Memoria histórica de la fiebre amarilla

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  • 7/31/2019 Memoria histrica de la fiebre amarilla

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    MEMORIA HISTORICA

    DE

    LA FIEBRE AMARILLA

    QUE

    SUFRIO LA CIUDAD DE TACNA

    EN

    EL PRESENTE AO

    DE

    1869

    POR

    EL CURA PARROCO DE LA MISMA

    D D Sebastian R. Sors

    ____________________________

    TACNA, 1869

    Imprenta de El Porvenir de Jos H. Molina

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    I

    Parecer sin duda extrao, que la pluma de un sacerdote se ocupe en escribir lamemoria de una epidemia, que con tanta fuerza dej sentir su pesada mano en la ciudadde Tacna: Mas, cuando han pasado ya algunos meses, desde que desapareci por nuestra

    fortuna, pero que puede amagarnos otra vez, y repetir sus rudos ataques; y sin embargoninguno que con mejores conocimientos, y tal vez por deber de oficio, hubiera debidoocuparse de esta obra, haya escrito una sola lnea, que al mismo tiempo que pudiera dejarun recuerdo la posteridad, haria la humanidad sin duda un gran bien, indicando eltratamiento que debe practicarse en una enfermedad que se contenta jams con pocasvctimas; confio que se me disculpar el atrevimiento de escribir sobre lo que, confieso,no es de mi competencia: pero que el haber asistido en cumplimiento de mi ministerio casi todos los que fueron vctimas de aquel terrible azote, me proporcion hacer algunasobservaciones, que juzgo no sern perdidas para los que lean este escrito; mientras que seimpondrn de las amarguras que inundaron el corazon de una ciudad, que por el espaciode tres y medio meses, vi campear ufana la muerte dentro y al rededor de su recinto,

    diezmando, sino concluyendo sus familias. [pg.3]

    II

    El buen temperamento; -las buenas condiciones climatricas, por la altura queocupa Tacna sobre el nivel del mar- por las puras corrientes de aire, que renuevanconstantemente su atmsfera:- las brisas del mar, y el airecillo de la cordillera, que parecese comparten el cargo de limpiar de da y de noche su cielo: -el estar rodeada de unavejetacion lozana y que despide abundante perfume la multitud y variedad de flores quecrecen en sus campos: -todo hacia creer, que la fiebre amarilla no posaria su malfica

    planta en la misma. As halagados, y diramos mejor, engaados, los que hubieron debido

    contraer todas sus miras y esfuerzos prevenir, y levantar obstculos la venida delfatdico husped, que hacia sentir su peso en los puertos de Islay y Pisagua y empezaba insinuarse en Arica, mirronlo con cierto desprecio, y aun las pocas medidas que setomaron, fueron con tal flojedad, que parecia tratarse unicamente de lo que se llama,llenar el espediente.

    Es sabido, que la fiebre amarilla en los lugares donde no es endmica, cuando allaparece, es siempre importada, por pjaros, - por gneros de comercio,- por lasmismas personas, que han venido de lugares epidemiados. Afianzado en este principio,hubo individuo de la junta de sanidad de esta capital, que espuso la necesidad que habia,que, primero en Arica, cuando todavia esa desgraciada poblacion no estaba invadida, peros amenazada por la epidemia que devastaba sus puertos vecinos, as por el Norte como

    por el Sur, se sujetasen rigurosa cuarentena cuantos vinieran de aquellos puertos, y sefumigasen, y se tomasen las demas medidas que la esperiencia ha acreditado producir

    buenos resultados, los efectos de comercio: y luego, cuando no pudo caber duda, queArica estaba infestada, que se estableciese fuera de esta ciudad un cordon sanitario queimpidiera la comunicacin inmediata con aquel puerto. Las medidas propuestas eran:-Que el tren fijase su trmino en la segunda milla, -que de all pasasen los pasajeros queviniesen de Arica, la cuarentena: -los bultos puestos en tierra, fumigados y ventiladostoda la noche. Que para la ejecucion de esta disposicion [pg.4] se estableciese all uncuerpo de vijilancia compuesto de paisanos y mandado por una persona responsable que

    designarian el Sr. Subprefecto y Sndico, y cuyo servicio deberia turnar entre losmajistrados, eclesisticos, jefes de las casas de comercio y otras personas padres de

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    familia respetables. Multa fuerte al que hospedase alguno que no hubiese cumplido lacuarentena, y entonces que ste y cuantos hubiesen comunicado con l fuesen conducidos la casa de dicha cuarentena.

    Mas el proyecto fu mirado como utpica poesia: -mereci sin embargo los

    honores, que dictaminase sobre l una comision nombrada del seno de la junta de sanidad:lo que dictaminase, no lo se; pero el publico sabe, que no se hizo nada: -los interesescomerciales pesaban sobre todo, y aun ciertos pusilnimes temores de promoverconflictos internacionales, dieron al traste con todo el proyecto, que de un modo radical,nico que debia realizarse en aquella circunstancias, si de veras se queria impedir laimportacion y desarrollo de la fiebre, y salvar asi la inmensa responsabilidad que teniacontraida la junta, tratase de cerrar la puerta al indjena de las Antillas.

    III

    Ya primeros de Enero no pudo dudarse, que habian casos, y bien pronunciados

    de fiebre en Arica. El que suscribe esta Memoria fu contajiado all, donde estuvo eltreinta y treinta uno de Diciembre, y atacado luego el once de Enero en esta ciudad. Escierto, que no se present el caso tan de manifiesto, que fuese caracterizado de fiebre:

    pero lo fu sin duda alguna, de lo que pude convencerme posteriormente. En el mismomes muri en sta, y de la fiebre, una seora hermana de los seores farmacuticos de LaFlor, venida de Arica: -en la calle del Callao el veinte y cuatro hubo un caso de contajio, yque fu de muerte por haberse alojado en la misma casa un jven venido de Arica con lafiebre, y cuya familia concluy durante la epidemia. Se repitieron algunos otros casos,aunque se calificaron de terciana: Mas en Arica el estado era ya grave. Entonces laPrefectura crey conveniente cortar la comunicacion con Arica: pero de un modo tan

    poco premeditado, que no pudo evitar la crtica del [pg. 5] pblico; y lo peor, que consus disposiciones no solo no cerr la puerta la fiebre, sino que se la abri de par en par;

    para que por espacio de algunos dias viniese con toda holgura. Tal fu el bando de laPrefectura del 20 de enero. Se vinieron mas de doscientas personas de Arica, entre ellas,muchas contajiadas, y de las que murieron algunas dentro de pocos dias. Sobrevino elCarnabal; disposicion la menor se tom para moderar los desrdenes, y entre estosdesrdenes, que no fueron pocos, se ampollaron los huevos traidos de Arica, y no se hizoesperar mucho la fermentacion y nacimiento de aquellos fetos. En la misma semana enla esquina de la calle, llamada de doa Camila, muri el primero una jven de diez yocho aos venida de Arica, y en la misma calle otros tres. A mediados del mes fudesarrollando en mayor escala: el dia 20 se abri el Lazareto: -Tacna pudo declararse en

    estado de epidemia. As lo comprendieron los lugares circunvecinos, que tomaron susdisposiciones, para precaverse del azote, manifestando con esto mejor sentido comn, queel que se haba tenido en Tacna para librarse del mismo, cuando amenazaba desde Arica.

    IV

    El centro de la poblacin fu el teatro, donde desenvolvi la fiebre toda su fuerza,y donde dej sentir primero la clase de enemigo que la habia tomado, no por asalto; sinoalojndose pacficamente en su hoteles. De estos establecimientos sali, y estall comouna granada, cuyos cascos alcanzaron hiriendo, toda la sona, desde la Botica Alemana,hasta la Villa de Paris, y en su anchura, desde la Alameda los Teatros. Como quince

    dias estuvo estacionada en aquellas cuadras, cebndose en sus moradores, as del paiscomo con los extranjeros, y amontonando vctimas, que sern jams bastante lloradas......

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    Jvenes llenos de vida y de porvenir. Madres de familia que eran el ornato de la ciudad Comerciantes honrados Artesanos laboriosos fueron los primeros que sucumbieron,doblando la cerviz los rudos hachazos de la fiebre.

    Y qu hacian los mdicos?...... Asistir, desvelarse sobre los enfermos, apurar los

    recursos de la ciencia de Galeno Hipcrates: mas Hipcrates y Galeno con toda suciencia [pg. 6] por cabecera, parece que dormian, y se negaban vencer el mal. Era stepoderoso sin duda, y mas, cuando poderosos ajentes favorecian su zaa. El pnico que seapoder de las familias, pudiendo asegurar, que algunas personas murieron de puromiedo: -el terror al contajio, que privaba al enfermo de la asistencia interesada, que tantonecesitaba. Sin duda que la falta de asistencia fu la causa de que murieran muchos:-manos mercenarias jams son movidas por la caridad; contaban las horas por soles, y sinempeo por la vida de los que luchaban con la muerte, dificilmente les proporcionaban eltrato puntual y esmerado que tanto requiere aquella enfermedad. Y, ay! si sobrevenia lamas pequea emorrajia! peor, si el vmito: -el enfermo era abandonado..... Era en vano,que el que suscribe se esforzase en persuadir, que el caso no era todavia desesperado: -que

    era la ocasion de combatir el mal, y con mas esfuerzo: -que no debian temer el contajio:-el miedo era superior todo consejo: el enfermo no tenia que esperar mas que de laProvidencia Divina: de la tierra, solo el desamparo y una humacion precipitada.

    Mucho hemos oido quejarse de la insuficiencia de la Medicina: -debemos dejarconsignado en justicia, que los Seores mdicos manifestaron entonces como siempre,mucha abnegacin, mucha contraccion, -indolencia desentendencia de los enfermos,

    jams la notamos. Salvaban pocos: muy raros? esto debido a la ignorancia de losProfesores? Recurdese lo que tenemos dicho de la poca asistencia, y esta las mas veces

    por manos mercenarias. Adanse la dificultad de obtener las medicinas tiempo en unaenfermedad, en la que, lo que podr salvar tomado las nueve de la maana, mataradministrando las doce del dia: -la imposibilidad de estar el mdico repetidas veces paraver el resultado de los remedios, por la multitud de enfermos que reclamaban susservicios; y sobre todo, los pasos ajigantados con que la fiebre obra la destruccion de lavida. Tnganse en consideracion todas estas circunstancias, y la responsabilidad de losmdicos aparecer menor, y perder el co la crtica.

    Cuando hablamos de poca asistencia, y de manos mercenarias, salvamos honrosasescepciones, que con placer[pg. 7] recordmos, de madres, hermanas, y aun de personasmenos allegadas, que sin mas inters que el de la caridad, asistian con la mayorabnegacion sus respectivos deudos, y mas de una vez tuvimos que separar las

    mencionadas personas de la cabecera de agonizantes, ya porque en los momentos de laagonia es mas probable el contajio, ya para evitarles un pesar, que no sirviendo de ausilioal paciente, es de consecuencia las mas de las veces funestas para los relacionados.

    V

    Mientras estas escenas pasaban dentro de la ciudad: el Lazareto se llenaba cadadia mas y mas de contajiados. Este piadoso establecimiento se hallaba dirigido por elsocio de Beneficencia D. Serapio Guerra en cuanto la parte puramente material. D. Juande Mata Palacios, que animado de la caridad cristiana se ofreci desde el principio servir gratis, ejerca el cargo de contralor y ecnomo: aunque hacindole la justicia

    merecida; lo era todo, y el serlo todo, tal vez le impedia llenar cumplidamente ninguno delos oficios: sin embargo es digno de todo elogio, y preciso es que jams se olviden sus

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    servicios, su aplicacion y desinters, arriesgando la vida, que por fin le fue recibida porDios, como en sacrificio en el ltimo tercio del periodo de la epidemia. El Director deBeneficencia coronel D. Jos Maria Arias, maana y tarde veces de noche estaba en elestablecimiento, y aunque sea ofendiendo su modestia, es necesario dejar consignado, queera el verdadero Inspector del Lazareto, en todo lo que se referia al servicio de los

    enfermos de las carrozas y conducirlos las salas, y cargando muertos, manifestando uninters efectivo, que veces rayaba en delirio, para que fuesen los enfermos cuidados conel esmero y atencion posibles. El que suscribe trat de llenar del mejor modo posible sucometido, prodigando los consuelos de la Religion los que la epidemia habia obligado acogerse aquellos salones. El Dr. Bobiller como mdico y el practicante D. Pio Arceasistian los enfermos con la contraccion propia de los que comprenden y saben llenar laaugusta mision de restablecer la salud, y dulcificar cuando menos [pg. 8] los

    padecimientos de la humanidad. Hasta el dia 20 de Marzo sirvi el seor Bobiller, en estedia se hizo cargo el Dr. Carbonera mandado por el Supremo Gobierno. Si el tanrecomendable jven practicante hubiese necesitado de estmulos para continuar yaumentar su contraccion en el servicio del establecimiento, ningun medio mejor que el

    desvelo y empeo que manifest el Dr. Carbonera para neutralizar los efectos aterrantesde la fiebre en los que gemian bajo aquellos techos: mas en el seor Arce se descubridesde un principio, que el mvil de todos sus actos en el establecimiento eran la caridadcristiana, y el sincero deseo de economizar lgrimas los hijos de su mismo

    pueblo............ Esto bastaba.

    VI

    A mediados de Marzo habia entrado la epidemia en su perodo del mas completodesarrollo. Tres dias de lluvia habianla secundado de un modo muy significativo, yfuertes solasos q succedieron completaron su obra expansiva. Mas de dos mil enfermosyacian en el lecho del dolor: y contrayndonos por ahora al Lazareto, era ya insuficiente

    para contener los enfermos, que en mayor nmero cada dia, acudian. Cuando setrabajaron las dos salas, una para hombres, y la otra para mujeres, se crey, que con veintecamas en cada una de ellas, habria lo suficiente. Error craso; pero proveniente delengao en que se descansaba, creyndose que Tacna era inhospitalario para lafiebre.....Adase un cero 40, habia dicho el que escribe al Sr. Guerra, cuando le dijoq 40 serian suficientes. Si, ponga U. y constryase el edificio de modo que puedacontener cuatrocientos: de lo contrario, tendremos trabajo, y trabajos tuvimos. Los dossaloncitos estaban materialmente repletos de epidemiados; toda prisa se improvisaronotros dos con lonas y esteras: pero no alcanzaban ni de mucho; la concurrencia

    aumentaba; hacindose necesario construir dos grandes salas de madera, bienacondicionadas, capaces de contener cada una ciento veinte y cinco enfermos. A pesar delos obstculos que ofrecia sobre todo la escasez de operarios, y su resistencia hasta todo

    punto justificada, trabajar en el Lazareto, los salones se levantaron, y luego se llenaron,y en donde [pg. 9] se medicinaron, y algunos murieron de los que trabajaron. Empezaronuna semana diez y ocho oficiales de carpinteria, y el sbado ya catorce de ellos estabanenfermos. Con esta medida mejoraron las condiciones de los enfermos, la mortandaddisminuy relativamente, y con ello gan la humanidad: mientras que para los mdicos,capellan y serviciales era menos incmodo y menos peligroso el trabajo. En aquellos dias,y por espacio de un mes, el nmero de enfermos en el Lazareto variaba de cientocincuenta ciento ochenta. Y ntese, que como no habia lugar para convalecientes, estos

    luego que eran declarados como tales, recibian su alta, salian del establecimiento, algunospasaban al hospital, otros se iban, sus casas, si las tenian, ..... morirse en alguna

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    chacra.- El Lazareto con cuatrocientas camas habria salvado mayor numero de vida.....Que lo tenga presente la junta de Beneficencia; complete el Lazareto, que no lo est,construya otra sala para convalecencia; entonces el establecimiento ser en algun modo

    perfecto. Los socios que tocaron estas necesidades tan de cerca, que promuevan laobra........ que no se duerman.

    La mortandad era en aquellos dias, de diez -de quince- de veinte de veinte ycinco- uno solo de treinta y dos. Algo menos numerosa en la poblacin: tanto en stacomo en aquel, en los Novilunios y Plenilunios, el nmero de muertos era mucho mayor.

    VII

    En estos mismos das, y estando ya lleno de cadveres el Panteon, previaautorizacion eclesistica, se bendijo un local al Norte, y un cuarto de milla del Lazareto,en donde desde el da veinte y uno de Marzo se empez a enterrar los cadveres.Debemos dejar consignado que escasos de peones para abrir las zanjas; el seor D.

    Fernando Hugges proporcion treinta con su mayordomo, de los que tena ocupados en eltrabajo de la caeria para conducir el agua la pila de la plaza, con lo cual prest un granservicio; pues de lo contrario, muy difcil se habran hecho las escavaciones. Mas laigualdad que para la fiebre era una verdad prctica: puesto que lo mismo atacaba al pobreque al rico: los hombres la volvieron men- [pg. 10] tira en el sepelio de los cadveres.Para el pobre una fosa comn era su sepulcro, para el que poda sepultarse con cajon, se le

    permiti ste, y luego sepultura particular, bajo el especioso pretesto, que tiempooportuno los trasladarian a un nicho en el Panteon. Historiamos, no criticamos: perosanos permitido observar, que ya que lo dicho es un hecho, existir por mucho tiempo,que no nos atrevemos sealar, la corrupcion encerrada en el cajon, y que muy temibles

    podrian ser las consecuencias, si se permitiese la exhumacin hasta despues de un plazomenos limitado, que el que sealan las leyes cannicas y civiles. Si se hubiese dispuesto ymandado que sobre el cuerpo dentro del cajn se hubiesen esparcido diez doce libras decal, el peligro se habria evitado, y esta dificultad no existira. Se nos dir, y con verdad,que entonces no habia cal; pero no podr asegurarse, que no pudiera haberla habido: massea lo que fuere; ya que hubo facilidad para permitir sepelios con cajones, que no la hayadespus para permitir prontas exhumaciones; y que sirva de leccin para lo sucesivo.

    VIII

    Hemos dicho que mediados de Marzo la fiebre empez estar en toda su

    pujanza, y aadiremos, que la conserv hasta mediados de Abril. Invadi todos los puntosde la ciudad, y con mas fuerza al Oeste de la misma. Los alrededores, que por estar llenosde vejetacin, se creian asegurados, fueron tambien ocupados por el invasor; mas, por la

    parte del Sur y Oeste. La parte Este se conserv sin contajio, y lo mismo el Nordeste; demanera que en esta sola murieron cuatro. Se contajiaron con los que salidos de la ciudad,estaban inficionados? No lo creemos: porque la mayor parte emigr hcia Pocollay yCalana, en cuyos lugares murieron algunos: pero sin que se contajiasen aquellos puntos:la causa debe estar en otra parte, y cuando observamos, que el Ayllo de Tonchacainmediato al Lazareto y panteones, por donde pasaban las carretas que conducan losmuertos y enfermos, fu sin embargo donde menos casos hubieron; mientras que losAyllos de Aymara, Silpay, Humo, Aica y Olanique fueron tratados con tanta dureza, no

    sabemos qu atenernos. [pg. 11]

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    Entre los mismos puntos infestados, y en la misma ciudad, hubieron ciertaslocalidades, que lo fueron de un modo mas notable, y fuerza es no perderlo de vista, paralo que pueda sobrevenir en lo succesivo. La curtiembre de pieles situada detras de laAlameda, fu seguramente el foco de infeccion que mayor nmero de vctimas produjo:sus alrededores quedaron asolados, familias, y numerosas, casi enteras desaparecieron,

    como la de los Sotos, y esto as en las habitaciones inmediatas, como en toda aquellaparte de la Alameda, y en las chacras hasta una distancia considerable. Cuando sepermiti por la H. Municipalidad localizar all el establecimiento, fu despues del informede una comisin de su seno, y en la que hubo un farmacutico, la que opin, no ser enalgun tiempo perjudicial. Cuando en Mayo del ao anterior por temores la fiebre quegrasaba en Lima Islay, se practicaron visitas domiciliarias, nos consta que la comisionque visit aquel establecimiento inform a la Junta de Sanidad contra la permanencia enaquel lugar de la curtiembre; mas la comisin inform, la junta oy, y la corrupcinqued en su lugar. El espediente se haba llenado. La comisin de la H. Municipalidad nose fij sin duda, en que la fbrica no podia disponer de bastante agua corriente, y diremosmejor de ninguna, que se llevase los desbombes de los pozos, donde se hacian las

    corrupciones de las pieles, y que por lo mismo despues de arrojados quedaban sugetos la accion del sol que necesariamente los evaporaba, cuyas emanaciones no podian menosde malear la atmosfera. El ao anterior en algunas chacras inmediatas fiebres tifoideashabian hecho algunas vctimas. Ojal que no se olvide esa leccin que recibi el dueodel establecimiento, mientras que dos das ntes de su muerte ofrecia como lugar derefujio contra la fiebre, las piezas de su establecimiento. Una seorita fu vctima delengao.

    Los lugares y casas inmediatas las caballerizas y baos tibios por el aguadetenidos que se tenia sufrieron igual contraste. La calle de doa Camila, la plaza deArmas y calles limtrofes, lo atestiguaron, lo propio que las casas cerca de los mataderos.

    Maleada ya del todo la atmosfera invadida toda la po- [pg. 12] blacin, en todaella se hicieron sentir sus efectos. Debemos consignar que los lugares donde ladesmoralizacin y el abuso del licor era mas frecuente, era tambien mas en nmero intensidad los atacados.

    No podemos menos que recordar el triste panorama que presentaba la poblacinen tan tristes das......... Pocas puertas se veian abiertas de dia: establecimientos decomercio cerrados; pocos solamente abiertos de artculos de primera necesidad. Los pocoshombres que andaban las calles, parecia temian pisarlas: ligeros en sus pasos como si les

    mordieran los talones las puntas de los pies de la muerte. Solo las boticas se veian llenosde gente que acudia en demanda de medicinas: feliz el que fuerza de codazos lograbaabrirse paso: una demora de tres cuatro horas para ser despachados era lo comn. Seacercaba la noche, y no habia ella tendido su tenebroso manto, cuando se notaba unsilencio sepulcral: -Las puertas todas cerradas, y no se oa mas ruido, que el crujir de lascalles por el peso de las carrosas que conducian muertos enfermos, y el golpe de losherrajes de los caballos de los Mdicos, que eran detenidos cada paso, y tenindose queapear para visitar nuevos enfermos.

    Hubo noche que permanecimos en oscuras por no haberse encontrado quienencendiese los faroles del gas. Todo respiraba desolacin y muerte! La Prefectura

    abandonada: la Tesoreria, del administrador al portero, muertos, enfermos, emigrados:la Superior Corte de Justicia en Pocollay- Los celadores, de cuarenta reducidos a ocho El

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    escuadron de caballeria doce hombres La columna gendarmes veinte! Eclesiasticos,solo el Cura, los dems, huidos, muertos gravemente enfermos.-Quera un enfermotestar? No se encontraba escribano. Testigos, pocos y caros. Aun para casamientosescaseaban los testigos. -Entre las repetidas y muchas veces que el mismo que escribedebi celebrar un matrimonio de un desahuciado, fule preciso andar una cuadra, y con

    trabajos y muchos ruegos pudo conseguir dos que presenciasen la toma de manos. Tacnaparecia una ciudad que Atila hubiese tomado por asalto, y saqueada, y la hubieseabandonado! Es indecible el terror que infunda en [pg. 13] aqullos das, cuyo recuerdoarranca lgrimas todavia.

    Pero pasemos adelante.

    A fines de Abril creimos que se hallaba la peste en su perodo descendente: massobrevino la fiesta de la Cruz, el sol esforzse en quemarnos, y recrudeci; volvieron aaumentarse las entradas al Lazareto, los sepelios en el Panteon. Sbese como se festeja laCruz por los indgenas, y aunque la policia se empeo en poner algun correctivo, fu

    intil toda medida.

    A mediados de Mayo, empez a declinar sensiblemente, el Lazareto no cont yamas que treinta cuarenta enfermos, cuyo nmero fu, disminuyendo, hasta que el 5 deJunio, se clausur definitivamente, pues solo habia cinco convalecientes que fueronllevados al Hospital.

    Hasta esta fecha, segun todos los datos que pudieron reunirse, 6,000 habian sidolos atacados, de estos habian muerto, poco mas menos, dos mil quinientos. Tacna habr

    perdido una cuarta parte de su poblacin! Nmero tan excesivo de defunciones hace sinduda fijar la consideracion de todo hombre, que teniendo sentimientos de humanidad,

    procura indagar las causas de un hecho as aterrante, para poder atenuarlas en lo sucesivo.Debe anotarse aun mas, que si bien en un principio abri brecha en la clase mas culta yque gozaba de mayores comodidades en la sociedad; descendi luego hasta la mas nfima:lo mismo entr en casas donde el aseo era esmerado hasta la pulcritud; las fumigacionesdiarias;- el cloruro de cal y toda clase de desinfectantes en abundancia; como en las pocasinmundas pocilgas que hay en el lugar: -lo mismo atac ancianos que jvenes: desdeuno que de tres semanas de nacido muri con el vmito negro, hasta personas de noventa:con todo, el nmero mayor fu de quince a treinta aos: prvulos pocos: asi como lasmugeres solo figuran en una tercera parte entre los finados.

    Entre los extranjeros avecindados, los Franceses tuvieron mayor nmero devctimas, as de hombres como de mugeres, luego los Italianos. Ingleses y Alemanes,pocos. Los naturales de Bolivia, que en tan crecido nmero estan avecindados en estaciudad, sufrieron prdidas muy numerosas, y cuenta una docena de vctimas entre las[pg. 14] personas caracterizadas que la poltica tiene alejadas de su pais.

    IX

    El trmino de la enfermedad en los atacados; mas bien las crisis quedeterminaban su vida su muerte eran muy variadas. As como la fiebre se present bajosntomas caracteres distintos, muchos excepcionales, y de los que no tenia noticia la

    medicina: as fueron las crisis que precedian la muerte, la convalecencia. Esmerseaquella en manifestar, que sabia ejercer su oficio de muy distintas maneras. Hubieron

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    muertes desesperadas, y en mayor nmero en el primer perodo muertes las mastranquilas se desconocia la agonia, la muerte parecia un sueo: -Hemorragias cutneas

    por las encas -por las narices por los odos, hasta por los ojos.- Observamos que lasHemorragias por las narices fueron las mas de las veces favorables, mayormente si noeran cuantiosas, y lo propio lo de las encas, debiendo tener cuidado en lavar la cara y

    boca con agua tibia, para impedir que la sangre no se corrompa.

    Hemos confesado en los primeros prrafos de esta memoria nuestraincompetencia, y lo repetimos; no podemos tratar cientficamente esta materia, ni criticarmucho menos el tratamiento que se diera los atacados por la fiebre hemos apuntado, yconcluiremos apuntando lo que vimos y observamos.

    Creemos que toda la curacin depende del trato que recibe el atacado en los dosprimeros das; as como la muerte segura en el quinto conforme hubiese sido eltratamiento. Si se aprovechan aquellos, cuidando que el enfermo sude, y que con bebidasy lavativas de cocimientos de yerbas frescas se puede impedir la descomposicion de la

    sangre; la fiebre minorar su fuerza, y un cortante cualquiera har que desaparezca el diaquinto sexto. Si el sudor fuere espontneo y copioso en el primer dia, la fiebre tomarmuy pequeas proporciones. Que no se prive de alimento al enfermo desde el primer dia;aunque medido, y no de mucha sustancia: pero desde el quinto, dbese aumentar lacantidad y mejorar la calidad. Limonadas con aceite puro en alguna cantidad, como elsumo de cuatro [pg. 15] seis limones con dos tres cucharadas de aceite en los dos

    primeros dias, no deben omitirse. La muerte en el quinto dia es casi segura, sino habiendoprecedido la preparacin indicada para los primeros das, se toma la quina en el cuarto.Refermos lo que hemos observado en muchsimos casos. Muchos que el dia cuartoaparentaban estar casi salvos, tomaron el cortante de quina por la noche:- la primera tomales causaba gran trastorno; la segunda promova el vmito negro, y si no se acudia luegocon aceite, emplastos de yerbas y bebidas frescas, eran vctimas en el dia. El aceite y lasyerbas salvaron a muchos.

    X

    En el Lazareto luego que el mal resultado de las pldoras hizo convencer suineficacia, para curar el mal, se suprimieron, y minor la mortandad, y dando alimento los enfermos desde el primer dia, y mas, caf, vino, y aun coac, podemos asegurar, quenueve dcimas partes de los que entraron en el primer dia de la enfermedad, salvaron suvida. Fu grande, sin duda el nmero de muertos que hubo; pero debe tenerse en

    consideracin, que muchos eran conducidos ya en estado de agona; otros moran albajarlos de los carros, cuyo movimiento celeraba su muerte, y el mayor nmero en estadoya casi de completo aniquilamiento, y despus de medicinados, y mal medicinados, en suscasas.

    El Lazareto, cuando no hubiese servido mas que para disminuir el nmero deenfermos de la ciudad, y por consiguiente el foco de infecccion, habra ya prestado ungran servicio; y si esto se aade, el nmero tan crecido de forasteros, y stos los mas

    pertenecientes la clase menesterosa, que existe siempre en Tacna, y quienes conpreferencia atacaba el mal y otros tantos que carecan de todo auxilio y asistencia, bienpuede decirse, que fu un manantial de recursos para la humanidad.

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    Diremos de paso, que el servicio del Lazareto; aunque lo menos peor posible: noera bueno por parte de los sirvientes. Hombres asalariados, sin conocimiento algunoterico ni prctico en el trato con los enfermos; faltos de caridad, solo asistian por amor los soles: huian del trabajo, cuanto les era posible, y jams se notaba una accion [pg. 16]de simpata hcia los enfermos que luchaban con la muerte. Solo la asidua asistencia del

    seor director de Beneficencia, del Inspector y las advertencias del Capellan, conseguianque tomasen un aparente inters para la curacion de los enfermos; fin de que estostomasen los alimentos, y no permaneciesen a veces caidos en el suelo. Cuatro hermanasde la Caridad habrian servido mejor el establecimiento que la caterva de holgazanes quese mantenian. Que no se olvide esta leccion, trtese de conseguir la introduccion deaquellas seoras en el Hospital de San Ramon; para que si en otra ocasion tuviere queabrirse el Lazareto, haya el consuelo, que la caridad personificada en esos ngeles quenos ha deparado el Catolicismo, preside el servicio de los desgraciados.

    XI

    Los medios que arbitr la H. Municipalidad, mula de lo que habia ya hecho laPrefectura, fu de algn alivio la clase necesitada: hablamos de las papeletas quedistribuy los Mdicos; para que las llenasen con las recetas que dieran los pobres, yque serian pagadas por los fondos de la Corporacion, distribuyendo los Mdicos porcuarteles para que curasen los pobres y para lo cual les sealaron un honorario: en estoltimo fueron originales: merecieron con esto bien de la humanidad, y nuevo laurohabrian conquistado, si se hubiese extendido su celo visitar dichos cuarteles, paracerciorarse si sus disposiciones eran cumplidas. Mas no eran medicinas solamente lo quenecesitaban los pobres; necesitaban alimentos tambin; y permtasenos que confesemos,que esta parte fu descuidada. Con cuatro sopas cocinas que se hubiesen colocado frenteel tambo de Alaiza, una: otra en la plaza del Teatro, otra en la glorieta de la Alameda yotra en la Plaza de Armas, donde con papeletas de los Mdicos, se hubiesen distribuidoalimentos para los enfermos y convalecientes, se hubiera hecho un gran bien, y tal vezsocorrido la mas apremiante necesidad. El arroz que en meses posteriores mand elSupremo Gobierno, si se hubiese recibido en Marzo, Abril y Mayo, y si se hubieseinvertido en sostener aquellas cocinas: cuntas necesidades no se habrian conjurado; yaun aadiremos, cuantas vidas no [pg. 17] se habran salvado? Cuntos murieron porfalta de alimento, y mas en la convalecencia? Y para los que convalecientes salian delLazareto? Todos ellos habrian tomado un alimento sano y nutritivo, logrando asi repararsus fuerzas y restablecer su salud. No se verian hoy dia los talleres sin oficiales, y todaindustria sin brazos.

    XII

    Vamos terminar la presente memoria, recordando que no se olviden las leccionesbien tristes, las mas de ellas, que nos ha dejado escritas con sangre y lgrimas la pasadaepidemia del presente ao. Para prevenir impedir su introduccion; interrupcion decomunicacin inmediata con el lugar limtrofe que estuviere contajiado; -mucho aseo ylimpieza en las casas, poblacion y sus alrededores. Lejos de la ciudad todo lo que se

    juzgue pueda ser foco de infeccion. Impedir las orgas y trasnochadas- Y desde ahora enla fabricacion de casas, procurar que los dormitorios sean espaciosos y bien ventilados, lomismo que siempre, limpio los interiores y corrales.

  • 7/31/2019 Memoria histrica de la fiebre amarilla

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    Si burlndose de las previsiones, invade la fiebre; asistencia esmerada al enfermoconforme al rgimen indicado: no temer el contajio, evitando el dormir en la misma piezay mucho menos al suelo; pues el contajio es de noche. Cuidar que alguna puerta ventanaest siempre abierta, por donde pueda fcilmente renovarse el aire. Alimentarse concomidas sanas en cantidad moderada, tenindose presente que el abuso en la bebida de

    licores alcoholicos es el mas poderoso atractivo de la fiebre: lo mismo las trasnochadas.La medida de huir pronto y lejos, es sin duda el mejor preservativo; mas ni todos puedenhacerlo, ni quieren hacerlo todos; y para estos no hay mas que arreglo en la comida y

    bebida, y sobre todo dejarse de preservativos, que no lo son, ridculos e impotentes, paraluchar con tan jigantezco enemigo. Las fumigaciones han probado mal, y en algunoslugares y casas parece, que se han promovido el desarrollo de la epidemia.

    No queremos dar por terminado nuestro trabajo, sin dejar consignados losnombres de los ciudadanos que merecen bien de la Patria y de la Humanidad por losservicios que prestaron durante la epidemia. El Sr. Subprefecto [pg. 18] Navarrete,llegado esta ciudad mediados de Marzo, recibise en el dia: y en el mismo dej

    comprender, que conocia su mision, que sabia y queria cumplirla, y la cumpli.- ElDirector de Beneficencia, Coronel D. Jos Maria Arias, abnegado hasta el heroismo, quien ni la muerte de dos queridas hermanas pusieron el mas pequeo parntesis en sucontraccion al servicio.- D. Serapio Guerra Inspector del Lazareto, quien desoyendoconsejos y ruegos de la Madre, fu vctima de su celo.- D. Juan de Mata Palacios quemuri en su oficio.Los individuos de la H. Municipalidad que quedaron en sus puestos

    que luego fueron todos ellos atacados de la epidemia, muriendo firmes en el desempeode sus deberes. D. Guillermo Saldker y D. Filiberto Forero, mientras desde sus camas yluego convaleciente, daban sus rdenes.-El Alcalde interino D. Pablo Basadre, sndicoDr. Ampuero y secretario Sr. Molina. Merece tambien un recuerdo de gratitud elPresbtero D. Felipe Mazuelos socio de beneficencia, cuidando de la movilidad deenfermos y muertos. El Prroco trat de llenar su deber. Los SS. Mdicos DD. MongeLedesma, Bonetti, Mac Klean, Rodriguez y el Sr. Carbonera, mandado por el SupremoGobierno, combatieron la fiebre con constancia y abnegacion, mereciendo la gratitud del

    pueblo.

    No faltaron algunos jvenes que terciaron en los trabajos y en los peligros,asistiendo enfermos, encajonando y enterrando muertos. D. Luis Cauvillier y D. PastorBarron que murieron vctimas de su ardor cristiano. Manuel Alcalde y Manuel Granier,mas felices que sus compaeros, sobrevivieron: unos y otros debe Tacna gratitud; yque la posteridad recuerde tan benemritos ciudadanos, y sirvan de modelo los que

    vengan, para que arda siempre vivo el fuego de la CARIDAD CRISTIANA!! [pg. 19]