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Noche blanca de Rusia Cuando yo tenía la edad de esos cadetes, soñaba vivir aquí, en Petersburgo. No quería ser marino, claro, pero quería ser estudiante de piano. Ver nevar desde mi buhardilla, enloquecer como Prokofiev. Rusia siempre me fascinó. Me gusta su idioma soez y atractivo como poema de Rimbaud. Vine a vivir a una buhardilla, claro. Había que hacerlo, como Vila-Matas en París no se acaba nunca. Por desgracia, mis caseros eran más convencionales: Él es maestro de química en la universidad estatal. Da clases en el aula en que Mendeleyev presentó al mundo su Tabla Periódica, pero pasa trabajos configurando el Windows 95 pirata. Ella es moscovita y engañaría al marido con el primer hombre de pelo en pecho que se cruzara por su camino, pero aleja a sus candidatos porque piensa que para conquistar a un hombre sólo es necesario darle de comer. Llegué la primera noche blanca del año. En las noches blancas los estudiantes beben hasta perderse. No es que en los días comunes no hagan lo mismo, pero en las noches con sol hay un motivo concreto. Al día siguiente hice con mis caseros el tour obligado: Del

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Crónica de San Petersburgo por Fernando Zamora

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Noche blanca de Rusia

Cuando yo tena la edad de esos cadetes, soaba vivir aqu, en Petersburgo. No quera ser marino, claro, pero quera ser estudiante de piano. Ver nevar desde mi buhardilla, enloquecer como Prokofiev.

Rusia siempre me fascin. Me gusta su idioma soez y atractivo como poema de Rimbaud.

Vine a vivir a una buhardilla, claro. Haba que hacerlo, como Vila-Matas en Pars no se acaba nunca. Por desgracia, mis caseros eran ms convencionales: l es maestro de qumica en la universidad estatal. Da clases en el aula en que Mendeleyev present al mundo su Tabla Peridica, pero pasa trabajos configurando el Windows 95 pirata. Ella es moscovita y engaara al marido con el primer hombre de pelo en pecho que se cruzara por su camino, pero aleja a sus candidatos porque piensa que para conquistar a un hombre slo es necesario darle de comer.

Llegu la primera noche blanca del ao. En las noches blancas los estudiantes beben hasta perderse. No es que en los das comunes no hagan lo mismo, pero en las noches con sol hay un motivo concreto.

Al da siguiente hice con mis caseros el tour obligado: Del Singer a la Fortaleza de Pedro y Pablo. De la iglesia de la Resurreccin, al museo de Arte Ruso; Del teatro de la pera hasta el Hermitage y de regreso a tomarse la foto en ese puente que al final de la avenida Nevsky presume cuatro estatuas de jinetes domando caballos. Ms all est la ciudad comunista, salida de una pesadilla de Fritz Lang. Lo ms hermoso es sin embargo, la brillantez del Neva. El azul hipntico de este ro cuyo nombre es Cielo.

Al tercer da ya estaba yo harto de sopa con mayonesa y pescado en cubitos de gelatina. Yo que haba venido a enloquecer con la msica me haba enredado en una historia rusa de fracaso marital.

Curado pues de cursileras y luego de ofrecer mi viaje a los mrtires Romanov, me met al metro para encontrar por fin el verdadero olor a Rusia, La cara de los estudiantes y los soldados que vuelven del servicio militar, el punk hermafrodita, la mujer que ha salido de trabajar y regresa con su nio a casa en Vasiliostrovskaya. Y l y ella son tan blancos! Y tienen los ojos tan azules! La belleza de los rusos es muy distinta de la de sus ancestrales enemigos alemanes. La blancura germnica es cruel. La blancura rusa es salvaje.

Como la comida casera rusa me tena fastidiado (aunque me gustaba bien fro ese refresco: Nikola) entro a un restaurante que tiene aspecto mala muerte. Lo de aqu es la cocina de Azerbaiyn. Me seducen sus limonadas de color fosforescente, el cordero y la parra. El queso y el sonido de las vajillas pintadas a mano en un desfile que no termina. Me gusta el rumor de los rusos que ren estrepitosos y bailan abrazados cantando canciones de todas sus guerras.

Salgo con una borrachera discretamente Azerbaiyana y me enfrasco en la idiota contemplacin de una pelea callejera. Es una pelea fuerte. En Mxico hubieran llegado ya los militares, pero aqu los militares son parte protagnica. Hay dos cadetes de la escuela naval en un lado y cinco rubios flacos de brazos venosos en el otro.

Aparece un poli chaparrito y de aspecto corrupto que pide a los nios marineros que dejen de pelear. Se los pide con amabilidad sobreactuada, con miedo. No va a tomar en cuenta que han roto un parabrisas con la cabeza del contendiente.

La pelea se disipa, pues y yo me doy la media vuelta, pero he caminado apenas unos metros, cuando veo que los cadetes me vienen siguiendo. Son las tres de la maana, pero parecen las seis de la tarde en un pas mediterrneo y yo, doy vuelta en la primera calle. Creo que voy a encontrar el metro, pero estoy perdido.

Aqu estn, detrs de m los marineros. Como tengo mi orgullo, me doy la vuelta y los encaro para morir de frente. Me he recargado en la baranda de un puente. Cae polen! Son las once de la noche y la ciudad est baada de polen, como si estuviera nevando.

Los muchachos se me acercan y yo pregunto en mal ruso: qu hay? Uno se coloca a mi derecha y otro a mi izquierda. Estoy pensando ya cmo comenzar la negociacin de lo que parece un asalto inminente cuando me piden un cigarro, me invitan un trago de su cerveza y me cuentan una historia rara de novias en apuros. Se alegran cuando les digo que no tengo dinero para ninguna novia rara, pero que si quieren puedo invitarles una cerveza.

Cmo te llamas?, Fernando y t? Andrei. Como Tarkovsky? El cadete no acusa de recibido mi chiste, pero nos hemos cado bien. Qu haces en Pietr? Vine a un curso de msica sacra. Msica sacra! Y eso para que sirve?

En el bar, los muchachos me cuentan historias de cuando Petersburgo se llamaba Leningrado y fue sitiada por Alemania; cmo el abuelo cay muerto sobre la acera, hecho un perro; cmo el to tuvo que comerse textual la piel de sus zapatos, cmo se vengaron cuando vino la revancha y colocaron la bandera de la hoz y el martillo en el Reichstag alemn. Ganamos la guerra! Me dicen como si no me hubiera enterado.

Ahora, caminando hemos llegado a la baha del faro (dos) y la ciudad se ve espectacular. Por todas partes hay fiesta: Los trtaros, los chinos, los campesinos, los intelectuales, los burgueses...

Ms tarde paramos en un local que sigue siendo del estado. Los precios son extraordinariamente econmicos y no hay men: se come lo que se come. Es uno de los pocos que siguen siendo tipo comunista, me explican. Quisieras que Rusia fuera comunista? Pregunto. Oh no! Preferira que fuera zarista.

Ceno la botana del borracho en Petersburgo, esto es, pan con mucho ajo y mucho queso. Va delicioso con el sabor del vodka. Cuando estamos hartos ya de comer, caminamos hasta el prado frente a la catedral de san Isaac y son ya las diez de la maana. A las once hay mucho sol y aquello se ha llenado de muchachos sin camisa.

He pasado una verdadera noche blanca en Rusia. A las once vuelvo a mi buhardilla y afuera no nieva, pero sigue cayendo polen y yo me duermo escuchando el concierto que enloqueci a Prokofiev.

Fernando Zamora

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