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Mercedes Freire de Garbarino Bueno, yo los voy a hacer cambiar de onda, porque hasta ahora estábamos con la depresión sobre todo en la infan- do y yo voy a encararlo desde el punto de vista de la depresión en la adolescen- da. Lamento ser la única que encare el tema. Bueno, yo pienso que mucho se ha es- crito, mucho se ha hablado y se ha dis- cutido sobre la crisis de la adolescenda, en fundón de que nos planteamos que se trata del lugar o del momento donde se juegan muchas cosas, se reeditan, se construyen, se reconstruyen y sobre todo lo que hay que construir es el lugar del sujeto en el mundo. Por un lado nada nuevo, pero por otro tan nuevo y tan cre- ativo. Nada nuevo en tanto todo lo vivi- do anteriormente cuenta en estos mo- mentos y marca las características del proceso adole'scente e induso deja su se- llo en la salida o superadón de esta cri- sis. Pero por otro lado, en el momento de la reestructuradón, de la reconstrucdón o más bien nos gusta dedr de la creadón del futuro, del ser adulto. En este sentido coinddimos con la psicóloga Irene Mag- gi de Macedo, que describe la salida de esta crisis a través de un acto de crea- dón, es un acto relámpago sin mediatez, 5

Mercedes Freire de Garbarino · 2010-04-23 · ce describirlo como una forma de funcio namiento psicótico. No es que considere mos a todo adolescente como un psicóti co, dado que

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Page 1: Mercedes Freire de Garbarino · 2010-04-23 · ce describirlo como una forma de funcio namiento psicótico. No es que considere mos a todo adolescente como un psicóti co, dado que

Mercedes Freire de Garbarino

Bueno, yo los voy a hacer cambiar deonda, porque hasta ahora estábamoscon la depresión sobre todo en la infan­do y yo voy a encararlo desde el puntode vista de la depresión en la adolescen­da. Lamento ser la única que encare eltema.

Bueno, yo pienso que mucho se ha es­crito, mucho se ha hablado y se ha dis­cutido sobre la crisis de la adolescenda,en fundón de que nos planteamos quese trata del lugar o del momento dondese juegan muchas cosas, se reeditan, seconstruyen, se reconstruyen y sobre todolo que hay que construir es el lugar del

sujeto en el mundo. Por un lado nadanuevo, pero por otro tan nuevo y tan cre­ativo. Nada nuevo en tanto todo lo vivi­do anteriormente cuenta en estos mo­mentos y marca las características delproceso adole'scente e induso deja su se­llo en la salida o superadón de esta cri­sis. Pero por otro lado, en el momento dela reestructuradón, de la reconstrucdóno más bien nos gusta dedr de la creadóndel futuro, del ser adulto. En este sentidocoinddimos con la psicóloga Irene Mag­gi de Macedo, que describe la salida deesta crisis a través de un acto de crea­dón, es un acto relámpago sin mediatez,

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lo llama ella "fulguráceo" (es un térmi­no empleado por filósofos de la edad me­dia). Implica el acto de creadón que sibien podemos admitir antecedentes quelo van preparando, estos son inaprensi­bles y la creadón surge como un flash enforma inmediata y no prevista. Este tér­mino también se puede entender desdeel punto de vista sodal como el momen­to de cambio en que se produce el saltoque implica un invento. Esun acto histó­rico único e irrepetible, por eso lo llama­mos invento.

Esto que así lo describen los etólogos,la psicóloga Macedo lo confronta con elproceso de la vida humana, siendo laadolescencia el momento del fulgurá­ceo. Pensames que al promediar los 15años es talla conmodón física y psíqui­ca que se produce, que hace que el ado­lescente se sienta totalmente vaóo, enpunto cero.

Debido a este desmoronamiento esque el mundo del adolescente se nos pre­senta tan rico, diríamos entre comillas,de aspectos patológicos y no podemosdejar de considerar por supuesto la de­presión.

En este sentido quisiera engancharun poco en lo que dijo el Dr. Robles en suexposición, cuando él hablaba de depre­sión-no enfermedad, depresión no pato­lógica. Esta sería la depresión del adoles­cente. En tanto que esa depresión se jus­tifica por el momento que está viviendoporque es el momento en que se pierdeabsolutamente todo. Espredsamente enel momento de la vida en que más sepierde. No olvidemos también que es elmomento en que más se gana. Es más,podríamos afirmar que todo adolescen­te, aunque no lo exprese, está viviendouna situadón depresiva de fondo.

Describimos la crisis adolescente pro­dudda por una desconexión del mundode los objetos externos, produdéndoseuna crisis narcisística que implica un

desmoronamiento del yo, lo que nos ha­ce describirlo como una forma de funcio­namiento psicótico. No es que considere­mos a todo adolescente como un psicóti­co, dado que no se trata de una estructu­ra psicótica, sino que, como deóamos alinido, el joven llega a un punto cero quees lo que nos hace describirlo con ese sen­tirse vacío, sin identidad, mirnetizadocon sus pares y sin saber qué es lo quequiere. Esta sensadón de vacío, de sole­dad, de aislamiento de sus objetos tan tí­picos del adolescente, es lo que nos llevóa planteamos que la característica mássaliente de esta crisis, es una crisis narci­sística, lo que hace su fundonamientopsicótico.

La salida de la crisis por un acto ful­guráceo, tal cual lo describimos ante­riormente, sería otra de las razones quenos permite diferendarlo de un psicóti­co: sale solo. Vale dedr que caracteriza­ríamos a la adolescenda como una cri­sis que implica un derto proceso confundonamiento psicótico en el que ma­nifiesta posibilidades de recuperadón,sin convicdón psicótica y de la cual sa­le por un acto fulguráceo, que implicaun acto creativo, sin caer en un estadopsicótico.

Hablamos anteriormente de la posi­bilidad de presentar diferentes cuadrospatológicos durante este proceso y justa­mente no podía faltar la depresión quees el tema de este encuentro. Ya dijimostambién que es el momento de la vida enque más se pierde.

En trabajos anteriores y siguiendo lalínea. de la escuela argentina, espedal-

ente con Arminda Aberastury, decía­mos que el adolescente tiene que elabo­rar un doble duelo: el duelo por el cuer­po y el duelo por los objetos, objetos in­fantiles, arcaicos. Poníamos énfasis enesto último y lo ajustábamos a la dásicadescripción de la elaboración del duelocon el proceso de introyecdón e identifi-

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cación con el objeto para poder volver,desde esa posición narcisista, a la posibi­lidad de establecer nuevas relaciones deobjeto.

Creo que entrar en detalles en esteproceso de duelo con todo lo que impli­ca de la necesidad de un buen tránsitoanterior del Complejo de Edipo y lo quetiene que ver con las identificaciones se­cundarias, es ya m uy conocido y lo va­mos a dejar de lado.

Quisiera adarar que no negamos laexistencia de la reactualización de esteconflicto en la adolescencia y que resul­ta muy dura la elaboración, pero quisié­ramos agregar algo más en esta línea.

El adolescente tiene además que ela­borar otro tipo de duelo: es el duelo porel yo. Llegan los púberes a asomarse a laadolescencia con un ideal del yo muy in­cipiente y muy cargado de la omnipo­tencia del yo-ideal. Sienten a los padresm uy idealizados, tanto más cuanto másnarcisismo haya en juego en los víncu­

Jos infantiles que los preceden. Elenfren­tamiento con la vida y el conocimientocon nuevos personajes les trae abajo laidealización de los padres, y por lo tan­to los ideales del yo recién elegidos, loque produce un reforzamiento del yo­ideal apareciendo esa postura tan narci­sística que es tan típica de los adolescen­tes, pero que no es más que una defensade su yo para mantenerse.

Elyo de los adolescentes es muy débily se sostiene por los ideales, que al per­derlos se viene también abajo su yo. Esasí que vemos al adolescente enfrentadoa un duelo muy especial: no sólo un due­lo por los objetos perdidos sino tambiénun duelo por el yo perdido.

No sé si queda doro cómo la pérdidade sus objetos implica la pérdida del yo,dado que están muy próximos, a travésde los ideales, y esto nos lleva a decir queel adolescente llega a un punto cero quele trae una sensación de vaóo, de depre-

sión, en que la vivencia de pérdida esmuy profunda.

Enfocada desde esta perspectiva, laadolescencia es una crisis depresiva defondo, en la cual tienen que elaborar es­te difícil duelo que a pesar que en mu­chos casos no aparece como tal, es por­que están muy defendidos e incluso enmuchos casos con situaciones manía­cas, apareciendo como jóvenes muy feli­ces. Nosotros afirmaríamos que los ado­lescentes son tristes hasta tanto no ela­boren su duelo.

El elemento que va a determinar laelaboración de este duelo depende fun-

o damentalmente de como haya sido larelación con el primer objeto en su in­fancia y, por lo tanto, como se hayatransitado las identificaciones prima­rias.

Por último, quisiera dejar bien doroque pensamos que la crisis adolescentenormal implica, entre otras cosas, unproceso de elaboración de un doble due­lo: duelo por el objeto y duelo por el yo.Es, como vemos, una situación muycompleja y muy desestructurante. Deahí que hablamos de funcionamientopsicótico. La salida de ella, o sea la supe­ración de este estado depresivo, implicaencontrar un lugar en el mundo de losadultos. Este lugar supone una recon­quista o reconstrucción del yo (libido­narcisista) y una nueva puesta en mar­cha de las relaciones de objeto (libido-se­xual). Esta creación o recreación del yo ylos objetos no se sucede en forma lenta,como todos los procesos patológicos, si­no en forma explosiva como sucede enlos actos de creación de los artistas.

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