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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO DOCTORADO EN HUMANIDADES LÍNEA DE INVESTIGACIÓN: HISTORIA DE LA MÚSICA EN VENEZUELA MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX Juan de Dios López Maya [email protected] [email protected] Eje Temático: Nuevas Tendencias de la Historia Caracas, 25 de noviembre de 2010

MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX-JIHE-2011-PT108

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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

DOCTORADO EN HUMANIDADES

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:

HISTORIA DE LA MÚSICA EN VENEZUELA

MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX

Juan de Dios López Maya

[email protected]

[email protected]

Eje Temático: Nuevas Tendencias de la Historia

Caracas, 25 de noviembre de 2010

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MÚSICA, MASONERÍA Y PODER EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX

Resumen

La presencia de la masonería en todos los aspectos de la vida política, social y cultural

venezolana durante el siglo XIX es un hecho notable pero aún poco estudiado. En lo que

respecta a la música este hecho puede verificarse en la pertenencia a la masonería de los

principales compositores, instrumentistas, cantantes y directores. También en la presencia

de músicos masones en la fundación y dirección de instituciones fundamentales en el

quehacer musical de la época, tales como sociedades filarmónicas, academias de música

públicas y privadas, bandas y orquestas. Para las numerosas logias que existían en Caracas

y las principales ciudades del interior del país muchos de estos compositores escribieron

obras cuyos destinos eran las ceremonias que en ellas se celebraban. El hallazgo de

composiciones de este tipo en uno de los principales fondos musicales caraqueños,

pertenecientes a algunos de los compositores más importantes de ese entonces, así lo

indica. En este trabajo se determinarán los hechos que demuestran la presencia e

importancia de la masonería en la vida musical venezolana del siglo XIX, tanto en lo

referente a los aspectos sociales como a la creación de un repertorio destinado al

ceremonial masónico. Adicionalmente se aprovechará la existencia de este repertorio para

realizar una edición crítica de algunas obras representativas, y una aproximación analítica

que determine si estos compositores utilizaban recursos retórico-musicales para representar

la compleja simbología masónica, tal como hacían sus pares europeos contemporáneos.

Palabras clave: masonería, música masónica, música venezolana del siglo XIX,

compositores venezolanos, edición crítica.

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INTRODUCCIÓN

La presencia de la masonería en el pensamiento occidental se hace especialmente

notable a partir del siglo XVIII. Muchos de los Enciclopedistas y filósofos que

identificamos con la Ilustración eran masones; Voltaire y Marmontel, entre los más

notables. También es un hecho conocido, y ampliamente estudiado, el protagonismo de la

masonería en la Revolución Francesa. En lo que a la música se refiere, hay que destacar que

la Convención Nacional, órgano ejecutivo de la Revolución, decretó la creación del

Conservatorio de París en agosto de 1795 (Gessele, 2008:191). En la plantilla fundacional

del Conservatorio casi la mitad de los profesores y directivos eran masones: Luigi

Cherubini, Francois Gossec, Nicolás Mehul, Francois Devienne y Nicolás Aubert, son

seguramente los nombres más conocidos (Cotte, 1975:162-165). El Conservatorio se

convertiría con los años en una prestigiosa institución y su modelo pedagógico en un

paradigma, el cual fue copiado e imitado en todas partes durante los siglos XIX y XX.

La aparición de la masonería en la historia de Venezuela coincide con los comienzos del

proceso emancipador y está íntimamente asociada a éste. Las primeras referencias a

músicos y música masónica pertenecen precisamente a estos tiempos. A partir de la

consolidación de la Independencia, en la década de 1820, la presencia de la masonería en la

sociedad venezolana entra en una especie de crescendo, cuyo punto culminante es el

período que va desde 1870 a 1900, coincidiendo precisamente con el ascenso al poder del

llamado liberalismo amarillo y la presidencias de Antonio Guzmán Blanco, Joaquín Crespo

y Raimundo Andueza, célebres francmasones. Es precisamente a comienzos de este lapso,

en la década de 1820, cuando hemos podido verificar un fenómeno que ha llamado

poderosamente nuestra atención: la pertenencia a la masonería de muchos de los músicos y

compositores más importantes y su protagonismo en los hechos e instituciones que

marcaron la pauta en el desarrollo de la actividad musical. Este clímax en la actividad de

los músicos masones es seguido de una etapa de lento retroceso en las primeras décadas del

siglo XX, el cual coincide con la pérdida de protagonismo de la masonería en la sociedad

venezolana (Castellón, 1985:19).

Ésta presencia de la masonería en la vida musical del siglo XIX puede verificarse en

varias áreas, así como también dividirse en distintos períodos. Comenzaremos con la

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emancipación y el conocido hecho histórico llamado “La Conspiración de la Guaira” en

1797. La llegada a ese puerto de ocho prisioneros españoles, condenados por conspirar para

derrocar la monarquía, y el contacto que tuvieron con los venezolanos José María España y

Manuel Gual1 es el primer capítulo en la historia de la masonería en Venezuela. Existe la

certeza de que estos prisioneros, liderados por Juan Bautista Picornell, eran masones y que

Gual y España, quienes ya estaban familiarizados con autores como Voltaire, Rousseau y

Montesquieu, fueron iniciados por ellos, convirtiéndose así en nuestros primeros masones

(Castellón, 1985:5-6). Entre las actividades de este grupo estuvo la publicación de varios

documentos, entre ellos la Canción Americana y la célebre Carmañola Americana, con lo

cual la música hace acto de presencia en esta primera etapa (Calcaño, 2001:77-78).

Muchas canciones patrióticas, que sirvieron como vehículo de las ideas republicanas

durante los tiempos independentistas, fueron compuestas por músicos masones. La más

conocida es sin duda Gloria al Bravo Pueblo, de los masones Juan José Landaeta y Vicente

Salias. Juan José Landaeta y su hermano Luis fueron autores de muchas otras canciones de

este corte que se mantuvieron en la memoria colectiva hasta bien entrado el siglo XIX

(Calcaño, 2001:128-130). Con la consolidación de la Independencia en la década de 1820,

la canción patriótica se institucionaliza y adopta el formato de la música religiosa que se

escuchaba en aquellos tiempos. La mayoría de los compositores profesionales de ese

entonces, entre los que figuraban numerosos masones, se dedicaban al servicio religioso

bajo la figura del “maestro de capilla”. Las canciones patrióticas de esta época y de toda la

primera mitad del siglo, adoptan la plantilla orquestal y los procedimientos formales

propios de la música religiosa. Las orquestas de la época estaban conformadas por un

núcleo de cuerdas, complementado con dos oboes, una o dos flautas, dos cornos, coro

mixto y uno o dos cantantes solistas. La aparición de esta modalidad coincide con la

creación en 1824 de la “Gran Logia de la Gran Colombia” y, luego de la ruptura entre

Caracas y Bogotá, de la “Gran Logia de Venezuela” en 1838. Estos cuerpos masónicos, que

funcionan como una federación de todas las logias existentes en el territorio, unificaron la

masonería nacional y fueron producto de la gestión del prócer Diego Bautista Urbaneja,

quien contó con el decidido apoyo de los presidentes José Antonio Páez, José María Vargas

1 Junto a Gual y España estaba también Simón Rodríguez, quién habría sido iniciado en la masonería. Cuando

la conspiración fue delatada, logró escapar en una embarcación de bandera norteamericana (Castellón,

1985:6)

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y Carlos Soublette, todos masones. Para el año de 1824, en que se crea la Gran Logia de la

Gran Colombia, existían en todo el territorio 18 logias, tres de ellas en Caracas (Castellón,

1985:10-11).

Muchos músicos masones tuvieron una participación activa en la fundación, dirección o

integración de instituciones musicales, tanto de carácter oficial como privado, a todo lo

largo del siglo XIX. Este hecho puede verificarse en las sociedades filarmónicas,

instituciones educativas, bandas y otras agrupaciones que marcaron el acontecer musical en

ese entonces. En primer lugar está la Academia de Bellas Artes, creada por la Diputación

Provincial de Caracas el día 3 de diciembre de 1849. En dicha institución estaba

contemplada la existencia de una escuela de música. La Academia y la escuela de música

entraron en funcionamiento el primero de enero de 1850, siendo director de la escuela de

música el masón Atanasio Bello Montero, tal vez el músico más importante de su tiempo

(Sánchez, 1949: 9-10). El propio Bello Montero, junto a Luis Jumel, había fundado en 1821

una escuela de música privada que llamaron “Academia”, la cual parece haber tenido poco

éxito (Calcaño, 2001:161).

Destacamos también la existencia de una cátedra de música y una orquesta estudiantil en

el famoso Colegio Independencia, fundado en 1836 y dirigido por el masón Feliciano

Montenegro Colón (Franceschi, 2007:54-55). La cátedra de música estaba a cargo del

compositor y flautista masón Juan José Tovar y la orquesta2 era dirigida por Juan Meserón

(presuntamente masón y padre del también músico Idelfonso Meserón y Aranda, masón

reconocido).

Muchos años después, en 1877, a otro prominente masón, el General Ramón de La

Plaza, le sería encomendada la tarea de fundar una institución semejante: El Instituto de

Bellas Artes, el cual se convirtió en una de las instituciones más trascendentes en la historia

de la educación artística en Venezuela. El Instituto estaba conformado por tres academias:

de música, de pintura y de escultura, pero esta última nunca parece haber entrado en

funcionamiento (Sánchez, 1949:10-11). Como director de la Academia de Música, De la

Plaza nombró al destacado intelectual y músico masón Eduardo Calcaño (de la Plaza, 1977:

242-243). En la plantilla profesoral de la academia se contaban también destacados

2 Entre sus integrantes se contaban los hermanos Manuel y Felipe Larrazábal, destacados músicos (Calcaño,

2001:198).

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masones, tales como José Ángel Montero y Federico Villena, quién se incorporó en 1878

(López Maya, 2008: IX).

Las sociedades filarmónicas, que durante el siglo XIX tuvieron una importancia capital

en el desarrollo de las actividades musicales, también acusan la presencia masónica. La

famosa Sociedad Filarmónica, fundada por Bello Montero y José María Isaza en 1831,

tenía como principal subscriptor al propio presidente Páez (Calcaño, 2001:194-196). Otra

destacada sociedad filarmónica, que se desempeñó durante los años de 1887 y 1891, la

Unión Filarmónica, fue creada por iniciativa de Ramón de la Plaza y estuvo presidida por

Eduardo Calcaño (Guillen Tovar, 2008:05-01-1887). Numerosos músicos masones había

entre sus miembros, entre quienes mencionamos a Charles Werner, Francisco de Paula

Magdaleno, Manuel Guadalajara, Lino Arvelo y Federico Villena. La Unión Filarmónica

realizó, entre 1886 y 1891, la notable cantidad de 67 conciertos de toda índole: de cámara,

sinfónicos, recitales de solistas, etcétera.

Las logias, al igual que las iglesias, requerían de servicios musicales para sus numerosas

y variadas ceremonias. Este servicio estaba a cargo de las “columnas de armonía”, que eran

pequeñas agrupaciones instrumentales. En la masonería europea durante el siglo XVIII, las

columnas estaban integradas generalmente por instrumentos de viento. En Francia, a finales

del siglo XVIII y comienzos del XIX, las plantillas más frecuentes eran los sextetos

integrados por dos clarinetes, dos cornos y dos fagotes. En algunas logias podían agregarse

a este grupo básico un contrabajo, un tercer clarinete o un timpani (Cotte, 1975:40-41). En

la logia “Perfecta Armonía” de Cumaná se da cuenta de la existencia en 1882 de una

columna integrada por once músicos, no especificando, desafortunadamente, qué

instrumentos ejecutaban (cuadros de cuerpos masónicos 1851-1887). Es posible que

muchas otras logias tuvieran columnas y también cabe la posibilidad de que contrataran

músicos para sus ceremonias, pero estos tenían que ser forzosamente masones para poder

participar en ellas. Es posible también que algunos músicos se iniciaran en la masonería en

calidad de aprendices con la única intención de prestar el servicio musical a las numerosas

logias que lo requerían. Según el historiador Manuel Landaeta Rosales (también masón)

para el año de 1889 funcionaban en Caracas 20 logias, cantidad apreciable para una ciudad

cuya población era de alrededor de 70.000 habitantes (Landaeta Rosales, 1963:226).

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Finalmente debemos mencionar a la Banda Marcial del Distrito Federal o Banda Marcial

Caracas, como se le conoce hoy en día. Esta veterana institución, creada por el gobierno

que emergió luego del triunfo de la Federación en 1863, se convirtió en la agrupación

musical oficial emblemática hasta bien avanzado el siglo XX. La dirección de la Banda,

que era el cargo de más prestigio en el mundo musical, se ejercía durante períodos de

cuatro años. Casi todos los directores de la agrupación pertenecieron a la masonería, entre

quienes cabe mencionar a José Ángel Montero, Federico Villena (en dos oportunidades),

Francisco de Paula Magdaleno y Pedro Elías Gutiérrez (presuntamente masón) (Pérez

Perazzo, 1989:73-79).

En esta breve relación de la presencia masónica en la vida musical venezolana del siglo

XIX se plantean de inmediato varias interrogantes: ¿Cuál fue la influencia de los músicos

masones en la actividad musical y en las instituciones musicales de la época? ¿Hasta qué

punto ésta notable presencia fue determinante en la conformación de nuestras instituciones

musicales? ¿Existía, o existió en algún momento, un “proyecto musical masónico” guiado

desde las logias y orientado por el pensamiento ilustrado que es característico de la

masonería, o la gran cantidad de músicos masones que ocuparon posiciones relevantes fue

producto de la casualidad? ¿Los compositores masones venezolanos del siglo XIX

escribieron suficiente música para cubrir las necesidades de ésta liturgia que se practicaba

en sus logias? ¿La música masónica de compositores venezolanos acusa la utilización del

simbolismo que caracteriza la música de otros conocidos compositores masones europeos,

tales como Mozart, Hummel, Philidor o Sibelius?

OBJETIVOS

Objetivo general

Determinar la importancia de la masonería en la vida musical venezolana entre 1820 y

1900.

Objetivos específicos

Hacer una relación de los principales músicos masones que vivieron en el siglo

XIX, su ubicación y jerarquía dentro de la masonería y los hechos más importantes

de sus respectivas carreras artísticas.

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Hacer una relación de las principales instituciones musicales (escuelas, academias,

agrupaciones, bandas, sociedades filarmónicas) en donde existiera una presencia

masónica relevante y describir sus actividades.

Ubicar las obras masónicas existentes en los principales fondos musicales,

digitalizarlas y elaborar un listado.

Realizar una edición crítica de una o más composiciones representativas de dicho

listado.

Analizar las composiciones masónicas venezolanas para determinar si presentan la

utilización de los recursos retórico-simbólicos que caracterizan a las composiciones

masónicas de algunos compositores europeos.

JUSTIFICACIÓN

La presencia de la masonería en todos los aspectos de la vida política, social e

intelectual venezolana durante el siglo XIX es un hecho imposible de evadir. Su

participación protagónica en el proceso independentista, el control que ejerció sobre las

instancias del poder político y económico en la era republicana, la notable actividad

intelectual que mantenían los masones en distintas áreas, tales como el periodismo, las

leyes, las letras y la enseñanza, son solo algunos de los aspectos más visibles de un

fenómeno más profundo y complejo y del cual la presencia masónica en la vida musical es

apenas una parte, un aspecto más de la lista. Lejanos parecen hoy los días en que José

Antonio Calcaño afirmaba que el siglo XIX musical había sido solamente una prolongada

decadencia de cien años que comenzaba desde el final del Milagro colonial hasta la

segunda década del siglo XX (Calcaño, 2001:359). En lo que atañe a la música hay que

decir que, junto a los estudios del repertorio religioso, la ópera y la zarzuela, las bandas, la

música de salón y el resto de nuestras manifestaciones musicales, debemos también

ocuparnos de la masonería y sus conexiones con la música si pretendemos ofrecer un

panorama completo del desarrollo musical venezolano en este rico y complejo siglo XIX.

El creciente interés por la historia cultural, por la naturaleza social del hecho musical y su

vinculación con el poder hacen aun más pertinente ésta investigación. Si a esto añadimos la

recuperación de una rara y exótica porción de nuestro repertorio – las obras musicales

masónicas encontradas – estaríamos satisfaciendo no sólo una legítima curiosidad, sino

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además una de las necesidades estéticas más características de nuestro tiempo: escuchar

música del pasado. Creemos firmemente que, una vez concluido este trabajo tendremos una

perspectiva distinta acerca de la labor desempeñada por los compositores durante el siglo

XIX y una visión más completa de su modo de vida.

METODOLOGÍA

Esta investigación abarca aspectos tanto históricos como musicológicos del tema

planteado. En cuanto al aspecto histórico, la metodología es documental y contempla la

revisión de diversas fuentes:

Textos sobre masonería teórica e historia de la masonería a nivel mundial,

continental y local.

Documentos masónicos pertenecientes a los siglos XIX y primera mitad del XX. En

una revisión preliminar se ubicaron documentos pertenecientes a varias logias

venezolanas del siglo antepasado en la sección de Libros Raros de la Biblioteca

Nacional: papeles administrativos, actas, listas de miembros, etcétera.

Hemerografía masónica del siglo XIX. Hemos verificado la existencia de abundante

prensa masónica, especialmente en la segunda mitad del siglo: La Estrella

Flamígera, El Mallete, Sol de América, La Abeja y La Luz son algunas de las

publicaciones, casi todas quincenales, que circulaban en ese entonces en Caracas.

Noticias musicales masónicas en la prensa regular. Dada la notable presencia de la

masonería en todos los ámbitos de la vida social, la prensa de la época es abundante

en noticias de esta naturaleza.

Un proceso de crítica externa e interna de estos documentos determinará la autenticidad

y veracidad de su contenido. La información recabada se podrá cotejar, en algunos casos,

con lo aparecido en la prensa masónica de la época. El procesamiento de los datos así

obtenidos permitirá convertirlos en hechos históricos susceptibles de ser explicados.

En lo que respecta al aspecto musicológico las fuentes consisten en obras musicales,

manuscritas o impresas, pertenecientes a compositores masones del siglo XIX. Dichas

obras se encuentran principalmente en el Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional y

en la Fundación Vicente Emilio Sojo, aunque no se descarta la posibilidad de encontrar más

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obras en otros fondos públicos o privados, tales como colecciones particulares o archivos

pertenecientes a las diferentes logias. Las composiciones pueden ser clasificadas de la

siguiente manera:

Obras destinadas a tenidas o ceremonias masónicas específicas.

Obras destinadas a tenidas blancas o ceremonias masónicas donde se permitía la

entrada de profanos.

Obras del repertorio de salón, de cámara, sinfónico, religioso o bandístico, escritas

por compositores masones.

Para la realización de ediciones críticas de obras representativas se tomaran en cuenta

únicamente aquellas pertenecientes a los dos primeros tipos. A los fines metodológicos nos

basaremos en los más reconocidos estudios de edición crítica musical, especialmente en los

textos de James Grier The Critical Edition of Music (1985) y de John Caldwell Editing

Early Music (1996), los cuales proponen el establecimiento de un texto musical que refleje,

en la medida de lo posible, la voluntad del compositor. En un texto aparte se dará cuenta de

las decisiones tomadas en el proceso de transcripción: normalización de las indicaciones de

tempo, dinámica, fraseo, signos de repetición y ornamentos, corrección de inconsistencias

formales o tonales, errores de copia, reconstrucción de fragmentos extraviados o

deteriorados y, en general, de todas aquellas intervenciones comunes en un proceso de

edición de música perteneciente al siglo XIX o anterior.

HALLAZGOS Y APORTES

La presencia de música y conjuntos instrumentales durante las ceremonias fue

reafirmada por el hallazgo de partituras destinadas a las mismas, las cuales fueron

compuestas por destacados músicos capitalinos. Los manuscritos de dichas obras fueron

ubicados por quien esto escribe en el Archivo José Ángel Lamas, resguardado hoy en la

División de Música y Sonido de la Biblioteca Nacional. En una primera revisión a este

fondo constatamos la existencia de tres obras: Piedra Maz cuyo autor se identifica como

R. Izasa, pudiendo tratarse de cualquiera de los dos hermanos Izasa, Román o Rafael; Para

dar la Luz, una serie de tres piezas basadas en temas de la ópera Norma, del afamado

compositor masón Vincenzo Bellini, compuesta por Atanasio Bello Montero y fechada en

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1862; y otra obra cuyo título es también Piedra Maz pero que fue compuesta por José

Ángel Montero, el reconocido compositor de nuestra primera ópera Virginia. Véanse a

continuación algunas de las ilustraciones obtenidas en el mencionado fondo.

Figura 1:Particella de Violín 1º, Piedra Maz R. Isaza. Colección Biblioteca Nacional

Figura 2:Portadilla de Para dar la Luz de Atanasio Bello. Colección Biblioteca Nacional

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Figura 3: Particella de Violín 1º Piedra Maz de José Ángel Montero. Colección Biblioteca nacional

Para ilustrar el hecho de la notable presencia de músicos importantes pertenecientes a la

masonería presentamos a continuación un cuadro cuyos datos son producto de una primera

aproximación a los archivos de la Biblioteca Nacional. La principal fuente para la

elaboración de ésta tabla es la recopilación de cuadros de cuerpos masónicos desde 1851

hasta 1888 que se encuentra en la sección de Libros Raros y algunas colecciones privadas

que contienen cuadros de este tipo. Algunos músicos aparecen más de una vez en la tabla,

esto es debido a que son nombrados en diferentes cuadros. Al final de la tabla hay una serie

de nombres cuya única fuente es la prensa masónica de la época. Existen en la hemeroteca

un total de siete publicaciones periódicas masónicas que circularon en la Caracas de finales

del XIX. En este momento hemos revisado únicamente tres.

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Cuadro 1: Músicos venezolanos que aparecen en los cuadros de cuerpos masónicos 1851-1888 (BN) y en

otras fuentes tales como los periódicos Sol de América, La Estrella Flamígera y la Gazeta Masónica.

Nombre Grado Logia Lugar y fecha

Manuel Guadalajara

(¿padre?)

32 Unión nº 5 Caracas, 14 de

enero de 1851

Atanacio Bello

Montero

30 Unión nº 5 Caracas, 14 de

enero de 1851

Rafael Isaza 3 Unión nº 5 Caracas, 14 de

enero de 1851

Ramón Isaza? 1 Unión nº 5 Caracas, 14 de

enero de 1851

Rafael Isaza 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856

Rafael Isaza 3 Prudencia nº 10 Caracas, 1868

Román Isaza (?) 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856

Román Isaza 3 Prudencia nº 10 Caracas, 1868

Idelfonzo Meserón

y Aranda

1 Porvenir nº 43 Caracas, 19 de

febrero de1862

Idelfonzo Meserón

y Aranda

3 Porvenir nº 16 Caracas, 1874

Francisco de Paula

Magdaleno

30 Prudencia nº 10 Caracas

Eduardo Calcaño 18 Porvenir nº 43 Caracas, 19 de

febrero de1862

Eduardo Calcaño 3 Esperanza nº 37 Caracas, 5 de

febrero de 1854

Eduardo Calcaño 18 Caridad nº 11 Caracas, 2 de enero

de 1871

Eduardo Calcaño 18 Regeneración nº 31 Caracas, enero de

1881

Manuel Guadalajara

(¿hijo?)

3 Unión Fraternal nº

27

Caracas, 22 de

enero de 1885

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 15 Caracas, 16 de

mayo de 1858

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 7 Caracas, 28 de

septiembre de 1867

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 6

(fundador)

Caracas, 15 de

mayo de 1872

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 37 Caracas, 5 de

febrero de 1854

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 6 Caracas, 14 de

mayo de 1871

Bernardino Montero 18 Esperanza nº 7 Caracas, 27 de

diciembre de 1880

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José María Gómez

Gardiel

5 Perfecta Armonía nº

17

Cumaná, 12 de julio

de 1858

José María Gómez

Gardiel (Cardiel)

5 Perfecta Armonía n°

2

Cumaná, 1868

Francisco de Paula

Magdaleno

30 Prudencia nº 9 Caracas, 30 de

mayo de 1885

Francisco de Paula

Magdaleno

30 Prudencia nº 9 Caracas, 30 de

mayo de 1886

Federico S. Villena 18 Paz de Guayana nº

16

Ciudad Bolívar, 2

de agosto de 1872

Federico S. Villena 18 Asilo de la Paz n°13 Ciudad Bolívar, 2

de enero de 1868

Federico S. Villena 30 Asilo de la Paz n°13 Ciudad Bolívar, 1

de Enero de 1877

Jesús Montero

Medina

3 Tolerancia nº 15 Caracas, 31 de

diciembre de 1888

Juan José Tovar 3 Prudencia nº 40 Caracas, 1856

Manuel Guadalajara 3 Ecos del Tuy nº 30 Santa Teresa? 1885

Isidoro Balderrama

Rengifo

30 Caridad nº 11 ¿ 1886

Isidoro Balderrama

Rengifo

30 Fe nº 14 Caracas, 1877

Isidoro Balderrama

Rengifo

32 Fe nº 14 Caracas, 1909

José Ángel Montero 18 Caridad n° 11 Caracas, 1868

Ramón Montero ? ? ?

Lino Arvelo 3 Fe nº 14 Caracas,1877

Feliciano Cordero ? ? La Guaira?

Manuel Azpúrua ? ? ?

Manuel Hernández ? ? ?

Régulo Berra ? ? ?

Carlos Werner ? ? ?

Rogerio Caraballo ? ? ?

Carlos Montero ? ? ?

Leopoldo Montero ? ? ?

Ignacio Bustamante 1 Prudencia n° 40 Caracas, 25 de

marzo de 1870

Ignacio Bustamante 1 Prudencia nº 10 Caracas, 1868

Rafael Saumell ? ? ?

Benigno Rodríguez

Bruzual

5 Perfecta Armonía nº

2

Cumaná, 1877

Felipe Larrazábal ? ? ?

Ramón de la Plaza? 32 Unión n° 16 Caracas ¿?

Marcelo Villalobos 18 Caridad n° 11 Caracas, 1868

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Referencias

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