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Mercedes Freire de Garbarino
Bueno, yo los voy a hacer cambiar deonda, porque hasta ahora estábamoscon la depresión sobre todo en la infando y yo voy a encararlo desde el puntode vista de la depresión en la adolescenda. Lamento ser la única que encare eltema.
Bueno, yo pienso que mucho se ha escrito, mucho se ha hablado y se ha discutido sobre la crisis de la adolescenda,en fundón de que nos planteamos quese trata del lugar o del momento dondese juegan muchas cosas, se reeditan, seconstruyen, se reconstruyen y sobre todolo que hay que construir es el lugar del
sujeto en el mundo. Por un lado nadanuevo, pero por otro tan nuevo y tan creativo. Nada nuevo en tanto todo lo vivido anteriormente cuenta en estos momentos y marca las características delproceso adole'scente e induso deja su sello en la salida o superadón de esta crisis. Pero por otro lado, en el momento dela reestructuradón, de la reconstrucdóno más bien nos gusta dedr de la creadóndel futuro, del ser adulto. En este sentidocoinddimos con la psicóloga Irene Maggi de Macedo, que describe la salida deesta crisis a través de un acto de creadón, es un acto relámpago sin mediatez,
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lo llama ella "fulguráceo" (es un término empleado por filósofos de la edad media). Implica el acto de creadón que sibien podemos admitir antecedentes quelo van preparando, estos son inaprensibles y la creadón surge como un flash enforma inmediata y no prevista. Este término también se puede entender desdeel punto de vista sodal como el momento de cambio en que se produce el saltoque implica un invento. Esun acto histórico único e irrepetible, por eso lo llamamos invento.
Esto que así lo describen los etólogos,la psicóloga Macedo lo confronta con elproceso de la vida humana, siendo laadolescencia el momento del fulguráceo. Pensames que al promediar los 15años es talla conmodón física y psíquica que se produce, que hace que el adolescente se sienta totalmente vaóo, enpunto cero.
Debido a este desmoronamiento esque el mundo del adolescente se nos presenta tan rico, diríamos entre comillas,de aspectos patológicos y no podemosdejar de considerar por supuesto la depresión.
En este sentido quisiera engancharun poco en lo que dijo el Dr. Robles en suexposición, cuando él hablaba de depresión-no enfermedad, depresión no patológica. Esta sería la depresión del adolescente. En tanto que esa depresión se justifica por el momento que está viviendoporque es el momento en que se pierdeabsolutamente todo. Espredsamente enel momento de la vida en que más sepierde. No olvidemos también que es elmomento en que más se gana. Es más,podríamos afirmar que todo adolescente, aunque no lo exprese, está viviendouna situadón depresiva de fondo.
Describimos la crisis adolescente produdda por una desconexión del mundode los objetos externos, produdéndoseuna crisis narcisística que implica un
desmoronamiento del yo, lo que nos hace describirlo como una forma de funcionamiento psicótico. No es que consideremos a todo adolescente como un psicótico, dado que no se trata de una estructura psicótica, sino que, como deóamos alinido, el joven llega a un punto cero quees lo que nos hace describirlo con ese sentirse vacío, sin identidad, mirnetizadocon sus pares y sin saber qué es lo quequiere. Esta sensadón de vacío, de soledad, de aislamiento de sus objetos tan típicos del adolescente, es lo que nos llevóa planteamos que la característica mássaliente de esta crisis, es una crisis narcisística, lo que hace su fundonamientopsicótico.
La salida de la crisis por un acto fulguráceo, tal cual lo describimos anteriormente, sería otra de las razones quenos permite diferendarlo de un psicótico: sale solo. Vale dedr que caracterizaríamos a la adolescenda como una crisis que implica un derto proceso confundonamiento psicótico en el que manifiesta posibilidades de recuperadón,sin convicdón psicótica y de la cual sale por un acto fulguráceo, que implicaun acto creativo, sin caer en un estadopsicótico.
Hablamos anteriormente de la posibilidad de presentar diferentes cuadrospatológicos durante este proceso y justamente no podía faltar la depresión quees el tema de este encuentro. Ya dijimostambién que es el momento de la vida enque más se pierde.
En trabajos anteriores y siguiendo lalínea. de la escuela argentina, espedal-
ente con Arminda Aberastury, decíamos que el adolescente tiene que elaborar un doble duelo: el duelo por el cuerpo y el duelo por los objetos, objetos infantiles, arcaicos. Poníamos énfasis enesto último y lo ajustábamos a la dásicadescripción de la elaboración del duelocon el proceso de introyecdón e identifi-
cación con el objeto para poder volver,desde esa posición narcisista, a la posibilidad de establecer nuevas relaciones deobjeto.
Creo que entrar en detalles en esteproceso de duelo con todo lo que implica de la necesidad de un buen tránsitoanterior del Complejo de Edipo y lo quetiene que ver con las identificaciones secundarias, es ya m uy conocido y lo vamos a dejar de lado.
Quisiera adarar que no negamos laexistencia de la reactualización de esteconflicto en la adolescencia y que resulta muy dura la elaboración, pero quisiéramos agregar algo más en esta línea.
El adolescente tiene además que elaborar otro tipo de duelo: es el duelo porel yo. Llegan los púberes a asomarse a laadolescencia con un ideal del yo muy incipiente y muy cargado de la omnipotencia del yo-ideal. Sienten a los padresm uy idealizados, tanto más cuanto másnarcisismo haya en juego en los víncu
Jos infantiles que los preceden. Elenfrentamiento con la vida y el conocimientocon nuevos personajes les trae abajo laidealización de los padres, y por lo tanto los ideales del yo recién elegidos, loque produce un reforzamiento del yoideal apareciendo esa postura tan narcisística que es tan típica de los adolescentes, pero que no es más que una defensade su yo para mantenerse.
Elyo de los adolescentes es muy débily se sostiene por los ideales, que al perderlos se viene también abajo su yo. Esasí que vemos al adolescente enfrentadoa un duelo muy especial: no sólo un duelo por los objetos perdidos sino tambiénun duelo por el yo perdido.
No sé si queda doro cómo la pérdidade sus objetos implica la pérdida del yo,dado que están muy próximos, a travésde los ideales, y esto nos lleva a decir queel adolescente llega a un punto cero quele trae una sensación de vaóo, de depre-
sión, en que la vivencia de pérdida esmuy profunda.
Enfocada desde esta perspectiva, laadolescencia es una crisis depresiva defondo, en la cual tienen que elaborar este difícil duelo que a pesar que en muchos casos no aparece como tal, es porque están muy defendidos e incluso enmuchos casos con situaciones maníacas, apareciendo como jóvenes muy felices. Nosotros afirmaríamos que los adolescentes son tristes hasta tanto no elaboren su duelo.
El elemento que va a determinar laelaboración de este duelo depende fun-
o damentalmente de como haya sido larelación con el primer objeto en su infancia y, por lo tanto, como se hayatransitado las identificaciones primarias.
Por último, quisiera dejar bien doroque pensamos que la crisis adolescentenormal implica, entre otras cosas, unproceso de elaboración de un doble duelo: duelo por el objeto y duelo por el yo.Es, como vemos, una situación muycompleja y muy desestructurante. Deahí que hablamos de funcionamientopsicótico. La salida de ella, o sea la superación de este estado depresivo, implicaencontrar un lugar en el mundo de losadultos. Este lugar supone una reconquista o reconstrucción del yo (libidonarcisista) y una nueva puesta en marcha de las relaciones de objeto (libido-sexual). Esta creación o recreación del yo ylos objetos no se sucede en forma lenta,como todos los procesos patológicos, sino en forma explosiva como sucede enlos actos de creación de los artistas.
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