Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

    http://cuentosfantasiasexual.over-blog.com/2015/11/noviembre-cuento-del-esclavo-de-gimnasio.html 1/13

    Un ao de cuentos de fantasa

    sexual

    Bsqueda...

    12 cuentos, 1 por mes, sobre las historias de 12 personas, intercalando6 mujeres y 6 hombres, con el denominador comn del sexo y lafantasa.

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    21Nov

    NOVIEMBRE- CUENTO DEL ESCLAVO DEGIMNASIO

    Publicado por Juan Salanova

    La Ciotat (Francia), 2005.

    Carlos segua mirando al mar Mediterrneo

    para relajar sus impulsos, con el resquemor de

    la nusea existencial resbalndole por los

    labios. Era el nico humano a lo largo del

    paseo martimo de su pequea ciudad costera.

    Haba llegado el atardecer trayendo a los

    rboles del paseo sucesivas oleadas de viento

    fuerte y fro quepotenciaba la vida dentro de

    casa. Slo algncoche apresurado pasaba porla calle, perdindose en la lejana. Despus, el

    silencio.

    Llegaban las olas a romperse en la costa, creando la relajante cadencia diaria de ruidos

    repetidos una y otra vez. Cada latido del mar era un impulso a su reflexin existencial.

    - Qu hago aqu? - se deca en silencio.

    Volvi a pensar en su madre, con la que viva a sus 36 aos. Maestra divorciada a la que la

    jubilacin haba echado en un sof. All contaba con el acompaamiento de una insistente

    charla de programas del corazn que nunca acababan y que la mantenan en silencio

    absoluto y sin provocarle ya ninguna reaccin. Haca ya tiempo que Carlos haba desistido de

    acompaarla como televidente. Tras quince minutos de escuchar los chismes de personajesvacuos a los que enriqueca cada vez ms sus improperios y despropsitos sociales, el estado

    sensible de Carlos decaa hasta el odio absoluto por la humanidad. Tras la retirada pertinente

    a su habitacin, que se fue reiterando con el paso de los das, al fin decidi no ver la tele con

    su madre nunca ms. Su vida familiar consista en compartir un piso elegante pero fro, donde

    coincidan, aunque en habitaciones separadas, las voces de la tele para la madre y la msica

    chillout para el hijo. El momento de la cena, cuando ambos estaban en casa, era poco ms de

    diez minutos para comerse la pizza y el helado habitual acompaados de un par de vasos de

    vino por cabeza.

    Pero en esta temporada la madre se haba ido a sus amplias vacaciones de jubilados,

    habitualmente a la costa amalfitana, y l era libre en su casa. Libre pero aburrido, casi

    deprimido. En su vida faltaba algo. Alguien con quien poder sentir que su corazn lata en

    paralelo. Fue recorriendo los numerosos rostros con los que haba convivido de un modo u

    otro. Aunque unos cuantos todava le producan sobresaltos pens que probablemente an

    no saba qu era el amor.

    Tena abundante compaa, le agasajaban, hasta le adoraban, pero sus efmeras

    compaeras lo consideraban de usar y tirar, y su sentimiento de soledad permaneca y se

    agrandaba segn iba pasando la vida en su ciudad provinciana.

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    Para ellas Carlos era un jugoso tema de conversacin cuando apareca en el supermercado

    para comprarse sus poco sofisticadas viandas. A las 5.30 la conversacin de caf en torno a

    una mesa del bar de las clientas de mediana edad normalmente giraba en torno a la calidad

    corporal de su gigol colectivo antes de recogerse en el hogar familiar para no verse hasta el

    da siguiente.

    - Mralo. Qu bien le cae la cazadora!

    - Esta semana seguro que se ha metido caa en el gimnasio.

    - Qu hombros, madre ma!

    - Qu pasa? De quin hablis? - deca la menos avezada en asuntos extra-matrimoniales.

    - Es que no ves su cuerpo de atleta?

    - Ese chico?

    - Se llama Carlos y est muy deseoso de darnos placer, verdad?

    - S, desde luego que s - dijeron sus clientas habituales, entre movimientos indicadores de

    tamaos, susurros y risas.

    - T no lo has probado?

    - Yo? Yo no hago eso. Tengo un marido.

    - Ests tonta. Vas a comparar el pollo de granja con el faisn?

    - Yo soy feliz con l.

    - Te has acostumbrado a lo fcil, a la falta de emocin. T prueba a este alguna vez y

    despus hablamos. Si te decides, tengo su telfono. Y slo son cincuenta euros, el completo.

    - Por favor, no hables as. Me molesta.

    - Eres una oa desde que bamos al instituto. T te lo pierdes. Yo tambin pensaba as. Pero

    ca. Y no me arrepiento. Lo que me estaba perdiendo...

    Y as iban transcurriendo las tardes de los mircoles. Despus de las incisivas miradas de las

    mujeres sobre cada centmetro de su anatoma, llegaran las llamadas y las citas, exigidas con

    total discrecin, que progresivamente iban aumentando de frecuencia, para que las alegres

    casadas de La Ciotat pudieran seguir conjugando sus encuentros sexuales extra-maritales

    con el trabajo y la familia. Carlos siempre haba admirado la habilidad de sus clientas para que

    su rol de satisfactor pasara completamente inadvertido en una ciudad tan pequea.

    Carlos estaba pasando la vida entre el castigo diario de la musculacin en el gimnasio y el

    sexo por horas que ofertaba tan exitosamente a domicilio. Pero ahora, frente al mar, junto a

    nadie, estaba pensando en el sentido de lo que haca, en lo que podra durar aquello, en el

    futuro que le esperaba.

    Sinti el cansancio de un da aciago en el gimnasio. Cada vez le resultaba ms desprovisto de

    inters su actividad diaria de castigar los msculos con las sofisticadas mquinas de tortura

    que llenaban el espacio de su gimnasio, como formacin laboral de su reciente empleo.

    Llevaba tiempo pensando en retirarse. Mientras haca pesas o bicicleta o andador o mquinas

    variadas haba ya rememorado toda su vida de principio a fin.

    - Voy a seguir siempre as? Acabar siendo un viejo de fsico impresionante y cabeza

    vaca?

    Saba que deba hacer que sus recursos corporales se mantuvieran estables e incluso

    mejoraran, pues sus clientas detectaban cualquier exceso o defecto que le hubiera surgido y

    no dudaban en hacrselo saber. Y segua y segua corriendo sin moverse, empujando

    mquinas para todo una y otra vez, nadando largos y largos en la piscina para siempre volveral punto de partida. Accin sin imaginacin, sin ilusin, sin satisfaccin.

    Pero ahora tena otro motivo para permanecer all da tras da. Ya haban pasado 7 aos

    desde que muri su compaera, la experiencia social ms intensa de su existencia.

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    Se qued mirando fijamente al vaco mientras oa llegarle del pasado la lejana voz y la risa de

    Mina. Y record. Record que se conocieron una noche de juerga mientras escuchaban la

    pujanza emotiva de la voz de Manu Chao, cubriendo un cielo nocturno de agosto. A la

    semana siguiente Carlos ya estaba instalado en el piso de la joven en la zona ms cutre de

    Pars. Para l supuso un inesperado bienestar disfrutar de una hermosa joven de piel de

    bano y ojos impresionantes. Pero no era un amor en exclusiva. Sin proponrselo se convirti

    en un chulo ms del barrio, organizando concienzudamente el cuidado de la casa y la

    alimentacin para los dos, a partir de los abundantes ingresos que la belleza inigualable de su

    mujer aportaba al hogar. Fueron aos de felicidad compartida, de viajes y aventuras, de

    sensaciones de profundo placer para dos nuevos jvenes adultos, hasta que en msterdam

    comenz la deriva final.

    Durante su estancia en el camping de Noord, al que llegaban en un ferri gratuito, puesto por la

    ciudad a disposicin de los habitantes de ese barrio, Mina comenz a picarse en una tienda

    de campaa vecina cuando se lo ofrecieron. Carlos no soportaba la vista de las agujas y ese

    supuso su primer gran desencuentro.

    La herona comenz a formar parte de sus vidas, en sus actitudes completamente

    enfrentadas. Su vida empeor al volver a Pars. Mina bajo los efectos de la droga comenz a

    aceptar clientes sin lmite, la relacin con Carlos, hasta entonces tan bien compartida con sus

    clientes, se redujo a momentos de cada en un sopor del que no lograba sacarla sino a costa

    de ms droga y finalmente Mina desapareci, para irse a vivir a casa de su camello donde los

    ingresos florecan con la venta de drogas y sexo. Carlos, para quien su vida en ese momento

    no tena otro sentido que la atraccin por Mina, fue a rescatarla al centro neurlgico de la

    droga parisina para no conseguir ms que una gran paliza de los matones protectores del

    negocio, de la que tard tiempo en volver a recuperarse. An senta a veces el picor, quizs

    sicolgico, en el hmero que le rompieron en aquella ocasin.

    Huy de all, para ir a refugiarse a su ciudad, a vivir de los ingresos de su madre, y as

    permanecera durante mucho tiempo, hasta ese mismo da.

    Ya no volvera a ver viva a Mina. Supo que haba muerto y acudi al sepelio, para tener que

    or todo el desprecio que surgi del corazn de unos padres que ya haban perdido haca

    tiempo a su ser querido, volcando toda la culpabilidad y maldiciendo al joven pasivo.

    Desde entonces dej de acercarse a las mujeres y pas mucho tiempo hasta la primera vez

    que usaron su cuerpo de nuevo. Fue una noche en la fiesta de cumpleaos de su madre. Una

    amiga de ella prcticamente lo viol estando ambos en estado de completa embriaguez. Nofue mucho ms que la satisfaccin del deseo retenido durante demasiado tiempo sin apenas

    consciencia del otro, pero supuso el punto de partida de la vida de Carlos a partir de

    entonces. Sobre la mesilla haba cincuenta euros. La compaera inesperada de aquella noche

    haba fijado su tarifa fija para los aos venideros.

    Record sus aos de pre-adolescente, acosado por ser hijo de la maestra. Con una

    frecuencia diaria le acosaban en grupo los futuros obreros y maridos de La Ciotat, le decan

    toda la retahla de insultos que conocan a su edad, le golpeaban y le robaban los libros y el

    dinero. La situacin lleg a ser tan estresante que acab odiando el instituto en su conjunto,

    odio que mantendra durante el resto de su vida, y se neg a ir a clase. Un cambio de centro

    educativo supuso una relativa calma pero el aprendizaje y Carlos quedaron completamente

    divorciados. Ahora cuando haca el amor con toda su pasin a tantas mujeres de la ciudad, su

    mayor placer consista e soar que era una lucha de dominacin que devolva a los maridoscornudos toda la agresividad que le haban infringido en su poca de estudiantes.

    Todo cambi en su extenuante rutina de gimnasio y servicios sexuales cuando un da

    apareci Afrodita. Se puso junto a l en la cinta de correr de gimnasio que haba libre y no

    pareci percibir su presencia. Pero a Carlos se le abri el cielo. Era una Mina mejorada, ms

    madura, de rasgos ms sanos, de tenue sonrisa natural que le brillaba al correr, con un

    cuerpo para ensoar, justo de su talla.

    Los das y meses siguientes Carlos acudi puntualmente a la cita a la que no haba sido

    citado, y sus ojos ya no pudieron apartarse de ella. Desgraciadamente al segundo da de tan

    platnica admiracin lo llamaron a la oficina del gimnasio. La joven se haba quejado de que

    Carlos no le quitaba los ojos de encima y les haba rogado que le dijeran que era una mujer

    musulmana casada y que no quera ser molestada ni siquiera abordada. Carlos quedconstreido a olvidar su ilusin juvenil, y aunque lo intent no pudo hacerlo. Estaba

    enamorado. Sigui coincidiendo siempre que poda con los horarios fijos de la joven y

    lanzando miradas furtivas llenas de deseo cuando ella no miraba hacia all.

    Pero un martes Afrodita no apareci. Carlos sinti su falta inmediatamente. El tiempo que

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    permaneca ahora entre palancas y pesas que antes pasaba velozmente se le hizo eterno.

    Los movimientos automticos que junto a ella haca sin esfuerzo, volvieron a ser una aburrida

    y molesta carga. Mir sus msculos inflados da a da, y supo que haba llegado a un nivel

    altamente apetecible por sus clientas, aunque no le haca ya ninguna ilusin.

    Cuando pasaron tres semanas sin ver a su idealizada reina, supo que su ausencia era algo

    ms que una enfermedad, su suposicin inicial. Pregunt a los gerentes del gimnasio pero

    nadie saba nada. Su inters por seguir musculando an ms su cuerpo decay tanto que

    pens en dejarlo. Sin ella estar all era un suplicio.

    Cuando menos esperaba resolver el misterio, la vio. Iba vestida completamente de negro. S,era ella. Iba de luto?

    Un sentimiento contenido, la necesidad de estar cerca de ella le impuls a hablar.

    - Eres Afrodita, verdad? Qu te ha pasado? Por qu no vienes al gimnasio?

    Ella lo mir con cara de susto, pareci que intentaba protegerse de tan malsana compaa

    tapndose el rostro y cruz rpidamente la calle sin ni siquiera mirarlo.

    - Pero qu te ha pasado? Vas a volver al gimnasio?

    Los pasos apresurados de Afrodita se perdieron por la acera opuesta, sin volver siquiera la

    cabeza.

    - Pobre. Qu mala suerte. Quedarse viuda tan joven - oy a su lado a una antigua clienta que

    acompaaba a su nieta a casa tras finalizar su horario escolar.

    - Viuda? No saba nada. Qu le ha pasado al marido?

    - Esos malditos coches, cada vez ms grandes, cada vez ms, cada vez ms veloces...

    - Un accidente?

    - S, choque contra un rbol. Muri carbonizado. Menos mal que iba solo. Una tragedia. Y ella

    aqu ya no tiene a nadie, pobre.

    - No, no lo saba.

    - Y t, qu tal? Sigues trabajando en lo mismo?

    - Qu? S, sigo como siempre.

    - A ver si te llamo uno de estos das. Tengo una avera en el bao. Necesito un fontanero.

    - Bien, de acuerdo.

    Carlos cruz tambin la calle sin haber escuchado apenas la propuesta de trabajo que le

    ofreca la vieja.

    - Viuda? Ya no va a ir ms al gimnasio? - se dijo.

    Ahora ms solo que nunca, frente a la relajante brisa marina que le insuflaba una agradable

    humedad, estaba pensando en ella. Qu sentido tena permanecer all sin nada un hombre

    de 36 aos? Estaba palpitando por una mujer viuda que no quera ni verlo mientras iba

    pasando el tiempo en su contra, sin otra ilusin, sin un proyecto. Volvi a aparecrsele el

    rostro amado y sus ojos sudorosos que ocupaban todo el firmamento que tena ante s. No

    pudo soportar la imagen y volvi a casa.

    Como siempre, sentado en el sof de cuadros de su madre, cerveza, pizza y televisin.

    Son el telfono. Era su follamiga Beatrice, la nica joven soltera de la ciudad con quien haba

    encontrado cierta afinidad sexual y personal. Era la confidente de sus problemas y de su

    problemtico estado actual, aunque hasta entonces haba tenido poco xito en convencerlepara que se buscase un empleo honrado.

    - Hola, Carlos! Puedes hablar?

    - Hola Beatrice. S, contigo siempre puedo. Qu tal el curro?

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    - De eso quera hablarte. A que no sabes quien ha venido hoy a la agencia de viajes?

    - Dime.

    - Tu amor platnico.

    - Afrodita? Va a viajar?

    - Se va.

    - Cmo que se va? Adnde?

    - Me ha comprado un billete de avin para dentro de 1 semana. Marsella-Asmara. Me ha

    dicho que ha arreglado ya todo y que se va con su familia. Sabes que su marido se mat en

    un accidente?

    - S, lo s. Asmara? Dnde est eso?

    - Capital de Eritrea. Cerca del Mar Rojo.

    A Carlos, la informacin geogrfica segua sin decirle nada, en consonancia con su

    analfabetismo provocado en los aos de acosado escolar. Pero entonces le vino la idea.

    - Beatrice, ests ah?

    - Claro. Qu te pasa?

    - Quiero otro billete. Al lado del de ella.

    - Qu dices?

    - S, quiero que al sacar el billete, pidas 2. Yo te pago el otro.

    - Vas a viajar a Eritrea? Ests loco?

    - No tengo nada aqu. A mi las locuras me van.

    - No sabes lo que haces. Pareces un cro.

    - T saca ese billete extra, vale? O me paso por all?

    - Vente maana. An no tengo bloqueado el otro porque necesitaba su pasaporte.

    - A qu hora va a ir Afrodita a la agencia?

    - Sobre las 11 me ha dicho.

    - Yo estar all a las 9, de acuerdo? Te llevo el pasaporte y las pelas. Y si quieres te invito a

    comer y a la siesta.

    - Muy generoso ests. Lstima que conmigo no quieras ni viajar a la Costa Brava.

    - Otra vez ser, te lo prometo. Ahora tengo que prepararme todo que dentro de una semana

    me voy a la selva.

    - Selva? Mrate bien antes de venir la ciudad y el pas que quieres visitar. Billete de ida y

    vuelta, no?

    - Lo ha pedido ella?

    - No. Ya te he dicho que se va. Slo ida.

    - Slo ida para m tambin.

    - Increble.

    Tras unos das de recogida y cierre, Carlos, con su maleta de cuatro ruedas, estaba en el

    aeropuerto de Marsella intentando orientarse hacia el vuelo elegido. Era temporada baja para

    el turismo por lo que no encontr demasiadas aglomeraciones.

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    Una vez en la fila del embarque esperando su turno, medio escondido, percibi la llegada de

    su mujer amada, sola tambin, quien de ningn modo se imaginaba que iba a coincidir con su

    compaero de gimnasio de La Ciotat.

    Una vez en la sala de espera para entrar en el avin, sus miradas se cruzaron, pero ninguno

    dijo nada. Carlos puso cara de ignorador de ciudad y se sent lejos de ella, aparentemente

    enfrascado en un libro de viajes sobre Etiopa y Eritrea. Afrodita se puso unos auriculares y

    cerr los ojos. Pareca que la msica, inaudible para los dems, la estaba relajando.

    A la llegada a sus asientos de un estrecho avin de 2 asientos por fila, la joven comenz a

    impacientarse.

    - Pero te ha tocado el asiento a mi lado?

    - S. Yo el 22 de pasillo. Y t?

    - El 22 de ventanilla.

    - Bueno, pues viajaremos juntos. No pasa nada.

    Afrodita no pareci creerse del todo tanta casualidad.

    - Viaje de turismo, no? - dijo Carlos con un tono desinteresado.

    - No, asuntos de familia.

    - Yo voy de turista.

    - Solo? En esta poca?

    - S, en temporada baja hay muy buenos precios - sigui diciendo con el mismo tono.

    Afrodita volvi a ponerse los auriculares y a or msica, que perciba tenuemente el joven. Y

    as transcurri la primera parte del viaje. Cuando Afrodita se qued dormida, Carlos pudo

    contemplar toda su belleza ms cerca que nunca. Los cabellos negros, largos, recios,

    brillantes. El rostro fuerte, terso, con curvas talladas a cincel. El cuerpo fuerte, sano,

    emanando femineidad no contenida. Pasear la vista por su silueta supuso el mximo gozo

    para un joven que haba posedo demasiados cuerpos y amado demasiado pocos. Afroditaera para l un imn del que ya no poda separarse. Sin poder resistirse se inclin hacia ella y

    saltndose la distancia interpersonal bes castamente su cabello. Pero en ese momento se

    despert la joven.

    - Afazata! Azafata!

    - Perdn, no haca nada. Slo te he besado el cabello porque... porque te quiero.

    - Azafata! Venga por favor!

    - Qu ocurre? - dijo alarmada la azafata, acudiendo rpidamente.

    - Deme otro asiento! No quiero estar con este hombre. Tiene malas intenciones.

    - Otro asiento? Tranquilcese, no hay problema. Tenemos asientos vacos de sobra.

    - Perdone, azafata. No ha sido nada. Me he dejado llevar por mis impulsos. Somos amigos.

    - Cmo que amigos? Yo no lo conozco!

    - Ests mintiendo, Afrodita. Nos conocemos desde hace tiempo

    - Tranquilos, por favor. Si la seorita no quiere estar con usted, tengo que buscarle otro sitio.

    - Si se ha de cambiar alguien, ser yo - dijo Carlos, apesadumbrado.

    Sintiendo las miradas de todo el pasaje a sus espaldas, Carlos fue caminando hacia la cola

    del avin ocupando uno de los ltimos asientos. Era otra vez, como en sus ltimos tiempos

    escolares, el ltimo de la fila.

    Durante la segunda parte del viaje, Carlos, en uno de los ltimos asientos del avin,

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    abochornado y no teniendo ms que hacer, se dedic a reconocer el territorio al que se diriga

    y que pareca ser bien distinto de la selva africana que apareca en sus cuentos infantiles.

    Qu pasara al llegar al aeropuerto? Iba a desaparecer Afrodita para siempre?

    - No me separar de ella! - dijo con fuerza dentro de s mismo, mientras pensaba en el

    momento fatdico en llegar a tierra. A ella probablemente la esperaran sus familiares. l se

    quedara solo en un pas desconocido de lenguas incomprensibles, el rabe y el tigria, segn

    haba ledo en la gua de viajes, con cuya lectura estaba intentando que su viaje fuera ms

    llevadero y le ayudase a rebajar la frecuencia de su pulso sanguneo.

    Y el momento fatdico de bajar del avin lleg. Debi permanecer a una prudente distancia dela mujer que amaba, pero cuando sacaron los equipajes, la sigui.

    - Afrodita, por favor, dame una oportunidad. He intentado olvidarte, pero no puedo. He venido

    aqu por ti. Me morira si no puedo verte ms.

    - Por favor, djame en paz. Soy viuda, vuelvo a mi tierra. Aquello se acab.

    - Slo quiero volver a verte, quiero estar contigo, no me dejes solo.

    - Salve Afrodita! - se oy cerca de ellos.

    - Cugino Paolo. Ch allegria! Come sono felice di rivederti!

    - Anch'io, cara cugina. Ma chi il ragazzo?

    - Un francese che viaggia nello stesso volo.

    - Niente di te?

    - No, figurati.

    - Perdn, seor. Puedo viajar con ustedes? Voy al mismo sitio que Afrodita. Le pago el viaje.

    - Cosa?

    El primo mir a Afrodita. El otro conoca su nombre. Algo haba entre ellos.

    - Non accettare. Andiamo subito. Dopo ti spiego. Lo siento. No puedes venir, francs. Felices

    vacaciones - dijo la joven, cerrando la puerta de la furgoneta tras de s.

    Carlos corri hacia el otro lado y casi implor al conductor que lo llevara con ellos.

    - Mi dispiace - fue la respuesta.

    El vehculo arranc dejando una considerable nube de polvo tras las ruedas. Carlos se qued

    inmvil, hundido en la tragedia. A lo lejos an pudo divisar el letrero de la furgoneta. Pizzera

    Sorbillo.

    - Son italianos? - se dijo, y pens que tena que seguir leyendo la gua.

    Cuando se acerc a su maleta, haba desaparecido. A partir de entonces iba a viajar ligero de

    equipaje. Afortunadamente llevaba su mochila, la cartera y la gua. Se acerc al mostrador de

    informacin y en un franquitaliano comprensible le indicaron la direccin de la pizzera y como

    llegar a ella en autobs.

    Esa noche Carlos cen una excelente pizza en Pizzera Sorbillo, una bastante lograda

    aproximacin a la casa original de Npoles, ante la mirada perpleja del primo de Afrodita. Por

    suerte el local tambin ofreca habitaciones y Carlos no dud en alojarse all. Saba que

    andara cerca su adorada diosa.

    En una habitacin espartana, con colchn en el suelo como nico lujo, Carlos pas una noche

    preocupado por el devenir africano. Para evitarlo sigui leyendo la gua de Eritrea y vio sus

    lugares interesantes, conoci su moneda, sus idiomas y su Historia. Entonces comprendi porqu su anfitrin hablaba italiano. Eritrea fue una antigua colonia italiana en los tiempos de

    Mussolini.

    Al da siguiente, mientras desayunaba, in ici una conversacin con el pr imo.

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

    8/13

    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

    http://cuentosfantasiasexual.over-blog.com/2015/11/noviembre-cuento-del-esclavo-de-gimnasio.html 8/13

    - Eres italiano?

    - Io? No, ci parlo italiano perch mio padre fu soldato con gli italiani tanto tempo fa. Capisci?

    Mio padre... soldato.

    - Vale, te comprendo. Tu padre soldado.

    - Tu resti qui per quanto tempo? Quanti giorni, capisci?

    - No s - dijo encogindose de hombros - quiero ver a tu prima.

    - Sei veramente innamorato di Afrodita? Amore?

    - S. Quiero estar junto a ella. Para siempre - dijo el joven haciendo que se juntaran sus dedos

    ndices para ampliar las posibilidades de ser comprendido.

    - Parler con lei. Vieni qui a mezzogiorno. Capisci? Alle dodici qui - explic ayudndose con

    los dedos.

    Tras dar un paseo largo hasta la catedral catlica, tambin herencia de los italianos, a las 11 y

    media Carlos ya estaba sentado en la pizzera, esperando nervioso la llegada de su amada.

    Imaginaba que ese iba a ser el da definitivo en sus pretensiones de enamorar a Afrodita.

    A las doce en punto entr la mujer de sus sueos. No iba sola. La acompaaban dos viejos

    que imagin seran familiares. Se sentaron en otra mesa y parecieron no notar su presencia.

    Les sirvieron la comida y comenzaron a comer, mientras discutan en voz baja, a la vez que

    lanzaban breves miradas al joven solitario. An a distancia, aunque no comprenda qu

    hablaban, palpaba un evidente desacuerdo entre Afrodita y los dos hombres. Cuando

    acabaron de comer, la conversacin pareci diluirse. A primera vista pareca que el viejo que

    se sentaba frente a la joven haba dicho la ltima palabra.

    Tras haberse comido ya dos pizzas Carlos para matar el tiempo y cuando senta que

    menguaban sus esperanzas, se acerc a su mesa el camarero.

    - Lei invitato alla tavola dei signori di l. Mi accompagna, per piacere?

    Los gestos no dejaban lugar a dudas. Le peda que fuera a la mesa de Afrodita.

    Tras las presentaciones, fue invitado a sentarse en el lado que quedaba libre entre Afrodita y

    el viejo ms asertivo, su padre. Sigui una conversacin entre el padre y el joven, que Afrodita

    ira traduciendo sin que se le permitiera participar.

    - He sabido que usted pretende a mi hija. Es esto cierto?

    - S, estoy enamorado completamente de ella. Estoy seguro. Quiero vivir con ella.

    - Pero ella ya no quiere volver a Europa.

    - Podemos vivir aqu. No me importa. Slo quiero saber si ella me quiere a m. S que Afrodita

    es viuda. Coincidamos en un gimnasio de La Ciotat. Pero an no s si le gusto, quiero decir,

    si le gusto para marido.

    - Nos ha contado que su profesin, cualquiera que sea porque no nos la ha querido describir,

    no es muy honrada.

    - Mi vida en Francia se ha acabado. Quiero empezar aqu una nueva vida. Soy fuerte. S

    conducir. Puedo trabajar de lo que sea.

    - Nosotros somos catlicos eritreos y como tales creemos que para que el Altsimo perdone el

    pecado a los herejes, tienen que sufrir una penitencia. Estara dispuesto a cumplir la

    penitencia que le asigne nuestro sacerdote?

    - Har lo que me digan para ganar el amor de su hija - dijo, mirndola fijamente, largamente,

    sin parpadear un instante, aunque solo consigui de ella una mirada fugaz entre sorprendidae intimidada.

    El segundo viejo, to de la joven, que hasta entonces haba permanecido en silencio, se

    present.

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

    9/13

    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    - Soy el patriarca de Asmara y to de Afrodita. Para que puedas aspirar al amor de nuestra hija

    en la fe, debes renunciar a tus pecados, cumplir la penitencia y bautizarte como hombre

    nuevo. Entonces podremos bendecir vuestro matrimonio, para que Dios os otorgue hijos que

    os hagan felices hasta el final de vuestros das.

    - Qu tengo que hacer? - dijo Carlos, casi interrumpindole.

    - Si quieres de verdad a Afrodita debes ir a la tierra de Afar a cumplir tu penitencia. Primero

    trabajars. Despus el chamn te dar la bebida sagrada para que esperes en estado de

    plena pureza la salida de la flor del rbol de la sangre del dragn. All permanecers hasta

    que salgan sus flores, bandote con su sangre. Trae a Afrodita un racimo de flores deldragn y entonces sers digno de pertenecer a nuestra tribu. Ests dispuesto a superar el

    reto?

    - S. Cuando quieran.

    - A la caravana!

    Todos se levantaron en silencio. El patriarca cogi a Carlos de la mano y comenzaron a

    caminar seguidos de Afrodita y su padre. La calle estaba llena de voces incomprensibles para

    un extranjero. Se compraba y venda, se saludaban y rean y segn se acercaban a su

    destino aumentaba la energa en el volumen de las voces. Al final llegaron a un gran corral

    donde permanecan atados una veintena de camellos, que estaban siendo ensillados y

    revisadas las provisiones, pues a un largo viaje se enfrentaban. Era la caravana de la sal. Y

    esta vez iba a formar parte de la expedicin un joven urbano francs sin ningn conocimiento

    de bestias de carga ni del idioma que hablaban los nativos entre s.

    A las pocas horas la car avana parti. Durante unos das Carlos sera camellero por primera

    vez en su vida. En su despedida no pudo llevarse ms que una larga mirada de inters de

    Afrodita, cuya imagen le seguira a todas partes durante su periodo de penitencia.

    Sol, viento y polvo, das con horas eternas de movimientos mecnicos de piernas siguiendo

    las de los camelleros y camellos que le precedan, concentracin absoluta en el absurdo en

    que se haba metido, contemplacin inmvil de las conversaciones incomprensibles de sus

    compaeros mientras coman algo y beban otra taza de t caliente por la noche, ... y de

    nuevo un sol atornillante, insoportable, pues estaban en el lugar ms caluroso del planeta, el

    desierto de Danakil.

    En unos das Carlos se quem, se pel, se volvi a quemar y sobrevivi cubierto de gel de

    aloe, cambiada su ropa por la misma chilaba y turbante que llevaban los dems. En el camino

    slo encontraron a otra caravana que viajaba en sentido contrario, con los camellos cargados

    de grandes placas de sal fsil. Entre los caravaneros intercambiaron alegres conversaciones,

    risas y crey que usaban varias veces la palabra francs en sus conversaciones.

    Carlos haba pensado que el final del trayecto sera un idlico oasis de las Mil y Una Noches,

    pero para su decepcin la caravana se detuvo en un pueblo fantasma. Todo a su alrededor

    formaba parte de un paisaje lunar dominado por el silencio y el vaco. Ya estaban en otro

    pas, en Dallol, un antiguo poblado minero del que los europeos haban extrado sal y potasa

    en el pasado. De ese pasado slo quedaban restos de edificios, maquinarias y piezas de

    ferrocarril en un desierto sin vas.

    Los siguientes das todos los hombres se afanaron a sacar el mximo posible de placas de sal

    de un lago salado que se haba quedado sin agua. Palancas, picos, cortafros y macetas, todo

    vala para sacar sal de aquella depresin infernal. Haba noches en que el dolor y el

    cansancio no le dejaban dormir. Entonces se tenda mirando a la luna ms clara que haba

    visto nunca, mientras oa los melanclicos cantos de los hombres de Afar. Entonces vea flotar

    ante sus ojos la ltima mirada de la mujer que le haba cambiado la vida, el da de su

    despedida.

    La noche antes de volver con su carga, hubo fiesta y todos bailaron y cantaron en torno a una

    hoguera hecha con lea que haban llevado hasta all. Hasta le ofrecieron vino, que no

    probaba desde haca tiempo. Cuando menos lo esperaban, apareci un hombre de piel

    negra, ropa negra y unos ojos enormes que les miraban fijamente.

    - Monsieur Jean, Monsieur Jean - dijeron todos a la vez, y en un segundo rein el silencio.

    El recin llegado se acerc a Carlos y para su alivio utiliz un francs perfecto.

    - Eres t el francs?

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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    - S. Yo soy. me llamo Carlos.

    - Yo soy Monsieur Jean, tu chamn. Vengo de Sudn. Debo felicitarte, has superado tu

    primera prueba: el calor, el viento, la soledad y el trabajo. Maana la caravana partir pero t

    te quedars conmigo. Cuando el rbol de la sangre del dragn florezca ser el momento de

    que vuelvas a encontrarte con tu amada.

    Cuando los primeros rayos de sol iluminaron la reseca tierra, la caravana volvi a su destino

    con su carga de sal, pero Monsieur Jean y Carlos tomaron un camino distinto, montados en

    unos pequeos burros, que pareca imposible que pudieran llevar a una persona encima.

    Pronto se not el olor. Era un olor punzante, cido, enormemente molesto al olfato, peroMonsieur Jean, que le preceda, indicando el camino, no pareca apreciarlo.

    - Qu es este olor? - pregunt Carlos.

    - Pronto lo vers - fue la lacnica respuesta.

    En efecto, en cuanto llegaron a la cumbre de la colina, Carlos no poda creer lo que estaba

    viendo. Era el infierno en la tierra. lagos burbujeantes, aguas amarillas, rojas, verdes, de 1 de

    acidez, donde no haba vida, pues en ellas reinaba el cido sulfrico, impidiendo cualquier

    vida celular. Una visin apocalptica y sin embargo real

    - Qu es esto? - le pregunt

    - La entrada al infierno. All ibas a ir, pero te salvar. Tu amor sincero te ha salvado.

    Soportando como pudo el insoportable olor, tapndose las narices, tosiendo, fue siguiendo al

    chamn hasta alejarse hacia lo alto de una montaa con rboles. Los reconoci. Eran como el

    drago milenario de Icod de los Vinos en las Islas Canarias, adonde lo haba llevado una de

    sus clientas francesas para una escapada sentimental como llamaba su amiga Beatriz a fines

    de semana de sexo intenso en hotel.

    Siguiendo un itinerario conocido, finalmente llegaron hasta el rbol de ms porte de ese

    bosque xerfilo.

    - Desndate, por completo - le orden Monsieur Jean.

    Carlos se despoj de su ligera ropa de desierto y siguiendo las indicaciones del chamn secoloc junto al rbol. Monsieur Jean sac un machete y dio un tajo en el tronco del rbol

    sobre la cabeza de Carlos. Este cerr los ojos, asustado, para sentir inmediatamente que su

    cuerpo se cubra de un lquido lechoso de color rojo.

    - Que la sangre del dragn te libre de tus inmundicias - dijo el chamn elevando una pequea

    cruz hecha de uas de guila.

    - Que la sangre del dragn te cubra de bondad y amor humano - sigui diciendo, tocando un

    cascabel hecho con una pequea calabaza seca.

    - Que la sangre del dragn abra tu corazn y renazcas en una nueva realidad - dijo,

    acercndole una calabaza vinatera a los labios.

    Carlos, tras tantos das de sed insatisfecha, bebi el brebaje hasta vaciar la calabaza. E

    inmediatamente empez a sentir los efectos de la ayahuasca.

    Pas un da, pas una noche, lleg el siguiente da y Carlos an estaba fuera de este mundo.

    Su cuerpo fue reino de sudores y escalofros, vrtigos, nuseas, vmitos, pis y diarrea. Su

    mente, completamente disociada de la carne tintada de rojo que se revolcaba por el suelo,

    ascendi sobre los rboles, inspir con fuerza los vapores del infierno terrestre, y ascendi

    con ellos hacia un cielo que se alejaba del planeta, empequeecido por la distancia. Sinti a la

    gente con la que se haba relacionado y detect su miedo a la soledad, su ansia de encontrar

    un sentido a la vida, contempl sus ojos temblorosos, ojos extasiados, ojos hundidos, ojos

    anestesiados y hasta ojos muertos, para ver en el otro lado los ojos felices de los nios para

    los que el tiempo no es un concepto, ojos de alegra y felicidad, de aceptacin, de inters y de

    entrega. Se vio a s mismo de nio junto a su madre de la mano, pero la madre se hundi enuna cloaca sin ninguna queja, como si el hundimiento hubiera formado parte de su vida desde

    siempre. El nio se hizo joven y entonces aparecieron las bocas. Sinti el dolor de unas bocas

    que le arrancaban los ojos, y aunque volvan a surgirle en las cuencas oculares, ms tristes,

    ms inseguros, se los volvan a arrancar una y otra vez, hasta que no vio nada. Slo oy las

    risas de los matones que tanto placer haban encontrado con su ceguera. Pero sali un sol

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

    http://cuentosfantasiasexual.over-blog.com/2015/11/noviembre-cuento-del-esclavo-de-gimnasio.html 11/13

    relampagueante con forma de cabeza de Afrodita que fulmin las risas con los rayos que

    salan de sus ojos. De su boca emergi una fuente de orina caliente que se verti sobre los

    cuerpos, destruyndolos, convertidos en polvo que caa lentamente al infierno de azufre de

    Dallol, haciendo estallar millones de fuegos artificiales multicolores que llenaron la noche,

    hacindola da. Entonces se vio a s mismo surgiendo de las profundidades del azufre, en

    forma de gran serpiente transparente con su cabeza humana que ascenda hasta el sol

    afrodisaco, atravesando la boca del Sol-mujer. All acab todo. Una tenue nieve clida cubri

    las estrellas, cubri los lagos cidos, cubri sus prpados que cubran todo su cuerpo... Y

    entonces conoci el significado de la palabra paz.

    Cuando Carlos volvi en s, reconociendo el entorno en el que estaba, Monsieur Jean estabatranquilamente tomando un t.

    Y as pasaron muchos das. Carlos se embebi de la amplsima cultura que emanaba del

    sabio chamn, y a su vez le cont su vida europea, que desconoca el maestro.

    Cuando lleg el verano, el dracaena ombet floreci. Eran unos racimos de flores blancas que

    embellecieron sobremanera un ambiente tan spero, hacindoles amar la vida de un planeta

    que produca vida eterna, estacin tras estacin.

    - Ha llegado el da, Carlos. Volvamos a la mina de sal.

    El camino de vuelta en busca de su amada supuso una constante obsesin para l. Deba

    mantener la inflorescencia dentro del agua para que el sol no marchitara su belleza y

    desvalorizara el regalo tan arduamente conseguido para ella.

    Volva ilusionado de su historia con final feliz, pero no pudo ser. Una bomba en el suelo acab

    con su ilusin, haciendo saltar por los aires el camello, el cntaro y la flor. Asaltados por una

    guerrilla, en pocos minutos la catstrofe inund el desierto y el silencio vio los lamentos del

    humo. Camelleros muertos, camellos y carga robados. Cuando lleg la polica slo pudieron

    contar los muertos. Carlos no estaba all. Su rastro se perdi.

    Dos aos ms tarde Afrodita se encontraba en medio de su habitual grupo de turistas

    franceses, explicndoles la Historia de su pas mientras los acompaaba en el circuito

    monumental de Asmara. Era un da muy caluroso, por lo que a medioda se detuvieron en un

    bar al aire libre bajo un techo de plstico que daba sombra y mitigaba parcialmente el calor.

    En la televisin nacional daban las noticias. Apareci un rtulo parpadeante de ltimas

    Noticias en la pantalla y a continuacin un encapuchado llev maniatado a un barbudoprisionero blanco frente a la cmara. Era Carlos.

    - Lee - le dijo el encapuchado de modo imperioso.

    Carlos obedeci inmediatamente.

    - El Movimiento Revolucionario Afariano, ante el ataque imperialista de Francia a nuestros

    hermanos musulmanes, y tras negarse a retirar sus cruzados del Oriente Medio pese a las

    sucesivas amenazas de que tal poltica expansionista iba a provocar el sufrimiento de su

    poblacin, y de negarse a negociar la liberacin por intercambio de presos, ha juzgado y

    condenado a muerte al ciudadano francs Carlos, nacido en La Ciotat, como representante de

    la potencia atacante. Que Al lo acoja en su seno.

    Un tenso silencio sigui al comunicado, El encapuchado puso ante la cmara un cuchillo

    curvado y cogi al rehn por los pelos.

    - Afrodita, te quiero! - se oy retumbar ante la mirada desesperada de la gua, amplindose

    en pocas horas a todo el mundo.

    La sangre fluy a borbotones bajo una cabeza en la que slo permaneci momentneamente

    la imagen de Afrodita baada en sangre purificadora de drago unida a la suya propia.

    A la semana siguiente, el tema de primera plana del degollamiento, presente en todos los

    medios, provoc un aluvin nacional en el cementerio de La Ciotat. La desconsolada madre,

    abrumada por el meditico evento, acompaada de Afrodita completamente de negro, poco

    pudo hacer ms que repetir insistentemente: Gracias, muchas gracias.

    Y la vida sigui en el planeta, mientras se repetan e incluso ampliaban las contradicciones de

    un sistema injusto hecho norma.

  • 7/25/2019 Noviembre - Cuento Del Esclavo de Gimnasio

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    16/12/2015 NOVIEMBRE - CUENTO DEL ESCLAVO DE GIMNASIO - Un ao de cuentos de fantasa sexual

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