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Editorial, Radio Progreso y Eric-SJ
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Misiones observadoras
La presencia de misiones internacionales para la observación y seguimiento
del proceso final hacia las elecciones del 24 de noviembre son una muy
buena señal. De diversas fuentes se sabe que estas misiones tanto de la Unión
Europea como de la ONU y de los Estados Unidos ya están presentes en el
país y permanecerán hasta mediados de diciembre.
Esta presencia prolongada indica al menos dos claras valoraciones. La
primera, que para la comunidad internacional estas elecciones representan el
cierre del ciclo de irregularidad que arrancó con el golpe de Estado de junio
de 2009, y por eso mismo estarían especialmente interesados en garantizar
un cierre creíble y firme. La segunda, que para la comunidad internacional
existiría una severa preocupación por posibles fraudes ya amarrados o por
programarse, así como el interés porque los resultados electorales no abran
nuevas o mayores brechas de confrontación.
Sin duda, la presencia de la comunidad internacional representa una
importante apuesta porque estas elecciones abran una nueva etapa en la
realidad hondureña. Sin embargo, una cosa es que se garanticen que los
mecanismos conduzcan a resultados confiables, y otra cosa es la
institucionalidad que actualmente está sometida a otros poderes con
intereses muy distintos a los que ha de tener el Estado.
¿Quiénes de verdad están invirtiendo en las campañas? ¿Solo los actores
políticos y empresariales públicos? Son preguntas que muy difícilmente
podrán responder las misiones internacionales de observación. Y esto es un
asunto sumamente serio y grave porque tiene que ver con los auténticos
hilos del poder independientemente de quiénes formalmente ganen las
elecciones.
¿Cuál será el papel de la política de seguridad del gobierno de los Estados
Unidos? ¿Seguirá siendo en función primordial de sus intereses internos de
seguridad sin importar las consecuencias que conlleva para un Estado tan
débil como el hondureño? Son preguntas que difícilmente responderán las
misiones observadores y que están en la base de lo que democracia se puede
ganar con el proceso electoral.
Las elecciones significan uno de los desafíos más grandes que se le presentan
a la sociedad en el actual período. Y la presencia de las misiones
internacionales ratifica que existe un interés general porque sean limpias y
seguras. Sin embargo, la limpieza de las elecciones no se garantiza con la
transparencia de los mecanismos ni solo con los electores directos. El
proceso electoral está salpicado de otras suciedades que ninguna misión
internacional está en capacidad de limpiar. Pero sí de advertir su presencia.
Nuestra Palabra | 30 Octubre 2013