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1. Necesitamos encontrarnos con nosotros mismos y con nuestro Padre Dios que nos busca a través de Jesús. Nosotros queremos ser felices, pero ¿dónde está la felicidad?..., la llevamos dentro de nosotros mismos, sólo tenemos que buscar y buscar en nuestro corazón hasta encontrarla. Cerramos nuestros ojos para entrar en nuestro interior y abrirnos a recibir la paz y el cariño que Dios nos regala hoy. (momentos de silencio orante) 2. Hay diferentes caminos para encontrar la felicidad, ¿dónde la busco yo?... En los amigos..., el juego..., en las tareas del cole..., en la experiencia de encuentro con Jesús... (voy respondiendo en mi interior aquello que me hace sentir mejor y en paz) Quedamos un momento en silencio para hablar con Jesús en nuestro corazón. 3. A veces tenemos momentos preciosos de felicidad, de paz, de bienestar..., pero, ¿quién me da esa paz, esa felicidad?..., sin darnos cuenta, sin proponérnoslo, muchas veces lo experimentamos. Es Dios quien nos regala cada día y en cada momento la paz, la felicidad, el amor. Damos gracias a Dios en nuestro corazón por todo lo que Él nos regala. (un momento de silencio para hablar con Jesús) 4. Jamás vamos a encontrar la felicidad si la buscamos en el ruido, en el desorden... sólo la encontraremos si somos valientes para buscarla en nuestro corazón. Dios habita dentro de cada uno de nosotros, en nuestro corazón, agradecemos ahora su presencia en la vida de nuestros compañeros, de nuestros papás, de nuestros hermanos, vecinos, y toda persona que nos encontramos en la calle. Damos gracias a Dios por ellos. (un momento de silencio para hablar con Jesús) 5. Dentro de cada uno de nosotros existe un tesoro, cuando lo descubrimos estamos felices y nos da mucha alegría, sentimos: felicidad, paz, bondad, alegría, vida, amor... En silencio pienso en estas cualidades que yo llevo dentro de mi ser y le doy gracias a Dios). 6. Estás invitado a entrar y mirar dentro de tu corazón, saborear la belleza que posees y agradecérselo a Dios y a tus padres que te han ayudado a cultivarlo. Haz un momento de silencio y da gracias a Dios y a tus padres por lo bello que llevas dentro de ti y pídele que te ayude a cultivarlo todos los días. 7. "El Reino de los cielos se parece a un comerciante que buscando perlas finas, encontró una de gran valor en un campo, vendió todo lo que tenía y compró ese campo para tener la perla preciosa" (Mateo 13, 45-46) Ese campo somos cada uno de nosotros, la perla está presente en todo nuestro ser, en nuestra vida. Damos gracias a Jesús que nos enseñó a descubrir que somos un tesoro. (un momento de silencio)

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1. Necesitamos encontrarnos con nosotros mismos y con nuestro Padre Dios que nos busca a través de Jesús. Nosotros queremos ser felices, pero ¿dónde está la felicidad?..., la llevamos dentro de nosotros mismos, sólo tenemos que buscar y buscar en nuestro corazón hasta encontrarla. Cerramos nuestros ojos para entrar en nuestro interior y abrirnos a recibir la paz y el cariño que Dios nos regala hoy. (momentos de silencio orante)

2. Hay diferentes caminos para encontrar la felicidad, ¿dónde la busco yo?... En los amigos..., el

juego..., en las tareas del cole..., en la experiencia de encuentro con Jesús... (voy respondiendo en mi interior aquello que me hace sentir mejor y en paz) Quedamos un momento en silencio para hablar con Jesús en nuestro corazón.

3. A veces tenemos momentos preciosos de felicidad, de paz, de bienestar..., pero, ¿quién me da esa paz, esa felicidad?..., sin darnos cuenta, sin proponérnoslo, muchas veces lo experimentamos. Es Dios quien nos regala cada día y en cada momento la paz, la felicidad, el amor. Damos gracias a Dios en nuestro corazón por todo lo que Él nos regala. (un momento de silencio para hablar con Jesús)

4. Jamás vamos a encontrar la felicidad si la buscamos en el ruido, en el desorden... sólo la encontraremos si somos valientes para buscarla en nuestro corazón. Dios habita dentro de cada uno de nosotros, en nuestro corazón, agradecemos ahora su presencia en la vida de nuestros compañeros, de nuestros papás, de nuestros hermanos, vecinos, y toda persona que nos encontramos en la calle. Damos gracias a Dios por ellos. (un momento de silencio para hablar con Jesús)

5. Dentro de cada uno de nosotros existe un tesoro, cuando lo descubrimos estamos felices y nos da mucha alegría, sentimos: felicidad, paz, bondad, alegría, vida, amor... En silencio pienso en estas cualidades que yo llevo dentro de mi ser y le doy gracias a Dios).

6. Estás invitado a entrar y mirar dentro de tu corazón, saborear la belleza que posees y agradecérselo a Dios y a tus padres que te han ayudado a cultivarlo. Haz un momento de silencio y da gracias a Dios y a tus padres por lo bello que llevas dentro de ti y pídele que te ayude a cultivarlo todos los días.

7. "El Reino de los cielos se parece a un comerciante que buscando perlas finas, encontró una de gran valor en un campo, vendió todo lo que tenía y compró ese campo para tener la perla preciosa" (Mateo 13, 45-46) Ese campo somos cada uno de nosotros, la perla está presente en todo nuestro ser, en nuestra vida. Damos gracias a Jesús que nos enseñó a descubrir que somos un tesoro. (un momento de silencio)

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8. En un momento de silencio, deja correr tu pensamiento y tus sentimientos, mira a ver qué es lo que ocupa hoy tu atención, tranquilo y sereno trata de descubrir la belleza que llevas dentro de ti. Damos gracias a Dios porque nos hace sentir lo bueno de la vida.

9. Abrimos nuestro corazón a la presencia de Dios que habita dentro de ti, que te regala a través de tus compañeros un saludo, una sonrisa, un apretón de manos... ¡DESCÚBRELE! ¡sonríe a la vida! ¡ámala! (silencio orante)

10. Tienes tiempo para tus estudios, tus fiestas, tus amigos, todo lo que te gusta, pero, y ¿cuánto tiempo dedicas a pensar en la belleza que llevas dentro de ti?..., ¡Dios te ofrece hoy la oportunidad de experimentar lo bello de la vida! Jesús te doy gracias porque me has creado por amor. (silencio orante)

11. ORACIÓN DE LA PAZ Dios Padre nuestro, ayúdanos a querernos los unos a los otros. Haz que todos los pueblos sean amigos; haz que todos nos queramos como hermanos. Ayúdanos a construir la paz y la felicidad entre nosotros. Amén.

12. Oración a María nuestra Madre

María dice: "Proclama mi alma la grandeza del Señor porque ha hecho en mi maravillas..." (Lucas 1, 46-55) Yo también proclamo la grandeza del Señor porque ha hecho la maravilla de mi vida y la vida de todos los que me rodean, regalándonos unas facultades que nos permiten crecer, madurar, relacionarnos y sentirnos personas integradas a una sociedad. Gracias Señor por ello. (breve silencio orante)

13. Oración a María: María, pienso en ti y me gusta sentirte cuando tú eras una niña como hoy somos nosotras, seguramente que jugabas y te divertías mucho, acompáñanos para que nosotros sepamos pasarlo bien sin molestar a nadie María te admiro y me gusta pensar en ti. Fuiste alegre, valiente, sencilla y generosa, ayúdame a mí también a ser alegre, valiente, sencillo y generoso. (Silencio orante para hablar con María)

14. Oración a María: ORACIÓN DEL SÎ

Santa María, ayúdame a esforzarme mucho y en mis estudios y rendir lo más posible para asemejarme cada más a ti, cada día y en todas las circunstancias concretas de mi vida. Amén.

15. Oración a María: Reina del Carmelo madre Inmaculada, siempre disponible al amor de Dios, tu "SÍ" se hizo grande al lado de Cristo renovando siempre tu total donación. Ayúdanos María a decir sí al amor de nuestros hermanos, hablar bien de ellos y quererlos como son. (breve silencio orante)

16. Oración a María: Virgen del Carmen, vuestro/a hijo/a soy, con vuestro permiso a trabajar voy, con vuestra bendita mano dadme la bendición. Amén.

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Oramos juntos rezando el padrenuestro.

Orar es regar con pozo, noria, río, lluvia… (Día Mundial del Agua) En el Día Mundial del Agua (22 de marzo), vale la pena recordar la importancia que Teresa da a este elemento de la naturaleza. Y, entre todos los momentos en que aparece a lo largo de su obra, destaca el pasaje del Libro de la Vida (caps. 11 a 23) donde compara los cuatro grados de oración con cuatro maneras de regar un huerto.

Teresa de Jesús tuvo la experiencia de la oración como camino. Fue aprendiendo a medida que fue andando. Y una cosa sacó en claro: quien se decide a orar, no puede parar, no puede volver atrás. Teresa descubre ese proceso maravilloso en el que la oración va metiendo al orante. Porque aquí sí que no hay camino: se hace camino al andar. Aquí sí que no interesa lo ya andado: apasiona lo que aún falta por recorrer.

Teresa de Jesús tiene conciencia de cómo comenzó a recorrer ese camino llamado oración y de los pasos que fue dando. Es consciente del trabajo que realizó ella y de la gratitud con que

Dios la acompañó.

A través de esta parábola ella nos explica el camino que debe recorrer el orante. Es la parábola del hombre que trabaja su huerto. Un huerto se extiende como tierra seca, agotada, sin agua. Un huerto tiene sed. Teresa está hablando del huerto del alma, y desde la experiencia, dice que hay cuatro maneras de regar el huerto. Cuatro maneras de saciar la sed de Dios. Cuatro maneras de llevar el agua a la tierra para que se vuelva fecunda, porque será el agua la que dé la vida al huerto. Aquí está el que inicia el camino de la oración, aquí está el hortelano, que tiene un pozo profundo y que el agua está allá, en el fondo, y que la única manera de regar el huerto es “sacar agua del pozo” pero a base de una cuerda y un balde y mucho esfuerzo, tesón, una y otra vez hasta cansarse, sube el agua y riega la tierra. Es un riego poco eficaz, es un riego donde el hortelano es el “protagonista”. Algo así pasa con el que comienza a orar. Por este proceso tiene que pasar, es como si todo dependiese de él, pero hay una cosa clara: la tierra comienza a estar regada, la vida comienza a aparecer en el huerto, el agua no queda allá lejos en el fondo del pozo. El hombre es el protagonista.

Siempre cuesta comenzar a orar, cuando se ama y persevera, se avanza y así aparece la segunda manera de regar el huerto. Ahora el agua “la saca por medio de una noria”, el trabajo es más llevadero.La noria sube el agua con mas rapidez y eficiencia. El agua es más abundante, el huerto es regado con mas continuidad y el esfuerzo del hortelano es menor, hay menos esfuerzo y más agua. Él tiene que andar, tiene que dar vueltas, no puede parar, porque entonces no sube el agua, es el segundo paso en el camino de la oración. Dios ya ha entrado en el camino. Dios y el creyente, juntos, hacen el camino. El corazón del hombre se va abandonando a las manos de Dios. Cuenta con Él. Es la experiencia de la gracia y el esfuerzo humano. Es el saber que él pone un granito de arena y Dios hace la montaña. Es el saber que él tiene que estar atento , despierto, consciente, bien presente en su fe. es el saber que Dios es maravilloso, generoso, Padre, cuando el hombre se abre a Él y

cuenta con Él. Tiempos de hombre. Tiempos de Dios.

El tercer paso en el camino de la oración es el de la “unión”. El hortelano ha abierto los ojos, tiene un luz nueva en su vida. El hortelano se ha dado cuenta que el agua puede venir de otros sitios. De que el pozo —su pozo— es

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pequeño. Abre los ojos y se da cuenta de que su huerto puede se regado más y mejor y con menor esfuerzo, con “agua del río”, la fuerza de la corriente es su ventaja. Todo es más fácil y fecundo. Y el agua empapa el riego y penetra la planta.

En este paso en el camino de la oración, la acción es toda de Dios. “Dios es su gracia, manantial, corriente y río”. Dios inunda el corazón. El hombre se deja inundar por Dios. El hombre ama y se goza en amar a Dios. Es consciente de que Dios es la vida de su vida. De que Dios es el protagonista. De que “ya no es él quien vive, sino que es Cristo quien vive en él”. Casi ha perdido la orilla.

En este grado de oración se cumple aquello de Santa Teresa en que dice que “ la cosa no está tanto en pensar mucho sino en amar mucho” . El alma vuela. Le han nacido alas al corazón.

Y la cuarta experiencia de Dios es que ni el pozo, ni la noria, ni el río son buen riego, pues el hombre tiene que preocuparse y poner siempre su esfuerzo.La cuarta experiencia es que ¡Dios se hace lluvia! . El hortelano ya no tiene que regar su huerto. Es Dios mismo quien envía la lluvia que cae por igual para todo el huerto y que empapa todo el suelo suave y constantemente. En otras palabras, Dios es el hortelano. Dios es el protagonista. Dios la riega. Dios la fecunda. Dios, con su amor, la va transformando, identificando con su Hijo. Dios es todo en su nada. La oración se convierte en una experiencia de amor. DIOS ORA AL ALMA. Es bueno recordar aquel texto de Teresa de Jesús: la oración es la puerta por donde Dios entra en el alma. Abierta esta —la de la oración— Dios se comunica con todas sus gracias; cerrada esta —la de la oración— Dios no se comunica ni sus gracias. En otras palabras: cerrar la puerta es dejar el huerto sin regar. Con otras palabra: abrir la puerta es regar el huerto yendo de menos a más, porque quien se empeña en regar —orar— tendrá un día la experiencia “de la lluvia”.