Opinión política, primera parte: El tenue velo de la ... · control social de los países a través de los bancos, los gobiernos, el ejército y los medios de difusión masiva,

Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación

Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012

ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012 Página 1

Actas on-line: http://www.revistalatinacs.org/12SLCS/2012_actas.html

Opinión política, primera parte: El tenue velo de la dictadura financiera

Dr. José Cisneros Espinosa. Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico. BUAP [email protected]

Resumen: La construcción de la opinión política, entendida como la apreciación o juicio que la generalidad de las personas tienen sobre los asuntos y las decisiones políticas, se basa actualmente en dos procesos contradictorios en la estructura social: Uno descendente desde la cúpula del poder hacia la población en general a través de los medios de difusión masiva, las declaraciones de los funcionarios públicos, los boletines de gobierno y demás aparatos institucionales, y otro ascendente, desde un sector de la ciudadanía que participa en organizaciones civiles, redes sociales y en movilizaciones públicas, hacia el gobierno y la ciudadanía en general, y en el cual algunos intelectuales críticos funcionan como sus voceros de facto frente al poder. En el presente trabajo se aborda el primer proceso desde la perspectiva teórica de Jürgen Habermas, Herbert Marcuse y Noam Chomsky, principalmente, con un análisis de la estructura de poder y la clase dirigente (Gramsci) a nivel mundial en la actualidad. La hipótesis que se plantea es que la dominación social ha empezado a ser tan atroz en el mundo desde la imposición de las políticas económicas neoliberales, que el trabajo de los ideólogos del poder para inducir en la ciudadanía su aceptación pacífica empieza a ser insuficiente para ocultar sus estrategias autoritarias. En la primera parte del texto se presenta un análisis conceptual de la violencia estructural ejercida por el poder financiero para lograr la dominación económica mundial. Posteriormente se analiza el control social impuesto por el aparato gubernamental cuyos cuerpos legislativos generan o avalan las leyes necesarias para justificar y supuestamente encubrir los procesos de saqueo económico dictado por la cúpula financiera a través de sus organizaciones transnacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras. Y finalmente, desde el Modelo de Propaganda de Chomsky y Herman se analiza la dominación ideológica y el control de la opinión política a través de los medios de difusión masiva, que cierran el círculo de la dominación económica y política de la clase dirigente.

Palabras clave: Opinión política, Dictadura financiera, Violencia estructural, Propaganda, Control.



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Introducción

A raíz de los quebrantos económicos sufridos recientemente por algunos países europeos, cada vez más personas manifiestan públicamente su descontento y su hartazgo de las políticas públicas en todo el mundo, y en especial de las políticas económicas, así como la denuncia de los abusos empresariales y financieros que generan desempleo, inseguridad laboral, reducción de prestaciones sociales y violencia sistemática. Los ocupas (the occupy movement) en Estados Unidos, señalan específicamente a los banqueros de Wall Street como los responsables del desempleo de la población y el endeudamiento de los gobiernos con cargo los propios ciudadanos. Como veremos más adelante, este señalamiento es correcto. Pero los ocupas de Estados Unidos y los indignados de España no son los únicos movimientos sociales críticos, también están los llamados despectivamente globalifóbicos, el Foro Social Mundial y muchas organizaciones civiles que ven con claridad el origen de las injusticias y el deterioro social en las políticas públicas instrumentadas por los gobiernos en favor de las empresas transnacionales, y sobre todo de los empresarios financieros más ricos del orbe.

Por lo anterior, hablar de opinión política en la actualidad es referirse a una confrontación de ideas, visiones del mundo y prácticas sociales radicalmente opuestas. Por un lado las acciones y el discurso de quienes han establecido el control social de los países a través de los bancos, los gobiernos, el ejército y los medios de difusión masiva, y por el otro, la protesta y denuncia de esas injusticias por parte de quienes sufren el deterioro de la vida material, laboral, pacífica y democrática. En el presente texto abordaremos la construcción de la opinión política de la cúpula empresarial mundial, desde la formación de los grupos dominantes y el establecimiento de su método de extracción de la riqueza social a través de la coerción y la violencia, hasta la manifestación de su visión política de la sociedad a través de sus intelectuales orgánicos incrustados especialmente dentro de los medios de difusión masiva, pasando antes por la legalización de sus estrategias de enriquecimiento a través de los aparatos jurídicos y la conformación ideológica de un proceso “democrático” de simulación, o democracia-ficción.

En la primera parte analizaremos la formación de los grupos del poder mundial, así como la creación y el desarrollo de la violencia estructural desde la visión teórica de Herbert Marcuse acerca de la violencia y el control social. A continuación abordaremos el papel formal del aparato legislativo tanto en la privatización de los recursos nacionales, la simulación democrática y el manejo de la propaganda y la opinión política en los procesos electorales, como en el caso de México. Finalizaremos analizando el manejo de la violencia en los medios de difusión masiva, específicamente en la televisión, con base en la Teoría del cultivo de George Gerbner, y El Modelo de propaganda de Chomsky y Herman para ubicar el sentido real de la opinión política.



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Primera parte: Los creadores de la violencia estruc tural en el mundo

En 1954 se reunieron en el hotel Bilderberg de Oosterbeek, en los Países Bajos, los 130 empresarios más ricos del planeta (llamado por ello Grupo Bilderberg, GB), especialmente los banqueros como David Rockefeller, inquietos primero por el antinorteamericanismo que estaba causando el Plan Marshall y por el aumento de los regímenes socialistas, para luego decidirse a establecer un nuevo orden internacional a través del control financiero, geopolítico y militar, mediante el cual se han ido apropiando de los recursos naturales y sociales de todos los países del orbe. Este grupo oficialmente se auto-describe como “un pequeño foro internacional, informal y off-the-record, en el que distintos puntos de vista pueden expresarse a fin de promover un entendimiento mutuo. En las reuniones no se propone ninguna resolución, no se vota ningún tema y no se emiten declaraciones políticas” (Bilderberg meetings, 2012). Posteriormente, en 1973, estos empresarios crearon su organización “más visible” promovida por David Rockefeller: la Comisión Trilateral (CT), que lo mismo que el GB no difunde la agenda ni los resultados de sus reuniones con la explicación de que son un grupo privado, sólo tiene una página para publicar documentos colaterales para consumo inocuo. Sin embargo, la idea central de sus proyectos queda plasmada en el libro Between Two Ages : America's Role in the Technetronic, de uno de los creadores de la CT junto con Rockefeller, Zbigniew Brzezinski, donde se asienta:

“La nación-estado como unidad fundamental de la vida organizada del hombre ha dejado de ser la principal fuerza creativa: Los bancos internacionales y las corporaciones transnacionales son [ahora] actores y planificadores en los términos que antiguamente se atribuían los conceptos políticos de nación-estado” (Brzezinski, 1970).

Es decir, en el terreno de los hechos han puesto en desuso los conceptos de estado-nación, soberanía nacional y el rol del Estado en la sociedad, para promover un mundo gobernado por los bancos y las corporaciones transnacionales, que es lo que estamos viviendo desde Grecia hasta Wall Street, pasando por España y los países del Tercer Mundo. Los bancos y las corporaciones globales son círculos que ahorcan a la nación-estado, incluyendo a Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos. Y el Congreso en todos los países se convierte, con muy leves desacuerdos de procedimiento y mucho de dramaturgia, en un instrumento para legalizar las políticas públicas que convienen a la clase dirigente, como es el caso de los “planes de austeridad” de los gobiernos nacionales, la penetración de los monopolios financieros, industriales y comerciales en todos los países del mundo, la extracción de los recursos naturales, minerales y energéticos, y en donde las necesidades y la voluntad de los pueblos ya no importan. La satisfacción de necesidades básicas como alimentos, agua, vivienda, transporte, educación, etc., se reenfocan desde el punto de vista de los negocios lucrativos en manos de compañías privadas ligadas al poder. La población económicamente activa



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pasa de ser ciudadan@s con derechos y participación social, al papel de consumidor@s mientras cuenten con recursos económicos, y de excluid@s sociales cuando no los tengan, como es el caso de todos los trabajadores sin empleo.

Las directrices secretas del grupo Bilderberg salen a la luz a través de los personajes que participan primero como miembros de la Comisión Trilateral y luego como funcionarios públicos de alto nivel. Tal es el caso de Jimmy Carter, Bill Clinton, el Director del Tesoro de Estados Unidos, el Director del Banco Mundial, etc. Es decir, las políticas públicas de los diferentes países en la práctica obedecen a los intereses de estas dos organizaciones, GB y CT, a través de las estructuras oficiales de gobierno, sobre todo de los cuerpos legislativos y ejecutivos de cada nación. El primer experimento de este enfoque en América Latina fue establecer las políticas neoliberales en Chile con Augusto Pinochet; después siguieron con los demás países latinoamericanos y el resto del mundo. En México el máximo impulsor ha sido Carlos Salinas de Gortari desde 1988, directamente o a través de sus herederos políticos como Felipe Calderón y Enrique Peña. Otros ejemplos son los siguientes:

1.1 El Neoliberalismo en América Latina

1973: Chile con Pinochet y los Chicago Boys de Milton Friedman.

1985: Bolivia con Víctor Paz Stenssoro.

1986: Colombia con Virgilio Barco, ex-Director Ejecutivo del Banco Mundial.

1988: México con Carlos Salinas, condecorado por Margaret Thatcher.

1989: Venezuela con Carlos Andrés Pérez.

1989: Argentina con Carlos Saúl Menem.

1989: Perú con Fujimori.

1989: Brasil con Fernando Collor y luego con Sarney y su ministro de hacienda

Fernando Henrique Cardoso.

Los efectos desastrosos de este ordenamiento mundial también están a la vista: saqueo, desempleo y violencia. El pensamiento de Zbigniew Brzezinski (1970) que da sentido a este nuevo orden se hace realidad a gran velocidad y la población mundial paga sus consecuencias.

1.2 ¿Cómo lo hacen?

Investigar científicamente el procedimiento mediante el cual se establecen los objetivos del Grupo Bilderberg y la Comisión Trilateral, ambos con agendas secretas, así como el método de coacción y control gubernamental de los diversos países del mundo, es un objetivo, si no imposible, cuando menos



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ingenuo para un investigador académico. Sin embargo, el periodismo de investigación y los documentalistas ofrecen marcos de referencia claros y criterios de interpretación muy bien sustentados en testimonios directos de quienes llevan a cabo dichos procedimientos operativos del poder. Tal es el caso de las investigaciones periodísticas recientes, cuyos resultados se presentan cuando menos en tres documentales cinematográficos de alta calidad analítica, que resumen de manera consistente la lógica del dominio económico y político a nivel mundial. A saber:

Zeitgeist, Moving Forward, de Peter Joseph (EEUU, 2011).

Inside job, de Charles Ferguson (EEUU, 2010). Y

Let’s make money, de Erwin Wagenhofer (Austria, 2008).

En Let’s make money, de Wagenhofer, destaca la confesión de John Perkins, autodefinido en su función como “asesino económico” del poder, por la importancia y la trascendencia de la información que proporciona. Perkins expone el método de operación de los equipos de élite al servicio de los grandes empresarios:

1° Los asesinos económicos detectan un país con recursos importantes, como el petróleo o el oro, por ejemplo.

2° A continuación estos asesinos se presentan con el presidente de ese país para convencerlo de explotar el recurso con el apoyo de los Estados Unidos. Si el presidente acepta, el dinero del negocio va a dar a las arcas de las compañías extranjeras que hacen el trabajo, y sólo una mínima parte es para el presidente y su camarilla. A los habitantes de ese país sólo les tocan los empleos de alto riesgo y mal pagados.

3° Si el presidente no acepta el proyecto, entonces entra en operación otro equipo: los chacales, quienes asesinan al presidente que se ha negado a permitirles la explotación de los recursos. El presidente que sigue seguramente lo aceptará.

4° Si fallan los chacales, y “sólo entonces”, entra en operación el ejército norteamericano, con todas las “justificaciones”, la estrategia y la cobertura que se le conocen (Wagenhofer, 2008).

De este procedimiento operativo los ciudadanos sólo estamos informados de manera superficial sobre hechos consumados. Por ejemplo, respecto del paso 1, sabemos que con apoyo de los satélites y aviones no tripulados se ha estudiado todo el territorio latinoamericano y sus mares, pero sólo nos enteramos a través de los medios cuando se anuncia el descubrimiento de un manto petrolífero, como la reciente declaración del presidente Calderón acerca de grandes reservas petroleras en el Golfo de México (Román, 2012: p.25). El resto de la información, respecto de las compañías explotadoras, es nula. Ya nos enteraremos cuando el contrato se haya firmado.



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Como ejemplo del paso 2 México, entrega sus recursos minerales áureos a compañías extranjeras como las canadienses, y sólo nos enteramos cuando el saqueo de oro es ya una realidad (Hernández, 2009).

Ejemplos del paso 3: En el documental Let’s make money se dan don ejemplos concretos, el caso Omar Torrijos en Panamá, que por negociar un nuevo canal interoceánico con Japón fue asesinado mediante una explosión del avión en que viajaba, y seis meses después ocurre exactamente lo mismo con Jaime Roldós, presidente del Ecuador, por querer tomar el control de la explotación y venta del petróleo de su país.

Finalmente, un ejemplo del paso 4 narrado en el mismo documental antes mencionado, es el de Sadam Hussein, quien había decidido vender el petróleo de Irak en euros y no en dólares, y con quien fallaron tanto los asesino económicos como los chacales debido a la alta calidad de su sistema de seguridad personal, por lo que fue decidida la invasión militar norteamericana con los resultados que conocemos: el control norteamericano del petróleo irakí, la violencia sistemática y el desastre económico para la población de esta nación. Lo mismo ha ocurrido en Libia y en otros países. La guerra y el estado de violencia tienen como sentido poner en manos de las empresas transnacionales, y sobre todo de los bancos, las decisiones sobre la explotación de los recursos de cada nación, incluyendo la mano de obra barata y el comercio, por supuesto.

Después de controlar los recursos de los países, los organismos financieros internacionales, y la propia ONU a su servicio, ya pueden darse el lujo de anunciar sus amenazas y lo que requieren de los gobiernos. Encabezados periodísticos como los siguientes dan cuenta de su lógica de dominación:

“FMI: necesita oxígeno externo 30% de la banca española”

“ONU: la economía mundial, al borde de nueva recesión”

“Fallan acciones de países ricos para abatir empleo y deuda pública”

“Ajusta a la baja el crecimiento: a 2.5 este año y 3.1 para 2013”

“La calificadora Fitch rebaja a casi basura la solvencia española”

“La Fed se dice lista para proteger la frágil recuperación de EU”

(NOTIMEX, 8.06.2008).

Sin rubor plantea la ONU que en 2011 hubo un déficit de 64 millones de empleos en el mundo, y que para 2013 el déficit aumentará a 71 millones (NOTIMEX, 2008).

Como siempre, la solución propuesta es que los gobiernos se endeuden y los ciudadanos paguen “ajustándose el cinturón”; es decir, no quejarse de la falta de empleos ni recibir servicios públicos ni prestaciones laborales, pero sí pagar más impuestos. La población trabajadora, por supuesto se rebela, pero es ignorada ya sea en Grecia, España, en México o en cualquier país. Lo que sí



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avanza en estos lugares es la legislación laboral que constriñe los derechos de los trabajadores.

En pocas palabras, la actual violencia cotidiana en el mundo es provocada principalmente por el saqueo sistemático de los recursos naturales y económicos de los países organizado por la banca internacional, la privatización de las empresas estatales, el endeudamiento crónico de los gobiernos para obtener su “tajada del pastel” a costa de los ciudadanos, y la legislación que favorece la rentabilidad de las grandes empresas y elimina la seguridad laboral de los trabajadores.

1.3 Violencia y control social

La violencia estructural antes ejemplificada no es un fenómeno reciente en nuestros países. Tiene siglos. Pero desde hace 44 años Herbert Marcuse (1968) explicó de manera clara las razones del manejo de la violencia desde el poder como una forma de controlar a la sociedad mediante el temor, y de esta manera desactivar cualquier crítica de los ciudadanos y eliminar toda oposición a las decisiones de la élite, dejando como único criterio de progreso para la población el desarrollo tecnológico a través del consumo de equipos electrónicos, y el uso del entretenimiento como mecanismo para inhibir todo pensamiento crítico liberador, y propiciar así la dominación social.

La violencia tiene muchos significados, pero operativamente puede definirse como:

“Un acto intencional, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a alguien más. Casi siempre es ejercida por las personas que tienen el poder en una relación, como el padre y/o la madre sobre los y las hijas, los y las jefas sobre los y las empleadas (…) La violencia es un acto que, ya sea que se dé una sola vez o se repita, puede ocasionar daños irreversibles. Implica un abuso del poder mediante el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica o política” (RNR, 8.07.2012).

Como es fácil observar, el aparato gubernamental tiene todos estos poderes sobre la población de un país: la fuerza física del ejército y la policía, la presión psicológica del orden jurídico y la coerción, el fuero institucional y la saturación de mensajes propagandísticos unidireccionales a través de los medios de difusión masiva; la violencia económica de las políticas de endeudamiento de la ciudadanía, el encarecimiento de alimentos y servicios, en contraste con el “salvamento” multimillonario de las instituciones bancarias y otros negocios particulares como las autopistas de cuota. Y, por supuesto, la violencia política, que en algunos países criminaliza a mujeres que deciden abortar y reprime violentamente a quienes se organizan para protestar por los abusos de poder, además de que excluye sistemáticamente de las decisiones estratégicas a los ciudadanos, como es el caso de la privatización de los recursos públicos que



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van desde el petróleo y la minería, hasta la energía eléctrica, el espacio aéreo y el espectro electromagnético.

Los efectos de la violencia sistemática sobre la población pueden verse claramente en el deterioro de la alimentación, la salud, el empleo, la seguridad y la exclusión política de los ciudadanos, frente al enriquecimiento sin medida de las empresas financieras transnacionales y de los altos funcionarios públicos con su pequeño círculo de poder público y privado.

Como afirma Marcuse, hoy día el aparato productivo tiende a hacerse totalitario (por algo Noam Chomsky, 2006, lo llama la dictadura empresarial), pues además de producir los medios de destrucción: armas, ejércitos y contaminación, determina no sólo las ocupaciones de la población, sino también las preocupaciones y aspiraciones individuales atomizadas (comprar casa, coche, televisión, teléfono móvil y computadora personal). Las recientes intervenciones de Estados Unidos en los países como Irak y Libia así lo confirman, incluyendo la lucha del gobierno mexicano contra el narco, que contrasta con la ausencia de proyectos sociales de fondo, pero “justifica” las millonarias compras de armas a Estados Unidos, posibilita reprimir a los líderes sociales y asumir la muerte de civiles como “daños colaterales”, sin eliminar la violencia social, por supuesto, dado que las causas estructurales se fortalecen.

Segunda parte: Legalización de la injusticia, los p rocesos electorales y el discurso del poder mediante el aparato jurídico.

Nuevamente, es John Perkins en el documental Let’s make money, de Erwin Wagenhofer (2008), quien afirma que como asesinos económicos y como chacales no tienen ningún impedimento legal para saquear los recursos de los países, pues tienen el control de la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las fuerzas armadas, entre otros organismos reguladores de política mundial. De manera que las leyes y tratados internacionales no van a impedir sino a estimular que la economía se organice en función de los intereses de los grandes empresarios financieros, además de presionar a los gobiernos nacionales para que operen en ese sentido, y, por supuesto, sus aparatos legislativos diseñen las leyes más convenientes para dichos empresarios.

De acuerdo con lo anterior, se profundiza la lógica de endeudar permanentemente a los países, de manera que siempre estén dispuestos a aceptar cualquier criterio de explotación exterior, incluyendo la imposición oficiosa de los presidentes nacionales más dispuestos a seguir sus instrucciones, como ha ocurrido explícitamente en el caso de Grecia. Pero de manera más velada puede decirse lo mismo del “triunfo” de Mariano Rajoy en España, de Michelle Bachelet en Chile, y sobre todo de Enrique Peña en México. En este último caso, mientras la población mantiene un histórico rechazo a la privatización de la industria del petróleo, puesto que nuestros abuelos cooperaron incluso económicamente para apoyar al gobierno de Lázaro Cárdenas a nacionalizar el petróleo que estaba en manos de compañías estadounidenses, Enrique Peña Nieto ofreció desde su candidatura



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la “participación privada” de las actividades que quedan sin privatizar de esta industria. Por ello, cualquier demanda de invalidez acerca de las recientes elecciones presidenciales 2012 debido al manejo turbio de las mismas por parte del partido “ganador”, resulta “improcedente” y sus argumentos “insuficientes” en opinión de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) (Jiménez, 2012). Justamente porque su real candidato opositor, Andrés Manuel López Obrador, ofrecía lo contrario: emplear las utilidades del petróleo como palanca para el desarrollo nacional.

De ahí que en cuanto se sella la elección a favor Enrique Peña, a pesar de las protestas masivas en su contra que cuatro y medio meses después de la elección continúan (Cruz, 2012: 11), nuevamente el TRIFE rechaza las apelaciones de los partidos de oposición y autoriza destruir las boletas electorales 2012 (Martínez, 2012). Con ello ya no habrá modo de exigir cualquier recuento en el futuro, sólo quedan los datos electrónicos que sus empleados capturaron.

De esta manera, las elecciones se vuelven un proceso condicionado, manipulado y caro. Condicionado porque sólo puede salir ganador en la elección quien acepte seguir los dictados del poder financiero internacional. Manipulado, porque para lograr el “triunfo” oficial del candidato aceptado por la cúpula del poder debe hacerse coincidir la actuación del candidato pre-elegido con los resultados de las encuestas difundidas y la información manejada en los medios masivos de mayor penetración, entre otras cosas. Y muy caro porque el presupuesto empleado para las elecciones, sobre todo en el caso de México, es demasiado elevado por la necesidad de saturar de mensajes publicitarios a la población para aparentar popularidad, la compra de numerosas voluntades a través de regalos y concesiones de toda índole, y la espectacularidad dramatúrgica de viajes del candidato y su numeroso equipo de campaña, escenarios y transporte para miles de personas llevadas a los eventos multitudinarios. Sólo en 2012 se emitieron en México 21 millones de spots electorales oficiales en radio y televisión, sin contar con otros formatos pagados en medios masivos. El gasto de estas elecciones fue de 16,000 millones de pesos (1,200 millones de dólares, 955 millones de euros) con cargo a los ciudadanos a través del pago de impuestos, por supuesto (Urrutia, 2011: 10).

Una vez definido el nuevo gobierno, y a pesar de la oposición permanente de los ciudadanos, continúan las prácticas de contratos discrecionales en favor de empresarios ligados al poder nacional y transnacional. Pero también el cambio de leyes a favor de dichas empresas. Los casos de la legislación que atenta contra los ciudadanos son múltiples. Por ejemplo, el caso de la reforma laboral cuya finalidad es restar derechos a los trabajadores en cuanto a prestaciones, tiempo de trabajo y estabilidad en el empleo, se va imponiendo en todos los países sin la menor consideración a los efectos destructivos que ella provoca en los empleados y en sus familias. En México, durante todo el sexenio del actual presidente se ha tratado de aprobar dicha reforma sin éxito aparente, pero en cuanto el nuevo gobernante electo la avala, los legisladores de ambos partidos (PRI-PAN), sus partidos satélites (Nueva Alianza, Partido Verde), y la omisión de algunos legisladores “de oposición”, de inmediato aprueban la Ley



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Federal del Trabajo sin darla a conocer antes a la ciudadanía, dejando a salvo la opacidad del manejo gremial de los líderes corruptos de los sindicatos al servicio del gobierno (Garduño y Méndez, 2012).

En la aprobación laboral antes mencionada, es importante observar que los propios empresarios ligados al poder funcionan como legisladores sin el menor recato posible. Tal es el caso de ocho legisladores del PAN señalados a continuación:

… el ex dirigente del Consejo Coordinador Empresarial y presidente de la Comisión de Economía, Mario Sánchez Ruiz; del líder transportista y presidente de la Comisión de Transportes, Juan Carlos Muñoz Márquez; del textilero José González Serna; del dueño de maquiladoras en Ciudad Juárez Carlos Angulo Parra, y del vicepresidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana en Veracruz, Humberto Alonso Moreli (Graduño y Méndez, 2012: 3).

Es decir, desde la óptica del poder, se puede ser juez y parte en las decisiones legislativas y políticas que perjudican a los ciudadanos y benefician a los propios empresarios. Finalmente, como señala Brzezinski, “La nación-estado como unidad fundamental de la vida organizada del hombre ha dejado de ser la principal fuerza creativa” (Brzezinski, 1970).

Por ello, como el caso del petróleo y la reforma laboral, la legislación a favor de los grandes empresarios y en contra de los intereses de la nación, o bien su violación jurídica sin responsabilidad alguna, se vuelven un lugar común en la vida pública, y autorizan desde la explotación del oro y otros minerales, madera y alimentos, hasta la conducción del agua, el manejo de puertos y la construcción de onerosos hoteles flotantes para empleados de Pemex (Rodríguez, 2012), pasando por la concesión de la producción de semillas a empresas transnacionales, como es el caso de Monsanto. Este último proceso, por cierto, resulta muy significativo para describir la discrecionalidad y el enfoque del manejo legislativo desde la presidencia de la república, como se verá a continuación.

De acuerdo con un artículo de Érika Ramírez (2005), la Productora Nacional de Semillas (Pronase) fue creada el 22 de diciembre de 1960, mediante la Ley sobre Producción, Certificación y Comercio de Semillas, con un catálogo de 24 especies, entre las cuales se encontraban los granos básicos, hortalizas, oleaginosas y forrajeras, con 270 variedades en la categoría básica, registrada y certificada (Ramírez, 2005). El objetivo era apoyar a la agricultura y regular el precio del mercado de semillas. Pero en diciembre de 2002, el presidente Vicente Fox (Ex empleado de la Coca-Cola Co.) retomó la iniciativa que en 1991 el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari envió al Congreso de la Unión para la desaparición del organismo descentralizado de la Secretaría de Agricultura, con el pretexto de malos manejos y acumulación de pasivos.



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El 18 de agosto de 2004, el diputado Joel Padilla Peña, del Partido del Trabajo, presentó en el Senado de la República un punto de acuerdo para exhortar al presidente Fox a suspender el desmantelamiento y la venta de la infraestructura y los activos de la Productora de Semillas, debido a las consecuencias negativas en precios y a la dependencia tecnológica que significaba acabar con Pronase en beneficio de las empresas Dupont, Monsanto y Cargill; pero el presidente continuó con la liquidación del organismo nacional contando con la subordinación del cuerpo legislativo en su conjunto (Ramírez (2005).

Finalmente, previo desmantelamiento de la Pronase, este año 2012 se autorizó a la agroindustria transnacional Monsanto la producción de semillas, como el maíz transgénico que acabará por someter a todos los agricultores de esta gramínea a la compra recurrente obligada por su efecto esterilizador sobre las semillas criollas (Greenpeace, 2012), y otras semillas nativas, cuya producción privada tenderá a la monopolización y a la elevación sistemática de los precios.

Más allá de la traición política, ecológica y económica que este tipo de procesos significan por parte de los gobernantes hacia la población nacional, resulta aleccionador porque devela el modus operandi gubernamental y la complicidad presidencial transexenal al servicio de las grandes empresas. Es decir, no importa qué presidente esté en turno ni de qué partido provenga (Salinas-PRI, o Fox y Calderón-PAN), sino las políticas económicas dictadas desde la cúpula empresarial que ellos operan impunemente. Este es el mensaje persistente, el discurso real.

Y como el caso de la Pronase, los ejemplos son interminables. He aquí una pequeña lista anunciada por la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público del gobierno mexicano acerca de las agencias gubernamentales en liquidación para beneficiar a empresas privadas del ramo correspondiente:

Liquidaciones

Almacenes Nacionales de Depósito, S.A., en liquidación (ANDSA)

Banco Nacional de Comercio Interior, S.N.C., en liquidación (BNCI)

Servicios de Almacenamiento del Norte, S.A., en liquidación (SERANOR)

Banco Nacional de



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Crédito Rural, S.N.C., en liquidación (BANRURAL)

Exportadores Asociados, S.A. de C.V. en liquidación (EASA)

Ferrocarriles Nacionales de México, en Liquidación (FNML)

INCOBUSA, S.A. de C.V., en Liquidación (INCOBUSA)

Notimex S.A. de C.V. en liquidación (NOTIMEX)

Fuente: Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), Organismo Descentralizado de la Administración Pública Federal con personalidad jurídica y patrimonio propio, agrupado en el sector coordinado por la SHCP (SAE, 2012).

Tercera parte: Ideología de la violencia, medios ma sivos, D emocracia-ficción y opinión política.

De acuerdo con el análisis estructural que Antonio Gramsci (1997) plantea en su modelo del Bloque histórico, los intelectuales de la sociedad civil tienen como función generar la conformidad de las clases subalternas y de la sociedad en su conjunto con los puntos de vista que interesan a la clase dirigente, a través de las organizaciones como la escuela y los medios de difusión. Por tratarse de un tema de opinión pública, analizaremos aquí el papel de los medios electrónicos, especialmente la televisión, desde la perspectiva de George Gerbner, así como la estrategia general del manejo ideológico de la información con base en el Modelo de Propaganda de Noam Chomsky y Edward Herman.

3.1 Televisión, cultura de la violencia y sociedad deprimida

En este contexto de la violencia estructural, resulta muy interesante conocer los estudios de George Gerbner (2002) sobre el fenómeno de la televisión y su impacto social. Desde los años 70 Gerbner analizó miles de programas televisivos con escenas violentas donde observó la creación de estereotipos sociales como policías y delincuentes, víctimas y victimarios, discriminación racial, etc. Posteriormente observó que en la vida real los ciudadanos reaccionaban de manera semejante a los estereotipos presentados, y



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apoyaban ciertas políticas públicas según el grupo social al que pertenecían. Por ejemplo, los blancos aceptaban mayor dureza policíaca contra otros grupos raciales. Esta conducta se repitió en 2001 después del ataque a las Torres Gemelas, cuyo modo de colapsar sigue sin ser explicado científicamente por el gobierno estadounidense (Nadal, 2011), cuando la población, sobre todo la de origen anglosajón, aceptó el recorte de garantías individuales contra todo extranjero, e incluso avaló el control de la libertad de expresión en su propio sistema de medios informativos, y actualmente apoyan las leyes anti-inmigrantes contra los trabajadores de origen latinoamericano que les han servido por décadas.

De esta manera Gerbner enfatiza la función pedagógica de la televisión en la sociedad, puesto que cultiva en la audiencia una determinada manera de percibir la realidad. Afirma que atribuimos realidad a lo vemos en la TV aunque sea ficción, y esto sirve de ejemplo para el comportamiento en la realidad social, y en el caso de la violencia ocasiona que se asuma como natural su ejercicio cotidiano. A mayor tiempo de exposición a la televisión, mayor será la coincidencia entre la visión de la realidad del espectador y la que se presenta en el medio televisivo. Cambiar de un canal a otro no modifica la percepción, sino que la refuerza, dado que la orientación ideológica del conjunto de programas es la misma a través del tiempo.

El factor tiempo es justamente uno de los factores claves que Gerbner destaca en su Teoría del cultivo, pues afirma que los medios generan, refuerzan o reproducen determinadas ideologías que se van inoculando en la población hasta convertirlas en comportamientos reales. Ideologías que lo mismo sustentan el american way of life como el ideal social, que el papel de EEUU como Estado policía para el mundo. O bien creando desconfianza hacía grupos minoritarios y replicando los crímenes de la ficción en la realidad: niños de secundaria matando niños. Gerbner concluye entonces que la exposición a la violencia en la TV genera en las personas una visión pesimista de la vida.

La televisión, dice Gerbner, es creadora de mitos e ideologías que comparten tanto ricos como pobres y que ayudan a modelar y legitimar el esquema de orden social propuesto por las élites. La televisión se ha convertido en el “brazo cultural” más estable de la sociedad, dado que los públicos acuden a ella por gusto y voluntad propias, y la disfrutan. Por eso en la televisión se pueden generar orientaciones sociales y actitudes semejantes que, tarde o temprano, se traducen en conductas congruentes con el orden de dominación inducido (Gerbner, 2000, 2002).

3.2 Modelo de propaganda y manejo informativo

Pero junto con el papel preponderante de la televisión, existe en el manejo de los medios masivos una lógica de dominación que tiene su sistema operativo bien definido por los propietarios. Noam Chomsky y Edward S. Herman (2001) analizan lúcidamente su funcionamiento mediante la teoría del Modelo de propaganda, en la cual afirman que a los propietarios de los medios privados no les interesa generar noticias de calidad, y menos aún proporcionar



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información social crítica. Lo que buscan es difundir sus puntos de vista así como el de las empresas anunciantes y la élite del gobierno. Tampoco les interesa brindar información acerca de cómo funcionan realmente las instituciones públicas. Por el contrario, Chomsky afirma que para los medios “el estudio de las instituciones y su funcionamiento debe ser escrupulosamente ignorado” (Chomsky, 2001). De ahí que sea muy difícil conocer oportunamente acerca de las decisiones que se toman sobre el endeudamiento público, la privatización de los bienes nacionales, los gastos injustificados y los actos de corrupción multimillonaria, entre muchas otras cosas.

De acuerdo con esta teoría, hay cinco factores o filtros que determinan el tipo de noticias que pueden difundirse en los medios masivos:

1. La propiedad del medio.

2. Las fuentes de financiamiento (anunciantes).

3. Las fuentes de noticias (políticos).

4. El Flak (fuego antiaéreo), que son grupos de respuesta inmediata.

5. La oposición a la ideología comunista.

En cuanto al primer filtro, se trata de eliminar cualquier noticia que cuestione la propiedad del medio o la concesión de las frecuencias electrónicas, diarios y revistas ligados al poder. Cuando eso llega a ocurrir en algún medio crítico, de los cuales existen muy pocos, entran en acción los grupos de respuesta, como se verá más adelante. Los anuncios publicitarios son el contenido central de una programación masiva, por los que las noticias son solamente una especie de relleno que sirve de pretexto para que el público reciba los mensajes comerciales.

Por lo que respecta a las fuentes de financiamiento, para los dueños de un medio no son propiamente los tiempos y espacios de una programación el sustento de sus ventas, sino que las personas del público receptor son quienes constituyen el principal producto o servicio que se vende a los anunciantes y a los políticos de la élite. Pero necesitan vender a sus patrocinadores un público que no cuestione. De ahí que un gran público consumidor de noticias triviales y programas basura sea el más lucrativo.

Por otra parte, los propietarios de medios cuidarán siempre las espaldas de sus patrocinadores de cualquier denuncia, y sólo criticarán a pequeños empresarios y a políticos de bajo presupuesto, a conveniencia de sus patrocinadores. De esta manera, los grandes anunciantes y políticos poderosos serán también sus fuentes de información a destacar siempre que así convenga.

En cuanto al Flak (fuego antiaéreo), Chomsky y Herman señalan la existencia de grupos de respuesta inmediata ante cualquier crítica al poder. El objetivo de estos grupos es desacreditar a las organizaciones o individuos que estén en desacuerdo con, o pongan en duda las afirmaciones prevalecientes de la clase dirigente o las cabezas de la sociedad política. A diferencia de los tres primeros filtros derivados del análisis del mercado, el Flak es de naturaleza política, y se



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caracteriza por los esfuerzos para gestionar la información pública en favor del poder establecido y desacreditar las denuncias (Chomsky y Herman, 2006). En las dos elecciones presidenciales recientes en México, por ejemplo, el fraude y la compra ilegal de votos son dejados de lado en los medios frente a la legalidad defendida por el organismo responsable de los comicios y que, como antes se ha mencionado, en la elección presidencial de 2012 pagó 21 millones spots políticos de alto precio a las televisoras y radiodifusoras (Urrutia, 2011: 16). Por esta razón a los medios no les interesa la legitimidad, ni la justicia ni la transparencia real, sino descalificar a quienes no estén de acuerdo con las declaraciones oficiales, aunque el nuevo equipo gobernante tenga una larga historia de corrupción. Como también afirma Marcuse, se trata de construir una sociedad sin crítica.

Finalmente, ante la desaparición de los gobiernos comunistas, desde la cúpula del poder se crea una versión actualizada de este filtro, que consiste en la construcción de un enemigo o un "dictador malvado” (Castro, Hussein, Chávez, etc.) al cual se ataca sistemáticamente con todo tipo de armas. Pero la desacreditación se extiende incluso a los ciudadanos pacíficos, como los defensores de la ecología (llamados ecoterroristas), o a los críticos de la economía neoliberal (globalifóbicos, según Ernesto Zedillo), etc. Se trata de guerras ideológicas que explotan el miedo del público previamente inoculado a través de los medios, y el odio a los grupos que representan una amenaza potencial para el poder. En México es muy conocido el caso de la frase “AMLO, un peligro para México”, así como la denuncia del diario inglés The Guardian acerca de la colusión de la empresa Televisa-Peña Nieto para desprestigiar al candidato opositor (González, 2012: 7).

Por tanto, como indican Chomsky y Herman, la clase dirigente y el estado no dejarán de generar situaciones de violencia contra enemigos reales, creados o imaginados, como mecanismo de control social.

3.3 Democracia-ficción y opinión política

En las condiciones de violencia estructural antes descritas, ¿qué clase de Democracia se puede practicar?

La democracia surge como un sistema de organización social para el desarrollo de los seres humanos en convivencia, y para evitar el abuso de los poderosos.

En la Polis griega los ciudadanos discutían en El Ágora los asuntos de trascendencia para toda la sociedad. Cualquier ciudadano tenía el derecho a usar la palabra al mismo nivel que el monarca, y las decisiones eran tomadas y asumidas por todos de manera igualitaria (Aristóteles, 1993). Por supuesto, para ser ciudadano había que cumplir estrictos requisitos para asegurar el compromiso con la colectividad. Por ejemplo, ir a la guerra pagando su propia indumentaria y armas, entre muchas otras muestras de ciudadanía.

Pero la Polis empezó a deteriorarse cuando el estado se fortaleció por encima de los ciudadanos y el ejército se profesionalizó. Entonces los gobernantes y los soldados ya pudieron volverse contra los propios ciudadanos. La



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democracia devino entonces en diferentes sistemas autoritarios como la aristocracia, tiranía, timocracia, etc.

El Liberalismo inglés (ss. XVII-XIX) significó un avance político respecto de la Edad Media al constituirse como una democracia formal, pero en poco tiempo dejó fuera de las decisiones gubernamentales a la inmensa mayoría de ciudadanos para concentrar las decisiones en favor de los empresarios ricos. Los efectos de esta centralización del poder y las decisiones fueron muy desfavorables para la clase trabajadora: monopolios, desempleo y desigualdad social.

Como en el Liberalismo, el Neoliberalismo plantea que el estado no intervenga en la economía, sólo apoye a la libre empresa, y que el mercado mundial regule a la sociedad. Para “corregir el estado de bienestar”, enfatiza sobre todo los aspectos específicos siguientes:

1. Desregulación: Eliminar controles gubernamentales (aranceles, respeto a la ecología, legislación laboral, etc.) en favor de la libre producción de bienes y servicios. Eliminación de subsidios (agro, alimentos, salud, etc.).

2. Desincorporación de entidades públicas (puertos, aduanas, salud, etc.).

3. Venta de bienes de inversión estatal a particulares (en México, por ejemplo, Pemex, CFE, Telmex).

4. Concesión a la iniciativa privada de servicios de comunicaciones y transportes (autopistas, FFCC, telecomunicaciones, etc.).

5. Adelgazamiento de aparatos burocráticos (despidos).

6. Apoyo a bancos, empresas y al libre mercado.

Aunque en el neoliberalismo las corporaciones se van agrupando hasta constituirse en gigantescos monopolios, se pide a los trabajadores un desempeño individual sin importar las desigualdades de condiciones personales. Más aún, se encomian las desigualdades. Plantean que las desigualdades humanas no son perniciosas, sino que desarrollan la iniciativa, el gusto por el riesgo y el dinamismo productivo. Se afirma que son inevitables.

En su filosofía política el neoliberalismo promueve un rechazo a la creencia de una evolución social hacía el colectivismo. Plantea que el hombre es egoísta por naturaleza, de modo que tiende a desarrollarse solo.

En la visión política del neoliberalismo, el gobierno sólo debe operar como colaborador de la empresa, no debe intervenir en economía ni en programas sociales, sino que debe adecuar el marco jurídico al libre mercado, sin regularizar los precios ni bloquear el sistema económico neoliberal (Friedman, 1980).

Se generan entonces estados paralelos encabezados sobre todo por las empresas financieras. Por ello José Steinsleger afirma que el neoliberalismo es una suerte de nazifascismo democrático y legal, que causa estragos en los cuatro puntos cardinales de 1970 a la fecha (Barajas, 1996). Y cuando se habla de nazifacismo democrático y legal, se hace referencia a la toma real de



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decisiones autoritarias en las estructuras políticas y económicas del poder, pero con un discrecional cumplimiento de las formas electorales que luego sirven de sustento ideológico para elaborar y hacer cumplir leyes que benefician a las grandes empresas, sobre todo extranjeras, y ponen estado de indefensión a los ciudadanos contribuyentes.

En estas condiciones de violencia de estado y abuso de autoridad, no puede hablase seriamente de la existencia de una sociedad democrática, sino de una democracia-ficción.

La Democracia-ficción podemos definirla como una simulación democrática del autoritarismo político mediante la cual los ciudadanos son sometidos legal e ideológicamente, a través de los aparatos del estado y de la banca, a un dominio económico creciente y a un saqueo sistemático de los recursos materiales y sociales del país, pero que puede presentarse públicamente como una democracia “real” debido a que cumple con los procesos formales de ésta, tales como las competencias electorales y la aprobación de leyes por parte de un congreso, aunque estos procesos no respondan a las necesidades e intereses de la ciudadanía sino a la conveniencia de las cúpulas empresariales.

La Democracia-ficción se apoya entonces en el aparato legislativo para avalar las políticas de saqueo de los recursos del país; en la policía y el ejército para someter a los inconformes, y en los medios de difusión masiva para justificar en la mente de los ciudadanos su sometimiento económico y político.

Dentro de todo el andamiaje de la democracia-ficción anterior, ¿cómo puede pensarse entonces la opinión política?

Como se afirma en el resumen de este texto, la opinión política entendida en su forma más simple como la apreciación o juicio que la generalidad de las personas tienen sobre los asuntos y las decisiones políticas, se genera a través de dos procesos o lógicas diferentes con concepciones opuestas. Un proceso que desciende de la cúpula del poder hacia la población a través de los medios de difusión masiva, y otro ascendente que va desde un sector crítico de la ciudadanía hacia los políticos aludidos que procuran ignorarla y se esfuerzan en descalificarla. Por tanto, la opinión política puede pensarse al menos de dos maneras: Desde el poder y desde los ciudadanos críticos.

De ahí que la primera lógica cuente con todo tipo de recursos que van desde lo económico, tecnológico, jurídico, coercitivo y mediático, hasta lo informativo y psicológico. Un resumen de los recursos informativos y psicológicos se encuentra en las “10 estrategias de manipulación mediática” tomadas del pensamiento de Noam Chomky (Youtube, mayo 2012), en las cuales se combinan sistemas de evasión de la realidad y de requerimientos importantes de la sociedad, la inducción de problemas, violencia y temores, hasta la imposición paulatina de medidas contra los intereses y la vida de los ciudadanos y sus familias. Pero todo ello envuelto en un manto de racionalidad moderna que sustenta este enfoque de la opinión política.

Ante el despliegue sistemático de estas acciones informativas a lo largo del tiempo, como advierte George Gerbner en su Teoría del cultivo, la mayoría de la población se encuentra prácticamente indefensa y en general termina por



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pensar como se le sugiere en los medios (o no-pensar, visto desde un punto de vista crítico), y ver la realidad también de este modo. De ahí que la opinión política de la mayoría de los consumidores mediáticos esté orientada por criterios difundidos a través de la televisión principalmente, o que reaccionen ante esos criterios de manera trivial o pesimista. Por ejemplo: asumir la idea de que las elecciones son una competencia que ganarán los más listos; que las propuestas de gobierno son creaciones casi individuales de los candidatos; que en asuntos de corrupción todos son iguales, por lo que da lo mismo quién gane; que el gobierno no ve por el pueblo pero no se tiene manera de cambiarlo; que las leyes siempre benefician a los más ricos pero no hay otra opción, y que es mejor no meterse en política.

Sin embargo, las acciones neoliberales de los gobiernos se han manifestado cada vez más injustas, contrarias a las necesidades de la población, irresponsables e impunes. Por ejemplo, en México se van acumulando: el endeudamiento impagable del FOBAPROA en beneficio de los banqueros, el incremento sistemático de la deuda pública en general a pesar de los multimillonarios pagos efectuados a través de los años, la privatización de las empresas públicas estratégicas como el petróleo, la telefonía, los ferrocarriles, etc., adquiridas con recursos públicos y sin que se conozca el destino del dinero obtenido por su venta, la manipulación de las elecciones presidenciales en 1988, 2006 y 2012, la legislación mediática en favor de concesionarios más poderosos, la reducción sistemática de las prestaciones sociales, el incremento de la violencia indiscriminada, el desempleo y la aprobación de la nueva ley laboral opuesta a los intereses de los trabajadores. Esta abrumadora ola de decisiones y programas contra la población, y gracias al apoyo de la conexión entre ciudadanos mediante la internet, ha terminado por abrir los ojos de la población a la realidad política y económica que se estructura desde el poder, y aun conservando el pesimismo y el temor inducido a través de los años, empieza a reaccionar críticamente en apoyo a las manifestaciones de los ciudadanos inconformes tanto en México como en el mundo.

Movimientos civiles como los indignados en España, los ocupas en Estados Unidos y #YoSoy132 en México, dejan ver la inconformidad y el hartazgo contra las imposiciones políticas y económicas del poder, además de los enfrentamientos civiles con el gobierno tanto en Grecia como en Inglaterra y en Chile. Y si bien estos movimientos, por sustentados que estén, no logran un cambio en las políticas públicas debido a que éstas vienen impuestas desde esferas del poder transnacional, sí aportan elementos de juicio a la población nacional y mundial para cuestionar la opinión política difundida a través de los medios por los intelectuales del poder. De ahí que la otrora venda que esta opinión política significaba a los ojos de los consumidores de mensajes masivos dominantes, ha empezado a desgastarse y a dejar entrever la verdadera función que los gobernantes cumplen en relación con la estrategia de las empresas transnacionales y el poder financiero mundial.

Por supuesto, lo anterior no puede considerarse irreversible o definitivo para la toma de conciencia de la población, pues los poderosos cuentan con los recursos y las armas suficientes para continuar con su dominio mediante la persistencia de la propaganda mediática y los mecanismos de coerción



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necesarios. Pero dado que las condiciones materiales de dominio van siendo más violentas cada día, la tarea de manipulación de la opinión política hegemónica también se complica. Y si a ello agregamos el crecimiento de grupos civiles organizados para incidir críticamente en la opinión ciudadana, el velo de la opinión política dominante tiende dejar traslucir paulatinamente la realidad que pretende ocultar.

Algunas reflexiones

La sociedad concebida y organizada por la cúpula financiera es cada vez más clara: una población mundial sometida económicamente, controlada políticamente y vacía ideológicamente. El sometimiento económico va desde el endeudamiento perenne de los gobiernos y el saqueo de los recursos del país, hasta la vinculación permanente de incluso las personas más pobres de la población al sistema bancario ahora transnacional. No en balde la cruzada de la princesa holandesa Máxima Zorreguieta como enviada de la ONU promueve la adscripción de los más pobres del mundo a los servicios bancarios, y el presidente Calderón ha entregado 3 millones de tarjetas bancarias de débito a ancianos de 70 años y más para depositarles una minúscula ayuda de mil pesos (76 dólares ó 60 euros) cada dos meses (El Economista, 18.07.2012), pero que pueden servir como ejemplo para que sus coterráneos se vinculen a los bancos que nos cobran hasta por usar ellos nuestro dinero. La imagen de esta dependencia económica global puede representarse como una gran aspiradora que succiona la riqueza de países y personas para concentrarla en los banqueros más ricos del mundo. Teniendo además un ejército industrial de reserva (Marx) formado por desempleados, subempleados y auto-empleados, cuya presión laboral es aprovechada por los empresarios para pagar a sus trabajadores en funciones sueldos y salarios cada vez con menor poder de compra, así como reducir las prestaciones en los nuevos contratos.

Por lo que respecta al control político, la mejor arma es el miedo inoculado en toda la población a través de la guerra, los crímenes, los desastres naturales o provocados, los secuestros, asaltos, robos, epidemias y, especialmente, la inseguridad e incertidumbre que induce el desempleo y que provoca la competencia individual. La idea es que la población enfrente tal cantidad de problemas y preocupaciones personales, que no tenga tiempo ni interés en analizar y criticar la actuación de sus “representantes“ políticos. Del lado de los gobernantes, de lo que se trata es de mantener una especie de mafia denominada círculo rojo, que es donde se toman las decisiones políticas importantes, y cuyas luchas internas sólo tienen que ver con la designación de las personas específicas que habrán de ocupar los puestos públicos de mayor relevancia y el manejo de los presupuestos más elevados, pero que en definitiva servirán a los mismos intereses de la cúpula financiera. En cuanto a la representación democrática, o democracia-ficción, en esencia podemos imaginarla como una gran obra dramatúrgica (Habermas), donde los políticos representan una comedia tratando de ganarse la credibilidad del público apareciendo como personajes accesibles y afectuosos en todo tipo de shows, y



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los ciudadanos viven una tragedia real con los programas y políticas públicas emanadas de esos gobernantes elegidos.

Finalmente, el papel de los medios de difusión masiva resulta cada vez más relevante en la difusión masiva de la opinión política dominante. Persuadir a los ciudadanos de que se vive en el mejor de los países, en una sociedad libre y democrática, y que, como en los desastres naturales, lo mejor para salvarse personalmente es seguir al pie de la letra las indicaciones de los especialistas, llámense funcionarios o líderes de opinión, pero si se llega a fracasar todo es culpa de uno mismo por su falta de inteligencia, capacidad o competitividad. Pero “no hay mal que dure cien años”, y para levantar el ánimo están los programas de entretenimiento, los medicamentos-milagro y el acceso a la tecnología que nos permite comunicarnos con familiares y amigos en momentos de depresión. El mundo sigue avanzando y no podemos quedarnos a la vera del camino. “El show debe continuar”, y los “agoreros del desastre”, “teóricos de la conspiración”, indignados, ocupas y demás globalifóbicos deben ser ignorados, porque “la realidad es la que ves (en la tele), no la que ellos imaginan”.

Esta es, esquemáticamente, la sociedad diseñada por la clase dirigente que vivimos con mayor crudeza cada día, y a cuya legitimación está enfocada la opinión política dominante. Pero como en toda historia de terror, siempre habrá quienes venzan el miedo, piensen y opinen diferente.

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* Este trabajo forma parte del marco de referencia de la investigación: “Comunicación y democracia: los procesos de comunicación en la construcción de relaciones personales, sociales y políticas para una sociedad democrática”, que el autor lleva a cabo en el Centro de Investigación Sobre Opinión Pública (CISO) del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico (ICGDE) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Puebla, México.

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