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UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
OrganizaciónEstudios Interdisciplinarios
de la
ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE LA ORGANIZACIÓN, Año 1, No. 3, enero - junio 2013, es una Publicación semestral editada por la Universidad de Guanajuato, Lascuráin de Retana #5, Zona centro, C.P. 36000, Tel. 47373200 06; a través del Cuerpo académico de Estudios Organizacionales del Departamento de Estudios Organizacionales de la División de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guanajuato del Campus Guanajuato, Gto., C.P. 36250, www.reio.com.mx. CORREO ELECTRÓNICO [email protected] editoras responsables Dra. Claudia Gutiérrez Padilla y Dra. Diana del Consuelo Caldera González, Reserva del Derecho al Uso Exclusivo No. 04-2011-102514244600-203, ISSN: 2007-3887. Ambos otorgados por la Dirección de Reservas de Derechos del Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsables de la última Actualización de este número, LDG. Marcial Sánchez Ramos, 20 de febrero, 2012. Las Opiniones expresadas por los autores no Necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universidad de Guanajuato.
REVISTA ELECTRÓNICA SEMESTRAL NO. 3 VOL.1 ENERO - JUNIO 2013 ISSN 2007-3887
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Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
EL DIAGNÓSTICO DE UNA EMPRESA FAMILIAR: ¿CONTROL O ESTRATEGIA?
Guillermo Ramírez Martínez
ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN EN EL SERVICIO DE AGUA POTABLE:CASO DEL MUNICPIO DE AHOME
Virginia López Nevárez
LAS INSTITUCIONES MICROFINANCIERAS EN EL DESARROLLO REGIONAL DE OAXACA
Rosa María Velázquez SánchezAna Luz Ramos Soto
CAPITAL SOCIAL COMO ELEMENTO EXPLICATIVO PARA EL EMPRENDIMIENTOFEMENINO: UNA APROXIMACIÓN TEÓRICAZugaide Escamilla SalazarCinthia Cruz del Castillo
CULTURA ORGANIZACIONAL: UN ENFOQUE INTEGRAL PARA EL ANÁLISIS DE LASORGANIZACIONES VIRTUALESMariano Gentilin
TRADUCCIÓNACERCÁNDOSE A LA ADULTEZ: LA MADURACIÓN DE LA TEORÍA INSTITUCIONALW. Richard Scott
INDICE
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Arturo Hernández Magallón
Luis Antonio Verdugo Calderón
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Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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RESUMEN
La empresa familiar tiene una naturaleza económica como todas las
demás, pero a diferencia de otras se encuentra sostenida por vínculos
de afinidad establecidos por el parentesco de sus miembros. Se han
convertido en objeto de análisis por su conocido traslape entre
instituciones (familia, empresa, propiedad), así como por el sensible
tema de la sucesión. Sin embargo, los estudios dirigen poco su
atención a la gestión. En muchas ocasiones los dirigentes no logran
definir con claridad los problemas que enfrentan, poniendo en riesgo
la sobrevivencia organizacional. En este documento se realiza el
análisis de una mediana empresa familiar, con base en la información
de un diagnóstico organizacional. La ausencia de formalización y
control es uno de los problemas percibidos por el dirigente, sin
embargo, los hallazgos llevan el análisis en otra dirección importante
para la sobrevivencia de la empresa, al terreno de la estrategia.
EL DIAGNÓSTICO DE UNA EMPRESA FAMILIAR: ¿CONTROL O ESTRATEGIA?
Guillermo Ramírez Martínez
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa
Arturo Hernández Magallón
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco
Palabras clave:
Empresa familiar, diagnóstico,
control, estrategia.
ISSN 2007-3887
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INTRODUCCIÓN
No hay empresa que esté ausente de problemas de algún tipo. Más aún en esta época en la cual la
incertidumbre se ha vuelto común para toda organización, debido a la complejidad del ambiente tanto
externo como interno. Todo era distinto a principios del siglo pasado, se gozaba de cierta regularidad en el
funcionamiento de las organizaciones. En la actualidad los problemas son difíciles de definir por su origen
multifactorial. Frente a las dificultades los dirigentes no siempre saben qué hacer; entre sus primeras
decisiones evocan modelos administrativos probados en otras realidades para dar solución a problemas
poco claros.
La definición de los problemas permite configurar soluciones a la medida de las circunstancias. Realizar
cambios por una percepción equivocada o por la intuición de que “algo anda mal”, amenaza el
funcionamiento de cualquier organización.
Las empresas familiares se ven reflejadas en esta imagen, incluso hay que distinguirlas de otras debido a su
natural traslape entre la familia y la empresa, que por sí mismo las convierte en un tipo especial de
organización. Para algunos el traslape entre el sistema familiar caracterizado por la emotividad de sus
miembros, y el sistema empresarial con énfasis en el desempeño y los resultados, es origen de los
problemas y acentúa la dificultad para definirlos y encontrar soluciones (Benson et al., 1990).
La ausencia de estudios exploratorios que revelen los problemas de este tipo de empresas, incita la
generación de explicaciones simplistas basadas en este traslape o la aplicación, por parte de los dirigentes,
de recetas genéricas que ponen en riesgo el logro de sus objetivos primordiales.
Por estas razones, el objetivo de este artículo es identificar mediante diagnóstico los principales problemas
que ponen en riesgo la sobrevivencia de una empresa familiar. Para ello se ha dividido el documento en los
siguientes apartados, en el primero se sintetizan las propiedades y elementos de análisis de las empresas
familiares; en el segundo se detallan el origen y rasgos del negocio familiar que será materia de estudio; en
el tercero se describen la forma en que se realiza el diagnóstico, así como algunos de los hallazgos; en el
cuarto apartado se realiza un análisis sobre la problemática organizacional identificada y finalmente se
presentan algunas reflexiones.
LAS EMPRESAS FAMILIARES
La empresa familiar tiene una naturaleza económica como todas las demás, pero a diferencia de otras se
encuentra sostenida por vínculos de afinidad establecidos por el parentesco de sus miembros. Juegan un
papel importante en la economía de los países, por ejemplo, en Estados Unidos son fuente de creación del
78% de los nuevos empleos, participan con el 59% de la fuerza de trabajo y el 50% del PIB (Miller & Le
Breton-Miller, 2007). En el caso de México, hay quienes opinan que el 90% de las empresas son familiares
(Belausteguigoitia, 2009). Razón suficiente para que en distintos ambientes académicos sean
consideradas como objeto de estudio.
Son tres los temas en los que se suele centrar la atención cuando se habla de los problemas en este tipo de
empresas: el traslape entre instituciones o sistemas, la sucesión y los estilos de gestión.
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El denominado traslape entre la familia, la empresa y la propiedad es una característica aceptada como
atributo para este tipo de organizaciones (Tagiuri & Davis, 1992). Se entiende que los miembros asumen
comportamientos conforme algunas de estas lógicas o todas a la vez. Imagínese en una pequeña empresa
familiar un padre de familia que representa además el papel de administrador y el de propietario.
Hay posiciones divididas respecto a esta sutil característica, por un lado están quienes consideran que los
problemas de la empresa tienen su origen en este traslape, destacando principalmente la influencia
negativa del lado familiar en los negocios (Bork, 1987). Lo común es entender que las reglas del juego de la
familia entran en contradicción con las de la empresa, cuya racionalidad económica es muchas veces
incompatible con aquella basada en la confianza, de códigos implícitos cargados de emotividad. Cuando
los problemas se convierten en conflictos es común que los análisis encuentren en el traslape institucional
su origen (Leach, 1993; Tagiuri & Davis, 1996; Kenyon-Rouvinez & Ward, 2004). Por otro lado, se
encuentran quienes ven en la familia un potencial para el funcionamiento de la empresa (Arrègle & Mari,
2010; Habbershon & Williams, 1999), se argumenta que en algunos casos el parentesco genera confianza y
lealtad entre los miembros, una integración que los mecanismos formales difícilmente logran.
La sucesión del dirigente de la empresa es otro tema de importancia; la idea de inmortalidad por parte de
los dirigentes fundadores, la desconfianza hacia los sucesores, la resistencia o incapacidad de los
herederos, y las ambiciones en pugna, son algunas de las causas de confrontación entre los integrantes de
una familia (Kets de Vries et al., 2007; Miller, Steier & Le Breton-Miller, 2004). Muchos prefieren
postergar este tema hasta la llegada del inevitable momento . No es poca cosa lo que está en juego, significa
el traslado del liderazgo, de la propiedad y/o el control de la empresa a alguien que puede ser miembro de la
familia o no serlo. Es un acto de conservación de la familia empresaria, de su fuente de subsistencia
(Cisneros, Ramírez & Hernández, 2011).
La misión del sucesor no es fácil, debe asegurar la continuidad de la empresa y el bienestar económico de la
familia. Ello no significa preservar el mismo estilo de administración que su antecesor, quizá se den
cambios sustanciales en la naturaleza organizacional (Drozdow, 1998). La personalidad del futuro
dirigente, sus competencias y el contexto, son factores que ponen en juego el destino de estas empresas y
sus familias.
Los interesados en el análisis de la gestión en este tipo de empresas, suele no alejarse de los temas ya
mencionados para no dar un tratamiento semejante al de organizaciones no familiares. Entre estos autores
se encuentran aquellos que consideran oportuno burocratizar la gestión, para establecer límites claros a la
actuación de los miembros de la familia y dejar fuera su influencia, todo ello mediante reglamentos,
procedimientos, y una nítida división del trabajo (Barry, 1989). Contrario a ello están quienes consideran
que la familia debe jugar un papel primordial en la gestión, por ejemplo en la elaboración de la estrategia
(Carlock & Ward, 2003; Ward, 1988).
Los estudios sobre estas organizaciones prestan menos atención a la gestión, sin embargo este tema es vital
para su sobrevivencia y continuidad (Miller & Le Breton-Miller, 2006). Se requieren estudios
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exploratorios que permitan dilucidar los problemas que enfrentan este tipo de empresas en su gestión, para
después discutir su origen. Esta investigación se enfoca a esta tarea.
ORIGEN Y RASGOS DE UN NEGOCIO FAMILIAR
La siguiente es la descripción de una empresa familiar dedicada a la venta de frutas, legumbres y granos,
que cuenta con más de 20 años de antigüedad, ubicada en uno de los estados con mayor actividad turística
en México.
El fundador es agrónomo de profesión, había aprendido de su padre el negocio de las frutas y verduras,
quien tenía un local en un mercado ubicado en un municipio del estado de Sonora. Poco tiempo desempeñó
actividades relacionadas a su profesión; ante las escasas posibilidades de desarrollo decidió dedicarse de
lleno a lo que su padre le había enseñado. La decisión de utilizar un teléfono para comercializar cambiaría
para siempre su estilo de hacer negocios. En el pasado se esperaba que el cliente llegará a comprar al local,
a partir del uso del teléfono se configuró una estrategia basada en la toma de pedidos y el reparto de
productos. Entre sus clientes se encontraban hoteles, restaurantes, barcos atuneros y camaroneros. Sin
embargo, con el tiempo enfrentaron problemas, los supermercados constituyeron la principal amenaza, los
clientes y las ventas disminuyeron.
Tras una visita al que sería uno de los estados de mayor importancia turística en el país, decide mudarse con
su recién conformada familia ante el hallazgo de un posible nicho de mercado. El surgimiento de esta
localidad turística estaba en proceso, y entre las oportunidades de negocio se encontraban las frutas y
verduras necesarias para asegurar el funcionamiento de los grandes hoteles y restaurantes, que poco a poco
irían aumentando en número.
La aventura empresarial comenzaría en un local rentado, que después sería de su propiedad. El primer
esfuerzo sería darse a conocer entre los clientes, principalmente extranjeros, llevando hasta ellos la
mercancía. Llegado el momento en que el número de clientes creció, las ventas se efectuaron en el local,
instrumentando después la toma de pedidos y entrega de productos a hoteleros. Así, comenzaron a
aumentar las ventas a hoteleros, restauranteros y al menudeo.
Entre las dificultades que se enfrentaban se destacan los costos e inconvenientes de contar con productos
frescos y variados, en una zona del país caracterizada por su clima extremo. Al igual que le había sucedido
a su padre, la empresa se vio amenazada por la llegada de los supermercados. La medida adoptada fue
copiar las acciones de su competencia. Se adquirieron camionetas para el transporte de mercancías a los
clientes y camiones para el traslado de productos de proveedores de diversos puntos, entre ellos de
Guadalajara. Se compraron también diversos terrenos expandiéndose a otros municipios, comenzando su
transformación de pequeña a mediana empresa.
En la actualidad se cuenta con cuatro bodegas y cinco puntos de venta al menudeo, distribuidos en tres
municipios. Las bodegas cuentan con área de recepción, área de almacenamiento (refrigerado y en seco),
área de selección de pedidos y área de embarque. Funcionan las 24 horas del día. Sólo una de estas bodegas
funciona como almacén de distribución consolidado y de distribución de carga fraccionada, lo que
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convierte a esta bodega en la matriz . Cada bodega cuenta con un punto de venta con características de un
local de autoservicio para las ventas al menudeo. El quinto punto de venta se encuentra aislado de las otras
bodegas, pero es surtida de productos por la bodega matriz .
Entre sus clientes se encuentran los denominados institucionales (grandes hoteles y restaurantes); de piso
(quienes compran a mayoreo directamente en bodega); de menudeo (quienes compran directamente en
puntos de venta o también considerados de autoservicio); y los clientes al detalle (pequeños restaurantes,
juguerías y tiendas de abarrotes a quienes se les reparten los productos).
La estructura de esta mediana empresa es de tipo funcional; sin embargo, con el surgimiento de otras
bodegas en diversas zonas territoriales y el aumento de personal, se requirió de estructuras divisionales por
bodega. La empresa está estructurada de la siguiente manera: un Director General; cinco áreas adjetivas
(Contabilidad General, Gerencia de Recursos Humanos, el Encargado de Mantenimiento, el Encargado de
Sistemas y tres órganos de staff que comprenden un Asesor, una Auditoría Interna y una Auditoría
Externa); y seis áreas sustantivas (Gerencia de Ventas, cuatro Encargados de Bodega y un Encargado para
el quinto Punto de Venta) . El total de trabajadores al año 2011 era de alrededor de 200, la mayoría
empleados de piso , conductores de entrega a clientes institucionales, vendedores al detalle, cajeras y
facturistas .
En el caso de los hoteles se adoptó una política consistente en la entrega, lavado y almacenado de
productos en la cámara de refrigeración del cliente. El transporte es realizado en camionetas isotérmicas
que permiten mantener los productos en buen estado. Unidades de las mismas características son
utilizadas para la entrega de productos a los clientes al detalle, en pequeños locales.
El dueño y director general de la empresa tiene dos hijas, aún no cuenta con un sucesor. Los únicos
familiares que trabajan en la empresa son la menor de sus hijas y un tío quien es encargado del quinto punto
de venta, ambos con nula capacidad de decisión en aspectos estratégicos. Su hija realiza diversas
actividades administrativas, y es quien se muestra interesada por el funcionamiento del negocio a
diferencia de su otra hermana. La sucesión es un tema sensible para el dueño, razón por la cual ha
postergado discutir el tema.
Preocupaciones más importantes lo aquejan, percibe en su negocio una falta de formalización y control de
las acciones que ha ocasionado la caída progresiva de las ventas totales por bodega, un incremento del
monto de la cartera vencida, y un aumento importante en las mermas. Además, a pesar de que la empresa es
líder en el mercado local, también percibe una pérdida paulatina de terreno frente a los supermercados y
otras pequeñas empresas que compiten por hacer tratos con los hoteleros y restauranteros.
CARACTERÍSTICAS DEL DIAGNÓSTICO Y ALGUNOS HALLAZGOS
Los diagnósticos en las organizaciones son realizados por investigadores, consultores o gerentes, con el
objetivo de conocer algunos elementos de la naturaleza organizacional. Para Rodríguez (2006) resulta ser
una forma de conocer las diferentes fuerzas y procesos a que está sometida la organización y ser capaz de
utilizarlos en provecho de los fines que la organización haya definido para sí.
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Ya sea para fines gerenciales o académicos, el diagnóstico implica el uso de técnicas metodológicas que
pueden proceder de diversas disciplinas, como la sociología, la administración, la psicología, la
antropología, por mencionar algunas. Son muchos los lentes para observar las organizaciones, al igual que
variados los fenómenos en los cuales centrar la atención.
En el caso que aquí se estudia, se consideró la ausencia del control percibida por el dueño de la empresa, sin
embargo, fue necesario realizar un diagnóstico para conocer el funcionamiento general.
Se realizó un análisis de la cadena de valor para identificar la capacidad estratégica de la empresa, es decir,
las formas en que se genera valor para el cliente y obtiene ventaja competitiva . También se buscó
identificar las responsabilidades efectivas, los principales objetivos de la empresa y las acciones para su
logro, para lo cual se utilizó la técnica OVAR (Objetivos, Variables de Acción y Responsabilidades) .
La información acopiada corresponde al año 2010. Su recolección se dio en dos etapas: La primera abarcó
de marzo a abril de 2011, tiempo en el cual se recolectó vía electrónica información documental sobre la
operación de la empresa y sus finanzas. En la segunda, durante siete días del mes de agosto del mismo año
se realizaron 40 entrevistas, entre ellas a personal operativo y directivo, así como al director-propietario de
la empresa. También se realizaron recorridos de observación y se aplicaron 465 encuestas a diversos
clientes. De toda la información recabada describiremos sólo algunos hallazgos que consideramos
relevantes acerca del funcionamiento organizacional.
En la revisión del conjunto de funciones y puestos, encontramos que algunos no corresponden con la
estructura definida formalmente. La división del trabajo se modifica constantemente. La mayoría de las
actividades se llevan a cabo por costumbre, son transferidos los conocimientos en la práctica. Incluso las
relaciones entre departamentos para llevar a cabo acciones conjuntas o la solución de problemas comunes,
son de tipo informal.
Como en otro tipo de negocios de tipo familiar, en este caso hay una fuerte centralización en la toma de
decisiones, hay al menos trece tramos de control que el Director General (DG) establece con diversas
áreas. La presencia de este directivo es fundamental para la realización de muchas actividades, algunas de
ellas de poca importancia.
Un dato peculiar es que no se cuenta con una gerencia encargada de las compras para toda la empresa.
Todos los Encargados de Bodega tienen la facultad de realizar compras previa autorización del DG, y sólo
en el caso de la bodega matriz hay un encargado para esta tarea. Sin embargo, el principal comprador es el
DG, quien busca mantener el control de esta actividad. En el año 2010 el 80% de las compras se realizaron
para abastecer a la bodega matriz. Esto es normal, recuérdese que esta bodega funciona como almacén de
distribución consolidado y de distribución de carga fraccionada. Sus 230 proveedores permiten ilustrar el
tamaño de este negocio y el tiempo que requiere el DG para tomar decisiones.
En la encuesta realizada a los clientes para conocer la calidad de la compra y su satisfacción, se encontró
que el 71% de los clientes institucionales están de acuerdo y totalmente de acuerdo con la calidad del
producto, esta percepción mayoritaria se da también en los casos de clientes al menudeo y mayoreo,
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excepto en los clientes al detalle, quienes en un 53% consideran estar más o menos de acuerdo o en
desacuerdo con que los productos son de calidad. Según entrevistas, se debe a que suele elegirse el mejor
producto para los hoteleros. Sin embargo, los productos destinados a estos clientes también son puestos en
duda, un empleado encargado de la venta institucional comenta: “a veces no voy a visitar nuevos clientes,
por miedo de no cubrir la calidad exigida”.
Otro problema vinculado al anterior es la merma, al cual contribuye el clima de la localidad, la compra o el
almacenamiento inadecuados. Sólo en diciembre de 2010, la merma representó el 5% de las compras
totales del mes. Considérese que el mes de diciembre es el mes menos caluroso.
Sobre las ventas, encontramos que en el año 2010 los institucionales fueron los principales clientes,
representaron un 43% de las ventas totales. Mientras que las ventas al detalle representaron el 29%, al
menudeo el 20%, y al mayoreo el 8% . Como era de esperarse, la bodega que más vendió en el 2010 fue la
Matriz, representó el 45.18% de las ventas totales. A diferencia de las otras, esta bodega se encuentra en
una importante concentración poblacional y sitio turístico.
El tema de las ventas constituye para el DG un motivo de intranquilidad incuestionable, ya que desde el
2008 hasta el 2010 se ha observado una caída progresiva en las ventas totales de las bodegas,
principalmente las que distribuyen carga fraccionada. Por ejemplo, en promedio estas bodegas vendieron
en el año 2010 un 10% menos que el año anterior.
El negocio se encuentra bien posicionado en el mercado, representa la principal fuente de frutas y
legumbres de la región. No obstante, la competencia representa un riesgo potencial latente, cinco
medianas empresas fueron identificadas como una amenaza en la venta al detalle e institucional. Su
presencia tiene relación con la caída en las ventas, así como la ausencia de planes u objetivos de
mercadotecnia que permitan poner en práctica tácticas para consolidar su posición en el mercado. En un
análisis comparado entre los puntos de venta que pertenecen al negocio estudiado y su competencia, se
encontró que grandes empresas que venden principalmente al menudeo como Chedraui, Costco, Sam's
Club y Wal-Mart, cuentan con mejores características en distribución de mercancías, aprovechamiento de
espacios, y frescura de frutas y legumbres.
La percepción de los clientes permite conocer un poco más sobre la forma en que está funcionando este
negocio. En la encuesta aplicada a 35 clientes “institucionales”, el 71% está de acuerdo y totalmente de
acuerdo que la empresa tiene el mejor precio; el 77% también está de acuerdo y totalmente de acuerdo en
que lo que paga corresponde a la calidad. Por el contrario, en la encuesta aplicada a 208 clientes al
“detalle”, el 45% considera que la empresa tiene el mejor precio; y el 68% está de acuerdo y más o menos
de acuerdo que lo que pagan corresponde a la calidad y precio. En el caso de los clientes al “menudeo”, en
183 encuestas realizadas en los cinco puntos de venta, se encontró que en promedio el 50% de los clientes
están de acuerdo y totalmente de acuerdo en que la empresa tiene el mejor precio, asimismo,
aproximadamente un 70% de los clientes están de acuerdo y totalmente de acuerdo en que lo que pagan
corresponde a la calidad y precio.
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En general los clientes institucionales se muestran más satisfechos con el servicio prestado por esta
empresa, pero paradójicamente son quienes ponen en mayor riesgo su existencia.
El DG estableció una política crediticia en las ventas con diversos esquemas: créditos sin intereses a
clientes institucionales (de 21, 30 y 45 días), y a clientes al detalle (de 7 días). Las principales ventas son a
crédito, en diciembre del 2010 representaron el 72% de las ventas totales, mientras que las ventas al
contado representaron sólo el 28%. Este esquema de créditos ha generado un problema en la cobranza, en
los últimos meses del 2010 se observó un aumento en las cuentas por cobrar, de octubre a diciembre hubo
un aumento del 21% en este rubro, mientras que las ventas a crédito aumentaron sólo un 10%. Aumentan
las ventas a crédito, pero la débil recuperación de la cartera pone en peligro la solvencia de la empresa y con
ello su existencia.
La siguiente gráfica muestra este alarmante fenómeno, la manera en que crece más rápido la cartera que lo
que se logra recuperar (véase gráfica 1). Especialmente en la segunda parte del año se observa un aumento
considerable de la cartera, en el mes de noviembre y diciembre hay un aumento del 11.9% y 8.05%
respectivamente. Los clientes institucionales son quienes más han contribuido a este fenómeno,
recuérdese que son a quienes más se les vende y quienes gozan de mayor plazo para pagar a crédito. Al
contrario de estos clientes, los de detalle permiten contar con dinero a corto plazo.
Gráfica 1.
Capacidad de recuperación y crecimiento de la cartera – año 2010.
Fórmulas:
(Abonos mes/Cuentas por cobrar inicio mes) x 100 = Recuperación de la cartera
(Cargos mes/Cuentas por cobrar inicio mes) x 100 = Crecimiento de la cartera
Aunado a este sensible problema que pone en riesgo la sobrevivencia de la empresa, se añaden por último
algunos datos sobre los recursos humanos. Se observó una alta rotación de personal, principalmente en los
empleados de piso, siguiendo los vendedores al detalle y los institucionales. En el 2010, el porcentaje de
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rotación de personal fue del 53%, es decir, más de la mitad del total del personal de la empresa fue
renovado. Algunas causas de la rotación del personal de piso son, la poca resistencia al ritmo, exigencia
física y condiciones del trabajo (p.e. los empleados de piso nocturno renuncian ya que no se adaptan a la
cámara fría). Mientras que la rotación de los vendedores, como se detalla en las entrevistas, se debe
principalmente a una política de descuentos al salario (por inasistencia, retardos, faltantes no justificados
en el inventario, accidentes vehiculares y el no vestir el uniforme de la empresa) y una política de
comisiones, consideradas por los empleados como desfavorables.
LA PROBLEMÁTICA ORGANIZACIONAL: ¿EL CONTROL O LA ESTRATEGIA?
Uno de los problemas que llama la atención es la percepción del director en torno a la falta de control y
formalización en su empresa. Ello puede deberse a dos factores, a la falta de reglas o procedimientos una
vez que ha pasado de pequeña a mediana empresa, o a una débil capacidad de adaptación a su entorno
competitivo. Esto último parece ser normal, algunos estudios muestran cómo en un ambiente más
competitivo las organizaciones demandan mayor control y coordinación (Pfeffer y Leblebici, 1973).
También ha quedado demostrado que ante el crecimiento organizacional son necesarios nuevos
instrumentos de coordinación, siendo las reglas la alternativa más usual.
La palabra incertidumbre puede resumir la percepción de este directivo sobre el funcionamiento de su
empresa. Sin embargo, la completa incertidumbre al igual que la certidumbre completa, son una ficción o
invención de la imaginación (Thompson, 1967). Toda organización cuenta con una especial forma de
control, una cultura del control que las hace funcionar, el caso de esta empresa no es diferente, desde su
nacimiento las actividades laborales han emergido en la práctica, trasfiriendo las enseñanzas por
costumbre. Muchas de ellas han sido formalizadas ante la necesidad de un orden racional, económico, sin
lograr la inalcanzable certidumbre, de ahí la rotación del personal operario. El resto de las actividades
hasta el momento han hecho posible el avance y crecimiento de la empresa. Podríamos decir que se trata de
una organización estructurada implícitamente (Pugh, 1973).
Hemos señalado en otro momento, que las organizaciones están impregnadas de un sistema de creencias
sobre lo contaminado, sobre lo que está mal, con la finalidad de proteger el orden de la amenaza de las
perturbaciones (Hernández & Ramírez, 2011). La organización en estudio cuenta también con su propio
sistema de creencias; habrá que analizar la necesidad de instrumentar en exceso nuevos mecanismos
formales de control y sus posibilidades de éxito, tomando en cuenta que dicha apuesta podría cambiar la
naturaleza organizacional. Por ejemplo, la red de lealtades que el dueño ha construido con los empleados
de mayor antigüedad y que constituyen la memoria organizacional. En este caso la participación de la
familia es reducida, si fuera al contrario el desafío sería mayor, ya que la cercanía y confianza familiar
pueden constituir elementos para lograr, además de la cohesión, la coherencia y funcionalidad de una
organización.
Opuesto a la idea de que la falta de control es el problema en esta empresa, hemos encontrado un tema de
mayor preocupación que pone en riesgo su sobrevivencia, nos referimos a la estrategia.
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Como es conocido, la estrategia es el resultado de una decisión, es la fuerza mediadora o acoplamiento
entre organización y medio ambiente, es una especie de curso de acción para abordar una situación
específica (Mintzberg, Quinn & Voyer 1993), que en determinadas circunstancias permite a las
organizaciones navegar en un ambiente caótico.
En el caso estudiado, ha llamado nuestra atención la estrategia de ventas. Como Child (1972) señala, se
puede reconocer el carácter voluntarista del diseño de las estrategias a partir de las preferencias del decisor.
El dueño de la empresa determinó privilegiar las ventas a clientes institucionales, porque así ha funcionado
el negocio desde los tiempos de su padre, después de todo la empresa se encuentra en un sitio turístico.
Decisión que ha implicado costos considerables para satisfacer las necesidades de este sector.
Como se mostró en los hallazgos, la utilización de créditos sin intereses de 21, 30 y 45 días en el caso de
clientes institucionales, ha ocasionado un crecimiento de la cartera vencida de difícil, si no imposible
recuperación. “He ido a tocar a sus puertas para que me paguen y no me abren”, es una de las frases del
dueño que resume los efectos de su elección.
Para hacer un análisis de esta situación se muestra el escenario a la luz de la matriz de crecimiento-
participación desarrollada por el Boston Consulting Group. Dicha matriz es utilizada en este caso como un
elemento heurístico, no para saber cómo adjudicar fondos sino para describir el problema y especular
hacia dónde podría dirigirse una estrategia de ventas (véase figura 1).
Figura 1. Matriz de crecimiento - participación
Fuente: Tomado y modificado de Mintzberg et al. (1999, 127).
Según plantea Henderson, “para tener éxito, una compañía debe contar con una cartera de productos con
distintos índices de crecimiento y diferentes participaciones en el mercado” (en Mintzberg, et al., 1999,
126; Henderson, 1973). Si se toman en cuenta los tipos de ventas dependiendo de su nivel de participación
en el mercado y como factor de crecimiento de la empresa, encontramos de entrada que las ventas
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“institucionales” representan una gran participación en el mercado pero con crecimiento lento. Este tipo de
ventas es en términos metafóricos la gallina de los huevos de oro, tradicionalmente ha proporcionado
efectivo para el crecimiento de la empresa en general, sin embargo esto comienza a cambiar frente a los
problemas que acarrea la cartera vencida. Las ventas con menor participación en el mercado y crecimiento
lento, son las dirigidas al cliente de “mayoreo”. Este tipo de ventas siguiendo las metáforas, son un perro
que arroja ganancias contables, pero que no deja exceso de efectivo importante.
Ahora bien, las ventas con menor participación en el mercado pero con crecimiento, son las de “menudeo”,
estas son el niño problema, y en las cuales hay que invertir para mantener su participación en el mercado.
Mientras tanto, las ventas con alta participación en el mercado y alto crecimiento son “al detalle”, podrían
ser consideradas como la estrella de la empresa, cuentan con flujos de efectivo en el corto plazo y existen
mercados aún por explorar. Con mayor inversión poco a poco podría convertirse en la gallina de los huevos
de oro, generando el efectivo necesario para convertir las ventas de menudeo en estrella.
El aumento de la cartera vencida constituye un problema que pone en riesgo la sobrevivencia de la
empresa. La adopción de un modelo crediticio que privilegia a los clientes institucionales, ha dejado de ser
el esquema para mediar con el mercado. Esta estrategia se fue desplegando en el tiempo y como resultado
del liderazgo, la intuición y la experiencia, en suma, ha estado ligada a la personalidad del dueño. ¿Cuánto
dura la capacidad visionaria de un empresario?
Es claro que la estrategia ha terminado por decaer. En una empresa familiar, como la que se detalla, donde
el director general es además propietario, fundador y jefe de la familia, se intensifica la capacidad
visionaria. Es escaso lo que se conoce sobre los efectos en el desempeño de las decisiones de este tipo de
personajes. En este documento se ha avanzado un poco en este sentido.
Sobre el problema identificado, la pregunta está en el aire, ¿la empresa debe cambiar de rumbo o buscar la
formalización y el control?.
REFLEXIONES FINALES
Es preciso realizar estudios diagnósticos sobre este tipo de empresas para encontrar indicios sobre sus
problemas y soluciones. El retrato de los negocios familiares como un traslape entre lógicas institucionales
no es suficiente, se debe dar paso a estudios detallados sobre la gestión. Estudios y análisis que permita la
configuración de soluciones específicas, que dejen al margen las percepciones, intuiciones o conjeturas
equivocadas y que ponen en riesgo el funcionamiento de las organizaciones.
El panorama expuesto nos lleva a generar una reflexión final en torno al tema del control y la estrategia.
Hay que dejar en claro que establecer mecanismos de control no es una estrategia en sí, obedecen a lógicas
diferenciadas que deben complementarse. Los dispositivos de control sirven a la eficiencia operacional,
necesaria para asegurar el logro de las estrategias fijadas por los dirigentes (Porter, 1996).
En el caso estudiado, la estrategia de la empresa dejó de corresponder con las circunstancias, y el dirigente,
visionario en el pasado, veía en el control la forma de resolver los problemas, la incertidumbre. Seguir ese
rumbo con una estrategia equivocada, podría llevar a esta empresa familiar al fracaso. Antes de pensar en el
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control, habrá que decidir entorno a la estrategia.
Los diagnósticos, como el realizado, deben servir para mostrar a los dirigentes dónde se encuentran los
problemas de sus negocios y ofrecer pistas sobre las soluciones. Es posible que el traslape institucional sea
un elemento explicativo relevante en este tipo de empresas, pero por si sólo no permite identificar
problemas específicos acerca de la gestión. Para ello es necesario ir al terreno y observar con detenimiento
el funcionamiento organizacional.
Notas
La solución se encuentra en el diseño de normas, así como en el establecimiento de nuevas estructuras de gobierno, tales como
la asamblea y el consejo familiar, para los casos en los que la familia necesita la integración armónica de intereses en objetivos
comunes. La asamblea de accionistas, el consejo de administración y el comité de administración, resultan de utilidad para
enfocar los esfuerzos en el logro de objetivos y estrategias del negocio, en éstas prevalece la racionalidad económica.
Es decir, esta bodega es utilizada para consolidar envíos a clientes internos (los otros tres almacenes), y a la vez para distribuir
carga fraccionada a clientes externos, como los hoteles o clientes al detalle. El resto de las bodegas funciona para distribuir carga
fraccionada.
Este punto de venta tiene un tratamiento especial debido a que no depende jerárquicamente de ninguna bodega, en la
contabilidad es considerada como una bodega más.
Hemos considerado que esta empresa es de mediano tamaño por su capital y volumen de ventas.
Las oficinas administrativas se encuentran en las instalaciones de la bodega matriz.
Los empleados de piso son los de mayor número, desempeñan actividades de gran exigencia física para cargar y descargar
mercancía en almacén seco y frío, además de conformar pedidos. En cantidad le siguen los conductores, después las cajeras y
facturistas.
Se consideró la Cadena de Valor de Porter (1985) para desagregar a la empresa en sus actividades estratégicamente relevantes.
Se consideró la propuesta de Fiol, M. Jordan, H. & E. Sullà (2004) para detectar el conjunto de responsabilidades, una vez que
la mayoría de las actividades son realizadas por costumbre.
El número de clientes al detalle es mucho mayor en comparación con los institucionales, sin embargo, son estos últimos los que
consumen más.
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Guillermo Ramírez Martínez y Arturo Hernández Magallón
UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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RESUMEN
El servicio de agua potable es de suma importancia para cualquier
sociedad, en México, son los municipios los que tienen la gran
responsabilidad de abastecer de agua a su población en condiciones
aptas para su consumo, por lo que los organismos prestadores de este
serivicio requieren de competencias tecnológicas, químicas,
biológicas para el proceso de potabilización, no obstante es necesario
fortalecerlas en su dimensión organizacional con la finalidad de que
sus estructuras, procesos y técnicas se orienten a un mejor servicio.
Bajo esta perspectiva, el presente estudio se dirige a estudiar la
dinámica organizacional del servicio de agua potable en el Municipio
de Ahome, Sinaloa, para comprender sus dimensiones de gestión y sus
interacciones. La perspectiva teórica es retomada a partir de la trilogía
administrativa de Renée Bédard (2004 a,b) que plantea la inquietud de
reconocer las fuerzas esenciales, ya no desde una visión estructural,
sino como una conjunción de identidades organizacionales basadas en
las funciones de producción, seguridad y gobernabilidad. En esencia,
los resultados de este caso, muestran como el servicio de agua es un
sistema integrado por subsistemas autónomos y dependientes, con
cierto nivel de cohesión que simultáneamente actúan para dar un
servicio a la sociedad.
ORGANIZACIÓN Y GESTIÓN EN EL SERVICIO DE AGUA POTABLE:
CASO DEL MUNICPIO DE AHOME
Virginia López Nevárez
Universidad de Occidente
Luis Antonio Verdugo Calderón
Universidad Autónoma de Durango
Palabras clave:
Organización, gestión, agua.
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ISSN 2007-3887
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INTRODUCCIÓN
“La gestión del agua en México se reconoce como un recurso estratégico y de seguridad nacional. Hoy en
día, se ha convertido en elemento central de la política ambiental, y más aún, en un factor clave de la
política de desarrollo social y de la política económica; su disponibilidad condiciona la posibilidad de
desarrollo de algunas regiones del país y su calidad es factor determinante para la salud y bienestar de la
población” (Comisión Nacional del Agua, 2005: 13). Mientras que, naturalmente, los esfuerzos para
preparar estrategias y planes del servicio de agua ponen el énfasis en las acciones a nivel nacional, el
resultado final debe ser la acción a niveles de menor escala, es decir, en los municipios. Es aquí donde este
trabajo cobra efecto, al realizar un estudio de caso en el servicio de agua potable en el municipio de Ahome,
para conocer su dinámica organizacional, con el propósito de aprehender elementos claves de su gestión, y
presentar una propuesta explicativa de las dimensiones organizacionales en el servicio de agua potable,
para lo cual se hace una revisión de los fundamentos y desarrollos teóricos de la gestión organizacional, la
cual es abordada en la primera parte del artículo. A continuación se presentan los criterios metodológicos
del estudio, un diagnóstico del servicio de agua desde la perspectiva de la trilogía administrativa y un
análisis de la dimensión organizacional.
REFERENTES TEÓRICOS
El agua es un producto multidimensional cuya lógica no está sometida al principio de la economía liberal
ni a los cánones usuales de gestión, la complejidad del recurso y de su aplicabilidad en la sociedad
demanda un análisis en términos de comprensión del recurso y la integración de los procesos, estructuras y
técnicas que se llevan a cabo para administrarlo. Al respecto Valiron (1990) señala que el objetivo fijado
para una gestión del agua es dirigir para una integración satisfactoria de necesidades limitando las
competencias entre los distintos usuarios y preservar un máximo medio natural y el ambiente a un costo
mínimo por la colectividad nacional.
El sistema de recursos de agua es una combinación de las facilidades del control de agua y de los elementos
del ambiente que trabajan juntos para lograr los propósitos de la gestión del agua (Grigg, 1992); estos
propósitos pueden ser expresados como servicios a las personas, agricultura, industria y al ambiente:
abastecimiento de agua, administración de aguas residuales y calidad del agua, control de agua de
tormentas e inundaciones, hidroelectricidad, transporte y agua para el ambiente, pesca y fauna y
recreación.
Esto trae consigo que la administración del servicio de agua requiere que se esté en la constante búsqueda
de las mejores vías posibles para aumentar o preservar las cantidades de agua a fin de responder a la
demanda tanto para uso doméstico como para el sector de la producción. Aplicando la definición de
Chanlat (2004) de gestión, la cual involucra a los proceso, estructuras y técnicas puestas en práctica de
manera voluntaria, con el fin de asegurar que las actividades se realicen de la mejor manera posible en toda
organización, sea cual fuere su esfera de acción; la gestión del servicio de agua entonces involucra los
procesos, estructuras y técnicas que permitan hacer una conciliación entre los usos y necesidades del agua
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de la sociedad de la mejor manera posible teniendo en consideración la especificidad del recurso, sus
características económicas y políticas. En este mismo sentido, Ardoin, Michel y Schmidt (1996),
aconsejan que los sistemas que integran el sistema de gestión deben adaptarse a la estructura de la
organización para responder a sus necesidades específicas y que ésta, organice las responsabilidades que le
corresponden a cada uno de sus miembros; además de tomar en cuenta otros factores como el potencial
humano, la filosofía de gestión, la cultura, su economía y los procesos de control.
Para De Gaulejac (2000), la gestión es una ciencia que descansa sobre cuatro paradigmas básicos: el
paradigma objetivista, el funcionalista, el experimental y el utilitario. Es en este último paradigma donde
se inscribe el dominio de la gestión tradicional, lo cual se derivó en gran medida a partir de que la
administración científica surge como respuesta a la necesidad de controlar las nuevas dimensiones de
producción de la época, sentando las bases de las teorías administrativas clásicas.
La teoría administrativa clásica no es nada explícita sobre sus presupuestos científicos, los marcos de
referencia generales que se proponen a los administradores actuales son raramente discutidos; por
ejemplo, la función de gobernabilidad tradicionalmente es abordada desde el management del liderazgo,
la producción es vista desde la administración de las operaciones y las funciones como contabilidad,
administración de personal, publicidad, son generalmente llevadas como una técnica (Bédard, 2004a). La
propuesta central de Bédard es abrir caminos de reflexión sobre la situación en la organización derivada de
estos ejemplos, que conduzcan a concebir a la organización como un sistema integrado, en el que todas las
unidades especializadas concurran en el funcionamiento de tres grandes funciones.
El énfasis es puesto sobre las finalidades, primeramente se tiene que la producción-creación representa la
razón de ser de la organización; la soberanía y gobierno representa la legitimidad social, estas dos
funciones se constituyen en un eje de dos polos, los cuales se encuentran enlazados por la función de
seguridad que asegura la defensa y protección. Se considera una interdependencia y complementariedad
de las actividades en relación a un bien común. Este modelo se constituye como una alternativa a los
modelos tradicionales de la modernidad y brinda otra forma de ver a la organización, permitiendo
identificar los elementos de gobernabilidad, operación y seguridad, razón por la cual se han retomado
como base de análisis para la dinámica organizacional en el servicio de agua potable.
Si se traslada la función de producción y creación a la administración, es posible observar como es análoga
a la función técnica de Fayol (1918) y a la base operacional de Mintzberg (1979), funciones que llevan a
cabo la misión de la organización. En las organizaciones del servicio público del agua, su misión gira
alrededor de satisfacer la necesidad básica del agua, es decir el abastecimiento, tratamiento y calidad del
agua, función que requiere por consiguiente una utilización económica y respetuosa del agua, una sana
gestión de medios materiales y humanos, así como una capacidad de crear.
La seguridad en la organización es la responsable de asegurar el orden y la paz del grupo, para lo cual
comprende dos áreas: interna y externa. En lo que corresponde a la protección y seguridad interna, ésta
trata de asegurar la concordia, la estabilidad, la armonía y el orden; así como garantizar la seguridad de las
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personas y de la organización, busca prevenir los sucesos indeseables a través de la regulación, vigilancia,
control y educación. En lo referente a lo externo, la protección y seguridad tratan de asegurar la defensa del
territorio contra los enemigos externos, tejer alianzas, mantener relaciones de buena vecindad, realizar
intercambios y proteger las fuentes de aprovisionamiento.
A diferencia de los niveles de producción y de seguridad, el nivel de gobernabilidad tiene fronteras más
difusas al constituirse por aspectos tangibles e intangibles, entre los primeros están las actividades
concretas y materiales de la gestión y dentro de los segundos aspectos se ubican los valores, las
orientaciones generales y los símbolos (Bédard, 2004b).
PERSPECTIVA ORGANIZACIONAL DEL SERVICIO DE AGUA POTABLE EN EL
MUNICIPIO DE AHOME
Metodología
El estudio del servicio de agua en las comunidades en México, es de vital importancia para afrontar la gran
crisis de suministro del vital líquido, ya que desde 1983 son los municipios los responsables de suministrar
a la población el agua potable para su consumo. No obstante, la responsabilidad conferida no ha sido
acompañada de los elementos financieros, técnicos, normativos y organizacionales requeridos, por lo que
los conflictos se resuelven según las necesidades locales (Santos, 2004).
En este tenor, se centró en estudiar un caso de prestación de servicio de agua en el municipio de Ahome,
Sinaloa, desde la perspectiva organizacional, bajo la premisa de investigación del enfoque cualitativo, en
virtud de enfocarse en un fenómeno particular en un tiempo y espacio determinado. El estudio de caso es la
lógica que liga los datos para ser recolectados (y las conclusiones para ser presentadas) a las preguntas
iniciales de un estudio (Yin, 1994). Debe señalarse que la fortaleza del estudio de caso radica en su
capacidad para manejar una variedad de fuentes de información, que permiten construir una teoría
explicativa sobre el fenómeno a ser estudiado (Creswell, 1998).
Para efectos del material empírico se recurre a distintas herramientas de recolección de datos, empleando
varios procedimientos, incluyendo la redundancia en la recolección de datos y retos de procedimientos en
las explicaciones (Stake, 1994): la entrevista, el análisis documental y la observación.
Para el análisis y la interpretación de los hechos se integran técnicas descritas por Grawitz (1990) y
Langley (1999), iniciando con una estrategia de teoría básica, que se construye a partir de datos empíricos
obtenidos en las entrevistas o notas, dando lugar a una teorización inductiva del caso. Un segundo
momento se desarrolla a partir del establecimiento de las interacciones y condicionamientos de la
producción y creación, la seguridad y la gobernabilidad, para ello se utilizan esquemas integradores
desarrollados por Renée Bédard (2004 a,b) en un marco de análisis sincrónico. En concreto, la propuesta
metodológica parte de un nivel teórico conceptual y explora el objeto de estudio, en diversas instancias,
mediante la conjunción de las distintas técnicas de investigación, considerando que la aportación empírica
sea contrastada con la teoría.
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El servicio de agua potable en el Municipio de Ahome
La prestación del servicio de agua potable consiste en abastecer de agua a los centros de población, en
condiciones sanitarias adecuadas al uso y consumo humano; en el alejamiento y disposición de las aguas
servidas y los desechos a lugares adecuados, tanto técnica como económicamente, para que se les pueda
tratar y posteriormente asignar el reúso en los cauces naturales sin que ocasione la degradación del sistema
ecológico y así lograr la preservación de los recursos naturales (Banobras-INAP, 1989 en Santos, 2004).
En el municipio de Ahome, la Junta de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Ahome, es el
organismo que tiene la función de prestar el servicio de agua potable y alcantarillado, teniendo la
característica de ser público descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propios.
En lo que concierne a la estructura organizacional, JAPAMA, se constituye como lineal funcional,
complementado con cierto nivel de centralización relativo a la toma de decisiones, presencia de
informalidad en la comunicación, con tendencia a la racionalización y estandarización de funciones, lo
que expresa inicialmente un estilo burocrático (Mintzberg, 1979) logrado de manera inercial, por lo que no
se potencializan estos rasgos estructurales en beneficios claramente visibles.
JAPAMA según la Trilogia Administrativa
Según Bédard (2004b), la trilogía administrativa se encuentra presente en la vida concreta, en JAPAMA ha
sido posible observar algunos rasgos estructurales que se presentan como una configuración trifuncional
mostrando el rol de cada una de sus áreas en una composición de conjunto, identificando la
interdependencia y complementariedad del trabajo en relación a las funciones de base y la perspectiva
institucional (figura 1).
Figura 1. Representación de JAPAMA según la Trilogía Administrativa
Fuente: elaboración propia a partir de Bédard, 2004 a,b.
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Organización y gestión en el servicio de agua potable....pp. 19-30
Nivel de producción y creación
La producción corresponde a operar y mantener los sistemas de agua potable, alcantarillado y saneamiento
a través de una responsable administración de los recursos, asegurando la calidad de los servicios,
logrando la satisfacción de la comunidad a través de actividades de mejora continua y promoviendo la
participación hacia la cultura del agua, de lo cual se puede observar que su objeto de trabajo se sustenta en
la operación y mantenimiento de los sistemas, mediante la producción, la acción y la creación en tres áreas
básicas:
·La operación y manejo del agua potable, redes de alcantarillado y mantenimiento electromecánico.
·La calidad del agua y tratamientos de aguas residuales.
·El área técnica.
La atención organizacional centrada sobre las áreas funcionales de los sistemas de agua potable se ubica
básicamente en la subgerencia de calidad del agua responsable directa de la producción, con el soporte de
la subgerencia de agua, responsable de las redes de agua potable y alcantarillado, así como del
mantenimiento de la maquinaria. De esta manera se desarrollan fuerzas internas que en ciertos momentos
han fomentando colaboración o contrariamente displicencia, siendo éstas últimas las que van sentando las
bases para desarrollar una serie de situaciones que ponen en riesgo su integración como organización, sin
embargo, es pertinente señalar que la producción de agua no se detiene ante ninguna situación crítica o de
conflicto organizacional, siendo las plantas de la ciudad de Los Mochis, de las mejores en cuanto al manejo
y calidad de agua producida del país, como lo hace constar el Premio Nacional Yecatl 2012 que
recientemente recibió JAPAMA por manejo responsable del agua.
Nivel de protección y seguridad
La seguridad se ubica como el elemento organizacional en el que convergen las demás instancias, factores
directos a la protección al sistema de agua potable se consideran como los más importantes a cubrir en el
aspecto de la producción, de igual manera, la seguridad en el nivel de gobernabilidad es de vital
importancia, aquí es necesario prestar atención a la autoridad, la identidad y al sistema de JAPAMA, ya que
básicamente estos tres aspectos fortalecen el nivel de gobernabilidad. Así mismo el manejo de recursos
humanos materiales y financieros, la informática, la contabilidad y servicios generales se constituyen
como un apoyo directo a la operación de la junta, de su trabajo depende que se cumpla la misión. Por otro
lado la atención a los usuarios, el área jurídica, cultura del agua y los aspectos comerciales se constituyen
como un escudo hacia el exterior.
Nivel de gobernabilidad
La Gerencia General se puede considerar la máxima autoridad formal dentro de JAPAMA, ya que las
responsabilidades de conducción, dirección y gestión recaen directamente en el gerente general, quien
además proporciona los elementos para ejecutar los acuerdos del Consejo Directivo, en los términos
señalados en el Decreto de creación.
La dirección de JAPAMA está caracterizada a partir de factores políticos y por la autoridad formal que se
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Virginia López Nevárez y Luis Antonio Verdugo Calderón
deriva de su estructura, por lo que es de vital importancia tener un conocimiento en las dimensiones
epistemológicas y ontológicas de la organización, la primera se refiere a conocer los métodos y técnicas de
los sistemas de agua y la segunda dimensión a la esencia e identidad de la organización, asimismo es
importante considerar en la dirección tres imperativos complementarios de los servicios públicos
(Ramírez, 2004):
·Una obligación de servicios: puesto que sustituyendo a la iniciativa del poder público asume la
responsabilidad de asegurar la calidad y la disponibilidad de los servicios, la mejora continua de sus
procesos y en condiciones óptimas de calidad para el usuario.
·Una responsabilidad social: puesto que el gobierno debe dar el ejemplo del progreso social de
contribuir al impacto social para mejorar los niveles de vida de la ciudadanía.
·Una obligación económica: aunque pudiera parecer justo no privilegiar los aspectos económicos en
las organizaciones públicas, es necesario tener en consideración el retorno de la inversión sobre la relación
costo/ beneficio social.
Como lo refieren Reitter y Ramanantsoa (1985), al dirigente se le han asignado ciertas tareas, como el
construir una estrategia para decidir en qué se va a convertir la organización, diseñar una estructura que sea
adecuada a la estrategia determinada, construir sistemas que permitan enfrentar los problemas de gestión
con rutinas eficaces para reducir la incertidumbre de la acción colectiva, constituir un grupo humano capaz
de poner a funcionar la estrategia. Sin embargo el dirigente de JAPAMA entra en otra lógica managerial, lo
que limita su margen de maniobra para definir estrategias y estructuras:
“Tenemos la ley estatal de agua potable, ahí nos dicen nuestras atribuciones y nuestras limitaciones,
dentro de esta ley de agua potable se especifica y delimita también el reglamento de JAPAMA, las
atribuciones de un gerente y los diferentes niveles del personal que tenemos”.
Aquí se puede observar que la responsabilidad del gerente general de JAPAMA corresponde a la ejecución
de actividades, lo que Hall (1996) señala como liderazgo organizacional, que es una combinación de
factores, siendo el más obvio, el puesto que se ocupa en la organización. La posición da al líder la base de
poder y lleva a los seguidores a la expectativa de que hay un derecho legítimo para ocupar ese puesto, tal y
como sucede en JAPAMA cuando llega un nuevo gerente, entra en el proceso de ejercer el liderazgo al
configurar sus propios pensamientos y acciones para la organización.
La función general de soberanía y gobierno encarna también la identidad del grupo (Bédard, 2004a). La
identidad es fuente de sentido (Castells, 2003), en la organización existen diferentes identidades colectivas
laborales, que lo mismo se relacionan con los espacios de identificación como con los sistemas de
representaciones (Espinosa, 2004). Uno de los elementos simbólicos más visibles es la declaración
normativa de su misión, visión y políticas de calidad, que incluyen el logotipo de JAPAMA, dejando ver a
sus integrantes y a la sociedad que la junta conoce lo que debe hacer y su orientación. Para quienes laboran
en JAPAMA representa una tentativa a inducir actitudes y valores que les orienten hacia el desarrollo de
sus actividades, inmersas en niveles altos de racionalidad y responsabilidad, al mismo tiempo envueltos en
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el discurso de la eficiencia proveniente del proceso de certificación de calidad.
Derivado de la ideología de la identidad hacia el trabajo, el tipo de empleado promedio de JAPAMA
desarrolla un sentido de compromiso con la organización, lo cual se puede observar en el discurso de los
informantes, de los cuales se pueden resaltar: “el compromiso que tenemos es sacar nuestro trabajo
adelante, ya que un problema que generemos y no se resuelva se puede convertir en un problema social”.
Dinámica Organizacional en el Servicio de Agua Potable
Observando la realidad de JAPAMA, su apego al agua, ya que se constituye no solo como un factor sino
también como la base de su producción y creación; sus expresiones en torno a la seguridad financiera; su
interés por mejorar la atención al usuario; el proceso de educación que tratan de hacer con la sociedad; los
rasgos de la dirección; el ambiente político que llega hasta sus estructuras y sobre todo la identidad basada
en su importancia social, la importancia de su sistema de gestión organizacional, es sin duda
incuestionable, ya que como lo señala Chanlat (2004) involucra a los procesos, estructuras y técnicas
puestas en marcha, con el fin de asegurar que las actividades se realicen de la mejor manera posible en toda
organización, sea cual fuere su esfera de acción. El riesgo para JAPAMA es legitimarse solo en aspectos de
índole económicos como la racionalidad, eficiencia y productividad (De Gaullejac, 2000), al centrarse en
los aspectos de certificación de calidad y no en los procesos, técnicas y actores organizacionales.
Como lo refieren Allaire y Firsirotu (1993), la dinámica organizacional deviene de arreglos siempre en
movimiento: de una forma de trabajar y operar, con maneras comunes de hacer y de comprender la realidad
de la organización; de una estructura de gobernabilidad que hace referencia a sus políticas y sistemas
formales de gestión y de control, a la estructuración jerárquica; y de un soporte que determina la calidad de
sus operaciones. Es obvio que intervienen numerosos factores, pero la organización del trabajo es
fundamental, así como la seguridad que se le brinde a la producción de los servicios, la cual debe centrarse
en tres aspectos: el agua, los individuos y la identidad, debiendo ser respaldada por la gobernabilidad en
una relación más allá de un simple intercambio de dominios.
Desde la perspectiva de Bédard (2004b), la gobernabilidad implica también el aspecto político. La política
es entendida como el gobierno de una entidad distintiva, constituida por un poder institucionalizado y una
colectividad organizada cuyos miembros forman un destino común. Al ser una organización del sector
público, el entorno político de JAPAMA influye en su dinámica organizacional.
Una de las características que definen al sector público, es su campo de fuerzas (Labourdette,1998), donde
el sector público no es solamente un campo societal de acción, es también una arena dentro de la cual se
enfrentan los actores sociales por la conquista del ejercicio del poder y de regulación social. Las acciones
del personal de JAPAMA en su dimensión política son construidas por su interpretación de las acciones,
donde el eje central ha sido el poder, especialmente en lo que se refiere a la toma de decisiones.
La preeminencia de nombramientos políticos antes que los técnicos para la administración de la Junta, el
abandono de una política de coordinación, un manejo administrativo desarticulado, son elementos que
delinean el manejo político institucional.
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Este ambiente político, que ha sido señalado desde su interior y desde sectores externos a JAPAMA, ya que
la junta se ha visto en el ojo del huracán a raíz de escándalos con matices políticos, por distintas acciones de
quienes la han dirigido, situación que tiene como consecuencia el deterioro institucional, dado su carga
administrativa, pues cada nueva administración debe pagar favores enrolando a nuevo personal, más allá
de las necesidades, al respecto dos de los informantes refieren:
“Yo recuerdo que el gerente pasado llegó con veinte gentes aparte no corrió a nadie de los anteriores,
sus compromisos de campaña”.
“Si el presidente municipal decide quienes van a llegar aquí, si influye mucho en el desarrollo o en el
quehacer del programa de trabajo que se haya implementado, por ejemplo, si nosotros tenemos un
programa que va a trascender a la siguiente administración y llega el otro y dice no y vamos a poner a los
nuestros, ya crea inestabilidad”.
El carácter dominante de la lógica política queda plasmada en muchos aspectos de JAPAMA,
especialmente en el discurso de sus funcionarios y sus decisiones, así como en la intervención directa del
alcalde municipal. También vale la pena mencionar que en este ambiente político prevalece en la parte
administrativa y directiva de la junta, y que la operación del servicio de agua sigue proporcionándose a la
población.
Es en esta realidad de JAPAMA donde la relación gobierno – seguridad se expresa, como bien lo dice
Bédard (2004b), en una interdependencia y equilibrio, lo cual puede ser considerado como una relación
dialéctica, mezcladas en una lógica funcional, puesto que suscitan un sentido compartido respecto de los
servicios que presta la Junta, que tiene sus raíces en los principios fundamentales de la importancia del
agua para la vida del ser humano, lo cual prevalece en el discurso, al respecto se señalan las siguientes
opiniones de diversos actores organizacionales:
“Para mí, el agua significa la vida”.
“Del agua nacemos, proviene el origen de la evolución, este planeta en vez de llamarse tierra debió
llamarse agua, el planeta azul”.
JAPAMA es, al mismo tiempo un conjunto de relaciones cotidianas políticas, sociales, económicas y
racionales, pero también una organización que funcionalmente provee agua a la sociedad, a partir de su
objeto de trabajo determinado de la produccón, acción y creación de sus actores, en un proceso donde se
convierte en un continuo las funciones de producción, seguridad y gobernabilidad para brindar el servicio
de agua potable a la sociedad (figura 2).
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Figura 2. Dinámica Organizacional en el Servicio de Agua Potable
Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos.
CONCLUSIONES
Buscando llegar a un análisis integral y significativo en el servicio del agua desde una perspectiva
organizacional, se retoma el esquema de análisis denominado “la trilogía administrativa” de Renée Bédard
(2004a y 2004b), que inspirada en la ideología de las tres funciones propuesta por Georges Dumézil,
define que todo grupo humano reparte el conjunto de sus responsabilidades, que debe asumir para
sobrevivir y prosperar según tres dominios diferentes y complementarios: la producción, la seguridad y la
gobernabilidad.
Las funciones de la trilogía administrativa son estratégicas en el desempeño de JAPAMA:
·La producción se centra claramente en el servicio de agua.
·La seguridad es determinante en dos aspectos: en los individuos (servicios al personal) y estructuras
organizacionales (métodos, actividades de control, abastecimiento de agua, riesgos de calidad).
·Están creando acciones de gobernabilidad, cuyas decisiones están influyendo en el reforzamiento de su
identidad ante la sociedad, lo cual ha permitido mejorar su credibilidad y confianza.
El estudio de la problemática de separación en los elementos de producción, seguridad y gobernabilidad,
plantea la inquietud de reconocer las fuerzas esenciales, ya no desde una visión estructural, sino como una
conjunción de dimensiones organizacionales, lo cual representa a JAPAMA la oportunidad de entrar a un
nivel de análisis que conduzca a fortalecer sus principales procesos, definir mejor su estructura y poner
énfasis en los elementos de seguridad, no solo desde una perspectiva industrial, sino buscar el
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En los desafíos de la comunidad del municipio de Ahome, JAPAMA cumple un papel clave, hay que ubicar
a la Junta satisfaciendo expectativas de abastecimiento de agua potable, no obstante, es necesario mejorar
su desempeño concentrándose en el área técnica y de operación, así como la educación a la sociedad del
cuidado del agua. Por su parte la comunidad debe tener siempre presente que la disponibilidad de agua
condiciona su desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA
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Virginia López Nevárez y Luis Antonio Verdugo Calderón
UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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RESUMEN
Uno de los indicadores importantes para considerar que un país y por
consiguiente sus regiones son económicamente desarrollados, es el
grado de inclusión financiera. En este contexto y de acuerdo al reporte
de la CNBV (2010), Oaxaca en general y sus regiones se destacan por
su bajo índice de inclusión financiera. El reporte de inclusión
financiera que publica la CNBV determina el nivel de inclusión
financiera con base en los servicios financieros con los que cuenta la
población. Uno de los principales indicadores de inclusión financiera
es el acceso a los servicios que tengan los habitantes adultos de la
población. Un parámetro para la CNBV es el número de cajeros por
número de habitantes. Sin embargo, en el contexto oaxaqueño los
indicadores no muestran los mismos resultados comparados con
estados del norte del país. Lo anterior permite plantear que los
indicadores establecidos por la CNBV no manifiestan la participación
de las IMF en la inclusión financiera de las regiones oaxaqueñas. En
este estudio se planteó realizar el análisis de la inclusión financiera
que ofrecen las IMF como indicador económico. Se localizaron las
IMF que operan en las regiones oaxaqueñas, se caracterizaron los
servicios que ofrecen y se analizó la forma en que contribuyen, por
medio de los servicios que ofrecen, en el desarrollo de las
comunidades y de las regiones. Para colectar los datos se diseñó una
entrevista semi-estructurada y se entrevistaron a los administradores
de las IMF y a usuarios de los servicios. Se consideró un censo en las
ocho regiones de Oaxaca y se localizaron y entrevistaron 325
LAS INSTITUCIONES MICROFINANCIERAS EN EL DESARROLLO REGIONAL DE
OAXACA
Rosa María Velázquez Sánchez
Ana Luz Ramos Soto
Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca
Palabras clave:
Instituciones microfinancieras,
inclusión financiera, desarrollo
regional.
ISSN 2007-3887
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gerentes. Los datos obtenidos han permitido definir la participación de las IMF con indicadores de
inclusión financiera y desarrollo de las regiones.
INTRODUCCIÓN
Uno de los indicadores importantes para considerar que un país es económicamente desarrollado, es el
grado de inclusión financiera de sus habitantes con respecto al acceso a instituciones, productos y servicios
financieros, dicho indicador es el que determina a nivel regional y local el grado de atención a los usuarios
de los servicios financieros. De acuerdo a un artículo publicado en la revista de Ejecutivos de Finanzas del
IMEF (2009), la inclusión financiera puede ser definida como el nivel de inclusión o exclusión en la cual
todas las personas con edad laboral tienen acceso y gozan de un conjunto de servicios financieros de
calidad, que cubran los servicios de pagos, ahorros, créditos, fondos para el retiro y seguros, regulados a
través de un sistema de protección al usuario y fomentados por medio de una educación financiera.
En México todavía son muchas las personas que están alejadas del sistema financiero por falta de cultura
financiera, debido a la distancia que existe entre su residencia y los lugares que ofrecen dichos servicios y
productos, o bien a los costos que requieren cubrir para acceder a estas alternativas, el estado de Oaxaca se
destaca por contar con un grupo significativo de personas sin acceso a los servicios financieros de la banca
formal. Lo destacable es la falta de interés que ha mostrado la banca formal para atender a este sector de la
sociedad.
Debido a las condiciones de desigualdad en la inclusión financiera, existen instituciones, denominadas
instituciones microfinancieras IMF, impulsadas por una gran variedad de actores locales e internacionales,
las cuales prestan servicios microfinancieros. Dichas instituciones se identifican con diversas figuras
jurídicas asociativas como asociaciones civiles, instituciones de asistencia privada, uniones de crédito,
programas filiales de organizaciones internacionales, instituciones financieras y diversas formas de
organizaciones de productores y productoras. Sin embargo, en años recientes se ha observado que las
condiciones en las que operan las instituciones microfinancieras, muestran débil supervisión y regulación
de sus actividades y servicios.
El estado de Oaxaca es considerado como un mercado poco atendido por servicios financieros, porque sólo
el 6% de los 570 municipios que lo conforman cuentan con servicios bancarios, en comparación con la
media nacional de 64% de los municipios con una sucursal bancaria, es mínima la presencia de la banca
tradicional. Sin embargo, de acuerdo con Consultores (2011), en el territorio oaxaqueño se localizan
aproximadamente 300 instituciones microfinancieras, distribuidas en un territorio con más de 2.4 millones
de habitantes adultos (INEGI, 2011). Desafortunadamente en los últimos años más de 25,000 ahorradores
han sufrido los efectos de la falta de regulación y supervisión con el daño directo a sus recursos por
desfalco o fraude.
A pesar de las condiciones en las que operan la mayoría de instituciones microfinancieras en el territorio
oaxaqueño, todavía representan la única opción de acceso a servicios financieros para muchas familias.
Por tales razones resultó importante analizar los servicios que prestan las instituciones microfinancieras y
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su participación en la inclusión financiera regional del Estado de Oaxaca. Por lo que se planteó la siguiente
interrogante a resolver ¿Cuál es la participación de las instituciones microfinancieras en la inclusión
financiera y el desarrollo de las regiones del Estado de Oaxaca? El objetivo general de esta investigación
fue analizar la importancia de los servicios de las IMF en la inclusión financiera y el desarrollo de las
regiones del Estado de Oaxaca.
La inclusión financiera debería considerar a todos los habitantes de una región, sin embargo, un gran sector
de la población representado por la población con bajos ingresos y con condiciones de pobreza, ha sido
marginado por la banca formal y ha permanecido excluido de los esquemas financieros tradicionales. La
participación de instituciones dedicadas a desarrollar esquemas de microfinanzas, se han convertido en la
alternativa para propiciar la inclusión financiera a través del diseño de metodologías basadas en las
características del sector pobre de la población y que incluyen esquemas de crédito y ahorro. Por lo que se
planteó como hipótesis revisar la forma en que las instituciones microfinancieras participan en la inclusión
financiera de las regiones del estado de Oaxaca.
REVISIÓN TEÓRICA
Para la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNVB, 2010), inclusión financiera significa tener
acceso a un conjunto de productos y servicios financieros, los cuales incluyen crédito, ahorro, seguros,
sistemas de pago y pensiones, así como educación financiera y protección al consumidor. De acuerdo con
dicha definición, lo ideal sería el acceso de la mayoría de personas, sin embargo, existe un sector
caracterizado por escasos recursos, habitar en localidades marginadas y a cuyos habitantes no llegan los
servicios financieros.
La inclusión financiera fomenta la justicia económica y una sociedad productiva. Por una parte para
aquellos quienes generan recursos en exceso y los ahorran en alguna institución financiera para ganar un
interés e incrementar su patrimonio. Las instituciones financieras por su parte prestan dichos recursos
cobrando una tasa de interés y aumentando sus ganancias. Por último, para las personas que requieren
dinero para diversos proyectos, quienes lo piden prestado a las instituciones financieras, pagando un
interés para obtener recursos frescos, recursos que de otra manera no pueden tener para realizar actividades
que les generen más dinero.
Por lo que una alta inclusión financiera significa que todos los actores que en ella participan ganan. Lo
anterior resume la importancia de la inclusión financiera en las actividades económicas de la región, pero
también en su desarrollo. El nivel de rezago en México a la accesibilidad a servicios financieros es
importante si se compara con la de países desarrollados.
Mientras que en México se cuenta con 7.6 sucursales financieras por cada cien mil habitantes, en España
cuentan con 95.9 sucursales. La consecuencia directa de la inclusión financiera se observa en los niveles de
ahorro y en el crédito, pues mientras en México el 37% de los hogares registran algún tipo de ahorro y el
26% manejan un crédito, en España lo hace el 92% y 77% de los hogares, respectivamente.
Lo anterior también se compara con la estadística generada por el Grupo Financiero IXE, en la cual se
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puede observar la diferencia entre México y Estados Unidos, mientras en México el 35% de cada mil
habitantes tiene alguna inversión en el mercado accionario, en los Estados Unidos por cada 100 habitantes
el 60% participa en la bolsa de valores, es decir, una proporción 20 veces mayor a la de los mexicanos.
De acuerdo con el informe de inclusión financiera 2012, en México todavía son muchas las personas que
están alejadas del sistema financiero debido a la falta de una cultura financiera, a la distancia en la que se
encuentran ubicados los bancos, o bien a los costos y requisitos necesarios para acceder a los servicios
bancarios. Lo destacable en este caso es la falta de interés que ha mostrado la banca formal para atender a
este sector de la sociedad y como a través de las microfinanzas se atiende al sector.
Debido a las condiciones de desigualdad en la inclusión financiera, existen instituciones que son
impulsadas por una gran variedad de actores locales e internacionales, las cuales prestan servicios
microfinancieros. Dichas instituciones se identifican con diversas figuras jurídicas asociativas como son:
las asociaciones civiles, las instituciones de asistencia privada, uniones de crédito, programas filiales de
organizaciones internacionales, instituciones financieras y diversas formas de organizaciones de
productores y productoras, estas instituciones son las que atienden las microfinanzas.
De acuerdo con Hernández Romero (2006), en términos generales se concibe a las microfinanzas como un
tipo de financiamiento a pequeña escala, pero con la característica de que es para familias pobres, por lo
que aludiendo al término de finanzas son las que tienen que ver, no sólo con el acceso u obtención del
crédito, sino con el uso y manejo del financiamiento tanto de los que proveen como de los que reciben.
El concepto convencional de microfinanzas es que se trata de un instrumento diseñado para otorgar, a las
familias más pobres, pequeños préstamos (microcrédito), para apoyarlos económicamente para realizar
actividades productivas (negocios-autoempleo).
Esta definición considera solamente la visión de los actores (instituciones), a quienes se dedican
exclusivamente a brindar microcréditos y no a los que reciben el servicio. En otras definiciones revisadas
se consideran otros servicios (Otero M. et al., 1998), como el ahorro que menciona Guilli (citado por
Cuesta Sanz, 1999); seguros y transferencias de remesas en algunos casos (Gentil, 1997).
En su concepción más amplia las microfinanzas deben considerar un enfoque holístico como lo plantean
Weinmann (1999) y Valdez (2004), quienes plantean que las microfinanzas en la actualidad representan
diversos servicios ligados a las telecomunicaciones, la educación e incluso la salud, y se presentan como
un mecanismos de desarrollo económico regional con la meta de combatir la pobreza y de inducir al
desarrollo microempresarial.
Y como sostiene Otero (2004), las microfinanzas no son finanzas pequeñas, sino otro tipo de proyecto, son
finanzas que no pueden ser sometidas a las reglas estandarizadas del sistema bancario. Sin embargo, en la
mayoría de las definiciones no se considera la percepción de los actores, es decir los usuarios del
financiamiento. Se han desarrollado metodologías como las de las microfinanzas solidarias, para tratar de
incluir a los usuarios, pero hay pocos casos que promuevan verdaderos procesos solidarios y de desarrollo
del potencial humano a través de microfinanciamiento.
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Así, las microfinanzas en el desarrollo de las finanzas al servicio de una población excluida del sistema
tradicional capitalista, para crear condiciones de garantía para la inclusión financiera y para conformar una
ingeniería financiera orientada hacia productos que respondan a la necesidad de la población excluida de la
actividad financiera tradicional.
De este modo, las microfinanzas se originan en la idea de la democratización del recurso financiero y se
caracterizan como toda y cualquier operación financiera destinada a personas y empresas normalmente
excluidas del sistema tradicional y a la población de bajos ingresos. El límite del concepto de
microfinanzas se da porque las instituciones encargadas de realizar las actividades, se convirtieron sólo en
un sistema de pequeños créditos, en una miniaturización de los servicios y porque trabajan con productos
compatibles con las posibilidades y límites de los ingresos de la población excluida del sistema tradicional.
Los clientes de las microfinancieras son personas pobres y vulnerables y que solicitan participar en el
programa de una institución de microcrédito. Las microfinancieras tienen diferentes requisitos y distintas
formas de participación, porque tratan de adaptarse a las necesidades de los sujetos, a los que les ofrecen el
servicio financiero. Las microfinancieras no prestan grandes cantidades, tienen metodologías muy
específicas para colaborar con sus clientes e ir incrementado las sumas de préstamos para evitar el
endeudamiento desmedido y la incapacidad de pago.
Por lo general, inician con pequeñas cantidades de crédito y en algunas también de ahorro, los cuales se
incrementan gradualmente hasta lograr establecer un historial crediticio exitoso y un patrimonio para cada
persona o grupo. La idea de cliente muestra de manera clara un enfoque empresarial y trata de justificarlo
al destacar una mejor atención y sobre todo eliminar el paternalismo a través del concepto de beneficiario.
En México habitan millones de personas que sufren carencia de empleo, ingreso, vivienda, servicios
públicos, alimentación, oportunidades de educación, acceso a servicios médicos y se localizan en áreas
marginadas y muchas veces alejadas de los centros urbanos. El sector de población con esas
características, cada día mayor, parece irrelevante y alejado de las prioridades de la banca tradicional.
Sin embargo, existen instituciones alternativas orientadas a proporcionar financiamiento a personas en
situación de pobreza a través de proyectos que han demostrado que la atención al sector marginado de la
banca formal, es una tarea prioritaria y posible y que tiene implicaciones económicas, políticas y éticas.
Debido a las condiciones de desigualdad en la inclusión financiera, existen instituciones impulsadas por
una gran variedad de actores locales e internacionales, las cuales prestan servicios microfinancieros.
Dichas instituciones se identifican con diversas figuras jurídicas asociativas, entre ellas, asociaciones
civiles, instituciones de asistencia privada, uniones de crédito, programas filiales de organizaciones
internacionales, instituciones financieras y diversas formas de organizaciones de productores y
productoras.
Existe una gran diversidad de figuras, pero además sus operaciones dependen de las propias condiciones
locales, al respecto Hernández y Almorín (2006), mencionan que en los últimos diez años a nivel nacional
han mostrado buenos resultados en el funcionamiento del crédito y ahorro, en aspectos económicos como
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ocupación y nivel de ingreso de sus clientes e incluso en algunos aspectos socio-demográficos como son
las tasas de morbilidad y natalidad.
El microfinanciamiento se considera como un financiamiento alternativo a las fuentes tradicionales
(comerciales) de crédito y consiste en diversos mecanismos de ahorro y crédito para los estratos sociales
más pobre excluidos del financiamiento bancario. Las formas de financiamiento institucionalizado, son la
banca y algunas iniciativas de ahorro-crédito, pero no solo son estos dos tipos básicos de instituciones de
financiamiento hacia los diversos estratos sociales, sino también son otras formas de financiamiento como
el de los prestamistas, casas de empeño, tiendas comerciales y aquellas de ayuda comunitaria (inter-
familiar, amigos, vecinos, etcétera), las cuales también son fuentes importantes de financiamiento
(económicas y sociales) de la sociedad, pues de cierta manera el crédito se le concibe como una
herramienta básica del desarrollo económico.
Las actividades microfinancieras no son un fin en sí mismas, sino que son un instrumento que apoya otras
actividades o metas básicas de las organizaciones, que se centra en la mayoría de los casos en fortalecer la
economía y oportunidades de desarrollo a las personas que viven en situación de pobreza. El contexto en el
que se pueden desarrollar las instituciones microfiancieras, se observa complicado y puede serlo más con
la situación de la economía mundial y de las políticas económicas globales. Sin embargo, todavía se
observan áreas de oportunidad para el avance del sector, entre ellas:
·Fortalecer la capacidad del alcance de las microfinancieras.
·Impulsar el ahorro además del crédito.
·Incrementar el nivel de financiamiento acorde al desarrollo de las instituciones en cada región del país.
·Perfeccionar los instrumentos de política pública.
·Revisar la regulación: tipificar el microcrédito.
·Reducir los costos de transacción para que los usuarios y usuarias obtengan un mayor aprovechamiento
de los servicios.
·Diversificar la oferta de productos microfinacieros.
·Incrementar la eficiencia para conseguir financiamiento por parte de organismos nacionales e
internacionales.
Las instituciones microfinancieras se pueden definir como las encargadas de operar las microfinanzas. De
acuerdo a lo especificado en la Ley de Ahorro y Crédito Popular (CNBV, 2011) y en la Ley que regula las
Cooperativas de Ahorro y Crédito (CNBV, 2009), dependiendo de sus características, principalmente en
cuanto al monto de sus operaciones, las instituciones microfinancieras pueden ofrecer servicios
financieros y no financieros.
Dentro de los productos de crédito el más común es el crédito productivo, en el que las IMF aplican una
variedad de metodologías para llevar a la población objetivo de estudio y demás servicios. De acuerdo con
Pro-Crédito (2009), una misma institución utiliza entre dos y tres metodologías o productos de crédito
diferente, entre ellas:
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·Metodología de grupos solidarios. (créditos escalonados, de garantía solidaria, con plazo de cuatro a
seis meses, los grupos están formados por cuatro a seis personas).
·Metodología de bancos comunales. (créditos escalonados, de garantía solidaria, con plazo de cuatro a
seis meses, los grupos están formados por quince a treinta personas).
·Créditos Individuales productivos (no hay aval solidario, pero se requiere garantía real o líquida, plazo
de cuatro a seis meses, forma de pago quincenal, semanal o mensual).
·Otros tipos de crédito. Para la vivienda y para compra de auto.
Otro tipo de servicios financieros que ofrecen las instituciones microfinancieras son: seguros de vida,
seguros de vida opcional, seguro de auto y remesas.
En su informe, Pro-Crédito (2009) menciona con respecto al servicio de captación de ahorro, que ésta es
una actividad poco frecuente debido a la falta de regulación de las instituciones, porque aunque existe en el
sector la manifestación de reconocimiento a la importancia del ahorro, la mayoría de las microfinancieras
empiezan el proceso de regulación para poder prestar el dicho servicio financiero.
En la realidad muchas de las instituciones ubicadas en comunidades alejadas realizan actividades para
captar el ahorro de los clientes, principalmente alentando al usuario del servicio de recepción de remesas y
sin contar con la regulación correspondiente, lo que más adelante ocasiona una situación de alto riesgo
para el ahorrador.
De acuerdo con Pro-Crédito (2009), las instituciones microfinancieras no constituyen una figura jurídica
en sí misma, si no las que agrupan distintas figuras que tienen en común el uso de metodologías diseñadas
para ofrecer servicios financieros a la microempresa y menciona que las figuras jurídicas más comunes
son: SOFOM (Sociedades Financieras de Objeto Múltiple ), S.A. DE C.V.; A.C. (Asociación Civil); I.A.P.
(Instituciones de Ahorro y Préstamo) y SOFIPO (Sociedades Financieras Popular).
De acuerdo con Esquivel Martínez (2009), hasta el 2009 a nivel nacional en el sector microfinanciero se
observó un crecimiento exponencial de la figura jurídica de las SOFOM (Sociedades Financieras de
Objeto Múltiple), figura jurídica con la cual se apoyó la creación de nuevas empresas y se impulsó la
transformación de organizaciones de la sociedad civil. Debido al apoyo hacia el tipo de organización
SOFOM algunas de las Asociaciones Civiles e Instituciones de Asistencia Privada se transformaron en
SOFOMES.
Debido a que la figura jurídica de Sociedad Financiera de Objeto Múltiple permite, entre otras cosas, un
mayor acceso al financiamiento de carácter comercial y el reconocimiento como parte del sistema
financiero nacional. En algunos casos y en un periodo de revisión de la regulación, la figura de SOFOM se
puede considerar como aquella que se encuentran en un paso intermedio para que como Institución
Microfinanciera se pueda regularizar. A pesar de que Pro-Crédito (2009) solo considera las figuras de
SOFOM, A.C., I.A.P. y SOFIPO, en la realidad se encuentran operando otros modelos de instituciones
microfinancieras, entre ellas la figura de Sociedad Cooperativa de Ahorro y Préstamo (SOCAP), la cual es
la más frecuente en el caso del estado de Oaxaca, lo que denota la falta de información actualizada del
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sector y las condiciones en las que operan, también la falta de supervisión de sus actividades.
Como menciona Hernández Romero (2006), históricamente las instituciones microfinancieras han
representado una alternativa para que la población excluida por la banca comercial, pueda contar con
servicios financieros. Durante mucho tiempo en las comunidades alejadas de los centros urbanos, han
representado un lugar seguro para resguardar el ahorro familiar y para contar con créditos. Las IMF
representan una alternativa de inclusión financiera, pero para que el sector crezca saludablemente y
permanezca es indispensable la transparencia y el monitoreo del desempeño de sus instituciones. En este
sentido es evidente la falta de información disponible en el mercado, lo cual representa un gran desafío, ya
que las instituciones proveedoras de los servicios y las instituciones de segundo piso del país, necesitan
conocimiento de la situación en la que se encuentran operando las IMF.
Entre la información disponible del sector microfinanciero, Esquivel Martínez (2009), menciona que en
México solo se tiene una estimación del total de personas atendidas por el sector financiero de 15 millones
y dentro de ese universo las IMF atienden el 1.6 millones, sin embargo, no se tiene información de estudios
que evalúen la contribución de las microfinancieras en la inclusión financiera de la población. La
información necesaria para formar estrategias que permitan un crecimiento sostenible y una supervisión y
vigilancia del sector microfinanciero, requiere de consistencia, sistematización y objetividad para que les
permita tanto a las instituciones que financian como a los usuarios de los servicios, minimizar riesgos y
tomar decisiones de manera fundamentada, pero principalmente como objetivo de esta investigación
conocer la contribución en la inclusión financiera.
El conocimiento sobre las condiciones en las que operan las instituciones microfinancieras es importante
porque se observa el débil impacto es la regulación de las actividades de las IMF, a pesar de la aprobación
de la Ley de Ahorro y Crédito Popular (CNBV, 2011) y de la Ley que regula las Cooperativas de Ahorro y
Crédito (CNBV, 2009). Al analizar la comparación entre lo que establece la ley y los servicios que ofrecen
y la forma en que manejan el crédito, permite observar que un gran número de las cajas y organismos de
ahorro y crédito popular operan sin regulación y sin la vigilancia necesarias. Lo anterior ha contribuido
para que en algunos casos como en Oaxaca, 25, 000 ahorradores fueran defraudados por IMF con la figura
de caja de ahorro, lo anterior dificulta evaluar la participación de las microfinancieras en la inclusión
financiera.
Hechos como los sucedidos en los últimos años a los ahorradores oaxaqueños, ha generado desconfianza, a
pesar de esto las IMF continúan siendo la única opción para los habitantes de comunidades alejadas y
consideradas pobres. Como menciona Hernández Romero (2006), el análisis del sector financiero popular
en México, resulta complejo dada la escasez de información disponible y la multitud de entidades en
funcionamiento. No existe ninguna institución que concentre la información de las distintitas entidades.
Como se observa con los estudios revisados, los resultados mostrados por las instituciones alternativas a la
banca tradicional, las cuales se han dedicado a la inclusión financiera del sector abandonado y desatendido
por los bancos, han contribuido a rebatir las afirmaciones discriminatorias que argumentan que las
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personas de bajos ingresos no tienen capacidad de ahorro y no son susceptibles de crédito.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones políticas y de la marginación por parte de la banca formal,
las familias de escasos recursos requieren y necesitan obtener créditos y ahorrar y pueden hacerlo cuando
tienen a su alcance instituciones que les proporcionen el servicio. Aunque se trate de montos pequeños, las
aportaciones por persona en agregado pueden convertirse en cifras considerables. Por la importancia que
representa conocer y atender las necesidades específicas de servicios financieros para este sector de la
población, las instituciones que les proporcionen dichos servicios básicos deberán conocer el contexto,
pero además ser confiables, sólidas y accesibles.
Además deberán proporcionar, por lo menos los cuatro servicios financieros básicos: ahorro, crédito
(personal, para proyectos productivos y para vivienda), seguros y pago de remesas del exterior. Por lo que
resulta importante y se evidencia la falta de conocimiento del sector microfinanciero y su contribución a la
inclusión financiera, por lo que se planteó realizar la presente investigación para generar la información
básica.
En otros países latinoamericanos como Argentina (Bukstein, 2004), se han realizado estudios para analizar
la participación de las entidades microfinancieras como factor de inclusión para la población atendida por
las mismas. En los resultados de la autora se observa un análisis de los servicios que ofrecen y la
importancia que representa para los usuarios. Sin embargo, ese estudio difiere en las condiciones de la
población que analizó, solo habitantes de Buenos Aires e incluyó un cuestionario de opinión de los
usuarios. En Nicaragua (Bastiaensen y Marchenti, 2010), al analizar la cadena de valor en empresas
rurales en el país centroamericano, encontraron que los servicios que prestan contribuyen en la creación e
impulso de microempresas, sin embargo, no compararon la contribución de las mismas como parámetro de
inclusión financiera.
Por su parte, Serrano (2009) analiza al sector microfinanciero colombiano desde la perspectiva del
desarrollo, en su estudio compara la participación de las instituciones microfinancieras en relación con la
banca tradicional que en Colombia se encuentra incursionando en servicios microfinancieros. En su
estudio encuentra que son los microcréditos los que permiten que dichas instituciones participen en la
inclusión financiera, principalmente de microempresarios. En México, Cornejo y Galicia (2011)
presentaron como resultado de su investigación el análisis de los servicios que reciben los
microempresarios de las microfinancieras y la impresión que tienen de los mismos y concluyeron que para
los entrevistados representó la única forma de acceder al crédito, principalmente por el tipo de
metodología empleada por la institución en la que se les facilita con la figura de microcrédito.
Como se puede observar en los estudios revisados y que anteceden a esta investigación, no existe una línea
de investigación que aborde desde la perspectiva de la inclusión financiera, el estudio de las instituciones
microfinancieras y su contribución. Debido a la falta de información y de investigación formal en el tema y
porque para un Estado como Oaxaca que en su territorio cuenta con más de 2.4 millones de habitantes
adultos (INEGI, 2011), con una población pobre (Cuesta Sanz, 1999). Y en comparación con la media
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nacional de 64% sólo el 6% de los 570 municipios cuentan con una sucursal bancaria, resulta la
importancia de conocer la participación que los servicios que prestan las instituciones microfinancieras en
la inclusión financiera de sus habitantes.
METODOLOGÍA
Para esta investigación se tomaron en cuenta las condiciones del estado de Oaxaca. En las que se
localizaron las instituciones microfinancieras que se incluyeron en este análisis. Con una población
pobre (INEGI, 2011), con índices de inclusión financiera por debajo del índice nacional (Pro-Crédito,
2009), con un universo de IMF con diversas figuras jurídicas y distribuidas en el entramado del
multicultural y complejo territorio oaxaqueño. Se realizó un censo de las instituciones microfinancieras
localizadas en el territorio oaxaqueño. El censo incluyó a un universo de trescientas veinticinco
instituciones microfinacieras, con una diferencia de 29 en relación a la referencia (Consultores, 2011).
Durante el recorrido para recolectar la información, se encontró un sector con una rápida dinámica de
transformación. Los datos considerados por Consultores (2011), no coincidían con la realidad del sector.
Situación que obligó a modificar la estrategia de localización original y se reestructuraron las rutas y
recorridos para aplicar las entrevistas. El número final de instituciones incluidas en la encuesta fue de 325.
Para la colecta de la información, primero se intentó con un cuestionario, sin embargo, en la prueba piloto
se descartó por la negativa de los gerentes entrevistados para proporcionar la información, principalmente
en lo referente a los datos de recursos económicos de la institución, por lo que se procedió a diseñar una
entrevista estructurada. Las preguntas incluidas en la entrevista se formularon con base en inclusión
financiera y servicios de las instituciones microfinancieras, como se mencionó en el párrafo anterior, se
optó por la entrevista debido a que las preguntas cara a cara realizadas a los gerentes propiciaron un mejor
ambiente para que proporcionaran la información.
La entrevista se realizó a gerentes o administradores de la institución microfinanciera. Los participantes
fueron 325. Se incluyeron datos de localización, figura jurídica, características de organización, número
de usuarios atendidos, cobertura de servicio (inclusión financiera en la región) y servicios prestados. La
aplicación de la entrevista se realizó en siete de las ocho regiones de Valles Centrales, Istmo, Costa,
Cañada, Tuxtepec, Mixteca y Sierra Sur.
Una vez realizadas las entrevistas, se procedió a integrar una base de datos, primero se codificaron los
datos con relación a los indicadores y se capturaron en hoja de cálculo. Se empleó la herramienta de filtros
para obtener información referente a tipo de figura jurídica, servicios prestados, número de usuarios y
número de socios. Como se planteó en esta investigación, se analizó el paquete de servicios que ofrecen las
instituciones microfinancieras como indicador de inclusión financiera y desarrollo en las regiones
oaxaqueñas, por lo que se realizó un análisis descriptivo de los datos recabados a través de las entrevistas
aplicadas.
Primero se obtuvieron los estadísticos del tipo de servicios que prestan a los usuarios, se clasificaron en el
orden del tipo de institución microfinanciera y se relacionaron con los servicios previstos por la Ley de
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Ahorro y Crédito Popular (CNBV, Ley de ahorro y crédito popular, 2009) y por la Ley que Regula las
Actividades de las Sociedades Cooperativas (Ley para Regular las Actividades de las sociedades
Cooperativas de Ahorro y de Préstamo, 2009).
Cuadro 1. Entrevistas por región a instituciones microfinancieras
Fuente: elaboración propia con datos de la encuesta.
Después se analizó la situación de inclusión financiera por región en términos de la observación realizada,
pero también comparando con los índices estatal y nacional. En los rubros de cajeros disponibles por cada
diez mil habitantes y uso de al menos un tipo de servicios financiero de los adultos de la población.
RESULTADOS
Los resultados mostraron que las instituciones microfinancieras incluidas en la encuesta, prestan
diferentes paquetes de servicios microfinancieros a la población. Entre los servicios que prestan también
incluyen servicios no financieros. Sin embargo, lo más sobresaliente es que los servicios que prestan en su
mayoría no se encuentran autorizados por la CNBV (Ley de ahorro y crédito popular, 2009), pero si
contribuyen en la inclusión financiera de los habitantes de la región porque permite el acceso al por lo
menos un servicio financiero para los adultos que las habitan.
Como se puede observar en el cuadro número dos la figura de SOCAP representa un 77.85% de la
población distribuida en las siete regiones del Estado. También se encontró las figuras de SOFOM,
SOFIPO, SOFINCO y SOFOL, la cuales en conjunto con las SOCAP representan el 92% de IMF. Se
localizaron otras figuras como los denominados microbancos, uniones de crédito, asociaciones civiles,
sociedades financieras y hasta casas de empeño ofreciendo servicios de préstamo ahorro.
Las SOCAP prestan un menú de servicios (préstamo, ahorro, remesas y microseguros) y son las
instituciones microfinancieras con más cobertura de sus servicios a poblaciones alejadas y a pobladores
con escasos recursos, principalmente mujeres y personas de la tercera edad. A pesar de que la SOCAP es la
figura más representativa y que se caracteriza por ser la más viable para la regulación, los resultados
indican que la mayoría de las instituciones microfinancieras localizadas en las regiones del estado de
Oaxaca, ofrecen una variedad de servicios financieros que permiten considerar su participación en la
inclusión financiera, pero algunos de los servicios que prestan, no son los permitidos de acuerdo a su figura
jurídica.
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Cuadro 2. Servicios que prestan las Instituciones Microfinancieras por tipo de figura.
Fuente: elaboración propia con base en los datos recabados.
La falta de regulación y de supervisión de las operaciones de las instituciones microfinancieras pone en
entre dicho la importancia que representan para la inclusión financiera y el desarrollo de las regiones
oaxaqueñas. La razón es que actúan fuera de la ley y ponen en riesgo el patrimonio de los usuarios de sus
servicios. Por los resultados observados, habría que considerar que tan importante es que proporcionen un
servicio en relación con el riesgo que ocasionan para el usuario del mismo.
En términos de inclusión financiera y con respecto a la forma de contribuir al desarrollo de las regiones
oaxaqueñas destaca la participación de las IMF como única alternativa para muchos de los adultos que
atienden como clientes y como socios y que por consiguiente representan la población beneficiada con
servicios financieros, aunque se trate de la modalidad micro.
De acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la inclusión financiera puede considerar el
acceso de los adultos a por lo menos un servicio microfinanciero. Entre los indicadores establecidos por la
misma CNBV (CNBV, Reporte de Inclusión Financiera, 2010), se encuentra la presencia de un cajero para
cada 10,000 habitantes o el acceso de a por lo menos un servicio de un porcentaje importante de la
población.
Los resultados mostraron que los servicios que prestan las instituciones microfinancieras involucran a un
porcentaje importante de la población adulta, principalmente mujeres y a pesar de que muchos de los
servicios prestados, no se encuentran regulados, son la única alternativa de observar inclusión financiera.
Un criterio que no especifica la CNBV es la participación de la población como socios y en este tipo de
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instituciones es el primer acercamiento a servicio.
Cuadro 3. Número de Socios de las Instituciones Microfinancieras
Fuente: elaboración propia con base en los resultados observados.
Como se observa en el cuadro número tres, las IMF tienen como principal población sujeta inclusión
financiera a sus socios, pero además proporcionan servicios de préstamo y ahorro a quince mil clientes en
promedio por sucursal, las cuales se localizan en comunidades que no tienen otra alternativa de servicio
financiero.
También se observó que la cobertura de los servicios, es por lo menos en el área en la que se localiza la
sucursal, pero también en la inmediata, la cual cubren a través de promotores, los cuales proporcionan al
menos el servicio de crédito a los habitantes, por lo que se propone esta información como indicador de
inclusión financiera regional.
CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos en esta investigación permiten responder a la pregunta de investigación. Las
instituciones microfinancieras localizadas en las siete regiones del estado de Oaxaca, sí participan con los
servicios que prestan en la inclusión financiera de los habitantes que no cuentan con servicios bancarios.
La inclusión financiera se manifiesta en términos de los servicios que las IMF ponen al alcance de la
población marginada por el sistema bancario tradicional y que permiten el acceso a por lo menos un
servicio financiero a la población adulta. Este resultado inicial propone considerar el indicador de acceso a
servicios microfinancieros de las IMF como indicador de inclusión financiera y así valorar con objetividad
la participación de este tipo de instituciones en el desarrollo regional, por lo que se probó la hipótesis
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planteada y se cumplió con el objetivo de investigación.
LIMITACIONES
Además de que este trabajo se puede considerar un diagnóstico. En los aspectos cualitativos emanados de
la entrevista, se puede concluir que el sector microfinanciero en el estado de Oaxaca se escapa a una
definición general.
Por la regulación planeada para diciembre del 2012, se encuentra en una situación de vulnerabilidad
porque solo tres de las 325 instituciones se encuentran reguladas. La falta de regulación y supervisión no
permite valorar la participación de los servicios que prestan en la inclusión financiera.
La cobertura de los servicios prestados, incluidos los no regulados, representa el 100% para poblaciones
marginadas, en términos de que los habitantes adultos por lo menos tengan acceso a un servicio, sin
embargo, en muchas de las poblaciones la población adulta son mujeres.
Lo resultados obtenidos son importantes para los índices de inclusión financiera, pero no son considerados
como indicadores que maneja la CNBV y por consiguiente no se reflejan en los informes oficiales, por lo
que permite plantear nuevos estudios para proponer una revisión a los índices e indicadores de evaluación
de la inclusión financiera en México.
También se observó en los resultados, que los servicios prestados por las instituciones microfinancieras
son principalmente para proporcionar créditos, sin embargo, la mayorías de las instituciones incluidas en
esta investigación, no han sistematizado una metodología concreta, debido a las múltiples experiencias en
el ámbito de este tipo de instituciones, se puede plantear otra investigación.
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UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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RESUMEN
El emprendimiento es un campo que se ha venido estudiando desde
hace varias décadas, actualmente se sitúa en la agenda de
investigación como uno de los temas centrales por la contribución que
tiene en el desarrollo económico de diversos países, contribución en la
cual las mujeres han sido partícipes mediante la creación de empleos
que a través de sus empresas generan, pese a este acontecimiento las
investigaciones acerca de las mujeres empresarias se ha desarrollado
paulatinamente a diferencia de las investigaciones centradas en
empresarios hombres.
Por otro lado, existe controversia respecto a un marco conceptual
adecuado del campo, se le considera de carácter multidisciplinar por la
contribución que ha recibido de diversas áreas como son, la
psicología, la economía y la sociología. La existencia de argumentos
contundentes señalan que la aportación sociológica de la terminología
“capital social”, puede proporcionar el marco conceptual más
consistente y apropiado para el estudio de la influencia de los factores
en torno a la función empresarial y la creación de empresas. Por tanto,
el objetivo de este trabajo es documentar hacia donde se dirigen las
investigaciones respecto al capital social para el emprendimiento
femenino.
CAPITAL SOCIAL COMO ELEMENTO EXPLICATIVO PARA EL EMPRENDIMIENTO
FEMENINO: UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA
Zugaide Escamilla SalazarCentro Universitario Atlacomulco, UAEMex
Cinthia Cruz del Castillo Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fé
Palabras clave:
Emprendimiento, mujeres
empresarias, capital social,
redes sociales.
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ISSN 2007-3887
INTRODUCCIÓN
El emprendimiento es un campo que se estudia desde hace varias décadas, dicho campo ha generado
enfoques provenientes de diversas áreas del conocimiento como la economía, la psicología y la sociología,
lo que hace que se le considere de carácter multidisciplinar. Sin embargo, un gran número de estudios
sugieren que la sociología puede aportar más luz para entender qué factores determinan la función
empresarial y la creación de empresas.
La terminología “capital social” proveniente de la sociología, ha sido abordada en varios trabajos para dar
respuestas a ciertos aspectos organizacionales, esto se debe a que las organizaciones son consideradas
como actores sociales, por tanto el capital social resulta un elemento determinante para el intercambio de
recursos entre unidades y empresas; tales recursos pueden ser, la creación de capital humano, el
aprendizaje inter-organizativo, las relaciones con proveedores y la innovación de productos. El mismo
efecto se da en el campo del emprendimiento, donde las redes sociales aportan información valiosa al
emprendedor en el proceso que tiene que seguir para la puesta en marcha de un negocio.
El emprendimiento es un tema que ha sido investigado consecutivamente, sobre todo en países
desarrollados; cabe comentar que aunque dichas investigaciones se centraron en hombres, posteriormente
se atendió el emprendimiento femenino. En cambio en países Latinoamericanos las investigaciones
respecto a las mujeres empresarias son desarrolladas paulatinamente, sobre todo en México, pese a la gran
participación que las empresas propiedad de ellas tienen en la actualidad. Por tanto, el objetivo de este
trabajo es documentar hacia donde se dirigen las investigaciones respecto al capital social para el
emprendimiento femenino.
Para tal efecto, el trabajo se estructura en dos apartados; en el primero se analiza la literatura relevante
acerca del campo empresarial, algunas controversias en las definiciones sobre emprendimiento, los
enfoques más destacados y la descripción del capital social en el emprendimiento; en el segundo se
describen las conclusiones y limitaciones de trabajo.
REVISIÓN TEÓRICA
En las últimas décadas se ha generado un auge imparable por estudiar el emprendimiento, la literatura lo
relaciona directamente con la creación de empresas (Brown et al. 2001). Sin embargo, no existe un acuerdo
generalizado en cuanto a este tópico, lo que dificulta su análisis (Brazeal y Herbert, 1999; Shane y
Venkataraman 2000, Gartner, 2001) pese a la gran importancia que tiene para la economía (Bruyat y
Julien, 2000).
La historia a través de los hallazgos arqueológicos (p.e. ciudades, templos) hace evidente la presencia de
actividades humanas organizadas, sugiriendo que han estado presentes durante miles de años. Sin
embargo, el desarrollo de las nuevas sociedades y los nuevos estilos de vida trajeron la creación de un gran
número de organizaciones con fines específicos, permitiendo señalar que este fenómeno resulta ser
relativamente reciente (Reynolds, 1991).
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En este contexto, Murphy et al. (2006), con el objetivo de interpretar y explicar la evolución del
pensamiento empresarial intentan detectar una base conceptual solida debido a la diversidad de enfoques
que se manejan respecto al fenómeno emprendedor, por tanto, realizan una clasificación de la evolución
del campo empresarial en tres periodos importantes. Primeramente, la época prehistórica, la cual abarca el
periodo romano hasta finales del siglo XVIII, posteriormente, la época económica que, abarca desde
principios del siglo XIX hasta 1970, por último, la época denominada “multidisciplinaria”, esta última
época abarca los años 70's hasta la actualidad.
Por otro lado se encuentra Veciana (1999, 2007), quien también proporciona una síntesis evolutiva de la
creación de empresas como campo de investigación la cual consta de cuatro periodos fundamentales. El
primer periodo para este autor da inicio en el año de 1775 hasta finales del XIX, señalando que en este
periodo los investigadores se centraron en dos preguntas fundamentales ¿Quién es emprendedor? y, ¿Qué
es lo que hace?.
En el segundo periodo --que data de 1920 hasta finales de los años 40's--, se siguió estudiando al
emprendedor, ubicándolo como un agente de negocios, por tanto se analizó el liderazgo que ejercía en cada
sector industrial; la principal publicación fue “Explorations In Entrepreneurial History”.
El tercer periodo --de acuerdo a la clasificación de Veciana, comienza en el año de 1949 y termina en 1979-
-, se integran un grupo de historiadores sociólogos y economistas los cuales empiezan a centrarse en las
empresas y en la función empresarial; además del empresario. Es en este periodo cuando se consolida y
explota el programa de investigación científica, el cual hace hincapié en la creación de empresas como
estudio del empresario, la función empresarial y la creación de empresas de la actualidad.
Controversias en la definición de emprendimiento
El término de emprendimiento ha generado controversias en las definiciones existentes, la explicación
basada en la economía neoclásica señala que éste concepto es atribuido a Richard Cantillon quien propone
que “emprendimiento es la actividad económica que realiza el emprendedor”, por tanto, su enfoque se
centra en la actividad que realiza el individuo más que en él como tal. Se dice que Cantillon es el parte
aguas de la llamada época “económica” (Casson, 1982) y junto a él, también destacan otros gurús como
Turgot y Say.
Sin embargo, la revisión teórica señala que, al parecer esta época no explicó del todo el campo empresarial,
situación que llevó a los estudiosos del área a un paradigma alternativo, “la economía Austriaca”, éste
paradigma se reconoce por muchos investigadores como líder en la investigación empresarial
(Venkataraman, 1997; Shane, 2000) ya que su escuela se considera heterodoxa.
Cabe recalcar que fue a finales del siglo XIX e inicio del siglo XX, cuando destacaron economistas
austriacos como Schumpeter y Kirzer, cuyos estudios sobre organización empresarial ha sido esencial, ya
que permitieron abordar el espíritu empresarial como un fenómeno que se encontraba en desequilibrio
(Meyer et al. 2005) en esa época.
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Como se indicó anteriormente, las aportaciones significativas a la teoría de la iniciativa empresarial de
Schumpeter le han otorgado el nombramiento del erudito moderno, la perspectiva Schumpeteriana
considera “emprendimiento” al motor fundamental de una economía, haciendo una distinción del espíritu
empresarial, el cual se centra en la función del empresario (entrepreneurship), es decir; las funciones que el
individuo realiza como son las nuevas combinaciones de mercado, la introducción de nuevos productos,
los nuevos métodos de producción, la apertura de nuevos mercados, la captura de nuevos proveedores de
materias primas, la creación de nuevas firmas. En concreto, la naturaleza del emprender como Schumpeter
plantea es un proceso innovador o también llamado “destrucción creativa” que surge del emprendedor
para dar inicio a cambios en los mercados económicos (Schumpeter, 1934).
A diferencia de la perspectiva antes mencionada, la perspectiva Kirzneriana, señala todos aquellos
aspectos informales de la función emprendedora; es decir, Kirzner se centra en los resultados del
desequilibrio y en el proceso por el cual se vuelve alcanzar el equilibrio. El concepto de este autor respecto
a la iniciativa empresarial o emprender surge a partir de que los individuos concentran los conocimientos
cotidianos adquiridos, y descubren las oportunidades para corregir las imperfecciones que existen en el
mercado que aún no han sido cubiertas, moviéndolo nuevamente hacia el equilibrio (Vaughn, 1994).
A pesar de las perspectivas antes mencionadas, se dice que las investigaciones en el campo del emprender
de los estudiosos economistas son demasiado funcionalistas, encontrándose con limitaciones las cuales no
explican del todo el fenómeno empresarial (Bruyat y Yulen, 2000) ya que el modelo de equilibrio o
funcionalista se basa en la idea de que el “estado natural” de una sociedad es un estado en completo
equilibrio o con ausencias de cambio y conflictos internos, lo cual tiene poco sentido, ya que todas las
sociedades experimentan cambios todo el tiempo (Reynolds, 1991).
Este escenario da un giro a mediados del siglo XX, situación que da paso a factores complementarios, por
ejemplo, algunos autores señalaron la presencia de factores humanos, ambientales y económicos que se
convirtieron útiles para explicar el comportamiento del emprendedor “actor” en el mercado, tal es el caso
de Teece,(1986); Chell y Haworth, (1988); Lowe y Ziedonis, (2006).
Así mismo, surgieron en los años 80´s investigaciones centradas en comparar a los emprendedores con
otros tipos de personas, mediante características psicológicas rasgos, necesidad de logro, deseo de aceptar
la responsabilidad en situaciones complejas y la disposición a asumir riesgos (McClelland, 1961;
Davidson, 1995). Aunado a las características psicológicas, otros factores también se hicieron presentes,
tales como, las nuevas tecnologías, nuevos mercados, el nivel de modernización, la cultura, las políticas
gubernamentales y reglamentarias, las directrices de política pública y los marcos legales o institucionales
(Shaver y Scott, 1991; Hills, 1995; Gnywali y Fogel, 1994).
Esta nueva tendencia, marcó las investigaciones de la época, apareciendo una fuerte inclinación por el
marco conceptual Lewiano, este marco describe el comportamiento emprendedor a través de una
interacción entre la persona y el medio ambiente (Lewin, 1935). Las conceptualizaciones y los diseños en
los estudios se hicieron presentes, tal es el caso de Cooper et al (1995) y Gaglio (1997), quienes abordaron
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estudios acerca de los estilos de cognición de individuos pero sólo en determinados contextos.
En esta misma época Gibb (1993), reitera que el fenómeno de creación de empresas es un fenómeno
multidimensional, realizando una clasificación que incluye cuatro enfoques, primeramente, el enfoque de
personalidad empresarial, que integra estudios que describen el papel tradicional del empresario en la
literatura económica, así como, sus principales rasgos y características personales, el segundo enfoque,
incluye el desarrollo organizacional, el tercer enfoque, incluye aspectos que analizan las etapas de
desarrollo de las empresas y la relación entre los objetivos personales y los empresariales, este último
enfoque llamado de gestión empresarial, se centra en la capacidad que tiene la empresa para la toma de
decisiones respecto al desarrollo de productos y, por último, el enfoque denominado sectorial; éste se
centra en el análisis de sectores industriales.
Sin embargo, anteriormente Gartner (2001), ya había avanzado el enfoque distinguiendo cuatro
perspectivas de análisis que inciden en la creación de empresas, primeramente, los individuos implicados;
es decir, los empresarios, en segundo término, las actividades realizadas por estos individuos durante el
proceso de la creación, en tercer término, el entorno que rodea a la nueva empresa y por último, la
estructura organizativa y la estrategia de la nueva empresa.
La evolución del fenómeno hace que éste se describa desde distintas perspectivas, se ha demostrado
empíricamente que dicho campo es mucho más complejo y heterogéneo; más de lo que se pensaba en la
década de los 80's. Por tanto, el fenómeno emprendedor no se puede explicar si no se considera al
individuo, el proyecto, el medio ambiente y todos los vínculos entre ellos.
Principales enfoques teóricos del emprendimiento
La falta de una teoría unificada del campo empresarial genera como consecuencia una comprensión poco
precisa y un desarrollo lento de elementos claves para dicho campo (Shane y Venkataraman, 2000) ya que
los estudios se han abordado desde diversas disciplinas. La revisión teórica muestra que los enfoques más
representativos acerca del fenómeno emprendedor se agrupan en cuatro perspectivas fundamentales:
enfoque el económico, el psicológico, el sociocultural o institucional y el enfoque gerencial (Veciana,
1999), dichos enfoques a su vez se integran en tres niveles de análisis, siendo estos: micro, meso y macro
(Verhuel y Thurik 2001; Sternberg y Wennekers 2005).
En lo que respecta al enfoque económico, se desprenden varias teorías como la teoría de la función
empresarial; como cuarto factor de la producción, la teoría del beneficio del empresario, la teoría la
elección ocupacional, la teoría del desarrollo de Schumpeter y la teoría del desarrollo regional endógeno.
En la perspectiva psicológica, se ubican las teorías de los rasgos de personalidad, la teoría psicodinámica
de personalidad del empresario y teoría del empresario de Kirzner.
El enfoque gerencial, enmarca la teoría de la eficacia “x” de Leibenstein, la teoría del comportamiento del
empresario, los modelos de éxito de la nueva empresa, los modelos de generación y desarrollo de nuevos
proyectos innovadores “Corporate Entrepreneurship”. La perspectiva sociológica o también llamada
institucional, integra las teorías siguientes: de la marginación, del rol, de la incubadora, la evolucionista, de
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la ecología poblacional, la institucional y la de redes.
Respecto a la teoría de redes, la literatura muestra que cobra importancia en la década de los 80's a partir de
los trabajos de Birley (1984) y Johannisson (1988), quienes dieron lugar a una corriente de investigaciones
alrededor del impacto que tiene la red (network) de relaciones; es decir, el emprendimiento está inmerso
en una red de relaciones sociales y, es ahí donde éste puede desarrollarse, se ha argumentado que la teoría
de las redes proporciona el marco conceptual más consistente y apropiado para el estudio de la influencia
de los factores en torno a la función empresarial y la creación de empresas, por tan razón en el siguiente
apartado se muestran las definiciones, modelos y tendencias actuales sobre ésta teoría.
TEORÍA DE LAS REDES SOCIALES
Origen e implicaciones en diversas áreas
La teoría de las redes es una temática de estudio de reciente creación que tiene sus orígenes en la
sociometría y estructuralismo, sin embargo, su penetración en otras ciencias se debió a la aplicación que se
le ha dado, ya que la teoría de redes implica una variedad de estructuras, aplicables a varias áreas. La red
social (social network), fue propuesta por Barnes (1954) y tiene orígenes en la psicología y la sociología,
desde donde se demuestran los flujos de información que dicha red aporta a los que la integran.
Las redes sociales se encuentra implícitas dentro de termino capital social, el cual tiene sus inicios con
Hanifan en 1916, quien era inspector de una escuela rural en Virginia del Oeste, él utilizó por primera vez
este concepto para explicar la importancia que tiene el compromiso comunitario para la satisfacción de las
necesidades sociales del individuo, Hanifan, mostró esta idea a fin de explicar las excelentes calificaciones
de ciertos grupos de alumnos en diversas comunidades que habían obtenido resultados satisfactorios,
destacó que las redes sociales y las normas de reciprocidad facilitan la cooperación en beneficio mutuo
(Lopez, Martín y Romero, 2007).
Sin embargo, la revisión teórica, señala que fue Bourdieu, quien muestra una panorámica más amplia
sobre el capital social, aunque López et al (2007), argumentan que diversos investigadores realizan
estudios para encontrar las raíces del capital social, dichos estudios coinciden en que el término proviene
del sociólogo Alexis de Tocqueville, el cual escribe un libro donde narra que los contactos sociales que se
basan en la reciprocidad y confianza facilitan la democracia, sin embargo, la integración de grupos de
interés no es algo nuevo, ya en el siglo XVII se había reconocido la importancia del capital social para el
beneficio común.
En el siglo XX, la terminología “capital social” empieza a tener sus implicaciones en diversos campos de
las ciencias como sociología, ciencias políticas, economía, entre otras. De acuerdo con López et al. (2007)
Hoem, 1997; Coleman 1990; Jonson y Gahler, 1997; Dilulio, 1996; Schoen, 1997; son autores pioneros, y
han estudiado variables como educación, criminología, la decisión para tener hijos y situaciones de
divorcio, utilizando el concepto de capital social para dar una explicación a dichas variables. Como puede
apreciarse, la variedad de enfoques generados de las diferentes disciplinas, propician que la definición
varíe dependiendo del ámbito científico que lo propone.
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Definiciones de capital social
Como ya se señaló anteriormente, el primer concepto de capital social es atribuido a Hanifan (1916), quien
lo describe como: “esos elementos intangibles (que) cuentan en la vida diaria de la gente: denominados
buena voluntad, compañerismo, trato social entre individuos y la familia que integran una unidad social
(…). Abandonado así mismo, es socialmente un ser indefenso (…). Pero si entra en contacto con otros
vecinos, y éstos con nuevos vecinos habrá una acumulación que podrá satisfacer de inmediato sus
necesidades sociales y producir posibilidades sociales suficientes para mejorar de forma sustancial las
condiciones de vida de toda la comunidad” (Hanifan, 1916:130; citado en Portera y Neila 2003; López et
al., 2007).
Más tarde, Seeley et al. 1956; Homans, 1961; Jacobs, 1961; Light, 1972; y Loury, 1977, sugirieron que el
capital social son redes de apoyo que se establecen entre individuos y que favorecen a la solución de sus
necesidades (citado en López et al., 2007). En 1985, aparece Bourdieu quien define al capital social como:
redes permanentes y la pertenencia a un grupo que aseguran a sus miembros un conjunto de recursos
actuales o potenciales (Bourdieu, 1986).
Cabe puntualizar, antes de seguir mostrando otras definiciones de la terminología “capital social” que, la
revisión de la literatura muestra que estas definiciones fueron retomadas en algunos estudios esporádicos,
así que la temática estuvo estancada por algunas décadas.
En otro orden de ideas, fue Coleman en 1988 con su trabajo sociología de la educación y Putman en
ciencias políticas, cuando la palabra “capital social” resurge y se vuelve un auge en diferentes disciplinas
incluyendo la de gestión empresarial. A partir de estos autores varios trabajos han tratado de mostrar la
relevancia e implicaciones de capital social a través de trabajos teóricos y empíricos, tal es el caso de
Molina, Barba y Martínez, (2008), quien realiza una cronología de las definiciones de capital social
surgidas desde diversas áreas del conocimiento, las cuales se muestran a continuación:
·Para Bourdieu (1986), el capital social es un agregado de recursos reales o potenciales que se vinculan
con la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizada de conocimiento o
reconocimiento mutuo.
·Para Coleman (1988; 1990), el capital social está integrado por aspectos consistentes de estructura
social, obligaciones y expectativas, canales de información, conjunto de normas y sistemas de sanción que
restringen o animan cierto tipo de comportamientos.
·Putnam (1993), lo define como un conjunto de asociaciones horizontales entre personas, las cuales
consisten en redes sociales, redes de compromiso cívico y normas asociadas a estas redes, que tienen un
impacto en la productividad de una comunidad.
·Fukuyama (1995), señala que forma parte del capital humano y otorga a cada persona el valor de la
confianza en el otro, ayudándole a prosperar por medio de nuevas formas de cooperación social con el fin
de lograr objetivos comunes.
·Para Woolcock (1998), el capital social se encuentra vinculado con las formas de las redes sociales, es
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decir, con la estructura de relaciones sociales que tienen como base principal el valor de la confianza de un
grupo, lo cual permite alcanzar los fines.
·Nahapiet y Goshal (1998: 243), lo definen como La suma de recursos reales y potenciales (…)
disponibles a través de una red de relaciones poseídas por un individuo o unidad social.
·Portes (1998), lo define como la fuente de control social, apoyo familiar y de generación de beneficios
transmitidos por redes familiares.
·Para Adner y Helfat (2003), el capital social integra relaciones sociales que proporcionan influencia,
control y poder.
·Por su parte el Banco Mundial (2007), se refiere a las instituciones, relaciones y normas que conforman
la calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad.
En este contexto, López et al (2007), muestran que diversos autores utilizan en sus trabajos el concepto de
capital social para dar respuestas a ciertos aspectos organizacionales; esto se debe a que las organizaciones
son consideradas como actores sociales, por tanto el capital social resulta un elemento determinante para el
intercambio de recursos entre unidades y empresas, tales recursos pueden ser, la creación de capital
humano, el aprendizaje interorganizativo, las relaciones con proveedores y la innovación de productos
(Burt, 1992; Tsai y Ghoshal, 1998; Adler y Kwon, 2002).
En este sentido, el proceso que debe seguir un emprendedor para la puesta en marcha de un negocio, no es
un actuar individual, cada etapa de dicho proceso requiere de las estructuras de las redes sociales las cuales
son fundamentales para alcanzar la consolidación, éxito y desarrollo del negocio, estos argumentos se
pudieron constatar en los párrafos que se plantearon al inicio, ya que Cantillon, Say, Schumpeter entre
otros, presentan a un emprendedor involucrado en las relaciones sociales que le permiten escalar sus
propósitos empresariales en un sistema económico complejo en el cual tiene que desarrollarse.
Emprendimiento y capital social: Modelos y tendencias actuales
Las redes sociales surgieron hace aproximadamente 25 años en el campo del emprendimiento y resultan
ser un área de explicación importante para dicho campo (Herrera, 2008), la redes sociales se han
considerado como fuente de información valiosa, de conocimiento, proveedoras de capital financiero y
capital humano que el emprendedor requiere en el proceso empresarial.
En términos más específicos, las redes que establece el emprendedor pueden ayudarle a crear su empresa
(Hoang y Antoncic, 2002; Barba y Martínez, 2006, citados en Molina et al., 2008). Por tanto, el efecto que
tiene el capital social en el proceso de creación de empresas es tan benéfico para los emprendedores que
varios estudios señalan que las redes sociales y estrategias sociales pueden dar lugar a nuevas alternativas
para entender la creación de empresas, incluso se discute que puede facilitar el entendimiento del
comportamiento del emprendedor y del propio proceso de creación empresarial (Aldrich y Zimmer, 1986).
Siguiendo este argumento, el estudio denominado redes sociales y emprendimiento realizado por Herrera
(2008), muestra cinco modelos que explican el papel de las redes y la relación que éstas tienen en el
proceso emprendedor; destacando que el proceso emprendedor es aquel recorrido que el emprendedor
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realiza para la puesta en marcha de un negocio, de acuerdo a la clasificación que el Global
Entrepreneurship (GEM) proporciona, dicho proceso está integrado por el emprendedor potencial,
naciente, nuevo y consolidado (ver tabla 1).
Tabla 1. Modelos de redes sociales en el emprendimiento
Fuente: elaboración propia con base a Herrera (2008).
Una breve revisión de la literatura, permite identificar las actuales tendencias de las investigaciones
empíricas sobre capital social, se destaca la consulta en diversas bases de datos tales como Science Direct,
SSCI (Social Sciences Citation Index), redalyc, Dialnet. Estas investigaciones giran en torno a la
importancia del capital social en relación con la formación de grupos o redes sociales, la teoría de los
recursos y capacidades y, el acto de emprendimiento y la creación de empresas.
Sin embargo, se pudo constatar que la mayor parte de estos estudios tanto empíricos como teóricos, son
desarrollados por la comunidad científica de países desarrollados como Estados Unidos y Europa, tal es el
caso de Liao y Welsch, (2005); Kalnins y Chung, (2006) y Watson (2007) por mencionar algunos, aunado a
esto, dichos estudios se centran en su mayoría, exclusivamente en el análisis de empresas propiedad de
hombres. Se encontró, a partir de esta revisión, sólo un trabajo empírico basado en una perspectiva de
género que aborda el capital social, el estudio trata de analizar las diferencias del capital humano y social
de las mujeres y hombres empresarios en relación con las expectativas de crecimiento de sus negocios. Por
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tanto, esto nos permite detectar que son escasos los estudios que abordan esta temática exclusivamente
para mujeres, pese a que las empresas propiedad de las mujeres han tenido un fuerte crecimiento en los
últimos años.
Así, el empoderamiento femenino se refleja en el autoempleo, el cual a su vez se manifiesta en proyectos
empresariales de éxito. Se ha reconocido que las mujeres desempeñan un papel importante en el proceso de
crecimiento económico del país donde se encuentren.
Las investigaciones respecto a mujeres empresarias tienen sus inicios en los años 80's, es en esta década
cuando las bases de las investigaciones en cuanto a mujeres empresarias se refiere empiezan a acentuarse.
Sin embargo, es en la década de los 70's cuando aparece por primera vez un artículo centrado en mujeres, es
decir, la medida de análisis central de dicho artículo son las “mujeres empresarias”. La literatura revela que
hasta antes de esto era casi imposible encontrar alguna investigación que hablara de mujeres empresarias
en alguna revista que se dedicara al emprendimiento.
A éste artículo se le ha considerado como el trabajo pionero en el análisis de la actividad empresarial de las
mujeres, es escrito por Schwartz (1976) y el cual se titula “Entrepreneurship, a new female frontier”. Las
principales conclusiones de este trabajo señalan que, debido a que las mujeres consideraban que las
labores del hogar que estaban desempeñando no eran de tanta satisfacción; ya que no son valoradas por la
sociedad, encaminaron sus esfuerzos al autoempleo, motivadas justamente por la necesidad y el deseo de
conseguir la satisfacción tanto personal como laboral.
Con la entrada del nuevo siglo, la atención se dirige a las mujeres emprendedoras como resultado del
impacto que tienen sus negocios en la economía. En los últimos años los temas tratados en las
investigaciones han sufrido una variante; a diferencia de las investigaciones en épocas pasadas, ahora se
incluyen aspectos como las diferencias de género referentes a la administración y desempeño del negocio,
a las finanzas, y las redes sociales en ambos sexos. Esta situación ha permitido identificar que la mujer se
está posicionando con fuerza en un campo que de inicio fue trabajado por hombres y sin embargo ahora,
ellas están dando muestras de las fortalezas, habilidades y de capacidades que poseen al entrar de lleno al
sistema productivo mediante la creación de las empresas.
En este sentido Jelbert, (2000), recapitula en su trabajo algunos porcentajes en cuanto a la participación de
la mujer empresaria, por ejemplo, muestra que más del 25% de las mujeres poseen negocios en economías
desarrolladas, en Francia las mujeres están al frente de una de cada cuatro empresas, en Estados Unidos el
porcentaje es un poco más elevado, la mujer en este país posee el 38% de las empresas, creando empleos
para uno de cada cinco trabajadores. Así mismo, muestran que en Japón el 23% de las empresas privadas
han sido creadas por mujeres, en China el porcentaje de mujeres que ha fundado negocios desde el año de
1978 es del 25%. En Latinoamérica, específicamente en México, el 32% de las empresas propiedad de las
mujeres fueron creadas hace menos de cinco años. A pesar de estos datos obtenidos por el estudio de
Jelbert, el estudio de la participación de la mujer en la actividad empresarial en el ámbito mundial resulta
bastante complejo y difícil de llevar a cabo debido a la escasez de datos estadísticos referentes a esta
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cuestión, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde la información respecto al tema es muy poca.
Tal es el caso de México; como ya se había señalado anteriormente, donde las investigaciones por parte de
la comunidad académica en cuanto a mujeres empresarias se ha desarrollado de manera paulatina, a pesar
del incremento en el número de mujeres en la actividad empresarial. La creación de empresas ha
generando un gran impacto en el crecimiento económico del país a través de los empleos que se han
generado. “Las Pymes en México constituyen el 97% del total de las empresas, generan ingresos
equivalentes al 23% del Producto Interno Bruto (PIB), además de ser mayoría, representan casi el 70% de
las fuentes de empleo del país” (Gómez, 2007) y muchas de estas PyMes son propiedad de mujeres. Todo
este panorama permite formular las siguientes preguntas: ¿El capital social puede explicar el
comportamiento de las mujeres para la creación empresarial? ¿Los elementos del capital social influyen en
el proceso de creación empresarial femenino?.
CONCLUSIONES
Partiendo del objetivo planteado en el presente trabajo, el cual es, documentar hacia donde se dirigen las
investigaciones respecto al capital social para el emprendimiento femenino. Hemos encontrado que
existen investigaciones tanto teóricas como empíricas que abordan el capital social el cual incluye una
serie de procesos y factores que explican el emprendimiento. Dichas investigaciones señalan que el capital
social traducido en redes sociales que el emprendedor establece, resulta ser una fuente de información
valiosa de conocimiento, proveedora de capital financiero y capital humano, resultando una gran ayuda
para la puesta en marcha de un negocio, para éxito y para el desarrollo futuro de la empresa.
Por otro lado, se detectó que las investigaciones son extranjeras, desarrollándose en países como Estados
Unidos y Europa, la mayoría de estas investigaciones han dirigido sus análisis a emprendedores y
empresas propiedad de hombres, sólo identificamos un trabajo que aborda el capital social y que incluye a
la mujer empresaria, este estudio analiza las diferencias del capital humano y social de las mujeres y
hombres empresarios a fin de detectar si dichos factores influyen en el crecimiento de sus empresas. No
detectamos en esta revisión, algún trabajo empírico que se centre en mujeres exclusivamente y capital
social, pese a que las mujeres han tenido una participación importante en la economía de varias regiones y
países, las empresas propiedad de las mujeres han generado innovación y desarrollo, pero sobre todo han
generado empleos.
La revisión en las diferentes bases de datos, Science Direct, SSCI (Social Sciences Citation Index),
redalyc, dialnet, nos permitieron identificar que la comunidad científica en México no ha abordado la
teoría de redes en el emprendimiento femenino, consideramos que es un campo en el que podemos
incursionar proporcionando resultados que contribuyan tanto al campo del emprendimiento femenino
como a las políticas públicas, creemos que un estudio profundo del emprendimiento femenino y capital
social como elemento que lo explica puede contribuir en un diseño más efectivo de las políticas y
programas orientadas al fomento y sostenimiento del emprendimiento femenino, dada su innegable
contribución al desarrollo económico de México.
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Por otra parte estamos consientes de las limitaciones de nuestro trabajo, en primera instancia, el trabajo es
solo una aproximación teórica que nos ha permitido detectar factores y procesos que no se han integrado en
el presente trabajo, también reflexionamos qué trabajos teóricos y empíricos pueden desprenderse de la
teoría de redes ya que los elementos detectados nos permitirán la elaboración de escalas las cuales se
podrán aplicar en diversos contextos del país, consideramos que como equipo de trabajo nos queda mucho
camino por recorrer en el campo de creación empresarial femenino y capital social.
Notas
En la presente investigación se utiliza el término “emprendimiento” en lugar del término anglosajón “entrepreneurship”,
dicho término hace alusión a la creación de empresas y al espíritu empresarial.
La democracia en América (Tocqueville, 1835).
El proceso de creación de empresas está constituido por la “actividad emprendedora total” que incluye a los emprendedores
potenciales (aquellos que tienen la intención, pero que hasta el momento no han decidido firmemente la puesta en marcha del
negocio, empresas nacientes (3 meses de actividad), empresas nuevas (hasta 3.5 años de actividad) y empresas consolidadas
(más de 3.5 años), de acuerdo al GEM, para más detalle consultar www.gemconsortium.org
The Differential Effect of Men and Women Entrepreneurs' Human Capital and Networking on Growth Expectancies in
Bulgaria (Manolova et al., 2007).
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UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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RESUMEN
El estudio de las organizaciones, así como de la cultura dentro de
éstas, son tópicos de inagotable interés y grandes debates dentro del
campo organizacional. Especialmente, es un campo que se ha
caracterizado por presentar aproximaciones parciales de su objeto de
estudio. En años recientes, a partir del avance de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, han surgido las
organizaciones virtuales, de las cuales poco se sabe acerca de lo que
son y representan. En este artículo se elabora un enfoque integral de la
cultura organizacional que posibilita una visión más completa y
comprensiva de la dinámica cultural en las organizaciones. Se
pretende con ello, presentar un esquema de análisis de la cultura
organizacional que sirva de referencia para comprender y explicar la
vida y el comportamiento de las organizaciones, en especial de las
organizaciones virtuales.
CULTURA ORGANIZACIONAL: UN ENFOQUE INTEGRAL PARA EL ANÁLISIS DE LAS
ORGANIZACIONES VIRTUALES
Mariano Gentilin
Universidad Nacional de la Plata, Argentina
Palabras clave:
Organizaciones virtuales,
cultura corporativa, cultura
organizacional, cibercultura.
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ISSN 2007-3887
«Si no estuviera dirigida por estructuras culturales –por sistemas organizados de símbolos
significativos–, la conducta del hombre sería virtualmente ingobernable, sería un puro caos de actos
sin finalidad y de estallidos de emociones, de suerte que su experiencia sería virtualmente amorfa.
Clifford Geertz (1989)».
INTRODUCCIÓN
Internet y la revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) han propiciado
que las formas de relacionamiento que poseen las personas jurídicas y físicas se faciliten entre sí, y esto ha
permitido comunicaciones e interacciones en tiempo real, sin importar la localización física. En este
sentido, internet es un espacio que se desarrolla transversalmente en todos los niveles de la sociedad. Un
medio para, y no un fin en sí mismo, que permite crear y reconfigurar las formas de relacionamiento y
comunicación. Su potencialidad a nivel mundial es prometedora, aunque incluso en la actualidad existe
una brecha digital que divide entre comunidades de personas que hacen uso diario de las TIC, y otras que,
no tienen acceso a éstas, o bien, que teniendo acceso no hacen uso o no saben cómo utilizarlas .
Existen diversas fuentes y causantes de los cambios que se están experimentando, entre las cuales se
pueden mencionar: la globalización, el desarrollo de nuevas TIC, la revolución de internet, la baja en los
costos para el desarrollo de infraestructura tecnológica, la competencia feroz y mundializada, la creciente
interrelación productiva, y la misma búsqueda y generación de conocimiento. Estos cambios y avances,
han generado las condiciones para el desarrollo de un nuevo espacio: lo virtual. Este, en definitiva, genera
una revolución respecto del mundo que era cognoscible y real para una sociedad moderna , porque
revoluciona las barreras espacio temporales que rigieron hasta el momento, y permite la interacción en
tiempo real, en todo momento y a cualquier distancia, lo que impacta en las formas de relacionamiento y
comunicación, y permite el surgimiento de una realidad diferente, tan virtual cuanto real.
Estas mudanzas provocan también que los individuos y las organizaciones implementen acciones que les
permitan responder e impulsar, de manera activa, iniciativas en el contexto. Todo esto repercute en
oscilaciones, que generan complejidad, dinamismo, velocidad, así como interconectividad y
mundialización, que a su vez, se ve reflejado de algún modo en las organizaciones, y han llevado a la
aparición de una nueva forma organizacional: la organización virtual. ¿Qué es? ¿Cómo es? o ¿que la
diferencia de una organización no virtual? Son interrogantes para los cuales no se tiene aún mucha
información.
Por otro lado, las formas de relacionamiento y comunicación que posibilitan y caracterizarían a los
espacios virtuales, que influencian, impactan y modifican a las organizaciones, sus formas, y
características, también provoca cambios en la cultura de las organizaciones. ¿Cómo es la cultura
organizacional? ¿Cómo se establece? ¿A través de qué tipo de relaciones? ¿Cuáles son los elementos que
dan cuenta de ella? ¿Qué importancia tiene en esta nueva forma organizacional? Aún se desconoce.
Se sabe que la cultura organizacional en las formas organizacionales no virtuales es de elevada
preeminencia, debido a que actúa como un común denominador entre los miembros de la misma, y genera,
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entre otras cosas, unión y sentido de pertenencia. A partir de esto, se torna de gran importancia conocer
algunos aspectos que caractericen la cultura organizacional y ayuden en la comprensión de esta nueva
forma organizacional.
De esta manera, se presenta en este artículo un enfoque integral de la cultura organizacional, como una
posible alternativa para generar una perspectiva comprensiva de la organización virtual. Porque el mundo
de la organización es también un mundo simbólico, de lenguajes, léxicos, ideales, costumbres, creencias,
artefactos, etc., que tienen significados muy arraigados y subyacentes, que influyen en la manera de sentir,
pensar y actuar de los individuos y la organización, y que no siempre se corresponde con las enunciados
expresados formalmente en la organización.
Así, el documento se dividirá en seis secciones. En la primera, se aborda el concepto de las organizaciones
desde una perspectiva integral. En la segunda, se realiza una aproximación a la organización virtual, sus
características y sus diferencias con las organizaciones no virtuales. En la tercera, se discuten las
perspectivas de la cultura corporativa y la cultura organizacional, lo que las diferencia y las complementa.
En la cuarta, se establece la propuesta de la cibercultura como la relación entre el campo organizacional y
el mundo virtual. En la quinta, se presenta un esquema integral de análisis de la cultura organizacional. Y
por último, se realizan unas breves consideraciones finales.
LAS ORGANIZACIONES DESDE UNA PERSPECTIVA INTEGRAL
Las organizaciones como se las conoce hoy en día son relativamente recientes. A finales del siglo XIX
existían pocas organizaciones, no había sindicatos, ni asociaciones, y sólo destacaban algunos negocios
grandes, organizaciones sin fines de lucro o departamentos gubernamentales (Daft, 2007). De hecho, por
esos tiempos las organizaciones de mayor envergadura eran la iglesia y el ejército.
Dentro de los cambios más importantes que ha sufrido la sociedad en los últimos tiempos se encuentra el
desarrollo masivo de organizaciones. Hoy en día la sociedad está conformada por organizaciones y se
organiza con base en ellas; los sujetos nacen, se desarrollan y mueren formando parte de éstas (Daft, 2007,
Déry, 2004; Etzioni, 1986). Para poder alcanzar objetivos y metas importantes (Parsons, 1969), dar sentido
a sus acciones (Montaño, 2000) o generar cambios duraderos (Hall, 1996), los individuos requieren de las
organizaciones. Por consiguiente, “casi cualquier cosa que podamos aprender acerca de las organizaciones
nos ayudará a sobrevivir entre y dentro de ellas” (Perrow, 1984: 307).
El estudio y las aproximaciones al fenómeno organizacional se han realizado desde diversas perspectivas,
aunque en términos generales se pueden agrupar en dos (ver figura 1): una técnica o funcional, que ve la
organización desde una arista más simple y estática, como un conjunto de funcionalidades o elementos
visibles, materiales y cuantitativos; y otra simbólica, que ve la organización desde un punto de vista más
complejo, como un conjunto de elementos intangibles, simbólicos, y cualitativos. Así, en el primer grupo
se piensa a la organización como un objeto homogéneo, ordenado y visible. En el segundo grupo, se
reflexiona a la organización como algo diverso, fragmentado, conflictivo y ambiguo (ver Figura 1).
Dentro del primer grupo, autores como Daft (2007), Scott (1992), Schein (1997), y Hall (1996), entre
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otros, entienden a la organización como aquellas colectividades, agrupaciones o entidades sociales que
están conformadas por un conjunto de elementos diversos como son: objetivos, metas, fronteras,
estructuras, sistemas de comunicación, coordinación, control y autoridad, etc., dentro de las cuales los
miembros persiguen objetivos comunes.
Figura 1. Perspectivas de estudio de las organizaciones
Fuente: elaboración propia con base en Pacheco, 2010.
Dentro del primer grupo, autores como Daft (2007), Scott (1992), Schein (1997), y Hall (1996), entre
otros, entienden a la organización como aquellas colectividades, agrupaciones o entidades sociales que
están conformadas por un conjunto de elementos diversos como son: objetivos, metas, fronteras,
estructuras, sistemas de comunicación, coordinación, control y autoridad, etc., dentro de las cuales los
miembros persiguen objetivos comunes.
Por otro lado, dentro del segundo grupo, las organizaciones se entienden más ambiguas y complejas, ya no
como un objeto acabado y homogéneo en el que un grupo de personas trabaja en pos de mayor
productividad y eficiencia, sino como un espacio en el que diversos actores defienden intereses
particulares, en el que se lucha por recursos y status, se combaten fantasmas y se entrecruzan diversas
lógicas (Montaño, 2004). Un ente no armónico y complejo, que opera en un ambiente no estable, y que está
conformado también por inestabilidades internas (Etkin, 2005), dentro del cual, las contingencias más
críticas se encuentran a un nivel sub-organizacional (Gunther, 2006).
No obstante estos dos enfoques, las organizaciones en tanto espacios sociales diversos, complejos y a la
vez singulares, deben ser entendidos desde posturas integrales, a partir de las cuales se pueda comprender
la totalidad, y a la vez matizar e integrar las visiones parciales. Por ello, siguiendo a Pacheco (2010: 76), se
entiende que una organización debería pensarse como un "ente social complejo y contradictorio, en donde
conviven dos mundos, uno compuesto por lo material y cuantitativo (el de las “cosas”) y otro constituido
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por las interpretaciones y simbolismos de los actores organizacionales (el de los “signos”)”.
Por ello se requiere un enfoque integral, que posibilite un mirada diversa capaz de abordar la complejidad
que la organización representa, dado que la complementariedad de las perspectivas provienen de los
enfoques divergentes al observar aspectos diferentes del fenómeno. De esta manera, la organización se
piensa como un constructo social que se crea y se recrea día a día. Un ente que, en función de su historia, el
contexto en que estén insertos, y la naturaleza diversa de sus miembros (animales racionales, políticos,
emotivos, simbólicos, etc.), se hacen únicos (Pacheco, 2012).
ORGANIZACIONES VIRTUALES: UNA APROXIMACIÓN A SU CARACTERIZACIÓN
Por su parte, las organizaciones virtuales son aquellas que surgen a partir del ciberespacio, un concepto que
fue formalmente introducido por primera vez en la década del 80 por Willian Gibson. El ciberespacio,
según postula Gibson (1984), es la interconexión global de sistemas a través de la que cada red informática
o de telecomunicaciones tendrá acceso al mismo espacio de información. En términos más sencillos, se
podría decir que el ciberespacio es un espacio en el cual se desarrollan y fluyen el conjunto de
interconexiones de información y comunicaciones electrónicas o digitales.
De esta manera, la organización virtual surge a partir de las posibilidades que brinda la existencia de este
nuevo espacio, aunque no por ser virtual deja de ser real. Como bien indica Lévy (1999, 2007) lo virtual no
se opone a lo real, lo virtual existe sin estar ahí. Es una virtualidad real, según expresa Castells (2011: 406),
generada por sistemas de comunicaciones en el que "la misma realidad es, [...] sumergida de lleno en un
escenario de imágenes virtuales, [...] en el que las apariencias no están sólo en una pantalla a través de la
cual se comunica la experiencia, sino que se convierten en la experiencia".
No resulta fácil elaborar una caracterización concreta de las organizaciones virtuales, y es que existe una
considerable indeterminación acerca de lo que es, o representa este tipo de organización. Varios autores,
por un lado, plantean que no se puede hablar de una forma organizacional como tal, sino más bien, de
grados de virtualidad en las organizaciones (Rivas, 2002). Otros incluso, alegan que la virtualidad es algo
estratégico aplicable a todas las organizaciones (Venkatraman y Herderson, 1998).
Lo cierto es que la organización virtual no es una forma ideal a la que deberían mutar las otras formas
organizacionales, sino que nace como una forma más, dentro de la vasta diversidad organizacional. Así, a
partir de las diferentes posturas adoptadas por los estudiosos de este tipo de organizaciones y debido a la
falta de consenso respecto de lo que es, o representa este fenómeno, se pudieron identificar los siguientes
subtipos de organizaciones virtuales:
a) Organizaciones con algún grado de virtualidad: desde este enfoque los autores ponen en duda la
creación de una nueva organización, y se refieren más a una condición o posibilidad de virtualizar una
organización, o una parte de ésta, pero sólo con el fin de hacer uso de las nuevas tecnologías para realizar
mejoras en sus estructuras habituales (Rivas, 2002; Venkatraman y Herderson, 1998).
b) Organizaciones virtuales con carácter temporal: en este caso sí se forma una nueva organización virtual,
pero con carácter temporal. La organización virtual hace uso de las TIC e internet, para realizar su
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operatoria principal, pero una vez alcanzado el objetivo para el cual se formó, se disuelve (Byrne, 1993;
Criado, 2001; Davidow y Malone, 1992; García Muiña et al., 2005).
c) Organizaciones virtuales puras: en este otro caso sí se genera una nueva forma organizacional,
completamente virtual, en la cual el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, así
como internet, son elementos vitales para su funcionamiento (Aguer, 2005; García Muiña et al., 2005).
De acuerdo con Aguer (2005), existen diversas formas de relación virtual que caracterizan esta línea
clasificatoria que va desde la virtualización de espacios (antes no virtuales) hasta la organización virtual
pura. Entre las principales se pueden mencionar: el telecommuting o trabajo en casa, el hot-desk o mesas
de trabajo giratorias, el hotelling o trabajo en las instalaciones del cliente, y los equipos virtuales.
Esta última modalidad denominada equipos virtuales, es la que utiliza la organización virtual pura, y es lo
que más la diferencia de una organización no virtual (ver cuadro 1). Se trata de miembros o equipos de
trabajo que colaboran estrechamente con la organización pero que se encuentran dispersos
geográficamente en la oficina de un cliente, en su automóvil, con terceros o en la sede central de la
organización (si es que posee). De todas formas, el miembro mantiene una colaboración cotidiana con la
organización y se vincula a ésta virtualmente a través de las nuevas TIC e internet.
Cuadro 1. Divergencias entre las Organizaciones Virtuales y No Virtuales
Fuente: elaboración propia.
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La transformación continua de las técnicas, de los mercados y del entorno económico lleva a las
organizaciones a abandonar sus modos de organización rígidos y jerarquizados, a desarrollar las
capacidades de iniciativa y de cooperación activas de sus miembros (Lévy, 2004). El futuro parece estar
más en organizaciones pequeñas, descentralizadas, informales y con mayor flexibilidad, enfocadas
principalmente en los servicios o la información, y con producción automatizada basada en computadores
(Heydebrand, 1989, Jo Hacht, 1997).
Según exponen Clarke y Clegg (1998: 57), “en el corazón de los paradigmas del siglo XXI, el negocio será
virtual, de redes de organizaciones inteligentes, compitiendo en el mundo, en una economía abierta, de
manera ecológicamente sostenible”. Formas organizacionales planas y amorfas (Clegg y Hardy, 1996),
con escasas escalas jerárquicas y diseños de flujos comunicacionales distributivos que promuevan la toma
de decisiones (Aguer, 2005; Clegg, 1990), la confianza y la autogestión.
Así, a diferencia de la organización no virtual que se caracteriza por la interacción física y presencial, la
organización virtual requiere de formas y procesos que posibiliten la participación activa, la flexibilidad,
la toma de decisiones, el compromiso y la autogestión (cuadro 1). Esto se debe principalmente a la
dificultad que representa el trabajo a distancia y su repercusión en actividades como la motivación,
coordinación y/o supervisión de las labores que se llevan a cabo diariamente.
En suma, según lo desarrollado hasta el momento, las organizaciones virtuales se pueden entender como
un conjunto social o colectividad independiente compuesto por dos mundos, uno funcional que responde
al orden de las cosas materiales, y otro simbólico que responde al orden de las ideas y representaciones. Su
operatoria principal se basa en el uso de nuevas TIC e internet, y a través de procesos y sistemas
depositados en el ciberespacio, comunica e interacciona a los miembros que se encuentran dispersos
geográficamente, en pos de la consecución de objetivos deliberadamente establecidos. Posee un sistema
de normas y reglas que orientan el comportamiento de los miembros, y se caracterizan por promover,
generalmente, la confianza y el ajuste mutuo para coordinar las actividades, y mecanismos de liderazgo
colaborativo para motivar la autogestión, el compromiso y el aprendizaje continuo.
CULTURA CORPORATIVA Y CULTURA ORGANIZACIONAL:
¿DOS ENFOQUES OPUESTOS O COMPLEMENTARIOS?
La cultura en su sentido más amplio ha sido estudiada por gran parte de las ciencias sociales, por ejemplo:
la psicología, la sociología, la filosofía, la antropología, entre otras. No obstante, de todas las disciplinas
anteriores, la que más se ha dedicado a su estudio ha sido la Antropología. Desde esta disciplina, a su vez,
se han conformado una vasta diversidad de enfoques, lo que llevó a que no exista consenso, sino más bien,
la coexistencia de muchas concepciones y acepciones diferentes de cultura.
Para mayor complicación, “la incorporación del estudio de la cultura al ámbito organizacional no se
realizó mediante una articulación solida con la antropología”, sino que los conceptos se han trasladado
“descontextualizados de su sentido teórico original” (Montaño, 2007:130). Esto provocó una mayor
tergiversación de los conceptos apropiados, y un reduccionismo derivado de la finalidad con la cual se
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aplicaba el estudio de la cultura en el análisis organizacional.
Los variados enfoques de la cultura en el ámbito organizacional surgen en los años 80 a raíz de diversos
puntos de vista, derivados por un lado de la antropología cultural, y por otro lado, de diferentes
concepciones de organización (Freitas, 1991; Smircich, 1983). De acuerdo con Alvesson y Berg (1992),
una diversidad aún mayor surge a partir de la toma de conciencia de diversos elementos organizacionales
que ameritan considerar diferentes niveles de análisis en el estudio de la cultura en las organizaciones.
De todos los enfoques resultantes, dos perspectivas han adquirido mayor relevancia en el campo del
estudio de las organizaciones: la cultura corporativa y la cultura organizacional. Estas dos concepciones,
dependiendo el campo específico en el que se las ha estudiado, han sido utilizadas de manera indistinta y
como inocentes sinónimos, o bien, como dos perspectivas con diferencias muy notorias y hasta incluso
contradictorias (ver Cuadro 2).
Cuadro 2. Diferencias entre cultura corporativa y cultura organizacional
Fuente: elaboración propia, adaptado de Rendón (2003).
Las diferencias que existen entre las perspectivas corporativa y organizacional, tienen que ver
principalmente con el enfoque, los elementos a través de los cuales se manifiesta, y la finalidad con que se
aborda la organización en cada una de éstas (cuadro 2). No obstante, más allá de estos antagonismos, la
diferencia más radical que se puede observar implícitamente es que ambas parten de consideraciones
organizacionales diferentes.
Así, la cultura corporativa, la cual puede ser entendida como una nueva espiritualidad (Montaño, 2003) o
un discurso en términos de una ideología (Zapata, 2002) afín a las exigencias funcionales de la
organización, se establece con base en una organización material, homogénea, tangible y funcional. Por
otro lado, la cultura organizacional que hace referencia al sentido que los miembros le dan a sus acciones
en el marco de una organización (Montaño, 2003), o al contexto en el cual toma sentido la acción
(d´Iribarne, 2003), se concibe con base en una organización simbólica, heterogénea, inmaterial e
intangible (figura 2).
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Cultura Corporativa Perspectiva Cultura Organizacional
Normas, Políticas, Misión, Visión, Códigos de conducta.
Elementos Valores, Creencias, Ideales, Costumbres, Símbolos.
Mayor control social y eficiencia.
Finalidad Interpretar el comportamiento de los miembros y de la organización.
Formal y explícita. Forma en que se
expresa Informal e implícita.
Controlable, medible y manipulable.
Desempeño Observable, interpretable y explicable.
Homogénea, armónica, cohesiva.
Apariencia Diversa, fragmentada, contradictoria, conflictiva.
Funcional. Visión Simbólica.
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Figura 2. Perspectiva de estudio de la cultura en las organizaciones
Fuente: elaboración propia.
Como se puede observar, existen diferencias notorias entre ambas formas de concebir la cultura de una
organización (figura 2). No obstante, al igual que en las organizaciones, en la cual conviven dos mundos
(material y simbólico), también se infiere que se hace imposible concebir una perspectiva de la cultura sin
la otra (corporativa y organizacional). Esto se debe a que los dos enfoques son divergentes y analizan
aspectos diferentes de la organización, y por lo tanto son complementarios respecto de la configuración
cultural de la organización como un todo.
De este modo, se establece la cultura en las organizaciones, la cual se puede entender, según la define
Rocher, como un conjunto de maneras de sentir, pensar y actuar que son aprendidas, compartidas y
transmitidas por los miembros de una determinada colectividad (Rocher, en Barba y Solis, 1997). Así, la
cultura está compuesta por dos partes: una visible, en la cual estarían comprendidos aquellos aspectos
considerados en la perspectiva de la cultura corporativa, y otra invisible, integrada por elementos más
simbólicos, propios de la cultura organizacional.
Por consiguiente, según Rocher, la parte visible de la cultura está representada por las maneras de actuar,
entendidas como los modos de vidas, los sistemas, las costumbres, los métodos, técnicas e instituciones. Y
la parte no visible de la cultura, está representada por las maneras de pensar, integrada por los valores,
ideologías, creencias, filosofías, etc., y por las formas de sentir, que se compone de los deseos, memoria
colectiva, arquetipos, etc.
CIBERCULTURA: LA RELACIÓN CON EL MUNDO VIRTUAL
La virtualidad, como lo plantea Lévy (1999, 2007), tiene que ver en su uso corriente con lo irreal, dado
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que generalmente se piensa que una cosa puede ser real, o bien virtual, pero que no puede poseer las dos
cualidades. Así, el término virtual se suele usar como manifestación de ausencia de existencia, suponiendo
que la realidad es una realización material. De tal forma, “lo real estaría en el orden del «yo lo tengo», en
tanto que lo virtual estaría dentro del orden del «tú lo tendrás», o de la ilusión” (1999:10).
No obstante, con todo rigor filosófico, “lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual: virtualidad y
actualidad son solamente dos modos diferentes de la realidad” […] “lo virtual es sin embargo real” […]
“lo virtual existe sin estar ahí” (Lévy, 2007:33-34). Precisamente, de acuerdo a lo que esboza el autor, se
puede hablar de la virtualidad como algo real pero que no está ligado a una linealidad espacio temporal.
En ese sentido, “una entidad -desterritorializada- es virtual, capaz de generar varias manifestaciones
concretas en diferentes momentos y lugares determinados, sin estar por ello unida ella misma a un lugar o
a un tiempo particular” (2007: 33). Esta última perspectiva, es sin duda, la que adquiere relevancia para el
estudio de las organizaciones virtuales. Lo virtual justamente, se refiere a aquello que no está
condicionado a las coordenadas espacio temporales, que permite manifestarse -comunicarse, relacionarse
o interactuar- en tiempo real y en diferentes espacios, pero no por ello, deja de ser real.
En suma, cuando se habla de virtualidad, se hace referencia a una especie de escenario nuevo, paralelo o
complementario. Una realidad que engendra elementos y artefactos, delinea espacios, posibilita
relaciones, interacciones, etc. Las cosas son y significan, se crean y perduran, donde los objetos son
pensados, sentidos y vividos con la misma intensidad y naturalidad que en el mundo físico. No es que la
apariencia se comunique con la experiencia, sino que la apariencia se transforma en la misma experiencia.
Las representaciones toman carácter de real, y los objetos ya no se piensan sólo por lo que son, sino y sobre
todo, por lo que representan.
Desde el punto de vista, la propuesta que realiza Lévy (2007) de la Cibercultura, constituye la relación más
cercana a partir de la cual se pueda aproximar la cultura organizacional en las organizaciones virtuales. El
termino cibercultura hace referencia al conjunto de sistemas culturales surgidos en conjunción con las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación digital. De alguna manera, se hace referencia a la
cultura propia de las sociedades en donde las TICs juegan un papel decisivo en la configuración de las
formas dominantes de información, comunicación, conocimiento, así como de investigación, producción,
organización y administración (Medina en Lévy, 2007).
Lévy (2007: 6), indica que la cibercultura no se reduce solamente a elementos simbólicos
(representaciones, valores, ideas, interpretaciones, etc.), sino que integra también elementos como los
artefactos, las técnicas, y los entornos materiales. “Es imposible separar lo humano de su entorno material
ni de los signos e imágenes a través de los cuales dan sentido a su vida y a su mundo”. Es decir, que lo
humano comprende indisociablemente interacciones entre personas vivas y pensantes (social), entidades
materiales, naturales y artificiales (técnico), e ideas y representaciones (cultural). Y por lo tanto, la
cibercultura tiene su existencia en la interacción de los tres elementos: social, cultural y técnico (ver Figura
3).
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Figura 3. Elementos de la cibercultura
Fuente: elaboración propia a partir de Lévy, 2007.
Consiguientemente, la cibercultura se puede entender como el conjunto de sistemas culturales que surgen
en torno a la interacción de tres aspectos indisociables: social, técnico y cultural, y se desarrolla en paralelo
con el ciberespacio. Siendo este último, el representante del aspecto técnico y estructural de lo virtual, que
condiciona e influye en los sistemas socio-técnico-culturales.
Desde esta perspectiva se entiende, al igual que como se piensa la cultura en las organizaciones, que la
interacción entre las personas (componente social), tiene como resultado la intermediación, el uso o la
producción de entidades materiales o artificiales (componente técnico), las cuales no se pueden
desvincular de los aspectos simbólicos como son las ideas y representaciones (componente cultural). Es
decir, que las cosas son y significan a la vez, y no se pueden entender por separado, porque la realidad
"siempre se percibe a través de símbolos que formulan la práctica con algún significado que escapa de su
estricta definición semántica". "Así pues, no hay separación entre realidad y representación simbólica"
(Castells, 2011: 405).
UNA CONCEPCIÓN INTEGRAL DE LA CULTURA ORGANIZACIONAL
Recapitulando algunos de los conceptos abordados hasta el momento, y discerniendo a partir de ellos se
puede concluir que: 1) La organización no es un ente aislado y estancado, sino que es un constructo social y
singular, embebido de particularidades derivadas de su historia, el contexto en el que se encuentra y la
naturaleza diversa de sus miembros, entre otros aspectos. 2) La organización está compuesta por dos
mundos o dimensiones inseparables: el mundo de lo que se ve, físico y tangible, y el de lo que no se ve,
compuesto por representaciones y símbolos. 3) La cultura en las organizaciones está engendrada
principalmente por dos perspectivas opuestas y complementarias a la vez: cultura corporativa y cultura
organizacional.
A partir de estos postulados, se hace necesario aproximar la cultura en las organizaciones desde una
perspectiva integral que busque comprender estos aspectos, visibles y no visibles, como parte de un todo
integrado. Así, dados los elementos de la cultura corporativa por un lado, y de la cultura organizacional por
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el otro, son en realidad dos partes de un mismo fenómeno, donde el primero representa la parte visible: las
normas, políticas y reglas formalmente establecidas, y la otra lo no visible: los valores, creencias, e ideales
subyacentes (ver Figura 4).
Figura 4. Enfoque Integral de la Cultura Organizacional
Fuente: elaboración propia.
Es decir, más allá de lo que una postura u otra tengan como finalidad, no se puede dejar de considerar la
complejidad que la cultura entraña. Porque “la noción de la cultura no implica, como a veces se supone, la
homogeneidad total o el comportamiento determinista. La cultura no constituye una esfera autónoma de
la vida social, sino que forma parte de un amplio proceso social dinámico” (Montaño, 2009:148). Ciertas
divisiones o clasificaciones de la cultura se encuentran interrelacionadas e influidas mutuamente. Y es que
son hombres, en el sentido de Geertz , los que interactúan y dan lugar a una cultura, y éstos están
transitados de diferentes maneras por diversas culturas. Como bien expresa Montaño (2003: 28), "aunque
la gran empresa realice señalados avances en su cultura corporativa, […] ésta nunca escapará por
completo ni a las influencias culturales de la región, ni a los imperativos de identidad impuestos por los
actores organizacionales”.
La interacción entre todos estos aspectos, en tanto difusa y compleja, influye en la forma de sentir, pensar y
actuar de los individuos -y por ende de la organización-. Así, de manera más o menos compartida, se va
conformando un “espacio simbólico” en el que el grupo social otorga sentido a sus acciones, y en el cual los
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individuos o conjunto social se constituyen, adquieren una identidad y generan sentido de pertenencia.
Según se ha observado, la complejidad que implica la contemplación de la cultura organizacional desde una
perspectiva integral, requiere una consideración holística tanto de la organización, como de sus integrantes
y el contexto. En este sentido, Allaire y Firsirotu (1984), indican que en el estudio de la cultura en las
organizaciones se debe tener presente dos relaciones extremadamente importantes: la organización y su
relación con el ambiente, y el individuo y su relación con la organización.
Por ello, se debe considerar que como consecuencia de los cambios o contingencias provenientes del
entorno, la organización puede ser influenciada y sufrir inestabilidades o disonancias entre los aspectos
simbólicos afectivos y los elementos que están expresados formalmente en la organización, lo que
provocaría cierto estado de tensión entre estos dos componentes y conduciría a cambios en la cultura
organizacional. A su vez, aquí se debería contemplar una interacción inversa, o mejor dicho, bidireccional,
teniendo en cuenta también la influencia cultural de la organización hacia el entorno, producto de cambios
o innovaciones de gran impacto en el sector.
Por otro lado, en cuanto al individuo y la organización, se pueden advertir tres tipos de relaciones diferentes
que determinarían ciertas contingencias internas a nivel sub-organizacional, a partir de la integración o la
resistencia a los elementos culturales establecidos. De esta manera, se podrían observar relaciones de
adhesión total -y traducción perfecta- de los componentes simbólicos por parte de los miembros, lo cual no
generaría perturbación alguna en el comportamiento organizacional. Otro tipo de relación intermedia y
más común, se podría dar cuando los individuos experimenten una aceptación -y reproducción-, producto
de la interpretación imperfecta y el comportamiento particular de cada personalidad. Y por último, una
relación en la cual los individuos llegan a decodificar muy bien el sistema simbólico, pero no se dejan
socializar por éste, sino que lo utilizan para poder actuar en la organización y propiciar cambios radicales.
De la unión y la inclusión de estas consideraciones últimas con el enfoque integral de la cultura
organizacional y con el planteamiento de la cibercultura, y tomando como base algunas consideraciones del
esquema planteado por Allaire y Firsirotu (1984), se presenta a continuación un esquema integral para el
análisis de la cultura organizacional en las organizaciones virtuales (ver Esquema 1). Éste, según se puede
observar, se compone de una relación dialéctica entre dos sistemas principales: sistema simbólico y sistema
técnico funcional, los cuales están mediados, transitados y movilizados por el grupo social, a través de dos
procesos: formalización y encuadre.
El sistema simbólico, por un lado, comprende los valores, mitos, creencias e ideologías. Este sistema está
compuesto por aquellos valores e ideologías que otorgan significados y explicaciones a ciertas realidades
específicas, modelan los comportamientos y generan, por medio de los mitos, conexiones con el devenir
histórico. Se pone de manifiesto a partir de rituales, costumbres, lenguajes específicos como acrónimos y
léxicos particulares, y de símbolos y artefactos característicos de la cultura.
Por otro lado, el sistema técnico funcional está compuesto de aquellos elementos y aspectos que son
expresados -o impuestos- formalmente por la organización. Se compone de la visión, misión, políticas,
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estrategias y objetivos corporativos, así como por las estructuras físicas y virtuales, jerarquías, procesos,
manuales de procedimientos, mecanismos de control, estilos de liderazgo y comunicación formales, etc.
Esquema 1. Esquema Integral para el Análisis de la Cultura Organizacional
Fuente: elaboración propia a partir de Allaire y Firsirotu, 1984; Lévy, 2007.
Son los miembros del grupo social quienes, en función de su status, rol social, sus visiones personales,
valores y creencias, conocimientos e idiosincrasia, viven y reviven esta dialéctica cultural, aceptando,
matizando o resistiendo las imposiciones simbólicas formales e informales, y forjando, comunicando y
compartiendo sus propias convicciones de manera tal de generar cambios en las formas de sentir, pensar y
actuar, relativamente compartidas por todos en la organización.
La relación dialéctica entre los dos sistemas principales es movilizada por los miembros a través de dos
procesos: formalización y encuadre. El primero, se manifiesta cuando los miembros de la organización, en
función del liderazgo y del poder que ejerzan fruto de su status, rol, idiosincrasia, conocimientos, etc.,
producen cambios en el sistema técnico funcional como consecuencia de la no aceptación total o parcial, o
de la interpretación y traducción distorsionada de los elementos simbólicos impuestos por la organización.
El segundo, se manifiesta por el hecho de que los elementos que están formalizados en la organización
(desde las normas, visión y misión hasta los estilos de comunicación y liderazgo), influyen e imponen una
configuración simbólica en la organización, y sirven como límite y filtro a las contingencias que
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potencialmente se puedan propiciar desde el interior, producto del intercambio y/o negociación de valores,
ideales, creencias, etc.
A su vez, en la interacción con el medio social, siendo la organización producto y productora de su
contexto, puede ser influenciada por contingencias externas (cambios en el ambiente cultural, económico,
tecnológico, político), que repercuten en tensiones o disonancias entre los sistemas simbólico y técnico
funcional. Por otro lado, la organización también puede influir en el contexto, por medio de los outputs
organizacionales, manifestados como determinadas formas de sentir, pensar y actuar, que son
relativamente compartidas por todos los miembros del grupo social.
Como un ente vivo e inserto en un ambiente dinámico al paso del tiempo, algo que De la Garza (2001)
refiere como una realidad dada-dándose, la organización y su cultural organizacional no son
composiciones que se puedan comprender de manera estanca. Éstos, forman parte de una historia, un
devenir organizacional permeado de hechos y circunstancias que deben ser interpretados para comprender
lo que hoy es y representa.
REFLEXIONES FINALES
La concepción del mundo físico y simbólico, como partes de un todo, sumamente ligadas y mutuamente
influyentes. La dimensión social, motorizada por los individuos, productos y productores de esa relación.
Y la comprensión de los elementos social, material y simbólico de manera conjunta e inseparable, surgen
como corolarios fundamentales para el entendimiento de la realidad organizacional. Es un ejercicio casi
inevitable que pretende provocar la lectura del texto.
Las cosas son y significan. La misma realidad es la coexistencia material y simbólica de las personas
(Castells, 2011). Pensar a las organizaciones de manera integral, concibiéndolas desde su propia
complejidad y diversidad, como un espacio en el que conviven dos mundos (material y simbólico),
representa un enfoque discutible pero sensato, a través del cual se puede alcanzar una visión diversa,
complementando elementos y perspectivas que permitan un mejor acercamiento al complejo fenómeno
organizacional.
En este sentido, la perspectiva integral de la cultura organizacional que se propone para el estudio de las
organizaciones virtuales, integra este enfoque complejo de las organizaciones, con la propuesta de la
cibercultura, y posibilita una visión completa de los componentes más críticos de una organización: lo
social, lo material y lo simbólico.
Es un enfoque que se propone, e invita al lector, a entender a las personas y a la organización en su contexto,
y a las expresiones materiales y simbólicas que coexisten de manera conjunta. Como bien expresa Dufour
(1995), el hombre busca y pretende dar sentido a toda actividad material que realiza, así sea la más precaria.
Por consiguiente, sería desaconsejado querer entender sus actos físicos y materiales sin el sentido
simbólico que le subyace.
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Notas
Según datos estadísticos de estudios realizados por Miniwatts Marketing Group actualizado al 31 de diciembre de 2011, el
porcentaje de penetración de internet en la población a nivel mundial es de 32.7%, siendo que es en Norte América,
Oceanía/Australia y Europa donde se registra el mayor porcentaje de penetración con 78.6, 67.5% y 61.3% respectivamente, y
de 39.5 en Latinoamérica/Caribe. Fuente: exitoexportador.com
El esquema civilizatorio moderno se basaba en el supuesto de que los principios racionales y las prácticas de producción de
conocimiento y evaluación, conducirían al progreso social y el crecimiento personal. En este sentido, la modernidad es una era
que se caracteriza por una búsqueda de ley universal y la dominación cultural a través de la razón instrumental o técnica (Reed,
1993). En referencia a organizaciones modernas se hace alusión a aquellas que están caracterizadas por los modelos de
producción fordistas/tayloristas y/o de gestión burocráticos weberiano.
El hecho de que las organizaciones hagan uso de las nuevas TIC e internet, o utilicen la modalidad de teletrabajo no significa
que una organización se convierta o sea virtual. En este caso, se podría hablar de ciertos grados de virtualización en las
organizaciones, aunque no modifica su esencia.
Existen diversos tipos diferentes de organizaciones no virtuales, y a su vez, muchas categorías por las cuales se podrían
establecer diferencias. Con el fin de matizar discrepancias en las opiniones, se aclara que en este caso específico se hace
referencia a organizaciones con características similares a las de tipo burocráticas o tayloristas.
En su libro “Cibercultura. La cultura de la sociedad digital”, hace referencia también al concepto de Virtual en el sentido
Técnico, ligado a la informática, y a la aceptación Filosófica, que se refiere a lo que no existe más que en potencia y no en acto.
Así, “el árbol está virtualmente presente en la semilla” (Lévy, 2007).
Muy resumidamente, según Geertz (1989), el hombre es a la cultura como la cultura es al hombre.
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UniversidaddeGuanajuato
Campus Guanajuato
Estudios Interdisciplinariosde la Organización
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Introducción
Han pasado treinta años desde que una temeraria y nueva perspectiva
teórica invadió la sociología organizacional . Los argumentos neo-
institucionales fueron formulados inicialmente por John Meyer y sus
colegas en el año de 1977 (Meyer & Rowan 1977; Meyer et al. 1978,
Meyer, Scott, & Deal 1981; Zucker 1977. Para una revisión que
destaca la contribución de Meyer, ver Jepperson 2002).
El argumento general presentado era que la estructura organizacional
formal reflejaba no solo los imperativos tecnológicos (Lawrence &
Lorsch 1967; Thompson 1967/2003) y la dependencia de recursos
(Pfeffer 1972; Pfeffer & Salancik 1978) sino también fuerzas
“institucionales”, confusamente definidas entonces como “esquemas
de reglas”, “mitos racionales” y “conocimiento legitimado a través de
los sistemas educativos, por el prestigio social, las leyes (…) y las
cortes” (Meyer & Rowan 1977:341-43).
Este primer trabajo anunciaba una nueva explicación, audaz y
creativa, para la estructura formal y, al mismo tiempo afirmaba la
posición privilegiada de las organizaciones como legítimos y
poderosos actores de las sociedades modernas.
Ese original trabajo puso en marcha un programa de construcción
teórica e investigación que continua siendo vigoroso y atractivo a un
creciente número de académicos en una amplia variedad de arenas
intelectuales.
ACERCÁNDOSE A LA ADULTEZ: LA MADURACIÓN DE LA TEORÍA INSTITUCIONAL
W. Richard ScottStanford University
Traducción elaborada bajo permiso del autor por:
Carlos E. Quintero Castellanos y Gerardo Romo MoralesUniversidad de Guadalajara
ISSN 2007-3887
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También es verdad, sin embargo, que estos primeros trabajos incluían un desafortunado bagaje intelectual
que ha sido difícil desechar. Ha tomando bastantes años reformular algunos de los argumentos y revisar
otros de los supuestos insertos en los estudios fundacionales. ¡Nunca debemos subestimar el poder de los
estudios fundacionales al definir el curso de los desarrollos subsiguientes en la arena social. Las teorías,
como los sistemas sociales, están sujetas a lo que marcan las rutas y los procesos de dependencia. Como
muchos de nosotros celebramos el “giro cultural” que transpiró en todas las ciencias sociales al final del
siglo veinte, es importante reconocer y aceptar lo cerca que los sociólogos institucionales estuvieron de
tomar un giro equivocado en ésta coyuntura crítica.
En este ensayo, reviso el progreso del desarrollo de la teoría institucional relacionada a como las
organizaciones son vistas, en la terminología de mis colegas en Stanford, como “un programa de
investigación acumulativo” (Berger & Zelditch 2002). La discusión está organizada de forma tal que
identifique y subraye una serie de correcciones o modificaciones; algunos cambios mayores al programa,
y otros menores.
Visto como un trabajo en progreso de treinta años ya, creo que el trayecto general ha sido bastante positivo .
EVIDENCIA DEL PROGRESO
DESDE UNA CONCEPTUALIZACIÓN DIFUSA A UNA MÁS PRECISA
Existen trabajos sobre cuestiones institucionales desde, por lo menos, el siglo diecinueve (Bill &
Hardgrave 1981; Hodgson 1994; Scott 1995, 2001: Cap. 1). Estas primeras formulaciones subrayan el
papel del hábito y de la historia al constreñir decisiones o, de manera alternativa, la fuerza de las presiones
morales y el “pastel de la costumbre” para cimentar el orden social. Las argumentaciones más recientes
enfatizan la importancia de los sistemas simbólicos y de los mapas mentales para proveer de lineamientos
a la conducta. Al tratar de imponer un orden a este revoltijo de conceptos, algunos analistas han propuesto
una distinción –algunas veces peyorativa- entre el “viejo” y el “nuevo” institucionalismo (DiMaggio &
Powell 1991; Hirsch & Lounsbury 1997; Stinchcombe, 1997).
Una línea más productiva de trabajo se ha esforzado en identificar la esencia de los argumentos
institucionales como fundamentalmente interesada con la estabilidad social; llamando la atención sobre
un “conjunto particular de procesos de reproducción social”, que connotan “diseños estables para
secuencias de actividades que se repiten crónicamente” (Jepperson, 1991: 144-45). La pregunta, empero,
se mantiene ¿qué son estos procesos?
DiMaggio y Powell (1983) proveyeron, lo que yo creo, es una provechosa orientación al seguir ésta
pregunta, en su distinción seminal entre procesos “coercitivos, normativos y miméticos” de reproducción
social. Yo continué y elaboré sobre su trabajo diferenciando entre tres tipos de ingredientes que subyacen
al orden institucional: los elementos regulativos, normativos y cultural-cognoscitivos (Scott 1995; 2001;
2005). Los elementos regulativos subrayan la definición de reglas, el monitoreo y sanción de actividades.
Los elementos normativos “introducen una dimensión prescriptiva, evaluativa y obligatoria a la vida
social” (2001: 54). Y los elementos cultural-cognoscitivos enfatizan las “concepciones compartidas que
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constituyen la naturaleza de la realidad social y los marcos a través de los cuales se hace el sentido” (2001:
57). Los tres elementos cambian sustancialmente de acuerdo al tipo de orden institucional que soportan,
cada uno difiere en las bases del orden, motivos de obediencia, lógicas de acción, mecanismos e
indicadores usados. Cada uno ofrece una razón diferente para pretender legitimidad, ya sea por ser
sancionado legalmente, autorizado moralmente o apoyado culturalmente (2001:52). Entonces, sí hace una
diferencia si se obedece por conveniencia (al evitar un castigo), ya sea si uno se siente moralmente
obligado a obedecer, o porque uno no concibe otra forma de actuar. Pero al mismo tiempo, cada uno es
visto como que provee o contribuye a un orden social institucionalizado: todos apoyan y sostienen
conductas estables.
Los marcos cultural-cognoscitivos proveen a las formas institucionales de sus fundamentos más
profundos. Al formular los sistemas clasificatorios, supuestos y premisas que subyacen a las lógicas
institucionales, ellas proveen la infraestructura en que no sólo las creencias, sino las normas y reglas
descansan.
Los elementos regulativos han recibido más atención por parte de los académicos, en particular de los
economistas institucionales y los cientistas políticos adscritos a la escuela de la elección racional, que los
elementos más “suaves” cultural-cognoscitivos y normativos. Como sea, hay un creciente reconocimiento
a que, a pesar de que las características regulativas son más visibles, también pueden ser más superficiales,
“delgadas”, y menos significativas que los elementos normativos y culturales. Los sistemas regulativos
son más dinámicos y fáciles de manipular que los otros elementos, pero a menudo dan pie a la
manipulación, al comportamiento estratégico y desacoplamiento, antes que a su obediencia (Evans, 2004;
Roland, 2004).
Instituciones particulares están hechas de diferentes combinaciones de estos elementos institucionales,
variando en la prioridad que se les da a cada elemento entre sí y a lo largo del tiempo. Una tarea importante
de los estudiosos de las instituciones es que se debe indagar sobre qué elementos están en juego en un
contexto dado y hasta qué grado estos se refuerzan o contrarrestan mutuamente. Los elementos
institucionales operan en varios niveles de análisis, desde los sistemas micro inter-personales hasta los
transnacionales o sistemas mundo. Las organizaciones están compuestas de muchos elementos
institucionales, con algunas reglas, normas o creencias que se forjan durante las interacciones en marcha y
tomándose prestadas otras del ambiente. La mayoría de los trabajos académicos organizacionales se han
enfocado en las influencias ambientales y las maneras en que las estructuras y procesos macro-
institucionales han conformado a las organizaciones, poblaciones organizacionales y campos
organizacionales (Scott, 2001; Campbell, 2004).
A pesar de que los elementos institucionales son simbólicos, ellos son de interés puesto que proveen de
esquemas cognoscitivos, guía normativa y reglas que constriñen y empoderan la conducta social. Las
reglas, normas y significados emergen en la interacción, y son preservados y modificados por el
comportamiento de los actores sociales (Giddens, 1979; Sewell, 1992). Tal como Geertz (1973:17) ha
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observado, “Se debe atender el comportamiento, y esto con alguna exactitud, ya que es a través del flujo
del comportamiento o, más precisamente, de la acción social, que las formas culturales encuentran
articulación”.
Mientras que ésta aproximación conceptual puede no probarse como definitiva, deja de lado debates
ásperos y sin sentido, provee un esquema de diferenciación mientras que abarca el trabajo de una variedad
de estudiosos institucionales y sugiere un amplia variedad de mecanismos causales e indicadores
empíricos que han sido seguidos, provechosamente, por los investigadores.
DE ARGUMENTOS DETERMINANTES A ARGUMENTOS INTERACTIVOS
La mayoría de las primeras discusiones sobre ambientes institucionales, veían a estos esquemas como
contextos que imponían requisitos y/o constricciones sobre organizaciones. El lenguaje empleado era el de
“efectos institucionales”, que implicaba una perspectiva determinista, de tipo “top-down”.
Las organizaciones que operaban en un contexto dado, si querían ser exitosas, estaban obligadas a
obedecer los dictados de sus ambientes institucionales (Véase DiMaggio, 1983; Powell, 1988) .
Más aún, en estos primeros estudios, se contaba con el supuesto de la uniformidad dentro y entre los
ambientes institucionales. Se impuso un esquema de análisis monolítico, que cargaba de requisitos
homogéneos a organizaciones pasivas. La prueba de tornasol para la influencia institucional en las
organizaciones estuvo en observar los efectos isomórficos institucionales. En su trabajo fundacional,
Meyer y Rowan (1977), propusieron que los ambientes institucionales imponían uniformidad estructural a
todas las organizaciones de la sociedad moderna.
Ésta muy general afirmación fue subsecuentemente modificada y refinada al reconocer que las presiones
homogeneizadoras se mostraban más fuertes en “campos organizacionales” delimitados (DiMaggio &
Powell, 1983) o en “sectores societales” (Scott & Meyer, 1983, 1991). DiMaggio y Powell se apropiaron y
adaptaron el concepto de “campo” de Bourdieu (1971; Bourdieu y Wacquant, 1992), enfatizando sus
características relacionanles o de redes. Meyer y yo tomamos prestado el concepto de “sector” de los
estudiosos de la política pública (P.ej., Wildavsky, 1979), quienes notaron la tendencia hacia una creciente
“sectorización” de los sistemas de asignación y regulación, tal como el que las políticas, los programas y
agencias delimitaban, de manera creciente, sus reinos de especialización.
No fue mucho después que los institucionalistas comenzaron a reconocer el que diversos campos
organizacionales estaban fragmentados o en conflicto, conteniendo requisitos y prescripciones en
competencia entre sí. Se argumentó que dichas condiciones incrementaban la complejidad administrativa,
aumentaban el desacoplamiento entre las estructuras y las actividades, debilitaba la estabilidad de las
oficinas y los programas, producía estructuras híbridas y socavaba la legitimidad organizacional (Meyer y
Scott, 1983). Para mediados de los ochentas, habían aparecido estudios empíricos que examinaban los
efectos de la complejidad, fragmentación y la ambigüedad en los requerimientos institucionales sobre las
formas y procesos organizacionales (P.ej., Rowan, 1982; Meyer, Scott, & Strang, 1987; Dobbin et al.,
1988; Powell, 1988; Brunsson, 1989; D'Aunno, Sutton & Price, 1991; Abzug & Mezias, 1993).
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Estos desarrollos teóricos fueron reforzados por el influyente ensayo de Freidland y Alford (1991) que
recordaba a los teóricos organizacionales que las organizaciones y los campos organizacionales se
subsumen dentro, y son influenciados por, los contextos societales más amplios. Ellos enfatizaron la
importancia de los órdenes institucionales más amplios, -por ejemplo la economía, el estado, los sistemas
de parentesco, la religión- y la varianza en las estructuras y lógicas que gobiernan dichos reinos- que
ofrecen interpretaciones y soluciones opuestas de y para los problemas encontrados en una situación dada,
proveyendo un ímpetu para el cambio y conflicto en el campo.
La eficacia de las reglas formales y las leyes impuestas externamente también fue algo cuestionado por los
sociólogos organizacionales y por los estudiosos de la ley y la sociedad (Edelman, 1992; Dobbin & Sutton,
1998; Edelman & Suchman, 1997). Las regulaciones gubernamentales habían sido tradicionalmente
descritas como formas de poder coercitivo, imponiendo conformidad en los actores afectados, sean
individuales o colectivos. En contraste con perspectivas convencionales que adoptaban el “formalismo
legal”, los neo-institucionalistas enfatizaban el grado en que dichos “requisitos” estaban sujetos a la
interpretación, manipulación, revisión y elaboración por aquellos sujetos a ellos.
En términos de los elementos institucionales que yo identifiqué (Scott, 2001), esto implicaba una
transmutación a lo largo del tiempo de los elementos regulativos hacia los normativos y cultural-
cognoscitivos. Subrayando la centralidad de estos procesos, Edelman (en prensa) insiste que la ley no
debiera ser tratada como una fuerza exógena a las organizaciones, sino antes ser “considerada, por lo
menos en parte, como endógena, construida en y a través de los campos organizacionales que busca
regular”.
En suma, a pesar de que los trabajos inaugurales fueron importantes al llamar la atención sobre la realidad e
influencia de los ambientes institucionales en las organizaciones, sus formulaciones iniciales sobre-
estimaron la unidad, coherencia e independencia de dichos esquemas de análisis. Como sea, antes de una
década, vinieron las correcciones y refinamientos, que reconocieron la variedad, complejidad y, en
algunos casos, los conflictos y ambigüedades presentes en estos sistemas prescriptivos. Estos desarrollos
trabajaron para crear un espacio en el que los analistas reconocieran la posibilidad de usar las
oportunidades de elección y de agencia entre los actores, tanto individuales como organizacionales. A
pesar de todo, para explotar éstas ventanas se requiere de una reexaminación del “pathos metafísico”
(Gouldner, 1955) que acompañaba la teoría institucional temprana.
DiMaggio (1988:10) inició ésta re-evaluación en su importante ensayo observando el “Interés y agencia en
la teoría institucional”. Él notó que el centrar la atención en las “normas, supuestos tomados por dados y
limitaciones cognoscitivas y de coordinación” junto con la extendida retórica de “el uso de construcciones
pasivas”, la teoría institucional, lograba alejar a los teóricos institucionales de atender los intereses y la
agencia. Para corregirlo, él propuso que los analistas le dieran menos atención al análisis de las
instituciones existentes y más a examinar los procesos de institucionalización. Ya que examinar a estos
últimos se mostraría que la institucionalización es un producto de los esfuerzos políticos de los actores al
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lograr sus metas, y que el éxito de un proyecto de institucionalización y la forma resultante de las
instituciones dependía del poder relativo de los actores que apoyaban, se oponían o buscaban, de otra
manera, el influenciarlo (p.13).
DiMaggio (1991) ilustró sus argumentos al examinar el papel de la agencia y el conflicto entre los actores
involucrados en construir el campo de los museos de arte en los Estados Unidos. DiMaggio observó que
dichos procesos contenciosos eran más visibles durante los periodos cuando nuevos campos estaban en
construcción, pero la teoría de la estructuración de Giddens (1979), que ha sido ampliamente aceptaba por
los teóricos institucionales, enfatizaba que el proceso de construcción es continuo; que las estructuras
sociales se reproducen y son modificadas por las acciones continuas de los actores sociales, tanto
individuales como colectivos. Los procesos institucionales operan no sólo de arriba abajo, sino también de
abajo hacia arriba.
Ésta afirmación, de que es posible el ejercer agencia dentro de contextos institucionales, fue reforzada por
Oliver (1991), quien sugirió combinar los argumentos de la dependencia institucional con los de
dependencia de recursos (Pfeffer & Salancik, 1978) imaginando una variedad de respuestas “estratégicas”
por parte de los actores organizacionales con las presiones institucionales.
Oliver señaló que si la conformidad con las presiones institucionales bien puede ser la respuesta más
probable de los actores organizacionales, otras respuestas -como el compromiso, el escape, el desafío o la
manipulación- también son posibles. Detalló de alguna manera las condiciones bajo las cuales una u otra
de esas respuestas eran más probables que ocurrieran. A pesar de esto, analistas posteriores (Goodrick &
Salancik, 1996) han observado correctamente que existen condiciones bajo las cuales las respuestas
estratégicas son improbables, que algunos elementos pueden más probablemente invocar respuestas
estratégicas que otras, y que las decisiones estratégicas están, ellas mismas, conformadas por las
instituciones (Scott, 2001) el ensayo de Oliver abrió espacios en la teoría institucional, haciendo que
cupieran la acción intencional y, a consecuencia, volvió más atractivo el esquema teórico a las audiencias
gerenciales.
(Las escuelas de negocios no son particularmente receptivas a ciertas formulaciones, tales como las de los
ecologistas e institucionalistas, que ven a los gerentes como básicamente pasivos de cara a las presiones
ambientales). De repente los gerentes tenían un reino completamente nuevo para gerenciar.
DEL CAMBIO SUPERFICIAL AL CAMBIO CON CONSECUENCIAS
La primera conceptualización que Meyer y Rowan propusieron (1977) subrayaba que las organizaciones
respondían a las presiones institucionales por una “conformidad ceremonial”. Las organizaciones se
sentían obligadas a adoptar cambios estructurales en respuesta a las demandas institucionales, pero por
otra parte, procedían a “desacoplar” éstas de las prácticas reales, que debían de tomar en cuenta las
circunstancias locales y realidades prácticas.
Estos argumentos han sido ampliamente adoptados y citados. Si en algunas publicaciones y por demasiado
tiempo, los efectos institucionales se igualaron con la conformidad superficial .
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Como se quiera, de una manera gradual, los teóricos e investigadores comenzaron a reconocer que el tipo y
extensión de conformidad varía entre organizaciones. En vez de asumir que el desacoplamiento de la
estructura y la acción era la norma, se reconoció que la profundidad de la respuesta variaba. Las formas y
extensión en que las organizaciones responden a las presiones institucionales, se convirtieron por sí
mismas, en objetos de estudio.
La ampliación de esta agenda está bien ejemplificada por el estudio de Westphal & Zajac (1994) sobre la
adopción y ejecución de un plan de incentivos por parte de corporaciones que buscaban vincular la
compensación con el desempeño de la empresa.
Este estudio reveló que muchas compañías adoptaban dichos planes, pero fallaban en implementarlos,
exhibiendo una conformidad ceremonial a las presiones institucionales. Como sea, estos investigadores,
fueron más allá de este hallazgo para investigar qué factores respondían por la adopción, en una parte, y por
la implementación, por la otra. La extensión en la cual desacoplamiento se aparecía fue, entre otras cosas,
visto como una función de qué tan tarde o temprano dichas reformas eran adoptabas. Quienes lo adoptaban
más tempranamente, eran más propensos a implementar las reformas (Véase también Westphal, Gulati &
Shortell, 1997). Entonces, en vez de observarse el desacoplamiento como el hito de un efecto institucional,
se le observó como una de las varias respuestas y, entonces, que requería explicación en sí mismo.
Otras investigaciones han mostrado que cuando las organizaciones adoptan cambios en sus reglas y
estructuras formales respondiendo a las presiones institucionales, los cambios que primeramente
parecieran superficiales, se vuelven más significativos a lo largo del tiempo. En consecuencia, Edelman
(1992) argumenta que hay varios grados de desacoplamiento entre la estructura y la acción. En algunos
casos, los cambios estructurales substituyen a los cambios procedimentales o sustantivos; en otros, operan
de maneras sutiles para re-configurar el papel e identidad de los funcionarios que se convierten en
defensores de las reformas, tanto de las procedimentales como de las sustantivas. Así, entre las respuestas
más comunes de las organizaciones a las presiones externas, es la de “internalizar” a la amenaza,
incorporando nuevos tipos de actores expertos para resolver dichos asuntos (Scott, 2003: 270).
Para responder a las demandas de los intereses ambientales, por ejemplo, organizaciones químicas crean
nuevas oficinas y departamentos integrados por ingenieros ambientales, para ayudarles a enfrentarse a
esos asuntos (Hoffman; 1997). Respuestas a la cooptación como tales, así como Selznick (1949) consideró
hace ya muchos años, funcionan en ambos sentidos, algunas veces domando y amortiguando las
demandas, otras veces permitiéndoles ganar mayor legitimidad trabajando desde adentro.
Tal como las fuerzas institucionales compelen a las organizaciones a hacer cambios estructurales, y se
contrate personal de nuevo tipo, dichas unidades pueden, en cambio, volverse campeonas de las reformas,
los directivos enfatizando las contribuciones a la productividad para una fuerza laboral diversificada, y los
ingenieros ambientales abogando porque el desarrollo “sustentable” sirve a los intereses de la compañía
(Dobbin & Sutton, 1998; Hoffman, 1997). Se ofrecen justificaciones racionales (V.gr., basadas en la
eficiencia) para las nuevas formas de trabajo.
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DE AFIRMACIONES A EVIDENCIAS
Los primeros institucionalistas a menudo simplemente afirmaban los efectos institucionales. Se
acompañaban los argumentos con datos ilustrativos seguidos por la conclusión de que las regularidades
observadas se debían a los efectos de los procesos institucionales. Por ejemplo, en un estudio temprano de
organizaciones dedicadas a la educación pública en los Estados Unidos, mis colegas y yo reunimos
información para un periodo de más de cuarenta años en orden de demostrar la creciente homogeneidad
estructural (Meyer et al., 1988).
Demostramos que la creciente estructuración no era una consecuencia del aumento en la centralización del
financiamiento y llegamos a concluir que, antes que eso, los cambios reflejaban “la expansión e
imposición de modelos estándar” (p.166). Este patrón era demasiado común.
En otro estudio (Meyer et al., 1978), examinamos datos provenientes de encuestas sobre el consenso entre
maestros y los principios concernientes a las políticas de las escuelas y los salones de clase.
El consenso no era mayor dentro de las escuelas o los distritos escolares, llevándonos a concluir que los
consensos existentes reflejaban efectos institucionales antes que organizacionales. Pero no presentamos
indicadores de estos apoyos institucionales. Otros estudiosos apuntaron a la ausencia de evidencia para los
argumentos convencionales ampliamente aceptados (V.gr., explicaciones de la teoría contingente o de
dependencia de recursos), y concluyeron, en automático, que los argumentos institucionales estaban
confirmados.
En consecuencia, Tolbert y Zucker (1983) demostraron que las características políticas y sociales de las
ciudades habían perdido capacidad de explicar la adopción de reformas al servicio civil, pero que no medía
directamente la institucionalización creciente de la reforma. A menudo, variables explicativas
importantes, tales como la legitimidad, no se medía o se inferían únicamente de manera indirecta.
Como fuese, ésta situación comenzó a cambiar cuando numerosos investigadores desarrollaron
indicadores apropiados e imaginativos para captar cambios en reglas, normas y sistemas de creencias.
Entre los indicadores que han sido usados se cuentan: la cantidad y contenido de medios de comunicación,
tipos de programas de capacitación, tipos de lógicas sociales (Elementos cognoscitivo-culturales);
registro, certificación y acreditación (Elementos normativos); tipo y extensión de la legislación
regulatoria, aplicación de correctivos por agencias regulatorias, demandas hechas (Elementos
regulativos). (Deephouse, 1996; Hoffman, 1997; Ruef & Scott, 1999; Scott et al., 2000; Thornton, 2004).
Así, en gran parte gracias a los esfuerzos realizados por los académicos e investigadores que Ventresca y
Mohr (2002) proclamaron la llegada de un nuevo género de investigación que llamaron “El Nuevo
archivalismo” . Esta investigación está caracterizada por usar métodos analíticos formales, la atención a
los “elementos constituyentes” de las organizaciones, “interés en medir las formas compartidas de
significado que subyacen a los procesos organizacionales”, y la atención en entender las “lógicas
configuracionales” que relacionan estos elementos entre sí para llegar a actividades organizadas (p.810).
“Mientras que los primeros argumentos institucionales habían sido atendidos, más que nada por la
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novedad de sus premisas teóricas, hoy día estos están siendo alimentados por información y herramientas
analíticas sólidas e innovadoras”.
DE APROXIMACIONES CENTRADAS EN LA ORGANIZACIÓN A LAS DE NIVEL DE
CAMPOS
Casi desde el inicio, los sociólogos neo-institucionalistas cambiaron el foco de atención analítico de la
organización individual, o de procesos intra-organizacionales, hacia niveles más altos de análisis.
Mientras esto pareciera una mera consecuencia de enfatizar los efectos del ambiente, no es el caso.
Las argumentaciones ambientales anteriores que atendían la estructura organizacional- Incluyendo la
teoría de la contingencia (Lawrence & Lorsch, 1967; Thompson, 1967) y la de dependencia de recursos
(Pfeffer & Salanick, 1978)- se concentraban en examinar las variaciones entre características estructurales
de organizaciones individuales, reflejando las diferencias en sus ambientes técnicos o en las relaciones de
intercambio. Similarmente, los primeros trabajos sociológicos que empleaban argumentos institucionales
(Por ej., Selznick, 1949; Clark, 1956; Zald & Denton, 1963) examinaban, más a menudo que lo esperado,
estudios de caso de organizaciones únicas, estudiando los efectos de las constricciones normativas en las
características estructurales, tanto formales como informales. La teoría neoinstitucional, tal como la
desarrollaron los economistas, también elaboró argumentos aplicables al nivel de la organización.
En consecuencia, el marco de análisis de Williamson (1974; 1981) para los costos de transacción,
intentaba considerar las variaciones en los límites y/o las características estructurales de las
organizaciones basándose en los tipos de transacciones en que se embarcaban. Los modelos de
contingencia y de costos de transacción, en el mejor de los casos, elevaron el nivel de análisis desde la
organización al nivel de “set” de la organización; el uso de modelos diádicos con todas las relaciones
incidiendo en una sola organización “focal” (Véase Davis y Powell, 1992).
La ecología organizacional, con una perspectiva que subraya los efectos de la competencia por recursos
escasos, se desarrolló al mismo tiempo que los hilos sociológicos de la teoría neo-institucional (Hannan y
Freeman, 1977).
Mientras que era aplicable a múltiples niveles –desde la organización hasta la población y la comunidad
organizacional (Carroll, 1984)- a la fecha, la perspectiva ha sido primariamente aplicada al nivel de
población- enfocándose en factores que afectan las tasas de natalidad y mortandad en los procesos de
fundación y falla entre organizaciones que comparten la misma forma- y, entonces, que compiten por los
mismos recursos.
Mientras que los argumentos sociológicos neo-institucionales a menudo han sido aplicados al nivel de la
organización individual (P. ej. Powell, 1988) y de la población (P. ej. Baum y Oliver, 1992), mucho del
trabajo ha tenido lugar en el nivel del campo organizacional, definido como un conjunto de poblaciones de
organizaciones interdependientes que participan en el mismo sub-sistema cultural y social (DiMaggio y
Powell, 1983, Scott y Meyer, 1983). Tanto el nivel de campo como el de población nos llevan de un nivel
centrado en la organización individual o diádica, a un nivel más sistémico de análisis.
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Ellos centran su atención no en las organizaciones dentro de ambientes, sino en la organización del
ambiente, con atención a las organizaciones como jugadores importantes (Davis y Powell, 1992; Scott y
Davis, 2007; cap. 10).
Al moverse hacia el nivel de campo, las primeras formulaciones (P. ej. DiMaggio y Powell, 1983; Scott y
Meyer, 1983) le prestaron mucha atención a las características relaciones y estructurales de los campos,
dejando de lado los elementos simbólicos o culturales. Desarrollos más reciente (P.ej. Havemany Rao,
1997; Rao, Monin y Durand, 2003; Scott et al., 2000) enfatizan la co-producción de sistemas relacionales y
de significados como los elementos constituyentes de los campos.
La noción de campos sirven para una variedad de funciones en el análisis institucional- como el locus de
variables independientes que perfilan las formas organizacionales; como sistemas intermedios, que
median entre las organizaciones y fuerzas societales más amplias; y ellas mismas como variables
dependientes, sistemas cuyas características deben ser explicadas (Scott, 1994; 2001).
Los argumentos al nivel de campo sirven para recordarle a los analistas que
·Las organizaciones operan en sistemas compuestos tanto por formas similares como distintas.
·Las organizaciones operan en sistemas de organizaciones involucradas en relaciones tanto
cooperativas como competitivas.
·El “ambiente” en que dichas organizaciones operan está en sí mismo organizado- exhibe una
estructura cultural y social distintiva.
·La relación estructural de los campos proveen locaciones diversificadas para las organizaciones
individuales.
·Las organizaciones son afectadas no sólo por actores e ideas locales, sino también por actores e ideas
distantes.
·Las organizaciones están involucradas tanto en conexiones horizontales (Cooperativas-competitivas)
como verticales (De poder y autoridad).
·Las organizaciones están afectadas no sólo por las relaciones de intercambio en que ellas participan
sino también por la existencia de sistemas similares (Que exhiben equivalencia estructural) a ellas mismas.
Algunos conceptos de campo sobreestiman el grado en que los participantes del campo sostienen creencias
similares en cuanto a metas, normas y lógicas sociales. Por ejemplo, muchos investigadores han definido
los campos en términos de arenas relativamente estables de productos o servicios o en términos de
concepciones gerenciales compartidas de “quién está en el mismo negocio en que estamos nosotros”
(Porac y Thomas, 1990).
Como sea, también es cierto que, relativamente temprano, los analistas reconocieron que los campos a
menudo eran sitio de conflicto entre facciones contenciosas (P. ej. DiMaggio, 1991) Y, más recientemente,
Hoffman (1997; 1999), entre otros, ha argumentado que algunos campos se forman alrededor de asuntos
antes que en términos de productos comunes o mercados.
Por ejemplo, las compañías químicas participan en un campo en disputa definido por diferencias entre sus
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impactos medio-ambientales y sus responsabilidades- tal como se formulan por las compañías, grupos de
activistas medio-ambientales, agencias gubernamentales regulatorias y los medios, tanto generales como
específicos a la industria. Las lógicas son formuladas y las relaciones se estructuran tanto por el
desacuerdo como por el acuerdo, y los teóricos institucionales recurren para ayudarse, cada vez más, con
los teóricos de los movimientos sociales y sociólogos políticos para entender estructuras y procesos a nivel
de campo (Clemens & Cook, 1999; Davis et al., 2004).
Fligstein (2001b: 107) ha urgido elocuentemente sobre los beneficios de ver los campos como “órdenes
sociales locales” que constituyen los bloques básicos de los sistemas sociales contemporáneos. El
concepto engloba sistemas delimitados que van desde los mercados y los dominios de políticas hacia
arenas menos estructuradas y contestadas en que los movimientos sociales operan.
El ver mercados de productos o de trabajo como campos, es inscribir en el proceso competitivo, que es el
principal foco de atención del análisis económico, dentro de un lienzo más amplio que incluye múltiples
tipos de jugadores, cada uno trabajando para “crear y mantener un mundo estable dentro [de cada
organización participante] y producir relaciones sociales a lo largo de empresas [y otras unidades] en orden
de permitirles sobrevivir a ellas” (Fligstein, 2001a: 70).
DE LAS INFLUENCIAS IRRACIONALES A MARCOS DE ANÁLISIS PARA LA ACCIÓN
RACIONAL
Las primeras formulaciones llevaban el supuesto implícito de que las instituciones socavaban las acciones
y decisiones racionales. Términos tales como “mito”, “ceremonial” y “conformidad superficial” olían a
subterfugios y a “humo y espejos” (Perrow, 1985). Como consecuencia, académicos en gestión y
organización de corrientes tradicionales, rechazaron a los institucionalistas como si estuvieran tratando
aspectos superficiales y no serios de las organizaciones.
El centrar la atención en explicar las características no-racionales de las organizaciones amenazaba con
condenar a los teóricos institucionalistas a jugar un papel subordinado a los analísticas racionales (en sus
numerosas formas), quienes con seguridad podían dedicarse a los aspectos adultos de construir
explicaciones de organizaciones eficientes, dejando a los institucionalistas los despojos (el error, el
subterfugio, el ritualismo) que daban cuenta de los errores residuales de sus ecuaciones.
Yo pienso, que no era una buena división del trabajo, para los institucionalistas.
Al asunto no le ayudaba el hecho de que mucho de las primeras investigaciones de los académicos
institucionales se enfocaba en organizaciones “suaves”: Escuelas, agencias públicas y organizaciones no-
gubernamentales. La teoría institucional parecía estar condenada a examinar las facetas no-racionales en
organizaciones de mercado o a estudiar organizaciones grandemente protegidas de las fuerzas
competitivas.
Para contrarrestar ésta tendencia, algunos académicos comenzaron a repensar y revisar la agenda anterior.
Replanteándonos en una posición intermedia, Meyer y yo (Scott & Meyer, 1983, 1991) propusimos que
todas las organizaciones operan tanto en ambientes técnicos (mercado) como en institucionales, pero que
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el grado de la presión impuesta por cada uno variaba entre los distintos tipos de organizaciones. En
consecuencia, organizaciones tales como bancos y hospitales operaban en ambientes que contienen altas
demandas tanto en el frente técnico como en el institucional; escuelas y hospitales psiquiátricos, en
ambientes con un alto grado de demanda en cuanto a institucionalización, pero bajo en lo técnico; empresas
manufactureras, en ambientes con un alto grado de requerimientos técnicos, pero de bajos requerimientos
institucionales; y organizaciones, tales como clubes de salud o guarderías, se enfrentaban con bajas
demandas (y recibían poco apoyo) en cualquiera de los dos tipos de ambientes. En consecuencia, las
organizaciones en estos ambientes tienden a ser relativamente débiles y de terminación rápida.
Esta tipología tiene utilidad, pero corteja el peligro de desestimar el grado en que los arreglos técnicos de
mercado son ellos mismos definidos y constituidos por procesos institucionales. ¿Qué criterios se utilizan
para afirmar la calidad y la eficiencia? ¿Qué reglas se usan para regular la competencia? ¿Qué estrategias
pueden ser usadas? ¿Qué tipo de actores (individuales y colectivos) son reconocidos como jugadores
legítimos? Estas y otras preguntas que definen a los mercados y a los mecanismos de mercado son ellas
mismas determinadas por procesos institucionales. Los procesos institucionales forman los arreglos
técnicos de mercado así como también a los componentes especializados dentro de estos sistemas.
Los comienzos de una más completa y robusta formulación institucional comenzaron a surgir en los
principios de la década de los noventa. Powell (1991: 183-84) llamó la atención sobre lo que él acuñó como
un “institucionalismo restringido” que llevaba a una “desafortunada partición del universo
organizacional”. Sugirió que los institucionalistas debieran de redirigir su atención a “mostrar cómo las
fuerzas políticas e institucionales asentaban el esquema para el establecimiento de la acción económica”
(p. 187). En una vena similar, Orrù, Biggart y Hamilton (1991: 362) insistieron que “los arreglos
institucionales jugaban un papel importantísimo y que pueden ser observados en el corazón mismo de los
ambientes regulados por el mercado y técnicamente dominados”. Whitley (1992a, 1992b) procedió a
examinar las “distintivas 'recetas de negocios' en varios ambientes institucionales”… “que se establecieron
como las formas dominantes de la organización de negocios en diferentes sociedades” (1992b:125).
Estos y otros estudiosos institucionales comenzaron a reconocer que las reglas, normas y sistemas de
creencias sostenían las bases de todos los sistemas sociales estables, incluyendo los sistemas económicos.
Los procesos institucionales no están restringidos a los reinos que carecen de procesos competitivos entre
los contendientes. En vez de eso, dichos procesos proveen de las reglas y normas que gobiernan la
competencia y las plantillas culturales que proveen los repertorios de la acción estratégica (Clemens,
1997). En breve, el concepto de institución provee una manera de examinar la compleja interdependencia
de los elementos racionales y no-racionales que juntos comprenden cualquier situación social.
DE LA ESTABILIDAD INSTITUCIONAL AL CAMBIO INSTITUCIONAL
El concepto de institución claramente connota estabilidad y orden, pero eso no significa que las
instituciones no se sometan al cambio. Los sistemas institucionales se sujetan al cambio tanto por razones
externas como internas. El cambio exógeno puede ser ocasionado por disrupciones que ocurren en
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sistemas vecinos o más amplios -ya sea por razones políticas, económicas o sociales- que desestabilizan las
reglas y entendimientos existentes. Frecuentemente, quienes transportan “nuevas” lógicas institucionales
invaden desde reinos “extranjeros” y colonizan campos estables ya existentes -ejemplos recientes de esto
incluyen a la salud pública (Scott et al., 2000) y el campo editorial (Thornton, 204). Las fuentes endógenas
de cambio incluyen brechas o inadecuaciones entre los macro-sistemas y micro-actividades en respuesta a
circunstancias particulares, inconsistencias existentes entre los elementos institucionales o los marcos en
competencia y la persistencia de un bajo nivel de desempeño en relación a las expectativas (Sewell, 1992;
Scott, 2001, cap. 8; Dacin, Goodstein y Scott, 2002).
Los primeros estudios empíricos se concentraban en demostrar los efectos institucionales, los
investigadores conducían estudios transversales para examinar el efecto de contextos institucionales
particulares. Estos estudios empleaban un diseño más dinámico enfocado a la difusión de elementos
institucionales seleccionados a lo largo del tiempo, p.ej. reformas al servicio civil o la homogeneización
creciente en estructuras institucionales (Tolbert & Zucker, 1983; Meyer et al., 1988). El tema era el cambio
institucional, pero la atención en estos primeros estudios se restringía al cambio convergente.
La primera investigación de cambio institucional que involucraba interacciones conflictivas o
contenciosas fue el estudio de DiMaggio (1991) sobre la institucionalización del campo de museos de arte
como uno que transportaba la “alta cultura” en los EEUU durante el periodo de 1920-1940. Este estudio se
enfocaba en la competencia que se desarrolló entre dos modelos para organizar los museos, tal como
facciones de profesionales competían por el control (incluyendo el apoyo de influyentes fundaciones tales
como la Carnegie Corporation). DiMaggio amonestaba a sus compañeros institucionalistas con que: La
negligencia por parte de los investigadores de los procesos de estructuración, provee una visión
unidimensional del cambio institucional que enfatiza la evolución como dada por sentado, no-dirigida, no-
conflictiva a expensas de los procesos intencionales (pero limitados racionalmente), gerenciados y
orientados por el conflicto que definen los campos y les asigna trayectorias que eventualmente aparecen
como desarrollos 'naturales' tanto para los participantes como para los observadores (p. 268).
Al invocar el concepto de “estructuración”, DiMaggio enlazó útilmente los argumentos institucionales a la
teoría de la estructuración de Giddens (1979) (Véase también, DiMaggio, 1983). Como se discutió
brevemente arriba, Giddens propuso resolver la división de la era-dorada con una salida que favorecía los
argumentos estructurales, al enfatizar las constricciones al comportamiento existentes; por parte de
quienes abogaban por la acción, quienes privilegiaban la posibilidad de la acción autónoma. Su solución
sugiere que los reclamos de ambos campos tienen parte de verdad, que ellos pueden ser reconciliados al
reconocer que las estructuras son tanto producto como contexto para la acción. Las estructuras proveen un
contexto en marcha dentro del cual la acción transpira, pero ellas mismas tanto se reproducen como
cambian por los entendimientos y las acciones hechas por actores cognoscentes, intencionados y
reflexivos. Más generalmente, en Giddens y formulaciones relacionadas, las estructuras están
conceptualizadas como procesos: las estructuras sólo existen si y en el grado en que son continuamente Revis
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producidas y reproducidas. Y, por supuesto, un número en aumento de estudiosos ha tomado una visión
procesual del organizar/organización (Scott, 2004; Scott & Davis, 2007: cap. 14).
Se han llevado a cabo un buen número de estudios para examinar la construcción de arreglos
institucionales y sus campos organizacionales asociados (P.ej. Dezalay & Garth; Lounsbury, Ventresca &
Hirsch, 2003). Se han unido a dichos estudios un número en aumento de investigaciones de procesos de
conflicto y/o de desinstitucionalización- el colapso de instituciones existentes y su reconstrucción gradual
hacia nuevas configuraciones (P. ej. Campbell & Pedersen, 1996; Holm, 1994; Stark, 1996; Scott et al,
2000; Thornton, 2004; Schneibeg & Soule, 2005).
Desde mi punto de vista, la atención renovada al cambio y, más ampliamente, el reconocimiento del valor
de estudios longitudinales de organizaciones, poblaciones organizacionales y campos organizacionales, es
bienvenido como otro indicador de la maduración de los estudiosos institucionales puesto que atiende la
continuada importancia del contexto histórico, la dependencia de senderos y la co-evolución de las
organizaciones e instituciones (Véase Pierson, 2004).
COMENTARIOS FINALES
Mi intención era el describir algunos de los más importantes cambios que han ocurrido en nuestro
pensamiento sobre los procesos institucionales. Para mí, han ocurrido muchos progresos desde la
aparición de aquellos artículos inaugurales de hace tres décadas, apuntando a una nueva explicación para la
estructura organizacional. El progreso ha tomado muchas formas, incluyendo la elaboración y
clarificación teórica, ampliando el campo de aplicación de las ideas, mejorando los indicadores empíricos
y fortaleciendo las herramientas metodológicas. La evidencia sugiere que han ocurrido mejoras en todas
estas áreas. También he subrayado el esfuerzo hecho para corregir malas conexiones o limitaciones que
aparecían en las formulaciones fundacionales.
Un importante indicador del éxito es el aumento en el número y variedad de académicos que está siguiendo
una agenda institucional en el estudio de organizaciones. Todos los indicadores apuntan a una empresa en
expansión, así como una comunidad de estudiosos que desarrollan y prueban los argumentos
institucionales en los niveles intra-organizacionales (Esbach, 2002), organizacional (Palmer & Biggart,
2002) e inter-organizacional (Strang & Sine, 2002).
En un anterior ensayo, en1987, yo describía a la teoría institucional como que estaba luchando a través de
su adolescencia (Scott, 1987).
Hoy, observo una impresionante evidencia de desarrollo: signo substancial de una creciente maduración.
Quizás no es prematuro el sugerir que en ésta coyuntura, nuestro proyecto de estudio ha llegado a un
saludable estado de joven adultez.
Notas
Scott, Richard W. (2008), Approaching Adulthood: The Maturing of Institutional Theory, in Theory and Society, Special
Issue, No. 37: 427-42. An earlier version of this paper was presented at the conference “The Cultural Turn IV: Instituting &
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Institutions,” University of California, Santa Barbara, March 2003.
La teoría institucional tiene una larga y compleja historia que data de la mitad del siglo XIX. Importantes contribuciones se
han hecho a las ciencias sociales (Véase Scott, 2001). Este artículo se limita al periodo más reciente –los desarrollos desde 1977-
y se concentra en los esfuerzos hechos por sociólogos y estudiosos de la gestión para entender las conexiones entre marcos
institucionales y las fuerzas y organizaciones.
La revisión se limita primordialmente a la teoría e investigación institucional hecha por estudiosos norteamericanos. Los
institucionalistas europeos han seguido una trayectoria algo diferente (Véase Tempel y Walgenbach, 2006).
Expresión en inglés “Cake of custom” acuñada por Walter Bagehot, pensador británico del siglo XIX. La expresión denota el
conjunto de costumbres en las que una sociedad está sumergida.
Para críticas anteriores a estas tendencias determinantes, véase Perrow, 1985, 1986; Hall, 1992.
Este (sobre) énfasis continua hasta ahora y recuerda un elemento que continua caracterizando el trabajo más reciente de
Mayer sobre procesos isomórficos en el nivel global (Véase Meyer et al, 1997; Drori, Meyer & Hwang, 2006).
New Archivalism' en el original.
Para esta traducción se respetó el formato original de la citación y las referencias bibliográficas.
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