Me voy - Jean Echenoz.pdf

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  • Flix Ferrer es un artistafrustrado, reconvertido engalerista, inteligente y algoatormentado, seductorintranquilo y con unacuenta corriente que oscilaentre el triunfalismo y lacatstrofe. Pero cuandoFerrer dice que se va,habla en serio: emprendeun viaje al polo Norte en

  • busca de una vasija paraconvertirse en el rey deesa cacharrera tnicaque se ha enseoreado delmercado del arte.Comienza el vrtigo dedesventuras hasta que, enla ltima lnea del libro,Ferrer declare,nuevamente: Me voy.Parodia de un mundo deaeropuertos en el que nos

  • movemos sin enterarnosde nada, de una Europaconvertida en un pasillo sinpuertas ni ventanas dondelos ricos se apian para nover el horror que los rodea,del arte convertido enmercancas, del amorcarcomido por laintolerancia.

  • Jean Echenoz

    Me voy

  • ePub r1.0Sibelius24.01.14

  • Ttulooriginal:JemenvaisJeanEchenoz,1999PremioGoncourt1999Traduccin:JavierAlbianaIlustracindengelJovEditorialAnagramaS.A.,2000

    Editordigital:SibeliusePubbaser1.0

  • 1Mevoy, dijoFerrer, te dejo.Puedesquedrtelo todo,peromemarcho.Ycomolosojosde Suzanne, que se perdanhaciaelsuelo,sedetenansinmotivo en un enchufe, FlixFerrerdejlasllavessobrelaconsola de la entrada.Luegose abroch el abrigo y cerr

  • con suavidad la puerta de lacasita.

    Afuera, sin echar unamirada al coche de Suzanne,cuyos cristales empaadoscallaban bajo las farolas,Ferrer ech a andar hacia laestacin de metro Corentin-Celton, que quedaba aseiscientosmetros.A eso delas nueve de la noche, unprimerdomingodeenero,los

  • vagones estaban casi vacos.Slo viajaba una decena dehombres solitarios, comopareca serlo Ferrer desdehacaveinticincominutos.Encircunstancias normales, lehubiese gustado encontrarseuna celda sin asientos frentea frente, como un pequeocompartimiento para l solo,lo cual constitua sudisposicin preferida en el

  • metro. Aquella noche nisiquiera se le pasaba por lamente, distrado pero menospreocupado de lo que seimaginaba por la escena queacababa de tener conSuzanne, mujer de carcterdifcil. Comoquiera quehaba imaginado unareaccinmsviolenta,gritosmezclados con amenazas einsultosmsserios,sesenta

  • aliviado pero comocontrariado por ese mismoalivio.

    Habadejadojuntoalelmaletn, que contena sobretodo objetos de aseo y ropainterior de recambio, yprimero haba miradofijamente hacia delantedescifrando de modomaquinal anunciospublicitarios de

  • revestimiento de suelo, decontactos de parejas y derevistas de informacininmobiliaria. Ms tarde,entre Vaugirard yVolontaires, Ferrer abri elmaletnyextrajoel catlogodeunas subastasdeobrasdearte tradicional persa, quehoje hasta la estacinMadeleine,dondeseape.

    En los aledaos de la

  • iglesia de la Madeleine, deunas guirnaldas elctricaspendan estrellas apagadassobre las calles todava msvacas que el metro. Losescaparates engalanados delastiendasdelujorecordabana los ausentes transentesque se sobrevivira a losfestejosdefindeao.Soloyembutidoensuabrigo,Ferrercontorne la iglesiahaciaun

  • nmero par de la rue delArcade.

    Para encontrar el cdigode acceso del edificio, susmanos se abrieron paso bajola ropa: la izquierdahacia laagendametidaenunbolsillointerior, la derecha hacia lasgafas sepultadas en unbolsilloalaalturadelpecho.Una vez salvado el portal,despreciando el ascensor,

  • atac con firmeza unaescalera de servicio. Lleg ala sptima planta menosjadeantedeloqueimaginabay se plant ante una puertacuyasjambasdabanfedeporlos menos dos intentos derobo. No figuraba nombrealgunoenlapuerta,slounafoto prendida con unaschinchetas y con los cantosdoblados,querepresentabael

  • cuerpo sin vida de ManuelMontoliu, ex matador detoros reciclado a pendespus de que un animalllamado Cubatisto le abrieraelcorazncomounlibroel1demayode1992:Ferrerdiodos ligeros golpes sobreaquellafoto.

    Mientras esperaba, lasuas de su mano derecha sehundieron levemente en la

  • cara interna de su antebrazoizquierdo,enelpuntomismodonde se cruzan numerosostendonesyvenasazulesbajola piel blanca. Luego, muymorena, pelo muy largo, nomsdetreintaaosnimenosde unmetro setenta y cinco,la mujer que le abri lapuerta y que atenda alnombredeLaurencelesonrisin pronunciar una palabra y

  • cerrlapuertatrasellos.Yaesode lasdiezde lamaanasiguiente Ferrer sali haciasutaller.

  • 2Seismeses despus, tambina eso de las diez, el mismoFlix Ferrer se ape de untaxi ante la terminal B delaeropuerto Roissy-Charles-de-Gaulle, bajo un ingenuosol de junio, velado hacia elnoroeste. Como Ferrerllegaba conmucho adelanto,

  • no haba comenzado lafacturacin de los equipajesde su vuelo: durante trescuartos de hora, el hombretuvo que recorrer losvestbulos empujando uncarrito cargado con unacartera, una bolsa de viaje ysu abrigo, demasiadocalurosoyaparalapocadelao.Unavezsehubotomadoel segundo caf y hubo

  • comprado pauelos de papely aspirina efervescente,busc un sitio tranquilodondeesperarasusanchas.

    El que le costaraencontrarloobedeceaqueunaeropuerto no es nadapropiamente dicho. Es unmero lugar de paso, uncedazo,unafrgilfachadaenmedio de una planicie, unbelvedere circundado de

  • pistas por el que brincanconejos con el alientocargado de queroseno, unaplataforma giratoriainfestada de corrientes deaire que acarrean granvariedad de corpsculos deinnumerables orgenes granos de arena de todos losdesiertos,partculasdeoroyde mica de todos los ros,polvos volcnicos o

  • radiactivos, plenes y virus,ceniza de puros y polvos demaquillaje. Dar con unrincn apacible en unaeropuerto no es empresafcil, pero Ferrer acabdescubriendo, en elsubterrneo de la terminal,un centro espiritualecumnico en cuyos sillonesse poda tranquilamente nopensar en gran cosa. All

  • mat un poco el tiempo.Luego factur el equipaje ydeambulporlazonalibredeimpuestos,dondenoadquiriningunabotelladealcohol,nitabaco, ni perfume, ni nada.No se marchaba devacaciones.Noeracosadeircargado.

    Subialavinpocoantesde las trece horas. Era unDC-10 en el que unamsica

  • envolvente, puesta muy bajaparaapaciguara laclientela,le acompa mientras seinstalaba. Ferrer dobl elabrigo,lointrodujojuntoconla cartera en el cajn dearriba, acomodndose en elexiguometrocuadradoquelehaban adjudicado junto a laventanilla, y procedi aacondicionarlo: cinturnabrochado, peridicos y

  • revistas dispuestos delante,gafas y somnfero al alcancede la mano. Por suerte, elasiento contiguo al suyoestabalibre;podrautilizarlodeanejo.

    Luego siempre es lomismo, uno esperapacientemente, escucha conodoevasivolasadvertenciasgrabadas y observa conmirada ausente las

  • explicaciones de seguridad.El aparato acaba ponindoseen movimiento, al principioimperceptiblemente, luegomsrpido,ydespegarumboal noroeste atravesandonubes. Entre stas, msadelante, inclinado sobre elcristal, Ferrer vislumbraruna extensin de mar,adornadaconunaisla,quenopodr identificar, y luego

  • otra extensinde tierra cuyocorazn es ahora un lagocuyo nombre no conocer.Ferrer da cabezadas, observaindolentemente en unapantallaavancesdepelculasque le cuesta mirar hasta elfinal,distradoporlas idasyvenidas de las azafatas quetalvezyanosonloqueeran,esttotalmentesolo.

    Rodeado de doscientas

  • personas apiadas en unacarlinga, se est en efectoms aislado que nunca. Esasoledad pasiva, piensa uno,sera quizs la ocasin parahacer un balance de la vidade uno, de meditar sobre elsentido de las cosas que laproducen. Uno lo intenta unmomento,seobligaahacerloun rato, pero no insistemucho tiempo ante el

  • deshilvanado monlogointerior que ello origina, demodo que se acurruca y seamodorra,legustaradormir,pide una copa a la azafataporque as dormir mejor,luego le pide otra paratragarse el somnfero, y seduerme.

    EnMontreal, albajardelDC-10, los empleados delaeropuerto parecan

  • anormalmente desperdigadosbajo un cielo ms vasto quelos dems cielos. El autocarGreyhound era tambin mslargo que los demsautocares, pero la autopistatenaunaanchuranormal.EnQuebec,Ferrer cogiun taximarcaSubaruendireccinalpuerto, sector de losguardacostas, muelle 11. Eltaxiledejanteunletreroen

  • elqueseleaescritocontiza:DESTINO: RTICO y, doshoras despus, elrompehielos NGCCDesGroseilliers zarpaba rumboalGranNorte.

  • 3Desdehacacincoaos,hastala noche de enero en queabandon la casa de Issy,todoslosdasdeFlixFerrersalvo el domingo habantranscurrido de la mismamanera.Traslevantarsealassiete y media y pasarseprimero diez minutos en el

  • retrete acompaado decualquier texto impreso,desde un tratado de estticahasta un humilde folleto,preparaba para Suzanne ypara l un desayunocientficamentedosificadodevitaminas y sales minerales.Proceda acto seguido arealizar veinte minutos degimnasiamientrasescuchabalas noticias en la radio. Una

  • vez hecho eso, despertaba aSuzanneyventilabalacasa.

    Despus, Ferrer se metaen el cuarto de bao y secepillaba losdienteshasta lahemorragiasinmirarsenuncaen el espejo, dejando noobstantecorrerenbaldediezlitrosdeaguamunicipalfra.Se lavaba siempre siguiendoun mismo orden,invariablementede izquierda

  • a derecha y de abajo arriba.Se afeitaba siempre en elmismo orden,invariablemente la mejilladerecha, luego la izquierda,la barbilla, el labio inferior,el superior y el cuello. Y,comoquiera que Ferrer,sometido a esos rdenesinmutables, se preguntabacadamaanacmoescaparalritual cotidiano, esa misma

  • pregunta haba acabadointegrndoseenel ritual.Sinllegar a resolverla nunca, alas nueve sala hacia sutaller.

    Lo que llama el taller yano es un taller. Lo eravagamente cuando Ferrer sedenominaba a s mismoartistaysecreaescultor;yano es ms que la trastiendade su galera, que puede

  • servirledeestudiodesdequeFerrer se ha reciclado alcomercio del arte ajeno. Eltaller se halla situado en laplanta baja de un pequeoedificio del distrito IX, enuna calle que no parece enabsoluto idnea para montarunagalera:arteriacomercialy bulliciosa, ms bienpopular para el barrio en elque est ubicada. Enfrente

  • mismode lagalera segestaunagigantescaobra,queslosehallaensusinicios:porelmomento estn excavandoprofundamente el suelo.Ferrer se hace un caf alllegar, se toma dosEfferalgn, abre el correo,del que tira la mayor parte,da un leve repaso a lospapeles que corren por lamesa y aguarda hasta las

  • diez, luchandovalientementeporahuyentardesumentelaidea de fumarse el primerpitillo. A continuacin abrela galera y hace unasllamadas. Hacia las doce ydiez, tambin por telfono,busca a alguien con quiencomer y siempre loencuentra.

    A partir de las tres ydurante toda la tarde, Ferrer

  • atenda la galera hasta lassiete y media. A esa horallamaba a Suzanne,invariablemente en losmismos trminos, no meesperes para cenar si tieneshambre.Suzanne le esperabasiemprey,alasdiezymedia,Ferrerestabaen lacamaconella, bronca de pareja unanochesotrano,yalasoncefin de las hostilidades. Y

  • durantecincoaos,s,deesemodo haban ido las cosashasta que cambiaronbruscamente el 3 de eneropasado.Tampococambiarantodas las cosas, empero: nosin una leve decepcin,Ferrer se vera obligado aadmitir que, en el angostocuarto de bao de Laurence,seguira lavndose deizquierda a derecha y de

  • abajo arriba. Pero no viviramuchotiempoensucasa,undadesosregresaraaviviraltaller.

    Con un perpetuo retrasode varios aspiradores, aqueltaller vena a ser como unamadriguera de soltero, unescondite de fugitivoacorralado, un pisoabandonado mientras losherederos andan a la grea.

  • Cinco muebles garantizabanunmnimo confort,ms unapequea caja fuerte cuyacombinacin haba olvidadoFerrer haca tiempo. Lacocina,deunmetropor tres,contenaunfogncubiertodemanchas, una nevera vacacon un par de verdurasmustias y unos estantes conlatasdeconservascaducadas.Como la nevera se utilizaba

  • muypoco,unicebergnaturalinvada el congelador, yFerrer, cuando el icebergdegeneraba en banquisa, lodescongelaba con ayuda delsecadordepeloyuncuchillodelpan.Lacal,elsalitreyelyeso purulento habancolonizado la penumbra delaseo, pero un roperoalbergabaseistrajesoscuros,unahileradecamisasblancas

  • y una batera de corbatas.YesqueFerrer,cuandoatiendesugalera,tienepornormairimpecablemente vestido:atuendo estricto y casiaustero de poltico o dedirectordeagenciadebanco.

    Enloquehacalasvecesdesaladeestar,exceptuadosdos carteles de exposicionescelebradas en Heidelberg yen Munich, nada recordaba

  • las actividades artsticaspretritas del galerista.Exceptuados tambin dosbloques demrmol fachososy medio trabajados, queservan de mesa baja o desoporte de televisor y queconservaran siempre para smismos, en su fuero interno,las formas quesupuestamente tenan quesalir un da de sus entraas.

  • Podanhabersidouncrneo,una fuente,undesnudo,peroFerrersehabacansadoyloshabadejadodelado.

  • 4Lo de ahora era unrompehielos de cien metrosdeeslorayveintedemanga:ochomotores de locomotorajuntos que desarrollaban13.600 caballos, velocidadmxima 16,20 nudos, calado7,16m.HabanacomodadoaFerrer en su camarote:

  • mobiliario sujeto con pernosa las paredes, lavabo congrifo de pedal, pantalla devdeo atornillada en laprolongacin de la literaindividual y Biblia en elcajn de lamesita de noche.Ms un pequeo ventilador,paradjicodadoquealfondohaba un radiador quegeneraba una cancula deunos treintagrados,comoen

  • todos los equipamientospolares, ya sean barcos,cabinasdetractoroedificios.Ferrerrepartisusenseresenel ropero,dejandoal alcancede lamano, juntoa la litera,una obra dedicada a laesculturainuit.

    Formaban la tripulacind e lDes Groseillierscincuenta hombres y tresmujeres, a las que Ferrer

  • localiz de inmediato: unajoven maciza y coloradadestinada a las amarras, otraque se morda las uas y seencargaba de la contabilidadyunaenfermeraconelfsicoideal de una enfermera,discretamente maquillada,delicadamente bronceada,poco vestida bajo la bata,responsable asimismo de labibliotecaydelavideotecay

  • llamada Brigitte. ComoFerrer adquirira pronto lacostumbre de ir a pedirlelibros y pelculas, tardarapocos das en comprenderqueBrigitte,alcaerlanoche,se reuna con unradiotelegrafista de barbillacuadrada, nariz fusiforme ypoblados bigotes con lasguas en punta. Pocasesperanzas caba pues

  • concebiraese respecto,peroya veramos, ya veramos,todavaerapronto.

    Ferrer conoci a losmandos el primer da, en elpuente. El comandanteparecaunactoryelsegundodeabordounanimador,peroah quedaba la cosa: losdems oficiales, tanto lossuperiores como lossubalternos, no recordaban

  • nada especial. Una vezhechas las presentaciones,comoquiera que a todos seles ocurran pocas cosas quedecir, Ferrer se fue adeambular por el amplio ytibiocuerpodelrompehielos,progresivamente atrado porsus olores. A primera vistatodoestabalimpioynoolaanada,perobuscandounpocose atisbaban en medio del

  • orden fantasmas olfativos degasoil,degrasaquemada,detabaco, de vmitos y debasuras comprimidas; luego,buscando un poco ms, seperciba un fondo flotante yvago de humedad sucia omohosa, de evacuacinsalobre,gritodelcorazndelsifn.

    Unosaltavoceszumbabanconsignas, unos tipos se

  • tronchaban de risa detrs deunas puertas entreabiertas.Paseando por las crujas,Ferrer se cruz en silenciocondistintosmiembrosdelatripulacin, auxiliares ymecnicospocohabituadosala presencia de noprofesionales y demasiadoocupadosdetodasformas:almargen de sus tareas en lasmaniobras, la mayora de

  • ellos se afanaban todoel daen amplios talleres demecnica o de electricidadsituados en los nivelesinferiores del barco,atestados de artefactosenormes y de minsculos ydelicados instrumentos. Slologr conversar un rato conun marinero joven y tmido,vulnerable ymusculoso, quele seal unas aves de paso.

  • Laperdiznvea,porejemplo,el eder, conelque sehacenedredones, el fulmar, elpetrel,ycreoqueesofuemsomenostodo.

    Era ms o menos todo,las comidas, ricas en grasas,eran siempre a las mismashoras y slo se dispona deuna breve media hora paratomarse una o dos cervezas.Pasado ese primer da de

  • descubrimientos, el tiempobrumoso empez adeshilacharse. Por el ojo debuey de su camarote, Ferrervio desfilar Terranova a suderecha antes de queempezaran a recorrer lascostas de Labrador hasta labaha deDavis y el estrechodeHudson,sinqueenningnmomento se percibiera elrumordelosmotores.

  • Baandoaltosacantiladoscon una tonalidad entre ocreoscuro y violcea, el aireinmvil era helado y, por lotanto grvido, pesando confuerza sobre un marigualmente inmvil, de uncolor gris-amarillentoarenoso: ningn soplo deviento, ningn barco, prontoprcticamente ningn avepara animarlo con el menor

  • gesto, ningn ruido. Lascostas, desiertas, salpicadasde musgos y lquenes cualmejillasmal afeitadas, caanabruptamentecortadasapicosobreelagua.A travsde laniebla uniforme, seadivinaba, ms que verse, elimperceptible deslizarse delos glaciares desde lascumbres.Elsilenciocontinusiendo total hasta que

  • llegaronalabanquisa.Como era relativamente

    fina al principio, elrompehielos comenz aabrirse camino frontalmente.Enseguida, la masa de hielose hizo demasiado espesapara poder proceder as y elrompehielos se colocencima para aplastarla contodo su peso. La banquisaexplotaba, agrietndose en

  • todos los sentidos hastadonde alcanzaba la vista.Ferrer baj a la roda delbarcoy,separadoporsesentamilmetrosdemetal,escuchde cerca el ruido que elloproduca: banda de pelculade castillo con fantasmascompuesta de rascados,silbidosybufidos,efectosdebajoychirridosdiversos.Encambio, cuando subi al

  • puente, no percibi ya msque un leve y continuocrujido,comounatelaquesedesgarra sin ofrecerresistenciaporencimadelossubmarinos nuclearesinmviles, silenciosos,tranquilamenteposadosenelfondo,cuyatripulacinjuegaa las cartas aguardando envanocontrardenes.

    Seguan navegando,

  • pasaban los das. No secruzaronconnadiesalvo,unavez,conotrorompehielosdelmismo modelo. Sedetuvieron una hora a sualtura, conversaron trasintercambiar los mandosmapasyplanos,peroesofuetodo. Son territorios adondenovanadie,pormsquelosreivindiquenunbuennmerode pases: Escandinavia

  • porque de all llegaron losprimeros exploradores de lazona, Rusia porque no estmuy lejos, Canad porqueest cerca y Estados Unidospor ser Estados Unidos. Endos o tres ocasionesdivisaron pueblosabandonados en la costa deLabrador, construidosoriginariamente por elgobierno central para

  • beneficiode los indgenas, yperfectamente equipados,desde la central elctricahasta la iglesia. Pero, al noestar adaptados para lasnecesidades de losaborgenes, stos los habandestruido antes deabandonarlos para ir asuicidarse. Junto a lasbarracas despanzurradas, sevean aqu y all osamentas

  • defocasresecas,colgadasdecruces,recuerdosdereservasalimentarias protegidas asdelosososblancos.

    Eran interesantesaquellos espacios vacos ygrandiosos pero, al cabo deunos das, un tanto latosos.Fue entonces cuando Ferrerse hizo asiduo de labiblioteca. Pidi prestadosclsicos de la exploracin

  • polar Greely, Nansen,Barentsz, Nordenskjld yvdeos de todo tipoRoBravo, El beso mortal, porsupuesto, pero tambinPerversas cajeras oLabecaria es voraz. Pidi estasltimas obras una vez notuvo dudas sobre el lo deBrigitte con elradiotelegrafista:perdidasyalas esperanzas con la

  • enfermera, no tema yadesacreditarse ante ella.Escrpulos intiles: Brigitte,esgrimiendo una sonrisainmutable, toda indulgenciamaternal, anotaba conindiferenciaen su registroelprstamo deLos cuatrojinetes del apocalipsis o deLlnanos.Sonrisaatalpuntorelajante y permisiva quemuy pronto Ferrer no dud

  • en inventarse todos los dasafeccionesfcilesdesimularcefaleas,agujetasparaira reclamar cuidados compresas, masajes. Alprincipio,lacosafuncionaba.

  • 5Lo que no funcionaba tanbien, seismeses atrs, era lagalera.Yesque,enlapocaa la que me refiero, elmercado del arte no estabamuyboyantey, dicho seadepaso, el ltimoelectrocardiogramadeFerrerdejaba tambin bastante que

  • desear. Haba tenido yavarios avisos cardacos y unligero infarto, sin msconsecuenciasqueobligarlearenunciar al tabaco, extremosobre el cual el especialistaFeldman se mostrinflexible. A partir deentonces, si suvidamarcadaporelMarlboroseasemejabahasta elmomento al ascensode una cuerda con nudos, al

  • verse privado de cigarrillos,vino a ser como treparindefinidamente por unacuerda,perolisa.

    Durantelosltimosaos,Ferrer se haba creado unapequea reservadeartistasaquienes visitabaregularmente, a quienesaconsejaba eventualmente, ya quienes importunabaevidentemente. No eran

  • escultores, dados losantecedentes de Ferrer, sinopintores, por supuesto, comoBeucler, Spontini, Gourdel ysobretodoMartinov,queesten ascenso estos ltimostiemposyslotrabajaconelamarillo, y tambin algunosartistas plsticos. Porejemplo, Eliseo Schwartz,que, especializado entemperaturas extremas,

  • imaginaba compresores deaireencircuitocerrado(Porqu no aades vlvulas,sugera Ferrer, un par devlvulas?), tambin CharlesEsterellas,queinstalabaaquy all montculos de azcarglasydetalco(Nolefaltaatodo esto un poco de color?,aventuraba Ferrer), Marie-Nicole Guimard, queampliaba picaduras de

  • insectos (Yno lovesmejorcon orugas?, sugera Ferrer.O serpientes?), y RajputekFracnatz, que trabajabaexclusivamente con el sueo(Andate con ojo con losbarbitricos, se inquietabaFerrer). Pero, para empezar,ese tipo de obras no loapreciabayamucholagente,y al final esos artistas,Rajputek en particular, a

  • quien Ferrer despertabasobresaltado, acabarondndole a entender que susvisitaseraninoportunas.

    Todo aquello, encualquier caso, no se vendaya muy bien. Se habanacabado los tiempos en quesedesgaitaban sincesar lostelfonos, en que escupancontinuamente los faxes, enque las galeras del mundo

  • entero preguntaban por losartistas,solicitabanopinionesdeartistas,biografasyfotosde artistas, catlogos yproyectos de exposicin deartistas. Haba habido unosaos de fiebre bastantedivertida en los que nosupona ningn problemaocuparse de todos aquellosartistas, buscarles becas enBerln, fundaciones en

  • Floridaopuestosenescuelasde arte de Estrasburgo o deNancy.Perolamodadetodoaquello pareca ya caducadayelfilnagotado.

    Habida cuenta de que noacababa de convencer a loscoleccionistas de quecompraran aquellas obras, yconsciente por otra parte deque el arte tnico ganabaterreno, Ferrer modific su

  • campo de accin.Al tiempoque iba desechando a losartistasplsticos,continuaba,por supuesto, dedicandoatencin a sus pintores,especialmente aGourdel y aMartinov ste en plenoauge, aqul en claro declive, pero planeaba ahoradedicarse casi totalmente aestticas ms tradicionales.Arte bambara, arte bant,

  • arte indio de las llanuras ytodo ese tipo de cosas. Paraque le asesorara en susinversiones,habacontratadolos servicios de uninformador competentellamado Delahaye, que tresvecesporsemanaatendaconllagalera.

    No obstante lascualidades profesionales deDelahaye, su aspecto jugaba

  • ensucontra.Delahayeesunhombre que es todo curvas.Columna arqueada,semblante aptico y bigoteasimtricamente yermo queocultasinregularidadtodoellabio superior hasta el puntodequeselemeteenlaboca,deslizndosele inclusoalgunospelos en las narices:es demasiado largo, da laimpresin de ser falso,

  • postizo. Los gestos deDelahaye son ondulantes,redondeados, sus andares ysu pensamiento son tambinsinuosos, y hasta las patillasde sus gafas estn torcidas,suscristalesnoresidenenelmismo piso; en una palabra,no hay nada en l rectilneo.Pngase un poco ms recto,Delahaye, le deca a vecesFerrer, irritado. El otro

  • seguaigual,enfin,quselevaahacer.

    Los primeros meses quesiguieron a su marcha de lacasa de Issy, Ferreraprovech bien el nuevoorden de su vida.Disponiendo de unaservilleta, un tazn y medioropero en casa de Laurence,al principio dormira todaslasnochesencasadeella,en

  • la rue de lArcade. Luego,poco a poco, la cosa vadegradndose:yasloesunanoche de cada dos, luego decada tres y, muy pronto, decada cuatro; las demsnoches Ferrer las pasa en lagalera, primero solo, luegomenos solo, hasta el da enque Laurence:Ahora mismote largas, prate, le dice,recogetuscositasyfuera.

  • Vale, muy bien, diceFerrer (adems, en el fondo,me importaunpepino).Perotraspasarunafraysolitarianoche en la trastienda de lagalera,saleaprimerahorayse mete en la agenciainmobiliariamsprxima.Niun minuto ms en esacochambredetaller.

    Le proponen ir a ver unpisomuydiferente,enlarue

  • dAmsterdam. Tpicamentehaussmanniano, ya lo ve,dice el agente: molduras enel techo, parqu en espiga,doble livingydobleentrada,dobles puertas acristaladas,espejos altos sobrechimeneas de mrmol,pasillos amplios, habitacinpara el servicioy tresmesesde fianza. Bien, conforme,diceFerrer(meloquedo).

  • Se instala. Le lleva unasemana comprar unosmuebles ymandar revisar lafontanera. Una noche,cuandosesienteyaporfinensu casa, arrellanado en unodesussillonesenrodaje,unacopa en la mano, un ojopuesto en la televisin,llaman de pronto a la puertayesDelahaye,assinavisar.Paso un momentito, dice

  • Delahaye, slo querahablarle de una cosa, nomolesto? La estatura ycorpulencia de Delahaye,reducidas, le impiden enprincipio ocultar algo o aalguientrasl;contodo,estavez parece haber unapresencia a su espalda, en lapenumbra del rellano. Ferrerse pone ligeramente depuntillas. S, dice Delahaye,

  • volvindose, disclpeme.Estoy con una amiga, es unpoco introvertida. Podemospasar?

    Existen,cualquierapuedeobservarlo,personasdefsicobotnico.Lashayquetraenala mente follajes, rboles oflores:girasol,junco,baobab.Delahaye, que va siempremal vestido, recuerda esosvegetales annimos y

  • grisceos que crecen en lasciudades,entrelosadoquinessueltos de un patio dealmacn abandonado, en elhueco de una grieta que seinsina en una fachada enruinas. Insignificantes,tonos, discretos perotenaces, tienen,sabenquenotienen ms que un pequeopapel en la vida, pero sabendesempearlo.

  • As como la anatomadeDelahaye, sucomportamiento, su confusaelocucin evocan, pues, unapertinaz mala hierba, laamiga que le acompaapertenece a otro estilovegetal. Llamada Victoire yhermosa planta silenciosa aprimera vista, parece mssilvestre que ornamental odecorativa, datura ms que

  • mimosa, ms espinosa querutilante, en una palabra, deapariencia no muy cmoda.Comoquiera que sea, Ferrersabede inmediatoquenovaa perderla de vista: claro,dice, pasen ustedes. Actoseguido, prestando escasaatencin al embarulladorelato de Delahaye, va ahacer todo lo posible, comoquiennoquiere lacosa,para

  • hacerse el interesante a susojos y cruzar con ella elmximo posible de miradas.Esfuerzo intil a primeravista, dista mucho de haberganadolapartida,peronuncase sabe. Sin embargo, bienexplicado, lo que relataDelahayeesanochepodranocarecerdeinters.

    El 11 de septiembre de1957,cuentaDelahaye, enel

  • extremonortedeCanad,unpequeo barco de transportel l a m a d oNechilik quedaprisionado en la costa deldistrito deMackenzie, en unpunto que no ha quedadofijado hasta ahora. Mientrasnavegaba entre CambridgeBay y Tuktoyaktuk, elNechilik quedbloqueadoenla banquisa con uncargamento de pieles de

  • zorro,deosoydefoca,juntouna carga de antigedadesconsideradas de inestimablevalor.El barconaufrag traschocar con un arrecife, yqued enseguida apresadoporelhielo.Loshombresdela tripulacin,quehuyeronapie de la embarcacinatrapada,conloqueamsdeuno se le congel algnmiembro, pasaron mil

  • penalidadespararegresaralabase ms cercana, dondealgunos hubieron de sufriramputaciones. Durante lassemanas siguientes, pese aque el flete posea unaltsimo valor comercial, elaislamientodelareginhizoque la compaa de la bahade Hudson desistiera derecuperarelbarco.

    Delahaye refiri aquellos

  • hechos, de los que acababande informarle. Incluso lehaban dado a entender que,buscando bien, no seradifcil agenciarseinformacin ms detalladacon respecto a la ubicacinexacta delNechilik. Todoaquello, desde luego, eraaleatorio, pero, de precisarselos detalles, la operacinpoda presentar un inters

  • superior.Como es sabido, eldescubrimiento de un objetoartstico indgena o de unaantigedad conlleva cuatro ocincoetapas:enprimerlugar,suele descubrirlo un pobrediablo aborigen; luego uncapitoste local supervisa esetipodetrficoenelsector;acontinuacin, pasa a manosde un intermediarioespecializado en esa rama

  • concreta; los ltimoseslabones,enfin, los formanprimero el galerista y luegoelcoleccionista.Niquedecirtiene que todo ese mundillova enriquecindoseprogresivamente, y el valordel objeto va por lo menosdecuplicndose en cadaetapa. Pues bien, en el casodelNechilik, suponiendoquela operacin resultara

  • factible, se evitaran todosaquellos intermediariosactuando directamente sobreel terreno: de ese modo seganara mucho tiempo ydinero.

    Pero aquella noche, adecir verdad, Ferrer prestescasa atencin a aquelrelato,puesestabademasiadopendiente de la tal Victoire.Poco se imaginaba que una

  • semana despus sta seinstalara en su casa. Dehabrselo dicho alguien, sehubiera quedado encantado,aunque no sin experimentarcierta inquietud,probablemente. Pero, si lehubieran dicho tambin que,de las tres personas reunidasen su casa, cada una iba adesaparecer a su maneraantes de finalizar el mes, su

  • inquietud hubiera alcanzadounpuntomximo.

  • 6El da en que cruzaran elcrculo polar se celebrara,como es habitual, el paso dedicha lnea. Ferrer fueinformadodemaneraalusiva,contonoguasnyvagamenteintimidador, teido defatalidadinicitica.Contodo,ignor la amenaza,

  • suponiendo que ese ritual sereservaba para el ecuador, oparalostrpicos.Peronofueas: tambin esas cosas secelebranenelfro.

    Aquellamaana,aspues,tresmarinerosdisfrazadosdescubos irrumpieronvociferandoensucamaroteyle vendaron los ojos,arrastrndoleluegoapasodecarga por un entramado de

  • crujas hasta el gimnasio,tapizado de negro para talocasin. Le quitaron lavenda.Enuna tarimacentralse sentaba un majestuosoNeptuno en presencia delcapitnydealgunosoficialessubalternos.Corona,tnicaytridente, calzado con aletasde submarinista, Neptuno,interpretado por el jefe depersonal subalterno, tena a

  • suladoalaquesecomalasuas, que haca deAnfitrite.Eldiosde lasaguas,girandolosojos,ordenaFerrerquese prosternase, que repitieracon l distintas memeces,quemidiera el gimnasio conuna regla dedosdecmetros,quesacaraconlosdientesunmanojo de llaves del fondode un barreo de ketchup yotras inocentes novatadas.

  • Mientras Ferrer obedeca, ledio la impresin de queNeptuno insultabadiscretamente aAnfitrite.Alfinal, el capitn solt unpequeodiscursoyentregaFerrer un diplomaacreditativo.

    Luego,cruzadoelcrculortico, empezaron a veralgunos icebergs. Pero slodelejos: losbarcosprefieren

  • evitar los icebergs. Tanpronto diseminados a laderiva como agrupados,inmviles, cual armadafondeada, algunospresentabanunaspectolisoyreluciente, inmaculadobloquedehielo,otrosestabansucios, renegridos,amarillentos por lasmorrenas. Sus contornosdibujabanperfilesanimaleso

  • geomtricos, su tamaooscilaba entre el de la placeVendme y el Champ-de-Mars. Con todo, parecanms discretos, msdesgastados que sushomlogosantrticos,quesedesplazan pensativamente engrandes bloques tabulares.Eran asimismo msangulosos, asimtricos yalambicados, como si se

  • hubieran dado la vueltavarias veces durante un malsueo.

    Por las noches, Ferrer,que tambin dorma mal, selevantaba y suba al puenteparamatarel tiempocon loshombres que estaban deguardia. El puente, amplio yvaco, como un vestbulo alamanecer, estaba acristaladoen todo su contorno.Bajo el

  • sooliento control de unoficial, dos timoneles serelevaban cada cuatro horasante las consolas, sondas yradares, sin despegar el ojodel visual de la alidada.Ferrer se acomodaba en unrincn, sentado en la espesamoqueta. Contemplaba elpaisaje iluminado porpotentes faros, aunque en elfondonohabanadaquever,

  • slo una extensinindefinidamenteblancaen laoscuridad, tanpoca cosaquea veces se haca pesado. Porhacer algo, consultaba lasmesasdemapas,elGPSylosfaxes meteorolgicos.Rpidamenteiniciadoporloshombres de guardia, a vecespasaba el rato recorriendofrecuenciasdeemisoras:todoelloletenaocupadounbuen

  • cuarto de hora, y eso quellevabaganado.

    En el fondo, slo seprodujo un acontecimiento,cuando por razones tcnicassedetuvieronenmediodelabanquisa. Como habanarrojadounaescala,encuyasbarras el hielo formabaminiaturas de perfilesmontaosos,Ferrerbajadaruna vuelta. Silencio

  • inmutable, noms ruidoqueeldesuspasosahogadosporla nieve y el respirar delviento, un par de veces elgrito de un cormorn.Alejndose un poco, noobstantelasconsignas,Ferrerdivisunafamiliademorsasamodorradas, sentadas unascontra otras en un bloque dehielo flotante.Atendidos porsuscompaeras,habaviejos

  • machos mongamos, calvosy bigotudos, llenos decicatrices producto de loscombates. Abriendo un ojode cuando en cuando, unahembra se abanicaba con lapuntadelasaletasyvolvaadormirse. Ferrer regres abordo.

    Luego prosigui el cursode las cosas, interminable.Con todo, haba una manera

  • decombatireltedio:cortareltiempo como un salchichn.Dividirloendas(Dmenos7,Dmenos6,Dmenos5antesde llegar), pero tambin enhoras (tengo un poquillo dehambre: H menos dos antesde comer), en minutos (mehe tomado el caf:normalmenteMmenos7u8antesdeiralbao)einclusosegundos (dar la vuelta al

  • puente: S menos 30 ms omenos;entrequemedecidoadar esavueltay luegome lopienso, pasa un minuto). Enresumidas cuentas, basta,comoenlacrcel,cuantificareltiempodetodoloqueunohace comidas, vdeo,crucigramas o tira cmicapara matar el tedio de raz.Aunque tambinsepuedenohacer nada en absoluto,

  • pasarse una maana leyendocon el niqui y loscalzoncillos de la vspera,dejandoparamsadelanteelmomento de asearse yvestirse. Como la banquisaproyecta por el ojo de bueyuna blancura cegadora ybrutal que invade todo elcamarote, sin dar la menorsombra por un efectoescialtico, tapa uno la

  • abertura con una toalla, yespera.

    Aun as, algunasinsignificantes distraccioness las hay: la inspeccinregular de los camarotesefectuada por el mecnicojefe y el responsable deseguridad, el rato deentrenamiento para losejerciciosdeevacuaciny lacolocacin cronometrada del

  • equipo de supervivenciaautoflotante con termostato.Tambin se puede visitar, loms a menudo posible, a laenfermera Brigitte,aventurarseaecharleunpocolos tejos cuando elradiotelegrafista est en supuesto, se la puede felicitarpor su competencia, suatractivo aspecto o subronceado paradjico en

  • semejantes climas. As seentera uno de que, a fin deevitar la depresin o cosaspeores, una convencincolectiva ha previsto que enlas regiones privadas de solel personal femenino puedadisfrutardesesionesderayosultravioletascuatrohorasporsemana.

    El resto del tiempo esdomingo, un perpetuo

  • domingo cuyo afelpadosilencio marca una distanciaentre los sonidos, las cosas,los instantes mismos: lablancuracontraeelespacioyel fro hace ms lento eltiempo.El cuerpo se embotaen la tibieza amnitica delrompehielos; sumido en eseanquilosamiento, uno nopiensa ya enmoverse; desdeel paso por el crculo polar,

  • Ferrer no vuelve a poner lospiesenelgimnasio,dehechose concentrafundamentalmenteenlahoradelascomidas.

  • 7Pupilahechaunpuntitoenuniris verde elctrico como eldial de los antiguos aparatosde radio, sonrisa fra perosonrisa a la postre, Victoirese instal pues en el piso delaruedAmsterdam.

    Lleg sin traer muchosbrtulos, slo una maleta

  • pequea y una bolsa quedepositen laentrada, comosi fuera a dejarlas una horaen la consigna de unaestacin. Y en el cuarto debao, amn del cepillo dedientes, un minsculoneceser que contena tresaccesorios plegables y tresmuestras de productos debelleza.

    Se quedaba en casa y se

  • pasaba la mayor parte deltiempo leyendo en un silln,ante la televisin sinvolumen. Por lo dems,hablaba poco, en cualquiercaso lo menos posible de smisma, contestando a laspreguntas con otra pregunta.Pareca estar siempre a ladefensiva, aun cuando no lojustificase ninguna amenazaexterior, si bien ese aire

  • receloso poda suscitarprecisamenteideasagresivas.CuandoFerrerrecibavisitas,pareca siempre una invitadams, y l esperaba verlamarcharse a eso demedianochecomolosdems,perosequedaba,sequedaba.

    Unade lasconsecuenciasdelapresenciadeVictoireencasa de Ferrer era queDelahaye se dejaba caer por

  • all cada vez con msfrecuencia, siempre tandesaliado.Unanocheenquesepresentpor la casade larue dAmsterdam vestidomsestrafalariamentequedecostumbre deforme parkacuyos faldones sebamboleaban sobre unpantalndechndalverde,Ferrer juzg precisointervenir en elmomento en

  • que el otro se dispona amarcharse. Retenindolo unmomentoenelrellano,noselo tome usted a mal,Delahaye,leexpusoqueserapreferible que fuera mejorvestido cuando atenda lagalera, que un marchantedeba cuidar su aspectofsico, Delahaye le mirabasinentender.

    Pngase en el lugar del

  • coleccionista, insisti Ferreren voz baja, apretando elinterruptor del minutero. Elcoleccionista va all acomprarleuncuadro,yduda.Ya sabe usted lo quesignifica para l comprar uncuadro,tienemiedodeperdersu dinero,miedode no estarenlaonda,miedodeperderseun Van Gogh, miedo de loquedirsumujer,todasesas

  • cosas.Tantomiedotienequeno ve ya el cuadro,comprende? Slo le ve austed, al marchante, a ustedcon su ropa de marchante.Por lo tanto, le va a atribuiralcuadroelaspectoquetieneusted. Si va hecho unacochambre, ver esacochambre en el cuadro.Mientras que si vaimpecablemente vestido,

  • ocurrir locontrarioypor lotanto ser bueno para elcuadro, o sea para todo elmundo, especialmente paranosotros,entiende?

    S, contest Delahaye,creo que le entiendo.Bueno,dijo Ferrer, pues hastamaana. Crees que se haenterado?,preguntluegosinesperar respuesta, peroVictoire se haba idoya a la

  • cama.Apagandounatrasotralas luces, Ferrer semeti enla habitacin oscura y, latarde siguiente, apareci enla galera con un traje detweed color castao, camisaazul claro a rayas azulmarinoycorbatadepuntoentonos oscuros y dorados.Delahaye, que haba llegadoantes, iba mal afeitado yllevaba el mismo atuendo,

  • todavams arrugado que lavspera, cualquiera dira queduermevestido, fjate tqucamisa.

    Creo que lo delNechilikmarcha, anunci Delahaye.Lodequ?,preguntFerrer.El barco ese, dice Delahaye,ya sabe, el barco de lasantigedades. Creo que heencontrado informadores.Ah, s, dice Ferrer,

  • evasivamente, distrado porlacampanilladelapuertadeentrada. Ojo, susurra, entraalguien.Rparaz.

    Ambos conocen aRparaz,esunclienteasiduo.Gana un montn de dinerocon los negocios, que leaburrenunmontn,y esqueno todos los das resultaexcitante poseer elmonopolio mundial del

  • Smartex. Los nicosmomentos en que se distraeun poco son cuando va acomprar obras de arte. Ytambin le encanta que leaconsejen, que le indiquenlastendencias,quelellevenaconocerartistas.UndomingoFerrer lo llev a visitar eltaller de un grabador por lazona de la Porte deMontreuil, y Rparaz, que

  • slosaledeldistritoVIIparacruzar elAtlntico en su jetprivado, se entusiasmmientras cruzaban el distritoXI.Ah,quarquitectura,qugente tan extica, increble,quagustoleacompaaraausted todos los domingos.Portentoso. Vaya, queRparaz no haba perdido elda. Sin embargo, perteneceal tipo de cliente dubitativo.

  • Porelmomento,dabavueltasen torno a un gran acrlicoamarillo bastante caro deMartinov, acercndose,alejndose, volvindose aacercar,etctera.Espere,dijoFerrer en voz baja aDelahaye, ahora ver. Voy ahacerle el nmero de lasobjeciones.Esolesencanta.

    Qu, dijo acercndose alMartinov, le gusta? Tiene

  • algo, dijo Rparaz, lo ciertoes que tiene algo. Loencuentro, ver, cmo ledira? S, ya lo s, dijoFerrer. Pero, vamos, muybueno no es que sea,francamente, dista de ser elmejor de la serie (porque esuna serie, como sabe), y encualquier caso, no est deltodo acabado.Adems, entrenosotros, Martinov es un

  • poco caro. Ah, replic elotro,puesparamqueeneseamarillo hay algo. Desdeluego, concedi Ferrer,tampoco digo que est mal.Peroaunasesunpococaroparaloquees.Yoqueusted,le echara una ojeada aaquello, aadi, sealandounaobracompuestadecuatrocuadrados de aluminiopintados de verde claro

  • yuxtapuestos, apoyada en unrincn de la galera. Eso squeesinteresante.Vaasubirde precio muy pronto, perode momento es bastanteasequible. Y observe quclaridad, no? Es evidente.Esluminoso.

    Peroaunasesmuypocacosa, dijo el empresario.Quiero decir que no se vegran cosa. A primera vista,

  • dijo Ferrer, puedeinterpretarseas.Pero,porlomenos,cuandovuelveustedasucasayveesaobracolgadaen la pared, no se sienteagredido. Eso cuenta. Me lopensar, dijo Rparaz almarcharse, pasar con mimujer. Hecho, dijo Ferrer aDelahaye,ya lover.Seguroque se queda con elMartinov. A veces hay que

  • llevarles la contra. Hay quedarles la impresin de quepiensan ellos solos.Hombre,aqullegaelotro.

    El otro, cuarenta y ochoaos, mosca pilosa bajo ellabio inferior y chaqueta depana, sonriente, con unbastidor envuelto en papelkraft bajo el brazo, era unpintor cuyos asuntos llevabaFerrerdesdehacadiezaos.

  • Traauncuadroyvenaavercmoibalacosa.

    Muybiennoesquevaya,contest Ferrer con voz dehasto. Te acuerdas deBaillenx, que se llev uncuadro tuyo? Pues me hadevueltoelcuadro,noquieresaber nada de l y he tenidoque quedrmelo. Luegoestaba Kurdjian, acurdate,que tena pensado comprar

  • algo. Pues nada, al final nocompra, prefiere comprar unamericano. Adems tienesdos grandes formatos quepasaron a subasta y se hancotizado por un precioirrisorio, o sea quefrancamente la cosa va muyregular.Bueno,dijoGourdel,quenosonreatantomientrasdesembalaba el cuadro, hetradoesto.

  • Lo que pasa es quetambin en parte es culpatuya, prosigui Ferrer sinmolestarse en mirar elobjeto. Lo has jodido todopasndote del abstracto alfigurativo, he tenido quecambiar completamente deestrategia a la hora deplantearme tu trabajo. Yasabes que un pintor que nopara de cambiar plantea

  • problemas, la gente esperauna cosay luego se llevaunchasco. Sabes que lo quecuenta son las etiquetas, qucaray, a m me resulta msfcil promocionar unproducto que no se muevademasiado, si no, es unacatstrofe. Sabes de sobraque nos movemos en unterrenoprecario.Enfin,yoteaviso, pero t vers. En

  • cualquiercaso,stenopuedoquedrmelo, primero quierodarsalidaalresto.

    Una pausa. LuegoGourdel empaqueta decualquier modo el bastidor,se despide de Ferrer con unademnysale.Enlaacerasecruza con Martinov, quellega en ese momento.Martinovesuntipojoven,demiradainocentementeastuta,

  • eintercambianunaspalabras.Ese capullo se me estquitando de encima, diceGourdel. No lo creo, leconsuela Martinov. Sabe loquehaces,confaen ti.Algode sentido artstico s tiene.No, replicaGourdel antes dealejarse en la luz lvida,nadie tiene ya sentidoartstico.Losnicosquehantenido un poco han sido los

  • papas y los reyes. Desdeentonces,yanadie.

    As que has visto aGourdel, dice Ferrer. Acabode cruzrmelo, contestaMartinov,nopareceirlemuybien.Estdecapacadatotal,diceFerrer, econmicamentees undesastre, yano esmsqueunresiduosimblico.T,encambio,ltimamentemuybien.Haceunratohapasado

  • un tipo y casi seguro que sequedaconelamarillogrande.Bueno y, aparte de eso, enqu ests ahora? Pues mira,diceMartinov,estabametidoconmiserievertical,yvoyamandar dos o tres a unaexposicin colectiva. Unmomento, dice Ferrer, quhistoria es sa? Nada, diceMartinov, si slo es para laDepositara de Fondos.

  • Cmo?, dice Ferrer, no medigas que vas a hacer unaexposicin colectiva en laDepositara deFondos. Qupasa?, dice Martinov, estmuy bien la Depositara deFondos. Personalmente, diceFerrer, me parece ridculoque expongas en laDepositara de Fondos.Ridculo. Y encima, unaexposicin colectiva. Te

  • devalas. Te lo digo yo.Bueno,enfin,allt.

    As pues, Ferrer escuchluegodebastantemalhumorlas informaciones generalesqueledabaDelahayesobreelarte boreal: escuelas deIpiutak, deThule, deChoris,deBirnikyDenbigh,culturaspaleoballeneras que sesucedieron entre los aos2500y1000antesdenuestra

  • era. Cuando Delahayecomparabalosmateriales,lasinfluencias y los estilos,Ferrer prestaba menosatencin que cuando el otroseponaahablardenmeros:cada vez pareca msprobable, en efecto, que elasuntodelbarcoabandonadoen el fro, de confirmarse,merecieraeldesplazamiento.Sin embargo, por el

  • momento, no se confirmaba,afaltadeinformacionesmsconcretas. Pero corran losltimos das de enero y, encualquier caso, recordDelahaye, aunque surgieranms datos, las condicionesclimticas impedan zarparantes de la primavera, pocaen la cual, a tan altaslatitudes, empieza aamanecer.

  • 8IbaprecisamenteaamanecercuandoFerrerabriunojo:elojo de buey dibujaba unrectnguloazulgrisplidoenunapareddelcamarote.Enlaexigua litera no fue fcilvolverse hacia la paredopuesta, y, una vez logrado,Ferrer no dispona ms que

  • de treinta centmetros decolchn para mantenersesobre un costado, pero almenos haca bastante mscalorquelasdemsmaanas.Intent afianzar su posturamediante ligerosmovimientos de reptacinlateral in situ, si la cosa eraposible, pero result intil.Luego, mientras intentabaamplificar esosmovimientos

  • para ganar un poco de eseterreno caliente, un bruscoempujnadverso leproyecthacia atrs: Ferrer dio consushuesosenelsuelo.

    Cay con todo su pesosobre el hombro derecho,pens que se lo habadislocadoyseestremeci:elsuelo del camarote estabaespecialmente fro, teniendoen cuenta que Ferrer no

  • llevabanadaencima,salvoelreloj. Se incorporvalindose de todos susmiembros y examin lalitera, al tiempo que serascabaelcuerocabelludo.

    Pero las cosas hancambiado, al parecer. Se haproducido lo imprevisible.En esa litera, al fin sola ysuspirando de satisfaccin,dndose la vuelta antes de

  • ponerse otra vez a roncar, laenfermera Brigitte vuelve asumergirse apaciblemente ensusueo.Elbronceadodesurostro es ms intenso ypronunciado que lo habitual,deuntonomarrnoscuroquetiraalnaranja.Resultaquelavspera volvi a dormirse enlosUVA, la pobre, y recibiunadosisexcesiva.Ferrer seencoge de hombros, se

  • estremece de nuevo yconsulta el reloj, las seis yveinte; luego se pone unjersey.

    No se encuentra muybien,laverdad,estinquieto.La ltima vez que fue a laconsulta de Feldman, elcardilogo le previno contralastemperaturasextremas:elcalor o el fro excesivos, loscambios bruscos de

  • temperatura, todo eso esmalsimo para los pacientescoronarios. No llevas unaexistencia sana dado tuestado, a partir de ahoratienes que plantearte unprograma de vida ms sana.De modo que Ferrer seguardmuymuchodedecirleque se marchaba al polonorte. Se limit a aludir, sindar ms detalles, a un viaje

  • decarcterprofesional.Bien,pues psate por aqu dentrode tres semanas o un mes,dijoFeldman,vasiendohoradequetehagaunecodoppler,y vers como encuentroargumentosparaquedejesdehacer gilipolleces. Alrecordaresaspalabras,Ferrerse lleva maquinalmente unamano al corazn, con objetode comprobar que no late

  • muy fuerte, ni demasiadolento, ni demasiadodesacompasado, pero no, lacosavabien,pareceirbien.

    Ha entrado un poco encalor, menuda pinta tiene,embutido en ese jersey, conlos pobres cataplinesencogidos, que apenas lebailan por abajo. A falta dealgo mejor que hacer, echauna ojeada por el ojo de

  • buey. Un lejano fulgorrecuerda la aparicin del solnaciente, slo reflejado, demomento, en lasgolondrinasdemar de inmaculadas alas,que giran en las alturas. Enmedio de esa luz mortecina,Ferrer cree comprender quedejanatrs,a la izquierda, laerosionada mole de la islaSouthampton, griscea comoun viejo montn de grava:

  • van a internarse en el canalque conduce a Wager Bay:Ferrer se quita el jersey yvuelveaacostarse.

    Fcil de decir.Magnficamenteproporcionada, la verdad seadicha, la enfermera Brigittenodejadeocuparlatotalidaddelalitera:noquedayasitioniparadeslizarunbrazo.Nose puede acceder a ella bajo

  • ningn ngulo. Armndosede valor, Ferrer decideabordarla por arriba,tumbndose sobre laenfermera con toda ladelicadeza de que es capaz.Pero Brigitte empieza agemir desaprobadoramente.Se zafa y se debate hasta talpunto que por un momentoFerrer piensa que lo tienecrudo, pero, por fortuna y

  • paulatinamente, laenfermeraacaba relajndose.Ambos sededican a hacer el amor yslo pueden hacerlo con unrestringido margen demaniobra, dado que laestrechez de la litera impidems combinaciones de lasque permite: slo puedencolocarse el uno sobre elotro,sibienalternativamentey en los dos sentidos, cosa

  • que no est ya nadamal. Setoman su tiempo, habidacuentadequeesdomingo,seesmeran, se demoran y nosalen del camarote hasta lasdiezdelamaana.

    Era domingo, unautnticodomingo,senotabaen el aire, donde algunosgrupos diseminados decormoranes avanzaban mscansinamente que de

  • costumbre. Mientras subanhacia el puente, se cruzaroncon una parte de latripulacin que sala de lacapilla, entre ellos elradiotelegrafista, quedisimulabamal su despecho.Pero,detodasformas,ibanatardar poco en alcanzar lameta de Ferrer; para elradiotelegrafista era cuestinde horas el librarse de aquel

  • rival, quien, una vezalcanzada esa meta, sedespididelcomandanteydelos oficiales en el puente,regresalcamaroteehizolasmaletas.

    ElrompehielosdepositaFerrerenWagerBayyzarpde inmediato.Caa aquel dauna bruma uniforme,expansiva,opacaybajacomountecho,ocultandolascimas

  • de los alrededores e inclusola parte superior del barco,pero al mismo tiempodifundiendo muy vivamentela luz. Al bajar a tierra,FerrervioalDesGroseilliersdislocarse en aquella niebla,disolversesusmasasenfavorde sus contornos y esasmismalneasenfavordesusintersecciones, que acabarontambinesfumndose.

  • Ferrer prefera nodemorarseenWagerBay:noera ms que un grupo debarraconesprefabricadosconparedesde chapaonduladayoxidada con ventanucosiluminados por un ocrepolvoriento. Entre esasviviendas apretujadas entorno a un poste, unas callesesquemticas respirabanapenas, angostos pasajes

  • irregulares abarquillados porelhielosucio,obstruidospormontones de nieve, y suscruces estaban sembradas deoscurasmasasdemetal odecemento, de fragmentos deplstico petrificados. Unabandera, rgidamentedesplegada como un trapoextendido aunque heladahorizontalmente, restallabainmvil en lo alto del poste

  • cuya sombra, apenasdistinguible, se extendahasta la delgada plataformadelhelipuerto.

    Junto al pequeohelipuerto haba unaminsculaterminal,dedondeFerrer parti, rumbo a PortRadium, en un Saab 340Cityliner para seis personas,aunque los nicos pasajeroseran l y un ingeniero de la

  • base meteorolgica deEureka. Cincuenta minutosms tarde, en Port Radium,que se pareca aWager Baycomo un hermano pocoquerido,Ferrersereuniconsusguas.Erandosindgenasllamados Angutretok yNapaseekadlak, vestidos conedredn acolchado, fibrapolar desynchilla, ropainterior transpirable de

  • capilene, monosfluorescentes y guantesequipadosconunsistemaqueproduca calor. Oriundos deldistrito vecino deTuktoyaktuk, eran deparecida complexin, msbien bajos y gordos, piernascortas y manos muy finas,rostros pentagonalesimberbes y tez amarilla,pmulos salientes y pelo

  • tieso y negro y dientesresplandecientes. Tras darsea conocer, presentaron aFerreralosperrosdetrineo.

    Aquellos perros, jauraaletargadaenunrecintoyentornoaunjefe,eranhirsutos,astrosos, de pelo negroamarillento o amarillomugriento y muy malaspulgas.Amndenoquereraloshombres,queasuvezno

  • los queran y no losacariciaban nunca, tampocoparecan tenerse muchocario entre ellos: lasmiradas que intercambiabantan slo reflejaban envidia ycelos. Ferrer no tardara encomprender que,individualmente, ninguno deaquellos animales era detrato fcil. Cuando llamabasa uno por su nombre, se

  • volva apenas y giraba denuevo la cabeza si no veanada de comer. Si le pedasque se pusiese a trabajar, nisiquierareaccionaba,dndotea entender con una brevemiradalateralquetenasquedirigirte al jefe de la jaura.Este, consciente de suimportancia, se mostrabaremiso y apenas contestabacon una mirada, mirada

  • irritadadeejecutivoalbordedel estrs, mirada distradade su secretaria mientras sehacelamanicura.

    Partieron el mismo da,ya se alejan. Van equipadoscon carabinas Savage 116FFS con rayos infrarrojos,gemelos 1545 conestabilizador de imagen,cuchillos y ltigos. Elcuchillo de Napaseekadlak

  • tiene un mango de oosik,hueso que sirve demiembrosexual a la morsa y cuyascualidades de flexibilidad,resistencia y porosidad sonideales para asirlo confirmeza. El de Angutretok,menos tradicional, es unWhite Hunter II Puma conmangodeKraton.

    Al salir de Port Radiumse internaron en un pequeo

  • desfiladero. A ambos ladosyacan fragmentosdesprendidosdenieveheladadiseminados sobre las rocas,cual residuos de espuma enuna jarra de cerveza vaca.Avanzaban ms bien rpido,bruscamente sacudidosen sutrineo por los accidentes deterreno. Al principio Ferrerintent intercambiar unaspalabrasconsusguas,sobre

  • todo con Angutretok, quesabaunpocodeingls,puesNapaseekadlak slo seexpresaba con sonrisas. Perolas frases, una vez emitidas,sonaban demasiado brevesantes de solidificarse: comopermanecan un instanteheladas en medio del aire,bastaba alargar luego unamano para que cayeran enella, revueltas, palabras que

  • se fundan suavemente entrelosdedosdeunohastaqueseapagabanentrecuchicheos.

    Los mosquitos notardaron en pasar al ataque,pero por fortuna eran fcilesde matar. Y es que, enaquellas latitudes, el hombrees prcticamentedesconocido por losanimales, que no desconfande l: los mosquitos se

  • chafan con el revs de lamano, sin que intentenescapar.Loquenolesimpidehacerle a uno la vidaimposible, atacando decenasde ellos por metro cbico ypicando a travs de la ropa,especialmente en loshombros y en las rodillas,donde la tela se tensa. Sihubieran querido sacar unafoto, sus enjambres,

  • revoloteando en torno alobjetivo, habran oscurecidola vista, pero no tenancmara, no estaban all paraeso. Tras taponar todos losagujerosdeventilacindelosgorros, avanzaban dndosepalmadasentodoelcuerpo.

    En una ocasin divisaronun oso blanco, pero estabademasiado lejos paramostrarsehostil.

  • Los perros crearon todaclase de problemas. Porejemplo,unamaana,alsalirproyectado Ferrer de sutrineo sobre una arista denieve rugosa, el vehculo,perdiendo el control,comenz a dar tumbos entodas direcciones. Pero envez de detenerse, losanimales, creyndose libres,salieron de estampida en

  • variasdireccionesalavez.Eltrineo acab volcando yqued encajonado en mitaddelapista, inmovilizandoenel extremo de sus correas alos perros, que de inmediatoempezaron a pelearse conestrpito entre ellos.Entretanto Ferrer, a un ladode la pista, intentabarecobrarse masajendose lacadera. Tras ayudarle a

  • incorporarse, Angutretokprocedi a calmar a losanimales a latigazo limpio,pero no consigui sinoempeorar las cosas: lejos decalmarse, el primer perroazotadoreaccionmordiendoasuvecino,elcualmordialsiguiente, el cual mordi aotros dos, que reaccionarondel mismo modo hasta quetodo degener en un amplio

  • conflicto, en una confusintotal. Lograron dominarlos aduras penas. Luegoreemprendieronelcamino.Elveranoborealprogresaba.Lanochenocaanunca.

  • 9En Pars, a principios defebrero,primerofueFerrerelque estuvo a punto dedesaparecerdeverdad.

    Losltimosdasdeenerohaban sido muy ajetreados.Tras insistir varias vecesDelahaye en el inters quepresentabaelNechilik,Ferrer

  • decidi tomrselo en serio yestudiar el tema de mscerca. Visitando museos,colecciones privadas,consultando a expertos,viajeros y conservadores,empez a conocer bien todolo referente al arte polar,especialmente su valorcomercial.Si loquequedabadelbarcoresultabaalgndaaccesible, no caba duda de

  • que el asunto poda serimportante. Ferrer comprincluso en una galera delMarais dos pequeasesculturas, que estudiabadetenidamente cada noche:una mujer dormida dePovungnitukyunafiguracinde espritus de Pangnirtung.Aunque esas formas no leresultaban familiares,esperaba comprenderlas un

  • poco, reconocer su estilo,desentraarsusentido.

    En cualquier caso,aquella operacin hacia elnorte segua siendo por elmomento puramentehipottica. Delahaye, pese asus averiguaciones, tardabaenconseguirinformacinquepermitiera situar con msexactitud el barco atrapadoen el hielo. As y todo,

  • Ferrer, a la espera deaquellos elementos, trazabayalaslneasmaestrasdeunaeventual expedicin. Pero,durante aquellos das deinvierno, surgieron nuevosquebraderos de cabeza. Elproyecto de una primeraretrospectivadeMartinovtras renunciar ste a laDepositaradeFondos, losdesperfectos provocados por

  • el agua en el taller deEsterellas que habanreducido a la nada todas susinstalaciones de azcar enpolvo, el suicidio fallidode Gourdel y otraspreocupaciones provocaronun inhabitual incremento deactividad. Casi sin darsecuenta, Ferrer se vioabrumado de trabajo,desbordado como cualquier

  • tcnico comercial. Entrabatan poco aquello dentro desus costumbres que nisiquiera cobr claraconciencia de ello: acabarapagndolo al cabo de unosdas.

    De unos das o de unasnoches, porque una vez,mientras dorma, se produjoun incidente fisiolgico:todas sus funciones vitales,

  • agotadas, se durmieron almismo tiempo que l.Aquellonodurmsquedoso tres horas como mucho,durante lascualessus ritmosbiolgicos se pusieron enhuelga. Los latidos de sucorazn,eliryvenirdelaireen sus pulmones, tal vezincluso su renovacincelular, no funcionaron msque en un estricto mnimo

  • apenas perceptible, unasuerte de coma, casiimposiblededistinguirde lamuerte clnica para unprofano.Deloquesucedaensu cuerpo tampoco tuvoFerrer la menor conciencia,no experiment el menorsufrimiento, a lo sumo lopercibicomounsueo,ytalvez en efecto so. A decirverdad,tampocodebideser

  • tanmalsueo,yaquecuandoabri los ojos estaba debastantebuenhumor.

    Sedespertmstardequede costumbre y sin haberadvertidonada.Niselepaspor lamenteque acababadeser vctima de un bloqueoaurculoventricular. Dehaberle examinado, losespecialistas hubieranpensado primero en un

  • B.A.V. del tipo Mobitz II;luegoselohubieranpensadoun poco mejor, se hubieranpuesto de acuerdo y habranpreferido diagnosticar unbloqueo de segundo gradotipoLuciani-Wenckebach.

    Comoquiera que fuera,cuando se despert, Victoireno estaba. A primera vistadaba la impresin de que nohabadormidoall:avecesla

  • jovenpasabalanocheencasadeunaamiga,por logeneraluna talLouise, almenos esoaseguraba ella, con suhabitual tono evasivo,indiferenteFerrernoeralobastante celoso, nidependiente, como paraintentar comprobarlo. Contodo, cuando se levant,supuso que Victoire habacambiadodecamadurantela

  • noche para dormir tranquila,por la sencilla razn de quelroncaba,Ferrersabequeavecesronca,nolequedamsremedio que admitirlo. Asque fue a comprobar siVictoirenoestabadurmiendoen la habitacin del fondo.No. Bueno. Pero luego, alcomprobarenprimerlugarlaausencia de sus objetos detocadorenelcuartodebao,

  • luego la de su ropa en elropero y por ltimo la de supersona durante todos losdassiguientes,hubotambinde admitir que se habamarchado.

    Cuando tena tiempo, labuscaba. Pero si Victoiretena algn allegado a quienpoder acudir, algn familiar,derechohabiente o cosasemejante,jamsseloshaba

  • presentado. Tena pocascostumbres exceptuando tresbares:elCyclone,elSoleilysobretodoelCentral,delquetambineraasiduoDelahaye,aunque ste era bastanteilocalizable en los ltimostiempos, pues, segn l,andabadesbordadodetrabajocon el proyectoNechilik.Ferrer haba visto en dos otresocasionesaVictoirecon

  • aquella mujer de su edadllamada Louise, quetrabajaba con un contratotemporal en la Compaa deFerrocarriles. Recorriaquellos bares, vio aLouise,pero no obtuvo informacinalguna.

    De modo que volvi avivir solo. Pero eso no lesienta nada bien. Sobre todolas maanas en que se

  • despierta erecto, o sea lamayora de las maanas,comolesocurrealamayorade los hombres antes dedeambular entre eldormitorio, la cocina y elcuarto de bao. Por fortuna,con esas idas y venidas, alpoco pasa a hallarse enestado de media ereccin:pero lastrado, casidesequilibrado por ese

  • apndice perpendicular a lacombada vertical de susvrtebras,acabasentndoseyabre el correo. Operacincasisiempredecepcionanteyque por lo comn concluyemuy pronto aadiendo unanueva sedimentacin a lapapelera pero que, mutatismutandissinonolensvolens,hace que su aparato recobreuntamaonormal.

  • No,esonoesbuenoparal, no puede seguir as. Peronoesfcilimprovisarcuandosbitamentesehaceunvaco.Si bien la presencia deVictoirenohaduradomuchotiempo, se ha prolongado losuficiente como para que seesfume la presencia de otrasmujeres en el entorno deFerrer. El muy inocentepensaba que seguan all,

  • comosinotuvieranotracosaque hacer que esperarlepacientemente, en planrecambio.Yno, ponen todastierra por medio, no le hanesperado,claroest,vivensuvida.Demodoque,comonopuede estar mucho tiemposolo, se pone a buscar portodas partes. Pero es sabidoque basta buscar para noencontrar a nadie, vale ms

  • aparentar que no se busca,comportarsecomositalcosa.

    Valems esperar el azarde un encuentro, sobre todoaparentando que tampocouno lo espera.Porque as es,segndicen, comonacen losgrandes inventos: por elcontacto inesperado de dosproductos colocados al azar,unoalladodeotro,sobreunamesa de laboratorio. Cierto

  • que previamente se requierehaber colocado esosproductosunoalladodeotro,aunquenosetuvieraprevistoasociarlos. Previamente serequiere haberlos convocadojuntosenelmismomomento,lo que evidencia que,muchoantes de que uno losospechara, tenan algo queverentreellos.Sonlascosasde la qumica. Vamos a

  • buscar muy lejos toda clasede molculas para intentarcombinarlas: nada. Pedimosque nos manden unasmuestras desde el otroextremo del mundo: nada.Hasta que un buen da, ungesto torpe, hacemostambalearse dos objetos quecorran desde haca tiempopor la mesa de laboratorio,salpicadura inesperada,

  • probeta que se vuelca sobreun cristalizador, y deinmediato se produce lareaccin que llevbamosaos esperando. O porejemplo olvidamos unoscultivosenuncajnyzas:lapenicilina.

    Pues precisamente,mercedaunprocesosimilar,tras largas e intilesbsquedaseneltranscursode

  • las cuales Ferrer explorcrculos concntricos cadavez ms alejados de la ruedAmsterdam, acabencontrando lo que buscabaenlapersonadesuvecinaderellano. Se llama BrangreEisenmann. Ms inesperadoimposible, porque esexactamente la puerta de allado. No olvidemos, eso s,quetalproximidadnoofrece

  • tan slo ventajas, tiene sulado bueno y su lado no tanbueno,problemasobreelquede buena gana nosextenderamos msdetalladamente, sidispusiramos de tiempo.Pero no podemos desarrollarese punto de manerainmediata, dado que solicitanuestraatencinunanovedadms urgente: en efecto, nos

  • enteramosenesteinstantedela trgica desaparicin deDelahaye.

  • 10

    Se multiplicaban losincidentes con los perros.Otro da, por ejemplo, entredos prismas transparentes dehielocortante,setoparonconuncuerpodepaquidermoquereposaba all desde vete asaber cundo. El cadver,medio sepultado, estaba

  • garrapiado de hielo, mejorconservado por la banquisaque un faran bajo unapirmide: el fro embalsamatanradicalmentecomomata.No obstante lasexclamaciones, juramentos ychasquidos de ltigos de losdos guas, los perros seabalanzaron con entusiasmosobreelmastodonte,yloquesigui fue una serie de

  • crujidos jadeantes, pringososyrepugnantesdemandbulasafanosas. Luego, una vezahtos los canes, traszamparseenunsantiamn laparteemergidadelanimalsinsiquiera esperar a que sedescongelara, hubieron deesperaraqueseechasenunasiesta para reemprender elcamino. Empezaban a estarun poco hasta el gorro de

  • aquellos perros. Sera elltimodaenquerecurrirana sus servicios. Continuaronavanzando, en aquella luzperpetua cada vez msoscurecida por las nubes demosquitos.

    Recordemos que all, enesa estacin, nada separa losdas ni se pone ya el sol. Esmenester consultar el relojpara saber cundo toca

  • descansar, vendarse los ojosparadormirdespusdehaberbarridoconunaladegaviotael suelo de la tienda. Losmosquitos, por su parte,comoquiera que sus larvashanalcanzado lamadurezenlos innumerables charcos,atacan con renovadosmpetus. Organizan susasaltos en apretadasescuadrillas, y ya no son

  • decenas sino centenas pormetro cbico, penetrando enlanariz, laboca, lasorejasylosojosmientrasunorecorrey patea el hielo helado. Porconsejo de Angutretok,contradictorioconrespectoalasprescripcionesdelcuerpofacultativo encarnado porFeldman, Ferrer tuvo quevolverafumar,pormsque,con aquel fro, el sabor del

  • tabacorecobradoleprodujeranuseas. Pero era el nicomododealejaralosdpteros:en sus momentos de furia,ms vala incluso fumar dosotrescigarrillosalavez.

    Seguan avanzando poraquella pista apenasperceptible, balizada, cadados o tres kilmetros, pormojones regularmentecolocados. Simples tmulos

  • de piedras amontonadas porlosprimerosexploradoresdela regin para marcar supaso, aquellos mojoneshaban servido primero depuntos de referencia, peropodancontenerenocasionesobjetos que daban fe de laactividadquehuboantaoenla regin: viejasherramientas, restos decomidacalcificados,vetustas

  • armas e incluso, a veces,documentosyosamentas.Porejemplo, un crneo en cuyasrbitas crecan briznas deesfagno.

    Yasseguanadelante,demojn en mojn, con unavisibilidadbastantereducida,pues los mosquitos no eranlos nicos que oscurecan elentorno, tambin las nieblascontribuan lo suyo. No

  • contentas con enturbiar latransparencia del aire yhurtar los objetos a lamirada, las nieblas podantambinagrandarlosdemodoconsiderable.Contrariamentea las cosas vistas en unretrovisor,queestnsiemprems cerca de lo queaparentan, a ratos, en lainmensidad blanca, crean alalcancedelamanolaoscura

  • silueta de un mojn queestaba an a una hora detrineo.

    El episodio delpaquidermo haba acabadoconlapacienciadelosguas.Tanprontollegaronalprimercampo base despus de PortRadium,enunatiendadondealquilaban skidoos,cambiaron todos los perrospor tres de aquellos

  • vehculos, a los queengancharon remolquesligeros.Prosiguieronelviajemontados en esos vehculos,que, irrisorios en el silenciortico, emitan pequeasexplosiones de Velosolex.Dejandotrasdesenelhielopolvoriento numerosasmanchas de aceite ygrasientos regueros,continuaron avanzando

  • sinuosamente, dibujando aratos largos bucles paracontornear las barrerasheladas sin cruzarse con elmenorrbolnilamsmserabrizna de hierba. Es que lascosas han cambiado lo suyopor aquellos pagos, desdehace cincuenta millones deaos.Allcrecanentonceselchopo, el haya y la secuoya,pero todo eso se acab.

  • Todava la antevspera, unpoco ms al sur, vean decuando en cuando algnliquen, un vago brezo, unfrgil abedul o un saucerastrero, una diminutaadormiderartica,ounasetaocasional, pero ahora yanada, ni elmenor vegetal enelhorizonte.

    Seguanalimentndosedelas mismas raciones

  • individuales equilibradas,estudiadas para ese tipo deviajes.Pero,afindemejorarelcondumiohabitual,enunaocasin recogieron unosangmagssaets para frerlos.Tras desplomarse al mar ungrueso bloque de hielo, unaenorme ola proyect sobreunaorillaesospececillosconforma de sardina; antestuvieron que ahuyentar a las

  • gaviotas que, amenazandolanzarse en picado, girabanveladamente por encima delos angmagssaets. En otraocasin, Napaseekadlakarpone una foca. Y, comoera sabido, de la foca seaprovechatodo,vieneaserelequivalente polar del cerdo:su carne se asa, se cuece, sefre a fuego lento, su sangrecon sabor a clara de huevo

  • permite confeccionaraceptables morcillas, sugrasaproporcionaluzycalor,con su piel se fabricanexcelenteslonasdetiendadecampaa, sus huesossuministran agujas y sustendones hilo, incluso consus intestinos se fabricanbonitosvisillos transparentespara la casa.El alma,por suparte, una vez muerto el

  • animal, permanece en lapunta del arpn. As,Angutretok prepar un platode hgado de foca con setasasadasenelbrasero,juntoalcual, para que el alma nopasase fro, Napaseekadlakhaba depositado el arpn.Mientras cenaban,Angutretok ense a Ferreralgunas de las cientocincuenta palabras para

  • designarlanievequeexistenen idioma iglulik, desde lanieve costrosahasta la nievecristalina, pasando por lanieve fresca, la nieve fina yen polvo, la nieve hmeda ycompacta y la nieve alzadaporelviento.

    Cuanto ms se diriganhaciaelnorte,msfrohaca,normal. En todos los pelosdelrostrodeFerrersehaban

  • aglomeradopermanentemente trocitos dehielo: cabellos y pestaas,barba y cejas, bordes de lasaletasnasales.lysusguasavanzaban tras sus gafasoscuras, contorneandocrteres, circos provocadospormeteoritosdelosquelosindgenas, tiempo atrs,extraan hierro para fabricararmas. En una ocasin

  • divisaronotroosoa lo lejos,solo en la banquisa,montandoguardia juntoaunagujero de ventilacin defocas. El oso, demasiadoabsorto en su vigilancia, losignor, peroAngutretok, porsi las moscas, mostr aFerrer la actitud que eramenester adoptar en caso deencuentro intempestivo conunoso.Noescaparcorriendo:

  • el oso corre ms rpido queuno. Ms bien desviar suatencin arrojando hacia unlado alguna prenda de color.Por ltimo, cuando elencuentro resulta inevitable,recordar en ltimo extremoque todos los osos blancosson zurdos: puestos en latesituradedefenderse,mejorabordaralanimalporsuladomenos gil. No deja de ser

  • ilusorio,peromenosesnada.

  • 11

    No se celebrara funeral porDelahaye, slo un responsoenunapequea iglesia cercade Alsia, al final de lamaana.CuandollegFerrer,habayabastantegente,perono reconoci a nadie. Jamshabra imaginado queDelahaye tuviera tantos

  • parientes o amigos, aunquetal vez no fueran ms queresignados acreedores.Tomdiscretamente asiento en elfondo de la iglesia, no en laltima fila ni detrs de unpilar, sino en la penltima,nomuylejosdeunpilar.

    Toda aquella genteacababa de entrar, iba aentrar, entraba: para evitarcruzarse conmiradas, Ferrer

  • baj los ojos hacia suszapatos, pero la tranquilidadledurpoco:abrindosepasoa contracorriente, una mujerplida, de mejillas hundidasy vestida con traje sastre seacercapresentarse:laviudadeDelahaye.Ah,dijoFerrer,que no tena ni idea, quejamshubieraimaginadoqueel otro estuviera casado.Bueno, lo haba estado, pues

  • mejorparal.Sin embargo, segn le

    inform la viuda, ella yDelahayehacaseisaosqueno convivan, habitaban encasas distintas, si bien esverdad que no lejos el unodel otro. Y es que seguanmanteniendo amistad, sellamaban cada tres das ycada cual tena, en caso deausencia, una llave del piso

  • del otro para cuidar de lasplantas y recoger el correo.Pero, pasada una semana,inquieta por el silencio deDelahaye, la mujer acabentrando en su casa ydescubri su cuerpo sin vidaen el suelo del cuarto debao.Eselproblemacuandose vive solo, concluy conuna mirada interrogante.Desde luego, opin Ferrer.

  • Luego la viuda deDelahaye,que, segn dijo, haba odohablar mucho de l, Louis-Philippe le quera a ustedmucho, propusoimperiosamente a Ferrer quese sentase junto a ella enprimera fila. Con muchogusto, contest falsamenteFerrer,cambiandodesitiodemala gana. Pero como en elfondoeralaprimeravezse

  • dio cuenta que asista aunaceremoniasemejante,aspodra ver un poco ms decercacmovanesascosas.

    En realidad, es bastantesencillo. Tenemos el atadcolocado sobre un soporte,conlospieshaciadelante.Enlabasedelatadtenemosunacoronadefloresanombredesu ocupante. Tenemos alcura, que se concentra en

  • segundoplanoalaizquierda,yalcapellnenelproscenioderecho corpulenciacolorada de enfermero depsiquitrico, expresindisuasiva y traje negro, unhisopoenlamanoderecha.Tenemos a la gente, queacaba de sentarse.Y cuandoen la iglesia casi llena sehace el silencio, el curadesgrana unas oraciones,

  • seguidas de un responso,invita a la gente a inclinarseante los restos mortales o abendecirlos con el hisopo, aeleccin. La ceremonia esbastante breve y concluyeenseguida, Ferrer se disponea ver inclinarse a la gentecuandolaviudalepellizcaenun brazo, sealando el atadcon la barbilla y enarcandolas cejas. Como sea que

  • Ferrer frunce las suyas sincomprender, la viuda vuelvea alzar las cejas y a sealar,pellizcndole ms fuerte yempujndole. Al parecer letoca a l actuar. Ferrer selevanta, la gente le mira,Ferrer est apuradsimo perose acerca. No sabe cmohacerlo, no lo ha hechonunca.

    El sacristn le alarga el

  • hisopo, Ferrer lo coge sinsaber si lo coge bien y sepone a agitarloatolondradamente.Peseaqueno se propone trazar figurasespeciales en el aire, formaunos crculos y barras, untringulo, una cruz de SanAndrs, dando vueltas entorno al atad ante losatnitosojosde lagente, sinsaber cundo ni cmo

  • pararse, hasta que la genteempieza a murmurar.Entonces el capelln, sobriaperofirmemente,locogeporunamangaylorepatriahaciasu silla de la primera fila.Pero en ese instante,sorprendido por el vigorcapellanil, sin dejar deblandirelhisopo,losuelta:elobjeto se estrella sobre elatad, que suena a hueco al

  • recibirelimpacto.Ms tarde, al salir de la

    iglesia, Ferrer, nervioso, vioa la viuda de Delahayeconversando con una joven:tard unos segundos enreconocer a Louise. Ambasse haban vuelto una vezhacialmientrashablaban,ycambiaron de expresincuando vieron que l lasobservaba. Optando por

  • acercarseaellas,Ferrer tuvoque abrirse paso entre losasistentes, que se quedabanall, formando pequeosgrupos como a la salida delteatro,ysevolvieronhacialal verlo acercarse, comocuando se reconoce al actordelaescenadelhisopo.

    SinqueFerrer le hubierapreguntado nada, Louiserepiti de inmediato que

  • segua sin saber nada deVictoire.Laviuda,sinqueselo hubieran preguntadotampoco, declar poniendoenellomuchonfasisque ladesaparicin de Delahayecreaba un vaco que nadapodra nunca colmar. Hastatal punto, precis conexaltacin, que parecainconcebible que Delahayeno continuara

  • manifestndosepostmortem.Entretanto, se veran en elcementerio a la hora del t.DifcilmentepodasustraerseFerrer a una invitacin asformulada. Pero es un hechoque post mortem, cuandoFerrerregresabaasucasadela ruedAmsterdamantesdevolverasalirparaelentierro,ungransobrecolorbeigesinfranquear, deslizado bajo la

  • puerta fuera de las horas dereparto, aument suconfusin. El sobre, queostentaba su nombre ydireccin escritos connormgrafo, contena lascoordenadasdelNechilik.

    A 118 longitud este y69 latitud norte, a ms decien kilmetrosms all delcrculo polar rtico ymenosde mil del polo norte

  • magntico, el barco estabaembarrancado en el golfo deAmundsen, en el lmiteseptentrional de losTerritorios del Noroeste. Laciudad ms cercana sellamaba Port Radium. Ferrerconsultelatlas.

    Los polos, comocualquiera puede comprobar,son las regiones del mundoms difciles demirar en un

  • mapa.Siempre se quedaunoinsatisfecho.Enprimerlugar,uno puede considerar queocupan la parte superior einferior de un planisferioclsico, tomando el ecuadorcomo base horizontalmediana. En talescondiciones da la impresinde que se losmira de perfil,en perspectiva fugitiva ysiempre por fuerza

  • incompletos. No resultaconvincente. En segundolugar, puede uno tambinmirarlos desde arriba, comocontemplados desde unavin. Existen mapas as.Pero entonces lo que se nosescapa por completo es suarticulacin con loscontinentes, quehabitualmente se venpor asdecirlode frente.Y tampoco

  • funciona. As que los polosson reacios al espacioplano.Obligandoapensarenvariasdimensiones al mismotiempo, plantean un cmulode problemas a lainteligencia cartogrfica. Lomejor sera disponer de unglobo terrqueo, cosa queFerrer no tiene. Pero, en fin,al final acaba formndoseuna pequea idea del lugar:

  • muylejano,muyblanco,muyfro. Hecho lo cual, llega lahora de ir al cementerio.Ferrer sale de su casa y conqu se topa: con el perfumedesuvecinaderellano.

    Brangre Eisenmann esuna mocetona alegre, muyperfumada, realmente muyalegre, realmente demasiadoperfumada. El da en queFerrer reparpor finenella,

  • en unas horas se solvent elasunto. Brangre pas a sucasaatomarunacopa,luegosalieron a cenar y ella dijodejo el bolso? Claro,contest l, deje su bolso.Pero, una vez se le pas elprimer entusiasmo, Ferrerempez a no fiarse: lasmujeres demasiado cercanasplanteaban problemas, y conmayormotivo lasvecinasde

  • rellano. No porque fuesendemasiadoaccesibles, loquetampoco estaba mal, sinosobre todo porque Ferrerpasaba a ser demasiadoaccesible para ellas,eventualmente contra suvoluntad.Claroestquetodocuesta,claroestquehayquesaberloquesequiere.

    Pero sobre todo, muypronto, se planteara el

  • problema del perfume.ExtaticsElixiresunperfumetremendamente cido einsistente, un perfume queoscila peligrosamente en ellmite entre el nardo y lacloaca, que cautiva tantocomo agrede, excita tantocomoasfixia.Yas,cadavezque Brangre entraba en sucasa,Ferrertenaquepasarseun buen rato lavndose.

  • Remedio muy relativamenteeficaz, toda vez que elperfume pareca haberseinsinuado bajo su piel, demodo que cambiaba lassbanas, las toallas, yarrojabadirectamentesuropaa la lavadoramejor que ala cesta de la ropa sucia,donde en un pispscontaminaradefinitivamentetodoel resto.Pormsque

  • ventilaba la casa a fondo, elolor tardaba horas endesaparecer,esms,nuncaseibadel todo.Esms,era tanpoderoso que bastaba queBrangre llamase para que,difundido por los cables deltelfono, invadiese de nuevolacasa.

    Antes de conocer aBrangreEisenmann,Ferrerignoraba la existencia de

  • Extatics Elixir. Ahora, lorespira denuevomientras sedirige de puntillas hacia elascensor: el perfume penetraporelojodelacerradura,porlos intersticios de la puerta,le persigue hasta su casa.Ciertoquepodra sugerirleaBrangre que cambiase deperfume, cierto tambin quepodra regalarle otro, perouna serie de argumentos le

  • disuadendeello,quizsseracomprometerse demasiado,ay hostia, el polo norte, porfavor.

    Pero todava no estamoseneso.PrimerohayqueiralcementeriodeAuteuil.Esuncementerio paralelepipdico,bordeadoaloesteporungranmuro ciego y al norte, en elladoqueda a la rueClaude-Lorrain, por un edificio de

  • oficinas.Losotros dos ladoslos ocupan unas casas cuyasventanas, desde las que sedomina la red de avenidasentrecruzadas, gozan de unadespejada vista sobre lastumbas. No son edificios delujo, como los que abundanen esos barrios elegantes,sino ms bien viviendasbaratas adecentadas porcuyasventanas,enelsilencio

  • del cementerio, caenremolineandocomoecharpesdistintos jirones sonoros:ruidos de cocina o de cuartode bao, de cisternas,exclamaciones de concursosradiofnicos, peleas y gritosdenios.

    Una hora antes de quelleguen los asistentes menos numerosos que en laiglesia de Alsia, un

  • hombre se ha dirigido a laencargada de uno de esosedificios,porlaentradadelarue Michel-Ange. Esehombre va muy tieso, seexpresaconparquedad, tieneun rostro inexpresivo, comopetrificado, y viste un trajegris aparentemente nuevo.Vengo a ver el apartamentodel quinto que est enalquiler,hadicho,soyelque

  • llamel lunesparavisitarlo.Ah, s, ha recordado laencargada, a nombre deBaumgarten? Tner, hacorregido el hombre,Baumgartner.Puedoecharleuna ojeada? No se molesteusted,suboyounmomentoyle digo si me lo quedo. Laencargada le ha alargado lasllavesdelapartamento.

    El tal Baumgartner ha

  • llegado al estudio, que esmsbienoscuroporquedaalnorte, tapizado con moquetabeigeyamuebladoconpocosenseres oscuros ydeprimentes, entre ellos unsof desplegable Clic-Clac arayasoscurasmanchadasconmaterias sospechosas yplacas de humedadcontinentales, una mesa defrmica resquebrajada,

  • visillos tiesos de polvograsiento y pringosascortinas color verde oscuro.Pero el recin llegado hacruzado el apartamento sinmirarlo en direccin de laventana,quesehalimitadoaentreabrir, mantenindoseligeramenteapartadodeella,a un lado, invisible desde elexterior, pues queda mediooculto tras una de las

  • cortinas. Desde all haobservadoconsumaatencintoda la ceremonia deinhumacin.Actoseguido,habajadoaveralaencargadaylehadichoqueno,noacabade ser lo que quiero, elapartamento es un pocooscuroydemasiadohmedo,ylaencargadahareconocidoque en efecto todo aquelloganara remozndolo un

  • poco.Es una lstima, ha

    precisado Baumgartner,porque ste es precisamenteelbarrioqueandobuscando,pero le han hablado de otracosaquenoquedamuylejosy la encargada, que no esrencorosa, le ha deseadobuenasuerte,yelhombreseha marchado a visitar esaotra cosa, que est al

  • comienzo del boulevardExelmans. Comoquiera quesea, Baumgartner no sehabraquedadoconelestudiodelarueMichel-Ange.

  • 12

    Una buenamaana vieron elNechilik, desde bastantelejos,pequeamasaalargadade color herrumbre y hollncolocada sobre una banquisasalpicada de afloramientosrocosos, viejo juguete rotosobre una sbana hechajirones. Pareca, en efecto,

  • atrapado en los hielos al piede un montculo erosionado,parcialmente cubierto denieve pero uno de cuyosflancos se quebraba en unasucesin de brevesacantilados desnudos. Aaquelladistancia,elbarconopareca demasiado malconservado. Mantenidos porobenques todava tensos, susdos pequeos mstiles

  • intactos se erguanpacientemente, y la cabinadel piloto, en la popa delbuque, pareca an lobastante robusta como paraalbergar a temblorososespectros. Ferrer, sabedor deque aquellas regiones eranricas en alucinaciones ysospechando de entrada queel propio barco era unfantasma, aguard a tenerlo

  • mscercaparacerciorarsedesurealidad.

    La ilusin, en efecto,reina en aquellos climas. Lamismavspera, por poner unejemplo, avanzaban tras susgafas oscuras, sin las que elsol rtico le llena a uno losojos de arena y la cabeza deplomo,cuandoesemismosolse multiplic de repente enlas nubes heladas, por un

  • efecto de parhelia: Ferrer ysus guas se quedaroncegados por cinco solessimultneos,horizontalmentealineados,entreloscualessehallaba el autntico conotros dos astrossuplementarios en laverticaldel autntico. Hubo depasar media hora hasta queese autntico sol volviera abrillarensolitario.

  • Tan pronto avistaron elbarco, Ferrer indic a losguas que se callasen yaminoraran lamarcha, comosielbarcofueraunservivo,del calibre de un oso blancosusceptible de violentasreacciones. Redujeron lavelocidad de los skidoos yacabaron parando losmotores; luego se acercaronprudentemente, a paso de

  • dragaminas, empujando lasmotos por el manillar paraterminar apoyndolas en elcasco de acero del barco.Luego, mientras los dosindgenas se mantenan adistancia delNechilik,examinndolo con respeto,Ferrersubisoloabordo.

    Eraunpequeomercantede veintitrs metros deeslora.Enunaplacadecobre,

  • remachada en la base deltimn, figuraba la fecha deconstruccin (1942) y sulugar de matrcula (SaintJohn, New Brunswick). Elcuerpo del navo y losaparejos parecan en buenestado, cubiertos de unapelculadehieloydeaspectoquebradizo, como maderaseca.Loquedebandehabersido dos papeles arrugados,

  • que corran antao por lacubierta entre nudos decordajes, se habanconvertido en dos rosas deldesierto sobre fondo deculebras crionizadas, todoello envuelto enuna capadehielo que ni las botas deFerrer rompieron. Estepenetr en la cabina delpiloto y pas rpidamenterevista: un registro abierto,

  • una botella vaca, unaescopeta descargada, uncalendario del ao 1957 conla fotodeunachicabastantedesnuda que recordababrutalmente y hacadescender la bajatemperatura ambiente, o seaveinticinco bajo cero. Laspginas del registro nopodan hojearse al estarcongeladas. Por los cristales

  • de la cabina, que no habaatravesadomirada alguna encuarentaaos,Ferrerechunvistazo al paisaje blanco.Luego, al bajar a la bodega,encontrdeinmediatoloquebuscaba.

    Todo pareca estar allsegn lo previsto,metido entresgrandesbalesmetlicosque haban resistidoperfectamente el paso del

  • tiempo.A Ferrer le cost losuyo abrir las tapas soldadaspor el froy, tras comprobarsomeramente su contenido,subiacubiertaparallamaralos guas. Angutretok yNapaseekadlak se acercaroncircunspectos y no sinpensrselo dos veces,movindose por el barcocomo si entraran a robar enunasegundaviviendaaislada.

  • Dadoque losbalespesabany que la escalera de hierroque acceda a la bodega eraincreblemente resbaladiza,result trabajoso izarloshasta cubierta antes dedesembarcarlos. Losacomodaron como pudieronen los remolques de losskidoos y respiraron. Ferrerno deca nada, los dos guasse rean intercambiando

  • bromas intraducibles. Todoaquello ms bien parecaimportarles un pepino,mientras que Ferrer estababastanteemocionado.Bueno.Asuntoliquidado.Sloquedavolver. Pero antes de irnos,un pequeo papeo, no?,propusoNapaseekadlak.

    Mientras ste, encargadode encender el fuego,troceabaconelhachaelpalo

  • de mesana delNechilik,FerrerbajconAngutretokainspeccionar ms a fondo labodega. Las pieles queformaban parte del fleteseguan tambin all, pero,contrariamente a lo dems,no estaban tan bienconservadas,sinodurascomomadera tropical y con casitodos los pelos desprendidosde la piel: probablemente su

  • valor comercial era yaescaso. Ferrer apart noobstanteunapequeapieldezorro blanco que parecahaber aguantado mejor quelasotrasyquedescongelarapararegalarla,yaveramosaquin. En lo que parecahaber hecho las veces decocina, tuvo que disuadir aAngutretok de que abrierauna lata de carne caducada

  • desde haca su buen mediosiglo. Lo cierto es que eraunalstimanopoderllevarselos pocos objetos de valorque quedaban a bordo delNechilik, unas bonitaslmparas de cobre, porejemplo, una Bibliaelegantemente encuadernada,o un soberbio sextante. Perobastante cargados iban yapara el viaje de regreso, no

  • podan permitirse acarrearningn exceso de equipaje.Una vez hubieran comido,haba que emprender elregreso.

    Tardaron bastante enllegar a Port Radium,lastrados por la carga. Aratos,comounmecanismodeseguridad que se suelta sinavisar,sedesatabanpequeasrfagasdevientoaceradoque

  • les frenabanyentorpecan lamarcha. La primavera polarabra inesperadas brechas enelpermafrost:enunaocasinFerrersehundihastamediomusloyresulttrabajossimoextraerle de all, secarle yhacerle entrar en calor.Hablabanmenosanquealaida, coman aprisa ycorriendo y dorman con unojo abierto. Ferrer, en

  • cualquier caso, slo pensabaensubotn.EnPortRadium,a travs de unos primossegundos, Angutretok leconsigui una habitacin decemento en una especie declub,oderesidencia,queeracuanto poda hacer las vecesdehotelenelpoblado.Alfinsolo en aquella habitacin, yuna vez abiertos los bales,Ferrerhizoun inventariodel

  • contenido.Se trataba, en efecto, de

    arte paleoballenero enextremo excepcional,muestra de los distintosestilos que le haban dado aconocer Delahaye y otrosexpertos. Entre otras cosas,haba dos colmillos demamut esculpidos cubiertosde vivianita azul, seis paresdegafasdenieve talladasen

  • candiles de reno, unapequeaballenaesculpidaenuna barba de ballena, unaarmadura de marfil conlazos,unaparatode reventarojosdecaribhechoconastade carib, piedras coninscripciones, muecas decuarzo, tentetiesos de cbitode foca, de cuerno de bueyalmizclero, colmillos denarvalydetiburngrabados,

  • anillas y punzones forjadoscon nquel de meteorito.Haba tambin una buenacantidad de objetos mgicosy funerarios con forma debretzel o de eslabn,confeccionados con esteatitao nefrita pulida, con jaspe,con pizarra verde y slexazul, gris, negro y todos loscolores de la serpentina.Tambin mscaras de toda

  • ndole y, por ltimo, unacoleccin de crneos con lasbocas rellenas con barras enforma de ral de obsidiana,las rbitas obturadas conbolas demarfil y pupilas deazabache incrustadas. Unafortuna.

  • 13

    Cambiemos un instante dehorizontes,sinolesimporta,ypasemosareunimosconelhombre que responde alnombredeBaumgartner.Hoyviernes22dejunio,mientrasFerrer patea en la banquisa,Baumgartner viste un trajecruzado de lana virgen color

  • antracita, una camisa colorpizarra y una corbata colorhierro. Aunque acaba deempezar oficialmente elverano, el cielo hace juegocon esta indumentaria,expectorando, zafio,pequeas lloviznasintermitentes. Baumgartnersube por la rue de Suez,donde est la estacin