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METAPOLÍTICA VOL. 4 ÚM, DI ,64-81
Maquiavelo en la obrade Claude Lefort
ESTEBANMOLlNA*
Rl:SU \1[:\: El pcwuulorfrallcés e/mI/le Le/ort descubre en Muquiavelo tma elaboración dela división clltre sociedadJ' poder político que 110 se articula eu el t/is/ocamiellto .'iocial
producido por la modemidatl illdustrial, sillo en el principio de (,ollstitllción de lo político,que se fimda eu la opmdcióll de dos deseos: el de los "grandes" que quieren oprimir, y el del
pueblo que 110 quiere ser oprimido. Así, ¡tlfigura del Coll1rillo que intercambia obediencia porprotección para represe"!,,r la relació" cn/re el Príncipe)' el pueblo es inadecuada, siendo
má,fj e.,¡uclo hablar de IIna cesión del pueblo a Sil dominación por parte del Estado efl fUlIor dela de/ellsa contra la opre.fiiólI de los grandes. De este modo, y a1l1e la insosteuibi/idad de 111I0
ingenuidad absoluta ex parte popul~ el atenimiento a lo aparente resurge como tiliacOlldición lle la instauración y el ejercicio del poder político, que debe cumplir eOIl la función
simbólica de It} imagilwrio, de recubrir 111I abismo que 110 puede ser <:o/mado.
L efor! descubre en Maquiavelouna claboración de la división de
sociedad y poder político a la que el marxismo se había vuelto ciego. fascinadocomo estaba por el dislocamiento social quehabía provocado la modernidad industrial.Maquiavelo nos descubre el ser de lo político en los principios de su constitución. Dicbo con otras palabras. lo que Maquiavelonos hace pensar es la división de sociedadcivil y Estado esto es, el modo como se
constituye la sociedad política a partir dcuna sociedad civil dividida en su raLz.
En efecto, tanto en El Príncipe comoen los Discursos sobre la primera década de TIlo Livio, sus obras principales,Maquiavelo mantiene el principio de que;"En toda ciudad hay dos humores diferenles, el del pueblo y el de los grandes;el pueblo no quiere ser dirigido y oprimido por los graodes; los grandes quieren dirigir y oprimir al pueblo",'
• Filósofo, ProJesor de la U"f¡·ersidad de Almería (E5plliia). PrQ.ttmamellll! d CI1Jk'om publicará SIl libro: La inciertalibertnd. Totalitarismo y democrdcin en Claude Lefon.I N. Maquiavdo. El Principl!. trad, de Elena Puigdomencch, Madrid. Tecnos. 1991. p. 38. En los Dis('IIr¡fI$ escribe. estavez a propbsito de la Republiea romana. en el capitulo cuarto del libro primero, que llamativamente lleva portncllbeUlInicnto c1lcxto "Que 1:1 desunión entre In plebe y el¡¡enado romano hilO libre y poderosa 811queJla rcpubliell":"Creo que los que condenan los tumultos elllre los nobles y la plebe atacan lo que fue la cauSlt principal de lalibenud de
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Preguntando por las distintas formasen que puede fundarse un Estado. nosconduce Maquiavelo en El Príncipe a unarefle:<ión sobre la naturaleza del Estadoy del poder político en general. Continuando el texto que acabamos de citar,refiere Maquiavelo: "Y de cstos dos diferemes apetitos nace en las ciudades linode esros trcs efectos: principado. libertado anarquía".::! Maquiavelo nos invita apensar que estas fomlas de poder, en lasque qucdarian resumidas IOdas las demás,son distintas elaboraciones, distintas respuestas, al fenómeno de la división sociaL La división puede dar lugar a unpoder que se eleva por encima de la sociedad y la somete entera a su autoridad.el ca;o del principado; o se regula de talmodo que ningún hombre esté sujeto aorro hombre, sino a la ley, este es el casodel r"gimen de la libertad; o la divisiónes incapaz de traducirse en un orden político y entonces desemboca en anarquía.
La división y oposición apartir de lascuales se generaría el Estado no puedeser reducida a tina separación empírica.Lo que hace que los grandes sean tales yque el pueblo sea el pueblo no es que tengan un estatuto distinto asociado a intereses particulares y divergentes por sufortuna, por sus costumbres o por su función social, es que aquéllos quieran dominar y éstos no quieran ser dominados.Su existencia sólo se delennina en la relación, en el choque entre dos apetitos,por principio igualmente insaciables.Para Lefort, el poder del Principe se ins-
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tilllye a partir de la experiencia de unvacio que ninguna politica puede llenarnunca, esto es. por el reconocimiento de laimposibilidad en que está el Estado dereducir la sociedad a la unidad'
Que el poder del Príncipe se perciba enesa dependencia de la sociedad no significaque su dominio sea una ficción, significa más bien que el Príncipe es consciente de que ha de elegir entre apoyar a uno uotro de los dos partidos. Tanto el pueblocomo los grandes lo necesitan. El primero"viendo que no puede resistirse a los grandes, acrecienta la reputación de alguieny lo conviel1e en Principe para defenderse con su autoridad": los segundos, "cuando ven que es imposible resistir al pueblo.empiez.:'1l1 aacrecentar la reputación de unode ellos y lo convierten en Príncipe parapoder asi. bajo su sombra desahogar susapetitos".' Si buscar apoyo entre los grandes no está exento de la ofensa a alguno de ellos y. por tanto de resistencias, laelección del pueblo no sólo significa menos oposición, sino mayor contento parael pueblo, para los sil/-poder, porque "eldeseo del pueblo es. en fin, más honeslOque el de los grandes, ya que éstos quieren oprimir y aquél 110 ser oprimido".s
Si los grande otorgan su apoyo alPrincipe para seguir ejerciendo la opresiónsobre el pueblo, el pueblo busca protegerse de un mal, la opresión de los grandesen el seno de la sociedad civil. a través dealgo que si en apariencia es un bien. serevela inmediatamel][c como un mal menor, el dominio del Príncipe. El pueblo
Roma. se fijan más en los ruidos y gritos que flilcinn de esos tumultos que en loS" buenos <recIOs que produjeron y noconsidcl1:l.n que en toda repüblica hay dos humores diferentes: el de los gmndes y el del pueblo y lodas lus leyes que sehacen ~'II pro de la Jibcnad nacen de la desunión entre ambos". N. Maquiavelo. DiJCl/r,lO,v sobre la prmlura decadu deTilO L/I'lo. lrad. de Ana Marlin...z Al1lncón. Madrid. Alinnza. 1987. p. ]9.: N. Maquiu\'c1o. El Prilldpe. op, di. p. 38.J C. Lcfon. L~ IrlIl'uif de I·O/.'III'N:. Maqlfim'el, P:lrk GlIlhmard. 1972. p. 382.~ N. Maquillvdo. El Príncipe. op. di.. p, 38.! Ibid.. r. 39.
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puede someterse a la autoridad del Príncipe no sólo porque percibe su poder de unanaturaleza diferente al de los grandes, sinoporque su fin no es dominar, sino no serdominado. Este rechazo funda el consentimiento de una nueva faona de dominioque puede sustraerlo al oprobio a que losgrandes lo someten. Asi es como por estaespecie de astucia el deseo de no ser dominado del pueblo alcanza y conecta conel deseo de dominar del Príncípe, así escomo "en una oscuridad que importa 110
disipar el no-poder y el poder absolutose pegan uno a otro'·'
Esta situación significa para LefoIt quela imagen de un contrato, en el que seintercambiaría obediencia por protecciónpara medir la relación entre el poder delPrincipe y el pueblo, es inadecuada. Laingenuidad del pueblo dificulta la posibilidad de esa imagen. Cuando el pueblolucha para no ser oprimido está preparándose, sin embargo, para una opresión deun nuevo género; cuando imagina el bienalcanza, sin embargo, otro mal, pero menOr que aquél que se incuba en el seno dela sociedad civil. Más adecuada seria laimagen de una cesión: el pueblo cede ala dominación del Estado en favor de sudefensa contra la opresión de los grandes.u¿Cómo sus intereses constituirían a lamasa en una parte contratante, cuandoreducidos en último término al rechazo del dominio y la opresión no sufren lamisma deftniciónen ténninos positivos?",'
Igualmente, la insistencia de Maquiavelo en designar la lucha de clases comoun fenómeno universal y pennanente y enrevelar la esencia del pueblo en el deseode escapar a otro deseo, el de la otra ciase
6 C. Leron. Le tr(JlliJil de /'Dellmr. MUl/llfu\'tt/. op. cit.. p. 384.1 lbld.. p. 384.• N. Maquiavc:lo, El PrinC'i¡u>, IIp. cit, p. 39.
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en pugna, hace pensar eD la inconveniencia de una interpretacíón intelectualista quese limitara a describir un estado primerode naturaleza, UD estado de inseguridad enel que cada cual fuera una amenaza paraotro y que dejara el paso franco a un estado político beneficioso para todos constituido en la renuncia de los contrincantesal poder en favor de un tercero. Según estemodo de ver las cosas, el Estado sería lasolución del problema socíal. Pero no haymás que recordar el texto de Maquiavelo para advertir que esta interpretación sólopodria mantenerse desconociendo el principío del análisis: que la división de lasociedad es irreductible y, por tanto, ocultándose que queda descartada la idea deuna solución del conflicto social.
Tampoco sería del todo acertada larepresentación del poder político reducido a la lógica de la fuerza, pues aún cuandoel Príncipe pueda y deba calcular losbeneficios y los riesgos de un apoyo acualquiera de las partes en litigio, esta representación dejaría escapar que las ciasessociales no soo enteramente detemlina~
bies como objetos empíricos sobre los quese puedan realizar medidas ycálculos, sinoque existen en la fonna de una relacióncuyos ténninos no se dejan fijar y remitenpennanentemente el uno al otro en eseescenario que fonnan el deseo de oprimiry el deseo de no ser oprimido. El Príncipepuede apoyar a los grandes acosta de confundirse con ellos yconvertirse en enemigo del pueblo. Maquiavelo nos advertirá enesta circunstancia que <leon un pueblo enemigo, un príncipe jamás estará seguroporqne son multitud'" Por otra parte, elPrincipe sólo pucde contar coa el pueblo
en la medida en que éste a su vez le otorga su confianza, esto es. cn la medida enque .abc mantenerse dentro de los limites que le impone la oposición de esosdos eseos: dicho con otras palabras. enla medida en que ejecuta la tarea politicade contener el deseo de opresión de losgrandes sin rebajar su propio deseo de dominación al de los grandes que habitanla sociedad civil.
No se puede persuadir al podcr de buscar arraigo en el pueblo sobre la base del"proverbio tan trillado de que quien edifica en el pueblo, edi fica en el barro",' oque hay que gozar de las ventajas queofrezca el tiempo, pues esto signi fieariaquerer olvidar que los hombres y las cosas son inestables, que el tiempo alcanzaa todo lo que se le pone por delante, queel deseo no encuentra reposo y que laúnica ceneza que se puede enContrar esla del riesgo que supone la inmersión enun mundo agitado, en movimiento. Dicho con palabras de Lefor1: "La critica delpueblo es ingenua en el sentido de que lepresta una identidad que no tiene". 10 Si hayalgo como una honestidad y una fidelidaddel pueblo sólo puede ser relativa a la acción de un poder que asegura a sus sujetoscontra la opresión de los grandes, no en clsentido de la realización de su deseo en Wlll
forma de poder. de su positivación en unobjeto cuando está entregado por esenciaal trabajo de la negatividad. al rechazo dela oprL'Sión. Sólo en la medida en que consu inscripción en el medio de lo politico elpueblo puede aliviar la violencia de la sociedad civil como el pueblo se ve llevadoa buscar la protección de esa otra formade dominio que es el Estado. El Estado
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no es cl objeto del deseo del pueblo, essólo el poder que puede levantar un murode contención al deseo de opresión de losgrandes.
Ahora bien. ¿que el pueblo se dejedefender por el Estado significa que esciego para percibir la opresión que en élse esconde o, más bien, que consienteen ese engaño? Por lo pronto, en el principado el Principe ha dc estar dispuestoa "ser un gran simulador y disimulador":
Un Príncipe no ha de tenernecesariamente todas las cualidadescitadas (a cominuaci6n), pero esnecesario que parezca que las liene. Esmás me atreveña a decir esto: que sonperjudiciales si las posees y las practicassiempre. y son útiles si tan s610 hacesver que las posees: como parecercompasivo. fiel. humano íntegro.religioso. y serlo. pero estar con elánimo dispuesto de tal manera que si esnecesario no serlo puedas y sepascambiar a todo 10 contrario. ll
Aún cuando este texto nos de luz sobrela extensión del simulacro, no hace másque invitamos a seguir in istiendo en lapregunta por el origen de esa disposiciónque pemlite intercambiar en cada situación ser y parecer. Un poco más adelante.en ese mismo lugar. ensaya Maquiavelouna respuesta:
y los hombres. en general. juzgan máspor Jos ojos que por las manos; que atodos es dado ver, pero tocar a pocos.Todos ven lo que pareces. pero pocossienten lo que eres yesos pocos no se
9 ¡bid., p. 40.10 C. Ld'cm. Le Irowlil de- "()t'I/I'lt'. Maqllía~·el. {JI' Cit.. p. 387.11 N. MllqUIII\'e10. El Princlp('. 01' dI . p. n.
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atreven a oponerse a la opinión de lamayoría que tiene además el poder delEstado que les protege; y en lasacciones de lodos los hombres,especialmente de lo Príncipes. dondeno hay tribunal al que apelar, se atiendeal resultado. Procure pues el Principeganar y conservar el Estado: los mediossiempre serán juzgados honorables yalabados por todos; ya que el vulgo sedeja cautivar por la apariencia y el éxitoyen el mundo no hay más que vulgo ylos pocos no tienen sitio cuando lamayorfa tiene donde apoyarse.n
Si no nos dejamos llevar por la impreión que atribuiría a una carencia onto
lógica la falla de inteligencia del pueblo,sino que miramos más de cerca, podemos interpretar que el atenimiento a loaparente es una condición de la institución y del ejercicio del poder político. Loque cuenta para la upervivencia de larelación política, de la sociedad política,para que se visualice su eficacia es el resultado de las acciones. Es la respuestaexitosa a las "necesidadcs del momen(Onu la que permite renovar o revocar lacontianza de la mayoria, del vulgo, en elpoder del Estado. Ahora bien, ¿qué sentido lendría después de esta interpretaciónpreguntar por las posibilidades de unapolitica adecuada a las exigencias de la relación ocial, cuando lo que cuenta es lare olución de los prnblemas que van saliendo al paso? ¿Podemos acaso en laacción politica ir má allá de la aparien-
cia, para recogemos en una idealidad dcesencias que, convenida en !lonna, nospcrmila volver al campo de la acción yenjuiciar la adecuación de un régimen?La insistencia de Maquiavelo en la necesidad de que el Principe evite ser "menospreciado y odiado" nos puede dar unapista. Para Maquiavelo la cuestión no e táen el comportamiento de aquellos regimenes que como la monarquía francesade la época están "bien organizados ygobernados". sino en aquellos quc seponen en el limite de su disolución." Losmateriales para una respuesta va a extraerlos de la peripecia vital de algunosemperadores romano . La interpretaciónde Maquiavelo mantiene juntos do extremos que, sin embargo. no enseñan delmismo modo: el caso de Marco Aurelioy el de Alejandro Severo. El primero '·vivió y murió respelado por lodos ya quehabia accedido al imperio por derecho hereditario y no tenia nada que agradecerni a los soldados ni al pueblo; además, aleslar adornado de muchas virtudes que lohacían respetable, mannlvo siempre mientras vivió a uno y otro grupo dentro de suslimites y no fue nunca ni odiado ni menospreciado";1S en el segundo, sin embargo,"hubo tanta virtud que, conservando laamistad de los soldados y a pesar de oprimir al pueblo, pudo siempre reinar felizmente, porque sus virtude le hacian tanadmirable a Jos ojos de los soldados y delpueblo, que éstos quedaban en ciena manera alónitos y estupefaclos y aquellosreverentes y satisfechos"." La habilidad
I! Mem,IJ Ibid.. p. 71.14 No olvidemos que 13 mejor matena del investigador plll1l el anAhsis del significado de la relaci6n política y para elllprcndi7.aje de El Prlncipe. C'S el estudio de las situaciones limilc: "Tal Principe. escribe MllqUlllvelo, 110 debe b3S11rse enlo que ve en tiempos dc Ifllnquilidlld cuando los ciudadanos tienen necesidad del Estado, porque entonces todos corren.todos prometen. y todos quieren ll10nr por él cuando la muerte esto lejos; pero en los momemos dilicileS', cuando elESllldo tiene necesidad de los ciudadllnos cnlonces encontrará muy pocos", Ibid.. p. 41.l' ¡bid.. p. 79.l' Ib,d.. pp. 80-81.
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de Severo fue la de dar en cada momentoa la "ioleneia la máscara de la legitimidad. Cual "ferocisimo león" y "astutisimazorra"l1 supo presentarse como el hombre de la violencia y a la vez como elbombre de la ley. mantener la trascendencia del poder en el momento mismo enque usaba la violencia y dejaba usarla alos soldados. La conducta de Severo enseñaría, según Lefort, que "es en el corazón de lo inestable dondc se coloca elpoder, consintiendo el movimiento quelleva la sociedad hasta las extrcmas consecuencias de la lucha civil",18 La inteligencia de Severo consistió no en rechazarla violencia. como hiciera Pertinax. oadmitirla sin freno alguno. como hizo CÓmodo. 19 sino en afrontar, en acoger yacompañar hasta dominar. la contradicciónque desgarra la socicdad. a la vez escenario de la coexistencia y del choque de losde eos. de los apetitos. evero juega conla violencia: la pone bajo el signo de laley. Es esta astucia la que le da otro aspecto a la violencia. la que alimenta <'St:
extraordinaria reputación"2{) y hace que
los hombres queden estupefactos. quc perciban en él la trascendencia del Estado.En una sociedad que se deshace por todaspartes. en que la ley ya no vincula nada.es esta reputación, esta apariencia, esteimaginario. el que posibilita el tránsito dela sociedad civil a una sociedad poliliea.dando una salida a los deseos desencadenados que, de otro modo. hubieran hundido a la sociedad en una guerra civil.
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En el ejemplo de Severo. Lefort considera que podemos leer la verdad de unaexperiencia universal: "Alli donde el desorden es menor, allí donde los con metasse eemran alrededor de la oposición delpueblo y los grandes, sigue existiendo lafunción de lo imaginario de recubrir unabismo que no puede ser colmado, dar suidentidad a lo que de suyo no la tiene. Elpoder se insena siempre en un vacío social y sólo se mantiene en movimiento--en ese movimiento por el que la sociedad se mantiene junta".~1
La interpretación que de la relaciónentre ser y parecer. esencia y apariencia
1" Ihld • p. 82.11 . Ldon.l.e 'ra~'ai1de /"(WUI'N' MuqllllJI'd.op CI/ .. p. 423.•, ~1arec Cómodo remó del 180111192 d.C. I'ubllo Eh'lo Penmax fue aclamado empcl'3dorell·de enero del año 19j)' asesllllldo por sus soldodos cl 28 de marzo del mismo año Oc elloJo dice MllqUlavdo: ·'Perunax. hecho emperadorconlro Iz \oluntad dl" los soldlldos (que aeo~lumbr.1dos tl \11m ticenciosnmentc bajo C6modo. no pudler<m soportarligue! tipo de vid.. honesta fila que Pcrtma:< quería conducirles) habiéndose granjeado d odio de estoJo ul quc se añadióun Sentimiento de menosprecio debido a su aVAnzada edad, frocnsó en los pnmcros momentOs de su administraCIón",N, Mtlquillvclo. El PriIlCI/Je. Clp, dI . p. 80.~Illhid . p, 82,~I C. LC!ort. LI! Iml'U;/ di' /'Qt'UI'rl', ¡\!(Iqll;m'd. Ql', cil . p, 424
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del poder hace Maquiavelo penniteestablecer la ruptura que lleva a cabo con lafilosofia politica clásica. en particular,con la de Ari tóteles. Para Aristótelesexiste un lugar en que reina la estabilidad. o importa que sea ideal. El régimen que realice la esencia de la sociedadha de tener la forma de un ser natural enque cada componente, cada órgano, realiza la función para la que está constituido y que le asigna su pertenencia a esacomunidad que es la sociedad." La juslicia es la forma que define las relaciones de cada uno con los demás y con elgobierno. Ésta se traduce por la igualdadpolitica que sin abolir la desigualdad natural de los individuos le asigna la plazaque le corresponde. Una ciudad bien organizada es aquella en la que se hacenvisibles lajusticia y la igualdad en armonía y en la que e vive en concordia. Loprincipal de un buen gobierno es que lenga la sabiduría politica y la prudencia paragobernar con moderación. Sin duda lamayoría de las sociedades son presas delos accidentes: división ricos-pobres,mezcla de pueblos, guerras... pero sólola consideración del régimen perfecto permite concebir los regímenes que surgende esas sociedades en su particularídad ylimitación.
O es éste, sin embargo, el métodoque pone en marcha Maquiavelo. o esya que no razone en términos de Estadojusto y Estado injusto, sino que nos descubre el artificio de hablar en el lenguajede una esencia de la ociedad y de losaccidentes que le pueden sobrevenir.Cada situación social ha de ser pensadaen si misma y no confrontada a una esen-
cia que pudiera calificar su grado de realidad, esto es. de naturalidad. Este método significa para Lefort que la sociedadno puede ser pensada como un objeto natural, que los acontecimientos no son ajenos a su esencia, que, por tanto, el procesode objetivación, la posibilidad de que elpensamiento se haga cargo de una totalidad, encuentra un limite insuperable enla división de parte a parte que sufre yque impulsa la tarea de su cerramiento.
Maquiavelo conoce la división de ricos y pobres, pero no la considera primordial. La división en función de la cual seordena la sociedad no es una división dehecho, empirica. no es la división que seael efecto de una necesidad natural, es ladivisión de dos deseos, el de dominar yel de no ser dominado, que se dermen eluno por el otro. lo que tampoco significa que el conflicto sea bueno en sí, sinoque una sociedad politica que adquierasu estabilidad al precio de ocultar estnsdeseos, de no procurarles una salida, setermina convirtiendo en una sociedadmutilada y, más tarde o más temprano,se dispone a perecer.
Desde la óptica que nos abre Maquiavelo, los acontecimientos sociales nopodrían ser como malhechores que dificultarían continuamente la realización deun orden natural. En los acontecimientosse ponen de manifiesto fuerzas inconmensurables. se señalaría, en palabras deLefon, "el rastro del tiempo que pone asus pies tanto el bien corno el mal, el malcomo el bien".lJ Así, en la medida en quenos imaginarnos la sociedad corno ellugar donde lodas las co as tienden a reposar en la plenitud de su forma natural, lo
12 Cfr. Aristóteles, Lo Pnlilica, ed. de Carlos Garcia Gual )' Aurelio Pércz Gart:ia, Madrid. Editol1l Nacional. 1977.pp. 47 Y ss.lJ C. Lefon, Le Iro\'oiJ de "{)t:/l\'I'e. MaqlllO\'el, ()p. cU.. p. 426.
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ineslable, el movimiento. lo discordante.nos aparecen como signos de degradación de una esencia, del Ser. Para Lefon.el ser de lo social sólo puede aprehenderse "a la vista de lo que adviene, en laarticulación de las apariencias. en el movimiento que les prohibe fijarse y en lapuesta en juego incesante de lo adquirido"." ESIO no significa que Maquiavelosustituya el posilivismo de la esencia dela filosofia politica clásica por el de los hechos Los hechos son sólo indicadores deuna trama de sentido que no está fueradel tiempo, de la historia, sino que seenraíza en el vacio al que nos expone laradical división de lo social. En este sentido. escribe Lefon: "El hecho, con talde que se 10 tome con todas sus ramificaciones, no encierra una signi ficación, resbala entre todas ellas, deviene inductorde un sinsentido. de una indetenninaciónque. tomada en cuenta por un sujeto, leabre el espacio propio del discurso de lapolitica".2s
La indetenninación sobre la que seabre el discurso polít.ico no es la marca dela caida en el relativismo de la situaciónpartieular. la renuncia a la universalidady, por tanto. a la posibilidad de descubrirlos defectos de un régimcn, a juzgar lapolítIca, o a comparar un régimen conotro, salvo que esa universalidad sea lade una verdad en si ajena a lodo efectotemporal. Si esto es así. Maquiavelo renuncia a la idea de una esencia atemporal de lo politico, pero no a la idea de queen cada momento se dan las condicionesque apuntan hacia la realización de una política mejor que otra, La medida de estapolitica no es la del interés del Príncipe:
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''La politica requerida --escribe Lefones la que se vincula con el ser de la sociedad. la que acoge los contrarins, se enraizaen el tiempo, se ordena a cotejar el abismo sobre el que reposa la sociedad, aaITontar el limite. que le marca la imposibilidad de componer los deseos humanos",26 Toda política, la capaz de mantenerla simbólica unidad de la sociedad política, como la que se quema en la friccióndel conflicto social, se remite aese inestable fundamento que es una sociedad dividida por dos deseos que no tienen su seren sí mismos sino en otro, Ab urdo, pues,pensar en una vía regia de la política,Maquiavelo lo señala de este modo: "Yque ningún Estado crea siempre tomarpartido, sino más bien que piense que habrá de tomarlos lodos dudosos. porque asisucede en el orden natural de los acontecimientos que siempre que se pretendehuir de un inconveniente se cae en otro~
pero la prudencia consiste en saber la naturaleza de los inconvenientes y tomar porbueno el menos malo"." Si el Estado, aquíel Príncipe, se abre a la indetenninaciónde la sociedad, si renuncia a un fundamento positivo como fundamento de la acciónpolit;ca, sí explora las diferentes posibilidades que anuncian los actores sociales,puede tener un futuro la relación política.Para este viaje no puede, pues. buscar laguía de un modelo que esté confonnadopor la aturaleza o por Dios. Dicho de otromodo, es condición para concebir unapolítica que se ajuste a la indetenninaciónde la sociedad el renunciar a la idea de unmodelo tal.
Que sea posible la inslitución de unasociedad politica yque sea posible la poli-
:~ ldem,~ ldtm:!tt C, Lt=fort, Le tra\'ail de roeU¡'re. MQqula\'~/, op CII .• P 41"'1,:- N aquiavelo. El Princlpe. op. CII. p. 95
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tica misma supone para Lefort que el desgarro de la sociedad civil siembra el tiempo y el espacio social de situaciones quepermiten hablar de una cierta comunidad en la aheridad_ del reconocimiento deuna identidad y de una historia comunes.Ahora bien, la imagen de esa identidadno nos debe hacer olvidar que el poderpolítico está inscrito en aquello mismoque necesita descifrar. Es cierto que la institución del Estado se señala en tlll distanciamiento respecto a los agentes socialesque podria permitirle fonnar una vista deconjumo de la sociedad, y que inclusopodria hacerle concebir la idea de la producción de una unidad de lo ocial. Peropretender esa unidad real de la sociedadsólo puede ser el efecto de una ilusión,puede significar no sólo el desconocimiento de que la división ocial no puede ser tratada como un objeto empirico,sino el desconocimiento de que del poder político "reproduce la división quetiene por tarea superar".28 Dicho con otraspalabras, la institución del Estado se señala en una nueva división, irreductible asu vez, y que transpone sobre otro registro la división de clases: la división desociedad civil y Estado. El Estado. portanto, sólo puede ofrecer el sucedáneo deuna comunidad, de una unidad real de lasociedad.
Para Lefort. sólo conociendo la e tructura panicular del campo de fuerzaen el que se sitúa., comprendiendo su inconmensurabilidad, preguntando por el signi fícado del deseo de los grandes y el delpueblo en su singularidad es corno el Principe descubre el límite de la objetivacióny se descubre a i mismo inserto en la
sociedad, investido de un poder cncargado de "encamar la comunidad imaginaria. esa identidad a faha de la cual sedisuelvc el cnerpo sociar'.'" Sólo asi elPríncipe aprende que no podria identificarse con la imagen que de él forma cadauna de las partes. dominames o dominados. Ha de mantenerse como un terceroque. por una parte, contenga cl deseo delos quc quieren dominar y, por otra, defendiendo al pueblo lo sustraiga, sin embargo, al secreto de su dominio para poderpennanecer como aquello que posibilitael orden politico. Pero con ello tambiéndescubre que su acción. la acción delEstado, puede llegar a los otros sólo a tra
vés del espacio que ellos mismos le asignan como el suyo y que a falta de unfundamento en si sólo le queda el riesgode una fundación incesante -que mantenga el deseo social y el saber abiertospennanentemente el uno al otro-- paraafinnar la legitimidad de su poder.
No es extraño que en este contextode reconocimiento de la contingencia queenvuelve el saber y la acción políticos,quepa para Maqui.velo la pregunta porel lugar de la fortuna y la libertad en losasuntos humanos: "Ya sé ---empieza pordecir- que muchos han ereido y creenque las cosas del mundo están hasta talpumo gobernadas por la fortuna y porDios, que los hombres eon su inteligencia no pucden modificarlas ni iquiera remediarlas'. '" Él mismo reconoce que enalgún momento se ha dejado llevar poresa opinión general que sitúa el principio de la aceión humana. o en los designios de la Providencia cristiana. o enfuerzas naturales que, como "esos ríos im-
VI • LcfOr1. Lr rruwJif (le I 'OC/II'N!, Muq/litll·l!l. op. dI.. p. 433.Z9 Ibld.. p. 434..)(1 N. Maquill\'clo. El Prh,d,u'. (lp. ('it.. p. 101.
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petuosos que cuando se enfurecen inundanlas llanuras. destrozan los árboles y edificios, se llevan tierra de aquí para dejarlaallá (...); sin poder oponerles resistencia alguna"..!! Pero esta primera aproximaciónno hace más que preparar el telTeno parasu superación. La fortuna no es una fuerza incontrolable, más bien se hace fuerte.muestTa su ferocidad, alli donde dejamos.como los ríos, que se manifieste. dondeno tomamos las precauciones necesarias.levantando diques o construyendo márgenes que modifiquen y canalicen su curso. La fortuna '¡demuestra su fuerza allídonde no hay una virtud preparada capazde rcsistirle" ..l1 Maquiavelo nos penníte obtener una conclu ión general: que elcombate con la fortuna es la lucha del hombre consigo mismo, la lucha entre virtudy no-virtud. Pero tan pronto obtenemosesta conclusión, Maquiavelo nos corrige:no basta con que consideremos la fortunaen su aspecto general. la cosa puede cambiar cuando nos ceiiimos a los casos part.iculares. Es así como nos descubre que loeJPríncipe que sólo se apoya en la fortunase anuina tan pronto como ésta cambia",pero también que '¡triunfa el que acomoda su manera de proceder a las circustancias del momento, e igualmente fracasaquien en su proceder entra en desacuerdo con ellas".J3 El éxito de la empresadel poder político dependería. pues. desu caráctercircunspect'o, de Su capacidadpara tomar en consideración los nuevosacontecimientos y para desprenderse de lasinercias que su propío ejercicio pueda generar. Capacidad que en apariencia no estásujeta más que a la propia voluntad, al
menos si no atenemos a la letra dellexlO. Pero, en efecto. eso es sólo una apariencia porque:
No existe hombre Lan prudente que sepaadaptarse a esta norma, ya sea porqueno pueda desviarse de aquello a lo quele inclina su propia naturaleza. ya senporque habiendo triunfado avanzandosiempre por un mi!;mo camino. nopuede ahora persuadirse a sí mismo dela conveniencia de alejarse de él. Yasíel hombre caUlo cuando es hora deproceder con ímpetu 00 sabe hacerlo yfracasa; mientras que si modificase sunaturaleza de acuerdo con los tiempos ycon las cosas no alteraría su Fortuoa.J.l
A las limitaciones del poder que provienen de su fundamento en la sociedad,a1iade ahora Maquiavelo las que províenen del propio sujeto del poder; de talmodo que no podemos distinguir en laacción política lo que procede de nuestravoluntad y lo que a ella escapa, sino que,como dirá Lefort. "el sentido de nuestrasempresas se inscribe en la junta de dosespacios igualmente indetenninados".35La acción política -es esto lo que a juicio de Lefort la definiria- sólo puedeemprenderse con una seguridad: el riesgo. Maquiavelo no deja de insistir en ellocuando escribe: "'Yo creo finnemente esto:que es mejor ser impetuoso que circunspecto, porque la fortuna es mujer y es necesario, queriéndola doblegar) arremetercontra ella y golpearla. Yse ve que se dejavencer más facilmente por estos que porlos que actúan con frialdad: ya que siem-
JI lbitl.. p. J03.u Mem.n Ihid.. pp. 103-104.~/hid.. pp. 10-4-IOS."C. Lcforl, Le /rawlÍl de I'O(;'ljI'rc ,lfml"ial"flJ. up. cit.. p. 4·0.
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pre, como mujer, es amiga de los jóvenes,porque son menos circunspectos, más feroces y la dominan con más audacia".J6
A la vista de esta afirmación es dificilsustraerse a la pregunta de si la politicano estará condenada al irracionaJismo. Loque está claro es que la acción politicano se reduce a un saber objetivo. Ahorabien, si la politica no se deja deducir deun fundamento racional positivo, quepermitiera dibujar la figura de una necesidad lógica, tampoco se deja caer en losbrazos de esa especie de lo irracional queprocede, bien de los teólogos: Providencia divina, bien de los astrólogos: azar. Ajuicio de Lefort lo que Maquiavelo quiere hacer surgir es "el vinculo de saber yno-saber, de técnica y aventura en el quese indica siempre la impLicación del que sellama sujeto y de aquello a lo que llamaobjeto"." Con esta interpretación Lefortnos pone en aviso de los artificios quetendria que sufrir la obra de Maquiavelopara convertirse en valedora de la ideade que la politica deviene en la modernidad en un problema técnico. Esta ideasólo puede mantenerse desconociendo elesfuerzo de Maquiavelo para descubrirnos la génesis social del Estado, para desvelarnos la tensa relación que mantienenpoder politico y sociedad.
Igualmente interesada seria la interpretación de que la discusión que Maquiavelo bace de la fortuna está ordenada porla intención de mostrar la necesidad dedominar la naturaleza, de someterla alcálculo racional. En este sentido, su empresa sería el anuncio de una concepciónmecanicista de la naturaleza que, libera-
da de todo principio moral, triunfará enlas ciencias naturales que se desarrollanmás tarde bajo el explícito imperativo deldominio de la naturaleza. Si bay algúnlugar donde se ponga de manifiesto, sicabe aún más que en el El Príncipe, quela discusión sobre la fortuna tiene que verantes con la posibilidad de la politica, consu génesis en el seno de la sociedad civil,que con los principios de la moralidad, éstelugar son los Discursos sobre la primeradécada de Tito Livio.
Esta obra es escrita con la intenciónde convencer a sus contemporáneos de lanecesidad de extender al dominio de lo poIitico, algo que ya se daba en otros campos: la inlitación de 10sAntiguos. "Cuandose trata de fundar una república -escribe Maquiavelo- de mantener el Estado,gobernar el reino, organizar el ejército yllevar a cabo la guerra, juzgar a los súbditos o acrecentar el imperio, no se encuentra príncipe, ni república, ni capitán, niciudadano que recurran a los ejemplos de10sAntiguOS"Ji Roma es para Maquiaveloun modelo que sus contemporáneos, poruno tener verdadero conocimiento de lahistoria y no extraer, al leerla, su sentido,ni gozar del sabor que encierra'?9 sonincapaces de imitar. Lefort considera queMaquiavelo vuelve los ojos hacia la historia de Roma porque en ella descubre todoslos signos de la política. En ella se aprendea percibir que la tirania y la monarquiaestán implicadas en la República; quetodos los rasgos de la dominación de claseen los del patriciado; lodos los rasgos de lasujeción y de la resistencia de los dominados en los de la plebe; todas las moda-
Jc N. Maquiavclo. El Principe. op. cit.. p. 106.31 C. Lefort. Le travail d~ I'oem're. Maqlliavel. op. cit.. p. 444.lB N. Maquiavelo. DisCllrsos, op. cil., p. 26.19 Idem.
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lidades de la guerra en la edificación delpoderio romano; en fin, que las fuerzasde cohesión del cuerpo social se determinan en función de las fuerzas de disociación como en otros lugares.
Maquiavelo descubre el principio dela grandeza de Roma y de la perfecciónde su república en "la desunión entre laplebe y el senado".'" Ln que en otros lugares es el efecto de un sabio, por ejemplo,Licurgo en Espana, lo es en la Repúblicaromana por efecto del conflicto de ela es.Así es como se nos presenta la tesis deque del desorden puede surgir el orden;de que los deseos de las elases no sonnecesariamente malos, porque de ellospuede nacer una república fuerte; de que,en fin. la historia no es sólo degradaciónde una esencia originaria, sino posibilidad de creación política. A este modo deinterpretar respondería la crucial invención de los tribunos de la plebe: "Trasmucha confusión. escribe Maquiavelo,alborotos y peligros que surgieron entrela plebe y la nobleza, se llegó a la creación de los tribunos, para salvaguardia dela plebe y fueron instituidos con tantapreeminencia y reputación que pudieranactuar de intermediarios entre la plebe yel senado y frenar la insolencia de losnobles"." La grandeza de Roma consistirá en haber sabido interponer entre nobles y plebeyos la institución de la Ley.Pero esa mediación no significa el aislamiento de las clases en su ser. sino la inauguración de una nueva relación. de unnuevo vinculo: el polltico.
En el conflicto de clases descubre,pues, Maquiavelo el fundamento de la
.ao lhid.. p_ 37.~l/bid.. p. 38~~ Ibló. p. 39.~} -.:. Maqulav~'o. El Pnll(.lpe, op C:lf, p_ :! l.
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libenad política. Contra "la opinión demuchos" mantiene que "lo que condenan lo tumultos entre los nobles y la plebese fijan más en los ruidos y grito quenacían de esos tumultos que en los buenos ejemplos que produjeron", Su error,continúa, está en ignorar que "en todarepública hay dos apetitos diferentes, eldel pueblo y el de los grandes, y que todas las leyes que se hacen en fa or de lalibenad nacen de la división entre ambos"." Es. por tanto. la división de laociedad en dos apetitos, I de oprimir y
el de no ser oprimido. lo que da en Romasu fundamento a la República, el régimende la libertad, esto es, el régimen de laLey. Ya nos había indicado Maquiaveloen El Príncipe que las repúblicas, a pesar de su conflictividad, tienen "mayorvida":'3 Ahora descubrirnos dónde reside esa vitalidad: en la institución de la Ley.En la República romana el hombre ya noestá a expensas del hombre, obedece a laLey. La institución de la Leyes la institución de una igualdad de principio entre loshombres que no se encuentra, ni en la sociedad civil, ni en la naturaleza. Sólo desde el poder anónimo de la Ley se puedeabrir sitio a la libenad. Dicho con otras palabras, Maquiavelo nos enseña que la libenad Oes libenad política O no es libenad.
Ahora bien. que la Ley dependa de ladivisión social no significa que pueda estar COD ella en una relación de caUS3efecto -la división social causa de laLey- pues la propia dinámica de losdeseos pone en movimiento ya tln vínculo social. Como dice Lefon: "Afimlarquela Ley encuentra en el conflicto de cla-
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ses y en el deseo del pueblo su fundamento no implica que se pueda concebirsu anterioridad de hecho, puesto que conla división social está puesta en juegoinmediatamente la unidad del cuerpopolitico, puesto que la lucha de clases lleva ya la huella de sus relaciones y quela reivindicación de la libertad implica latransgresión del orden de hecho":"
Si, como vimos en El Príncipe ymuestra cI ejemplo de Tarquina a quehacen referencia los Discursos,4~ el poder podia ser asociado a un particular,ahora no enseña Maquiavelo que en elrégimen de la libertad el poder no puedeser identificado con ningún individuo ofacción, que el régimen de la libertad esla expresión de un poder anónimo: el poder de la Ley. Desde este punto de vista,
los tribunos, en los que se manifiesta elpoder de la Ley, no cumplen sólo el papel de un tercero entre los deseo en discordia. Lo tribunos tienen una tareaeminentemente negativa -hasta el extremo de no ser eficaz esa institución, considera Lefort, más que como "órgano dela negatividad""'-: evitar que el podersea ocupado por persona o grupo algunoy, de este modo, "frenar la insolencia delos nobles"." Con ello, Maquiavelo nohace más que insinuamos que el fundamento de la libertad politica está má cerca del pueblo que de los grandes: ··Losdeseos de los puehlos libres, escribe, raramente son perjudiciales a la libertad,porque nacen. o de sentirse oprimidos. ode ospechar que puedan llegar a estar10",48 Ajuicio de Lefort esto nos enseña
41 c. Lefo". Le trUI'uil dI! /"oeu\'re. MuqlI/OI·el. op. ('ir.. p. 486.d N. Maquillvclo. Di.fCtIr!iOS, op. cil., IIp. 37-38."6 C. Lefon. Le (r(lWli! de I'Ol?uvrtt. Maquiu\'I!I. op. C'ÍI.. p. 476.~7 N. Mnquillvclo. Discursos. op. ciJ., p. 38 ..q Ibld., p. 40.
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que la Ley no puede ser pensada bajo elsigno de la medida. o referida a la acciónde una instancia razonable que pondriaun limite a los deseos de los hombres, niser concebida como el efecto de una regulación natural dc los apetilos impuestapor la necesidad de la supervivcncia, Elprincipio de la Ley sería una "desmesura", el exceso del deseo de libertad delpueblo, un desco que "en todo rigor notiene objeto, es negatividad pura, rechazo de la opresión","
Es la dimensión negativa del deseo laque permitiría a Maquiavclo defenderla conveniencia de una democratizaciónde la Ley;
Y. sin duda. escribe, observando lospropósitos de los nobles y de losplebeyos, veremos en aquéllos un grandeseo de dominar, y en éstos lan sóloel deseo de no ser dominados. y porconsiguiente mayor volumad de vivirlibres. leniendo menos poder que losgrandes para usurpar la libertad, Demodo que si ponemos al pueblo comoguardián de la libertad. nos veremosrazonablemente libres de cuidados. puesno pudiéndola tomar. no permitirá queotro la tome.~
Que la Ley satisfaga el deseo de los grandes, el deseo de dominar, sólo puede traerla ruina de la libertad. pues, es tan insaciable como el deseo en el que se aloja yque le sirve de vehiculo; el deseo de noperder lo que se tiene: "Los tumultos, diceMaquiavclo, son causados la mayoría de
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las veces por los que poseen, pues el miedo de perder genera en ellos las mismasansias que agitan a los que desean adquirir. porque a los hombres no les pareceque poseen con seguridad lo que tienensi no poseen algo más".sl Satisfacer eldeseo de la plebe, darle una alida, nopuede significar entonces asignarle unobjeto, un término positi va. pues, comovemos, eso seria perseguir un famasma,adentrarse en el mundo de lo imaginarioy ponerlo en el lugar de la verdad. El deseo del pueblo sólo se puede cumplir en elrechazo de otro deseo y fuera de esa relación no es nada en sí. sólo una ilusión.
Tratar de cancelar la división socialpuede ser, sin embargo, llna tentación quea Maquiavelo no se le escapa considerar:"Si en Roma, se pregunta, podía instituirse un gobierno que pudiera acabar rápidamente coo la enemistad enlre el puebloy el senado".s.! Ceder aesa ocurrencia hubiera comprometido aquello que hizogrande a la República romana; "Si el Estado romano hubiera sido más tranquilo,habría tenido el inconveniente de ser también más débil, porque habria cerrado elcamino para poder llegar a aquella grandeza que alcanzó. de modo que quitando deRoma la cau a de los tumultos, se quitabatambién la de su engrandecimiento"." Elconflicto de la sociedad civil no puede ser.entonces, más que un mal menor. Si. comopiensa Maquiavelo. entre el deseo de dominar y el de no ser dominado no puedeencontrarse un punto medio, "hay, pues,que lolerar aquellas enemislades entre elpueblo y el senado. considerándolas como
~~ e, l.<fon. Le (rurall de I 'cu'urre. Maqululel. op el! . p. 477~N. MaqulII,"c10. Ducursos. op. c¡r. p. 41.. Ih,d. p. 43.~~ Ibld. p. ~.!J Ibld. P 46
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un inconveniente necesario para alcanzarla grandeza romana".~ La Ley conserva su legitimidad en la medida en que nose separa de esta verdad, en la medida enque da una salida pública al deseo deno-opresión.
Esta misma infilición babria estado enel origen de la instifilción de la acusaciónpopular, en virtud de la cual los "guardianes de la libertad" pueden acusar a cualquier ciudadano ante el pueblo, O antecualquier magistrado o consejo, si atentase contra "la libertad publica". Los beneficios de tal instifilción para la Repúblicano serían menores:
El primero, escribe Maquiavelo, que losciudadanos por miedo de la acusación,no intentan nada contra el Estado, y si lohacen son rápidamente perseguidos sinconsideración. El segundo que se ofreceun camino para desfogar los humoresque, de un modo u orro, crecen en lasciudades contra tal O cual ciudadanoy que si no está previsto un caminopara que se desfoguen, lo hacen porvras extraordinarias que pueden arruinar
la ciudad entera."
Si contrastamos esta afirtnación con lo queen otros lugares ba manifestado Maquiavelo, tendremos que convenir que la división no sólo fractura 10 social, sino que enel pueblo separa el deseo de libertad deuna tendencia a la agresión, de una violencia contra los individuos, que se genera en el propio movimiento de defensacontra la opresión. Son los efectos de estanueva división los que continnan a Ma-
quiavelo en sujuicio acerca del error quecometen todos aquellos que pretendenque la Ley y el Estado persigan el colapsode los deseos que fluyen en el seno de lasociedad en lugar de canalizarlos, dándoles una salida pública. Si la agresividadno es encauzada en los márgenes de laLey tem'¡na por bundir a la sociedad enla confrontación civil:
Que cada cual considere por sí mismo--escribe Maquiavelo- cuánto mal lehubiera acaecido a la república romanasi Coriolano~ hubiera muertoviolentamente a manos de la multitud,pues esto supondría una ofensa privadaa un particular. Jo que engendra miedo,y el miedo lleva a prepararse para ladefensa, y estos preparativos provocanla aparición de partidarios, y de lospartidarios nacen en las ciudades lasfacciones, y de las facciones la ruina delEstado."
El deseo de no ser oprimido bace posibledelimitar en la sociedad un espacio público que, sin ser confundido con la griegaplaza pública, indicaria el lugar anónimode la instifilción. Con ello alcanzariamosa trazar Wla división entre lo privado y lopúblico que no podria, sin embargo, fijarse, pues al depender de un deseo, estará sujeta a su movilidad, correrá su mismasuerte: "Si esos bwnores ban de desfogar-dice Lefort-, la razón no es sólo quehay menos mal en dejarlos discUrtir que enprovocar por su represión la infección delorganismo: es también, y sobre todo, queel deseo depende de las excitaciones del
Sol Ibid.. p. 48.H Ibid., p. 49..16 Coriolano se ganó la ira del pueblo al pretender arrebatarle el poder que hllbia conseguido, no distribuyendo vtvl!'.resy sometiéndolo al hambre. Cfr. ldem.~~ Ibid., p. 50.
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apetito y de la agresión'." o debe confundirse esta última observación de Lefortcon alguna suerte de organicismo que pudiera prender en la imagen de lo social.pues. como vimos más arriba, los deseossociales están trabajados por la historia enla que se insertan y por la que ellos vanelaborando en contacto con ella.
Ha ta ahora, los Discursos sobre laprimera década de Tilo Livio nos hanenseñado que las instituciones de la República y las acciones de los hombres enel interior de la Ciudad sólo son inteligibles al descubrir cómo se ordenan losefectos de la división de clases y del deseo de libertad. Hemos visto cómo elprincipio de la grandeza de la Repúblicaconsiste en la relación que establece conla tácita decisión social de dar libre expresión al conflicto, de proporcionar una salida a los humores que trabajan al cuerposocial y que encauzan al mismo tiempo eldeseo de libertad y el de agresión. Maquiavelo da un paso más. quiere enseñarnosque una sociedad politica no sólo se levanta hacia el interior sobre una fracturaque no se puede cerrar, sino que tambiénpuede constituirse al separarse de un exterior amenazante. Eso es lo que, ajuiciode Lefort. nos invitaria a pensar el fenómeno de la guerra.
Para Maquiavelo hay dos tipos deguerras. Uoas las produce la ambición:hE tas guerras son peligrosas, escribeMaquiavelo, pero no expulsan del pais asus habitantes, porque al vencedor le basta con la obediencia de los pueblos y lamayoría de las veces les pernlite vivir con
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sus leyes y siempre continúan en sus casas yeon sus bienes".59 Las otras use producen cuando un pueblo entero, confamilia y enseres. se marcha de un lugarobligado. por el hambre o por la guerra.y va a buscar nueva sede y nuevo país, nopara dominarlo. como en el caso anterior.sino para posesionarse de él y expulsar omatar a sus antiguos habitantes'·.60 ParaLefort, la guerra en este segundo sentidonos hace ver la imposibilidad de pensarla politica en los límites de la Razón, altiempo que nos señala la importancia delespacio de la tierra como un espacio-uno.
a pesat de su partición pot fronteras. Paracomprender este segundo upo de guerra esnecesario poner en movimiento los recursos epistemológicos que nos habíanpermitido interrogar la con titución de laRepública romana. El sentido de esta forma de guerra "sumamente cruel y pavorosa"ÓI no se desvelaría, según Lefort, através de las motivaciones de sus actores.sino de "la división bruta e inlocalizabledel ser-pueblo y del mundo exterior",62esto es, a través del principio de la institución de una sociedad politica.
Esta nueva división no es para Lefortninguna división empírica, sino "la diviión del ser mismo de lo politico para
cada sociedad, cuyo reunión se hace sometida a la prueba de una alteridad radjcal, de la pura indeterminación del'afuera' yen la exposición a la muerte'·.63i en la división interna de la sociedad
política los térnlinos se relacionan inmediatamente unos con otros y se instituyen como diferentes e insustituibles por
c. Leron. Le travail de l"wl/l'n, MaquwI'el, op, C¡' p.485•... N, MllqUlllvelo, DISCllrSQS. op cit. p. 203.0lIl Mem.'1/dem.111 C. Lefon. Le travail de J 'Ol.'l/I'N'• .\faqrl/ol'el. op. CIt.• p. 551'J IJem
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la separación de los deseos que los traspasan y cuyos efectos se ordenan en unacomún identidad politica, el conflictoentre pueblos "sólo podemos pensarlo enfunción de una ruptura primera. originaria, constitutiva de la sociedad politica talcomo ésta adquiere su fonna de su segregación de una humanidad (...) considerada como el entorno-otro y como talidentificada con la naturaleza".... El limite entre un pueblo y otro no puede ser, portanto, tU] limite empírico. pero tampocose puede asimilar al limite que separa aldominante del dominado, pucs el mantenimiento en el tiempo de esta divisióninstituye una historia común o puede desplazarse, sin borrarse, en la institución deuna sociedad política, esto es, en la división de sociedad civil y Estado. Pero ladivisión entre pueblos-potencias, sea cualsea su configuración y su poder, no se dejamodificar históricamente, pues el límiteentre lo humano y u exterior, nos hacepensar Maquiavelo, es inmutable y ahistórico. Por tanto, la decisión politica deque lIn pueblo invada otro pueblo se formaría, según nos sugiere Maquiavelo, enla necesidad en que se encuentra de afrontar esa división que se señala con la naturaleza desde el momento en que varian lascondiciones que bacen posible la vida deese pueblo.
Aparentemente diversas, la división-intema- de los deseos de la sociedadcivil y la separación -extema- de lasociedad de un exterior natural. no se dejan conocer, sin embargo, más que la unapor la otra, aunque ninguna de las dospuede ser asimilada por la otra. La capacidad de la sociedad de acoger la luchade clases está ligada a la elección de una
poJjlica exterior: "Como las cosas de loshombres están siempre en movimiento-escribe Maquiavelo-y no pueden permanecer estables, es preciso subir o bajar, y la necesidad nos lleva a mucbascosas que no hubiéramos alcanzado porla razón, de modo que, si una repúblicaestá organizada de forma apta para mantenerse, pero sin ampliación, y la necesidad la obliga a extenderse. en seguidatemblarán sus cimientos y la harán desploma.rse en rninas".6S Pero, a su vez. elpoder de de-cidir una política exterior leviene de la libre expresión del conflicto interno. el cual no sólo tiene la naruralezade asegurar la adhesión del conjunto delos ciudadanos a la empresa del Estado.de asociarlos a su suerte, sino de liberarla decisión politica de la ilusión de la certeza del saber al estar sometida a la prueba de la división de la naturaleza.
El fenómeno de la guerra enseña queel di curso de la guerra y el di curso dela política son uno,66 dicho con otraspalabras, que la vinlencia y la libertad remiten la una a la otra. Y, sin embargo. noes cste pensamiento el que circula en elentorno de Maquiavelo, ocupado másbien en ocultarse esta verdad. Este seriael caso del discurso cristiano que sitúa elsignificado de la guerra y de la libertaden la fuente del EvangeJio y cuyo sentido de la justicia y la injusticia está ordenado a ocultarse que la sociedad politicaexiste sólo en su división, que la sociedadreposa toda ella sobre ella misma, que sufundamento se da en su bistoria. que todose juega en el espacio y en el tiempo dceste mundo, sin que podamos presuponerun orden teleológico de la acción. Elvelamiento de estas verdades se produc-i-
6ollbid.. p. 552.65 . Mllquiavel0, Dist"UN{).f. op. di.. p. 48.lIfi C. Lc:fon. Le tra~'ai/ de "OCII\'re. Maquiu~·eJ. op. cit.. p. 556.
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ría de dc la creencia que podría haberalgo en el saber o en el poder que no estaría omelido al trabajo de la división yque tran cendería la di ferencia de lostiempos. Que la República sea el régimende la libertad no significaria paraMaquiavelo, como diria el discurso delethos cri liano, que encarnaria la idea dela buena sociedad. dc una sociedad armoniosa que viviría al margen de losacontecimientos porque se habría blindado conlra ellos. Por cl comrario. la libertad politica 110 sólo se instituiría bajo lapmeba de la amenaza de la lirania. estoes. de la pretensión de que uno o unoscuanto ocupen el lugar del poder y decidan por todos los demas. sino que. vinculado con eslo. estaría sometida a la pmebade aquellos que se arrogan el saber de loquc es el bicn común y pretenden fijarla nomlas de la organización social. eneñar lo que es la ida buena de la ciudad
y de los individuos en ella. Desde estepunto de vista. podríamos decir que lainstitución de la libertad política sólopuede ser una larea illtcnninable; nuncauna gracia. pero lampoco el fin de unailusoria solución al problema de la poli-
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tica. de la fantasía de la emancipación dela dominación por el camino de la deslmcción del deseo.
El rechazo de la división como motorde la inslitueión de la sociedad políticano sólo es mantenido por el discurso cristiano, sino por el discurso del humanismo cívico cuyo devenir desde el últimocuarto del Trecelllo hasta el prímero delQllollrocelllo podria ser la pmeba de unaambigüedad en la que se mezclan la reacción antidcmoerática con un ideal delibertad que luego inspiraría la lucha coo1ra la monarquías absolutas. Es csa ambigüedad la que detecta Maquiavclo cntreaquellos de sus amigos que reivindicanel humanismo como programa para laFlorencia de su tiempo. En efecto, Joshumanistas consideran que los florentinos son los nuevos romanos porque no obedecen al poder de ningiln hombre, sino alpoder de la Ley. Considcran, asimismo.que lo que hizo grande a Roma fue obrade la sabiduría del Senado. que su minafiJe resultado de las divisiones internas dela sociedad romana movidas por el apetitoinsaciable de la plcbe y quc, consccuentemente, la mejor república sería aquellaque practicara la virtud de la moderacióny de la concordia, que oplara. en definitiva, por la politica del justo mcdio. A estediscurso. del que Maquiavelo critica queno se acomoda a la praxis que él mismopromueve o consiente. o ondrá que sialgo puede aprender la moderna Florenciade Roma c . en primer lugar, que el poderpolitico no se deja identificar con un indi, iduo o un grupo: en segundo lugar, que lapolítica se juega en la insalvable fracturadel desco de dominar y el deseo de no serdominado y, en tercer lugar. que el confliclO, cuando no se deja desbordar por la energías reprimidas de la mayoría, es capaz dedar un futuro a la libertad pulitiea.~
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