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Organizaciones económicas locales: tensiones entre el centro y la periferia. Estudio de caso de la Cooperativa de Mercados Campesinos del Meta (CMCM). Tesis de grado Pablo Alberto Posso: 201311034 Dirigida por la profesora Natalia Ramírez-Bustamante Universidad de los Andes Facultad de Derecho Bogotá D.C 2018

Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

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Page 1: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

Organizaciones económicas locales: tensiones entre el centro y la periferia.

Estudio de caso de la Cooperativa de Mercados Campesinos del Meta

(CMCM).

Tesis de grado

Pablo Alberto Posso: 201311034

Dirigida por la profesora Natalia Ramírez-Bustamante

Universidad de los Andes

Facultad de Derecho

Bogotá D.C

2018

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1. Introducción:

Este trabajo aporta información para entender las tensiones que afrontan los

pequeños productores que participan en los mercados campesinos. Esta tensión

se produce, por un lado, entre las autorizaciones dadas por las respectivas

autoridades locales (Gobernaciones, Alcaldías o Consejos) para la realización de

los mercados campesinos en diferentes espacios de las ciudades donde éstos se

llevan a cabo y por otro lado con el nivel central por los requisitos exigidos por el

INVIMA para la transformación y venta de productos aptos para el consumo

humano. En otras palabras, existe un conflicto de normas debido a que desde el

nivel central y con base en los requisitos del INVIMA, ninguna persona podría

comercializar productos transformados para el consumo humano si no posee un

registro sanitario o una licencia sanitaria, sin embargo, las autoridades locales han

autorizado a ciertas cooperativas en diferentes lugares de Colombia para que

tengan un espacio de comercio en donde pueden vender productos para el

consumo humano.

Consecuentemente y en aras de ofrecer información que pueda ser útil para

entender de mejor manera las tensiones que vive el campesinado que hace parte

de los mercados campesinos el presente documento se dividirá en dos partes: en

la primera se describen los mercados campesinos; en específico hago un

recuento sumario de la creación de espacios locales de comercio para el ingreso

del campesinado al mercado de forma más justa y equitativa como respuesta al

desplazamiento que ha visto el campesinado en Colombia por la agro-industria.

Esta parte también se ocupa de describir cómo están compuestos los mercados

campesinos, es decir, identificar quiénes participan como productores, qué

productos se comercializan en estos espacios, cómo se crean cadenas de valor

alternativas, cómo se controla la oferta y la demanda de productos, y también se

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explica cuáles son los mecanismos a través de los cuales se garantiza la calidad

de los productos comercializados en estos espacios. Finalmente, en esta parte se

argumenta a favor de los efectos positivos que tienen los mercados campesinos

sobre sus participantes, se ilustrará cómo estos espacios de comercio no poseen

una legislación especial que rija sus actividades y por último, se expondrá la forma

en que estos espacios de comercio son regulados por las autoridades locales.

En la segunda parte se ilustrará en mayor medida la tensión entre los entes

territoriales y el ente central entorno al otorgamiento de autorizaciones para la

venta de productos de consumo humano que se lleva a cabo en los mercados

campesinos. Para ello se mostrará en primer lugar los requisitos del INVIMA y sus

costos para poder obtener el registro o permiso sanitario que permite la venta de

productos transformados para el consumo humano. Con base en la información

obtenida en un grupo focal realizado a los organizadores y fundadores de la

Cooperativa de Mercados Campesinos del Meta, se hará énfasis en las tensiones

producidas en los campesinos que hacen parte del mercado. Finalmente se

ilustrarán las razones por las cuales los productores participantes de estos

mercados no pueden llegar a obtener el INVIMA y de la forma como han

reaccionado los participantes de los mercados campesinos a la presente tensión

jurídica.

2. Mercados campesinos.

Los mercados campesinos son una respuesta del campesinado al desplazamiento

que han sufrido las formas tradicionales de producción por parte de la agro-

industria. En esta sección me ocupo de ofrecer, como contexto al presente

estudio, respuesta a las siguientes preguntas: ¿que son las formas tradicionales

de producción?, ¿Qué relevancia tiene las formas tradicionales de producción para

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Colombia? Y ¿Cuál ha sido el desplazamiento que han vivido los campesinos por

la agro-industria?

Las formas tradicionales de producción familiar agrícola son aquellas en donde la

productividad no se basa en el mercado bajo relaciones de trabajo subordinadas,

sino en las relaciones familiares como la fuerza laboral que busca la subsistencia.

En otras palabras, la unidad familiar es la fuerza laboral, es decir, que la fuerza de

trabajo utilizada es la de los diferentes miembros de la familia, donde él o la jefa es

parte de la fuerza de trabajo (Chayanov, 1975). Este tipo de trabajo también se

caracteriza por ser realizado en condiciones de acceso limitado a la tierra, al

capital y a la tecnología. De esta manera en las formas tradicionales de

producción hay una diversificación en los productos y actividades pudiendo ser

éstas agrícola, pesquera, acuícola, pecuaria o silvícola (FAO, 2012). Así mismo

hay una cercanía entre la producción y la vivienda, habiendo así un interés en

prácticas que sean sostenibles con el medio ambiente, ya que el producido de

estos pequeños predios es usado para la subsistencia de las familias que trabajan

en estos y el excedente de los productos que se dan en estos predios son

comercializados.

Estas formas de producción familiares agrícolas son relevantes para el contexto

colombiano, ya que representaron el 67,3% de la producción agrícola para el año

2010 y el 62,9% del valor de la producción agrícola nacional para el año 2010

(Forero 2010). Por consiguiente, la producción agrícola y por ende la seguridad

alimentaria del país se basa prioritariamente en modelos de producción no

industrializados (Forero, 2010). En paralelo, Machado y Vargas (2011) sugieren la

existencia de una relación inversa entre la productividad y la extensión de los

predios rurales. En otras palabras, estos autores sugieren que, al ser los predios

de menor tamaño, diversificados y sostenibles ambientalmente, muestran su

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capacidad de contribuir a la economía nacional y ser eficientes al mismo tiempo.

Pese a esto, el 44% de las unidades familiares de producción agrícola para el año

2010 tenían ingresos por debajo de medio salario mínimo (el 53% en el caso de

los ubicados en la zona rural y el 17% de los urbanos), y el 68% por debajo del

salario mínimo en el mismo año (Garay 2010).

En paralelo, la agricultura ha sufrido un proceso de industrialización para poder

responder así a la demanda mundial de alimentos (Bonnano y Cavalcanti, 2011).

De esta manera, la agricultura tiene como particularidad que es una industria

basada en la utilización de recursos naturales. En aras de garantizar la

productividad la agricultura requiere la implementación de procesos de

tecnificación y mecanización. Este proceso de industrialización ha creado una

competencia de oferta y demanda basado exclusivamente en el precio del

producto. De esta forma la agricultura industrializada ha ido desplazando otras

formas tradicionales de producción no basadas en el mercado sino en la familia

(Friedman, H. 2002). Esto implica que los pequeños productores suelen optar por

vender sus tierras por la alta competitividad del mercado y entrar a la cadena de

producción de las grandes compañías como trabajadores con empleos

temporales, labores poco estables y generalmente con trabajos con menos

acreencias laborales.

La agricultura industrializada ha sido introducida al país como el aspecto central

de la política agraria de Colombia. Consecuentemente, a partir de 1970 se agregó

a la agenda pública la promoción de actividades de agro combustibles e

industrialización del campo mediante los programas llevados a cabo por

instituciones financieras internacionales (Banco Mundial, 2008). En Colombia este

modelo económico fue adoptado e ingresó en la agenda pública como consta en

los planes de desarrollo a partir del año 2000 en adelante y en documentos

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CONPES de la misma época (Jaramillo, 2002; DNP, 2007; CONPES 3510, 2008).

Este ingreso en la agenda pública de la agroindustria como modelo central de

producción agrícola del país provocó el abandono por parte del Estado de las

formas tradicionales de producción agrícola.

En este contexto, los mercados campesinos surgen como un modo de resistencia

a la agro-industria, al abandono del campo por parte del Estado y al

desplazamiento de sus formas tradicionales de producción. Esta forma de

resistencia busca la creación de nuevas formas de producción que puedan

coexistir y competir con la agroindustria (Bonnano y Cavalcanti, 2011). De ahí que

los campesinos en un primer momento identifiquen sus raíces culturales y sus

procesos tradicionales con la finalidad de moldearlos, probarlos y transformarlos

para poder así confrontar el modelo predominante agroindustrial (Bonnano y

Cavalcanti, 2011). En un segundo momento, los campesinos realizan una

cooperación tanto horizontal como vertical en aras de crear un espacio de

comercio en donde puedan controlar mediante la creación de cadenas de valor1

alternativas la calidad de sus productos, la utilización exclusiva de sus productos

para la transformación de los mismos, la oferta y la demanda, y los precios de

estos (Bonnano y Cavalcanti, 2011). Por lo tanto, la finalidad de la resistencia es la

inclusión de las formas tradicionales de producción agrícola en los diferentes

mercados de alimentos y en las cadenas de valor, mediante la adaptación de sus

prácticas de producción y la transformación del rol que asume el campesinado en

la cadena de valor de un simple productor a un comercializador que controla toda

la cadena de valor. De esta manera el campesino logra apropiarse del valor

agregado de sus productos transformados al venderlos directamente al

1 Entiéndase por cadena de valor el proceso por el cual un producto va ganando valor a la medida que va superando la

etapa desde la materia prima hasta que llega al consumidor final, siendo dichos eslabones, la producción, la

comercialización y la transformación de los productos (Acosta, 2006). La presente función se da con la finalidad de agregar

o aumentar valor del producto en cuestión, a lo largo de diferentes eslabones (Acosta, 2006).

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consumidor final. Esto último debería garantizar el ingreso al comercio de los

campesinos de forma más justa y equitativa.

Por consiguiente y siguiendo los planteamientos del Bonanno (1994) la producción

agrícola tradicional puede llegar a ser más competitiva si los individuos que la

componen, en un primer momento identifican sus cualidades y desventajas para

después adaptarse, asociarse y posicionarse en un punto de la cadena de valor

que le sea más favorable. De ahí que, las unidades agrícolas familiares en la

actual estructura económica orientada a los alimentos en masa afrontan dos

opciones; La primera es adherirse a la agroindustria y la segunda es la

restructuración de sus actividades rurales mediante la identificación, adaptación y

modificación individual de su producción para así unirse bajo una colectividad

para poder ingresar a otros eslabones de las cadenas de valor como la

transformación de sus productos y la comercialización, creando así una

alternativa de consumo y de producción al modelo predominante neoliberal

(Bonanno, 1994). Así las cosas, la investigación de Albert Berry (2014) plantea

que la agricultura campesina utiliza más mano de obra y tiene una mayor

capacidad para generar empleo por hectárea que la agroindustria. En

consecuencia, Berry concluye que en la agricultura campesina se han reducido los

costos en compra de insumos y venta de productos al implementar diversas

formas de organización y cooperación (Berry 2014).

De acuerdo con lo que se ha dicho, una de las grandes finalidades que buscan los

mercados campesinos es la transformación del pequeño productor en un

comerciante. En este orden de ideas, los mercados campesinos buscan

acortar la distancia entre los pequeños productores y los consumidores

finales del producto transformado. Lo anterior implica que el campesino no

solo produzca la materia prima en el primer eslabón de la cadena de valor,

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sino también que la transforme para que pueda éste obtener el valor

agregado del producto permitiendo así que el pequeño productor pueda

ingresar de manera más justa y equitativa al mercado. Así las cosas, y en

palabras del fundador Marco Antonio Agudelo de la Cooperativa Mercado

Campesino del Meta (en adelante CMCM): “nosotros fundamos la

cooperativa con la finalidad de que el productor campesino tenga un

espacio de comercio en donde él pueda vender sus productos a un mayor

precio que en los canales tradicionales de comercio y que el comprador

tenga opciones de compra más baratas de productos que por su calidad

serían más costosos en los canales tradicionales de comercio” (Agudelo, M.

Entrevista de 24 de noviembre de 2018). Por ejemplo, señaló Marco

Antonio Agudelo que: “un tarro de mermelada artesanal tiene un precio de

$5.000 pesos en nuestro mercado, mientras un tarro de mermelada

artesanal vendida en el Carulla oscila entre los 12.000 pesos a los 16.000

pesos” (Agudelo, M. Entrevista de 24 de noviembre de 2018). Por

consiguiente, la cooperativa es pensada desde un inicio como un espacio

que permite una comercialización más justa que los canales tradicionales

de comercio.

2.1 Funcionamiento y tipos de participantes de los mercados campesinos.

Ya ilustrada la razón por la cual se crean los mercados campesinos, se pasará a

mostrar cómo funcionan estos espacios de comercio. En primer lugar, vale la

pena recalcar el hecho de que los mercados campesinos se han realizado en

diversas zonas de país, tales como el Meta, Boyacá, Cundinamarca y Medellín,

entre otros. En segundo lugar, los participantes de los mercados campesinos son

de dos tipos, los compradores y los productores. Los productores deben cumplir

ciertos requisitos para poder participar en los mercados campesinos. El primero es

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que éstos deben ser productores campesinos primarios o secundarios, es decir

que deben ser campesinos que producen directamente de la tierra la materia base

o que transforman dichos productos bases en otros productos y el segundo es que

no pueden ser un distribuidor (Agudelo, M. Entrevista de 24 de noviembre de

2018). Además de lo dicho, los mercados campesinos también exigen que se les

brinde información del producto que pretenden vender los campesinos. Lo

anterior, con la finalidad de que la cooperativa realice un estudio para cuidar la

oferta y la demanda. En paralelo, la cooperativa analiza si la inclusión de ese

productor en el mercado podría llegar a desestabilizar la demanda y la oferta de

ese producto y por ende dañar el precio.

En este punto en concreto, un estudio cuantitativo realizado en el departamento

del Meta en el año 2015, que evaluó a los participantes productores y

compradores del mercado campesino realizado en diferentes polideportivos de la

ciudad de Villavicencio ha arrojado datos relevantes de la composición de los

participantes de los mercados campesinos de esta región (Róbles, 2015); hay una

importante participación de la mujer con un 40% como productores y vendedoras

(Róbles, 2015); Así mismo el 80% de los participantes compradores eran menores

de 40 años (Róbles, 2015); otro dato importante es que el 56% de los

encuestados manejan un tipo de cultivo integrado, ya que hacen uso de

agroquímicos (Róbles, 2015); y finalmente, la mano de obra empleada por los

productores corresponde en un 73% al trabajo de algún familiar (Róbles, 2015).

De estos datos se confirma el hecho que la forma de producción que utilizan estos

mercados campesinos sí es la tradicional, ya que la mano de obra empleada por

los productores en casi su mayoría es por algún miembro de su familia.

En los mercados campesinos no solo se comercializan productos base o primarios

tales como fruta y verdura, sino que también se transforman dichos productos a

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otros que son aptos para el consumo humano, tales como jabón, perfumes, vinos,

y quesos, entre otros. Consecuentemente, los mercados campesinos manejan

tres tipos de productos: los base, los procesados y los productos insumo (Agudelo,

M. Entrevista de 24 de noviembre de 2018). Los primeros hacen referencia a todos

aquellos productos que son vendidos sin ningún tipo de procesamiento, por

ejemplo, yuca, papaya, piña, plátano, etcétera. El segundo tipo de producto que se

vende en los mercados campesinos del Meta son aquellos productos que son

transformados y vendidos a partir de los productos base, tales como yogurt, jugos,

panadería, perfumería, etcétera. Por último, hay productos que son vendidos como

insumos para el cultivo limpio, libre de pesticidas y artesanal.

La transformación de productos realizada dentro de los mercados campesinos se

hace a partir de productos emanados de participantes productores de la misma

cooperativa. Es decir, y en palabras de la cofundadora del mercado campesino del

Meta “aquí por ejemplo la señora que vende jugos, le compró la pulpa a la señora

que procesa la fruta, quien a su vez le compro esa fruta a un productor del mismo

mercado, el cual le compro los insumos a otro productor en el mercado

campesino, de esta manera, todos los productos que consumes en el mercado

campesino fueron transformados con insumos del mismo mercado” (Vázquez, L.

Entrevista de 24 de noviembre de 2018). En paralelo, también se crean cadenas

de valor en torno a productos de clima frío y caliente, ya que, de acuerdo con la

misma entrevistada “nosotros como mercado campesino poseemos alianzas con

otras cooperativas para realizar el intercambio de productos y espacios de

comercio, por ejemplo, nosotros mandamos mensualmente un camión con

productos de clima caliente como el mango, la papaya y la piña para que después

dicho camión se devuelva con productos de clima frío como la fresa, la mora y la

papa” (Agudelo, M. Entrevista de 24 de noviembre de 2018).

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2.2 Los efectos de participar como vendedores en los mercados

campesinos.

Los mercados campesinos han tenido diversos efectos positivos en las vidas de

sus participantes. Autores como Andrea González han mostrado cómo los

mercados campesinos en la ciudad de Medellín han tenido efectos positivos para

variables como el nivel educativo de los participantes, poder tener acceso a

crédito, a mejorar la infraestructura de la vivienda y a que los participantes puedan

ingresar al sistema de seguridad social (González, 2015). Consecuentemente

también se han incrementado los niveles de producción y ventas por lo cual para

varios participantes del mercado les ha sido necesario contratar mano de obra,

formalizar sus actividades y certificar sus productos (González, 2015).

En concordancia con lo dicho, la autora Adriana Chaparro realizó una

investigación en cuatro departamentos de Colombia en donde se realizan

mercados campesinos (Boyacá, Cundinamarca, Meta y Huila) en aras de saber si

las personas que hacían parte de los mercados campesinos eran sostenibles

económicamente. Chaparro encontró un grupo de factores relacionados de

manera positiva con la sostenibilidad de las economías campesinas, ya que, si se

cumplen estos elementos la unidad familiar agrícola se percibe más ingresos. Por

ejemplo Chaparro sugiere que inciden positivamente los siguientes: en primer

lugar, debe haber la valoración campesina de aspectos sociales y ambientales del

entorno rural, ya que permite adoptar posibles mejoras al proceso de producción

sin afectar su características campesinas; en segundo lugar otro elemento que

permiten al campesino percibir más ingresos es la producción orgánica y

agroecológica que genera entre otras cosas una menor dependencia por insumos

externos; En tercer lugar, el trabajo familiar le permite al pequeño productor

ahorrar en costos de producción, ya que no depende de una fuerza laboral

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externa; En cuarto lugar, el autoconsumo es vital para la unidad agrícola familiar

ya que de esta manera se pueden suplir necesidades del ámbito familiar

ahorrando de esta manera recursos que pueden ser invertidos en otras cosas; en

último lugar, la participación en los mercados campesinos es de suma importancia

para los pequeños productores ya que estos espacios les garantiza una entrada al

mercado de forma más justa y equitativa (Chaparro, p.237).

Chaparro recalca que, aunque el 50% de los ingresos de los productores que

hacen parte del mercado campesino provienen de éste y que cada sistema

produce lo suficiente para que las unidades agrícolas agrarias puedan subsistir, el

estudio demostró que 8 de 10 productores presentaron pérdidas económicas en el

año 2011 debido a altos costos, baja productividad y bajos ingresos (Chaparro,

p.237). Por lo tanto, la economía campesina según el presente estudio, muestra

que estos productores no logran la sostenibilidad económica. A pesar de lo dicho,

se recalca el hecho que los productores campesinos dependen en un 50% sus

ingresos de los mercados campesinos, de esta manera se denota la importancia

de las cadenas del valor creadas por el mercado campesino para el productor.

En paralelo, el Observatorio de Desarrollo Económico (2011) realizó una

investigación de los mercados campesinos del centro del país. En ese texto se

analizan los mercados campesinos del centro del país y su impacto en la vida

social de los productores participantes. Los autores concluyeron que los mercados

campesinos pueden ser una gran alternativa para solventar condiciones poco

dignas de vida del campesinado en Colombia al generar más ingresos para ellos,

tecnificar su producción y certificar sus productos (ODEGC, 2011). Así mismo el

Observatorio argumenta que los mercados campesinos pueden proveer de

alimentos más económicos y de mejor calidad pudiendo ser una solución a la

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crisis alimentaria que el país afronta y que emana de una agro-industria

concentrada en la maximización de las ganancias (ODEGC, 2011).

En el caso en concreto del departamento del Meta la cooperativa que realiza los

mercados campesinos ya cuenta con 5 años de haber sido fundada. La

cooperativa cuenta bajo su colectividad a 22 asociaciones campesinas vinculadas

con más de 300 productores y 105 familias beneficiadas (PNUD, 2018). Además,

la Cooperativa de Mercados Campesinos del Meta (CMCM) ha mostrado durante

los últimos 5 años importantes resultados tales como haber alcanzado la

certificación de quince productos considerados limpios (PNUD, 2018). Así mismo,

la Cooperativa de Mercados Campesinos del Meta (CMCM) reporta ventas de

$1.000.000.000.00 de pesos anuales, han realizado 200 mercados campesinos

locales y cuentan con apoyo de 12 empresas regionales.

2.3 Formalización de los mercados campesinos desde el ámbito territorial.

Así las cosas, han sido diversas las formas como se han visto formalizado los

mercados campesinos en Colombia. En algunos casos como el meta y Medellín

los mercados campesinos son institucionalizados y formalizados por acuerdos

emitidos por los consejos municipales. En el caso del departamento del Meta los

mercados campesinos se encuentran institucionalizados por el acuerdo 272 del

concejo municipal de Villavicencio que otorga un espacio en diferentes barrios de

Villavicencio para su realización. En el caso de Medellín los mercados campesinos

se encuentran institucionalizados por el acuerdo 601 del concejo municipal de

Medellín que otorga cada domingo como espacio el parque lineal de esta ciudad.

En otros casos como Cundinamarca y Bogotá, los mercados campesinos son

utilizados como una política pública para solventar una problemática de seguridad

alimentaria. Tal es el caso del Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos y

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Seguridad Alimentaria para Bogotá (PMAASAB) promovido por el Decreto 315 de

2006, el cual consiste en la promoción de opciones alternativas en la producción,

transformación y comercialización de productos de origen agrícola. A pesar de lo

dicho, en Colombia la regulación que se ha realizado entorno a la temática ha sido

exclusivamente desde el ámbito territorial y se ha realizado para que se les

otorgue un espacio de comercio a las diferentes cooperativas. Sin embargo, en

Colombia no existe una regulación especial para que el campesinado pueda

certificar sus productos ante los ojos del Estado para comercializarlos sin

problema alguno. Consecuentemente, al campesinado lo cobija la misma ley que

cobija a los grandes y medianos transformadores de alimentos del país el cual es

el INVIMA.

3. Tensión entre el ente central (INVIMA) y los entes territoriales

(Gobernaciones, Alcaldías y Consejos).

La gran mayoría de los productos transformados que son comercializados para el

consumo humano en los mercados campesinos no poseen ni el registro sanitario

ni el permiso sanitario. Esta sección se ocupa de responder las siguientes

preguntas, ¿Qué es el INVIMA y qué regula?, ¿Cuáles son los permisos que

otorga el INVIMA? Y ¿Qué costos imponen dichos permisos a los productores

campesinos?

El INVIMA nació a raíz de la expedición de la Ley 100 de 1993 para ejecutar las

políticas en materia de vigilancia sanitaria y de control de calidad de

medicamentos, productos biológicos, alimentos, bebidas, cosméticos, dispositivos

y elementos médico quirúrgicos, odontológicos, productos naturales homeopáticos

y los generados por biotecnología, reactivos de diagnóstico y otros que puedan

tener impacto en la salud individual y colectiva (Artículo 245 de la Ley 100). Para

Page 15: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

cumplir estas funciones, el INVIMA expide dos tipos de documentos que autorizan

tanto a las personas jurídicas y naturales para envasar, transformar, fabricar,

importar y vender productos alimenticios para el consumo humano (Registro

sanitario y permiso sanitario).

El registro sanitario es el documento público emitido como una actuación

administrativa que expide el INVIMA y por el cual faculta al titular de los mismos a

elaborar, comercializar, importar, exportar, envasar, procesar, hidratar y vender

alimentos en general. Consecuentemente y acorde al manual tarifario del INVIMA

para el año 2019, este registro tiene un costo entre $5.500.000 millones de pesos

colombianos a $6.700.000 dependiendo del grado de peligrosidad del producto.

Por su parte el Permiso sanitario es el documento expedido por el INVIMA, por el

cual se autoriza a un microempresario para fabricar y vender alimentos de

consumo humano en el territorio nacional con sus excepciones (Carnes, sus

productos y sus preparados, leche en todas sus variedades, crema de leche,

mantequilla, quesos frescos y maduros, aceites o grasas de mantequilla,

mayonesa y productos preparados a base de huevo, enlatados, comidas pre

cocidas y congeladas de origen animal, agua envasada y alimentos infantiles),

estas excepciones hacen referencia a que los anteriores productos no requieren

permiso sanitario INVIMA, sino que requieren un registro sanitario. Este permiso

según el manual tarifario del INVIMA para el año 2019 tiene un costo entre

$3,000.000 millones de pesos a $5,700.000 dependiendo del tipo de producto y se

diferencia al registro, ya que solo se expide para microempresarios que no

comercializan productos excluidos. Los presentes registros deberán ser

renovados anualmente y además se deberá cancelar la cuota nuevamente.

En aras de lograr que la entidad emita dichos actos administrativos se requiere la

emisión previa de dos documentos: el certificado de cumplimiento de Buenas

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Prácticas de Manufactura (BPM) y la Certificación para establecimiento

procesador de alimentos y bebidas alcohólicas en condiciones sanitarias. En

estos dos casos los usuarios que desean sacar dichas certificaciones deberán

recibir una visita técnica por parte de funcionarios del INVIMA. En dicha visita se

acredita que un establecimiento procesador de alimentos y bebidas alcohólicas

cumple con las condiciones sanitarias y las Buenas Prácticas de Manufactura

establecidas en la legislación vigente. Dicha visita y la expedición de las

autorizaciones según el manual tarifario del INVIMA para el año 2019 tienen un

costo cada una entre $6.072.851,00 millones de pesos a $13.972.250,00 millones

de pesos. Además, dicha documentación tiene que ser renovada anualmente para

que se renueve el permiso sanitario o el registro sanitario y así mismo se debe

volver a pagar la cuota.

La CMCM no desconoce los requisitos que les impone el Estado mediante el

INVIMA para poder transformar y comercializar productos de consumo humano.

Sin embargo, sus participantes no poseen ni el capital económico ni la

industrialización necesaria para cumplir dichos requerimientos. Así las cosas, los

fundadores de la CMCM consideran que aun si los participantes consiguen los

recursos para poder sacar el registro o el permiso sanitario, le es imposible al

pequeño productor adaptar del todo su producción para cumplir con el BPM y la

certificación para establecimiento procesador de alimentos y bebidas alcohólicas

en condiciones sanitarias (Vázquez, L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018).

Esta situación se produce ya que el campesino debería no solo pagar los dineros

correspondientes para que le realicen la visita, sino también conseguir el capital

suficiente para industrializar toda su producción. De esta forma el campesino que

pretenda cumplir estos requisitos no solo vería afectado gravemente sus finanzas

sino también perdería sus raíces como productor artesanal y tradicional (Vázquez,

L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018). Por ejemplo, “si a la señora que

vende arequipe en el mercado se le quita la posibilidad de cocinar su producto con

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fogón de leña como lo piden ellos (INVIMA), ella perdería el sabor que caracteriza

su producto y, por ende, perdería la clientela que ha ganado por años” (Vázquez,

L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018).

Consecuentemente, se puede observar que la presente legislación solo tiene en

cuenta un tipo de producción y transformación de alimentos que es el

industrializado. Esto debido a que tanto los costos como los requisitos de

producción y manufactura que exige el INVIMA solo pueden ser cumplidos por la

mediana y grande empresa. Además de lo dicho, al exigir que el pequeño

productor cambie su modo de producción en su totalidad y no que lo adapte a

unas condiciones más seguras para el consumo humano, el campesino estaría

perdiendo ese punto diferenciador que le da más valor en el mercado el cual es la

producción tradicional o campesina.

Pese a lo anterior, el requisito del INVIMA no ha sido un impedimento para que los

campesinos que participan en la CMCM comercialicen sus productos. Esto debido

a que los productores “tienen que transgredir la ley ya que se están vulnerando

nuestros derechos, que no se puede vender comida en un polideportivo, pero,

¿qué hacemos?, si no se nos brinda un espacio adecuado ni ningún tipo de apoyo

del Estado, debemos subsistir y crear presiones para que se nos escuche, ya que

si el Estado no quiere informales debe generar las condiciones para que el

campesinado se formalice” (Vázquez, L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018).

Esto debido a que en palabras de la cofundadora Lilia Vázquez “falta legislación

entorno al campesino, ya que, si intenta formalizar sus actividades bajo los

requerimientos de hoy en día, este se quiebra” (Vázquez, L. Entrevista de 24 de

noviembre de 2018). Consecuentemente, el campesinado participante de la

CMCM busca sobrevivir como puede, de esta forma, al productor participante le es

irrelevante si el Estado los considera informales. Así las cosas, los productores

Page 18: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

buscan crear presión al Estado para que éste cree un régimen jurídico que en

primer lugar no los afecte financieramente y en segundo lugar no cambie

drásticamente sus formas de producción.

Así las cosas, se podría llegar a pensar que los productos comercializados en el

mercado campesino no son de calidad. Sin embargo, la CMCM tiene la necesidad

de poder generar confianza en el consumidor para que éste se sienta seguro de

consumir sus productos. De ahí que la CMCM posee un autocontrol en donde los

mismos participantes del mercado garantizan la calidad de sus productos. De esta

manera, el control de calidad de los productos que se comercializan en los

mercados campesinos se realiza de dos formas. La primera manera es mediante

el Sistema de Participación de Garantías (SPG) (Agudelo, M. Entrevista de 24 de

noviembre de 2018). En este tipo de sistemas el consumidor en cualquier

momento puede verificar el proceso de producción de los productos

comercializados en el mercado campesino. De ahí que y en palabras de la

cofundadora Lilia Vázquez “más que certificaciones internacionales, lo que a

nosotros (CMCM) nos interesa es la certificación social para que las personas se

acerquen, conozcan cómo producimos nosotros y puedan llegar a confiar en que

nuestros productos son de calidad y de producción campesina (CMCM)”

(Vázquez, L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018). De esta manera la

cooperativa ha buscado una certificación mediante la confianza que pueda llegar a

infundir en el cliente, esto debido a que el consumidor en cualquier momento

puede solicitar al productor o a la cooperativa que le muestren cuáles son los

procesos de transformación y producción para que el mismo consumidor pueda

verificar dichos procesos.

La segunda forma por medio de la cual se realiza un control de calidad de los

productos en los mercados campesinos, es mediante los protocolos de producción

Page 19: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

artesanal. Los protocolos son una guía que tiene que seguir el pequeño productor

para poder vender ciertos productos en el mercado campesino. De esta manera se

busca garantizar que su producto es de calidad y es de origen campesino. En el

mercado campesino del Meta existen en este momento tres protocolos de

producción tradicional de tres productos (café, panela y pollo). Cumplido este

requisito, el consumidor final sabe que, si desea adquirir panela, pollo o café del

mercado campesino, estos productos siguen un protocolo que dicta cómo tiene

que ser su proceso de producción, creando así confianza en el consumidor

(Vázquez, L. Entrevista de 24 de noviembre de 2018).

Como se puede observar con antelación los participantes de los mercados

campesinos a pesar de no poder seguir los lineamientos y requisitos del INVIMA sí

buscan auto-regularse en torno a la generación de confianza y la certificación

social de los productos comercializados en el mercado. Así las cosas, los

participantes del mercado campesino cansados del abandono del Estado no se

van a quedar cruzados de manos esperando a que se legisle un régimen especial

para ellos. Por lo tanto, los pequeños productores van a buscar soluciones por

fuera del Estado. De ahí que, las herramientas que usen sean el cooperativismo,

la creación de cadenas alternativas de valor, el control de la oferta, demanda y de

los precios de sus productos, y garantizando la calidad de sus productos mediante

el SPG y los protocolos de producción artesanal.

4. Conclusiones.

Los mercados campesinos son una respuesta al desplazamiento que han vivido

los campesinos por parte de la agroindustria, pues si los campesinos y pequeños

productores no adaptan sus actividades al contexto altamente competitivo en el

que se desenvuelven están condenados a desaparecer. Por lo tanto, la

Page 20: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

organización social y el cooperativismo es vital para la creación de cadenas de

valor que permitan el ingreso al comercio del pequeño productor con precios más

justos y equitativos. De ahí que los mercados campesinos sean una buena forma

para garantizar que los campesinos ingresen al mercado de los alimentos.

No solo basta con la creación de cadenas de valor, sino que también es necesario

el control de la oferta para garantizar un precio justo y equitativo. En este orden de

ideas, el control que realizan los mercados campesinos al ingreso de nuevos

productores es vital para que no se afecte la oferta de ciertos productos y por ende

el precio no se vea alterado. Así mismo, el control de ingreso realizado por los

mercados campesinos previene que terceros que no son pequeños productores

ingresen al mercado y desdibujen la finalidad por la cual fueron creados.

Consecuentemente, la transformación del productor a un comerciante es de vital

importancia para que haya un acercamiento entre el productor y el comprador

final. Ya que al haber un acercamiento entre el productor y el comprador el

campesino gane el valor agregado en sus productos y estén más al tanto de hacia

dónde se mueven las preferencias de los compradores o qué productos están

demandando y que ellos podrían producir. De esta forma, la transformación del

campesino productor a un campesino comerciante implica que el valor del

producto sea mayor ya que el productor le agrega un valor extra al producto al

encontrarse este en un eslabón más alto en la cadena de valor. Sin embargo, los

productos vendidos por los productores en los mercados campesinos a pesar de

tener un precio mayor que el producto estándar, este precio sigue siendo bajo si

se compara con un producto de origen artesanal en las grandes superficies. Esto

nos muestra que los mercados campesinos crean canales de comercio más justos

y equitativos tanto para el productor como para el comprador final.

Page 21: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

En paralelo, la regulación entorno a la transformación de productos aptos para el

consumo humano demuestra que la política agraria y de transformación de

alimentos del país dejó unos claros ganadores y perdedores. Por un lado, los

claros ganadores son los productores agro-industriales ya que poseen un régimen

jurídico que se adapta a sus necesidades y desestimula el crecimiento de su

competencia directa, el campesinado. Consecuentemente, el campesinado es el

claro perdedor ya que requisitos como el INVIMA son un limitante para que el

campesinado pueda transformar y comercializar productos de manera formal. Esto

es debido en primera medida a los altos costos que implica cumplir con los

requisitos del INVIMA y en segunda medida que al cumplir con estos requisitos se

puede llegar a perder la forma tradicional de producción, perdiendo así el valor

agregado que tiene el producto. Ya que como bien se mostró en el trabajo, si al

productor y transformador de alimentos le obligan en aras de formalizar su

actividad a cambiar drásticamente su modelo de producción tradicional y no a

adaptarlo, el productor perdería el punto diferenciador de su producto frente a

otros iguales producidos por la agro-industria. Por ejemplo, si a la pequeña

productora de arequipe se le obliga a cambiar su fogón de leña por uno que

funcione a gas para cumplir con los requisitos exigidos por el INVIMA el sabor del

arequipe cambia y por ende pierde el valor agregado en el producto final.

Como consecuencia de la tensión que viven los mercados campesinos entre tener

un espacio de comercio formal y no poder vender sus productos transformados

por no poseer el requisito del INVIMA, los participantes de los mercados

campesinos han buscado alternativas para poder certificar la calidad de sus

productos. Estas alternativas han sido dos, la primera son los Sistemas de

Participación por Garantías donde el mismo comprador puede verificar el proceso

de producción realizando visitas a los lugares de procesamiento, cultivo y

empaquetamiento. La segunda ha sido la creación de protocolos de producción

de ciertos productos que permiten darle la confianza al consumidor que esos

Page 22: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

productos tienen una forma estándar de producción tradicional. De esta manera,

se evidencia que a pesar de no haber un derecho formal que rija las presentes

actividades comerciales los participantes del mercado campesino saben que

deben cumplir con ciertos niveles de calidad para poder garantizarse un espacio

en el comercio y por ende se crean sub-reglas que rigen las actividades de

producción, transformación y comercialización.

A manera de recomendación, es importante que el Estado cree un régimen

específico que cumpla con las necesidades del pequeño productor. Para esto, es

necesario que los mercados campesinos logren alcanzar representación en el

legislativo para que de esta manera se legisle a favor de ellos. Ya que actualmente

ha habido un abandono por parte del Estado al campesinado y es necesario que la

representación que se consiga en el legislativo entienda de primera mano las

necesidades y dinámicas sociales de los mercados campesinos.

Consecuentemente, al alcanzar los productores tradicionales participantes de los

mercados campesinos representación en el legislativo con congresistas que

entiendan sus dinámicas y sus intereses pueden llegar a darse discusiones para la

creación de un régimen jurídico que respete y valore las formas tradicionales de

producción. De esta manera, dicha legislación deberá tener costos asequibles

para el campesinado, modelos de producción que adapten realmente las formas

tradicionales de transformación de alimentos para que el campesinado pueda

ingresar de manera formal al comercio. En paralelo, esta legislación también

deberá entender las formas tradicionales de producción para que se puedan

adaptar a un mundo moderno sin perder en el camino lo que diferencia un

producto emanado de un campesino a un producto emanado de la agroindustria.

En conclusión, el campesinado a pesar de requerir una legislación especial para

que sus actividades sean vistas como formales por todos los entes que conforman

el Estado, este no va a esperar más el actuar de un Estado negligente, sino que

se va adaptar al contexto para poder así sobrevivir y va a utilizar todas las

Page 23: Organizaciones económicas locales: tensiones entre el

herramientas que puedan emanar del cooperativismos en aras de competir en un

mercado volátil y altamente competitivo.

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