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“No todo lo que cuenta se puede contar, y no todo lo que se puede contar, cuenta”.
Albert Einstein
Índice
Resumen ............................................................................................ 1
Abstract ............................................................................................. 3
Acrónimos ........................................................................................... 5
Prefacio ............................................................................................. 6
Agradecimientos ................................................................................... 9
Capítulo 1. Introducción ........................................................................ 10
1.1 Planteamiento del problema. Preguntas de investigación y objetivos .......... 10
1.2 Marco conceptual y metodológico. Justificación del estudio de caso ........... 16
1.2.1 Marco conceptual ................................................................... 16
1.2.2 Marco metodológico ................................................................ 20
1.2.3 Justificación del estudio de caso ................................................. 22
1.3 Estructura del trabajo ................................................................... 23
Capítulo 2. Repensando los conceptos de Agua Virtual y Huella Hídrica. Una
propuesta desde el doble binomio producción-consumo & agua-energía .............. 24
2.1 Introducción ............................................................................... 24
2.2 Estado de la cuestión .................................................................... 26
2.2.1 Concepto de Agua Virtual (AV), Huella Hídrica (HH) y conceptos asociados
................................................................................................ 26
2.2.2 Metodología de estimación del AV y de la HH .................................. 29
2.3 Una diferencia evidente e ignorada ................................................... 35
2.3.1 Bases conceptuales de la propuesta ............................................. 38
2.3.2 Propuesta Conceptual y Metodológica ........................................... 40
a. Implicaciones sobre el comercio ..................................................... 44
2.4 Conclusiones y Reflexiones Finales .................................................... 45
Capítulo 3. Del metabolismo social al metabolismo hídrico .............................. 48
3.1 Introducción ............................................................................... 48
3.2 Del metabolismo biológico al metabolismo social. Un debate y una confusión 50
3.2.1 El metabolismo industrial.......................................................... 52
3.2.2 El metabolismo socioeconómico .................................................. 58
3.2.3 El metabolismo rural ............................................................... 61
3.3 El estudio de los flujos hídricos del proceso económico ........................... 65
3.3.1 El papel del agua desde la óptica del metabolismo puramente contable . 66
3.3.2 El papel de los flujos de agua en el sistema económico. El agua virtual (AV)
y la huella hídrica (HH) ................................................................... 69
3.4 El metabolismo hídrico. Cuantificación y contextualización ...................... 74
3.5 Conclusiones y reflexiones finales ..................................................... 78
Capítulo 4. El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces. Una
aproximación metodológica. ................................................................. 80
4.1 Introducción ............................................................................... 80
4.2 Marco conceptual. El metabolismo hídrico como marco de análisis ............. 83
4.3 El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces ........................... 88
4.3.1 El proyecto minero y la gestión de agua ........................................ 88
4.3.2 El contexto ........................................................................... 94
4.4 El estudio de los flujos hídricos en la explotación. Balance hídrico de la Planta
hidrometalúrgica ............................................................................. 112
4.4 Análisis del metabolismo hídrico de Cobre Las Cruces ............................ 116
4.5 Conclusiones ............................................................................. 122
Capítulo 5. Conclusiones y reflexiones finales ............................................. 124
5.1 Conclusiones ............................................................................. 124
5.1.1 Resumen comentado de las conclusiones de los capítulos .................. 124
5.1.2 Conclusiones generales ........................................................... 126
5.2 Conclusions ............................................................................... 132
5.2.1 Commented summary of the conclusions of the different chapters ....... 132
5.2.2 General conclusions ............................................................... 134
5.3 Futuras líneas de investigación ................................................... 139
5.4 Reflexiones personales ................................................................. 140
Bibliografía ...................................................................................... 142
Índice de figuras
Figura I. Relación entre agua virtual importada (Vi), agua virtual exportada (Ve), uso
doméstico de agua (WU) y la huella hídrica (WF) de un país………………………………………33
Figura II. Agua Virtual y Huella Hídrica. Desarrollo Conceptual y Metodológico ...... 36
Figura III. AV y HH en el proceso global de producción & consumo ..................... 43
Figura IV. El árbol del metabolismo .......................................................... 53
Figura V. La contabilidad de flujos de materiales de una economía .................... 56
Figura VI. Los procesos metabólicos y la “caja negra” .................................... 64
Figura VII. Flujos que tienen interés para la contabilidad de flujos de materiales ... 67
Figura VIII. El MH entendido como marco de análisis ...................................... 75
Figura IX. El metabolismo hídrico del proceso de producción-consumo ................ 86
Figura X. Metabolismo hídrico de una industria minera ................................... 88
Figura XI. Localización de la explotación minera “Las Cruces” .......................... 89
Figura XII. Esquema del Sistema Drenaje Reinyección del complejo minero
Las Cruces ........................................................................................ 93
Figura XIII. Evolución del precio del cobre 2005-2011 ..................................... 98
Figura XIV. Cronograma de acontecimientos destacados en el contexto del proyecto
minero Las Cruces. ........................................................................ 110-111
Figura XV. Balance hídrico en la Planta hidrometalúrgica de Cobre las Cruces
(m3/hora/año) .................................................................................. 116
Figura XVI. El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces ................... 118
Índice de tablas
Tabla 1. Análisis de los flujos hídrico de la economía. Principales estudios de los
flujos virtuales por escala geográfica………………………………………………………………………….69
Tabla 2. Entradas de agua en el proceso hidrometalúrgico………………………………………110
Tabla 3. Salidas de agua en el proceso hidrometalúrgico…………………………………………111
1
Resumen
Desde el paradigma de la Economía Ecológica se viene proponiendo la necesidad de
utilizar indicadores biofísicos para estudiar los procesos económicos. Esta tesis versa
sobre la necesidad de reflexionar conceptualmente sobre cómo incorporar los flujos
hídricos en el estudio de los procesos económicos para, a partir de esta reflexión,
estudiar las implicaciones de la aplicación del concepto de metabolismo hídrico
propuesto en un estudio de caso.
Para ello nos centramos, en primer lugar, en el estudio de los flujos de agua del
sistema económico mediante los indicadores de agua virtual (AV) y huella hídrica
(HH), y en segundo lugar, desde el análisis del metabolismo socioeconómico, en el
papel del agua desde la óptica del metabolismo, para dar paso a nuestra propuesta
de metabolismo hídrico. En tercer lugar, el estudio de caso trata de aplicar la
propuesta presentada mediante el estudio contextualizado de los flujos hídricos de la
actividad minera de Cobre las Cruces.
El agua virtual y la huella hídrica son dos indicadores que se definieron el primero
como un indicador desde la perspectiva de la producción y el segundo desde la
perspectiva del consumo. Esta diferencia entre ambos es de interés ya que permite
identificar los sujetos responsables del consumo de agua, productores o
consumidores, poniendo de manifiesto un potencial importante a la hora de definir
políticas de gestión de agua. Así, en el segundo capítulo de este trabajo partimos de
la hipótesis de que existe una clara diferencia entre ambos conceptos y que dicha
diferencia, aunque manifiesta en sus respectivas conceptualizaciones, no se plasma
en las estimaciones y aplicaciones realizadas, llegando a utilizarse ambos conceptos
como sinónimos, perdiéndose con ello el enorme potencial que la diferencia entre
ambos conceptos permite.
En el tercer capítulo de la tesis presentamos el resultado del análisis del debate en
torno al concepto de metabolismo y una primera aproximación al concepto de
metabolismo hídrico (MH) del sistema económico en base y como analogía al
metabolismo social. Nuestra propuesta consiste en plantear el metabolismo hídrico
como un marco de análisis, que engloba la imprescindible contextualización de las
estimaciones hídricas en el estudio de los procesos económicos.
2
Como estudio de caso para la aplicación de nuestra propuesta de MH hemos elegido
la actividad minera de Cobre las Cruces. El proyecto minero Cobre las Cruces
(Sevilla, España), supone la explotación de cobre a cielo abierto en activo de mayor
envergadura en Europa. Este yacimiento es especial por su localización, bajo un
acuífero, lo que hace que sea extremadamente sensible a la gestión de agua. En esta
investigación realizamos el estudio del metabolismo hídrico de la actividad minera
Las Cruces que conlleva un análisis de los flujos de agua de la actividad en su
contexto territorial, ambiental, social, institucional y tecnológico.
La tesis concluye que el MH nos muestra la importancia y la necesidad de la
contextualización de los flujos de agua. Somos conscientes de las limitaciones de la
propuesta realizada debido, en parte, a las posibles dificultades derivadas de la baja
calidad de datos necesarios para el estudio de los flujos hídricos de los procesos
económicos desde esta perspectiva. Sin embargo, entendemos que no por ello hay
que dejar de avanzar en el desarrollo de la investigación con estos análisis que
aunque más complejos, son también más reales, incorporando la contextualización
en el estudio de los flujos hídricos de las actividades económicas.
3
Abstract
In the field of Ecological Economy has been lately highlighted the need of using
physical indicators to analyse economic processes. This thesis first examines
conceptual and theoretical issues relating to how study water flows in the economic
processes and then moves on to empirically explore implications of employing water
metabolism (WM) for analysing economic processes by means of one case study. The
thesis first reflects on two useful indicators in achieving this objective, virtual water
(VW) and water footprint (WF). Secondly, we present our approach to water
metabolism of economic processes after the study of the concept of social
metabolism and the water flows from the metabolic perspective. Thirdly, the case
study employs WM to analyse water flows contextualised of the Cobre Las Cruces
mining project.
Virtual water and water footprint are two indicators, the first one from the
perspective of production, the second one from that of consumption. This difference
between them is interesting inasmuch as it allows to identify the subjects who are
responsible for water consumption, whether producers or consumers, and proves
both indicators’ potential when designing water management policies. In the second
chapter of the thesis, we consider a hypothesis according to which there is a clear
difference between the two concepts –virtual water and water footprint– and this
difference, although evident in their respective conceptualizations, is not reflected
in their estimations and applications. This is true to the point that the two concepts
are often used as synonyms, thus wasting the enormous potential associated to their
difference.
In the third chapter of the thesis we present the debate around the concept of
metabolism and an initial approach to water metabolism (WM) of the economic
system as an analogy to the societal metabolism. Our proposal is present water
metabolism as an analytical framework, including the contextualization of water
estimations.
To explore implications of employing WM for analysing economics process, the case
study is Cobre las Cruces mine. Cobre Las Cruces mining project (Seville, Spain) is the
largest operating open-pit copper exploitation in Europe. The deposit of this mine is
4
rather special due to its being located below an aquifer, which makes it extremely
sensitive to water management. In this research, we undertake the study of the
water metabolism of the mining activity at Cobre Las Cruces mine, which entails the
analysis of the water flows involved in the activity within its territorial,
environmental, social, institutional and technological context.
The thesis concludes that WM shows the need and importance of contextualising the
water flows. However, we are conscious of the limitations of our proposition, partly
due to the possible difficulties derived from the current low quality of the data
necessary to study water flows of the economic process from this perspective. In our
opinion, we understand that this is not an obstacle in our progress towards the
development of conceptual and methodological knowledge to consider, more
complex, but indeed more real analysis that incorporates the contextualisation of the
water flows involved in the economics activities.
5
Acrónimos
AV: Agua virtual
CHG: Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
CLC: Cobre las Cruces
DMI*: Entradas materiales directas
EDAR: Estación depuradora de aguas residuales
HH: Huella hídrica
IFF**: Instituto de Ecología Social
IGME: Instituto Geológico y Minero de España
IMPS*: Entradas de material por unidad de servicio
LCA*: Análisis de ciclo de vida
MFA*: Contabilidad de flujos de materiales
MH: Metabolismo hídrico
MUSIASM*: Análisis multiescala del metabolismo social
NIES*: Instituto Nacional de Estudios Ambientales de Japón
OI: Osmosis Inversa
PIOT*: Tablas Input-Output físicas
SDR: Sistema drenaje reinyección
SFA*: Análisis de flujos de materiales
TDO*: Output interior total
TMR*: Requerimientos totales de materiales
WI*: Instituto Wuppertal
WRI*: Instituto de los Recursos Mundiales
*Las siglas se corresponden con su original en inglés, ya que la mayor parte de
bibliografía sobre el metabolismo social se encuentra en este idioma.
**Las siglas se corresponden con su original en alemán.
6
Prefacio
Esta Tesis Doctoral se presenta para optar al título de Doctora con mención europea,
en el Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla; Programa de Doctorado en Ciencias
Ambientales, opción Economía Ecológica y Gestión Medioambiental.
Es el resultado de varios años de trabajo, y sin menoscabo de que se pueda acudir a
mi CV para profundizar en mi trayectoria académica, me gustaría dar algunas
pinceladas sobre la misma. El último año de mis estudios en la Licenciatura en
Ciencias Ambientales en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla pude desplazarme
a la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Barcelona para terminar la
carrera gracias al Sistema de Intercambio entre Centros Universitarios Españoles
(SICUE). Para la realización de mi proyecto fin de carrera tuve el honor de trabajar
bajo la dirección del Profesor Doctor Joan Martínez Alier en el análisis del caso de
minería a cielo abierto en Tambogrande, Perú. Esta investigación, que supuso dos
meses de trabajo de campo en Perú, la realicé conjuntamente con un grupo de
trabajo de excelente calidad profesional y humana y me permitió conocer a fondo los
conflictos asociados a la gestión del agua en esta actividad.
Este trabajo despertó en mí el interés por la investigación académica en el campo de
las ciencias ambientales. Tras la finalización de la licenciatura comencé los estudios
de Doctorado en Ciencias Ambientales, opción Economía Ecológica, de la Universidad
Autónoma de Barcelona, que me permitieron realizar la Tesina de Doctorado, sobre
la gestión de agua en la mina de cobre Las Cruces, bajo la supervisión del Profesor
Doctor Giuseppe Munda y la Profesora Doctora Esther Velázquez. Para desarrollar
esta investigación, efectué un análisis institucional e histórico mediante una
investigación sociológica con dos meses de trabajo de campo en la que realicé
análisis de datos secundarios, entrevistas exploratorias y observación directa.
Tras la obtención del Diploma de Estudios Avanzados en Fundamentos de Análisis
Económico en el 2008 por la Universidad Autónoma de Barcelona, me trasladé a
Sevilla para continuar mis estudios de Doctorado a la vez que asumía la secretaría de
la entonces Red de Economía Ecológica Española, hoy Asociación de Economía
Ecológica en España.
7
Durante estos años he trabajado en diversos proyectos de investigación entre los que
es destacable el Proyecto Europeo- “Co-operative Research on Environmental
Problems in Europe –CREPE-1“, liderado por el Profesor Doctor Les Levidow, bajo la
dirección de la Profesora Doctora Esther Velázquez, para desarrollar el work package
“Water scarcity and its virtual export from Spain to the UK”. Este proyecto me
permitió comenzar el estudio sobre los indicadores de agua virtual y huella hídrica,
que es el punto de partida de la tesis aquí presentada.
El estudio de la gestión de agua, mediante los indicadores de agua virtual y huella
hídrica y el marco de análisis del metabolismo hídrico, es el núcleo de mi
investigación como doctoranda. Esta tesis la he realizado bajo la dirección de los
Profesores Doctores Esther Velázquez y Federico Aguilera.
Esta Tesis Doctoral se compone de tres artículos, que se corresponden con los
capítulos segundo, tercero y cuarto de la misma. El primero de ellos está publicado
en Water Resources Management2; el segundo está publicado, como primer paso,
como documento de trabajo de la Asociación de Economía Ecológica en España3, y en
proceso para su envío a una publicación internacional; y el tercero ha sido enviado
para su publicación en Ecological Economics4.
Estos trabajos han sido difundidos en los siguientes congresos nacionales e
internacionales: V, VI y VII Congreso de Gestión y Planificación de Agua (Faro,
Portugal, 2006, Vitoria 2008, Talavera de la Reina 2010) respectivamente; VIII
Congreso de la Sociedad Europea de Economía Ecológica (Ljubljana, Eslovenia, 2009);
XI Conferencia de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica (Oldenburg,
Alemania, 2010); XII Jornadas de Economía Crítica (Zaragoza, 2010); I Congreso de la
Asociación de Economía Ecológica en España (Barcelona, 2011). Además, he
1 Proyecto Europeo- “Co-operative Research on Environmental Problems in Europe –CREPE-“. Commision of the European Communities. SP4-Capacities. Collaborative Project. Seventh Framework Programme. Duración: 2008-2010. 2 Velázquez, E., Madrid, C., Beltrán, M. J. (2010). “Rethinking the concepts of virtual water and water footprint in relation to the production-consumption binomial and the water-energy nexus”. Water Resources Management, 25 (2): 743-761. Factor de Impacto (2,201), en diciembre 2011. 3 Beltrán, M. J., Velázquez, E. (2011). Del metabolismo social al metabolismo hídrico. Documento de trabajo_01-2011 de la Asociación de Economía Ecológica en España. 4 Factor de Impacto (2,274), en diciembre 2011.
8
publicado documentos de forma conjunta resultado del proyecto CREPE5, y un
artículo en la revista Ecología Política6.
Como complemento a mi formación académica, he realizado una estancia de
investigación de cinco meses en el London Water Research Group del King's College
London, bajo la supervisión del Profesor Doctor Tony Allan y he realizado varios
cursos sobre gestión de agua, entre los que cabe destacar el Advanced Short Course
on Methods and Tools for Scenario Building in Water Management, del proyecto
SCENES7 y el Advanced Course Economics for Water Ecosystem Services Management
del proyecto SCARCE-CONSOLIDER8.
Ha sido de especial interés para mi investigación el poder participar en las reuniones
del equipo del proyecto de I+D+I: “Transformaciones agrarias y cambios en el
paisaje, 1752-2008. Una contribución al estudio de la transición socioecológica en
Andalucía”, liderado por el Profesor Doctor Manuel González de Molina.
Para finalizar, desde 2010 tengo el placer y el honor de trabajar como profesora a
tiempo parcial en la Universidad Pablo de Olavide impartiendo docencia en la
Licenciatura de Ciencias Ambientales, llevando un grupo de la asignatura de
Economía del agua, y dirigiendo proyectos fin de carrera en la misma licenciatura.
5 Se pueden consultar en la web del proyecto: crepeweb.net. 6 Subías, T., Beltrán, M. J., Mérida, J., Moreno, M., Salas, I., Sánchez, A., Soler, M. y Parera, M. (2005). “El oro mata. El éxito de Tambogrande”. Ecología Política, 30: 95-116. 7 Proyecto Europeo-“Water Scenarios for Europe and for neighbouring states”- VI Programa Marco de la Unión europea Prioridad &.3 Desarrollo Sostenible, Cambio Global y Ecosistemas. Proyecto Integrado. Duración: 2006 – 2010. 8 Proyecto- “Evaluación y predicción de los efectos del cambio global en la cantidad y la calidad del agua en los ríos ibéricos”. Ministerio de Ciencia e Innovación. Consolider-Ingenio 2010 CSD2009-00065.
9
Agradecimientos
Esta tesis es el fruto del trabajo académico de varios años. Pero no sólo es eso.
Durante estos años he tenido que hacer un trabajo personal para lidiar con la
incertidumbre y mantener la voluntad, la paciencia, y la calma.
Tengo mucho que agradecer ya que este trabajo no hubiera sido posible sin toda la
gente que me acompaña en esta vida.
A mis padres, por transmitirme sus valores, su apoyo incondicional, y su ternura. A mi
hermana Marian por estar siempre a mi lado, aunque veamos las cosas de formas
diferentes, aferrarnos siempre al cariño que nos une.
A mis directores de tesis, a Esther, mi amiga y mi mentora, por ser un regalo en esta
vida. A Federico por su confianza y su cariño.
A Pablo por acompañarme hasta casi el final, por su paciencia, su comprensión y su
amor.
A Laura, Julia, Tona, Judith, Mar, Tere, Annaïs, Alba, Itziar, Carla, Sara, Geral, Pep,
Vicenç, Xavi, Churri, por enseñarme a no competir, sino a potenciar las cosas buenas
de cada una. Por aparecer en mi vida y acompañarme en descubrir una Barcelona
diferente. Por enseñarme a vivir en el presente.
A toda la familia de Can Masdeu. A Eva y a Jony por su cariño y sus enseñanzas.
A Nacho por recordarme que esta era una carrera de fondo y por su disposición para
hacer la portada de este trabajo y el árbol del metabolismo. A Nicolás por ser mi
amigo para toda la vida.
A mis compañeros de la universidad, Alfredo, Miguel, Rafa, Jas, Antonio, Elena,
Sherman, por hacer del espacio de trabajo un lugar de apoyo, de cariño y de alegría.
A todas las personas que la vida me ha ido poniendo en el camino y que me han
acompañado en los últimos tiempos.
A Manolo González de Molina por su generosidad al dejarme participar en las
reuniones del equipo del proyecto de metabolismo.
A Isidoro Albarreal y Antonio Ramos, por su tiempo y por su empeño en no cesar de
cuidar algo que es de todos, el agua.
10
Capítulo 1. Introducción
En este capítulo se presenta, en primer lugar, una introducción al trabajo que
plantea los problemas que hemos detectado y que nos han llevado a abordar esta
investigación junto con los objetivos y las preguntas de investigación que han guiado
el trabajo, justificando las aportaciones que en la tesis realizamos para avanzar en la
resolución de las cuestiones objeto de estudio. En segundo lugar, el estudio de los
flujos físicos del sistema económico y la gestión del agua desde el paradigma de la
economía ecológica son el marco teórico que ha sustentado el análisis. El marco
metodológico ha consistido en la revisión bibliográfica de los trabajos de AV y HH y
de los trabajos de metabolismo social, que han servido para plantear dos propuestas
metodológicas para la estimación de los indicadores de AV y HH y para el estudio del
metabolismo hídrico. La última parte de esta introducción corresponde a la
justificación del estudio de caso elegido, la mina de cobre Las Cruces, en el que
hemos tratado de aplicar una de las metodologías propuestas. Para finalizar, se
presenta la estructura del trabajo.
Esta tesis, como se ha comentado en el prefacio, esta compuesta por tres artículos,
en los que están reflejados el marco conceptual y metodológico expuesto
brevemente en este capítulo introductorio. Sin embargo, aún a riesgo de resultar
repetitivos, hemos querido estructurar la tesis de esta forma para clarificar y
facilitar al lector su contenido.
1.1 Planteamiento del problema. Preguntas de investigación y
objetivos
Esta tesis versa sobre la necesidad de reflexionar sobre cómo incorporar los flujos
hídricos en el estudio de los procesos económicos. De esta forma, los problemas que
detectamos desde el comienzo de la investigación han servido de “motor” para
plantear preguntas que consideramos relevantes y objetivos encaminados a tratar de
responder a esas preguntas, esperando con ello haber realizado un pequeño avance
en el conocimiento, como corresponde a una tesis doctoral.
El profesor Allan (2003), estudiando la gestión de los recursos hídricos en Israel, llegó
a la conclusión de que gracias a la importación de agua en forma de agua virtual (AV)
11
una región con déficit hídrico, podía resolver sus problemas de escasez importando
productos para los que había hecho falta gran cantidad de agua, incrementando la
disponibilidad de este recurso en una cuantía igual a la cantidad de agua que tendría
que haberse utilizado en producir los bienes que importaba. Así, este concepto se
planteó como un indicador físico en términos de agua de la producción de un bien o
un servicio.
Sin embargo, esta importación de AV, siendo económicamente invisible y
políticamente silenciosa, estaba retardando la aplicación de políticas encaminadas a
la mejora de la gestión de agua en ese país. En otras palabras, lo que el profesor
Allan afirmaba era que gracias a la riqueza monetaria de un país estudiado, éste
podía permitirse acceder a una gran variedad de productos que localmente no
hubiera podido producir y que este acceso al agua en forma de AV, lejos de ser
valorado y hacer que se valoraran los escasos recursos hídricos del país, creaba una
situación de “ficticia abundancia” que retardaba medidas encaminadas a la
disminución del consumo de agua.
El AV es, desde su definición por el profesor Allan en 1993, un término teórico que
este autor utilizó para estudiar problemas de gestión de agua inicialmente en Oriente
Medio. Fueron Hoekstra y Hung (2002) los que, once años después de la definición del
AV, desarrollaron una metodología específica para cuantificar el concepto y lo
popularizaron, además de definir el concepto de huella hídrica (HH) como “el
volumen de agua necesaria para producir los bienes y servicios consumidos por los
habitantes de ese país…indicador del uso de agua en relación al consumo de la
población” (Chapagain y Hoekstra 2004, 11).
Desde ese primer trabajo de aproximación metodológica se ha avanzado en el
desarrollo de la metodología de la estimación del AV y la HH mediante una gran
cantidad de trabajos académicos que han trascendido al ámbito de la Administración
Pública, siendo utilizados estos indicadores en la planificación hídrica de España, así
como grandes corporaciones están requiriendo estudios de la HH de sus productos.
No obstante, remitiéndonos a la definición de AV y HH, el AV fue definido como un
indicador de agua desde la perspectiva de la producción y la HH, desde la
perspectiva del consumo. Esa diferencia, en la gran proliferación de trabajos
12
académicos, o debido precisamente a ello, no aparece reflejada, siendo estos dos
términos utilizados como sinónimos en la mayor parte de las aplicaciones (Velázquez
et al. 2011). Esto supone, que en la mayoría de trabajos no se hace distinción entre
el requerimiento de agua para la producción y para el consumo de un producto.
En este sentido, las primeras preguntas de investigación que guiaron el segundo
capítulo de esta tesis fueron: ¿Por qué se ha producido esta confusión entre la HH y
el AV?, ¿qué implicaciones puede tener esta confusión?
Como hemos citado, estos conceptos se proponen como instrumentos de ayuda para
la toma de decisiones relativas a la gestión de agua, siendo numerosos los congresos
nacionales e internacionales que se organizan para avanzar en la investigación en
este campo. La Conferencia Internacional de Huella Hídrica celebrada en Madrid en
junio de 20099 convocó a numerosos expertos en la materia, así como a
representantes de administraciones y grandes corporaciones. En esta conferencia nos
llamó la atención la discrepancia entre los datos ofrecidos por un representante de
una conocida marca de bebida gaseosa de una multinacional y los presentados por
una organización no gubernamental. La justificación de dicha discrepancia era que la
empresa incluía únicamente la cantidad de agua necesaria para producir el producto
mientras que las estimaciones de la organización eran mucho más altas porque
habían incluido en la estimación de la HH no sólo el agua que había sido necesaria
para la producción de la bebida en sí, sino también para la comercialización y el
consumo del producto en cuestión. Esto es, unos hablaban, en nuestra opinión, de AV
y otros de HH.
La justificación del representante de la compañía de no incluir esos consumos de
agua era que ellos no eran responsables del gasto de agua de esa comercialización
del producto, ya que ellos no eran responsables de la demanda de los consumidores.
Esta interesante discusión nos hizo cuestionarnos la necesidad de definir
responsabilidades sobre el consumo de agua en la cadena de producción-consumo;
¿Por qué la HH podía ser utilizada desde esas dos perspectivas? ¿Iba encaminada la
HH a ser una metáfora que “muera de éxito”, en el sentido de que conceptualmente
van cargada de un significado que no se corresponde con las aplicaciones realizadas?
9 Instituto para la Sostenibilidad de los Recursos http://www.isrcer.org/. Fecha de consulta 12-12-2010.
13
Partiendo de esta reflexión, el primer objetivo de nuestro trabajo, al que tratamos
de dar respuesta en el segundo capítulo, ha sido poner de manifiesto esta evidente
pero ignorada diferencia entre AV y HH mediante una profunda y pausada revisión
bibliográfica sobre las definiciones y aportaciones conceptuales, las metodologías
desarrolladas y las aplicaciones realizadas; y como segundo objetivo hemos realizado
una propuesta conceptual y metodológica que permite poner de relieve las
diferencias comentadas y que sirve para diferenciar a los agentes responsables del
consumo de agua (productores o consumidores), incidiendo en la relación entre el
consumo de agua en las zonas productoras de bienes (y sus implicaciones) y las zonas
consumidoras de dichos productos (habitualmente alejadas de los centros de
producción y ajena a los impactos producidos).
Aunque en esta tesis no hemos avanzado en la aplicación de la propuesta
metodológica que se plantea en el segundo capítulo, la revisión conceptual y
metodológica sobre los principales trabajos sobre AV y HH realizados hasta la fecha
nos ha llevado a la conclusión de que la mayor parte de las aplicaciones de la
metodología que desarrollaron Hoekstra y Hung (2002) se habían realizado, por un
lado, desde una óptica puramente contable de flujos hídricos del comercio de los
países y productos; y por otro, desde una contabilización del AV, denominándola (y
con ello popularizando) la HH, fomentando así la confusión comentada de ambos
conceptos.
El avance que supone la contabilización de flujos físicos (e hídricos) en los análisis
económicos es de enorme importancia, pero ante la reflexión que sobre los
indicadores de AV y HH habíamos realizado nos preguntamos: ¿Es suficiente
únicamente con cuantificar los flujos físicos para analizar los procesos económicos?
Un análisis más pausado nos hizo plantearnos una serie de preguntas que nos
parecieron importantes: ¿Es relevante la relación entre el lugar de producción y el
lugar de consumo de un producto desde el punto de vista del consumo de agua? ¿De
dónde proviene el agua para fabricarlo? ¿Qué impactos tiene el consumo de agua, en
una determinada zona, en el lugar de producción, posiblemente en una zona
diferente? ¿Cuáles son las instituciones, entendidas como “reglas de juego”, que
permiten ese consumo de agua?, entre otras.
14
Estas cuestiones implicaban que para poder resolver esa polémica, de la misma
forma que el estrecho prisma de la contabilidad de flujos monetarios ignora las
relaciones entre el sistema económico y los demás sistemas, en este caso, mirando
sólo por el prisma de la contabilidad de flujos físicos (aunque es un gran avance para
la comprensión de la compleja realidad) tampoco se estaban teniendo en cuenta
estas interrelaciones sistémicas. Por ello creemos necesario poner de manifiesto que
en el estudio de los flujos físicos (e hídricos) que forman parte del sistema
económico se debe tener en cuenta las relaciones que existen entre los sistemas
ambiental, geográfico, institucional, tecnológico y social. Expresado en otras
palabras, entendemos fundamental contextualizar los flujos físicos (e hídricos).
Esta necesidad de contextualizar nos llevó a plantear, como marco de análisis, el
metabolismo hídrico de los procesos de producción-consumo que engloba la
imprescindible contextualización de las estimaciones hídricas, como a continuación
explicaremos. Ello lo hicimos partiendo, como no podía ser de otra forma, del
metabolismo social definido por Fischer-Kowaslki (1997).
De forma similar a lo que ha ocurrido con los indicadores de HH y AV, la gran
proliferación de trabajos abordando el estudio del metabolismo10 desde diversas
perspectivas ha sido notable y ello ha dado lugar, en nuestra opinión, a una confusión
entre lo que es y no es metabolismo.
De esta forma, nuestra primera pregunta de investigación en el tercer capítulo es:
¿Qué es metabolismo? Esta pregunta, en principio baladí, para nosotros es
fundamental para poder decidir con qué concepto de metabolismo íbamos a trabajar.
Para ello nos dispusimos a analizar, ordenar y estructurar las diferentes visiones del
concepto de metabolismo, siendo este el primer objetivo del tercer capítulo.
No obstante, en este trabajo de sistematización observamos que no existe un
consenso sobre con qué profundidad deben ser tratadas las cuantificaciones de flujos
físicos, y en este sentido nuestra segunda pregunta de investigación en el tercer
capítulo es ¿puede o debe ser incluida la contextualización de los flujos físicos (o en
nuestro caso, hídricos) en el estudio del metabolismo?
10 En este trabajo nos referimos al concepto de metabolismo aplicado a las ciencias sociales.
15
El concepto de metabolismo social planteado por González de Molina y Toledo (2011)
propone ampliar el estudio del metabolismo analizando los procesos metabólicos no
sólo desde el punto de vista meramente físico (tangible) sino también analizando las
dimensiones intangibles que actúan de forma conjunta y dinámica a estos procesos;
lo que ellos denominan como flujos de información, subyacentes a los flujos físicos.
La incorporación de estos flujos de información responde a la necesidad que nosotros
planteamos de contextualizar los flujos físicos (hídricos).
Una vez determinado el concepto de metabolismo que vamos a utilizar nos
preguntamos: ¿Cómo se han analizado los flujos hídricos del proceso económico
desde el punto de vista metabólico? La respuesta era similar a como se habían
desarrollado los estudio de AV y HH; desde una óptica generalmente contable. A
partir de la identificación de esta situación, como principal objetivo del tercer
capítulo planteamos nuestra propuesta conceptual de metabolismo hídrico, que
engloba la contabilización de los flujos hídricos de una economía desde una
perspectiva sistémica incluyendo la contextualización de los mismos.
El cuarto capítulo se plantea con la idea de dar respuesta a ¿cómo aplicar
metodológicamente la propuesta teórica realizada? y con ello, ¿cómo poner en
práctica el concepto de metabolismo hídrico mediante la contextualización?
Para responder a estas preguntas, elegimos como estudio de caso la mina de cobre
Las Cruces (Sevilla) ya que, como se explicará en el capítulo correspondiente, este
proceso económico es excepcional en lo que a la gestión de agua se refiere. Así, el
objetivo principal del cuarto capítulo consiste en el análisis de los flujos hídricos de
la actividad minera Las Cruces mediante la aplicación metodológica de la propuesta
teórica de metabolismo hídrico. Para ello, los objetivos específicos que nos hemos
planteado son la aproximación al estudio de los flujos físicos de entrada y salida de
agua en la actividad minera de Las Cruces y el estudio de los flujos de información
que supone la contextualización de los mismos.
Pese a las limitaciones de datos que hemos encontrado y la dificultad de abordar en
su totalidad los problemas relacionados con la gestión de agua debido a su
complejidad (Aguilera, 2006), creemos necesario avanzar en la investigación
planteando preguntas que consideramos relevantes pues “la necesidad de
16
información no es sinónimo de quedarse de brazos cruzados sin hacer nada hasta que
se completen todas las investigaciones necesarias. Se dispone de suficiente
información para justificar decisiones ambientales en casos específicos” (Kapp11,
1950, 81).
1.2 Marco conceptual y metodológico. Justificación del estudio
de caso
1.2.1 Marco conceptual
Comenzamos el marco teórico de nuestro trabajo, en primer lugar, definiendo la
noción de agua y de consumo de agua que vamos a utilizar en esta investigación. En
segundo lugar, nos hemos apoyado en los teóricos que argumentan la necesidad de
analizar la realidad física de los procesos económicos. En este sentido, hemos
trabajado en dos líneas de investigación que convergen en la propuesta teórica de
metabolismo hídrico de nuestro tercer capítulo: (1) el estudio de los flujos de agua
del sistema económico mediante los indicadores físicos de consumo de agua que son
el agua virtual y la huella hídrica, (2) el estudio de los flujos hídricos del proceso
económico desde el punto de vista metabólico.
Para facilitar la comprensión de los problemas relacionados con la gestión del agua
en toda actividad económica, entendemos el agua como un recurso que desempeña
múltiples y variadas funciones de tipo económico, social y ambiental, y no sólo como
un factor de producción, lo que en palabras de Aguilera (1991a), se define como
activo ecosocial. Desde esta perspectiva, es preciso tener en cuenta que cuando el
agua se usa como factor de producción, se afecta a sus parámetros en calidad y
cantidad. Estas alteraciones de sus parámetros pueden conducir al deterioro de una o
varias funciones que el agua podría desempeñar, haciendo más restrictivas sus
posibilidades de uso. Aguilera (2007) define esta situación como de competencia
entre funciones del agua y, según este autor, muestra claramente la
interdependencia entre las mismas, poniendo en evidencia que el ser humano no se
apropia de recursos, sino de ecosistemas. En este sentido, “estudiar la gestión del
11 Kapp, W. (1950). The social cost of private enterprise. Edición en castellano editada por Aguilera, F. (2006). Los costes sociales de la empresa privada. Ed. Los libros de la Catarata.
17
agua implica estudiar la gestión del territorio y los usos que son compatibles con el
mantenimiento de las funciones ambientales” (Aguilera, 2007, 4).
El concepto de consumo de recursos hídricos que plantearon Ayres y Kneese (1974),
está relacionado con este planteamiento. Según Ayres y Kneese (1974), la ciencia
económica neoclásica, al considerar que la economía es un sistema cerrado, utiliza el
concepto de consumo final de bienes como si éstos, una vez consumidos,
desapareciesen en el vacío. El consumo final es, según estos autores, el consumo de
servicios que proporcionan esos bienes, en el sentido de que el bien que genera ese
servicio no desaparece tras su consumo, sino que “permanece su sustancia material
pudiéndose volver a utilizar o verterse de nuevo al medio ambiente (Ayres y Kneese
1974, 211). El consumo de agua, analizado desde esta perspectiva, pone de
relevancia que cualquier uso del recurso implica el consumo de los servicios que
proporciona el agua. Una vez consumido este servicio, el agua vuelve de nuevo al
medio (mediante evaporación, pérdida o excreción) o se vuelve a utilizar, pero a lo
largo de este proceso pueden verse afectadas en mayor o menor medida sus
funciones económicas, ambientales o sociales.
Analizar las interacciones entre los sistemas, imprescindible cuando se estudia el
agua, obliga a considerar los sistemas económicos como sistemas abiertos y
dinámicos y por ello Kapp (1950) y Aguilera y Alcántara (1994), entre otros, insisten
en que los indicadores monetarios son insuficientes a la hora de valorar los recursos
del medio ambiente, ya que necesitamos estudiar las interrelaciones entre lo social,
lo económico y lo biofísico o ambiental.
En este contexto, para estudiar las interdependencias biofísicas del sistema
económico, Fischer-Kowalski (1997), propuso el concepto de metabolismo social,
como analogía al metabolismo biológico, buscando la descripción y cuantificación de
los flujos de materia y energía que se intercambian entre los sistemas económico,
social, territorial, medioambiental, etc. Esta metodología abre nuevas posibilidades y
ofrece claves alternativas para entender la realidad que nos rodea. No obstante, para
que esta herramienta sea operativa se necesitan indicadores que reflejen el consumo
de materiales, de energía y de agua. Hay una amplia variedad de indicadores que nos
proporcionan información sobre los dos primeros y que han sido utilizados en los
análisis del metabolismo socioeconómico de diferentes países. Sin embargo, la
18
mayoría de los estudios realizados hasta el momento no incluyen el consumo de agua
debido al carácter “desequilibrante” de este recurso12. Siendo esto cierto, no lo es
menos la necesidad de incorporar la dimensión “hídrica” de los procesos productivos
(Madrid y Velázquez 2008), más aún en regiones y países con problemas de escasez
de agua, ya sea física o social.
Como ya se ha comentado, para estudiar la incorporación de la dimensión hídrica de
los procesos económicos nos hemos centrado en primer lugar, en los indicadores de
AV y HH; y en segundo lugar, en el estudio de los flujos hídricos del proceso
económico desde el punto de vista metabólico.
El AV es, por su definición, un indicador que no sólo nos proporciona información
sobre los requerimientos de agua de la producción, sino que se puede utilizar para
analizar los flujos comerciales en términos de agua. Por otra parte, la HH es un
indicador definido desde la perspectiva del consumo por parte de una población
determinada de esos bienes y servicios.
Estos indicadores integrados en el contexto de análisis amplio que supone el doble
binomio producción-consumo & agua-energía nos muestran, por un lado, que hay una
producción (para la que hace falta utilizar agua) que es transformada y transportada
hasta que llega al consumidor por lo que los procesos de transformación,
comercialización y transporte adquieren una importancia a considerar. Asimismo, el
agua y la energía son dos recursos que, tradicionalmente, se han gestionado de forma
independiente, aunque son absolutamente indisociables, más aún si entra en juego el
transporte de bienes.
Sin embargo, los trabajos realizados sobre el la función de los flujos de agua en el
sistema económico mediante los indicadores de AV y la HH, no se proponen desde la
óptica del binomio producción-consumo (menos aún desde el doble binomio
producción-consumo & agua-energía), aunque existen autores que plantean la
utilización de estos indicadores en análisis más amplios dentro de la metodología de
Análisis de Ciclo de Vida (Ridoutt y Pfister, 2010). Desde el punto de vista
12 La cantidad de agua utilizada en cualquier proceso es muy superior a la cantidad utilizada de cualquier otro material (“el consumo de agua puede superar en 20 veces la suma total del resto de materiales excluido el oxígeno” –Carpintero 2005, 132-), distorsionando el análisis si se incluye y se analiza conjuntamente con el resto de materiales.
19
metodológico, el concepto de huella hídrica, al haberse originado y desarrollado
como una herramienta puramente contable y desde una perspectiva no metabólica
en la mayor parte de trabajos realizados hasta la fecha, la lógica contable prevalece
aunque se denota una evolución en algunas aplicaciones actuales.
Desde el análisis del metabolismo socioeconómico, el estudio de los flujos hídricos
del proceso económico ha sido excluido de la mayor parte de trabajos debido al
carácter desequilibrante en términos cuantitativos del recurso, sumado a las
carencias en la información estadística que existe sobre el agua, y al hecho de que
las escalas de estudio apropiadas para los recursos hídricos y los materiales difieren
(Madrid y Velázquez, 2008). Asimismo, en los estudios que analizan los flujos de agua
que son usados y transformados por un sistema económico desde la perspectiva
metabólica, el papel del agua se aborda, en la mayor parte de trabajos, desde la
óptica del metabolismo puramente contable.
Esto puede ser debido a que, como instrumento analítico, el metabolismo está
considerado, por la mayor parte de las escuelas que han desarrollado trabajos en
este campo, como una metodología de cuantificación de flujos físicos que provee de
información importante y necesaria para el análisis de la sostenibilidad, en base a la
cual la economía ecológica, la ecología política y la economía institucional, entre
otras, interpretan, analizan y contextualizan esa información física. No obstante,
determinadas aplicaciones del metabolismo se centran en cuantificar los flujos físicos
mediante indicadores, sin hacer análisis de las implicaciones políticas de esos flujos,
lo que les lleva a conclusiones que pueden ser, en cierto modo, mal interpretadas o
utilizadas para defender ideas que poco tienen que ver con la economía ecológica.
Existen otros trabajos que, sin entrar de lleno en la contextualización política y
social de los flujos físicos, adelantan el porqué de esos flujos, haciendo análisis
históricos y políticos que inciden en la importancia de la contextualización de los
flujos físicos.
Destacamos de entre estos trabajos el de González de Molina y Toledo (2011), que
proponen un concepto de metabolismo que se centra en el estudio del proceso
metabólico, no sólo como un fenómeno meramente físico, sino considerando que
existe una parte intangible de la sociedad operando como un “armazón” para los
procesos materiales del metabolismo. De esta forma, los procesos metabólicos
20
(apropiación, circulación, transformación, consumo y excreción), que denominan
“caja negra del metabolismo”, conforman la parte material (tangible) de un todo y
su contraparte o sistema social “contenedora”, está formada por las dimensiones
cognitivas, simbólicas, institucional, jurídica y tecnológica que actúan de manera
conjunta y de forma dinámica y compleja.
A partir de este concepto de metabolismo, planteamos una propuesta de marco de
análisis que englobe el análisis de los flujos hídricos del sistema económico
trascendiendo la óptica puramente contable del estudio del agua, desde una
perspectiva metabólica, e incluyendo el indicador de AV.
Así, el metabolismo hídrico (MH) propuesto por Beltrán y Velázquez (2011) se define
como un marco de análisis que cuantifica los flujos hídricos de la economía y refleja
la dimensión social, ambiental, tecnológica, geográfica e institucional que
corresponde a la parte intangible del metabolismo, inseparable de la parte tangible.
Si, como hemos expuesto anteriormente, entendemos que el metabolismo estudia las
relaciones entre el sistema social, ambiental, económico, etc., proponemos que éste
sea insertado en un contexto institucional y cultural del que es interdependiente.
Nuestro análisis del metabolismo hídrico parte entonces de las interacciones y de la
compatibilidad o no que existe entre la economía y la ecología o entre el sistema
ambiental y el sistema económico y social, y de las implicaciones, de carácter
multidimensional, que derivan de esas interacciones (Aguilera, et al. 2000).
1.2.2 Marco metodológico
La metodología que hemos utilizado en el segundo capítulo para poner de manifiesto
las diferencias entre AV y HH ha sido, en primer lugar, la revisión bibliográfica sobre
las definiciones y aportaciones conceptuales, las metodologías desarrolladas y las
aplicaciones realizadas que sobre estos conceptos se han realizado hasta la fecha. En
segundo lugar, para introducir la diferencia conceptual en las estimaciones de AV y
HH nos hemos centrado únicamente en la fase de producción-consumo, en la que el
AV del proceso de distribución sería el agua que se requiere en el transporte del
producto desde el lugar de producción hasta el lugar de consumo. Así, la HH tendría
dos componentes. El primero sería el AV de la generación del producto, compuesta
por el AV del proceso de producción y el AV del proceso de transformación. El
21
segundo componente de la HH sería el AV del transporte, que estaría compuesta por
el AV del transporte desde el lugar de producción hasta el lugar de transformación, y
el AV desde el lugar de transformación hasta el lugar de consumo.
De esta manera, la HH se definiría como la suma del AV de los diferentes procesos,
incluyendo el transporte y la energía requerida, quedando así integrado el doble
binomio producción-consumo & agua-energía en el análisis de la gestión del agua
desde la perspectiva hídrica y territorial.
La metodología que hemos utilizado en el tercer capítulo ha sido en primer lugar,
una revisión bibliográfica que nos ha servido para analizar, ordenar y estructurar, los
diversos enfoques que hay del metabolismo social para incidir en las diferencias
conceptuales que se denotan de las principales aplicaciones y las críticas que se han
realizado desde los teóricos que trabajan en esta disciplina. De esta forma hemos
determinado el concepto de metabolismo que nos ha servido para plantear nuestra
propuesta conceptual de metabolismo hídrico.
En segundo lugar, nuestra propuesta teórica de metabolismo hídrico analiza el
proceso de producción-consumo que se encuentra inserto en el sistema social y
ambiental e incluye el estudio de los procesos metabólicos, extracción, circulación,
apropiación, transformación y consumo (González de Molina y Toledo, 2011). Cada
fase del proceso tiene su propio metabolismo hídrico, esto es, tiene entradas y
salidas de agua, en forma real y virtual. A su vez, una vez que el agua es extraída del
ecosistema, se producen, en las diferentes fases, salidas de agua en forma de
pérdidas, evaporación, excreción o agua virtual, en su caso.
En el cuarto capítulo, para realizar la aplicación metodológica de la propuesta
teórica de metabolismo hídrico para los procesos de producción-consumo hemos
analizado las fases de extracción y transformación de cobre de la industria minera
Las Cruces. Paralelamente hemos definido los flujos hídricos de esta actividad
económica, estudiando la extracción, transformación y excreción de agua que
conlleva. Para poner en práctica el estudio del contexto hemos estudiado los
sistemas socioeconómico, tecno-institucional y geográfico-ambiental del caso.
Finalmente, hemos analizado los flujos hídricos en función de la contextualización, lo
que nos permite explicar las fuerzas subyacentes a esos flujos hídricos.
22
Por lo tanto, mediante esta metodología, no sólo llevamos a cabo una descripción del
proyecto minero desde la perspectiva de la gestión del agua sino que, al mismo
tiempo, estamos estudiando el contexto que condiciona esa gestión de agua,
analizando el porqué de esos flujos y sus impactos.
1.2.3 Justificación del estudio de caso
Desde el punto de vista físico, la minería es una actividad que involucra trasladar y
procesar cantidades masivas de roca y en el caso de la minería de cobre, más del 95%
de la roca original se convierte en residuo (Moran, 2003). A esta diferencia entre el
producto comercial obtenido y el movimiento de materiales para conseguirlo, se le
suma en el caso de sustancias como el oro y el cobre, que su obtención y beneficio
conlleva un manejo masivo de agua, energía y contaminación (Naredo, 2006).
En el caso del agua, las actividades relacionadas con la extracción y beneficio de los
metales afectan a los recursos hídricos en cantidad y en calidad. En cuestión de
cantidad para estos procesos se necesita elevados volúmenes de agua; y en cuestión
de calidad, en los procesos mineros se generan gran cantidad de aguas ácidas13, que
son altamente contaminantes (Urkidi, 2010).
El proyecto minero Cobre las Cruces (Sevilla, España), supone la explotación de cobre
a cielo abierto en activo de mayor envergadura en Europa. Este yacimiento es
especial por su localización, bajo un acuífero, lo que hace que sea extremadamente
sensible a la gestión de agua
En el estudio de la gestión del agua de la mina Las Cruces mediante el MH,
entendemos que el agua es un activo ecosocial y que el consumo final del agua en
esta industria genera agua con diferentes calidades o cantidades por lo que la
competencia entre funciones del agua puede conducir a la degradación de una o
varias de las mismas, generando con ello costes sociales (Kapp, 1950). El estudio del
13 En las explotaciones de carbón, sulfuros metálicos (el caso de la mina de cobre Las Cruces) o uranio se produce la contaminación conocida como drenaje ácido de minas, que es a nivel mundial una de las primeras causas de degradación de los recursos hídricos (Sarmiento, et al. 2007). Esta contaminación química del agua se produce por la disolución de determinados componentes de rocas que están expuestas a la meteorización por el oxígeno y el agua, produciéndose un lixiviado muy tóxico. Los vertidos de aguas ácidas degradan los ecosistemas al convertir en corrosiva el agua por el aumento de la concentración de metales, muchos de ellos, metales pesados (elementos químicos que poseen un peso atómico comprendido entre 63,55 (Cu: cobre) y 200,59 (Hg: mercurio) (Oyarzun e Higueras, 2007).
23
MH de la mina Las Cruces significa, para nosotros, tener la capacidad de comprender
las interacciones entre este proceso de tipo socioeconómico –entendido como un
proceso de producción-consumo inserto en un contexto tecno-institucional concreto-
y los procesos geográficos ambientales en relación con la gestión del agua.
1.3 Estructura del trabajo
Tras esta introducción, los capítulos segundo, tercero y cuarto responden a los
objetivos de nuestro estudio y a los tres artículos comentados en el prefacio. En el
capítulo segundo “Repensando los conceptos de agua virtual y huella hídrica. Una
propuesta desde el doble binomio producción-consumo & agua-energía” se pone de
manifiesto la diferencia entre AV y HH y se plantea la propuesta que permite poner
de relieve esta diferencia. El capítulo tercero, “Del metabolismo social al
metabolismo hídrico” responde al objetivo de sistematizar la diferentes visiones del
concepto de metabolismo y, a partir de ahí, proponer la definición de MH. En el
cuarto capítulo “El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces. Una
aproximación conceptual”, se realiza la aplicación metodológica de la propuesta de
MH. En el capítulo quinto se presentan las conclusiones de la tesis, futuras líneas de
investigación y reflexiones finales derivadas del estudio.
24
Capítulo 2. Repensando los conceptos de Agua Virtual y
Huella Hídrica. Una propuesta desde el doble binomio
producción-consumo & agua-energía
“La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder".
Bertrand Russell
2.1 Introducción
El Agua Virtual (AV) y la Huella Hídrica (HH) son dos conceptos relativamente
novedosos aunque hace ya casi quince años que se definió el primero y casi seis el
segundo. Sin embargo, a pesar de la “juventud” académica de estas ideas, se ha
desarrollado un elevado número de trabajos desde aquel primer congreso on-line de
agua virtual14 que han permitido analizar los procesos de producción y de consumo,
así como los flujos comerciales, en términos de agua. El AV se definió como un
indicador físico de la cantidad de agua necesaria para producir bienes y servicios; y
la HH como la cantidad de agua necesaria para producir bienes y servicios que serán
consumidos por un país o individuo. Así el AV se consolida como un indicador desde la
perspectiva de la producción y la HH desde la perspectiva del consumo. Esta
diferencia entre el AV y HH es de interés ya que ofrece dos indicadores definidos
desde perspectivas diferentes lo que permitiría identificar los sujetos responsables
del consumo de agua, productores o consumidores, poniendo de manifiesto un
potencial importante a la hora de definir políticas de gestión de agua.
No obstante, hemos detectado que, a pesar de la evidente diferencia entre los
conceptos estudiados y la proliferación de trabajos académicos, o precisamente
debido a ello, podría existir una confusión en torno a ambos conceptos debido a la
utilización de los mismos como sinónimos, perdiéndose así parte del potencial que
conlleva la diferenciación mencionada. Esta confusión “conceptual” sería de menor
importancia si quedara únicamente ahí, esto es, en una reflexión académica sin
14 En el 3th World Water Forum (2003) se dedicó una sesión al AV y dada la relevancia que alcanzó se decidió organizar un congreso virtual sobre agua virtual que se puede considerar la primera reunión de envergadura que reunió a más de 300 participantes. La síntesis de este congreso se puede consultar en http://www.waterfootprint.org/Reports/virtual_water_final_synthesis.pdf.
25
ambición de ser trasladada a la toma de decisiones. Pero es tal el auge que estos
conceptos están adquiriendo que tanto administraciones públicas15 como grandes
corporaciones16 (Danone, Nike, Levis Strauss, Coca-Cola, etc.) han decidido explorar
la posibilidad de incluirlos para apoyar las diferentes alternativas en sus respectivas
toma de decisiones.
Detectada esta confusión conceptual, creemos necesario reflexionar sobre estos
conceptos, sus potencialidades y limitaciones, sus diferencias y similitudes.
Entendemos imprescindible definir con precisión cada indicador y sus respectivas
metodologías de estimación para poder aplicarlas con rigor en la toma de decisiones.
Así, el objetivo de este capítulo es doble. En primer lugar, tratamos de poner de
manifiesto la evidente pero ignorada diferencia entre AV y HH mediante una
profunda y pausada revisión bibliográfica sobre las definiciones y aportaciones
conceptuales, las metodologías desarrolladas y las aplicaciones realizadas. En
segundo lugar, realizamos una propuesta conceptual y metodológica con el objetivo
de incorporar esta diferencia entre ambos conceptos y lo hacemos ampliando el
contexto de análisis integrando el doble binomio producción-consumo & agua-
energía.
El capítulo se estructura de la siguiente manera. Tras esta breve introducción, en el
siguiente epígrafe analizamos el estado de la cuestión, detallando las definiciones de
los diferentes conceptos estudiados, las metodologías propuestas y las aplicaciones
resultantes. De esta revisión se deduce la evidente e ignorada diferencia entre AV y
HH que planteamos abiertamente en el epígrafe tercero. En el cuarto apartado
planteamos las bases conceptuales de la propuesta conceptual y metodológica que
ofrecemos en el quinto y penúltimo epígrafe, profundizando en las implicaciones que
podría tener en el comercio. Finalizamos con un apartado de conclusiones y
reflexiones.
15 El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino del Gobierno de España ha incluido en la ORDEN ARM/2656/2008, de 10 de septiembre, por la que se aprueba la instrucción de planificación hidrológica, la obligatoriedad de incluir la HH de las cuencas hidrográficas en los Planes de Cuenca.
16 Así se puede ver en la Cumbre de Huella Hídrica celebrada en Londres en mayo de 2009, denominada Corporate water footprints, en la que intervienen grandes corporaciones (http://www.waterfootprint.org/Reports/various/CorporateWaterFootprinting-ManagingWaterResources-London-May09.pdf) o en la que se celebró en EEUU en febrero del mismo año (http://www.water-footprint-usa.com).
26
2.2 Estado de la cuestión
En este apartado tratamos de hacer un repaso breve pero exhaustivo17 de la
literatura existente para definir con claridad cada uno de los conceptos que han ido
apareciendo así como las metodologías de estimación que se han desarrollado y las
aplicaciones que de ellas se han derivado con el objetivo de detectar las posibles
confusiones que de ellas se pudieran deducir.
2.2.1 Concepto de Agua Virtual (AV), Huella Hídrica (HH) y conceptos
asociados
El concepto de Agua Virtual fue definido por primera vez por el profesor Allan a
principios de la década de los noventa (1993, 1994) como el agua “contenida” en un
producto, entendiendo por tal, no únicamente la cantidad física contenida en el
mismo, sino la cantidad de agua que ha sido necesaria utilizar para generar dicho
producto. Así definida, el AV se configuraba como indicador físico en términos de
agua de la producción de un bien o servicio. Aunque revolucionario aparentemente,
si lo aplicamos únicamente sobre los productos agrícolas no es más que el concepto
de requerimientos hídricos de un cultivo que los agrónomos vienen utilizando desde
hace años. No obstante, la potencialidad del concepto viene de la mano de dos
factores: 1) por un lado, el AV nos proporciona información de los requerimientos de
agua, no únicamente de los productos agrícolas, sino también del resto de bienes y
servicios; esto es, el AV puede aplicarse tanto a bienes y productos agrícolas y
ganaderos (así, se puede hablar de la cantidad de agua, en unidades físicas, que hay
que utilizar para producir un kilo de trigo o un kilo de carne de ternera), de bienes
industriales (cantidad de agua necesaria para producir un coche), incluso para
estimar el agua utilizada en la prestación de un servicio (por ejemplo, en el turismo).
2) Por otro lado, el AV alcanza todo su potencial cuando se la relaciona con el
comercio, facilitando información de los flujos de AV entre países o regiones. Así, se
puede hablar del agua virtual exportada y el agua virtual importada a través del agua
“contenida” en los productos comercializados. Ya Fishelson (1989) concluía que no
resultaba muy inteligente exportar bienes para cuya producción había sido necesario
consumir grandes cantidades de agua en aquellos países con problemas de escasez
17 Aunque dada la proliferación de literatura al respecto no será completo.
27
hídrica. De esta manera, el AV se va configurando como un indicador que no sólo nos
proporciona información sobre los requerimientos de agua de la producción, sino que
se podría utilizar para analizar los flujos comerciales en términos de agua.
Bajo este planteamiento, se podría entender el AV como un instrumento de la
llamada política de oferta de agua, esto es, un instrumento que nos permite
incrementar los recursos hídricos (la oferta) en un momento determinado en una
región concreta. En efecto, si importamos productos de una región con abundancia
de agua a otra con escasez, podríamos afirmar que estamos incrementando los
recursos en la región con escasez de agua; estaríamos hablando de “trasvases”
virtuales de agua que incrementan la disponibilidad del recurso18 sin necesidad de
grandes obras hidráulicas. Según Allan (2003), el agua ha estado disponible en el
mercado internacional en forma de AV pero, al mismo tiempo, el impacto del sistema
global ha sido negativo ya que dicha disponibilidad de agua en forma virtual ha
interferido en muchos casos en la mejora de la gestión del agua. Por otro lado,
también se puede entender el AV como un indicador de la “demanda19 de agua”
(Velázquez, 2008) ya que se puede utilizar para aliviar la presión ejercida sobre los
recursos hídricos en regiones con escasez (Hoekstra, 2003).
A nuestro entender, hay que reconocerle al profesor Allan la “paternidad” del
concepto de Agua Virtual, como así fue reconocido en el año 2008 al recibir el
Premio Estocolmo de agua. Por otro lado, hay que reconocerle a Hoekstra (2003) el
desarrollo de la metodología que permitió cuantificar el concepto. Así, en este
intento por cuantificar el AV, Hoekstra define un nuevo concepto, la Huella Hídrica
(HH) de un país (o individuo) como “el volumen de agua necesaria para producir los
bienes y servicios consumidos por los habitantes de ese país” y lo define como un
“indicador del uso de agua en relación al consumo de la población” (Chapagain y
Hoekstra 2004, 11). De esta forma, al concepto de AV, indicador definido desde la
18 Un país que importa productos está incrementando la disponibilidad de agua en su país en una cuantía igual a la cantidad de agua que tendría que haber utilizado en producir los bienes que importa. Como esta cantidad de agua no la utiliza en producir dichos bienes porque son importados, esa agua está disponible para otros usos.
19 Coloquialmente se habla de “demanda de agua” cuando en realidad se está hablando de consumo o de uso del recurso. Por demanda, en el más estricto sentido económico, se entiende la cantidad de un bien o servicio requerido a un precio fijado por el mercado. Desde el momento que el agua, en principio, no tiene un mercado y no tiene un precio, no podemos hablar de demanda de agua, ni de política de demanda, entendiendo, pues, más riguroso hablar de requerimientos hídricos.
28
perspectiva de la producción de bienes y servicios, se le une un nuevo indicador, la
HH, definido desde la perspectiva del consumo por parte de una población
determinada de esos bienes y servicios.
Esta diferencia entre el AV y la HH es de interés ya que, además de otras
consideraciones en las que entraremos en profundidad en el apartado de la propuesta
metodológica, tenemos dos indicadores definidos desde dos perspectivas diferentes
lo que permite identificar los sujetos responsables del consumo de agua, productores
o consumidores. Así pues la evidente diferencia entre AV y HH pone de manifiesto un
potencial importante a la hora de definir políticas de gestión de agua al permitir
determinar los sujetos responsables del consumo de agua.
Asociado a estos conceptos se han definido otros para precisar diferentes tipos de
agua contenida en los bienes y servicios producidos o consumidos. Así, se aplica al AV
(y a la HH) la conceptualización del agua en función de su procedencia realizada por
Savenije (1998), agua azul y agua verde20. La primera aplicación de estos conceptos
al AV la realizaron Hoekstra y Hung (2002) y fueron seguidos por varios estudios,
entre los que destacan Chapagain et al. (2006a) y Aldaya et al. (2008). En este último
trabajo se propone un método para diferenciar el agua azul de la verde utilizando
algunas opciones que ofrece la metodología tradicional de la demanda específica de
agua aplicada a los cultivos (que a continuación describiremos). A la diferenciación
realizada sobre los colores del agua se le unió la denominada agua gris para
denominar el agua residual contaminada derivada de los procesos de producción y
consumo (Hoekstra y Chapagain, 2008). Por el momento, la mejor aproximación
disponible es la que estima el volumen de agua gris como el volumen de agua que es
necesaria para diluir el grado de contaminación del agua empleada.
Aunque en la literatura mencionada se habla de los colores del AV y de la HH, tiene
mucho más sentido hablar de los colores del AV que de los colores de la HH, pues es
en el proceso de “producción” en el que se utiliza agua de diferentes procedencias;
aunque también es cierto que esta diferencia en los colores del agua en la
producción se traslada al consumo. No obstante, es el productor, más que el
consumidor, el que tiene una mayor responsabilidad sobre el tipo de agua que utiliza
pues el consumidor no puede decidir la procedencia del agua utilizada en la
20 Se entiende por agua azul el agua de ríos y acuíferos y por agua verde el agua contenida en el suelo.
29
producción de los bienes y servicios que consume. Sin embargo, como se deduce de
la literatura revisada, los colores del agua se aplican tanto al AV como a la HH.
Hay otra importante diferenciación conceptual realizada por Hoekstra (2003) entre
AV teórica y AV real. Ésta relaciona el agua con el comercio para definir el AV,
dándole un valor añadido al concepto de requerimientos hídricos. En efecto, por
agua real se entiende el agua que ha hecho falta utilizar para generar un bien (o
servicio) concreto en una zona geográfica determinada. Por el contrario, el agua
teórica es el agua que se habría utilizado en una determinada zona para producir un
bien (o servicio) si se produjera en dicha zona, en lugar de importarlo. Hay que
resaltar la importancia de ligar la gestión del agua al territorio en este sentido ya
que no es lo mismo la cantidad de agua requerida por un bien agrícola o ganadero
producido en una zona con limitaciones hídricas que en otra con abundancia del
recurso. En este sentido, se pone de manifiesto la relación existente entre AV real &
teórica y los colores del agua, explicados anteriormente. Esta diferenciación es
importante para la propuesta metodológica que realizamos más adelante.
2.2.2 Metodología de estimación del AV y de la HH
Es importante resaltar el salto temporal entre la definición del concepto de AV y la
primera aproximación metodológica realizada por Hoekstra y Hung (2002) que no se
realizará hasta once años después de definido el concepto. La metodología
desarrollada por estos autores se basa en la demanda específica de agua (SWD, en
sus siglas inglesas –specific water demand-) y se aplicó inicialmente a productos
agrícolas, tanto a nivel internacional, nacional y regional21. Según este método, la
cantidad de agua empleada en la producción de un determinado cultivo dependerá
de los parámetros climáticos, del tipo de suelo y de la especie de cultivo en cuestión.
Estos parámetros permiten estimar los requerimientos de agua de cada cultivo (CWR,
21 Los trabajos de referencia son los de Chapagain y Hoekstra, (2003a, 2004) y los de Hoekstra y Hung (2005). Además de éstos, destacan los de Kumar y Singh, 2005; Chapagain et al. 2006a; Hoekstra y Chapagain 2007a, 2008; Velázquez, 2007; Madrid and Velázquez 2008; Aldaya et al. 2008; Chapagain y Hoekstra 2008; Rodríguez et al. 2008; Liu and Savenije 2008; Novo et al. 2009; Dabrowski et al. 2009, entre otros. Dentro de este gran abanico que supone el estudio de productos agrícolas son también destacables los trabajos realizados sobre el té (Chapagain y Hoekstra 2003b) y sobre el café (Chapagain y Hoekstra 2003c); del algodón y productos derivados (Chapagain et al. 2006b), del maíz (Dabrowski et al. 2008) y del tomate (Madrid 2004; Chapagain y Orr, 2009). Por otro lado, hay que destacar los recientes trabajos que relacionan los cultivos agrícolas con la producción de biocombustibles (Gerbens-Leenes et al. 2008a; Galán y Velázquez 2010) y los que centran su objeto en el estudio de la energía procedente de la biomasa (Gerbens-Leenes et al. 2008b).
30
en sus siglas inglesas –Crop Water Requirement-) –expresado en metros cúbicos por
hectáreas22. Aquí queda reflejada la importancia de realizar una gestión del agua
integrada en el territorio ya que los datos climáticos varían en función de la
localización del cultivo y del momento temporal en el que se realiza. Conociendo el
rendimiento de cada cultivo –expresado en toneladas por hectárea- se estima la
demanda específica de agua de cada cultivo (SWD) –expresada en metros cúbicos por
tonelada producida-; multiplicando la SWD por los datos de comercio –expresados en
toneladas-, obtendremos finalmente el agua virtual exportada o importada.
Esta metodología se extendió y se adaptó para estimar flujos de AV asociados al
comercio de productos ganaderos23. Así, se estima la SWD asociada que ahora es el
contenido de agua del animal al final de su vida (teniendo en cuenta el agua virtual
contenida en la comida del animal, el agua que bebe y la necesaria para su
mantenimiento) multiplicado por el número de animales comercializados y
transportados. Estas estimaciones se han ido haciendo cada vez más complejas; así
por ejemplo, en el estudio anterior para estimar el AV de la comida del animal se
tiene en cuenta, además del agua de riego necesaria para generar el alimento del
animal, el agua necesaria para procesarlo. Comienza aquí la consideración de la idea
de Análisis del Ciclo de Vida (LCA en sus siglas inglesas –Life Cicle Analysis) en las
estimaciones de agua contenida en los productos, si bien aún no se ha desarrollado
por completo. Otros autores (Chapagain y Orr 2008) creen complementariamente que
es el LCA el que puede beneficiarse de la inclusión de los flujos de Agua Virtual en el
análisis.
Además de la metodología basada en la estimación del AV a través del SWD, hay
estudios que utilizan metodologías derivadas de otros campos como la Economía o la
Geografía. Desde la Economía, son destacables los trabajos que utilizan los modelos
de equilibrio parcial para estimar los requerimientos físicos de agua, incorporando
como novedad la consideración de los nutrientes como inputs de la producción 22 Para estimar CWR se utilizaba inicialmente el programa CropWat desarrollado por la FAO (http://www.fao.org/nr/water/infores_databases_cropwat.html). Actualmente, la FAO ha desarrollado otro programa más actualizado – AQUACROP- (http://www.fao.org/nr/water/aquacrop.html). Hay autores (Madrid, 2007) que han utilizado datos de CWR estimados previamente con métodos procedentes de la Ingeniería Agrícola y otros (Madrid and Velázquez 2008) que utilizan programas desarrollados expresamente para determinadas regiones (por ejemplo, el programa de riegos desarrollado por la Junta de Andalucía. Mejora del Uso y Gestión del Agua de Riego. Aplicación Informática para la programación de Riegos. Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. Consejería de Agricultura y Pesca, 2007).
23 Chapagain y Hoekstra 2003a, 2008; Hoekstra y Chapagain, 2008; Liu y Savenije, 2008, entre otros.
31
(Galloway, 2007). También desde la Economía, destaca la estimación que realizan
diferentes autores utilizando un Modelo Input-Output físico para estimar los flujos de
exportación e importación de agua de la economía (Dietzenbacher y Velázquez 2007;
Guan y Hubacek 2007; Zaho et al. 2009; Wang et al. 2009). Las tablas IO físicas
tienen algunas limitaciones derivadas de las propias limitaciones de los modelos
Input-Ouptut pero, a pesar de ello, son un potente instrumento para la estimación de
flujos de AV sin tener que recurrir a la estimación de SWD, que en muchos casos (y
escalas) puede ser problemático, como veremos más adelante. Más limitaciones
presentan los estudios que emplean los modelos de equilibrio general para estimar
los flujos de AV pero que también han empezado a desarrollarse (Berritella et al.
2007).
Por otro lado, desde la Geografía es interesante el trabajo de Islam et al. (2007) en
el que tienen en cuenta la variable geográfica y la representan en un modelo Grid, si
bien recurren a consumos unitarios. Resaltando también la dimensión geográfica, Van
Oel et al. (2008) proponen un estudio de los impactos que los flujos de AV causan
sobre diferentes cuencas hidrográficas desarrollando un modelo GIS de aridez y flujos
de exportación de AV.
Como hemos comentado, las diferentes metodologías desarrolladas para estimar los
flujos comerciales de AV se han centrado, fundamentalmente, en el sector primario.
Sin embargo, la metodología empleada para la estimación de productos industriales
muestra un claro cambio de paradigma (Chapagain y Orr, 2008). Dada la dificultad de
estimar el requerimiento unitario a una escala global (por el volumen de información
que ello requeriría), la metodología empleada hasta el momento se basa en definir
un coeficiente relativo de consumo de agua (expresado en m3/€), multiplicado por el
precio de venta de los bienes industriales comercializados. Aunque la forma de
estimar los coeficientes puede variar, la tónica general es la misma dada la
imposibilidad de atribuir un consumo de agua específico a diferentes productos
dentro de una misma fábrica, ya que generalmente sólo se conoce el consumo de
agua total de la fábrica (Chapagain y Hoekstra, 2008).
32
Además de estas metodologías (a partir de la SWD, y las extensiones desde la
Economía y la Geografía) se han desarrollado diferentes formas de aproximación24 al
concepto de AV pero sigue siendo la desarrollada por Hoekstra y Hung la más
utilizada hasta la fecha.
Por lo que respecta a la HH, Hoekstra y Chapagain (2008) diferencian dos métodos de
estimación de la HH de un país. El primero consiste en estimar el agua contenida en
los bienes que consumen los hogares y por agregación llegar a estimar la HH total del
país analizado. Esta es la metodología denominada Bottom-Up. Por otro lado
proponen la estimación de la HH mediante el análisis del comercio internacional,
multiplicando los flujos comerciales por el contenido en agua de los mismos. Esta es
la aproximación Top-Down. Esta última es la más utilizada a la hora de estimar la HH
pues la metodología Bottom-Up requiere una cantidad de datos que la hacen, al
menos hoy por hoy, difícil de llevar a la práctica, como sus propios autores
reconocen.
La relación entre AV y HH, metodológicamente hablando, la resume Van Oel et al.
(2008) en la figura I, basándose en la idea desarrollada por Chapagain y Hoekstra
(2004) sobre la diferencia entre HH interna y HH externa. La primera se define como
la cantidad de agua consumida menos la exportada de forma virtual; y la segunda
equipara a los flujos de AV importada (sustrayendo los flujos reexportados).
24 En una relación no exhaustiva ni completa, podemos citar a Zimmer y Renault 2003; Oki y Kanae 2004; De Fraiture et al. 2004; Portmann et al. 2006; Liu et al. 2007; Sirajul Islam et al. 2007. Destaca también el trabajo de Yang et al. 2003, en el que se crea un modelo para relacionar el aumento de población en los próximos 30 años con la seguridad alimentaria y los recursos hídricos disponibles, aplicado a países asiáticos y africanos. A nivel estatal, destacan Wichelns 2001; El-Fadel y Maroun 2003; Haddadin 2003; Oki et al. 2003; Yang y Zehnder 2002; Earle y Turton 2003; Schuol et al. 2008.
33
Figura I. Relación entre agua virtual
importada (Vi), agua virtual exportada
(Ve), uso doméstico de agua (WU) y la
huella hídrica (WF) de un país
Fuente: Van Oel et al. 2008.
En este intuitivo esquema, Van Oel et al. (2008) representan las relaciones entre AV
y HH. De esta manera, sumando horizontalmente, la HH (WF) es la suma de de las HH
externa (WFe) e interna (WFi); el AV exportada (Ve) es la suma del AV re-exportada
(Ve,r) más el AV exportada resultado de los bienes producidos con agua nacional
(Ve,d); por último, el AV importada (Vi) y el uso doméstico de agua (WU) es lo que
ellos llaman Balance hídrico (Bv). En la suma vertical, la huella hídrica externa más el
AV re-exportada es el AV importada; la HH interna más AV exportada resultado de los
bienes producidos con agua nacional es el uso doméstico del agua y el Bv está
formado por la suma de la HH más el AV exportada.
A este interesante y clarificador esquema, en el que se ponen de manifiesto los
diferentes flujos de agua que intervienen en los procesos de producción y consumo,
cabría hacerle, no obstante, dos consideraciones. Por un lado, mientras la suma en
horizontal nos permitiría hacer la clara diferencia conceptual entre AV y HH,
poniendo de manifiesto la responsabilidad en el consumo de agua (productores y
consumidores, respectivamente), la suma propuesta en vertical, al sumar AV con HH,
estaría mezclando conceptos diferentes que si bien matemáticamente es posible
34
adicionarlos, al hacerlo se pierde parte del potencial que brinda la diferenciación.
Dicho con otras palabras, mientras la suma en horizontal propuesta en el esquema es
pertinente pues incide y corrobora la diferenciación conceptual entre AV y HH, la
suma en vertical no lo es pues contribuye a la confusión de ambos conceptos y anula
el potencial de dicha diferencia.
Por otro lado, es importante darse cuenta que las exportaciones de bienes y servicios
no se entienden de la misma manera vistas desde la producción que desde el
consumo. Esto es, el agua virtual exportada es el agua que ha utilizado un país en la
“producción” de bienes y servicios que no son consumidos por sus habitantes (pues
son exportados). Por este motivo, esa cantidad de agua (AV real25 del país
exportador) se suma al AV utilizada por el país (es agua que necesita para producir
bienes que destina a la exportación) y sin embargo es una cantidad de agua que no
entraría a formar parte de la HH nacional, pues es agua que no se puede imputar al
consumo nacional. Algo similar ocurre con las importaciones de agua virtual. El AV
importada (y no reexportada) formaría parte de la HH de los habitantes del país
importador y por el contrario habría de restarse del AV de dicho país pues son
recursos que el país no ha utilizado en la producción de bienes y servicios.
Expresado con otras palabras, es importante diferenciar entre país productor (y
exportador) y país consumidor (e importador). Podría darse el caso (como veremos en
la propuesta metodológica descrita más adelante) que cuantitativamente el AV del
país productor para generar el producto “i” sea igual que la HH del país consumidor
cuando consume el producto importado “i”. Sin embargo, a la hora de aplicar
políticas de reducción del consumo de agua no es lo mismo aplicarlas sobre los
productores que sobre los consumidores.
En la figura II esquematizamos el proceso cronológico del desarrollo conceptual y
metodológico de los dos conceptos estudiados. En este esquema resaltamos cómo hay
una brecha clara entre la visión parcial desde la producción, en la que se considera
únicamente el AV, y la visión parcial desde el consumo, en la que se consideraría
únicamente la HH. La propuesta metodológica que planteamos en este trabajo trata
de ampliar y combinar estas visiones parciales para integrarlas en una visión global
“producción-consumo”, y así, al igual que la producción y el consumo son dos caras
25 Según la definición de Agua Virtual Real (como contraposición a Agua Virtual Teórica).
35
de una misma moneda, y una no tiene sentido sin la otra, el AV y la HH desarrollan
todo su potencial conceptual al entenderlos como dos conceptos diferentes, dos
caras de una misma moneda, donde uno no tiene sentido sin el otro.
2.3 Una diferencia evidente e ignorada
Anteriormente hemos dejado constancia de que, tal y como fueron definidos
originariamente por Allan y Hoekstra, el AV y la HH son dos indicadores diferentes; el
primero permite identificar la cantidad de agua utilizada en el proceso de
producción de bienes y servicios y el segundo permite identificar la cantidad de agua
del proceso de consumo. También hemos apuntado el enorme potencial de esta
diferencia pues permite determinar claramente los responsables del consumo de
agua.
Pues bien, entendemos que el interesante potencial de esta diferencia conceptual
entre AV y HH, y la gran aportación realizada por Hoekstra al definir un concepto
diferente al de Allan, no se está aprovechando y ello se debe a la confusión
conceptual existente. Esta confusión, en nuestra opinión, parte de la definición de
HH ofrecida por la propia Water Footprint Network26 -WFN-. En efecto, a pesar de
que Hoekstra definió la HH tal como se ha presentado anteriormente, la WFN ofrece
un glosario de términos y en él define la HH como “un indicador del consumo directo
e indirecto de agua de un consumidor o productor”. Aquí aparece, pues, la primera
confusión introduciendo el consumo de agua realizada por el “productor” en un
indicador que había sido definido como indicador desde la perspectiva del consumo.
26 Water footprint Network http://www.waterfootprint.org. Fecha de consulta 12-02-2010.
36
Figura II. Agua Virtual y Huella Hídrica. Desarrollo Conceptual y Metodológico27
Fuente: Elaboración propia.
Hecha esta primera definición, La WFN diferencia entre HH de un individuo, de una
nación, de un producto y de una empresa. En un primer momento cabría pensar que
un individuo es un “consumidor” y que al hablar de “producto” se están refiriendo al
productor. Pero una empresa es también productor (y consumidor); y una nación, que
no es más que el conjunto de sus habitantes, puede entenderse como productor y
consumidor al mismo tiempo. Así pues la pregunta que se plantea es obvia, ¿cuál es
entonces la diferencia entonces entre AV y HH? Y ellos mismos responden que la HH
de un producto es lo mismo que el AV. Con esta igualación entre ambos conceptos,
desaparece la potencialidad de la diferencia antes aludida y queda abonado el
terreno para la confusión.
27 Esta figura hay que leerla de la siguiente manera: hay un desarrollo cronológico conceptual y metodológico (regidos por el eje de abcisas). La diferenciación de la visión parcial de la producción, de la visión parcial del consumo y de la visión global producción-consumo afecta únicamente a la parte conceptual.
Met
odol
ogía
Con
cept
o
1993 1998 2003 2007 2008 t
Agua Virtual -AV-
SWD
Requerimientos Hídricos
Comercio
AV Azul & Verde
AV Teórica & Real
Huella Hídrica
HH Interna & Externa
HH Directa & Indirect
Modelo IO
LCA
GIS
Bottom-
Top-Down
VISIÓN DESDE LA PRODUCCIÓN VISIÓN DESDE EL CONSUMO
VISIÓN DESDE LA PRODUCCIÓN-CONSUMO
37
Desde ese momento, se habla de AV y de HH como si fueran sinónimos aplicando la
misma metodología de estimación. De hecho, la WFN ofrece toda una galería de
“productos” con su correspondientes HH y podemos comprobar que, como afirman,
en el caso de un producto la HH coincide con el AV. Así por ejemplo, afirman que la
HH de una manzana es de 70 litros; estrictamente, según la definición del propio
Hoekstra, esto querría decir que ha hecho falta utilizar 70 litros de agua para
producir una manzana que es consumida por un consumidor. Y sí, en este sentido, AV
y HH coincidirían. Es decir, se han consumido 70 litros de agua para producir una
manzana. Pero con esta afirmación, se anula toda relación con el comercio pues la
cantidad de agua que supone consumir la manzana sería la misma si ésta es
consumida por un consumidor del país productor que si es consumida por un
habitante de un país diferente que ha tenido que importar el producto.
Sin embargo, en nuestra opinión, con esta interpretación (y su correspondiente
estimación) se pierde el enorme potencial que nos proporciona la diferenciación
conceptual entre ambos indicadores. En efecto, si el AV es un indicador desde la
perspectiva de la producción y la HH desde el punto de vista del consumidor,
podríamos decir que el AV es la cantidad de agua que ha hecho falta para producir la
manzana y la HH es la cantidad de agua que ha hecho falta utilizar para que un
individuo determinado consuma la manzana; esto es, la manzana hay que producirla,
pasa por un proceso de transformación28 y por un proceso de distribución y
comercialización hasta que llega al consumidor. Evidentemente, el proceso de
distribución (y su correspondiente transporte hasta el lugar de destino) no es el
mismo si el producto se consume localmente o nacionalmente que si se exporta.
Expresado con un ejemplo sencillo, el AV sería la cantidad de agua necesaria para
producir la manzana (cuando ésta está en el árbol –o en el embalaje correspondiente
antes de salir del almacén donde haya sido elaborada y preparada para el consumo-);
y la HH sería la cantidad de agua que hace falta para producir la manzana y para que
ésta llegue hasta el consumidor.
Expresado con otras palabras, la evidente aportación de Hoekstra al definir un
indicador que permite estimar el agua desde el punto de vista del consumo pierde
toda su potencialidad cuando se estima desde el punto de vista de la producción.
28 Con proceso de transformación queremos decir la transformación del producto (en caso de ser necesaria), el envasado, el etiquetado, etc., es decir, todo el proceso de la industria agroalimentaria.
38
2.3.1 Bases conceptuales de la propuesta
La propuesta que realizamos en este trabajo únicamente se entendería desde tres
premisas conceptuales: 1) la necesidad de analizar la realidad física de los procesos
económicos; 2) la necesidad de dar un salto conceptual en el entendimiento del
sistema económico y su relación con la dimensión hídrica, desde la visión parcial de
la producción a la visión global de producción-consumo; y 3) la importancia de
considerar el binomio agua-energía integrado en el territorio como algo indisoluble.
Comenzando por el primero, habría que recordar que la economía convencional
considera el sistema de producción y consumo como un sistema cerrado sin relación
con el resto de sistemas que componen la compleja realidad; y este sistema cerrado
se mueve únicamente en el mundo de lo monetario, olvidando, entre otros factores,
la dimensión física de los procesos implicados. Los límites físicos al actual modelo de
desarrollo económico se vienen estudiando desde hace más de treinta años29 y han
suscitado la “necesidad de establecer circuitos de información sobre la dimensión
física y territorial de las actividades económicas ordinarias que el análisis monetario
dominante ignora (…) Sin embargo, esta necesidad de información no ha sido
satisfecha: la información monetaria sigue siendo la única que se utiliza de forma
sistemática para orientar la gestión” (Naredo, 2006, 54). Desde la Economía
Ecológica se plantea la necesidad de considerar además de la dimensión monetaria y
real de la economía, la dimensión física de los procesos económicos (Martínez Alier,
2008). Para ello se propone, entre otras, el metabolismo socioeconómico como la
metodología que nos permite analizar “el volumen de flujos (inputs) de energía y
materiales que capta una economía para su mantenimiento, y que posteriormente
acaba transformando en infraestructuras, productos y finalmente en residuos”
(Carpintero 2005, 34). Esta metodología abre nuevas posibilidades y ofrece claves
alternativas para entender la realidad que nos rodea. No obstante, para que esta
herramienta sea operativa se necesitan indicadores que reflejen el consumo de
materiales, de energía y de agua. Hay una amplia variedad de indicadores que nos
proporcionan información sobre los dos primeros y que han sido utilizados en los
análisis del metabolismo socioeconómico de diferentes países. Sin embargo, la
mayoría de los estudios realizados hasta el momento no incluyen el consumo de agua 29 El libro escrito por los hermanos Meadows (1972) se convirtió en una referencia que daba unos de los primeros avisos sobre los límites al crecimiento del modelo de desarrollo de los países occidentales.
39
debido al carácter “desequilibrante” de este recurso30. Siendo esto cierto, no lo es
menos la necesidad de incorporar la dimensión “hídrica” de los procesos productivos
(Madrid y Velázquez 2008), más aún en regiones y países con problemas de escasez
de agua. En esta línea los conceptos de AV y HH pueden ser indicadores operativos
útiles que nos permitan analizar la realidad hídrica de los procesos económicos31.
Igual que asistimos a una transición de la vieja a la nueva cultura del agua, creemos
conveniente proponer una nueva transición en la manera de “visualizar” los procesos
económicos desde el punto de vista del consumo de agua. Hasta hace relativamente
poco tiempo, únicamente se hacía responsable del consumo de agua a los
“productores”, fundamentalmente agricultores32, olvidando la responsabilidad que
los consumidores tenemos también en el consumo del agua33. Así, las políticas de
agua iban dirigidas, casi en exclusividad, a incrementar los recursos de agua
destinados al sector agrícola y, en el mejor de los casos, a reducir el consumo en los
sectores “productivos” y a aumentar la “eficiencia” entendida como la producción
generada (expresada monetariamente) por metro cúbico de agua utilizado.
Sin embargo, hay que poner de relieve que los procesos económicos tienen dos
partes, la producción y el consumo (algo obvio y evidente desde la Economía pero
parece que olvidado en la gestión del agua) y hay que trascender a la visión
parcelaria en la que únicamente se considera el primero, para entender el proceso
como un binomio producción-consumo34. Esta diferencia es importante porque al
30 La cantidad de agua utilizada en cualquier proceso es muy superior a la cantidad utilizada de cualquier otro material (“el consumo de agua puede superar en 20 veces la suma total del resto de materiales excluido el oxígeno” –Carpintero 2005, 132-), distorsionando el análisis si se incluye y se analiza conjuntamente con el resto de materiales.
31 En esta línea de investigación se está trabajando en desarrollar no únicamente indicadores hídricos sino también una metodología capaz de integrar las entradas y salidas en términos de agua, denominándolo “Metabolismo Hídrico” (Madrid y Velázquez 2008). 32 Pues en muchos sitios, la agricultura es la responsable de más del 80% del consumo de agua territorial.
33 Y no sólo por el consumo urbano realizado en los hogares sino por el estilo y forma de vida que conlleva unos determinados patrones de consumo.
34 Evidentemente, y como se ha reiterado en repetidas ocasiones desde la Economía Ecológica, este sistema producción-consumo, hay que considerarlo en toda su amplitud. Esto significa, por un lado, considerar el proceso desde la “cuna hasta la tumba” (desde la extracción y apropiación de materias primas y recursos naturales hasta la generación del residuo, su posterior tratamiento y reutilización); y por otro, hay que considerarlo desde una perspectiva de sistema abierto y bajo el marco sistémico-coevolutivo (el sistema monetario de producción y consumo está relacionado coevolutivamente con el resto de sistemas que conforman la realidad –el sistema ambiental-territorial, socio-cultural, tecno-institucional-).
40
entenderlo así, lo que estamos diciendo es que hay una producción (para la que hace
falta utilizar agua) que es transformada y comercializada hasta que llega al
consumidor. Es en esta nueva visión integrada del binomio producción-consumo en el
que aparecen los conceptos AV y HH y en la que los procesos de transformación,
comercialización y transporte adquieren una importancia a considerar. Como hemos
reflejado en la figura II, los dos conceptos desarrollan todo su potencial en este
contexto global de producción-consumo.
Por último, hay que reconocer que el agua y la energía son dos recursos que,
tradicionalmente, se han gestionado de forma independiente35, aunque son
absolutamente indisociables, más aún si entra en juego el transporte de bienes o
personas. Por ello, en este intento por ampliar el contexto de análisis, creemos
conveniente incorporar parte del análisis energético para estudiar el AV y la HH
integrando no sólo el binomio producción-consumo sino también el de agua-energía.
2.3.2 Propuesta Conceptual y Metodológica
Si partimos de la base de que la aportación realizada por Hoekstra, definiendo un
indicador (la HH) diferente al definido años antes por Allan (el AV), ha permitido
tener dos indicadores conceptualmente distintos, y puesta de manifiesto la clara
diferencia entre ambos, la pregunta pertinente es: ¿cómo introducir esta diferencia
conceptual en las estimaciones de AV y de HH? Siguiendo con el ejemplo de la
manzana al que acudimos anteriormente, para que la manzana pueda ser consumida
hay que “procesarla” y “distribuirla” desde el productor hasta el consumidor, es
decir, hay que considerar un proceso de transformación y preparación y un proceso
de distribución, además del proceso de producción en sí. De hecho, la WFN así lo
contempla cuando propone la metodología de cálculo para las empresas36, en la que
plantea la necesidad de considerar la cadena completa desde el agricultor hasta el
consumidor, pasando por el proceso de transformación y la comercialización. De esta
manera, en términos generales, la HH sería la suma del AV de los diferentes procesos
35 Así, independientes, están organizadas las Administraciones tanto internacionales (la Agencia Internacional de la Energía, por ejemplo), como nacionales y regionales (la Agencia Andaluza del Agua y la Agencia Andaluza de la Energía). 36 http://www.waterfootprint.org/?page=files/CorporateWaterFootprints. Fecha de consulta 12-02-2010.
41
productivos más el AV del proceso de transformación más el AV del proceso de
distribución.
Sin embargo, hay algo que no está contemplado (al menos no explícitamente) en esta
metodología y que, en nuestra opinión es la clave de la diferencia entre el AV y la HH
en el paradigma conceptual propuesto: el transporte que permite que el producto
llegue desde el productor hasta el consumidor (Velázquez, 2009). Por otro lado, si
queremos considerar el proceso completo, esto es, considerando la visión
denominada desde la cuna hasta la tumba, tendremos que incluir los procesos de
extracción de materias primas y todo el proceso de generación de residuos y su
posible transformación y reutilización. Desarrollar una metodología completa según
esta idea es compleja y escapa al objetivo de este trabajo, que no es otro sino poner
de manifiesto el potencial de considerar el AV y la HH como dos indicadores
diferentes. Por ello, nos centraremos únicamente en la fase de producción-consumo,
dejando para posteriores trabajos la necesidad de ampliar la metodología bajo este
prisma.
El AV del proceso de distribución sería el agua que se requiere en el transporte del
producto desde el lugar de producción hasta el lugar de consumo. Sin embargo,
podemos pensar que ese proceso de distribución requiere poca cantidad de agua37
comparada con la cantidad requerida en el resto de procesos. Y esa idea puede ser
cierta; pero el transporte, aunque actualmente es un proceso que con el sistema de
fuel basado en el petróleo es poco intensivo en agua, podría llegar a serlo con la
sustitución del petróleo por los biocombustibles (King y Webber 2008). Ello, unido a
la apuesta decidida38 que se ha realizado en los últimos años para fomentar este
cambio, parece razonable relacionar el consumo de agua con el consumo energético
del transporte requerido en un proceso de distribución. En caso contrario, podríamos
estar planteando posibles ahorros de agua, mediante importación de productos, que
requirieran un elevado consumo energético debido a las largas distancia que suponen
determinadas relaciones comerciales.
37 Según estimaciones realizadas por King y Webber (2008), el transporte en un vehículo ligero requiere menos de 0.15 galones de agua por milla recorrida (1m3 = 264,172 gallones estadounidense).
38 Este fomento de los biocombustibles puede verse en la Directiva 2009/28/EC del Parlamento Europeo, del 23 de abril 2009, de promoción y uso de energía renovable.
42
Así, a diferencia de lo realizado hasta ahora, proponemos la consideración, por una
parte del proceso de transformación39 que, en muchos casos consume más agua
incluso que la propia agricultura (Velázquez, 2006), y el proceso de transporte que
requiere el producto en origen hasta el lugar de transformación y preparación, y
posteriormente el transporte del producto hasta el lugar de consumo.
Así, la HH tendría dos componentes. El primero sería el AV de la Generación del
producto (AVG), compuesta por el AV del proceso de producción (AVp) y el AV del
proceso de transformación (AVt) según la expresión:
AVG = AVp + AVt (1)
El segundo componente de la HH sería el AV del transporte (AVT) que estaría
compuesta por el AV del transporte desde el lugar de producción hasta el lugar de
transformación (AVT(p-t)) y el AV desde el lugar de transformación hasta el lugar de
consumo (AVT(t-c)):
AVT = AVT(p-t) + AVT(t-c) (2)
Al incluir el AV del transporte, planteamos la posibilidad de hacerlo estimando el
Agua Virtual de la Energía (AVEn) que requiere dicho proceso, siendo el AVEn la
cantidad de agua que habría hecho falta para producir la energía consumida por el
transporte. De esta forma, la expresión anterior quedaría:
AVT = AVEnT(p-t) + AVEnT(t-c) (3)
Siendo, AVEnT(p-t) el AV de la energía requerida en el transporte desde el lugar de
producción hasta el lugar de transformación y AVEnT(t-c) el AV de la energía requerida
en el transporte desde el lugar de transformación hasta el lugar de consumo.
Así, la HH sería:
HH = AVG + AVT = (AVp + AVt) + (AVEnT(p-t) + AVEnT(t-c)) (4)
39 Cuando sea requerido (hay procesos productivos que no requieren transformación alguna, pensemos por ejemplo en el sector turístico).
43
De esta manera, la HH se definiría como la suma del AV de los diferentes procesos,
incluyendo el transporte y la energía requerida, quedando así integrado el doble
binomio producción-consumo & agua-energía en el análisis de la gestión del agua
desde la perspectiva hídrica y territorial.
Siguiendo el esquema de la Figura II, utilizada anteriormente para proponer el
contexto global de producción-consumo, podemos representar esquemáticamente
esta idea según la figura siguiente.
Figura III. AV y HH en el proceso global de producción & consumo
Fuente: Elaboración propia.
Met
odol
ogía
Con
cept
o
VISIÓN DESDE LA PRODUCCIÓN VISIÓN DESDE EL CONSUMO
VISIÓN DESDE LA PRODUCCIÓN-CONSUMO
Agua Virtual
Agua Virtual Producción
PRODUCCIÓN TRANSFORMACIÓN CONSUMO
Agua Virtual Transformación Huella Hídrica
Individuo o País
Agua Virtual Transporte Prod-Transf
Agua Virtual Transporte
Transf-Consum
AVG = AVp + AVT
AV GENERACIÓN
AVT = AVT (p-t) + AVT (T-C)
AV TRANSPORTE
HH= AVG + AVT
HH individuo o País
44
a. Implicaciones sobre el comercio
Esta propuesta tiene unas implicaciones claras sobre el comercio de bienes y
servicios40. Aceptando esta diferencia entre HH y AV, y bajo un análisis únicamente
hídrico-energético, podríamos preguntarnos en qué caso interesaría importar
productos de otros países. Es decir, podríamos preguntarnos por las condiciones
óptimas para que la importación-exportación de productos fuera sostenible (desde el
punto de vista únicamente hídrico-energético, y considerando las relaciones que se
establecen entre lugar de producción y de consumo).
Para ello, diferenciamos entre agua virtual real (AVR) y el agua virtual teórica (AVT)
definida por Hoekstra (2003). Según esta diferenciación, y sin tener en cuenta más
factores, pensemos en dos países, uno productor y exportador (A) y otro consumidor
e importador (B), y en un bien (a) que se exporta desde A hasta B. En este ejemplo,
sólo merecería la pena importar el bien (a) si el AV teórica utilizada para producir el
bien (a) por el país importador (B) (que denominaremos AVTBa) fuera mayor o igual a
la suma del AV real utilizada por el país productor (A) para generar ese mismo bien
(a) (que denominaremos (AVRAa) más el AV de la energía del transporte (AVT)
necesaria para llevar el bien (a) desde el país productor (A) hasta el país consumidor
(B):
TAaBa AVAVRAVT (5)
Como el segundo miembro de la ecuación es precisamente la HH según la hemos
definido anteriormente41, entonces sólo interesaría importar productos por el país (B)
procedentes del país (A) si el AVTBa fuera mayor o igual que la HHBa. Expresado con
otras palabras, sólo interesaría importar en el caso en que la cantidad de agua que
tendría que utilizar el país (B) en producir el bien (a), si lo produjera en lugar de
importarlo, fuera mayor (o igual) que la cantidad de agua que necesita el país
exportador (B) más la cantidad de agua requerida por el transporte. Es decir, solo se
40 Estas implicaciones están planteadas desde una importante simplificación. Por un lado, analizamos el comercio desde una visión global y en aras de una gestión global del agua; no está planteada desde una visión parcial en la que primen los intereses particulares de cada país. Por otro lado, estamos teniendo en cuenta únicamente factores hídricos y energéticos (obviando cualquier otra variable). 41 AVRAa es la cantidad de agua que realmente ha utilizado el país A en generar el bien (a). Así pues podemos considerar que AVRA es lo que en la ecuación (4) hemos denominado AVG.
45
importaría el bien (a) si el AVT del país importador fuera mayor que la HH que
generaría el consumo (la importación) del bien en dicho país.
BaBa HHAVT (6)
Somos conscientes de que éste es un análisis demasiado simple pues estamos
considerando únicamente la dimensión hídrica (relacionada con la energética del
proceso de distribución) de estas relaciones comerciales. Y, evidentemente, no se
pueden proponer medidas enfocadas a la política comercial considerando únicamente
factores hídricos-energéticos. Pero también sería conveniente que la política
comercial comenzara a tener en cuenta la dimensión hídrica, en particular, y física
en general, de las relaciones comerciales.
Partiendo pues de esta forma de estimar la HH, en una situación en la que se
fomente el consumo local de determinados productos, siendo mínimo el consumo
energético del transporte, el AVT sería cercana a cero, y sería cero en el caso de
consumir el producto en el mismo lugar de producción. En este caso, y únicamente
en este caso, la HH coincidiría cuantitativamente con el AV. Por otro lado, si el
consumo no es local y se producen transacciones comerciales entre el país o región
productor y el país o región consumidor, entonces la HH será superior,
cuantitativamente, al AV.
2.4 Conclusiones y Reflexiones Finales
Fuera de toda duda la importancia de estudiar los procesos físicos de la economía y
la necesidad de incluir los flujos de agua, entendemos que los conceptos de AV y de
HH son dos indicadores que pueden mostrarnos una realidad diferente, tanto de la
producción y el consumo como de las relaciones comerciales, a la que nos
proporcionaría un análisis convencional en términos monetarios.
Estos indicadores, no obstante, no deberían quedarse en mostrarnos únicamente una
realidad “cuantitativa”, relativa a la cantidad de agua que es necesaria utilizar en
los procesos de producción y consumo, sino que debería ir más allá (porque tal como
están definidos “pueden” ir más allá, tal como hemos tratado de demostrar en este
trabajo), y mostrarnos diferencias “cualitativas” que pongan de manifiesto la
46
responsabilidad última (o compartida) de los diferentes agentes en el consumo de
agua. Junto al productor que utiliza el agua en producir bienes y servicios, el
consumidor tiene también una responsabilidad en el consumo del agua que fue
utilizada en la producción. El consumidor puede contribuir a paliar los problemas
hídricos cambiando sus hábitos de consumo y siendo consciente de los problemas (en
este caso de agua) que puede causar su consumo en los lugares de producción. Y no
sólo el consumidor (junto al productor) son responsables del uso y abuso del consumo
de agua, sino que bien utilizados estos indicadores podrían convertirse en potentes
herramientas que dieran información útil para la toma de decisiones de los agentes
políticos, asumiendo éstos también su importante cuota de responsabilidad en la
gestión del agua.
La consideración y análisis de los flujos físicos es compleja y depende, la mayoría de
las ocasiones, de los datos disponibles. A esa complejidad se le une el planteamiento
necesario de estudiar los procesos en toda su dimensión incorporando los Análisis de
Ciclo de Vida por lo que esta complejidad requiere que se vaya abordando poco a
poco a medida que se vayan definiendo conceptos y desarrollando metodologías
capaces de abarcarla.
En este capítulo hemos intentado poner de manifiesto la posible confusión
conceptual que existe entre AV y HH y la riqueza de información cualitativa que se
pierde con dicha confusión. Por ello, nuestro objetivo era doble, por un lado hemos
tratado de sacar a la luz esta confusión y, por otro, hemos tratado de hacer una
aportación conceptual y metodológica capaz de integrar la diferenciación
conceptual entre los dos indicadores estudiados. Así hemos tratado de ampliar el
contexto de análisis para considerar el binomio producción-consumo, y el AV y HH
como reflejo del mismo, y la incorporación del binomio indisociable agua-energía en
procesos en los que interviene el transporte.
Somos conscientes de las limitaciones de la propuesta realizada debido, en parte, a
las posibles dificultades derivadas de la baja calidad de datos necesarios para
cuantificar y estimar la HH de esta manera a escala global; sin embargo, entendemos
que no por ello hay que dejar de avanzar en el desarrollo del conocimiento
conceptual y metodológico. En nuestra opinión, la necesidad de aclarar
conceptualmente los indicadores disponibles, fomentar la potencialidad que
47
proporcionan su diferenciación y la consideración de un análisis más complejo, pero
más real, que incorpora el doble binomio producción-consumo & agua-energía,
compensa las limitaciones existentes.
48
Capítulo 3. Del metabolismo social al metabolismo hídrico
“Un mínimo de conocimiento sobre lo que es el conocimiento
nos enseña que lo más importante es la contextualización”.
Edgar Morin
3.1 Introducción
La economía ecológica entiende el sistema económico como un sistema abierto y por
lo tanto en interacción continua con el sistema ambiental (Aguilera, 2010), es por
ello que necesitamos estudiar no sólo la perspectiva monetaria, sino también las
interrelaciones entre lo social, lo económico y lo biofísico o ambiental. Para estudiar
las interdependencias biofísicas del sistema económico, Fischer-Kowalski (1997),
propuso el concepto de metabolismo social, como analogía al metabolismo biológico,
buscando la descripción y cuantificación de los flujos de materia y energía que se
intercambian entre los sistemas económico, social, territorial, medioambiental, etc.
El concepto de metabolismo surge así con una visión sistémica que entiende el
sistema económico como un sistema abierto que intercambia flujos físicos con los
demás sistemas, conformándose como una metodología de la economía ecológica.
Como no podía ser de otra manera, desde que se popularizara esta analogía tan útil
para analizar las interdependencias citadas, la proliferación de trabajos abordando el
estudio del metabolismo desde diversas perspectivas ha sido notable42. Sin embargo,
esta proliferación ha dado lugar, en nuestra opinión, a una confusión entre lo que es
y no es metabolismo.
El metabolismo está considerado, por la mayor parte de las escuelas que han
desarrollado trabajos en este campo, como una herramienta de cuantificación de
flujos físicos, es decir, como una metodología cuantitativa que provee de
información importante y necesaria para el análisis de la sostenibilidad, en base a la
cual la economía ecológica, la ecología política y la economía institucional, entre
42 Una gran parte de la revisión de los estudios de flujos de materiales que se han realizado sobre el metabolismo de las economías están reflejados en Fischer-Kowaslki (1998) y Fischer-Kowaslki y Hüttler (1999), Daniels y Moore (2002) y Daniels (2002). Así como en algunos de los manuales más importantes como el de Ayres y Ayres (2002), entre otros.
49
otras, interpretan, analizan y contextualizan transdisciplinariamente esa información
física.
No obstante, desde las diferentes escuelas, no hay un consenso sobre con qué
profundidad deben ser tratadas esas cuantificaciones de flujos. De manera que hay
trabajos que se centran en cuantificar los flujos físicos mediante indicadores, sin
hacer análisis de las implicaciones políticas de esos flujos, lo que les lleva a
conclusiones que pueden ser, en cierto modo, mal interpretadas o utilizadas para
defender ideas que poco tienen que ver con la economía ecológica. Existen otros
trabajos que, sin entrar de lleno en la contextualización política y social de los flujos
físicos, adelantan el por qué de esos flujos, haciendo análisis históricos y políticos
que inciden en la importancia de la contextualización de los flujos físicos para, en
aras de no caer en un reduccionismo monetario, no caer en un reduccionismo físico.
Estas aplicaciones del concepto de metabolismo suelen provenir de trabajos que se
sustentan en el marco teórico de la economía ecológica, la ecología política y la
ciencia posnormal (Funtowicz y Ravetz, 2000).
En este capítulo el objetivo principal es definir el metabolismo hídrico del sistema
económico en base, y como analogía, al metabolismo social. Sin embargo, detectado
un interesante debate entre estas diferentes visiones del concepto de metabolismo,
como objetivo intermedio, nos proponemos plantear el concepto de metabolismo
social que creemos más adecuado para abordar nuestra investigación. A partir del
análisis detallado del debate, hemos detectado que, en la búsqueda de la
cuantificación de los flujos físicos, los flujos de agua, no han sido incluidos en la
mayor parte de los estudios realizados debido, paradójicamente, a la importancia,
tanto cuantitativa como cualitativa, que tienen en el metabolismo socioeconómico.
Así, los flujos hídricos del metabolismo socioeconómico se estudian por separado
desde una perspectiva generalmente cuantitativa (Steurer, 1996), dejando fuera de
sus análisis las interdependencias que existen entre los sistemas económico, social y
ambiental.
No obstante, estas interrelaciones no pueden ser obviadas si consideramos el agua,
no como un mero factor de producción, sino como un activo ecosocial (Aguilera,
1991a). Desde esta perspectiva, el agua no debe ser entendida como un elemento
aislado, sino que se atiende a todas las funciones que realiza en el ecosistema,
50
proponiéndose así una gestión del agua y el territorio. Por ende, el análisis de las
entradas y salidas de flujos hídricos de un sistema económico debe hacerse teniendo
en cuenta las implicaciones que conllevan esos flujos en el ecosistema y en el
sistema social. En otras palabras, contextualizando las entradas y salidas de agua del
metabolismo hídrico de una economía, como a continuación, pasamos a definir.
Así, proponemos el metabolismo hídrico como un marco de análisis, que
necesariamente contextualiza las estimaciones hídricas. Nuestro objetivo sigue el
concepto de metabolismo social que presentan González de Molina y Toledo (2011).
El punto de partida es evitar caer en un mero análisis reduccionista, aunque sea en
términos físicos, presentando para ello la contextualización de los datos e incluyendo
la interacción con la sociedad como parte de ello. Debido a la incertidumbre que
conlleva el estudio de los sistemas naturales, consideramos la contextualización
como el paso imprescindible para lograr un acercamiento a la realidad cuantificada
por los datos físicos.
Este trabajo consiste en plantear un primer acercamiento teórico a la noción de
metabolismo hídrico que desarrollaremos de forma metodológica en futuras
investigaciones, de tal forma que el concepto propuesto pretende cumplir una
función normativa sin que ello repercuta en la flexibilidad metodológica del mismo a
la hora de desarrollar las aplicaciones prácticas.
La estructura del capítulo es la siguiente. Después de esta breve introducción, en el
apartado segundo introducimos el debate conceptual que existe sobre el término
metabolismo socioeconómico. En el tercero, presentamos una revisión de los trabajos
de análisis de los flujos hídricos de la economía. En el cuarto apartado desarrollamos
nuestra propuesta conceptual de metabolismo hídrico. Para finalizar presentamos las
principales conclusiones y reflexiones derivadas del capítulo.
3.2 Del metabolismo biológico al metabolismo social. Un
debate y una confusión
Para abordar el estudio de la complejidad de los sistemas ecológicos y la afectación
que el ser humano tiene sobre ellos, desde diferentes disciplinas se han propuesto
analogías que puedan servir de instrumentos para transmitir las ideas (Fischer-
51
Kowaslki, 1998). Así, la metáfora del metabolismo socioeconómico, en similitud con
el metabolismo biológico, expresa la idea de que la economía es como un organismo
que necesita tomar recursos del medio y excreta residuos (Martínez Alier, 2004).
Llegar a esta conceptualización implica discutir los postulados en los que se basa la
economía neoclásica de sistema cerrado, circular y mecánico y entender el sistema
económico como un sistema abierto, que interactúa con los demás sistemas,
afectándose de manera mutua en el tiempo (Fischer-Kowaslki y Haberl, 1997).
Puesto que es una noción amplia, el metabolismo socioeconómico ha sido puesto en
práctica por diversas escuelas de pensamiento y la extensa proliferación de trabajos
sobre el tema ha derivado en diferentes aplicaciones del metabolismo. El debate que
aquí presentamos sobre las diferentes visiones del metabolismo socioeconómico, se
basa, aunque no de forma excluyente, en los trabajos que contabilizan los flujos de
materiales43.
Para sustentar el debate hemos seguido las principales líneas de trabajo que se han
desarrollado en base a este concepto, de manera que podemos representar las
diferentes visiones, aplicaciones y escuelas del metabolismo mediante un “árbol”
que nos sirva para visualizar el análisis realizado. No es nuestro objetivo ahondar en
el estudio de la historia del metabolismo, puesto que existen gran cantidad de
trabajos que abordan este tema44, sino incidir en las diferencias conceptuales que se
denotan de las principales aplicaciones y las críticas que se han realizado desde los
teóricos que trabajan en esta disciplina. Tampoco las categorías seleccionadas
(metabolismo industrial, socioeconómico y rural) son exclusivas ni excluyentes sino
son las propuestas que nos sirven para dar el hilo conductor necesario al desarrollo
teórico. El que hemos llamado “árbol del metabolismo” surge así con la intención de
visualizar el surgimiento del concepto, en forma de las “raíces” del metabolismo
(Fischer-Kowalski, 1998), así como las distintas “ramas” de estudio donde se ha
aplicado, que las hacemos simbólicamente coincidir con las ramas del “árbol”:
metabolismo de sociedades industriales45, metabolismo socioeconómico, que incluye
43 Dada la proliferación de trabajos y enfoques sobre el tema, hemos realizado una investigación exhaustiva siendo conscientes de la dificultad de abarcarla en su totalidad.
44 Véanse los trabajos de Fischer-Kowaslki (1998), Fischer-Kowaslki y Hüttler (1999), Daniels y Moore (2002), Daniels (2002), Ayres y Ayres (2002) y Carpintero (2005), entre otros. 45 La ecología industrial es, como veremos más adelante, una disciplina que nace al mismo tiempo que el metabolismo industrial y según autores como Johanson (2002), no se hace distinción entre ambas.
52
cualquier tipo de sociedad46, y metabolismo rural47. Avanzando hacia arriba desde el
tronco, tras las ramas primeras en el árbol están representadas las principales
escuelas que han trabajado en la evolución del metabolismo. La división entre
diferentes escuelas no va en detrimento del importante trabajo común que los
investigadores han realizado en este campo. Siguiendo el árbol, podemos observar los
avances que consideramos destacables en las aplicaciones del concepto, y los
principales debates que sustentan los resultados del metabolismo. Por último
también hemos querido de manera simbólica representar el papel que la economía
ecológica juega en determinadas aplicaciones. De esta forma, en la parte derecha
del árbol se sitúan los autores que consideramos más cercanos al paradigma de la
economía ecológica y que consideramos han avanzado en análisis más sistémicos.
A continuación, presentamos el “árbol del metabolismo” (figura IV), y acto seguido
desarrollamos estas diferentes nociones del concepto de metabolismo.
3.2.1 El metabolismo industrial
El origen del concepto de metabolismo se puede encontrar en las teorías de autores
pertenecientes a diversas disciplinas, como la antropología ecológica y cultural, la
geografía social, así como la teoría social. Algunos de los autores representativos
están descritos en el árbol como las raíces del concepto del metabolismo, como
presenta en su trabajo Fischer-Kowalski (1998).
Basándose en las teorías formuladas por estos autores, el aparato metodológico
desarrollado para el estudio de la base material de las economías es el que sustenta
la conceptualización de que las economías industriales han desarrollado un
metabolismo que debe ser abordado más allá de la visión puramente monetaria
(Ayres y Kneese 1968, 1969). Así, en los años 60 resurgió el concepto de metabolismo
social dentro de la crítica al crecimiento económico, promovido por un nuevo
acercamiento de la organización y desarrollo de la sociedad y las fuerzas y
procedimientos físicos naturales.
46 Puede llamar la atención que el concepto de metabolismo agrario no se encuentra incluido en el “árbol”. Hemos optado por no ponerlo explícitamente porque entendemos que cada una de las “ramas” lo incluye. 47 El concepto de metabolismo rural, siguiendo a González de Molina y Toledo (2011), alude a los análisis del metabolismo local centrado en el estudio de comunidades, municipios y regiones rurales.
53
Figura IV. El árbol del metabolismo
Fuente: Elaboración propia.
54
Fischer-Kowaslki (1997) planteó que el concepto biológico de metabolismo
necesitaba ser expandido para abarcar los flujos de materiales y energía y las
transformaciones asociadas a ellos que ocurren como consecuencia del intercambio
de estos flujos entre el subsistema económico y el ecosistema. De esta forma, ponía
de relieve que el estudio del metabolismo socioeconómico provocaba un cambio en la
forma de entender la evolución cultural de las sociedades, ya que la idea del eterno
progreso daba paso a la visión del crecimiento de las economías industriales como la
posible causa de la devastación humana.
La investigación de Ayres y Kneese (1969) es considerado como el trabajo que ha
guiado el estudio de los flujos de materiales de las economías nacionales, pero no
llegaron a utilizar el término metabolismo hasta 1989, en que difundieron el
concepto de metabolismo industrial, definiéndolo como los flujos totales de energía
y materiales que van a alimentar el sistema industrial Ayres y Kneese (1989),
mientras que el metabolismo social se aplica también a sociedades no industriales
(Fischer-Kowaslki y Hüttler, 1999).
En ese sentido, existe un consenso sobre la importancia de estudiar el metabolismo
de las sociedades industriales, debido a que está basado en unas pautas de consumo
de recursos y energía no renovable caracterizado por el cambio tecnológico y el
aumento de la productividad de la tierra y el trabajo (Krausmann et al., 2008). Este
tipo de metabolismo, que sólo corresponde a una tercera parte de la humanidad,
está alterando los ciclos biogeoquímicos y la organización social mundial, generando
problemas de sostenibilidad ambiental y social, dado los límites biofísicos en los que
se inserta el sistema económico y la distribución desigual de los recursos (Haberl et
al., 2011). Las dos terceras partes de la humanidad, aun viviendo en sociedades más
cercanas a las agrarias tradicionales, se encuentran en transición del metabolismo
agrario al industrial bajo el dominio del régimen socioeconómico industrial (Fischer
Kowalski y Haberl, 2007).
A partir de los primeros trabajos que comenzaron a estudiar el metabolismo de las
economías industriales para desarrollar la metáfora antes expuesta, se propuso la
contabilización de flujos de energía, materiales y residuos de las sociedades
55
industriales. Desde el punto de vista del balance de materiales, la cuestión era
desarrollar una herramienta para contabilizar todas las entradas de recursos al
sistema socioeconómico y el stock que señala el crecimiento material de las
economías, así como las salidas de este sistema en forma de productos y residuos de
nuevo a la biosfera. Así surgió la Contabilidad de Flujos de Materiales (MFA), que se
centraba en la cuantificación de flujos, y el Análisis de Flujos de Materiales (SFA),
que es el instrumento que aporta un enfoque cualitativo a la contabilidad de flujos
para incorporar la diferencia de impacto al medio ambiente dependiendo de los tipos
de flujos (Daniels, 2002).
El primer trabajo que estudió la base material de las economías desde una
perspectiva metabólica es el de Steurer (1992), referenciado en Carpintero (2005).
De este avance en la contabilización de materiales surgió un esfuerzo por consensuar
la metodología; así, desde el lado de las entradas48, se desarrollaron trabajos basados
en los Requerimientos Totales de Materiales (TMR), y desde el lado de las salidas,
gracias al indicador Output Interior Total (TDO)49. En este trabajo de consenso, del
cual surgieron las estadísticas a nivel europeo de flujos de materiales (Eurostat,
2001), fueron de gran ayuda las colaboraciones de los investigadores del Instituto
Wuppertalt (WI), el Instituto de Ecología Social (IFF), del Instituto Nacional de
Estudios Ambientales de Japón (NIES) y del Instituto para los Recursos Mundiales
(WRI)50. El proyecto ConAccount es a su vez un esfuerzo realizado por los principales
expertos en la materia para mejorar y estandarizar el estudio de MFA (Bringezu et
al., 1997). En general, MFA es la metodología básica de estudio de los flujos de
materiales, aunque existen otras muchas herramientas (Daniels y Moore, 2002). A su
vez, estas herramientas se pueden aplicar en conjunto, complementándose unas con
otras. En la figura V se pueden observar como MFA está formada por una serie de
indicadores que permiten analizar un sistema económico desde el lado de las
entradas y salidas de materiales.
48 Las entradas y salidas de flujos de una economía se nombran indistintamente en estos trabajos como inputs y outputs, respectivamente.
49 Los trabajos de referencia son, desde el lado del input el trabajo de Adriaanse et al. (1997), y desde el lado del output el trabajo de Matthews et al. (2000).
50 Los autores más destacados del WI son Stefan Bringezu y Friedrich Schmidt-Bleek, entre otros. Los autores más destacados del IFF son Marina Fischer-Kowalsky, Fridolin Kraussmann, Helga Weisz, Heinz Schandl, y Helmut Haberl, entre otros. El autor más destacado del NIES es Yuichi Moriguchi y respecto al WRI, cabe destacar el trabajo de Donald Rogich y René Kleijn.
56
Figura V. La contabilidad de flujos de materiales de una economía
Fuente: Elaboración propia a partir de Daniels (2002).
Desde el lado de las entradas el TMR es la suma de las importaciones más los flujos
ocultos que conllevan dichas importaciones, más la extracción doméstica, incluido
los correspondientes flujos ocultos de la misma. A su vez la suma de la extracción
doméstica más las importaciones y los flujos ocultos que conllevan, nos da el
indicador de entradas materiales directas (DMI). Tras atravesar el proceso
económico, el stock se refiere al crecimiento material de esa economía, así como las
exportaciones que se realizan. El output interior más los flujos ocultos de esas
salidas de materiales es el resultado del TDO.
Cabe destacar la importante aportación del Instituto Wuppertal mediante el análisis
de los flujos ocultos en el sistema económico, creando las denominadas mochilas
ecológicas (Schmidt-Bleek, 1993) de las entradas de materiales a una economía51.
Generalmente este indicador puede calcularse mediante la aplicación de los Análisis
de Ciclo de Vida (LCA) o de las entradas de material por unidad de servicio (IMPS),
desarrollado por el WI específicamente para los estudios de MFA. Además de la
metodología de MFA, se han desarrollado las Tablas Input-Output físicas (PIOT), que
51 Las mochilas ecológicas se utilizan para designar los flujos ocultos que conllevan los materiales que entran o salen de una economía.
57
se utilizan para los balances de materiales que entran a una economía nacional por
sectores, habiéndose aplicado en numerosos estudios (Daniels, 2002). Son
destacables los trabajos que inciden en el metabolismo desde la perspectiva de las
relaciones con el territorio, desarrollado principalmente por el IFF, mediante los
indicadores de Apropiación Humana de la Producción Primaria Neta y Huella
Ecológica.
Paralelamente al campo del metabolismo industrial, se ha desarrollado la disciplina
conocida como ecología industrial. Así, Frosch y Gallopolous (1989) plantearon una
analogía entre el funcionamiento de los sistemas industriales y biológicos con la idea
de que podía ser posible desarrollar métodos de producción con menores impactos
para el medio ambiente, sentando las bases de la ecología industrial.
Aunque existen autores que consideran que la ecología industrial va mas allá del
metabolismo industrial, como el trabajo de Johansson (2002), no hay una definición
consensuada de la ecología industrial, y no se hace una clara distinción entre el
metabolismo industrial y la ecología industrial (Erkman, 2002). La ecología industrial
enfoca el proceso industrial hacia la innovación tecnológica como medio para
resolver los problemas ambientales, intentando evitar los análisis parcelarios y
estrechos de la economía (Reid y Graedel, 2002). No obstante, en la aplicación
práctica de este concepto, no podemos perder de vista que la mayor parte de los
creadores de esta disciplina “tenían importantes vinculaciones con el sector
industrial de Estados Unidos” (Carpintero, 2005, 121); tal es así que el nombre de
ecología industrial fue utilizado como eslogan verde de las empresas ante la creación
de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (Erkman, 2002).
A pesar de que el origen de este campo parte del estudio de los flujos físicos de la
economía industrial bajo un enfoque sistémico, la creencia de que el progreso
tecnológico es la base para reestructurar la industria y crear una sociedad más
sostenible hace que en algunas aplicaciones prácticas se llegue a la conclusión de
que es posible desacoplar el daño ambiental y el uso de los recursos del crecimiento
económico (Carpintero, 2005). De esta forma surge el concepto de ecoeficiencia, que
se refiere al vínculo de las empresas con el desarrollo sostenible, ya que esta rama
de investigación incide en el gasto de materiales y energía en la economía y en la
idea de desvincular el crecimiento económico de su base material (Martínez Alier,
58
2005). Así, los trabajos de Schmidt-Bleek (1994) y Weizsäcker et al. (1995), entre
otros, defienden lo que se conoce como Factor 1052, que afirma que es posible el
aumento de servicios y valor añadido en las economía industriales reduciendo los
requerimientos de materiales. Haberl et al. (2011) señalan que estas estrategias de
ecoeficiencia deben desarrollarse pero demuestran que son insuficientes para reducir
el consumo de materiales y energía en términos absolutos.
Las metáforas ecología industrial y ecoeficiencia se vuelven de esta forma la base
fundamental para describir la idea de que la industria debe encaminarse a cerrar sus
ciclos, tal y como lo hace el ecosistema, y su eficiencia debe ir dirigida a ese mismo
fin. Sin embargo, no debemos olvidar que la adopción de estas metáforas conlleva
arrastrar características asociadas al término original (ecología), de esta forma los
valores asociados a un término se asocian al otro. Pero estas asociaciones deben
verse con prudencia, porque los valores no tienen que ser coincidentes.
Así pues nos encontramos con términos que tienen una componente semántica
(ecología industrial, ecoeficiencia) que induce a pensar que están encaminados al
cuidado del ecosistema, pero que en la práctica están contribuyendo a lo contrario,
dependiendo de la escala en que se analice. Esto ocurre, como señala Johansson
(2002, 75), porque las metáforas científicas que se hacen muy populares suelen
acabar como “victimas de su propio éxito”, en el sentido de que conceptualmente
van cargadas de un significado que no se corresponde con las aplicaciones realizadas
del concepto.
3.2.2 El metabolismo socioeconómico
El IFF (también conocida como la escuela de Viena), han sido pioneros en la
definición y el estudio del metabolismo socioeconómico como analogía al concepto
biológico de metabolismo, que busca la descripción y cuantificación de los flujos de
materia y energía que se intercambian entre los sistemas económico, social,
territorial, medioambiental, etc. (Fischer-Kowaslki, 1997).
Dentro de esta concepción de metabolismo socioeconómico que difunde la escuela de
Viena, se distingue entre el “metabolismo básico de la sociedad” y el “metabolismo 52 Instituto Factor10: http://www.factor10-institute.org/. Fecha de consulta 12-03-2010.
59
extendido de la sociedad” (Fischer-Kowaslki y Haberl, 1999, 62, 63). El primero se
refiere al estudio de sociedades que necesitan al menos la demanda de materiales
que corresponde a la suma de la demanda biológica de sus miembros. Estas
sociedades utilizaban los recursos de forma renovable y sus residuos podían ser
asimilados por el medio, pero a su vez, dichas sociedades no tenían porque ser
sostenibles en el uso de los recursos y para persistir debían, emigrar, controlar su
población, o matar a otras sociedades. El segundo tipo se centra en el estudio de
sociedades que usan los recursos más allá de sus ciclos naturales, haciéndolos no
renovables.
Así, la historia de la sociedad puede ser vista como la historia de la expansión del
metabolismo de la sociedad, más allá del metabolismo básico. Este campo de análisis
es conocido como el estudio de las transiciones metabólicas (Fischer-Kowaslki y
Haberl, 2007) y comprende el estudio del metabolismo de las sociedades que se
considera que han marcado un antes y un después en el uso de energías y materiales:
las cazadoras y recolectoras, las sociedades agrarias tradicionales, y por último, la
sociedad industrial.
El metabolismo de las sociedades agrarias tradicionales, en base al uso de materiales
y energía, estaba limitado por la cantidad de tierra disponible y la capacidad de la
sociedad para producir comida, por lo que “no desarrollaron un modo de vida que
fuera sostenible53 a largo plazo” (Fischer-Kowaslki y Haberl, 1997, 68). Gracias al
petróleo, las sociedades industriales solventaron los problemas de “sostenibilidad”
en relación al acceso a los recursos naturales que tenían las sociedades cazadoras-
recolectoras y las agrarias tradicionales. Sin embargo, su caracterización en base a la
abundancia energética y de materiales y los impactos ambientales y sociales que ello
provoca hacen que se encuentre con otros problemas de sostenibilidad aún mayores
(Krausmann et al., 2008).
Además de sustentar el estudio de las transiciones socioecológicas, las aplicaciones
del metabolismo socioeconómico han servido como base para el desarrollo de
53 Fischer-Kowaslki y Haberl (1997) llegan a la conclusión de que las sociedades agrarias tradicionales, en general, acaban con la mayor parte de los recursos naturales de los que dependen, y que gran parte de la sociedad no llegaba más que a alcanzar una vida mísera y dura. Esta afirmación es contrastada con las opiniones de autores que aseguran que la propiedad común era el medio que permitió la gestión sostenible de recursos naturales a las comunidades desde la antigüedad hasta nuestros días (Aguilera, 1991b).
60
trabajos sobre la desmaterialización relativa. Este es el caso del trabajo sobre
Austria de Fischer-Kowaslki y Haberl (1997), que transmite un discurso
desmaterializador como resultado del descenso de intensidad material relativo al
producto interior bruto, dejando dudas que podrían solventarse con estimaciones
sobre flujos ocultos, incremento per cápita y estudio de la intensidad material en
términos absolutos (Carpintero, 2005). Dentro de esta vertiente se incluye también
los trabajos ya citados sobre Factor 10.
No obstante, cabe destacar los numerosos trabajos que defienden el debate de la
rematerialización vs desmaterialización, que se trata tanto en estudios ya citados de
Adriaanse et al. (1997), Matthews et al. (2000), Eurostat (2001) y Carpintero (2005),
entre otros, así como en Naredo y Valero (1999).
El comercio ecológicamente desigual entre países es un debate que se ha sustentado
gracias a la contabilidad de flujos de materiales, demostrando que los países
industrializados se han especializado en procesos de mayor valor añadido por unidad
de coste físico gracias a las reglas del juego financieras de los agentes económicos
imperantes (Naredo, 2006). Algunos trabajos destacados en este campo son los de
Muradian y Martínez Alier (2001), Giljum y Hubacek (2001), Muradian y Giljum (2007)
y Eisenmenger et al. (2007), entre otros. No obstante también podemos encontrar
trabajos que, basándose en la metodología de MFA, no apoyan la hipótesis de que
existe un comercio ecológicamente desigual entre países. Según Weisz (2007), esto
es debido a que no existen suficientes evidencias empíricas que sustentan esta
hipótesis. De hecho, esta autora argumenta que hay estudios de balances biofísicos
del comercio de países, como es el caso de Noruega que demuestran que este es un
país con una economía extractiva a pesar de ser una de las economías más ricas del
mundo desde el punto de vista monetario. Para esta autora, estos resultados derivanj
de la falta de robustez de los estudios de metabolismo social realizados ahasta la
fecha. En nuestra opinión, estos resultados, que poco o nada tienen que ver con la
economía ecológica, derivan de análisis físicos no contextualizados del comercio de
las economías. Como citábamos al principio de este trabajo, esto es debido a que
para identificar las relaciones entre naturaleza y sociedad no es suficiente con la
cuantificación de los flujos del metabolismo, sino que es necesario ampliar el
concepto, incluyendo el análisis de las implicaciones de los sistemas institucional,
ambiental, social y económico en el estudio del metabolismo (Naredo, 2006).
61
Los teóricos del IFF utilizan el término “colonización” para definir la conexión que
existe entre los cambios en las estructuras medio ambientales y en las sociales,
consecuencia del metabolismo (Fischer-Kowaslki y Weisz, 1999). Este concepto hace
relación a las estrategias que utiliza la sociedad para transformar el medio natural y
poder explotarlo, ya que para poder realizar las actividades que subyacen a la
colonización deben crearse unas estructuras esenciales de organización social; y el
trabajo y la tecnología tienen gran importancia en la evolución del metabolismo de
las sociedades. Así, dependiendo de las estrategias de colonización, pueden
encontrarse diferencias sociales, culturales y económicas entre las sociedades.
Este concepto no ha sido aplicado más allá de su definición teórica, refiriéndose al
trabajo humano y a la tecnología como las fuerzas de evolución de las sociedades sin
entrar a analizar los flujos de información que coexisten con los flujos biofísicos de la
sociedad, ni a intentar enfocar los análisis metabólicos desde una perspectiva de
ecología política54.
3.2.3 El metabolismo rural
Aunque la escuela de Viena profundiza en el estudio del metabolismo de sociedades
no industriales para explicar el concepto de transiciones socioecológicas (como se
puede observar en los trabajos de Fischer-Kowalsky y Haberl (2007), Krausmann et
al. (2008) y Krausmann et al. (2009), entre otros, no es la única escuela que ha
tratado el metabolismo rural.
Giampietro (2004), hace un trabajo centrado en el metabolismo de los
agroecosistemas, en el que desarrollan un aparato conceptual que incide en la visión
de que un sistema metabólico es un sistema disipativo, autoorganizado, abierto, y no
en equilibrio termodinámico. Las implicaciones que esto conlleva en la aplicación de
la metodología Análisis Multiescala del Metabolismo Social (MSIASM) que estos
proponen en el estudio del metabolismo social en su visión más amplia, (ya que
54 El concepto de “colonización”, se considera que tiene cierta similitud con la parte intangible del metabolismo de la que hablan González de Molina y Toledo (2011), en lo que se refiere a las diferencias sociales, culturales y económicas entre las sociedades. No obstante la “colonización” alude al trabajo humano y la tecnología como fuerzas de evolución de las sociedades, y la parte inmaterial del metabolismo que los autores citados presentan como fuerzas del cambio social, como veremos más adelante, engloba muchos mas elementos de análisis.
62
estudian otros tipos de metabolismo además del metabolismo rural55, en similitud
con la escuela de Viena), es que para poder analizar la evolución de un sistema
socioeconómico en interacción con el contexto ecológico debe estudiarse adoptando
varias escalas y diversas líneas de evolución (Ramos et al., 2009).
El concepto de metabolismo que plantea Giampietro (2004) se funda en la
contextualización del sistema metabólico de acuerdo a los paradigmas de la ciencia
posnormal; así, la complejidad, la irreversibilidad de los procesos y la incertidumbre
de las consecuencias que produce el ser humano en su manejo de los sistemas
naturales, hacen que sea difícil comprender un sistema metabólico usando un análisis
reduccionista. Al emprender el estudio del metabolismo socioeconómico desde esta
perspectiva múltiple de análisis, que incluye el tiempo, se denota la multiplicidad de
perspectivas legítimas que aparecen como resultado de diferentes definiciones de
valor y diferentes representaciones de la realidad que tiene la sociedad.
De esta forma, abordar el estudio del metabolismo socioeconómico asumiendo la
complejidad de los sistemas reales requiere de “un pensamiento que religue lo que
permanece disjunto y compartimentado, que respete lo diverso sin dejar de
reconocer lo uno, que intente discernir las interdependencias,… un pensamiento
multidimensional, organizador o sistémico, que conciba la relación del todo y las
partes” (Morin, 1993, 71).
Las implicaciones que ésto conlleva en la aplicación de la metodología MSIASM son
que no existe una definición válida del sistema para todos los actores y, por lo tanto,
el objetivo del método es mejorar la calidad de las representaciones o lecturas de un
sistema metabólico y de los diferentes escenarios; pero que mediante la aplicación
de este método no es posible llegar a una caracterización del sistema válida o
adecuada para todos, y que no es posible determinar su futura evolución.
El método pretende servir de soporte a la toma de decisiones, y por ello, la idea
básica es que cuando se trata de trabajar con las tendencias futuras “es mejor
plantear las posibles alternativas relevantes de un posible futuro, que no exponer
una sola perspectiva válida para el futuro que pueda resultar irrelevante”
(Giampietro, 2004, 189).
55 Véase Ramos (2005), Ramos et al. (2009) y Giampietro et al. (2009), entre otros.
63
Así, aunque Giampietro et al., (2009), entiende el metabolismo como una
herramienta metodológica lo enmarcan en el aparato conceptual de las teorías de la
complejidad, yendo así más allá de la simple cuantificación de los flujos físicos a un
análisis de los mismos que subyace al contexto político en el que se enmarcan.
Siguiendo con los análisis desarrollados para el metabolismo rural, el trabajo
coordinado por Garrabou y González de Molina (2006) engloba una serie de trabajos
encaminados a avanzar en los balances energéticos en la agricultura desde el punto
de vista metabólico. El trabajo editado por Toledo y García (2008) es a su vez
destacable en el estudio del metabolismo rural, así como el trabajo de González de
Molina y Toledo (2011)56. En este trabajo, los autores, tras el análisis de los
principales trabajos de carácter empírico que bajo el concepto de metabolismo
social estiman los flujos físicos de las economía, llegan al entendimiento de que “casi
sin excepción, el concepto de metabolismo social ha quedado reducido a la
cuantificación de los flujos de materiales y energía que una determinada sociedad
intercambia con su entorno natural durante la apropiación o toma de recursos y
servicios (inputs) y durante el reciclaje de residuos y desechos (outputs). Esta
versión simplificada del metabolismo social resulta útil hasta cierto punto, pero
carece de toda perspectiva en virtud de que soslaya o ignora dos aspectos: (a) los
procesos que ocurren al interior de la sociedad y que conforman la porción interna
del fenómeno metabólico; y (b) los procesos inmateriales e intangibles que existen
en toda la sociedad y que de manera invisible pero efectiva interactúan, mediante
mecanismos de acción recíproca, con los fenómenos materiales” (González de Molina
y Toledo, 2011, 64).
Así, estos autores definen el metabolismo social como marco conceptual para el
estudio de las relaciones entre sociedad y naturaleza, que se centra en el análisis del
proceso metabólico, no sólo como un fenómeno meramente físico, sino considerando
que existe una parte intangible de la sociedad operando como un “armazón” para los
procesos materiales del metabolismo. De esta forma, los procesos metabólicos
(apropiación, circulación, transformación, consumo y excreción), que denominan
“caja negra del metabolismo”, conforman la parte material de un todo y su
contraparte o sistema social “contenedora”, está formada por las dimensiones
56 Este trabajo se citará en reiteradas ocasiones a partir de ahora puesto que es el único, hasta la fecha y en la revisión realizada, que trata de esta manera el concepto de metabolismo.
64
cognitivas, simbólicas, institucional, jurídica y tecnológica que actúan de manera
conjunta y de forma dinámica y compleja.
Figura VI. Los procesos metabólicos y la “caja negra”
Fuente: Elaboración propia en base a González de Molina y Toledo (2011).
Entender el concepto de metabolismo desde esta perspectiva teórica implica que se
debe tener en cuenta a la hora de estudiarlo, además de la cuantificación de los
flujos físicos, que nos informan sobre el “qué” y el “cuánto” de esos flujos, la
dimensión inmaterial, que señala el “cómo” y el “por qué” de esos flujos físicos.
Esta caracterización de los procesos que ocurren en la sociedad (mas allá de la base
física), es la forma que proponen los autores para insertar en el propio concepto de
metabolismo social la contextualización de los flujos físicos, avanzando en la
consideración del metabolismo para entenderlo como más que una mera metodología
cuantitativa, y proponiéndolo como un marco teórico de análisis de las relaciones
entre sociedad (o economía) y naturaleza. Otros autores (Carpintero, 2005, Reid y
Graedel, 2002) consideran que aunque ese conocimiento es crucial, se atribuye al
campo de estudio de otras ciencias, ya que incluirlo en el propio análisis del
metabolismo podría afectar a la identidad de la metodología y hacer el concepto
demasiado extensivo, volviendo difusos los límites del metabolismo.
Reconocida la necesidad de desarrollar el enfoque que sólo tiene en cuenta la base
física de los procesos económicos, para así incluir la caracterización de los procesos
de organización y sociales que interactúan conjuntamente (Carpintero, 2005), se
considera relevante el debate existente que muestra que el metabolismo puede ser
entendido como una metodología o un marco de análisis amplio.
Como hemos citado anteriormente, González de Molina y Toledo (2011), comparten
Apropiación Circulación Consumo Transformación Extracción Excreción
Caja Negra
Sociedad
Medio Ambiente
65
la visión socioeconómica e histórica del metabolismo social que tienen los trabajos
de Giampietro y la escuela de Viena. Plantean que la unidad básica de estudio de la
historia ambiental es el metabolismo social y para tener en cuenta esa dimensión
temporal revisan los principales momentos de la interrelación ser humano-naturaleza
en base a los procesos metabólicos, surgiendo así tres tipos de metabolismos claves
en la historia socioambiental del hombre (cazadoras y recolectoras, sociedades
agrarias tradicionales, y sociedades industriales), que coinciden con los tres tipos de
metabolismo que utilizan Fischer-Kowaslki y Haberl (2007) para estudiar las
transiciones socioecológicas.
Al estudiar los factores de esta transición de tipos de metabolismos, los autores
indican que se trata de explorar cómo los cinco procesos materiales del metabolismo
social, mediados a su vez por los factores intangibles, realizan una función conjunta
y cómo esa función se modifica a lo largo del tiempo. En su análisis de las
transiciones del metabolismo rural al metabolismo industrial (centrado en la
agricultura industrial como elemento dentro del metabolismo industrial), insisten en
que el metabolismo industrial debe ser analizado críticamente y contextualizar la
estructura de poder en el que se enmarca este sistema, para no olvidar las grandes
desigualdades y sus consecuencias, los conflictos que irremediablemente producen
los impactos ambientales y sociales que este metabolismo provoca (González de
Molina y Toledo, 2011). Así, consideran que los conflictos ambientales son producto
de la propia existencia de relaciones sociales mediadas por el poder a través de las
cuales circulan los recursos (tanto naturales, económicos como sociales).
Este concepto es el que consideramos más adecuado para nuestro objeto de estudio y
a partir de él desarrollamos nuestra propuesta conceptual de metabolismo hídrico. A
continuación revisamos los principales análisis realizados de los flujos hídricos del
proceso económico, como paso previo para la propuesta de metabolismo hídrico.
3.3 El estudio de los flujos hídricos del proceso económico
El estudio de los flujos hídricos del proceso económico, desde el punto de vista
metabólico, ha sido excluido de la mayor parte de trabajos. Sin embargo, otros
muchos los han estudiado por separado, considerándolo en ocasiones como sumideros
de residuos o desde el punto de vista de la mejora de la eficiencia en el uso de este
66
recurso en los procesos productivos. No es nuestro objetivo, por tanto, recopilar la
gran proliferación de trabajos que han tratado el tema del agua, sino sólo
incidiremos en algunos estudios que consideramos destacables para el objetivo de
este trabajo.
3.3.1 El papel del agua desde la óptica del metabolismo puramente
contable
Desde la metodología de MFA, para diferenciar los flujos considerados en el
metabolismo socioeconómico, se han desarrollado indicadores que dividen los flujos
en tres niveles: residuos con altos niveles de toxicidad, combustibles fósiles y
recursos minerales, y flujos con menor impacto por tonelada utilizada (Carpintero,
2005). Este es el nivel en el que por exclusión, se encontraría el agua. En la figura VII
se observan los materiales que tienen interés para MFA. El agua se encuentra en
primer lugar en los materiales que, a mayor cantidad utilizada, menor impacto
ambiental específico conlleva. Esto es tratado así desde la metodología de MFA ya
que, en comparación con los demás materiales considerados por el sistema
económico, el agua es el principal input superando hasta 20 veces la suma del resto
de materiales (Schutz y Bringezu, 1993).
Sin embargo, esta conclusión se extrae desde una perspectiva puramente contable,
en la que el agua, medida en unidades físicas, constituye un input para el sistema
económico, independientemente del territorio donde se extraiga. Una interpretación
de este gráfico es que probablemente en lugares donde exista agua en grandes
cantidades, una vez que es utilizada por el sistema económico, efectivamente el
impacto por volumen de agua será bajo. Sin embargo, las ingentes cantidades de
agua que requiere un sistema económico en un territorio con mayor escasez (física,
social o ambas), o los problemas de contaminación que puede ocasionar su paso por
el sistema, pueden aumentar el impacto ambiental por volumen utilizado de este
elemento.
67
Figura VII. Flujos que tienen interés para la contabilidad de flujos de materiales
Fuente: Adaptación propia al castellano, a partir de Steurer, 1996.
El estudio de los flujos hídricos de una economía, aunque se consideren de enorme
importancia a nivel cuantitativo y cualitativo, no ha sido incluido en muchos de los
estudios sobre metabolismo socioeconómico por el carácter desequilibrante en
términos cuantitativos del recurso57, sumado a las carencias en la información
estadística que existe sobre el agua, y al hecho de que las escalas de estudio
apropiadas para los recursos hídricos y los materiales difieren (Madrid y Velázquez,
2008). Así, analizar los flujos de agua que son usados y transformados por un sistema
económico, representa todo un reto (Rogich y Matos, 2002).
Aunque hay autores que han incluido los flujos de agua en sus análisis metabólicos58,
57 En el perfil metabólico de las sociedades industriales el agua supone el 87% del volumen de materiales que integran la economía (Schandl y Schulz, 2002).
58 Es de destacar el trabajo de Wolman (1965) sobre el metabolismo de un modelo de ciudad norteamericana. Ayres y Ayres (1998) incluyen los flujos de agua en su estudio sobre los sectores industriales, y Strassert (2002) incluye los flujos de agua en su estudio del metabolismo alemán mediante las tablas input-ouput físicas. Schutz y Bringezu (1993) estimaron el total de flujos movilizados
68
no existe un consenso de cómo considerar el agua dentro del sistema económico.
Ayres (2000) y Gravgard (1998), son sólo algunos de los autores que proponen
diferentes métodos para contabilizarla.
En general, los flujos hídricos del metabolismo socioeconómico se estudian por
separado dada la consideración de que su uso, aunque indispensable para el
metabolismo, conlleva un bajo impacto al ser un recurso renovable en el ciclo
hidrológico y varía de forma importante entre regiones59.
En el estudio del agua desde el punto de vista metabólico60, podemos encontrar
trabajos que destacan la importancia del agua como sumidero de residuos como el
trabajo del metabolismo industrial en la cuenca del Rin (Stigliani y Jaffé, 1993), o el
estudio de Allen (2002), entre otros. Son numerosos también los trabajos que
estudian las relaciones de los flujos de agua de un sistema desde el punto de vista
metabólico para reducir el consumo de agua, como los trabajos de Ehrenfeld y
Chertow (2002) y Nuñez et al. (2009), entre otros.
Como aplicación de las PIOT en el estudio de los flujos de agua, el trabajo de
Hubacek y Sun (2005), destaca por ser un ejemplo de análisis contextualizado en el
territorio de los flujos hídricos en China.
Desde el instituto Wuppertal se han estudiado las entradas de agua al sistema
económico, en forma de flujos de agua oculta que son necesarios para fabricar
materiales, bajo la perspectiva del análisis de ciclo de vida (LCA). Así, en el trabajo
de Stiller (1999) se estudian los requerimientos de agua para la fabricación de
materiales nuevos y tradicionales: fibra de vidrio, P-aramidas, PVC, etc. Schmidt-
BleeK (1998), referenciado en Carpintero (2005), ha estimado las entradas totales de
agua de diferentes productos, desde metales, energéticos y químicos, hasta el agua
necesaria para fabricar una cafetera o un teléfono. La aportación del instituto
por la economía alemana de 1989-1990; y Steurer (1992), referenciado en Carpintero (2005) hizo un estudio de los flujos de la economía austriaca que en 1994 amplió incluyendo los flujos de agua (Steurer, 1994, referenciado en Carpintero, 2005).
59 Véase Statistisches Bundesamt (1998), Stahmer et al. (1997), Hüttler et al. (1996) y Adriaanse et al. (1997) (referenciados en Fischer-Kowalski y Huttler, 1999).
60 Los estudios de los flujos hídricos de la economía han sido abordado desde diferentes marcos metodológicos. Estas metodologías se encuentran reflejadas en los trabajos de Fischer-Kowaslki (1998) y Fischer-Kowaslki y Hüttler (1999), Daniels y Moore (2002) y Daniels (2002).
69
Wuppertal en el estudio de los flujos ocultos de la economía es un paso importante
desde el enfoque de la economía ecológica ya que el agua es considerada por la
economía neoclásica como un bien libre, cuando en realidad es un bien común con
increíble valor no siempre monetario (Ayres y Kneese, 1969).
Desde el método del LCA se está avanzando en el desarrollo de la metodología de
estimación de la huella hídrica, concepto que a continuación describiremos, como
indicador de los flujos hídricos de productos (Ridoutt y Pfister, 2010), encaminándose
la investigación a la estandarización de los LCA basados en este indicador61.
Según Martínez Alier (2005) los indicadores de agua virtual (AV) y huella hídrica (HH)
analizan los flujos de agua oculta del metabolismo, en analogía con los flujos ocultos
de materiales que popularizó el Instituto Wuppertal. Sin embargo, la inmensa
mayoría de los trabajos realizados en base a los indicadores de AV y HH no se han
planteado desde una perspectiva metabólica, sino desde una óptica puramente
contable de flujos hídricos del comercio de las economías. A ello dedicaremos el
siguiente apartado.
3.3.2 El papel de los flujos de agua en el sistema económico. El agua
virtual (AV) y la huella hídrica (HH)
Como hemos comentado en el capítulo anterior, la definición más aceptada
actualmente de AV es la planteada por Allan (1993, 1994), al afirmar que la cantidad
de agua consumida en el proceso de producción de un producto es la llamada agua
virtual asociada al producto, pudiéndose por tanto considerar como un indicador de
la responsabilidad de los productores en el uso del agua. Por otro lado, Hoekstra
(2003), desarrolló la metodología que permitió cuantificar el concepto. Así, en este
intento por cuantificar el AV, Hoekstra definió un nuevo concepto, la huella hídrica
(HH) de un país o una persona, como la cantidad de agua que se necesita para
consumir determinados bienes o servicios, poniendo pues de relieve las
responsabilidades asociadas con el consumo. Esto es, el AV se puede entender como
61 Se está realizando una guía de implementación del LCA mediante la huella hídrica por el Organismo Internacional para la Estandarización (ISO en sus siglas en inglés).
70
un indicador del consumo de agua desde la producción y la HH desde el consumo
(Velázquez et al. 2010).
A partir de la propuesta metodológica realizada por Hoekstra en 2003, se ha aplicado
este método y se ha avanzado en su desarrollo en numerosos análisis de estimación
de la HH y el AV. Anteriormente a esta propuesta, y con posterioridad también, se
han realizado estudios de estos indicadores dentro de metodologías derivadas de
otros campos (Velázquez et al. 2010). En Velázquez et al., (2010) se incluye una
revisión bibliográfica de las principales aplicaciones de estos indicadores. La revisión
que aquí presentamos es la continuación y actualización de este trabajo anterior que
queda, sintéticamente, reflejada en la tabla 1. El objetivo ahora es poner de
manifiesto que, en general, los primeros trabajos que se realizaron basándose en
estos indicadores se redujeron a los simples cálculos de flujos hídricos virtuales de
importaciones y exportaciones, excluyendo las interdependencias que existen entre
los sistemas económico, social y ambiental. Sin embargo, se aprecia un interesante
avance en una doble dirección. Por un lado, en el desarrollo metodológico y por otro
en la consideración de las implicaciones políticas, sociales y territoriales que tienen
los flujos de agua virtual y su consiguiente contextualización.
Principalmente los análisis de carácter empírico que utilizan el AV y la HH se han
concentrado fundamentalmente en productos agrícolas, y se han aplicado a nivel
mundial, así como a escala nacional y regional. En base a la escala espacial se
presentan, en la tabla 1, los principales trabajos que hasta la fecha han utilizado
estos indicadores62.
Los trabajos destacables en este sentido son los de Aldaya y Hoekstra (2010), que
estudiando el agua necesaria para la producción de la pasta y pizza que se consume
en Italia, hacen un claro avance en la contextualización de los flujos hídricos. El
trabajo de Chapagain y Orr (2008) analiza las implicaciones de la HH de Gran
Bretaña, al igual que Feng et al. (2011). El trabajo de Verma et al. (2009), sobre el
Programa Nacional de Unión de Ríos en la India plantea el comercio de AV como una
alternativa a los trasvases físicos de agua, reincidiendo a su vez en que dichos
trasvases físicos van en dirección contraria a los flujos invisibles de comercio de AV
62 Dada la proliferación de trabajos y enfoques sobre el tema se ha realizado una investigación exhaustiva pero siendo conscientes de la dificultad de abarcarla en su totalidad.
71
que en la actualidad se dan. En la misma orientación se sitúan los trabajos de Ma et
al. (2006) y Zhao et al. (2009), para los trasvases en China.
A nivel regional, Dietzenbacher y Velázquez (2007), Velázquez (2007) y Madrid y
Velázquez (2008) analizan los flujos de AV en Andalucía, así como Aldaya y Llamas
(2009) analizan los flujos de AV en la cuenca del Guadiana y sobre el mismo estudio
de caso, Aldaya et al. (2010b) avanzan en las implicaciones de la incorporación del
AV y la HH en las políticas. Montesinos et al. (2011) realizan su trabajo centrándose
en la cuenca del Guadalquivir.
Por último, Naredo (2009) en su estudio del AV y la HH de la comunidad de Madrid, y
Mekkonnen y Hoekstra (2010b), en su trabajo de la HH de la exportación de flores en
el lago Naivasha en Kenia, avanzan en la realización de análisis más amplios de los
flujos de agua, considerando y estimando sus principales implicaciones en conjunto
con el ciclo hidrológico en el lugar donde se realiza el análisis.
72
Tabla 1. Análisis de los flujos hídricos de la economía. Principales estudios de los flujos
virtuales por escala geográfica
Escala Autores Global
Hoekstra y Hung (2002), Chapagain y Hoekstra (2003a), Yang et al. (2003), Zimmer y Renault (2003), De Fraiture, et al. (2004), Chapagain y Hoekstra (2004), y Hoekstra y Hung (2005), Kummar y Singh (2005) Portmann et al. (2006), Chapagain et al. (2006a), Chapagain et al. (2006b), Berrittella et al. (2007), Hoekstra y Chapagain (2007a), Liu et al. (2007), y Sirajul Islam et al. (2007), Aldaya et al. (2008), Hoekstra y Chapagain (2008), Chapagain y Hoekstra (2008); Gerbens-Leenes y Hoekstra (2008) y Gerbens-Leenes et al. (2008), Hoekstra et al. (2009), Mekkonnen y Hoekstra (2010a) y Chapagain y Hoekstra (2010), Aldaya et al. (2010a)
Estatal
Wichelns (2001), Yang y Zehnder (2002), El-Fadel, y Maroun (2003), Haddadin (2003), Oki et al. (2003), Earle y Turton (2003) Yegnes-Botzer (2001), Chapagain y Hoekstra (2003b), Chapagain y Hoekstra (2003c), Ma et al. (2006), Pérez (2006), Hoekstra y Chapagain (2007b), Guan y Hubacek (2007), Van Oel et al. (2008), Schuol et al. (2008), Chapagain y Orr (2008), Liu y Savenije (2008), Galán y Velázquez (2010) Dabrowski et al. (2008), Rodríguez et al. (2008) y Novo et al. (2009), Chapagain y Orr (2009), Dabrowski, et al. (2009), Verma et al. (2009), Zhao et al. (2009), El Sadek (2010), Zhao et al. (2009), Bulsink et al. (2010), Aldaya y Hoekstra (2010), Garrido et al. (2010) y Feng et al. (2011).
Regional
Dietzenbacher y Velázquez (2007), Velázquez (2007), Schendel et al. (2007). Madrid y Velázquez (2008), Brown et al. (2009), Aldaya y Llamas (2009), Naredo (2009) y Aldaya et al. (2010b). Montesinos et al. (2011), Mekkonnen y Hoekstra (2010b).
Fuente: Elaboración propia a partir de Velázquez et al. (2010).
73
No obstante, siendo el AV una herramienta que nos permite analizar los flujos
comerciales en términos de agua, la inmensa mayoría de los trabajos no incluyen
como complemento a las estimaciones de exportación e importación de AV balances
hídricos de las cuencas hidrológicas (por ejemplo, en el caso de la exportación, para
saber si esas cuencas son deficitarias o excedentarias). Esto es debido a que, desde
el punto de vista metodológico, el concepto de huella hídrica, al haberse originado y
desarrollado como una herramienta puramente contable y desde una perspectiva no
metabólica, no incluye en su aplicación una clara relación entre la estimación
cuantitativa del AV de un lugar y el posible impacto social y/o ambiental que
provoca. Por lo tanto, actualmente no queda claro si el resultado de elegir un
producto o un sistema de producción es mejor que otro basándose en la HH. Pues de
hecho, un producto con menor HH comparado con otro que posea una mayor HH,
puede estar provocando impactos negativos dependiendo de la fuente de agua
(Ridoutt y Pfister, 2010).
Naredo (2009), en su estudio del AV y la HH de la comunidad de Madrid, aporta un
argumento de peso ante tal cuestión, afirmando que el análisis debe abarcar el ciclo
hidrológico en su conjunto, considerando y estimando sus principales componentes.
Ésto no sólo mejora la calidad de las estimaciones del agua virtual y la huella hídrica,
sino que permite advertir las limitaciones que ofrece este tipo de análisis y
completarlas con consideraciones más amplias relacionadas con el conjunto de los
recursos hídricos en el territorio de estudio.
Por lo tanto, a partir de estas reflexiones, se detectan dos problemas relativos al
análisis de flujos de agua en el sistema económico: (1) Desde el análisis del
metabolismo socioeconómico, el papel del agua se aborda, en la mayor parte de
trabajos, desde la óptica del metabolismo puramente contable. (2) Asimismo, en los
trabajos realizados sobre el papel de los flujos de agua en el sistema económico,
mediante los indicadores de AV y la HH, se detecta el mismo problema; la lógica
contable prevalece aunque se denota una evolución en algunas aplicaciones actuales.
Estos nos lleva a plantear que existe la necesidad de un marco de estudio que
englobe el análisis de los flujos hídricos de una economía desde una perspectiva
sistémica entendiendo el metabolismo como un marco de análisis.
74
3.4 El metabolismo hídrico. Cuantificación y contextualización
A partir del análisis realizado anteriormente proponemos entender y definir el
metabolismo hídrico (MH) como un marco de análisis que cuantifica los flujos hídricos
de la economía y refleja la dimensión social, ambiental, tecnológica, geográfica e
institucional que corresponde a la parte intangible del metabolismo, inseparable de
la parte tangible si consideramos el agua como activo ecosocial, tal como plantea
Aguilera (1991a).
Si, como hemos expuesto anteriormente, entendemos que el metabolismo, estudia
las relaciones entre el sistema social, ambiental, económico, etc., se debe insertar
en un contexto institucional y cultural del que es interdependiente. El recurso agua,
determinado por sus características, es un bien común que, además de constituir la
fuente de la vida, adquiere un valor cultural dependiendo del uso que las sociedades
hagan de él (Shiva, 2002). Es así un recurso en el que se ve claramente que su gestión
está ligada al territorio (Aguilera, 2006) y que para abordar los problemas de gestión
del agua, las soluciones que pueden parecer ser efectivas a una escala reducida, si se
tienen en cuenta la interrelación con los demás sistemas, ampliando de esta manera
la escala de análisis, se puede demostrar que el conocimiento requerido para abordar
la complejidad de los sistemas es mayor.
En nuestra propuesta de MH, al relacionar los flujos de agua con el contexto que les
envuelve, como afirma Naredo (2009), somos conscientes de que esta ampliación del
razonamiento se quedaría a mitad de camino si se limitara al agua; por lo tanto los
análisis del metabolismo hídrico se debe relacionar con el conjunto de los flujos y
requerimientos del metabolismo económico.
No obstante nuestro objetivo a nivel teórico en esta primera fase, es avanzar en una
propuesta que siguiendo el razonamiento anterior por el que creemos que es
necesario pasar de entender el metabolismo como una mera herramienta
metodológica a entenderlo como un marco de análisis, proponemos entender el MH
como un marco de estudio que nos permita cuantificar los flujos de agua y que sea
capaz de explicar los procesos incluidos en la “caja negra” de la que hablan González
de Molina y Toledo (2011), introduciendo los flujos de información y la necesaria
contextualización en cada uno de ellos.
75
En la figura VIII podemos observar el esquema que a nivel teórico consideramos
adecuado para este acercamiento al estudio del MH del sistema económico.
Figura VIII. El MH entendido como marco de análisis
Fuente: Elaboración propia.
Antes de continuar, definimos cada uno de los términos que aparecen en la figura
VIII.
Agua Real- Es el agua que se capta directamente desde el ecosistema (y circula, en
su caso, para poder ser consumida) por cada una de las fases del proceso metabólico.
El agua real es, normalmente, agua superficial o subterránea.
Agua Virtual- Según la definición de Allan (1993) es el agua requerida para generar
un producto o servicio.
Pérdidas- Por pérdidas entendemos aquella cantidad de agua que en cada fase vuelve
al sistema y no es “apropiada”, desde el punto de vista puramente “utilitarista”,
para la generación del producto.
Excreción- Es el agua generada por cada fase una vez utilizada y devuelta al
ecosistema, normalmente, contaminada.
Apropiación Consumo Transformación
Agua Real
Circulación Extracción
Agua Real Agua Real
Agua Virtual
Pérdida Evaporación Excreción
Agua Virtual
Agua Real
Sociedad
Medio Ambiente
76
Evaporación- Es la cantidad de agua que, por acción de la temperatura y de la
humedad del ambiente, vuelve al sistema sin que pueda ser “apropiada” socialmente
para la generación de productos o servicios.
Para interpretar la figura VIII, hay que hacer dos consideraciones previas: 1) el
proceso que analizamos es el metabolismo hídrico del proceso de producción-
consumo63, en el que cada fase del proceso tiene su propio metabolismo hídrico, esto
es, tiene entradas y salidas de agua, en forma real y virtual. La diferencia entre el
agua virtual y real es esencial en nuestro caso ya que nos ayuda a contextualizar esos
flujos que circulan por el sistema económico, de manera que el agua real que se
extrae del ecosistema tiene unos impactos y sufre unas pérdidas en el proceso de
circulación (que explicaremos a continuación), que merecen ser tenidas en
consideración. Esta distinción repercutiría de forma importante a la hora de realizar
las estimaciones del metabolismo de manera que metodológicamente hablando, el
agua virtual sería el agua contenida en los productos64, diferenciándonos de esta
manera de la investigación de Hoekstra y sus colaboradores65, en nuestra intención
de recalcar la importancia del contexto de esos flujos; 2) Por este motivo, como se
puede observar en el gráfico, hemos adaptado el marco de análisis del metabolismo
social definido anteriormente al caso del análisis del metabolismo hídrico, con la
diferencia de que en este caso el proceso de circulación es un proceso de mediación
entre los diferentes procesos.
El proceso producción-consumo que estamos analizando comienza en la fase de
extracción de agua del ecosistema y finaliza con el consumo de productos generados.
De esta forma, la fase de apropiación correspondería al sector económico agrícola, y
la de transformación a los sectores industrial y de servicios. La fase de consumo se
63 De esta forma, se puede analizar el proceso de producción-consumo completo o alguna de sus fases independientemente.
64 No obstante, esto dependería del estudio de caso. Desde el punto de vista metodológico, según Naredo (2009), el agua virtual de los bienes y servicios se igualaría al agua real utilizada en la producción de los mismos, puesto que el agua contenida es despreciable. En el caso de los productos agrícolas esta similitud no sería cierta por lo que según nuestro esquema el agua real (mas las pérdidas, evaporación y excreción), sería el agua necesaria para generar un producto y el agua virtual resultaría el agua contenida en los productos agrícolas.
65 En el trabajo de Hoekstra et al. (2009) se incluye una interesante discusión sobre si sería necesario redefinir la HH en función de la metodología de LCA (Ridoutt y Pfister, 2010), o como señalan Hoekstra et al. (2009), cómo el análisis de la HH desarrollado por estos autores puede contribuir al LCA. No es objeto de este trabajo incidir en esta discusión que dejamos para posteriores desarrollos metodológicos.
77
refiere al consumo de productos. A su vez, cada fase, dependiendo de la escala y del
detalle de estudio, podría contener las cinco fases del proceso de metabolismo.
Entonces, el recorrido a través de la figura VIII comenzaría cuando el agua extraída
del ecosistema (agua real) circula y en esta primera circulación desde la extracción
hasta la apropiación se producen unas pérdidas (debido a las pérdidas en las
infraestructuras de distribución del agua para regadío) y una evaporación (que será
mayor cuanto mayor sea la distancia recorrida en la fase de circulación y cuanto
mayor sea la temperatura y la humedad del territorio recorrido).
En la fase de apropiación hay dos entradas de agua, ambas consideradas como agua
real. Una que llega a través de la circulación (anteriormente mencionada), sería agua
superficial y subterránea (deducidas las pérdidas y la evaporación de la circulación
anterior); y otra que sería el agua retenida en el suelo. En esta fase se producen las
cuatro salidas de agua: 1) pérdida debida a las infraestructuras del regadío; 2)
evaporación en su caso cuando la tecnología de riego es por inundación o aspersión
(considerados los factores climáticos correspondientes); 3) excreción, debido al agua
residual que vuelve al sistema, pudiendo estar o no generalmente contaminada,
dependiendo del estudio de caso, una vez utilizada para el riego; 4) agua virtual, que
sería el agua contenida en los productos generados, dependiendo de la diferenciación
citada anteriormente.
En la fase de transformación hay dos entradas de agua. Agua real, que se capta en el
ecosistema (sistemas de almacenamiento superficial o subterráneos) y se transporta
mediante las infraestructuras hidráulicas correspondientes; y otra virtual, a través de
los productos que proceden de la fase de apropiación. Las salidas de agua son las
mismas (cada una con sus propias características) que en la fase anterior.
Por último, en la fase de consumo, hay nuevamente dos entradas de agua: 1) agua
real captada del ecosistema y circula a través de las redes de distribución para
abastecimiento del consumidor; 2) agua virtual, a través de los productos consumidos
por los consumidores. Las salidas son las mismas que en las fases anteriores.
Es importante destacar que este esquema es una propuesta para el análisis del
metabolismo hídrico de un proceso producción-consumo que tendría que ser
78
adaptado en cada fase, en función del objeto y objetivo de estudio en cada caso y
que consideramos un primer avance en la investigación.
Para finalizar este análisis, el esquema anterior nos serviría para conocer los flujos
de agua, cuantitativamente hablando, en el proceso metabólico de los procesos de
producción y consumo. Sin embargo, nos haría falta conocer también las fuerzas que
motivan y empujan estos cambios si queremos realmente entender por qué ocurren.
Las fuerzas del cambio en los flujos del agua se producen por la confrontación de los
recursos disponibles y de los requerimientos de los mismos. Así, antes de entrar a
analizar las fuerzas en sí, habría que conocer: 1) El balance hídrico: capacidad de
apropiación. Esto hace referencia a la cantidad y calidad del recurso, es decir, los
recursos disponibles. Igualmente hay que estudiar los factores de cambio en la
capacidad de apropiación: ¿De qué depende la capacidad de apropiación? ¿Qué reglas
del juego permiten esos cambios? ¿Hay también condicionantes naturales, como el
cambio climático, que afectan? 2) Requerimientos y consumo de agua ¿cuáles son los
consumos de agua? ¿Hay una mayor diversificación? ¿En qué consiste esa
diversificación?
Para entrar a analizar las fuerzas del cambio habría que estudiar aspectos como la
distribución social del agua: ¿Quién se la apropia? ¿Cuáles son las reglas del juego que
permiten esa distribución? ¿Cómo cambian esas reglas para que cambie la
apropiación? Las decisiones políticas nos indicaran cuestiones del tipo: ¿Cómo las
decisiones políticas condicionan y cambian la distribución del recurso? Asimismo se
deben analizar los conflictos generados por la apropiación y cuáles son los impactos
ambientales implicados en el estudio de caso. Así, estas fuerzas del cambio y estas
cuestiones nos llevan a recalcar la importancia de la contextualización.
3.5 Conclusiones y reflexiones finales
El metabolismo es, por definición, un estudio sistémico de las interdependencias
entre sociedad, economía y naturaleza, en el que la diversidad de enfoques deriva de
los diferentes marcos conceptuales desde los cuales se aplica esta herramienta. Esta
diversidad, sin embargo, conlleva en nuestra opinión, una confusión sobre lo que
debe implicar un análisis del metabolismo de una socioeconomía. De esta forma, se
genera el debate sobre la cuestión de qué es metabolismo. Ciertamente, el
79
metabolismo constituye un avance en la incorporación del análisis de la dimensión
física en los procesos económicos. Sin embargo, nos preguntamos si para realizar este
análisis de la dimensión física al incorporarla en los procesos económicos, es
suficiente con la mera estimación cuantitativa en términos físicos. Por otra parte,
nos preguntamos si puede ser separada esta dimensión física de las dimensiones
“intangibles”, que citan González de Molina y Toledo (2011) en su trabajo, y si es
función del metabolismo ampliar el enfoque hacia unos análisis más amplios,
corresponde a otras disciplinas el hacerlo, o es más bien una cuestión de enfoque
transdisciplinar como nos plantea la economía ecológica.
El trabajo realizado nos permite hacernos nuevas preguntas como: ¿El no incluir
análisis más integrados de las interdependencias de los flujos físicos con las demás
dimensiones en los trabajos de metabolismo corresponde a una cuestión de escala, o
es, en ocasiones, una falta de voluntad política? Ya que estos análisis físicos pueden
ser utilizados para defender hipótesis que poco o nada tienen que ver con la
economía ecológica, esto nos lleva a su vez a preguntarnos si podría ocurrir que el
metabolismo pasara a ser una metáfora que “muera de éxito” en el sentido de que se
originó desde una perspectiva que no se corresponde con las aplicaciones realizadas.
Derivado de este debate entendemos que el metabolismo hídrico del proceso
económico es un campo de estudio actualmente en desarrollo en el que planteamos
una primera propuesta teórica que abarque la complejidad del sistema que queremos
analizar siendo conscientes de que a su vez, la Ciencia trabaja mediante la
simplificación de la realidad. En palabras de Morin (1993, 67) “el conocimiento debe,
ciertamente, utilizar la abstracción, pero intentando construirse por referencia a un
contexto y, por eso, debe movilizar lo que el conocedor sabe del mundo”. Esta
dualidad implica que, la aplicación del metabolismo hídrico deba adaptarse a cada
situación, de tal manera que los estudios de caso deben ser concretos y permitir la
flexibilidad de la herramienta contable a la vez que se considera que no es posible
contabilizarlo todo y que la contextualización de los flujos de información que
subyacen a la parte material del metabolismo es importante para no caer en un
reduccionismo físico, o en nuestro caso, hídrico.
80
Capítulo 4. El metabolismo hídrico de la mina de cobre
Las Cruces. Una aproximación metodológica.
"La responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios".
Milton Friedman
4.1 Introducción
Es bien conocida la importancia del cobre, tanto por sus niveles de consumo y
producción, como por los impactos ambientales derivados de su extracción. El
consumo de cobre en el mundo ha aumentado de manera exponencial durante el
siglo XX, habiéndose consumido en este periodo “más de veintiséis veces la cantidad
de cobre que la humanidad había consumido hasta entonces y a través de toda su
historia” (Moussa 1999, 54). La industria final de cobre se divide en varios sectores:
industria eléctrica y electrónica (telecomunicaciones, generación y distribución de
energía eléctrica y dispositivos electrónicos); sector de la construcción, conformado
por sistemas de calefacción y sanitarios, alambrado eléctrico, herramientas para la
construcción, etc. Sistemas de transporte, equipos y maquinaria industrial,
incluyendo aire acondicionado, intercambiadores de calor, válvulas y accesorios
industriales, entre otros. Y para finalizar, el cobre es necesario en una gran cantidad
de productos de consumo doméstico y uso general, como, por ejemplo, monedas y
utensilios domésticos (Meller, 2000). Esta gran cantidad de usos se refleja en los
niveles de consumo en la sociedad. Como ejemplo, un ciudadano europeo consume
aproximadamente 8 kg. de cobre al año, principalmente en infraestructuras, edificios
e industria (Spatari et al., 2002).
En Europa, la mayor parte del cobre que se consume se extrae, se funde y se refina
fuera del continente (Spatari et al., 2002). No obstante, históricamente han existido
en Europa lugares de extracción de este preciado metal. Por lo que respecta a la
81
producción66, España ocupa actualmente el quinto puesto en producción minera de
cobre en Europa (Instituto Geológico y Minero de España [IGME], 2009). Y bajando al
nivel regional, podemos afirmar que la producción andaluza finalizó el siglo XX con
un declive del sector minero del cobre , debido fundamentalmente al cierre de
explotaciones y a los impactos provocados por el conocido como desastre de
Aznalcóllar67; no obstante, en los comienzos del siglo XXI el sector ha experimentado
una ligera recuperación llegando a suponer el valor de la producción andaluza de
minerales metálicos (en la que se incluye la producción de cobre) el 48,6% del total
del valor de la producción española (Ministerio de Industria, Turismo y Comercio,
2011), durante el año 2009.
Uno de los principales impactos que produce la minería metálica es el uso y
contaminación de agua, ya que estos procesos necesitan elevados volúmenes de
agua, por un lado; y por otro, en cuestión de calidad, en los procesos mineros se
genera gran cantidad de aguas ácidas, que son altamente contaminantes (Urkidi,
2010).
Es por ello que los proyectos mineros deben ser sometidos a un estricto control
medioambiental que, siguiendo el principio de “quien contamina paga”, ha llevado a
la creciente utilización del análisis económico en un intento por contabilizar los
costes sociales y ambientales derivados de las actividades mineras (Moran, 2003). El
análisis económico convencional, centrado fundamentalmente en el estudio de los
valores monetarios debido a la configuración del sistema producción-consumo como
un sistema cerrado, ha de ser superado por un estudio más ambicioso pero más
cercano a la realidad. Así, siguiendo los paradigmas de la economía ecológica hemos
de considerar ese binomio producción-consumo como un sistema abierto y como tal
en constante interacción con el resto de sistemas. Por otro lado, creemos importante
recalcar la importancia de considerar, no únicamente los costes sociales de los
66 Como seguidamente explicaremos, Naredo (2003) analiza cómo la metáfora de la producción se utiliza para soslayar operaciones de mera adquisición de riquezas. Desde esta perspectiva en nuestro trabajo nos referiremos a la producción como extracción y transformación de cobre.
67 La rotura de la presa de estériles mineros que tuvo lugar en abril de 1998 en la mina de los Frailes (Aznalcollar, Sevilla) ha supuesto el accidente medioambiental más severo acontecido en España, no sólo por el vertido de 6,8 hectómetros cúbicos a un río cercano, sino por la presencia del Parque Nacional de Doñana (Reserva de la Biosfera) aguas abajo donde se produjo el accidente.
82
procesos de producción, sino también los costes sociales tal como fueron definidos
por Kapp (1950).
Desde esta perspectiva abordamos el análisis de los flujos físicos siguiendo la
propuesta de metabolismo hídrico (MH) de Beltrán y Velázquez (2011), en el que las
autoras plantean la necesidad de analizar los flujos de agua de los procesos de
producción-consumo bajo la contextualización territorial, ambiental, social,
institucional y tecnológica.
El proyecto minero Las Cruces está situado entre los municipios sevillanos de Gerena,
Guillena y Salteras y es propiedad actualmente de la empresa minera canadiense
Inmet Mining Corporation. Este proyecto minero ha sido elegido como estudio de
caso por la particularidad que supone la gestión de agua y las implicaciones que ésta
tiene sobre el resto de sistemas. En efecto, debido a la ubicación del yacimiento,
situado bajo un acuífero, el tratamiento del agua subterránea de la mina Las Cruces
va más allá de las actuaciones habituales en relación al agua subterránea que supone
un proyecto minero. Así, mediante el conocido como Sistema Drenaje Reinyección
(SDR) el nivel piezométrico del acuífero en la zona de corta es deprimido
artificialmente por debajo de la cota más baja del banco de trabajo de la mina.
La gestión actual de los recursos hídricos del proyecto Las Cruces, definida por el
Plan Global de Gestión de Aguas aprobado en 2009 (Junta de Andalucía, 2009c),
supuso una modificación obligatoria en la gestión de aguas de la mina dado que en la
puesta en marcha del sistema como Sistema Drenaje Reinyección se detectaron
incumplimientos de la autorización otorgada por la Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir [CHG] en 2003, que provocaron la suspensión de este sistema y las
labores de profundización de la corta. Este cambio de modelo de gestión de agua es
el punto de partida para el desarrollo de nuestra investigación. Así, la posterior
contextualización partirá siempre de la modificación comentada y del Plan Global de
Aguas.
El objetivo general de este capítulo es el análisis de los flujos hídricos de la actividad
minera Las Cruces mediante la aplicación metodológica de la propuesta teórica de
metabolismo hídrico de Beltrán y Velázquez (2011), para tratar de dar respuestas a la
83
preguntas ¿Cuál es el papel del agua en la mina de cobre Las Cruces?, y ¿Cuáles son
los factores que condicionan ese papel?
Este capítulo se estructura de la siguiente forma: tras esta breve introducción, se
presenta el marco conceptual y metodológico, en el que desarrollamos la
importancia del metabolismo hídrico como marco de análisis. A continuación, en el
apartado tercero, se presenta el estudio del metabolismo hídrico de la mina de cobre
Las Cruces, que introducimos mediante la descripción de la gestión de agua en el
proyecto minero y continúa con la contextualización del estudio de caso, que
dividimos en los aspectos socioeconómicos, tecno-institucionales y geográfico-
ambientales. El cuarto apartado consiste en el análisis del metabolismo hídrico,
relacionando los flujos hídricos con el contexto. Para finalizar, se presentan las
conclusiones más relevantes que han surgido de este capítulo.
4.2 Marco conceptual. El metabolismo hídrico como marco de
análisis
Para estudiar la importancia del metabolismo hídrico como marco de análisis de los
flujos hídricos de las actividades mineras en primer lugar definimos las nociones de
producción de cobre que vamos a utilizar en esta investigación. En segundo lugar,
incidimos en la importancia de los indicadores físicos en el estudio de la economía
como un sistema abierto para presentar el concepto de metabolismo social que nos
sirve como base para definir y desarrollar nuestra propuesta teórica de metabolismo
hídrico. En tercer lugar, concretamos la propuesta de metabolismo hídrico para el
estudio de una industria minera que será el marco de análisis sobre el que
realizaremos la aplicación metodológica al caso de la industria minera de Cobre las
Cruces.
Naredo (2003) analiza en profundidad cómo, desde la interpretación que la economía
neoclásica hace del proceso económico como un proceso de producción de riqueza
expresado en términos monetarios, se utiliza la metáfora de la producción para
soslayar operaciones de mera adquisición de riquezas, resaltando la creación de valor
monetario y obviando el deterioro que los procesos infringen en el entorno físico y
social. Es por ello que en este capítulo de nuestra investigación, para incidir en la
importancia de las dimensiones físicas y sociales vinculadas al proceso económico,
84
calificaremos la actividad que se realiza en los proyectos mineros como extracción y
transformación de cobre para denominar a lo que comúnmente se conoce como la
producción de cobre.
Por otra parte, reconocer la dimensión social y física vinculada al proceso económico
significa entender el sistema económico como un sistema abierto. De esta forma, si,
como afirma (Aguilera, 2010, 2) entre otros, “reconocemos que el sistema económico
es un sistema abierto a, y en interacción continua con, el sistema ambiental, es
decir, con los flujos biofísicos de energía y materiales”, necesitamos estudiar no sólo
la perspectiva monetaria, sino las interrelaciones entre lo social, lo económico y lo
biofísico o ambiental. Para estudiar las interdependencias biofísicas del sistema
económico, Fischer-Kowalski (1997) propuso el concepto de metabolismo social,
como analogía al metabolismo biológico, buscando la descripción y cuantificación de
los flujos de materia y energía que se intercambian entre los sistemas económico,
social, territorial, medioambiental, etc.
No obstante, entendemos que esas interrelaciones entre sistemas van más allá de lo
puramente biofísico y, en este sentido, nos gustaría destacar el trabajo de González
de Molina y Toledo (2011) de entre la extensa proliferación de trabajos sobre
metabolismo social (Fischer-Kowaslki, 1998, Fischer-Kowaslki y Hüttler, 1999, Daniels
y Moore, 2002, Daniels, 2002, Ayres y Ayres, 2002, Beltrán y Velázquez, 2011). Estos
autores, como explicamos en el capítulo anterior, proponen un concepto de
metabolismo social entendido, no sólo como un fenómeno meramente físico, sino en
el que existe una parte intangible que explica las fuerzas subyacentes a los flujos
físicos, tan importantes y tan necesarias de ser estudiadas como los propios flujos.
De esta forma, los procesos metabólicos físicos (extracción, apropiación, circulación,
transformación, consumo y excreción) conforman la parte material (tangible) de un
todo y su contraparte, o sistema social “contenedora”, está formada por las
dimensiones cognitivas, simbólicas, institucional, jurídica y tecnológica que actúan
de manera conjunta y de forma dinámica y compleja. Esta contraparte son esas
fuerzas subyacentes que explican los flujos físicos, y a la que ellos denominan “flujos
de información”.
El análisis de estos flujos de información pone de manifiesto las interdependencias
que existen entre los sistemas económico, social y ambiental. Si consideramos el
85
agua, no como un mero factor de producción, sino como un activo ecosocial
(Aguilera, 1991a), no puede ser entendida como un elemento aislado, sino que se
debe atender a todas las funciones que realiza en el ecosistema, proponiéndose así
una gestión conjunta del agua y el territorio. Por ende, el análisis de las entradas y
salidas de flujos hídricos de un sistema económico debe hacerse a partir de una
completa contextualización del propio sistema y sus interrelaciones; esto es, de una
contextualización que nos permita explicar esas fuerzas subyacentes a los flujos
físicos. De ahí que el marco de análisis que proponemos sea el metabolismo social,
en el sentido de González de Molina y Toledo (2011), aplicado al agua; lo que en el
capítulo anterior hemos definido como metabolismo hídrico (Beltrán y Velázquez,
2011).
En el estudio de las actividades de producción-consumo mediante el concepto de MH
propuesto es importante destacar que todo proceso de este tipo puede conllevar
costes sociales68 (Kapp, 1950). Los costes sociales son todas aquellas consecuencias
negativas y daños al sistema social y ambiental que son el resultado de las
actividades productivas. Los costes sociales ocurren porque la racionalidad
empresarial (regulada por el marco institucional) al estar basada en la minimización
de costes y maximización de beneficios genera pérdidas del tipo daños la salud
humana, destrucción de valores de propiedad o agotamiento de recursos naturales.
Este autor nos indica que existen costes sociales cuyo origen es claro, y otros
permanecen ocultos o es difícil definir su origen, porque son el resultado de una gran
cantidad de factores. Reconocer la existencia de interdependencias físicas entre los
sistemas, conlleva entonces asumir la complejidad, pues existen interdependencias
que no se pueden identificar, por ejemplo, por el retraso temporal en la aparición de
daños ambientales o en la salud de las personas. Por ello, no es fácil abordar estos
problemas, por lo tanto es importante, “plantear preguntas relevantes aunque las
respuestas sean incompletas o imprecisas, en lugar de buscar precisión en las
respuestas a las preguntas que son irrelevantes (Aguilera, 2006, 16).
El concepto propuesto de metabolismo hídrico se define como un marco de análisis
que cuantifica los flujos hídricos de la economía y refleja la dimensión social,
68 En su trabajo “The Social Cost of Private Enterprise”, Kapp se refiere a los costes sociales de la empresa privada. Nosotros ampliamos el término a los procesos de producción y consumo porque consideramos que exceptuando actividades económicas muy concretas, todo proceso de este tipo puede conllevar costes sociales.
86
ambiental, tecnológica, geográfica e institucional que corresponde a la parte
intangible del metabolismo, inseparable de la parte tangible. Como se puede
apreciar en la figura IX, cada fase del proceso tiene su propio metabolismo hídrico,
esto es, tiene entradas y salidas de agua, en forma real y virtual. A su vez, una vez
que el agua es extraída del ecosistema, se producen, en las diferentes fases, salidas
de agua en forma de pérdidas, evaporación, excreción o agua virtual, en su caso. En
la figura 9 se puede observar los flujos de agua reflejados en la propuesta teórica,
destacando las fases de extracción y transformación, pues son las que corresponden
al sector industrial, que estudiaremos en este caso.
Figura IX. El metabolismo hídrico del proceso de producción-consumo
Fuente: Beltrán y Velázquez, 2011.
El proceso de producción minera que analizamos mediante el concepto de MH se
encuentra inserto en un sistema socioeconómico69, ambiental y tecno-institucional
determinado e incluye el estudio de cada uno de los procesos metabólicos definidos
por González de Molina y Toledo (2011) -extracción, apropiación, circulación,
transformación, consumo y excreción-.
En este sentido, y siguiendo el trabajo anteriormente realizado (Beltrán y Velázquez,
2011), que corresponde al segundo capítulo de resultados de esta tesis, analizamos
las diferentes fases metabólicas del proceso de producción del cobre, no las fases
69 Incluye el sistema cultural.
87
metabólicas del agua, aunque el proceso de producción conlleva parejo un proceso
metabólico del agua. De esta manera, en la figura X representamos el MH de un
proceso de producción minero en el que se analizan los flujos hídricos
contextualizados por los sistemas mencionados, ya que la comprensión del mismo
requiere “un pensamiento multidimensional, organizador o sistémico, que conciba la
relación del todo y las partes” (Morin, 1993, 71).
Como se observa en el la figura X en la fase de extracción del agua, pareja a la
extracción del cobre, el agua extraída del ecosistema (agua real) circula y en esta
circulación, desde la extracción hasta la transformación del mineral, pueden
producirse unas pérdidas (debido a las pérdidas en las infraestructuras de
distribución del agua) y una evaporación (que será mayor cuanto mayor sea la
distancia recorrida en la fase de circulación y cuanto mayor sea la temperatura y la
humedad del territorio recorrido). En el proceso de transformación del cobre hay dos
entradas de agua: agua real70, que se capta en el ecosistema (sistemas de
almacenamiento superficial o subterráneos) y agua contenida71, a través de los
productos que proceden de la fase de extracción o de otros procesos de
transformación. En esta fase se producen cuatro salidas de agua: 1) pérdida debida al
proceso de transformación; 2) evaporación; 3) excreción de agua residual que vuelve
al sistema, previo tratamiento de depuración; 4) agua virtual, que sería el agua real
utilizada en la producción minera, puesto que en estos procesos el agua contenida es
despreciable.
70 Como hemos comentado anteriormente, el agua real es el agua que se capta directamente desde el ecosistema (y circula, en su caso, para poder ser consumida) por cada una de las fases del proceso metabólico, y es, normalmente, agua superficial o subterránea. 71 El agua virtual (AV), como hemos comentado anteriormente, según la definición de Allan (1993), es el agua requerida para generar un producto o servicio. Así, el agua total necesaria para generar un producto o servicio (AV) es la suma del agua real más el agua contenida en los productos utilizados en la producción. Esto es, el agua virtual es la suma del agua real más el agua contenida en el bien o servicio. En el caso que el agua contenida sea despreciable (como ocurre en la mayoría de los productos mineros –Naredo, 2009-), podemos afirmar que el agua virtual es igual al agua real.
88
Figura X. Metabolismo hídrico de una industria minera
Fuente: Elaboración propia.
4.3 El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces
4.3.1 El proyecto minero y la gestión de agua
El proyecto minero Cobre las Cruces (CLC), pertenece a la empresa Cobre las Cruces
S.A., filial de la empresa canadiense Inmet Mining Corporation y supone, por las
dimensiones que alcanzará la corta (1.600x1000 y 245 metros de profundidad), la
explotación de cobre a cielo abierto en activo de mayor envergadura en Europa. La
zona del proyecto, como se aprecia en la figura XI, se sitúa al sur de España, en la
Comunidad Autónoma Andaluza, concretamente en el cuadrante noroccidental de la
provincia de Sevilla, ocupando 950 hectáreas en los términos municipales de de
Gerena, Guillena y Salteras, a 15 kilómetros de la capital sevillana.
89
Figura XI. Localización de la explotación minera Las Cruces
Fuente: Junta de Andalucía. Agencia Andaluza del Agua, 2009a.
El clima de la zona corresponde al clima mediterráneo semiárido, que se caracteriza
por presentar una temperatura media elevada (18ºC) y veranos secos y muy cálidos.
Concretamente en la zona en cuestión, la temperatura media en verano supera los
26ºC, llegando hasta los 41ºC en Julio y Agosto. En invierno, la media ronda los 7ºC y
puede descender hasta los - 5ºC. Las precipitaciones fluctúan entre 500 y 700 mm,
siendo habituales los periodos de sequía (FRASA y aia cosult72, 2006).
72 FRASA es la consultora que la empresa minera contrató, en el año 2000, para realizar el Estudio de Impacto Ambiental. En el año 2006, la empresa volvió a contratar a FRASA, conjuntamente con la
90
El área del proyecto se sitúa entre las unidades geoestructurales de la depresión del
Guadalquivir y el extremo más oriental de la Faja Pirítica Ibérica. Esta zona se
considera una de las provincias metalogenéticas más importantes del mundo (Borja,
et al. 2001). Ocupa una franja de 250 km. desde el suroeste de la provincia de Sevilla
hasta la costa atlántica portuguesa y se caracteriza por la existencia de numerosos
yacimientos ligados al volcanismo del Carbonífero inferior, que han dado como
resultado yacimientos de sulfuros polimetálicos y pirita como el de Rio Tinto (Huelva)
o el de Los Frailes (Aznalcóllar, Sevilla).
El yacimiento Las Cruces se encuentra a una profundidad de 150 metros, encajado en
rocas volcano sedimentarias bajo 20 metros de areniscas y conglomerados del
acuífero Niebla–Posadas, concretamente bajo las subunidades hidrogeológicas de
Gerena-Cantillana y Niebla-Gerena (FRASA, 2000). Las reservas minerales
mayoritarias consisten en una mineralización primaria formada por sulfuros primarios
polimetálicos y emplazada parcialmente sobre éstos, la mineralización secundaria de
cobre (zona de enriquecimiento en sulfuros masivos de cobre: calcosina, covelina,
entre otros). Estas reservas de cobre constituyen el fundamento del proyecto minero.
Además sobre las reservas cupríferas, se sitúa una zona de gossan aurífero que
contiene oro y plata.
Las reservas minerales extraíbles se estiman en 16 millones de toneladas con una ley
de 6,2% en cobre; esto quiere decir que cada tonelada de mineral removido contiene
una media de 62 kg de cobre. Esta característica hace que el yacimiento se considere
muy rentable desde el punto de vista monetario, ya que un yacimiento de cobre se
considera económicamente viable (considerando favorables todos los factores
relacionados con la explotación del mineral73) con una ley de 0,5% en cobre, y muy
rentable, a partir de una ley de 2,5%. Se estima que el proyecto tendrá una duración
de quince años (Cobre las Cruces, 2011).
La actividad extractiva del proyecto minero comprende la extracción del mineral del
yacimiento en mina a cielo abierto (corta minera), seguida de la extracción del metal
consultora aia consult, para realizar un informe sobre el estado ambiental de la zona previa a la implantación del proyecto. 73 La rentabilidad de una explotación minera depende del valor de la mineralización, que a su vez depende de los valores de producción. Para calcular los valores de producción se estiman parámetros técnicos, ambientales y económicos a nivel futuro tales como reservas, ley media, vida útil, producción anual, precio y costes de las operaciones, entre otros (Estévez, 2004).
91
(cobre) del mineral en la planta hidrometalúrgica (en adelante, la Planta). A esta
operación la denominaremos transformación, ya que en la Planta los materiales
extraídos se someten a enriquecimiento por lixiviación y extracción con disolventes,
para poder extraer el cobre metálico en un proceso de electrodeposición, en el que
se obtiene cobre metal de alta pureza en forma de láminas de cobre (también
llamados cátodos de cobre) (FRASA y aia consult, 2006). Tanto de la corta minera
como de la Planta surgen rocas estériles que contienen minerales que deben ser
tratados debido a su elevado riesgo de contaminación. El tratamiento de estos
estériles se realiza mediante deposición en seco, que aísla los materiales no inertes
con capas de revestimiento para asegurar el sellado. Este método se considera
ventajoso frente al depósito tradicional en balsa de lodos al minimizar el riesgo de
contaminación por vertido de aguas ácidas.
El agua es un elemento indispensable para el tratamiento hidrometalúrgico y debe
ser gestionada en todo el proceso minero. Así, el proyecto comprende acciones con
respecto a las aguas subterráneas y superficiales. Las necesidades de agua de la
actividad minera provienen del elevado volumen necesario para la actividad
productiva en Planta, y en menor medida, para la eliminación de polvo en el área del
proyecto. Las fuentes de agua disponibles para el suministro a la Planta autorizadas
por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir74 corresponden a
296,8m3/hora/año de agua residual urbana depurada que la Estación Depuradora de
Aguas Residuales (EDAR) de San Jerónimo (situada al norte de Sevilla) vierte al río
Guadalquivir (suponiendo este volumen un 10% del caudal de agua depurada que la
EDAR vierte al río). Junto con un volumen de 18,3m3/hora/año de aguas remanentes
de la explotación minera (aguas de contacto75 del fondo de la corta). Para captar las
aguas superficiales provenientes de la EDAR de San Jerónimo, se han construido unas
conducciones de abastecimiento y evacuación de agua al proyecto que son tuberías
enterradas de 18 kilómetros de longitud y 500 milímetros de diámetro y de 12
kilómetros de longitud y 315 milímetros de diámetro respectivamente (FRASA, 2000).
La conducción de abastecimiento capta el volumen autorizado del caudal de agua
depurada que la EDAR vierte al río Guadalquivir y lo traslada hasta la balsa de
74 Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (2004). Concesión de Aguas Públicas TC 17/2017 de 17 de junio de 2004.
75 Se denominan “de contacto”, porque al haber estado en contacto con la masa mineral, presentan elevadas concentraciones de metales pesados (Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente, Agencia Andaluza del Agua, 2009a).
92
almacenamiento de aguas de proceso (balsa PSP) para su utilización, cuando se
requiera, en la Planta. La conducción de vertido traslada el agua que sale de la
Planta destinada a vertido, una vez tratada en la planta de tratamiento de
neutralización, hasta el río Guadalquivir a la altura del municipio sevillano de La
Algaba76. Es de destacar, que como condicionantes a la autorización del uso de
18,3m3/hora/año de aguas remanentes del acuífero Niebla-Posadas se obligó a la
empresa a compensar dicha detracción mediante la clausura de dos pozos dentro del
perímetro de la explotación minera y la compra de derechos de explotación de un
pozo más, propiedad de un particular (Ministerio de Medio Ambiente. Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir, 2004).
La principal actuación en relación a la gestión de agua subterránea es la puesta en
marcha del sistema drenaje-reinyección. Esto implica una dificultad añadida al
proceso, que se deriva de la localización del yacimiento. La corta minera se
desarrolla por debajo del nivel del acuífero Niebla-Posadas, por lo que el nivel
piezométrico del acuífero en la zona de corta es deprimido artificialmente por
debajo de la cota más baja del banco de trabajo de la mina. Esto se consigue
mediante un sistema de drenaje-reinyección que consiste en una serie de sondeos de
drenaje (o extracción) que deprimen el nivel piezométrico del acuífero conectados a
sondeos de inyección que retornan el agua al acuífero: el anillo de sondeos de
drenaje periféricos en torno a la corta minera junto con los sondeos de drenaje
situados dentro de la corta que recogen las aguas están conectados por una red
radial de tuberías a un anillo de sondeos de reinyección situado fuera del área del
proyecto minero, que retornan el agua al acuífero para mantener la cantidad y la
calidad de este.
Como se observa en la figura XII, este sistema consiste en que, al deprimir el nivel
piezométrico del acuífero a la altura de la corta, se crea un cono de deyección, y al
reinyectar agua en el acuífero en zonas alejadas de la corta se crean conos de
inyección. Así, se crea una barrera hidráulica que consigue que el agua del acuífero
no entre en contacto con los minerales de la corta. Al ser un modelo, es preciso
verificar los rendimientos de entrada en los sondeos de inyección para que esta
76 En el apartado dedicado al estudio de los flujos hídricos de la explotación detallamos las estimaciones de los volúmenes aquí indicados.
93
barrera no se rompa y el sistema falle; por eso, para la implantación de este modelo
en la realidad es preciso un control permanente del sistema.
En la figura XII se expone un esquema del funcionamiento del sistema drenaje
reinyección en la corta minera, en el que se puede observar cómo el nivel
piezométrico se deprime en los sondeos de extracción y como se eleva en los sondeos
de reinyección. El acuífero está compuesto por areniscas del mioceno de base y el
yacimiento se encuentra en las rocas paleozoicas, aproximadamente, bajo el relleno
de margas.
Figura XII. Esquema del Sistema Drenaje Reinyección del complejo minero Las Cruces
Fuente: FRASA, 2000.
La complejidad que entraña la puesta en marcha del sistema drenaje reinyección del
proyecto minero Las Cruces hacen que el acuífero Niebla-Posadas, en la zona del
proyecto, se caracterice como potencialmente problemático por su vulnerabilidad a
la contaminación del agua del acuífero y la sobreexplotación localizada del mismo
(IGME y Diputación de Sevilla, 2003).
94
4.3.2 El contexto
Como adelantábamos en la introducción, en la actualidad, debido a la aprobación del
Plan Global de Gestión de Aguas, la gestión de aguas en la explotación minera ha
cambiado respecto al modelo de gestión inicial aprobado en la Autorización
Ambiental Integrada que obtuvo el proyecto (Junta de Andalucía, 2005).
Para valorar esta serie de acontecimientos clave que han influido en la gestión de
aguas en la actividad minera nos hacemos varias preguntas: ¿Cuál es la empresa
minera?, ¿Es rentable la explotación en términos monetarios? ¿Y en términos
socioambientales? ¿Cuál es el marco institucional en el que se ha desarrollado el
citado cambio de gestión de aguas?, ¿Cómo afecta este cambio al sistema geográfico-
ambiental? Estas preguntas las vamos a tratar de responder desarrollando el contexto
socioeconómico de la actividad minera Las Cruces que, a su vez está inserto en un
contexto tecno-institucional concreto y en un contexto geográfico ambiental, en el
que nos centramos en la gestión del agua. Así, el análisis del contexto global se
corresponde con el estudio de los tres sistemas y sus interacciones. En primer lugar,
para abordar el estudio del sistema socioeconómico, analizamos la historia de la
empresa minera, aportamos estimaciones de las ganancias monetarias de la empresa,
las subvenciones recibidas, y el empleo generado. En segundo lugar, mediante el
análisis de las instituciones y la normativa relevantes para el proceso que ha
condicionado el cambio de gestión de aguas, nos acercamos al sistema tecno-
institucional, en lo que se refiere al proceso legal sobre el acuífero Niebla Posadas.
Para finalizar, mediante el estudio del sistema geográfico-ambiental caracterizamos
el estado de los recursos hídricos superficiales y subterráneos de la región relevantes
para nuestro caso. En este sentido, la mina de Las Cruces está localizada en una zona
que se caracteriza por un clima seco y por sufrir periódicos episodios de sequía, y
para intentar aproximarnos a conocer el impacto total que recae sobre estos
ecosistemas, deben ser consideradas las interrelaciones entre los diferentes usos que
se hacen del agua.
Este apartado lo hemos dividido en el estudio de los tres sistemas, pero somos
conscientes de que existen aspectos que pueden formar parte de más de una de estas
categorías, por lo que lo consideramos una propuesta que nos sirve para dar el hilo
conductor necesario al desarrollo del capítulo.
95
4.3.2.1 Contexto socioeconómico
Es destacable, en los grandes proyectos mineros, que inicialmente sea una empresa
de limitado capital la que desarrolle el proyecto y a posteriori sea vendida a otra con
mayor capacidad económica para llevarlo a cabo (Moran, 2003). Las Cruces no ha sido
una excepción a este caso. El proyecto Las Cruces se inicia a finales del año 1992,
cuando la Junta de Andalucía otorga varios permisos de investigación a la empresa
Romin S.A., perteneciente al grupo Rio Tinto Zinc (Australia y Reino Unido). A partir
de ese momento, comienzan los trabajos de exploración minera que conducen, en
mayo de 1994, al descubrimiento del yacimiento cuprífero. En 1999 Riomin S.A.
vende el 100% del proyecto a MK Gold Company (Estados Unidos) (actualmente MK
Resources Company), empresa filial de la estadounidense Leucadia National
Corporation, y ese año esta empresa crea Cobre Las Cruces S.A. A principios de 2001
comienza la tramitación de los múltiples permisos administrativos77. Para conseguir
el permiso de Concesión de Explotación Minera, debido a que en 1998 la rotura de la
presa de estériles mineros que tuvo lugar en la mina de los Frailes (Aznalcollar,
Sevilla) supuso el accidente medioambiental más severo acontecido en España, la
administración andaluza exigió, como condiciones previas para empezar la fase de
construcción, el depósito de garantías en forma de avales económicos iniciales de 20
millones de euros y el establecimiento de una póliza de seguro de responsabilidad
civil por valor de 30 millones de euros (Cobre las Cruces, 2011). Si bien es cierto que
esta cantidad es elevada, hay que resaltar que a su vez la empresa minera ha
recibido subvenciones por parte del Estado78 y la Junta de Andalucía79 por valor de
más de 47 millones de euros.
En agosto de 2005, Inmet Mining Corporation, compra el 70% de las acciones de
Cobre las Cruces a MK Resources Company (Cobre las Cruces, 2011). El 30% restante
continuó en posesión de Leucadia National Corporation hasta el 28 de noviembre de
2010, fecha en la cual, la compañía Inmet Mining Corporation, adquiere el 30% que 77 Entre los permisos conseguidos cabe destacar la resolución favorable de la Declaración de Impacto Ambiental en mayo de 2002, el otorgamiento de la Concesión de Explotación Minera en agosto de 2003, la Concesión de Aguas en junio de 2004, y el otorgamiento de la Autorización Ambiental Integrada, en marzo de 2005.
78 Ministerio de Economía. Dirección General de Desarrollo Industrial e Incentivos Regionales (2003). Expediente SE/1073/P08 de 6 de marzo de 2003. Esta subvención corresponde a 36.942.760 euros.
79 Junta de Andalucía. Consejería de Empleo y Desarrollo Tecnológico (2004). Expediente SE/002/2AE de 3 de febrero de 2004. Esta subvención corresponde a 10.555.074 euros.
96
mantenía Leucadia National Corporation. Con esta acción, Inmet Mining se convirtió
en propietaria de la totalidad de Cobre Las Cruces (Inmet Mining Corporation,
2011a). Es de destacar que estos procesos de compra venta de acciones entre las
empresas mineras (que suponen cambio en la titularidad del proyecto) y de creación
de filiales están amparadas por las normas institucionales que las permiten,
dificultando la transparencia de estos megaproyectos y dando cobertura legal a
operaciones que pueden definirse como de especulación financiera, pues la actual
propietaria del proyecto asume unos compromisos ambientales y sociales que no
acordó con la administración (Beltrán, 2008).
Inmet Mining actúa como empresa matriz del proyecto Las Cruces y ha asumido todos
los compromisos ambientales, económicos y sociales que conforman dicho proyecto.
Extrae y transforma minerales metálicos como cobre, zinc y oro a nivel mundial. Sus
acciones cotizan en la Bolsa de Toronto, donde se encuentra la sede social de la
empresa. Es importante destacar, para dar algunas claves sobre esta empresa, que
además del proyecto Las Cruces, Inmet Mining posee posee tres operaciones mineras
en activo: Çayeli (Turquía), Pyhäsalmi (Finlandia) y Troilus (Canadá); y tiene una
participación del 18% en una cuarta, Ok Tedi (Papua Nueva Guinea). La mina de Ok
Tedi en Papua Nueva Guinea ha sido objeto de duras críticas por parte de
organizaciones ecologistas y por la población afectada por los vertidos contaminantes
que se producen desde el inicio del proyecto. La mina de Ok Tedi vierte, desde el
comienzo de su producción en 1984, 80.000 toneladas diarias de residuos
contaminados desde el centro minero directamente a los ríos Fly y OK Tedi. OK Tedi
Mines Limited es la empresa titular de este proyecto y tiene tres accionistas
principales: Broken Hill Propriertary Company Limited Copper (Australia y Reino
Unido), que posee el 52% de las acciones y es la empresa gestora del proyecto
minero, el gobierno de Papua Nueva Guinea con un 30% de las acciones e Inmet
Mining Corporation, con un 18% de las acciones (World Rainforest Program, 2004). En
1989 debido a los daños ambientales ocasionados, las comunidades locales de la zona
plantearon un litigio contra la empresa que ganaron cuando los tribunales obligaron a
pagar 500 millones de dólares americanos de 1999 como indemnización a la empresa
minera. No obstante, la empresa OK Tedi Mines Limited anunció en 1999 que los
impactos medioambientales de la mina OK Tedi sobre el entorno sería mucho más
grandes y dañinos de lo predicho y anunciaron que ninguna de las soluciones que
habían estudiado resolvería adecuadamente los problemas de la región. El caso está
97
aún por resolver puesto que Broken Hill Proprietary Company ha contratado un
comité legal que le asesore para determinar si la empresa ya ha cumplido sus
obligaciones legales ante las comunidades locales. La postura de Inmet Mining ante
estos acontecimientos ha sido de total apoyo a la gestión de Broken Hill Proprietary
Company, lo cual le convierte en responsable de un desastre medioambiental severo.
Todos los proyectos mineros conllevan una evaluación monetaria de la rentabilidad
en la explotación del yacimiento. A su vez, una explotación minera requiere para su
inicio un desembolso inicial que ronda los cientos de millones de dólares (Estévez,
2004). La inversión total estimada del complejo minero Cobre Las Cruces se
distribuye en tres grandes partidas (Cobre las Cruces, 2011). La inversión realizada
en la fase preliminar fue de 70 millones de euros, principalmente en investigaciones
y estudios (si bien por aquel entonces, Cobre las Cruces S.A. no era propiedad de
Inmet Mining). La inversión durante la fase de construcción se estima por un
valor de 504 millones de euros, estando la inversión total de los quince años que dure
la operación, estimada en 250 millones de euros. La inversión de clausura se
realizará a lo largo de dos años, finalizada la fase de producción, y se estima que
Cobre las Cruces invertirá de forma adicional unos 40 millones de euros. A este
monto de inversiones se le añade los costes de inversión y operación que contempla
el Plan Global de Gestión de Aguas que al ser un cambio no planificado desde el
inicio en el proyecto suponen 17 millones de euros más (Cobre las Cruces, 2008).
La Planta de Cobre las Cruces está diseñada para transformar 72.000 toneladas de
cátodos de cobre al año, sin embargo, los problemas surgidos a raíz del fallo del
sistema drenaje reinyección han tenido como consecuencia que sólo se
transformaran, en el año 2009, 5.600 toneladas de cátodos de cobre, aunque se
espera que en el año 2011 se alcance la cifra de 43.500 toneladas (Inmet Mining,
2011b). Para cumplir los objetivos de extracción y beneficio de la empresa para
2011, se estima que el coste directo por tonelada de cátodo es de 3.382 dólares
canadienses (2.402 euros de 2011). Comparando esta cifra con los precios del cobre
cotizados desde 2005 (ver figura XIII), se observa que los periodos más bajos de
cotización fluctuaron entre 3000-4000 dólares estadounidenses por tonelada (2.194-
2.926) euros de 2011). Esto garantiza la competitividad a nivel monetario que tiene
el proyecto Las Cruces. En 2010, los precios del cobre superaron los 7.000 dólares
estadounidenses por tonelada (5.121 euros de 2011). Según Inmet Mining (2011b), si
98
se cumplen los objetivos de transformación de cátodos de cobre en 2011, se
producirán unas ventas netas por valor de 409 millones de dólares canadienses de
2011, que, restados los costes de operación (226 millones de dólares canadienses de
2011) resultan unas ganancias monetarias de operación de 183 millones de dólares
canadienses de 2011 (134 millones de euros de 2011). En la figura 13, que muestra la
evolución del precio del cobre desde 2005 a 2011, se observa que desde 2005 la
evolución en el precio del cobre ha sido positiva, exceptuando la caída de los precios
entre 2008 y 2009, con una tasa media de crecimiento en el periodo mostrado del
200%. El precio del cobre depende, entre otros factores, del funcionamiento de los
mercados financieros de futuro y de los inventarios en la bolsas de metales, que, a su
vez, se afectan por el volumen de adquisición económica industrial de los grandes
países, como Estados Unidos y China (si estos países moderan su adquisición
económica industrial, disminuyen las importaciones, se percibe un aumento en los
inventarios de las bolsas de metales y como consecuencia desciende la cotización
del metal, lo que supone una disminución de los precios) (Cochilco, 2006).
Figura XIII. Evolución del precio del cobre 2005-2011
Fuente: London Metal Exchange (2011).
99
La demanda de cobre se prevé que se mantenga en alza durante los próximos años,
ya que pese a que el consumo de cobre ha aumentado el 100% en los últimos veinte
años, se estima que en los próximos diez se consumirá tanto cobre como en toda la
historia de la humanidad (Barciela, 2011).
El empleo generado por la empresa minera se estima en 250 trabajadores directos y
250 trabajadores indirectos, con un empleo inducido de 1500 trabajadores (CLC,
2011). Una de las principales condiciones que se le impuso a la empresa para poder
obtener subvenciones públicas era la de generar 169 puestos de trabajo directos
(Ministerio de Economía, 2003 y Junta de Andalucía, 2004) y, según los datos
anteriores, podríamos decir que se ha cumplido con creces. Pero es de destacar que
si comparamos el sueldo que corresponde a cada trabajador con el monto de las
subvenciones recibidas, se llega a la conclusión de que prácticamente el
mantenimiento de los puestos de trabajo directos de Cobre Las Cruces corre a cargo
de subvenciones, según los cálculos realizados por Ecologistas en Acción (2008). Este
hecho pone de manifiesto que la dependencia laboral de la empresa a dichas
subvenciones podría no hacerla tan rentable, laboralmente hablando.
Tras estudiar los aspectos más destacados del contexto socioeconómico relativo a
Cobre las Cruces, podríamos concluir que, si tenemos en cuenta los costes
monetarizados, las subvenciones recibidas y los elevados precios del cobre, aunque la
ubicación del yacimiento hace más compleja la explotación, la inversión en el
proyecto es rentable. No obstante, nos cuestionamos cómo afectaría a la rentabilidad
monetaria de la explotación que se incluyeran los costes sociales asociados a la
actividad extractiva. Somos conscientes de que algunos costes sociales son
difícilmente monetarizables, algunos son resultado de gran cantidad de factores y
otros son difíciles de estimar por falta de datos. Pero no por ello podemos dejar de
hacernos preguntas que creemos relevantes, como por ejemplo: ¿Qué porcentaje de
sueldo de los trabajadores directos de Cobre las Cruces se costea con las
subvenciones? ¿Qué porcentaje de beneficio monetario del proyecto se reinvierte en
la zona? ¿Cuánto paga la mina por utilizar el volumen de agua depurada que tiene
concesionada del río Guadalquivir? ¿Cuánto le cuesta al contribuyente depurar esa
agua? ¿Cuál es el coste social de contaminación hasta ahora sufrido en el acuífero?
¿Qué costes generará la afectación a la dinámica del acuífero que conllevan las
modificaciones en el sistema drenaje-reinyección? En este sentido, no es objeto de
100
este trabajo cuantificar los posibles costes sociales del proyecto, sino poner de
manifiesto que la pretendida rentabilidad monetaria tal vez lo sea sólo si excluimos
tales costes sociales.
A continuación exponemos el contexto tecnológico e institucional que ha
condicionado el cambio de gestión de aguas en el proyecto derivado del fallo en el
sistema drenaje reinyección.
4.3.2.2 Contexto tecno-institucional
En este apartado tratamos de argumentar cómo el marco institucional aplicado ha
condicionado la gestión de agua de la mina Las Cruces, al haber permitido que se
aprobara un plan privado (el Plan Global de Gestión de Aguas) que no cumple con la
normativa vigente.
Como ya se ha comentado anteriormente, la gestión actual en el proyecto minero
está basada en el Plan Global de Gestión de Aguas (Junta de Andalucía, Consejería de
Medio Ambiente. Agencia Andaluza del Agua, 2009b). A modo de introducción, en el
año 2003, un año después de la resolución favorable de la Declaración de Impacto
Ambiental del proyecto minero por parte de la Consejería de Medio Ambiente de la
Junta de Andalucía, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir otorgó a Cobre
las Cruces la autorización80 para el sistema drenaje reinyección en la que se
determinaba como condición, la no afección a la calidad de las aguas del acuífero y
la no detracción de agua del mismo (Ministerio de Medio Ambiente. Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir, 2003). No obstante, en mayo del 2008, la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir decretó la suspensión del sistema
drenaje reinyección del proyecto minero de Las Cruces, por graves y reiterados
incumplimientos de las condiciones impuestas en la autorización del sistema drenaje
reinyección de 2003, ya que durante la puesta en marcha del sistema se comprobó la
detracción de aguas de contacto no compatibles con los términos de lo autorizado
(Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, 2008).
Igualmente en mayo de 2008, la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la
Junta de Andalucía decretó la paralización de las labores de profundización en corta 80 Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (2003). Autorización de las obras para la ejecución de instalaciones y actividades de operación de drenaje-inyección, en los términos municipales de Gerena, Guillena y Salteras (Sevilla) de 30 de octubre de 2003.
101
y afloramiento del mineral (Junta de Andalucía. Consejería de Innovación, Ciencia y
Empresa, 2008). En septiembre de 2008 la empresa presentó a la Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir el Plan Global de Gestión de Aguas para levantar las
suspensión impuesta al sistema drenaje reinyección81 (Cobre las Cruces, 2008). Este
Plan fue completado en enero de 2009 por el Plan de Gestión de Aguas de Contacto y
Plantas de Ósmosis para aportar garantías adicionales al Plan Global de Gestión de
Aguas. Este se presentó a la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa que en abril
de 2009, procedió a decretar el reinicio de la actividad en el fondo de la corta.
Finalmente, en julio de 2009, la Agencia Andaluza del Agua aprobó las
modificaciones del sistema drenaje reinyección, que supuso el levantamiento a la
suspensión impuesta al mismo, así como la aprobación del Plan Global de Gestión de
Aguas.
Los incumplimientos que se detectaron derivaban, entre otros aspectos, de que el
modelo hidrogeológico y de gestión implementado por Cobre las Cruces contenía
importantes modificaciones con respecto al que sirvió de base para la autorización y
la empresa comenzó su actividad sin informar de la modificación citada. En relación
a la cantidad de agua, el modelo autorizado en 2003 se basaba en la necesidad de
reintegrar lo extraído al acuífero, (conforme al artículo 62 del Plan Hidrológico del
Guadalquivir, que propone la aplicación del artículo 171 del Real Decreto del Plan
Hidrológico de declaración de acuífero sobreexplotado o en riesgo de estarlo a la
Unidad Hidrogeológica Niebla-Posadas, subunidades Niebla-Gerena y Gerena-
Cantillana). Es por ello que según las Normas de Explotación, vigentes hasta la fecha,
la calificación de estas subunidades sólo permite captaciones sustitutivas de las ya
existentes. Sin embargo, se confirmó la detracción no autorizada de 75.000 m3 de
agua del acuífero Niebla-Posadas, y la práctica de 20 sondeos no autorizados.
Respecto a la calidad, se detectó el vertido de arsénico y otras sustancias
contaminantes a este cauce hídrico (Ministerio de Medio Ambiente. Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir, 2008).
81 Por ello, la aprobación del sistema drenaje reinyección supone la aprobación del Plan Global de Gestión de Aguas.
102
El Plan Global de Gestión de Aguas supone una modificación de los volúmenes de
agua estipulados en la concesión de 200482 ya que el modelo hidrogeológico
propuesto contempla el uso de 157,83m3/hora/año de aguas remanentes de la
explotación minera, que supone un 876% más de lo estipulado en la concesión
autorizada. Este agua, calificada también como “agua de mina” (IGME, 2010), según
el Plan, se incorpora como agua de proceso para el tratamiento hidrometalúrgico,
previo tratamiento de osmosis inversa, minimizando así el uso del agua proveniente
de la EDAR de San Jerónimo. Esto supone una reducción del volumen que podría
extraer la tubería de abastecimiento del río Guadalquivir, en detrimento del
aumento de volumen de agua de mina. Otra modificación destacable que propone
este Plan consiste en que para garantizar la calidad de las aguas del acuífero, se
tratan las aguas del sistema drenaje reinyección que entren en contacto con el
mineral mediante osmosis inversa. Esto significa que 54 m3/hora/año de las aguas del
acuífero detraídas83 del acuífero no se reinyectan, constituyendo un rechazo que se
trata mediante un gestor de residuos.
En este sentido, en la cláusula cuarta de la autorización otorgada al Plan Global se
propone iniciar el procedimiento de modificación de la concesión de 2004. Dicha
modificación es, en teoría, imprescindible para poder alterar los volúmenes de uso
de agua en la explotación, (concretamente, para ampliar la utilización de aguas
remanentes de la mina o aguas de mina, y para detraer la cantidad de agua
propuesta mediante el sistema drenaje reinyección). No obstante, el Plan Global ha
sido puesto en marcha y, a la fecha de finalización de redacción de este trabajo, la
citada concesión no ha sido modificada.
Llegados a este punto, nos preguntamos: ¿Cómo ha sido puesto en marcha un Plan de
gestión de aguas que permite la modificación de los volúmenes usados de recursos
hídricos sin la previa autorización que supone la concesión de aguas, y que a su vez
afecta a un acuífero en el que las Normas de Explotación no permiten detracciones
netas de agua? En primer lugar, en lo que respecta a la afectación del acuífero, la
autorización otorgada al Plan Global de Gestión de Agua expone que el volumen de
agua considerada como agua de mina no procede del acuífero Niebla Posadas, ya que
82 Recordemos que la concesión estipula el uso de 296,8m3/hora/año de agua residual urbana depurada que la Estación Depuradora de Aguas Residuales de San Jerónimo vierte al río Guadalquivir, junto con un volumen de 18,3m3/hora/año de aguas remanentes de la explotación minera. 83 En el Plan Global de Gestión de Aguas no se expone las tasas totales de extracción y reinyección de aguas subterráneas.
103
según el estudio hidrogeológico realizado sobre el acuífero, el agua que constituye el
mismo se encuentra en las areniscas del Mioceno de Base (ver figura 12). El agua de
mina proviene del Paleozoico, que es el material donde se encuentra el yacimiento.
Esto supone que este agua surge de forma natural a medida que se profundice la
corta (Cobre las Cruces, 2008).
En segundo lugar, la autorización al Plan Global contempla (en su condición
específica número diez) que para compensar el caudal detraído del acuífero la
empresa estaba obligada a comprar concesiones privadas de agua que debían suplir
el volumen que se extrae del acuífero. No obstante, aunque esta condición obligó a
la empresa a presentar dichas compra de concesiones en el plazo de un mes desde
que se aprobó el Plan, esta no fue una condición previa para la aprobación del mismo
(Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente. Agencia Andaluza del Agua,
2009b).
En tercer lugar, como hemos citado, se encuentra en proceso de modificación la
concesión de aguas otorgada a la minera en 2004. Este trámite, que comenzó en
2009, se está realizando de forma paralela al trámite de declaración de
sobreexplotación del acuífero que comenzó en diciembre de 200884. Para la
culminación de este trámite, conforme al artículo 35 del Plan Hidrológico del
Guadalquivir, se concede un plazo de dos años a contar desde esa declaración para
que se apruebe un plan de ordenación para la recuperación del acuífero (Ministerio
de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir, 1995). Esto significa que hasta que no exista resolución del
procedimiento administrativo de declaración de sobreexplotación, el organismo de
cuenca no podría establecer las limitaciones de extracción que fueran necesarias
como medidas preventivas. Por lo que nos encontramos en la paradójica situación de
que la modificación de la concesión depende de que no se declare antes el acuífero
como efectivamente sobreexplotado, ya que esto supondría el establecimiento de
unas medidas que podrían impedir que se extrajera más agua del acuífero.
Para finalizar, durante el desarrollo de este procedimiento administrativo que ha
supuesto la paralización y puesta en marcha del nuevo sistema de gestión de aguas
84 Esto es así porque las Normas de Explotación mencionadas se basan en la propuesta de declaración de sobreexplotación del acuífero. Pero dicho trámite no comenzó hasta finales de 2008.
104
en la mina Las Cruces, se ha producido un cambio en las instituciones competentes
en la materia que es digno de mención. Con motivo de la aprobación del Estatuto de
Autonomía de la Comunidad Autónoma Andaluza en 2007, en enero de 2009, se hizo
efectivo el traspaso de funciones y servicios de la Administración del Estado a la
Comunidad Autónoma de Andalucía, correspondiente a la cuenca del Guadalquivir (en
virtud del artículo 51 del citado Estatuto)85. Esto supuso el traspaso de competencias
de gestión de la cuenca de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a la
Agencia Andaluza del Agua86. No obstante, con motivo de la Sentencia 30/2011 de 16
de marzo de 2011 del Tribunal Constitucional de España, se anuló el artículo 51 del
Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de Andalucía que otorgaba a la
Comunidad las competencias exclusivas sobre las aguas de la cuenca del
Guadalquivir. Esto ha supuesto la desaparición de la Agencia Andaluza del Agua y la
encomienda por seis meses de la gestión de las competencias que tenía la misma a la
Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, produciéndose una situación
de “peligroso vacío para la gestión del Guadalquivir” (Planelles, 2011, 1) y, por
extensión, para la gestión del acuífero Niebla Posadas.
Este cambio producido en las instituciones ha supuesto, para el caso de la mina de
Las Cruces que el organismo competente para autorizar la concesión de aguas que
actualmente posee la minera (2004), para autorizar el sistema drenaje reinyección
que fue suspendido (2003), y para paralizar el mismo en 2008, fuera la Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir. Sin embargo, fue la Agencia Andaluza del Agua, en
2009, el organismo encargado de retirar la suspensión que pendía sobre el sistema
drenaje reinyección y aprobar así el Plan Global de Gestión de Aguas. A fecha de
redacción de este artículo (septiembre de 2011), la institución competente de
modificación de la concesión de aguas de 2004, así como de resolver el
procedimiento de declaración de las subunidades Gerena-Cantillana y Niebla-Gerena
como sobreexplotadas (y de imponer las limitaciones pertinentes) es la Consejería de
Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
85 Real Decreto 1671/2008, de 17 de octubre, de traspaso de funciones y servicios de la Administración del Estado a la Comunidad Autónoma de Andalucía, en materia de recursos y aprovechamientos hidráulicos correspondientes a las cuencas andaluzas vertientes al litoral atlántico (Confederaciones Hidrográficas del Guadalquivir y del Guadiana).
86 Organismo dependiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía creado para asumir las competencias en materia de agua de la Comunidad andaluza.
105
Paralelo al procedimiento administrativo que finalizó con la aprobación del Plan
Global y la implantación de un nuevo modelo de gestión de aguas en la mina, sigue
abierto un procedimiento judicial que inició la Fiscalía de Medio Ambiente,
Urbanismo y Patrimonio Histórico, en septiembre de 2008, mediante una querella por
supuestos delitos medioambientales contra Cobre las Cruces (Ministerio de Justicia,
2008). Este proceso partía de los expedientes sancionadores incoados por la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir contra Cobre las Cruces que motivaron
la suspensión de la autorización del sistema drenaje reinyección en 2008
(recordemos, detracción no autorizada de 75 millones de litros de agua del acuífero
Niebla-Posadas, la práctica de veinte sondeos no autorizados y el vertido de arsénico
y otras sustancias contaminantes al acuífero). En el proceso judicial, que se
encuentra en fase de calificación, están imputados el ex director general de la
compañía, el director de Minas, el director de Gestión de Aguas de la empresa, y la
directora del área de Medio Ambiente (Ministerio de Justicia, 2008). Es de destacar
que en febrero de 2011 se han incorporado tres nuevos expedientes sancionadores al
caso motivados por la detracción de aproximadamente 800.000 m3 de agua del
acuífero Niebla-Posadas al margen de los términos del ya aprobado Plan Global de
Gestión de Aguas, por la detección de un vertido a un arroyo cercano como
consecuencia de la rotura de una tubería del complejo, y por superación de los
niveles de concentración de arsénico en el agua que el complejo inyecta al acuífero
en el sector cinco del sistema de drenaje reinyección (Barroso, 2011). A fecha de
redacción de este artículo, este procedimiento judicial sigue abierto.
Tras exponer los acontecimientos más destacados que conforman el marco
institucional y tecnológico relacionado con el caso, pasamos a exponer el estado y los
usos de los recursos hídricos subterráneos y superficiales de la región relevantes para
nuestro caso, el acuífero Niebla Posadas y el río Guadalquivir.
4.3.2.3 Contexto geográfico-ambiental
Como se expuso anteriormente, el clima seco y los periódicos episodios de sequía que
sufre la región en la que se localiza la mina de Las Cruces condicionan severamente
los usos del agua. El acuífero Niebla Posadas es considerado una de las reservas
hídricas más importantes de la región, aunque debido principalmente, a la
contaminación por nitratos, forma parte del 68,33% de las aguas subterráneas de la
Demarcación del Guadalquivir que corre el riesgo de incumplir los objetivos
106
medioambientales a los que obliga la Directiva Marco del Agua para el año 2015
(Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, 2005).
Los principales usos de las aguas del acuífero Niebla Posadas en el área cercana al
proyecto son: el abastecimiento suplementario de la localidad de Guillena (Sevilla),
riegos agrícolas en verano, abastecimiento para la industria y, por último, la
compañía de aguas de la mancomunidad de los municipios del Aljarafe (Aljarafesa, a
la que pertenecen los municipios sevillanos de Gerena, Guillena y Salteras) posee una
estación de bombeo consistente en cinco sondeos que se utiliza para el
abastecimiento de Sevilla como suministro de emergencia (FRASA y aia cosult, 2006).
La calidad del acuífero difiere según las fuentes consultadas: según el Atlas
hidrogeológico de Andalucía (IGME y Junta de Andalucía, 1998) la calidad es buena y
con límites que la hacen apta para consumo urbano y agrícola. Según el estudio de
FRASA y aia consult (2006) (recordemos que son las consultoras que la empresa
minera contrató para la realización de un informe sobre el estado ambiental de la
zona), la calidad del acuífero en la zona del proyecto es muy variable, definiéndose
en general como de calidad mediocre, relacionándose con la calidad de las aguas
superficiales de los arroyos Molinos y Garnacha (dos arroyos próximos al entorno
donde se sitúa la mina).
En relación a las aguas superficiales, es de destacar que la oposición de la sociedad
civil87 más acentuada ante el proyecto minero Las Cruces procedió del municipio que
se encuentra a la altura del río Guadalquivir donde se produce el vertido, La Algaba
(Sevilla). Tal y como se ha citado antes, para poder llevar a cabo la explotación
minera, se han construido unas tuberías de abastecimiento y vertido que dirigirán las
aguas residuales depuradas procedentes de la depuradora de San Jerónimo, que se
encuentra en el río Guadalquivir a la altura del municipio de La Algaba, hasta la
Planta de la mina, y conducirán el vertido depurado hasta el mismo río. Esta
actuación sobre las aguas superficiales ha ocasionado un conflicto entre la empresa
minera y el municipio de La Algaba, que tuvo como consecuencia la denegación del
permiso de obra por parte del Ayuntamiento del pueblo durante un año,
aproximadamente. El conflicto comenzó cuando en el año 2005 el Ayuntamiento se
87 Aunque debemos incidir en que como representantes de la sociedad civil, la organización no gubernamental Ecologistas en Acción ha estado desde los comienzos de proyecto alertando sobre el impacto que esta mina podría provocar en los ecosistemas hídricos (Ecologistas en Acción, 2008).
107
opuso al trazado de las tuberías por el pueblo porque esta obra no estaba dentro del
plan urbanístico del municipio. Como respuesta, la empresa presentó un trazado
alternativo y mejores contraprestaciones monetarias, llegando a un acuerdo que
firmó el alcalde sin la ratificación del pleno del Ayuntamiento. Este hecho provocó la
movilización del movimiento vecinal de la Algaba que incluía en su reivindicación la
intención de denegar el permiso que la empresa poseía para realizar el vertido en el
Guadalquivir a la altura del pueblo, aludiendo para ello las posibles consecuencias
del vertido. La presión provocada consiguió que el Ayuntamiento no le concediera el
permiso de obra, que la minera consiguió por vía judicial en 2007 (FRASA y aia
consult, 2006).
En relación al vertido a las aguas superficiales, Cobre las Cruces cuenta con la
autorización de verter (mediante la Autorización Ambiental Integrada de 2005) 103
m3/hora/año de aguas residuales tratadas procedentes del proceso productivo en la
Planta al dominio público marítimo terrestre. No obstante, los valores límites de
emisión recogidos en la Autorización Ambiental Integrada están condicionados al
cumplimiento de los objetivos de calidad de las aguas del río Guadalquivir (Junta de
Andalucía, Consejería de Medio Ambiente. Agencia Andaluza del Agua, 2009a). Los
objetivos de cumplimiento de calidad dependen de varios factores, entre ellos del
caudal de agua que tenga el río, necesario para diluir los contaminantes que se
vierten al mismo. Por ello es importante destacar que “la regulación del caudal de
los ríos está íntimamente relacionada con la cantidad y efectos de los residuos, por
lo que debe planearse a la luz de éstos” (Ayres y Kneese, 1974, 219). Por
consiguiente, el vertido en épocas de lluvias no afectará de la misma forma al medio
hídrico que en épocas de sequía. En este sentido, el río Guadalquivir, a la altura
donde se realiza el vertido, se encuentra en una región climática en la que existen
altas temperaturas medias y bajo nivel de precipitaciones, por lo que son habituales
los periodos de sequía (FRASA y aia consult, 2006).
El Guadalquivir, que nace en La Sierra de Cazorla (Jaén) y desemboca en el Océano
Atlántico por Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), posee un valor histórico y económico
debido a la prosperidad que han obtenido de su uso las civilizaciones que han
poblado Andalucía. La cuenca del Guadalquivir tiene una extensión de 83.065 Km2,
con una capacidad de embalse de 6.921 Km2, dispone de 64 pantanos y presas de
derivación y un número indeterminado de pozos que riegan 134.500 hectáreas, que
108
supone el 78% del regadío andaluz (Domínguez, 2007). Poco antes de su paso por
Sevilla, desde la presa de Alcalá del Río, el Guadalquivir se considera con influencia
mareal (se denominan aguas transicionales), por lo que se encuadra dentro del
dominio público marítimo terrestre. Esta consideración, sin embargo, no implica un
alto grado de salinidad en sus aguas, ya que aguas abajo del Guadalquivir, se nutren
30.000 hectáreas de arrozal que soportan el elevado grado de salinidad. Siguiendo el
curso del río, el Guadalquivir adquiere un valor ecológico significativo debido a que
parte de las marismas del Parque Nacional de Doñana88, una de las más importantes
reservas naturales de Europa, se nutren del río Guadalquivir, conservando una
importante avifauna. Después de las marismas, en la desembocadura del
Guadalquivir y el Golfo de Cádiz existe una actividad pesquera muy importante que
está íntimamente relacionada con los aportes sedimentarios y condiciones de
salinidad que permiten la subsistencia de las especies de peces presentes en el
estuario y de los crustáceos de la zona litoral (Ecologistas en Acción, 2008).
En relación a la calidad del agua, en numerosos informes (Rosemberger, et.al., 2003,
Martínez y Brufao, 2006, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2011), se
especifica la delicada situación del río Guadalquivir debido a los problemas de
contaminación provocados por las empresas aceituneras, los vertidos residuales y la
contaminación provocada por los agroquímicos usados en la agricultura. Los efectos
más acusados de los principales usos del agua en el estuario vienen determinados, en
primer lugar, por el alto nivel de procesos erosivos en el cauce, provocados por las
cortas realizadas para mejorar la navegabilidad del mismo, efecto que se ve
asimismo aumentado por el dragado periódico necesario para mantener la capacidad
suficiente para el tráfico fluvial. En segundo lugar, el cultivo del arroz provoca la
alteración de la dinámica hídrica del estuario en los meses de campaña de riego y
provoca contaminación por nitratos. Por último, las actividades portuarias y la propia
navegación provocan problemas de contaminación de las aguas por vertidos de
hidrocarburos. En este sentido, las masas de agua que forman las aguas transicionales
de la Demarcación, según el Esquema de Temas Importantes de la Demarcación del
Guadalquivir (Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir, 2005), posee tal nivel de alteración que ha implicado su tipificación
88 El Parque Nacional de Doñana cuenta a su vez con las figuras de protección de Reserva de la Biosfera, Lugares de Interés Comunitario (LIC Doñana, LIC Doñana Norte y Oeste), Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA Doñana), Zona de Especial Protección de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) y RAMSAR.
109
como masas muy modificadas y según este informe, no es viable modificar esta
situación, dado el uso portuario de esta agua. Esto supone que las aguas del estuario
no cumplirán los objetivos medioambientales a los que obliga la Directiva Marco del
Agua para el año 2015.
En base a esta situación, el vertido de agua tratada del proyecto minero se considera
un uso más y, como tal, provocará una afección más cuyo nivel de incertidumbre y
riesgo en caso de no cumplirse los límites de vertido podría suponer una afección
irreversible para todas las actividades situadas río abajo del vertido.
Paradójicamente, la empresa minera encargó a la gestoría medioambiental Green
Planet Research en 2007 la realización de un estudio sobre las posibles afecciones
que el vertido supondrá para las aguas del Guadalquivir, que asegura que el vertido
no tendrá consecuencias para el río, y que dichos riesgos están asociados a
situaciones de déficit hídrico en la cuenca (Green Planet Research e Instituto
Nacional de Tecnología Agraria y Alimentaria, 2007).
La contextualización geográfica y ambiental nos ha puesto de manifiesto cómo los
posibles daños que puedan ser ocasionados por la actividad minera, vienen a sumarse
a la delicada situación de las masas de aguas de la zona y podrían ser potenciados
por un clima ya de por sí árido y seco.
A modo de resumen, la figura XIV muestra la secuencia de acontecimientos que han
sido desarrollados en el apartado de contextualización. Se divide en dos fases que se
exponen en la figura. La fase inicial comienza con las investigaciones mineras que
supusieron el inicio del proyecto hasta la etapa que discurre entre los años 2001 a
2005 en el que se consiguieron los permisos necesarios para la puesta en marcha de
la actividad. La segunda fase muestra los acontecimientos relacionados con el
proceso administrativo y judicial iniciado como consecuencia del fallo en el sistema
drenaje reinyección. Así, observando la evolución temporal del proyecto, destacamos
cómo los cambios en la calidad y cantidad del acuífero pusieron en marcha el
procedimiento institucional. En este sentido, nos preguntamos en qué grado el
procedimiento administrativo y judicial regulado por el marco institucional ha
afectado a la calidad del acuífero, aspecto que hubiera sido interesante mostrarlo en
el gráfico pero, ante la insuficiencia de datos, nos limitamos a exponer el horizonte
temporal.
112
4.4 El estudio de los flujos hídricos en la explotación. Balance
hídrico de la Planta hidrometalúrgica
En la actualidad, como se ha citado anteriormente, la gestión de aguas en la mina se
basa en las directrices del Plan Global de Gestión de Aguas junto con las mejoras que
supuso el Plan Global de Aguas de Contacto y Plantas de Osmosis. Estos planes se
basan en estimaciones que provienen de un modelo hidrogeológico que establece
predicciones de los volúmenes de entrada y salida a la Planta y, una vez puesta en
marcha la actividad, el modelo se actualiza en función de los parámetros
considerados en el mismo (Cobre las Cruces, 2008).
Recordemos que la actividad extractiva del proyecto Las Cruces conlleva la
extracción del mineral del yacimiento mediante corta minera a cielo abierto y la
extracción del metal cobre del mineral mediante el proceso de transformación
metalúrgica denominado proceso hidrometalúrgico, y cada una de estas fases
conlleva una serie de infraestructuras y actuaciones (Beltrán, 2008). En nuestra
investigación, para estudiar los flujos hídricos en la explotación nos basamos en los
datos proporcionados por la Agencia Andaluza del Agua (2009a) sobre el balance
hídrico en la Planta hidrometalúrgica a partir del tercer año de funcionamiento de la
misma desde la aprobación de los planes citados. Este se realiza considerando las
entradas de agua para el proceso hidrometalúrgico y las salidas de agua una vez que
es utilizada en la Planta. A su vez, en este balance están implicadas las principales
infraestructuras de la explotación minera relacionadas con la gestión de agua, por lo
que el balance hídrico propuesto se considera el más adecuado para obtener una
visión global de la gestión de agua en el proyecto minero.
A continuación, se presentan las principales fuentes y salidas de agua, sus
características cualitativas y las cantidades estimadas que se extraen y excretan de
nuevo al ecosistema.
Las necesidades de agua en la Planta pueden variar, dependiendo del estado de
desarrollo del proyecto y de la cantidad de mineral a procesar (Junta de Andalucía.
Consejería de Medio Ambiente, Agencia Andaluza del Agua, 2009a). No obstante, el
113
Plan Global de Aguas de Contacto y Plantas de Osmosis recoge que a partir del tercer
año de operación desde la aprobación del mismo, la necesidad estimada de agua de
la Planta es de 209,49 m3/h 89. Este agua proviene de tres fuentes, que
denominaremos F1, F2 y F3:
(F1) Es la balsa de aguas de proceso (PSP), donde se acumulan aguas superficiales, en
su mayor parte provenientes de la reutilización de aguas tras el proceso de
neutralización y, según las necesidades, de la EDAR de San Jerónimo.
(F2) Se refiere a las aguas del fondo de la corta minera. Provienen de la acumulación
de aguas pluviales o de escorrentía superficial que no son interceptadas por los
sistemas de captación y desagüe y de las aguas procedentes del yacimiento mineral,
que se denominan aguas de mina (IGME, 2010).
(F3) Es la humedad proveniente del mineral, que se refiere a la humedad que de
forma natural contiene el suelo del que forman parte los minerales a extraer.
Tanto las aguas que provienen del tratamiento de neutralización como las que se
traen de la EDAR de San Jerónimo, para poder utilizarse en el proceso
hidrometalúrgico, necesitan de un previo tratamiento de osmosis inversa (OI) ya que
no cumplen con los parámetros necesarios de calidad de agua para este proceso. De
forma similar, el agua de contacto del fondo de la corta debe ser tratada mediante
OI para poder utilizarla en la Planta (Junta de Andalucía. Consejería de Medio
Ambiente, Agencia Andaluza del Agua, 2009a). Durante este proceso se eliminan de
forma forzada 3,2 m3/hora/año que por su alta concentración de residuos, pasan a
ser tratados por un gestor de residuos. La humedad contenida en el mineral aporta
un volumen de 7,8 m3/hora/año.
A continuación, se especifican los volúmenes de agua correspondientes a cada
fuente.
89 Teniendo en cuenta que la capacidad de una piscina olímpica (50x25 metros) es de 2.500m3, aproximadamente con 209,49 m3/h se llenarían dos piscinas olímpicas al día. Asimismo, con esa cantidad de agua, cada tres días se excedería el volumen necesario para el cultivo de una cosecha de arroz por hectárea, que es el cultivo que demanda más agua en la cuenca del río Guadalquivir (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, 1995).
114
Tabla 2. Entradas de agua en el proceso hidrometalúrgico
Fuente Volumen (m3/hora/año)
Balsa PSP 46,66
Aguas de contacto del fondo de la corta 157,83 (- 3,2)
Humedad del mineral 7,8
Total entradas a la Planta 209, 09
Fuente: Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente. Agencia Andaluza del Agua,
2009a.
Tras su utilización en el proceso hidrometalúrgico, en el que el agua es el elemento
esencial para la producción de cátodos de cobre, se producen unas salidas que
denominaremos S1, S2 y S3, que son iguales a la suma de las entradas de agua, si
atendemos al primer principio de la termodinámica, pero diferentes en calidad, por
la operación del segundo principio.
(S1) Se refiere a la evaporación de agua producida durante el proceso
hidrometalúrgico.
(S2) Son las pérdidas de agua contenida en los estériles resultantes del proceso de
producción de cobre.
(S3) Es el agua que tras su utilización en la Planta se excreta de nuevo al medio,
acumulándose, previo tratamiento de neutralización, en una balsa de regulación.
Este tratamiento se realiza asimismo al rechazo que proviene de la depuración,
mediante OI, de las aguas del acuífero que durante su paso por el sistema drenaje
reinyección se contaminan por entrar en contacto con el mineral, antes de volver a
reinyectarlas en el mismo90. El rechazo proveniente del sistema drenaje reinyección
se acumula también en la balsa de regulación. Desde esta balsa se destina agua al
riego de pistas, se reutiliza una cantidad variable que vuelve a almacenarse en la
balsa PSP y se produce el vertido al medio ambiente.
90 El Plan Global de Gestión de Aguas presenta como condición que todas las aguas que sean reinyectadas al acuífero Niebla Posadas cumplirán con los criterios de composición físico química de las aguas similar a las características de base del sector del acuífero en el que se reinyectan y que en ningún caso la concentración en arsénico del agua reinyectada será superior a 10µg/l. Para garantizar estos criterios de calidad, se estima que tras el proceso de ósmosis se generará una cantidad de agua que no podrá ser reinyectada en el acuífero y que se denomina rechazo del sistema drenaje reinyección (Cobre las Cruces, 2008).
115
Como ya se ha citado anteriormente, los estériles que proceden del proceso de
producción de cobre son tratados mediante el sistema de deposición en seco. Esto
significa que los estériles en primer lugar se filtran para reducir el grado de humedad
y acto seguido se encapsulan mediante geomembranas, margas impermeables y
existencia de drenes que aseguran el sellado de los materiales. El flujo de agua
resultante se trata como agua de contacto, aunque este agua no aparece reflejado
en nuestro esquema porque no está recogido en los datos consultados. Del volumen
de agua que se somete al proceso de neutralización (186,99 m3/h estimados), entre
el 25 y el 35% se reutilizan para volver a formar parte del agua que entra en la
Planta, acumulándose en la balsa PSP. El vertido que se produce al río Guadalquivir
supone por lo tanto un porcentaje del 55% del agua que se acumula en la balsa de
regulación. Recordemos que este vertido cuenta con una autorización, sin embargo,
los valores límite de emisión de vertido están condicionados al cumplimiento de los
objetivos de calidad de las aguas del Guadalquivir (Junta de Andalucía. Consejería de
Medio Ambiente, Agencia Andaluza de Agua, 2009a).
A continuación, se especifican los volúmenes de agua correspondientes a los flujos de
salida.
Tabla 3. Salidas de agua en el proceso hidrometalúrgico
Salidas Volumen (m3/hora/año)
Evaporación 56
Pérdidas en estériles 20
Tratamiento de neutralización 132,99
Total salidas de la Planta 208,99
Rechazo de OI del SDR 54
Reutilización en Planta 46,19-66,9
Riego de pistas 20-40
Vertido 103
Fuente: Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente. Agencia Andaluza del Agua,
2009a.
En la figura XV se puede observar el balance hídrico de la Planta, que refleja las
entradas de agua para el proceso hidrometalúrgico (F1, F2 y F3), y las salidas de agua
una vez que es utilizada en el mismo (S1, S2 y S3). Respecto al balance total de
116
entradas y salidas, se puede apreciar que estos flujos no son del mismo volumen.
Esta diferencia se atribuye al rango de variabilidad de determinados flujos (riego de
pistas y reutilización) y al hecho de que los modelos hidrogeológicos son
herramientas de aproximación al sistema natural (Cobre las Cruces, 2008). Es por ello
que se utiliza el término estimaciones de flujos y no cálculos exactos.
Figura XV. Balance hídrico en la Planta hidrometalúrgica de Cobre las Cruces (m3/hora/año)
Fuente: Elaboración propia en base a Junta de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente.
Agencia Andaluza del Agua, 2009a.
4.4 Análisis del metabolismo hídrico de Cobre Las Cruces
En los apartados anteriores hemos expuesto el contexto del proyecto minero Las
Cruces, explicando los aspectos más destacados de los tres sistemas que nos ayudan a
comprender el porqué de la gestión de agua en la actividad minera. Posteriormente,
117
hemos descrito los flujos de agua del balance hídrico que consideramos más
representativos para comprender la gestión de aguas desde el punto de vista
“tangible” del metabolismo hídrico.
Para representar gráficamente el análisis que culmina nuestro estudio del
metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces, a continuación presentamos el
resultado de integrar el balance hídrico expuesto, en el esquema de metabolismo
hídrico de una industria minera. Seguidamente trataremos de comprender cómo el
uso del agua en este proceso socioeconómico que supone la actividad minera de Las
Cruces está condicionado por la configuración del marco institucional que regula la
aplicación de la tecnología y cómo esto influye y se ve influido por el contexto
geográfico-ambiental.
En la figura XVI se puede observar el balance hídrico de la Planta de Cobre las Cruces
(figura XV) inserto en el esquema de metabolismo hídrico de una industria minera
expuesto en el apartado sobre marco conceptual (figura X).
Para comenzar, las fuentes de agua superficial y subterránea a la Planta se extraen
del ecosistema, y entran a la misma previo tratamiento de osmosis inversa (OI). La
humedad del mineral, si consideramos el agua virtual como agua contenida,
conformaría una parte del volumen del agua virtual que entra al proceso, no
obstante, dado que nos centramos únicamente en la fase de extracción y
transformación de cobre, solamente consideraremos como flujo de entrada la
humedad del mineral. La Planta en el esquema corresponde a la fase de
transformación. Durante la fase de circulación, a diferencia con los flujos que
aparecen en la figura X, no se consideran (por falta de estimaciones), las pérdidas
por las infraestructuras de conducción (tuberías de abastecimiento de agua al
proyecto), ni la evaporación de agua que se produzca en los sistemas de
almacenamiento de las fuentes de agua, la balsa PSP, y la corta minera. Las salidas
de la Planta se corresponden con los flujos expuestos en la figura X. La salida de agua
en forma de agua virtual según Naredo (2009) es despreciable (si consideramos en
este caso el agua virtual como agua utilizada menos el agua contenida). Las
siguientes salidas corresponden a las pérdidas en estériles, evaporación durante el
proceso hidrometalúrgico, y excreción, previo tratamiento de neutralización, del
118
vertido al río Guadalquivir, que junto con el agua utilizada para el riego de pistas, se
considera que vuelve de nuevo al medio ambiente.
Asimismo, la figura XVI refleja el agua reutilizada y la entrada de agua que conforma
el rechazo del proceso de osmosis inversa aplicado a las aguas del acuífero captadas
por el sistema drenaje reinyección.
Figura XVI. El metabolismo hídrico de la mina de cobre Las Cruces
Fuente: Elaboración propia.
Para finalizar este análisis, el esquema anterior nos serviría para conocer los flujos
de agua, cuantitativamente hablando, en el proceso metabólico de la actividad
minera Las Cruces. Sin embargo, nos haría falta conocer también las fuerzas que
motivan y empujan estos flujos si queremos realmente entender por qué ocurren.
Evidentemente, es una difícil tarea abarcar el análisis de todas las interacciones y
coevolución (Norgaard, 1984) que existen entre los sistemas en nuestro estudio de
caso. En palabras de Morin (1993, 67) “es verdad que no es posible conocerlo todo
119
del mundo, ni captar sus múltiples transformaciones. Pero por aleatorio o difícil que
sea el conocimiento de los problemas clave del mundo, el conocimiento de las
informaciones clave que conciernen a este mundo, debe intentarse”. A continuación,
destacamos algunas de estas informaciones que consideramos clave para entender el
metabolismo hídrico de Las Cruces.
En primer lugar, hemos comprobado cómo la cuestión de la rentabilidad ambiental y
social de la explotación plantea numerosos interrogantes, pero centrándonos en las
condiciones monetarias en lo que se refiere a los elevados precios del cobre,
observamos que posibilitaron que la inversión monetaria en el proyecto fuera
rentable, facilitando la puesta en marcha de la actividad. No obstante, se ha de
recalcar que los factores estudiados del sistema socioeconómico de la actividad
minera Las Cruces están sujetos al marco institucional que regula la actividad. Para
el caso que nos ocupa, hemos reflejado como las instituciones competentes
concedieron los permisos, las subvenciones y exigieron la creación de puestos de
trabajo a la empresa promotora del proyecto, aunque posibilitando los cambios en la
titularidad del proyecto y la creación de empresas filiales. Recordemos que la
empresa que recibió el visto bueno por parte de la administración andaluza para el
sistema drenaje reinyección en 2003 (junto con la mayor parte de los permisos
necesarios) fue MK Resources Company (filial de Leucadia National Corporation),
pero la empresa responsable en el momento de la puesta en marcha del sistema (que
fue implantado en base a otras condiciones distintas para las que fue autorizado) fue
Inmet Mining Corporation. En este sentido, nos preguntamos si las operaciones de
cambios de titularidad de la empresa no han influido en los acontecimientos que
originaron el fallo en el sistema drenaje reinyección al asumir Inmet Mining unos
compromisos sociales y ambientales con la compra del proyecto que no había
acordado con la administración.
En segundo lugar, observamos cómo, a las interacciones entre los factores
socioeconómicos e institucionales, se unen factores históricos y culturales propios de
la población y de la ubicación geográfica del yacimiento, que posibilitaron la
aceptación del proyecto por parte de la sociedad civil. A pesar de sus conflictos con
la administración y la justicia andaluza, la empresa minera, exceptuando el conflicto
originado en el municipio de La Algaba (Sevilla), no ha encontrado oposición al
proyecto por parte de la población de los municipios afectados por el proyecto ni
120
cercanos al mismo. Esto puede ser debido a varios factores, entre los que destacamos
que los habitantes de los municipios situados en la Faja Pirítica Ibérica constituyen
en gran porcentaje, comunidades mineras que han vivido de esta actividad durante
muchos años. Es de reseñar que el desastre de Aznalcóllar (pocos años antes de que
diera comienzo la actividad de Cobre las Cruces), además del impacto
medioambiental que supuso, creó también impacto social debido al desempleo al
cesar la actividad. Por lo tanto, el empleo que genera CLC (que como hemos visto
está subvencionado en cierta medida), es un incentivo muy importante para la
aceptación de este tipo de proyectos; más en una región con una tasa del 25% de
paro (INE, 2009). No obstante, en relación al empleo generado por consumo de agua
utilizado en la actividad, nos preguntamos si este gran volumen de agua podría ser
utilizado por actividades económicas de carácter más estructural (no olvidemos que
la explotación minera tiene una vida de quince años). La comparación de la
eficiencia del agua en diferentes sectores productivos, así como la definición del
propio concepto de eficiencia, nos parece un tema interesante en el que poder seguir
profundizando en futuras investigaciones.
En tercer lugar, estudiando la configuración del marco institucional comprobamos
que fueron las interacciones entre factores institucionales, tecnológicos y
ambientales las que provocaron el cambio de modelo de gestión de aguas. En este
sentido, nos cuestionamos si el impacto sobre las aguas subterráneas y superficiales
derivado de la actividad minera puede tener consecuencias sobre el ecosistema
hídrico, afectando a las demás funciones del agua. En el caso de las aguas
subterráneas, el sistema drenaje reinyección, al someter a parte de las aguas que
entran en el mismo al proceso de osmosis inversa genera una detracción neta de
aguas de un acuífero que está en proceso de declararse sobreexplotado. En este
sentido, es de destacar que el aumento cuantitativo del volumen de uso de aguas del
fondo de la corta minera del modelo actual de gestión de aguas, se fundamenta en
que este agua no es del acuífero, sino que es agua de mina, que pertenece al
material donde se encuentra el yacimiento. Ante este gran aumento del volumen de
agua de mina nos preguntamos si la utilización de este concepto científico (sujeto a
la incertidumbre en el conocimiento de la dinámica del acuífero), forma parte, como
plantea Aguilera et. al (2000), de un proceso de negociación social que define el uso
de aguas del acuífero, en el que influyen datos que intentan ser objetivos (descenso
121
del nivel freático, recarga natural estimada, etc.) como subjetivos (valores e
intereses en juego).
En lo que se refiere a las aguas superficiales, hemos de recordar que el cambio de
modelo de gestión de aguas no ha influido sobre el volumen de vertido y la
posibilidad de detraer menos agua del río, supone que este tendrá más volumen para
diluir el vertido. Este factor es importante dadas las condiciones climáticas de la
zona y las múltiples y variadas funciones que cumplen las aguas del río Guadalquivir
que podrían verse afectadas en caso de contaminación. Estas funciones, tales como
la función ecológica del río manteniendo las marismas de Parque Nacional de Doñana
y las especies vegetales y animales, la función productiva de la actividad piscícola en
la desembocadura, la función productiva agrícola del cultivo del arroz, la función de
sumidero de residuos de vertidos urbanos y la función productiva de la navegación,
están interrelacionada unas con otras y demuestran que al apropiarse del agua, el ser
humano se apropia del ecosistema. Por ello, el uso del agua en la actividad minera
debe necesariamente ser enmarcado en su contexto ambiental, mediante el estudio
de los otros usos y de la situación de los recursos hídricos de la zona, pues un cambio
en estos afecta a los recursos que la mina utiliza y viceversa.
En cuarto lugar hemos comprobado cómo los factores que definen a los sistemas
socioeconómico, tecno-institucional y geográfico-ambiental coevolucionan en el
tiempo. En este sentido, nos preguntamos si los cambios ocurridos en las
administraciones durante el desarrollo del procedimiento de tramitación de permisos
consecuencia de la paralización del proyecto no han afectado a las condiciones de
autorización del Plan Global de Gestión de Aguas, anteponiendo los intereses
corporativos a la situación de vulnerabilidad del acuífero. Hemos de recordar que
fueron aprobados tanto el Plan global de Gestión de Aguas como el Plan Global de
Gestión de Aguas de Contacto y Plantas de Osmosis antes de la modificación de la
concesión de agua necesaria para implantarlos y la compra de derechos de agua para
compensar la detracción de agua del acuífero. La cuestión que destacamos respecto
al futuro del proyecto en relación a los permisos es si a la empresa Cobre las Cruces
le será otorgada la modificación de la concesión antes de que el acuífero se declare
efectivamente sobreexplotado, aspecto que necesariamente dejamos para futuras
investigaciones.
122
4.5 Conclusiones
Nuestro interés por la gestión del agua, no como factor productivo, sino como activo
ecosocial no lleva a seguir profundizando en la definición y aplicación del MH como
marco de análisis. En este capítulo partimos de la idea propuesta por González de
Molina y Toledo (2011) de considerar el metabolismo como algo más que la
contabilización de los flujos físicos. Así, para poder entender por qué los flujos
hídricos (en este caso de una actividad minera) son los que son, y no otros, es
necesario profundizar en la contextualización del estudio de caso, que hemos
realizado analizando los sistemas socioeconómico, tecno-institucional y geográfico
ambiental y las interacciones entre ellos.
Las líneas que abre esta perspectiva de análisis son múltiples ya que la
contextualización podemos hacerla tan extensa como necesitemos para responder a
las preguntas formuladas. En este sentido, el estudio del metabolismo hídrico nos da
respuesta a algunas de las preguntas realizadas durante la investigación pero, a su
vez, nos plantea nuevos interrogantes y nuevos retos, como la necesidad de
incorporar los costes sociales en el estudio, en lugar de obviar los posibles daños
ambientales y sociales que generalmente se ignoran desde el análisis económico
convencional.
En este trabajo, destacamos la importancia del metabolismo hídrico como marco de
análisis ya que las condiciones socioeconómicas, tecno-institucionales y geográfico-
ambientales son inseparables de la actividad económica (Morin, 1993). Los flujos de
agua son indicadores de la cantidad y calidad de los recursos hídricos utilizados pero,
descontextualizados, no muestran la complejidad que entraña un proyecto de esta
envergadura.
Aplicando pues la idea de metabolismo hídrico a la explotación minera hemos puesto
de manifiesto cómo, bajo el estrecho prisma del estudio de los flujos monetarios,
CLC podría ser una actividad rentable, pero ampliando el enfoque a la conjunción de
aquellos con los flujos hídricos de la explotación, se ponen en evidencia problemas
relacionados con la calidad y cantidad de las aguas subterráneas. Si ampliamos aún
más el enfoque para dar cabida no sólo a los flujos físicos, sino al análisis de éstos
bajo la consideración de la contextualización y análisis de las fuerzas subyacentes,
123
podemos concluir que la actividad minera está fuertemente condicionada por
factores institucionales y tecnológicos, por su realidad geográfica y ambiental y por
sus condicionantes culturales y productivos. Es en éstos donde tenemos que buscar
las respuestas a los interrogantes planteados y no tratar de desviar la atención. Por
otro lado, estos factores causales son al mismo tiempo efectos de la actividad
minera, que podrían ser positivos pero también negativos. La dimensión del MH nos
da idea de la necesidad de estudiar estas interrelaciones que, como decíamos al
inicio, van mucho más allá de las puramente monetarias y físicas.
124
Capítulo 5. Conclusiones y reflexiones finales
A continuación se presentan las conclusiones de la tesis intentado responder a los
objetivos de la misma y a las preguntas de investigación que han guiado el trabajo. A
continuación, se proponen nuevas líneas de investigación que podrían desarrollarse
en base a este trabajo. Para finalizar se presentan las reflexiones finales.
5.1 Conclusiones
Para plantear las principales conclusiones derivadas de este trabajo, en primer lugar,
exponemos un resumen comentado de las conclusiones de cada uno de los capítulos.
Seguidamente, se plantean las conclusiones generales de la tesis, que
diferenciaremos entre conclusiones relativas al marco conceptual, a la metodología
utilizada, y las derivadas del estudio de caso sobre el que se ha aplicado la
metodología. Las conclusiones sobre el marco conceptual se centran en reflejar las
causas y consecuencias que la perspectiva cuantitativa del estudio de los flujos
hídricos puede tener en los análisis económicos. Las conclusiones sobre la
metodología se refieren a la adecuación y limitaciones de las propuestas
metodológicas presentadas. Del estudio de caso destacamos cómo el estudio del
marco institucional (de entre el estudio de los tres sistemas) es imprescindible para
entender los impactos que provoca la actividad minera de Cobre Las Cruces.
5.1.1 Resumen comentado de las conclusiones de los capítulos
El desarrollo de indicadores físicos de consumo de agua como son el AV y la HH
suponen un avance en la consideración de los sistemas económicos como sistemas
abiertos que intercambian flujos con los demás sistemas. No obstante, en el segundo
capítulo de esta tesis, hemos intentado demostrar la hipótesis de que es importante
incidir en la diferencia existente entre AV y HH porque sirven para determinar las
diferencias cualitativas en relación a la responsabilidad de los agentes en el consumo
de agua. Además, estos indicadores integrados en la perspectiva del doble binomio
producción-consumo & agua-energía aportan una nueva y renovada visión sobre la
125
importancia de los procesos de transporte en el comercio, muchas veces soslayado
por análisis parcelados.
No obstante, somos conscientes de que existen limitaciones de datos para el estudio
de los flujos hídricos de los sistemas económicos desde esta perspectiva, pero no por
ello consideramos que no debamos avanzar en el desarrollo de la investigación con
estos análisis que aunque más complejos, son también más reales. Esto es
especialmente importante porque estos indicadores están siendo propuestos para la
toma de decisiones y creemos que la confusión existente entre AV y HH puede influir
en que sean utilizados en ocasiones, consciente o inconscientemente, para justificar
medidas contrarias a la sostenibilidad de los recursos hídricos.
Siguiendo el estudio de los flujos hídricos de los procesos económicos, las
conclusiones que, tras el estudio del concepto de metabolismo, corresponden al
tercer capítulo son el resultado de nuestro avance en responder a la cuestión: ¿Es
suficiente la estimación cuantitativa de la dimensión física de los procesos
económicos para el análisis del metabolismo y, más concretamente, en sus
aplicaciones para el estudio de los flujos hídricos?
Consideramos que esto depende del objeto y el objetivo del estudio de caso, así
como de la escala de análisis. No obstante, el estudio de la dimensión física de las
actividades económicas mediante la metodología del metabolismo es un gran avance
en el estudio de lo económico. Es por ello que creemos que el metabolismo es una
herramienta útil de cuantificación, cuyos usos irán determinados por el marco
conceptual desde el cual se aplique la herramienta. Desde el marco teórico de la
economía ecológica, el concepto de metabolismo que proponen González de Molina y
Toledo (2011) plantea incorporar a las estimaciones físicas el estudio del contexto, lo
que conlleva pasar de proponer el metabolismo como una metodología a un marco de
estudio, en el intento de incorporar en los análisis metabólicos una visión crítica
sobre los conflictos derivados de la extracción y excreción de recursos naturales que
implica el metabolismo industrial.
En este sentido, entendemos que este es el concepto más adecuado como base para
nuestra propuesta de MH. Dado que el agua es un bien común, finito, simbólico y
esencial para la supervivencia creemos que no puede ser gestionado de espaldas a su
126
territorio y nuestra propuesta de contextualización es a su vez un acercamiento a la
gestión local del agua. Por ello, el estudio del contexto implica estudios de caso
concretos donde es posible abordar el estudio de los flujos de información o
dimensión intangible de la que hablan González de Molina y Toledo (2011).
De esta forma, concluimos en el cuarto capítulo, que el estudio del contexto es parte
imprescindible del análisis de los flujos hídricos de la actividad minera de Cobre las
Cruces. Para llegar a esta conclusión, nos hemos acercado al estudio del contexto
mediante el estudio de los tres sistemas (geográfico-ambiental, socioeconómico y
tecno-institucional), que interaccionan en la actividad estudiada. Así, consideramos
que el estudio de los tres sistemas puede ser tan extenso como sea necesario en
función de las preguntas planteadas, pero que demuestran, sin lugar a dudas, que
para analizar la actividad económica de Las Cruces, se debe ir más allá del estudio
de los flujos físicos, además de los monetarios, porque no puede ser separada de sus
condicionamientos sociales, ambientales, territoriales, tecnológicos e institucionales.
5.1.2 Conclusiones generales
5.1.2.1 Conclusiones sobre el marco conceptual
Del estudio del agua como activo ecosocial sabemos que este recurso no puede
entenderse como un elemento aislado, sólo como un factor productivo, o sólo un
flujo físico disgregado de su contexto ambiental, institucional, tecnológico y social.
En este sentido, al estudiar los flujos hídricos de los sistemas económicos, no debe
olvidarse que el agua es un elemento que cumple diferentes funciones que pueden
verse afectadas a su paso por los sistemas económicos. De esta forma, las funciones
del agua demuestran que es esencial que los flujos de agua se gestionen en relación
al territorio de donde provienen y a donde se devuelven. De esta afirmación se
concluye, desde nuestro punto de vista, la necesidad de contextualizar los flujos de
agua en los análisis económicos.
Desde la perspectiva metabólica, sin embargo, algunos expertos sostienen
(Carpintero, 2005) que el metabolismo puede perder su identidad si se trata de
extender el concepto incluyendo la caracterización de los procesos sociales,
127
ambientales, institucionales, etc. que implican esos flujos físicos. Creemos que esta
afirmación está dirigida a destacar la tremenda complejidad y dificultad que ya de
por sí tiene la descripción y cuantificación de los flujos físicos de los procesos
económicos, ya sea por la insuficiencia de datos o por la inexistencia de los mismos,
aunque ya se ha realizado un enorme esfuerzo y existen importantes institutos de
investigación e investigadores que han avanzado en estos temas.
Por lo tanto en nuestra propuesta de integrar la contextualización al estudio de los
flujos hídricos no es nuestra intención volver difusos los límites del concepto; más
allá de estos límites, creemos que nuestra propuesta obliga para su aplicación a
centrarse en estudios de caso concretos, obliga a investigar el cómo y el porqué de
esos flujos, esto es, las causas y las implicaciones políticas, sociales, ambientales de
esos flujos, que pueden llegar a ser, creemos, tanto o más importantes en la
investigación que la cuantificación de los propios flujos.
Es por ello que, al igual que el agua no debe ser vista como únicamente un factor de
producción, proponemos que no debe ser vista únicamente desde una perspectiva
contable. Es indudable que, de los flujos que conforman el metabolismo de las
economías industriales, el agua es el flujo que, a mayor cantidad utilizada, menor
impacto conlleva (entendido en términos relativos según la figura VII). Pero, como
hemos afirmado en nuestra investigación, esta conclusión proviene de dos aserciones
previas, fruto de analizar por separado los diferentes flujos metabólicos. En primer
lugar, resulta de una comparación con los demás flujos de la economía, como por
ejemplo los pesticidas, que conllevan un mayor nivel de contaminación con un menor
nivel de flujo considerado. En segundo lugar, resulta de abstraer el recurso agua
como un flujo desligado del territorio del que se extrae.
No obstante, sin quitar importancia a este importante avance en la cuantificación,
consideramos que hay que hacer un esfuerzo, como defiende Morin (1993), por
religar lo disjunto y compartimentado, respetando la diversidad de los flujos sin
dejar de reconocer los impactos específicos de cada uno de ellos, pero siendo
conscientes de que esos flujos forman parte de la existencia de interdependencias
entre los sistemas económico, ambiental, social, institucional y tecnológico; y al
estudiarlos, no podemos analizarlos como elementos aislados.
128
Desde el punto de vista del estudio de los flujos hídricos mediante los indicadores de
AV y HH, como hemos introducido en nuestro trabajo, desde la primera aproximación
metodológica por Hoekstra y Hung (2002), se ha avanzado en una doble dirección:
por un lado, en el desarrollo metodológico; y por otro, en la consideración de las
implicaciones políticas, sociales y territoriales que tienen los flujos de agua virtual y
su consiguiente contextualización.
Siendo esto un enorme avance para la consideración de los flujos hídricos en los
sistemas económicos, de forma similar a cómo se han considerado desde la
perspectiva metabólica, no podemos dejar de destacar que la mayor parte de estos
trabajos se han reducido a los cálculos de flujos hídricos virtuales de importaciones y
exportaciones, excluyendo las interdependencias que existen entre los sistemas
económico, social y ambiental.
En este sentido, nos preguntamos sobre las razones que han influido en esta visión
centrada en la cuantificación. En primer lugar, es evidente que, ante la falta de
estimaciones físicas de los flujos de los sistemas económicos se haga un esfuerzo para
crear una base de estimaciones que antes no existía. Por lo tanto creemos que es
consecuencia, como indican Ridoutt y Pfister (2010), del origen de la metodología,
que al haberse desarrollado como una herramienta puramente contable y desde una
perspectiva no metabólica, no incluye en su aplicación una clara relación entre la
estimación cuantitativa del AV de un lugar y el posible impacto social y/o ambiental
que provoca. En segundo lugar, es destacable la escala que han abarcado los trabajos
de AV y HH, ya que, como hemos mostrado en la tabla 1, los principales estudios de
los flujos virtuales por escala geográfica se han realizado a escala global o nacional
desde donde es ciertamente complicado relacionar la gran cantidad de estimaciones
de flujos hídricos de la economía con los impactos que provocan en los demás
sistemas.
5.1.2.2 Conclusiones sobre la metodología
Para abordar una investigación es siempre necesario estudiar el estado de la
cuestión, que implica una revisión bibliográfica. Sin embargo, en nuestro caso, las
revisiones bibliográficas que hemos realizado sobre los trabajos de AV y HH y sobre el
concepto de metabolismo han estado encaminadas a “repensar” los conceptos, en el
129
sentido de que las hemos dirigido a realizar una reflexión sobre su utilidad para
nuestra investigación. Así, al igual que Naredo (2003) se plantea que es necesario
abandonar el aparato conceptual que da forma al sistema económico, relativizando
la noción de sistema económico desde el punto de vista de la economía neoclásica y
entreviendo la posibilidad de formular otras, así hemos querido reflexionar sobre los
conceptos que nos servían de objeto de estudio con la intención de repensar en la
utilidad de las mismas para explicar la realidad.
En nuestro estudio sobre la necesaria distinción entre el AV y la HH que ha dado
como resultado la propuesta del segundo capítulo, hemos avanzado en la
consideración del AV del transporte siendo conscientes de las limitaciones de datos
que podemos encontrar a la hora de poner en práctica nuestra propuesta. No
obstante, existen estudios sobre el consumo de agua de la energía (King y Weber,
2008, Galán y Velázquez, 2010, entre otros), que avanzan en este sentido aportando
datos que demuestran que este factor debe tenerse en cuenta. Asimismo, en el
avance metodológico que consideramos la propuesta, potenciando la diferenciación
conceptual entre AV y HH tratamos de “sacar a la luz” la relación productor-
consumidor, y con ello todas las fases de transformación comercialización y consumo,
con el transporte como telón de fondo. Esto nos obliga a considerar de manera muy
especial la relación entre agua y energía. Por ello creemos que en el comercio de
productos en un mundo globalizado debe tenerse en cuenta las ventajas del comercio
local (cuando la HH se iguala al AV) desde el punto de vista hídrico-energético.
En nuestro estudio sobre el concepto de metabolismo, el “árbol del metabolismo”
nos ha servido para poner orden y sistematizar la proliferación de trabajos que se
han desarrollado bajo el concepto de metabolismo, y para resaltar y determinar las
diferencias que implican las distintas formas de entender el metabolismo. Con ello
no queremos afirmar que no sea importante el avance común del trabajo de todas las
escuelas (llámense institutos de investigación, o grupos de trabajo) que se plasma en
el desarrollo de una contabilidad de flujos de materiales y energía (y de agua en
algunos casos). Partiendo de ese avance, nuestro objetivo ha sido entender, de entre
toda la extensa proliferación de trabajos, qué implican las diferencias en las
aplicaciones metabólicas realizadas. A partir de ahí, creemos que si es considerado
un avance en el conocimiento histórico y económico entender la historia de la
humanidad como la historia de la expansión del metabolismo de la sociedad, en estos
130
análisis no se deben ignorar los problemas globales de sostenibilidad que conllevan
las sociedades industriales.
Desde este punto de vista, hemos llegado al concepto de metabolismo que más se
adecua a nuestros objetivos de investigación sobre el estudio de los flujos hídricos de
las actividades económicas. Nuestra aportación para ello ha sido incorporar el
contexto a los análisis metabólicos del agua “y tanto más por cuanto, hoy día, el
contexto de cualquier conocimiento político, económico, antropológico o ecológico
es el mundo mismo. La era planetaria necesita situarlo todo en un contexto
planetario” (Morín, 1993, 67).
5.1.2.3 Conclusiones sobre el estudio de caso
En la propuesta teórica de MH que planteamos en el tercer capítulo hemos concluido
que al ser una propuesta amplia era necesario que, al ponerse en práctica, se
ajustara a unos objetivos concretos que facilitaran el desarrollo metodológico de la
misma. Por ello hemos centrado nuestro análisis del cuarto capítulo en estudiar los
flujos hídricos y las interrelaciones entre los sistemas en la actividad económica
concreta de la mina de cobre Las Cruces y dentro de esa actividad, en la extracción y
transformación del cobre, siendo conscientes de las limitaciones del estudio en el
análisis de los procesos que intervienen.
Sin embargo, al acercarnos a estudiar de forma tan detallada la actividad de Las
Cruces hemos sido conscientes de la dificultad de acceso a los datos debido, en gran
parte, a que son datos de una empresa privada. No obstante, es destacable como el
estudio de esta actividad ha resultado ya de por sí complejo debido al estudio del
contexto, paso imprescindible para entender la realidad cuantificada por los datos
físicos, acercándonos a la comprensión de, al menos, una parte de la complejidad del
caso.
El contexto es, según la Real Academia Española, el entorno físico o de situación, ya
sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un
hecho. Por lo tanto el estudio del contexto es necesariamente concreto y aplicado,
puesto que es inherente a cada caso. Siendo uno de nuestros objetivos plasmar de
forma metodológica el contexto del estudio de la mina Las Cruces, lo hemos
131
realizado con el estudio de los tres sistemas y sus interrelaciones91. En el avance
realizado, tratamos de poner de relieve cómo las condiciones socioeconómicas,
tecno-institucionales y geográfico-ambientales son inseparables de la actividad
económica (Morin, 1993).
Con respecto a la actividad minera objeto de nuestro estudio creemos que el
desastre de Aznalcóllar supuso un “varapalo” para la Administración regional, pero
también nacional, que endurecieron el marco institucional mediante la imposición de
seguros y garantías para el desarrollo de la actividad de Cobre las Cruces. Por otra
parte, vemos cómo el marco legislativo sigue permitiendo a las empresas mineras,
como en nuestro caso la multinacional Inmet Mining, la creación de filiales como CLC
S.A., que en el caso de un problema grave de contaminación podría resultar en una
derivación de responsabilidades de la sede principal a la filial, esquivando de esa
forma sus compromisos con la Administración, como ocurrió en el caso de
Aznalcóllar.
Por lo tanto concluimos que, sin quitarle peso a la necesidad del estudio de los
demás sistemas, el análisis del marco institucional es esencial para entender la
actividad minera de Cobre las Cruces. Ya que una vez puesta en marcha la actividad
es el marco institucional, cumpliendo una función instrumental y no ceremonial
(Aguilera, 2006), el que condiciona que se prioricen los intereses privados al
bienestar social y ambiental de esta región minera y evitando los costes sociales y
ambientales que de esta forma pudiesen provocarse.
91 Queremos destacar que en el estudio de los tres sistemas que hemos estructurado para acercarnos a analizar el contexto de la gestión de aguas de la mina ha sido de gran ayuda el trabajo de investigación sociológica cualitativa realizado durante el trabajo de campo de la Tesis de Máster mencionado en el prefacio que precede a este trabajo.
132
5.2 Conclusions
The conclusions of this doctoral thesis are presented in this chapter with the aim of
responding to the objectives and the research questions that have guided this work.
First of all, before formulating the main conclusions drawn from this work, we
present a commented summary of the conclusions of each one of its chapters. In the
second place, we present the general conclusions of the doctoral thesis, classified
into three different categories: those related to the conceptual framework of this
work, those related to the methodology implemented in it, and those derived from
the case study to which this methodology was applied. The conclusions related to the
conceptual framework focus on reflecting the causes and consequences that the
quantitative perspective of the study of water flows may have on economic analyses.
The conclusions related to methodology refer to the adequacy and limitations of the
methodological proposals presented in this work. In what concerns the case study,
we highlight how the analysis of the institutional framework (among the three
systems studied) is indispensable to understand the impact caused by the mining
activity of Cobre Las Cruces.
5.2.1 Commented summary of the conclusions of the different chapters
The development of physical indicators of water consumption, such as VW and WF,
represents an advance in the consideration of economic systems as open systems
exchanging flows with the rest of systems. Nevertheless, in the second chapter of
this thesis, we have tried to prove the hypothesis of the importance of clearly
distinguishing between VW and WF, because it helps determine qualitative
differences in relation to the agents’ responsibility in water consumption.
Furthermore, these indicators, integrated into the production-consumption and
water-energy double binomial perspective, contribute with a new and renewed vision
on the importance of transport processes in trade, often dodged in fragmented
analyses.
Despite the limitations of data for the study of water flows in economic systems from
this perspective, research needs to progress through this type of analyses, which
133
even if more complex, are also more real. This is especially important because these
indicators are being proposed as tools in decision-making processes, and the present
confusion between VW and WF may influence their occasional use – whether
conscious or unconscious – to justify measures that are contrary to the sustainability
of water resources.
After analysing the concept of “metabolism”, and insisting on the study of water
flows in economic processes, the conclusions drawn from the third chapter of this
thesis are the result of the progress made in answering the following question: Is it
enough to quantitatively estimate the physical dimension of economic processes for
the analysis of metabolism and, more specifically, for its application to the study of
water flows?
The answer obtained is that it depends on the object and the objectives of the case
study, as well as on the scale of the analysis. However, the study of the physical
dimension of economic activities through the methodology based on the concept of
metabolism represents a great advance in the study of economics. This is the reason
why metabolism is a useful quantification tool, the use of which will be determined
by its conceptual framing. From the theoretical framework of Ecological Economics,
the concept of metabolism proposed by González de Molina and Toledo (2011)
includes the integration of the study of the context into physical estimations, which
means using metabolism not just as a methodology but as a study framework, in an
attempt to incorporate a critical vision of the conflicts derived from the extraction
and excretion of natural resources that are part of the industrial metabolism to the
analysis of that metabolism.
In this sense, this concept of metabolism is the most adequate to serve as a basis for
the WM proposal presented in this work. Given that water is a common, finite,
symbolic and essential good, it cannot be managed against its territory and the
proposal for contextualisation is also a way to get closer to the local management of
water. Therefore, the study of the context entails the analysis of specific cases in
which it is possible to tackle the study of the information or intangible flows
described by González de Molina and Toledo (2011).
Thus, the fourth chapter of this thesis concludes that the study of the context is an
essential part of the analysis of water flows within the mining activity of Cobre Las
Cruces. In order to reach this conclusion, the context is approached by studying
134
three systems (geographical-environmental, socio-economic and techno-institutional)
that interact in the mine. The study of the three systems may be as extensive as
required, depending on the questions that are formulated, but it certainly proves
that, in order to analyse the economic activity of Cobre Las Cruces, a step needs to
be taken beyond the study of physical and monetary flows, because the activity
developed in the mine cannot be separated from its social, environmental,
territorial, technological and institutional conditioning factors.
5.2.2 General conclusions
5.2.2.1 Conclusions related to the conceptual framework
From the study of water as an eco-social asset it is known that this resource cannot
be understood as an isolated element, as a factor of production only or as a physical
flow disaggregated from its environmental, institutional, technological and social
context.
In this sense, in the study of the water flows of economic systems, it should not be
forgotten that water is an element performing different functions that may be
altered while going through the economic system. Thus, the functions of water prove
that it is essential that water flows are managed in relation to the territory where
they come from and where they are taken back to. From this point of view, this
statement leads to a conclusion on the need to contextualise water flows in
economic analyses.
However, from this perspective, some experts have affirmed (Carpintero, 2005) that
metabolism may lose its identity if the concept is expanded to include the
characterisation of social, environmental, institutional and other processes
associated to physical flows. This statement is probably meant to underline the
enormous complexity and difficulty of describing and quantifying physical flows in
economic processes, due to either the scarcity or the absolute lack of data, although
a great effort has already been made in this sense and important research institutes
and researchers are providing new information regarding these topics.
Therefore, the proposal of integrating contextualisation into the study of water flows
does not intend to blur the limits of the concept; independently from these limits,
the proposal requires, for its application, to focus on the study of specific cases and
135
research on the origin and characteristics of those flows, i.e. the political, social and
environmental causes and consequences of the flows, which can be as or even more
important for the research than the quantification of the flows themselves.
This is the reason why, just as water should not be considered only as a factor of
production, it needs not be contemplated only from an accounting perspective.
Doubtlessly, among the flows that belong to the metabolism of industrial economies,
water is the one whose impact is lesser the more it is used (in relative terms, as
shown in Figure VII). But, as mentioned before in this research work, this conclusion
is drawn from two previous statements that are the outcome of analysing separately
the different metabolic flows. In the first place, it derives from comparing water
flows with the rest of economic flows - for example, pesticides -, which cause a
greater level of pollution with a lesser level of flow considered. In the second place,
it is the result from abstractly considering water as a flow disconnected from the
territory from which it is extracted.
Nevertheless, without downplaying the relevance of this progress in quantification, it
is important to insist on the need to make an effort, like the one demanded by Morin
(1993), to unite what is fragmented and disconnected, respecting the flows’ diversity
while acknowledging their individual impacts and taking into account that these
flows are related to the existing interdependencies between the economic,
environmental, social, institutional and technological systems. When studied, these
flows cannot therefore be analysed as isolated elements.
From the point of view of the study of water flows through the VW and WF
indicators, as introduced in this work, advances have been made from the first
methodological approach by Hoekstra and Hung (2002) in two directions: on the one
hand, in the development of a methodology; on the other, in the consideration of the
political, social and territorial implications of virtual water flows and their
subsequent contextualisation.
Considering, as the perspective based on metabolism does, that these advances
represent an enormous progress in the understanding of water flows in economic
systems, it is important to underline that most research works are reduced to
calculating the virtual water flows of imports and exports, excluding the existing
interdependencies between economic, social and environmental systems.
136
In this sense, it is interesting to reflect upon the factors that have influenced this
vision focused on quantification. In the first place, it is evident that, given the lack
of physical estimations of the flows in economic systems, an effort was required in
order to create an estimation database that did not exist before. As pointed out by
Ridoutt and Pfister (2010), this lack was probably a consequence of the
methodology’s origin. Having been developed as a purely accounting tool and from a
non-metabolic perspective, the methodology does not include as part of its
application the definition of a clear relation between the quantitative estimation of
the VW of one place and its possible social and/or environmental impact. In the
second place, the scale of the works developed on VW and WF needs to be taken into
account, since - as shown in Table 1 - the main studies on virtual flows have been
made on a global or national scale, in which it is certainly difficult to put into
relation the great amount of estimations of the water flows in an economy and their
impacts on the rest of the systems.
5.2.2.2 Conclusions related to methodology
In order to begin a research it is always necessary to study the state of the art, which
implies a literature revision. However, in this case, the revisions made on the
publications on VW and WF and on the concept of metabolism aimed at “rethinking”
these concepts, in the sense of reflecting on the usefulness of the research. Thus,
just like Naredo (2003) considered the need to abandon the conceptual apparatus
that shapes the economic system, relativising the notion of “economic system” as
understood by Neoclassical Economics and foreseeing the possibility to formulate
other concepts, this research meant to reflect on the concepts that served as objects
of study with the intention of rethinking their usefulness in explaining reality.
Through the study of the necessary distinction between VW and WF, which resulted
in the proposal of the second chapter, this work has advanced in the consideration of
the VW of transport, however conscious of the data limitations to be faced during the
implementation of the proposal. Nevertheless, there are studies on the water
consumption of energy products (King & Weber, 2008; Galán & Velázquez, 2010,
among others) that have progressed in this sense by contributing data that prove that
this factor needs to be reckoned. In addition, the methodological advance
represented by this proposal, which underlines the conceptual differentiation of VW
137
and WF, has helped “bring into the light” the producer-consumer relation and,
together with this, the stages of transformation, commercialisation and consumption
along the economic process, with transport in the background. All this leads to a
special consideration of the relation between water and energy. Therefore, in what
regards the trade of products in a globalised world, the advantages of local trade
(where WF equals VW) from a water-energy perspective must be taken into account.
In the study of the concept of metabolism, the “tree of metabolism” has proved
useful to arrange and systematise the proliferation of works on this concept and to
determine and underline the differences between the various ways of understanding
it. Saying this does not mean that the common progress in the work of all schools
(whether research institutes or work groups), manifested in the development of a
physical and energy (and water, in certain cases) flow accounting methodology, is
not important. Acknowledging this progress, the objective of the present research
work has been to understand the consequences of the different applications of the
concept of metabolism undertaken by the numerous works published on this topic. If
the fact of understanding the history of humankind as the history of the expansion of
society’s metabolism represents an advance in historical and economic knowledge,
these analyses cannot ignore the global sustainability problems caused by industrial
societies.
This point of view has shaped the concept of metabolism that better suited the
objective of this research on the study of water flows in economic activities. The
contribution of this work to it is the incorporation of the context to water
metabolism analyses, “this is true even more so given that the current context of all
political, economic, anthropological, ecological knowledge is the world itself. The
Planetary Era demands that we situate everything in the planetary context” (Morin,
1993:67).
5.2.2.3 Conclusions on the case study
The theoretical proposal of WM presented in the third chapter of this thesis, being a
broad one, requires that, when implemented, it is adjusted to specific objectives
that may facilitate its methodological development. Consequently, the analysis
undertaken in the fourth chapter is focused on studying the water flows and the
interrelation between the systems of the specific economic activity of Las Cruces
138
copper mine and, within this activity, the extraction and transformation of copper,
despite the existing limitations for the analysis of the processes involved.
Obviously, when approaching this detailed study of the activity at Las Cruces, the
difficulties in having access to the data, greatly due to the fact that the data belong
to a private company, became evident. However, it is worth mentioning that the
study of this activity proved to be complex already because it included the analysis
of the context, an indispensable step in the process of understanding a reality
quantified by physical data and thus coming closer to grasping at least part of its
essence.
“Context” means, according to the Spanish Language Academy, the physical or
locational environment - whether political, historical, cultural or of any other kind -
in which a fact is considered. Therefore, the study of the context shall be specific
and applied, since it is inherent to every case. Being one of the objectives of the
present work to describe, in a methodological manner, the context of Las Cruces
mine, the study has been made by analysing three systems and their interrelations.92
The purpose was to highlight how the socio-economic, techno-institutional and
geographical-environmental conditions cannot be separated from the economic
activity (Morin, 1993).
In relation to the mining activity which is the object of the study, the Aznalcóllar
dam failure certainly represented a “blow” to the regional administration, but also
to the national one, as a result of which both administrations toughened the
institutional framework through the imposition of insurances and guarantees for the
development of the mining activity at Cobre Las Cruces. On the other hand, it is
possible to observe how the legal framework continues to allow the creation of
subsidiary firms by mining companies - in this case, the creation of CLC S.A. by the
multinational Inmet Mining –, so that, in case of a major pollution incident,
responsibilities may be derived from the parent company to the subsidiary firm,
consequently avoiding the former’s commitment with the administration, just as it
happened at the time of the Aznalcóllar dam failure.
92 It is important to underline that, in the study of the three systems defined to approach the analysis of the context of water management in the mine, the qualitative sociological research performed as part of the field work of the Master thesis mentioned in the foreword to the present doctoral thesis was especially helpful.
139
Therefore, it is possible to conclude, without downplaying the need to study the
other systems, that the analysis of the institutional framework is essential to
understand the mining activity of Cobre Las Cruces. Once the activity has started,
the institutional framework, by carrying out an instrumental and non-ceremonial
function (Aguilera, 2006), is the one granting priority to private interests over the
social and environmental wellbeing of the mining region and disregarding the social
and environmental costs associated to the activity.
5.3 Futuras líneas de investigación
Para finalizar, apuntamos algunas líneas de investigación futuras que se podrían
derivar del estudio realizado.
Para comenzar, como futura línea de investigación proponemos profundizar en la
propuesta conceptual que diferencia el AV y la HH e incide en la importancia del AV
del transporte. A su vez, sería interesante aplicar de forma metodológica la
propuesta en un estudio de caso concreto para intentar demostrar la importancia de
los procesos de distribución y transporte de agua que implican actualmente las redes
de comercio global de productos. Esto es más relevante aún si tenemos en cuenta el
fomento de los biocombustibles, generados a partir de cultivos energéticos (muchos
de ellos intensivos en agua), que se está realizando desde las políticas energéticas
internacionales, nacionales y regionales.
Entendemos nuestra propuesta de metabolismo hídrico presentada en el tercer
capítulo como un proceso en realización, que en este trabajo hemos aplicado para
estudiar los flujos hídricos y las interrelaciones entre los sistemas en la actividad
económica concreta de la mina de cobre Las Cruces y dentro de esa actividad, en la
extracción y transformación del cobre. Pero consideramos que esta propuesta es un
avance inicial que tenemos que seguir desarrollando, adaptándolo y aplicándolo al
estudio de diferentes sectores. En este sentido, proponemos algunas líneas de
investigación en concreto a los que se refiere a la aplicación de la propuesta de MH.
En primer lugar, sería interesante realizar un estudio del ciclo de vida del cobre
desde su extracción hasta su excreción, estudiando a su vez los flujos hídricos
implicados.
140
En segundo lugar, somos conscientes de que nuestro estudio se limita al análisis de
los flujos hídricos, y para no caer en un “reduccionismo hídrico”, Naredo (2009)
propone que la ampliación del razonamiento, encaminada a intentar abarcar la
complejidad que significa entender el sistema económico como un sistema abierto,
se quedaría a mitad de camino si se limitara al agua; es por ello que los análisis del
metabolismo hídrico se deben relacionar con el conjunto de los flujos y
requerimientos del metabolismo socioeconómico. Por lo que planteamos, como
futura línea de investigación, el análisis de todos los flujos físicos contextualizados
del proceso completo de producción-consumo de Cobre Las Cruces.
Para terminar, otra futura línea de investigación podría ser llevar a la práctica el
concepto de costes sociales en la aplicación del MH. De esta forma, sería interesante
realizar la estimación de los costes sociales de la explotación minera en cuanto a
infraestructuras, energía, afectación al medio hídrico, subvenciones recibidas, coste
de oportunidad en cuanto a otras actividades (agricultura, turismo). Todos estos
costes sociales no cuantificados se pueden considerar como el resultado de continuar
con el ritmo de consumo actual de cobre, considerando la dificultad de dicha
cuantificación debido a que los usos del cobre son diversos y están extendidos en
prácticamente todos los sistemas de maquinaria, electricidad e informática.
5.4 Reflexiones personales
Me gustaría terminar con unas reflexiones que, si bien no se derivan directamente
del trabajo realizado, sí han surgido tras un profundo proceso de estudio y reflexión,
que me parece interesante aportar para finalizar esta investigación.
En este trabajo abogamos por “complicar” el metabolismo, en un intento por indagar
en “la relación de inseparabiblidad y de inter-retro-acción entre todo su fenómeno y
su contexto, y de todo contexto con su contexto planetario” (Morín, 1993, 71). En
este intento por indagar en la complejidad, somos conscientes de que en la
aplicación de nuestra propuesta siempre encontraremos limitaciones, pero hemos
creído que es mejor sacar a la luz aspectos relevantes de una investigación que
focalizar nuestros análisis en perspectivas, a nuestro entender, irrelevantes, porque
no explican la realidad. Sin embargo, del mismo modo, coincidiendo con Naredo
(2006), opino que la investigación científica está sujeta a intereses económicos o
141
políticos y a posiciones ideológicas, en definitiva, a distintas visiones del mundo, y,
en ocasiones, una metodología, unos datos, o un modelo pueden ser dirigidos para
conseguir los resultados que interesen, sea por omisión de determinados resultados,
o por focalización en otros.
En el caso de la discrepancia entre las estimaciones de HH que presentábamos en el
capítulo primero, considero una cuestión relevante preguntarnos si este afán por
cuantificar los flujos hídricos puede perder su sentido cuando se utiliza para hacer de
eslogan verde de una conocida marca de bebida gaseosa que ha demostrado realizar
prácticas abusivas sobre las comunidades que se encuentran en los lugares de
producción, y contaminadoras de los recursos hídricos locales (Shiva, 2002).
En el caso de la mina Las Cruces he tratado de evidenciar que los impactos negativos
de esta actividad están relacionados con la “racionalidad” empresarial que, basada
en la minimización de costes y maximización de beneficios, genera unos costes
sociales que a menudo tienen que ser asumidos por las comunidades locales, como
sugiere Kapp (1950) cuando analiza la actuación de las empresas privadas. Pero a
pesar de ser consciente de la posible existencia de estos costes sociales de las
actividades mineras, no con ello quiero decir que se ha de cuestionar la actividad
minera sin cuestionar el consumo de metales.
Recapitulando, como plantea Kuhn (1962), si toda actividad científica se encuadra
dentro de un paradigma, esto quiere decir que no existe la objetividad científica, ya
que toda investigación está sujeta a los valores e intereses del observador. Por ello,
creo relevante cuestionarse si es suficiente con la cuantificación de flujos físicos de
la economía, si la HH puede perder su sentido en determinadas aplicaciones o si el
metabolismo entendido como mera cuantificación podría también perder su sentido.
Al mismo tiempo que me planteo estas cuestiones, soy consciente de que no son
fáciles de resolver dada la complejidad de la realidad. Sin embargo, dos
condicionamientos han supuesto el punto de partida de esta investigación; el ánimo
de indagar en la complejidad aun sabiendo las limitaciones y la creencia de que no
se debe separar la razón de la emoción, lo que significa, en mi opinión, realizar la
investigación siendo coherente con los valores, los juicios y los sentimientos. Una
investigación que es el primer paso de un largo camino que hoy al finalizar, continúa.
142
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