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ichel Michel Pee

2JSS..3 -3 V -.- >-í ^p*|l£¡J.

DEFINICIONES

I

p> En el proceso histórico de formación de la física cien-¿ tífica, llamaremos ruptura epistemológica al punto de I "no retorno" (según la expresión de F. Regnault), a ¿partir del cual comienza dicha ciencia. I Este punto histórico puede situarse en los trabajos jLde Galileo referidos á la caída" "dé los "cuerpos. ^ 'par­tir de los mismos, toda recuperación (o aun corrección) de las nociones físicas y cosmológicas aristotélicas se

,torna imposible de hecho. La formulación de los con­ceptos físicos (velocidad instantánea, aceleración) y ma­temáticos (cálculo infinitesimal) exigidos por la expo­sición de los enunciados "dinámicos" galileanos se torna, también ella, necesaria de hecho.1

, La expresión "punto de no retorno" constituye una toma de posición en la polémica que opone —en episT temología y en historia de las ciencias— una posición

i "continuista" (Brunschvig y el espectáculo permanente del espíritu humano presente en la ciencia; Duhem y el problema de los precursores) a una posición "dis-

. continuista" que, por comodidad, cabe designar con los

. nombres de Bachelard y de Koyré. La posición "discontinuista" rechaza la noción de "sa­

ber" entendido como desarrollo continuo: del "conoci-

1 La mayor parte de los historiadores hablan de la "dinámica ga-lileana". Tomada al pie de la letra, esta expresión es equívoca: no debemos olvidar que la dinámica sólo queda verdaderamente fundada con Newton {"... en la ciencia de Newton, modelo de toda ciencia posible en esa época, culmina la ciencia de Galileo", escribe G. Can-guilhem en "Galilée, la signification de I'oeuvre et la legón de l'hom-me", Études d'histoire et de phüosophie des sciences, París, 1968).

10 DEFINICIONES

miento común" hacia el "conocimiento científico", desde el alba de la ciencia a la ciencia moderna.2

El término de cqmienzo señala la diferencia respecto de, lo que suele denominarse orígenes de una ciencia, Referirse al comienzo implica que la ruptura constito tiva de una ciencia se efectúa necesariamente en una coyuntura definida, en la que los orígenes (filosofías e ideologías teóricas que definen el espacio de los proble­mas) sufren un desplazamiento en dirección de un nue­vo espacio de problemas.

II

Llamaremos demarcaciones ¡(o cortes intra-ideológicos) a los perfeccionamientos, correcciones, críticas, refuta­ciones, negaciones de ciertas ideologías o filosofías que preceden lógicamente a la ruptura epistemológica de la física.

La serie de términos "perfeccionamientos . . . negacio­nes" designa la existencia de un proceso de acumulación que precede necesariamente al momento de la ruptura

2 Algunas frases de Koyré, extraídas de sus Études Galiléennes (His-toirc de la Pensée, XV, Hermann, 1966, p, 50) designan claramente Ja posición disconlinuista, a propósito del ejemplo del Ímpetus pre-galí-[eano: " . . . La noción de Ímpetus . . . es muy confusa En el fondo, se limita a traducir en términos "científicos" una concepción basada en la experiencia cotidiana, en un dato del sentido común.

"En efecto, ¿qué es eí ímpetus, la jorza, la virtus motiva si no una condensación —por así decir— del esfuerzo muscular y del impulso? Por esto concuerda perfectamente con los 'hechos' —reales o n o ­que forman la base experiencial de la dinámica medieval; sobre todo, con el 'heclio' de la aceleración inicial del proyectil, 'hecho' que ex­plica así: ¿acaso no hace falta un cierto tiempo para que el ímpetus se apodere deL móvil? Por lo demás, todo el mundo sabe que 'hay que tomai impulso' para saltar un obstáculo; que el carromato que se empuja o arrastra parte lentamente y aumenta su velocidad do manera piogresiva: también él toma impulso. Y todo el mundo babe —incluso los niños— que para alcanzar el arco hay que situarse a cierta distancia del mismo —no demasiado cerca— para que la pelota tome su impulso".

Sobre este punto, véase el trabajo de M. Fichant, en la segunda paite de este volumen.

MICHEL FICHANT - MICHEL PECHEUX 11

y determina la coyuntura en la que éste se producirá (cf. la física del ímpetus de la "escuela parisiense" del siglo xiv, la física de Benedetti). Esto significa que, en el espacio de los problemas teóricos, la ruptura se efec­túa en un punto sobredeterminado por la acumulación de ̂ configuraciones ideológicas consideradas en forma su-

. c§siva (en el caso de la física: definición del movi­miento).

.. En consecuencia, el proceso de acumulación no debe comprenderse como una fase d§, pura y simple aberra-

[ ción pre-científica de la que no habría nada que decir, l sino el tiepipo de formación de la coyuntura en la que i se producirá la ruptura. En el curso de esta formación,

intervienen elementos ligados a la base económica (re­laciones de producción y proceso de producción), a la superestructura jurídico-polílica de la sociedad y a las ideologías prácticas;'3 intervención que obedece a moda­

lidades históricamente reguladas. La condensación de estos elementos determina las condiciones históricas de la ruptura.

>• Al mismo tiempo esto significa que el concepto. de ruptura no tiene nada que ver con el proyecto volunta-

. rista de efectuar un "salto" de la ideología a la ciencia, con su inevitable connotación religiosa y los imposibles

„ "héroes de la ciencia" que el mismo'implica. El nombre^ de Galileo —ejemplo que sirve aquí de hilo conductor— es una unidad mal elegida, puesto que una ciencia no es el "producto de un solo hombre. Galileo es -el efecto, y no la causa, de la ruptura epistemológica designada^

• bajo el término de "galileísmo".

3 L. Althusser define la ideología práctica: "Las ideologías prácticas (por ejemplo la moral, la religión) son formaciones complejas de mon­tajes de nociones-representaciones-imágenes, por un lado, y montajes de comportamientos-conductas-actítudes-gestos, por el otro. El conjunto funciona como normas prácticas que gobiernan la actitud y la toma de posición concreta de los hombres respecto de los objetos reales y de los problemas reales de su existencia social e individual, y de su historia."

I I I

Entre lo.s efectos epistemológicos producidos por la ruptura, conviene establecer algunas distinciones.

El jpírimer efecto de la ruptura es imposibilitar ciertos discursos ideológicos o filosóficos que la_ precedencia ciencia nueva rompe explícitamente con ellos. UV corte epistemológico aparece así como un efecto (de natura­

leza "filosófica") de la ruptura —lo que al mismo tiempo nos recuerda que no basta cortar con una ideología para producir una ruptura.

El segundo efecto de Ja ruptura es la producción de validaciones, invalidaciones o segregaciones en el inte­rior de las filosofías implicadas en la coyuntura en la que aquélla ha tenido lugar. En una palabra, a partir de la ruptura se trazan líneas de demarcación en eí te rreno confíictual de la filosofía.4

El tercer efecto de la ruptura es determinar la, auto­nomía relativa de la ciencia'nueva que le corresponde. En adelante, dicKa ¿iencia de^éndera~de la continuación que" le sea propia, "continüaciórT que á su vez depende dj[Ta™!qsi&fliá'ad "de instituir un procédimiéñtíT^xperi-mentaradecuádo.5 También depende de los cortes intra-científicos o, según la expresión de F. Regnault, de_las refundiciones de la problemática científica intervenidas énüsThistoria de una ciencia (EiñsteíH).

Para terminar, señalemos un error: la confusión entre simples cortes intra-ideológicos (o demarcaciones), rup­tura epistemológica (incluido su efecto de corte) y cortes intra-científicos (o refundiciones).6 En ese caso, se su-

4 Sobre este punto, cf. L. Althusser, Lénine et la philosophie (París, Vlaspero, 1969) [Hay trad. esp.]

6 Cf. por ejemplo el artículo de A. Koyré, "Une expérience de me­are", Études d'histoire de la pensée sctentrfique (París, PUF, 1966).

6 El curso de F. Regnault estuvo fundamentalmente consagrado a a explicación de estos diferentes términos. El presente resumen ha ido redactado a partir de dicho curso.

MICHEL HCHANT-MICHEL PÉCHEUX 13

pone que toda refundición es una nueva ruptura y que | esta última es apenas una primera refundición, con lo | que se termina por anular k eficacia misma de ios i. conceptos de ruptura y de corle, cediendo terreno a Lia posición "continuista" designada más arriba.7

M. PMCHEUX y E. BALIBAR

7 El concepto de ruptura es aquí aplicado a la historia de la física. La utilización adecuada de este concepto para el análisis de la consti­tución científica de tal o cual disciplina exige un trabajo epistcmoló-' gico sobre la historia de la disciplina considerada, en el campo dife­rencial de la historia de las ciencias.

LOS EFECTOS DE LA RUPTURA GALILEANA

Mi propósito es presentar los efectos de la ruptura galüeana en el exterior del dominio de la_ dinámica.

Dicho "exterior" no es simple ni homogéneo: no sólo incluye o^as^ciencias (pertenecientes o no al dominio de las ciencias físicas) sino también elemmtQs_jnp<ie$ití-fifiQS (a saber: formaciones ideológicas teóricas y prác­ticas, propiedades instrumentales de montajes y dispo-

. sitivos técnicos) cuya relación con el elemento científico Lvaría de una ciencia a otra. Por mi parte, me apoyaré justamente sobre estas diferencias.

Para ponerlas de manifiesto, examinaré sucesivamente los siguientes puntos:

1) el efecto de la ruptura galüeana en física; 2) el efecto de esta ruptura en las disciplinas cientí­

ficas exteriores a la física.

No se trata de una visión panorámica, completa y sin sombras. Tampoco es cuestión de reproducir, a propó­sito de otras ciencias, el trabajo ya realizado sobre los comienzos de la dinámica, o sea el análisis de la cons-

rtitución de una ciencia particular. En nuestro caso, se trata más bien de un análisis,.transversal referido a la

.relación entre las ciencias. He trabajado con ejemplos extraídos de la electricidad

y del magnetismo, aunque sería interesante efectuar el mismo análisis transversal sobre otros conceptos, por ejemplo el de energía.

Espero que el texto que se leerá a continuación con­tribuya a la realización de otros trabajos en la misma dirección.

I. El efecto de la ruptura galileana en física

Por lo general, el capítulo consagrado por los histo­riadores de las ciencias a la historia de la física del siglo xix termina en la evocación de la obra de Maxwell. Veamos un ejemplo:

En 1864, Maxwell présenla a la Royal Society su teoría dinámica "del campo electromagnético, teoría que corona su pensamiento . . . Esta notable cons­trucción que expresaba la convergencia de todas las ramas de la física, terminaba una etapa de la ciencia, pero al mismo tiempo abría un período de incomparable fecundidad. (Bncyclopédie de la Pleiade, p. 976. Subrayado mío.)

Este texto nos inspira dos observaciones:

— La primerasse refiere al usojdel término,"dinámica"; según se sabe, Ampére lo introdujo como "electro-diná­mica", entre 1820 y 1827. ¿Cuál es la relación entre esta

¡importación de la palabra y el sistema de conceptos ¡propios a la dinámica galileana? ¿Se debe pensar en luna especie de repetición de la historia de la mecánica Ifuera de esta ciencia? Si nos dejamos guiar por las pa­labras, diremos:

• primera repetición: relación entre la electro-estáíica y la electro-dinámica.

• segunda repetición: relación entre la estática social y la dinámica social en la filosofía de A. Comte. Con­viene agregar aquí que, aunque A. Comte emplea los términos de la mecánica, e.n su sociología aplica los con­ceptos de lá biología del siglo xrx, sobre todo un vínculo conceptual que la constituye.

f tercera repetición, a saber: relación entre la anato­mía y la fisiología.

20 IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

En consecuencia, deberemos interrogarnos sobre el status de esta oposición "situada en todas partes". F. Regnault ha mostrado la relación mediante la cual "la dinámica (gaíileana) reemplaza la estática de Arqüíme-des en el campo de la física". ¿La relación estática/di­námica goza del mismo status epistemológico en los res-1 antes dominios aquí evocados?

En nuestro trabajo, nos volveremos a encontrar con ios diferentes elementos de esta pregunta.

-7-̂ La segunda observación concierne a la expresión: "convergencia de todas las ramas de la física". La misma se refiere a la empresa por la que las diversas ramas de la física se desarrollaron a partir del tronco de la me­cánica, pensada a la vez como principio y origen his­tórico de ese desarrollo. Si así fuera, el núcleo inicial (la "combinación" conceptual de la estática y la diná­mica) sería la ley interna del desarrollo de las restan­tes ciencias, de tal modo que el acontecimiento episte­mológico decisivo sería siempre la importación de una

_ sola y única ruptura, a saber: la ruptura gaíileana. A partir del ejemplo elegido —electricidad y magne­

tismo— espero mostrar que esta concepción del desa-- rrollo histórico de los conocimientos científicos (desarro­

llo demostrativo, o absorción progresiva de las cien­cias en la mecánica por un proceso, casi biológico de

. adaptación) no da cuenta de ciertas "dificultades de na­cimiento" propias al campo teórico del ejemplo consi­derado.

Luego,

l. Examen histórico de las "dificultades de nacimiento' propias a los dominios teóricos de la electricidad y del magnetismo

¡- Admitamos por un instante la tesis según la cual k I constitución de los conceptos científicos de la electri-\ cidad y del magnetismo resulta de la importación de la l ruptura gaíileana. El problema sería entonces muy sim­

ple, ya que bastaría con localizar los efectos de la po-

MICHEL PÉCHEUX 21

sición aristotélica (animismo y vitalismo) y de la posi­ción galileana (mecanicismo) en el dominio de nuestro ejemplo, para saber dónde reside el obstáculo y dónde están las fuerzas "epistemológicamente progresivas".

No obstante, se choca aquí con una "pequeña dificul­tad": el mecanicismo galileano desempeñó durante cier­to tiempo el papel de obstáculo respecto a ía constitu­ción de las disciplinas mencionadas. Una encuesta his­tórica permite demostrarlo:

a)1 La filosofía platónica, así como lo que se suele denominar "pensamiento antiguo", considera los fe­nómenos de atracción magnética y eléctrica como efectos de la simpatía secreta que determinadas sustancias mantendrían entre sí. Las metáforas psico-éticas constituyen el fundamento del discurso referido a dichos fenómenos.

Para Platón, por ejemplo, las propiedades del mag­netismo sirven de soporte para hacer comprender qué es la inspiración poética, es decir: "el alma visi­

t a d a por lo divino". Toda la antigüedad piensa el | imán como un ser viviente dotado de un alma que i-lo precipita sobre el hierro para alimentarse. El I contacto con el hierro es entonces el "lugar natural" [del imán, es decir allí hacia donde lo empuja su

alma en el mismo sentido en que el alma de los animales los empuja hacia sus lugares preferidos.

Tal es el fondo de un discurso que sería justo de­finir como aristotélico, pese a que Aristóteles mis­mo haya hablado poco del magnetismo.

b) Desde el tratado de William Gilbert —De Magnate, publicado en 1600— hasta la obra de Newton, pa­sando por las investigaciones de Kepler, se asiste a lo que F. Regnault llama "demarcaciones": la idea de atracción se disocia déla idea dé, deseo gue em­puja los cuerpos a ocupar su lugar natural.

Demarcación en la ideología teórica de la electri­cidad y del magnetismo, y de ninguna manera cons­titución de una teoría científica en,este dominio: Newton sigue pensando que las leyes del magne­tismo no pueden enunciarse en los términos de la ley de atracción universal.

El tercer elemento que define la coyuntura teórica del problema que nos ocupa está representado por el cartesianismo', sobre todo, por la posición de Des­cartes y de los cartesianos respecto al concepto de atracción. En una carta a Roberval, Descartes es­cribe:

Para concebir semejante atracción, no sólo se debería suponer que cada parte del universo está animada..., sino también que todas esas almas son inteligentes y divinas a fin de poder conocer qué pasa en lugares muy alejados sin que ningún correo las informe y a fin de ejercer su poder sobre los mismos.

¿Qué significa esto sino que, para Descartes, la atrac-cJón„es_Eura y simplemente un concepto aristotélico? (en su caria, subrayé los diferentes índices de esta identifp cación). La posición epistemológica de los cartesianos respecto de la electricidad y del magnetismo consistirá en "explicar" los fenómenos eléctricos y magnéticos a partir de los principios cartesianos (extensión, figura y movimiento).

Esta posición epistemológica define por entero las "respuestas" que el cartesianismo produce a propósito del-problema de la atracción. Así, sobre la atracción del hierro por el imán. Descartes escribe:

Apenas el hierro entra en la esfera de virtud del imán, esta virtud le es comunicada por las partes acanaladas que expulsan el aire entre los dos cuer­pos, con lo que éstos se aproximan.

La expresión "partes acanaladas" remite en Descartes a una teoría del mundo según lá cual el Universo con­tiene:

a) "partículas redondas muy pequeñas", b) limaduras o virutas provenientes del frotamiento

de las partículas indicadas en a), c) cuerpos, es decir ensamblajes constituidos por li­

maduras de materias indicadas en b) e imbricadas entre sí —como el tornillo en la tuerca—; entre ellas hay intersticios llamados canales o poros.

9>

jvn.cti.tiJL, rüctitiUA ¿5

r La atracción magnética es entonces interpretada co-| mo el efecto de movimientos de torbellino en los canales ! que atraviesan los cuerpos. Conviene señalar aquí QUC I esta interpretación de los fenómenos de atracción per-| sistió durante todo el siglo xvín —siglo de las Luces, de

a Razón y de la Experiencia— tanto en el discurso de os científicos como en su práctica, experimental.

— E£ discurso de los^ científicos. Al respecto, Bache-lard cita el ejemplo dé Nicolás Fuss ("Observaciones y experiencias sobre los imanes artificiales y principal­mente sobre la manera de hacerlos", 1778), precisando que se trataba de un experimentador de gran talento, fabricante de los mejores imanes de su época. Ahora

,<~bien, Nicolás Fuss sigue explicando los fenómenos mag-'¡ néticos por los movimientos de un fluido en los poros t del imán . . .

. . . unánimemente concebidos como conductos con­tiguos, paralelos y erectos; del mismo modo que las venas y los vasos linfáticos y otros conductos destinados a la circulación de los humores en la economía animal (existen) pequeños pelos o so­papas que, inclinados en el mismo sentido, dan paso libre al fluido que se insinúa en los poros siguiendo una única dirección y rechazando todo movimiento en dirección opuesta. (Bachelard, La formation de l'esprit scientifique, París, Vrin, 1965, p. 162.)

— La práctica experimental. Se puede alegar que Des­cartes y los cartesianos sólo pudieron mantener esta posición rehusando los datos de la experiencia (la ob­servación) y la producción de fenómenos experimentales

L(la experimentación). . ' De hecho_ no fue así, en la medida en que los canales, ' poros y torbellinos eran visibles en tanto fenómenos ^experimentales:

• el espectro magnético obtenido con limaduras dise­minadas sobre una hoja de papel colocada encima de un imán aseguraba la visibilidad de los torbe­llinos;

• el hecho de que un imán calentado al rojo pierda sus facultades de atracción se explicaba por la mo-

24 IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

dificación de la forma de los poros bajo el efecto del calor;

• el hecho de que una varilla electrizada atraiga los cuerpos livianos permitía visualizar la electricidad como una sustancia adhesiva semejante a la pez [materia viscosa (N. del T.)].

En otros términos, los cartesianos veían materialmen­te .aquello que su ideología teórica les permitía ver.

Estamos ahora en condiciones de preguntarnos por Ja relación entre el materialismo de la mecánica galileana y el materialismo cartesiano. Por mi parte, propongo la respuesta siguiente: esa relación es la que existe entre lo real teórico y lo imaginario.

El materialismo de los cartesianos es un materialismo imaginario; este último término debe entenderse en el sentido de que "se fundamenta en imágenes". Mejor aún,

, podríamos decir que se trata de un juego de palabras . entre- la mecánica y los mecanismos. ¡- La mecánica galileana, como teoría de la dinámica, [ inauguraba una nueva lectura del s Universo "escrito en ¡ lengua matemática", lectura de la que los conceptos de I extensión, magnitud, figura y movimiento ocupaban un L lugar inédito. Entre otros efectos, este acontecimiento i teórico produjo una intervención en la tecnología de ios i mecanismos en tanto dominio de aplicación. Uno de los

electos de dicho acontecimiento consistió en la transfor­mación de los instrumentos simultáneamente en la cien­cia mecánica y fuera de esta ciencia. Luego, la posición epistemológica de los cartesianos se define por el hecho de que no importaron los conceptos pertenecientes a la

I ciencia mecánica sino las imágenes que reflejan la tecno-l logia de los mecanismos.

La resistencia de Descartes y de los cartesianos se sitúa no tanto al nivel conceptual de la relación entre la ciencia de la mecánica y la ciencia de la electricidad y

rdel magnetismo, cuanto al nivel subterráneo de las \ imágenes, "tejido de errores positivos, tenaces, solidarios" \ (Bachelard) dotados de una importancia decisiva en la L toma de posición de los científicos en su trabajo, f En otras palabras, el estudio de la relación electrice ( dad-mecánica en la constitución científica de las ramas

MICHEL PÉCHEUX 25

de. la electricidad y del magnetismo pasa necesariamente por el estudio de la relación entre sus respectivas ideo* logias teóricas. Esto implica-plantear, una relacione com­pleja de exterioridad entre las ciencias, haciendcr'que una ciencia tenga como exterior especifico otra cosa .que las ciencias restantes.

De donde

2. Examen de las ideologías teóricas ligadas al magne­tismo y a la electricidad

f Bajo esta denominación incluimos la formación^idpp,-lógica específica con la que rompieron la electricidad y

,eltj magnetismo al, constituirse en discipJma§»c¿e^tífigas. Las anteriores lecciones de este Curso nos suministran cierto número de indicaciones útiles para este examen; a saber;

— este análisis sólo puede efectuarse a partir de una ruptura ya existente (una ideología teórica no es acce­sible sino desde el descubrimiento de una ciencia);

— este análisis no sólo se refiere a la configuración ideológica específica sino también al campo de instru­mentos con el que esa configuración se vincula.

T El análisis de la ideología teórica del mecameismo ¡ pone al mismo tiempo en juego:

• el cartesianismo y sus desarrollos; • una concepción del mundo que asigna un lugar do­

minante al ingeniero en la sociedad (el mundo co­mo edificio y como máquina. Cf. Leonardo da Vinci);

• configuraciones instrumentales como las palancas, las bombas, los relojes, etcétera.

r En el mismo sentido, el análisis de la ideología teórica j alquimista pondría en juego:

• la "novela" de la materia; • una concepción moral y religiosa del mundo, basada

en la interioridad mística (cf. los textos de Bache-lard sobre la alquimia, en La formation de l'esprit seientifique);

¿ Ü IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

0 |los instrumentos de las "artes químicas" en la ¡práctica tradicional.

^¿Qt¿é sucede con la electricidad y el magnetismp?

p 5n-primer Tugar, advertimos un status particular de L su '^mi}¡io instrumental. Salvo una excepción funda­

mental —la brújula», instrumento que permite distin­guir las direcciones, autoriza los desplazamientos a larga distancia y se encuentra por tanto ligada al modo

» de ¿roducción de la economía mercantil—, los montajes instrumentales son juguetes que no se vinculan con el tierripo de la producción sino del_pció.~ Su, función, so' cial|consiste esencialmente en distraer a ciertas clases de*m***sociedád*por''la"sorpresa que provocan (príncipes y señores de la tierra, primero; burguesía, más tarde):

; carillones, molinetes eléctricos, etc. La botella de Ley-den'í y la máquina electrostática son los accesorios in­dispensables de las "sesiones eléctricas" ofrecidas en los ;| salones.

p Esta particularidad permite comprender la ideología | teórica de la electricidad y del magnetismo como el es-I pació de una sobjedeterminación: confusa y simultá­

neamente, la taumaturgia y el ejercicio de un determi­nado poder a distancia apuntan a la inversión del orden apárente 4 e Ia naturaleza y a la oposición entré la actividad artesandí (por contigüidad) y las diferentes

^modalidades del poder político (a distancia). Se llega así al resulía^Q siguiente:

— la electricidad como inversión del "curso de la naturaleza":

Vemos aquí [en la electricidad] que el orden de la naturaleza parece enteramente invertido en sus leyes fundamentales, y por causas que parecen asaz ligeras. No sólo los mayores efectos son produci­dos por causas que parecen poco considerables, sino también por otras con las que no parece exis­tir relación alguna... Así vemos un trozo de metal frío, o inclusive el agua o el ljielo, que'arrojan

svij-^nch. rm^titiUX 27

fuertes chispas de fuego al punto de encender varias sustancias inflamables. (Priestley, Histoire de Vélectricité, 1771.)

El abad Mangin, citado por Bachelard, agrega por su parte:

La electricidad parece concentrar en ella todo el placer de la fábula, del cuento, de la feria noveles­ca, de lo cómico o de lo trágico. (Bachelard, La formation de í'esprit scientifique, p. 35.)

De donde:

— Efectos tragi-cómicos de la electricidad y del mag­netismo en los dominios de la política, de la moral y de la religión.

Me limitaré a citar algunos ejemplos "divertidos", que deben leerse como síntomas de una interdependencia ideológica real entre toda la "filosofía de Ja naturaleza" del siglo xvni y_las teorías-políticas, morales y religiosas del siglo xix (a grandes rasgos: relación Scheíling-Hegel).i • Ejemplo con connotación política.

"Experiencia del cuadro mágico del rey y de los con­jurados" (B. Franklin). "Tomar un gran retrato gra­bado, enmarcado y cubierto por un vidrio, por ejemplo el del Rey (que Dios lo bendiga)." Franklin explica có­mo transformar el cuadro a fin de que el conjunto fun­cione como un condensador. Una vez hecho esto, agre­ga: " . . . Tome el retrato horizontalmente, por la parte superior, y coloque sobre la cabeza del rey una peque­ña corona dorada y móvil. Si el retrato se halla mode­radamente electrizado y una persona toma el cuadro con una mano e intenta retirar la corona con la otra, recibirá una conmoción y habrá fallado en su empresa. Si el retrato está fuertemente cargado, la consecuencia puede ser tan fatal como el crimen de alta traición... El físico que quiera impedir la caída de la estampa, la

1 Cf. Anexo.

28 IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

tomará por arriba —allí donde el cuadro no es dorado—, no sentirá nada y podrá tocar el retrato sin peligro, ofreciendo así un testimonio de fidelidad al Príncipe. Si varias personas reunidas en círculo reciben la des­carga, la experiencia se llama: los conjurados." (En Champeix, Savants méconnus, inventions oubliées, p."73).

• Ejemplo con connotación moral.

Experiencia llamada "el beso eléctrico". Sin saberlo, un marido y su mujer están conectados con una máquina electrostática de suerte tal que cada vez que el marido besa a su mujer recibe una "descarga" eléctrica. Se piopone entonces a un joven de la concurrencia que se aproxime y bese a la mujer. Discretamente provisto de un conductor durante toda la experiencia, puede besar a la mujer "sin peligro alguno". El experimentador ob­serva que si se invierte el lugar del marido y del joven, la experiencia será "más' moral".

* Ejemplo con connotación religiosa (a título infor­mativo).

La menuda historia cuenta que el abad Nollet imaginó un aspersorio eléctrico, sin duda para distribuir un ver­dadero flujo de gracia.

La electricidad adquiere pues la forma de una "cien­cia" escabrosa, a veces de mal gusto, lo que no se expli­ca por la inocencia lúdica de la niñez (justamente, la joven ciencia no ha nacido aún y la ideología que cons­tituye su obstáculo es muy vieja). Se debe pensar más bien que durante todo el siglo XVIII la electricidad y el magnetismo integran sus "misterios" (tragicomedia del "misterio blanco", como se habla de la "magia blanca") en los misterios sagrados de la vida, la moral, la socie­dad y la religión.

3. Retorno a las "dificultades de nacimiento", causas de la resistencia representada! por los cartesianos

El análisis efectuado muestra" que el conflicto reside entre dos ideologías teóricas ligadas de manera diferente

MICHEL PÉCHEUX 29

¡ a las "concepciones -del mundo," puestas en juego. La I empresa de los cartesianos puede definirse como una ¡ tentativa por anular el núcleo de imágenes (el fantasma

teórico) propio a una de esas ideologías mediante las imágenes propias a la otra ideología (a saber, el mecani-

£ cismo). Se trata entonces de un desplazamientQ^Jgtra-ideológico; según la célebre fórmula de Adam Smith, ci­tada y retomada por A. Comte, "jamás existió un dios de la gravedad". Por mi parte, agregaré: "pero existió la diosa electricidad". En otros términos, las ideolQgías

I teóricas de la electricidad y del magnetismo se bailaban

Iestrechamente unidas con los fantasmas de lo maravi­lloso y de lo terrible, mientras que el mecanicismoT^-en tanto ideología— intentaba explicarlos simulándolos me-

tdiante máquinas (cf. al respecto la función ambigua de los autómatas de los siglos xvn y xvm). El mecanicismo reproduce así el proyecto político de los atprnjsütas (Em-pédocles, Epicuro, Lucrecio), a saber: explicar del mejor modo posible los mecanismos de lo,maravilloso y rde lo terrible a fin de liberar a los hombres del temor, lo que constituye precisamente uno de los objetivos mayores de

, la moral cartesiana. Se comprende entonces de qué manera Descartes y sus

sucesores pudieron reproducir las explicaciones de los atomistas antiguos, incluso en su literalidad. Compárese el texto de Descartes citado más arriba con esta explica­ción de Empédocles sobre las propiedades de la "piedra de Heraclea":

El hierro es empujado hacia la piedra por los efluvios que emergen de uno y otra, y por el hecho de que los poros de la piedra están adaptados a los efluvios del hierro.

4. Conclusiones provisorias \

P Los obstáculos encontrados por las disciplinas arriba analizadas no residen en el solo obstáculo ahimista sino

.también en el materialismo imaginario del Mecanicismo. La combinación de estos dos elementos define la coyun-

JU IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

tura | en la que dichas disciplinas se han constituido, es deciij: la sobredeterminación en que se produce la rup­

tu ra ¡qué las inaugura. Mi¡i intención no es estudiar dicha ruptura, por lo que

me ^imitaré a señalar ciertos aspectos de la misma a propjosito de los nombres de Franklin, Cavendish y Cou-

-lombL La producción de un nuevo instrumento (balanza eíect|-ostátiC'a"de Coulomb) representa aquí el momento en que se transforma la relación entre la teoría y los instrumentos, momento marcado por la importación de conceptos derivados de la dinámica. Cabe sostener pues que la electricidad y el magnetismo ocupan su lugar en

,1a física apuntalándose en una ciencia anterior (la me-I canica), lo que no tiene nada que ver con la absorción ..progresiva de la electricidad por la mecánica. Los nom­bres [¡de CErsted y Ampére, y más tarde Maxwell, repre­sentan refundiciones parciales por las que aquel apunta­lamiento se torna irreversible. De.'donde:

Proposición, 1' La ruptura epistemológica íno se im­porta de una ciencia a otra.

En otros términos: una ciencia no puede efectuar en el lugar de otra ciencia el trabajo de "liberación" que exige la combinación ideológica específica de la posición de esta última.

Proposicióp. 2í Uno de los efectos posibles de la rup­tura (efectuada respecto de una ciencia Cx) es inducir un obstáculo epistemológico para la constitución de una ciencia Cg. No se trata de un efecto de Cx sobre C2 (no constituida en tanto ciencia) sino un efecto de la ideo­logía teórica de Cj (filosofía espontánea de los cientí-ficos'@ de Cx) sobre la ideología específica de C2.

9 2 En su curso (inédito), L. ¡Althusser justifica el empleo de la expresión "filosofía espontánea de los científicos";

"Entre los elementos de un proceso de producción de conocimien­tos científicos figura siempre lo / <tu / filosófico.

> "En una ciencia determinada, una práctica científica es un efecto específico del proceso de producción del que depende esa ciencia. Los científicos son los agentes de producción del proceso de produc-

. ción de una ciencia determinada en el campo de su práctica. Ellos ocupan un lugar y una función definidas por esta práctica y en última

f instancia por el proceso del que aquélla depende. En las condiciones I

MICHEL PECHEUX 31

^ Proposición. 3: Ciertos-conceptos-producidos, por.,una ciencia Cx pueden ser importados por una ciencia C2

[constituida (en el sentido epistemológico de este tér-\mmo) después de Cv Se dirá entonces que Cg se apun­ta la en Cj.

Ejemplo: apuntalamiento del electromagnetismo en la mecánica. i .^|'!^|^

Pregunta vinculada con la proposición 3. ¿Este resulta­ndo es generalizable fuera de la física? [ Consideremos la ruptura específica del elecü-omagne-l tismo. Uno de sus efectos es poner definitivamente ,fue-! ra de juego las connotaciones morales, políticas, religio-I sas y literarias propias a la ideología teórica respecto i* de la cual se ha efectuado la ruptura, confiriéndoles el ' status irreversible de incongruencias en relación al dis­

curso de la ciencia. De donde:

^ Proposición 4,: El efecto de las concepciones (ideoló-: gicas) del mundo3 queda pura y simplemente fuera | de juego para cada rama de la física, al nivel específico i de su ruptura. - . ^ .,„ Pregunta vinculada con la proposición 4. ¿Este resul­

tado es generalizable fuera de la física? Otro efecto de la ruptura consiste en transformar la re­

lación con la ideología teórica (efecto pedagógico) y la .relación con el campo instrumental. Bachelard (For-

mation..., p. 80) comenta una declaración de Marát a propósito de la máquina eléctrica:

i de toda práctica figura siempre lo ideológico: la ideología específica a una práctica científica es de tipo filosófico. Los científicos son siempre portadores de lo filosófico que figura en su práctica cientí-

l fica; en tanto portadores de esa filosofía determinada, los científicos l llevan una 'filosofía espqntánea de los científicos' . . . La filosofía es­

pontánea de los científicos debe ser entendida en el sentido riguroso del término 'filosofía': como implicando un vínculo privilegiado con las ciencias. No llamamos 'filosofía espontánea de los científicos' al

^conjunto de ideas que tienen los científicos a propósito del mundo (esto es, su 'concepción del mundo') sino específicamente el conjunto

I de ideas (conscientes o no) que tienen en su cabeza concernientes a l,su práctica científica y a la ciencia".

á Realizadas en las ideologías prácticas de la moral, la religión, Ja política.

32 IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

Se la compara con razón a una bomba, escribe Marat. La rueda representa el émbolo; los cojine tes son la fuente inmediata; de la que la rueda ob tiene el fluido, mientras que el conductor aislado forma la reserva donde el fluido es depositado.

Bachelard comenta: En consecuencia, no hay ni misterio ni proble

mas. Podemos preguntarnos de qué manera la ex tensión de una imagen como la citada puede servil para mejorar la técnica y pensar la experiencia ¿Se pondrán cojinetes más grandes para disponei de una fuente más abundante? ¿Se otorgará a la rueda un movimiento de vaivén para imitar al érñ bolo? Precisamente la ciencia moderna se sirve de la analogía de la bomba para ilustrar ciertos caracteres de los generadores eléctricos, pero sólc para intentar aclarar las ideas abstractas de dif& renda de potencial, de intensidad de corriente. Se advierte aquí un neto contraste entre ambas men­talidades: mientras en la mentalidad científica ,1a analogía hidráulica juega después de la teoría, en la mentalidad pre-ciehtífica juega antes de la misma.

. Le^trqnsformación del campo instrumental (de la má­quina electrostática a la dínamo) se consuma mediante la modificación del status del instrumento, en la prác­tica experimental tanto como en el proceso de produc­ción económica. En cierto modo, la "Diosa Electricidad" realiza los fantasmas de la taumaturgia y del poder a distancia. Por ejemplo, una de las primeras aplicacio­nes de la electricidad fue el telégrafo, cuyo principio —en tanto objeto técnico— descansa sobre la ciencia eléctrica del siglo xix. A su vez, el fantasma de la comunicación a distancia presente en el mismo pertenece a una tempo­ralidad diferente, propio a la teoría de las ideologías.*

De donde,

4 Entre los "Admirables secretos del Gran Alberto" se encuentra la 'teXipÚÓn (M "maravilloso secreto para hacer el cuadrante o brújula simpática, por cuyo intermedio se podrá escribir a un amigo distante y hacerle conocer nuestra intención, al mismo tiempo o poco después de escribirle." (Les admirables secrets d'Albert- le Grana, Nouvel Office d'édition, p. 367.)

MICHEL PÉCHEÜX 33

K, Proposición-S: El efecto de las ideologías teóricas, en relación a una ciencia Cv se halla localmente transfor­mado por la ruptura específica a Cx. (Efecto de la ruptu­ra sobre el discurso pedagógico de la ciencia.)

Proposición 6: La relación con el campo instrumental „se halla modificada por la ruptura:

— antes de la ruptura, dicha relación se define por un ^efecto de reflejo, lo que obliga a ver algo distinto a lo que se debe ver, en función de la ideología teórica;

— después .de la ruptura, se asiste a una transformación del campo instrumental (montajes y disposítivos)T'fanto en él proceso de producción de conocimientos como en el proceso de producción económica.

Pregunta vinculada con la proposición 6, ¿Este resulta­do es generalizable fuera de la física?

II. El efecto de la ruptura galileana en biología

jf Abordemos ahora el problema propiamente dicho de la j relación entre las ciencias. Utilizaré aquí el ejemplo de t la biología, a fin de mostrar que esta disciplina, a dife-j réncia de la electricidad y el magnetismo, toma atronca-\ mino para independizarse de una formación ideológjco-; teórica que sin embargo era esencialmente la misma con ¿la que aquéllos rompieron. En efecto, cabe localizar los

mismos dos elementos ideológicos fundamentales, a sa­ber: el animismo y el mecanicismo, a los que volveremos

,-en seguida. Durante largo tiempo, muchos buenos espí-\ ritus han creído que el verdadero nombre de la vida era Lia electricidad, a menos que, en cambio, la electricidad no fuera más que una forma particular de la Vivacidad con V mayúscula. El texto ya citado de Nicolás Fuss sobre la estructura del imán puede ilustrar este punto: para este autor, el imán es tanto un animal (con venas y vasos linfáticos que permiten la circulación de los hu­mores) como una máquina (con tubos y sopapas que regulan el circuito del fluido que los atraviesa).

r A la inversa, todo organismo animal es esencialmente i una reserva de electricidad. Después de la invención de i la pila de Volta, todos los seres vivientes aparecieron co­lmo otras tantas "pilas animales". En 1780, las experien­cias del biólogo Galvani, quien creía reconocer en la con-ttacción muscular los efectos de la electricidad animal, parecieron verificar esta idea. Al respecto, Bachelard es­cribe:

La escuela de Galvani consideró la contracción muscular como un movimiento privilegiado car» gado de carácter y de sentido, algo así como un movimiento viviente. Recíprocamente, se creyó que este movimiento biológico-eléctrico era el más adecuado para explicar los fenómenos de la vida, (Formation..., p. 166.)

36 IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

Por un lado la electricidad y el magnetismo, por el otro la biología pueden localizarse mediante el mismo espa­cio ideológico de referencia, con las mismas posiciones-claves: en biología, el animismo se llama vitalismo, el mecanicismo sigue siendo mecanicismo, cartesianismo o aun "iatro-mecanicismo", es decir, etimológicamente, me­cánica médica.

-* Una vez más, conviene premunirse contra una interpre­tación histórica en la que el mecanicismo sería incondicio-

. pálmente progresista. G. Canguilhem ha demostrado con toda claridad, en sus numerosas investigaciones sobre la historia de los conceptos biológicos, la importancia de la posición vitalista.1

p Debemos terminar —escribe— con la acusación I de metafísica, por no decir de fantasía, que per-1 sigue a los biólogos vitalistas del siglo xvni. Éstos

son newtonianos, son hombres que se rehusan a emitir hipótesis sobre la esencia de los fenómenos y que piensan que deben describir y coordenar los efectos directamente y sin prejuicios; tal como los

r perciben. El vitalismo es el simple reconocimiento 1 del hecho vital. (G. Canguilhem, La connaissance

de la vie, París, Vrin, 1965, p. 156.)

El mecanicismo, entendido como ideología de conquista, "se rebela contra esta posición. Ya he indicado que esta ideología heroica se apoya sobre los efectos de la trans­formación tecnológica provocada por la ciencia mecá­nica: lo viviente será pensado en términos de mecanis* mo o de combinación de mecanismos. Esto determina una consecuencia particular concerniente al medio de lo viviente; a saber: que su naturaleza es homogénea a la de lo viviente y que, en rigor, el medio atraviesa a lo viviente por todas partes; este último se explica como partes yuxtapuestas en el espacio, en medio de otros

• cuerpos vivientes. El concepto de medio —originado en la filosofía vitalista de los estoicos bajo el nombre de cosmos— recibe un nuevo status en el interior de la mecánica tal como se la concibe a partir de Newton.

Durante el siglo xix la biología se constituye en el

1 En todo lo concerniente a ]a biología, recurriré repetidas veces a este autor.

M1CHEL PÉCHEUX 37

| seno de esta coyuntura teórica dominada por el meca-tnicismo. G. Canguilhem nos propone un ejemplo de esta dominación, a propósito del concepto de "medio".

Los orígenes newtonianos de la noció» de medio alcanzan.. . para dar cuenta de su inicial significa­ción mecánica y de los primeros usos de que fuera objeto.. . ' Auguste ,-Comíe, al prop.orier en 1838 en la XI lección de su Cours de Phübsophie Positiva una teoría biológica general del medio,,,.siente que emplea "medio" como un neologismo y reivindica la responsabilidad de erigirlo en noción ui r^pgal y abstracta de la explicación biológica."' A.^OáínAe 'aclara que denominará "medio" no sólo "el fluido en el que se encuentra sumergido un cuerpo" (lo que confirma los orígenes mecánicos de la noción), sino "el conjunto total de circunstancias exteriores necesarias a la existencia de cada organismo". Pero también se advierte en Comte, quien tiene la im­presión lieta üe \os oxigenes de la noti&íi y <iei alcance que entiende conferirle en biología, que el uso de la misma quedará marcado precisamente por este origen mecánico de la noción, si no del término. (Ibidem, pp. 132 y ss.)

Canguilhem explica que Comte concibe la relación en­tre el organismo y el medio según el principio, nevuto-

-niano de acción y reacción. Ahora bien, salvo -para.ej hombre, la acción de lo viviente sobre el ¿medis, e s

prácticamente despreciable desde el punto de vista me* cánico. La consecuencia de esto —agrega Canguilhem— es que i

Auguste Comte termina por plantear el problema biológico de las relaciones entre el organismo y el medio bajo la forma de un problema matemá­tico: "en un medio dele-reinado, dado el órgano encontrar la función, y recíprocamente.''

Queda así directamente establecido el vínculo con lo que afirmábamos en la lección anterior a propósito de la relación anatomía/fisiología. Es evidente ;que desde una perspectiva como la de Comte la anatomía —conce­bida como estudio de la estructura de los órganos en un medio— representa el capítulo de la estática en bio-

logia, mientras que la fisiología representa el de la .dinámica o estudio de las funciones. Esta urdiría debe entenderse en el sentido de funcionamiento, correspon­diente de los órganos y, en última instancia, en tanto

, anatomía puesta en movimiento. Sel nos plantea entonces el siguiente problema: ¿cómo

explicar que dos disciplinas tan cercanas por sus ideo­logías pre-teóricas hayan tenido una historia tan dife­rente?. ¿Cómo explicar que la electricidad y el magne­tismo se hayan constituido como ciencia en el interior de la física, apuntalándose sobre la mecánica, y que la biología haya sufrido un desarrollo científico específico, exterior a la física, de suerte que la física y la química queden en cierto modo subordinadas a aquélla?

Para resolver este problema, debemos hacer interve­nir algunas "pequeñas" diferencias, en realidad funda­mentales.

- ^Mtt primer lugar, el rol desempeñado por el animismo en la-electricidad no es el mismo que el del vitalismo en la biología. En el campo de la electricidad, el animismo funcionaba a nivel de las imágenes. En biología, el vita­lismo representa una posición conceptual que intervino de modo efectivo en ciertos momentos de la constitu­ción de esta ciencia. A propósito del desplazamiento conceptual operado entre F. Magendie —el último iatro-mecanicista— y Cl. Bernard —discípulo de aquél y fun­dador de la fisiología—, G. Canguilhem observa:

Magendie mecanizaba lo viviente y tenía al vita­lismo por una locura. El descubrimiento de las se­creciones internas, la formación del concepto de medio interior, la puesta en evidencia de algunos fenómenos de constancia y de algunos mecanis­mos de regulación en la composición de este me­dio: he aquí lo que permite a Cl. Bernard ser determinista sin ser mecanicista y comprender el vitalismo como un error y no como una tontería. ("L'idée de médecine experiméntale selon Cl. Ber­nard", Études d'Histoire et de Philosophie des Sciences, p. 129.)

Esta diferencia entre error y tontería o incongruencia ponstituye un síntoma importante: nos explica por qué,

MICHEL PÉCHEÜX 39

[una vez descartada la incongruencia, la biología np se ¿reabsorbe apuntalándose en la mecánica. Por el con­

trario, se ha visto que en una nueva coyuntura coucep. ^tual, Cl. Bernard restablece la causalidad específica de I la fuerza vital que los cartesianos consideraban como [ mágica puesto que actuaba según una modalidad poli-

taca (poder del rey sobre sus subditos) y no según la modalidad mecánica propia al funcionamiento de un re­loj. Por lo demás, la modalidad política bajo la que

j se manifiesta la fuerza vital en el discurso de Cl. Ber-I nard, más que el absolutismo real es la democracia Il­iberal.

La fisiología suministra la clave de la totaliza­ción orgánica, clave que la anatomía no pudo ofre­cer. Los órganos, los sistemas de un organismo sumamente diferenciado no existen por sí mismos, ni los unos para los otros en tanto órganos o sis­temas; existen para las células, para las innumera­bles radicales anatómicas que les crean el medio interior, dotadas de composición constante merced a la compensación de las desviaciones necesarias. De este modo, su asociación —es decir, su relación de tipo social— suministra a los elementos el me-

,-dio colectivo de vivir una vida separada. "Si se ! pudiera crear a cada instante un medio idéntico a \ aquel que es continuamente creado por la acción ,i de las partes vecinas en un .organismo elemental t dado, éste podría vivir en libertad tanto como vive l en sociedad." (Esta última frase es de Cl. Bernard,

"Lecons sur les phénoménes de la vie communs aux animaux et aux végétaux", IX-1878.)

G. Canguilhem, "Le tout et la partie dans la pen-sée biologique", Études d'Histoire..., p. 330.

^ Esto nos lleva a acentuar otra "pequeña diferencia" concerniente a la biología: las formaciones ideológicas prácticas (concepciones del mundo) intervienen "de tal

jmodo en biología que la producción científica de los {conceptos no las deja pura y simplemente fuera de juego. Resulta así una vulnerabilidad específica de la biología en cuanto a la explotación que las diferentes

r concepciones del mundo ejercen sobre ella. Todo suce­de como si en. biología las "líneas de demarcación" de-

4U IDEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS

bieran constantemente re-definirse, lo que por ejemplo desde hace un siglo no sucede en el dominio de la elec-

„ tricidad. A propósito de los problemas políticos ligados al vi­

talismo, Georges Canguilhem declara:

Lo que está en cuestión, en el caso de los con­ceptos biológicos antimecanicístas por parte de los sociólogos nazis, es el problema de la relación entre el organismo y la sociedad. Ningún biólogo, en cuanto tal, puede dar a este problema una res­puesta cuya garantía de autoridad resida exclusi­vamente en los hechos biológicos. (G. Canguilhem, La connaissance de la vie, p. 98.)

Es evidente que, a propósito de la física, una declara­ción análoga seria apenas imaginable, y de ninguna ma­nera verosímil.

Se me dirá que hoy día la situación no es la misma: la política ha dejado de intervenir en el discurso de los biólogos. Al respecto, Althusser ha realizado un análi­sis sobre el que no insistiré. La intervención de la ideología política es hoy menos evidente porque los contenidos y configuración de la ideología política do­minante suelen tomar una forma nueva y más sutil que cabe designar con el nombre de ideología de la comu­nicación. Los diferentes elementos de un sistema social ya no son directamente invitados a asociarse para coo-

. perar: se los incita a comunicar. En otras palabras, la ideología de la asociación de fuerzas individuales (ideo­logía disfrazada de economía política) se reemplaza por la ideología de la comunicación como circulación de

• información (ideología coloreada de lingüística). Desde luego, mi observación de ningún modo intenta poner en cuestión la importación de ciertos conceptos lingüísticos en las investigaciones teóricas de genética molecular sino su aplicación indebida en el problema político del gran animal social —como se decía en tiempos de Auguste Comte—, convertido hoy en algo así como "la unidad in~ legrada de los intercambios informacionales".

Volvamos ahora al problema de las posiciones relati­vas de la electricidad y de la biología en relación á la.

ffísica. El rodeo efectuado hasta aquí nos permite com-

MICHEL PÉCHEUX 41

» prender que las "pequeñas diferencias" entre sus„ppsi-I ciones relativas residen en la relación entre esas „ci£n-\,cias y su exterior, o sea con sus efectos extrardentíficos. - Se me puede objetar: ¿Por qué buscar tan lejos?: la relación entre dos ciencias se define por la relación entre sus objetos. Es obvio que el objeto de la electricidad es en sí homogéneo respecto al objeto físico, mientras que el objeto de la biología es diferente. Todo esto está ins­cripto en la "naturaleza de las cosas".

Respuesta: Para afirmar eso, se debe suponer que el objeto de una ciencia está escondido en alguna parte, antes de que esta ciencia lo descubra, como un huevo de Pascua en un gran jardín. Más aún, se debe suponer que el gran jardín del mundo está organizado según una disposición que se refleja en la disposición relativa de las diferentes ciencias que lo exploran.

F La proposición "las relaciones entre las ciencias refle­jan el orden del mundo" es una proposición ideológica,

| es decir: falsa en tanto se refiere al objeto al que efecti-Ivamente apunta pero al mismo tiempo síntoma de una ¿realidad diferente a la apuntada. Esta proposición_ es ¡síntoma del hecho de que las relaciones entre diferentes I disciplinas no se hallan reguladas por su solo "contenido fcientífico sino también por otra cosa, a saber: por, el ¡̂ conjunto de sus efectos extra-científicos.

En un curso anterior, E. Balibar mostró que una cien­cia mantiene con sus efectos (específicamente: la ense­ñanza y la aplicación) una relación tal que, para una

rciencia dada, la práctica teórica de producción de cono-[ cimientos domina las prácticas de enseñanza y de.apli-, -cación. I( J) ,- Por mi parte, planteo aquí el problema de la relación j entre varias disciplinas científicas.- Este problema sólo ; puede resolverse a condición de hacer intervenir un desr. \ plazamiento de la domindnte, por lo que la práctica que t domina la i elación entre varias disciplinas se .convierte . en la práctica de aplicación. En otras palabra^, la .rela­ción diferencial entre las formas de aplicación ¡¡técnica y la producción material constituye el elemento ¡/dominan­te a partir del cual se regula el problema de 1̂ relación histórica entre varias disciplinas.

„ Apliquemos ese principio al problema de la relación entre ía física y la biología. Desde un punto de vista histórico, la_ física y ramas anexas, química inclusive, encuentran su dominio de aplicación en la transforma­ción d"e los instrumentos de trabajo (medios de produc­ción) comprometidos en el proceso de producción económica, mientras que la biología lo encvientra en la práctitía médica definida como conservación y adapta­ción de la fuerza de trabajo que se combina con el ins­trumento de trabajo en el proceso de producción econó­mica. En consecuencia, la práctica de aplicación de la biología se refiere al lugar específico del animal huma­no, como elemento de las fuerzas productivas.

Pero la fuerza de trabajo no se confunde con la fuer­za motriz desarrollada por el animal. Aun cuando en ciertas formas de economía agrícola el hombre trabaja literalmente "como un buey", hay que diferenciar entre la producción de fuerza muscular y la actividad direc­tora de esta fuerza o sea la fuerza de trabajo. Los ani­males son parte del instrumento de trabajo (utilización del caballo de tiro por ejemplo), un objeto de trabajo (la cría con fines alimentarios, por ejemplo), o aun objetos ideológicos (caballos de carrera, por ejemplo).

Esta diferencia concerniente a la posición de las prác­ticas de aplicación no resulta de una supuesta "natura­

leza de las cosas", sino que está ligada a la transforma­ción histórica del proceso de producción económica. En el siglo xix, al _mismft„ tiempo se definen las relaciones entre la física y la biología y el hombre se "convierte en sirviente de las máquinas-herramientas en el proceso de trabajo: la división del trabajo implica la coopera­ción de los trabajadores como partes de un todo. Las representaciones imaginarias del organismo —conjun­to de máquinas, por un lado, sociedad de elementos que contribuyen a la conservación del todo, por el otro— representaciones que pueblan el inconsciente teórico del siglo xix, se nos aparecen como proyecciones o deforma­ciones de lo que pasa en otra parte, a saber: en el pro­ceso de producción económica.

La vulnerabilidad de la ciencia biológica, sometida a la explotación de la "concepción del mundo" dominante

T J

—vulnerabilidad a la que me referí hace un momento—, -se explica porJos problemas específicos de la apiicaqión „de la biología en el proceso de producción económica. £n ! electo, esta aplicación suele presentarse "como una nor-t mqlización de la fuerza de trabajo tanto como una^órgá-

s.nización de las relaciones sociales. A propósito de la normalización, G. Canguühem es­

cribe:

Normal es el término con el que el siglo xix de­signa el prototipo escolar y el estado de salud or­gánica. La reforma de la medicina como teoría descansa sobre la reforma de la medicina como práctica: se halla estrechamente ligada... a la re­forma hospitalaria. Esta última tanto como la reforma pedagógica expresan una exigencia de ra­cionalización que aparece en política, así como en economía, bajo los efectos del maqumismo indus­trial naciente, y que termina en lo que luego se

.denominó normalización. (G. Canguühem, Lo nor-"mal y lo patológico, Siglo XXI Argentina, p. 185.)

f. La organización de las relaciones sociales plantea a la biología un problema que ésta no puede resolver cientí­ficamente, lo que no significa que deje de intervenir de manera activa en esta cuestión bajo la forma de una re-inscripción ideológica en la coyuntura de las ciencias

„ humanas. Resumamos los resultados obtenidos en esta segunda

parte:

Proposición 7: Las relaciones entre dos disciplinas no

ÍsorT necesariamente de apuntalamiento: también pue­den tomar la forma de la subordinación. Por ejemplo, la física y la química se hallan en una situación de subordinación respecto de ía biología, considerada ésta como disciplina científica específica. Queda así respon­dida la pregunta planteada en la proposición 2.

, Proposición 8: Existe por lo menos una disciplina cien­tífica —la biología— para la cual las concepciones del

' mundo no quedan pura y simplemente descartadas, como Len la física. Esto responde a la pregunta planteada en

44 IDEOLOGÍA B HISTORIA DE LAS CIENCIAS

le. proposición 3. ¿Hay otras disciplinas que se encuen-tien en el mismo caso?

^ Proposición^'. Las diferencias enunciadas en las pro­posiciones 7 y 8 se explican por la diferencia entre los

i dominios de aplicación de la física, por un lado, y de la 'biología por el"otro. A saber: diferencia entre los ele­mentos de los instrumentos del proceso de producción económica, para la primera, y el elemento de la fuerza

jib trabajo, para la segunda. ¿Existen otros casos de diferencia de aplicación'? De ser así, ¿cuáles son sus efectos específicos?