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Mi Revista (Barcelona. 1936). 15-3-1937

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  • Vista de una de las f-bricos de G r a n o ! l e r s

    Hilad os

    1 ejidos iiiiiiiiiiiiMiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

    1 i n t e s

    A L I - B E Y , 7 T E L F . 53078

    BARCELONA

    R O C A UMBERT, C. A.

  • I L U S T R A C I N DE ACTUALIDADES

    D i r e c t o r : E. R u b i o F e r n n d e z Administrador: M. Mrquez del Castillo

    DIRECCIN Y ADMINISTRACIN: P L A Z A C A T A L U A 21

    PISO S., NMEROS 5 0 7 - 5 0 8 - 5 ( 2 DIRECCIN: TELFONO NM. 12619 ADMINISTRACIN: TEL. NM. 13892

    TALLERES: CALLE VICH, NM. 16 - TELFONO 73733

    A N O II 15 D E M A R Z O D E 1937 N U M . 11

    'ENSAM ALTO, S E N T : e O H B O Y MABLAM CI.AMO

    La llegada a Cerbre del nuevo embajador de la U . R. S. S. en E.8f)aa, Len Gaikis. E,n la foto a{>arece def>artIendo con el secretario general del Consulado ruso en Barcelona, camarada Stajov y con el jefe del Def)artamento de 'Seguridad Interior, Regs, ({ue acudi

    a la frontera a cumjjlimentarle en nombre del consejero.

  • APUNTES A PLUMA

    DEL

    "Batalln de la Muerte" Por E. RUBIO FERNNDEZ

    Emilio Strafei ini con el uniforme del Batalln de lo Muerte.

    i!

    I strafeiini con el director de Mi revista compaero Rubio Fernndez y Emilio Al

    sgES3SESBsse8auHajtaBBacm:Ka:-fissgcBag5SE^^ Emilio Strafeiini naci en Raverete (Italia). Cuarenta y cuatro aos de

    edad y veinticinco de lucha. En esto est condensada la vida de Strafeiini, revolucionario anarquista.

    Por nuestro compaero Soler saba esto. Bien mereca, pues, la molestia de correr unos kilmetros en auto para almorzar con este hombre singular y cultsimo que, juntamente con Testa, otro gran luchador, llevan el mando del "Batalln de la Muerte", despus de haberlo organizado.

    Strafeiini se hallaba descansando con su compaera y su escolta en el precioso rincn de Santa Cristina. Frente al mar y sentado en una pea, sa-cando unas acuarelas, est cuando llegamos.

    Strafeiini es un hombre singular en muchos aspectos. He dicho antes que su vida ha sido siempre de lucha y as es.

    Ingeniero y capitn del 5 Alpino cuando la Gran Guerra, al terminar sta sinti la inquietud de todos los anarquistas italianos; sus luchas se tradujeron en persecuciones y en sesenta meses de prisin que exaltaron y enriquecieron sus ansias revolucionarias, fortalecindolas.

    Es un discpulo predilecto de Malatesta; pronuncia su nombre con fruicin, lo cita como ejemplo, lo alude siempre.

    Sus ojos grisazulados, en los que brilla una inteligencia poco comn, pa-recen tener ms brillo cuando los entorna recordando sus andanzas de perse-guido por los dominios del Duce. Entonces desfilan como sombras en su pin-toresca y vehemente conversacin las figuras de compaeros cados como Matteotti, el diputado socialista cuado de Tita Rufo y asesinado por la "maffia" del Duce, que capitaneaba Di Bono antes de ser personaje. Despus nos habla de la Federacin anarquista italiana, verdaderos mosqueteros y nicos autnticos luchadores contra las primeras andanzas de Mussolini despus de su "marcha" sobre Roma, cuando ya se dudaba de sus designios.

    Pasa despus a hablarnos de Marsella, donde prosigue su lucha contra el fascismo de su pas, con los anarquistas italianos. Al producirse la suble-vacin militar espaola le obsesiona desde el 19 de julio el venir a luchar contra el fascismo espaol, que no es otra cosadice Strafeiinique una con-secuencia "picola" del italiano que amenaza al mundo.

    Vence, burla ms bien la oposicin de las autoridades francesas a que se incorporase a los nuestros por su carcter de emigrado poltico, y con nombre supuesto se alista el 10 de agosto en la centuria 8' de Ascaso para combatir por primera vez en Las Casas (Huesca) con nuestros milicianos.

    As hablando aparece con frecuencia en sus labios un nombre: Santilln. Para Strafeiini, Santilln es algo inmenso y admirado; El anarquista autntica-mente ideal!

    Santilln fu el padrino de la creacin del "Batalln de la Muerte"nos dice. La guerra al fascismo y, despus, los libros. En sus andanzas revoluciona-

    rias abundan en el bagaje de este luchador sus obras predilectas. No las aban-dona nunca.

    Y ahora ya no es el militar revolucionario el que habla; es el intelectual el que nos deleita en una sobremesa exquisita.

    Vamos de sorpresa en sorpresa oyendo hablar a Strafeiini de arte, de pin-tura y de belleza, de viajes. A veces dijrase que enternece. Es otro personaje distinto.

    Volviendo sin querer a la guerra, le preguntamos de pronto: Qu te parece el valor y la manera de luchar de nuestro pueblo? Po-

    dran vencernos? Ya lo dijeron los generales de Napolen en Zaragozanos contesta:

    "A los ejrcitos se les pueden tomar ciudades enteras; al pueblo espaol hay que ir ganndole pueblo por pueblo, casa por casa, piedra por piedra y aun despus no hay quien pueda sostener lo conquistado."

    Ancdota tras ancdota va atardeciendo. El sol da el ltimo beso a la tierra, casi rojizo, como congestionado. Empieza a hacer fro. Es el final de esta tarde que he pasado tan gratamente acompaado, en este bello rincn de la Costa Brava, de este compaero tan original.

    Disponemos la vuelta a Barcelona y al estrechar en despedida la mano de este hombre tan cordial y tan simptico, al arrancar el motor, aun le omos: "...casa por casa, piedra por piedra y el mundo en pie presenciando la epo-peya de un pueblo irreductible..."

  • Frente de Aragn Comunidad militar que

    revive en mi los viejos das del servicio castren-se en una lejana provin-cia espaola. Por enton-ces mi alma juvenil e in-domable se senta humi-llada aceptando por la fuerza el servicio obliga-torio de "soldado del rey". Cartas encendidas de rebelin. Consejos ma-duros de mis allegados. "No maldigas de estos das, los mejores de tu juventud. Buenos o ma-los stos sern los ms bellos instantes de tu vila." Y hoy a dieciocho aos fecha vuelvo a revivir con una fe admirablemente rediviva los das lejanos del cuartel; la autntica grandeza del servicio militar.

    Ahora es distinto. Vuelvo a la vida militar con el corazn encen-dido. Lo que ayer fu odio y rebelda, hoy es fe y entusiasmo. Que sea sta la ltima guerra de la humanidad. Pero como guerra hay que aceptarla sin paliativos, sin disfraces sensibleros. Guerra de muerte, de desolacin y de ruina. Pero guerra sin cuartel hasta la victoria final. Porque en ella va implcita la suerte del gnero humano.

    El sacerdote que quera suicidarse

    Se llama Jos Til de Aso. Tiene bien cumplido el medio siglo y parece una reproduccin animada del admirable retrato de Coya realizado por Vicente Lpez. A una hermana y a una cuada suyas las fusilaron los fascistas en un pueblo cercano, porque se vieron precisadas, para poder vivir, a vender algunas aves de corral. El mando fascista haba requisado toda la volatera, y esta falta ino-cente fu castigada con la muerte.

    El cura Til de Aso se enfada conmigo porque le llamo don Jos. Ahora que hemos logrado la igualdad que yo he predicado

    toda mi vida, no quiero ningn tratamiento. Hasta hace pocos meses fu prroco de la estacin de Sari-

    ena. Humilde cura rural, su vida fu una lucha cruenta contra la injusticia de los jerarcas de la Iglesia.

    Los grandes seores de estas tierras me perseguan sin piedad porque me negaba a ejercer mi ministerio en sus palacios. "El pueblo es quien me paga y yo doy misa para l. El que quiera orla que madrugue y acuda a mi iglesia. Yo no tengo otro seor que mi Seor, ni otros hermanos que m pueblo."

    Naturalmente en su casa reinaba la miseria. A pesar de todo reparta limosnas y vena sosteniendo una escuela. Sus discpulos le adoraban porque haba hecho de su enseanza un placer, y "por-que apenas les enseaba el catecismo"

    Con estos antecedentes, no hay que decir que el pueblo entero garantiz la vida del pobre curita rural al sobrevenir los trgicos sucesos de la sublevacin fascista.

    Mira, compaero, hasta qu punto puede advertirse la trai-cnde ests gentesT Dos das antes de producirse la sublevacin se trasladaron a Zaragoza buena parte del curato provincial. A m nadie me advirti de nada. En m no tenan confianza, porque no iba a la capital a rendir pleitesa al arzobispo. Y me hicieron el gran favor de dejarme con los mos. Si por azar hubiera de caer en sus manos, preferira suicidarme.

    Perole objeto yosta es la primera vez que oigo a un sacerdote hablar de suicidio. Eso est en contra de todos los pre-ceptos religiosos.

    Ahora no se trata de eso, camarada. A la luz cruda de esta guerra horrorosa, muchos velos han cado. Mejor morir que perder para siempre el alma. Ellos no traen consigo ms que el horror, la inhumanidad y la crueldad. Cristo no puede estar con ellos.

    Huesca a la vista Por la tarde hemos ido

    al frente de Huesca. Lle-gamos a La Granja. Ha-ce cinco meses se con-q u s t he ro icamente . Frente a nosotros el Ma-nicomio, famoso en esta guerra. Ms all la cle-bre Casa del Francs. Es un pequeo edificio blan-co acribillado por la me-tralla. Y a unos trescien-tos metros de nosotros, en la misma carretera, el primer reducto enemigo. Al detener nuestros co-

    ches y advertir la llegada a nuestro parapeto de algunas perso-nas, ha comenzado un tmido tiroteo. Nuestros milicianos impa-sibles no han respondido siquiera. Poco a poco los disparos han cesado, y en el atardecer que tie de rojo amaranto la vieja ca-pital del Alto Aragn hemos contemplado la silueta de la Seo, tan cerca de nosotros que no hemos podido reprimir un gesto de impaciencia.

    Pueblo de Catalua. Ah tienes un mandato. Desde el Madrid heroico, el general Miaja te ha dicho: "Toma Huesca!"...

    Para t es fcil esta gesta, pueblo cataln. Tu pecho de hie-rro, tu decidido empeo por la victoria, tu organizacin indus-trial, tu inagotable arsenal humano hacen fcilmente viable esta empresa. Un desperezamiento brutal de tus fuerzas contenidas, y puedes siquiera imaginar los resultados? Nuestro enemigo est batido. Se vale tan slo de la pasividad del frente aragons para resistir en sus frentes de Madrid, de Oviedo y de Mlaga. Una ofensiva coordinada en todo el frente aragons no podra resis-tirla. En Teruel, en Belchite, en Quinto, en Alcubierre y en Hues-ca, principales puntos estratgicos de su frente, se bate fragmen-tariamente cubriendo sus frentes con las mismas fuerzas, movil-z?das de un punto a otro, segn se plantee la ofensiva.

    Pero Catalua puede lanzar a la llanura aragonesa centenares de miles de hombres que arden en deseos de luchar. Quin po-dra resistir su avance en tromba? Y el hundimiento del frente aragons representara la victoria indudable. El pueblo cataln puede decir la ltima palabra en esta lucha absurda, y tiene obli-gacin de pronunciarla. Su madurez, su progreso industrial y su unanimidad democrtica y antifascista le tienen reservada esta misin histrica.

    Y el pueblo cataln no ha negado ni un solo momento su concurso. En el mes de octubre se militarizaron unnimemente todas las clases desde los veinte a los cuarenta y un aos. Hace unas semanas ratific su oferta lanzndose a la calle en una ma-nifestacin emocionante, pidiendo su movilizacin inmediata.

    Estas gentes pueden y quieren acabar la guerra con la vic-toria.

    Por qu permanecen an en la retaguardia?

    Esta tarde he visto Huesca al alcance de mi mano. Y no he podido evitar el recuerdo de las gestas brbaras y hermosas de Pancho Villa. Sabos, San Diego... Dnde se alberga el Pancho Villa que conquiste Huesca?

    Sarena, marzo 1937. i

    FMOHTN FMIPsCIPAL C . N . T . E X P L O T A C I N C O L E C T I V A

    Todos los das grandes partid

    PALACE A. 1. T.

    os a cesta punta, por afamados pelotaris

    PLAZA DEL TEATRO, 4 - Te 1. 24510 - BARCELONA

  • Y para saber lo que es el amor a travs del prisma cmico hay que ver a Groucho Marx conquistando al asal-to el corazn de viu-das complacientes.

    Mar;

    J l . > l X J ^ X J X J ^ l . V_^ V _ X .VJ. X X_> J, 1.

    T^y^^ Ds cuatro 'brmanos

    X Y su "Sop^ Ganso''

    'Los Jlenes laerales que regulan ' movimieno de las pelculas, ren

    siempre," Gmez Mesa.

    I Hermano menor y llegado tarde, de las otras artes,

    el cine ha tomado de ellas multitud de cosas. Mas, si hemos de ser justos, reconozcamos que tambin ha aportado el regalo de muchas cosas nuevas. Una de ellas y de las principales, la pantalla cmica.

    Hay una comicidad de la pintura, como hay una comicidad de la literatura y una comicidad de la msi-ca, Pero ninguna de ellas tiene nada que ver con la comicidad cinematogrfica. sta nace, exactamente, con el arte mudo, en los primeros balbuceos del viejo cine de las primitivas barracas. En El regador regado, editado en 1895alba de las sombras mviles; est ya, en potencia, la universal carcajada que el cine ha de levantar. Nadie resiste a la comicidad viva, din-mica, desbordante, real, de esas carreras sin fin, de esos chascos, de esos sustos; nadie regatea su risa.

    unque (es de buen tono) regatee su beneplcito. En los tiempos prehistricos de El regador regado las per-sonas distinguidas y los intelectuales no conceden beli-gerancia al cine en general, y mucho menos a la pel-cula "de risa"; admiten, naturalmente, que las im-genes que en la pantalla aparecen puedan provocar una risa, meramente fsica, pero no se rinden a admi-tir que ella nazca de una irona o de un humorismo, resortes espirituales... Y, sin embargo, ese algo tan primitivo que es El regador regado anuncia ya el amar-go y superintelectual humorismo de Charlie Chaplin...

    Pero no, no. No empleemos palabras correspon-dientes a otra comicidad, para describir esta comici-dad. Tenan razn los intelectuales y las personas de buen tono al no conceder al cine cmico humorismo ni irona...; por lo menos irona ni humorismo tal como ellos los conocan. La comicidad en el cine es... otra cosa. Es, desde luego, una cosa que no falla nunca.

    Contemplemos en el lienzo tres, cinco, diez, veinte producciones dramticas o simplemente serias. Dos terceras partes de ese nmero seguramente defrauda-rn nuestras esperanzas. Unas no alcanzarn a con-movernos; otras nos indignarn, francamente... Veamos,

    Los cuatro hermanos Marx, hroes supremos de lo carcajada y protagonistas del desopilonte film Paramount Sopa de ganso que muy pronto veremos en nuestras pantallas.

    en cambio, cin-co, diez, veinte, cuarenta p r o -d u c c i o n e s de Charlot, de Ha-rold Lloyd, de Buster Keaton. de L a u r e l y Hardy,deChar-ley Chase, d e Lupino L a e , de Slim Sum-merville y hasta de los maravi-

    llosos annimos de la compaa de Mack Sennett; ni una sola, de fijo, dejar de cumplir su fin: despertar nuestra hilaridad, levantar unnime tempestad de carcajadas...

    Y esto dentro de los ms diversos estilos. La fuerza de la produccin cinematogrfica cmica reside, justa-mente, en su ori-ginalidad incon-testable, en su diversidad infi-nita. N a d a se parece tanto a un film policaco como otro film policaco; nada recuerda t a n t o a un film senti-mental c o m o o t r o film senti-mental. En cam-bio, qu varie-dad ilimitada en el film cmico! Qu di f e r en-c a s esenciales, bsicas, entre el g e n i o adolori-do, humano, de un Charlot, la bonhomie de un Harold Lloyd. 1 a impasividad de un Buster Keaton, el jue-go sano, fresco, g ro tesco , s in malicia de un Oliver Hardy y un Stan Laurel! Y es que el arte cinematogrfico halla en la pelcula cmica una de sus ms puras^y, por tanto, ms ricasformas de expresin.

    Los tres mosqueteros... que eran cuatro. Helos aqu transformados en (de iz-quierda a derecha) Harpo, Groucho, Chico y Zeppo, como protagonistas del film Paramount Sopa de ganso, el ms sabroso plato de carcajadas que se ha

    visto en todos los tiempos.

    II

    cho, Zeppo, Harpo y Chico, ms conocidos por los her-manos Marx.

    iQu traen al lienzo estos artistas de la Paramount? Ante todo, la ruptura de todo nexo con la lgica. El triunfo del absurdo por el absurdo, del disparate por el disparate. El trazo grueso, la cabriola franca, la mueca grotesca... Ninguna trascendencia, ninguna se-gunda intencin (al parecer...) Ante el espectador des-cuidado, libre de toda ulterior preocupacin, desfila un mundo extrao, dislocado, fuera de toda norma, de todo cauce. Al principio, esta tcnica sin tcnica, esta forma sin forma, desorienta y sorprende... De dnde han salido estos cuatro torbellinos, arrolladores, desen-cuadernados, que saltan, bailan, corren, chillan, reciben porrazos y los prodigan, arrancan extraas melodas a los ms raros instrumentos, se lanzan sobre las damas y les arrebatan velos y galas. Son, simplemente, unos payasos, unos excntricos, de ascendencia o tradicin circense? No hay que fiarse mucho de este aparente

    s i m p l i c i s m o : t a m b i n de Charlot se dijo si era o no era un payaso...

    Pero, a poco, el espectador ya no se extraa de nada: el mundo de l o s M a r x cumple a mara-villa la misin de todo mundo fantstico o ex-traordinario que quiera serlo de v e r a s : ser un

    mundo comple-to, sin resquicios ni aberturas ha-cia la lgica. El e s p e c t a d o r se siente arrastra-do al disparate, y no slo no lo r e c h a z a , sino que, g r a d u a l -mente, a n s i a

    ms y ms ab-surdo... El di-

    namismo de los artistasesos irresistibles Groucho, Harpo, Zeppo, Chicose comunica al pblico, que re, re, re, sin ms consecuencias (al parecer...) que las del acatamiento a un arte primitivo y sano...

    Las gentes sencillas han credo ver en la dislocada actuacin de los hermanos Marx una continuidad de la prehistrica pelcula "de risa" que tuvo su punto de partida en El regador regado y que sigui luego la tra-yectoria clsica de los "pasteles de nata" y el "golpe y porrazo". Innegablemente hay en aquellas cintas un antecedente de los films de los Marx... como de toda pelcula cmica. Mas para llegar a esta originalidad autntica y alcanzar esta rotunda eficacia cmica el film

    Difcilmente poda imaginarse que, despus de los estilos cmicos que ya hemos citado, surgiera, de pron-to, en el lienzo, un nuevo gran estilo de comicidad. Y, sin embargo, he aqu que ha surgido. He aqu, al cabo de cuarenta aos de pelcula de risa (1895-1935), la nueva aportacin inesperada, sorprendente, de Grou- de risa ha tenido que pasar por estadios de un mayor

  • Para tener una idea de lo que es la gue-rra en broma hayV que ver Sopo de ganso, de la Pa-ramount .Hoyque v e r a Groucho Marx con sus t r e s hermoni-t o s c o m o c a u d i l l o s g u e r r e r o s c o n q u i s t a -dores d e pueblos.

    Mantequera U HOLANDA Buensuceso, 4 - Telfono 11842 - BARCEL^l

    Fiambres selectos - Mantequilla idonia; las hazaas de Fayfay, ministro de

    la Guerra; las gracias de Chicolini y de Brownie son cosas que no pueden rela-tarse. nicamente verse, admirarse...

    Y, frente a ellas, rer, rer, rer...

    Mary LIGHT

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    Paseo de Pi y Margall,

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  • HARPO

    P A R A M O U N T presentar muy en breve a los cam-peones Olmpicos de la carcajada,

    a los

    4 HERMANOS MARX (Harpo, Groucho, Chico y Zeppo)

    en

    SOPA DE GANSO El ms sabroso plato de risa de todos

    los tiempos.

    El film optimista que todos esperaban.

    El ms suculento banquete de risa que hayan podido gustar en su vida los

    espectadores de cine.

    Unos cmicos nuevos en un film nue-vo, suntuoso, dinmico, de originali-

    dad nunca igualada. ,

    . * * * * .

    Cpammount

    ^Ai

    Una pelcula que har exclamar a todos

    Si es un film Paramoun es lo mejor del programa IVVVVVVWVVVV'7^A?7VVVVVVVVVV

  • La vida de un empresario famoso en el mundo, Florence Ziegfeld, audaz creador, en el tablado de la antigua farsa, de espectacula-res maravillas y fantasas, revividas en la pantollg por Williom Powel

    EL GR'AN ZIEGFELD (FILM M E T R O - G O I D W Y N - M A Y E R )

    ESTRENO HOY DA 15 EN EL CINEMA COLISEUM Myrna Loy y luis9 Rgin^r, abandona n el m$ rotundo de los fracasos,

    Un hombre genial, emprendedor y enamoradizo, que supo domi-nar con mano vigorosa o la suerte hasta que la fortuna veleidosa le

  • t^ kODUCCEON EXlF^Nfetlka

    nio de 8 aos, de voz p r o d i g i o s a

    Hemos visto muchos astros infantiles, muchos luminares de cinco a diez aos que en poqusimo tiempo han superado por su popularidad a las estrellas de mayor renombre; pero esos astros in-fantiles, esos nios prodigiosos, eran siempre actorcitos que conseguan triunfar a fuerza nica-mente de actuacin. Casos de esta ndole son los jackie Coogan, Jackie Cooper, Shirley 1 empie. Jane Withers y dems chiquillos graciosos que ante la retina de a cmara mostraban su rostro grcil y su personalidad.

    Bobby Breen, ese chiquillo nuevo, ese muchachito de ocho aos que debuta ante el pblico y que consigue un xito de los ms re-sonantes, no inici su carrera artstica en la pantalla. Amalgamas formadas por la radiofona y por el cinema son muchas las que han salido a la luz en estos ltimos tiempos. Y esto es precisa-mente lo que ha hecho el chiquitn de Radio Films, Bobby Breen. Surgir de las ondas, surgir de las vibraciones de la atmsfera, por su voz potentsima y persistente, para pasar al lienzo, donde el pblico tiene ocasin de orle y verle a un mismo tiempo.

    El nio actor se inici ante el respetable cantando en las "broadcastings" americanas. Los crticos musicales decan: "Es la misma voz de Caruso a la edad de ocho aos; es la primera figura del canto, es el primer cantor que habr logrado triunfar siendo un ' nio." Y Eddie Cantor colaboraba en los elogios dando todas las noches una audicin que durante el ao 1935-1936 era escu-chada por todas las familias neoyorquinas que haban llegado a ser entusiastas admiradoras de Bobby Breen.

    E; chiquillocuya familia es tambin muy popular en las mu-sicales, especialmente su hermana Sallyignoraba el tesoro que posea en su garganta, y simplemente con la mayor ingenuidad algunas veces se negaba a cantar, prefiriendo mucho ms ponerse a jugar con sus muecos, o con sus caballitos de cartn, vestido de cow-boy e imaginando el hat de su casa como la pradera ms fragante de Nevada. As deca Bobby Breen a su familia cuando le apremiaba para acudir al estudio: "Prefiero ser vaquero que tenor."

    No obstante, Sol Lesser, productor de la Radio, deseoso de que Bobby Breen en poqusimo tiempo popularizara su nombre, le dio una oportunidad al realizar la pelcula Let Sing Again (El pequeo vagabundo). Y Bobby Breen sinti rpidamente una gran aficin al cinema; declar, convencido, que era mucho mejor ser actor cinematogrfico que vaquero, y con su familia parti muy satis-fecho para Hollywood.

    Eddie Cantor le dej partir y le augur ese triunfo que ha obtenido en El pequeo vagabundo, una pelcula que ha de asom-brar a todos los pblicos; tal es su belleza, tal es su atractivo y tal es la pureza musical que rene. Adems, canta en ella Kobby varias canciones clsicas, en las que se puede apreciar la cantidad de talento para la msica que posee. Las canciones son: "La donna e mobbile", "Rigoletto", "Santa Luca", "Oh, Marie" y dos melo-das escritas exclusivamente para l.

    Muy en breve podr el respetable admirar al pequeo divo Bobby Breen en esta cinta deliciosa, tierna, bella, espiritual y magnficamente presentada, El pequeo vagabundo, que interpreta junto al formidable astro cmico Henry Armetta. a i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i> i i i """i"">""" ' i "" ' """"""""""""=

    i RADIO - GRAMOLAS - DISCOS |

    5 P. P y Margall, 4

    C E S A R VICENTE B A R C E L O N A =

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  • ROSITA DAZ GIMENO la perseguida del fascismo

    Por bordar con hilos decoro en tierras granadinas la bandera de la Liber-tad, el verdugo tuvo que hacer un nudo de seda para ahogar el grito ms romntico de la mujer espaola.

    Y ahora, en tierras tambin andaluzas, en esa Andaluca donde la mujer no baila ya en los floridos crmenes, porque ahora es zapateo canallesco jaleado con mugidos de bestia en celo, se dice por todas partes que ha cado segada por la metralla fascista Rosita Daz, lindo junco de ribera que remataba en flor llevando en el rojo nidal de la boca todo el encanto de la vida. Encanto que llev a la pantalla para contento y orgullo de los espaoles que la admiraron en las producciones cinematogrfcas Rosa de Francia y Angelina o El honor de un brigadier, rodadas ambas en la ctedra de Hollywood por los prestigiosos estu-dios de la Hispano Foxfilm; en Lo mejor es rer, Susana tiene un secreto. El hom-bre que se rea del amor. Se ha fugado un preso, etc., etc., y, finalmente, en El genio alegre, ese gran film de la C. I. F. E. S. A., en donde la artista se consagra reciamente por su arte espaolisimo.

    Rosita Daz aliaba a su belleza todo su amor por los humildes, por todos esos hijos de lacera que se retuercen por el hambre y la miseria con lgrimas de estao en los ojos y dolor canceroso en el corazn.

    Por eso, por estar amasada con levadura del pueblo laborioso, sinti ansias de rebelda. El recuerdo de tantas muertes inocentes apret su garganta, y a costa de su misma vida dej la factora burguesa para entrar en la promocin de pueblos heroicos que quieren morir libres y no vivir esclavos.

    Rosita Daz despus de consagrarse mundialmente estrella de la pantalla cinematogrfica se convierte en herona de la libertad del pueblo espaol.

    El viento del olvido no se llevar el recuerdo de esta artista tan genuinamente espaola. Y aunque se ha desmentido lo de su muerte, como que se confirma la persecucin y odio de que es objeto, si aqulla se llevara a cabo todas las flores serranas cortadas junto a los ros claros seran pocas para adornar su lecho de tierra entoldado con la sombra azulosa, triste y fra de los cipreses.

    R O S I T A D A Z G I M E i N O

    TIJirmda

    Una escena de la produccin ci-nematogrfica espaola (El genio alegre, adaptacin de la come-dia qunteriana, en la que toma porte como protagonista Rosita Daz Gimeno, su primera pelcula espaola al regreso de Amrica, rodada bajo la direccin de Fer-nando Delgado por los importan-tes Estudios C. I. F. E. S. A.

  • A/ue5tto tepottLfei

    EL MUNDO HA ODO A FEDERIOA MONTSENY

    Nuestra compaera Federica Montseny en su despacho del ministerio de Sanidad conversando con nuestro redactor Fernndez Aldana.

    (L ^ (^VK.

    - ^

    De nuestro redactor en Valencia

    F e r n n d e z A L D A N A

    Federica Montseny, la inteli-gente escritora anarquista, no se siente dominada por el medio en que ha de desarrollar sus dis-tintas actividades. Con la misma sencillez que hablaba con nos-otros en el pequeo teatro de Sariena ha contestado a nues-tras preguntas en este suntuoso despacho del antiguo palacio seorial donde est instalado el ministerio de Sanidad.

    N o hemos encontrado dife-rencia alguna entre la oradora vibrante, que en el pueblecil lo aragons hablaba a los comba-tientes y campesinos, y esta mi-nistro, que ha de regir uno de los departamentos ms complicados en estos momentos de guerra civil, y que no hace muchos das ha hecho or su voz de espaola sensible y de militante responsa-ble ante la Comisin de Higiene de la Sociedad de Naciones.

    Sus enrgicas palabras, sazo-nadas con la dulzura de su sen-sibil idad, han l legado hasta los corazones de los tcnicos extran-jeros, que han tenido que reco-nocer pblicamente la grandiosa labor que el Gobierno legtimo ha real izado en materia de Sani-dad y Asistencia Social. Federica ha puesto ante sus ojos un infor-me extenssimo que es la ms dura acusacin contra los faccio-sos. Ha hecho una exposicin de la labor que realiza su ministerio, relatando hechos comprobados por las comisiones que nos han visitado.

    Y como digno colofn a su discurso formidable pieza orator ia en la que los hechos han tenido la belleza de la expresin , Federica Montseny ha hecho la exaltacin de nuestra epo-peya con esta magnfica frase: Defendemos la l ibertad, que, como todos sabis, pagamos con nuestras vidas.>

    Cuando entramos en el despacho de la ministro de Sanidad, Federica Montseny hojea nuestra revista. Acaba de regresar de su viaje a Ginebra y dedica unos minutos a repasar la Prensa, mien-tras su secretario prepara las impresiones del viaje.

    Federica, al conocer nuestros deseos de hacer una informacin para MI REVISTA, nos dice: N o puedo negarme a sus deseos. Soy periodista tambin y, adems, una admiradora de su

    publicacin. Y sin preguntas molestas, sin interrogaciones indiscretas, como si estuviramos en una reunin

    de camaradas, Federica nos ha ido relatando las impresiones de su viaje oficial, que ha servido para poner la real idad del problema espaol ante los ojos de los que no queran ver.

    Mi impresin sobre el resultado de mi estancia en Ginebra es inmejorable. Creo que hemos

    Jj (jJLsiyK^^

    lili

    TJJi/mda

  • logrado convencer con la real idad de los hechos aun a aquellos que no estaban con nosotros. Despus del informe de la Comisin cientfica que visit nuestro territorio yo hice una exposicin de la verdadera situacin sanitaria de Espaa y exalt el herosmo de nuestros doctores, que han l legado con su ciencia hasta las primeras trincheras de nuestros frentes.

    >Ante el Comit de Higiene de la Sociedad de Naciones di cuenta de la forma en que haba-mos intensificado los servicios sanitarios, especialmente en Madr id , como pudieron comprobar los representantes de la democracia mundial. Me refer al problema de la evacuacin de la poblacin madrilea, que tropieza con la resistencia de los familias a abandonar sus casas.

    Cit ante aquellos tcnicos de todo el mundo los casos de numerosos doctores espaoles que han sabido comprender la causa del pueblo. El Dr. Po del Ro Or tega, que se hallaba en una misin en el extranjero, regres a Madr id en los primeros das de noviembre, precisamente en los momentos en que la lucha era ms terrible en las puertas de la ciudad. El Dr. Mrquez hubo de ser evacuado a la fuerza y en cumplimiento de una orden del Gobierno. Hice constar nuestra gra-titud a los Dres. Sasned, Segresky y Woshey, que formaron la Comisin internacional y que supie-ron comprender la situacin sanitaria de nuestro pas.

    Aprovech la reunin, que fu muy beneficiosa para nuestra causa, para hablar con diversas personalidades cientficas y polticas. Convers conjuntamente con el Dr. Bronner y el Dr. Surez, delegados en el Comit de Higiene en representacin de Rusia y Mj ico respectivamente. Ante un grupo de delegados salud al ministro de Sanidad de Francia, Sellier, hablando sobre la amis-tad de los dos pueblos.

    >Otras muchas personalidades cientficas conoc en la reunin de Ginebra y de todas ellas o palabras de admiracin para nuestro pueblo.

    Y Federica Montseny termina dicindonos: Ahora he vuelto a mi despacho a continuar trabajando. Actualmente me ocupo del problema

    creado por la evacuacin de M laga , l levando a la Gaceta > las disposiciones oportunas para atender a estos hermanos que huyen del terror fascista. Desde Ginebra conoc la tragedia, y en contacto con el personal del ministerio se atendi en lo posible a resolver los asuntos que se planteaban.

    Federica Montseny no quiere hablar de su trabajo personal, y ni aun ante un interrogatorio final conseguimos conocer cmo se han resuelto los complicados asuntos planteados para la reso-lucin de su ministerio. La labor que ha hecho la primera ministro de Espaa tiene expresin en los copiosos decretos y en las numerosas disposiciones que se han dado a conocer en los rganos oficiales y en la Prensa. N o puede esta breve informacin recoger cuanto se ha hecho en el minis-terio de Sanidad y Asistencia Social, por su gran complej idad, que requiere un reportaje para cada una de sus actividades. Por ello no queremos hacer otra cosa que llenar unas pocas cuarti-llas para recoger brevemente una impresin del viaje de Federica Montseny a la reunin interna-cional de Ginebra. Pero las pocas palabras que hemos odo a la popular escritora nos han bas-tado para conocer su capac idad de trabajo y su inteligencia.

    Y, despus de nuestra breve entrevista, expresamos nuestra conformidad con las palabras de un tcnico extranjero, pronunciadas despus de or el discurso de Federica: Hace el efecto de un jefe rojo,- muy enrgica, inteligente y activa. Valencia, marzo.

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    FALIBLE contra

    T O S BRONQUITIS CATARROS

    SOLUCIN PAUTAUBERGE

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    j i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i ! :

    1 PROTEJA I 2 su hogar de malos olores. S

    Noseacostumbrearespi- S rar atmsferas viciadas. ~

    La Lmpara nigin- S c a B E R G E R n e u - =

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    I LMPARAS IBERGER I iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiR

  • J^ot Lo ^tente de comsate LA CRUELDAD FACCIOSA EN EL BAJO ARAGN. - LA CUARTA PARTE DE LA POBLACIN CIVIL DE TERUEL HA SIDO FUSILADA. EL SECRETARIO DEL SINDICATO NICO DE LA CONSTRUCCIN DE DICHA CAPITAL NOS REFIERE SU ODISEA. - DURANTE CUA-TRO MESES TUVO QUE PERMANECER OCULTO EN LA CONCA-

    VIDAD DE UNA ROCA.

    Avanzadilla de ametralladoras.

    En marcha Los pueblos que

    cruzamos en nues-tro c a m i n o s o n

    humildes y sencillos. Sus habitantes estn politicamente atrasados. Saben poco de contiendas sociales. Carecen de organizacin. La costumbre les ense a respetar al cura, al cacique y al sargento de la Guardia civil. Todo sea por Dios!...

    Un buen dia de julio llegaron en un coche varios militares y paisa-nos. Saludaban a la romana y obligaban al pueblo a que contestase de igual forma. Despus, en la plaza, fusilaron a unos cuantos vecinos. Era para dar ejemplo. Algunas mujeres gritaron. Se las rasur el cabello y luego fueron azotadas. Para reanimarlas, obligronlas a ino;crir grandes cantidades de ricino. Una vieja, asustada, pregunt: "Q.i es esto?" Alguien repuso: "El fascismo."

    Mientras tanto avanzaban por toda la comarca varias columnas de trabajadores armados. Venan desde Valencia y Castelln. Los facciosos, atemorizados, fueron replegndose. Perdieron pueblo tras pueblo hasta llegar a Teruel. All se hicieron fuertes. Los nuestros en su avance reor-ganizaban la vida rural. Desposean a los terratenientes de sus fincas, entregndolas a los campesinos. En la casa pa-rroquial constituan los sindicatos. Del inmueble ms confortable hicieron escuelas. A los descal-zos dieron zapatos, y hubo pan para los ham-brientos. Los nuestros gritaban: "Camaradas, viva la Revolucin!" Y el grito se haca jbilo por las esquinas del pueblo...

    Bajo el I m p e r i o de l l t i go y la p i s to l a Nos hallamos en un pueblo a pocos kilmetros

    de Teruel. Junto a la linea de fuego. A pesar de ello, los campesinos se entregan a sus quehaceres cotidianos. No les importa el peligro. Cumplen tranquilamente con su deber de productores. Y es notable el efecto de ver, entre soldados y Mili-cias que transportan caones y material de guerra, a unos sencillos labradores con sus pacficos ape-ros. Para completar la nota, vemos "unos rebaos que pastan sosegadamente. El delegado de gana-dos de la columna que opera en este frente nos dice:

    Todas esas reses han sido arrebatadas a los facciosos. Por las noches contina aprovecha-mos la obscuridad para rescatar del campo enemigo todas las que po-demos. Ms de cinco mil cabezas de ganado han cado en nuestro poder de esta forma.

    Acto seguido nos presenta a los pastores que cuidan del ganado. Son evadidos de Teruel. En sus rostros se advierten las penalidades sufridas. Se llaman Juan Gimeno y Andrs Monterde. Al estallar la sublevacin fue-ron detenidos; les colocaron un nmero, obligndoles a cavar trincheras.

    El 3901 tena yonos dice Gimeno. Y yo el 4973replica Andrs. Desde luego por estos trabajos no perciban sueldo. Ni siquiera la

    comida, que haban de buscar como pudieran. Mientras tanto, un sar-gento del Tercio les vigilaba con un ltigo y una pistola. Y al menor gesto de protesta eran brutalmente apaleados. Los fusilamientos se suce-dan sin interrupcin. Unas tres mil personas llevan ejecutadas. Esto supone casi la cuarta parte de la poblacin.

    El horror abre un silencio en nuestra charla. Un compaero lo apro-vecha para informarnos de la evasin de un destacado miembro de la C. N. T. de Teruel.

    Est detenido slo por cumplir las formalidades de guerra, mien-tras se efecta la identificacin oficial. Pero no hace falta; todos le cono-cemos. Venid a verle. Habia Juan Bayo, secretario dei Sindicato nico de la

    Construccin Despus de recorrer una torcida calleja franqueamos una puerta de

    aosa madera claveteada. Doce escalones desiguales y estrechos nos conducen a una pequea habitacin olorosa de trigo, trasunto de hrreo. Y all un hombre extrao nos sale al encuentro. Es Juan Bayo. Viste un trajecillo de pana negro y deteriorado. Sobre el traje una blusa, y al cuello un gran pauelo anudado. Un vello hirsuto y corto le ensombrece las mejillas. La ceida boina recoge en vano un pelo largo y descuidado. Todo su aspecto es desolador.

    Nos sonre. Por la escalera suben ms compaeros. Todos le saludan y estrechan la mano. Se ve que le conocen. Uno se adelanta con un

    suculento almuerzo. "Hay que alimentarle", dice. Juan vuelve a sonrer y, mientras come, habla:

    A los trabajadores de Teruel no nos cogi de sorpresa el al-zamiento. Habamos observado la llegada de elementos sospecho-sos. La fuerza pblica pareca intranquila. Ante esto los ele-mentos de izquierda celebramos varias entrevistas. Y lleg el 19 de julio. Una Comisin integrada por representaciones del Frente Popular, U. G. T. y C. N. T, visit al gobernador. Le advirtieron lo que suceda y le pidieron armas. El gobernador, que estaba complicado, deneg la peticin. "Asaltaremos las armeras", le dijeron. "En ese caso intervendr la fuerza p-blica", contest.

    Durante dos noches permanecieron los obreros sin rendirse. Slo disponan de cuatro pistolas. Imposible sostenerse. Al fin la huida, la derrota, la represin sangrienta...

    Juan Bayo consigui permanecer oculto en casa de un fa-miliar. Toda la Polica de Teruel le buscaba. Le descubrieron. Fueron a detenerle y les hizo frente con un viejo revlver. Sali huyendo. Las sombras de la noche protegieron su em-presa. Adems, era gran conocedor del terreno. Esto le salv

    la vida. A dos kilmetros de la capital haba una roca con un agujero en el que caba un hombre. All se guareci.

    Ms tarde un familiar suyo, creyndole cadver, sali al monte por si le encontraba. Le hall; pero . vivo, aunque fatigado y hambriento. Llevle co-mida para varios das, teniendo buen cuidado de tapar con piedras y maleza la entrada de la cueva. Esta operacin se repeta varias noches cada semana. No sala de su escondrijo. Y as un mes, y otro y otro... Hasta que una no-che, dispuesto a todo, sali al monte, cruz las lneas enemigas como una sombra y lleg a nuestras avanzadillas. Entre los compaeros de guardia haba varios que le conocan. Esta-ba salvado!

    Juan Bayo da fin a su relato. El gozo de ver-, se entre los suyos se le sube a los ojos...

    Juan Bayo, secretarlo del Sindi-cato de la Construccin de Teruel Antonio ESTEBAN MAMBRILLA

    ^ ^ I d a en todos los kioscos y libreras el segundo ^ H tomo de las Ediciones < Mi revista, la novela ^ ^ cinematogrfica revolucionaria

    LA PATRIA TE L L A M A Precio 1 UNA pasata

    Ametralladora a n t i -area del frente de

    Teruel.

    M 'i/wtd

  • El grupo internacional de la columna Durrui De nues t ro compae ro A n t o n i o C A B A

    Llegamos a Velilla, pueblecito junto al Ebro, y de los que viven de cerca la tragedia de la guerra, una maana de fro intensoese fro aragons que penetra hasta los huesos, en un magnfico Ford puesto a nuestra disposicin por el compaero Ruano, del Cuartel General, y llegamos en el momento preciso en que los elementos del Grupo Internacional, armas al hombro y bombas de mano en bandolera, se preparaban para partir a lugares ordenados por el mando.

    Pablo Vagliasindi, tcnico militar de la columna, nos reco-mienda en un escrito, en calidad de enviados de Mi REVISTA, a los delegados del Grupo, al objeto de que nos den facilidades en nuestra labor informativa y podamos obtener notas que interesen a nuestros simpticos lectores.

    Tan afablemente fuimos recibidos y con tanta cordialidad por los compaeros del Grupo Internacional, que bien pronto nos pa-reci estar entre viejos amigos. Mientras charlbamos nos fueron obsequiando con vino, bizcochos, caf y tabacofrancs, por cier-to; al parecer, no andaban muy abundantes de tabaco.

    Me contaron cosas, muchas: actos del mximo valor y hasta herosmo, y me lo contaron con tal sencillez que, al parecer, no le concedan la menor importancia. Tantas cosas me contaron, que ahora me veo apurado al ordenar mis notas y lograr quede en ellas reflejado algo de las ms destacadas hazaas de estos bravos muchachos del Grupo Internacional.

    El gran amor a la causa de nuestra Revolucin y el afn de luchar contra el fascismo que ardientemente sentan elementos li-bertarios de diferentes pasesalemanes, franceses e italianos principalmente, hasta el punto que muchos de ellos han ofren-dado sus vidas, fu el inicio del Grupo internacional, que, enrolado en la columna Durruti, ha ocupado siempre los puestos de mayor peligro y responsabilidad. Hoy lo vemos integrado por vanos centenares de hombres de todos los pases, que rivalizan en va-lenta para defender la causa del pueblo, que es la de la Revolu-cin y del antifascismo. En Sitamo, Pina, Farlete, Perdiguera, Osera, Quinto..., en todo el frente de Aragn se han cubierto de gloria Far/ee.Perdida por los fascistas la posicin de Farlete, re-

    Millcianos de la Co-lumna Internacional r e c r e n d o s e con un j u m e n t o tipo fascista.

    Un grupo de la famosa Columna Inter-nacional.

    ft'ims

    ciben orden de recupe-rarla. Atacan con mpe-tu. La primera arremeti-da seria la dan contra una ermita que dista un centenar de metros del pueblo. Un anarquista ru-so Alexander S t a r a-dolg, que haba tomado ya parte en la guerra ci-vil de su pas, defenda el lugar con una ametra-lladora. De pronto reci-be aviso de retirarse; pe-ro creyendo que cumple mejor con su deber con-tinuando al pie de la m-quina, as lo hace, dis-parando hasta agotar las municiones. La ametralla-dora sin municiones era ya un instrumento intil para la defensa; mas Ale-xander conserva en su poder tres bombas de mano. Los fascistas avan-zan decididamente hacia l. Alexander Janza con-tra ellos una de las bom-bas, q u e momentnea-mente les hace retroceder. Se rehacen y vuelven a la carga, pero son nuevamente contenidos por una segunda bomba de mano, y en forma igual emplea la tercera y ltima. Queda an en su poder el mosquetn. Dispara con l contra el enemigo, y, al quedarle la ltima bala en la recmara, aplica el can a su barbilla y muere como los hroes de leyenda antes que entregarse a los fascistas.

    Quinto.El francs Poms y un camarada alemn se filtran en el campo enemigo, sorprendiendo una de las guardias y dando muerte a todos sus componentes. Al poco rato regresan a sus filas y relatan su hazaa como si tal cosa, como si fuera un hecho vulgar y obligado.

    Monnard, delegado del Grupo, con material y prisioneros despus de haber entrado en las trincheras rebeldes, recibe un balazo en la cabeza que lo tumba para siempre. Est enterrado en Velilla. El pueblo entero le rindi el postumo homenaje en sentida manifesta-cin, y cinco caonazos disparados despus esparcieron sus ecos por aquellos lugares en honor del hroe.

    Osera.Fu tal el empuje y coraje empleados por el Grupo Inter-nacional cuando la columna Durruti tom Osera, que, saliendo en persecucin del enemigo, traspas la zona sealada para el avance, hasta que se dio cuenta de estar aislado, volviendo entonces a sus lneas.

    Sitamo.Las fuerzas de Medrano y una centuria de la columna Durruti lo tenan cercado. Faltaba el asalto decisivo; tomar definiti-vamente el pueblo. El Grupo Internacional se lanza al ataque y por asalto toma una de las primeras casas del pueblo; cae a continuacin casa Blanca, baluarte de la resistencia fascista, y as luego, casa por casa, con bombas de mano y botellas de lquido inflamable se consi-gue la total conquista del poblado, cogiendo al enemigo caones, ametralladoras y gran nmero de prisioneros.

    Perdiguera.El Grupo Internacional se apodera de todas las for-tificaciones que defienden el pueblo, rechazando a los elementos fas-cistas que las defendan, que retroceden hasta el interior del po-blado. Por la noche se toman varias casas; pero al llegar el nuevo da los fascistas con dos mil hombres de refuerzo y cuarenta ametra-lladoras contraatacan. Se lucha con bravura, imponindose al fin la retirada, que es cubierta con xito y valenta por los muchachos del Grupo Internacional.

    Llega a un grado tal su entusiasmo, que al despedirse de nosotros uno de los camaradas delegado del Grupo y nieto, por cierto, de Ferrer y Guardia, nos deca:

    Haced notar en vuestro reportaje que nuestro nico deseo es tomar parte en nuevos y prontos ataques, y que estamos siempre dispuestos a obedecer cuantas rdenes emanen del Cuartel General, que ha merecido en todo momento la absoluta confianza del Grupo.

    Lector: Ayuda a tu hermano del frente que lucha por tu libertad.

  • UN EJEMPLO DE LOS PUEBLOS HERMANOS

    ln njo del ta SJnttu combate en el

    Po-ulat

    Por RUIZ DEL CAMPO

    Ghvet, hijo de un ras abi tros heroicos soldad

    La solidaridad internacional por el pueblo espaol, levantado en armas contra el fascismo, tiene las rns extraas manifestaciones. Los pueblos de Europa, aun aquellos hollados por la pezua del dic-tador, inician colectas econmicas, organizan suministros de vveres, prodigan folletos y carteles exaltando el herosmo de nuestros com-batientes. Y no se limitan a esta asistencia, sino que los antifascistas europeos han enviado a sus hombres de vanguardia a unirse con nuestros milicianos en todas las trincheras, donde el fascismo encuen-tra la respuesta a su cinismo.

    Cuando Abisinia sufra en sus propias entraas los atropellos de los soldados italianos, y vea hollar sus hogares por hordas de mo-dernos salvajes, tambin nuestros hombres quisieron unirse a su lucha, con una clara visin de lo que el fascismo internacional pre-paraba. Y hoy Abisinia responde a aquella generosidad del pueblo espaol con el gesto de este hombre modesto que oculta su desta-cada personalidad con su gorra de cuadros y un modesto abrigo. Es un notable abisinio que ya figura en nuestras brigadas interna-cionales y que ha venido a vengar a sus hermanos de raza en este suelo espaol que hoy quiere conquistar el fascismo.

    Un oficial espaol herido tres veces en el frente del Centro nos hace la presentacin del nuevo soldado de la libertad.

    El comandante Ghvet, de la Brigada Internacional. Un abisinio, hijo de un ras notable.

    Ghvet sonre agradecido y corresponde a nuestro sa-ludo con unas breves palabras en ingls.

    Temo fracasar en esta interesante informacin. El abisi-nio no conoce nuestro idioma y no puede contestar a nues-tras preguntas. Pero un simptico negrito de la Guinea es-tudiante de ingeniero , que forma parte de nuestra improvi-sada tertulia internacional, se nos ofrece como intrprete. Y la intervi a travs del estudiante de Fernando Poo tiene a ve-ces la expresin de una charla ingenua.

    He credo que mi deber estaba aqu, con vosotros, con es-tos heroicos espaoles que han sabido contener las ambiciones de esos canallas que han asaltado mi patria. Mi padre, el ras Imru,] no quiso resignarse al yugo del dictador italiano y fu uno de los ltimos abisinios que luch por impedir el atropello y por defen-der los derechos de un pueblo que, pese a todo, ha de ser libre.

    Ghvet dice esto enrgicamente, convencido de que sus herma-nos sabrn algn da responder a sus actuales dominadores.

    Yo tambin he combatido en mi pas. Durante algunos meses

    empu las armas en unin de mis hermanos para sostener una heroi-ca resistencia.

    Al comenzar la guerra civil es-paola segu con todo inters vues-tra lucha. Conoc la repeticin de aquellos criminales bombardeos que los mercenarios fascistas prodiga-ron sobre nuestros humildes pobla-dos. Vi esas fotografas de las no-centes vctimas de la metralla, tan idnticas a las de aquellos peque-os abisinios que perecieron en nuestra guerra.

    Eran tan iguales vuestras des-gracias a las nuestras, tan igual vuestra situacin con la que vivi mi pueblo era la lucha de un pueblo contra un fascismo internacional que se ha credo dueo absoluto de los destinos del mundo , que yo, combatiente abisinio, pens, como otros hermanos de raza, que la de-fensa de nuestra causa estaba en Espaa.

    Abisinia ha sufrido mucho, co-mo sufre hoy Espaa. Pero aqu el fascismo internacional fracasar. Madrid ser su tumba. Por eso quiero yo ir a luchar a esa ciudad heroica.

    > Los espaoles habrn escrito las pginas de una historia que ser-vir de ejemplo a todos los pueblos

    del mundo. Y Abisinia no podr olvidar a estos hombres que supie-ron ayudarla en sus desgracias y que hoy sabrn vengarla. Por la justicia de vuestra causa, si ello fuera posible, todo el pueblo abisi-nio estara hoy en estos frentes donde se est derrotando al fascis-mo mundial.

    El camarada abisinio no quiere ser ms explcito. Cree que son horas de hechos y no de palabras. Por eso, cuando le rogamos que vista el uniforme de la Brigada Internacional para un grfico, nos contesta enrgicamente:

    Soy un soldado ms. No he venido aqu a buscar honores. Soy un combatiente que quiere lograr la libertad de un pueblo que representa al mundo.

    Y Ghvet corta con una sonrisa nuestra intervi. Valencia, febrero.

    sinio, que lucha con nues-os contra el fascismo.

  • ELEGL\ DE MALAGA

    U L oi ^taio^ f Jiel /l^etcltel Dedicado exclu lente a "Mi revista

    S e arremat la parta

    de los majos del Pe r cne l . . . ! A acjuel cue la cuif>a ten^a tan mala muerte le den

    c(ue muera sin coniesin, j)a cjue se junda en la tierra con su malina intencin!

    H a n matao a r rasco hloN OS, el rey de los V erdiales,

    el f)are de los jiastores y amjjaro de los gaanes y amigo de los seores.

    \/\ traicin tuvo c^ue ser,

    (Jue [jor la cara no hay nombre cjue se le pueda f^oner! C o n los siete metales

    domen campanas

    c(ue nan matao al encanto de las serranas!

    P r e s o va Flix 1 astor,

    el serrano ms cabal;

    las paeres de la crcel

    lloraban de verlo entrar.

    L o s ciegos, en los romances,

    dirn lo q(ue na jecbo Flix, ms bravo c^ue los R o n d a n e s :

    M o n t y afianz el t rabuco

    por bajo de la bocacba, entil las bayonetas,

    puso espuelas a la jaca... y, acju se ven los valientes.

    la plaza (^ue estaba llena se lu c^uedando sin gente.

    Y se le cans la mano. . .

    y se le cans la laca

    y dio su cuerpo en la arena

    cuando revent la jaca de sentimiento y de pena.

    De pena y de sentimiento

    de no poderle valer,

    cjue decir jaca es lo mismo c|ue si se dice. . . mujer! Sin calas ni garbero

    y con la frente parta,

    cjuebrajao el ceior y la calzona rompa.

    A-sn va r l ix Pas to r !

    Desgarra la paoleta,

    las chorreras arrancas...

    y en el pecho una jera cjue la sangre le corra por el lt imo alamar.

    As n se jicieron de l. I atava le temblaba

    (|uien lo tiene cjue prender!

    I malhero 1 obalo . . . ,

    el c|ue siempre se por t

    como cumple a su apeilo.

    C o m o 1 obalo L e n !

    Y malhero el Ca le ro . . . ;

    la sangre le goteaba

    por las crines del overo .

    1 el nio de la Jabera,

    con (Quince anillos cumplios, terciao en la portaera

    iba el angelito mo

    tan blanco como la cera. . : J ;.

    L ra ms gen cantaor!

    1 emplaba de noche y solo,

    como canta el ruiseor.

    I Q u i c o el de Frigiliana, y Botan el de Yunqjuera, y el moreno de C o n . . .

    se han juo a la Pedre ra de los montes de Oauc n ,

    la mantas sin madroera,

    la jerramientas mellas, los caballos espeaos

    y las cananas vacias...

    pa all van.. . esparrabaos,

    unos por el arenal

    y ot ros por el arbolao.

    A tos nos ti c(ue doler fjue se esgrane la simiente de los hombres de poder !

    Jincarse a pedir por ellos. . . ,

    por los pobres c^ue han matao

    y los pobres cjue se han m u e r t o ! ^ u e a los tjue van acosaos no les hace lalta ms

    cjue una canana corra... y una gea voluntad. ,

    C-Htiaue ^pej ,=4-latcn

    \%

  • BELLOS RINCONES BARCELONESES

    El Pao de los Naran-jos del Pa-lacio de la Generali-dad de Ca-talua

    finnif El Patio de los Naranjos, mxima belleza del Palacio de la Generalidad, es oigo tan barcelons, tan original y hermoso, que no podemos substraernos a la idea de dedicarle un rato de trabajo. Empez a formarse a mediados del siglo XVI con los espacios libres que iban quedando al desaparecer los edificios que poco a poco absorba el viejo Palacio de la Diputacin para dar paso a sus naves de mrmol. Por entonces lo originalidad de este patio se reflejaba en sus gruesos mu-ros revestidos con piedra de Montjuich y coronados con arcos y gr-golas simulando galeras anlogas a la que actualmente decora el patio gtico. En 1527 se abri la ventana de la cmara dorada y nueve aos des-pus se plantaron los naranjos que han perfumado y dado nombre a tan bello paraje. En aquella poca se construy una de las actuales puertas que comunican la antigua residencia de los diputados con el patio, y algo ms tarde, en 1545, fu alfombrado todo l con un manto de oro, pues mayor que si de oro fuesen es el valor de las losetas de mrmol de Carrera que pusieron. El Patio de los Naranjos adquiri renombre y popularidad en aquellos tiempos en que fu utilizado como antesala de la Au-diencia, porque en l se congregaba el pblico sediento de emociones que acuda a presenciar los juicios orales.

    0 la Diputacin pas a ocupar la Audiencia y todos los os colindantes, se levant el macizo de tierras que ser-e base al patio, construyendo en su lugar las grandiosas

    destinadas actualmente a dependencias del Gobierno Catalua. Restaurado el patio sobre las bvedas de las

    vas dependencias, fu enriquecido con artsticos azule-, con una estatua de San Jorge, que sirve de adorno a 1 gracioso surtidor, y con un nfora griega, autntica, Hocedente de Ampurias. Y mientras de sol a sol el maravilloso Patio de los Na-ranjos ofrece sus encantos al visitante, bajo la cons-tante vigilancia de centenares de palomas que le ro-dean y siguen atentas todos sus movimientos, en el silencio de la noche, cuando la vida oficial muere en la Generalidad y los curiosos desaparecen, dos faroles de bronce, cincelados, colocados sobre esbeltas columnas de mrmol, iluminan tan bello lugar, que parece dormido todo en l al arrullo del suave rumor del agua que brota de las fauces del dragn de San Jorge.

    Fernando DE ARAGN

  • El gran poeta Federico Garca Lorca, asesinado por los fascis-tas, y cuyo delito era el talento.

    iiiiiiiiiiiiiiiiiJiiiiiiriiiiiiiiiiiMiiiiniiiiiiiiiitiiiiiiiiiniiiiiiMiiiiiniiiii

    Jl y que yo me

    creyendo que era mozuelo, pero ena marido.

    Wi. ^im>3ta

    Informaciones especiales de "Mi revisia"

    u en Madr id . En 1929. La sala del Lyceum, colmada, escuchaba una voz

    de inspirado, honda y entraable, como agua fra de pozo. Escritores viejos y nuevos , mujeres bonitas. Todos el corazn alerta, escuchaban arrobados la voz profunda y mstica. Era Federico Garca Lorca que lea su conferencia: Imagina-

    cin, inspiracin y evasin en la poesa. Nues-

    tra alma rebelde y romntica haba anclado en

    aquel centro, en la poesa pasin y ensueo

    mstico, exaltado siempre de nuestro pueblo

    nico que aprendi en sus piedras y en sus aguas

    la fortaleza y la dulzura del alma espaola. Y

    qu estremecimiento de savia joven, qu profun-dos avatares de poesa, qu hondura y qu gra-

    cia en aquel soli loquio sobre la creacin potica, tan magistral-

    mente dicho! Ya lo habamos conocido al poeta en su Romance

    Gi tano publ icado el ao anterior y en las revistas de poe-

    sa espaola pura, donde su nombre era siempre familiar. Pero

    all en aquella misa laica del Lyceum, junto a su voz de extraas y profundas resonancias, conocimos y admiramos al poeta.

    Luego frente a la mesa cordial de la Granja de Henares, con otros poetas departimos unos momentos con l. Estaba fat igado

    por la conferencia. Sin embargo, qu gil , qu comunicativo, qu

    lleno de vida qu prisa ayl por vivir y qu simpata extraor-

    dinaria en su alma y en su fisonoma de autntico espaoll

    Federico Garca Lorca sealar uno de los momentos ms

    bellos y opulentos de la poesa lrica espaola. Entroncado en la

    poesa genuino del pueblo, la raz de su cont viene del Roman-

    cero onnimo, de Gngoro y de Lope. En lo poesa espaola con-

    tempornea su nombre quedor junto al de mi paisano Villaes-peso y Mochodo, como uno de sus valores ms firmes. Poesa lo

    suyo hundida en lo trgica y maravilloso de Espoo, mezclodo

    con lo songre y el alma de lo Espoo de siempre. Poesa oloroso

    a frescuro de carmen de su Granado, o geronios mojados. Con lunas fros en los caminos, y con el estremecimiento trgico de lo

    muerte, impaciente en los cuchillos y en los corazones de

    sus hroes. Ella dijimos un dio ol hoblar de lo poesa de Garca

    Por Antonio G. SALMERN

    Lorcc-ido entre los geranios y el aguo pensativo de los crmenes. Sobe

    de lo ' la muerte. De los puales nerviosos que se vienen, solos, o las

    montuna fro alumbrando los caminos bordeados de adelfos.

    ilparco Lorca ho muerto de molo muerte, como muchos de sus hroes gitanos o los

    f ' '>iii ini' i)i i it i i i i i i it i i i i inii i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i! i i i i i i i i i i i i i i i i i i itmitii i i i i i i iuiiuiii i i i i i i i

    a. ca

    la llev al ^i

    In-kQL nardos nt caracolas la

    ''enen el cuis an fino, " ' los cristales con luna ''alumbran con ese brillo.

    Fu la noche de Santiago Sus muslos se me escapaban y casi por compromiso. co^o ^^^^s sorprendidos. Se apagaron los faroles / ^^^j j^^^^ ^ lumbre, y se encendieron los grillos. ^ ^.^^j j^^^^ ^ y^>^ En las ltimas esquinas Agella noche corr toqu sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidn de su enagua me sonaba en el odo como una pieza de seda

    *' mejor de los caminos, '*^ontado en potra de ncar ^in bridas y sin estribos. ^Yo quiero decir, por hombre, 'as cosas que ella me dijo, ^o luz del enendimieno

    rasgada por diez cuchillos. me hace ser muy comedido. Sin luz de plata en sus cop^ Sucia de besos y arena los rboles han crecido ya rr,^ la lleve del rio. y un horizonte de perros ladra muy lejos del rio.

    Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo, y o me quit la corbata. Ella se quit el vestido, yo el cinurn con revlver. Ella sus cuatro corpinos.

    c, /,

    me

    0/3 el aire se baic

    tiitiiiHiiiiiiiiiiiiiiiMlliliiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiriiiiiiiiiniiiiiiiiitiirJiiiiiiiiriiiiiiiMiiii'jj

    '^ ^ espadas de los lirios.

    Me port como quien soy. ^omo un gitano legtimo. ^^ regal un costurero ^''ande, de raso pajizo, ^ "o quise enamorarme ^'^''que teniendo marido "'^ dijo que era mozuela '^^ondo la llevaba al ro.

    Federico GARCA LORCA

    ' '>iiii^

    treinta y seisenos. Nos

    ha dejado varios li-bros de poesas: Im-

    presiones y Poisojes (1918), Libro de Poe-mos (1921), Cancio-nes (1927), Roman-cero Gi tano (1928), Poema del cante hon-

    do (1931), Mar iano Pineda (1927), Lo Zo-p o t e r o Prodigiosa

    (1930),' Amor Ide Per-lipn con Berliso en su Jordn (1933), Bodos de Sangre (1933) y Yermo (1935), un teatro trospasodo de poesa y lleno tambin de esencia espaolo, y varios poemas sueltos que no tuvo tiempo

    de publicar en libros. Su muerte ton intil, ton absurdomente in-

    til no nos duele slo por l. Nos duele por la voz que se quebr

    en su gorgonto, por los universos poticos de sus nuevos obras,

    yo quiz en embrin, y que han muerto con l antes de nocer a

    lo luz. Su muerte nos duele, ms por lo que haba hecho, por lo

    que aun teno que hacer, porque o medida que creca el hombre,

    creca tambin el poeta, como un destino vegetal esplndido. Ya mi talle se ha quebrado como cao de maz

    le hoce gemir o Antoito el Combor io en el romance inolvidable.

    Y prosigue en estos versos, que hoy vuelven o nuestra memoria,] omorgante, dolorosomente, con el fro de epitofiO:

    Tres golpes de sangre tuvo, y se muri de perfil. Vivo moneda que nunca se volver a repetir.

    ifjitmsl

  • v . " ^ ^%

  • ,-..-
  • 'iimjia, dando la bala de rebote incrustada en la cabeza. Llegaron en seguida a nosotros, acabando de motar a todos los compaeros. Nos registraron y uno de los de la cuadrilla al tocarme di jo: Hay uno vivo.> Y me dieron un tiro estando en el suelo y boca abajo, habiendo percibido perfectamente el correr del cerrojo. El tiro entr por el cuello y sali por la oreja. Me quitaron un portamonedas que llevaba en el bolsillo del pantaln con quince pesetas y se marcharon en el mismo camin, tarareando una cancin.

    Los instantes de angustia pasados en aquellos momentos no son para descritos. Me qued un rato escuchando el ruido de motor del camin y cuando se distingua el sonido muy dbilmente me incorpor con grandes precauciones, vindome lleno de sangre. Mir, lleno de pena, a mis compaeros. Los llam; pero todo en balde. Ninguno se mova. Recog mi chaqueta tambalendome, cayendo y volviendo a caer; me levant y, como pude, consegu llegar al monte con intencin de acercarme al pueblo prximo para entrar en l por la noche y poder curar mis heridas. Despus de recorrer alguna distancia encontr uno balsa que consider pro-videncial, y all pude saciar mi sed. Aunque el agua se ti en se-guida de sangre, por la gran cantidad que flua de mis heridas, a pesar de ello beb y beb hasta extinguir mi devoradora sed.

    Haciendo un anlisis de mi situacin, que encontr no del todo desesperada, y un tanto repuestas mis escasas fuerzas, reemprend la caminata sin sospechar ni por asomo la gron sorpresa que me estaba reservado. En el mismo monte y al resguardo de unos pinos vi un hombre tumbado, a quien hice seas pora que acudiera en mi auxilio, y al levantarse aqul observ con gran asombro y alegra sin lmites que ero mi hermano. Me reconoci en el acto y por efecto de la emocin qued en sus brazos preso de un formidable ataque de alegra. Mi hermano fu en seguida a buscar o otro com-paero que como l estaba oculto en el monte y su primera preocu-pacin fu prepararme algn alimento. Com con avidez un poco de los viandas que tenan y seguidamente mi hermano me lav las heri-das, extrayendo una de las bolos que tena incrustada en la cabeza, al lodo de lo oreja.

    Mi hermano y su compaero que estaban escondidos en el monte se provean todos los dios de comestibles por intermedio de otro compaero que les llevaba la comida y noticios de cuanto ocurra. En aquella ocasin me encontr unido al grupo, y, al darle cuenta de mi situacin, fu a buscar lo preciso poro curarme.

    Aquella noche dormimos en el monte con otros refugiados y o la maano siguiente nos encaminomos al trmino de Lo Carbone-r o ! en busca de tres compaeros ms que all se hallaban escondi-dos. Al unirse o nosotros nos dijeron que se haban enterado de que el da anterior los fascistas hobon fusilado o once de los nuestros, pero que ol recoger los cadveres encontraron diez solomente, fal-tando yo, a quien saudamente buscaban.

    Fu reconocido nuevamente por mi hermano y sus compaeros, quienes improvisaron otra curo de mis heridas, calentando aguo en una loto de tomates '^QC\a en lo que se ech una porcin de sol, quedando mucho ms tranquilo despus de esto segunda curo im-provisada.

    >Desconsamos unos instontes pora emprender la cominoto y en

    este momento se nos presentaron tres compaeros fugodos del

    pueblo El Castillo, asegurndonos que haba doce ms, o quienes

    en seguida buscomos, encontrndolos diseminados con algunos

    otros ms. Al da siguiente formamos dos grupos, compuestos en total do 'treinta y tres individuos, y nos ' ' o , dedicamos a ver el modo de burlar lo vi-giloncia que por oquellos contornos se ejerca.

    >Camnbamos por lo noche y o las siete de lo moona llego-mos o la Ermita de Santo Quiterio, donde nos dieron el alto en el puente, conociendo uno de los nuestros a uno de los de lo guordio. En un auto nos bajaron o Tordienta, donde enteramos de todo ol Comit militar, exponiendo nuestros vehementes deseos de ir inme-diatamente o buscar o los componeros. Uno de nosotros con seis de ellos salieron o buscarlos, y al encontrarlos nos reunimos todos en Tordienta, ingresando en los Milicias y montando aquello mismo noche la guardia.

    >Yo fui esplndidamente atendido, y desde entonces, y en unin de mi hermano, figuramos en la columna Del Barrio, cen-turia 12.

    Despus de la odisea recorrida por estos dos hermonos, nos di-cen, llenos de tristeza, que o estos fechas no tienen noticia alguno del parodero de su familia, sabiendo solamente que su podre se hollaba en poder de los facciosos e ignorando lo suerte que puede caberle en estos momentos.

    Esperan lo terminacin de lo licencio que les concedieron poro venir o Barcelona e inmediatamente se reincorporarn a la columna en Tordienta llenos de gran fervor y entusiasmo por lo causo. Con toda el olmo deseamos la mejor suerte o estos bravos y simpticos hermanos, as como o sus componeros.

    LA FLORIDA, E, C. Ronda Fermn Salvochea, 7 - Telfono 13957 - BARCELONA

    PERFUMERA Y ARTCULOS PARA REGALO COLONIA MISTERIOSA

    C o n t r a a s c o n o s J U G O D E O R O

    G E N r L E M A N

    M A X I M S

    Locin vegetal que doro el cabello

    Seleccin distinguida poro el caballero

    C r e o c i o n e s d e B e l l e / o

    '^t.

  • I Camarero de monseor Acquaviva y soldado de

    D. Juan de Austria. Dicen las crnicas que ninguna vida fu tan triste como la

    de D. Miguel de Cervantes Saavedra. El laurel del genio que rodea la memoria del autor de Don

    Quijote no le fu otorgado por sus contemporneos. Los hom-bres de su poca, hasta los ms ilustres, le tuvieron solamente por un escritor notable. Fu necesaiio que corriesen los aos despus de su muerte para que el mundo reconociese la perso-nalidad, por pocos igualada, de aquel inquieto escritor cuya vida fu tan ejemplar como su obra.

    Aun cuando muchas ciudades de Espaa se disputaron el honor de haber sido cuna de tan egregio personaje, precisa-mente despus de haber sido reconocido su genio universal-mente, al fin pudo averiguarse que fu Alcal de Henares el lugar de su nacimiento, habiendo sido bautizado en la iglesia de Santa Mara la Mayor el da 9 de octubre de 1547.

    Su padre, D. Rodrigo de Cervantes Saavedra, caballero de rancia hidalgua, era muy pobre de recursos, de lo que se desprende que Cervantes no pudo disponer en su infancia de los medios necesarios para procurarse una slida cultura. Pero lo que no pudo aprender en las aulas lo aprendi en la calle, en la plaza pblica, en la vida, derramando luego toda su sabi-dura en las pginas de sus libros inmortales.

    Su maestro predilecto fu el presbtero Juan Lpez de Hoyos, que regentaba una escuela de Humanidades en Madrid. Por cierto que el da 24 de octubre de 1568, con motivo de cele-brarse las exequias de la reina Isabel de Valois, mujer de Fe-lipe II, el Ayuntamiento de la villa y corte encarg a Juan Lpez de Hoyos la redaccin de las inscripciones y lemas que haban de figurar en las decoraciones de la iglesia el da de los fune-rales, participando de esta labor Cervantes con algunas com-posiciones poticas que merecieron grandes elogios.

    Por aquel entonces lleg a Madrid, en calidad de legado es-pecial del papa Po V, para dar el psame a Felipe II por la muerte del prncipe D. Carlos, monseor Acquaviva, prelado exquisito y de una gran cultura, que apeteca siempre el trato con artistas y hombres de letras; y, al serle presentado y reco-mendado Cervantes por su maestro Lpez de Hoyos, prendse de sus buenas cualidades y mritos y lo acept "a su servicio como camarero, saliendo juntos de Espaa para Italia en di-ciembre del ao 1568.

    Cervantes aprovech aquella oportunidad para viajar mucho por Italia, por la Italia de entonces, que era orgullo de Europa por ser la sede de las Artes, de las Letras y de las Ciencias.

    En el palacio de monseor Acquaviva hallbase Cervantes dentro de un ambiente del ms refinado gusto artstico, debido a que sus salones eran parte principal de la corte papal, por donde desfilaban las figuras ms excelsas del Renacimiento ar-tstico e intelectual. Pero a pesar de ello y de que no tena que preocuparse por las necesidades materiales de la vida, que provea con holgura aquel magnate romano, la inquietud de Cervantes iba en aumento, y en su afn de ser libre resolvi, en 1570, entrar en la milicia, alistndose en la compaa que mandaba el capitn Diego de Urbina, que serva entonces a las rdenes de Marco Antonio Coloma. Y no hay que decir a qu grado lleg el entusiasmo de Cervantes al ceirse la espada y verse por primera vez formando en las filas de aquellos glo-riosos tercios que eran smbolo del valor, de la nobleza y de la victoria.

    En 1571 qued constituida la Liga o Alianza contra los turcos

    Por Fernando PINTADO

    entre el papa, Felipe II y la Repblica de Venecia. Fu nom-brado jefe de las fuerzas de mar y tierra D. Juan de Austria, y con una rapidez prodigiosa organiz este gran militar una formidable flota que fu lanzada sin prdida de tiempo en busca del enemigo, dando con l precisamente el da 7 de octubre del mismo ao, en el golfo de Lepanto, donde se libr la san-grienta batalla de este nombre, en que fu derrotada y deshecha toda la escuadra turca.

    Cervantes iba en la divisin que formaba el ala izquierda de la escuadra aliada, en la tripulacin de la nave La Marquesa. Se bati heroicamente y recibi varios arcabuzazos en el pecho, de los que cur, y otro en el brazo izquierdo, que se lo inu-tiliz para siempre. Y es de notar que desde aquel da hasta el de su muerte Cervantes se vanaglori de la prdida de su brazo, que le vali el apodo de "Manco de Lepanto".

    A los cinco aos de vida activa militar, de privaciones conti-nuas, de batallar incesante, de vida errabunda, de sufrimientos de todas clases, se convenci de que jams lograra pasar de soldado. Continuar en la milicia despus de haber perdido todas sus ilusiones hubiera sido gran torpeza. Pens otra vez en su libertad e independencia, que en vano haba buscado en la ca-rrera de las armas, y troc la espada por la pluma para mayor y ms autntica gloria de Espaa.

    Cautivo rebelde. En el captulo anterior seguimos paso a paso la vida y milagros

    de D. Miguel de Cervantes Saavedra hasta que en 1575, despus de cinco aos de vida activa militar, cansado de batallar y de sufrir toda clase de privaciones, desvanecidas sus grandes ilu-siones militares, convencido de que a pesar de su arrojo jams pasara de soldado, con un brazo menos, que perdi en la glo-riosa batalla de Lepanto, embarc para Espaa provisto de cartas de recomendacin de D. Juan de Austria, que le distin-gua por su inteligencia y valor.

    Embarc en el puerto de aples, en la galera Sol, que inme-diatamente hizo rumbo a las costas de Espaa. Pero, por lo que sucedi despus, no haba llegado la hora de la paz para Cervantes, ya que a los pocos das de navegacin la galera se vio rodeada de improviso por numerosos bajeles corsarios obe-dientes a la voz de mando de Mam, audaz capitn de mar, al-bans, que tena su feudo en aguas africanas. Tras breve resis-tencia la galera tuvo que rendirse y todos los que en ella iban fueron hechos cautivos y en calidad de tales desembarcados en la ciudad de Argel.

    Los cautivos, en aquella vergonzosa poca de piratera que se desarroll al margen de las guerras interminables entre cris-tianos y musulmanes durante la Edad Media, eran adjudicados a cuantos haban tomado parte en la presa, quedando los piratas dueos absolutos de sus cautivos, con potestad de vida y muer-te. Y, aparte de que tal derecho de propiedad no estaba limi-tado ni regularizado por ninguna lev, los cautivos sufran toda suerte de malos tratos y vivan recluidos en infectos calabozos, se les someta a trabajos inhumanos y se les venda o ahorcaba si no llegaba a tiempo el correspondiente rescate.

    Cervantes pas a sef propiedad de! capitn Dal Mam por-que ste se dio cuenta del respeto con que le trataban sus com-paeros, de sus maneras y trato lleno de distincin y de las cartas de recomendacin que se le encontraron encima. Dal Mam crey que Cervantes era persona principal, por la que podra cobrar un buen rescate.

    (Confnuar.)

    iniiriiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiMiiiiiiiiiiiiitiniiniiiiiiiiiiiitiiiiiii

  • Esta manana me levant muy t e m p r a n o , en contra de mi cos-tumbre, porque tena que salir a hacer algo muy importante.

    Pero no tanto como para le vantarme dos ho-ras antes de la p r e c i s a . Y es que mi desper-tador se haba adelantado Yo no lo supe hasta que no estuve en la calle y vi la hora en el reloj de un edificio. Mi dilema fu el siguiente: Re-greso a casa?... Esperoaqu?.. >

    Como no te-na ninguna mar-garita que des-hojar para que me diera la so-lucin, resolv ir andando lenta-mente.

    L legu a la plaza de Cata-lua, que se en-contraba desier-ta. Es decir, con sus cascadas de agua y sus es-tatuas.

    Contempl un m o m e n t o las c a s c a d a s de agua, que no hacan ms que murmurar mon-tonamente, fasti-diadas de tener que hacer siem-pre lo mismo.

    luego mir a las estatuas, que se encontraban bastante incmodas, las pobrecitas, por permanecer durante muchos aos en la misma postura.

    Cuando pas por delante de una que se halla situada en el suelo rodeada de hierbas, o que suspiraba.

    gQu te sucede? le pregunt . Te aburres como yo? Naturalmente! - me respondi . Es lo nico que me est permi-

    tido hacer: aburrirme. Aburrirme eternamente I Pero es que puedes hacer t algo ms til? Me mir un poco despreciativamente y repuso, ofendida: He podido hacer cosas y las he hecho bastante heroicas. Lo que

    sucede es que nadie quiere enterarse. Yo s tengo inters en saberlo Cuntame... Es curiosidad? No, es... En fin, te contar mi vida, que es bastante triste. Cuando me escul-

    pieron y me vi tan bonita pens que iba a ser expuesta en alguna expo-sicin o que me llevaran a un museo. Ah, un museo! Mi suprema ambi-c in! Pero no; me trajeron aqu sin pedirme permiso, expuesta a coger un reuma. Mucho que le preocupa a nadie el que yo coja un reuma!

    La estatua estaba verdaderamente despechada y trat de consolarla. Despus de todo es mejor que ests aqu en vez de en un museo,

    pues constantemente te puede contemplar la gente. S?... Pero es que crees que se para alguien a admirarme? Nada

    de eso! Pasan milicianos, nieras, modistas, altos empleados... y nin-guno se digna mirarme.

    Es posible? Qu ingratitud! Te aseguro que me aburro muchsimo. Siempre estoy deseando,

    para divertirme, que suceda algo: que se caiga un chiquillo de los que juegan aqu, o una persona mayor y se rompa una pierna; o que des-carrile un tranva, o que choquen dos autos..,

    Qu barbaridad! Qu cruel eres! Tienes el corazn muy duro. Qu quieres!... Las circunstancias me lo han hecho de mrmol. |Oh, no, no! Refrena tus malos instintos. Eso no me gusta. Piensa

    que no eres tan desdichada como dices. Eres bella, oven, eternamente joven!, pues las garras de! tiempo no lograrn marcarte nunca unas arrugas...

    La estatua se sinti lisonjeada con estos palabras. Y vi que empeza-ba a rebullirse, como una gatita mimosa, satisfecha en su vanidad.

    Sigua relatndome tu vida le invit. No sabes cunto bien me haces! Nadie hasta ahora se dign

    hablarme. Y ya que eres tan amable, por qu no me regalas una capa? Has dicho una capa? pregunt extraada, creyendo no haber

    odo bien. S, como la que le pusieron a la Cibeles en Madrid hace aos. Me qued estupefacta.

    DILOGO INTRASCENDENTAL CON UNA ESTATUA DE LA PLAZA DE CATALUA

    Y cmo te enteraste t de eso?

    Ya te he di-cho que yo me e n t e r o de mu-chas c o s a s . . . Me la traers?

    Pero mujer, aquello fu una atrocidad; un hecho inslito!

    Atrocidad! Hecho inslito!.. me r e m e d s a r c s t i c a . Bien se ve que t no pasas fro.

    Iba a decirle a l g o , c u a n d o continu hablan-do implorante.

    Es que, ade-ms, deseo la capa porque me sucede algo ho-rrible.. Las pa-l o m i t a s . . . sa-bes?... se posan sobre mis hom-bros y... Es es-pantoso! Q u ultraje!

    S, compren-do... A m tam-bin me'ha suce-d ido!

    - Q u te ha sucedido? Dn-d e ? C m o ? Cundo? me pregunt espe-ranzada, quizs por aquello de: Molde muchos...

    Fu un da quepaseabapor la rambla de los Flores...

    Paloma o pajarito?

    -Pajar i to . ! Desde aquel momento, por saber que habamos participado las dos

    de la misma desgracia, la estatua se mostr ms comunicativa. Ay, si hubieras venido a verme antes!me dijo . Antes del 19 de

    julio! Cuntas cosas habramos evitado! Empec a interesarme profundamente en su relato. Cuenta, cuenta... insist impaciente. En aquellos meses las noches transcurran serenas; la luna, mecida

    en el infinito, me miraba sonriente, envindome, como un peplo que me envolva, sus rayos plateados...

    Bueno, amiga ma, no te pongas cursi y vamos al asunto. jTe estoy hablando de lo ms interesante! protest. Quin lo dira! Figrate que mientras la calma... ...de la noche, y la luna y los reflejos lunares te sonrean y envolvan... Dos hombres! Tres!! -Eh? Conspiraban muy cerca de m. Me dejas de una pieza! Pues cuantas te crees que tengo yo? Sigue, sigue con tu relato... -Consp i raban. Yo lo oa todo y no poda hacer nada... Estall la

    guerra! Carreras, tiros, humo, gritos, sangre, muerte... Te aseguro que fu un gran espectculo para m.

    Y lo dices tan fresca? Qu voy a hacer si soy de mrmol! Eso ya me lo dijiste antes. Pues gracias a mi serenidad se salvaron unos milicianos. Cmo fu? Se parapetaron detrs de m a la vez que disparaban sobre el

    enemigo. Sufriste algn dao? Claro que s: un balazo. Pero como tengo una tortcos que me

    impide mover la cabeza, no lo he visto. De todos modos merezco una laureada, no te parece?

    Indudablemente. Entonces t sers la encargada de pedirla para m? Mir en el reloj de la fachada en donde est Mi revista > y vi que

    me haba entretenido demasiado en dialogar con la estatua. Pens que D. Juan Tenorio no haba empleado tanto tiempo en hablar con la del Comendador y decid marcharme de prisa.

    - O y e , oye! - me llam la es ta tua.No dejes de escribir que quiero una laureada y una capa!

    Se lo promet. Pero no estoy segura de cumplirlo, porque es muy po-sible que no me acuerde. Tengo tan mala memorial

    P o r E l h e r i a A R T A Y

  • ^ . ^ ^

    Por Andr MAUROIS Traduccin exclusiva para

    'Mi revista'

    ^KX,

    Desde hace mucho tiempo deseaba conocer a Walter Cooper. Me gustaban su3 libros. Nadie, desde Kipling, ha hablado mejor de los animales; slo que en Cooper encontramos no ya la jungle asitica, sino la selva de los condados del Sur, hmeda, florida, poblada de conejos y zorros. ' ;

    Suele ser muy difcil ver a un escritor ingls. Entre los escritores britnicos, muchos ' -viven en la campaa y no van nunca a Londres. Las "letras" no constituyen aqui, como en Francia, una corporacin que tiene sus aprendices, sus maestros, sus estatutos, y Walter Cooper pasa por un salvaje aun en este pas que respeta toda libertad.

    Le ser muy difcil cogerleme haba dicho lady Shalford, quien, como yo, le admiraba. Vive en un pueblo de Suffolk, con su seora, en una casa de pays... ; Ambas familias haban sido puritanas; ha habido en ellas dos abuelos ministros y no-conformistas... Miriam Cooper lleva largos trajes, sin forma ninguna, que le llegan hasta el suelo... Es muy hermosa... Creo que no habla nunca...

    Esta descripcin aument mi deseo de conocer a los Cooper. Un da aprovech un viaje en coche para detenerme en su pueblo. Los aldeanos a quienes pregunt por Cooper ignoraban que viviese entre ellos un hombre de genio. No obstante, el carnicero supo darme las seas de los Cooper, que eran sus clientes.

    Supongo que usted se refiere a Walter Cooper, el escritor...le dije. . J Eso no se lo sabra decir... Pero ser el sobrino de la vieja miss Cooper. Segui el camino que el carnicero me haba indicado, y que daba infinitas vueltas

    entre dos cercados. El sendero me llev hasta una barrera que estaba abierta. La casa, pequea y deliciosamente pobre, estaba cubierta de chamiza.

    Vino a abrirme Miriam Cooper. Llevaba, tal como me dijo lady Shalford, un largo V. traje de muselina, y encima, como para protegerlo, un blanco delantal. La cara, admi- - */ rabie, era de una pureza inquietante, casi inhumana. Escuchaba mis excusas sin pro-ducir la impresin de que me comprenda, y sbitamente, en medio de una frase, huy . : como un animal asustado, con un grito:

    Walter! Los movimientos del largo y estirado cuerpo de Walter Cooper eran inhbiles; su

    americana amarillenta estaba cubierta de manchas y ligeramente rota. Recibi mis e.xplicaciones con benvolo silencio y me hizo seas de que entrara en la habitacin en que trabajaba, donde veanse unas hileras de madera blanca cargadas de libros. Al entrar, un hombre que estaba mirando los libros volvise hacia nosotros. Cooper lo present. Era un critico ilustre. Luego siguieron la conversacin que mi llegada haba interrumpido. Hablaban de peonas y de la profundidad en que era preciso plantarlas.

    Aunque podra parecer sorprendente, esta visita fu el comienzo de una amistad. Los Cooper vinieron a verme cuando pasaron por Pars para ir a invernar en Tamaris. Yo, por mi parte, volva a su casa para pasar un weekend en Suffolk. Sin embargo, a pesar de esta amistad y del evidente deseo que testimoniaban de volver a verme, no llegu a saber mucho ms acerca de la curiosa pareja de lo que supe el primer da de haberles conocido. Parecan, adems, tan incapaces de comunicarse entre ellos como con un extranjero. Por la noche, en su casita, se sentaban uno junto al otro, sobre un canap, frente al fuego, y suavemente se acariciaban los hombros. Creo que se amaban mucho. . _

    r: Hacia 1920, lady Shalford me escribi que iba a dar un baile de mascaras, cuyos beneficios iran a la caja de un hospital, y que si yo me encontraba en Londres en aquella fecha tendra sumo gusto de verme en su baile.

    Antes de entrar, detrs de un biombo, los invitados levantaron sus antifaces ante la seora de la casa.

    Good eveningme dijo lady Shalford. Cmo ha sido la travesa?... No ha sido muy mala, verdad?... Oh, es preciso que os ponga inmediatamente junto a una

    , mujer a quien le interesar. Me cogi del brazo, abandon su sitio junto a la entrada y durante mucho rato

    busc entre la muchedumbre. Ah!dijo por fin. Hela aqui. Me hizo sentar al lado de una mujer muy alta, con antifaz negro, y desapareci.

    Cohibido, perturbado, balbuce: Qu situacin ms difcil!... Como mi acento os lo revela ya, soy francs... Sin

    duda no volver a veros jams... Os dir todas las cosas secretas y tristes que se suelen decir en sueos a los fantasmas.

    Mi vecina tena las manos expresivas y mviles. Acept el juego con mucho esprit. La encontr al principio casi demasiado atrevida para mi gusto. Me confes sus deseos salvajes en aquel vocabulario candidamente cientfico que Freud y sus discpulos aca-baban de popularizar por aquel entonces entre los anglosajones. Pero luego habl tan bien del aspecto animal de la mujer, de las relaciones entre el amor y la naturaleza, de los libros que le gustaban, todos extraos y sensuales, que me conquist.

    Quin sois?suplicbale yo. Algunas cosas que decs me haran suponer casi que me conocis... Pero nunca he odo vuestra voz... No podrais, por un segundo, levantar vuestro antifaz?... Podrais volver la cabeza de un lado para que los dems no os vieran... No?... No volver a veros? Nunca conversacin alguna me ha dado tanto placer.

    He pasado una noche agradabledijo ella al levantarse. Muy agradable... Pero es preciso que nos detengamos aqu.

    Perdise entre la muchedumbre y yo no hice nada para encontrarla. Slo diez aos ms tarde me revel lady Shalford que mi interlocutora con

    antifaz fu Miriam Cooper. En cuanto a Walter, descubr la semana pasada que tambin habla, a su vez,

    cuando est borracho.

    /TTP

  • m i

    ira i

    El estampido del ca-n y el fuego de la fu-silera asordaban. Los a u t o s , blindados con colchones , cruzaban raudos disparando con-tra los pacos parapeta-dos en los balcones . Ac y acull caan he-ridos, muertos...

    Los pocos transen-tes h u a n alocados. Tambin de ellos caan muchos, algunos para no levantarse ms...

    Junto al mercado de Hostafranchs, una jo-ven de excepcional be-lleza, h e r i d a en un hombro por una bala perdida, c a y en la acera, sin sentido. Unos brazos piadosos la entraron en un portal, la subieron a un piso proletario, la acostaron en un mo-desto lecho... Y las manos hbiles de una obrera le hicieron la primera cura, con buena voluntad y pericia consumada...

    Tres das de incoherencias y delirios, de lucha con la muerte. Por fin, merced a los cuidados de la obrera, la joven abri los ojos; su mirada vag con asombro por la habitacin y luego, entre esperan-zada y temerosa, se fij en los ojos azu-lados y francos de su enfermera. .

    'i Dnde estoy ?^pregunt. ^En seguridadle respondi la voz

    serena y bien timbrada de la obrera. ^Pero y si me descubren los de la

    F. A. L? Ay, Dios mo, estoy perdida! Son tan criminales!

    Ha visto usted a algn hombre o mujer de la F.A.L?interrog la obrera.

    ^ Oh, no I No lo quiera Dios ! Antes morir!

    Una sonrisa de compasin se dibuj en el rostro de la proletaria. En aquel instan-te suena el timbre de la puerta y la enfer-mera sale del cuarto de la joven herida. Una voz varonil, besos, voces infantiles, ms besos y algazara... y la voz de la obre-ra, de la madre, de la esposa :

    'Silencio; no gri-tis, por lo m e n o s . Tengo una joven heri-da, algo dbil...; he-mos de cuidarla mu-cho... Est muy enfer-ma... Delira...

    H< * ^

    La hermosa joven, restablecida del todo, se ha convertido en la ayudanta del ama de casa y tiene sobre su falda a los dos nios, a los dos hijitos de su sal-vadora.

    ( Cmo os llamis ? Y las voces canta-

    r i n a s cascabe lean : "Yo, Germinal... Yo,

    Libertad..." Y luego inquieren a su vez: "Y t? Cmo te llamas?"

    La preguntada titubea un momento. Despus besa apasionadamente a los pe-queos y reposadamente contesta:

    Yo, Mara... En la puerta de la habitacin aparecen

    unos milicianos. La gorra rojinegra da un aspecto marcial a sus rostros curtidos por el trabajo... Sus ojos brillan maliciosa-mente y el de ms edad explica:

    Perdona, compaera; andamos bus-cando a Sor Luisa Sotomayor... Nos ha-ban dicho que estaba escondida aqu...; pero vemos que nos han engaado... Sa-lud!

    Se retiran, y Germinal y Libertad abra-zan y besan a la bella joven, mientras el nio le murmura:

    Ah, picarona! Si ya lo saben! Por qu no les has dicho que eras t? >i No comprendes que no te harn nada, por-que nosotros te queremos mucho? Ya sa-ben quien eres, y saben tambin que te has cambiado el nombre. Sabes cmo te lla-mamos todos? Sor Fai!

    Y un nuevo abrazo y sonoros besos se-llan otra vez la amistad de aquella "mon-jita" parsita, convertida, por obra de la Revolucin, en verdadera hermana de los humildes productores.

    Jos