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Al comienzos del siglo xvi, el Gran Inquisidor del Yucatán, Diego de Landa, ordena quemar todos los símbolos de la cultura maya. Al re- gresar a España es condenado a co- piar, infinitamente, los únicos tres manuscritos que sobrevivieron a su misión destructora. Así, la mano del Inquisidor nos cuenta la historia de la reina de Mu, por todos deseada, incluso por sus dos hermanos. Cre- yendo que complaciendo a ambos evitaría una lucha fratricida, la reina se entrega. La historia cuenta que los dioses la sancionaron, inundando con furia las tierras de Mu. el periódico de lavaca julio 07 / año 1 / número 6 Valor en kioscos $ 5 Movete, chiquito Qué ves cuando la ves Los chicos del Mariano Acosta salen a defender su colegio del derrumbe y la corrupción. Padres y docentes los acompañan con un lema: que la educación pública no sea una utopía. Las absurdas respuestas oficiales y el rol del BID. Quedate quietito La llaman la pastilla para portarse bien: es una droga cuya importación se duplicó en la Argen- tina. Se suministra a menores de 12 años. Los especialistas advierten sobre un síndrome que parece dibujado por los laboratorios. La magia de La Renga Sigue llenando estadios aunque no aparece en los medios. La omisión no hace más que resaltar qué esconde el grupo que inspira a una generación de músicos. Viaje al interior de la banda para conocer su secreto. Nina Peloso es un símbolo mediático que analizan feministas y piqueteras. Nina responde: ¿cómo se hace política bailando en el caño?

Mu 06: Qué ves cuando la ves

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Veo, veo Una polémica: Nina Peloso ya es un símbolo mediático que en esta edición de MU analizan feministas y piqueteras. Nina responde: ¿cómo se hace política bailando en el caño? Una movida: Chicos, padres y docentes del Mariano Acosta se movilizan para defender su colegio del derrumbe y la corrupción. Una de terror: la pastilla para portarse bien. Una de magia: La Renga sigue llenando estadios con su grito silencioso. Y, por suerte, mucho más.

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Al comienzos del siglo xvi, el GranInquisidor del Yucatán, Diego deLanda, ordena quemar todos lossímbolos de la cultura maya. Al re-gresar a España es condenado a co-piar, infinitamente, los únicos tresmanuscritos que sobrevivieron a sumisión destructora. Así, la mano delInquisidor nos cuenta la historia dela reina de Mu, por todos deseada,incluso por sus dos hermanos. Cre-yendo que complaciendo a ambosevitaría una lucha fratricida, la reinase entrega. La historia cuenta que losdioses la sancionaron, inundandocon furia las tierras de Mu.

el periódico de lavacajulio 07 / año 1 / número 6Valor en kioscos $ 5

Movete, chiquito

Qué ves cuando la ves

Los chicos del Mariano Acosta salen a defendersu colegio del derrumbe y la corrupción. Padresy docentes los acompañan con un lema: que la educación pública no sea una utopía. Lasabsurdas respuestas oficiales y el rol del BID.

Quedate quietito

La llaman la pastilla para portarse bien: es unadroga cuya importación se duplicó en la Argen-tina. Se suministra a menores de 12 años. Losespecialistas advierten sobre un síndrome queparece dibujado por los laboratorios.

La magia de La Renga

Sigue llenando estadios aunque no apareceen los medios. La omisión no hace más queresaltar qué esconde el grupo que inspira auna generación de músicos. Viaje al interiorde la banda para conocer su secreto.

Nina Peloso es un símbolo mediático que analizan feministas ypiqueteras. Nina responde: ¿cómo se hace política bailando en el caño?

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LA ESCUELA MARIANO ACOSTA

Alumnos, padres y docentes de esta escuela porteña a la que concurren 2.500chicos que tienen entre 5 y 20 años, sostienen una batalla para defenderla deun deterioro que huele a corrupción. Confirmando sus peores pronósticos, elflamante techo de una de las aulas se cayó el domingo 3 de junio y desdeentonces ganaron la calle con movilizaciones y asambleas para exigir unasolución. Ésta es la historia de las absurdas respuestas que les ofrecieron losfuncionarios, las oscuras redes de negocios que descubrieron, y de cómo seorganizaron, impulsados por un Centro de Estudiantes que es para los adultosla demostración de que no todo está perdido. El lema de esta movida: “Quela educación pública no sea una utopía”.

El día de los lápicessu

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Taekwondo animal

ndrea está entre los cientos dealumnos, docentes y padres quehan logrado una hazaña de afecto:

abrazar a un edificio que ocupa una man-zana. Italo Calvino escribió sobre la “mul-tiplicidad” entre sus propuestas para estemilenio, pero no conoció a Andrea: 5º añode la Escuela Mariano Acosta, sonrisa de17, se moviliza con uno de los centros deestudiantes más raros que se conocen, esniña cantora de la Lotería Nacional, profe-sora de taekwondo (arte marcial que fo-menta la patada) y futura estudiante deAntropología Sociocultural. En esta loteríasociocultural que los tiene a las patadas,Andrea anuncia: “Lo que nos pasa no sepuede creer. Se cayó el techo de un aula el3 de junio y no mató a nadie porque eradomingo. Estamos sin lugar donde estu-diar, nadie te da una respuesta. Los funcio-narios y la empresa son asesinos. Y comono hay clases, la promesa a la bandera delos chiquitos de 4º grado la hicieron conlos papás y los maestros en Plaza de Mayoaprovechando que estábamos haciendouna marcha. Llovía y hacía frío, pero fuemuy emotivo. Los maestros hablaron delos valores de Belgrano, de prometer porel país que todos queremos, y de la liber-tad”. No hubo registro de las empresas pe-riodísticas: el acto se convirtió en una es-pecie de secreto símbolo de resistenciacontra el fallecimiento de la educación.“Nadie quería que los chicos se quedensin su promesa.”

El inmenso abrazo del que participaAndrea consiste en tomarse de la manouno a uno, y envolver la manzana quecircundan las calles Urquiza, Moreno, 24de Noviembre y Alsina, del barrio deMonserrat. En el centro queda la Escuela

a República Argentina es unpaís donde algunos sectoresde la sociedad profesan su-persticiones inquietantes. Su-ponen, por ejemplo, que los

techos son elementos que deben estar dellado de arriba de las habitaciones, y queademás no deben caer, sino permaneceren ese lugar.

Que los “funcionarios” deberían ser al-go así como “servidores públicos” dedica-dos a resolver los problemas de la socie-dad (y no al revés).

Que conviene que los niños y las niñasvayan a la escuela. Que no es saludableque dichos infantes respiren gas.

Que la educación pública es un valor yun ejercicio garantizado por la Constitu-ción y por el Estado.

Que si solicitan, exigen o reclaman algoa las denominadas “autoridades” deberíanrecibir a cambio algo llamado “respuesta”.

Con candidez, estas personas tambiénopinan que existen leyes y garantías, quelos niños deberían poder hacer pis en laescuela, que las empresas constructorasasociadas al Estado construyen, que losmedios de comunicación comunican.

Creen que deben expresar lo que lespasa y reclamar una cosa que llaman “de-rechos”. Incluso, muchos adolescenteshan argumentado que quieren estudiar ytener futuro, entre otras curiosidades.

Todos estos sujetos redondean sus ex-travagancias con la siguiente actitud: esti-man que no pueden quedarse quietos es-perando que alguien resuelva las cosasporque nadie lo hará. Y creen que ellosmismos son los que tienen que organizar-se, hacerse cargo, no paralizarse, a riesgode que los techos y otras desgracias caigansobre las frágiles cabezas de la llamada co-munidad educativa.

cen y no a especialistas en derecho litúrgi-co. Pero aquí excavaron, y empezó a caer-se la fachada del edificio, porque en el si-glo xix no se construía con cimientos”.Luis cree que esto lo saben hasta los espe-cialistas en derecho litúrgico, pero no losabía el arquitecto Jorge La Greca, aparen-temente colocado allí por una simbiosisdel bid y el Gobierno de la Ciudad. Todosempezaron a notar que el problema delMariano Acosta, más que el deterioro,eran los arreglos.

En el año 2005, las clases tuvieronque suspenderse dos veces en medio dela sensibilización producida por la masa-cre de 194 chicos ocurrida el 30 de di-ciembre de 2004 en el boliche Repúblicade Cromañón. En julio las vacaciones deinvierno fueron “estiradas” por la remo-delación, y cuando los chicos estabanpor retomar la actividad se descubrióuna pérdida de gas. En esos días habíaocurrido otro suceso: un matafuegos malcolgado de la pared cayó y le lastimó elpie a una alumna.

¿Qué hicieron las autoridades de laescuela?

Quitaron todos los matafuegos. Cualquier incendio por la pérdida de

gas hubiera tenido el agregado de la faltade matafuegos, lo cual confirma a Argenti-na-Cromañón como tierra descerebrada.

En agosto, un obrero murió mientrastrabajaba, la empresa dijo que resbaló ac-cidentalmente pero por los pasillos delcolegio corrió otra versión sin desmenti-da: el hombre murió electrocutado. (To-dos los informes actuales de la Facultadde Ingeniería de la uba confirman el mo-do irresponsable con que se realizó la ins-talación eléctrica.)

Aquel 2005 fue un año de movilizacio-nes, clases públicas y toma del edificio,

Normal 2. Es un bello edificio de 1889 re-alizado con criterios de amplitud y fun-cionalidad inexistentes en las arquitectu-ras porteñas actuales. Entre los próceresegresados evocan al escritor Julio Cortá-zar y al científico Manuel Sadosky. Conopuesta clase de fama, puede citarse al al-mirante golpista Isaac Rojas. Hoy la es-cuela tiene unos 2.500 alumnos, entre pri-mario, secundario y terciario.

En mayo de 2002 empezaron a caer lasprimeras mamposterías. Los padres y ma-dres comenzaron a reclamar ante las auto-ridades escolares. Felipe, 15 años, uno delos voceros del cesma (Centro de Estu-diantes Secundarios del Mariano Acosta)correteaba en el primario pero sabe que“fue una historia de salir, cortar la calle, to-mar el colegio, y finalmente se logró querealizaran el planeamiento de la obra”.Durante el gobierno de Aníbal Ibarra, conDaniel Filmus como secretario de Educa-ción porteño, se aprobó la reparación.

Presupuesto inicial: 3 millones de pesos. Empresa constructora: Bricons. Con créditos del Banco Interamericano

de Desarrollo, y supervisión estatal de lasobras, en el Mariano Acosta creyeron queentonces las cosas estaban bien encamina-das. Pronto despertaron. Felipe: “El primererror fue pensar la obra con nosotrosadentro, porque las refacciones perturba-ban toda la actividad”.

Los profesores cuentan que aprendie-ron a dar clases entre ruido de demoli-ción, taladros, mezcladoras de cemento,con los obreros colgados de andamios ylos chicos jugando entre los escombros.“Una vez que empezaron con la albañile-ría todo empeoró” cuenta Felipe. LuisCristal, abogado, padre de alumnos de laescuela, suma un dato: “Se supone quecontratan arquitectos que saben lo que ha-

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que los estudiantes del cesma impulsa-ron con apoyo de los padres. (Un papáaclara un dato sociológico: “Participanmás los padres de primaria, por obvias ra-zones. Y a algunos de secundaria, que ve-nían a bajarles línea a los chicos, los CheFrustrados, los mismos pibes les dijeron:esta lucha es nuestra”.)

Se sumaron otros colegios, como elNormal 9 de Corrientes y Callao, que tam-bién se estaba derrumbando. El entoncesJefe de Gobierno, Aníbal Ibarra dijo quese trataba de “grupos de izquierda que fo-gonean a los estudiantes secundarios”. Lasecretaria de Educación porteña, RoxanaPerazza, acusó a la oposición macrista dealentar la protesta (y quedó así fundado elizquierdismo macrista). El ministro del In-terior, Aníbal Fernández, simplificó elasunto, y trató a los estudiantes de “ani-males”. Locutores como Samuel Gelblung,de la radio contrainformativa Diez, excita-ron a los dinosaurios anunciando que losalumnos “tienen el poder de un terroris-mo iraquí”. Ibarra agregó a tales exabrup-tos y trivialidades: “Vamos a iniciar proce-sos sancionatorios”, pero no contra laempresa o los funcionarios a cargo de lasupervisión de los edificios, sino contralos estudiantes que reclamaban.

Ya aquella vez los chicos del MarianoAcosta hicieron un abrazo al edificio, concascos amarillos (sombreritos de plásticocomprados en casas de cotillón) para gra-ficar lo que les ocurría. La justicia optópor un comportamiento “animal”: les diola razón a los que reclamaban y clausuróel colegio hasta que hubo garantías míni-mas de funcionamiento. Los chicos erantrasladados en colectivo cada día a la Fa-cultad de Ingeniería para poder seguir te-niendo clases allí.

Vigilantes y geografías

tro hallazgo de las autoridades es-colares, ya en 2006, fue contratar auna “empresa de seguridad”, mar-

ca Kellesengo. Los vigilantes, supuesta-mente, debían cumplir el rol de proteger aniños y niñas de los peligros de la ciudaden las cercanías de la escuela, pero deci-dieron hacer al revés: en lugar de cuidar lapuerta, armaron rondas dentro de la es-cuela, seguían a los estudiantes, espiabanqué hacían. Les preguntaban por qué par-ticipaban en asambleas, por qué se movi-lizaban. Se transformaron en un mecanis-mo interno de control. Ante el reclamo delos estudiantes y carta de los padres, elrector de la escuela, profesor Jorge Butera,respondió que no había tenido tiempo dereunirse con los integrantes de Kellesengo,y que la empresa actuaba según su propiocriterio (criterio que él no conocía, ya quenunca se había reunido con ellos). La faltade tiempo es comprensible: los asistentesde Butera avisan que el rector concurre al

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Equipamiento del gobierno de la Ciudad)y le inició un sumario administrativo. Elingeniero Mario Rocco (director de Infraes-tructura, etcétera) reveló por radio que LaGreca había sido designado “a través deuna consultoría bid”. Días después el mis-mo Rocco renunció. Los alumnos y padresdel Mariano Acosta iban rebotando entreoficinas y funcionarios sin encontrar res-puesta a una cuestión: ¿cómo seguimos?

La comunidad educativa de la escuelainvitó a la Facultad de Ingeniería de lauba a recorrer el Mariano Acosta con lacomisión de padres. La facultad envió alingeniero Ricardo Calzareto y a la arqui-tecta Isabel De Urquiza.

El informe es de 35 páginas (puede con-sultarse en www.lavaca.org) y revela –conlenguaje técnico– lo siguiente:

-La obra hecha no tenía que ver con loanunciado en el propio pliego.

-El cielorraso del aula (y de todas) es-taba mal colocado, deficientemente suje-tado por pocas “velas rígidas”, muchasmenos que las anunciadas en los planosde obra.

-Encontraron además toda clase de irre-gularidades en las instalaciones eléctricas.

El informe termina realizando más de25 recomendaciones sobre cómo hacer lascosas para “asegurar la protección de laspersonas”.

Martha Luna, niña en 2º grado, dice:“Estamos orgullosos de haber tenido la lu-cidez de convocar a la facultad”. Uno delos padres que hizo la recorrida, y tienefuertes conocimientos en el rubro, contó amu durante una movilización: “Nadacumple la mínima condición de seguri-dad. La instalación no se ajusta a norma,ni a pliego. Y todo lo arreglan con par-ches”. El hombre solicita que no aparezcasu nombre para evitar problemas en sutrabajo: “Mi dilema es si cumplo mi hora-rio, o dejo que mis hijos se mueran por-que se caen los techos. Están vulneradaslas condiciones de la educación, y meconsta que solamente depende de lo quehagan los estudiantes y los padres que seencuentre alguna solución”.

Su pregunta, molesta

a pregunta obvia es: si Calzaretoy De Urquiza descubrieron estasfallas evidentes en su recorrida,

¿qué puede decirse de Bricons, el Gobier-no de la Ciudad, los directores de Infraet-cétera, el bid y el cúmulo de auditorías ysupervisiones que supuestamente factu-ran en estos casos? Luis Cristal brindauna descripción de cómo funciona a ve-ces eso que se denomina lo público: “Em-pezamos con un arquitecto llamado Rey.La Greca venía a ver el edificio. Todosfueron ascendiendo mientras crecía laoperatoria bid (créditos para un cúmulode obras porteñas) y se iban poniendo

Mariano Acosta solamente los martes de10 a 14. Con ese horario, no se pueden pe-dir milagros. La empresa de seguridad,gracias a los reclamos, fue cambiada porotra que al menos no cumple el rol de po-licía interna.

El derrumbe

os trabajos de rehabilitación deledificio pasaban a ser cada vezmayores, y continuaban con una

lentitud que permitió pasar del presu-puesto original de 3 millones a 8 millo-nes, y en la actualidad el cálculo estima-do por los padres lo multiplica hasta 12 o15 millones (se solicita disculpas por es-tas oscilaciones en las que dos o tres mi-llones son siempre motivo de una confu-sión de la que cada uno puede imaginarquién sale ganando).

En abril, a fuerza de pura observación,los padres enviaron una carta al rector conpedido de que la hiciese conocer al go-bierno de la Ciudad, alertando sobre unaescenografía de película de miedo: inun-daciones en las aulas y en zonas de obrasya concluidas, filtraciones importantes“que nos hacen preguntar si se han imper-meabilizado los techos”, cortes de luz fre-cuentes e inexplicables, desprendimientode cascotes, y posible electrificación deparedes debido a filtraciones de agua. Lasautoridades, con el estilo que las caracteri-za, jamás respondieron.

A medida que aumentaba el presu-puesto descendía el número de obreros,que comentaban a quien quisiera escu-charlos que no les pagaban, o les pagabanmal, y que había un ahorro sospechosoen materiales.

Hasta que llegó el 3 de junio, y se des-plomó el flamante techo de una de lasaulas del primario, en la planta baja. Co-mo era domingo no había clases. Los pa-dres flotaron en el limbo de la casi des-gracia: tenían que alegrarse de que lascosas no hubieran sido peores. La empre-sa Bricons y el arquitecto La Greca actua-ron con eficiencia interamericana de de-sarrollo, y reinstalaron el techo pocodespués como para limpiar pruebas, se-gún los padres. Cuando mu recorrió elaula, todavía podía leerse en el pizarrónen prolija cursiva: “Viernes 1º de junio” ydebajo “montaña, sierra, meseta, llanura,valle”, borroneadas por el polvo del de-rrumbe: geografía argentina.

Las velas puercas

l Mariano Acosta quedó automáti-camente cerrado, los chicos empe-zaron a no tener clases, el gobier-

no finalmente despidió al arquitecto LaGreca (coordinador de obras de la Direc-ción de Infraestructura, Mantenimiento y

otras personas sin que nadie controlase anadie. Entonces, o es una gran desidia, odesde el punto de vista penal es incum-plimiento de los deberes de funcionariopúblico. O hubo algún arreglo con la em-presa y entonces puede ser un peculado(coimas y malversación). Si además el Es-tado pagó 10 pesos por cosas que en rea-lidad costaron un peso, quedan otros 9que no se sabe si fueron repartidos entrerepresentantes estatales y la empresa, locual constituiría una asociación ilícita”.El otro detalle sugestivo que aporta esque frente a las consultas de los padres“la Dirección de Infraestructura siempretuvo una actitud expulsiva. Los padresmolestábamos haciendo preguntas. Ob-viamente, no querían controles ni quelos estuviéramos mirando”.

Recordando el dilema de Cromañón,donde los padres dicen que la muerte de194 personas allí no fue una desgracia niuna tragedia, sino una masacre, por el cú-mulo de irresponsabilidades, coimas y ne-gligencias previas, ¿qué palabra se hubieratenido que utilizar si el techo caía sobrelos chiquitos de 4º grado?

Zoraida, Gladis y Roxana, mamás deniños de primaria, mientras marchan conbanderas por la educación pública, res-ponden:

“Asesinato. Y no hay un error o una fa-talidad, porque venimos anunciando estohace mucho, y lo mismo está pasando enotras escuelas”.

Mirtha: “Primero es un robo, y despuésun homicidio”.

Luis: “La definición la escribimos en loscarteles: Bricons asesina. Y además está laresponsabilidad de los funcionarios”.

Cambiar la realidad

s posible que el Mariano Acostano sea aún un montón de escom-bros gracias a la actitud, a lo largo

de todos estos años, del Centro de Estu-diantes: “El cesma es lo mejor que le pu-do pasar a este colegio, y a nosotros” diceDamián, padre del primario. En realidadno es un centro clásico (con poder concen-trado en presidente, secretario, mesas eje-cutivas, etc.) sino una red horizontal sinestructuras jerárquicas, una especie decentro descentrado.

Por estatuto, el Centro está formadopor todos y cada uno de los estudiantes.No hay “elecciones” al estilo clásico (concandidatos, agrupaciones o partidoscompitiendo) sino que los estudianteseligen delegados y voceros, por cursos ypor turnos, y deciden los temas principa-les en asambleas, con un nivel de partici-pación superior al de muchos de los cen-tros convencionales. No se delega en“autoridades” sino que se asumen las co-sas de modo más directo. Camilo aclara:“Respetamos todas las formas de organi-

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pación, pide la palabra: “Cuando se plan-teó que los profesores no pueden llegarde una sede a otra, ¿qué nos dijeron?Que pueden sancionarlos. Entonces, sino hay respuesta del Gobierno de la Ciu-dad, sigamos golpeando puertas y vaya-mos al Ministerio de Educación nacional.El derecho a la educación debe estar ga-rantizado. Lleguemos al ministro Filmuso –qué quieren que les diga– al Presiden-te de la Nación”.

Un profesor de inglés, Raúl, pide la pa-labra: “Varias familias ya decidieron sa-car a sus hijos de la escuela. Para las au-toridades son un número, pero paranosotros es muy doloroso perder a esoschicos a los que no se les permite unaeducación digna y gratuita...”. El profesorno puede terminar la frase por la emo-ción, mientras es ovacionado.

Terminada la asamblea, Beatriz, profe-sora de Matemáticas, relata: “Hay 17 gre-mios docentes en Capital. Ni uno llamópara ver si necesitábamos algo”.

Fiel a su materia, suma: “Los sindicatosno hacen nada, el gobierno en contra, losmedios te matan, el Ministerio... estamosmás solos que la una”, dice, castiza.

Aparece otra profesora, Graciela, de Fí-sico-Química, con lo inesperado:

“Nos dieron un aula tan minúscula,que una de las chicas tuvo un ataque declaustrofobia. Tiembla y llora. Yo voy adar clase, pero no en estas condiciones”.

Para cumplir con su palabra, marcha-hasta el cuarto piso –seguida por los estu-diantes y por mu– a ocupar un aula másgrande. Su clase de hoy es sobre el movi-miento y la energía.

La energía se define como la capaci-dad de realizar trabajo, de producir movi-miento, de generar cambios. Es inherentea todos los sistemas físicos y a la vida.Puede ser potencial (si está en reposo), pe-ro cuando se libera y se pone en movi-miento es energía cinética. Graciela luegome aclara que la inmovilidad absolutapodría ser un síntoma de ausencia de vi-da. Por la Primera Ley de la Termodinámi-ca (el famoso nada se pierde, todo setransforma) sabemos que la energía pue-de cambiar de una forma en otra, pero ja-más puede ser destruida.

Contra los dinosaurios

uan Manuel quiere ser profesor deliteratura. Victoria va a hacer tea-tro. Camilo no tuvo tiempo de

pensarlo. Esteban ama la Historia, pero es-cribe sobre el presente: “A los pibes de 5ºesto los está matando porque les rompetoda la posibilidad de disfrutar su últimoaño en un colegio en el que, muchos, in-gresaron a los 6 años.”

Contra la teoría de los dinosaurios, loschicos quieren estudiar. Esteban pone al-go en su lugar: “Si esto pasa acá, te imagi-nás lo que deben ser las escuelas rancho,o los lugares donde no existe la posibili-dad de reclamo que tenemos nosotros”.(El martes 26 de junio, parte de la mam-postería de un aula en Salta capital cayósobre los alumnos. Karen Tabarcache, 14años, sufrió traumatismo de cráneo y tu-vo que ser operada.)

Las movilizaciones del Acosta al Minis-terio de Educación nacional tuvieron efec-to. Prometen entregar fondos para termi-nar más rápido las obras, con lasupervisión de la Facultad de Ingeniería.¿Por qué no se hizo antes? Misterio. El pro-pósito es volver de las vacaciones de in-vierno con la planta baja del MarianoAcosta completamente arreglada y, al me-nos, parte del secundario.

Nadie confía demasiado, después detantas sorpresas, y por eso las asambleasde padres siguen haciéndose cada sema-na, y las de secundarios congregan cadavez más estudiantes.

Unos y otros se mueven para transfor-mar la energía en algo más que una su-perstición. Y para hacer realidad el lemadel Centro de Estudiantes: “Que la educa-ción pública no sea una utopía”.

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zación que cada colegio elija, pero a no-sotros nos resulta ésta”.

En uno de los postulados del Estatutovigente desde 2001, se lee:

“Si queremos cambiar nuestra realidad,no podemos imitar la organización dequienes la quieren mantener”.

Toda esta invitación a explorar nuevosmodos de encarar viejos problemas, seha puesto a prueba en estos años kafkia-nos en los que el Centro se propuso tan-to “organizar a los estudiantes para la de-fensa de sus derechos” como “formaruna conciencia crítica” y “llegar a un ma-yor entendimiento entre estudiantes, do-centes y autoridades”.

Es lo que hay

uando ocurrió el derrumbe, loschicos comenzaron a movilizarse,y eso aceleró a las autoridades

educativas que salieron del brete ubican-do a los 2.500 estudiantes en un total desiete establecimientos diferentes, des-pués de 15 días sin clase. A los chicos deprimaria los enviaron, por ejemplo, a lasede del Instituto del Viajante, edificiomuy adecuado como terciario de adultos,pero con aulas chicas (capacidad para 20personas donde deben entrar 35 chicos),barandas bajas, escaleras estrechas, sinlugar para recreo y sin baños adecuadospara los chiquitos.

Los secundarios quedaron separadosen dos sedes de la Universidad Kennedy,a once cuadras de distancia, con lo cuallos profesores que debían dar clase enambos sitios no podían llegar a tiempo.Lo mismo les ocurría a los padres con ni-ños de primaria desparramados en dis-tintas sedes. Además los micros destina-dos a llevar chicos desde el Acosta hastalas diversas sedes no aparecían, o si apa-recían estaban como algunos funciona-rios: sin destino.

El cesma convocó a asambleas ynuevas movilizaciones. Fueron a la Jefa-tura de Gobierno tres veces (y aprove-charon para que los chicos de 4º gradoprometiesen la bandera en Plaza de Ma-yo) hasta que padres, docentes y estu-diantes lograron que los recibiera la se-cretaria de Educación de la gestiónTelerman, Ana Clement, junto a la direc-tora de Educación Superior, AndreaAlliaud. Marcela, madre de 2º grado, na-rró a mu esa reunión, a la salida:

“Nos tuvieron dos horas hablando sinsentido y al final nos dijeron una frasemuy linda de Charly García: es lo quehay”. García, en efecto, escribió el tema ti-tulado Lo que ves es lo que hay, pero Mar-cela escuchó la frase con una bronca ape-nas contenida:

“Te llevan a la violencia, no garantizanla educación y encima te dicen que ape-lan a nuestra comprensión”.

Damián, papá y artesano de PlazaFrancia, agrega:

“Son guarderías. Aquí todo el mundose llena la boca hablando de educaciónpública y mirá dónde estamos” dice se-ñalando la acera donde los secundariosestán sentados en el piso tomando mate,rodeados de policías con chalecos ana-ranjados. Damián, de todos modos, seentusiasma con toda la movida que estágenerando la comunidad educativa: “Temuestra lo que la gente puede hacercuando se junta”. Y vuelve a decir sobreel Centro de Estudiantes: “Es la muestrade que no todo está perdido”.

Teoría de la energía

aras lavadas, zapatillas de lona,bullicio adolescente: asambleaorganizada por el cesma en una

de las sedes de la Kennedy, Piedras al600. Hay unos 400 estudiantes: “Che, noseamos pendejos” reclamaba el quincea-ñero Felipe para empezar la reunión. Lavicerrectora Papalardo, la autoridad másrespetada por los alumnos por su partici-

Las clases de Literatura del Mariano Acosta podrían incluir en el estudio denovelas de ciencia ficción o teatro del absurdo, los siguientes textos: “Durante 30 años de constante actividad, hemos orientado nuestro perfilempresario a la optimización de los recursos humanos y materiales, brin-dando capacitación e incorporando tecnología, habiendo sido nuestratarea de investigación y desarrollo una premisa con el objetivo de alcanzarsiempre la máxima excelencia”. Así se presenta la empresa Bricons, responsable de las obras en el MarianoAcosta, en su página web.

“El Banco Interamericano de Desarrollo es la más grande y antigua institu-ción de desarrollo regional. Fue establecido en diciembre de 1959 con el pro-pósito de contribuir a impulsar el progreso económico y social de AméricaLatina y el Caribe. La creación del Banco significó una respuesta a las nacio-nes que necesitaban un organismo de desarrollo que atendiera los proble-mas agobiantes de la región.”Así se presenta el banco que financia las obras en el Mariano Acosta.

En términos prácticos, todo este lenguajesignifica que para reparar una escuela elEstado se endeuda obteniendo créditos delBID, y que dicho banco monitorea qué inver-siones se realizarán. Como confirma PabloCesaroni de la Cooperadora del Normal 7(otra de las escuelas sin clases por culpa delas obras realizadas por la empresa Bricons,con créditos del BID): “la Operatoria BIDimplica que el propio banco les paga elsueldo a funcionarios, como el ahora des-plazado arquitecto Jorge La Greca”. Así elfuncionario pasa a jugar un doble rol: el de

representante del banco supranacional, y a la vez del Estado. Los padresvienen denunciando desde hace años que la supervisión sobre la empresaes nula, y por eso los desastres se hicieron ver cuando cayó el techo en elMariano Acosta y la Facultad de Ingeniería de la UBA inspeccionó el lugar.La Greca, según pudieron averiguar los padres, sigue trabajando en otraárea de la Dirección de Infraestructura del Gobierno de la Ciudad.

Bricons, a su vez, es una enorme contratista del Estado porteño. Tiene enejecución (con perdón de la palabra) las obras del Acosta y el Normal 7,reparaciones mal hechas y jamás terminadas, que suman ya unos 22 millo-nes de pesos de costo. Por indicación de los equipos de la Facultad de Inge-niería, deben hacer de nuevo todos los techos (para abaratar costos usaronmateriales que no eran los declarados, e hicieron todo del modo tal que per-mitió que un cielorraso cayese y que hubiese varios en peligro de hacerlo) ytambién deberán volver a realizar toda la instalación eléctrica en ambosestablecimientos, declarada por la UBA como un riesgo para cada personaque esté en esos lugares. Que las mismas falencias se den en todas lasobras realizadas en ambas escuelas, parece un síntoma digno de atender.

Bricons, además, está construyendo, a cuenta y cargo del gobierno de la Ciu-dad, 570 viviendas (Bajo Flores, Villa 17, Pompeya, Lugano) y realizando repa-raciones en los hospitales Borda, Moyano y Rawson y en el Museo de ArteModerno. El presupuesto total (el declarado, porque casos como el Acosta yase han multiplicado) marea a las calculadoras: 117.250.062,23 (no está claroel destino de los 23 centavos). Nadie sabe qué ocurriría si se inspeccionaranesas obras, aunque parece preventivo sugerir el uso de casco.

Cuando los padres quisieron hablar de estos temas fracasaron. Bricons no lesresponde. El BID, se sabe, está fuera del bien y del mal. Los funcionariosnacionales y porteños hicieron lo contrario: hubo un total de nueve reunio-nes en 23 días, que insumieron casi 20 horas completas de palabras con elrécord de no haber obtenido respuestas. El Ministerio de Educación se com-prometió a aportar fondos para acelerar la finalización de las obras, peroesto vuelve a lo anterior: ¿Bricons va a seguir recibiendo más dinero por algoque hizo tarde y mal? Y además, ¿se le devolverá al BID el crédito por obrasque hubo que hacer de nuevo?

La empresa, el BID y después

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La pastilla paraportarse bien

LA PELIGROSA MODA RITALINA

Es el psicofármaco pediátrico más recetado. En Estados Unidos es una plaga y aquí,una tendencia peligrosa: según los registros, ya se duplicó la importación de la droga.Los especialistas alertan sobre el diagnóstico irresponsable de un síndrome que pareceinventado por los laboratorios, para tranquilidad de maestros y padres.

¿A menudo parece no escuchar cuandose le habla directamente?¿A menudo no sigue instrucciones y nofinaliza las tareas? ¿A menudo tiene dificultades para or-ganizarlas? ¿A menudo evita, le disgusta o es re-nuente a dedicarse a tareas que requie-ren un esfuerzo mental sostenido? ¿A menudo extravía objetos necesariospara las tareas (por ej. juguetes, ejerci-cios escolares, lápices o libros)?¿A menudo se distrae fácilmente porestímulos irrelevantes?¿A menudo es descuidado en las activi-dades diarias?

Si contestó afirmativamente a seis de estosítems, lo lamentamos: usted es candidatoa convertirse en portador del Déficit deAtención.

Las preguntas son parte del Cuestiona-rio de Conners, que se entrega a padres ymaestros para que evalúen la conducta es-colar de los chicos. El Cuestionario de Con-ners circula por Internet y ha tenido difu-sión en esas revistas que suelen animar laespera en peluquerías, con versiones adap-tadas al coeficiente intelectual de sus edito-res. Por ejemplo:

¿Su hijo está como en la luna? ¿Se lo ve malhumorado y con cara deenojado? Cada respuesta cosecha un puntaje, se-

gún la escala tradicional (las opciones sonnada / poco / bastante / mucho). Al sumarlos resultados ya se tiene un diagnóstico.

Los textos médicos sobre el Síndromede Déficit de Atención aseguran que estaenfermedad a pesar de ser diagnosticadacon este tipo de métodos tiene un origengenético. (Por supuesto, el test que consul-tó en la peluquería no cuenta porque nocalifica ni para método.)

“Completar el Cuestionario de Con-ners es el primer paso, dado general-mente por un docente, para recomendarla consulta con el psiquiatra y su corres-pondiente tratamiento”, apunta la psico-pedagoga Dueñas.

Vasen agrega otro dato: el año pasadopusieron a prueba uno de estos cuestiona-rios en el Policlínico de Neuquén: segúnsus resultados, sobre 1.300 alumnos el 48%padecía dda.

Los padres

atricia, la mamá de Martín, pasópor la experiencia de que su hijo to-mara Ritalina. “Martín estaba en 4º

grado y tenía problemas de conducta, era in-quieto, tenía malas contestaciones, tambiénen casa. Los maestros me sugirieron haceruna consulta con un psiquiatra, que le man-dó hacer un electro y nos dio una medica-ción para ayudarlo a que tuviera mayoratención. La tomó durante un año. Al si-guiente, la recomendación fue cambiárselapor otra; cuando leí el prospecto casi memuero, porque ya era un antipsicótico.”

Juan Vasen cuenta que recibe cada vezmás frecuentes consultas de padres a cuyoshijos les han diagnosticado dda:

Tener un diagnóstico de una “enfer-medad” que no es tan “grave”’ (comopodría serlo el autismo o la psicosis),no importa con cuánta inconsistenciase haya hecho, es inicialmente un ali-vio para los padres. Por otra parte,¿cómo no van a recibir con benepláci-to un medicamento que al potenciarel funcionamiento cortical hace quelos chicos hagan lo que habitualmen-te no pueden hacer o no les interesa?Sin embargo, más que en un déficitde dopamina que les impida prestaratención, tendríamos que pensar silos chicos no pueden prestarla porqueya la han prestado a otros lados. Yosiempre digo que uno presta a quienle devuelve. Y la escuela, en un senti-do, no le devuelve al chico lo que élespera cuando le presta su atención.Ahí se produce una ruptura, un de-sencuentro importante.

año, la prueba más clara de que el consu-mo de metilfenidato ha tenido un aumen-to creciente en Argentina son sus volúme-nes de importación.

Para traer la droga al país es requisitopedir una autorización. De acuerdo a eseregistro el especialista Juan Vasen –psico-analista y psiquiatra infantil– aporta da-tos concretos:

En 2003 se pidió autorización para im-portar 23,7 kilos.En 2004, 40,4 kilos: un cuarenta porciento más.En 2005, 49,5 kilos.Y este año el pedido volvió a saltar acasi el doble: 80,4 kilos.

Autodiagnóstico

ntes de seguir con la nota, pedi-mos al lector que vuelva a su épo-ca de escuela primaria, a su banco

de 4º grado, y conteste si al chico que fuele pasaba algo de esto:

¿A menudo no presta atención suficien-te a los detalles o incurre en errores pordescuido en las tareas escolares? ¿A menudo tiene dificultades paramantener la atención en tareas o en ac-tividades lúdicas?

¿Por qué lo dice?Porque no hay pruebas de laboratorioque demuestren la existencia de unproblema biológico que origine esesupuesto déficit de atención (como se-ría un hepatograma para diagnosticaruna hepatitis o un análisis de coleste-rol). Se dice que lo que le pasa a estoschicos es que tienen un déficit de do-pamina (un neurotransmisor clave pa-ra el funcionamiento de las neuronas),pero si les hacemos dosajes de dopa-mina en sangre y en orina no aparecenada de eso.

Bensayag, decano en su especialidad, vamás allá: “El Déficit de Atención es presen-tado por quienes lo diagnostican en base apostulados falsos como ‘un trastorno gené-tico’ o una ‘enfermedad’. Esto carece derespaldo científico y no hay evidencias deque esos niños tengan alteraciones orgáni-cas. Lo que se hace es aplicarles este ‘nom-bre’ a chicos que tienen alteraciones demuy diverso orden, donde encajan lo so-cial, lo psicológico, la patología neurológi-ca, lo psicopedagógico y lo emocional.Una consecuencia importante es que co-rremos el riesgo de proponer un trata-miento para un nombre y no para lo querealmente le ocurre al paciente”.

Aunque no hay estadísticas sobre lacantidad de recetas que se extienden al

oy me olvidé de tomar la pas-tilla –anuncia Diego, de 9años, a la maestra–; así quevoy a estar un poco loquito.

La toma todos los días,antes de entrar a clase. Un rato despuésde tragarla ya se siente distinto: no mo-lesta ni se sacude en el asiento. La maes-tra lo nota más atento, menos disperso.Y más obediente.

La pastilla “para portarse bien” es me-tilfenidato en 5 miligramos, mejor conoci-da por el nombre comercial: Ritalina. Es elmás recetado de los psicofármacos paraniños, una moda que nació en EstadosUnidos y que aterrizó en las escuelas pri-vadas de la zona de norte de Buenos Airespara extenderse ahora al resto del país.

“En estos momentos estamos viendo de5 a 6 chicos medicados por aula”, revelaGabriela Dueñas, licenciada en educacióny psicopedagoga de varios colegios de Oli-vos. “Tuvimos el primer alerta hace ya másde ocho años, cuando empezamos a reci-bir en las escuelas alumnos a los que lesestaban recetando algún tipo de remedioque desconocíamos. Me acuerdo de queen el año 98, una profesora se acercó al ga-binete psicopedagógico y nos dijo: ’Yo nosoy médica, pero me resulta extraño quetantos chicos de un curso, cada uno conhistorias distintas, tengan un mismo diag-nóstico y el mismo tratamiento’. Cuandocomenzamos a mirar de qué se trataba só-lo sabíamos eso, que había algo extraño,algo que nos llamaba la atención.”

En la mayoría de los casos se trataba dechicos a quienes se les había diagnostica-do Déficit de Atención (dda) o Déficit deAtención con Hiperactividad (ddah), unsíndrome que se aplica a niños inquietos,dispersos e impulsivos, como paso previoa recetarles la droga.

En Estados Unidos el uso de medicamen-tos psiquiátricos en niños está tan extendidoque el tema apareció en un capítulo de LosSimpson: a Bart le recetan, para mejorar surendimiento escolar, un psicotrópico en ex-perimentación. Tras volverse paranoico y de-rribar un satélite espía, su madre decide queabandone el tratamiento.

Estimulantes

a Ritalina es una droga que actúaigual que las anfetaminas; aumen-ta el tiempo de atención, como lo

hacen todos los estimulantes, desde la ca-feína hasta la pastilla de éxtasis”, explicael neuropediatra León Benasayag. El espe-cialista dice que hay situaciones en lasque la medicación es “necesaria y efecti-va”, pero expresa su desacuerdo, en cam-bio, sobre el diagnóstico de Déficit deAtención: ”Es una construcción de la in-dustria farmacéutica que no tiene entidadmédica”, sostiene.

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Soledad Lardiés, docente argentina radi-cada en Estados Unidos, cuenta su ex-periencia: “Soy maestra de inglés enuna escuela primaria estatal en Caroli-na del Norte. En todas las aulas hay al-gún chico que está bajo medicación.Allá existe un programa de educaciónespecial dentro de las escuelas. Cadaalumno tiene un legajo con una fichamédica. Hay un enfermero que va todaslas semanas al colegio, y maestras es-peciales para los alumnos que entran alllamado EC, el programa para los ‘Ex-ceptional Children’. Dentro del universoEC no está sólo el Déficit de Atención, si-no que hay otros 13 tipos de deficien-cias, de manera que si no quedás clasi-ficado en una, entrás en otra. Al que sedesvía un poquito de la norma ya lo vencomo problemático y lo medican”.

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Andrew Mosholder, funcionario de laOficina de Seguridad de Drogas de laFDA, informó que, según estudios reali-zados a nivel nacional, en Estados Uni-dos más del 9% de los varones de 12años y casi el 4% de las niñas de 11están medicados. Esto quiere decir quehay en ese país 2.5 millones de chicosentre 4 y 17 años que toman medica-mentos, tras haberles diagnosticado unDéficit de Atención. La tendencia fuedenunciada por Hillary Clinton, entiempos de Primera Dama, y sirvió deargumento del segundo capítulo de latemporada 11 de Los Simpson, que seemitió por primera vez el 3 de octubrede 1999. Se tituló Brother’s Little Hel-per (La ayudita del hermano). El capí-tulo contó con el beisbolista Mark McG-wire como estrella invitada.

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Patricia, la madre de Mar-tín, también después de in-formarse decidió que su hijodejara el tratamiento. “Empe-cé a investigar, me metí enInternet y decidí hacer másconsultas. Una segunda psi-quiatra me recomendó queno le diera nada y que, en to-do caso, hiciéramos una tera-pia psicológica. Le sacamostodas las pastillas. Martíncontinúa siendo inquieto, pe-ro siguió adelante con la es-cuela y le fue bien. Ahora es-tá en primer año.”

En el año 2005, los labora-torios facturaron 150 millonesde pesos en el rubro de esti-mulantes y otras drogas desti-nadas a chicos inquietos y de-satentos en la escuela. Esos 150millones expresaron un cin-cuenta por ciento más de ven-tas que en el año anterior. EnArgentina, el mercado de la in-fancia es un territorio todavía

a conquistar para la industria farmacéutica.El sector ha presionado en el Congreso

para que el Trastorno por Déficit de Aten-ción sea declarado una discapacidad, loque comprometería al Estado y a las obrassociales a adquirir los medicamentos que“curan” el dda, para suministrarlos en loshospitales y a sus afiliados.

Como parte de la misma estrategia,detrás del Síndrome por Déficit de Aten-ción avanzan otras “enfermedades” dediagnóstico rápido. Gabriela Dueñas lasenumera: “tea (Trastorno Específico deAprendizaje), toc (Trastorno ObsesivoCompulsivo, el que sufre Jack Nicholsonen la película Mejor imposible), tgd(Trastorno Generalizado de Desarrollo) ytodd (Trastorno Oposicionista Desafian-te)”, para los chicos-problema.

Hipótesis de moda

Por qué esta tendencia encuentraespacio en la Argentina 2007?Los tres especialistas consultados

arriesgan sus hipótesis:

Dueñas: “Creo que tiene que ver con lasideologías que Zygmunt Bauman des-cribe como la modernidad líquida. Op-tamos por las soluciones rápidas, ya.En este caso, la solución es una medica-ción que rápidamente obtura la dificul-tad. Eso es algo que se estimula desdela cultura en la que vivimos. Fijate quelas propagandas son: ‘aprendé ingléssin estudiar’, ‘adelgace sin dejar de co-mer’, ‘fortalezca sus músculos sin hacergimnasia’. Todas promotoras de la res-puesta rápida”.

Vasen: “En general, la escuela antescontenía y la familia también, de unamanera a veces autoritaria, rígida, escierto. Pero lo que hay actualmente esdel orden de la inconsistencia. Es de-cir, si antes la queja podía ser del ladodel autoritarismo y la rebelión, en estemomento es más bien del aburrimien-to, de la falta de enganche, por la in-consistencia que propone la escuelaen general. La investidura del maestroestá deteriorada. Antes era vivido co-mo un transmisor de saber y una

fuente básica de formación para el ni-ño, junto con los padres. En en estosmomentos, llevado al extremo, lo quedice el maestro es una opinión más yel chico pasa a ser una suerte de clien-te que pretende tener siempre razón yque se ubica en un lugar que no es eldel que va a tratar de formarse paraser un ciudadano futuro, sino de aquelque va a tratar de adquirir algunas ca-pacidades para después desempeñar-se en el mercado laboral”.

Volkind: “Con los pibes hubo una suer-te de ensañamiento. En lugar de verloscomo víctimas de condiciones de vida,se los comenzó a mirar como peligro-sos y aparecieron respuestas desde lomás mecánico. También tiene que vercon la vieja discusión sobre cuánto esbiológico y cuánto social. No es casualque esto encuentre espacio en años enque se han destituido teorías que expli-can la complejidad de lo social y cuan-do tienen más aire teorías que explicanlo psicológico desde la biología. Sobreesta tendencia a aislar el aspecto bioló-gico del conflicto o del síndrome semontan los laboratorios”.

Con triple receta

or su potencialidad adictiva, elmetilfenidato está incluido en ellistado de drogas de alta vigilancia

controladas por la Junta Internacional deFiscalización de Estupefacientes (jife) dela onu. En Argentina se vende con recetapor triplicado, es decir con el mismo trata-miento que la morfina.

Los especialistas advierten que el peli-gro de adicción no se limita al metilfenida-to, sino que “buena parte, si no todas lasdrogas aprobadas para uso en Déficit deAtención, y particularmente los estimu-lantes, tienen potencial adictivo”, señalanRoberto Diez, Inés Bignone y María Serra-te, titular de cátedra de Farmacología de lauba y médicas de la Unidad de Farmaco-vigilancia de la uba, respectivamente, enel libro “add ¿una patología de mercado?”

¿Son drogas de control?– pregunta MU a Vasen.Sí, si se tiene en cuenta la masividad desu uso. Es cierto que hay muchos máschicos inquietos e hiperactivos, esto esun paradigma de nuestra época. Estoschicos en las escuelas, en las casas, sonmás demandantes, desafiantes, proble-máticos, y requieren de un sobreesfuer-zo. Desde este punto de vista, es claroque los medicamentos terminan siendoformas de control social de la infancia,porque toda intervención con un psico-fármaco tiene un trasfondo autoritario,de restitución de un orden, de una nor-malidad. No quiere decir con esto queesté mal usar fármacos (me gustaríaaclarar que yo, como médico, los utilizo),pero creo que el tema es utilizarlos en lamedida en que se acompañan de unaestrategia que apunte no solamente a unaquietamiento o a que los niños seanmás “eficaces”, sino a una produccióndel chico para mejorar su situación.

Vasen pregunta: cuando la escuela, los pa-dres, la medicina, el mundo adulto, nopueden leer con más detenimiento los sín-tomas de los chicos,. ¿a quién le falta, ver-daderamente, prestar atención?

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¿Por qué este desencuentro secalifica como enfermedad?

Porque vivimos en unasociedad cuyos paradig-mas más seductores sontecnocráticos. Eso quieredecir que las prácticas so-ciales tienden a ser reem-plazadas por maniobrastécnicas. Curar es unapráctica, y administrar unmedicamento es una téc-nica. Es mucho más fáciladministrar un medica-mento que curar. Educar,formar, es una práctica;capacitar es una técnica.Diagnosticar también esuna práctica. Diagnosticarviene de discernir, de cer-ner, de encontrar lo dife-rente dentro de lo común,tiene que ver con el cer-ner la arena para encon-trar pepitas de oro. Encambio clasificar es unatécnica: se mete en unamisma bolsa aquellos casos que tie-nen rasgos comunes. Esto es lo que sehace con el Déficit de Atención: seagrupa bajo ese nombre a chicos condificultades de aprendizaje sin pro-fundizar en qué le pasa a cada uno. Esuna manera cuantitativa y cruda dellamar “enfermedad” a un problemade época, que tiene que ver con elcambio de lugar del niño, del padre yde la escuela, del Estado, del consu-mo y del mercado, todo lo que generauna infancia diferente de las que po-díamos pensar hace 20 o 30 años.Chicos que están atentos a otras co-sas, seducidos por otras cosas y conte-nidos de otras maneras.

En el colegio

l Colegio de la Ciudad está ubicadoen Belgrano, cuarenta cuadras alsur de Olivos pero todavía en la

zona norte. Su director, Néstor Abramo-vich, hizo en octubre pasado un llamadode alarma cuando encontró que el 3 porciento de los alumnos estaban tomandometilfenidato u otros psicotrópicos. “A no-sotros nos habían llegado ya medicados alsecundario. Son chicos a los cuales, en ge-neral, se los ha comenzado a tratar con es-tas drogas en la primaria, a partir de 3º o4º grado. En esto han colaborado bastantelas escuelas, en el sentido de orientar y su-gerir una derivación que conduce lineal-mente a este tratamiento.”

Luego de elaborar el tema con padres ydocentes, en su colegio el porcentaje bajóal uno por ciento.

Sin embargo, quienes trabajan en edu-cación advierten que la tendencia a usarestimulantes con los chicos (e incluso otrotipo de medicación como los antidepresi-vos) se ha ido difundiendo desde los sec-tores sociales medios altos a los medios-medios. A mediados de mayo, el problemafue abordado por la directora de área deeducación especial porteña, Silvia Du-brovsky, quien sintetizó el cuadro de situa-ción en una frase: “No es raro que dentrodel aula nos encontremos con niños quevienen a la escuela medicados y que re-cién a media mañana estén en condicio-nes de estar en clase”.

Mucho más al sur de la ciudad, en SanCristóbal, Guillermo Volkind, director delsecundario El Taller, confirma que allíhan tenido casos de alumnos medicados.Volkind es parte del nuevo movimientocontra la patologización de la infancia.“Tuvimos el caso de un papá, que eramédico y que decidió no suministrarlemás la droga a su hijo porque un día laprobó él y quedó muy desencajado. ‘Si amí me pasó esto yo a mi hijo no se lodoy’, nos planteó. Recién un par de añosdespués encontramos un artículo sobrequé era la ritalina y cómo se estaba di-fundiendo su uso.”

El estimulante más usa-do para tratar el Trastor-no por Déficit de Atencióne Hiperactividad fue es-tudiado por un comité deexpertos de la Adminis-tración de Alimentos yMedicamentos (FDA) deEstados Unidos, luego deque murieran 25 perso-nas, de las cuales 19eran niños. En marzo de este añodieron a conocer su dicta-men: la recomendacióndel comité fue la de in-cluir en los envases deesta droga –metilfenidatosegún su nombre genéri-co– una advertencia de“caja negra”. Se trata dela medida más seria dela FDA, que indica que suuso conlleva riesgo demuerte o lesiones graves.

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JORNADAS DE FÚTBOL CALLEJERO

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formación. Tienen la posibilidad de cam-biar la realidad con la práctica. También esuna forma de terminar con la costumbrede enquistarse en el poder y anquilosarestructuras. Conducir les cambia la cabe-za, les abre una mirada política sobre lascosas”, se explaya Legui.

Ésta es la primera generación de diri-gentes surgidos de las entrañas del club.Los fundadores –que ya no están en lospuestos de gestión de Defensores– crearonuna fundación con el objetivo de gestio-nar recursos y, sobre todo, diseñar proyec-tos estratégicos. Así nació, por ejemplo, laLiga Nacional de Fútbol Callejero. La inte-gran más de 80 organizaciones, distribui-das a lo largo de toda Argentina e integra-das por 3.000 jugadores que tienen entre 6y 23 años. La autonomía económica y po-lítica es el principal requisito para inte-grarse al campeonato.

Uno de los objetivos del club es formarjóvenes capaces de replicar la experiencia,como el caso de Veimar –el pibe de 17 añosque cargaba la bolsa como Papá Noel–, quecomenzó jugando al fútbol en Defensoresdel Chaco y después decidió hacerse cargode la coordinación de El Tanque, cuandosu antecesor se esfumó con la plata queentre todos habían recaudado para las ca-misetas y el transporte.

Defensores también impulsó en febre-ro de este año el Primer Encuentro Nacio-nal de Fútbol Callejero, realizado en Bari-loche, en el que participaron más de 200jóvenes que, además de jugar los tradi-cionales picaditos, participaron de excur-siones y de un seminario denominado“El fútbol como herramienta de transfor-mación social”.

La experiencia, además, se reprodujoen Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú.Ahora se están iniciando propuestas simi-lares en Venezuela, Uruguay y Ecuador. ElPrimer Campeonato Sudamericano se rea-lizó hace dos años en Moreno. “Para el ba-rrio fue un acontecimiento muy importan-te. Acá no quiere venir nadie, se dice quees zona liberada y, sin embargo, pudimos

eimar camina por una callede tierra con baches de asfal-to que los vecinos del barrioChaco Chico, en Paso del Rey,llaman “camino mejorado”.

Como si fuera Papá Noel, lleva una bolsagorda al hombro. Un puñado de chicos losiguen detrás, a paso firme y expectantes.Aunque existen notables diferencias conel personaje navideño: no usa barba, sugorra es rapera, la bolsa es negra –típicade consorcio–, y en vez de arroparse conese invernal atuendo rojo y blanco llevaun short y remera azul y amarilla. “No esde Boca, sino de Alem, un cuadro del as-censo”, aclara.

Veimar lanza la bolsa a la sombra delombú del potrero y comienza a sacar ca-misetas para repartir entre su séquito.“Son prestadas”, vuelve a aclarar Veimar,que coordina las actividades de El Tanque,un pequeño club del barrio Sanguinetti,de Moreno. Desde allí llegó con sus com-pañeros para participar de las jornadas defútbol callejero que organiza Defensoresdel Chaco, el club que convirtió la pasiónde multitudes en un proyecto no menosapasionado de integración y transforma-ción social.

“El fútbol callejero está bueno, jugássin referí y es más tranquilo. Si hubieseárbitro sería un quilombo. Cobra mal yse arma un lío bárbaro. Acá, los chicosse arreglan entre ellos y nunca hay gran-des problemas”, declara Veimar –sietehermanos, alumno de 8º grado– en laprevia del partido.

La competencia callejera tiene su pro-pio reglamento. El partido, por ejemplo, esde tres tiempos: en el primero los equiposfijan las reglas, en el segundo se juega a lapelota y en el tercero se analiza –con laayuda de un mediador– el comportamien-to de los jugadores y si se cumplió la nor-mativa pactada en la etapa inicial. Ade-más de los goles, se otorga puntaje porvalores positivos: solidaridad, coopera-ción, respeto y participación. Y hay otrasdos normas de oro: los cambios son ilimi-

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Todo comenzó en Paso del Rey con la idea de rescatar a los chicos de la calle y terminó con los chicos rescatandolo mejor de fútbol. Ahora, ya es una competencia nacional de la que participan 80 organizaciones y más de3.000 jugadores de entre 6 y 23 años que acuerdan antes de cada partido su propio reglamento.

El verdadero “jogo bonito”

tados, para que todos tengan la posibili-dad de jugar y los equipos son mixtos. Poreso, Veimar le lanza la camiseta número 9a una delgada centrofoward, de cabellerahasta la cintura, a quien él define con lavoz cascada, a lo Mostaza Merlo, como “lagoleadora del equipo”.

“Cuando arrancamos con el proyectono pensamos en fútbol mixto, pero undía vino una chica a jugar. Mientras no-sotros pensábamos cómo decirle a la pi-ba que no podía participar sin herirla, lospibes reaccionaron: ‘Que juegue, que jue-gue’. Ahí aprendimos que tenemos queescuchar a los chicos, que saben más quenosotros, y que tenemos que ser dinámi-cos e ir adaptándonos todo el tiempo”,reflexiona Fernando Leguiza –más cono-cido como Legui–, responsable social deDefensores del Chaco.

De Paso del Rey al mundo

abián Ferraro había cumplido conel sueño del pibe. Integró variosequipos del ascenso y tuvo la

oportunidad de jugar en España. Pero unalesión lo hizo abandonar la carrera de ma-nera prematura y en 1994 ya estaba devuelta en Chaco Chico, su barrio natal. Porentonces, la apertura indiscriminada de laeconomía había obligado a cerrar la cur-tiembre, el motor económico de la zona. Elvecindario se convirtió en una especie deciudad-dormitorio y muchos de sus habi-tantes se transformaron en desocupados.Al futbolista lo sorprendió la cantidad deadolescentes que se reunían durante ho-ras y horas para hacer nada en las esqui-nas del barrio. Un día se le ocurrió convo-carlos al potrero para jugar un picado conel único objetivo de sacarlos de la apatía.La invitación se transformó en rutina ypronto se inscribieron para participar enlos Torneos Juveniles Bonaerenses. Parasorpresa de propios y extraños, salieroncampeones. “El equipo se había converti-do en la atracción del barrio, nos dimos

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cuenta de que el fútbol nos había unido yhabía sacado a los chicos de la calle”, re-cuerda Legui.

El día en que se coronaron, los doce in-tegrantes del equipo dieron una especiede vuelta olímpica por el barrio y colga-ron un cartel en el basural de la zona: “Enbreve: polideportivo del Club Defensoresdel Chaco”, decía el desprolijo letrero. Loque por entonces pareció una humoradase hizo realidad: con trabajo voluntario yayuda del vecindario pudieron comprar elpredio y desmalezarlo.

Trece años después, 1.700 personas par-ticipan de las actividades del club. Ade-más de canchas para fútbol, volley, hand-ball y básquet, cuenta con tres salasdonde se realizan talleres de arte, un teatropara 250 personas y un Centro de ApoyoLegal Comunitario y de promoción para lasalud. Un lunes por mes, todos los profe-sores y animadores sociales realizan jor-nadas de capacitación en técnicas de edu-cación popular para perfeccionar susherramientas de trabajo. Todo está puestoa disposición de recuperar la trama barrialy promover el desarrollo humano de sugente. “No generamos empleo, pero sí cali-dad de vida. Organizarnos a través del de-porte ya nos sirvió para que nos asfaltenlas calles y que nos den luz eléctrica. Re-clamar nuestros derechos es más fácil sinos juntamos”, concluye Legui y enumerala realidad de Paso del Rey: “Aquí viven250.000 habitantes en 15 barrios, hay sólotres escuelas y siete centros de atenciónprimaria de la salud. Contamos con un so-lo hospital para todo el partido de More-no, que reúne a 700.000 habitantes”.

Los actuales dirigentes del club son loschicos que integraron aquel equipo cam-peón. El presidente es Maximiliano Pela-yes, tiene 22 años y por entonces, era elbenjamín y aguatero del grupo. El estatutode Defensores del Chaco establece comorequisito inquebrantable que para integrarla Comisión Directiva hay que ser menorde 30 años. “El hecho de que los pibes sehagan cargo de la institución es parte de la

En febrero de este año se realizó en Bariloche el Primer Encuentro Nacional deFútbol Callejero, al que asistieron doscientos jóvenes de todo el país. Jugaron a lapelota, visitaron las montañas y participaron del seminario El Fútbol como herra-mienta de transformación social. En esta disciplina los partidos tienen tres tiem-

pos: en el primero se acuerdan las reglas, en el segundo se arma el picado, y enel tercero se establece el resultado: además de los goles cuentan la solidaridad,el respeto y la cooperación. Los encargados de ponderar estos ítems son los pro-pios jugadores, que después del partido se reúnen con un mediador.

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grado por árabes y judíos. Legui habla detrás de uno

de los arcos, a escasos metrosde una construcción de dos pi-sos que está muy avanzada.Allí estará la guardería mater-nal que Defensores del Chacoinaugurará el año que viene.“Y para 2010 ya estamos pro-yectadas la escuela primaria yla secundaria”, se entusiasmael coordinador, que con susbrazos dibuja en el aire las tra-zas de los futuros edificios. “Se-rá una escuela de gestión so-cial, dirigida por los padres ymaestros. Hay que hacerse car-go. Nos dimos cuenta de quepara incidir en las políticas pú-blicas había que construir un

movimiento político, reencontrándose conlas familias, con otras organizaciones”, su-braya. Y agrega: “Nos cansamos de resistir,ahora queremos ser felices y construirnuestro propio destino. No es fácil. Los chi-cos están acá nada más que dos horas, des-pués vuelven al mundo: comen una vezpor día y en la escuela donde deberían es-tudiar, no acceden a la salud. Nosotros leshacemos revisaciones a chicos que jamásfueron a un médico”.

El trabajo de Defensores del Chaco lesvalió una invitación inesperada. La afalos convocó para participar en los torneosde divisiones inferiores. Aceptaron, perono fue fácil ingresar a ese mundo ajeno:en los primeros partidos perdieron porgoleada. “Nos costó mucho, lo fuimos ela-borando como grupo. Sabemos que tene-mos objetivos distintos. En el fútbol in-fantil hay mucha pasión, pero lossemilleros buscan ganar a toda costa y có-mo hacer plata con los chicos. En River,los pibes de 11 años tienen representante.Pero para incidir en políticas públicas, te-nés que interactuar con el otro. Aún enese marco, ganar a cualquier precio paranosotros no sirve”, asegura Legui, que ad-mite que ya vinieron representantes delos clubes grandes a proponerles a algu-nos de los jugadores de Defensores que seintegren a sus planteles. “Nosotros no ledecimos que no a nadie, sólo les adverti-mos a las familias de qué se trata.”

Veimar tiene ahora los cachetes colora-dos. Terminó su partido. Empató en valo-res sociales, pero perdió en la cancha. Su-frió los goles como ninguno de suscompañeros: es el arquero. Pero eso parecehistoria. Ahora todos bailan al ritmo delCulebrón Timbal. Mientras, el joven quecoordina El Tanque se preocupa por juntartodas las remeras, las guarda en la bolsanegra, se la carga al hombro como PapáNoel y desanda otra vez la calle de tierracon baches de asfalto. Detrás van sus com-pañeros.“El sábado que viene –masculla–habrá revancha”.

tros sólo preguntamos, aun-que sepamos qué pasó en elpartido no damos nuestropunto de vista. No podemosdecir si los chicos fueron o norespetuosos. Una vez, unequipo presionaba con la mi-rada para que nadie confesarala falta de solidaridad. Hastaque de tanto preguntar, unchico dijo que no merecíanese punto. Sus compañeros loreprendieron, le dijeron quese callara. Ahí sí, intervine yles dije que era muy respeta-ble lo que hacía ese chico,que era honesto con los de-más y con él mismo”.

Además de mediadora,Carla –de 21 años– juega alfútbol. Admiradora del Ratón Ayala “por-que –dice– es muy limpio para quitar lapelota”, juega de marcadora central. El añopasado se convirtió en la única represen-tante argentina en el Mundial de FútbolCallejero realizado en Berlín, en forma pa-ralela al campeonato organizado por la fi-fa. A la Argentina no le fue muy bien nideportiva ni socialmente. Allí hubo un ás-pero debate con las delegaciones de Euro-pa, Asia y África. Para Legui, aquel torneose pareció demasiado a la contienda pro-fesional. “Nuestra metodología está bienafiatada en Latinoamérica, pero no en elresto del mundo. Para nosotros, el cumpli-mento de las reglas que se pactan antesdel partido inciden en el resultado, paralos demás sólo valía el resultado deporti-vo. Y eso desvirtúa todo, los aspectos so-ciales pasan a ser figuritas decorativas conlas que nadie se compromete de verdad”,explica Legui. Sin embargo, reconoce queaquel viaje fue una experiencia inolvida-ble. De allí se trajo el equipo de gimnasiaque usa en este momento. Pertenecía aThe Peres Institute for Peace y tiene estam-pada las banderas de Israel y Palestina. Enel lugar donde los equipos de Primera sue-len llevar el anuncio del sponsor, dice eninglés: “El equipo de la paz”. Es un obse-quio del coordinador de un equipo inte-

picapedrero. “Parece Giunta”, comenta unespectador del Municipio de Morón, quepresencia la jornada con la intención dellevar el fútbol callejero a sus pagos.

El partido se hace intenso. Promedian-do la primera mitad Escuela 20 ya gana 2a 1. La número 5 voluntariosa no puedequitarle la pelota a un rival que se terminaescapando para conquistar el tercer gol.“Forra de mierda, no servís para un cara-jo”, le recrimina un campañero mientrassacude, fastidioso, sus brazos. Los suplen-tes del equipo se miran con muecas dedisgusto. Intuyen que perderán los puntosque premian el respeto.

El segundo tiempo arranca con tresmodificaciones en cada equipo. Pero nocambiará sustancialmente el marcador: 7a 4 gana la Escuela 20. Pero ése no nece-sariamente será el resultado final. Elequipo que gana en la cancha, recibe tresunidades. Sin embargo, después hayotros cuatro puntos en juego: respeto, so-lidaridad, participación y cooperación.Los encargados de adjudicarlos son lospropios jugadores.

Después del partido, los chicos se de-rrumban sobre el piso y otra vez armanuna ronda con José Rodríguez, el media-dor. Esta vez al costado de la cancha.“¿Cómo se sintieron?”, pregunta Rodrí-guez, casi como una formalidad. Sin em-bargo, se sorprende con la respuesta quelanza la chica que marcaba con la volun-tad de Giunta: “Mal, me sentí mal porqueése me toqueteó todo el partido”, dijo en-furecida mientras señalaba a un rival. Elchico se sintió interpelado e intentó unarespuesta poco convincente: “Lo que pasaes que ella jugó todo el partido de malaleche, me pegaba patadas todo el tiem-po”. Todo hacía parecer que el punto derespeto iría a Treng Treng, pero la chica si-guió hablando y empató el partido de losvalores: “También me sentí mal cuandomi propio compañero me dijo que no ser-vía para una mmm...”, protestó sin termi-nar la oración. Finalmente los jugadoresacordaron que ningún equipo se merecíarecibir puntaje por ese ítem. Después ana-lizaron si los varones les pasaron la pelo-ta a las mujeres, si jugaron todos y si cum-plieron las reglas que habían establecidoal principio. El partido terminó con 5 pun-tos (3 por ganar el juego, uno por coopera-ción y otro por participación) para Escue-la 20, contra 3 (uno por participación, otropor solidaridad y uno por cooperación)para Treng Treng.

Arquitectos del propio destino

l micrófono ahora anuncia el par-tido de El Tanque con Defensoresdel Chaco. Veimar se vuelve a en-

tusiasmar y arenga a los suyos: Carla Bula-cio será la mediadora del partido: “Noso-

mostrarnos como somos. Jugamos en me-dio de la plaza y, como broche, hicimos lafinal en la 9 de Julio, la cancha más anchadel mundo”, se ufana Legui. “Tomar la ca-lle significa encontrarse con el otro, cons-truir, aprender y dialogar de manera colec-tiva. Hay que recuperarla, junto a laalegría de la fiesta.”

Los tres tiempos

l potrero está ahora dividido encuatro canchas. Un micrófonoinstalado en una esquina y co-

nectado a un par de humildes parlantesanuncia los partidos. “División Cadetes:Escuela 20 juega con Treng Treng en can-cha 2.” Veimar y su equipo bufan porquetienen que esperar turno. Deciden sentar-se a la sombra del ombú.

Mientras tanto, en el centro de la canchalos dos equipos se sientan en ronda. Entreellos está José Rodríguez, el joven media-dor formado en Defensores del Chaco, queaplaude dos veces y dice: “Bueno chicos, esel momento de acordar las reglas”. El 6 dela Escuela 20 propone que los goles de lasmujeres valgan doble. Todos asienten. Ro-dríguez lo anota en una planilla. Los juga-dores también coinciden en que los tiros li-bres serán indirectos y que los lateralespueden hacerse, indistintamente, con lamano o con el pie. Deciden que el arqueropuede salir hasta la mitad de la cancha, quehabrá cambio de arco a los diez minutos –elpartido dura 20– y prohíben las “barridas alos pies” para quitar la pelota. “Cada vezque barremos, terminamos lastimados”, ar-gumenta el arquero de Treng Treng, impul-sor de la norma. El único punto que ameri-ta el debate es la cantidad de jugadores porequipo. Mientras que la Escuela 20 propo-ne jugar cinco contra cinco para que hayamás espacios y menos choques, TrengTreng prefiere jugar seis contra seis, paraque más chicos jueguen más tiempo. Des-pués de argumentaciones y contraargu-mentaciones se ponen de acuerdo en la pri-mera variante.

“Buscamos que los chicos tengan auto-nomía, que ellos decidan por sus vidas.Estamos acostumbrados a esperar un sal-vador. Sobre todo en el conurbano, dondetenés un puntero político cada dos cua-dras. Acá se trabaja para aprender a resol-ver conflictos, a construir consensos y abuscar lo que es mejor para todos”, expli-ca Luciana Ruiz, encargada de Comunica-ción de Defensores.

El mediador se retira a un costado de lacancha. “Saquen ustedes”, ofrece un juga-dor de la Escuela 20 y el partido, por fin,comienza. Treng Treng alista a dos mujeresen su equipo que se instalan en la delan-tera, mientras que su rival tiene una solaque transita por el medio campo con lavoluntad y el empuje de un típico cinco

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El Club Defensores del Chaco es el im-pulsor del fútbol callejero en la Argen-tina y en Sudamerica. Pero hoy no essolo una institucion deportiva. Ofrecetalleres de arte, asesoramiento legalcomunitario y cursos de promoción pa-ra la salud. Cuenta con 1.700 socios. Dirección: Padre Varvello 4800, Pasodel Rey, Pcia de Buenos Aires. Teléfono: 0237-4664023

El club bonaerense De-fensores del Chaco repre-sentó a la Argentina en elMundial de Fútbol Calle-jero que se realizó enBerlín el año pasado.Allí tuvo una dura dispu-ta con europeos y asiáti-cos, que pretendían quelos valores sociales noincidieran en el resulta-do deportivo. “Eso des-virtúa todo, nuestro trabajo es social”, argu-menta Carla Bulacio, laúnica mujer que integróaquel equipo.

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10 JULIO 2007MU

Entrar y salir Qué suponen los gestos en principioelementales de entrar y salir? ¿A quénos conduciría una reflexión profunda

acerca de las connotaciones de ese acto deapariencia simple que es abrir una puerta parapasar de adentro afuera o viceversa? Dentro sesupone que estaremos al amparo de las incle-mencias de una mundo exterior que para lacultura moderna aparece gravemente devalua-do. El descrédito de lo externo da por sentadoque fuera todo es banal, pasajero, frío y queallí nos aguardan –dicen– todo tipo de peligrosfísicos y morales. Entrar entonces resulta idén-tico a ponerse a salvo de un universo exteriorpercibido como inhumano y atroz.

Acontecimientorente a esta perspectiva que inventa elhogar y maligniza el espacio que lo ro-dea aparecen, al mismo momento, otras

visiones que hacen el elogio de la experienciaexterior. Como Georg Simmel1 supo analizar enun célebre texto de 1908, a la acción de empu-jar la puerta para salir fuera puede asociárselela capacidad de cambiar, de devenir otra u otras

La calle como máquina social y como escenario político es el temaque este catedrático catalán analiza con pasión y minuciosidad cien-tífica. El resultado es este elogio de la desobediencia y del espacio pú-blico, indomable a pesar de la industria del control que se ha desarro-llado para doblegarlo. Así, el texto se puede leer a la vez como unalegato contra la criminalización de la protesta –que deberían consul-tar nuestros jueces– pero también como una guía para disfrutar sinmiedo el desorden vital de toda ciudad que es todavía capaz de de-fender en voz alta sus derechos.

cosas, de obtener ventajas de aquellas sensacio-nes que podrían haberse percibido inicialmentecomo fuentes de desazón: la incertidumbre, laambivalencia, la extrañeza. En el exterior se ex-tiende en todas las direcciones el imperio infini-to de las escapatorias y las deserciones, de losencuentros casuales y de las posibilidades deemancipación. Si el adentro es el espacio de laestructura, el afuera lo es del acontecimiento.

Controli la ciudad es flujo, circuito, el Estadoes o quiere ser inmóvil. Si las líneasque conforman la ciudad son hori-

zontales, las que genera el Estado son jerár-quicas y verticales. De ahí que, en gran medi-da, la historia de la construcción de Estadoscentralizados de Europa haya sido la del con-trol fóbico contra comunidades real o mítica-mente errantes, como los judíos o gitanos. Deahí también que a partir del siglo 19, las ad-ministraciones centrales promulguen leyes es-peciales contra los vagabundos. De ahí que,en su forma actual, esos mismos Estados nodejen de manifestar su obsesión por fiscalizarflujos migratorios.

Culturao se insistirá bastante en que una calleno es un mero pasadizo que se abrepaso entre construcciones. Denigrada

por las ideologías más autoritarias y antiurba-nas, siempre incómodas ante su tendencia alenmarañamiento y su ambigüedad semántica,la calle es una institución social. En su senose desarrollan formas propias de aprendizajey sociabilidad. Es cierto que, por descontado,la calle está sometida a las vigilancias políti-cas y al control social, pero esas formas de fis-calización se ven debilitadas y es mayor laposibilidad de que se den desobediencias einsolencias, a la vez que todo tipo de apropia-ciones furtivas. Las aceras deben ser conside-radas, por tanto, terreno para una cultura di-námica e inestable, elaborada y reelaboradaconstantemente por las prácticas y discursosde sus usuarios.

Urbanoa ciudad es un sitio, una gran parcelaen la que se levanta una cantidad con-siderable de construcciones, se desplie-

ga un conjunto complejo de infraestructuras yvive una población más bien numerosa, lamayoría de cuyos componentes no suelen co-nocerse. Lo urbano es otra cosa distinta. No esla ciudad, sino las prácticas que no dejan derecorrerla y de llenarla de recorridos. Es la so-ciedad que producen los urbanitas, la maneraque éstos tienen de gastar los espacios que uti-lizan y al mismo tiempo, crean. El espacio ur-bano real es el proscenio sobre el que se nego-cia, se discute, se proclama, se oculta, seinnova, se sorprende o se fracasa. Espaciotambién en el que los individuos y los gruposdefinen y estructuran sus relaciones con el po-der, para someterse a él, pero también para in-subordinársele o para ignorarlo.

Máquinaas ciudades pueden y deben ser plani-ficadas. Lo urbano, no. Lo urbano eslo que no puede ser planificado, ni se

deja. Es la máquina social por excelencia, uncolosal artefacto de hacer y deshacer nudoshumanos que no pueden detener su intermi-nable labor. En cambio, en todo el mundo sepuede constatar las evidencias de que el pro-ceso que se sigue es exactamente el contrario.Se planifica lo urbano, pero no la ciudad, quees vendida para que el más feroz de los libe-ralismos la deprede y haga de ella un nego-cio. Se estimula la propiedad, pero se restrin-ge la apropiación. En realidad, una cosa esconsecuencia de la otra: la renuncia de la ad-ministración pública a planificar la ciudad pa-ra entregarla al desorden especulador y a suconversión en producto de y para el consu-mo, sólo es posible manteniendo rigurosa-mente vigilados los espacios por los quetranscurre una vitalidad urbana contempladasiempre como obstáculo para el buen marke-ting urbano y como fuente de desasosiego pa-ra cualquier forma de poder político.

MANUEL DELGADO

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NManuel Delgado nació enBarcelona en 1956. Licen-ciado en Historia del Arte ydoctor en Antropología, tie-ne una variada y prolíferaactividad académica. Des-de 1986 es profesor titularde Etnología Religiosa enel Departamento de Antro-pología Social de la Univer-sitat de Barcelona. Es coor-dinador del doctoradoAntropología del Espacio ydel Territorio, miembro delGRECS (Grup de Recerca enExclusió i Control Socials) ydel Grupo de Trabajo Etno-

grafía de los Espacios Pú-blicos del Institut Catalàd’Antropologia. Entre otras obras, es autorde De la muerte de undios, La ira sagrada, Laspalabras de otro hombre,Ciudad líquida, ciudad inte-rrumpida e Identidadesdispersas. Con su libro Elanimal público obtuvo elPremio Anagrama de Ensa-yo y las mejores críticas,por la calidad de su pensa-miento y escritura. Sociedades movedizas essu más reciente trabajo.

El trayecto de un ensayista urbano

Movete

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11JULIO 2007 MU

Agitacióna concertación social automática queencarnan las muchedumbres que ve-mos agitarse en las calles y de las que

sus componentes se pasan el tiempo entrandoy saliendo a voluntad, alcanzan su mayor ca-pacidad para generar estupefacción y energíacuando pasan de su habitual estado difuso aotro fusional, cuando demuestran su capaci-dad para producir o transformar mundos. Esen las multitudes urbanas festivas o insumisasdonde lo colectivo es vivido como sociedadpuesta a hervir. A pesar de todas las excepcio-nes que delatan la sombra que sobre ella pro-yecta una estructura social hecha de desigual-dad y exclusión, esa agitación que vemosdesparramarse por las aceras es una oportuni-dad magistral que recibimos de confirmar quees posible estar juntos sin jerarquías ni estruc-turas, tejiendo y destejiendo pactos a cadamomento, teniéndonos en cuenta los unos alos otros no en función de quiénes somos, si-no de lo que nos ocurre.

Comunicacióna calle, la plaza, el parque público, elcolectivo, el andén, el mercado, el vestí-bulo de cualquier estación son espa-

cios comunicacionales. La conducta colectivaen el espacio urbano visto como espacio paraun tipo de acción social en que el movimientoestructura, puede adoptar dos modalidades: lasmovilidades y las movilizaciones. Las movili-dades están integradas por cambios de posi-ción difusos y moleculares. En el caso de lasmovilizaciones, ese personaje central de la vi-da urbana –el simple peatón– alcanza unos ni-veles máximos de protagonismo, en tanto quese apropia, con otro como él, del espacio públi-co para hilvanar sobre él un discurso que lepermite decir una cosa, hacer proposiciones,llevar a cabo interpelaciones, emitir enuncia-dos. Se trata no de hablar en voz alta y a coropor la ciudad, sino a través de ella, como si suslugares no fueran sólo puntos en una mapa, si-no los elementos moleculares de un lenguaje.La calle se convierte de este modo y en unsentido literal es un espacio abierto. No sólopor su accesibilidad, sino sobre todo por sudisponibilidad semántica, que hace de él unasuerte de pizarra.

Manifestaciónesde el punto de vista de la teoría po-lítica, la manifestación de calle concre-ta el derecho democrático a expresar

libremente la opinión, derecho personal ejer-cido colectivamente. A través de él, las perso-nas pueden apoyar a veces, pero mucho másfrecuentemente oponerse a los poderes admi-nistrativos o a cualquier otra instancia pormedio de una asociación transitoria que sehace presente en un sitio de paso público,apropiándose de él u ocupándolo. Ese espaciopúblico deviene así, en efecto, en público, enel sentido ilustrado del término, es decir enespacio de y para la publicidad en que perso-nas que se presumen racionales, libres e igua-les se visibilizan para proclamar su verdadcon relación a temas que les conciernen. Lamanifestación de calle implica una de las ex-presiones más entusiastas y activas de partici-pación política y de involucramiento personalen los asuntos colectivos, así como una moda-lidad especialmente vehemente y eficaz decontrol social sobre los poderes públicos. Enese sentido la manifestación de calle no glosalas condiciones del presente para acatarlas si-no para impugnarlas y por eso se convierteen uno de los instrumentos predilectos de losllamados movimientos sociales, es decir co-rrientes de acción social concertadas para inci-dir sobre la realidad y transformarla. Los mo-vimientos sociales, en efecto, mueven y se

mismo, ese escenario que ampara y excita lacomunicación humana, los contrabandistasculturales en todas las direcciones, la genera-ción de redes solidarias. Ahí afuera, al ras delsuelo, proliferan las transversalidades e hibri-daciones que son nuevos motivos para recon-sideración de esto, de aquello, de todo. Cadaacto de traspasar la puertas –cualquier puerta–hacia el exterior es una nueva oportunidad pa-ra la deserción o el desvío. En ese ahí afuera–a pesar de todas las vigilancias que se pasanel tiempo escrutándolo– se conocen o estánpor conocer formas de cohesión espontáneacapaces de hacer tambalear cualquier estructu-ra, a disposición de sectores sociales para losque la democracia es todavía sólo una pala-bra. Y es ese ahí afuera, a la intemperie, dondese van a registrar –seguro– nuevos pasos enpos de la conquista de una ciudadanía sin ex-cepciones, entendiendo ciudadanía no comouna entidad pasiva, sino como un tema centralde y para una práctica incansable e infinita enaras de la igualdad, como estrategia hacia unademocracia furiosa y como argumento inago-table para la desobediencia.

Infanciaos niños aparecen hoy expulsados deaquello que fue un día su imperio na-tural: la calle, ámbito de sociabiliza-

ción que había resultado fundamental y delque ahora se les preserva para proteger la fal-sa pureza que la caricatura que de ellos hace-mos se les atribuye. Acuartelándolos en la ca-sa o en la escuela, concentrándolos enespacios singulares para el consumo y la estu-pidez, sometiéndolos a toque de queda per-manentemente, los protegemos de la calle altiempo que protegemos a esa misma calle–ahora más desierta de niños– de la dosis su-pletoria de enmarañamiento que los niñossiempre están en condiciones de inyectarle.Negándoles a los niños el derecho a la ciudadse le niega a la ciudad mantener activada supropia infancia, que es la diabólica inocenciade que está hecha y que la vivifica.

Revelaciónalir a la calle es salir de nuevo a la in-fancia. Vivir el espacio es jugar en él,con él, a él. También nosotros desobe-

decemos a veces, como los niños siempre, lasinstrucciones que nos obligan a distinguir en-tre nuestro cuerpo y el entorno en que se ubi-ca y genera. Es cierto que hay adultos que yahan dejado definitivamente de jugar. Tambiénlo hay que nunca han enloquecido, que nohan bailado o que no se han dejado enajenarpor nada o por nadie. Los hay también que notienen nunca sueño y no sueñan. Todos ellostendrán razones para descubrirse a sí mismoscomo lo que son: el cadáver de un niño. Nin-guno de ellos sabe lo que saben los niños. Senos vuelve a revelar algunas veces de mayores,cuando caminando por cualquier calle de cual-quier ciudad nos descubrimos atravesando pai-sajes secretos, entendiendo de pronto que loscuerpos y las cosas se pasan el tiempo tocán-dose y que nada, nada, está nunca lejos.

mueven: mueven o tratar de mover la reali-dad y lo hacen a base de moverse topográfi-camente en su seno.

Intermediacióni el Estado y las diferentes esferas gu-bernamentales tienen su teatro, esedispositivo de efectos escénicos que

dibujan lo que Marc Abeles2 ha llamado “elcírculo mágico” alrededor de los políticos, lomismo podría decirse de instituciones al mis-mo tiempo fundamentales e hiperabstractascomo el pueblo, la ciudadanía o la opiniónpública... es decir todo aquello que se suponeque el sistema político representa. En las ma-nifestaciones se suscita la imagen de que to-dos esos personajes no son entidades protago-nistas pero pasivas, que se limitan a depositarsu voto en una urna cada equis tiempo, sinoun conjunto de individuos que pueden tomarla determinación de hacer oír su voz directa-mente, sin la intermediación de sus mediado-res políticos. Se entiende, por todo ello, quecuando una colectividad quiere proclamar al-guna cosa lo hace preferentemente en el cen-tro y no sólo por sus virtudes magnificadoras,ni porque allí residan las instancias políticasinterpeladas, sino por la propia elocuenciaque se atribuye a un territorio donde pasa to-do aquello que permite hablar –en el sentidoque sea– de una sociedad urbana.

Públicoos encontramos ante lo que convierteel espacio urbano en espacio verdade-ramente público en el sentido moder-

no del término, es decir como espacio al servi-cio de la libertad de palabra, también decuestionamiento sin trabas a cualquier formade autoridad y de denuncia de abusos, institu-cionalización escénica de la crítica pública conrelación a los asuntos públicos.

Derechoarecería que las convocatorias públicasestán destinadas a generar aconteci-mientos mediáticos, pero de hecho,

más allá de la función inmediata, la acción po-lítica en la calle constituye una modalidad dedemocracia directa y radical, en la que son lospropios afectados los que se consideran legiti-mados para hablar de sí mismos y sin el con-curso de mediadores orgánicos institucionaliza-dos a través del voto, ni usando los “conductosreglamentarios” que prevén el sistema parla-mentario y la burocracia administrativa. Se tra-ta, al fin y al cabo, de una denuncia de lo quePierre Bourdieu llamó fetichismos de la delega-ción. También una manera de advertirnos quela lucha democrática es una lucha por el dere-cho a hablar en voz alta y para que todos oi-gan lo dicho, de tal forma que la manifestaciónfunciona como una conquista de la palabra.

Ciudadano peatónatria absoluta del acontecimiento, suprotagonista es un personaje al mis-mo tiempo vulgar y enigmático: el pe-

atón, el transeúnte, que de pronto decide usarradicalmente la calle, actuarla, decirla dicién-dose y que, haciéndolo, se apropia de ella.Aunque acaso fuera mejor decir que, sencilla-mente, la recupera.

Democracia furiosapesar de la exclusiones y las vigilan-cias que la afectan, la vida en la callees el proscenio natural para la enmaci-

pación, la redefinición y el cambio. Los espa-cios abiertos de las ciudades son ya, ahora

1 Georg Simmel (1858-1918). Doctor en filosofíapor la Universidad de Berlín. Se centró en el estu-dio de los pequeños grupos alejándose de lasgrandes macroteorias de la época. Entre sus obrasdestacan: Introducción a la ciencia moral (1893),Filosofía del dinero (1900) y El conflicto de la cul-tura moderna (1918).2 Marc Abeles es francés, dirige el Laboratorio deAntropología de las Instituciones y de las Organiza-ciones Sociales y es profesor de la Escuela de AltosEstudios de Ciencias Sociales. Escribió El nuevo es-pacio público en 1995.

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12 JULIO 2007MU

Del sueño a la pesadillaLA IMAGEN MEDIÁTICA DE NINA PELOSO

La figura de Nina Peloso bailando al ritmo de Tinelli regresa a la pantalla y con ella, los comentarios, chismes y hasta las ofertas de cirugía estética. Consagrada como “la piquetera más famosa” por los mismosmedios que la condenan cuando encabeza una protesta callejera, se ha convertido en un ícono frente al cualtodos opinan. En esta nota Sonia Sánchez conversa con Nina sobre todo: el caño, la política, los planessociales, sus aspiraciones personales y las de su movimiento. Además, pretende romper el silencio de dosvoces fundamentales para analizar este símbolo: las feministas y las mujeres que sostienen a los movimientosde desocupados. Esos que la mayoría se empeña en nombrar en masculino.

un frío de aquellos y –entiéndanme- no es-toy de humor para retroceder casilleros. Sinembargo no me cuesta imaginar la situa-ción, así que termino haciéndome cargo deldesconcierto que transmite Nina y le cuentolas últimas noticias que pocos medios di-fundirán. No sé por qué, pero me acuerdodel graffiti de su barrio y ahora le encuentrootra interpretación: ¿el chisme no será el no-ticiero del barrio?

ina me enumera su agenda. Tieneque ir a tres canales de televisión–nombra el programa de Chiche

Gelblung, el de Carmen Barbieri y el deotro que ni conozco–, organizar un par dereuniones para delegar las cosas que nopodrá hacer si empieza con los ensayos debaile, ir a la escuela y preparar la asam-blea que se hará el sábado en su casa-lo-cal con delegados de todo el país. Debati-rán durante todo el día lo que ella debe o

hacer una entrevista. Lo entiendo después,cuando me entero de que el maltrato de laempleada no tiene que ver con sus moda-les sino con las mafiosas internas políti-cas: a esa hora estaban allanando las ofici-nas. Por orden del juez Javier LópezBiscayart, la policía confiscó documenta-ción relacionada con la causa que investi-ga presuntas irregularidades en contratosde publicidad entre la productora de Tine-lli y el Gobierno de la Ciudad de BuenosAires. Aunque se trata de sumarios separa-dos, el expediente tiene el mismo origenque el Caso Skanska, como se conoce almayor escándalo de corrupción del go-bierno de Néstor Kirchner.

La voz de Nina me cuenta –tres llamadosdespués- que estaba en el remise camino ala productora, cuando sonó el celular delchofer para ordenarle que pegara la vuelta.No sabe por qué, pero ahí está, desandandoel camino hacia Lanús Oeste. Llueve, hace

miliar. Toco el timbre y espero su sonrisa debienvenida, sin suerte: la vino a buscar unremise de Ideas del Sur, me dicen.

Como en el Juego de la Oca, retrocedoun casillero. Una, dos, tres llamadas des-pués encuentro nuevamente su voz, susdisculpas, sus explicaciones.

La han convocado de nuevo para bai-lar, me dice.

Se arrepintieron de sacarme, me dice.Y así, de apuro, la mandaron a buscar

para la reunión donde los productores leexplicarán la nueva oferta.

Quedamos en vernos el miércoles, por-que el martes ya lo tenía súper ocupado.

La cita es a las 16 en su nuevo empren-dimiento: la productora de Tinelli.

La recepcionista está nerviosa y se lenota. No es amable, así que con dos o trespalabras hay que entender que ahí unapersona como yo no tiene nada que ha-cer: ni esperar a Nina ni, mucho menos,

ara conversar con Nina Pelosoprimero tuve que llamar una,dos, tres, cuatro, cinco veces atres números de teléfono dife-rentes: el de su casa, el de su

celular, el de su ¿comadre? ¿secretaria?Cuando al fin me encuentro con su voz, unrosario de disculpas y explicaciones me de-vuelven a una Nina cálida y compinche.Accesible.

Quedamos en vernos al mediodía dellunes en su casa de Lanús Oeste. El barriome recibe con un graffiti:

“Si las chusmas fueran flores, este ba-rrio sería un jardín.”

Calle de tierra, con cunetas desbordan-tes de aguas servidas, casas humildes y eseinconfundible deterioro que inunda todoterritorio olvidado por todos. Estoy en elprofundo sur bonaerense donde Nina sos-tiene una construcción de dos pisos. Abajo,el local del movimiento. Arriba, la casa fa-

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nuestra movilización. (Luego confirmoque lo que dice Nina es cierto: no sólo noemitió ninguna imagen la televisión: nin-gún medio dio cuenta de que el mijd sehaya movilizado en el último año.). Porahí en el programa de Bailando por unsueño, se nos permitió difundir nues-tros reclamos, pero hasta cierto punto,porque de hecho hoy estamos fuera delcertamen. Nuestra organización, y per-sonalmente nosotros como dirigentes,no estamos permanentemente en lapantalla de televisión ni en ningún otromedio de comunicación como noticiapolítica. Entonces, no es que dejé unacosa para hacer otra. De ninguna ma-nera. Y mucho menos voy a dejar lasmanifestaciones populares cuando lasituación social, económica y políticade este país se agudiza en detrimentode los más pobres. Lamentablemente,éste es un gobierno autoritario, que notiene capacidad para aceptar que haypersonas que piensan diferente o lecuestionan su política gubernamental.

¿Y cómo utiliza tu Movimiento tu participa-ción en el programa?

Como utilizamos todos los medios decomunicación: tratando de que la gentenos conozca. Hoy estamos llegando nosólo al sector más humilde, sino a todala sociedad. A todos ellos queremostransmitirles qué hacemos, quiénes so-mos y a qué apuntamos.(La nube se agita sobre nosotras: nos llue-ven las opiniones sobre los medios de co-municación. Son críticas. E inoportunas:Nina ya perdió el hilo y yo, ni les cuento.)

¿Qué es para vos la fama y qué es para vos lapolítica? ¿Y que importancia tienen ellas dos?

Yo creo que la fama, si no tenés genteorganizada o un grupo de personasque te acompaña, no sirve para nada.Uno no sería famoso si no fuera por lagente. Yo estoy más que agradecida,particularmente a mis compañeros,pero también a los que están fuera deella...(La nube vuelve a agitarse: esta vezhasta hay aplausos.) Esta gente que vesno es de la organización, pero es muyafectuosa, cariñosa... Y la verdad esque debo agradecer al pueblo argenti-no, porque si uno llegó donde llegóhasta hoy, es gracias a ellos. (La nubeapunta: ¿y la política?) Y... la política esparte de todo lo que tenga que ver conla humanidad...(La nube se cobra su contribución: una pa-reja la abraza. ¿Podemos sacarnos fotos?Somos del interior. Nina accede con unasonrisa. Yo espero.)

¿Cómo se ha resuelto tu regreso al programade Tinelli, una vez que ya te habían sacado?¿Te dieron alguna explicación?

No. Acá hubo presión desde el primerdía que nosotros comenzamos a parti-cipar del programa. Presión del gobier-no. Presionaron a la producción perma-nentemente, hasta difundieron lo delos autos dañados. (Nina se refiere a unchisme que sembraron en el jardín me-diático oficialista, que daba cuenta deque los seguidores de mijd que acompa-ñaban a Nina durante el programa habí-an dañado los autos estacionados frenteal estudio.) Siempre se trató de echar-nos la culpa a nosotros, los piqueteros,de cualquier cosa que pasara alrededordel programa. Así nos tildan. Y el po-quito tiempo que pasó desde que deja-mos el programa hasta que volvieron allamarnos nos dio la razón: nuestra idano es algo que quería la gente. El go-bierno estaba metido en todo esto. Poreso nosotros decimos que no perde-mos nunca. Todo lo que hacemos espara ganar y triunfar. Y en este caso,también ganamos. Porque haber estadoen un programa tan popular es de porsí un triunfo.

¿Por eso volvés?Sí. Y eso también es un triunfo.

¿Así lo evaluó la asamblea de tu Movimiento?Lo decidió por unanimidad.

Supongo que, además, vos tenés ganas departicipar. ¿O no puedes decir: no quiero?

Nosotros tenemos otra concepción de la

no debe hacer con la propuesta de Tinelli.¿Les dije que llueve y hace frío? Entende-rán entonces mi respuesta:

-Voy a tener que hacerle un piquete a lapiquetera más famosa de Argentina.

Lo logré: Nina se ríe. A las mujeres ago-tadas, la risa nos alivia.

a es domingo y estamos en elpuesto que el Movimiento Inde-pendiente de Jubilados y Desocu-

pados (mijd) tiene en Puerto Madero. Ra-úl Castells sonríe desde el retrato queilumina su kiosco, como un faro. La pe-queña y precaria construcción tambiéntiene letreros en español y en el inglés,unas pocas mesas y algunas sillas, dondedescansa la gente del Movimiento. Hayolor a tortas fritas y una fila innumerablede personas con abrigos caros y baratos.Algunos llevan en la mano, listas para dis-parar, cámaras digitales. Otros, un papel yuna lapicera, prestos para el autógrafo. Porsupuesto, Nina está del otro lado del mos-trador, pero también la vedette uruguayaque mañana se juega su puesto en Bailan-do por un sueño. “Llamen al asterisco ta, ta,tá...” recita la uruguaya cada vez que entre-ga una torta frita. Se supone que la entre-ga a cambio de una contribución volunta-ria para ese Movimiento que logró tenerun puesto en el territorio más caro de laciudad de la manera más inesperada: unempresario, cansado de negarse a pagarcoimas, les cedió el lugar. La venganza esun plato que se come frío, dice el dicho. Yen este caso, frito. Está claro que el lugar esahora el punto turístico más concurridode Puerto Madero, al que peregrinan grin-gos y criollos para conocer de cerca lo quequieren lejos, pero tienen al lado.

Nina es pequeña, delgada, casi frágil.Está sin maquillaje, con el pelo recogidoen una cola, con un pulóver rosa y blancodos talles más grande y un jean azul bienholgado. Tiene la sonrisa fresca, las manosheladas, la mirada cansada.

Debería decir que por fin nos sentamosa charlar, pero no es cierto. Apenas si pu-dimos intercambiar preguntas y respues-tas y mirarnos a los ojos la suficiente can-tidad de veces como para tratar decomprendernos. Llevé anotadas preguntasque no hice y otras que preferí no hacer ysé que no debo jactarme de mis silencios.Pero no quise –no quiero– ni juzgarla nienfrentarla. Apenas si puedo entenderla,ahora que me siento a desgrabar el inter-cambio de palabras que tuvimos y, comodisparos, vuelvo a escuchar en mi graba-dor los ruidos que, sin duda, ya formanparte de su vida. Esos saludos que no sa-ludan, esos halagos que humillan, esas pa-labras que se arrojan sobre una personaque ya no es persona, sino personaje. Haymás de cincuenta curiosos rodeándonoscomo moscas. Peor que moscas: comouna nube helada que congela cualquierposibilidad de encuentro. Entre Nina y yo.Entre Nina y ellos.

En la nube están los que le piden unafoto. Están los que le piden un favor. Estánlos que le entregan tarjetas que Nina leecon dificultad (“www...! Ah no! Esto yo nolo entiendo. Se lo tengo que pasar al quemaneja estas cosas en el Movimiento”).Están los que se ríen de sus respuestas concholula complicidad y los que lo hacencon descarada ironía. Están los que la mi-ran como a un símbolo y los que la mirancomo a un bicho. Todos están ahí, rodeán-donos, sin tregua. Y lo peor es que no pue-do culpar a nadie, porque yo misma mesiento parte de ese juego que hace bailar aNina al ritmo ajeno.

Entonces, le ofrezco mis disculpas, misexplicaciones y, finalmente, mi primerapregunta: ¿Has cambiado los cortes de calles y rutas porlos sets de televisión?

No, para nada. Al contrario: estuvimoshaciendo movilizaciones. Por ejemplo,hace quince días fuimos de Liniers alCongreso. Después, hicimos otra desdela estación Federico Lacroze hasta elObelisco. Lamentablemente, hay unadecisión política de no sacar al aire

Y

La condición de “objeto disponible”de la vida y los cuerpos de las mu-jeres es una de las característicasbásicas de las sociedades patriar-cales. Esta condición nos expropiala decisión soberana sobre nuestroscuerpos tanto a través de leyes cul-turales y sociales, como de legisla-ciones estatales.

La expropiación de nuestra capaci-dad y sentido de decisión autóno-ma sobre nuestros cuerpos supone,al mismo tiempo, la total devalua-ción de nuestra palabra y, final-mente, la imposición del destino deser un objeto para complacenciadel “otro”, instaurando estos proce-sos de expropiación en una cadenaque expresa el poder masculino, elpoder patriarcal. Este poder se ex-tiende sobre todas y cada una denosotras y, como contrapartida, esejercida por todos y cada uno delos varones de una sociedad.Esta cadena de poder masculino,que empieza en el Estado y terminaen el hermano, es desde coercitivohasta persuasivo, según la sociedad,el momento o la circunstancia, yatraviesa todas las instituciones so-ciales, sin excepción ninguna. Cadainstitución nos da su propia versiónde uso y nos coloca a todas y cadauna de nosotras inermes ante el“destino de ser cosas”.

Ahí estamos atrapadas hace cientosde años las mujeres del mundo, en-vasadas para el uso, viviendo única-mente modificaciones de las formasde este uso. El capitalismo nos im-pone algunas formas de uso, el so-cialismo otras; los medios de comu-nicación o la Iglesia nos imponenformas propias de uso. Todos coinci-den en la cuestión básica: las muje-res son cosas cosificadas y disponi-bles. Las mujeres somos carne sinverbo, mientras los hombres son lacarne hecha verbo y la representa-ción directa de lo divino, lo humanoy lo universal. El cuerpo masculinorepresenta a la humanidad, a ladignidad y la salvación y su venera-ción es común a las religiones, lasculturas y las ideologías.

Nosotras, las mujeres, vamos hu-yendo -de unita en unita- de esacondición. Huimos por la puerta denuestras rebeldías personales, hui-mos por la puerta de nuestras re-flexiones solitarias, pero ningunade nuestras huidas tiene la capaci-dad de ser trascendente a nosotrasmismas y de representar a las de-más. Eso también nos está negado.Cada mujer cosificada y utilizada,

en cambio, sí que nos representa atodas en esa cosificación. Nina nos está representando a todasnosotras. Mostrándonos clara y níti-damente, en esta oportunidad, unaotra variante de uso de las mujeres,esta vez desde los movimientos so-ciales, directos responsables del lu-gar que ella está ocupando. Ahoraque todos los ojos más perversos sehan volcado sobre ella para queacate la decisión de una asambleay, desde el lugar de los movimientossociales, nos indique a las mujeresque todas somos cosas en nombrede lo que fuera.

Que el uso y el lugar que sus compa-ñeros han decidido para ella es par-te de un lugar consentido, es un pre-texto que siempre se ha utilizado.¿Acaso el consentimiento justifica lacosificación? ¡Claro que no! Porqueesa cosificación no sólo la atraviesaa ella, sino que a través de ella nosatraviesa a todas las mujeres inte-grantes de ese movimiento y a tra-vés de la televisión, de ella hacia to-das las mujeres argentinas.

Que el uso que hacen en este mo-mento sus llamados compañerosde lucha es legítimo porque hayuna causa justa de por medio esfalso porque en este proceso de ex-posición la causa desaparece frentea la discusión sobre las tetas, inclu-so dentro del propio Movimiento. Que podemos aceptar este uso lasmujeres como una rutina más, ale-gando que como lo hacen los me-dios, los partidos, hoy lo hacen losmovimientos y nos tragamos esocomo parte de lo mismo, no.

No porque los movimientos se auto-nombran como el lugar de rebeldíasocial, como el lugar de lucha socialy por eso lo que sucede con Nina esdoblemente grave y no es, en estecaso, responsabilidad de los mediosde comunicación, sino de las lógicaspatriarcales que están dentro denuestros movimientos y que nuncase ponen en cuestión.

Ahora y por todo eso, ella tiene unagran y única oportunidad que lasalvaría del laberinto en el que seha metido. Rebelarse, negarse, pa-rar el juego en nombre de sí mis-ma y de todas nosotras. Se me ocu-rre desnudar el juego que haydetrás de esta supuesta causa soli-citando que su movimiento organi-ce una marcha de hombres desnu-dos con penes pintados de blanco yceleste, como la bandera, por lascalles de Buenos Aires.

Carne sin verbopor María Galindo, Mujeres Creando

política. Siempre dejamos en manos dela asamblea y de la gente que lo resuel-va, independientemente de lo que yoquiera. Esto no es una decisión personal.

Pero vos, Nina, ¿querés o no querés?Yo dije que ya estaba, que para mí dosmeses era más que suficiente... perobueno... a la gente le pareció conve-niente aprovechar, le pareció bien có-mo lo veníamos haciendo. Si es por mí,yo no quiero estar más.(La nube tiembla. Tres parejas jóvenes, deMisiones, aprovechan el sacudón paraapuntarse una foto con Nina en el celular.Se disculpan: estamos apurados.)

¿Qué representa para vos participar del pro-grama: mucho sacrificio, mucha presión, mu-cha exposición o mucha afirmación en tu rolde mujer pública?

Más allá de eso, yo no hago sólo practi-car y bailar. Soy ama de casa, tengo doshijos adolescentes, estoy estudiando laterciaria y el tiempo para mí es oro. Poreso creo que ya está. No es algo que amí me impacta. O que me guste estartodo el tiempo en la televisión.

Antes eras Nina Castells, “la mujer de”. Hoysos Nina Peloso. ¿Cómo impacta ese cambioen tu vida: como un avance o como algo queCastells te está cobrando?

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14 JULIO 2007MU

(La nube golpea bajo: se suma un señoracompañado de un grupo de niños de unHogar y dice que los chicos vinieron con lailusión de sacarse una foto. Nina los abra-za. Le piden autógrafos. ¿Quién puede ne-garse? Por suerte, Nina retoma la charladonde quedó: se nota que es su tema.) El gobierno ya ha sacado más de lamitad de estos planes. De lo que que-da, la mayor cantidad lo tiene el pro-pio gobierno, con D’Elía, con JorgeCevallos y con otros dirigentes delkirchnerismo. Gente que hacía un tra-bajo social y que fue absorbida por es-te gobierno. Nosotros no tenemos mu-chos planes, debe haber 3.500 en todoel Movimiento y ese número es a ni-vel nacional. Yo a esos planes los lla-mo de “exclusión”, porque uno tieneque vivir con 150 pesos y no pedirmás nada. Entonces, no es una mane-ra de incluir sino excluir. Nosotros tra-tamos de concientizar permanente-mente a la gente para que no aceptevivir con 150 pesos. Primero, porqueno alcanza y, segundo, porque no co-rresponde.

mienza a hablar mal de Tinelli y dos es-pañoles aprovechan para sacarse una fo-to. La nube ya está casi arriba de nues-tras cabezas. La chica que tengo al ladome pregunta si yo bailo. No sé qué decir yse nota.)

Como mujer, ¿cuándo te has sentido sola?(Nina clava la vista en el piso y aprietasus manos, como buscando fuerza.) Laverdad que montón de veces... Hansido momentos terribles. Desde el go-bierno de Menem hasta ahora, Cas-tells ha estado preso la mayoría deveces. Y fueron momentos dificilísi-mos, en los que tenía que seguir pe-chándola sola con los hijos, las mani-festaciones. Yo estaba estudiando,pero no siempre podía. Fueron mu-chas cosas fuertes vividas en pocotiempo. Eso me hizo reflexionar sobreel lugar de la mujer, el que ocupába-mos, de eso de lo que hablábamosantes... Ya que somos tan capaces co-mo ellos por qué no nos reconocen elesfuerzo político que hacemos. En to-dos lados pasa eso. Eso hace que unovaya comprendiendo muchas cosas yte hace sentir el mismo dolor del otro.Este país es tan machista, tan indivi-dualista, vivimos en una sociedad tanreaccionaria... Acá siempre nos metie-ron eso de que el que es facultativo esel mejor, ¡y mirá cómo estamos porculpa de los facultativos! Yo ahora es-toy estudiando y me van quedandolas cosas más claras... (La nube se nutre ahora de un grupo de jó-venes que se desparrama por el piso enimprovisada platea. Hay disputa con losque hasta ahora tenían el privilegio de losprimeros puestos de la platea.)

¿Cómo se relaciona tu movimiento con el Es-tado? ¿Sienten que lo usan o que los usancon los llamados planes sociales?

En realidad, es un sistema que está to-talmente perdido en la corrupción. Unsistema que representa a un grupo pe-queño, un sistema que nos muestra lafilosofía desde otro ámbito y no desdela realidad de la necesidad de nuestropueblo. La gente se está dando cuentay más cuando la inflación sigue apre-tando, cuando el trabajo es cada vezmás escaso y la esclavitud se va natura-lizando en la sociedad. Creo que todoeso va a despertar a la gente como loha hecho el 19 y 20.

¿Pero cómo ves vos a estos planes mal lla-mados de “inclusión social” y cómo lo traba-jan dentro del movimiento?

Me decía: si vengo del campo ¿cómono voy a poder? Porque no es lo mis-mo que ser ama de casa, o trabajar enuna oficina. No es por desmerecer, pe-ro el trabajo en el campo es muy duroy yo lo hice desde los 7 años. La vidano era sencilla para mí, nunca penséque todo era de arriba sino que habíaque ganárselo. Así que simplementeme dije: no puede pasarme de nuevo.No me pueden sacar lo que es mío yme corresponde. Entonces me planté.Y hasta el día de hoy sigo plantada.Ellos, los que me querían sacar todo,me hicieron reaccionar.

Las mujeres somos de ir la frente, cortar calles,rutas, pero en el momento en que vienen losflashes y los medios de comunicación, siemprees el hombre el que habla. ¿Por qué?

Es que tiene que ver con uno, con loque deja pasar porque en el momentono quiere o no puede hacer otra cosa.Eso que decís me pasó cuando salía-mos con la movilización, me pasósiempre, siendo que los dos éramos di-rigentes de esta organización...(Llueven los comentarios. Una señora co-

Eso de que dejé de ser “la señora de”no me lo creo nada. Estamos viviendoen una sociedad machista. Yo sigo sien-do, dentro de esta sociedad, “la señorade”. Ha sido bueno poder insertar minombre y apellido como tal. Como mu-jer, como género, me parece espectacu-lar. Es un trabajo que he logrado, por-que las mujeres más humildes notenemos representatividad, alguien quehable públicamente como mujer traba-jadora, mamá, ama de casa, esposa. Yocreo que es eso lo que quise insertar ylo he logrado con mucho, mucho y mu-cho trabajo. Un trabajo que hice sinpretender estar delante de mi marido,sino al lado. Que los dos tengamos lamisma posibilidad, la misma oportuni-dad. Está bueno que me reconozcan,porque al principio era Nina Castells yyo decía “tengo mi apellido”, pero na-die me escuchaba. Y ahora tienen queusar mi apellido.

¿Y cómo convives con esa nueva imagen queestás transmitiendo desde la tele de mujermás sensual, erotizada?

Yo no cambié. Creo que en el baile setransmitió esa imagen por la coreografía.Había que poner cierta actitud, pero noera que antes no era sensual y ahora sí, oantes era menos y ahora más. Todas lasmujeres somos sensuales. Cada una lousa en el momento que le parece conve-niente. Sigo siendo la misma de siempre,sigo teniendo el mismo pensamiento y si-go en el mismo camino...(La nube no da tregua: llueven murmu-llos y otra pareja aprovecha para otra fo-to. Me pisan y pierdo el pie.)

¿Cuántos años tenias cuando llegaste a Bue-nos Aires?

17 años¿Cuándo comenzaste a rebelarte y hacer pi-quetes?

Fue en mi trabajo. Yo trabajé durante16 años en una fábrica de boquillaspara cigarrillos. Y me despiden de undía para otro sin ningún tipo de tele-grama ni aviso. Entonces, me presen-taba todos los días a las 7 de la maña-na para reclamar. Hasta que un díadecidí ir una hora antes y me quedéadentro de la fábrica. Estaba sola, pe-ro decidida a no moverme hasta teneruna respuesta. Se ve que me vieronfirme, porque obligué a la patronal aque me pagara la indemnización poresos 16 años de trabajo.

¿Y cómo hiciste para sacar fuerzas y pelearsola por lo que vos querías?

Cuando el destape español a mediadosde los 70, Camilo José Cela decía que losespañoles habían descubierto que lasmujeres tenían dos tetas. Por aquí, Lan-drú refería a la inoperancia del negociopornográfico desde la fotografía, porque“en 23 tomas no tenés más mina”.

Ambos comentarios aluden a la mujercomo objeto, pero como objeto dedeseo. Aquello nos posibilitaba, almenos, deslizar a los varones hacia eldebate (casi ingenuo y con resultadosdiscutibles) sobre el rol de sujeto. Voya insistir en el campo “minado” quedejó esa contienda, pero también enque al menos algo se mantenía endiscusión: el deseo.

Quizá este desborde infantil facilitó queel neoliberalismo de los 90 reemplazarael deseo por dinero. Brutalmente, singradualismos. Como el shopping y suuso como antidepresivo, como anhelo desensualidad cromada de los inminentes

excluidos, que se sentían aceptados por“pertenecer” al grupo que podía acari-ciar el “caño” de las escaleras mecáni-cas. Todo mal gusto, artificio, árboles detela, mientras avanzaban los transgéni-cos y el monocultivo.

Es en este contexto -a trazo grueso, porcierto- que aquello que, a escala, se lepermite representar a Nina Pelosocomo reclamo de justicia e igualdadpor parte de los expulsados del disfrutede la distribución de bienes con justicia,queda neutralizado por la gestualidadestereotipada de una sensualidad demercadeo, sin deseo, sin libertad. Másfiolismo rampante, menos erotismo,más debilidad...

Los medios de comunicación conocen lasecuencia, y “ponchan”. La jerga de “pul-sar el botón que enciende la cámara”, yatampoco pertenece del todo a la tele, asíque la uso consciente de todas las rever-berancias que pueden tener las palabras.

¿Qué hace esta mujer que discute consus compañeros piqueteros si debe o noreclamar por la justicia de un cirujanoplástico para sus senos nuevos? Puescolabora -quizás arrastrada por el narcó-tico de la cámara- con el desbarata-miento cotidiano de una modalidad delucha, de un reclamo de derechos ele-mentales, y derechos mayúsculos ynutritivos: desear y vivir.

Lo que es símbolo de nutrición y placer,será “canjeado” por publicidad y unasemana mediática. Los piquetes que sellevaron en el sur a Teresa Rodríguezhace más de una década, serán miradospor “la gente” como la claque que haceel aguante al baile del caño.

¿Es culpable Nina? Ni siquiera. Nina noes Eva. Ninguna lo es. No produce amorni odio. Una vez más el método dilu-yente está teniendo éxito en el país delolvido y la disociación. Esta vez, bailando.

¿Tanto poder tiene un programa? Sí y no.El programa también forma parte de unasecuencia cultural que naturaliza la vio-lencia, que acostumbra a la aberración deque “pobres habrá siempre” y transformaa la pobreza en algo natural, porque ocu-rre cada día en la tele. Y la tele -¡qué buena!- “le da un lugar”.

Claro que, mientras eso ocurre, haymovimiento y lucha por la justicia enlas calles, en los barrios, en las asam-bleas que sobreviven inventando unanueva subjetividad todavía sin discur-so nuevo. Pero ésta es la parte de ladisociación.

En cada casa se discutirá si Nina tiene quehacerse también un lifting, ya que tiene lamaravillosa oportunidad de ser igual a lasotras. Con esta discusión se demora e invi-sibiliza y, muchas veces, neutraliza, el jus-to deseo de un mundo justo.

Una pena.

El fin del deseo y otras disociaciones argentinas

El ser y la nada

"Jamás había visto ese programa,salvo para ver qué pasaba con esamujer. Mi primera reacción fue devergüenza ajena, porque trataban devender la idea de mujer pobre, lu-chadora, provinciana, que se proponealgo en la vida y lo consigue. Pero estriste pensar como un logro que Ninapueda ser sexy, que por ahí pase elhecho de que triunfe o se reivindiquecomo mujer. Además es vaciar desentido y contenido político la luchapiquetera o popular. Yo veo lo de Cas-tells como un cachivache, algo arma-do para jugar contra el movimientosocial. Él mismo aparece vendiendo asu mujer como un objeto. Pero estome hizo pensar en los desencuentrosque hay hoy entre los movimientos,cada uno en lo suyo. Que tengamostiempo de hablar de esto, te dice al-go. Creo que hay un vacío, y estas co-sas lo tratan de ocupar."

Maba Jara, MTD de Solano

En la cornisa

"Me pareció jugada al aceptar haceralgo así. Pero si es para poner enagenda pública las necesidades delmovimiento social -y creo que buscaeso- me parece loable. Nosotros decimos que cada movi-miento debe hacer su experiencia.Siempre hay riesgo de superficializarel tema: se juega en una cornisa. Pe-ro no lo veo por el lado del ridículo.La vi y no me pareció ni más ni me-nos expuesta o ridícula que cualquierotra persona de la farándula. Perouno comunica, y lo sabe, y me parecedifícil después sustraerse. La pregun-ta es: ¿lo hago por mí o por la gente?Si es por la gente, todo bien. La res-puesta la tiene sólo ella.No me da vergüenza ajena, porquepara eso tendría que sentir algunaidentificación y no la tengo. Si creenque esto los ayuda, es su decisión yla respetamos."

Soledad Bordegaray, MTD La Matanza

Liliana López Foresi

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15JULIO 2007 MU

queteros, no estamos sólo para cortaruna ruta. Nosotros nos sentimos muy ca-paces para un montón de cosas. Y unade las cuales -y una de las virtudes- es es-tar en este Bailando por un sueño. Porqueno sólo estamos para cortar las rutas ypedir planes. Estar en el programa nospermite demostrar que si tenemos posi-bilidad y oportunidad de hacer cosas sig-nificativas, sin perder la dignidad y losprincipios, lo podemos hacer. Y de he-cho, lo estamos haciendo.

En pocas palabras ¿cuál es el objetivo de tuMovimiento?

Llegar a la presidencia argentina. Poreso estudiamos, trabajamos, nos movi-lizamos y bailamos.

¿Cómo crees que afecta esta imagen tuyaproyectada por la tele a otras mujeres?

Siempre escuché que decían que la me-jor edad de la mujer es después de los40, y me preguntaba por qué lo dirían.Hoy que tengo 45 y los estoy viviendo apleno, me pregunto: ¿si no lo hago aho-ra, cuándo? Todas las mujeres debemosanimarnos a hacer lo que tengamos ga-nas, porque eso no es perder ni la digni-dad ni los principios.

Siempre he visto a la televisión como unmonstruo, que banaliza y vacía de contenidosa las luchas. ¿No has tenido miedo de que tesuceda eso?

(Por supuesto, la nube ataca con diferen-tes réplicas, que completan, distorsionano contradicen la pregunta, así que ya nosé a cuál de todas las versiones le estácontestando Nina.) En realidad ya lo hicieron: nos sacarondel programa. Y aunque ahora nosvuelven a llamar, nosotros somosconscientes de eso. Además, somosconscientes de lo monstruosos queson los medios. Somos conscientes deque cuando ellos no quieren que seaspopular, no lo vas a ser. Son triturado-res. Yo ya viví muchas cosas, persecu-ciones, encarcelamiento y todas lasporquerías que nos han hecho desdeel gobierno de Menem hasta acá. En-tonces, ¿qué más me puede esperar?¿La muerte? Porque ya pasamos portodo, lo único que nos falta es que nosmaten. Entonces, ¿qué vamos a perdera esta altura de la vida? Nada.

Escuchándote hablar así no me queda másque preguntarte: ¿tienes un proyecto políticopropio, como Nina Peloso?

Sí, pero no como Nina Peloso, sino co-mo organización. Como movimientotenemos proyectos políticos concretos,entre ellos que yo sea candidata a go-bernadora de la provincia de BuenosAires en las próximas elecciones.

Políticamente, ¿como te definirías con unapalabra?

Socialista.¿Y como mujer?

(Y sí: la nube conspira sin respiro. Ahoraun señor se tira sobre Nina. Quiere entre-garle un mensaje urgente sobre... no escu-ché bien. Por suerte, Nina regresa a lacharla en el punto que dejamos, aunqueno esperen milagros.) Yo como mujer soy Nina Peloso, amade casa. Lucho por una sociedad másjusta y que la distribución de la riquezasea más equitativa

Tus hijos, ¿qué te han dicho sobre tu baile enla televisión?

Son adolescentes, así que me han di-cho que quieren que, ya que aparezcoen la televisión, sea más fina. El haberestado en un programa me hizo cono-cer ese mundo y fue una experienciaextraordinaria, porque es totalmentelo contrario de lo que uno vive. Perono me he encandilado por nada. Meparece un mundo muy frívolo, frío, demuchas mentiras también. Eso de quetodos se quieren... Yo que vengo delcampo y lo poco que tenía, por másque no quisiera, lo tenía que compar-tir, imaginate cómo puedo mirar esemundo. A veces nos quieren hacer cre-er que uno es menos que ellos... y laverdad, a veces digo ¡qué lástima! Po-bres son ellos, que son pobres de acá(señala la cabeza) y de acá (apunta alcorazón). La verdad que uno está másque tranquilo con lo poco que tiene.

Escuché por ahí que querías hacerte una ciru-gía estética. ¿Cuánto de chisme tiene eso?

(La nube estalla en risas.)Fue un comentario que me hizo un pe-riodista sobre las chicas que se realizanel busto y yo contesté que me parecebárbaro, algunas se sacan, otras se po-nen. Lamentablemente, es sólo para ungrupo de mujeres, ya que es una opera-ción carísima. A miles de mujeres lesgustaría hacérselas y a mí me gustaría,¿por qué no?

¿Ese deseo siempre estuvo en vos o te llegójunto con la televisión?

Noooooooo, nunca lo pensé... Sí es ver-dad que una siempre quiere estar linda.Pero lo máximo que pensaba era: ¡si yopudiera sacarme la várice que tengo enesta pierna! ¿Quién no tiene una fanta-sía? Y seguirá siendo una fantasía hastaque no se concrete. ¿Mirá si ahora vie-ne un equipo de médicos y me dice: Ni-na, no te cobramos nada y te dejamospipí cucú las lolas…?

Si lo llegás a decir en un programa de televi-sión a los cinco minutos te está sonando elcelular... ¿Qué harías entonces?

A los cinco minutos salgo corriendo pa-ra hacérmela.(Al día siguiente, Nina lo dijo en un progra-ma y, al aire, transmitieron el llamado delcirujano plástico que le ofreció la opera-ción gratis. También, para aprovechar laanestesia, retocarle la nariz. No menciona-ron el tema de las várices.)

¿Te operarías para destacar tu belleza física opara trabajar tu inseguridad?

Me operaría para verme bien. Es un pococontradictorio también… en esta sociedadmachista, las cosas lindas son lindascuando son jóvenes.

Y el chisme que circuló acerca de que haríasuna telenovela, ¿es cierto?

Nada, sólo fue un comentario. Y yo nodecido sola. Para nosotros estas cuestio-nes son cuestiones políticas.

Hay algo que no entiendo: ¿cómo se puedehacer política desde el baile del caño?

Desde el estar en el programa. Primero,porque es para que nos conozcan, paraque sepa la gente que nosotros, los pi-

Nina Peloso adquiere visibilidad pú-blica como dirigente piquetera, enuna imagen que recuerda la de EvaPerón por dos detalles: la fuerza yconvicción de su discurso, y la per-manente reivindicación de su maridoRaúl Castells, para que no quedendudas de quién es el líder.Cuando apareció en la tapa de la Re-vista Noticias -cosa que escandalizósobre todo a la izquierda- sus com-pañeras del piquete la saludabancomo una heroína y exhibían comologro propio la foto de Nina produci-da. Es que, así como Evita vestida porChristian Dior era la viva imagen deque con la voluntad se cambia elaparente destino inmutable de lospobres, lo de Nina para ellas sonabaa revancha. Esa foto era algo másque Nina, era “una de nosotras”,cierto modo de ocupar territorio, re-presentando al colectivo de mujeresluchadoras que encuentran su fuer-za en el movimiento.Otra cosa es el uso que Marcelo Ti-nelli pueda hacer de Nina Peloso.Primero jugaron una apuesta conHuberto Roviralta, donde el que per-día debía ser solidario con el come-dor de Castells, así que es intere-sante pensar dónde quedaba el queganaba para tener clara idea de quésignifica “ganador” para ambos su-jetos de la apuesta. Evidentementevieron que el cocktail “lucha de cla-ses” vendía, por el voyeurismo deun@s y el sueño plebeyo de otr@s(“lucha de clases” era el nombre deun cocktail que ganó un premio en1973, y estaba compuesto por Amar-go Obrero y champán). Lo cualmuestra que la libertad no sólo con-siste en lograr lo que se desea, sino

en desear libremente, aprender adesear y no adquirir modelos de éxi-to instalados por la violencia simbó-lica, que siempre nos pondrán endesventaja inicial.Y finalmente, como las mujeres sedefinen por lo relacional y no sólopor lo individual, no dejemos de la-do la presencia como espectador pri-vilegiado y “bancador”, de Raúl Cas-tells. El hombre tiene décadas delucha desde su convicción socialistay puede darse ciertos lujos, comohacer un piquete en la Avenida Alve-ar durante la “fashion gallery” y le-vantarlo negociando no sólo alimen-tos sino reconocimiento, dándole algalerista la oportunidad de descubrirque en Puerto Madero pueden ger-minar flores silvestres que amplifi-quen el concepto de belleza que lascegueras de clase puedan haber pa-sado por alto.

Porque ser piquetero, no lo olvide-mos, es hacerse visible ante aque-llos que no quieren ver, es interrum-pir la vía de circulación con aquelloque debía estar en los márgenes, esun llamado de atención sobre elmovimiento rectilíneo y uniformedel pensamiento único para estallarno en palabras sino en escuchas, noen mensajes sino en intentos decomprensión, no en literalidad sinoen metáforas.Hay un refrán feminista que dice “laschicas buenas van al cielo, las malasvamos a todas partes”. Que Nina va-ya donde quiera, que Castells laacompañe, pero que nunca dejen lalucha, que no se transformen enmercancía del sistema. Eso no de-pende de salir o no en la tele.

Las chicas malas van a todas partesDiana Maffía, Instituto Hannah Arendt

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16 JULIO 2007MU

guen dos granaderos por el salón de losbustos presidenciales. Acorralado, Pedroacude a sus destornilladores Stanley y loslanza cual dagas a la cabeza de los integran-tes del batallón sanmartiniano, asesinandoa ambos. Se convierte en el primer conde-nado argentino a silla eléctrica. El resto hayque verlo. Pero la democracia...

Es una democracia norteamericana (elmapa se despliega, como riendo ante loobvio).

¿Será que falla el sistema representativo?No falla, anda fenómeno para los inte-reses de sectores de la Iglesia, empre-sas, una cantidad de gente interesadaen esta democracia norteamericana.

También hay democracia en las fábricas sinpatrón, en las asambleas ciudadanas y deautoconvocados que hay por todo el país.

Es cierto, y hubo un momento asam-bleario muy lindo en Buenos Aires,pero ahí se hablaba y se hablaba. Te-nemos toda esa costumbre de la iz-quierda de hablar y ver quién se lucemás o quién le gana al otro, y todavíano sabemos... los trabajadores sí sa-ben. En la obra se ve. Toda la especu-lación intelectual no sirve, porque noentiende la noción de los ritmos quese dan en una unidad productiva,después de estar un año durmiendoen la fábrica para que no les robenlas máquinas. Yo estuve allí, y me re-sultó extraordinaria la paciencia y lacalidad con la que se iban manejandoen cada momento. Aparecían algunosforajidos de la izquierda (no usa lapalabra forajidos con agresividad, sinomás bien con desdén), pero no pasabanada. ¿Sabés por qué?

Ni idea. Porque no saben sostener en serio la lu-cha, que es preguntar: ¿en qué pode-mos servir? ¿qué podemos hacer? Cre-en que ya saben todo. Nosotrospreguntamos, ¿qué podemos hacer? Ylos obreros nos dijeron: teatro.

La Fiaca, la iglesia y Nueva York

e quedo mirando hacia las som-bras. Hay tantos lugares que reco-rrer en el mapa, que decido em-

prender la fuga hacia atrás. ¿Qué diferencia esta época de la que ustedvivió en los 60 y los 70?

Lo principal es que había un auge revo-lucionario en toda Latinoamérica, esta-ban el guevarismo, la Revolución Cuba-na, la subjetividad del populismo de

candidato?”. Me dirán que no sirve. Pe-ro menos todavía sirve votar. Seguimossiempre en lo mismo. Como ya soygrande estoy cansado de seguir votandopor el mal menor. Siempre son unatrampa. Desde la caída de Perón nostratan de hacer creer la democracia deAlfonsín, la venta del país de Menem, laidiotez de De la Rúa... y siempre se vota-ba. Hitler también ganó elecciones. Ha-bría que pensar que esta democracia noes suficiente, que votar no es suficiente.Y ahora se viene Macri, que es la guerrade frente. Una forma del fascismo es laamabilidad. Acá va a haber muchaamabilidad.

¿Y el gobierno nacional?Todo está metido en el plato del gobier-no, o flato. Esos ex montoneros que es-tán ahí... yo no creo en esas luchas enel marco de un capitalismo dependien-te. Ni mucho menos. Reconozco que sepudieron conseguir algunas cosas, laUniversidad de Madres, lo de la memo-ria, pero no se puede conseguir sacar ala gente pobre de la calle, dar trabajo,que la clase trabajadora gane lo que tie-ne que ganar. Hay otras formas de lu-cha. Acá lo que más se produce es lum-penaje. Van tres generaciones. Por esodigo que no soy más peronista, el pero-nismo está terminado como movi-miento reformista desde hace mucho.

¿Qué es lo que produce la distancia entre sumodo de pensar y el de esos ex compañerossuyos que están en el gobierno?

Se cansaron. La cultura revolucionariano es la del que se mete en la política.La cultura de hacer un cambio en se-rio, profundo, necesita una pacienciahistórica que esta gente no tiene. Yosoy segunda generación con estas ide-as, y me resulta más fácil pensar así. Ysigo el juego hasta que se dé. A mí mequisieron tentar, comprar, captar,cuando hice un programa para Canal7, Stanley. Querían que me hicierakirchnerista. Pero como ya saben quesoy un tipo difícil se tiraron un lance-cito nomás, y listo. El programa fuebuenísimo, de lo mejor que hice en te-levisión: hasta me pagaron.

scrito y protagonizado por el pro-pio Briski, el programa unitario quedirigió Gustavo Postiglione narraba

la historia de Pedro, un técnico que pierdesu fuente de ingresos cuando los clientesdejan de arreglar heladeras y compran nue-vas. Pedro se enfurece, busca al Ministro pa-ra reclamarle, le avisan que el Ministro estáen la Casa Rosada, va hasta allí, lo persi-

una forma de sociedad de trabajo socia-lista. Una enorme novedad.” Briski reco-noce que eso fue lo que tuvo en la cabe-za siempre: “El trabajo y los trabajadores,como modo de avanzar en el campo po-pular. No trabajé mucho con marginacio-nes. El padre Carlos Mugica inició eso.Con él hicimos lo del teatro en los bor-des. Lo llamábamos el lumpenaje cósmi-co. Mucha poesía, pero sin manera de ar-ticular nada”. Cambian las latitudes quecruzan la cara de Briski: “Pero fijate queal final vino el fenómeno piquetero, yfue el más interesante de los últimostiempos. Claro que después fue vendido,comprado, dividido. Pero hay muchagente que está de pie. Ojo: no Barrios dePie, que está en el gobierno”.

Como contracara, Briski describe queen Patricios “a pesar de todas las tentacio-nes, hubo una solidez que no permitióque eso se enmugreciera o se vendiera”. ¿Por qué siempre aparece ese riesgo?

Hay cooperativas auspiciadas por la iz-quierda que se distorsionan, y otras queterminan siendo empresas de la gransiete. Por eso en la obra dicen: no va-mos a ser los nuevos burgueses, patro-nes de nosotros mismos. Eso pasó tam-bién con los kibutzin en Israel, queterminaron todos al servicio del poder,y antipalestinos. Entre paréntesis aclaro:por esas cosas no soy más judío, mesiento más palestino. Y volviendo a laobra, la idea es producir anticuerpos pa-ra no caer en que tengan patrón. Es co-mo un espejo, con el reflejo y la refle-xión de los propios trabajadores.

¿Y qué es lo que se refleja?El hecho amoroso de la cooperativa, laamistad. No hicieron lo que hicieron porideas revolucionarias: más que compro-miso social, lo que ves es la fuerza de laamistad entre ellos. Ahí ves la calidad yla verdadera conciencia de lo que estánhaciendo. La obra capta ese tipo de con-tradicciones, no al estilo de teatro de de-nuncia, zurdo, sino como preguntas, re-flexiones que plantean los mismostrabajadores. Ahora hay que ver cómo si-guen, si no se hacen patronales. Los hevisto hacer revistas sionistas de lo peor.Pero ni sabían. Hasta ahora, han sido in-teligentes en lograr cosas sin vender elculo: “Te doy tal cosa, apoyalo a Filmus”.No, éstos son vivos.

¿Y usted qué hizo? ¿Con la obra?

Con las elecciones. Ah no, yo impugno el voto con cosasque escribo. Pongo: “los chicos tienenhambre”, o “¿te acordás quién es este

ay quienes tienen la extrañaidea de que Norman Briski esjudío y peronista, aunque éldeclara haber emigrado deambos oficios.

Otros lo encajonan sólo como miembrodel puñado de actores extraordinarios queexisten en Argentina (pero nadie diría quees de la “farándula”).

O como autor de obras insólitas, en lasque un destornillador mata granaderos.

O como director de escenas que escapande los teatros.

O como uno de los primeros artistasperseguidos por la máquina de la muerteen los 70, aunque no lo alcanzaron.

O lo tildan de “izquierdista”, mientras élhuye de eso que considera una tristeza.

El problema de Briski es que no cabe enlos frascos, lo cual trastorna la neurona delos editorialistas de vidas ajenas.

Y dice algo tremendo, sencillo, demasia-do olvidado: “Lo único que quiero es vivirintensamente”.

Naum Normando Briski, capricornianode 1938, creó un teatro hace unos 18 años,Calibán, ubicado en México al 1400 deBuenos Aires. La sala nombra a quien seconsidera el único personaje latino en laobra adjudicada a William Shakespeare,incluido en La Tempestad. Era un coloni-zado, la palabra mezcla caribeño (caribe-an) y caníbal: el aborigen inclasificable alque los colonizadores y los progresistasintentan domesticar (perdón, educar) des-de hace una eternidad. Calibán –el teatro-está vacío, a media luz. La cara de Briski,en ese ambiente, es un mapa con dosmares azules que miran fijo y van llevan-do por territorios inesperados: convieneseguir el trayecto con las orejas y los po-ros abiertos.

La sala es un gran ambiente, con unatribuna. Hay figuras, pájaros, rostros,aparatos, puertas secretas que sólo co-bran sentido cuando se presenta Maqui-nando, una creación colectiva que Briskidirigió a partir de un taller realizado en laimprenta sin patrón Gráfica Patricios. Laobra cuenta la historia de esos obrerosque, frente al vaciamiento patronal, ocu-paron la imprenta, formaron una coope-rativa, superaron el miedo, enfrentaronjueces, policías y otros enigmas, para po-ner finalmente en marcha el lugar.

Yo me enganché con el tema por-que vi esa fábrica tomada cercade casa. Me pareció como un te-

rritorio liberado, con todas las contradic-ciones que quieras, pero que podía ser

La excusa es la obra de teatro que urdió junto a los trabajadores de la recuperada Gráfica Patricios y el grupode actores junto a quienes, durante dos años, tramó esta apuesta. Pero acercarse al universo que este artistadespliega es siempre una aventura intensa. La charla, entonces, recorre las avenidas del pasado, las calles delpresente y la frontera del porvenir, que siempre para él –dice– será una fiesta.

NORMAN BRISKI

Genética delentusiasmo

H

E M

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17JULIO 2007 MU

Perón, muchas cosas que alentaban acreer que se podía tomar el poder en tér-mino de juventudes, y hacer otro país.Hoy estamos en el flato.

¿Usted cree que todo tiempo pasado fue mejor? Nooo. Pudo haber sido o no. Yo viví co-sas que eran una fiesta, jolgorio, entusias-mo. La gente te quería, te daban polenta,empanadas. Después se pudrió todo.Hoy sigo buscando y metiéndome en lascosas que son una fiesta.

Briski se hizo célebre por sus papeles entelevisión y en cine, fundamentalmente através de la película La Fiaca (1968, escritapor Ricardo Talesnik y dirigida por Fer-nando Ayala. Comedia inquietante: unempleado de oficina decide no ir a traba-jar porque tiene fiaca. Se niega. Esa soladecisión descoloca a todo su entorno la-boral, familiar, de amigos, se convierte enun revulsivo que dispara múltiples meca-nismos que intentan domesticar esa rebel-día. El resto hay que verlo).

Militó en el Peronismo de Base. Suagrupación luego se disolvió dentro deMontoneros y la Juventud Peronista. Briskiestuvo muy cerca del movimiento de sa-cerdotes para el Tercer Mundo. “La mitadde mi militancia dormí en las parroquias,hacíamos teatro en las villas.” Nadie in-tentó bautizarlo: “Al revés, agarrábamos alos curas y les decíamos: no sabés lo quete estás perdiendo. Varios se casaron”. Unterremoto de risa sacude las zonas monta-ñosas del mapa Briski.

Llegó el exilio. Briski fue un pionero yaque antes de la dictadura -a fines de 1974-la Triple A (grupo parapolicial dedicado aasesinar militantes, disidentes y jóvenescomo preámbulo de la matanza militar)lanzó sentencias de muerte que incluye-ron a Briski y también a otros artistas co-mo Nacha Guevara, Luis Brandoni, PepeSoriano y Héctor Alterio. “Me fui a Perú,pero ahí también me corría la policía pe-ruana, combinada con la de acá. Me es-condieron en el Cuzco, en una cooperativaagraria. Vomitaba cada cosa que comíaporque estaba a 4.000 metros de altura.Un día dije: ¿qué hago acá? Y me fui a laiglesia. Pero no para buscar a Dios, sinopara ver gente. Estaba la gente del puebli-to. Yo saludé, buenos días, soy de otro pa-ís. Al final pensé: gracias Dios por darmela posibilidad de encontrar gente. Esta es-pecie de pequeño cuento espontáneo vie-ne con moraleja apta para todos los tiem-pos: “Fui a no estar solo”.

Briski, que tiene tres hijos y altos índicesde casamientos y divorcios, partió de Perúhaciendo escalas de vida en Venezuela, Mé-xico, España, Francia y Estados Unidos.“Siempre metido en todas las comisionescontra las violaciones a los derechos huma-nos, haciendo teatro y tratando que esas cre-aciones colectivas fueran un modo de resis-tencia y denuncia.”

Vivió en Nueva York, tomando un edifi-cio con familias negras, aborígenes y de in-migrantes. Ocupa, y siempre en movimien-to: “Las reuniones las hacíamos saltando,del frío que hacía”. Fueron reconstruyendoel edificio que estaba confiscado, y eso lesganó paciencia oficial para no expulsarlos.“Ahí también pude hacer teatro como crea-ción colectiva, con norteamericanos. Lamayoría de los yanquis será lo que será,pero éstos eran macanudos y solidarios.Vivíamos en la calle Amsterdam, entre 109y 110, cerca de Harlem. Íbamos por los ba-rrios, conseguimos alguna financiación, yconversábamos con todo el mundo. Laobra colectiva se llamó Firestairs (Escalerasde incendio). Descubrimos que un mucha-cho se había tirado de la azotea de un edi-ficio pobre, como los de Lugano acá. Fabri-camos un muñeco de cinco metros que ibacayendo, y mientras tanto la gente que es-taba en los balcones y en las escaleras deincendio hablaba sobre los problemas delbarrio, las enfermedades, las intoxicacio-nes, la discriminación, la desocupación.Un ex soldado de Vietnam tocaba la trom-peta. Después hicimos otra versión, cuan-do supimos que se suicidó una mujer.”

Máquinando es definido en las carteleras como un “espectá-culo coreográfico” dirigido por Briski, con coreografía de SilviaLaguna y la actuación de Guillermo Castellón, Guillermo Fi-gueroa, Matías Figueroa, Emanuel Calcagno y María Pía Molina

Brescia. Todos ellos integran el grupo Olifante. Las funcionesson intensas, pero escasas, así que hay que consultar en el teatro Calibán (México 1428, teléfono 4381-0521) cuándo ydónde será la próxima cita. La entrada cuesta 10 pesos.

sub.

co

op

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Ninguna mujer nace para putade María Galindo y Sonia Sánchez

“La puta es la anfitriona del cambio social porque desde ella, en rebelión, muchas cosas pueden cambiarse”.

Compralo en www.lavaca.org

18 JULIO 2007MU

temáticamente, que iba a haber un mo-vimiento internacionalista que empezócon Seattle, las manifestaciones, lo deltractor que metieron en un McDo-nald’s, Internet, la gente conectándose.Eso se pinchó. Me parece que no tenianla fuerza de la necesidad de produc-ción. Pero los jóvenes, cuando se avi-ven de las herramientas de comunica-ción que tienen, de la posibilidad deproducir, y cuando se frustren con estasociedad... porque si hay alguien frus-trado son los jóvenes. Ya ni les dicen“Pitman te asegura el futuro”.

Frente a esto Briski hace lo suyo: da cla-ses de teatro a cinco grupos (“clases nor-males, pero toda es gente con tendenciaal compromiso”) y fomenta creacionescolectivas como el Grupo Olifante, con elque se hizo Maquinando (el taller se ha-cía en la propia Gráfica Patricios y laobra va a empezar a representarse ahoraen fábricas, como Cristalux, la de los pla-tos Durax). O Brazo Largo, grupo de inter-vención callejera: “Lo último que hicie-ron fue en Constitución. Se petrificabanesperando el tren, como le pasa a la gen-te. Era un modo de cuestionar lo que pa-sa y acompañar a esa gente que no es deizquierda ni nada, pero está petrificadaesperando que alguien le dé bola. Es unmodo de acompañar, y de hacer reír. Si tehacen reír, te dan fuerza para resistir. Conla tristeza se va todo al carajo”.

Al final del túnel

ara romper las petrificaciones,Briski apuesta a la creación co-lectiva: “Yo lo puedo hacer por-

que no tengo ningún afán de autoridad.Hay que hablar, intercambiar, y dejarque el grupo funcione.” Suena bien, pe-ro en esta oscuridad en la que uno bus-ca luces al final del túnel, la pregunta es:¿cómo se hace? La cartografía deja fluirbúsquedas e ideas de toda una vida:“Uno se junta con los demás si tiene al-go para jugar con el otro, y ese juego lotiene que entusiasmar. Si el juego entu-siasma al grupo, va a funcionar. Cuandouno del grupo no quiere jugar más, setiene que ir, porque no tiene el entusias-mo. Por eso es interesante eso que movi-liza, eso donde hay simpatía, fiesta. Todoel secreto está en esas ganas de jugar aalgo: el teatro, la revolución, una causa,un proyecto”. Pero después aparecen las fragmentaciones,las peleas...

Siempre hubo fragmentación y siemprehubo continuidad. Si no hay fragmen-taciones, dalo por perdido. Porque elgrupo dentro del grupo es el que pro-duce la solidez del conjunto.

Le pregunto si alguna vez se sintió dogmá-tico: “Ni dogmatizante, ni dogmado”, pala-bra curiosamente similar a domado. “Noporque no quisiera, sino por falta de voca-ción”. Y revela algo inquietante: “El dogmaes como buscar la luz al final del túnel. Pe-ro no existe esa luz”. ¿Y entonces, para dónde vamos?

Ah, no sé. Lo de la luz es como mamáque te espera con comidita a la noche.Dejate de joder, ya sos grande. ¿Querésver una luz al final del túnel? Compra-te una linterna, y hacé el camino. La luzla ponés vos.

Todo fue lo suficientemente impactantecomo para que Briski resultara contratadopor la Universidad de Tuff como profesorde Creación Colectiva. “Fue muy lindo, to-davía me conecto con muchos amigos ycompañeros de aquellos grupos que si-guen haciendo creación colectiva.” ¿Y en la universidad argentina?

(El hemisferio sur de su cara se abre comono pudiendo creer pregunta tan absurda.)Noooo. En Estados Unidos soy un“overqualified” (sobrecalificado) peroacá no puedo dar clase porque no ten-go título. La universidad es lo más re-trógrado que hay.

Los petrificados

uando Briski dice estas cosas nohay que considerar que se está an-te un mapa enojado o agresivo, si-

no descriptivo. Si se le pregunta por tantosartistas propensos a la docilidad creativa ypolítica, por ejemplo, dicta un breve Semi-nario contra la Preocupación: “Si te preocu-pás por la cantidad de actores que están alservicio de la caca, sonaste. No podés estarpendiente de quién hace esto o aquello,quién te traiciona, porque al final no hacésnada. Tenés que hacer lo tuyo, lo que tegusta, con tu gente. Si algunos te acompa-ñan, como me pasa con Tato Pavlovsky, va-mos. Y si no, voy solo”.

Huir de la soledad, como en la iglesiaperuana no implica, entonces, aceptarcualquier manada. Y las ideas que a Bris-ki le hicieron superar la fiaca y zambu-llirse en la militancia, no le quitan prag-matismo: “Si yo pienso en los otros,compito con los otros, termino como laizquierda, que están todos divididos yson para llorar. Yo creo que no entiendenque los pueblos se mueven naturalmen-te de una manera reformista. No revolu-cionariamente. Si es un movimientismoel que confronta, hagamos movimientis-mo, en eso soy pragmático. Sólo el pue-blo salvará al pueblo, y sólo el pueblomandará al carajo toda posibilidad desalvarse. Eso es tan interesante como lavida misma, esa discontinuidad de lasconductas”.

Por eso cree que la discontinuidad de-be ser pensada de la siguiente manera:“Hay que tener paciencia, y producir unnuevo contagio revolucionario en vez delcontagio de la idiotez y la mediocridad”. ¿Pero usted dice eso como una cuestión ide-ológica, o de sensibilidad?

Puede ser genético. Qué sé yo, el entor-no, la lectura, la subjetividad, una can-tidad de cosa hacen que el cuerpo sien-ta la necesidad de una nueva sociedad.Es el cuerpo el que tiene que decidir,no la cabeza. En la Argentina estamostodos con la cabeza. Y sin ninguna son-risa, amargos (las latitudes y accidentesgeográficos de Briski simulan caer de tris-teza). Esa cosa sórdida, sin gesta. No eslo que ves en la obra, la gente riéndose,o emocionándose, los chicos entusias-mados, alegres.

Habrá que releer a Spinoza (Baruch, el filósofo)Justamente, él habla de la tristeza quees la que nos quita la potencia. Él es elque me permitió dejar de ser judío.

Hablando de genética, ¿dónde cree que estála genética de lo nuevo?

Yo voy donde hay vitalidad. Dondeveo algo y digo “no me la quiero per-der”. Yo creía, aunque me equivoco sis-

Pía me atiende por teléfono con una voz fresca, limpia. Pía es muy joven -nohace falta verla para saberlo- y me desgrana con sencillez la historia de Ma-quinando, las dudas de ella ante alguna pregunta tal vez inoportuna, el en-tusiasmo desbordante, el esfuerzo de los actores.Como telón orquestal, sus sobrinos intentan -con minuciosa dedicación- po-ner a prueba la consistencia del mundo y de la paciencia de su tía. Suenancomo mariposas de hierro, dispuestas a disfrutar las efímeras 24 horas quelas Moiras les han regalado. No sé el mundo (creo que no), pero la pacienciade su tía efectivamente es consistente.Pía me cuenta lo que sus compañeros me van a ratificar punto a punto, comapor coma después de la obra. Maquinando tardó dos años en hacerse (¡2 años!).Es la épica (una vez más…) de los trabajadores, de los laburantes estafadosmás que de costumbre por la patronal y haciéndose cargo con sus manos desu propio destino. Frase impresionante, si las hay, que no dice casi nada, co-mo todas las frases impresionantes.En este caso, la épica que relata Pía está referida a Gráfica Patricios, hoy co-operativa de trabajo, recuperada por los obreros, pero que es una de las mi-les de casi anónimas historias que se tejen en la Argentina caníbal y en laArgentina que acuna.Dos años de charlas de los actores con los trabajadores, escuchando histo-rias, pensando escenas, guionando y buscando el corazón, la médula de unalucha para referirla en la voz del arte. Dos años, ellos también sin un centa-vo, poniendo para darles voz y arte a los que siempre ponen.Armar la obra como un collage, discutir colectivamente, volver a armar, vol-ver a discutir. Y atrás de esto, acompañando, Norman Briski. Nada menos.Voy un domingo a verla. Largo pasillo al fondo, estamos apretaditos en la es-pera, somos un montón, la enorme mayoría, gente muy joven. Los actores,por supuesto, cortan la entrada, cobran, son acomodadores.Un salón grande y rectangular, con una fosa ligeramente en diagonal y no-sotros en dos tribunas estructurales, ahí nomás…No hay escenario en el sentido clásico pero hay Teatro.

Menos mal.Comienza la obra.Lloré por lo menos dos veces (fueron más, pero no es cuestión de dar el bra-zo a torcer), me reí, me enternecí y sufrí a pesar de conocer el ¿final? feliz.La trama vuela sin apuro y sin desmayo. Multitud de actores que se cambian,van, vienen, corren, son operarios, mujeres desesperadas, policías, virgenci-tas, novias, gatos, perros, miserables, fantasmas (tiernos fantasmas, queri-bles fantasmas, completamente fantasmas…).Son máscaras que son personas y son personas que son máscaras.El espacio no es el espacio, se mueve, está en todas partes y ellos se mue-ven y uno se mueve. Todo se mueve.Por tramos hay una enorme tensión dramática (escena del guardia que nodeja entrar a la fábrica a la esposa del obrero) y en otros, una señora (mag-nífica) que barre la vereda y vuela con el posible erotismo de la dignidad delos robustos luchadores de la gráfica, permite un momento de descanso. Timoratti es su nombre, es un personaje que engancha a pesar de no tener“mucha letra”, es el que procura la sonrisa como una ráfaga, es más que eso.Es muchos de nosotros (¿será por eso que a veces quiero matarlo?).

La puesta en escena es austera desde los recursos e impresionante desde eldespliegue. Los actores, esa maravilla humana que se llama actores de tea-tro, ponen y dejan todo. Cuentan la historia, las discusiones, las flaquezas, la“sensatez” pensada desde el sistema, alguna traición, alguna muerte sospe-chosa y las glorias, lejanas de la fastuosidad del Triunfo Romano, sencillascomo la gente sencilla. Sencillas de toda sencillez.

De eso se trata… tal vez. No lo sé.La obra es potente, maciza, robusta, transparente, fresca, esperanzadora. Noadoctrina pero toma partido. Deja la palabra en las manos del espectadorsin callarse un instante.Es como la inmensa dignidad de Norman Briski, silencioso, coherente, ascéti-co y comprometido, inclaudicable.

Ver Maquinando es una experiencia que trasciende lo teatral pero que soloes posible por el Teatro.Tal vez, como los sobrinos de Pía, Maquinando sea una mariposa de hierroque quiere probar la consistencia del mundo…

Mucho frío en esta Buenos Aires que camina entre Bangladesh y Mónaco.Pensé: ¿dónde estaba Yo mientras los obreros peleaban por la fuente de traba-jo, por entender, por la vida? ¿Dónde estaba Yo cuando esos actores charlabany discutían y pensaban en poner voz y arte a los silenciados del mundo?

Vos, ¿dónde estabas?

Mariposas de hierro en escena

C

P

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19JULIO 2007 MU

cinos enfurecidos empujaron a Fernandode la Rúa de la Casa Rosada. Pese a la de-liberada monocronía de la voz, hay unafrase que todos escuchan con sobresalto.

Dice la voz: “Tenía miedo de quecuando llegara el momento no me iba aanimar a empujar a la gente desde elavión, pero me animé. En ese momentome sentía Dios”.

Es una cita textual y el copyrigh pertene-ce a el ex diputado provincial por Tierra delFuego, el represor Juan “Jeringa” Barrionue-vo, refiriéndose a las ejecuciones que realizóen los denominados vuelos de la muerte,durante la última dictadura militar.

Hombre trabajando

a muestra se completa con una pan-talla donde se proyecta la imagenaérea de la Plaza de Mayo. Pero la

puesta incluye la intervención del actor Ror-berto Beto Sabatto, que se introduce en lapantalla a través de unos tajos, impercepti-bles a primera vista. Desde atrás comienzalentamente a tirar y a empujar. Así, la pelí-cula se acerca al público y se aleja. Se incli-na hasta casi tocar el piso o toma el relievede unas manos o una cabeza. La pantalla vay viene hasta que, finalmente, la secuencia

termina con el hombre aplasta-do por las rejas de la Casa Ro-sada, como si todo su esfuerzopor modificar ese relieve hu-biera sido inútil.

“Quisimos reflejar, de al-guna manera, lo que pasó en2001. Tiramos todo y volvió.Pero la idea no era dar unmensaje frustrante, sino asu-mir todo lo que pasó, la pelí-cula completa. En el fondo,nosotras proponemos quevale la pena seguir tirando yempujando, aunque a vecesparezca inútil. Y la gente lo

entendió, por eso pegó los stickers por to-dos lados. Eso sí: en este país para empu-jar y tirar hay que laburar mucho, poreso el actor está vestido de obrero”.

Cuando el actor sale de la pantalla, sequita su mameluco y lo guarda en el valijín.En ese momento la mujer de medianaedad retoma su marcha, pasa por el Cabil-do –donde el instructivo llama a pensar enSaavedra y Moreno–, se topa con el BancoNación, donde el cartel propone mirar si nohay corralitos cerca y se va, sonriente. Llevaen los bolsillos de su campera dos etique-tas: una dice “tire” y la otra, “empuje”.

“Nuestra esencia es lo efímero y lo pú-blico. Si en una galería, la obra de un artis-ta termina cuando la cuelga; la nuestra re-cién empieza. Es un proceso que va desdeel momento de proyectar hasta el segui-miento de las reacciones del público”, sin-tetiza Doberti.

Nosotras hacemos arte político –subrayaDoberti-, pero estamos por fuera del len-guaje adusto del realismo socialista. El mu-ralismo de Siqueiros no me parece que hoysea arte urbano, eso se hacía hace 50 años.Ese tipo de obras busca que el público sesienta identificado y agite una bandera.Nosotros, en cambio, nos proponemos quela gente reflexione. Mientras que el realis-mo socialista trabaja desde la imagen, no-sotros lo hacemos desde el concepto, en to-do caso desde ahí incorporamos la imageno el texto. Siempre trabajamoscon cruces lingüísticos. Porejemplo, cuando se leen es-tructuras reconocibles pero enotro contexto, los mensajes ga-nan interés y estimulan lacomplicidad del espectador”.

Los estímulos que el públi-co recibe cuando ingresa enTire y Empuje no se limitan alas percepciones visuales otáctiles. Como música de fon-do, un audio sin fin acompa-ña la exhibición. Una vozmonocorde lee decenas dedefiniciones y aplicacionesde los términos que bautizaban a la per-formance, sin hilo conductor alguno. Seescuchan acepciones de distintos diccio-narios y, también, las diversas explicacio-nes que propone la física. Hay algunasnociones vinculadas al deporte y otras ala arquitectura. También aparecen frasesde obras fundantes de la literatura nacio-nal, como el Facundo, y los absurdos ha-llazgos que realiza el Google cada vez queel usuario hace click en buscar. La ensala-da se completa con una sucesión de acon-tecimientos históricos que devinieron enmúltiples “tires y empujes”. Rosas, porejemplo, había organizado un plan paraempujar a las tribus hasta la cordillera; elexilio había empujado a Perón a Españadurante 6.268 días; los obreros empujaronpor medio de la huelga general –en 1918–la reducción de la jornada laboral de 11 a8 horas; y los cacerolazos de miles de ve-

Abierto, por elitismo

on paso cansino, la mujer de me-diana edad pisa el plano dibuja-do con precisión de arquitecto. Se

planta frente al Palacio de Hacienda y leelas indicaciones:

Precauciones: a. No mire con insistencia el edificio si sucorazón no se encuentra lo suficientemen-te fuerte.b. No insista en encontrar soluciones a cor-to plazo.c. No ingiera nada durante las próximasdos horas.1) Recuerde, por cada ventana, el apellidode un ministro de Economía. 2) Dedique unos minutos a calmarse.3) Si aún le quedan fuerzas:

A. Tire.B. Empuje.

Esta vez, la señora toma dos stickers: unocon cada opción. Con prolijidad, los recor-ta para armar otra palabra: “reempuje”. Lapega cruzada sobre la entrada del edificiocomo una faja de clausura.

“Nuestras obras son abiertas –señala Do-berti-, el público las completa. Se trata deuna decisión política: el arte visual es súperelitista, tanto en la galería, como en el mu-seo o en el centro cultural. En general, el ar-tista baja un saber que el espectador recibepasivamente. Nosotros invitamos a la parti-cipación. No hace falta un saber particularpara expresarse. Y muchas veces, te sor-prenden con cosas que no imaginabas.”

Un ejemplo concreto: las artistas presu-ponían que el Ministerio de Economía se-ría la mayor víctima de la pegatina. Sinembargo, la Casa Rosada ganó por lejos.Al final de la muestra, la sede de gobiernohabía quedado sepultada por las etique-tas. “Tal vez haya sido porque tiene un va-lor simbólico mayor que el resto y seamás identificable a primera vista”, apuestaDoberti. Otro detalle: “tire” le ganó por go-leada al “empuje”.

l cartel lo advierte con clari-dad, como si hubiera sido es-crito por quien quiere evadirresponsabilidades sobre con-secuencias ulteriores: “Esta

imagen contiene una fuerte carga simbóli-ca para el espectador argentino. Comprue-be sus pulsaciones”.

La leyenda pende de una pared, en unasala del Centro Cultural Recoleta y acom-paña una gigantografía de la Casa Rosada.Un instructivo que aconseja:

1) Mire fijamente El Balcón. 2) Recuerde.3) Según lo crea apropiado:

A. Tire.B. Empuje.

La mujer de mediana edad lee con aten-ción la consigna. Por unos segundos,contempla la imagen en silencio. Luego,escoge uno de los stickers, se pone enpuntas de pie y, con pulso de cirujano, loaplica sobre el balcón que popularizóJuan Domingo.

La Rosada se convirtió así en la pri-mera posta de la obra Tire y Empuje quelas artistas Victoria Corda y María PaulaDoberti expusieron en el encuentro“Corpolíticas de las Américas”, organiza-do por el Instituto Hemisférico de Per-formance y Política, una organizacióncon sede en Nueva York que reúne a ins-tituciones, artistas, académicos y activis-tas dedicados a explorar la relación entreel comportamiento expresivo y la vidasocial en el continente.

La idea de Tire y Empuje había nacidoun año atrás, cuando las plásticas argenti-nas participaron de un homenaje al artis-ta catalán Joan Brossa. En aquella oportu-nidad, la propuesta consistía en realizaracciones mínimas que jugaran con las pa-labras y el absurdo, como solía hacerlo esepoeta, pintor y director teatral fallecido en1998. “Los trabajos se iban a publicar enInternet, así que debían contener ideasuniversales, porque se iban a ver desde to-do el mundo”, aclara Doberti. Por eso, enaquella oportunidad los stickers se pega-ron en medidores de gas, automóviles y -por esa promiscua relación que tiene laglobalización y la televisión- en la sedePolka, la productora que dirige AdriánSuar. Pero esta vez, en pleno Recoleta, laintención fue localizar la situación en Bue-nos Aires para trabajar con la identidad yla memoria, dos tópicos que recorren elarte efímero que habitualmente desarro-llan Corda y Doberti.

Entre ambas elaboraron un listado deedificios públicos de fuerte valor simbóli-co para los argentinos, con la idea de pro-ponerles a los espectadores que los tiren olos empujen, según su más profundo de-seo. Cuando terminaron con la enumera-ción de edificios, concluyeron que la ma-yoría se encontraba situada en una mismazona. Por esa razón, estamparon la trazade la Plaza de Mayo en el piso de la Sala12 del Centro Cultural. En una cabeceracolocaron la imagen de la Rosada; en laotra, la del Cabildo. A un costado erigie-ron la Catedral y al otro, el Ministerio deEconomía. También reprodujeron las imá-genes imponentes del Banco Nación y laPirámide de Mayo.

TIRE Y EMPUJE, EL ARTE DE LA INTERVENCIÓN

La obra de las artistas Victoria Corda y María Paula Doberti ya tuvo dos versiones yen cada una recogió respuestas inesperadas. A través de un recorrido por la maque-ta de Plaza de Mayo, el público puede intervenir edificios emblemáticos.

Tenés dos opciones

E CL

Hoy –asume Doberti–el movimiento de artecallejero se encuentraun tanto desorientado.Y para pensar junto a otros colectivos deartistas sobre estasprácticas están orga-nizando unas jornadasde reflexión.

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20 JULIO 2007MU

¿Qué palabra prefieren para definirse?“Que tenemos una dificultad” dice uno.“Discapacitado”, otro. “Disminuido”, pro-nuncia un tercero. ¿Se sienten menos quealguien? “Nooo”, contestan.

Rubén: Da bronca cuando te dicen “po-brecito”, como que no podés hacer lascosas. Podemos demostrar que sí. Yamila: Estoy viviendo con mi abuela,y cree que las personas que no ventienen que andar dependiendo de losdemás, sin conseguir trabajo. Es unagran mentira. No están enterados delo que uno puede hacer. Sería buenoque se enteren. Gabriel no habla: “Estoy pensando”.

Luego comenta que su capacidad es tenerun sueño, un proyecto: “Ser actor. Andá asaber si puedo llegar”. Gustavo frunce el ce-ño, levanta la cabeza como si mirara el te-cho, y le contesta con un empujoncito al al-ma: “¿Cómo que no vas a llegar?”.

Otra consulta: ¿cuáles son los principalesproblemas que tienen hoy? Enumeran: dro-ga, alcoholismo, desempleo, discriminación.

Nico: Los problemas son ésos, los que seven en la calle. Es cierto: lo que se ve en la calle.Nico y Gustavo cuentan que en sus co-

legios “normales” (a los que algunos si-guen asistiendo) se burlaban, los empuja-ban, les escondían las cosas. Le pregunto aCristian si cuando él veía hubiera hechoalgo así. Sonríe perplejo: “¿Cómo te vas aburlar de un ciego?”.

¿Se sienten víctimas?Yamila: ¿Y por qué voy a ser una víctima?Les cuento que hay gente que vive que-

jándose. Cristian se ríe. Rubén reconoce:“A veces me da bronca, pero me tocó se-guir así, y sigo. A mi hermanita le tocó pe-or que yo porque no podía comunicarse,por ser sordomuda. Hasta los 7 años nopudo hablar”.

Cuando les advierto que estoy graban-do, me toman la mano y tantean el graba-dor. Siento que nos estamos conociendo.Luego Brenda, la profesora, me dirá quelas manos son sus ojos. También me dice:“La ceguera como discapacidad única seve menos, pero hay cada vez más chicosmultiimpedidos”. Y me explica: los mul-tiimpedidos padecen a la vez, por ejem-plo, parálisis cerebral, parálisis motora, ce-guera, sordera, mudez. Si ésas son lasnuevas características de la enfermedad,queda a cargo de cada persona que lee es-te artículo intuir cuáles serían los sínto-mas modernos de la salud.

Le pregunto a Brenda hacia dónde estádirigida la educación de los chicos de la506. “Lo que buscamos es la independen-cia, que puedan desenvolverse solos y ensociedad.” Sin esa capacidad de acción, lalibertad es pura expresión de deseos enuna sociedad que tantas veces intenta en-jaular a las personas: “Ah, no, queremosque se hagan sentir, que salgan, incluso quemolesten, que se expresen, que se hagan es-cuchar. Que ocupen su lugar”.

En el camino, estos chicos que hacenaparecer como magos sus bastones plega-bles y empiezan a despedirse entre bro-mas hasta el martes que viene, ya parecensaber algo que tuvieron la generosidad dehacerme ver (y que a veces lleva una vidapercibir): la libertad es una construcciónque decidimos a cada paso.

-¿Por qué los periodistas andan persi-guiendo gente para preguntar cosas quela gente no quiere contestar? A mí meparece una falta de respeto.

La comunicación empieza a fluir, sin jaws.Hay un persistente tono de alegría.

Yamila: Es que tienen que vender noti-cias, es lo único que les interesa. Rubén: En los canales dan todo el tiem-po la misma noticia. Chocó un auto y tetienen dos horas con eso. Hay cosasmás importantes. Gustavo (que ya entró en calor): Más im-portante es lo de Gualeguaychú, que noquieren que pongan las papeleras por-que contaminan el agua. Yo escucho latelevisión, lo que dicen, y pienso: ¿noles da vergüenza?Cristian, el cantor: Para los noticieros losfamosos son más importantes que no-sotros, que las personas comunes. Nolos entiendo. Rubén (que es un vacuno): Ustedes ha-cen al revés, hablan de las personas. Cristian (completa): Claro, pero para quelos otros medios pongan algo sobre no-sotros tiene que ser una cosa muy graveo muy mala. Como la vez que robaronuna escuela en Banfield y la incendia-ron. Eso sí lo publicaron.

Se quedan –nos quedamos– pensando,pero algo bulle en ese silencio, hasta queGustavo se hace cargo del vacío que que-dó flotando: “Y cómo rompen con el bai-le del caño”. Las risas, el alboroto, lo lle-nan todo.

ara varios de estos chicos la ce-guera es el menor de los proble-mas, y no diremos más al respec-

to. Algunos viven en villas, otros enbarrios muy pobres, en situaciones ex-tremadamente complejas. Pero están ahí,sonriendo ante mis mandíbulas abiertasde asombro. Prefiero preguntarles porsus capacidades. Cristian dice: “Yo pue-do lavar los platos, me tiendo la cama,arreglo mi ropa, preparo mate, ando acaballo”. Supera ampliamente al prome-dio de varones argentinos, sin hablar deese humor áspero, curtido (¿por qué tan-to?) y de esa sonrisa. Gustavo agrega:“Todo se aprende”. Julieta sigue tímida.Sólo cuenta que para ir al taller de radio,entre ida y vuelta, viaja más de tres ho-ras desde Monte Grande.

Todos los chicos tienen bastón. Blancolos ciegos, verdes los disminuidos (Y mepregunto: ¿hay alguien que no use algu-na forma de bastón?). La consigna es mo-verse. Cristian va a ser maestro panade-ro. El cantor además de músico quiereser carpintero.

ristian no me mira, me pre-siente. Para explicarme quehace dos años perdió la vista,ladea su cabeza como paracontarme un secreto, y dice:

“Se me acabó la joda”. Y sonríe. Estoy rodeado de chicos que no pue-

den verme, y otros que pueden hacerlo di-fusamente. No vine a hacer una nota, sinoaceptando una invitación de los integran-tes de El semillero, taller radial de la Es-cuela 506 de Lanús, de ciegos y disminui-dos visuales. Todos tienen entre 12 y 16años. Querían hacer algo inusual: conver-sar sobre comunicación y periodismo, ac-tividad abandonada hace mucho tiempoen las empresas del rubro, las facultades ylos talleres.

Yamila, Cristian, Rubén, Gustavo, Cris-tian el cantor, Julieta, Gabriel, tenían unacantidad de preguntas para hacer sobrecooperativismo, lavaca, mu, nuestros li-bros. Cuentan que entraron a nuestra pá-gina web en las computadoras del colegio,por recomendación del profesor de músi-ca y creador del taller de radio, AlbertoMerolla y de la profesora Brenda Silva. Deahí en más ellos mismos decidieron hon-rarnos con su atención. No leen lavaca: laescuchan a través de un programa llama-do Jaws (que quiere decir mandíbulas, pe-ro también charlas), mediante el cual unavoz robótica y española va pronunciandocada palabra que aparece escrita. Un mo-delo de tecnología aplicada a algo verda-deramente útil.

Los chicos llegaron a una idea: “Nos en-ganchamos porque publicaban noticiasque no están en otros lados. Y nos dimoscuenta de que hablaban de un modo dis-tinto” cuenta Rubén (y no le dije que guar-daremos siempre ese comentario como unpremio). Me mira fijamente.

-¿Me ves?- le pregunto. -Sí, yo soy disminuido visual pero te

veo. Por ejemplo, veo un colectivo, no elcartelito con el número- aclara. Yamila yGabriel también son disminuidos, losotros son ciegos totales. Algunos, de naci-miento. Más tarde, Brenda, me haría verque la expresión “de nacimiento” es unmodo de descargar culpas: “Julieta, Gusta-vo y Nico, en realidad, han tenido retino-patía del prematuro, que es el exceso deoxígeno en la incubadora, por mala regu-lación, y quedaron ciegos”. Ésa fue labienvenida al mundo adulto, por negli-gencia en hospitales públicos. El problemade estos chicos ha sido la pobreza: la eco-nómica de sus familias, la humana dequienes los dejaron ciegos.

Uno de los Cristian se presenta: “Soycantor, guitarrero y bombista”. Me hablanmaravillas de su arte. No pude escucharlocantar, pero tiene una hermosa voz. Variosde ellos hablan de un modo pausado, pre-ciso, un estilo de una enorme elegancia(abandonada por tantas radios). El otroCristian es más austero, y exacto: “Varicelainterna. Me operaron y perdí la vista”. Vuel-ve a sonreír: no se está quejando, está con-tando. Julieta también habla poco pero, co-mo todos, es capaz de un silencioconmovedor. Escuchar para ella es una ac-ción, una forma de intensidad.

Gustavo está nervioso con la visita. Tie-ne 14 años y le pide a Brenda que le tomela mano. Cuando supera los nervios en-ciende la charla:

EL TALLER DE RADIO DE LA ESCUELA 506 DE LANÚS

Corazones que sientenSon chicos ciegos o disminuidos visuales que tienen entre 12 y 16 años. Están apren-diendo algunos trucos del oficio periodístico, aunque ya conocen los principalesmisterios de la comunicación. En este encuentro transmiten cómo nos ven.

C

El semillero Taller radial de la Escuela 506Contacto: Alberto Merolla y Brenda Silva Teléfono: 4247-9159Dirección: Av. Caaguazú 2438, Lanús E-mail:[email protected]

P

Te proponemos un ejercicio. Sintoni-zá cualquier noticiero o alguno deesos programas de “denuncia” quepasan en los canales de aire y dejalohasta que hablen de la comunidadboliviana del Bajo Flores. Cronóme-tro en mano, fijate cuánto tardan ensurgir –de la boca de los periodistas–palabras como narcotráfico, violen-cia o marginalidad.

Martín Rejtman –para muchos elmejor de los cineastas argentinoscontemporáneos– salió con sucámara a investigar a esta comuni-dad con la premisa de darle voz yno intentar hablar por ella. “Lohabitual es hablar de discrimina-ción, racismo y pobreza, pero yoquiero aprovechar para mostrarotras cosas”, señaló antes de éste,su primer paso en el género docu-mental. Copacabana, el film encuestión, busca que las imágenesformen la mirada y no al revés.Algo así como ajustar el mapa alterritorio, en un contexto en el quehabitualmente se hace lo contrario.Constituido con mayoría de encua-dres fijos, Rejtman se inmiscuye enla festividad de la Virgen de Copa-cabana que se lleva a cabo todoslos 6 de agosto. Y emprende unrecorrido en sentido inverso queculminará en Villazón, frontera boli-viana con La Quiaca, donde unmicro está a punto de partir haciala capital argentina.

Son pocos los diálogos que se fil-tran en Copacabana. Una mujerrecién llegada al país llama desde unlocutorio a su familia. La cámara estáinmóvil, el plano secuencia se quedacon ella desde que entra hasta que seva. Tiene algo para decir: la escucha-mos. Un hombre enseña un álbumcon fotos de La Paz. Nos muestraestatuas, monumentos, plazas, la his-toria oficial. Rejtman vuelve a lospreparativos de esa fiesta que yavimos. Largas coreografías querequieren horas de ensayo. “Es másrico y complejo mostrarlos en unaactividad que disfrutan de su vidacotidiana: en la pobreza no sólo haypobreza, en la vida de cualquiera haymontones de cosas”, explica como sino lo supiéramos. O como si no loquisiéramos saber.

A una década del boliviazo deAdrián Caetano, Rejtman toma laposta y vuelve a priorizar la obser-vación sobre los discursos, los ges-tos y ceremonias sobre los sermo-nes. Y aunque el brillo de Copaca-bana se contrapone con el blanco ynegro de Bolivia, a ambos los une lanecesidad de cuestionar arengassimplistas. Martín sabe que el temaes complejo y ante eso ofrece pla-nos amplios y profundos, para queel espectador decida dónde quierehacer foco. Y a partir de allí disfru-tar la historia.

Copacabana, de Martín Rejtman, es elprimer documental de este festejadodirector. Producido por Ciudad Abierta,puede verse en ese canal (antes deque Macri lo venda).

DOCUMENTALES

Bajo Flores de fiesta

Copacabana (Argentina, 2006, 56’). Dirigida por Martín Rejtman. Fotografía:Diego Poleri. Producción de Ruda Ciney Ciudad Abierta.

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de continuo crecimiento. “Llegamos a lo-calidades chiquitas, a donde no lleganlos otros diarios. No tenemos ni siquieracamioneta para repartir, así que manda-mos los ejemplares en colectivo y, consuerte, llegan antes el mediodía.” El ma-tutino tiene picos de venta de cinco milejemplares por día. “Queremos aumen-tar un poco las ventas y, sobre todo, losingresos por publicidad, para poder in-corporar asociados a la cooperativa. Em-pezamos peleándole a la línea de indi-gencia y ya llegamos a la línea depobreza: ahora nuestras familias comen”,asegura Salomón.

Como parte de la estrategia de creci-miento, la cooperativa decidió aprove-char los tiempos libres de la rotativa ycomenzó a imprimir afiches y revistaspara terceros, una manera de generarnuevos ingresos. Allí, por ejemplo, seimprime la revista de la Red de Comuni-cación Indígena que se distribuye en lasregiones del noroeste.

En los primeros tiempos, la cooperati-va mantuvo la organización que existíacuando el diario funcionaba bajo elmando de Balbuena. “Ahora tenemosuna mesa de redacción que discute laagenda y en la edición de cada nota in-tervienen el que siguió el tema, el encar-gado de la sección y del cierre. Además,tenemos un reparto igualitario de los in-gresos, desde el presidente de la coope-rativa hasta el ordenanza.”

Una nutrida agenda de reuniones dacuenta del estilo de gestión que eligieron:“Todos los primeros de mes, se reúnenlos coordinadores para analizar cómomarcha operativamente el diario. Los dí-as 5 se junta la Comisión Directiva paraevaluar la situación financiera e institu-cional. Y todos los diez, choripaneada depor medio, hacemos asamblea generalpara debatir sobre esos informes. Es muyimportante que todos estemos informa-dos para poder ir rotando los roles, si nopasaría como en otras instituciones don-de la gente se perpetúa en los cargos y elresto se termina yendo o tomando actitu-des de empleado”.

De las autoridades chaqueñas de en-tonces recibieron ayuda asistencial (bási-camente, bolsas de comida), aunque sólodurante un mes. Tramitaron, entonces, in-dividualmente el subsidio por desempleoy lo cobrado por cada uno lo juntaron pa-ra arreglar la rotativa. Así, lograron estarlistos para imprimir. Obtuvieron en como-dato el edificio, y en abril de 2004, presen-taron un proyecto de expropiación en laLegislatura local. Sólo un mes tardó enaprobarse la norma que determina que to-dos los bienes, excepto el inmueble, pasana manos de los trabajadores.

Trabajábamos con unas computa-doras viejísimas, había que pe-garles para hacerlas andar. Y no

es una metáfora, lo digo literalmente: sino era a los golpes, no andaba el moni-tor. Nuestro servidor no soportaba másde diez máquinas en red, así que paratrabajar todos teníamos que conectarnospor turnos. Pero este año pudimos reno-var la tecnología. Cambiamos el parquede computadoras de las secciones de Re-dacción, de Fotografía y Armado. Mejo-ramos también la impresión, reparamospartes averiadas de la rotativa: pudimosinvertir. Todas las máquinas estaban alborde de sucumbir cuando arrancamos ysólo podíamos imprimir blanco, negro yrojo. Hoy podemos hacerlo a cuatro co-lores.” Según una encuesta realizada porel propio gobierno provincial El diario dela región es la segunda publicación localde mayor venta. Éste año, la cooperativaconsolidó definitivamente esa tendencia

n 2001 la matanza de Margari-ta Belén volvió a ser noticiaen los medios nacionales. Loocurrido en la madrugada del13 de diciembre de 1976 –vein-

tidós detenidos fueron sacados de una cár-cel de Resistencia y fusilados a la altura dela localidad chaqueña de Margarita Belén–reapareció ante la opinión pública cuandoel entonces jefe del Ejército Ricardo Brinzo-ni fue acusado por su participación en loshechos. Sin embargo, la trama de impuni-dad judicial y de complicidad militar y po-lítica venía siendo denunciada desde hacíapor lo menos un año por los redactores deEl diario de la región, pese a la disconformi-dad por parte del dueño de la empresaque se negaba a publicar determinadosnombres. Ése fue uno de los manejos em-presariales errados que llevaron al quiebrede la empresa.

Un año después, la publicación cha-queña fue recuperada por sus trabajado-res agrupados en cooperativa. Y ese tipode investigaciones se convirtió en el selloeditorial del diario. “Dennos la posibili-dad de salir mañana”, pidieron los perio-distas a los síndicos, al oficial de justicia, ala magistrada, a todo el que se les cruzara,en ese octubre de 2002, cuando la juezaquiso hacer efectivo uno de los 15 pedidosde quiebra que arrastraba el segundo dia-rio más antiguo de Chaco. Para entonces,su director y propietario, Bernardo Balbue-na, le debía al personal doce meses desueldos, aportes previsionales, vacacionesy por lo menos cuatro aguinaldos.

De los 70 empleados, quedaron 43 queno tenían ni dinero ni insumos para ga-rantizar la edición, pero contaban con unasólida experiencia profesional y una fé-rrea voluntad de trabajo. “Para lograr queno se cerrara hicimos una vaquita con lopoco que teníamos. Recibimos mucha so-lidaridad de los artistas locales, que orga-nizaron un festival para que recaudára-mos fondos.” Marcos Salomón, jefe deredacción, sintetiza la fórmula que les per-mitió salir adelante con llaneza y claridad:“No había plata ni para la comida. Pero te-níamos mucho huevo”.

Sin patrón y sin censuraEL DIARIO DE LA REGIÓN, EN EL CHACO

Fue recuperado en 2002 por la cooperativa que organizaron sus trabajadores. Hicie-ron una vaquita para ponerlo en marcha y, desde entonces, no paran. Ya venden5.000 ejemplares por día y obtuvieron la expropiación

E

El diario de la región Teléfono: (03722) 450502 / 436242 /450503Dirección: José Hernández y Don Bosco,Resistencia, Chaco.E-mail: [email protected]

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22 JULIO 2007MU

La magia rengaROCK & AUTOGESTIÓN

Esta vez la cita fue en La Plata. Y nuevamente, las dos noches en las que colmaronel Estadio Único no fueron noticia. La omisión no hace más que resaltar qué escon-de este modelo que inspira a una generación de músicos que crece renga.

Si toca La Renga, yo estoyahí, no importa si llueve otruene, yo estoy ahí.” El testi-monio, que bien podría per-tenecer a cualquiera de los

85 mil jóvenes que se movilizaron el 23 yel 24 de junio hasta el Estadio Único deLa Plata, cobra fuerza propia en boca delsonidista Jorge Leggio. ¿Cómo es que untipo de 42 años, ex taxista y padre de doshijos, llega a ponerse la camiseta de losque, en cualquier otro contexto, seríansolamente personas que requieren susservicios de sonidista? Las palabras conlas que el Chizzo cerró el recital del sába-do en La Plata son una buena forma decomenzar a descifrar el interrogante.

Tres horas y treinta y tres temas des-pués de rock para los dientes, el rubio can-tante motoquero, siempre proclive a es-quivar las peroratas en las que caenalgunos de sus colegas, se planta delantede la multitud y recuerda:

-La Renga no somos sólo los que esta-mos arriba del escenario, hay una per-sona en cada rincón de este lugar paraque todo salga bien. Acto seguido, Tanque marca cuatro

compases sentado en una batería lanzami-siles tierra-aire y arremete con Hablandode la libertad, algo así como una Biblia pa-ra encarar la existencia:

“Morir queriendo ser libre, encontrar mi lado salvaje, ponerle alas a mi destino,romper los dientes de este engranaje”.

Esta metáfora estructuralista de la realidadtambién podría servir para desentrañar elfuncionamiento de esta pyme que confor-man unas decenas de amigotes.

La Renga respira horizontalidad, perono en el estricto término de la palabra, yaque sería una necedad negar el mayor pe-so específico que tienen aquellos quecomponen y ejecutan las canciones quecautivan, respecto de aquel que se pasatoda una tarde poniendo el lomo para po-der armar el escenario. Pero, claro está,

“así como una moto depende esencial-mente de su motor, también necesita delcaño de escape. Dicho así, parece una ob-viedad, pero La Renga siempre fue cons-ciente de que se necesita tanto del músicocomo del plomo para materializar un es-pectáculo. Esta concepción que gira entorno al grupo de trabajo provoca que to-dos se sientan protagonistas de una mis-ma película, en la que cada uno escribe lahistoria de La Renga, pero también la pro-pia. Dice Leggio: “La Renga fue una uni-versidad para todos nosotros, porque nosfuimos profesionalizando mientras crecía-mos. Por eso les voy a agradecer de porvida lo que hicieron por mí. Estoy conellos desde que no sabía nada y ellossiempre me dicen que tampoco sabíannada. Crecimos entre todos”.

Quizá Pipo, el iluminador, tampoco sabíanada cuando empezó. Tampoco Fito y Ta-chi debían haber armado muchas esceno-grafías antes de La Renga. Y Gaby seguroque no hizo ninguno de estos nuevos ladri-cursos de management. Ni el Cabezón tie-ne una agencia de prensa. Pero con el re-sultado puesto, es difícil que alguien seanime a criticar este emprendimiento quearrancó sin nadie ciento por ciento profe-sional, aunque lejos del amateurismo yformó un equipo que pudo demostrar, par-tido a partido, que estaba para campeón. Yeso se logra cuando, cada uno en su fun-ción, se siente en la obligación de estar a laaltura de las circunstancias. Por eso, las pa-labras de Leggio dejan la certeza de que vaa volverse amargado a su casa si La Rengano suena bien esta noche.

Es probable que lo mismo sienta cual-quiera de los chicos que trabajan en sugauchita, pero productiva al fin, empresade sonido que les permite operar, al mis-mo tiempo, a Callejeros, Los Gardelitos, ElBordo y La Covacha, una segunda genera-ción de esa aglutinación que la prensa -tan perezosa como especializada- denomi-nó “rock barrial”. De aquí se desprende,también, que los usuarios de esta generali-zación todavía nos deban una mirada crí-

tica sobre la particularidad de cada expo-nente de este universo poético y musical.El promedio de edad de estos peligrososmúsicos, terroristas del buen gusto, rondalos 26. Y como La Renga debe andar porlos 40, se estableció una relación, no pa-ternalista, sino de hermandad. Los múlti-ples lazos estrechados generaron, también,que entre las mismas bandas compartanpersonas en determinadas funciones. Elcaso Leggio es el que está más a mano.

Mover montañas

os alrededores del Estadio Únicoparecen un hormiguero. A medi-da que las hormigas labradoras

se dirigen al núcleo cargando algo parabrindar, son interceptadas por las hormi-gas volanteras. Ahí están, por ejemplo,los chicos de El Bordo difundiendo supróxima fecha en la ciudad de Córdoba.En octubre de 2006 llenaron Obras deboca en boca sin acudir al bombardeopublicitario, otra costumbre heredada deLa Renga, que se cansó de reventar esta-dios con sólo poner un mensaje en supágina de Internet. Para este doblete pla-tense, La Renga pegó afiches callejeros,alejados del circo mediático para atraera la muchedumbre. ¿O acaso alguien selo imagina al Chizzo en Mañanas infor-males cantando La balada del diablo y lamuerte al lado del Payaso Malaonda? Delo que se trata es de que el público vayaen busca del artista y no al revés. Es de-cir, La Renga prefiere hacer dos River conlos que quisieron enterarse, antes quecinco, potenciados a partir de una efecti-va campaña publicitaria. En ese hipotéti-co caso la gente va a estar, de eso noquedan dudas. Pero, ¿cuántos de los queirían sabrían por qué?

Mientras los guantes de lana entorpecensu tarea de hormiga volantera –aunque loprotejan de un frío polar– Ale Kurz, cantantey guitarrista de El Bordo, confiesa lo que to-davía le impresiona de La Renga: “Cómo elmensaje que baja del escenario se transmite

después entre el mismo público”. Y delimitaterritorios: “La comunión que se genera enLa Renga es muy opuesta a la de los festiva-les sponsoreados”. ¿Por ejemplo?

En el Quilmes Rock no te aceptan losvolantes, te miran raro o lo tiran al pisoen tu cara. Acá, hasta lo que vos sabésque no te van a ir a ver nunca porqueno les interesa, se paran y te dan unaspalabras de aliento. Cuando el año pa-sado se largó a llover en Mar del Plata,podría haber habido incidentes. Pero alque va a ver a La Renga no se le ocu-rren esas cosas.

Kurz se refiere al estreno de Truenotierra, elúltimo disco de La Renga, el 16 de diciembrepasado, en el Estadio Mundialista de Mar delPlata. Un fin de semana soñado de playa, soly roncanrol se truncó cuando un alerta me-teorológico mañanero se transformó, a la tar-decita, en una tormenta eléctrica que, rayosy centellas mediante, arruinó cajas de soni-do, empapó el escenario y amenazó con sus-pender la velada. La situación se complicóaun más cuando la falta de electricidad nopermitía informar lo que estaba pasando. Apriori, se podría haber aventurado que, des-pués de semejante gasto en pasajes, entraday estadía, una eventual frustración haríaenojar a los pibes. Error. Sacaron el cobertordel campo de juego para construir entre to-dos un enorme techo provisorio. Y ahí no-más, cayeron uno tras otro los cánticos, terri-blemente amenazantes para los que ven enesto una futbolización del asunto. Los hits dela previa fueron “olelé, olalá, la lona es delos pibes, la lona no se va” y “el que no gritala lona para qué carajo vino”. El barro hastalas rodillas, el frío y el hambre no existencuando se trata de La Renga, que tuvo quesalir a tocar en condiciones precarias, desdeel punto de vista de un espectáculo diezma-do: sin pantallas, con menos escenografía,pero con mucho, pero mucho aguante. Eso síque fue rock barreal. Y ahí es cuando el rockmás tiene que ver con el fútbol: al partido si-guiente, hay revancha.

Estrellas vs. personas

ientras la luna se asoma en La Pla-ta, el frío insiste y se abre la tempo-rada de gorritos de lana. Ale Kurz,

su hermano Diego –también guitarrista deEl Bordo– y el batero Migue y su rockerhermano menor que toca la viola, esperanimpacientes la llegada del Gordo, bajista, elmuchacho. El que sí aparece es Facu, partedel staff permanente, y con malas noticias:el Gordo se quedó varado en el kilómetro15 con Nenke, uno de los encargados delpuesto de remeras durante los shows. Allíresuelven quedarse a esperarlos porqueamigos son los amigos. Y más amigos sonsi comparten, como en este caso, una ban-da de rock. Este tipo de situaciones (al-

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23JULIO 2007 MU

Ese gesto de generosidad, también es unconsejo mudo: siempre mantener el espí-ritu under, aun en la cima del huracán.

ías después, en una Ciudad de Bue-nos Aires que acababa de decidirsepor Macri, Salva Tiranti, cantante

de La Covacha, recuerda qué fue lo prime-ro que le llamó la atención en los primerosshows de La Renga en el Galpón del Sur:“En ese momento no había una expresiónrockera que no fueran los Ratones Paranoi-cos. Y La Renga tenía una estética que sevinculaba con lo que nosotros queríamoshacer”. Con las mismas intenciones de hoy,montaban todo desde cero cuando termi-naban las obras de teatro programadas porel actor Lito Cruz. Y así como a Salva lo ins-piraron esas funciones en las que la clari-dad de la mañana se colaba en el mítico re-ducto de Humberto I y Entre Ríos, ¿cuántosde los espectadores que calentaron las dosheladas noches de La Plata serán parte delrecambio generacional rockero del maña-na? La pregunta que surge, entonces, en es-te nuevo suelo porteño es inquietante: ¿quécondiciones piensa ofrecerles la Ciudad pa-ra que puedan expresarse, afirmarse, en-contrar y encontrarse con su público?

“La Renga es un halo de esperanza”,tranquiliza Salva, bajando el grado de dra-matismo. La Renga demostró que se pue-de, que un grupo de amigos puede cum-plir las metas que se proponga y serexitoso, siempre y cuando se entienda lapalabra éxito como la posibilidad de po-der vivir de lo que a uno le gusta sin pisaral de al lado. Que el compañerismo, la no-bleza y la libertad son valores que todavíavale la pena construir con acciones.

Es curioso o no -según el grado de es-cepticismo de cada uno- que el gruesode los medios nacionales haya vuelto aignorar un hito más en la carrera de labanda más popular del rock argentino.Sobre todo ahora que ese rock argentinopasa por el momento más institucionali-zado de su historia. !Si hasta Telenochetiene su espacio dedicado al rock nacio-nal, junto al pronóstico meteorológico ya las noticias deportivas! ¿Qué pasa?¿Acaso La Renga no es un modelo a di-fundir? ¿Qué puede pensar un chico queabre el diario y se encuentra con que surealidad no existe? Basta con desplegarel suplemento Espectáculos de Claríndel lunes 25 para volverse a preguntar:¿qué es noticia? ¿85 mil personas que sa-cudieron a La Plata o las imágenes de lafiesta retro que organizó Araceli Gonzá-lez para su cumpleaños número 40? Serácuestión de hacerle caso a lo que dice elChizzo en A la carga mi rocanrol. Aunquemuchos quieran “desterrar la canción dela vida”, van a “estar perdiendo el tiem-po” porque el canto de La Renga “ya tie-ne otras bocas”.

Y eso, nadie lo puede callar.

guien que trajo a su hermano menor, unoque se quedó en la ruta) se repiten con po-cas coordenadas de diferencia. Mientrastanto, Ale sigue con el juego de las diferen-cias. “Cuando fuimos al Quilmes Rock aver a Los Piojos e Intoxicados, antes tocóOjos de Brujo, una banda que nada teníaque ver con ellos. Pero lo impresionante esque toda esa gente, con mayor poder ad-quisitivo, los chiflaba y les tiraba cosas. Enun recital de La Renga te puedo asegurarque nunca, pero nunca, se va a chiflar auna banda soporte. No importa el estiloque haga. A lo sumo querrán que toque LaRenga, pero faltarle el respeto, nunca.”

Un par de horas más tarde, pocos mi-nutos antes de que se apaguen todos losreflectores del estadio para dar comien-zo al recital, Ale llega a la conclusión deque ese espíritu fraternal, que genera unrespeto por el otro, responde a que sobreel escenario no hay ningún tipo de histe-ria porque “no hay estrellas, sino perso-nas que hacen música”. El Chizzo nuncabuscaría algún tipo de escándalo redi-tuable, así como el Tete no es de los ti-pos que saltaría de un noveno piso auna pileta mientras ensaya uno de sustrompos marca registrada. La enumera-ción amenaza con tornarse interminablehasta que aparece Eli Suárez, cantante yguitarrista de Los Gardelitos, que hacepoco menos de dos meses tocó ante 12mil personas en la cancha auxiliar de Fe-rrocarril Oeste. Eli pasa, saluda, prometevolver y su morocha porra se pierde en-tre la multitud. Hoy le toca, igual que alos chicos de El Bordo, ser público. Igualque aquel 4 de diciembre de 2004, cuan-do La Renga volvió a tocar en la canchade Huracán con un condimento extra:esa vez se dispuso el escenario en el cen-tro del campo, con miles de renguerosrodeándolos.

Acciones vs. palabras

l grado de igualdad con que serelaciona la banda con sus com-pañeros de trabajo está íntima-

mente ligado a la consecuencia directaque tiene la puesta en escena de El ojodel huracán: todos ven igual de bien, noimporta la ubicación. El enorme fogónhumano que se arma recuerda a esa Pe-dagogía del oprimido (1970), del teórico yeducador brasileño Paulo Freire. Freiredesarmó el sistema tradicional educati-vo y propuso, entre muchas otras cosas,dejar de sentarse en jerárquica fila, mi-rando hacia el frente, para formar unaronda. Así el lugar del maestro es el deun eslabón más en el proceso de apren-dizaje. La epopeya pedagógica de LaRenga quedó registrada en El ojo del hu-racán, el dvd más vendido de la historiadel rock argentino: 30 mil copias en tres

meses. La soberbia realización, con unaedición que apabulla, corrió por cuentadel Cholo Stokelj y Martín López, doschicos que entrevistaron a la banda en1994 para un trabajo práctico de la es-cuela de periodismo tea. Con el tiempo,aquellos dos aprendices de periodistasse hicieron un lugar en el corazón de lafamilia renga.

Ahora el Ojo regresó a La Plata, y ha-cia cualquier lugar donde mire se ve gen-te que se pregunta cómo piensa hacer labanda para subir al escenario sin la pasa-rela que estaba en Huracán. Bueno: asícomo demostraron tomarse con muchamesura y tranquilidad el traje de ídolosque les calzaron, no se andan con verdu-ritas cuando hay que poner la carne alasador. Por eso, una intimidante estructu-ra metálica parada sobre una de las pla-teas recibe dos explosiones lanzadas des-de lo más alto del estadio para que,lentamente, esa torre comience a endere-zarse hasta formar un puente por el quela banda ingresa al Ojo de un estadio enel que se gastaron 100 millones de dóla-res, cuando se habían presupuestado 20.Vaya paradoja: el colmo de la honestidaddentro del colmo de la corrupción.

El regreso a casa se retrasa más de lacuenta porque a las 2 de la mañana toda-vía hay largas filas de autos intentandoempalmar el acceso a la Autopista 25 deMayo para volver a la Capital. El panora-ma es más desolador cerca del estadio,donde tuvo lugar el epicentro del hura-cán, que confirmó su potencia cuando re-pite la ceremonia al día siguiente. En undomingo de ballotage porteño, La Rengavuelve a convocar multitudes sin despei-narse, lo que a esta altura es la envidia decualquier político. Los dos candidatos fi-nalistas deberían aprender bien la lec-ción: la credibilidad se construye desdelas acciones, no desde las palabras. Unejemplo: la reacción de La Renga anteCromañón. Mientras músicos, managers,productores y periodistas, entre otros ex-pertos, se dedicaron a repartir culpas enun momento delicado, La Renga se pro-nunció sin palabras. El 9 y 10 de julio de2005 invitaron a seis bandas por noche.La Renga no se queja de que “ahora nohay lugares para tocar”: comparte el suyo.

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www.larenga.com es todo lo que nece-sita la banda para encontrarse con supúblico. El sitio está ahora reducido alos anuncios de recitales y aunque unlink lo une al viejo, como tiene proble-mas de spam, están diseñando la nue-va versión más completa.

Julián Massaldi

Traducciones Interpretación simultánea inglés-español / español-inglés (Naomi Klein / Noam Chomsky / David Harvey / Michael Albert)[email protected]

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Page 24: Mu 06: Qué ves cuando la ves

El porqué de la crisis:Para la Auditoría General de la Nación“las licenciatarias no cumplieron estricta-mente con el cronograma de inversionesobligatorias comprometidas en el contra-to de concesión”.

Las empresas de transporte y distribuciónde gas, en sus primeros años de actividad(1993-2001) repartieron en concepto dedividendos 3.100 millones de dólares,poco más del 80% de lo abonado en elproceso de privatización.

Las petroleras que operan localmentesumaron, desde la pesificación, ingresosadicionales superiores a los 1.000 millo-nes de dólares anuales.

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por Carolina Golder

¿Dónde está Julio López?

CARTOGRAFÍAS

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Ciancaglini,Diego Rosemberg, Laura Vales, Sonia Sán-chez, Pablo Mileo, Carlos Melone, GonzaloBeladrich.Diseño: Lucas D’Amore y Nomi Galanternikpara mássustanciaCorrección: Graciela DaleoWebmaster: Diego GassiAtención online: María del Carmen VarelaFotografía: Sub, cooperativa de fotográfosImpresión: Cooperativa de Trabajo GráficaPatricios. Av. de Patricios 1941. Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, Capital.Tel/Fax: (011) 4342-4031/32. Distribución en Interior: DISA (DistribuidoraInterplazas SA). Pte. Luis S. Peña 1832/6(1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160

MU es una publicación de la Cooperativa de Trabajo Lavaca Ltda. Camargo 694 3º B, (1414) Ciudad Autónomade Buenos Aires, Argentina. Editor responsable: Claudia Adelina Acuñ[email protected] / www.lavaca.org

l guardia abre la puerta congesto adusto, pregunta con lamenor cantidad de palabrasposibles si mi intención esmirar la muestra y me indica

que debo dejar el portafolios en la recep-ción. Lleva gorra, handy y cartuchera en lacintura –en la que imagino que no guardalápices– y me acompaña hasta el umbralde la sala. Por un momento dudo si todo–la custodia, el tremendo vacío de esepomposo edificio– forma parte de lo queel artista ideó para su intervención porte-ña. No es que sea tonta –que lo soy– ni ig-norante –que también– pero llegué hastaaquí para resolver una inquietud que medesacomodaba la idea previa que teníaacerca del catalán Antoni Muntadas.

Muntadas –según leí y entendí– es unartista de los sentidos, en la acepción másmoderna del término. Trabaja sobre las re-presentaciones, es decir, con los códigosdel paisaje contemporáneo, que él definecomo irremediablemente mediático. Noson las cosas, sino sus íconos lo que le inte-resan. Sus obras reflexionan sobre la ideo-logía de la imagen, sobre los mecanismosde poder invisibles que la sustentan, sobresu control político, pero también sobre lamanera en la cual el desarrollo de las tele-comunicaciones ha transformado la per-cepción del espacio y del tiempo. Para de-cirlo a partir de sus propias preguntas:¿qué es lo que miramos?, ¿cómo estáconstruida esa imagen?, ¿quién la constru-

E

ye?, ¿cómo la aguantás?Muntadas está, entonces, en Buenos

Aires, pero de una forma muy-muntadas.Es decir, partido en cuatro. Una pata desu exhibición está en el Centro CulturalRecoleta, donde se concentran sus pro-yectos globales con escala argentina. Unode ellos es Media Sities, cuya traducción–con perdón de Muntadas que, justamen-te, se dedica especialmente a las deriva-ciones que tiene esto de trasladar cultu-ras con un simple cambio de términos–es algo así como “sitios que han sidomarcados por la historia y comunicanmemoria”. Ahí están, entonces, las fotosque juegan a ese ayer y hoy para rescatarolvidos: el asesinato de Rucci, el regresode Perón, Cromañón.

La segunda pata está en el CentroCultural de España y sus piezas más inte-resantes son los videos que arman y de-sarman discursos mediáticos y su The Fi-le Room, propuesta que creó en 1994desde un sitio web, para recopilar los ca-sos de censura a lo largo de la historia dela humanidad. Muntadas impulsó esta“performance” en Internet a partir de queél mismo había sido censurado por la te-levisión española.

La tercera pata sacudió al centro porte-ño con la pegatina de carteles que anuncia-ban el eslogan de toda su propuesta: “Aten-ción: la percepción requiere participación”.Atención, entonces, porque estamos en lacuarta escala: la sede de la Fundación Tele-fónica, la corporación ícono del negocio dela comunicación en Argentina.

Mi inquietud, entonces, es la siguien-te: ¿quién querrá ver este tipo de arte en

un lugar como éste? La respuesta es tran-quilizante: nadie. Tuve el privilegio de serla única visitante que durante larga mediahora disfrutó de lo que –quiero creer– esuna ironía. Muntadas eligió exhibir allí suobra The board room, creada en 1987. Lainstalación consiste en un cuarto de pare-des negras, una mesa, 13 sillas y 13 retra-tos. Se trata, según indica el texto del pro-grama, de una recreación del “lugar desdeel cual se toman decisiones y se ejerce elpoder”. Es decir, la típica sala de reunióndonde uno imagina sentada a la junta di-rectiva de una corporación como Telefó-nica. “La galería de retratos está compues-ta por fotografías de diferentes líderesreligiosos y apóstoles mediáticos”, dice elprograma. Creo reconocer a George Bushy a Henry Kissinger, así que tomo la frasecomo una nueva ironía. Cada retrato tie-ne insertado en la boca un pequeño tele-visor que emite arengas telepredicadoras.La mezcla de todas esas voces en una,abruma. Su letanía me impregna, comoun mal olor.

Ya a salvo, en la esquina de mi casa,me espera una sorpresa. Hay humo y sue-nan ruidosas bocinas. Una chica sonrienteme entrega un volante que explica las ra-zones del piquete: “Los trabajadores tele-fónicos estamos reclamando una recom-posición salarial del 25% porque es justo yporque la empresa puede pagarlo”. En loscarteles que llevan los manifestantes pue-de leerse una apelación a la participaciónaún más directa que la de Muntadas:

“Si te cagó Telefónica, tocá bocina”. Percibo que eso explica los eufóricos

bocinazos.

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en MU.

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