Michael White Giordano Bruno, El Hereje Impenitente 2003

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    MICHAEL WHITE

    GIORDANO BRUNOel hereje impenitente

    Javier Vergara Editor

    GRUPO ZETA

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    Ttulo original: The Pope and the Heretic

    Traduccin: Albert Sol

    Michael White, 2001

    Ediciones B Argentina, S.A., 2002 para el sello Javier Vergara EditorAv. Paseo Coln, 221 - Piso 6 - Buenos Aires, Argentina

    www.edicionesb.com

    Publicado por acuerdo con el autor, a travs de Baror International, Inc.,

    Armonk, Nueva York, Estados Unidos

    Impreso en la Argentina - Printed in Argentine

    ISBN: 950-15-2204-0

    Depositado de acuerdo a la Ley 11.723

    Depsito Legal: B. 13.082-2002

    Supervisin de Produccin: Carolina Di Bella

    Impreso por Printing Books, Av. Coronel DIaz 1344,

    Avellaneda, Buenos Aires, en el mes de enero de 2003.

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, quedarigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, lareproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografa y el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediantealquiler o prstamos pblicos.

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    Para nuestro hijo, Noah Isaac,

    nacido el 10 de mayo de 2000

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    NDICE

    NDICE .............................................................................................................................4Agradecimientos...............................................................................................................6Prefacio ............................................................................................................................7CAPTULO UNO - Preludio a una quema ......................................................................10CAPTULO DOS - Prisca theologica ..............................................................................15CAPTULO TRES - Venecia...........................................................................................24CAPTULO CUATRO - Prisca sapienta..........................................................................31CAPTULO CINCO - El juicio veneciano........................................................................49CAPTULO SEIS - Forcejeos con Roma ........................................................................73CAPTULO SIETE - Sangre en el suelo, fuego en el alma.............................................77CAPTULO OCHO - n las prisiones de la Inquisicin...................................................81

    CAPTULO NUEVE - Cae el teln..................................................................................90CAPTULO DIEZ - De nuevo!........................................................................................93Notas............................................................................................................................105APNDICE I - El lugar de Bruno en la historia .............................................................112APNDICE II - Breve cronologa de la vida de Bruno ..................................................114APNDICE III - Principales obras de Bruno.................................................................115Bibliografa ...................................................................................................................116Sitios de utilidad en la Red...........................................................................................118

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    Mis pensamientos estn cosidos a las estrellas.JOHN LILY

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    Agradecimientos

    Para un autor hay muchos placeres a obtener de la escritura: est la excitacin de lacreatividad, la emocin de recibir el primer ejemplar de un nuevo libro y, por supuesto, elcheque con que te lo pagan. Pero otro de esos placeres es el momento, despus de que elmanuscrito haya quedado terminado, en el que puedo expresar mi gratitud a todas laspersonas que han tomado parte en su creacin.

    En primer lugar, me gustara dar las gracias a mis agentes Russ Galen y PeterRobinson y a mis editores a ambos lados del Atlntico, Andrew Gordon en Londres y JenniferBrehl en Nueva York. Tambin quiero expresar mi gratitud al personal del Palacio del Dogoen Venecia y del Castel Sant'Angelo en el Vaticano, y a los bibliotecarios siempre dispuestosa ayudar de la British Library en Londres y el Museo Correr en Venecia.

    Finalmente, como siempre, me gustara dar las gracias a mi esposa Lisa, quien soportel que me fuera a Italia sin ella y a nuestros hijos India, George y Noah, quienes tuvieron queaguantar muchas horas de baarse sin pap.

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    Prefacio

    El tiempo lo da y lo quita todo; todo cambia, pero nada perece.

    GIORDANO BRUNO

    El fantasma de Giordano Bruno lleva aos cernindose sobre m. Bruno es una de esasfiguras histricas que han ido aparecindoseme una y otra vez, al estilo de un Zeligcualquiera, en lo que, al menos a primera vista, eran las historias de otras personas. Nuestroprimer encuentro tuvo lugar mientras escriba la biografa Isaac Newton. Se me apareci,como escritor y mstico, uno de los integrantes de ese reducido crculo de individuos quehaban contribuido a popularizar la tradicin hermtica, la sabidura de lo oculto. Newtonsiempre se sinti fascinado por aquel conocimiento secreto, y ley la obra de Bruno antes deembarcarse en sus propios estudios arcanos y experimentos alqumicos.

    Ms tarde, mientras estaba investigando un libro completamente distinto, Life OutThere, en el que examinaba la bsqueda de vida en otros planetas, Giordano Bruno volvi aaparecrseme. Result que Bruno siempre tuvo muchas cosas que decir acerca de la posibleexistencia de extraterrestres inteligentes. Procediendo de una figura del siglo XVI, aquello mefascin. Algn tiempo despus empec a escribir una biografa de Leonardo da Vinci,Leonardo, el primer cientfico, y all volvi a aparecrseme Bruno, sosteniendo una antorchapara iluminar la clase de sueos holsticos tan queridos por Leonardo. Bruno, descubr, habasido una combinacin de mstico, filsofo y cientfico que escribi sobre una forma deunificacin, una coagulacin de todas las disciplinas dirigida a crear una visin capaz deabarcarlo todo, como haba hecho Leonardo antes que l y como hara Newton despus del.

    Pero, naturalmente, Bruno fue algo ms que otro filsofo interesado en una serie deideas. Enseguida me qued claro que aquel hombre haba desarrollado su actividad en plenocorazn de la vida intelectual del Renacimiento y que haba ocupado un lugar destacado enuna autntica encrucijada de la evolucin del pensamiento humano. Bruno siempre estuvoimpulsado por el fervor de conocer y explorar. Para l no existan las fronteras, y no aceptabalas limitaciones. Era extraordinariamente inteligente y erudito, pero no fue ningn especialistao genio de una sola disciplina. La de Bruno era aquella clase de inteligencia que siempre vaen busca de los retos y las ideas peligrosas y encuentra nuevas conexiones entre ellas; pero,por encima de todo, tambin tuvo el valor y la determinacin de dar a conocer susconclusiones en una era manchada por las persecuciones y la fe corrompida.

    Bruno fue conocido desde muy joven como el Nolano porque haba nacido en Nola,

    un pueblo del sur de Italia, cerca de Npoles. Empez su vida adulta como simple sacerdote,pero dej su orden y fue excomulgado por considerrsele sospechoso de hereja. Pas elresto de su existencia recorriendo Europa, enseando y escribiendo. Nunca permaneci msde dos aos en el mismo lugar, pero aun as escribi docenas de libros y opsculos y gozdel favor de algunas de las figuras ms poderosas de su poca, Enrique III e Isabel I deInglaterra entre ellas. Durante un breve perodo actu como espa dentro de la corte inglesa yconoci personalmente a muchos de los ms clebres (y a menudo notorios) alquimistas,cabalistas y msticos de su tiempo. Era un hombre de trato difcil, apasionado y siempredispuesto a discutir; ciertamente valeroso, pero tambin abrasivo.

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    Despus de casi un cuarto de siglo de vida errante, decidi regresar a Italia. Encuestin de meses fue arrestado por la Inquisicin y juzgado como hereje. Finalmente,despus de padecer casi ocho aos de encarcelamiento y repetidas torturas a manos de loscardenales, fue quemado vivo en Roma.

    La muerte de Bruno sera condenada por los librepensadores de toda Europa, y aadiotra marca ignominiosa a los ya tenebrosos nombres de la Inquisicin y el Santo Oficio.

    Como era de esperar, el Vaticano hizo todo lo posible para ocultar los detalles de lapersecucin y del juicio contra Bruno. Por esta razn, hasta tiempos relativamente recientesno se ha sabido demasiado acerca de los ltimos ocho aos de su vida y del mecanismo desus procesos.

    Bruno fue juzgado primero en Venecia y luego en Roma. Las actas del juicio venecianoy un fragmento del procedimiento romano fueron descubiertos en los Archivos del Vaticanoentre 1844 y 1848, casi doscientos cincuenta aos despus de su ejecucin. Dichosdocumentos fueron publicados por primera vez en 1849 como apndice de un libro sobre elsistema heliocntrico copernicano escrito por el estudioso Domenico Berti. PosteriormenteBerti escribira la primera biografa de Bruno, Vita di Giordano Bruno da Nola(1868).

    Los documentos descubiertos proporcionaban una detallada imagen del procesocelebrado en Venecia durante mayo y junio de 1592, pero apenas ofrecan detalles acerca delo ocurrido durante los siete aos que Bruno pas en las prisiones vaticanas de la Inquisiciny del procedimiento seguido contra l durante ese largo perodo de tiempo. Hoy en da secree que la mayor parte del material perteneciente a esos aos se perdi cuando las tropasde Napolen saquearon el Vaticano en 1798, despus de lo cual regresaron a Franciacargadas de documentos tomados indiscriminadamente de las Bibliotecas Papales.

    Pero no todo se perdi. En 1925, el cardenal Angelo Mercati

    fue nombrado prefecto de los Archivos Secretos del Vaticano y supo de la existencia deciertos documentos concernientes al juicio romano de Bruno, descubiertos unos cuarenta

    aos antes, en 1887. Para su asombro, Mercati comprob que el Papa de aquel entonces,Len X, haba ordenado que los documentos le fueran enviados inmediatamente sin que serevelara su contenido a ninguna otra persona: Che non vole assolutamente che dettoProcessosia dato al alcuno, haba dispuesto textualmente Len.

    Intrigado, Mercati continu investigando y en 1940 por fin logr encontrar losdocumentos perdidos en los archivos personales del papa Po XI, fallecido el ao anterior.Dichos documentos describen el ltimo proceso y la sentencia final dictada contra Bruno, porlo que eran de extremado inters para los estudiosos de su vida y obra; perolamentablemente, slo detallaban las comparecencias de Bruno ante la Inquisicin en Romaentre 1597 y su ejecucin en febrero de 1600 y revelaban muy poco acerca de los seisprimeros aos de su encarcelamiento. En 1940, el cardenal Mercati public aquel material

    con el ttuloSommario del processo di Giordano Bruno, y su texto contina siendo el informems detallado sobre los procedimientos seguidos contra Bruno y el intercambio deargumentos desarrollado entre el Nolano y los cardenales que terminara llevando alveredicto.

    As pues, ste es un relato de persecucin y la historia de una lucha, una batalla entrefuerzas desiguales en la que un hombre planta cara a la ignorancia, el dogma y la corrupcin.Desplegado contra l se encontraba el poder temporal de toda una religin cuyosrepresentantes terrenales, el papa Clemente VIII y sus cardenales, consideraron necesarioquemar a nuestro hroe. Pero como veremos, la suya fue una victoria prrica y sus acciones,

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    las de unos hombres desesperados. Su momento no tardara en quedar atrs, en tanto queel recuerdo y el significado del hombre cuyo cuerpo haban hecho desaparecer iranadquiriendo una creciente importancia con el transcurrir de los aos.

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    CAPTULO UNO - Preludio a una quema

    Por ramas gruesas: 55 sols 6 deniers

    Por vias secas: 21 sols 3 deniers

    Por paja: 2 sols 6 deniers

    Por cuatro postes: 10 sols 9 deniers

    Por cuerdas para atar a los convictos: 45 sols 7 deniers

    Por los verdugos, a 20 sols cada uno: 80 sols.

    Cuentas de la Inquisicin para una ejecucin

    El gran inquisidor, el cardenal Santoro di Santa Severina, estaba bastante disgustado.En la cmara de la congregacin del Vaticano haca un fro terrible, y no pudo evitar recordarcon nostlgico placer las atenciones que su amante le haba dispensado aquella mismamaana. Despeinado y con el cuerpo dolorido, el cardenal haba sido apartado de aquellasatenciones y se le record (con la debida reverencia) que deba lavarse y vestirse para seguira sus sirvientes hasta la sala de la congregacin, donde se seguira el juicio contra eldespreciable hereje Giordano Bruno.

    Y ahora tena delante de l a fray Bruno, un hombrecillo de cabello negro y ojos castaooscuro, delgado como un palo, consumido y lleno de cicatrices, con el rostro y el cuerposealados por las marcas de la Inquisicin. Era el 8 de febrero del ao 1600, y a GiordanoBruno le quedaban menos de once das de vida.

    La sala era enorme y suntuosa. Los ocho cardenales, con sus siete coadjutoresacompaados por los notarios, estaban sentados en confortables sillones dispuestosformando un gran arco alrededor del acusado y en los que sus ropajes oficiales de satn sedesplegaban delicadamente sobre los asientos de terciopelo. El cardenal Severina se hallabasentado en un enorme trono situado en el pice del arco, con las manos apoyadas en losbrazos del asiento; sus dedos largos y huesudos se estremecan de impaciencia, haciendosubir y bajar el anillo cardenalicio para reflejar la luz que entraba por los ventanales en unextremo de la estancia.

    De todos los cardenales presentes en esa reunin, slo dos eran realmenteimportantes. El primero, el mismo Severina. La mano derecha del papa Clemente VIII nunca

    haba podido digerir del todo el que no lograra hacerse con el papado inmediatamentedespus del primer encarcelamiento de Bruno en Venecia, ocho aos atrs. Egosta yarrogante, Severina se senta tan seguro de su destino que ya haba escogido su nombreoficial: irnicamente, planeaba hacerse llamar Clemente. Ahora aborreca al autnticoClemente ms de lo que nunca haba imaginado que se pudiera llegar a odiar a alguien.Saba que el Papa se inclinaba a ser misericordioso con Bruno, porque al parecer el muyidiota senta una inexplicable debilidad por aquel hombre; y por eso Severina hara cuantoestuviera en su mano para oponerse a Clemente y hacer sufrir a Bruno.

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    El otro cardenal al que haba que temer era Roberto Belarmino, un hombre al que lehubiese gustado ver quemados no slo a los herejes sino tambin a todos los protestantes ydisidentes, con lo que se habra borrado hasta el ltimo vestigio de sentimientosanticatlicos. Belarmino haba sido profesor de teologa en el Collegium Romanum y mstarde tuvo el gran honor de convertirse en el telogo personal del Papa, con lo que pas aser custodio de la Palabra y consejero de la Santa Sede en todas las cuestiones doctrinales.

    A pesar de toda su brillantez acadmica, la visin del mundo de Roberto Belarmino no podaser ms anticientfica. Quince aos despus de que Bruno hubiera muerto en la hoguera, elreverendo cardenal instigara el arresto y el juicio de Galileo. Como recompensa, en 1930 laIglesia canonizara a Belarmino.

    Bruno esper en silencio ante todos ellos. Severina ley los cargos, un total de ochomotivos por los que se lo acusaba de hereja. La lista inclua su creencia de que latransustanciacin del pan en carne y el vino en sangre era una falsedad, la de que nadiepoda nacer de una virgen y, quiz la ms terrible, su conviccin de que vivimos en ununiverso infinito dentro del que existen innumerables mundos en los que criaturas comonosotros podran prosperar y rendir culto a su propio dios. Bruno rehus hacer ningncomentario sobre aquellos cargos. Dijo que slo se dirigira a Su Santidad personalmente; la

    congregacin ya dispona de una declaracin escrita por Bruno y dirigida a Clemente;Belarmino la haba abierto pero no tena intencin de ensearla al Papa, dado el lujo dedetalles con que sta expona las ideas herticas de Bruno.

    Con una aparatosa exhibicin de paciencia y piedad, el cardenal Severina volvi apreguntar al acusado si estaba dispuesto a retractarse de sus herejas, pero Bruno se limit amirar fijamente el muro que se alzaba detrs de la hilera de cardenales. As pues, y con unprolongado y teatral suspiro, Severina se reclin en su trono apoyando las palmas en losbrazos, y volvi la cabeza hacia su izquierda para lanzar una rpida mirada a Belarmino.

    Un silencio absoluto rein en la sala por un instante, y Severina volvi a inclinarselentamente hacia delante y ley una declaracin previamente preparada de Su Santidad, el

    papa Clemente:

    Decreto y ordeno que la causa sea llevada hasta las medidas extremas, servatusservandis [con todas las debidas formalidades], pronuncindose sentencia y entregando alsusodicho hermano Giordano al tribunal secular.

    Y con esas ltimas palabras, Bruno fue sacado de la sala para enfrentarse a nuevastorturas.

    Unas horas despus ese mismo da, Giordano Bruno volvi a encontrarse ante un

    semicrculo de jueces. Esta vez compareca ante un comit secular presidido por elgobernador de Roma, en la sala que la Inquisicin tena en el monasterio de Minerva.

    Aquella comparecencia haba sido decretada porque la Santa Sede nunca sentenciabadirectamente a los herejes a ser quemados vivos: con su caracterstica hipocresa, siempretransmita esa responsabilidad a una autoridad civil. La declaracin oficial de la Santa Sedeera invariable:

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    Tomadlo [al hereje] bajo vuestra jurisdiccin y que quede sometido a vuestra decisin,para que de tal modo sea castigado con la pena debida; implorndoos, no obstante, como osimploramos vehementemente, que de esa manera mitiguis la severidad de vuestrasentencia con respecto a su cuerpo para que no haya derramamiento de sangre alguna. Asos lo pedimos nosotros los cardenales, el inquisidor y el padre general, cuyos nombres estnescritos debajo del decreto.'

    A todos los efectos prcticos, aquella declaracin era una orden dirigida al tribunalsecular. Tenan que llevarse a Bruno y quemarlo vivo. A lo largo de los siglos, los sucesivosgobernadores y jueces nunca hicieron odos sordos a aquella exigencia papal disfrazada; yno conmutaron la sentencia ni una sola vez porque, en caso de que hubieran decidido pasarpor alto la instruccin del Santo Oficio, habran sido excomulgados instantneamente y quizse habran encontrado teniendo que afrontar la muerte sin derramamiento de sangrealguna.

    Y as, con Bruno arrodillado ante sus jueces, el gobernador de Roma finalmente dictsentencia. El obispo de Sidonia, al que le haban pagado unos honorarios de veintisiete scudi

    por el privilegio, dio un paso adelante, apart la tnica de la espalda de Bruno y le arranc suinsignia de sacerdote, condenando a su alma a padecer las llamas perpetuas del infierno ydegradando simblicamente su espritu de la misma manera en que las llamas degradaransu cuerpo fsico. Los cardenales y los jueces seculares queran hacer desaparecer la mismaesencia de aquel hereje, tal como hacan con todos los herejes.2 Queran crear la impresinde que aquel hombre nunca haba vivido. Con solemne ceremonia y gran regocijo,quemaran su obra y quemaran su cuerpo, disolveran su espritu y reduciran a polvo su serfsico.

    Con las palabras de condena del obispo resonando todava en la gran sala, se dictsentencia de muerte entre las llamas y luego el gobernador pregunt a Bruno si tena algoque decir.

    Durante unos momentos interminables ningn sonido rompi el silencio de la sala y losjueces y clrigos contemplaron sin abrir la boca a aquel hombre acabado, aquel ser humanoque ahora muy bien hubiese podido pasar por un mero montn de harapos esparcidosencima del suelo de mrmol. Finalmente Bruno levant la cabeza, recorri la estancia conmirada impasible y serena y, con voz potente que pareca negar su lamentable estado fsico,declar: Maiori forsan cum timore sententiam in me fertis quam ego accipiam... (El miedo quesents al imponerme esta sentencia tal vez sea mayor que el que siento yo al aceptarla.)

    Y con esas ltimas palabras, el prisionero fue sacado a empujones de la sala y devueltoa su lgubre celda carente de ventilacin, apenas un agujero de dos metros cuadrados en elque haba pasado la mayor parte de los ltimos siete aos y donde sus pies fueron

    encadenados a una argolla incrustada en el suelo de piedra, con el lento goteo del aguahelada que resbalaba por los muros y los correteos de las ratas por nicos sonidos.

    Durante las largas y oscuras horas, horas que se haban ido acumulando paraconvertirse en das que luego se volvieron aos, Giordano Bruno tuvo que haber meditadomuy profundamente en lo que estaba haciendo, e incluso en quin era y lo que defenda.Nunca se haba tenido por un enemigo del catolicismo, pero

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    haba credo que podra convertir a sus carceleros, convenciendo de sus ideas almismo Papa. En principio, al menos, haba considerado que aquello era factible. Habarecorrido Europa aprendiendo y enseando. Entr en contacto con el calvinismo,investigando la doctrina de Lutero y descubriendo que tena muchos defectos. Habaestudiado las enseanzas de los antiguos, encontrando luz y sustancia en las ms antiguasfilosofas y creencias precristianas. Despus haba descubierto el pensamiento copernicano y

    haba emprendido sus propios experimentos del pensamiento, llevando a Coprnico muchoms lejos de lo que jams hubiera credo posible el monje polaco. Bruno haba llegado a laconclusin de que el universo era infinito y que no poda haber ningn Dios personal, unasideas que medio siglo despus serviran de base a la teologa pantesta y radicalmenteanticlerical de Spinoza. Y Bruno se haba dado cuenta de que en semejante universo infinitotena que haber infinitos mundos, infinita diversidad e infinita posibilidad. Todo aquello eraanatema para una Inquisicin y un Santo Oficio que reverenciaban la conformidad, laortodoxia y la obediencia.

    Bruno tena quince aos cuando ingres en el monasterio de Santo Domenico, cerca deNpoles, lleno de entusiasmo y nuevas esperanzas, emocionado por la perspectiva deprepararse para el sacerdocio y con la firme intencin de llevar una existencia convencional,

    dedicando su vida a la enseanza y la oracin. Pero conforme iba creciendo, las ideas de laestricta doctrina dominica y sus propias y peculiares creencias empezaron a divergerconsiderablemente. Bruno acept la ordenacin, pero nunca fue capaz de poner freno a suspensamientos y de guardarse para s sus convicciones heterodoxas. Unas semanas despusde serle conferido el sacerdocio, Bruno suscit primero las sospechas y luego la ira y lacensura de sus superiores en el monasterio. Pecando quiz de imprudencia, habamantenido largas discusiones sobre la filosofa de Aristteles con sus colegas, tratando deponer al descubierto las muchas inconsistencias que vea en ella. Despus habaempezadoa cuestionar sutilmente la doctrina de la Trinidad. Pero, para empeorar ms lascosas, luego se le ocurri escribir una historia satrica, El arca de No, en la cual hacasesgadas pero burlonas referencias a los creyentes que no saban pensar por s solos. Lo

    peor fue que se atrevi a afirmar que aquellos a quienes la Iglesia calificaba de herejes,aquellos que expresaban opiniones religiosas situadas fuera del mbito de la Sagrada Biblia,quiz no fueran todos unos ignorantes condenados a las llamas del infierno. Adoptando lasideas de la fe arriana, en la que la Trinidad era considerada una mera invencin humana yCristo la primera creacin de Dios, Bruno haba seguido manteniendo acaloradasdiscusiones con los otros monjes del monasterio.

    Pero lo que realmente sell su destino e hizo de l un paria dentro del monasterio fue elque se supiera que haba ledo textos prohibidos, las obras de msticos y alquimistas. Unhermano, Bruno nunca lleg a descubrir quin, fue el que lo denunci despus de haberlosorprendido en el retrete leyendo a Erasmo. La falta estaba considerada de tanta gravedadque el prior Ambrogio Pasque, quien ya se haba hartado de su dscolo pupilo, no vacil en

    comunicar lo ocurrido al padre provincial para que Bruno respondiera a la acusacin dehereja, un crimen que conllevaba la excomunin y, en casos extremos, la muerte por elfuego.

    A aquellas alturas, Bruno ya haba comprendido que la vida monstica no estaba hechapara l. Todos saban que era un intelectual excepcionalmente dotado y agraciado con el donde la elocuencia, algo que ni siquiera el prior poda negar. Pero tambin saltaba a la vistaque era peligrosamente sagaz, un subversivo al que ms vala aislar. Y sabiendo cmo sehabra cerrado la red para atraparlo, Bruno opt por la huida para no tener que enfrentarse al

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    inquisidor local. Con todo, semejante decisin lo oblig a llevar una vida sin hogar. Nuncapoda quedarse mucho tiempo en el mismo sitio, nunca se senta seguro. Unos mesesdespus fue excomulgadoin absentiay se convirti en fugitivo, con la mirada vuelta hacia elfuturo pero perpetuamente en guardia. Ahora estaba condenado a cargar con lasconsecuencias de su pasado, y sus enemigos lo perseguiran por toda Europa durante elresto de su vida.

    El temperamento de Bruno, y particularmente su insistencia en la libertad intelectual,hicieron de l un perfecto hombre de su tiempo. Pero, debido a sus opiniones radicales,pasara toda su vida en conflicto con la Iglesia. Al igual que Galileo despus de l, Brunohaba nacido en el lugar y el momento menos adecuados para llevar una vida dedicada adifundir lo que estaba considerado por muchos como una extrema hereja. Si hubiera vividoen el norte de Europa como Martn Lutero o slo con que hubiera sido un poco ms astuto,como Erasmo, habra podido disfrutar de la ancianidad. En vez de ello, Bruno buscdeliberadamente el peligro y la controversia y nunca rehuy el enfrentamiento con susadversarios.

    Saba que sus ideas resultaran inaceptables para el rgimen del catolicismo, ya que losintereses del Vaticano hacan que la Iglesia se hubiese atrincherado en el dogma y eloscurantismo. La Iglesia predicaba que la Eucarista supona la comunin real, fsica yespiritual, de Dios con los fieles, mientras que Bruno nicamente vea en ella un ritual queunificaba distintos aspectos de Dios. En su filosofa pantesta, los mismos fieles eran Dios yel pan y el vino eran elementos de lo divino. La Iglesia mantena que las ideas de Aristteleseran la nica descripcin apropiada del mundo fsico, y Bruno disfrutaba desmenuzndola yponiendo al descubierto sus obvias inconsistencias. La Iglesia se tena a s misma por lanica fe verdadera, y Bruno dedic toda su vida a articular una filosofa que amalgamaba elcatolicismo con el racionalismo, el hermetismo y las antiguas religiones. La Iglesia rechazabade plano la existencia de lo oculto (a pesar de lo cual quemaba a las brujas y persegua a losalquimistas por herticos), en tanto que Bruno utilizaba las ideologas del ocultismo comouna de las diversas maneras de revelar la Verdad y alcanzar la iluminacin. La Iglesia quera

    sembrar la confusin, dominar, suprimir verdades incmodas y revelar a los fielesnicamente las cuestiones esenciales de la doctrina, mientras que Bruno propugnaba la librecirculacin de la informacin y el intercambio de conocimientos, y estaba a favor del cambio,el debate y la libertad de pensamiento.

    Siendo consciente de que las disparidades radicales que separaban a sus opiniones dela postura ortodoxa eran prcticamente insuperables, Bruno tena que saber que acabara enla hoguera, pero aun as se mantuvo fiel a sus principios. Una generacin ms tarde, Galileo,obrando de acuerdo con sus propias y complejas razones, se retract y consigui salvarsede las llamas; pero Bruno resisti, y si tuvo algn momento de flaqueza emocional, supoocultarlo. No obstante, no fue ningn loco que se precipitara alegremente a la hoguera

    impulsado por el fervor religioso: era un hombre profundamente racional, un mstico, un sabioy un filsofo que comprenda lo que estaba haciendo. Y aun as, afrontar con un propsitorazonado, de manera desafiante y sin dejarse doblegar una muerte tan terrible requiere uncoraje especial, una voluntad de hierro, una dedicacin similar en su intensidad a la de Cristoy que nos resulta casi imposible imaginar.

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    CAPTULO DOS - Prisca theologica

    Y de todas nuestras flaquezas la ms cruel es despreciar nuestro ser.

    MONTAIGNE

    La vida de Bruno fue determinada por la segunda mitad del siglo XVI, un perodo quesuele considerarse el final del Renacimiento.

    Pero en realidad los historiadores se encuentran con ciertos problemas para llegar a unconsenso acerca de las fechas que marcan el inicio y el final de este renacer de la cultura; yalgunos querran que el Renacimiento tardo terminara poco menos de un siglo antes delprimer florecimiento de la Ilustracin que germin a partir de las ideas de Newton, Descartesy Locke a finales del siglo XVII. Pero sea cual sea la definicin que se emplee, elRenacimiento tardo puede ser considerado un perodo en que el mundo se encontraba enun estado de cambio sin precedentes. Los grilletes del medievalismo seguan presentes,especialmente en aquellos lugares donde la Iglesia era temida y respetada, pero la labor demiles de individuos alentados por un apasionado ideal cuyos esfuerzos se haban prolongadoa lo largo de casi dos siglos ya haba, cuando Bruno entr en la edad adulta, imprimido a lacivilizacin un impulso que empezaba a volverse incontenible, una sed de aventuras,innovaciones y nuevos horizontes que miraba hacia delante y buscaba inspiracin y energasen el futuro.

    Hacia finales del siglo XIV, un siglo y medio antes del nacimiento de Bruno, un pequeogrupo de europeos acomodados que buscaban novedades y conocimientos y (eso tampocodebe ser pasado por alto) anhelaban obtener prestigio y reconocimiento social, empezaron abuscar activamente los tesoros literarios y filosficos de la Antigedad. Dichas personas

    enviaron un sinfn de emisarios en busca de manuscritos perdidos, aquellos originales latinosescritos por las figuras semimticas de la poca clsica.

    El centro de aquella actividad fue Florencia, donde los Mdicis y otros noblesacaudalados alentaron un autntico apetito por el conocimiento, disponiendo del dinero y elmpetu social necesarios para perseguir los con frecuencia lejanos ecos de la educacin yextrayendo un placer de segunda mano de aquellos historiadores y lingistas enviados porellos a Oriente para visitar castillos rabes y turcos, oscuros monasterios y antiguasbibliotecas medio derruidas.

    Algunos de los primeros textos clsicos latinos fueron encontrados por GiovanniBoccaccio, Coluccio Salutati y Giovanni Conversini, quienes trajeron a Florencia una serie de

    obras de gran importancia entre las que figuraban las Historiasde Tcito, laAstronomicadeManilio y el incendiario Brutus de Cicern. Poco despus, los estudiosos (entre los quedestacaba Petrarca) supieron de la existencia de una fuente todava ms remota paraaquellas ideas que haban tomado de Roma, y de ese modo los antiguos manuscritosgriegos gradualmente fueron descubiertos y llevados a Florencia y otros lugares de Italia. En1420, centenares de textos ya se hallaban en manos de un puado de mecenas y se pudodar comienzo a la labor de traducir aquellas obras seminales. De esta manera, lasenseanzas de Aristteles, Platn, Pitgoras, Euclides, Hipcrates y Galeno en su forma

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    original dieron origen a una nueva era de humanismo y reforma, al mismo tiempo quedesencadenaban un renovado inters por la ciencia, la medicina y la filosofa.

    Pero el Renacimiento, al que Engels llam la mayor revolucin progresiva jamsexperimentada por la humanidad hasta el momento, no slo obtuvo sus energas delpasado.' Todas las figuras clave del perodo, desde Leonardo hasta Maquiavelo, fueron encierto aspecto criaturas del pasado, cada una de ellas imbuida por los ideales y los sistemas

    de pensamiento de la Europa medieval; pero, desde mediados del siglo XV (el AltoRenacimiento) aquellos pioneros vivieron en un mundo posedo por la mayor creatividadindividual de todos los tiempos. Exactamente un siglo antes del nacimiento de Bruno,Gutenberg empez a utilizar los tipos mviles y la imprenta se convirti en una realidad. Lafamosa Biblia de cuarenta y dos lneas de Gutenberg fue producida alrededor de 1455; tresaos despus haba un taller de imprenta en Estrasburgo y veinticinco aos ms tarde, en1480, ms de una docena de impresores trabajando en Roma, y a finales del siglo XV secalcula que Venecia ya tena cien impresores. A esas alturas se haba impreso unoscuarenta mil ttulos. Un siglo antes del nacimiento de Bruno existan menos de treinta millibros, todos escritos a mano; pero cuando el Nolano empez a ensear y a recorrer Europaa finales del sigloXVI ya exista un canon formado por unos cincuenta millones de libros

    impresos.Aquello fue magnfico para el progreso intelectual, pero en casi todos los aspectos

    cotidianos, el mundo de 1600 se diferenciaba muy poco del de 1450. La esperanza de vidaera de veinticuatro aos para la mujer y de veintisiete para el hombre. La inmensa mayorade los seres humanos pasaban casi toda su existencia acosados por el hambre y lasenfermedades, y los ricos padecan los mismos horrores que los pobres: la plaga, lapestilencia y la guerra eran absolutamente democrticas. Con excepcin de unos pocosafortunados, todos eran analfabetos y pasaban la mayor parte del tiempo sumidos en laembriaguez. Casi nadie llegaba a alejarse ms de diez kilmetros de su hogar a lo largo desu existencia, los forasteros suscitaban suspicacia y recelo, y nadie tena idea de en qu aoviva ni saba nada del mundo existente ms all de su pueblo o aldea. Su religin, aunque

    exteriormente catlica, se compona de nueve partes de supersticin y magia terrenal poruna de Mateo, Marcos, Lucas y Juan; y la variedad de cristianismo que se les inculcaba porla fuerza apenas era comprendida, envuelta como estaba en terminologa cuasi-mstica. Yan ms importante, la poblacin reciba su adoctrinamiento religioso en una lengua para lamayora de las personas totalmente ininteligible, el latn. Debido a ello, para el campesino delsigloXIV, la educacin religiosa derivaba nicamente de la Biblia, y las obras sagradasortodoxas prcticamente no tenan sentido para l.

    Para semejantes personas, la vida cotidiana era una agona y la sociedad en la cualvivan se hallaba prcticamente estancada. Los mdicos practicaban sangras mediante elcuchillo o las sanguijuelas, y los millares de alquimistas alimentaban sueos avariciosos de

    transmutar los metales viles en oro. El mundo material estaba amenazado por bacterias quese propagaban a travs de las ratas y aniquilaban peridicamente a una gran parte de lapoblacin europea, as como por las guerras que causaban estragos entre la poblacincampesina. Mientras tanto, el poder de la fantasa y el miedo generaban pesadillas en lasque demonios surgidos del mundo subterrneo acechaban y daban muerte a los incautos.Las cosas slo empezaron a cambiar con el advenimiento de la Revolucin Industrialalrededor de 1780, casi dos siglos despus del asesinato de Bruno.

    Y la responsabilidad de este enlentecimiento del progreso hay que atribuirla en sumayor parte a una gran institucin que llevaba mil trescientos aos prosperando en el centro

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    de la civilizacin occidental: la Iglesia catlica. Puesto que, si el esfuerzo intelectualhumanista y secular del Renacimiento representa al pensamiento humano en su faseascendente, el inicuo catolicismo era su malvado gemelo oscuro e iba en direccinexactamente opuesta.

    Casi todos los filsofos del Renacimiento fueron devotos catlicos que en su mayorase guardaban sus ideas ms radicales para s mismos; y en el caso de que las publicaran

    como lo haca intrpidamente Bruno, sus obras slo eran ledas por una reducida elite. LaIglesia de Roma sofocaba con implacable energa toda expresin pblica de las opinionesradicales y persegua a los autores que propugnaran cualquier filosofa anticatlica. Aunqueapoyaban la proliferacin del conocimiento teolgico entre las clases privilegiadas dotadas deeducacin, los lderes eclesisticos eran instintivamente antiintelectuales y obstinadamenteoscurantistas. Para aquellos cardenales que defendan con celo su privilegiada existenciaterrenal, cuanto menos supieran los seglares tanto mejor.

    La fe cristiana empez siendo pura, pero debido a la misma naturaleza del deseohumano, esos orgenes dignos de encomio no tardaron en contaminarse. En tiempos deBruno, la Iglesia ya llevaba mucho tiempo sumida en un nivel de corrupcin casiinimaginable. Primero vino el engao de los Evangelios, unos textos semificticios a los cualesse hizo pasar por fidedignas descripciones de acontecimientos que en realidad haban sidoescritos ms de dos siglos despus de que los hechos hubieran tenido lugar. Todo lo que secuenta en los Evangelios de Mateos, Marcos, Lucas y Juan es una mixtura de mito, leyenda,rumores y, en gran parte, mera ficcin imaginativa.

    Sin embargo, aquella precaria teologa prosper porque, despus de todo, la alternativaofrecida por las arcanas religiones paganas y los residuos de las sectas romanas era todavams remota y desconectada de la realidad. El terrible panorama del Antiguo Testamento queofreca el cristianismo al menos vena contrapesado por la dulzura de la imagen de Cristo y laaccesibilidad de su figura tal como haba sido esbozada por los narradores del NuevoTestamento.

    Pero lo realmente crucial es que la doctrina originada a partir de los escritos de lospadres fundadores de la Iglesia proporcionaba un modelo que slo permita llevar unaexistencia muy sencilla. Eso bastaba para la inmensa mayora de una poblacin analfabeta,pero resultaba inconcebible para una elite vida de conocimientos. La ortodoxia suministrabamodelos y paradigmas, pero en ltima instancia dejaba demasiadas preguntas sin respuesta.Esas preguntas nacan tanto de la curiosidad intelectual como de las inevitablesdiscrepancias acerca de cmo haba que construir una civilizacin moderna. El cristianismodio forma a los fundamentos ticos de la sociedad occidental, pero lo que podan ofrecerquienes producan el culto fue resultando cada vez ms inapropiado a medida que lasociedad alcanzaba un mayor nivel de refinamiento.

    Para aquel problema slo poda haber una solucin: los gobernantes tendran quellenar los huecos. En otras palabras, tendran que inventarse la doctrina. Y as fue cmo en elao 352, el emperador Constantino se encontr atrapado en un laberinto de conflictosteolgicos y cuestiones doctrinales que no se saba cmo afectaran a Occidente. La mismaestructura sobre la que se sustentaba su poder se hallaba seriamente amenazada porqueciertos sbditos poderosos, los obispos de la Iglesia, no conseguan ponerse de acuerdo yeran muy capaces de destrozar un frgil mundo poltico que por entonces se estabaenfrentando al declive de Roma.

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    En un esfuerzo por no perder el control de la estructura poltica y religiosa de su poca,Constantino convoc una gran reunin de padres de la Iglesia y polticos regionales con elpropsito de acordar una nueva perspectiva para el cristianismo y establecer una doctrinargidamente definida que enterrara para siempre las preguntas ms espinosas y dieserespuesta a aquellas que no lo eran tanto. De esta manera, un nuevo consenso pondra cotoa la inestabilidad que se estaba extendiendo rpidamente y atraera a los extraviados hacia

    una forma de culto comn.La reunin se celebr en Nicea, en lo que actualmente es Turqua, y fue conocida como

    el Primer Concilio de Nicea. Fue all, en 352, donde muchos de los que hoy en da sonconsiderados dogmas fundamentales de la Iglesia fueron diseados y plasmados para loshombres por otros hombres actuando en representacin de un Dios que no particip en elconcilio. Y las cuestiones que fueron debatidas, diseccionadas y resueltas en Nicea no eranmatices superficiales o meros detalles de procedimiento, sino que tenan que ver con elmismsimo corazn de la fe y la religin cristianas. El orden del da tambin incluy lanecesidad de establecer una serie de reglas para el comportamiento del clero y laelucidacin de un mtodo para calcular la fecha en que caera la Pascua cada ao. Pero, delos muchos puntos doctrinales que seran resueltos a lo largo de interminables sesiones, el

    ms importante fue uno que influira enormemente en el curso del cristianismo y, por tanto,sobre las vidas e ideas de muchos grandes pensadores desde el siglo IV hasta la actualidad.Los miembros del concilio decidieron nada menos que la verdadera naturaleza de Dios, elCreador del Universo.

    En un intento de conseguir una visin de Dios comprensible, aquellos hombresescribieron su propia teologa, una que lo abarcaba todo y, al mismo tiempo, poda servisualizada fcilmente por el pueblo llano. Dicha doctrina, el concepto de la SantsimaTrinidad, fue desarrollada y votada en el concilio de Nicea. Para los telogos se trat de unpiso necesario porque tenan que racionalizar el abanico de las amenazas contra la fe que sehaban derivado de las cuestiones del origen y la forma, al mismo tiempo que producan unaexpresin coherente de las diversas nociones acerca de Dios, todas las cuales jugaban un

    mismo papel en cualquier declaracin concerniente a la experiencia y la fe cristianas. Y asse decidi que el nico Dios era Padre, Hijo y Espritu Santo. El Padre, o soberano,trasciende todo lmite finito y es inmortal y omnipotente, en tanto que Jesucristo pas a serinmensamente ms importante que un mero profeta designado por Dios y fue elevado a laestatura de el Hijo de Dios o el Verbo hecho carne, divinidad encarnada. El tercerelemento, el Espritu Santo, representa la chispa divina presente en todos los creyentes y esotra manera de expresar la fe o la santidad. De esta manera, para el catlico la Eucarista seconvierte en una autntica transustanciacin en la cual se consumen la misma carne ysangre de Jess.

    Esta posicin radical llegara a ser conocida como doctrina de la homoousios (de una

    sola sustancia), y fue generada enteramente a partir del argumento seudointelectual deaquellos telogos del siglo IV que buscaban desesperadamente una definicin de Dios. Peropara Constantino, que presida el concilio, haba otras cosas en juego. Constantino tenarazones polticas de mucho peso que lo obligaban a disponer de una definicin manejable,dado que era precisamente la molesta cuestin de la naturaleza de Dios lo que habaoriginado la disputa entre sus obispos. En el rincn azul de Nicea se haba visto argumentara Atanasio, a sus treinta y dos aos obispo de Alejandra y clebre autor deAcerca de laencarnacin del mundo (h. 318), en favor de la ortodoxia, mientras que en el rincn rojo seoy a Arrio, un sacerdote rebelde de Alejandra, de 77 aos, creador de la secta del

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    arrianismo alrededor de la doctrina de la homoiousios (de sustancia parecida). Los arrianosrechazaban la nocin de que Cristo estuviese hecho de la misma sustancia que Dios ydeclaraban que la encarnacin de Jess no era un aspecto de Dios, sino que meramentesignificaba que el Hijo, si bien divino y similar a Dios (de sustancia parecida), haba sidocreado por Dios. Arrio deca de Jesucristo que hubo un tiempo en el que l no exista.2

    Constantino, siempre ms poltico que pedagogo religioso en el sentido estricto del

    trmino, permiti que el concilio resolviera en favor de Atanasio, y a partir de ese momentose consider que el arrianismo contradeca las enseanzas oficiales de la Iglesia. Muchoshicieron caso omiso de aquella decisin y de hecho el arrianismo prosper durante los dossiglos siguientes, pero en el siglo VI los seguidores de Arrio fueron marginados y perseguidosprcticamente hasta la extincin. El arrianismo pas a la clandestinidad, y no tardara en servisto por los catlicos como la mayor hereja doctrinal.3

    Pero aunque sus decisiones fueron resultado de las conveniencias polticas, el conciliode Nicea logr alcanzar su objetivo y estableci un modus operandipara la Iglesia al mismotiempo que consegua resolver el mayor problema teolgico de la poca. A finales del sigloIV, el sistema operativo por el que se rega la fe se haba vuelto muy simple: haba queincrementar el poder, la influencia y la riqueza a expensas de las ideologas rivales, yaplastar cualquier competencia o rebelin apenas se tuviese conocimiento de ella; y en casode que los Evangelios no proporcionaran ningn modelo para enfrentarse al cambio,entonces bastara con aparcar la doctrina y ser creativos.

    A lo largo de la Edad Media, la Iglesia de Roma se fue volviendo cada vez ms polticay mundana y fusion lo espiritual con lo secular hasta tal punto que el Papa termin siendotanto el monarca de un Estado soberano como un lder espiritual. Para financiar lasambiciones papales, la Iglesia no dud en manipular la teologa; y cuando las doctrinas quemanufacturaba se demostraron inadecuadas, los cardenales forzaron implacablemente lainterpretacin de las Escrituras.

    La peor expresin de esto tal vez fue el creciente uso de las indulgencias a fin de

    engrosar las arcas papales. A travs de este sistema los pecadores podan pagarse laabsolucin de sus pecados en un proceso que fue progresivamente pervertido por papassucesivos. De hecho, en tiempos de la Reforma ese astuto truco ya se haba convertido enuna de las mayores fuentes de ingresos del Vaticano. Un fraile dominico llamado JohannTetzel lleg a convertirse en una especie de estrella pop de su poca, y recorra Europavendiendo indulgencias a los incautos desde lo alto de un estrado erigido en la plaza mayorde cada poblacin que visitaba. Tetzel llegaba al extremo de vender indulgencias antes deque los pecados hubieran sido cometidos. Gracias a l, un asesino poda obtener laabsolucin antes de dar muerte a su vctima.

    Y no todo el dinero obtenido a travs de aquel comercio (una suma que ascenda amuchos millones de soberanos) era utilizado para financiar las aspiraciones polticas delVaticano, ya que una parte de este oro de los pecadores volva a llenar unas arcaspapales vaciadas por los banquetes orgisticos, las especias exticas, las magnficas sedasy el pago a prostitutas especializadas. Los caprichos y vicios a que se entregaban el Papa ysus cardenales favoritos en Roma eran pagados mediante las indulgencias del campesinado,un lamentable espectculo aparentemente aprobado por Dios.

    La incontenible escalada de aquella desvergonzada hipocresa hizo que Erasmo, unacadmico profundamente catlico que lamentaba la prdida de la pureza por parte delpapado, escribiera una serie de demoledores y eruditos ataques contra el clero, en los cuales

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    subrayaba la evidente disparidad entre la Verdad y la doctrina oficial. Con su Encomiummoriae[El elogio de la locura] escrito en 1509, Erasmo hizo que Roma se tambaleara bajo elefecto de sus abiertos ataques contra el papa Julio II. Pero lo realmente grave fue que Elelogio de la locurase convirti en un libro tan popular que fue traducido rpidamente a msde una docena de idiomas. Aquello representaba un terrible peligro para Roma, por lasencilla razn de que la Santa Sede haba logrado preservar su poder durante tanto tiempo

    gracias a que mantena a los fieles sumidos en una ignorancia casi absoluta. Todos lostextos religiosos, la Biblia y el libro de oraciones incluidos, slo se encontraban disponiblesen latn, y todos los servicios y decretos se celebraban y promulgaban nicamente en latn.Eso significaba que la inmensa mayora de la poblacin no tena ni idea de lo que recitaba enla iglesia o de en qu estaba depositando su fe exactamente. De pronto, y gracias a la prosade Erasmo, preguntas de muy difcil respuesta empezaron a ser formuladas en la lenguaverncula y con ellas comenz a madurar una nueva sospecha dirigida contra todos losniveles del clero, tal como los cardenales haban temido que ocurrira. Alentados porintelectuales como Erasmo y por clrigos menores que conocan la Iglesia desde dentro(hombres como Lutero y Calvino), no es de extraar que los fieles empezaran a hacersepreguntas y esperaran un poco de claridad.

    No obstante, y por muy radical que fuese, Erasmo se mantuvo fiel a la esencia delcatolicismo (al igual que hara Bruno), pero el alemn Martn Lutero pens y actu de maneramuy distinta. Y cuando finalmente atac, pill a la Iglesia tan desprevenida que falt pocopara que se desplomara. Las autoridades eclesisticas se haban confiado demasiado y sesentan arrogantemente seguras de s mismas. Crean que bastaba con detectar a losintelectuales que les creaban problemas para poder aplastar efectivamente cualquier intentode rebelin. Haban lanzado sus rayos contra Erasmo para fulminarlo (si bien con escasoxito), y aos atrs haban sabido plantar cara a El elogio de la locura.Por eso, cuando el 31de octubre de 1517 Lutero clav sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia delCastillo de Wittenberg, el sucesor de Julio apenas se dio por enterado.

    En 1517, Julio llevaba cuatro aos enterrado y Len X, el segundo hijo de Lorenzo de

    Mdicis, ocupaba el trono pontificio. Ms preocupado por sus propios placeres y por asegurarla prosperidad de la familia Mdicis, l tambin hizo caso omiso de las crecientes tensiones.Dicha complacencia sobrevivi incluso al saqueo de Roma por las tropas teutnicas en 1527,y no fue hasta que Pablo II asumi el papado en 1534 cuando la Iglesia por fin empez atomar conciencia del peligro al que se enfrentaba, y reaccion.

    Para contrarrestar la reforma de Lutero que se estaba propagando por todo el norte deEuropa y la postura cada vez ms ferozmente antipapal del monarca ingls Enrique VIII, laIglesia tom medidas dramticas. En un intento de reeducar a las masas de una maneraacorde con el estilo elegido por el papado, Ignacio de Loyola form en 1534 la Sociedad deJess, o jesuitas. Unos aos despus se convoc el Concilio de Trento, el cual se reunira a

    intervalos irregulares para formular nuevas polticas papales dirigidas a rechazar los ataquesideolgicos. Fue esta congregacin de las jerarquas superiores de la Iglesia la que llevara ajuicio a Galileo casi un siglo ms tarde y, con sus actividades, arrastrara a Europa a la peorconflagracin religiosa de toda su historia, la guerra de los Treinta Aos iniciada en 1618.

    Pero la decisin poltica ms controvertida de cuantas adoptaron los dirigenteseclesisticos para detener la creciente marea del protestantismo, la hereja y el progresocientfico tal vez fue la creacin de la Inquisicin romana, la cual fue establecida por el papaPablo III en 1542. Tomando como modelo a la Inquisicin papal que llevaba desempeandosu sangrienta funcin desde el siglo XVI, en el futuro la Inquisicin romana tendra como

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    nico objetivo localizar y erradicar toda oposicin mnimamente seria a la Iglesia catlica,cualquiera que fuese la forma en que se presentara. Oficialmente la Inquisicin tena el deberde investigar y reeducar, reconduciendo as a las almas perdidas al seno de la Madre Iglesia;pero en realidad no era ms que un arma de venganza, un mecanismo para el exterminio,una Schuztaffel medieval a disposicin de los nazis de la Roma del siglo XVI. Dichaorganizacin extermin a ms de un milln de hombres, mujeres y nios (uno de cada

    doscientos habitantes de la Tierra en aquellas fechas). Un representante tpico de aquelorganismo fue el inquisidor Conrad Tors, quien declar en una ocasin: Quemara a cieninocentes si hubiera un solo culpable entre ellos.

    La Inquisicin original, la llamada Inquisicin papal establecida por Gregorio IX en 1231,pretenda aniquilar a los albigenses (o ctaros), una secta que crea en la naturaleza dualistade la existencia y aborreca toda clase de vida fsica, negando los conceptos de Infierno yPurgatorio y rechazando muchos dogmas bsicos del cristianismo. Gregorio haba justificadolos mtodos de la Inquisicin (que incluan el encarcelamiento y los malos tratos fsicos)invocando la interpretacin agustiniana de Lucas 14, 23, la cual sugera que era lcitoemplear la violencia contra aquellos de los que se supiera practicaban la hereja.

    La Inquisicin haba florecido en Espaa, mientras que haba terminado bastantedesprestigiada en la Italia de principios del Renacimiento; pero cuando la Reforma empez ahacerse notar, Pablo III decidi resucitar la antigua institucin. Le confiri nuevos yprogresivamente ms draconianos poderes, y volvi a recurrir a una interpretacin muyliberal de las Escrituras para justificar una serie de castigos, incluida la confiscacin de todaslas tierras y posesiones, la prisin de por vida en condiciones de confinamiento solitario, yprcticamente cualquier clase de crueldad mental y fsica imaginable.

    Los inquisidores empezaron a recorrer los reinos de Europa para reunir informacinsobre los sospechosos de hereja. El miedo les preceda y empleaban sutiles tcnicaspsicolgicas para incrementarlo. Unos das antes de su llegada, se colocaban cartelesanunciando la visita. El inquisidor entraba en la poblacin al frente de una solemne procesin

    de monjes encapuchados. Los espas ya haban identificado a todos los que tenaninclinaciones herticas, y que eran detenidos para ser conducidos ante el inquisidor. Con eseejemplo sirviendo de advertencia, acto seguido la poblacin local era invitada a confesar suspecados antes de ser denunciados por una fuente secreta, y se los animaba a delatar acualquiera que sospechasen practicaba la hereja. Si un transgresor consegua proporcionaruna docena de sospechosos, sus pecados seran excusados y se salvara de la hoguera.

    Segn los manuales que se han conservado y que fueron escritos por uno de losinquisidores generales ms aborrecibles, Bernard Gui, la Inquisicin dispona de dos clasesde citacin, la inquisitio generalis y la inquisitio specialis.4 La primera se empleaba en lospueblos y las ciudades y abarcaba a un gran nmero de herejes, en ocasiones a poblacionesenteras; mientras que la inquisitio specialis iba dirigida contra aquellos individuos que

    despertaban el celo del Santo Oficio. Ambas fueron utilizadas de manera implacable.Para presentar un cargo de hereja bastaba con el testimonio de dos testigos. El

    sospechoso permanecera encarcelado durante todo el tiempo en que se lo interrogase, y laInquisicin nunca tena prisa. Muchas vctimas inocentes de rencores y venganzaspersonales fueron encarceladas y terminaron muriendo en la crcel mientras esperaban aque los inquisidores estudiaran sus confesiones. Otras fueron torturadas hasta la muerte apesar de que haban confesado crmenes de los que eran inocentes y acerca de los cualesno saban absolutamente nada. Los informantes nunca eran identificados y susdeclaraciones concernientes al sospechoso nunca eran reveladas, con lo que el acusado

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    careca de toda informacin tangible contra la cual pudiera defenderse. Los sospechosos nopodan disponer de abogados y, lo ms insidioso, los procedimientos inquisitoriales eranllevados a cabo en el ms absoluto secreto: a menudo sus vctimas simplementedesaparecan.

    Naturalmente, semejante despotismo surti un tremendo efecto sobre la estructurapoltica y social del mundo occidental. Un ejemplo particularmente revelador de ello nos lo

    proporcionan los ciento cincuenta aos transcurridos entre 1500 y 1650, durante los que seestima que treinta mil mujeres (as como varios centenares de hombres y nios) fueronvctimas de la Inquisicin. Su crimen en realidad no era tal, sino mera mala suerte. Muchasmujeres fueron acusadas de practicar la brujera; una terrible irona, ciertamente, ya que lapostura oficial de la Iglesia rechazaba cualquier nocin de lo oculto, si bien permita matar acualquier sospechoso de brujera.5

    Pero su obsesin por la brujera termin causando un dao inconmensurable a laIglesia catlica, porque mientras la Inquisicin estaba muy ocupada persiguiendo yquemando a mujeres inocentes por toda Europa, Martn Lutero minaba alegremente lasraces de la Iglesia sin que nadie le prestara atencin.

    No obstante, y a pesar de su intensidad y del enorme xito que alcanz, en realidad larebelin de Lutero hizo muy poco por los herejes. Las sectas protestantes que habanapartado de Roma a tantos fieles no eran mucho mejores que los catlicos. Al igual que susprimos papistas, los luteranos y los calvinistas tambin tenan sus propios intereses quedefender y, cegados por sus convicciones, terminaron entregndose a autnticas orgas deviolencia y persecuciones. Una de sus vctimas ms famosas fue Miguel Servet, un mdicode notable talento que mantena opiniones religiosas peligrosamente radicales y queradarlas a conocer. En 1531 expres dichas ideas en De Trinitatis Erroribus Libri VII [Acerca delos errores de la Trinidad], un tratado en el que peda sin rodeos que se abandonara el tanpreciado concepto de la Santsima Trinidad. Arrestado por la Inquisicin vienesa en 1553,Servet huy a Ginebra, el epicentro del calvinismo, donde crea que podra encontrar refugio.

    Un terrible error, Calvino, que no ostentaba ningn cargo pblico en Ginebra pero eraconsiderado el lder espiritual de la ciudad, haba odo hablar de Servet. Estaba al corrientede su erudicin y sus logros en el campo de la medicina, y una dcada antes el mismoServet le haba enviado una primera versin del De Trinitatis Erroribus Libri VII. Pero aCalvino las opiniones religiosas de Servet le gustaban tan poco como a los catlicos deViena. En vez de ofrecerle refugio, lo hizo arrestar, lo juzg por hereja y lo sentenci amuerte. Al parecer, Servet fue asado lentamente en un espetn, de tal manera que tard doshoras en morir.6

    Pero semejante crueldad no era ms que un aspecto de la manera en que la Iglesiaactuaba como fuerza destructiva. No slo mataba a individuos: en vida de Bruno, lainflexibilidad y la paranoia papales empujaron a naciones enteras a enfrentamientosviolentos, la rebelin y, en ltima instancia, la guerra. Despus de que los protestantes sehubieran hecho con el poder en Alemania, la rebelin de las minoras protestantes queestaban siendo sometidas a persecucin en los estados catlicos europeos no tard enconvertirse en una guerra declarada.

    Iniciadas en Francia en 1562, cuando Bruno tena catorce aos, una serie de guerrasciviles conocidas como las guerras de Religin desemboc en un conflicto europeo que seprolong durante treinta y cinco aos e involucr a protestantes alemanes y catlicos de Italiay Espaa. En Pars y otras grandes ciudades, los calvinistas franceses, los hugonotes, se

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    consideraron perseguidos por la mayora catlica y se organizaron hasta formar un poderosogrupo poltico. La creciente friccin entre hugonotes y catlicos fue la chispa que inflam lafrgil monarqua francesa. Primero Carlos IX (rein de 1560 a 1574) y luego su sucesorEnrique III (asesinado por un fantico religioso en 1589) tuvieron que enfrentarse a unasucesin de violentos levantamientos hugonotes apoyados por ejrcitos protestantesllegados de otras naciones. Dicho conflicto alcanz su sangriento clmax con la matanza del

    da de San Bartolom el 24 de agosto de 1572 cuando, en el curso de tres das, se diomuerte a unos setenta mil protestantes. Despus de esto, un grupo de catlicos moderados,los politiques, empez a dejar sentir su influencia a travs de la poderosa familiaMontmorency. Pero dicho partido no tardara en verse desplazado por una familia noblerabiosamente antiprotestante, la casa de Guisa, la cual cre el grupo de la Liga Santa,violentamente opuesto a cualquier forma de acuerdo pacfico con los hugonotes y decidido aproseguir con las matanzas.

    En 1589, cuando Bruno estaba viviendo en Alemania, un Guisa organiz el asesinatodel monarca francs Enrique III (antiguo mecenas y amigo de Bruno). Durante un tiempo lasituacin empeor todava ms, hasta que finalmente en 1598, mientras Bruno yaca aisladodel mundo encadenado al suelo de una prisin de la Inquisicin, se logr restaurar cierta

    apariencia de orden. Enrique IV, el resuelto y valeroso sucesor de Enrique III, promulg eledicto de Nantes en el que se declaraba la libertad de conciencia y la igualdad de derechoslegales y educativos para los protestantes franceses, permitindoles ocupar cargosgubernamentales.

    Pero los conflictos religiosos son recrudescentes. A travs del mundo, una fecorrompida contina produciendo dolor y calamidades, de tal manera que es imposiblecuadrar el balance. Por una parte, la devocin religiosa nos ha dado obras magnficas queenaltecen y alimentan nuestro espritu. Nos hemos visto enriquecidos con cuadros de Tizianoy Giotto, manuscritos de Dante y Milton, esculturas de Miguel ngel y misas de Mozart yPalestrina. Por la otra, produjo las cazas de brujas, los horrores de la Inquisicin, las guerrasde religin, las bombas en Irlanda del Norte y los nios que mueren en Palestina. Los

    apstoles pronunciaron palabras que prometan el xtasis religioso, pero generacionesposteriores las pervirtieron y generaron un fervor que todava reprime, asfixia e inmola.

    Las guerras religiosas sirvieron como terrible teln de fondo a la vida adulta de Bruno yaadieron todava ms conmociones a las privaciones y penalidades habituales de la plebedel siglo XVI. Dondequiera que viajaba Bruno, la intolerancia doctrinal y las matanzasendmicas llevadas a cabo en el nombre de Dios volvan a confirmarle que slo unarevolucin intelectual y espiritual podra llegar a disociar alguna vez la religin del asesinato,el horror y el dolor sin lmites. Al mantener aquellas opiniones, Bruno estaba condenado aconvertirse en un enemigo de la Iglesia, en un hombre peligroso. Por encima del significadode sus teoras radicales, constitua una amenaza porque representaba la libertad de

    pensamiento, de expresin y de imaginacin, un liberalismo detestado y temido por Roma.Y, observando los movimientos de Bruno desde lejos y siguiendo el curso de su carrera,

    los inquisidores engrasaban sus potros de tortura y avivaban sus fuegos mientras esperabana que su presa hiciera un falso movimiento, aguardando el da en que caera en sus manos yentrara en una tierra de sombras de la cual no podra escapar. Bruno no los decepcionara.

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    CAPTULO TRES - Venecia

    Pensar es especular con imgenes.

    GIORDANO BRUNO

    Tal como la encontr Bruno en 1591, Venecia era una ciudad que acababa dedespertar de una serie de conmociones polticas y naturales. Catorce aos antes, la plagahaba matado a casi una tercera parte de la poblacin, incluido uno de sus hijos msfamosos, el pintor Tiziano. Los venecianos haban visto sucederse cuatro dogos en slo unadcada y media; y el Estado haca equilibrios sobre la cuerda floja actuando comointermediario entre Espaa, Francia y Roma, las grandes potencias de Europa.

    Gracias a disfrutar de una ubicacin excepcional que le haba permitido absorber lainfluencia cultural de Oriente, Venecia contaba con una larga tradicin erudita y se habaconvertido en una encrucijada obligada para el viajero aventurero. Marco Polo parti de allen 1271, y lo que l y otros viajeros se llevaron consigo como emblemas de la culturaoccidental fue compensado con creces por el conocimiento y la influencia que afluyeron deOriente a Occidente y pasaron a travs de San Marco y el Lido. Durante los mil aos queVenecia llevaba manteniendo una posicin de prominencia global, aquella circulacin de losconocimientos fue alterando el mismo aspecto de la ciudad y cre un teln de fondo decosmopolitismo y liberalismo. Un caso nico en la Europa del siglo XVI, Venecia se hallabagobernada por un Collegio de veintisis miembros seleccionados mediante una formarudimentaria de democracia. Los senadores procedan exclusivamente de las familias msricas (necesariamente las ms antiguas o nobles), pero el sistema contena refinadassalvaguardas contra la obvia corrupcin que amenazaba a estados menos ilustrados. ElConsejo de los Diez, formado exclusivamente por nobles, desempeaba las funciones deuna especie de segunda casa con respecto al Colegio.

    En el siglo XVI, Venecia ya llevaba varios siglos manteniendo una intensa actividadcomercial y se haba establecido como una potencia militar mundial cuya poltica secaracterizaba desde haca seiscientos aos por las continuas disputas con los turcos, elImperio otomano. Venecia era un estado cristiano y haba contribuido a todas las cruzadas,pero obraba tan motivado por Dios como por el dinero y en sus enfrentamientos con elImperio otomano, as como con sus vecinos europeos, siempre haba tratado de expandirsus territorios. Los xitos y la riqueza haban aadido esplendor y belleza a una ya magnficaciudad-estado. Entre 1588 y 1591, el ao en que Bruno lleg a Venecia, los muyapropiadamente llamados hermanos Ponte haban construido el Puente del Rialto; y durante

    la segunda mitad del siglo XVI, el Palacio Ducal fue notablemente agrandado mediante laadicin de nuevas prisiones, estancias y departamentos gubernamentales.

    En sus relaciones con Roma, que eran el terreno donde los intereses comerciales deVenecia solan chocar con la fe de sus habitantes, los gobernantes de la ciudad se veanobligados a moverse por la cuerda floja. Sucesivos papas se haban enfrentado consucesivos dogos, y los esfuerzos por llegar a un compromiso solan ser agotadores yterminaban siendo pagados muy caros por todas las partes implicadas. El edicto de Nanteshaba supuesto una dura prueba para la estabilidad de Europa, apaciguando a losprotestantes y a algunos catlicos en Francia, pero poniendo muy nervioso al papa

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    Clemente VIII. Dentro de aquella atmsfera de incertidumbre, Venecia y Roma sedisputaban varios territorios, pero aquellos enfrentamientos no eran tan significativos comolos violentos choques motivados por cuestiones de doctrina e independencia ideolgica.

    El Papa recelaba de Venecia por considerarla un criadero de ocultistas, calvinistas,luteranos y dems herejes. Los diplomticos intentaban poner paz entre bastidores y cadaestado haca concesiones al otro para evitar un conflicto declarado, ya que ambos

    consideraban ms beneficioso llegar a un compromiso siempre que fuera posible. A vecesera Venecia la que sala airosa en una disputa, y en otras era Roma la vencedora. Clementehaba dejado muy claro que la Santa Sede era el gua espiritual de Venecia, pero el gobiernoveneciano consigui garantizarse el derecho a permitir que los libreros vendieran librosincluidos en el ndice de Libros Prohibidos. El Papa insisti en que Venecia financiara laconstruccin de ms iglesias, y a cambio los venecianos obtuvieron el derecho a que laliteratura calvinista se publicase y distribuyese libremente dentro de la ciudad. Dichocompromiso permiti que los venecianos se ganaran la vida y desempearan un importantepapel en el mundo venidero, al mismo tiempo que dejaba en buen lugar al Papa y lotranquilizaba en lo concerniente a sus sbditos venecianos.

    Como consecuencia de todo ello, Venecia era el estado ms liberal del sur de Europa yacoga con los brazos abiertos a los filsofos no ortodoxos. Los venecianos tambin llevabanmucho tiempo desconfiando de la Inquisicin. Cuando haban transcurrido casi cincuentaaos desde que el papa Gregorio IX la fundara en 1231, sucesivos gobiernos venecianosseguan negndose a permitir que la Inquisicin pusiera los pies en la ciudad. Dicha decisinslo fue derogada cuando, en 1288, el papa Nicols IV amenaz al dogo Giovanni Dandolocon la excomunin a menos que se inclinara ante los deseos del Vaticano. Incluso entonces,la Inquisicin veneciana no mostr ningn inters en imitar el rabioso entusiasmo de suscolegas romanos. En una fecha tan tarda como 1521, en pleno auge de la Reforma, Veneciasegua desafiando calladamente las rdenes papales. La ciudad estableci sus propiasreglas inquisitoriales, las cuales establecan que todos los juicios deban ser presididos pordos obispos y prohiban la tortura en todas sus variedades. Entre 1552 y 1594 slo se

    celebraron ciento cincuenta juicios en que ciudadanos venecianos fueran acusados de haberrecurrido a los encantamientos mgicos, la hechicera o la brujera, y slo seis de stosllevaron a la presentacin de acusaciones formales; y durante el ignominioso siglo y mediode las cazas de brujas ni una sola persona fue ejecutada o severamente torturada enVenecia.

    Semejante independencia de espritu haba enturbiado las relaciones entre Venecia yRoma. Despus de que el rey Enrique III de Francia fuera asesinado, Venecia proporcionasilo poltico a su legtimo sucesor Enrique de Navarra, el cual simpatizaba con losprotestantes. Aquello irrit a la fantica casa de Guisa, suscit las iras de Felipe de Espaa yenfureci hasta tal punto al papa Sixto V que ste lleg a pensar en excomulgar a toda

    Venecia. Sixto se calm un poco despus de que sus cardenales de mayor confianza lehicieran ver que en el pasado la amenaza de la excomunin contra Venecia slo habaservido para atizar la revuelta. La ciudad haba sido blanco de la mxima arma papal en tresocasiones a lo largo de su historia por Martn IV en 1284, Clemente V en 1309 y Sixto IVen 1483, y en cada una de ellas el Vaticano se haba visto obligado a volverse atrs yaceptar nuevamente a Venecia en el seno de la fe. Los venecianos siempre estaran taninfluenciados por los sentimientos religiosos como por los intereses mundanos. Y el destinode Bruno girara alrededor de este delicado equilibrio, que sera lo que determinara laconclusin de la historia que estamos contando.

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    Bruno se encontraba en Frncfort promocionando su ltima obra,De immenso, cuandorecibi la primera de las cartas que le ira enviando el noble Giovanni Mocenigo. ste habasabido de Bruno a travs de ciertos contactos en Alemania, donde Bruno haba hechonegocios con varios impresores. Durante la primavera y el verano de 1591 envi a Bruno unaserie de cartas en las que expresaba un agudo inters por su obra y le peda de manera muy

    persuasiva que fuera a Venecia para ensearle la filosofa que propugnaba. Mocenigo se ibavolviendo ms convincente con cada carta, ofreciendo a Bruno esplndidas recompensasfinancieras que se incrementaban en cada envo, suntuosos alojamientos y la ocasin deestablecer importantes contactos.

    Segn varios documentos concernientes al juicio de Bruno, Mocenigo estabaparticularmente interesado en sus estudios sobre el arte de la memoria, una serie de tcnicasmnemotcnicas que Bruno haba tomado de los ancianos. En la correspondencia, Mocenigoaseguraba haber ledo los numerosos libros de Bruno sobre el tema, pero que slo podrallegar a desarrollar adecuadamente sus habilidades mediante el contacto directo con el granmaestro en persona, e insista en pagar generosamente a cambio de dicho privilegio.

    Mocenigo viva en el magnfico Campo de San Samuele, junto al Gran Canal ydirectamente enfrente del palazzo donde muri Browning en 1889. Era senador y habanacido en el seno de una aristocrtica familia veneciana. Tenido por inmensamente rico, alparecer tambin tena un temperamento caprichoso y cambiante, y tenda a dejarse fascinarpor intereses pasajeros que llegaban a convertirse en autnticas obsesiones antes de queMocenigo decidiera abandonarlos de repente. Todas las fuentes de que disponemos lodescriben como un hombre que no caa demasiado bien a nadie y en quien no se podaconfiar.

    Al principio, Bruno ni siquiera se dign a contestar las cartas de Mocenigo. Parecelgico pensar que dada la historia personal del Nolano, slo un loco se habra tomado enserio la idea de volver a Italia y exponerse a un arresto y procesamiento seguros; y cuando

    Bruno decidi abandonar Frncfort para regresar a Italia, lo cierto es que no explic susrazones a nadie.

    Pero el senador Mocenigo estaba deseoso de tener a Bruno en Venecia, y Bruno, porsu parte, haba ganado muy poco dinero a lo largo de su vida enseando y escribiendo. Laoportunidad de poder ensear en Venecia y en la cercana Padua, cuya universidad tena lareputacin de atraer a estudiantes ricos, muy bien pudo aadir un atractivo extra a la idea.No obstante, Bruno nunca se haba mostrado muy interesado en el dinero y no haba hechonada para enriquecerse, a pesar de que ya se le haban presentado varias ocasiones dehacerlo antes de que Mocenigo entrara en escena.

    Una vez en Venecia, varios factores conspiraron para mantenerlo all. El ms

    importante fue la sbita muerte del papa Inocencio IX unas semanas despus de que Brunollegase a Venecia.' El 2 de febrero de 1592, Ippolito Aldobrandini se convirti en el papaClemente VIII. Como cardenal, Aldobrandini se haba ganado una reputacin de hombrecompasivo y tolerante, y Bruno crea que podra conseguir la absolucin de la Inquisicin,permitindole permanecer en Italia.

    Aun as, el regreso de Bruno horroriz a sus conocidos que vivan fuera de Italia, quereaccionaron con gran temor y consternacin a la noticia de que haba aceptado la oferta deMocenigo.

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    Se dice que Giordano Bruno el Nolano, al que conociste en Wittemberg, est viviendoentre vosotros en Padua escribi a un amigo de Padua un conocido de Bruno que viva enBrandeburgo. Es posible tal cosa? Qu clase de hombre es ste, un exiliado, como lsola admitir, que se atreve a volver a poner los pies en Italia? Me maravillo, me maravillo yno puedo creerlo, aunque lo he sabido de buena fuente. Dime, es cierta o falsa estanoticia? 2

    Su consternacin no es difcil de entender. Bruno estaba corriendo un gran riesgo, ydebemos suponer que su tremenda confianza en s mismo y el exagerado concepto de suvala que se haba formado le proporcionaron la presencia de nimo necesario. Quizs eraincapaz de ver los muy reales peligros que lo acechaban y crea que iba a encontraraceptacin y clemencia en vez de traicin, dolor y el ms abyecto horror.

    Y lo cierto es que en Venecia haba muchas cosas que atraan a Bruno. Unageneracin antes, uno de los hombres ms famosos de su poca, Giulio Camillo, habaconstruido en el corazn de la ciudad lo que denomin el Teatro de la Memoria. Camillo, unintelectual y antiguo profesor de filosofa en la Universidad de Bolonia, pensaba de unamanera muy parecida a la de Bruno. De hecho, nada ms llegar a Venecia el Nolano empeza buscar a los custodios de la llama oculta que Camillo haba llevado consigo.

    Bruno llevaba mucho tiempo sintindose fascinado por lo oculto.

    Durante el ao anterior a su regreso a Italia haba vivido en un castillo cercano a Zrichque perteneca al famoso alquimista Johan Heinrich Hainzell, quien lo haba dotado de unlaboratorio y estaba invirtiendo una gran parte de sus riquezas en la bsqueda de la piedrafilosofal. En el curso de sus juicios Bruno neg haber mantenido cualquier clase de relacincon las artes msticas, pero la evidencia de su familiaridad con la magia puede encontrarsetanto en sus libros como en los tratos que mantuvo con estudiosos de lo hermtico como elclebre mago ingls John Dee. Tambin haba mantenido una estrecha relacin personal conel rey Enrique III, quien estaba obsesionado con la tradicin mgica y fue durante muchosaos mecenas de una figura tan destacada como Nostradamus.

    El grupo intelectual ms importante que haba en Venecia por aquel entonces era laAccademia degli Uranici, fundada por Fabio Paolini en 1587. Paolini haba publicado variasobras de considerable importancia, entre las que sobresale un tratado sobre la memoria,Hebdomades, publicado en Venecia en 1589. Dicho tratado no slo era una importante obraintelectual sino que incluso haba llegado a convertirse en una especie de bestselleren loscrculos ocultistas, y eran muchos los que lo tenan por el eptome del ocultismo veneciano.Dicho libro haba sido una gran fuente de inspiracin para Bruno en sus propiasinvestigaciones sobre el tema.

    Poco despus de su llegada a Venecia, Bruno fue invitado a asistir a las sesiones de laAccademia degli Uranici. All se reunan no slo los ocultistas famosos de paso por la ciudad

    y los acadmicos atrados hasta all desde la cercana Padua, sino tambin muchospensadores liberales, filsofos y hombres de distintos credos interesados en la combinacinde lo oculto con la filosofa natural. Uno de los ms famosos hijos de Venecia, Paoli Sarpi,amigo de Galileo y reverenciado protocientfico, poltico y sacerdote servita, era un destacadomiembro del grupo y conoca bien a Bruno.

    A veces el crculo se reuna como cnclave secreto en las casas de sus miembros parahablar de filosofa, intercambiar ideas y debatir e interpretar las obras de los pensadoresradicales. El rico intelectual Andrea Morosini, una de las personalidades ms brillantes de laAcademia, tambin era un generoso anfitrin de dichas reuniones clandestinas y Bruno

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    considerado una especie de invitado de lujo por los cabalistas y filsofos venecianossiempre era bienvenido en ellas.

    Otros miembros importantes incluan a muchos de los libreros ms frecuentados deVenecia, quienes proporcionaban la principal fuente de materiales ocultos y filosficosprocedentes de toda Europa. De stos, el ms conocido era un joven de Siena llamadoGiovanni Battista (al cual solan llamar Ciotto) cuya librera Minerva se encontraba en la

    principal va comercial de Venecia, la Merceria. Haba conocido a Bruno en Francfort, y casicon toda certeza fue l quien lo puso en contacto con el crculo veneciano de lo oculto. Antesde la llegada del Nolano, Ciotto haba estado difundiendo el pensamiento bruniano yvendiendo ejemplares de sus libros impresos en Pars y Londres durante los aos ochenta.

    Lo que se discuta a puerta cerrada en aquellas reuniones quiz nunca llegue asaberse. Pero sus nuevos amigos no se esfumaron entre las sombras cuando la red empeza estrecharse alrededor de Bruno. Aquellos hombres estaban acostumbrados a lasconspiraciones y los peligros inherentes a sus intereses, pero, consecuentemente, su actitudcon respecto a la autoridad era todo lo hostil que se poda esperar de unos pensadores tanrebeldes. Ellos tambin andaban por la cuerda floja y cuando se los hiciera comparecer antela Inquisicin para que declararan acerca de Bruno, ellos, al igual que sus enemigos delVaticano, cerraran filas y protegeran a los suyos: nada fue revelado, y ni una sola de lasfilosofas secretas de Bruno fue reconocida.

    Cuando Mocenigo invit por primera vez a Bruno a Venecia le ofreci alojamiento en sulujoso palazzo, pero, no queriendo quedar enteramente en manos del veneciano, Bruno optpor buscarse una morada propia. No dispona de mucho dinero y no quera verse obligado aaceptar la caridad de Mocenigo, por lo que, poco despus de su llegada, empez a buscarocasiones de ensear. A travs de sus contactos en la Accademia degli Uranici, no tard enser invitado a ensear en la cercana Universidad de Padua.

    Fundada en 1222, en la segunda mitad del siglo XVI esta universidad ya habaadquirido la reputacin de atraer a ricos estudiantes que iban all impulsados tanto por su

    prestigio como por su proximidad a los palacios del placer venecianos. Padua era elOxbridge italiano de su poca, y muchas de las grandes figuras intelectuales del momentohaban cruzado sus umbrales en calidad de estudiantes o maestros. El secretario principal dela reina Isabel I, Francis Walsingham, haba estudiado all; y a comienzos de 1592 Galileoacept el puesto de profesor de matemticas.

    El trayecto es corto. Hoy en da lo habitual es coger el tren en Venecia y llegar alcorazn de Padua en menos de una hora, pero las embarcaciones ofrecen una ruta mslenta y tranquila. En tiempos de Bruno, el mar era la nica conexin rpida entre las dosciudades; y durante los ltimos meses de 1591 Bruno utiliz el servicio de embarcacionespblicas que zarpaban dos veces al da, e hizo varios viajes a la semana hasta que encontralojamiento en Padua cerca de la universidad.

    Los cursos oficiales en Padua eran muy parecidos a los que se impartan en la mayorade las universidades europeas. All, la retrica aristotlica segua prevaleciendo en lainstruccin y representaba el ncleo del programa acadmico. No obstante, y de manerainslita para la poca, los maestros que profesaban opiniones poco ortodoxas tenan derechoa exponerlas en cursos privados impartidos en sus alojamientos.

    Habiendo enseado en un mnimo de media docena de centros acadmicos de Europa,Bruno era un orador y maestro experimentado y seguro de s mismo. De hecho, suelocuencia era uno de sus talentos ms destacados, y Bruno atraa a muchos estudiantes de

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    pago mediante su peculiar mixtura de invectiva antiaristotlica combinada con su propiainterpretacin de la astronoma copernicana, a la que condimentaba con material polmicoprocedente de la tradicin hermtica. En pocas semanas, sus disertaciones llegaron a ser tanlucrativas y reunieron a tantos oyentes que Bruno decidi abandonar Venecia una temporaday establecerse en Padua, con la intencin de pasar all la Navidad y quedarse hastacomienzos de la primavera del ao siguiente, 1592.

    Es probable que durante todo el tiempo que Bruno pas en Padua siguiera en contactocon las personas que haba conocido en Venecia, y es seguro que iba y vena regularmentede una ciudad a otra, mantenindose al corriente de los progresos de la venta de sus librosen Venecia y visitando al hombre que lo haba invitado a volver a Italia. Al parecer, durante elinvierno Giovanni Mocenigo haba empezado a ganarse la confianza del Nolano, y en marzode 1592 ste decidi volver a Venecia y aceptar finalmente su invitacin de residir en supalazzoy tomarlo como discpulo.

    Y qu sabemos de aquel hombre, Mocenigo? No disponemos de ningn testimoniopersonal concerniente a su relacin con Bruno porque las reglas de la Inquisicin le prohibandejar constancia en sus memorias o en sus diarios privados de cuanto hiciera referencia alpapel que desempe en el subsiguiente arresto yjuicio de Bruno. Slo contamos con lasdeclaraciones que efectu ante la Inquisicin, las cuales fueron utilizadas en las audienciasvenecianas. Pero stas, como veremos, al menos arrojan cierta luz sobre las motivaciones yel carcter de Mocenigo. No cabe duda de que era una persona tortuosa y manipuladora,pero tambin resulta claro que nunca fue mucho ms que un pen en manos de poderessuperiores.

    Fingindose interesado en lo oculto, adul a Bruno exhibiendo un vido inters en susideas y su obra.3 Mocenigo cont ms tarde Bruno a sus inquisidores me asegurabaque sera muy generoso conmigo, y que me sentira muy satisfecho de l.

    Con todo, incluso un Bruno adulado y muy bien pagado debi de albergar ciertassospechas y temores. Pero si lo hizo, no las sac a relucir y tampoco parece haber prestado

    odos a las advertencias de sus amigos. stos saban que antes de que estableciera suprimera comunicacin con Bruno en Francfort, Giovanni Mocenigo haba mostrado escasointers en lo oculto, el arte de la memoria o cualquier otra disciplina esotrica. Un inters tanrepentino a buen seguro tuvo que resultar sospechoso.

    Ambos hombres siguieron tantendose el uno al otro durante un par de meses. Brunoense a Mocenigo las bases de la mnemnica y analiz los elementos de la filosofa naturalque haba enseado en otros lugares, pero Mocenigo siempre quera ms. Mocenigo noslo deseaba que le enseara todo cuanto s, sino que tambin deseaba aprender aquelloque soy incapaz de ensear a nadie declar Bruno ante la Inquisicin. Me haamenazado constantemente, tanto en lo referente a la vida como en lo tocante al honor, si nole daba mi conocimiento.4

    Mocenigo, al parecer, estaba jugando una peligrosa partida a muchas bandas.Sabemos que llevaba varios aos trabajando para la Inquisicin veneciana y es casi seguroque se encontraba estrechamente relacionado con la Inquisicin de Roma, incluidos algunosaltos funcionarios del Vaticano que haban seguido la carrera de Bruno con mucho inters.En su declaracin ante los inquisidores, Mocenigo asegur haber tendido deliberadamenteuna trampa a Bruno y haber obrado desde el primer momento impulsado por la devocin.Pero de ser as, con un solo paso en falso habra podido perder para siempre a Bruno ycausar una seria desilusin a sus amos de Roma. Es muy posible que aquellos hombres

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    hubieran depositado en Mocenigo todas sus esperanzas de capturar a Bruno, y cualquieraque viviese en la Italia del sigloXVI habra sabido que los cardenales del Vaticano y losinquisidores de Roma eran enemigos de lo ms innoble.

    Mientras tanto, Bruno segua sin hacer caso de las advertencias de sus amigos. Ellibrero Ciotto pareca saber qu estaba ocurriendo realmente en el palazzode Mocenigo, enel Campo de San Samuele. Durante el juicio de Bruno, Ciotto cont a los jueces que el

    senador se haba mostrado muy claro acerca de sus autnticos motivos y, entre otrasconfidencias, le haba dicho: Quiero ver qu puedo sonsacarle [a Bruno] de las enseanzasque me ha prometido, para no perder del todo lo que le he pagado, y luego lo entregar a lacensura del Santo Oficio.5

    El viernes 22 de mayo, por fin lleg el momento decisivo: Bruno haba decidido que yaera hora de abandonar la casa de Mocenigo y la propia Venecia. Mantuvo sus planes en elms estricto secreto y slo su amanuense, un estudiante alemn llamado Herman Besler,estaba al corriente. Hicieron su equipaje, dispuestos a ir primero a Padua y luego a Francfort.Decid volver a Frncfort y asegurarme de que mis obras eran impresas, contara a laInquisicin unos das ms tarde. Pero esa tarde, Mocenigo volvi a casa inusualmentetemprano y se encontr al Nolano en su habitacin con su sirviente doblando ropa paraguardarla en un bal. Besler fue despedido y los dos hombres discutieron. Mocenigo insistien que Bruno no haba cumplido con su parte del trato y no le haba enseado aquello por loque haba pagado. l [Mocenigo] insisti en que me quedara declar Bruno al tribunal,pero yo estaba decidido a irme. Empez a quejarse de que no le haba enseado loprometido. Luego recurri a las amenazas diciendo que encontrara medios, si no mequedaba por propia voluntad, de obligarme a ello.6 Despus de una acalorada discusin,Bruno consigui ganar un poco de tiempo diciendo a Mocenigo que se quedara otra noche.Acto seguido, Mocenigo sali de la habitacin y Bruno se fue a la cama.

    Pero la trampa de Mocenigo ya haba sido tendida, y entr en accin durante lasprimeras horas de la madrugada. Bruno fue despertado por gritos fuera de su habitacin.

    Instantes despus, la puerta se abri de golpe y Mocenigo irrumpi junto con su sirvienteBartolo. Los dos hombres iban acompaados por cinco o seis robustos gondoleros delvecindario. Sacaron por la fuerza a Bruno de la cama y lo condujeron a empujones por unlaberinto de callejas hasta una buhardilla cercana a San Marco. Luego los gondoleros lollevaron hasta el inicio de un tramo de escalones que descendan hacia un stano y lomandaron abajo de una patada. Horas ms tarde, Mocenigo volvi con un grupo de soldadosy una orden de arresto extendida por la Inquisicin veneciana. Todas las posesiones deBruno fueron confiscadas y sus libros y manuscritos entregados a las autoridades. Luego fuellevado a la prisin de la Inquisicin, enfrente del Palacio Ducal. Bruno se encontr en manosde Su Reverendsima