas y su relación anatómica con el aparato circulatorioFuente: Bondi, 2003

1.5 Anatomía del intestino delgado 

El intestino delgado se extiende desde el píloro hasta la válvula ileocecal. No existe línea divisoria entre yeyuno e íleon; la luz del íleon es más estrecha y el diámetro total de su pared es más delgado que la del yeyuno.

En el intestino delgado se realiza el 90% de la digestión y absorción. Gran parte de ésta, puede realizarse porque la superficie del intestino delgado está formada por vellosidades intestinales con multitud de capilares sanguíneos. Esta capilarización permite el paso de los nutrientes al torrente circulatorio para que se repartan por todo el organismo. Además, interviene en el proceso digestivo mediante las secreciones enzimáticas y los movimientos intestinales.

El intestino delgado, en el cual se realiza el 90% de la digestión y absorción, se divide en tres partes: duodeno, yeyuno e íleon.

El intestino delgado se puede dividir en tres partes:

- El duodeno: es la primera porción del intestino, la cual comunica con el estómago mediante el píloro. Mide unos 25 cm de largo y se puede dividir en duodeno superior, descendente, horizontal y ascendente.

En la región descendente del duodeno es donde desembocan, a través de la ampolla de Vater, la secreción biliar y pancreática.

- El yeyuno: el duodeno termina en el ángulo duodenoyeyunal para enlazar con el yeyuno. El yeyuno es la porción más larga del intestino delgado y se encuentra muy replegada sobre sí misma.

- El íleon: es la última porción del intestino delgado. La válvula íleocecal comunica el íleon con el ciego y su función es retardar el paso del contenido intestinal hacia el ciego. Como consecuencia del

paso del alimento por el estómago, se inicia un reflejo gastroileal que relaja la musculatura circular de la válvula.

Figura 1.17: Anatomía del intestino delgado. Fuente: http://www.mayoclinic.com

El intestino delgado mide aproximadamente unos 6,5 m de largo (en la especie humana), y su diámetro va disminuyendo desde los 4-5 cm en el duodeno a los 2 cm en el íleon.

1.6 Anatomía del intestino grueso 

La absorción en el intestino grueso no tiene normalmente importancia para el aprovechamiento nutricional ya que sólo se absorbe agua y algunos minerales. Precisamente, el interés se encuentra en la absorción de agua ya que, gracias a ella, tiene lugar la formación de heces.

Figura 1.18: Anatomía del intestino grueso.Fuente: http://www.mayoclinic.com

Constituye el tramo final del tracto digestivo. Mide aproximadamente 1,5 m de longitud y, como se puede deducir por su nombre, su diámetro (6,5 cm) es superior al del intestino delgado.

El intestino grueso, el cual absorbe agua y algunos minerales, se divide en cuatro partes: ciego, colon, recto y ano.

 

El intestino grueso empieza en la válvula íleocecal para terminar en el ano, y se puede dividir en:

a) Ciego: en esta sección del intestino grueso se encuentra el apéndice vermiforme. Éste se asemeja a un gusano y su longitud depende mucho de la persona, aunque por término medio se puede decir que es de unos 9 cm. Parece ser que el apéndice no desempeña ninguna función o, por lo menos, hasta el momento no se ha descubierto.

La apendicitis es una inflamación del apéndice muy dolorosa -que resultaba mortal hace algunos años-, debido a una infección. Actualmente, este problema se soluciona mediante la extirpación quirúrgica del apéndice.

b) Colon: tiene aproximadamente 1 m de longitud y se puede dividir en:

- Colon ascendente: asciende por la parte derecha del abdomen.

- Colon transverso: atraviesa el abdomen.

- Colon descendente: desciende por la parte izquierda del abdomen.

- Colon sigmoideo: donde tiene lugar la acumulación de heces.

c) Recto: su llenado sólo se realiza justo en el momento antes de la defecación. El diámetro del recto se va incrementando para formar la ampolla rectal.

d) Ano: el ano empieza en la denominada unión anorectal que se caracteriza por un estrechamiento del recto. La musculatura del ano posee dos esfínteres:

- El esfínter interno: está formado por musculatura lisa y es de carácter involuntario.

- El esfínter externo: su musculatura la forman las fibras estriadas, y es de carácter voluntario.

Figura 1.19: Esquema del ciego y de la válvula ileocecal.

Figura 1.20: Último tramo del intestino grueso.

Capítulo 2 .- Sistema digestivoVisión General del Contenido del Capítulo

El principal objetivo del sistema digestivo es convertir los alimentos en moléculas más simples para poder ser absorbidas por el organismo.

Las capas que forman las paredes del tubo digestivo son prácticamente las mismas en toda su extensión: capa serosa, capa muscular, capa submucosa y capa mucosa.

La digestión consta de diversas fases, entre las que podemos destacar: la masticación, la digestión gástrica, la digestión intestinal y la defecación.

La flora del colon tiene la misión de transformar los alimentos no absorbidos en material de deshecho.

El mecanismo que regula el proceso de defecación es voluntario, pero los bebés que todavía no han aprendido a regular los esfínteres implicados y los ancianos que han perdido la capacidad de hacerlo no pueden controlar este proceso.

O B J E T I V O S

- Comprender la función básica del sistema digestivo.

- Conocer la estructura y composición así como las funciones desempeñadas por las distintas capas que forman las paredes del tracto gastrointestinal.

- Describir los procesos digestivos que se suceden en el organismo humano tras la ingestión de un alimento, y comprender su finalidad.

2.1 Función básica del sistema digestivo

 

La principal función del sistema gastrointestinal es convertir los alimentos en moléculas pequeñas, para que puedan pasar al organismo: esto se lleva a cabo mediante procesos mecánicos (masticación, mezcla y transporte) y procesos químicos. Éstos últimos se realizan mediante enzimas digestivas que degradan las proteínas, grasas y carbohidratos hasta obtener unas moléculas pequeñas que pueden ser absorbidas a través de las células de la mucosa del intestino delgado (enterocitos) llegando posteriormente a la sangre o a la linfa, junto a las sales minerales, el agua y las vitaminas.

Casi todas las actividades del sistema digestivo se hacen sin intervención de nuestra voluntad y sin que tengamos conciencia de ellas; sólo podemos influir de forma voluntaria en los movimientos de entrada y salida (esfínteres), los mismos que están formados por músculos estriados, lo que permite que controlemos voluntariamente en las acciones de deglución y defecación.

La principal función del sistema digestivo es convertir el alimento en moléculas pequeñas y, así, hacerlas fácilmente absorbibles por el organismo. Se realiza mediante procesos mecánicos y químicos.

El sistema digestivo también se caracteriza por desempeñar tres funciones importantes:

a) Función motora: Al considerar la motilidad gastrointestinal, la motilidad intestinal tiene función esencial en el trabajo digestivo tanto en la enfermedad como en la salud. Las células musculares lisas son las responsables de la actividad contráctil del tubo digestivo, el mismo que presenta dos tipos de contracciones:

- Contracciones fásicas: de corta duración, más o menos rítmicas, y se realizan principalmente en el estómago distal y en el intestino delgado.

- Contracciones tónicas: de larga duración y se producen en el estómago proximal, vesícula y en los esfínteres.

Ambas están en relación con las cargas eléctricas presentes en las células musculares lisas encargadas de la actividad contráctil, cuyos cambios en su carga eléctrica se ejecutan en forma más o menos constante.

b) Función secretora: Se efectúa gracias a un sistema de jugos digestivos que contienen hormonas y una familia de péptidos reguladores. Se caracterizan por no encontrarse en las glándulas y estar esparcidos por toda la mucosa intestinal. En 1.902, Bayless descubrió la secretina, es la primera sustancia clasificada como hormona y su principal lugar de acción es el duodeno que estimula al páncreas a producir bicarbonato. En 1.905, fue descubierta la gastrina, el péptido más investigado, indispensable para que el estómago produzca ácidos y para el crecimiento normal de la cobertura interna del estómago e intestino delgado. En 1.928, se descubre la colecistoquinina, (CCK) que contrae y evacua la vesícula; actualmente, se ha investigado su rol en la saciedad y su relación con el eje intestino-cerebro. El sistema digestivo tiene su propio mecanismo de regulación ya que las hormonas se liberan a la sangre, viajan hacia el corazón y a través de las arterias vuelven al sistema digestivo para estimular sus jugos que intervienen en la digestión y en los movimientos de los órganos.

c) Función absortiva: La absorción de los nutrientes que incorporamos con nuestra dieta es la función principal del intestino delgado, ya que en este órgano se degradan las sustancias en más simples, llevándolas a través de su epitelio por mecanismos especiales de transporte, para permitir su absorción. En el adulto que consume una dieta balanceada se absorben aproximadamente 400 g de azúcar, 100 g de grasa y 90 g de proteínas por día.

2.2 Control de la actividad gastrointestinal 

El control de la actividad digestiva se realiza por dos mecanismos:

a) Mecanismos nerviosos:

Que a su vez se dividen en dos tipos:

- Intrínsecos: Se realiza a través del sistema nervioso entérico (segundo cerebro) que está formado por el plexo mioentérico y el plexo submucoso. Consiste en un sin número de neuronas sensoriales, integradoras, motoras que transmiten las sensaciones producidas por los movimientos y actividades provenientes del tracto digestivo hacia el cerebro. La integración de los movimientos gastrointestinales se realiza en gran parte en este sistema y, desempeña un importante rol en muchos estados fisiológicos normales de: motilidad, secreción, microcirculación y función inmunológica.

- Extrínsecos: mediante la activación de fibras del sistema nervioso autónomo, y de sus dos divisiones: la parasimpática, que tiene en general una acción estimuladora tanto de la motilidad como de las secreciones, y la simpática, que generalmente inhibe las secreciones y la motilidad.

b) Mecanismos hormonales:

Regulados por las hormonas que, además de actuar en el sistema digestivo, lo hacen en otros muchos lugares del organismo y, por eso se las denomina péptidos reguladores gastrointestinales. Existe un conjunto de células repartidas por todo el tracto gastrointestinal que secretan estas hormonas y péptidos (gastrina, secretina, colecistoquinina, etc.), formando un tejido endocrino difuso.

2.3 Histología general del tracto gastrointestinal 

La histología muestra la estructura de las paredes del estómago, faringe, intestino, etc., es decir, de todo el tracto gastrointestinal.

Las paredes del tubo digestivo están formadas por una serie de capas perfectamente definidas. Estas capas, salvo pequeñas modificaciones en algunos tramos, vienen a ser las mismas en toda su longitud. Así pues, se puede decir que dichas paredes están formadas por cuatro capas:

- Capa serosa: es la capa más externa. Está constituida de tejido conjuntivo elástico. Este recubrimiento, en algunas regiones, se continúa directamente con el de los órganos adyacentes, por lo que es conocido como adventicia.

En otras regiones, el tubo digestivo está recubierto por una capa serosa peritoneal que tapiza las cavidades abdominal y pelviana y recubre las estructuras situadas en ellas. La serosa nunca recubre totalmente a una víscera: salta desde ella en forma de dos láminas de peritoneo superpuestas hacia la pared corporal o hacia otra víscera. Esta doble capa de peritoneo constituye lo que se denomina mesenterios, los cuales contienen acumulaciones grandes de grasa y transportan vasos y nervios desde y hacia las vísceras a que están unidos.

- Capa muscular: está formada por fibras longitudinales en la parte externa y fibras circulares en la interna. Ambos tipos de fibras son las responsables de los movimientos peristálticos que permiten el avance del contenido alimenticio por el tubo digestivo. En concreto, las fibras circulares inician los llamados movimientos de segmentación, que tienen como función la mezcla del contenido intestinal con las secreciones, para de esta forma poner dicha mezcla en contacto con la mucosa y, de esta manera, facilitar la absorción.

Los esfínteres están formados por una concentración de fibras circulares que permitirán controlar el paso del alimento.

En la capa muscular, entre la longitudinal y la circular, se encuentra el plexo mioentérico o de Auerbach, que es una red nerviosa de estructura glandular que participa, principalmente, en funciones de motilidad.

- Capa submucosa: sirve de unión de la capa mucosa con la muscular, y está formada por tejido conectivo laxo y multitud de fibras elásticas. En esta capa también existe un plexo nervioso (plexo submucoso o de Meissner), que afecta a la motilidad y, además, a la secreción de las glándulas de la mucosa y de las células endocrinas de la pared gastrointestinal.

- Capa mucosa: es la capa más interna y, por tanto, la que da a la luz del tubo digestivo. Esta capa se encuentra muy vascularizada y contiene multitud de nervios. A su vez, se divide de dentro a afuera: en una fina capa de músculo liso que permite ciertos movimientos a la mucosa; en una lámina formada por tejido conectivo laxo y que contiene capilares sanguíneos y linfáticos y, por último, en una capa de células epiteliales (enterocitos, células mucosas y endocrinas) en contacto con la luz digestiva.

Figura 2.1: Capas de la pared de las vías digestivas.

Las paredes de las vías digestivas están formadas por una serie de capas perfectamente definidas, cada una de las cuales tiene unas funciones específicas.

Cabría destacar también la histología del intestino delgado. El intestino delgado posee unas paredes altamente especializadas para que puedan llevar a cabo la digestión y absorción al máximo de sus posibilidades. Las diferencias con el resto del tubo digestivo son:

- Los pliegues circulares: las paredes intestinales forman repliegues de mucosa y submucosa con el fin de aumentar la superficie de absorción.

- Las vellosidades intestinales: la superficie del intestino delgado está recubierta por millones de vellosidades intestinales que se asemejan a las hojas de un helecho. Miden tan solo 0,5 mm pero proporcionan un notable aumento de la superficie de absorción. Además, sus movimientos de contracción y estiramiento sucesivos favorecen la absorción de nutrientes. Las células epiteliales que tapizan la mucosa presentan, a su vez, microvellosidades que aumentan en gran medida la superficie intestinal, facilitando los procesos de absorción y digestión de nutrientes.

Las vellosidades intestinales, situadas en el intestino delgado, proporcionan un notable aumento de la superficie de absorción

Figura 2.2: Sección del intestino delgado: vellosidades y glándulas intestinales.

- Las criptas de Lieberkühn o glándulas intestinales: se encargan de segregar el jugo intestinal y se localizan entre las bases de las vellosidades intestinales.

2.4 Cavidad bucal 

En la cavidad bucal, y gracias a los componentes de la boca (dientes, lengua y pared bucal) y a las glándulas salivares, tienen lugar los primeros procesos digestivos: masticación, salivación, y el inicio de un tercero, la deglución.

Una correcta higiene bucal mantiene la boca en perfecto estado y permite que los componentes de la boca puedan ejercer su función con eficacia.

Antes de empezar con las fases propiamente dichas que tienen lugar durante el proceso de digestión, se comentará brevemente la razón por la que al ingerir un alimento, éste nos aporta un sabor característico, y cuales son los factores que influyen.

El sabor de un alimento no es una modalidad sensorial definida, por tanto, las papilas gustativas sólo median la llamada "sensación gustativa" o gusto de un alimento. Es una percepción consciente que integra las modalidades sensoriales de gusto y olfato. En ella pueden intervenir, favoreciéndola o bien disminuyéndola, múltiples factores como la textura, temperatura, estado de ánimo, etc.

Por ello, aunque se hable de sabor -siempre que se entienda que es una sensación mediada por los botones gustativos- se debe interpretar como sensación gustativa o el gusto de un alimento.

2.4.1 El sistema gustativo

 

Para detectar el sabor de los alimentos, la lengua posee miles de papilas gustativas de aspecto aterciopelado y color rosáceo.

Las papilas gustativas son pequeñas protuberancias que contienen receptores sensoriales, tanto gustativos como táctiles y térmicos, sobre los que terminan gran cantidad de fibras nerviosas sensoriales.

Hay cuatro tipos de papilas gustativas:

- Las papilas foliadas: reciben este nombre por tener forma de hoja y se encuentran en los bordes de la parte posterior de la lengua.

- Las papilas filiformes: son las más numerosas y, por lo general, no poseen botones gustativos. Se sitúan en la región media lingual: es por esta razón que casi no se diferencian los sabores en este punto de la lengua.

- Las papilas fungiformes: se localizan en la región anterior de la lengua. Su forma se asemeja a la de un hongo.

- Las papilas caliciformes o circunvaladas: en forma de "V", son las de mayor tamaño y están localizadas en la parte posterior de la lengua.

Figura 2.3: Clases de papilas gustativas.

Los sabores de los alimentos se detectan gracias a los botones gustativos o receptores del gusto. Se localizan básicamente en la lengua, pero también se encuentran en la faringe y en el resto de la boca. En total se tienen aproximadamente unos 10.000 botones gustativos. Según donde estén localizados estos receptores, serán más sensibles a un sabor u otro.

Los botones gustativos tienen forma ovalada y están formados por células receptoras epiteliales de las que sobresalen los pelos gustativos, microvellosidades que están en contacto con los líquidos de la cavidad bucal. Dichas células están inervadas por los nervios sensoriales, los cuales tienen la función de transmitir los sabores al cerebro.

Toda la variedad de gustos conocidos surge a partir de cuatro cualidades básicas:

- Dulce: se percibe sobre todo en la punta de la lengua. La sacarosa es el alimento de referencia del sabor dulce.

- Salado: se localiza en toda la superficie de la lengua. La sal (cloruro sódico) representa el sabor salado.

- Amargo: la sensación amarga se localiza en la base de la lengua. Este sabor es el que más se diferencia de los cuatro debido, probablemente, a un mecanismo de defensa: la mayoría de las sustancias tóxicas son amargas, así pues, si se ingiere una toxina, se detecta rápidamente ese sabor amargo tan peculiar; en consecuencia, nuestro organismo reacciona, bien escupiendo el alimento o bien en forma de vómito.

- Ácido: el sabor ácido se localiza en los bordes laterales de la lengua.

Figura 2.4: Localización de los puntos de percepción de sabores en la lengua.

Esta clasificación es la más aceptada, no obstante, existen otras que incluyen más sabores como el astringente, metálico o incluso el sabor del agua. Sin embargo, se considerará que a partir de la combinación de estos cuatro sabores, se pueden obtener todos los demás.

Para comprobar la localización de las papilas gustativas a lo largo de la lengua podemos realizar un sencillo experimento: degustar un helado y una cerveza; de modo inconsciente tendemos a probar el helado (dulce) con la punta de la lengua, mientras que el sabor amargo de la cerveza se aprecia mejor en la parte más profunda de la lengua.

2.4.1.1 Factores que influyen en los sabores

 

La estructura química de un alimento es uno de los factores que condiciona su sabor ya que los receptores gustativos son quimioreceptores, es decir, se identifican con los compuestos de naturaleza química de los alimentos; no obstante, existen muchos más factores que influirán en el sabor de un alimento: la concentración, la costumbre, la experiencia pasada, el olor, la textura, la temperatura o incluso la forma de alimentarse.

Los factores que influyen en el sabor de los alimentos son: la estructura química del alimento, la concentración, la costumbre, la experiencia pasada, el olor, la textura, la

temperatura y la forma de alimentarse.

La concentración del alimento

Un cambio en la concentración de un alimento puede provocar una variación en su sabor. Por ejemplo, el cloruro potásico, en condiciones normales, tiene un sabor salado, pero se vuelve amargo al aumentar su concentración y, seguidamente, vuelve a su sabor salado original.

En realidad, el organismo humano tiene una capacidad limitada para distinguir un cambio en la intensidad de sabor de un alimento: hace falta una diferencia de hasta un 30% de la concentración

de la sustancia, para notar distinto sabor. Naturalmente, hay personas que son más sensibles que otras, dependiendo de la distribución de los botones gustativos en cada uno de nosotros. De esta manera, un alimento desagradable para una persona puede parecerle exquisito a otra.

La costumbre

La cultura o costumbre también influye de forma decisiva en el sabor de un alimento. Normalmente todo el mundo prefiere los platos que está acostumbrado a comer, sobre todo los relacionados con acontecimientos familiares o días de fiesta. Determinados grupos culturales sienten especial agrado por alimentos que resultan desagradables para otros: la razón de estas preferencias culinarias se debe a que las papilas gustativas "se acostumbran" a estos sabores.

El pueblo mejicano, por ejemplo, está especialmente acostumbrado a comidas picantes. En su caso se debe a una razón sanitaria, ya que es una manera de matar una gran cantidad de bacterias. El hecho es que sus papilas gustativas están adaptadas a estos sabores; sin embargo, nosotros necesitaremos beber una buena cantidad de agua después de comer chile, los mejicanos no tendrán este problema.

Análogamente, se puede aborrecer un alimento que nos ha sentado mal porque inconscientemente lo relacionamos con la experiencia pasada.

Curiosamente, esta aversión por los alimentos que, tras ingerirlos, nos hacen enfermar, ha resultado un problema para la exterminación de las ratas. En efecto, el método empleado para acabar con las ratas era el de poner veneno en la comida que ingerían, pero éste no funcionaba: las ratas comían del alimento y algunas de ellas morían, pero al percatarse del efecto que les podía producir ya no volvían a probarlo; por eso este método era limitado en el tiempo y sólo afectaba a las primeras ratas que acudían a comer. Por suerte, se han encontrado venenos que actúan largo plazo, es decir, que producen su efecto al cabo de una semana. De esta manera, las ratas no relacionan la comida con el envenenamiento y continúan comiendo del alimento envenenado.

El organismo humano reacciona de igual forma: si algún alimento nos ha sentado mal llegamos a aborrecerlo y el simple hecho de tenerlo delante en la mesa ya nos puede incomodar. Igualmente todos recordamos alguna comida que odiábamos cuando éramos niños. Una vez somos adultos nuestros gustos cambian, pero es muy posible que continuemos sintiendo aversión por aquella comida que de niños nos habían "obligado" a comer.

Como se ha comentado anteriormente, el olor es muy importante en la percepción del sabor. Por esta razón, cuando estamos acatarrados parece que no sentimos el gusto de la comida. En realidad, las papilas gustativas no han perdido su función, sino que son los receptores del olfato los que "fallan": está tan estrechamente ligado el sentido del olfato con el del gusto que al no poder oler lo que comemos parece que no sintamos el gusto.

De la misma manera, no sabrá igual un plato de lentejas frío que el mismo plato caliente ni tampoco un mismo alimento cocinado, uno con la textura correcta y el otro no; el primero nos podrá parecer exquisito y, en cambio, el segundo parecernos desagradable. También el color de un alimento puede influir en su gusto y su sabor.

La forma de comer los alimentos también puede modificar el sabor de éstos.

Así, un helado se disfrutará mucho más si se come con la punta de la lengua, que es donde más se percibe el sabor dulce. Lo mismo sucede con los bebedores de cerveza ya que inconscientemente vierten la bebida directamente hacia la parte posterior de la lengua. La explicación es sencilla: en ese

punto es dónde se localizan los receptores del gusto amargo y, por tanto, aprecian mucho más el sabor de la cerveza.

Por otra parte, hay sustancias que según donde se coloquen, se percibe un sabor u otro; por ejemplo, si la sacarina se prueba con la punta de la lengua, se percibe un sabor dulce y si se cata con la parte posterior, se nota un sabor amargo.

Análogamente, comer muy deprisa y sin masticar impide la correcta degustación de los alimentos, aparte de que el proceso de la masticación no se lleva a cabo adecuadamente. Los alimentos deben ser triturados de forma correcta y ello permite que percibamos todo su sabor, ya que es necesario para que se estimulen adecuadamente los receptores gustativos y para que se disuelvan las sustancias rápidamente en la saliva.

Los "atracones" de comida también pueden alterar su sabor. Es muy frecuente que después de ingerir una enorme cantidad de un alimento que nos encanta, éste nos parezca desagradable: es lo que se conoce como aliestesia.

Este cambio de sensación sobre el gusto de un alimento fue experimentado por Cabanac entre 1971 y 1979. De entre las pruebas que realizó, una de ellas fue hacer probar una solución azucarada a un determinado grupo de personas. Después de esto obtuvo dos respuestas: un primer grupo (grupo A) se bebió la solución, encontrándola agradable y, un segundo grupo (grupo B), la encontró desagradable. A continuación, repitió el mismo procedimiento varias veces hasta que llegó un momento en que los componentes del grupo A también encontraban la solución desagradable, al igual que los del grupo B, los cuales no habían cambiado su sensación.

A partir de todos estos experimentos realizados, se llegó a la conclusión de que tras ingerir el mismo alimento muchas veces, nuestro organismo cambia la sensación que percibe pasando de agradable a desagradable, y esto es lo que se conoce como aliestesia.

Además de todos estos factores que pueden influir en el sabor de un alimento, también existen algunas sustancias que pueden alterar su sabor. Puede ocurrir que después de lavarnos los dientes, un zumo de naranja nos parezca amargo. Esto sucede debido a que la mayoría de dentífricos contienen Lauril Sulfato Sódico; esta sustancia es un excelente detergente, pero tiene como inconveniente que reacciona con el ácido de la naranja haciendo que sepa más amarga. Por suerte, existen muy pocas sustancias que cambian el sabor de los alimentos, por lo que no debemos tenerlo demasiado en cuenta.

Aunque pueda parecerlo, nuestro organismo no actúa de manera caprichosa sino que, según sus necesidades, puede sentir predilección por determinados alimentos.

Por ejemplo, ¿qué ocurriría si un niño pequeño tuviese que escoger su comida? ¿Escogería solamente los alimentos que más le gustan? Se han realizado experimentos en que se dejaba que un niño pequeño escogiese los alimentos que se le antojaban. Los resultados fueron que al cabo de una semana había consumido los nutrientes necesarios, aunque no lo hiciese de forma ordenada, ya que un día podía consumir sólo un determinado alimento. Este comportamiento se debe a lo que se denomina "hambre específica".

Inconscientemente, el organismo siente apetencia por los alimentos que requiere. En el experimento realizado con un niño pequeño, el cual no tiene conciencia de lo que es una dieta equilibrada, se demostró que su organismo le requiere unos determinados alimentos en función de sus necesidades y, de esta manera, el niño siente predilección por lo que realmente necesita. Todo esto no significa

que podamos permitir que los niños puedan escoger libremente su alimentación ya que siempre estarán mejor guiados por personas adultas que les enseñen una dieta correcta.

Ciertos alimentos resultan imprescindibles en nuestra dieta. El sodio es uno de ellos y lo obtenemos a partir de la sal común (cloruro sódico). Un déficit de sodio provoca calambres musculares, debilidad, pérdida de peso e incluso, si no se remedia a tiempo, la muerte. Nuestro organismo es consciente de ello y, consecuentemente, si nos encontramos bajos de sodio se activa el hambre específica de sodio. Es entonces cuando sentimos predilección por alimentos salados.

Si vivimos en el campo, en alguna zona donde pastan vacas, nos daremos cuenta que el ganadero les da unas piedras de sal para que las lama. Aunque nos pueda sorprender, las vacas lamerán estas piedras con avidez. Esto es debido a que en su dieta no acostumbra a estar incluida la sal, por lo que su organismo lo requiere y provoca un hambre específica de sodio. Actualmente, el sodio puede incluirse en los piensos, por lo que esta práctica ya no es tan extendida.

Una alteración de la glándula suprarrenal puede provocar que las necesidades de sodio del organismo aumenten. Para solucionar el problema tan sólo es necesario aumentar la cantidad de sal de la dieta.

2.5 Fases de la digestión

2.5.1 Masticación

 

La masticación es un proceso voluntario de trituración de la comida. Con relación a esto último, cabría puntualizar que existen una serie de reflejos que van a mantener el proceso de la masticación, es decir, los reflejos se inician voluntariamente pero se mantienen involuntariamente.

Las glándulas salivares son las encargadas de secretar saliva en la cavidad bucal. Ésta interviene directamente en el proceso de digestión.

El objetivo de la masticación es dividir el alimento en partículas más pequeñas, a fin de que sea asimilado eficazmente en el organismo. Durante este proceso, el maxilar inferior o mandíbula se mueve, gracias a los músculos de la cara, hacia al maxilar superior, el cual se mantiene estático.

Al masticar, los movimientos se coordinan y, no sólo intervienen los dientes para conseguir la trituración, sino que la lengua y las mejillas también colaboran en el proceso.

Durante la masticación, los alimentos se combinan con la saliva, formándose una masa de consistencia pastosa denominada bolo alimenticio; éste facilita el proceso de deglución, evitando que el alimento pueda dañar el tracto digestivo.

Normalmente, cuanto más se mastica un alimento, más se percibe su sabor; esto se debe a que al masticar, se estimulan los sentidos del olfato, tacto y gusto, y su disolución en la saliva es mayor y, por tanto, también lo es su eficacia estimulando a los receptores gustativos.

Es fundamental que la masticación se realice de forma correcta, ya que de lo contrario, la digestión no se llevará a cabo con eficacia. De esta manera, una buena trituración del alimento dependerá básicamente de tres factores:

- Del estado de la cavidad bucal: es lógico pensar que el mal estado de los constituyentes de la boca repercuta negativamente en la masticación: por ejemplo, si se padece gingivitis (inflamación de las encías), se tiene las encías tan sensibles que resulta doloroso masticar y, en consecuencia, no se tritura suficientemente el alimento. Análogamente ocurre en el caso de presentar caries, llagas en la boca o incluso una incorrecta formación dentaria.

- De la duración de la masticación: inmediatamente antes de la deglución, interesa que el alimento sea suficientemente triturado: si se engulle sin masticar, aumenta la posibilidad de atragantarse

porque no se ha formado correctamente el bolo alimenticio.

De la misma forma, el hecho de hablar mientras se come, impide que se mastique bien la comida, con lo que se ingiere el alimento antes de que se termine el proceso de masticación.

- Del interés voluntario de la masticación: no hay que olvidar que, aunque intervengan reflejos involuntarios, esta trituración es voluntaria y, por tanto, si no ponemos de nuestra parte, no se realizará adecuadamente.

Figura 2.5: Imágenes del paladar, nasofaringe y epiglotis.Fuente: http://www.bondisalud.com.ar/12.html

2.5.1.1 Las glándulas salivares

 

Las glándulas salivares son las encargadas de secretar saliva en la cavidad bucal. Para poder realizar la secreción salivar, éstas disponen de células secretoras agrupadas en conjuntos organizados, los acinos, que segregarán la saliva a través de conductos hasta la cavidad bucal. Estas células o unidades secretoras (acinos) pueden ser simples o compuestas en función de sus ramificaciones, e igualmente se pueden clasificar en tubulares, cuando su forma es de tubo, y acinares o alveolares cuando son redondeadas.

Además, estas unidades secretoras, independientemente de su forma acinar o tubular, pueden ser clasificadas en función del tipo de secreción:

- Las células serosas secretan una saliva fluida rica en ptialina (amilasa salivar), que es una enzima que hidroliza los hidratos de carbono presentes en la cavidad bucal.

- Las células mucosas secretan una saliva densa y viscosa rica en moco.

- Las células mixtas secretan ambos tipos de saliva.

Figura 2.6: Morfología de las células secretoras de las glándulas salivares.

Para poder realizar la secreción, existen tres pares de glándulas salivares en el organismo humano que se diferencian entre ellas por la composición y la cantidad de secreción:

- Las glándulas parótidas, formadas por acinos serosos, secretan una alfa-amilasa (ptialina). Son las más grandes y se sitúan debajo de las orejas. Constituyen el 20% del total de saliva secretado. La saliva es transportada por el conducto de Stenon y desemboca en la cavidad bucal a nivel de la mejilla. Estas glándulas sólo secretan saliva en presencia de alimento.

- Las glándulas submaxilares, formadas por acinos mixtos, secretan el 70% de saliva. Como su nombre indica, están situadas debajo del maxilar inferior, transportando la saliva a través del conducto de Wharton, que desemboca debajo de la lengua. Al igual que las anteriores, la secreción salivar se da cuando hay alimento.

- Las glándulas sublinguales, formadas por acinos mucosos, secretan mucus cuya función es hacer resbaladizo el alimento, permitiendo la deglución. Tan sólo representan el 5% de toda la saliva secretada. En este caso la secreción es constante aunque en poca cantidad.

Figura 2.7: Tipos y localización de las glándulas salivares.

Si se suman los porcentajes anteriores, se observa que falta un 5% para completar el total. Este volumen restante lo componen las glándulas de la propia mucosa bucal que, al igual que las glándulas sublinguales, secretan saliva de manera continuada. Estas pequeñas glándulas son muy numerosas y se encuentran en el paladar, las mejillas, la lengua y los labios, es decir, distribuidas por toda la cavidad bucal.

La secreción salivar está controlada por el sistema nervioso y, concretamente, por el sistema nervioso autónomo. Así pues, cuando se va a comer, se estimula el sistema nervioso parasimpático, lo cual produce una secreción de saliva rica en agua. Igualmente, el simple hecho de tener alimentos en la boca, provoca un reflejo que hace que salivemos. Los mediadores de este reflejo de salivación son receptores mecánicos y químicos situados en las encías y otras zonas de la boca.

Sin embargo, cuando se estimula el sistema nervioso simpático, se secreta poca cantidad de saliva que, además, es rica en materiales orgánicos.

No sólo es necesaria la presencia de alimentos para que se desencadenen los procesos de salivación, sino que el recuerdo o el olfato pueden hacer que empiecen secreciones salivares y gástricas. En el hombre, la fase cefálica de la secreción de saliva tiene poca importancia en comparación con otras especies de animales.

En los experimentos de Pavlov se hacia sonar una campanilla durante varios días, antes de alimentar a un perro. Se comprobó que, con sólo oír la campanilla, el perro asociaba este sonido con la comida, e inmediatamente, empezaban las secreciones salivares y gástricas, aunque la comida no estuviese presente. Si nos detenemos a pensar en los humanos, ocurre lo mismo: un olor, un recuerdo o la vista de un alimento abren el apetito y, de hecho, ya empiezan los primeros procesos digestivos sin que se haya probado la comida.

2.5.1.2 La saliva

 

Las glándulas salivares secretan 1,5 litros de saliva diarios. Este gran volumen salivar tiene mucha importancia para que pueda realizar sus funciones de desglose y lubricadoras de los alimentos.

La secreción salivar se produce de una forma continuada, por ejemplo, en la consulta del dentista: el simple hecho de introducir objetos en la cavidad bucal provoca inconscientemente la secreción de saliva; de ahí la necesidad de colocar un succionador de saliva.

FUNCIONES DE LA SALIVA

Las principales funciones de la saliva son las siguientes:

Ayuda a la formación del bolo alimenticio: la saliva se entremezcla con los sólidos ya triturados, para formar una masa pastosa, de fácil deglución, que conforma el bolo alimenticio.

La saliva contiene una alfa-amilasa (ptialina), que ejerce una función digestiva limitada, ya que sólo dura el tiempo de masticación y deglución.

Tiene una función lubricante (mediante el mucus), la cual facilita la masticación y la deglución.

Gracias a su función excretora, puede eliminar metales pesados, como el mercurio o el plomo.

Regula el metabolismo del agua: al perder líquido, hay una disminución de la producción de saliva; de esta manera, nuestro organismo percibe una sensación de sed que hará que bebamos, para restablecer el líquido perdido.

Permite detectar el sabor de los alimentos: para que los receptores gustativos puedan percibir las sensaciones de sabor, es imprescindible que el alimento esté disuelto en la saliva.

La saliva mantiene la boca húmeda, limpia y estéril.

Es importante para la fonación.

Interviene de forma decisiva en el reflejo de succión y en la alimentación del recién nacido y lactante.

Composición de la saliva

La saliva está compuesta básicamente por agua (95%) y por compuestos de suma importancia, aunque en muy poca proporción (5%): iones, enzimas digestivos, moco, enzimas bactericidas, inmunoglobulinas y proteínas.

A continuación se detallará la composición y función básica de cada una de estas sustancias:

a) Iones. En la saliva se puede encontrar sodio, potasio, cloro y bicarbonato. La concentración de estas sustancias minerales variará en función de la cantidad de saliva secretada: a mayor secreción salivar, mayor será la concentración de iones y, por tanto, la saliva se tornará más alcalina; de esta manera, se puede mantener un pH cercano a 8,0 a altas velocidades de secreción.

La saliva es la vía de secreción y eliminación de iones como el yoduro.

Además, estos iones neutralizan, tanto los ácidos que ingerimos, como los que proceden del estómago al sufrir el vómito.

b) Enzimas digestivos. La ptialina y las lipasas salivares son dos enzimas que hidrolizan los carbohidratos y las grasas respectivamente cuando se encuentran en la boca. La ptialina actúa sobre los carbohidratos, iniciando en la cavidad bucal el proceso digestivo; esta hidrólisis sólo se realiza a pH neutro, como es el de la saliva.

Una vez en el estómago y, a pH ácido, la ptialina continua atacando el interior del bolo alimenticio, a donde todavía no han llegado los jugos gástricos.

c) Moco. Formado por glucoproteínas, su proporción en la saliva es mínima en situaciones de ayuno. La cantidad de moco secretado aumenta con la presencia del alimento; de esta manera, se mezcla con éste, ejerciendo una acción lubrificante y, facilitando así, la deglución del bolo alimenticio.

Por ejemplo, al comer nueces, notamos que nuestra boca se va volviendo rasposa. Esto es debido a que contienen taninos, los cuales tienen la propiedad de coagular las proteínas. De esta manera, al entrar en contacto con las proteínas del moco, éstas coagulan, produciendo esa sensación rasposa tan familiar.

d) Enzimas bactericidas. Como la lisozima, que contribuye a destruir las bacterias.

e) Inmunoglobulinas. Intervienen en la defensa contra las bacterias.

f) Proteínas. La prolina forma una barrera para proteger el esmalte de los dientes. Esta función es muy importante para la prevención de la caries: se ha demostrado que personas que padecían xerostomía ("boca seca"), en los cuales hay una escasa secreción salivar, son más propensas a padecer caries.

Figura 2.8: Concentración de distintos iones en la saliva en relación con la velocidad de secreción. Comparación con los niveles plasmáticos de estos iones.

2.5.2 La deglución

 

En esta fase, no hay digestión propiamente dicha, pues los alimentos no son modificados; aunque si es cierto que la ptialina de la saliva continúa ejerciendo su acción digestiva hasta llegar al estómago. Aún así, se considerará la deglución como un simple traslado del bolo alimenticio desde la cavidad bucal al estómago.

La deglución es el simple traslado del bolo alimenticio, desde la cavidad bucal al estómago, mediante una serie de movimientos peristálticos.

Al pasar el alimento por la faringe se activan mecanismos para evitar que se altere la respiración ya que, si no fuese así, al comer nos ahogaríamos. Dichos mecanismos se pueden considerar como una de las partes más importantes de la deglución, pues permiten que la faringe forme parte de dos sistemas bien distintos: el digestivo y el respiratorio.

Igualmente, se dan una serie de movimientos peristálticos que intervienen en el desplazamiento del bolo alimenticio. Una vez en el estómago, existen mecanismos tanto esofágicos como gástricos, que impedirán el reflujo del alimento al esófago.

El organismo posee mecanismos que impiden el reflujo del bolo alimenticio, una vez que éste llega al estómago.

2.5.2.1 Fases de la deglución

 

Se puede dividir la deglución en tres fases:

Fase bucal

Una vez formado el bolo alimenticio, éste es empujado de manera voluntaria por la lengua hacia la faringe. El paladar blando se eleva, y la úvula se desplaza hacia atrás, para permitir su paso y, al mismo tiempo, cerrar las vías nasales, con el fin de impedir la entrada de alimento en ellas.

Si no se da esta primera fase voluntaria, no se desencadenará el proceso de deglución.

Fase faríngea

Cuando el bolo alimenticio se desplaza hacia la parte posterior de la cavidad bucal, se estimula el reflejo de la deglución, y el cerebro envía las ordenes para que empiecen a desencadenarse las primeras contracciones de los músculos de la faringe, empezando, de esta manera, lo que se denomina fase faríngea.

Como se ha comentado con anterioridad, la faringe comparte funciones tanto del aparato digestivo, como del respiratorio: sería fácil que al deglutir, los alimentos se introdujesen por la vía respiratoria y nos ahogásemos. Normalmente esto no sucede, pues al ingerir los alimentos, la vía respiratoria se cierra mediante la glotis o epiglotis, provocando una apnea (cese de la respiración), y esto permite la entrada de alimentos por la faringe. Al mismo tiempo, las cuerdas vocales se desplazan, facilitando, de esta forma, el correcto paso del alimento.

Por ejemplo, si se coge un trozo de pan y se ingiere, nos daremos cuenta de que en el momento preciso de la deglución, no respiramos; esto no significa que nos vayamos a ahogar, ya que esta apnea dura tan sólo uno o dos segundos.

A continuación, la boca del esófago se ensancha gracias a la elevación de la laringe. Ésta se halla rodeada por un esfínter faringoesofágico que impide la entrada de aire en su interior. Dicho esfínter, al llegar el bolo alimenticio, se relaja, ya que el aire no puede entrar gracias a los mecanismos anteriores, por lo que se permite la entrada del bolo al esófago.

Al mismo tiempo, se desencadena una onda peristáltica que empuja el alimento hacia el esófago.

Todos estos mecanismos involuntarios, perfectamente sincronizados, se dan casi simultáneamente. Un fallo en estos procesos puede tener fatales consecuencias: la eliminación de las cuerdas vocales o una disfunción de la epiglotis podrían provocar la muerte -por asfixia- en el momento de ingerir un alimento, ya que éste entraría en la vía respiratoria (tráquea).

Fase esofágica

En esta fase se inician los movimientos peristálticos. Estos movimientos consisten en contracciones proximales de la pared intestinal, seguidas de una relajación distal de la misma, lo que provoca la formación de ondas. Su función es trasladar el contenido alimenticio para que alcance al estómago.

El moco que recubre toda la superficie del esófago permite el deslizamiento del alimento, que es trasladado por los movimientos peristálticos, y protege mecánicamente la mucosa de este segmento digestivo.

Tanto la fase faríngea como la esofágica se realizan por movimientos involuntarios.

Figura 2.9: Mecanismo de la deglución

2.5.2.2 Movimientos peristálticos en la deglución

 

Las ondas peristálticas, aunque comienzan en la fase faríngea, se dan básicamente en el esófago y se pueden dividir en primarias y secundarias:

- El movimiento peristáltico primario no es más que una continuación de la onda peristáltica iniciada en la fase faríngea.

- El movimiento peristáltico secundario se produce si el alimento no ha podido ser trasladado en su totalidad por la onda peristáltica primaria. Gracias a su acción, el esófago puede vaciarse completamente para que la cantidad total de alimento llegue al estómago.

Figura 2.10: Esquema de un movimiento peristáltico.

En el desplazamiento de los alimentos por el tracto digestivo, juega un papel muy importante la fuerza de la gravedad. No hay que olvidar que, por el simple hecho de su existencia, los alimentos se desplazarán en sentido descendente. De manera que, si se ingieren alimentos en contra de la fuerza de gravedad, por ejemplo, boca abajo, será mucho más difícil conseguir un proceso digestivo eficaz puesto que el movimiento a lo largo del esófago dependerá exclusivamente del peristaltismo.

2.5.2.3 Mecanismos que impiden el reflujo

 

Una vez que el bolo alimenticio llega al estómago, nuestro organismo debe poseer mecanismos que impidan su retorno; no sólo para que pueda realizarse correctamente el proceso digestivo, sino también porque la elevada acidez del jugo gástrico dañaría las paredes del esófago, que no tiene los mecanismos de defensa del estómago para protegerse de ese ácido.

Para ello existen mecanismos y conformaciones -propiamente esofágicos- que impiden el reflujo del contenido del estómago:

- La parte inferior del esófago: ésta se encuentra contraída, a diferencia del resto de la musculatura esofágica, que está relajada. Esta constricción recibe un nombre propio y se denomina: esfínter esofágico inferior.

Así pues, al llegar la onda peristáltica, el esfínter esofágico inferior se relaja para dejar paso al bolo alimenticio. Igualmente impide que el jugo gástrico del estómago pueda llegar al esófago ya que tras la dilatación, se contrae (ver figura 2.9).

- Existe un mecanismo por el cual, cuando aumenta la presión en el estómago, el diafragma comprime las paredes del esófago, impidiendo, de esta forma, el reflujo del contenido gástrico. Si no fuera así, al toser, el ácido del estómago alcanzaría fácilmente las paredes esofágicas.

- La forma y disposición del estómago en nuestro organismo dificulta la entrada de jugo gástrico en el esófago.

Una vez en el estómago, el cardias también ejerce su función, impidiendo el reflujo hacia el esófago.

2.5.3 Digestión gástrica

 

A pesar de que antes de llegar al estómago, se producen pequeños procesos digestivos, es en este órgano donde los alimentos comienzan a sufrir procesos de digestión.

Para que se lleve a cabo el proceso digestivo de manera adecuada, el organismo humano dispone de mecanismos nerviosos y de la acción de diferentes hormonas, que regulan la secreción gástrica y la motilidad del estómago.

Por ejemplo, cuando nos hablan de alimentos o los olemos, se activa la producción de jugo gástrico ya que se relaciona con la hora de comer.

Una vez en el estómago, los alimentos se combinan con el jugo gástrico y, mediante movimientos peristálticos, se desplazan hacia el duodeno intestinal.

Las principales funciones del estómago son: almacenar alimentos, iniciar la digestión mecánica y química, y regular el paso de la mezcla hacia el intestino, es decir, su vaciamiento. Esta mezcla del alimento con las secreciones gástricas recibe el nombre de quimo.

El quimo se define como la papilla semilíquida y a medio digerir que se forma en el estómago cuando el bolo alimenticio se mezcla con el jugo gástrico. Esta mezcla tiene lugar bajo la acción de los movimientos peristálticos del estómago.

El jugo gástrico, además, ejerce otras funciones: una acción bactericida, destruyendo -gracias a su pH ácido- la mayor parte de las bacterias que alcanzan el estómago, y también posibilita la biodisponibilidad de la vitamina B12, a través de un factor intrínseco contenido en su composición, imprescindible para su posterior absorción en el intestino.

El estómago es un órgano sensible a nuestro estado psicológico: las situaciones de estrés, los nervios y el exceso de trabajo son factores que influyen en la aparición de una úlcera de estómago.

Las personas, que por su manera de ser, son nerviosas e inquietas tienen más posibilidades de padecer problemas de estómago que el resto de la población.

Mediante la digestión, se desglosa el alimento en partículas más pequeñas, a fin de que sea asimilado eficazmente en el organismo.

2.5.3.1 Glándulas gástricas

 

La mucosa gástrica posee aproximadamente 35 millones de glándulas encargadas de segregar el jugo gástrico.

Estas glándulas se pueden clasificar, atendiendo a su histología y localización, en tres tipos:

Glándulas gástricas: son las más numerosas y están localizadas en el cuerpo y fondo del estómago. Están formadas por una serie de células, de entre las que destacan:

- Las células parietales u oxínticas: se localizan entre las células principales y mucosas. Se encargan de la secreción del ácido clorhídrico y del factor intrínseco.

- Las células principales o cimógenas: están situadas en la zona basal de las glándulas. Su función es la de secretar pepsinógeno.

- Las células mucosas: como su nombre indica son secretoras de moco y se encuentran en el cuello de las glándulas.

- Las células argentafines: estas células no son exclusivas del estómago, sino que están presentes a lo largo del tracto gastrointestinal. Secretan gastrina e histamina.

Figura 2.11: Estructura de una glándula fúndica.Fuente modificada a partir de la referencia bibliográfica Vernon, B. Mountcastle, M.D, 1974.

Glándulas pilóricas: tal como su nombre indica, están ubicadas en la región pilórica. Las únicas células que poseen son secretoras de moco y las células argentafines.

Glándulas del cardias: son muy similares a las glándulas pilóricas y se encuentran localizadas cerca del cardias.

2.5.3.2 El jugo gástrico 

El jugo gástrico es un líquido viscoso, ligeramente amarillento y sumamente ácido. Normalmente, las glándulas gástricas secretan 2,5 litros de jugo gástrico al día. Principalmente ejerce su acción sobre las

proteínas, aunque también actúa a nivel de los lípidos.

Figura 2.12: Secreción del jugo gástrico.

La cantidad y composición de la secreción varía en función de la zona del estómago que se trate: en el cuerpo, es donde se segrega el ácido clorhídrico y el pepsinógeno, por lo que será la zona del estómago con pH más ácido.

El jugo gástrico se compone de diversas sustancias como el ácido clorhídrico, que le confieren su carácter ácido, enzimas gástricas, moco y factor intrínseco.

Ácido clorhídrico El ácido clorhídrico se segrega en las células parietales (oxínticas) del estómago, las cuales actúan bajo

el control del nervio vago y la hormona gastrina. La presencia del alimento en el estómago provoca una secreción elevada de ácido clorhídrico: éste se

mezcla con el bolo alimenticio, destruyendo la mayoría de bacterias que se hayan podido introducir y, favoreciendo la digestión química de las proteínas -ya que se necesita un pH ácido para que la pepsina pueda realizar su función proteolítica-. También estimula la secreción de bilis y de jugo pancreático al llegar el quimo ácido al intestino delgado.

El ácido gástrico se secreta a la luz del estómago gracias a una bomba de H+que expulsa estos iones fuera de la célula, por otro lado, el ion cloruro (Cl-) sale a la luz del estómago por canales específicos de la membrana para este ion. Existen fármacos que se utilizan para disminuir la secreción ácida en enfermos de úlcera, cuyo papel principal es inhibir la bomba que secreta los H+(hidrogeniones).

La secreción de ácido clorhídrico (HCl) por las células parietales u oxínticas está controlada por mecanismos nerviosos, gracias a la acción estimulante de la acetilcolina liberada por los terminales parasimpáticos del nervio vago. De la misma manera, también existen otros mecanismos que estimulan la secreción de HCl: una regulación de tipo hormonal, a través de la liberación a sangre de gastrina sintetizada en la pared del antro pilórico; y un mecanismo local, que libera histamina por medio de las células cebadas de la pared gástrica. El papel de la histamina es tan importante que existen muchos fármacos que bloquean los receptores para ésta, evitando así la secreción de HCl.

Enzimas gástricas La pepsina y la lipasa gástrica actúan sobre las proteínas y las grasas respectivamente, provocando su

hidrólisis. En las glándulas gástricas (células principales) se secreta pepsinógeno, el cual es un proenzima

(precursor inactivo) que se activa gracias a la acción del ácido clorhídrico, convirtiéndose en pepsina. Posteriormente, será la propia pepsina la que autocatalizará su formación. Esta enzima digiere las proteínas, transformándolas en pequeños péptidos, sin llegar a descomponerlas en aminoácidos, para su posterior absorción en el intestino.

La acción de las pepsinas está limitada a la cavidad gástrica, esto se debe a que necesitan de pH ácido (ácido clorhídrico) para que se activen y ejerzan su acción hidrolítica.

Sobre las grasas actúa la lipasa gástrica, pero su acción no reviste demasiada importancia ya que la digestión de las grasas se realiza básicamente en el intestino delgado.

Figura 2.13: Activación de las enzimas pepsinas.

Moco Se secreta por la mucosa y reviste toda la pared estomacal. Su función principal es la de impedir que el

jugo gástrico digiera las paredes del estómago; para ello, la mucosa gástrica también forma un líquido

rico en bicarbonato que, junto con el moco, consiguen un pH aproximado de 7 en la pared gástrica. De esta forma, se consigue proteger la mucosa del estómago de su propia secreción ya que frena y enlentece el paso de ácido clorhídrico y de pepsina hasta las células epiteliales de la mucosa.

Existen sustancias muy conocidas como el ácido acetilsalicílico (aspirina) que irritan la mucosa gástrica: esto se debe a que inhibe, aunque no directamente, la secreción de moco. De esta manera, al faltar esta protección, será el propio jugo gástrico el que produzca la lesión. En realidad, el ácido acetilsalicílico actúa negativamente sobre la mucosa de muchas más maneras; no obstante, este ejemplo sirve para plasmar la importancia protectora del moco.

Factor intrínseco El factor intrínseco es una glucoproteína secretada por las células parietales de la mucosa gástrica.

Desde un punto de vista nutritivo, tiene una gran importancia ya que hace posible la absorción de la vitamina B12 (cianocobalamina) en el intestino delgado.

La falta de vitamina B12 en la dieta no es frecuente, ya que esta vitamina se obtiene a partir de alimentos de origen animal y sus requerimientos diarios son muy bajos. Sin embargo, se han detectado casos de deficiencia nutricional de esta vitamina en indios vegetarianos de Estados Unidos.

Salvo estos casos excepcionales, las deficiencias en esta vitamina suelen estar asociadas a una alteración en su absorción; el déficit de factor intrínseco provoca que disminuya la biodisponibilidad de la vitamina, produciendo en el organismo lo que se conoce como "anemia perniciosa", caracterizada por una disminución en la hemoglobina sanguínea por una alteración en la formación de glóbulos rojos.

2.5.3.3 Mecanismos de defensa de la mucosa gástrica

 

Como se ha comentado con anterioridad, para evitar que la acidez del jugo gástrico llegue a dañar la propia mucosa, el organismo cuenta con diversos mecanismos cuya función consistirá en defender la pared gástrica de sus propias secreciones, ya que en caso contrario, el estómago se digeriría a sí mismo.

De entre estos mecanismos, se pueden destacar:

La secreción de moco y bicarbonato son los mecanismos más importantes de defensa. Ambos forman una barrera protectora con un pH cercano a 7 que impide la autodigestión.

El correcto flujo sanguíneo proporciona oxígeno y nutrientes a la mucosa, aumentando su resistencia; se ha demostrado que cuando se agrede la mucosa gástrica, dicho flujo aumenta para intentar compensar la lesión.

La existencia de un mecanismo de restitución, rápido y eficaz, de la mucosa dañada. Tiene el inconveniente de que es inoperante ante heridas extensas o repetidas.

La existencia de otro mecanismo de cicatrización más lento, distinto al anterior, y por tanto, no resultará de utilidad cuando se dé un proceso agudo, en el que se necesite una solución rápida para curar la lesión.

2.5.3.4 La motilidad gástrica

 

La motilidad gástrica es un proceso que tiene lugar tanto si el estómago está vacío, como si hay sustancias alimenticias en su interior; no obstante, las situaciones a las que se dé lugar en ambos casos, serán muy diferentes.

La motilidad gástrica tiene 3 objetivos principales:

Permitir que el estómago pueda realizar la función de reservorio. Disminuir el tamaño de las partículas de alimento y mezclarlas con las secreciones del estómago.

Regular el paso de su contenido hacia el intestino delgado para facilitar la digestión y absorción intestinal.

Cuando el estómago está vacío durante largos períodos de tiempo -alrededor de 24 horas-, se producen, debido a un descenso en la glucosa plasmática, unas contracciones del músculo liso de la pared que duran alrededor de 2 minutos y provocan una sensación desagradable: estas contracciones reciben el nombre de contracciones de hambre.

En los períodos interdigestivos, es decir, entre comida y comida, se observa una actividad contráctil en el antro pilórico, donde se inicia una onda peristáltica, que tiene continuación en el intestino delgado y que constituye una parte de los llamados complejos migradores motores con una función de limpieza y preparación del tracto gastrointestinal para la próxima comida.

Una vez que el alimento ha entrado en el estómago, el primer acontecimiento motor es la denominada relajación receptiva del fondo y el cuerpo del estómago. Esta relajación de las fibras musculares lisas permite que el estómago puede almacenar los alimentos que se ingieren en una comida, sin apenas cambios en la presión interna.

Con el estómago lleno se produce el llamado peristaltismo intestinal. Estas ondas peristálticas empiezan en las células marcapasos, cerca del cardias, y terminan en el píloro. Dichas ondas van aumentando de intensidad conforme se acercan al antro pilórico, en este último, se produce una contracción simultánea, llamada sístole antral que hace que parte del contenido gástrico (quimo) se vacíe hacia el duodeno a través del píloro. Posteriormente, el píloro se cierra y el contenido gástrico es forzado hacia el cuerpo del estómago de nuevo. Este patrón motor favorece la formación del quimo, la digestión mecánica del alimento y el vaciamiento del estómago.

El patrón de vaciamiento gástrico es importante para que la digestión y absorción intestinal se produzcan de forma óptima. Por ello, el vaciamiento del estómago está muy bien regulado por estímulos que provienen de las características físico-químicas del contenido intestinal.

Figura 2.14: Fases del vaciado gástrico.Fuente: Bondi, 2003

Figura 2.15: Secuencia de las contracciones peristálticas vistas con endoscopio del cuerpo al antro gástrico.Fuente: Bondi, 2003

Cuando el pH del contenido duodenal es ácido o existe una concentración alta de ácidos grasos (producto de la digestión de las grasas de la dieta) en el quimo intestinal, se produce una inhibición del vaciamiento gástrico hasta que estos parámetros vuelven a la normalidad, lo que quiere decir que el intestino está preparado para procesar más alimento. Dicha inhibición o enlentecimiento del vaciado gástrico es mediada tanto por mecanismos nerviosos que implican la activación de fibras simpáticas como por mecanismos hormonales. De hecho, el lento vaciamiento de las grasas se debe a que su digestión intestinal es muy laboriosa y, por tanto, los productos de su digestión en el intestino delgado enlentecen mucho su vaciamiento, liberando ciertas hormonas.

Si se bebe leche o incluso aceite (alimentos grasos) previamente a la ingestión de alcohol, no se notarán tanto los efectos de éste último: pues las grasas, juntamente con el alcohol, permanecerán más tiempo en el estómago porque su velocidad de vaciamiento es menor; en consecuencia, el alcohol, aunque en la misma proporción, tardará más en llegar a la sangre y lo hará de una manera más lenta y dosificada. No obstante, parte del alcohol puede absorberse a nivel gástrico.

2.5.3.5 Regulación de la secreción gástrica

 

La secreción gástrica se regula por mecanismos de tipo nervioso y hormonal que están relacionados con la llegada del alimento a distintos segmentos del tracto gastro-intestinal. De acuerdo con esto, y desde un punto de vista didáctico, se pueden distinguir tres etapas:

1. Fase cefálica: se origina por la visión, el olor o el gusto de un alimento. Esta fase está mediada por mecanismos nerviosos que implican la activación de fibras vagales que llegan a la mucosa gástrica. Estas fibras liberan acetilcolina, que actúa sobre las células parietales, aumentando la secreción de ácido clorhídrico, y sobre las células principales, incrementando la secreción de pepsinógeno. También, la actividad vagal hace que se libere gastrina por las células G del antro pilórico, que contribuye a incrementar la secreción de HCl, como se ha comentado con anterioridad.

2. Fase gástrica: comienza con la llegada del alimento a la cavidad gástrica, y es la fase que provoca un mayor incremento en la secreción. Los estímulos desencadenantes son: la distensión del estómago al llegar el alimento y la presencia en el quimo gástrico de péptidos (productos de la hidrólisis de las proteínas de la dieta). La distensión, que actúa a través de mecanismos nerviosos que implican a los plexos nerviosos de la pared gástrica, y los péptidos principalmente, liberan gastrina que estimula las células parietales.

3. Fase intestinal: comienza con la llegada del quimo gástrico al intestino y tiene un carácter inhibidor de la secreción gástrica. Así, los ácidos del contenido intestinal, el aumento en la osmolaridad y la presencia de productos de la digestión de las grasas (ácidos grasos y monoglicéridos) inhiben, tanto por mecanismos nerviosos como hormonales, la secreción de ácido y pepsinógeno por las glándulas gástricas.

Figura 2.16: Variación de la acidez y de la velocidad de secreción gástrica en el estómago después de una comida: la acidez, que al principio es alta, disminuye cuando el alimento penetra en el estómago. Los péptidos procedentes de las proteínas, y la distensión, estimulan la producción de HCl, restableciendo la acidez

2.5.4 Digestión intestinal

 

Una vez formado el quimo en el estómago gracias a la mezcla de los alimentos con el jugo gástrico, éste será vaciado hacia el intestino delgado para que finalice la digestión. Una vez digerido el quimo, tendrá lugar el proceso de absorción, que tiene lugar casi exclusivamente en el intestino delgado.

La digestión química intestinal viene determinada por tres jugos no ácidos: el jugo intestinal, la bilis y el jugo pancreático. Estos dos últimos no son propiamente intestinales, pero se estudiarán dentro de este apartado debido a que son vertidos en el interior del intestino delgado.

La digestión química intestinal viene determinada por los jugos no ácidos: jugo intestinal, bilis y jugo pancreático.

El intestino delgado recibe diariamente nueve litros de líquido, incluyendo los jugos, pero no todo este volumen llegará al intestino grueso: tras el proceso de absorción en la superficie intestinal, sólo pasarán al colon uno o dos litros respecto del total.

2.5.4.1 El jugo intestinal

 

La secreción de jugo intestinal varía en función de la localización de las células secretoras y de los diferentes estímulos que puedan recibir.

Las glándulas de Brunner son productoras de moco, y su función básica es proteger la pared intestinal de los jugos gástricos. Por esta razón, están situadas cerca del píloro, es decir, en la primera porción duodenal.

Las células caliciformes recubren la superficie de la mucosa y también son secretoras de moco.

Las criptas de Lieberkühn son glándulas tubulares que se sitúan donde hay carencia de glándulas de Brunner. Pueden ser capaces de secretar entre 3 y 20 litros diarios. Por ello, cualquier alteración de los procesos secretores intestinales (por ejemplo, cuando está presente la toxina del cólera) produce una hipersecreción intestinal y una diarrea.

El jugo duodenal es rico en mucus con electrolitos en concentraciones semejantes a las plasmáticas y un pH cercano a la neutralidad. En segmentos más distales (yeyuno e íleon) se secreta un jugo formado por el mucus de las células caliciformes y una secreción acuosa rica en electrolitos (Na+, K+,Cl- y CO3H-). Los mecanismos de secreción del jugo intestinal son principalmente hormonales, interviniendo la gastrina, secretina y colecistoquinina (CCK).

2.5.4.2 La bilis 

La bilis es un líquido amarillento, secretado a razón de unos 0,7 litros diarios. Su pH es muy alcalino y no contiene enzimas, aún así se trata de un líquido con función digestiva (elimina moléculas que previo a su paso por el hígado son pocos solubles en agua y las transforma en solubles para así poder ser eliminadas).

El hígado produce continuamente bilis, la misma que se almacena en la vesícula biliar donde se concentra para ser excretada en el momento adecuado; la motilidad de la vesícula biliar está adaptada para esta función. El tiempo de evacuación total de la vesícula se realiza entre 15 minutos a varias horas, su concentración está en relación directa con la dilatación del esfínter de Oddi. Los alimentos más estimuladores de la contracción vesicular son las grasas, luego las proteínas, y éstas son más potentes que las grasas en el estímulo de la producción de bilis por el hígado, los carbohidratos tienen función inhibitoria.

Se forma por los hepatocitos (células del parenquima hepático) en los canalículos biliares. De éstos, pasa por una serie de conductos (intrahepáticos y extrahepáticos), llegando al duodeno a través del canal colédoco. En ayunas, prácticamente toda la bilis se encuentra en la vesícula biliar ya que el esfínter de Oddi está cerrado. En la vesícula, la bilis se concentra debido a que la mucosa de este divertículo absorbe activamente sodio y el agua pasa hacia la sangre por un arrastre osmótico. Tras la llegada del alimento al intestino delgado, se estimula la producción de colecistoquinina, cuya mayor acción es permitir la contracción de la vesícula biliar para que se abra el esfínter de Oddi, acción que permite la secreción de la bilis y su ingreso por presión al duodeno. Luego de producirse un espasmo en el esfínter de Oddi la vesícula deja de vaciarse y, se dilata de manera progresiva permitiendo que la bilis fluya activamente en el duodeno y ejerza su función digestiva.

Figura 2.17: Almacenamiento de la bilis en la vesícula biliar

Figura 2.18: Fases del llenado de la vesícula biliar.Fuente: Bondi, 2003

Los principales componentes orgánicos de la bilis son:

- Sales biliares: son moléculas orgánicas derivadas del colesterol. Tienen dos funciones importantes en el plano digestivo:

1. Emulsión de las grasas de la dieta. Gracias a sus propiedades detergentes, convierten las grandes gotas de grasa en gotitas muy pequeñas, que aumentan mucho su superficie con el objeto de que la actuación de las enzimas lipolíticas (lipasa, fosfolipasa y colesterolesterasa) sea lo más eficaz y rápida posible.

2. Formación de micelas. Las sales biliares forman unos agregados moleculares denominados micelas. Éstas son las encargadas de transportar los productos de la digestión de las grasas (ácidos grasos, monoglicéridos, colesterol y fosfolípidos) hasta el borde en cepillo de las células intestinales (enterocitos) para que puedan ser absorbidas, ya que estos productos son insolubles en el medio acuoso que existe en la luz intestinal.

Las principales sales biliares son el ácido cólico y el ácido quenodesoxicólico.

- Pigmentos biliares: la bilirrubina y la biliverdina son el producto resultante de la degradación de la hemoglobina, mioglobina y citocromos, aportando a la bilis un color verde-amarillento. Su acción no es digestiva, únicamente confieren color a las heces.

En una persona enferma de hepatitis es muy característica la aparición de una coloración amarillenta en piel y mucosas (ictericia) relacionada con la bilis. Dicha enfermedad cursa con una inflamación del hígado, lo cual provoca una obstrucción de los conductos hepáticos: en consecuencia, la bilis es retenida y pasa a la sangre, provocando la ictericia.

Análogamente, cualquier cambio en el color de las heces puede estar relacionado con una alteración patológica digestiva o hepática.

La bilis, además, contiene una fracción inorgánica formada por una solución acuosa de distintos electrólitos (Na+,K+,Cl- y CO3H-), proteínas y otros lípidos como el colesterol y fosfolípidos. La excreción biliar de colesterol, junto con la de las sales biliares, es un mecanismo para regular los niveles de colesterol en el plasma.

Circulación enterohepática

La mayor parte de las sales biliares (95%) son reabsorbidas por la mucosa intestinal, para alcanzar de nuevo el hígado a través de la sangre portal. De esta manera, las células hepáticas volverán a secretar estas mismas sales hacia los conductos biliares. Sólo una pequeña fracción de estas sales biliares se pierde por heces.

Las células hepáticas, por tanto, sólo tendrán que sintetizar estas pocas sales biliares que han sido eliminadas, ya que el resto será reutilizado gracias a la circulación enterohepática.

Si la circulación enterohepática sufre alguna alteración en la que la resorción de sales biliares sea insuficiente, se afectará al proceso digestivo. El hígado no es capaz de incrementar suficientemente la producción de sales biliares, por lo que disminuirá la absorción de grasas y ésta será excretada en heces.

Figura 2.19: Circulación enterohepática de las sales biliares.

La circulación enterohepática de ácidos biliares es el principal mecanismo para regular la formación y secreción de bilis, ya que ello depende de estas moléculas orgánicas.

Los pigmentos biliares, como la bilirrubina, también siguen una circulación enterohepática, aunque en una proporción bastante menor.

La secreción biliar viene regulada por distintos mecanismos que controlan el almacenamiento y concentración de bilis en la vesícula biliar, a la vez que estimulan o inhiben su secreción a luz intestinal:

- Al estimularse el sistema nervioso parasimpático, se contrae la vesícula biliar, que favorece el paso de la bilis hacia el duodeno.

- Existe una regulación hormonal mediada por la colecistoquinina (CCK) y la secretina. Ambas hormonas se liberan al llegar el alimento al intestino. La CCK provoca la contracción de la vesícula biliar, forzando, así, la salida de sales biliares de su interior, al tiempo que produce una relajación del esfínter de Oddi. La secretina provoca un incremento en la secreción biliar del hígado, aunque no aumenta la cantidad de sales biliares, sino de electrólitos.

- El flujo sanguíneo también influye en las secreciones. De manera que cuanto más irrigado esté el hígado, mayor será la cantidad de bilis secretada.

2.5.4.3 El jugo pancreático 

El páncreas secreta aproximadamente 1,5 litros de jugo pancreático diarios. Al igual que la bilis, su pH es más bien alcalino; de esta manera, gracias a la acción de estos dos líquidos, se consigue neutralizar el ácido estomacal para que el duodeno mantenga un pH aproximadamente neutro.

El jugo pancreático contiene fermentos capaces de actuar sobre proteínas, hidratos de carbono y lípidos. Estos fermentos son:

- Proteasas: son enzimas proteolíticas que actúan, como su nombre indica, sobre las proteínas.

El páncreas fabrica tripsinógeno, que es un precursor enzimático inactivo. El tripsinógeno se transforma en tripsina gracias a la acción de la enteroquinasa. Esta última es una enzima liberada por la mucosa intestinal cuando llega el quimo al intestino delgado.

A su vez, gracias a la acción de la tripsina, el quimotripsinógeno liberado por el páncreas se transforma en quimotripsina.

La tripsina y la quimotripsina serán las enzimas encargadas de actuar sobre las proteínas para transformarlas en aminoácidos y péptidos.

Figura 2.20: Activación y liberación de las enzimas tripsina y quimotripsina en el intestino delgado.

- Lipasa pancreática: actúa sobre las grasas para transformarlas en compuestos que puedan absorberse (ácidos grasos y monoglicéridos).

- Amilasa pancreática: actúa sobre los carbohidratos para transformarlos en disacáridos y monosacáridos.

 

Además, el jugo pancreático secreta otras sustancias que le confieren sus características:

- Bicarbonato: gracias al cual, consigue su pH alcalino.

- Inhibidor de la tripsina: la tripsina sólo se activa cuando llega a la luz intestinal. Esto se debe a que tanto en los conductos del páncreas, como en las células secretoras de jugo pancreático, se encuentra esta sustancia almacenada.

La regulación de la secreción de jugo pancreático es básicamente hormonal, aunque también intervienen otros tipos de mecanismos. Las hormonas reguladoras son la colecistoquinina (CCK), -pancreozimina (PZ) y la secretina, que son liberadas en el momento en que el quimo entra en el duodeno.

La secretina produce un jugo pancreático muy rico en bicarbonato. De esta manera, la acidez del quimo desaparece y el jugo gástrico pierde sus funciones digestivas. Esta secreción básica mediada por la secretina es muy eficaz para evitar que el jugo gástrico lesione la pared duodenal. La CCK-PZ estimula principalmente el componente enzimático del jugo pancreático.

Además de la regulación hormonal, existe una regulación nerviosa en la que hay secreción de jugo pancreático por estimulación vagal (sistema nervioso parasimpático). El jugo segregado en respuesta a la estimulación vagal también es rico en enzimas.

2.5.4.4 La motilidad intestinal

 

El intestino también interviene con sus movimientos para que pueda llevarse a cabo la digestión.

Para conseguir la mezcla del quimo con las secreciones intestinales, se dan unos movimientos de segmentaciones rítmicas que, además, mejoran su absorción puesto que se renueva constantemente la porción de quimo en contacto con la mucosa. Estos movimientos también hacen progresar el contenido intestinal en sentido distal, hasta el íleon. Por otro lado, existen movimientos peristálticos que afectan a cortos segmentos del intestino, y que contribuyen a que el quimo se mueva en sentido distal, hacia el intestino grueso.

Existe también un movimiento de las vellosidades intestinales que favorece la absorción intestinal puesto que éstas se contraen y se relajan durante la digestión, con lo que se consigue exponer su parte externa al contacto con nuevo quimo. Estas vellosidades están parcialmente controladas por el plexo submucoso y por la villiquinina, que es un factor que libera la mucosa en presencia de quimo ácido.

En los períodos entre comidas, el patrón motor del intestino delgado es diferente al descrito para el período posterior a la ingestión del alimento (período postprandial). Durante el intérvalo de tiempo entre comidas se producen unos movimientos peristálticos de gran intensidad que se denominan complejos migradores motores, que tienen como función la de limpiar este segmento intestinal de restos de alimentos, y evitar de esta forma, el crecimiento de gran número de bacterias que podrían afectar la digestión y absorción normal de los nutrientes.

2.5.5 Absorción intestinal 

Mediante la absorción intestinal los alimentos digeridos son transportados a la sangre.

Para que tenga lugar la absorción, ya se ha comentado el papel fundamental que tienen las vellosidades intestinales, las cuales incrementan la superficie absorbente: la capa mucosa es siete veces más larga que la capa serosa, por lo que la capacidad de absorción es siete veces mayor.

El agua y los electrólitos se mueven a través de las paredes de tracto gastrointestinal en ambas direcciones, manteniendo el contenido isotónico con el plasma. Este intercambio se realiza en el intestino delgado, en el grueso y, en menor proporción, en el estómago.

La reabsorción del agua y de los electrólitos se realiza en la parte superior del intestino delgado por transporte activo de sodio, con lo que alrededor de litro y medio de agua al día pasa al colon.

2.5.6 Formación de heces

 

La última porción del intestino delgado, el íleon, posee la válvula íleocecal, la cual comunica el íleon con el ciego (intestino grueso). Cuando las ondas peristálticas producidas en el intestino delgado llegan a la válvula íleocecal, ésta se abre para dar paso al quimo. Al mismo tiempo la válvula impide un posible reflujo.

En el colon se concentran las heces por absorción de electrólitos, agua y vitaminas hidrosolubles, pero esta absorción es pequeña en comparación con el intestino delgado.

El resto de agua no absorbida (aproximadamente 0,2 litros) pasa a formar parte de las heces, que se describen como una sustancia sólida o semisólida formada por los residuos de los alimentos no absorbidos y, además, por sustancias que se forman en el intestino como el moco y sustancias procedentes de la bilis, así como bacterias intestinales y restos de células mucosales.

Así, la composición de la materia fecal es la siguiente:

Agua: constituye el 70-80% de la composición de las heces. Componentes inorgánicos:

- Fosfato cálcico: es prácticamente insoluble y no es posible su absorción.

- Bicarbonato: se localiza en la superficie externa de la masa fecal. De esta manera, la superficie interna de las heces mantiene un pH ácido para favorecer la acción de la flora bacteriana.

Residuos proteicos. Bacterias muertas: forman parte de éstas, las ingeridas con el alimento y las de nuestra propia

flora. Grasas: básicamente provienen de los ácidos grasos no absorbidos. Componentes no digeribles: procedentes de las secreciones digestivas como son los

pigmentos biliares y, además, fibras no digeribles procedentes del alimento.

La consistencia de las heces y su color dependerá de su composición. Para que no dañen el recto interesa que sean blandas ya que en caso contrario, unas heces duras pueden facilitar la aparición de fisuras y hemorroides (inflamación de las venas hemorroidales). Por otro lado, si son demasiado líquidas, se perderá demasiada agua, provocando una posible deshidratación.

La hipomotilidad aumenta la absorción; las heces duras en colon transverso causan estreñimiento.

La hipermotilidad disminuye la absorción y causa diarrea con heces con un alto contenido en agua.

El color de las heces es indicativo para adivinar que tipo de dieta sigue una persona. Análogamente, también sirve para detectar determinadas dolencias e incluso para saber si el tiempo de tránsito por el tubo digestivo es largo o corto.

Las heces son una sustancia sólida o semisólida formada por los residuos de los alimentos no absorbidos y, además, por sustancias que se forman en el intestino como el

moco y las procedentes de la bilis.

Figura 2.21: Funciones de absorción y almacenamiento de las heces en el intestino grueso.

Heces verdes

Los pigmentos biliares, la bilirrubina y la biliverdina confieren a la bilis su color verde-amarillento. En el colon, estos pigmentos biliares se convierten en estercobilinógeno incoloro, que pasa a estercobilina por oxidación. Este último pigmento, en unión de otros pigmentos de degradación, como los bilifuscanos, es el responsable del color marrón de las heces.

Unas heces verdes son indicativo de que el tiempo de tránsito ha sido muy corto y la biliverdina no ha podido sufrir el cambio de coloración. Normalmente, estas heces son acuosas debido a la rapidez con que atraviesan el tracto digestivo: el agua, por tanto, no puede absorberse y forma parte del material fecal.

Pero no sólo debe asociarse el color verde con el tiempo de tránsito. Puede ocurrir que, tras la ingestión de determinados alimentos, se produzca la tinción de las heces. Así, por ejemplo, tras la ingestión de espinacas, no debe extrañarnos que las heces presenten un color verdoso.

Igualmente, no debe extrañarnos que los bebés presenten una tonalidad verdosa en las heces, debido a que el sistema digestivo aún no está desarrollado. Con el tiempo, estas heces se van oscureciendo, y esto es síntoma de que el sistema digestivo se está desarrollando de manera correcta.

Heces oscuras

Al contrario de lo que ocurría con las heces verdes, el color oscuro puede asociarse a una velocidad de tránsito lenta. Las heces permanecen mucho tiempo en los intestinos y, la biliverdina, es transformada a sustancias cada vez más oscuras. Además de ser oscuras, la proporción acuosa del material fecal será inferior a lo normal. Como se ha dicho, las heces permanecen largo tiempo en el intestino, por lo que habrá mucha absorción acuosa. Consecuentemente, las heces serán de consistencia dura, lo cual podrá dañar el recto. Las personas que padecen estreñimiento tienen este tipo de heces, por lo que es muy frecuente que el estreñimiento se acompañe de hemorroides e incluso fisuras anales.

Análogamente, las heces oscuras e incluso negras pueden asociarse a la ingesta de alimentos con mucha sangre, como puede ser propiamente la sangre frita. No se debe olvidar que este tipo de heces podría estar también relacionado con hemorragias internas de la parte superior del tubo digestivo.

Heces blancas

Este tipo de heces se asocia normalmente a una mala digestión de grasas, que provocará unas heces grasientas y blanquinosas. Una obstrucción de los conductos biliares podría ser una de las causas de este tipo de heces. La bilis es la encargada de englobar la grasa en unas micelas para favorecer su absorción. Por lo tanto, si la bilis no alcanza el duodeno debido a una obstrucción de los conductos biliares, la grasa no podrá absorberse correctamente. Esta grasa pasará a formar parte de las heces provocando un cambio de coloración en el material fecal.

Además de lo anterior, teniendo en cuenta que se evita la llegada de la bilis al intestino, se inhibe también la presencia de los pigmentos responsables de la coloración de las heces.

Heces rojas

No siempre es debido a una grave enfermedad. Simplemente puede deberse a una hemorroide o una fisura. Si se descarta esta posibilidad, la hemorragia suele venir del tubo digestivo inferior. La razón es que si viniese del tubo digestivo superior, la sangre se iría oscureciendo hasta aparecer en heces. Puede ocurrir en algunos casos que la hemorragia provenga incluso del estómago y, sin embargo, las heces aparezcan rojas y no oscuras como cabría esperar. Esto sucede cuando el sujeto tiene un tránsito intestinal muy rápido y, por tanto, la sangre no tiene tiempo a oscurecerse.

2.5.6.1 La flora intestinal

 

Normalmente, en el colon existen unas bacterias cuya misión es transformar los alimentos no absorbidos en material de deshecho, formando parte de lo que se conoce como flora intestinal.

En el colon existen diversas bacterias aerobias y anaerobias, que degradan algunos carbohidratos (flora sacarolítica) por fermentación y proteínas (flora proteolítica) por putrefacción.

La proporción de una y otra dependerá de cada individuo, existiendo un equilibrio entre los dos tipos de flora. Una alimentación inadecuada puede modificar este equilibrio y esto se refleja en el color y olor de las heces.

Flora sacarolítica: como su nombre indica, hidrolizan los azúcares no absorbidos. Esta hidrólisis es una reacción fermentativa, por lo que también se conoce como flora fermentativa. Las sustancias resultantes de dicha fermentación son el ácido láctico, ácido acético, agua, alcohol y CO2.

Por los productos de fermentación, se puede deducir que su pH es más bien ácido. Por esta razón, una alimentación basada en los carbohidratos producirá una diarrea ácida como ya se ha comentado.

Flora proteolítica: esta flora se caracteriza porque hidroliza las proteínas. Algunos de los productos resultantes de la degradación proteica son: aminas tóxicas (indol, escatol), aminas con actividad biológica (histamina, tiramina) e hidrógeno, ácido sulfhídrico y metano.

Las aminas le confieren, además de su olor putrefacto, las propiedades alcalinas a las heces cuando son sometidas a la acción de la flora proteolítica. Otra característica de las aminas es su olor putrefacto. Por esta razón, una dieta basada en proteínas producirá el tipo de diarrea antes comentado (alcalino y de olor putrefacto).

La flora intestinal también puede alterarse por la ingesta de antibióticos. La razón es sencilla: la misión de los antibióticos es acabar con un foco de infección causado por bacterias, pero su función no es tan específica y también destruye nuestra preciada flora bacteriana, provocando diarreas; por esta razón, tras la toma de antibióticos, es muy frecuente sobre todo en ancianos y niños, el sentirse decaído; además de que hasta que no se renueve la flora intestinal, nuestro organismo será más propenso a padecer nuevas infecciones.

De la misma manera, determinados tipos de alimentación pueden provocar desequilibrios en la flora. Así pues, un exceso de flora sacarolítica provoca diarreas ácidas de olor ácido. Por el contrario, si predomina la flora proteolítica, las diarreas son alcalinas con olor putrefacto.

La digestión de sustancias por parte de la flora también es una fuente de energía. En el hombre, dicha obtención energética no reviste ninguna importancia, pero los animales herbívoros sí que la saben aprovechar.

2.5.6.2 Movimientos del intestino grueso

 

El colon (intestino grueso) presenta una motilidad menos frecuente que el intestino delgado. Existen dos tipos de movimientos básicos:

Los movimientos de segmentación, que solamente tienen como finalidad la mezcla de la masa fecal para permitir la absorción de agua y algunos electrolitos.

Los movimientos en masa, que son movimientos de propulsión que llevan la masa fecal hasta el recto. Se producen normalmente una o dos veces diarias.

En el intestino grueso, la mezcla del alimento se realiza por peristaltismo lento no propulsor y por segmentaciones rítmicas controladas por los plexos submucoso y mioentérico. Estos movimientos permiten que se absorban minerales y vitaminas con mayor facilidad, y que las bacterias de la flora intestinal puedan ejercer su función.

Los movimientos peristálticos y segmentarios originados en el intestino grueso permiten que se absorban minerales y vitaminas con mayor facilidad.

Los movimientos de peristaltismo propulsor o movimientos en masa son contracciones únicas que propulsan masivamente el contenido del intestino grueso hacia el recto, produciendo la necesidad de defecar. Este peristaltismo propulsor tiene lugar dos o tres veces al día, comenzando en el ciego hasta llegar al colon.

Los movimientos están regulados tanto hormonalmente como por el sistema nervioso.

En las personas adultas, dichos movimientos se desencadenan por la mañana. Por ello, para evitar el estreñimiento es muy importante habituar el cuerpo a defecar cuando se producen los movimientos en masa.

Cabe destacar el efecto que produce el denominado reflejo duodenocólico y gastrocólico. Después de las comidas, se produce un incremento de la actividad motora del colon y de los denominados movimientos en masa. Dichos reflejos son mucho más patentes en los bebés y, es por ello que frecuentemente tras la ingestión del biberón, sea necesario un cambio de pañales.

El estado psíquico de una persona puede alterar la motilidad del colon. Los estados de estrés pueden afectar nuestro ritmo de deposiciones, aumentándolas o bien disminuyéndolas. Igualmente,

el ejercicio físico produce un aumento de la movilidad, por lo que es muy recomendable para problemas de estreñimiento.

2.5.7 Defecación

 

Durante la mayor parte del tiempo, el recto se encuentra vacío. Tras los movimientos en masa del contenido del colon, el recto almacenará las heces para, a continuación, expulsarlas. La expulsión viene regulada por un mecanismo reflejo y por otro voluntario.

La expulsión de las heces (defecación) viene regulada por un mecanismo reflejo y por otro voluntario.

Las paredes rectales tienen propiedades elásticas para poder almacenar el material fecal. La distensión de dichas paredes provoca como mecanismo reflejo, el deseo de defecar.

La regulación voluntaria es mediada por la relajación de los esfínteres anales externos y la contracción de la musculatura abdominal.

En la zona del recto se encuentran dos tipos de esfínteres anales: internos y externos. Los primeros siguen un mecanismo reflejo e involuntario mediado por el sistema nervioso parasimpático. Los esfínteres anales externos se rigen por mecanismos voluntarios y, gracias a ellos, se puede controlar el momento de la defecación.

Como se observa, la defecación es un mecanismo voluntario, y la necesidad o urgencia de defecar puede ser suprimida mediante la contracción de los esfínteres. Cuando éstos se contraen, las heces son empujadas de nuevo hacia el colon o bien las paredes del recto, al ser elásticas, se distienden para dejar sitio al material fecal.

Los bebés todavía no han aprendido a regular dichos esfínteres, por lo que necesitan de pañales. Igualmente, con la edad se va perdiendo la capacidad para regularlos, por lo que no es de extrañar que los ancianos también necesiten de ellos.

Por otro lado, se puede pensar que cuando se aumenta la presión abdominal al realizar un esfuerzo o toser, se podría desencadenar la defecación. Por suerte, esto no ocurre así, ya que en estas circunstancias se da un mecanismo reflejo en el que se contraen ambos esfínteres, evitando la evacuación fecal.

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Páginas Web

[1] Anatomía del intestino delgado. Enlace web: http://www.mayoclinic.com [Leído: 11 de enero de 2008, GMT-5]

[2] Anatomía del intestino grueso. Enlace web: http://www.mayoclinic.com [Leído: 11 de enero de 2008, GMT-5].

[3] Imágenes del paladar, nasofaringe y epiglotis. Enlace web:http://www.bondisalud.com.ar/12.html [Leído: 11 de enero de 2008, GMT-5].

Capítulo 01 - Pregunta 01

El sistema digestivo se divide en: boca, esófago, estómago, intestino y:

  Laringe.

  Pulmón.   Faringe.   Hígado.

2 Capítulo 01 - Pregunta 02

Para realizar su movimiento, la boca dispone de:

  Los pómulos.

  La úvula.   Los maxilares.   Los labios.

3 Capítulo 02 - Pregunta 01

El control de la actividad digestiva se realiza a través de:

  Mecanismos nerviosos.

  Plexo submucoso y mioentérico.   Mecanismos hormonales.   Todas son correctas.

4 Capítulo 02 - Pregunta 02

La conversión de los alimentos en moléculas pequeñas en la boca, se lleva a cabo mediante:

  Procesos mecánicos.

  Procesos químicos.   Mecanismos nerviosos.   a y b son correctas.