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    Cuadernos Interculturales. Ao 11, N 20. Primer Semestre 2013, pp. 45-76 45

    Multiculturalismo e interculturalismo:

    una lectura comparada*Multiculturalism and Interculturalism: a comparative reading

    Edwin Cruz Rodrguez**

    Resumen

    Este artculo realiza una lectura comparada de dos enfoques para gestionar la diver-

    sidad cultural en Estados plurinacionales y pluriculturales: el multiculturalismo y el

    interculturalismo. Plantea que el interculturalismo tiene mayor alcance analtico y

    normativo: da cuenta de un rango ms amplio de fenmenos de diversidad, intenta

    ir ms all de la tolerancia y la coexistencia entre culturas para alcanzar el respetoy la convivencia, y defiende una igualdad y justicia sustanciales ms que formales

    entre ellas. No obstante, ambos enfoques tienen lmites para pensar las relaciones

    entre culturas. A fin de salvaguardar los derechos individuales y los valores liberales,

    el multiculturalismo establece a priori una desigualdad entre culturas. Para asegu-

    rar la equidad entre culturas, el interculturalismo acepta distintas concepciones de

    vida buena, pero no define los lmites de la tolerancia, ni criterios para proteger los

    derechos individuales, sino apuesta por una definicin consensual de tales criterios.

    Este debate permite repensar la ciudadana diferenciada, los arreglos institucionales

    y las polticas pblicas orientadas a la gestin de la diversidad.

    Palabras clave: multiculturalismo, interculturalidad, diversidad cultural

    * Recibido: diciembre 2012. Aceptado: mayo 2013.

    Este trabajo es un producto del proyecto de investigacin Multiculturalismo o intercultura-

    lidad: los desafos de la diversidad que el autor desarroll como parte del examen de cali-

    ficacin en el marco del Doctorado en Estudios Polticos y Relaciones Internacionales de la

    Universidad Nacional de Colombia, bajo la orientacin del profesor Leopoldo Mnera Ruiz.

    Agradezco los atinados comentarios de los (as) evaluadores (as) annimos (as) de la revista

    ** Candidato a Doctor en Estudios Polticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacio-

    nal de Colombia, Colombia. Correo electrnico: [email protected]

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    Abstract

    This paper makes a comparative reading of two approaches to managing

    cultural diversity in multicultural and multinational States: multiculturalism

    and interculturalism.Argues that interculturalism has broader analytical and

    normative scope because realizes a wider range of diversity phenomena, at-

    tempts to go beyond tolerance and coexistence between cultures to achieve

    respect and conviviality, and defends a substantial equality and justice more

    than formal between them.Nevertheless, both approaches have limits to think

    the relations among cultures.Multiculturalism establishesa priori inequality

    between cultures to protect liberal values and individual rights. Intercultura-lism accepts different conceptions of Good life, but does not define tolerance

    limits or criteria to protect individual rights.Instead, advocates aconsensualde-

    finitionofsuchcriteria.This debate allows to rethink the differentiated citizen-

    ship, the institutional arrangements and the public policies orientated to the

    management of diversity.

    Key words: multiculturalism, interculturality, cultural diversity

    1) Introduccin

    Uno empieza por ceder en las palabrasy termina por ceder en las ideas.

    (Sigmund Freud)

    La diversidad cultural expresada en multiplicidad de fenmenos, desde flujos

    migratorios e intercambios promovidos por la globalizacin hasta nacionalis-mos fundamentalistas y movimientos tnicos de distinto tipo, ha desafiado elmodelo de modernidad basado en la correspondencia entre un Estado y unacultura nacional. Hoy se acepta que la mayora de los Estados son plurina-cionales, albergan ms de una cultura nacional, y pluriculturales, enfrentandistintas expresiones de diversidad. Por ende, se requieren arreglos polticosque posibiliten el entendimiento mutuo.

    Una alternativa es el multiculturalismo neoliberal. El trmino empez ausarse en los 70s en el contexto de las polticas de los Estados canadiense y

    estadounidense, en este ltimo caso como respuesta frente a los movimientossociales que pusieron de presente el fracaso del modelo integrador basado enel melting-pot(Tubino, 2003: 1). En los 90s W. Kymlicka (1996, 2002, 2012)desarroll el trabajo ms sistemtico que, inspirado en modernas democra-cias occidentales, trat de conciliar la ciudadana individual con los derechos

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    de grupo. Pero, en Amrica Latina el multiculturalismo se articul al modeloeconmico neoliberal, por lo que sus crticos desarrollaron otra perspectiva:

    la interculturalidad. Esta categora tuvo origen en las polticas de educacin in-dgena en los 80s y ms tarde fue reivindicada por los movimientos indgenas.

    Multiculturalismo e interculturalidad son conceptos polismicos1. Co-mnmente ambos se usan, en un sentido descriptivo, para denotar la diver-sidad cultural en un espacio determinado (Walsh, 2008: 140; Ainson, 2007:40-41; Tubino, 2004: 155; Requejo, 1996: 94). Sin embargo, no existe un de-sarrollo sistemtico que permita identificar sus ventajas en trminos norma-tivos, analticos y prcticos. A este respecto existen tres posiciones. Primero,la afirmacin de la interculturalidad como una perspectiva intrnsecamenteprogresista frente al carcter funcional del multiculturalismo (Viaa, 2010:

    1 Ambos conceptos se caracterizan por su polivocidad. Fornet-Betancourt (2002: 1) sugiere

    que la pregunta por la interculturalidad no tiene ni puede tener una respuesta universal. Hay

    culturas que, a diferencia de la occidental, no dan prioridad al momento de la definicin de

    los conceptos. Por consiguiente, plantear una definicin con pretensiones de universalidad

    puede conllevar cierta violencia, pues la comprensin de lo intercultural hara parte de un

    proyecto terico ms amplio que slo podra ser monocultural. Algunos autores, como Tapia

    (2010: 64-65), distinguen varias formas de interculturalidad de acuerdo a su tendencia ideo-

    lgica (colonial, de resistencia, neocolonial o neoliberal) y asumen que la interculturalidad

    es un concepto progresista, mientras las formas de interculturalidad no progresistas seran

    sinnimos de multiculturalismo. En el mismo sentido, Tubino (2004: 157-158; 2008: 175;

    2011: 10-12) ha sugerido la distincin entre una interculturalidad funcional, equivalente a

    multiculturalismo, que reconoce la diversidad cultural desde arriba a fin de hacerla funcional

    al sistema poltico y econmico vigente, y una interculturalidad crtica, construida desde aba-

    jo y que implica no slo el reconocimiento de la diferencia sino una forma de convivencia que

    empieza por atacar las causas de la desigualdad entre culturas. El multiculturalismo tambin

    se caracteriza por la multiplicidad de sus significados (Sartori, 2001: 126). De acuerdo con

    Colom (1999: 37), literalmente, el trmino parece tener tantos significados como bocas lo

    pronuncian. Hall (2010: 582-618) distingue entre multiculturalidad, un trmino descriptivode la diversidad cultural, y multiculturalismo, como las actitudes y acciones que se toman por

    diversos actores para gestionar esa diversidad. Ello implica que existen varios multicultu-

    ralismos. Desde un multiculturalismo asimilacionista hasta un multiculturalismo liberal

    basado en la tolerancia y, en consecuencia, algunas veces lo que se designa como multicul-

    turalismo asume contenidos de aquello que se ha nombrado como interculturalismo. Por

    ejemplo, algunas concepciones de interculturalismo reivindican la necesidad del reconoci-

    miento en trminos de Charles Taylor (2001) aunque este autor con frecuencia se sita entre

    los multiculturalistas. A todo ello habra que adicionar los diferentes usos que el trmino

    adopta en distintas tradiciones de pensamiento y en los diversos contextos geogrficos. Por

    ejemplo, Levey (2012: 217), llama la atencin sobre los usos distintos que tiene en Europacontinental y en la tradicin anglosajona, de acuerdo a los problemas particulares de cada

    contexto. Quizs por esas razones, Werbner (2012: 198), sostiene que el multiculturalismo

    es ante todo un discurso poltico que puede ser articulado desde abajo o desde arriba en

    funcin de las disputas que se estructuran sobre los problemas que el campo comprende

    (identidad, diversidad, derechos diferenciados, entre otros).

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    10-11). Segundo, la subestimacin del problema por considerar que se tratade una diferencia retrica, pues las oposiciones entre ambos conceptos son

    simplistas y caricaturizantes (Restrepo, 2012: 205), o de una cuestin deusos, porque ha dejado de ser polticamente correcto el posar de multicul-turalista: ello puede implicar defender los valores de la cultura poltica do-minante (Borrero, 2009: 67). En este sentido, Kymlicka (2012: 211) consi-dera que la oposicin tradicional entre un buen interculturalismo y un malmulticulturalismo obedece a una moda, a aproximaciones retricas ms queanalticas, dado que no se basa en un anlisis conceptual cuidadoso de losprincipios o supuestos de los dos enfoques, sino que apoya en una cruda tergi-versacin, incluso caricatura, de las teoras y enfoques multiculturales. Tam-poco est basada en una comparacin emprica sistemtica de los resultadosde las actuales polticas asociadas a los dos enfoques. Finalmente, existe unaposicin que defiende la vigencia del multiculturalismo. Por ejemplo, Meery Modood (2012: 175), sostienen que el interculturalismo no puede ofreceruna alternativa al multiculturalismo, por lo que en el mejor de los casos seraun complemento2.

    Este ensayo pretende contribuir al desarrollo terico de la intercultu-ralidad en un momento en que su potencial crtico y emancipatorio es cues-

    tionado por su institucionalizacin en el discurso y la praxis estatal (Tubino,2005a: 85; Boccara, 2012: 13)3. Se argumenta que el interculturalismo tienemayor alcance analtico y normativo: da cuenta de un rango ms amplio de

    2 Meer y Modood (2012: 177), argumentan que no es cierto que el interculturalismo est ms

    orientado hacia el dilogo y la interaccin entre culturas que el multiculturalismo; tampoco

    es acertado decir que el interculturalismo es menos grupista y ms orientado a la produc-

    cin de sntesis que el multiculturalismo, que el primero tenga un compromiso ms fuerte

    con la totalidad, la cohesin social y la ciudadana nacional o, finalmente, que el multicultu-

    ralismo sea iliberal y relativista mientras el interculturalismo conduce a la crtica de prc-ticas culturales no liberales. Los autores se inclinan por pensar que estas diferencias no se

    sostienen pero, adems, que existe una aproximacin ms sistemtica del multiculturalismo

    a estos problemas. Lamentablemente, tanto la aproximacin de Kymlicka (2012) como la de

    Meer y Modood adolecen de un total desconocimiento del debate latinoamericano en torno a

    los dos conceptos, hasta el punto que Wieviorka (2012: 225) diagnostica esta situacin como

    un anglocentrismo que desconoce significados de multiculturalismo interculturalismo dis-

    tintos a los que se han usado en la discusin anglosajona.

    3 La extensa literatura desde ambas perspectivas comprende diversos campos: filosofa, an-

    tropologa, pedagoga, etc. Este trabajo se concentra en la perspectiva poltica y en debate

    latinoamericano, donde ambos conceptos han tenido significados distintos a los de otroscontextos. Para el multiculturalismo se discuten los aportes de Kymlicka, entendiendo que

    su enfoque no agota el multiculturalismo, pero ha tenido mayor influjo en las discusiones

    latinoamericanas. La perspectiva intercultural se reconstruye con base en los trabajos de

    Fidel Tubino y Catherine Walsh principalmente. Los trminos interculturalismo e intercultu-

    ralidad se usan indistintamente.

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    fenmenos de diversidad, intenta ir ms all de la tolerancia y la coexisten-cia entre culturas para alcanzar el respeto y la convivencia, y defiende una

    igualdad y justicia sustanciales ms que formales entre ellas. No obstante,ambos enfoques tienen lmites para pensar las relaciones entre culturas. A finde salvaguardar los derechos individuales y los valores liberales, el multicul-turalismo establece a prioriuna desigualdad entre culturas. Para asegurar laequidad entre culturas, el interculturalismo acepta distintas concepciones devida buena, pero no define los lmites de la tolerancia, ni criterios para pro-teger los derechos individuales, sino apuesta por una definicin consensualde tales criterios. Este debate posibilita repensar los arreglos institucionalesy las polticas pblicas empleadas para la gestin de la diversidad.

    2) Alcances analticos: lgica mayoras/minoras versuslgicadominacin/subalternidad

    El interculturalismo tiene mayor alcance analtico que el multiculturalismoporque parte de la distincin entre culturas dominantes y subalternas, en vezde minoritarias y mayoritarias, y de una concepcin relacional de la identi-

    dad, lo que le permite comprender casos de diversidad cultural en contextosdistintos a las democracias liberales desarrolladas.

    Ambos enfoques suponen que existen relaciones de dominacin entreculturas. Pero el multiculturalismo se inspira en la diversidad de las democra-cias occidentales, donde tales relaciones estn definidas por el carcter mi-noritario o mayoritario de las culturas, lo que puede impedirle comprenderfenmenos de diversidad en otros contextos. En cambio, la interculturalidadpiensa la diversidad en Amrica Latina, donde el problema obedece ms auna lgica de culturas dominantes/subalternas, no necesariamente referida ala de mayoras/minoras, lo que le permite mayor generalizacin. Esa diferen-cia tambin se explica por concepciones dismiles de la identidad colectiva. Elmulticulturalismo considera que las culturas pueden definirse por s mismassegn sus caractersticas objetivas, al margen de su relacin con otras, mien-tras la interculturalidad sostiene una concepcin relacional de la identidad

    cultural.Para el multiculturalismo el problema son los enfrentamientos, en torno

    a derechos lingsticos, autonoma regional, representacin poltica o smbo-

    los nacionales, entre culturas o naciones minoritarias y mayoritarias (Kymlic-ka, 1996: 13). En las democracias liberales esas cuestiones se han dejado adecisin de las mayoras. Como consecuencia, las minoras han sido vulnera-bles a injusticias (Kymlicka, 1996: 18). En este caso la relacin de dominacinentre culturas est determinada por su carcter mayoritario o minoritario.

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    Kymlicka (1996: 25-26) distingue dos modelos de diversidad: el de mi-noras nacionales donde la diversidad es producto de la incorporacin en

    el Estado de culturas que previamente tuvieron autogobierno, poseen un te-rritorio y demandan autonoma para conservar su cultura; y el de grupostnicos producto de la inmigracin individual o familiar, que reivindican elreconocimiento de su identidad y la integracin a la sociedad mayoritaria. Adiferencia de las minoras nacionales, que pretenden instaurar una sociedadparalela, los grupos tnicos demandan un trato especial para integrarse enigualdad de condiciones (Kymlicka, 1996: 31).

    Esta tipologa es til para el anlisis all donde las relaciones de domina-cin entre culturas se estructuran segn la lgica mayoras/minoras. Pero se

    ve desbordada en contextos como Amrica Latina4.Primero, en algunos pases latinoamericanos los pueblos indgenas po-

    dran concebirse como naciones minoritarias, puesto que tienen un territo-rio ancestral, formas de gobierno e idiomas propios. Sin embargo, existe unsector de mestizos que no encaja en la tipologa, puesto que se encuentranterritorialmente diseminados y en una situacin de ambigedad. Algunosadscriben su identidad a su raz blanca, india o afro, real o imaginada, mien-tras otros desean construir una identidad particular como la mayora de la

    nacin (Ramn, 2009: 139).Segundo, existen poblaciones que se autoconciben como naciones pesea no poseer territorio o lengua propia, caractersticas de las minoras nacio-nales segn Kymlicka. La nacionalidad kichwa, en Ecuador, no tiene un terri-torio y sus asentamientos se confunden con los de los mestizos en la Sierra. Elpueblo moxeo de Beni, en Bolivia, aunque no tiene lengua propia, reivindicasu identidad como pueblo y el derecho a un territorio. En muchos pases losafrodescendientes, aunque no tengan territorio ni lenguas propias, se conci-ben como pueblos o culturas diferenciadas.

    Tercero, los trminos pueblo y minoras tienen un significado dis-tinto en el contexto latinoamericano (Snchez, 2010: 272). El de puebloest vinculado a la autodeterminacin, reconocida por el derecho inter-nacional (en la Declaracin de la ONU sobre derechos de los pueblos in-dgenas), mientras el de minora se asocia a derechos de menor alcance.Por eso, la mayora de las organizaciones indgenas prefiere que se lesdenomine pueblos.

    4 Segn Meer y Modood (2012: 181), la tipologa de Kymlicka tampoco aplica en Europa. Pri-mero, porque en este contexto no existen tanto grupos tnicos como una polietnicidad, que

    se expresa en parte en las distintas procedencias de los inmigrantes (idiomas, cultos, comida,

    vestuario). Segundo, porque los regmenes de ciudadana en estos pases incluyen relaciones

    con sujetos coloniales, como los reconocidos por Gran Bretaa a sus colonias en 1948, sus-

    tancialmente distintos a la ciudadana teorizada por el filsofo canadiense.

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    Finalmente, existen pases donde las relaciones de dominacin entreculturas no coinciden con su carcter mayoritario o minoritario. En Bolivia

    y Guatemala las culturas indgenas comprenden la mayora de la poblacin,pero han sido subalternizadas por la cultura mestiza que, pese a ser minorita-ria, ha sido construida desde el Estado como la cultura nacional.

    Los lmites que el multiculturalismo presenta para dar cuenta de estosfenmenos se explican porque asume que las culturas mayoritarias siempreson dominantes, cuando no en todos los contextos es as. En cambio, el en-foque intercultural, ms que en la distincin entre mayoras y minoras, sefunda en la diferencia entre culturas dominantes y subalternas. El contextolatinoamericano se caracteriza por relaciones desiguales entre culturas he-redadas de la dominacin colonial -que no siempre coinciden con la lgicamayoras/minoras- o colonialidad: un patrn de poder, basado en la ideade raza como instrumento de jerarquizacin social (Walsh, 2009: 28)5. As,existen estados monoculturales que no representan sus sociedades pluricul-turales. En los estratos sociales altos y los lugares de poder se ubican las litesblancas o mestizas, mientras en los bajos se encuentran las antiguas castas,indios y afrodescendientes. Donde la cultura mestiza es mayoritaria, comoEcuador o Colombia, la colonialidad puede coincidir con la lgica minoras/

    mayoras. Pero donde el mestizaje es menos marcado, como Bolivia o Guate-mala, se trata de la dominacin de una cultura minoritaria. En todos los casos,la colonialidad impide la relacin equitativa y el dilogo entre culturas.

    Adems, la incapacidad del modelo de Kymlicka para dar cuenta de esosfenmenos tambin se explica porque supone que la identidad colectiva -na-cin, pueblo, cultura- puede definirse por s misma de acuerdo a caractersti-cas objetivas, opacando su carcter relacional. Kymlicka (1996: 41) rechazalas definiciones de nacin por raza o ascendencia comn. Su definicin se

    refiere a caractersticas objetivas: lengua, cultura, territorio. Nacin es una

    comunidad histrica, ms o menos completa institucionalmente, que ocupaun territorio o una tierra natal determinada y que comparte una lengua y unacultura diferenciadas (Kymlicka, 1996: 26)6. No obstante, como muestran loscasos mencionados, los elementos objetivos no son necesarios ni suficientespara formar identidades colectivas. Existen naciones o pueblos sin territorio

    5 La categora de colonialidad del poder se distingue de la de colonialismo porque no hace

    referencia al dominio de un Estado sobre territorios ultramarinos, sino a un complejo dis-

    positivo de poder heredado de la Colonia y sustentado en la estratificacin de la poblacin

    segn criterios como el de raza (Quijano, 2000: 342-386). Ver Restrepo y Rojas (2010: 91-

    114) para una presentacin didctica del concepto.

    6 En ese sentido es sinnimo de cultura y de pueblo (Kymlicka, 1996: 36).

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    En fin, para ambos enfoques existen relaciones de poder y dominacinentre culturas, pero el multiculturalismo enfatiza que tales relaciones estn

    determinadas por el carcter mayoritario o minoritario de las culturas. En unrgimen democrtico, las culturas mayoritarias siempre tendrn ms poderque las minoritarias. Tal distincin se sustenta en una concepcin de la iden-tidad colectiva que la define por criterios objetivos y no por relaciones, y tienedificultades para dar cuenta de las relaciones entre culturas en contextos dis-tintos a las democracias occidentales. El interculturalismo ubica la cuestinen las relaciones de dominacin entre culturas con base en una concepcinrelacional de la identidad, lo que le da un mayor alcance analtico para com-prender fenmenos de diversidad cultural en contextos ms amplios.

    3) Horizontes normativos

    Los ideales de la interculturalidad son ms amplios que los del multiculturalismo,porque trata de ir ms all de la coexistencia, la tolerancia y la igualdad formal,para conseguir la convivencia, el respeto y la igualdad sustancial entre culturas.

    3.1. Ms all de la tolerancia y la coexistencia: respeto y convivencia

    El multiculturalismo pretende conciliar los valores de la filosofa liberal -to-lerancia, libertad individual- con los derechos de grupo, necesarios para ga-rantizar igualdad y justicia entre culturas. Se propone acomodar las diferen-cias nacionales y tnicas de una manera estable y moralmente defendible(Kymlicka, 1996: 46). Para ello recurre a tres tipos de derechos:

    Primero, los derechos de autogobierno, se refieren a autonoma poltica

    o jurisdiccin territorial que hagan posible la autodeterminacin de lasminoras nacionales dentro del Estado (Kymlicka, 1996: 47).

    Segundo, los derechos especiales de representacin poltica (Kymlicka,

    1996: 54-55). Tercero, los derechos politnicos para asegurar el ejercicio efectivo de

    los derechos comunes de ciudadana, como la subvencin pblica de

    prcticas culturales, medidas para erradicar la discriminacin, exencinde leyes o disposiciones que, a diferencia de los derechos de autogo-

    bierno, tratan de fomentar la integracin del grupo tnicoa la culturamayoritaria (Kymlicka, 1996: 53).

    resultado de una continua fecundacin mutua. Las culturas, como la realidad, no son estti-

    cas, sino que estn en proceso de transformacin continua (Panikkar, 2006: 130).

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    As planteado, el multiculturalismo apuesta por la tolerancia y la coexis-tencia entre culturas. La tolerancia implica soportar lo diferente (Tubino,

    2003: 2). Ello quiere decir que la existencia del otro, lo mismo que el dilogoy el intercambio entre culturas, no se conciben como un bien en s mismos;en algunos casos se entienden como un mal menor o en todo caso como algono deseable. En consecuencia, las culturas pueden coexistir, pero de formaaislada, sin convivir. Tolerancia y coexistencia no suponen necesariamenteel dilogo o intercambio entre culturas. Los derechos diferenciados, si biennecesarios, son insuficientes para lograr el intercambio entre culturas en con-diciones de igualdad.

    El concepto de interculturalidad tambin apunta a relaciones equitati-vas entre culturas, pero enfatiza en los intercambios y el aprendizaje mutuoentre ellas. Las relaciones y el aprendizaje tienen lugar cotidianamente dondeexiste diversidad cultural, pero en condiciones de desigualdad. La intercultu-ralidad es un proyecto descolonizador: propugna porque desaparezca todadesigualdad entre culturas (Walsh, 2009: 54; Esterman, 2009: 52). Ello noimplica erradicar los conflictos entre culturas, sino actuar sobre las estruc-turas que producen la diferencia como desigualdad y construir puentes deinterrelacin entre ellas (Walsh, 2009: 46)

    Interculturalidad significa el contacto e intercambio entre culturas entrminos equitativos; en condiciones de igualdad (Walsh, 2009: 14). El inter-cambio se refiere a la comunicacin y el aprendizaje permanente entre per-sonas y grupos con distintos saberes, valores, tradiciones y racionalidades, yse orienta a construir el respeto mutuo y el desarrollo de individuos y colec-tividades por encima de las diferencias culturales. El intercambio siempre esconflictivo, pero no se trata de suprimirlo sino de gestionarlo y orientarlo al de-sarrollo de las culturas y los individuos. Los seres humanos comparten muchosaspectos, lo cual permite el dilogo (Ramn, 2009: 135). Se trata de romper con

    las relaciones de subordinacin entre culturas para garantizar un con-viviren condiciones de respeto mutuo. La interculturalidad no tiene la pretensinde asumir la perspectiva del otro sino de permitir que la diferencia intervengaen uno, abriendo as nuevas perspectivas interculturales de vivir con o con-vivir (Walsh, 2009: 15). Es un enriquecimiento mutuo entre culturas que noimplica diluir la identidad de los interlocutores para formar una sntesis nica9.

    En contraste con el multiculturalismo, el interculturalismo apuesta porel respeto y la convivencia entre culturas. Propugna por ir ms all de los dere-

    9 La interculturalidad sugiere un proceso activo y permanente de negociacin e interrelacin

    donde lo propio y particular no pierdan su diferencia, sino que tengan la oportunidad y capa-

    cidad para aportar desde esta diferencia a la creacin de nuevas comprensiones, conviven-

    cias, colaboraciones y solidaridades. Por eso la interculturalidad no es un hecho dado sino

    algo en permanente camino, insurgencia y construccin (Walsh, 2008: 141).

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    chos diferenciados y del aislamiento entre culturas, la tolerancia y la coexistencia,para producir un dilogo y un aprendizaje mutuo en condiciones de igualdad. La

    tolerancia multicultural no necesariamente implica dilogo y convivencia entreculturas. En cambio, el concepto de respeto implica que el intercambio con otrasculturas y la convivencia son un bien en s mismos y, por lo tanto, son deseables 10.Como sostiene Tubino (2005a: 14), el multiculturalismo trata de producir socie-dades paralelas, mientras la interculturalidad busca producir sociedades integra-das y relaciones simtricas entre culturas: las polticas multiculturales evitan losdesencuentros. Las polticas interculturales promueven los encuentros. El multi-culturalismo promueve la tolerancia, el interculturalismo el dilogo. El respetono slo conlleva la convivencia entre culturas, sino que promueve la necesidad dehacer equitativas tales relaciones a fin de conseguir el reconocimiento. De acuer-do con Tubino (2003: 10), reconocer al otro es respetar su autonoma, es perci-birlo como valioso. Pero la valoracin a priori del otro es un falso reconocimiento.La gente merece y desea respeto, no condescendencia. El verdadero reconoci-miento es a posteriori, se da en la experiencia del encuentro con el otro. Pero sloes posible en relaciones autnticamente simtricas y libres de coaccin.

    En suma, para el multiculturalismo la meta es acomodar la pluralidadcultural de acuerdo a los valores del liberalismo, fomentando la tolerancia

    y la coexistencia entre culturas mediante derechos diferenciados en funcindel grupo. En contraste, la interculturalidad apunta al respeto y la conviven-cia entre culturas, que permita no slo una relacin equitativa sino tambinaprendizajes y enriquecimiento mutuo.

    3.2. Ms all de la igualdad y la justicia formales: igualdad y justicia sustanciales

    El multiculturalismo apunta a una igualdad formal entre culturas, basada enel reconocimiento de derechos. El ideal intercultural es ms amplio: propug-

    10 No basta con un respeto que solo signifique el derecho declarado a existir. Semejante respe-

    to sera muy limitado y con razn algunos podran considerarlo engaoso. Estamos hablando

    de un respeto que signifique tomar en serio las diferentes culturas, dando la oportunidad a

    quienes las practican de desarrollarlas en interaccin con otras culturas (Ansion, 2007: 44-

    45). Todorov (2010: 221) sostiene que existen tres ejes de relacin con el otro: a) desde el

    punto de vista axiolgico ese otro puede percibirse como bueno o malo, inferior o superior

    a m; b) desde la perspectiva praxeolgica puede estar cerca o lejos, impulsarme a seguir sus

    valores o identificarme con l, asimilarlo a m, imponerle mi imagen o, finalmente, ser neutral

    o indiferente; y c) en sentido epistmico se puede inferir si conozco o no la identidad del otroen una gradacin infinita. Para el autor, entre estos tres planos existen relaciones pero no una

    implicacin rigurosa. Por ejemplo, puedo conocer muy poco al otro y al mismo tiempo amarlo.

    Hasta cierto punto el concepto de respeto por el que propugna el interculturalismo implica una

    cierta alineacin de los tres planos: el respeto slo se produce una vez se conoce al otro, para

    ello es necesario entrar en relacin con l y valorar esa experiencia como un bien en s mismo.

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    na por una igualdad sustancial que implica transformaciones estructuralespara eliminar las inequidades sociales y econmicas que impiden un dilogo

    equitativo entre culturas.Ambos enfoques parten de que el Estado no puede ser neutral frente a

    las identidades tnicas o nacionales. Kymlicka (1996: 15-16) discute con elsupuesto liberal individualista segn el cual para gestionar la diversidad cul-tural son suficientes los derechos individuales, pues la igualdad se entiendecomo iguales derechos para los individuos11. Desde esa perspectiva, identi-dad tnica y creencias religiosas pueden expresarse libremente en el mbitoprivado, pero no competen al Estado. Para Kymlicka (1996: 157) el Estadopuede ser laico, pero no neutral frente a las identidades tnicas y nacionales.En una democracia, las decisiones que el Estado adopta para tratar la diver-sidad cultural hacen que privilegie sistemticamente la cultura mayoritaria(Kymlicka, 1996: 80). Los liberales individualistas ignoran que los miembrosde las minoras nacionales enfrentan desventajas que no afectan a la mayora(Kymlicka, 1996: 156). La imparcialidad no consiste, entonces, en tratar todaslas culturas como si fuesen iguales, sino en conceder a las minoras naciona-les las mismas oportunidades que a la mayora. As se hacen ms equitativaslas relaciones entre culturas y se satisface un principio de justicia segn el

    cual todos los grupos nacionales tienen la posibilidad de mantenerse comocultura distinta, si as lo desean (Kymlicka, 1996: 160). La igualdad requiereun tratamiento diferencial que justifica los derechos de grupo, pues compen-san las desigualdades que ponen en desventaja a los miembros de culturasminoritarias.

    La interculturalidad comparte que el Estado no puede ser neutral y se re-quieren derechos de grupo para conseguir la igualdad entre culturas, pero susargumentos se alejan de la lgica mayoras/minoras. Dado que la colonialidadordena jerrquicamente la sociedad por criterios raciales, el Estado es mono-

    polizado por las lites blancas y mestizas que ocupan los lugares ms elevadosen esa estructura de poder. Sus polticas se presentan como universales y tni-camente neutrales, pero en realidad desconocen las desigualdades a las que seenfrentan las personas ubicadas en los estratos bajos (Walsh, 2009: 79).

    Sin embargo, la igualdad entre culturas por la que propugna la intercul-turalidad va ms all de la igualdad formal y el reconocimiento de derechos.

    11 La intervencin de Kymlicka plantea diferencias sustanciales con los liberales individualis-

    tas, por su defensa de los derechos diferenciados en funcin del grupo, pero tambin conlos tericos comunitaristas, pues tambin propugna porque los individuos miembros de los

    grupos culturales puedan cuestionar o revisar las concepciones de vida buena en la que

    aquellos estn basados. Para la diferencia entre liberales y comunitaristas ver Papachini

    (1996: 231-261). Una sntesis del recorrido terico de Kymlicka respecto de liberales y co-

    munitaristas en Kymlicka (2002: 25-48).

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    Para Walsh (2006: 35; 2009: 43-44) la interculturalidad implica cambios es-tructurales. No se reduce a tolerar la diferencia dentro de las estructuras de

    la colonialidad establecidas, sino involucra profundas transformaciones, dis-tribucin del poder poltico y socioeconmico, que combatan la desigualdadentre culturas. La interculturalidad requiere cambios estructurales orienta-dos a atacar las causas polticas y econmicas de las desigualdades en las re-laciones entre culturas, no slo el reconocimiento de las diferencias (Tubino,2007a: 195-196). Implica una reinvencin del Estado, la democracia y el mo-delo de desarrollo econmico (Viaa, 2010: 11-12). Como sostienen Viaa,Claros y Sarzuri (2009: 7) la interculturalidad, el problema de la conviven-cia entre culturas en trminos igualitarios, no es un problema de voluntadsubjetiva, como lo pretende muchas veces el multiculturalismo, sino tambinde constricciones estructurales, polticas, econmicas y sociales, que condi-cionan tales relaciones. De esa forma, el interculturalismo es una alternativapara articular las demandas por reconocimiento de la diferencia y por igual-dad social o redistribucin, una manera de atacar ambos tipos de injusticia(Fraser, 1997: 18). No se plantea solamente el dilogo, sino al mismo tiempoencarar las condiciones en que este se desarrolla, las constricciones estruc-turales y las relaciones asimtricas de poder en las que tiene lugar: hay que

    exigir que el dilogo de las culturas sea de entrada dilogo sobre los factoreseconmicos, polticos, militares, etc., que condicionan actualmente el inter-cambio franco entre las culturas de la humanidad (Fornet-Betancourt, 2000:12). No es posible separar la justicia cultural de la justicia social.

    Esas transformaciones estructurales no slo son necesarias para quecada cultura pueda mantener su diferencia, sino tambin para un reconoci-miento del otro como sujeto, como igual y al mismo tiempo diferente (Walsh,2009: 45). Este es el criterio de justicia entre culturas por el que apuesta lainterculturalidad. Reconocer la otra cultura solo como igual a la propia pue-

    de equivaler a desconocer su particularidad y tomarla como idntica (asi-milacionismo). Pero reconocerla solamente como diferente puede generaruna relacin de desigualdad entre culturas (Todorov, 2010: 293). As, no essuficiente con el criterio de justicia del multiculturalismo: permitir que unacultura conserve su particularidad si as lo desea, pues ello es compatible conuna relacin de desigualdad entre culturas. Una cultura subordinada puedemantener su especificidad sin que ello implique una relacin equitativa conotras culturas, por ejemplo, en el rgimen de castas indio. Una relacin justaimplica reconocer la otra cultura como igual y diferente a la cultura propia en

    forma simultnea.En resumen, aunque los dos enfoques desmienten la neutralidad del Es-

    tado frente a las culturas, corresponden a dos concepciones de igualdad y justi-cia. El multiculturalismo defiende una igualdad formal entre culturas, mediante

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    el reconocimiento de derechos diferenciados, para asegurar que cada culturapueda mantener su diferencia si as lo desea. El enfoque intercultural apuesta

    por una igualdad sustancial. Por ello, los derechos diferenciados son necesariospero no suficientes. Para Walsh (2009: 45, 142) la interculturalidad es un pro-yecto que se desarrolla en forma permanente y requiere cambios estructurales,no una meta que se alcanza al garantizar derechos diferenciados.

    4) Las relaciones entre culturas y los lmites de los enfoques

    Aunque el interculturalismo tiene un mayor alcance analtico y normativo,ambos enfoques enfrentan lmites cuando piensan las relaciones entre cultu-ras. Para Kymlicka la igualdad formal entre culturas slo es posible si aceptande entrada un marco liberal. As, erige una relacin desigual entre culturas,asumiendo que la liberal es superior a las otras, y no satisface el criterio dejusticia intercultural, pues reconoce la otra cultura, no liberal, como diferentepero no como igual. Sin embargo, ese criterio permite salvaguardar los dere-chos individuales frente a culturas que no los respeten. En contraste, el inter-culturalismo acepta la legitimidad de todas las concepciones de vida buena

    y apuesta porque el aprendizaje mutuo entre culturas les permita adoptarlo que consideren ms razonable en vez de establecer desde el principio elmarco liberal. Ello le impide responder satisfactoriamente a la pregunta porlos lmites de la tolerancia frente a las culturas que no acepten sus postula-dos normativos y definir criterios para proteger los derechos individuales. Noobstante, en lugar de establecer a prioriprincipios gua para las relacionesentre culturas, propugna porque tales criterios se definan consensualmenteentre ellas, evitando la imposicin de concepciones monoculturales.

    4.1. Antinomias del multiculturalismo

    Kymlicka (1996: 58) refuta los liberales quienes sostienen que los derechosdiferenciados en funcin del grupo son contrarios a los individuales. Para ellodistingue entre dos tipos de derechos diferenciados: las restricciones inter-nas, reivindicaciones del grupo cultural contra sus miembros, que lo prote-gen contra el disenso interno; y las protecciones externas, reivindicacionesdel grupo contra la sociedad englobante, que lo protegen del impacto de susdecisiones. Ambos salvaguardan la estabilidad del grupo y pueden ser usadoscontra los derechos individuales.

    Con las restricciones internas los grupos pueden usar el poder estatal pararestringir la libertad de sus miembros; por ejemplo, cuando se obliga a los indi-viduos a ir a una iglesia determinada (Kymlicka, 1996: 58-59). Las protecciones

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    externas no plantean el problema de la opresin individual dentro del grupo sinode injusticia entre grupos. Un grupo puede ser segregado debido a las protec-

    ciones de otro; por ejemplo, en el rgimen deApartheid. Pero no siempre creaninjusticia, no implican a prioriuna posicin de dominio sobre otros grupos, sinoque puede situarlos en mayor pie de igualdad, reduciendo la medida en que elgrupo ms pequeo es vulnerable ante el grande (Kymlicka, 1996: 60).

    En fin, las protecciones externas no son admisibles cuando permitenque un grupo oprima a otros, sino slo en la medida que fomentan la igualdadentre grupos (Kymlicka, 212). Los liberales slo pueden aprobar los derechosde las minoras si son consistentes con la autonoma individual (Kymlicka,1996: 111). Deben reivindicar determinadas protecciones externas, pero re-chazar las restricciones internas que limitan el derecho de los miembros delgrupo a cuestionar sus autoridades y prcticas tradicionales (Kymlicka, 60).Los derechos diferenciados no deben permitir que un grupo domine a otrosni que un grupo oprima sus miembros (Kymlicka, 1996: 266).

    Si bien la distincin entre protecciones externas y restricciones in-ternas se justifica para proteger los derechos individuales, implica asumirque la concepcin liberal de esos derechos es moralmente superior a la deotras culturas y los valores liberales son el marco en el que deben produ-

    cirse las relaciones entre culturas. As, el multiculturalismo reconoce lasotras culturas como diferentes pero no como iguales, pues no acepta queel liberalismo es una cultura o una concepcin de vida buena entre otras,sino piensa que es un marco universal en el que se deben relacionar lasculturas. Desde la perspectiva intercultural, el multiculturalismo piensacolonialmente, supone que existe una cultura superior presentada comosi fuese universal (Walsh, 2009: 43). Ello implica que las relaciones entreculturas slo se pueden hacer equitativas si las minoritarias aceptan elmarco liberal, se liberalizan. Por tanto, limita las relaciones y el aprendi-

    zaje mutuo en una sola direccin.Kymlicka (1996: 213) lo formula explcitamente: He defendido el dere-

    cho de las minoras nacionales a mantenerse como sociedades culturalmentedistintas, pero slo si, y en la medida en que, estas minoras nacionales segobiernen siguiendo los principios liberales. As afirma de entrada una des-igualdad entre culturas y restringe la posibilidad de que las culturas minori-tarias protejan prcticas y tradiciones distintas a las de la liberal.

    Adems, el argumento de Kymlicka es contradictorio porque intentaresguardar las culturas minoritarias pero al mismo tiempo liberalizarlas, a

    sabiendas de que ello puede terminar con su especificidad.De un lado, defiende las culturas societales, porque hacen posible la

    libertad al permitirle a los individuos acceso a opciones significativas paraelegir (Kymlicka, 1996: 111,121). Se trata de que los individuos elijan en el

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    marco de su propia cultura, en vez de que se integren a la mayoritaria, porquetrasladarse de una cultura a otra es infrecuente, difcil y costoso, por lo que no

    es legtimo exigir a las personas que paguen por integrarse an si lo decidenvoluntariamente (Kymlicka, 1996: 127).

    Pero, de otro, se trata de que estas culturas se liberalicen an si ello pue-de terminar con su particularidad:

    a medida que una cultura se liberaliza -y, por tanto, permite que susmiembros cuestionen y rechacen las formas de vida tradicionales- laidentidad cultural resultante se hace ms difusa y menos caractersti-ca cada vez es menos probable que quienes pertenecen a ella compar-tan la misma concepcin sustantiva de vida buena, y cada vez ms pro-bable que compartan los valores bsicos con las gentes de otras culturasliberales. (Kymlicka, 1996: 126)

    Ello no implica que sea desfavorable al aprendizaje mutuo entre cul-turas, pero s una predileccin por el aprendizaje unidireccional, donde seaprincipalmente la cultura minoritaria la que aprenda de la liberal.

    Segn Will Kymlicka: desde cualquier perspectiva liberal, es bueno que las culturas aprendan

    las unas de las otras. Los liberales no pueden defender una nocin decultura que considere que el proceso de interaccin y de aprendizaje deotras culturas constituye una amenaza a la pureza o a la integridad enlugar de una oportunidad de enriquecimiento (Kymlicka, 1996: 145)

    El que los individuos puedan revisar los fines y concepciones del biende sus culturas y elegir entre los que consideren mejores, evidencia que no

    desconoce la posibilidad de que exista aprendizaje mutuo:

    Las personas deberan poder decidir qu es lo mejor desde dentro desu propia cultura e integrar en su cultura todo aquello que considerasenadmirable de otras culturas. (Kymlicka, 1996: 149)

    No obstante, desde su perspectiva son principalmente las culturasminoritarias las que deben aprender de la liberal, en un aprendizaje uni-

    direccional que favorece la liberalizacin. Kymlicka (1996: 211) aceptaque la tolerancia tiene unos lmites y las democracias liberales no puedenacomodar y adoptar todas las formas de diversidad cultural. La liberali-zacin no debe imponerse por medio de la coercin, pero eso no implicaque los liberales no deban hacer nada ante minoras iliberales. Pueden

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    manifestar su inconformidad, promover los valores liberales medianterazones o prestar apoyo a subgrupos que quieren liberalizar su cultura

    (Kymlicka, 1996: 231-232).

    4.2. Aporas del interculturalismo

    En contraste, la interculturalidad implica aceptar la legitimidad de las dis-tintas concepciones de vida buena. El liberalismo es una cultura ms consu concepcin particular de vida buena, sin carcter de universalidad (Sn-chez, 2010: 282). El marco general de convivencia entre culturas no puede

    ser el liberalismo ni ninguna otra cultura particular. En consecuencia, para elinterculturalismo las relaciones de aprendizaje son mutuas. No slo la culturasubalterna debe adaptarse a la dominante, sta tambin debera aprender de

    la subalterna, interculturalizarse (Walsh, 2009: 171).Una crtica podra afirmar que as termina por provocar un mestizaje

    que disuelve la particularidad de las culturas. Empero, este postulado es err-neo pues la especificidad de una cultura solo puede definirse por la relacincon otra u otras (Walsh, 2009: 4). Para que existan culturas diferenciadasdeben estar en relacin y para que una de ellas no asimile a las otras esa

    relacin debe ser igualitaria. Segn Ramn (2009: 135), el producto de losintercambios entre culturas no es una sntesis ltima, sino sntesis mltiples

    y permanentes. Sin embargo, si se parte de un razonamiento anlogo al delmulticulturalismo, el interculturalismo tambin presenta limitaciones. Prin-cipalmente, no da una respuesta satisfactoria frente a la proteccin de los de-

    rechos individuales y los lmites de la tolerancia.El interculturalismo no se opone a salvaguardar los derechos individua-

    les, pero apuesta en primer lugar por el aprendizaje mutuo entre culturas,pues supone que las llevar a adoptar lo que consideren mejor o ms razo-nable, mientras que restringir de entrada las relaciones entre ellas al marcoliberal puede ir en contra de su proteccin y desarrollo. Siguiendo esta lgica,frente a un grupo que pretenda proteger roles injustos de gnero no opta-ra, como el multiculturalismo, por impedir a priori que ese grupo obtengaderechos diferenciados, protecciones externas o restricciones internas, sinoapuesta porque sus miembros aprendan y acojan elementos de otras culturasque consideren razonables. Por ejemplo, los movimientos de mujeres ayma-ra que influidos por teoras feministas occidentales, pero sin abandonar los

    principios fundamentales de su cultura, pretenden hacer ms igualitarias lasrelaciones de gnero (Santos, 2009: 44-45). No obstante, en contraste conel multiculturalismo, ese criterio no es suficiente para discernir en casosconcretos bajo qu condiciones los grupos pueden o no acceder a derechosdiferenciados y la forma como estos se pueden hacer compatibles con la pro-

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    teccin de los derechos individuales, cualquiera que sea su significado en unacultura particular.

    La carencia de tal criterio se explica porque el interculturalismo no de-fine un lmite a la tolerancia en la relacin entre culturas. El respeto entreculturas por el que propugna puede hacer ms igualitarias las relacionesentre ellas. Sin embargo, el respeto absoluto por la otra cultura implica unatolerancia ilimitada que en la prctica puede terminar por anular los idealesinterculturales. No definir un lmite a la tolerancia implica admitir la legitimi-dad de prcticas y concepciones de culturas contrarias a los ideales de respe-to, convivencia, igualdad y justicia sustancial. As, el enfoque intercultural nopodra responder ante culturas que no compartan sus horizontes normativos,cuyos objetivos no sean el respeto y la convivencia, la igualdad y justicia sus-tanciales, sino, por ejemplo, subyugar, excluir o someter otra u otras culturasu oprimir sus propios miembros. El interculturalismo no responde con baseen qu criterio esos objetivos seran ilegtimos. Si no se define un lmite a latolerancia, como lo hace el multiculturalismo, cmo asegurar que la relacinentre culturas ser equitativa?

    Finalmente, el interculturalismo supone que el aprendizaje mutuo entreculturas es deseable, pero de ello no se infiere que todas las culturas compar-

    tan ese postulado. Por esa razn, no responde bien ante las demandas de ungrupo cultural que pretenda mantenerse aislado. Desde la perspectiva multi-cultural es justo y legtimo que una cultura decida mantener su especificidad,incluso limitando los intercambios con otras culturas, siempre y cuando nooprima sus miembros individuales ni a otros grupos culturales. El intercam-bio cultural es un derecho y no una obligacin. En cambio, el intercultura-lismo carece de un criterio que permita dilucidar si ese comportamiento eslegtimo, puesto que su horizonte normativo es el aprendizaje mutuo y da porhecho que es compartido. De esa forma, el intercambio con otras culturas y el

    aprendizaje mutuo corre el riesgo de convertirse en una obligacin ms queen un derecho.

    No obstante, estas aporas del interculturalismo no pueden y no debenresponderse de entrada, pues ello implicara la imposicin de algn crite-rio monocultural, cuando de lo que se trata es de definir consensualmenteentre las distintas culturas los criterios que guen sus relaciones. As, es-tos problemas difcilmente pueden tener una solucin apriorstica, basadaen principios o en un corpus terico completamente elaborado, pues elloimplicara definiciones monoculturales que, justamente, tratan de evitarse.

    Por tanto, los criterios que se establezcan para proteger los derechos indivi-duales o para que los grupos culturales mantengan su especificidad, debenser acordados consensualmente entre las culturas, no definidos a priorideforma normativa, por una de ellas. Deben ser un resultado del dilogo inter-

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    cultural y no una condicin de partida para el mismo, como lo propone elmulticulturalismo (Tubino, 2008: 177). De ah que la interculturalidad, ms

    que un conjunto de principios para orientar las relaciones entre culturas,se haya definido como un proceso y un proyecto. Se trata de un camino enpermanente construccin (Walsh, 2006: 35; 2010: 78-79), una propuestatica (Tubino, 2004: 152), y un proceso de aprendizaje permanente (For-net-Betancourt, 2002: 3).

    As pues, a costa de salvaguardar los derechos individuales y la igualdadentre culturas, el multiculturalismo mantiene una perspectiva colonial al su-poner que la cultura liberal es moralmente superior. Inserta una desigualdadentre culturas, al establecer que la relacin debe tener como prerrequisito laaceptacin de valores liberales, y privilegia un aprendizaje unidireccional enel que son las culturas iliberales las que principalmente deben aprender de lasliberales. En cambio, el interculturalismo se inclina por una relacin igualita-ria entre culturas en la que, antes que partir de los principios liberales, sea elaprendizaje mutuo el que les permita adoptar lo que consideren ms razonabley se acepten distintas concepciones de vida buena. Si bien ello le impide fijarcriterios claros sobre los lmites de la tolerancia y las formas de proteger losderechos individuales, tiene como fin hacer que tales criterios se establezcan

    consensualmente entre culturas y no se impongan de uno u otro lado.

    5) Alcances prcticos

    Ambos enfoques concuerdan en la necesidad de una ciudadana diferen-ciada con derechos especiales de representacin, arreglos institucionalesy polticas pblicas que hagan posible la igualdad entre culturas. Pero pro-pugnan por complementar estos mecanismos de acuerdo a sus supuestos

    analticos y horizontes normativos. Particularmente, el interculturalismosupone que la ciudadana diferencial, los arreglos de tipo federal o auton-mico y las acciones afirmativas son necesarios pero no suficientes para con-seguir una relacin equitativa y de aprendizaje mutuo entre culturas. Debenser complementados con la construccin de un espacio pblico abierto a

    las diferencias y polticas pblicas interculturales ms all de las acciones

    afirmativas, entre otros.

    5.1. Ciudadana diferencial y democracia

    El reconocimiento de derechos diferenciados en funcin del grupo se inscribeen cambios profundos de la ciudadana que desafan su concepcin tradicio-nal como estatus de pertenencia a una comunidad poltica. Se plantea, entre

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    otras cosas, la necesidad de una ciudadana diferenciada y arreglos institucio-nales para su representacin poltica.

    Ambos enfoques concuerdan en la necesidad de derechos diferenciadosen funcin del grupo para garantizar la equidad entre culturas. Estos dere-chos no son contrarios sino complementarios a los individuales y se puedenotorgar a los miembros de los grupos, al grupo, Estado, provincia o rgimenautonmico, o donde el nmero lo justifica (Kymlicka, 1996: 72; Walsh, 2009:

    154-155). As, las personas se incorporan a la comunidad poltica comociudadanos individuales pero tambin como miembros del grupo cultural(Kymlicka, 1996: 240). Sin embargo, a diferencia del multiculturalismo, quedistingue entre derechos a minoras nacionales y a grupos tnicos, el in-terculturalismo aplica siempre el mismo criterio de justicia.

    Kymlicka propone un tratamiento distinto para minoras nacionales,con territorio ancestral y cultura propia, y grupos tnicos, resultado de lainmigracin. Los primeros tendran derecho al autogobierno y la represen-tacin especial, para proteger y desarrollar su cultura. Los grupos tnicosno tienen territorio y son poco compactos, es poco factible que tengan auto-gobierno. Tendran derechos politnicos para su integracin en igualdad decondiciones a la cultura mayoritaria (Kymlicka, 1996: 137). Estos criterios

    pueden justificarse en democracias occidentales donde existen importantesfenmenos de inmigracin. Pero son problemticos para tratar la diversidaden otros contextos. En los casos estudiados por Kymlicka los grupos tnicoscorresponden con los inmigrantes, pero no siempre es as. Adems, como semencion, la lgica mayoras/minoras no siempre corresponde con la de cul-turas dominantes/subalternas, y existen grupos que, aunque no tienen terri-

    torio o lengua propios, se conciben como naciones o pueblos.Las justificaciones de esas opciones tambin divergen. Para Kymlicka

    (1996: 142) las minoras nacionales podran conservar su cultura societal

    porque, dado que el trnsito entre culturas es difcil y costoso, la opcin deabandonarla es un derecho y no una obligacin. Este postulado no es exten-sible a los grupos tnicos, pues los inmigrantes han decidido abandonar sucultura societal y, por tanto, renunciado a su derecho (Kymlicka, 1996: 136).Kymlicka supone que las reivindicaciones de los grupos tnicos siempre sonde inclusin (Kymlicka, 1996: 242). El problema es hacer que la cultura mayo-ritaria sea hospitalaria salvaguardando sus derechos a expresar su identidad(Kymlicka, 1996: 137).

    En cambio, el interculturalismo no distingue tan marcadamente entrelos tipos de diversidad sino en todos los casos aplica el mismo criterio de jus-ticia: reconocer la otra cultura como igual y diferente a la propia. As puedejustificar una ciudadana diferencial en casos de grupos tnicos que no sonproducto de la inmigracin y que sin tener un territorio se reclaman como

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    pueblos o naciones. Frente a los grupos de inmigrantes, tal criterio no restrin-ge a priorisus demandas a la integracin a la cultura mayoritaria sino deja

    abierta la posibilidad de la diferenciacin y el mantenimiento de su cultura.Por otra parte, ambos enfoques son favorables hacia la representacin

    poltica especial para promover relaciones equitativas entre culturas. Se pue-de adoptar la representacin proporcional que, por ejemplo, reserve un n-mero de escaos a grupos desfavorecidos (Kymlicka, 1996: 203) o distribuirlas circunscripciones electorales para que coincidan con poblaciones dondelas culturas desfavorecidas son mayoritarias (Kymlicka, 158), entre otros.Adems, existen medidas que no recurren a la representacin garantizada,como hacer que los partidos sean ms inclusivos (Kymlicka, 1996: 186).

    Para Kymlicka (1996: 183) los derechos especiales de representacinse justifican porque existen muchos vacos a la hora de establecer derechosdiferenciados, que hacen que se deba resolver cada caso segn la historia del

    grupo. Por eso es necesario no slo pensar en la equidad, sino en los proce-dimientos de toma de decisiones. Estos derechos son un corolario de los deautogobierno, que se veran debilitados si un organismo externo puede revi-sar o revocar sus competencias sin consultar a la minora (Kymlicka, 1996:54-55). Es necesario que las minoras tengan garantizada su representacin

    en organismos que puedan interpretar o modificar sus competencias. El in-terculturalismo comparte este criterio, pero enfatiza en que los derechos derepresentacin son necesarios para menguar el monopolio del Estado por lacultura dominante. Sin embargo existen dos diferencias de fondo en la formacomo los dos enfoques conciben la relacin entre ciudadana, democracia ydiversidad cultural.

    Primero, desde la perspectiva multicultural, los grupos culturales conderechos de autogobierno pueden elegir sus autoridades de acuerdo a susconcepciones y prcticas en sus entidades autnomas o circunscripciones te-

    rritoriales, siempre y cuando no contraren los valores liberales u oprimana sus miembros individuales. Ello implica tolerar distintas concepciones yprcticas, pero no necesariamente ponerlas en dilogo y convivencia con lasde la cultura liberal o mayoritaria. En cambio, el interculturalismo apuestaporque esos usos y costumbres entren en un dilogo equitativo y aprendizajemutuo con los de la democracia liberal (Walsh, 2009: 81). Una posibilidad esno restringir las prcticas y concepciones de las culturas minoritarias o su-bordinadas a sus entidades territoriales. Por ejemplo, en las instancias dondeestn representadas distintas culturas, se podran combinar sus diferentes

    procedimientos de eleccin o toma de decisiones.Segundo, desde la perspectiva intercultural el dilogo entre culturas no

    slo supone transformaciones institucionales, sino tambin culturales y socia-les. Para que exista interculturalidad, intercambios y aprendizajes entre cul-

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    turas en condiciones equitativas se requiere un espacio comn (Santos, 2009:

    37-38). Como argumenta Tubino (2004: 152), se requiere un espacio pblico

    abierto al dilogo para tramitar los inevitables conflictos entre culturas. Encontraste con la perspectiva multicultural donde, como antes se mostr, eseespacio es brindado por la cultura liberal, la interculturalidad implica que eseespacio debe ser neutral y abierto a las distintas culturas y sus manifestaciones:

    la primera tarea de las democracias multiculturales consiste en crearespacios pblicos interculturales en los que se den cita la diversidad de

    racionalidades para deliberar en comn y llegar a generar respuestas

    y acciones concertadas ante los problemas propios y ajenos. (Tubino,2004: 152)

    La apertura de ese espacio pblico se justifica para que la prctica de

    la ciudadana sea igual para todos. De ah que esa cultura pblica, para ser

    legtima, deba ser producto del dilogo intercultural y del consenso, ms quede la imposicin (Tubino, 2008: 177).

    En sntesis, los dos enfoques reivindican la representacin especial delos grupos culturales para hacer equitativas sus relaciones. Pero el intercultu-

    ralismo apunta no slo a la coexistencia de distintas prcticas y concepciones,sino a un enriquecimiento mutuo entre ellas, lo cual hace necesaria la cons-truccin de una cultura pblica o un espacio pblico abierto, donde las cul-turas entren en relacin, ms que la imposicin de entrada del marco liberal.

    5.2. Arreglos institucionales: federalismo asimtrico y autonoma

    Entre los arreglos institucionales para garantizar el autogobierno se encuen-tran el federalismo y la autonoma territorial. Ambos pueden contribuir a la

    igualdad entre culturas pero no son suficientes para alcanzar los ideales de lainterculturalidad.

    Desde la perspectiva multicultural estos arreglos enfrentan el problemade garantizar la igualdad entre culturas y entre unidades federadas o entidadesautnomas. Respecto del federalismo ello se enmarca en la discusin sobre elfederalismo asimtrico, que permite introducir una desigualdad entre uni-dades federales para asegurar la igualdad entre naciones o grupos culturales(Requejo, 1996: 113). En Canad, por ejemplo, Quebec ha demandado compe-tencias no otorgadas a las otras provincias que seran necesarias para estar enigualdad de condiciones con la nacin anglfona (Kymlicka, 1996: 48-49). Laautonoma territorial tambin hace necesario introducir mecanismos que ase-guren la independencia de los grupos culturales frente a las jurisdicciones enlas que se enmarcan, municipios, estados, departamentos, provincias.

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    Estos arreglos son necesarios pero no suficientes para alcanzar el idealde interculturalidad. Primero, slo son exitosos donde existen poblaciones

    con identidades definidas y territorialmente concentradas. Segundo, estnpensados en la lgica mayoras/minoras que desplaza el problema de la des-igualdad entre culturas hacia lo local, pero no lo resuelve. Tercero, corren elriesgo de aislar las culturas en vez de promover la interaccin.

    Federalismo y autonoma slo son eficaces donde los grupos culturalestienen identidades plenamente definidas y estn concentrados territorial-mente de forma que se puedan trazar los lmites de las entidades territorialespara que la minora nacional forme una mayora en ellas (Kymlicka, 1996:48). Como sostiene Ramn (2009: 152), la idea de construir circunscripcio-nes territoriales es discutible pues slo es posible donde los grupos cultura-les tengan mayora, pero no en los espacios donde conviven distintos grupos.Asimismo, an territorializados, frecuentemente los grupos culturales son

    heterogneos o sus identidades estn en construccin y son controversiales.Adems, estos arreglos corren el riesgo de desplazar la desigualdad hacia lo

    local sin resolverla. Para Kymlicka (1996: 50) el federalismo slo es exitoso parael autogobierno si el grupo cultural constituye la mayora en una de las unidades,pero no cuando es una minora. As, estos arreglos reproducen la lgica de cultu-

    ras dominantes/subalternas en las unidades federadas o autnomas. Si el grupocultural que se quiere proteger constituye una minora, la relacin de subordi-nacin se mantiene igual, pero si constituye una mayora, se convierte en grupodominante. En ambos casos se impide una relacin equitativa entre culturas.

    Finalmente, tales arreglos pueden aislar las culturas entre s, ms quepermitir el dilogo y el aprendizaje mutuo. Ello ha llevado a discutir qu tan-to es compatible el plurinacionalismo, entendido como el reconocimiento dedistintas naciones en un Estado y arreglos institucionales para hacer igualita-rias sus relaciones, y la interculturalidad, la relacin equitativa y de aprendi-

    zaje mutuo entre culturas.Existen simpatizantes de la interculturalidad que se oponen al plurina-

    cionalismo, al federalismo y las autonomas, porque pueden aislar las culturas.Ramn (2009: 125-126) sostiene que la plurinacionalidad slo reconoce ladiversidad, pero no enfatiza la unidad en la diversidad, mientras la intercultu-ralidad reconoce la diversidad pero tambin la necesidad de construir unidad.

    De otro lado, hay partidarios de la interculturalidad para quienes esteconcepto no es excluyente sino complementario del plurinacionalismo (Wal-sh, 2009: 96). Puede existir plurinacionalidad sin interculturalidad, pero no

    al contrario. Los estados plurinacionales se pueden formar con o sin el con-sentimiento de las naciones involucradas. Por tanto, el reconocimiento de laplurinacionalidad y la implementacin de arreglos institucionales no implicannecesariamente una relacin equitativa entre culturas. Sin embargo, en con-

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    textos como el latinoamericano, donde existen Estados monoculturales que noreconocen el carcter plurinacional y pluricultural de sus sociedades, el reco-

    nocimiento de la plurinacionalidad es necesario para lograr una relacin deigualdad entre culturas y favorecer su aprendizaje mutuo (Walsh, 2009: 154).

    Desde esta perspectiva, si bien el federalismo y las autonomas puedentrasladar el problema de la dominacin entre culturas hacia lo local o aislar-las, son necesarios para conseguir la igualdad y posibilitar la intercultura-lidad. En muchos casos son necesarios para la supervivencia de los gruposculturales. Sin embargo, ello no implica dejar intactos la dominacin en el in-terior de las unidades federales o autnomas y el aislamiento. Para combatir-los se pueden implementar otros arreglos y polticas orientadas a la equidady la interaccin entre culturas. Por ejemplo, las polticas de reconocimientode las naciones aborgenes en Quebec (McRoberts, 2001: 704).

    Parte de esos arreglos institucionales se definen segn el pluralismo

    jurdico. La coexistencia de distintos rdenes normativos es admitida paraasegurar la igualdad entre grupos culturales, pero existen diferencias entremulticulturalismo e interculturalidad. Como antes se mostr, el primero de-fiende que las relaciones entre culturas deben tener como prerrequisito elrespeto a los principios y formas de gobierno liberales. Las normas de las cul-

    turas minoritarias pueden funcionar autnomamente, en el interior de ins-tancias federadas o autnomas, siempre y cuando respeten los valores libe-rales. En caso de conflicto entre rdenes normativos, el sistema jurdico debesalvaguardar valores liberales por encima de los de las culturas minoritarias(Borrero, 2009: 68). En consecuencia, los rdenes normativos de las culturaspermanecen aislados, coexisten pero no conviven.

    En contraste, la interculturalidad supone un pluralismo jurdico equita-tivo con un funcionamiento igualitario de los distintos rdenes (Walsh, 2009:172). La interculturalidad jurdica debera sustentarse en la convergencia,

    la articulacin y la complementariedad de distintas lgicas y prcticas (Walsh,2012: 36). No existe una regla universal, como la de no aceptar restriccionesinternas del multiculturalismo, para tratar los conflictos entre los distintosrdenes. Sin embargo, existen prcticas que desarrollan el ideal intercultural.Por ejemplo, disponer que los tribunales, incluyendo el constitucional, invo-lucren jueces de las distintas culturas. As se garantizara que los delitos seanalicen a partir del contexto cultural y que los distintos valores entren endilogo para decidir. Esta propuesta est inspirada en los crculos de justiciacanadienses, donde el juzgamiento involucra autoridades indgenas y jueces

    del Estado en un proceso dialgico que busca consenso (Walsh, 2009: 180).Tambin se podra contar con traductores culturales, para que no se aplique

    el derecho desde la perspectiva cultural dominante. (Walsh, 2012: 37).

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    5.3. De la accin afirmativa a las polticas pblicas interculturales

    Desde la perspectiva multicultural, las polticas para la gestin de la diversi-dad comprenden principalmente acciones afirmativas, medidas temporalesimplementadas por el Estado para eliminar desigualdades histricamenteacumuladas, garantizar la igualdad de oportunidades o compensar costosprovocados por la discriminacin de determinados grupos (Mosquera et al.,2009: 76). Tienen por objeto conseguir la igualdad material o sustancial deesas poblaciones respecto al resto de la sociedad (Mosquera et al., 2009: 73).Comprenden incentivos para disminuir desventajas sociales, polticas y eco-nmicas, como las becas, cuotas o subvenciones, que realizan un tratamientodesigual para favorecer al grupo desfavorecido (Mosquera et al., 2009: 81).Tales acciones son necesarias pero insuficientes para conseguir equidad, in-teraccin y aprendizaje mutuo entre culturas.

    Desde la perspectiva intercultural la eficacia de la accin afirmativa esambigua. Existen coincidencias entre ambos. Primero, buscan corregir lasinequidades entre grupos culturales desde una perspectiva sustancial, noslo formal, como los derechos diferenciados. Segundo, la focalizacin depoblaciones permite atender la desigualdad entre culturas donde los grupos

    se asientan en un mismo territorio sin posibilidad de que alguno ejerza elautogobierno. Incluso si alguno de los grupos constituye la mayora y ejer-ce el autogobierno en una localidad, la accin afirmativa permite hacer msequitativas las relaciones entre culturas en ese espacio. No obstante, tambinexisten grandes diferencias.

    Primero, la accin afirmativa est planteada bajo la lgica mayoras/minoras, ms que la de culturas dominantes/subalternas. As, puede sereficaz para conseguir equidad entre culturas en los contextos donde existengrupos minoritarios-subordinados que hagan posible la focalizacin de las

    acciones, pero su eficacia disminuye donde la mayora de la poblacin cons-tituye una cultura subordinada, como en Sudfrica o Bolivia (Mosquera etal., 2009: 104).

    Segundo, a diferencia de la interculturalidad, la accin afirmativa tratade corregir la inequidad ms que promover cambios estructurales que ata-quen sus causas:

    son polticas tericamente temporales pero prcticamente crnicasSe supone que con el tiempo se irn haciendo prescindibles y por lomismo innecesarias. Pero, como decamos, el problema es que las accio-nes afirmativas no atacan la causas de la discriminacin y la exclusinsino slo sus consecuencias (Tubino, 2007a: 195)

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    Adems, all donde la mayora de la poblacin constituye una cultura su-bordinada se requieren, ms que acciones focalizadas, cambios estructurales

    que eliminen las causas de la inequidad.Tercero, la accin afirmativa se enfoca en la igualdad entre grupos, des-

    cuidando el intercambio y el mutuo aprendizaje, ideales de la interculturali-dad. Aunque las acciones afirmativas mejoran la igualdad de oportunidadese introducen en la agenda pblica temas de discriminacin, generan tensio-nes que no necesariamente llevan a mejores formas de convivencia (Tubino2007b: 91), fortalecen prejuicios, no estn orientadas a mejorar las relacio-nes entre culturas y a menudo producen islas tnicas (Tubino, 2007a: 195).Ello porque estn focalizadas exclusivamente en los grupos desfavorecidos olas culturas minoritarias, cuando el problema de la inequidad en las relacio-nes compete tanto a las culturas dominantes como a las subalternas. La dis-criminacin es de a dos, si hay discriminados es porque hay discriminadores(Tubino, 2005a: 90).

    Cuarto, las acciones afirmativas, estn orientadas desde arriba. Porello, pese a ser necesarias y a que contribuyen a disminuir las brechas socia-les, crean vnculos de dependencia que coartan la autonoma de las personas(Tubino, 2003: 6). Por ello producen una cultura de la compasin que conso-

    lida los prejuicios tnicos y culturales (Tubino, 2005b: 72-73).Quinto, las acciones afirmativas se agotan en el corto plazo, muchas ve-ces tienen una funcin analgsica, para canalizar el malestar que produce lainequidad social entre culturas (Tubino, 2005b: 56).

    Finalmente, las acciones afirmativas tienen un sesgo asimilacionista.Propugnan por la igualdad entre culturas, pero no resaltan las diferencias.Su objetivo es hacer que los grupos culturales desfavorecidos se integren enigualdad de condiciones a la cultura mayoritaria, avanzando hacia una socie-dad donde no es necesario el trato diferenciado a lo que es diferente, ms que

    favorecer el desarrollo de la diversidad.As pues, la accin afirmativa es necesaria pero insuficiente para alcan-

    zar los ideales del interculturalismo. Debera acompaarse de transformacio-nes estructurales que ataquen las causas de la inequidad entre grupos cultu-rales y complementarse con polticas que preparen las culturas dominantespara la interaccin. Dado que la discriminacin y opresin cultural no com-pete slo a las culturas subalternas, se requiere una interculturalidad paratodos, como plantea Tubino (2004: 154-155).

    Es necesario complementar las acciones afirmativas con acciones

    transformativas, que no slo ataquen las consecuencias de las relaciones asi-mtricas entre culturas en el corto plazo sino sobre todo sus causas en el lar-go plazo (Tubino, 2011: 13). As se disminuye la posibilidad de que la accinpositiva termine por aislar ms a la cultura subalterna.

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    Adems, las acciones positivas deberan operar permanentemente. Unavez rindan frutos, atenen o eliminen la inequidad entre grupos culturales,

    se requieren polticas que salvaguarden la diversidad cultural y preparen losdistintos grupos para la interaccin, para prevenir la opresin y la discrimina-cin. As se atena su sesgo integracionista. De acuerdo con Tubino (2005a:

    14), las polticas interculturales son de largo plazo. Buscan transformar lasestructuras simblicas donde se desenvuelven las relaciones entre diferentes.Pueden ser complementarias con acciones afirmativas y polticas multicultu-rales, pero no se agotan en ellas.

    Finalmente, las polticas interculturales deben ser polticas participati-vas desde abajo, que permitan un fortalecimiento de la sociedad civil y eldilogo entre las distintas culturas a fin de definir sus criterios.

    6) Corolario

    El enfoque intercultural tiene un mayor alcance analtico y normativo que elmulticultural para gestionar la diversidad en Estados plurinacionales y pluri-culturales. Si bien ha sido pensando en y desde Amrica Latina, sus postulados

    tienen mayor potencial de generalizacin que el multiculturalismo: permite darcuenta de un rango ms amplio de fenmenos de diversidad cultural al partirde la distincin entre culturas dominantes/subalternas, ms que mayoritarias/minoritarias, y concebir la identidad colectiva en trminos relacionales. Posibi-lita ir ms all de la tolerancia, la coexistencia y la igualdad formal entre cultu-ras, para favorecer el respeto, la convivencia y la igualdad sustancial. Propendepor una igualdad y una justicia sustantiva, ms que formal, entre culturas. Favo-rece una relacin de aprendizaje mutuo, a diferencia del multiculturalismo queen primer lugar se inclina por la liberalizacin de las culturas iliberales.

    Ambos enfoques enfrentan lmites cuando se trata de pensar las relacio-nes entre culturas. Para proteger los derechos individuales, el multiculturalis-mo establece que tal relacin debe tener como prerrequisito la aceptacin delos valores liberales, instaurando de entrada una desigualdad entre culturas.El interculturalismo admite la legitimidad de todas las concepciones de vidabuena para conseguir la equidad entre culturas. Ello le impide fijar criteriosclaros sobre los lmites de la tolerancia y la proteccin de los derechos indi-viduales. No obstante, tales criterios no deben definirse a priori, no deben

    ser condicin sino resultado de la relacin entre culturas, de tal forma quesean producto de un consenso y no una imposicin monocultural. Por eso, lainterculturalidad debe concebirse ante todo como un proceso, un camino y unaprendizaje permanente, ms que como un conjunto de principios que guen

    las relaciones entre culturas.

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    Este debate tiene implicaciones prcticas para repensar la ciudadanadiferencial y la democracia, la institucionalidad estatal y las polticas pblicas

    para gestionar la diversidad. Multiculturalismo e interculturalismo planteanla necesidad de una ciudadana diferenciada, pero para el interculturalismose trata de una ciudadana con el mismo criterio de justicia, reconocer la otracultura como igual y diferente, en todos los casos. Ambos enfoques reivin-dican los derechos especiales de representacin, pero el interculturalismoapunta no slo a la coexistencia de distintas prcticas y concepciones, sino aun enriquecimiento mutuo entre ellas. Adems, el interculturalismo apuestapor la construccin de una cultura pblica abierta a las distintas expresiones

    culturales, un espacio neutral donde las culturas entren en relacin, comouna alternativa a la imposicin del marco liberal por la que se inclina el mul-ticulturalismo.

    Los dos se inclinan por arreglos como el federalismo y la autonoma te-rritorial para conseguir la igualdad entre culturas. Pero la perspectiva inter-cultural llama la atencin sobre la necesidad de complementar esos arregloscon polticas que ataquen la desigualdad y el aislamiento entre culturas en elinterior de las unidades federales o autnomas.

    Finalmente, ambos enfoques reivindican polticas diferenciadas en

    funcin de grupo, como las acciones positivas. Empero, el interculturalismoplantea que son necesarias pero no suficientes para alcanzar la equidad en-tre culturas, su interaccin y aprendizaje mutuo. Deben complementarse contransformaciones estructurales que ataquen las causas de la inequidad y po-lticas que preparen las culturas para la interaccin, entre otras.

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