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MEDITACIÓN EN EL UMBRAL ROSARIO CASTELLANOS No, no es la solución tirarse bajo un tren coo la Ana !e To lsto" ni a#urar el ars$nico !e Ma!ae Bo%ar" ni a&uar!ar en los #'raos !e (%ila la %isita !el 'n&el con %enablo antes !e liarse el anto a la cabe)a " coen)ar a actuar* Ni concluir las le"es &eo$tricas, contan!o las %i&as !e la cel!a !e casti&o coo lo +i)o Sor uana* No es la solución escribir, ientras lle&an las %isitas, en la sala !e estar !e la -ailia Austen ni encerrarse en el 'tico !e al&una resi!encia !e la Nue%a In&laterra " so.ar, con la Biblia !e los Dic/inson, !ebajo !e una alo+a!a !e soltera* Debe +aber otro o!o 0ue no se llae Sa-o ni Mesalina ni Mar1a E&i#ciaca ni Ma&!alena ni Cleencia Isaura* Otro o!o !e ser +uano " libre* Otro o!o !e ser* En el filo del gozo I Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo: que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme y resbale en espuma deshecha y humillada. 

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MEDITACIN EN EL UMBRAL

MEDITACIN EN EL UMBRAL

ROSARIO CASTELLANOS

No, no es la solucintirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoyni apurar el arsnico de Madame Bovaryni aguardar en los pramos de vila la visitadel ngel con venabloantes de liarse el manto a la cabezay comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geomtricas, contandolas vigas de la celda de castigocomo lo hizo Sor Juana. No es la solucinescribir, mientras llegan las visitas,en la sala de estar de la familia Austenni encerrarse en el ticode alguna residencia de la Nueva Inglaterray soar, con la Biblia de los Dickinson,debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safoni Mesalina ni Mara Egipciacani Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.

En el filo del gozo

I

Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarmey resbale en espuma deshecha y humillada.

Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,palabras que los vientos dispensan como ptalos,campanas delirantes al crepsculo .

Todo lo que la tierra echa a volar en pjaros,todo lo que los lagos atesoran de cieloms el bosque y la piedra y las colmenas.

(Cuajada de cosechas bailo sobre las erasmientras el tiempo llora por sus guadaas rotas).

Venturosa ciudad amurallada,ceida de milagros, descanso en el recintode este cuerpo que empieza donde termina el mo.

II

Convulsa entre trus brazos como mar entre rocas,rompindome en el filo del gozo o mansamentelamiendo las arenas asoleadas.

Bajo tu tacto tiemblocomo un arco en tensin palpitante de flechasy de agudos silbidos inminentes.

Mi sangre se enardece igual que una jauraolfateando la presa y el estragopero bajo tu voz mi corazn se rindeen palomas devotas y sumidas.

III

Tu sabor se anticipa entre las uvasque lentamente ceden a la lenguacomunicando azcares intimos y selectos.

Tu presencia es el jbilo.Cuando partes, arrasas jardines y transformasla feliz somnolencia de la trtolaen una fiera expectacin de galgos.

Y, amor, cuando regresasel nimo turbado te presientecomo los siervos jvenes la vecindad del aguaDestino

Matamos lo que amamos. Lo demsno ha estado vivo nunca.Ninguno est tan cerca. A ningn otro hiereun olvido, una ausencia, a veces menos.Matamos lo que amamos. Que cese ya esta asfixiade respirar con un pulmn ajeno!El aire no es bastantepara los dos. Y no basta la tierrapara los cuerpos juntosy la racin de la esperanza es pocay el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,ciervo con una flecha en el ijarque huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomnede pupilas de vidrio; su actitudque es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua apareceel reflejo de un tigre.El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelveantes que lo devoren (cmplice, fascinado)igual a su enemigo.

Damos la vida slo a lo que odiamos. Desamor

Me vio como se mira al travs de un cristalo del aireo de nada.

Y entonces supe: yo no estaba allni en ninguna otra parteni haba estado nunca ni estara.

Y fui como el que muere en la epidemia,sin identificar, y es arrojadoa la fosa comn.

Economa domstica (En la tierra de en medio, 1972)He aqu la regla de oro, el secreto del orden:Tener un sitio para cada cosaY tenerCada cosa en su sitio. As arregl mi casa.Impecable anaquel el de los libros:Un apartado para las novelas,Otro para el ensayoY la poesa en todo lo dems.

Si abres una alacena huele a espliegoY no confundirs los manteles de linoCon los que se usan cotidianamente.Y hay tambin la vajilla de la gran ocasinY la otra que se usa, se rompe, se reponeY nunca est completa.La ropa en su cajn correspondiente

Y los muebles guardando las distanciasY la composicin que los hace armoniosos.Naturalmente que la superficie(de lo que sea) est pulida y limpia.

Y es tambin naturalQue el polvo no se esconda en los rincones.Pero hay algunas cosasQue provisionalmente coloqu aqu y allO que ech en el lugar de los trebejos.Algunas cosas. Por ejemplo, un llantoQue no se llor nunca;Una nostalgia de que me distraje,Un dolor, un dolor del que se borr el nombre,Un juramento no cumplido, un ansiaQue se desvaneci como el perfumeDe un frasco mal cerradoY retazos de tiempo perdido en cualquier parte.Esto me desazona. Siempre digo: maanaY luego olvido. Y muestro a las visitas,Orgullosa, una sala en la que resplandeceLa regla de oro que me dio mi madre.

APUNTES PARA UNA DECLARACIN DE FE

EL MUNDO gime estril como un hongo.Es la hoja caduca y sin viento en otoo,La uva pisoteada en el lagar del tiempoprdiga en zumos agrios y letales.Es esta rueda iscrona fija entre cuatro cirios,esta nube exprimida y paralticay esta sangre blancuzca en un tubo de ensayo.La soledad traz su paisaje de escombros.La desnudez hostil es su cifra ante el hombre.Sin embargo, recuerdo...En un da de amor yo baj hasta la tierra: vibraba como un pjaro crucificado en vueloy ola a hierba hmeda, a cabellera suelta,a cuerpo traspasado de sol al medioda.Era como un durazno o como una mejillay encerraba la dichacomo los labios encierran un beso.Ese da de amor yo fui como la tierra:sus jugos me sitiaban tumultuosos y dulcesy la raz beba con mis poros el airey un rumor galopaba desde siemprepara encontrar los cauces de mi oreja.Al travs de mi piel corran las edades:se haca la luz, se desgarraba el cieloy se extasiaba -eterno- frente al mar.El mundo era la forma perpetua del asombrorenovada en el ir y venir de la ola,consubstancial al giro de la espumay el silencio, una simple condicin de las cosas.Pero alguien (ya no aciertocon la estructura inmensa de su nombre)dijo entonces: "No es buenoque la belleza est desamparada"y electriz una clula.En el principio -diceesta capa geolgica que toco-era slo la danza:cintura de la gracia que congrepajuventudes y msica en su torno.En el principio era el movimiento.Cada especie quera constatarse, sabersey ensayaba las notas de su esencia:la jirafa alargaba la gargantapara abrevar en nubes de limn.Punzaba el aire en las avispas mltiples y verta chorritos de miel en cada heridapara que el equilibrio permaneciera invicto.El ciervo competa con la brisay el hombre daba vueltas alrededor de un rboltrenzado de manzanas y serpientes.Nadie lo confesaba, pero todosestaban orgullosos de ser como juguetesen las manos de un nio.Redondeaban su sombra los planetasy rebotaban locos de alegraen las altas paredes del espacioteidas de antemano en un risueo azul.No me explico por qufue indispensable que alguien inventara el relojy desde entonces todo se atrasa o se adelanta,la vida se fracciona en horas y en minutoso se quiebra o se para.La manzana cay; pero no sobre un Newtonde fcil digestin,sino sobre el atnito apetito de Adn.(Se atragant con ella como era natural.)Qu implacable fue Dios -ojo que atisbaa travs de una hoja de parra ineficaz!Cmo baj el arcngel relumbrandocon una decidida espada de latn!Tal vez no debera yo hablar de la serpientepero desde esa vez es un escalofroen la columna vertebral del universo.Tal vez yo no debiera descubrirlopero fue el primer crculo viciosomordindose la cola.Porque esto, en realidad, slo tendra importanciasi ella lo supiera.Pero lo ignora todo reptando por el suelo,dormitando en la siesta.Ah, si se levantarasin el auxilio de fakires indiosa contemplar su obra.Aqu estaramos todos:la horda devastando la pradera,dejando siempre a un lado el horizonte,tratando de tachar la maana remota,de arrasar con la sal de nuestras lgrimasel campo en que se alzaba el Paraso.Gritamos adelante! por no mirar atrs.El camino se queda sealado-estatua tras estatua- por la mujer de Lot.Queremos olvidar la leche que sorbimosen las ubres de Dios.Dios nos amamantaba en figura de lobacomo a Rmulo y Remo, abandonados.Abandonados siempre. De qu? De quin? De dnde?No importa. Nada ms abandonados.Cantamos porque s, porque tenenmos miedo,un miedo atroz, bestial, insobornabley nos emborrachamos de palabraso de risa o de angustia.Qu cuidadosamente nos mentimos!Qu cotidianamente planchamos nuestras mscaraspara hormiguear un rato bajo el sol!No, yo no quiero hablar de nuestras nochescuando nos retorcemos como papel al fuego.Los espejos se inundan y rebasan de espantomirando estupefactos nuestros rostros.Entonces queda limpio el esqueleto.Nuestro crneo reluce igual que una moneday nuestros ojos se hunden interminablemente.Una caricia galvaniza los cadveres:sube y baja los dedos de sonido metlicocontando y recontando las costillas.Encuentra simpre con que falta unay vuelve a comenzar y a comenzar.Engao en este ciego desnudarse,terror del atad escondido en el lecho,del sudario extendidoy la marmrea lpida cayendo sobre el pecho.No poder escapar del sueo que hace muecasobscenas columpindose en las lmparas!Es as como nacen nuestros hijos.Parimos con dolor y con vergenza,cortamos el cordn umbilical aprisacomo quien se desprende de un fardo o de un castigo.Es as como amamos y gozamosy an de este festn de gusanos hacemosnovelas pornogrficaso pelculas slo para adultos.Y nos regocijamos de estar en el secreto,de guiarnos los ojos a espaldas de la muerte.La serpiente deba tener manospara frotarlas, una contra otra,como un burgus rechoncho y satisfecho.Tal vez para lavrselas lo mismo que Pilatoso bien para aplaudir o simplementepara tener bastn y puroy sombrero de paja como un dandy.La serpiente deba tener manospara decirle: estamos en tus manos.Porque si un da cansados de este morir a plazosqueremos suicidarnos abrindonos las venascomo cualquier romano,nos sorprende saber que no tenemos sangreni tinta enrojecida:que nos circula un aire tan gratis como el agua.Nos sorprende palpar un corazn en huelgay unos sesos sin tapa saltarinay un estmago inmune a los venenos.El suicidio tambin pas de moda y no conviene dar un paso en falso cuando mejor podemos deslizarnos.Qu gracia de patines sobre el hielo!Qu tobogn ms fino! Qu pista lubricada!Qu maquinaria exacta y aceitada!As nos deslizamos pulcramenteen los ts de las cinco -no en punto- de la tarde,en el cocktail o el pic-nic o en cualquieracostumbre traducida del ingls.Padecemos alegia por las rosas,por los claros de luna, por los valsesy las declaraciones amorosas por carta.A nadie se le ocurre morir tuberculosoni escalar los balcones ni suspirar en vano.Ya no somos romnticos.Es la generacin moderna y problemticaque toma coca-cola y que habla por telfonoy que escribe poemas en el dorso de un cheque.Somos la raza estrangulada por la inteligencia,"La insuperable,mundialmente famosa trapecistaque ejecuta sin mculatriple salto mortal en el vaco".(La inteligencia es una prostituta que se vende por un poco de brilloy que no sabe ya ruborizarse.)Puede ser que algn dainvitemos a un habitante de Martepara un fin de semana en nuestra casa.Visitara en Europa lo tpico:alguna ruina humeanteo algn pueblo afilando las garras y los diente.Alguna catedral mal ventilada,invadida de moho y oro intily en el fondo un cartel: Negocio en quiebra."Fotografiara como experto turistalos vientres abultados de los nios enfermos,las mujeres violadas en la gruerra,los viejos arrastrando en una carretillaun ropero sin lunas y una cuna maltrecha.Al Papa bendiciendo un can y un soldado,y las familias reales sordomudas e idiotas,al hombre que trabaja rebosante de odioy al que vende el horno de sus abuelosa la heredera del milln de dlares.Y luego le diramos:Esto es solo la Europa de pandereta.Detrs est la verdadera Europa:la rica en frigorficos -almacenes de estatuasdonde la luz de un cuadro se congela,donde el verbo no puede hacerse carne.All la vida yace entre algodonesy mira tristemente tras el cristal opacoque la protege de corrientes de aire.En estas vastas galeras de muertos,de fantasmas reumticos y polvo,nos hinchamos de orgullo y de soberbia."Los rascacielos ya los ha visto de lejos:los colmenares rubios donde los hombres nacen,trabajan, se enriquecen y se pudrensin preguntarse nunca para qu todo esto,sin indagar jams como se viste el lirioy sin arrepentirse de su contento estpido.Abandonemos ya tanto cansancio.Dejemos que los muertos entierren a sus muertosy busquemos la auroraapasionadamente atentos a su signo.Porque hay an un continente verdeque imanta nuestras brjulas.Un ancho acabamiento de pirmidesen cuyas cumbres bailan doncellas vegetalescon ritmos milenarios y recientesde quien lleva en los pies la sabia y el misterio.Un cielo que las flechas desconocencustodiado de mitos y piedras fulgurantes.Hay enmaraamientos de raicesy contorsin de troncos y confusin de ramas.Hay elsticos pasos de jaguaresproyectados -silencio y terciopelo-hacia el vuelo inasible de la garra.Aqu parece que empezara el tiempoen solo un remolino de animales y nubes,de gigantescas hojas y relmpagos,de bilingues entraas desangradas.Corren ros de sangres sobre la tierra vidacorren vivificando las ms altas orqudeas,las ms esclarecidas amapolas.Se evaporan rugientes en los templosante la impenetrable pupila de obsidiana.Brotan como una fuente repentinaal chasquido de un ltigo.Crecen en le abrazo enorme y dolorosodel cntaro de barro con el licor latino.Ro de sangre eterno y derramadoque deposita limos fecundos en la tierra.Su caudal se nos pierde a veces en el mapay luego lo encontramos-ocre y azul- rigiendo nuestro pulso.Ro de sangre, cinturn de fuego.En las tierras que tie, en la selva multpara,en el litoral bravo de mestizamellado de ciclones y tormentas,en este continente que agonizabien podemos plantar una esperanza.