Noveno mandamiento: no consentirás pensamientos ni deseos impuros

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ANGELICO, Fra Anunciación c. 1430 S. Maria delle Grazie, S. Giovanni Valdarno. Noveno mandamiento: no consentirás pensamientos ni deseos impuros. 53. Compendio del Catecismo. 527. ¿Qué exige el noveno mandamiento? 2514-2516 2528-2530 - PowerPoint PPT Presentation

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  • Noveno mandamiento: no consentirs pensamientos ni deseos impuros53ANGELICO, FraAnunciacinc. 1430S. Maria delle Grazie, S. Giovanni Valdarno

  • Compendio del Catecismo527. Qu exige el noveno mandamiento? 2514-2516 2528-2530El noveno mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificacin del corazn y la prctica de la virtud de la templanza. 528. Qu prohbe el noveno mandamiento? 2517-2519 2531-2532El noveno mandamiento prohbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas por el sexto mandamiento.

  • IntroduccinCompuesto de alma y cuerpo, el hombre debe soportar el tirn de la carne que reclama el placer de la sexualidad.Para ser limpios de corazn es necesario rechazar con firmeza pensamientos y deseos impuros. Sin embargo, vale la pena, como dice Jess:Bienaventurados los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios (Mt 5,8)La pureza puede costar, pero es un don magnfico que el mismo Dios ayudar a conseguir.REMBRANDT (1606-1669)David y Uras1665Hermitage, San Peterburgo

  • Ideas principales

  • 1. La concupiscenciaAl desobedecer a Dios, Adn y Eva abrieron una fuente de pecado: la concupiscencia, que permanece incluso en el bautizado.San Juan habla de una triple concupiscencia:De la carneDe los ojosSoberbia de la vida(Cf 1 Juan 2, 16)En s misma no es pecado, pero inclina al pecado. PATENIER, JoaqunTentacin de San Antonioc. 1515Museo del Prado, Madrid

  • 2. La purificacin del coraznHay que buscar la raz del pecado para combatir la naturaleza pasional. Esa raz se encuentra en el corazn.Jess advierte:De dentro del corazn salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones (Mt 15, 19)La lucha contra la concupiscencia pasa por la purificacin del corazn: Dios quiere que seamos limpios y castos por dentro.MAESTRO DESCONOCIDO, FlamencoLa ofrenda del coraznc. 1410Muse de Cluny, Pars

  • 3. Luchar contra la tentacinLas tentaciones contra la castidad no son pecado, son inclinaciones. Sera pecado si la voluntad se complaciera en ellas.No deben sorprendernos, pero hay que rezar para ser fuertes y rechazarlas con prontitud.No hay que perder la paz y la alegra si podemos decir sinceramente que hemos hecho todo lo posible por quitarnos la tentacin de encima.CRANACH, Lucas el MayorLa lucha de Sansn con el len1520-25Kunstsammlungen, Weimar

  • 4. El pudor y la modestiaLa pureza est defendida por el pudor, virtud que es parte potencial de la templanza.El pudor rechaza mostrar lo que debe permanecer velado, lleva a la modestia que regula gestos corporales, y mantiene la reserva.El pudor custodia la intimidad de la persona y ensea, sobre todo, delicadeza.BOUGUEREAU, William (1825-1905)Modestia1902Coleccin privada

  • 5. Campaa por la purezaLa pureza cristiana exige sanear el clima de la sociedad actual, luchando contra la permisividad de las costumbres.El cristiano ha de trabajar para que los espectculos sean limpios y no ofendan a Dios.El esfuerzo en favor de la castidad contribuye a purificar y elevar las costumbres de los pueblos.MAESTRO DESCONOCIDO, FrancsCruzadosSiglo XIICapilla de los Templarios, Cressac

  • 6. Medios para vivir y crecer en purezaSe puede alcanzar y mejorar la pureza interior mediante la oracin, junto con la pureza de intencin, que busca cumplir en todo la voluntad de Dios.Se debe cuidar la imaginacin y la vista, para rechazar cualquier complacencia en los pensamientos impuros.EL GRECO (1541-1614)La Inmaculada Concepcin y San Juan1585Museo de Santa Cruz, Toledo

  • Propsitos de vida cristiana

  • Un propsito para avanzarRechaza enseguida los malos pensamientos, poniendo los medios naturales y sobrenaturales adecuados.Piensa qu puedes hacer en la propia familia y en el ambiente que te rodea para crear un clima de pureza.Vive el pudor y la modestia.

    Compuesto de alma y cuerpo, tras el desorden del pecado original el hombre ha de soportar el tirn de la carne que reclama con egosmo el placer de la sexualidad, sin mirar a la disciplina con que Dios ha ordenado los fueros del cuerpo. As la pureza es una virtud que ha de alcanzarse con la gracia de Dios, y una particular lucha personal.Para ser limpios de corazn es necesario rechazar con firmeza pensamientos y deseos impuros, que constituyen la raz interna del pecado contra la castidad, y ya son pecado cuando se consienten. Sin embargo, vale la pena porque la pureza es una de las mayores fuentes de alegra, de paz y de energa en el progreso de la persona. Como dice Jess en el sermn de la montaa, bienaventurados los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios (Mateo, 5,8).Al reclamo de esta invitacin entendemos que la pureza puede costar, pero sabemos que es un don magnfico, corona triunfal que hemos de apetecer, venciendo el lodo de la impureza -la impureza mancha-, que es un engao amargo. Es absurdo que nos quieran convencer de que el hombre es una bestia incapaz de remontar sus instintos; el hombre no es una bestia. Y cuando Dios impone el precepto de la pureza desde la misma raz interior, "no manda ningn imposible, sino que cuando lo ordena advierte que hagas lo que puedas, que pidas lo que no puedas y l te ayudar para que puedas", ensea el Concilio de Trento con San Agustn.Al desobedecer a Dios, Adn y Eva no slo pecaron sino que abrieron una fuente de pecado: la concupiscencia o inclinacin al pecado que permanece incluso en el bautizado; el bautismo perdona el pecado original pero no elimina la concupiscencia. San Juan habla de una triple concupiscencia: concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida (cfr. 1 Juan 2,16), consecuencia del pecado original que contradice a la razn y desordena las facultades del hombre. En s misma no es pecado, pero inclina al pecado, aunque no puede daar al que no la consiente sino que le hace frente con la gracia de Cristo. Para eso se le deja al bautizado, para el combate.Como la naturaleza siente el hormigueo de las pasiones, hay que buscar la raz del pecado para combatirla. Y la raz se encuentra en el corazn; la pureza se vive en el cuerpo, pero se vive sobre todo en el alma. Jess advierte a sus discpulos: "De dentro del corazn salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones" (Mateo 15,19). Por eso, la lucha contra la concupiscencia pasa por la purificacin del corazn y Dios quiere que seamos limpios y castos por dentro, en primer lugar; el noveno mandamiento prohbe los pecados internos contra la castidad: los pensamientos y deseos impuros.Las tentaciones contra la castidad, de suyo, no son pecado sino incitaciones al pecado; seran pecado si la voluntad se complaciera en ellas, pero no lo son si la voluntad no consiente y las rechaza. Proceden de las malas inclinaciones, sugestin del demonio o del mundo que nos rodea. No debe sorprendernos, pero -sin obsesionarnos- hay que rezar para ser fuertes y rechazarlas con prontitud. El que resiste a la tentacin, crece en amor a Dios y se hace fuerte por dentro, con la fuerza de Dios, que da su gracia para vencer.Cuando surgen dudas de si una cosa es o no es pecado contra la pureza se pregunta a personas competentes: padres, sacerdote... para formarse y tener paz. En estos casos sucede lo que con las moscas en verano cuando se posan tan molestas en la cara. El que se posen no depende de nosotros; de nosotros depende el ahuyentarlas! Si en el momento de la tentacin podemos decir sinceramente: "He hecho lo posible por quitrmela de encima", no hay que perder la paz y la alegra.Siempre se ha dicho que la pureza est defendida por el pudor, virtud que es parte potencial de la templanza. El pudor rechaza mostrar lo que debe permanecer velado, inspira la eleccin del modo de vestir, lleva a la modestia que regula los gestos y movimientos corporales, y mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana. Existe un pudor de los sentimientos como tambin un pudor del cuerpo. El pudor custodia la intimidad de la persona y ensea sobre todo delicadeza.La pureza cristiana exige el saneamiento del clima actual de la sociedad, y el cristiano tiene que luchar contra la permisividad de las costumbres, que es resultado de una concepcin errnea de la libertad. Aun con independencia de la fe, el hombre no puede dejarse arrastrar por ese erotismo difuso que impregna tantos espectculos indecorosos de televisin, cine, teatro, etc., porque atenta contra la dignidad humana. Podra decirse lo del sabio: "Cuantas veces estuve con los hombres, volv menos hombre". Con mayor razn el cristiano ha de trabajar para que los espectculos sean limpios y no ofendan a Dios, como ocurre siempre que encierran cultura verdadera.El esfuerzo en favor de la castidad o pureza, que Dios protege con el sexto y noveno mandamientos, significa contribuir a que los hombres y las mujeres sean ms capaces de s mismos, y ayuda a purificar y elevar las costumbres de los pueblos. Si no se vive la pureza, las personas y los pueblos se embrutecen, viviendo como bestias.Se puede alcanzar y mejorar la pureza interior mediante la oracin -la pureza siempre hay que pedirla-, con la pureza de intencin, que busca cumplir en todo la voluntad de Dios; y cuidando la imaginacin y la vista -junto con los otros sentidos- para poder rechazar cualquier complacencia en los pensamientos impuros.