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UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL
MAESTRÍA EN FILOSOFÍA Y CRÍTICA DE LA CULTURA
APUNTES DE EPISTEMOLOGÍA
Dra. María Teresa Muñoz Sánchez
PARTE I LOS MITOS DE LA EPISTEMOLOGÍA CLÁSICA
En el periodo moderno, los tratados de la naturaleza y
estudios sobre el hombre no pueden entenderse exclusivamente
como una antropología; en numerosos casos, se buscaba una
tipificación del razonar, había, pues, un empeño
epistemológico. Se proponía estudiar las claves de nuestro
entendimiento: conocer el conocimiento, pensando el
pensamiento. El campo privilegiado de la reflexión
metodológica lo constituían las ideas, pues se consideraba
que pensar era tener ideas. Saber suponía representar con
precisión lo que hay fuera de la mente.
Esta forma de entender la posibilidad y naturaleza del
conocimiento implica que la forma por medio de la cual la
mente conoce es construyendo representaciones1. Como es de
sobra conocido, este concepto de conocimiento fue asumido
por la filosofía y dio lugar a la moderna teoría del
conocimiento, que como proyecto supone dos objetivos:
apuntando al contexto genético, explicar o dilucidar la
naturaleza, alcance y origen del conocimiento humano, bien
sea éste cotidiano o científico; y, en el contexto relativo
a la validez, dar razón de la posibilidad misma del
conocimiento. El primer objetivo ya presupone la existencia
del conocimiento, al tiempo que el segundo implica una
reacción contra el escepticismo. En cualquier caso, esta
disciplina, la epistemología, no puede ser virgen; se parte
de una imagen de la naturaleza del conocimiento mismo. Así,
1 Cf. Richard Rorty, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995 [1ª ed. ing., 1979], p. 13.
se supone que para que alguien pueda tener conocimiento
deben satisfacerse ciertas condiciones, que además se
consideran universales y necesarias. Tres de tales
condiciones se trabajan en este curso por considerarlas
fundamentales para comprender el marco epistemológico
gestado en la modernidad: la constitución de la
interioridad como ámbito desde el cual se valida, se
fundamenta el conocimiento: el Mito del Espacio Interior;
la suposición de que el conocimiento es aquello que se
encuentra contenido en mi mente, lo dado inmediatamente a
la mente ya sea por intuición o por percepción, esto es,
sin que medie un proceso inferencial: el Mito de lo Dado;
y, por último, el anhelo de cimientos sólidos para
construir el edificio del conocimiento: la Metáfora del
Fundamento. Todo lo anterior requiere un nuevo método
heurístico al que se pide fundamentación, descubrimiento y
recta conducción del razonamiento.
La epistemología posee, pues, como rasgo diferencial,
que toda reflexión acerca de las cosas ha de ser analizada
previamente. Antes de hacer afirmaciones sobre el mundo hay
que analizar el conocer. La finalidad de este análisis es
fundamentar el conocimiento, fundarlo en cimientos sólidos.
En la base de estos supuestos se encuentra la idea de
que la representación es el mecanismo por el cual
relacionamos nuestros pensamientos con el mundo.
Tal supuesto puede esquematizarse en las siguientes
tesis:
1. Hay una distinción esencial entre los objetos del
mundo externo y las ideas que de ellos se
elaboran en la mente, la cual es un espacio o
ámbito interno2.
2. La inmediatez de los objetos de la mente, esto es
de los estados mentales, es garantía de su
incorregibilidad3.
3. A cada idea de la mente corresponde un objeto en
el mundo.
4. Garantizar, entonces, la verdad de nuestro
conocimiento consiste en un proceso de
contrastación de nuestras ideas, esto es, de
estados internos que en cuanto tales son
considerados epistémicos, con los objetos de los
que son copia.
En los apartados que siguen nos ocuparemos de mostrar cómo
esta idea de representación ha dado lugar a los tres mitos
que han servido como soporte a toda una mitología acerca
del conocimiento.
1. EL MITO DEL ESPACIO INTERIOR
1.1. La mente como espacio interior
1.1.1 El dualismo cartesiano
Descartes concibe dos sustancias, entendiendo estas como lo
que puede existir independientemente, una es la sustancia
2 Véase René Descartes, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas (intr., trad. y notas Vidal Peña), Madrid, Alfaguara, 1977, segunda meditación.3 Idem
extensa (el cuerpo) y otra la pensante (el alma). El alma es
distinta del cuerpo y más fácil de conocer que él. Los
conocimientos que tengo sobre mi cuerpo son superficiales no
conozco los procesos. Esta tesis es conocida como dualismo.
El yo es lo que piensa, una sustancia cuyo atributo es el
pensamiento. Podemos ser sin cuerpo, ahora bien, tenemos un
cuerpo con el que nos confundimos. Se trata de un dualismo
intersustancialista interaccionista. Esto no quiere decir
que los predicados de la mente se confundan con los del
cuerpo. No hay reductibilidad de un reino a otro.
Podríamos destacar cuatro rasgos del dualismo:
1. Supone una diferencia entre dos tipos de fenómenos:
mentales y físicos.
2. Esta diferencia expresa un contraste entre lo mental y
lo físico (como entre bello y feo, claro-obscuro, etc.)
3. Se trata de una distinción de carácter universal: aunque
distinguimos fenómenos particulares lo aplicamos
universalmente.
4. Al mismo tiempo esta distinción supone exclusividad:
ambos ámbitos se excluyen mutuamente. Un fenómeno mental no
puede ser a la vez físico. Hay un abismo ontológico entre
ellos. Los fenómenos físicos o mentales pertenecen o son
atributos de dos substancias distintas. Las ideas son
cogitaciones, es decir, modificaciones o actos que suponen
una sustancia que es el sustento de dichas modificaciones:
el yo o el alma. Las sensaciones o percepciones son
maquinales.
Para Descartes, lo que define a un ser humano es su
conciencia4. ¿Cómo se comunican estas dos sustancias?, a
través de la glándula pineal.5
Existe un yo y su esencia consiste en ser consciente y
finita; es una sustancia pero no es extensa. La esencia del
4 Descartes utiliza indistintamente las nociones de alma y mente.5 M. Bunge, El problema mente cuerpo, Madrid, Tecnos , 1985
yo queda definida como res cogitans. Sustancia pensante que
es el alma.
El yo es conocido con absoluta seguridad de manera que
no puede depender del cuerpo. El conocimiento de nuestra
alma es más fácil y anterior al conocimiento del cuerpo.
Si retomamos una de las cuestiones fundamentales de la
teoría del conocimiento, la relativa al origen del mismo
tendremos que preguntarnos con Descartes: ¿Cómo concebir el
origen de las ideas?
Descartes distingue tres tipos de ideas: innatas,
adventicias y ficticias.
Ahora bien, las fiables, las que servirán de
fundamento al resto del conocimiento serán las innatas.
Dichas ideas son accesibles a través de la intuición; ésta
será la mejor fuente de conocimiento, y lo es sólo de la
mente. La conciencia es más importante que el cuerpo. Las
ideas adventicias son las que adquirimos a través de los
sentidos. Las ideas ficticias son las generadas por la
imaginación, mezclando ideas adventicias. Todas estas ideas
se presentan a la mente, y son inmediatamente accesibles.
Por el contrario, los objetos del mundo externo sólo nos
son accesibles a través de los sentidos. Como veremos en la
primera meditación de las Meditaciones Metafísicas6, los
sentidos nos engañan.
1.1.2. El conocimiento como contenido de la mente
Con Descartes surge la concepción del entendimiento como
conjunto de representaciones internas. Se produce entonces
un giro gnoseológico fundamental, aparecen los estados
internos o estados de conciencia. La mente humana pasa a
concebirse como un "teatro interior"7 donde tienen cabida
6 R. Descartes, op. cit., p. 187 La idea de la mente como receptáculo se encuentra también en Leibniz, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Madrid, Alianza, 1992, en el libro primero “Sobre las ideas innatas”, apart. I, “Sobre si en
las ideas, entendidas estas como representaciones. El
criterio para definir lo metal no es otro que la
indubitabilidad. Ciertamente nada externo, físico podrá
resultar tan indubitable como los pensamientos y dolores de
uno mismo, esto es, lo presente a la conciencia. Será
considerada conocimiento aquella representación que se
ajuste a lo representado.
Asistimos, entonces, a las primeras manifestaciones de
un mito: el Mito del Espacio Interior8. Descartes define la
mente mediante su estatus epistémico: lo que es mejor
conocido, lo indubitable, lo incorregible. De esta manera,
sus “objetos”, esto es, los estados de la mente, son
también incorregibles y de acceso inmediato. Con la duda
cartesiana del sueño, se pretende precisamente sostener el
presupuesto racionalista, según el cual lo que se intuye
directamente es la idea, en tanto modificación de la
conciencia.
La filosofía moderna como filosofía de la conciencia,
asume que entre la forma o figura de lo representado y la
forma de la representación hay al menos cierta similitud -
si bien no asume el papel del lenguaje -.
Hasta aquí, entonces el primero de los supuestos
señalados al inicio de esta primera parte, a saber: Hay una
distinción esencial entre los objetos del mundo externo y
las ideas (objetos del mundo interno) que me hago de ellos
en la mente la cual es un espacio o ámbito interno.
1.2. La razón como fundamento del conocimiento
el espíritu humano hay principios innatos”, pp. 63-87.8 Se me podría decir que ya en San Agustín podemos encontrar indicios de esta interioridad. La diferencia radica en que el espacio interior es en San Agustín una puerta a la Trascendencia y no una morada que constituye el punto de apoyo desde el cual es posible construir la estructura que soporta al conocimiento, como veremos.
Pueden, entonces, destacarse las siguientes marcas de lo
mental para la propuesta cartesiana:
a) Capacidad de conocerse a sí mismo incorregiblemente
(“acceso privilegiado”).
b) Capacidad de existir independientemente del cuerpo.
e) No-espacialidad (tener una parte o “elemento” no-
espacial)9.
Todos estos rasgos dan razón de los dos primeros supuestos
anticipados: 1) hay una distinción especial entre los
objetos del mundo externo y las ideas que me hago de los
objetos en la mente que es un espacio interno y 2) la
inmediatez de los objetos de la mente es la garantía de su
incorregibilidad. Pero aún no damos cumplida cuenta de los
últimos supuestos que enunciamos: 3) A cada idea de la mente
le corresponde un objeto en el mundo. 4) Garantizar la
verdad de nuestro conocimiento consiste en un proceso de
contrastación de nuestras ideas con los objetos de que son
copia.
Puede decirse que la “concepción causal de la percepción”,
esto es, la idea de que hay cosas que son la causa de mis
ideas es un supuesto de la propuesta cartesiana. “Descartes
piensa que es de suyo evidente el que si yo tengo
percepciones verídicas, entonces tengo experiencias causadas
por cosas fuera de mí.”10 Ahora bien, aunque Descartes
presenta esta concepción de la mente como un receptáculo de
las ideas que son imágenes de lo objetos que hay “fuera”,
“es más sofisticado en este aspecto al sostener que la
relación entre el movimiento físico externo y la experiencia
interna está mediada de manera compleja, incluso si no vemos
más allá de los movimientos de los órganos de los
9 Cf. Richard Rorty, La filosofía y..., p. 4110 Bernard Williams, Descartes..., p. 57 Recupero esta noción de la “percepción causal de la percepción” del propio Williams.
sentidos”11. Por ello, abordaremos las tesis acerca de que a
cada idea de la mente le corresponde un objeto en el mundo;
y que garantizar la verdad de nuestro conocimiento consiste
en un proceso de contrastación de nuestras ideas con los
objetos de que son copia, atendiendo a la tradición
empirista.
1.2.1. Duda metódica
La razón es la capacidad o facultad de conocimiento
absolutamente verdadera. Lo importante es conseguir juicios
absolutamente válidos en la medida en que son incorregibles.
Como no todos los juicios son absolutamente verdaderos hay
que conseguir un criterio de incorregibilidad: la evidencia.
Serán juicios evidentes, no los subjetivamente ciertos
sino los objetivamente verdaderos. Posiblemente puedan
coincidir verdad y certeza, lo objetivo y lo subjetivo. Se
trata de que la verdad necesaria de los juicios con la
certeza de enjuiciar (hacer juicios) coincidan. El programa
práctico es lo primero y la justificación teórica es lo
segundo. La formulación de los principios necesariamente
verdaderos a los que llega por la duda metódica. El
postulado de certeza se coimplica con la duda metódica.
El ámbito inicial de aplicación del método es el mundo
natural, a la imagen que tenemos del mundo natural. Más allá
de toda duda razonable creemos que estamos en un mundo
rodeados de objetos y personas, a los que percibimos no
equívocamente. En este mundo de cosas y personas también
estamos nosotros como un cuerpo natural de ese mismo mundo.
También hay relaciones que podemos distinguir. Creemos
además que tenemos un alma espiritual y que los seres que
nos rodean también tienen conciencia pese a que no la
percibimos. Por último, también creemos en un Dios. En
11 Ibidem, p. 241.
resumen, el ámbito y orden al que se aplicará la duda
metódica es el siguiente:
1. Hay objetos que percibimos. El mundo natural
2. Tenemos cuerpo y alma.
3. La matemática y la física describen las relaciones
entre los objetos. Y
4. Hay Dios.
La pregunta es entonces si los juicios que describen todo
esto son incorregiblemente verdaderos. Para dar solución a
esta pregunta propone la duda metódica. Meditaciones
metafísicas y Discurso del método
Evidencia Subjetiva ------------------ Evidencia objetiva
(Certeza) (Verdad)
Absolutamente ciertos
Juicios incorregibles
Necesariamente verdaderos
Para afirmar la incorregibilidad de los juicios hay que
ponerlos en duda. Tras culminar este proceso adquirirán o no
estatuto de juicios incorregibles. La prueba de fuego será
el escepticismo radical. Aunque no podamos saber si un
juicio es falso, sólo con que haya algo que nos permita
dudar de ello, debemos rechazarlo como falso.
(Fundamentalismo extremo)
Funciones de la duda:Propedéutica, es decir, correctivo de toda clase de
prejuicios. Función negativa.
1. Demarcadora, es decir, permite distinguir verdadero de
falso conocimiento. Función positiva.
2. Del regreso al yo, se trata del retroceso desde la
realidad al pensamiento.
4. Hay otra función de la duda, la función sistemática.
(1a. Meditación, 2da. regla, 3a. parte del Discurso)
Descartes no introduce la duda sólo como un correctivo sino
como filtro de los juicios incondicionalmente ciertos. Dudar
es buscar certeza incondicional. A la duda subyace el
postulado de la certeza.
1. Es en el ámbito de la práctica donde se necesita
fundamental y primariamente la seguridad de la certeza.
Después es necesario también fundamentar lo teórico.
2. Descartes pretende determinar la acción mediante la
razón.
3. Para aislar los conocimientos indudables hay que llevar
todo conocimiento al escepticismo radicar.
Un juicio cumple todas estas condiciones y además es
fundante: “Cogito, ergo sum”- “Pienso, luego existo”. Hay
otros juicios indudables que no sirven para fundamentar.
La duda desde el punto de vista genético.
Biográficamente se podría afirmar que es el resultado de los
viajes de Descartes en los que aprecia la diversidad de
costumbres. De manera que relativiza lo propio a través de
lo otro.
Problemas hermenéuticos de la duda:1. El escepticismo es usado para poder superarlo. Descartes
no es un escéptico sino un luchador contra el escepticismo.
2. Las exclusiones de la duda:
Cuanto afecta a la práctica. A excepción de la moral
provisional (como si ...)De marea que Descartes centra el
foco analítico en lo teórico para desde allí abordar la
práctica.
Excluye todo lo que es materia de fe. Pide autonomía de la
teología. Las verdades dogmáticas son intocables por la
duda. (Tesis del disimulo, de las máscaras de Descartes)
Es necesario considerar que finalmente recurrirá Dios
(verdad de la teología y por ello indudable)
Los niveles de la duda1er Nivel Realismo de sentido común
Cosas + Nuestro propio cuerpo --------------------
Conciencia
Recepción sensible
Fenómeno
Partiendo de este nivel y de la aplicación de la regla de la
evidencia llegaremos a la duda; en tanto, los sentido no
siempre son ciertos. Los sentidos nos engañan (1a.
meditación)
Duda de los sentidos
Tenemos razones de peso para dudar de aquello que nos engañó
una vez. Los escépticos ya son un precedente en esta
afirmación. Descartes juega con un principio de causalidad
implícito: son las cosas las que causan nuestras
percepciones.
2do Nivel: Duda de las cosas mismas: Hipótesis del sueño.
Esto nos lleva a la duda misma de la existencia de las
cosas. Descartes lleva al extremo la duda del mundo exterior
a través de la hipótesis del sueño. ¿Y si nuestra vida es
sueño?
El argumento del sueño descansa sobre un supuesto: Los
objetos inmediatos de la conciencia son los objetos
independientes del mundo. Nuestras ideas son modificaciones
de la conciencia. (Mentalismo) Descartes aceptaría el
representacionismo de Wittgenstein. ¿Cuál es la relación
entre la idea y lo ideado?
Descartes supone que nuestras representaciones en el sueño y
en la vigilia son las mismas12. ((Pag. 94. del Discurso del
Método))
12¿Qué sería probar la existencia del mundo externo? Este es un problema irresoluble.
Las impresiones sensoriales no pueden ser observadas, según
Descartes, y por otro lado las ideas sí pueden ser
observadas por la conciencia. Somos conscientes de nuestros
procesos interiores. (3a. Meditación)
Lo que se pretende con la hipótesis del sueño es hacer
posible el presupuesto racionalista según el cual lo que se
experimenta directamente es la idea.
3er. Nivel Duda del razonamiento matemático, fallos de
memoria.
(Discurso del Método, p. 93.) Se trata de una radicalización
de la duda, que en las Meditaciones llega incluso a las
tautologías, en un paso metafísico.
La hipótesis del genio maligno.
La radicalización del genio maligno radica en que parece
ponerse en duda la regla de la evidencia. “Y si existe un
genio maligno que me hace evidente lo que es falso ...” Lo
que hay que precisar es que esta regla no se cancela sino
que se le sustrae su carácter de criterio de la verdad
intersubjetiva.
Si decimos que dudar es buscar la certeza, entonces se
suponen los conceptos de verdad y falsedad. Estamos en un
momento límite en el que no hay un sistema de coordenadas en
el que podamos apoyarnos, ya que verdad y falsedad no son
objetivos. La intención de Descartes parece ser que la
cancelación entre certeza y verdad lleva a hacer posible el
dar con una certeza que pueda tener la garantía de verdad.
La hipótesis del genio maligno es una hipótesis de la que
Descartes se va alejando, y además supone un Dios veraz que
será el sustento desde el que partirá toda fundamentación.
Se trata de una concepción del conocimiento como
ideística. No llama ideas a las imágenes de la fantasía. Son
ideas falsas las que representan cosas que no existen; ideas
verdaderas las que representan cosas que existen. Para
hablar de verdad y falsedad se necesita establecer una
correlación entre la idea y lo ideado. Pero, ¿qué ocurre con
los conceptos ideales del entendimiento puro? Hay una
analogía entre la duda de los juicios matemáticos y las
percepciones. En ambos casos lo que se pone en duda es la
correspondencia entre la idea y lo ideado.
El genio engañador nos ayuda a poner en duda tal
correspondencia. Por eso tiene plausibidad poner en duda
las condiciones de verdad de los juicios matemáticos. Sólo
se puede dudar de esos juicios de forma hiperbólica o
metafísica. Se llega a dudar de dichos juicios por
exigencias del método.
La aspiración de objetividad de los juicios no es
posible en tanto se da la intersubjetividad. Lo que se está
buscando en última instancia son principios metafísicos
absolutos.
Dios veraz
El Dios veraz es fundamento y prueba, en tanto que deja caer
el genio maligno. ¿Cómo? En función de la bondad divina.
Ella será garantía del primer axioma absolutamente
indubitable “Pienso, luego existo”.
1.3. La relación entre evidencia y verdadTras todo el proceso de la duda se consigue un juicio que se
mantenga, tal sería la base del conocimiento. El ámbito que
se busca es el de la autoconciencia. Si alguien trata de
dudar de su propia duda cae en contradicción. Luego “pienso
luego existo” es el primer principio que estabamos buscando.
Lo que lleva al cogito es la duda, el método conduce al
primer principio. La certeza de la propia existencia sólo
puede ser alcanzada dentro del sistema a través del proceso
de duda. Derivados de este proceso son: El yo, el mundo, el
conocimiento a través de los sentidos.
Así, la certeza es psicológica, inquebrantable y de
hecho; la verdad es certeza metafísica de derecho. Pero el
nudo del primer principio YO SOY, no es un hecho. La
expresión yo ¿denota algo? No. Pero el juicio yo soy, es
necesariamente verdadero. La necesidad del primer principio
radica en la necesidad de hacer juicios, de predicar. ¿qué
es lo que existe? ¿qué soy yo que sé que soy? Es preciso
distinguir entre la certeza de la esencia y de la
existencia. No es lo mismo afirmar que soy, que preguntar
¿qué soy? Esta es una distinción puramente artificial que
introduce la duda metódica. No podemos preguntarnos por la
esencia del yo sin conocer antes su existencia. Y no podemos
aceptar la tesis de que si conocemos la existencia no
conocemos de alguna manera la esencia. Descartes en las
Meditaciones muestra una preeminencia del conocimiento de la
existencia sobre la esencia en lo relativo al yo y a Dios.
Ahora bien, “yo soy” (en cuanto sujeto determinado de este y
de este modo). También se puede entender que el yo pienso va
ligado a lo que piensa. Según Descartes no se puede
preguntar por la esencia sin haber determinado la
existencia.
En todo acto de pensamiento y por ello también en la
duda, está la autoconciencia pero éste no puede ser puesto
en duda. El sujeto autorreflexiona y expresa un conocimiento
que surge en esta autorreflexión. La duda llega hasta el
sujeto, pues, sin sujeto no hay duda, luego la existencia
del sujeto es indubitable.
¿Qué se revela como indubitable la duda o el sujeto que
duda? La duda es lo único indubitable. En ella está
contenido un momento de autoconciencia. La duda es pues,
inejecutable “Yo no pienso” es irrealizable esta
proposición. Engañarse en el grado máximo, es decir, a
través del genio maligno es pensar. Descartes no concibe el
primer principio como resultado de un razonamiento, sino
como el resultado de una auto-conciencia. Lo que le importa
no es demostrar al lector la validez del primer principio
sino que nos invita a que reflexionemos. No se trata de una
argumentación de carácter lógico. Ahora bien, lo que se
aprende es la auto-certeza o auto-evidencia pero no el ego.
No podemos experimentar el yo. El yo es lo que piensa, una
sustancia cuyo atributo es el pensamiento13.
Contenido del primer principio
El primer principio es condición de posibilidad de la
experiencia humana. (¿Cómo es posible el conocimiento de los
objetos y sus relaciones?) Las ideas son cogitaciones,
modificaciones o actos que suponen una sustancia, el yo, el
alma.
En la medida en que la sustancia forma ideas distintas
son espirituales. La forma de los objetos depende de la
sustancia infinita.
Las proposiciones sobre el sujeto finito, su sustancia,
etc., sirven para hacer comprensibles los límites del
conocimiento, de la experiencia. Así la teoría de la
experiencia en Descartes no es empírica sino que busca una
metafísica de la experiencia.
La teoría en la que se genera el primer principio
también es una teoría de la experiencia que aporta un
criterio de verdad. Para obtenerlo parte del hecho de que el
cogito es la primera verdad de la que no se puede dudar y
además de que lo particular puede generarse en lo general.14
El criterio será la claridad y distinción. El primado
corresponde a la evidencia que es en primera instancia de
los juicios analíticos y matemáticos.
13 Véase, Principios de la Filosofía, parágrafo 9, 51-5214 Véase, Discurso del Método, parte IV
¿Qué es claridad y distinción?
Claridad (contenido): algo que le sea a la mente patente y
manifiesto.
Distinción (extensión del concepto): Distinguible de lo
demás.
El último paso es aplicar el concepto de la evidencia a la
metafísica con la pretensión de que sean tan evidentes como
los de la matemática. El yo es una res cogitans, no extensa.
Si aceptamos un concepto de pensar podemos aceptar el soy
como claro y distinto.
¿Qué entiende Descartes por verdadero? Dos significados:
1. Juicios que expresan una relación de conceptos: la
matemática
Verdad es coherencia o correspondencia con estados de cosas
reales o ideales.
2. Juicios como yo soy o Dios existe. Verdad aquí también es
correspondencia entre el aserto de existencia y la
existencia misma.
El criterio de claridad y distinción está vinculado a la
evidencia.
¿Qué entender por evidencia? Lo manifiesto, lo patente pero
también la inevitabilidad del asentimiento a un juicio.
(pero si aceptamos esto ¿no caemos en la psicología?)
El “Yo soy es verdadero desde el segundo punto, es decir,
como correspondencia entre un aserto y lo afirmado. Pero
nosotros no conocemos el yo para establecer la
correspondencia, luego el juicio cogito ergo sum no puede
ser caracterizado como verdadero.
Yo soy es igual a yo soy una sustancia pensante finita.
El concepto de yo remite a una entidad que existe realmente.
En el primer principio encontramos una noción de verdad como
correspondencia y como coherencia. Hay un realismo a la base
del racionalismo cartesiano. La formulación del primer
principio es un primer paso hacia la fundamentación del
saber. La esencia del yo que da definida como res cogitans.
La sustancia pensante es el alma. El primer principio es
pues, que el alma existe.
Todos los juicios de las cosas materiales dependen de
la fuerza de la imaginación. El yo es conocido con absoluta
seguridad; luego el alma no puede depender del cuerpo. El
autoconocimiento es el solo entendimiento. El conocimiento
de nuestra lama es más fácil y anterior que el de nuestro
cuerpo. De ahí el dualismo alma-cuerpo. Dios es el garante
de la validez objetiva de lo evidente. Esto exige que Dios
sea veraz.
La idea de Dios juega un papel central en el filosofía
cartesiana. Sólo puede superarse la hipótesis del genio
maligno probando sus insostenibilidad. Para ello necesita a
un Dios veraz. La prueba del Dios veraz elimina el supuesto
del Dios engañador.
El análisis del concepto del yo, en cuanto pensante, es
lo que no lleva a la existencia de Dios. El yo pensante,
como sustancia sustento de modificaciones, cogitaciones,
quiere decir que el yo posee fenómenos de conciencia
divididos en:
Ideas (figura de las cosas)
Juicios
Fenómenos emocionales (de la voluntad)
¿Cómo es posible que tengamos la idea de un ser máximamente
perfecto y veraz? Es preciso, para responder a esta cuestión
distinguir entre ideas adventicias (procedentes del mundo
externo), e ideas ficticias (procedentes de nuestra
fantasía).
La idea de Dios no es adventicia, no procede de los
sentidos; ni ficticia, somos finitos y no podemos poseer una
idea de algo infinito. Y ello por que Descartes cree que es
necesario sujetarse al principio de causalidad la realidad
objetiva de la idea. Es decir, en la causa de la idea hay
tanta realidad formal como realidad objetiva tiene la idea.
Pero ¿qué ocurre con la idea de un ser infinito? La causa de
la idea de Dios no puede ser ni objeto del mundo exterior
(que son finitos) ni de la fantasía (también la imaginación
es finita)
[[Sabemos que el mundo es finito porque deseamos y esto es
así porque hay carencias]] Después de toda esta
argumentación se concluye que la idea de Dios es innata. Ni
adquirida ni producida. Innata en sentido potencial no
actual, es decir, está en nosotros potencialmente.
Todo lo que se piensa necesariamente se comporta
también así en la realidad (segunda prueba de la existencia
de Dios en los predicados)
Por mucho que se diga que un triángulo tiene tres
lados, y por muy claro que esto se presente, ello no nos
permite afirmar la existencia del triángulo. Pero en la idea
de un ser absolutamente perfecto sí se implica la
existencia. Ya que es perfecto, la existencia es una
perfección, luego existe. De cualquier objeto finito por el
hecho de tener la idea no se implica la existencia, pero en
Dios, por ser infinitamente perfecto, sí se deriva la
existencia de la idea. “Es casi lo mismo concebir a Dios que
concebir que existe” (Descartes) Este racionalismo puro
implica un paso de la necesidad del pensamiento a la
necesidad del ser.
Descartes formula dos pruebas de la existencia de Dios:
1. Casual
2. Priórica (ontológica)15 Paso de la idea de causa perfecta
a existencia de la causa.
Las pruebas se apoyan unas en otras.
Objeciones:
1. ¿Hay grados de realidad?
2. Círculo vicioso (IV obj. De Arnauld): La duda se supera
por el conocimiento de un Dios veraz. El conocimiento de
Dios es por la ayuda de los principios sometidos ellos
mismos a la duda externa (como el principio de causalidad)16
Descartes repasa su mecanicismo y concluye que no se
puede llevar la duda tan lejos. Primado de lo infinito sobre
lo finito. La metafísica cartesiana existe a otro nivel
distinto del de los juicios científicos. Las proposiciones
matemáticas son más comprensivas que las metafísicas. La
existencia de Dios, primera y más eterna de todas las
verdades. Y es de la que todas derivan17.
Dios creador de las cosas y de las verdades.
Conocimiento de Dios y su naturaleza. Coinciden validez
objetiva y certeza subjetiva: esta es el objetivo de la
metafísica de la experiencia cartesiana. La primera relación
con lo extra-subjetivo: relación Yo-Dios. Dios me ha creado
a mí mismo y a todas las demás cosas (si es y existe cosa
alguna). Tengo en mí la noción de Dios antes que la de mí
mismo.
Yo: finitud e imperfección. Rasgos de los seres
finitos:
Dudar: no saber algo
Desear: tener carencia
15 Véase 5ª. meditación16 Véase 4ª. meditación17 Desde la perspectiva wittgensteiniana se trata de tres tipos de juegos lingüísticos:1. Juicios metafísicos2. Juicios matemáticos o científicos3. Juicios cotidianos u ordinarios
Lo infinito es lo anterior al orden del ser y del conocer,
anterior a lo finito.
La metafísica ejerce pues, el principio de fundamentar:
“Dios en cuanto ser absolutamente perfecto, existe” En la
Edad Media se consideraba la idea de Dios como un signo
impreso en la criatura por su creador. Con Descartes cuantas
veces digo “ego sum” implico “Deus est”. Se equipara el ser
con Dios. Por otro lado, algunos autores han equiparado el
Dios de Descartes con el Dios cristiano. Pero entonces ¿qué
hay de nuevo en Descartes? La existencia del alma y de Dios
ya fue afirmada por la teología dogmática escolástica.
Repite los dos principios de la teología dogmática cristiana
tradicional y además cae en un círculo. ¿Cuál es el
progreso?
Funciones de Dios:
1. Negativa: destruye la hipótesis del genio maligno.
2. Positiva: Garantiza la validez objetiva del
conocimiento.
Descartes parte de que toda idea es algo. Las naturalezas
o formas son reales y provienen de Dios: Natura de la
materia: corpórea; Natura de la conciencia: intelectual.
Todas las naturalezas son creadas. Nuestro pensamiento está
sometido al mismo orden que las cosas reales. Prescripción
de un orden superior por parte de Dios que lo crea. Todas
las cosas han sido causadas por Dios. Descartes defiende un
creacionismo voluntarista de la verdad:
1. Racionalismo en el conocimiento
2. Presupuesto de la omnipotencia de Dios
Dios no cambia nada porque en ese caso sería imperfecto
A todo ello se debe que Descartes defienda la noción de
verdad como correspondencia entre juicios evidentes y la
estructura de la realidad.
Este es uno de los temas fundamentales en el ámbito de
la epistemología. El tema de la verdad nos lleva a la
necesidad de postular una método. El yo se considera un
apoyo fundamental en la búsqueda de la verdad. Se vuelve,
pues, a la subjetividad y la introspección. Este
subjetivismo nos conduce al problema de las ideas. Para los
racionalistas, Descartes entre ellos, no es necesario el
aporte de la experiencia porque las ideas son innatas, para
los empiristas, Hume, la experiencia es el origen de las
ideas ya que surgen de relaciones de asociación. En el
racionalismo se parte, pues, de la autonomía de la razón en
cuanto a la experiencia. Por el contrario, la conciencia de
los empiristas es pasiva. De manera que el conocimiento es
dependiente de la posibilidad de la experiencia.
Estamos en una época en que se piensa que sólo cabe
saber lo que es; lo que es válido en el conocimiento se
desvela y conoce su proceso de génesis. Ahora bien,
mientras el racionalismo cartesiano se interesa
primordialmente por los procesos de gestación de certezas,
ya que con las ideas o contenidos de conciencia se contaba;
en el empirismo, por su parte, la génesis que preocupa es
la génesis de los contenidos o ideas, puesto que el punto
de partida es una conciencia vacía.
En el caso de Descartes, hemos podido cerciorarnos de
que la motivación de todo su método es precisamente la
búsqueda de la evidencia, de la verdad, es decir, de aquel
conocimiento que tras pasar por todos los filtros de la
duda metódica alcanza el estatuto de absolutamente evidente
y, por ello, indubitable.
Todo el proceso de la duda metódica nos conduce a un
juicio “Pienso, luego existo” que se constituye en el
fundamento del conocimiento. Como veremos en la próxima
unidad este es el ámbito de la autoconciencia. Si alguien
trata de dudar de su propia duda cae en contradicción.
Así la búsqueda de un conocimiento indudablemente cierto,
es decir, verdadero, nos conduce a la recuperación de tres
principios metafísicos:
El yo
El mundo
El conocimiento a través de los sentidos
El primer principio alcanzado tras el proceso de duda es
condición de posibilidad de la experiencia humana. ¿Cómo es
posible el conocimiento de los objetos y de sus relaciones?
Las ideas son cogitaciones, es decir, modificaciones en una
sustancia que contiene dichas modificaciones y es el yo.
(Mentalismo) Así, Descartes ha demostrado que existe un yo
y que su esencia consiste en ser consciente.
El cogito es la primera verdad de la que no puede
dudarse. Aplicando el criterio de claridad y distinción
podremos recuperar de forma justificada todo nuestro
conocimiento. El yo es res cogitans, no extensa. Si
aceptamos un concepto de pensar podemos aceptar el soy como
claro y distinto. Así la esencia del yo queda definida como
res cogitans - cosa que piensa -. La formulación de este
primer principio es un primer paso hacia la fundamentación
del saber.
Un excursus sobre el papel del sujeto en la modernidad
El sujeto que construye la modernidad es múltiple:
Por un lado, el Cogito ergo sum, elaborado desde un
paradigma solipsista. Es un sujeto aislado frente al que se
construye un objeto. El mundo es un objeto para el hombre.
Este es el caso de Descartes, quien tuvo una concepción del
mundo que contiene un conjunto de cosas especiales, “yoes”
inmateriales sustanciales, y buscó llegar a este concepto
teniendo como único fundamento el de la conciencia. Ahora
bien, partiendo únicamente de la conciencia no se puede
obtener ninguna concepción objetiva de que haya muchos yoes.
En la segunda fase de la Modernidad, (Hegel) se
produce un expansión del sujeto. Es una fase
intersubjetiva. Del yo al nosotros. Nosotros vamos a
ocuparnos de la primera fase. Etapa solipsista. Hay una
interrelación profunda entre la legaliformidad del mundo y
de la mente. Partiendo de aquí tenemos que es preciso
entender ya analizar nuestras mentes. También subyace una
idea de la teoría representacional del mundo. El problema
del conocimiento consiste en reflejar el mundo.
El yo va asumiendo el lugar del Dios legislador. La
conciencia se da a sí misma la ley. A lo largo del siglo
XVII Dios sigue siendo el garante de la certeza. Todo
conocimiento cierto y evidente tiene que venir garantizado
por la existencia de Dios. Ahora bien, el fundamento
epistemológico central es el yo, la mente, la conciencia,
etc.
El primado de la subjetividad en el Renacimiento se
convierte en fundamento epistémico al mismo tiempo que en
objeto de estudio, especialmente en el racionalismo y,
aunque en menor medida, también en el empirismo.
Así para Descartes:
1. Nada puede conocerse sin tener conciencia del propio
entendimiento
2. Todo otro conocimiento depende de este (regla VIII)
Para Descartes la idea es forma del pensamiento y en cuanto
tal convierte al pensamiento en consciente de sí mismo. La
autoconciencia pasa por la conciencia que yo tengo de las
ideas, que además median entre sujeto y objeto. En la
tercera meditación Descartes sostiene que los contenidos de
nuestra mente están en nosotros y a ellos es a los que
accedo con mayor facilidad. Lo objetivo, pues, no es más
que lo subjetivo. Antes que al objeto accedo a mi idea de
objeto.
La búsqueda de la verdad se identifica con la vuelta
del espíritu a la claridad y evidencia de las ideas. (Si en
el racionalismo las ideas se generan espontáneamente, de
forma innata; en el empirismo también podemos encontrar un
cierto subjetivismo.)
Así se va gestando la noción de sujeto. En castellano
la noción de sujeto se relaciona con la de sustancia (lo
que está debajo, lo que sirve de fundamento) Se trata del
modo fundamental de ser al que remiten todos los demás. En
épocas posteriores se pasó a utilizar el término para
referirse al hombre.
Lo importante es establecer la relación entre verdad
(objetiva en tanto se concibe como adecuación) y certeza
subjetiva. El hombre es sede de la certeza y de la verdad.
¿Qué sentido tiene la búsqueda de un fundamento absoluto de
toda verdad? Lo más importante es tener un criterio para
determinar la verdad. En este punto hay que insertar el
cogito ergo sum de Descartes. Yo digo que todo pensamiento
que yo tengo se me pone de manifiesto en mi propia
subjetividad. Descartes interpretó la certeza psicológica
de la primera persona como una presencia íntima para el
sujeto de cierta clase de hechos, y también concibió que
esos hechos estaban tan determinados como los de la
realidad física.
Por ello propone:
1. La búsqueda de la certeza
2. La instalación en la autorreflexión
3. La aprehensión de la evidencia de que todo pensar es
representación.
Conocer es representar
La palabra representación viene a ser clave en la filosofía
moderna. Pensar es presentar. Lo que está ante mí es
aquello de lo que yo tengo conciencia. Pero qué quiere
decir que tenemos conciencia de algo. Nos remite a una
autoconciencia que viene a ser la condición de posibilidad
de la conciencia de lo demás. Representación es mi
representación en principio. Yo soy en todas las
representaciones, esta es la certeza mayor:
Sujeto------------ (representación) ---------------- Objeto
Del lado del objeto tenemos que el ente es lo que está
arrojado ante mí. Consecuencia de esto es el circuito entre
sujeto y objeto. ¿En virtud de qué podría yo asegurar que
hay algo fuera que no es mi representación que no sea a su
vez mi representación? La entidad pasa a ser la
objetividad, el estar dado ante mí. Heidegger argumenta
que el ser se oculta en los entes. Las cosas son algo que
está ahí dado. Cada cosa posee unas características
determinadas dadas:
Sustancia: --------------- Propiedad o atributo
Sujeto ------------------ Predicado
Para Aristóteles en la Metafísica el hombre es también un
ente pero con la característica de poseer conocimiento. En
el contexto moderno conocer pasa a ser constatar las cosas
que tengo ante mí, que están ahí. El sujeto es un tener
ante sí tanto al objeto como a sí mismo. ¿Quién dice que
para la Modernidad el sujeto no es cosa? Res cogitans. El
sujeto se convierte en el auténtico ser.
Lo que me interesa destacar es Descartes acepta la
teoría de la representación. La relación que establece
entre la idea y lo ideado, es decir, el mundo exterior, es
de copia. Es en este sentido en el que se le puede
considerar un realista. Las impresiones sensoriales no
pueden ser observadas, según Descartes, por otro lado, las
ideas sí pueden ser observadas por la conciencia. Somos
conscientes de nuestros procesos interiores.18 Lo que se
pretende con el proceso de la duda metódica (primera
meditación) es precisamente hacer sostenible el presupuesto
racionalista según el cual lo que se conoce directamente es
la idea. Esta inmediatez de las ideas es garantía de su
indubitabilidad.
Hasta aquí, entonces los dos primeros supuestos señalados al
inicio de esta primera parte, a saber: Hay una distinción
esencial entre los objetos del mundo externo y las ideas
(objetos del mundo interno) que me hago de ellos en la mente
la cual es un espacio o ámbito interno; y la inmediatez de
los objetos de la mente es la garantía de su
incorregibilidad.
Veamos los dos siguientes en la tradición empirista.
Con ello nos acercaremos al segundo mito, El mito de lo
dado.
Con Descartes se constituye la interioridad como
ámbito desde el cual se valida, se fundamenta el
conocimiento: el Mito del Espacio Interior; con el
empirismo de Locke y Hume se gesta la suposición de que el
conocimiento es aquello que se encuentra contenido en mi
mente, lo dado inmediatamente a la mente ya sea por
intuición o por percepción, esto es, sin que medie un
proceso inferencial: el Mito de lo Dado.
18
? Véase tercer meditación.