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SOBRE EL TROTSKISMO Problemas de la teoría y la historia KOSTAS MAVRAKIS

Mavrakis - Trotskismo

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Page 1: Mavrakis - Trotskismo

SOBRE EL TROTSKISMO Problemas de la teoría y la historia

KOSTAS MAVRAKIS

Page 2: Mavrakis - Trotskismo

Texto original en griego

Traducción del griego al inglés por John McGreal

Traducción al español por Graciela Isnardi

© Librairie François Maspero 1973

Traducción al ingles © Routledge & Kegan Paul Ltd 1976

Page 3: Mavrakis - Trotskismo

Índice

Introducción .................................................................................................................................... 1

1. Puntos de referencia biográficos ................................................................................................. 5

2. Un dogmatismo atemporal ........................................................................................................ 12

3. La incapacidad para el análisis concreto ................................................................................... 35

4. Un antiburocratismo burocrático .............................................................................................. 47

5. Degeneración revisionista o revolución cultural ....................................................................... 85

6. Stalin y Trotsky frente a la revolución china .......................................................................... 109

7. La derrota de los comunistas griegos ...................................................................................... 137

8. Conclusión: Los rasgos fundamentales del trotskismo ........................................................... 155

Anexo I: Itinerario político de Chen Tu-siu ................................................................................ 160

Anexo II: Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky ...................... 162

Anexo III. Una vez más acerca de los sindicatos, la situación actual y los errores de Trotsky y

Bujarin............................................................................................................................. 176

Notas ........................................................................................................................................... 200

Page 4: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 1

Introducción

Trotsky y sus epígonos negaron siempre la existencia del ―trotskismo‖. Se dicen fieles discípulos

de Lenin. Según ellos, los ―stalinistas‖ forjaron ese término para designar una pretendida teoría

propia de Trotsky, con el fin de hacerla blanco de sus ataques, dirigidos en realidad contra la

revolución en la URSS y en el mundo. Trotsky adujo que su concepción de la revolución

permanente está sacada de Marx y que Lenin se asoció ―tácitamente‖ a ella en sus Tesis de abril.

Ciertos trotskistas o trotskizantes, especialmente Isaac Deutscher y Alfred Rosmer, afirmaron

que no había ninguna diferencia entre la revolución permanente de su maestro ideológico y la

revolución ininterrumpida por etapas de Mao. El mismo Trotsky declaró:

―Nunca pretendí y no pretendo crear una doctrina particular. En teoría, soy un alumno de

Marx. En lo que concierne o los métodos de la revolución, he pasado por la escuela de Lenin‖1.

Parecería que la defensa del trotskismo implica su negación y el desconocimiento del aporte

teórico de Lenin. Sin embargo, en las negativas de Trotsky hay una parte de verdad. Deutscher

ha insistido en su adhesión al ―marxismo clásico‖. Mostraremos luego que se trata de un

eufemismo, que designa una tentativa a la vez dogmática y empírica, ya que la impotencia

teórica que denota el dogmatismo conduce a los que lo sufren a volcarse al empirismo. Bujarin

dijo de Trotsky que ―era excelente… para trazar perspectivas revolucionarias generales‖. En

efecto, allí se detienen sus talentos de ―teórico‖. Contrariamente a Lenin y a Mao, nunca supo

analizar una coyuntura en su especificidad, determinar la contradicción principal y la consigna

principal. Al no haber deducido las leyes de la revolución en una formación social, aplicando en

la práctica de la lucha de clases los principios universales del materialismo histórico, su

contribución a esta ciencia es nula. Sus pocas ―ideas‖ originales, por lo demás, no son suyas, ya

que sobre todo ha vulgarizado las de otros. Más aún, no daba pruebas de gran discernimiento al

elegirlas, como veremos en el caso de la ―acumulación socialista primitiva‖. Incluso sus más

cálidos partidarios se encuentran en dificultades cuando se les pregunta cuáles son los conceptos

que ha producido.

Por todas estas razones, se puede hablar del trotskismo como corriente ideológica, pero

difícilmente como cuerpo de doctrina, y de ninguna manera como ―guía para la acción‖. Las

palinodias de Trotsky sobre el tema de la ―reacción termidoriana‖ ilustran perfectamente su total

impotencia teórica. En cuanto a los trotskistas de hoy, practican el dogmatismo de un

dogmatismo. En la época de la revolución cultural del pensamiento de Mao Tsetung, tercera

etapa del marxismo, son fósiles de una era terminada, marxistas de la primera etapa. Daría lo

mismo decir que no son marxistas en absoluto.

Los propagandistas burgueses y los ideólogos trotskistas están casados bajo el régimen de

comunidad de bienes. Los primeros aportan a los segundos sus oficinas de investigación y

documentación. Las obras de kremlino y pekinología, las publicaciones del consulado general de

los Estados Unidos en Hong Kong, son las principales fuentes de las diatribas trotskistas contra

los países socialistas2. Por su parte, los trotskistas son importantes proveedores de hipótesis

―teóricas‖, de esquemas y de falsificaciones históricas que permiten atacar a Stalin y la China

Popular desde un punto de vista aparentemente de ―izquierda‖, lo que es un gran recurso para

algunos periodistas que quieren parecer esclarecidos. Se trata de una ―armonía preestablecida‖,

no de una colusión deliberada. Por razones diferentes, unos y otros propagan la idea de que los

partidos comunistas no eran más que títeres manipulados por Moscú y Stalin, la fuente de todo el

Page 5: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 2

mal.

Uno de los argumentos más curiosos de los apologistas de Trotsky consiste en comparar al

hombre espiritual y brillante escritor que era su ídolo, con el autodidacta Stalin, de estilo pesado

y sin atractivos, para concluir que el segundo no podía tener razón contra el primero. Como si la

solidez en la ciencia marxista-leninista fuera una cuestión de talento literario. Esta idea corre

como un hilo negro a través de todas las páginas de la biografía de Trotsky por Isaac Deutscher.

Este subraya con insistencia que Stalin no se había impuesto como teórico antes de 1924. Ahora

bien, desde este punto de vista, era Bujarin quien gozaba de mayor prestigio, después de Lenin.

¿Significa que tuvo razón al sostener a los kulaks, al lanzar la consigna ―enriquézcanse‖, al

pregonar la construcción del socialismo ―a pasos de tortuga‖? Semejante lógica roza a veces lo

grotesco; por ejemplo, cuando Deutscher declara que Chen Tu-hsiu era un ―teórico‖ muy

superior a Mao3.

Los publicistas burgueses razonan de la misma manera. El anarco-trotskizante Cadar

reprocha a Mao ser un ―primario‖. Su pensamiento no es ―refinado‖. El hecho de que autores tan

―sofisticados‖ como Althusser, Gluksmann4 o Sollers tengan a Mao en tan alta estima le parece

incomprensible. L. Blanco declara que Mao no es ―un pensador profundo‖, sino un ―mediocre

teórico‖5. Es cierto que, para él, ser un ―pensador‖ es ser un ―contemplativo‖ (p. 135).

Comprueba que Mao ha sabido ―liberarse del dogma y ver la realidad tal cual era‖, pero no se le

ocurre la idea de que se necesitan lentes teóricas singularmente poderosas para ―ver la realidad

tal cual es‖, además de la capacidad de dirigir las luchas de las masas que transforman

revolucionariamente esta realidad (para conocer el gusto de una pera, hay que transformarla

comiéndola). Lo que no alcanzan a concebir estos autores, lo mismo que Trotsky, es la relación

de la teoría y la práctica y la forma concreta de esa relación: la línea de masas. ¿Acaso Trotsky

no ha tenido la pretensión de juzgar a los revolucionarios del mundo entero desde su escritorio de

Prinkipo o de Coyoacán sin siquiera dirigir, como Stalin, una verdadera internacional implantada

en las masas?

El resultado (sus artículos) si bien tiene a veces el brillo del vidrio, tiene también su

fragilidad.

Al tener estilo y una vasta cultura, tenía la convicción de que sus ideas eran tan profundas y

sólidas como brillantemente formuladas. Muy a menudo, en él, la comparación representa el

papel de razón, y la retórica el de pensamiento concreto. De manera que se puede decir que fue

víctima tanto de sus puntos fuertes como de sus debilidades, al darle los primeros la ilusión de

poseer los poderes que justamente le faltaban: los del estratega político y el teórico. Mao ha

dicho: ―Cuando más superior se cree uno, más mediocres son los resultados‖. Los que se

acercaron a Trotsky notaron su ambición, su orgullo, incluso su arrogancia. Se colocaba muy por

encima del resto de la humanidad, no concediendo más que una sola excepción, y aun esto sólo

durante el período que fue desde 1917 a 1924. En sus escritos, Trotsky tiene el buen gusto de no

insistir sobre la buena opinión que tiene de sí mismo. Por el contrario, no nos oculta el desprecio

que siente por los dirigentes bolcheviques más eminentes. Un día habrá que reunir una antología

de los textos en los cuales condena, denigra, ridiculiza a sus adversarios comunistas o a sus

camaradas de combate. El polemista hará que los otros se rían de sus víctimas, pero finalmente

también se reirán de él.

No usaremos las mismas armas. Someteremos sus tesis a un examen crítico severo, pero

equitativo. Compilar un voluminoso muestrario de tonterías con extractos de sus libros es fácil y

es grande la tentación de silenciar los méritos que adquirió en la medida en que aceptaba la

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Sobre el Trotskismo 3

dirección de Lenin durante los cinco primeros años de la revolución: en general, los otros

revisionistas proceden así. Nosotros preferimos tomar en su totalidad el fenómeno Trotsky, ya

que después de todo está vivo, pese a todos los exorcismos.

Es claro que Trotsky estaba dotado de grandes talentos. Publicista brillante, orador lleno de

verba, organizador del Ejército Rojo, prestó eminentes servicios a la revolución en cuanto se

integró al partido bolchevique. El reverso de la medalla era su extremo Individualismo, su

orgullo, su arrogancia y el hecho de que el rigor de su pensamiento fuera el del abogado, no el

del teórico que recibe su fuerza de su relación con las masas y de su capacidad para dirigirlas.

Sus obras más conocidas, El nuevo curso, La revolución desfigurada, La revolución permanente,

son alegatos pro domo suo hábiles y brillantes, pero de interés limitado, ya que demuestran a lo

sumo que algunas de las críticas que se le dirigieron no eran fundadas. En efecto, no todo lo que

dijo en su polémica con Stalin era falso. Pero, ya lo veremos, se equivocó en lo esencial. Su rival

tenía una ventaja decisiva sobre él, ventaja que se impone evidentemente cuando se comparan

sus contribuciones al debate: era un leninista, un dirigente revolucionario de la segunda etapa del

marxismo. Trotsky era un revolucionario ―clásico‖ sobreviviente en un mundo post-clásico,

como lo dijo su biógrafo.

Estas viejas controversias no representarían más que un interés puramente histórico si los

trotskistas no buscaran en ellas una parte de su argumentación. En la medida en que ejercen

cierta influencia en el movimiento estudiantil y prosperan sobre la confusión ideológica que

reina en él, y la mantienen, confrontar los grandes temas de su propaganda con los hechos es una

obra de salubridad. Esos grandes temas parten de ―principios teóricos‖ cuyos títulos científicos

vamos a examinar, es decir, la aptitud para pensar la realidad con miras a su transformación.

Además, movilizan ejemplos de la historia del movimiento obrero. Los trotskistas, al no haber

asumido nunca la dirección autónoma de revolución victoriosa en los 40 años de existencia de

sus organismos a escala internacional pueden apoyarse sobre experiencias ejemplares de

aplicación de sus principios. Por consiguiente, la argumentación está fundada sobre la crítica de

la experiencia de los otros.

Veremos que en cada caso, su versión de la historia es un esquema bastante alejado de la

realidad. Son incontables los libros en los cuales Trotsky, sus discípulos y aquellos sobre los

cuales influyeron, acusan (a menudo con razón) a los historiadores ―stalinistas‖ de haber

falsificado la historia. ¿Hay que asombrarse si ellos mismos la falsifican todavía más en su

literatura apologética?6

Desde hace demasiado tiempo, la mentira y la invectiva han ocupado el lugar de la

refutación del trotskismo. Las obras históricas soviéticas presentan una versión expurgada y

unilateral de los hechos, que es inutilizable ante un público con acceso a informaciones

complementarias, incluso contradictorias. La historia de la URSS de Aragon está, desde este

punto de vista, por debajo de todas. Basta mencionar la manera audaz como escamotea la

polémica sobre la revolución china en 1927. Ahora bien, es importante clarificar estos

especialmente en el movimiento de la juventud, sector importante del movimiento popular

revolucionario.

En efecto, la degeneración oportunista de numerosos partidos comunistas, especialmente en

América Latina y en Europa a partir de 1945, y luego la adopción de las tesis revisionistas del

XX Congreso del PCUS contribuyeron a dar un ―nuevo aliento‖ al trotskismo. De

contrarrevolucionario que era (en el período 1929-1945), tiende a encarnar de modo

revolucionarista la rebeldía de la pequeña burguesía intelectual. Es así como se explica la

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Sobre el Trotskismo 4

progresión constante y general de los movimientos trotskistas desde 1960. Los ataques sin

principios de Jruschov contra la persona de Stalin y la ausencia de autocrítica científica del

PCUS dieron a los trotskistas la posibilidad de presentar las apreciaciones de su ―profeta‖ sobre

la URSS de los años veinte o treinta como predicciones de su evolución en los años cincuenta o

sesenta. Así pueden justificar retrospectivamente su actitud en tiempos de Stalin, engañando a

los jóvenes que tienen conocimientos históricos sumarios y por lo tanto son susceptibles de ser

seducidos por esquemas explicativos que tienen el mérito de la simplicidad, si no del rigor.

Aprovechando esta coyuntura favorable proclaman intrépidamente que ―el `trotskismo' (...)

ha vuelto a ser la piedra de toque (...) de todos los movimientos revolucionarios

contemporáneos‖7.

La aparición del libro de Léo Figuères El trotskismo, ese antileninismo8, muestra que el

PCF está ahora obligado a reconocer esta nueva situación. La enfrenta con sus métodos

habituales. Léo Figuères intitula un capítulo de su libro: ―Trotsky populista‖, pero se cuida muy

bien de atraer la atención del lector sobre el hecho de que esta ―primera parte de la vida

militante‖ de Trotsky de la que habla se sitúa en la época en que éste tenía menos de 19 años.

Refiriéndose a la guerra de España, nuestro autor pone en la cuenta del trotskismo los pecados

del POUM, mientras el jefe de la IV Internacional había ridiculizado a la gente del POUM como

―centristas impotentes‖9. Finalmente, Léo Figuères atribuye a Trotsky una opinión que siempre

combatió, a saber, que la burocracia es una ―nueva clase‖. Estas pocas deshonestidades

subalternas (omitimos algunas, todavía mejores) muestran perfectamente, que ese libro no puede

convencer más que a los ignorantes o a los que están convencidos de antemano. Criticando al

trotskismo desde un punto de vista de derecha, contribuye a darle una aureola de izquierda que

no merece.

El objeto de nuestro libro no es hacer el balance del papel histórico de Stalin o de Trotsky y

de su movimiento. Nos proponemos solamente:

1. Extraer lo que creemos que es la esencia del trotskismo a fin de mostrar en qué se opone

al leninismo, en qué es antidialéctico y anticientífico y por consiguiente no revolucionario,

cuando no contrarrevolucionario.

2. Disipar las leyendas y los mitos de su argumentación pretendidamente histórica,

mostrando que los hechos la contradicen, o dicho de otro modo, el análisis científico de la lucha

de clases en el período en cuestión.

Damos la razón a Stalin sólo en los límites del debate que lo opuso a Trotsky. La crítica del

segundo se encuentra en los escritos del primero, pero la recíproca no es cierta. Ahora bien,

ninguna refutación de Trotsky puede ser concluyente a menos que se le asocie una crítica de

Stalin. Esta última requiere los conceptos producidos por Mao Tsetung. Gracias a él y a la

revolución cultural, hoy es posible sobrepasar el ―stalinismo‖ y por consiguiente, arreglar

definitivamente la cuenta del trotskismo en el plano teórico y práctico.

Más allá del punto de partida que es la refutación del trotskismo, sucede que las preguntas

son más que las respuestas. Advertimos de esto al lector, para que no caiga en error inducido por

el tono a veces demasiado seguro de estas páginas. Nuestra finalidad ha sido hacer avanzar el

debate, no cerrarlo.

Page 8: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 5

1. Puntos de referencia biográficos

Esta cronología aporta detalles sobre ciertos puntos no tratados en las páginas siguientes y ofrece

un marco de referencia para ayudar a comprenderlos. Todo aquello que no era indispensable para

esta finalidad ha sido omitido.

26 de octubre de 1879: Nacimiento de Lev Davídovich Bronstein.

1897: Comienzo de la actividad militante en Odesa.

1898: Arresto. Influido por el populismo durante un momento, se hace marxista después de haber

leído en la cárcel la obra de Lenin El desarrollo del capitalismo en Rusia.

1902: Huye de su lugar de deportación en Siberia y llega a Londres.

Julio de 1903: Segundo Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso, que termina con una

escisión. Trotsky toma partido por el ala oportunista, que en adelante se llamará de los

mencheviques (minoritarios) contra Lenin y los bolcheviques (mayoritarios).

1904: Trotsky llega a Munich y encuentra al teórico socialdemócrata alemán de origen ruso

Parvus. Trotsky tomará de él los elementos de su teoría de la revolución permanente.

9 de enero de 1905: Domingo sangriento. Las ―fuerzas del orden‖ tiran contra una manifestación

pacífica conducida por el sacerdote Gapón.

Febrero de 1905: Trotsky llega a Kiev; poco después, va a San Petersburgo.

Octubre de 1905: Huelga general en Petersburgo. Los obreros forman un soviet (consejo) de

delegados, y Trotsky es elegido presidente del mismo. Asustado, el zar publica un

―Manifiesto‖ donde promete una constitución, libertades civiles y sufragio universal, pero

no tiene ninguna intención de cumplir su palabra.

3 de diciembre de 1905: La policía detiene a todos los miembros del soviet. En represalia, los

obreros de Moscú, dirigidos por los bolcheviques, se rebelan. Después de diez días de

combates en las barricadas, son aplastados por el ejército. Muchos otros levantamientos.

Los socialdemócratas boicotean las elecciones de la Duma.

19 septiembre-2 noviembre 1906: Proceso del soviet de Petersburgo. Los acusados son

condenados a deportación perpetua.

Febrero de 1907: Trotsky huye antes de que el convoy de prisioneros llegue a destino.

Abril de 1907: El III Congreso del Partido Socialdemócrata se reúne en Londres. Trotsky niega

la seriedad de las divergencias que oponen a bolcheviques y mencheviques. Adopta la

actitud de un conciliador ―por encima de las riñas‖, pero se une a los mencheviques para

atacar a Lenin a propósito de las actividades de guerrilla de los comandos bolcheviques,

especialmente en el Cáucaso, bajo la dirección de Stalin. Trotsky se establece en Viena y

se ocupa sobre todo del periodismo.

Octubre de 1908: Trotsky publica el primer número de Pravda.

Enero de 1910: Los dirigentes bolcheviques y mencheviques se reúnen en París y deciden: 1.

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Sobre el Trotskismo 6

excluir a los ―otzovistas‖ (boicoteadores de la Duma) que condenaban toda actividad

legal y a los ―liquidadores‖, adversarios del trabajo clandestino; 2. Disolver sus

organizaciones y fusionarlas. Sin embargo, los mencheviques violan el acuerdo

enseguida. Rehúsan excluir a los liquidadores y mantienen separada a su organización.

Lenin, al contrarío, respeta sus compromisos. Trotsky, en su Pravda, se abstiene de

condenar la actitud secesionista de los mencheviques. Sea cual fuere su profesión de fe,

lo importante para él no es la unidad, sino su posición de árbitro entre los dos campos.

Enero de 1912: Conferencia de Praga de los bolcheviques, que deciden romper con los

mencheviques. Trotsky los denuncia con violencia. Su cólera se hace extrema cuando, en

abril de 1912, los bolcheviques hacen aparecer en Petersburgo un diario llamado Pravda,

cuyo jefe de redacción es Stalin. Después de haberlos amenazado con ―tomar otras

medidas‖ si este diario no cambia de nombre, renuncia él mismo a continuar la

publicación de su Pravda.

Agosto de 1912: Por iniciativa de Trotsky, los mencheviques, los liquidadores, los bolcheviques

de izquierda (u otzovistas), el Bund judío y el grupo de Trotsky se reúnen en una

conferencia en Viena y forman lo que se conoce como ―el Bloque de Agosto‖. El objeto

de esta maniobra es arrojar sobre Lenin la responsabilidad de la escisión. El Bloque de

Agosto se disolvería muy rápidamente.

Abril de 1913: Carta de Trotsky al dirigente menchevique Chkeidzé en la cual declara: ―Todo el

leninismo en este momento está fundado sobre la mentira y la falsificación y lleva en sí el

germen de su propia descomposición‖.

5 de agosto de 1914: Estalla la Primera Guerra Mundial. Los partidos socialdemócratas

[comunistas] de las potencias beligerantes, con excepción de los bolcheviques, traicionan

los compromisos que habían asumido en el Congreso de la II Internacional, votan los

créditos de guerra, se pronuncian por la ―defensa nacional‖ y la ―unión sagrada‖.

Septiembre de 1915: Trotsky, en París, se transforma, junto con Martov, en jefe de redacción de

Naché Slovo. En ese diario, defiende su consigna: ―Ni victoria, ni derrota‖, que se opone

al derrotismo revolucionario o ―transformación de la guerra imperialista en guerra civil‖

de Lenin. Este último respondía que los partidarios de la consigna ―ni victoria, ni derrota‖

se colocan en realidad del lado de la burguesía y de los oportunistas, ya que ―no creen‖ en

la posibilidad de acciones revolucionarias internacionales de la clase obrera contra sus

respectivos gobiernos y no quieren contribuir al desarrollo de sus acciones.

Septiembre de 1915: Conferencia de Zimmerwald (Suiza), que reúne a los socialistas opuestos a

la guerra (mayoría de pacifistas). El manifiesto adoptado al final de la conferencia resulta

conforme a la posición centralista de Trotsky.

Abril de 1916: La policía francesa prohíbe Naché Slovo.

30 de octubre de 1916: Trotsky es expulsado en dirección a España, se dirige a los Estados

Unidos.

8/5 de marzo de 1917 (21/28 de marzo): El pueblo derroca al zarismo. La burguesía le roba su

victoria e instaura un gobierno provisional presidido por el príncipe Lvov. El soviet de

los diputados obreros y soldados dominados por los socialistas revolucionarios y los

Page 10: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 7

mencheviques le cede el poder.

16 (29) de abril: Lenin vuelve a Petrogrado. Publica sus Tesis de abril.

17 (30) de mayo: Trotsky vuelve a Petrogrado.

3 (16) de julio: Manifestaciones armadas que exigen todo el poder para los Soviets. Los

bolcheviques, desbordados por las masas, consiguen a duras penas impedir que la

manifestación se transforme en insurrección. La represión se abate sobre los

bolcheviques. Se prohíbe Pravda. Se lanza una orden de arresto contra Lenin, que se

esconde. Trotsky exige con insistencia que Lenin se constituya prisionero, pero por

supuesto su Historia de la revolución rusa no dice una palabra sobre esta controversia,

23 de julio (6 de agosto): Trotsky es detenido.

26 de julio (3 de agosto): VI Congreso del partido bolchevique. Stalin presenta el informe

político del Comité Central. El Congreso admite en el partido a la organización

―Interdistrict‖ de Trotsky. Este último es elegido para el Comité Central.

24 de agosto (6 de septiembre): El general Kornilov trata de tomar el poder pero las tropas que

lanza contra Petrogrado, ganadas por la propaganda bolchevique, se pasan del lado del

pueblo.

4 (17) de septiembre: Trotsky es liberado.

9 (22) de septiembre: Los bolcheviques obtienen mayoría en el Soviet de Petrogrado; el Comité

Central bolchevique decide la preparación inmediata de la insurrección. Trotsky se

opone, insistiendo para que se espere hasta el II Congreso de los Soviets. Este hecho es

silenciado por Trotsky en su historia de la revolución rusa en la cual, sin embargo,

desmenuza minuciosamente cada error de Stalin o de otros dirigentes bolcheviques.

17 (30) de octubre: Zinoviev y Kamenev, hostiles a la insurrección revelan la decisión del

Comité Central a ese respecto en el diario de Gorki Novaïa Jizn.

24 de octubre (6 de noviembre): Lenin llega a Petrogrado y se dirige al Instituto Smolny, sede

del Soviet y cuartel general de la insurrección que dirige ayudado por Trotsky y Antonov

Ovseienko, miembros del centro militar revolucionario del partido bolchevique. En la

noche del 24 al 25 son ocupados todos los puntos estratégicos de la capital.

25 de octubre (7 de noviembre): El llamado redactado por Lenin ―A los ciudadanos de Rusia‖

anuncia la destitución del gobierno provisional y la toma del poder por el Soviet de

Petrogrado. El II Congreso de los Soviets se reúne esa noche. Los dos tercios de los

delegados son bolcheviques.

2 (15) de diciembre: Apertura de las negociaciones de paz de Brest-Litovsk entre los

representantes de las potencias centrales y los del gobierno soviético, encabezados por

Trotsky, comisario de Asuntos Extranjeros.

2 (15) de diciembre: Decreto sobre la creación del Ejército Rojo.

28 de enero (10 de febrero de 1918): Los soviéticos (que aplican el plan de Trotsky) rompen los

parlamentos declarando que van a desmovilizar pero sin firmar la paz.

Page 11: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 8

1º (13) de febrero: Adopción del calendario gregoriano.

18 de febrero: Los alemanes atraviesan el frente y avanzan hacia la capital sin encontrar

resistencia.

23 de febrero: El nuevo Ejército Rojo detiene provisoriamente a los alemanes ante Pskov y

Narva (―Día del Ejército Rojo‖).

24 de febrero: Trotsky renuncia a su puesto de comisario de Asuntos Extranjeros.

3 de marzo: Firma en Brest-Litovsk del nuevo diktat alemán.

13 de marzo: Trotsky es nombrado comisario de Guerra.

25 de mayo: A instigación de Francia, la legión checoslovaca y los guardias blancos se apoderan

de Siberia y avanzan hasta Kazán. Los japoneses y los norteamericanos desembarcan en

Vladivostok, los ingleses toman Bakú y Arcángel.

11 de noviembre: Fin de la guerra mundial.

2/7 de marzo de 1919: I Congreso de la Internacional Comunista.

Noviembre: Derrota de los ejércitos blancos de Yudénich (bajo Petrogrado) y de Denikin (en

Ucrania).

24 de abril: Derrota de los blancos en Siberia.

Enero de 1920: Los polacos, sostenidos por los anglofranceses, atacan la Rusia soviética y se

apoderan de Kiev.

21 de julio-6 de agosto: II Congreso de la Internacional.

12 de octubre: Tratado de paz con Polonia.

Noviembre: Derrota de Wrangel y fin de la guerra civil.

2/17 de marzo de 1921: Levantamiento en Kronstadt.

8/16 de marzo: X Congreso del Partido. Adopción de la NEP, interdicción de las fracciones.

Trotsky es derrotado en la cuestión de los sindicatos.

22 de junio-12 de julio: III Congreso de la Internacional.

3 de abril de 1922: Stalin es elegido secretario general.

26 de mayo: Lenin sufre su primer ataque.

16 de diciembre: Segundo ataque de Lenin.

25 de diciembre: ―Testamento‖ de Lenin.

Enero-marzo de 1923: Últimos artículos de Lenin.

15 de octubre: Carta de 46 opositores que critican la política económica y la ausencia de

democracia en el partido. Trotsky los inspira entre bambalinas.

7 de noviembre: Apertura de un debate público sobre la carta de los 46.

Diciembre: Publicación de El nuevo curso de Trotsky. Ataca a la ―vieja guardia‖ bolchevique,

Page 12: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 9

cuya degeneración burocrática teme y, apela a la juventud. Zinoviev pide que Trotsky sea

excluido del Partido y detenido. Stalin se opone categóricamente.

16/18 de enero de 1924: La XIII Conferencia del Partido condena a Trotsky y a los 46.

21 de enero: Muerte de Lenin.

Octubre: Trotsky publica Las lecciones de octubre. En este texto trata, recordando sus pasados

errores, de desacreditar a Zinoviev y a Kamenev que, junto con Stalin, están a la cabeza

del Partido. Consigue sobre todo que se levante una serie de escudos contra él: ―debate

literario‖.

15 de enero de 1925: Trotsky renuncia al comisariato de Guerra. Kamenev trata de que Stalin

abandone el secretariado general proponiendo que reemplace a Trotsky.

27/29 de abril: XIV Conferencia del Partido. Primera divergencia entre Stalin por una parte, que

afirma la posibilidad de construir el socialismo en un solo país, y Zinoviev y Kamenev

por otra parte que niegan esa posibilidad. Durante el verano los zinovievistas polemizan

contra los bujarinistas, a los que acusan de defender a los kulaks. Stalin sostiene a

Bujarin, pero rechaza su consigna de ―enriquézcanse‖ dirigida a los campesinos. Bujarin

hace su autocrítica en este punto.

18/31 de diciembre: XIV Congreso: Zinoviev y Kamenev son de derrotados. Trotsky no toma la

palabra. Desinteresado de la política desde un año atrás, ni siquiera se había dado cuenta

del nacimiento de una nueva oposición.

Abril de 1926: Zinoviev y Kamenev forman con Trotsky la nueva oposición unificada.

14/23 de julio: Trotsky presenta ante el Comité Central el programa de la oposición. Zinoviev

pierde su lugar en el Buró Político.

23/26 de octubre: Trotsky y Kamenev son excluidos del Buró Político. Bujarin reemplaza a

Zinoviev a la cabeza de la Internacional.

31 de marzo de 1927: Trotsky ataca la política china del Buró Político,

Julio: ―Declaración Clemençeau‖ de Trotsky. Anuncia que en caso de guerra la oposición se

esforzará por tomar el poder para asegurar mejor la defensa del país.

27 de septiembre: Trotsky es excluido del Comité Ejecutivo de la Internacional.

21/28 de octubre: Trotsky y Zinoviev son excluidos del Comité Central.

7 de noviembre: La oposición trata de participar en las manifestaciones oficiales con sus propias

consignas: ―Golpee al kulak, al NEP-man y al burócrata‖, ―Aplique el testamento de

Lenin‖, ―Salvaguarde la unidad bolchevique‖.

15 de noviembre: Trotsky y Zinoviev son excluidos del Partido.

2/19 de diciembre: XV Congreso. El programa de la oposición había sido firmado por 6.000

miembros solamente, sobre 725.000. Zinoviev y Kamenev reconocen que sus posiciones

eran ―erróneas y antileninistas‖.

17 de enero de 1928: Trotsky es exilado en Alma-Ata. Como los kulaks rehúsan entregar trigo a

Page 13: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 10

los precios fijados, el hambre se hace sentir cada vez más en las ciudades.

6/11 de abril: El Comité Central llama a la lucha contra el peligro kulak. Ordena la requisición de

las existencias de trigo. Comienzo de la orientación antiderechista..

Septiembre: Discurso de Kuibichev sobre la aceleración de la industrialización. Los derechistas

de Moscú son eliminados. Bujarin critica el giro a la izquierda en Notas de un

economista.

10 de febrero de 1929: Trotsky exilado de la URSS. Se instala en las islas de los Príncipes, cerca

de Constantinopla.

16/23 de abril: El Comité Central condena la desviación de derecha.

23/25 de abril: La XVI Conferencia del Partido adopta el primer Plan Quinquenal.

24 de octubre: Desplome de Wall Street. Comienzo de la gran depresión.

10/17 de noviembre: Bujarin es excluido del Buró Político. Hace su autocrítica.

27 de diciembre: Stalin lanza un llamado para la aceleración de la colectivización y la

liquidación de los kulaks como clase.

1930: Trotsky publica La revolución desfigurada y La revolución permanente. Hace aparecer el

primer número del Boletín de la oposición.

1931/1932: Trotsky advierte contra el ascenso del nazismo y critica la táctica del Partido

Comunista alemán.

30 de enero de 1933: Hitler al poder.

15/18 de enero de 1935: Primer proceso de Zinoviev y de Kamenev, acusados de complicidad en

el asesinato de Kirov. Trotsky publica El Estado obrero, Termidor y bonapartismo.

Junio: Expulsado de Francia, Trotsky es admitido en Noruega.

Febrero de 1936: Publicación de La revolución traicionada.

Junio: Victoria del Frente Popular en Francia.

17 de julio: Comienzo de la guerra civil española.

19/24 de agosto: Primer proceso de Moscú. Zinoviev y Kamenev son condenados a muerte.

Septiembre: La URSS aporta su apoyo a la España republicana.

27 de septiembre: Yezhov reemplaza a Yagoda a la cabeza de la N. K. V. D.

Noviembre: El III Congreso extraordinario de los Soviets adopta una nueva constitución, la ―más

democrática del mundo‖.

9 de enero de 1937: Trotsky llega a México

23/30 de enero: Proceso de Piatikov y de Radek

3 de marzo: Stalin presenta ante el Comité Central su informe ―para una formación

bolchevique‖.

Page 14: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 11

11 de junio: Comunicado que anuncia la ejecución de Tujachevsky y otros jefes del Ejército

Rojo.

2/13 de marzo de 1938: Proceso de Bujarin y de Rykov.

3 de septiembre: Conferencia de fundación de la IV Internacional.

30 de setiembre: Acuerdos de Munich.

Diciembre: Yezhov reemplazado por Beria. Fin de la Gran Purga.

28 de febrero de 1939: Fin de la guerra de España.

22 de agosto: Pacto germano-soviético.

Septiembre de 1939/agosto de 1940: Trotsky escribe En defensa del marxismo.

Mayo-junio de 1940: Los alemanes invaden a Francia.

20 de agosto: Asesinato de Trotsky en su residencia de Coyoacán, por un presunto agente de los

servicios especiales soviéticos.

Page 15: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 12

2. Un dogmatismo atemporal

La teoría “original” de Trotsky

En mayo de 1904, Trotsky acababa de ser excluido del comité de redacción de Iskra, a instancias

de Plejanov. Sin embargo, continuó colaborando en el diario menchevique. En esta época, se

dirigió a Munich, donde encontró al socialdemócrata ruso Helfand, cuyo seudónimo periodístico

era Parvus. Se quedó con él hasta febrero de 1905, y sufrió intensamente su influencia. Como él,

reservando su simpatía por los mencheviques, pretendió el papel de árbitro, de juez, de

pacificador entre las dos fracciones del partido socialdemócrata ruso, y por ello se mantuvo

apartado de una y otra. La ―teoría‖ de la revolución permanente se debe, en sus rasgos generales,

a Parvus. Es él quien primero expuso algunas de las ideas que estructuran el pensamiento

trotskista hasta nuestros días.

En una serie de artículos titulados ―Guerra y revolución‖, Parvus afirmaba que el Estado

nacional, cuyo nacimiento correspondía a las necesidades del capitalismo industrial, estaba ya

superado. El desarrollo de un mercado mundial hacía estallar esta compartimentación,

acentuando la interdependencia de las naciones.

Al comienzo de la revolución de 1905, Parvus escribió un prefacio al libro de Trotsky

Nuestras tareas políticas, donde afirmaba: ―El gobierno revolucionario provisorio de Rusia será

un gobierno de democracia obrera (...) Como el partido socialdemócrata está a la cabeza del

movimiento revolucionario (...) ese gobierno será socialdemócrata (...) un gobierno coherente

con una mayoría socialdemócrata‖.

Trotsky extrajo naturalmente la conclusión de que semejante gobierno no podría sino hacer

una política específicamente socialdemócrata, y se comprometió inmediatamente en el camino de

las transformaciones socialistas. En esto, se oponía a los mencheviques quienes, argumentando el

carácter democrático burgués de la revolución sostenían a la gran burguesía liberal que buscaba

un compromiso con el zarismo, pero también a los bolcheviques quienes, distinguiendo la etapa

democrática de la etapa socialista, estimaban que el proletariado debía movilizar al campesinado

para tomar la dirección de la revolución democrática y cumplir radicalmente sus tareas, lo que no

implicaba en modo alguno que la socialdemocracia fuera mayoritaria en el gobierno instaurado

de resultas de una victoria del pueblo1.

A primera vista, se puede tener la impresión de que las tesis de Trotsky son de izquierda, las

de Martov de derecha y las de Lenin de centro, pero los extremos se tocan y Martov coincide con

Trotsky en más de un aspecto. Como veremos más adelante, Lenin consagró un artículo a refutar

ideas de Trotsky que Martov había adoptado.

Trotsky, el tribuno elocuente, fue aceptado a la cabeza del Soviet de Petrogrado por los

mencheviques y los bolcheviques, precisamente porque no representaba más que a sí mismo y no

los molestaba para continuar su política. Esto es tan cierto que unos y otros, aun polemizando

mucho entre ellos, rara vez se preocuparon por refutar sus concepciones.

Antes de pasar a la discusión de la ―revolución permanente‖ a partir de un análisis de la

situación concreta en 1905, recordemos que Trotsky no se jactará por mucho tiempo de haber

sido discípulo de Parvus. En 1914, este último se revelará como social-chovinista, y como si

fuera poco, comerciante en cañones y especulador deshonesto. Por eso, Trotsky hacía remontar

Page 16: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 13

su teoría hasta Marx, aunque no se haya atrevido a negar su deuda con Parvus.

Es cierto que Marx usa el término ―revolución permanente‖, especialmente en La lucha de

clases en Francia, pero lo que dice se sitúa a tal nivel de generalidad que no es posible apoyarse

en él para otorgar las palmas de la ortodoxia, sea a Parvus y Trotsky, sea a Lenin y Mao. Unos y

otros están de acuerdo con Marx, y divergen entre ellos. Marx, por lo demás, tenía conciencia del

carácter y abstracto de su definición de la revolución permanente, ya que se disculpa por no

poder desarrollarla a falta de lugar2. Sólo a partir de 1905 aparece una diferenciación sobre este

concepto entre los que se dicen marxistas. De todas maneras, la referencia a Marx es engañosa,

ya que lo tratado en los pasajes donde aparecen las palabras ―declaración de la revolución en

permanencia‖ hace pensar más bien en la revolución cultural en China que en la táctica

preconizada en 1905 por Trotsky. Este último menciona explícitamente a Lassalle, quien había

deducido de los acontecimientos de 1848-49 ―esta lección irrefutable: ninguna lucha en Europa

puede tener éxito si, desde el principio, no se afirma como puramente socialista‖3. Si Parvus es el

padre de la teoría trotskista, Lassalle es el abuelo. La noción de revolución permanente propia de

Parvus y Trotsky era una tentativa de responder a los problemas que planteaba la revolución de

1905. A continuación, nos dedicaremos a estudiar la situación concreta en ese momento.

De la revolución democrática a la revolución socialista

(Resumen de las páginas 16 a 24 del folleto ¿Qué hacer? No. 3, cf. bibliografía, p. 322.)

En 1905, la revolución inminente debía cumplir tareas democrático burguesas, es decir,

barrer el Estado zarista y su base social, la propiedad feudal, que frenaban el desarrollo del

capitalismo. La burguesía, sin embargo, no podía dirigir esa revolución, dada su alianza con los

terratenientes y su penetración en el aparato del Estado, al que iba transformando gradualmente

desde el interior. De donde esta paradoja aparente: la burguesía no tenía interés en la revolución

burguesa; inevitablemente, preferiría el compromiso con el zarismo. Sin embargo, en el campo,

la burguesía rural no había alcanzado toda su expansión, limitada por las relaciones feudales.

Todas las categorías de campesinos que empezaban a diferenciarse tenían todavía un interés

común en derrocar el zarismo.

De manera que el proletariado y el campesinado eran en ese momento las fuerzas

revolucionarias principales. Una alianza entre estas dos clases era necesaria para abatir al

zarismo de manera revolucionaria. El proletariado debía dirigir esa alianza: sólo él tenía la

capacidad de organización que hacía posible y necesaria su hegemonía. Dirigir la revolución,

para el proletariado, significaba: adiestrar al campesinado, apoyarse en la iniciativa

revolucionaria de las masas campesinas, impedir que la burguesía conquistara la dirección del

movimiento campesino y lo quebrara por una reforma agraria incompleta y burocrática

(decretada desde arriba). La consigna de dictadura democrática revolucionaria del proletariado y

el campesinado traducía esta alianza y, al garantizar la consecuencia de la revolución (su carácter

radical), instauraría las condiciones que prepararían la revolución socialista. Esta consigna hacía

posible la de los bolcheviques en un gobierno revolucionario provisorio que ejercería esa

dictadura. ¿Qué partidos compondrían de manera durable ese gobierno? Esta precisa cuestión

perdió su sentido después del fracaso de la revolución y la aparición de una nueva disposición de

las fuerzas de clase. Este punto es esencial. La consigna ―dictadura democrática revolucionaria

Page 17: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 14

del proletariado y del campesinado‖ correspondía adecuadamente a la situación objetiva de la

revolución de 1905. Traducía con entera precisión la tarea del momento del proletariado:

organizar a los campesinos para la conquista de su dictadura común. No daba lugar a ningún

―enigma‖ (Trotsky). Una consigna responde a las tareas del momento. La de los bolcheviques en

1905 era, como toda consigna, un instrumento de agitación y propaganda; mostraba a los obreros

el camino principal que debía tomar el curso revolucionario: la organización de los campesinos

para la conquista del poder democrático consecuente; orientaba la revolución proletaria, liberaba

la iniciativa campesina. Trotsky, en cambio, proponía al proletariado que tomara el poder del

Estado y luego se sirviera de él para agitar a los campesinos.

―Numerosas capas de las masas trabajadoras, sobre todo en el campo, sólo serán llevadas a

la revolución y organizadas políticamente después de que el proletariado de las ciudades,

vanguardia de la revolución, haya tomado en sus manos el timón del Estado‖ (citado en La

revolución permanente, Ed. de Minuit, p. 298).

En 1917, la segunda revolución triunfa en plena guerra imperialista. Esta había acelerado el

desarrollo social. El capitalismo se había transformado en capitalismo monopolista de Estado. En

el campo, el proceso de diferenciación había progresado. La reforma agraria zarista (Stolypina)

había fortalecido a la burguesía rural. La guerra había unido a obreros y campesinos

uniformados. Son los soldados rebelados quienes derrocaron al gobierno zarista. La revolución

de febrero del 17 condujo a la instauración de un doble poder. Por una parte, el gobierno

provisorio representante de la burguesía republicana imperialista; por otra parte, los soviets.

Éstos diferían de los soviets inventados por las masas en 1905 porque:

1. Tenían armas.

2. Como Rusia estaba en guerra, había soviets de soldados (especialmente de campesinos

conscriptos).

Lenin explica en sus Tesis de abril que la situación revolucionaria presenta rasgos en

relación con la de 1905. La dictadura democrática se ha realizado en los soviets, aunque de

manera incompleta, ya que su poder coexiste con el de la burguesía imperialista. La tarea del

momento es hacer pasar todo el poder a los soviets. Esta es la consigna más avanzada de la

democracia revolucionaria. Concretamente, esta democracia debe resolver el problema agrario

(tarea idéntica en su principio de 1905 a 1917) y tareas ya socialistas en las ciudades. La guerra

imperialista actualiza estas tareas del socialismo. La revolución de 1917 fue entonces una

revolución proletaria que debía comprometerse en el camino del socialismo después de haber

realizado las tareas democráticas.

Trotsky reescribe la historia. Aísla dos momentos: 1905 y 1917; descuida el período que los

separa (un episodio sin duda inútil para su demostración); y la historia del bolcheviquismo se

transforma en esto: en 1905, según él, Lenin formula ―una hipótesis‖: dictadura revolucionaria

democrática del proletariado y del campesinado. Esta hipótesis reposaba sobre una ―incógnita‖:

el papel político del campesinado. Octubre de 1917 reduce la incógnita, la hipótesis de Lenin

(que encaraba la posibilidad de un partido campesino con mayoría en el gobierno revolucionario)

resulta invalidada, ¡ya que es la dictadura del proletariado solo lo que ha triunfado! Por el

contrario, el ―pronóstico‖ de Trotsky se ha confirmado.

Octubre de 1917 no invalida julio de 1905. En ese momento, la consigna leninista era justa

porque correspondía a las tareas del momento, porque era un instrumento adecuado de agitación

y propaganda. En 1917, la nueva consigna leninista era justa, porque correspondía a las nuevas

tareas del momento (guerra, diferenciación en el agro, desarrollo del capital monopolista,

Page 18: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 15

desarrollo práctico actual que produjo esa forma concreta imprevisible del doble poder). La

construcción de Trotsky supone la identidad de las condiciones de 1905 y 1917: en efecto, para

encontrar en 1917 la confirmación de lo que decía en 1905, Trotsky necesita suponer que nada

ha cambiado entre los dos momentos. Tal es el fundamento de la abstracción trotskista.

Consecuencia: Trotsky se ve obligado a falsificar el sentido de los textos de Lenin de 1917. Este

último decía, en efecto, que la dictadura democrática se había realizado de algún modo en 1917

(en forma de soviets). Trotsky finge creer que, si la dictadura democrática se ha realizado, es en

la forma del régimen imperialista de Kerensky.

―Si la dictadura democrática no se hubiera realizado entre nosotros más que bajo la forma

del régimen de Kerensky, que estaba al servicio de Lloyd George y de Clemençeau, nos

veríamos forzados a comprobar que la historia se ha burlado cruelmente de la consigna

estratégica bolchevique‖4.

Es falso. Lenin consideraba la forma soviética como realización de la dictadura democrática.

Es en vano que Trotsky trate de cubrir la teoría leninista con su manto, apoyándose en la

aparente coincidencia de su consigna de 1905 con la de Lenin en 1917. Lenin no vacilaba en

describir la consigna: ―¡Todo el poder a los Soviets!‖, no como la del socialismo, sino la de la

―democracia revolucionaria avanzada‖; no se permitía jugar con las palabras y las abstracciones.

La dictadura del proletariado no era una abstracción para él y no vacilaba, después de la

revolución, en explicar en qué el Estado soviético era un Estado obrero y campesino.

Según Trotsky y sus epígonos, la ―revolución permanente‖ no es una querella pasada. Su

importancia radica en su valor actual. Teoría general formada a partir de las lecciones de

octubre, constituiría el camino universal del bolchevismo. Las ―revoluciones coloniales‖, China

ayer, Vietnam hoy, lo muestran nítidamente. Los trotskistas han adquirido una asombrosa

facilidad teórica para reducir las experiencias específicas a la aplicación de la teoría de la

revolución permanente. Esta ―facilidad‖ debe ser explicada: está en el contenido mismo de la

teoría. Se formó reduciendo las modificaciones concretas de la situación rusa; se desarrolla de la

misma manera.

Tomemos el ejemplo de China: durante cerca de veinte años, el Partido Comunista de China

moviliza a las masas con las consignas de nueva democracia, de lucha contra el imperialismo, el

feudalismo, el capitalismo burocrático. La victoria de esta democracia de nuevo tipo que realiza

la revolución agraria radical bajo la dirección del proletariado abre el camino al socialismo. Fue

necesario, para llegar a esta victoria, distinguir exactamente las etapas de la revolución: la etapa

burguesa en su fondo económico, la etapa socialista. Preparar en la primera las condiciones de la

segunda. Todo esto supone una dirección firme de la lucha, que en todo momento sepa ganar,

por sus consignas, el mayor número posible de aliados, y, aislar al enemigo principal. Los

trotskistas contemplarán el resultado –la China socialista– y harán la aguda observación

siguiente: la revolución no se ha detenido, se ha desarrollado continuamente. En una palabra, se

trata evidentemente de una revolución permanente. Durante veinte años, la consigna ―stalinista‖

era insuficiente; comportaba, como dice Trotsky a propósito de la consigna leninista de dictadura

democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado, una incógnita ―algebraica‖. Su

solución es la ―aritmética‖, la revolución socialista. Quien puede lo más puede lo menos. Cuando

se haya hecho la revolución socialista (el máximo), se habrá hecho al mismo tiempo la

revolución democrática (el mínimo). Del hecho de que la revolución democrática se transforma,

en una etapa determinada, en revolución socialista, los trotskistas deducen que la revolución

social es primero democrática. Este jueguito de reciprocidad exalta su revolucionarismo.

Page 19: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 16

Evidentemente, es vicioso, ya que hay que preparar la etapa en la que la revolución se

transforma, lo que supone que las etapas se distinguen. Es una condición particular para liberar la

iniciativa de los campesinos.

En los países dominados por el imperialismo, la revolución agraria es una tarea primordial.

El proceso de subordinación de la clase de los terratenientes al imperialismo da un sentido

concreto y nuevo a la tesis: la cuestión agraria es, en el fondo, una cuestión nacional. La

revolución democrática es en el fondo una revolución nacional. Estratégicamente, el ejemplo

vietnamita lo atestigua de manera notable: el enemigo principal de una revolución democrática

consecuente es el imperialismo. Un imperialismo concreto, el norteamericano, actualmente en

Vietnam. La primera etapa de la revolución ininterrumpida es entonces nacional democrática.

Atacando al mismo enemigo que la revolución proletaria mundial, forma parte de ella. Esto

asegura mejores condiciones a la necesaria dirección por parte del proletariado, sin la cual la

revolución nacional democrática no será consecuente y no podrá transformarse en revolución

socialista. Esta dirección necesaria no es inevitable, como lo muestra la victoria de la revolución

nacional no democrática en Egipto o Argelia. Trotsky excluía toda posibilidad de una victoria

revolucionaria nacional dirigida por la democracia pequeño burguesa5. La vida desmiente el

formalismo trotskista.

La dirección proletaria supone la liberación de la iniciativa revolucionaria de los campesinos

que parten a la conquista del poder – y no después de la toma del poder por los obreros (tesis de

Trotsky). Esta dirección supone métodos de organización de los campesinos para la conquista del

poder. Trotsky, al negar la capacidad de organización de los campesinos en un ―partido

independiente‖, excluía la posibilidad de organizarlos para la toma del poder. Reconocer

claramente esta condición es admitir la composición democrática revolucionaria del poder por

conquistar. Los trotskistas no pueden reconocer la necesidad (la justeza) de un gobierno

democrático (tesis del F. N. L.) nacido sobre las ruinas del aparato del viejo Estado, feudal y

colonial, o neocolonial. Reconocer la necesidad de inventar formas de dirección que liberen la

iniciativa de las masas campesinas es hacer posible la guerra popular y su infinita capacidad de

creación revolucionaria.

¿Lenin se convirtió al trotskismo?

Al definir la orientación general de la lucha, el objetivo al cual deben tender todos los esfuerzos

de los socialdemócratas, Lenin declara en Dos tácticas:

―La fuerza capaz de obtener una `victoria decisiva sobre el zarismo' no puede ser más que el

pueblo, es decir, el proletariado y el campesinado. (...) La `victoria decisiva' (...) es la dictadura

democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado‖.

Esta dictadura tendrá como tarea realizar ―las transformaciones absoluta e inmediatamente

necesarias al proletariado y al campesinado‖, es decir, el ―programa mínimo‖ del Partido.

―Sin embargo –agrega Lenin–, no será evidentemente una dictadura socialista, sino una

dictadura democrática. No podrá (antes de que la revolución haya franqueado diversas etapas

intermedias) tocar los fundamentos del capitalismo‖6.

¿Qué dice Trotsky sobre este tema?

―El solo hecho de que los representantes del proletariado entren en el gobierno, no como

rehenes impotentes, sino como fuerza dirigente, destruye la frontera entre programa mínimo y

Page 20: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 17

máximo, es decir, pone el colectivismo a la orden del día. (...) Por esta razón, no puede tratarse

de una forma especial de la dictadura del proletariado en la revolución burguesa, de una

dictadura democrática (o del proletariado y el campesinado)…‖7.

Algunas páginas antes, había subrayado:

―Todo el problema se reduce a esta pregunta: ¿quién determinará el contenido de la política

gubernamental, quién formará en su seno una mayoría sólida?‖8

Por eso Lenin pudo atribuirle con cierta verosimilitud la consigna: ―No el zar, sino un

gobierno obrero‖, que resume bastante bien su posición9.

Explicando la resolución del III Congreso del POSDR, Lenin declara, al contrario:

―Sólo se habla de gobierno revolucionario provisorio, y de ninguna otra cosa; es decir que

no se trata en absoluto, por ejemplo, de la `conquista del poder' en general, etc., ya que la

situación política de Rusia no pone para nada semejantes cuestiones en la orden del día. Al

contrario, el pueblo entero ha inscrito en la orden del día el derrocamiento de la autocracia y la

convocatoria de la Asamblea Constituyente (...) Los congresos del Partido deben intentar

resolver no los problemas planteados con razón o sin ella por tal o cual autor, sino los que tienen

una seria importancia política, dadas las condiciones de la hora‖10

.

En cuanto a la participación de los socialdemócratas en el gobierno revolucionario

provisorio, el III Congreso sólo había decidido que se la podría admitir ―en función de la de

fuerzas y de otros factores imposibles de determinar de antemano con precisión‖11

.

Es evidente que Lenin no estaba en absoluto inclinado a hacer ―pronósticos‖ y planes

quiméricos. Su única preocupación era formular consignas que respondieran a las tareas de la

hora, indicando ―lo esencial, lo general‖.

Más tarde, Trotsky explicará;

―Me oponía a la fórmula `dictadura democrática del proletariado y el campesinado', ya que a

mi entender tenía el defecto de dejar en suspenso esta cuestión: ¿a cuál de las dos clases

pertenecerá la dictadura real?‖12

Esta afirmación es exacta si Trotsky entiende por ello que Lenin no fijaba de antemano la

composición del gobierno ―que debería ejercer la dictadura democrática‖...13

. Pero es falsa si

insinúa que Lenin no hablaba del papel hegemónico de la clase obrera. En Dos tácticas, el jefe

bolchevique se había expresado más de una vez sobre este tema:

―Nuestra intención es dirigir (…) no sólo al proletariado organizado por el Partido

socialdemócrata, sino también a esa pequeña burguesía susceptible de marchar a nuestro lado‖14

.

Y también: ―Es necesario que el proletariado sea bastante fuerte y consciente para elevar al

campesinado a la conciencia revolucionaria, para dirigir su ofensiva y realizar así, por sí mismo,

una democracia proletaria consecuente‖15

.

Con todo, aclaraba en contra de Martov que retomaba una idea de Trotsky, que ―es

absolutamente imposible reducir la cuestión de la dictadura de las clases revolucionarias a la

cuestión de la mayoría en tal o cual gobierno revolucionario‖16

.

Las críticas de Trotsky, por consiguiente, están desprovistas de todo fundamento. Al fijar

como perspectiva un gobierno socialdemócrata homogéneo, sobrestima el nivel de conciencia

política de los trabajadores rusos, subestimando al mismo tiempo el potencial revolucionario de

las masas campesinas que en 1905 aún no estaba diferenciada.

En abril de 1917 la situación es profundamente diferente. Lenin comprueba ―la

profundización del abismo entre los obreros agrícolas y los campesinos pobres por un lado y los

terratenientes por otro lado‖17

. Insiste sobre la lucha por la preponderancia en el seno de los

Page 21: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 18

soviets de diputados, de los obreros, los asalariados agrícolas, los campesinos y los soldados‖18

.

Si la fórmula de ―dictadura democrática‖ está envejecida en ese momento, es por dos

razones:

1. En cierta forma, se ha realizado en los soviets: ―El soviet de los diputados obreros y

soldados es la dictadura del proletariado y de los soldados; estos últimos son en su mayoría

campesinos. Se trata entonces de la dictadura del proletariado y el campesinado‖19

.

2. Éstos, bajo la dirección de la pequeña burguesía, cedieron el poder al gobierno provisorio,

es decir, a la burguesía.

En la coyuntura política particular de 1917, era necesario atacar ante todo a los

representantes políticos de esa pequeña burguesía, ya que ella engañaba a las masas y

consolidaba el reinado de la burguesía imperialista. Se sabe, que Stalin generalizó ese caso

particular, mientras que Mao ha seguido el principio contrario (y general) de ganar las fuerzas

intermedias aislando a los reaccionarios irreductibles.

Los trotskistas afirman que Lenin se habría aliado ―tácitamente‖, en abril de 1917, al punto

de vista de Trotsky20

.

Lenin les infligió por anticipado varias severas desmentidas, como la que está fechada

justamente en abril de 1917:

―El trotskismo dice: `No el zar, sino un gobierno obrero'. Es falso. La pequeña burguesía

existe, no se puede no tenerla en cuenta. Pero se compone de dos partes. La parte pobre marcha

con la clase obrera‖21

.

Y también esta otra, que data de 1918: ―Todo ha pasado exactamente como lo habíamos

previsto. El curso de la revolución ha confirmado la exactitud de nuestro razonamiento. Primero

[el subrayado es nuestro – K. M.] se hizo con `todo' el campesinado contra la monarquía, contra

los grandes terratenientes, contra la Edad Media [y de ese modo fue democrático-burguesa].

Luego [el subrayado es nuestro – K. M] marchó con el campesino pobre, con el semiproletario,

con todos los explotados, contra el capitalismo, y así se volvió socialista‖22

.

Ya se ve qué crédito conviene acordar a la leyenda propagada por los trotskistas, según la

cual Lenin se habría convertido al trotskismo en 1917 y habría reconocido que se había

equivocado al distinguir la etapa democrática y la etapa socialista. Acabamos de mostrar que no

hubo tal cosa. Por eso los trotskistas, tratando de conferir cierta verosimilitud a su tesis, están

obligados a ir aún más lejos en el camino de la falsificación y fabricar un Lenin que niega la

―interpretación‖ de una de las etapas en la otra. Es lo que hace Isaac Deutscher para mayor

edificación de sus lectores:

―Su política (la de Lenin) estaba sólidamente fundada en el principio de que la revolución

rusa se atendría a sus objetivos antifeudales‖23

.

Si uno se toma el trabajo de verificar, comprueba que Lenin dijo exactamente lo contrario en

Dos tácticas de la socialdemocracia:

―La dictadura democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado (...) tiene un

pasado y un futuro. Su pasado es la autocracia, la esclavitud, la monarquía, los privilegios (...) Su

futuro es la lucha contra la propiedad privada, es la lucha del asalariado contra el patrón, la lucha

por el socialismo‖24

.

Habiendo insinuado en el espíritu de sus lectores poco inclinados a sospechar una primera

falsedad, Deutscher les hará admitir mucho más fácilmente la segunda (la que importa), que

aparentemente se desprende de aquél.

―En 1917 (...), Lenin cambió de opinión. En lo esencial, la tesis de la revolución permanente

Page 22: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 19

(por supuesto, no su denominación un poco libresca) fue adoptada por el Partido‖25

.

De manera que para dar la razón a Trotsky hay que imputar a Lenin un grosero error

oportunista en 1905, lo que permite falsificar en sentido contrario sus posiciones de 1917.

Admiramos ese ―por supuesto‖, que dispensa a Deutscher de explicarnos por qué Lenin no

habría adoptado la denominación de ―revolución permanente‖ si era cierto que respondía a un

concepto científico. ¿Tendría miedo Lenin de los términos marxistas, de los libros marxistas?

Todos estos contrasentidos y sinsentidos trotskistas se encuentran resumidos en una breve

nota de Ernest Mandel:

―De 1905 a 1917, el partido bolchevique fue educado en la óptica de la dictadura de los

obreros y campesinos, es decir, en el espíritu de una fórmula que veía la posibilidad de una

coalición entre partido obrero y partido campesino... Sólo en 1919 (Lenin) comprendió que

Trotsky tenía razón cuando preveía, ya en 1905, que el problema agrario no podría ser resuelto

más que en el contexto de la dictadura del proletariado y de la socialización de la economía

rusa‖26

.

Lenin refutó esta interpretación de su línea política de 1905 mostrando que no se puede

reducir el problema de las alianzas de clases al de las alianzas entre partidos, lo que derrumbaba

la objeción de Trotsky según la cual no podía haber un partido campesino independiente. ―Una

`coalición' de clases, decía Lenin, no implica de ningún modo la existencia (...) de un partido en

general. Es mezclar el problema de las clases y el de los partidos. (…) La experiencia de la

revolución rusa (muestra claramente) que la `coalición' del campesinado y del proletariado se ha

realizado decenas y centenares de veces en las formas más diversas cuando no existía `ningún

partido autónomo poderoso' del campesinado...‖27

.

Mandel hubiera podido discutir este argumento de Lenin. Le parece más hábil silenciarlo

esperando que sus lectores no lo descubrirán en la voluminosa obra de Lenin. En efecto, Mandel

no pretende solamente que la política de Lenin era errónea, sino que falsifica esta política

afirmando que suponía una coalición entre partidos. Mandel repite además la vieja confusión

trotskista entre socialismo y dictadura del proletariado, entre el carácter (el contenido social) de

las etapas y la naturaleza de clase del poder. Esto le permite concluir que, desde las Tesis de

abril, no había mejor trotskista que Lenin.

Trotsky y el campesinado

Trotsky, en su pretensión de ser mejor leninista que Lenin, negó con vehemencia haber querido

―saltar por encima del campesinado‖, o haber subestimado su potencial revolucionario. Acusó a

Lenin de haberlo criticado sobre este punto sin haber leído sus obras. En realidad, en el capítulo

de Balance y perspectivas consagrado a las relaciones entre el proletariado en el poder y el

campesinado, manifiesta abiertamente su desprecio por este último29

. Lo prueban algunas citas:

―Numerosos sectores de las masas laboriosas, en particular en el campo, serán arrastradas a

la revolución y se organizarán políticamente sólo después de que la vanguardia de la revolución,

el proletariado urbano, esté al timón del Estado. La agitación y la organización revolucionaria

serán entonces conducidas con la ayuda de los recursos del Estado‖ (pp. 202-203).

―En tal situación, creada por la transferencia del poder al proletariado, al campesinado sólo

le resta alinearse junto al régimen de la democracia obrera. Poco importará que el campesinado

lo haga con un grado de conciencia no más elevado que cuando sostiene el régimen burgués‖ (p.

Page 23: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 20

205).

Aludiendo a la política leninista, escribía también:

―Se propone ahora completar esta restricción política por una verdadera `garantía'

antisocialista, imponiendo al proletariado un colaborador: el mujik‖30

.

En efecto, según Lenin, ―el proletariado no puede vencer (...) más que si la masa campesina

se alía a (su) lucha revolucionaria‖31

.

Subrayamos ante todo que el capítulo del cual hemos extraído las dos primeras citas se

titula: ―El proletariado en el poder y el campesinado‖ (el subrayado es nuestro). Trotsky no dijo

nada sobre la alianza del proletariado y el campesinado con miras a tomar el poder.

Podemos resumir como sigue las ideas de Trotsky antes de 1917 sobre el tema que nos

ocupa:

– El proletariado emancipa al campesinado y realiza en su seno un trabajo de agitación y de

organización después de haber tomado el poder.

Para Lenin, al contrario, la movilización revolucionaria del campesinado es una condición

de la victoria.

– El campesinado se alía con el proletariado casi con tanto fatalismo e ignorancia de sus

propios intereses como cuando sostiene un régimen reaccionario.

Según Lenin, ―si los amos del régimen burgués cuentan con la falta de conciencia y los

prejuicios del campesinado, si se apoyan en ellos, el proletariado no puede hacer lo mismo‖32

.

– Para Trotsky no es cuestión de hacer concesiones al campesinado para que las

contradicciones entre él y el proletariado resulten secundarias, ya que de hecho no distingue la

etapa democrática y la etapa socialista de la revolución33

. Más aún, considera que el tránsito a

esta última supone un conflicto entre las dos clases.

La definición que da Lenin de la dictadura del proletariado hará evidente hasta qué punto es

antileninista esta posición:

―La dictadura del proletariado es una forma particular de la alianza de clase entre el

proletariado, vanguardia de los trabajadores, y las numerosas capas no proletarias de los

trabajadores (pequeña burguesía, pequeños propietarios, campesinado, intelectuales, etc.) (...)

dirigida contra el capital (...) para la instauración y la consolidación del socialismo‖34

.

En un país como Rusia, las ―capas no proletarias‖ de los trabajadores eran principalmente

las vastas masas campesinas. En Rusia, la dictadura del proletariado era, por consiguiente, para

Lenin, una forma particular de la alianza de clases entre el proletariado y los campesinos

trabajadores, y es sabido que antes de su muerte una de sus preocupaciones principales era el

mantenimiento de esa alianza. Al contrario, esto es lo que Trotsky escribía en 1922 en el prefacio

de su libro 1905:

―Para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria debe, desde su ascenso al poder,

enfrentar radicalmente no sólo la propiedad feudal, sino también la propiedad burguesa. De ello

resultarán conflictos no sólo con todos los agrupamientos de la burguesía, sino también con

vastas masas campesinas con ayuda de las cuales el proletariado conquistó el poder‖.

Rechazando esta hermosa perspectiva, Bujarin hace a Trotsky la siguiente objeción:

―La cuestión colonial, de la cual depende la suerte del capitalismo, para nosotros,

bolcheviques, no es, finalmente, más que la cuestión de la alianza entre el proletariado industrial

europeo y norteamericano y el campesinado de las colonias.

―Las dos cuestiones no son, por supuesto, idénticas; sin embargo, es cierto que la cuestión

colonial, es, en sus bases sociales, una cuestión campesina. La clase obrera, al apoyar los

Page 24: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 21

levantamientos por medio de los cuales los campesinos socavan la sociedad capitalista, asegura

al mismo tiempo su hegemonía sobre el movimiento campesino colonial (...).

―Si el conflicto entre el proletariado y el campesinado es inevitable, lo será también después

de la victoria mundial del proletariado. El campesinado constituye la aplastante mayoría de los

habitantes del globo. Si el proletariado no tuviera medios para ejercer una influencia

preponderante sobre esa mayoría, la revolución internacional sucumbiría o debería postergarse

hasta que la mayoría de los habitantes del planeta fueran elementos proletarios‖35

.

La teoría marxista-leninista había previsto, y la experiencia lo confirmó, que era posible que

el proletariado estableciera una alianza duradera bajo su dirección con los campesinos pobres y

los campesinos medios de la capa inferior. En China, la solución correcta de las contradicciones

secundarias con la masa de los campesinos fue facilitada por el hecho de que esta última vio

cómo las condiciones materiales de su existencia mejoraban después de la liberación y en todas

las etapas de la construcción del socialismo.

Por lo demás, todas las revoluciones que condujeron a la instauración de la dictadura del

proletariado triunfaron en países donde la mayoría campesina no poseía la tierra. El desprecio de

Trotsky por el campesinado y su concepción fetichista de la clase obrera lo llevaron a dar

pruebas de una total incomprensión de los caminos particulares de la revolución china, en la que,

sin embargo, se había interesado en la época en la cual podía encontrar en ella argumentos contra

Stalin y Bujarin.

Por el hecho de que ésta se desarrollaba en el campo, fue ciego a esa gran lucha del mayor

cambio revolucionario de todos los tiempos, destinado a marcar profundamente la segunda mitad

de nuestro siglo.

El socialismo en un solo país

Trotsky, mientras se declaraba formalmente de acuerdo con Lenin sobre la ley del desarrollo

desigual, no aceptó nunca todas sus consecuencias. Éstas son especialmente las siguientes:

1. Al estallar guerras entre los países imperialistas por el reparto del mundo, la revolución

podrá triunfar primero en un país relativamente atrasado (el eslabón débil) como Rusia, gracias a

la alianza del proletariado y el campesinado, y mantenerse especialmente a raíz de las violentas

contradicciones que oponen a sus enemigos.

2. Esta revolución no será necesariamente el preludio inmediato de la revolución mundial,

sino que ésta proseguirá como comenzó, por medio de nuevas victorias en países particulares

(allí donde el capitalismo sea débil) durante un largo período, histórico. La maduración desigual

de las condiciones de una explosión revolucionaria excluye la posibilidad de que se produzca

simultáneamente en todos los países.

Desde 1906, Trotsky estimaba que una revolución en Rusia significaría una intervención de

las potencias europeas, especialmente de Alemania y de Austria-Hungría. Esa guerra conduciría

ineluctablemente a una revolución en esos países, y progresivamente, al triunfo del socialismo en

el mundo36

. Ese mecanismo es uno de los aspectos de la permanencia de la revolución.

Que ésta desborde en seguida las fronteras de Rusia, es necesario también en otro sentido.

Para Trotsky, la revolución será mundial o no será. En efecto, en un país predominantemente

agrario, sucumbirá muy pronto si permanece aislada, bajo los ataques de la intervención exterior

o de la contrarrevolución interior37

.

Page 25: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 22

―Sin la ayuda directa de los Estados europeos en los que el proletariado haya tomado el

poder, la clase obrera de Rusia no podrá permanecer en el poder y transformar su dominación

pasajera en una dictadura socialista durable‖38

.

Y más adelante: ―Librada a sí misma, la clase obrera de Rusia será inevitablemente

aplastada por la contrarrevolución en el momento en que el campesinado le dé la espalda. El otro

término de la alternativa será unir el destino de su reinado político y por consiguiente el de toda

la revolución rusa, con el destino de la revolución socialista en Europa‖39

.

Trotsky no cree en la posibilidad de mantener un poder obrero en Rusia sin ayuda exterior,

especialmente porque está convencido de que la lógica de su acción revolucionaria llevará al

proletariado a entrar en conflicto con el campesinado40

.

Trotsky volvió sobre este tema en 1917, en su folleto Programa de paz (reeditado en 1924

en 1917). Declaraba en él que ―una revolución victoriosa en Rusia o en Inglaterra es

inconcebible sin revolución en Alemania e inversamente‖.

Para que no hubiera ambigüedades, precisaba además: ―No hay ninguna esperanza de que la

Rusia revolucionaria, por ejemplo, pueda enfrentar a la Europa conservadora‖41

.

En 1926, recordará todavía su posición de octubre de 1917: ―Para nosotros estaba claro que

la victoria de la revolución proletaria es imposible sin la revolución mundial internacional‖42

.

En el curso de los dos años que siguieron a la toma del poder, Lenin pudo temer que la

intervención extranjera aplastara la joven república soviética43

. Más tarde, cambió de opinión

sobre sus temores y sus dudas, mientras que Zinoviev hizo de ellos un dogma cinco años más

tarde, cuando su controversia con Stalin sobre la posibilidad de edificar el socialismo en un solo

país. En cuanto a Trotsky, dio pruebas de una notable obstinación en el error. En 1922, no

hablaba de un próximo aplastamiento ―inevitable‖ del poder proletario a falta de una revolución

en Europa, pero en forma más prudente expresaba la misma idea:

―Los intereses contradictorios que dominan la situación de un gobierno obrero, en un país

retardatario en donde la inmensa mayoría de la población está compuesta por campesinos, no

podían desembocar en una solución más que en el plano internacional, en la arena de una

revolución proletaria mundial‖44

.

En el mismo año, Trotsky escribía, en el posfacio a su folleto Programa de paz: ―El

verdadero impulso de la economía socialista en Rusia sólo será posible después de la victoria del

proletariado en los principales países de Europa‖.

Como la historia ha resuelto la cuestión, los comentarios son superfluos – tanto más cuanto

que Trotsky mismo hizo el mejor posible en 1939, en su Programa de transición, donde se lee:

―La estatización de los medios de producción, condición necesaria del desarrollo socialista, ha

abierto la posibilidad de un crecimiento rápido de las fuerzas productivas‖.

Es que Trotsky, aún estando muy orgulloso de sus ―pronósticos‖, no dejó de modificar su

concepción de la revolución permanente. 1905, 1917, 1922, 1929, 1939: estas fechas marcan no

las etapas de un conocimiento más profundo de las leyes de la revolución, sino las contorsiones

de un ―teórico‖ que se esfuerza por mantener en pie algo de su socavado sistema, derrotado,

reducido a polvo por adversarios sin modales y por acontecimientos sin piedad.

Cuando, a comienzos de 1925, estalló la controversia sobre el socialismo en un solo país

entre Zinoviev y Kamenev por una parte y Stalin y Bujarin por otra, Trotsky se mantuvo

apartado. Incluso parece que durante un año no se dio cuenta de nada. Él mismo declaró más

tarde que se sorprendió por el formidable conflicto que opuso la mayoría y la minoría en el XIV

Congreso en diciembre de 1925. Desconfiaba de Zinoviev, que había sido el más virulento de sus

Page 26: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 23

adversarios y al cual consideraba como el jefe del ala derecha. No creía en la seriedad de sus

divergencias con Stalin. Sin embargo, la argumentación de Zinoviev coincidía en cierta medida

con la suya (excepto en la cuestión de la alianza con el campesinado), y por eso Stalin la había

refutado de antemano durante el debate llamado ―literario‖ a fines de 1924.

Frente a Trotsky, que afirmaba que ―la salvación (del Estado proletario) reside únicamente

en la victoria del proletariado de los países avanzados‖, Stalin concluyó que, según su

adversario, ―a nuestra revolución no le queda más que una sola perspectiva: vegetar en medio de

sus propias contradicciones y pudrirse de pie en espera de la revolución mundial‖.

Opondrá ―esta permanente ausencia de perspectiva‖ a las concepciones de Lenin

concernientes a la construcción del socialismo en un solo país. Lenin decía especialmente:

―Desde ahora, el socialismo no es más una cuestión de futuro lejano, o una especie de visión

abstracta (...); por difícil que sea esta tarea, por nueva que sea (...), por numerosas que sean las

dificultades que nos suscite – la cumpliremos, todos juntos, y cueste lo que cueste, no mañana,

sino en varios años, de manera que la Rusia de la NEP se transforme en una Rusia socialista‖45

.

Lenin también decía: ―El poder del estado sobre todos los principales medios de producción,

el poder del Estado en manos del proletariado, la alianza de ese proletariado con los millones y

millones de campesinos pobres y miserables, la dirección segura de ese campesinado por ese

proletariado, ¿no es eso todo lo que se necesita para poder, con la cooperación, que antes

tratábamos de mercantil y que en ciertos aspectos tenemos derecho a tratar hoy, bajo la NEP, de

la misma manera, no es eso todo lo que se necesita para construir la sociedad socialista integral?

No es todavía la construcción de la sociedad socialista, pero es todo lo que es necesario y

suficiente para construirla‖46

.

En el mismo artículo se lee esta frase: ―Cuando la población está agrupada al máximo en las

cooperativas, el socialismo se realiza por sí mismo‖.

Trotsky se esforzó por interpretar este texto en un sentido favorable a sus tesis. Según él,

cuando Lenin dice: ―Tenemos todo lo que es necesario y suficiente para construir el socialismo‖,

se refiere a las premisas políticas. Además habría que resolver el problema de la cultura faltante

al pueblo ruso. Ahora bien, la cultura supone ―cierta clase material‖. Por consiguiente,

necesitamos (hace decir Trotsky a Lenin) que el proletariado europeo victorioso venga en nuestra

ayuda con su técnica superior47

.

Se trata de una interpretación personal, que nada autoriza. De hecho, Lenin está muy lejos

de negar en su artículo que el pueblo ruso pudiera elevar el nivel de su cultura y su técnica por sí

mismo; de lo contrario hubiera escrito: ―todo lo que es necesario, pero no suficiente…‖.

Durante la vida de Lenin, Trotsky se cuidó muy bien de comenzar una polémica sobre este

tema. Cuando ésta estalló, en 1925, entre Zinoviev por una parte y Stalin y Bujarin por otra,

Stalin pudo aportar la prueba de que su opinión era rigurosamente conforme a las concepciones

de Lenin. En De la cooperación, éste definió lo que para él era el socialismo:

―El régimen de los cooperativistas civilizados, cuando los medios de producción pertenecen

a la sociedad y el proletariado como clase ha triunfado de la burguesía, es el régimen

socialista‖48

.

Parece que Stalin entendía por ―construcción hasta el fin de la sociedad socialista‖

fundamentalmente la misma cosa, a saber, ―la victoria (...) sobre los elementos capitalistas de

nuestra economía‖ en el sentido estricto (relacionado con la propiedad privada de los medios de

producción). Por lo general, Zinoviev no atribuía otra significación a la victoria ―definitiva‖ del

socialismo, ni Trotsky a la ―realización de la construcción del socialismo‖ del cual negaban el

Page 27: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 24

hecho de que fuera posible en un solo país. Contra ellos, Stalin afirma la posibilidad de construir

en la URSS ―la sociedad socialista integral‖, retomando la fórmula de Lenin. Sin embargo, niega

que esa victoria pueda ser ―definitiva‖, es decir, garantizada contra una intervención exterior,

mientras el proletariado no haya tomado el poder ―aunque más no sea en algunos países‖49

.

Zinoviev, en El leninismo, realiza pases mágicos con las citas de Lenin. No distingue la

victoria definitiva del socialismo en tanto implica la abolición de las clases, la del Estado y el

tránsito al comunismo por una parte, del socialismo en tanto que ―tránsito de la pequeña

economía mercantil individual aislada a la gran economía colectiva‖, como dice Lenin, por otra

parte. El jefe bolchevique no decía que la primera fuese posible sin la victoria mundial de la

revolución, pero sostenía que se puede edificar el socialismo en el segundo sentido en un solo

país, ya que para él Rusia no poseía ―todo lo que es necesario para construir la sociedad

socialista integral‖, que definía como ―los soviets más la electrificación en todo el país‖ o ―el

régimen de los cooperativistas‖.

Según Ernest Mandel, ―todo lo que Trotsky ha afirmado (...) es que una sociedad socialista,

cumplida, es decir, sin clases, sin comercio, sin moneda ni Estado, no podrá nunca realizarse en

las fronteras de un solo país‖50

. Hemos visto que, hasta en 1918, Trotsky niega ―que la Rusia

revolucionaria pueda enfrentar a la Europa conservadora‖; más tarde, no cree posible la

socialización de los medios de producción y el impulso de una economía socialista en un solo

país. Sólo después de 1929 la experiencia histórica lo obliga a acercarse a veces a la posición que

le atribuye Mandel. Incluso entonces, es sencillamente falso que eso sea ―todo lo que Trotsky ha

afirmado‖. Aportaremos todavía otras pruebas.

Si uno se coloca en el marco de esta controversia (1925-26) es posible concluir:

1. que la posición de Stalin, en gran medida, era conforme a la visión de Lenin;

2. que fue confirmada por la práctica cuando los kulaks y los nepman fueron liquidados

como clase después de 1928 y en consecuencia se realizaron progresos enormes en los planos

económico y cultural;

3. que Stalin fue más allá que Lenin y se equivocó al afirmar que la victoria del proletariado

en algunos países bastaría para que se pudiera hablar de una victoria definitiva del socialismo51

.

En su libro La revolución permanente (1928-1931), Trotsky vuelve a batirse en retirada.

Establece su línea de defensa en las posiciones que Zinoviev le había preparado de antemano.

Entonces se conforma con negar que la construcción del socialismo pueda ser acabada en un

solo país. Los acontecimientos iban a demostrar su error muy pronto, ya que está claro, dado el

contexto, que su ―socialismo acabado‖ era idéntico al ―socialismo integral‖ de Lenin, es decir, a

esa medida de socialismo realizada bajo Stalin. Veamos entonces lo que Trotsky escribe en el

momento en que el primer plan quinquenal está ya en vías de realización:

―Si uno se propone construir la sociedad socialista en el interior de los límites nacionales,

esto significa que pese a triunfos temporales, se frenan las fuerzas productivas, incluso en

relación con el capitalismo. Es una utopía reaccionaria querer crear en el marco nacional un

sistema armonioso y suficiente compuesto de todas las ramas económicas sin tener en cuenta las

condiciones geográficas, históricas y culturales del país que forma parte de la unidad mundial.

Si, pese a eso, los creadores y partidarios de esta doctrina participan en la lucha revolucionaria

internacional (con éxito o sin él, es otro problema), es porque en su calidad de eclécticos

incorregibles, unen de manera puramente mecánica un internacionalismo abstracto y un

socialismo nacional utópico y reaccionario‖52

.

Que se juzgue: los planes quinquenales ¿frenaron las fuerzas productivas incluso en relación

Page 28: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 25

con el capitalismo? ¿Las condiciones geográficas, históricas y culturales impidieron la creación

en el marco nacional de un sistema armonioso y suficiente compuesto de todas las ramas

económicas?... Los autores trotskistas nunca nos dieron su opinión sobre ese ―pronóstico‖ de su

maestro. Lo más curioso en el pasaje que acabamos de citar es que nos ofrece un ejemplo

espectacular de los giros completos cuyo secreto tenía Trotsky, el inflexible censor de los

zigzags stalinianos. Declara aquí que los dirigentes soviéticos son utopistas reaccionarios en el

plano internacional. Algunos años más tarde, afirmará lo contrario. El Estado obrero degenerado

que sería el Estado soviético presentaría un doble carácter: progresista en el plano interior, ya

que mantiene las relaciones socialistas de producción y desarrolla las fuerzas productivas;

reaccionario en el plano internacional, ya que traiciona sistemáticamente todas las luchas

revolucionarias.

En La revolución permanente, Trotsky ha formulado otro ―pronóstico‖ muy embarazoso

para sus discípulos, que siguen denunciando los efectos perniciosos del socialismo en un solo

país: ―La teoría de la integración del kulak en el socialismo y la teoría de la `neutralización' de la

burguesía mundial son (...) inseparables de la teoría del socialismo en un solo país. Se sostienen

y se hunden juntas‖53

.

Consideramos que los trotskistas contemporáneos están más calificados que nosotros para

comentar este texto que entregamos a su meditación.

Sin embargo, sería necesario hacer notar un curioso argumento de Trotsky en esta nueva

controversia. Pravda había escrito que ―la victoria definitiva del socialismo, asegurada contra la

intervención del entorno capitalista‖ (exige) ―efectivamente el triunfo de la revolución proletaria

en varios países avanzados‖, y pretende demostrar que es absurdo, ya que si era posible construir

el socialismo en la URSS, su victoria definitiva en ese país e incluso en el mundo estaría

asegurada ―ipso facto‖. Esto porque ―el ejemplo de un país atrasado que, por sus propios medios,

consiguiera establecer una poderosa sociedad socialista en el espacio de varios `planes

quinquenales' asestaría el golpe de gracia al capitalismo mundial y reduciría al mínimo, casi a

cero, los gastos de la revolución proletaria mundial‖54

.

Reconoceremos aquí la argumentación de Jruschov. Cuando la URSS haya alcanzado a los

Estados Unidos en la producción ―per capíta‖ de bienes de consumo, los pueblos del mundo

elegirán el socialismo y votarán en consecuencia. La única diferencia es que Jruschov creía

posible alcanzar a los Estados Unidos, dado el ritmo de crecimiento más rápido de la URSS,

mientras que Trotsky no lo creía. Pero el lazo entre la causa (éxito económico de la URSS) y el

efecto (revolución proletaria más o menos pacífica en el mundo) es idéntico en los dos. Esta

coincidencia remite a un fundamento teórico común. Los dos ignoran que el desarrollo de las

contradicciones en las totalidades parciales que son las formaciones sociales concretas, se

explica fundamentalmente por la acción de causas internas y no por influencias exteriores55

.

En efecto, el trotskismo se caracteriza especialmente por la tendencia a atribuir una

significación indebida a la unidad del mercado mundial que sería la base objetiva del

internacionalismo proletario. Uno de los obstáculos para la edificación del socialismo en un solo

país sería la presión de las mercancías baratas producidas en los países capitalistas avanzados; la

capacidad del capitalismo para subordinar a sí mismo todos los otros modos de producción,

incluso el modo de producción socialista si su base técnica de partida está insuficientemente

desarrollada.

―Cuando formulábamos el pronóstico teórico de la revolución de Octubre, estábamos muy

lejos de pretender que el proletariado ruso, después de haber conquistado el poder del Estado,

Page 29: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 26

haría salir al antiguo imperio de los zares del circulo de la economía mundial‖56

.

Sin embargo, eso fue lo que sucedió. Durante varios decenios, la URSS ha vivido en una

semiautarquía. El desarrollo industrial impetuoso de la URSS durante los años treinta, en el

mismo momento de la gran depresión, muestra, que la economía de un país bajo la dictadura del

proletariado, en el cual los medios de producción y el comercio exterior están nacionalizados, no

sufre las consecuencias de las fluctuaciones cíclicas del mercado mundial, y ya no está regido

por la ley económica del capitalismo (la del provecho máximo), sino que se desarrolla conforme

a su propia ley fundamental.

En Los problemas económicos del socialismo en la URSS (p. 27), Stalin subraya que a

continuación de la Segunda Guerra Mundial apareció el campo socialista, ―de manera que

tenemos ahora dos mercados mundiales paralelos que se oponen el uno al otro‖.

El monopolio del comercio exterior detentado por el poder proletario impide al capitalismo

apoderarse de la producción de un país que construye el socialismo y disolver de ese modo las

relaciones de producción nacientes a favor de su superioridad técnica momentánea.

El internacionalismo de Trotsky no es en realidad más que su negativa a reconocer las

discontinuidades del espacio sociológico mundial: formaciones sociales distintas,

particularidades nacionales, desigualdades en el desarrollo de las condiciones objetivas y

subjetivas de la revolución y finalmente posibilidad de un mercado socialista relativamente

separado, contemporáneo del mercado capitalista.

Sin embargo, en el plano práctico y considerando sólo las perspectivas inmediatas, en

apariencia estaban de acuerdo con Stalin en que la construcción de las bases económicas del

socialismo en la URSS no podía estar subordinada a las vicisitudes de las luchas proletarias en

los países capitalistas avanzados. De manera que se podría creer que su polémica era de mala fe,

dirigida contra sus intenciones. De hecho, no hay tal cosa. La industrialización, tal como la

concebía Trotsky, no era más que una ―medida de urgencia mientras se esperaba una revolución

internacional que salvara la situación‖57

, de donde su carácter vago y abstracto. Esto es tanto más

verdadero cuanto consideraba como imposible ―el impulso de la economía socialista en Rusia‖

antes de ―la victoria del proletariado en los principales países de Europa‖, como acabamos de ver

(p. 36).

Trotsky y sus discípulos han presentado la tesis del socialismo en un solo país como una

manifestación de estrechez, incluso de mesianismo nacional (Trotsky dirigía reproches análogos

al partido bolchevique antes de 1917), y aun como procedente de la deliberada voluntad de

traicionar la revolución mundial. La lectura de Stalin no corrobora esta acusación. Nos

contentaremos con una sola cita:

―Si es exacta la tesis de que la victoria definitiva del socialismo en el primer país liberado es

imposible sin los esfuerzos conjugados de los proletarios de varios países, no es menos exacto

que el desarrollo de la revolución mundial será tanto más rápido y profundo cuanto más eficaz

sea la ayuda aportada por el primer país socialista a los obreros y masas laboriosas de todos los

otros países‖58

.

¡Justo después, cita un texto extraído de A propósito de la consigna de los Estados Unidos

de Europa, donde Lenin preconizaba una intervención armada del primer Estado socialista para

ayudar a los pueblos contra sus opresores! Los revisionistas y los trotskistas se unieron para

esconder estos aspectos del pensamiento de Lenin y de Stalin, de los cuales lo menos que puede

decirse es que invalidan la idea que se tiene ordinariamente del socialismo en un solo país.

Por supuesto, Stalin, que cometió tantos errores en la construcción del socialismo en la

Page 30: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 27

URSS, no está exento de reproches en tanto que dirigente de la Internacional. Seamos más

precisos: no siempre supo combinar correctamente el refuerzo del bastión socialista y el apoyo a

los pueblos revolucionarios. Tratamos este problema más adelante. Determinar en qué

consistieron los errores de Stalin en este aspecto exige pesquisas, investigaciones históricas. La

respuesta a este tipo de preguntas no está en ningún modo ligada al examen de la tesis sobre el

socialismo en un solo país, de la cual mostramos de manera suficiente que era compatible como

tal (en el plano de la teoría) con el internacionalismo más audaz y más intransigente. Por lo

demás, es notable que Stalin, que fue su promotor, ―se haya mostrado luego bastante prudente y

reservado para reconocerla‖59

, dado que había sido retomada por Bujarin, quien la relacionó con

su concepción de la construcción del socialismo ―a paso de tortuga‖. Stalin, al contrario, pronto

sabrá poner el acento sobre el primer término de la fórmula: ―socialismo en un solo país‖, la

víspera del asalto contra los kulaks y del primer plan quinquenal.

La tesis según la cual sería posible ―construir hasta el final la sociedad socialista‖ contando

con las solas fuerzas de la URSS fue explícitamente presentada por Stalin como necesaria con

miras a alentar al pueblo para que se comprometiera en esa construcción. Por consiguiente, tenía

para él un valor práctico.

El proceso de restauración del capitalismo en la URSS y la revolución cultural china nos han

conducido a más rigor en nuestra concepción de la marcha hacia el comunismo. Como se sabe,

para Marx éste comporta dos planos: la fase inferior se caracteriza por el principio: ―De cada uno

según sus capacidades, a cada uno según su trabajo‖. Por consiguiente, subsiste aún cierta

desigualdad, y el derecho burgués que es su corolario.

―En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la esclavizante

subordinación de los individuos a la división del trabajo y con ella el antagonismo entre el

trabajo intelectual y el trabajo manual, cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino

la primera necesidad de la existencia; cuando, con el desarrollo en todo sentido de los individuos,

las fuerzas productivas se acrecienten y todas las fuentes de la riqueza colectiva manen con

abundancia, sólo entonces podrá ser totalmente superado el estrecho horizonte del derecho

burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada uno según sus capacidades, a

cada uno según sus necesidades!‖60

En ese momento, el Estado se habrá debilitado, las clases sociales habrán desaparecido, así

como las tres desigualdades fundamentales legadas por el capitalismo: las diferencias entre el

trabajo manual y el trabajo intelectual, entre la ciudad y el campo, entre la agricultura y la

industria. Una profunda transformación de la mentalidad, de las costumbres y de la ideología

habrá extirpado el egoísmo y el individualismo.

Es seguro que el tránsito a la fase superior del socialismo, el comunismo, no podrá darse

sino a escala mundial después de la eliminación del cerco capitalista. Esta cuestión (diferente de

la debatida en los años 20) debe relacionarse con la problemática de la lucha de clases después

de la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. Trotsky (igual que Stalin)

apenas la sospechaba, y de manera muy confusa.

Si bien hemos dado la razón a este último sobre la posibilidad de construir el socialismo en

un solo país, no podríamos seguirlo cuando encara, en su informe al XVIII Congreso (1939), el

tránsito al comunismo en un solo país. Incluso afirma que el Estado subsistirá ―en el período del

comunismo‖ ―si el cerco capitalista no ha sido liquidado‖. En 1946, Stalin reiteró esta tesis,

según la cual ―el comunismo en un solo país es perfectamente concebible, especialmente en un

país como la Unión Soviética‖61

. En este punto, Mao ha expresado un punto de vista

Page 31: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 28

diametralmente opuesto: el tránsito al comunismo, dijo, no podrá realizarse más que en varias

generaciones, cuando sea eliminada ―la división del trabajo que está en la base de la división en

clases‖ (Engels) y por consiguiente el Estado se haya ―extinguido‖ (Engels).

En Los problemas económicos del socialismo en la URSS, Stalin enuncia las tres

condiciones que deberán realizarse para preparar el tránsito al comunismo:

– crecimiento continuo de la producción dando primacía a los medios de producción;

– sustitución de la circulación de mercaderías por un sistema de intercambio de productos, lo

que llevará la propiedad koljosiana a nivel de propiedad nacional (los koljós no podrán ya vender

en el mercado sus excedentes, sino que ―recibirán del Estado productos en cantidad mucho

mayor‖);

– impulso cultural, de manera que los miembros de la sociedad ―no estén sujetos en virtud

de la división del trabajo a una sola profesión para toda su vida‖. Para esto, será necesario

―reducir la jornada de trabajo (...), mejorar las condiciones de habitat, duplicar por lo menos (…)

el salario real de los obreros‖62

.

Bajo la dictadura del proletariado, las dos últimas condiciones se reducen de hecho a la

primera. En una palabra, para pasar al comunismo, basta con aumentar la producción (!).

En lo que concierne a la eliminación de las tres diferencias legadas por el capitalismo, Stalin

interpreta con bastante libertad la doctrina de Marx y Engels. Por ejemplo, se lee en su última

obra:

―El terreno propicio para la oposición entre la ciudad y el campo, entre la industria y la

agricultura, ya está liquidado por nuestro régimen socialista actual.

―Esto no quiere decir, por supuesto, que la supresión de la oposición entre la ciudad y el

campo deba conducir a la `declinación de las grandes ciudades' (ver Engels, Anti-Dühring). No

sólo las grandes ciudades no perecerán, sino que surgirán otras nuevas...‖63

.

Stalin cita a Engels para contradecirlo. En efecto, esto es lo que se lee en Anti-Dühring:

―Por cierto, la civilización nos ha dejado, con las grandes ciudades, una herencia que

necesitará mucho tiempo y trabajo para ser eliminada. Pero habrá que eliminarlas, y serán

eliminadas...‖64

.

De hecho, Stalin niega que sea posible hacer desaparecer ―todas‖ las diferencias entre la

industria y la agricultura, entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, y esto porque no

concibe que pueda suprimirse la división del trabajo. Declara: ―La diferencia esencial entre el

trabajo intelectual y el trabajo manual, en cuanto al nivel cultural y técnico, desaparecerá con

toda seguridad. Pero cierta diferencia, aunque sea insignificante, permanecerá, aunque más no

fuera porque las condiciones de trabajo del personal de dirección de las empresas no son

idénticas a las condiciones de trabajo de los obreros‖65

.

Incluso si el nivel cultural y técnico de los obreros fuera muy elevado, ¿se puede considerar

como ―insignificante‖ la diferencia mantenida entre el personal de dirección y los obreros?

Con tales concepciones, a Stalin le era imposible preparar las condiciones del tránsito a la

fase superior del comunismo, como lo hacen actualmente los chinos. Sin embargo, Stalin

abordaba este problema con un mínimo de seriedad, lo que no es justamente el caso de los

dirigentes soviéticos actuales, quienes, desde el XXII Congreso (1961) bajo Jruschov, se jactan

de construir en grande el comunismo. Se sabe que en 1957, Molotov, el último de los

―stalinistas‖, se opuso a la tesis de que la construcción del socialismo en la URSS estaba

cumplida, enunciada por Stalin desde 1936 en su informe sobre el proyecto de Constitución. Hoy

los chinos insisten en la necesidad que tiene un pueblo que quiere construir el socialismo, de

Page 32: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 29

contar ante todo con sus propias fuerzas. Se podría considerar esta fórmula como una forma del

―socialismo en un solo país‖, del que los chinos hablan sólo rara vez. En cierto sentido, cumple

la misma función: ―Uno se compromete y después veremos‖66

. Se cuenta con uno mismo y no

con los otros. Es cierto que los chinos colocan la realización integral del socialismo más lejos

que Stalin en 1926. ―En cinco o diez generaciones, incluso más‖, escribieron. En efecto, saben

como Lenin que la estatización de los medios de producción no basta.

Mao Tsetung definió recientemente, con la claridad y el rigor que lo distinguen, la posición

marxista-leninista sobre este tema. Plantea correctamente el problema, y de ese modo pone punto

final a una vieja controversia:

―Hemos conquistado grandes victorias. Pero, la clase derrotada seguirá haciendo forcejeos.

Esa gente existe todavía, y también esa clase. Por eso, no podemos hablar de victoria final. No

podemos hacerlo incluso en los próximos decenios (…) La victoria final de un país socialista no

sólo requiere los esfuerzos de su propio proletariado y de sus amplias masas populares, sino que

depende, además, del triunfo de la revolución mundial y de la abolición del sistema de

explotación del hombre por el hombre en todo el globo terrestre, o sea, la emancipación de toda

la humanidad‖67

.

Ya en 1962 Mao había dicho: ―Los próximos 50 ó 100 años más o menos, a partir de hoy,

serán una gran época de cambio radical del sistema social en el mundo, una época que

estremecerá la tierra, una época con la que ninguna otra época histórica anterior podrá

compararse. Viviendo en ella, debemos estar listos para librar grandes luchas que tendrán

muchas características diferentes a las formas de lucha del pasado‖68

.

Al final del camino de su vida, el viejo luchador, que acaba de obtener su mayor victoria,

devela ante nuestros ojos la perspectiva tonante y centelleante de las futuras tempestades

revolucionarias. Una vez más, nos invita a abandonar nuestras ilusiones, a prepararnos para la

lucha. En la llama de los combates se forjarán nuevas vanguardias, y de su práctica surgirán

mayores avances del marxismo-leninismo. Este llamado y este mensaje se dirigen al mundo

entero. China es una parte del movimiento revolucionario internacional al mismo tiempo que su

principal base roja. Ahora bien, los chinos consideran que la tesis de Stalin sobre la posibilidad

de edificar el socialismo en un solo país es una contribución importante al desarrollo del

marxismo-leninismo. ¿Se necesita otra prueba de que la adhesión a esta tesis no implica la

oposición a las revoluciones en el mundo?

¿Revolución permanente o revolución ininterrumpida por etapas?

Durante una conferencia-debate sobre la crisis del movimiento comunista internacional, que

reunía a Pierre Cot, Lelio Basso, Isaac Deutscher y Jaçques Vergès, una respuesta de este último

a un oyente que lo interrogaba sobre la ―revolución permanente‖ en China tuvo el mérito de

enfurecer a Pierre Frank69

, quien se arrojó sobre la tribuna, desorbitado, con la cara púrpura,

echando espuma por la boca. Después de él, Deutscher explicó serenamente que había

examinado muy de cerca la concepción china y la del trotskismo sobre la revolución permanente

y que había recurrido a sus ―lupas teóricas‖ más poderosas, sin descubrir con todo la menor

diferencia entre las dos70

.

No es necesario, creemos, tener lupas de gran ―aumento‖ para percibir la oposición entre

ciertos aspectos de estas dos teorías, a menos que se sufra una miopía intelectual muy marcada.

Page 33: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 30

Mostramos antes que Lenin no se había vuelto ―tácitamente‖ trotskista en 1917. Ahora vamos a

examinar las divergencias entre la revolución ininterrumpida de los chinos y la revolución

permanente de Trotsky.

Comparando estos dos conceptos, mostraremos que se distinguen, que incluso se oponen.

Por eso los designamos con términos diferentes, y rechazamos las chicanas filológicas que no

tienen utilidad por lo que se refiere al hecho de que la lengua china no posee más que una

expresión para los dos conceptos71

, o bien el hecho de que en ruso una sola palabra se traduce a

veces como ―etapas‖ y otras veces como ―fases‖. (Los trotskistas quieren hablar de ―fases‖, pero

no de ―etapas‖.) Por nuestra parte, vamos a ceñirnos al principio lógico elemental enunciado por

Pascal cuando dijo: ―Nunca discuto sobre el nombre, siempre que me adviertan sobre el sentido

que se le da‖.

En sus traducciones en lenguas extranjeras, los chinos siempre cuidan de utilizar la

expresión ―revolución ininterrumpida‖ (por etapas) para impedir cualquier confusión con las

concepciones de Trotsky.

1. Este último ha escrito: ―Es absurdo decir que no se puede saltar por encima de las etapas.

El curso vivo de los acontecimientos históricos salta siempre por encima de las etapas, que son el

resultado de un análisis teórico de la evolución tomada en su totalidad...‖72

.

Previó que ―la tercera revolución china (…) no tendrá período `democrático'. (...) Estará

obligada a abolir (desde el comienzo) la propiedad burguesa en la ciudad y en el campo‖73

.

Al contrario, Mao afirma que la revolución, al mismo tiempo, es ininterrumpida y pasa por

etapas determinadas. No se puede ni saltear éstas ni comenzar las tareas de una etapa antes que

las de la precedente estén cumplidas.

―El conjunto del movimiento revolucionario chino, dirigido por el Partido Comunista,

abarca dos etapas: la revolución democrática y la revolución socialista. (...) Sólo después de

haber acabado la primera se puede pasar al cumplimiento de la segunda. La revolución

democrática es la preparación necesaria de la revolución socialista, y la revolución socialista es

el desenlace lógico de la revolución democrática‖74

.

Mao subraya que hay que comprender al mismo tiempo ―la diferencia y la relación‖ entre

estas dos etapas. Los trotskistas veían la relación pero no la diferencia, mientras que los

oportunistas de derecha chinos (Chen Tu-hsiu) veían la diferencia pero no la relación.

Bajo la dirección del Partido Comunista, el pueblo chino cumplirá de manera consecuente y

radical las tareas de la etapa democrática, asegurando por eso mismo el tránsito sin interrupción

(el transcrecimiento, decía Lenin) de la revolución a la etapa socialista.

2. Los desplazamientos de la contradicción principal son el fundamento objetivo de la

diferencia entre las etapas. A cada una de ellas corresponde otro sistema de alianza de clases. En

el curso de la revolución democrática, el Partido del proletariado, apoyándose en las masas

básicas de obreros y campesinos75

y reagrupando bajo su dirección todas las fuerzas susceptibles

de ser unidas (especialmente la pequeña burguesía y una parte de la burguesía nacional), llevó

hasta el fin el combate contra el imperialismo, el capital burocrático y comprador y el

feudalismo. Esta etapa se prolongó más allá de la liberación de China (1949) hasta el

cumplimiento de la reforma agraria (1952); la contradicción principal fue entonces la que opuso

a la clase obrera con la burguesía. La revolución entró en la etapa socialista, durante la cual el

proletariado está aliado principalmente con los campesinos pobres y medios de la capa inferior.

Para Trotsky, la contradicción principal sigue siendo la misma durante todo el período de

transición del capitalismo al socialismo: es la contradicción capital-trabajo.

Page 34: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 31

De esto se sigue que, para él, la burguesía constituye, frente a los trabajadores, una sola

masa reaccionaria, siempre y en todas partes. Esto, al ser cierto para el mundo entero, lo es

también para China.

Los comunistas chinos han sabido distinguir dos grupos en la burguesía de su país. Uno

comprendía el capital burocrático (las cuatro grandes familias que controlaban el aparato del

Estado) y la burguesía compradora que servía de intermediaria entre los monopolios

internacionales y el mercado chino. Este grupo era el instrumento del imperialismo y el aliado de

los terratenientes. El otro estaba constituido por la burguesía media o nacional, que presentaba un

carácter revolucionario por una parte y tendencia al compromiso con el enemigo, por otra. El

imperialismo, el feudalismo y el capital burocrático la oprimían y sofocaban. Tenía un vital

interés en la eliminación de las relaciones semifeudales en el campo, lo que ampliaría el

mercado, y en la independencia nacional, que la libraría del dumping imperialista. De allí que en

ciertos momentos y en cierta medida pudiera participar en la revolución. Como, por lo demás,

era una clase explotadora, conservaba los lazos con el imperialismo y el feudalismo y era política

y económicamente débil, existía el riesgo de que se pasara a la contrarrevolución, especialmente

después de un período de recrudecimiento de las luchas populares (por ejemplo, en 1927-31).

Incluso cuando era una aliada del proletariado, seguía siendo indecisa y vacilante, de donde

la necesidad de seguir con ella una política de unidad y de lucha, es decir, de criticarla para

llevarla a mostrarse más firme en el combate antimperialista. Dado que China era un país

atrasado, fue necesario mantener en el plano económico un frente único con la burguesía

nacional después de la victoria de la revolución. En la dictadura democrático-popular instaurada

entonces, esa clase formaba parte del pueblo76

. La contradicción entre ésta y la clase obrera que

seguía explotando presentaba, además de un componente antagónico, un componente no

antagónico. Esto significa que, en las condiciones concretas de China, esta contradicción podía

resolverse pacíficamente por una política de unión, de crítica y de educación77

.

Es lo que se hizo. Después de un período de transición bastante largo, la burguesía nacional

dejó de existir como clase en 1966.

Apenas es necesario aclarar que para los trotskistas toda alianza con una fracción de la

burguesía, cualesquiera que fuesen las condiciones concretas, es una abominable traición a los

principios, lo mismo que la fórmula ―dictadura democrática del popular‖.

Trotsky había aprendido junto a Lenin que las etapas de una revolución se distinguen por la

naturaleza de las transformaciones económico-sociales que están a la orden del día en ella, no

por la del poder político. En Rusia, la etapa democrática va desde febrero de 1917 hasta julio de

1918. Trotsky mismo reconoce que el período que va de noviembre de 1917 a julio de 1918 era

democrático78

.

Los trotskistas de hoy han olvidado todo esto. Ernest Mandel no comprende que la etapa

democrática en China haya podido prolongarse hasta 1952, aunque el poder instaurado en 1949

fuera en esencia una dictadura del proletariado, ya que éste debía concluir las transformaciones

democráticas antes de pasar a las medidas socialistas.

3. Según Trotsky, ―en un país donde el proletariado llega al poder como consecuencia de

una revolución democrática, la suerte ulterior de la dictadura y del socialismo dependerá menos,

al fin de cuentas, de las fuerzas productivas nacionales que del desarrollo de la revolución

socialista internacional‖79

. La razón de esto es la división mundial del trabajo, la dependencia de

la industria soviética con respecto a la técnica extranjera, la dependencia de las fuerzas

productivas de los países avanzados con respecto a las materias primas asiáticas‖80

.

Page 35: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 32

Como lo hemos demostrado, Trotsky estaba convencido de que la dictadura del proletariado

en un país económicamente atrasado sería aplastada a breve plazo por la intervención extranjera

y la contrarrevolución interior a menos que tuviera una ayuda proveniente del proletariado

victorioso de uno o varios países avanzados. Desde hace cuarenta años, la historia desmiente

cada día ese pronóstico de Trotsky, que por lo demás fue presentado como ―es así‖, sin

explicación del cómo ni el porqué.

Los chinos conciben de manera totalmente distinta la solidaridad entre su revolución y la

revolución mundial.

a) En la época en que todavía estaban en la etapa democrática y de liberación nacional,

tenían aguda conciencia de esa teoría desarrollada por Lenin y Stalin, según la cual, después de

la Revolución de Octubre, ―el movimiento de liberación de las naciones oprimidas forma parte

integrante de la revolución socialista mundial‖;

– porque tienen un enemigo común, el imperialismo;

– porque la dirección del proletariado, que se ejerce a través del Partido Comunista,

garantiza el tránsito a la revolución socialista después de la victoria de la revolución

democrática;

– porque la conquista de la independencia económica y, con más razón, la edificación de una

economía socialista, exigen relaciones de ayuda mutua y de solidaridad con el campo socialista.

b) Las luchas revolucionarias en el mundo socavan las retaguardias del imperialismo, son

uno de los factores que le impiden atacar exclusivamente a los países socialistas, y contribuyen a

su derrota cuando se arriesga a hacerlo. Los comunistas chinos han indicado que las vastas

regiones de Asia, África y América Latina dominados por el imperialismo son el punto nodal

donde convergen las contradicciones del mundo contemporáneo, la zona de tempestad donde los

pueblos revolucionarios han conseguido numerosas victorias desde 1945, donde los ejércitos de

milicianos están implantados en las masas y se refuerzan progresivamente, donde la guerra del

pueblo tiene, en las actuales circunstancias, el máximo de posibilidades de triunfar. Recordaron

lo que decía Stalin en 1925:

―Los países coloniales constituyen la retaguardia principal del imperialismo. Condicionar

esta retaguardia de manera revolucionaria debe inevitablemente minar el imperialismo, no sólo

en el sentido de que se verá privado de su retaguardia, sino también en el sentido de que la

revolución del Oriente debe, inevitablemente, representar un papel decisivo en la intensificación

de la crisis revolucionaria de Occidente‖81

.

La teoría de Lin Piao sobre el cerco de las ciudades del mundo (países imperialistas) por los

campos del mundo (países dominados) no significa otra cosa.

Desde 1963, los chinos han declarado: ―Estamos persuadidos (...) de que (...) llegará el día

en que se librara un gran combate en Europa Occidental y en América del Norte, cuna del

capitalismo y centro nervioso del imperialismo. No hay duda de que en ese momento Europa

Occidental y América del Norte se transformarán en el punto de convergencia de la lucha

política mundial, el punto de convergencia de las contradicciones del mundo‖82

.

En 1967-1968, los signos anunciadores de este gran combate por venir se precisaron. La

rebelión de la juventud, el despertar revolucionario de amplias masas en las mismas metrópolis

imperialistas, son fenómenos nuevos, universales, que marcan la entrada del mundo en una

nueva época histórica. Los comunistas chinos percibieron inmediatamente la significación de las

grandes luchas y les aportaron un interés entusiasta.

Page 36: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 33

El internacionalismo de Trotsky tiene como fundamento la unidad del marxismo mundial, de

lo cual deduce la necesaria supremacía de los países capitalistas avanzados. Si admite que la

cadena imperialista puede romperse en su eslabón más débil, no puede ser más que a título de

preludio inmediato a la revolución en los países más desarrollados, so pena de fracaso. Su teoría

es, por consiguiente, la del eslabón más fuerte83

. Sobre esta base, formula un voto piadoso: le

gustaría que la revolución triunfara pronto en esos países; si no, todo estará perdido.

Los chinos no piensan que todo esté perdido si esa revolución tarda en llegar. Saben que la

historia no nos pregunta nuestras preferencias y que en general progresa por el lado malo84

. Su

internacionalismo está fundado sobre la estructuración del sistema de las relaciones

internacionales por la lucha política de clases a escala mundial… Muestran que existen cuatro

contradicciones fundamentales, todas igualmente importantes, que forman un sistema (cada una

está presente en las otras tres). Estas contradicciones oponen:

a) las naciones oprimidas al imperialismo y al socialimperialismo;

b) el proletariado a la burguesía de los países capitalistas y revisionistas;

c) los imperialistas entre sí y éstos al socialimperialismo;

d) los países socialistas a los países imperialistas y socialimperialistas.

Por el momento, la primera es la más explosiva.

Trotsky acordaba un exorbitante privilegio a los proletariados de los países capitalistas

avanzados en su concepción de la revolución mundial. Nunca comprendió las leyes de la

revolución en los países coloniales y semicoloniales, ni admitió que pudieran estar durante

mucho tiempo a la vanguardia de las luchas.

Los comunistas chinos saben que son los pueblos de los países capitalistas avanzados

quienes darán el golpe de gracia al imperialismo. Saben también que la victoria definitiva del

socialismo y el avance al comunismo no se harán más que a escala mundial, pero no podrían

admitir fórmulas como ésta:

―La revolución proletaria no puede mantenerse en los marcos nacionales más que en forma

de régimen provisorio... Su salvación reside únicamente en la victoria del proletariado de los

países avanzados‖85

.

Incluso estarían tentados de invertir la fórmula: la salvación de los países avanzados

depende de la victoria de los pueblos oprimidos dominados por el imperialismo. Marx ya había

efectuado esta inversión. El 10 de diciembre de 1869, escribió a Engels:

―Durante mucho tiempo creí que sería posible derrocar el régimen irlandés por el ascenso de

la clase obrera inglesa... Pero un estudio más profundo me ha convencido de lo contrario. La

clase obrera inglesa nunca hará nada mientras no se libre de Irlanda. La palanca debe aplicarse

en Irlanda‖86

.

4. Según Mao Tsetung, las contradicciones son el motor de la historia. Dijo: ―La ley de la

unidad de los contrarios es la ley fundamental del universo. Esta ley tiene validez universal, tanto

para la naturaleza y la sociedad humana como para el pensamiento del hombre. Los lados

opuestos de una contradicción forman una unidad y a la vez luchan entre sí, lo cual produce el

movimiento y el cambio de las cosas‖87

.

Como ya lo había indicado Lenin en una nota donde criticaba a Bujarin, no hay que

confundir contradicciones y antagonismos. Las primeras subsistirán en la sociedad comunista.

Según Mao, el desarrollo de esas contradicciones y su solución darán lugar a cambios

cualitativos bruscos, es decir, revoluciones. El proceso revolucionario se proseguirá

Page 37: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 34

indefinidamente. No habrá fin de la historia. Trotsky ignora totalmente este aspecto de la teoría

de la revolución ininterrumpida que se desprende de la naturaleza dialéctica de lo real.

En el debate citado al comienzo de este capítulo, Vergès no tuvo tiempo de explicarse de

manera tan precisa, ya que el presidente lo autorizó a decir una sola frase como respuesta a Frank

y a Deutscher. Su réplica fue: ―¡Los marxista-leninistas no son los `Monsieur Jourdain' del

trotskismo!‖

En efecto, al no tener este último ninguna influencia sobre la realidad, a consecuencia de su

pecado original, que es estar separado de las masas, sus partidarios se consuelan explicando las

victorias de los otros por una aplicación inconsciente de la única doctrina revolucionaria: la suya.

No hacen la revolución, pero se preocupan mucho por calificar a los demás. Cuando aprueban a

los marxistas-leninistas, es porque éstos hacen trotskismo sin saberlo. ¿Cómo dar cuenta del

escándalo lógico que constituyen los éxitos de sus adversarios si no es atribuyéndolos a la oculta

influencia de sus ideas? ―Ya que estos misterios se nos escapan, finjamos organizarlos‖, se dicen,

a la manera de Fígaro.

Page 38: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 35

3. La incapacidad para el análisis concreto

La incapacidad para el análisis concreto, que afectó a Trotsky a lo largo de toda su vida

militante, resultaba de su incomprensión de la dialéctica materialista, aún más grave en él que en

Bujarin, aunque menos flagrante, ya que, prudentemente, sólo hizo raras incursiones en las altas

esferas de la filosofía marxista. Cuando se aventuró en ella, especialmente durante su polémica

contra Burnham, el resultado no superó el nivel elemental. Denigra la lógica formal, pero ignora

los avances de la lógica simbólica desde Hilbert, Péano y Russell. Se imagina que admitir la

dialéctica supone el rechazo del principio de identidad, o que se lo encierre en tareas elementales

y subalternas. Para él, ―la relación entre la dialéctica y la lógica formal es parecida a la que existe

entre las matemáticas superiores y las inferiores‖1. Además, la lógica formal sería inaplicable,

aun aproximativamente, a fenómenos que presentaran cambios cuantitativos apreciables. Tendría

muchas dificultades para explicarnos cómo las matemáticas (fundadas sobre el principio de

identidad y de no contradicción) pueden aplicarse a transformaciones físicas fulgurantes como

las que intervienen en el momento de una explosión nuclear. De hecho, Trotsky confunda la

lógica aristotélica con las consecuencias metafísicas que de ella extraen abusivamente ciertos

filósofos, al negar el movimiento y el cambio. Conoce tan poco lo que es la dialéctica, que se

imagina que el modo de exposición de Marx en El capital sería un vano artificio surgido de la

pedantería filosófica. Llega a lamentar que el creador de la teoría del valor haya sido no ―el

doctor en filosofía Marx‖ sino ―el tornero Bebel‖ quien ―la habría formulado de una manera más

popular, simple y directa‖2.

Cuando razona como político, Trotsky es más serio aunque su concepción del materialismo

no es menos esquemática. Allana las instancias de la formación social (económica, jurídico-

política, ideológica) y no ve ni cómo se articulan estas instancias, ni cómo las contradicciones

que les son propias pueden converger y fusionarse, ni que las contradicciones se desplazan, al

poder una contradicción secundaria transformarse en principal de manera provisoria y en una

etapa dada, dejando en segundo plano la contradicción principal en el marco de un período

histórico más vasto3. Por eso, se le escapa en general la necesidad de los rodeos de la lucha

revolucionaria, y aun cuando en principio los admite no puede comprender su naturaleza e

implicancias.

Es Mao Tsetung quien ha sistematizado esta lógica dialéctica y producido sus conceptos,

pero ya se encuentran en los escritos de Lenin modelos de análisis concreto que conducen a la

definición de una estrategia y una táctica científicas: cfr. por ejemplo, Dos tácticas de la

socialdemocracia rusa. Trotsky, al contrario, aunque según sus propias palabras ―haya pasado

por la escuela de Lenin‖, fue aplazado por la historia en la materia más importante: la ciencia

política. Lenin le dirige una crítica fundamental al decir de él que ―en todas sus tesis, encara la

cuestión‖ desde el ángulo del ―principio general‖4.

Con algunos ejemplos, pondremos en evidencia más particularmente esta incapacidad de

elevarse a lo concreto del pensamiento, que no es lo empírico inmediato ni los principios

abstractos aislados de la práctica.

Page 39: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 36

Brest-Litovsk

Se sabe que en 1917 los bolcheviques tomaron el poder inscribiendo en sus banderas esta triple

consigna:

―Paz para el pueblo, pan para los trabajadores, tierra para los campesinos‖.

Sin embargo, la paz que reclamaban era ―sin anexiones ni indemnizaciones‖. Ahora bien, los

alemanes no lo entendían así.

Desde antes de octubre, los soldados rusos habían empezado a ―votar por la paz con sus

suelas‖. Se desertaba de las trincheras del frente. Lenin, por consiguiente, se encontró frente a

este problema: cómo, sin ejército, asegurar la supervivencia del poder proletario en el momento

en que el imperialismo alemán se preparaba para el asalto. Optó por aceptar las condiciones

alemanas, por desastrosas que fueron, entregando espacio para ganar tiempo. Entonces quedó en

minoría en el Comité Central, frente a una coalición que dirigida por Bujarin, partidario de la

guerra revolucionaria; por otra parte, Trotsky, cuyo punto de vista (que se impuso

momentáneamente) se resumía en la consigna: ―Ni guerra ni paz‖, o, más precisamente:

interrumpimos la guerra, pero no firmamos la paz – desmovilicemos el ejército‖.

Era una jugada de póker fundada en tres postulados, que se revelaron falsos los tres:

– La actitud del gobierno soviético incitaría al proletariado alemán a rebelarse antes del

ataque de las tropas del Kaiser.

– El poder bolchevique no podría mantenerse en Rusia a menos que recibiera una ayuda de

los proletariados victoriosos en los países de Europa occidental:

―La única salida para la situación actual es actuar sobre el proletariado alemán en sentido

revolucionario‖.

– Finalmente, tercer postulado, el formulado en enero de 1918 en una carta a Lenin:

―Vamos a declarar que ponemos fin a las negociaciones de Brest-Litovsk, pero no

firmaremos la paz. No estarán en condiciones de lanzar una ofensiva contra nosotros [La

cursiva es nuestra – K. M.].

Los hechos le infligieron un pronto desmentido, que costó caro a Rusia. En suma, Trotsky

era incapaz de analizar la situación concreta.

Al volatilizarse el ejército que los enfrentaba, a los alemanes les bastaba con tomar el tren

para ir a Petrogrado. Es lo que hicieron. Fue necesario detenerlos aceptando precipitadamente

sus nuevas condiciones, mucho más onerosas que las precedentes. Sin embargo, al firmar la paz,

el gobierno soviético obtuvo un respiro gracias al cual organizó un ―ejército nuevo, donde

entraron en gran número los campesinos animados por el deseo de defender las tierras

expropiadas‖ (Bujarin).

Algunos meses más tarde, las consecuencias de la paz de Brest-Litovsk habían desaparecido.

Retrospectivamente, la posición de Lenin nos parece obvia, y la de Trotsky absurda. Incluso

si se trata de una ilusión óptica, en estas graves circunstancias, cuando se jugaba el futuro de la

revolución, el formalismo trotskista en partir de los principios y, no de la realidad, condujo a

errores en toda la línea. Estos principios, por lo demás, eran los de la revolución permanente, que

pueden resumirse en esta fórmula: ―Para el proletariado ruso es imposible mantenerse en el poder

a menos que lo ayude el triunfo de la revolución en Occidente‖. Para Trotsky, la contradicción

principal es siempre la contradicción fundamental de toda nuestra época, a saber, la que opone el

capital al trabajo. Para él, por consiguiente, la alternativa era: revolución mundial o derrota

mundial del proletariado. Por el contrario, Lenin veía que, en la coyuntura de comienzos de

Page 40: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 37

1918, la contradicción principal era la que oponía la necesidad de mantener el poder soviético

con la imposibilidad de hacer que la mayoría campesina combatiera por su defensa. La

alternativa, por consiguiente, era la paz inmediata a cualquier precio (plazo indispensable para

los bolcheviques) o la destrucción de su poder. Aferrarse resueltamente al primer término era la

condición de todo éxito ulterior.

Planificación administrativa o economía política

Las mismas carencias –el dogmatismo abstracto y la incapacidad para el análisis concreto– se

manifestaron aún más claramente en Trotsky en cuanto estuvo confrontado con los problemas

económicos, muy prosaicos quizá, pero decisivos en cuanto a la supervivencia del poder de los

soviets. Mejor armado que nadie para asegurar la aplicación de la línea adoptada por Lenin y el

Comité Central, se tornaba peligroso cuando intentaba resolver por sí mismo los problemas.

Durante la guerra civil, y luego como comisario de Transportes, Trotsky dio pruebas de una

notable capacidad de organizador y de jefe. Combatió eficazmente el desorden y la negligencia,

inspirando en sus subordinados la energía que lo animaba a él, y arreglando así, en poco tiempo,

situaciones muy peligrosas. Sin embargo, no por eso se puede concluir, como lo hacen sus

discípulos, que era capaz de calzar las botas de Lenin. Éste le reprochará en su ―Testamento‖ su

exagerada admiración ―por el aspecto puramente administrativo de las cosas‖5. Esta crítica, en la

pluma de Lenin, tiene una significación precisa que remite a una insuficiencia redhibitoria de

quien es su objeto. Lenin explicita su pensamiento sobre este punto cuando dirige el mismo

reproche a Piatakov, ―dotado (…) de capacidades eminentes‖, pero que ―se deja arrastrar

demasiado por las prácticas de administración y por el aspecto administrativo de las cosas como

para que se pueda confiar en él en torno a un problema político serio”6.

En otros términos, ―dejarse arrastrar por las prácticas de administración‖ quiere decir

pretender resolver todos los problemas que se plantean al nivel central más elevado sin tener en

cuenta las repercusiones de tal o cual decisión en el campo de la lucha de clases, sus efectos en

cuanto al fortalecimiento o debilitamiento del poder proletario.

Se puede verificar cuánta razón tenía Lenin si se consideran algunas posiciones adoptadas

por Trotsky en cuestiones de la reconstrucción económica de la URSS después de la introducción

de la NEP.

En la época del ―comunismo de guerra‖, había preconizado la militarización del trabajo, lo

que sin duda correspondía a una necesidad en las condiciones de ese período. Pero, mientras

Lenin había calificado al ―comunismo de guerra‖ de ―error necesario‖ (es decir, impuesto por las

circunstancias), pero error al fin, en el sentido de que no se podía deducir de él una norma

universal aplicable a una de las etapas de la transición al socialismo, y también en el sentido de

que había que abandonar esa política en cuanto fuera posible, Trotsky había mantenido y

generalizado sus concepciones en el X Congreso, el que había proclamado la nueva política

económica7. Según Trotsky, el trabajo forzado ―alcanzaría su más alto grado de intensidad

durante la transición del capitalismo al socialismo‖8. La militarización del trabajo, decía, ―es la

base del socialismo‖. No vacilaba en asimilar este trabajo forzado al de los esclavos y a la corvea

de los siervos9.

Como había puesto en marcha los transportes durante la campaña de Polonia usando

métodos autoritarios, incluso burocráticos, Trotsky, ebrio de su éxito, pretendió erigir en regla lo

Page 41: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 38

que no era más que un expediente con miras a enfrentar una situación crítica. Amenazó con

―sacudir‖ a los dirigentes electos de los distintos sindicatos, como lo había hecho con los de los

transportes. Dicho de otro modo, quería reemplazar a esos dirigentes electos por otros,

nombrados por el Estado. Se atrajo una resuelta respuesta de Lenin, pero se negó a dejarse

convencer y llevó la ceguera y la obstinación hasta comenzar una lucha de fracciones contra el

Comité Central. Durante esa controversia, Lenin mostró que Trotsky ―olvidaba el abc del

marxismo‖ al querer mantener el debate en el terreno ―económico‖.

―La política no puede dejar de tener primacía sobre la economía. (...) Sin una posición

política justa, una clase dada no puede mantener su dominio, y en consecuencia, no puede

tampoco satisfacer su función en la producción‖.

Ahora bien, ―el error político que tiene su expresión en la política conducente a `sacudir', la

cual impregna de punta a punta todo el programa de Trotsky (...) conduce a la caída de la

dictadura del proletariado‖10

.

En una palabra, no se trata de hacer administración económica, sino economía política, que

puede ser económicamente fructífera sólo en la medida en que no comporte errores políticos.

Son esas luchas recientes que Lenin recordaba cuando escribía su carta al Comité Central

sobre la admiración de Trotsky por el aspecto administrativo de las cosas. Le reprochaba ser

incapaz de analizar concreta y dialécticamente la conyuntura de la lucha de clases en toda su

amplitud y en toda su complejidad, con la intención de definir las tareas del momento.

Durante la controversia sobre la planificación bajo la NEP, Lenin había podido comprobar

además que el método de pensamiento de Trotsky consistía en deducir de los principios más

generales del socialismo las ―soluciones‖ para los problemas económicos planteados por la vida

sin ninguna mediación entre los dos niveles (sin análisis teórico concreto), lo que a veces

produce la impresión de que salta de una cosa a otra que no tiene ninguna relación con la

primera.

Lenin, por el contrario, sabía que en la situación de carencia total y de semibarbarie de la

Rusia de 1921, donde la pequeña producción campesina era ampliamente predominante, un ―plan

entero, completo, verdadero, es actualmente para nosotros una utopía burocrática‖11

. En el

capítulo siguiente, veremos cómo Lenin supo determinar, contra Trotsky, el eslabón que había

que tomar para atraer toda la cadena – dicho de otro modo, cómo había que hacer para levantar

una economía rusa exhausta después de ocho años de guerra exterior y civil a fin de crear las

premisas de una planificación efectiva.

La planificación y la NEP12

En Nuevo curso (enero de 1924), Trotsky describe lo que debe ser una economía socialista

planificada. Luego introduce lo que llama una ―complicación‖, a saber, la existencia del

mercado. Para superarla, plantea cierto número de exigencias secundarias.

Ahora bien, la esencia misma de la NEP, tal cual fue definida por Lenin, comprende un trámite y

una deducción exactamente inversos a los de Trotsky, a saber:

1. Que la ―complicación‖ de Trotsky es su determinación principal. Es el mercado lo que

constituye el centro de gravedad de la unidad a realizar entre la industria y la agricultura; es por

él como debe hacerse la realización del excedente de la agricultura; es para el mercado

campesino y en función de él que trabaja la industria.

Page 42: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 39

2. Que sistemáticamente, la planificación –estrictamente, la determinación principal del

modo de producción socialista– no entra en cuenta en este estadio más que a título de

determinación secundaria.

¿Cómo fundar una verdadera planificación estatal centralizada sobre un inmenso mercado

campesino privado, disperso, que se desarrolla y reacciona espontáneamente sobre la base de las

leyes del capitalismo? Trotsky esquiva la dificultad con una nueva exigencia abstracta:

―Un conocimiento exacto de las condiciones del mercado y de las previsiones

económicamente justas‖.

Esta exigencia es abstracta.

1. Porque Trotsky no da los medios de realizarla, al menos parcialmente: es el problema de

la ―dictadura de las finanzas‖ que estudiaremos más adelante.

2. Porque, incluso si se dan algunos medios realistas, el mínimo de conocimientos y de

previsiones, sin los cuales una planificación no es más que una broma o una utopía, exige un

cambio radical de la estructura de la producción y del mercado agrícolas (cambio que

históricamente tomó la forma de la colectivización de 1929).

Ahora bien, Trotsky no encara en 1924 la colectivización y el abandono de la NEP. Piensa

que, mediante algunas correcciones y algunas ―modificaciones necesarias‖, será posible que la

economía estatal se adapte al mercado campesino a medida que éste se desarrolle. No explica

cómo obtener este resultado.

Trotsky pasa de la definición deductiva del modo de producción socialista al puro y simple

problema de la ―aplicación‖ –concebida, además, de manera ultramodesta: algunas mejoras de

detalle, una adaptación progresiva– y liquida así toda la ciencia leninista de la estrategia y de la

táctica. Aniquila las fases, estadios, momentos y desplazamientos sucesivos de las

contradicciones, de donde el carácter atemporal de su análisis.

El carácter abstracto de su razonamiento se manifiesta además en que no toma en

consideración las condiciones concretas del ―momento actual‖, la ausencia de análisis en niveles

e instancias – al considerar la contradicción principal estricta como la contradicción principal de

hecho, y los instrumentos de la práctica social como adecuados a su objeto.

Trotsky exige, desde 1922-23, una planificación centralizada: ¿pero quién va a planificar?

No un aparato de Estado ideal, no un Gosplan ideal, sino ese aparato burocrático heredado del

zarismo cuya crítica despiadada hace Lenin.

Cuando el aparato del Estado es todavía, en buena medida, solidario con el Estado anterior

de la formación social, no puede ser el eslabón principal de la ofensiva económica del poder de

los soviets.

Un ejemplo significativo del método de Trotsky es la posición que adoptó en la cuestión de

la ―dictadura de las finanzas o dictadura de la industria‖.

En 1923 y 1924, se desarrolló un conflicto entre el Gosplan y el comisariado del pueblo de

las Finanzas (Narkomfin). El primero exigía que se reconociera la subordinación de las finanzas

a la planificación industrial, es decir, el poder de fijar la política de créditos a la industria no en

función de los imperativos de una sana política monetaria, sino en función de las necesidades del

desarrollo industrial. Por su parte, el Narkomfin defendía su autonomía.

Estrictamente, la posición del Gosplan era la única justa para una economía socialista. Pero

la NEP no es el socialismo; no es más que una fase preliminar que prepara las condiciones de la

ofensiva por venir. Dejando jugar al mercado en condiciones casi normales, el poder soviético

Page 43: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 40

reanima el proceso espontáneo de acumulación interrumpido por la guerra; prepara además, de la

misma manera, la base elemental de informes sin los cuales un plan es imposible.

En tanto que herramienta principal del mercado, la moneda representa, a este nivel, un papel

decisivo. Su estabilización aparece como un objetivo fundamental, al cual los otros se

subordinan, como el objetivo final en relación con las condiciones preliminares.

Ahora bien, Trotsky sostiene enteramente las reivindicaciones del Gosplan, no da ninguna

importancia al problema de la moneda, y se contenta con afirmar sin ninguna justificación que la

estabilización de la moneda depende de la dictadura de la industria.

Aquí se trasluce toda la actitud de la oposición trotskista: una actitud de todo o nada, que

plantea en principio que, si no se ponen inmediatamente las contradicciones fundamentales del

socialismo y sus determinaciones fundamentales a la orden del día, todo el resto no es más que

empirismo sin principios.

Al refutar la línea trotskista en su informe del 3 de abril de 1925 en la sesión del ejecutivo

ampliado, Bujarin exclamaba: ―Pedir la dictadura de la industria sobre las finanzas, es no ver que

la industria depende de las posibilidades agrícolas‖.

La inflación de 1923 –indispensable en ese momento para la realización del excedente

agrícola– debía normalmente inquietar al campesino privado e incitarlo al año siguiente, si la

situación no se estabilizaba, a conservar existencias de productos agrícolas más bien que una

moneda constantemente depreciada. Ahora bien, como la acumulación se hacía sobre la base del

mercado, podía encontrarse rápidamente comprometida. De manera general, era abstracto

reconocer el mercado como punto de unión de las dos economías, sin preocuparse de las

condiciones prácticas de su funcionamiento –en primer lugar, de la moneda–. Como además la

moneda se invertía, bajo el NEP, en el marco del mercado y del funcionamiento normal de la ley

del valor, con el papel de revelador bajo las grandes líneas de la estructura de producción, de

consumo y de reproducción, su depreciación hipotecaba pesadamente la preparación del trabajo

de planificación13

.

De hecho, lo que la oposición cuestionaba globalmente en nombre de un ―esquema general

del socialismo‖ en realidad riguroso, pero planteado como una ―exigencia previa de hecho‖

(nada puede hacerse sin acumulación centralizada y planificada por la industria), es el principio

mismo de un estadio reformista (en el sentido de no revolucionario), es decir, que no afectara lo

que es esencial en períodos largos y en una teoría general de los modos de producción. Ahora

bien, es justamente el principio de una fase reformista (con todos los aspectos incoherentes,

contradictorios, aparentemente sin principios, que semejante fase comporta) lo que es la gran

innovación teorizada por Lenin con el nombre de NEP – una fase de repliegue táctico que

prepara las condiciones necesarias de la ofensiva socialista por venir.

Es esta puesta en acción, a nivel de la NEP, de la ciencia leninista de la estrategia y de la

táctica, como puesta en evidencia de las contradicciones específicas de aquel estadio

(contradicciones que, en la NEP, no son las contradicciones principales de la fase, y aun menos

las del socialismo), lo que niega la demostración trotskista,

En todas las cuestiones de la actualidad política del momento, el trotskismo aparece como

un conjunto de exigencias radicales deducidas de un esquema general del modo de producción

socialista –sin consideración de los estadios y las fases– y un rechazo de toda medida parcial, así

como una negligencia sistemática para todo lo que se relacione con la realización práctica.

Page 44: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 41

La característica principal del trotskismo es la ausencia de una teoría de las contradicciones,

de una teoría de las fases y los estadios, y en consecuencia la ausencia de una teoría de la

estrategia y de la táctica.

La “gran encrucijada” de 1929

Stalin se enfrentaba en 1928 con un problema concreto para cuya solución la teoría marxista no

ofrecía una fórmula lista. Los kulaks, únicos agricultores que disponían de excedentes

apreciables, almacenaban su grano y amenazaban dejar desprovistas a las ciudades, descontentos

al no poder obtener bastantes productos industriales por el precio que se les ofrecía. Por otra

parte, el desarrollo de la industria previsto por el primer plan quinquenal suponía el aumento de

la población urbana, y por consiguiente necesidades aumentadas en materia de provisión de

alimentos.

Este círculo vicioso tenía dos salidas: una consistía en aflojar las riendas a los kulaks,

ayudándolos a arruinar a los pequeños campesinos y a levantar grandes explotaciones capitalistas

de alta productividad. Trotsky y sus partidarios (especialmente Rakovsky) estaban absolutamente

convencidos de que Stalin se embarcaría en este camino. Se aferraron obstinadamente a este

pronóstico, incluso después del comienzo de la gran ofensiva contra los kulaks que intentaban

liquidarlos como clase. Sólo a comienzos de 1930 comenzaron a tomar en cuenta los cambios

históricos que se desarrollaban en la URSS. Incluso entonces, Trotsky consideraba que la

industrialización y la colectivización no eran más que una fase pasajera de la política de Stalin.

Precisamente porque éste no era el contrarrevolucionario que Trotsky pensaba, este camino –el

del desarrollo de las formas tradicionales del capitalismo– le estaba vedado.

El otro era el de la colectivización y la industrialización acelerada. Era necesario actuar

rápido, o de lo contrario las tensiones producidas por la lucha contra los kulaks podrían volverse

demasiado peligrosas. Los kulaks, en efecto, habían logrado unir a su alrededor a la mayoría de

los campesinos. Desencadenaban el terror blanco contra los cuadros comunistas y los

campesinos pobres que querían unirse a los koljoses. Había que quebrar esa resistencia

inmediatamente, o si no ella quebraría el poder proletario. Si los comunistas libraban contra los

kulaks una batalla de desgaste, serían ellos quienes se desgastarían, no sus enemigos. Era

necesaria una batalla de decisión rápida. La colectivización y la industrialización debían,

además, marchar a la par, incluso si inicialmente esto exigía sacrificios. La primera permitía

obtener excedentes mayores gracias a los cuales se podría invertir; la segunda proveería los

tractores y las máquinas agrícolas que hicieran atrayentes los koljoses y dieran una producción

aun más elevada.

Como lo hemos indicado, la línea seguida por Stalin en esta coyuntura se parecía en más de

un aspecto a la preconizada por Trotsky en 1924, lo que por lo demás no le daba la razón

retrospectivamente, como pretenden sus adeptos, cuyo pensamiento es tan intemporal como el de

su maestro, ya que las condiciones reunidas en 1929 no estaban dadas en 1924. Al comprobar

que Stalin ―plagiaba‖ su programa (Lenin había hecho otro tanto con el de los socialistas-

revolucionarios), Trotsky no concluyó que debía unirse al Comité Central, como lo hicieron

entonces miles de sus partidarios, sino que optó por un cambio completo en sus propias

concepciones. De ese modo, continuaba separándose de Stalin y preservaba su razón de ser en

tanto que jefe de la ―oposición‖. Condenó la liquidación de los kulaks y afirmó que los koljoses

Page 45: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 42

no eran viables y se derrumbarían por sí mismos, ya que no disponían de maquinaria moderna.

Según él, fusionar pequeñas granjas con equipo primitivo equivalía a reunir barcas para hacer un

transatlántico. No veía que la simple cooperación y la división del trabajo manual bastaran para

asegurar a los koljoses una productividad superior. Entonces reclamó la disolución de los

sovjoses y de los koljoses como si fueran no rentables, incluso ficticios. Así, si bien es cierto que

el bloque de trotskistas y ―derechistas‖ del que habló Stalin no tuvo existencia organizada, no es

menos cierto que la crítica trotskista coincidía con las posiciones bujarinistas en su defensa de la

pequeña burguesía rural. Isaac Deutscher escribe que ―las diferencias entre bolcheviques de

derecha y de izquierda se esfumaban y desaparecían‖14

.

El mismo Deutscher está impresionado por ese rechazo de la revolución en el campo de

parte de Trotsky.

―Pensaba que la `transición del capitalismo al socialismo' debía progresar de manera

esencialmente evolutiva y pacífica. Cuando encaraba los problemas soviéticos interiores, el autor

de la `revolución permanente' era, en cierto sentido, un reformista‖15

.

Como todos los reformismos, el de Trotsky era al mismo tiempo utópico y reaccionario.

Utópico, porque una transformación gradual y pacífica de las estructuras siempre se ha revelado

imposible. Reaccionario, porque al perseguir esa utopía, se desembocaría en el mantenimiento

del statu quo.

Trotsky reprochó a la planificación soviética el querer ir demasiado rápido, el apuntar a

resultados máximos y no óptimos. De hecho, el ascenso del fascismo, con la amenaza de guerra

implícita en ello, imponía una industrialización acelerada. Era necesario avanzar a marchas

forzadas. Se jugaba la supervivencia del poder proletario. En un discurso pronunciado en 1931,

Stalin exclamaba:

―¡No, no es posible, camaradas! ¡No se debe disminuir el ritmo! Al contrario, hay que

aumentarlo en la medida de nuestras fuerzas y de nuestras posibilidades. A esto nos obliga el

compromiso que hemos tomado ante los obreros y los campesinos de la URSS. Esto exigen

nuestras obligaciones con la clase obrera del mundo entero. (...) Marchábamos 50 ó 100 años

detrás de los países más adelantados. En diez años, tenemos que ganar este terreno. O lo

hacemos o nos aplastan‖16

.

Diez años más tarde, los ejércitos de Hitler invadían la URSS.

La línea política adoptada en el momento del lanzamiento de los planes quinquenales y de la

colectivización acelerada condujo a grandes éxitos, pero comportaba aspectos negativos cuyos

efectos más perniciosos no son los que se hicieron sentir de inmediato. Mencionemos

brevemente algunos de los errores cometidos en este período;

– Importancia exagerada acordada a los estímulos materiales, ilustrada por el movimiento de

los stajanovistas. Estos obreros ganaban a menudo diez o quince veces más que sus camaradas.

– Enorme apertura del abanico de los salarios, en provecho de una pequeña capa de

privilegiados en la cumbre de la jerarquía, en contradicción total con los principios marxistas-

leninistas efectivamente aplicados hasta la muerte de Lenin.

– Carácter en gran parte forzado de la colectivización.

– Acento puesto unilateralmente en las condiciones técnicas y materiales del socialismo en

detrimento de las condiciones políticas e ideológicas (economismo).

Algunos de estos errores eran culpables; otros eran evitables, pero no fueron evitados en

razón de debilidades subjetivas de la dirección soviética; otros eran inevitables en ausencia de un

Page 46: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 43

precedente histórico; otros, finalmente, eran necesarios, o dicho de otro modo, impuestos por las

condiciones objetivas17

.

La colectivización, por ejemplo, debía aparecer fatalmente a los ojos de los campesinos,

incluso los no kulaks, como una medida impuesta desde afuera, ya que las circunstancias

históricas no habían permitido que el Partido Comunista soviético tomara raíces en el seno del

campesinado, pero, para citar sólo un ejemplo, ―el pequeño malentendido con las koljosianas (...)

a propósito de sus vacas‖ del que habla Stalin18

, era evitable. Las campesinas a quienes se

obligaba a entregar sus vacas al koljós creyeron que carecerían de leche para sus hijos.

Finalmente, se debió dejar una vaca por casa. Mientras tanto, buena parte del plantel había sido

sacrificado.

Los errores cometidos durante esa lucha fueron combatidos con energía por las instancias

dirigentes del partido y del Estado. Incluso antes de la publicación del artículo de Stalin: ―Los

éxitos se nos suben a la cabeza‖, se habían enviado urgentes directivas que prohibían que los

campesinos pobres y medios fueran encarcelados por haberse rehusado a entrar en los koljoses.

Sin embargo, aunque el empleo masivo de la coerción haya sido el medio usado por los cuadros

locales que no se ajustaban a las instrucciones recibidas, hay que reconocer que estaban entre la

espada y la pared, presos entre la resistencia campesina y las exigencias del Centro, que había

fijado en 1929 una tasa de colectivización demasiado elevada para ser alcanzada en plazos

demasiado cortos19

. El resultado obtenido no era el buscado, porque el Comité Central stalinista

no aplicaba la línea de masas en la elaboración de su política. De esto se siguió que las directivas

emitidas por él sufrieran una desviación en la base, efecto de una situación concreta que no se

había tenido en cuenta. Sólo la línea de masas permite reducir al mínimo este tipo de error. Los

―selkor‖ (corresponsales de los pueblos) de los diarios, las peticiones personales o colectivas, el

sistema de vigilancia recíproca por los representantes del partido y los de los servicios policiales,

pese a su relativa eficacia en la lucha contra los abusos, no podían ser un sustituto válido del

control por las masas mismas.

Ciertas críticas formuladas por Trotsky en esta época coinciden formalmente con las

nuestras, pero se integran en su análisis de conjunto, que denuncia en el estado stalinista un

poder contrarrevolucionario y niega el carácter necesario de ciertos errores que se originaban en

condiciones objetivas desfavorables heredadas de los períodos precedentes. Una comparación

podrá aclarar nuestra intención: en 1922, Lenin rehusaba a los mencheviques el derecho a criticar

el régimen del comunismo de guerra, aunque el contenido de esta crítica fuera el mismo que el

que formulaban los bolcheviques. Cuando estos últimos adoptaron la NEP, sus adversarios

triunfaron:

―Nosotros siempre dijimos lo que ustedes dicen ahora. Permítannos que lo repitamos una

vez más‖, se jactan, y Lenin les responde: ―Permítannos por eso ponerlos contra la pared‖20

.

Es un poco, un poco bastante, la respuesta que Stalin dio a los trotskistas en los años 30. Ya

que sus críticas, incluso cuando contenían un elemento de verdad, eran entonces las de los

anticomunistas.

Por lo demás, podemos estar seguros de que, si hubieran tenido el poder, y en la hipótesis de

que hubieran elegido el camino del socialismo, no sólo hubieran cometido los mismos errores21

(Trotsky ya había construido de antemano su justificación ―teórica‖)22

, sino que se hubieran

mostrado inflexibles e implacables, llevando hasta las últimas consecuencias una política nefasta,

mientras que Stalin sabía detenerse a tiempo en una pendiente resbaladiza, porque no se sentía

obligado como Trotsky a fundar sobre principios eternos cada giro de timón en las tempestades

Page 47: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 44

de la lucha de clases. Es curioso comprobar que los campos de trabajo forzado, los sacrificios

excesivos pedidos a los obreros (deben dar su sangre y sus nervios, decía Trotsky), la idea de

exprimir hasta el límite a los campesinos para extraer de ellos los fondos de inversión: todo está

teorizado a comienzos de los años 20 por Trotsky y sus amigos bajo el nombre absurdo de

―acumulación socialista primitiva‖.

La acumulación socialista primitiva y los problemas de la transición

Sobre este concepto, Deutscher declara: ―La historia marxista puede describir y analizar los

decenios stalinistas como la era de la acumulación socialista primitiva y hacerlo en términos

tomados de la exposición de esta idea por Trotsky en 1923‖23

.

La expresión ―acumulación socialista primitiva‖, forjada por Smirnov en tiempos del

comunismo de guerra y retomada por Bujarin en Teoría económica del período de transición

había sido calificada por Lenin de ―totalmente desdichada‖ y de ―copia de los términos utilizados

por los aprendices‖. Fue propagada por Trotsky en un contexto diferente a partir de 1922.

Preobrazensky hizo su teoría en La nueva economía, publicado en 1925.

Así es como este último autor justifica la pertinencia de su analogía: ―De la misma manera

que un mínimo determinado de medios previamente acumulados en forma de elementos

materiales de producción [el subrayado es nuestro – K. M] es necesario para el funcionamiento

de las manufacturas y a fortiori de las fábricas que utilizan una técnica fundada en el

maquinismo, es necesario cierto mínimo para que el complejo de la economía del Estado pueda

desarrollar todas sus ventajas económicas y echar sus nuevos cimientos técnicos‖24

.

Isaac Deutscher, al exponer las ideas de Trotsky sobre el mismo problema, define así la

acumulación primitiva según Marx: ―La fase inicial del desarrollo del capitalismo moderno

cuando la acumulación normal del capital no había comenzado o era aún demasiado débil para

permitir que la industria se extendiera a partir de sus propios recursos, es decir, de sus propias

utilidades. La burguesía, en sus comienzos, no retrocedió ante ningún medio violento

`extraeconómico' en sus esfuerzos para concentrar en sus manos los medios de producción”25

[El

subrayado es nuestro – K. M].

En 1922 Trotsky decía: ―El proletariado (...) está obligado a comprometerse en una fase que

puede ser calificada de acumulación socialista primitiva. No podemos conformarnos con utilizar

nuestro equipo industrial de antes de 1914. Fue destruido y debe ser reconstruido por medio de

un esfuerzo colosal de parte de nuestra mano de obra‖. Y: la clase obrera ―no puede avanzar

hacia el socialismo más que a través de los mayores sacrificios, tendiendo todas sus fuerzas y

dando su sangre y sus nervios‖26

.

Estas tres citas muestran que hay un grave error teórico en el origen de la comparación con

la acumulación primitiva de la que habla Marx. Éste dio la siguiente definición: ―La llamada

acumulación primitiva no es, por consiguiente, nada más que el proceso histórico de separación

del productor y sus medios de producción‖27

.

Antes, Marx insiste sobre el hecho de que: ―el dinero y la mercadería no son en sí mismos

(von Vornherein) capital, no más que los medios de producción y de subsistencia. Necesitan ser

transformados en capital‖28

.

Esta es una idea que vuelve constantemente en su magnum opus: ―El capital no es una cosa

sino una relación de producción entre personas mediatizadas por cosas‖29

. Marx da el ejemplo de

Page 48: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 45

Mr. Peel, que había llevado de Inglaterra a Australia medios de producción por un valor de

50.000 libras y 3.000 personas de la clase obrera. Una vez llegado a su destino, se quedó sin un

servidor para hacerle la cama o alcanzarle un vaso de agua.

―Pobre señor Peel, concluye Marx, que había previsto todo, menos la exportación de las

relaciones de producción inglesas a Swan River‖30

.

Trotsky, Preobrazensky y Deutscher cometen el mismo error. No ven que la acumulación

primitiva no es más que el proceso de creación de las relaciones de producción capitalistas, y no

simplemente la acumulación de ―elementos materiales de la producción‖ (Preobrazensky) o de

―equipo industrial‖ (Trotsky). En autores que se enorgullecen de su ―marxismo clásico‖, el

traspié no carece de gracia.

Ahora resulta claro que la analogía histórica implicada en la expresión ―acumulación

socialista primitiva‖ es totalmente ilegítima.

No entra en nuestras intenciones discutir en detalle la teoría económica de Preobrazensky,

tampoco la expresión, sino el concepto. Bastará anotar que Trotsky se mostró menos consecuente

en este tema que Preobrazensky. Este último afirmaba que, en un país predominantemente

agrícola, la mayor parte de los fondos de inversión en el sector industrial socialista provendría de

los excedentes agrícolas y que la industrialización acelerada no podía realizarse más que por

medio de la transferencia de valor del campo a la ciudad. Era una forma de explotación de la que

es posible dudar que fuera compatible con la elevación del nivel de vida de los campesinos.

Trotsky, aun compartiendo fundamentalmente la oposición de Preobrazensky, temía que se lo

acusase de preconizar la explotación del campesinado y se abstuvo de reivindicarla. El concepto

de acumulación primitiva le servirá de nuevo una quincena de años más tarde en La revolución

traicionada.

Hemos mostrado que Trotsky y Preobrazensky no tienen una noción marxista de la

acumulación primitiva de capital. No nos asombremos si descubrimos que la acumulación

―socialista‖ primitiva de la que hablan no es precisamente socialista.

Por una parte, la socialización de la economía no puede asimilarse a la separación de los

productores de sus medios de producción, de los cuales se hacen propietarios colectivos por su

control sobre el poder del Estado. Por cierto, en la medida en que las unidades de producción

funcionan como empresas, reproducen la figura de la doble separación de los productores

inmediatos de sus medios de producción y de las unidades entre ellas, pero además de tratarse de

una problemática a la cual el profesor Bettelheim llegó sólo en sus últimos trabajos y que

Trotsky ni siquiera sospechaba, este último consideraba la tendencia a la acumulación primitiva

como una ley de la transición, cosa que el ejemplo chino desmiente.

Por otra parte, la asimilación de la acumulación primitiva de un pretendido socialismo con la

del capitalismo es significativa y legítima en cierto sentido. El modelo de edificación del

socialismo propuesto por Preobrazensky supone que se hará principalmente a partir de las

ciudades, gracias a los recursos liberados al mantener la pobreza en el campo y al contar con

técnicas y métodos de organización del trabajo que hayan dado resultados óptimos en los países

capitalistas avanzados, y copiados exactamente,

Esta especie de acumulación, o reproducción ampliada, reproduce al mismo tiempo las

relaciones de producción de tipo capitalista. Stalin, al igual que Preobrazensky, pensaba que era

necesario tomar un ―tributo‖ sobre los campesinos (cf. su informe al Comité Central de julio de

1928); del mismo modo que el teórico trotskista, identificaba pura y simplemente la construcción

del socialismo con el desarrollo de una gran industria moderna basada sobre unidades gigantes

Page 49: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 46

de alta productividad. Esta concepción ―economicista‖ prevaleció durante largo tiempo, incluso,

en cierta medida, en China. Hoy es el patrimonio común de los trotskistas y los revisionistas, así

como un terreno de entendimiento entre ellos y los especialistas burgueses tradicionales.

Stalin y Trotsky identificaban la edificación del socialismo con el simple crecimiento de las

fuerzas productivas, reducidas a las máquinas, con el factor hombre eliminado. No veían que

después de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción todavía quedaba

por hacer lo esencial: revolucionar las relaciones de producción y todas las relaciones sociales

ligadas a ellas. Sospechaban aún menos la interacción dialéctica entre estas transformaciones y el

desarrollo de fuerzas productivas específicamente socialistas. El trabajo en cadena, la división de

tareas, la concepción de las máquinas, la organización capitalista de la producción, suponen una

mano de obra recalcitrante que se somete a disgusto y pasivamente a la esclavitud asalariada. El

taylorismo intenta obtener el máximo de los obreros, haciendo de ellos simples apéndices de la

máquina, desprovistos de voluntad. Las relaciones autoritarias en la fábrica, el tipo de disciplina

que reina en ella, el abismo entre trabajo intelectual y trabajo manual, son también condiciones

necesarias de la explotación. Al contrario, las fuerzas productivas propias del socialismo están

fundadas sobre la iniciativa y la creatividad de las masas, su entusiasmo, su ingenio, su

autodisciplina y su autoeducación. La carta de Anshan redactada por Mao en 1960 es el opuesto

de la Magnitogorsk, que se dio como ejemplo a la industria soviética en el momento del primer

plan quinquenal, porque esta última carta se inspiraba en la organización capitalista del trabajo.

La experiencia del Gran Salto Adelante y de la revolución cultural permitió aclarar las líneas

directrices de un modelo diferente. En China se aplica el principio maoísta: ―¡Empeñarse en la

revolución y promover la producción!‖. La creación de la ―base material del socialismo‖ está

subordinada a la destrucción de las relaciones sociales heredadas del capitalismo, que son

sustituidas por las relaciones socialistas. Éstas, a su vez, hacen surgir nuevas fuerzas productivas

propias del socialismo. Gracias a la comuna popular, a las pequeñas industrias rurales, a los

principios: ―caminar sobre las dos piernas‖ y ―apoyarse en las propias fuerzas‖, este proceso de

revolucionarización ideológica, política, económica, se desarrolla sobre una base muy amplia y

transforma al país entero31

. Los trabajadores chinos verifican conscientemente en su práctica esta

tesis enunciada antaño por Marx: ―De todas las fuerzas productivas, la más grande es la clase

revolucionaria misma‖.

Page 50: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 47

4. Un antiburocratismo burocrático

La cuestión del centralismo democrático

Contrariamente a lo que se piensa a menudo, el centralismo democrático se refiere más a

cuestiones de elaboración de la línea y de dirección que a problemas de organización. Un partido

centralizado es necesario para unificar y coordinar todas las luchas populares, para centralizar y

sistematizar, previo estudio, las ideas justas de las masas, para movilizarlas alrededor de

consignas que respondan a las tareas del momento, para hacer continuamente el balance de la

experiencia adquirida en el conjunto de las luchas, para educar a las masas en el espíritu del

socialismo científico a fin de que prosigan la revolución hasta el fin. Ninguno de estos objetivos

puede alcanzarse si esta dirección no opera de manera democrática.

La posición de Trotsky sobre este tema ha variado mucho durante su vida. Se le ve oscilar

de un extremo al otro a causa de su incapacidad de captar el lazo dialéctico que une a esas

parejas de contrarios que son: la diferencia entre el partido y la clase y su fusión con ella; la

autoridad del centro y su control por parte de los militantes, la necesidad de reglas estatutarias y

el hecho de que éstas deban subordinarse a ―la oportunidad revolucionaria‖, como decía Lenin.

En un ensayo escrito en 1901, en Siberia, Trotsky exponía sus opiniones sobre la centralización

rigurosa que había que imponer al movimiento revolucionario: ―Si una de las organizaciones

locales (...) rehúsa reconocer los plenos poderes del Comité Central, éste tendrá la fuerza y el

derecho de no reconocerla. La separará del mundo revolucionario rompiendo sus lazos con

ella‖1.

En el II Congreso del POSDR, Trotsky apareció como ―el bastón de Lenin‖, a tal punto eran

violentas sus intervenciones contra los economistas. Éstos se quejaban de la actitud dictatorial y

jacobina de los iskristas. Él declaró que los estatutos del Partido deberían expresar ―la

desconfianza organizada de la dirección‖ con respecto a los miembros, manifestándose en forma

de un control que vigilara desde arriba sobre el Partido2.

Durante el congreso, Trotsky operó un giro de 180 grados y tomó el partido de los

mencheviques. A continuación atacó violentamente a Lenin en varios de sus escritos.

En el Informe de la delegación siberiana, hablaba de su ―centralismo desorganizador‖ (op.

cit., p. 49), de su ―egocentrismo‖ (p. 81), de su ―Wille zur Macht‖ (voluntad de poder, pp. 72 y

82), de la ―robespierrada caricaturesca‖ a la que se entregaba (p. 84), de que concebía el Comité

Central como el ―capataz de galeotes del centralismo‖ (p. 83). En el folleto Nuestras tareas

políticas, volcaba sobre él una carrada de injurias, calificándolo especialmente de ―jefe del ala

reaccionaria de nuestro partido‖. Además le dirigía críticas que Deutscher resumía así:

―Al afirmar que la ideología socialista era llevada al movimiento obrero desde afuera por

intelectuales burgueses, Lenin hacía la teoría de una `teocracia ortodoxa'. Su concepción de la

organización convenía a un partido que sustituiría a la clase obrera, actuaría como su mandatario,

en su nombre y por su cuenta, sin preocuparse de lo que los obreros sentían y pensaban‖3.

―Lenin es una caricatura odiosa de un Robespierre malévolo y moralmente repugnante.‖

Al tratar de combinar jacobinismo y marxismo, ―Lenin abandona virtualmente el socialismo

y se erige en jefe de un ala reaccionaria de la democracia burguesa”4.

Trotsky había tomado de Axelrod esta definición de Lenin.

Page 51: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 48

Trotsky acusa a Lenin de querer sustituir el proletariado por el Partido, el Partido por el

Comité Central y finalmente el Comité Central por el dictador. El rechazo del ―sustitucionismo‖

deriva en él de su ―sociologismo‖, a saber, la idea de que las clases sociales pueden conducir

directamente una lucha política sin que su acción se vea mediatizada por los partidos. En

Balance y perspectivas escribía: ―La socialdemocracia encara la conquista del poder en tanto que

acción consciente de la clase revolucionaria‖. La dictadura del proletariado, había afirmado en el

II Congreso del POSDR, no será posible hasta el día en que la clase obrera y el Partido ―se hayan

vuelto casi idénticos‖. Esta concepción lo relaciona con la izquierda de la socialdemocracia

alemana, con la corriente luxemburguista5.

Trotsky combatirá el centralismo democrático de Lenin ―hasta el fin‖, es decir, hasta el

momento en que, volens nolens, se adherirá él mismo al partido bolchevique edificado por Lenin.

En él se hará la reputación de un inflexible campeón de la disciplina, excepto cuando, estando en

minoría, recurría a métodos fraccionales muchas veces denunciados como tales por Lenin. Es

una de las paradojas del trotskismo, que ataca el burocratismo con palabras, pero no lo supera.

En el poder, Trotsky pasa por ―el patriarca de los burócratas‖6. Severo censor de toda falta

contra la disciplina interior del Partido, ofició de procurador junto a Stalin pidiendo en el XI

Congreso (en 1922) la exclusión de los dirigentes de la ―oposición obrera‖. Dos años antes, había

hecho una campaña por la militarización de los sindicatos. En noviembre de 1920, propuso que

los sindicalistas electos fueran sustituidos por funcionarios del Estado. Por eso Lenin crítica en

Trotsky su tendencia a adoptar ―el punto de vista del administrador‖. Denuncia su formalismo

dogmático calificándolo de ―manía burocrática‖7. Declara que ―su política es una política de

maltrato burocrático de los sindicatos‖8.

El pensamiento de Trotsky sobre la cuestión de los sindicatos se reducía a esto: Los obreros

no necesitan una organización relativamente autónoma para defenderlos contra el Estado

soviético, ya que éste les pertenece. Lenin respondía que necesitaban tal organización ya que se

enfrentan no con un Estado obrero, sino con un Estado ―obrero-campesino‖ y, además,

“burocráticamente deformado”. Por eso, dice, a propósito del ―folleto programa‖ de Trotsky:

“El papel y las tareas de los sindicatos”:

―De la primera a la última línea, está impregnado por el espíritu de una política que intenta

`sacudir desde arriba'9, es decir, `destituir, cambiar, nombrar, licenciar' administrativamente a los

dirigentes electos de los sindicatos‖. Lenin se refiere de manera repetida a los ―excesos

burocráticos inútiles y nefastos del Tsektran‖10

a cuyo frente se encontraba Trotsky. En su

testamento, le reprochará ―pecar por exceso de seguridad y por un exagerado interés por el

aspecto puramente administrativo de las cosas‖.

De manera que el futuro enemigo de la burocracia se hizo tal al no poder ser el primer

burócrata11

. Su preocupación por la ―democracia‖ data del preciso momento en que se dio cuenta

de que se quedaba sin poder y sin influencia. Durante algunos años, permanece en el Buró

Político, pero completamente aislado. Será políticamente derrotado por Stalin12

pese a (o a causa

de) sus últimas maniobras sin principios. Un ejemplo ilustrará su estilo de trabajo.

Lenin, enfermo y a punto de sufrir otro ataque de apoplejía, había pedido a Trotsky que

denunciara a Stalin sobre el problema del chovinismo panruso y que defendiera las pequeñas

nacionalidades, especialmente a los georgianos; lo había puesto en guardia contra un

―compromiso podrido‖. Trotsky hizo exactamente lo contrario: abandonó a los georgianos y

aceptó ―un compromiso podrido‖ con Stalin. Isaac Deutscher explica el comportamiento de su

héroe en el XII Congreso hablando de su ―magnanimidad‖, de su ―desinterés‖ (selflessness) y de

Page 52: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 49

su ―clemencia‖ (forgiveness)13

, pero ¿qué vienen a hacer la magnanimidad y la clemencia cuando

estaban en juego los principios marxistas y la suerte del comunismo? Se podría concluir que

Trotsky consideraba sus relaciones con los triunviros (Stalin, Zinoviev, Kamenev) como

relaciones privadas, y su conflicto con ellos como un conflicto de personas. Esto es tan cierto que

Trotsky explicará más tarde a sus partidarios su actitud conciliadora, la víspera y el día siguiente

de la muerte de Lenin, como si se debiera a la falta de divergencias políticas serias, al hecho de

que la actitud de la ―troika‖ dirigente le parecía ser una ―conspiración sin principios‖ contra su

persona. Necesitaba, antes de lanzar su gran ofensiva, encontrar pretextos políticos.

Entendía elegir su terreno, y su regateo con Stalin era una maniobra falsamente hábil.

Trotsky era un pésimo táctico, porque no había comprendido nada de la ciencia política de

Lenin, la de la ―coyuntura‖ del ―momento presente‖ que no es empirismo y olvido de los

principios, sino aplicación de estos últimos al análisis concreto de una situación concreta. Al no

tener teoría de la contradicción, no podía tener una de la estrategia y la táctica14

. Su sociologismo

le impedía concebir correctamente la naturaleza y el papel del Partido. Finalmente, su

intelectualismo y su vanidad le impidieron juzgar a Stalin en su justo valor15

. Por lo demás, no

hubiera podido resolverse a ocupar un lugar que no fuera el primero después de la muerte de

Lenin.

Durante un tiempo, Trotsky y sus partidarios reivindicarán la libertad de tendencias en el

Partido, siempre reconociendo formalmente la prohibición de fracciones pronunciada por el X

Congreso del PCUS con el acuerdo de Trotsky. En realidad, su concepción de lo que es una

tendencia era tal (grupo con sus jefes y su plataforma) que era imposible distinguirla de una

fracción16

. Por eso, la división en fracciones que combaten entre sí es una tradición en las

organizaciones trotskistas. Es una de las causas de su irremediable debilidad.

La unidad del Partido puede sobrevivir a la lucha de fracciones, pero no se acomoda a ella.

No se podrían conciliar las dos. Lenin pudo estimar, en determinadas circunstancias (no

siempre), que era preferible reabsorber por una lucha de principios, y sobre la base de la

experiencia, el tumor maligno que constituye una fracción, en lugar de amputarla, pero esto no lo

llevó nunca a reconocer las fracciones y acordarles derechos explícitamente. En Una vez más

acerca de los sindicatos, donde denuncia el funcionalismo de Trotsky, Lenin declara: ―El partido

se educa y se templa en la lucha contra una nueva enfermedad (en el sentido de que la habíamos

olvidado desde la Revolución de Octubre): las tendencias fraccionales. De hecho, es una vieja

enfermedad, cuyas recaídas son probablemente inevitables durante algunos años, pero cuya

curación puede y debe efectuarse ahora más rápida y fácilmente‖.

Los trotskistas creen que el centralismo democrático es un conjunto de reglas que deben

regir el funcionamiento interno de una organización marxista. No ven que no puede tratarse más

que de un caso particular de la línea de masas17

; que hay que poner a la política, y no a las

consideraciones de orden organizativo, al mando. Tienen tendencia a considerar la democracia

como un fin en sí. Incluso Trotsky llegó a considerar la autoridad como un fin en sí. De donde

las oscilaciones del autoritarismo al liberalismo y viceversa. En él, el liberalismo tenía su fuente,

en un profundo deseo de conciliación y de unidad sin principio que alternaba con una violencia

polémica igualmente sin principio.

Los panfletos con que fulminó a Lenin fracasaron. En cuanto a sus maniobras de ignorante

conciliador, estaban destinadas al fracaso. Nunca estuvo tan aislado como cuando se mostró más

conciliador.

Page 53: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 50

En el curso de los años 30, Trotsky modificó una vez más su concepción puramente

administrativa del centralismo democrático. Admite entonces como legítimas las fracciones y la

lucha de fracciones en el Partido. Durante las luchas que desgarraron a la organización trotskista

norteamericana, propuso la aplicación de las garantías siguientes:

―1) No interdicción de las fracciones; 2) ninguna otra restricción a las actividades de las

fracciones más que las dictadas por la necesidad de la acción común‖18

.

Dado que pueden concluirse acuerdos entre partidos diferentes para realizar la unidad de

acción, es evidente que las fracciones según Trotsky pueden actuar como partidos próximos,

pero diferentes. De este modo, el centralismo resulta enteramente sacrificado a una concepción

burguesa de la democracia. Sería lo mismo decir que el centralismo democrático queda

aniquilado. Que los trotskistas pretendan invocar a Lenin en este punto prueba solamente que su

leninismo es una impostura. En efecto, siempre se atuvieron a la autorización de las fracciones a

la que Trotsky había terminado por aliarse. E. Germain, en su folleto De la burocracia, declara

por ejemplo:

―A partir del momento en que se prohibían las fracciones en el partido bolchevique, la

democracia interna no podía ya mantenerse‖19

.

Es significativo que este principio, previsto para evitar escisiones, nunca las haya impedido.

Se cuentan por decenas en las organizaciones trotskistas. Éstas, por lo común sectas de

intelectuales asilados de las masas, ignoran lo que es la ―línea de masas‖, forma desarrollada del

centralismo democrático. De esto se sigue que su ―centralismo‖ no está fundado en una línea

justa, y su ―democracia‖ no es más que liberalismo. La actitud de Trotsky hacia Burnham y

Schachtman ha mostrado a qué aberraciones puede conducir ese liberalismo. Cuando sus dos

discípulos norteamericanos declararon que la URSS no podía ser un ―Estado obrero‖, Trotsky

pidió que les fuera permitido actuar como una fracción organizada en el seno del SWP (Partido

Socialista de los Trabajadores):

―Si alguien propone (...) excluir al camarada Burnham, yo me opondré con energía‖20

.

Cuando la minoría organizó su ―convención nacional‖, Trotsky aconsejó a la mayoría no

servirse de ella como un pretexto para pronunciar exclusiones. Poco después, Burnham declaró

que ―de todas las tesis importantes relacionadas con el movimiento marxista en sus variantes

reformistas, leninistas, stalinistas o trotskistas, no hay ni una que yo pueda aceptar en sus formas

tradicionales. Las considero o falsas, o perimidas, o desprovistas de sentido‖, y agregaba: ―Desde

hace varios años, yo no tenía realmente lugar en un partido marxista‖21

.

Permitir que un contrarrevolucionario consciente efectúe un trabajo de zapa en una

organización que se quiere marxista ―revolucionaria‖, ¿no es liberalismo llevado a su último

grado de putrefacción? Si el rechazo de semejante liberalismo es ―burocratismo stalinista‖, se

comprende la generosidad con la cual los trotskistas distribuyen estos calificativos,

involuntariamente halagadores para los que son gratificados con ellos.

Acabamos de aludir a la línea de masas, forma desarrollada del centralismo democrático.

Mao Tsetung la define así:

―En todo el trabajo práctico de nuestro partido, toda dirección correcta está basada

necesariamente en el principio: `de las masas a las masas'. Esto significa recoger las ideas

(dispersas y no sistemáticas) de las masas y sintetizarlas (transformarlas, mediante el estudio, en

ideas sintetizadas y sistematizadas), para luego llevarlas a las masas, difundirlas y explicarlas, de

modo que las masas las hagan suyas, perseveren en ellas y las traduzcan en acción y comprobar

en la acción de las masas la justeza de esas ideas (...) Y así indefinidamente, de modo que las

Page 54: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 51

ideas se tornan cada vez más justas, más vivas y más ricas de contenido. Tal es la teoría marxista

del conocimiento‖22

.

De este texto, y de todos los otros en los que Mao formula su concepción de la línea de

masas, surge que el centralismo democrático presenta una unidad contradictoria dialéctica: ―En

el seno del pueblo, la democracia es correlativa al centralismo, la libertad a la disciplina. Son dos

aspectos contradictorios de un todo único‖23

.

La diferencia entre dirigentes y dirigidos, entre los que elaboran la línea y lanzan las

consignas por una parte, y los que deben asimilarla y aplicarlas por otra parte, así como la

disciplina de los militantes con respecto a las instancias superiores constituyen uno de los polos

de la contradicción, y la democracia y la libertad son el otro.

Consideremos ahora la unidad de estos contrarios. Lo que legitima una dirección y funda su

autoridad, no es que haya sido elegida según las reglas, sino la justeza de su política. Ésta a su

vez depende de su capacidad de unirse con las masas, de alentar la crítica y la autocrítica, y de

aplicar las máximas: ―No calles nada de lo que sabes, no guardes para ti nada de lo que tienes

que decir‖, ―nadie es culpable por haber hablado, es el que escucha quien debe aprovechar‖. De

manera que la democracia está en el corazón del centralismo, y recíprocamente, ya que hay que

centralizar las ideas de las masas y ayudarlas en ―la realización de todas sus ideas justas en

función de las circunstancias‖24

. Por lo demás, un individuo o un grupo que quiera hacer la

revolución no puede alcanzar su objetivo más que en el marco de una actividad disciplinada. Esta

disciplina, por consiguiente, es la forma concreta de su libertad. Recíprocamente, si no son libres

de formular críticas y dar su punto de vista, esta disciplina se transforma en sumisión servil y

ciega, deja de ser revolucionaria y se transforma en lo contrario. Por eso, incluso en el Ejército

popular, la disciplina es inseparable de las tres democracias (política, económica, militar)25

.

El discurso de Mao Tsetung ante el Comité Central ampliado, del 30 de enero de 1962, está

esencialmente consagrado a la cuestión del centralismo democrático. Lo citaremos largamente a

causa de su interés intrínseco, pero también porque está inédita en francés.

―¿Qué es el centralismo? Primero que nada es la centralización de ideas correctas (...) Si no

hay democracia, si las ideas no vienen de las masas, es imposible establecer una buena línea‖. En

este sentido, ―nuestros órganos dirigentes sólo juegan el papel de planta de procesamiento para

fijar una buena línea y buenos métodos y políticas generales y específicos. Todo el mundo sabe

que una fábrica sin materia prima no puede producir. Si la materia prima no es adecuada en

calidad y cantidad no se puede terminar un buen producto. Sin democracia, no tenéis

comprensión de lo que pasa abajo, la situación será confusa, no podréis captar suficientes

opiniones de todas las partes, no hay comunicación entre los de arriba y los de abajo. Los altos

órganos dirigentes se basarán en material parcial e incorrecto para decidir los asuntos, así os será

difícil evitar ser subjetivos; será imposible alcanzar unidad de comprensión y unidad de acción, e

imposible alcanzar el verdadero centralismo‖. En efecto, dice Mao: ―Las ideas de la gente son

diferentes, y si su comprensión de las cosas carece de unidad, no se puede establecer el

centralismo‖.

―Ahora bien, existen algunos camaradas que tienen miedo de que las masas inicien

discusiones y propongan ideas que difieran de las de los líderes y de las organizaciones

dirigentes. Tan pronto se discuten los problemas, se suprime la actividad de las masas y no

permiten que los demás hablen. Esta es una actitud sumamente pésima. (...) Camaradas, somos

revolucionarios. Si en verdad hemos cometido errores (...), debemos buscar la opinión de las

masas y de los camaradas y llevar a cabo un autoexamen. Este tipo de examen debería repetirse

Page 55: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 52

varias veces. Si una vez no es suficiente y la gente no está satisfecha, entonces debe hacerse por

segunda vez. Si aún no están satisfechos, debe hacerse por tercera vez hasta que no haya crítica

de nadie‖. En su discurso del 24 de setiembre de 1962 ante el Comité Central, Mao declaró: ―No

se espanten por haber cometido errores. Nosotros le permitimos a la gente cometer errores y,

después de haberlo hecho, también le permitimos corregirlos. No sean intolerantes; permitan que

la gente los corrija. Muchas camaradas los han corregido, lo cual es excelente. (...) Yo también

he cometido errores. Hablé de eso el año pasado. Ustedes deben dejarme a mí cometerlos y

corregirlos. Cuando los corrija, deben aceptarlo‖. En efecto, el 30 de enero Mao había dicho: ―El

12 de junio del año pasado (...) hablé de mis limitaciones y errores. (...) Cualquier error que haya

cometido el Comité Central debe ser mi responsabilidad directa; también comparto

indirectamente la culpa porque soy el Presidente del Comité Central‖.

La prensa dijo recientemente que después de la muerte de Mao la dirección de China sería

colectiva. Se presentó esto como una novedad. En realidad, se trata de un principio aplicable en

todos los niveles y que Mao recordaba en el discurso que acabamos de citar. ―...la dirección de

los comités del Partido es una dirección colectiva; el primer secretario no puede decidir

arbitrariamente los asuntos. (...) Por ejemplo, en la Comisión Permanente y el Buró Político

surgen a menudo este tipo de situaciones: cuando yo digo algo, no importa si es correcto o

incorrecto, siempre y cuando todo el mundo esté en desacuerdo conmigo, yo accederé a su punto

de vista porque son la mayoría‖26

.

La democracia por una parte, la dirección centralizada por otra, son medios para un fin que

es la elaboración y aplicación de una línea política justa. Mao nos dice: ―A veces parece que la

democracia fuera su fin, pero en realidad no es más que un medio‖27

.

¿Por qué hay que garantizar a la minoría el derecho a expresarse, a reservar su opinión, a

volver a poner los problemas sobre el tapete? Porque, nos dice Mao, ―la historia nos enseña que a

menudo lo que es nuevo y justo no lo acepta la mayoría de las personas y por lo tanto no puede

desarrollarse más que en la lucha, por caminos sinuosos‖28

.

El centralismo es un medio que debe usarse porque es indispensable por todas las razones

que hemos indicado al comienzo de este capítulo, pero también a fin de que el partido del

proletariado pueda actuar como un ejército en combate frente a un enemigo que dispone

igualmente de una dirección centralizada. Las infracciones a la disciplina del partido, por

ejemplo, sólo podrían ser juzgadas, en última instancia, en función de consideraciones ligadas a

la situación concreta. Mao Tsetung tenía razón al no aplicar ciertas directivas del Comité Central

de su partido cuando luchaba en las montañas de Chingkan. En lo que concierne tanto al respecto

de la democracia como al del centralismo, es la política quien, como en todo, debe estar al

mando. ¡Lenin expresa esta idea diciendo que la democracia formal debe estar subordinada a la

oportunidad revolucionaria‖!29

En el mismo texto, Una vez más acerca de los sindicatos, declara que ―las tomas de posición

fraccionales‖ e ―incluso la escisiones‖ se justifican ―si las divergencias son (...) extremadamente

profundas y si es imposible llegar de otro modo a corregir una orientación falsa de la política del

partido‖.

Page 56: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 53

La edificación del partido

Como ya lo hemos indicado, en sus primeros escritos polémicos contra Lenin, Trotsky compartía

el punto de vista sociologista de Axelrod, Parvus y Rosa Luxemburgo30

. Se inclinaba a pensar

que el partido revolucionario se identificaba con los elementos conscientes del proletariado y, en

el límite, con la clase en tanto tal. Pensaba que ésta se vería llevada a hacer la revolución en

virtud de leyes que rigen el desarrollo de las condiciones sociales. Las condiciones de su

existencia obligarían al proletariado a perseguir conscientemente sus intereses objetivos. Así, el

papel del partido se limitaría a ―acortar y a facilitar el camino‖ del ―hecho objetivo‖ a ―su

conciencia objetiva‖31

. La vocación del partido era, con todo, coincidir con la clase. Por eso, de

acuerdo con los mencheviques, Trotsky estimaba que se podía ser miembro del partido sin

militar en él. También se oponía al ―sustitutismo‖ de Lenin, a quien acusaba de querer sustituir la

clase por el partido, el partido por el comité central y el comité central por el dictador. De hecho,

lo que le reprochaba era distinguir el partido de la clase y reconocerle una función dirigente.

Sobrestimando la ―espontaneidad‖ o ―autoactividad‖ de las masas, subestimando

correlativamente el papel de la dirección, no podía más que rechazar además la tesis de Lenin

según la cual el socialismo científico elaborado por intelectuales de origen burgués, pero que han

adoptado una posición de clase proletaria, resulta importado en el proletariado ―desde el exterior

de la esfera de relaciones entre obreros y patronos‖32

. Abandonada a sí misma, la clase obrera no

podría superar el nivel de las luchas reivindicativas, ni acceder a una conciencia de clase

proletaria revolucionaria.

Lenin tenía razón, pero insistía demasiado en una verdad parcial. En su polémica contra los

economistas, se había visto arrastrado a ―torcer la barra‖ en sentido opuesto para enderezarla. Lo

reconoció en el II Congreso del Partido (1903), corrigiendo así lo que pudiera haber de unilateral

en ciertas formulaciones de ¿Qué hacer?, especialmente la famosa cita de Kautsky33

.

En su folleto Brevemente sobre las discrepancias en el Partido, de mayo de 1905, Stalin

subrayó otro aspecto de la realidad considerado firme en ¿Qué hacer?. ―Lenin –escribe– afirma

categóricamente que la clase obrera está espontáneamente atraída por el socialismo y si no se

detiene largamente en esto, es porque estima que es superfluo demostrar algo que ya lo ha sido

bastante‖34

. Stalin iba incluso más lejos, ya que admitía que a la larga el movimiento espontáneo

del proletariado llegaría a la revolución, incluso sin la socialdemocracia35

. Se trata,

evidentemente, de una hipótesis de escuela. En efecto, la existencia de un movimiento proletario

suscita siempre la aparición de intelectuales marxistas. El materialismo dialéctico e histórico no

habría sido posible sin semejante movimiento.

Stalin volvió sobre esta cuestión en un artículo de gran vigor polémico publicado el 15 de

agosto de 1905 por Proletariatis Brdzola. Lenin resumió la parte central del mismo subrayando

―la manera notable‖ con que el autor planteaba ―el famoso problema de la introducción de la

conciencia desde el exterior‖. Stalin mostraba que: 1) la conciencia socialista corresponde a la

posición de clase del proletariado; 2) sólo los intelectuales socialdemócratas poseen los medios y

oportunidades necesarios ―para la elaboración científica de esta conciencia‖; 3) esos intelectuales

y el partido socialdemócrata la introducen en el movimiento obrero desde el exterior; 4) al hacer

su propaganda, el partido encuentra en el proletariado ―una aspiración instintiva al socialismo‖36

.

En todos sus escritos posteriores a la polémica contra los economistas, Lenin pondrá

constantemente el acento no ya sobre la tendencia espontánea (real) del proletariado a someterse

a la ideología dominante burguesa cuando los marxistas revolucionarios no la combaten, sino

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Sobre el Trotskismo 54

sobre su tendencia espontánea (también real) a apropiarse de la teoría socialista y a lanzar su

propia iniciativa en la acción revolucionaria.

En cuanto estalla la revolución de 1905, subraya, ―la transición extremadamente rápida del

movimiento de una base puramente económica a una base política... pese a la falta (o la

insignificancia) de la acción socialdemócrata consciente‖. Exalta el instinto revolucionario

proletario, que se abre camino ―pese a los obstáculos‖ como ―las ideas retardatarias de ciertos

conductores‖37

. Considera altamente significativo el hecho de que los obreros de Moscú, en

diciembre de 1905, hayan estado adelantados en relación con el ―elemento consciente‖

representado por los socialdemócratas. Fueron los únicos que supieron lo que había que hacer.

Para Lenin, ―ésa es la gran adquisición histórica de la Revolución Rusa... El cambio de las

condiciones objetivas de la lucha, que imponía la necesidad de pasar de la huelga a la

insurrección, fue percibido por el proletariado mucho antes que por sus dirigentes. La práctica,

como siempre, se adelantó a la teoría‖38

. En la misma época, Lenin llegará a declarar que ―la

clase obrera es instintiva, espontánea, socialdemócrata‖39

.

En buena lógica, nuestros marxista-leninistas fosilizados que no juran más que sobre ¿Qué

hacer? (del cual, por lo demás, sólo retienen la célebre cita de Kautsky) deberían tachar a Lenin

y al mismo Stalin de ―espontaneísmo‖. La cosa sería divertida. Desgraciadamente no leen, si no

es algunos textos, y siempre los mismos.

Recordemos que después del movimiento de mayo-junio de 1968 en Francia, los trotskistas

y los marxista-leninistas fosilizados atacaron la ―línea de masas‖ de Mao y los que querían

aplicarla en su práctica, motejando a estos últimos con el nombre ridículo de ―Mao-spontes‖.

Invocaban la incapacidad de la clase obrera librada a sí misma para superar la conciencia

sindical. Según ellos, elaborar la línea recogiendo ideas justas de las masas en cuyas luchas se

participa antes de dirigirlas, significa prosternarse ante la espontaneidad necesariamente

burguesa (!) del proletariado. ¡Es espontaneísmo, economismo, reformismo! En cuanto a ellos,

estimaban que los intelectuales comunistas debían elaborar línea y programa partiendo de los

libros (clásicos del marxismo, estadísticas, etc.) y luego llamar a las masas a que siguieran esa

vanguardia autoproclamada.

Desde hace 40 años, las sectas trotskistas (cayendo en el error contrario al de Trotsky en

1904) realizan el mismo tipo de vanguardia, cuya noción fue criticada durante y después del

movimiento de mayo-junio, a tal punto que Ernest Mandel sintió la necesidad de prevenirse

contra la acusación de concebir el partido sobre ese modelo. ―No hay vanguardia

autoproclamada‖, nos dice, ya que ―la vanguardia debe conquistar su reconocimiento como

vanguardia‖40

. Podríamos replicarle: Pero sí, señor Mandel, hay una vanguardia autoproclamada.

En 1939, Trotsky, incluso reconociendo que la IV Internacional no estaba unida a las masas, se

consolaba diciendo: ―Nosotros, que somos la vanguardia...‖41

. De todas maneras, el teórico de la

IV Internacional se defiende de manera torpe. Esa vanguardia debe existir antes de ser

reconocida, o de lo contrario, ¿cómo podría conquistar su reconocimiento? Algunas páginas más

adelante, Mandel confirma nuestra interpretación de su pensamiento: ―El proletariado no

realizará nunca sus objetivos históricos si la educación, la formación y la prueba de la práctica

indispensable de una vanguardia proletaria, a través de la elaboración y la agitación alrededor de

un programa revolucionario, no han precedido el estallido de las luchas de masas‖42

. No es

posible ser más claro. La constitución de la vanguardia y la elaboración del programa deben

―preceder‖ a las luchas de masas y hacerse fuera de esas luchas. Lo mismo sucede con la

Page 58: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 55

formación y la práctica (?) de esta curiosa ―vanguardia‖. Dirigentes y programas serían entonces

entregados el pueblo, al cual sólo le quedaría ―reconocerlos‖.

Habría que dar la razón a Mandel, y antes que a él a Trotsky, si se pudieran deducir las leyes

de la revolución en un país dado, a partir de verdades generales concernientes a su carácter

(democrático o socialista) y su finalidad última, si se pudiera elaborar la estrategia y la táctica a

partir de semejante deducción, es decir, en definitiva, sobre la base de un saber libresco: si se

pudiera conocer la coyuntura de la lucha de clases y responder a la pregunta ―¿cuáles son

nuestros enemigos, cuáles nuestros amigos?‖ a partir de datos estadísticos fundados sobre el ser

de clase y los intereses objetivos de tal o cual categoría social; si se pudiera elaborar, finalmente,

fuera de las masas y en lugar de ellas, el proyecto detallado de las transformaciones que deben

efectuarse en todas las esferas de la vida social43

.

Ahora bien, el ―análisis concreto de una situación concreta es el alma viva, la esencia misma

del marxismo‖. Para operar este análisis, hay que tener en cuenta la posición (y no solamente el

ser) de clase de las diferentes capas sociales, prestar especial atención a la actitud de los

elementos intermedios, flotantes, ya que no se puede obtener la victoria si la izquierda no se alía

con el centro. También hay que fundarse no sólo en las necesidades objetivas de las masas, tales

como nosotros las concebimos, quizás equivocadamente, sino también sobre sus deseos, lo que

es imposible sin investigación, la que supone que se esté unido a las masas. Si la respuesta a

todas estas preguntas concretas concernientes a las alianzas, las consignas, etc., pudiera ser dada

por la teoría, entonces programa y línea podrían ser elaborados sin salir de casa. Lenin no lo

creía así. A los que le reprochaban no haber definido a priori la línea estratégica y las tácticas

particulares, respondía: ―¡Como si se pudiera hacer la mayor revolución sabiendo de antemano

cómo se la conducirá a término! Como si ese saber se encontrara en los libros. No, nuestra

decisión no podía nacer más que de la experiencia de las masas‖44

.

Los fabricantes de programas harían bien en meditar también sobre estas palabras de Mao

Tsetung pronunciadas ante la reunión plenaria del Comité Central del 30 de enero de 1962: ―No

fue sino hasta el período de la Resistencia contra el Japón cuando pudimos formular una línea

general para el Partido y toda una serie de políticas concretas correspondientes a la situación

actual. Hasta que no reconocimos las leyes necesarias de la revolución democrática de ese

tiempo, no pudimos ser libres45

. Para entonces habíamos llevado la revolución durante más de 20

años. Durante muchos años anteriores estuvimos trabajando en la oscuridad‖. Más adelante, Mao

relata su conversación de 1960 con Edgar Snow. Éste ―quería que le dijera algo del plan de

construcción a largo plazo de China. Dije: No sé. El dijo: `Usted está siendo demasiado

prudente'. Dije: No es cuestión de ser prudente. Es sólo que de verdad no sé, simplemente no

hemos tenido experiencia, eso es todo‖46

.

Como marxistas, Lenin y Mao sabían que la práctica viene antes, la teoría después, incluso

si esta última contribuye luego a esclarecer la práctica. Por eso decía Mao: ―Un solo paso

adelante del movimiento real vale más que diez programas‖. La insurrección de los obreros de

París en junio de 1848 y la Comuna de París no debían nada o casi nada al marxismo, mientras

que éste les debe mucho. A la primera, la teoría de la revolución ininterrumpida y de la

interpretación de la etapa democrática a la etapa socialista; a la segunda, las formas concretas de

la ruptura del aparato del Estado y de la dictadura del proletariado47

.

Los soviets no estaban inscritos en el programa del partido bolchevique, y éste no había

lanzado esa consigna. Esa iniciativa histórica vino de las masas. Son ellas quienes inventaron esa

forma de organización y de poder. Lenin declara sobre este punto. ―Si el genio creador popular

Page 59: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 56

de la Revolución Rusa (...) no hubiera creado los soviets en febrero de 1917, éstos no hubieran

podido jamás tomar el poder en Octubre. (...) El genio popular mismo, que había conocido la

dolorosa experiencia de 1905 y había aprendido de ella, fue el creador de esa forma del poder

proletario‖48

.

Se comprende ahora por qué en 1921 Lenin consideraba la traducción de ¿Que hacer? como

―no deseable‖. Exigía que, por lo menos, fuera acompañada de ―un buen comentario‖, ―para

evitar las falsas aplicaciones‖. A partir de 1907, en un nuevo prefacio, Lenin indicaba que ese

texto de 1902 contenía expresiones ―más o menos torpes e imprecisas‖, y que no debía ser

aislado ―de la situación determinada que le ha dado origen‖49

.

Stalin era mejor leninista que algunos antiespontaneístas de hoy cuando escribía: ―Lenin nos

ha enseñado no sólo a instruir a las masas, sino también a instruirnos junto a ellas. (...) La gente,

simplemente, está a veces más cerca de la verdad que ciertas instancias superiores‖.

Michael Lowy conoce este pasaje de Stalin, igual que el que citamos antes, pero se cuida

mucho de tenerlo en cuenta. Al contrario, cita otro (p. 190) y lo pone en evidencia con la

finalidad de oponer a Stalin y Lenin. Se trata de un pasaje en el que Stalin escribía: ―¡Tendamos

la mano y estrechémonos alrededor de los comités del partido! No debemos olvidar ni un

momento que sólo los comités del partido pueden dirigirnos dignamente; sólo ellos podrán

alumbrar la ruta que lleva a la `tierra prometida': ¡el mundo socialista!‖. Piense lo que piense

Lowy, no hay aquí ninguna contradicción. Se puede y se debe insistir a la vez sobre la iniciativa

histórica de las masas y sobre la dirección del partido. Es lo que hizo Lenin, ya que las dos son

necesarias para la victoria de la revolución.

Los verdaderos leninistas admiten con Mao que las ideas justas en política vienen de la

práctica de las masas en lucha, esclarecida a la luz de los principios generales del marxismo-

leninismo, cuyo portador es el partido.

Hay que estudiar sin perder de vista los problemas por resolver. Es la condición para

estudiar con provecho. Si no se combina la práctica con el estudio, la teoría no puede ser

verdaderamente asimilada. Los clásicos del marxismo, los datos estadísticos de la economía y la

sociología burguesas no bastan para comprender los problemas concretos que plantea la lucha de

clases en los distintos frentes en que se desarrolla. Los libros no son inútiles, pero la práctica

debe estar en la base.

―Nuestro método principal es aprender a combatir en el curso mismo de la guerra‖ nos dice

Mao, que retoma una verdad ya enunciada por Lenin en sus Cuadernos sobre la dialéctica de

Hegel: ―Para comprender, hay que comprender empíricamente, hay que estudiar, elevarse de lo

empírico a lo general. Para aprender a nadar, hay que meterse en el agua‖. Haciendo la

revolución se llegará a formular sus leyes, después de un gran número de errores y fracasos.

―Si se quiere conocer el sabor de una pera, hay que transformarla comiéndola‖, nos enseña

Mao. Para conocer la sociedad, hay que transformarla participando en las luchas revolucionarias

de las masas. Un momento importante de esta práctica es la investigación. En el Prefacio y

Epílogo a investigaciones rurales (t. II, pp. 7-12), Mao declara: ―Para los que no comprenden

más que la teoría, sin conocer nada de la situación real, es aún más necesario proceder a tales

investigaciones, so pena de no poder relacionar la teoría con la práctica. Quien no investiga, no

tiene derecho a opinar‖. Es claro que la investigación de que se trata no tiene nada que ver con la

de los sociólogos burgueses – que se autotitulan imparciales. El militante es objetivo en la exacta

medida de su parcialidad a favor del pueblo.

Page 60: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 57

No se puede emprender la investigación a menos que se esté unido a las masas, que se esté

de su lado. ¿Se quiere conocer el estado espiritual de las masas? No se harán sondeos, sino que

se discutirá con representantes bien informados de esas masas sin esconder sus opiniones, sino al

contrario. Mao hacía propaganda antirreligiosa al mismo tiempo que investigaba el interés de los

campesinos por las prácticas supersticiosas. No hay investigación sin práctica. Es transformando

la realidad como se la conoce. Mao, al visitar Junán en enero de 1927, era un revolucionario que

tomaba partido audazmente por las líneas campesinas, pese a la actitud reticente, hasta hostil, de

los dirigentes de su partido. Al mismo tiempo, estaba animado por el deseo de estar en la escuela

de las masas, de transformarse en su humilde alumno. Sabía escuchar y no se ponía en maestro.

―Hay que comprender que las masas son los verdaderos héroes, mientras que nosotros somos a

menudo pueriles y ridículos. Sin comprender esto, no podremos adquirir ni los conocimientos

más elementales‖50

.

La línea de masas, es a la vez método de dirección y método de conocimiento, ya que ―sin

un conocimiento verdaderamente concreto de la situación real de las diferentes clases de la

sociedad (...), no puede haber dirección verdaderamente buena‖51

. Con la condición, sin

embargo, de no envilecerla resumiéndola en una idea simplista como ―las ideas justas vienen de

las masas‖ (vienen de la práctica, especialmente de la lucha de clases), lo que algunos

comprenden como si significara: las ideas de las masas son siempre justas. Por cierto, hay

siempre algo de justo en las ideas de las masas, incluso las falsas, pero si no se distinguen entre

las falsas y las correctas, si uno no se apoya en lo que es justo para combatir lo falso, se caerá en

el ―seguidismo‖ denunciado por Mao en su discurso ante una conferencia de cuadros de Shansí-

Suiyuan. En él, critica la política de izquierda, aparentemente adoptada por Liu Shao-chi durante

la reforma agraria. So pretexto de ―hacer todo lo que las masas quieren‖, había procedido a un

reparto estrictamente igualitario de la tierra y de los bienes de capital, olvidando que el blanco

único de la reforma agraria debía ser el sistema de explotación feudal. Mao le recordó que el

―partido debe dirigir a las masas, según las circunstancias, en la realización de todas las ideas

correctas de éstas, y educarlas para que corrijan toda idea errónea que abriguen‖52

.

Falsifican la enseñanza de Mao quienes pretenden apoyarse en ella para negar la necesidad

de una vanguardia, de un ―núcleo dirigente de todo el pueblo‖, según la fórmula de Mao que nos

parece preferible, ya que el núcleo está en el pueblo en lugar de estar por encima de él y ajeno a

él.

Contrariamente a lo que piensan los marxista-leninistas fosilizados, un movimiento

revolucionario puede orientarse correctamente incluso si no tiene un partido marxista a la cabeza.

Citamos el ejemplo del levantamiento de junio de 1848 y el de la Comuna, y podríamos agregar

el de Cuba. Mao declara que ―la dirección general dada a la revolución por los campesinos

pobres siempre fue justa‖53

. Del mismo modo, en ausencia de un partido comunista, la

revolución campesina se habría detenido, en el mejor de los casos, en la etapa democrático-

burguesa (reforma agraria) y no habría suprimido definitivamente la explotación y la opresión en

el campo. Sin la dirección del partido comunista revolucionario proletario armado con el

marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Tsetung, el proletariado no podrá liberarse, y al

mismo tiempo liberar a la humanidad entera: no podrá proseguir la lucha de manera consecuente,

es decir, hasta el fin, hasta la abolición de las clases v la sociedad comunista.

Los que invocan el ejemplo de Cuba para combatir esta verdad parten del postulado de que

este país es una dictadura del proletariado que constituye el socialismo. Nada es menos cierto.

Según Bettelheim, la transformación que Cuba ha conocido no es una ―verdadera revolución‖, no

Page 61: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 58

más que las que se dieron en Guinea, en Argelia o en Egipto. Ni Cuba ni ninguno de esos países

ha escapado realmente a la dominación imperialista (o socialimperialista). Para eso, hubiera sido

necesario que el proletariado hubiera tomado el Poder y se hubiera comprometido en el camino

del socialismo, lo que no se ha producido54

. Sin embargo, admitámoslo por las necesidades de la

discusión. Admitamos también que en el futuro no tenga lugar ninguna involución, que la

izquierda del partido dirija a las masas en la lucha contra los dirigentes burocratizados que

siguen el camino capitalista y que de ese modo la construcción del socialismo se prosiga hasta el

fin. En ese caso, se podrá concluir que el partido en el Poder (cualesquiera que sean los orígenes

y los graves errores que haya cometido), se habrá transformado a través de la lucha en un

verdadero partido comunista proletario. Es casi una tautología.

El Diario del Pueblo publicó el 18 de septiembre de 1968 un artículo titulado ―Una

orientación victoriosa para los pueblos revolucionarios de todos los países‖, en el momento del

sexto aniversario del epígrafe ofrecido por el Presidente Mao ―a los amigos obreros del Japón‖:

―Si uno se empeña verdaderamente en combinar la verdad universal del marxismo-leninismo con

la práctica concreta de la revolución japonesa, ésta será por cierto victoriosa‖. El comentario del

Diario del Pueblo declara: ―El partido proletario de un país dado, mientras se atiene a la verdad

universal del marxismo-leninismo, debe partir de la realidad, ligarse estrechamente a las masas,

hacer continuamente el balance de la experiencia adquirida en la lucha, elaborar y aplicar con

toda independencia, la política y la táctica que corresponden a la realidad de ese país‖.

Para aquéllos que en Europa reivindican el pensamiento de Mao Tsetung, el problema se

plantea exactamente en estos términos: ¿partir de la realidad o partir de los libros? ¿Servirse de la

verdad universal del marxismo-leninismo para conocer la realidad a través de la práctica (―la

lucha‖) o servirse del marxismo-leninismo y hacerse la ilusión de plantear los problemas

concretos? En Francia, pero también en Bélgica, en Italia, en Alemania, algunas personas

querían partir de ¿Qué hacer?, no de la realidad.

En el mismo artículo, se dice en conclusión: ―Estamos firmemente convencidos de que un

auténtico partido revolucionario japonés, armado con el marxismo-leninismo, nacerá en las

llamas de la lucha revolucionaria‖.

El partido nacerá en las llamas de la lucha revolucionaria, no en las nubes de tabaco de una

sala donde se reúnen algunos jóvenes o no tan jóvenes pequeño burgueses deseosos de

autoproclamarse partido.

Conocemos la respuesta de los fosilizados. Es una respuesta de fosilizados: el Partido

Comunista de China se fundó de esta manera, por doce intelectuales que representaban a 57

miembros. Es olvidar un ―detalle‖: en la China de ese tiempo, no había ni partido ―obrero‖

burgués, ni sindicatos reformistas que engañaran a la mayor parte de la clase obrera. Se nos

concederá que el detalle tiene su importancia. Por lo demás, hay que ver exactamente qué era el

partido fundado en 1921. La mitad de los miembros fundadores traicionaron, la tendencia

anarquista era muy fuerte entre ellos, y de los que no degeneraron. Mao dijo: ―Sólo éramos un

puñado de jóvenes ardientes que querían hacer la revolución‖. Subraya que además esos jóvenes

eran ―ciegos‖, y siguieron siéndolo ―hasta el período de la guerra de resistencia contra el Japón‖.

―Si alguien les dice que había un camarada, por ejemplo un camarada del Comité Central, o bien

yo mismo, con un concepto claro de las leyes de la revolución china, sería jactancia. No lo crean,

ya que no fue así‖55

.

Poco importa que los maoístas sean originariamente un pequeño número. Se reforzarán si

trabajan efectivamente en fundirse con la clase obrera, si participan en sus luchas y no limitan su

Page 62: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 59

actividad a hacer y difundir un diario. En cambio importa mucho, en las condiciones actuales,

que no pretendan ser el ―verdadero‖ partido comunista y no lancen llamados grandilocuentes

destinados a caer en el vacío, cuando todo el mundo sabe que no representan gran cosa; si no, los

trabajadores no los tomarán en serio. Como fueron ―pasados‖ por dos veces por las

organizaciones obreras tradicionales, piden que los maoístas hagan sus pruebas antes de

acordarle su confianza. Dicho de otro modo, para que la organización maoísta pueda

representarse como el núcleo dirigente de todo el pueblo, es necesario que lo sea realmente, ya

que los obreros conscientes (sobre todo ellos) no se dejarán sorprender por un bluff. Esto supone

que se reúnan ciertas condiciones.

1. proletarización de la organización y de su dirección;

2. implantación en la clase obrera, atestiguada por la capacidad efectiva de dirigir sus

luchas;

3. implantación en todas las otras clases y capas del pueblo, teniendo como criterio la

capacidad de movilizarlo y de unificar sus luchas en una perspectiva revolucionaria;

4. unificación de todos los revolucionarios proletarios, de todos los verdaderos maoístas, es

decir, de todos aquellos que son susceptibles de ser unidos.

Tal organización será capaz de dirigir el frente único de todas las clases y capas

revolucionarias. Habrá determinado, sobre la base de la práctica, el carácter de la etapa actual, la

contradicción principal, la línea general y el sistema de líneas políticas particulares. habrá

ayudado a las masas a elaborar programas particulares sobre diferentes aspectos de su condición

(trabajo, seguridad, alojamiento, transporte, etc.) y hará la síntesis en un programa para un

régimen popular. Será capaz de combinar el trabajo legal e ilegal, abierto y clandestino.

Dispondrá de una organización armada, aunque más no fuera embrionaria.

Entonces el pueblo tendrá las ―tres armas mágicas‖ que le garantizarán la victoria: el partido,

el frente único, el ejército. Esta etapa no se alcanzó en China hasta alrededor de 1927.

Está claro que la construcción del partido es una creación continua, la elaboración del

programa también, como se lo ve en los cambios constantes que aporta Lenin56

. Su fecha de

nacimiento oficial es una cuestión de ―oportunidad revolucionaria‖ que se debe apreciar a partir

de la situación concreta. Al enunciar las condiciones indicadas más arriba, pensábamos sobre

todo en Francia e Italia. El nacimiento prematuro del partido, dicho de otro modo, su aparición

en tanto que vanguardia autoproclamada que pretenda ser reconocida inmediatamente por sus

cualidades por los partidos hermanos y que cuente más con su ayuda que con sus propias fuerzas,

corre el riesgo de actuar como un antídoto, despreciando a los ojos de las masas la idea de un

partido marxista-leninista-maoísta y haciendo más difícil la gran alianza de todos los que

reivindican el pensamiento de Mao Tsetung.

Al contrario, la construcción prolongada de un partido con las características que indicamos

autoriza más flexibilidad en la elección (o el abandono) de diferentes formas de organización,

libera mejor la iniciativa de abajo, asegura la selección de los cuadros únicamente sobre la base

de sus éxitos en la práctica. Combinando los métodos legales e ilegales, oponiendo, cuando es

necesario, la violencia del pueblo a la violencia del poder, se educan los militantes, se atraen los

trabajadores más combativos, se rechazan los individualistas pequeño burgueses y los arribistas.

La eliminación de la sangre viciada, la incorporación de sangre fresca, desarrollan la

organización sobre una base proletaria, sana, que ofrece todas las garantías contra el peligro de

esclerosis, de degeneración oportunista y de burocratismo.

Page 63: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 60

La crítica trotskista de la burocracia

Leyendo el folleto de E. Germain, alias Ernest Mandel, De la burocracia (Cuaderno Rojo No.

3), se puede comprobar que, en el capítulo engañosamente titulado ―La teoría trotskista de la

degeneración del Estado obrero soviético‖, se escamotean los conceptos de ―termidor‖ y

―bonapartismo‖, que sin embargo están en la base de esta teoría. En su lugar, se encuentran una

definición de la burocracia que se puede resumir así: una organización necesita dirigentes, un

aparato, funcionarios, y así se tienen ―burócratas en germen‖. Ese es el tipo. La diferencia

específica es ésta: de todos los dirigentes, son burócratas completos los que disgustan al señor

Germain. Se mencionan vagamente otros criterios, pero éste es el más seguro. Comparada con

las construcciones en equilibrio inestable de Trotsky, esta concepción de la burocracia presenta

tres ventajas y un defecto: es simple, flexible e irrefutable, pero no sirve para nada – o mejor,

sirve para todo, lo que viene a ser lo mismo.

Germain, es cierto, recoge una vieja idea de Trotsky – que éste había superado su modo. Se

trata de la caracterización como ―sustitutista‖ de la concepción leninista de un partido regido por

el centralismo democrático:

―Los métodos [de Lenin] conducen. . . a la organización del Partido a reemplazar al Partido

[en el sentido menchevique y vago del término – K. M.]; luego el Comité Central reemplaza a la

organización y, finalmente, el dictador reemplaza al Comité Central. . .‖57

.

Trotsky acusaba a Lenin de desconfiar de la clase obrera. Estimaba que ella podía intervenir

espontáneamente como tal en la arena política y que no podría tolerar la dirección de un partido

unido y centralizado, que actuara como su mandatario o su locum tenes58

.

Esta denuncia de ―sustitutismo‖ (calumniosa en lo que a Lenin concierne), tuvo una

descendencia triple: los que creían que el proletariado era incapaz de ser la clase dominante

adoptaron teorías de la ―nueva clase‖, del tipo Burnham o Djilas; los que pensaban lo contrario

formaron ciertas tendencias anarcotrotskistas, sentenciosas; la posición intermedia, la de los

trotskistas, fue que la burocracia es por cierto inherente a la división entre dirigentes y dirigidos,

pero que no existe un medio de atenuar sus efectos, a saber, la democracia obrera, es decir, como

ya hemos visto, ¡la autorización de las fracciones que reproducen la misma división!

Trotsky, sin embargo, no se había contentado con un análisis tan primario del fenómeno

burocrático, sino que había tratado de descubrir sus bases sociales, de dar una explicación en

términos de lucha de clases con una apariencia marxista. Hasta que Germain viene a trastornar la

―ciencia‖, los trotskistas calificaban la dictadura del proletariado bajo Stalin de Estado obrero

dirigido por una burocracia bonapartista. Esto apuntaba a rechazar el punto de vista marxista-

leninista, según el cual la burocracia está siempre al servicio de la clase dominante y controlada

por ella. Así es cómo Henri Weber justifica, según Trotsky, esta posición, en un folleto titulado

Movimiento obrero, stalinismo y burocracia:

―Puede suceder, con todo, que la burocracia de Estado se eleve por encima de las clases, se

erija en potencia autónoma e instaure temporalmente su propio poder incontrolado, que se ejerce

por medio de un hombre providencial todopoderoso‖59

.

A primera vista, esta tesis está conforme con el análisis del XVIII Brumario, de Marx, que

dice:

―Sólo bajo el segundo Bonaparte el Estado parece haberse independizado completamente‖60

.

De hecho, si parece que el estado es independiente, es porque en realidad no lo es. A

propósito de la ―casta burocrática‖ que gobierna Alemania en 1872, Engels nos dice, en

Page 64: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 61

Contribución al problema de la vivienda, que el Estado parece planear por encima de las clases y

representar los intereses de la sociedad entera, pero que ―en realidad, el Estado tal como existe en

Alemania es también el producto necesario de la infraestructura de la cual surgió‖61

.

Volviendo sobre la cuestión del bonapartismo en La lucha de clases en Francia, Marx dice:

―El poder del Estado, que parecía estar tan por encima de la sociedad, era sin embargo el

mayor escándalo de esa sociedad. El bonapartismo es la forma más prostituida y a la vez la

última de ese poder del Estado. . . que la sociedad burguesa desarrollada se había finalmente

transformado en medio de esclavizar el Trabajo al Capital‖62

.

Está claro que, para Marx, la función del Estado bonapartista era ejercer la dictadura de la

burguesía y servir los intereses de esa clase. Mientras que, según Trotsky, el régimen

bonapartista-stalinista, aunque fuera ―el arma histórica de la clase obrera‖, oprime a esta última,

la roba en provecho de una minoría privilegiada, organiza la producción conforme a los intereses

de esa minoría y sigue, en el plano internacional, una política contrarrevolucionaria.

La analogía que Trotsky establece entre el ―Estado obrero stalinista‖ y el Imperio es,

además, artificial, e incluso absurda, ya que la naturaleza del aparato del Estado varía

radicalmente según las formaciones sociales históricamente determinadas, en las cuales funciona

como instrumento de perpetuación de las relaciones sociales, de dominación y de represión de

una clase por otra. Marx había ridiculizado por adelantado esta manera de enmascarar las

realidades contemporáneas bajo ―analogías históricas superficiales‖ en la cuales ―se olvida lo

principal‖.

―Dada la diferencia entre las condiciones materiales, económicas, de la lucha de clases en la

antigüedad y en los tiempos modernos, las formas políticas que se desprenden de ellas no pueden

tener entre ellas más parecido que el arzobispo de Canterbury y el sumo sacerdote Samuel‖63

.

Se tiene la impresión de que Trotsky era incapaz de pensar los problemas actuales de otro

modo que no sea a través de ―analogías históricas superficiales‖.

Incluso cuando lo aplica a gobiernos burgueses, Trotsky hace uso abusivo del término

bonapartismo. ¡Hace entrar en esta categoría no sólo el fascismo, sino también a los gobiernos

que llama ―prefascistas‖, como los de ―Doumergue y Flandin en Francia‖!64

Cuando en 1921 los mencheviques calificaron la NEP de ―Termidor soviético‖, asintió e

incluso se jactó de ello. Ahora bien, la comparación es absurda. Es normal que la burguesía, una

vez en el Poder, quiera detener la revolución para gozar en paz de sus conquistas. Los

termidorianos representaban a los nuevos especuladores y adquirientes de bienes nacionales que

no querían más trastornos. La Revolución de Octubre, al contrario, era la del proletariado, no la

de los ―nepmen‖ y los kulaks. Haciéndoles concesiones provisorias, el proletariado retrocedía

para saltar mejor. La NEP no era la consolidación de la adquisición de una clase de explotadores.

Era, por el contrario, un repliegue que permitía consolidar el Poder del proletariado, la clase más

explotada, cuya emancipación libera a toda la humanidad. A continuación, y hasta 1935, Trotsky

no dejó de prevenir contra el peligro de un Termidor, pero negó (contra algunos de sus

partidarios) que ya hubiera sucedido. Es apelando a esta analogía que él y sus amigos analizan

las luchas políticas durante todo ese período. Hasta 1928, consideraba termidorianos a Bujarin y

Rykov. En octubre de 1928, en la Carta a unos amigos, encara la posibilidad de que la etapa

termidoriana se haya salteado. ¡La URSS podría pasar directamente a un XVIII Brumario, con

Voroshilov y Budienny con las botas de Napoleón! Examinaba también la eventualidad de una

restauración del capitalismo cuya vía prepararía Stalin:

Page 65: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 62

―La película de la revolución pasa hacía atrás y el papel de Stalin es el de un Kerensky al

revés‖.

Escribía esto en el mismo momento en que Stalin se preparaba a lanzar la campaña de

colectivización y los planes quinquenales. ¡Para un profeta (armado o no), era una triste hazaña!

En 1929, en una polémica con grupúsculos que lo reivindicaban, definió Termidor como una

contrarrevolución que necesitaba una guerra civil. Este peligro, por real que sea, no se ha

materializado todavía, concluía65

. En efecto, pensaba en esa época que ―Termidor. . . indica una

transferencia de poder de las masas a manos de otra clase‖66

.

Algunos años después, debía efectuar una ―revisión desgarradora‖ de todas sus

concepciones pasadas. Entonces se da cuenta de que Termidor sucedió en 1923, cuando Stalin

derrotó a la oposición de izquierda; como el gobierno de Stalin tenía carácter bonapartista, la

Unión Soviética vivía bajo el Consulado. Tal es el análisis presentado en el folleto El Estado

obrero, Termidor y bonapartista, en 1935.

De manera que Trotsky reconocía que desde 12 años atrás la URSS vivía bajo un gobierno

termidoriano sin que él se hubiera dado cuenta.

Las especulaciones sobre una comparación histórica torpe no podían menos que oscurecer

los problemas en lugar de plantearlos correctamente, ya que procedían, como se ha visto, de un

error teórico fundamental67

.

Más tarde, en el libro En defensa del marxismo, Trotsky reconocerá que la noción de casta

aplicada por él a la ―burocracia‖ soviética no tenía carácter científico y no era más que una

analogía histórica (¡una más!) que lo ayudaba a hacer, provisionalmente, ―sociología del

presente‖. El término de casta, dice, tiene el carácter de ―expediente‖ (make shift)68

.

Treinta años después, los trotskistas se han quedado en este ―concepto‖ no científico y

provisorio, que no designa ni una clase ni un instrumento de una clase: ―La burocracia, de sierva

de la sociedad (¿entera?), se ha transformado en ama‖. Califican también de burocracia los

aparatos de los partidos socialdemócratas y revisionistas, también en este caso sin dar a esta

palabra un contenido de clase, es decir, sin distinguir por una parte la naturaleza burocrática de

estos partidos, que se debe al hecho de que representan la ideología y los intereses burgueses en

el seno de la clase obrera; y por otra parte, las desviaciones burocráticas en un partido marxista-

leninista, que reflejan la lucha de clases en el partido, cuya ideología proletaria debe afirmarse

sin cesar69

. H. Weber ve en la burocracia obrera ―un subgrupo (privilegiado) del proletariado que

asume la dirección de las luchas sindicales y políticas‖ (p. 8). Para hablar de la burocracia,

Weber adopta un punto de vista funcionalista, no el punto de vista del análisis de clases marxista.

En el límite, la burocracia sería el producto de la división entre dirigentes y dirigidos. Su

existencia no estaría relacionada con una clase determinada: la burguesía. Siguiendo este

razonamiento hasta sus últimas consecuencias, se termina en la escuela Rizzi-Burnham, o en la

de Chaulieu y los anarcotrotskistas surgidos de ―Socialismo o barbarie‖.

La degeneración de Burnham y de Chaulieu-Cardan ilustra la imposibilidad en que se

encuentran los trotskistas de pensar hasta el fin su concepto de burocracia reivindicando a Marx

y a Lenin.

Para Lenin, al contrario, la burocracia y las tendencias al burocratismo están enraizadas en el

capitalismo y en la mentalidad burguesa y pequeño burguesa.

―Existe una tendencia pequeño burguesa que intenta transformar a los miembros de los

Soviets en parlamentarios, o, por otra parte, en burócratas”70

.

¿Cómo luchar contra esta tendencia?

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Sobre el Trotskismo 63

―Aquellos de entre nosotros que están condenados a permanecer en los organismos centrales

continuarán mejorando el aparato y eliminando de él la burocracia. . . La ayuda principal viene y

vendrá de la base‖71

.

Se ve que Lenin habla de eliminar la burocracia sin suprimir el aparato y esto gracias a la

unión con las masas:

―La lucha contra la deformación burocrática de la organización soviética está garantizada

por la solidez de los lazos que unen los Soviets al `pueblo', es decir, a los trabajadores y a los

explotados. . .‖72

.

El burocratismo tiene una naturaleza de clase cuyo origen es triple durante la vida de Lenin:

1. El mantenimiento, en la administración del Estado, de burócratas zaristas en tanto que

especialistas necesarios por su ―conocimiento para gestionar‖.

2. Las supervivencias ideológicas del capitalismo (burocrático por naturaleza) entre las

masas e incluso los dirigentes, aunque fuesen revolucionarios.

3. El hecho de que las funciones económicas y administrativas de las primeras etapas de la

construcción del socialismo permanecen ligadas a la herencia de la sociedad anterior e inducen

una ideología correspondiente, conduce a un estilo burocrático de trabajo entre los cuadros.

La lucha contra el burocratismo es, por consiguiente, una lucha entre la ideología proletaria

y la ideología burguesa o pequeño burguesa. Es una lucha de clases. Para llevarla a buen

término, hay que liberar la iniciativa de las masas, a fin de que se eduquen en el plano político y

técnico, para que puedan prescindir de los ―especialistas‖ burgueses, para que la ―clase obrera

ejerza su dirección en todo‖.

―Nos importa que todos los trabajadores sin excepción participen en la administración del

Estado. Es una tarea extremadamente difícil. Pero el socialismo no puede ser instaurado por una

minoría, por el Partido. No puede serlo más que por decenas de millones de seres, cuando hayan

aprendido a hacerlo ellos mismos‖73

.

El proceso de degeneración revisionista y de restauración del capitalismo cuyos principales

agentes son los cuadros burocráticos ―seguidores del camino capitalista‖, tiene su raíz en el

desequilibrio entre la posesión del Poder por la clase obrera y su capacidad efectiva de ejercerlo,

especialmente en los campos económico y cultural. Para reducir este desequilibrio, hay que

conducir esta lucha de clases bajo el socialismo, cuya forma explosiva fue la revolución cultural.

Ahora bien, Trotsky, no más que Stalin, no comprendía lo que podía ser esta lucha de clases

después de la expropiación de los poseedores.

Para Trotsky, el peligro de la restauración del capitalismo provenía de la contradicción entre

las formas de propiedad y las normas burguesas de distribución, que en último término

privilegiaban a una capa superior74

. Estas mismas normas tienen por causa la penuria y la

necesidad de recurrir a estímulos materiales para desarrollar la producción industrial

(―acumulación primitiva‖). Ahora bien, todo reparto desigual necesita un gendarme. ―Ése es el

punto de partida de la burocracia soviética. `Sabe' a quién dar y a quién hace esperar‖. En la

hipótesis de que se mantuviera en el Poder, no dejaría de restaurar en su provecho la propiedad

privada de los medios de producción.

―No basta ser director de trust, hay que ser accionista‖75

.

Lo que precede está resumido en el esquema de abajo, donde las flechas simbolizan las

relaciones de causa a efecto.

Es cierto que los privilegios materiales contribuyen a la degeneración de los dirigentes (no

es la única causa) y a la penetración de una mentalidad burguesa amasada de egoísmo y

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Sobre el Trotskismo 64

arribismo, incluso entre las grandes masas a las cuales los cuadros dan el mal ejemplo. El error

de Trotsky fue ver en esto la fuente única de las tendencias a la restauración del capitalismo, que

por lo demás definía como una revolución violenta que conferiría a los directores la posición de

accionistas.

Lo que sucede es que atribuía una importancia exclusiva a la forma jurídica superestructural

de las relaciones de producción, ignorando el problema de su contenido; por ejemplo, escribe:

―Sus dirigentes han traicionado la Revolución de Octubre, pero aún no lo han derrocado. La

revolución tiene una gran capacidad de resistencia, que coincide con las nuevas relaciones de

propiedad‖76

.

Sabemos hoy que el desarrollo del capitalismo (por ejemplo en la URSS) no se reduce a un

regreso a la propiedad privada individual de los medios de producción, que quizá sea su final,

pero que por el momento no es más que un aspecto no esencial. Al contrario, los trotskistas de

hoy que se atienen a las palabras del ―maestro‖, definen a la URSS como un Estado obrero. En lo

que concierne a China, su problemática sigue siendo la de Trotsky. Todo lo que este último dice

concerniente a la URSS les parece aplicable a fortiori [a güevo] a China. Al ser ésta todavía más

pobre que Rusia, la tendencia a la acumulación primitiva, por consiguiente al ―robo‖ de las

masas, debe manifestarse con más fuerza. De ese modo se desarrolla el mismo esquema. No sólo

éste está invalidado por los hechos, sino que además el concepto de ―acumulación socialista

primitiva‖ que se encuentra en su base no es un concepto marxista. Hemos mostrado en el

capítulo 3 que la analogía establecida de ese modo con la acumulación capitalista primitiva no

tiene sentido, ya que el capital es una relación de producción y no una cosa, no cierta cantidad de

dinero, máquinas y bienes. Además, esta analogía contribuye a falsear los problemas e incluso,

de manera paradójica, a justificar ciertos errores de Stalin, ya que éste, en lo esencial, aplicó el

esquema de Preobrazensky en la construcción de la base material del ―socialismo‖ en la URSS.

Lo que los trotskistas no comprenden es que en la medida en que hay ―acumulación

primitiva‖, ella no es socialista.

Hemos visto cuáles eran las raíces económicas de la burocracia según Trotsky. El

subdesarrollo y la pobreza hacen necesarias las desigualdades sociales y eso tanto más cuanto

engendran una fuerte tendencia a la acumulación primitiva. Los burócratas son los que saben

quién debe recibir y quién debe esperar. Imponen la disciplina del trabajo necesaria para un

crecimiento acelerado de la producción y justifican sus privilegios explotando el atraso cultural

del país.

Las raíces políticas de la burocracia son el reflujo revolucionario en Europa después de

1923; el cansancio de una clase obrera rusa diezmada y dispersa después de la guerra civil;

finalmente, los efectos corruptores específicos del poder77

.

Por todas esas razones, Trotsky considera que el fenómeno burocrático era en cierto modo

ineluctable. En efecto, surge de ―la inflexible necesidad de formar y mantener una minoría

privilegiada, en tanto no es posible asegurar la real igualdad‖78

. Por eso, ―las tendencias

burocráticas que sofocan el movimiento obrero deberán también manifestarse en todas partes

después de la revolución proletaria. Pero (…) cuanto más pobre es la sociedad nacida de la

revolución, más severamente debe manifestarse esa `ley' sin concesiones; más debe la burocracia

asumir formas brutales‖79

.

¿Qué haría un partido marxista si llegara a imponerse?

―Cambiaría, purificaría, domaría a la burocracia por el control de las masas‖80

.

Por consiguiente, paliativos más o menos, el reino de la burocracia subsistiría.

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Sobre el Trotskismo 65

Trotsky define la dictadura del proletariado a nivel económico y no político: residiría por

entero en la estabilización de los medios de producción. Para él, la construcción del socialismo

no tiene relación con la lucha de clases; es únicamente una cuestión de desarrollo económico.

Esto surge claramente de este pasaje de La revolución traicionada, entre otros:

―Las formas soviéticas de la propiedad fundadas sobre las adquisiciones más recientes de la

técnica norteamericana y extendidas a todas las ramas de la economía darían ya el primer estadio

[etapa] del socialismo‖81

.

Esta concepción se funda en la confusión entre relaciones de propiedad y relaciones de

producción82

. En la medida en que la burocracia mantiene la propiedad colectiva de los medios

de producción, la URSS es un ―Estado obrero‖:

―La dictadura del proletariado ha encontrado su expresión desfigurada, pero incontestable,

en la dictadura de la burocracia‖83

.

Trotsky da cuenta de esta paradoja por medio de la comparación con el bonapartismo. En

1929, piensa todavía (pero ya no por mucho tiempo) que el campesinado será la base social del

bonapartismo, como para Napoleón III:

―El mujik enriquecido o el mujik que no quiere nada salvo enriquecerse (…) es el agente

natural de las tendencias bonapartistas‖84

.

―El problema de Termidor y el bonapartismo es en esencia el problema kulak‖85

.

Pero los hechos rehúsan obstinadamente a plegarse a sus esquemitas. Trotsky caracterizó

muy bien su propio destino al escribir que ―un intelectual pequeño burgués toma como

`herramientas' observaciones fugitivas y generalizaciones superficiales hasta que

acontecimientos mayores lo golpean en la cabeza‖86

.

La expropiación de los kulaks y la colectivización lo golpean en la cabeza y lo obligan a

modificar su análisis del ―bonapartismo stalinista‖, que se transforma entonces en una reacción

contra la presión del ambiente campesino y el cerco capitalista:

―La burocracia soviética está llamada a terminar con el antagonismo entre el proletariado y

el campesinado, entre el Estado obrero y el imperialismo mundial (…) el régimen `personal' de

Stalin (…) es, en último análisis, el producto de una viva lucha de clases entre el proletariado y

la burguesía… La función objetiva del `salvador' es salvaguardar las nuevas formas de propiedad

usurpando la función política de la clase dominante‖87

.

Trotsky afirma así que la burocracia se eleva por encima del pueblo practicando un juego de

péndulo entre las clases antagónicas ―en equilibrio‖. Tampoco aquí hay que pedirle que sea

coherente. En algunos de sus escritos, dice que el proletariado, ante la ofensiva burguesa, está

obligado a poner el Poder en manos de la burocracia; en otros, afirma que es esta última quien

favorece el ascenso de las fuerzas burguesas. Igualmente, Trotsky tampoco sabe muy bien si la

burocracia da rodeos para servir en última instancia al proletariado o para servir a la burguesía

(en el caso del verdadero bonapartismo no cabe ninguna duda). Admite dos variantes:

―Sobre las bases sociales del Estado soviético, el impulso económico y cultural debe socavar

las bases mismas de la dominación burocrática. Está claro que, en el caso de esta variante

histórica feliz, la burocracia no aparece más que como un instrumento –un instrumento malo y

costoso—del Estado socialista‖88

.

Esta tesis explica las esperanzas ingenuas puestas por los trotskistas de la IV Internacional y

por Isaac Deutscher en la ―democratización‖ después del XX Congreso. Elevación del nivel de

vida y del nivel cultural, ¿no es bastante, sobre la base de ―relaciones socialistas de propiedad‖,

para garantizar la marcha hacia la democracia proletaria y el verdadero socialismo? La idea de

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Sobre el Trotskismo 66

que la cultura soviética no era quizá totalmente proletaria, no más que las relaciones de

producción reales, no les pasaba por la cabeza.

En La revolución traicionada, Trotsky precisa la otra variante hacia la cual se orientó cada

vez más hacia el final de su vida: si el partido revolucionario no derroca a la burocracia, lo hará

el partido contrarrevolucionario. Si ni uno ni otro se apodera del Poder, la burocracia restaurará

por sí misma el capitalismo en su propio beneficio.

―Inevitablemente tendrá que buscar apoyo en las relaciones de propiedad (…) Los

privilegios que no se pueden legar a los hijos pierden la mitad de su valor. Ahora bien, el derecho

de hacer testamento es inseparable del derecho de propiedad. No basta ser director de trust, hay

que ser accionista‖89

.

Sin embargo, en la misma obra, Trotsky sostiene que la burocracia es ―el instrumento de la

dictadura del proletariado‖ porque ―está obligado a defender la propiedad del estado, fuente de

su poder y de sus ingresos‖90

. ¿Está ―obligada‖ o no está ―obligada‖? El misterio sigue intacto.

Sea como sea, algunos años más tarde aparentemente se produce un nuevo deslizamiento en las

concepciones de Trotsky, ya que declara ―en la URSS, el derrocamiento de la burocracia es

indispensable para preservar la propiedad del Estado‖91

.

Trotsky se obstina por otra parte en hablar de una ―oligarquía bonapartista‖ al mismo tiempo

que de una ―contrarrevolución stalinista‖92

. Ahora bien, el bonapartismo, sea en su forma clásica

analizada por Marx o en su forma fascista, elimina los partidos y el personal político tradicional

de la burguesía, pero gobierna sirviendo los intereses de esa clase. El ―bonapartismo stalinista‖,

al contrario, aunque sea ―el arma histórica de la clase obrera‖, ―clase dominante‖ (sic), sirve a los

intereses del imperialismo, del cual es ―la agencia más preciosa‖93

y ―transforma el orden social

soviético en interés de una minoría privilegiada‖94

. Que entienda el que pueda.

Los frecuentes cambios de opinión de Trotsky sobre la naturaleza del gobierno soviético y

su permanente vaivén conceptual se explican por el hecho de que, mientras pone el dedo (pero

no la mirada) en problemas reales, se muestra incapaz de formularlos correctamente en términos

de contradicciones específicas de la transición al socialismo. Confunde las relaciones de

producción con las relaciones de propiedad, que son su expresión jurídica superestructural.

Aplastando las tres instancias de la formación social (nivel económico, jurídico-político,

ideológico-teórico), define la dictadura del proletariado por la propiedad estatal de los medios de

producción. Si así fuera, el modo de producción asiático, el de las civilizaciones más antiguas de

la Mesopotamia, de Egipto, de Grecia, del Perú, etc., habría sido socialista ―avant la lettre‖; el

Egipto actual sería una dictadura del proletariado95

. Trotsky no ve que, en un país en que el

estado dispone de los medios de producción, la cuestión decisiva es saber quién detenta el Poder.

Al tropezar con la paradoja de una ―dictadura del proletariado‖ en que éste sufre la dictadura,

sale del paso recurriendo tanto a una metáfora médica que subraya el carácter contingente del

fenómeno (¡está ―muy enferma‖ la dictadura!)96

, como a la analogía histórica ilegítima del

bonapartismo, que lo relaciona al contrario con una ―ley sociológica‖.

Ahora bien, bajo este régimen, el Estado está al servicio de la burguesía porque ésta domina

en el plano económico. El proletariado, al contrario, no puede detentar el poder económico más

que a condición de ejercer el poder político. Si pierde este poder, pierde todo.

Sobre este tema, existen textos de Lenin cuyo sentido perfectamente claro fue ocultado

durante medio siglo por las ideologías trotskista, stalinista y jruschovista. El dirigente

bolchevique había subrayado que la única diferencia entre el capitalismo de Estado en Alemania

y el instaurado en la Rusia de 1918 era que, en este último país, ―los obreros detentaban el poder

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Sobre el Trotskismo 67

en el Estado‖. Según él, si se combina el capitalismo de Estado según el modelo alemán y ―el

Estado soviético, es decir, proletario…, se obtiene todo el conjunto de condiciones que da el

socialismo‖97

.

Las tendencias al burocratismo que se manifiestan en el seno del aparato del Estado

proletario, es decir, las tendencias de ciertos dirigentes a separarse de las masas, a comportarse

como grandes señores despóticos, a adjudicarse privilegios, reflejan la influencia persistente de

la ideología burguesa que tiende también a desviar la política económica, educativa e

internacional del Estado socialista. Entre los dirigentes que toman así el camino capitalista y los

revolucionarios consecuentes que quieren avanzar hacia el socialismo, se desarrolla una lucha, a

veces latente, a veces abierta, y a veces explosiva. Esta lucha entre las dos líneas, entre los dos

caminos, prosigue sin descanso a lo largo de todo el período de transición al socialismo. En todo

momento, los elementos camuflados de marxista-leninistas que siguen el camino capitalista

pueden usurpar el Poder, o sea, pueden hacer desviar el partido y el Estado en un sentido no

proletario. Esta desviación puede hacerse irreversible y conducir a la restauración del

capitalismo. Por eso, la contradicción principal después de la supresión de la propiedad privada

de los medios de producción es la que opone a las masas revolucionarias con los dirigentes

seguidores del camino capitalista. Si de aspecto principal, las primeras se transforman en aspecto

secundario de la contradicción, la naturaleza de clase del Estado cambia, lo que entraña la

usurpación del Poder por una nueva burguesía. El XX Congreso del PCUS marca un giro

semejante, cuyas causas son evidentemente anteriores.

La Gran Revolución Cultural Proletaria permitió resolver en la práctica y en la teoría el

problema que plantea la prosecución de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado,

liberando la iniciativa de las masas gracias a una amplia democracia, de manera que vigilen los

asuntos del Estado y derroquen a los dirigentes reaccionarios. Se sabe que su última etapa tuvo

por consigna: ―La clase obrera debe ejercer su dirección en todo‖, o dicho de otro modo, no sólo

en las fábricas (lo que ya entraña una lucha) sino también en las instituciones de enseñanza y los

organismos del Partido y del gobierno.

Ahora está claro que el análisis del gobierno soviético desarrollado por Trotsky y fundado

sobre los conceptos de ―centrismo burocrático‖, ―termidor‖, ―bonapartismo‖, no permitía de

ninguna manera sacar a la luz la lucha entre las dos líneas, y por consiguiente, deducir las leyes

del desarrollo de una formación social de transición al socialismo. De manera que todas sus

predicciones las desmintieron los hechos, una después de la otra. Sus epígonos no fueron más

felices. Concentraron el fuego de sus críticas sobre Stalin y colocaron sus esperanzas en Tito o

Jruschov, que les reservaron amargas decepciones. No comprendieron la Revolución Cultural, en

que las masas lucharon con los burócratas, porque hacía estallar en mil pedazos sus moldes

teóricos.

Trotsky y la URSS

A comienzos de la II Guerra Mundial, Trotsky acordó una larga entrevista al Saint Louis

Dispatch (10, 17, 24 de marzo de 1940), en que se le preguntaron si la dictadura del proletariado

significaría el abandono de los derechos civiles (Bill of Rights o Carta de Derechos) de los

Estados Unidos. Él dio la siguiente respuesta:

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Sobre el Trotskismo 68

―El socialismo no tendría ningún valor si no aportara no sólo la inviolabilidad jurídica sino

también la plena salvaguardia de todos los intereses de la personalidad humana. El género

humano no toleraría una abominación totalitaria según el modelo del Kremlin. El régimen

político de la URSS no es una nueva sociedad, sino la peor caricatura de la antigua. Con el poder

de las técnicas y los métodos organizativos de los Estados Unidos, con el elevado bienestar que

la economía planificada aseguraría a todos los ciudadanos, el régimen socialista en este país

significaría, desde el comienzo, el desarrollo de la independencia, la iniciativa y el poder creador

de la personalidad humana‖98

.

Éste es un lenguaje adecuado para tranquilizar a los burgueses más conservadores de Saint

Louis (Missouri). No se trata más que de los ―intereses de la personalidad humana‖ (categoría

puramente individual), o del ―género humano‖, género humano que, por una vez unánime y sin

diferencias de clase, condena ―la abominación totalitaria‖, a saber, ―el régimen político de la

URSS‖. Éste, nos dice, no es una nueva sociedad (¡un régimen político que no es una sociedad!),

sino, ―la peor caricatura de la antigua‖. Dicho de otro modo, la dictadura del proletariado que

construye el socialismo es la peor caricatura del capitalismo, con persistencias feudales de la

Rusia zarista. Trotsky va más lejos que Sydney y Beatriz Webb, quienes, en el libro La

decadencia de la civilización capitalista (1923), ya no veían gran diferencia entre el bolchevismo

y el zarismo. Al final de su vida, el padre de la IV Internacional se encontraba con los

anticomunistas más desenfrenados. Abandonando los conceptos marxistas, usaba su lenguaje,

cuya función ideológica está perfectamente definida.

¿Por qué hablar de ―régimen totalitario‖, como lo hace no sólo en la citada entrevista, sino

también, y largamente, en La revolución traicionada (1936)? Para tener la posibilidad de

elevarse por encima de las clases y de confundir en la misma reprobación virtuosa a los Estados

fascistas y los Estados socialistas, ―fenómenos simétricos‖ que ―se parecen de manera

agobiante‖99

. Era halagar al imperialismo norteamericano, que en esa época se oponía a estos dos

tipos de Estado. Según Trotsky, por lo demás, a los Estados Unidos no les faltaba más que la

―economía planificada‖ para que ―todos los ciudadanos‖ gozaran del mayor bienestar. Notemos

que incluso los autores no marxistas como Herbert J. Spiro, o revisionistas como L. Goldmann

reconocen la función ideológica cumplida por la noción de ―régimen totalitario‖, especialmente

en la propaganda de la guerra fría después de 1945:

―Se hicieron tentativas (…) de construir lo que es el colmo de la contradicción: una

`ideología de la libertad'. (…) Se forjó todo un nuevo vocabulario conceptual, cuya clave era el

término `totalitario', que se considera que caracteriza y explica sistemas políticos tan diferentes

como los de la Alemania nazi y la Unión Soviética‖100

.

Hacia el fin de su vida, Trotsky se había aliado con esa ―ideología de la libertad‖, caballito

de batalla de la reacción en la posguerra. Desde 1936, asignaba como principal objetivo a la

revolución que debía derrocar ―al absolutismo burocrático‖, el de reestablecer las libertades,

especialmente las de los ―partidos soviéticos‖101

. Se encuentra en él el germen de esa propaganda

que amalgama fascismo y comunismo cuya expresión más delirante, porque es la más matter of

fact [cotidiana], es la que se encuentra en la introducción del Informe Racliffe sobre la seguridad

nacional de Gran Bretaña (1961). Lord Radcliffe declara:

―Con la finalidad de ser breves, seguimos el uso general y empleamos en toda la obra el

término `comunistas' también para los fascistas‖.

Por cierto, Trotsky no ha llevado la lógica de su posición hasta las últimas consecuencias.

Casi identificó fascismo y comunismo, pero no dio el paso. Los más brillantes de sus discípulos

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Sobre el Trotskismo 69

(Rizzi, Burnham, Schachtmann) no tuvieron ese escrúpulo. Sin embargo, surge del artículo

escrito para refutar a Rizzi102

que Trotsky habría adoptado la teoría de este último si hubiera

vivido después de la II Guerra Mundial. Isaac Deutscher resume así el pasaje más significativo

de este texto:

―La puesta a prueba final para la clase obrera, el socialismo y el marxismo, era inminente:

venía con la II Guerra Mundial. Si la guerra no debía conducir a una revolución proletaria en el

occidente, entonces el lugar del capitalismo que se pudría sería, en efecto, ocupado por un nuevo

sistema de explotación burocrática y totalitaria. Y si las clases trabajadoras del occidente debían

apoderarse del Poder [como en Checoslovaquia – K. M.], pero que se mostraban incapaces de

conservarlo y lo abandonaban a una burocracia privilegiada, como lo habían hecho los

trabajadores rusos, entonces sería en efecto necesario admitir que las esperanzas que el marxismo

colocaba en el proletariado habían sido falsas. (…) Sería entonces necesario admitir [es Trotsky

quien habla – K. M.] retrospectivamente que la URSS había sido la precursora de un nuevo

sistema universal de explotación. (…) Si el proletariado debía efectivamente revelarse incapaz de

cumplir su misión (…), sólo habría que reconocer abiertamente que el programa socialista,

fundado sobre las contradicciones internas de la sociedad capitalista, se había disipado como un

sueño utópico‖103

.

Esto está claro, nos parece, y se hace aún más claro si se considera que, a lo largo de este

artículo, Trotsky emplea la expresión ―régimen totalitario‖ para designar por igual al capitalismo

monopolista de Estado y al ―bonapartismo stalinista‖. En estas condiciones, es posible

preguntarse por qué Trotsky llamó hasta el fin a defender incondicionalmente a la URSS. Hay

que ver cómo lo entendía… En un artículo póstumo publicado por Fourth International (octubre

1940), escribía:

―Contra el enemigo imperialista, defenderemos a la URSS con todas nuestras fuerzas. Pero

las conquistas de la Revolución de Octubre no servirán al pueblo más que si éste se muestra

capaz de tratar a la burocracia stalinista como trató antaño a la burocracia zarista y a la

burguesía‖.

¿No es tratar a la ―burocracia‖ como un enemigo de clase? ¿No es aplicar en la URSS el

―derrotismo revolucionario‖ de Lenin en 1914? ¿Dirigir las armas no contra el enemigo externo

sino contra los detentadores del Poder? O bien estas palabras eran sólo charla (lo eran) o bien

Trotsky preparaba el terreno para los futuros reclutadores del ejército Vlassov. Es en este

contexto que conviene replantear el epíteto de hitlero-trotskista, utilizado en ese tiempo por los

comunistas.

Durante la guerra de 1914, Lenin llamaba a los pueblos para que volvieran las armas que las

clases dominantes habían puesto en sus manos contra el poder de esas clases en sus propios

países. Cuando estalla la II Guerra Mundial, Trotsky invitaba a los pueblos de la Unión Soviética

a que ―trataran a la burocracia stalinista como antaño habían tratado a la burocracia zarista y a la

burguesía‖. Piense lo que piense J. J. Marie, es fundamentalmente la misma política104

. Parece

que Trotsky quería derrocar la burocracia con la intención (¡loable, por cierto, en tanto que

intención!) de defender mejor a la URSS, pero imaginar que fuera realizable en esa época el

acceso al poder de la oposición ―bolchevique-leninista‖ sería un delirio. La propaganda

trotskista, aunque tuviera una eficacia cualquiera, no podía más que estimular la oposición al

poder soviético y debilitar su capacidad de resistencia creando divisiones.

Los trotskistas de hoy no ven en la acusación de hitlero-trotskismo un caso típico de

calumnia stalinista ante el cual no tienen palabras bastantes fuertes para expresar su indignación.

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Sobre el Trotskismo 70

Ahora bien, los métodos de amalgama de Trotsky eran idénticos a los de su gran enemigo. Luego

del atentado de Siqueiros, escribió una carta al procurador general de México en que acusaba a

todos los partidos comunistas de ser reservas de espías y asesinos a sueldo de la G. P. U.

Además, precisaba lo siguiente: ―…no excluyo la posibilidad de participación de la Gestapo (…)

en la tentativa de asesinato. Hasta cierto punto, la G. P. U. y la Gestapo están relacionadas entre

sí; es posible y probable que, en casos especiales, los mismos agentes estén a disposición de

ambas. (…) Es perfectamente posible que estas dos fuerzas policiales hayan cooperado en el

atentado contra mi persona‖105

. Conclusión: ¡es posible y probable que Siqueiros haya sido un

agente hitlero-stalinista; es posible y probable que los comunistas que aceptan trabajar para los

servicios soviéticos se pongan también a disposición de los servicios alemanes!

Antes dijimos que Trotsky casi había identificado el ―totalitarismo stalinista‖ y el nazismo,

pero a veces el matiz se hace imperceptible. En un artículo titulado ―La doble estrella: Hitler-

Stalin‖ (6 de diciembre de 1939), ¡pretende demostrar que Stalin es el satélite de Hitler! Un poco

más adelante, afirma que en España la finalidad de Stalin había sido ―probar a Londres y a París

que era capaz de eliminar la revolución proletaria de España y de Europa con mucho más

eficacia que Franco y sus aliados‖ (Hitler y Mussolini)106

.

En el momento en que ya había estallado la II Guerra Mundial, tomar como enemigo

principal al PCUS con Stalin a la cabeza, era colocarse del lado de la contrarrevolución. No

había un tercer camino. Merleau-Ponty, cuya simpatía por Trotsky no fue nunca desmentida,

comprobaba que cuando fue muerto, se acercaba el momento en que ―la vida política se le haría

imposible‖107

. Se puede lamentar que la piqueta del asesino haya impedido a la Historia que ella

misma presentara a Trotsky el veredicto de su último fracaso.

La cuestión de Stalin

Los trotskistas, relativamente poco seguros cuando disertan sobre la ―burocracia‖, se sienten, por

el contrario, muy fuertes en su denuncia de Stalin. Es más que un caballito de batalla, es una

razón de ser. A tal punto que necesitan tachar de ―stalinismo‖ a los mismos jruschovistas que

traicionaron el pensamiento del continuador de Lenin y ensuciaron su memoria. Obligados, en el

asunto de la ―casta bonapartista‖, a entregarse a peligrosos ejercicios de funambulismo

seudoteórico, tienen el recurso, en lo que concierne a las invectivas antistalinistas, de remitirse

en gran parte a los especialistas burgueses. Si nos atenemos a lo que declaran, Stalin sería (como

dicen los ingleses) ―el esqueleto en el armario‖ de los maoístas: una cruz que arrastran tratando

de disimularlo bajo los pliegues de su toga de teóricos o en el bolsillo de su overol de

seudoobreros. No se animarían a hablar de él. Que los trotskistas se tranquilicen, ¡hablarán! Son

los únicos que pueden enfrentar este problema desde un punto de vista proletario. Sobre todo,

son los únicos que pueden apoyarse en el pensamiento de Mao Tsetung y las enseñanzas de la

Revolución Cultural, mientras que los trotskistas siguen –en el mejor de los casos– prisioneros

en el horizonte ideológico que tienen en común con Stalin. En el mismo momento en que

pretenden criticarlo, no abandonan el terreno de su problemática, que la práctica revolucionaria

china ha permitido abandonar en más de un punto.

Stalin fue dirigente del movimiento comunista internacional durante cerca de 30 años.

Durante ese período, obtuvo grandes victorias y sufrió algunos fracasos, pero finalmente salió

considerablemente reforzado. De manera que Stalin ha sido blanco de ataques llenos de odio por

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Sobre el Trotskismo 71

parte de los enemigos de clase, incluidos los trotskistas. Después de su muerte, los revisionistas

jruschovistas sólo pudieron desembarazarse de los molestos ―dogmas‖ del marxismo-leninismo

(es decir, de sus principios revolucionarios) después de dirigir contra él una campaña de

calumnias, eliminar casi completamente su nombre de los libros de historia y prohibir sus obras.

En esto vemos una presunción más en su favor. Ser atacado por el enemigo no es cosa mala, sino

buena. ¿Significa esto decir que Stalin no cometió errores nefastos para la construcción del

socialismo y para el progreso de la revolución mundial? Algunas personas estiman que la

adhesión al maoísmo implica la defensa de todo lo que Stalin haya podido decir o hacer, y de ese

modo dan armas a los trotskistas y jruschovistas. Incluso cuando admiten de labios afuera que

cometió errores, son más que discretos sobre la naturaleza de éstos y, por así decirlo, nunca los

mencionan. No es éste el punto de vista de los comunistas chinos, que en materia de maoísmo

nos parecen mejores maestros.

Éstos han declarado sin ambigüedades: ―Es necesario criticar, desde una posición justa y con

un método correcto, los errores efectivamente cometidos por Stalin‖. ―Al defender a Stalin, no

defendemos sus errores‖. Lo que no admitieron es el ―repudio total‖ y ―en bloque‖ de Stalin, que

terminaba por tratarlo como a un enemigo. Se rebelaron contra las injurias groseras que Jruschov

volcó contra el compañero de armas y sucesor de Lenin, calificándolo de ―asesino‖, ―criminal‖,

―bandido‖, ―garitero‖, ―déspota del tipo de Iván el Terrible‖, el ―más grande dictador de la

historia de Rusia‖, ―tonto‖, ―idiota‖108

. Mostraron que, calumniando a Stalin, Jruschov

calumniaba al mismo tiempo al PCUS, al pueblo de la Unión Soviética y al movimiento

comunista internacional. Además, ¿cómo se podría hablar de dictadura del proletariado cuando

reina un déspota del tipo de Iván el Terrible? Por lo demás, es evidente que Jruschov, al haber

participado en la dirección del Partido y del Estado en tiempos de Stalin, al haber sido el satélite

y el cómplice particularmente celoso del ―tirano‖, hubiera debido empezar por presentar una

autocrítica profunda en la cual explicara especialmente las bajas adulaciones dirigidas a su jefe,

que aparecen particularmente hipócritas a la luz de su ―cambio ulterior‖109

. No sólo nunca hizo

autocrítica, sino que se atribuyó, sin el menor pudor, méritos que pertenecían a Stalin (por

ejemplo, la bomba atómica y los cohetes). Este último, ya lo veremos, no temía reconocer a

veces que se había equivocado.

―El Partido Comunista de China siempre ha considerado que Stalin cometió en efecto

algunos errores. Estos tienen sus raíces gnoseológicas y socio-históricas. (…) Algunos fueron

errores de principio y otros cometidos en el trabajo práctico; algunos pudieron haberse evitado,

otros eran difíciles de evitar, en ausencia de un precedente que sirviera de ejemplo a la dictadura

del proletariado‖110

.

―Al resolver los problemas en las relaciones con los partidos y países hermanos, cometió

ciertos errores. Además, dio algunos malos consejos en el movimiento comunista

internacional‖111

. (En los capítulos sobre China y Grecia, damos algunos ejemplos.) Recordemos

simplemente que, según los chinos, la influencia de los errores de Stalin se ejerció en China ―a

fines de los años veinte, durante los años treinta, y luego, a principios y mediados de los años

cuarenta‖112

. Esto significa muchos años – tanto da decir a lo largo de la revolución china. ―Sin

embargo, en vista de que las ideas erróneas planteadas por Stalin fueron aceptadas y puestas en

práctica por ciertos camaradas chinos y que los mismos chinos debimos asumir la

responsabilidad por ello, nuestro Partido, en la lucha contra el oportunismo de `izquierda' y de

derecha, siempre se limitó a criticar a nuestros camaradas que habían cometido errores y nunca

echó la culpa a Stalin113

. No exigimos sino que los camaradas que habían cometido errores los

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Sobre el Trotskismo 72

corrigiesen. En caso de que no lo hiciesen, se podía esperar que los comprendiesen gradualmente

a través de sus experiencias prácticas (…) En nuestra opinión, como se trata de contradicciones

en el seno del pueblo‖114

.

En los textos que consagraron a la cuestión de Stalin, los chinos indicaron que era un

revolucionario y no un contrarrevolucionario; que era un amigo, no un enemigo. Es una

respuesta de principio que liquida el problema en lo esencial, pero que no sustituye a una

investigación histórica profunda. Sólo la expansión de la lucha revolucionaria del pueblo

soviético creará las condiciones de semejante investigación, sin la cual no se puede disponer de

los elementos que se requieren para dar una respuesta definitiva sobre Stalin. Por eso, los chinos

dicen: ―El problema de Stalin es un problema de importancia mundial (…) A lo que parece, no se

podrá alcanzar en este siglo una conclusión definitiva sobre este problema. Sin embargo, en el

seno de la clase obrera internacional y de los pueblos revolucionarios, la mayoría sostiene en

realidad un criterio común; desaprueba la total negación de Stalin y venera su memoria más y

más. Lo mismo ocurre incluso en la Unión Soviética‖116

.

Éste es un hecho que algunas personas encuentran asombroso y que debería inducirlos a

reflexionar. Incluso los observadores occidentales se sintieron impresionados por los aplausos

que surgen espontáneamente en la URSS durante la proyección de viejos noticieros, cuando

aparece durante una fracción de segundo una imagen de Stalin que haya escapado a las tijeras del

censor117

. En las condiciones que actualmente reinan en la URSS hay que ver en esto verdaderas

manifestaciones políticas que reflejan un sentir muy extendido en la Unión Soviética, como se

puede comprobar discutiendo con la gente del pueblo. Su punto de vista difiere grandemente del

que priva entre los burócratas, tecnócratas y otros miembros privilegiados de la inteligentsia, que

frecuentan preferentemente los diarios extranjeros. En Georgia, la población se ha manifestado

con violencia contra la denuncia de Stalin en el XX Congreso. Como la policía se solidarizó con

ella se debió llamar a tropas no georgianas para reprimir los disturbios de manera sangrienta.

Una indicación suplementaria de la impopularidad de la denuncia de Stalin es el hecho de que

Jruschov no haya publicado su informe secreto al XX Congreso, mientras que lo comunicó bajo

cuerda a sus amigos del otro lado del Atlántico.

En el mundo entero, el florecimiento de las luchas revolucionarias está acompañado de un

nuevo interés hacia los escritos de Stalin. Claude Rov informa que un militante del Partido

Pantera Negra respondió a una de sus preguntas leyéndole pasajes de Los fundamentos del

leninismo, de Stalin, y del Libro Rojo, de Mao118

.

Como se verá mejor aún a continuación, los chinos critican todo lo que es criticable en

Stalin y subrayan que los revolucionarios desaprueban no la crítica sino el repudio total de este

dirigente del movimiento comunista internacional. Su argumentación gira alrededor de esta idea:

Stalin no era un enemigo, sino un gran revolucionario marxista-leninista, que por cierto cometió

errores, pero permaneció junto al pueblo en las opciones fundamentales: defensa de la dictadura

del proletariado, eliminación de los kulaks y los ―nepmen‖, construcción de una poderosa

economía socialista, apoyo a la revolución mundial, salvaguardia del marxismo-leninismo. Por

eso ―comparados sus méritos y sus errores, pesan más los primeros que los últimos‖119

.

El problema no es saber si se lo debe condenar o rehabilitar en bloque. Alrededor de este

problema se enfrentan en la URSS autores que son más bien polemistas que historiadores120

. Se

trata en cambio de hacer un balance de la experiencia histórica de la dictadura del proletariado en

la URSS y de apreciar sobre esa base el papel de su principal dirigente, procediendo de manera

analítica, cuidándose de rechazar todo so pretexto de que algunos errores fueron graves.

Page 76: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 73

Mao Tsetung nos ha dado un ejemplo de este método analítico, que se niega a ―extraer

conclusiones simplistas, absolutamente afirmativas o absolutamente negativas‖:

―La línea de la dirección central durante el período comprendido entre la IV Sesión Plenaria

y la Reunión de Tsunyi, debe ser analizada en sus dos aspectos: por un lado, hay que indicar que

la táctica política, la táctica militar y la política de cuadros seguidas durante ese período por la

dirección central del Partido eran esencialmente erróneas, y, por el otro, es preciso señalar que en

problemas fundamentales como la oposición a Chiang Kai-shek y la necesidad de la revolución

agraria y de la lucha del Ejército Rojo, no había divergencias entre nosotros y aquellos

camaradas que cometieron errores‖121

.

Se ve que, desde mucho antes de escribir Sobre el tratamiento correcto de las

contradicciones en el seno del pueblo, Mao no confundía éstas con ―las contradicciones entre

nosotros y el enemigo‖. Al contrario, la crítica trotskista y jruschovista de Stalin sigue, en este

punto como en tantos otros, prisionera del marco ideológico que ha engendrado los errores de

este último.

Los trotskistas rechazan la apreciación que los chinos hacen de Stalin. Según ellos, hay que

hablar de sus ―crímenes‖, no de sus ―errores‖. El estado soviético, cuya cabeza era, sería

entonces un enemigo del proletariado. Pero los marxistas no conocen más que enemigos de clase.

Ahora bien, la burocracia no es una clase para los trotskistas. Entonces, se enredan en

contradicciones inextricables. Su embarazo se hace extremo cuando se ven obligados a reconocer

no sólo los éxitos en la construcción del socialismo, sino también la solidaridad activa que

relacionaba a la URSS en tiempos de Stalin con los movimientos revolucionarios del mundo,

todos ―stalinistas‖, como por casualidad. Por cierto, ya lo hemos dicho, se cometieron errores,

pero los trotskistas se niegan a admitir que es posible que decisiones cuyas consecuencias fueron

desastrosas no provengan de la mala voluntad.

Semejantes posiciones conducen a conclusiones absurdas. El Estado Mayor del Ejército

Rojo (incluido su jefe Tujachevsky): tres mariscales, 27 generales, 20.000 oficiales, fueron

ejecutados o deportados por connivencias con los hitleristas. Hoy sabemos que Stalin había

montado una maquinación y el presidente Benes había sido un cómplice inconsciente. Es él

quien comunicó a Stalin un informe elaborado por sus servicios secretos, en que se deducía la

traición de los dirigentes militares soviéticos. Los nazis estaban en el origen de estas

―informaciones‖, pero los checoslovacos las creían auténticas. León Blum declaró que había sido

informado de las relaciones entre Tujachevsky y los agentes hitleristas desde fines de 1936122

. Es

verosímil que el estadista francés tuviera las mismas fuentes de Stalin y les hubiera dado crédito

como él.

No se ve qué interés podían tener Stalin y la burocracia para liquidar, en vísperas de la

guerra, al comando del Ejército Rojo, ni por qué habrían dejado a éste en un estado de falta

general de preparación en el momento de la agresión hitlerista123

. Tales ejemplos carecen de

explicación si partimos de los intereses particulares de la burocracia o de la voluntad de poder de

Stalin. Es forzoso admitir que se trata de errores, que por lo demás el mismo Stalin reconoció en

cierta medida. Éste declaró, durante una recepción para festejar la victoria del 24 de mayo de

1945:

―Nuestro gobierno cometió muchos errores. Hubo, en los años 1941-1942, situaciones

desesperadas, cuando nuestro ejército debió batirse en retirada (…) Cualquier otro pueblo habría

dicho a su gobierno: `Ustedes no satisficieron nuestras expectativas, váyanse…' Pero el pueblo

ruso no hizo eso. (…) ¡Muchas gracias al pueblo ruso por esa confianza!‖124

.

Page 77: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 74

Algunas personas no comprenden que al mismo tiempo se puede reconocer la gravedad de

los errores de Stalin y afirmar que son secundarios en relación con sus méritos. Para verlo con

más claridad, consideremos la actitud de Lenin con relación a Bebel y a Rosa Luxemburg. Esta

última criticó con virulencia a Lenin a propósito del centralismo democrático, tomando partido

de los mencheviques contra él. Después de la Revolución de Octubre, dirigió críticas injustas a

los bolcheviques por su política de acordar la autodeterminación a las naciones oprimidas del ex

imperio zarista y de distribuir las tierras a los campesinos. Por lo demás, cometió errores teóricos

de alguna consideración en la obra La acumulación del capital. Bebel, por su parte, a veces dio

pruebas de un oportunismo bastante repugnante. Se encuentran ecos de ese oportunismo en la

correspondencia de Marx y Engels concerniente a los programas de Gotha y de Erfurt. Sin

embargo, Lenin consideraba a los dos como ―grandes comunistas‖. Cuando, después de su

muerte, los revisionistas trataron de agrandarse rebajándolos, Lenin los apostrofó en estos

términos: ―Puede suceder que las águilas desciendan más bajo que las gallinas, pero nunca las

gallinas podrán elevarse tan alto como las águilas‖125

.

En efecto, cuando el proletariado de Berlín se rebeló en enero de 1919, los revisionistas

dirigieron la represión contrarrevolucionaria, mientras que Rosa Luxemburg se alineó de

inmediato junto a los trabajadores. A las órdenes del ministro socialdemócrata Noske, los

soldados asesinaron a ella y a Karl Liebknecht. Decir que, en Rosa, los méritos superaban a los

errores, es afirmar que se mantuvo del buen lado de la barricada durante las batallas decisivas.

No hay que razonar de otro modo cuando se trata de Stalin.

En la URSS, se llamó la denuncia de Stalin ―crítica del culto a la personalidad‖. No era más

que un eufemismo, cuya función era disimular, poner fuera de la vista los verdaderos problemas.

Lo que ha dañado a la URSS y al movimiento comunista internacional no es la exaltación a

ultranza de una personalidad. Llamar al estudio de Marx y Lenin, afirmar que eran gigantes del

pensamiento, nunca hizo mal, muy por el contrario. Lo que hay que incriminar en primer lugar

son los errores cometidos en la construcción del socialismo, en la resolución de las

contradicciones de la sociedad soviética y en las relaciones con los partidos y países hermanos.

Los jruschovistas se contentaron con criticar las violaciones de la legalidad socialista y al

principio de la dirección colegiada.

Incluso los revisionistas como Togliatti vieron los límites y el carácter equívoco de la

denuncia jruschovista de Stalin. Togliatti dijo:

―Nos limitamos en sustancia a denunciar, como causa de todos los males, los defectos

personales de Stalin. Nos quedamos en el campo del culto a la personalidad. Antes, todo el bien

se debía a las cualidades positivas, sobrehumanas, de un hombre. Actualmente, todos los males

se deben a los defectos excepcionales e incluso asombrosos de ese mismo hombre (…) Los

verdaderos problemas (que hacen a las causas que condujeron a la URSS) a cierta forma de

degeneración, se nos escapan‖126

.

Evitando caer en el culto de la personalidad a toda costa que denuncia Togliatti, debemos

cuidarnos del error inverso, que se podría llamar economista o sociologista – el que consiste en

buscar la explicación última de los errores de Stalin, como lo hacen los trotskistas, en el

subdesarrollo económico de la URSS en sus orígenes, en la destrucción y dispersión parciales de

su clase obrera a consecuencia de la guerra civil. China era aún menos desarrollada que Rusia y

su clase obrera menos numerosa. Los intereses particulares de la casta burocrática no bastan

tampoco para explicar el fenómeno. Stalin luchó a su modo contra los burócratas y los

representantes de la burguesía en la capa privilegiada soviética no pudieron usurpar todo el poder

Page 78: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 75

hasta después de su muerte. El nudo de los errores de Stalin no se sitúa a nivel jurídico-político

(explicación jruschovista o togliattista), ni a nivel de la base socioeconómica (explicación

trotskista), sino a nivel ideológico-teórico. Después de la conquista del poder político y de la

socialización de los medios de producción, este nivel se transforma en el terreno estratégico

donde se decide todo. Va de suyo que las condiciones históricas y sociales en las cuales debió

actuar Stalin representaron un papel bastante determinante para hacer seguros algunos de sus

errores inevitables, mientras que otros no lo eran, en el sentido en que un dirigente como Lenin

no habría caído en ellos. En cuanto a mostrar cómo de fondo estos efectos en la superestructura

los determinó la base económica, no puede ser más que producto de investigaciones futuras que

las esquematizaciones trotskistas no podían suplir.

Sin embargo, es posible dar algunas indicaciones sobre el problema. Lenin centró

deliberadamente las fuerzas bolcheviques en las ciudades para organizar a la clase obrera. Ésta

proporcionó el grueso de las tropas que permitieron la toma del Poder. El reclutamiento en el

campo después de la victoria no podía atraer más que a campesinos acomodados, más instruidos

y ambiciosos. La implantación de células comunistas fue bastante rala en el campo. A punto tal,

que en el momento de la colectivización, fue necesario apoyarse en grupos de obreros enviados

al campo. Al estar el Partido, por razones históricas, más o menos aislado de la mayoría de la

población (los campesinos pobres y medios), sus dirigentes no podían aplicar correctamente el

centralismo democrático, la línea de masas, en el seno del pueblo y en el seno del Partido (una

cosa no va sin la otra). La situación en este sentido se agravó brutalmente en el momento de la

colectivización que fue, en gran medida, forzada. Ahora bien, sin línea de masas, no puede haber

dirección justa. Recordemos que, según Lenin, la caída del partido bolchevique era inevitable si

la alianza entre el proletariado y el campesinado se rompía. (Cf. supra, p. 39, nota del capítulo

34). La evolución ulterior del PCUS mostró que los temores de Lenin eran por demás fundados.

Los chinos establecieron claramente las causas inmediatas de los errores de Stalin. Dicen

que ―en la lucha tanto dentro como fuera del Partido, a veces y en algunos problemas, Stalin

confundió dos categorías de contradicciones de distinto carácter, esto es, contradicciones entre

los enemigos y nosotros y contradicciones en el seno del pueblo, y confundió los métodos

diferentes para resolverlas. En la labor de liquidar a los contrarrevolucionarios, efectuada bajo la

dirección de Stalin, se castigó con justicia a un gran número de contrarrevolucionarios que se lo

merecían; pero, al mismo tiempo, se sentenció equivocadamente a algunos inocentes y se

cometió en 1937 y 1938 el error de ampliar el radio de la represión‖127

.

Dado que, en efecto, Stalin cometió errores numerosos y graves, sería verdaderamente

paradójico que, entre los obreros que fueron al campo o a la muerte no hubiera militantes

auténticamente revolucionarios. ¿Es posible que éstos no manifestaran sus desacuerdos? Claro

que no, ya que la sumisión servil no es propia de un revolucionario. Por lo demás es

incontestable que nadie podía desarrollar una crítica sistemática de los errores de Stalin sin que

la represión se abatiera sobre él.

Sucedió incluso que personas que estaban lejos de ser enemigos y que nunca se habían

opuesto a Stalin, lo mismo hayan sido blanco de la represión. Se encuentra un ejemplo al

respecto en el número del 11 de noviembre de 1963 de Pekín Informa, en que Anna Louise

Strong relata sus tribulaciones en la URSS cuando en 1948 pidió autorización para ir a China, a

invitación del Presidente Mao Tsetung:

―Durante cinco meses, pedí mi visa de salida. Luego, en el momento en que llegaban amigos

chinos que asegurarían mi viaje, los rusos me detuvieron como `espía' y me expulsaron vía

Page 79: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 76

Polonia. Durante mis cinco días de prisión, me pregunté dónde había puesto los pies. Nunca lo

supe‖.

Cuando hicieron el balance de la experiencia histórica de la dictadura del proletariado sobre

la base del pensamiento de Mao Tsetung, los comunistas chinos sacaron a la luz la otra fuente de

los errores de Stalin, cuyo ―defecto reside en que no reconoció en la teoría el hecho de que a lo

largo de todo el período histórico de la dictadura del proletariado, existen las clases y la lucha de

clases, y que no está definitivamente resuelta la cuestión de quién vencerá en la revolución; en

otras palabras, si todo esto no se soluciona en forma adecuada, existe la posibilidad de un retorno

de la burguesía‖128

.

En su informe presentado al VII Congreso de los Soviets, el 25 de noviembre de 1936, sobre

el proyecto de constitución de la URSS, Stalin declara: ―Todas las clases explotadoras han sido,

pues, suprimidas‖ y que entre la clase obrera, la clase campesina y los intelectuales, las

contradicciones económicas y políticas ―desaparecen, se borran‖129

. Por eso ―el proyecto de la

nueva Constitución de la U. R. S. S. parte de la premisa de que en la sociedad no hay ya clases

antagónicas; de que la sociedad se compone de dos clases amigas: la de los obreros y la de los

campesinos‖130

.

En el informe al XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique), el 10 de marzo de

1939, Stalin dijo, categórico: ―La peculiaridad de la sociedad soviética actual (…) estriba en que

en ella no existen ya clases antagónicas, hostiles; las clases explotadoras han sido liquidadas, y

los obreros, los campesinos y los intelectuales que constituyen la sociedad soviética viven y

trabajan en colaboración fraternal‖131

.

En 1952, Stalin parece haber renunciado a su convicción según la cual la sociedad soviética

ofrecía la imagen de una armonía estable y acabada. En Los problemas económicos del

socialismo en la URSS escribió:

―Las nuevas relaciones de producción son la fuerza principal y decisiva que determina

precisamente el desarrollo continuo, y poderoso, de las fuerzas productivas (…) Claro que las

nuevas relaciones de producción no pueden ser ni son eternamente nuevas, comienzan a

envejecer y a entrar en contradicción con el continuo desarrollo de las fuerzas productivas‖.

Si se ignoraran esa contradicción, como lo hace Yaroshenko, ―las nuevas relaciones de

producción comienzan a perder el papel de motor principal de las fuerzas productivas y se

transforman en su freno‖132

.

Desgraciadamente, tales consideraciones, justas pero abstractas y por lo demás tardías, no

bastaban para desenmascarar a individuos como Jruschov, que ya habían usurpado el poder en

ciertos sectores. Es que las relaciones de producción de las que aquí habla Stalin no tienen

necesariamente un carácter de clase, ya que, tanto en la comunidad primitiva como en la futura

sociedad comunista, ―para producir, los seres humanos contraen determinados vínculos y

relaciones‖133

. De la misma manera, surge claramente del contexto que las contradicciones a las

que alude Stalin no tienen un carácter de clase.

El hecho de que Stalin ignorara las contradicciones que podían surgir en el seno del pueblo y

negara la persistencia de la lucha de clases en el socialismo, no impedía que estos dos tipos de

contradicciones existieran. De manera que se encontraba confrontado con una realidad que no

podía pensar científicamente. Sin embargo, tenía que enfrentar la dificultad de un modo u otro.

La solución que le dio surgía necesariamente de sus presupuestos. Dado que las contradicciones

no eran contradicciones entre el pueblo y sus enemigos de clase y tampoco contradicciones no

Page 80: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 77

antagónicas en el seno del pueblo, no podían ser interiores a la sociedad soviética y debían

resultar del cerco capitalista.

En Por una formación bolchevique (3 de marzo de 1937), Stalin enuncia lo que le parece

obvio: ―Los Estados burgueses deben despachar hacia la Unión Soviética dos o tres veces más

saboteadores, espías, agentes de divergencia y asesinos de los que envían a cualquier Estado

burgués‖. Explica que ―los zinovievistas y los trotskistas... se han transformado en una agencia

de espionaje, provocación y terror de la Gestapo...‖134

.

―Restauración del capitalismo, liquidación de los koljoses y los sovjoses...

desmembramiento de la Unión Soviética, Ucrania entregada a los alemanes y la provincia

marítima a los japoneses... sabotaje, provocación, terrorismo individual contra los dirigentes

soviéticos, espionaje en provecho de las fuerzas fascistas nipo-alemanes, tal es la plataforma

política del trotskismo actual... Se comprende que semejante plataforma, los trotskistas no podían

menos que ocultarla al pueblo, a la clase obrera. Y no la ocultaban sólo a la clase obrera, sino

también a las masas de trotskistas, y no sólo a la masa de trotskistas, sino también al equipo

dirigente trotskista‖135

.

Queda por explicar, ya que prácticamente nadie estaba al corriente, ¿con quién podía contar

Trotsky para explicar semejante programa? Pero dejémoslo, ya que no estamos para una paradoja

más o menos. Más adelante, Stalin caracteriza a los trotskistas en general como ―una banda de

saboteadores, de agentes provocadores, de espías, de asesinos a sueldo de los servicios de

espionaje extranjeros‖136

.

Si estos criminales no son ni dirigentes trotskistas, ni miembros, ni siquiera simpatizantes,

¿en qué sentido se puede decir que son trotskistas? El texto que citamos nos deja con nuestra

perplejidad.

Stalin admite que los ―saboteadores trotskistas‖ son una pequeña cantidad en relación con

los bolcheviques y con las masas que los sostienen. ―Pero, dice, para construir la Dnieprostroi, se

necesitaron decenas de miles de obreros. Mientras que, para hacerla saltar, quizá sólo serían

necesarias algunas decenas de hombres‖137

.

Conclusión: ―Hay que hacer de modo que no haya en absoluto saboteadores trotskistas en

nuestras filas‖138

.

Como había subrayado además al principio del informe que ―el trabajo de sabotaje, de

espionaje y de provocación de los Estados extranjeros, incluidos los trotskistas (…) ha tocado

más o menos casi todas nuestras organizaciones, tanto económicas como administrativas y del

Partido‖139

, sus auditores debían entender su discurso como una exhortación a descubrir al o a los

saboteadores, asesinos, etc., que se disimulaban en su organización140

. No se trataba, por

supuesto, de dejar escapar ni uno concediéndole el beneficio de la duda, ya que sería demasiado

peligroso. Tampoco se trataba de juzgar a la gente por sus actos. Sería el colmo de la ingenuidad:

―Un verdadero saboteador debe mostrar, de vez en cuando, éxitos en su trabajo‖141

y ―los

saboteadores por lo común eligen, para su principal acto de sabotaje, no el tiempo de paz, sino la

víspera de guerra o el tiempo de guerra mismo‖142

.

Dicho de otro modo, si se tienen éxitos en el trabajo, es una prueba de que se es un

saboteador particularmente hábil y por lo mismo tanto más peligroso; más vale detenerse en

seguida, antes de tener tiempo de cometer el ―principal acto de sabotaje‖.

Al ser el enemigo un criminal de derecho común, era la policía quien se encargaba de él y le

hacía revelar por métodos firmemente persuasivos los nombres de los que lo había reclutado y de

los que él mismo había reclutado. Por este procedimiento de matemática simple, el número de

Page 81: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 78

arrestos creció según una curva geométrica. Lo que significó ―ampliar el radio de la represión‖

no es un secreto para nadie. Incluso en vida de Stalin, las fuentes soviéticas oficiales contenían

indicaciones bastante claras sobre los campos de trabajos forzados. El ―código del trabajo

forzado‖ estaba disponible en su versión en inglés desde 1936, en Londres. En 1949, las

publicaciones soviéticas oficiales hablaron de 127.000 detenidos que quedaron en libertad

después de la terminación del canal de Moscú al Volga143

. Los yacimientos de hulla de Vorjuta,

de Karaganda, y Tuguska, empleaban generalmente este tipo de mano de obra. En cuanto a las

condiciones de arbitrariedad administrativa que presidía su ―reclutamiento‖, surgen claramente

de los mismos textos legislativos rusos. Éstos autorizan la deportación de ciudadanos soviéticos

durante la investigación, sin juicio y sin límite de tiempo144

.

En 1938, Stalin declaró en el informe ante el XVIII Congreso: ―No se puede afirmar que la

depuración se llevara a cabo sin serios errores. Por desgracia, hubo más errores de lo que se

hubiera podido suponer. Es indudable que no emplearemos más el método de la depuración en

masa‖145

.

Stalin tiene sin duda su mérito al hacer así su autocrítica, pero, además de caer en litote, se

refiere a la purga del partido de 1933-1936 y no a los arrestos masivos de 1936-1938. Sobre este

último punto, Stalin reconoció ciertos errores, implícitamente y por actos. Yezhov, que había

dirigido la purga de 1936-1938, fue detenido y su reemplazante, Beria, hizo liberar a numerosas

personas injustamente encarceladas.

Es así que, bajo Stalin, se redujo a una sola las diferentes contradicciones rigurosamente

analizadas por Mao Tsetung: la que oponía el pueblo soviético a los espías, saboteadores y

asesinos enviados por los países capitalistas. Para resolverla, también un solo método: la

represión policial. La base del partido y las grandes masas no intervenían en esta lucha más que

para aprobar las medidas tomadas146

.

Sin embargo, en uno de sus discursos Stalin se acercó a una clara inteligencia de las

contradicciones con las que se encontraba confrontado:

―No se puede decir que la política del Partido no haya tropezado con contradicciones. No

sólo la gente atrasada que evita siempre lo que es nuevo, sino también muchos miembros de

nuestro Partido, han tironeado de manera sistemática al Partido hacia atrás y se han esforzado por

todos los medios posibles para ponerlo en el camino capitalista `habitual' de desarrollo. Todas

estas maquinaciones de los trotskistas y los elementos de derecha dirigidos contra el Partido,

toda su `actividad' de sabotaje de las medidas de nuestro gobierno no tuvieron más que un solo

fin: hacer vana la política del Partido y frenar la obra de industrialización y colectivización‖147

.

Stalin admite aquí que debió luchar contra adversarios políticos y no solamente contra

criminales de derecho común, pero no extrae ninguna consecuencia teórica o práctica.

De todos modos, al ―ampliar el radio de la represión‖, se provocó un gran derroche de

recursos humanos que hace que suene raro el título de El hombre, el capital más precioso. En los

campos soviéticos, no se hacía nada para reeducar ideológicamente a los internos. Su función era

puramente represiva. Se usaba el derecho común para maltratar a los políticos y los más

irreductibles entre éstos a menudo eran ejecutados. Mediante la cual, Stalin podía proclamar ante

el XVIII Congreso ―la liquidación definitiva de los residuos de las clases explotadoras‖148

.

De manera que el Estado de dictadura del proletariado no se conservó más que para asegurar

la defensa del país contra los imperialistas:

―La explotación ha sido suprimida, ya no existen explotadores y no hay a quién aplastar (…)

En cuanto a nuestro Ejército, nuestros organismos punitivos y nuestro servicio de

Page 82: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 79

contraespionaje, éstos no apuntan ya hacia el interior del país, sino hacia el exterior, contra los

enemigos exteriores‖149

.

Se puede decir, en consecuencia, que Stalin preparó el camino para la teoría del Estado de

todo el pueblo de Jruschov.

Por eso, este último se vio obligado a acusar a Stalin de un error exactamente inverso. En el

informe secreto ante el XX Congreso, Jruschov declaró:

―El informe de Stalin ante la plenaria de febrero-marzo del Comité Central en 1937 (…)

intentó justificar en el plano teórico la política de terror de masas, so pretexto de que cuanto más

se avanza hacia el socialismo, más debe intensificarse la lucha de clases‖150

.

En el libro antichino titulado La cuestión china, Garaudy invoca una vez más como una

verdad histórica esta leyenda inventada por Jruschov, pretendiendo con insolencia que una

consigna de Lin Piao ―se da (sic) por fundamento ideológico la pretendida `ley de Stalin', según

la cual la lucha de clases se agrava después de la toma del Poder y del advenimiento del

socialismo, en proporción al éxito obtenido‖. ―El creciente poder del estado soviético aumenta la

resistencia de los últimos residuos de las clases agonizantes‖, decía Stalin (Balance del primer

plan quinquenal, enero de 1933); y denuncia ―ese falso principio que causó tantos desastres en el

Partido y en el Estado en la Unión Soviética‖151

.

Garaudy comete aquí dos errores (para ser caritativos y no decir ―mentiras‖).

1. Nunca los chinos invocaron como fundamento ideológico la ―ley de Stalin‖, de la que

habla Garaudy.

2. Stalin no sólo dijo, no pareció decir, que la lucha de clases se agrava ―después del

advenimiento del socialismo en proporción al éxito obtenido‖. También dijo lo contrario.

La frase citada por Garaudy concierne a la situación justo después de la expropiación de los

kulaks y se refiere a los últimos (y por eso más violentos) sobresaltos de los residuos de esa clase

moribunda. Algunos años más tarde, ésta ya había expirado, según Stalin, así como las otras

clases explotadoras.

El informe al que Jruschov alude se titula Por una formación bolchevique y acabamos de

citarlo extensamente para mostrar que Stalin pensaba lo contrario de lo que le hace decir el

―teórico‖ del XX Congreso. En él se encuentra, es cierto, el siguiente pasaje:

―Cuanto más avancemos, más éxitos obtendremos y cuanto mayor sea la furia de los

residuos de las clases explotadoras derrotadas más rápidamente recurrirán a las formas de lucha

más aguda, más dañarán al Estado soviético, más se aferrarán a los procedimientos de lucha más

desesperados, como al último recurso de hombres destinados a su pérdida.

―No hay que perder de vista que los residuos de las clases deshechas en la URSS no están

solos. Se benefician con el apoyo directo de nuestros enemigos más allá de las fronteras de la

URSS‖152

.

¿Hay que concluir que Stalin se contradice? No lo creemos. Este pasaje concuerda

perfectamente con todos los otros que hemos citado, a condición de que se quiera colocarlo en el

conjunto del informe que le confiere su verdadera significación.

Según Stalin, liquidaron a las antiguas clases dominantes ―como clases‖, ya que se suprimió

la base económica de la explotación del hombre por el hombre. Los individuos que eran sus

agentes subsisten sin embargo en estado de ―residuos‖. Están sostenidos desde el exterior (cerco

capitalista). Al mismo tiempo, no tienen un papel autónomo, sino que constituyen una de las

―reservas‖ de saboteadores, asesinos, espías trotskistas (la otra reserva se recluta en el

extranjero). A principios de 1937, Stalin lanza un llamado con miras a la eliminación de todos

Page 83: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 80

esos elementos criminales y un año más tarde (como acabamos de verlo), se cree en condiciones

de proclamar su ―liquidación definitiva‖.

De manera que una de las principales fuentes de lo que se ha convenido en llamar los errores

de Stalin no es, como lo dicen Jruschov y Garaudy, la creencia en el agravamiento de la lucha de

clases a medida que se refuerza el Estado socialista, sino exactamente lo contrario: el

desconocimiento de la lucha de clases y de las formas concretas que se reviste en el socialismo.

Por eso Stalin no ve enemigos que hay que derrotar política e ideológicamente con la

movilización revolucionaria de las masas, sino sólo espías, asesinos, saboteadores que

corresponden a la policía y a los tribunales. No podía impedir en esas condiciones que fueran

alcanzados falsos saboteadores que eran verdaderos comunistas, mientras que accedían a los

puestos claves del Estado falsos bolcheviques, que eran verdaderos arribistas del tipo de

Jruschov153

.

Se comprende ahora por qué Jruschov, sus acólitos y sus sucesores se vieron obligados a

atribuir a Stalin posiciones erróneas, exactamente inversas a las que efectivamente había

defendido.

No podían reconocer la lucha de clases en el socialismo, la posibilidad de la restauración

capitalista si las masas no están movilizadas para hacer la revolución y defender la dictadura del

proletariado, o reestablecerla en todos los sectores en que los dirigentes seguidores del camino

capitalista han usurpado el poder. ¿Podían mantenerse un solo día si se instaurara una amplia

democracia, si los 240 millones de soviéticos se transformaran en 240 millones de críticos? No

hay nada que los grandes señores revisionistas teman tanto como la revolución cultural. La

condena de los métodos de Stalin tiene por finalidad asegurar a la capa dirigente un mínimo de

seguridad y estabilidad. Al mismo tiempo, necesita propagar una ideología que afirme la

extinción de la lucha de clases para disfrazar el desmantelamiento de la dictadura del

proletariado y la restauración del capitalismo que ha efectuado. A fin de sentar sólidamente su

dictadura, la nueva burguesía como la antigua, necesitar pretender que su Estado representa el

interés general. En nombre de este último, se puede liquidar a los que se rebelan. Las masas son

desarmadas completamente en lo ideológico; el marxismo-leninismo pierde todo alcance

revolucionario práctico y de ese modo se asegura la perennidad del sistema. Tal es la función de

esta quimera teórica: ―el Estado de todo el pueblo‖.

Los revisionistas franceses deberían explicarnos cómo es que el Estado soviético de todo el

pueblo pudo invadir a Checoslovaquia. ¿No dijo Marx que un pueblo que oprime a otro no

podría ser libre?

Cuando se considera el conjunto de los errores de Stalin, uno se pregunta: ¿cómo fueron

posibles semejantes cosas, y bajo la dictadura del proletariado? La respuesta a esta pregunta

condiciona la que demos al problema de la degeneración de este poder en despotismo

jruschovista, en dictadura de una nueva burguesía.

Sobre este punto, igualmente, los comunistas chinos fueron muy claros. El revisionismo

jruschovista, que emprendió la restauración del capitalismo en la URSS, no salió íntegramente

armado del XX Congreso. Se había preparado el terreno bajo Stalin:

―Después del establecimiento de las relaciones de producción socialistas, la Unión Soviética

no llevó a cabo seriamente una revolución cultural proletaria. La ideología burguesa inundaba el

país en escala cada vez mayor, corrompía las mentes y desintegraba las relaciones de producción

socialistas de modo difícilmente perceptible. Después de la muerte de Stalin, el grupo

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Sobre el Trotskismo 81

revisionista de Jruschov se tornó aún más desenfrenado en el modelar contrarrevolucionario de la

opinión pública‖.

El XX Congreso y la eliminación en junio de 1957 del pretendido ―grupo antipartido‖

fueron etapas decisivas de este proceso.

―Al poco tiempo subvirtió la dictadura del proletariado, dando un golpe de estilo `palaciego'

con el cual usurpó el Poder en el partido, las fuerzas armadas y el Gobierno‖154

.

La revolución cultural, que se desarrolla en el dominio de la superestructura, era impensable

en tiempos de Stalin, entre otras razones porque para él carecía de objeto. En El marxismo y los

problemas de la lingüística, planteó como un principio del materialismo histórico que la

superestructura desaparece con la base económica que la ha engendrado155

. Ahora bien, creía que

―se ha realizado en lo fundamental la primera fase del comunismo, el socialismo‖ en la URSS,

incluso antes de 1936, como lo declaró en el informe sobre el proyecto de constitución156

.

Ya que admitimos que Stalin cometió numerosos errores graves que contribuyeron a crear la

base del revisionismo jruschovista, ¿debemos reconocer coraje y lucidez a los que lo condenaron

públicamente mientras vivía? No lo creemos así, por las siguientes razones.

El proletariado no tenía necesidad de una denuncia moralizante de la que eran capaces los

burgueses, sino de un análisis científico revolucionario. Ahora bien, Trotsky compartía las

premisas teóricas de dónde surgían los errores de Stalin. ¿Cómo podría hacer una crítica válida?

Ambos reducían la construcción del socialismo al desarrollo de las fuerzas productivas

materiales; negaban que pudiera haber burguesía sin propiedad privada de los medios de

producción; ignoraban la diferencia entre la contradicción antagónica entre el pueblo y el

enemigo y la no antagónica en el seno del pueblo. Se situaban en el mismo terreno, planteaban

los mismos falsos problemas, sólo divergían en las respuestas. Para uno, el enemigo era la

―burocracia bonapartista‖; para el otro, los ―agentes enviados por el cerco capitalista‖.

En La revolución traicionada, Trotsky invoca numerosos hechos exactos relativos a los

procesos, los campos, etc., pero los hechos no hablan por sí mismos; si no, ¿qué necesidad habría

de una ciencia? Los anticomunistas decían las mismas ―verdades‖ que Trotsky y en ellos esas

―verdades‖ justificaban el anticomunismo. Ernest Mandel nos ha replicado, durante un debate,

que la diferencia residía en que los publicistas burgueses nunca criticaron la desigualdad. ¡Qué

ingenuidad! Arthur Koestler, entre otros, se indignó en El Yogi y Comisario a propósito de las

enormes disparidades de los ingresos en la URSS. Los voceros ideológicos de la reacción

siempre consideraron como buena ley reprochar a los revolucionarios por no conformar su

práctica a sus principios. Isaac Deutscher mismo reconoce que La revolución traicionada fue una

mina de argumentos para los ―sovietólogos y propagandistas de la guerra fría‖157

. Igual que estos

últimos, los trotskistas no pueden valerse de su lucidez precoz frente a Stalin, ya que les faltaban

las primeras condiciones (indisociables) de una crítica fundada: la práctica revolucionaria y una

teoría científica. Se puede decir lo mismo de las otras categorías de oponentes.

Horrorizados por la represión violenta y policial de toda opinión crítica, aun cuando se

refiera a las contradicciones en el seno del pueblo, numerosos intelectuales inestables y cuadros

desengañados denunciaron el ―stalinismo‖, pero cayeron más aquí del marxismo al adoptar un

punto de vista moralizante y humanista158

. Reclamaban una libertad por encima de las clases, por

consiguiente, de hecho, libertad para la burguesía de oprimir ideológica y políticamente a los

obreros. Merleau-Ponty se burlaba, a imitación de Trotsky, de los ―intelectuales en retiro‖, la

―liga de las esperanzas fallidas‖, pero exigía de ellos que trataran de ―trazar, pese a todo, un

camino para el humanismo de todos los hombres‖159

. En realidad, sólo el proletariado podrá, al

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Sobre el Trotskismo 82

liberarse a sí mismo, liberar a toda la humanidad. No es abandonando la perspectiva de la

revolución y de la dictadura del proletariado que se podrá ―trazar un camino para el humanismo

de todos los hombres‖. El interés de ―todos los hombres‖ seguirá siendo un disfraz hipócrita de

los intereses burgueses, mientras que subsistan las clases y la sociedad no haya realizado el

tránsito a la fase superior del comunismo.

Si estos intelectuales traicionaron, no es de ningún modo por haber criticado tal política o a

tal dirigente, sino por haberse encontrado frente al pueblo del otro lado de las barricadas. No

todos tomaron conciencia de ese cambio de su posición de clase y la mayoría no lo quiso. Sin

embargo, era ineluctable, no sólo porque no existe un tercer camino, sino también por otra razón

que rara vez se sospecha: incluso los mejores de entre ellos, los que habían participado en la

lucha revolucionaria en puestos de responsabilidad, eran sólo funcionarios del Partido. Una vez

separados de ese aparato, se encontraban aislados de las masas, porque nunca habían estado

unidos a ellas. Era posible no seguir servilmente a Stalin en sus errores sin degenerar en enemigo

de clase, a condición de permanecer unido a las masas, aprender junto a ellas para servir al

pueblo y promover su interés fundamental, la revolución liberadora. Eso es lo que hicieron Mao

Tsetung y sus camaradas, que no siempre estuvieron de acuerdo con la dirección de su partido o

de Stalin. Mientras que se consagraban a rectificar en la práctica los errores de estos últimos, se

cuidaron de formular juicios definitivos y de pronunciar sobre ellos condenas públicas,

estimando que eso no podría más que suscitar la escisión y servir al enemigo sin ofrecer ninguna

utilidad para el pueblo.

Sin embargo, es cierto que bajo Stalin la posición de los intelectuales, incluso la de los que

se esforzaban por asimilar el materialismo dialéctico, no fue exactamente confortable. Por una

parte, percibían más o menos confusamente (a través de sus efectos) los errores de Stalin de que

acabamos de hablar. Por otra parte, eran más particularmente sensibles a ciertas desviaciones en

el plan de la política proletaria con respecto a las ciencias y la cultura que Stalin no había podido

evitar, por más grande marxista-leninista que fuese160

. Que se piense especialmente en las

ineptas críticas dirigidas contra la relatividad, la cibernética y la genética clásica después de

1945. En esa ocasión hubo una confusión entre las teorías científicas, inatacables como tales, y

las interpretaciones filosóficas que pretendían deducir de ellas los sabios y filósofos

reaccionarios deseosos de hacer pasar su carga idealista con una envoltura científica garantizada.

Stalin y Zhdanov cayeron en esa trampa que Lenin supo denunciar en Materialismo y

empiriocriticismo. Lysenko, que se beneficiaba con su apoyo aunque sus concepciones fueran de

lo más discutibles, pudo reducir a sus críticos a silencio durante la sesión extraordinaria de la

Academia de Ciencias Agrícolas de agosto de 1948, declarando que el Comité Central había

―examinado y aprobado‖ su informe (!). Después de la muerte de Stalin, Jruschov acudió

apresuradamente en su apoyo (especialmente en abril de 1957) y renovó las muestras de apoyo

oficial, que necesitaba enormemente después del costoso fracaso de las tentativas de sembrar,

conforme a sus consejos, trigo de invierno en Siberia.

Mitchurin y su discípulo Lysenko pretendían desarrollar la teoría de Darwin, pero su

doctrina era de hecho un avatar de lamarckismo. Concedían un lugar indebido a las explicaciones

finalistas y negaban la lucha por la vida en el seno de una misma especie (en particular vegetal).

Afirmaban sobre todo la herencia de los caracteres adquiridos bajo la influencia del medio

ambiente y rechazaron la diferencia entre el germen y el soma. Esta enseñanza no era

materialista dialéctica y se hicieron los avances de la ciencia siguiendo otro camino. Nuestro

conocimiento cada vez más profundo de los cromosomas y de los genes, los grandes

Page 86: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 83

descubrimientos de la biología molecular, especialmente la del ADN, dejan entrever hoy la

posibilidad concreta de modificar según nuestras necesidades el patrimonio hereditario de las

especies. No se obliga a la naturaleza más que obedeciéndola.

Todavía en 1962, Garaudy alababa a Lysenko por haber planteado ―esa idea fecunda de

transportar el transformismo al plano experimental‖161

. En realidad, entre los ―trabajos‖ de

Lysenko y los futuros descubrimientos del transformismo experimental hay la misma relación

que entre las transmutaciones de elementos que pretendían realizar los alquimistas y las que

intervienen en una pila atómica o un acelerador de partículas.

A raíz de la controversia alrededor del mitchurinismo, sabios comunistas como Haldane (en

Inglaterra) o Prenant (en Francia) fueron alejados del Partido y en consecuencia degeneraron más

o menos.

En China, al contrario, el Comité Central nunca resolvió con su autoridad un debate entre

científicos que se refiera propiamente a su competencia y Mao Tsetung ha criticado a aquellos de

sus camaradas que ―en la labor científica y cultural, se inmiscuyen en asuntos en los cuales no

deberían intervenir‖162

.

Al intervenir en el debate de 1947, Zhdanov subrayó, con razón, la necesidad del punto de

vista de clase y del espíritu de partido en la filosofía. Desgraciadamente, al mismo tiempo no

previno de manera suficiente en contra de una lectura inmediatamente política (por consiguiente

simplista y no dialéctica) de las contribuciones a las ciencias y las artes, sin consideración de los

criterios propiamente científicos o estéticos. Fue en esa época que se extendió el concepto

erróneo que distinguía una ―ciencia burguesa‖ y una ―ciencia proletaria‖. Como si no fuera

evidente que las ciencias de la naturaleza tomadas en sí mismas pueden servir tanto a una como a

otra clase por igual, que ambas se interesan por igual en las leyes de la naturaleza a fin de

dominarla. En 1950, Stalin puso fin a sus errores enunciando, sobre el objeto de la lingüística,

esta verdad generalizable (a fortiori) para los objetos de otras ciencias:

―La lengua como medio de comunicación entre los hombres en la sociedad sirve igualmente

a todas las clases de la sociedad y manifiesta en este sentido una especie de indiferencia por las

clases. Pero (…) las clases están lejos de ser indiferentes hacia la lengua‖163

.

Recordó también que ―no hay ciencia que pueda desarrollarse y prosperar sin una lucha de

opiniones, sin libertad de crítica‖, porque ―esta regla (había sido) ignorada y pisoteada sin

cuidado‖164

.

Los trotskistas y los revisionistas se unieron para acusar a los comunistas chinos de ser

―stalinistas‖, no en el sentido en que esto es efectivamente cierto, sino por atribuirles la voluntad

de ―imponer a los demás partidos el orden, la ideología y la moral, las formas y método de

dirección, que florecieron en el período del culto a la personalidad‖165

. Ahora bien, la refutación

más radical de estos métodos se encuentra en la práctica del Partido Comunista de China y los

escritos de Mao, especialmente en el que se titula Sobre el tratamiento correcto de las

contradicciones en el seno del pueblo. Mao dice: ―Con el pueblo, por el contrario, se emplean

métodos democráticos y no coercitivos, es decir, se le garantiza su participación en las

actividades políticas‖, que así podrá educarse a sí mismo, que hay que resolver las divergencias

―empleando métodos democráticos – discusión, crítica, persuasión y educación‖, que es deseable

criticar inclusive al marxismo166

. Está claro que, en todos estos puntos, Mao toma la actitud

contraria en las concepciones y sobre todo en la práctica en vigor en épocas de Stalin. El

principio ―tratar la enfermedad para salvar al paciente‖ ¿no se opone acaso al de curar la

enfermedad matando al paciente, que fue tácitamente aplicado en tiempos de Stalin a raíz de la

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Sobre el Trotskismo 84

confusión entre los métodos que pueden ser necesarios cuando hay desacuerdo entre camaradas o

hermanos de clase?

Cuando Mao escribe que ―frente a cualquier cosa, los comunistas tienen siempre que

preguntarse el porqué y utilizar su propia cabeza para examinar minuciosamente si corresponde a

la realidad y si está bien fundada; no deben en absoluto seguir ciegamente a otros ni preconizar

el servilismo‖167

, está enunciando un principio que parece totalmente nuevo a los que militaron

largo tiempo en partidos educados por Stalin. Piensen: ¡ejercer el espíritu de crítica con respecto

a las decisiones de las instancias dirigentes del Partido!

En una palabra, Stalin no aseguró la participación colectiva del pueblo en la actividad

política. La facilidad con la cual los jruschovistas usurparon el Poder no tiene otra explicación.

Mao Tsetung combatió siempre las tentativas de introducir en China las concepciones

soviéticas concernientes al ejército o el partido en su funcionamiento interno y sus relaciones con

las masas.

El Ejército Rojo soviético conocía la disciplina, pero no la democracia. Se instituyeron

privilegios materiales exorbitantes en beneficio de los oficiales, sobre todo los generales. Las

condecoraciones refulgentes, los uniformes recamados de oro, los redobles de tambor y otras

mascaradas contribuían a glorificar a los grados superiores y colocarlos por encima de los

soldados rasos. Se exaltaba el recuerdo de los estrategas del feudalismo zarista, los Suvarov,

Kutuzov, etc. Los factores que se consideraban esenciales eran el material militar y la

competencia técnica, no la conciencia política proletaria. Los militares no participaban en el

trabajo productivo. En esas condiciones, el Ejército Rojo se parecía demasiado a un ejército

burgués para corresponder a su concepto.

Durante diez años, bajo la influencia soviética, el Ejército Popular de Liberación chino se

conformó a este modelo, pero desde 1960 volvió a la tradición de Yenán para ser un verdadero

ejército del pueblo. Para ello, había que hacer lo opuesto a las concepciones que habían

prevalecido antes.

Stalin tenía tendencia a creer que, en la elaboración de la línea política, se debía partir de los

jefes para volver a los jefes. Mao coloca el acento de modo totalmente diferente: hay que partir

de las masas para volver a las masas. Lo que significa especialmente que el partido está bajo el

control de las masas y no lo contrario.

Para reforzar la vigilancia ante los actos clandestinos del enemigo, Stalin había instituido las

―relaciones ideológicas‖ y un sistema de vigilancia que, lejos de desenmascarar a los arribistas,

en los hechos les dio nuevas oportunidades para deshacerse de los ―intrusos‖ por medio de

chismes y soplonaje. Se supone que con tales medios, los individuos como Jruschov lograran

escalar a los altos niveles del Partido. Cuando Liu Shao-chi y su lugarteniente An Tse-wen

introdujeron estos métodos de Moscú en China en los años 1940, Mao se les opuso.

Con la Gran Revolución Cultural Proletaria, las novedosas enseñanzas de Mao arrasaron con

una máxima fuerza y claridad y se transformaron en un huracán que barrió las viejas ideas,

costumbres y fetiches. Esta revolución sin precedentes lanza los rayos de su ideología

emancipadora por todo el mundo. Ha cambiado profundamente nuestra concepción del

socialismo, que solía llevar la marca de la experiencia soviética con todos sus elementos

negativos sin someterla a ninguna crítica y que, en un sentido, antes no se podía criticar.

Page 88: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 85

5. Degeneración revisionista o revolución cultural

La posición trotskista

Los discípulos de Trotsky quieren permanecerle fieles en el problema de la naturaleza de la

URSS y de los otros países revisionistas, como si nada hubiera cambiado en más de 30 años.

Ahora bien, su posición sobre este problema siempre fue extremadamente avergonzante, confusa,

contradictoria. Aún en 1929, Trotsky creía que la base social de Termidor, definido como

―contrarrevolución‖ y ―transferencia del poder a manos de otra clase‖ (cf. infra, p. 200) era el

kulak. El problema de Termidor y del bonapartismo, decía, es en esencia el problema del kulak.

Según él, ―el mujik enriquecido o que trata de enriquecerse (…) es el agente natural de las

tendencias bonapartistas‖. (Cf. supra, p. 140). Stalin, del cual Trotsky pensaba que iba a preparar

la restauración del capitalismo (―un Kerensky al revés‖), expropió a los kulaks contra todas las

contradicciones de nuestro ―profeta‖ y éste debió abandonar el método marxista de analizar el

contenido de clase de una política. Las clases en el sentido en que las entendía, no existían ya en

la URSS. Para su gran perplejidad, las tendencias bonapartistas se habían impuesto a la

desaparición de su ―agente natural‖, el kulak.

En La Internacional comunista después de Lenin, escrito en 1929, Trotsky todavía razonaba

a veces como un marxista. Declara que el ―aparato del partido‖ ―aterroriza al núcleo proletario

del partido‖ y se pregunta; ¿sería el terror de la dictadura del proletariado? No, ya que se dirige

contra el partido, contra los intereses del proletariado. ¿Es entonces la presión y el terror de otras

clases? Es evidentemente así, ya que no existe presión en el dominio social que se ejerza fuera de

las clases (ob. cit., p. 88).

Aparentemente, para Trotsky, después de 1929, la burguesía rural (los kulaks) que ejercía su

terror sobre el proletariado por intermedio del aparato del partido pierde el poder (no se sabe

cómo) y este último es ejercido por la burocracia en tanto que ―arma histórica de la clase obrera‖

(?!). Volviendo sobre este problema al fin de su vida, en La Cuarta Internacional y la URSS,

Trotsky reconoce que ―la burocracia (está) indisolublemente ligada a la clase económicamente

dominante‖1. Habría que agregar que la burguesía sigue siempre los intereses de esa clase. Pero

entonces, ¿qué dicen los trotskistas actuales? ¿Los obreros rusos serían hoy ―la clase

económicamente dominante‖? La cuestión es la siguiente: ¿cómo, en un país donde los medios

de producción están estatizados, podría el proletariado ser ―económicamente dominante‖ si no lo

es políticamente?

En una entrevista concedida poco antes de su muerte, Trotsky declaraba esto: ―Acusamos a

la banda dirigente de haberse transformado en una nueva aristocracia que oprime y roba a las

masas... La inmensa burocracia devora la parte del león de un ingreso nacional modesto‖2.

Las chinos hablan de una ―nueva burguesía‖; ¿por qué la expresión ―nueva aristocracia‖

(¿feudal?) sería más adecuada? ¿Cómo hay que calificar a un país industrializado donde una

(nueva) burguesía explota (o roba) a las masas, si no de capitalista? La respuesta de Trotsky y de

los trotskistas es que en rigor la burocracia no explota a los trabajadores, sino que los roba en

tanto es una capa parasitaria, como lo hace la Iglesia, por ejemplo. Pero ésta siempre formó parte

integrante de las clases poseedoras. Se sabe que hoy el Vaticano es una gran potencia capitalista,

lo mismo que antaño la Iglesia poseía más tierras que el rey y los nobles. La Iglesia, incluso

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Sobre el Trotskismo 86

cuando no posea tierras ni capitales, explota a los trabajadores participando en la redistribución

de la plusvalía. Volvemos así a la cuestión planteada más arriba: ¿quién posee colectivamente los

medios de producción en la URSS, los trabajadores o bien lo que llamamos la nueva burguesía y

que los trotskistas llaman la burocracia? ¡Como una comparación no es razón, no se puede

considerar que Trotsky haya resuelto el problema comparando la burocracia a la Iglesia, a un

tumor o al lumpenproletariado!

En la primera conversación, Trotsky afirmó que ―la liquidación de la propiedad privada de

los medios de producción es la tarea histórica central de nuestra época y garantizará el

nacimiento de una sociedad nueva y más armoniosa‖3. Lo menos que se puede decir, es que se

hacía ilusiones y que esta ―garantía‖ no era tan segura. Si no, ¿cómo explicar que los obreros

polacos se hayan visto obligados a rebelarse contra la intensificación de su explotación y que

haya sido necesario ametrallarlos desde tanques y helicópteros para someterlos?

La esposa de Trotsky, Natalia Sedova, acabó adoptando una posición más clara y más

coherente que los partidarios dogmáticos de su difunto marido: consideraba al gobierno soviético

como ―un capitalismo de Estado‖4.

Los trotskistas niegan el carácter capitalista de los países de Europa del Este ligado a la

usurpación del poder por una burguesía de Estado que explota y oprime a los trabajadores.

Examinemos su argumentación, tal como está desarrollada en las tesis adoptadas por el XI

Congreso de la IV Internacional. Tomando como ejemplo a Yugoslavia, afirman que los

partidarios de la tesis según la cual el capitalismo estaría restaurado ahí, ―aplican (…)

concepciones reformistas al revés, puesto que no ha habido manifiestamente una

contrarrevolución social (…), ya que el partido en el Poder (…) sigue siendo el mismo‖5.

Es retomar un viejo argumento de Trotsky, negando (antes de admitirlo) que haya habido un

Termidor en la URSS6.

―Termidor, decía éste, no significa un período de reacción en general (…), indica una

transferencia del Poder a manos de otra clase. (…) Termidor fue una guerra civil en la cual los

sans-culottes fueron vencidos. ¿Alguien puede pensar (…) que el Poder puede pasar de las

manos del proletariado ruso a las de la burguesía por medios pacíficos?‖ Semejante concepción

de Termidor no es más que el reformismo con el traje al revés.

Algunos años más tarde, Trotsky debía demostrar exactamente lo contrario, a saber, que

Termidor significa un período de reacción en general…, y así sucesivamente.

Sea como sea, el argumento es verdaderamente curioso, argumento según el cual el partido

en el Poder sigue siendo el mismo después de depuraciones repetidas, masivas y feroces,

especialmente cuando la ruptura con el Cominform. Por lo demás, la historia ofrece el ejemplo

de numerosos partidos cuya naturaleza de clase ha cambiado en ausencia de toda depuración. En

cuanto a la necesidad de una contrarrevolución social (violenta), sin duda habría que admitirla

para que las antiguas clases poseedoras volvieran al Poder, no para que se formaran otras

nuevas.

Las tesis del IX Congreso prosiguen en estos términos:

―Para los marxistas, no hay capitalismo sin clase burguesa en el Poder, en el sentido

económico del término. No hay clase burguesa sin apropiación privada de los medios de

producción y del producto social excedente‖.

Ante todo es erróneo afirmar que ―no hay capitalismo sin clase burguesa en el Poder‖. Bajo

la NEP, el capitalismo subsistía, aunque la burguesía no estuviera en el Poder. Por otra parte, los

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Sobre el Trotskismo 87

trotskistas dicen: ―en el sentido jurídico‖, ya que es únicamente en este sentido que la nueva

burguesía yugoslava no se apropió a título privado de los medios de producción.

Pero sobre todo, los trotskistas no ignoran que, además de la burguesía de Estado, existen en

ese país industriales que poseen empresas que emplean hasta 500 obreros, que el capitalismo se

desarrolla en el campo, que la especulación comercial y la especulación sobre tierras

(especialmente en las regiones turísticas) hacen furor, que el monopolio por parte del Estado del

comercio exterior fue abandonado para mejor provecho de los empresarios; en una palabra, que

Yugoslavia, como decía un periodista norteamericano, es ―el paraíso de la libre empresa‖.

Lanzarnos a un análisis de la política exterior de Yugoslavia nos llevaría demasiado lejos.

Una cosa es cierta: el gobierno estadounidense sabía lo que hacía cuando le acordó una ayuda

que ascendía a varios miles de millones de dólares.

Un artículo de Le Monde habla de ―la extraña alianza de los capitalistas extranjeros y la

autogestión en las empresas yugoslavas‖7. Extraña, en efecto, si se toma la ―autogestión‖ por

dinero contante y sonante. ¿Podría ser que la gestión capitalista y la gestión obrera hicieran

buenas amigas? No somos bastantes reformistas como para creerlo. En realidad, la ―autogestión‖

significa apenas más que la ―participación‖. Deja a los obreros sin defensa frente a los que

detentan el poder efectivo a nivel de la empresa y al del Estado, de donde la ola de huelgas (arma

última) que estalló en 1966 y 1967, como lo reconocen las tesis que criticamos.

Si los obreros fueran amos en las empresas, no harían huelga contra sí mismos. Si fueran los

amos del Estado, no se expatriarían por cientos de miles para venderse como esclavos

asalariados en los mercados de Alemania y Francia. Sólo una burguesía compradora puede

rematar las riquezas de un país abriendo ampliamente la puerta a las inversiones imperialistas a

las que se garantiza la transferencia de sus ganancias y la repatriación del capital.

En el círculo de Paul Yancovich, encontramos esta frase sublime: ―Los medios oficiales

estiman que no corresponde siquiera garantizar al inversionista extranjero contra los llamados

riesgos políticos, porque la empresa yugoslava ya es una empresa social y en consecuencia no se

puede nacionalizar‖. Dicho de otro modo, ahora que hicimos la revolución, nuestro país ofrece

una seguridad absoluta para la explotación capitalista. De una sola vez, los dirigentes yugoslavos

afirman y niegan el socialismo en su país. Este mismo argumento, que al dirigirse a los

inversionistas extranjeros constituye una confesión sin artificios, sirve también para engañar a

los obreros. Ante la menor reivindicación, nuestros ―ortodoxos‖ los apostrofan preguntándoles

qué más necesitan: ―¡El Estado les pertenece, las empresas les pertenecen!‖. Se puede contar con

los trotskistas para aplaudir esta mistificación. Sin embargo, deberían saber a qué atenerse sobre

el ―camino yugoslavo‖ hacia el ―socialismo‖, ese modelo original, no stalinista, etc. Se puede

caracterizar como una economía entregado enteramente a las leyes del mercado, es decir, a la

anarquía capitalista con crisis cíclica y un cortejo de quiebras y despidos. Hay 300.000

desocupados sobre 4 millones de asalariados no agrícolas. Los especuladores tienen rienda

suelta. El Estado exporta mano de obra e importa capitales a fin de que el pueblo sufra una doble

explotación a manos del capital imperialista, en el interior como en el exterior del país. Las

empresas emiten obligaciones para aumentar su capital. Los bancos convierten los depósitos de

los particulares en préstamos a las empresas y dan un interés del 7%. Sin embargo, los trotskistas

se rehúsan a extraer las conclusiones que imponen los hechos. Repiten: ―La clase obrera no ha

sido derrotada‖. Si no ha sido derrotada, entonces está en el Poder, ¿y cómo conciliar eso con

todo lo que sabemos de la sociedad yugoslava y de la política de Belgrado?

Page 91: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 88

Después de haber calificado a los maoístas de reformistas, los trotskistas modifican un poco

su argumentación acusándolos de ―derrotismo‖. Gritan: ―Afirmar que el capitalismo ya se está

restaurando sin resistencia masiva del proletariado, es proclamar la derrota antes de librar la

batalla y dar pruebas de derrotismo‖8.

Sin duda es triste reconocer que hubo una derrota sin batalla, pero como decía Renan:

―Podría ser que la verdad fuera triste‖. Por ahora, son los trotskistas quienes propagan el espíritu

de capitulación. Distraen de la lucha por el Poder a los obreros yugoslavos, asegurándoles que

nunca lo han perdido.

La base social de la restauración capitalista

Durante todo el período de transición del capitalismo al socialismo, prosigue la lucha entre el

camino capitalista y el camino socialista. A cada momento y sobre cada problema, la dirección

del Partido y del Estado, la de las instancias subordinadas y hasta los individuos, se encuentran

ante la elección entre los dos caminos. La victoria del socialismo no está asegurada de una vez

para siempre; es el producto de un combate sin descanso, una creación continua. Todo

relajamiento de la vigilancia de los revolucionarios proletarios deja el campo libre a las

tendencias revisionistas y acarrea una involución.

La contradicción principal de todo este período es la que opone las masas revolucionarias

con los dirigentes seguidores del camino capitalista. Es una contradicción de clase.

Algunas personas no conciben la existencia de clases sin propiedad privada individual de los

medios de producción: no es un punto de vista marxista. Marx no identificó nunca relaciones de

producción y relaciones de propiedad. Las primeras siguen reproduciéndose después de la

estatización de los medios de producción. Por eso, ―Lenin tuvo que recordar a Bujarin que la

estatización no era la socialización‖9. La división entre clases conserva su base en las relaciones

de producción durante un largo período después de la toma del Poder por el proletariado, ya que,

como indicaron ―los fundadores del socialismo científico, la desaparición del capitalismo no (…)

coincide con la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción sino con la

desaparición del salario‖10

. Por ahora, ―toda afirmación sobre las clases también debe incluir una

afirmación sobre la lucha de clases‖11

. En otras palabras, el principal criterio de la pertenencia de

clase no es el ser, ni el origen, sino la posición de clase. Ahora bien, después de la expropiación

de los antiguos explotadores, subsisten ―elementos sociales caracterizados por su posición de

clase‖12

, que trabajan para la restauración del capitalismo y se crean otros nuevos. Estas fuerzas

sociales son:

a) Los antiguos explotadores, de los que Lenin decía que ―mucho después de la revolución,

conservan aún una serie de ventajas reales: (…) el dinero, (…), hábitos de organización y de

gestión, el conocimiento de todos los `secretos' de la administración‖.

b) Los nuevos elementos burgueses engendrados por el ambiente pequeño burgués. Lenin

hablaba del ―océano de la pequeña producción‖ que amenazaba con sumergir la economía

socialista antes de la terminación de la colectivización. Incluso después de ésta, el campesinado

permanece mucho tiempo aferrado a las formas individuales de la producción.

La persistencia de las relaciones comerciales combinadas con una organización inadecuada

de la distribución determina la aparición, en los intersticios del sistema socialista, de nuevos

elementos burgueses que se entregan a diversos tráficos y especulaciones.

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Sobre el Trotskismo 89

c) Los cuadros dirigentes degenerados seguidores del camino capitalista. La mayoría de los

cuadros del Partido Comunista ocupan puestos de responsabilidad en el aparato del Estado. Estos

funcionarios pueden aislarse de las masas, sentirse superiores y volverse autoritarios. Pueden

degenerar orientándose hacia la promoción, prestigio personal y ventajas materiales que les

otorga su ―papel en la organización social del trabajo‖. Por las exigencias y la racionalidad de su

departamento ante problemas particulares y con el tiempo los deslices hacia categorías sociales

no proletarias, pueden perder de vista el conjunto: el que subordina todo a la marcha hacia el

socialismo, a la revolución.

Indicando las necesidades de la división técnica del trabajo, estas autoridades, so pretexto de

eficacia y de productividad, reprimen la iniciativa creadora de las masas en la producción. Se

esfuerzan por perpetuar la división entre cerebros que piensan sin trabajar y brazos que trabajan

sin pensar.

Las fuerzas sociales que hemos mencionado tienen aliados en el espíritu del pueblo:

costumbres, usos, hábitos, concepciones legadas por la sociedad capitalista. La expresión

concentrada, la esencia de esas supervivencias ideológicas, es el individualismo, el egoísmo, la

búsqueda de la ventaja personal.

Al decir esto, no reclamamos un suplemento de ―moralina‖ hacia la cual Marx no ocultaba

su desprecio. La consigna de la Revolución Cultural de ―combatir el egoísmo y criticar el

revisionismo‖ es una consigna de lucha ideológica cuyo alcance político es incontestable. El

egoísmo lleva a reproducir estructuras institucionales que perpetúan los privilegios y la

dominación de una minoría. Antes de la Revolución Cultural, muchos estudiantes chinos se

imaginaban que al ser ―letrados‖, serían llamados para funciones dirigentes. Consideraban su

carrera como la recompensa debida a su trabajo universitario y despreciaban a los que no habían

adquirido el mismo saber libresco. Así, el egoísmo y la ambición personal insuflan una nueva

vida a las concepciones heredadas del pasado, que se transforman en revisionismo cuando se

adornan con oropeles ―marxistas‖. La nueva burguesía en formación se apoya en esta ideología

para reorganizar la sociedad en función de sus intereses. Se puede concluir que es imposible

construir una economía y relaciones sociales auténticamente socialistas si no se crea un nuevo

hombre que ponga ante todo el interés colectivo. Se obtiene un resultado contrario si se pretende

estimular el ardor para el trabajo apoyándose en el espíritu de lucro y ampliando

desmesuradamente el abanico de los salarios, como se hizo en la URSS, lo que conduce a dividir

a los obreros y no a unirlos. De este modo, la ideología burguesa encuentra una nueva base

social. Sus avances disimulados destruyen las nacientes relaciones de producción socialistas.

No es posible luchar contra la ideología burguesa recurriendo sólo a medidas administrativas

y policiales. Éstas permiten suprimir únicamente su expresión abierta, pero en los hechos la

dejan marchar de modo subterráneo en el espíritu de las masas. La única arma eficaz es la

refutación marxista-leninista, apoyada con hechos y la participación de las masas en las luchas

ideológicas. En la URSS, so pretexto de ―dictadura‖, se prohibía prácticamente a las masas

ocuparse de política, criticar y derrocar a los malos dirigentes, lo que en los hechos facilitó la

transformación de la dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía.

El pueblo educado en la ideología de la sumisión servil a las autoridades, agobiado por el

sentimiento de su impotencia, desviado de la cosa pública y de la política hacia la persecución de

intereses privados, siente la opresión, se resiste pasivamente a ella, pero no puede movilizarse

para combatirla de manera consecuente dada la ausencia de una vanguardia organizada. Es un

pueblo dividido, atomizado, como un montón de arena Además, como los dirigentes revisionistas

Page 93: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 90

han desacreditado el comunismo a los ojos de las masas, éstas no tienen defensa ante la

propaganda reaccionaria difundida por el cerco capitalista y sus aliados del interior, disfrazados o

no.

Los dirigentes seguidores del camino capitalista que han triunfado sobre la dirección del

Partido expulsan de éste a los militantes fieles a la dictadura del proletariado. Toleran que bienes

colectivos sean desviados hacia fines especulativos, al mismo tiempo que intensifican la

explotación de la masa de los trabajadores en provecho de una pequeña capa de privilegiados.

Favorecen la acumulación del ahorro ofreciendo tasas de intereses elevados (por consiguiente,

rentas sin trabajo)13

, y lanzan reformas económicas que restauran el libre funcionamiento del

mercado, la autoridad y autonomía de los jefes de empresa, etc.

En la forma que tomó en Yugoslavia la restauración del capitalismo, sólo subsiste la

propiedad estatal de los principales medios de producción, pero las leyes de funcionamiento de la

economía son ahora las mismas leyes del modo de producción capitalista, tal como fueron

formuladas por Marx, Engels, Lenin:

– el mercado como regulador de toda la economía;

– la ley de los precios de producción de libre circulación de los capitales (compra y venta

libre de los medios de producción por las empresas);

– la ley de la ganancia como motor de la producción;

– la existencia de un ejército industrial de reserva (desocupación);

– las crisis económicas, los movimientos espontáneos de las inversiones.

En particular, la aparición de la desocupación (la supresión del derecho al trabajo) es la

prueba irrecusable de que los medios de producción están separados de los productores, de que el

proletario, o mejor aún, su fuerza de trabajo, volvió al estado de mercancía, juguete de las

fluctuaciones del mercado, que enriquece a los que la comandan (―enajenación‖). Mientras tanto,

la dictadura del proletariado dio lugar al ―Estado de todo el pueblo‖, transparente máscara de una

nueva opresión de clase. La burguesía siempre presentó su reino como el de la razón universal y

el interés general. La nueva burguesía de los países revisionistas no es una excepción.

Charles Bettelheim anuncia un libro sobre la restauración del poder de la burguesía en la

URSS, pero ya le debemos sobre este tema indicaciones precisas y luminosas que nos parece útil

presentar en forma abreviada.

La conquista del poder político por el proletariado abre sólo el camino a la eliminación de

las relaciones de producción capitalistas que siguen reproduciéndose en las empresas, incluso

estatizadas. En efecto, la ―empresa‖ tiene necesariamente un carácter capitalista a raíz del hecho

de que ―su estructura presenta la figura de una doble separación: la separación de los

trabajadores y sus medios de producción (que tiene como contrapartida la posesión de esos

medios por las empresas, es decir, de hecho por sus dirigentes) y la separación de las empresas

unas de otras‖14

, obstáculo para su socialización efectiva. Los dirigentes de la empresa compran

las fuerzas de trabajo necesarias para la ―valorización‖ (mis en valeur) de los medios de

producción. Pueden despedir a los obreros, cuyas relaciones con la empresa son de naturaleza

salarial. La reproducción de la separación de los trabajadores de sus medios de producción se

realiza además ―a través de relaciones ideológicas específicas: `autoridad' de la dirección,

organización jerárquica interna de la empresa, división social del trabajo que relaciona trabajo de

dirección y trabajo `intelectual' por una parte, trabajo de ejecución y trabajo manual por otra

parte‖. Las instituciones ideológicas (escuela, por ejemplo), que preparan a los trabajadores para

la vida en las ―empresas‖, reproducen también esas relaciones ideológicas y ―someten la división

Page 94: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 91

técnica a la división social del trabajo‖15

. ―Finalmente, la reproducción de la separación de los

trabajadores y sus medios de producción también está asegurada por las relaciones políticas

interiores de la empresa: autoridad jurídica de la dirección, que puede apelar a medios de

represión, control operado `de arriba hacia abajo', y sanciones operadas de la misma manera‖.

La presencia de tales relaciones sociocapitalistas, y por consiguiente, la de los portadores de

esas relaciones, caracteriza la transición íntegra del capitalismo al socialismo. Pone la base social

de la restauración del capitalismo16

.

―El real alcance de la propiedad del Estado depende de las relaciones entre la masa de los

trabajadores y el aparato del Estado. Si éste está verdadera y concretamente dominado por los

trabajadores (en lugar de estar colocado por encima de ellos y dominarlos), la propiedad del

Estado es la forma jurídica de la propiedad social de los trabajadores; al contrario, si el aparato

del Estado... está dominado por un cuerpo de funcionarios y administradores..., ese cuerpo se

transforma efectivamente en propietario (en el sentido de una relación de producción) de los

medios de producción. Este cuerpo forma entonces una clase social (una burguesía de Estado) en

razón de la relación que existe entre él y los medios de producción, por una parte, y los

trabajadores por otra.

―Durante la transición hacia el socialismo, el domino de las relacionas de producción

socialista y la transformación, gracias a ese dominio, de las relaciones de apropiación real

(esencialmente las que se reproducen en el seno de las unidades económicas) depende de la

intervención de las otras instancias (ideológica y política) de la formación social sobre la

instancia económica‖17

.

La transición hacia el socialismo18

“exige una lucha constante contra la tendencia a la

separación de las funciones de control y dirección y de ejecución. Esta tendencia está inscrita en

las relaciones ideológicas que reproducen las instituciones (económicas, ideológicas e incluso

políticas) heredadas de las sociedades dominadas por los no trabajadores, ya que estas

instituciones no están, y en general no puede estar, `revolucionadas' inmediatamente y dirigidas

por los trabajadores‖.

―La reproducción a nivel de las empresas y de los diferentes aparatos políticos e ideológicos

de las antiguas relaciones sociales burguesas, significa que los agentes de la reproducción de esas

relaciones, que constituyen las fuerzas sociales burguesas, siempre están presentes bajo la

dictadura del proletariado, pese a la estatización de los medios de producción.

―Por lo demás, se hace necesaria la dictadura del proletariado, ya que la lucha de clases

prosigue. Una de las salidas posibles para esta lucha es el regreso al Poder, bajo formas no

inmediatamente perceptibles, de las fuerzas sociales burguesas. Se da tal situación cuando los

representantes de estas fuerzas toman la dirección del Estado y del partido dirigente; desde

entonces, el carácter de clase del Estado, de la propiedad estatal y de la planificación ya no es

proletario, sino burgués. En tal situación, el dominio de los productores sobre las condiciones de

existencia la cual en el momento de la toma del Poder por el proletariado se asegura de

inmediato por medio del aparato del Estado –mientras que espera verlo de otra forma, no

inmediatamente realizable, porque exige una transformación profunda de las relaciones

económicas, ideológicas y políticas– cesa completamente y se reemplaza por el de una clase

explotadora.

―Sobre la base de las relaciones económicas, ideológicas y políticas existentes, esta clase no

puede ser más que una burguesía. Ésta se presenta como una burguesía de Estado‖19

.

Page 95: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 92

Las nuevas tesis de Ernest Mandel

En el número 45 de Quatrìeme Internationale, E. Mandel ha tratado de sentar sobre nuevas bases

las viejas teorías trotskistas concernientes a la naturaleza del Estado soviético, de manera que

den cuenta por una parte de los cambios sucedidos en la URSS y, por otra parte, del análisis que

hicieron de ellos los chinos y Charles Bettelheim.

Según Mandel, lo que distingue la propiedad nacionalizada de la propiedad privada es la

orientación de las inversiones.

En el primer caso, se deciden a nivel nacional; en el segundo, a nivel de la empresa. Y agrega:

―Todo lo demás se desprende de esto‖. Después de haber comprobado esta diferencia, plantea

que ―la planificación es (…) un conjunto de relaciones humanas de producción‖. ¿Es una

perogrullada? No, ya que esas relaciones son ―humanas‖ para no ser ―de clase‖. Todo lo demás

se desprende más bien de eso. El humanismo nunca es inocente. Habiéndose apoderado de ese

eslabón. Mandel atrae a sí toda la cadena. Con estas ―relaciones humanas de producción‖, forja

dos nuevos conceptos ―marxistas‖ (?): a) las ―relaciones de planificación‖; b) ―el modo de

producción socialista y planificado‖.

Una vez inventado ad hoc este modo de producción, Mandel lo califica de ―no capitalista‖. Se

sabe que los publicistas soviéticos preconizan para los ―nuevos países dependientes‖ (―en

realidad dominados por el imperialismo y el socialimperialismo‖) un camino ―no capitalista‖

cuyos ejemplos más acabados serían Egipto y Birmania, ya que en esos países el Estado detenta

la mayor parte de los medios de producción20

.

Como ellos, Mandel deja entender que ese nuevo ―modo de producción‖ sería el que predomina

en una sociedad ―de transición del capitalismo al socialismo‖. A propósito de la URSS, habla de

―planificación socialista‖, sin explicar en qué es socialista esa planificación y de ―propiedad

colectiva‖, cuidándose de precisar que es la de la burguesía de Estado.

Por cierto, Mandel reconoce que la ―burocracia‖ se apropia de una parte del producto social

excedente, pero se rehúsa a llamarla ―explotación burguesa‖. Es de presumir que si lo

presionaran, admitiría la explotación en la URSS, rechazando solamente el epíteto de

―burguesa‖21

. En el artículo, invoca las diferencias (reales) entre la manera en que funcionan y se

desarrollan, por ejemplo, la economía norteamericana y la economía soviética. Pero ni siquiera

trata de demostrar que, para determinar la naturaleza del Estado soviético, estas diferencias son

políticamente esenciales, desde un punto de vista de clase, punto de vista al cual renuncia cuando

habla de modo de producción. No basta que se decida la orientación de las inversiones a nivel de

Estado; es necesario que obedezcan a los intereses de la clase obrera y que toda la política

económica obedezca a los intereses proletarios presentes y a largo plazo (es decir, ―poner la

política al mando‖). Sin eso, no se pude hablar de transición hacia el socialismo.

Todo el razonamiento de Mandel se funda sobre la oposición entre un pretendido modo de

producción planificado y un pretendido modo de producción de mercancías coexistente en la

URSS. Según él, la lucha entre la dinámica del uno y el otro desembocará necesariamente en la

―revolución política‖ trotskista y en una contrarrevolución que aplastará ―la salvaje resistencia

del proletariado soviético‖. Así volvemos a encontrar, apenas rejuvenecidas, las tesis trotskistas

tradicionales, que ya hemos criticado. La tentativa de actualización de Mandel se derrumba a su

vez en cuanto nos rehusamos a aceptar los ―modos de producción‖ que ha inventado para las

necesidades de la causa. La introducción del plan no basta para eliminar las clases sociales, ni

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Sobre el Trotskismo 93

para fundar relaciones de clase diferentes. Ahora bien, las relaciones de producción son

relaciones de clase22

. Esto basta para impedirnos hablar de un modo de producción planificado.

En su segunda carta a Sweezy, Bettelheim ya había indicado ―que puede existir una

`planificación' y un `plan' burgueses‖, que ―la contradicción real (la designada de modo

ideologista con la expresión `contradicción plan/mercado', la que señala su existencia al mismo

tiempo que la oculta), es la de la dominación o la no dominación de los productores sobre las

condiciones y los resultados de su actividad‖. De donde la cuestión fundamental no es que el

―mercado‖ o el ―plan‖ –por consiguiente también el ―Estado‖– domine la economía, sino la

naturaleza de clase que detenta el Poder23

.

Mandel cree plantear una pregunta muy embarazosa cuando interroga ―por medio de qué

cambios en las relaciones de producción y en el modo de producción se ha manifestado esta

restauración del capitalismo, esta contrarrevolución en la URSS‖. Los análisis de Bettelheim que

resumimos sugieren una respuesta perfectamente clara. La estatización de los principales medios

de producción por el proletariado en el poder es un primer paso necesario pero de ningún modo

suficiente para instaurar relaciones de producción socialistas. Las viejas relaciones de producción

continúan reproduciéndose a nivel de las empresas, hasta tanto éstas no hayan sido

revolucionadas. Como la ―instauración‖ se realizó a nivel de la superestructura jurídico-política,

la ―restauración‖ ha podido hacerse por la ―vía‖ de una ―usurpación‖ del poder político

conquistado en 1917 por la vanguardia del proletariado.

Algunos hechos que ilustran la restauración del capitalismo en la URSS:

La explotación legal y la especulación

Desde hace muchos años, la especulación en el campo comercial ha adquirido vastas

proporciones, y la prensa soviética se hace eco a veces de este problema cuando se trata de casos

particularmente escandalosas que hayan provocado la indignación pública. A menudo, los

directores de empresas estatales compran máquinas con sus propios ingresos para hacer trabajar

en ellas a obreros y vender el producto por su propia cuenta. Son capitalistas individuales en el

sentido clásico del término. La economía ―privada‖ se desarrolla también en el campo. En 1963,

las parcelas familiares de los koljosianos y sovjosianos en Kazajstán produjeron 8.740.000

quintales de papas, mientras que la ―economía pública‖ de los koljoses y sovjoses no produjo

más que 2.544.000 quintales... En el mismo año, el rendimiento en legumbres de las parcelas

privadas era casi el triple del de las ―granjas colectivas‖. Entonces, no es para asombrarse si los

campesinos consagran sólo 180 días por año a las tierras colectivas en Ucrania y 135 en Georgia,

para trabajar el resto del tiempo en sus lotes individuales24

. La prensa soviética reveló que

centenares de koljosianos se entregan cada día al comercio en mercados libres. Entre ellos,

algunos especuladores ―con gran experiencia‖ son capaces de recoger enormes ganancias.

Alquilan trenes enteros para transportar, por ejemplo, frutas del Cáucaso y de Asia central y

revenderlas a precios de oro en Moscú.

Los principales agentes de la restauración del capitalismo no son, sin embargo, los

especuladores, fenómeno marginal (y derivado) en un país donde los medios de producción son,

en lo esencial, propiedad del Estado, sino los ―propietarios colectivos del Estado‖, el conjunto de

Page 97: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 94

los que asumen los puestos de dirección en el aparato, la ―burguesía burocrática‖25

, ―burguesía

de Estado‖26

que aprovecha su poder para enriquecerse a costa de los trabajadores27

.

―Según el libro La remuneración legítima de los koljoses, de Chapiekov, una investigación

realizada en 27 koljoses de Kazajstán demuestra que en 11 de ellos, el presidente cobra un

salario de 15 a 19 veces más alto que los simples miembros. En la República de Azerbaidján, el

presidente del koljós ―Obreros de Bakú‖ cobraba en 1965 un promedio de 1076 rublos por mes,

el jefe contable 766, mientras que los miembros cobraban apenas 38... Sea cual sea la cosecha,

los responsables y los especialistas cobran enteramente su salario, mientras que las primas en

especie que reciben en el año alcanzan a 5 ó 6 veces sus salarios mensuales. En el departamento

de Ivanovo, república de Rusia, el responsable del koljós ―Los comuneros‖ embolsó de una sola

vez una suma equivalente a un mes de salario de todos los miembros del koljós28

.

La reforma económica

Los economistas Liberman y Trapeznikov, desde 1962 hicieron proposiciones tendientes a una

reforma económica consistente en conferir mayor autonomía a las empresas en detrimento de la

planificación, a restaurar en buena medida el libre funcionamiento del mercado, a transformar la

ganancia en el criterio de éxito de la empresa, a interesar finalmente a la dirección y el personal.

Se adoptó la reforma en septiembre de 1965; su aplicación comenzó el 1º de enero de 1966 y se

generalizó durante 1969.

En L'Express del 28 de agosto de 1967 puede leerse: ―Las autoridades soviéticas decidieron

alentar el entusiasmo por la reforma económica autorizando la semana pasada la publicación de

un libro que elogia `la eficiencia norteamericana'. Tal es su título. El autor, Nicolas N.

Smeliakov, ingeniero y viceministro de Comercio Exterior, vivió en los Estados Unidos como

encargado de una misión comercial permanente‖.

Se comprenderá fácilmente que los ciudadanos soviéticos no desborden de entusiasmo por la

reforma económica si se consideran sus consecuencias:

– La reforma concede a los dirigentes de las empresas el derecho a modificar las escalas de

salarios, a fijar la parte de las ganancias que va a las primas y el reparto de éstas, por

consiguiente de beneficiar a unos en detrimento de otros, comenzando por sí mismas.

– Para obtener el máximo provecho, los jefes de empresas acrecientan la productividad

intensificando especialmente los ritmos.

– Obtienen el derecho de despedir de su fábrica a los obreros que de ese modo se hayan

transformado en supernumerarios.

– Para paliar la desocupación ―estructural‖ que resulta de esto, el Estado crea una oficina de

empleos llamada ―Oficina de administración para la utilización de la mano de obra‖.

Para los trabajadores, la reforma significa miseria y desocupación (o al menos, inestabilidad

en el empleo). Sólo una minoría privilegiada se encontrará enriquecida. De este modo, el abanico

de los ingresos, ya excesivamente amplio, se ampliará aún más. En efecto, ésa es la política

conscientemente aplicada desde 196429

. Los dirigentes soviéticos no lo ocultan y llegan hasta

encontrar ―justificaciones teóricas‖ para su política antiobrera. En sus tesis en ocasión del 50

aniversario de la Revolución de Octubre, el Comité Central declara:

―Toda nivelación en la distribución habría suprimido el interés de los trabajadores por los

frutos de su labor, así como su deseo de elevar su nivel profesional y cultural. En el régimen

Page 98: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 95

soviético, el interés es lo que estimula en los individuos el deseo de elevar la productividad y de

desarrollar sus aptitudes y sus talentos‖30

.

Según Izvestia del 4 de marzo de 1966, la diferenciación de los salarios garantiza la

elevación de la productividad y se transforma, por consiguiente, en un elemento fundamental de

la construcción del comunismo31

.

O sea, ¡cuánto más grandes sean las desigualdades, cuanto más la gente actúe en función de

su interés individual, más se acerca el comunismo!

La reforma acarreará un alza de los precios y una dependencia mayor con respecto al mundo

capitalista. He aquí lo que dice un observador occidental:

―El precio del éxito de la reforma aún se está por pagar: la aceptación de cierto volumen de

inflación y de un deterioro sensible de los términos de intercambio con el exterior. Quizá los

dirigentes soviéticos juzguen que ese precio no es demasiado elevado cuando se trata de

estabilizar las relaciones económicas con el occidente, en un período en que se acentúa la

amenaza que viene del Este‖32

.

Se recuerda que en la época en que se escribieron estas líneas, el corresponsal de la agencia

soviética Novosti afirmaba en Le Monde que la URSS defendía la civilización occidental sobre el

Amor y el Ussuri.

La restauración del capitalismo en la URSS se advierte hoy a simple vista. Incluso los

ideólogos de la burguesía tienen conciencia de ello, a su manera, y se felicitan33

.

―La orientación general de las reformas, algunas medidas que las acompañan y sobre todo el

clima en que se cumplen, permiten pensar que no constituyen más que un primer paso en el

camino de modificaciones más profundas…. Un sistema de mercado y de planificación

constituye, en la etapa actual de desarrollo de las sociedades industriales, la única fórmula

posible, tanto en el este como en el oeste‖.

Se puede confiar en la oficina anticomunista especializada que publica Est-Ouest para

discernir lo que es válido tanto para el Este como para el Oeste capitalista.

La represión del pueblo

―El hombre está hecho de modo que en general no se deja explotar de buena gana; por eso hay

que obligarlo y oprimirlo‖34

.

Para mantener su poder y su control sobre los medios de producción, los nuevos

explotadores burgueses, con el grupo Brezhnev-Jruschov a la cabeza, se obligaron a recurrir a la

represión cada vez que el engaño se reveló insuficiente. Por eso fundaron un ―ministerio de

Orden Público de la URSS‖ en julio de 1966. En diciembre del mismo año, adoptaron una

―resolución para reforzar la disciplina del trabajo‖, que afirma la necesidad de una plena

utilización de las ―medidas administrativas previstas por la ley‖ y amplía las funciones ―de los

tribunales y la Corte Suprema de la URSS‖. O sea, los trabajadores que se rebelen contra la

―disciplina del trabajo‖, es decir, contra la explotación de que son objeto, serán castigados por

vía judicial o incluso administrativa.

A comienzos de 1969, se agregaron nuevas enmiendas a las leyes soviéticas: éstas

estipulaban que ―cualquiera que transgreda la política y el orden social soviético‖ y ―difunda

calumnias antisoviéticas‖ podría recibir una sentencia de tres años de cárcel. En enero de 1967,

un grupo de jóvenes soviéticos se manifestaron contra la introducción de estas nuevas cláusulas.

Dos de ellos fueron condenados a una pena de tres años, bajo inculpación de ―atentado al orden

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Sobre el Trotskismo 96

público‖35

. Se sabe que los ciudadanos que protestaban contra la invasión de Checoslovaquia en

agosto de 1968 fueron castigados con largas penas de prisión.

Los opositores políticos por lo común son encerrados en campos de trabajo con presos

comunes, pero es muy frecuente que los internan en manicomios, donde les inyectan por la

fuerza drogas embrutecedoras. No considerar que el gobierno soviético sea el mejor posible es la

prueba de que no se está ―adaptado‖, es decir, no está en sus cabales.

La degeneración ideológica

El análisis de la sociedad soviética contenido en las notas que redactó hacia el fin de su vida el

célebre economista Eugène Vargas no va más allá de una descripción superficial de los

fenómenos, como para poder deducir las causas. Sus tentativas de explicación, fundadas en la

necesidad para la URSS, de una interrupción del desarrollo capitalista ruso en sus comienzos

para consagrar un enorme presupuesto a la defensa, no nos parecen convincentes. Sin embargo,

en estas notas están numerosas observaciones que verifican otros testimonios, como el de cuatro

estudiantes japoneses reproducido en el diario marxista-leninista belga Clartè (No. 110), que

confirman nuestro propio cuadro de la degeneración revisionista. He aquí lo que dice Vargas:

―Las relaciones que rigen la sociedad soviética favorecen a menudo el resurgimiento de

supervivencias o de actos amorales. Por una parte, la facilidad material y las comodidades

excesivas de las que goza la aristocracia burocrática del Partido a menudo provocan en los

privilegiados (…) la suficiencia y la arrogancia y a menudo la perversión. Éstas los llevan a

siempre querer más, a vender y apropiarse del material del Estado, a satisfacer sus pasiones

desbordadas que a veces los conducen al crimen‖.

Vargas deplora en las ―capas medias‖36

―la ausencia de espíritu verdaderamente democrático

y sentido cívico. Esto los lleva a retirarse al universo de los intereses privados, familiares, a

aspirar a una existencia de pequeño burgués. El ciudadano soviético común se reduce a

preocuparse, fuera del trabajo, de comprar el máximo de bienes de consumo, tener un hermoso

departamento, un terreno para su `dacha', un televisor, ropa, etc. Ahorra dinero y se jacta de ello

ante sus parientes y vecinos‖.

―En conjunto, los ciudadanos soviéticos no tienen la menor noción de lo que podría ser una

verdadera democracia soviética, ni de colectivismo, ni de las relaciones que de él resultarían (…)

La sociedad soviética, desde hace mucho, es autoritaria y se basa en el culto a las autoridades

(…) El poder del Estado pertenece siempre a la aristocracia burocrática del partido. La política

permanece disimulada entre las masas trabajadoras‖.

Se podrían multiplicar los ejemplos que muestran que el sentido común burgués pasa por

sentido común en el bloque prosoviético. El autor tuvo la oportunidad de discutir con una joven

arquitecta húngara que trabajaba en Francia, donde permaneció dos años. Era miembro del

Partido y se consideraba una comunista fiel. Hablando de su experiencia en las obras de

construcción francesas, decía que le chocaba la mala voluntad de los trabajadores. Ante nuestra

sugestión de que tal vez se trataba de una forma de resistencia a la explotación capitalista y por

eso mismo era loable desde el punto de vista proletario, replicó que más bien era pereza, madre

de todos los vicios – en Francia como en los países socialistas.

Los que han viajado a la URSS han podido observar numerosos hechos que conducen todos

a la misma conclusión: la ideología dominante es ahí la de la clase dominante, la burguesía del

Estado. K. S. Karol resumió muy bien algunos rasgos de esta ideología37

:

Page 100: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 97

―Los valores de la clase dominante soviética no se distinguen gran cosa de los que

predominan en la burguesía occidental. La élite en el Poder en la URSS cree firmemente en la

necesidad de una división social del trabajo, en los métodos jerárquicos en el sector económico y

político y en todos los dogmas de la `promoción por el mérito'‖.

Por cierto, los dirigentes soviéticos ostentan una fidelidad al marxismo-leninismo que se

quiere intransigente, pero se les hace cada vez más difícil ponerse de acuerdo su práctica y su

ideología reales, profundamente conservadoras, con la exaltación de Lenin y de los orígenes

revolucionarios de su Estado. Se desenmascararon de una manera verdaderamente ridícula

cuando atribuyeron a Lenin la ―teoría‖ de Otto Bauer sobre los ―cinco factores sociales de la

fuerza‖, calificada por Lenin como degradación pequeño burguesa del marxismo. En el punto 14

de las ―Tesis para el centenario del nacimiento de Vladimir Ilich Lenin‖, publicadas el 23 de

diciembre de 1969 por el Comité Central de la URSS, se cometió este ―error‖ del cual habría que

decir más bien que es ―una revelación de una sinceridad excepcional‖.

El socialdemócrata austríaco Otto Bauer publicó en 1920 un panfleto en que acusaba al

―socialismo tiránico‖ bolchevique de ejercer la ―violencia sobre los factores sociales de la

fuerza‖. Hablando de esa teoría absurda, Lenin declaró ante el II Congreso de la Internacional:

―Tomen la variedad alemana del espíritu pequeño-burgués, y terminarán en la `teoría' según

la cual `los factores sociales de la fuerza' son el número, el grado de organización, el lugar que se

ocupa en el proceso de producción y repartición, la actividad, la instrucción. Si el asalariado del

campo, si el obrero de la ciudad ejercen la violencia revolucionaria contra el propietario rural o

el capitalista, no es de ningún modo la dictadura del proletariado... es violencia sobre los factores

sociales de la fuerza‖.

Un poco antes, Lenin subrayó: ―El libro de Bauer será útil, aunque sólo sea a título de

complemento de los manuales de comunismo. Tomen cualquier párrafo, cualquier razonamiento,

de Otto Bauer, y demuestren en qué consiste el menchevismo, cuáles con las raíces de las ideas

que tienen por efecto la acción práctica de los traidores del socialismo... Esta pregunta podría

hacerse con mucha utilidad en los exámenes probatorios del buen comunista. Si no pueden

responder, es que no son todavía comunistas, y es preferible que no se adhieran al Partido‖38

.

Vemos así que el ―error‖ de los dirigentes soviéticos no puede atribuirse a una laguna de su

erudición. De antemano, Lenin había explicado que se trataba de saber si se es comunista o no.

Al confundir las lucubraciones de un Otto Bauer con el pensamiento de Lenin, ellos mismos

aportaron la prueba de que no son capaces de distinguir una idea de ―socialtraidor‖ y una idea

leninista. Esto es significativo con respecto a los límites de su duplicidad. En vano se han

esforzado por disfrazar bajo los oropeles de un marxismo-leninismo libresco su ideología real.

Ésta les ha jugado una mala pasada, más reveladora que un lapsus freudiano, y esto justamente

en un texto destinado a presentarlos como los dignos herederos de Lenin.

El jefe bolchevique calificó a los partidos socialdemócratas como partidos obrero-burgueses:

obreros por su reclutamiento y su influencia electoral, burgueses por su dirección y su política.

Entonces, Mao Tsetung está en la recta línea del leninismo cuando declara: ―El ascenso del

revisionismo al Poder es el ascenso de la burguesía al Poder‖.

Page 101: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 98

La Revolución Cultural

La degeneración revisionista, que desde hace mucho había alcanzado a las ―élites‖ soviéticas en

los medios culturales y políticos, se manifestó pública y oficialmente a partir del XX Congreso

(febrero de 1956), sobre todo en el frente ideológico, por el abandono de los principios marxista-

leninistas esenciales (tránsito parlamentario y pacífico al socialismo, condena de la guerra en

general, humanismo por encima de las clases, el Estado soviético proclamado en 1961 no ya

dictadura del proletariado sino ―Estado de todo el pueblo‖, etc.); luego en el campo de la política

internacional (―espíritu de Camp David‖ en 1959, retiro de expertos soviéticos de China en el

verano de 1960, etc.); finalmente, en el plano económico, con la reforma económica de 1965. En

1963, los soviéticos coronaron con éxito su campaña de muchos años para convencer a los

norteamericanos de que ya no eran una potencia revolucionaria. Al romper con China, dieron una

garantía adecuada para ganarse la confianza de sus interlocutores imperialistas, de donde el

tratado de Moscú39

. Eran signos de alarma que muy pronto conmovieron a los chinos. Siguió una

polémica que terminó en diciembre de 1962 cuando se ventilaron públicamente las

divergencias40

. No era posible equivocarse sobre el significado de clase del giro tomado por la

URSS durante ese período, pero era más difícil elucidar sus causas y captar rápidamente todo el

alcance político.

Sin embargo, desde septiembre de 1962, el Presidente Mao caracterizó de manera penetrante

el problema fundamental de la transición al comunismo:

―La sociedad socialista cubre una etapa histórica bastante larga. Durante la etapa histórica

del socialismo, aún existen clases, contradicciones de clase y lucha de clases; existe la lucha

entre el camino socialista y el capitalista, y existe el peligro de restauración capitalista‖.

¿Cómo prevenir semejante catástrofe, ya acaecida en la URSS? Lin Piao, en el informe ante

el IX Congreso, cita las palabras de Mao en una conversación de febrero de 196741

: ―En el

pasado libramos luchas en las zonas rurales, en los círculos culturales, y realizamos el

movimiento de educación socialista. Sin embargo, todo esto no pudo resolver el problema,

porque no habíamos encontrado una forma, un medio de movilizar a las amplias masas de

manera abierta, en todos los terrenos y de abajo arriba para exponer nuestro lado oscuro‖. Y

agrega: ―Ahora hemos encontrado tal forma, y ésta es la Gran Revolución Cultural Proletaria‖.

Mao dice que ésta es necesaria ―para consolidar la dictadura del proletariado, prevenir la

restauración del capitalismo y construir el socialismo‖.

Los blancos son ―aquellos dirigentes seguidores del camino capitalista dentro del Partido‖ y

ciertas ―autoridades académicas‖ que propagan la ideología burguesa43

.

Los métodos son:

– La movilización de las masas, porque está claro que ―sólo se puede adoptar el método de

dejar que las masas se liberen a sí misma, y no el de manejar todos los asuntos en su nombre‖44

.

– La crítica por medio del razonamiento, apoyada con hechos, en condiciones de ―amplia

democracia‖, gracias a la posibilidad efectiva que se da a todos de expresarse individual o

colectivamente mediante carteles, diarios, folletos o en voz alta, en los mítines-debates.

La lucha es principalmente ideológica. Las masas participan en ella usando las armas de la

crítica, y no la crítica de las armas. Es posible hacerlo así porque la revolución se desarrolla bajo

la dictadura del proletariado. Lo que está en juego, en lo inmediato, son las instituciones,

organismos y diversos aparatos usurpados por los dirigentes seguidores del camino capitalista.

Es una revolución en la superestructura, es decir, que el terreno se conforma de la instancia

Page 102: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 99

jurídico-política y la instancia de la ideología. Para obtener una victoria duradera sobre la

ideología burguesa, hay que arrebatar la escuela, la prensa y los otros aparatos ideológicos del

Estado (formas en las que se realiza la ideología) a la dominación de los intelectuales

burgueses45

.

Al transformar la superestructura, la Revolución Cultural la pone al servicio de la

construcción de una base económica socialista, que crea las condiciones de una

revolucionarización de las empresas. A consecuencia, las relaciones de producción de tipo

capitalista ceden su lugar a las relaciones de producción socialista. Las fuerzas de producción

propias del socialismo, fundadas en la iniciativa, la creatividad y la ingeniosidad de las masas, se

liberan y toman impulso. Tal es el sentido de la consigna: ―empeñarse en la revolución y

promover la producción‖.

La Revolución Cultural realiza un profundo cambio de la totalidad social en todas sus

determinaciones, niveles e instancias. En particular, demuele los mecanismos que reproducen las

viejas relaciones sociales a nivel de los aparatos ideológicos del Estado: escolar, familiar,

cultural, de información, y los reemplaza con otros mecanismos que reproducen relaciones

socialistas. Transforma así la fisonomía moral del país y, finalmente, gracias a la acción

retroalimentaria de la superestructura, el modo de producción mismo, que las nacionalizaciones

no alcanzan a hacer socialista ya que las ―relaciones de producción capitalista continúan

reproduciéndose en las empresas‖ (Bettelheim).

Los más altos dirigentes seguidores del camino capitalista, como Liu Shao-chi, se apoyaban

en los agentes de la reproducción de las relaciones sociales burguesas a nivel de las empresas y

los aparatos políticos e ideológicos. Tomando una coyuntura favorable, se habrían apoderado del

poder central, lo que equivaldría a la restauración del capitalismo bajo una nueva forma. Para

apartar este peligro, para barrer los obstáculos que estos elementos burgueses ponían en el

camino del socialismo, era necesario que las masas se rebelaran contra ellos, les arrebataran los

poderes que habían usurpado, los criticaran y destruyeran su prestigio y autoridad moral. Durante

la lucha, las masas se educaron a sí mismas, elevaron el nivel de su conciencia política,

aprendieron a frustrar las maniobras de los enemigos que se disimulan entre ellas. Al mismo

tiempo, asimilaron el pensamiento de Mao Tsetung y dominaron su aplicación viva. Así se

crearon las condiciones para que se tradujera en la realidad la consigna de Mao: ―La clase obrera

debe dirigirlo todo‖.

Su puede distinguir tres etapas de la Revolución Cultural, a condición de no separarlas

estrictamente de manera cronológica ni hacer abstracción de las vicisitudes y contracorrientes

más o menos contingentes que sobrevinieron en su desarrollo histórico real:

– movilización y rebelión de las masas;

– toma del Poder, ―gran alianza‖, ―triple integración‖;

– ―lucha, crítica, transformación‖ durante la cual se opera la transformación del sistema de

gestión de las empresas, la entrada de la clase obrera en los aparatos e instituciones de la

superestructura, la consolidación y construcción del Partido rechazando todo lo que está alterado

y asimilar la sangre fresca ―con todas las puertas abiertas‖: bajo el control de las masas.

Mao desencadenó la Revolución Cultural porque tomó conciencia de que la contradicción

entre la línea proletaria y la línea burguesa no podía ni debía resolverse atrincherándose al

interior del Partido ni por medio de luchas en el aparato, sino sólo mediante la intervención de

las masas.

Page 103: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 100

Así, éstas estaban llamadas a resolver un debate político en el seno del Partido, lo que era

contrario a las tradiciones y enfrentaba los hábitos de pensamiento de los cuadros apegados a

tales tradiciones. Las masas no podían liberarse si no estaba claro que los organismos del Partido

y la jerarquía no eran intocables. Por eso, la Decisión de Dieciséis Puntos declara46

:

―Los dirigentes de algunas escuelas, entidades y equipos de trabajo han organizado

contraataques a las masas que les criticaron en sus dazibaos. Han formulado incluso consignas

como `oponerse a los dirigentes de una entidad o de un equipo de trabajo es oponerse al Comité

Central del Partido, es oponerse al Partido y al socialismo, es contrarrevolución'. (…) Esto

constituye un error de orientación y de línea, y es absolutamente inadmisible‖.

La Decisión de Dieciséis Puntos deja entender claramente que los dirigentes de las

organizaciones del Partido y del Estado obtienen su autoridad únicamente de su relación con las

masas, relación que se manifiesta en el hecho de que ―se colocan a la vanguardia del movimiento

y se atreven a movilizar con audacia a las masas‖ y las animan ―a desenmascarar a los monstruos

de toda clase y también a criticar los defectos y errores en el propio trabajo de ellos‖47

. Como un

maravilloso papel de tornasol, el movimiento de masas reveló la verdadera posición de clase de

los cuadros y los obligó a tomar partido.

A nivel de la base económica, la Revolución Cultural impulsó la aplicación real y concreta

de las concepciones de Mao, que Liu Shao-chi y el dirigente de la economía Po Yi-po ocultaron

en el período anterior. Estas concepciones estaban ya inscritas claramente en la famosa carta de

la acería de Anchan redactada por Mao Tsetung en 196048

.

1. Poner la política al mando.

2. Reforzar el papel dirigente del Partido.

3. Lanzar movimientos de masas.

4. Hacer participar a los cuadros en el trabajo de producción y a los obreros en la gestión.

Reformar los reglamentos en lo que tienen de irracional. Obtener una cooperación estrecha entre

los cuadros, los trabajadores y los técnicos.

5. Alentar las innovaciones técnicas y realizar enérgicamente la revolución técnica.

Po Yi-po se oponía punto por punto a este programa. Al no poner la política proletaria al

mando, terminaba inevitablemente haciendo prevalecer la política burguesa. Para él, el criterio

del éxito debía ser la ganancia y los estímulos materiales debían comandar las labores de los

obreros. Proclamaba que el poder de decisión volvía al jefe único (el director) y pregonaba la

gestión de empresas por expertos. A menudo, estos últimos usaban su ―saber‖ para imponerse a

los obreros, no liberaban su iniciativa apelando a su experiencia práctica y a su ingenio para

promover la revolución técnica. Eran demasiado celosos de su autoridad y de su prestigio.

Tenían tendencia a copiar los métodos extranjeros. Los que sostenían esta política la justificaban

invocando los imperativos de ―la producción ante todo‖.

Las fábricas de máquinas-herramientas de Shanghai ofrecen un ejemplo de

revolucionarización conforme a los principios enunciados por el Presidente Mao.

Con la Revolución Cultural, ―los proletarios revolucionarios tomaron, en los hechos, el

poder de dirección en toda la fábrica, incluso el aspecto técnico. Destronaron a los peces gordos

técnicos burgueses. Se rompió con el modelo de la promoción individual (elevarse en la

jerarquía, unirse al cuerpo de `expertos', luchar por hacerse ingeniero) en provecho de la

investigación y la promoción colectiva‖. Estaban ―fundadas en el modelo de división del trabajo

concepción-ejecución, en que ―los ingenieros hacían funcionar la lengua y los obreros hacían

funcionar las manos‖; en una palabra, siempre se trataba de la concepción milenaria según la

Page 104: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 101

cual ―los trabajadores intelectuales son dominadores y los trabajadores manuales son

dominados‖… ―Ahora, los obreros participan en la elaboración de los proyectos de

investigaciones y los técnicos en los trabajos manuales‖. Entre los jóvenes técnicos, 350

surgieron de la enseñanza superior y los obreros promovieron a alrededor de 250 de ellos49

. ―La

práctica ha probado que estos últimos eran mejores que los primeros (…) Sobre diez nuevos

tipos de máquinas rectificadoras de precisión fabricadas durante el primer semestre de 1968, se

fabricaron seis bajo la dirección de técnicos de origen obrero (…) Al no tener que sufrir el yugo

espiritual del renombre y el beneficio individual, y poseedores de una rica experiencia práctica,

numerosos técnicos de origen obrero se animan a barrer los mitos y las fórmulas estereotipadas

inadecuadas. Son ellos quienes están menos aferrados a las ideas conservadoras‖.

Los periodistas y sinólogos occidentales se creen obligados a elegir entre dos

interpretaciones de la Revolución Cultural. Ésta habría sido o bien espontánea o bien

manipulada. Mao Tsetung habría sido o bien un ―aprendiz de brujo‖ o bien un ―director de

orquesta tras bambalinas‖ maquiavélico. Las dos interpretaciones son falsas. Mao desencadenó y

dirigió la Revolución Cultural conforme su ―gran plan estratégico‖. Al mismo tiempo, fue un

movimiento surgido de la base que respondía a las aspiraciones profundas de las masas y

obedecía a una dinámica propia. Mao la hizo posible:

– al asegurarse el control del ejército desde 1960, revolucionando ese ejército, pilar de la

dictadura del proletariado y depurándolo de elementos dudosos como Lo Jui-ching (comienzo de

1966);

– al alentar a Yao Wen-yuan para que criticara la ―pieza histórica‖ de Wu Jan, dicho de otro

modo, enfrentarse con la ―camarilla‖ que controlaba la municipalidad y la prensa de Pekín (10 de

noviembre de 1965);

– al publicar la circular del 16 de mayo de 1966, que mediante el alcalde de Pekín, Peng

Chen, apuntaba a todos los otros ―individuos del tipo Jruschov‖ anidados en la dirección del

Partido.

En consecuencia, las masas fueron la fuerza motriz del movimiento y el papel del ―cuartel

general proletario‖ fue:

1. Dar la mayor publicidad a las iniciativas ejemplares de la base, tales como el primer

―dazibao marxista-leninista nacional‖, anunciado el 25 de mayo de 1966 y que criticaba al rector

de la Universidad de Pekín.

2. Sistematizar en forma de directivas políticas generales las lecciones de la experiencia del

movimiento de masas.

Por lo general, las autoridades centrales se abstenían de intervenir en los conflictos locales,

los que las masas debían resolver (salvo casos especiales como el de Wu Jan). Por esa razón, se

necesitaron casi tres años para que comités revolucionarios tomaran el Poder en todas las

provincias, con todo lo que ese retraso implicaba en problemas y desórdenes. Lo que no impide

que, a lo largo de la Revolución Cultural y en sus fases preliminares, Mao Tsetung haya sabido

maniobrar con habilidad y la clarividencia consumada del gran estratega o el gran práctico que

siempre ha sido.

En una palabra, la Revolución Cultural es un movimiento dirigido pero conforme a los

principios de la ―línea de masas‖.

La ―amplia democracia‖ que la caracterizó era real y tal como ningún pueblo del mundo

conoció jamás. Las organizaciones y grupos de Guardias Rojos y de rebeldes revolucionarios que

proliferaron desde el principio disponían gratuitamente de locales, del material necesario para la

Page 105: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 102

difusión de sus ideas: papel, tinta, máquinas policopiadoras, altoparlantes e incluso transmisores-

receptores portátiles útiles para coordinar el desarrollo de una manifestación.

En las primeras etapas de la revolución, los grupos pudieron abusar de su libertad, ya que no

siempre respetaban la consigna de abstenerse de recurrir a la violencia. La policía no intervenía,

incluso cuando ciertos órganos dirigentes la llamaban en su auxilio.

Todos los dirigentes fueron criticados. No sólo el presidente de la República, Liu Shao-chi,

el secretario del Comité Central, Deng Xiao-ping y el jefe de propaganda, Tao Chu, sino también

el ministro de Relaciones Exteriores, Chen Yi; la esposa de Mao, Chang Ching; el primer

ministro, Chou En-lai, incluso Lin Piao y el mismo Mao. Los adversarios de este último en

general se han cuidado de tomarlo como blanco de sus ataques, a fin de engañar mejor a las

masas y evitar que los desacreditaran.

Los trotskistas pretendieron que el IX Congreso era prefabricado. Entonces, ¿cómo se puede

explicar que la única discusión sobre la elección de los candidatos al Comité Central haya

tardado nueve días, si Mao podía dictar a los delegados la lista de su conveniencia?

El Partido Comunista de China nunca fue monolítico. Un partido en que no hay

contradicciones es un partido muerto.

La amplia democracia de la que hablamos se basaba en un conjunto de principios políticos

formulados mucho antes por Mao Tsetung y aún son válidos. Se incorporaron explícitamente en

los nuevos estatutos del Partido.

La Decisión de 16 Puntos declara: ―Es normal que existen opiniones distintas entre las

masas populares. La contienda entre opiniones diferentes es inevitable, necesaria y provechosa

(…) Es inadmisible forzar a someterse a la minoría que sostiene puntos de vista diferentes. La

minoría debe ser protegida porque a veces la verdad está con ella. Incluso si la minoría tiene

puntos de vista equivocados, se le debe permitir defenderse y reservarse sus opiniones‖.

Concerniente a la resolución de las contradicciones en el seno del pueblo, Lin Piao recordó

en su informe: ―El Presidente Mao nos ha enseñado muchas veces: `Hay que ampliar el radio de

educación y disminuir el radio de ataque'‖ y ―aplicar la enseñanza de Marx de que sólo

emancipando a toda la humanidad puede el proletariado alcanzar su propia emancipación final‖.

En la lucha contra el enemigo, dice Lin Piao citando a Mao, ―Hay que conceder importancia a las

pruebas y a la investigación y el estudio; está estrictamente prohibido obtener confesiones

mediante coacción y fiarse de ellas‖. Y agrega: ―Tratar esta parte de las contradicciones entre

nosotros y el enemigo como contradicciones en el seno del pueblo favorece a la consolidación de

la dictadura del proletariado y a la desintegración del campo enemigo‖50

.

Según los trotskistas, ―el grupo de Liu ha tomado el control del aparato del Partido y ha

dejado a Mao de lado‖51

. Este último habría movilizado a los estudiantes ―en tanto que

instrumento para reestablecer su control sobre el país‖52

. Esta interpretación, tomada de la prensa

burguesa, la refutó Jean Daubier, quien pregunta especialmente: ¿cómo es que Mao, privado del

poder, pudo en el Comité Central de septiembre de 1962 hacer condenar como desviación

derechista la línea de Liu Shao-chi y de nuevo en 1964 la que Liu había aplicado ―a Tao Yuan y

publicar los 23 artículos que materializan esta condena‖?53

. Sólo es cierto que Mao, que disponía

de una pequeña mayoría en el Comité Central, veía la aplicación de su política contrabalanceada

por los representantes de la línea reaccionaria y los elementos conservadores.

Los trotskistas no llegaron tan lejos como los revisionistas en la explotación mentirosa de la

intervención del ejército en la Revolución Cultural. El informe de Livio Maïtan ya citado,

solamente hace notar, a propósito del papel representado por los militares en los ―comités

Page 106: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 103

revolucionarios‖, que ―la estructura del ejército –aunque fuera la más democrática– no puede

―considerarse como un modelo de democracia proletaria para la sociedad en su conjunto‖54

. Este

galimatías no quiere decir nada:

1. Los chinos nunca dijeron que la estructura de su ejército fuera un modelo de democracia

para la sociedad en su conjunto.

2. La democracia no es una cuestión de ―estructura‖ sino de funcionamiento. Concierne a la

manera en que se toman las decisiones y a las relaciones entre los dirigentes y las masas. Hay

democracia cuando los dirigentes consultan y escuchan a las masas, cuando sus decisiones

corresponden a las necesidades y los deseos de las masas.

3. Hablar de ―un ejército – aunque fuera el más democrático‖, no tiene sentido. La diferencia

entre el Ejército Popular de Liberación (EPL) y los ejércitos burgueses no es de grado sino de

naturaleza. El EPL no es un ejército en el sentido ordinario del término, precisamente porque es

un ejército popular. La palabra ―ejército‖ debe comprenderse en sentido figurado. Es una

metáfora.

En el sentido convencional, un ejército es un instrumento que garantiza la sumisión de la

inmensa mayoría a una pequeña minoría. Es una organización separada del pueblo, parasitaria,

en la que reina una disciplina ciega y, por así decirlo, mecánica. El repetido adiestramiento es la

forma extrema de los métodos por medio de los cuales se transforman los reclutas en robots.

Aunque adultos, los soldados, e incluso los alumnos de ciertas escuelas superiores que dependen

de los ministerios del Ejército, no tienen los mismos derechos políticos que los otros ciudadanos.

Esta situación se debe a que es necesario que, llegado el caso, semejante ejército pueda

servir para masacrar al pueblo. (cf. la Comuna de París, las matanzas de 1927 en China, las de

1965 en Indonesia, etc.).

El ejército chino es diferente. Está estrechamente relacionado con el pueblo. Lejos de ser

parasitario, produce para sí mismo todo lo que necesita, crea granjas-piloto y dirige empresas

industriales de vanguardia. Es una tropa de élite, no sólo en el plano militar sino también en el

político. Ser admitido en él es un honor buscado por todos y concedido a los mejores. En ese

ejército, la disciplina es tanto más sólida cuanto que está fundada en las ―tres democracias‖, a

saber55

:

1. la democracia política: el derecho y el deber, de parte de los soldados, de criticar a los

oficiales, ya que la discusión política, la crítica y la autocrítica deben desenvolverse sin

preocupación por la jerarquía.

2. ―La democracia en lo económico requiere que se asegure a los representantes elegidos por

los soldados el derecho de auxiliar al mando de la compañía (pero sin pasar por encima de su

autoridad) en la administración de los víveres y la comida‖.

3. ―La democracia en lo militar requiere que se realice, en los períodos de adiestramiento,

una enseñanza mutua tanto entre los oficiales y soldados como entre los soldados mismos y que,

en los períodos de combate, las compañías celebren reuniones grandes y pequeñas en el frente

mismo. Bajo la dirección del mando de la compañía, hay que estimular a las masas de soldados a

discutir cómo atacar y tomar las posiciones enemigas y cómo cumplir otras tareas del combate‖.

Los oficiales comparten la vida de los soldados y no se benefician con ningún privilegio.

Como se suprimieron los signos aparentes de los grados desee 1964, puede suceder y sucede a

menudo que un oficial superior sea tomado por soldado raso. En este caso, no es necesario sacar

de su error al ―culpable‖ a menos que sea necesario para el cumplimiento de una tarea.

Page 107: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 104

En enero de 1967, Mao lanzó un llamado al ejército para que defendiera a la izquierda. Es lo

que hizo en Jarbin, especialmente en el momento de la toma del poder por los revolucionarios

proletarios. Pero su intervención en la revolución cultural consistió principalmente en enviar

pequeños grupos de soldados no armados allí donde los rebeldes revolucionarios estaban

divididos en organizaciones rivales para ayudar a los militantes a estudiar el pensamiento de Mao

Tsetung a la luz de los problemas por resolver. Los soldados no representaban un papel de

árbitros, pese a su prestigio político. Contribuían, sobre todo, a una toma de conciencia,

organizando la discusión y el estudio sobre una base de principios, de manera de superar el

espíritu de fracción. El objetivo buscado era realizar la ―gran alianza‖ entre todas las

organizaciones revolucionarias, condición indispensable para organizar un ―comité

revolucionario‖ fundado sobre la ―triple integración‖, es decir, que reuniera a los responsables

surgidos: 1) de las organizaciones de rebeldes; 2) de los cuadros revolucionarios; y 3) del ejército

(o de la milicia popular). Las dos primeras categorías de responsables, así como los milicianos,

eran elegidos por voto secreto por las masas y revocables en cualquier momento por ellas.

Los trotskistas exorcizan al maoísmo presentándolo como un avatar del stalinismo. No es

fácil; de modo que deben reconocer por lo menos que ―las posiciones actuales de Mao no son

una copia pura y simple de la dictadura tiránica personal de Stalin‖. Una vez probada de este

modo su ―objetividad‖, se sienten mucho más cómodos para denunciar ―el culto ultrajante de

Mao‖, jugando, como todos los revisionistas, con el equívoco: culto de la personalidad =

revisionismo56

.

Sin embargo, están lejos de subestimar el papel de los dirigentes en la historia, como lo

atestiguan los textos de Trotsky en que demuestra que, sin Lenin, no habría habido Octubre de

1917. El pueblo chino, que conoce la historia de su revolución, sabe que Mao lo condujo de

victoria en victoria desde hace 50 años. Es normal que sienta por él un afecto y una veneración

profundos. A decir verdad, la expresión de estos sentimientos revista a veces formas excesivas y

folclóricas, pero es lo propio de los entusiasmos populares. China, por lo demás, tiene detrás

varios milenios del culto del ―hijo del cielo‖. Han quedado retos. Mao se quejó de esto a Edgar

Snow en diciembre de 1970. Durante la Revolución Cultural, intervino varias veces para

proscribir las fórmulas exageradas e incorrectas en el plano teórico. Ya no se lo califica de ―gran

dirigente, gran comandante en jefe, gran maestro y gran timonel‖. Ya no se proclama su

pensamiento como ―cumbre del marxismo-leninismo‖, lo que podría sugerir la idea de una

declinación ulterior. Finalmente, ya no se exhorta a la gente a colocarse ―bajo la autoridad

absoluta‖ de su pensamiento, ―ya que no existe autoridad absoluta, observó Mao, sino sólo

autoridades relativas‖.

Estas exageraciones eran, en general, producto de la ultraizquierda. Los ataques de que fue

objeto esta tendencia en 1971 fueron seguidos de una reducción en el número de efigies de Mao

en las ciudades chinas.

Es curioso encontrar en el artículo en que Edgar Snow relata su entrevista a Mao en 1965,

junto a observaciones críticas a propósito del ―culto a la personalidad‖ de Mao, un juicio

adecuado para alimentar este culto. Edgar Snow dice a su anfitrión que es el mayor hombre de

Estado chino y, además, un gran estratega, poeta y filósofo. Mao da una respuesta característica:

no se rebaja a la falsa humildad de rechazar las fórmulas halagadoras de su interlocutor sino que

le explica que sin duda él habría sido un simple maestro si no hubiera sido por la explotación y la

opresión del pueblo chino, ante las cuales no podía permanecer pasivo. Dicho de otro modo, la

revolución creó a Mao tanto como Mao creó a la revolución.

Page 108: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 105

El maoísmo, ciencia de la revolución y tercera etapa del marxismo

A lo largo de este libro, hemos empleado el término de ―maoísmo‖ como sinónimo de

―pensamiento de Mao Tsetung‖, expresión que sólo tiene derecho de ciudadanía en China. ¿Por

qué es así y cuáles son nuestras razones para considerar el primer término como igualmente

correcto?

Sustentamos nuestra opinión en el hecho de que la relación entre el pensamiento de Mao y el

marxismo-leninismo es exactamente de la misma naturaleza que el que existe entre el

pensamiento de Lenin y el de Marx. Haciendo un balance de la práctica revolucionaria de su

tiempo, de la cual fue actor principal, Lenin desarrolló el marxismo permaneciendo fiel a su

verdad universal. Mao hizo lo mismo en nuestra época. Como todas las ciencias, el marxismo

progresa y se enriquece sin que los nuevos conocimientos destruyan lo adquirido en el período

precedente, que se integra en una síntesis más vasta57

. Esta historia es a la vez continua y

discontinua.

En una serie de artículos que celebraban el 90º aniversario de la Comuna de París en 1961,

los comunistas chinos plantearon una tesis que sostienen hoy más que nunca: la de las tres etapas

del marxismo. La primera, colocada bajo el signo de Marx y Engels, había sido marcada por la

Comuna; la segunda, la del leninismo, había culminado en la Revolución de Octubre; la tercera,

era la del pensamiento de Mao Tsetung y de la revolución china.

De la misma manera que el leninismo es el marxismo de la época de las guerras y

revoluciones, que se abre en 1914, el pensamiento de Mao es el marxismo-leninismo de nuestra

época, cuando el imperialismo marcha hacia su total derrumbe, cuando el socialismo marcha

hacia la victoria en el mundo entero. Mao Tsetung ha dirigido la revolución china; hizo el

balance de la experiencia revolucionaria desde hace medio siglo; extrajo lecciones de la

degeneración revisionista, especialmente en la URSS; desencadenó y dirigió la Revolución

Cultural para evitar a China un destino semejante. Al hacer esto, resolvió toda una serie de

problemas relativos especialmente a la teoría de la contradicción (dialéctica), la teoría del frente

único, la de la guerra popular, la de la lucha de clases durante la transición al socialismo y de las

contradicciones en el seno del pueblo. De ese modo, llevó el marxismo a un nivel más elevado.

Si los chinos no usan el término maoísmo, en nuestra opinión se debe a tres razones: 1) por

no acentuar la novedad del pensamiento de Mao en relación con el marxismo-leninismo, a fin de

no dar armas a la propaganda revisionista; 2) porque Mao está vivo, porque la modestia le

impide hablar a él mismo de maoísmo y porque él y sus camaradas prefieren que la adopción del

término se deje a la posteridad; 3) porque algunos aliados del movimiento comunista

internacional que están dispuestos a rendir homenaje al pensamiento de Mao Tsetung y a

inspirarse en él, tendrían por ahora ciertas reticencias para proclamarse maoístas, es decir, para

reconocerlo como el marxismo-leninismo de nuestra época. La referencia común al marxismo-

leninismo sin otra precisión ofrece un terreno de acuerdo más amplio y permite aislar mejor a los

revisionistas a escala mundial y dentro de cada partido.

Éstas son razones puramente tácticas. No invalidan en nada los argumentos teóricos que

acabamos de presentar. Sucede que en Europa no sólo no tenemos los mismos motivos tácticos

para adoptar el uso chino sino por el contrario la coyuntura de la lucha entre los dos caminos en

el seno de los movimientos que reivindican el pensamiento de Mao exige diferenciarse de los

marxista-leninistas momificados que no han comprendido nada de la contribución original de

Mao y sólo admiten despectivamente su validez universal, por consiguiente su aplicabilidad en

Page 109: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 106

Europa y por eso rechazan el término de maoísmo. Por eso en Francia desde su nacimiento la

―Izquierda proletaria‖ lo adoptó58

.

No pretendemos de ninguna manera que se puedan encontrar en las obras de Mao recetas

para hacer la revolución en cualquier país. La actitud que se debe tener con respecto al maoísmo

es exactamente la que tuvo Mao con respecto al marxismo-leninismo, doctrina extranjera que

supo aclimatar en China. Hay que ―asimilarla y saber aplicarla, hay que asimilarla con el único

fin de aplicarla‖. Es imposible si uno se contenta con repetir las fórmulas estereotipadas en lugar

de hacer trabajar el propio cerebro. Como toda ciencia, el pensamiento de Mao es la

sistematización de una adquisición (en este caso, la de la experiencia revolucionaria de los

pueblos). La asimilación de esta adquisición y su aplicación viva son la condición de una

solución correcta de los nuevos problemas que se plantean, por consiguiente la condición de un

avance ulterior de la teoría.

¿Cómo definir la unidad del desarrollo orgánico y de la invariabilidad del marxismo? La

teoría marxista apunta a conocer el mundo para transformarlo; consigue conocerlo a través y por

medio de la transformación. Al penetrar en las masas, al hacerse fuerza material, transforma el

mundo y se transforma mientras tanto ella misma. No se puede asimilar la teoría más que

poniéndola en práctica. Por eso los marxólogos no comprenden nada de marxismo. Lo mismo

que el partido, no es más que un medio para liberar al pueblo. Transformarla en un fin es fijarla

como dogma, como especulación escolástica. No se puede desarrollar la teoría más que

aplicándola en los hechos, por consiguiente con éxito. Por cierto, el análisis de un fracaso es rico

en enseñanzas; los comunistas hacen continuamente el balance de sus experiencias, incluso de

sus fracasos, pero sólo las aplicaciones victoriosas, ejemplares, permiten verificar la validez de

una innovación teórica, es decir, de una nueva solución para los problemas siempre nuevos que

presenta la práctica. Para ir más allá del marxismo de cierta etapa, para hacerlo avanzar, hay que

haberlo asimilado antes a través de su aplicación en la revolución. Es lo que hicieron Lenin y

Mao. Por el contrario, Bernstein, Kautsky, Jruschov, Togliatti y otros Dubcek revisan lo

adquirido por la teoría a consecuencia de su negativa a aplicarla para hacer la revolución. So

pretexto de reconocer la realidad, se rehúsan a transformarla. Su política es el efecto de la

presión de la ideología burguesa que cada uno de nosotros, por lo demás, lleva en lo más

profundo de sí mismo. En los trotskistas, el dogmatismo, la tendencia a deducir de algunas

verdades generales la respuesta a todos los problemas, van a la par con el empirismo más chato y

la sumisión sin complejos a todos los fetiches de la ideología burguesa: individualismo,

liberalismo, culto del saber y la técnica, etc.

Cada capítulo de este libro aporta elementos de respuesta a la pregunta: ¿qué es el maoísmo?

No insistiremos en lo que sigue sobre su carácter democrático, no dogmático, no represivo.

El pensamiento de Mao Tsetung aporta a las masas los instrumentos conceptuales que les

permiten intervenir activamente en la política, tomar en manos propias el destino propio. Las

vivas luchas ideológicas que opusieron en China a diversas corrientes y diversas organizaciones

durante la Revolución Cultural, el hecho de que el IX Congreso no haya podido concluirse más

que después de tres semanas de debates, muestran bien que una referencia común al pensamiento

de Mao no significa para nada una uniformación de los chinos, que los pekinólogos presentan a

veces como una sociedad de hormigas, no de ―sujetos‖ humanos59

. Si se les creyera, un solo

hombre tendría en China derecho a pensar. Como si Mao no hubiera sido el teórico de las

contradicciones en el seno del pueblo, es decir, de la legitimidad de las divergencias de opinión

entre seres que persiguen los mismos fines últimos. En realidad, el maoísmo, lejos de dispensar a

Page 110: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 107

los que se adhieren a él de pensar por sí mismos, les permite, por el contrario, hacerlo de manera

rigurosa. No les da un conjunto de recetas válidas en todas las situaciones sino que exige de ellos

que hagan ―trabajar la máquina‖ (el cerebro), que ―disequen uno o dos gorriones‖ (que analicen

concretamente los problemas después de investigar), en una palabra, que se atrevan a pensar,

hablar, actuar. Mao dice60

: ―Frente a cualquier cosa, los comunistas tienen siempre que

preguntarse el porqué y utilizar su propia cabeza para examinar minuciosamente si corresponde a

la realidad y si está bien fundada; no deben en absoluto seguir ciegamente a otros ni preconizar

el servilismo‖. En los países capitalistas, al contrario, la sumisión y la pasividad pasan por

sinónimos de civismo. Los gobernantes reivindican a la ―mayoría silenciosa‖… y hablan en su

lugar. Hacen todo lo posible para que siga siendo silenciosa, por sentimiento de impotencia y

resignación. Si es necesario, usan el terror policial para impedirle tomar la palabra invadiendo el

primer plano de la historia. ¡Imagínense, sería la revolución! De Gaulle, antes de inventar la

participación, comparaba al jefe de Estado con el capitán de un barco. Los ciudadanos eran los

pasajeros, que debían permanecer en sus camarotes y por supuesto no tenían nada que decir

sobre las maniobras. Incluso en la vida cotidiana, la gente común debe obedecer a sus superiores,

a los funcionarios, a la policía, a todo lo que está revestido de una autoridad cualquiera, sin

discutir, sin ―preguntarse el porqué‖. Una frase que vuelve a menudo en el habla popular es: ―No

trate de entender‖.

Y bien, Mao invita al pueblo no sólo a tratar de comprender, sino además a rechazar lo que

no es razonable. Proclamó: ―Se justifica la rebelión contra los reaccionarios‖. Esto es válido no

sólo para los países capitalistas sino también para China, cuyos dirigentes o cuadros pueden

degenerar y dejar de servir al pueblo. Para este último, apoderarse de la ciencia marxista-

leninista (el pensamiento de Mao Tsetung) es rechazar toda otra autoridad, es conquistar el

derecho a criticar toda otra autoridad desde un punto de vista proletario, es dominar la política, la

conducción de la lucha de clases, las leyes de la revolución ininterrumpida, es hacer la historia

conscientemente en lugar de soportarla. Aparece así que el pensamiento de Mao Tsetung, lejos

de ser ―represivo‖, como lo pretenden algunos espíritus amargados entre los intelectuales

―antiautoritarios‖, es de hecho liberador, del mismo modo que todas las formas de racionalidad.

Sin duda, se puede negar la calidad científica tanto del marxismo en general como del

maoísmo en particular. En ese caso, hay que refutarlos en el plano teórico y práctico. Lenin

refutó el menchevismo en una serie de escritos. Además, demostró la legitimidad de la

revolución socialista en Rusia en el curso mismo de hacerla, como aquel filósofo que demostraba

el movimiento en el curso mismo de andar.

Raymond Aron afirma ―no hay medida común entre la teoría según la cual las

contradicciones sociales llevan por sí mismas a una sociedad sin clases y una proposición

matemática o física‖61

. Se cuida mucho de explicar que el concepto de ―contradicciones sociales‖

remite, para un marxista, a la realidad social en su totalidad, de la cual son motores. Una vez que

se sabe eso, se hace evidente que si las contradicciones sociales llevan a la sociedad sin clases, lo

hacen ―por sí mismas‖ (a menos que se admita la intervención de un dios). El lector, dejado en la

ignorancia de esta explicación, se ve llevado, por medio de este procedimiento tan infalible como

subrepticio, a suponer que, según los marxistas, la revolución se haría sola y la sociedad iría al

comunismo por sí misma, sin que tuviéramos que intervenir para nada. Al ser el marxismo un

fatalismo, es decir, una superstición de las más primarias, ¿cómo podría pretender ser científico?

Al sugerir con su acostumbrada habilidad esta conclusión, Aron evita comprometerse

explicitándola, se contenta con comprobar que ―no hay medida común‖ entre una proposición

Page 111: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 108

marxista ―y una proposición matemática o física‖. Tal vez sí, tal vez no. ¿Cómo hay que

entender ―medida común‖, ―en el sentido de‖? Lo que plantea Aron es evidente (con la evidencia

de una perogrullada) o falso, según se tomen estas fórmulas stricto o lato sensu. Es a favor de

esta neblina semántica que hace pasar como evidente una afirmación que, por lo menos, es

discutible.

Todas las ciencias difieren entre sí por su objeto, sus conceptos, sus métodos, pero todas

tienen ciertos rasgos comunes. Vamos a enumerar los que el materialismo histórico comparte con

las otras ciencias:

a) Enuncia de manera rigurosa un conjunto de verdades generales (leyes).

b) Los hechos conocidos no contradicen esas leyes.

c) Estas últimas permiten explicar los hechos por sus causas.

d) Permiten elaborar previsiones y por consiguiente someter a la prueba de la práctica las

hipótesis concernientes a los hechos nuevos.

De este último rasgo se sigue que la política (la conducción de la lucha de clases, la historia

en presente) es una verdadera ciencia experimental.

En el campo de las ciencias de la naturaleza, todos los seres humanos se interesan en

conocer la verdad objetiva, sea cual sea a qué clase pertenecen. No es lo mismo en el campo de

las ―ciencias sociales‖. Aquí, el mismo consenso no puede alcanzarse, ya que los intereses se

oponen. La burguesía, para sobrevivir, debe operar una verdadera ―represión‖ de las verdades

que la condenan. Por ejemplo, no puede admitir que su reino no es eterno, que los patrones

tienen necesidad de los obreros pero no los obreros de los patrones. En cuanto al proletariado, no

tiene intereses particulares que defender. Al emanciparse, emancipa a toda la humanidad. En este

sentido, es la ―clave universal‖. Sólo los intelectuales que se alineen de su lado podían descubrir

las leyes universales del desarrollo histórico que revelan al proletariado el camino de la victoria.

En una palabra, la clase obrera y los intelectuales revolucionarios que se han unido a su combate

se interesan en conocer y proclamar la verdad, mientras que la burguesía se interesa en ocultarla,

ocultándosela.

Dos notas para terminar.

De la misma manera en que la historia de las otras ciencias, la asimilación de la experiencia

del materialismo histórico es necesaria para ir más lejos, pero no aporta una garantía de éxito. La

verdad siempre es concreta.

Por otra parte, el que fracase una línea política no pone en duda la validez del materialismo

histórico, sino sólo la de esa línea. Aún habría que analizar, a partir de las enseñanzas de ese

fracaso, en qué la línea era errónea, ya que es posible que se dé cierto fracaso debido a la

correlación de las fuerzas en un momento determinado.

Page 112: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 109

6. Stalin y Trotsky frente a la revolución china

Introducción

Al criticar la versión trotskista de la historia con dos ejemplos, China y Grecia, no pretendemos

de ninguna manera justificar la política internacional de Stalin. Éste cometió, en este aspecto,

errores numerosos y a veces graves. Pero los trotskistas, en su vehemencia polémica, van más

lejos. Su argumentación parte de postulados (presentados como conclusiones) que constituyen

una falsificación general de la historia y son, además, antimarxistas desde el punto de vista del

método. Son éstos, formulados brevemente:

a) Todos los partidos comunistas en el mundo estaban manipulados por Stalin como simples

marionetas desprovistos de voluntad propia.

b) Stalin les impuso deliberada y sistemáticamente una línea que conducía al fracaso,

incluso a su destrucción. Es el ―organizador de las derrotas‖.

c) Stalin actuaba así para salvaguardar la existencia de la URSS y porque los intereses de la

burocracia soviética eran los únicos que le importaban.

Esta última explicación es totalmente absurda. La más segura garantía de la seguridad en la

URSS era el fortalecimiento de los movimientos revolucionarios que socavaban las retaguardias

imperialistas. No se ve cómo la victoria de la revolución en China, en Alemania, en España o en

Grecia habría podido puesto en peligro a la URSS. Ésta, en tiempos de Stalin, inspiraba miedo y

odio a los reaccionarios, precisamente porque tenían razones para ver en ella la base roja de la

revolución mundial. Ya no es así actualmente y los anticomunistas que escribían en las paredes

―los bolches a Moscú‖ escriben hoy: ―Los bolches a lo de Mao‖. El director de orquesta mítico

tras bambalinas ha cambiado de albergue.

En cuanto a los dos primeros puntos, son necesarios para cargar la responsabilidad de todos

los fracasos sobre Stalin, pero los trotskistas nunca aportaron la más mínima prueba. Por lo

demás, una investigación, aunque tenga poca seriedad, revela una multitud de hechos que

invalidan las tesis trotskistas. Por ejemplo, cómo se puede considerar que Stalin sea responsable

de los errores cometidos por el Partido Comunista de China en el período 1928-1935 cuando se

sabe:

1. que un intercambio de mensajes entre las bases de Kiangsí y Moscú necesitaba de seis a

ocho meses;

2. que Stalin sostuvo las posiciones de Mao Tsetung cada vez que tuvo conocimiento de

ellas y no las de la dirección del Partido Comunista de China que se pretende que había

establecido;

3. que esta última aplicaba las directivas de la Comintern sólo cuando le convenía.

Nos hemos anticipado un poco para mostrar que nuestro fin es recordar hechos poco o mal

conocidos, gracias a los cuales se obtendrá una imagen más exacta y matizada de la historia que

la que ofrecen escritos orientados por sus afanes de polemizar con el stalinismo.

Es sólo después de haber barrido todo lo acumulado por 40 años de falsificaciones que

podremos emprender el estudio de la cuestiones verdaderamente interesantes, tales como el

contenido históricamente real del concepto del stalinismo; cómo la Internacional centrada en

Page 113: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 110

Moscú contribuyó a la educación y a la unificación ideológica del movimiento comunista

internacional; las raíces históricas de la degeneración oportunista en ese movimiento, etc.

En el libro Fascismo y dictadura, Poulantzas afirma que la relación entre la política de la

Comintern y la URSS se establece por medio de una línea caracterizada por ―el economismo, la

ausencia de una línea de masas y el abandono del internacionalismo proletario‖1. Precisa que este

último rasgo ―aparece principalmente… en las tesis y la política concreta concerniente al

`problema nacional' y el `problema colonial'‖.

Subrayemos de paso que son justamente los partidos chino, yugoslavo, albanés y vietnamita

se interesan por estas tesis y esta política quienes menos parecen haberse molestado, puesto que

resultaron victoriosos. Se verá a continuación que el estudio de las relaciones entre la Comintern

y el partido chino no corrobora de ningún modo la opinión de Poulantzas. Por cierto, se puede

suponer, por ejemplo, que Stalin alentó la línea de unidad sin principios en el frente antijaponés

pregonada por Wang Ming; también se puede decir que la prensa de Moscú condenó el arresto de

Chiang Kai-shek en Sian como un complot inspirado por el Japón2; pero todo eso no basta para

deducir ―el abandono del internacionalismo proletario‖. No piensan así los chinos, que son los

mejores colocados que nadie como para saberlo. Todavía no tenemos los medios de determinar

la periodización de la lucha de clases en la URSS a partir de sus factores internos, pero

conocemos sus efectos en el plano de la política internacional. De ello surge que ―el proceso de

reconstitución de la burguesía soviética‖ ya en curso en tiempos de Stalin no pudo desembocar

en la usurpación del poder del Estado más que después de la muerte de éste.

Este capítulo tiene objetivos extremadamente limitados. No se debe buscar en él un estudio

sistemático de la historia del Partido Comunista de China durante la primera y la segunda guerra

civil revolucionaria. Tomando el ejemplo de los fracasos sufridos por la revolución china de

1927 a 1935, nos proponemos establecer los siguientes puntos:

1. Que las posiciones de Trotsky sobre China eran erróneas;

2. Que los trotskistas falsifican la historia de ese período en el marco de su propaganda, con

la intención de canonizar a Trotsky y de presentar a Stalin como la fuente de todos los males que

se abatieron sobre el movimiento comunista.

3. Que independientemente de los casos precisos de falsificación que vamos a demostrar con

documentos que nos apoyan, su interpretación de la historia procede de errores teóricos

fundamentales que pusimos en evidencia en los capítulos precedentes.

La crónica: Puntos de referencia (1926-1927)

El 1º de julio de 1926 se lanzó la expedición del Norte. Los ejércitos de Cantón progresaron

rápidamente, tomando Changsha el 12 de julio, acabando el 7 de octubre la conquista de la triple

ciudad de Wuhan y apoderándose, el 8 de noviembre, de Nanching.

El avance victorioso de los ejércitos nacionalistas estaba facilitado por la agitación

revolucionaria organizada por los comunistas en la retaguardia del enemigo. Las uniones

campesinas y los sindicatos surgían por todas partes y tomaban el Poder. Sólo en Hunan, donde

Mao Tsetung actuaba, las ligas campesinas contaban con un millón de miembros en noviembre

de 1926, dos millones en enero de 1927 y cinco millones en abril de ese año3.

La victoria de la revolución en el valle del Yangtsé significó enfrentamientos con los

imperialistas. Las cañoneras británicas bombardearon, el 7 de septiembre, a la población

Page 114: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 111

desarmada de Wanhsien, y sus tropas tiraron sobre los manifestantes en Hankow. A raíz de estos

incidentes, los obreros de esta última ciudad ocuparon la concesión británica (enero de 1927).

Como algunos extranjeros murieron durante la toma de Nankín, los buques de guerra

norteamericanos y británicos bombardearon la ciudad el 24 de marzo.

Shanghai fue liberado en ese momento (23 de marzo), a raíz de un levantamiento obrero

dirigido por los comunistas, especialmente por Chou En-lai.

El 1º de marzo, Chiang Kai-shek pronunció un discurso en que atacaba violentamente al

gobierno del Kuomintang que se había instalado en Wuhan y que contenía veladas amenazas

hacia los comunistas. Wuhan replicó retirando a Chiang casi todos sus poderes especiales. Los

comunistas recibieron un lugar en la presidencia del consejo político y dos ministerios.

Asustados por la organización de una municipalidad dominada por los representantes de las

masas trabajadoras, que se apoyaba en 2.700 obreros armados, los banqueros y la burguesía

compradora de Shanghai llamaron en su ayuda a Chiang Kai-shek. Éste necesitaba dinero; le

dieron 45 millones de yuans. Con el acuerdo de las autoridades de la concesión francesa y de la

concesión anglonorteamericana, 5.000 fusiles y camiones fueron entregados a los miembros de

las bandas verde y roja que recibieron, además, autorización para atravesar las concesiones a fin

de asesinar a los trabajadores y los intelectuales revolucionarios. Las tropas de Chiang

organizaron matanzas similares en Cantón y en Nankín (12 de abril)4.

El gobierno de Wuhan despojó a Chiang Kai-shek de todas sus funciones y lo excluyó del

Kuomintang (17 de abril). Pero al día siguiente, Chiang instaló su propio gobierno en Nankín.

El 17 de mayo, el general Sia To-yen se rebeló contra el gobierno de Wuhan y se pronunció

por el de Nankín. Trató de apoderarse de Wuhan y fue derrotado por la movilización del pueblo

de la capital de Hopei y por la llegada de las tropas del general anticomunista Ye Ting. El 21 de

mayo, un general del gobierno de Wuhan desencadenó una sangrienta represión contra los

comunistas y los militantes obreros y campesinos de Changsá. A continuación, los arrestos y

matanzas de comunistas se multiplicaron en las regiones controladas por Wuhan. La ruptura

definitiva entre el Kuomintang de ―izquierda‖ y los comunistas se realizará el 16 de julio.

Borodin partió el 27 de julio y los comunistas perseguidos entrarán en la clandestinidad5.

El 1º de agosto tuvo lugar en Nanchang un levantamiento de la guarnición del Kuomintang

de izquierda comandada por comunistas (Chu Te, Ho Long, Te Ting). Estas tropas (300.000

elementos) se dirigieron hacia el sur, pero fueron dispersadas luego de duros combates en la

región de Swatow (27-30 de septiembre). Sólo algunos millares de soldados bajo Chu Te

escaparon. En abril de 1928, se unieron a las fuerzas que Mao Tsetung había conducido al monte

Chingkang después del fracaso del movimiento de la Cosecha de Otoño6.

Otros levantamientos condujeron a la creación de bases rojas ―soviéticas‖ más o menos

durables en las provincias de Kwangtung, Hopei, Shansí, etc.

El 11 de diciembre se desencadenó la insurrección de Cantón bajo la dirección de Ye Ting.

Ésta se beneficiaba con la complicidad de Ye Chen-ying (futuro mariscal del Ejército Popular de

Liberación o EPL) que comandaba el regimiento de instrucción y de una situación

momentáneamente muy favorable, ya que los conflictos entre dos generales nacionalistas habían

conducido a uno de ellos a desplegar sus tropas fuera de la ciudad, dejando a ésta desguarnecida.

Las fuerzas que participaban en la acción eran 2.000 guardias rojos, 200 elementos del

regimiento de instrucción y alrededor de 8.000 obreros y campesinos armados con fusiles

capturados de los depósitos militares; entre estos últimos, había dos mil obreros comunistas

liberados de la prisión. Dos días después, 50.000 hombres del Kuomintang intervinieron

Page 115: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 112

inmediatamente y aplastaron a estas fuerzas. Un millar de insurrectos escaparon y ganaron las

zonas sovietizadas de Haifeng y Lufeng, otro estuvieron en el origen de las guerrillas en las

orillas del Yu Kiang7.

Según los trotskistas, la ―Comuna de Cantón‖ fue una ―insurrección suicida resuelta en

Moscú‖ por Stalin, que deseaba un comunicado de victoria para el XV Congreso. Nunca hubo

una prueba que apoyara esta afirmación. Está claro, ahora, que Moscú, por razones de distancia,

no podía decidir sobre operaciones particulares y debía contentarse con transmitir directivas

generales. Con respecto al fondo del problema, hay que considerar que aun levantamientos

destinados al fracaso valían tal vez más que la capitulación sin combate. La insurrección de la

Cosecha de Otoño también fue un fracaso, pero está en el origen de la larga marcha del Partido

Comunista de China hacia la victoria. Sin embargo, parece que el precio pagado en Cantón fue

demasiado elevado. De todos modos, los levantamientos en las ciudades procedían de una

estrategia errónea que atacaba al enemigo en su punto fuerte, cuando su punto débil estaba en el

campo. Esta crítica –la única justa– no pueden hacerla los trotskistas, ya que ellos también

pensaban que China debía liberarse partiendo de las ciudades.

Al rechazar este error, sobre la base de la experiencia, sin escuchar a los trotskistas, el

Partido Comunista superó los problemas en el período siguiente. Los comunistas ―no se

aterrorizaron, ni se sometieron ni se aniquilaron. Se rehicieron, enjugaron su sangre, enterraron a

sus camaradas y prosiguieron el combate‖. Los reveses de 1927, lejos de detener la marcha de la

historia, sembraron las semillas de las futuras victorias.

Como dijo Mao Tsetung: ―Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver otra

vez a luchar, y así hasta la victoria: ésta es la lógica del pueblo, y él tampoco marchará jamás en

contra de ella‖.

Cómo Isaac Deutscher escribe la historia

Leemos en Prophet Unarmed, de Isaac Deutscher, la página 317: ―El Partido Comunista de

China, basado en pequeños círculos propagandísticos, tuvo su primer congreso recién en 1921.

Apenas lo había celebrado, cuando Moscú comenzó a urgirlo a buscar un acercamiento con el

Kuomintang‖ y en la página 319: en 1922, Maring ―dijo a Chen Tu-siu y a sus camaradas que la

Internacional Comunista les ordenaba firmemente que se adhieran al Kuomintang, sin considerar

consideraciones. Chen se sentía repugnancia en conformarse a esa instrucción, pero cuando

Maring invocó el principio de la disciplina internacional comunista, él y sus camaradas se

sometieron‖.

Por asombroso que parezca, las fuentes (¡incluso trotskistas!) contradicen esta versión de los

hechos. El representante de la Comintern, Maring (alias Sneevliet), que en los años 1930 se hizo

trotskista, dijo al historiador trotskista Harold Isaac que la mayoría del Comité Central, incluso

Chen Tu-siu, estaba de acuerdo con sus opiniones y que los que se opusieron, especialmente el

―izquierdista‖ del momento y futuro tránsfuga Chang Kuo-tao, lo habían hecho no por razones

de principio sino porque no creían que el Kuomintang pudiera transformarse en un movimiento

de masas en el cual fuera útil militar. Insistió en el hecho de que en ese momento no había

instrucciones precisas8. Su testimonio lo confirma Pável Mif, miembro de la oficina del Lejano

Oriente de la Comintern, según el cual las primeras instrucciones concernientes ―a la

coordinación de las actividades del Kuomintang y el reciente Partido Comunista de China‖ las

Page 116: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 113

dio el Comité Ejecutivo de la Comintern en una comunicación especial fechada el 12 de enero de

19239.

Notemos que la estrategia de penetrar en un movimiento de masas no proletario pero

progresista ya la aplicó con gran éxito el mismo Sneevliet en las Indias holandesas, donde los

comunistas infiltraron la organización campesina Sarekat Islam. La táctica del frente único con

los movimientos nacionalistas revolucionarios de los países coloniales y semicoloniales,

adoptada por el II Congreso de la Internacional Comunista, se inspiró en esa experiencia. Fue

Lenin quien envió a Sneevliet por primera vez a China (1920). Este último, por lo demás, daba

gran importancia a que el Partido Comunista de China [PCCh] conservara su independencia

política y organizativa.

Ahora bien, en un texto que data de la época en que se justificaba ante las críticas que le

dirigía la dirección del PCCh, Chen Tu-siu nos dice que Maring urgió a los comunistas chinos

para que entraran en el Kuomintang porque éste ―no era un partido de la burguesía, sino un

partido comunista de diversas clases (…) Los cinco miembros del Comité Central del PCCh se

opusieron unánimemente a esa proposición, porque entrar en el Kuomintang era introducir

confusión en la organización de clase y trabar nuestra política independiente. Finalmente, el

delegado de la III Internacional preguntó categóricamente si el PCCh se conformaría a la

decisión de la Internacional‖10

.

Vemos ahora de dónde sacaba Deutscher sus informaciones. Dejaba de lado las fuentes

(incluso las trotskistas) que no llevaban bastante agua a su molino y elegía un testigo interesado

cuyo alegato pro domo apunta a descargar sus propios errores sobre la espalda de Stalin. A lo

largo de una exposición de varias páginas, Deutscher toma el testimonio de Chen como palabra

santa y tanto más cuanto lo considera un teórico más grande que Mao Tsetung11

.

He aquí lo que dice Chen: ―En cada etapa, expondrá francamente sus objeciones a la política

de Moscú; pero no mantenía sus posiciones. Cuando rechazaba éstas, se sometía a la autoridad

del Comintern y aplicaba la política de Moscú contra su mejor opinión‖.

¡Pobre Chen! Podría decir, con el poeta latino, Video meliora proboque, deteriora sequor

(veo el bien, lo apruebo, y hago el mal).

La realidad histórica es infinitamente más compleja que esta tesis apologética que los

trotskistas se transmiten de generación en generación, simplificándola y deformándola cada vez.

Se puede seguir esta degradación de la historia hacia la mitología comparando a Harold Isaacs

con Deutscher, y a éste con Broué. Fernando Claudin retoma servilmente esta leyenda

remitiendo a la ―Carta a los camaradas‖ de Chen Tu-siu, de la que dice que es ―¡de gran interés

humano e histórico‖12

.

Un investigador más serio y menos ingenuo (aunque aún más antistalinista), Dov Bing,

encontró más de una falsedad en este testimonio, con relación al cual la prudencia hubiera debido

ser obligatoria, dado su carácter interesado13

.

No existe ninguna prueba documental (anterior a 1929) que atestigüe que Chen Tu-siu

aceptó con repugnancia la adhesión al Kuomintang. Incluso, si fuera cierto, no se podría ver en

esto un signo de una posición de izquierda. En la Carta de Shanghai, los tres miembros de la

misión de la Comintern muestran que era por oportunismo por lo que Voitinsky y la derecha del

PCCh no querían que los comunistas entraran al gobierno de Cantón. Más precisamente, para

que no tuvieran que luchar contra el ala derecha del Kuomintang14

. Igualmente, es por ―espíritu

capitulador‖ que el representante del ejecutivo de la Comintern (de acuerdo a Borodin) propuso,

después del golpe del 20 de marzo de 1926, que los comunistas salieran del Kuomintang,

Page 117: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 114

conforme a los deseos de Chiang Kai-shek15

. El dirigente más derechista del partido, Tang Ping-

chan, criticó la política de integración en el Kuomintang en la plenaria de noviembre de 1926 de

la Comintern. Sin embargo, fue el más celoso frenador del movimiento campesino, como

ministro de Agricultura del gobierno de Wuhan, en oposición a ciertas directivas de la

Comintern.

La política de trabajar en el seno del Kuomintang era en ese momento perfectamente justa

en el marco de la lucha contra el imperialismo y los militaristas. Dio un impulso colosal al

movimiento de masas en las ciudades y en el campo. Li Ta-chao y Mao Tsetung aplicaron con

entusiasmo esta política, por razones totalmente independientes de las instrucciones de la

Comintern. El segundo, incluso, habría estado sometido a vivas críticas por parte de algunos de

sus camaradas, como Li Li-san, que le reprochaban que diera demasiado importancia a la

cooperación con el Kuomintang16

.

Desde 1923, Chen Tu-siu negó que el campesinado chino, conformado según él por una

mitad de pequeños propietarios, pudiera aceptar el comunismo y fuera otra cosa que un aliado

vacilante e inclinado al compromiso con la reacción. Este ―desdén por el campesinado –nos dice

Stuart Schram– no caracterizaba en modo alguno la línea de la Comintern en esa época‖17

. La

directiva de 13 puntos, dirigida en mayo de 1923 al III Congreso del PCCh y redactada bajo la

dirección de Bujarin, afirmaba que el problema campesino debía ocupar una posición central en

la política de este partido.

Veremos a continuación que la desconfianza de Chen con respecto al movimiento

campesino y su negativa a impulsarlo y aceptar que se lo armara, eran diametralmente opuestas a

otras resoluciones precisas adoptadas por la Comintern. Los oportunistas de derecha del PCCh

aceptaban de la boca para fuera las recomendaciones de la Internacional y después actuaban en

sentido contrario, alentados por Voitinsky y Borodin18

. Presentarlos como revolucionarios

consecuentes y lúcidos, pero obedientes perinde ac cadaver, es una fábula que no resiste el

examen.

Trotsky y la revolución china

El mismo Deutscher se opone a una ―de las leyendas del trotskismo vulgar, que afirma que la

posición había luchado constantemente desde el principio contra la `traición de la revolución

china' por Stalin y Bujarin‖19

. Muestra que, hasta el 31 de marzo de 1927, Trotsky sólo había

criticado (incidentalmente y, por así decirlo, de paso) la política china de la Comintern con

respecto a un punto: la adhesión del PCCh al Kuomintang. Incluso, sólo lo había hecho en el

secreto del Buró Político.

Para saber si Trotsky tenía razón en este asunto, no hay que colocarse sólo en el punto de

vista de los principios. Hay que examinar los hechos, profundizar la especificidad de la situación

china en ese momento. Entre 1922 y 1927, los miembros del PCCh pasaron de 300 a cerca de 70

mil y los sindicatos controlados por ellos alcanzaron tres millones de adherentes. Penetraron de

arriba a abajo el aparato del Kuomintang. Chou En-lai ejercía las funciones de director político

adjunto de la Academia Militar de Wampoa20

, Mao Tsetung era miembro del Comité Central del

Kuomintang y director del Instituto Nacional para el Movimiento Obrero (escuela de cuadros).

Chen Tu-siu y Borodin eran los lugartenientes de Sun Yat-sen y luego de Wang Tsing-wei. Otros

dirigentes del Kuomintang estaban muy cerca de ellos, como Lio Cheng-kai, asesinado por los

Page 118: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 115

derechistas por esa razón. El 80% de los comités del Kuomintang en el nivel de base y en el nivel

intermedio estaban controlados por los comunistas y el Kuomintang de izquierda. Al mismo

tiempo, los comunistas conservaban en la práctica la autonomía de su organización y hacían

propaganda con la mayor libertad. Hasta el regreso de Chiang Kai-shek, la burguesía media o

nacional representaba un papel objetivamente revolucionario, al mismo tiempo que seguía siendo

vacilante y dubitativa. El afán de sus intereses la incitaba a combatir al imperialismo y a sus

aliados: los señores de la guerra y la burguesía compradora. Las relaciones semifeudales en el

campo y las guerras entre militaristas reducían el mercado interno. La empresa imperialista

contribuía a anular toda posibilidad de expansión. ¡Es por eso que los comerciantes e industriales

chinos de Cantón y de Shanghai llegaron a financiar los comités de huelga de Hong Kong! De

modo que el frente único entre el Kuomintang y el PCCh era a la vez posible, necesario y

enormemente provechoso para el movimiento revolucionario y el PCCh. Esto no significa que

hubiera que mantenerlo tanto tiempo como se hizo, en detrimento de la acción revolucionaria

consecuente en el campo. Hablaremos de esta cuestión en la continuación de este capítulo. Por el

momento, podemos concluir que Trotsky estaba equivocado al condenar, a comienzos de 1924,

la alianza con el Kuomintang. Al hacerlo, se ponía en contradicción con las posiciones

defendidas por Lenin en el II Congreso de la Internacional Comunista. Lenin dijo:

―No cabe la menor duda de que todo movimiento nacional no puede ser sino un movimiento

democrático-burgués. (…) La Internacional Comunista debe sellar una alianza temporal con la

democracia burguesa de los países coloniales y atrasados, pero no debe fusionarse con ella y

tiene que mantener incondicionalmente la independencia del movimiento proletario incluso en

sus formas más embrionarias‖21

.

El argumento de Trotsky contra el ingreso de los comunistas en el Kuomintang era que, de

ese modo, sacrificaban su independencia política. ¡El criterio de esta independencia era para él el

hecho de tener un diario! El PCCh no tenía diario, pero disponía de varias publicaciones

periódicas. La independencia de estas últimas era tal que, en septiembre de 1926, el diario del

Partido Siang-tao declaró que la expedición del Norte no estaba propulsada por las masas y que

el gobierno del Kuomintang no representaba al pueblo, sino que era ―el órgano especial‖ de un

grupo de generales para servir sus ―fines personales‖22

.

En mayo de 1927, es decir, después de la ruptura con Chiang Kai-shek, Trotsky, haciendo

un giro completo en la VIII Sesión Plenaria de la Internacional, se cuidaba de preconizar el retiro

de los comunistas del Kuomintang23

. Se trata de un hecho poco conocido por los trotskistas y

Deutscher no lo menciona.

En abril de 1927, Trotsky se apodera de la cuestión china para transformarla en su caballito

de batalla en la lucha que libraba, junto con Zinoviev y Kamenev, contra el Buró Político. Hasta

entonces, no se había interesado en la cuestión china más que desde el punto de vista de los

intereses estatales de la URSS. En 1924, presidió una comisión que debía elaborar

recomendaciones al Buró Político acerca de la línea de la diplomacia soviética en China.

Presentó su informe el 25 de marzo. He aquí lo que dice Deutscher de él:

―La comisión de Trotsky contaba con el mantenimiento de la división en China y era como

si sus recomendaciones estuvieran calculadas para perpetuarla (…) No trataba de favorecer a la

revolución sino de asegurar todas las ventajas posibles para el gobierno soviético. Es así que la

comisión proponía que todas las dependencias diplomáticas soviéticas buscaran la realización de

un modus vivendi y de una división en esferas de influencia entre el gobierno de Chiang Kai-shek

en el sur y el de Chang Tso-lin en el norte (…) La comisión recomendaba a los enviados

Page 119: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 116

soviéticos que prepararan a la opinión pública `cuidadosamente y con tacto' para semejante

arreglo, que probablemente iba a herir los sentimientos patrióticos en China‖24

.

Nos abstenemos de comentar este informe. Cada uno adivina lo que dirían de él los

trotskistas si no estuviera firmado por Trotsky, sino sólo por Stalin. Hagamos notar,

simplemente, que el primero criticaba a los otros mientras que él mismo no asumía ninguna

responsabilidad. Sus propuestas no corrían el riesgo de ser puestas a prueba y siempre podía

exclamar: ―¡Ah, si solamente me hubieran escuchado!‖. Lo que en cambio se puede discutir es su

análisis de las contradicciones de clase en China y su apreciación acerca de las fuerzas motrices

de la revolución en ese país.

Trotsky subestima evidentemente el potencial revolucionario de la clase campesina en

China. Declara que ―la clase de los grandes propietarios rurales casi no existe en China…‖ (sic).

―En consecuencia –agrega–, el peso específico del problema agrario es ahí mucho menor de lo

que lo era en la Rusia zarista‖ (!)25

. En la misma obra que, como se sabe, data de noviembre de

1929, cita uno de sus antiguos discursos en el que decía:

―La ciudad tiene la hegemonía en la sociedad contemporánea y sólo la ciudad es capaz de

ejercer esta hegemonía en la revolución burguesa‖. Y agregó en una nota: ―¿Los críticos

retardatarios de la revolución permanente están de acuerdo con esto? ¿Están listos a extender esta

verdad a los países del Oriente, a China, a la India, etc.? ¿Sí o no?‖26

.

¡No, señor Trotsky! El partido del proletariado asegura por cierto la hegemonía en el

movimiento revolucionario en el plano de la dirección económica y política, pero sus tropas más

numerosas así como algunos de sus dirigentes provienen del campesinado. Es en el agro que se

encuentra su campo de acción más prometedor, ya que ―la revolución es siempre más fuerte

donde la contrarrevolución es más débil‖ (Mao). Será cercando las ciudades desde el campo que

un día se liberará China. El campesinado pobre será la fuerza motriz principal de la revolución

china. El pronóstico de Trotsky era exactamente inverso. En julio de 1928, escribía:

―Sólo con una nueva ola ascendente del movimiento proletario se podrá hablar seriamente

de la perspectiva de una revolución agraria‖27

.

Las causas de los errores oportunistas de la dirección del PCCh

Hemos mostrado más arriba por qué la alianza con el Kuomintang correspondía a una política

justa, inclusive hasta la expedición del Norte. Antes del éxito de esta campaña, ni los comunistas

ni los elementos reaccionarios del Kuomintang estaban listos para la prueba de fuerza que

acordaban prever, dejándola para más tarde a fin de no dañar la lucha antiimperialista y porque

en ese momento el ala derecha de la burguesía media todavía no se había inclinado hacia el lado

de la reacción por razones objetivas. Pedir, como lo hacía Trotsky en abril de 1926, que los

comunistas se retiraran del Kuomintang no tenía ningún sentido y hubiera tenido consecuencias

desastrosas.

Una vez conquistada la victoria en el valle del Yangtzé, los jefes nacionalistas y los oficiales

de su ejército comenzaron a inquietarse por el impulso de las masas populares, en la medida en

que éste socavaba las bases de las relaciones sociales casi feudales en el campo y fortalecía

demasiado a los obreros para que la explotación capitalista pudiera proseguir normalmente en las

ciudades. De inmediato, comenzaron a tomar medidas de represión antipopulares. En cierto

sentido, se puede decir que la victoria (militar) de la revolución implicó su derrota (política). En

efecto, los tuchun (militaristas de la camarilla del Norte), al ver de qué lado soplaba el viento,

Page 120: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 117

cambiaron de bando y se pasaron al lado del Kuomintang. Ahora bien, de los 56 militares que se

ubicaron de este modo, 51 eran terratenientes feudales.

En ese momento, el PCCh se encontró ante el dilema siguiente:

– o bien, mantener su alianza con el Kuomintang a toda costa, frenando el movimiento

revolucionario de las masas si fuera necesario;

– o bien, tomando conciencia de que se había franqueado irrevocablemente una nueva etapa

en el proceso revolucionario y de que la contradicción principal se había desplazado, dejando

junto al imperialismo y a los elementos feudales el ala derecha de la burguesía nacional, asumir

resueltamente la jefatura de las masas explotadas en rebelión28

.

Los dirigentes comunistas chinos (y en mucho menor medida la Comintern) se rehusaron a

ver que había que elegir. En la práctica, en general optaron por el primer partido, mientras que

las instrucciones de la Comintern les sugerían más tomar el segundo. La alianza con el

Kuomintang les había resultado demasiado bien para que no estuvieran tentados a prolongarla

todo lo posible. Tomando sus deseos por realidades y la fraseología ―revolucionaria‖ de ciertos

líderes de la izquierda del Kuomintang como dinero contante y sonante, pensaban que podrían

jugar a dos puntas y que terminarían por aislar a la nueva derecha que se había constituido

alrededor de Chiang Kai-shek. Para obtener ese resultado, contaban con la ―dinámica‖ de la

revolución. Creían en ella tanto más cuanto que, efectivamente, en el período precedente, los

líderes de la derecha habían sido aislados y derrotados29

. Por cierto, se daban cuenta de que, con

semejante perspectiva, deberían frenar la revolución agraria. Pero, pensaban, no era más que una

demora. Por lo demás, se les chocaban profundamente las historias que circulaban sobre los

―excesos‖ cometidos por los campesinos. Como decía Mao:

―Incluso personas bastante revolucionarias, cerrando los ojos e imaginándose lo que pasa en

el campo, se sienten desmoralizadas e incapaces de negar que aquello va `mal'‖.

Contra ellos, y no contra Stalin, escribió su informe sobre el movimiento campesino en la

provincia de Junán, en que demuestra que, desde un punto de vista revolucionario, las cosas iban,

por el contrario, ―muy bien‖. ―Casi todos los dirigentes comunistas creían las historias sobre los

`excesos' de los campesinos y declaraban que el mejor método para combatir la

contrarrevolución era ponerle un término‖30

. Entre los dirigentes del partido, había incluso

terratenientes rurales e hijos de terratenientes.

Chu le ha contado a Agnes Smedley que los dirigentes comunistas de la región de Tung-ku

fundaron otro partido ―comunista‖ porque ―estos intelectuales habían hecho todo por la

revolución‖ excepto ―distribuir sus tierras a quienes las trabajaban‖31

. La carta de Shanghai,

enviada por tres miembros de la misión de la Internacional Comunista el 17 de marzo de 1927,

subraya que las ―capas superiores del PCCh no están unidas a las masas‖, que miran con

superioridad a los obreros y campesinos y que ―niegan sus aspiraciones revolucionarias‖32

.

Para explicar los errores cometidos en esa época por la dirección del PCCh, hay que estudiar

ante todo el desarrollo de las contradicciones en china, en el Kuomintang y en el PCCh mismo.

Sólo sobre esa base se podría deducir la influencia de los representantes de la Comintern en

China y la de los consejos de Stalin. Éstos, por lo demás, estaban lejos de ser tan oportunistas

como la política seguida por el PCCh.

Page 121: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 118

¿Stalin traicionó deliberadamente la revolución china?

Deutscher lo afirma sin rodeos: ―Stalin y Borodin se sentían autorizados a sacrificar a la

Revolución China en aras de lo que consideraban beneficios para la consolidación de la Unión

Soviética‖33

.

Esta tesis la retomaron los historiadores burgueses, de manera que hoy pasa por ―verdad

histórica‖.

Stalin, por cierto, cometió errores, ya que no podía conocer la situación concreta mejor que

los representantes de la Internacional en China ni los dirigentes comunistas chinos que se

encontraban en el lugar. Ahora bien, Mao Tsetung fue el único entre ellos que en esa época

analizó correctamente las contradicciones de clase en China, que mostró la enorme importancia

de la revolución en el campo, que preconizó una acción revolucionaria resuelta.

De todos modos, la dirección del Partido Comunista de China no aplicó ciertas instrucciones

justas del Kremlin y de Stalin sobre puntos importantes.

En noviembre de 1926, la VII Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo de la Comintern adoptó

una resolución sobre China que ponía el acento en la revolución campesina, al mismo tiempo que

afirmaba que era necesario sostener al Kuomintang. Declaraba especialmente:

―El proletariado debe elegir entre la perspectiva de formar un bloque con grandes capas de la

burguesía y la perspectiva de seguir consolidando su alianza con el campesinado. Si el

proletariado no formula un programa agrario radical, no podrá atraer al campesinado a la lucha

revolucionaria y perderá su hegemonía en el movimiento de liberación nacional‖34

.

Se adoptó esta resolución sobre la base de una serie de tesis que M. N. Roy (el líder

comunista indio) había sometido a Stalin.

―En ese tiempo, Stalin escuchaba atentamente cuando alguien trataba un tema sobre el que él

no sabía nada y una vez que había escuchado una buena exposición, la aceptaba rápidamente y

sin equívocos‖35

.

Ante la comisión china de la Internacional que elaboró la resolución antedicha, Stalin dio un

discurso; he aquí algunos pasajes:

―Sé que entre los miembros del Kuomintang e incluso entre los comunistas chinos, hay

quien no considera que sea posible desencadenar a la revolución en el campo, por temor a que, al

atraer al campesinado a la revolución, se socave el frente único antiimperialista. Es un profundo

error, camaradas. El frente antiimperialista en China será mucho más poderoso cuando el

campesinado chino se vea atraído más rápido y más a fondo a la revolución‖36

.

Ante la misma sesión plenaria, Stalin advirtió contra el fortalecimiento del ala derecha en el

ejército a medida que las victorias de la Expedición del Norte significaran la capitulación del

enemigo37

. En la misma sesión, el delegado ruso Petrov dijo:

―Es posible que después de que la victoria del gobierno de Cantón haya reforzado a la

derecha, la burguesía represente en ella un papel más importante y concluya un acuerdo con los

imperialistas‖38

.

Desde 1925, un alto funcionario de la Comintern había considerado que fuera probable que

la burguesía china ―instaurara una dictadura militar‖ para ―impedir el desarrollo de la lucha

revolucionaria del proletariado, el campesinado y la plebe urbana‖39

.

Por lo demás, Stalin cita un documento de la Internacional redactado un año y medio antes

del golpe de Estado de Chiang Kai-shek, en que se decía:

Page 122: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 119

―Es necesario apuntar a armar a los obreros y los campesinos, hacia la transformación de los

comités campesinos locales en organismos efectivos de poder, provistos de una autodefensa

armada, etc.

―Es necesario que siempre y en todos partes el Partido Comunista se afirme como tal; la

política de semilegalidad voluntaria es inadmisible; el Partido Comunista no puede afirmarse

como un freno para el movimiento de masas‖40

.

Aquí debemos detenernos para hacer notar cuatro cosas:

1. Stalin no se da cuenta claramente de que la profundización de la rebelión campesina, si

los comunistas no se ponen al frente, sería fatal para la alianza con la dirección con el

Kuomintang. Por consiguiente, había que prepararse para esa ruptura y elegir el momento más

favorable.

2. Stalin se formaba una opinión sobre la base de los informes que le llegaban de fuentes

muy diversas. Como los opositores del PCCh a menudo estaban relegados en Moscú, estaban en

condiciones de ejercer influencia ahí y a veces tomaban la palabra ante el Comité Ejecutivo de la

Internacional. De manera general, la influencia de los dirigentes chinos sobre la línea de la

Comintern en China era mucho mayor que la influencia de la Comintern sobre la política del

PCCh41

.

3. La libertad de elección de la dirección del PCCh era mayor porque:

a) las directivas de la Internacional ponían exigencias contradictorias, como las que hemos

citado antes, a saber, permanecer en el Kuomintang al mismo tiempo que se armaba a los obreros

y los campesinos y se los incitaba a tomar el Poder.

b) los representantes del Comintern en China, Borodin, Voitinsky, luego Roy, concebían la

aplicación de esas directivas cada uno de una manera diferente.

4) El Comintern había prevenido contra el fortalecimiento de la derecha y el peligro de un

golpe de Estado militar al mismo tiempo que indicaba la única posibilidad: armar a los obreros y

a los campesinos.

En mayo de 27 en Moscú se conoció la obra Informe sobre una investigación del

movimiento campesino en Junán (Mao Tsetung, Obras escogidas, tomo 1), que produjo una

fuerte impresión42

. Se encuentra eco de ella en las Memorias de un revolucionario de Victor

Serge, que dice especialmente: ―El futuro jefe militar de China estaba cerca de nosotros (la

oposición `de izquierda') por sus ideas, pero permaneció en la línea oficial para recibir armas y

municiones‖43

. Serge no nos explica para qué servían exactamente esas armas y esas municiones.

¡Ciertamente, no para hacer la revolución, ya que Stalin estaba en contra y quería estrangularla a

cualquier precio!... Dicho eso, es simplemente absurdo hablar de un equipo militar que la URSS

haría llegar a Chingkangshan cuando se necesitaban seis meses para enviar allá, por redes

clandestinas, una simple carta44

.

En el prefacio de su selección de documentos sobre la cuestión china, Broué cita un artículo

publicado por Clarté en París el 15 de agosto de 1927, en que Victor Serge comenta el Informe

sobre una investigación del movimiento campesino en Junán. Broué hace un mérito para los

trotskistas del hecho de haber sabido distinguir a Mao Tsetung de los otros responsables chinos.

Presentar las cosas así y dejar entender que la oposición habría sido particularmente clarividente

en este sentido roza la impostura. Durante la VIII Sesión Plenaria del Ejecutivo de la

Internacional, en mayo de 1927, son los defensores de las ―tesis‖ de Stalin, a saber Bujarin y

Togliatti (Arcoli), quienes citan largamente el informe de Mao, mientras que Trotsky y Vuiovich

no lo mencionan45

. No es por casualidad. Stalin, que también se basa en las informaciones y

Page 123: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 120

análisis de Mao, sostenía que con el giro de Chiang Kai-shek la lucha del pueblo chino había

entrado a una nueva fase, la de la revolución agraria antifeudal y antiimperialista. Esta

apreciación la rechazaba los trotsko-zinovievistas, mientras que la adoptaron los comunistas

chinos.

Durante la VIII Plenaria, Trotsky protestó que la oposición no proponía de ningún modo el

retiro de los comunistas del Kuomintang. Ahora bien, sus partidarios atribuyen el fracaso sufrido

por la revolución china en 1927 al hecho de que el PCCh había entrado en él y no se había

retirado a tiempo. La línea preconizada por Trotsky en las sesiones del 23 al 26 de mayo de ese

año merecería algunas explicaciones de su parte. Prefieren guardar un prudente silencio.

Las ―tesis‖ de Zinoviev que Trotsky defendía llegaban incluso a proclamar que ―es necesario

aportar la ayuda más enérgica en todos los aspectos a Han Kow (capital del Kuomintang de

izquierda) y organizar la defensa contra los Cavaignac a partir de allí‖.

Las divergencias en el VIII Plenaria giraban alrededor de la cuestión de saber si los

comunistas debían llamar a formar soviets de obreros, de campesinos y de soldados. Stalin

mostró que no era necesario en ese momento, ya que significaría la creación de un poder dual y

la puesta en marcha de un contragobierno destinado a derrocar al del Kuomintang de izquierda

en el que participaban los comunistas. Estas consecuencias, que se desprendían necesariamente

de semejante consigna, eran por lo demás totalmente incompatibles con la línea de fortalecer al

Kuomintang de izquierda que Trotsky y Zinoviev preconizaban simultáneamente, en una feliz

inconsciencia de las contradicciones en las que se enredaban.

En la resolución, tal como se modificó en comisión, se subrayaba que ―nuevas rupturas en el

frente nacional revolucionario son no sólo posibles sino inevitables (…) Tendremos nuevas

traiciones y nuevas derrotas parciales‖46

.

La única garantía (relativa) contra tales fracasos reside en esta ―directiva fundamental‖:

―desencadenar el movimiento de masas‖ de campesinos y obreros47

. Además, hay que crear

―unidades del ejército seguras‖ así como ―unidades compuestas de obreros y campesinos

revolucionarios‖48

.

En mayo de 1927, estalló una gran controversia en el seno del PCCh sobre la cuestión de

saber si había que sostener los proyectos del gobierno de Wuhan (Han Kow), que quería lanzar

una campaña militar contra Nankín (donde se encontraba Chiang Kai-shek) y Pekín. Roy, que

representaba a la Comintern desde la VII Asamblea Plenaria, propuso reconquistar los territorios

del sur de China controlados en ese momento por los dirigentes del ala derecha del Kuomintang.

Una vez obtenido este objetivo, sería posible cercar Nankín y Shanghai y derrotar a Chiang y al

imperialismo internacional. Pero, dice:

“Los líderes comunistas no querían aceptar mi alternativa [el subrayado es nuestro – K.

M.]. Decían que una negativa a sostener la segunda expedición del Norte sería equivalente a una

ruptura con la izquierda del Kuomintang49

. (…) Me referiré a esto en Moscú‖. La respuesta era

ambigua. Estaba a favor de hacer ambas cosas a la vez: poner en práctica el plan militar

(expedición del Norte) y desarrollar la revolución en los territorios del gobierno de Wuhan50

. Ya

a mediados de abril los miembros más representativos del Comité Central chino habían acogido

con reticencia las tesis del Comintern que les presentaba Roy51

.

Aquí se ve una vez más que los dirigentes del PCCh sabían, cuando querían, enfrentar a los

representantes del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. En cuanto a las instrucciones

de Stalin, siempre fueron letra muerta, cuando no iban en el sentido del oportunismo de derecha

de los dirigentes chinos.

Page 124: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 121

El 1º de junio de 1927, Stalin envió un telegrama a Hankow en que decía especialmente52

:

―Estamos resueltamente por la toma efectiva de la tierra desde abajo. (…) Lo que

necesitamos no es la separación del movimiento obrero y campesino, sino sostenerlo por todos

los medios. (…) De otro modo, se perderá todo. (…) Hay que atraer al Comité Central del

Kuomintang, lo más que sea posible, a nuevos líderes campesinos y obreros de base. Su osada

voz hará resueltos a los viejos o los apartará. (…) Organicen, antes de que sea demasiado tarde,

su propio ejército seguro. Si no, no hay garantía contra los fracasos…‖.

Al recibir el telegrama, Roy cometió una imprudencia increíble: fue a mostrarlo a Wang

Ching-wei, lo que provocó la ruptura inmediata entre el gobierno de Wuhan y el PCCh, pese a

una declaración ultracapitulacionista de 11 puntos publicada por la dirección de éste, presa del

pánico. Los cálculos de Roy los explica de la manera más satisfactoria un autor perteneciente a la

izquierda del Kuomintang:

―Según la opinión de Roy, el Kuomintang de izquierda no podía sobrevivir más que en

alianza con los comunistas, porque de otro modo sería aplastado por los derechistas. Por

consiguiente, debía ser informado del cable de Stalin. Borodin, al contrario, se daba cuenta de

que el Kuomintang de izquierda (…) rompería inmediatamente sus relaciones con los comunistas

si tenía conocimiento de la resolución. (…) La mayoría de los comunistas chinos tomaba el lado

de Borodin, ya que opinaban, de la misma manera, que el tiempo de una acción a la luz del día

no había llegado…‖53

.

De manera que el enviado de Stalin, el ―izquierdista‖ Roy54

, precipitó la ruptura entre el

Kuomintang de izquierda y el PCCh en un momento en que este último no podía defenderse, a

causa de la política capitulacionista de su dirección en el período precedente.

Reléase ahora el relato de Deutscher y véase si está de acuerdo con los hechos y los

documentos que hemos citado. Aún hay que cuidarse de los procedimientos ―literarios‖

particularísimos con que Deutscher construye su relato, ya que no sólo elimina casi todos los

hechos molestos para su tesis, sino que altera un poco la cronología a fin de presentar los

acontecimientos de la manera más favorable a los análisis de Trotsky.

Hemos dicho que Deutscher omitía ―casi‖ todos los hechos que contradicen el ―esquema‖

trotskista. Es justamente a causa de ese ―casi‖ que no goza de olor de santidad entre sus

correligionarios.

Un estudio histórico profundo y científico de ese período queda todavía por hacerse.

La Comintern y el PCCh en el período 1928-1935

La resolución de la IX Sesión Plenaria de la Comintern (febrero de 1928) aconsejaba al PCCh

que se fijara como objetivo la ―victoria inicial en una o varias provincias‖ (ahí donde el

campesinado era fuerte), ya que el desarrollo desigual de la revolución impedía por el momento

apuntar a la victoria en el país. El VI Congreso del PCCh, que se reunió en el verano de 1928,

llegó a las mismas conclusiones. Sin embargo, a su regreso a China, la dirección del PCCh con

Li Li-san a la cabeza, adoptó posiciones diametralmente opuestas a los análisis de la Comintern.

En un artículo publicado en abril de 1930, Li Li-san afirma que era ―imposible obtener la victoria

en una o varias provincias sin relacionarla con el país entero‖55

. De la misma manera, según la

carta del Buró Político fechada el 11 de junio de 1930, dado que la ―crisis política fundamental

en China ha llegado al mismo grado de agudización en todas las regiones, un gran levantamiento

Page 125: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 122

obrero en cualquier ciudad se amplificará hasta producir un maremoto revolucionario a escala

nacional‖ y se propagará en el mundo, sin lo cual la revolución en China estaría destinada al

fracaso56

. De hecho, Li Li-san nunca aceptó la idea del desarrollo desigual de la revolución y

tampoco la de un proceso que pasara por etapas determinadas. En el artículo de abril de 1930

mencionado antes, Li Li-san sostenía que ―es un error admitir que la revolución podrá comenzar

a transformarse en revolución socialista sólo después de su victoria en toda China‖. Pensaba que

esto era posible ―inmediatamente‖57

. Por eso fue criticado después de la IV Sesión Plenaria del

Comité Central (enero de 1931), por haber preconizado la organización de granjas colectivas y

otras ―medidas socialistas prematuras‖. Li Li-san, finalmente, subordinaba la victoria en ―una o

varias provincias‖ al éxito de la insurrección obrera en las ciudades principales.

En todos estos puntos, hay una manifiesta similitud entre las posiciones de Li y las de

Trotsky. Sin embargo, este último no dejó de denunciar que la dirección del PCCh se formaba de

simples ejecutores que obedecían al dedo y el ojo de Stalin58

.

En cartas dirigidas al Comité Central del PCCh a fines de 1928 y principios de 1929, Mao

Tsetung expresó ciertos desacuerdos con la línea política de la dirección. Esta última transmitió

esos documentos, junto con las respuestas que les había dado, a la sede del Comité Ejecutivo de

la Internacional en Moscú, contando con su aprobación. Fue decepcionada, ya que la respuesta

de la Comintern fechada el 7 de junio de 1929 sostiene las posiciones defendidas por Mao en su

carta del 25 de noviembre de 1928, y la respuesta del 26 de octubre de 1929 adopta las

posiciones de Mao en su carta del 5 de abril. Más precisamente, en la primera de esas misivas, la

Comintern aceptó prácticamente todo lo que Mao había escrito sobre el tema de los campesinos

ricos. Li Li-san preconizaba una alianza con estos últimos, ya que al oponerse a ellos se corría el

riesgo de separarse de los campesinos medios. Además, consideraba absurdo empezar por

repartir la tierra para colectivizarla luego. Como pensaba en una victoria rápida a escala nacional,

quería que se hiciese inmediatamente propaganda en favor de las granjas colectivas, esperando

que se tratara de atraer a los campesinos ricos a la lucha contra los señores de la guerra y los

imperialistas. La Comintern condenó inequívocamente toda idea de alianza con los campesinos

ricos y en su carta, Mao acusó a la dirección china de cometer errores. A raíz de esto, Mao

puntualizó su posición distinguiendo mejor a los campesinos acomodados (que cultivaban sus

tierras por sí mismos) y los pequeños propietarios rurales semifeudales. Estaba dispuesto a dejar

en paz a los primeros. Al contrario, Li Li-san endureció considerablemente su actitud con

respecto a todos los que empleaban mano de obra en sus tierras. Después de 1931, Mao entrará

en conflicto con la nueva dirección, ya que se oponía a la política de eliminación de los

campesinos acomodados. Eso explica el error de ciertos sinólogos norteamericanos que creyeron

que la carta de la Comintern aludía a la línea de Mao. M. Lucien Bianco estuvo mal inspirado

cuando las copió sin controlar su fuente. Escribe: ―Una de las primeras referencias a Mao que

aparece en los documentos de la Comintern es una carta dirigida en junio de 1929 por el Comité

Ejecutivo de la Internacional al Comité Central del partido chino. Critica de manera bastante

viva su política demasiado moderada con relación a los campesinos ricos: en una palabra, un

Mao sospechoso de tendencias kulakófilas...‖59

. En realidad el nombre de Mao no figura en el

documento del Comintern y éste enfrenta a la línea de la dirección del Partido Comunista de

China que también fue condenada en otros puntos.

Li Li-san no quería que el movimiento campesino se desarrollara hasta el punto de

transformarse en la fuerza principal de la revolución china. En uno de sus artículos declaró: ―Sin

el impulso de las huelgas de la clase obrera, sin insurrecciones armadas en las ciudades clave, no

Page 126: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 123

podría haber éxito en una o varias provincias‖. Es una concepción gravemente errónea prever ―la

utilización de los pueblos para cercar las ciudades‖ y contar ―sólo con el Ejército Rojo para

ocupar las ciudades‖60

. Apuntando a la victoria a escala nacional, consideraba necesario ganar

previamente al pueblo en conjunto. Por eso preconizaba el abandono de las bases rojas y la

disolución del Ejército Rojo, cuyos hombres debían ser divididos en destacamentos móviles para

hacer propaganda en los pueblos.

La Comintern indicó con firmeza que debía consolidar la lucha de guerrillas y extenderla en

seguida, al mismo tiempo que combatía la actitud desconfiada con respecto al movimiento

campesino que se manifestaba en el seno del partido. Dando la razón a Mao, se pronunció contra

los soldados dispersos que actuarían como ―guerrilleros errantes‖. Había que reforzar el Ejército

Rojo de manera que ―en el futuro, según las políticas o militares, uno o varios centros políticos o

industriales puedan ser ocupados‖61

.

Vemos de este modo cómo el Comintern adopta las tesis de Mao sobre la guerra prolongada

y al cerco de las ciudades por el campo. En ese momento, por lo demás, Mao gozaba de gran

estima en Moscú. La nota necrológica que le consagró la International Press Correspondence en

marzo de 1930, basándose en una noticia falsa, es muy significativa a este respecto. Los elogios

que se le prodigan en este texto lo colocan implícitamente por encima de todos los chinos. Su

celebridad está atestiguada también por la pequeña poesía que inspiró un episodio de la guerra

civil china a Bertolt Brecht: Die Andere Seite (La otra parte), emocionante por su simplicidad y

su concisión totalmente chinas.

Más tarde, cuando la nueva dirección del PCCh se instaló en la base roja de Kiangsí y en

octubre de 1932 quitó a Mao el comando político del ejército, la influencia de éste,

preponderante en las organizaciones de base, se encontró socavada por una campaña insidiosa

que estaba dirigida contra él mientras apuntaba contra Lo Mai y su pretendida ―línea de grandes

campesinos‖. Mao contraatacó, y un resumen del discurso en el que reprochaba a los

―izquierdistas‖ (la dirección del partido) que subestimaran la fuerza del Kuomintang apareció en

la International Press Correspondence del 17 de noviembre de 193362

.

Un ex-comunista pasado al trotskismo, Li An, llamó a la dirección del grupo de Po Kou y

Wang Ming ―los estudiantes de regreso‖, a causa de su juventud y porque habían estudiado en

Moscú y habían vuelto sólo en 1930. Según Li An y la mayoría de los sinólogos

norteamericanos, estos ―veintiocho bolcheviques‖ habrían sido puestos en el sillón

(―nombrados‖, dice R. C. North) por Moscú, y habrían actuado conforme a las directivas de la

Comintern. La realidad es menos simple. Este grupo había accedido a la dirección durante la

sesión de enero de 1931 gracias a una alianza con el grupo de Li Li-san, muy criticado. Por lo

demás, es falso que los nuevos dirigentes hayan actuado como un bloque y no hayan tenido

política propia. Uno de ellos, Lo Fu, considerado un teórico eminente, expresó en 1933

desacuerdos con los otros sobre la cuestión de los campesinos acomodados y sobre el problema

de las relaciones con el pequeño capital. Como la etapa de la revolución que estaba en curso era

la democrático-burguesa, se oponía a que se luchara contra estas dos clases. Finalmente, los

hechos prueban que la línea del PCCh en ese período como en el precedente no siempre

correspondía a la opinión de Moscú. En efecto, después de la primera batalla de Shanghai, en

febrero de 1932, la Comintern se encontró de nuevo en desacuerdo con la línea del PCCh. Su

órgano, L'International communiste, publicó el 15 de marzo y el 1º de abril de 1932, dos

artículos sobre la guerra en China. En el primero, criticó el punto de vista de varios partidos

comunistas (entre ellos el partido chino) según el cual la agresión japonesa apuntaba a la

Page 127: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 124

destrucción de la China soviética como primer paso antes de una invasión a la URSS. Su

consigna sobre el ataque japonés no concernía a la defensa del pueblo chino frente a los

imperialistas; no era: ―Fuera las manos de China‖, sino casi exclusivamente: ―Defiendan la

Unión Soviética‖63

. En el segundo artículo, el órgano de la Comintern daba muy duro al PCCh.

Declaraba que éste ―debe avivar las llamas de la guerra para hacer de ella una guerra de

liberación nacional de las masas trabajadoras (...) contra los delincuentes imperialistas y ante

todo el imperialismo japonés‖64

. Se desprende de esto que la Comintern, una vez más, se

alineaba del lado de Mao. También consideraba que el enemigo principal era el Japón. En

conclusión, podemos afirmar:

1. Que la línea política del PCCh entre 1928 y 1934 no era elaborada y decidida en Moscú y

que incluso llegó a suceder que los consejos de la Comintern fueran implícitamente rechazadas

en la acción.

2. Que decisiones de gran alcance como la de no cooperar con los generales rebeldes de

Fukien en noviembre de 1933 y la de adoptar una defensa estática durante la quinta campaña, se

tomaron sin consultar a Moscú65

. Consulta que, por lo demás, no era posible en plazos lo

bastante cortos, dado el aislamiento de la base roja de Kiangsí.

3. Que las posiciones del Comintern se apoyaban en las tesis de tal o cual dirigente chino

cuyos análisis parecían más convincentes. El Buró de la Internacional no tenía otras fuentes de

información.

4. Que la Comintern, en cuyo seno era preponderante la influencia de Stalin, dio pruebas de

mayor seguridad de juicio concerniente a la situación en China, que los mismos dirigentes

chinos, excepto Mao.

Cuando se disolvió la III Internacional, Mao Tsetung explicó que ―desde el VII Congreso

mundial de 1935, la Internacional Comunista no se había vuelto a inmiscuir en los problemas

internos del Partido Comunista de China, y sin embargo (éste) había hecho muy bien su trabajo,

a través de toda la Guerra Nacional Antijaponesa de Liberación‖66

. Esto no significa

evidentemente que la URSS carecía de política china. Hemos sugerido antes que la línea de

Wang Ming después de 1937, consistente en subordinar al Partido Comunista al poder de Chiang

Kai-shek so pretexto de un frente único, según todas las posibilidades, tenían el favor de Stalin.

Como por lo demás ciertos marxista-leninistas, al calor de la polémica contra el trotskismo

llegan a decir que la ofensiva comunista en 1947 llegaba después de ―veinte años... de trabajo

político que desarrollaba la línea política establecida por Stalin y la Internacional Comunista‖,

conviene citar lo que el mismo Mao dice sobre este tema el 30 de enero de 1962 ante una reunión

ampliada del Comité Central (7.000 participantes): ―Estos camaradas de la Comintern (que se

ocupaban de los asuntos chinos) no comprendían la sociedad, la nación o la revolución china.

Durante mucho tiempo, nosotros mismos no teníamos una clara inteligencia de la realidad china

objetiva, para no hablar de los camaradas extranjeros‖67

.

En otro discurso pronunciado ante el Comité Central el 24 de setiembre de 1962, Mao

declaró: ―En 1945, Stalin bloqueó la revolución china. Dijo que no podíamos vencer en una

guerra civil, sino que más bien debíamos cooperar con Chiang Kai-shek o, si no, la nación china

perecería. (...) Después de la victoria de la revolución, sospechó que China iba a ser una

Yugoslavia y yo un Tito. Luego, cuando fui a Moscú para firmar el tratado chino-soviético de

alianza y ayuda mutua, fue necesario luchar todavía. Él no quería firmar, pero después de dos

meses de negociaciones, terminó por firmar. ¿Cuándo empezó Stalin a creernos? Después de la

Page 128: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 125

campaña para resistir a los Estados Unidos y defender a Corea, creyó que yo no era un Tito y que

no éramos una Yugoslavia‖68

.

Según los chinos, Stalin les dio consejos erróneos durante toda su revolución (cf. supra, pp.

131-132), pero no dieron más que muy pocas indicaciones sobre este punto. Mientras esperamos

que lo hagan, debemos atenernos a los hechos establecidos sobre pruebas documentales y no

suplirlos por la imaginación o la interpretación.

Trotsky y la revolución china después de 1927

Cuando leemos los escritos polémicos de Trotsky sobre la cuestión china, nos asombramos y

admiramos. El aplomo con el cual diserta sobre este lejano país, su audacia para erigirse en

portavoz de la Historia para fulminar condenas inapelables contra los que no comparten su

opinión, impresiona e incluso engañan. Se puede decir que este hombre no conoce la duda; para

él todo es simple y claro: el futuro, como el pasado, no tiene secretos. ¿Cómo discutir con un

―teórico‖ que, no contento con dominar los ―telescopios‖ y ―microscopios‖ de la ciencia marxista

pretende, además, poseer poderes de videncia extralúcida? Se enorgullece de haber indicado,

durante la Sesión Plenaria de mayo de 1927 del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista,

―que los levantamientos aventureros de Ho Lun y Ye Ting estaban inevitablemente condenados a

la derrota…‖69

.

Ahora bien, en mayo de 1927 ¡Ho Long y Ye Ting mismos se hubieran sentido muy

asombrados si les hubieran anunciado que tres meses más tarde se pondrían a la cabeza de un

levantamiento militar! Algunas páginas antes, Trotsky juega al pedante condescendiente:

―Recuerden, nos dice, que Shanghai y Cantón forman parte de la provincia del Kiangsu‖70

. Por

cierto, se puede ser un buen comunista y no haber mirado nunca en la vida un mapa de China

(aunque esto constituye un serio impedimento, aunque más no sea para comprender las

informaciones de la prensa), pero Trotsky pretende dar lecciones al movimiento comunista

internacional y dictar su línea política a los comunistas chinos, aunque ignora todo sobre su país.

En estos escritos sobre China, habla sobre todo con sus conocidos demonios. No se trata más que

de los mencheviques, de los Kerensky, de las diferentes fases de la revolución de 1917. Con el

tono categórico y perentorio que le es habitual, declara, por ejemplo:

―El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista determinó de antemano la victoria del

kerenskismo chino sobre el bolchevismo, la de los Miliukov chinos sobre los Kerensky, y la de

los imperialistas japoneses y británicos sobre los Miliukov chinos. En esto, y sólo en esto, reside

la significación de lo que sucedió en China durante 1925-1927‖71

.

En este pasaje, se capta en vivo la lógica (si así puede llamarse) de la argumentación de

Trotsky. Su único afán es echar la responsabilidad exclusiva de las derrotas de 1927 sobre Stalin,

y Bujarin, quienes, según él, traicionaron deliberadamente. Para conferir cierta verosimilitud a su

requisitoria, elabora un esquema fundado sobre recuerdos históricos y sin ninguna relación con la

lucha de clases en China. Trotsky ni siquiera comenzó a analizar la situación concreta en ese

país, cuyas particularidades negaba de hecho en relación con la Rusia de 1917. En la medida en

que admite las diferencias, esto es lo que dice de ellas:

―La tercera revolución china (…) no tendrá período `democrático', aunque éste debiera durar

sólo seis meses, como fue el caso de la Revolución de Octubre. (…) Estará obligada a operar

Page 129: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 126

desde el principio los cambios más decisivos y abolir la propiedad burguesa en las ciudades y el

campo‖72

.

Según los comunistas chinos, la etapa de la revolución de nueva democracia termina en

1949 con la liberación del conjunto de China. El poder establecido en ese momento, aunque

fundada sobre una alianza de clases, en esencia ejerce la dictadura del proletariado. En cuanto al

período de las reformas democráticas, se extenderá desde 1948 (en las regiones liberadas) hasta

1952. En esta etapa, sólo se nacionaliza el capital burocrático y de la burguesía compradora, lo

que permite al Estado apoderarse de los ―sectores dominantes de la economía‖. La

transformación socialista del conjunto de la economía no comenzará hasta 1952.

En noviembre de 1929, Trotsky recoge telegramas publicados en Pravda que informaban

sobre un destacamento armado comunista de 20.000 hombres comandados por Chu Te. Este

nuevo suceso lo inquieta, ya que no cuadra con sus esquemitas elaborados desde su cuarto. De

manera que plantea preguntas, pero no para averiguar nada, ya que inmediatamente propone un

abanico de respuestas que presentan todas las ventajas de condenar a la Internacional Comunista

y a sus ―ejecutantes locales‖ del partido chino. Trotsky comienza por hacerse el ingenuo:

―¿La huelga general ha llevado al proletariado a la insurrección? Si ése es el caso, todo está

claro y en orden‖ (sic)73

.

Ahora bien, Trotsky sabe perfectamente que no es el caso y, por consiguiente, nada está ―en

orden‖. Dicho de otro modo: prohibición a los campesinos de rebelarse si no hay huelga general

en las ciudades:

―Esta insurrección, ¿tiene sus orígenes en la situación en China?‖

Esta idea de sentido común no se le ocurre, la rechaza, ya que no existen querellas con los

dirigentes comunistas chinos, sino solamente con Stalin:

―…¿o es más bien el efecto de las instrucciones concernientes al `tercer período'? La

rebelión de Chu Te parece una repetición de las campañas aventureras de Ho Lun y Ye Ting en

1927 y del levantamiento de Cantón, fijado de manera que coincidiera con la exclusión de la

oposición del partido comunista ruso. ¿Los comunistas chinos se levantaron a causa de la toma

por Chiang Kai-shek del ferrocarril transmanchuriano? (...) Si es así, nos preguntamos: ¿quién

dio ese consejo a los comunistas chinos? ¿Quién tiene la responsabilidad por su tránsito a la

guerra de guerrillas?‖74

Trotsky no acusa (no tiene ni la sombra de un principio de prueba), pero invita pérfidamente

a seguir su mirada para reconocer al culpable. El crimen de éste es muy grave, dadas sus

consecuencias:

―Pero ¿cuál es la perspectiva abierta por este levantamiento de los comunistas chinos hoy

aislados, en ausencia de guerra o revolución? La perspectiva de una derrota espantosa y de una

degeneración aventurera de los restos del partido comunista. Mientras tanto, hay que decirlo

abiertamente: los cálculos fundados sobre la aventura de la guerrilla corresponden enteramente a

la política stalinista‖75

.

Si la línea que siguieron los comunistas chinos, a saber, la lucha armada prolongada a partir

del campo, fuera el aventurerismo staliniano, ¿qué más natural que el que hayan considerado a

Stalin como un amigo, y a los trotskistas como sus enemigos? ¿Estos últimos no calificaron al

Ejército Rojo de ―movimiento de rebeldes errantes‖?76

Como Stalin había dicho en el XVI Congreso que los obreros y los campesinos chinos

habían creado un ejército rojo y un gobierno soviético, Trotsky declara que los campesinos

chinos quizá pueden ser ―perdonados‖ por llamar soviético a su movimiento y a sus bandas de

Page 130: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 127

partidarios ―ejércitos rojos‖, pero que Stalin no puede serlo al limitarse ―a una generalización

cobarde y ambigua de las ilusiones del campesinado chino‖77

.

¡La creación de las primeras bases rojas, primicias de la victoria de los comunistas en China,

rebajada hasta la nada de una ilusión de campesinos atrasados! (¡Mao Tsetung era uno de ellos!)

Para Trotsky, ninguna duda es posible:

―La aparición de un gobierno soviético en estas circunstancias es absolutamente imposible.

No sólo los bolcheviques, sino también el gobierno o el semigobierno de Tseretelli no podía

aparecer más que sobre la base de las ciudades‖78

.

La base central del Kiangsí, donde efectivamente Mao Tsetung había establecido un

gobierno soviético, se extendía en ese momento sobre una superficie de 30.000 km2 y tenía una

población de cinco a seis millones de habitantes. Había además una quincena de bases más

pequeñas. Las tropas del Ejército Rojo que las defendían contaban, desde 1930, con 60 a 70.000

hombres79

.

Todo esto, según Trotsky, era ―absolutamente imposible‖. De la misma manera, el

―secretariado internacional provisorio de la oposición comunista‖ (trotskista) declaraba poco

después:

―Sólo la hegemonía del proletariado en los centros políticos e industriales decisivos del país

crea las condiciones indispensables tanto para el establecimiento del ejército rojo como para el

establecimiento del sistema soviético en el campo. Para el que no comprende esto, la revolución

es un libro cerrado. (…) [La tarea de los comunistas chinos] no consiste en tirar sus fuerzas en

los focos dispersos del levantamiento campesino, ya que su partido, poco numeroso y débil, no

podrá abarcarlo de todos modos (...) sino en concentrar sus fuerzas en las fábricas. (...) en

agrupar [a los obreros] para la lucha por las reivindicaciones económicas, por las consignas de

democracia y de revolución agraria‖80

.

Según este mismo texto, ―la clase independiente de los propietarios rurales en China no

existe en absoluto‖. Además, ―el campesinado medio en China es inexistente‖. Se deduce que la

lucha de clases en el campo ¡opone los campesinos pobres a los burgueses!81

En el Discurso pronunciado en una conferencia de cuadros de la región liberada del

Shansí-Suiyuan (1º de abril de 1948), Mao evalúa el porcentaje de campesinos medios en un

20% aproximadamente82

. Estimaciones más recientes y referidas al conjunto fijan este porcentaje

en el 30%83

. En el discurso que acabamos de citar, Mao subraya que ―los campesinos pobres y

los asalariados agrícolas deben aliarse con los campesinos medios (…) para constituir un sólido

frente único‖, que englobara el 92% de las familias de la población rural. Precisa:

―Durante la reforma agraria, no se toma y no debe tomarse como blanco más que el sistema

de explotación feudal practicado por la clase de los terratenientes y los campesinos ricos de viejo

tipo y no se deben afectar ni los intereses de la burguesía nacional ni los de las empresas

industriales y comerciales administradas por los terratenientes y los campesinos ricos‖84

.

William Hinton, autor del célebre Fanshen, mostró perfectamente en qué la línea de Liu

Shao-chi, llamada ―de los campesinos pobres y asalariados agrícolas‖, que trataba de realizar,

durante la reforma agraria, un reparto rigurosamente igualitario de la tierra y de expropiar el

material agrícola y, en general, el capital de los terratenientes y de los campesinos ricos, era ―de

izquierda‖ en apariencia, pero en realidad de derecha. Esta línea utópica y reaccionaria habría

podido llevar a un desastre si no hubiera sido corregida a tiempo por Mao Tsetung85

.

Precisamente porque los comunistas chinos supieron distinguir las etapas de la revolución,

pudieron continuarla sin interrupción. Una línea trotskista los hubiera llevado directamente a la

Page 131: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 128

derrota, por la sencilla razón de que estaba fundada en un análisis radicalmente erróneo de la

lucha de clases en China, y por consiguiente era incapaz de responder a la pregunta fundamental:

¿Quiénes son nuestros enemigos y quiénes son nuestros amigos?

Los comunistas chinos lo verificaron, por así decirlo, de manera experimental. Después de la

derrota de la primera guerra civil revolucionaria de 1925-27, la dirección aplicó tres líneas

izquierdistas, que tenía a la cabeza primero a Chü Chiu-bai, luego a Li Li-san y finalmente a

Wang Ming. La línea impuesta por este último tuvo las consecuencias más nefastas (pérdida de

la base roja central de Kiangsí-Fukien y de 90% de las fuerzas acumuladas por los comunistas).

Aunque estos dirigentes fuesen hostiles a los trotskistas, sus concepciones políticas procedían

muy a menudo de postulados que tenían carácter trotskista. Que se juzgue.

Los putschistas de la primera línea ―izquierdista‖ afirmaban que la revolución china era

―permanente‖, es decir, confundían la revolución democrática y la revolución socialista. Aunque

la mayor parte de las tareas fijadas por las diferentes líneas de ―izquierdista‖ fuesen de carácter

democrático, sus campeones no distinguían claramente las dos etapas de la revolución y se

mostraban impacientes por ir más allá de la etapa democrática. Preconizaban la lucha contra la

burguesía en su conjunto, incluso la capa superior de la burguesía, y ponían el acento sobre la

lucha contra los campesinos acomodados. Se negaban a reconocer que el movimiento del ejército

rojo era un movimiento campesino dirigido por el proletariado. Su mirada estaba

permanentemente fija en las ciudades, y su objetivo prioritario era apoderarse de ellas.

Subordinaban el trabajo en el campo al trabajo en los centros urbanos, en lugar de hacer lo

contrario. De manera que el fracaso del segundo también hizo fracasar en gran medida al

primero. Al no ver que la revolución se desarrollaba de modo desigual tanto en China como en el

mundo, Li Li-san pensaba que las ciudades principales debían ponerse a la cabeza del

movimiento y transformarse en centros de una ola revolucionaria a escala que, a su vez, se

propagaría en el mundo, sin lo cual la revolución en China estaba destinada al fracaso. Cuando a

raíz de la agresión japonesa se hizo evidente que las capas intermedias y algunos grupos locales

de terratenientes, de grandes burgueses y de jefes militares modificaban su actitud y se

transformaban en aliados potenciales en la lucha contra el Japón, Wang Ming y la dirección del

partido se negaron a reconocer esta evolución, manteniendo una actitud sectaria de ―puertas

cerradas‖.

En todos estos puntos, Mao Tsetung adopta la actitud contraria a la de las líneas

―izquierdistas‖, que combatió todo lo que pudo. Desde la primera guerra revolucionaria, había

indicado –como también lo había hecho Stalin– que la tarea de la revolución china en esa etapa

era combatir el imperialismo y el feudalismo; la lucha de los campesinos por la tierra era el

contenido fundamental de ese combate86

.

Insistió en la necesidad de unir todas las fuerzas susceptibles de ser unidas, especialmente

las capas intermedias (campesinos medios, pequeña burguesía), pero también una fracción de la

burguesía nacional e incluso ciertos terratenientes patriotas después de la agresión japonesa.

Mostró que las fuerzas revolucionarias debían crear bases rojas en el campo donde el poder

reaccionario era más débil. Para esto, se debía contar con la guerrilla campesina, evitar los

combates decisivos, ―transformar las regiones rurales atrasadas en grandes fortalezas

revolucionarias desde el punto de vista militar, político, económico y cultural‖, y de ese modo

―hacer triunfar paso a paso, en una lucha prolongada, la revolución en toda China‖.

Page 132: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 129

Durante la Conferencia de Tsunyi (enero de 1935) se adoptó la línea política justa de Mao

Tsetung y éste fue llevado a la cabeza del Partido. A partir de ese momento, no hubo más que

victorias,

A comienzos del mismo período (1927-35), el grupo capitulacionista del período precedente,

representado especialmente por Chen Tu-siu, había terminado por encontrarse con los trotskistas.

Como ellos, afirmaban que después de 1927 la burguesía había obtenido la victoria contra el

imperialismo y el feudalismo, y que así la revolución democrática burguesa había sido acabada.

El proletariado chino debería prepararse para hacer la revolución socialista en el futuro, y

mientras tanto limitarse a un movimiento legal centrado en la consigna de ―por una asamblea

constituyente‖.

Sentían el mayor desprecio por el Ejército Rojo y la guerrilla en general. El secretariado

internacional trotskista había declarado, en septiembre de 1930, que los destacamentos

campesinos estaban necesariamente ―ligados a una provincia determinada y eran incapaces de

realizar operaciones estratégicas centralizadas de gran envergadura‖. Un resonante desmentido

les fue infligido algunos años después por la Gran Marcha de 10.000 km, durante la cual cuatro

ejércitos de milicianos atravesaron una decena de provincias grandes como la mitad de Francia,

librando combates incesantes para encontrarse finalmente en Shensí.

En 1932, hablando del Ejército Rojo, Trotsky formula el pronóstico de que su victoria

eventual ―significaría una nueva derrota de los obreros‖ y daría ―el poder a una nueva camarilla

de la burguesía‖, de la misma manera que ―en la vieja China la victoria de la revolución

campesina se terminaba por la creación de una nueva dinastía‖. Lo que reprocha a este ejército es

el hecho de estar compuesto esencialmente de campesinos y de operar a partir del campo. Su

sociologismo le impide concebir que el Partido Comunista pueda asegurar una dirección

proletaria sobre el movimiento campesino87

.

Desde 1933, Trotsky y sus partidarios chinos denunciarán los llamados a un frente único

antijaponés lanzados por el Partido Comunista y se negarán a oponerse a la conquista progresiva

de China por Japón.

En un artículo publicado en febrero de 1933 en la revista La lucha de clases, Trotsky ataca

al Partido Comunista de China por la consigna de guerra revolucionaria nacional contra el

imperialismo japonés88

. Según su modo de ver, semejante consigna no puede servir más que a

los intereses de los imperialistas anglo-franco-norteamericanos. Por consiguiente, los comunistas

deberían abstenerse de participar en la resistencia contra el invasor japonés, a menos que éstos

atacaran también a la URSS.

Trotsky no ve que la diferencia entre grandes potencias imperialistas y pequeñas naciones da

a estas últimas el derecho a explotar las contradicciones entre los imperialismos para escapar a la

sujeción y la opresión directas. Por el contrario. Lenin, que denunciaba a los dos campos

imperialistas de la I Guerra Mundial como delincuentes internacionales con fines de conquista,

justificaba al mismo tiempo la resistencia de Serbia contra la cual la ―burguesía alemana

emprendió una guerra de rapiña para someterla y sofocar la revolución nacional de los Eslavos

del Sur‖89

.

En 1912, había saludado la victoria de los países balcánicos sobre el imperio turco, que

permitió la emancipación nacional de numerosas poblaciones, pese al hecho de que las partes en

conflicto eran monarquías más o menos sometidas a los diversos imperialismos90

.

Si esta defensa de la autodeterminación nacional estaba justificada antes de 1914, cuanto

más debía estarlo en China, cuando un poderoso Partido Comunista podía tomar la dirección de

Page 133: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 130

la guerra de resistencia contra el Japón91

. Trotsky no comprende que una contradicción

secundaria pueda, en condiciones determinadas, transformarse en principal, y desplazar a

segundo plano la contradicción principal de la etapa precedente. Así, en China, durante la guerra

revolucionaria agraria de 1927 a 1936, la contradicción principal oponía el feudalismo a las

masas populares. En el período siguiente, las contradicciones se han desplazado, a raíz de la

invasión de China por el Japón. Este imperialismo y sus aliados chinos se encontraron en uno de

los polos de la contradicción principal, mientras que las masas populares ocupaban el otro polo.

Las contradicciones entre las clases de la nación china pasan de manera temporal a una posición

subordinada, de la misma manera que las que oponían el pueblo chino a los imperialistas anglo-

norteamericanos92

.

En una carta que los trotskistas dirigieron al gran escritor Lu Sin para ganarlo para sus

opiniones, el 3 de junio de 1936, escribían: ―El movimiento de los rojos por la conquista del país

ha fracasado. Pero los comunistas chinos que siguen ciegamente las órdenes de los burócratas de

Moscú acaban de adoptar una `nueva política'. Han operado un giro, han abandonado su política

de clase, han lanzado nuevas declaraciones y enviado delegados a negociar con los burócratas,

los políticos y los señores de la guerra, incluso los que habían asesinado a las masas, a fin de

formar un `frente único' con ellos. Replegaron su propio estandarte y confundieron el espíritu de

la gente, haciéndole pensar que todos esos burócratas, políticos y verdugos son revolucionarios

nacionales que resistirán al Japón. El resultado inevitable es que las masas revolucionarias serán

entregadas a esos verdugos para ulteriores matanzas. Todos los revolucionarios chinos se ponen

rojos de vergüenza ante estas pérfidas traiciones de los stalinistas‖.

Lu Sin, en una carta abierta, respondió, entre otras cosas: ―La `teoría' de ustedes es por cierto

más sublime que la de Mao Tsetung y otros: la de ustedes planea más alto en el cielo, la de ellos

se queda en la tierra. Pero por admirable que sea esa sublimidad, desgraciadamente es justamente

lo que los japoneses recibirán de buen grado. Por eso, temo que, cuando caiga desde lo alto del

cielo, aterrice en el lugar más repugnante del globo‖93

.

El testimonio del mismo Chen Tu-siu confirma el de Lu Sin. En noviembre de 1938,

escribió un ensayo, del cual dirigió un ejemplar a Trotsky. En él declaraba que ―los trotskistas,

por su arrogancia sectaria, su actitud puramente negativa hacia el maoísmo y su insensibilidad

ante las necesidades de la guerra contra el Japón se aislaban de la realidad política‖94

.

En el ―Programa de transición‖, Trotsky declaró que ―en el comienzo de la guerra chino-

japonesa, el Kremlin esclaviza otra vez el partido comunista a Chiang Kai-shek, sofocando en

germen la iniciativa revolucionaria del proletariado chino‖.

En 1949, en la revista de la IV Internacional, un dirigente de la sección china llamaba a

combatir a Mao Tsetung, que trataría de concluir un compromiso con la burguesía. En la misma

ocasión anunciaba el próximo triunfo del trotskismo en China95

.

Se podría creer que los trotskistas, dando pruebas del mínimo de realismo empírico

superficial del que son capaces, se habrían esforzado por extraer lecciones de su contundente

fracaso en el plano teórico y práctico en China. Se habría podido esperar que revisaran sus

apreciaciones, tantas veces desmentidas por los hechos. No es así. En su última obra, La

revolución inconclusa96

, Deutscher se plantea la pregunta de saber si la estrategia del asedio de

las ciudades desde el campo era un rasgo de genio ―o bien el último golpe de dados de un

aventurero desesperado. El éxito final de Mao podría hacernos inclinar por la primera hipótesis.

Pero en realidad (...) parece que es la segunda la que hay que aceptar (...). Fue necesario un

extraordinario conjunto de circunstancias y de felices coincidencias que Mao nunca previó y que

Page 134: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 131

no podía prever para que su estrategia fuera coronada por el éxito. (...) En condiciones normales,

en nuestra época –y esto es válido también y sobre todo para la China subdesarrollada–, la

ciudad domina a tal punto el campo, económica, administrativa y militarmente, que toda

tentativa para llevar la revolución del campo a la ciudad está de antemano condenada al fracaso‖.

¡De manera que toda la experiencia del movimiento revolucionario mundial desde hace 40

años está viciada de nulidad por razones de principios! Es que la revolución no triunfa ―en

condiciones normales‖. Lenin mostró que se necesitaba un concurso de circunstancias

excepcionales, y Mao hizo lo mismo al explicar por qué se podían mantener bases rojas en

China, El papel del dirigente revolucionario consiste precisamente en extraer las leyes que rigen

esa ―excepción‖.

El desdén que demuestra por los maoístas no impide a Deutscher considerar el tránsito al

socialismo en China como uno de los ―triunfos póstumos de Trotsky‖97

. Pero, dada la firme

condena de este último contra el maoísmo como una perversión campesina del marxismo, ―dar a

entender que habría saludado la victoria de Mao como una confirmación de su pronóstico, es

acordarle triunfos proféticos a costa de su integridad intelectual‖98

.

La influencia de las interpretaciones trotskistas

Las tesis de los trotskistas sobre la revolución china, retomadas a gusto por los periodistas y los

historiadores burgueses, pasan por verdad a fuerza de repetidas. Tanto que nadie piensa ya en

pedir pruebas a esos celosos propagandistas que disfrazan su anticomunismo primario y visceral

con la apariencia de una erudición histórica de mala ley.

Hélène Carrère d'Encausse y Stuart Schram nos aseguran que Stalin ―sacrificó la revolución

china a la seguridad en las fronteras de Rusia‖, lo que es exactamente la interpretación

trotskista99

. Estos dos historiadores no se contentan con analizar hechos verificables, sino que se

entregan a un curioso psicoanálisis de Stalin, imputándole móviles ocultos e intenciones

contrarrevolucionarias, que serían muy difíciles de probar. Erigiendo el proceso de intención en

método de investigación histórica, escriben:

―En Asia, la política preconizada por Moscú a partir de 1947 fue una política de

levantamiento armado de los obreros y campesinos contra la burguesía local así como contra las

metrópolis. Semejante línea, por la cual el Partido Comunista y la minoría que lo seguía se

separaban de la lucha del conjunto de la nación por su independencia, no podía sino desembocar

en el fracaso. Para Stalin tenía la gran ventaja de que le permitía ser revolucionario e

intransigente en las palabras, sin correr mayor riesgo de ver amanecer en Asia una situación que

habría turbado su tranquilidad‖100

.

Los autores se entregan a la psicología especulativa al mismo tiempo que presentan una

versión simplista de la historia. El levantamiento del Telengana, por ejemplo, no se dirigía en

absoluto contra la burguesía india, sino contra una casta de terratenientes.

Se habrá notado que fingen criticar a Stalin desde el punto de vista de los intereses de la

revolución mundial. Al venir de ellos, semejante argumentación podría suscitar reacciones

irónicas, pero es hábil. Instigador de revoluciones, Stalin es al mismo tiempo un

contrarrevolucionario. Resulta agobiado por todas partes, haga lo que haga. Si da ―consejos de

prudencia‖, se lo acusa de querer ―detener‖ la revolución101

. Si llama al levantamiento, envía a

los comunistas a la matanza. Si no dice nada, se desinteresa del movimiento. Nada podría

Page 135: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 132

invalidar esta ―lectura hermenéutica‖ de la historia en la que la interpretación a priori no sólo

asigna su sentido a ciertos hechos, sino que produce otros (los móviles de Stalin). Sin embargo,

debemos señalar ese extraño método que conduce un poco más adelante a los autores a tachar a

los chinos de racismo porque condenaron la intervención norteamericana en el Líbano en

1958102

.

Cuando especialistas tan eminentes escriben la historia así, uno se inclina a la indulgencia

ante la ligereza de ciertos teóricos trotskizantes que, al amparo de sus esquemas prefabricados,

ceden fácilmente a la tentación de escribir de ovni re scibili. De un artículo de Pierre Naville

(que también perpetró todo un libro sobre China), extraemos un pasaje del que se diría que fue

especialmente escrita para figurar aquí:

―Hasta 1945, Chiang Kai-shek maniobró a partir de sus bases de Yunan (Chungching). (...)

Mao y los comunistas se limitaron a proteger las fronteras móviles de sus bases del noroeste. Su

debilidad material impedía grandes operaciones ofensivas contra Manchuria y Pekín. (...) Por

otra parte, la URSS necesitaba la neutralidad del Japón para mantener el frente occidental contra

Alemania; disuadió a Mao de desencadenar operaciones que habrían podido llevar a las fuerzas

hasta el lago Baikal‖103

.

Semejante texto nos pone ante un exceso de riquezas, como decía Marx. Chungching es la

capital de Sezchuan y no de Yunan. Mao y los comunistas no se limitaron a proteger las fronteras

de sus bases del noroeste. Liberaron vastas regiones pobladas por noventa millones de personas.

Al final de la guerra, los japoneses no controlaban en China del norte más que las ciudades y las

principales vías de comunicación. Ejércitos comunistas con 900 mil elementos operaban en sus

retaguardias y les infligían fuertes pérdidas. Finalmente, la URSS sabía, desde el principio de la

guerra, gracias al célebre espía Sorge, que no tenía nada que temer por parte del Japón, al cual

los comunistas chinos daban bastante trabajo y que afrontaban un enemigo formidable en el

Pacífico. El automatismo consistente en ver por todas partes el dedo de Stalin sacrificando la

revolución a la seguridad de la URSS produce aquí el efecto de un verdadero tic. Para un espíritu

menos prevenido, los japoneses estarían tanto menos inclinados a abrir un nuevo frente en

Siberia cuanto sus retaguardias fueran más atacadas por los comunistas chinos, pero los

trotskistas tienen razones que la razón no conoce. ¿Por qué Stalin habría necesitado distraer a

Mao de una empresa para la cual no bastaban sus fuerzas? Naville se sentiría muy incómodo para

dar el menor indicio (no hablemos de una prueba) en apoyo de su afirmación según la cual la

URSS habría ―disuadido a Mao‖ de lanzar una ofensiva. No es un hecho conocido, sino un

―hecho‖ deducido. Stalin debe actuar así para estar conforme con la idea que de él se hace

Naville. Se puede aplicar a este último, como a todos los trotskistas, el irónico agregado de

Voltaire a la divisa de Pico de la Mirándola: ―de omni re scibili, et quibusdam aliis”. Pueden

discurrir de todas las cosas que pueden saberse, y aún de muchas otras.

Al redactar la primera versión de esta obra, consideramos superfluo comentar, incluso

irónicamente, La internacional comunista de Dominique Desanti (Payot, 1970). Pensábamos que

los críticos esclarecidos harían rápidamente justicia con esta compilación de anécdotas recogidas

no se sabe dónde. ¡Error! Diarios reputados como serios, hablaron bien de ella, y la experiencia

prueba, lamentablemente, que la ignorancia pretenciosa puede engañar, sobre todo si está asistida

por una pluma ágil y una hábil propaganda.

La pasión antistalinista que anima a la señora Desanti, unida a su exagerado gusto por las

pacientes investigaciones históricas, la transformaron en una víctima complacida de los

esquemas trotskistas. Sin querer insistir demasiado sobre su ignorancia, no es apartarnos de

Page 136: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 133

nuestro propósito presentar algunas perlas de la mejor calidad, que curiosamente pasaron

desapercibidas para los sabios especialistas de la prensa burguesa,

Nuestra Clío no confunde quizás el Pireo con un hombre, como el mono de La Fontaine,

pero toma Wuhan por una provincia (p. 149) y el movimiento del 4 de mayo (1919), por una

organización. Ésta habría dispuesto de una revista, la Nueva Juventud, ―creada‖, parece, el

mismo día (p. 133). Sucede que esta revista aparecía desde 1915 y que contribuyó a la

penetración de las ideas revolucionarias en la juventud estudiantil, cuyas manifestaciones

antiimperialistas desencadenaron lo que se llamó el ―Movimiento del 4 de mayo‖, análogo, en

ciertos aspectos, al de mayo-junio de 1968.

Más adelante, la señora Desanti nos informa de que ―desde 1919, emigrados en Francia, los

chinos (…) habían formado un partido comunista. (…) Entre los fundadores del partido en exilio

se encontraban Chou En-lai y Chu Te‖ (p. 134). La verdad es un poco diferente. Fue en 1921

cuando se constituyó en París el ―Grupo de la juventud socialista china‖. Al año siguiente se

transformará en la ―sección del Partido Comunista de China en Francia‖. En cuanto a Chu Te,

dirigió al PCCh en Berlín, en 1922. No fue su fundador.

Según Desanti, ―Li Tao-chao‖ (sic) fue ―estrangulado por un jefe de banda que el

Kuomintang no desautorizará‖ (pp. 134-35). En realidad, Li Tao-chao fue detenido en los locales

de la embajada soviética en Pekín durante un allanamiento ordenado por el mariscal Chang Tso-

lin, amo de Manchuria desde 1911 y de Pekín en 1927. El mariscal no dependía en modo alguno

del Kuomintang y se parecía más bien a un jefe de Estado que a un jefe de banda.

Éstos son, por decirlo así, errores desinteresados. Hay otros que son menos inocentes. Éstos

últimos manifiestan la influencia de los trotskistas, principales proveedores de calumnias

antistalinistas desde hace 45 años. La señora Desanti escribe, por ejemplo: ―En la VII Sesión

Plenaria de la Internacional Comunista, el instigador de las revueltas agrarias chinas, Tang Ping-

shan, propondrá que el partido chino siga sosteniendo las huelgas campesinas. Un telegrama de

Stalin decidirá lo contrario‖ (p. 150). ¡Es raro que Stalin telegrafíe desde Moscú a una sesión

plenaria que se reúne en Moscú y en la cual participa! Además, no sólo Tang Ping-shan, notorio

derechista, no fue ―el instigador de las revueltas agrarias‖, sino que, en tanto que ministro de

Agricultura de Wang Tsin-wei, intervendrá después del sangriento episodio del 21 de mayo de

1927, en Changsha para disuadir de responder a las milicias campesinas. La señora Desanti

resume en estos términos un punto de la intervención de Trotsky ante la VIII Sesión Plenaria del

Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista: ―¡Que se haga salir inmediatamente al Partido

Comunista de China del Kuomintang! ¿Qué se esperaba entonces de Chiang?‖ (p. 151). Si

nuestra historiadora se hubiera tomado el trabajo de leer el discurso de Trotsky, se habría dado

cuenta de que no se permite pedir el retiro de los comunistas del Kuomintang.

―Se necesita buena memoria después de haber mentido‖ (Corneille). La señora Desanti,

traicionada por la suya, se enreda en la cronología. A fines de mayo de 1927, no podía tratarse

más que de la alianza con el Kuomintang de izquierda hostil a Chiang.

Aunque la señora Desanti se haga eco fiel de las falsificaciones trotskistas, no se le puede

negar cierta originalidad, ya que las condimenta con datos de su propia invención. Éste, por

ejemplo: ―La Internacional que, por medio de Neumann, enviado especial de Stalin, había

desencadenado la insurrección (de Cantón) contra la opinión de los comunistas chinos, atribuirá

la responsabilidad de la insurrección a los chinos. Chen Tu-siu, presidente del partido, servirá de

chivo emisario. Como se defendía, fue excluido‖ (p. 156). No sólo nuestra autora no puede dar el

menor indicio de que la insurrección de Cantón haya sido decidida contra la opinión de los

Page 137: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 134

comunistas chinos (la desafiamos a que lo haga), sino que además se equivoca groseramente en

cuanto a los hechos. Chen Tu-siu no fue relevado de sus funciones de secretario general del

partido (no era el presidente) y excluido del Comité Central después del 11 de diciembre de

1927, sino durante la sesión del Comité Central del 7 de agosto de 1927, es decir, cuatro meses

antes de la Comuna de Cantón. No podía hacérselo responsable de su fracaso, y nunca lo fue.

Una de las opiniones más extravagantes que se encuentran en el libro de la señora Desanti

concierne a Mao. Éste habría ―elaborado una acción totalmente nueva sin extraer nunca la teoría,

que establecerá sólo después de la victoria‖ (p. 156). ¡Hagamos notar simplemente que los cuatro

tomos de las Obras escogidas en que se encuentran consignados los resultados de este esfuerzo

de sistematización teórica no empiezan en 1949, sino que se terminan en esa fecha!

Que los críticos no hayan notado errores tan ―enormes‖ dice mucho sobre el prejuicio

favorable que conceden a los que atacan a Stalin.

El caso que vamos a examinar ahora debe colocarse aparte, ya que se trata de un periodista

honesto, tanto más fácilmente engañado por la versión trotskista de la historia cuanto ésta nunca

fue seriamente refutada.

Según Trotsky, ―el Comité Central del Partido Comunista de China servía sólo como un

mecanismo destinado a transmitir las instrucciones‖ de la Internacional104

. En La China de Mao,

K. S. Karol nos informa de que ―varios historiadores norteamericanos tratan de establecer que

todas las decisiones, incluso menores, del Partido Comunista de China las dictaba la

Comintern‖105

.

El autor no parece de ningún modo dudar que esos historiadores (lo mismo que Trotsky) no

estén animados por el mero amor de la verdad. El mismo tiene el mérito de la franqueza, ya que

no el del discernimiento. No nos oculta que, según él, ―el relato más imparcial del papel que

desempeñó la cuestión china en el conflicto entre los stalinistas y los trotskistas fue dado por

Isaac Deutscher (...) quien evitó glorificar la clarividencia de uno u otro de los

protagonistas…‖106

.

Abramos Prophet Unarmed en la página 330. Ahí se lee, sobre el tema de las intervenciones

de Trotsky en el debate sobre China, el siguiente juicio:

―Sus análisis de la situación eran claros como el cristal; sus pronósticos, sin error; sus

advertencias sonaban como una poderosa campana‖.

Correlativamente con esta glorificación ditirámbica de uno de los protagonistas, el otro

resulta literalmente arrastrado por el barro en ese relato altamente ―imparcial‖ que se apoya

únicamente en ―fuentes trotskistas‖ (Trotsky, Chen Tu-siu, Harold Isaacs), sin la menor tentativa

de crítica histórica.

Karol nos ofrece un refrito de esa mescolanza de viejas polémicas, condimentado, es cierto,

con un resumen original y bastante sorprendente de las posiciones de Stalin. Nos abstenemos de

discutir este último punto, ya que si bien estamos obligados a tener en cuenta su influencia como

periodista, no lo estamos en cuanto a tomarlo en serio como teórico.

Karol afirma que los chinos falsifican su propia historia, como lo habrían hecho los

soviéticos en tiempos de Stalin. Se interroga sobre los efectos que producirá la inevitable

desmaoización después de la muerte de Mao, cuando los chinos descubran su verdadero pasado.

A primera vista, Karol da muchas pruebas de esta falsificación, pero conviene mirar más de

cerca.

Por ejemplo, consagra un capítulo a sugerir la idea de que Chü Chiu-bai, a quien presenta

como un cripto-trotskista, desaprobaba en el fondo la estrategia maoísta de asedio de las

Page 138: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 135

ciudades por el campo, y que por esa razón no siguió al Ejército Rojo durante la Gran Marcha,

sino que se retiró a Shanghai, donde retomó junto a Lu Sin un combate puramente cultural. Todo

esto para explicar que el Partido Comunista había ―decidido, simplemente, no hacerlo pasar a la

posteridad más que como crítico literario, amigo de Lu Sin y víctima del Kuomintang‖107

. Según

Karol, los comunistas chinos ocultan deliberadamente a las masas que Chü Chiu-bai había sido

un dirigente del Partido, e incluso su secretario general durante cerca de un año. Lo habrían

―limitado oficialmente al campo literario‖108

.

Es enteramente falso. Lo que dice Karol no corresponde a la historia tal como se la enseña

en China109

. Además él, que pretende enseñar la verdad a los chinos, se equivoca en lo que

concierne a la biografía de Chü Chiu-bai. Para demostrarlo, no podemos hacer nada mejor que

reproducir la nota que se le consagra a este último en la ―Resolución acerca de algunos

problemas de la historia de nuestro partido‖, publicada como apéndice a Nuestro estudio y la

situación actual, de Mao Tsetung, en la edición de 1965 de las Obras escogidas:

―Chü Chiu-bai: Viejo militante y uno de los primeros dirigentes del Partido Comunista de

China. Miembro del Comité Central desde el III al VI Congreso Nacional (1924-1928). Durante

la Primera Guerra Civil Revolucionaria, luchó enérgicamente contra la doctrina anticomunista y

antipopular de Dai Chi-tao, del ala derecha del Kuomintang, y contra el oportunismo de derecha

en el seno del Partido Comunista representado por Chen Tu-siu. Después de la traición del

Kuomintang, a raíz de la revolución de 1927, Chü Chiu-bai convocó al Comité Central a una

Conferencia extraordinaria, que se celebró el 7 de agosto, en la cual se puso fin al predominio del

chentusiuismo en el Partido. Pero desde el invierno de 1927 hasta la primavera de 1928 cometió

aventureramente errores `izquierdistas' desde la dirección del Comité Central. En septiembre de

1930, Chü Chiu-bai convocó una sesión plenaria del Comité Central (la tercera desde el VI

Congreso Nacional) durante la cual se desistió de la línea Li Li-san que tanto daño causaba al

Partido. En la siguiente sesión plenaria del Comité Central, celebrada en enero de 1931,

dogmático y sectario de `izquierda' atacaron a Chü Chiu-bai y lo separaron del Comité Central.

Desde entonces hasta 1933, se entregó a las actividades culturales revolucionarias en la ciudad

de Shanghai, en colaboración con Lu Sin. En 1933, llegó a la zona roja del Chiangsí donde fue

Comisario de Educación Nacional del Gobierno Democrático Central Obrero y Campesino.

Cuando el grueso de las fuerzas del Ejército Rojo inició la Gran Marcha, se quedó en la zona roja

de Chiangsí. Fue capturado por los chiangkaishistas en la zona guerrillera de la provincia de

Fukién, en marzo de 1935, y asesinado en junio del mismo año en Changting, Fukién‖110

.

Se ve hasta qué punto son gratuitas las especulaciones y las insinuaciones de Karol, quien no

se tomó la molestia de proceder a las verificaciones necesarias antes de imputar a los comunistas

chinos la decisión de transformar a un dirigente un poco ―izquierdista‖ del PCCh en un simple

crítico literario,

Nuestro periodista escribe un libro de 480 páginas, de las cuales 110 tratan de ―Su historia

tal como [los chinos] la ven hoy‖, a la cual se opone la Historia Verdadera. Acabamos de mostrar

su ignorancia de una y otra. La absorción de los esquemas trotskistas no criticados lo hace inepto

para el estudio, ya que engendra la ilusión euforizante de que puede pasarse sin él.

Según Karol, ―la gran debilidad del sistema histórico chino actual reside en que se aferra a

las falsificaciones de la historia del movimiento obrero impuestas por Stalin‖111

. Nos

preguntamos: ¿cómo los que copian las falsificaciones trotskistas podrían estar calificados para

denunciar las falsificaciones de Stalin?

Page 139: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 136

Una nota para terminar. Acabamos de criticar un capítulo de un libro de Karol. El tono de

esta refutación puede haber parecido violento, habida cuenta de que este autor no está animado

por una opinión sistemáticamente antimaoísta, como lo atestiguan su luminosa exposición de la

política internacional china en Le Nouvel Observateur del 28 de septiembre de 1970 y la

conclusión de su último libro sobre Cuba.

Que se nos entienda: al querer ilustrar la influencia insidiosa de la historiografía trotskista y

antistalinista en general, no podíamos encontrar un ejemplo más claro de sus perjuicios que el de

un periodista cuya independencia de juicio y actitud progresista no ofrecen ninguna duda.

Engañado él mismo, contribuye a engañar a los demás. No se le puede imputar como un crimen,

cuando auténticos revolucionarios ligados a las masas como los que publican Lotta continua

vehiculan las mismas falsificaciones en un artículo titulado ―La Cina venti anni doppo‖ (15 de

octubre de 1970), en que no esconden su entusiasmo por la revolución cultural, cuyas enseñanzas

universales subrayan. Karol puede considerarse aún más en buena compañía política porque Jean

Baby retomó también la versión trotskista de la historia en su libro sobre la controversia chino-

soviética (pp. 251-252), pero admitió su error durante una conversación con el autor de estas

líneas.

Page 140: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 137

7. La derrota de los comunistas griegos

La historia del movimiento comunista helénico en los últimos treinta años muestra de manera

impresionante que hay que buscar los factores internos que determinaron el predominio

constante de las tendencias oportunistas de la dirección, en lugar de recurrir a la explicación para

todo: Stalin. El Partido Comunista griego ―del interior‖ no reconoce ninguna autoridad al PCUS

y ha condenado la intervención en Checoslovaquia. Ahora bien, manifiestamente, Theodorakis

no necesita recibir órdenes del Kremlin o sufrir su influencia para ser un oportunista, él que tiene

cara para hablar del tránsito pacífico al socialismo y se opone a la lucha armada, remitiéndola a

las calendas griegas como ―último recurso‖, como si la hora del ―último recurso‖ no hubiera

sonado hace rato.

Se encontrarán aquí algunos textos extraídos de una obra en preparación sobre Grecia.

Comenzamos con la intervención británica en 1944.

Los comunistas griegos en la resistencia

En tres años (1941-1944), los comunistas griegos, poco numerosos, perseguidos, exterminados

ya antes de la guerra por el régimen fascista de Metaxas, habían conseguido organizar una

formidable fuerza militar (el ELAS) y liberar vastas regiones. En el momento en que el ocupante

se retira del país, el poder está al alcance de sus manos. No lo tomarán, intimidados por el

poderío británico, preocupados por evitar una prueba de fuerza, haciéndose ilusiones sobre la

sinceridad de las profesiones de fe democrática de los ingleses, conscientes de la inmensa

popularidad del ―Frente de Liberación Nacional‖ (EAM) que dirigen, piensan acceder al poder

por la vía ―normal‖, ancha y llana, y economizar la ―Larga Marcha‖ por el escarpado sendero de

la guerra prolongada; la vía ancha los conducirá al precipicio. ¡Así fue cómo firmaron el acuerdo

del Líbano, según cuyos términos algunas personalidades del EAM reciben carteras sin

importancia en el gabinete de Papandreu, y el de Caserta, que hacía del general inglés Scobie el

comandante en jefe de las fuerzas de resistencia!

La intervención británica en 1944

Los comunistas sabían –o debían saber– que el día de la liberación los ingleses se volverían

contra el pueblo griego para imponerle un ―orden‖ conforme a sus intereses. Entonces se

transformarían en el principal enemigo de esos aliados demasiado protectores. En una carta al

Buró Político del Partido Comunista, Aris Veloukhiotis, miembro del triunvirato que comandaba

el ELAS, escribía el 22 de septiembre de 1943, con respecto a los proyectos británicos:

―Si se salen con la suya, impondrán un régimen fascista con otro nombre. (...) Por el

momento, después de la pérdida de Italia y la evolución de las operaciones en la Unión Soviética,

están seguros de que los alemanes abandonarán Grecia por sí mismos; por consiguiente, si

desembarcan aquí será contra nosotros…”.

Aris, que había visto a los agentes de Londres en acción, había apreciado correctamente sus

objetivos. Sin embargo, ignoraba el telegrama de Churchill al general Ismey en septiembre de

1943, en el cual se dice:

Page 141: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 138

―Si los alemanes evacúan Grecia, tendremos seguramente que estar en condiciones de enviar

a Atenas 5.000 soldados con vehículos blindados‖, ya que, según se lee en las Memorias del jefe

británico:

―Las probabilidades de que los alemanes evacuaran los Balcanes aumentaban, así como las

de un regreso del gobierno real con el apoyo de Gran Bretaña‖.

El 6 de agosto de 1944, Churchill escribía a Eden:

―O apoyamos a Papandreu, si es necesario por la fuerza, así como se convino, o nos

desinteresamos completamente de Grecia‖.

De la misma manera anota en sus Memorias en el mes de agosto:

―…Yo había pedido al jefe de estado mayor que preparara los detalles de una expedición

británica a Grecia para el caso en que la resistencia alemana se derrumbara en ese país; (...) era

extremadamente deseable atacar de improviso a fin de adelantarse al EAM. (...) La tardanza de

los alemanes para evacuar Atenas nos permitió consolidar la dirección de los asuntos griegos en

la víspera del golpe decisivo, y yo me sentía feliz de tener el gobierno griego en mis manos en

Italia‖.

¡Ahora bien, los comunistas participaban en lo que el mismo Churchill calificaba como un

gobierno fantoche! Sin embargo, no ignoraban las tratativas secretas del teniente neozelandés

Don Stot con las autoridades de ocupación alemanas. Sabían que numerosos colaboracionistas

eran agentes del Intelligence Service y asesinaban a los resistentes con su bendición. Uno de

ellos había escrito en su informe después de una operación: ―Nuestras pérdidas: un alemán‖ (!).

Como recompensa, será nombrado comandante adjunto de la escuela de cadetes de Atenas por el

general británico Scobie. Una documentación sobreabundante permite acusar al cuartel general

inglés en Medio Oriente de inteligencia con el enemigo con miras a preparar el aplastamiento de

la resistencia griega.

Para intervenir en Grecia, Churchill obtuvo vía libre de los Estados Unidos. Roosevelt le

escribió:

―No tengo ninguna objeción a que usted haga lo necesario para disponer de una fuerza

británica capaz de mantener el orden en Grecia cuando los alemanes evacúen ese país. Tampoco

tengo objeción a que el general Wilson utilice los aviones de transporte norteamericanos

disponibles en ese momento‖.

Los ingleses desembarcaron tropas en Grecia con extrema prudencia, ya que no querían

tropezar con los alemanes. Entre la llegada de unos y la partida de otros, hubo un intervalo de

varios días durante los cuales, pese a las aprensiones demostradas por los dirigentes

anglosajones, no hubo que deplorar ningún desorden si no fuera el hecho de que, por una vez, el

pueblo era el amo en su casa. Si creemos a Churchill, era un ―vacío‖ que había que llenar lo más

pronto posible, ya que el imperialismo le tiene horror. Como las primeras tropas británicas no

pasaban de seis mil hombres, el ELAS, que contaba con cincuenta mil en el ejército y cien mil en

las milicias populares (politophilaki), habría podido cercar a estos ―libertadores‖ tardíos y

mandarlos de vuelta a casa, como lo hará Tito. El EAM-ELAS, que había conquistado el poder

en octubre, no estaba de ningún modo obligado por la relación de fuerzas a devolverlo a los

ingleses y al títere Papandreu. Este último lo reconoció con asombro. Otro adversario del EAM-

ELAS, Pyremaglou (segundo de Servas, jefe del maquis EDES financiado por los ingleses),

declaró en el proceso a las brigadas de seguridad (ejército fantoche convocado por los alemanes

para combatir a los resistentes): ―De lo que estoy seguro es de que el EAM, pudiendo tomar el

poder tres días después de la liberación, se abstuvo sin embargo de hacerlo‖. Agreguemos que

Page 142: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 139

incluso invitó al pueblo a reservar una acogida entusiasta a sus ―aliados‖ cuando éstos hicieron

su entrada en Atenas el 14 de octubre, en lugar de explicarle por qué habían venido con tanques

y cañones, y cuál era el enemigo al que apuntaban esas armas.

―Cuando vemos que otro tiene algo en las manos, debemos proceder a una investigación.

¿Qué tiene en las manos?, espadas. ¿Para qué sirven las espadas?, para matar. ¿A quién quiere

matar?, al pueblo. Cuando todo esto esté claro, hay que llevar más lejos la investigación –el

pueblo chino también tiene manos y puede tomar espadas; puede forjarlas si no las tiene– (...)

Algunos entre nosotros descuidan estas investigaciones y, búsquedas. Chen Tu-siu, por ejemplo,

no comprendía que se pudiera matar cuando uno tiene una espada en la mano. Algunos dirán: ésa

es una verdad trivial, ¿cómo un dirigente del Partido Comunista pudo ignorarla? Nunca se

sabe...‖1.

La izquierda griega pagó con ríos de sangre su ignorancia de esas ―verdades triviales‖.

Con las apariencias de una fingida cordialidad, los nuevos ocupantes forjan metódicamente

los lazos que devolverán al pueblo griego a la tutela extranjera. Los oficiales ingleses que

comandaban los campos donde estaban ―internados‖ los hombres de las brigadas de seguridad

les dejaban sus fusiles y los instruían en el manejo de armas modernas en previsión de utilizarlos

contra el ELAS. Éste, que los había capturado después de duros combates, había entregado su

custodia a los agregados militares ingleses, a pedido de estos últimos. Los colaboracionistas no

estaban inquietos. Los que habían asumido altas responsabilidades fueron confortablemente

albergados en la prisión Averoff para estar a cubierto de actos de venganza por parte de sus

víctimas, mientras esperaban días mejores. No se tocó a la policía y a la gendarmería, culpables

de tantos crímenes. En cambio, Papandreu y sus patrones estaban apurados por desarmar al

ELAS. Empresa difícil y arriesgada, que necesitaba un considerable refuerzo del cuerpo

expedicionario inglés, y por consiguiente ciertos plazos.

El 7 de noviembre, Churchill escribió a Eden:

―Dado el precio que hemos pagado por obtener de Rusia el tener las manos libres en Grecia,

no deberíamos vacilar en emplear las tropas británicas para sostener el gobierno real helénico de

Papandreu.

―Esto implica la intervención segura de esas tropas para impedir desórdenes. Papandreu

puede seguramente prohibir los diarios del EAM si provocan una huelga de prensa (?). La

brigada griega llegará pronto, espero, y no vacilará en abrir fuego. Necesitamos 8 ó 10.000

infantes más para mantener la capital y Salónica. Espero con toda seguridad un choque con el

EAM y no debemos esquivarlo, a condición de elegir bien nuestro terreno‖.

La brigada de la que Churchill habla estaba compuesta por soldados y oficiales de

convicciones realistas comprobadas, secuela de la purga monstruo efectuada por el general ―X‖

Ventiris en el ejército griego del Medio Oriente2. Esta brigada era por consiguiente un verdadero

cuerpo pretoriano cuyo envío a Grecia, dadas las circunstancias constituía una provocación. El

texto de Churchill que acabamos de citar no deja ninguna duda al respecto.

La brigada llegó el 10 de noviembre. El 13, Papandreu convocó a Othoneos (comandante en

jefe del futuro ejército griego) a la oficina del general Scobie. Éste pretendía dictar a Othoneos la

elección de sus oficiales de Estado Mayor. Se oponía particularmente a que Saraphis fuera el jefe

y quería imponer a Ventiris. Othoneos le negó derecho a inmiscuirse en la organización y

comando del ejército griego. Después de un intercambio de frases agridulces, Papandreu, que no

se tomó el trabajo de consultar a sus ministros, lo obligó a renunciar.

Page 143: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 140

Esa fue la primera indicación clara de que los ingleses no querían la integración pacífica del

ELAS en el ejército nacional, sino su pura y simple eliminación. Se preparaban activamente para

la prueba de fuerza y transportaban a los traidores de las brigadas de seguridad a Italia, donde

inmediatamente los integraban a unidades de la brigada de montaña y los devolvían a Grecia

bajo este disfraz.

Después del fracaso de Othoneos, que había sido nombrado en su puesto por el Consejo de

Ministros, de manera unánime y removido bajo la presión británica, el EAM presentó a

Papandreu, el 27 de noviembre, un proyecto que preveía la creación de un cuerpo del ejército

nacional que comprendiera la brigada de montaña, la ―columna sagrada‖ (unidad compuesta de

oficiales realistas), de las unidades del EDES y una brigada del ELAS cuyos efectivos y

armamento serían iguales a los de las otras fuerzas reunidas. Papandreu encontró que esto era

―razonable‖ y dio su acuerdo; pero al día siguiente publicó un texto donde falsificaba totalmente

esta parte del trato. El EAM hizo entonces una última tentativa para encontrar una solución.

Propuso al Consejo de Ministros que el ELAS, el EDES y la brigada de montaña fueran disueltos

al mismo tiempo. Papandreu se negó y prodigó amenazas, declarando: ―Quiero creer que el

P.C.G. no empujará al país a la guerra civil‖. Según sus propias memorias, de ese día data mi

ruptura con el EAM. Al oponer una negativa constante a todos los planes que la izquierda le

sometía, hacía inevitable el enfrentamiento, conforme a las órdenes que recibía del embajador Sir

Reginald Leeper y del general Scobie. Este último lanzó una proclama en que intimaba al ELAS

a que se disolviera antes del 10 de diciembre, a raíz de la cual los ministros del EAM presentaron

su dimisión. El 2 de diciembre, Papandreu, que ya no era el jefe de gobierno de unión nacional y

no basaba su legitimidad más que en la confianza de un rey perjuro o en el apoyo de las tropas

extranjeras, tomó por su cuenta la declaración de Scobie y dio a la milicia popular la orden de

entregar sus armas a la policía de los fascistas y los traidores. Como lo hacía notar el órgano del

EAM, obedecer esta orden significaba entregar el pueblo a sus verdugos. El 3 de diciembre, el

EAM llama a una huelga general que será efectiva. Una enorme manifestación (autorizada)

recorre las calles. En el momento en que la multitud se acercaba al monumento al soldado

desconocido, la policía abrió fuego, dejando 28 muertos y más de cien heridos3.

―Según las declaraciones del periodista Leland Stow, transmitidas por radio New York, el

periodista norteamericano F. Fontor, corresponsal del Chicago Sun, habría tratado, algunas

semanas antes, dos veces, de alertar a la opinión pública mundial sobre lo que se tramaba. La

extrema derecha, afirmaba, trataría de provocar un choque sangriento, lo que permitiría a Scobie

proclamar la ley marcial. Dos veces, la censura británica le había impedido transmitir a su diario

esta advertencia‖4.

Al día siguiente, varios cientos de miles de ciudadanos asisten a las exequias de los muertos.

En el camino de vuelta, miembros de la organización ―X‖, de siniestra memoria, tiran sobre los

manifestantes, provocando nuevas víctimas. La calma que demuestra la multitud ante tales

provocaciones no impide a Scobie decretar la ley marcial ese mismo 4 de diciembre, e intimar al

ELAS la evacuación de Atenas en 48 horas. A partir de esto, la prueba de fuerza que Churchill

deseaba desde tanto tiempo atrás, está abierta. La milicia popular y pequeñas unidades del ELAS

atacan los puestos de policía y el refugio de la organización ―X‖. Los miembros de ésta serán

salvados in extremis por la intervención de tanques ingleses. En la tarde, Papandreu renuncia.

Scobie sondea a Sophoulis, y el EAM se apresura a declarar que sostendrá un gobierno formado

por el líder liberal. Esto prueba que, hasta último momento, la izquierda se aferró a la más

Page 144: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 141

mínima posibilidad de un arreglo pacífico. Sin embargo, Sophoulis se declara incompetente, y

Leeper consigue que Papandreu retire su renuncia.

El 5 de diciembre, a las 4 de la mañana, Churchill telegrafía a Scobie:

―Tomo todas las medidas que juzgue útiles para asegurar el control de las calles y para

rodear a todos los grupos de perturbadores. El ELAS tratará, por supuesto, de llevar hacia

adelante a las mujeres y los niños en todos los lugares donde pueda haber tiroteo. Usted tendrá

que maniobrar hábilmente en esa circunstancia para evitar errores, pero no vacile en tirar sobre

cualquier hombre armado que trate de desafiar la autoridad británica en Atenas o la autoridad

helénica, por cuya cuenta actuamos. Lo mejor sería, naturalmente, que estas órdenes estuvieran

aseguradas por alguien del gobierno griego, y Leeper está pidiendo a Papandreu que permanezca

donde está para ayudarlo a usted. Sin embargo, no vacile en actuar como si se encontrara en una

ciudad conquistada donde se hubiera desencadenado una rebelión local” (subrayado por

Churchill)5.

Los ingleses disponen de alrededor de 35.000 hombres, frente a los 8.000 del ELAS,

apoyados por la milicia popular armada con viejos fusiles. El grueso de las tropas del ELAS se

encuentra en el norte de Grecia y no intervendrá en el conflicto. Sus jefes militares, Aris

Veloukhiotis y Zarpáis, recibirán la orden de atacar al ejército del EDES (en Epiro), que

liquidarán en algunos días. Sin embargo, la batalla decisiva se libra en la aglomeración Atenas-

Pireo, Saraphis dice en su libro que, destruidas las vías de comunicación, las tropas del ELAS no

podían llegar en tiempo útil a Atenas. Esta explicación no es suficiente. De hecho, la dirección

del EAM, obligada a luchar, no estaba de ningún modo decidida a hacerlo hasta el fin. El 8, el

10, el 14 y el 18 de diciembre, hace ofertas de paz muy conciliadoras a Scobie, ofertas que

tropiezan con la exigencia de capitulación pura y simple. Refiriéndose a estos ofrecimientos de

paz, Churchill telegrafió a Scobie: ―El objetivo es claro: derrotar al EAM. La cesación de los

combates le está subordinada‖. Sin embargo, en ese momento, el ELAS ha conquistado la

ventaja, comprimiendo a los británicos en un estrecho espacio que comprendía los alrededores de

la plaza Synagma y el ―barrio elegante‖ de Kolonaki.

El 11 de diciembre, el mariscal Alexander, acompañado de Macmillan (brazo derecho de

Eden) aterriza en el aeródromo de Helleniko. Telegrafía a Churchill que le parece indispensable

un arreglo negociado. Como respuesta, recibe la orden de hacer venir refuerzos de Italia. En el

preciso momento en que la contraofensiva de las Aredenas hace que los anglosajones pierdan

miles de prisioneros y un material considerable; en que Bruselas y quizás Amberes están

amenazados, 1.650 aviones de transporte (norteamericanos en su mayor parte) desembarcan

cerca de Atenas a dos nuevas divisiones británicas y varias unidades de infantería colonial.

―Estábamos comprometidos, escribe Churchill, en una lucha casa por casa contra

adversarios cuyos cuatro quintos estaban vestidos de civil. (...) Alexander reclamaba medidas

rigurosas contra los rebeldes, así como el permiso para bombardear ciertos barrios en el interior

de Atenas.

―El 12 de diciembre, el gabinete de guerra acordó total libertad de acción a Alexander en el

aspecto militar. La 4ª división británica llegó entonces e hizo que la balanza se inclinara en

nuestro favor‖.

Este optimismo era prematuro. En efecto, más adelante leemos:

15 de diciembre de 1944 Mariscal Alexander a Primer Ministro Si los rebeldes continúan

resistiendo con la misma intensidad que hasta el presente, temo verme obligado a enviar nuevos

Page 145: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 142

refuerzos desde Italia para tener la certeza de poder limpiar el conjunto de la aglomeración

Atenas-El Pireo‖.

(¿17 de diciembre?) Primer Ministro a Mariscal Alexander La progresión del ELAS hacia

el centro de Atenas me parece un hecho muy grave y me gustaría saber si usted estima que con

los refuerzos que están llegando podemos mantener nuestras posiciones en el corazón de la

ciudad y batir al enemigo. ¿Usted tiene nuevos refuerzos en vista aparte de la 4ª división, el

regimiento de blindados y la última brigada de la 46ª división? ¿Corremos el riesgo de asistir a

una rendición en masa de las tropas británicas encerradas en la ciudad de Atenas?...‖.

21 de diciembre de 1944 Mariscal Alexander a Primer Ministro ―...Estimo que es posible

limpiar la aglomeración Atenas-El Pireo y mantenerla así, pero no venceremos de ese modo al

ELAS hasta el punto de obligarlo a capitular. No somos bastante fuertes para eso. Los alemanes,

durante su ocupación, mantuvieron de seis a siete divisiones en el continente, más cuatro en las

islas. Incluso así, no pudieron mantener constantemente abiertas sus líneas de comunicación, y

no estoy seguro de que encontremos una resistencia menos fuerte y menos resuelta que la que

ellos tuvieron que enfrentar‖.

El 24 de diciembre, Churchill toma el avión para Atenas, donde entra en un vehículo

blindado. Nombra regente al arzobispo Damaskinos, y para ganarse a la opinión pública,

organiza una mesa redonda a la cual son invitados los representantes del EAM. Estos aceptan

negociar en pie de igualdad con los políticos, algunos de los cuales son ex colaboracionistas,

mientras otros ignoran totalmente las nuevas realidades griegas, como ese general Plastiras que

los ingleses hicieron venir de la Costa Azul para ser primer ministro. Al mismo tiempo que no

plantea el retiro previo de las fuerzas extranjeras, el EAM hace proposiciones que significan en

sustancia el reparto del poder entre la izquierda y la derecha. Estas proposiciones son rechazadas

sin discusión por los compañeros de los ingleses, y los combates recomienzan.

Una vez más, el EAM se equivocó al creer que podía obtener una victoria política sin tener

que volcar todas sus fuerzas a la batalla militar. Frente a la aviación, a los blindados, a la

artillería británica, sus combatientes no disponían más que de armas livianas. Obtienen éxitos

iniciales, pero dispersan sus esfuerzos y no explotan a fondo sus ventajas para no dejar a los

ingleses tiempo de rehacerse y hacer llegar refuerzos. Sin embargo, su combatividad no

disminuye. Incluso consiguen capturar el cuartel general de la RAF, tomando cerca de 600

prisioneros. Desprovistos al principio de experiencia en el combate callejero, comienzan a

adquirirla, e inventan tácticas adecuadas para neutralizar la superioridad del enemigo en material

de guerra. Es el momento que elige el EAM-ELAS para dar la orden de evacuar Atenas.

El ELAS deja Atenas en la noche del 4 al 5 de enero de 1945. El 15 se realiza un armisticio.

El 12 de febrero, después de 10 días de negociaciones, el EAM-ELAS firma el acuerdo de

Varkiza, según cuyos términos debe entregar sus armas. En cambio, no obtiene ninguna garantía

seria concerniente a la salvaguardia de las libertades democráticas. Es una capitulación sin

principios. Entrega a los patriotas griegos atados de pies y manos a la venganza de los fascistas,

que al mismo tiempo que proclaman ―nación‖ y ―patria‖, han vendido diez veces a su país. De

ese modo se desmantela un ejército que el pueblo había construido con su sangre.

Semejante salida no había sido, en modo alguno, impuesta por la relación de fuerzas, como

se puede ver si se consideran los siguientes datos:

– La guerra proseguía en Europa y en el Lejano Oriente, y los ingleses no podían distraer

más que efectivos limitados para someter a Grecia.

Page 146: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 143

– El ELAS conservaba intactas en la provincia fuerzas tan importantes que el mariscal

Alexander consideraba que no era posible asegurar el control de todo el país.

– La Unión Soviética y los comunistas en el mundo eran los aliados de las potencias

occidentales. La campaña de propaganda tendiente a preparar la opinión pública para una

cruzada anticomunista no se había lanzado todavía. De manera que la intervención británica fue

criticada por la prensa mundial. En la misma Inglaterra, fue condenada por la Conferencia de los

sindicatos, por enorme mayoría. El diputado Strinberg declaró en los Comunes:

―No estamos en presencia de una guerra civil. Por un lado combate la enorme mayoría del

pueblo griego, por el otro algunos Quislings y algunos realistas apoyados por las bayonetas

británicas‖.

Roosevelt debió advertir a Churchill de que su opinión pública no le permitía ―ubicarse

completamente a (su) lado en la presente coyuntura de Grecia‖. Su ministro de Relaciones

Exteriores, Stettinius, fue más lejos al pronunciarse en una declaración por una política de hands

off [de no meter mano]. En efecto, de manera abierta o solapada, los Estados Unidos se oponían a

la reconstitución de las bases coloniales o semicoloniales de las antiguas potencias aniquiladas,

con el objeto de suplantar a éstas.

El aislamiento de los imperialistas británicos, que ―ganaron demasiado pronto‖, no

significaba que fuera posible arrojarlos al mar inmediatamente. Una de las debilidades de los

comunistas griegos es que nunca concibieron sus tareas de combate como inscritas en el marco

de una guerra prolongada. Otro error, todavía más fundamental, es que subestimaron gravemente

el poder del pueblo y sobrestimaron el de los reaccionarios. No vieron, finalmente, que al perder

su ejército el pueblo perdía todo.

En su VIII Congreso, el Partido Comunista criticó los errores cometidos en el período de la

resistencia y la posguerra. Esta crítica acentúa unilateralmente los errores ―de izquierda‖ y pasa

rápidamente sobre los errores oportunistas de derecha. Esto condujo a Zissis Zographos,

miembro del Buró Político, a hablar de la ―derrota‖ de diciembre, que habría “obligado” al

EAM y al Partido Comunista a firmar el acuerdo de Varkiza6.

Después de Varkiza

La intervención británica fue una advertencia para los movimientos de resistencia de Europa

Occidental7. A la partida de los alemanes, deberán apartarse a fin de que nuevos representantes

de las potencias del dinero tomen el relevo y todo vuelva a estar en orden. Ese orden del que ya

se anunciaba que traería la tercera guerra mundial, después de haber engendrado la primera y la

segunda.

En Francia e Italia, los maquis entregan sus armas. El Partido Comunista Francés [PCF]

recibirá en cambio algunos lugares secundarios en el gobierno, de donde será expulsado por el

―socialista‖ Ramadier (el 4 de mayo de 1947) cuando la reacción ya no necesite ministros

―comunistas‖ para mantener la paz social, volver a Francia al trabajo y gestionar el

desencadenamiento de la guerra de Indochina.

En Grecia, Aris Veloukhiotis, que había advertido a su partido contra la voluntad de los

ingleses de aplastar al EAM-ELAS, trató de mantener el ejército popular, ya que ―sin un ejército

popular, nada tendrá el pueblo‖ (Mao). Excluido de su partido, abandonado por todos, erró algún

tiempo de montaña en montaña y terminó por caer en un oscuro combate. Según testimonios

Page 147: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 144

recogidos por D. Eudes (Les Capétanios), Aris habría sido ―entregado‖ por los dirigentes del

Partido Comunista.

Al haber entregado las armas, las fuerzas de izquierda, y especialmente el Partido Comunista

griego, creyeron –no sin cierta ingenuidad– que en cambio se les otorgarían esos derechos

democráticos de los que el gobierno inglés se muestra tan respetuoso en su país. Los comunistas

llegaron incluso a contemplar seriamente la posibilidad de un tránsito pacífico a la democracia

popular y al socialismo.

Un artículo de Yannis Zevgos en la Revue communiste de agosto de 1945 anticipa la

argumentación de Jruschov en el XX Congreso, de modo que fue reproducido por la Izquierda

helénica, órgano del EDA, en el número de abril-mayo de 1966. El autor –miembro de la

dirección del Partido Comunista griego– atribuye una prodigiosa eficacia al ejemplo ofrecido por

la URSS que, dice, atrae a los pueblos como un ―enorme imán‖. Considera decisivos los cambios

sucedidos en las relaciones de fuerza en el interior como en el plano internacional, sin explicar

sin embargo –¡y con razón!– cómo esos cambios impedirían que los anticomunistas recurrieran a

la violencia en Grecia, como justamente estaban haciendo. Habla de una ―vía democrática

evolutiva hacia el socialismo‖ [el subrayado es nuestro] y recuerda que el partido bolchevique

tomó el Poder en Rusia ―cuando había conquistado la mayoría en el Congreso panruso de los

soviets, (...) es decir, la mayoría del pueblo ruso‖. La conquista de la mayoría es también el

objetivo que asigna a su partido, y como conclusión cita la consigna de la época: ―Unidad –

orden – calma – trabajo – reconstrucción – cultura‖.

El artículo de Zevgos no tiene en cuenta ni los principios marxista-leninistas ni la realidad

griega del momento,

El 5 de junio, los dirigentes de los partidos del centro, Sophoulis (primer ministro),

Kaphandaris, Tsouderos (el ex primer ministro del gobierno real en El Cairo) y Plastiras (el

sucesor momentáneo que los ingleses habían dado a Papandreu), firmaron una nota en la cual se

decía:

―El terror instaurado después de los acontecimientos de diciembre por la extrema derecha en

todo el país se amplía todos los días. Ha tomado un desarrollo y una extensión que hacen

imposible la vida de los ciudadanos no realistas y excluyen hasta la idea de que se pueda

proceder a un plebiscito libre o a elecciones. Las organizaciones terroristas de extrema derecha,

las más importantes armadas en parte por los alemanes y/o que habían colaborado con ellos, no

sólo no fueron ni desarmadas ni perseguidas, sino que hasta se aliaron abiertamente a los agentes

del orden con miras a sofocar completamente todo pensamiento democrático‖8.

Que los ―agentes del orden‖ tengan semejante actitud no es asombroso si se piensa que los

hombres de los batallones de seguridad se habían enrolado en la ―guardia nacional‖ (el futuro

ejército griego) cuyos oficiales habían sido elegidos por una comisión militar británica. En

cuanto a la policía y la gendarmería, siguieron siendo lo que habían sido en tiempos de Metaxas

y de la ocupación.

Otra manifestación del oportunismo del Partido Comunista griego se encuentra en la

resolución votada por el XII Plenario del Comité Central en junio de 1945. Este texto pide ―la

intervención inmediata de nuestros tres grandes amigos‖ para imponer en Grecia la aplicación de

los acuerdos de Yalta. Por cierto, éstos preveían la erradicación del fascismo, el castigo de los

colaboracionistas y garantizaban una evolución democrática de los países liberados, pero ¿había

que elevar a la categoría de amigo del pueblo griego a aquellos cuyos aviones habían ametrallado

Page 148: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 145

los barrios de Atenas y cuyas tropas sometían a ese pueblo a una segunda ocupación para

asegurar el poder de sus explotadores?

En la misma sesión del Comité Central, Zachariadis declaraba que Grecia ―debería moverse

entre el polo europeobalcánico, con centro en Rusia, y el polo mediterráneo, con centro en

Inglaterra (...) conservando una especie de equilibrio entre los dos‖. Al proponer esta política de

péndulo, Zachariadis pretendía ser ―realista‖, pero ese nasserismo avant la lettre, ¿era acaso

compatible con la perspectiva de un próximo tránsito al socialismo, perspectiva que era la suya

en ese momento? Esta curiosa mezcla de oportunismo de derecha y oportunismo de izquierda es

propia de un empirismo pedestre. Se comprende ahora por qué la consigna del Partido citada por

Zevgos habla de todo excepto de la partida de los ingleses. En este punto, como en la cuestión de

las elecciones que se preparaban en un clima de terror, el Partido sólo renunció gradualmente a

sus ilusiones. Los hechos lo llevaron cada vez más a denunciar la ocupación inglesa y el terror

fascista.

Esto explica que en octubre de 1945, en el VII Congreso del Partido, cuando uno de sus

principales dirigentes, Partsalidis, insistió en la transición pacífica al socialismo, Zachariadis

subrayara que ésa era una simple posibilidad, que por lo demás disminuía cada día. En esas

circunstancias, era una posición apenas menos oportunista. .

―Durante el año que siguió a la firma del acuerdo de Varkiza, se contaron (…) 1.289

muertos, 6.671 heridos, 75.000 arrestos, 6.567 casos de pillaje, 572 ataques contra imprentas;

más de 100.000 demócratas fueron además objeto de diferentes medidas de represión‖9.

Junto al terror debido a las actividades de las bandas fascistas alentadas por las ―fuerzas del

orden‖, estaba la persecución oficial. Los acuerdos de Varkiza estipulaban que se concedía una

amnistía por los ―crímenes políticos‖ cometidos entre el 3 de diciembre de 1944 y el 12 de

febrero de 1945. En cambio, nada se oponía a que las autoridades persiguieran a los comunistas o

a los simpatizantes por hechos de resistencia, por ejemplo, muerte de soldados alemanes, o bien

por pretendidos crímenes de derecho común10

.

El ministro de Justicia Rentis declaraba, en diciembre de 1945: ―48.956 individuos son

objeto de persecución en tanto que miembros del EAM-ELAS. El número total de individuos

perseguidos, incluso las personas con arresto preventivo, supera, según nuestros cálculos, los

80.000‖11

.

En estas condiciones, se abrió la campaña para las elecciones del 31 de marzo de 1946,

impuestas por los británicos. El primer ministro y jefe del partido liberal Sophoulis declaró en su

primer discurso: ―Tengo que confesar que las condiciones requeridas por elecciones libres no

existen. Los informes que me llegan desde todas las regiones de Grecia prueban que sólo los

candidatos monárquicos pueden desplazarse con toda seguridad‖12

.

El Partido Comunista y un pequeño partido del centro boicotearon las elecciones. Sólo el

49% de los que tenían derecho participaron en el escrutinio, y el partido realista ganó con

611.000 votos sobre una población que superaba los 7 millones. ¡Los vencedores pretendieron

más tarde que la abstención no había superado el 15% de los empadronados!

Después de su victoria, los realistas estimaron que ya no tenían que cargar con las formas

democráticas, y agravaron aún más la persecución contra los militantes obreros. Así que se

apresuraron a expulsar a la dirección electa de la Confederación General de Trabajadores

griega13

y a reemplazarla por ―amarillos‖, encabezados por Makris, que había sido nombrado en

el mismo puesto por Metaxas. El hecho de que esté siempre bajo el control de los coroneles dice

mucho sobre la confianza que inspira a los patrones. Paradójicamente, los comunistas, que se

Page 149: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 146

habían abstenido en las elecciones, no boicotearon el plebiscito del 19 de septiembre de 1946,

que volvió a colocar en el trono al rey Jorge II. Sin embargo, esa consulta se desarrolló bajo un

terror decuplicado y además fue fraudulenta: ―500.000 demócratas no estaban inscritos en los

padrones electorales, mientras que los realistas podían votar dos o tres veces‖14

.

Sin embargo, conviene matizar la imagen que acabamos de dar insistiendo en el hecho de

que los militares o la derecha no impusieron su dictadura en este período. Un mínimo de

democracia autorizaba a las clases y fracciones de clases del bloque para expresarse y rivalizar

libremente. Mientras que los realistas disponían de mayoría absoluta en la Cámara, el rey impuso

un gobierno de gran coalición con los liberales. El terror no golpeaba más que a los militantes de

base, y sobre todo en el campo. En las ciudades, la prensa era libre. Esta curiosa situación era

posible por el hecho de que los comunistas, en cierto modo, se habían aislado de la pequeña

burguesía, lo que daba cierta seguridad al poder burgués.

Zissis Zographos declara, en el artículo ya citado, después de haber criticado la consigna de

abstención lanzada por el Partido Comunista: ―La única política justa durante este período

hubiera sido participar en las elecciones (...) a fin de realizar las consignas principales: `¡Afuera

los ingleses, organizadores de la guerra civil!' (...) `¡Por un desarrollo democrático normal!' (…)

Entonces existía la posibilidad, para esa política, de triunfar (ya que tenía el apoyo de la mayoría

del pueblo griego y la relación de fuerzas en el plano internacional y en los Balcanes le era

favorable)‖.

En realidad, esa ―posibilidad‖ no existía. La represión y el terrorismo desencadenados por la

reacción mostraban que ésta no estaba de ningún modo dispuesta a ceder posiciones frente a las

fuerzas democráticas, incluso en la hipótesis (improbable, dada la ausencia de libertad) de su

victoria en las elecciones. La ―relación de fuerzas en el plano internacional y en los Balcanes‖,

favorable o no, no parecía tener ninguna influencia sobre la determinación del gobierno y de las

bandas fascistas de eliminar a los militantes de izquierda,

Pero lo mismo, el Partido Comunista griego habría debido participar en la campaña

electoral, al menos en las ciudades, no para desparramar ilusiones sobre la posibilidad de liberar

al pueblo por vía parlamentaria y pacífica, sino para hacer propaganda, manifestar su fuerza (en

las ciudades), demostrar su buena voluntad, arrojar así la responsabilidad de la guerra civil sobre

la reacción y convencer a los vacilantes15

.

Para apreciar mejor la política del Partido es instructiva una comparación con la línea del

Partido Comunista de China en el mismo período, pese a las diferencias entre las situaciones con

las cuales se enfrentaban los dos partidos. La experiencia china, como la de la revolución rusa,

comporta ciertas enseñanzas de validez universal.

A comienzos de 1946, durante las conversaciones con el Partido Comunista de China, los

representantes del Kuomintang le habían hecho esta honrada proposición: ―Entréguennos sus

tropas, y nosotros les daremos la libertad‖. Contrariamente a lo que hicieron los comunistas

griegos en Varkiza, los chinos se negaron, ya que habían notado que los partidos democráticos

burgueses en las regiones controladas por el Kuomintang no gozaban de libertad, aunque no

tuvieran ejército, o más bien porque no tenían ejército.

Después de la capitulación del Japón, el 14 de agosto de 1945, como el pueblo chino

aspiraba a la paz, el Partido Comunista de China había luchado con todas sus fuerzas para evitar

la guerra civil. Por eso firmó varios acuerdos con Chiang Kai-shek, en los cuales le hacía

costosas concesiones. Cuando Chiang violó esos acuerdos y atacó las regiones liberadas, asumió

ante todos la responsabilidad del estallido de la guerra civil. Al mismo tiempo que se

Page 150: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 147

pronunciaban contra esta última, los comunistas no albergaban ninguna ilusión en cuanto a la

posibilidad de conjurarla de manera durable. En el discurso La situación y nuestra política (tomo

4), Mao se plantea únicamente esta pregunta: ―¿Podemos (...) circunscribir la guerra civil o

retardar su estallido a escala nacional?‖.

Responde por la afirmativa, y la principal razón que da es la presencia, en las regiones

liberadas, de un millón de soldados y, de más de dos millones de hombres en la milicia popular.

Sin embargo, concluye con estas palabras: ―Chiang Kai-Shek quiere desencadenar una

guerra civil a escala nacional y su política está bien determinada; nosotros debemos estar

preparados para esto. Sea cual fuere el lugar donde estalle esta guerra civil, debemos estar listos.

Para el caso en que llegara pronto, digamos mañana por la mañana, debemos estar listos

también‖.

En ese mismo discurso, se encuentra una frase que se diría dirigida a los comunistas griego

de 1944-45: ―Debemos conservar la mente clara, es decir, no creer en las `lindas palabras' de los

imperialistas, ni dejarnos intimidar por sus amenazas‖.

La guerra civil

Desde 1945 se habían formado grupos de autodefensa para hacer fracasar las operaciones de las

bandas fascistas. Por otra parte, centenares de militantes que huían de la represión policial se

escondían en las montañas. Frente al frenesí terrorista de la derecha, defenderse, contestar

inmediatamente, era una cuestión de vida o muerte.

Como dijo Bossuet, ―lo que una juiciosa previsión no pudo poner en la mente de los

hombres, un amo más imperioso, quiero decir la experiencia, los ha obligado a creerlo‖. En

febrero de 1946, el Comité Central decidió orientar al Partido hacia la preparación de la lucha

armada como respuesta a la ―guerra civil unilateral‖ desencadenada por la reacción. Esta

decisión no fue seguida de ninguna medida concreta y la ―Conferencia de Organización‖ que se

realizó el 16 y 17 de abril de 1946 ―asignó a los miembros del Partido tareas que no tenían nada

que ver con la lucha armada‖16

. Era una consecuencia de la actitud vacilante de los dirigentes

comunistas durante este período.

Participar libremente en la vida política legal, no podían; aventurarse decididamente en la

lucha armada, no se animaban. De modo que perdieron quince preciosos meses, sin consagrar el

grueso de los esfuerzos a su preparación. En lugar de eso, trataron de sentarse entre dos sillas,

con el resultado que era de prever.

Zographos enumera una serie de errores cometidos entonces por la dirección:

– A raíz de la ausencia de preparación política, ideológica y de organización, sólo una

porción –y de ningún modo la mayoría– del Partido se comprometió en la lucha. Al no haberse

constituido organizaciones clandestinas, el aparato del Partido se encontró desorganizado en las

ciudades cuando a fines de 1947 a su proscripción la siguió una ola de arrestos17

.

– ―La dirección del Partido no se preocupó de ningún modo de preservar y enviar en el

tiempo requerido a los destacamentos armados los cuadros militares del ELAS‖. Desde el verano

de 1946, centenares de ellos –entre ellos Saraphis y Bakirdzis– fueron deportados a las islas.

– Ningún trabajo político se emprendió en el ejército, mientras la situación en él era ―muy

favorable al movimiento popular‖ en 1946.

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Sobre el Trotskismo 148

– La ausencia, durante un tiempo bastante largo, de un organismo militar encargado de

dirigir la lucha armada implicó, también la ―ausencia de un plan estratégico‖... ―Los

destacamentos que se formaban a partir de la primavera de 1946 decidían por sí mismos sobre las

fuerzas que pondrían en sus filas. Así, en 1947, muchos de ellos se negaron a aceptar en sus filas

a voluntarios, que se vieron obligados a volver a sus aldeas donde sólo podían ser arrestados‖.

La conclusión de Zographos es que, hablando estratégicamente, ―la derrota del ejército

democrático era (...) fatal‖. No se sabe por lo demás si, según él, esta ―fatalidad‖ resultaba o no

de los errores que señaló. Sea como sea, los que nos parecen más graves los pasa en silencio.

El Partido nunca concibió la lucha en la que se comprometía como una ―guerra prolongada‖.

Sus dirigentes se sentían impacientes y no tenían el valor de ver la fuerza del enemigo y su

propia debilidad. Caían en un error subjetivista inverso pero tan grave como el que los había

conducido a las sucesivas capitulaciones del Líbano, de Cazerta y de Varkiza. Frente a un

adversario muy superior en número y equipo militar, habrían debido, en una primera etapa,

limitarse a la guerrilla, y después, cuando hubieran estado en condiciones de aniquilar grandes

unidades, pasar a la guerra de movimientos y no dedicarse a las ciudades más que en la etapa

final. De manera general, no habían debido aceptado el combate más que a condición de

disponer de una superioridad local aplastante y no sacrificar nunca fuerzas por conservar un

territorio. Al acumular numerosas pequeñas victorias, habrían podido modificar gradualmente la

relación de fuerzas para desembocar en la gran victoria. Sólo una guerra prolongada permite

transformar la superioridad política (que surge de la conformidad de las consignas con las

necesidades del pueblo) en superioridad militar, gracias a la movilización de las masas para

sostener el ejército18

.

Los comunistas griegos hicieron exactamente lo contrario de todo esto. Su práctica es una

maravillosa lección por la negativa. Se ve en ella lo que los revolucionarios deben hacer si

quieren ir a una derrota rápida y definitiva.

Primero, en el plano político, la dirección del Partido no supo definir correctamente las

tareas revolucionarias y en consecuencia no supo responder científicamente a la pregunta:

―¿Quiénes son nuestros amigos y quiénes son nuestros enemigos?‖, a fin de reunir en un frente

amplio a todos aquellos que eran susceptibles de ser unidos. Zachariadis declaró en el II

Plenario:

―La revolución que se acerca tendrá carácter socialista y resolverá simultáneamente los

problemas democráticos burgueses que subsisten, como la dominación extranjera, la reforma

agraria, etc.‖19

. Saltando por encima de la etapa democrática antiimperialista, al pretender

instaurar inmediatamente la dictadura del proletariado, Zachariadis profundizaba la separación

que había aparecido al día siguiente de ―Diciembre‖ entre la clase obrera y la pequeña

burguesía20

. Esta línea se concretó en diciembre de 1947 con la constitución de un ―gobierno

provisorio de Grecia libre‖ donde no había más que comunistas,

Veamos ahora cómo fueron conducidas las operaciones militares. Éstas comenzaron con el

ataque al puesto de gendarmería de Litochoron (al pie del Olimpo), en la noche del 30 al 31 de

marzo de 1946. En ese momento había algunos cientos de maquis, que se transformaron en 2.500

dos o tres meses más tarde, y 8.000 a fines del año, cuando se creó el ejército democrático. Éste

contaba con 14.250 combatientes en abril de 1947 y 18.000 en noviembre. A continuación, y

hasta el verano de 1949, el ―Ejército Democrático‖ oscilará entre 20 y 25.000 hombres, a los que

hay que agregar diez mil reclutas del adiestramiento en las democracias populares vecinas. Los

efectivos del ejército nacional y de las otras fuerzas del orden se elevaban a 265.000 elementos.

Page 152: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 149

Hasta 1948, el ―Ejército Democrático‖ [ED] efectuó una guerra de milicianos, lo que la

permitió hacer fracasar todas las operaciones de asedio lanzadas contra ella, resolver sus

problemas de aprovisionamiento y dispersarse por todas partes para ganar a la población y

reducir a la impotencia al enemigo. Después del traslado de la dirección del Partido a las

montañas y la formación, el 23 de diciembre de 1947, de un ―Gobierno provisorio de Grecia

libre‖, los maquis comenzaron a transformarse en un ejército regular que efectuaba una guerra

clásica. Se reagruparon en grandes unidades: batallones, luego brigadas, y finalmente divisiones.

A fines de 1941, el ED contaba con 8 divisiones. El 25 de diciembre de 1947, atacó la ciudad de

Konitsa, al pie del monte Grammos, pero debió retirarse después de seis días de combate. Sin

embargo, en los montes Vitsi y Grammos, en la frontera albano-yugoslava, estableció una base

permanente que defendió por una guerra de posiciones en el verano de 1948 y de nuevo en

agosto de 1949. Fue su última batalla. Frente a la artillería y a la aviación del enemigo, la

infantería ligera de las ―divisiones‖ del ED oponía la debilidad a la fuerza, obstinándose en

defender el terreno. En una batalla de desgaste, era el ED quien se desgastaba, fuera cual fuese la

excelencia de sus posiciones fortificadas. En diciembre y enero de 1949, el ED había atacado con

éxito las ciudades de Kardhitsa, de Naoussa y de Karpenissi, pero había fracasado, sufriendo

grandes pérdidas y ante Edesa y Florina. Varios miles de maquis participaban en cada una de sus

operaciones. En general, se veían obligados a retirarse después de algunos días, pero Karpenissi

quedó en sus manos desde el 21 de enero al 18 de febrero de 1949. Para lanzar las operaciones

prolongadas con grandes unidades, se necesitaban aprovisionamientos considerables. El ED

simplemente no estaba en condiciones de asegurar el transporte del mínimo de municiones

necesarias hacia Grecia del centro y del sur. Incluso el aprovisionamiento de víveres se hacía

difícil, debido a que los elementos gubernamentales habían evacuado los pobladores de las

regiones montañosas para ubicarlos en campos cerca de las ciudades. Semejante táctica era un

arma de doble filo, como lo demostró la experiencia de las ―aldeas estratégicas‖ en Vietnam.

Aún faltaba tiempo para que la cólera de los campesinos se transformara en rebelión activa. Esto

nos vuelve a traer al problema de la guerra prolongada. El ―Gobierno provisorio‖, al haber

perdido su base de Grammo-Vitsi, puso fin a la lucha armada en septiembre de 1949. A

principios de ese año, el general Markos había sido removido porque preconizaba la vuelta a una

táctica de guerrilla.

La resolución del V Plenario del Comité Central, en enero de 1949, dejaba entrever una

victoria final en el ejército mismo. Declaraba:

―Debemos aprender a tomar las plazas fuertes del enemigo. Debemos no sólo aprender a

tomar las ciudades, sino también a conservarlas‖.

Esto no necesita comentarios.

Además de los errores cometidos por la dirección del Partido, un acontecimiento exterior –la

traición de Tito– contribuyó a la rápida derrota del Ejército Democrático. Tito había prometido

una ayuda considerable a Zachariadis en 1946 y lo había urgido a lanzarse a la lucha armada, al

contrario de Stalin, que se mostraba escéptico en cuanto a las posibilidades de éxito de los

comunistas griegos. Después de su ruptura con el Cominform, Tito detuvo la ayuda y en julio de

1949 cerró completamente la frontera, lo que tuvo como efecto quitar al ED 4.000 elementos

acantonados en Yugoslavia, a los cuales hay que agregar los 2.500 maquis que se encontraban en

Bulgaria y los 2.500 que se batían en Macedonia oriental y en Tracia21

. El valle del Axios, entre

la frontera yugoslava y el golfo de Salónica, era fácil de conservar, y por consiguiente las tropas

que acabamos de mencionar sólo podían unirse, con el grueso del Ejército Democrático, en el

Page 153: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 150

momento de la batalla decisiva, pasando por Yugoslavia. De modo que la traición de Tito

privaba al ED de un tercio de sus fuerzas22

. Sin embargo, el giro de Tito fue grave únicamente

porque la dirección del Partido no había sabido contar ante todo con sus propias fuerzas.

Los combatientes del ED, sufriendo hambre, faltos de municiones, enfrentaron con sus

pobres fusiles a tropas diez veces más numerosas, equipadas con un armamento norteamericano

ultramoderno. Bajo la lluvia de fuego, se batieron con una fuerza y una tenacidad dignas de

mejor suerte. ¡La prensa de Atenas les rindió un involuntario homenaje al preguntarse seriamente

si no estarían dopados o no sufrirían alguna enfermedad psíquica que los hacía luchar como

condenados...!

El ELAS y el ED, que continuaron un solo y mismo combate de liberación nacional, son los

herederos de una tradición varias veces centenaria. En el mundo entero, sólo el pueblo vietnamita

puede enorgullecerse de una tradición de lucha armada popular por la independencia y la libertad

semejante a ésta. Para nosotros, es un motivo de esperanzas en cuanto al futuro. Como lo dijo el

poeta Ritsos:

―Estos árboles no pueden conformarse con un cielo más estrecho‖.

Las responsabilidades de Stalin

¿Stalin es responsable de la derrota sufrida por los comunistas y los demócratas griegos a fines

de 1944 y comienzos de 1945? ¿El hecho de que haya ―vendido‖ al pueblo griego se inscribe en

una política de traición de la revolución mundial cuyo fundamento es la teoría del socialismo en

un solo país? Es una tesis generalmente admitida que pasa por verdad histórica establecida, a

fuerza de ser repetida por autores de los cuales unos son trotskistas, otros anticomunistas, y otros,

finalmente, deseosos de parecer imparciales al condenar al mismo tiempo a Churchill y a Stalin.

Vamos a demostrar que los errores cometidos por este último en esta ocasión no procedían de

una deliberada voluntad de impedir la expansión de la revolución mundial.

Primero examinemos los hechos.

Al acercarse su derrota, los alemanes maniobraron, para dividir a los aliados, incluso para

concluir una paz separada con los países occidentales a fin de proseguir por su parte la guerra

contra la URSS. Himmler hará ofertas claras en este sentido durante 1944, y en abril de 194523

.

En los últimos días de la guerra, Churchill dirigió ―al mariscal Montgomery (…) un telegrama en

que lo invitaba a no destruir el armamento capturado sino a juntarlo cuidadosamente a fin de

estar listo para actuar juntamente con las tropas alemanas vencidas contra un nuevo avance de

los rusos‖24

. El mariscal Auchinleck y el general Ismey recibieron instrucciones análogas. Los

anglosajones maniobraron para impedir que los rusos capturaran ejércitos alemanes y llegaron

hasta a cooperar con el gobierno Döentz‖. Ya aludimos a las sospechosas transacciones de los

agentes británicos con las autoridades enemigas en Grecia.

En estas condiciones importaba evitar cualquier conflicto que pudiera ofrecer el riesgo de

desembocar en una tercera guerra mundial antes de la terminación de la segunda, lo que

equivaldría a una victoria póstuma del nazismo. El peligro de semejante conflicto sobre el

reparto de los despojos había aparecido muy pronto, cuando en 1943 Churchill había

preconizado un desembarco en Grecia y cuando más tarde insistió para que el segundo frente no

se abriera en Normandía sino en el fondo del Adriático, con miras a una ofensiva en dirección a

Page 154: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 151

Viena, que cortaría el camino de los rusos. Por consiguiente, se anticipaban dificultades entre

Gran Bretaña y la URSS a propósito de los Balcanes.

El 31 de mayo de 1944, sin embargo, Churchill hizo saber a Roosevelt que los soviéticos

estaban dispuestos a reconocer al Reino Unido un ―control preponderante‖, en Grecia, a cambio

de un ―control preponderante‖ en la URSS en Rumania, con la condición de que los Estados

Unidos ratificaran ese acuerdo. Esto se hará el 12 de junio. El 9 de octubre, Churchill va a Moscú

con Eden. Dijo a Stalin:

―Sus ejércitos se encuentran en Rumania y en Bulgaria. Tenemos intereses, misiones y

agentes en esos países. Evitemos chocar por cuestiones que no valen la pena (...) Mientras

traducían mis palabras, escribí sobre media hoja de papel:

Rumania:

Rusia – 90

Los otros – 10%

Grecia:

Gran Bretaña (de acuerdo con los Estados Unidos) – 90%

Rusia – 10%

Yugoslavia-50%

Hungría:-50%

Bulgaria:

Rusia – 75%

Los otros – 25%‖.

Según ChurchIll, Stalin habría expresado de inmediato su acuerdo. Al día siguiente, Eden y

Molotov se entendieron sobre los detalles. Evidentemente se trataba de un ―acuerdo entre

caballeros‖ que no figuraba en el protocolo de la conferencia.

El 12 de octubre, el primer ministro inglés dio a sus colegas las siguientes precisiones:

―El sistema de los porcentajes (…) intenta expresar el interés y los sentimientos con los

cuales los gobiernos británico y soviético abordarán los problemas de estos países, a fin de que

puedan intercambiar mutuamente sus puntos de vista de manera inteligible‖.

Notemos que este acuerdo no significaba que Stalin se comprometía a presionar a los

comunistas griegos para que no se opusieran a la intervención inglesa. Incluso los más ardientes

defensores de la tesis que discutimos no llegan a decir abiertamente eso. Por lo demás, el hecho

de que Tito no haya reconocido una influencia, de 50% a los ingleses, en Yugoslavia nunca fue

invocado por estos últimos como una ruptura del acuerdo por parte de Stalin.

Para evitar un conflicto peligroso, era necesario (y suficiente) que cada una de los países se

abstuviera de enviar tropas a un país colocado en la esfera de influencia del otro. ¿Se puede

reprochar a Stalin que se haya detenido en la frontera de Grecia y no haya hecho la guerra a los

anglosajones para liberar ese país? Hay que decidir; o bien se afirma que tal guerra era deseable

en ese contexto histórico en interés de la revolución, o bien no se condena a Stalin por haber

dado ―carta blanca‖ a los británicos en Grecia.

Es cierto que hizo más, ya que no se permitió criticarlos, nombró un embajador ante el

gobierno títere de Atenas incluso antes de la terminación de los combates en esa ciudad, etcétera.

Sobre este tema, la actitud de Stalin parece más discutible. Quizás estimaba que hacer estallar la

guerra fría can sus aliados antes del fin de la guerra caliente con sus enemigos no redundaría en

beneficio del campo socialista que comenzaba a formarse alrededor de la URSS. Sea como sea,

su aparente neutralidad implicaba obligaciones recíprocas por parte de los británicos, como surge

Page 155: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 152

del mensaje enviado por Churchill a Roosevelt el 8 de marzo de 1945, en el que escribía, después

de haberse indignado virtuosamente por la manera como los rusos habían impuesto al rey Miguel

de Rumania un gobierno dominado por los comunistas.

―Estamos impedidos en nuestras protestas contra esta evolución por el hecho de que, para

tener libertad para salvar a Grecia, yo mismo y Eden reconocimos en Moscú, en octubre, que

Rusia tendría voz ampliamente preponderante en Rumania y en Bulgaria, mientras que nosotros

tomaríamos la dirección en Grecia. Stalin respetó estrictamente este acuerdo durante los 30 días

de combates contra los comunistas y el ELAS en la ciudad de Atenas, pese al hecho de que todo

esto le resultaba, a él como a los que lo rodeaban, muy desagradable‖.

Kedros, que cita este texto, comenta (p. 510): ―No es segura que Stalin haya sentido

verdaderamente los sentimientos que Churchill le atribuye‖.

¿Por qué este venenoso escepticismo y este proceso a la intención? Porque el 9 de febrero,

―cuando Churchill invitaba oficialmente a Stalin a enviar un observador soviético a Grecia,

Stalin responde, sarcástico, que eso le parece peligroso, ya que Churchill no ha permitido a nadie

más que a las fuerzas británicas entrar en Grecia. Sin embargo, agrega en seguida, en tono serio,

que tiene `completa confianza en la política británica en Grecia'‖25

.

No sería necesario subrayar que el ―tono serio‖ hace que la segunda observación sea más

sarcástica que la primera. En boca de Stalin, ―tener confianza‖ no puede significar, para el caso,

más que una sola cosa: no hacerse ilusiones, saber a qué atenerse con respecto a los objetivos y

la ausencia de escrúpulos del imperialismo inglés. Que Stettinius no lo haya entendido así prueba

solamente que presentaba esa mezcla de cinismo e ingenuidad tan frecuente en los

norteamericanos.

Esa misma fría lucidez que demuestra Stalin en su réplica a Churchill, lejos de justificarlo,

lo condena. No parece haber advertido a los comunistas griegos contra la mala jugada preparada

por los ingleses. Incluso es probable que la misión militar soviética lanzada en paracaídas en el

maquis el 26 de julio de 1944 haya aconsejado al PESA que participara en el gobierno de

Papandreu. Kedros hace las siguientes conjeturas:

―Es posible que hayan aconsejado la participación sin concesiones en el gobierno

Papandreu, `por el bien general de la causa aliada', pero con la promesa de la neutralidad

benévola del gobierno soviético para el caso en que los líderes del EAM se `arreglaran' solos‖.

Eso no bastaba. Era deber de Stalin comprometer a los dirigentes comunistas para prepararse

y preparar a las masas para oponer una resistencia feroz al retorno de la reacción en los furgones

ingleses, ya que esos dirigentes eran incapaces de comprenderlo solos. La explicación de su

silencio se encuentra en el mismo error que está en la raíz de los errores cometidos por Partido

Comunista griego: le faltó confianza en la fuerza de las masas populares y se dejó intimidar por

el aparente poderío del imperialismo británico. Stalin tampoco creía que el pueblo griego pudiera

triunfar contra un enemigo tan formidable. No quiso incitarlo a un combate sin esperanzas.

Notemos, sin embargo, que el oportunismo del Partido se había manifestado antes de que

hubiera la menor relación con la URSS, ya que desde agosto de 1943, Siantos declaraba que

―Grecia pertenece a una región de Europa donde los británicos asumen todas las

responsabilidades‖26

.

Hemos mostrado que el EAM-ELAS podía hacer fracasar una tentativa de intervención

extranjera, sobre todo si no dejaba que el enemigo le arrebatara la iniciativa. Y hemos mostrado

que el revés sufrido en diciembre era evitable y muy parcial. Incluso después, la victoria era

posible e incluso probable. La responsabilidad de los errores incumbe ante todo a la dirección del

Page 156: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 153

Partido, a quien Aris Veloukhiotis había advertido debidamente. Por su parte, Stalin, que por lo

general no vacilaba en aconsejar a los partidos hermanos, perdió en este caso una ocasión de

hacer un gran favor a sus camaradas griegos.

Al mismo tiempo, en los países que la partición de facto tras la guerra dejaba en la zona de

influencia soviética, Stalin ayudó a las fuerzas populares a destruir el poder del capital y a

emprender la vía del socialismo27

. No es nuestro objeto discutir los métodos (finalmente

discutibles) que se emplearon según los países. Una cosa es cierta: los intereses imperialistas se

fueron eliminando radicalmente de toda Europa del Este. Hablar, como lo hace Kedros, de

―guiñada de Churchill a su compadre (sic) Stalin‖ es una formulación que conviene mejor a la

pasión del panfletista que a la serenidad de un historiador que quiere ser objetivo.

La teoría trotskista, según la cual los dirigentes comunistas eran títeres manipulados por

Stalin (y éste era un contrarrevolucionario), está invalidada por lo que pasó en China y en Grecia

al día siguiente de la guerra.

Si se da crédito a Djilas, Stalin habría expresado su punto de vista sobre el combate de los

comunistas chinos y griegos durante un encuentro con dirigentes yugoslavos, el 10 de febrero de

1948.

Stalin no estaba de acuerdo con el estallido de la lucha armada en Grecia, ya que en su

opinión no tenía ninguna probabilidad de éxito. Estimaba que había que ―detener el gasto‖

poniéndole fin lo más pronto posible.

Cuando alguien mencionó los éxitos que acababan de obtener los comunistas chinos, Stalin

dijo: ―Sí, los camaradas chinos triunfaron, pero la situación en Grecia es completamente distinta.

Los Estados Unidos están directamente comprometidos – el Estado más poderoso del mundo.

(...) Es cierto que nosotros también podemos cometer errores. Al término de la guerra con el

Japón invitamos a los camaradas chinos a concluir un modus vivendi con Chiang Kai-shek. Ellos

aceptaron en teoría, pero en los actos hicieron lo que les parecía cuando volvieron a su país:

juntaron sus fuerzas y atacaron. Se comprobó que ellos tenían razón y nosotros estábamos

equivocados. Pero Grecia es un caso diferente‖28

.

Aunque Stalin no creyera que los comunistas tuviesen probabilidades de triunfar, el campo

socialista no les retaceó su apoyo en el plano diplomático y material, esto último debidamente

comprobado por una comisión de investigación de la ONU.

En la misma época, la URSS sostenía la lucha armada de los campesinos de Telengana, en la

India, y el levantamiento comunista del Pabellón Blanco en Birmania, el que estalló en Madiun,

en Indonesia, las luchas de liberación nacional dirigidas por los comunistas en Malaysia y de

Vietnam. En lo que concierne a China, pese a las dudas iniciales de Stalin y a ciertos gestos

torpes (por ejemplo, el embajador de la URSS fue el único que siguió a Chiang Kai-shek en su

retirada a Cantón), la URSS aportó a los comunistas chinos un sostén político sin reservas. Es así

como un artículo de Bolchevik del 15 de diciembre de 1947, firmado por el especialista Jukov,

exalta ―al admirable Partido Comunista de China forjado en los combates‖.

En Francia y en Italia, los partidos comunistas habían cometido el mismo tipo de errores que

en Grecia, pero más graves. Pese a su papel preponderante en la resistencia, se colocaron a

remolque de la burguesía y entregaron sus armas en el momento de la victoria, a cambio de

algunos lugares secundarios en los ministerios. Lo primero que hicieron Togliatti y Thorez al

volver de Moscú fue entrar uno en el gobierno del mariscal monárquico Badoglio, el otro en el

de De Gaulle. Thorez impuso la consigna: ―¡Un solo Estado, una sola Policía, un solo Ejército!‖.

Ayudó a De Gaulle a ―cortar las uñas de los comunistas‖, y a retirarles ―los poderes que usurpan

Page 157: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 154

y las armas que exhiben‖. Hizo un favor a los capitalistas al lanzar una campaña de producción y

al oponerse a las huelgas, que atribuía a ―los agentes de los trusts‖. En su entrevista al Times,

desparramó ilusiones sobre la posibilidad de un camino parlamentario hacia el socialismo29

.

Después de su alejamiento el poder, el PCF insiste en proclamarse ―partido del gobierno‖. En su

propaganda, pone en el mismo plano a Moscú, Londres y Washington.

¿Stalin fue responsable de la línea oportunista de los comunistas italianos y franceses? Los

trotskistas lo afirman, así como los opositores de derecha del grupo ―Unir‖, pero no aportan

ninguna prueba, ni siquiera indicios serios, en apoyo de lo que alegan. Esto no impide a los

segundos ser muy categóricos. Hablan de ―sumisión total y absoluta a las directivas

stalinianas‖30

, de la ―posición impuesta‖ a los dirigentes comunistas franceses, que sólo habrían

sido ―ejecutores‖31

. Sin embargo, la línea oportunista de estos últimos fue vigorosamente

criticada en la Conferencia de fundación del Cominform reunida en Szklariska Preba, del 22 al

27 de septiembre de 1947. Duclos, cediendo a la presión de Zhdanov y de Malenkov, debió

reconocer que hubo, de parte del PCF, ―oportunismo, legalismo e ilusiones parlamentarias‖.

Si las direcciones del Partido Comunista Francés (PCF) y del Partido Comunista de Italia

(PCI) no habían hecho más que obedecer a las directivas de Stalin, ¿por qué no invocaron, para

justificarse, los ―sabios consejos‖ a ellas prodigados por el ―genial‖ dirigente del proletariado

mundial? Esto les hubiera sido tanto más fácil cuanto la reunión se hacía a puertas cerradas. En

cierto momento, Duclos habría balbuceado que el PCF ―no podía hacer nada antes de que se

terminara la guerra contra los alemanes, para no comprometer las relaciones entre los rusos y los

norteamericanos‖, pero Dijlas le replicó que ―el sostén más eficaz para la URSS hubiera sido una

acción para reducir la influencia norteamericana sobre el pueblo. Durante la guerra contra los

alemanes, los griegos no vacilaron en oponerse a los ingleses, (...) los comunistas franceses se

han transformado en unos tristes representantes de la política de la URSS ante el pueblo francés,

sin embargo combativo‖32

. Por su parte, Kardelj recordó: ―Durante la guerra, (...) invitamos a los

camaradas italianos a estudiar nuestra experiencia y tomar el camino de la insurrección‖33

.

Para concluir, nos parece claro que el desarrollo de la lucha revolucionaria en Francia y en

Italia habría reforzado la seguridad de la URSS al impedir el reestablecimiento y la

consolidación de la estructura estatal burguesa en esos países minando las retaguardias

norteamericanas. Esto es lo que permitió a Djilas poner en ridículo la pretensión de Duclos de

haber renunciado a la revolución por preocupación por la seguridad de la URSS. Se sabe que en

esta circunstancia los yugoslavos hablaron totalmente de acuerdo con Italia y que Duclos no

pudo contestar nada.

En su autocrítica puramente formal, Duclos hace toda para eludir los verdaderos problemas.

Este discurso lo agobia más que las requisitorias frente a las cuales trata de justificarse: aporta la

prueba de que dirigentes que habían alcanzado ese grado de putrefacción ideológica no

necesitaban las directivas de Stalin para seguir una línea oportunista, para capitular ante la

presión de la burguesía.

Los trotskistas y todos los que se jactan de criticar a Stalin desde un punto de vista marxista,

llevan el maniqueísmo hasta ver en todas partes el dedo del Maligno entronizado en Moscú.

Sería la fuente de todo el mal en el movimiento obrero. Según ellos, los dirigentes oportunistas

no cometieron más que una sola falta: haber escuchado a Stalin. ―La serpiente me sedujo‖,

podrían decir. ¿En qué difiere esta manera de ver de la mitología del ―director de orquesta tras

bambalinas‖ de Carrefour?

Page 158: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 155

8. Conclusión: Los rasgos fundamentales del trotskismo

Podemos ahora deducir los aspectos esenciales del trotskismo, que podríamos calificar de

―paraleninismo‖; tan sutil, aunque cargada de consecuencias, resulta a veces la divergencia que

lo separa del leninismo.

Al estudiar el proceso revolucionario desde el punto de vista de la diacronía, el trotskismo

pone el acento sobre la continuidad, sobre la posibilidad de quemar etapas:

―El curso vivo de los acontecimientos históricos salta siempre por encima de las etapas, que

son el resultado de una división teórica de la evolución tomada en su totalidad‖1, y también sobre

la interpenetración de las etapas, su ―telescopaje‖, ya que, según él, las transformaciones

socialistas están a la orden del día incluso antes de que las tareas de la revolución burguesa estén

cumplidas. Lenin, al contrario, como buen dialéctico, jerarquiza correctamente, acentuando la

discontinuidad.

―Es cierto que, en toda situación histórica concreta, se entrecruzan los elementos

pertenecientes al pasado y al porvenir: los dos caminos se confunden (…) Pero esto no nos

impide de ninguna manera distinguir desde el punto de vista lógico e histórico grandes fases de

desarrollo. ¿No oponemos toda la revolución burguesa a la revolución socialista? ¿No insistimos

todos sin reservas en la necesidad de distinguirlas rigurosamente entre ellas?‖2

Si no se lo hace, no se puede distinguir tampoco la contradicción principal de las

contradicciones secundarias, no se pueden determinar las alianzas de clases requeridas por las

tareas de la etapa, no se sabe por dónde pasa la línea de demarcación entre los amigos y los

enemigos, y por consiguiente no se puede aplicar una política correcta de frente único que

supone que se mantienen en segundo plano contradicciones que son objetivamente secundarias,

haciendo concesiones a los aliados; no se permite por consiguiente al proletariado tomar la

dirección del frente único, se lo aísla, se lo condena a la impotencia.

Al considerar la sociedad en la sincronía, y por así decirlo, en el espacio, Trotsky no ve más

que la continuidad, la unidad del mercado mundial. Se recuerda que ―la presión de las

mercancías baratas‖ producidas por los países capitalistas es uno de los factores que hacen

imposible la construcción del socialismo en un país relativamente atrasado como Rusia. Esta idea

se remonta a su primera obra importante:

―Uniendo a todos los países con su modo de producción y su comercio, el capitalismo ha

transformado al mundo entero en un solo organismo económico y político‖3.

Al presentar (en 1905) al mundo como ya unificado ―en un solo organismo económico y

político‖, Trotsky se ve llevado a descuidar las particularidades nacionales, las condiciones

concretas específicas (determinadas por la historia y la herencia cultural) de la lucha de clases y

la necesidad de deducir leyes propias de la revolución en cada país. Sobre todo exagera el papel

de las influencias exteriores sin ver que éstas no pueden actuar más que por medio de las fuerzas

interiores de cada una de las totalidades parciales, de esas formaciones sociales. Es así como

explica todas las derrotas sufridas por diferentes partidos comunistas entre las dos guerras por la

influencia nefasta de Stalin y de la III Internacional.

Mao Tsetung ha mostrado que las ―contradicciones inherentes a las cosas y a los fenómenos

son la causa fundamental de su desarrollo, mientras que su relación mutua y su acción recíproca

no constituyen más que sus causas secundarias; (...) las causas externas constituyen la condición

de los cambios, las causas internas son su base, (…) El huevo que ha recibido una cantidad

Page 159: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 156

apropiada de calor se transforma en pollito, pero el calor no puede transformar una piedra en

pollito, ya que sus bases son diferentes, (...) es por medio de las causas internas que las causas

externas producen su efecto. En China, si la gran burguesía venció en 1927 al proletariado, fue

gracias al oportunismo que se manifestaba en el seno mismo del proletariado chino (en el interior

del Partido Comunista)‖4.

El acento puesto de manera unilateral sobre la continuidad, es en Trotsky el signo de su

incomprensión de la dialéctica marxista, que lo conduce a no percibir las implicaciones

esenciales de la ley del desarrollo desigual. Esta ley significa no sólo que las potencias y los

monopolios imperialistas crecen con ritmo desigual, sino también que en cada formación social,

la base económica y las superestructuras políticas e ideológicas evolucionan con un ritmo

desigual y por saltos, que estas instancias poseen una autonomía relativa y una temporalidad

propia, que en cada una de ellas las contradicciones y sus aspectos se desplazan (se transforman

en su contrario). La revolución estalla cuando la contradicción principal llega a una fase

explosiva. El desplazamiento de sus aspectos entraña una reestructuración de conjunto. Esta

contradicción es el punto nodal donde convergen todas las otras5. Que tal convergencia se

produzca en el sentido de la ruptura, se concibe que es raro y mucho más que sea en varios países

a la vez. Por eso, según Lenin, la victoria del proletariado en un solo país es el ―caso típico‖,

mientras que la revolución en varios países no puede ser más que una ―rara excepción‖.

En Balance y perspectivas, Trotsky profetiza la expansión de la revolución por toda Europa

cuando el proletariado ruso victorioso llame a sus hermanos del mundo entero para ―el último

asalto‖. Isaac Deutscher reconoce que el tenor de la argumentación de Trotsky sugiere que éste

apuntaba a la revolución europea como un proceso ―único y continuo‖ a partir de la verdad

general de que Europa estaba madura para el socialismo6, pero olvidaba la otra verdad, que ―la

historia no marca la misma hora en París, Roma, Londres y Moscú‖7. ¿Por qué es así? Sin duda

porque la humanidad no constituye un todo integrado, porque está dividida en formaciones

sociales distintas, pero también porque los niveles (o instancias) de tal formación (económico,

político, ideológico) nunca están ―a la misma hora‖. Para Trotsky, la sociedad posee una

estructura simple donde la contradicción principal de derecho (proletariado-burguesía) es

siempre y en todas partes principal durante todo el período de transición. Por eso no ve más que

la revolución mundial (y aún sub specie aeternitatis). La conciba como si se desarrollara en un

espacio-tiempo socio-histórico continuo y homogéneo. El trabajo subterráneo del ―viejo topo‖, la

estructura y las articulaciones de las capas que debe atravesar se le escapan en las alturas etéreas

donde se mantiene.

Los trotskistas ignoran la dialéctica del continuo y el discontinuo, necesaria para

comprender tanto la historia como la microfísica. Se erizan cuando oyen hablar de revolución

ininterrumpida, por etapas. Para ellos, eso es una contradicción en los términos. Se sabe que el

concepto de ―ruptura‖, tomado por Althusser a Bacholard fue inspirado a este último por el de

―discontinuidad‖ en física corpuscular. Si no se puede ni siquiera captar la universalidad de la

contradicción que ilustra la unidad y la oposición del continuo y el discontinuo en todas las

ciencias, ¿cómo se podría penetrar su especificidad, en el materialismo histórico?

Se ha visto perfectamente, durante la campaña que lanzaron en 1971 contra la política

internacional de China, que los trotskistas abordan los problemas de una manera metafísica

unilateral, en lo absoluto. No comprenden que un estado como Camboya, antes del

derrocamiento de Sihanouk, o Pakistán, pueda tener una doble naturaleza: progresista, porque

defiende su autonomía frente a las superpotencias; reaccionario porque oprime al pueblo. Para

Page 160: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 157

ellos, los reaccionarios son reaccionarios, y no está permitido aplicarles políticas diferentes que

tomen en cuenta sus diferencias en el modo de aislar al enemigo principal del momento8.

La concepción que Trotsky se hace de la relación entre la teoría y la práctica es igualmente

no dialéctica. Para él la teoría prevé la práctica, y esa última aplica la teoría. Lenin, al contrario,

está constantemente atento a escuchar a las masas. Según él, el Partido debe proponerse la

realización de las tareas que el movimiento de masas ha puesto a la orden del día. Sólo la

práctica de las masas permitirá dar contenido concreto a las directivas generales que guían a la

vanguardia. Trotsky ha reprochado a la fórmula de Lenin: ―dictadura democrática revolucionaria

del proletariado y el campesinado‖ que sea algebraica (hay una incógnita; ¿cuál será el papel

político del campesinado?); él, por el contrario, no quiere saber mas que aritmética. Por eso el

término de ―pronóstico‖, que no se encuentra en los escritos de Lenin, es tan frecuente en los

suyos, donde ocupa a veces el lugar vacío de la ―consigna‖. Para él, todos los problemas están

resueltos de antemano sobre la base de los ―principios‖. La experiencia de la lucha de clases

invalida o confirma la solución. Es todo. El dogmatismo de Trotsky y su correlato, el empirismo,

están íntegros en esta oposición de la aritmética y el álgebra.

Trotsky toma al pie de la letra la fórmula de Lenin según la cual ―la teoría (...) es una guía

para la acción‖, desdeñando la mediación fundamental que Lenin no olvida nunca, a saber, ―el

análisis concreto de la situación concreta‖. La verdad universal del marxismo nos ayuda a

efectuar ese análisis; creer que podría suplantarlo es exactamente, una vez más, dogmatismo.

Ese dogmatismo está aislado de la práctica y desvía de la práctica. Ya hemos dado un

ejemplo típico: el de la hegemonía de la ciudad en la revolución burguesa, de la que hace un

axioma:

―¿Los críticos retardatarios de la revolución permanente (...) están listos para extender esta

verdad a los países del Oriente, a China, a la India, etc.? ¿Sí o no?‖9

¡Evidentemente no¡ El gran principio del que Trotsky estaba tan orgulloso se reveló tan

vano como una flecha que no se puede lanzar sobre el blanco. En un sentido, expresa una verdad

(la dominación del modo de producción capitalista), pero no podía, en su interpretación

dogmática, guiar la acción de los revolucionarios chinos más que hacia un punto muerto. Fue

necesario reemplazarlo por otro, el del asedio de las ciudades desde el campo, victoriosamente

aplicado por el Partido Comunista de China y los revolucionarios de Indochina.

Que no se nos objete que ―hegemonía de las ciudades‖ significa dirección de la clase obrera.

Los trotskistas chinos sacaron la conclusión de que debían dedicar sus fuerzas a la organización

del proletariado urbano, y Trotsky no lo entendía de otro modo. Para ellos era inconcebible que

el campesinado pudiera ser la fuerza motriz principal de la revolución china y que el proletariado

pudiera dirigirlo encuadrándolo en el campo, reeducándolo ideológicamente

La misma negativa a reconocer el futuro revolucionario de los campesinados coloniales y

semicoloniales condujo a Trotsky a formular en La IV Internacional y la URSS este pronóstico

desastrosamente falso: ―El centro de gravedad revolucionario ha pasado definitivamente al

Occidente‖. Trotsky no comprendió el inmenso alcance de las indicaciones de Marx sobre la

necesidad de combinar la revolución proletaria con la guerra de los campesinos, incluso en un

país tan industrializado como Alemania.

Después de su tardía unión con Lenin, persistió en subestimar el potencial revolucionario del

campesinado, en negarse a definir la línea política del Partido en función de la alianza necesaria

con ese campesinado y a formular consignas adecuadas para movilizarlo ampliamente.

Page 161: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 158

De modo que los rasgos que distinguen al trotskismo tanto del marxismo como del

leninismo son ―desviaciones‖ que lo apartan no de dogmas petrificados a los que en apariencia

permanece fiel, sino de la realidad. Ya que si bien es cierto que en la acción política hay que

partir de la realidad ateniéndose firmemente a los principios, por lo mismo es cierto que es

imposible atenerse efectivamente a los principios a menos que se parta de la realidad.

Hemos dado algunas indicaciones a propósito del sociologismo de Trotsky, donde se

manifiesta la persistente influencia de Parvus. Esta desviación puede, al menos, revestir la

apariencia del marxismo. Trotsky se aparta completamente de él cuando da cuenta de

acontecimientos históricos por la psicología individual o colectiva. En Historia de la revolución

rusa, se trata continuamente de ―los sobresaltos de ideas y pasiones‖ y de ―los rápidos cambios

de opinión y humor de las masas‖. ―La dinámica de los acontecimientos revolucionarios, nos

enseña Trotsky, está directamente determinada por rápidas, intensivas y apasionadas

conversiones psicológicas de las clases‖10

. Más adelante, explica que Stalin y Kamenev

estuvieron de acuerdo en marzo de 1917, pese a ―la oposición de sus caracteres‖, porque sus

personalidades ―se complementaban mutuamente‖11

.

Los conceptos seudocientíficos del trotskismo, tales como el de ―Estado obrero‖ (¡donde la

clase obrera no está en el poder!), el de la ―casta burocrática‖, el de bonapartismo, el de

―Termidor‖, etc., engañan, porque son descriptivos y corresponden a las apariencias. Proveen a

los trotskistas de esquemitas cómodos, gracias a los cuales tienen respuesta para todo sin haber

estudiado nada. ¡Los trotskistas han comprendido, y por consiguiente no necesitan reflexionar!

Ése es el secreto de la estéril fecundidad de sus ideólogos.

¿Qué decir, en efecto, de los discípulos de Trotsky? Éste retomaba a propósito de sí mismo

la frase de Marx: (que citaba Heine) : ―He sembrado dientes de dragón y cosechado pulgas‖. Por

cierto, son más trotskistas que su maestro, y sus éxitos actuales no son menos brillantes (si se

puede decir) que los que obtuvieron bajo su dirección después de 1929. Pero su impotencia, 30

años después de su muerte, y su revolucionarismo fácil de gente que nunca hizo la revolución,

sino que ha socavado la de los otros (stalinistas, dicen), le inspirarían sin duda reflexiones

amargas y desilusionadas, a él, que escribió En defensa del marxismo: ―No es por casualidad que

la IV Internacional se llamó a sí misma el partido mundial de la revolución socialista‖.

Cinco años después del IX Congreso de la antedicha Internacional, esta definición conserva

todo su humor, o, si se prefiere, todo su involuntario patetismo.

Los trotskistas reaccionan con mucha vivacidad cuando uno se permite semejantes

reflexiones12

. Invocan las persecuciones que han sufrido. Ahora bien, los comunistas han tenido

víctimas por millones en todos los países del mundo. Esto no quita nada a la gravedad de sus

errores (Indonesia) y no agrega nada el mérito de una línea justa (China). Como las condiciones

objetivas favorables pueden ser aprovechadas tanto por los partidarios de la IV Internacional

como por los que éstos califican de ―stalinistas‖, la victoria debe ponerse en la cuenta de una

dirección correcta. Los trotskistas no pueden admitirlo. Se condenarían.

Sin embargo, su padre fundador escribió en 1937: ―La necesidad histórica acuciante de una

dirección revolucionaria asegura a la IV Internacional ritmos excepcionalmente rápidos de

desarrollo‖13

.

Trotsky no se equivocaba al establecer una relación entre el rápido desarrollo de la IV

Internacional y la necesidad de una dirección revolucionaria. Sus actuales discípulos nos

permiten razonar como él, mutatis mutandis y concluir, a raíz de la debilidad persistente de su

Page 162: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 159

movimiento desde hace años, su incapacidad para ofrecer el tipo de dirección requerido por las

masas revolucionarias.

El drama del trotskismo fue, y sigue siendo, que en un mundo polarizado entre el campo de

la revolución y el de la contrarrevolución, no reconocen su lugar en ninguna parte. Al afirmar

que constituyen el polo de la revolución y al amalgamar a los ―stalinistas‖ y la reacción mundial,

realizan la repolarización deseada, pero, desgraciadamente, sólo en ideas. Como esta solución

para su problema está demasiado contrariada por los hechos, han llevado hasta la paranoia el arte

de ―salvar los fenómenos‖. Para ellos, los anticomunistas más rabiosos, Churchill, Truman,

McCarthy, eran ―stalinistas‖ justamente porque se oponían a la URSS, dándole así ―el aspecto

engañoso de un régimen revolucionario‖. Malraux, como dirigente gaullista, es un ―staliniano‖, y

tanto más culpable cuanto expresó una comprometedora simpatía por la desgraciada causa de

Trotsky14

.

De modo que los continuadores de este último, han sido acorralados contra la elección entre

una actividad que rara vez va más allá de una mascarada revolucionaria fútil y anodina, la

búsqueda desesperada de una tercera vía (Tito, Castro), y el puro y simple traslado al otro lado

de la barricada, so pretexto de realismo y de eficacia. Como esta última elección la realizaron

tanto organizaciones importantes (Ceilán) como numerosos grupos pequeños e individuos, no

puede atribuirse al azar, sino más bien a la conciencia del punto muerto que representa la

ortodoxia trotskista.

Encontraremos la confirmación de esto si estudiamos las diferentes encarnaciones o avatares

del trotskismo y sus desventuras. Aquí penetraríamos en el dominio del infratrotskismo, que ya

no merece una crítica teórica elevada, falto de ese mínimo de coherencia y de rigor que el padre

fundador había sabido conservar. Es el último círculo del infierno donde se agita monologando la

multitud confusa de los sectarios entregados a sus obsesiones.

Page 163: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 160

Anexo I: Itinerario político de Chen Tu-siu

Como los trotskistas han presentado a Chen Tu-siu como un teórico mucho más profundo y sutil

que Mao Tsetung, nos ha parecido útil reunir aquí algunos pasajes que delinean su itinerario

ideológico, extraídos del libro de Y. C. Wang, Los intelectuales chinos y el Occidente1. De ellos

surge con bastante claridad que el oportunismo de su política tenía otras causas que no eran las

directivas de Stalin.

Hijo de mandarín, Chen fue decano de la universidad de Pekín. Desempeñó un importante

papel en el movimiento del 4 de Mayo en tanto que director de la revista, Nouvelle Jeunesse. En

1919 el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey realizó una gira de conferencias por

China. Inspirándose en su enseñanza, Chen Tu-siu escribió para el número de diciembre de

Nouvelle Jeunesse un artículo titulado ―La base para la realización de la democracia en China‖,

en que ―proponía un doble programa: autonomía administrativa local y nuevo sistema de

corporaciones. Pensaba que los dos eran posibles, ya que bajo la política tradicional de `laissez-

faire' había muchos cuerpos autónomos en el Estado chino. (…) A las corporaciones, deberían

adherirse tanto los empleadores como los asalariados, porque `excepto en algunas grandes

fábricas, sociedades ferroviarias y mineras (...), la condición de los patronos y la de los

asalariados difiere poco en China'. Uno de los principios generales con miras a la organización

de esos cuerpos autónomos era que en ellos `se pondría el acento en las necesidades prácticas de

los grupos afectados, más bien, que en los vastos problemas que confronta la nación'‖ (p. 311).

En otro artículo, Chen exhorta a los chinos a estudiar el cristianismo e incorporar ―a su

sangre la nobleza y grandeza de Jesucristo‖ (p. 312).

En mayo de 1919, Nouvelle Jeunesse publicó un número especial consagrado al marxismo...

―El espíritu que lo impregnaba era el de la desaprobación‖ (p. 316). ―Pero en mayo de 1920 sus

convicciones se habían modificado. Abandonando la democracia (burguesa) adhirió al

marxismo-leninismo‖ (p. 313).

En 1921, Chen Tu-siu fue elegido secretario general del Partido Comunista de China en el

momento de su fundición. Seguirá siéndolo hasta la reunión extraordinaria del Comité Central el

7 de agosto de 1927, cuando su línea oportunista fue criticada. En 1928 y 1929, atacó

públicamente al partido, lo que le acarreó su exclusión en agosto de 19292. Se unió entonces a

los trotskistas y en diciembre publicó su ―Carta a todos los miembros del Partido Comunista de

China‖.

Detenido en 1932 por las autoridades del Kuomintang, fue condenado a trece años de

prisión, pero fue liberado en 1937. Murió en 19423.

En 1940, Chen escribió en un artículo: ―Si Alemania y Rusia salen victoriosas (de la guerra),

la humanidad atravesará una edad de tinieblas por lo menos durante medio siglo. Sólo si se

preserva la democracia capitalista gracias a la victoria de Inglaterra, Francia y los Estados

Unidos, podrá haber un camino hacia la democracia proletaria‖. A los que se sentían chocados

por sus nuevas opiniones, Chen les respondió: ―Entre la llamada democracia proletaria y la

democracia capitalista hay sólo una diferencia de amplitud. No existe democracia proletaria con

otro contenido. Después de la Revolución de Octubre, los esfuerzos se hicieron para destruir la

sustancia de la democracia capitalista. Simplemente, se la reemplazó por un término abstracto:

democracia proletaria. El resultado fue el régimen stalinista actual en Rusia, que a su vez lo

imitan Italia y Alemania‖.

Page 164: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 161

Y. C. Wang concluye en estos términos su retrato intelectual de Chen Tu-siu:

―Si se considera la vida de Chen en conjunto es difícil descubrir en ella cualquier convicción

profunda. Abrazó la `democracia y la ciencia' en 1919 cuando ya tenía 40 años. Sólo algunos

meses después, las abandonó por el comunismo. En tanto que líder del Partido, no podía estar de

acuerdo con la línea de la Comintern, pero se conformó a ella por `razones de disciplina'. Esas

razones desaparecieron en cuanto perdió su puesto de secretario general, ya que, contrariamente

a la práctica comunista del centralismo democrático (...), se puso a criticar a la práctica del Buró

Político. Por eso, lo expulsaron y ese revés lo orientó hacia la formación de una facción

trotskista. Después de salir de la cárcel en 1937, su actitud cambió una vez más. Trotsky y Lenin

cedieron el lugar de honor a la democracia occidental... ¿Cuáles son los factores que dan cuenta

de esta inconstancia? Es obvio que una razón era su superficialidad intelectual. Chen no

comprendió nunca las causas que apoyaba o combatía. (...) Debió pasar un año entre su

declaración en favor de la democracia y su tentativa para explicar su significado. Cuando por fin

apareció esta explicación, no era sino un refrito de las conferencias de Dewey con algunas

observaciones superficiales sobre el sistema de gremios y la democracia de las aldea de China.

Como hace poco mostró un autor4, aun cuando Chen estaba totalmente comprometido al

marxismo-leninismo, tenía una feliz ignorancia de las innumerables dificultades teóricas con las

que se enfrentaban Lenin y los otros marxistasa (pp. 319-320).

Page 165: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 162

Anexo II: Los sindicatos, la situación actual y los errores del

camarada Trotsky31

Discurso que Lenin pronunció en una reunión conjunta de delegados comunistas al VIII

Congreso de Soviets, miembros comunistas del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y

miembros comunistas del Consejo de Sindicatos de Moscú 30 de diciembre de 1920

Camaradas, ante todo debo pedir disculpas por apartarme del reglamento, pues para

participar en el debate tendría que haber escuchado el informe, el co-informe y las

intervenciones. Por desgracia, me siento tan mal que no estoy en condiciones de hacerlo. Pero

ayer pude leer los principales documentos publicados y preparar mis observaciones. El hecho de

apartarme del reglamento, les causara, naturalmente, algunos inconvenientes: al no haber

escuchado las otras intervenciones, puedo repetir lo que otros han dicho y dejar de lado lo que

debería tratar. Mas no puedo hacer otra cosa.

Mi material principal es el folleto del camarada Trotsky El papel y las tareas de los

sindicatos. Cuando comparo este folleto con las tesis que él presentó en el Comité Central, y lo

reviso cuidadosamente, me asombra la cantidad de errores teóricos y de evidentes inexactitudes

que contiene. ¿Cómo es posible que alguien, al iniciarse una gran discusión en el partido sobre

este problema, produzca algo tan lamentable en lugar de una exposición cuidadosamente

meditada? Permítanme examinar los puntos fundamentales que, a mi criterio, contienen los

principales errores teóricos básicos.

Los sindicatos no sólo son históricamente necesarios; son históricamente inevitables como

organización del proletariado industrial y, bajo la dictadura del proletariado, lo abarcan casi

íntegramente. Esto es fundamental, pero el camarada Trotsky lo olvida constantemente; no lo

valora ni lo toma como punto de partida, y esto, mientras trata de ―El papel y las tareas de los

sindicatos‖, un tema de alcance ilimitado.

De lo que he dicho se deduce que los sindicatos tienen un papel muy importante en cada

paso de la dictadura del proletariado. ¿Pero cuál es su papel? No bien profundizo este problema,

uno de los problemas fundamentales desde el punto de vista teórico, compruebo que su papel es

excepcional. Por una parte, los sindicatos, que abarcan a todos los obreros industriales, son una

organización de la clase dirigente, dominante, gobernante, que ha establecido ahora una

dictadura, y que, a través del Estado, ejerce la coerción. Pero no es una organización estatal, ni

una organización destinada a la coerción, sino a la educación. Es una organización destinada a

atraer y a educar; en realidad es una escuela: una escuela de gobierno, una escuela de

administración, una escuela de comunismo. Es un tipo de escuela muy singular, porque no hay

maestros o alumnos; es una combinación en extremo original de lo que hemos recibido

necesariamente del capitalismo y de lo que proviene de las filas de los destacamentos

revolucionarios avanzados, que podemos llamar la vanguardia revolucionaria del proletariado.

Hablar del papel de los sindicatos sin tener en cuenta estas verdades, significa caer

inevitablemente en una serie de inexactitudes.

Dentro del sistema de la dictadura del proletariado, los sindicatos están situados, si cabe

expresarse así, entre el partido y el gobierno. En el tránsito al socialismo la dictadura del

proletariado es inevitable, pero no la ejerce una organización que comprende a la totalidad de los

obreros industriales. ¿Por qué? La respuesta está en las tesis del II Congreso de la Internacional

Page 166: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 163

Comunista acerca del papel de los partidos políticos en general. No me ocuparé de esto ahora. Lo

que sucede es que el partido, se puede decir, incorpora a la vanguardia del proletariado, y esta

vanguardia ejerce la dictadura del proletariado. No se puede ejercer la dictadura, ni se pueden

cumplir las funciones de gobierno sin una base como los sindicatos. Esas funciones, sin

embargo, deben realizarse a través de instituciones especiales que son, asimismo, de nuevo tipo,

a saber, los soviets. ¿Qué conclusiones prácticas hay que sacar de esta situación peculiar? Por

una parte, que los sindicatos son un vínculo entre la vanguardia y las masas, y con su labor

cotidiana, convencen a las masas, a las masas de la única clase capaz de llevarnos del capitalismo

al comunismo. Por la otra, los sindicatos son una ―reserva‖ del poder estatal. Eso son los

sindicatos durante el período de transición del capitalismo al comunismo. En general, esa

transición no se puede realizar sin la hegemonía de esa clase, que es la única clase que el

capitalismo ha adiestrado para la gran producción y que es la única que está desligada de los

intereses del pequeño propietario. Pero no se puede ejercer la dictadura del proletariado a través

de una organización que abarque a la totalidad de esa clase, porque en todos los países

capitalistas (y no sólo en nuestro país, uno de los más atrasados) el proletariado está aún tan

dividido, tan degradado y tan corrompido en algunas partes (por el imperialismo, en algunos

países) que una organización que englobe el conjunto del proletariado no puede ejercer

directamente la dictadura del proletariado. Sólo puede ejercerla la vanguardia, que concentra la

energía revolucionaria de la clase. El conjunto es algo así como un sistema de engranajes; tal es

el mecanismo básico de la dictadura del proletariado y la esencia de la transición del capitalismo

al comunismo. De esto sólo surge con evidencia que hay algo básicamente erróneo, en cuanto a

los principios, en el camarada Trotsky, cuando se refiere, en su primera tesis, a la ―confusión

ideológica‖, y habla de la existencia de una crisis, específica y particularmente en los sindicatos.

Si vamos a hablar de una crisis, sólo podemos hacerlo después de analizar la situación política.

Quien padece de ―confusión ideológica‖ es precisamente Trotsky, porque en este problema clave

del papel de los sindicatos, desde el punto de vista de la transición del capitalismo al comunismo,

ha perdido de vista el hecho de que nos encontramos aquí ante un complejo sistema de

engranajes que no puede ser simple, pues no se puede ejercer la dictadura del proletariado a

través del proletariado organizado en su totalidad. No puede funcionar sin una serie de ―correas

de transmisión‖ que van de la vanguardia a la masa de la clase avanzada, y de ésta a las masas

trabajadoras. En Rusia, estas masas son campesinas. En ninguna parte existen tales masas, pero

incluso en los países más adelantados existe una masa no proletaria o no completamente

proletaria. Esto, en sí mismo, basta para causar confusión ideológica. Pero es inútil que Trotsky

la adjudique a otros.

Cuando examino el papel de los sindicatos en la producción, compruebo que el error

fundamental de Trotsky consiste en que siempre habla sobre este problema ―en principio‖, sobre

un ―principio general‖. Todas sus tesis se basan en un ―principio general‖, un enfoque que es en

sí, básicamente erróneo, aparte de que el IX Congreso del partido dijo bastante y más que

bastante sobre el papel de los sindicatos en la produccióna, y aparte de que en sus propias tesis

Trotsky cita las declaraciones perfectamente claras de Lozovski y Tomski, que debían ser sus

―chicos de los golpes‖ –como se dice en alemán– y un pretexto para practicar sus dotes

polémicas. Resulta, después de todo, que no hay allí divergencias de principio, y que la elección

de Tomski y Lozovski, que escribieron lo que cita el propio Trotsky, fue por cierto, poco

acertada. Por mucho que busquemos, no encontraremos aquí ninguna divergencia seria de

principios. En general, el gran error del camarada Trotsky, su error de principio, consiste en que

Page 167: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 164

al plantear en este momento una cuestión de ―principio‖, arrastra hacia atrás al partido y al poder

soviético. Gracias a Dios hemos terminado con los principios y hemos pasado a las tareas

prácticas. En el Smolni charlamos sobre los principios, y bastante más de la cuenta. Hoy, tres

años después, tenemos decretos sobre todos los aspectos del problema de la producción y sobre

muchos de sus componentes; pero ésta es la triste suerte de nuestros decretos: son firmados y

después nosotros mismos los echamos al olvido y no los cumplimos. Y mientras tanto, se

inventan argumentos sobre principios y sobre divergencias de principio. Citaré más adelante un

decreto relacionado con el papel de los sindicatos en la producciónb, un decreto que todos

nosotros, incluyéndome a mí mismo, lo confieso, hemos olvidado.

Las verdaderas divergencias, aparte de las que he enumerado, no tienen en realidad nada que

ver con los principios generales. Tuve que enumerar mis ―divergencias‖ con el camarada

Trotsky, porque con un tema tan amplio como ―el papel y las tareas de los sindicatos‖, él ha

incurrido, estoy seguro, en una serie de errores relacionados con la esencia de la dictadura del

proletariado. Pero, dejando esto de lado, cabe preguntar ¿por qué no podemos trabajar en

armonía, lo que nos es tan necesario? No podemos, a causa de nuestras divergencias sobre los

métodos de abordar a las masas, de ganar a las masas, de vincularnos con las masas. Este es el

fondo del asunto. Y esto hace de los sindicatos instituciones muy peculiares, creadas bajo el

capitalismo, que existen inevitablemente durante la transición del capitalismo al comunismo y

cuyo futuro es un interrogante. Todavía está lejano el momento en que los sindicatos realmente

sean cuestionables: corresponderá a nuestros nietos discutir tal cosa. Lo que ahora interesa es

cómo abordar a las masas, cómo ganarlas, cómo vincularnos con ellas y cómo asegurar la buena

marcha del intrincado sistema de transmisión (cómo realizar la dictadura del proletariado).

Obsérvese que cuando hablo del intrincado sistema de transmisión no me refiero a la maquinaria

de los soviets. Lo que pueda decirse respecto de lo intrincado del sistema de transmisión, es

capítulo aparte. Sólo he estado considerando, desde el punto de vista de los principios y en

abstracto, las relaciones entre las clases en la sociedad capitalista, en la cual hay un proletariado,

masas trabajadoras no proletarias, una pequeña burguesía y una burguesía. Esto solo, da lugar a

un sistema de transmisión extremadamente complicado, debido a lo que ha sido creado por el

capitalismo, al margen de cualquier burocracia en el aparato de gobierno soviético. Y ésta es la

cuestión principal que hay que considerar al analizar la dificultad de la ―tarea‖ de los sindicatos.

Permítanme que lo repita, las divergencias verdaderas no consisten en lo que cree el camarada

Trotsky, sino en el problema de cómo ganar a las masas, cómo abordarlas, cómo vincularse con

ellas. Debo decir que si hubiésemos hecho un estudio detallado, aunque fuese en pequeñas

proporciones, de nuestra propia experiencia y nuestra práctica habríamos podido evitar los

cientos de ―divergencias‖ y errores de principio completamente inútiles, de que está lleno este

folleto del camarada Trotsky. Algunas de sus tesis, por ejemplo, discuten el ―sindicalismo

soviético‖. ¡Como si tuviéramos pocos, se inventa un nuevo espantajo! ¿Y quién lo inventa? El

camarada Riazánov. Lo conozco desde hace más de veinte años. Ustedes lo conocen desde hace

menos tiempo, pero lo conocen bien por su trabajo. Ustedes saben muy bien que medir las

consignas no constituye una de sus virtudes, que las tiene sin duda. ¿Debemos entonces presentar

tesis para demostrar que el ―sindicalismo soviético‖ es precisamente algo que en alguna ocasión

dijo, no con mucho acierto, el camarada Riazánov? ¿Es serio esto? De ser así, terminaríamos

teniendo ―sindicalismo soviético‖, ―anti-conclusión-de-la-paz-soviética‖ y no sé cuántas cosas

más. No hay ni un solo punto sobre el que no se puede inventar un ―ismo‖ soviético. (Riazánov:

―antibrestismo soviético‖.) Exacto, ―antibrestismo soviético‖.

Page 168: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 165

Y al tiempo que revela esta falta de seriedad, el mismo camarada Trotsky cae en un error.

Parece decir que en un Estado obrero no es asunto de los sindicatos defender los intereses

materiales y espirituales de la clase obrera. Esto es un error. El camarada Trotsky habla de un

―Estado obrero‖. Yo diría que esto es una abstracción. Era natural que en 1917 habláramos de un

Estado obrero, pero ahora es un error manifiesto decir: ―Puesto que éste es un Estado obrero en

el que no hay burguesía, ¿contra quién entonces hay que defender a la clase obrera, y para qué?‖

Se trata de que no es un Estado completamente obrero. Aquí es donde el camarada Trotsky

comete uno de sus errores fundamentales. Hemos pasado de los principios generales a la

discusión práctica y a los decretos, y se nos quiere arrastrar hacia atrás e impedir que abordemos

las tareas inmediatas. Eso no. En primer lugar, el nuestro no es, en realidad, un Estado obrero,

sino un Estado obrero y campesino. Y es mucho lo que de ello depende. (Bujarin: ―¿Qué tipo de

Estado? ¿Un Estado obrero y campesino?‖) El camarada Bujarin puede seguir gritando desde

atrás ―¿Qué tipo de Estado? ¿Un Estado obrero y campesino?‖ No me detendré para responderle.

Quien lo quiera, puede recordar el reciente Congreso de Soviets, y en eso estará la respuesta.

Pero eso no es todo. El programa de nuestro partido –documento que conoce muy bien el

autor de El abecé del comunismo– demuestra que el nuestro es un Estado obrero con una

deformación burocrática. Hemos tenido que colgarle – ¿cómo decirlo?– esta lamentable

etiqueta. Ahí tienen ustedes la realidad de la transición. Pues bien, ¿es justo decir que en un

Estado que ha asumido esa forma en la práctica, los sindicatos no tienen nada que defender, o

que podemos prescindir de ellos para defender los intereses materiales y espirituales del

proletariado organizado en su totalidad? No, este razonamiento es completamente erróneo desde

el punto de vista teórico. Nos lleva al terreno de las abstracciones o a un ideal que alcanzaremos

dentro de quince o veinte años, y no estoy tan seguro de que lo alcancemos incluso entonces. Lo

que en verdad tenemos ante nosotros es una realidad que conocemos bien, si no perdemos la

cabeza y no nos dejamos llevar por palabrería intelectual o razonamientos abstractos, o por lo

que puede parecer una ―teoría‖, pero que en realidad es un error, una falsa interpretación de las

particularidades de la transición. Tenemos ahora un Estado en el cual el proletariado organizado

en su totalidad debe defenderse, en tanto que nosotros, por nuestra parte, debemos utilizar esas

organizaciones obreras para defender a los obreros frente a su Estado y para que ellos defiendan

nuestro Estado. Ambas formas de defensa se logran a través de un peculiar entrelazamiento de

nuestras medidas estatales y de nuestro acuerdo o ―vinculación‖ con nuestros sindicatos.

De esta vinculación hablaré más adelante. Pero la palabra misma demuestra que es un error

inventar un enemigo personificado por el ―sindicalismo soviético‖, porque ―vinculación‖ entraña

la existencia de dos cosas diferentes que todavía no se han unido; ―vinculación‖ significa que

hay que saber utilizar las medidas del poder estatal para defender los intereses materiales y

espirituales del proletariado organizado en su totalidad frente a ese mismo poder estatal. Cuando

la vinculación haya producido vinculación e integración, nos reuniremos en un congreso para

discutir en forma práctica la experiencia real, en lugar de plantear ―divergencias‖ de principio o

razonamientos teóricos en abstracto. Es también erróneo el intento de descubrir divergencias de

principio con los camaradas Tomski y Lozovski, a quienes el camarada Trotsky trata como

―burócratas‖ sindicales (más adelante diré en cuál de las dos partes contrincantes hay tendencias

burocráticas). Todos sabemos que si bien al camarada Riazánov puede gustarle una consigna, e

inventa algunas que son casi una expresión de principios, no es éste uno de los muchos defectos

de Tomski. Creo, por lo tanto, que sería ir demasiado lejos desafiar al camarada Tomski a un

combate en torno de los principios por ese motivo (como lo ha hecho el camarada Trotsky).

Page 169: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 166

Realmente me asombra esto. Se podía pensar que ya habíamos superado aquellos días en que

todos nos equivocamos bastante en cuanto a desacuerdos de grupos, desacuerdos teóricos y

varios otros (aunque, naturalmente, también hicimos algo útil). Es hora de que nos dejemos de

inventar y aumentar las divergencias de principio y pasemos a una labor práctica. Nunca me

enteré de que Tomski fuera un gran teórico o que pretendiera serlo; puede ser éste uno de sus

defectos, pero, de nuevo, ésa es otra cuestión. Tomski, que ha estado trabajando en buena

armonía con el movimiento sindical, debe reflejar, en su situación, esta complicada transición

(que lo haga consciente o inconscientemente es otro asunto y yo no digo que siempre lo haya

hecho conscientemente), de modo que si hay algo que perjudica a las masas y éstas no saben lo

que es, y él no sabe lo que es (aplausos, risas), pero lanza un grito, digo que esto no es un

defecto, sino un mérito suyo. Estoy bien seguro de que en Tomski hay muchos errores teóricos

parciales. Y si nos sentamos todos en torno de una misma mesa y nos ponemos a elaborar

atentamente resoluciones o tesis, las corregiremos a todas; podríamos incluso no molestarnos en

hacerlo, porque el trabajo de producción es más interesante que corregir discrepancias teóricas

mínimas.

Paso ahora a la ―democracia de la producción‖, diré que para Bujarin. Todos sabemos que

cada uno tiene sus pequeñas debilidades que hasta los grandes hombres tienen pequeñas

flaquezas, y esto vale también para Bujarin. Parece incapaz de resistir a cualquier expresión

rebuscada. Pareció experimentar un placer casi sensual al escribir la resolución sobre democracia

de la producción en la reunión plenaria del Comité Central del 7 de diciembre. Pero cuanto más

pienso en esta ―democracia de la producción‖, con más claridad veo que es algo incompleto y

teóricamente falso. No es más que un revoltijo. Tomando esto como ejemplo, permítanme repetir

una vez más, por lo menos en una reunión del partido: ―Camarada N. I. Bujarin, en bien de la

República, de la teoría y de usted mismo: menos extravagancias verbales‖. (Aplausos.) La

producción es indispensable. La democracia es una categoría propia de la esfera política

solamente. No se puede objetar el empleo de esta palabra en discursos o artículos. Un artículo

tiene en cuenta y expresa claramente una relación y nada más. Pero resulta muy extraño escuchar

como trata usted de convertir esto en una tesis, y ver que quiere hacer de ello una consigna que

una los ―conformes‖ y los que discrepan; resulta extraño oírle decir, como Trotsky, que el

partido tendrá que ―elegir entre dos tendencias‖. Me referiré por separado a si el partido debe

hacer alguna ―elección‖ y a quién hay que culpar por colocar al partido en la situación de tener

que ―elegir‖. Siendo así las cosas, decimos: ―En todo caso, procuren elegir menos consignas

como `democracia de la producción' que no originan más que confusión y son teóricamente

erróneas‖. Ni Trotsky ni Bujarin consideraron este término teóricamente y terminaron en una

confusión. La ―democracia de la producción‖ sugiere cosas que van mucho más allá del alcance

de las ideas que ambos sustentaban. Querían subrayar, centrar la atención en la producción. Una

cosa es subrayar algo en un artículo o discurso; pero es otra completamente distinta

transformarlo en una tesis y pedir al partido que elija, de modo que yo digo: voten en contra,

porque es una confusión. La producción es indispensable, la democracia no. La democracia de la

producción da lugar a una serie de ideas totalmente falsas. Hace muy poco se defendía la idea de

la dirección unipersonal [mando único]. No hay que hacer una mezcolanza de cosas y confundir

a la gente: cómo quieren que la gente sepa cuando quieren ustedes democracia, cuando dirección

unipersonal y cuando dictadura. Pero de ningún modo debemos renunciar a la dictadura. Oigo

detrás de mí a Bujarin que refunfuña: ―Muy justo‖. (Risas. Aplausos.)

Page 170: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 167

Pero sigamos. Desde septiembre estamos hablando de pasar del principio de prioridad al de

igualación, y hablamos de ello en la resolución de la Conferencia general del partido, aprobada

por el Comité Centralc. El problema no es fácil, porque nos encontramos con que tenemos que

combinar la igualación con la prioridad, que son incompatibles. Pero después de todo, tenemos

algunos conocimientos del marxismo, y hemos aprendido cómo y cuándo pueden y deben

combinarse los contrarios; y lo más importante es que en los tres años y medio de nuestra

revolución prácticamente hemos combinado contrarios una y otra vez.

Es evidente que el problema exige reflexión y prudencia. Después de todo, ya hemos

discutido estos problemas de principio en esas deplorables reuniones plenarias del Comité

Centrald –de las que surgieron los grupos de siete y de ocho y el famoso ―grupo amortiguador‖

33

del camarada Bujarin–, y dejamos establecido que no era fácil pasar del principio de prioridad al

de igualación. Para cumplir la resolución de la Conferencia de septiembre, tendremos que

esforzarnos un poco. Después de todo, estos términos opuestos pueden combinarse de modo que

resulte una cacofonía o una sinfonía. Prioridad significa dar preferencia a una industria, de un

conjunto de industrias vitales, por ser de mayor urgencia. ¿Qué consecuencias se derivan de esa

preferencia? ¿Qué magnitud puede tener? Es un problema difícil, y debo decir que hará falta más

que celo para resolverlo; incluso puede exigir más que un esfuerzo heroico por parte de quien

está posiblemente dotado de excelentes cualidades y que haría maravillas en una tarea apropiada;

éste es un asunto muy peculiar y exige un enfoque correcto. De modo que si se va a plantear este

problema de la prioridad y la igualación, antes que nada debemos meditarlo con cuidado, y es

eso precisamente lo que no se observa en el trabajo del camarada Trotsky; mientras más avanza

en la revisión de sus tesis originales, más errores comete. He aquí lo que hallarnos en sus últimas

tesis:

―...En la esfera del consumo, es decir, de las condiciones de vida de los trabajadores, como

individuos, hay que seguir la línea de la igualación. En la esfera de la producción, el principio de

la prioridad seguirá siendo decisivo para nosotros durante mucho tiempo…‖ (tesis 41, p. 31 del

folleto de Trotsky).

Esto es un verdadero enredo teórico. Es absolutamente erróneo. Prioridad es preferencia,

pero no es nada sin preferencia en el consumo. Si toda la preferencia que logro es un octavo de

libra de pan por día, es probable que no me alegre mucho. La preferencia en la prioridad

significa también preferencia en el consumo. De otro modo la prioridad es un sueño, una

quimera, y después de todo, nosotros somos materialistas. Y los obreros también son

materialistas; si se dice trabajo de choque, ellos dicen, dennos pan y ropa y carne. Este es nuestro

criterio, y siempre lo ha sido, al discutir estos problemas cientos de veces con referencia a

diversas cuestiones concretas en el Consejo de Defensa, cuando alguno decía: ―Mi fábrica es de

choque‖, y reclamaba botas; y otro: ―Me dan las botas a mí, de lo contrario tus obreros de choque

no aguantarán, y toda tu prioridad se vendrá abajo‖.

Vemos pues, que el enfoque de la igualación y la prioridad en las tesis es totalmente

erróneo. Más aún, es un retroceso con respecto a lo que realmente se ha logrado y comprobado

en la práctica. No podemos admitirlo; no conducirá a nada bueno.

Está luego el problema de la ―vinculación‖. Lo mejor que se puede hacer ahora a propósito

de la vinculación es callarse. La palabra es plata, pero el silencio es oro. ¿Por qué? Porque en la

práctica ya hemos alcanzado la vinculación; no hay un solo Consejo económico provincial

importante, ni un departamento importante del CSEN, del Comisariato del Pueblo de Vías de

Comunicación, etc., donde algo no se haya vinculado en la práctica. ¿Pero son los resultados

Page 171: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 168

todo lo que deberían ser? Ahí está la dificultad. Analicen la forma en que realmente se ha llevado

a cabo la vinculación y qué es lo que se ha conseguido. Hay un sinnúmero de decretos

implantando la vinculación de diversas instituciones. Pero aún no hemos hecho un estudio

sistemático de nuestra propia experiencia práctica; aun tenemos que investigar cuáles son los

verdaderos resultados de todo esto; aun tenemos que averiguar qué se ha logrado con cierto tipo

de vinculación en una industria determinada, qué ocurrió cuando un miembro cualquiera del

consejo sindical provincial ocupó cualquier cargo en el consejo económico provincial, cuantos

meses permaneció en él, etc. En lo que no hemos fallado es en inventar una divergencia de

principio sobre la vinculación y en cometer un error en el proceso –en eso somos maestros–; pero

no estuvimos a la altura de las cosas cuando se trató de analizar nuestra propia experiencia y

verificarla. Cuando realicemos congresos de soviets en los que además de comisiones que

estudien la aplicación de la ley sobre una mejor explotación agrícola en las diversas regiones

rurales, haya comisiones que estudien la vinculación, y sus resultados en la industria harinera de

la provincia de Sarátov, en la industria metalúrgica de Petrogrado, o en la industria bullera de la

cuenca del Dónets, etc., y cuando estas comisiones, después de reunir gran cantidad de

materiales, declaren: ―Hemos hecho un estudio de esto y lo otro‖, entonces diré: ―¡Ahora hemos

entrado en materia, por fin hemos crecido!‖ ¿Pero puede haber algo más erróneo y deplorable

que el hecho de que se nos presenten ―tesis‖ que establecen sutiles divergencias sobre el

principio de la vinculación después de estar aplicándola durante tres años? Emprendimos el

camino de la vinculación y estoy convencido de que era lo que debíamos hacer, pero aún no

hemos hecho un estudio adecuado de los resultados de nuestra experiencia. Por eso la única

táctica sensata sobre el problema de la vinculación es callar.

Hay que estudiar la experiencia práctica. He firmado decretos y disposiciones que contienen

instrucciones sobre la vinculación práctica, y la práctica es cien veces más importante que

cualquier teoría. Por eso, cuando oigo decir: ―Discutamos la `vinculación'‖, digo: ―Analicemos lo

que hemos hecho‖. No cabe duda que hemos cometido muchos errores. Bien puede ser que gran

parte de nuestros decretos deban ser modificados. Lo acepto, pues no estoy en lo más mínimo

prendado de los decretos. Pero en ese caso presenten propuestas prácticas referentes a lo que

realmente hay que modificar. Ese será un enfoque práctico. No será perder el tiempo. No nos

llevará a una burocrática proyectomanía. Pero advierto precisamente ese defecto en el folleto de

Trotsky, en el apartado VI: ―Conclusiones prácticas‖. Dice que un tercio o la mitad de los

miembros del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y del Presidium del Consejo Superior

de Economía Nacional deben integrar ambos organismos, y la mitad o dos tercios los cuerpos

colegiados, etc. ¿Por qué? Por ninguna razón especial, simplemente ―a ojo‖. Es verdad, por

supuesto, que para establecer semejantes proporciones se calculó muchas veces ―a ojo‖, ¿pero

por qué es inevitable en los decretos? No estoy defendiendo todos los decretos como tales y no

pretendo que parezcan mejores de lo que en realidad son. Muy a menudo se calcula ―a ojo‖ para

establecer proporciones absolutamente arbitrarias, tales como la mitad o un tercio del total de los

miembros, etc. Cuando en un decreto se dice tal cosa, significa: prueben ustedes hacerlo así y

luego valuaremos los resultados de la ―prueba‖ de ustedes. Más adelante pondremos en orden los

resultados. Después de ordenarlos, avanzaremos. Estamos aplicando la vinculación y esperamos

hacerlo cada vez mejor, porque somos cada vez más eficientes y prácticos.

Pero parece que me he deslizado a la ―propaganda de la producción‖. Es inevitable. Es un

problema que tiene que ser tratado en cualquier discusión sobre el papel de los sindicatos en la

producción.

Page 172: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 169

El próximo problema que trataré será, por lo tanto, el de la propaganda de la producción.

También ésta es una cuestión práctica y nosotros la enfocamos conforme a ello. Se han creado ya

organismos estatales para realizar propaganda de la producción. No sé si son buenos o malos;

hay que ponerlos a prueba y sobre este aspecto las ―tesis‖ son innecesarias.

Si hacemos un examen general del papel que les corresponde desempeñar a los sindicatos en

la producción, no es necesario, en lo que se refiere al problema de la democracia, ir más allá de

las prácticas democráticas corrientes. De nada servirán las frases tramposas tales como

―democracia de la producción‖ porque son falsas. Esto es lo primero. Lo segundo es la

propaganda de la producción. Los organismos existen. Las tesis de Trotsky se refieren a la

propaganda de la producción. Es completamente inútil, porque en este caso las ―tesis‖ son cosa

anticuada. No sabemos todavía si los organismos son buenos o malos. Pero podremos decirlo

después de probarlos en la práctica. Estudiemos el asunto y recojamos opiniones. Suponiendo,

digamos, que un congreso consta de diez comisiones compuestas de diez hombres cada una,

preguntemos: ―Ustedes se han ocupado de la propaganda de la producción, ¿no es así? ¿A qué

conclusiones han llegado?‖ Después de estudiar esto, recompensaremos a quien haya logrado

éxitos y descartaremos lo que demostró ser infructuoso. Contamos con alguna experiencia

práctica; no será mucha, pero existe; sin embargo se nos aparta de ella para hacernos retroceder a

estas ―tesis de principio‖. Más se parece a un movimiento ―reaccionario‖ que a ―sindicalismo‖.

Hay un tercer asunto, el de los premios. He aquí el papel y la tarea de los sindicatos en la

producción: distribución de los premios en especie. Hay un comienzo. Las cosas se han puesto

en marcha. Se han destinado para ese fin 500 mil puds de cereales y ya se distribuyeron ciento

setenta mil. Hasta qué punto bien, acertadamente, no lo puedo decir. El Consejo de Comisarios

del Pueblo fue informado de que no se hacía bien la distribución; resultaba ser un salario

adicional más que un premio. Esto fue señalado por funcionarios de los sindicatos y por el

Comisariato del Pueblo de Trabajo. Hemos designado una comisión para estudiar el asunto, pero

todavía no lo ha hecho. Se entregaron ciento setenta mil puds de trigo, pero hay que hacerlo de

manera que se recompense a quien haya demostrado el heroísmo, la eficiencia, el talento y el

gran celo del administrador, en una palabra todas las cualidades que alaba Trotsky. Pero ahora no

se trata de alabar esto en tesis, sino de proporcionar pan y carne. ¿No sería mejor, por ejemplo,

privar de carne a una categoría de obreros y dársela en forma de premios a los obreros señalados

como obreros ―de choque‖? No renunciamos a ese tipo de prioridad. Es una prioridad que

nosotros necesitamos. Estudiemos más profundamente nuestra experiencia en la aplicación de la

prioridad.

El cuarto punto son los tribunales disciplinarios. Espero que no se ofenda el camarada

Bujarin si digo que sin tribunales disciplinarios, el papel de los sindicatos en la producción, la

―democracia de la producción‖, son pura tontería. Pero lo cierto es que no hay nada de esto en la

tesis de ustedes. ―¡Qué pena!‖ es por lo tanto lo único que se puede decir sobre las tesis de

Trotsky y sobre la actitud de Bujarin, desde el punto de vista de los principios, de la teoría y la

práctica.

Me afirmo en esta conclusión cuando me digo: el de ustedes no es un enfoque marxista de la

cuestión, y esto al margen del hecho de que hay una serie de errores teóricos en las tesis. No es

un enfoque marxista del ―papel y las tareas de los sindicatos‖, porque no se puede abordar un

tema tan vasto sin meditar en los aspectos políticos peculiares de la situación actual. Al fin y al

cabo, el camarada Bujarin y yo dijimos en la resolución del IX Congreso del PCR sobre los

sindicatos, que la política es la expresión más concentrada de la economía.

Page 173: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 170

Si analizamos la presente situación política, podríamos decir que estamos pasando por un

período de transición dentro de un período de transición. Toda la dictadura del proletariado es un

período de transición, pero ahora tenemos, se puede decir, un cúmulo de nuevos períodos de

transición: la desmovilización del ejército, la terminación de la guerra y la posibilidad de una

tregua pacífica mucho más prolongada que antes, de una transición más firme del frente de

guerra al frente de trabajo. Esto –y sólo esto–, ya provoca un cambio en la actitud de la clase

proletaria hacia la clase campesina. ¿Qué clase de cambio? Esto exige un examen más detenido,

pero nada parecido surge de las tesis de ustedes. Hasta que no lo hayamos estudiado más

profundamente, tenemos que aprender a esperar. El pueblo está más que cansado, gran cantidad

de reservas que debían haberse empleado para algunas industrias de prioridad, están ya agotadas;

la actitud del proletariado hacia el campesinado está sufriendo un cambio. El cansancio de la

guerra es tremendo y las necesidades han aumentado, pero no la producción, o por lo menos no

lo suficiente. Por otra parte, como lo señalé en mi informe al VIII Congreso de Soviets, nuestra

aplicación de la coerción fue acertada y fructuosa siempre que supimos basarla desde el

comienzo en la persuasióne. Debo decir que Trotsky y Bujarin no han tenido en cuenta para nada

tan importante consideración.

¿Hemos establecido una base de persuasión suficientemente amplia y sólida para todas estas

tareas nuevas de la producción? No, apenas hemos empezado a hacerlo, por cierto. Aún no

hemos logrado que las masas sean parte interesada. Ahora pregunto, ¿pueden las masas abordar

en seguida estas nuevas tareas? No, no pueden, porque si bien no se necesita una propaganda

especial sobre el problema, por ejemplo, de si hay que derrocar al terrateniente Wrangel o de si

es preciso no escatimar sacrificios para ese fin, no hemos hecho más que empezar a trabajar en

este problema del papel de los sindicatos en la producción, y me refiero al aspecto práctico del

asunto y no al problema ―de principio‖, los razonamientos sobre el ―sindicalismo soviético‖ y

demás tonterías; acabamos de crear el organismo de propaganda de la producción, pero todavía

no tenemos experiencia. Hemos implantado el pago de premios en especie, pero carecemos de

experiencia. Hemos creado los tribunales disciplinarios, pero aún no conocemos los resultados.

Sin embargo, desde el punto de vista político, lo crucial es la preparación de las masas. ¿Se ha

preparado el problema, estudiado, meditado, pesado y considerado desde este ángulo? No, lejos

de ello. Y éste es un error político básico, profundo y peligroso, porque si en algo hay que actuar

según la regla que dice: ―medir siete veces antes de cortar‖, es en este problema. Hallamos, en

cambio, que se ha empezado a cortar en serio sin haber medido una sola vez. Se nos dice que ―el

partido debe elegir entre dos tendencias‖, pero la falsa consigna de ―democracia de la

producción‖ fue inventada sin medir una sola vez.

Debemos procurar comprender el significado de esta consigna, sobre todo en la presente

situación política, cuando las masas se enfrentan en forma visible con prácticas burocráticas y

cuando el problema está en la orden del día. El camarada Trotsky dice en sus tesis que, en cuanto

al problema de la democracia obrera, corresponde al Congreso ―hacerlo constar por

unanimidad‖. Eso no es correcto. No basta con una constancia; una constancia fija lo que ha sido

bien pesado y medido, mientras que el problema de la democracia de la producción está muy

lejos de haber sido bien pesado, probado y comprobado. Piensen solamente cómo pueden

interpretar las masas esta consigna de ―democracia de la producción‖.

―Nosotros, los hombres de la base, que trabajamos con la masa, decimos que se necesita

sangre nueva, que hay que corregir las cosas y echar a los burócratas, y ustedes dan vueltas y

hablan de impulsar la producción y de ampliar la democracia para lograr éxitos en la producción;

Page 174: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 171

nos negamos a impulsar la producción con ese personal burocrático en el consejo central y en

otros consejos que, queremos otro‖. No han dado ustedes a las masas la oportunidad de discutir

las cosas, de comprender y meditar; no han dejado que el partido adquiera nueva experiencia y

están ya actuando con premura, se exceden y adelantan fórmulas que son teóricamente falsas.

¡Piensen solamente cómo agrandarían ese error los funcionarios infundadamente entusiastas! Un

dirigente político es responsable no sólo de cómo dirige, sino también de los actos de quienes él

dirige. Puede desconocer lo que hacen, a menudo puede desear que no hubieran hecho algo, pero

la responsabilidad es suya.

Paso ahora a las reuniones plenarias del Comité Central del 9 de noviembre y del 7 de

diciembre, donde se manifestaron ya todos estos errores en la acción, antes que como categorías

lógicas, premisas y razonamientos teóricos. Esto llevó la confusión al Comité Central; es la

primera vez que ocurrió tal cosa en la historia de nuestro partido durante la revolución, y es

peligroso. Lo esencial fue que se produjo una división, surgió el grupo ―amortiguador‖ de

Bujarin, Preobrazhenski y Serebriákov, el grupo que hizo el mayor daño y causó la mayor

confusión.

Recordarán la historia del Departamento Político General del Comisariato del Pueblo de

Transporte34

y del Comité Central del Sindicato del Transporte. En la resolución del IX

Congreso del PCR, en abril de 1920, se decía que se creaba el Departamento Político General del

Comisariato del Pueblo de Transporte como institución ―temporal‖ y que “en el plazo más corto

posible” debía normalizarse la situación. En septiembre leían ustedes. ―Vuelta a la situación

normal‖f. En noviembre (9 de noviembre) se realizó la reunión plenaria y Trotsky presentó sus

tesis y sus ideas sobre el sindicalismo. Por excelentes que fuesen algunos de sus conceptos

respecto de la propaganda de la producción, había que decirle que todo eso no venía al caso,

estaba fuera de lugar y constituía un paso atrás; es algo de lo que el Comité Central [CC] del

partido no debía ocuparse actualmente. Dice Bujarin: ―Está muy bien‖. Es posible que esté muy

bien, pero eso no es una respuesta. Después de un acalorado debate se aprobó por diez votos

contra cuatro una resolución en la que se dice en forma correcta y cordial que el propio Comité

Central del Sindicato del Transporte ―ya ha comenzado a... reforzar y desarrollar los métodos de

la democracia proletaria dentro del sindicato‖. Se agrega que el Comité Central del Sindicato del

Transporte debe ―tomar parte activa en la labor general del Consejo Central de Sindicatos de

toda Rusia, pasando a integrarlo con los mismos derechos que los demás organismos sindicales‖.

¿Cuál es el quid de esta resolución del CC? Evidentemente es: ―Camaradas del Comité

Central del Sindicato del Transporte. Ustedes deben hacer algo más que aprobar mociones de

cumplir las resoluciones del Congreso y del CC; deben hacerlo realmente, para ayudar con su

trabajo a todos los sindicatos a borrar todo rastro de burocracia, favoritismo, arrogancia, actitud

de superioridad y alarde de ser más ricos y obtener más ayuda‖.

Después de esto pasamos a la labor práctica. Se constituyó una comisión y se dieron los

nombres de sus integrantes. Trotsky se retiró de ella, se negó a colaborar en la comisión y

desbarató su trabajo. ¿Cuáles fueron sus razones? Una sola: Lutovínov es propenso a jugar a la

oposición. Eso es cierto, y vale también para Osinski. Hablando francamente, no es un juego

agradable. ¿Pero es ésa una razón? Osinski estaba realizando un trabajo excelente en la campaña

de semillas. Lo que había que hacer era trabajar con él, a pesar de su ―campaña de oposición‖,

pues desbaratar el trabajo de una comisión es un proceder burocrático, no soviético, no socialista,

es desacertado y políticamente perjudicial. En momentos en que es necesario separar lo sano de

lo malsano en la ―oposición‖, ese proceder es triplemente desacertado y políticamente

Page 175: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 172

perjudicial. Cuando Osinski realiza una ―campaña de oposición‖, le digo: ―es una campaña

perjudicial‖; pero cuando realiza la campaña de semillas, da gusto verlo. No niego que

Lutovínov, como Ischenko y Shliápnikov, comete un error con su ―campaña de oposición‖, pero

ése no es motivo para desbaratar el trabajo de una comisión.

¿Qué significaba en realidad esta comisión? Significaba pasar de los discursos intelectuales

sobre divergencias estériles a una labor práctica. Lo que debía discutir y tratar la comisión era la

propaganda de la producción, los premios, los tribunales disciplinarios. Fue entonces cuando el

camarada Bujarin, jefe del ―grupo amortiguador‖, con Preobrazhenski y Serebriákov, viendo que

el CC estaba peligrosamente dividido, se dedicó a crear un amortiguador tal que no encuentro un

término parlamentario adecuado para calificarlo. Si yo supiese dibujar caricaturas tan bien como

el camarada Bujarin, lo representaría como un hombre que vierte un balde de kerosene sobre las

llamas, con el siguiente epígrafe: ―Kerosene amortiguador‖. Bujarin quiso crear algo, y sin duda

sus intenciones eran en extremo sinceras y estaban íntegramente dentro del espíritu

―amortiguador‖. Pero el amortiguador no resultó; resultó que no tuvo en cuenta el momento

político, y, por añadidura, incurrió en algunos errores teóricos.

¿Era necesario llevar todas esas reyertas a una discusión amplia? ¿Valía la pena ocuparse de

semejante bagatela? ¿Valía la pena desperdiciar las pocas preciosas semanas anteriores al

congreso del partido? Podríamos haber empleado ese tiempo en analizar y estudiar el problema

de los premios, de los tribunales disciplinarios y de la vinculación. Estos son los problemas a los

que habríamos podido dar una solución práctica en la comisión del CC. Si el camarada Bujarin

quería crear un amortiguador y no deseaba encontrarse en la situación de quien ―iba a una

habitación y se encontró en otra‖, tendría que haber pedido que el camarada Trotsky

permaneciese en la comisión e insistido en ello. Si hubiese dicho y hecho eso, habríamos

emprendido el buen camino y la comisión habría examinado los aspectos prácticos de cosas

como la dirección unipersonal [mando único], la democracia, designaciones, etcétera.

Pero sigamos. En diciembre (sesión plenaria del 7 de diciembre) ya estábamos ante el

estallido de los dirigentes del transporte por agua, que agravó el conflicto, y como resultado

había entonces en el Comité Central ocho votos contra los siete nuestros. Bujarin escribió

apresuradamente la parte ―teórica‖ de la resolución de la sesión plenaria de diciembre, en un

esfuerzo por lograr una ―reconciliación‖ mediante la utilización de su ―amortiguador‖, pero claro

está, después del fracaso de la comisión, no podía resultar nada de esto.

¿En qué consistió el error del Departamento Político General del Comisariato del Pueblo de

Transporte y del Comité Central del Sindicato del Transporte? No consistió por cierto en haber

empleado la coerción; hay que reconocerles ese mérito. Su error consistió en que no supieron

pasar a tiempo y sin conflictos, como lo exigía el IX Congreso del PCR, al trabajo sindical

normal; no supieron adaptarse a los sindicatos y ayudarlos, entablando con ellos relaciones en

pie de igualdad. El heroísmo, el celo, etc., son los aspectos positivos de la experiencia militar; la

burocracia, la arrogancia, son los aspectos negativos de la experiencia de las peores ejemplos

militares. Las tesis de Trotsky, cualesquiera que sean sus intenciones, no tienden a hacer resaltar

lo mejor, sino lo peor de la experiencia militar. Hay que recordar que un dirigente político es

responsable no sólo de su propia política, sino también de las acciones de quienes él dirige.

Lo último que quería decirles –algo que ayer me reproché– es que pasé por completo por

alto las tesis del camarada Rudzutak, cuyo lado débil es que no habla en forma resonante; no es

un orador persuasivo ni elocuente. Es fácil que pase desapercibido. Ayer, al no poder asistir a la

reunión, repasé mis papeles y encontré un volante editado con motivo de la V Conferencia de

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Sobre el Trotskismo 173

Sindicatos de toda Rusia, reunida del 2 al 6 de noviembre de 1921. Lleva por título: Las tareas

de los sindicatos en la producción. Permítanme que se los lea, no es largo.

A la V Conferencia de Sindicatos de toda Rusia Las tareas de los sindicatos en la producción

tesis del informe del camarada Rudzutak)

1. Inmediatamente después de la Revolución de Octubre, los sindicatos demostraron ser casi

los únicos organismos que, a la par que ejercían el control obrero, podían y debían emprender la

tarea de organizar y dirigir la producción. En esa primera época del poder soviético, no se había

establecido aún el aparato estatal para la dirección de la economía nacional, en tanto que el

sabotaje de los dueños de las empresas y del personal técnico superior enfrentó directamente a la

clase obrera con la tarea de defender la industria y de reestablecer el funcionamiento normal de

todo el aparato económico del país.

2. En el siguiente período de la labor del Consejo Superior de Economía Nacional, cuando

una parte considerable de esa labor consistía en liquidar las empresas privadas y organizar una

administración de Estado que las dirigiera, los sindicatos realizaron este trabajo a la par y junto

con los organismos estatales de dirección económica.

Esta función paralela se explicaba y justificaba por la debilidad de los organismos estatales;

históricamente estaba justificado por haberse establecido un pleno contacto entre los sindicatos y

los organismos de dirección económica.

3. El centro de gravedad en la dirección de la industria y la elaboración de un programa de

producción se trasladó a estos organismos, como resultado de su administración, de la extensión

gradual de su control sobre la producción y la dirección, y de la coordinación de las distintas

partes. En vista de esto, la labor de los sindicatos en la organización de la producción se redujo a

participar en los organismos colectivos de las direcciones generales, departamentos, centros y

direcciones de fábricas.

4. En este momento de nuevo volvemos a enfrentar directamente el problema de establecer

la más estrecha ligazón posible entre los organismos económicos de la república soviética y los

sindicatos, pues es necesario utilizar del modo más racional a cada trabajador e inducir al

conjunto de los productores a participar conscientemente en la producción, pues el aparato estatal

de dirección económica, al crecer en tamaño y complejidad, se ha convertido en una inmensa

máquina burocrática, desproporcionada con relación a la industria, e impulsa en forma inevitable

a los sindicatos a tomar parte directa en la organización de la producción, no sólo a través de sus

hombres en los organismos económicos, sino también como un todo organizado.

5. En tanto que el punto de partida del Consejo Superior de Economía Nacional para la

elaboración de un programa general de producción es la disponibilidad de los elementos

materiales para la producción (materias primas, combustible, estado de la maquinaria, etc.), los

sindicatos deben enfocar este problema desde el punto de vista de organizar el trabajo para las

tareas de la producción y para su mejor utilización. Por consiguiente, el programa general de

producción, en conjunto, y en partes, debe ser elaborado con la participación de los sindicatos,

a fin de combinar del mejor modo posible la utilización de los recursos materiales de la

producción y de la fuerza de trabajo.

6. Sólo si todos los que están ocupados en la producción participan conscientemente en el

establecimiento de una verdadera disciplina de trabajo, en la lucha contra los que desertan, etc.,

podrán cumplirse estas tareas. De nada servirán los métodos burocráticos y las órdenes; hay que

hacer comprender a todos los que participan en la producción que sus tareas en ella son

necesarias e importantes; que cada uno debe colaborar no sólo cumpliendo sus tareas sino

Page 177: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 174

también participando conscientemente en la corrección de cualquier defecto técnico y de

organización en el ámbito de la producción.

Las tareas de los sindicatos en este aspecto son enormes. Deben enseñar a sus miembros en

cada taller y en cada fábrica a advertir y tener en cuenta todos los defectos en el

aprovechamiento de la mano de obra, derivados de un manejo inadecuado de los medios técnicos

o de una administración insatisfactoria. La suma de la experiencia adquirida en las distintas

empresas y en la producción en su conjunto debe ser utilizada para combatir el papeleo, las

prácticas burocráticas y la negligencia.

7. Con el fin de subrayar en forma especial la importancia de estas tareas de producción,

deben ocupar un lugar determinado en la labor corriente, en forma organizada. A medida que los

departamentos económicos de los sindicatos, que se están creando en cumplimiento de la

resolución del III Congreso de toda Rusia, extiendan sus actividades, deben explicar y definir

gradualmente el carácter de toda la labor sindical. Así, por ejemplo, en las actuales condiciones

sociales, en que toda la producción está encaminada para satisfacer las necesidades de los

trabajadores, el monto de los salarios y los premios deben guardar la más estrecha relación con

el grado de cumplimiento del plan de producción y depender de ello. Los premios en especie y el

pago de una parte del salario en especie deben convertirse gradualmente en un sistema de

abastecimiento de los obreros que dependa del nivel de la productividad del trabajo.

8. El trabajo sindical así planteado, pondrá fin, por una parte, a la existencia de organismos

paralelos (departamentos políticos, etc.), y, por la otra, reestablecerá los estrechos vínculos entre

las masas y los organismos de dirección económica.

9. Después del III Congreso los sindicatos no han logrado aplicar su programa de

participación en la construcción económica, debido, en primer lugar, a la situación de guerra, y

en segundo lugar, a su debilidad orgánica y a su desvinculación de la labor dirigente y práctica

de los organismos económicos.

10. En vista de ello, los sindicatos deben proponerse las siguientes tareas prácticas

inmediatas: a) la participación más activa en la solución de los problemas de producción y

dirección; b) participación directa, juntamente con los correspondientes organismos económicos,

en la constitución de organismos competentes de administración; c) estudio cuidadoso de los

distintos tipos de organismos de dirección y de su influencia en la producción; d) participación

obligatoria en la elaboración y realización de los planes económicos y de los programas de

producción; e) organización del trabajo de acuerdo con las prioridades económicas; f) desarrollo

de una amplia organización para la agitación y propaganda de la producción.

11. Los departamentos económicos de los sindicatos y de sus organizaciones deben

convertirse en realidad en palancas poderosas y ágiles de la participación sistemática de los

sindicatos en la organización de la producción.

12. En cuanto al asunto de proveer a los obreros en forma regular de las provisiones

esenciales, los sindicatos deben trasladar su influencia a los organismos de distribución del

Comisariato del Pueblo de Abastecimientos, tanto locales como centrales, tomando parte activa y

práctica y ejerciendo control en todos los organismos de distribución y prestando especial

atención a la actividad de las comisiones de abastecimiento obrero centrales y provinciales.

13. En vista de que los estrechos intereses departamentales de algunas administraciones

superiores, consejos centrales, etc., han elevado la llamada ―prioridad‖ a un estado de enorme

confusión, es preciso que en todas partes los sindicatos defiendan el verdadero equilibrio de las

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Sobre el Trotskismo 175

prioridades económicas y revisen el sistema existente a fin de determinarlas según la real

importancia de las distintas industrias y la disponibilidad de recursos materiales en el país.

14. Es necesario prestar especial atención al llamado grupo modelo de fábricas, para

ayudarlas a dar el ejemplo mediante la organización de una dirección eficiente, la disciplina de

trabajo y las actividades sindicales.

15. En cuanto a la organización del trabajo, además del establecimiento de un sistema

armónico de escalas de salarios y de revisar las normas de producción, es preciso que los

sindicatos combatan con mano firme las distintas formas de deserción del trabajo (ausentismo,

falta de puntualidad, etc.). Los tribunales disciplinarios, que hasta ahora no han recibido la

atención debida, deben ser transformados en un medio eficaz de combatir las infracciones de la

disciplina de trabajo proletaria.

16. Debe confiarse a los departamentos económicos el cumplimiento de estas tareas

enumeradas, así como la confección de un plan práctico de propaganda de la producción y una

serie de medidas para mejorar la situación económica de los obreros. Por consiguiente es

necesario autorizar al departamento económico del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia

a convocar en breve una conferencia de departamentos económicos de toda Rusia, para discutir

los problemas prácticos de la construcción económica en conexión con la labor de los

organismos económicos del Estado.

Espero que ahora comprenderán por qué me he reprochado. Ahí tienen ustedes una

plataforma, y muy superior a la que escribió el camarada Trotsky después de mucho pensar y a la

que escribió el camarada Bujarin (resolución de la sesión plenaria del 7 de diciembre) sin haber

pensado nada. Todos nosotros, miembros del Comité Central que hemos estado alejados durante

muchos años del movimiento sindical, sacaremos provecho de la experiencia del camarada

Rudzutak, y esto también vale para el camarada Trotsky y el camarada Bujarin. Los sindicatos

han adoptado esta plataforma.

Todos nosotros olvidamos por completo los tribunales disciplinarios, pero la ―democracia de

la producción‖, sin premios en especie y sin tribunales disciplinarios, no son más que palabras.

Comparo las tesis de Rudzutak con las que Trotsky presentó en el Comité Central. Al final

de la quinta tesis leo:

―…es necesario proceder ahora mismo a la reorganización de los sindicatos, es decir, es

necesario ante todo realizar una selección de funcionarios desde este ángulo…‖.

¡He aquí un ejemplo de verdadero enfoque burocrático! ¡Trotsky y Krestinski seleccionando

a los ―funcionarios‖ sindicales!

Permítanme repetirlo: ahí tienen ustedes una explicación del error del Comité Central del

Sindicato del Transporte. No fue un error utilizar la coerción; eso es mérito suyo. Su error fue no

haber sabido hacer frente a las tareas generales de todos los sindicatos, no haber sabido actuar y

ayudar a todos los sindicatos a utilizar de modo más acertado, rápido y eficaz los tribunales

disciplinarios de camaradas. Cuando leí lo que dice en sus tesis el camarada Rudzutak sobre los

tribunales disciplinarios, pensé que debía existir un decreto sobre este asunto. Y en realidad

existe. Se trata de la Reglamentación de los tribunales disciplinarios obreros de camaradas,

dictada el 14 de noviembre de 1919 (Código, núm. 537).

El papel de los sindicatos en estos tribunales es muy importante. No sé hasta dónde son

buenos estos tribunales; si funcionan bien y si siempre funcionan. Un estudio de nuestra propia

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Sobre el Trotskismo 176

experiencia práctica sería muchísimo más útil que todo lo que han escrito los camaradas Trotsky

y Bujarin.

Terminaré resumiendo todo lo que se refiere al problema. Debo decir que fue un gran error

llevar estas divergencias a una amplia discusión en el partido y al Congreso del Partido. Fue un

error político. Debimos hacer una discusión práctica en la comisión, y sólo allí, y habríamos

dado pasos adelante, pero ahora estamos retrocediendo, y durante varias semanas seguiremos

retrocediendo hacia tesis teóricas abstractas, en lugar de enfocar el problema en forma práctica.

Por lo que a mí se refiere, esto me tiene completamente harto y de buena gana me apartaría de

esto, independientemente de mi enfermedad. Estoy dispuesto a buscar refugio en cualquier parte.

En resumen: en las tesis de Trotsky y Bujarin hay una cantidad de errores teóricos:

contienen una serie de cosas que son errores de principio. Políticamente, todo el enfoque del

asunto carece en absoluto de tacto. Las ―tesis‖ del camarada Trotsky políticamente son

perjudiciales. La sustancia de su política es hostigamiento burocrático a los sindicatos. Y estoy

seguro de que el Congreso de nuestro partido la condenará y rechazará. (Clamorosos y

prolongados aplausos.)

Reimpreso del tomo 34 de las Obras completas de V. I. Lenin Madrid: Akal, 1978), pp. 287-

310. Publicado en 1921, en Petrogrado, como folleto. Se publica de acuerdo con el texto del

folleto, cotejado con la versión taquigráfica corregida por Lenin.

Anexo III. Una vez más acerca de los sindicatos, la situación

actual y los errores de Trotsky y Bujarina

La discusión dentro del partido y la lucha fraccionista, que es del tipo de las que tienen lugar

antes de un Congreso –antes y en relación con las próximas elecciones al X Congreso del PCR–

están que arden. La primera declaración fraccionista, a saber, la que hizo el camarada Trotsky en

nombre de ―una serie de trabajadores responsables‖, en su ―folleto plataforma‖ (El papel y las

tareas de los sindicatos, con un prólogo fechado el 25 de diciembre de 1920), fue seguida por

una declaración tajante (el lector podrá ver por lo que sigue que era merecidamente tajante) de la

organización de Petrogrado del PCR (Llamamiento al Partido, publicado el 6 de enero de 1921

en Petrográdskaia Pravdab y el 13 de enero, en el Órgano Central del Partido, Pravda de

Moscú). Luego, el Comité de Moscú se pronunció contra la organización de Petrogrado (en el

mismo número de Pravda). Aparecieron luego, publicadas por el buró del grupo del PCR en el

Consejo Central de sindicatos de toda Rusia el informe taquigráfico de la discusión realizada el

30 de diciembre de 1920 en una reunión del partido muy amplía e importante, a saber, la del

grupo del PCR en el VIII Congreso de Soviets. Lleva por título El papel de los sindicatos en la

producción (con un prólogo fechado el 6 de enero de 1921). Esto, por supuesto, no es de ningún

modo todo el material de la discusión. Casi en todas partes se celebran reuniones de partido para

discutir estas cuestiones. El 30 de diciembre de 1920c intervine en una reunión en condiciones en

que, como lo manifesté entonces, me ―apartaba del reglamento‖, en condiciones en que no podía

participar del debate ni escuchar a los oradores anteriores y subsiguientes. Trataré ahora de

compensar esto y de expresarme en forma más ―ordenada‖.

Page 180: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 177

El peligro de las declaraciones fraccionistas para el partido

¿Constituye el folleto del camarada Trotsky El papel y las tareas de los sindicatos una

declaración fraccionista? ¿Al margen de su contenido, implica un peligro para el partido una

declaración de este tipo? Intentar ocultar este problema es hábito predilecto de los miembros del

Comité de Moscú (exceptuando al camarada Trotsky, por supuesto), que ven el fraccionismo de

los camaradas de Petrogrado, y del camarada Bujarin, quien, sin embargo, el 30 de diciembre de

1920 se vio obligado a hacer la siguiente declaración en nombre del ―grupo amortiguador‖:

―...cuando un tren parece encaminarse a un choque, no es malo tener un amortiguador‖ (p.

45 de las actas de la discusión del 30 de diciembre de 1920).

De modo que hay cierto peligro de choque. ¿Puede concebirse que miembros sensatos del

partido permanezcan indiferentes ante el problema de cómo, dónde y cuándo surgió ese peligro?

El folleto de Trotsky se inicia con la afirmación de que ―es fruto de un trabajo colectivo‖;

que en su compilación participó ―una serie de trabajadores responsables, principalmente de los

sindicatos (miembros del Presidium del CCS de toda Rusia, del CC del sindicato metalúrgico,

del Comité Central del Transporte y otros)‖, y que es un ―folleto plataforma‖. Y al final de la

tesis núm. 4 leemos que ―el próximo Congreso del Partido deberá elegir [el subrayado es de

Trotsky] entre las dos tendencias existentes en el movimiento sindical‖.

Si esto no es la formación de una fracción por parte de un miembro del CC, si esto no

significa ―encaminarse a un choque‖, que el camarada Bujarin o cualquiera de los que con él

coinciden expliquen al partido qué otro sentido pueden tener las palabras ―fraccionismo‖ y el

partido ―parece encaminarse a un choque‖. ¿¿Se puede imaginar una ceguera más monstruosa

que la de la gente ciega que quiere hacer de ―amortiguador‖ y cierra los ojos ante semejante

―peligro de choque‖??

Sólo piensen: después que el CC dedicó dos reuniones plenarias del CC (del 9 de noviembre

y del 7 de diciembre), a una discusión inusitadamente larga, detallada y apasionada del primer

proyecto de tesis del camarada Trotsky y de toda la política sindical que él propicia para el

partido, un miembro del CC, uno de los 19, forma un grupo fuera del CC y presenta su ―trabajo‖

―colectivo‖ como una ―plataforma‖, e invita al Congreso del partido a ¡¡―elegir entre dos

tendencias‖!! Eso, por otra parte, completamente al margen del hecho de que el camarada

Trotsky anunció el 25 de diciembre de 1920 que había dos tendencias y sólo dos, a pesar de que

el 9 de noviembre Bujarin actuó ya como ―amortiguador‖, revela claramente el verdadero papel

del grupo de Bujarin de cómplice del tipo peor y más perjudicial de fraccionismo. Pero yo

pregunto a cualquier miembro del partido: ¿no encuentran muy repentino ese ataque y esa

insistencia en ―elegir‖ entre dos tendencias dentro del movimiento sindical? ¿Qué otra cosa nos

queda sino permanecer mudos de asombro ante el hecho de que después de tres años de dictadura

proletaria pueda encontrarse aunque sólo sea un miembro del partido que ―arremeta‖ de ese

modo con el problema de las dos tendencias?

Tampoco es esto todo. Observen los ataques fraccionistas que abundan en este folleto. En la

primera tesis encontramos ya un ―gesto‖ de amenaza a ―ciertos trabajadores del movimiento

sindical‖ que han ―retrocedido a posiciones sindicalistas que, en principio, hace mucho fueron

liquidadas por el partido‖ (evidentemente, el partido está representado por uno solo de los 19

miembros del CC). La tesis 8 condena con grandilocuencia ―la tendencia conservadora gremial

que prevalece entre la capa dirigente de los funcionarios sindicales‖ ( ¡observen esa forma

realmente burocrática de centrar la atención en la ―capa dirigente‖). La tesis 11 se inicia con la

Page 181: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 178

extraordinariamente hábil, concluyente, práctica... ¿cuál es la palabra más medida? ... ―alusión‖ a

que ―la mayoría de los dirigentes sindicales‖... sólo ―reconocen formalmente, es decir, de

palabra”, las resoluciones del IX Congreso del PCR.

¡Se ve que tenemos jueces muy autorizados que afirman que la mayoría (!!) de los dirigentes

sindicales sólo reconoce de palabra las resoluciones del partido!

La tesis 12 dice:

―…muchos dirigentes sindicales asumen una actitud cada vez más agresiva e intransigente

hacia la perspectiva de la vinculación... Entre ellos están los camaradas Tomski y Lozovski. Más

aún, al rehuir las nuevas tareas y métodos, muchos dirigentes sindicales se inclinan a cultivar en

su medio el espíritu del exclusivismo corporativo y la hostilidad hacia los nuevos trabajadores

que se incorporan a una determinada rama de la economía, fomentando en realidad con ello las

supervivencias del espíritu corporativo entre los obreros organizados‖.

Examine el lector estos argumentos con atención y medite en ellos. La abundancia de

―perlas‖ es asombrosa. Primero, ¡hay que valorar la declaración desde el punto de vista del

fraccionismo! Imagínense lo que habría dicho Trotsky y cómo lo habría dicho si Tomski hubiera

publicado una plataforma acusando a Trotsky y a ―muchos‖ trabajadores militares de cultivar el

espíritu burocrático, de fomentar las supervivencias del salvajismo, etc. ¿Cuál es el ―papel‖ de

Bujarin, Preobrazhenski, Serebriákov y demás, que no ven –categóricamente no advierten, no

advierten en absoluto– la agresividad y el fraccionismo de todo esto y se niegan a ver cuánto más

fraccionista es que la declaración de los camaradas de Petrogrado?

Segundo. Observen mejor el enfoque del asunto: muchos dirigentes sindicales ―se inclinan a

cultivar en su medio el espíritu‖... Es un enfoque totalmente burocrático. Todo consiste, pues, no

en el nivel de desarrollo y las condiciones de vida de las masas, de millones de hombres, sino en

el ―espíritu‖ que Tomski y Lozovski se inclinan a cultivar ―en su medio‖.

Tercero. Sin darse cuenta, el camarada Trotsky reveló la esencia de toda la controversia, que

con tanto celo eludieron y disimularon él y el ―amortiguador‖ Bujarin y compañía.

¿Cuál es la esencia de la cuestión? ¿El hecho de que muchos dirigentes sindicales no aceptan

las nuevas tareas y métodos y se inclinan a cultivar en su medio un espíritu de hostilidad hacia

los nuevos trabajadores?

¿O que las masas sindicalmente organizadas de trabajadores protestan con razón y

demuestran estar dispuestas inevitablemente a echar a los nuevos trabajadores que se niegan a

corregir los inútiles y perjudiciales excesos de la burocracia?

¿O que alguien se niega a comprender las ―nuevas tareas y métodos‖?

¿O que alguien está haciendo un torpe intento de ocultar la defensa de ciertos excesos

inútiles y perjudiciales de la burocracia con una sarta de palabras sobre las nuevas tareas y

métodos?

Esta es la esencia de la polémica que el lector debe tener en cuenta.

La democracia formal y el interés revolucionario

―La democracia obrera es ajena a los fetiches‖, escribe el camarada Trotsky en sus tesis, que son

el ―fruto de un trabajo colectivo‖. ―Lo único que le importa es el interés revolucionario‖ (tesis

23).

Page 182: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 179

Con estas tesis el camarada Trotsky se ha metido en una desagradable historia. Lo que en

ellas hay de correcto, no es nuevo, y además, se vuelve contra él. Lo que hay de nuevo es

completamente erróneo.

He copiado las proposiciones correctas del camarada Trotsky. Se vuelven contra él, no sólo

respecto del punto de la tesis 23 (la Dirección Política del Comisariato de Transportes), sino

también respecto de los otros.

Según las normas de la democracia formal, Trotsky tenía derecho a presentar una

plataforma fraccionista incluso contra todo el CC. Eso es indiscutible. También es indiscutible

que el CC, con su resolución sobre libertad de discusión aprobada el 24 de diciembre de 1920,

sancionó ese derecho formal. Bujarin, el amortiguador, reconoce a Trotsky ese derecho formal,

pero se lo niega a la organización de Petrogrado, probablemente porque el 30 de diciembre de

1920, él mismo llegó al extremo de hablar de la ―sagrada consigna de la democracia obrera‖ (p.

45 de las actas taquigráficas)…

Bien, ¿y qué hay del interés revolucionario?

¿¿Podrá cualquier persona seria que no se haya dejado cegar por la egolatría fraccionista del

―Comité Central del Transporte‖ o de la fracción ―amortiguadora‖, podrá alguien que esté en su

sano juicio decir que semejante declaración sobre los sindicatos emitida por un tan destacado

dirigente como Trotsky promueve el interés revolucionario??

¿Se puede negar que, incluso si las ―nuevas tareas y métodos‖ de Trotsky fueran tan justos

como falsos son en realidad (de lo que hablaremos más adelante), su mismo enfoque sería

perjudicial para él mismo, para el partido, el movimiento sindical, la educación de millones de

miembros de los sindicatos y la república?

Parecería como si el bueno de Bujarin y su grupo se llamaran a sí mismos ―amortiguador‖

porque han resuelto decididamente no pensar en las obligaciones que implica ese nombre.

El peligro político de las divisiones en el movimiento sindical

Todos saben que a veces surgen grandes discrepancias de diferencias minúsculas, que

pueden parecer al principio completamente insignificantes. Una herida leve o un rasguño, como

los que todos han tenido durante su vida, puede llegar a ser muy peligroso e incluso fatal si se

infecta y si se produce una septicemia. Esto puede ocurrir en cualquier tipo de conflicto, incluso

de orden personal. Esto ocurre también en política.

Cualquier diferencia, incluso la más insignificante, puede llegar a ser políticamente

peligrosa si existe la posibilidad de que se transforme en una división, y me refiero al tipo de

división que llega a sacudir y destruir todo el edificio político, o que conduce, empleando la

metáfora del camarada Bujarin, a un choque.

Está claro que en un país que está bajo la dictadura del proletariado, una división en las filas

del proletariado o entre el partido proletario y la masa del proletariado no es sólo peligrosa, es

extremadamente peligrosa, en especial cuando el proletariado constituye una pequeña minoría de

la población. Y las divisiones en el movimiento sindical (que como traté de subrayar con fuerza

en mi discurso del 30 de diciembre de 1920, es un movimiento del proletariado casi totalmente

organizadod) significa precisamente una división en la masa del proletariado.

Por ello, cuando se ―destapó todo‖ en la V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos el 2-6 de

noviembre de 1920 (y allí comenzó exactamente), y cuando inmediatamente después de la

Conferencia... no, me equivoco, durante esa Conferencia, ante el Buró Político se presentó muy

enojado el camarada Tomski y, con el total respaldo del camarada Rudzutak, el hombre más

moderado, comenzó a explicar que el camarada Trotsky había hablado en la Conferencia de

Page 183: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 180

―sacudir‖ a los sindicatos, y que él, Tomski, se había opuesto; allí y en ese momento llegué a la

conclusión de que en el fondo de la controversia estaba la política (es decir, la política sindical

del partido) y que el camarada Trotsky con su política de ―sacudida‖ contra el camarada Tomski,

estaba totalmente equivocado. Pues, incluso si la política de la “sacudida” estuviera

parcialmente justificada por las ―nuevas tareas y métodos‖ (tesis 12 de Trotsky), en el momento

y en la situación presentes no puede tolerarse, porque implica la amenaza de una división.

Al camarada Trotsky le parece ahora que atribuirle la política de la ―sacudida desde arriba‖

es ―una parodia absoluta‖ (L. Trotsky, Respuesta a los camaradas de Petrogrado, en Pravda,

núm. 9, del 15 de enero de 1921). Pero ―sacudida‖ se ha convertido en una verdadera ―muletilla‖

no sólo porque después de ser lanzada por Trotsky en la V Conferencia de toda Rusia de

Sindicatos ―prendió‖, podría decirse, en todo el partido y los sindicatos. Lamentablemente sigue

siendo verdad incluso hoy, en el sentido más profundo, que resume solo todo el espíritu, toda la

tendencia del folleto plataforma El papel y las tareas de los sindicatos. El folleto plataforma del

camarada Trotsky está impregnado del espíritu de la política de la ―sacudida desde arriba‖. Basta

recordar la acusación hecha contra el camarada Tomski o ―muchos otros dirigentes sindicales‖

de que ¡―se inclinan a cultivar en su medio un espíritu de hostilidad hacia los nuevos

trabajadores‖!

Pero mientras que la V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos (2-6 de noviembre de 1920)

sólo reveló los gérmenes de una atmósfera preñada de divisiones, la división dentro del Comité

Central del Transporte se convirtió en un hecho a principios de diciembre de 1920.

Este acontecimiento es fundamental y esencial para comprender la esencia política de

nuestras controversias, y los camaradas Trotsky y Bujarin se equivocan si piensan que será de

alguna ayuda silenciarlo. Silenciar en este caso, no produce un efecto ―amortiguador‖, sino que

enciende pasiones; pues el problema no sólo fue puesto en primer plano por los acontecimientos,

sino subrayado por el camarada Trotsky en su folleto plataforma. Es ese folleto precisamente, el

que plantea en forma reiterada en los pasajes que he citado y sobre todo en la tesis 12, el

problema de si el fondo del asunto no es que ―muchos dirigentes sindicales se inclinan a cultivar

en su medio un espíritu de hostilidad hacia los nuevos trabajadores‖, o que la ―hostilidad‖ de las

masas es legítima, en vista de ciertos excesos burocráticos inútiles y perjudiciales, por ejemplo,

en el Comité Central del Transporte.

El problema fue clara y correctamente planteado por el camarada Zinóviev, en su primer

discurso del 30 de diciembre de 1920, cuando dijo que habían sido ―los desenfrenados

partidarios de Trotsky‖ los que habían provocado una división. ¿Será quizá por eso que el

camarada Bujarin se refirió en forma ofensiva al discurso del camarada Zinóviev diciendo que

era ―puro jarabe de pico‖? Pero cualquier miembro del partido que lea las actas taquigráficas de

la discusión del 30 de diciembre de 1920 comprobará la injusticia de este reproche. Verá que es

el camarada Zinóviev quien cita los hechos y se apoya en ellos, y que son Trotsky y Bujarin

quienes se dejan llevar por una ―verbosidad‖ intelectual carente de realidad.

Cuando el camarada Zinóviev dijo: ―El Comité Central del Transporte tiene pies de barro y

ya se ha dividido en tres partes‖, el camarada Sosnovski lo interrumpió y dijo:

―Eso fue alentado por ustedes‖ (Actas taquigráficas, p. 15).

Esta es una acusación grave. Si llegara a comprobarse, no habría por cierto lugar para los

culpables de alentar una división, aunque más no fuera en un solo sindicato, ni en el CC, ni en el

PCR, ni en los sindicatos de nuestra república. Por fortuna la grave acusación fue lanzada

irreflexivamente por un camarada que, lamento decirlo, más de una vez se ―dejó llevar‖ por

Page 184: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 181

polémicas irreflexivas con anterioridad. El camarada Sosnovski incluso se ha ingeniado para

meter ―una mosca en la miel‖ de sus artículos, por otra parte excelentes, por ejemplo, acerca de

la propaganda de la producción, y ello va en detrimento de todos sus valores. Algunas personas

(como el camarada Bujarin) están tan bien moldeadas que son incapaces de inyectar veneno en

sus ataques, incluso cuando la lucha se torna encarnizada; otras, no tan bien moldeadas, son

propensas a hacerlo, y lo hacen demasiado a menudo. Haría bien el camarada Sosnovski en tener

más cuidado e incluso pedir ayuda a sus amigos.

Pero, dirán algunos, la acusación existe, aunque haya sido hecha en forma irreflexiva,

desafortunada y evidentemente ―fraccionista‖. Cuando se trata de un asunto grave, es preferible

una verdad mal formulada que un ocultamiento.

Que el asunto es grave, es algo que está fuera de duda, pues, permítanme repetirlo, en esto

reside el nudo del asunto, en mayor medida de lo que por lo general se sospecha. Disponemos

por fortuna de datos suficientemente objetivos y concluyentes como para dar una respuesta de

fondo a lo que plantea el camarada Sosnovski.

En primer lugar, en la misma página de las actas taquigráficas está la declaración del

camarada Zinóviev, quien no sólo replicó al camarada Sosnovski ―¡no es cierto!‖, sino que se

refirió con precisión a hechos concluyentes. El camarada Zinóviev demostró que la acusación del

camarada Trotsky (hecha evidentemente, permítanme agregar, en un arranque de entusiasmo

fraccionista) era muy diferente de la del camarada Sosnovski; la acusación del camarada Trotsky

consistía en que la intervención del camarada Zinóviev en la conferencia de toda Rusia del PCR

de septiembre había ayudado a provocar o había provocado la división. (Esta acusación, dicho

sea entre paréntesis, es completamente insostenible, aunque más no sea porque el Comité Central

y el partido aprobaron en esencia la intervención de Zinóviev de septiembre, y hasta ahora nadie

la ha cuestionado formalmente.) ,

El camarada Zinóviev respondió que en la reunión del CC, el camarada Rudzutak había

utilizado las actas para demostrar que “muchos antes de cualquiera de mis discursos [de

Zinóviev] y de la Conferencia de toda Rusia, el problema [relativo a ciertos excesos burocráticos

en el Comité Central del Transporte, injustificables y perjudiciales] había sido analizado en

Siberia, en el Volga, en el norte y en el sur‖.

Es una exposición de hechos absolutamente precisa y clara. La hizo Zinóviev en su primer

discurso ante miles de los miembros más responsables del PCR, y los hechos por él presentados

no fueron refutados ni por el camarada Trotsky, que con posterioridad habló dos veces, ni por el

camarada Bujarin que también habló con posterioridad.

En segundo lugar, la resolución de la reunión plenaria del CC del PCR del 7 de diciembre de

1920, a propósito de la controversia entre los comunistas del Transporte por agua y el grupo

comunista en la conferencia del Comité Central del Transporte, que figura en las mismas actas

taquigráficas, fue una refutación de las acusaciones del camarada Sosnovski, aún más precisa y

autorizada. La parte de la resolución que se refiere al Comité Central del Transporte dice:

―En relación con la controversia entre el Comité Central del Transporte y los trabajadores

del transporte por agua, el CC resuelve: 1) Crear dentro del CCT unificado, una Sección de

transporte por agua; 2) Convocar, en febrero, un congreso de trabajadores ferroviarios y del

trasporte por agua, para realizar elecciones regulares a un nuevo CCT; 3) Autorizar al antiguo

CCT para continuar en sus funciones hasta entonces; 4) Suprimir inmediatamente la Sección

Política Central de Transporte por agua y la Sección Política Central de Transportes y transferir

todos sus fondos y recursos al sindicato sobre la base de una democracia normal‖.

Page 185: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 182

Esto demuestra que, lejos de censurarlos, se considera que los trabajadores del transporte por

agua tienen razón en todo lo esencial. Sin embargo, ninguno de los miembros del CC que

suscribieron la plataforma común del 14 de enero de 1921 (excepto Kámenev) votó en favor de

la resolución. (Me refiero a la plataforma sobre El papel y las tareas de los sindicatos. Proyecto

de resolución del X Congreso del PCR presentada al CC por un grupo de miembros del CC y de

la comisión sindical. Entre quienes la suscribieron estaba Lozovski, miembro de la comisión

sindical, pero no del CC. Los otros eran: Tomski, Kalinin, Rudzutak, Zinóviev, Stalin, Lenin,

Kámenev, Petrovski y Artiom Serguéiev).

Esta resolución fue aprobada en contra de los miembros del CC antes enumerados, es decir,

en contra de nuestro grupo, porque nosotros nos oponíamos a que se permitiera continuar

temporalmente al antiguo Comité Central del Transporte. Debido a que nuestro triunfo era

seguro, Trotsky se vio obligado a votar por la resolución de Bujarin, pues de otro modo nuestra

resolución habría sido aprobada. El camarada Ríkov, que en noviembre estaba con Trotsky,

participó en el análisis de la controversia entre el Comité Central del Transporte y los

trabajadores del transporte por agua hecho por la comisión sindical y en diciembre, comprobó

que la razón la tenían los últimos.

Resumiendo: el 7 de diciembre la mayoría en el CC estaba compuesta por Trotsky, Bujarin,

Preobrazhenski, Serebriákov y otros miembros del CC que están fuera de toda sospecha de

parcialidad contra el Comité Central del Transporte. Sin embargo, la esencia de su resolución no

censura a los trabajadores del transporte por agua, sino al CCT, con la única salvedad de que se

opusieron a su disolución inmediata. Esto demuestra que la acusación de Sosnovski era

completamente inconsistente.

Para no dar lugar a confusión, debemos ocuparnos de otro punto. ¿En qué consistían esos

―ciertos excesos burocráticos injustificables y perjudiciales‖ a que me he referido repetidas

veces? ¿No será esta acusación infundada o exagerada?

Una vez más fue el camarada Zinóviev quien, en su primera intervención del 30 de

diciembre de 1920, dio la respuesta, que no podía ser más precisa. Leyó una frase de la circular

del camarada Zof del transporte por agua (del 3 de mayo de 1920)45

: ―desaparece la rutina de

comité‖. Con mucha razón el camarada Zinóviev dijo que eso era un error fundamental.

Constituye un ejemplo de los excesos burocráticos injustificables y perjudiciales y del ―sistema

de designaciones‖. Pero señaló en seguida que algunas de las personas designadas ―estaban lejos

de ser tan expertas y probadas‖ como el camarada Zof. He oído hablar del camarada Zof en el

CC como de un trabajador muy valioso, y mis observaciones en el Consejo de Defensa lo

confirman plenamente. A nadie se le ha pasado por la cabeza convertir a esos camaradas en

chivos emisarios o minar su autoridad (como sugiere el camarada Trotsky, sin razón alguna, en

la pág. 25 de su informe). No minan la autoridad de los ―designados‖ quienes tratan de corregir

sus errores, sino quienes tratan de defenderlos incluso cuando se equivocan.

Vemos por consiguiente que el peligro de división dentro del movimiento sindical no era

imaginario sino real. Y nos encontramos con que las diferencias existentes, en realidad se

reducían a reclamar que ciertos excesos burocráticos injustificables y perjudiciales y el sistema

de designaciones no fuesen defendidos o justificados, sino corregidos. Eso es todo.

Divergencias de principio

Puesto que existen divergencias de principio profundas y fundamentales –bien podrían

preguntarnos–, ¿no se justifican las declaraciones más violentas y más fraccionistas? ¿No se

Page 186: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 183

puede justificar hasta una división, siempre que sea necesario imponer una idea completamente

nueva?

Creo que sí, siempre, por supuesto, que las divergencias sean en realidad muy profundas y

no haya otro modo de corregir una corriente equivocada en la política del partido o de la clase

obrera.

Pero sucede que no existen tales divergencias. El camarada Trotsky ha tratado de señalarlas

y no ha podido. Antes de la publicación de su folleto (25 de diciembre) era posible –y necesario–

ensayar un acercamiento conciliador (―un tal acercamiento queda descartado incluso en el caso

de que existan divergencias y tareas nuevas dudosas‖); pero después de su publicación, tuvimos

que decir: el camarada Trotsky está profundamente equivocado en lo que se refiere a todos sus

nuevos puntos.

Eso se hace evidente sobre todo si se comparan sus tesis con las de Rudzutak, que fueron

aprobadas por la V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos (2-6 de noviembre). Cité estas

últimas en mi discurso del 30 de diciembre y en Pravda del 21 de eneroe. Son más completas y

correctas que las de Trotsky, y allí donde éste último difiere de Rudzutak, se equivoca.

Tomemos la célebre ―democracia de la producción‖, que el camarada Bujarin se apresuró a

incluir en la resolución del CC del 7 de diciembre. Sería por cierto ridículo sutilizar sobre este

término, torpe y artificiosamente intelectual (―adornos‖), si hubiese sido empleado en un

discurso o un artículo. ¡Pero, después de todo, los propios Trotsky y Bujarin se colocaron en una

posición ridícula al insistir en sus tesis precisamente en este término, que es el rasgo que

diferencia sus ―plataformas‖ de las tesis de Rudzutak aprobadas por los sindicatos!

El término es teóricamente erróneo. En última instancia, todo tipo de democracia, como

superestructura política en general (que tiene que existir mientras no se hayan abolido las clases

y no se haya instaurado una sociedad sin clases), está al servicio de la producción y en esencia

está determinada por las relaciones de producción en una sociedad dada. No tiene sentido, por lo

tanto, destacar la ―democracia de la producción‖, pues eso lleva a confusiones y no dice nada.

Eso, primero.

Segundo, si ustedes observan la explicación que da el propio Bujarin en la resolución de la

sesión plenaria del CC del 7 de diciembre, que él redactó, verán que dice: ―Por lo tanto, los

métodos de la democracia obrera deben ser los de la democracia, de la producción, que

significa...‖ ¡Observen ese ―que significa‖! Lo cierto es que Bujarin inicia su llamamiento a las

masas con un término tan exótico que debe explicarlo. Esto, a mi entender, es no democrático

desde el punto de vista democrático. Hay que escribir para las masas sin emplear términos que

necesiten una explicación. Esto es malo desde el punto de vista ―de la producción‖, porque se

pierde tiempo explicando términos innecesarios ―que significa –dice–, que todas las elecciones,

la presentación de candidatos, etc., deben realizarse teniendo en cuenta no sólo su firmeza

política sino también su capacidad práctica, su experiencia administrativa, sus condiciones de

dirigente, y su probada preocupación por los intereses materiales y espirituales de los

trabajadores‖.

El argumento es evidentemente artificial e incorrecto. Por lo pronto, la democracia es algo

más que ―elecciones, presentación y apoyo de candidatos, etc.‖ Por otra parte, no todas las

elecciones deben realizarse teniendo en cuenta la firmeza política y capacidad práctica. A

despecho de Trotsky, en una organización de varios millones de personas debe haber un cierto

porcentaje de solicitantes y burócratas (no podremos prescindir de buenos burócratas por muchos

años). Pero no hablamos de democracia de ―solicitantes‖ o de ―burócratas‖.

Page 187: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 184

Tercero, es erróneo tener en cuenta sólo a los elegidos, a los organizadores, los

administradores, etc. Después de todo, constituyen una minoría de hombres destacados. Es a la

masa, al hombre común, a quien hay que tener en cuenta. Rudzutak lo dice en términos más

simples, más comprensibles, y teóricamente más correctos (tesis 6):

―...hay que hacer comprender a todos los que participan en la producción, que sus tareas en

ella son necesarias e importantes; que cada uno debe colaborar no sólo cumpliendo sus tareas,

sino también participando conscientemente en la corrección de cualquier defecto técnico y de

organización en el ámbito de la producción‖.

Cuarto, la ―democracia de la producción‖ es un término que se presta a falsas

interpretaciones. Se puede entender como negación de la dictadura y de la autoridad personal. Se

puede entender como suspensión de la democracia corriente o como un pretexto para burlarla.

Ambas interpretaciones son perjudiciales y para evitarlas habría que recurrir a largos

comentarios especiales.

La sencilla exposición de Rudzutak de esas mismas ideas es más acertada y más fácil. Esto

lo confirma indirectamente el paralelo que hace Trotsky de ―democracia militar‖ con su propia

expresión, en un artículo ―La democracia de la producción‖ publicado en Pravda del 11 de

enero, y que no refuta la inexactitud e inconveniencia de su expresión (pues elude toda la

cuestión y no compara sus tesis con las de Rudzutak). Felizmente, que yo recuerde, jamás hemos

tenido discusiones fraccionistas sobre esa clase de expresión.

La ―atmósfera de la producción‖ de Trotsky es aún más desafortunada, y tenía buenas

razones Zinóviev para reírse de ella. Esto enojó mucho a Trotsky que salió con este argumento:

―Tuvimos en un tiempo una atmósfera de guerra [...] Ahora necesitamos una atmósfera de

producción, y no sólo en la superficie, sino en lo profundo de la masa obrera. Debe traducirse en

un interés en la producción tan intenso y real, como el que existió antes en los frentes…‖. Bien,

de eso se trata: hay que llevar el mensaje ―a lo profundo de la masa obrera‖ con el lenguaje de las

tesis de Rudzutak, porque ―atmósfera de la producción‖ sólo merecerá una sonrisa o un

encogerse de hombros. La ―atmósfera de la producción‖ del camarada Trotsky tiene, en esencia,

el mismo significado que propaganda de la producción, pero hay que evitar semejantes

expresiones cuando la propaganda de la producción está dirigida a los obreros en general. Esta

expresión constituye un ejemplo de cómo no hay que realizarla entre las masas.

Política y economía. Dialéctica y eclecticismo

Es extraño tener que volver sobre problemas tan elementales, pero por desgracia, Trotsky y

Bujarin nos obligan a hacerlo. Ambos me reprocharon que ―sustituía‖ el problema o que mi

enfoque era ―político‖, mientras que el de ellos era ―económico‖. Bujarin lo dice incluso en sus

tesis y trató de ―colocarse por encima‖ de ambos bandos, como para decir que combinaba los

dos.

Es un error teórico imperdonable. Volví a repetir mi discurso que la política es expresión

concentrada de la economía, porque ya antes había oído reprochar mi enfoque ―político‖ de

manera absurda y totalmente inadmisible para un marxista. La política debe tener prioridad sobre

la economía. Razonar de otro modo es olvidar el abecé del marxismo.

Page 188: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 185

¿Quizá mi apreciación política es errónea? Si piensan que sí, díganlo y demuéstrenlo. Pero

ustedes olvidan el abecé del marxismo cuando dicen (o dan a entender) que el enfoque político es

equivalente al ―económico‖ y que ustedes pueden abarcar ―lo uno y lo otro‖.

El enfoque político, en otras palabras, significa que la actitud equivocada hacia los

sindicatos liquidará el poder soviético y derribará la dictadura del proletariado. (En un país

campesino como Rusia, con toda seguridad el poder soviético se desmoronaría en el caso de

producirse una división entre los sindicatos y un partido que estuviera equivocado). Se puede (y

se debe) verificar la esencia de esta proposición, lo que significa examinar las verdades y los

errores del enfoque y tomar una decisión. Pero decir: yo ―aprecio‖ el enfoque político de ustedes

“pero” es solamente político y “también” necesitamos un enfoque ―económico‖, equivale a

decir: yo ―aprecio‖ la opinión de ustedes de que al dar semejante paso uno se expone a romperse

la cabeza, pero ustedes deben tener también en cuenta que es mejor estar bien alimentado y

vestido que desnudo y hambriento.

La insistencia de Bujarin por combinar el enfoque político con el económico lo ha hecho

caer en el eclecticismo teórico.

Trotsky y Bujarin aparentan estar preocupados por el aumento de la producción y nos

presentan como si a nosotros sólo nos interesara la democracia formal. Esto es falso, pues la

única formulación del problema (que el punto de vista marxista admite) es: sin un acertado

enfoque político del problema, la clase dada no podrá retener su dominación y por consiguiente,

tampoco podrá resolver su problema de producción.

Vayamos a un ejemplo concreto. Zinóviev dice: ―Cometen ustedes un error político al llevar

las cosas a una división en los sindicatos. Ya en enero de 1920 hablé y escribí sobre el aumento

de la producción, poniendo como ejemplo la construcción de baños públicos‖. Trotsky responde:

―Valiente cosa un folleto con el ejemplo de los baños públicos [p. 29], y `ni una sola palabra'

sobre las tareas de los sindicatos‖ [p. 22].

Eso es falso. El ejemplo de los baños públicos vale, perdonen el juego de palabras, diez

―atmósferas de producción‖ con un puñado de ―democracias de la producción‖ dentro de ellas.

Demuestra a las masas, al grueso de ellas, lo que tienen que hacer los sindicatos y lo hace en

forma sencilla y comprensible, mientras que todas esas ―atmósferas de producción‖ y

―democracias‖ es echar tierra a los ojos de las masas obreras y dificultar su comprensión.

El camarada Trotsky también me reprochó ―no haber dicho ni una palabra‖ (p. 66) sobre ―el

papel que deben cumplir –y cumplen– las palancas conocidas como aparato sindical‖.

Perdón, camarada Trotsky: al dar lectura a las tesis íntegras de Rudzutak y apoyarlas, hice

una declaración sobre el problema, más completa, sencilla, clara y más acertada que todas las

tesis suyas, su informe o co-informe y su contestación en el debate. Insisto en que los premios en

especie y los tribunales disciplinarios de compañeros significan muchísimo más para el

desarrollo económico, la dirección industrial y una mayor participación de los sindicatos en la

producción que las frases completamente abstractas (y por consiguiente vacías) sobre la

―democracia de la producción‖, la ―vinculación‖, etc.

Detrás del esfuerzo por exponer el punto de vista ―de la producción‖ (Trotsky) o por superar

el enfoque político unilateral y combinarlo con un enfoque económico (Bujarin), hallamos:

1) abandono del marxismo, expresado en la definición ecléctica, teóricamente incorrecta, de

la relación entre la política y la economía;

Page 189: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 186

2) defensa u ocultamiento del error político que se expresa en la política de la sacudida,

presente en todo el folleto plataforma de Trotsky, y que, si no se reconoce y corrige, lleva a la

ruina de la dictadura del proletariado;

3) un paso atrás en cuestiones puramente económicas y de producción, y en el problema de

cómo aumentar la producción; en realidad, es dar un paso atrás, de las tesis prácticas de

Rudzutak, con sus tareas concretas, vitales y urgentes (desarrollen la propaganda de la

producción, aprendan a distribuir en debida forma los premios en especie y a emplear en forma

correcta la coerción, a través de tribunales disciplinarios de camaradas) a las tesis generales

petulantes, abstractas, ―vacías‖ y teóricamente erróneas, en las que se ignora todo lo práctico y

concreto.

Esa es la verdadera posición respecto de este problema de la política y la economía, de

Zinóviev y mía por una parte, y de Trotsky y Bujarin, por la otra.

No puedo, por consiguiente, dejar de sonreír al leer la objeción del camarada Trotsky en su

intervención del 30 de diciembre: ―Al cerrar el debate sobre la situación en el VIII Congreso de

Soviets, dijo el camarada Lenin que debíamos ocuparnos menos de la política y más de la

economía, pero, cuando llegamos al problema de los sindicatos, puso el acento en el aspecto

político del asunto‖ (p. 65). A Trotsky estas palabras le parecieron ―muy apropiadas‖. Sin

embargo, revelan en realidad una increíble confusión de ideas, una ―confusión ideológica‖ por

completa irremediable. Siempre he dicho, naturalmente, y seguiré diciéndolo, que debemos

ocuparnos más de economía y menos de política, pero para lograrlo, debemos librarnos,

evidentemente, de los peligros políticos y de los errores políticos. Los errores políticos del

camarada Trotsky, agravados por el camarada Bujarin, distraen la atención de nuestro partido de

las tareas económicas y del trabajo ―de producción‖, y por desgracia, nos hacen perder tiempo

corrigiéndolos, discutiendo la desviación sindicalista (que lleva a la ruina de la dictadura del

proletariado), objetando el enfoque incorrecto del movimiento sindical (que lleva a la ruina del

poder soviético), y debatiendo ―tesis‖ generales, en vez de dedicarnos a una discusión

―económica‖ práctica y concreta, sobre si fueron los obreros de los molinos harineros Sarátov,

los mineros del Donbás, los metalúrgicos de Petrogrado o algún otro grupo, quienes obtuvieron

los mejores resultados en la vinculación, en la distribución de premios en especie y en la

organización de tribunales de camaradas, sobre la base de las tesis de Rudzutak, aprobadas por la

V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos, del 2-6 de noviembre.

Veamos cuál es el provecho de una ―discusión amplia‖. Volvemos a encontrar errores

políticos que distraen la atención de las tareas económicas. Yo estaba en contra de esa discusión

―amplia‖ y consideraba, y aún considero, que era un error –un error político– por parte del

camarada Trotsky, perturbar la labor de la comisión sindical, que debía realizar una discusión

práctica. Creo que el grupo amortiguador de Bujarin cometió el error político de no comprender

la función del amortiguador (y volvieron a reemplazar la dialéctica por el eclecticismo) pues,

desde el punto de vista del ―amortiguador‖, debieron haberse opuesto firmemente a toda

discusión amplia y reclamado que el asunto fuera trasladado a la comisión sindical. Esto fue lo

que ocurrió.

El 30 de diciembre, Bujarin llegó al extremo de afirmar que ―hemos proclamado la nueva y

sagrada consigna de la democracia obrera, que significa que los problemas no habrán de

discutirse más en la sala del consejo, dentro del gremio, o en reuniones pequeñas, sino que serán

llevados ante grandes asambleas. Insisto que al traer el problema sindical ante una asamblea tan

numerosa como ésta, no damos un paso atrás, sino adelante (p. 45). ¡Y este hombre ha acusado a

Page 190: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 187

Zinóviev de charlar en vano y de exagerar la democracia! ¡Esto es charla vana y ―chapucería‖!

¡No ha comprendido en absoluto que la democracia debe estar subordinada al interés

revolucionario!

Trotsky se ha embarcado en lo mismo. Su acusación es que ―Lenin quiere, a toda costa,

desbaratar o archivar la discusión sobre la esencia del problema‖ (p. 65). Declara: ―En el CC

expuse claramente mis razones para negarme a trabajar en la comisión; mientras no se me

permita, al igual que a todos los demás camaradas, exponer plenamente estos problemas en la

prensa del partido, no espero que salga nada bueno de un análisis de estas cuestiones en círculo

reducido y por consiguiente del trabajo en la comisión‖ (p. 69).

¿Cuál fue el resultado? No había pasado un mes cuando Trotsky inició su ―discusión

amplia‖, el 25 de diciembre, y difícilmente encontrarán un miembro responsable del partido de

cada cien que no esté harto de la discusión y no haya comprendido su inutilidad (para no decir

algo peor). Porque Trotsky ha hecho perder tiempo al Partido en una discusión sobre palabras y

tesis malas, y se ha burlado de la discusión económica práctica en la comisión –calificándola de

análisis en un ―círculo reducido‖–, la cual debía estudiar y verificar la experiencia práctica y

proyectar sus enseñanzas para avanzar en el verdadero trabajo ―de producción‖, en lugar de

retroceder de la vibrante actividad a una gimnasia escolástica en todo tipo de ―atmósferas de

producción‖.

Tomen la célebre ―vinculación‖. Mi opinión, el 30 de diciembre, fue que no habláramos del

asunto, porque no habíamos estudiado nuestra propia experiencia práctica, y sin ello, toda

discusión degeneraría inevitablemente en palabras inútiles y distraería a las fuerzas del partido

del trabajo económico. Dije que lo que proponía Trotsky en sus tesis, a saber, que de un tercio a

la mitad y de la mitad a los dos tercios de los consejos económicos deberían estar compuestos

por representantes de los sindicatos, constituía una burocrática proyectomaníag.

Bujarin me echó esto en cara y, como veo en la página 49 de las Actas, resolvió

demostrarme amplia y minuciosamente que ―cuando la gente se reúne a discutir algo, no se debe

fingir ser sordomudo‖ (¡literalmente está escrito en la página citada!). También se enojó Trotsky,

y exclamó:

―Ruego a todos que tomen nota que en este día el camarada Lenin calificó esto de un mal

burocrático; me tomo la libertad de predecir que dentro de unos meses habremos aceptado para

guía y para tener en cuenta que el Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y el Consejo

Superior de Economía Nacional, el CC del Sindicato metalúrgico y el Departamento de metales,

etc., tendrán de la mitad a un tercio de miembros comunes‖ (p. 68).

Cuando leí eso, pedí al camarada Milituin (vicepresidente del Consejo Superior de

Economía Nacional) que me facilitara los informes impresos existentes sobre la vinculación. Me

dijo: ―Por qué no empezar de a poco a estudiar nuestra experiencia práctica; es tan

insoportablemente aburrido enfrascarse en una `charla general del partido' (expresión de Bujarin,

p. 47, que tiene todas las posibilidades de convertirse en una muletilla, como la célebre

`sacudida') sin ningún fin útil, sin hechos, e inventando discrepancias, definiciones y

`democracias de la producción'‖.

El camarada Milituin me envió varios libros, entre ellos el Informe del CSEN al VIII

Congreso de toda Rusia de Soviets (Moscú, 1920; el prólogo está fechado, el 19 de diciembre de

1920.) En la página 14 hay un cuadro sobre la participación de los obreros en los organismos de

dirección. Este es el cuadro (que abarca sólo parte de los Consejos de Economía Nacional

Page 191: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 188

Provinciales y las empresas): De ellos Aparato de Total Obre- Empleados dirección y otros

Presidium del CSEN y Consejos de Economía

Nacional Provinciales Organismos colectivos de Direcciones Generales, Departamentos,

Centros y comisiones centrales Direcciones de fábrica colectivas e individuales

Podrá verse que el 61,6 por ciento, o sea, más cerca de dos tercios que de la mitad del

personal de los organismos de dirección, está ahora constituido por obreros. Y ello demuestra

que lo que escribió Trotsky al respecto en sus tesis, es un ejercicio de proyectomanía burocrática.

Hablar, discutir y escribir plataformas sobre ―de dos tercios a la mitad‖ o ―de la mitad a dos

tercios‖, es el tipo más inútil de ―charla general del partido‖, que distrae tiempo, atención y

recursos del trabajo de producción. Es politiquería vacía. Mientras tanto, mucho de bueno podría

haberse hecho en la comisión, donde hombres con experiencia se habrían negado a escribir tesis

sin un estudio previo de los hechos, pidiendo la opinión, digamos, de alrededor de una docena de

―funcionarios comunes‖ (de entre miles), comprobando sus impresiones y conclusiones con

datos estadísticos objetivos y tratando de obtener una guía práctica para el futuro: siendo esa

nuestra experiencia, seguimos adelante, o modificamos algo nuestro rumbo, nuestros métodos y

nuestro enfoque, y cómo: ¿hacemos un alto, para bien de la causa, y verificamos las cosas una y

otra vez, realizamos algunos cambios acá y allá, etc., etc.?

Camaradas, un verdadero ―administrador‖ (¡permítanme también hacer alusión a la

―propaganda de la producción‖¡), sabe muy bien que incluso en los países más adelantados, los

capitalistas y los organizadores de los trusts, demoran años –a veces diez y más– en estudiar y

verificar su experiencia práctica (y la ajena), empezando de nuevo y corrigiendo continuamente

las cosas para confeccionar un sistema de administración, seleccionar administradores

principales y los administradores subordinados, etc., adecuados para su tarea particular. Esa fue

la ley bajo el capitalismo, que en todo el mundo civilizado basó su labor económica en la

experiencia y costumbres seculares. Y nosotros, que estamos roturando tierra nueva, debemos

realizar esfuerzos prolongados y pacientes para reeducar a los hombres y modificar las viejas

costumbres que nos legó el capitalismo, pero esto sólo se puede lograr poco a poco. El enfoque

de Trotsky es completamente equivocado. En su discurso del 30 de diciembre exclamó: ―¿Tienen

o no nuestros obreros, los funcionarios del partido y de los sindicatos, una educación en el campo

de la producción? Yo digo que no‖ (p. 29). Es un enfoque ridículo. Es como preguntar si una

división tiene suficientes botas de fieltro, ¿sí o no? Puede decirse con seguridad que incluso

dentro de diez años tendremos que reconocer que todos nuestros funcionarios del partido y de los

sindicatos no tienen suficiente preparación para la producción, del mismo modo que no tendrán

suficiente preparación militar los trabajadores del Departamento de Guerra, de los sindicatos y

del partido. Pero hemos iniciado la preparación en el campo de la producción al lograr que unos

mil obreros y miembros y delegados de los sindicatos participen en la dirección y dirijan

empresas, comisiones centrales, otros organismos superiores. El principio fundamental que está

en la base de la ―preparación para la producción‖ –que es la preparación de nosotros mismos, de

los viejos militantes ilegales y periodistas profesionales–, consiste en que iniciemos un estudio

esmerado y minucioso de nuestra propia experiencia práctica, y enseñemos a los demás a

hacerlo, según la norma: ―medir siete veces antes de cortar‖. La regla fundamental y absoluta

que está en la base de la ―preparación para la producción‖ es la verificación sistemática,

cautelosa, práctica y concreta de lo que han hecho esas mil personas, y una corrección de su

trabajo aún más eficiente y cuidadosa, dando un paso adelante sólo cuando existan amplias

pruebas de la utilidad de un método dado, un sistema de dirección, armonía, selección de gente,

Page 192: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 189

etc. Y es esta regla la que infringe el camarada Trotsky, con sus tesis y su enfoque. Todas sus

tesis, su folleto plataforma íntegro son tan erróneos que han desviado la atención y los recursos

del partido del trabajo práctico ―de producción‖ hacia un montón de palabras vacías.

Dialéctica y eclecticismo. “Escuela” y “aparato”

Entre las muchas excelentes cualidades del camarada Bujarin, figuran su capacidad teórica y su

interés por llegar a la raíz teórica de cualquier problema. Es una cualidad muy valiosa, pues es

imposible comprender bien un error cualquiera, y mucho menos uno político, si no se ahonda

hasta llegar a sus raíces teóricas que están en determinadas premisas básicas conscientemente

aceptadas por quien lo comete.

Obedeciendo a su inclinación a profundizar teóricamente los problemas, el camarada

Bujarin quiso trasladar la controversia al plano teórico, empezando a hacerlo el 30 de diciembre,

si no antes.

―Considero absolutamente legítimo –decía Bujarin el 30 de diciembre–, y completamente

indiscutible que no se puede ignorar ni el factor político ni el económico, y ésa es la esencia

teórica de lo que aquí se llama `grupo amortiguador' o su ideología‖ (p. 47).

La esencia de su error teórico consiste, en este caso, en la sustitución de la relación

dialéctica entre la política y la economía (que nos enseña el marxismo) por el eclecticismo. Su

actitud teórica es: ―por una y otra parte‖, ―lo uno y lo otro‖. Y esto es eclecticismo. La dialéctica

exige que se consideren todos los aspectos de las relaciones en su desarrollo concreto, y no un

remiendo de trozos y retazos. Demostré que así era con el ejemplo de la política y la economía.

El ejemplo del ―amortiguador‖ también lo pone en evidencia. Un amortiguador es necesario

y útil cuando el tren del partido se encamina hacia un desastre. Esto no se discute. Bujarin

planteó la tarea del ―amortiguador‖ eclécticamente, reuniendo cosas sueltas de Zinóviev y de

Trotsky. Como ―amortiguador‖, Bujarin debió determinar por sí mismo dónde, cuándo y cómo

cometió su error cada individuo o individuos, si era un error teórico, una falta de tacto político,

una declaración fraccionista, o una exageración, etc. Debió haber hecho eso y lanzarse con toda

violencia contra cada uno de esos errores. Pero no comprendió su tarea de ―amortiguador‖, y he

aquí una clara prueba de ello:

El grupo comunista del Buró de Petrogrado del CCT (CC del sindicato de trabajadores

ferroviarios y del transporte por agua), organización que simpatiza con Trotsky, declaró que, ―en

el problema fundamental del papel de los sindicatos en la producción, los camaradas Trotsky y

Bujarin sostienen criterios que son variedades de un mismo punto de vista‖. Editó, en forma de

folleto, el informe del camarada Bujarin en Petrogrado, el 3 de enero de 1921 (N. Bujarin, Las

tareas de los sindicatos, Petrogrado, 1921). En él se dice:

―La formulación original del camarada Trotsky era que debía cambiarse la dirección de los

sindicatos, y buscar los camaradas convenientes para que ocupen su lugar, etc. Anteriormente

había propiciado una `sacudida', pero ahora ha abandonado la idea y por lo tanto es absurdo

utilizarla como un argumento contra él‖ (p. 5).

Pasaré por alto las numerosas inexactitudes de esta exposición. (Trotsky empleó el término

―sacudida‖ en la V Conferencia de toda Rusia de sindicatos, 2-6 de noviembre. Habló de

―seleccionar la dirección‖ en el §5 de sus tesis, que presentó al CC el 8 de noviembre y que, por

otra parte, algunos de sus partidarios editaron como volante. Todo el folleto de Trotsky El papel

Page 193: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 190

y las tareas de los sindicatos, del 25 de diciembre, revela la misma mentalidad, el mismo espíritu

que señalé antes. Cuándo y cómo ―abandonó‖ esa actitud, sigue siendo un misterio.) El tema que

ahora me ocupa es otro. Si el ―amortiguador‖ es un ecléctico, pasa por alto algunos errores y trae

a colación otros; no habla de ellos el 30 de diciembre de 1920 en Moscú, al dirigirse a miles de

funcionarios del PCR provenientes de toda Rusia; pero los trae a colación en Petrogrado, el 3 de

enero de 1921. Cuando el ―amortiguador‖ es un dialéctico, dirige todo el filo de su ataque contra

cada error que ve en cada una de las partes o en todas ellas. Y esto no lo hace Bujarin. Ni

siquiera trata de analizar el folleto de Trotsky desde el ángulo de la política de la ―sacudida‖.

Nada dice de ella, sencillamente. No es de extrañar que su actuación de amortiguador haya

hecho reír a todos.

Sigamos. En ese mismo discurso en Petrogrado (p. 7), dice Bujarin: ―El error del camarada

Trotsky consiste en que no defiende suficientemente el factor escuela de comunismo‖.

En la discusión del 30 de diciembre, Bujarin razonó así: ―El camarada Zinóviev ha dicho

que los sindicatos son una escuela de comunismo, y Trotsky dijo que son un aparato técnico y

administrativo para la dirección de la producción. No veo ninguna base lógica que demuestre el

error de una u otra proposición; ambas son justas, y también una combinación de las dos‖ (p. 48).

Igual cosa sostienen Bujarin y su ―grupo‖ o ―fracción‖ en su tesis 6: ― ... por una parte [los

sindicatos] son escuela de comunismo [...] y por la otra son –cada vez en mayor medida– parte

integrante del aparato económico y de la administración del Estado en general...‖ (Pravda, 16 de

enero).

Aquí es donde está el error teórico fundamental del camarada Bujarin, que consiste en

reemplazar la dialéctica marxista por el eclecticismo (muy popular entre los autores de diversos

sistemas filosóficos reaccionarios y ―de moda‖).

Cuando el camarada Bujarin habla de base ―lógica‖, todo su razonamiento demuestra que –

quizá en forma inconsciente– asume el punto de vista de la lógica formal o escolástica, y no el de

la lógica dialéctica o marxista. Explicaré esto con un pequeño ejemplo proporcionado por el

propio Bujarin. En la discusión del 30 de diciembre dijo:

―Camaradas, es posible que muchos de ustedes piensen que la actual controversia indica

algo así como: entran dos hombres y se desafían a definir el vaso que está junto al atril. Uno

dice: `es un cilindro de cristal, y ¡maldito sea quien diga lo contrario!'. El otro dice: `un vaso es

una vasija para beber, y ¡maldito sea quien diga lo contrario!'‖ (p. 46).

Podrá apreciar el lector que el ejemplo de Bujarin estaba destinado a darme una explicación

sencilla del daño que implican los juicios estrechos. Lo acepto agradecido, y con un sano espíritu

de reciprocidad doy una explicación sencilla de la diferencia entre la dialéctica y el eclecticismo.

Un vaso es, ciertamente, tanto un cilindro de cristal como una vasija para beber. Pero no son

éstas sus únicas propiedades, cualidades, o aspectos; los tiene en cantidad infinita, tiene una

cantidad infinita de interrelaciones e ―intermediaciones‖ con el resto del mundo. Un vaso es

también un objeto pesado que puede usarse como proyectil. Puede servir de pisapapeles, de

receptáculo para una mariposa cautiva, o ser un objeto de valor por la talla o los dibujos

artísticos, y nada tiene esto que ver con el hecho de que puede o no ser utilizado para beber, si es

de cristal, si es o no cilíndrico, etc., etc.

Por otra parte, si necesitara un vaso ahora mismo para beber, no tendría la menor

importancia que fuera perfectamente cilíndrico y que fuera realmente de cristal; lo que

importaría, sin embargo, sería que no estuviera agujereado en la base, o que no tuviera nada que

me lastimara los labios al beber, etc. Pero si yo no necesitara un vaso para beber, sino para un fin

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Sobre el Trotskismo 191

para el que podría utilizar cualquier cilindro de vidrio, lo mismo me daría un vaso agujereado en

la base o no, etc.

La lógica formal, que es hasta donde llegan las escuelas (y deben llegar, con adecuados

compendios para los cursos inferiores), trata de definiciones formales, aborda lo que es más

corriente o evidente, y allí se detiene. Cuando se toma y combina al azar dos o más definiciones

diferentes (cilindro de cristal y una vasija para beber), obtenemos una definición ecléctica, que

denota los diferentes aspectos del objeto y nada más.

La lógica dialéctica exige que vayamos más adelante. Primero, para conocer realmente un

objeto, debemos considerar y examinar todos sus aspectos, sus conexiones e ―intermediaciones‖.

Esto es algo que no podemos pretender lograrlo nunca completamente, pero el principio de la

comprensión es la salvaguardia contra los errores y la inflexibilidad. Segundo, la lógica

dialéctica exige que el objeto sea tomado en su desarrollo, en su cambio, en su

―automovimiento‖ (como Hegel lo expresa a veces). Esto no se evidencia de inmediato

tratándose de un objeto como un vaso, pero tampoco éste permanece inmutable, y esto es

especialmente cierto en lo que se refiere a su utilidad, uso y conexión con el mundo que lo

circunda. Tercero, la ―definición‖ completa de un objeto, debe incluir toda la experiencia

humana como criterio de la verdad y como indicador práctico de su conexión con las necesidades

del hombre. Cuarto, la lógica dialéctica sostiene que ―la verdad siempre es concreta, nunca

abstracta‖, como gustaba decir el desaparecido Plejánov siguiendo a Hegel. (Entre paréntesis,

añadiré, para los jóvenes afiliados del partido, que no se puede pretender ser un comunista

auténtico, consciente, sin estudiar –y digo estudiar– todos los escritos filosóficos de Plejánov,

pues nada mejor se ha escrito sobre marxismo en ningún lugar del mundoh).

No he examinado, por supuesto, todo el concepto de lógica dialéctica, pero con lo dicho,

basta por ahora. Creo que podemos pasar del vaso a los sindicatos y a la plataforma de Trotsky.

―Por un lado, una escuela, y un aparato por el otro‖, dice Bujarin y lo escribe en sus tesis. El

error de Trotsky es que ―no defiende suficientemente el factor escuela de comunismo‖; el error

de Zinóviev es su indiferencia por el ―factor‖ aparato.

¿Por qué este razonamiento de Bujarin no es más que un eclecticismo inerte y vacío? Porque

no trata siquiera de hacer un análisis independiente, desde su propio punto de vista, ni del

desarrollo completo de la presente controversia (como lo exige incondicionalmente el marxismo,

es decir, la lógica dialéctica) ni de todo el enfoque de la cuestión, de todo el planteamiento –de

toda la orientación del planteamiento, si prefieren– de la cuestión, en este momento y en estas

circunstancias concretas. ¡No se advierte en Bujarin el menor intento de hacerlo! Su enfoque es

de una abstracción pura; no hace el menor intento de realizar un estudio concreto y toma trozos y

retazos de Zinóviev y de Trotsky. Eso es eclecticismo.

He aquí otro ejemplo para aclarar el panorama. No sé casi nada sobre los insurrectos y

revolucionarios de la China meridional (salvo dos o tres artículos de Sun Yat-sen y unos pocos

libros y artículos de periódicos que leí hace muchos años). Puesto que los levantamientos

existen, no es descabellado suponer que existe una controversia entre el chino No. 1, que dice

que el levantamiento es producto de la más aguda lucha de clases nacional, y el chino No. 2, que

afirma que la insurrección es un arte. Eso es todo lo que necesito para escribir tesis a la manera

de Bujarin: ―por una parte... por la otra‖. Uno no ha tenido en cuenta el ―factor‖ arte; el otro, el

―factor tirantez‖, etc. Porque no se hace un estudio concreto sobre esta controversia, esta

cuestión, este enfoque, etc., particulares, tenemos por resultado un eclecticismo muerto y vacío.

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Sobre el Trotskismo 192

Por una parte, los sindicatos son una escuela y por la otra, un aparato: pero sucede que

también son una organización de trabajadores, una organización casi exclusiva de obreros

industriales, una organización por industriasi, etc., etc. Bujarin no hace el menor análisis propio,

no presenta asomo de evidencia para demostrar por qué debemos considerar los dos primeros

―aspectos‖ del problema u objeto, y no el tercero, el cuarto, el quinto, etc. Es por eso que las tesis

de su grupo son una burbuja de jabón ecléctica. Su planteamiento de la relación ―escuela-

aparato‖ es absolutamente ecléctico y equivocado.

La única forma de examinar el problema correctamente es pasar de las abstracciones vacías

a lo concreto, o sea, al actual tema de discusión. Ya sea que lo encaren ustedes en la forma que

tuvo en la V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos o como la planteó y torció el propio

Trotsky en su folleto plataforma del 25 de diciembre, advertirán que todo su enfoque es

totalmente erróneo y que Trotsky escapó por la tangente. No ha comprendido que los sindicatos

pueden y deben considerarse como una escuela, tanto al plantear el problema del ―sindicalismo

soviético‖, como al hablar de propaganda de la producción en general, e incluso al considerar la

―vinculación‖ y la participación de los sindicatos en la dirección de la producción, como lo hace

Trotsky. Respecto de esto último, tal como está planteado en el folleto plataforma de Trotsky, el

error consiste en que no entiende que los sindicatos son una escuela de dirección técnica y

administrativa de la producción. En el contexto de la controversia no se puede decir: ―por una

parte, una escuela, y por la otra, algo distinto‖; de acuerdo con el enfoque de Trotsky, los

sindicatos, por donde se los mire, son una escuela. Son una escuela de unidad, de cohesión, de

dirección, de administración, donde se aprende a defender los intereses propios. En lugar de

hacer un esfuerzo por captar y corregir el error básico del camarada Trotsky, el camarada Bujarin

hace una pequeña corrección cómica: ―por una parte, por la otra‖.

Penetremos más en el problema. Veamos qué son los actuales sindicatos como ―aparato‖ de

dirección de la producción. Hemos visto, según datos incompletos, que alrededor de 900 obreros

–miembros y delegados de los sindicatos– dirigen la producción. Si multiplican este número por

diez, e incluso por cien –supongamos este ritmo increíble de ―avance‖ en un futuro inmediato, si

ello ayuda a aclarar el error básico de ustedes–, aún tendrán una muy pequeña proporción de

personas ocupadas en la dirección comparado con la masa de seis millones de miembros de los

sindicatos. Esto nos muestra con mayor claridad todavía que es completamente erróneo centrar la

atención en la ―capa dirigente‖, y hablar del papel de los sindicatos en la producción y de la

dirección de la producción, como lo hace Trotsky, olvidando que el 98,5 por ciento (6.000.000 -

90.000 = 5.910.000 = 98,5 por ciento del total) están estudiando y tendrán que seguir estudiando

durante mucho tiempo. No digan escuela y dirección, digan escuela de dirección.

En su alegato contra Zinóviev, el 30 de diciembre, a quien acusó, sin ningún fundamento y

en forma incorrecta, de negar el ―sistema de designación‖, es decir el derecho y el deber del CC

de hacer designaciones, el camarada Trotsky, inesperadamente, comete un desliz al hacer este

planteamiento opuesto muy peculiar: ―…Zinóviev tiende a sobreestimar el enfoque

propagandístico en cada cuestión práctica, olvidando que hay allí no solamente una fuente de

material para la agitación, sino también un problema que exige una solución administrativa‖ (p.

27).

Antes de explicar en detalle el posible enfoque administrativo del problema, diré que el error

fundamental del camarada Trotsky consiste en que trata (más bien, maltrata) los problemas que

él mismo plantea en su folleto plataforma como problemas administrativos siendo que éstos

podían y debían enfocarse sólo desde el ángulo de la propaganda.

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Sobre el Trotskismo 193

En efecto. ¿Qué puntos buenos plantea Trotsky? Un punto indudablemente bueno y útil es

su propaganda de la producción, pero no figura en sus tesis, sino en sus discursos,

especialmente cuando olvida su desgraciada polémica con el ala supuestamente ―conservadora‖

de los dirigentes sindicales. Podría, sin duda, haber aportado (y estoy seguro que aportará)

mucho en la labor práctica de la comisión sindical, como orador y escritor y como miembro del

Buró de Propaganda de la Producción de toda Rusia. Sus ―tesis plataforma‖ fueron un error,

pues, a través de ellas, como un hilo rojo, se extiende el enfoque administrativo de la ―crisis‖ en

la organización sindical, de las ―dos tendencias‖ en los sindicatos, de la interpretación del

programa del PC de Rusia, del ―sindicalismo soviético‖ de la ―educación de la producción‖ y de

la ―vinculación‖. He enumerado todos los puntos principales de la ―plataforma‖ de Trotsky, y

resulta que todos son tópicos que, teniendo en cuenta el material de que disponía Trotsky, en este

momento sólo podían ser enfocados correctamente desde el ángulo de la propaganda.

El Estado es una esfera de coerción. Sería una locura renunciar a la coerción,

particularmente en la época de la dictadura del proletariado, de modo que el enfoque

administrativo y la ―dirección‖ son indispensables. El partido es el dirigente, la vanguardia del

proletariado, que gobierna directamente. La expulsión del partido, y no la coerción, es el medio

específico de que disponemos para influir sobre la vanguardia, y el medio para depurarla y

templarla. Los sindicatos son una reserva de poder estatal, una escuela de comunismo y una

escuela de gestión económica. En esta esfera, lo específico y fundamental no es la dirección sino

los “vínculos” “entre la dirección estatal central [y también local, naturalmente], la economía

nacional y las grandes masas de trabajadores [ver el programa del partido, §5 de la parte

económica, referente a los sindicatos]‖.

Todo el folleto plataforma de Trotsky revela un enfoque falso del problema y la

incomprensión de esta relación.

Supongamos que Trotsky hubiera enfocado en forma diferente el célebre problema de la

―vinculación‖ en relación con los demás temas de su plataforma, y que su folleto estuviese

dedicado por completo a una minuciosa investigación de, digamos, 90 de los 900 casos de

―vinculación‖ en que funcionarios y miembros de los sindicatos ocuparon simultáneamente

cargos electivos de dirección industrial en los sindicatos y en el CSEN. Supongamos que esos 90

casos hubiesen sido analizados junto con los resultados de una investigación estadística selectiva,

junto con los informes de los inspectores e instructores de la Inspección Obrera y Campesina y

de los correspondientes Comisariatos del Pueblo: supongamos que hubiesen sido analizados a la

luz de los datos suministrados por los organismos administrativos, de los resultados del trabajo,

de los avances de la producción, etc. Eso habría sido un enfoque administrativo correcto y habría

justificado plenamente la línea de la ―sacudida‖, que significa centrar la atención en las

remociones, traslados, designaciones y en los reclamos inmediatos que deben plantearse a la

―capa dirigente‖. Cuando el 3 de enero Bujarin dijo en su discurso, publicado por la gente del

Comité Central del Transporte de Petrogrado, que al principio Trotsky defendía la ―sacudida‖,

pero que ahora había abandonado la idea, cometió otro de sus errores eclécticos que es ridículo

desde el punto de vista práctico, y teóricamente inadmisible para un marxista. Encara el

problema en abstracto, no sabiendo (o no queriendo) entrar en materia. Mientras nosotros, el CC

del partido y todo el partido, dirijamos las cosas, es decir, gobernemos el Estado, jamás

prescindiremos, ni podemos prescindir, de la ―sacudida‖, o sea, de las remociones, los traslados,

las designaciones, los despidos, etc. Pero el folleto plataforma de Trotsky se ocupa de algo muy

distinto, y no plantea el ―problema práctico concreto‖. No fue esto lo que debatimos Zinóviev y

Page 197: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 194

Trotsky, Bujarin y yo mismo, y en realidad todo el partido, sino las “tendencias dentro del

movimiento sindical‖ (final de la tesis 4 de Trotsky).

Esto, en esencia, es un problema político. Debido a la esencia del asunto –de este ―asunto‖

concreto, particular– es imposible corregir el error de Trotsky mediante pequeñas enmiendas y

aditamentos eclécticos, como ha estado tratando de hacer Bujarin, movido, indudablemente, por

los sentimientos e intenciones más humanos.

No cabe más que una respuesta.

Primero, hay que resolver en forma correcta el problema político de las ―tendencias dentro

del movimiento sindical‖, de la relación entre las clases, entre la política y la economía, del papel

específico del Estado, el partido y los sindicatos, como ―escuela‖ y aparato, etc.

Segundo, una vez adoptada la decisión política correcta, hay que llevar a cabo, o más bien,

llevar adelante sistemáticamente, con persistencia y paciencia durante largo tiempo, bajo el

auspicio y la dirección de una institución estatal, una campaña nacional diversificada de

propaganda de la producción.

Tercero, no hay que confundir los ―problemas prácticos concretos‖ con las cuestiones de

tendencias, que pertenecen propiamente al ámbito de la ―charla general del partido‖ y de las

amplias discusiones; hay que tratarlos como asuntos prácticos en las comisiones de trabajo, con

un examen de testigos y un estudio de minutas, informes y estadísticas. Y toda ―sacudida‖

necesaria debe realizarse sólo sobre esa base y en esas condiciones: sólo por decisión del

organismo soviético o de partido adecuado, o de ambos.

Pero Trotsky y Bujarin han hecho una mezcolanza de errores políticos en el enfoque, han

roto los vínculos intermedios, las correas de transmisión en el centro y han lanzado ataques

injustificables e inútiles a la ―gestión administrativa‖. Queda claro ahora dónde está la fuente

―teórica‖ del error – puesto que Bujarin reconoció esa fuente con su ejemplo del vaso. Su error

teórico –en este caso gnoseológico– consiste en la sustitución de la dialéctica por el eclecticismo.

Su enfoque ecléctico lo ha confundido y lo ha hecho desembocar en el sindicalismo. El error de

Trotsky consiste en su juicio unilateral, en su actitud compulsiva, la exageración y la

obstinación. Su plataforma dice que un vaso es una vasija para beber, pero sucede que este vaso

no tiene fondo.

Conclusión

Me falta examinar algunos puntos más que deben abordarse para impedir malentendidos.

En la tesis 6 de su ―plataforma‖ el camarada Trotsky cita el §5 de la parte económica del

Programa del PCR, que se refiere a los sindicatos. Dos páginas después, en su tesis 8, dice:

―... Al perder la antigua base de su existencia, la lucha económica de clases, los sindicatos

[...] [eso no es exacto, y es una exageración apresurada: los sindicatos ya no tienen que encarar la

lucha económica de clases, sino la lucha económica no de clases, que significa combatir las

deformaciones burocráticas del aparato soviético, defender los intereses materiales y espirituales

de las masas trabajadoras por vías y medios inaccesibles a ese aparato, etc. Esta es una lucha que

por desgracia tendrán que encarar durante largos años]. [...] Los sindicatos –dice Trotsky–, por

diferentes razones, aún no han logrado reunir las fuerzas necesarias y elaborar los métodos

necesarios que les permitan resolver la nueva tarea, la tarea de organizar la producción [la

Page 198: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 195

cursiva es de Trotsky, p. 9, tesis 8], que les plantea la revolución proletaria y que formula nuestro

programa‖.

También es ésta una exageración apresurada que engendra un grave error. El programa no

contiene esa formulación ni plantea a los sindicatos la tarea de ―organizar la producción‖.

Examinemos las proposiciones del programa del partido en el mismo orden que están en el texto:

1) ―El aparato de organización [cualquiera] de la industria socializada debe apoyarse, sobre

todo [no exclusivamente] en los sindicatos‖. 2) ―Éstos deben liberarse en grado cada vez mayor,

del estrecho espíritu corporativo [¿cómo? bajo la dirección del partido y a través de la influencia,

educacional y de otro tipo, del proletariado sobre la masa no proletaria de trabajadores] y

convertirse en grandes asociaciones industriales, que abarquen a la mayoría, y eventualmente a

todos los trabajadores de una industria dada...‖.

Ésta es la primera parte de la sección del programa del partido relativa a los sindicatos.

Habrán observado ustedes que empieza por establecer ―condiciones‖ muy “severas” y que

exigen un esfuerzo prolongado para lo que sigue. Y lo que sigue es esto:

―.. Siendo los sindicatos de conformidad con las leyes de la República Soviética y la práctica

establecida, partícipes [observen qué planteamiento prudente: sólo partícipes] en todos los

órganos locales y centrales de dirección de la industria, deben llegar eventualmente a concentrar

realmente en sus manos toda la dirección de toda la economía nacional como un ente económico

único... [observen esto: deben llegar a concentrar realmente toda la dirección, no de ramas de la

industria ni del conjunto de la industria, sino de toda la economía nacional, y además como un

ente económico. En términos económicos, esta condición puede considerarse cumplida sólo

cuando los pequeños productores, tanto en la industria como en la agricultura, representen menos

de la mitad de la población y de la economía nacional] ...Al asegurar de este modo los sindicatos

[precisamente ―de este modo‖ que ayude a realizar todas las condiciones antes enunciadas]

vínculos indisolubles entre la dirección estatal central, la economía nacional y las grandes masas

de trabajadores, incorporarán a estas últimas [es decir, a las masas, a la mayoría de la población]

a la gestión económica directa en la medida más amplia posible. Al mismo tiempo, la

participación de los sindicatos en la gestión económica y su labor de incorporar a las amplias

masas a esta tarea, constituyen el principal medio de combatir la burocratización del aparato

económico del poder soviético, y hace posible establecer un verdadero control popular sobre los

resultados de la producción‖.

Nuevamente, en esta última frase, encontramos una expresión muy prudente: ―participación

en la gestión económica‖; y otra referencia a la incorporación de las amplias masas como medio

principal (pero no único) de combatir las prácticas burocráticas; por último, encontramos una

expresión extremadamente prudente: “hace posible” establecer un “control popular”, es decir

obrero y campesino, y no exclusivamente proletario.

Reducir esto a que el programa del partido ―formula‖ que la tarea de los sindicatos es

―organizar la producción‖ es evidentemente falso. Y si se insiste en este error, y se lo incluye en

las tesis de una plataforma, no se logrará otra cosa que una desviación anticomunista,

sindicalista.

Y a propósito, el camarada Trotsky dice en su tesis que ―en el último período no hemos

avanzado nada hacia el objetivo que plantea el programa, sino que en realidad, hemos

retrocedido‖ (p. 7, tesis 6). Es una afirmación sin fundamento y, creo, equivocada. No es una

prueba decir, como lo hizo Trotsky en el debate, que los ―propios‖ sindicatos lo reconocen. Ésa

no es una instancia definitiva para el partido y, hablando en general, sólo se puede probar con un

Page 199: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 196

estudio serio y objetivo de un gran número de hechos. Además, incluso si se hubiese probado,

quedaría esta pregunta: ¿por qué hemos retrocedido? ¿Porque muchos dirigentes sindicales

―rehuyen las nuevas tareas y métodos‖, como lo cree Trotsky, o porque ―aún no hemos logrado

reunir las fuerzas necesarias y elaborar los métodos necesarios‖ para poner coto a ciertos excesos

burocráticos inútiles y perjudiciales, y corregirlos?

En relación con esto es oportuno referirse al reproche que me hizo el camarada Bujarin el 30

de diciembre (y que Trotsky repitió ayer, 24 de enero, en la discusión del grupo comunista en el

II Congreso de Obreros Mineros) de que habíamos ―abandonado la línea trazada por el IX

Congreso del Partido‖ (p. 46 de las Actas de la discusión del 30 de diciembre). Sostuvo que en el

IX Congreso yo había defendido la militarización del trabajo y que me había burlado de las

referencias a la democracia, y que ahora ―renunciaba‖ a todo eso. En su intervención final en el

debate del 30 de diciembre, el camarada Trotsky agregó a este reproche una mordacidad

especial: ―Lenin tiene en cuenta el hecho de que [...] en los sindicatos se está produciendo un

agrupamiento de camaradas de espíritu oposicionista‖ (p. 65); que yo encaro esto ―desde el

ángulo diplomático‖ (p. 69); y que existen ―maniobras dentro de los grupos de partido‖ (p. 70),

etc. Tal interpretación de las cosas es, naturalmente, muy satisfactoria para el camarada Trotsky

y peor que insatisfactoria para mí. Pero vayamos a los hechos.

En esa misma discusión del 30 de diciembre, Trotsky y Krestinski dejaron establecido que

―ya en el mes de julio [de 1920] el camarada Preobrazbenski propuso al CC que tomáramos un

nuevo rumbo con relación a la vida interna de nuestras organizaciones obreras‖ (p. 25). En

agosto, el camarada Zinóviev hizo un proyecto de carta, y el CC aprobó una carta del CC, sobre

la lucha contra la burocracia y la ampliación de la democracia. En septiembre, se llevó el

problema a una Conferencia de Partido cuyas resoluciones fueron apoyadas por el CC. En

diciembre, el problema de la lucha contra la burocracia fue planteada ante el VIII Congreso de

Soviets. Por consiguiente, todo el CC, todo el partido y toda la república obrera y campesina

reconocieron que el problema de la burocracia y del modo de combatir sus males estaba entre los

primeros puntos de la orden del día. ¿Se deduce de esto algún tipo de ―renuncia‖ al IX Congreso

del PCR? Por supuesto que no. Las resoluciones sobre la militarización del trabajo, etc., son

indiscutibles y no tengo la menor necesidad de retirar mis burlas respecto de las referencias a la

democracia por parte de quienes pusieron en tela de juicio esas resoluciones. Lo que se deduce es

que ampliaremos la democracia en las organizaciones obreras sin convertirla en un fetiche; que

prestaremos mucha más atención a la lucha contra las prácticas burocráticas; y que pondremos

especial celo en corregir todo inútil y perjudicial exceso burocrático, no importa quien lo señale.

Una última observación sobre el problema secundario de la prioridad y la igualación. En la

discusión del 30 de diciembre dije que la formulación de la tesis 41 del camarada Trotsky sobre

este punto era teóricamente falsa, pues entrañaba prioridad en la producción e igualación en el

consumo. Yo respondí que prioridad significaba preferencia y que eso no era nada si la

preferencia no existía también en el consumo. El camarada Trotsky me acusó de ser

―increíblemente olvidadizo‖ y de ―intimidar‖ (pp. 67 y, 68), y me extraña que no me haya

acusado también de hacer maniobras, juegos diplomáticos, etc. Él hizo concesiones a mi línea de

igualación, pero yo lo ataqué.

En realidad, a quienquiera le interesen los asuntos del partido, puede recurrir a indiscutibles

documentos del partido: la resolución de noviembre de la reunión plenaria del CC, punto 4, y el

folleto plataforma de Trotsky, tesis 41. Por muy ―olvidadizo‖ que yo sea y por excelente que sea

la memoria del camarada Trotsky, sigue siendo un hecho que la tesis 41 contiene un error

Page 200: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 197

teórico, que no lo contiene la resolución del CC del 9 de noviembre. Dice la resolución: ―al

mismo tiempo que reconoce la necesidad de atenerse al principio de prioridad en la aplicación

del plan económico el CC, en total solidaridad con las resoluciones de la última Conferencia de

toda Rusia [de septiembre], estima necesario realizar un paso gradual, pero sostenido, hacia la

igualdad en la posición relativa de los diferentes grupos de obreros y de sus respectivos

sindicatos, al mismo tiempo que se fortalece la organización sindical general‖. Esto está

claramente dirigido contra el Comité Central del Transporte, y no es posible dar otra

interpretación al sentido exacto de la resolución. La prioridad sigue en pie. En el orden de

prioridades (con relación al cumplimiento del plan económico) sigue dándose preferencia a las

empresas, los sindicatos, los trusts y departamentos que estén en la lista de prioridades (en el

cumplimiento del plan económico), pero al mismo tiempo, la ―línea igualitaria‖ –defendida no

sólo por el ―camarada Lenin‖, sino que fue aprobada por la Conferencia del partido y por el CC,

es decir, por todo el partido–, exige claramente: continuar con el paso gradual, pero sostenido

hacia la igualación. Que el Comité Central del Transporte no cumplió esta resolución del CC

(noviembre) se deduce claramente de la resolución del CC de diciembre (por moción de Trotsky

y Bujarin), que contiene otra evocación de los ―principios de la democracia corriente‖. El error

teórico de la tesis 41 es que sostiene: igualación en el consumo, prioridad en la producción. Esto

es un absurdo económico, pues entraña una ruptura entre la producción y el consumo. No he

dicho –y jamás podría decirlo– nada parecido. Si una fábrica no es necesaria, hay que cerrarla.

Hay que cerrar todas las fábricas que no son absolutamente necesarias, y dar preferencia a las

que lo son. Hay que dar preferencia, por ejemplo, al transporte. Sin la menor duda. Pero no se

debe exagerar la preferencia, como sucedió en el caso del Comité Central del Transporte, que fue

lo que motivó que el partido (y no sólo Lenin) diera esta directiva: continuar con el paso

gradual, pero sostenido, hacia la igualdad. Y a nadie puede culpar Trotsky más que a sí mismo

por haber salido –después de la reunión plenaria de noviembre, que dio una solución clara y

teóricamente correcta–, con un folleto fraccionista sobre las dos ―tendencias‖ y propuesto, en su

tesis 41, una formulación que es errónea desde el punto de vista económico.

Hoy, 25 de enero, se cumple exactamente un mes de la declaración fraccionista del

camarada Trotsky. Es ahora evidente que ese pronunciamiento, inconveniente por la forma y

erróneo por su contenido, desvió al partido de su esfuerzo práctico en la economía y en la

producción, distrayéndolo en la rectificación de errores teóricos y políticos. Pero, como dice el

refrán, ―no hay mal que por bien no venga‖.

Se rumorea que se han dicho cosas terribles sobre las divergencias en el CC. No hay duda

que los mencheviques y los eseristas se escudan (y se escudaron) detrás de la oposición, y son

ellos quienes difunden rumores, formulaciones increíblemente malignas e invenciones de todo

tipo para desacreditar al partido, hacer malas interpretaciones de sus resoluciones, ahondar los

conflictos y perjudicar su trabajo. Es la treta política que emplea la burguesía, incluyendo a los

demócratas pequeño burgueses, los mencheviques y eseristas, quienes, por razones obvias, odian

–y no pueden dejar de odiar– a los bolcheviques. Todo miembro consciente del partido conoce

este método político de la burguesía y sabe lo que vale.

Las divergencias en el CC obligaron a recurrir al partido, y la discusión posterior reveló

claramente la naturaleza y el alcance de esas divergencias. Con eso se puso fin a los rumores y

las calumnias. El partido aprende las lecciones y se templa en la lucha contra el fraccionismo,

una enfermedad nueva (nueva en el sentido de que después de la Revolución de Octubre la

Page 201: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 198

habíamos olvidado). En realidad, es una enfermedad vieja, con recaídas aparentemente

inevitables en los próximos años, pero de una curación más fácil, bien a la vista ahora.

El partido está aprendiendo a no exagerar las divergencias. Citaré al respecto la acertada

observación del camarada Trotsky a propósito del camarada Tomski: ―He dicho siempre –incluso

cuando la polémica con el camarada Tomski estaba en su apogeo– que para mí era

absolutamente claro que sólo personas con su experiencia y autoridad podían ser nuestros

dirigentes sindicales. Dije esto al grupo de partido de la V Conferencia de Sindicatos y lo repetí

en el teatro Zimin hace unos días. La lucha ideológica dentro del partido no significa aislamiento

mutuo sino influencia mutua‖j (p. 34 de las Actas de la discusión del 30 de diciembre).

Naturalmente, el partido aplicará este enfoque correcto al propio camarada Trotsky.

Durante la discusión, fueron el camarada Shliápnikov y su grupo, la llamada ―oposición

obrera‖, quienes manifestaron la más acusada tendencia sindicalista. Por ser ésta un alejamiento

evidente del comunismo y del partido, será necesario tenerlo en cuenta, discutirlo y hacer un

esfuerzo propagandístico especial para explicar el error de estas ideas y el peligro que entraña

cometer esos errores. El camarada Bujarin, que fue el artífice de la frase sindicalista

―candidaturas obligatorias‖ (de los sindicatos a los órganos de dirección), trata de justificarse en

el número de hoy de Pravda, pero mucho me temo que su defensa sea muy ineficaz y totalmente

equivocada. ¡Figúrense ustedes! Quiere que nos enteremos de que en otros puntos se ocupa del

papel del partido. ¡No faltaría más! De lo contrario, se trataría de algo más que un error, que

exige y admite una pequeña corrección: significaría apartarse del partido. Cuando se habla de

―candidaturas obligatorias‖ pero se olvida agregar a renglón seguido que no son obligatorias para

el partido, se incurre en una desviación sindicalista, y ello es inconciliable con el comunismo,

incompatible con el programa del PCR. Si se agrega: ―obligatorias, pero no para el partido‖, se

da a los obreros apartidistas la falsa idea de que sus derechos han sido ampliados, siendo que, en

realidad, no habrá ningún cambio. Cuanto más persista Bujarin en su alejamiento del comunismo

–un alejamiento que teóricamente es erróneo y políticamente falaz–, más deplorables serán los

frutos de su obstinación. No se puede sostener lo que es insostenible. El partido no objeta la

ampliación de los derechos de los obreros apartidistas en general, pero una pequeña reflexión

hará ver qué se puede y qué no se puede hacer en este sentido.

En la discusión dentro del grupo comunista del II Congreso de toda Rusia de Obreros

Mineros, la plataforma de Shliápnikov fue derrotada a pesar del apoyo que tuvo del camarada

Kiseliov, que goza de particular prestigio en ese sindicato: nuestra plataforma obtuvo 137 votos,

la de Shliápnikov 62 y la de Trotsky 8. La enfermedad sindicalista debe ser curada y lo será.

En este último mes, Petrogrado, Moscú y una serie de ciudades de provincia demostraron

que el partido había respondido a la discusión y que por aplastante mayoría había rechazado la

línea errónea del camarada Trotsky. Si bien en los ―sectores dirigentes‖ y ―en la periferia‖ hubo

cierta vacilación, en los comités e instituciones, los miembros de base del partido, la masa obrera

del partido se manifestó firmemente contra esa línea errónea.

El camarada Kámenev me informó que el camarada Trotsky había anunciado, en la

discusión en el distrito de Zamoskvorechie de la ciudad de Moscú, el 23 de enero, que retiraba su

plataforma y que, sobre la base de una plataforma nueva, se unía al grupo de Bujarin.

Lamentablemente, ni el 23 ni el 24 de enero oí decir al camarada Trotsky ni una sola palabra

sobre esto, cuando habló contra mí en el grupo comunista del Congreso de Obreros Mineros. No

sé si ello se debe a un nuevo cambio en la plataforma y las intenciones del camarada Trotsky, o a

alguna otra razón. De cualquier modo, su anuncio del 23 de enero demuestra que el partido, sin

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Sobre el Trotskismo 199

haber llegado a reunir todas sus fuerzas, y con sólo el pronunciamiento de Petrogrado, Moscú y

una minoría de ciudades de provincia, corrigió rápidamente y con decisión el error del camarada

Trotsky.

Los enemigos del partido se regocijaron demasiado pronto. No pudieron –y nunca podrán–

beneficiarse con las divergencias, a veces inevitables, que existen en el partido, para

perjudicarlo, y para perjudicar a la dictadura del proletariado en Rusia.

25 de enero de 1921 Reimpreso de las Obras completas de V. I. Lenin (Madrid: Akal, 1978),

tomo 34. Publicado entre el 25 y 26 de enero de 1921, en folleto editado por la Sección de Prensa

del Soviet de Moscú de Diputados de Obreros, Campesinos y del Ejército Rojo. Firmado: N.

Lenin Se publica de acuerdo con el texto del folleto cotejado con el manuscrito.

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Sobre el Trotskismo 200

Notas

Introducción

1. Cf. ―La Révolution défigurée, De la Révolution, Ed. de Minuit, p. 111. (Hay varias ediciones

en español: La revolución desfigurada).

2. Cf. por ejemplo el uso que hacen de ellas Pierre Broué en Le Parti bolchevique, Ed. de Minuit,

1963 y Livio Maitan en su informe sobre la revolución cultural en el IX Congreso de la IV

Internacional.

3. Cf. Anexo IV.

4. Cf. Le Discours de la guerre, L'Herne, 1967.

5. Cf. Les Origines de la révolution chinoise, Gallimerd, 1967, p. 133. (Los orígenes de la

revolución china, Ed. Tiempo Nuevo.)

6. Desde antes de la aparición de las ―Leçons d'Octobre‖ [Lecciones de octubre], en octubre de

1924, la revista Bolchevik, al criticar los artículos de Trotsky, hacía notar con razón: ―El

camarada Trotsky recuerda a los colaboradores permanentes de Lenin, los que constituyeron el

cuadro fundamental del bolchevismo, en la única medida en que es indispensable recordar sus

errores‖ (citado por P. e I. Sorlin, Lenin, Trotsky, Stalin, 1921-1927, Armand Colin, 1961).

7. Pierre Naville, Le Monde, 5 de abril de 1969.

8. Editions Sociales, 1969.

9. Fiquères se basa de una manera no crítica en la literatura antitrotskista de la época de Stalin.

Para este caso, su fuente es la recopilación Trotsky y el trotskismo publicado en 1937 por el

Partido Comunista Francés.

Capítulo 2: Un dogmatismo atemporal

1. Para que un partido ―dirija‖ un movimiento revolucionario, no es necesario que su autoridad

sea reconocida por sus aliados. Es necesario, y suficiente, que su línea sea consecuente, sus

consignas justas, conformes a los intereses y los deseos de las masas, y adecuadas para unir a

todos los que pueden unirse contra el enemigo principal. Así, sus aliados están obligados, en

cierta medida, a seguirlo. Cuando no lo hacen, se aíslan y declina su influencia, a raíz de que ese

partido practica hacia ellos una política de unidad y de lucha, sosteniéndolos en la medida en que

se oponen al enemigo común y criticándolos cuando se inclinan hacia un compromiso. Por

ejemplo, la política de frente antijaponés en China apuntaba menos a la unidad con Chiang Kai-

shek que a movilizar a las grandes masas alrededor de las consignas comunistas. Cf. Han Süyin,

Le déluge du matin, p. 389.

2. Cf. Die Klassenkämpfe in Frankreich, Karl Marx, Friedrich Engels, Werke, Dietz Verlag,

Berlín, 1964, B, 7, pp. 89-90. (Hay varias ediciones en español: La lucha de clases en Francia).

3. Cf. 1905, Librairie de L'Humanité, 1923, p. 55.

4. Trotsky, ―La Révolution permanente‖, De la révolution, París, Ed. de Minuit, 1963, p. 330.

(Hay varias ediciones en español: La revolución permanente.)

5. Cf. ―La Révolution permanente‖, ibíd., p. 347 y sig.

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Sobre el Trotskismo 201

6. Lenin, Oeuvres complètes, t. IX, p. 51.

7. ―Results and Prospects‖, Permanent Revolution y Results and Prospects, Pioneer Publishers,

Nueva York, 1965, p. 212.

8. Ibíd., p. 201.

9. Según Trotsky, se trata del título de un folleto cuyo autor era Parvus. Cf. La Révolution

permanente, París, Gallimard, 1964, p. 155.

10. Oeuvres complètes, t. IX, p. 19. La cursiva es nuestra – K. M.

11. Ibíd., p. 18.

12. La Révolution permanente, pp. 36-37.

13. Según Lenin, esta fórmula no preveía ―más que una relación entre clases y no una institución

política que materializara esa relación, esa colaboración‖ (Oeuvres complètes, t. IX, p. 35).

14. Oeuvres complètes, t. IX, p. 41. Por pequeña burguesía, Lenin entiende los pequeños

productores independientes, por consiguiente, sobre todo, los campesinos arrendatarios.

15. Ibíd., t. XV, p. 55.

16. Ibíd., p. 400.

17. Oeuvres complètes, t. XXIV, p. 37.

18. Ibíd., p. 89.

19. 27 de abril de 1917. Oeuvres complètes, t. XXIV, p. 136.

20. Cf. Isaac Deutscher, Staline, Club du meilleur livre, 1961, p. 293. (Hay edición en español:

Stalin, Era.) Pierre Broué, Le Parti bolchevique, Ed. de Minuit, 1963, p. 83.

21. Oeuvres complètes, t. XXIV, p. 145.

22. Cf. Lenin, ―La revolución proletaria y el renegado Kautsky‖, Oeuvres choisies, t. III, pp.

145-146. (Hay varias ediciones en español.)

23. Staline, p. 293.

24. ―Dos tácticas de la socialdemocracia‖, Oeuvres complètes, t. IX, p. 81. (Hay varias ediciones

en español.)

25. ob. cit.

26. Ernest Mandel, Construire le parti révolutionnaire, suplemento de Rouge, 19, 167, pp. 18-

19.

27. Marzo de 1909. Oeuvres complètes, t. XV, p. 397.

28. Las transformaciones burguesas las puede realizar un poder feudal, como fue el caso cuando

la pretendida acumulación primitiva en Inglaterra y en Alemania bajo Bismarck, o la puede

realizar un poder proletario, como fue el caso de octubre de 1917 a julio de 1918 en Rusia y en

China de 1947 a 1952.

29. En numerosos pasajes del libro, lo califica de ―atrasado‖, ―primitivo‖, etc. Ahora bien, los

campesinos chinos no lo eran menos, y sin embargo Mao habla de ellos con la mayor

admiración, a causa de su espíritu revolucionario. ―El ojo del campesino ve justo‖, ha dicho. Si

juzgamos por el número de levantamientos campesinos en la segunda mitad del siglo XIX

(aproximadamente 500 por decenio), podemos concluir que los campesinos rusos eran

igualmente revolucionarios.

30. 1905, artículo ―Nos différends‖, Librairie de L'Humanité, 1923, p. 255.

31. ―Dos tácticas de la socialdemocracia…‖, Oeuvres, t. IX, p. 56.

32. Ibíd., t. XV, p. 400.

33. Trotsky distingue estas dos etapas ―en principio‖, ―en teoría‖, de la misma manera que

distingue el programa mínimo del programa máximo. Pero, fuera de que para él esa diferencia

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Sobre el Trotskismo 202

desaparece en el momento de la toma del Poder (cf. más arriba, p. 39), ésta no se refleja en su

propaganda y la elección de sus consignas, y con razón. En su libro 1905, cita a Lasalle, que

había obtenido de los acontecimientos de 1848-49 ―la lección irrefutable de que ninguna lucha en

Europa puede tener éxito si desde el principio no está afirmada como puramente socialista‖

(1905, ob. cit, p. 55). La experiencia de las luchas revolucionarias desde el comienzo del siglo

justificaría más bien el axioma inverso.

34. Citado por Stalin en ―La Révolution d'Octobre et la tactique des communistes russes,

Cuestiones del leninismo, t. 1, Ed. Sociales, 1946, p. 91 (Hay edición en español.) Cf. también el

―testamento‖ de Lenin, donde se dice: ―Nuestro partido se apoya en dos clases; de manera que su

dislocación sería posible y su caída sería inevitable si no pudiera realizarse el acuerdo entre esas

dos clases‖, t. 36, p. 606.

35. ―Sur la théorie de la révolution permanente‖, Stalin contre Trotsky, París, Maspero, 1965, pp.

99, 101. Se ve que Bujarin y Stalin (cf infra p. 65) habían anticipado la estrategia del cerco de las

ciudades mundiales (potencias imperialistas) por los campos mundiales (países dominados) de

Lin Piao.

36. The Permanent Revolution y Results and Prospects, pp. 241, 247.

37. Ibíd., p. 247.

38. Ibíd., p. 237.

39. Ibíd., p. 247. La cursiva es nuestra – K. M.

40. Ver también supra, p. 58.

41. Citado por Stalin en ―La Révolution d'Octobre et la tactique des communistes russes‖, p. 96.

42. Discurso en la XIV Conferencia del PC de la URSS, número especial de Cahiers du

bolchevisme, dic. 1926, p. 207, citado por Léo Figuères Le trotskysme, cet antiléninisme, ob. cit.,

p. 160.

43. Al mismo tiempo, contaba con la victoria de la revolución proletaria en uno o varios países

de Europa. La derrota del Ejército Rojo ante Varsovia le hizo comprender que a partir de ese

momento la Unión Soviética debía contar ante todo con sus propias fuerzas.

44. Prefacio a 1905, ob. cit., p. 4.

45. ―Discurso en la Asamblea plenaria del soviet de Moscú‖, el 20 de noviembre de 1922, t. 33,

pp. 455-6.

46. Lenin, Oeuvres choisies, Ed. du Progrès, Moscú, t. III, p. 902. Se trata del artículo, ―De la

coopération‖, dictado el 4 de enero de 1923; el último y el más importante de los artículos en que

Lenin aborda el problema de la construcción del socialismo en la URSS.

47. L'internationale communiste après Lénine, Rieder, París, 1930, pp. 123-127.

48. Lenin, Oeuvres choisies, t. II, p. 904.

49. Cf. Cuestiones del leninismo, Nos. 277-278, p. 59.

50. Cf. Les Temps modernes, Nos. 277-278, p. 59.

51. Stalin se equivocó también al afirmar que la posibilidad de construir el socialismo en un solo

país siempre había sido admitida por el Partido.

52. La Révolution permanente, pp. 10-11.

53. Ibíd., p. 235.

54. Ibíd., p. 17.

55. Cf. infra, ―Les traits fondamentaux du trotskysme‖.

56. La Révolution permanente, p. 180. En L'Internationale communiste après Lénine, Trotsky

habla de la ―indisolubilidad de los lazos económicos y políticos que unen a los países

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Sobre el Trotskismo 203

capitalistas‖, que estaría en la base de su tesis según la cual ―para salir de las contradicciones con

las que tropieza la dictadura del proletariado en un país atrasado rodeado por un mundo enemigo

capitalista, será necesario pasar a la arena de la revolución mundial‖, ob. cit., p. 133. Según él, el

proletariado victorioso no puede romper esos lazos, y el peligro para su poder proviene menos de

la amenaza de intervención militar que de la ―presión de las mercancías baratas‖; ―el tractor Ford

es tan peligroso como el cañón de Creusot‖, ibíd., p. 141.

57. Cf. Nicolas Krasso, ―Réponse a Ernest Mandel‖, Les Temps modernes, agosto-setiembre de

1969, Nos. 277, 278, p. 84 (Hay edición en español: Cuadernos de Pasado y Presente, No. 15).

58. Cuestiones del leninismo, p. 114. La crítica de Trotsky por N. Krasso tiene ideas interesantes,

pero el autor se queda –nos parece– bajo la influencia de ciertos prejuicios trotskistas. Es así

como escribe: ―Stalin ha apartado totalmente la posibilidad de revoluciones internacionales y ha

hecho de la construcción del socialismo en un solo país la tarea exclusiva‖ (Les Temps modernes,

junio-julio de 1969, p. 2207.) Krasso admira además la ―perspicacia intuitiva única‖ de la que da

pruebas Trotsky ―previendo el carácter de clase de las fuerzas que iban a hacer la revolución

rusa‖. Ya vimos lo que había que pensar sobre esto.

59. Cf. Giuliano Procacci, Staline contre Trotsky, ob. cit., p. 155.

60. K. Marx, Critíque du programme de Gotha (Hay varias ediciones en español: Critica del

programa de Gotha.) En su uso actual, ―comunismo‖ designa la fase superior, y ―socialismo‖ la

fase inferior.

61. Entrevista en el Sunday Times, 17 de septiembre de 1964, citada por Fernando Claudin en La

crise du Mouvement communiste, Maspero, 1972, t. II, p. 684 (Hay ediciones en español: La

crisis del movimiento comunista, Ruedo Ibérico). Claudin se equivoca al afirmar que Stalin no

había formulado esta tesis antes de 1946.

62. Les problèmes économiques du socialisme, Ed. Políticas del Estado, Moscú, 1952, reeditado

por Ed. Norman Béthune, París, pp. 72-74 (Hay varias ediciones en español: Problemas

económicos del socialismo en la URSS).

63. Ibíd., p. 23 ¡Hacemos notar que Stalin identifica la diferencia entre la ciudad y el campo con

la diferencia entre la agricultura y la industria! (ibíd.., p. 29).

64. Ed. Sociales, 1963, p. 336.

65. ob. cit., p. 31.

66. Napoleón, citado por Lenin, Oeuvres choisies, t. III, p. 912. El principio ―independencia y

autonomía, contar con sus propias fuerzas‖ es para los trotskistas una abominación. Ateniéndose

firmemente a él, los chinos han podido sentar las bases de un sistema industrial moderno y

desarrollar poderosamente su economía sin caer bajo la dependencia del imperialismo o del

socialimperialismo. Su país es el único en el mundo en el cual la deuda interior y exterior es

igual a cero.

67. Citado en Importantes documentos de la Gran Revolución Cultural Proletaria (Pekín:

Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1970).

68. Ibíd.

69. Dirigente francés de la Cuarta Internacional.

70. Este debate se desarrolló el 19 de febrero de 1964. Las intervenciones fueron publicadas por

Cahiers d'études socialistes, Nos. 52-53, enero de 1965.

71. Cf. Stuart Schram, Documents sur la théorie de la “Révolution permanente” en China,

Introduction, Mouton et Cie., París, 1963. Al contrario, Enrica Collotti-Pischei tiene razón al

conformarse con el uso de los traductores de Pekín que distinguen en las palabras lo que se

Page 207: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 204

distingue por el sentido y titular su libro La Révolution ininterrompue, Juillard, 1964, dando así

primacía a la política sobra la filología.

72. La Révolution permanente, p. 180.

73. Los hechos desmintieron este ―pronóstico‖ de Trotsky.

74. La révolution chinoise et le Parti communiste chinois, Oeuvres choisies, t. 14 p. 353. (Hay

edición en español: La revolución china y el Partido Comunista de China, Edición en Lenguas

Extranjeras, Pekín).

75. En Mao Tsetung, este término incluye a los asalariados agrícolas, a los campesinos pobres

semipropietarios y a los campesinos medios.

76. Conjunto de las clases revolucionarias en una etapa dada.

77. Cf. Mao Tsetung, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo,

Pekín, 1965, p. 216.

78. Cf. infra, p. 194.

79. Cf. La révolution permanente, p. 233.

80. ibíd., p. 234.

81. Cf. Débat sur la ligne génerale du mouvement communiste international, Pekín, 1965, p. 216.

82. ibíd., pp. 215-216.

83. Si agregamos su subestimación del campesinado, encontraremos menos injusta la acusación

de menchevismo que le lanzó Stalin.

84. Cf. L. Althusser, Pour Marx, París, Maspero, 1965-1969, p. 96.

85. La Révolution permanente, ob. cit., p. 44.

86. Carta de Marx a Engels del 10 de diciembre de 1869, citada en Le Marxisme et l'Asie, p. 149.

87. Mao Tsetung, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, p.

17.

Capítulo 3: La incapacidad para el análisis concreto

1. Cf. In Defense of Marxism, Merit Publishers, Nueva York, 1965, p. 49. (Hay varias ediciones

en español: En defensa del marxismo.)

2. Citado por Karl Korsch en ―Die alte Hegelsche Dialektik und die neue materialistiche

Wissenschaft‖, en Der Gegner, 1932.

3. La consideración de estos desplazamientos permite plantear correctamente el problema de la

periodización en historia.

4. Lenin, ―Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky‖, Obras

completas (Madrid: Akal, 1978), t. 34.

5. Cf. Lenin, Oeuvres complètes, t. XXXVI, p. 607.

6. Ibíd., pp. 607-608. El subrayado es nuestro – K. M.

7. Cf. Isaac Deutscher, The Prophet Armed, ob. cit., p. 497. (Hay edición en español: El profeta

armado, Era.)

8. Ibíd., p. 499.

9. Ibíd., p. 501.

10. Oeuvres choisies, t. III, pp. 634-636. En otra parte, Lenin dice: ―Trotsky cayó en una serie de

errores relacionados con la esencia misma de la cuestión de la dictadura del proletariado‖ (―Los

sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky‖).

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Sobre el Trotskismo 205

11. Oeuvres complètes, t. XXXV, p. 489.

12. El párrafo siguiente es un resumen de la segunda parte de ―Consideraciones

cuasiepistemológicas‖. Introducción de R. Linhart a ―Documents des Cahiers marxistes

léninistes‖ (1965).

13. Entre las primeras medidas tomadas por el poder popular en China estuvieron las que se

dirigían a la creación de una moneda sana y a la estabilización de los precios. Estos resultados se

obtuvieron a partir de marzo de 1950.

14. The Prophet Outcast, p. 126. (Hay edición en español: El profeta desterrado, Era.)

15. Ibíd., p. 110. Según E. Mandel (Les Temps modernes, agosto-septiembre de 1969), la

oposición proponía, en lugar de la colectivización, un impuesto especial sobre los campesinos

ricos y la reducción de los gastos administrativos (!).

16. Cuestiones del leninismo, t. II, p. 38. Contrariamente a lo que afirma Poulantzas en Fascisme

et dictadure (p. 246), esta argumentación no implica la tesis de `la imposibilidad por mucho

tiempo de la revolución en Europa‖, sino sólo que no había que proceder como si su victoria

fuera segura. Según Stalin, no había que contar con ellas, sino actuar de manera que se pudiera

enfrentar la eventualidad menos favorable: la de una guerra próxima.

17. La proclamation programme des communistes bolcheviques, révolutionnaires soviétiques,

Ed. de l'Avenir, Lyon, 1969, considera todos los errores de Stalin como pertenecientes a esta

última categoría.

18. Cf. ―Discurso pronunciado ante el I Congreso de los koljosianos udarniks‖, 19 de febrero de

1933. Cuestiones del leninismo, t. II, p. 129.

19. Cf. Moshe Lewin, La paysannerie et le pouvoir soviétique, 1928-1930. Mouton, 1966, así

como Merle Fainsod, Smolensk à l'heure de Stalin, Fayard, 1967, obra que utiliza los archivos de

Smolensk que cubren el período 1917-1938. Ver especialmente, pp. 205-212, la carta de

Molotov y Stalin del 8 de mayo de 1933 (pp. 212-214), que condena ―los arrestos masivos e

inconsiderados en el campo‖ e ―Historie de la collectivisation‖, cap. 12.

20. Lenin en el XI Congreso, Oeuvres complètes, t. 33, p. 288, citado por R. Linhart, ―La NEP:

análisis de algunas características de la fase de transición soviética‖, Études de planification

socialiste, marzo de 1966, No. 3.

21. Es también la opinión de Deutscher, The Prophet Outcast, p. 108.

22. The Prophet Armed p. 515.

23. The Prophet Outcast, p. 101.

24. La nouvelle économíe, EDI, p. 131.

25. The Prophet Unarmed, p. 43. (Hay edición en español: El profeta desarmado, Era.)

26. Citado por Deutscher, ibíd., p. 44.

27. Das Kapital, Dietz Verlag, Berlín, 1961, t. 1, p. 753.

28. Ibíd., p. 752.

29. Ibíd., p. 806.

30. Ob. cit. Como Australia era en ese momento un continente virgen, los trabajadores

prefirieron instalarse como agricultores independientes en tierras que no pertenecían a nadie, en

lugar de someterse a la esclavitud asalariada al servicio de Mr. Peel.

31. Cf. Charles Bettelheim, ―Due tipi di accumulazione‖, Il Manifesto, mayo de 1970, No. 5.

Publicado en francés en Les Temps modernes, agosto-septiembre de 1970.

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Sobre el Trotskismo 206

Capítulo 4: Un antiburocratismo burocrático

1. Citado en Trotsky, ―Informe de la delegación siberiana‖, Spartacus, enero-febrero 1970, p. 88.

2. I. Deutscher, the Prophet Armed, p. 76.

3. Ibíd., p. 90.

4. Ibíd., p. 92.

5. En 1906, ―Rosa identificaba prácticamente partidos y masas‖ (Irene Petit en Politique

aujourd'hui, sept. 1972). Cf. también Nicolas Krasso, ―El marxismo de Trotsky‖, Les Temps

modernes, junio-julio 1969. El pasaje citado antes, concerniente al sustitutismo se encuentra en

la p. 128 de Nos tâches politiques (Ed. Pierre Belfond, 1970). Sobre el espontaneísmo de

Trotsky, cf. ibíd., pp. 125, 188

6. Deutscher, ob. cit., p. 92.

7. ―Una vez más acerca de los sindicatos‖, Obras completas, t. 34, p. 639.

8. ―Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky‖, Obras completas, t.

34.

9. ―Una vez más acerca de los sindicatos‖, ob. cit.

10. Comisariado Central de Transportes.

11. En 1922 y 1923, rechazó las insistentes y reiteradas proposiciones de Lenin para que fuera

nombrado vicepresidente del Consejo de Comisarios del pueblo, y eso porque debía haber otros

dos: Rykov y Kamenev.

12. Desde el momento en que Trotsky entra en la oposición en el Comité Central con El nuevo

curso (fines de 1923) hasta su exilio (fines de 1927), él y sus partidarios tendrán la posibilidad de

publicar artículos y discursos en la prensa. Pese a eso, o quizá por eso, al final de ese período

estará totalmente desacreditado ante los militantes comunistas y la opinión pública. Las masas

tienen más juicio de lo que se cree y el talento de polemista no basta para hacer fuerte un

argumento que es débil.

13. Cf. The Prophet Unarmed, p. 91.

14. Cf. supra, ―La planificación en la NEP‖, p. 58.

15. Lenin no se equivocaba. En numerosos textos, se había expresado en términos sumamente

elogiosos con respecto a Stalin, ―el maravilloso georgiano‖, y en su testamento dice de él que es,

con Trotsky, el dirigente más eminente del Comité Central. Al contrario, este último consideraba

a su rival con desprecio, y hasta sus últimos días lo trató de ―opaca mediocridad‖. Cf. Deutscher,

Staline, p. 256.

16. En el XIII Congreso (mayo de 1924), Trotsky lo reconoció al declarar: ―El alegato según el

cual estoy a favor de una autorización de los grupos es incorrecto... Es imposible distinguir

fracciones y grupos‖.

17. En los textos de Mao, no se trata más que del ―centralismo democrático en el seno del

pueblo‖. Un corolario de esto es el control ejercido sobre el Partido Comunista por ―el pueblo

trabajador y las masas de miembros del Partido‖, así como por los otros ―partidos y agrupaciones

democráticos‖. ―Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo‖,

Obras escogidas, t. 5. pp. 7, 59.

18. ―En defensa del marxismo‖ (New York: Merit Publishers, 1965), p. 101.

19. Cahiers “Rouge”, #3 (París: Maspere, 1969), p. 35. El mismo E. Mandel repite en Actualités

de la théorie léniniste de l'organisation... (1971) que la interdicción de fracciones pronunciada

por el X Congreso a propuesta de Lenin ―fue un error‖. El hecho de que a partir de 1929, más o

Page 210: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 207

menos, la interdicción de las fracciones sirve de pretexto para impedir la expresión de

divergencias de opinión quizá demuestra que Stalin estaba equivocado, no Lenin.

20. En defensa del marxismo, p. 97.

21. Ibíd., pp. 207, 211.

22. ―Algunas cuestiones sobre los métodos de dirección, Obras escogidas, t. 3, p. 119.

23. ―Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo‖, ob. cit., p. 123.

24. Mao Tsetung, OE, t. 4, p. 232

25. Cf. los capítulos 11, 12, 16, Citas del Presidente Mao Tsetung, la Decisión de 16 Puntos de

1966, así como los estatutos del Partido Comunista de China adoptados por el IX Congreso.

26. Mao Tsetung espontáneo (México: 2004): 30 de enero de 1962: ―Plática en una Conferencia

Central Ampliada de Trabajo‖ y 24 de septiembre de 1962: ―Discurso en el X Pleno del VIII

Comité Central‖.

27. Cf. Mao Tsetung, ―Sobre el tratamiento correcto...‖, p. 9.

28. Ibíd., p. 49.

29. Obras escogidas, t. 2, p. 638.

30. Nos tâches politiques, ob. cit., p. 128. Sin embargo, Rosa no siempre negó la necesidad de

una vanguardia organizada y de una dirección. En 1906, volverá particularmente sobre las

críticas que había dirigido a Lenin en 1904. No hay que olvidar tampoco que en 1919 fundará el

Partido Comunista Alemán y reclamará una Internacional que funcionará como partido

centralizado de la revolución mundial.

31. Nos tâches politiques, ob. cit., p. 128.

32. El Manifiesto Comunista recuerda ―esa parte de los ideólogos burgueses que, a fuerza de

trabajo, se han levantado hasta la inteligencia teórica del conjunto del movimiento histórico‖.

34. OC, t. 1, p. 96.

35. Ernest Mandel redescubrió solo esta idea del genial Stalin, que no ha leído, puesto que no lo

reconoce. Cf. ―Construire le parti revolutionnaire‖, suplemento de Rouge, #167, p. 5.

36. Stalin, Obras, t. 1, pp. 140-150; Lenin, OC, t. 9, pp. 398-401.

37. ibíd., t. 8, pp. 86-87.

38. ibíd., t. 11, p. 172.

39. ibíd., t. 10, p. 24.

40. ob. cit., suplemento de Rouge, #167, p. 11.

41. Citado por Yvan Craipeau, en Le Mouvement trotskyste en France, Syros, 1971, p. 196.

42. ibíd., p. 14. Mandel confunde la agitación que se hace alrededor de algunas consignas de

acción en dirección a un gran número y la propaganda que tiende a inculcar a muchas ideas a un

número más reducido, es decir, a educar políticamente a los elementos más avanzados de las

masas. Popularizar el programa (y los principios generales del marxismo-leninismo) es asunto de

la propaganda.

43. Esto es el programa. Redactar uno compuesto de generalidades más o menos vagas y

abstractas está al alcance de toda organización que quiera hacer creer que resolvió todos los

problemas. La línea política es el conjunto de tareas, medidas particulares, métodos de trabajo

para obtener objetivos a corto y mediano plazo. Una organización siempre tiene una, explícita o

implícita, que orienta su práctica. Un programa, al contrario, supone, para ser serio, que la

organización haya alcanzado cierto nivel de su desarrollo. Recordemos que Lenin se había

opuesto al programa redactado por Plejanov y adoptado por el II Congreso porque era demasiado

general.

Page 211: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 208

44. Discurso ante el VIII Congreso, OC, t. 29, p. 152.

45. Alusión a la definición materialista de la libertad como conocimiento de la necesidad.

46. Véase la nota 26.

47. Sobre este punto, Mao ha corregido el Manifiesto Comunista, después de haber extraído las

lecciones de la Comuna.

48. OC, t. 27, p. 88.

49. Citado en Michael Lowy, La Théorie de la révolution chez le jeune Marx (París: Maspero,

1970), p. 188. Aunque trotskista, Lowy tiene debilidad por el espontaneísmo luxemburguista.

50. OE, t. 3, p. 9. Conviene evitar una interpretación unilateral de este pensamiento de Mao. Éste

no cree que el contacto directo con las masas y la experiencia inmediata sean la única fuente de

conocimiento de la realidad social. En efecto, algunas líneas antes dice: ―La burguesía china,

todavía en su infancia, no ha sabido hasta ahora ni sabrá jamás darnos datos relativamente

completos, o incluso un mínimo de información sobre la situación de la sociedad, lo que

consiguió hacer la burguesía de Europa, América o Japón; estamos forzados a recoger nosotros

mismos los materiales‖.

51. ibíd., p. 7.

52. OE, t. 4, pp. 242-243.

53. OE, t. 1, p. 32.

54. Cf. ―Remarques théoriques‖, Problèmes de planification, #14.

55. Véase la nota 26.

56. Después de la toma del Poder en octubre de 1917, Lenin aplicó el programa agrario de los

socialistas revolucionarios en lugar del suyo propio, cuando había pasado su vida estudiando los

problemas campesinos. Esto muestra bastante el valor totalmente relativo de un programa.

57. Nos tâches politiques, ob. cit., p. 128.

58. Isaac Deutscher, The Prophet Armed, pp. 93, 190, 470.

59. H. Weber, Mouvement ouvrier, stalinisme et bureaucratie, p. 15.

60. Editions Sociales, p. 104.

61. Cf. ―Zur Wohaungstrage‖, Carlos Marx y Federico Engels, Ausgewahlt schriften (Berlín:

Dietz Verlag, 1960), p. 574.

62. La guerra civil en Francia (Ed. Sociales), p. 41.

63. El XVIII Brumario..., p. 10.

64. The Prophet Unarmed, pp. 460, 462.

65. ibíd., pp. 54-55.

66. La défence de l'USSR et l'opposition.

67. En la introducción a la edición francesa de Stalin, Isaac Deutscher declara: ―A mi modo de

ver, las correspondencias rusas de las fases jacobina, termidoriana y bonapartista de la

Revolución fueron mezcladas de manera curiosa en el stalinismo‖. ¡―Curiouser and curiouser‖,

decía también Alicia!

68. In Defence of Marxism, p. 6.

69. Mao dice que hay que ―trazar una línea de demarcación... entre la revolución y la

contrarrevolución, entre Yenán y Sian. Algunos no saben que deben trazar esta línea de

demarcación. Por ejemplo, cuando combaten la burocracia, hablan de Yenán como si no hubiera

ahí `nada bueno' y no hacen ni la comparación ni la distinción entre la burocracia en Yenán y la

burocracia en Sian‖. Mao Tsetung, ―Métodos de trabajo de los comités del Partido‖, OE, t. 4, p.

39.

Page 212: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 209

70. Lenin, ―Las tareas inmediatas de los soviets‖, OC, t. 2, p. 805.

71. Lenin, ―Sobre el impuesto en especie‖, OC, t. 3, pp. 722-733.

72. Lenin, ―Las tareas inmediatas...‖, pp. 806-807.

73. Lenin en el VII Congreso del PC (b) R, OC, t. 2, p. 730. Sobre la crítica marxista-leninista de

la burocracia y del burocratismo, cf. también Octobre, revista del círculo de sociología de la UJC

(M-L), #2.

74. A nuestro modo de ver, se trata de un factor, y no el más importante, ya que en China este

peligro de restauración era real antes de la revolución cultural, aunque el abanico de los ingresos

estuviera relativamente muy cerrado. Persiste pese al considerable progreso en el sentido de una

igualdad radical realizada a raíz de esa revolución.

75. La revolución traicionada, pp. 515-516, 605-606.

76. ibíd., p. 604.

77. Trotsky encontró esta última idea en un texto de Rakovsky, Les dangers professionnels du

pouvoir, título francés de la ―Carta a Valentinov‖, publicada en De la bureaucratie, Maspero,

1971.

78. La revolución traicionada, ob. cit., p. 480.

79. ibíd.

80. ―La Unión soviética y la IV Internacional‖, Politique de Trotsky, p. 319.

81. ob. cit., p. 483. La URSS y la RD de Alemania, por consiguiente. alcanzaron esta etapa.

82. Cf. Bettelheim, La transition vers l'économie socialiste, Maspero ed., 1969.

83. ―El Estado obrero, el Thermidor y el bonapartismo‖, Politique de Trotsky, p. 316.

84. ―La révolution défigurée‖, en De la révolution, p. 104.

85. ―Carta a Boris Souvarine‖, 25 de abril de 1929, Politique de Trotsky, p. 316.

86. In Defence of Marxism, p. 45.

87. ―El Estado obrero, el Thermidor y el bonapartismo‖, Classique “rouge”, #2, p. 39.

―Bonapartisme bourgeois ou bonapartisme soviétique‖, ibíd., pp. 25-26.

88. ―La Unión soviética y la IV Internacional‖, Politique de Trotsky, p. 319.

89. ob. cit., p. 605.

90. ibíd., p. 603.

91. In Defence of Marxism, p. 55.

92. Staline, p. 332.

93. In Defence of Marxism, p. 28.

94. Stalin, p. 332.

95. Sobre la naturaleza de las relaciones de producción y el poder del Estado en Egipto, leer los

magistrales análisis de Mahmud Hussein, La lucha de clases en Egipto de 1945 a 1958 (París:

Maspero, 1969), pp. 108-117, 163-186.

96. Para hacer comprender cómo la dictadura del proletariado puede subsistir cuando la clase

obrera ha perdido el poder, Trotsky compara semejante Estado a un automóvil accidentado que

sigue siendo un automóvil. Esta imagen no hace más que copiar el razonamiento de Kautsky,

para quien la democracia es democracia pese a las deformaciones que le hace sufrir la

dominación burguesa, y de Hegel, cuando explica que los Estados empíricos imperfectos

encarnan sin embargo la idea del Estado, lo mismo que ―el hombre más feo, el criminal, el

enfermo, el inválido, es lo mismo un hombre‖. Este ejemplo ilustra una vez más el carácter

metafísico (no dialéctico) del pensamiento de Trotsky. Sobre Kautsky inspirado en Hegel, cf.

Page 213: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 210

Karl Korsch, Die materialistische Geschichtsauffassung, Europäische Verlagsanstalt, 1971, p.

76.

97. Cf. Lenin, Enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, OC, t. 27, pp. 353-355 y

también ―Sobre el impuesto en especie‖, p. 32. Nuestra atención fue atraída hacia las

implicaciones de estos textos, así como a otros puntos debatidos aquí, por M. Jaçques Rancière,

asistente en la facultad de Vincennes.

98. Cf. The Age of Permanent Revolution: A Trotsky Anthology (Nueva York: Dull Publishing

Co., 1964), compilado por Isaac Deutscher, p. 228.

99. Cf. De la revolution, p. 621. Trotsky no habla en este texto de hitlero-stalinismo, pero da lo

mismo.

100. Cf. Herbert J. Spiro, World Politics. The Global System (Homewood, Illinois: The Doresy

Press, 1966). Este autor sin duda alude a la obra de Hannah Arendt, The Origins of

Totalitarianism (Nueva York: Harcourt and Brace, 1951).

101. Cf. De la revolution, pp. 627-628. Lo hizo a sugerencia de Victor Serge, autor que antes de

su muerte se volvió abiertamente anticomunista y disimuladamente pronorteamericano.

102. ―L'URSS dans la guerre‖, reproducido en In Defence of Marxism.

103. Cf. The Prophet Outcast, pp. 467-468.

104. Cf. ―Le Trotskysme vu par un maoïste... ou la queue de Stalin‖, en La Vérité, abril de 1972.

105. Cf. Writings of Leon Trotsky (1939-40), p. 81.

106. Ibíd., p. 117.

107. Cf. M. Merleau-Ponty, Humanisme ou terreur (París: Gallimard, 1947), p. 165.

108. Se encontrarán referencias en Polémica acerca de la línea general del movimiento

comunista internacional (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1965).

109. Los chinos citaron los discursos de Jruschov de la época de la gran purga de 1935-38 en los

que decía: ―Aniquilaremos a los enemigos, a todos ellos hasta el último, sin dejar indemne a

ninguno, y echaremos al viento sus cenizas‖. ―Hemos aniquilado un considerable número de

enemigos, pero todavía no a todos... Debemos tener muy presente las palabras del camarada

Stalin: mientras exista el cerco capitalista, los enemigos enviarán a nuestro país espías y

saboteadores‖.

110. Polémica acerca de la línea general..., pp. 127, 129.

111. Ibíd., p. 130.

112. Ibíd., p. 132.

113. Se trata de una posición de principio marxista-leninista diametralmente opuesta al

procedimiento constante de los trotskistas. Incluso un teórico como Lucien Goldmann tiene clara

conciencia de este principio metodológico, porque aborda los problemas del marxismo con un

mínimo de seriedad. ―Es en la estructura económica, social y psíquica del grupo que sufre la

influencia donde hay que buscar las causas principales de ésta‖ (Sciencies humaines et

philosophie [París: Genthier, 1966], pp. 97-100).

114. Polémica acerca de la línea general..., pp. 132-133.

115. En efecto, por una parte la teoría está relacionada con (es decir, regida por) la práctica (de

modo que una posición teórica correcta en relación con Stalin supone una práctica

revolucionaria); por otra parte, la investigación marxista ilumina el pasado a la luz del presente,

que revela sus tendencias ocultas, su sentido, su verdad. Como decía Mao: ―La anatomía del

hombre es la clave de la anatomía del mono‖. La investigación efectuada en el marco de la

Page 214: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 211

revolución cultural por las masas chinas para juzgar correctamente el papel histórico de Liu

Shao-chi da un ejemplo de aplicación de este principio.

116. Polémica acerca de la línea general..., p. 125.

117. Cf. Henri Pierre, L'Express, 17 de mayo de 1965. Algunos amigos que fueron hace poco a la

URSS nos confirmaron este hecho. Fueron testigos de estas reacciones del público ruso. Si

Pravda censuró el nombre de Stalin al publicar el mensaje de felicitación chino en ocasión del 53

aniversario de la revolución de Octubre, fue evidentemente para impedir que el buen recuerdo de

Stalin que muestran los chinos no pueda serles acreditado por el pueblo soviético. (Cf. Le

Monde, 11 de noviembre de 1970.)

118. Cf. Le Monde, 25 de noviembre de 1969. Cf. también la declaración de Eldridge Cleaver en

The Black Panther, 8 de noviembre de 1969.

119. Polémica acerca de la línea general..., p. 130. Las obras de Stalin no siempre son rigurosas

en el plano científico. Se encuentran en ellos profundos avances del marxismo-leninismo junto a

errores graves. Sin embargo, uno de sus escritos puede considerarse un clásico: Los fundamentos

del leninismo. Es el único que se ha estudiado en China. Recordemos que Stalin impidió, como

jefe de redacción de Pravda, la publicación de las ―Cartas desde lejos‖, de Lenin, a excepción de

la primera. Es porque había adoptado, después de la revolución de febrero de 1917, una posición

―defensista‖. Stalin admitió, además, en Historia de la revolución rusa, de la que es coautor, que

se había opuesto a las Tesis de abril de Lenin durante unos diez días.

120. Cf. Roy Medvedev, Faut-il réhabiliter Staline? (París: Ed. du Seuil, 1969).

121. ―Nuestro estudio y la situación actual‖, t. 3, p. 170.

122. Cf. Deposición de Léon Blum en T. L., p. 1929, del informe oficial francés de la comisión

de investigación sobre los acontecimientos sucedidos en Francia de 1933 a 1945, citada por R.

Garaudy, Mésaventures de l'antimarxisme (París: Ed. Sociales, 1956), p. 83.

123. Sobre este último punto, cf. Generalmajor Pjotr Grigorenko, Der sowjetische

Zusammenbruch 1941 (Frankfurt-am-Main: Possev Verlag, 1969).

124. Citado en Isaac Deutscher, Stalin, p. 482.

125. Citado en Polémica acerca de la línea general..., p. 131.

126. Citado en M. Merleau-Ponty, Signes, pp. 374-375. Existen dos tipos de revisionismo: uno

social fascista, otro social liberal. Togliatti y en general el Partido Comunista de Ittalia

pertenecen a este último tipo.

127. Polémica acerca de la línea general..., p. 129.

128. Cf. Un gran documento histórico (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968), por las

redacciones de Hongqi y Renmin Ribao, 18 de mayo de 1967, pp. 24-25. La misma crítica se

dirige a Stalin en ―Acerca del falso comunismo de Jruschov y sus lecciones históricas para el

mundo‖, 14 de julio de 1964, en Polémica acerca de la línea general..., pp. 440-441.

129. Cf. Cuestiones del leninismo, t. 2, pp. 214, 216.

130. ibíd., pp. 219-220.

131. J. Stalin, Informe ante el XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del C. C. del P.

C. (b) de la U. R. S. S. (Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1951), p. 41.

132. José Stalin, Problemas económicos del socialismo en la URSS (Buenos Aires: Pasado y

Presente, 1976), p. 183.

133. Marx, citado en Stalin, ibíd., p. 184.

134. Cf. L'homme, le capital le plus précierux, seguido por Pour une formation bolchevik (París:

Ed. Sociales, 1948), p. 17. La ―suposición‖ de Stalin resulta menos evidente si se piensa que los

Page 215: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 212

―espías, saboteadores, asesinos‖ y otros agentes de división evolucionan con menos facilidad en

un país socialista (porque el medio no les es favorable) y penetran en él con más dificultades.

135. ibíd., p. 13.

136. ibíd., pp. 18-19.

137. ibíd., p. 30.

138. ibíd.

139. ibíd., p. 12.

140. Cuando Mao afirma que existen todavía contrarrevolucionarios, tiene cuidado de agregar:

―Naturalmente, no en cada localidad ni en cada organización‖, ya que sabe que esta precisión no

es superflua. (Cf. ―Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo‖, p.

30.)

141. Pour une formation bolchevik, p. 27.

142. ibíd., p. 28.

143. Cf. Maurice Merleau-Ponty, ―L'URSS et les camps‖, Signes, enero de 1950, Gallimard,

1960, p. 331.

144. Cf. Recueil chronologique des lois et décrets du Présidium du Soviet suprême er

ordennences du gouvernement de la RFSSR au 1º mars 1940, t. 9, OGIZ, 1941, citado en M.

Maurice Merleau-Ponty, ibíd., p. 330.

145. Informe ante el XVIII Congreso, obra citada, p. 47.

146. En ―Acerca del falso comunismo de Jruschov y sus lecciones históricas para el mundo‖, los

chinos escribieron que Stalin ―no se apoyaba en la clase obrera y las masas en la lucha contra las

fuerzas capitalistas‖, p. 441.

147. Publicado en Scanteia, 13 de febrero de 1946 y citado en Merleau-Ponty, Humanismo y

terror, Gallimard, 1947, p. 75

148. Informe ante el XVIII Congreso, obra citada, p. 20.

149. ibíd., pp. 63-64.

150. Cf. Historia del Partido Comunista Francés, Ed. Unir, t. 3, Anexo, p. 244.

151. El problema chino (París: Seghers, 1967), p. 185. La pretendida ―ley de Stalin‖ tal como lo

formula Garaudy parece copiada de un pasaje de la introducción de La revolución permanente,

en que Trotsky declara que ―en una dictadura del proletariado aislada, las contradicciones

internas y externas se exacerban inevitablemente en proporción con los éxitos logrados‖ (La

revolución permanente, ob. cit., p. 9).

152. ob. cit., p. 27

153. Existe un grupo de marxista-leninista-stalinistas que sostiene firmemente que Stalin no

desconoció la continuación de la lucha de clases después de la expropiación de los poseedores.

Es una señal de fidelidad a la memoria del jefe soviético que los honra. Pero, para convencer,

hacen falta argumentos. Los suyos son más bien dificultosos. Invocan el silencio de los albaneses

sobre este error de Stalin; pero, no contentos con hacer hablar... a un silencio, pretenden acallar a

los chinos, que sí hablan. Si los escuchamos, los editoriales de los órganos centrales del Partido

Comunista de China se deben a gente que no tiene ninguna calidad para expresar el punto de

vista de su partido. Incluso si concedemos todo eso, no podríamos seguirlos en sus conclusiones;

necesitaríamos olvidarnos de leer, ya que los textos de Stalin son bastante elocuentes por sí

mismos.

154. Cf. Hongqi (Bandera Roja), #8, 1966, en La gran revolución cultural proletaria, IV (Pekín:

Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968), p. 4. Pekín Informa del 9 de marzo de 1970 reproduce

Page 216: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 213

un artículo titulado ―Quién reeduca a quién‖, en que se critica al tratado de N. A. Kaïrov,

Pedagogía. El artículo de Pekín Informa cita indistintamente la edición antigua (1948) o la nueva

(1956) para mostrar que el contenido es revisionista y apunta a transformar la sociedad a imagen

de la burguesía de nuevo tipo que se reforzaba en la URSS ya antes de la muerte de Stalin. Éste

fue el último baluarte contra la usurpación del poder central por la burguesía burocrática del

Estado. El período que va del XXI al XXII Congreso debe considerarse como una fase de

consolidación del poder por la nueva burguesía. Se podría juzgar el valor de sus argumentos

cuando aparezca la gran obra en la que trabaja actualmente.

155. Cf. El marxismo y los problemas de la lingüística (Pekín: Ediciones en Lenguas

Extranjeras).

156. Cf. Cuestiones del leninismo, t. 2, p. 218.

157. The Prophet Outcast, p. 332.

158. Victor Serge escribía, por ejemplo: ―Defensa del hombre. Respeto del hombre, aunque sea

el último de los hombres. `Enemigo de clase', hijo o nieto de burgueses, no me importa...‖

(Mémoires d'un révolutionnarre (París: Ed. du Seuil, 1951), p. 305.

159. Signes, p. 327.

160. Caracterizar a Stalin como un ―gran marxista-leninista‖, después de todo lo que hemos

dicho sobre sus errores, puede parecer contradictorio, pero no lo es más que en el juicio de Lenin

sobre Bujarin ―teórico de los más notables y de altísimo valor‖, que ―nunca comprendió

enteramente la dialéctica‖, t. 36, p. 607.

161. Maurice Thorez y Roger Garaudy, ―Les tâches des philosophes communistes et la critique

des rreurs philosophiques‖, suplemento de Cahiers du Communisme, 1942, Nos. 7-8, p. 14.

162. ―Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo‖, p. 41.

163. Cf. El marxismo y los problemas de la lingüística, p. 30.

164. ibíd., p. 39.

165. Cf. ―Carta abierta del Comité Central del PCUS a las organizaciones del Partido y a todos

los comunistas de la Unión Soviética‖ (14 de julio de 1963), en Polémica acerca de la línea

general..., p. 571.

166. No son éstas palabras en el aire, si nos remitimos al testimonio del sociólogo sueco Jan

Myrdal, que escribió: ―Encontré mucha literatura anticomunista en las librerías chinas‖ (Jan

Myrdal, Chinese Journey [Londres: Chatto and Windus Ltd., 1965], p. 134).

167. Mao Tsetung, Obras escogidas, t. 3, pp. 46-47.

Capítulo 5: Degeneración revisionist o revolución cultural

1. Citado por D. Bensaid en Critiques de l'economie politique, Nos. 7-8, p. 136

2. ―The World Situation and Perspectives‖, in Writings of Leon Trotsky (1939-1940), p. 24.

3. ibíd., p. 3.

4. Leer sus declaraciones en el anexo del libro de Jaçques Roussel, Les enfants du prophète,

Spartacus, 1971.

5. Cf. Quatrième Internationale, mayo de 1969, No. 37, p. 26.

6. Cf. ―La défense de la URSS et l'opposition‖ (1929), citado en Politique de Trotsky, pp. 314-

315.

7. Paul Yankovitch, Le Monde, 11 agosto 1970, p. 11.

Page 217: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 214

8. La ola de papel impreso trotskista crece, pero la ambigüedad y la confusión de sus posiciones

subsisten. Por ejemplo, los trotskistas bolivianos dicen que el ―sistema socialista‖ lo ―conforman

los Estados en que los trabajadores se han transformado en la fuerza dominante‖. Si están

―oprimidos y robados‖, ¿cómo pueden ser la ―fuerza dominante‖? Cf. Tesis política de la C. O.

B. y otros documentos, U. M. S. A., La Paz, 1970, p. 23.

9. Cf. Charles Bettelheim, ―Remarques théoriques‖, en Problèmes de planification, No. 14, p.

178. (Problemas de planificación, Fondo de Cultura Económica).

10. P. P. Rey, ―Sur l'articulation des modes de production‖, ibíd.., No. 13, p. 96.

11. Cf. Cahiers de la Gauche Prolétarienne, No. 2 (1970), p. 65.

12. Cf. ―La base sociale du révisionnisme‖, Cahiers marxistes léninistes, No. 14.

13. Esto es tanto más cierto cuanto que los precios son estables, por ejemplo en la URSS,

contrariamente a la inflación galopante que caracteriza a las economías occidentales.

14. ―Calcul économique, categories marchantes et formes de propriéte‖, Problèmes de

planification, No. 12, p. 8. (Cálculo económico y formas de propiedad, Siglo XXI).

15. Ibíd.., p. 13.

16. Ibíd.., p. 31.

17. ibíd., p. 73.

18. Ibíd.., p. 84.

19. Carta a Paul Sweezy, 18 febrero 1970, en Paul Sweezy y Charles Bettelheim, Lettres sur

quelques problèmes actuels du socialisme (París: Maspero, 1970), p. 60 (Algunos problemas

actuales del socialismo, Siglo XXI).

20. Cf. G. Kim, A. Kaufman, ―Le développment non capitaliste‖, La vie internationale,

diciembre de 1967, Moscú.

21. Según H. Weber, los privilegios de la burocracia ―provienen de la explotación del Estado y

no de relaciones de producción dadas‖ (ob. cit., p. 15). En otras palabras, la burocracia explota al

Estado y no a los trabajadores. Confesamos no comprender lo que esto significa desde un punto

de vista marxista. Pierre Naville defiende una tesis no menos paradójica. En la URSS habría

―explotación recíproca‖. Cf. Le salaire socialista ( París: Anthropos, 1970).

22. Cf. Jaçques Rancière, ―Sobre la teoría de la ideología y la política de Althusser‖, ob. cit., pp.

325-326, 354-355. Rancière refuta la diferencia que destaca Poulantzas entre ―relaciones de

producción‖ y ―relaciones sociales‖.

23. Sweezy y Bettelheim, Sobre la transición al socialismo, pp. 41-44.

24. K. S. Karol, Le Monde, 23 julio 1970.

25. Término que tomamos de Mahmoud Hussein en ―La restauración du capitalismo en URSS et

la rèvolution culturelle chinoise‖, anexo a La lutte des classes en Egypte, p. 365.

26. Término empleado por Bettelheim.

27. Citado en el folleto Les rèvisionistes soviétiques restaurent le capitalismo sur toute la ligne

en Unión soviétique (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968), p. 365.

28. ibíd., p. 22.

29. Cf. J. Pavleski, ―Project‖, mayo de 1969, artículo reimpreso en Problèmes èconomiques, 3

julio 1969.

30. Tesis del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Soviet News, No. 11,

julio de 167, p. 21.

31. Pavleski, ob. cit.

Page 218: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 215

32. Consejero comercial de Francia en Moscú. Notes et études économiques, 28 marzo 1969;

artículo reimpreso en Problèmes économiques, 3 julio 1969.

33. Artículo de Est-Ouest, reimpreso en Problèmes économiques, 6 marzo 1969.

34. Cahiers de la Gauche Prolétarriene, 1970, No. 2, p. 66.

35. Les révisioinistes soviétiques restaurent le capitalisme, p. 61.

36. Le testament de Varga (París: Grasset, 1970), pp. 64-67.

37. Le Monde, 23 julio 1970.

38. Lenin, t. 31. p. 229. Cf. ―Une rèvèlation d'une sincèrite exceptionelle‖, Littèrature chinoise,

abril de 1970 y Le Monde.

39. Sobre la política internacional de la URSS, cf. Anexo II.

40. Sobre este tema, el mejor libro es el del llorado Jean Baby, La grande controverse sino-

soviétique (París: Grasset, 1966). Conserva toda su actualidad.

41. The Great Proletarian Cultural Revolution in China, p. 25.

42. ibíd., p. 3.

43. Joan Robinson, The Cultural Revolution in China, pp. 85-86.

44. Cf. Decisión de 16 puntos del Comité Central del Partido Comunista de China.

45. Sobre los ―Appareils idéologiques d'Etat‖, cf. L. Althusser, La Pensée, 1970, No. 151.

(Aparatos ideológicos del Estado, Nueva Visión). Cf. también ―Idéologie et forces productives‖,

Cahiers marxistes-léninistes, enero-febrero de 1967, No. 15. El concepto de aparato ideológico

del Estado la produjo J. Rancière en un texto inédito en francés.

46. ibíd., p. 90.

47. ibíd., p. 87.

48. Cf. Pekín Informa, 1970, No. 14.

49. Artículo del Wenhui Bao de Shanghai. Traducido en Cahiers de la Chine nouvelle, 22 julio

1968, No. 520 (especial); reimpreso en forma abreviada en 700 millions de Mao Tsetung, libro-

diario de L'Idiot international, No. 1.

50. The Great Proletarian Cultural Revolution in China, pp. 54, 57.

51. Intercontinental Press, 14 julio 1969, p. 702.

52. ibíd., p. 703.

53. Cf. Historie de la révolution culturelle prolétarriene en Chine (París: Maspero, 1970), pp.

253-255.

54. Intercontinental Press, 14 julio 1969, p. 713.

55. Mao Tsetung, Obras escogidas, t. 4, ―El movimiento democrático en el ejército‖, pp. 195-

196.

56. ―Résolution sur la révolution culturelle dur IX Congrès‖, p. 70. A los trotskistas les gusta el

―franglés‖. Es una manera de ser internacional. Por el momento, nos gustaría saber cómo

―posiciones‖ (tesis, análisis, apreciaciones) pueden ser la copia de una… dictadura (!).

57. Todo mundo sabe que las ecuaciones de Newton pueden considerarse como un caso

particular de las de Einstein, si se toman como datos velocidades netamente inferiores a las de la

luz y la ausencia de grandes masas próximas. Sólo ciertas hipótesis metafísicas fueron

eliminadas; el tiempo y el espacio ―sensoria Dei‖, vacíos absolutos y homogéneos.

58. Ver la conversación con Victor en Les Maos en France, de Michèle Mancaeux (París:

Gallimard, 1972). Conviene dar cuenta aquí de otra diferencia terminológica que se habrá notado

en este libro. Nosotros escribimos ―pensamiento de Mao Tsetung‖ y no ―pensamiento Mao

Tsetung‖. La segunda expresión, en uso de las publicaciones de Pekín, es curiosa. ¡En buen

Page 219: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 216

francés, significaría que Mao es un pensamiento! Cuando preguntamos a los camaradas chinos el

porqué de esta innovación, nos contestan, un poco incómodos, que alguien en los servicios de

traducción debió creer que ―pensamiento Mao Tsetung‖ traducía más literalmente el giro chino.

Ahora bien, en chino no hay declinación ni genitivo. ¡Se nos concederá que modificar la sintaxis

francesa para hacerla más próxima a la del chino procede de una extraña concepción de la

fidelidad en materia de traducción!

59. Cf. el título del libro de Paloczi-Horwath, Mao Tsè-tung empéreur des fourmis bleues.

60. Mao Tsetung, Obras escogidas, t. 3, ―Rectifiquemos el estilo de trabajo en el Partido‖, p. 46.

61. Marxismes imaginaires (París: Gallimard, 1970), p. 42.

Capítulo 6: Stalin y Trotsky frente a la revolución china

1. La idea de los tres aspectos que definen la política de la Internacional según Poulantzas sin

duda se inspira en Merleau-Ponty, quien habla de ―los tres temas marxistas de la iniciativa de las

masas, el internacionalismo proletario y la construcción de las bases económicas‖, Humanismo et

terreur, pp. 140, 145.

2. Agnes Smedley, ―The great road. The life and time of Chu Teh‖, Monthly Review Press, 1956,

p. 353.

3. Éste es un ejemplo de los extremos polémicos de Trotsky: ―La expedición del Norte, que

dicho sea de paso, se reveló como una expedición contra el proletariado…‖ (Problems of the

Chinese revolution [Nueva York: Paragon Book Reprint Coop., 1966], p. 279.

4. Cf. Israel Epstein, From Opium War to Liberation [Pekín: New World Press, 1964], pp. 135-

136; Jaçques Guillermaz, Histoire du Parti communiste chinois [París: Payot, 1964], pp. 135-

136, 127-128. (Historia del Partido Comunista de China [Ed. Península]); Les sociétes secrètes

en Chine, recopilación de textos presentados por Jean Chesneaux [París: Julliard, 1965], pp. 237-

240.

5. Una parte del Kuomintang de izquierda permaneció fiel hasta el fin a la alianza con los

comunistas, especialmente la señora Soong Ching-ling, viuda de Sun Yat-sen, actualmente

vicepresidente de la República Popular China. Aún en 1965, el ―Kuomintang renovado‖ tenía 75

diputados en la Asamblea Nacional y tres ministros.

6. El 1º de agosto es el aniversario del Ejército Popular de Liberación. Trotsky denunció la

―política oportunista‖ de Holong y Yeh Ting y calificó su levantamiento de aventura aislada y de

―acción seudocomunista a la Majno‖ (jefe anarquista ucraniano).

7. Cf. J. Guillermaz, ob. cit., pp. 163-165 y R. C. North, Le communisme chinois, Hachette,

1966, pp. 99-104.

8. Por esa razón, es imposible que haya invocado la autoridad de la Internacional (lo que niega

haber hecho). Cf. Harold R. Isaacs, The tragedy of the Chinese revolution, edición revisada,

Stanford, California, 1951, p. 59. El documento que consigna las declaraciones de Sneevliet a

Harold Isaac lo publicó este último en The Chinese Quarterly, enero-marzo de 1971.

9. Cf. P. Mif. Heroic China, Nueva York, 1937, pp. 21-22. Además, hace nota que en esa época,

los comunistas habían empezado a entrar individualmente en el Kuomintang. Según Honrad

Brant, E. H. Carr y Stuart Schram, Maring habría actuado siguiendo su propia iniciativa y sólo

después habría obtenido la aprobación de la Comintern. (Cf. Stuart Schram, Mao Tsetung,

Penguin Books, 1967, p. 70).

Page 220: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 217

10. La question chinoise dans l'Internationale communiste, textos presentados por P. Brouè

(París: EDI, 1965), pp. 295-296.

11. Cf. The prophet unarmed, p. 317. Sobre esta cuestión ver Anexo.

12. Fernando Claudin, La crise du mouvement communiste, ob. cit., t. 1, p. 325.

13. The Chinese Quarterly, octubre-diciembre de 1971.

14. La question chinoise dans l'Internationale communiste, p. 76 ; cf. también T. Mandalian,

ibíd., p. 288.

15. ibíd., p. 78.

16. Stuart Schram, Mao Tsetung, p. 78.

17. ibíd., p. 79.

18. Sobre este punto, están totalmente de acuerdo la Lettre de Shangai que los trotskistas invocan

sin haberla leído y el artículo de Mandalian ya citado.

19. ¡Dada la manera sumaria con que él mismo liquida ciertos problemas históricos, se puede

imaginar lo que debe ser ese ―trotskismo vulgar‖!

20. Considerando el gran número de eminente jefes militares comunistas surgidos de Wampoa, J.

Guillermaz la califica de ―primera escuela militar del Futuro Ejército Rojo chino‖, ob. cit., p. 88.

21. Hélène Carrère d'Encausse y Stuart Schram, Le Marxisme et l'Asie, 1853-1954 [París:

Armand Colin, 1965], pp. 207-208.

22. Cf. Conrad Brandt, Stalin's Failure in China, Cambridge, Mass., 1958, p. 104.

23. Cf. Problems of the Chinese revolution, p. 100.

24. The prophet unarmed, p. 322.

25. La revolución permanente, p. 190. En su segunda carta a Preobrajensky, dice: ―China no

tiene nobleza rural; tampoco clase campesina unida por una comunidad de intereses contra los

terratenientes. La revolución agraria en China está dirigida contra la burguesía urbana y rural‖.

Cf. La question chinoise dans l'Internationale communiste, presentada por P. Brouè, ob. cit., p.

328. (Hemos corregido la traducción – K. M.).

26. La revolución permanente, p. 145.

27. L. Trotsky, Problems of the Chinese revolution, p. 145. No insistimos en el hecho de que

Trotsky afirmó que la revolución china era una revolución por la autonomía aduanera, definición

absurda que debió abandonar luego. En efecto, Chiang Kai-shek obtuvo esta autonomía desde

1930 por medios muy poco revolucionarios.

28. En Análisis de clases de la sociedad china (marzo de 1926), Mao Tsetung previo este

desplazamiento. Escribió: ―Inevitablemente, se producirá pronto una división dentro de las clases

intermedias: algunos sectores se inclinarán hacia la izquierda para unirse a la revolución, y otros,

hacia la derecha para sumarse a la contrarrevolución‖ (Obras escogidas, t. 1, p. 11.).

29. En las elecciones al II Comité Central Ejecutivo del Kuomintang, la derecha sufrió una

derrota en enero de 1926 y en marzo del año siguiente se formó el gobierno del Kuomintang a

favor de Wang Ching-wei (el rival de Chiang Kai-shek), que se transformó en su presidente, y de

los comunistas, que obtuvieron los ministerios de Agricultura y de Trabajo.

30. Cf. M. N. Roy, Revolution and counter-revolution in China, Calcuta, 1946, p. 551.

31. Cf. Agnes Smedley, ob. cit., p. 242.

32. Los trotskistas cita a menudo la Lettre de Shangai, pero como siempre, dan pruebas de

ceguera total con respecto a todo lo que en esa carta no cuadra con sus esquemitas.

33. The prophet unarmed, p. 326.

Page 221: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 218

34. Citado en Stalin, El marxismo y el problema nacional y colonial (París: Ed. Sociales, 1953),

p. 293. (Edición en español: Ed. Lautaro).

35. Roy, reportaje a R. C. Roy, citado por este último en Moscow and the Chinese Communists,

Stanford University Press, 1953.

36. Citado en Stalin, ob. cit., p. 294.

37. International Press Correspondence (23 diciembre 1926), citado en Shanti Swarup, A study

of the Chinese communist movement (Oxford: Clarendon Press, 1966), p. 37.

38. ob. cit., 30 diciembre 1926, p. 38.

39. Communist International, vol. II, Nos. 18-10, 1925, ibíd., p. 38.

40. ibíd., p. 295.

41. Al contrario, Trotsky repite incansablemente que la revolución china la aplastó ―la dirección

oportunista, no la que tenía su sede en Cantón, Shanghai y Wuhan, sino la que comandaba a

partir de Moscú‖. Cf. Problems of the Chinese revolution, p. 291.

42. Se publicó en Revolyutsionny Vostok, No. 2, 1927 y en otras publicaciones de la Comintern.

43. ob. cit., p. 240.

44. Cf. infra.

45. Pierre Naville también pretende que el informe de Mao, cuando apareció en Moscú ―sólo

encontró eco en la oposición de izquierda‖. Cf. su recopilación de artículos La classe ouvrìere et

le régimen gaulliste, editado por Études et documentation internacionales, 1964, p. 460.

46. Cf. Die Chinesische Frage auf dem 8 Plenum des Exekutive der Kommunistichen

Internationale, mayo de 1927 (Hamburgo-Berlín: Verlag Carl Hoym Nachf, 1928), p. 146.

47. ibíd., p. 147.

48. ibíd., p. 148.

49. También era la opinión de Borodin, quien defendió continuamente al ala derecha del Partido

Comunista de China.

50. M. N. Roy, Revolution and counter-revolution in China, pp. 548-549.

51. Cf. Conrad Brandt, Stalin's Failure…, pp. 119.120.

52. ibíd., pp. 306-307.

53. Tang Leang-li, The inner history of the Chinese revolution, Londres, 1930, p. 282, citado en

R. C. North, Moscow and Chinese Communism.

54. Lo calificamos así, con ironía, ya que él mismo consideraba que Mao era extremadamente

derechista (cf. Revolution and counter-revolution in China, p. 615).

55. Citado en Shanti Swarup, p. 207.

56. Hong-chi, 19 julio 1930, ibíd.

57. ibíd., p. 137.

58. También defienden esta tesis en sus obras los profesores Benjamín Schwartz y Robert C.

North. El sinólogo indio Shanti Swarup la refutó apoyándose en una rica documentación inédita.

En estas páginas, utilizamos el resultado de sus investigaciones.

59. Los orígenes de la revolución china, p. 122.

60. Hong-chi, 19 julio 1930, ibíd., p. 138.

61. Carta del Comité Ejecutivo de la Internacional del 23 de julio de 1930, citada en Shanti

Swarup, p. 215.

62. ibíd., p. 254.

63. Citado en Shanti Swarup, p. 224.

64. ibíd., p. 225.

Page 222: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 219

65. Cf. John Gittings, El conflicto chino-soviético (Santiago: Universidad de Chile, 1969), p. 26.

No obstante, anotemos –en lo que concierne a la segunda de estas decisiones– la influencia

preponderante del consejero militar de la Internacional, Otto Braun, cuyos recuerdos salieron en

Horizont, Berlin-Est, 1969, Nos. 23-38.

66. Jiefang Ribao, 28 mayo 1934: amplios extractos traducidos en Mao Tsetung, presentado por

Stuart Schram, Armand Colin, 1963, p. 375.

67. Ver la nota 26, capítulo 4.

68. ibíd. Han Suyin ha oído ecos del discurso que citamos, lo que confirma su autenticidad. Cf.

Le déluge du matis, Stock, 1972, p. 559. Ver también, más adelante, el testimonio de Djilas.

69. Cf. ―The Chinese question after the Sixth Congress‖, 4 octubre 1928, en Problems of the

Chinese revolution, p. 219.

70. ibíd., pp. 216-217. Es como si se dijera que Lille y Marseille formaran parte del

departamento de Bouches-du-Rhône.

71. Cf. ―The Canton insurrection‖, en Problems of the Chinese revolution, p. 135.

72. Cf. The Canton insurrection, p. 133.

73. ―What is happening in China?‖, in Problems of the Chinese revolution, p. 233.

74. ibíd., p. 234.

75. ibíd., p. 235.

76. ―Resolución acerca de algunos problemas de la historia de nuestro partido‖, apéndice a Mao

Tsetung, Nuestro estudio y la situación actual (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1959),

p. 33.

77. ―Stalin and the Chinese revolution‖, 26 agosto 1930, en Problems of the Chinese revolution,

p. 304.

78. ibíd., pp. 304-305.

79. Cf. Guillermaz, pp. 181, 183.

80. Cf. ―Aux communists chinois et du monde entier‖, en La question chinoise dans

l'Internationale communiste, pp. 344-345. Según Trotsky (y sus partidarios chinos), ¡la consigna

política central debería ser la demanda de una Asamblea constituyente! En efecto, admitía que

era ―muy posible que China tuviera que atravesar una fase relativamente prolongada de

parlamentarismo, empezando con una asamblea constituyente‖. (Cf. La question chinoise…, p.

144).

81. ibíd., pp. 346-347.

82. ―Discurso pronunciado en una conferencia de cuadros de la región liberada de Shansí-

Suiyuan‖, Obras escogidas, t. 4, p. 244.

83. Siue Mou-kiao, Sou-Sing, Lin Tse-li, La transformation de l'économie nationale en Chine

(Pekín: Eiciones en Lenguas Exatranjeras, 1966), p. 105.

84. ob. cit., p. 247

85. William Hinton, China's continuing revolution (Londres: China Policy Study Group, 1969).

86. Stalin subrayó en varias oportunidades que el problema nacional es, de fondo, un problema

campesino. Cf. especialmente ―Sobre el problema nacional en Yugoslavia‖ (1925) en El

marxismo y el problema nacional y colonial, ob. cit., p. 228.

87. ―Leerte aux bolcheviks-léninistes chinois‖, en La lutte des classes, octubre de 1932.

88. Cf. Kang Sing, ―Die Entwickung der revolutionären Bewegung in Nicht-Rätechina und die

Aufgaben der Kommunistischen Partei‖, en Wang Ming-Kang Sing, Das revolutionäre China

Page 223: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 220

von Heute, XIII Plenum des EKKI, diciembre de 1933 (Moscú-Leningrado:

Verlagsgenossenschaft Ausländischer Arbeiter in der U.d.S.S.R., 1934), p. 81.

89. Cf. Oeuvres complètes, t. 22, p. 22.

90. ibíd., t. 18, p. 407 y t. 19, p. 29.

91. Sobre el concepto de ―dirección‖, cf. supra, p. 23.

92. Cf. Mao Tsetung, ―Sobre la contradicción‖, Obras escogidas, t. 1, pp. 353-359.

93. Cf. Littérature chinoise, 1967, No. 1, pp. 82, 83, 85.

94. Deutscher, The prophet outcast, p. 424.

95. Así lo dijo Vergès en el debate precipitado y confirmado por Deutscher.

96. París, Robert Laffont, pp. 167-169.

97. The prophet outcast, p. 520.

98. Benjamin Schwartz, introducción a Problems of the Chinese revolution, p. iii. En el artículo

―Mao Tsetung and the revolución permanente‖, aparecido en 1962, Pierre Naville también

considera que la victoria de la revolución china se debió a una aplicación inconsciente de la

teoría de la revolución permanente (cf. recopilación de artículos La classes ouevrìere et le

régimen gaulliste, ob. cit.).

99. ob. cit. p. 85. Los sabios burgueses nos se sienten obligados a respetar las apariencias de

seriedad y objetividad académica cuando se trata de Stalin. En la página 314, para introducir

textos de este dirigente revolucionario, se encuentra esta frase: ―Extractos de los artículos y

discursos de Stalin para ilustrar [el subrayado es nuestro – K. M.] sus piruetas sobre la cuestión

china‖. Ingenuamente, los autores nos advierten sobre la intención que ha presidido la elección,

fragmentación, extracto y presentación de estos textos.

100. ibíd., pp. 94-95.

101. ibíd., p. 95.

102. ibíd., p. 108.

103. ob. cit., p. 468.

104. The Chinese revolution after the Sixth Congress, p. 221.

105. Cf. K. S. Karol, La Chine de Mao, Robert Laffont, 1966, p. 62.

106. ibíd., p. 64.

107. ob. cit., pp. 86-89.

108. loc. cit.

109. Aclaro, para los que no saben leer, que reprocho a Karol afirmaciones inexactas

concernientes a la manera en que los chinos enseñan su propia historia, contenidas en la primera

parte de su libro titulado ―Leer histoire telle qu'ils la voient aujourd'hii‖. J. J. Marie finge

comprender que para mí ―una versión de la historia es verdadera porque así se la enseña en

China‖ (!). Cf. La Verité, abril de 1972, p. 205.

110. Cf. Mao Tsetung, ―Resolución acerca de algunos problemas de la historia de nuestro

partido‖, apéndice a Mao Tsetung, Nuestro estudio y la situación actual (Pekín: Ediciones en

Lenguas Extranjeras, 1959), p. 112. Esta resolución no aparece en el tomo 3 de la edición en

español de las Obras escogidas después del comienzo de la Revolución Cultural, probablemente

a causa de ciertos pasajes que conciernen a Liu Shao-chi y, sin duda, porque durante la

Revolución Cultural, se reveló que Chü Chiu-bai traicionó antes de su muerte.

111. ob. cit., p. 153.

Page 224: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 221

Capítulo 7: La derrota de los comunistas griegos

1. Mao Tsetung, Obras escogidas, t. 4, p. 11.

2. La ―X‖ era una organización financiada por los ingleses, pretendidamente destinada a la

resistencia, pero que colaboraba con los alemanes en la caza al comunismo. Su jefe era un

político fracasado, el coronel (actualmente general) Grivas, más tarde jefe del EOKA de Chipre

con el nombre de Dighenis.

3. Así relata Churchill este acontecimiento: ―…milicianos comunistas que se entregaban a una

manifestación prohibida, se enfrentaron con la policía y ése fue el comienzo de la guerra civil‖.

Es imposible decir más falsedades con menos palabras. No eran milicianos. Sólo una minoría era

comunista. La manifestación no estaba prohibida. La policía perpetró un cobarde atentado y todo

mundo se lava las manos, aunque fue premeditado. La guerra que comenzó no era una guerra

civil, ya que en lo esencial opondría la soldadesca inglesa al pueblo de Atenas.

4. A. Kédros, La résistence grecque (París: Robert Laffont, 1966), p. 488.

5. Papandreu está ahí para ayudar a Scobie a asesinar a sus compatriotas. Si no estuviera él,

estaría otro, poco importa. “Algún gobierno griego‖, dice Churchill. Este ―algún‖ dice todo lo

que se puede decir sobre la relación entre una potencia imperialista y los títeres que utiliza. El

mismo día, el primer ministro inglés escribía al embajador Leeper: ―De ahora en adelante,

Papandreu y usted mismo se conformarán a sus instrucciones‖ (las de Scobie). ¡Y Papandreu

tiene cara para jactarse en sus Memorias del papel que representó en esos tristes

acontecimientos!

6. Cf. ―La guerre civile en Grèce et ses leçons‖, La Nouvelle Revue Internationale, noviembre de

1964.

7. Hasta los nacionalistas chinos concibieron alguna esperanza de un Scobie norteamericano. Cf.

Mao Tsetung, Obras escogidas, t. 3, p. 230.

8. Citado en N. Svoronos, Histoire de la Grèce moderne, P. U. F., col. Que sais-je?, 1964, p.

118.

9. Z. Zographos, ob. cit., p. 100.

10. Citaremos un ejemplo del que obtuvimos conocimiento personal: acusaron a la viuda

francesa de un médico ejecutado por los alemanes de haber asesinado a dos personas y sólo

debió su salvación a su nacionalidad.

11. Citado en Darivas, ―De la résistence à la guerre civile en Grèce‖, en Recherches

internacionales à la lumière du marxisme, Nos. 44-45, 1964, p. 275.

12. ibíd., p. 273.

13. Las elecciones se desarrollaron bajo el control de representantes de los sindicatos ingleses.

14. Darivas, ob. cit., p. 273.

15. Parece que Stalin aconsejó participar en las elecciones. En 1950, Zachariadis reconoció que

la decisión de abstenerse era un error táctico.

16. Zographos, loc. cit.

17. Desde agosto de 1948, el número de personas detenidas y deportadas se elevaba a 70.000.

18. Estos principios de la guerra los desarrolló Mao Tsetung y se aplicaron victoriosamente en

China y en Vietnam.

19. Citado en Kousoulas, Revolution and defeat. The story of the Greek Communist Party,

Oxford University Press, 1965, p. 223.

Page 225: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 222

20. ¡El EAM-ELAS cometió el error de llevar, al retirarse, millares de rehenes que no eran todos

enemigos de clase ni mucho menos! La justicia del ELAS a veces fue expeditiva en esos días.

Esos errores, agrandados por la propaganda adversa, contribuyeron a aislar a los comunistas.

Sobre todo sus aliados de las capas intermedias vacilantes por naturaleza perdieron la confianza

en ellos después de su derrota y tenían demasiado miedo a la represión monarca-fascista como

para continuar siguiéndolos.

21. Coronel J. C. Murray, ―The anti-bandit war‖, The guerrilla and how to fight him, Praeger,

1962, p. 74.

22. La noche del 4 al 5 de julio de 1949, tropas del gobierno griego pasaron por Yugoslavia de

acuerdo con las autoridades de ese país para cercar las posiciones del ED en Calmactsalan. En

una carta a Jean Casson publicada en France Nouvelle del 8 de octubre de 1949, el ministro de

Justicia del gobierno de la montaña griego cita hechos precisos que prueban la actividad hostil al

ED desplegada por los dirigentes yugoslavos. Cf. Laicos Dromos, No. 13, pp. 42-45.

23. Cf. De Gaulle: ―Hasta el fin, los últimos detentadores de la autoridad del Reich se esforzaron

por obtener algunos arreglos separados con los occidentales‖. (Mémoires de guerre, Plon, Poche,

―La Salut‖, pp. 205-206.

24. Gilbert Badia, Histoire de l'Allemagne contemporaine, Ed. Sociales, t. 2, p. 125. (Historia de

Alemania contemporánea, Ed. Futura).

25. Kédros, La résistence grecque, p. 51.

26. Citado en Tsaoucalas, La Grèce de l'indépendance aux colonels (París: Maspero, 1970), p.

73.

27. Atribuir la intervención británica en octubre de 1944 a la conferencia de Yalta, como se hace

con frecuencia, es una manifestación de ignorancia, ya que esta conferencia se reunió en febrero

de 1945 y tenía por objeto decidir la suerte de Alemania.

28. Milovan Djilas, Conversations with Stalin (Londres: Rupert Hart-Davis, 1962), pp. 164-165.

(Conversaciones con Stalin, Ed. Seix Barral).

29. 18 de noviembre de 1946, citado en Histoire du Parti communiste français (París: Ed.

Sociales, 1964), p. 486.

30. Cf. Histoire du Parti communiste français, Editions Unir, t. 2, p. 265.

31. ibíd., t. 3, p. 35.

32. Citado según el folleto Stalin contre la révisionisme, I, publicación ―Ligne rouge‖. Este

folleto reproduce las notas de Eugenio Reale, que acompañaba a Longo.

33. Ibíd., Los yugoslavos dirigieron críticas análogas a los comunistas griegos, en que les

reprochan por ser legalistas y por no prepararse para la toma del Poder.

Capítulo 8: Conclusión: Los rasgos fundamentales del trotskismo

1. La revolución permanente, p. 180.

2. Dos tácticas, ob. cit., pp. 81-82.

3. Prefacio al ―Discours au Jury‖, en F. Lassalle, junio de 1905; citado en Results and prospects,

ob. cit., p. 239.

4. Mao Tsetung, ―Sobre la contradicción‖, Obras escogidas, t. 1, pp. 335-337; cf. también L.

Althusser: ―Es la desigualdad interna lo que está primero y funda el papel de la desigualdad

Page 226: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 223

externa y hasta los efectos que esta segunda desigualdad ejerce en el interior de las formaciones

sociales en presencia‖, Pour Marx (París: Maspero, 1965), p. 218.

5. Cf. Mao Tsetung, ob. cit y ―Sobre la dialéctica materialista‖ en Pour Marx, de L. Althusser,

que se apoya en Mao.

6. The prophet armed, p. 159.

7. Cf. Nicolas Krasso, ―Le marxismo de Trotsky‖, Les Temps modernes, No. 276, p. 2211.

8. Sobre este tema, nos permitimos remitir a nuestro artículo sobre ―La política internacional de

China‖, aparecido en el número 50 de Tel Quel, verano de 1972.

9. Cf. supra, p… (227-228 de la traducción).

10. Cf. Histoire de la révolution russe, Ed. du Seuil, 1950, p. 14.

11. ibíd., p. 276.

12. Cf. Quatrième Internationale, noviembre de 1964, pp. 61-63.

13. Cf. Bonapartisme bourgeois ou bonapartisme soviétique, Classique ―Rouge‖, No. 2, p. 16.

14. Cf. Maurice Merleau-Ponty, Signes, p. 315, en que cita a un trotskistas norteamericano.

Anexo I

1. Y. C. Yang, Chinese intellectuals and the West 1872-1949, The University of North Carolina

Press, 1966.

2. Un resumen de sus críticas se halla en Shanti Swarup, A study of the Chinese communist

movement, ob. cit., pp. 234-236.

3. Pierre Broué deja entender falsamente que murió en prisión. Cf. Le parti bolchevique, ob. cit.,

p. 438.

4. Cf. Benjamin Schwartz, Chinese communism and the rise of Mao, ob. cit., pp. 13-27.

Anexo II

a. En la orden del día del IX Congreso del partido se incluyeron problemas vinculados con las

tareas inmediatas de la construcción económica y con el movimiento sindical. El Congreso fijó

las tareas económicas más urgentes de la construcción socialista y señaló especialmente la

necesidad de que los sindicatos tuvieran activa participación en esa tarea. Esto se reflejó en las

resoluciones ―Las tareas inmediatas de la construcción económica‖ y ―Los sindicatos y su

organización‖.

b. Véase el tomo 34, p. 309 y el fin de este Anexo.

c. Se refiere a la resolución de la IX Conferencia de toda Rusia del PC (b) R sobre ―Las tareas

inmediatas de la organización del partido‖.

d. Se trata de las reuniones plenarias del Comité Central [CC] de noviembre y diciembre de

1920. Véanse los textos de las resoluciones aprobadas en esas reuniones en Pravda, núm. 255,

del 13-XI-1920 y núm. 281, del 14-XII-1920, y también el comunicado publicado en Izvestia del

CC del PCR32

, núm. 26, del 20-XII-1920.

e. Véase el tomo 34, pp. 228-229.

f. Véase Izvestia del CC del PCR, núm. 26, p. 2, resolución de la reunión plenaria de septiembre

del CC, punto 3: ―El CC considera además que ha mejorado considerablemente la grave

situación de los sindicatos del transporte que motivó la creación del Departamento Político

Page 227: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 224

General del Comisariato del Pueblo de Transporte y la Dirección Política General del Transporte

por Agua35

como palancas transitorias para secundar y organizar el trabajo. Por consiguiente,

ahora se puede y se debe proceder a incorporar estas organizaciones en el sindicato como

organismos adjuntos al aparato sindical y fusionados con él‖.

31. En la sesión conjunta de los grupos del PC (b) R del VIII Congreso de toda Rusia de soviets,

del Consejo Central de Sindicatos de toda Rusia y del Consejo de Sindicatos de Moscú, realizada

el 30 de diciembre de 1920 en el Teatro Bolshoi de Moscú, Lenin hizo su primera intervención

ante los activistas del partido, durante la discusión del papel y las tareas de los sindicatos en la

construcción socialista.

La discusión fue impuesta al partido por Trotsky, quien el 3 de noviembre habló en la

reunión del grupo del PC (b) R de la V Conferencia de toda Rusia de Sindicatos, donde atacó la

línea del partido de impulsar la democracia en los sindicatos y llamó a ―apretar las tuercas del

comunismo de guerra‖.

Las divergencias habían surgido ―sobre los métodos de abordar a las masas, de ganar a las

masas, de vincularnos a las masas‖ (véase el tomo 34, p. 291 y el Anexo II). Las divergencias

que surgieron en el grupo, fueron transferidas para su discusión al pleno del CC del PC (b) R. No

obstante, hacia fines de diciembre, la discusión acerca de los sindicatos crece y desborda los

marcos del CC. El 24 de diciembre Trotsky interviene en una reunión conjunta de militantes del

movimiento sindical y de delegados al VIII Congreso de toda Rusia de Soviets. El 25 de

diciembre publica un folleto que marcó la formación de una fracción antipartidista. Eso hizo las

veces de señal para la acción de otros grupos antipartidistas: el ―amortiguador‖, el de la

―oposición obrera‖, el del ―centralismo democrático‖, etc.

Lenin estaba contra la discusión, considerando que ésta desviaría la atención y fuerzas del

partido de la solución de las tareas económicas urgentes dirigidas a luchar contra la ruina

económica y el hambre. Pero cuando los opositores iniciaron su campaña los combatió

enérgicamente, concentrando su ataque fundamental en los trotskistas, como fuerza principal de

los agrupamientos antipartidarios. En una serie de intervenciones posteriores, así como en los

artículos La crisis en el partido, Una vez más acerca de los sindicatos, la situación actual y los

errores de Trotsky y Bujarin (véase el tomo 34, pp. 319-329 y 350-388 y el Anexo III), Lenin

desentraño el verdadero sentido de la lucha dentro del partido, desenmascaró el carácter

fraccionista de las acciones de los oposicionistas, que minaban la unidad del partido y mostró el

daño de la discusión que éstos habían impuesto. Al mismo tiempo, Lenin planteó y desarrolló

una serie de importantísimas tesis de principio sobre el papel de los sindicatos en el sistema de la

dictadura del proletariado y sus tareas en la construcción socialista.

La discusión sobre los sindicatos insumió más de dos meses. Durante ella, la aplastante

mayoría de las organizaciones del partido aprobó la plataforma leninista. En todas las

organizaciones básicas del partido la oposición sufrió una derrota total. En el X Congreso del

partido, que se realizó desde el 8 hasta el 16 de marzo de 1921, se hizo un balance de la

discusión.

32. Izvestia del Comité Central del Partido Comunista de Rusia (de los bolcheviques): boletín de

información del CC que esclarecía los problemas de la vida del partido. Comenzó a editarse el 28

de mayo de 1919, de acuerdo con una resolución del VIII Congreso del PC (b) R. Sus primeros

números aparecieron como un suplemento semanal del periódico Pravda y desde octubre de

1920, se publicó como órgano independiente.

Page 228: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 225

En 1929 Izvestia del CC del PC (b) R se transformó en la revista quincenal Partínnoe

Stroítelstvo (―Construcción del partido‖), que apareció hasta junio de 1946, y más tarde en la

revista quincenal Partínnaia Zhizn (―La vida del partido‖).

33. Grupo amortiguador: uno de los grupos fraccionistas antipartidistas que se formó durante la

discusión sindical (1920-1921). Encabezó el grupo N. Bujarin, integrándolo I. Larin, E. A.

Preobrazhenski, L. P. Serebriákov, G. I. Sokólnikov, V. N. Iákovleva y otros. Aparentando limar

las divergencias entre Lenin y Trotsky en cuanto al papel y las tareas de los sindicatos, este

grupo trataba de conciliar el leninismo con el trotskismo. En su papel de conciliador, Bujarin

defendía por todos los medios a Trotsky y atacaba a Lenin. Lenin hizo una caracterización muy

gráfica de la posición de Bujarin diciendo que ―lo representaría como un hombre que vierte un

balde de kerosene sobre las llamas‖ (véase el tomo 34, p. 304 y el Anexo II). El ―grupo

amortiguador‖ colaboró con la actividad fraccionista de Trotsky y causó gran daño al partido. En

los hechos, resultó cómplice del peor y más perjudicial fraccionismo; Lenin denominó a las tesis

de Bujarin y sus partidarios ―el colmo de la descomposición ideológica” (véase el tomo 34, p.

327). Al poco tiempo, Bujarin renunció a su plataforma y se plegó abiertamente a la posición de

Trotsky.

Lenin en el artículo La crisis en el partido y en el folleto Una vez más acerca de los

sindicatos, la situación actual y los errores de Trotsky y Bujarin (véase el tomo 34, pp. 319-331

y 350-388 y el Anexo II), así como en otros trabajos caracteriza al ―grupo amortiguador‖ y

evalúa sus puntos de vista antipartidistas.

34. Departamento Político General del Comisariato del Pueblo de Transporte: fue creado en

febrero de 1919 como organismo político provisional bajo la dirección inmediata del CC del PC

(b) R; en enero de 1920 fue reorganizado como Dirección Política General del Comisariato del

Pueblo de Transporte. Tomó medidas extraordinarias para rehabilitar el transporte que había sido

arruinado por la guerra imperialista y la guerra civil, para fortalecer el trabajo del partido y el

trabajo político entre los obreros del transporte, robustecer y estimular la actividad del sindicato

de los ferroviarios y transformarlo en un instrumento para el posterior desarrollo del transporte.

El Departamento Político General implantó la disciplina militar en los ferrocarriles,

subordinándolos totalmente al esfuerzo de guerra. Las medidas extraordinarias para el trabajo del

organismo permitieron salvar al transporte de la ruina, pero al mismo tiempo acentuaron el

burocratismo y generaron la tendencia a desvincularse de las masas, a dejar de lado los métodos

democráticos de trabajo en los sindicatos.

En 1920, al finalizar la guerra civil y pasar a la construcción pacífica, por resolución del

pleno del CC del PC (b) R del 7 de diciembre, el organismo fue suprimido.

35. Dirección Política General del Transporte por Agua adjunta al Comisariato del Pueblo de

Transporte: Se construyó en abril de 1920 como sección del Departamento Político General del

Comisariato del Pueblo de Transporte. Debía ejercer el control político del aparato técnico-

administrativo y dirigir el trabajo de educación política, con vistas al rápido reestablecimiento

del transporte por agua; luchar por elevar la productividad del trabajo y mejorar la disciplina de

trabajo. Fue suprimido en diciembre de 1920.

Anexo III

Page 229: Mavrakis - Trotskismo

Sobre el Trotskismo 226

a. Lenin comenzó a escribir este folleto el 21 ó 22 de enero de 1921 en Gorka, donde estaba

descansando. El 22 de enero por la noche Lenin volvió a Moscú llevando consigo gran parte del

folleto, el que entregó a su secretario para que fuera copiado a máquina. El 25 de enero el trabajo

estuvo terminado y el mismo día se entregó a la imprenta. El 26 de enero, en las últimas horas de

la noche, los miembros del Comité Central del partido que partían hacia las localidades para

participar en la discusión sobre el papel y las tareas de los sindicatos, recibieron parte de los

ejemplares del folleto. El resto estuvo listo al día siguiente, 27 de enero.

b. Petrográdskaia Pravda: diario cuya publicación se inició el 2 de abril de 1918 como órgano

del Comité Central y del Comité de Petrogrado del PC (b) R. En enero de 1924 se le cambió el

nombre por el de Leningrádskaia Pravda con el que se sigue publicando hasta hoy.

c. Véase el tomo 34, p. 287 y el Anexo II.

d. Véase el tomo 34, p. 287-288 y el Anexo II.

f. Véase el tomo 34, pp. 306-308 y el Anexo II.

g. Véase el tomo 34, pp. 298-299 y el Anexo II.

h. A propósito, sería bueno, en primer lugar, que en la edición corriente de las Obras de

Plejánov, se incluyera uno o varios tomos especiales, con todos sus artículos filosóficos, con

índices detallados, etc., para que formaran parte de una serie de libros de texto sobre el

comunismo. En segundo lugar, creo que el Estado obrero debe exigir de los profesores de

filosofía el conocimiento de la exposición que Plejánov hace de la filosofía marxista y la

capacidad de transmitirlo a sus alumnos. Pero todo eso es apartarse de la ―propaganda‖ y entrar

en la ―administración‖.

i. A propósito, también en esto Trotsky incurre en un error. Cree que la función de un sindicato

industrial es controlar la producción. No es así. Cuando se dice que un sindicato es industrial,

ello significa que agrupa a obreros de una industria, cosa inevitable dado el nivel actual de la

tecnología y la cultura (en Rusia y en todas partes).

j. El 24 de diciembre de 1920 Trotsky habló en el ex teatro Zimin, sobre las tareas de los

sindicatos en la producción, ante una reunión conjunta de activistas del movimiento sindical y de

delegados al VIII Congreso de toda Rusia de Soviets, organizada por el Comité Central del

Sindicato Unificado de Trabajadores del Transporte Ferroviario y por Agua. Con esta

intervención se comenzó la discusión sobre los sindicatos abierta en el partido.

45. Circular de V. I. Zof del 3 de mayo de 1920: fue publicada ese mismo año en el Boletín de la

Dirección Regional de Marinsk del Transporte por Agua, núm. 5. En ella se decía: ―Y es así que

en la vida del transporte por agua se produce un gran cambio: los métodos artesanales, el espíritu

de comité, la falta de un sistema y la anarquía están desapareciendo: el transporte por agua se

convertirá en una empresa estatal, a cuyo frente estarán los comisarios políticos con los

correspondientes poderes. Se revocará la autoridad de los comités, sindicatos y delegados para

intervenir en los problemas técnicos y administrativos‖.

Esta circular era un modelo del formalismo administrativo y burocrático impuesto

reiteradamente por los dirigentes trotskistas del CC del Sindicato Unificado de Trabajadores

Ferroviarios y del Transporte por Agua, y revelaba fehacientemente que no comprendían el papel

de los sindicatos en la tarea de rehabilitar el transporte. Los sindicatos eran equiparados a los

comités del ejército ya caducos, se los subestimaba y se les prohibía que participaran en la tarea

de encaminar el funcionamiento del transporte por agua.