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Matilda Roald Dahl Título: Matilda © 2005-01, Roald Dahl Título original: Matilda Traducción de Pedro Barbadillo Ilustración de cubierta: Quentin Blake Editorial: Santillana Ediciones Generales, S.L. Alfaguara ISBN: 9788420464541 Maquetación ePub: teref Agradecimientos: a vampy815 por la luz mágica Reseña: Matilda no necesita presentación. ¡Ni el cine ha podido resistirse ante los encantos de este entrañable personaje! Con tan sólo cinco años, Matilda atesora unos conocimientos francamente asombrosos. AGRADECIMIENTO A ESCRITORES Sin escritores no hay literatura. Recuerden que el mayor agradecimiento sobre esta lectura la debemos a los autores de los libros. 1

Matilda

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MatildaRoald DahlTtulo: Matilda 2005-01, Roald DahlTtulo original: MatildaTraduccin de Pedro BarbadilloIlustracin de cubierta: Quentin BlakeEditorial: Santillana Ediciones Generales, S.L. AlfaguaraISBN: 9788420464541Maquetacin ePub: terefAgradecimientos: a vampy815 por la luz mgicaResea:Matilda no necesita presentacin. Ni el cine ha podido resistirse ante losencantos de este entraable personaje! Con tan slo cinco aos, Matilda atesora unosconocimientos francamente asombrosos.AGRADECIMIENTO A ESCRITORESSin escritores no hay literatura. Recuerden que el mayor agradecimiento sobre estalectura la debemos a los autores de los libros.

La lectora de librosOcurre una cosa graciosa con las madres y los padres. Aunque su hijo sea el ser msrepugnante que uno pueda imaginarse, creen que es maravilloso.Algunos padres van an ms lejos. Su adoracin llega a cegarlos y estnconvencidos de que su vstago tiene cualidades de genio.Bueno, no hay nada malo en ello. La gente es as. Slo cuando los padres empiezana hablarnos de las maravillas de su descendencia es cuando gritamos: Triganme unapalangana! Voy a vomitar!.Los maestros lo pasan muy mal teniendo que escuchar estas tonteras de padresorgullosos, pero normalmente se desquitan cuando llega la hora de las notas finales decurso. Si yo fuera maestro, imaginara comentarios genuinos para hijos de padres imbciles.Su hijo Maximilian escribira es un autntico desastre. Espero que tengan ustedesalgn negocio familiar al que puedan orientarle cuando termine la escuela, porque esseguro, como hay infierno, que no encontrar trabajo en ningn sitio.O si me sintiera inspirado ese da, podra escribir: Los saltamontes, curiosamente,tienen los rganos auditivos a ambos lados del abdomen. Su hija Vanessa, a juzgar por loque ha aprendido este curso, no tiene rganos auditivos.Podra, incluso, hurgar ms profundamente en la historia natural y decir: La cigarrapasa seis aos bajo tierra como larva y, como mucho, seis das como animal libre a la luzdel sol y al aire. Su hijo Wilfred ha pasado seis aos como larva en esta escuela y anestamos esperando que salga de la crislida. Una nia especialmente odiosa podraincitarme a decir: Fiona tiene la misma belleza glacial que un iceberg, pero al contrario delo que sucede con ste, no tiene nada bajo la superficie. Estoy seguro de que disfrutaraescribiendo los informes de fin de curso de las sabandijas de mi clase. Pero ya est bien deesto. Tenemos que seguir.A veces se topa uno con padres que se comportan del modo opuesto. Padres que nodemuestran el menor inters por sus hijos y que, naturalmente, son mucho peores que losque sienten un cario delirante. El seor y la seora Wormwood eran de sos. Tenan unhijo llamado Michael y una hija llamada Matilda, a la que los padres consideraban pocoms que como una postilla. Una postilla es algo que uno tiene que soportar hasta que llegael momento de arrancrsela de un papirotazo y lanzarla lejos. El seor y la seoraWormwood esperaban con ansiedad el momento de quitarse de encima a su hijita y lanzarlalejos, preferentemente al pueblo prximo o, incluso, ms lejos an.Ya es malo que haya padres que traten a los nios normales como postillas yjuanetes, pero es mucho peor cuando el nio en cuestin es extraordinario, y con esto merefiero a cuando es sensible y brillante. Matilda era ambas cosas, pero, sobre todo, brillante.Tena una mente tan aguda y aprenda con tanta rapidez, que su talento hubiera resultadoclaro para padres medianamente inteligentes. Pero el seor y la seora Wormwood eran tanlerdos y estaban tan ensimismados en sus egostas ideas que no eran capaces de apreciarnada fuera de lo comn en sus hijos. Para ser sincero, dudo que hubieran notado algo raro sisu hija llegaba a casa con una pierna rota.Michael, el hermano de Matilda, era un nio de lo ms normal, pero la hermana,como ya he dicho, llamaba la atencin. Cuando tena un ao y medio hablabaperfectamente y su vocabulario era igual al de la mayor parte de los adultos. Los padres, enlugar de alabarla, la llamaban parlanchina y le rean severamente, dicindole que las niaspequeas deban ser vistas pero no odas.Al cumplir los tres aos, Matilda ya haba aprendido a leer sola, valindose de losperidicos y revistas que haba en su casa. A los cuatro, lea de corrido y empez, de formanatural, a desear tener libros. El nico libro que haba en aquel ilustrado hogar era unotitulado Cocina fcil, que perteneca a su madre. Una vez que lo hubo ledo de cabo a raboy se aprendi de memoria todas las recetas, decidi que quera algo ms interesante.Pap dijo, no podras comprarme algn libro? Un libro? pregunt l. Para qu quieres un maldito libro?Para leer, pap. Qu demonios tiene de malo la televisin? Hemos comprado un preciosotelevisor de doce pulgadas y ahora vienes pidiendo un libro! Te ests echando a perder,hija...Entre semana, Matilda se quedaba en casa sola casi todas las tardes. Su hermano,cinco aos mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y su madre se marchabaa jugar al bingo a un pueblo situado a ocho millas de all. La seora Wormwood era unaviciosa del bingo y jugaba cinco tardes a la semana. La tarde del da en que su padre seneg a comprarle un libro, Matilda sali sola y se dirigi a la biblioteca pblica del pueblo.Al llegar, se present a la bibliotecaria, la seora Phelps. Le pregunt si poda sentarse unrato y leer un libro. La seora Phelps, algo sorprendida por la llegada de una nia tanpequea sin que la acompaara ninguna persona mayor, le dio la bienvenida. Dnde estn los libros infantiles, por favor? pregunt Matilda.Estn all, en las baldas ms bajas dijo la seora Phelps. Quieres que teayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?No, gracias dijo Matilda. Creo que podr arreglrmelas sola.A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo, Matilda sediriga a la biblioteca. El trayecto le llevaba slo diez minutos y le quedaban dos hermosashoras, sentada tranquilamente en un rincn acogedor, devorando libro tras libro. Cuandohubo ledo todos los libros infantiles que haba all, comenz a buscar alguna otra cosa.La seora Phelps, que la haba observado fascinada durante las dos ltimassemanas, se levant de su mesa y se acerc a ella. Puedo ayudarte, Matilda? pregunt.No s qu leer ahora dijo Matilda. Ya he ledo todos los libros para nios.Querrs decir que has contemplado los dibujos, no?S, pero tambin los he ledo.La seora Phelps baj la vista hacia Matilda desde su altura y Matilda le devolvi lamirada.Algunos me han parecido muy malos dijo Matilda, pero otros eran bonitos.El que ms me ha gustado ha sido El jardn secreto. Es un libro lleno de misterio. Elmisterio de la habitacin tras la puerta cerrada y el misterio del jardn tras el alto muro.La seora Phelps estaba estupefacta. Cuntos aos tienes exactamente, Matilda? le pregunt.Cuatro aos y tres meses.La seora Phelps se sinti ms estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad de nodemostrarlo. Qu clase de libro te gustara leer ahora? pregunt.Me gustara uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores. Unofamoso. No s ningn ttulo.La seora Phelps oje las baldas, tomndose su tiempo. No saba muy bien quescoger. Cmo iba a escoger un libro famoso para adultos para una nia de cuatro aos?Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que suelen leer las chicas de quinceaos, pero, por alguna razn, pas de largo por aquella estantera.Prueba con ste dijo finalmente. Es muy famoso y muy bueno. Si te resultamuy largo, dmelo y buscar algo ms corto y un poco menos complicado.Grandes esperanzas ley Matilda. Por Charles Dickens. Me gustara probar.Debo de estar loca se dijo a s misma la seora Phelps, pero a Matilda lecoment: Claro que puedes probar.Durante las tardes que siguieron, la seora Phelps apenas quit ojo a la niitasentada hora tras hora en el gran silln del fondo de la sala, con el libro en el regazo. Tenaque colocarlo as porque era demasiado pesado para sujetarlo con las manos, lo quesignificaba que deba sentarse inclinada hacia delante para poder leer. Resultaba inslitover aquella chiquilla de pelo oscuro, con los pies colgando, sin llegar al suelo, totalmenteabsorta en las maravillosas aventuras de Pip y la seorita Havishman y su casa llena detelaraas dentro del mgico hechizo que Dickens, el gran narrador, haba sabido tejer consus palabras. El nico movimiento de la lectora era el de la mano cada vez que pasaba unapgina. La seora Phelps se apenaba cuando llegaba el momento de acercarse a ella ydecirle: Son las cinco menos diez, Matilda.En el transcurso de la primera semana, la seora Phelps le pregunt: Viene tu madre todos los das para llevarte a casa?Mi madre va todas las tardes a Aylesbury a jugar al bingo le respondiMatilda. No sabe que vengo aqu.Pero eso no est bien dijo la seora Phelps. Creo que sera mejor que se locontaras.Creo que no contest Matilda. A ella no le gusta leer. Ni a mi padre.Pero qu esperan que hagas todas las tardes en una casa vaca?Ir de un lado para otro y ver la tele.Ya.A ella no le importa nada lo que hago dijo Matilda con un deje de tristeza.A la seora Phelps le preocupaba la seguridad de la nia cuando transitaba por laconcurrida calle Mayor del pueblo y cruzaba la carretera, pero decidi no intervenir.Al cabo de una semana, Matilda termin Grandes esperanzas que, en aquellaedicin, tena cuatrocientas once pginas.Me ha encantado le dijo a la seora Phelps. Ha escrito otros libros el seorDickens?Muchos otros respondi la asombrada seora Phelps. Quieres que te elijaotro?Durante los seis meses siguientes y, bajo la atenta y compasiva mirada de la seoraPhelps, Matilda ley los siguientes libros:Nicolas Nickleby, de Charles Dickens.Oliver Twist, de Charles Dickens.Jane Eyre, de Charlotte Bront.Orgullo y prejuicio, de Jane Austin.Teresa, la de Urbervilles, de Thomas Hardy.Viaje a la Tierra, de Mary Webb.Kim, de Rudyard Kipling.El hombre invisible, de H. G. Wells.El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.El ruido y la furia, de William Faulkner.Alegres compaeros, de J. B. Priestley.Las uvas de la ira, de John Steinbeck.Brighton Rock, de Graham Greene.Rebelin en la granja, de George Orwell.Era una lista impresionante y, para entonces, la seora Phelps estaba maravillada yemocionada, pero probablemente hizo bien en no mostrar su entusiasmo. Cualquiera quehubiera sido testigo de los logros de aquella nia se hubiera sentido tentado de armar unescndalo y contarlo en el pueblo, pero no la seora Phelps. Se ocupaba slo de sus asuntosy haca tiempo que haba descubierto que rara vez vala la pena preocuparse por los hijos deotras personas.El seor Hemingway dice algunas cosas que no comprendo dijo Matilda.Especialmente sobre hombres y mujeres. Pero, a pesar de eso, me ha encantado. La formacomo cuenta las cosas hace que me sienta como si estuviera observando todo lo que pasa.Un buen escritor siempre te hace sentir de esa forma dijo la seora Phelps. Yno te preocupes por las cosas que no entiendas. Deja que te envuelvan las palabras, como lamsica.S, s. Sabas le pregunt la seora Phelps que las bibliotecas pblicas como state permiten llevar libros prestados a casa?No lo saba dijo Matilda. Podra hacerlo?Naturalmente dijo la seora Phelps. Cuando hayas elegido el libro quequieras, tremelo para que yo tome nota y es tuyo durante dos semanas. Si lo deseas,puedes llevarte ms de uno.A partir de entonces, Matilda slo iba a la biblioteca una vez por semana, para sacarnuevos libros y devolver los anteriores. Su pequeo dormitorio lo convirti en sala delectura y all se sentaba y lea la mayora de las tardes, a menudo con un tazn de chocolatecaliente al lado. No era lo bastante alta para llegar a los cacharros de la cocina, perocolocaba una caja que haba en una dependencia exterior de la casa y se suba en ella parallegar a donde deseaba. La mayora de las veces preparaba chocolate caliente, calentando laleche en un cazo en el hornillo, antes de aadirle el chocolate. De vez en cuando preparabaBovril y Ovaltina. Resultaba agradable llevarse una bebida caliente consigo y tenerla allado mientras se pasaba las tardes leyendo en su tranquila habitacin de la casa desierta.Los libros la transportaban a nuevos mundos y le mostraban personajes extraordinarios quevivan unas vidas excitantes. Naveg en tiempos pasados con Joseph Conrad. Fue a fricacon Ernest Hemingway y a la India con Rudyard Kipling. Viaj por todo el mundo, sinmoverse de su pequea habitacin de aquel pueblecito ingls.El seor Wormwood, experto vendedor de cochesLos padres de Matilda posean una casa bastante bonita, con tres dormitorios en laplanta superior, mientras que la inferior constaba de comedor, sala de estar y cocina. Supadre era vendedor de coches de segunda mano y, al parecer, le iba muy bien.El serrn es uno de los grandes secretos de mi xito dijo un da,orgullosamente. Y no me cuesta nada. Lo consigo gratis en las serreras. Y para qu lo usas? le pregunt Matilda.Te gustara saberlo, eh? dijo.No veo cmo te puede ayudar el serrn a vender coches de segunda mano, pap.Eso es porque t eres una majadera ignorante afirm su padre.Su forma de expresarse no era muy delicada, pero Matilda ya estaba acostumbrada.Saba tambin que a l le gustaba presumir y ella le incitaba descaradamente.Tienes que ser muy inteligente para encontrarle aplicacin a algo que no valenada coment. A m me encantara poder hacerlo.T no podras replic su padre. Eres demasiado estpida. Pero no meimporta contrselo a Mike, ya que algn da estar en el negocio conmigo despreciando aMatilda se volvi a su hijo y dijo: Procuro comprar un coche de algn imbcil que hautilizado tan mal la caja de cambios que las marchas estn desgastadas y suena como unacarraca. Lo consigo barato. Luego, todo lo que tengo que hacer es mezclar una buenacantidad de serrn con el aceite de la caja de cambios y va tan suave como la seda. Cunto tarda en volver a empezar a rechinar? pregunt Matilda.Lo suficiente para que el comprador est bastante lejos dijo su padresonriendo. Unas cien millas.Pero eso no es honrado, pap dijo Matilda, Eso es un engao.Nadie se hace rico siendo honrado dijo el padre. Los clientes estn para quelos engaen.El seor Wormwood era un hombrecillo de rostro malhumorado, cuyos dientessuperiores sobresalan por debajo de un bigotillo de aspecto lastimoso. Le gustaba llevarchaquetas de grandes cuadros, de alegre colorido y corbatas normalmente amarillas o verdeclaro.Fjate, por ejemplo, en el cuentakilmetros prosigui. El que compra uncoche de segunda mano lo primero que hace es comprobar los kilmetros que tiene. No escierto?Cierto dijo el hijo.Pues bien, compro un cacharro con ciento cincuenta mil kilmetros. Lo comprobarato. Pero con esos kilmetros no lo va a comprar nadie, no? Ahora no puedesdesmontar el cuentakilmetros, como hace diez aos, y hacer retroceder los nmeros. Losinstalan de forma que resulta imposible amaarlos, a menos que seas un buen relojero oalgo as. Qu hacer entonces? Yo uso el cerebro, muchacho, eso es lo que hago. Cmo? pregunt el joven Michael, fascinado. Pareca haber heredado laaficin de su padre por los engaos.Me pongo a pensar y me pregunto cmo podra transformar un cuentakilmetrosque marca ciento cincuenta mil kilmetros en uno que slo marque diez mil, sinestropearlo. Bueno, lo conseguiras si haces andar el coche hacia atrs durante muchotiempo. Los nmeros iran hacia atrs, no? Pero quin va a conducir un maldito cochemarcha atrs durante miles y miles de kilmetros? No hay forma de hacerlo! Por supuesto que no! dijo el joven Michael.As que me estruj el cerebro sigui el padre. Yo uso el cerebro. Cuandotienes un cerebro brillante tienes que usarlo. Y, de repente, me lleg la solucin. Te aseguroque me sent igual que debi de sentirse ese tipo tan famoso que descubri la penicilina.Eureka!, grit. Lo consegu! Qu hiciste, pap?Del cuentakilmetros explic el seor Wormwood sale un cable que vaconectado a una de las ruedas delanteras. Primero, desconect el cable en el lugar donde seacopla la rueda. Luego, me compr una taladradora elctrica de gran velocidad y la conectal extremo del cable, de tal forma que, cuando gira, hace girar el cable al revs. Mesigues? Lo comprendes?S, pap dijo el joven Michael.Esas taladradoras giran a una velocidad enorme dijo el padre, as que cuandoconecto la taladradora, los nmeros del cuentakilmetros retroceden a toda velocidad. Enpocos minutos puedo rebajar cincuenta mil kilmetros del cuentakilmetros con mitaladradora elctrica de gran velocidad. Y, cuando termino, el coche slo ha hecho diez milkilmetros y est listo para su venta. Est casi nuevo, le digo al cliente. Apenas hahecho diez mil. Perteneca a una seora mayor que slo lo utilizaba una vez a la semanapara ir de compras. De verdad puedes hacer que el cuentakilmetros vaya hacia atrs con unataladradora elctrica? pregunt Michael.Te estoy contando secretos del negocio dijo el padre, as que no vayas adecrselo a nadie. No querrs verme en chirona, no?No se lo dir a nadie dijo el nio. Le haces eso a muchos coches, pap?Todo coche que pasa por mis manos recibe el tratamiento dijo el padre.Antes de ofrecerlos a la venta, todos ven reducido su kilometraje por debajo de diez mil. Ypensar que lo he inventado yo...! aadi orgullosamente. Me ha hecho ganar unafortuna.Matilda, que haba escuchado atentamente, dijo:Pero pap, eso es an peor que lo del serrn. Es repugnante. Ests engaando agente que confa en ti.Si no te gusta, no comas entonces la comida de esta casa dijo el padre. Secompra con las ganancias.Es dinero sucio dijo Matilda. Lo odio.Dos manchas rojas aparecieron en las mejillas del padre. Quin demonios te crees que eres? grit. El arzobispo de Canterbury oalguien as, echndome un sermn sobre honradez? T no eres ms que una ignorantemequetrefe que no tiene ni la ms mnima idea de lo que dice!Bien dicho, Harry dijo la madre. Y a Matilda: Eres una descarada porhablarle as a tu padre. Ahora, mantn cerrada tu desagradable boca para que podamos vertranquilos este programa.Estaban en la sala de estar, frente a la televisin, con la bandeja de la cena sobre lasrodillas. La cena consista en una de esas comidas preparadas que anuncian en televisin,en bandejas de aluminio flexible, con compartimentos separados para la carne guisada, laspatatas hervidas y los guisantes. La seora Wormwood coma con los ojos pendientes delserial americano de la pequea pantalla. Era una mujerona con el pelo teido de rubioplatino, excepto en las races cercanas al cuero cabelludo, donde era de color castaoparduzco. Iba muy maquillada y tena uno de esos tipos abotargados y poco agraciados enlos que la carne parece estar atada alrededor del cuerpo para evitar que se caiga.Mami dijo Matilda, te importa que me tome la cena en el comedor y aspoder leer mi libro?El padre levant la vista bruscamente. Me importa a m! dijo acaloradamente. La cena es una reunin familiar ynadie se levanta de la mesa antes de terminar!Pero nosotros no estamos sentados a la mesa dijo Matilda. No lo hacemosnunca. Siempre cenamos aqu, viendo la tele. Se puede saber qu hay de malo en ver la televisin? pregunt el padre. Suvoz se haba tornado de repente tranquila y peligrosa.Matilda no se atrevi a responderle y permaneci callada. Sinti que le invada laclera. Saba que no era bueno aborrecer de aquella forma a sus padres, pero le costabatrabajo no hacerlo. Lo que haba ledo le haba mostrado un aspecto de la vida que ellos nisiquiera vislumbraban. Si por lo menos hubieran ledo algo de Dickens o de Kipling,sabran que la vida era algo ms que engaar a la gente y ver la televisin.Otra cosa. Le molestaba que la llamaran constantemente ignorante y estpida,cuando saba que no lo era. La clera que senta fue creciendo ms y ms y esa noche,acostada en su cama, tom una decisin. Cada vez que su padre o su madre se portaran malcon ella, se vengara de una forma u otra. Esas pequeas victorias le ayudaran a soportarsus idioteces y evitaran que se volviera loca. Recuerden que an no tena cinco aos y que,a esa edad, no es fcil marcarle un tanto a un todopoderoso adulto. Aun as, estaba decididaa intentarlo. Despus de lo que haba sucedido esa noche frente a la televisin, su padre fueel primero de la lista.

El sombrero y el pegamentoA la maana siguiente, poco antes de que su padre se marchara a su aborreciblegaraje de coches de segunda mano, Matilda fue al guardarropa y cogi el sombrero que lllevaba todos los das al trabajo. Tuvo que ponerse de puntillas y servirse de un bastn paradescolgarlo de la percha. El sombrero era de copa baja y plana, con una pluma de ave en lacinta, y el seor Wormwood se senta orgulloso de l. Crea que le daba un cierto aireatrevido y elegante, especialmente cuando lo llevaba ladeado y con su llamativa chaquetade cuadros y la corbata verde.Matilda, con el sombrero en una mano y un tubo de pegamento en la otra, depositun poco de ste con suma pulcritud alrededor del cerco interior del sombrero. Luego, lovolvi a colgar con cuidado en la percha valindose del bastn. Calcul con exactitud laoperacin, aplicando el pegamento justamente en el momento en que su padre se levantabade la mesa del desayuno.El seor Wormwood no not nada cuando se puso el sombrero, pero al llegar algaraje no se lo pudo quitar. Aquel pegamento era un producto muy fuerte, tanto que si setira demasiado puede arrancarle a uno la piel. El seor Wormwood no tena ningn deseode perder el cuero cabelludo, por lo que tuvo que dejarse el sombrero puesto todo el da,hasta cuando pona serrn en las cajas de cambio o alteraba los cuentakilmetros de loscoches con su taladro elctrico. En un esfuerzo por salvar las apariencias, adopt unaactitud descuidada, confiando en que su personal pensara que, en realidad, quera tenerpuesto el sombrero todo el da, como hacen los gngsters en las pelculas.Cuando lleg a su casa esa noche, segua sin poderse quitar el sombrero.No seas bobo dijo su mujer. Ven aqu. Yo te lo quitar.Dio un tirn brusco del sombrero. El seor Wormwood solt un alarido que hizotemblar los cristales de las ventanas. Aaaay! grit. No hagas eso! Djalo! Me vas a arrancar la piel de lafrente!Matilda, arrellanada en su asiento habitual, observaba con mucho inters laoperacin por encima del borde de su libro. Qu pasa, pap? pregunt. Se te ha hinchado de pronto la cabeza o algoas?El padre mir a su hija recelosamente, pero no dijo nada. Cmo iba a hacerlo? Sumujer le dijo:Tiene que ser pegamento. No puede ser otra cosa. Eso te ensear a no manejarun producto como se. Supongo que estaras intentando pegar otra pluma en el sombrero. Yo no he tocado ese asqueroso producto! rugi el seor Wormwood. Sevolvi y mir otra vez a Matilda, que le devolvi la mirada con sus grandes e inocentes ojoscastaos.La seora Wormwood le dijo:Deberas leer las etiquetas antes de usar productos peligrosos. Sigue siempre lasinstrucciones. De qu diablos ests hablando, estpida? grit el seor Wormwood,sujetando el ala del sombrero para evitar que alguien intentara quitrselo de nuevo. Mecrees tan idiota como para haberme pegado esto a la cabeza a propsito?Matilda dijo:Un chico que vive en esta calle se meti un dedo en la nariz sin darse cuenta deque tena un poco de pegamento en l. Qu le pas? farfull el seor Wormwood, sobresaltado.Se le qued pegado el dedo dentro de la nariz dijo Matilda y tuvo que ir asdurante una semana. La gente le deca que no se hurgara la nariz, pero no poda hacer nada.Iba haciendo el ridculo.Le estuvo bien empleado dijo la seora Wormwood. En primer lugar, nodeba haberse metido el dedo ah. Es una costumbre repugnante. Si a todos los nios lespusieran pegamento en los dedos, dejaran de hacerlo.Las personas mayores tambin lo hacen, mami dijo Matilda. Yo te vi a tihacerlo ayer en la cocina. Estoy harta de ti! exclam la seora Wormwood enrojeciendo.El seor Wormwood tuvo que dejarse el sombrero puesto durante la cena, frente altelevisor. Tena un aspecto ridculo y se mantuvo en silencio.Cuando fue a acostarse trat de quitrselo de nuevo, y lo intent tambin su mujer,pero no cedi. Cmo voy a ducharme? pregunt.No podrs ducharte le dijo su mujer. Ms tarde, al observar a su enjuto maridodando vueltas por el dormitorio con su pijama de rayas moradas y el sombrero de copa bajaen la cabeza, pens el aspecto tan ridculo que tena. Difcilmente poda asociarlo al tipo dehombre con quien suea una mujer.El seor Wormwood descubri que lo peor de llevar puesto siempre un sombrero enla cabeza era tener que dormir con l. Era imposible reposar cmodamente sobre laalmohada.Deja de dar vueltas le dijo su mujer al cabo de una hora de moverse de un ladoa otro. Me figuro que por la maana estar ms despegado y saldr fcilmente.Pero por la maana segua igual y no sala. As que la seora Wormwood agarrunas tijeras y fue cortando poco a poco el sombrero, primero la copa y luego el ala. En laszonas donde la banda interior se haba pegado al pelo, en las sienes y en la parte de atrs dela cabeza, tuvo que cortarlo de raz, dejndole un cerco blanco pelado alrededor, como sifuera una especie de monje. Y en la frente, donde la banda se haba pegado directamente ala piel desnuda, le quedaron pequeos parchecitos de restos de cuero, que no pudo quitarsepor ms que se lavara.Tienes que intentar quitarte esos trocitos de la frente, pap. Parecen pequeosinsectos de color marrn. La gente pensar que tienes piojos. Cllate! rugi el padre. Cierra tu asquerosa boca, quieres?En conjunto result una prueba satisfactoria. Pero sin duda era esperar demasiadoque le hubiera servido al padre de leccin permanente.El fantasmaEn el hogar de los Wormwood hubo relativa calma durante unas semanas,aproximadamente, tras el episodio del pegamento. Result evidente que la experienciahaba escarmentado al seor Wormwood, que perdi temporalmente su costumbre depresumir y fanfarronear.Luego, de repente, volvi a atacar. Puede que hubiera tenido un mal da en el garajey no hubiera vendido suficientes coches de segunda mano de pacotilla. Hay muchas cosasque vuelven irritables a un hombre cuando llega a casa del trabajo, y una mujer lista apreciapor lo general los sntomas de tormenta y lo deja solo hasta que se calma.Cuando el seor Wormwood regres esa tarde del garaje, su rostro era tan tenebrosocomo una nube de tormenta y alguien iba a sufrir pronto el primer embate. Su mujer notinmediatamente los sntomas y se esfum. Matilda estaba acurrucada en un silln, en unrincn, totalmente absorta en un libro. El seor Wormwood conect la televisin. Lapantalla se ilumin y el programa comenz a atronar la habitacin. El seor Wormwoodmir a Matilda. sta no se haba movido. Estaba entrenada para cerrar los odos alespantoso sonido de la temible caja. Sigui leyendo y eso, por algn motivo, enfureci a supadre. Puede que su enfado aumentara al ver que ella disfrutaba con algo que no estaba a sualcance. No dejas nunca de leer? pregunt bruscamente. Ah, hola pap! dijo agradablemente. Has tenido un buen da? Qu es esta basura? pregunt arrancndole el libro de las manos.No es basura, pap, es precioso. Se titula El pony rojo y es de un escritoramericano llamado John Steinbeck. Por qu no lo lees? Te encantara. Porqueras! dijo el seor Wormwood. Si lo ha escrito un americano tieneque ser una porquera. De eso es de lo que escriben todos ellos.No, papi, de verdad que es precioso. Trata de...No quiero saber de qu trata rugi el seor Wormwood. Estoy harto de tuslecturas. Busca algo til que hacer con terrorfica brusquedad comenz a arrancar apuados las pginas del libro y a arrojarlas a la papelera.Matilda se qued horrorizada. Su padre prosigui. No haba duda de que el hombresenta cierto tipo de celos. Cmo se atreva ella pareca decir con cada pgina quearrancaba, cmo se atreva a disfrutar leyendo libros cuando l no poda? Cmo seatreva? Es un libro de la biblioteca! exclam Matilda. No es mo! Tengo quedevolvrselo a la seora Phelps!Tendrs que comprar otro entonces, no? dijo el padre, sin dejar de arrancarpginas. Tendrs que ahorrar de tu paga hasta que renas el dinero preciso para compraruno nuevo a tu preciosa seora Phelps, no? al decir esto, arroj a la papelera las pastas,ahora vacas, del libro y sali de la habitacin dejando puesta la televisin.En la misma situacin que Matilda, la mayora de los nios se hubieran echado allorar. Ella no lo hizo. Se qued muy tranquila, plida y pensativa. Saba que ni llorando, nienfadndose, conseguira nada. Cuando a uno le atacan. lo nico sensato, como Napolendijo una vez, es contraatacar. La mente maravillosamente aguda de Matilda ya estabatrabajando, tramando otro castigo adecuado para su odioso padre. El plan que comenzaba amadurar en su mente dependa, sin embargo, de que el loro de Fred fuera realmente tanbuen hablador como Fred deca.Fred era un amigo de Matilda. Era un nio de seis aos que viva a la vuelta de laesquina y llevaba muchos das explicndole lo buen hablador que era el loro que le habaregalado su padre.As pues, la tarde siguiente, tan pronto como la seora Wormwood se march en sucoche a otra sesin de bingo, Matilda se encamin a casa de Fred para averiguarlo. Llam ala puerta y le pregunt si sera tan amable de ensearle el famoso pjaro. Fred se sintiencantado y la condujo a su dormitorio donde, en una jaula de gran altura, haba un loro, decolor azul y amarillo, realmente precioso.Ah est dijo Fred, Se llama Chopper.Hazlo hablar orden Matilda.No puedes hacerle hablar le explic Fred. Hay que tener paciencia. Hablacuando quiere.Aguardaron. De repente, el loro dijo: Hola, hola, hola. Era igual que una vozhumana. Es asombroso! exclam Matilda. Qu ms sabe decir? No fastidies! dijo el loro, imitando maravillosamente una voz fantasmal.No fastidies!No para de decir eso ri Fred. Qu ms sabe decir? pregunt Matilda.Eso es todo. Pero es estupendo, no?Es fabuloso admiti Matilda. Me lo dejaras una noche?No contest Fred. Desde luego que no.Te dar mi paga de la semana que viene dijo Matilda.Eso era otra cosa. Fred lo pens unos segundos.De acuerdo dijo, si prometes devolvrmelo maana.Matilda regres tambalendose a su casa desierta, llevando la jaula con ambasmanos. En el comedor haba una gran chimenea y coloc la jaula en la campana de aqulla,fuera de la vista. No le result fcil, pero finalmente se las arregl para colocarla. Hola, hola, hola! repiti el loro. Hola, hola! Cllate, idiota! orden Matilda, y fue a lavarse las manos para quitarse elholln.Esa noche, mientras la madre, el padre, el hermano y Matilda cenaban como decostumbre en la sala de estar, frente a la televisin, lleg del comedor, a travs delvestbulo, una voz fuerte y clara. Dijo: Hola, hola, hola!. Harry! exclam sobresaltada la madre, ponindose blanca. En la casa hayalguien! He odo una voz! Yo tambin! dijo el hermano.Matilda se puso en pie de un brinco y apag el televisor. Chiss! orden. Escuchad!Todos dejaron de comer y se quedaron muy tensos, con el odo atento.De nuevo escucharon la voz: Hola, hola, hola! Est ah! exclam el hermano. Son ladrones! susurr la madre. Estn en el comedor!Creo que s dijo el padre, sin moverse. Ve, pues, y atrpalos, Harry! susurr la madre. Pllalos con las manos enla masa!El padre no se movi. Al parecer no tena ninguna prisa por salir y convertirse en unhroe. Su rostro se haba vuelto gris. Vamos, hazlo! sise apremiante la madre. Probablemente estn buscandola plata!El marido se sec nerviosamente los labios con su servilleta. Por qu no vamos todos y miramos? propuso.Vamos entonces dijo el hermano. Vamos, mam.No hay duda de que estn en el comedor susurr Matilda. Estoy segura deque estn all.La madre agarr un atizador del fuego. El padre, un palo de golf que haba en unrincn. El hermano asi una lmpara de mesa, arrancando la clavija del enchufe. Matildaempu el cuchillo con el que estaba comiendo y los cuatro se dirigieron a la puerta delcomedor, mantenindose el padre bien detrs de los otros. Hola, hola, hola! dijo otra vez la voz. Vamos! grit Matilda, e irrumpi en la habitacin blandiendo el cuchillo.Manos arriba! grit. Os hemos pillado!Los otros la siguieron, agitando sus armas. Luego se detuvieron. Miraron a sualrededor. All no haba nadie.Aqu no hay nadie dijo el padre, con gran alivio. Yo lo o, Harry! chill la madre, que an temblaba. Est aqu, en algunaparte aadi, y empez a buscar detrs del sof y de las cortinas.En ese momento volvi a orse la voz, ahora suave y fantasmal. No fastidies! dijo. No fastidies!Dieron un brinco, sobresaltados, incluso Matilda, que era una buena actriz. Mirarona su alrededor. No haba nadie.Es un fantasma afirm Matilda. Que el cielo nos valga! grit la madre, agarrndose al cuello de su marido. Claro que es un fantasma! dijo Matilda. Yo lo he escuchado antes! Estahabitacin est encantada. Crea que lo sabais. Slvanos! grit la madre, casi estrangulando a su marido.Yo me voy de aqu dijo el padre, ms gris an. Salieron todos, cerrando lapuerta tras ellos.A la tarde siguiente, Matilda se las arregl para rescatar de la chimenea un lorobastante manchado de holln y malhumorado y sacarlo de la casa sin ser vista. Sali por lapuerta trasera y lo llev, sin dejar de correr, a casa de Fred. Se port bien? le pregunt Fred.Lo hemos pasado estupendamente con l dijo Matilda. A mis padres les haencantado.AritmticaMatilda anhelaba que sus padres fueran buenos, cariosos, comprensivos, honradose inteligentes, pero tena que apechugar con el hecho de que no lo eran. No le resultabafcil. Sin embargo, el juego que se haba ingeniado, consistente en castigar a uno o a amboscada vez que se comportaban repugnantemente con ella, haca su vida ms o menossoportable.Al ser muy pequea y muy joven, el nico poder que tena Matilda sobre cualquierade su familia era el del cerebro. Los superaba en ingenio. Pero segua inalterable el hechode que en cualquier familia, una nia de cinco aos se vea obligada siempre a hacer lo quedecan, por estpido que fuera. Por eso, siempre tena que tomar una de esas cenas queanuncian en televisin, frente a la espantosa caja. Entre semana se pasaba todas las tardessola, y cuando le decan que se callara tena que callarse.Su vlvula de escape, lo nico que impeda que se volviera loca, era el placer demaquinar e infligir aquellos magnficos castigos, y lo curioso era que parecan surtir efectodurante algn tiempo. El padre especialmente se volva menos fanfarrn e intratabledurante algunos das, despus de recibir una dosis de la medicina mgica de Matilda.El incidente del loro baj claramente los humos a sus padres y, por espacio de unasemana, se comportaron de forma relativamente civilizada con su hijita. Pero ay!, eso nopoda durar. El siguiente estallido se produjo una tarde en la sala de estar. El seorWormwood acababa de regresar del trabajo. Matilda y su hermano estaban tranquilamentesentados en el sof, esperando que su madre les llevara las bandejas de la cena. Latelevisin an no estaba encendida.Lleg el seor Wormwood con un llamativo traje de cuadros y una corbata amarilla.Los horribles cuadros naranjas y verdes de la chaqueta y los pantalones casi deslumbrabanal que lo miraba. Pareca un corredor de apuestas de nfima calidad ataviado para la boda desu hija y, evidentemente, esa noche se senta muy satisfecho consigo mismo. Se sent en unsilln, se frot las manos y se dirigi a su hijo en voz alta.Bien, hijo mo dijo, tu padre ha tenido un da muy afortunado. Esta noche esmucho ms rico que esta maana. He vendido nada menos que cinco coches, cada uno deellos con un buen beneficio. Serrn en la caja de cambios, la taladradora elctrica en loscables del cuentakilmetros, un chafarrinn de pintura aqu y all y algunos otros pequeostrucos y los idiotas se desviven por comprarlos.Sac una hojita de papel del bolsillo y la examin.Escucha, chico continu, dirigindose al hijo e ignorando a Matilda. Dadoque algn da estars metido en este negocio conmigo, tienes que aprender a calcular alfinal de cada da los beneficios obtenidos. Trae un bloc y un lpiz y veamos lo inteligenteque eres.El hijo sali obedientemente de la habitacin y regres con los objetos de escriturasolicitados.Anota estas cifras dijo el padre, leyendo su hojita de papel. Compr el cochenmero uno por doscientas setenta y ocho libras y lo vend por mil cuatrocientasveinticinco. Lo has entendido?El chico de diez aos anot, lenta y cuidadosamente, las dos cifras por separado.El coche nmero dos prosigui el padre me cost ciento dieciocho libras y lovend por setecientas sesenta. Entendido?S, pap dijo el hijo. Lo he entendido.El coche nmero tres cost ciento once libras y se vendi por novecientasnoventa y nueve libras y cincuenta peniques.Reptelo otra vez pidi el hijo. Por cunto se vendi?Por novecientas noventa y nueve libras y cincuenta peniques dijo el padre.Y, a propsito, se es otro de mis estupendos trucos para engaar al cliente. No digas nuncauna cifra redonda. Siempre un poco por debajo. No digas jams mil libras. Di novecientasnoventa y nueve cincuenta. Parece mucho menos, pero no lo es. Inteligente, no?Mucho dijo el hijo. Eres muy listo, pap.El coche nmero cuatro cost ochenta y seis libras, era una ruina, y se vendi porseiscientas noventa y nueve libras con cincuenta.No vayas tan rpido dijo el hijo, anotando las cifras. Ya, ya est.El coche nmero cinco cost seiscientas treinta y siete libras y se vendi por milseiscientas cuarenta y nueve con cincuenta. Has anotado todas esas cifras, hijo?S, pap respondi el chico, encorvado sobre el bloc mientras escribacuidadosamente.Muy bien dijo el padre. Ahora calcula lo que he ganado con cada uno de loscoches y suma el total. As sabrs cunto dinero ha ganado hoy tu inteligente padre.Son muchas sumas objet el chico.Claro que son muchas sumas dijo el padre. Pero cuando se est en un grannegocio, como lo estoy yo, tienes que ser un lince en aritmtica. A m me llev menos dediez minutos calcularlo. Quieres decir que lo calculaste mentalmente, pap? pregunt el hijo con ojosde asombro.Bueno, no exactamente dijo el padre. Nadie podra hacerlo. Pero no me llevmucho tiempo. Cuando termines, dime cules son mis ganancias del da. Yo tengo el totalapuntado aqu y ya te dir si ests en lo cierto.Matilda dijo pausadamente:Pap, ganaste exactamente cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta peniques.No te metas en esto dijo el padre. Tu hermano y yo estamos ocupados enaltas finanzas.Pero, pap... Cllate! dijo el padre. Deja de calcular e intentar parecer inteligente.Mira tu cifra, pap dijo amablemente Matilda. Si la has calculado bien, tieneque ser cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta peniques. Es lo que te da a ti, pap?El padre ech un vistazo al papel que tena en la mano. Pareca haberse quedadorgido. Estaba muy tranquilo. Hubo un silencio. Luego dijo:Reptelo.Cuatro mil trescientas tres libras y cincuenta peniques dijo Matilda.Hubo otro silencio. El rostro del padre estaba empezando a ponerse rojo.Estoy segura de que es sa dijo Matilda. T... t, tramposa! grit de repente el padre, sealndola con el dedo. Lohas visto en mi papel! Has ledo lo que tengo aqu escrito!Estoy en el otro lado de la habitacin dijo Matilda. Cmo podra verlo? No digas tonteras! grit el padre. Claro que lo has visto! Tienes quehaberla visto! Nadie en el mundo podra dar la respuesta as, y menos una nia! Usted esuna tramposa, seora ma, eso es lo que es usted! Una tramposa y una embustera!En ese momento lleg la madre llevando una gran bandeja con las cuatro bandejasms pequeas de la cena. Esta vez, la cena consista en pescado frito con patatas fritas, quela seora Wormwood haba comprado en la tienda al volver del bingo. Al parecer, el bingode las tardes la dejaba tan agotada, tanto fsica como mentalmente, que nunca tena fuerzassuficientes para hacer una cena casera. As que no era una bandeja con comida preparada,sino pescado y patatas fritas de la freidura. Por qu ests tan colorado, Harry? pregunt mientras dejaba la bandeja sobrela mesita del caf.Tu hija es una tramposa y una embustera dijo el padre, agarrando su plato depescado y colocndoselo en las rodillas. Enciende la televisin y no hablemos ms.El hombre rubio platinoMatilda no tena la ms mnima duda de que esta ltima infamia de su padre semereca un severo castigo, as que mientras coma su horrible pescado con patatas fritas, sucerebro barajaba diversas posibilidades. A la hora de irse a la cama ya haba tomado unadecisin.A la maana siguiente se levant temprano, fue al cuarto de bao y cerr la puerta.Como ya sabemos, la seora Wormwood llevaba el pelo teido de un color rubio platinoresplandeciente, muy parecido al reluciente color plateado de las mallas de una equilibristade circo. Se tea el pelo dos veces al ao en la peluquera, pero la seora Wormwood locuidaba, aclarndolo en el lavabo ms o menos todos los meses con un producto llamadoTINTE RUBIO PLATINO EXTRAFUERTE PARA EL CABELLO. Tambin le servaaquel producto para teir las molestas races de color castao. El frasco de TINTE RUBIOPLATINO EXTRAFUERTE PARA EL CABELLO se guardaba en el armarito del cuartode bao y en la etiqueta, debajo del nombre, se lea Precaucin: perxido. Mantngasefuera del alcance de los nios. Matilda lo haba ledo maravillada muchas veces.El padre de Matilda tena una esplndida cabellera negra, que peinaba con raya enmedio, y de la que se senta extremadamente orgulloso.Un buen pelo le encantaba decir significa que hay un buen cerebro debajo.Como Shakespeare coment una vez Matilda. Como quin?Como Shakespeare, papi. Era inteligente?Mucho, papi.Tendra un montn de pelo, no?Era calvo, papi.A lo cual, el padre respondi con brusquedad.Si no sabes decir cosas sensatas, cierra el pico.Sea como sea, el seor Wormwood conservaba su pelo fuerte y reluciente o, almenos, as lo crea l, frotndose todas las maanas con grandes cantidades de una locinllamada ACEITE DE VIOLETAS. TNICO CAPILAR. Siempre haba un frasco de estaperfumada mezcla de color violceo en la repisa de encima del lavabo, junto a los cepillosde dientes, y todos los das el seor Wormwood se daba un vigoroso masaje en el cuerocabelludo con ACEITE DE VIOLETAS, una vez que terminaba de afeitarse. Acompaabaeste masaje capilar y del cuero cabelludo con fuertes gruidos masculinos y profundosresuellos y exclamaciones de Ah, as est mejor! As, hasta las races!, que Matildaperciba con toda claridad desde su dormitorio, al otro lado del pasillo.En la temprana intimidad del cuarto de bao, Matilda desenrosc la tapa delACEITE DE VIOLETAS de su padre y verti tres cuartas partes de su contenido por eldesage del lavabo. A continuacin, rellen el frasco con el TINTE RUBIO PLATINOEXTRAFUERTE PARA EL CABELLO de su madre. Dej suficiente cantidad del tnicocapilar de su padre para que, al agitarlo, la mezcla permaneciera an razonablementeviolcea. Tras eso, volvi a colocar el frasco en la repisa, sobre el lavabo, teniendo cuidadode dejar el tinte de su madre en el armario. Hasta aqu, bien.A la hora del desayuno, Matilda estaba sentada tranquilamente en la mesa delcomedor comiendo copos de maz. Su hermano se sentaba frente a ella, de espaldas a lapuerta, devorando trozos de pan recubiertos de una mezcla de manteca de cacahuetes ymermelada de fresas. La madre estaba en la cocina, preparando el desayuno del seorWormwood, que consista siempre en dos huevos fritos con pan, tres salchichas de cerdo,dos tiras de tocino y unos tomates fritos.En ese momento entr ruidosamente en la habitacin el seor Wormwood. Eraincapaz de entrar tranquilamente en una habitacin, especialmente a la hora del desayuno.Siempre tena que hacer sentir su presencia, originando mucho alboroto. Pareca como sidijera: Soy yo, el gran hombre, el amo de la casa, el que gana el dinero y el que haceposible que los dems vivan tan bien! Fijaos en m y presentadme vuestros respetos!.Esta vez, le dio una palmadita en la espalda a su hijo al entrar y dijo con voz fuerte:Bien, hijo mo, tu padre presiente que est ante otro da productivo en el garaje.He comprado unas preciosidades que voy a endilgar esta maana a los idiotas. Dnde estmi desayuno? Ya va, cario! dijo la seora Wormwood desde la cocina.Matilda tena la vista baja, fija en los copos de maz. No se atreva a mirar. Enprimer lugar, no estaba segura en absoluto de lo que iba a ver. Y, en segundo lugar, si vealo que crea que iba a ver, no confiaba en poderse mantener seria. El hijo, mientras seatiborraba de pan con manteca de cacahuetes y mermelada de fresas, miraba hacia laventana.El padre se diriga a la cabecera de la mesa para sentarse, cuando lleg de la cocinala madre con paso majestuoso, llevando un plato enorme, lleno de huevos, salchichas,tocino y tomates. Levant la vista. Vio a su marido. Se qued paralizada. Luego solt ungrito que pareci elevarse en el aire y dej caer el plato con estrpito en el suelo. Todospegaron un brinco, incluso el seor Wormwood. Qu demonios te pasa, mujer? grit. Mira cmo has puesto la alfombra! Tu pelo! grit histricamente la mujer, sealando con dedo tembloroso a sumarido. Mira tu pelo! Qu te has puesto? Qu le pasa a mi pelo, si puede saberse? Oh, pap! Qu te has puesto en el pelo? exclam el hijo.Se estaba desarrollando una divertida y ruidosa escena en el comedor.Matilda no dijo nada. Permaneci sentada, admirando el maravilloso efecto de suobra. La esplndida cabellera negra del seor Wormwood presentaba un color plateadosucio, el color, esta vez, de la malla de una equilibrista que no se hubiera lavado en toda latemporada de circo. Te lo has... te lo has teido! grit histricamente la madre. Por qu lo hashecho, imbcil? Tienes un aspecto horrible! Es horroroso! Pareces un monstruo! De qu diablos ests hablando? grit el padre llevndose las manos al pelo.Naturalmente que no me lo he teido! Por qu dices eso! Qu le ha pasado? O se tratade algn chiste estpido? su cara se iba tornando verde plido, el color de las manzanascidas.Tienes que habrtelo teido, pap dijo el hijo. Tiene el mismo color que elde mam, slo que ms sucio. Claro que se lo ha teido! grit la madre. No puede cambiar de color lsolo! Qu demonios queras hacer, volverte guapo o algo as? Pareces como una abuela ala que se le hubiera ido la mano! Dame un espejo! vocifer el padre. No te quedes gritndome! Dame unespejo!El bolso de la madre estaba en una silla, al otro extremo de la mesa. Lo abri y sacuna polvera que tena un espejito redondo en la parte interior de la tapa. La abri y se laentreg a su marido. ste la agarr violentamente y se la acerc a la cara y, al hacerlo, sederram la mayor parte de los polvos de la polvera en su elegante chaqueta de tweed. Ten cuidado! grit la madre. Mira lo que has hecho ahora! Son losmejores polvos de Elizabeth Arden para la cara! Oh, Dios mo! exclam el padre al verse en el espejito. Qu ha pasado?Tengo un aspecto horrible! Parezco como si se te hubiera ido la mano a ti! No puedo iras al garaje a vender coches! Cmo ha sucedido? mir a su alrededor, primero a lamadre, luego al hijo y, finalmente, a Matilda. Cmo ha podido suceder? grit.Supongo, pap dijo Matilda tranquilamente, que, sin darte cuenta, habrscogido de la repisa el frasco del producto de mam en lugar del tuyo. Eso es lo que ha pasado, claro! exclam la madre. Cmo puedes ser tanestpido, Harry? Por qu no lees las etiquetas antes de echarte encima un producto? Elmo es terriblemente fuerte. Yo slo uso una cucharada disuelta en una palangana de aguay vas t y te lo echas puro en la cabeza! Con probabilidad se te acabar cayendo el pelo.Te pica el cuero cabelludo, cario? Quieres decir que me voy a quedar sin pelo? vocifer el marido.Creo que s dijo la madre. El perxido es un producto qumico muy fuerte.Es lo que se emplea en el retrete para desinfectar la taza, slo que con otro nombre. Qu ests diciendo? grit el marido. Yo no soy una taza de retrete! Noquiero que me desinfecten!Incluso diluido como lo uso yo dijo la madre, se me cae una gran cantidadde pelo, as que cualquiera sabe lo que te puede pasar a ti. Me sorprende que no se te hayacado ya todo lo de arriba. Y qu puedo hacer? gimi el padre. Dime enseguida lo que tengo quehacer antes de que empiece a caerse!Si yo fuera t intervino Matilda, me lo lavara bien con agua y jabn, pap.Pero tendrs que darte prisa. Y con eso le volver el color? pregunt ansiosamente el padre. Claro que no, imbcil! exclam la madre. Qu hago, entonces? No puedo ir por ah con este aspecto.Tendrs que tertelo de negro dijo la madre, pero lvatelo primero o notendrs nada que teir. Rpido! grit el padre, reaccionando. Consgueme hora enseguida con tupeluquero para que me lo tia! Di que se trata de una emergencia! Tendr que quitar aalguien de la lista! Ahora voy a subir a lavrmelo.Dicho esto, el hombre sali a toda prisa de la habitacin y la seora Wormwood,suspirando profundamente, se dirigi al telfono para llamar al saln de belleza.Pap hace tonteras de vez en cuando, no, mam? dijo Matilda.La madre, mientras marcaba el nmero de telfono, coment:Me temo que los hombres no son siempre tan inteligentes como ellos se creen. Yalo aprenders cuando seas un poco mayor, hija.La seorita HoneyMatilda empez la escuela un poco tarde. La mayora de los nios empezaban antesde los cinco aos, pero los padres de Matilda, a los que, en todo caso, no les preocupabamucho la educacin de su hija, se olvidaron de hacer los arreglos precisos con anticipacin.Cuando fue por primera vez a la escuela, tena cinco aos y medio.La escuela para nios del pueblo era un edificio tristn de ladrillo, llamado EscuelaPrimaria Crunchem. Albergaba a unos doscientos cincuenta nios, de edades comprendidasentre cinco y poco menos de doce aos. La directora, la jefa, la suprema autoridad de esteestablecimiento, era una dama terrible, de mediana edad, llamada seorita Trunchbull.A Matilda, como es natural, le asignaron la clase inferior, donde haba otrosdieciocho nios, aproximadamente de su misma edad. La profesora era la seorita Honey,que no tendra ms de veintitrs o veinticuatro aos. Tena un bonito rostro ovalado plidode madonna, con ojos azules y pelo castao claro. Su cuerpo era tan delgado y frgil quedaba la impresin de que, si se caa, se rompera en mil pedazos, como una figurita deporcelana.La seorita Honey era una persona apacible y discreta; que nunca levantaba la voz ya la que raramente se vea sonrer, pero que, sin duda, tena el don de que la adoraban todoslos nios que estaban a su cargo. Pareca comprender perfectamente el desconcierto y eltemor que tan a menudo embarga a los nios a los que, por primera vez en su vida, se lesagrupa en una clase y se les dice que tienen que obedecer lo que se les ordene. Cuandohablaba a un desconcertado y melanclico recin llegado a la clase, el rostro de la seoritaHoney desprenda una casi tangible sensacin de cordialidad.La seorita Trunchbull, la directora, era totalmente diferente. Se trataba de ungigantesco ser terrorfico, un feroz monstruo tirnico que atemorizaba la vida de losalumnos y tambin de los profesores. Despeda un aire amenazador, aun a distancia, ycuando se acercaba a uno, casi poda notarse el peligroso calor que irradiaba, como si fuerauna barra metlica al rojo vivo. Cuando marchaba por un pasillo la seorita Trunchbullnunca caminaba, siempre marchaba como una tropa de asalto, con largas zancadas yexagerado balanceo de brazos, se oan sus resoplidos al acercarse y, si por casualidad seencontraba un grupo de nios en su camino, se abra paso entre ellos como un tanque, y losnios tenan que apartarse a derecha e izquierda. Gracias a Dios, no nos topamos conmuchas personas as en el mundo, aunque las hay y todos nos encontramos, por lo menos,con una de ellas en la vida. Si le pasa a usted, comprtese igual que si se hallara ante unrinoceronte furioso en la selva: sbase al rbol ms cercano y qudese all hasta que se hayaido. Es casi imposible describir a esta mujer, con sus excentricidades y su aspecto, perointentar hacerlo un poco ms adelante. Dejmosla de momento y volvamos a Matilda y suprimer da en la clase de la seorita Honey.Tras pasar lista, la seorita entreg un cuaderno de ejercicios a cada alumno.Supongo que habris trado vuestros lpices dijo.S, seorita Honey respondieron al unsono.Bien. ste es el primer da de escuela para vosotros. Es el principio de oncelargos aos de escuela, por lo menos, que tenis que pasar todos vosotros. Y seis de esosaos los pasaris aqu, en la Escuela Crunchem, donde, como sabis, la directora es laseorita Trunchbull. Ella quiere que haya una estricta disciplina en la escuela y, si querisun consejo, haced todo lo posible para comportaros bien en su presencia. No discutisnunca con ella. No la repliquis nunca. Haced siempre lo que diga. Si os enfrentis a ella,puede haceros papilla. No es cosa de risa, Lavender. Suprime esa sonrisa de tu cara. Haraisbien en recordar que la seorita Trunchbull es muy severa con cualquiera que se sale de lasnormas de esta escuela. Habis entendido lo que quiero decir?S, seorita Honey canturrearon dieciocho excitadas vocecillas.Por mi parte prosigui la seorita Honey, quiero ayudaros a que aprendistodo lo posible mientras estis en esta clase. S que eso os facilitar luego las cosas. As,pues, espero que para finales de semana sepis todos la tabla de multiplicar por dos y, alfinal del curso, que hayis aprendido las tablas de multiplicar hasta doce. Si las aprendis,os ayudar enormemente. Veamos ahora. Alguno de vosotros sabe la tabla de multiplicarpor dos?Matilda levant la mano. Era la nica.La seorita Honey mir atentamente a la pequeaja de pelo oscuro y cara redonda yseria sentada en la segunda fila.Magnfico dijo. Levntate, por favor, y dila hasta donde sepas.Matilda se puso en pie y comenz a decir la tabla de multiplicar por dos. Cuandollego a dos por doce, veinticuatro, no se detuvo. Sigui con dos por trece, veintisis,dos por catorce, veintiocho, dos por quince, treinta dos por diecisis.... Basta! dijo la seorita Honey. Haba escuchado deleitada aquel tranquilorecital y pregunt: Hasta dnde sabes? Hasta dnde? dijo Matilda. La verdad es que no lo s, seorita Honey.Bastante ms, supongo.La seorita Honey se tom unos instantes para digerir aquella curiosa afirmacin. Crees pregunt que sabras decirme cuntas son dos por veintiocho?S, seorita Honey. Cuntas son?Cincuenta y seis, seorita Honey.Veamos algo ms difcil, como, por ejemplo, dos por cuatrocientas ochenta ysiete. Sabras decirme cuntas son?S, creo que s dijo Matilda. Ests segura?Claro que s, seorita Honey, estoy segura.Entonces dime cuntas son dos por cuatrocientas ochenta y siete.Novecientas setenta y cuatro respondi al instante Matilda. Hablaba tranquila ycortsmente, sin ningn alarde de presuncin.La seorita Honey mir a Matilda totalmente asombrada, pero cuando volvi ahablar lo hizo sin alterar el tono de voz.Eso es estupendo dijo pero, por supuesto, multiplicar por dos es mucho msfcil que por otros nmeros mayores. Sabes alguna otra tabla de multiplicar?Eso creo, seorita Honey. Creo que s. Cules, Matilda? Hasta cul sabes?No... no lo s exactamente respondi Matilda. No s lo que quiere usteddecir.Quiero decir que si sabes la tabla de multiplicar del tres.S, seorita Honey. Y la del cuatro?S, seorita Honey.Bueno, cuntas sabes, Matilda? Sabes todas hasta la del doce?S, seorita Honey. Cuntas son doce por siete?Ochenta y cuatro respondi Matilda.La seorita Honey hizo una pausa y se ech hacia atrs en su asiento, tras la mesadesnuda que haba frente a la clase. Se senta totalmente desconcertada por aquellasituacin, pero tuvo buen cuidado en no demostrarlo. Nunca se haba encontrado con unania de cinco aos, ni siquiera de diez, que supiera multiplicar con tal facilidad.Espero que estis escuchando esto dijo dirigindose al resto de la clase.Matilda es una chica muy afortunada. Tiene unos padres maravillosos que ya la hanenseado a multiplicar por un montn de nmeros. Fue tu madre la que te ense,Matilda?No, seorita Honey, no.Entonces tienes que tener un padre magnfico. Debe de ser un profesor excelente.No, seorita Honey dijo Matilda reposadamente. Mi padre no me haenseado. Quieres decir que has aprendido sola?No lo s muy bien dijo honradamente Matilda. Es slo que no encuentromuy difcil multiplicar un nmero por otro.La seorita Honey aspir profundamente y dej escapar luego el aire con lentitud.Volvi a mirar a la chiquilla de ojos brillantes que permaneca de pie junto a su pupitre, conaspecto sensato y solemne.Dices que no te resulta difcil multiplicar un nmero por otro dijo la seoritaHoney. Podras explicarme eso un poco ms? Oh! exclam Matilda. No estoy muy segura.Por ejemplo dijo la seorita Honey, si te pregunto cuntas son catorce pordiecinueve... no, eso es demasiado difcil...Doscientas sesenta y seis dijo Matilda, suavemente.La seorita Honey la mir. Luego cogi un lpiz y realiz la operacin con rapidezen un papel. Cunto dijiste que era? pregunt, levantando la vista.Doscientas sesenta y seis respondi Matilda.La seorita Honey dej el lpiz, se quit las gafas y se puso a limpiar los cristalescon un pauelo de papel. La clase estaba callada, observndola y aguardando lo que vendraa continuacin. Matilda segua de pie junto a su pupitre.Bueno, dime una cosa, Matilda inquiri la seorita Honey, que segualimpiando las gafas. Procura decirme exactamente lo que sucede dentro de tu cabezacuando tienes que efectuar una multiplicacin como sa. Evidentemente, tienes quecalcularla de alguna forma, pero parece que sabes la respuesta casi al instante. Fjate en loque acabas de decir, catorce multiplicado por diecinueve.Yo... yo, simplemente, apunto catorce en mi cabeza y lo multiplico pordiecinueve aclar Matilda. No s cmo explicarlo de otra forma. Siempre me he dichoque si lo haca una pequea calculadora de bolsillo, por qu no iba a poder hacerlo yo.Claro, claro asinti la seorita Honey. El cerebro humano es una cosaasombrosa.Yo creo que es mucho mejor que un trozo de metal afirm Matilda. Unacalculadora no es ms que eso.Cierto dijo la seorita Honey. De todas formas, en esta escuela no se permitetener calculadoras de bolsillo.La seorita Honey comenzaba a sentir estremecimientos. No le caba la menor dudade que se encontraba ante un cerebro matemtico verdaderamente extraordinario y en sumente empezaron a revolotear palabras como nia genial y nia prodigio. Saba que esaclase de maravillas surgen en el mundo de vez en cuando, aunque slo una o dos veces enun centenar de aos. Al fin y al cabo, Mozart slo tena cinco aos cuando comenz acomponer piezas para piano, y hay que ver a lo que lleg.No es justo dijo Lavender. Cmo puede hacerlo ella y nosotros no?No te preocupes, Lavender, pronto lo aprenders respondi la seorita Honey,mintiendo entre dientes.Al llegar a ese punto, la seorita Honey no pudo resistir la tentacin de explorar msprofundamente la mente de aquella asombrosa nia. Saba que debera prestar algunaatencin al resto de la clase, pero estaba demasiado emocionada para abandonar el tema.Bien dijo, aparentando dirigirse a toda la clase, dejemos de momento losnmeros y veamos si alguno de vosotros sabe ya deletrear. Levantad la mano los que sepisdeletrear la palabra gato.Se alzaron tres manos. La de Lavender, la de un chico pequeo llamado Nigel y lade Matilda.A ver, Nigel, deletrea gato.Nigel deletre la palabra.La seorita Honey decidi hacer una pregunta que, normalmente, no se le hubieraocurrido hacer el primer da de clase.No s dijo si alguno de vosotros tres, que sabis deletrear la palabra gato,habis aprendido a leer un grupo de palabras que forman una frase.Yo lo s dijo Nigel.Yo tambin dijo Lavender.La seorita Honey se dirigi a la pizarra y escribi con la tiza la frase Yo ya heaprendido a leer frases largas. La haba puesto difcil a propsito y saba que haba pocosnios de cinco aos que fueran capaces de leerla.Nigel, sabes lo que dice?Es muy difcil dijo Nigel. Y t, Lavender?La primera palabra es yo dijo Lavender. Alguno de vosotros puede leer la frase entera? pregunt la seorita Honey,aguardando el s que estaba segura que escuchara de Matilda.S dijo Matilda.Adelante dijo la seorita Honey.Matilda ley la frase sin la menor vacilacin.Eso est muy bien dijo la seorita Honey, haciendo la afirmacin de su vida.Cunto puedes leer, Matilda?Creo que puedo leer la mayora de las cosas, seorita Honey respondiMatilda, aunque no siempre entiendo el significado.La seorita Honey se levant y sali rpidamente del aula, regresando al cabo detreinta segundos con un grueso libro. Lo abri al azar y lo dej sobre el pupitre de Matilda.ste es un libro de poesa humorstica dijo. Veamos si eres capaz de leer envoz alta.Tranquilamente, sin una pausa y a buena velocidad, Matilda comenz a leer:Un sibarita, cenando en Sisoencontr un ratn de buen tamao en su guiso.No grite el camarero le dijoni se lo diga a nadie, pues de fijolos dems querrn tambin otro en su plato.Algunos nios captaron el lado humorstico de la rima y se rieron. La seoritaHoney pregunt: Sabes lo que es un sibarita, Matilda?Alguien que es muy exquisito con la comida respondi Matilda.Es correcto dijo la seorita Honey. Y sabes, por casualidad, cmo se llamaese tipo de poesa?Se llama quintilla explic Matilda. sta es preciosa. Tiene mucha gracia.Es muy conocida aclar la seorita Honey, recogiendo el libro y regresando asu mesa frente a la clase. Una quintilla ingeniosa es muy difcil de escribir aadi.Parecen fciles, pero, desde luego, no lo son.Lo s dijo Matilda. Yo he escrito algunas, pero las mas no son nada buenas.Has escrito algunas, eh? pregunt la seorita Honey, ms asombrada quenunca Bien, Matilda, me encantara mucho escuchar una de esas quintillas que dices quehas escrito. Te acuerdas de alguna?Bien dijo Matilda, dudando. Ahora mismo, mientras estbamos sentados heintentado hacer una sobre usted, seorita Honey. Sobre m? exclam la seorita Honey. Bueno, oigmosla, no?No me atrevo a recitarla, seorita Honey.Rectala, por favor pidi la seorita Honey. Te prometo que no me va amolestar.Creo que s, seorita Honey, porque he incluido su nombre de pila y por eso noquiero recitarla. Cmo sabes mi nombre de pila? pregunt la seorita Honey.Antes de entrar o a otra profesora llamndola respondi Matilda. La llamJenny.Insisto en escuchar esa quintilla dijo la seorita Honey, desplegando una de susraras sonrisas. Levntate y rectala.Matilda se puso en pie de mala gana y muy despacio, y muy nerviosa, recit suquintilla:Lo que de Jenny todos tenemos en mentees si probablementehay en esta escuela benditachicas de cara tan bonita.La respuesta a eso es: Ninguna!.El rostro plido y agradable de la seorita Honey enrojeci. Luego, volvi a sonreruna vez ms. Esta vez fue una sonrisa ms abierta, una sonrisa de puro placer.Vaya, gracias, Matilda dijo, an sonriendo. Aunque no dice la verdad, meparece una quintilla realmente buena. Oh, Dios mo, tengo que procurar acordarme de ella!Desde la tercera fila de pupitres, dijo Lavender:Es buena. A m me ha gustado.Tambin dice la verdad afirm un chico llamado Rupert.Claro que dice la verdad dijo Nigel.La clase haba comenzado ya a congeniar con la seorita Honey, aunque ella apenasse haba fijado en ninguno de ellos, a excepcin de Matilda. Quin te ha enseado a leer, Matilda? pregunt.He aprendido sola, seorita Honey. Y has ledo libros t sola? Me refiero a libros para nios.He ledo todos los que hay en la biblioteca pblica de la calle Mayor, seoritaHoney. Te gustaron?Desde luego, me gustaron muchos de ellos contest Matilda, pero otros losencontr insulsos.Dime uno que te haya gustado.Me gust El len, la bruja y el armario dijo Matilda. Creo que C. S. Lewises un escritor muy bueno, pero tiene un defecto. En sus libros no hay pasajes cmicos.En eso tienes razn dijo la seorita Honey.Tampoco hay pasajes cmicos en los de Tolkien. Crees que todos los libros para nios deben tener pasajes cmicos? preguntla seorita Honey.S dijo Matilda. Los nios no son tan serios como las personas mayores y lesgusta rerse.La seorita Honey estaba sorprendida del sentido comn de aquella nia tanpequea. Y qu vas a hacer ahora que ya has ledo todos los libros para nios? pregunt.Estoy leyendo otros libros aclar Matilda. Los pido prestados en labiblioteca. La seora Phelps es muy amable conmigo. Me ayuda a elegirlos.La seorita Honey estaba apoyada en su mesa de trabajo, mirando maravillada a lania. Haba olvidado por completo al resto de la clase. Qu otros libros? murmur.Me encanta Charles Dickens dijo Matilda. Me hace rer mucho,especialmente el seor Pickwick.En ese momento son el timbre del pasillo indicando el final de la clase.La TrunchbullA la hora del recreo, la seorita Honey sali de la clase y se fue derecha al despachode la directora. Estaba enormemente emocionada. Acababa de conocer a una nia queposea, o eso le pareca a ella al menos, cualidades extraordinariamente geniales. An nohaba tenido tiempo de averiguar con precisin lo genial que era la nia, pero la seoritaHoney haba visto lo suficiente para darse cuenta de que haba que hacer algo lo antesposible. Hubiera sido ridculo dejar a una nia como aqulla en la clase inferior.Normalmente, a la seorita Honey le aterrorizaba la directora y procurabamantenerse alejada de ella, pero en ese momento se senta dispuesta a enfrentarse acualquiera. Llam con los nudillos a la puerta del temido despacho. Entre! tron la profunda y amenazadora voz de la seorita Trunchbull. Laseorita Honey entr.A la mayora de los directores de escuela los eligen porque renen ciertascualidades. Comprenden a los nios y se preocupan de lo que es mejor para ellos. Sonsimpticos, amables y les interesa profundamente la educacin. La seorita Trunchbull noposea ninguna de estas cualidades y era un misterio cmo haba conseguido su puesto.Era, sobre todo, una mujerona impresionante. En tiempos pasados fue una famosaatleta y, aun ahora, se apreciaban claramente sus msculos. Se le notaban en su cuello detoro, en sus amplias espaldas, en sus gruesos brazos, en sus vigorosas muecas y en susfuertes piernas. Al mirarla, daba la impresin de ser una de esas personas que doblan barrasde hierro y desgarran por la mitad guas telefnicas. Su rostro no mostraba nada de bonitoni de alegre. Tena una barbilla obstinada, boca cruel y ojos pequeos y altaneros. Y por loque respecta a su atuendo... era, por no decir otra cosa peor, extrao. Siempre vesta unguardapolvo de algodn marrn, ceido a la cintura por un cinturn ancho de cuero. Elcinturn se abrochaba por delante con una enorme hebilla de plata. Los macizos muslos queemergan del guardapolvo los llevaba enfundados en unos impresionantes pantalones demontar de color verde botella, de tela basta de sarga. Los pantalones le llegaban justo pordebajo de las rodillas y, de ah hacia abajo, luca calcetines verdes con vuelta, que ponande manifiesto los msculos de sus pantorrillas. Calzaba zapatos de color marrn conlengetas. En suma, pareca ms una excntrica y sanguinaria aficionada a las monterasque la directora de una bonita escuela para nios.Al entrar la seorita Honey en el despacho, la seorita Trunchbull estaba junto a sugran mesa de trabajo, con la impaciencia reflejada en su rostro ceudo.S, seorita Honey dijo. Qu quiere usted? Esta maana parece usted muysofocada y nerviosa. Qu le pasa? Le han estado tirando bolitas de papel masticado esospequeos bicharracos?No, seora directora, nada de eso. Qu es entonces? Adelante con ello. Soy una mujer ocupada mientrashablaba se sirvi un vaso de agua de una jarra que haba siempre en su mesa.Hay una nia en mi clase, que se llama Matilda Wormwood... empez a decirla seorita Honey.Es la hija del propietario de Wormwoods Motors vocifer la seoritaTrunchbull. Casi nunca hablaba con voz normal. O vociferaba o gritaba. Una excelentepersona ese Wormwood prosigui. Justamente ayer estuve all. Me vendi un coche.Casi nuevo. Slo tiene diez mil kilmetros. La propietaria anterior era una seora mayorque slo lo utilizaba una vez al ao como mucho. Una verdadera ganga. S, me gusta eseWormwood. Un autntico pilar de nuestra sociedad. Aunque me dijo que su hija era unamala persona. Que la vigilramos. Dijo que si alguna vez suceda algo malo en la escuela,seguro que la culpable era su hija. An no conozco a esa mocosa, pero cuando lo haga se vaa enterar. Su padre dijo que era una verdadera pesadilla. Oh, no, seora directora, eso no puede ser cierto! exclam la seorita Honey. Oh, s, seorita Honey, es condenadamente cierto! Es ms, ahora que caigo,apuesto cualquier cosa a que fue ella la que ech esta maana aqu, debajo de mi mesa, unabomba ftida. Esto huele como una cloaca! Claro que fue ella! La castigar por eso, ya lover! Qu aspecto tiene? Seguro que parece un asqueroso gusano. Mire, seorita Honey, alo largo de mi dilatada carrera como profesora he aprendido que una nia mala esmuchsimo ms peligrosa que un nio malo. Y lo que resulta ms importante, son bastantems difciles de dominar. Dominar a una nia es como tratar de aplastar a una mosca.Cuando la golpeas, la maldita ya no est all. Las nias son criaturas repugnantes y malas.Me alegro de no haberlo sido nunca.Pero usted ha tenido que ser alguna vez nia, seora directora. Seguro que lo hasido.No por mucho tiempo rugi la seorita Trunchbull, sonriendodesagradablemente. Me hice mujer enseguida.Ha perdido la chaveta, se dijo para s la seorita Honey. Est chiflada.Permaneci resueltamente ante la directora. Por una vez no se iba a dejar intimidar.Debo decirle, seora directora, que si cree usted que fue Matilda la que le puso labomba ftida debajo de la mesa est completamente equivocada. Yo nunca me equivoco, seorita Honey!Pero, seora directora, la nia lleg a la escuela esta maana y fue directamente aclase... No discuta conmigo, por todos los diablos! Esa pequea bestia de Matilda, ocomo quiera que se llame, ha echado una bomba ftida en mi despacho! No hay la menorduda de eso! Gracias por sugerrmelo.Pero si yo no se lo he sugerido, seora directora. Claro que s! Ahora dgame lo que quera, seorita Honey. Por qu me haceperder el tiempo?Vine para hablarle de Matilda, seora directora. Tengo que informarle de algoextraordinario sobre esa nia. Puedo contarle lo que acaba de suceder en clase?Supongo que le prendera fuego a su camisa y le habr chamuscado las medias la seorita Trunchbull buf. No, no! Matilda es un genio.Al pronunciar esta palabra, el rostro de la seorita Trunchbull se torn rojo y sucuerpo pareci hincharse como el de un sapo. Un genio! grit. Qu tonteras est usted diciendo, seora ma? Usted noest bien de la cabeza! Su padre me ha dado su palabra de que la nia es una gngster.Su padre est equivocado, seora directora. No sea estpida, seorita Honey! Usted conoce a esa pequea bestia desde hacemedia hora y su familia la ha conocido toda su vida!Pero la seorita Honey estaba decidida a hablar y empez a contarle algunas de lassorprendentes cosas que Matilda haba realizado con los nmeros.As que se ha aprendido algunas tablas de memoria, no? vocifer la seoritaTrunchbull. Querida ma, eso no la convierte en un genio. La convierte en un loro!Pero, seora directora, sabe leer.Y yo tambin tron la seorita Trunchbull.Opino dijo la seorita Honey que habra que trasladar inmediatamente aMatilda de mi clase a la superior, con los de once aos. Ya! dijo con un bufido la seorita Trunchbull. As que quiere librarse deella, no? Para no tener que habrselas con ella! Quiere usted largrsela a la desgraciadaseorita Plimsoll, de la clase superior, donde podra crear an ms caos, no? No, no! exclam la seorita Honey. se no es el motivo en absoluto. Oh, s que lo es! grit la seorita Trunchbull. Adivino su plan, seora ma.Y mi respuesta es no! Matilda se quedar donde est y es obligacin suya que se comportebien.Pero, seora directora, por favor... Ni una palabra ms! grit la seorita Trunchbull. Y, en cualquier caso,tengo por norma que todos los nios se agrupen por edades, sin reparar en sus aptitudes. Novoy a tener a una bribona de cinco aos junto a las nias y los nios mayores en la clasesuperior. Quin ha odo hablar alguna vez de una cosa as!La seorita Honey permaneci desolada ante aquella gigante de cuello rojo. Podrahaber dicho muchas ms cosas, pero saba que sera intil.Est bien dijo con voz apagada. Lo que usted quiera, seora directora.Puede estar segura de que ser como yo quiera rugi la seorita Trunchbull.Y no olvide, seora ma, que nos enfrentamos a una pequea vbora que ech una bombaftida debajo de mi mesa... Ella no lo hizo, seora directora! Claro que lo hizo! dijo con voz tonante la seorita Trunchbull. Y le voy adecir una cosa. Me gustara que me permitieran usar el ltigo y el cinto como se haca enlos viejos tiempos. Le hubiera calentado el trasero a Matilda de tal forma que no hubierapodido sentarse en un mes.La seorita Honey se volvi y sali del despacho, sintindose deprimida pero enmodo alguno derrotada. Tengo que hacer algo por esa nia, se dijo. No se qu, perotengo que encontrar la forma de ayudarla.Los padresCuando la seorita Honey sali del despacho de la directora, la mayora de los niosestaban en el patio de recreo. Lo primero que hizo fue ir a ver a varios profesores del cursosuperior y pedirles prestados cierto nmero de libros de texto de lgebra, geometra,francs, literatura inglesa y otras cosas. Luego busc a Matilda y la llev a la clase.No tiene ningn sentido dijo que ests sentada en clase sin hacer nadamientras yo les enseo a los dems la tabla de multiplicar por dos y a deletrear gato, rata yratn. As que durante las clases te dejar uno de estos libros para que estudies. Al final dela clase me puedes hacer las preguntas que quieras, si tienes alguna, y yo intentar ayudarte.Qu te parece? dijo la seorita Honey.Gracias, seorita Honey respondi Matilda. Me parece estupendo.Estoy segura respondi Honey de que conseguiremos trasladarte msadelante a una clase superior, pero, de momento, la directora quiere que sigas donde ests.Muy bien, seorita Honey dijo Matilda. Muchas gracias por conseguirmeesos libros.Qu nia ms agradable, pens la seorita Honey. No me importa lo que hayadicho su padre de ella; parece muy tranquila y es muy amable conmigo. Y nada engreda apesar de su talento. La verdad es que no parece darse cuenta de ello. As, pues, cuando sereanud la clase, Matilda se dirigi a su pupitre y se puso a estudiar en un libro degeometra que le haba dejado la seorita Honey. La profesora no le quit ojo durante todoel tiempo y observ que la nia no tardaba en quedarse absorta en el libro. No levant lavista para nada durante toda la clase.Mientras tanto, la seorita Honey tomaba una decisin. Tena que ir y hablar enprivado con el padre y la madre de Matilda lo antes posible. Se negaba a dejar las cosascomo estaban. Todo el asunto era ridculo. No poda creer que los padres ignorarantotalmente las sobresalientes aptitudes de su hija. Despus de todo, el seor Wormwood eraun prspero vendedor de coches, por lo que supona que tena que ser un hombreinteligente. En todo caso, los padres nunca subestimaban el talento de sus hijos. Muy alcontrario. A veces, a un profesor le resultaba casi imposible convencer a un padre o unamadre orgullosos de que su amado hijo era un completo asno. La seorita Honey confiabaen que no tendra dificultades para convencer al seor y a la seora Wormwood de queMatilda era algo muy especial. El problema iba a ser evitar que se entusiasmarandemasiado.Las ilusiones de la seorita Honey se iban ampliando. Se pregunt si los padres laautorizaran a darle clases particulares a Matilda despus de la escuela. La perspectiva depreparar a una nia tan brillante estimulaba enormemente su instinto profesional deprofesora. De pronto, decidi que ira a ver al seor y a la seora Wormwood esa mismanoche. Ira bastante tarde, entre las nueve y las diez, cuando estaba segura de que Matildase encontrara en la cama.Y eso fue exactamente lo que hizo. Tras conseguir la direccin en los archivos de laescuela, la seorita Honey sali de su casa para dirigirse andando a la de los Wormwood,poco despus de las nueve.Encontr la casa en una calle agradable, en la que cada diminuto edificio estabaseparado de sus vecinos por un trozo de jardn. Era una casa moderna, de ladrillo, que nodeba de haber sido barata, y el nombre de la puerta deca RINCN ACOGEDOR.Cocinera metomentodo [1] hubiera sido mejor, pens la seorita Honey. Era aficionada alos juegos de palabras como aqul. Subi el sendero y llam al timbre y, mientrasaguardaba, escuch la televisin atronando dentro.Abri la puerta un hombrecillo de rostro malhumorado y bigotillo esmirriado, quellevaba una chaqueta deportiva de rayas naranjas y rojas. S? pregunt examinando a la seorita Honey. Si vende usted papeletaspara alguna rifa, no quiero ninguna.No aclar la seorita Honey. Por favor, perdone que me presente as, sinms. Soy la profesora de Matilda y es preciso que hable con usted y con su esposa.Ya tiene problemas, no? dijo el seor Wormwood, obstaculizando laentrada. Bueno, a partir de ahora es responsabilidad suya. Tendr que ocuparse usted deella.Matilda no tiene ningn problema explic la seorita Honey. He venido atraerle buenas noticias. Noticias bastante asombrosas, seor Wormwood. Puedo pasarunos minutos y hablar con ustedes de Matilda?Estamos viendo uno de nuestros programas preferidos dijo el seorWormwood. Su visita es un poco inoportuna. Por qu no viene en otra ocasin?La seorita Honey empez a perder la paciencia. Seor Wormwood, si cree usted que un nauseabundo programa de televisin esms importante que el futuro de su hija, no debera ser padre! Por qu no apaga esemaldito aparato y me escuchan?Eso desconcert al seor Wormwood. No estaba acostumbrado a que le hablaran deaquella forma. Mir atentamente a la delgada y frgil mujer que permaneca tanresueltamente en el porche.Muy bien acept bruscamente. Entre y hablaremos de ello.La seorita Honey entr con paso decidido.A la seora Wormwood no le va a hacer gracia dijo el hombre, mientras laconduca al cuarto de estar, donde una mujerona rubia platino miraba entusiasmada lapantalla del televisor. Quin es? pregunt la mujer, sin mirar.Una profesora de la escuela. Dice que tiene que hablar con nosotros de Matildase acerc al televisor y quit el sonido, dejando la imagen. No hagas eso, Harry! grit la seora Wormwood. Willard est a punto dedeclararse a Anglica!Puedes seguir mirando mientras hablamos dijo el seor Wormwood. sta esla profesora de Matilda. Dice que tiene que contarnos una serie de cosas.Me llamo Jennifer Honey se present. Cmo est usted, seoraWormwood?La seora Wormwood la mir con cara de pocos amigos y dijo: Qu es lo que pasa?Nadie invit a la seorita Honey a sentarse, por lo que eligi una silla y se sent.Hoy ha sido el primer da de clase de su hija.Ya lo sabemos dijo la seora Wormwood, enladada por tener que perderse elprograma. Es eso todo lo que ha venido a decirnos?La seorita Honey mir severamente los ojos grises de la otra mujer, hasta que laseora Wormwood se sinti incmoda. Me permiten que les explique para qu he venido? pregunt.Adelante dijo la seora Wormwood.Ustedes deben saber comenz la seorita Honey que los nios del cursoinferior de la escuela no suelen saber leer, ni deletrear ni hacer malabarismos con losnmeros cuando llegan a ella. Los nios de cinco aos no pueden hacerlo. Pero Matildahace todo eso. Y si he de creer lo que dice...Yo no lo creera dijo la seora Wormwood, an furiosa por no tener sonido enel televisor. Menta entonces pregunt la seorita Honey cuando me dijo que nadie lahaba enseado a multiplicar y a leer? Alguno de ustedes la ha enseado? Enseado a qu? pregunt el seor Wormwood.A leer. A leer libros dijo la seorita Honey. Puede que la hayan enseadoustedes y que haya mentido ella. Quiz tengan ustedes estanteras llenas de libros por todala casa. Yo no poda saberlo. Puede que sean ustedes grandes lectores.Claro que leemos asinti el seor Wormwood. No diga tonteras. Yo leotodas las semanas el Autocar y el Motor de cabo a rabo.Esa nia ha ledo ya un nmero asombroso de libros continu la seoritaHoney. nicamente quera saber si provena de una familia amante de la buena literatura.Nosotros no somos muy aficionados a leer libros replic el seorWormwood. Uno no puede labrarse un futuro sentado sobre el trasero y leyendo libros decuentos. No tenemos libros en casa.Ya veo dijo la seorita Honey. Bien, todo lo que quera decirles es queMatilda tiene un talento extraordinario, pero supongo que ya lo sabrn ustedes.Claro que sabamos que lea dijo la madre. Se pasa la vida en su cuartoenfrascada en algn libro absurdo.Pero no les llama la atencin pregunt la seorita Honey que una nia decinco aos lea extensas novelas para adultos, de Dickens y Hemingway? No lesimpresiona eso?No especialmente dijo la madre. No me gustan las chicas marisabidillas.Una chica debe preocuparse por ser atractiva para conseguir luego un buen marido. Labelleza es ms importante que los libros, [2] seorita Hunky...Me llamo Honey corrigi la seorita Honey.Mreme a m dijo la seora Wormwood y luego mrese usted. Usted prefirilos libros. Yo, la belleza.La seorita Honey mir a la vulgar y regordeta persona con cara de torta y pagadade s misma que estaba sentada al otro lado de la habitacin. Qu ha dicho usted? pregunt.He dicho que usted eligi los libros y yo la belleza dijo la seoraWormwood. Y a quin le ha ido mejor? A m, por supuesto. Yo vivo cmodamente enuna casa preciosa con un prspero hombre de negocios y usted trabaja como una negra,ensendole el abecedario a un montn de nios horribles.Muy cierto, ricura dijo el seor Wormwood, lanzando a su mujer una miradatan conmovedoramente tierna que hubiera hecho vomitar a un gato.La seorita Honey pens que si quera conseguir algo de aquella gente no debaperder la paciencia.No les he contado todo dijo. Matilda, por lo que he podido advertir hastaahora, es tambin una especie de genio matemtico. Multiplica mentalmente cifrascomplicadas, como el rayo. Para qu sirve eso si uno puede comprarse una calculadora? pregunt elseor Wormwood.Una chica no consigue un hombre siendo inteligente dijo la seoraWormwood. Mire, por ejemplo, a esa actriz aadi, sealando la muda pantalla deltelevisor, en la que un apuesto actor abrazaba a una actriz pechugona a la luz de la luna.No creer usted que lo ha conseguido hacindole multiplicaciones, no? Probablemente no.Y ahora l se va a casar con ella, ya lo ver, y va a vivir en una mansin con unmayordomo y un montn de criados.La seorita Honey apenas daba crdito a lo que estaba oyendo. Haba odo quehaba en el pueblo padres como aqullos y que sus hijos acababan siendo delincuentes ymarginados, pero para ella fue un choque conocer a unos padres as al natural.El problema de Matilda dijo, intentndolo una vez ms es que se encuentratan por encima de cualquiera de los que estn en su entorno, que valdra la pena pensar enalgn tipo de enseanza privada. Creo sinceramente que podra alcanzar el niveluniversitario en dos o tres aos de enseanza apropiada. Universidad? grit el seor Wormwood, dando un brinco de su asiento.Quin quiere ir a la universidad, por Dios! All slo aprenden malas costumbres!Eso no es cierto dijo la seorita Honey. Si usted sufriera ahora un ataquecardiaco y tuviera que llamar a un mdico, ese mdico sera un licenciado universitario. Sia usted le denunciaran por venderle a alguien un coche de segunda mano estropeado, ustedtendra que buscar un abogado, que tambin sera un licenciado. No menosprecie a laspersonas inteligentes, seor Wormwood. Pero veo que no nos vamos a poner de acuerdo.Siento haber venido.La seorita Honey se levant de la silla y sali de la habitacin.El seor Wormwood la sigui hasta la puerta principal y dijo:Gracias por haber venido, seorita Hawkes, o es seorita Harris?Ninguno de los dos dijo la seorita Honey, pero da igual y se fue.Lanzamiento de martilloLo curioso de Matilda era que si uno la conoca fortuitamente y hablaba con ella,hubiera pensado que era una nia de cinco aos y medio totalmente normal. Apenasexteriorizaba seal alguna de su talento y nunca alardeaba de l. Es una pequea muysensible y muy reposada, hubiera pensado uno. Y, a menos que, por alguna razn,discutiera uno con ella de literatura o matemticas, no hubiera sabido nunca el alcance desu capacidad intelectual.Por eso, a Matilda le resultaba fcil entablar amistad con otros nios. Caa bien atodos los de su clase. Naturalmente, ellos saban que era inteligente, porque haban sidotestigos de las preguntas que le haba hecho la seorita Honey el primer da de curso.Saban tambin que se le permita estar con un libro durante las clases y no prestar atencina la profesora. Pero los nios de su edad no profundizan en busca de razones. Estndemasiado pendientes de sus pequeas disputas para preocuparse demasiado de lo quehacen otros y por qu lo hacen.Entre los nuevos amigos de Matilda estaba la nia llamada Lavender. Desde elprimer da empezaron a estar juntas durante el recreo de la maana y a la hora delalmuerzo. Lavender era excepcionalmente pequea para su edad, una nia flacucha deprofundos ojos castaos y pelo oscuro, con un flequillo que le caa sobre la frente. AMatilda le gustaba porque era decidida y aventurera. A ella le gustaba Matilda por lasmismas razones.Antes de que terminara la primera semana del curso, ya circulaban entre los nuevosalumnos impresionantes historias sobre la directora, la seorita Trunchbull. A Matilda yLavender, que estaban en una esquina del patio de recreo el tercer da, se les acerc unarobusta chica de diez aos, con un grano en la nariz, llamada Hortensia.Basura nueva, supongo dijo Hortensia, mirndolas despectivamente. Llevabauna bolsa gigante de patatas fritas, que coma a puados. Bienvenidas al correccional aadi, escupiendo trozos de patatas por la boca como si fueran copos de nieve.Las dos pequeas, enfrentadas a aquella gigante, guardaron un expectante silencio. Habis conocido ya a la Trunchbull? pregunt Hortensia.La hemos visto durante los rezos dijo Lavender, pero no la conocemos.Os ha tocado un premio dijo Hortensia. Odia a las nias muy pequeas. Poreso aborrece el curso infantil y todo lo que se relaciona con l. Cree que los nios de cincoaos son larvas de gusanos se meti en la boca otro puado de patatas y, cuando habl,volvi a escupir trozos de ellas. Si sobrevivs al primer ao, os las arreglaris para vivirel resto del tiempo que estis aqu. Pero muchos no sobreviven. Los sacan en camilla,aullando. Lo he visto a menudo.Hortensia hizo una pausa para ver el efecto que aquellos comentarios producan enlas pequeajas. Al parecer, no mucho. Perecan indiferentes. As, pues, decidi obsequiarlascon ms informacin.Supongo que sabris que tiene un armario con candado llamado La ratonera.Habis odo hablar de La ratonera?Matilda y Lavender negaron con la cabeza y siguieron mirando a la grandullona.Como eran muy pequeas, tendan a desconfiar de cualquier persona mayor, especialmentede las chicas mayores.La ratonera prosigui Hortensia es un armario muy alto pero muy estrecho.El suelo slo tiene setenta centmetros cuadrados, por lo que no puedes sentarte en l niponerte en cuclillas. Tienes que estar de pie. Tres de las paredes son de cemento, con trozosde vidrios incrustados en ellas, por lo que no puedes apoyarte. Tienes que permanecer muyatenta todo el tiempo que ests encerrada en l. Es terrible! No te puedes apoyar contra la puerta? pregunt Matilda.No seas tonta dijo Hortensia. La puerta est repleta de miles de clavospuntiagudos clavados desde fuera, probablemente por la misma Trunchbull. Has estado all dentro alguna vez? pregunt Lavender.El primer ao estuve seis veces dijo Hortensia. Dos de las veces todo el da,y las otras, dos horas cada vez. Pero dos horas es demasiado. Est oscuro como boca delobo y tienes que permanecer de pie, porque si te mueves te clavas los cristales de lasparedes o los clavos de la puerta.Por qu te encerraron all? pregunt Matilda. Qu habas hecho?La primera vez dijo Hortensia volqu medio bote de jarabe en el asiento dela silla donde se iba a sentar la Trunchbull durante los rezos. Fue fantstico. Cuando sesent hubo un ruido como de chapoteo, parecido al que hace un hipoptamo cuando hundelas patas en el barro de las orillas del ro Limpopo. Pero t eres demasiado pequea parahaber ledo Historias, ni ms ni menos, no?Lo he ledo dijo Matilda.Eres una embustera dijo Hortensia amigablemente. Ni siquiera sabes leeran. Pero no importa. Bueno, cuando la Trunchbull se sent sobre el jarabe, el ruido fuedivino. Y cuando se levant, la silla se le qued pegada al fondillo de esos horriblespantalones verdes que lleva y se le qued adherida durante unos segundos, hasta que sedespeg del espeso jarabe. Se llev las manos al trasero y se le quedaron pringadas.Deberais haber odo el rugido que solt. Cmo supo que habas sido t? pregunt Lavender.Se chiv un pequeajo idiota llamado Ollie Bogwhistle dijo Hortensia. Leromp los dientes.Y la Trunchbull te meti en La ratonera durante todo un da? pregunt Matilda,con un nudo en la garganta.Todo el da dijo Hortensia. Cuando me dej salir estaba medio loca.Balbuceaba como una imbcil. Qu otras cosas hiciste para que la Trunchbull te metiera en La ratonera? pregunt Lavender.Oh, no me acuerdo de todas ahora dijo Hortensia. Hablaba con el aire de unviejo guerrero que ha estado en tantas batallas que el valor es algo habitual. Fue hacemucho tiempo aadi, metindose ms patatas fritas en la boca. Ah, s! Me acuerdode una. Lo que pas fue esto. Eleg un momento en que saba que la Trunchbull estabafuera, dando clase a los de sexto, y levant la mano pidiendo permiso para ir al retrete.Pero, en lugar de ir all, me met en el despacho de la Trunchbull. Tras una rpidabsqueda, encontr el cajn donde guardaba sus calzones de gimnasia.Sigue dijo Matilda, interesada. Qu pas luego?Yo haba escrito para que me mandaran por correo unos polvos de picapica muyfuertes dijo Hortensia. Cuestan cincuenta peniques el sobre y se llaman Abrasapiel. Laetiqueta deca que estaban fabricados con polvo de dientes de serpientes venenosas y segarantizaba que formaban ronchas en la piel del tamao de una nuez. As que losespolvore dentro de todos los calzones del cajn y luego los volv a doblar con cuidado Hortensia hizo una pausa para atiborrarse de patatas fritas. Funcion? pregunt Lavender.Bueno dijo Hortensia, unos das despus, durante los rezos, la Trunchbullempez a rascarse abajo como una loca. Aj me dije, ya est. Ya se haba cambiadopara ir a gimnasia. Era maravilloso estar all sentada, vindolo todo y sabiendo que yo erala nica persona de toda la escuela que saba exactamente lo que estaba sucediendo dentrode los calzones de la Trunchbull. Estaba tambin tranquila. Saba que no podan cazarme.Luego, el picor fue a peor. La Trunchbull no poda estarse quieta. Debi de pensar quetena un avispero all dentro. Entonces, en mitad del padrenuestro, peg un brinco, se agarrel trasero y sali de all corriendo.Matilda y Lavender estaban cautivadas. No tenan duda de que en aquel momento sehallaban en presencia de una maestra. Alguien que haba elevado el arte de la picarda a lacota ms alta de la