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Dirección General de Divulgación de la Ciencia UNAM • Número 1 Mi escrito favorito febrero / abril 2003 Isaac Asimov En este pequeño ensayo, uno de los grandes maestros de la divulgación científica, Isaac Asimov, nos presente su interesante visión personal acerca de la importancia de esta actividad, que él ejerció durante décadas. (Introducción al libro La relatividad del error) Estuve escribiendo los ensayos de este li- bro al ritmo de uno por mes durante trein- ta años. Al principio me gustaba hacerlo, y esta satisfacción no ha disminuido a lo largo de los decenios. Todavía ahora, ape- nas puedo esperar a que pase cada mes para poder escribir el siguiente artículo. Debo decir que tanto The Magazine of Fantasy and Science Fiction, que ha pu- blicado mis ensayos sin falta en cada nú- mero de la revista desde noviembre de 1958, como Doubleday, que ha publica- do las colecciones de los ensayos desde 1962, me dejan plena libertad de acción. Dejan que escriba sobre el tema que quie- ra y que lo presente como me apetezca. Aunque se trata de ensayos sobre cien- cia, en ocasiones puedo escribir un en- sayo sobre un tema no científico si lo deseo, y nadie se queja. Además, no hay peligro de que algún día me quede sin temas. La ciencia es tan vasta como el universo, y se refina de año en año a medida que los conocimientos progresan. Si escribo ahora un artículo sobre superconductividad, será necesaria- mente un artículo distinto del que habría escrito un par de años antes. Hay en todos estos ensayos un estímu- lo personal, porque para poder escribir- los tengo que organizar mis posibles conocimientos sobre el tema y darles con- sistencia con los materiales que pueda encontrar en mi biblioteca de referencias. En definitiva, debo educarme a mí mis- mo, y siempre acabo sabiendo más cosas sobre cualquier tema después de haber escrito el ensayo que antes de empezar; esta autoeducación es un motivo perma- nente de placer para mí, porque cuanto más sé, más plena es mi vida y mejor aprecio mi propia existencia. Incluso cuando mi autoeducación re- sulta insuficiente, y cuando acabo enten- diendo algo al revés, por descuido o por ignorancia, mis lectores tienen un carác- ter tal que siempre recibo cartas donde me explican mi error, cartas siempre cor- teses y a veces algo inseguras, como si el lector no pudiera creer realmente que yo estaba equivocado. También agradezco este tipo de educación. Quizá me rubori- ce, pero aprender es siempre algo que vale la pena. Más importante todavía es la sensación que tengo de que quienes leen mis ensa- yos acaban a veces comprendiendo algo que antes ignoraban. Recibo un número considerable de cartas que me explican precisamente esto. Es maravilloso también recibirlas, porque si sólo escribiera para ganar dinero, todo el esfuerzo sería una simple transacción que me permitirá pa- gar el alquiler y comprar alimentos y ves- tidos para la familia. Si además soy útil a mis lectores, si los ayudo a ampliar sus vidas, tengo motivos para creer que vivo para algo más que la simple satisfacción del instinto de conservación. Por otra parte, comparemos la ciencia con otros intereses humanos: por ejem- plo, las competencias deportivas profe- sionales. Los deportes remueven la sangre, exci- tan la mente, despiertan el entusiasmo. En cierto modo canalizan la competen- cia entre partes distintas de la humani- dad hacia actividades inofensivas. Sin

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Isaac Asimov

En este pequeño ensayo, uno de los grandesmaestros de la divulgación científica, IsaacAsimov, nos presente su interesante visiónpersonal acerca de la importancia de estaactividad, que él ejerció durante décadas.

(Introducción al libro La relatividad del error)

Estuve escribiendo los ensayos de este li-bro al ritmo de uno por mes durante trein-ta años. Al principio me gustaba hacerlo,y esta satisfacción no ha disminuido a lolargo de los decenios. Todavía ahora, ape-nas puedo esperar a que pase cada mespara poder escribir el siguiente artículo.

Debo decir que tanto The Magazine ofFantasy and Science Fiction, que ha pu-blicado mis ensayos sin falta en cada nú-mero de la revista desde noviembre de1958, como Doubleday, que ha publica-do las colecciones de los ensayos desde1962, me dejan plena libertad de acción.Dejan que escriba sobre el tema que quie-ra y que lo presente como me apetezca.Aunque se trata de ensayos sobre cien-cia, en ocasiones puedo escribir un en-sayo sobre un tema no científico si lodeseo, y nadie se queja.

Además, no hay peligro de que algúndía me quede sin temas. La ciencia es tanvasta como el universo, y se refina de añoen año a medida que los conocimientosprogresan. Si escribo ahora un artículosobre superconductividad, será necesaria-mente un artículo distinto del que habríaescrito un par de años antes.

Hay en todos estos ensayos un estímu-lo personal, porque para poder escribir-los tengo que organizar mis posiblesconocimientos sobre el tema y darles con-sistencia con los materiales que puedaencontrar en mi biblioteca de referencias.En definitiva, debo educarme a mí mis-mo, y siempre acabo sabiendo más cosassobre cualquier tema después de haberescrito el ensayo que antes de empezar;esta autoeducación es un motivo perma-

nente de placer para mí, porque cuantomás sé, más plena es mi vida y mejoraprecio mi propia existencia.

Incluso cuando mi autoeducación re-sulta insuficiente, y cuando acabo enten-diendo algo al revés, por descuido o porignorancia, mis lectores tienen un carác-ter tal que siempre recibo cartas dondeme explican mi error, cartas siempre cor-teses y a veces algo inseguras, como si ellector no pudiera creer realmente que yoestaba equivocado. También agradezcoeste tipo de educación. Quizá me rubori-ce, pero aprender es siempre algo quevale la pena.

Más importante todavía es la sensaciónque tengo de que quienes leen mis ensa-yos acaban a veces comprendiendo algoque antes ignoraban. Recibo un númeroconsiderable de cartas que me explicanprecisamente esto. Es maravilloso tambiénrecibirlas, porque si sólo escribiera paraganar dinero, todo el esfuerzo sería unasimple transacción que me permitirá pa-gar el alquiler y comprar alimentos y ves-tidos para la familia. Si además soy útil amis lectores, si los ayudo a ampliar susvidas, tengo motivos para creer que vivopara algo más que la simple satisfaccióndel instinto de conservación.

Por otra parte, comparemos la cienciacon otros intereses humanos: por ejem-plo, las competencias deportivas profe-sionales.

Los deportes remueven la sangre, exci-tan la mente, despiertan el entusiasmo.En cierto modo canalizan la competen-cia entre partes distintas de la humani-dad hacia actividades inofensivas. Sin

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embargo, después dealgunos partidos de futbol, porejemplo, se producen enfrentamientosque desembocan en derramamientos desangre, aunque todos estos desórdenes re-unidos no pueden compararse con las ma-tanzas de una batalla pequeña, y –por lomenos en Estados Unidos– el beisbol, elfutbol americano y el baloncesto se dis-putan sin que suceda nada más grave quealgunos puñetazos en las gradas.

No me gustaría que desaparecieran losdeportes (especialmente el beisbol, quees mi afición favorita), porque con estadesaparición la vida sería más gris y nosprivaría de muchas cosas que quizá notienen sustancia pero que nos parecenesenciales.

Y sin embargo, si nos apuraran, podría-mos vivir sin los deportes.

Comparemos ahora la situación con laciencia. La ciencia, si se utiliza correcta-mente, puede resolver nuestros problemasy hacernos un bien superior al de cual-quier otro instrumento de la humanidad.La llegada de la máquina convirtió la es-clavitud en algo totalmente antieco-nómico y acabó aboliéndola, mientrasque todos los sermones morales de per-sonas bien intencionadas apenas consi-guieron nada. Será la aparición del robotlo que elevará la mente humana y la libe-rará de todas las tareas aburridas yrepetitivas que entontecen y destruyen lamentalidad del hombre. La llegada delavión a reacción, de la radio, de la televi-sión y del disco fonográfico permitió quelas personas más corrientes tuvieran ac-ceso a las visiones y los sonidos de lostriunfos humanos en arquitectura y bellasartes, que en épocas anteriores sólo esta-ban al alcance los aristócratas y de los ri-cos. Y así sucesivamente.

Por otra parte, la ciencia, si se utilizaincorrectamente puede aumentar nuestrosproblemas y acelerar la destrucción de lacivilización e incluso la extinción de la

especie humana. No es preciso quehable de los peligros de la explo-sión demográfica -debida en tangran medida a los avances de la me-dicina moderna-, de los peligros dela guerra nuclear, del increíble ni-vel de contaminación química quepadecemos, de la destrucción de losbosques y de los lagos por la lluviaácida. Y así sucesivamente.

Por consiguiente, la ciencia esmuy importante porque por un lado nostrae vida y progreso y por otro destruc-ción y muerte. ¿Quién debe decidir el usoque se dé a la ciencia? ¿Debemos dejarla elección de nuestro futuro en manosde una élite? ¿O debemos participar enél? Es evidente que si la democracia tie-ne algún sentido, si el sueño americanotiene algún sentido, deberíamos escogerque nuestro destino dependiera, por lomenos en cierto grado, de nuestra pro-pia voluntad.

Si creemos que debemos escoger anuestro presidente y a nuestros congre-sistas para que sólo puedan elaborar le-yes que nos gusten, deberíamos tambiénmantener la ciencia bajo nuestro control,y sólo podremos hacerlo de modo jui-cioso si por lo menos entendemos algode ciencia.

Consideremos ahora de qué modolos periódicos y otros medios de in-formación se ocupan de los depor-tes, la cantidad y detallismo de losdatos especializados que ofrecen al pú-blico y que el público se traga con in-saciable voracidad. Y pensemos en lafalta abismal de información cientí-fica significativa en todos los pe-riódicos, excepto enlos más impor-tantes y avanza-dos. Pensemosen las numerosascolumnas sobre astro-logía y en la falta de informa-ción sobre astronomía. Pensemos en losreportajes detallados y entusiastas sobreovnis o sobre personas que doblan cu-charas con la mente, y las escasas refe-rencias a los descubrimientos relativos ala ozonosfera: lo primero pura charlata-nería y lo segundo una cuestión de viday muerte.

En las circunstancias actuales, todo loque podamos hacer para rectificar este

desequilibrio es importante, por poco quesea. El cielo es testigo de que, a pesar dela gran calidad de mis lectores, su núme-ro absoluto es relativamente reducido, yque mis esfuerzos para educar alcanzanquizá a una persona entre 2 mil 500.

Sin embargo, seguiré intentándolo ycontinuaré infatigablemente mis esfuer-zos por llegar a los demás. Es imposibleque con mis esfuerzos aislados puedasalvar el mundo, ni siquiera podré cam-biar nada de modo perceptible, pero mesentiría muy avergonzado si dejara pa-sar un día sin intentarlo una vez más.Tengo que dar un sentido a mi vida, porlo menos para mí, si no para los demás,y escribir estos ensayos es uno de losmedios principales para llevar a caboesta tarea.

Isaac Asimov fue bioquímico, escritor deciencia ficción y prolífico divulgador de laciencia.

Asimov, Isaac (1989), “Mi escrito favorito”, enLa relatividad del error (introducción), Planeta,México, 1989, pp. 9-12.

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por Sergio de Régules

comentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mx

Después de cuatro años de trabajar en un mu-seo de ciencias y con dos congresos interna-cionales en mi haber, por fin he entendido quées eso de «museo interactivo». Mi presteza enel aprender no debe sorprender a nadie: des-pués de todo soy físico, y los físicos, como yase sabe, lo podemos hacer todo bien sin mo-lestarnos en profundizar. Que profundicen losbuzos.

«Interactivo», según he logrado entender,quiere decir que el usuario y el aparato esta-blecen una relación casi carnal, en la que elusuario tiene que hacerle algo al aparato paraque éste funcione (como en ciertas parejas).Un libro, por ejemplo, no es interactivo por-que uno no le hace nada (especialmente si nisiquiera lo lee, destino de muchísimos libros).Un texto en internet o en un CD-ROM, en cam-bio, es otra cosa: uno tiene que picarle almouse para pasar las páginas, lo cual, al pare-cer, convierte la tediosa actividad de leer enuna experiencia interactiva y por lo tanto,superdivertidísima.

En los museos de ciencias se acostumbratambién «sacar la exposición de la pared».Podría pensarse que este precepto nos obligaa poner objetos en las exposiciones, pero alparecer no es necesario complicarse tanto lavida. Imagínense tener que ir a buscar un viruspara ponerlo en la exposición. ¡Guácala! Porsuerte cualquier texto o gráfico se convierteen un objeto tridimensional si lo imprimimosen una caja de volumen apreciable. Claro,como «se sale de la pared»…

Otro aspecto que se suele enfatizar en lasexposiciones interactivas es el nacionalismo.El nacionalismo, desde luego, conduce a pu-ras cosas buenas, como demuestra la historia,por lo cual es muy sano que lo promovamosen nuestros museos. En México mostrar nacio-nalismo es más fácil que en otros países, por-que aquí tenemos una identidad nacional muymarcada y una tradición milenaria que ya qui-sieran otros. Es más, hay quien sostiene quenuestros antepasados ya lo sabían todo. Losmayas conocían el cero, lo cual puede pare-cer poca cosa: en secundaria yo también co-

nocí el cero (y no me costó ningún trabajo),pero también los secretos del viaje interestelar,la teoría de la relatividad, la mecánica cuánticay el genoma humano. Ni qué decir de los azte-cas, que aunque no llegaron a tanto, les faltómuy poco (parece que no descubrieron elgenoma porque en náhuatl es muy difícil decir«desoxirribonucleico»). Así pues, si hacemosuna exposición de, digamos, el teorema dePitágoras, bastará buscar en los anales de la his-toria nacional para encontrar a algún antepa-sado nuestro que haya descubierto el teoremaantes que Pitágoras. La exposición se podríatitular entonces Pitorreándose de Pitágoras. Es-toy seguro de que sería un éxito nacionalista.

Con todas estas lecciones me he atrevido aimaginar el equipo interactivo ideal para nues-tra idiosincracia: una escultura de Tláloc mon-tada en una plataforma que se pone a girar pormedio de un botón y que tiene por detrás unacédula en la que se explica el ciclo del agua.Voilà! Exposición científica, interactiva,tridimensional, nacionalista y con arte, por sifuera poco. ¿Qué más se puede pedir?

La senda ecológica de Universum podría co-sechar grandes beneficios de mi nuevo saber.Noto con desaprobación que la senda no esinteractiva: ¡no tiene ni un solo botón, qué ver-güenza! Propongo, pues, que empecemos porcortar todas esas molestas plantas que le irritana uno la piel y le espinan los brazos. En su lu-gar podemos poner cajas de luz con fotos delas mismas plantas que se iluminen al activarel visitante un sensor de presencia. Para hacerla experiencia de veras interactiva, y por lo tantosuperdivertidísima y educativa, podemos poneren cada parada un teléfono que recite la clasi-ficación biológica de la planta, la extensión desu hábitat y sus propiedades histológicas ehistoquímicas, así como los platillos de la co-cina autóctona en los que se emplea.

Como verán, he aprendido mucho. Me pre-gunto por qué nadie me ha invitado a dirigirun museo de ciencias.

Interactivo peripatético

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moda

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Mi querida Opina Peralta:Me sorprende tu sabiduria Socrática.

Nunca imagine que las persona que es-criben en este medio impreso «el mue-gano» tuvieran tal capacidad intelectual,pero que sorpresa Opinita, tu cumplestodas mis expectativas como divulgadorade la ciencia.

Solo espero que tu creatividad siga aflote y nos colmes con mas de esos artí-culos llenos de sabiduría. Espero con an-sia la segunda parte de la guía deldivulgador bien vestido.

p.d. Para ESTUPIDESES Opinita ecribeen tu casita. Y no seas cobarde, escribetu verdadero nombre.

diana gomez*********************

A quien corresponda:Por este medio quiero suplicarles que

por favor no permitan nuevamente la pu-blicación de artículos tan aberrantescomo el de «Guía del divulgador bienvestido» ubicado en la sección de gloto-nerías del numero 20 del boletín.

Considero que se redactan buenos ar-tículos en este medio, pero el de la seño-ra Opina, atenta, a mi parecer, con lacalidad de la información allí transmiti-da. Me sorprende más que permitan supublicación que la crítica «sabia» de laseñora, pues que ¿no tienen cosas inte-resantes que publicar?... ¿gente inteligen-te para redactar?...

Diana Gomez********************

Sra OPINA PERALTAQuizá un poco tarde, más no a des-

tiempo, leímos su artículo «Guía del di-vulgador bien vestido», publicado en laedición de agosto–octubre 2002. Llamó

ReaccionesReacciones

sobre

modala

PolémicaPolémica

Como habrán notado nuestros lectores, en Elmuégano divulgador incluimos cierta cantidadde información que es de interés exclusivo paraquienes laboramos en la Dirección General deDivulgación de la Ciencia de la UNAM. Un ejem-plo es la columna «Glotonerías», que firma nues-tra colaboradora Opina Peralta, quien no sóloes seudónima, sino además muy polémica.Muestra de ello es la numerosa corresponden-cia que recibió en respuesta a la colaboracióntitulada «Guía del divulgador bien vestido». Nosllena de gusto saber que, efectivamente, exis-ten lectores ahí afuera (y lo que es mejor, ¡lec-tores críticos!). Hemos conservado la ortografíay puntuación originales de los mensajes reci-bidos.

nuestra atención y nos gustaría dar nues-tra opinión al respecto. La UniversidadNacional se ha caracterizado siemprepor su gran apertura y por ser una de lasinstituciones de educación superior ennuestro país que fomenta el diálogo,mostrando con ello que «por mi raza ha-blará el espíritu».

Siendo parte de esta Universidad elmuseo Universum es un portal de acce-so a cualquier persona a un mundo quebusca sembrar la curiosidad científicapor medio de la divulgación. No buscadar un mensaje elitista o ser selectivo conlas personas interesadas en adentrarse enel área de las ciencias.

Algunos piensan el «científico» comouna persona especial, con una inteligen-cia superior, que está fuera del alcancede la gente, que permanece encerradoen un laboratorio. Desde este punto devista no habría muchos interesados enseguir ese camino.

Cuando hablamos de divulgación,además de difundir el conocimiento ensí mismo hablamos de hacerlo agrada-ble y llevarlo al nivel de quien lo escu-cha para acercarlo más, sólo así se rompeel estereotipo del científico que excluyea la gente común. El divulgador puedesimplemente ser gente común (hasta ensu forma de vestir) que conoce algo so-bre ciencia. O díganos ¿En qué númerode Nature o Science dice que por la ma-nera en que el divulgador se viste influ-ye en el poder de comunicación de susideas.

Pensamos que es preferible que los vi-sitantes critiquen y se cuestionen lasideas que les expresamos y no que hala-guen el hecho de que nuestros zapatos

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Respuesta de Opina Peralta:Estimada Leticia, Diana y amigos que laacompañan, al parecer, ésta es una épo-ca mala para las columnistas de alta so-ciedad. Mi amiga Dame Edna Everage,que escribe en una revista internacionalde modas (segurito la conocen), provocóuna verdadera campaña internacional consus opiniones sobre nuestro bellísimo idio-ma español y ahora yo soy acusada deintolerante. Pero tienen razón nadie pue-de exigirle a nadie que se vista bien, perosí opinar cuando se vista mal ¿no? Decualquier modo, fíjense cómo mi colum-na en El Muégano, no es de ciencia sinode eso que la gente poco ilustrada llama«chismes!», es un intento de sus editoresde darle un poco de variedad y clase a suboletín incluyendo, comentarios de unadama educada y con buen criterio, comoes una atenta y bien vestida servidora. Decualquier modo, no se espera que les gus-te a todos: siéntanse plenamente autori-zados a no leer mis chismes cuando lesparezcan inadecuados. Antes de despe-dirme, quiero felicitarlos por su entusias-mo: creo que ese sí es el espíritu denuestra universidad (bueno yo estudié enuna universidad privada, pero como mimarido es «puma», yo también me pongola camiseta... bueno es un decir, prefiero

los vestidos de crinolinadiscreta).

¡Aburcito y un beso acada uno!Su amiga,

Opina Peralta

no están gastados. Ahora bien, si losdivulgadores comenzamos a preocupar-nos más por «el buen vestir» ¿significaque debemos sacrificar nuestros escasosahorros destinados a libros y cambiarlospor usar ropa de temporada? Y en esecaso, si nosotros pensamos que al vestir-nos «cool» divulgamos mejor la ciencia¿después vamos a creer que aquel visi-tante cuya vestimenta no sea «totalmen-te Palacio» no es capaz o digno deaprender en el museo? Einstein, porejemplo, tenía sólo unas cuantas mudasde ropa todas iguales, y es claro que ja-más habría ganado un concurso de«Mister Ciencia», pero es recordadocomo uno de los más grandes científi-cos de todos los tiempos. El «look»hippie, grunge, dark, etc. no son única-mente una forma de vestir, son contra-culturas con ideologías propias y biencimentadas. Y aunque respetamos suderecho a tener un punto de vista dife-rente al nuestro nos parece preocupanteque un comentario como este sea reali-zado a través de un canal de comunica-ción formal que se ostenta como unórgano de divulgación científica de nues-tra Universidad. Si este mismo texto acer-ca del buen vestir hubiese sido publicadoen alguna revista como Eres, ÚltimaModa, TV y Novelas, o alguna otra delmismo género, lo entenderíamos, puesestá claro el papel que juegan dichas pu-blicaciones en nuestra sociedad. Por loque ¿deberíamos equiparar al Muéganodivulgador con dichas revistas? (Auncuando en letras minúsculas El Muéga-no se desligue de la res-ponsabilidad). Lo máslógico, es que para as-pirar a construir mediosde divulgación serios yfuncionales se permita alos astrónomos hablarde astronomía, a los mé-dicos de medicina, a losdiseñadores de moda,etc. Y no autodenominarnos personas conautoridad y calificadas para hablar de un

tema corriendo el riesgo de descontex-tualizarlo y perder así, total credibilidadal respecto. Quizá para algunos, nuestrarespuesta a lo que publicó sea exagera-da, pero no podemos ser pasivos cuandovemos que se deja de lado la tolerancia yla pluralidad en un país que aspira a lainclusión democrática y la libertad de ex-presión hasta en el vestir. Viendo como,quienes escriben, se encuentran en loscanales institucionalizados generadoresde opinión pública y emiten, además, jui-cios y comentarios que carecen de serie-dad argumentativa.

Atte:Leticia Avendaño RodríguezJimmy Alfonso Sánchez PérezGina Laura Sánchez ValdezEréndira Huerta MartínezElena Soto OcampoElizabeth Sánchez GarcíaBraulio Pérez MoraLilia Guerrero SámanoOtto Héctor Romero

Germán Ulises ChavezEsther Vázquez

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Mivisión

En estas melancólicas reflexiones, el autor ana-liza la precaria situación económica y laboralde los divulgadores científicos en México. ¿Estáusted de acuerdo con su visión?

¿Les d

Por diversos medios a su alcance, los es-casos divulgadores de la ciencia del paíshan tratado de entusiasmar a niños y jó-venes por la ciencia. En particular, la Di-rección General de Divulgación de laCiencia de la UNAM ha intentado llevar acabo esta tarea de una manera coordina-da y sistemática, utilizando como mediosprincipales sus museos de ciencia, la re-vista ¿Cómo ves? y el Diplomado en Di-vulgación de la Ciencia. En este discurso–así como en el que procede de otros si-tios diferentes a la UNAM– se trata de ha-cer énfasis en la importancia que tiene laciencia para el desarrollo del país y entodos los beneficios y satisfactores queaporta a la sociedad contemporánea. Ade-más, se intenta despertar la curiosidad yque descubran ellos también la alegría yel placer de conocer el funcionamiento

de la naturaleza ysus leyes.

Todo está muybien hasta allí,pero … ¿quetal si de verdadsalen entusias-

mados y escogencomo profesióna la investigación

científica (o la divul-gación científica mis-

ma) para ganarsela vida? En esecaso yo me sen-tiría un poco

culpable por nohaberles dicho toda

la verdad.

Me hubiera faltado precisar que parahacer ciencia hay que prepararse a unnivel superior a una licenciatura, es de-cir, es necesario estudiar, en el país o enel extranjero, para obtener el grado demaestro o doctor en ciencias. Esto es ensí una considerable exigencia para la ma-yoría de las personas. Luego, si afortu-nadamente terminan, estos entusiastaspor la ciencia aspirarían a obtener unaplaza académica en alguna universidad,lo cual se ha dificultado notablementeen los últimos años. Seguramente tendránque tocar muchas puertas antes de ser ad-mitidos en alguna institución académica.

Hasta el momento el asunto no va mal.Sin embargo, después esta profesión aca-démica está sujeta a salarios bajos com-parados con los de otras ocupaciones enel mercado de trabajo nacional. Y no sóloeso: tendría que aclararles a estos entu-siastas que a lo largo de su carrera ten-drán evaluaciones constantes y estrictaspara que posiblemente obtengan un so-bresueldo de distinto monto, según su«productividad», es decir según el núme-ro de artículos publicados o sus produc-tos y actividades académicas. Tendría queprecisar también que la situación sala-rial del académico es tan mala que seinventó una dependencia de la Secreta-ría de Educación Pública que posible-mente pueda aportarles otro sobresueldo–en este caso sólo accesible a los inves-tigadores, y no a los divulgadores. Suasignación se haría también de acuerdoa la productividad e «importancia» de laspublicaciones del sujeto, es decir segúnel número e «impacto» de sus artículospublicados. Esta dependencia se llamaSNI (Sistema Nacional de Investigadoresde la SEP) y opera desde 1985. Me senti-ría culpable de no anticiparles que am-bos sobresueldos no son en realidadsalarios, puesto que a ellos no está aso-

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decimos

Guillermo Mosqueira

erdad?

ciado ni aguinaldo ni antigüedad. Esto sig-nifica, primero, no recibir su aguinaldocorrespondiente cada año; además, cuan-do se retiren, su salario será de alrededorde una tercera parte del que tenían cuan-do trabajaban.

Me sentiría casi un timador si no leshubiera aconsejado que, en caso de lo-grar su diploma de posgrado, no sólo de-berán intentar ser inteligentes en sutrabajo, sino que tendrán que ponerse«muy listos» para incorporarse en gruposde investigación muy productivos, paraque al menos puedan sacar provecho delos antedichos sobresueldos. Todo ello acosta de un esfuerzo constante durantetoda su vida laboral académica. Les ten-dría que decir que si llegan a ser muyexitosos y son capaces de publicar mu-chos artículos o elaborar muchos produc-tos y actividades académicas, podríanacceder a un salario apenas comparableal de un sujeto con estudios profesiona-les de licenciatura, que percibe una retri-bución entre mediana y superior en elmercado de trabajo nacional. Y si por aza-res de la vida nuestro amigo entusiastapor la ciencia no lograra ser exitoso, ono alcanzara insertarse en grupos de in-vestigación productivos, pues tendrá queconformarse con un salario bajo, para ély toda su familia.

Mi tesis es que la educación, la cien-cia y la divulgación de la ciencia son im-portantes para un país. Por lo tanto, unapersona que se ha esforzado por concluirestudios de posgrado en estas áreas me-rece una salario justo, y no estar sujeto asobresueldos. Para una categoría acadé-mica intermedia, y juzgando por lo queveo en mis alrededores y por mi propiaexperiencia, podría decir que el salarioque se requiere –retirando toda clase desobresueldos– sería el actual multiplica-do por tres. Las personas muy exitosas y

que publican mucho irán subiendo de je-rarquía, y en consecuencia de salario. Par-te del dinero que se requiere podríaprovenir de la simplificación: ¿cuánto di-nero nos ahorraríamos si elimináramos laburocracia y todos los comités de evalua-ción? Solamente serían necesarios unoscomités que se ocuparían de las promo-ciones de categoría, según los méritos delacadémico. Los actuales comités, supues-tamente formados por hombres y muje-res «eminentes», ¿no serían más útiles ala nación si se dedicaran a trabajar en losuyo y no desperdiciar incontables horas-hombre (u horas-mujer) durante semanas,si no durante meses, enterándose de lavida de los demás al revisar decenas y de-cenas de currícula?

La UNAM es una potencia para realizarevaluaciones. Éstas son necesarias porqueno se otorga el dinero suficiente para te-ner salarios justos. En «un intento por serjustos» se dice que se otorgarán estímu-los económicos según la productividaddel académico, y simultáneamente el sa-lario base se va al fondo. Si existieran sa-larios justos, no estaríamos hablando tantode las evaluaciones; las evaluaciones se-rían secundarias, mientras que hoy en díason fundamentales. La UNAM ya sabe eva-luar a sus maestros e investigadores; perotodavía no sabe evaluar a sus divulga-dores, y en esa tarea se encuentra.

Entonces, volviendo al asunto de entu-siasmar a nuestra juventud por una carre-ra científica… ¿les estamos diciendo todala verdad?

Guillermo Mosqueira es ingeniero bioquímico,doctor en ciencias químicas y jefe de la Sala deQuímica del museo de ciencias Universum.

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Parte de mi trabajo en la Dirección de Vinculación de la DGDC es entrevistar a investi-gadores del subsistema de la investigación científica acerca de su trabajo. El otro díafui al Instituto de Biología de la UNAM a ver a la doctora Julieta Ramos Elorduy, porqueme llamó mucho la atención su investigación sobre insectos comestibles de México ydel mundo.

Cuando llegué a su laboratorio, me recibió amablemente y empezó a platicarme delos suculentos platillos que se elaboran con insectos. Por ejemplo, hay tesis de la carre-ra de chef de cocina con recetas de lo más sofisticadas. Hay libros de recetas, entreellas varias de la doctora Ramos, para platillos de restaurantes de hasta cinco tenedo-res (en el mundo de los gourmets, los tenedores equivalen a las estrellas de los hoteles:entre más tiene, más elegante es el platillo). La cocina de insectos abarca toda lagama de formas de preparación y de ingestión, desde lo más sencillo hasta lo denivel gourmet.

Lo que más llamó mi atención fue saber que los jumiles, esos insectos comestiblestípicos de algunas regiones de nuestro país, en tiempo de calor se van a las montañasa reproducirse y se colocan en las hendiduras de las rocas, y que hay personas quecuidan que no los roben, pues juegan un papel muy importante en la economía deesos pueblos.

Igualmente me comentó que los insectos que más se ingieren, además de los jumiles,son las cucarachas, el gusano amarillo, la mariposa de la colmena, el gusano demezquite, el gusano blanco, los chapulines y los grillos. Y que todos tienen saboresmuy variados; cada insecto tiene un sabor muy peculiar. Por ejemplo, las abejas, abispas,abejorros y algunas hormigas tienen un sabor dulce, y si los jumiles se comen vivosproducen adormecimiento en la boca.

De acuerdo a las investigaciones de la doctora Ramos, los insectosproporcionan gran cantidad de proteínas, y minerales como yodo,

magnesio y hierro. Por ello son una gran fuente de alimentación.Ella sugiere que en vez de aniquilar a los insectos, mejor nos loscomamos.

Así que cuando quieran degustar insectos, avísenme y pode-mos invitar a la doctora Julieta Ramos Elorduy a que nos dé unaconferencia-degustación.

¡Degustación de insectos!Ma. Cristina Heine

Es sabido que, a pesar del rechazo que provocan en muchos de nosotros, los insectos son parte de laalimentación tradicional en México. He aquí un encuentro con esta faceta poco común de los bichos.

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Ma. Cristina Heine Moya es egresada de laFacultad de Medicina de la UNAM.Trabajó en el desarrollo de tecnología para lacirugía de corazón, y fue curadora del museoUniversum.cheine@universum�unam�mxcheine@universum�unam�mxcheine@universum�unam�mxcheine@universum�unam�mxcheine@universum�unam�mx

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Al hablar de divulgadores de la ciencia, a veces pareciera que todossomos iguales. Pero basta con asistir a un congreso o hablar con másde dos colegas –a veces dentro de una misma institución- para notarla extraordinaria diversidad de concepciones que existen acerca denuestra actividad. Aun así, en mi opinión, pueden distinguirse a gran-des rasgos dos grupos: el de los «fieles» y el de los «herejes» (usoambas palabras en un sentido metafórico, no literal: «fiel» es quienque tiene fe, mientras que «hereje» es aquel que prefiere elegir, quecuestiona).

Efectivamente, existen divulgadores que parten de la convicciónbásica de que la ciencia es importante y hay que compartirla: tie-nen fe en la ciencia. Sienten curiosidad, gusto y fascinación porella, y esto los lleva a admirarla y disfrutarla. Por ello buscan co-municarla, aun en forma independiente de su utilidad. Normal-mente estos «fieles» se acercaron a la ciencia, en primer lugar,por el asombro que les produce.

Los «herejes», por su parte, no parten de la fe en la ciencia;por el contrario, le tienen cierta desconfianza, y a veces hastatemor, por la posibilidad de que este conocimiento pueda resul-tar dañino para la sociedad. Buscan promover el conocimientoy control de la ciencia para evitar su mal uso. Por ello tiendena relativizar su valor, e incluso a veces la confiabilidad mismadel conocimiento científico.

Imaginemos círculos concéntricos en los que en el centroestá la ciencia en su concepción mas ingenua (el científico,encerrado en su laboratorio, generando conocimiento). En elcírculo siguiente, encontraríamos la ciencia rodeada de sucontexto histórico y social. Finalmente, en el círculo másexterno, hallaríamos la ciencia relativizada por sus comple-jas relaciones sociales, económicas, políticas, ideológicas,etcétera. Pues bien, los «fieles» parten del círculo central;divulgan una imagen de la ciencia que puede llegar a abar-car los círculos externos, aunque no necesariamente. Encambio, los divulgadores heréticos parten del círculo másexterno, el de lo ideológico-social, y sólo en ocasionesllegan a abarcar hasta el más central, el de lo más estric-tamente científico.

Quizá podríamos decir que los divulgadores «fieles»buscan la apreciación de la ciencia, mientras que losherejes enfatizan la percepción de los riesgos que laacompañan y la forma de evitarlos.

Ambas perspectivas son importantes y deseables,aunque me incluyo, desde luego, entre los divul-gadores «fieles». Y sin embargo, creo que sería mejorser un «fiel» que no idealizara a la ciencia: que co-nociera todos aquellos aspectos –incluso defectos-que los «herejes» conocen tan bien. Ser un fiel bieninformado que lo fuera no por ignorancia ni candi-dez, sino por convicción. ¿Será posible?

comentarios: mbonfil@servidor�unam�mxcomentarios: mbonfil@servidor�unam�mxcomentarios: mbonfil@servidor�unam�mxcomentarios: mbonfil@servidor�unam�mxcomentarios: mbonfil@servidor�unam�mx

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Divulgadores fieles y herejespor Martín Bonfil Olivera

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Julieta Fierro GossmanDirectora General

Juan Tonda MazónSubdirector de Medios de Comunicación

Martín Bonfil OliveraEditor

Ma. del Carmen MercadoDiseño original

Lourdes Arenas BañuelosNemesio Chávez ArredondoSergio de RégulesJuan Tonda MazónRedacción

Alejandra [email protected]ño y diagramación electrónica

El muégano divulgador, boletín mensual editadopor la subdirección de medios de comunicaciónde la Dirección General de Divulgación de laCiencia de la UNAM; 3er. piso de Universum, zonacultural de CU, Coyoacán. Tel: 5622-7292 y 93. E-mail:[email protected] Las opiniones expresadas en los textos firma-dos son responsabilidad de sus autores y no ne-cesariamente reflejan el punto de vista de lainstitución. El material se publica con propósi-tos de difusión y sin fines de lucro. Para cual-quier aclaración, favor de ponerse en contactocon el editor.

DIRECCIÓN GENERAL

DE DIVULGACIÓN

DE LA CIENCIA

EL MUÉGANO

DIVULGADOR

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Ana María Sánchez Mora

comentarios: amsm@servidor�unam�mx comentarios: amsm@servidor�unam�mx comentarios: amsm@servidor�unam�mx comentarios: amsm@servidor�unam�mx comentarios: amsm@servidor�unam�mx

Cartas a Tríbulo

Salve, Persistente Pedagoga:

Resulta que tuve la debilidad (Oh, la carne esdébil, pero el intelecto lo es más) de pedir porinternet unos cuantos libros del admirado StephenJay Gould. En la solapa de uno de ellos aparecela fotografía del ínclito divulgador: de aspecto ju-venil, sonrisa levemente irónica, cara redonditay mechón sobre la frente. Pues bien, bajo la an-tes descrita imagen, aparece una información, nopor sabida menos lacerante, sobre la edad y fe-cha de la muerte de Gould: 20 de mayo de 2002,a los 60 años. ¡Justo hace un año nos dejó, y enplena madurez!

¿Quién nos hablará ahora del inexistente om-bligo de Adán, de las falacias de causas y corre-laciones, del beisbol y el ratón Miguelito y de losdeslices del adaptacionismo? Y otra pregunta:¿podría Usted prestarme un poco de dinero parallegar vivo al final de esta quincena?

Humildemente, Tríbulo

*************************

Oh, Pesaroso Discípulo:

Te faltó mencionar el destacado lugar de Goulden la paleontología; su ejemplar prosa literaria;su afición por los libros antiguos; sus ricos deba-tes con su colega Richard Dawkins... También tefaltó decirme cuándo me pensabas pagar.

Besitos

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por Opina Peralta

El otro día, luego de un rato de no visitar amis amigos de Universum, acompañé a miesposo a tal museo. Yo no había querido irporque la última vez que fui no había ele-vador, y a mis años subir escaleras, pues noes lo más recomendado ¿no? sobre todo tra-tándose de una dama refinada como la dela pluma.

Pero al llegar me encontré con una agra-dable sorpresa, con un flamante elevador de

alta tecnología, creo que es digital. A diferen-cia del armatroste viejo que había antes, éste es

elegante y sumamente rápido. Felicidades a lasautoridades del museo, estoy segura que los de-

más visitantes se sentirán tan satisfechas como yo, yagradecidas.Pero me di cuenta, ya pensando, que ese no ha sido el

único logro de esta administración. Por lo que me platicanmis amiguitos y amiguitas, en los años que Julieta Fierro,

Julia Tagüeña y ese lindo muchacho que era Miguel ÁngelHerrrera, han dirigido el museo, se han logrado muchas cosas

importantes. Han comprado muchas computadoras, han regu-larizado la situación laboral de una parte importante del perso-nal aunque, según me dicen falta todavía un camino largo, hanconstruido un ambiente académico y lograron sacar la nuevaMaestría en Comunicación de la Ciencia.

También han construido nuevos aparatos interactivos, para elmuseo, han inaugurado nuevas exposiciones y han remodeladomuchas áreas del museo y abierto nuevas áreas.

Se han puesto las pilas, dicho de otro modo, así que ¡se mere-cen una fuerte felicitación!

La verdad, y a pesar de que a veces me dicen que soy muycriticona y metiche, siempre que voy a Universum me da mu-cho gusto. Además, creo que la gente que ahí trabaja se hareconciliado mucho, porque en la anterior administración an-daban todos peleados y metiéndose de zancadillas.

Qué bueno ver que las cosas avancen tan bien. Ya para ter-minar, quiero señalar que, a pesar de las cartas de crítica querecibí,* me dio mucho gusto también ver que los becariosde Universum ¡se han comenzado a vestir mejor! Me que-do pues, muy contenta.

¡Aburcito y buen provecho!

*Ver sección «Reacciones»

"Dudar de todo o creerse todo son dos

soluciones igualmente cómodas; ambas

nos dispensan de reflexionar."

Henri PoincaréLa science et l`hypothèse

Logros

Piscolabis

Piscolabis

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por Opina Peralta

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por Scott Adams

DILBERT

H en gaussHumor involuntario

El mundo se está haciendo inalámbrico. Todo se está ha-ciendo digital. Hasta nuestro sistema nervioso. Y eso no esbueno.

¿Sabe Usted porque un capitán de un avión le dice queapague sus dispositivos electrónicos durante el despeguey aterrizaje? Los CEM (Campos electromagnéticos) gene-rados por el teléfono celular y las laptops hacen estragosen los sistemas de navegación del avión. También haceestragos en los nuestros.

Algunos científicos estiman que diariamente estamosexpuestos a 200 millones de veces más radiación de CEMque nuestros abuelos. Las investigaciones muestran queestos campos tienen un efecto importante disruptivo enlos niveles de energía del cuerpo.Los CEM agregan estrésal estrés y la fatiga existente en su cansado sistema.

Los Dijes Protectores QLink fueron creados teniendo enmente al ejecutivo, la familia, el atleta, el estudiante y laspersonas mayores de este mundo moderno. Ayudan a in-crementar y balancear su energía mientras lo protegen delos CEM.

Con Qlink, los clientes reportan que experimentan unincremento en sus niveles de energía, tienen más resisten-cia, se desempeñan mejor bajo estrés, disfrutan de un sue-ño relajado, se sienten más tranquilos, y obtienen mayoresniveles de concentración y alerta mental.

Desarrollamos el QLink como una manera práctica de

Los Campos Electro-Magnéticos y su Salud

enlazarse con su fuente natural y profunda de energía. Eneste estado, Usted tiene acceso consistente a su estadomental descansado y alerta. Esto le ayuda a hacerle frentea la vida moderna con menos presión.

Utilizar el QLink le refuerza la inmunidad natural de sucuerpo a todas las fuentes de interferencia electromagnéti-ca. Le mantiene su sistema de navegación neural claro.

¿Cómo trabaja el QLink?El QLink es un producto que emergió de una tecnología

que Clarus ha desarrollado por ocho años –con una inver-sión considerable de tiempo y dinero– llamado Tecnologíade Resonancia Favorable, (Sympathetic ResonanceTechnology, o SRT).

La explicación menos complica-da es: cuando se codifica en elQLink, el SRT lo hace trabajar comoun «diapasón». La formas de ondaultra finas del QLink imitan el ran-go armónico de energía de la per-sona que está balanceada, en unestado de bienestar. La persona ten-derá a calibrarse a estos energéti-cos y tenderá a relajarse en esteestado superior mental.

Todo avance técnico es susceptible de ser aprovechado para venderproductos exóticos a un público incauto. Entérese usted de cómoprotegerse de las malignas radiaciones electromagnéticas.

Planeo usar el equili-brio puntuado paraconvertir este granoen un tercer ojo.

Esa no es una ventajanatural. Más te vale ale-jarte de los dinosauriosmejor adaptados que tú.

¡Ja, ja! Mis únicosenemigos son losbravucosaurios, yestán... ¡Óyeme tú, ojo

de grano!

Con información tomada de la página de QLink:http://www�energizaonline�com/qlink/index�htmlhttp://www�energizaonline�com/qlink/index�htmlhttp://www�energizaonline�com/qlink/index�htmlhttp://www�energizaonline�com/qlink/index�htmlhttp://www�energizaonline�com/qlink/index�html

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