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Movimientos sociales expresión religiosa Rafael CRESPO Gupo de lnve~tigacidn Po~tcolonial. Centre d ' h t u d i ~ African~ (CEA), Universitat de Barcelona. Seria difícil encontrar alguna manifestación socio- cultural en Africa que no posea un cariz religioso; desde el m e hasta 10s conflictos políticos, pasando por la identidad cultural, todo está impregnado por la reli- gión. La razón radica en que al africano ccpuede definír- sele como el ser incurablemente religioso: tradicional- mente, en efecto, viven en estrecha comunión con 10 invisible y 10 sagrado)) (Thomas y Lenneau, 198 1, pág. 11). En estas páginas vamos a recorrer algunos aconteci- mientos sociales y políticos que han tenido lugar en Africa durante 1991, y que han sido vistos como ex- presiones del sentir religioso del continente negro, tanto por africanos como por no africanos. Una relación ex- haustiva ocuparia mucho mas espacio del que se dispo- ne en el presente texto, ya que deberia ir acompaada por una extensa descripción, localización y explicación de estos fenómenos, debido al desconocimiento que en la sociedad europea existe respecto a la realidad pasada y presente de Africa. Por el10 ser6 más práctico centrar el aníüisis en unos pocos ejemplos, algunos de los cuales han merecido la atención de 10s medios de comunica- a6n occidentales y, por 10 tanto, son más conocidos del lector. Tambikn se incluirán otros procesos que no han supuesto manifestaciones violentas y, por 10 tanto, no han sido noticia. El objetivo que perseguimos es afirmar la posibili- dad de convivencia de diferentes confesiones en una misma sociedad, y que 6ta no ha de desembocar nece- sariamente en un enfrentamiento sangriento. En el tiempo que vivimos parece que haya cierto empeiio en im@ un diíüogo entre religiones, sobre todo entre aistianismo e Islam, cuando no es difícil hallar ejem- plos de 10 contrario. Una ojeada a las estadísticas sobre religión en cual- quier Estado del Africa subsahariana indica que en muy pocos casos se tram de países monoconfesionales. En la mayor parte, la población se reparte entre cristia- nos, musulmanes y animistas (aeencias preexistentes a la llegada del Islam y el aistianismo), incluyéndose en Africa Oriental el hinduismo. Muchas veces este esque- ma religioso se complica con la presencia de las distin- tas vias que tanto el Islam como el aistianismo han desarrollado a 10 largo de la historia. Es decir, en un rnisma nación conviven protestantes, católicos, sunni- tas, chiítas, e Iglesias independientes, junto a creencias tradicionales. Este mosaic0 religioso, que significa cier- ta relación de competencia por la captación de feligre- ses, es fruto de la tolerancia cultural (y por 10 tanto religiosa) que manifiestan la mayoría de culturas africa- nas. Los llamados conflictos &mico-religiosos en Africa, no vienen dados s610 por la oposición entre comunida- des religiosas o la voluntad de imposición de una de ellas sobre el resto, sino que existen otros factores de

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Movimientos sociales expresión religiosa

Rafael CRESPO Gupo de lnve~tigacidn Po~tcolonial. Centre d 'h tudi~ African~ (CEA), Universitat de Barcelona.

Seria difícil encontrar alguna manifestación socio- cultural en Africa que no posea un cariz religioso; desde el m e hasta 10s conflictos políticos, pasando por la identidad cultural, todo está impregnado por la reli- gión. La razón radica en que al africano ccpuede definír- sele como el ser incurablemente religioso: tradicional- mente, en efecto, viven en estrecha comunión con 10 invisible y 10 sagrado)) (Thomas y Lenneau, 198 1, pág. 11).

En estas páginas vamos a recorrer algunos aconteci- mientos sociales y políticos que han tenido lugar en Africa durante 199 1, y que han sido vistos como ex- presiones del sentir religioso del continente negro, tanto por africanos como por no africanos. Una relación ex- haustiva ocuparia mucho mas espacio del que se dispo- ne en el presente texto, ya que deberia ir acompaada por una extensa descripción, localización y explicación de estos fenómenos, debido al desconocimiento que en la sociedad europea existe respecto a la realidad pasada y presente de Africa. Por el10 ser6 más práctico centrar el aníüisis en unos pocos ejemplos, algunos de los cuales han merecido la atención de 10s medios de comunica- a6n occidentales y, por 10 tanto, son más conocidos del lector. Tambikn se incluirán otros procesos que no han supuesto manifestaciones violentas y, por 10 tanto, no han sido noticia.

El objetivo que perseguimos es afirmar la posibili- dad de convivencia de diferentes confesiones en una misma sociedad, y que 6 t a no ha de desembocar nece- sariamente en un enfrentamiento sangriento. En el tiempo que vivimos parece que haya cierto empeiio en im@ un diíüogo entre religiones, sobre todo entre aistianismo e Islam, cuando no es difícil hallar ejem- plos de 10 contrario.

Una ojeada a las estadísticas sobre religión en cual- quier Estado del Africa subsahariana indica que en muy pocos casos se tram de países monoconfesionales. En la mayor parte, la población se reparte entre cristia- nos, musulmanes y animistas (aeencias preexistentes a la llegada del Islam y el aistianismo), incluyéndose en Africa Oriental el hinduismo. Muchas veces este esque- ma religioso se complica con la presencia de las distin- tas vias que tanto el Islam como el aistianismo han desarrollado a 10 largo de la historia. Es decir, en un rnisma nación conviven protestantes, católicos, sunni- tas, chiítas, e Iglesias independientes, junto a creencias tradicionales. Este mosaic0 religioso, que significa cier- ta relación de competencia por la captación de feligre- ses, es fruto de la tolerancia cultural (y por 10 tanto religiosa) que manifiestan la mayoría de culturas africa- nas. Los llamados conflictos &mico-religiosos en Africa, no vienen dados s610 por la oposición entre comunida- des religiosas o la voluntad de imposición de una de ellas sobre el resto, sino que existen otros factores de

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LA HORA DE AFRICA

tip0 económico, histórico y politico, que juegan un pa- pel trascendental.

En un momento en que 10s grandes paradigma teó- ricos, culturales e ideológicos que regim hasta hace poc0 las relaciones socioculturales, tanto en Europa como en oaas partes del mundo, están sufriendo pro- fundas aansformaciones, se aprecia un retorno a 10s valores tradicionales y un surgimiento de las manifesta- ciones religiosas. Para el10 basta prestar atención a 10s acontecimientos de Europa Oriental. En Africa, la crisis se relaciona mucho más con las estructuras económicas y políticas importada, como es el caso del sistema político del Estado-nación, y la bdsqueda de soluciones plausibles; y no es precisamente un período en donde 10s movimientos religiosos tengan m h protagonismo que en períodos precedentes. Pero no se puede implan- tar la laicidad por decreto, porque nunca ha aiunfado. Los movimientos religiosos en Africa son la expresión del descontento popular y del dinamisme de la socie- dad civil.

La trascendencia de 10s movimientos religiosos en Africa es tal que, en las Conferencias Nacionales que se organizan en nuesaos días en diferentes Estados africa- nos, con el objetivo de iniciar un proceso de apertura y democratización, están presentes 10s dirigentes religio- sos. En la reunión de octubre en Camedn, que puso en la misma mesa al Gobierno de Biya junto a parte de la oposición política, hombres de negocios y jefes tradicio- nales, también se sentaron el cardenal Tumi, un imán y dos pastores protestantes.

Para comprender esta compleja situación es necesa- rio definir en primer término la religión tradicional afri- cana. Ya que el análisis de 10s fundamentos religiosos propios de Africa, ayudard a entender las formas espe- cíficas que adoptan el cristianisme y el Islam en el continente negro.

La religibn tradicional africana: jsupersticibn o cosmovisibn?

Si la religión, retomando la definición de Grinai, se concibe como un lenguaje: ccun medio de expresión que permite al hombre aprehender las relaciones m h ínti- mas con el universa)) (Thomas y Leneau, 1981, p. 12), su manifestación para las culturas afticanas se presenta como una ordenación de poderes. Esta comunicación no es estática, sino que varia en función de las acciones del hombre y de su relación con 10s poderes espiritua- les. Esta concepción afecta a todas las facetas de la existencia del hombre y permite a éste intervenir en todos 10s acontecimientos sociales y personales.

Solo bajo esta visión se comprenden:

- El totemisme como expresión de la comunión hombre-animal, culto a la fecundidad y búsqueda, a través de la sexualidad, de la continuación del fifum parental. - El culto a fos ancestros, promovidos al rango de

intermediarios entre el hombre y Dios, con el objetivo de mantener el orden social y asegurar la pureza del culto y las creencias. - El naturisme que, lejos de reducirse a la adoración

de la naturaleza, tal como se ha tratado de hacer creer, corresponde más a la actitud cosmogdfica, es decir a la concepción del mundo como un conjunt0 de significa- dos, como un lenguaje vivo, como tejido de mensajes divinos a interpretar.

En condusión, el hombre esrá en el mundo y forma un todo con éste, no hay separación. El mundo no es más que un complejo de signos motivados o símbolos. Se produce una humanización del Universo a la cual se ha llamado animismo, que se muestra como la especifi- cación de la vida en figuras y poderes. El panteísmo, la existencia de multitud de deidades asociadas o deriva- das, etc., hace necesaria la aparición entre Dios y el Hombre.

Elfeticbismo, como plasmación material de esta con- cepción religiosa, se puede considerar bajo dos sentidos. En primer lugar como manipulación de 10 sagrado, como ordenación que ejerce el hombre sobre 10s pode- res sagrados por medio de la magia del verbo o la técnica del sauificio, las cuales ilusaan la interacción universal de fuerzas. En segundo lugar en su sentido popular, que ha sido en ocasiones calificado de forma degenerada de religión, como una desviación hacia 10 sensible o 10 material, substitución del símbolo por la cosa simbolizada, aansferencia de poder a través de 10 material. Todo el10 se materializa en arnuletos ( f i -gr i ) y prdcticas mdgicas. En Occidente estas prdcticas no han desaparecido, a pesar de que son obscuras, dandes- tinas; en Africa, por el contrario, impregnan el conjun- to de la sociedad y juegan un papel importante en su seno.

Para el lector occidental es importante apreciar la concepción africana de Dios. Los pueblos africanes no desconocen la existencia de un Dios Supremo, pero es inaccesible, y lejano, y a partir del momento de la crea- ción ha tenido poca relación con el mundo y 10s hom- bres. La adoración se dirige hacia 10s poderes locales, o secundarios. Los objetos de culto han de ser realidades, soporte de fuerzas prominentes, susceptibles de reforzar al hombre y al grupo social, y que sin ser Dios, se presentan como manifestaciones directas de la fuerza de Dios. Así, 10s ritos agrarios han de ser concebidos como acciones dirigida a renovar y reordenar las fuerzas que intervienen en el crecimiento de 10s cultivos. La renova- ción de la vegetación sucede a una verdadera muerte de

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la naturaleza, y se ha de invocar a su principio vital para reanimarla. La deificaci6n del sol, la lluvia o de la tierra no son más que personificaciones simb6licas del Ser Supremo como dispensador de las fuerzas fecunda- doras.

La vida individual y de g r u p se expresa a la vez por el dinamismo, como por el equilibri0 de fuerzas, así pues la religi6n interviene cada vez que hay un desor- den o una amenaza de inestabilidad. Por ello, no es extraño que en cualquier crisis o cambio que se produz- ca en la sociedad africana est6 presente.

Finalmente, hay que tener en menta que estas gene- ralizaciones se manifiestan en una gama ilimitada de variedades y de contenidos propios, tanto en el tiempo como en el espacio, atendiendo a la diversidad cultural africana. Asimismo esta concepci6n religiosa ha im- pregnado las formas que el cristianismo y el Islam han adoptado en Africa caracterizadas por el sinaetismo.

Hecha la aproximaci6n a la concepci6n religiosa ne- groafricana, podemos dirigirnos hacia el Islam y el ais- tianismo.

El Islam al sur del Sahara

La doctrina de Mahoma no se ha de considerar como una religi6n totalmente externa al Africa Negra, ya que a diferencia del cristianismo, el Islam ha estado presen- te en el devenir de las sociedades africanas, como míni- mo desde el siglo IX. Tras once siglos de presencia de la doctrina musulmana en el continente negro aeemos que se puede afirmar que el Islam forma parte de la tradici6n islámica propia del Africa Subsahariana, para la cua1 no sirven los modelos y el análisis utilizados por el Islam kabe, particularmente, en 10 que se refiere al renacimiento islámico. Por ello, no incluiremos al Islam en el mismo apartado que el aistianismo, ni presenta- remos una comparacidn competitiva entre ambas reli- giones, porque la realidad entre ambas es diferente se- gún la zona y el momento en que se analicen. S610 se resaltarán aquellos aspectos en que sea necesario subra- yar una relacidn entre ellas.

En primer lugar se suele infravalorar la extensi6n y trascendencia del Islam en Africa. Geogdficamente el Islam es la religi6n mayoritaria en toda la franja del Sahel, que va desde Senegal hasta Somalia, siendo la excepci6n Etiopía en donde el aistianismo y el Islam se reparten casi la totalidad de la poblaci6n con una pro- porci6n del 50 %.

Inmediatamente al sur de esta franja la presencia del Islam varia significativamente; así en Guinea Conakry constituye el 76 % de habitantes, en Nigeria o Sierra Leona el 50 %. hasta menos del 10 % en Ghana o

MOVIMIENTOS SOCIALES DE EXPRESI~N RELIGIOSA

Benín, pasando por el 20 % de Camenin. En Africa Oriental el Islam, pese a no ser la religi6n

mayoritaria (30 % en Tanzania o 8 % en Kenia), ha tenido histdricamente un papel fundamental en la wo- luci6n sociocultural de la zona, a traves de la civiliza- ci6n swahili.

La diversidad existente en cuanto a la distribución geogrifica y las maneras de vivir del Islam ha motivado diferentes relaciones con 10s poderes políticos africanos a 10 largo de la historia.

Somos conscientes de que tanto estas cifras como las proporcionadas en otras partes del texto s610 puden ser orientativas, dada la dificultad practica de elaborar estadísticas en esta regi6n y a 10s intereses ideol6gicos de quienes las elaboran. En ocasiones depende de la naturaleza y de la relaci6n del gobierno de turno con 10s estamentos religiosos para que las cifras expresen unos porcentajes u otros.

El camino del Islam en Africa Negra

Si bien el Islam llega en hora temprana a Africa, 10 cierto es que no se convierte en una religi6n popular hasta finales del siglo XVIII, y pasa a ser una forma generalizada en el IX. Esto no significa, al ser s610 10s grupos dirigentes 10s convertidos, que la presencia de musulmanes no jugará ningun papel 2n el devenir de las aeencias religiosas y culturales africanas. De hecho, desde un principio se otorg6 al Islam un caracter sagra- do africano. Las poblaciones paganas que se relaciona- ban con 10s comerciantes musulmanes que recorrían el Sahel o que llegaban a las costas del Africa Oriental compraban amuletos islámicos, confeccionados a partir de versículos del Corán o de Mrmulas mdgicas kabes. El proceso de impregnaci6n fue lento y gradual, supuso ciem acomodaci6n de elementos de una y otra aeen- cia; así, los espíritus paganos se transforman en jinn (demonios) musulmanes, y muchas zawiya (escuelas, logias, lugares de iniciaci6n) fueron consmidos en lu- gares de culto animista.

La propagaci6n del Islam se ha llevado a cabo a través de 10s canales establecidos por los africanos. Al igual que con el cristianismo, mientras el Islam no se africaniz6 no entr6 a formar parte de la sociedad ne- groafricana. Una pmeba de el10 es que el kabe, como lengua de comunicaci6n religiosa y cultural, se ha visto frenado por las lenguas africanas. En Africa Negra la expansión de la fe islámica se ha llevado a cabo a través de las propias lenguas africanas (pular, hausa, kiswahi- li, etc.), y no por la ensefianza del Corán en las escuelas, las cuales, a pesar de ello, forman ya parte del paisaje de las poblaciones subsaharianas.

Las culturas africanas proceden, antes que nada, del Verbo, sea palabra, ritmo o símbolo. Estos tres elemen-

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LA HORA DE AFRICA

tos se encuentran en la tradici6n oral, sistema de tras- misión cultural de la mayor parte de las sociedades africana; por el10 la expansi6n del Islam se ha llevado a cabo por medio de sus propias formas de comunica- ci6n. Algo parecido pasa con el cristianismo. La mayo- ria de las organizaciones misioneras realizaron traduc- ciones de la Biblia a 10s idioma de sus posibles conversos y predicaban en su misma lengua. S610 asi se comprende la importancia del dominio de la oratoria y 10s elementos culturales particulares africanos que ha de tener todo dirigente religioso africano, ya sea musul- mán, católico o protestante.

Creemos que este punto es fundamental, sobre todo si se compara el Africa Subsahariana con el Magreb u otras zona de la Umma, donde se han producido pro- cesos de arabizaci6n. La via oral de difusi6n ha permiti- do una mejor conexi6n con la tradici6n africana. No trataremos de establecer la existencia de un Islam Ne- gro, del que habl6 V. Monteil, pero si de destacar la presencia de una vivencia panicular africana del Is- lam.

La idea fundamental, que resaltan la mayoria de autores contemporáneos, es la importancia del sufismo, expresado en la pertenencia a diferentes cofradias. El tkrmino drabe es tariqa (plural turuq), que significa via o camino. Las turuq son comunidades religiosas cuyos fieles siguen el pensamiento de un sabio musulmán que establece un camino concreto, una interpretaci6n personal del Corán y la Sunna. Las más importantes son la Qadiriyia y sus numerosas divisiones, sobre todo 10s Mourides de Senegal, la Shadiliyia, la Sanusiyia y la Tijaniyia. Sobre su implantaci6n en las comunida- des musulmanas, Cruise O'Brien afirma que el 66 % de 10s musulmanes de Africa Occidental están afiliados a alguna tariqa. La devoci6n a estas turuq no viene dada por una via centrada en la teologia mística, el tasawwuf, sino en el seguimiento de las directrices de 10s morabitos, de 10s guias dirigentes de estas (casocia- cionesw. Esta devocidn, según O'Brien, roza en muchas ocasiones la antropolatria.

Las turuq han tenido y tienen un papel fundamental en la economia y la política de algunos paises africanos, como Senegal. Ya durante el colonialisme, 10s morabi- tos controlaban la producci6n de cacahuete, principal produao de exportaci6n. Tras la independencia, la si- tuaci6n no ha variado, si bien la aisis econ6mica ha provocado algunos cambios de orientaci6n. La emigra- ci6n hacia Europa y Amkrica ha supuesto la aparici6n de una red mouride internacional, que sirve de soporte a aqukllos de sus miembros que se encuentran fuera de Senegal. Del mismo modo, los presidentes Senghor y Diouf han mantenido muy buenas relaciones con 10s califas (el significado de califa en Africa Negra tiene poco que ver con el que posee en Oriente Medio; al sur

del Sáhara viene referido actualmente a uno de 10s escalafones más elevados de. la estructura organizativa de las cofradias), 10s cuales controlan gran parte del eleaorado del país.

A nivel individual la pertenenaa a una tariqa tiene una doble funci6n: por una pane la posibilidad de beneficiarse de la estructura de soporte y protecci6n social, tanto material como m-ágico-espiritual. La her- mandad perrnite encontrar trabajo, finanaar la peregri- naci6n a la Meca, realizar un buen casamiento o un funeral digno. Se puede recibir ayuda para construir una casa o montar un negocio, o para recibir asistenua sanitaris, etc. Es decir, tradicionaimente se ha converti- do en un ~estado paralelo~ en cuanto a servicios pro- poraonados, pero que no s610 no se opone ai Estado colonial, ni al post-colonial, sino que en algunos casos existe una interrelaci6n entre ambos.

A nivel de g r u p social, la tariqa supone la perte- nencia a la Umma, a una comunidad de ámbito mun- dial cuya fuerza se ha de tener en menta. Trasciende 10s límites locales y familiares de las antiguas religiones animista, histdricamente supuso la adaptaci6n a los cambios de una economia de subsistencia a una comer- a d . La Umma es utilizada como elemento bkico de la identidad cultural africana contemporánea. Muchos j6- venes piadosos de familias musulmanas recurren al Is- lam como un aspecto fundamental de su cultura, sobre todo en situaciones de emigraci6n (a Europa por ejem- pla)

El eje central de estas hermandades es el mwabito, quien ademk de ser sabio en la Sunna y el Corán, es expert0 en medicina tradicional y en formas de adivina- ci6n, esto es, posee formas de conocimiento propias. Estas manifestaaones pueden de nuevo calificarse de sincrkticas, como el hecho de otorgar a 10s mmabito~ la posesi6n de la Baraka (bendici6n de Ai-á), que designa en el sufismo el poder carism-ático, migico, de procurar bienestar a los hombres. Curiosamente en Mmecos tambikn se le asigna la Baraka a Hassan 11, dada la facilidad con la que evita cualquier acci611 en contra de 41, cualidad que le viene dada por ser Amir Al- Murninin, comendador de 10s aeyentes y máxima au- toridad religiosa.

Pero el Islam de las turuq no es el Único presente en el continente negro.

Movimientos wfmistas islámicos en Afirca Subsaha- riana

En la actualidad 10 que más preocupa del Islam a 10s intelectuales y a los medios de comunicaci6n occidenta- les es el auge de los movimientos llamados fundamen- talistas o integristas' en el Maghreb, Oriente Medio u otras panes de la Umma. En Africa Negra no tiene

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MOVIMIENTOS SOCIALES DE EXPRESI~N RELIGIOSA

sentido aplicar de nuevo 10s mismos esquemas. Por supuesto que las organizaciones isldmicas radicales tan- to chiitas como sunnita están presentes en Africa Ne- gra. Pero también estd claro que no tienen la importan- cia sociopolitica que disfrutan en otras naciones musulmanas. S610 donde existia una situación de en- frentamiento religioso previa a la llegada de organiza- ciones islámicas radicales, parecen recibir más atención del conjunt0 de la sociedad, pero siempre como grupos minoritarios, aunque muy aaivos. Una muestra de la presencia de grupos islámicos radicales en Africa puede ser Nigeria.

Una via tortuosa y peligrosa

Desde la declaraci6n de independencia de Nigeria en 1960, el país se ha visto afectado por conflictos internos, que en ocasiones han derivado en enfrenta- mientos armados, como la Guerra de Biafra, cuyos inspiradores, entre otros argumentos, alegaban una lu- cha de resistencia contra el expansionismo musulmdn. Los enfrentamientos armados no han desaparecido del gigante africano. Durante 199 1 se han sucedido alter- cados sangrientos entre cristianos .y musulmanes. Pri- mero en abril, localizados en Bauchi, y a mediados de octubre en Kano, en el estado de ~ a d u r a . Los medios de comunicacidn tienden a presentar estos enfrenta- mientos como simples confictos étnicoreligiosos, pero las claves que nos han de permitir comprender estos sucesos se han de buscar en el proceso de consmcci6n política de Nigeria. Para el10 se ha de iniciar el camino desde el periodo colonial.

Este posibilit6 que el uistianismo llegua al norte del país, gracias a su vinculaci6n con el poder de la metr6- poli. El norte de Nigeria era tradicionalmente musul- mán. En las ciudades bauja se forman 10s dirigentes de 10s grupos reformista isldmicos del XIX, como Osman Dan Fodio, y surge una tradicidn de revuelta popular contra las oligarquias musulmanas, que son acusadas de no seguir los d i h e n e s del Corán de forma ade- cuada y de olvidar sus deberes para con sus súbditos. Estos movimientos suelen estar dirigidos por un mabúi, un mesias con una fuerte carga milenarista y un mensa- je de remisidn religiosa orientado políticamente y que

suele insistir en el retorno a la pureza de 10s orígenes.' Aunque suelen ser relacionados con el Islam chiíta, en Africa 10s mabdi han surgido en un entorno unn ni, principalmente en Sudán y Nigeria. Tampoco se ha de confundir con la veneraci6n al hombre santo (morabi- to), ni con la acción de grupos reformistas, que están más inspirados en las orientaciones que surgen de Egip- to ' u otros focos de divulgación islámica.

La oposición a 10s grupos dirigentes y a 10s ccfalsos musulmanesn se ampli6 a la comunidad cristiana. La presencia de misioneros cristianos se aceptó cuando su- ponian una parte más del poder colonial. Una vez este poder desapareció, el nuevo Estado estuvo controlado por 10s uistianos del Sur, 10s cuales ocuparon 10s pues- tos vitales de la nueva administración. A la vez aumen- tó la presencia de misioneros cristianos, blancos y ne- gros, que venim a convertir el norte musulmán.

Desde esta perspectiva 10s enfrentamientos entre musulmanes y cristianos ocurridos en 1991 se han de analizar no como hechos aislados sino interconectados con la historia de la regi6n. Como punto de partida, estos disturbios empezaron con 10s acontecimientos acaecidos en 1980, con la declaración de la jibad (gue- rra santa) por parte de un grupo radical, minoritario, seguidor de Mahitatsine, el Imprecador. Los altercados desembocaron en la intervenci6n del ejército y el bom- bardeo de la ciudad de Kano, que ocasion6 miles de muertos. Pero esta demostración de fuerza no simi6 para solucionar el problema y, en 1984, 1986 y 1987, se volvieron a repetir 10s enfrentamientos.

Uno de 10s factores decisivos en la evoluci6n de este proceso es la postura de la Administraci6n Federal. El Gobierno ha seguido una conducta ambivalente de de- fensa de la secularizaci6n del Estado, pero a la vet de intervenci6n personal del presidente en la elecci6n del sucesor del sultán Abubakar 111. El nuevo dirigente musulmán de Nigeria, Ibrahim Dasuki, pr6ximo al presidente Babangida, no habia recibido el soporte de los representantes de la comunidad musulmana. Algu- nos observadores acusan al Gobierno de favorecer a 10s musulmanes otorgándoles la direcci6n del Banco Cen- trai, del Ministeri0 de Defensa, Fianzas o Petróleo. Lo cierto es que, pese a estas disputa políticas, las causas de la aispaa6n social se encuentran en la situaci6n so- cioecon6mica.

El boom petrolera no ha servido para el desarrollo de

1. Gilles Kepel: rFundamentalismo.e integrismo son drminos crans- puesms al Islam a partir de tradicions cul~rales diferentes. El integrismo un fen6mmo del univem católico. Monsefior LefCvre es un integrista. El kmino fundamentalisno, pertenece al vocabulario protestante nomameri- 2. El Islam, al igual que las teligiones africanar, desconocen la separaci6n cano. Apami6 m Ios primem afios de este siglo m torno a la controversia mrre teligi6n y politica. La laicidad es un proyecto europeo-nistiano. antidarwinictn. Cuando se aplican al bum m n i n este t i p de categorias al 3. De Egipto provienm ranto las organizaciones radicales, como los mundo irümico, se oculta mucho más de 10 que se revela* (L Monúe, 14 uHamanos musulmanes* como los proymos de modernizar el Islam que abril de 1989). Por e10 preferimos el término islamimo radical. surgen de Mohamed Abdul y uxl propagados por la Shulujyiu.

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LA HORA DE AFRICA

la totaiidad del país. El norte, nadicionalmente agrico- la, ha visto c6mo las exportaciones de cacahuete y la producci6n de cultivos tradicionales, como el mijo, dis- minuyen de año en afí0 (el cacahuete tepresentaba el 19 % de las exportaciones en 1963, pasando al 2 % en la década de 10s ochenta). No se han beneficiado de invetsiones la industria o 10s servicios. Al mismo tiem- po 10s pequefios agricultores (tanto nigerianos como de otros Estados de la zona), ante las dificultades de sub- sistencia debidas a la sequia o a la guerra, emigran masivamenre a la ciudad de Kano, que se encuentra a las puertas del desierto, como un enorme oasis. Pero en su nuevo destino no encuentran mejores condiciones, engrosando el ejdrcito de parados y desamparados, cal- do de cultivo para todo tipo de propaganda que les proporcione un mínimo de esperanza.

En este contexto el discurso radical islhmico acusa al modo de vida occidental de ser el causante de todos 10s males que aquejan a la sociedad nigeriana. La jibad queda justificada como medio para hacer desaparecer a 10s ccpaganos occidentalesw. Junto a estas organizacio- nes minoritarias se encuennan 10s pastores protestanres fundamentdistas. Los disturbios de octubre de 1991 en Kano surgieron nas la llegada del predicador de- mán Reinhard Bonnke, fundador de la Iglesia ((Cristo para todas las naciones,,, quien no tuvo reparos en afirmar que ((Africa seri purificada por la sangre de Criston. Durante esos mismos dias (primera quincena de octubre) las autoridades habían prohibido una reu- ni6n que debía ser dirigida por un jefe musulmán su- dafricano. Con el ambiente caldeado, el 14 de octubre j6venes musulmanes incendian iglesias, asi como casas y almacenes, de ibos crisrianos. Pronto la situaci6n de- semboca en enfrentamientos armados entre crisrianos y musulmanes, que s610 finalizan con la presencia de las fuerzas armadas. La situaci6n ha quedado en un impas- se, el Gobierno no parece tener soluciones y el estado de la economia tampoc0 tiende a mejorar.

El ejemplo de Nigeria nos sirve para matizar una idea que surge muy frecuentemente en 10s análisis de este t i p de acontecimientos: la presencia de grupos extranjeros. Por roda Africa se pueden encontrar gru- pos islámicos financiados u orienrados por Arabia, Li- bia o Irán. Los saudies suelen proporcionar 10s medios necesarios para el manrenimiento de comunidades mu- sulmana en diferentes Estados, que van desde la cons- trucci6n del complejo hoteler0 a publicaciones, a fon- dos para escuelas, peto no parece intervenir directamente en 10s asuntos politicos. Comportamiento que sí ha seguido Gaddafi, financiando grupos guerri- lleres, como en el Chad, o buscando el soporte de diri- genres africanos, como el de Bokassa en Centroifrica, sin importarle demasiado su filiaci6n religiosa. Irán, por orra parte, sigue una dinámica parecida a la de

Arabia, con centros culnuales como en Dar Es-Salaam, y sobre todo financiando grupos radicales chiitas; si bien la aceptaci6n popular es muy minoritaris.

No podemos dejar el Islam sin referiios a Africa Oriental. La costa este de Africa ha sido testigo del nacimiento de una civilizaci6n, de una cultura urbana, la swahili, que con un substrat0 africano y con la apor- taci6n fundarnental de la cultura islámica ha generado una dinainica de relaci6n interreligiosa que se podria calificar de tolerante. En ciudades como Mombasa, Dar Es-Salaarn o Kilwa conviven gentes de todas las dominas islámicas, sunnies, chiitas, tanto ismaelitas como alies, y cristianos, catdlicos o protestantes, sin olvidar las Iglesias Independientes, el hinduismo y las prhcticas tradicionales. Esta rolerancia, que no significa inexistencia de conflictos, destaca particularmente en Tanzania, donde, desde antes de la independencia, ais- tianos y musulmanes han formado parte de 10s 6rganos de Gobiemo africanos, en 10s cuales ha habido tarnbien blancos. Se podria considerar un bum ejemplo para comprender la realidad multiculwal y multirreligiosa actual de Europa.

El cristianismo en Africa Negra

El uistianismo llega a Africa con 10s primeros euro- peos que desembarcaron en sus costas, en el siglo xv, pero no es hasta el colonialisrno, en el Xix, cuando se puede hablar de cristianizaci6n de la poblacidn africa- na. Los instrumentos utilizados para la introducci6n del uistianismo fueron las sociedades misioneras que pretendian civilizar y dar a conocer la verdad de Cristo a 10s pueblos africanos. El desprecio inicial por las creencias religiosas africanas impidi6 una mayor cone- xi6n entre la doctrina cristiana y sus mentores con el pueblo africano. Actualmente, es indudable la implan- taci6n y respeto que religiosas y sacerdotes cristianos tienen en la sociedad africana, pero en muchas ocasio- nes no conecran con las directrices que llegan desde las nunciaturas.

La implantaci6n del uistianismo, al igual que la del Islam, ha venido dada por la lectura particular que las sociedades africanas han realizado del corpus doctrinal del uistianismo. Esta es la raz6n de que nos centremos en 10s movimienros surgidos con el colonialisrno y que son, hoy por hoy, la realidad social del cristianismo en Africa, y que incluso ha ocasionado cambios de orienta- ci6n de las Iglesias misioneras respecto a estas comuni- dades.

Las nlglesias lndependientes Africanasw

Uno de 10s fen6menos religiosos de crecimiento más

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MOVIMIENTOS SOCIALES DE EXPRESION RELIGIOSA

rdpido dede la segunda mitad del sigla x ~ x ha sido el movimientos parecidos que contribuyeron a la difusión de las llamadas ccIglesias Independientes Africanasn. de sentimientos nacionalista, que en cierta forma pre-

Como dice Carrera Augusto, la denominación de pararon el terreno y colaboraron en la independencia de Iglesias se debe a su condici6n de ccgrupos o comunida- estos paises. des que se han separado de las lgfejiar Hijtdriras o En resumen, estas comunidades son expresión de la lgleJiaJ Mijioneraj que llevaron el cristianisme a Afri- vitalidad de la sociedad civil africana (como las cofra- ca, y han constituido sus propias lgleJiaj o expresiones días sufíes) ante una sociedad política que se ha carac- organizadas de fe y de prdctica cristianasr). terizado por la adopción de elementos foráneos y en

El componente importmte de esta realidad es muchas ocasiones por ei expolio del conjunto social del ccafricanam: ccReferido a la adopción de 10s elementos que forman Parte. culturales tradicionales (es decir precristianos e incluso Ante semejante variedad, tanto de expresión como preisldmicos) como soportes externos a sus creencian. de forma, se hace difícil establecer clasificaciones y ge- A mi entender habría que cambiar el orden de las neralizaciones sobre la naturaleza de estas ccIglesiasu. factores de esta definici6n. Es decir, en las Iglesias Inde- La 0denaci6n que Parece h he ren te Y comprensi- pendientes Africana se toman elementos del Cristia- ble, para un cristiano occidental, seria la elaborada por nismo como soporte extern0 de sus creencias tradicio- Tumer; establecida en base al mayor o menor alela- naies. Cu6tiÓn que, en &ferente grado y forma, podría miento de las doctrina oficiales cristiana, ya sea la aplicarse a roda expresión religiosa africana, sea cristia- cardlica o las Protestantes. na o musulmana. Se distinguen asi tres grandes grupos:

Sobre la dimensión de esta manifestación no hay - Iglesias independientes ccno-tradicionalesn o m& que ver cua ha sido su desarrollo dede que en aneopaganas)). Constituidas por 10s movimientos que 1862 apareciera la primera Iglesia Independiente en representan una asunción más intensa y absoluta de 10s Ghana. En 1970 se contabilizabm m& de 5.000 en valores y expresiones tradicionales africanos, mezclados roda Africa, en la aaal idad superan las 7.000. Las con eiementos aistianos. Esta característica se encuen- mayores concentraciones se encuentran en Suddfrica, tra, en mayor o menor grado, en las Iglfiias con unas 3.000; Nigeria, 800; Zaire con 600; Ghana Independientes, si bien en este grup0 se ubicarían 400 y Kenia 200 (fuente Carrera Augusto). Este ,--e& aquellas que manifiestan más claramente la utilizaci6n miento espectacular continuari sin duda alguna, por- de componentes africanos precristianos. Es interesante que, como afirma Barren, cclas condiciones dentro de observar c6mo desde posiciones ~puristas)) vinculadas las Iglesias histdricas (es decir provenientes de Europa y a las directrices marcada desde el exterior de Africa, se America) son todavia insuficientemente hospitalarias afirma que en estos movimientos, aunque perduren para 10s africanosrr. elementos cristianos, la síntesis resultante no es cristia-

Este proceso no se ha de como de creci- na, ya que se considera que prevaiece 10 ccafricano)) miento lineal. Si algo caracteriza a estas comunidades sobre 10 cristiano. S h embargo esta cuesti6n debe es el dhamismo en su aparici6n y desapari&n, la estre- induir dentro del debate entre la actitud que 10s segui- cha relación con el entomo social en el que % desarro- dores de una religi6n manifiestan y las orientaciones llan hace que puedan surgir con relativa facilidad, que marcadas desde la dpula, ses el Vat~cano o Westmins- muchas de ellas s- escisiones de onas precedentes, ter. En ocasiones 10s fieles siguen un camino diferente, que se agrupen entre ellas y que desaparetcan absorbi- apoyados por 10s sa~r~dotes con !os cuales 6th en das por otras o por la desaparici6n del líder. Algunas Cmtacto y que amoten Cuaes son sus problema e e s th formada por unos pocos centenares de fieles, inquietudfi; no hay que observar la Teologia de la otras, como el kimbanWismo en Zaire, cuentan con Liberación aparecida en Sudamerica y adaptada a SU- millones de seguidores. ddfrica.

Finalmente, el cardcter ccindependiente* proviene de Ejemplos de esta via, extendida por toda Africa, son la voluntad de mantener un distanciamiento de las la Iglesia de Orummila O el Movimiento Aulawo en aIgIesias misioneras~, importada, que han intentado Nigeria, la Iglesia de 10s Aq==dos de Malawi o la hacer prevalecer al hombre blanco, despreciando en Iglesia LegiQ de Maria de Kenia (una de las pocas muchas ocasiones al africano. En 10 politico, muchas de separadas de la Iglesia Catblica). estas Iglesias han sido factores destacados de la lucha - Iglesias cehebraicasn. Toman solamente como ins- contra el colonizador o de un grupo minoritari0 en ~iraci6n el Antiguo Testamento, ~ ~ h a z a n d o al mesias contra del dominio de otros. La Iglesia de Tembu, en del Nuevo Testamento Y esperando la venida de un Suddfrica, nació en 1884 como con-encia de las mesias negro. La relaci6n con la creencia judía es la aspiraciones de autonomia política de esta tribu. En creencia de que el verdadero m d a s por venir, pero oaos pafses, como Kenia, Tantania o Zaire, se dieron la similitud no va más dld. Una muestra de esta orien-

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HORA DE AFRICA

taudn seria la Sociedad del Reino de Dios, de Sudilfri- ca. - El tercer grupo 10 formarían aquellas Iglesias con-

sideradas ((cristimas>>. Aquí se encontrarían aquellas comunidades que mantienen la doctrina y las prácticas de las Iglesias misioneras, pero con una orientaci6n pro- pia. De nuevo debemos incidir sobre la diversidad de formas y concepciones que se encuentran en esta clasifi- caci6n. Sundkler, para el ejemplo de Suddfrica, estable- ci6 dos grupos:

a) Iglesias Eti6picas. Son aquellas que surgen como respuesta a la dominaci6n del hombre blanco. Dan poca cabida a 10 carismkico u otras manifestaciones tradicionales. La denominaci6n de etidpicas, proviene del siglo xIX, utilizada como referencia a 10s movi- mientos nacionalistas africanes, pues Etiopía se convir- ti6 en el ejemplo de resistencia a la colonizaci6n euro- pea.

b) Iglesias Sionistas ccrevitalistas>> o espirituales es^. Movimiento posterior al ccetíope~, pero que se ha ex- tendido m h rilpidamente y con m h fuerza, sobre todo en Sudáfrica. En el predominan el elemento carismdti- co y las prilaicas adivinatorias y de curaci6n a través del poder que Jesucrist0 transmite a 10s sacerdotes. El cali- ficativo de sionista no se ha de relacionar con el movi- miento judío, sino con la importanua que la ciudad de Si6n ocupa en estas comunidades.

En esta orientaci6n encontrariamos la corriente ccAladura* de Nigeria.

Hay que sefialar que en algunos casos la utilizaci6n de elementos tradicionales ha sido rechazada por algu- nos dirigentes, como Kimbangu o Harris, a pesar de que la estructura y la conexi6n de estas comunidades con la sociedad africana se sumerge en la tradici6n. - El primer aspecto a destacar es la funci6n de cohe-

si6n que ejercen estas Iglesias sobre la comunidad. Es- tas organizaciones refuerzan la faceta de ayuda y de soporte al individuo por parte del grupo. Esta colabo- raci6n se manifiesta en fondos para sanidad, educaci6n, nabajo, matrimonio o funerales. Los líderes son muy accesibles, escuchan 10s problemas de sus seguidores J

proporcionan asistencia sicol6gica. Es destacable la si- militud con el papel social de las cofradías sufíes mu- sulmana.

Esta cualidad es uno de 10s factores decisives para comprender su rápido creumiento entre las poblaciones emigrada del campo a la ciudad. S610 en Khinsasa existen más de 200 de esta naturaleza. La situaci6n de desamparo, la ruptura con el lugar de origen y 10 desco- nocido de la nueva situaci6n fuerzan a la poblaci6r desplazada a la ciudad a buscar protecci6n en este tipc de Iglesias, que combinan la tradici6n y 10s elemento! de la ((vida moderna*. La misma funci6n realizan 10 grupos musulmanes en ciudades sin tradicidn islámic

como la capital de Togo. De hecho la debilidad o ine- xistencia de servicios socialei (induidos sanidad y edu- caci6n) en Africa, hace que estas comunidades suplan- ten funciones que en Occidente han sido asumidas, en mayor o menor grado, por las Administraciones Públi- cas. - Dentro de este contexto la liturgia tiene un papel

importante. Es conocida la imagen de ceremonias reli- giosas en las cuales están presentes la música, la danza, las lenguas verndculas, 10s exorcismes, la orau6n públi- ca. Son verdaderas fiestas, en las cuales el individuo se siente parte del grupo. Se refuerza la idea de que, en la sociedad tradicional, el individuo existe, ante todo, como parte de ia farnilia y del pueblo al que pertene- ce.

Una vertiente bhica son las ceremonias de curau6n colectiva, que han sido calificadas de curanderismo, pero que entroncan directamente con la concepci6n africana de la enfetmedad. El origen de 10s trastornos de la salud no es solamente físico sino que se debe tambien a infracciones del orden social, a las faltas cometidas por el enfermo, o a las maldiciones dirigida hacia 61 por ona persona. De ahí que la brujería y 10s metodos de curaci6n tradicionales esten presentes en estas liturgias. - Un aspecto que nos transfiere directamente al ca-

rdaer africano de estas Iglesias es el simbolisme em- pleado: la utilizaci6n de colores como el azul o el blan- col para representar 10 sagrado; el d is@~ de las vestiduras según la funci6n que se ha de realizar o la persona que las lleva (sanador, profeta, consejero, etc.). Las formas de saludo y comunicaci6n entre 10s ne6fitos o el uso de bastones y cruces, entre otros, serían ejem- plos de elementos a 10s cuales se adscribe una funci6n simb6lica que evoca creencias precristianas. Todo el10 va dirigido a establecer una relaci6n particular, propia, con el poder espiritual.

En muchas de estas Iglesias se establecen ritos de iniciacidn, que setialm el paso de la ninez a la edad adulta, que en la practica son una forma de aceptaci6n en el grupo de 10s nuevos miembros. Las ceremonias religiosas públicas deben acornpanar 10s cambios pro- fundos y peligrosos del individuo, es decir, 10s cambios de personalidad. La antropologia ha resaltado la im- portancia de 10s ritos de paso en las culturas africanas y el hecho de que se realicen en grupo: las celebraciones de nacimiento, la iniciaci6n relacionada con la fecundi- dad y la sexualidad -circuncisi6n, matrimonio, etc.- o 10s funerales.

Otro de 10s elementos que dan identidad propia a estos grupos es la figura del líder. La mayoría surgen cuando un personaje con una fuerte personalidad, con buenas dotes oratorias, capacidad de curaci6n y adivi- naci6n, aglutina en torno suyo un grupo de seguidores

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MOVIMIENTOS SOCIALES DE EXPRESI~N RELIGIOSA

y juntos inician una actividad de expansi6n. Existe un acuerdo general en que la importancia del líder s610 puede entenderse (ca la luz de las costumbres mbalesn, esto es de la tradici6n africana. Se puede observar c6mo se transcriben 10s modelos de jefatura o de realeza afri- cana a estas comunidades. Existe una identificaci6n en- tre líder e iglesia, como afirm6 Kivuli, dirigente de la Iglesia de Israel-Nínive en Sudifrica, uMe is the church,, (yo soy la Iglesia). El dirigente es un interme- diari~, conoce las vías de comunicaci6n con 10 sagrado. Se mantiene la percepci6n de Dios como ser suprem0 lejano, distante, e inaccesible. El líder trasmite a 10s fieles c6mo se han de comportar para conseguir la sal- vacibn, o para vencer a 10s poderes negativos que les perjudican; de ahí la importancia de las revelaciones, de 10s exorcismos y de la sanaci6n.

Pero el líder no es s610 el intermediari0 con Dios, sino también el encargado de transmitir y negociar con 10s poderes terrenales 10s problemas de la comunidad. En muchos países del contienente africano los primeros espacios en 10s cuales 10s africanos tuvieron capacidad de decisicín, autonomia y autogobiemo fueron las Igle- sias Independientes. Precisamente, algunas de estas co- munidades surgen de un proceso interno de indepen- dencia.

Un ejemplo ilustrativo es la Iglesia Kimbanguista, fundada en 1921 por Simon Kimbangu, que había sido educado por 10s misioneros baptistas. Cuando Ile- g6 a un nivel id6neo de conocimiento de la doctrina cristiana se dedic6 en cuerpo y alma a predicar, en el momento áigido de la colonizaci6n belga en el Zaire. Sus formas y ense&zas erm ortodoxas, pero pronto el contenido de sus pliticas se dirigi6 a denunciar la situa- ci6n de explotaci6n de 10s rregros bajo el poder de los colonos blancos. Esta actitud le ocasion6 la petsecuci6n y encarcelamiento hasta su muerte, treinta años des- pués, sin haber recibido ningún apoyo de la Iglesia que le educ6. Pero su fuerza no desapareci6 con el líder, sino que gener6 un movimiento, que en la actualidad menta con millones de fieles.

Es importante resaltar la actitud de las Iglesias Inde- pendientes con 10s poderes políticoadministrativos, tanto durante el colonialisme como después de la inde- pendencia. Generalmente se les acusa de no haberse comprometido 10 suficiente en las luchas por la inde- pendencia. De hecho en Zimbabwe muchas de estas comunidades prohibieron a sus feligreses la penenencia a grupos guerrilleros, si bien manifestaban su apoyo a estas organizaciones. En Suddfrica son las Iglesias mi- sioneras las que han tenido y tienen un papel m& des- tacado en la lucha contra el apartheid.

Qui& la clave que permita entender esta actitud se ha de buscar en c6mo la sociedad civil africana se rela- ciona con las estructuras del poder político. Existe un

rechazo y una dexonfianza hacia 10s poderes públicos, de 10s cuales no reciben casi nada y se consideran como expoliadores. Sin abandonar Zaire, podemos encontrar ejemplos de c6mo la estructura política de 10s Estados africanos, surgidos tras la independencia, no ha conse- guido hacer desaparecer las diferencia étnicas, ni 10s llamados conflictos tribales, sino que 10s ha aumenta- do. Existe una proliferacidn de grupos religiosos, con un funcionamiento similar al de la secta mesiánica, que suele agrupar a 10s miembros de una misma etnia. Estas organizaciones, en base a 10s valores de solidari- dad y autoayuda, sirven para asegurar la supervivencia y enfrentarse a las tensiones que genera el pertenecer a un pueblo minoritari0 y que no posee espacios de poder en la estructura del Estado.

Por otro lado las Iglesias misioneras han formado parte, desde el principio, de las estructuras políticas importadas, venim en el mismo paquete. Es 16gico que acepten las reglas del juego político que se han estable- cido en 10s nuevos Estados africanos. La Iglesia Cat6lica del Zaire se puede considerar el Único contrapoder al régimen de Mobuto Sesse Seko. Ha mantenido una posia6n ambigua, en algunos momentos y en algunos aspectos ha apoyado al dictador, como en el discurso anticomunista, y en otros ha servido de paraguas pro- tector de manifestaciones en su contra. La cúpula diri- gente cat6lica elabora incluso documentos sobre la si- tuaci6n socioecon6mica del país, como el redactado por los obispos en marzo de 1990 que valoraba la situaci6n del país y en el que se realizaban propuestas eh el camino de la instauraci6n de un verdadero sistema plu- ripartidista.

La Iglesia Cat6lica, como en otras partes de Africa, puede ser considerada la instituci6n social más d i d a del Zaire. Administra la mayor parte de la red de asis- tencia sanitaria y de educaci6n del país. La eficiencia de esta acci6n, comparada sobre todo con la casi inexisten- cia de servicios públicos estatales, le ha proporcionado un reconocimiento social importante.'Baste con resaltar c6mo los establecimientos religiosos y las personas que en ellos viven y trabajan, no fueron objeto de ataques durante 10s disturbios ocurridos en el país durante el otono de 199 1.

Los dirigentes de las Iglesias misioneras han intenta- do separar 10 religioso de 10 poiítico y sociocultural, rechatando los valores de la sociedad africana, con la voluntad de imponer cánones europees. Por eso se han encontrado con la reacci6n de las Iglesias Independien- tes: ccLas Iglesias Independientes han intentado adaptar el aistianismo a su situaci6n y a las necesidades reales de Africa y constituir comunidades de fe auténticamen- te africana. La gran atracci6n y poder de convocatoria que ejercen sobre la poblaci6n son pruebas irrefutables de 10 que han conseguido. Las Iglesias misioneras Ile-

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LA HORA DE AFRICA

van años persiguiendo ese mismo objetivo, tratando de africanizarse y hacerse m k cercanas a las estructuras en las que se hallan implantadas*.

Esta relaci6n tan directa de las Iglesias Independien- tes con el conjunto social del que forman parte se apre- cia en la organizaci6n interna de muchas de ellas. Las mujeres tienen un papel central en la estructura organi- zativa, pudiendo llegar a desempefiar puestos de lide- razgo. El ejemplo en el pasado podria ser el de Kimpa Vita o Dona Beatriz, la cua1 muri6 en el año 1706 en la hoguera, pronunciando el nombre de Cristo. - Otro aspecto organizativo interesante es el papel

de 10s laicos. Son 10s encargados de controlar las finan- zas, de elaborar 10s proyectos de actuaci6n, de coordi- nar las ceremonias. Hay que tener presente que el nivel de formaci6n de lideres es bajo y necesitan del soporte de personas con mayor capacidad técnica. Esta permea- bilidad permite un contaao m k direao e intens0 con 10s fieles pero también beneficia la fragmentaci6n y el surgimiento de nuevos lideres. Este fraccionamiento es una de las causas de la no aceptaci6n por parte de las organizaciones ecumenicas internacionales de estas co- munidades, s610 la Iglesia de Jesucrist0 sobre la Tierra de Simdn Kimbangu ha sido aceptada en el Consejo Mundial de las Iglesias.

Una muestra clara de c6mo las comunidades aistia- nas han intervenido e intervienen en el devenir de la sociedad africana es la República de Sudifrica.

Sudáfrica

El papel que 10s movimientos religiosos han tenido en la historia moderna de Sudifrica merece una aten- ci6n especial dentro del conjunto del continente negro africano. En primer lugar porque el discurso ideol6gico y polític0 de las diferentes doctrina presentes en Africa austral ha sido utilizado tanto para justificar el apart- beid, como para establecer un vínculo de cohesi6n en la lucha contra el sistema de segregaci6n racial sudafrica- no, sobre todo en el interior del pais.

Es fundarnental tener presente la d inhica hst6rica de las diferentes iglesias sudafricanas para comprender la presente situaci6n de fin te6rico del apartbeid y la ev&.1ci6n futura de dicho proceso, iniciado a finales de la decada de 10s ochenta.

ccsudifrica no se entiende sin el componente religio- so* (Bosch, J., pp. 89-198). Esta afirmaci6n que po- dria aplicarse a cualquier sociedad del mundo se ha de remarcar en el caso que nos ocupa, porque se ha tendi- do a elaborar un anilisis que prima 10 econ6mic0, polí- t i c ~ y *racial* o social sobre cualquier otro aspecto. Una visi6n religiosa del conflicto sudafricano nos ha de permitir entender las posturas de 10s diferentes grupos presentes en el contexto sudafricano.

Los elementos del discurs.0 religioso han permitido la cohesi6n del pueblo Afrikaner y el estableamiento del sistema del apartbeid. La identidad afrrkaner surge de 10s valores de aquellos holandeses y hugonotes fran- ceses que llegaron hace casi tres siglos al sur del conti- nente africano, y que traían consigo un espíritu de resis- tenda como calvinistas que erm, a la corriente religiosa dominante en Europa, el catolicismo. A esto hay que sumarle la consrmcci6n de un discurso de pueblo elegi- do, nacido de la aGran Marchan (The Great Trek), del viaje que siguieron hacia Natal, huyendo de la prohibi- ci6n de la mata negrera y las disposiciones britslnicas, y que, como en el caso del pueblo de Israel, se vinculaba a una relaci6n especial con Dios, a una predestinaci6n. El otro elemento es el establecimiento de una separa- ci6n entre 10s pueblos presentes en la zona, respondien- do a la voluntad divina. El hecho de que Dios dieta existencia separada a las diferentes naciones (pueblos) implica que deben permanecer siempre separadas.

Sobre estos tres pilares las Iglesias Reformadas Ho- landesa sirvieron de apoyo al establecimiento de una ideologia política de prepotencia de la ccnaci6n~ afrrka- ner sobre el resto de pueblos sudafricanos. La tarea misionera de estas iglesias origin6, en el siglo XX, tres iglesias étnicas separadas de tradici6n calvinista, una para mestizos, otra para negros y otra para indios como antecedente del sistema de apartbeid que se implanta- ria más tarde. La implantaci6n política de estas Iglesias (en las cuales se encuentra adscrita el 42 % de la pobla- ci6n blanca) supuso su expulsi6n del Consejo de Igle- sias Ecuménicas en 1960, tras la matanza de Shapervi- Ile. Actualmente dentro de estas comunidades comienzan a surgir voces en contra de las direcaices y de la relaci6n con el poder de dichas organizaciones.

Por otro lado las Iglesias misioneras han sido uno de los puntos de apoyo de la resistenua interior contra el apartbeid. Ya en 1948, tras la institucionalizaci6n del apartbeid, dedataron que la disaiminacibn basada so- larnente en motivaciones raciales era contraria a la reli- gi6n cristiana.

La Comuni6n Anglicana esd presente en el país a través de la rCburcb of tbe Providence in Soutb ,@rau, que gota de una larga tradici6n de denuncia del tacis- mo afrikaner. Algunos de sus miembros pasarán a la historia de la oposici6n cristiana del apartbeid. Por ejemplo Trevor Huddlesron, Michel Scon, Ambrose Reeves, Geoffrey Clayton y el premio Nobel y arzobis- po de la Ciudad del Cabo, Desmond Tutu.

La cooperaci6n ecumenica ha sido el medio más efi- caz que han encontrado estas Iglesias en su oposici6n al regimen de Pretoris, dado que, en solitario, su capaci- dad de concienciaci6n de la poblaci6n y sobre todo de dar a conocer la situaci6n de Sudifrica en el exterior era muy limitada. Esta colaboraci6n se inici6 en 1960 con

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MOVIMIENTOS SOCIALES DE EXPRESI~N RELIGIOSA

la ccConsulta de Cottesloen organizada por el Consejo Ecumdnico de las Iglesias (CEI) tras la matanza de Shaperville. En ella se plantearon claramente la reali- dad de Africa del Sur y la postura de las organizaciones aistianas respecto a la segregación racial. Esta reunión signific6 la salida de las Iglesias Reformada Holande- sas del Consejo. El Gobierno calific6 la conferencia como ccuna intervenci6n extranjera en 10s asuntos inter- nos de Suddfrica)). La expresi6n m k importante de esta colaboraci6n ha sido el Documento Kairdr de 1985, firmado por 15 1 te6logos y 26 Iglesias cristianas dis- tintas.

Igualmente estas Iglesias se han convertido en el centro del Movimiento Democrdtico de Masas (MDM), cuyos portavoces son el arzobispo Tutu, el reverendo Allan Boesak, presidente del Consejo Mun- dial de la Iglesia Reformada, y el arzobispo cat6lico Stephen Naidoo.

Pese a que el protagonismo de las convenaciones con el Gobierno de De Klerk sobre el fin del apartbeid parece estar en manos de Mandela y el ANC, el papel de las Iglesias cristianas sed fundamental para que esta transici6n se haga de forma pacífica y se consiga el carnbio, tanto polític0 como socio-cultural, que acabe con la segregaci6n racial en Suddfrica.

En la actual situación de cambio que tiene lugar en 10s Estados africanos hay que tener en cuenta la impor- tancia de 10s movimientos religiosos. Seria un craso error por parte de 10s gobernantes, y de 10s paises occi- dentales que inciden en estos procesos, olvidarse del intens0 contenido religioso de toda la vida africana.

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