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Ocho cerdito s Reflexiones sobre historia natural Stephen J ay Gould Capítulo 12. Caída en la casa de Ussher Traducción castellana de Oriol Canals Revisión de J oandomenec Ros Crítica Grijalbo Mondadori Barcelona

Ocho cerditos C12: Caída en la casa de Ussher

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Uno de los capítulos del libro "Ocho cerditos.Reflexiones sobre historia natural" de Stephen J. Gould en 1993. Versa sobre las vicisitudes de la datación del mundo en el siglo 17 a partir de la Biblia, un curioso episodio de la historia de la ciencia. El obispo Ussher calculará que la Creación habría tenido lugar el año 4004 antes de Cristo, un 23 de octubre.

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  • Ocho cerdito s Reflexiones sobre historia natural

    Stephen J ay Gould

    Captulo 12. Cada en la casa de Ussher

    Traduccin castellana de Oriol Canals

    Revisin de J oandomenec Ros

    Crtica Grijalbo Mondadori

    Barcelona

  • Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra

    por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Ttulo original: EIGHT LITTLE PIGGIES.

    REFLECTIONS IN NATURAL HISTORY W. W. Norton & Company, Nueva York

    Diseo de la coleccin y cubierta: ENRIC SATU 1993: Stephen Jay Gould

    1994 de la traduccin castellana para Espaa y Amrica: CRTICA (Grijalbo Mondadori, S.A.), Arag, 385, 08013 Barcelona

    ISBN: 84-7423-663-0 Depsito legal: B. 34.462-1994

    Impreso en Espaa 1994. - HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 08005 Barcelona

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    Cada en la casa de U ssher

    astante incmodo me siento ya con una corbata comn anudada en torno al cuello; compadezco, pues, a los desventurados religiosos y hombres de

    negocios del siglo XVII, tan a menudo representados con aquellas asfixiantes gorgueras. El formidable caballero que aparece en la figura 19 ostenta el ttulo latino de Jacobus Usserius, Archiepiscopus Armachanus, Totius Hibernae Pri-mas, o James Ussher, arzobispo de Armagh y primado de toda Irlanda. Hoy en da se le recuerda sobre todo, de forma burlona, como el hombre que situ la fecha de la creacin en el afio 4004 a.C., y que incluso tuvo la osada de pre-cisar el da y la hora: 23 de octubre, a medioda.

    Permtame el lector empezar con un comentario personal sobre el ttulo de la mencionada lmina, puesto que mi malinterpretacin del mismo contiene, en sntesis, el tema global de este ensayo. Confieso que siempre me ha divertido la palabra primado, en su sentido eclesistico de arzobispo ... que ostenta el lugar ms preeminente entre los obispos de una provincia. Todos los zologos deben compartir mi regocijo, ya que los primates son, para nosotros, monos y simios (miembros del orden Primates).* As pues, cuando veo a un hombre descrito como

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    19. Retrato de James Ussher.

    puede reivindicar con la misma validez su perfecta adecuacin a la etimologa de la palabra, y adems una mayor antigedad en su empleo (el Oxford En-glish Dictionary sita en 1205 la aparicin de esta acepcin). As pues, los zo-logos somos los usurpadores, no los guardianes de la norma. (Me pregunto si los predicadores se ren al descubrir este trmino en un libro de zoologa, y si imaginan a un papin yendo de aqu para all adornado con una gorguera.) En cualquier caso, el arzobispo de Armagh es la cabeza visible, y por lo tanto el primado, de la iglesia angloirlandesa, del mismo modo que el arzobispo de Canterbury es el primado de toda Inglaterra.

    He afirmado anteriormente que esta pequea historia contiene en miniatu-ra lo que sigue de este ensayo. Y ello por dos razones:

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    1. Me dispongo a defender la cronologa establecida por Ussher en tanto que un esfuerzo encomiable para su tiempo; y a argumentar que su pretendida faceta ridcula es fruto tan slo de una lamentable pobreza de miras, nacida de nuestro hbito malsano de juzgar un pasado lejano y distinto a la luz de criterios actuales (del mismo modo que nuestra diversin al describir a un pri-mado de la Iglesia como a un simio provisto de ropajes invierte la historia de los usos de esta palabra, pues su definicin eclesistica es la principal, mientras que la zoolgica es derivada).

    2. La imagen mental de un prelado como un simio vestido refuerza el peor de los provincianismos en que suelen caer los cientficos en la interpretacin de su propia historia: la nocin de que el progreso en el conocimiento es fruto de la victoria de la ciencia en su batalla contra la religin, entendida sta como obe-diencia a la autoridad y fidelidad irreflexiva a un dogma, y entendida la prime-ra como bsqueda objetiva de la verdad.

    James Ussher (1581-1656) vivi los siglos ms turbulentos de la historia in-glesa. Naci en pleno reinado de Isabel, y muri bajo el poder de Cromwell (quien le honr con un funeral de estado en la abada de Westminster, pese a los sentimientos monrquicos de Ussher y a su previo apoyo al ejecutado Car-los 1). Con slo treinta aos, y gracias a su precoz condicin de erudito con una especial aptitud para las lenguas, Ussher ingres en el 'frinity College de Dubln en el momento de su fundacin, en 1594. Fue ordenado sacerdote en 1601, y despus se convirti en profesor del 'frinity (1607), amn de ser nom-brado vicecanciller en dos ocasiones (1614 y 1617). Con su nombramiento en 1625 como arzobispo de Armagh, se convirti en cabeza (o primado) de la Iglesia angloirlandesa, un cargo duro de roer en aquella tierra eminentemente catlica (

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    tarse a sus primeras espadas en debates formales. Sus palabras eran speras, pero crea en la victoria por la fuerza de los argumentos, no por la va del exi-lio, las multas, el encarcelamiento o las ejecuciones. De hecho, incluso sus bio-grafas hagiogrficas, escritas poco despus de su muerte, critican su falta de entusiasmo en la gestin cotidiana de los asuntos eclesiales, as como su poca disposicin a implantar polticas de intolerancia. Era un hombre estudioso por temperamento y, como mucho, un administrador irregular. En 1642, cuando estall la guerra civil, Ussher se encontraba en Inglaterra, y ya jams regres a Irlanda. Dedic la mayor parte de su ltima dcada al estudio y la publica-cin, incluyendo, en 1650, la de la obra que iba a convertirse en el germen de su infamia actual: Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti, (Anales del Antiguo Testamento, deducidos del primer origen del mundo).

    Ussher iba a convertirse, por una razn ajena a sus propias intenciones, en smbolo del autoritarismo ciego y atvico. Unos cincuenta afios despus de su muerte, numerosas ediciones de la traduccin autorizada de la Biblia, la del rey Jacobo, empezaron a presentar su cronologa en la estrecha columna de no-tas y referencias situada, por lo general, entre las dos columnas de texto de cada pgina. (La Gideon Society persisti en su costumbre de disponer un ejemplar de esta edicin en casi todas las habitaciones de hotel de Norteamrica hasta hace apenas quince afios; ahora utilizan una edicin ms moderna, en la que se ha suprimido la columna de notas, cronologa incluida.) All, blasonada en la primera pgina del Gnesis, se encuentra la fecha reveladora: 4004 a.C. En las biblias inglesas, por lo tanto, la cronologa de Ussher lleg a adquirir una categora casi cannica o sagrada (de ah tambin su descrdito, en tanto que smbolo del fundamentalismo).

    Hoy en da resulta difcil encontrar un libro de texto sobre geologa que, en la tpica introduccin dedicada a revisar las ideas antiguas sobre la edad de la Tierra (antes de que la datacin radiactiva nos permitiera determinarla con certeza), no se ensafie con la fecha establecida por Ussher. Otros prceres reci-ben elogios por sus excelentes tentativas realizadas con un adecuado espritu cientfico, incluso cuando sus conclusiones poco tienen que ver con la realidad (vase el ensayo anterior sobre Halley), y en cambio Ussher es condenado por idolatra bblica o por simple estupidez. Cmo es posible que cualquiera, al observar una colina, un lago o un montn de rocas, no percibiera de inmediato que la Tierra tena que ser muy antigua?

    Hay un texto que aborda las ideas de Ussher bajo el ttulo La regla de auto-ridad, y las propuestas posteriores bajo el de Advenimiento del mtodo cien-tfico. Nos enteramos (aunque sea un completo disparate) que la fecha de 4004 a.C. [de Ussher] lleg a ser objeto de la misma veneracin que el propio texto sagrado. Otro libro sita a Ussher bajo el ttulo de Primeras especula-ciones, ya los escritos posteriores bajo el de Enfoque cientfico. Estos autores afirman que la fecha de 4004 a.C. fue de este modo incorporada al dogma de la Iglesia cristiana (un comentario algo extrafio, dada la tradicin de los

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    catlicos, y tambin de numerosos protestantes, tendente a interpretar de for-ma alegrica los das del Gnesis). Y prosiguen: Durante ms de un siglo a partir de entonces, aventurar ms de 6.000 aos para la formacin de la Tie-rra fue considerado una hereja.

    Incluso los verbos utilizados para describir los esfuerzos de Ussher expre-san cierto menosprecio. En un texto, Ussher declar su fecha; en un segundo texto, la decret; en un tercero, anunci con gran certidumbre que ... el mun-do haba sido creado en el ao 4004 a.C., a las nueve de la maana del 26 de octubre!. (Ussher, en realidad, dijo el 23 de octubre al medioda, pero he encontrado tres textos en los que se repite el mismo error, 26 de octubre a las nueve, as que deben haberse copiado los unos a los otros.) Despus, este tercer texto contina: el clculo de Ussher sobre la edad de la Tierra fue considera-do indiscutible durante 200 aos.

    Muchas afirmaciones traslucen cierta irona. Sin embargo, otro libro de texto (y van seis, de modo que puede verse que no es mi perfidia la que elige los ca-sos ms raros o absurdos) considera la obra de Ussher como una directa reac-cin contra las investigaciones cientficas del Renacimiento. Despus se nos informa sobre la declaracin del arzobispo Ussher de Irlanda, en 1664, de que la Tierra fue creada a las nueve de la maana del 26 de octubre del ao 4004 a.C. (presumiblemente hora de Greenwich ... )>>. Bien, en la mencionada fecha Ussher llevaba ocho aos muerto, y la fecha que fij para el origen de la Tierra est equivocada otra vez. (Obviar el mal chiste sobre la hora de Greenwich, salvo para hacer notar que este tipo de cuestiones difcilmente se planteaban en aquella poca, anterior a los viajes rpidos y, por lo tanto, ajena a las dis-torsiones causadas por las diferencias horarias.)

    Ni que decir tiene que mi oposicin a esta mezquina tradicin de los libros de texto no implica defensa alguna del ncleo de las conclusiones de Ussher, sobre todo por un argumento de la crtica tradicional absolutamente justifi-cado e incuestionable: una Tierra de 6.000 aos de edad hara imposible cualquier tipo de geologa cientfica, ya que todo intento de hacer caber en un intervalo tan fugaz el registro emprico de miles de estratos, as como la com-pleja historia fsil de la vida, exigira creer en los milagros como agentes causales.

    Ahora bien, qu sentido tiene culpar a una poca por obstaculizar el desa-rrollo de un sistema muy posterior, basado a su vez en principios completa-mente distintos? Acusar a Ussher de demorar la implantacin de una geologa emprica equivale en gran medida a culpar a los dinosaurios por posponer el xito ulterior de los mamferos. El criterio adecuado debe ser el de los propios mritos, evaluados segn estndares ecunimes de la propia poca. Desde este punto de vista, Ussher merece nuestro respeto, del mismo modo que los dino-saurios parecen hoy admirables e interesantes por derecho propio (no slo en calidad de precursores imperfectos de los mamferos, superiores en virtud del progreso inexorable de la vida). Los modelos que postulan un progreso inevita-ble, tanto si se refieren a los fenmenos de la vida como a la historia de las

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    ideas, son enemigos de una comprensin cabal y profunda, pues repudian el pasado por el mero hecho de ser viejo (y, en consecuencia, primitivo e ignorante).

    Desde luego, y en lo referente al ao 4004 a.C., Ussher no poda andar ms errado; pero su trabajo fue honesto y dotado de inters (y, por lo tanto, instruc-tivo para nosotros hoy en da). Y ello por, al menos, cuatro razones:

    1. La destructiva tradicin de los libros de texto describe a Ussher como una sola dosis de oscuridad y de dogma disuelta en la copa del conocimiento, que, de otro modo, resplandecera con ms luz; como si l solo, representando a la Iglesia en una explcita accin de contraataque contra la ciencia y el saber, hubiera introducido la cuestin de la edad de la Tierra para recuperar el terre-no perdido. Ninguna idea sobre el estado del pensamiento cronolgico en el siglo XVII podra resultar ms falsa.

    Ussher es representante de una importante tendencia del pensamiento de su poca (vase el ensayo anterior sobre Halley, en el que reflexiono sobre otra tendencia del momento, ms acorde con nuestra ptica moderna, pero no ms popular en el contexto del siglo XVII). Ussher trabajaba en el marco de una im-portante tradicin investigadora; en el seno de una gran comunidad de cientfi-cos que pugnaban por alcanzar un objetivo comn sirvindose de una metodo-loga aceptada: la casa compartida de Ussher, si se me permite el irresistible juego de palabras del ttulo.* Hoy en da, rechazamos de plano una de las pre-misas centrales de dicha metodologa (la creencia en la infalibilidad bblica), y sabemos que este falso supuesto fue lo que llev a cometer semejante error en el clculo de la edad de la Tierra. Sin embargo, hay algn fenmeno inte-lectual ms antiguo o ms frecuente que la existencia de grandes programas de investigacin vertebrados en torno a un supuesto central falso, aunque acep-tado por todos los participantes? Consideramos imbciles sin remedio a todos los que han trabajado en el marco de una tradicin de este tipo? Qu hay de los cientficos que asumieron que los continentes eran estables, que el mate-rial hereditario era protenico, o que todas las galaxias se encuentran en el inte-rior de la Va Lctea? Estos trabajos, infructuosos y ya abandonados, fueron llevados a cabo con pasin por cientficos brillantes y honestos. Cuntos de los actuales esfuerzos que consumen millones de dlares y merecen la plena atencin de algunos de nuestros mejores cientficos van a revelarse, dentro de un tiempo, como fracasos absolutos basados en premisas falsas?

    Los autores de los libros de texto ignoran que los intentos de establecer una cronologa global para toda la historia humana (y no slo de datar la creacin como punto de partida) constituan empresas de gran importancia para el pensamiento del siglo XVII. Estos estudios no se cean de forma servil a la in-formacin bblica, sino que trataban de coordinar todos los registros disponi-bles. La asuncin de la infalibilidad de la Biblia, adems, no aporta ninguna res-

    * Juego de palabras que se refiere al ttulo de la conocida narracin de E. A. Poe, La cada de la casa Usher. (N. del r.)

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    puesta inmediata y dogmtica, puesto que existen muchos textos e interpreta-ciones alternativas de la Biblia, y los pensadores deben pugnar por encontrar una base en funcin de la cual elegir entre todas ellas. Un ejemplo bsico de ello lo constituyen las distintas dataciones que de ciertos acontecimientos clave ofrece, por una parte, la Biblia Septuaginta3 o de los Setenta (o Biblia griega, traducida originariamente por la comunidad juda de Egipto entre los siglos m y II a.c., y utilizada todava en las iglesias orientales) y, por otra parte, la Biblia hebrea comn, adoptada por las iglesias occidentales.

    Adems, y en el marco de una metodologa basada en una serie de premisas compartidas, esta tradicin investigadora cosech un xito notable. Incluso los valores extremos no eran demasiado discordantes; oscilaban, para la creacin de la Tierra, desde un mnimo de 3761 a.C. en el calendario judo (todava en vigor) hasta un mximo algo superior al ao 5500 a.C. segn la Biblia griega. La mayora de los estudiosos haba obtenido cifras muy cercanas al 4004 a.C. de Ussher. Beda el Venerable haba estimado, con bastantes siglos de antela-cin, el ao 3952 a.C., mientras que J. J. Scaliger, el ms grande pensador de la generacin previa a la de Ussher, situ la creacin en el 3950 a.C. En definiti-va, la fecha obtenida por Ussher no era ni tan original ni tan extraa; de hecho, se trataba de una estimacin muy convencional, desarrollada en el seno de una comunidad de estudiosos muy extensa y activa. La tradicin de los libros de texto que atribuye a Ussher una ceguera nica y exclusiva nace de la ignorancia acerca de todo lo relativo a aquel mundo, dado que slo el nombre de Ussher ha sobrevivido en las notas marginales de las Biblias modernas.

    2. Los detractores de Ussher suponen que sus esfuerzos consistan en poco ms que en una suma de edades y fechas extradas directamente del Antiguo Testamento, es decir, que su obra fue slo la de un contable imbuido de simple e irreflexivo fervor religioso. En otro libro de texto (y ya vamos por el sptimo) se afirma que el ao 4004 a.C. de Ussher era una mera suma de las edades de la gente cuyo linaje aparece en las escrituras. Pero incluso una lectura su-perficial de la Biblia revela que no se ofrecen en ella soluciones tan obvias, incluso bajo el supuesto de su infalibilidad. En lo referente a la primera po-ca, desde la creacin hasta el reinado de Salomn, s es posible efectuar esta suma, ya que la informacin necesaria aparece bajo la forma de un linaje inin-terrumpido de varones del cual se facilita un dato clave: la edad del padre al nacimiento de su primer hijo. Pero este sencillo procedimiento no puede seguir aplicndose a los centenares de aos durante los que perdura el reino, desde Salomn hasta la destruccin del Templo y el cautiverio en Babilonia, ya que en

    3. El nombre de este libro deriva de la leyenda segn la cual setenta y dos traductores (cifra prxima al setenta, septuaginta en latn), seis de cada una de las doce tribus de Israel, trabaja-ron en habitaciones separadas y efectuaron sus propias traducciones. Al comparar los respectivos resultados, se vio que eran todos idnticos. Si esta ensalada lingstica le parece extrafia (judos en Egipto traduciendo la Biblia hebrea al griego) recuerde el lector que Alejandro Magno, despus de conquistar Egipto, lo puso bajo el gobierno de una familia griega, los Ptolomeos.

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    esta parte slo se proporciona la duracin del reinado de cada monarca, y ade-ms aparecen en ella un puado de frustrantes ambigedades (entre ellas el so-lapamiento de corregencias entre un rey y su sucesor) que, si bien eran amplia-mente reconocidas, no resultaban de fcil solucin. Por ltimo, cmo es posible servirse del Antiguo Testamento para determinar la fecha crucial del nacimien-to de Cristo, y conectar as los antiguos relatos con el presente? No es cierto que el Antiguo Testamento se detiene en el perodo de Esdras y Nehemas, el siglo v a.C. segn la cronologa de Ussher?

    James Barr expone la complejidad de la cuestin en un excelente artculo, Why the World Was Created in 4004 B.C.: Archbishop Ussher and Biblical Chronology (vase la bibliografa). Barr divide la empresa cronolgica en tres perodos, cada uno de ellos, como hemos visto, con sus problemas caractersti-cos. En lo que concierne al primer perodo (desde la creacin hasta Salomn), es posible basarse en la suma; pero sirvindose de qu texto? Las edades que constan en la Biblia de los Setenta son considerablemente mayores, de tal modo que aaden ms de 1.000 aos a la fecha de la creacin. Ussher resolvi este dilema utilizando la Biblia hebrea e ignorando las alternativas.

    Respecto a la segunda etapa, es realmente difcil establecer una lnea tem-poral coherente que abarque todo el perodo de los monarcas. Uno indaga aqu y all, intenta correlacionar las fechas que se dan para los dos reinos (de Israel y Jud), y despus trata de establecer vnculos entre las pocas fechas que no se refieren al inicio o la conclusin de los reinados. El resultado, con suerte y tras algunos reajustes, es un entramado coherente de fechas que se corroboran en-

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    tre sI. Para el tercer perodo, los ms de 400 aos que median entre Esdras y Ne-

    hemas y el nacimiento de Jess, la Biblia no sirve de nada, puesto que no con-tiene informacin alguna al respecto. Por ello, Ussher y todos los dems crono-logistas intentaron relacionar algn acontecimiento conocido del perodo de los reyes con un episodio de otra cultura que s pudiera ser datado, y a partir de este punto servirse del otro calendario hasta que fuera posible tender un nuevo puente hacia el Nuevo Testamento. Ussher procedi correlacionando la muerte del rey caldeo Nabucodonosor 11 con el trigsimo sptimo ao de exilio de Joa-qun (tal como se afirma en Reyes 11, 25:27). (Nabucodonosor era, desde luego, un personaje de relieve en la historia juda, pues en el ao 586 a.C. haba con-quistado Jerusaln y deportado a sus ciudadanos ms prominentes, episodio conocido como el cautiverio de Babilonia.) Ussher, pues, efectu sus clculos en base al registro caldeo y al subsiguiente registro persa, sorteando de este modo la ausencia de informacin hasta alcanzar el perodo del Imperio Romano y del nacimiento de Jess.

    3. Ahora bien, de dnde sac Ussher la fecha de 23 de octubre del 4004 a.C.? Ciertamente, ni la Biblia ni ninguna otra fuente ofrecen una fecha con-creta, aunque permitan estimar el ao. Era esta fecha por lo menos una con-cesin al dogma, pese a las races ms cientficas del resto de la cronologa?

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    No, no era dogma, sino una clase distinta de argumento interpretativo, que no estaba basado en los registros cronolgicos, sino en los smbolos y la esca-tologa. (Una clase de argumento que no cabe tildar de dogma aunque slo sea por la feroz controversia y el agrio rechazo que suscit, entre los estudio-sos, cada uno de los puntos enunciados en l. Jams pudo llegarse a resolucin alguna, de modo que, como es obvio, la Iglesia no emiti ninguna respuesta ex cathedra.)

    Por encima de otras consideraciones, hay que sealar que la fecha del 4004 a.C. coincide de forma muy oportuna con la ms importante de todas las me-tforas cronolgicas: el habitual paralelismo entre los seis das de creacin di-vina y los 6.000 aos de duracin potencial de la Tierra: Carsimos, no se os oculte que delante de Dios un solo da es como mil aos, y mil aos como un da (Epstola 11 de San Pedro, 3:8). Segn este esquema, ampliamente acepta-do, la Tierra fue creada 4.000 aos antes del nacimiento de Cristo, y despus de ste iba a perdurar, como mucho, durante 2.000 aos ms (una suposicin que muy pronto ser puesta a prueba de forma emprica y, espermoslo, refuta-da definitivamente).

    Pero por qu el ao 4004, y ni siquiera el 4000 a.c.? En los tiempos de Ussher, los cronologistas haban establecido la existencia de un error en la tran-sicin entre las fechas a.C. y d.C.: dado que Herodes muri en el ao 4 a.C., y si ste realmente habl con los Reyes Magos, se sobrecogi ante la estre-lla y orden el asesinato de los inocentes, Jess no pudo haber nacido ms tar-de del ao 4 a.C. (una afirmacin oximornica, pero aceptable como testimo-nio de una sabidura creciente).

    Por lo tanto, y si Jess naci el ao 4 a.C., la tradicin escatolgica debera sealar al ao 4004 a.C. como fecha de la creacin, sin necesidad de complejos clculos secuenciales basados en las genealogas. Esta situacin puede engen-drar la desagradable sospecha de que Ussher saba desde el principio que el ao 4004 a.C. deba ser el producto inevitable de sus clculos, y de que arre-gl las cifras para hacer que todo cuadrara correctamente. Barr, desde luego, considera seriamente tal posibilidad, pero la rechaza por dos razones. Primera: la cronologa de Ussher ocupa varios volmenes (2.000 pginas de texto) y apa-renta una cuidadosa elaboracin, carente de alegatos especiales de importan-cia. Segunda: la muerte de Herodes en el ao 4 a.C. no implica necesariamente que Jess naciera el mismo ao. Herodes se convirti en rey de Judea (en ttere de los romanos, para ser ms exacto) en el ao 37 a.C., de modo que Jess pudo nacer en cualquier momento a lo largo de este intervalo de 33 aos. Por otra parte, ciertas tradiciones aseguran que los 4.000 aos representaran el tiem-po transcurrido desde la creacin hasta la crucifixin de Cristo, no hasta su nacimiento, lo cual ampla las posibilidades hasta el ao 33 d.C. En virtud de tal flexibilidad, la creacin pudo ocurrir en cualquier momento entre el ao 4.037 a.C. (4.000 aos antes del comienzo del reinado de Herodes) y el 3.967 a.C (4.000 aos antes de la crucifixin). El ao 4004 cae dentro del intervalo

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    posible, pero la tradicin simblica no prescribe que deba ser precisamente ste. Sigue siendo necesario efectuar ciertos clculos.

    Y qu hay sobre el 23 de octubre? Respecto a esta cuestin la cronologa no proporciona ayuda alguna. Muchos estudiosos, desde Beda el Venerable hasta el gran astrnomo Johannes Kepler, abogaron por la primavera como una esta-cin apropiada para el nacimiento, y elegida por los babilonios, los caldeas y otras cronologas de la Antigedad. Otros, entre ellos Jerome, Josephus y Uss-her, se inclinaron por el otoo, sobre todo porque el ao judo empezaba en esa poca, y las escrituras hebreas constituan la base de sus cronologas.

    Apareca, sin embargo, un nuevo problema que resolver. La cronologa ju-da se basa en los meses lunares, de manera que su correlacin con un calenda-rio solar normal resulta muy difcil. Ussher, reconociendo la carencia de base para efectuar un clculo preciso, decidi situar la creacin en el primer domin-go siguiente al equinoccio de otoo. (La del domingo es una eleccin obvia, puesto que Dios cre durante seis das y descans el sptimo, y el sabat judo cae en sbado.)

    Pero si la creacin tuvo lugar tan cerca del equinoccio de otoo, por qu el 23 de octubre, pasado ms de un mes desde la fecha del equinoccio? Para ensamblar correctamente esta ltima pieza del rompecabezas, slo necesitamos advertir que Ussher utilizaba an el viejo calendario juliano (romano). El sis-tema juliano era muy parecido al nuestro, salvo por una diferencia aparente-mente minscula: no suprima los aos bisiestos en los cambios de siglo. (No todo el mundo sabe que el sistema utilizado en la actualidad que se ajusta al tiempo con ms precisin que el juliano omite los aos bisiestos en todos los cambios de siglo no divisibles por 400. As, 1700, 1800 y 1900 no fueron aos bisiestos, pero el ao 1600 lo fue, y el 2000 lo ser.) La diferencia parece insignificante, pero el error se va acumulando con el paso de los milenios. A la altura de 1582, la discrepancia era lo bastante seria como para que el papa Gregario XIII promulgara una reforma e instaurara el sistema con el que toda-va vivimos (denominado, en su honor, calendario gregoriano). Gregario XIII prescindi de los diez das que se haban acumulado, en virtud del sistema ju-liano, durante los aos bisiestos adicionales en los cambios de siglo (el inge-nioso procedimiento empleado fue el de decretar que el viernes 15 de octubre siguiera al jueves 4 de octubre de 1582).

    Y ahora adentrmonos en las tensiones religiosas de aquellos tiempos. Re-cordemos las invectivas de Ussher contra el papismo, actitud compartida por sus homlogos de la Iglesia anglicana. La reforma gregoriana ola a una cons-piracin de Roma, y los'contemporneos de Ussher iban a condenarse en caso de aceptarla. (Inglaterra y las colonias norteamericanas se rindieron finalmen-te a los dictados de la razn y, en 1752, instituyeron el calendario gregoriano. Este retraso, por cierto, es responsable de la ambigedad existente con respecto a la fecha de nacimiento de George Washington, proclamada a veces como el 11 de febrero y otras veces como el 22 de febrero de 1732. Naci bajo el calen-

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    dario juliano, y en esta segunda ocasin hubo que prescindir no de diez das, sino de once.) En cualquier caso, considerando que la discrepancia juliana haba generado diez das adicionales en los 1.600 aos transcurridos entre su institu-cin y la reforma gregoriana, Ussher calcul que esta diferencia iba a elevarse a algo ms de treinta das si se contaba con los 4.004 aos adicionales. Por con-siguiente, no situ la creacin a la altura de los dos tercios del mes de septiem-bre, como indicara nuestro calendario actual, sino en el da 23 de octubre.

    Una ltima cuestin. Por qu medioda, en la jornada de la creacin? El principio del Gnesis dice:

    Al principio cre Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vaca y las tinieblas cubran el haz del abismo, pero el espritu de Dios se cerna sobre la superficie de las aguas.

    Dijo Dios: Haya luz ...

    Ahora bien, no puede haber das sin alternancia de luz y oscuridad, de for-ma que Ussher inici su cronologa con la creacin de la luz, que situ, por razones no explicadas, a medioda. Ussher escribi: In ipse primi diei medio creata est lux (En el medio del primer da fue creada la luz).

    Sin embargo, qu ocurre con las frases del Gnesis que preceden a la crea-cin de la luz? Sobre este particular tropezamos con un viejo problema exegti-co: presenta el texto, en estas lneas, un eptome de todo el proceso, o simple-mente expone que Diqs cre la materia antes de dar origen a la luz? Ussher se inclin por esta ltima interpretacin y postul que, en la noche que prece-di a la creacin de la luz, fue concebida la materia vaca y confusa. As pues, en la noche del 22 de octubre tuvo lugar una precreacin, una colocacin subrepticia de todo el material en su sitio que depar la existencia de unas po-cas horas provisionales (en palabras de Ussher) antes de la creacin abierta de la luz, ocurrida el 23 de octubre.

    4. La cronologa de Ussher no es un documento restrictivo, escrito con nimo de imponer la autoridad, sino una obra que se inscribe en la tradicin generosa y liberal del pensamiento humanstico. Como observa Barr, los An-na/es de Ussher presentan una cronologa que abarca toda la historia humana (es decir, la historia de Occidente, pues no saba lo bastante de ninguna otra), desde la creacin (y recuerde el lector que los seres humanos nacieron cinco das despus de aqulla, de modo que la historia del mundo es, esencialmente, la historia del hombre) hasta la cada de Jerusaln en el ao 70 d.C. Barr escribe:

    Por lo tanto, es un grave error suponer que Ussher slo tena inters en deter-minar la fecha de la creacin: nicamente los que jams han ledo su obra pue-den pensar de este modo ... Los Annales constituyen un intento de sntesis crono-lgica integral de todo el conocimiento histrico disponible, bblico y clsico .... Del volumen que ocupan, tal vez una sexta parte, o menos, corresponda a mate-rial bblico.

  • Cada en la casa de Ussher 181

    Scrates recomendaba conocernos a nosotros mismos. En este sentido, no hay dato de ms relieve para el humanismo que una cuidadosa cronologa que pueda servir de marco a la pica de nuestras culturas, nuestros afanes, nuestros fracasos y nuestras esperanzas.

    La ilustracin de Ussher que preside este artculo proviene de la nica de sus obras que poseo: un catecismo general pensado para los nios y sus fami-lias que lleva por ttulo A body of divinity: or, the sum and substance of Chris-tian religion (Corpus de divinidad: o la suma y substancia de la religin cristia-na). Puede que los catecismos simplifiquen, pero tienen la virtud de exponer claramente los postulados religiosos bsicos, sin caer en las sutilezas y ambi-gedades tan propias de los textos acadmicos.

    La defensa de su cronologa que efecta Ussher en este catecismo me pare-ci deliciosa; palabras sencillas que ilustran el humanismo bsico de su empre-sa. Cmo sabemos que hubo una creacin?, pregunta. Y responde: No slo por los mltiples y evidentes testimonios de las Sagradas Escrituras, sino tam-bin por la luz de la razn aplicada correctamente. Su lucha fundamental, observamos, no se dirige contra calendarios distintos de la pica humana, sino contra la nocin ahistrica de eternidad postulada por Aristteles (vase el en-sayo precedente para una reflexin sobre el similar inters que el tema despert en Halley). Qu se le dice entonces a Aristteles, por muchos considerado el prncipe de los filsofos y cuya obra tuvo por objeto demostrar que el mun-do es eterno? Ussher responde a su propia pregunta defendiendo la majestad de Dios frente al concepto de un mero y esttico impulsor de los movimientos de la materia eterna, ya que Aristteles ... despoj a Dios de la gloria de su Crea-cin, pero tambin le asign el mero oficio de regir el movimiento de las esfe-ras, con lo cual le conden a una condicin ms de siervo que de seOr.

    Concluyo con un alegato final sobre la virtud de juzgar a la gente segn sus propios criterios, nunca a la luz de modelos posteriores que no podan co-nocer ni asumir. Censuramos a Ussher por haber fijado un intervalo tan breve de tiempo para la creacin de la Tierra (apenas seis das, en comparacin con nuestros cmputos de miles de millones de aos de evolucin). Pero Ussher te-ma que estos seis das pudieran parecer demasiado tiempo en opinin de sus contemporneos, pues qu necesidad tena Dios, capaz de hacerlo todo en un instante, de haber prolongado tanto su obra? Por qu pas tanto tiempo crean-do, si poda haber perfeccionado a todas las criaturas de una sola vez y en un instante? Ussher ofrece una lista de respuestas. De todas ellas, una me llam la atencin tanto por su atractivo como porque seala, de forma aguda, la ne-cesidad de un orden progresivo en la enseanza (la mejor razn imaginable para justificar la elaboracin de una cronologa en primer lugar): Para ensearnos a comprender mejor su destreza; incluso un hombre que instruya a un nio en la forma de una letra, le ensear primero una lnea de la letra, no toda la letra de una sola vez.

  • GRO cerdito s es el libro ms reciente de Stephen Jay Gould, profesor de la Universi-dad de Harvard y el ms famo-so divulgador cientfico de nues-tro tiempo. Un libro que tiene el mismo encanto que los anterio-res, pero tal vez mayor hondura. En sus pginas encontraremos historias sorpren-dentes (como la de George el Solitario, el ltimo supervi-viente de una espe-cie de tortugas que habr desaparecido cuando l muera, o la de los caracoles extinguidos de Moo-rea), descubriremos aspectos desconoci-dos de la historia de los seres vivos (que los primeros verte-brados terrestres tenan ocho dedos en cada mano -y cmo hemos llegado a tener slo cinco-, los misterios de la cola curva del ictiosaurio), curiosos episodios de la historia de la cien-cia (en qu se basaba el obispo U ssher para afirmar que la Crea-cin haba tenido lugar el ao 4004 a.C., en un 23 de octubre y a medioda; la precocidad de Mo-zart y la modularidad; Darwin y el estado moral de Tahit).

    Pero al lado de estas y otras muchas historias sorprendentes se encontrarn ensayos que tie-nen una mayor ambicin. En Dos pasos hacia una teora ge-neral de la complejidad de la vida Stephen Jay Gould nos ha-bla de los rasgos bsicos de la consciencia humana. En defen-

    sa de lo hertico y lo superfluo es una reflexin sobre la historia inicial de la vida pluricelular, acompaada de nuevos hallazgos que enriquecen la galera de animales inslitos que nos mostr en La vida maravillosa. Otros ensayos hacen una revisin y amplia-cin de Darwin, o nos hablan de cmo la ciencia avanza gracias a los erro-

    res. Pero hay en concreto unas pginas inslitas, que van con-tracorriente del ecologismo tpi-

    co: La regla urea: una escala apropiada para nuestra crisis ambiental. Unas pginas que debemos leer y meditar seria-mente, despus de habernos di-vertido con todas las cosas fas-cinantes que se nos cuentan en este libro.

    IS BN 8 4 -7 4 23-663-0

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